Los Zapatos de Ninguna Parte 1 a 15

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Les presentamos el capítulo 15 y también puedes ver los anteriores...

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  • patos de ninguna parte

    2

    La pgina de patojos y patojas, chavalas y

    chavalos

    LOS ZAPATOS

    DE NINGUNA PARTE

    Captulo 1

    Tiburcio llevaba una semana buscando

    desesperado una zapatera. No es que

    faltasen zapateras en la ciudad, pero las que

    haban no tenan calzado para l. En unas

    era muy caros, en otra demasiado baratos y

    no se fiaba. En unas eran demasiado

    estrechos y le hacan dao, en otras no tenan

    de su medida. En unas tenan zapatos

    puntiagudos que no le gustaban, en otras

    eran tan chatos que le hacan dao en el dedo

    gordo.

    Tena libre aquella tarde y decidi buscarlos

    por toda la ciudad, hasta los barrios ms

    lejanos. Tena piernas fuertes y camin,

    camin, detenindose en toda tienda que

    pareca vender zapatos. Hasta entr en una

  • patos de ninguna parte

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    al paso, al trote, al galope .

    Pregunt si para dar pasos tendran

    respondieron que slo tenan herraduras.

    Entonces se dio cuenta de que en esa tienda

    slo haba sillas de montar, estribos, riendas

    y todo tipo de herraduras a gusto de los

    caballos y de sus dueos. Pens que l haba

    sido un burro entrando all. Sali

    avergonzado.

    Empezaba a anochecer. Un poco ms

    adelante, en un callejn algo oscuro vio un

    TIENDA LA MISTERIOSA

    En la vitrina, junto a la puerta, se

    amontonaban cajas y objetos que no se

    distinguan muy bien por la poca luz, pero

    en un rincn descubri varios pares de

    :

    Tienen ustedes zapatos para m?, del

    nmero 40?

    Se levant de su banqueta una seora con

    una paoleta blanca en la cabeza. No era ni

    muy joven ni anciana, sino todo lo contrario.

    Se le acerc y le mir de pies a cabeza. S,

  • patos de ninguna parte

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    as, empezando por los pies. Al llegar la

    mirada a su cara la mujer le clav unos ojos

    pequeos, negros, que parecan leer su

    corazn.

    - Claro, ya le digo, unos zapatos para

    andar bien por las calles de esta

    ciudad

    - La mujer sonri con gesto misterioso:

    pues si quiere caminar lejos y seguro,

    le recomiendo del nmero

    cuarenta me dijo? Son ciento quince

    pesos .

    En la moneda de aquel pas ( no les digo

    cul es) ciento quince pesos no eran

    mucho.

    Los zapatos que le ense la vendedora

    eran un poco extraos en su forma y

    colorido.

    Prubeselos - le aconsej. Se sent

    Tiburcio, se quit los zapatos viejos, y

    se prob los nuevos. Movi algo los

    dedos de los pies, se levant y camin

  • patos de ninguna parte

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    Pues muy bien exclam

    satisfecho esto es lo que buscaba! Me

    los, me loss es se dio cuenta

    de que la vendedora haba

    desaparecido.

    - Oiga seora

    partes en el comercio. .Nadie se asom.

    Ya estaba casi oscuro y su casa estaba

    lejos. Decidi marcharse con los

    zapatos nuevos.

    Tiburcio era persona honrada. Dej los

    ciento quince pesos sobre el mostrador.

    Grit por ltima vez, por si ella estaba

    gracias seora,

    aqu le dejo el dinero

    zapatos viejos bajo el brazo y se fue.

    Estaba bastante oscuro. Al salir del

    callejn ya en las calles ms anchas de la

    ciudad haba farolas encendidas.

    Aunque era un poco tarde, por el placer

    de caminar con aquellos zapaos tan

    cmodos volvi paseando a casa.

  • patos de ninguna parte

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    Por el camino se cruz con su prima

    Carlota, que iba por la banqueta de

    enfrente.

    - Adis Carlota!

    La muchacha se detuvo y mir hacia

    atrs.

    - Eh, que estoy aqu!

    Ella mir hacia donde l estaba. Pareci

    que no lo vea. Tiburcio levant la mano

    Muchacha que estoy

    enfrente! .

    Ella mir a un lado y a otro, se encogi

    de hombros y sigui adelante. Es verdad

    que estaba un poco oscuro, pero no

    -

    pens Tiburcio- y sigui tambin su

    camino de vuelta. Viva en una casita de

    un solo nivel, con sus padres y una

    hermana ms pequea. Al llegar meti

    la llave en la cerradura, abri - Hay

    alguien? pregunt sin respuesta.

    Habran salido todos.

  • patos de ninguna parte

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    Entro en su habitacin. Dej los zapatos

    viejos en un rincn. Se acerc a su

    armario que tena un espejo de cuerpo

    entero. All fue a ver qu tal le caan los

    zapatos. Se puso enfrente del espejo,

    vio nada! Eh? Qu me

    est pasando? Estoy ciego?-dijo en

    voz baja. Pero l vea perfectamente

    todo lo que le rodeaba. Vea el armario

    y el espejo que reflejaba la habitacin,

    pero l mismo no se vea all

    Temblando de nerviosismo volvi a su

    cama y se sent. El cansancio de la

    tarde, el paseo y los nervios le dieron

    ganas de tumbarse un ratito. Se quit

    los zapatos. Desde su asiento mir

    hacia el espejo y dio un salto. Ahora s!,

    all estaba l reflejado en el espejo, con

    cara de susto y descalzo.

  • patos de ninguna parte

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    LOS ZAPATOS

    DE NINGUNA PARTE

    Captulo 2

    En el primer captulo, recuerdan?, dejamos

    a Tiburcio, con la boca abierta vindose en el

    espejo cuando un rato antes no se vea.

    Tambin record entonces que, cuando pas

    cerca de su prima Carlota, tampoco ella le

    haba visto. Pues no le fue muy difcil sacar

    consecuencias de lo que pasaba.

    Para estar ms seguro se sent frente al

    espejo, agarr los zapatos y empez a

    ponrselos. Se puso el primero y mir al

    espejo. Qu creen ustedes que pas? Se

    vea?, no se vea? Pues mita-mita, que dicen

    en este pueblo. Se vea en blanco y negro,

    como una pelcula de las antiguas. Entonces

    agarr el otro zapato se lo puso, y zas! Lo

    que ustedes estn pensando. Haba vuelto a

    desaparecer totalmente del espejo porque l

  • patos de ninguna parte

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    s se vea y se tocaba. Estaba all, pero

    como en esas pelculas del hombre invisible,

    nadie poda verle. No se lo acababa de creer.

    O sea que esos zapatos eran

    Mir el reloj. Eran las 9 de la noche. Estaba

    cansado y nervioso de la impresin. Supuso

    que sus paps y su hermana estaban en

    alguna visita. Les dej un aviso sobre la mesa

    Me aco

    Volvi a su habitacin y a dormir.

    Seguramente esa noche so mucho, pero l

    nunca se acordaba al despertar de sus

    sueos.

