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Universidad de Cartagena - Facultad de Ciencias Humanas - Programa de Historia 9 De esta manera Gonzalo Fernández de Oviedo mostraba su admiración por Pe- dro de Heredia en su obra más famosa: Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, por haber logrado conquistar a los pueblos indígenas que habitaron el norte del ac- tual departamento de Bolívar y Atlántico. Oviedo calificaba a estos indígenas de ca- 1 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, His- toria General y Natural de las Indias de las islas y tierra-firme del mar océano, parte II, T I, Madrid, Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1852, p. 438. Sin dubda me paresce que el gobernador Pe- dro de Heredia es digno de loor, é su pruden- cia y esfuerco para no ser olvidado, pues que donde se perdió el gobernador Alonso de Ho- jeda y le mataron á su teniente el capitán Jo- han de la Cosa con tantos chripstianos, supo darse tan buen recaudo é maña para se sos- tener entre estos caribes, seyendo gente tan feroz é belicosa, é teniendo menos gente que otros capitanes que se han perdido en estas partes. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés 1 * Estudiante de VIII semestre, Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena. Contacto: alcala- [email protected] LOS YURBACO “LA GENTE MÁS FEROZ DE TODA LA TIERRA FIRME” Javier Enrique Alcalá* Resumen: Al llegar los españoles a la costa Caribe, a comienzos del siglo XVI, encontraron un sinnúmeros de pueblos indígenas con culturas muy disimiles entre sí. Entre estos estaba el pueblo Yurbaco que se ganó la fama de ser un pueblo muy belicoso, este calificativo se lo dieron los españoles a Yurbaco al observar ciertos compartimientos y prácticas. Pero si analizamos bien la documentación que se conservada, podemos concluir que el calificativo de gente feroz hay que replantearlo. Palabras clave: Cultura, belicosidad, Caribe, conquista. Abstract When the Spaniards arrived to the Caribbean coast, in the early sixteenth century, they found a countless of indigenous communities with different cultures. Between these the Yurbaco people, highlighted by the qualification of bellicose that was gave by the Spaniards when they observed certain behaviors and practices. Nevertheless, the analysis of the documentation observed, allows concluding that the category of ferocious people must be reframed. Keywords: Culture, Warlike, Caribbean, Conquest.

Los Yurbaco

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Historia de los indios yurbaco

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De esta manera Gonzalo Fernández de Oviedo mostraba su admiración por Pe-dro de Heredia en su obra más famosa: Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, por haber logrado conquistar a los pueblos indígenas que habitaron el norte del ac-tual departamento de Bolívar y Atlántico. Oviedo calificaba a estos indígenas de ca-

1 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, His-toria General y Natural de las Indias de las islas y tierra-firme del mar océano, parte II, T I, Madrid, Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1852, p. 438.

Sin dubda me paresce que el gobernador Pe-dro de Heredia es digno de loor, é su pruden-cia y esfuerco para no ser olvidado, pues que donde se perdió el gobernador Alonso de Ho-jeda y le mataron á su teniente el capitán Jo-han de la Cosa con tantos chripstianos, supo darse tan buen recaudo é maña para se sos-tener entre estos caribes, seyendo gente tan feroz é belicosa, é teniendo menos gente que otros capitanes que se han perdido en estas partes.

Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés1

* Estudiante de VIII semestre, Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena. Contacto: [email protected]

LOS YURBACO “LA GENTE MÁS FEROZ DE TODA LA TIERRA FIRME”

Javier Enrique Alcalá*

Resumen:

Al llegar los españoles a la costa Caribe, a comienzos del siglo XVI, encontraron un sinnúmeros de pueblos indígenas con culturas muy disimiles entre sí. Entre estos estaba el pueblo Yurbaco que se ganó la fama de ser un pueblo muy belicoso, este calificativo se lo dieron los españoles a Yurbaco al observar ciertos compartimientos y prácticas. Pero si analizamos bien la documentación que se conservada, podemos concluir que el calificativo de gente feroz hay que replantearlo.

Palabras clave: Cultura, belicosidad, Caribe, conquista.

Abstract

When the Spaniards arrived to the Caribbean coast, in the early sixteenth century, they found a countless of indigenous communities with different cultures. Between these the Yurbaco people, highlighted by the qualification of bellicose that was gave by the Spaniards when they observed certain behaviors and practices. Nevertheless, the analysis of the documentation observed, allows concluding that the category of ferocious people must be reframed.

Keywords:Culture, Warlike, Caribbean, Conquest.

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curso del siglo XVI. Este pueblo demos-tró sobresaliente resistencia ante la con-quista en los primeros encuentros con los ibéricos y un gran carácter bélico; el rey Carlos I de España, se refiere a esto en una carta fechada en Valladolid el 26 de junio de 1523. En este escrito el rey en-carga a Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez la misión de pacificar, conquistar y fundar una ciudad en el lugar que hoy conocemos como Cartagena de Indias o cerca de la zona. Aquí el rey de Espa-ña se refiere a los indígenas de Yurbaco como “los indios Caribe flecheros (...) Disque es la gente más feroz de toda la tierra firme”4. Es más, “su fama belicosa se extendió por todo lo descubierto, con tal asombro de valentía, que si pasaban por aquellas costas algunos bajeles, mira-ban la tierra como sepultura de soldados españoles.”5 Teniendo en cuenta todas estas referencias ¿Eran en realidad los yurbacos “la gente más feroz de toda la tierra firme”? esta es la pregunta que se responderá en este artículo. Sin embar-go, para una mejor comprensión primero analizaremos el contexto geográfico de este pueblo a comienzos del siglo XVI.

