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Libro de Melquisedec Historia del Universo Capítulo 6 Adán y Eva dedicados al trabajo edificante. La colina llegó a ser una miniatura del Edén. Protección y cuidados divinos. Experiencias al obedecer el mandamiento sobre el sacrificio. La astuta trampa del enemigo, mirar hacia los símbolos del sacrificio como portadores de perdón y vida. Adán y Eva ofrecen sacrificios al Señor, el Eterno se les manifiesta consolándolos y previniéndolos del peligro. Promesa del nacimiento de su primogénito. Responsabilidades hacia su hijo. Nacimiento de Caín. El nacimiento de Caín les recuerda la promesa del futuro nacimiento del Mesías. La niñez rebelde de Caín. El enemigo se burla del sufrimiento de Dios y Sus fieles e intenta hacer desistir a Dios de Su plan de redención. El Eterno afirma Su solemne promesa. Adán y Eva hacen sacrificios y ruegan por su hijo, el Eterno se les manifiesta. El Eterno se revela a Caín y le narra la historia de Lucifer y del Sol. Promesa del nacimiento de Abel. Caín, al igual que Lucifer, es arrastrado por su orgullo a una falsa ilusión. Dios procuraría todas las formas a fin de salvar a Caín 1 Consolados por las revelaciones de la naturaleza, Adán y su compañera, alumnos en la escuela del sufrimiento, aprendían cada día a amar más al Salvador. Crecían en sabiduría, humildad y santidad. Todas las virtudes destruidas por el pecado, renacían en el corazón. Con ánimo la pareja se dedicaba al trabajo edificante: plantaban jardines que por el poder de Dios se llenaban de perfumadas flores y deliciosos frutos. Su hogar en el exilio se convertía en un refugio para los animales perseguidos de los valles. La colina, bajo la protección de los ángeles de la luz, se convirtió en una miniatura del Edén distante. Entre los animales reunidos y domados con amor, habían muchas ovejas. 2 Adán y Eva no conseguían poner los ojos sobre esos dóciles animales destinados al sacrificio, sin probar en lo profundo del alma una mezcla de dolor y gratitud. En la noche que antecedía a cada sábado, Adán tenía, por orden del Creador, el repetir el doloroso acto. ¡Cuánta amargura y arrepentimiento sobrevenían a la pareja al descender las tinieblas de la noche del sacrificio! ¡Cuánto consuelo les traía la llama del perdón que jamás había dejado de brillar sobre el altar, en aquellas noches pre figurativas! El decisivo valor del sacrificio, para que la vida pudiese florecer bajo la protección divina, llevó a la pareja a valorizar inmensamente a su pequeño rebaño. 3 Cada sexto día, no obstante, comenzó a traer consigo, más allá del dolor, una inquietud: — ¿Quién donará su sangre al altar cuando la última oveja perezca?— A los ojos de la pareja maravillada, aconteció al fin el milagro del amor, renovándoles la esperanza de vivir otras

Libro 06 de Melquisedec

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El Libro de Melquisedec es una traducción al español de uno de los Rollos del Mar Muertoencontrado en la Cueva 11 en el desierto de Qumrán, al norte del Mar Muerto.

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  • Libro de Melquisedec

    Historia del Universo

    Captulo 6

    Adn y Eva dedicados al trabajo edificante. La colina lleg a ser una miniatura del Edn.

    Proteccin y cuidados divinos. Experiencias al obedecer el mandamiento sobre el sacrificio. La

    astuta trampa del enemigo, mirar hacia los smbolos del sacrificio como portadores de perdn y

    vida. Adn y Eva ofrecen sacrificios al Seor, el Eterno se les manifiesta consolndolos y

    previnindolos del peligro. Promesa del nacimiento de su primognito. Responsabilidades hacia

    su hijo. Nacimiento de Can. El nacimiento de Can les recuerda la promesa del futuro nacimiento

    del Mesas. La niez rebelde de Can. El enemigo se burla del sufrimiento de Dios y Sus fieles e

    intenta hacer desistir a Dios de Su plan de redencin. El Eterno afirma Su solemne promesa.

