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Les presentamos el capítulo 15 y también puedes ver los anteriores...
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patos de ninguna parte
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La pgina de patojos y patojas, chavalas y
chavalos
LOS ZAPATOS
DE NINGUNA PARTE
Captulo 1
Tiburcio llevaba una semana buscando
desesperado una zapatera. No es que
faltasen zapateras en la ciudad, pero las que
haban no tenan calzado para l. En unas
era muy caros, en otra demasiado baratos y
no se fiaba. En unas eran demasiado
estrechos y le hacan dao, en otras no tenan
de su medida. En unas tenan zapatos
puntiagudos que no le gustaban, en otras
eran tan chatos que le hacan dao en el dedo
gordo.
Tena libre aquella tarde y decidi buscarlos
por toda la ciudad, hasta los barrios ms
lejanos. Tena piernas fuertes y camin,
camin, detenindose en toda tienda que
pareca vender zapatos. Hasta entr en una
patos de ninguna parte
3
al paso, al trote, al galope .
Pregunt si para dar pasos tendran
respondieron que slo tenan herraduras.
Entonces se dio cuenta de que en esa tienda
slo haba sillas de montar, estribos, riendas
y todo tipo de herraduras a gusto de los
caballos y de sus dueos. Pens que l haba
sido un burro entrando all. Sali
avergonzado.
Empezaba a anochecer. Un poco ms
adelante, en un callejn algo oscuro vio un
TIENDA LA MISTERIOSA
En la vitrina, junto a la puerta, se
amontonaban cajas y objetos que no se
distinguan muy bien por la poca luz, pero
en un rincn descubri varios pares de
:
Tienen ustedes zapatos para m?, del
nmero 40?
Se levant de su banqueta una seora con
una paoleta blanca en la cabeza. No era ni
muy joven ni anciana, sino todo lo contrario.
Se le acerc y le mir de pies a cabeza. S,
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as, empezando por los pies. Al llegar la
mirada a su cara la mujer le clav unos ojos
pequeos, negros, que parecan leer su
corazn.
- Claro, ya le digo, unos zapatos para
andar bien por las calles de esta
ciudad
- La mujer sonri con gesto misterioso:
pues si quiere caminar lejos y seguro,
le recomiendo del nmero
cuarenta me dijo? Son ciento quince
pesos .
En la moneda de aquel pas ( no les digo
cul es) ciento quince pesos no eran
mucho.
Los zapatos que le ense la vendedora
eran un poco extraos en su forma y
colorido.
Prubeselos - le aconsej. Se sent
Tiburcio, se quit los zapatos viejos, y
se prob los nuevos. Movi algo los
dedos de los pies, se levant y camin
patos de ninguna parte
5
Pues muy bien exclam
satisfecho esto es lo que buscaba! Me
los, me loss es se dio cuenta
de que la vendedora haba
desaparecido.
- Oiga seora
partes en el comercio. .Nadie se asom.
Ya estaba casi oscuro y su casa estaba
lejos. Decidi marcharse con los
zapatos nuevos.
Tiburcio era persona honrada. Dej los
ciento quince pesos sobre el mostrador.
Grit por ltima vez, por si ella estaba
gracias seora,
aqu le dejo el dinero
zapatos viejos bajo el brazo y se fue.
Estaba bastante oscuro. Al salir del
callejn ya en las calles ms anchas de la
ciudad haba farolas encendidas.
Aunque era un poco tarde, por el placer
de caminar con aquellos zapaos tan
cmodos volvi paseando a casa.
patos de ninguna parte
6
Por el camino se cruz con su prima
Carlota, que iba por la banqueta de
enfrente.
- Adis Carlota!
La muchacha se detuvo y mir hacia
atrs.
- Eh, que estoy aqu!
Ella mir hacia donde l estaba. Pareci
que no lo vea. Tiburcio levant la mano
Muchacha que estoy
enfrente! .
Ella mir a un lado y a otro, se encogi
de hombros y sigui adelante. Es verdad
que estaba un poco oscuro, pero no
-
pens Tiburcio- y sigui tambin su
camino de vuelta. Viva en una casita de
un solo nivel, con sus padres y una
hermana ms pequea. Al llegar meti
la llave en la cerradura, abri - Hay
alguien? pregunt sin respuesta.
Habran salido todos.
patos de ninguna parte
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Entro en su habitacin. Dej los zapatos
viejos en un rincn. Se acerc a su
armario que tena un espejo de cuerpo
entero. All fue a ver qu tal le caan los
zapatos. Se puso enfrente del espejo,
vio nada! Eh? Qu me
est pasando? Estoy ciego?-dijo en
voz baja. Pero l vea perfectamente
todo lo que le rodeaba. Vea el armario
y el espejo que reflejaba la habitacin,
pero l mismo no se vea all
Temblando de nerviosismo volvi a su
cama y se sent. El cansancio de la
tarde, el paseo y los nervios le dieron
ganas de tumbarse un ratito. Se quit
los zapatos. Desde su asiento mir
hacia el espejo y dio un salto. Ahora s!,
all estaba l reflejado en el espejo, con
cara de susto y descalzo.
patos de ninguna parte
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LOS ZAPATOS
DE NINGUNA PARTE
Captulo 2
En el primer captulo, recuerdan?, dejamos
a Tiburcio, con la boca abierta vindose en el
espejo cuando un rato antes no se vea.
Tambin record entonces que, cuando pas
cerca de su prima Carlota, tampoco ella le
haba visto. Pues no le fue muy difcil sacar
consecuencias de lo que pasaba.
Para estar ms seguro se sent frente al
espejo, agarr los zapatos y empez a
ponrselos. Se puso el primero y mir al
espejo. Qu creen ustedes que pas? Se
vea?, no se vea? Pues mita-mita, que dicen
en este pueblo. Se vea en blanco y negro,
como una pelcula de las antiguas. Entonces
agarr el otro zapato se lo puso, y zas! Lo
que ustedes estn pensando. Haba vuelto a
desaparecer totalmente del espejo porque l
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s se vea y se tocaba. Estaba all, pero
como en esas pelculas del hombre invisible,
nadie poda verle. No se lo acababa de creer.
O sea que esos zapatos eran
Mir el reloj. Eran las 9 de la noche. Estaba
cansado y nervioso de la impresin. Supuso
que sus paps y su hermana estaban en
alguna visita. Les dej un aviso sobre la mesa
Me aco
Volvi a su habitacin y a dormir.
Seguramente esa noche so mucho, pero l
nunca se acordaba al despertar de sus
sueos.
