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1 IES RAMÓN Y CAJAL –Nº 011 – DICIEMBRE 2009 .INFORMACIÓN DE LA PELÍCULA: LOS GIRASOLES CIEGOS Dirección: José Luis Cuerda. País: España. Año: 2008. Duración: 98 min. Género: Drama. Interpretación: Maribel Verdú (Elena), Javier Cámara (Ricardo), Raúl Arévalo (Salvador), Roger Princep (Lorenzo), Irene Escolar (Elenita), Martín Rivas (Lalo), José Ángel Egido (rector). Guión: Rafael Azcona y José Luis Cuerda; basado en la novela de Alberto Méndez. Producción: Fernando Bovaira, José Luis Cuerda y Emiliano Otegui. Música: Lucio Godoy. Fotografía: Hans Burmann. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Dirección artística: Balter Gallart. Vestuario: Sonia Grande. Estreno en España: 29 Agosto 2008. Sabías que... Los girasoles ciegos del libro buscan la luz del sol en las calles del Madrid de 1940. Sin embargo, el director de la película ha trasladado acción y rodaje a Orense. “Las historias hay que situarlas donde puedan resultar más expresivas, donde puedan lucirse mejor”, explica el cineasta. Donde permita que el espectador perciba lo que se quiere contar con ellas. Las localizaciones son importantísimas pero lo son, sobre todo, para ayudar a comunicar lo que esa obra quiere transmitir.

LOS GIRASOLES CIEGOS - IES Ramón y Cajal Huescaiesramonycajalhuesca.catedu.es/wp-content/uploads/2015/10/REVISTA... · ciegos, 2004 y aunque el relato homónimo se localiza en Madrid,

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IES RAMÓN Y CAJAL –Nº 011 – DICIEMBRE 2009 .INFORMACIÓN DE LA PELÍCULA:

LOS GIRASOLES CIEGOS Dirección: José Luis Cuerda. País: España. Año: 2008. Duración: 98 min. Género: Drama. Interpretación: Maribel Verdú (Elena), Javier Cámara (Ricardo), Raúl Arévalo (Salvador), Roger Princep (Lorenzo), Irene Escolar (Elenita), Martín Rivas (Lalo), José Ángel Egido (rector). Guión: Rafael Azcona y José Luis Cuerda; basado en la novela de Alberto Méndez. Producción: Fernando Bovaira, José Luis Cuerda y Emiliano Otegui. Música: Lucio Godoy. Fotografía: Hans Burmann. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Dirección artística: Balter Gallart. Vestuario: Sonia Grande. Estreno en España: 29 Agosto 2008.

Sabías que... Los girasoles ciegos del libro

buscan la luz del sol en las calles del Madrid de 1940. Sin embargo, el director de la película ha trasladado acción y rodaje a Orense. “Las historias hay que situarlas donde puedan resultar más expresivas, donde puedan lucirse mejor”, explica el cineasta. “Donde permita que el espectador perciba lo que se quiere contar con ellas. Las localizaciones son importantísimas pero lo son, sobre todo, para ayudar a comunicar lo que esa obra quiere transmitir.”

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Sinopsis:

La película está basada en la obra narrativa de Alberto Méndez Los girasoles ciegos, 2004 y aunque el relato homónimo se localiza en Madrid, la cinta transcurre en Orense, 1940. Es decir, es el tiempo de la ignominia tras la Guerra Civil (1936-1939) Cuando Elena (Maribel Verdú) sale y cierra la puerta de su casa, echa la llave a sus secretos. Al mismo tiempo que sortea los rigores de la posguerra, Elena levanta junto a su hijo Lorenzo (Roger Princep) una fachada de apariencia para ocultar la verdad sobre su familia: Elenita (Irene Escolar), la hija adolescente, se ha fugado embarazada con su novio Lalo (Martín Rivas), un joven que lleva meses en las listas de la policía; y Ricardo (Javier Cámara), su marido, vive oculto en un hueco practicado en el dormitorio matrimonial... Salvador (Raúl Arévalo), un diácono desorientado tras su lucha en el frente, vuelve al seminario de Orense. Las dudas en la vocación del joven llevan al rector a retrasar su acceso al sacerdocio durante un año. Mientras, Salvador dará clases en el colegio donde estudia Lorenzo, el hijo de Elena, a quien Salvador cree viuda. El diácono se obsesiona con ella y la acosa. La frágil realidad de la familia se tambalea. DETALLES DE PRODUCCIÓN, CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS

• “Las seis semanas y media que hemos estado en Galicia nos ha llovido solamente un día, que ya estaba decidido previamente que sería un rodaje de interior en el colegio”, bromea Otegui. El director de fotografía, Hans Burmann, lo confirma: “El tiempo en Orense fue incluso demasiado bueno”.

Fernando Bovaira, productor de la película, dice que Los Girasoles Ciegos “Encierra una historia de cobardías, traiciones, renuncias y obsesiones en un contexto histórico que sitúa el drama en una dimensión más trascendente. En cuánto leí el relato, inmediatamente pensé en José Luis Cuerda como director para esta historia”.

• Los Girasoles Ciegos, el nuevo film de José Luis Cuerda ha sido el último guión escrito por Rafael Azcona [al que dedicamos una reseña], adaptación de la novela homónima de Alberto Méndez, en concreto del última de los cuatro cuentos que conforman la novela.

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• Según Cuerda, el director, “Los Girasoles Ciegos es una película hecha con los mimbres de la narrativa clásica del XIX, en la que se mimaba la construcción de los personajes. Se estudiaban muy a fondo las situaciones en las que convenía colocarlos para que pudiesen lanzar su peripecia vital con mayor profundidad y con mayor expresividad”.

• Es una película sobre amores imposibles. Es decir, ninguno de los personajes puede dejar que sus sentimientos se manifiesten en libertad ni cumplan sus expectativas. No tienen nada que hacer y cuando lo intentan sufren por ello. Son amores que tropiezan contra una pared.

• La mayor complicación en esta película fue que se rodó la mayor parte del tiempo con dos cámaras. Dos cámaras cruzadas para hacer el plano-contraplano a la vez. Eso implica una iluminación especial. Y al mismo tiempo, se gana mucha verdad, porque los actores pueden hablar a la vez, sin pisarse las frases.

• Con las dos cámaras, el equipo se trasladó a Madrid para terminar la filmación en un piso. Bueno, sobre todo en el pasillo de ese piso. Localización que tiene un significado especial para el director: “Nunca en la vida hubiera pensado que se le podía sacar el partido que le hemos sacado en esta película a un pasillo”.

• Dice el director hablando de la época en que se sitúa la acción (años 40) que “las mismas épocas se transforman y tú eliges de ellas lo que es más singular, lo que es más

atractivo para el guión que estás haciendo. En este caso me quería alejar de esa imagen que tenemos de la posguerra española, que ya hemos visto mucho. Esa estética basada en el destrozo realista. Me interesaba más la parte más profunda, lo interno de los personajes”.

• “Es una película de silencios, de miradas, de muchos susurros. Me gustaba mucho la idea de los susurros, de hablar como en las películas americanas”, dice Javier Cámara. Las complicaciones técnicas no se ceñían al departamento de sonido, para Hans Burmann también fueron un reto: “Era un decorado natural pero hubo que hacer unas paredes para aislar el sonido, porque estábamos en la calle Alfonso XII, con mucho ruido de tráfico. Se levantó una segunda pared con unas segundas ventanas para rodar, y eso nos dejó sin poder usar las ventanas verdaderas y redujo el espacio para colocar la iluminación”.

• Respecto a la banda sonora “Ésta es una película que dibuja un crescendo como he visto pocos en el cine”, asegura el director. “A mí me gusta que eso vaya arropado por una masa sonora que acompañe el dramatismo de la historia desde el comienzo hasta el fin. Una música que sea como un túnel. Una sombra que ayude a la comprensión sentimental de lo que está ocurriendo en la pantalla”.