    Adn y Eva hacen sacrificios y ruegan por su hijo, el Eterno se les manifiesta. El Eterno se revela

    a Can y le narra la historia de Lucifer y del Sol. Promesa del nacimiento de Abel. Can, al igual

    que Lucifer, es arrastrado por su orgullo a una falsa ilusin. Dios procurara todas las formas a fin

    de salvar a Can

    1 Consolados por las revelaciones de la naturaleza, Adn y su compaera, alumnos en la escuela

    del sufrimiento, aprendan cada da a amar ms al Salvador. Crecan en sabidura, humildad y

    santidad. Todas las virtudes destruidas por el pecado, renacan en el corazn. Con nimo la

    pareja se dedicaba al trabajo edificante: plantaban jardines que por el poder de Dios se llenaban

    de perfumadas flores y deliciosos frutos. Su hogar en el exilio se converta en un refugio para los

    animales perseguidos de los valles. La colina, bajo la proteccin de los ngeles de la luz, se

    convirti en una miniatura del Edn distante. Entre los animales reunidos y domados con amor,

    haban muchas ovejas. 2 Adn y Eva no conseguan poner los ojos sobre esos dciles animales

    destinados al sacrificio, sin probar en lo profundo del alma una mezcla de dolor y gratitud. En la

    noche que anteceda a cada sbado, Adn tena, por orden del Creador, el repetir el doloroso

    acto. Cunta amargura y arrepentimiento sobrevenan a la pareja al descender las tinieblas de la

    noche del sacrificio! Cunto consuelo les traa la llama del perdn que jams haba dejado de

    brillar sobre el altar, en aquellas noches pre figurativas! El decisivo valor del sacrificio, para que la

    vida pudiese florecer bajo la proteccin divina, llev a la pareja a valorizar inmensamente a su

    pequeo rebao. 3 Cada sexto da, no obstante, comenz a traer consigo, ms all del dolor, una

    inquietud: Quin donar su sangre al altar cuando la ltima oveja perezca? A los ojos de la

    pareja maravillada, aconteci al fin el milagro del amor, renovndoles la esperanza de vivir otras

  • semanas bajo el brillo de la llama del perdn: una oveja, la ms gorda de ellas, comenz a

    sangrar como en sacrificio; De su dolor, les nacieron cuatro corderitos. Llenos de alegra y

    gratitud, Adn y Eva se postraron ante el Salvador invisible, teniendo en las manos aquellas

    nuevas criaturitas que traan en sus ojos la misma ternura y disposicin para el sacrificio. 4

    Seguros de que nuevos milagros multiplicaran sus das, la pareja uni su voz como antes, en un

    cntico de gratitud y adoracin al Creador que, como los corderitos nacera tambin del dolor para

    cumplir en su vida el mayor de todos los sacrificios, para la salvacin de la humanidad. El Eterno,

    aunque invisible a los ojos de Sus hijos humanos, permaneca muy cerca, acompaado por un

    ejrcito de ngeles, en incansable ministerio de cuidado y proteccin. La pareja estaba

    inconsciente de que la dulce calma y paz reinantes en aquella colina, as como toda su

    prosperidad, eran frutos de tan intensa lucha. 5 Si sus ojos fuesen abiertos hacia las escenas que

    ocurran invisibles, seran arrebatados de espanto; Cun terrible era el enemigo y sus huestes en

    sus constantes investidas con el propsito de arruinar al ser humano, arrebatndolo de las manos

    del Creador! Viendo que el empleo de la fuerza no le redundara en victoria, el enemigo en su

    astucia idealiz una trampa con la cual pudiera enlazar a la pareja. Reuniendo a sus ejrcitos, les

    revel sus planes diciendo: Al ser humano le fue ordenado sacrificar corderos, como smbolos

    del Salvador venidero. 6 Los tentaremos a mirar hacia esos smbolos como portadores de perdn

    y vida, hacindolos poco a poco olvidar la realidad del sacrificio prometido por Dios. Ser un

    proceso lento, pero de una victoria segura". El Creador conociendo el peligro de esa trampa,

    se entristeci, pues al mirar hacia el futuro, pudo ver a tantos hijos Suyos siendo desviados del

    camino de la salvacin. Cuntos se apegaran a los smbolos juzgando encontrar en ellos virtud!