Amaneci, son ese antiptico aparato
llamado despertador y en cuanto Tiburcio
abri los ojos, naturalmente, le volvi a la
cabeza la memoria de los misteriosos
zapatos.
-
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Se los puso y sali a la cocina, donde estaban
sus padres desayunando. Doa Tina
preparaba los huevos revueltos. Don Toribio
estaba pasando las hojas del peridico
mientras se le escapaban exclamaciones:
Uff!... huy!... ah!... qu brbaro!... menos
mal!...
- Qu sucede? le pregunt doa Tina.
- Sucede de todo contesto Don Toribio-
y empezaron los dos a comentar las
noticias de la poltica nacional e
internacional y los problemas de los
emigrantes que estaban expulsando de
-de-Norteamrica,
se supone, pero los llamaban solo los
Estados, a secas).
- Tiburcio entr en ese momento,
despacito, procurando no hacer ruido
con los pasos, pero roz con el codo
una cacerola vaca que se fue al suelo
estrepitosamente.
- Se volvi doa Tina - huy!, la dej al
borde y se habr resbalado.
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- Tiburcio salt silenciosamente y se
qued en un rincn. Pens que si los
padres sentan algo que no vean, el
susto podra ser tremendo. Doa Tina
recogi la cacerola y en aquel momento
Se habrn dado ustedes cuenta?: eran
Tiburcio, Toribio, Tina y Teresita. La
broma de los amigos era: Te vienes a
tomar el te a casa de los T?
- Teresita tena10 aos, ocho menos que
su hermano y era un rabo de lagartija,
traviesa y lista para todo menos para los
nmeros, pues se le atravesaban las
matemticas en la escuela.
- Mam- pregunt la nia- , dnde est
el dormiln de mi hermano?
- Djale dormir; vendra anoche muy
cansado.
Entonces se dio cuenta Tiburcio de que
ya deba dar seales de vida.
Aprovech que estaba la puerta abierta,
volvi a su habitacin, se quit los
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misteriosos zapatos y ya empez a
volver al mundo visible; se lav, se
pein, se visti, se puso los zapatos
viejos y entr haciendo ruido a la
cocina.
- Entre los saludos, los qu tal te fue? y
los qu tal amanecieron? , la pregunta
de Doa Tina: Pero hijo, no fuiste ayer
a comprar zapatos y todava andas con
esos medio rotos?
- S mam, no encontraba en ningn
- Esa era de verdad la idea de Tiburcio.
Aquellos zapatos estaban siendo un
problema para l. Ir de Invisible por la
vida est bien para los cuentos, pero
para la vida real creaba muchos
problemas. Ustedes no han hecho
nunca la prueba de volverse invisibles?
Pues Tiburcio s y estaba asustado.
Cuando desayunaron, el volvi a su
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habitacin, meti en una bolsa de
plstico los zapatos misteriosos (es que
llamarlos in-vi-si-bi-li-za-do-res , es muy
complicado). Pues el muchacho, agarr
la bolsa y sali a la calle para devolver
seora que se los haba vendido.
- Esta vez agarr un bus que pasaba cerca
de all. Se baj justo frente a la tienda
de las herraduras, la del aso, trote y
la tienda de los zapatos. La busc pero
no la encontr. En el sitio donde ayer
edificio en construccin. Los albailes
estaban levantando un segundo nivel,
con ayuda de una gra.
- Tiburcio se acerc a uno de ellos:
aqu no haba antes una
tienda
- Pues no s muchacho, hace tres
semanas que trabajamos en construir
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esta casa. No tengo idea de lo que
haba antes aqu.
- Tiburcio se qued lo que se dice
patidifuso, es decir, de piedra, hecho un
lo, balanceando la bolsa de zapatos en
la mano, mirando a todos lados sin
saber qu hacer. Estuvo a punto de ir a
la tienda para caballos y comprarse unas
herraduras; pero al final lo pens mejor
Ya les contar en otro captulo lo que
hicieron el pobre Tiburcio y sus zapatos
- Mientras tanto vayan aprendiendo a decir
sin respirar: Tiburcio est invisibilizado
quin lo desinvisibilizar, el
desinvisibilizador que lo desinvisibilizare
buen desinvisibilizador ser.
patos de ninguna parte
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L0S ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 3
Tiburcio dej de balancear la bolsa con los
zapatos misteriosos y empez a caminar de
vuelta a casa. Ya no pens en montar en
ningn bus. Necesitaba pensar. Se daba
cuenta de que con aquellos zapatos en su
poder se le iba a complicar mucho la vida,
para bien o para mal. Pens tirarlos en
un cubo de basura, pero menudo conflicto se
poda organizar. Si los encontraba un ladrn,
se los pona y dejaba toda la ciudad pelada,
levndose todas las cosas de todas las casas,
hasta los quesos. Sera un caso curioso.
Pero ya que tena all los misteriosos zapatos,
y saba cmo utilizarlos, se dijo:
Voy a ver lo que puedo hacer con ellos.
patos de ninguna parte
16
Entr en un jardincillo solitario a aquellas
horas, se sent en un banco, mir alrededor
por si vena alguien y se los puso. Volvi a
la calle y empez a pasear. No saba qu hora
era. Se acerc a una seora que caminaba
por
volvi hacia la derecha, hacia la izquierda.
Hacia atrs, se qued plida de susto, volvi a
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corriendo, mirando hacia atrs de vez en
cuando.
- se dijo Tiburcio a ver si
y sigui su camino procurando que nadie
tropezase con l. Al principio le fue fcil
porque a esa hora y en esa calle pasaba poca
gente.
Pero al cabo de 10 minutos, escuch a lo
lejos gritos que se acercaban. Al llegar a la
esquina cercana, se dio cuenta del origen de
las voces-
patos de ninguna parte
18
Por all vena, ocupando toda la calle, con una
manta desplegada en primera fila, una
marcha, manifestacin de campesinos. En la
manta estaba escrito con grandes letras el
motivo:
LA MINERA DESTRUYE NUESTRA TIERRA.
Record que la radio haba anunciado la
marcha el da anterior. Decidi ir con los que
protestaban el pero dnde se colocara?,
entre todos? detrs del
delante de los manifestantes -pens-
donde llevan la manta desplegada.
Los campesinos portaban tambin banderas,
o pequeos afiches. Iban gritando consignas
La tierra es nuestra vida y nadie nos
la o Comemos maz, no
gritar. Su voz se perda entre las dems y
nadie se daba cuenta de que el sonido sala
patos de ninguna parte
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El grupo de varios cientos de campesinos,
mujeres y hombres se diriga al ministerio de
energa y minas.