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MÁS QUE UN CONVIDADO: JOSÉ MARI AZPÍROZ

En esta ocasión, para presentar la peli y desarrollar una cuestión que tiene que ver con la represión franquista tras la Guerra Civil y el silencio ominoso que se levanta para los vencidos, contamos con José Mari Azpíroz que ha sido durante tantos años profesor de Historia del IES Ramón y Cajal. José Mari (Chema para los amigos) no solo ha dedicado gran parte de su carrera a impartir clases, sino que una faceta muy importante de su trabajo se ha dirigido a la investigación. Su proyecto investigador, porque de un proyecto se trata, se centra en tres momentos que nos pueden dar algunas claves para entender mejor la situación política y social en la actualidad y su conflictividad: la gestación de la II República, los conflictos durante la República y la represión durante y después de la Guerra Civil (1936-1939).

Es precisamente en este momento

de silencio denso, tras el silencio de la guerra de ejércitos, cuando las balas silban en las tapias de los cementerios y la cunetas, pero que solo oyen los vencidos, donde se sitúa parte de la indagación de José Mari y también de la peli Los girasoles ciegos. Bien es cierto, que en esta peli, por no escucharse, no se escucha ni el silencio.

Como muestra de lo mucho que ha publicado nuestro amigo, profesor –aunque ya no

sea de forma continua- e investigador, sirvan estas referencias:

• La sublevación de Jaca , 1984

• Poder político y conflictividad social en Huesca durante la II República, 1993

• La voz del olvido. La Guerra Civil en Huesca y la Hoya, 2007

En la actualidad, José Mari sigue con la investigación (zona de Barbastro) y trabaja en todas las actividades que desarrolla el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA).

Por lo que haces y por dar tu tiempo y sabiduría al Ramón y Cajal, gracias. PROPUESTA A LOS ALUMNOS

Los alumnos indagarán en su familia alguna historia relacionada con la guerra civil (de uno u otro bando) mediante la que se muestre el silencio al que se vieron sometidos, en la guerra o tras la guerra, o la represión que sufrieron o.... El fin último de esta “investigación” sería redactar lo que se pudiera conseguir en la trasmisión oral y hacerse consciente que una de las vías de la investigación histórica es precisamente esta: la trasmisión oral (no la única ni siquiera la más importante) mediante encuestas o preguntas-respuestas. En aquellos casos de alumnos procedentes de otros países se puede indagar sobre épocas de regímenes dictatoriales o de falta de libertades en que el miedo o la represión haya sido el centro de la historia. En definitiva, se trata de recuperar parte de la memoria oculta.

La extensión será de alrededor de la cara de un folio escrita con ordenador o en torno a dos escritas a mano y se podrán incorporar imágenes de refuerzo. Participarán los alumnos de 1º y 2º de Bachillerato.

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PARA PONERNOS EN ANTECEDENTES: LA OBRA NARRATIVA

Vencidos victoriosos

Herme G.Donis

Casi todo resulta sorprendente en este libro que la editorial Anagrama publicó en enero de 2004. Su autor, Alberto Méndez, tenía 63 años cuando ve publicada esta primera obra y muere once meses después sin apenas saborear el éxito que tras su muerte tendría el libro. Durante los meses posteriores a su publicación, y a pesar de las buenas críticas que la novela recibe, las ventas de ésta se hacen casi de una forma clandestina. Algunos comentaristas de radio dan la voz de alerta sobre las cualidades de Los girasoles ciegos. Recomiendan su lectura con pasión y, a partir de ahí, el boca a boca termina por convertirlo en un libro de referencia obligada. Como consecuencia, las ventas comienzan a dispararse (baste decir que a fecha de hoy la editorial ya ha lanzado al mercado ocho ediciones (unos 28.000 ejemplares, según el editor) y el libro consigue primeramente, y en vida de su autor, el Premio Setenil de relatos y posteriormente (ya fallecido Alberto Méndez) los importantes Premios de la Crítica y Nacional de Narrativa. Pendiente quedó el Premio del Gremio de Libreros de Madrid, ya que éste sólo se concede a autores vivos. Pero lo más importante de todo es que Méndez ha contado con un favor que es el mejor de los premios para cualquier creador: la entrega incondicional de los lectores. Casi dos años después de su publicación, el libro aún se sigue recomendando en público y en privado y pocos dudan en saludarlo como una de las obras más importantes publicadas en los últimos tiempos.

