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IGLESIA PRESBITERIANA DE CRISTO www.iglesiapresbiterianadecristo.cl “La Iglesia que no vive para servir, no sirve para vivir” Iglesia Presbiteriana de Cristo P. Jurídica Nº 742 del 12 de julio de 2004 Chillán Viejo – Yungay – San Carlos 1 LECCIÓN N° 20/2013 29 de Septiembre de 2013 Los beneficios de la obediencia a la Palabra de Dios Lecturas Bíblicas: Levítico 26: 1-13; Deut. 7:12-24; Deut. 28: 1-14 OBJETIVOS: - Comprender los muchos beneficios que reporta la obediencia a Dios, como la abundancia de bienes y la victoria sobre los enemigos. - Reconocer la dignidad que nos ha dado el Dios todopoderoso que libró a su pueblo de la esclavitud en Egipto y ahora nos permite andar con el rostro erguido. Los seres humanos aspiramos a pasar nuestra existencia colmados de beneficios que nos permitan disfrutar de una vida confortable, fructífera y próspera. Sin embargo, la mayor parte del tiempo entendemos estos beneficios y prosperidad como de orden material, es decir, entre más bienes logramos acumular creemos haber disfrutado de una mayor prosperidad. La adversidad la vemos como un signo de fracaso o de contratiempo que impide alcanzar los beneficios materiales en los cuales nos encontramos absortos. No alcanzamos a entender que en muchos casos la adversidad puede constituir una oportunidad con distintas facetas como el poner a prueba nuestra fe para que ésta sea perfeccionada y nos traiga beneficios reales en el futuro, también la adversidad puede constituirse en una ocasión para corregir algún camino que equivocadamente hemos seguido en nuestra obsesión por alcanzar una prosperidad material. Los beneficios pueden tener una connotación material y social, o una connotación ética y moral, razón por la cual hoy abordaremos el hecho que los beneficios de ambas connotaciones pueden ser recibidos por los creyentes que se someten en obediencia a Dios a través de su Palabra. 1.- Obediencia y bendición. Muchos pasajes de las Sagradas Escrituras dan cuenta de las bendiciones prometidas por el Señor para los hijos que oyen su voz y la obedecen. Los siguientes versículos del capítulo 7 del libro de Deuteronomio son un ejemplo de la estrecha relación que existe entre obediencia y bendición. Deut. 7:12 Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Deut. 7:13 Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Deut. 7:14 Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Deut. 7:15 Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren. Los versículos citados en forma precedente exponen principalmente aquellas bendiciones que apuntan al aspecto material y físico de los creyentes. No debemos olvidar que estas promesas se dan al pueblo de Dios cuando éste ha dejado recién la esclavitud, por lo cual habían sido privados por 4 siglos de bienes propios de manera que poco o nada conocían de la propiedad privada ya que eran los esclavistas los dueños de ella. No obstante, es imprescindible no olvidar que las bendiciones están condicionadas a la obediencia, razón por la cual es menester tener presente aquellos decretos ordenanzas que Dios entregó para que fueran obedecidas. Los primeros versículos de Levítico 26, como también los primeros del capítulo 7 de Deuteronomio, nos hablar acerca de las normas que Dios entregó para ser obedecidas y obtener la bendición. Lev 26:1 No haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios. Lev 26:2 Guardad mis días de reposo, y tened en reverencia mi santuario. Yo Jehová. Lev 26:3 Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,

Leccion 20 2013

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“La Iglesia que no vive para servir, no sirve para vivir”

Iglesia Presbiteriana de Cristo P. Jurídica Nº 742 del 12 de julio de 2004

Chillán Viejo – Yungay – San Carlos

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LECCIÓN N° 20/2013 29 de Septiembre de 2013

Los beneficios de la obediencia a la Palabra de Dios

Lecturas Bíblicas: Levítico 26: 1-13; Deut. 7:12-24; Deut. 28: 1-14

OBJETIVOS: - Comprender los muchos beneficios que reporta la obediencia a Dios, como la abundancia de bienes y la victoria sobre los

enemigos. - Reconocer la dignidad que nos ha dado el Dios todopoderoso que libró a su pueblo de la esclavitud en Egipto y ahora nos

permite andar con el rostro erguido.

Los seres humanos aspiramos a pasar nuestra existencia colmados de beneficios que nos permitan disfrutar de una vida confortable, fructífera y próspera. Sin embargo, la mayor parte del tiempo entendemos estos beneficios y prosperidad como

de orden material, es decir, entre más bienes logramos acumular creemos haber disfrutado de una mayor prosperidad. La adversidad la vemos como un signo de fracaso o de contratiempo que impide alcanzar los beneficios materiales en los cuales nos encontramos absortos. No alcanzamos a entender que en muchos casos la adversidad puede constituir una oportunidad con distintas facetas como el poner a prueba nuestra fe para que ésta sea perfeccionada y nos traiga beneficios reales en el futuro, también la adversidad puede constituirse en una ocasión para corregir algún camino que equivocadamente hemos seguido en nuestra obsesión por alcanzar una prosperidad material.