    Dios en su amor y cuidado, no los dejara inconscientes del peligro que los amenazaba. 7 Saba

    l cunto Adn y su compaera amaban a aquellos corderos que, al morir sobre el altar, les

    ofrecan luz y calor. Fcilmente podran ser inducidos a verlos como fuentes de vida y luz,

    comenzndolos a reverenciar. Muchas semanas ya haban pasado, trayendo consigo las noches

    de dolor y sacrificio, seguidas por los das de esperanza y nostalgia de Aqul Padre carioso, el

    cual despus de hacerles promesas y secar sus lgrimas, Se haba tornado invisible delante de

    sus ojos. Cada da que pasaba, traa a la pareja una nueva carga de nostalgia, hacindolos

    indagar en cada atardecer: Cundo besaremos nuevamente Su faz? Cundo seremos

    envueltos por Sus brazos, caminando bajo la luz de Su amor?! Cunta nostalgia sentan de

    aquellas noches ednicas, cuando adormecan en el suave regazo de su divino Padre! 8 Una

    semana ms de trabajo y lecciones aprendidas estaba finalizando. El sol en su declinar

    anunciaba otra noche de arrepentimiento y de sangre inocente a baar el altar. La silente pareja

    estaba lejos de imaginar que en esa noche, el doloroso golpe que siempre era seguido por el

    fuego, les revelara la faz bendita del Padre. Con las manos estremecidas, Adn levant al

    cordero que, mudo, no hizo ninguna resistencia al ser colocado sobre el altar. Lgrimas rodaron

    en su rostro al pensar que un inocente animal ms se zambullira en las odiadas tinieblas de la

    muerte, para generar la luz con su sangre. 9 Es doloroso sacrificar, mas no hay otro camino de

    salvacin. nicamente a travs de la sangre derramada del cordero, podrn vivir para contemplar

    en el futuro la faz del Padre. En un penoso esfuerzo Adn hace caer aquella piedra puntiaguda

    sobre el corderito que, en un gemido de dolor derrama su sangre. Una Luz gloriosa pronto disipa

  • las tinieblas inundando toda la colina con sus rayos de vida. A travs de las lgrimas la pareja

    entonces contempla en medio del fuego del altar, al Creador. En un gesto de amor, Dios abre Sus

    brazos como antes, y con una sonrisa camina hacia el tan anhelado abrazo. 10 Sin encontrar

    palabras que expresen su inmensa nostalgia, la pareja se lanza a Su pecho y llora amargamente.

    El divino Padre, conmovido, tambin llora, mas procura consolar a sus hijos, con su dulce sonrisa.

    Con emocin la pareja contempla la faz del Padre, envolvindola con besos y carios. El amor de

    ellos por l haba sido intensificado por el sufrimiento. Agradecidos y felices, caminan al lado del

    Creador, mostrndole los jardines cargados de flores y frutos. Le cuentan de las lecciones

    aprendidas junto a la naturaleza; Le muestran el rebao domado por el afecto. 11 Iluminados por

    la suave luz del Eterno Padre, la pareja se sienta a Sus pies como antes, para or Sus

    enseanzas. El Creador, mirndolos con ternura, pasa a advertirlos del peligro. Orientndolos

    acerca de los sacrificios de corderos, que eran importantes en el sentido de mantener siempre en

    la mente la certeza de un Salvador venidero que, como los corderos, sera sacrificado para

    redencin de los pecadores. Los corderos, sin embargo, no posean en s poder para perdonar las

    culpas, pues consistan apenas en smbolos del Mesas Rey. 12 Despus de ser ellos

    concientizados del peligro de apegarse a los smbolos buscando encontrar en ellos la salvacin,

    la pareja recibi la incumbencia de transmitir esas orientaciones a sus descendientes. Despus

    de advertir al ser humano, el Creador coloc la mirada sobre las ovejas que yacan dormidas

    junto a su cra, y exclam: Cun bellos son los corderitos! La pareja, en una mezcla de

    felicidad y dolor agreg: Ellos cuando estn despiertos saltan de placer, olvidados de que al

    nacer y al morir causan tanto dolor!13 Despus de contemplar a los corderitos, Dios mir a la

    pareja con ternura, revelndoles algo que los sorprendi y alegr: Cuando de stos corderos

    treinta y seis hayan subido al altar, vuestros brazos envolvern al primer hijo que, como ellos

    surgir tambin del dolor. Ese hijo en su infancia les traer alegra saltando como los corderitos

    en vuestro hogar. Deberis instruirlo con dedicacin en las leyes de la armona, mostrndole el

    camino de la redencin. Como vosotros, l ser libre para escoger el rumbo a seguir. Aceptando