¿Pero quién fue Alberto Méndez y qué es Los girasoles ciegos? Alberto Méndez Borra nació en Roma en 1941. Su padre, el poeta y traductor, José Méndez Herrera, trabajaba en aquel momento en la ciudad italiana para la FAO. Muchos lectores puede que recuerden a este último sobre todo como traductor habitual de la editorial Aguilar, para la que tradujo muchas obras de autores tan importantes como Irving, Stevenson, Eliot, Dikens, Chesterton, Bernard Shaw, Tennessee Williams, etc, llegando a conseguir en 1962 el Premio Nacional de Traducción por su versiones de las obras teatrales de Shakespeare. Alberto Méndez, hombre de izquierdas, (milita en el Partido Comunista hasta 1982) estuvo siempre vinculado, de una u otra manera, al mundo de la edición. En su lucha contra el franquismo crea, entre otras, la editorial política “Ciencia Nueva” que clausura Manuel Fraga Iribarne en su época de ministro de la dictadura franquista. Asimismo, llega a ser un alto ejecutivo de la editorial Montena y se dedica a labores de guionista (colaboró en programas dramáticos de RTVE y fue guionista con Pilar Miró) y traductor a veces en solitario y otras en compañía de su hermano Juan Antonio, como ocurre con el libro del marxista italiano Galvano della Volpe Lo verosímil fílmico y otros ensayos, del que el propio Méndez es prologuista.

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Últimamente la narrativa se ve inundada de textos referentes a la Guerra Civil Española. Ante este auge son muchas las voces que se alzan bien para celebrarlo o para recordarnos que después de tantos años la palabra “reconciliación” sea aún tan difícil de aceptar. Pero libros como Los girasoles ciegos nos ofrecen unas lecturas fascinantes que, lejos de soliviantar sensibilidades, vienen a poner de manifiesto que es necesario conocer la historia para entender el presente y proyectar el futuro. Los girasoles ciegos es un libro de cuentos articulado a lo largo de cuatro historias- cuatro derrotas, dice el autor- que transcurren entre el período quizá más duro de la posguerra, que va desde 1939 a 1942, y que siendo totalmente independientes están hábilmente entrelazadas entre sí. Sus personajes son seres vencidos. Seres que se encuentran en un camino sin retorno recorriendo una senda de dolorosa entrega e ignorantes de en qué momento su ya maltrecha existencia dará de bruces contra el polvo.

El primer relato, o primera derrota, nos habla del capitán Alegría. Oficial del ejército fascista, Carlos Alegría se rinde a los republicanos cuando las tropas golpistas están entrando en Madrid. Postura que, lógicamente, no es entendida por ninguno de los dos bandos, pero que el oficial explica que toma, entre otras muchas razones aparentemente arbitrarias, porque sus correligionarios no querían ganar la guerra, sino matar al enemigo. Su entrega le acallará la mala conciencia de haber sido miembro de un ejército que, para vencer, ha tenido que cometer tantas atrocidades y crímenes Como dice Ramón Pedregal a propósito de una reseña sobre el libro: “El capitán Alegría es un Bartleby [personaje de un cuento de Melville] que cuestiona la norma de aquellos con los que vive y no puede abandonar su visión de lo que ocurre”.

La segunda derrota, quizá el relato más logrado y sobrecogedor de los cuatro, nos cuenta el breve periplo de un joven poeta que huye de los vencedores hacia las montañas asturianas en compañía de su mujer embarazada. En medio de la soledad y el frío la muchacha da a luz a un niño y muere tras el parto. A través de un diario íntimo, donde el adolescente deja escrito su miedo, se nos va poniendo en antecedentes de la vana lucha que emprende el joven padre para salvar la vida de su hijo.