1. Los yurbacos y los indígenas del partido de Cartagena.

Algunos historiadores, como Alberto Zabaleta Lombana y Miguel Camacho

4 Juan Friede, Documentos Inéditos para la Historia de Colombia (de ahora en ade-lante DIHC), T. I, Documento No.10, Bogo-tá, Academia Colombiana de Historia, 1955, p.73.

5 Alfonso Zamora, Historia de la provin-cia de San Antonio del Nuevo reino de Gra-nada, Madrid, Instituto Colombiano de Cul-tura Hispánica, 1980, p.174.

ribes (caníbales) muy feroces y belicosos. Sin duda, antes que terminara la prime-ra mitad del siglo XVI, época en la que Oviedo escribió su historia de las indias, la fama de gente aguerrida de los indíge-nas de esta zona ya se había extendido, por ser esta región en la que murieron muchos españoles cuando llegaban en sus navíos a incursionar y conquistar es-tas tierras.

Esta fama de gente feroz se la ganó en es-pecial el pueblo indígena Yurbaco2, murió el famoso cartógrafo Juan de la Cosa3 en el año de 1510, hecho que fue registrado en diferentes crónicas y cartas en el tras-

2 El ancestral pueblo Yurbaco se encon-traba ubicado en el actual territorio del mu-nicipio colombiano de Turbaco en el depar-tamento de Bolívar. En la actualidad cuenta con 86.410 habitantes. Está ubicado a 10 ki-lómetros de Cartagena de Indias y es la cuar-ta ciudad más importante del Departamento después de Cartagena, Magangué y el Car-men de Bolívar. Alcaldía de Turbaco-Bolívar, “Nuestro Municipio Información general”, http://www.turbaco-bolivar.gov.co/informa-cion_general.shtml#identificacion , junio de 2014.

3 Juan de la Cosa, famoso cartógrafo y navegante Vizcaíno, nació hacia 1460. Acom-pañó a Cristóbal Colón en sus dos primeros viajes (1492-1493). En 1499 volvió al Nuevo Mundo en la expedición que ese año realizó Alonso de Ojeda. A finales de 1500 hizo par-te de la que llevo a cabo Rodrigo de Bastidas. Otro viaje suyo se cumplió en 1504. Arribó entonces a Isla Margarita, regresó en compa-ñía de Ojeda y Francisco Pizarro. El primero de estos dirigió el ataque contra los indios yurbacos, refriega en la cual murió de la Cosa (1510). Había compuesto en 1500 un mapa-mundi en el cual figuraban por primera vez las tierras descubiertas por con y sus suceso-res. Eduardo Lemaitre, Historia General de Cartagena, T. I, Bogotá, Banco de la Repúbli-ca, 1983, p. 57.

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Bohaire, Caricox, Matarapa, Cenapote, Calamar, Tocana, Guapato, Turipana y Mahates; los Yurbacos habitaban desde la punta de Galerazamba hacia el este, hasta la región del actual municipio de Turbaco; y los Zenúes que se ubicaban al sur de la provincia de Cartagena desde el actual municipio de San Jacinto hasta gran parte de los actuales departamentos de Sucre y Córdoba9.

Por otro lado, Juan José Nieto, sobresa-liente caudillo costeño del siglo XIX, sos-tiene que los pueblos Calamary y Yurbaco eran diferentes e independientes el uno del otro. En su ensayo titulado Breve no-ticia histórica de los usos costumbres y religión de los habitantes del pueblo de Calamar10, sostiene que los calamaries eran entre todas las parcialidades de in-dios de toda la parte norte de lo que hoy es el departamento de Bolívar; la más nu-merosa, fuerte y civilizada. Los calama-ries tenían alianzas con sus poblaciones vecinas: Carex (tierra bomba), Matarapa, Cocón, Cuspique y Bobaire (Isla Barú). Con el único pueblo cerca que no tenía alianzas era con el pueblo de los Yurbaco, por ser estos inquietos valientes y de ge-nio indomable11.

¿A qué se debe que haya diferentes con-ceptos respecto e estos pueblos en cuanto a su clasificación, organización, y alian-

9 María del Carmen Borrego Plá, Carta-gena de Indias en el siglo XVI, Madrid, CSIC - CSIC Press, 1983, p. 48.

10 Juan José Nieto, “Breve noticia históri-ca de los usos y religión de los habitantes de pueblo de calamar”, en Huellas, V. 28, Ba-rranquilla, Universidad del Norte, 1990, p. 53 -59

11 Ibíd., p. 53 -54.

Sánchez infieren que los Yurbaco eran la misma etnia Calamary, quienes constru-yeron una gran aldea en el altiplano de Plan Parejo hoy municipio de Turbaco. Uno de los atractivos de este lugar para que se construyera la aldea donde se en-contraba el cacique principal de la zona, era las bondades del clima, lo fértil de su suelo y las abundantes fuentes de agua que brotaban por todas partes en esa fér-til colina6.