    la enseanza, su vida ser victoriosa; rechazndola, caminar hacia la derrota. 14 Adn y Eva

    oyeron con alegra la promesa divina, pero al mismo tiempo experimentaron en lo profundo del

    ser un temor al concientizarse de la responsabilidad que tendran. Saban que Satans hara

    todos los esfuerzos para llevar al nio prometido a la perdicin. Era alta noche cuando el Creador,

    despus de acariciar a sus hijos, los dej dormidos sobre el suave csped. Despus de la

    promesa, cada corderito llevado al altar haca latir ms fuerte en el vientre materno la esperanza

    de la alegra que en breve alcanzaran. 15 Treinta y seis finalmente descendieron a las tinieblas

    cumpliendo el tiempo determinado por el Creador en que el primer nio recibira la luz. Con las

    manos todava manchadas por la sangre del sacrificio, Adn ampar a su esposa que, a los pies

    del altar se postr vencida por el dolor que le trajo el primer hijo. El pequeo nio no traa en la

    cara la alegra de la libertad, sino el llanto de su prisin; Ese llanto durara la noche entera, si no

    fuese por el brillo de aquella llama ardiente de esperanza que, pronto atrajo la atencin de sus

    ojitos atentos. Envolvindolo con alegra, Eva consolada de su sufrimiento, dijo: "Alcanc del

    Seor la promesa". Le dio entonces el nombre de Can. 16 Despus de envolver al beb con las

    pieles suaves de un cordero, la pareja permaneci despierta a meditar. Muchos eran los

  • pensamientos que ocupaban sus mentes: pensamientos de alegra, de gratitud, de esperanza y

    de anhelo por el sentido de la responsabilidad que ahora pesaba sobre sus hombros. Acariciando

    con ternura al pequeo nio, la pareja madur en su experiencia, comprendiendo mejor el

    misterioso amor de Dios que, para salvar a Sus hijos, Se dispuso a morir en lugar de ellos. 17

    Adn y Eva no estaban solos en sus reflexiones: todos los seres inteligentes del Universo

    consideraban con inters el futuro de aqul indefenso beb que en el interior posea un reino de

    dimensiones infinitas, al ser disputado por los dos poderes en lucha. Quin sera el Seor de su

    vida?! Caminaran sus pies por el camino ascendente que lleva a la vida, o la ruta descendente

    que termina en el abismo de una muerte eterna?! Viendo al nio esbozar su primera sonrisa, la

    pareja sbitamente se acord de la promesa del Creador que era confirmada en cada sacrificio:

    l nacera de la mujer como nio, con la misin de redimir a la humanidad. 18 No sera Can ya

    el cumplimiento de la promesa? El infante con sus ojitos brillantes de alegra se pareca tanto a

    los corderitos que nacan y crecan con la misin de ser sacrificados! Considerando as, la pareja

    apretando al hijo junto al pecho comenz a llorar sin consuelo. Cun terrible, sera ofrecer a su

    hijo inocente al rudo altar! Para la pareja compungida por el dolor, apareci al fin el sol brillante

    haciendo revivir con sus clidos rayos las promesas que sealaban hacia un Salvador que,

    todava en el futuro, nacera tambin del dolor para cumplir el eterno plan de redencin. 19

    Bendecido por el Creador y envuelto por el amor y cuidado de los padres, el nio se desarrollaba

    en su naturaleza fsica y mental, tornndose cada da en el objetivo mayor de una incansable

    batalla entre las huestes espirituales. Adn y Eva, ansiosos por hacerlo comprender las verdades

    de la salvacin, lo tomaban en los brazos en cada amanecer y, al borde del altar le sealaban el

    Edn distante, contando aquellas historias de emocin las cuales el pequeo Can todava no

    consegua comprender. 20 Cul fue la alegra de aquellos padres, al verlo en una maana de sol,

    sealar con su manita hacia el hogar de la nostalgia, pronunciando el nombre sagrado del

    Creador. Emocionados lo tomaron en los brazos, pidindole que repitiera ese sublime nombre

    que, cual llave de felicidad, siempre les descubra un paraso de eterno amor. Todas las huestes

    de la luz se inclinaron con alegra al or al pequeo nio pronunciar el nombre del divino Rey. 21

    Las semanas se iban pasando trayendo consigo nuevas vctimas hacia el altar, y el pequeo