    Amaneci, son ese antiptico aparato

    llamado despertador y en cuanto Tiburcio

    abri los ojos, naturalmente, le volvi a la

    cabeza la memoria de los misteriosos

    zapatos.

    -

  • patos de ninguna parte

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    Se los puso y sali a la cocina, donde estaban

    sus padres desayunando. Doa Tina

    preparaba los huevos revueltos. Don Toribio

    estaba pasando las hojas del peridico

    mientras se le escapaban exclamaciones:

    Uff!... huy!... ah!... qu brbaro!... menos

    mal!...

    - Qu sucede? le pregunt doa Tina.

    - Sucede de todo contesto Don Toribio-

    y empezaron los dos a comentar las

    noticias de la poltica nacional e

    internacional y los problemas de los

    emigrantes que estaban expulsando de

    -de-Norteamrica,

    se supone, pero los llamaban solo los

    Estados, a secas).

    - Tiburcio entr en ese momento,

    despacito, procurando no hacer ruido

    con los pasos, pero roz con el codo

    una cacerola vaca que se fue al suelo

    estrepitosamente.

    - Se volvi doa Tina - huy!, la dej al

    borde y se habr resbalado.

  • patos de ninguna parte

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    - Tiburcio salt silenciosamente y se

    qued en un rincn. Pens que si los

    padres sentan algo que no vean, el

    susto podra ser tremendo. Doa Tina

    recogi la cacerola y en aquel momento

    Se habrn dado ustedes cuenta?: eran

    Tiburcio, Toribio, Tina y Teresita. La

    broma de los amigos era: Te vienes a

    tomar el te a casa de los T?

    - Teresita tena10 aos, ocho menos que

    su hermano y era un rabo de lagartija,

    traviesa y lista para todo menos para los

    nmeros, pues se le atravesaban las

    matemticas en la escuela.

    - Mam- pregunt la nia- , dnde est

    el dormiln de mi hermano?

    - Djale dormir; vendra anoche muy

    cansado.

    Entonces se dio cuenta Tiburcio de que

    ya deba dar seales de vida.

    Aprovech que estaba la puerta abierta,

    volvi a su habitacin, se quit los

  • patos de ninguna parte

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    misteriosos zapatos y ya empez a

    volver al mundo visible; se lav, se

    pein, se visti, se puso los zapatos

    viejos y entr haciendo ruido a la

    cocina.

    - Entre los saludos, los qu tal te fue? y

    los qu tal amanecieron? , la pregunta

    de Doa Tina: Pero hijo, no fuiste ayer

    a comprar zapatos y todava andas con

    esos medio rotos?

    - S mam, no encontraba en ningn

    - Esa era de verdad la idea de Tiburcio.

    Aquellos zapatos estaban siendo un

    problema para l. Ir de Invisible por la

    vida est bien para los cuentos, pero

    para la vida real creaba muchos

    problemas. Ustedes no han hecho

    nunca la prueba de volverse invisibles?

    Pues Tiburcio s y estaba asustado.

    Cuando desayunaron, el volvi a su

  • patos de ninguna parte

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    habitacin, meti en una bolsa de

    plstico los zapatos misteriosos (es que

    llamarlos in-vi-si-bi-li-za-do-res , es muy

    complicado). Pues el muchacho, agarr

    la bolsa y sali a la calle para devolver

    seora que se los haba vendido.

    - Esta vez agarr un bus que pasaba cerca

    de all. Se baj justo frente a la tienda

    de las herraduras, la del aso, trote y

    la tienda de los zapatos. La busc pero

    no la encontr. En el sitio donde ayer

    edificio en construccin. Los albailes

    estaban levantando un segundo nivel,

    con ayuda de una gra.

    - Tiburcio se acerc a uno de ellos:

    aqu no haba antes una

    tienda

    - Pues no s muchacho, hace tres

    semanas que trabajamos en construir

  • patos de ninguna parte

    14

    esta casa. No tengo idea de lo que

    haba antes aqu.

    - Tiburcio se qued lo que se dice

    patidifuso, es decir, de piedra, hecho un

    lo, balanceando la bolsa de zapatos en

    la mano, mirando a todos lados sin

    saber qu hacer. Estuvo a punto de ir a

    la tienda para caballos y comprarse unas

    herraduras; pero al final lo pens mejor

    Ya les contar en otro captulo lo que

    hicieron el pobre Tiburcio y sus zapatos

    - Mientras tanto vayan aprendiendo a decir

    sin respirar: Tiburcio est invisibilizado

    quin lo desinvisibilizar, el

    desinvisibilizador que lo desinvisibilizare

    buen desinvisibilizador ser.

  • patos de ninguna parte

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    L0S ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 3

    Tiburcio dej de balancear la bolsa con los

    zapatos misteriosos y empez a caminar de

    vuelta a casa. Ya no pens en montar en

    ningn bus. Necesitaba pensar. Se daba

    cuenta de que con aquellos zapatos en su

    poder se le iba a complicar mucho la vida,

    para bien o para mal. Pens tirarlos en

    un cubo de basura, pero menudo conflicto se

    poda organizar. Si los encontraba un ladrn,

    se los pona y dejaba toda la ciudad pelada,

    levndose todas las cosas de todas las casas,

    hasta los quesos. Sera un caso curioso.

    Pero ya que tena all los misteriosos zapatos,

    y saba cmo utilizarlos, se dijo:

    Voy a ver lo que puedo hacer con ellos.

  • patos de ninguna parte

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    Entr en un jardincillo solitario a aquellas

    horas, se sent en un banco, mir alrededor

    por si vena alguien y se los puso. Volvi a

    la calle y empez a pasear. No saba qu hora

    era. Se acerc a una seora que caminaba

    por

    volvi hacia la derecha, hacia la izquierda.

    Hacia atrs, se qued plida de susto, volvi a

  • patos de ninguna parte

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    corriendo, mirando hacia atrs de vez en

    cuando.

    - se dijo Tiburcio a ver si

    y sigui su camino procurando que nadie

    tropezase con l. Al principio le fue fcil

    porque a esa hora y en esa calle pasaba poca

    gente.

    Pero al cabo de 10 minutos, escuch a lo

    lejos gritos que se acercaban. Al llegar a la

    esquina cercana, se dio cuenta del origen de

    las voces-

  • patos de ninguna parte

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    Por all vena, ocupando toda la calle, con una

    manta desplegada en primera fila, una

    marcha, manifestacin de campesinos. En la

    manta estaba escrito con grandes letras el

    motivo:

    LA MINERA DESTRUYE NUESTRA TIERRA.

    Record que la radio haba anunciado la

    marcha el da anterior. Decidi ir con los que

    protestaban el pero dnde se colocara?,

    entre todos? detrs del

    delante de los manifestantes -pens-

    donde llevan la manta desplegada.

    Los campesinos portaban tambin banderas,

    o pequeos afiches. Iban gritando consignas

    La tierra es nuestra vida y nadie nos

    la o Comemos maz, no

    gritar. Su voz se perda entre las dems y

    nadie se daba cuenta de que el sonido sala

  • patos de ninguna parte

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    El grupo de varios cientos de campesinos,

    mujeres y hombres se diriga al ministerio de

    energa y minas.