La versión de otro historiador que trata este tema, aunque se enfoca más en la historia de Cartagena de Indias, es Eduar-do Lemaitre. En su Historia general de Cartagena7 nos dice que los pobladores encontrados por los españoles en esta co-marca al momento de la conquista hacía parte de la tribu o cultura de los Mokaná, una de las cuatro, que junto con Chimi-las, Malibúes y Zenúes poblaron la Costa Caribe de la actual República de Colom-bia y todos pertenecían a una raza que se ha dado en llamar Caribe8.

María del Carmen Borrego Plá afirma que a la llegada de los españoles tres gru-pos indígenas poblaban la antigua Go-bernación de Cartagena: los Caribes, los Turbacos y los Cenues. Según esta his-toriadora los Caribes estaban centrados en la Bahía de Cartagena, sus parciali-dades más importantes eran Calpixque,

6 Alberto Zabaleta Lombana, Turbaco en la historia: homenaje al pueblo de Turba-co en el V centenario del descubrimiento de América, Cartagena, Academia de Historia de Cartagena, 1992, p. 7

7 Eduardo Lemaitre, Historia General de Cartagena, T. I, Bogotá, Banco de la Repúbli-ca, 1983, p. 216.

8 Ibíd., p. 3

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ser un área cultural donde se concentra-ban pueblos tan disimiles culturalmente, para algunos historiadores fue difícil rea-lizar una clasificación.

2. Los Yurbaco: “la gente más feroz de toda la tierra firme”.

La interpretación de Pedro de Heredia y de otros españoles que pasaron por el partido de Cartagena, al ver la forma en que estaban organizadas estas tribus, consideró que eran pueblos muy territo-riales que vivían en constantes guerras14. Pero tratando el caso particular del pue-blo Yurbaco, parece ser que este domina-ba sobre los otros pueblos vecinos.

Una de las razones por la que podemos afirmar que Yurbaco era el que tenía he-gemonía sobre los pueblos aledaños, es que cuando los ibéricos llegaron a las costas de Calamary (Cartagena), en 1510 y 1533 algunos habitantes de este pue-blo llevaron a los ibéricos hasta Yurbaco. Esto lo hicieron quizás con la fe de que los Yurbaco por ser el pueblo más fuer-te, encierran a los europeos. Fray Pedro Simón apunta en sus noticias historiales:

no había bien declarado catalina (la interprete indígena natural de samba, adoctrinada en la cultura occidental en la isla La Española) estos intentos (de ser amigos de los nativos) a Corinche (el indígena guía que se tomó de las costas de Calamary) cuando se determinó cubriendo con obediente y amigable respuesta su malicia, guiándoles por el pueblo de Turbaco, indios como hemos visto de los más valientes de estas provincias donde tenía seguro el viejo perecerían los nuestros ya que no todos,

14 DIHC, T. III, Doc. 467, p. 20-25.

zas políticas? La respuesta puede estar en estudios más recientes que se han hecho sobre los indígenas del partido de Cartagena. Armando Luis Arrieta Barbo-sa en su libro que estudia a los Mokaná sostiene que los indígenas que habita-ban la zona geográficamente demarcada por el Canal del Dique, el Rio Magdalena y el Mar Caribe que él llama partido de Cartagena, a diferencia de otros grupos indígenas del norte del Caribe colombia-no como los Taironas, Zenúes y los Ma-libúes propiamente dichos, nunca cons-tituyeron una etnia, ni lograron tampoco avances significativos en el terreno de la unificación política y religiosa. Más bien se mantuvieron como un conglomerado social racial y culturalmente heterogé-neo, demográficamente disperso y des-provisto de verdaderos centros de poder12 (Véase Mapa No.1 y 2).

Entre los factores que contribuyeron a esta heterogeneidad cultural en el partido de Cartagena se encuentran las distintas migraciones de pueblos indígenas que en tiempos prehispánicos venían del centro y del sur de América a esta región, jun-to a las influencias de pueblos vecinos. Frente a esto, los indígenas de la parte de la ribera de Río Magdalena recibían gran influencia cultural de los Malibúes, Chimilas, Taironas. Los que se ubicaban a orillas del Mar Caribe y la parte central del partido de Cartagena como era el caso del pueblo Yurbaco, recibían influencia cultural de los tolúes Zenúes13. Ésta, por

12 Armando Luis Arrieta Barbosa, Los Mokaná. Impacto de la conquista y de la co-lonización temprana sobre una cultura indí-gena de transición 1533-1610, Bogotá, Tercer Milenio Editores, 2003, p. 40, p. 52-53.

13 Ibíd., p.52.

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Luego de la sangrienta batalla que duró casi todo un día, por fin Heredia y sus hombres lograron entrar al centro de Yurbaco, aquí notan que :

Avía en aquel pueblo de Taragoaco çiertas casas suntuosas é mucho mayoenres que las otras, que deiçan ser de indios señores caiçques prinçipales; é delante de cada una estaba una estacada á manera de çeto, y en cada estaca una cabeça de un hombre, que deçian ser de enemigos indios que avian muerto en sus batallas. Y era muy grande el numero destas cabeças, (…) assi entre aquellos indios ponen tales ysinias de cabeças de hombre por trofeos é adornamiento de sus casas: é aquel tienen por más honrado, que mas cabeças ha cortado é tiene puestas, por mostrar su ferocidad é señorío17.