    Can, blanco de la atencin y cuidado de Dios, de las huestes de la luz y de aquellos amorosos

    padres incansables en la misin de instruirlo, agrupando sus pocas palabras, siempre curiosas

    con todo comenz a interrogar. El da declinaba cuando el muchacho, que yaca en el regazo de

    su madre, le pregunt: Madre, Por qu el sol siempre se va as, dejando a la gente en el fro

    de la oscuridad? "Eva, sorprendida contempl a su hijo, sin encontrar palabras para contestarle

    la pregunta que le trajo el recuerdo del pasado de felicidad destruido por su culpa. 22 Despus de

    un momento de silencio, besando la cara del pequeo Can, le dijo: Hijo, un da el sol vendr

    para quedarse, trayendo en sus rayos un mundo solamente de armona; ya no habrn animalitos

    para combatir, ni corderitos para morir sobre el altar" El pequeo Can deseando ver rayar

    pronto ese da, dijo a su madre: Madre, maana el sol nacer en el paraso; Pide para que l

    se quede! As podr jugar, jugar, y nunca ms dormir". Ansioso en ver rayar el da que no

    tendra fin, el pequeito Can solamente se durmi hasta despus de hacer a su madre prometer

    que pedira al sol permanecer. 23 Un nuevo da de sol radiante a caminar por el cielo surgi para

  • Can, trayendo en sus rayos alegra y calor. Mientras jugaba en el jardn, sus ojitos curiosos se

    volteaban muchas veces hacia el sol que pareca acariciarlo con una sonrisa de esperanza.

    Vindolo, sin embargo, caminar en direccin del occidente, el pequeo corri hacia su madre,

    preguntndole: Madre, l prometi quedarse?" Eva, tomndolo en los brazos, le sonri

    procurando hacerlo comprender con palabras simples, mientras le sealaba el distante paraso, la

    historia de la redencin. 24 El sol vendra un da para quedarse. Can, insatisfecho con las

    palabras de la madre, demostr no tener paciencia para esperar ese da que yaca en un futuro

    distante. Repeta en llanto: "Yo quiero el sol ahora, maana no!" Eva, pacientemente,

    procur calmar a su hijo, hablando sobre la luz de Dios, que puede convertir la noche en da. l lo

    amaba y podra henchir su corazoncito de brillo, de alegra y paciencia. Podra as, esperar feliz el

    da de sus sueos. Balanceando la cabecita en rechazo al consuelo de la madre, Can pronunci

    entre sollozos: "Yo quiero al sol porque yo puedo verlo, al Eterno no". 25 Como una flecha

    dolorosa las palabras de rebelda de Can penetraron en el corazn de Eva, hacindola llorar

    amargamente. Los fieles en todo el Universo se unieron a ese llanto. Una tristeza infinita se

    cerna sobre el corazn del Creador rechazado. Se esbozaba en los gestos de Can los primeros

    pasos por el camino descendente de la rebelda. Cuntos lo seguiran rumbo a la muerte!

    Inconsciente de la tristeza que se haba abatido sobre el reino de la luz, Adn, al ver el sol

    declinar en el horizonte, dej su trabajo en el campo dirigindose hacia la casa. 26 Tena un

    cntico en el corazn al caminar hacia un encuentro ms con los suyos. Al acercarse al altar, vio

    junto a l a su compaera postrada en llanto. El pequeo Can yaca all tambin llorando.

    Tomndolo en los brazos, Adn le pregunt con ansiedad: "Qu sucedi hijo mo?" Can

    tristemente respondi: "Mam dej ir al sol todava"amparando al hijo con su brazo izquierdo,

    Adn puso su mano derecha sobre el hombro de Eva, ms no encontr palabras para consolarla.