El tercer relato, o tercera derrota, gira alrededor del soldado republicano Juan Serna. Cuando el presidente del tribunal que debe juzgarle y su mujer se enteran de que el soldado enemigo conoció y vio morir a su hijo (un ser abyecto que fue fusilado por sus múltiples delitos) le conminan a que hable y hable sobre ese hijo. Intentando arañar unos días más a la existencia, convierte al joven traidor en el héroe que quieren los padres. Mas la impostura pronto le asquea y cuenta la verdad. Verdad que indefectiblemente le llevará a la muerte.

La historia, o la cuarta derrota, que cierra el libro transcurre en la opresiva vida cotidiana del nuevo régimen. En ella se habla de Ricardo. Un “topo” al que toda la familia protege entre miedos y silencios. Desde el armario en el que vive encerrado contempla impotente y horrorizado el acoso libidinoso que sufre su mujer por parte de un diácono, profesor del hijo del matrimonio. El final es dramático y desolador.

Alberto Méndez nos ha dejado con su única obra no sólo un extraordinario ejemplo de composición literaria, sino -y a pesar, de la crudeza de todas las situaciones- una continua muestra de sensibilidad, que puede conmover a todo tipo de lectores. Sencilla, realista y a la vez cargada de simbolismos, Los girasoles ciegos es una obra sobre la memoria. Sobre una memoria colectiva que debe tener definitivamente su asentamiento en el lugar que le corresponde. Porque superar la tragedia de aquella España de represión, marchas militares y ruido de sables, exige, como se dice en la cita inicial de Carlos Piera, asumir, no pasar página o echar en el olvido.

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TRAYECTORIA Y PELÍCULAS DIRIGIDAS POR JOSÉ LUIS CUERDA

José Luis Cuerda (nacido el 18 de febrero de 1947 en Albacete, España) es director, guionista y productor de cine español.

Comienza a estudiar Derecho, pero lo deja después de tres años y se convierte en técnico de radiodifusión y televisión.

También se destaca en su papel de productor cinematográfico, haciendo este trabajo

en varios de sus filmes y en tres largometrajes del director español Alejandro Amenábar (Tesis, Abre los ojos y Los otros); además de ser el guionista de la mayoría de sus producciones.

Para televisión dirigió la segunda temporada de la serie Makinavaja (1997), basada en el popular personaje creado por Ivà.

Películas

• 2008 - Los girasoles ciegos • 2006 - La educación de las hadas • 2004 - Hay motivo (cortometraje: "Por el mar corre la liebre") • 2000 - Primer amor • 1999 - La lengua de las mariposas (basada en relatos de Manuel Rivas) • 1995 - Así en el cielo como en la tierra • 1993 - Tocando fondo • 1992 - La Marrana • 1991 - La viuda del Capitán Estrada • 1988 - Amanece, que no es poco • 1987 - El bosque animado (adaptación de la novela de W. Fernández Flórez) • 1983 - Total (película para TV) • 1982 - Pares y nones • 1977 - Mala racha (película para TV)

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Rafael Azcona: el eterno guionista del cine español y ...

Nació en Logroño el 24 de octubre de 1926 y fue un «respetuoso y obediente alumno de las Escuelas Pías», según contó en su 'Autobiografía pequeñita' publicada como prólogo en su primera novela 'Cuando el toro se llama Felipe'.

Comenzó escribiendo versos de adolescente porque su primer amor le produjo una «versorrea» incontenible. Quería escribir poemas melancólicos, pero como siguió enamorado le salían «poemas tristes sobre las cosas más alegres». Pero, «a pesar de que escribí mil veces la palabra 'triste', ni me pusieron una corona de laurel ni nada». Llegó a Madrid en la víspera de su 25 cumpleaños y pasó medio año disfrutando de «los encantos de eso que llaman vida bohemia». Aunque sin dinero ni para un café: «En el Café Varela consumí más agua que una central eléctrica».