Tan animado iba Tiburcio que se decidi
mezclarse con los manifestantes. Aunque no
lo vieran no lo notaran, como iban todos
apretujados, hombro con hombro, codo con
codo. Se mezcl en el grupo, sin decir
gritando consignas.
As fueron llegando al ministerio. Pero all se
encontr nuestro hombre invisible algo que
no se esperaba. Cerrando la calle, delante del
ministerio: una barrera de polica.
patos de ninguna parte
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exclam un viejito que
caminaba a su lado. No entenda lo que
quera decir ni
s .
Los campesinos se detuvieron y uno de sus
lderes se adelant a hablar con los policas.
- No pudo hablar mucho. Se not que el
oficial tena rdenes demasiado
concretas y sin hacer caso al dialogante
dio una orden. Los antimotines
levantaron las estacas, se protegieron
con sus escudos de plstico fuerte y
avanzaron sobre los manifestantes.
- El grupo de inconformes, pacficamente
se sent en el suelo manteniendo
delante la pancarta. Algunas mams que
venan con sus nios, y hasta con el
tiernito a la espalda se apartaron
rpidamente y se echaron hacia atrs.
Tiburcio tambin se iba a sentar cuando
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record que a l no lo vean los polis.
Entonces se qued parado esperando
reacciones.
- El grupo antidisturbios (aunque
disturbios all no haba) entr en las filas
de manifestantes como un rebao de
elefantes en una cacharrera. Pisote la
manta y las banderitas, empez a patear
y golpear a los manifestantes.
- Tiburcio se dio cuenta de que all tena
l trabajo. Se puso a la espalda de los
policas y con movimientos rpidos
empez a quitarles garrotes y escudos
a los que poda, a poner a otros la
zancadilla, a empujar a quienes iban a
golpear a los cados en el suelo y a
apartar a algn manifestante herido.
- El desconcierto fue grande, tanto entre
las fuerzas del orden que haban
empezado el desorden, como entre los
campesinos sintiendo que all pasaba
algo raro pero no saban qu.
patos de ninguna parte
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- En ese desconcierto, algunos de los
lderes de la manifestacin entraron en
el ministerio con gesto pacfico y seguro.
Nadie les impidi el paso. Los
legaron
desconcertados, sin saber qu estaba
pasando. Tambin el grupo de
manifestantes se retir por una de las
calles, a atender a los heridos, a
reunirse con sus esposas e hijos y a
comentar intrigados aquello tan extrao
que haba sucedido. Los golpes haban
sido escasos para lo que se temieron.
Una extraa fuerza haba dispersado a
los antidisturbios.
Y Tiburcio?
Tiburcio, contento, pensando que el
estar invisibilizado, sin que nadie lo
desinvisibilizase poda ayudarle, bien
panificado, a hacer buenas obras. Pero
en ese momento se dio cuenta de que
no tena los zapatos viejos!. Los haba
patos de ninguna parte
23
para buscarlos. Pero en el jardn donde
los dej tampoco estaban.
- se pregunt
Tiburcio.
- Y ustedes s
Pues esperen hasta el prximo captulo
que se lo contaremos.
patos de ninguna parte
24
LOS ZAPATOS
DE NINGUNA PARTE
Captulo 4
O sea que nos encontramos con Tiburcio,
sentado en un banco del parque, all donde
haba perdido sus zapatos viejos, p
y ahora qu hago yo?
Mientras pensaba no se dio cuenta de que se
acercaba por el paseo una seora con dos
nios. La seora, la mam sin duda, iba
dar vergenza sacar esas malas calificaciones.
patos de ninguna parte
25
Yo cuando era pequea tena muy buenas
notas.
-
pequea, en tu aldea no haba escuela ni
La mam se mordi
-
mayor aprend a leer y a hacer cuentas, y
ahora en el mercado no me engaa nadie
- Los pequeos se quedaron un poco
avergonzados. La maestra haba dicho a la
mam que sus hijos lean muy mal y as no
podran estudiar bien.
- - sigui diciendo la mam - en vez
de jugar se van a sentar ustedes en ese
- Tiburcio segua sentado en el banco,
pensativo, cuando sinti que alguien se
sentaba encima de l.
-
grit uno de los hermanos saltando
patos de ninguna parte
26
fuera del banco,- aqu hay un fantasma o
- Naturalmente, en ese momento Tiburcio
tambin se levant rpidamente y se puso
detrs de un rbol.
- - le rega la
mam-
estaba el terreno libre. Se sent la mam
en el banco e hizo sentarse a los
pequeos, que lo hicieron con mucha
precaucin, aunque ya no haba nadie
ocupando el lugar.
- Tiburcio no quiso saber ms de los
pequeos estudiantes y con cuidado para
no tropezar con nadie, sigui caminando
por la calle. A los pocos pasos encontr
una zapatera: ZAPATOS LOS INVENCIBLES.
- - ah
decidi a entrar con cuidado, a ver qu
encontraba.
patos de ninguna parte
27
- En una estantera a la izquierda haba
muchos pares de zapatos. Todos tenan
una etiqueta con el nmero del tamao y
el precio. All haba varios pares del
nmero cuarenta. El precio 120 pesos.
Ms caros que los invisibles y la verdad no
le gustaban mucho, pero no estaba para
elegir. Mir hacia los lados. Nadie se
fijaba en aquella estantera. Entonces
rpidamente agarr los zapatos y dej en
su lugar los 120 pesos. Luego rpidamente
sali a la calle. Vern que Tiburcio segua
patos de ninguna parte
28
siendo persona honrada y no se
aprovechaba de su invisibilidad para no
pagar. Qu ejemplo para la humanidad!
S, era honrado, pero un poco torpe,
porque al salir deprisa, roz su codo con
un jarrn que haba de adorno junto a la
puerta y zs! o mejor: cras, cric, chinc!
Porque se hizo mil pedazos, o por lo
menos novecientos noventa y nueve. No
tuvo tiempo de contarlos. Sali a la calle y
respir.
- Slo le faltaba ahora a nuestro amigo
cambiarse de zapatos para visibilizarse, o
sea, no andar por la vida invisible.
- Le fue fcil volver al jardn de antes. All
segua la mam dando sermones a los
nios. Pues el hombre invisible se fue
detrs de unos rosales y se cambi los
patos de ninguna parte
29
nuevos zapatos por los todava ms
nuevos. Ya visible tom el camino de su
casa.