    La frase dicha por su hijito, pareci rasgarle el corazn, hacindolo revivir la cada. Despus de

    re-flexionar, Adn sintindose culpable respondi a Can: "Fue pap quien dej ir al sol todava

    hijo mo". 27 Con sollozos de gran tristeza, Adn se uni a ellos en llanto. El recuerdo del

    Salvador, sin embargo, lo consol. Secando sus lgrimas y las de su hijito, le dijo con ternura:

    "Podemos alegrarnos hijito, pues Dios prometi hacer el sol para siempre brillar en el cielo; l

    ser como el fuego que aparece en el altar, expulsando a las tinieblas de la noche". Con los

    ojitos vueltos hacia el ltimo claro del arrebol, Can permaneci sin consuelo. En aqul atardecer,

    no hubo como de costumbre una alegre cena. La pequea familia, entristecida, permaneci

    silente a meditar por largas horas, hasta que soolientos durmieron bajo la luz de las estrellas. 28

    El enemigo y sus huestes, en sarcasmo de maldad se burlaban en aquella noche del sufrimiento

    de Dios y Sus fieles. Repitiendo las palabras de rebelda del pequeo Can, se jactaba como

    vencedor. En un desafo al Creador pronunci: Mira como este mi pequeo esclavo te

    rechaza! Lo mismo se dar con todos aquellos que han de nacer. Estoy seguro que el derecho

    del dominio jams saldr de mis manos. Todas las huestes rebeldes repitieron en eco las

    afrentas del engaador, humillando a los sbditos de la luz que sufran del lado del Eterno. Con

    sus afrentas, el enemigo procuraba hacer a Dios desistir de Su plan de redencin. Si eso

    sucediese, su reino de tinieblas se extendera por toda la eternidad, suplantando el dominio de la

    luz. 29 En respuesta al desafo del enemigo, el Eterno solemnemente afirm: Aunque todos me

  • rechazaren, Yo cumplir la promesa. El Creador no soportaba el pensamiento de ver al

    pequeo Can caminar hacia la perdicin. Por l interceda cada da, ofreciendo ante la justicia Su

    sangre que vertera. ngeles poderosos lo guardaban en cada momento, espantando las tinieblas

    espirituales que lo acechaban procurando volverlo insensible a los beneficios de la salvacin, que

    eran ilustrados por los smbolos. Adn y Eva en su incansable ministerio de amor, todos los das

    enseaban a Can las lecciones espirituales ilustradas en la naturaleza. 30 En cada sbado

    procuraban afirmar en su mente juvenil la esperanza de una vida eterna, que sera fruto del

    sacrificio del Salvador. l despus de vivir una vida sin pecado, morira como un cordero, para

    poder expulsar para siempre las tinieblas. Can se conmova a veces con las enseanzas, mas

    casi siempre cuestionaba vacilante. Rebeldemente preguntaba: Por qu Samael se fue a

    rebelar?! Cierta noche, rehusando or los consejos de sus padres, los acus de todo el mal

    diciendo: "Si ahora no tenemos un sol a brillar, es por culpa de vosotros." 31 La

    contemplacin del Edn distante baado en sol hizo nacer en el corazn juvenil de Can

    pensamientos de aventura. l comenz a pensar: "Este paraso no est tan lejos como afirman

    pap y mam. Por qu esperar y sufrir tanto tiempo?! l es tan bello! Es de l que surge todos

    los das el sol! Si lo conquistramos, ser fcil detener la luz en su fuente; As viviremos en un

    paraso de eterno sol. Las ideas de aventura de Can, llenaron el corazn de Adn y Eva de

    tristeza. Vieron que su inters era solamente por el tiempo presente; l soaba con un paraso de

    felicidad y luz conquistado por su fuerza. 32 En sus planes, no senta la necesidad de un

    Salvador; Para qu, si era tan joven, inteligente, lleno de vida y de ideales? as deca. Los

    das de luchas, intercesiones y sacrificios por el destino de Can se fueron pasando.

    Oportunidades preciosas para apegarse al Salvador surgan cada da delante de l, mas todas las

    rechazaba, una por una. En su incredulidad lleg a dudar de la existencia de ese Dios, el cul

    jams haba visto. A los padres que, afligidos pero siempre con paciencia, procuraban librarlo de

    la perdicin hacia la cual estaba caminando, prometi un da, despus de sonrer con aire de

    incredulidad, creer en el Creador y en Su plan de salvacin, si se diera el caso de que l se

    volviese visible en la hora del sacrificio. 33 Con ardiente fe, aquellos padres comenzaron a clamar

    al Eterno. Su presencia visible podra, quin sabe, salvar a aqul hijo amado que cada da se

    volva ms rebelde. El Creador oy el clamor de los padres afligidos. Aunque saba que su

    aparicin difcilmente quebrara en el corazn del joven Can su espritu rebelde, estaba dispuesto