Los beneficios pueden tener una connotación material y social, o una connotación ética y moral, razón por la cual hoy abordaremos el hecho que los beneficios de ambas connotaciones pueden ser recibidos por los creyentes que se someten en

obediencia a Dios a través de su Palabra.

1.- Obediencia y bendición. Muchos pasajes de las Sagradas Escrituras dan cuenta de las bendiciones prometidas por el Señor

para los hijos que oyen su voz y la obedecen. Los siguientes versículos del capítulo 7 del libro de Deuteronomio son un ejemplo de la estrecha relación que existe entre obediencia y bendición.

Deut. 7:12 Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres.

Deut. 7:13 Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría.

Deut. 7:14 Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Deut. 7:15 Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las

pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren.

Los versículos citados en forma precedente exponen principalmente aquellas bendiciones que apuntan al aspecto material y físico de los creyentes. No debemos olvidar que estas promesas se dan al pueblo de Dios cuando éste ha dejado recién la esclavitud, por lo cual habían sido privados por 4 siglos de bienes propios de manera que poco o nada conocían de la propiedad privada ya que eran los esclavistas los dueños de ella.

No obstante, es imprescindible no olvidar que las bendiciones están condicionadas a la obediencia, razón por la cual es menester tener presente aquellos decretos ordenanzas que Dios entregó para que fueran obedecidas. Los primeros

versículos de Levítico 26, como también los primeros del capítulo 7 de Deuteronomio, nos hablar acerca de las normas que Dios entregó para ser obedecidas y obtener la bendición.

Lev 26:1 No haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios.

Lev 26:2 Guardad mis días de reposo, y tened en reverencia mi santuario. Yo Jehová. Lev 26:3 Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,

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Lev 26:4 yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.

Si anduviereis en mis decretos—En aquel pacto en el cual Dios amablemente entró con el pueblo de Israel, Él prometió derramar sobre ellos una variedad de bendiciones, siempre que ellos continuasen obedientes a él como a su Gobernante todopoderoso; y en su historia subsiguiente aquel pueblo halló ampliamente cumplida toda promesa, en el goce de abundancia, de paz, de país populoso y de victoria sobre todos sus enemigos. Algunas de estas bendiciones son:

a) Yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá su producción—La lluvia rara vez caía en Judea excepto en dos estaciones: la primera lluvia en otoño, tiempo de siembra; y la lluvia posterior en la primavera, antes del comienzo de la siega.

b) La trilla os alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, etc. La cosecha de cebada en Judea era como

mediados de abril; la de trigo como seis semanas después, o a principios de junio. Después de las cosechas venía la vendimia y la recolección de frutas hacia fines de julio. Moisés enseñó a los hebreos a creer que, con tal que ellos fuesen fieles a Dios, no habría tiempo desocupado entre la cosecha y la vendimia, por ser tan grande la producción. (Véase Amós_9:13). Esta promesa era muy animadora para un pueblo que había venido de un país, donde durante tres meses, ellos estaban encerrados sin poder caminar afuera, por hallarse sus campos inundados.

c) Comeréis lo añejo—La existencia de grano estaría todavía presente y abundante cuando la nueva cosecha trajera una provisión nueva.

2.- Bendiciones de connotación ética o moral. Sin lugar a dudas que mayores bendiciones que las materiales las constituyen las bendiciones de carácter ético o moral. El esclavo vive sumido en su mundo de sujeción y obediencia ciega a su amo, razón por la que se siente desposeído de derechos que le reconozcan su condición de persona. La desesperanza respecto

de la remota posibilidad de libertad está presente en su mente como un hecho cierto e irreversible. Es posible que la larga permanencia en la esclavitud haga más difícil la posibilidad de librarse de ella. Es por esto que en la liberación de la esclavitud del pueblo de Dios de parte de Egipto, Dios recuerda a su pueblo que lo más significativo de la bendición se encuentra en que ahora Él les ha restituido la dignidad de personas libres. Lev 26:13 Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he

hecho andar con el rostro erguido. Los esclavos ni siquiera podían mirar a la cara a sus amos porque esto podía ser

motivo de castigo. Dios restaura entonces la dignidad a su pueblo permitiéndoles de nuevo andar con el rostro erguido.

En nuestra condición actual debemos considerar, igualmente, que cuando el Señor nos ha llamado a una nueva vida, no

puede ser lo material lo más importante, sino aquel cambio de conducta que nos permite vivir con mayor dignidad. Desechando todo lo malo que formó parte de nuestra existencia pasada, renacemos a una nueva vida (Rom. 6:4) por medio del bautismo y ahora somos llamados a una vida de dignidad que nos confiere el hecho de transformarnos en hijos del Rey de reyes.

TALLER: 1.- Enumerar las muchas bendiciones que el Señor nos ha dado a pesar que tal vez no hayamos sido lo suficientemente

obedientes a sus mandatos. 2.- Describir algún aspecto en que veamos que Dios ha hecho más digna nuestra vida actual después de haberle conocido.