    Tan animado iba Tiburcio que se decidi

    mezclarse con los manifestantes. Aunque no

    lo vieran no lo notaran, como iban todos

    apretujados, hombro con hombro, codo con

    codo. Se mezcl en el grupo, sin decir

    gritando consignas.

    As fueron llegando al ministerio. Pero all se

    encontr nuestro hombre invisible algo que

    no se esperaba. Cerrando la calle, delante del

    ministerio: una barrera de polica.

  • patos de ninguna parte

    20

    exclam un viejito que

    caminaba a su lado. No entenda lo que

    quera decir ni

    s .

    Los campesinos se detuvieron y uno de sus

    lderes se adelant a hablar con los policas.

    - No pudo hablar mucho. Se not que el

    oficial tena rdenes demasiado

    concretas y sin hacer caso al dialogante

    dio una orden. Los antimotines

    levantaron las estacas, se protegieron

    con sus escudos de plstico fuerte y

    avanzaron sobre los manifestantes.

    - El grupo de inconformes, pacficamente

    se sent en el suelo manteniendo

    delante la pancarta. Algunas mams que

    venan con sus nios, y hasta con el

    tiernito a la espalda se apartaron

    rpidamente y se echaron hacia atrs.

    Tiburcio tambin se iba a sentar cuando

  • patos de ninguna parte

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    record que a l no lo vean los polis.

    Entonces se qued parado esperando

    reacciones.

    - El grupo antidisturbios (aunque

    disturbios all no haba) entr en las filas

    de manifestantes como un rebao de

    elefantes en una cacharrera. Pisote la

    manta y las banderitas, empez a patear

    y golpear a los manifestantes.

    - Tiburcio se dio cuenta de que all tena

    l trabajo. Se puso a la espalda de los

    policas y con movimientos rpidos

    empez a quitarles garrotes y escudos

    a los que poda, a poner a otros la

    zancadilla, a empujar a quienes iban a

    golpear a los cados en el suelo y a

    apartar a algn manifestante herido.

    - El desconcierto fue grande, tanto entre

    las fuerzas del orden que haban

    empezado el desorden, como entre los

    campesinos sintiendo que all pasaba

    algo raro pero no saban qu.

  • patos de ninguna parte

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    - En ese desconcierto, algunos de los

    lderes de la manifestacin entraron en

    el ministerio con gesto pacfico y seguro.

    Nadie les impidi el paso. Los

    legaron

    desconcertados, sin saber qu estaba

    pasando. Tambin el grupo de

    manifestantes se retir por una de las

    calles, a atender a los heridos, a

    reunirse con sus esposas e hijos y a

    comentar intrigados aquello tan extrao

    que haba sucedido. Los golpes haban

    sido escasos para lo que se temieron.

    Una extraa fuerza haba dispersado a

    los antidisturbios.

    Y Tiburcio?

    Tiburcio, contento, pensando que el

    estar invisibilizado, sin que nadie lo

    desinvisibilizase poda ayudarle, bien

    panificado, a hacer buenas obras. Pero

    en ese momento se dio cuenta de que

    no tena los zapatos viejos!. Los haba

  • patos de ninguna parte

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    para buscarlos. Pero en el jardn donde

    los dej tampoco estaban.

    - se pregunt

    Tiburcio.

    - Y ustedes s

    Pues esperen hasta el prximo captulo

    que se lo contaremos.

  • patos de ninguna parte

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    LOS ZAPATOS

    DE NINGUNA PARTE

    Captulo 4

    O sea que nos encontramos con Tiburcio,

    sentado en un banco del parque, all donde

    haba perdido sus zapatos viejos, p

    y ahora qu hago yo?

    Mientras pensaba no se dio cuenta de que se

    acercaba por el paseo una seora con dos

    nios. La seora, la mam sin duda, iba

    dar vergenza sacar esas malas calificaciones.

  • patos de ninguna parte

    25

    Yo cuando era pequea tena muy buenas

    notas.

    -

    pequea, en tu aldea no haba escuela ni

    La mam se mordi

    -

    mayor aprend a leer y a hacer cuentas, y

    ahora en el mercado no me engaa nadie

    - Los pequeos se quedaron un poco

    avergonzados. La maestra haba dicho a la

    mam que sus hijos lean muy mal y as no

    podran estudiar bien.

    - - sigui diciendo la mam - en vez

    de jugar se van a sentar ustedes en ese

    - Tiburcio segua sentado en el banco,

    pensativo, cuando sinti que alguien se

    sentaba encima de l.

    -

    grit uno de los hermanos saltando

  • patos de ninguna parte

    26

    fuera del banco,- aqu hay un fantasma o

    - Naturalmente, en ese momento Tiburcio

    tambin se levant rpidamente y se puso

    detrs de un rbol.

    - - le rega la

    mam-

    estaba el terreno libre. Se sent la mam

    en el banco e hizo sentarse a los

    pequeos, que lo hicieron con mucha

    precaucin, aunque ya no haba nadie

    ocupando el lugar.

    - Tiburcio no quiso saber ms de los

    pequeos estudiantes y con cuidado para

    no tropezar con nadie, sigui caminando

    por la calle. A los pocos pasos encontr

    una zapatera: ZAPATOS LOS INVENCIBLES.

    - - ah

    decidi a entrar con cuidado, a ver qu

    encontraba.

  • patos de ninguna parte

    27

    - En una estantera a la izquierda haba

    muchos pares de zapatos. Todos tenan

    una etiqueta con el nmero del tamao y

    el precio. All haba varios pares del

    nmero cuarenta. El precio 120 pesos.

    Ms caros que los invisibles y la verdad no

    le gustaban mucho, pero no estaba para

    elegir. Mir hacia los lados. Nadie se

    fijaba en aquella estantera. Entonces

    rpidamente agarr los zapatos y dej en

    su lugar los 120 pesos. Luego rpidamente

    sali a la calle. Vern que Tiburcio segua

  • patos de ninguna parte

    28

    siendo persona honrada y no se

    aprovechaba de su invisibilidad para no

    pagar. Qu ejemplo para la humanidad!

    S, era honrado, pero un poco torpe,

    porque al salir deprisa, roz su codo con

    un jarrn que haba de adorno junto a la

    puerta y zs! o mejor: cras, cric, chinc!

    Porque se hizo mil pedazos, o por lo

    menos novecientos noventa y nueve. No

    tuvo tiempo de contarlos. Sali a la calle y

    respir.

    - Slo le faltaba ahora a nuestro amigo

    cambiarse de zapatos para visibilizarse, o

    sea, no andar por la vida invisible.

    - Le fue fcil volver al jardn de antes. All

    segua la mam dando sermones a los

    nios. Pues el hombre invisible se fue

    detrs de unos rosales y se cambi los

  • patos de ninguna parte

    29

    nuevos zapatos por los todava ms

    nuevos. Ya visible tom el camino de su

    casa.