Al llegar entr haciendo ruido para que
todos lo viesen.: - a
- dijo la mam - ya compraste los
Se qued mirndole los pies, mientras l
zapateaba para que todos se fijasen en su
calzado. Pero la hermanita curiosa se fij
que llevaba en la mano otros y empez el
conflicto:
- Mira mam, si lleva otros en la mano! Y
son ms bonitos
- Tiburcio se puso nervioso; enrojeci.
No, no, estos no son, bueno, s son pero
, porque no sirven,
claro que
y se meti deprisa en su habitacin. Cerr
la puerta y empez a buscar dnde
esconder los misteriosos zapatos
invisivilizadores.
patos de ninguna parte
30
- Tena miedo de que su traviesa hermana
se metiera en su recmara y se los
encontrase. Menudo problema si se les
volva invisible la pequea. No se le
ocurri otra cosa a Tiburcio que volverse a
poner los zapatos conflictivos. Se los
puso, se qued otra vez invisible, y
empez a pasear por el cuarto mientras
ahora para esconder esto. Aqu en casa
no es seguro. En menudo lo me he
metido. Me gustara estar lejos, para no
En ese mismo instante Tiburcio sinti que
su casa desapareca.
Se encontr en un paisaje diferente.
Escuch un sonido como de una trompeta.
Mir para atrs y all, a dos pasos
levantaba su trompa un hermoso
elefante.
patos de ninguna parte
31
Pues en su tierra no existan esos
donde l haba dicho:
- En la mismsima India!
((Aqu nos quedamos, porque esto se pone
complicado. El prximo captulo sabremos
qu pasa con esos zapatos misteriosos que,
adems de hacer a la gente invisible,
tambin parecen una agencia de viajes
gratuitos. Hasta el prximo captulo, en la
India))
patos de ninguna parte
32
LOS ZAPAT OS DE
NINGUNA PA RTE
Captulo 5
Ya recuerdan, verdad? Por obra y gracia de
esos misteriosos zapatos, Tiburcio se
Bueno s, se encontraba asombrado, a la
sombra de la trompa de un elefante, y
patos de ninguna parte
33
adems de hacerme invisible me hacen
turista. Si yo digo el nombre de un pas, all
Le dieron ganas de hacer la prueba y
mundo. Pero se aguant las ganas porque
imagnense el mareo de saltar de un pas a
otro. Adems en el aterrizaje le poda fallar el
motor a alguno de los zapatos y darse un
Se apart prudentemente del trompudo y se
meti por las calles de aquella ciudad. No
saba cul era.
La India es muy grande,
con 1250 millones de
habitantes. No saba si
estaba en Nueva Delhi,
Bueno, que no saba.
Tuvo que hacer un esfuerzo para darse
cuenta de que segua invisible y adems no
patos de ninguna parte
34
poda hablar con nadie, porque tampoco
conoca el idioma indio, o hind como dicen
otros. De todos modos, ya que estaba all
gente, pero cmo?. Para eso me tienen que
Se le ocurri una idea. Aunque era un
muchacho honrado consider que en caso de
unos zapatos. La calle estaba llena de gente y
de puestos de venta, como en el mercado de
su ciudad (que sigo sin decirles cul es). No le
fue difcil encontrar un puesto donde vendan
calzado.
Lo que encontr
por all fue eso que
se llaman babuchas,
zapatillas sin
cordones ni nada y
con un pico como de
pajarito. El clima era
bueno; pens que
eso le bastara para no clavarse algn clavo
patos de ninguna parte
35
en la planta del pie. Calcul a ojo el tamao
de unas babuchas de esas y se las guard.
Nadie lo vio. Busc un rincn apartado e hizo
mis zapatos? En aquel mercado haba de
todo. Cerca del puesto de zapatos encontr
un sitio donde vendan bolsas, se acerc y
eligi una sencilla donde le cupieran los
zapatos. Ya tena experiencia de llevarse
agarr. Pero en ese momento volvi la cabeza
el vendedor y:
Tiburcio no se haba dado cuenta de que ya,
sin los zapatos, no era invisible. A ustedes
no les sucede que no se fijan cuando son
invisibles y cuando no? Varias personas del
mercado se echaron a por l. El muchacho
tena buenas piernas y mucho miedo. Sali
corriendo por las callejuelas, tropezando con
gente, con carros, con latas, con perros.
Metindose por los lugares ms estrechos y
en un callejn sin salida.
patos de ninguna parte
36
Se qued temblando pegado a la pared. Pero
mir hacia atrs y respir. No haba rastro de
los perseguidores. Meti los zapatos en la
bolsa y se la colg al cuello. A dnde
Mir alrededor. Cerca de l pasaban algunos
hombres y mujeres. Eran, ancianos y
enfermos. Tenan aspecto de ser muy pobres.
Unos cojeaban, otros medio se arrastraban
apoyados en ramas como bastn. Sus ropas
estaban sucias y desgarradas o iban casi sin
ropa. Llamaron a una puerta que se abri
enseguida.
patos de ninguna parte
37
All se asom una mujer vestida con una
tnica blanca, limpia aunque no demasiado.
pens Tiburcio lo he visto yo
- Le entr un
escalofro por el
cuerpo -
esas son monjas
de la madre
Teresa, la que
nombraron santa
Pens que lo mismo estaba en Calcuta,
aunque en toda la India y en otros pases ya
haba hermanas de esas por muchos sitios.
Mientras recordaba todo eso, vio cmo los
pobres que haban llamado a la puerta, iban
entrando en la casa acogidos cariosamente
por la monjita. Entonces sin penarlo dos
veces se puso en la cola, detrs de los
mendigos. No tuvo que hacer mucho esfuerzo
patos de ninguna parte
38
para cojear un poco despus de su huida. Iba
despeinado y sucio, pero la hermana lo
detuvo a la puerta. Le puso la mano en el
to, t no eres de aqu
verdad?
El muchachito se qued otra vez de piedra,
pro no de susto, sino de asombro. Resulta
que la hermana le hablaba en hind pero l
lo entenda todo!. Al mismo tiempo senta en
su bolsa, donde tena los zapatos guardados,
un temblor, igual que cundo le llaman a uno
por celular y el aparato vibra.
En ese momento Tiburcio ya no resisti ms.
Entre la sorpresa de estar en otro pas con el
elefante trompudo, el buscar y rebuscar en el
mercado, el susto de sentirse descubierto
robando, el cansancio, los nervios de la
carrera frentica huyendo y el descubrir
aquel maravilloso y a la vez miserable lugar
con la hermana que lo reciba, cay redondo
al suelo, desmayado y agotado, aunque sin
perder del todo el conocimiento.
patos de ninguna parte
39
La hermana llam a otras compaeras que lo
recogieron y pusieron sobre una pobre y no
muy limpia colchoneta. A su alrededor, en un
ambiente de olor a enfermedad y miseria,
otra pobre gente tambin acostada.