Este hecho sin duda debió causar una gran impresión en los españoles respec-to al carácter de este pueblo, lo drástico que era el trato que estos les daban a las personas que ellos consideraban sus ene-migos y, debió darles una idea de lo difícil que sería diezmar su ferocidad.

Otra característica de estas comunidades en especial Yurbaco era su destreza en la batalla. Como muy bien lo atestiguan los primeros ibéricos que tuvieron contacto con ellos, se afirmaba que: “sus guerras eran sin cesar unas provincias y pueblos con otros porque el enemigo de la paz al que servían no les dejaba descansar un pueblo sin que estuvieran derramando

17 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia General y Natural de las Indias de las islas y tierra-firme del mar océano, Parte II, T. I, Madrid, Imprenta de la Real Acade-mia de la Historia, 1852, p.434.

gran parte de ellos como en la de Juan de la cosa y Ojeda15.

Aquí la estrategia de los indígenas Cala-mary tuvo mucho éxito en el encuentro de 1510 porque este pueblo venció a Oje-da y sus hombres, fue uno de los más me-morables porque aquí murió el famoso cartógrafo Juan de la Cosa y además es uno de los hechos que contribuyeron al mito de gente feroz atribuido a los indí-genas del partido de Cartagena. Pero 23 años después, la estrategia del viejo Co-rinche no tuvo mucho éxito, pues Here-dia y su ejército lograron vencer al pueblo de Yurbaco.

Siempre que se hacía referencia sobre este pueblo, lo describían como: “a tierra adentro pueblo de muy grande que se decía Turvaco (…) tenía dos o tres arcas de árboles”16. Sobre este lugar es el úni-co del que se dice que estaba protegido con tres cercas de madera o arboles; de otros pueblos de indígenas solo se men-ciona que tenían una cerca o dos, lo que da a entender que aunque fuera grande y el más poderoso de la región, sus vecinos los atacaban con intensidad. Quizá para quitarle su supremacía, en contraposi-ción para los Yurbaco fue necesario co-locar tres cercas de defensa, lo que a los ojos de españoles hacía ver a este pueblo inexpugnable.

15 Pedro Simón (fray), Noticias historiales de la conquista de la tierra firme en las in-dias occidentales, V. 8, Bogotá, Ediciones del Banco Popular, 1981, p. 86.

16 DIHC. T. III, Doc. 1588, p.23-24; Lucas Fernández de Piedraita, Historia general de las conquistas del Nvevo Reyno de Granada, Madrid, J.B. Verdussen, 1688, p. 82

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moza de fasta dieciocho o veinte años que se afirmaba por todos que había muerto ocho hombres cristianos antes que fuera presa en la batalla en la que perdieron20.

Aquí es de notar que tanto los hombres como las mujeres peleaban con mucha valentía, adornados con plumas y los cuerpos pintados21. Fernández de Enciso, destaca la destreza de una joven indígena de la tribu Yurbaco de aproximadamente 20 años. Fue una diestra y hábil guerrera, claro está, el que las mujeres pelearan en las batallas no era un caso exclusivo de Yurbaco. Se dice que en el pueblo indíge-na conocido como el pueblo de las Ollas, ubicado entre Calamary y Canapote, tam-bién se menciona que una joven de dieci-siete o dieciocho años logró herir con sus flechas a cuatro ibéricos antes que fuera presa22.

Estos hechos que refieren Fernández En-ciso y Fernández de Oviedo nos llevan a

20 Martin Fernández De Enciso, suma de geografía, V. 55, Bogotá, Biblioteca Popular, 1974, p. 267.

21 Para pelear, estos indígenas se pintaban el cuerpo de negro y rojo los cuales se obte-nían de dos plantas: la jagua y el achote. En el combate, además de los caciques, habían otras personas denominadas tequina, lo cual significaba destreza o experiencia en la gue-rra, por esto eran guías en las batalla. el ti-tulo tequina no solo se designaba a un hábil guerrero, pero si había un indígena diestro en otro arte como la pesca, elaboración de red o arcos, caza, etc. también se le denominaba te-quina. Ibíd., p. 123-124.

22 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia General y Natural de las Indias de las islas y tierra-firme del mar océano, Parte II, T. I, Madrid, Imprenta de la Real Acade-mia de la Historia, 1852, p.422.

sangre humana (...), aún hasta las muje-res como dejamos dicho, pues al lado de sus padres y maridos salían a hacer ma-yor riza que ellos en sus enemigos salían a las guasábaras.”18 Martin Fernández de Enciso nos dice acerca del pueblo de Yur-baco:

Son belicosos y usan arcos y flechas; tiran todas las flechas con hierva de la mala19 y pelean las mujeres tan bien como los hombres. Yo tuve presa a una