    Al llegar entr haciendo ruido para que

    todos lo viesen.: - a

    - dijo la mam - ya compraste los

    Se qued mirndole los pies, mientras l

    zapateaba para que todos se fijasen en su

    calzado. Pero la hermanita curiosa se fij

    que llevaba en la mano otros y empez el

    conflicto:

    - Mira mam, si lleva otros en la mano! Y

    son ms bonitos

    - Tiburcio se puso nervioso; enrojeci.

    No, no, estos no son, bueno, s son pero

    , porque no sirven,

    claro que

    y se meti deprisa en su habitacin. Cerr

    la puerta y empez a buscar dnde

    esconder los misteriosos zapatos

    invisivilizadores.

  • patos de ninguna parte

    30

    - Tena miedo de que su traviesa hermana

    se metiera en su recmara y se los

    encontrase. Menudo problema si se les

    volva invisible la pequea. No se le

    ocurri otra cosa a Tiburcio que volverse a

    poner los zapatos conflictivos. Se los

    puso, se qued otra vez invisible, y

    empez a pasear por el cuarto mientras

    ahora para esconder esto. Aqu en casa

    no es seguro. En menudo lo me he

    metido. Me gustara estar lejos, para no

    En ese mismo instante Tiburcio sinti que

    su casa desapareca.

    Se encontr en un paisaje diferente.

    Escuch un sonido como de una trompeta.

    Mir para atrs y all, a dos pasos

    levantaba su trompa un hermoso

    elefante.

  • patos de ninguna parte

    31

    Pues en su tierra no existan esos

    donde l haba dicho:

    - En la mismsima India!

    ((Aqu nos quedamos, porque esto se pone

    complicado. El prximo captulo sabremos

    qu pasa con esos zapatos misteriosos que,

    adems de hacer a la gente invisible,

    tambin parecen una agencia de viajes

    gratuitos. Hasta el prximo captulo, en la

    India))

  • patos de ninguna parte

    32

    LOS ZAPAT OS DE

    NINGUNA PA RTE

    Captulo 5

    Ya recuerdan, verdad? Por obra y gracia de

    esos misteriosos zapatos, Tiburcio se

    Bueno s, se encontraba asombrado, a la

    sombra de la trompa de un elefante, y

  • patos de ninguna parte

    33

    adems de hacerme invisible me hacen

    turista. Si yo digo el nombre de un pas, all

    Le dieron ganas de hacer la prueba y

    mundo. Pero se aguant las ganas porque

    imagnense el mareo de saltar de un pas a

    otro. Adems en el aterrizaje le poda fallar el

    motor a alguno de los zapatos y darse un

    Se apart prudentemente del trompudo y se

    meti por las calles de aquella ciudad. No

    saba cul era.

    La India es muy grande,

    con 1250 millones de

    habitantes. No saba si

    estaba en Nueva Delhi,

    Bueno, que no saba.

    Tuvo que hacer un esfuerzo para darse

    cuenta de que segua invisible y adems no

  • patos de ninguna parte

    34

    poda hablar con nadie, porque tampoco

    conoca el idioma indio, o hind como dicen

    otros. De todos modos, ya que estaba all

    gente, pero cmo?. Para eso me tienen que

    Se le ocurri una idea. Aunque era un

    muchacho honrado consider que en caso de

    unos zapatos. La calle estaba llena de gente y

    de puestos de venta, como en el mercado de

    su ciudad (que sigo sin decirles cul es). No le

    fue difcil encontrar un puesto donde vendan

    calzado.

    Lo que encontr

    por all fue eso que

    se llaman babuchas,

    zapatillas sin

    cordones ni nada y

    con un pico como de

    pajarito. El clima era

    bueno; pens que

    eso le bastara para no clavarse algn clavo

  • patos de ninguna parte

    35

    en la planta del pie. Calcul a ojo el tamao

    de unas babuchas de esas y se las guard.

    Nadie lo vio. Busc un rincn apartado e hizo

    mis zapatos? En aquel mercado haba de

    todo. Cerca del puesto de zapatos encontr

    un sitio donde vendan bolsas, se acerc y

    eligi una sencilla donde le cupieran los

    zapatos. Ya tena experiencia de llevarse

    agarr. Pero en ese momento volvi la cabeza

    el vendedor y:

    Tiburcio no se haba dado cuenta de que ya,

    sin los zapatos, no era invisible. A ustedes

    no les sucede que no se fijan cuando son

    invisibles y cuando no? Varias personas del

    mercado se echaron a por l. El muchacho

    tena buenas piernas y mucho miedo. Sali

    corriendo por las callejuelas, tropezando con

    gente, con carros, con latas, con perros.

    Metindose por los lugares ms estrechos y

    en un callejn sin salida.

  • patos de ninguna parte

    36

    Se qued temblando pegado a la pared. Pero

    mir hacia atrs y respir. No haba rastro de

    los perseguidores. Meti los zapatos en la

    bolsa y se la colg al cuello. A dnde

    Mir alrededor. Cerca de l pasaban algunos

    hombres y mujeres. Eran, ancianos y

    enfermos. Tenan aspecto de ser muy pobres.

    Unos cojeaban, otros medio se arrastraban

    apoyados en ramas como bastn. Sus ropas

    estaban sucias y desgarradas o iban casi sin

    ropa. Llamaron a una puerta que se abri

    enseguida.

  • patos de ninguna parte

    37

    All se asom una mujer vestida con una

    tnica blanca, limpia aunque no demasiado.

    pens Tiburcio lo he visto yo

    - Le entr un

    escalofro por el

    cuerpo -

    esas son monjas

    de la madre

    Teresa, la que

    nombraron santa

    Pens que lo mismo estaba en Calcuta,

    aunque en toda la India y en otros pases ya

    haba hermanas de esas por muchos sitios.

    Mientras recordaba todo eso, vio cmo los

    pobres que haban llamado a la puerta, iban

    entrando en la casa acogidos cariosamente

    por la monjita. Entonces sin penarlo dos

    veces se puso en la cola, detrs de los

    mendigos. No tuvo que hacer mucho esfuerzo

  • patos de ninguna parte

    38

    para cojear un poco despus de su huida. Iba

    despeinado y sucio, pero la hermana lo

    detuvo a la puerta. Le puso la mano en el

    to, t no eres de aqu

    verdad?

    El muchachito se qued otra vez de piedra,

    pro no de susto, sino de asombro. Resulta

    que la hermana le hablaba en hind pero l

    lo entenda todo!. Al mismo tiempo senta en

    su bolsa, donde tena los zapatos guardados,

    un temblor, igual que cundo le llaman a uno

    por celular y el aparato vibra.

    En ese momento Tiburcio ya no resisti ms.

    Entre la sorpresa de estar en otro pas con el

    elefante trompudo, el buscar y rebuscar en el

    mercado, el susto de sentirse descubierto

    robando, el cansancio, los nervios de la

    carrera frentica huyendo y el descubrir

    aquel maravilloso y a la vez miserable lugar

    con la hermana que lo reciba, cay redondo

    al suelo, desmayado y agotado, aunque sin

    perder del todo el conocimiento.