    a satisfacer la peticin. Extendera los brazos amigos a Can, procurando con amor conquistarle

    el corazn. 34 Como conoca sus anhelos y sueos de aventura, fcilmente l podra identificarse

    con l, cautivndolo, pues l tambin era Alguien que siempre haba cargado en el pecho sueos

    de aventura; No haba sido la creacin del Universo una gran aventura?! No haba sido Su

    sueo verlo incrustado de soles fulgurantes, iluminando billones de mundos con su brillo?! No

    era tambin el mayor de los Suyos atravesar el valle de la muerte, en la bsqueda de la conquista

    del Edn distante, uniendo para siempre el sol en su cielo?! Tenan muchas cosas en comn!

    Can estaba curioso en aquel da sexto. 35 En la faz de los padres, vea el nimo y la alegra,

    frutos de una fe grandiosa. Estimulado por esa expresin de confianza, el joven comenz a

    ayudarles en los preparativos para el santo sbado. El Sol finalmente se escabull rodando hacia

    el poniente, dejando como de costumbre su rastro de nostalgia que anunciaba miedo. En medio

  • de las tinieblas, Can discerni la figura blanca del cordero siendo levantado hacia el altar por las

    manos del padre ese incansable sacerdote que siempre estaba implorando al Creador por la

    salvacin de su amado hijo. 36 Con la mano levantada, Adn se preparaba para el golpe que

    podra, quin sabe, romper en el corazn de Can su incredulidad, haciendo nacer en un solo

    momento la creencia en la salvacin. De sus labios se escapa entonces la plegaria de la fe:

    Padre Eterno, oye mi peticin; Mi hijo precisa de Ti! Solamente una mirada Tuya podr

    conquistarlo. Ven Seor!! Esta oracin sincera cay en los odos de aqul hijo conmovindolo.

    Solamente la plegaria ya sera suficiente para convencerlo de la existencia real de un Salvador.

    37 Mientras seca las lgrimas de la emocin, Can se estremece al or el ruido del golpe de la

    muerte. Todo era solemne en aquel momento; Vendra el Creador del mundo en respuesta a la

    oracin de amor?! Cmo lo encarara en su incredulidad?! Un fuerte brillo envolvi pronto toda

    la colina baando tambin el valle oriental. Los ojos bien abiertos de Can se posaron entonces

    en los ojos amables del Creador, que traa en la faz un brillo superior al del sol, mas no ofuscante.

    38 Contemplndolo con admiracin, Can exclam: l es joven como yo, y se parece al Sol!

    Adn y Eva, conmovidos por la gran nostalgia tenan deseos de saltar al pecho del Salvador y

    besarlo, pero dejaron que l se encontrase primero con Can. Con alegra, vieron al precioso hijo

    envuelto en los brazos del gran amigo, que era parecido a su astro. Despus del largo abrazo,

    Dios abraz y bes tambin a la querida pareja, compaeros en el sufrimiento. Con alegra,

    salieron a pasear por los jardines de la colina. 39 Al centro iba el Creador y Can, y a los lados

    Adn y su compaera. Cunta felicidad experimentaban en esos pasos! Estaban completos.

    Can, conquistado por el afecto del Padre Eterno, Le mostr sus animales de estimacin y su

    pequeo jardn cargado de lindas flores. Como estaba encantado de verlos coloridos en aquella

    noche deshecha por el brillo del Creador, como bajo la luz del da! Pareca hasta como si el

    mismo Sol hubiese bajado a ellos. Al pensar en el Sol, Can como lo amaba mucho, comenz a

    hablar sobre l diciendo: Como l es bello y bueno! Cuando l se va no obstante, deja en sus

    lgrimas de sangre un sentimiento de tristeza y temor. 40 Todo desaparece en su ausencia: los

    animales, el jardn; hasta los pajarillos silencian sus cantos!... Pero basta a l decir que va a

    aparecer y, todo se llena de encanto; La naturaleza se despierta de su mansedumbre, pareciendo

    todava temer a las tinieblas, mas cuando las ve huir, permanece alerta y canta; Los animales,

    los pajarillos, el jardn,... todo vuelve a un feliz vivir! Mas, esta felicidad siempre acaba!!! 41