Tiburcio, con los ojos entornados y sin
fuerzas, se dej atender. Pero su cerebro
Lo que me
faltaba: Estos zapatos me sorprenden a cada
minuto. Primero me hacen invisible, luego me
llevan de viaje por el mundo y, encima, tienen
patos de ninguna parte
40
traduccin simultnea. Pero esto no se lo
puedo contar a las monjas porque no me
creeran y lo mismo me echan a la calle.
Mejor ser hacerme el mudo. S, eso, aqu soy
Cerr los ojos y se qued dormido de verdad.
Buena ocasin para tambin hacernos
nosotros los mudos y no contarles ms
aventuras de Tiburcio hasta el prximo
captulo.
patos de ninguna parte
41
LOS ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 6
Cuando Tiburcio se despert no saba cunto
tiempo haba dormido. Vio que empezaba
lentamente a amanecer. Eso no le orientaba
nada, porque entre la India y su pas haba
una diferencia de algunas horas (al muchacho
no se le daba bien calcular las diferencias
horarias ente los pases de la tierra)
Abri los ojos y
mir a su
alrededor.
Todo estaba en
silencio. Los
acogidos a la
caridad de las
hermanas dorman. En un rincn alumbrado
por una luz pequeita un monja lea. A veces
patos de ninguna parte
42
echaba una mirada vigilante a la sala. Todo
tranquilo.
Tiburcio tuvo que hacer el esfuerzo de
siempre para recordar cuenta si estaba visible
llamar a los mgicos zapatos, colgaban de su
cuello en la bolsa de la que no se haba
separado. All, descansado en esa colchoneta,
estaba muy bien pero tena que hacer algo.
Se acurruc bajo las sbanas, se fue quitando
las babuchas y ponindose su maravilloso
calzado. Guard las zapatillas indias en la
bolsa y se puso de pie. Despacito camin por
la sala de aquel hospitalito. Se acerc al
rincn donde estaba la hermana e hizo un
poco de ruido. La monja levant la vista, mir
a un lado y a otro y sigui leyendo.
Entonces nuestro amigo, caminando de
puntillas, se acerc a la puerta que slo
estaba cerrada con una cadena, la
desenganch con cuidado abri y sali a la
calle. Dej sin cerrar pero el viento se ocup
de eso y la puerta son: click!.
patos de ninguna parte
43
l dio un salto y, aunque no le haca falta, se
escondi detrs de un rbol. Lo que esperaba:
Enseguida apareci la cara asustada de la
monja. Volvi a mirar a todos lados de la
calle varias veces y al fin cerr.
En ese momento a Tiburcio le entr en el
pellejo el espritu turista. Con su bolsa de
zapatillas al cuello sali del callejn y
empez a pasear. Hacia la derecha vi que el
camino se meta entre grandes rboles.
patos de ninguna parte
44
Ser algn Jardn pens. Se acerc ms y vi
que los rboles seguan cada vez ms grandes
y ms apretados entre ellos. Tena que ir
apartando las ramas ms bajas. Ya no haba
jardn pens esto es la selva! Un
escalofro de emocin le recorri el cuerpo.
Mir a todos lados. Selva por todas partes.
Oy gritos por encima de l. Varios monos
saltaban entre las ramas. Quiso volver hacia
haba camino, solo grandes plantas y
enormes troncos. Haba clareado y el sol se
meta entre las hojas mezclando luces y
sombras. Otro escalofro, este de miedo, le
volvi a recorrer el cuerpo que ya lo tena
patos de ninguna parte
45
escalofriado (se dice as?) pero en aquel
momento el pobre Tiburcio se qued
metro de l se escuch un enorme rugido
que dej en silencio a los monos y temblando
a Tiburcio.
La cabeza y las patas de un tigre con sus
garras, sus colmillos y sus rayas, el uniforme
completo del tigre de Bengala, aparecieron
en la espesa jungla.
patos de ninguna parte
46
-dijo en vos baja - Esto me
sucede por no estar donde deba, en mi
Sinti como si alguien le agarraba del pelo
(un mono?). Sinti luego como un viento
fuerte que azotaba su rostro y le cerraba los
en sus espaldas que rebotaban sobre un
mullido colchn. Abri los ojos y se vi de
espaldas y patas arriba sobre su cama, en su
habitacin, en su ciudad que sigo sin decirles
cmo se llama.
Se qued un rato tumbado mientras se le
pasaban los escalofros hindes y haca un
recuento de lo
sucedido.
Cuando se mir en el
se vea, lo primero
que pens fue:
he sido!
Poda haberme
patos de ninguna parte
47
paseado al lado del tigre que tampoco me
poda ver! Claro que no me vea, pero y si
me ola?, que esos bichos tienen muy buen
babuchas de la India.
En ese momento tocaron en la puerta. La voz
Tiburcio llevas durmiendo 15 horas! No te
vas a levantar? En la cabeza de Tiburcio se
ahora qu les cuento, para que no piensen
Eso se preguntaba. Yo en este momento no
me acuerdo lo que contest, as que
paciencia. Buscar en mis archivos y en el
prximo captulo se lo cuento.
patos de ninguna parte
48
LOS ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 7
Ya me acord de sigue la historia:
Pues cuando son el toc toc! Y la voz de su
hermana Teresita reson llamndolo,
Tiburcio contest poniendo voz de sueo:
de verdad le haca falta quitarse el sudor y el
polvo acumulado en sus correras asiticas. Se
duch, se pein, se ech un poco de colonia
Ay no! Las babuchas bengales. Tena que
estar visible.
patos de ninguna parte
49
Sali a la sala, comedor, cocina donde haca
la vida la familia.
Estaban viendo la televisin pero en cuanto
entr, Doa Tina ech la vista a sus pies. Ya
Tiburcio ya tena preparada la respuesta:
trataban temas de la India y haba una venta
de recuerdos Denme
Mientras desayunaba, coma y cenaba, todo a
la vez - le cayeron preguntas de toda la
tan larga?
patos de ninguna parte
50
- Ah s, Nos han estado
presentando la selva, la situacin de los
bosques y animales que est en peligro
de extinguirse, por la caza y la
- Aqu le cort el pap, don Toribio: Para
eso no hace falta hablar de la India. En
nuestro pas nos estn dejando sin
bosques por los madereros abusivos y
las minas de oro que han descubierto.
Vamos a tener que comer en vez de
papas y pollo, churrasco de oro.