18 Juan José Nieto, “Breve noticia históri-ca de los usos y religión de los habitantes de pueblo de calamar”, en Huellas, V. 28, Ba-rranquilla, Universidad del Norte, 1990, p.69. Respecto a la vestimenta de estos indígenas a la hora de la guerra Fernández de Oviedo nos dice: “ llevan caracoles grandes que sue-nan mucho, a manera de bocinas, y también atambores y muchos penachos muy lindos y algunas armaduras de oro, en especial unas piezas redondas, grandes, en los pechos y brazales, y otras piezas en las cabezas(..) y de ninguna manera tanto como en la guerra se precian de parecer gentiles y hombres de ir lo mas bien aderezados que ellos pueden de joyas de oro y plumajes (…) de aquellos ca-racoles hacen unas cuentesicicas blancas y de muchas maneras y otras coloradas y otras ne-gras y otras moradas, y canutos de lo mismo, y hacen brazaletes, mezclados con olivetas y cuentas de oro, que se ponen en las muñecas y encima de los tobillos y debajo de las rodi-llas(…) y llaman a estos sartales y cosas de esta manera, chaquira. De más de esto traen zarcillos de oro en las orejas y en las narices”. Fernández de Oviedo, Sumario de la Natural Historia de las Indias, México, Fondo de Cul-tura Económica, 1996, p. 141.

19 “la yerba de que aqustos indios usan la hacen, según algunos indios (le habían) di-cho, de unas manzanillas olorosas y de ciertas hormigas grandes (…) y de víboras y alacra-nes y otras ponzoñas que aquellos mesclan, y la hacen negra que parece cera-pez muy ne-gra.” Gonzalo Fernández de Oviedo, Suma-rio… Op. Cit., p. 114.

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hombres avia de haçer obras de hombre, é conversando con mugeres avia de vivir como ellas; é porque su padre al tiempo que murió, le avia mandado que guardasse castidad, é que por a vérselo mandado su padre ella era muy contenta de cumplirlo,é que nunca avia conosgido varón ni violado su castidad:y era ya muger vieja, pero muy diestra en su arco é flechas, tanto que ningun indio mangebo le haria Ventaja24.

Aquí podemos observar que no todas las mujeres de estos pueblos eran guerreras, porque todo parece indicar que Heredia observaba que hubo mujeres que no an-daban con arcos y flechas, pero que algu-nas si andaban armadas como si fueran indígenas varones, por eso se le pregun-ta a una de estas indígenas que, “porque andaba assi é no como las otras muge-res, é traia armas como los hombres…” lo que nos da a entender que había otras mujeres que no eran guerreras.

Aunque la respuesta que da esta indígena es personal, dice que se debe a un voto de castidad que hizo a su padre antes de mo-rir. Lo cierto es que cuando los ibéricos las observaban, llegaban a la conclusión que las mujeres de guerra de estos pueblos tenían actitudes masculinas, en cuanto a vestimenta y comportamiento. Además, observaban que estas indígenas no cono-cían varón, al contrario, tenían mujeres en sus casas que les servían, pues parece ser que las indígenas guerreras, según los españoles, tenían tendencias lésbicas; de igual manera, “había indios que servían de mujeres para todo” que asumían roles femeninos.

24 Ibíd., p.437.

inferir que, tanto hombres como muje-res de los pueblos guerreros del partido de Cartagena, entre estos Yurbaco, desde niños debían ser entrenados en el arte de la guerra con el objetivo de defender su territorio de los pueblos vecinos. De no ser así ¿cómo se puede explicar la destre-za de estas jóvenes en el combate? Este entrenamiento que en principio era nece-sario para contrarrestar pueblos enemi-gos con los que tenían constantes enfren-tamientos, se vio reflejado en las batallas de conquista que estos aborígenes tuvie-ron con los europeos.

En una carta que Heredia dirige al rey de España, nos dice respecto a estas muje-res guerreras de los pueblos de partido de Cartagena que “había indios que ser-vían de mujeres para todo y había muje-res que no conocían varón, que andaban con sus arcos y flechas e iban a la guerra y tenían mujeres que les servían en casa”23. Oviedo nos da un dato interesante sobre las mujeres guerreras de estas tribus, en su crónica menciona cierta conversación que Pedro de Heredia tuvo con una de es-tas mujeres en el pueblo de Zamba ( Ga-lerazamba):

En aquella tierra acostumbran las mugeres, que no quieren casarse, traer arco é flechas como los indios, é van á la guerra con ellos é guardan castidad, é pueden matar sin pena á qualquier indio que les pida el cuerpo ó su virginidad. Destas tales mugeres vino una á ver al gobernador é á los cristianos, la qual traia un arco é sus flechas en compañía de los indios, é pregúntesele por la lengua que porqué andaba assi é no como las otras mugeres, é traia armas como los hombres. Respondió que con

23 DIHC, T. III, Doc.1588, p. 213.

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otas relaciones sociales. Aunque toda esta descripción demuestra que la guerra era algo fundamental en estos pueblos, no es prueba de que estos indígenas fueran in-capaces de actuar por vías pacíficas. Hay que tener en cuenta que no siempre los indígenas de esta zona fueron considera-dos feroces y guerreros.