  • patos de ninguna parte

    39

    La hermana llam a otras compaeras que lo

    recogieron y pusieron sobre una pobre y no

    muy limpia colchoneta. A su alrededor, en un

    ambiente de olor a enfermedad y miseria,

    otra pobre gente tambin acostada.

    Tiburcio, con los ojos entornados y sin

    fuerzas, se dej atender. Pero su cerebro

    Lo que me

    faltaba: Estos zapatos me sorprenden a cada

    minuto. Primero me hacen invisible, luego me

    llevan de viaje por el mundo y, encima, tienen

  • patos de ninguna parte

    40

    traduccin simultnea. Pero esto no se lo

    puedo contar a las monjas porque no me

    creeran y lo mismo me echan a la calle.

    Mejor ser hacerme el mudo. S, eso, aqu soy

    Cerr los ojos y se qued dormido de verdad.

    Buena ocasin para tambin hacernos

    nosotros los mudos y no contarles ms

    aventuras de Tiburcio hasta el prximo

    captulo.

  • patos de ninguna parte

    41

    LOS ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 6

    Cuando Tiburcio se despert no saba cunto

    tiempo haba dormido. Vio que empezaba

    lentamente a amanecer. Eso no le orientaba

    nada, porque entre la India y su pas haba

    una diferencia de algunas horas (al muchacho

    no se le daba bien calcular las diferencias

    horarias ente los pases de la tierra)

    Abri los ojos y

    mir a su

    alrededor.

    Todo estaba en

    silencio. Los

    acogidos a la

    caridad de las

    hermanas dorman. En un rincn alumbrado

    por una luz pequeita un monja lea. A veces

  • patos de ninguna parte

    42

    echaba una mirada vigilante a la sala. Todo

    tranquilo.

    Tiburcio tuvo que hacer el esfuerzo de

    siempre para recordar cuenta si estaba visible

    llamar a los mgicos zapatos, colgaban de su

    cuello en la bolsa de la que no se haba

    separado. All, descansado en esa colchoneta,

    estaba muy bien pero tena que hacer algo.

    Se acurruc bajo las sbanas, se fue quitando

    las babuchas y ponindose su maravilloso

    calzado. Guard las zapatillas indias en la

    bolsa y se puso de pie. Despacito camin por

    la sala de aquel hospitalito. Se acerc al

    rincn donde estaba la hermana e hizo un

    poco de ruido. La monja levant la vista, mir

    a un lado y a otro y sigui leyendo.

    Entonces nuestro amigo, caminando de

    puntillas, se acerc a la puerta que slo

    estaba cerrada con una cadena, la

    desenganch con cuidado abri y sali a la

    calle. Dej sin cerrar pero el viento se ocup

    de eso y la puerta son: click!.

  • patos de ninguna parte

    43

    l dio un salto y, aunque no le haca falta, se

    escondi detrs de un rbol. Lo que esperaba:

    Enseguida apareci la cara asustada de la

    monja. Volvi a mirar a todos lados de la

    calle varias veces y al fin cerr.

    En ese momento a Tiburcio le entr en el

    pellejo el espritu turista. Con su bolsa de

    zapatillas al cuello sali del callejn y

    empez a pasear. Hacia la derecha vi que el

    camino se meta entre grandes rboles.

  • patos de ninguna parte

    44

    Ser algn Jardn pens. Se acerc ms y vi

    que los rboles seguan cada vez ms grandes

    y ms apretados entre ellos. Tena que ir

    apartando las ramas ms bajas. Ya no haba

    jardn pens esto es la selva! Un

    escalofro de emocin le recorri el cuerpo.

    Mir a todos lados. Selva por todas partes.

    Oy gritos por encima de l. Varios monos

    saltaban entre las ramas. Quiso volver hacia

    haba camino, solo grandes plantas y

    enormes troncos. Haba clareado y el sol se

    meta entre las hojas mezclando luces y

    sombras. Otro escalofro, este de miedo, le

    volvi a recorrer el cuerpo que ya lo tena

  • patos de ninguna parte

    45

    escalofriado (se dice as?) pero en aquel

    momento el pobre Tiburcio se qued

    metro de l se escuch un enorme rugido

    que dej en silencio a los monos y temblando

    a Tiburcio.

    La cabeza y las patas de un tigre con sus

    garras, sus colmillos y sus rayas, el uniforme

    completo del tigre de Bengala, aparecieron

    en la espesa jungla.

  • patos de ninguna parte

    46

    -dijo en vos baja - Esto me

    sucede por no estar donde deba, en mi

    Sinti como si alguien le agarraba del pelo

    (un mono?). Sinti luego como un viento

    fuerte que azotaba su rostro y le cerraba los

    en sus espaldas que rebotaban sobre un

    mullido colchn. Abri los ojos y se vi de

    espaldas y patas arriba sobre su cama, en su

    habitacin, en su ciudad que sigo sin decirles

    cmo se llama.

    Se qued un rato tumbado mientras se le

    pasaban los escalofros hindes y haca un

    recuento de lo

    sucedido.

    Cuando se mir en el

    se vea, lo primero

    que pens fue:

    he sido!

    Poda haberme

  • patos de ninguna parte

    47

    paseado al lado del tigre que tampoco me

    poda ver! Claro que no me vea, pero y si

    me ola?, que esos bichos tienen muy buen

    babuchas de la India.

    En ese momento tocaron en la puerta. La voz

    Tiburcio llevas durmiendo 15 horas! No te

    vas a levantar? En la cabeza de Tiburcio se

    ahora qu les cuento, para que no piensen

    Eso se preguntaba. Yo en este momento no

    me acuerdo lo que contest, as que

    paciencia. Buscar en mis archivos y en el

    prximo captulo se lo cuento.

  • patos de ninguna parte

    48

    LOS ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 7

    Ya me acord de sigue la historia:

    Pues cuando son el toc toc! Y la voz de su

    hermana Teresita reson llamndolo,

    Tiburcio contest poniendo voz de sueo:

    de verdad le haca falta quitarse el sudor y el

    polvo acumulado en sus correras asiticas. Se

    duch, se pein, se ech un poco de colonia

    Ay no! Las babuchas bengales. Tena que

    estar visible.

  • patos de ninguna parte

    49

    Sali a la sala, comedor, cocina donde haca

    la vida la familia.

    Estaban viendo la televisin pero en cuanto

    entr, Doa Tina ech la vista a sus pies. Ya

    Tiburcio ya tena preparada la respuesta:

    trataban temas de la India y haba una venta

    de recuerdos Denme

    Mientras desayunaba, coma y cenaba, todo a

    la vez - le cayeron preguntas de toda la

    tan larga?

  • patos de ninguna parte

    50

    - Ah s, Nos han estado

    presentando la selva, la situacin de los

    bosques y animales que est en peligro

    de extinguirse, por la caza y la

    - Aqu le cort el pap, don Toribio: Para

    eso no hace falta hablar de la India. En

    nuestro pas nos estn dejando sin

    bosques por los madereros abusivos y

    las minas de oro que han descubierto.