- Don Toribio trabajaba en su
abarrotera. El hijo se daba cuenta de
que le iba aumentando la preocupacin
por los temas sociales. Antes slo se
preocupaba por el precio de los frijoles
y por los triunfos de su equipo de ftbol.
- Mientras hablaban, Teresita se haba
sentado en el suelo y le iba quitando
poco a poco las babuchas a su hermano.
patos de ninguna parte
51
Cuando lo consigui se las puso y
empez a caminar por la habitacin
-
- Y t cmo lo sabes? Acaso has visto
- la pata-
tengo de ciencias naturales. - Teresita era la consentida de su
hermano mayor. - En los das de esta historia tenan una
semana de vacaciones por ser las fiestas de San Epafrodito, patrono de aquella pequede que pas).
- Teresita estaba en primaria. - Tiburcio, (esto tena que habrselo
dicho antes) estudiaba periodismo en la facultad estatal.
- intervino Doa Tina
patos de ninguna parte
52
- mam. Tengo que salir y me pondr los zapatos, pero t, Tere,
ejem, de un viaje del avin que las trajo
- Tiburcio siempre estaba a punto de descubrir sus aventuras.
- Volvi a su habitacin se puso los zapatos feos que haba comprado.
la colg del hombro. -
- No les extra. Estaba acostumbrados a
las extraas aventuras de hijo mayor. l no saba si volvera tarde o pronto, pero
patos de ninguna parte
53
- Mientras se duchaba haba recordado que tena reunin con algunos compaeros de estudio. Con ellos haban fundado una asociacin para acoger emigrantes. En esos das llegaban muchos a su pas camino de otras naciones con ms posibilidades de trabajo. Se llamaba la asociacin
- Llegas tarde- le dijeron los amigos al
entrar - S. Perdonen, es que me dorm porque
- En la reunin estaban hablando de las
dificultades de comunicacin para ayudar a la gente. Aquellos das haban acogido a una familia, pap mam y dos nias refugiadas de Siria. Dos reporteros les haban encontrado, escondidos, amenazados de muerte. El pap era tambin periodista. Haban conseguido traerlos en avin hasta aquel pas.
- - -comentaban en aquella reunin- que no tenemos
patos de ninguna parte
54
medios para conectar con la familia, recoger sus documentos, avisar a sus compaeros. Les ha cortado todas las comunicaciones
- A Tiburcio se le encendi una lucecita: - Tienen ustedes alguna direccin donde
se pueda ir?. - - que podra pero
- Los compaeros le dieron la direccin
de un lugar en la capital Damasco. Se guard el papel en el bolsillo.
- Cuando la reunin termin, nuestro amigo que iba tomando nimo con las
patos de ninguna parte
55
posibilidades transmisoras de su calzado, se dirigi a un parque con rboles y plantas altas. Busc un lugar solitario. Hizo el cambio de zapatos. Meti los otros en la bolsa. Se sent en el suelo y dijo como en un suspiro:
qu se le va a hacer; vmonos
-
- El lugar donde aterrizo sentado, era una calle con algunos edificios en pie y otros con seales de destruccin - En aquel momento estaba sembrado de escombros de las casas cercanas, con arboles tronchados y algunas
patos de ninguna parte
56
humaredas por las calles que lo rodeaban.
- Aqu dejamos a Torcuato sentado, que descanse un poco, mas que del viaje, de la sorpresa en el nuevo campo de aterrizaje y de servicio social.
- En el prximo captulo les informaremos cmo se manej el joven aprendiz de periodista en aquel trgico lugar.
patos de ninguna parte
57
LOS ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 9
Vmonos para Jerusaln haba dicho
Tiburcio.
De Siria a Israel, como ven en el mapa, no
hay ms que un paso, sobre todo con ese
maravilloso calzado que salta fronteras y
aduanas.
patos de ninguna parte
58
En cuando dijo
en Damasco
esa frase, el
muchacho
apareci
sentado en el
suelo, a la
puerta de un templo. No era grande y en el
muro se vea una inscripcin. Cuando se iba a
acercar para leer lo que pona, vio venir
detrs de l un grupo de personas, turistas,
seguro, cargados casi todos con sus cmaras
de fotos, siguiendo a alguien que pareca el
gua de la expedicin. Tiburcio se apart
deprisa. Record que estaba calzado de
invisible y podan tropezar con l.
patos de ninguna parte
59
santuario de Dominus flevit, que en latn
-
mente los visitantes y el gua hablaban su
mismo idioma y se enteraba bien de la
explicacin) Miren hacia abajo y admiren la
vista de Jerusaln. Esa misma que Jess
contempl y se le saltaron las lgrimas,
pensando en que no quedara de aquella
Los turistas leyeron el letrero, luego volvieron
la vista hacia el otro lado y exclamaron: Oh,
ah!. Tambin Tiburcio mir y no dijo nada.
Se qued con la boca abierta.
patos de ninguna parte
60
All estaba la ciudad santa. El haba visto
fotos de ella en un libro de viajes que tena
en su casa. Ahora estaba all delante de l en
carne y hueso, digo, en piedra y tierra.
Recordaba que delante estaba la muralla por
su parte oriental y detrs la cpula de una
mezquita, cuyo nombre no recordaba, donde
antiguamente haba estado el templo. Detrs
se vean grandes edificios modernos.
Mientras contemplaba todo aquello, Tiburcio,
sentado en una piedra de aquel mirador
venido yo aqu?... Claro, fue porque estaba en
Damasco, en la oficinas de ,
cuando entraban soldados y el periodista me
hecho falta irme; con ponerme estos
Israel est cerca de Siria fue lo primero que
se me ocurri. Pues ya que estoy aqu, voy a
darme una vueltecita por la ciudad. Pero
cmo, visible o invisible? Invisible- decidi
- Nadie sabe lo que puedo encontrar por ah
patos de ninguna parte
61
- Se levant y empez a descender
por el camino del valle de Josafat.
Vio ese lugar todo lleno de antiguas tumbas.
Dicen que cuando los muertos resuciten all
nos vamos a juntar todos. Pequeo le
pareci aquel sitio para tanta gente.
As lleg a la mismsima Jerusaln, a la parte
ms antigua.
patos de ninguna parte
62
Empez a recorrer las callejuelas. Pasaba
mucha gente con vestimentas diversas.
Algunos con traje y sombrero negro. Mujeres
con vestidos que le recordaban a las que
haba visto en su corta visita por las calles de
Damasco. Record que en la prensa y la
televisin comentaban los enfrentamientos y
los problemas entre judos y palestinos.