En esta parte es útil citar el estudio hecho por Tzvetan Todorov titulado La conquis-ta de América: el problema del otro25. El autor resalta la importancia de tener cuidado de no caer en la ingenuidad de creer los juicios que hacían los europeos al observar ciertas prácticas culturales en los nativos americanos. Como ejemplo el autor nos muestra el concepto cambian-te que tuvo Cristóbal Colon de los indí-genas al observarlos y tratar con ellos en sus diferentes viajes a las Antillas, lo cual queda evidenciado en las cartas que este dirigía a la metrópolis o en sus diarios de viajes y que llega ser objeto estudio de este investigador26. Colón en su primer viaje daba el calificativo a los indígenas de las Antillas de sin codicia de lo aje-no, “la mejor gente del mundo, y la más mansa y de tan buenos corazones”; pero al pasar cierto tiempo los califica como “ladrones, salvajes llenos de crueldad y enemigos nuestros”27. ¿A qué se debe que el concepto de estos indígenas cambie de una manera tan marcada y contradictoria en tan corto tiempo?

25 Tzvetan Todorov, La conquista de Amé-rica: el problema del otro, México, Siglo Veintiuno Editores, 1987, p. 197.

26 Ibíd., p. 41-58.

27 Ibíd., p. 46.

Con esto no podemos asegurar que toda la práctica guerrera era exclusiva de mu-jeres que no conocían varón o que tenían actitudes masculinas, pues como ya se citó en las batallas con los españoles, se dice que las mujeres “al lado de sus pa-dres y maridos salían a hacer mayor riza que ellos en sus enemigos”.

Es posible que la participación en la gue-rra fuera exclusiva de hombres y de este tipo de mujeres guerreras que no tenían compañeros masculinos. Pero en casos extremos como las batallas con pueblos muy fuertes y las que se dieron con los ibéricos, era necesario que no solo estos guerreros participaran en la batalla, si no todo el pueblo, lo que incluía a mujeres que no eran guerreras, a que entraran en la batalla para defender su comuni-dad. Otra posibilidad es que aunque en la práctica guerrera entre las indígenas fue-ra más común, en las que asumían roles masculinos, también hubo la posibilidad de que mujeres con roles femeninos fue-ran entrenadas en la guerra, ya fuera por iniciativa propia o, porque sus padres así lo quisieran.

3. ¿Eran en realidad tan feroces?

Todos estos rasgos culturales expuestos anteriormente eran observados por los españoles y a la conclusión que llegaban es que todas estas comunidades eran fe-roces e incluso como se dijo del pueblo Yurbaco “la gente más feroz de toda la tierra firme”. Pero esto no nos debe llevar a pensar que Yurbaco o todos los pueblos indígenas del partido de Cartagena eran sociedades iracundas e irracionales que se inclinaban a prácticas más instintivas, dejando de lado el establecimiento de

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ladrones.

De forma parecida sucede con los indí-genas del partido de Cartagena, en es-pecial los indígenas de Yurbaco cuando los europeos observan todos estos rasgos descritos anteriormente y aún más, los informes de españoles muertos de esta región a comienzo del siglo XVI, los ibéri-cos “miraban (esta) tierra como sepultu-ra de soldados españoles.”30 Así, llegaron a la conclusión que estos eran sin duda los indígenas más feroces de tierra firme. Pero si nos ponemos a analizar detalla-damente la información al respecto po-demos sintetizar que este calificativo de “gente feroz” hay que matizarlo, en esta ocasión analizaremos al menos cuatro acontecimientos.

El primer acontecimiento fue la llegada de Cristóbal Guerra a las costas de Car-tagena. Este es un caso que fue documen-tado por fray Bartolomé de las Casas31: Al llegar Cristóbal Guerra a las playas de Calamary quien sale a su encuentro es el cacique de esta población con otros indí-genas. Guerra por medio de señas le indi-ca al cacique que le daría cosas de Casti-lla a cambio de oro, pero éste es prendido por el ibérico y hecho prisionero en uno de los navíos. Los españoles le comuni-

30 Alfonso Zamora, Historia de la provin-cia de San Antonio del Nuevo reino de Gra-nada, Madrid, Instituto Colombiano de Cul-tura Hispánica, 1980, p.174.

31 Fray Bartolomé de las Casas afirmó que este caso se lo conto después de 30 años que sucediera una persona que fue testigo ocular del hecho, éste viajo con Alonso Niño y Cris-tóbal Guerra a las costas de Cartagena para 1502. Bartolomé de las Casas (Fray), Histo-ria de las indias, T. II, Cap. CLXXII, Madrid, Marqués de Urquijo Editores, 1839, p. 73.

El primer calificativo lo hace en base a la buena disposición de los indios al resca-tar el oro por abalorios que los europeos traían, donde los indios “daban todo por nada” le parece que a veces rallaban en la tontería. Olvida que los valores son con-vencionales, que el oro no es más valioso que los abalorios en sí, no tiene en cuenta la supremacía del oro sobre otros objetos en el sistema de intercambio europeo, pero no debía ser lo mismo en el mundo indígena28.

El segundo calificativo es hecho con base a observar que los indígenas muchas ve-ces tomaban las pertenencias de los es-pañoles cuando estos se quedaban en sus aldeas, les daban el calificativos de ladrones, sin tener en cuenta que era una costumbre en la que los indígenas que pertenecían en una misma aldea podían utilizar los bienes de sus vecinos. De igual manera, cuando los indígenas no adora-ban o no mostraban respeto por las imá-genes religiosas europeas entonces los in-dígenas pasaban a “ser salvajes llenos de crueldad y enemigos de los europeos”29.