    Vamos a tener que comer en vez de

    papas y pollo, churrasco de oro.

    - Don Toribio trabajaba en su

    abarrotera. El hijo se daba cuenta de

    que le iba aumentando la preocupacin

    por los temas sociales. Antes slo se

    preocupaba por el precio de los frijoles

    y por los triunfos de su equipo de ftbol.

    - Mientras hablaban, Teresita se haba

    sentado en el suelo y le iba quitando

    poco a poco las babuchas a su hermano.

  • patos de ninguna parte

    51

    Cuando lo consigui se las puso y

    empez a caminar por la habitacin

    -

    - Y t cmo lo sabes? Acaso has visto

    - la pata-

    tengo de ciencias naturales. - Teresita era la consentida de su

    hermano mayor. - En los das de esta historia tenan una

    semana de vacaciones por ser las fiestas de San Epafrodito, patrono de aquella pequede que pas).

    - Teresita estaba en primaria. - Tiburcio, (esto tena que habrselo

    dicho antes) estudiaba periodismo en la facultad estatal.

    - intervino Doa Tina

  • patos de ninguna parte

    52

    - mam. Tengo que salir y me pondr los zapatos, pero t, Tere,

    ejem, de un viaje del avin que las trajo

    - Tiburcio siempre estaba a punto de descubrir sus aventuras.

    - Volvi a su habitacin se puso los zapatos feos que haba comprado.

    la colg del hombro. -

    - No les extra. Estaba acostumbrados a

    las extraas aventuras de hijo mayor. l no saba si volvera tarde o pronto, pero

  • patos de ninguna parte

    53

    - Mientras se duchaba haba recordado que tena reunin con algunos compaeros de estudio. Con ellos haban fundado una asociacin para acoger emigrantes. En esos das llegaban muchos a su pas camino de otras naciones con ms posibilidades de trabajo. Se llamaba la asociacin

    - Llegas tarde- le dijeron los amigos al

    entrar - S. Perdonen, es que me dorm porque

    - En la reunin estaban hablando de las

    dificultades de comunicacin para ayudar a la gente. Aquellos das haban acogido a una familia, pap mam y dos nias refugiadas de Siria. Dos reporteros les haban encontrado, escondidos, amenazados de muerte. El pap era tambin periodista. Haban conseguido traerlos en avin hasta aquel pas.

    - - -comentaban en aquella reunin- que no tenemos

  • patos de ninguna parte

    54

    medios para conectar con la familia, recoger sus documentos, avisar a sus compaeros. Les ha cortado todas las comunicaciones

    - A Tiburcio se le encendi una lucecita: - Tienen ustedes alguna direccin donde

    se pueda ir?. - - que podra pero

    - Los compaeros le dieron la direccin

    de un lugar en la capital Damasco. Se guard el papel en el bolsillo.

    - Cuando la reunin termin, nuestro amigo que iba tomando nimo con las

  • patos de ninguna parte

    55

    posibilidades transmisoras de su calzado, se dirigi a un parque con rboles y plantas altas. Busc un lugar solitario. Hizo el cambio de zapatos. Meti los otros en la bolsa. Se sent en el suelo y dijo como en un suspiro:

    qu se le va a hacer; vmonos

    -

    - El lugar donde aterrizo sentado, era una calle con algunos edificios en pie y otros con seales de destruccin - En aquel momento estaba sembrado de escombros de las casas cercanas, con arboles tronchados y algunas

  • patos de ninguna parte

    56

    humaredas por las calles que lo rodeaban.

    - Aqu dejamos a Torcuato sentado, que descanse un poco, mas que del viaje, de la sorpresa en el nuevo campo de aterrizaje y de servicio social.

    - En el prximo captulo les informaremos cmo se manej el joven aprendiz de periodista en aquel trgico lugar.

  • patos de ninguna parte

    57

    LOS ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 9

    Vmonos para Jerusaln haba dicho

    Tiburcio.

    De Siria a Israel, como ven en el mapa, no

    hay ms que un paso, sobre todo con ese

    maravilloso calzado que salta fronteras y

    aduanas.

  • patos de ninguna parte

    58

    En cuando dijo

    en Damasco

    esa frase, el

    muchacho

    apareci

    sentado en el

    suelo, a la

    puerta de un templo. No era grande y en el

    muro se vea una inscripcin. Cuando se iba a

    acercar para leer lo que pona, vio venir

    detrs de l un grupo de personas, turistas,

    seguro, cargados casi todos con sus cmaras

    de fotos, siguiendo a alguien que pareca el

    gua de la expedicin. Tiburcio se apart

    deprisa. Record que estaba calzado de

    invisible y podan tropezar con l.

  • patos de ninguna parte

    59

    santuario de Dominus flevit, que en latn

    -

    mente los visitantes y el gua hablaban su

    mismo idioma y se enteraba bien de la

    explicacin) Miren hacia abajo y admiren la

    vista de Jerusaln. Esa misma que Jess

    contempl y se le saltaron las lgrimas,

    pensando en que no quedara de aquella

    Los turistas leyeron el letrero, luego volvieron

    la vista hacia el otro lado y exclamaron: Oh,

    ah!. Tambin Tiburcio mir y no dijo nada.

    Se qued con la boca abierta.

  • patos de ninguna parte

    60

    All estaba la ciudad santa. El haba visto

    fotos de ella en un libro de viajes que tena

    en su casa. Ahora estaba all delante de l en

    carne y hueso, digo, en piedra y tierra.

    Recordaba que delante estaba la muralla por

    su parte oriental y detrs la cpula de una

    mezquita, cuyo nombre no recordaba, donde

    antiguamente haba estado el templo. Detrs

    se vean grandes edificios modernos.

    Mientras contemplaba todo aquello, Tiburcio,

    sentado en una piedra de aquel mirador

    venido yo aqu?... Claro, fue porque estaba en

    Damasco, en la oficinas de ,

    cuando entraban soldados y el periodista me

    hecho falta irme; con ponerme estos

    Israel est cerca de Siria fue lo primero que

    se me ocurri. Pues ya que estoy aqu, voy a

    darme una vueltecita por la ciudad. Pero

    cmo, visible o invisible? Invisible- decidi

    - Nadie sabe lo que puedo encontrar por ah

  • patos de ninguna parte

    61

    - Se levant y empez a descender

    por el camino del valle de Josafat.

    Vio ese lugar todo lleno de antiguas tumbas.

    Dicen que cuando los muertos resuciten all

    nos vamos a juntar todos. Pequeo le

    pareci aquel sitio para tanta gente.

    As lleg a la mismsima Jerusaln, a la parte

    ms antigua.

  • patos de ninguna parte

    62

    Empez a recorrer las callejuelas. Pasaba

    mucha gente con vestimentas diversas.

    Algunos con traje y sombrero negro. Mujeres

    con vestidos que le recordaban a las que

    haba visto en su corta visita por las calles de

    Damasco. Record que en la prensa y la

    televisin comentaban los enfrentamientos y

    los problemas entre judos y palestinos.