Rodeado de 'bohemios' en el local de Preciados, 37

se dio cuenta de que estaba haciendo el ridículo como poeta: 'Allí una tarde descubrí que en la vida estaba todo perfectamente rimado'. Así que se quitó de poeta para meterse a humorista.

En julio de 1952 publicó por primera vez en 'La

Codorniz', la histórica revista de humor gráfico y literario que burló al franquismo y la censura. «Me encuentro estupendamente haciendo esas cosas: tirarle de la barba a la severidad, a la tristeza, a la melancolía y a la estupidez es una delicia». Rafael escribió artículos, cuentos, chistes e inventa a su popular personaje 'El repelente niño Vicente', encarnación irritante de todas las virtudes.

Rafael compagina su producción en 'La Codorniz'

con la escritura de novelas. La primera es 'Cuando el toro se llama Felipe'. Luego siguieron 'Los muertos no se tocan, nene', 'Los ilusos' y 'Los europeos', entre otras.

Cuatro de ellas firmadas con el pseudónimo de Jack O'Relly. Ya demuestra las condiciones que marcará como guionista: el tratamiento coral, la soledad y el aparente caos dentro de la meticulosa planificación de la obra. No volvió a escribir novelas desde 1960 aunque sí las corrigió y reeditó.

En 1958 se produce un encuentro esencial para el cine español. El director italiano Marco Ferreri propone a Rafael llevar al cine 'Los muertos no se tocan, nene', pero el guión tuvo demasiados problemas de censura y la película no vio la luz. Sin embargo, según contó el ya fallecido Ferreri: «Yo convencí a Azcona de que se hiciera guionista y Azcona me persuadió a mí de que me dedicara a la dirección». El pisito' (1958) fue su primer guión para cine con el que iniciaría su primer gran tándem creativo. «Marco Ferreri quería ser productor, pero le costó lo suyo, porque no encontraba dinero para producir lo que escribíamos», explicó Rafael Azcona en una entrevista. Así que «un día le dije: '¿Por qué no te haces director y buscas a un productor que te pague a ti y a mí?'. El tío lo encontró, pero fue en Italia. Y hasta ahora».

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Allí trató con nombres tan sonoros como Mastroiani, Sordi, Antonioni, Fellini... «Pero a mí la gente importante nunca me ha interesado demasiado. Por ejemplo, jamás hice nada para relacionarme con una actriz. Digo, sentimentalmente»'

Los realistas reprocharon a Azcona alejarse de ellos para introducirse en la fabulación. Sin embargo, el hecho de no ser un realista puro le daba la oportunidad de profundizar en situaciones colectivas a través del humor y el absurdo. Su humor nace de la observación aguda, irónica y compasiva. Escepticismo, misoginia, insolidaridad son algunos de los adjetivos que se desprenden de sus películas. También otros como feroz y, sobre todo, sarcástico.

La filmografía de Azcona está unida a cuatro directores en cuatro etapas de su trabajo: Marco Ferrari, Luis García Berlanga, Carlos Saura y José Luis García Sánchez. El hecho de trabajar con pocos directores (estos cuatro dirigieron la mitad de sus 97 guiones para el cine) le dio la posibilidad de ser uno de los guionistas más personales del cine español.

El hombre como ser social es una constante en la obra de Azcona. Sus personajes no son héroes y viven en un medio que lo consume pero del que, al mismo tiempo, es culpable. Sin embargo, siempre deja espacio para la ternura, no la sensiblera, sino la que se refiere a la dignidad de las personas. Recogió una tremenda piedad por el hombre sometido por sus circunstancias.

Siempre quiso quitar importancia a su labor de guionista con su humor: « ¡Bah! Yo soy una puta, trabajo con quien me paga». Según Azcona, las películas que llevan su firma son de los directores solamente: «Lo primero que entendí al entrar en el cine es que no tenía que tener amor propio. Estoy al servicio del director». Una vez terminado el guión, lo entregaba y allí acababa toda su colaboración.