Este es un claro ejemplo para mostrar lo miope que era la observación que hacían los europeos al describir las prácticas cul-turales de los indígenas. Muchas veces, (en este caso Colon), hacían juicios sobre los indígenas al observar de una manera superficial sus prácticas y con una car-ga y punto de vista europeos llegaban a ciertas conclusiones. Por esta razón los indígenas pasaban de ser la gente más mansa a la más salvaje, o de ser la gente más buena e ingenua a los más crueles y

28 Ibíd., p. 46-47.

29 Ibíd., p. 48.

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Otro caso que muestra la buena relación del pueblo Calamary con los otros pue-blos, aunque se afirmara que “sus guerras eran sin cesar unas provincias y pueblos con otros porque el enemigo de la paz al que servían no les dejaba descansar un pueblo sin que estuvieran derraman-do sangre humana”34 se puede ver en las alianzas. Esto se hace evidente cuando los indígenas de Calamary acuden a los pueblos vecinos para que estos los ayu-daran a cumplir con el pago de rescate. También podemos notar cierta relación política donde la autoridad del cacique de Calamar estaba sobre los caciques de los otros pueblos y era bien vista o aceptada de buena gana por estas comunidades, porque el suceso en que el cacique de Ca-lamary fue secuestrado por los españoles, hubiera sido una excelente oportunidad para librarse del dominio político que este cacique tenía sobre ellos al no ayudar al pueblo Calamary con el pago de resca-te. Pero vemos que lo que sucedió fue que todo lo contrario, los indígenas de todos estos pueblos contribuyeron para lograr la liberación de este.

Otra evidencia nos la da el mismo Oviedo cuando afirma que logró tener tratos pa-cíficos con los indígenas de la Isla Carex antes que se fundara la ciudad de Carta-gena, pues nos afirma:

Carex fue un cacique de los que un tiempo uvo en aquella isla, y el más poderoso; porque quando yo trataba con aquellos indios , en los rescates que tengo dicho, aquel cacique Carex era muy hombre , y el que más temido é más señor era allí en aquel tiempo , y el más rico , é sin él avia otros tres. Este tenía

34 Pedro Simón (frag), op. cit, p. 69.

can al pueblo que la única manera que lo podían dejar libre era a cambio de un cesto lleno de oro de los que se usaban en Castilla para llenar uvas.

Los indígenas al ver que su cacique estaba secuestrado, se movilizaron por todo el pueblo de Calamary buscando oro pero lo que hallaban era poco. Los españoles no bajaban el precio de rescate, a menos que el cesto estuviera lleno. Así que los indí-genas angustiados y con lágrimas fueron buscando en todo rincón de sus chozas e incluso a los pueblos vecinos para con-seguir el precio estipulado del rescate y lograr que el cacique fuera liberado; tar-daron más de un día para conseguir la de-manda de los españoles. Una vez pagado el rescate, aunque no completo, Guerra deja libre al cacique en una canoa y le da un hacha por satisfacción, pero el cacique es dejado en libertad solo y se quedan con los indígenas que llevaron la última can-tidad de oro como precio del rescate32.

Este caso es interesante, pues los indí-genas de Cartagena que después fueron llamados los más feroces, en esta ocasión no actuaron de forma bélica, al contrario, los indígenas de Calamary como “no ha-bían experimentado por allí las obras de los nuestros –dice Fray Bartolomé de las Casas - venianse a los navíos como gentes simples y confiadas”33, también es de no-tar que en ningún momento se dice que los indígenas de Calamary como tampoco los de los pueblos aledaños hayan actua-do con ferocidad en contra de los espa-ñoles.

32 Ibíd., p. 75-79.

33 Ibíd., p. 77.

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Por último, hay que tener en cuenta que de los aproximadamente cincuenta pue-blos del partido de Cartagena que visitó Pedro de Heredia antes de fundar la ciu-dad de Cartagena tan solo cinco pueblos actuaron de forma bélica contra las hues-tes de Heredia. Entre estos Yurbaco, Ca-napote, Tubará, Timiriguaco y Codego; otros siete aunque se mostraron en acti-tud de guerra no se enfrentaron con los españoles, pero los otros treinta y ocho pueblos aproximadamente huyeron del lugar o aceptaron tributar. De acuerdo con esta información podemos concluir que el calificativo de “la gente más feroz de tierra firme” hay que replantearlo pues del cien por ciento de los pueblos que se-gún Oviedo visitó Heredia en su primera expedición por el partido de Cartagena solo el diez por ciento actuó de forma bé-lica ante la llegada de los españoles37.

Teniendo en cuenta todo lo analizado has-ta ahora podemos concluir que referente a sus prácticas guerreras y sus estrategias para defenderse de otros pueblos, Yurba-co a la llegada de los españoles en el siglo XVI fue un pueblo indígena grande que estaba cercado por tres cercas de arboles que predominaban sobre los demás pue-blos de la región. En este pueblo, ubica-do en el altozano de la colina de Turba-co, tanto mujeres como hombres estaban bien entrenados en el arte de la guerra, lo cual era necesario para defender su terri-torio y hegemonía ante los otros pueblos

II, T. I, Madrid, Imprenta de la Real Acade-mia de la Historia, 1852, p. 438.