    Dando vuelta por un lado y por otro volvi

    junto a las murallas que haba divisado desde

    arriba y encontr a los mismos turistas o

  • patos de ninguna parte

    63

    peregrinos, como quieran llamarlos, que

    Sigui detrs de ellos hasta entrar en un

    amplio recinto que ya conoca por su libro de

    viajes. En l haba ledo lo mismo que en ese

    ya ven que entramos en el smbolo ms

    solemne del antiguo templo de Jerusaln: el

    muro de las lamentaciones, donde vienen a

    hacer oracin muchos creyentes. Hasta el

    papa vino aqu. Pueden darse cuenta de que

    arriba, detrs del muro est las mezquitas de

    alAqsa y de la Roca donde antes estaba el

  • patos de ninguna parte

    64

    templo que los romanos destruyeron.

    Tiburcio mir hacia arriba y all vio la cpula

    dorada. Pero en aquel momento se fue

    dando cuenta de que era tarde, de que no

    haba comido y ya iba siendo la hora de

    cenar. Los peregrinos y judos piadosos se

    iban retirando y, poco a poco, aquella gran

    explanada se iba quedando vaca.

    Pues pens Tiburcio a ver qu hago yo

    ahora.

    Eso digo yo. A ver qu va a hacer ahora ese

    muchacho?.

    Si quieren saberlo esprense al prximo

    captulo de las aventuras de Tiburcio y sus

    zapatos, esos que son de ninguna pare y de

    todas las partes. Pero como es tarde, buenas

    noches.

  • patos de ninguna parte

    65

    LOS ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 10

    Anocheca en Jerusaln. Tiburcio estaba all

    hambriento y cansado. Vio que los

    peregrinos a quienes segua salan tambin

    del muro de las lamentaciones y los sigui.

  • patos de ninguna parte

    66

    El grupo fue caminando otra vez por la vieja

    Jerusaln llena de tiendas de comida, de

    regalos y recuerdos para los turistas. No pudo

    evitar la tentacin de echar mano a una

    naranja y empez a pelarla, mientras el

    vendedor que en ese momento miraba hacia

    ah se quedaba boquiabierto al ver que una

    de sus frutas desapareca misteriosamente.

    Mientras coma con apetito la naranja israel

    pensaba que, seguramente donde ellos iban

    encontrara un lugar para cenar algo y

    En una de las callejuelas los peregrinos se

    dirigieron a una puerta donde, bajo un

    smbolo de cruces se lea: CUSTODIA TERRAE

    SANCTAE. Aquello le sonaba, (aunque no

    conoca el idioma,)

    como

    tierra-

    santa. Deba de

    ser portugus, o

    latn o cualquiera

  • patos de ninguna parte

    67

    sabe.

    A la puerta les recibi amablemente un

    fraile. Entr con ellos y cerr, pero Tiburcio y

    sus zapatos ya se haban colado tambin en

    la casa.

    Los peregrinos tenan all sus habitaciones.

    Llevaran alojados varios das. Imagnense al

    muchacho invisible mezclado entre el grupo

    de visitantes, procurando no tropezarse con

    nadie. Por lo que escuch en sus

    conversaciones venan de varios lugares de

    Amrica Latina; eran mexicanos, colombia-

    que haban ganado un concurso en una

    universidad internacional de Estados Unidos.

    El premio a todos los ganadores haba sido

    ese

    Recorriendo los pasillos encontr una sala

    entreabierta con un letrero en su puerta:

    a

    no saba nada de l haca dos das y, aunque

    estaban acostumbrados a su espritu

  • patos de ninguna parte

    68

    aventurero, supuso que se sentiran

    inquietos. Aprovech que no haba nadie,

    que todos se haban ido a cenar y

    aguantndose el hambre se sent y escribi

    en la comput

    esperen, estoy unos das fuera. Ahora no les

    pensaba decir ms tarde. Despus de enviar

    el mensaje, baj al comedor. Cuidando de

    que nadie notase que desaparecan platos,

    cubiertos y comida de la cocina, se sirvi y se

    sent en un rincn, donde no podra tropezar

    con nadie. Cen y busc una habitacin

    vaca para dormir. No le cost trabajo

    encontrar la cama ni quedarse como un

    tronco.

    Le despertaron los

    ruidos de los

    peregrinos que ya

    se preparaban

    para salir. Iban

    montando en un

    microbs. Tiburcio

  • patos de ninguna parte

    69

    les escuch que se dirigan a la franja de

    Gaza. Le entr un escalofro por el cuerpo.

    Haba visto en la televisin que ese era el

    terreno del pueblo Palestino, en el que les

    haban arrinconado los israeles, pero que

    tampoco les acababan de dejar en paz.

    - pens. Sentado dentro

    del bus no podra ir. O s poda? En la parte

    de detrs estaban amontonados los

    equipajes. Se puso como equipaje

    privilegiado encima de las maletas. El busito

    arranc. El gua comenz una explicacin que

    le interes mucho de cmo el pueblo

    palestino sufra en esa zona la agresividad

    de los israeles que no queran convivir con

  • patos de ninguna parte

    70

    los rabes. Era un problema muy antiguo que

    se haba agudizado cuando el pueblo Judo

    que haba sido diezmado por los nazis en

    Alemania, consigui de la ONU, al fin de la

    guerra mundial, un territorio en aquella

    tierra donde entonces estaban los rabes.

    Pero fueron los israeles ensanchando sus

    front

    hablando el gua cuando llegaron a una alta y

    fuerte muralla. All estaba encerrado el

    pueblo palestino.

    El gua de los estudiantes, se baj en la

    aduana y ense unos documentos. Ya les

    haban explicado que con una peticin de la

  • patos de ninguna parte

    71

    embajada norteamericana tendran paso

    libre, donde los palestinos encontraban

    grandes dificultades para entrar y salir. Entr

    el bus ante la mirada triste e indignada de

    los palestinos que haca cola para poder

    entrar o salir, controlados por soldados

    israeles.

    Cuando entraron en Gaza a Tiburcio le

    entraron deseos de tomar contacto con

    aquella gente y sus problemas. Se baj del

    bus, en un rincn se cambi de calzado

    recordando que en su bolsa, al cuello,

    mientras l ya era visible, sus zapatos le

    servan de traductor automtico, para

    entender y hablar cualquier idioma.

    Empez a caminar por una ciudad con signos

    familia sentada a la puerta de su casa medio

    en ruinas y se acerc a platicar con ellos. Se

    present como un joven estudiante

    latinoamericano. Lo de latino tranquiliz a

    aquellas personas y empezaron a hablarle de

    sus problemas, algo de lo que ya haba

  • patos de ninguna parte

    72

    escuchado al gua de la expedicin

    estudiantil.

    - le

    dijo la mam de esa familia.

    - Si les cuento por qu hablo as su lengua no me lo creeran-contest Tiburcio, sin saber qu otra explicacin dar, y sigui hacindoles preguntas sobre su vida y el conflicto de los dos pueblos.

    Pero poco despus se escuch ruido de aviones.