De formación autodidacta, explicaba así

su técnica para escribir guiones: «Yo trabajo por asociación. Me dicen la edad que tiene un personaje, si ha estudiado o no y entonces me siento a escribir y dice «Coño», pero no porque yo se lo haga decir, sino porque lo dice él. Yo no pienso. Si pienso, me da vértigo».

Fue recompensado con el Premio

Nacional de Cinematografía en 1981 y cinco Goyas como mejor guionista, además del Goya de Honor en 1998. No recogió ninguno en persona por su fobia a aparecer en público. Además, Azcona también recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes. «Soy reservado e independiente. Cuando leo las cosas tan cariñosas y buenas que se escriben sobre mí,

me parecen exageradas». El último medio siglo del cine español está escrito por Rafael Azcona. En total, 97

guiones de películas para la gran pantalla y otros cinco para televisión, donde mezcla adaptaciones de novelas y ficción. Y, como curiosidad, una actuación en su segunda película, 'El cochecito' (1954). En este filme, Azcona interpretaba a un fraile.

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Filmografía seleccionada de Rafael Azcona como guionista • El pisito, Marco Ferreri (1959) • El cochecito, Marco Ferreri (1960) • Plácido, Luis García Berlanga (1961) • Mafioso, Alberto Lattuada (1962) • El verdugo, Luis García Berlanga (1963) • La gran comilona, Marco Ferreri (1973) • El anacoreta, Juan Estelrich (1976) • Un hombre llamado Flor de Otoño, Pedro Olea (1978) • La escopeta nacional, Luis García Berlanga (1978) • El divorcio que viene, Pedro Masó (1980) • Patrimonio nacional, Luis García Berlanga (1981) • Nacional III, Luis García Berlanga (1982) • La Corte de Faraón, José Luis García Sánchez (1985) • La vaquilla, Luis García Berlanga (1985) • El año de las luces, Fernando Trueba (1986) • El bosque animado, José Luis Cuerda (1987) • Soldadito español, Antonio Giménez-Rico (1988) • ¡Ay, Carmela!, Carlos Saura (1990) • Belle époque, Fernando Trueba (1992) • La Celestina, Gerardo Vera (1996) • La niña de tus ojos, Fernando Trueba (1998) • La lengua de las mariposas, José Luis Cuerda (1999) • Son de mar, Bigas Luna (2001) • Los girasoles ciegos, José Luis Cuerda (2008)

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El relato y la película: dos obras, dos miradas Como queda ya claro, en lo expuesto en PARA PONERNOS EN ANTECEDENTES: LA OBRA NARRATIVA el libro Los girasoles ciegos engloba cuatro relatos que se trenzan con hilos pareados, el primero con el tercero y el segundo Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido con el cuarto Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos. En esta pareja se basa la peli, sobre todo en el último relato homónimo. Así, aunque entre los posibles comienzos de la película figuraba el contenido del primer relato sobre la derrota del capitán Alegría, el director al fin se ciñó a esos dos señalados. Ya, desde el comienzo vemos cómo el productor, el guionista y el director realizan selecciones, “imponen” una mirada sobre un material, eligen unas partes y desechan otras. Ahora bien, esta primera criba no es la que define la película ya que es mucho más importante el propio medio de comunicación que determina una manera de ver. Los relatos originales son textos escritos que, por serlo, se componen de símbolos abstractos que percibimos por la vista; es decir, son imágenes de códigos, no imágenes de realidades. Como en una ensoñación, porque de eso se trata, los lectores vamos fabricando nuestras propias imágenes mentales que ni siquiera necesitan una definición muy precisa. Estas imágenes mentales carecen de perfiles, de límites bien definidos, se deshacen y rehacen constantemente, como nubes movidas por el viento de nuestra imaginación, a medida que avanza la lectura. La ensoñación de la lectura se identifica con nuestra propia ensoñación porque las imágenes que creamos, aunque sean un vaho de la mente, son nuestras, son parte de nosotros, que creamos en nuestro propio interior y que quizá no salgan nunca de su cárcel y se agarren a nuestra memoria o tal vez se liberen o desvanezcan como humo que son. Por el contrario, en la película, las imágenes, que ya no son solo mentales, las tenemos dadas, no son nuestras, no creamos imágenes, dialogamos –interactuamos- con ellas. Pero esas imágenes, de contornos bien definidos no son las nebulosas, amalgamas de vida, de la lectura. La materia difusa, extensa, ilimitada y propia de nuestra imaginación se ha transformado en materia limitada, objetivada... No es solo que no sea nuestra (porque para el director tampoco hay coincidencia entre su lectura y la peli) es sobre todo la diferencia entre las cualidades creativas y mentales de unas y la objetividad física de las otras. Siempre un director, y más un guionista, se plantean traducir a imágenes un texto y esto es otro texto, otro discurso, con más diferencias de las que hay entre el lenguaje de banderas de los barcos y el hablado.