37 Armando Luis Arrieta Barbosa, Los Mokaná. Impacto de la conquista y de la co-lonización temprana sobre una cultura indí-gena de transición 1533-1610, Bogotá, Tercer Milenio Editores, 2003, p. 62-63.

la costa toda de la isleta por la banda de Sur enteramente, y de la otra parte ó banda del Norte estaban tres caçiques, que eran el caçique Quiripa, más al Este; é masbaxo al Poniente estaba el caçique Guacaliçes; é mas al Occidente en la misma isleta era el quarto caçique Cuspique35.

Aquí podemos apreciar que Oviedo logró tener cierto trato con los indígenas de la isla Codego pues conocía bien los pueblos que la componían y reconocía que aun-que Carex era el cacique mayor de la isla.; pero esto no impidió que este lograra tra-tar y rescatar con aquellos indios.

Otro suceso es cuando Pedro de Heredia llega a un pueblo indígena del partido de Cartagena llamado Choguapo y logra te-ner un trato pacifico con estos; luego los indios para mostrar su amistad con los españoles le traen a Heredia algunas pro-visiones. Entre estas “truxeron muchas gallinas de las de Castilla, no porque es-tas eran naturales de aquella tierra, pero que ya tenían casta é muchas dellas des pues que los chripstianos han pratica-do aquellas costas.” Si los indígenas de esta región eran tan guerreros e iracun-dos como se afirmaba de estos en algu-nas crónicas y cartas, entonces ¿Por qué se podían encontrar gallinas europeas en estos pueblos? Pues como afirmó el mis-mo Oviedo, estas eran una evidencia que los ibéricos, aunque no se mencione ex-plícitamente la documentación existente, lograron tener tratos pacíficos con estos pueblos indígenas36.

35 Ibíd., p. 429-430.

36 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia General y Natural de las Indias de las islas y tierra-firme del mar océano, Parte

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¿qué injurias hicieron los vecinos del pueblo de Calamar a Hojeda y a Juan de la Cosa y a los que consigo llevaron? ¿Qué haciendas les usurparon? ¿Qué testimonios les levantaron o que culpas otras contra ellos cometieron estando en sus tierras o casas pacíficos? ¿Fue alguna culpa suya, los del pueblo de Turbaco matar a Juan de la Cosa y a los de más yendo a hacer ellos lo que habían hecho los españoles a los del pueblo de Calamar? (…) ¿Hobiera gente o nación alguna en el mundo razonable, que por autoridad de la ley y razón natural, que no hiciera otro tanto?39.

Bibliografía

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39 Bartolomé de las Casas (Fray), Histo-ria de las indias, T. II, Cap. CLXXII, Madrid, Marqués de Urquijo editores, 1839, p. 334.

que lo rodeaban.

Ahora bien, aunque la guerra era algo pri-mordial entre estos pueblos eso no quie-re decir que eran personas iracundas no dispuestas a ningún acuerdo y que todo lo arreglaban con la guerra, pues como ya vimos entre estos pueblos hubo ciertas alianzas. En cuanto a su relación con los españoles podemos concluir que en sus primeros contactos con europeos no ac-tuaban de forma bélica, al contrario mu-chos lograron tener tratos pacíficos con estos pueblos, entre estos figuran Alonso Niño, Cristóbal Guerra, Gonzalo Fernán-dez de Oviedo, Pedro de Heredia entre otros. Solo cuando los tratos pacíficos empezaron ser remplazados por torturas, secuestros y masacres fue necesario que estos pueblos comenzaran a defenderse lo que dio paso a los sucesos donde “fue derrotado Alonso de Ojeda y murió Juan de la Cosa y se perdieron tantos otros capitanes en estas partes y mucha más gente”38 lo que fue dando a los indígenas del partido de Cartagena la fama la gente más feroz de toda la tierra firme.

En vez de resaltar la belicosidad de estos indígenas cuando tenían contacto con los ibéricos causándole la muerte a muchos de estos; más bien se debería resaltar que actuaron con lógica. Esto fue lo que qui-zás quiso decir de las Casas en su Histo-ria de las Indias al final del capítulo que hace referencia a la llegada de los ibéricos las costas de Cartagena en 1510 y poste-rior batalla con los Yurbaco. Aquí dejo varias preguntas sueltas con el propósito de hacer razonar sobre este asunto al lec-tor de su obra:

38 DIHC. T. III, doc. 629, p. 147.

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en la historia: homenaje al pueblo de Turbaco en el V centenario del descu-brimiento de América, Cartagena, Aca-demia de Historia de Cartagena, 1992, p.127.

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Fuentes secundarias

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Alberto Lombana Zabaleta, Turbaco

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Mapa N°. 1.

Fuente: Elaborado por el autor a partir de Armando Luis Arrieta Barbosa, Los Moka-ná. Impacto de la conquista y de la colonización temprana sobre una cultura indíge-na de transición 1533-1610, Bogotá, Tercer Milenio Editores, 2003, p. 40, p. 52-53.

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Mapa N°. 2.

Fuente: Elaborado por el autor a partir de Armando Luis Arrieta Barbosa, Los Moka-ná. Impacto de la conquista y de la colonización temprana sobre una cultura indíge-na de transición 1533-1610, Bogotá, Tercer Milenio Editores, 2003, p. 40, p. 52-53; José Urueta (Comp.), Documentos Para la Historia de Cartagena, V. IV, Cartagena, Tipografía de Antonio Araujo, 1888, p.74-76.