    Despus de hablar estas palabras, Can mirando al Creador indag curioso: Pap siempre dice

    que fuiste t quien cre al Sol. Es verdad? Con una sonrisa de sinceridad Dios le contest que

    s. Cuando t le hiciste en el principio, con-tinu Can, l ya hua hacia el poniente? l

    nunca huye, respondi el Eterno, es el mundo quien huye de l. l esta triste con esa

    ingratitud! Pero cmo? Pregunt Can, contemplando curioso Su faz de luz. Con palabras

    cariosas, Dios comenz a contarle la historia de Lucifer que, en su ingratitud desterr de sus

    ojos y de los ojos de una multiplicidad de criaturas, el brillo de Su faz el Sol Verdadero. 42

    Despus de actuar as, enga a muchos diciendo que el Sol era quien hua de ellos. Con su

    astucia, continu el Creador, el ngel rebelde procur arrastrar al ser humano hacia las tinieblas,

    y lo consigui. El Sol en aquel da, llor tantas lgrimas de sangre, que ba todo el cielo. En su

    ltimo suspiro de luz, sin embargo, l le prometi al mundo ya arrebatado por las tinieblas, volver

  • un da a brillar para siempre, llenando todo su seno de vida. 43 Despus de decirle estas

    palabras, el Eterno mirando a aquel joven, con expresin de tristeza en los ojos concluy

    diciendo: Hoy, el ngel rebelde promete a sus seguidores que ir con su fuerza a detener el sol,

    pero l jams conseguir realizar ese plan, pues no posee el lazo que podra detenerlo: el amor.

    Cabizbajo, Can oy de los labios del Creador esa historia de promesas, la cual ya se haba

    cansado de or de sus padres. Esa historia no le daba placer, pues mostraba una noche larga de

    sacrificios sobre el altar, y de un Salvador a perecer en dolor. 44 En realidad, Can no vea

    razones para todo eso. Porqu no desterrar lejos el sufrimiento coloreando las tinieblas de luz?!

    En un esfuerzo de conquistarlo, el Eterno con mucho amor mir a aqul joven insatisfecho, y le

    dijo que, solamente la sangre de Su sacrificio podra hacer al Sol brillar para siempre, en un reino

    de eterna felicidad y paz. No haba otro camino para esa conquista. Por ello, debera ser paciente,

    descansando bajo Su cuidado. 45 Despus de conversar por largo tiempo con Can, en la

    tentativa de hacerlo reconocer su necesidad de salvacin, Yahwh voltendose hacia la pareja,

    comenz a consolarlos con la promesa del nacimiento de otro hijo. Treinta y seis sacrificios ms

    seran contados, y sus brazos envolveran al segundo hijo. Nacera tambin del dolor, mas traera

    en los ojos el brillo y el consuelo de la salvacin. Su testimonio de fidelidad sera perpetuado por

    todas las generaciones, en el smbolo de un altar cubierto de sangre. Las semanas se iban

    pasando, trayendo a la pareja nuevas de alegras y tristezas: de un corazn lleno de vida a latir

    en el vientre de Eva, y de un vaco con olor de muerte a crecer en el corazn del joven Can. 46

    Aunque l se haba deslumbrado ante la manifestacin de Dios, esa aparicin en nada le cambi

    su manera arrogante de pensar sobre el sentido de la vida. l no vea sentido en los sacrificios

    ofrecidos en el altar. En los das que siguieron a su encuentro con el Creador, l argumentaba

    con sus padres diciendo: Si yo fuese poderoso como el Eterno, yo jams me sometera al

    sacrificio para reconquistar el reino perdido. l es fuerte, y brilla como el sol. l podra con una

    sola palabra expulsar todas las tinieblas, devolvindonos el paraso. 47 Para qu tanto

    sufrimiento?! Con ese argumento, Can se supona ms sabio que el Creador. Quin sabe si,

    en un prximo encuentro tendra oportunidad de aconsejarlo. De esa forma, el joven Can se

    sumerga cada vez ms en el abismo del orgullo y del egosmo lugar de ilusiones hacia donde

    se diriga, pensando estar caminando hacia la victoria. No haba sido Lucifer junto con un

    tercio de las huestes celestiales atrados por esa misma ilusin?! El Dios bondadoso, todava, no

    sellara el destino de Can sin antes procurar de todas las formas salvarlo de la ruina eterna. 48

    Esa gracia inmerecida, fruto del divino amor, sera concedida a todo el ser humano que viniese a

    nacer en ste mundo.