Dando vuelta por un lado y por otro volvi
junto a las murallas que haba divisado desde
arriba y encontr a los mismos turistas o
patos de ninguna parte
63
peregrinos, como quieran llamarlos, que
Sigui detrs de ellos hasta entrar en un
amplio recinto que ya conoca por su libro de
viajes. En l haba ledo lo mismo que en ese
ya ven que entramos en el smbolo ms
solemne del antiguo templo de Jerusaln: el
muro de las lamentaciones, donde vienen a
hacer oracin muchos creyentes. Hasta el
papa vino aqu. Pueden darse cuenta de que
arriba, detrs del muro est las mezquitas de
alAqsa y de la Roca donde antes estaba el
patos de ninguna parte
64
templo que los romanos destruyeron.
Tiburcio mir hacia arriba y all vio la cpula
dorada. Pero en aquel momento se fue
dando cuenta de que era tarde, de que no
haba comido y ya iba siendo la hora de
cenar. Los peregrinos y judos piadosos se
iban retirando y, poco a poco, aquella gran
explanada se iba quedando vaca.
Pues pens Tiburcio a ver qu hago yo
ahora.
Eso digo yo. A ver qu va a hacer ahora ese
muchacho?.
Si quieren saberlo esprense al prximo
captulo de las aventuras de Tiburcio y sus
zapatos, esos que son de ninguna pare y de
todas las partes. Pero como es tarde, buenas
noches.
patos de ninguna parte
65
LOS ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 10
Anocheca en Jerusaln. Tiburcio estaba all
hambriento y cansado. Vio que los
peregrinos a quienes segua salan tambin
del muro de las lamentaciones y los sigui.
patos de ninguna parte
66
El grupo fue caminando otra vez por la vieja
Jerusaln llena de tiendas de comida, de
regalos y recuerdos para los turistas. No pudo
evitar la tentacin de echar mano a una
naranja y empez a pelarla, mientras el
vendedor que en ese momento miraba hacia
ah se quedaba boquiabierto al ver que una
de sus frutas desapareca misteriosamente.
Mientras coma con apetito la naranja israel
pensaba que, seguramente donde ellos iban
encontrara un lugar para cenar algo y
En una de las callejuelas los peregrinos se
dirigieron a una puerta donde, bajo un
smbolo de cruces se lea: CUSTODIA TERRAE
SANCTAE. Aquello le sonaba, (aunque no
conoca el idioma,)
como
tierra-
santa. Deba de
ser portugus, o
latn o cualquiera
patos de ninguna parte
67
sabe.
A la puerta les recibi amablemente un
fraile. Entr con ellos y cerr, pero Tiburcio y
sus zapatos ya se haban colado tambin en
la casa.
Los peregrinos tenan all sus habitaciones.
Llevaran alojados varios das. Imagnense al
muchacho invisible mezclado entre el grupo
de visitantes, procurando no tropezarse con
nadie. Por lo que escuch en sus
conversaciones venan de varios lugares de
Amrica Latina; eran mexicanos, colombia-
que haban ganado un concurso en una
universidad internacional de Estados Unidos.
El premio a todos los ganadores haba sido
ese
Recorriendo los pasillos encontr una sala
entreabierta con un letrero en su puerta:
a
no saba nada de l haca dos das y, aunque
estaban acostumbrados a su espritu
patos de ninguna parte
68
aventurero, supuso que se sentiran
inquietos. Aprovech que no haba nadie,
que todos se haban ido a cenar y
aguantndose el hambre se sent y escribi
en la comput
esperen, estoy unos das fuera. Ahora no les
pensaba decir ms tarde. Despus de enviar
el mensaje, baj al comedor. Cuidando de
que nadie notase que desaparecan platos,
cubiertos y comida de la cocina, se sirvi y se
sent en un rincn, donde no podra tropezar
con nadie. Cen y busc una habitacin
vaca para dormir. No le cost trabajo
encontrar la cama ni quedarse como un
tronco.
Le despertaron los
ruidos de los
peregrinos que ya
se preparaban
para salir. Iban
montando en un
microbs. Tiburcio
patos de ninguna parte
69
les escuch que se dirigan a la franja de
Gaza. Le entr un escalofro por el cuerpo.
Haba visto en la televisin que ese era el
terreno del pueblo Palestino, en el que les
haban arrinconado los israeles, pero que
tampoco les acababan de dejar en paz.
- pens. Sentado dentro
del bus no podra ir. O s poda? En la parte
de detrs estaban amontonados los
equipajes. Se puso como equipaje
privilegiado encima de las maletas. El busito
arranc. El gua comenz una explicacin que
le interes mucho de cmo el pueblo
palestino sufra en esa zona la agresividad
de los israeles que no queran convivir con
patos de ninguna parte
70
los rabes. Era un problema muy antiguo que
se haba agudizado cuando el pueblo Judo
que haba sido diezmado por los nazis en
Alemania, consigui de la ONU, al fin de la
guerra mundial, un territorio en aquella
tierra donde entonces estaban los rabes.
Pero fueron los israeles ensanchando sus
front
hablando el gua cuando llegaron a una alta y
fuerte muralla. All estaba encerrado el
pueblo palestino.
El gua de los estudiantes, se baj en la
aduana y ense unos documentos. Ya les
haban explicado que con una peticin de la
patos de ninguna parte
71
embajada norteamericana tendran paso
libre, donde los palestinos encontraban
grandes dificultades para entrar y salir. Entr
el bus ante la mirada triste e indignada de
los palestinos que haca cola para poder
entrar o salir, controlados por soldados
israeles.
Cuando entraron en Gaza a Tiburcio le
entraron deseos de tomar contacto con
aquella gente y sus problemas. Se baj del
bus, en un rincn se cambi de calzado
recordando que en su bolsa, al cuello,
mientras l ya era visible, sus zapatos le
servan de traductor automtico, para
entender y hablar cualquier idioma.
Empez a caminar por una ciudad con signos
familia sentada a la puerta de su casa medio
en ruinas y se acerc a platicar con ellos. Se
present como un joven estudiante
latinoamericano. Lo de latino tranquiliz a
aquellas personas y empezaron a hablarle de
sus problemas, algo de lo que ya haba
patos de ninguna parte
72
escuchado al gua de la expedicin
estudiantil.
- le
dijo la mam de esa familia.
- Si les cuento por qu hablo as su lengua no me lo creeran-contest Tiburcio, sin saber qu otra explicacin dar, y sigui hacindoles preguntas sobre su vida y el conflicto de los dos pueblos.
Pero poco despus se escuch ruido de aviones.