    Toda la familia, mayores y pequeos se levantaron de un salto.

  • patos de ninguna parte

    73

    grit el padre de la familia. La mam agarr en brazos a la pequeita. Salieron todos corriendo diciendo a Tiburcio que les siguiera. Tiburcio hizo ademn de

    seguirles pero se sent en el suelo, se cambi de zapatos y en el mismo momento que cerca de aquel barrio caa una bomba, exclam con voz temblorosa:

    consultar mis archivos.

    En el prximo captulo se lo cuento.

  • patos de ninguna parte

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    LOS ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 11

    Como les contaba en el captulo anterior, cuando cerca de aquel barrio caa una

    bomba, Tiburcio exclam con voz temblorosa:

    (En un primer momento iba a decir a mi

    casa!, pero su espritu aventurero pudo ms y

    .

  • patos de ninguna parte

    75

    .Ven como una nubecita blanca en lo alto

    de esas rocas? Pues exactamente ah apareci

    sentado el atrevido muchacho en alas de sus

    A los zapatos solo les faltaba hablar, as que

    no le contestaron. l se puso de pie sobre el

    peasco ms alto y mir alrededor. Todo

    desierto de arena y rocas. Se puso a recorrer

    aquel lugar por si encontraba alguna seal del

    paraje egipcio donde estaba. Despus de

    trepar y descender por varias peas y

    barrancos volv a quedarse con la boca

    abierta.

  • patos de ninguna parte

    76

    Sobre una gran piedra haba encontrado unas

    palabras grabadas. Algunas no las entendi

    pero algo de la inscripcin fue claro: MOUNT

    SINAI: El monte Sina!. El mismo monte

    donde Moiss recibi las tablas de la ley.

    Primero le invadi la emocin, luego el

    bocado. Sin dejar de contemplar admirado

    aquel imponente paisaje, se puso a buscar

    alguna pista de lugares habitados. Al

    atravesar un desfiladero descubri este

    edificio de altos muros.

  • patos de ninguna parte

    77

    Enseguida hizo planes. Lo primero hacerse

    visible, cambiarse de calzado, colgarse el

    cuello los zapatos que le serviran de

    traductor y descender poco a poco entre

    aquel enorme pedregal. Lleg a la puerta y

    llam. Tardaron un poco, pero al fin se abri

    el portn y apareci un anciano de largas

    barbas. Llevaba un hbito oscuro y enseguida

    Tiburcio empez a sospechar dnde se

    encontraba. Confiado en sus zapatos t.s

    soy un turista solitario. Estoy un poco

  • patos de ninguna parte

    78

    desorientado, buscaba un sitio donde comer

    El monje se sonri, claro, aqu no hay

    hoteles pero s hay algo de alimento. Lo llev

    a una sala pequeita, donde le ofreci una

    comida sencilla: pan de cebada, carne de no

    saba qu, pero que saci su hambre y una

    jarrita de leche de camella segn le dijo

    (seguramente la carne era de lo mismo).

    Luego se lo llev a conocer el monasterio. All

    Tiburcio volvi a quedar con la boca abierta.

    Lo que por fuera

    pareca casi ruinoso

    por dentro era un

    centro de arte y

    cultura. Una gran

    biblioteca de

    antiqusimos docu-

    mentos y unas pinturas que segn le explic

    su amigable gua eran iconos pintados por

    artistas de su iglesia, la ortodoxa.

  • patos de ninguna parte

    79

    Le tuvo que

    explicar a Tiburcio

    qu era esa

    iglesia. Yo ahora

    no se lo cuento,

    porque seguro

    que ustedes lo

    saben, pero en ese momento, el monje se

    qued mirando al muchacho y le dijo en voz

    O

    s

    -

    volando con sos zapatos que llevas en la

    Tiburcio entonces no qued con la boca

    abierta sino a punto de desmayarse.:

    El monje tranquilo, lo agarr por el brazo y le

    ayud a sentarse en una banca cercana. Le

    dio unas palmaditas en el hombro y le

  • patos de ninguna parte

    80

    *** *** ***

    Ustedes perdonen. Se termin la gasolina de

    este captulo. Si quieren saber ms, paciencia

    y hasta el prximo que ser el 12.

  • patos de ninguna parte

    81

    LOS ZAPATOS DE

    NINGUNA PARTE

    Captulo 12

    El final del anterior captulo fue tan

    sorpresivo que en conciencia debo repetirles

    la ltima conversacin de Tiburcio con el

    monje en el monasterio de Santa Catalina

    (Monte Sina). Recordemos:

    El monje mir al muchacho y le dijo en voz

    . Y cmo

    - ambin s cmo has venido hasta aqu;

    volando con esos zapatos que llevas en la

  • patos de ninguna parte

    82

    Tiburcio entonces no qued con la boca

    abierta sino a punto de desmayarse.:

    El monje tranquilo, lo agarr por el brazo y le

    ayud a sentarse en una banca cercana. Le

    dio unas palmaditas en el hombro y le

    (Qu le

    explic? Ahora va:)

    dijo el monje - hace tiempo que

    te estaba esperando. Desde el mismo da que

    compraste esos zapatos Recuerdas donde

    - Los compr en una tiendita que haba

    en un callejn de un barrio de mi

    ciudad.(Mientras Tiburcio hablaba iba

    haciendo memoria) Por cierto que al

    da siguiente, esa tienda haba

    desaparecido y estaban construyendo

    - -

    pregunt el monje

  • patos de ninguna parte

    83

    El muchac

    seora, ni muy joven ni muy mayor, y

    tena en la cabeza un pauelo blanco

    anudado en la

    -

    pregunt el

    monje y

    seal una

    fotografa en

    la pared de su

    despacho.

    -

    es esta misma mujer, aunque no le veo

    Exclamo Tiburcio -

    -

    del pauelo blanco, y mucha otra gente

    en el mundo estamos comunicados

    - pregunt Tiburcio - que

    -

    sectas son grupos cerrados a los

  • patos de ninguna parte

    84

    dems para conseguir fines egostas, a

    veces malvados. Nosotros y nosotras

    somos una comunidad para hacer el

    - -

    - -

    empezado a unirte, desde el da en que

    te pusiste esos zapatos que te dio

    Tiburcio se restreg los ojos y luego se

    rasc la cabeza.

    - - sigui el fraile -

    pero para eso tienes que ir a buscarla,

    -

    -

    -

    - Pues entonces ponte los zapatos y

    preprate. Antes de que te vayas

    volando, te cuento: yo me llamo

    Teotocpulos y soy descendiente de

  • patos de ninguna parte

    85

    aquel famoso pintor griego que vivi

    en Espaa

    Tiburcio apenas se enter de lo que le

    deca. Sentado en la banca donde haba

    estado platicando con el fraile, se puso los

    zapatos misteriosos.

    - e te lleven a

    Tiburcio dud un poco zaaa zapaaatos

    que me lleven aaaaa Argentina!

    - ***

    Todos los que han estado en Buenos Aires

    conocen la plaza de Mayo. All est la

    sede del gobierno, la Casa Rosada, la