Centrándonos en un solo aspecto de Los girasoles ciegos, el planteamiento del relato es de una complejidad mayor que el de la peli. En el relato

tenemos tres voces, tres miradas, tres puntos de vista que ni siquiera coinciden en el tiempo.

Uno, el de Salvador, el diácono, para quien el relato no es sino la historia de una confesión que escribe al Padre (¿Rector del Seminario?) “Reverendo Padre,

estoy desorientado como los girasoles ciegos [...] Lea mi carta como una confesión, al cabo de la cual, Dios lo quiera, absuélvame, pero si, como me temo, mi pecado no tiene perdón [...] Todo comenzó cuando, siguiendo su consejo, Padre, me alisté en el Glorioso Ejército Nacional [....].”

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Se supone que la carta la escribe además como explicación de su vida porque ha decidido no seguir la carrera sacerdotal y vivir “como uno más entre los girasoles ciegos”. Está narrado justo después de los hechos (1942). Es una mirada hacia atrás y supone otra derrota dentro de la cuarta derrota. El planteamiento es clásico, semejante al de Lázaro de Tormes El Lazarillo.

Dos, el punto de vista de Lorenzo, el hijo de Elena y Ricardo, que lo relata cuando

es mayor (¿en qué tiempo?) “Probablemente los hechos ocurrieron como otros los cuentan, pero yo los reconozco sólo como un paisaje donde viven mis recuerdos. Sigo preguntándome cómo eran los árboles cuando los plantaron o cómo era mi madre siendo joven o qué aspecto tenía yo cuando era niño. [...] Quizás por eso recuerdo a mi padre joven, alto, escuálido y vigoroso abrazado a mi madre anciana, cansada y dulce. Recuerdo al Hermano Salvador con su sotana castrense acosando a mi madre anciana, cansad y dulce y a unos policías procaces insultando a mi

madre [...] Pero sobre todo recuerdo a un niño lleno de complicidades con su madre anciana, cansada y dulce, a la que no logro recordar como me dijeron que fue: joven, vigorosa y dulce.” Es la mirada del recuerdo lejano y vagaroso de la infancia “imposible” de hacerla compatible con la objetividad del cine en esta peli lineal.

Tres, la visión del narrador, que

aparenta un punto de vista objetivo con tintes poéticos y que escribe desde la indefinición temporal que le es propia.

“-Vamos; Lorenzo, que son las ocho.

Lorenzo buscó en el fondo de las sábanas las trizas del sueño interrumpido. -Vamos a llegar tarde al colegio... Te preparo el desayuno. El invierno estaba pegado a los balcones acechando la tibieza y el olor a achicoria del interior de la casa. [...]”

Esta multiplicidad polifónica no es la de la

peli que tiene otras multiplicidades en la caracterización y actuación de los actores y...

En próximas revistas hablaremos de otras

diferencias generales – que son constitutivas de cada uno de los medios de comunicación - entre libro y peli. De momento, basta hasta la siguiente y hasta nuevos encuentros.