Toda la familia, mayores y pequeos se levantaron de un salto.
patos de ninguna parte
73
grit el padre de la familia. La mam agarr en brazos a la pequeita. Salieron todos corriendo diciendo a Tiburcio que les siguiera. Tiburcio hizo ademn de
seguirles pero se sent en el suelo, se cambi de zapatos y en el mismo momento que cerca de aquel barrio caa una bomba, exclam con voz temblorosa:
consultar mis archivos.
En el prximo captulo se lo cuento.
patos de ninguna parte
74
LOS ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 11
Como les contaba en el captulo anterior, cuando cerca de aquel barrio caa una
bomba, Tiburcio exclam con voz temblorosa:
(En un primer momento iba a decir a mi
casa!, pero su espritu aventurero pudo ms y
.
patos de ninguna parte
75
.Ven como una nubecita blanca en lo alto
de esas rocas? Pues exactamente ah apareci
sentado el atrevido muchacho en alas de sus
A los zapatos solo les faltaba hablar, as que
no le contestaron. l se puso de pie sobre el
peasco ms alto y mir alrededor. Todo
desierto de arena y rocas. Se puso a recorrer
aquel lugar por si encontraba alguna seal del
paraje egipcio donde estaba. Despus de
trepar y descender por varias peas y
barrancos volv a quedarse con la boca
abierta.
patos de ninguna parte
76
Sobre una gran piedra haba encontrado unas
palabras grabadas. Algunas no las entendi
pero algo de la inscripcin fue claro: MOUNT
SINAI: El monte Sina!. El mismo monte
donde Moiss recibi las tablas de la ley.
Primero le invadi la emocin, luego el
bocado. Sin dejar de contemplar admirado
aquel imponente paisaje, se puso a buscar
alguna pista de lugares habitados. Al
atravesar un desfiladero descubri este
edificio de altos muros.
patos de ninguna parte
77
Enseguida hizo planes. Lo primero hacerse
visible, cambiarse de calzado, colgarse el
cuello los zapatos que le serviran de
traductor y descender poco a poco entre
aquel enorme pedregal. Lleg a la puerta y
llam. Tardaron un poco, pero al fin se abri
el portn y apareci un anciano de largas
barbas. Llevaba un hbito oscuro y enseguida
Tiburcio empez a sospechar dnde se
encontraba. Confiado en sus zapatos t.s
soy un turista solitario. Estoy un poco
patos de ninguna parte
78
desorientado, buscaba un sitio donde comer
El monje se sonri, claro, aqu no hay
hoteles pero s hay algo de alimento. Lo llev
a una sala pequeita, donde le ofreci una
comida sencilla: pan de cebada, carne de no
saba qu, pero que saci su hambre y una
jarrita de leche de camella segn le dijo
(seguramente la carne era de lo mismo).
Luego se lo llev a conocer el monasterio. All
Tiburcio volvi a quedar con la boca abierta.
Lo que por fuera
pareca casi ruinoso
por dentro era un
centro de arte y
cultura. Una gran
biblioteca de
antiqusimos docu-
mentos y unas pinturas que segn le explic
su amigable gua eran iconos pintados por
artistas de su iglesia, la ortodoxa.
patos de ninguna parte
79
Le tuvo que
explicar a Tiburcio
qu era esa
iglesia. Yo ahora
no se lo cuento,
porque seguro
que ustedes lo
saben, pero en ese momento, el monje se
qued mirando al muchacho y le dijo en voz
O
s
-
volando con sos zapatos que llevas en la
Tiburcio entonces no qued con la boca
abierta sino a punto de desmayarse.:
El monje tranquilo, lo agarr por el brazo y le
ayud a sentarse en una banca cercana. Le
dio unas palmaditas en el hombro y le
patos de ninguna parte
80
*** *** ***
Ustedes perdonen. Se termin la gasolina de
este captulo. Si quieren saber ms, paciencia
y hasta el prximo que ser el 12.
patos de ninguna parte
81
LOS ZAPATOS DE
NINGUNA PARTE
Captulo 12
El final del anterior captulo fue tan
sorpresivo que en conciencia debo repetirles
la ltima conversacin de Tiburcio con el
monje en el monasterio de Santa Catalina
(Monte Sina). Recordemos:
El monje mir al muchacho y le dijo en voz
. Y cmo
- ambin s cmo has venido hasta aqu;
volando con esos zapatos que llevas en la
patos de ninguna parte
82
Tiburcio entonces no qued con la boca
abierta sino a punto de desmayarse.:
El monje tranquilo, lo agarr por el brazo y le
ayud a sentarse en una banca cercana. Le
dio unas palmaditas en el hombro y le
(Qu le
explic? Ahora va:)
dijo el monje - hace tiempo que
te estaba esperando. Desde el mismo da que
compraste esos zapatos Recuerdas donde
- Los compr en una tiendita que haba
en un callejn de un barrio de mi
ciudad.(Mientras Tiburcio hablaba iba
haciendo memoria) Por cierto que al
da siguiente, esa tienda haba
desaparecido y estaban construyendo
- -
pregunt el monje
patos de ninguna parte
83
El muchac
seora, ni muy joven ni muy mayor, y
tena en la cabeza un pauelo blanco
anudado en la
-
pregunt el
monje y
seal una
fotografa en
la pared de su
despacho.
-
es esta misma mujer, aunque no le veo
Exclamo Tiburcio -
-
del pauelo blanco, y mucha otra gente
en el mundo estamos comunicados
- pregunt Tiburcio - que
-
sectas son grupos cerrados a los
patos de ninguna parte
84
dems para conseguir fines egostas, a
veces malvados. Nosotros y nosotras
somos una comunidad para hacer el
- -
- -
empezado a unirte, desde el da en que
te pusiste esos zapatos que te dio
Tiburcio se restreg los ojos y luego se
rasc la cabeza.
- - sigui el fraile -
pero para eso tienes que ir a buscarla,
-
-
-
- Pues entonces ponte los zapatos y
preprate. Antes de que te vayas
volando, te cuento: yo me llamo
Teotocpulos y soy descendiente de
patos de ninguna parte
85
aquel famoso pintor griego que vivi
en Espaa
Tiburcio apenas se enter de lo que le
deca. Sentado en la banca donde haba
estado platicando con el fraile, se puso los
zapatos misteriosos.
- e te lleven a
Tiburcio dud un poco zaaa zapaaatos
que me lleven aaaaa Argentina!
- ***
Todos los que han estado en Buenos Aires
conocen la plaza de Mayo. All est la
sede del gobierno, la Casa Rosada, la