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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 1 de 35

    PSICOANLISIS Y MEDICINA

    Trad. al castellano de Juan Bauzy MJosMuoz

    Presentacin

    Desalojar el sntoma para desembarazar al enfermo del mismo y para aliviar su

    sufrimiento y prolongar su vida, tal es ciertamente de manera muy esquemtica, el

    proyecto de la medicina. En cuanto al psicoanlisis, este acoge el sntoma, al menos el

    sntoma analizable como una produccin del inconsciente del sujeto, es decir como una

    formacin del inconsciente que es la expresin cifrada de un mensaje disfrazado del

    conflicto entre dos fuerzas opuestas: la del deseo inconsciente y la dela defensa

    vinculada al Yo.

    Las relaciones entre la medicina y el psicoanlisis se han manifestado como

    problemticas desde sus comienzos en su encuentro con la histeria. Los s ntomas

    histricos aparecan a los ojos del psicoanlisis como una emergencia del sujeto frente

    a una medicina cada vez ms cientifizada y en connivencia con las condiciones

    sociopolticas vinculadas al discurso capitalista desde la revolucin industrial. Freud

    supo o pudo escuchar la queja histrica inconsciente despus de un trabajo de anlisis

    gracias a la escucha que permita el mtodo psicoanaltico inventado por Freud y a la

    hiptesis de la represin y del inconsciente, junto a la importancia de lo sexual en

    sentido amplio para el equilibrio del sujeto.

    La formacin del analista no exige necesariamente una formacin mdica que

    incluso puede ser contraproducente o en todo caso una prdida de tiempo, Como le

    escriba Freud a Ferenczi en 1929 en referencia a la polmica generada por la

    cuestin del anlisis laico: lo mdico es la ltima mscara que reviste la resistencia

    contra el psicoanlisis y la ms peligrosa de todas, hoy en da podramos agregar

    otra: la psicologa clnica y ciertas prcticas psicoteraputicas. Ser ms bien el

    psicoanlisis del futuro psicoanalista y la elaboracin terica de la experiencia

    analtica lo que constituirla condicin necesaria de su formacin.El curso 1965-1966, Lacan estaba desarrollando su seminario XIII sobre El

    objeto del psicoanlisis. El 16 de febrero de 1966, la sesin correspondiente a este

    seminario fue sustituida por una mesa redonda que reunia mdicos y psicoanalistas,

    organizada por el Collge de mdecine en el Hospital de la Salptrire con el ttulo:

    Psicoanlisis y medicina, y presidida por Jenny Aubry. En ella participaron, adems dela Sra. Aubry, el Sr. Klotz, el Sr. Royer, la Sra. Ginette Raimbault y Jacques Lacan.

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    Lacan realiz una polmica exposicin sobre: El lugar del psicoanlisis en la

    medicina, que fue seguida de una por momentos polmica discusin. Lacan destacar

    aqu dos cosas que el mdico descuida y que el psicoanalista recoge: la demanda-

    deseo del paciente y el goce del cuerpo.

    Emile Raimbault, marido de Ginette y psicoanalista l mismo, propuso poco

    despus unas Notas para una discusin, que permiten vislumbrar la distancia que

    separaba a Lacan de sus discpulos en aquellos momentos.

    Se trata de un material documental sumamente interesante y actual a pesar de

    que han transcurrido 40 aos desde que tuvo lugar. Ofrecemos aqunuestra traduccin

    no slo de la exposicin de Lacan -de la que ya exista una traduccin al castellano de

    Diana Rabinovich publicada en J. LACAN: Intervenciones y textos, Ed. Manantial, Bs.

    Aires, 1985, p. 86-99, que hemos tenido en cuenta-, sino del contenido completo

    publicado de esta mesa redonda y del artculo de Emile Raimbault, recogido todo ello

    en los Cahiers du Collge de Mdecine, 1966, 7 (n12), p. 761-774y en las Lettres de

    lcole freudienne, n1, 1967, p. 34-77.

    En 1966 algunos psicoanalistas lacanianos haban empezado a trabajar en

    servicios de medicina, especialmente Ginette Raimbault en el servicio de medicina del

    Dr. Pierre Royer. Ginette haba declarado que el mdico no puede reducirse a una

    mquina de diagnosticar ni a un robot teraputico, sino que es un sujeto tomado,

    capturado, como cualquier otro sujeto, en un discurso del inconsciente que gobiernasus respuestas y reacciones ante el sujeto enfermo, su manera de conducirse o su

    teraputica.

    Juan Bauz

    Mesa redonda

    Sra. Jenny AUBRY - Deliberadamente no trataremos hoy de psiquiatra en eltranscurso de las exposiciones y discusiones que ustedes van a escuchar. El lugar del

    psicoanlisis en la psiquiatra es en la actualidad todava cuestionado pero parece

    indiscutible- y, por mi parte, quiero sobre todo referirme a por qucamino nos hemos

    visto conducidos a la reunin de hoy.

    Cul era mi objetivo cuando hace tres aos, decid, en tanto que psicoanalista

    y tambin pediatra, trabajar en un servicio para nios enfermos? Era doble: por una

    parte, quera introducir en la medida de lo posible, una colaboracin entre pediatras ypsicoanalistas de buena voluntad, que trabajaran en un mismo equipo y deseosos de

    establecer una comunicacin entre ellos. Y, se trataba de ver lo que el psicoanlisispodra aportar a los pediatras e inversamente. Por otra parte, estaba, igualmente,

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    dispuesta, disponible, para responder a cualquier peticin que pudiera recibir de parte

    de otros equipos mdicos del hospital.

    En primer lugar, intentintroducir en mi servicio cierta escucha analtica de los

    padres y tambin de los nios, escucha que tal vez modificara el proceso de lainvestigacin semiolgica y, eventualmente, la teraputica. Despus de tres aos el

    equipo est ah; funciona bien, los nios tambin y pienso que a pesar de las

    dificultades inherentes a la vida de un grupo, podremos progresar todava durantemucho tiempo.

    He encontrado ms dificultades para responder a las peticiones que me llegaban

    procedentes de los mdicos de otros servicios, y ello fundamentalmente porque reina

    una gran confusin sobre lo que es el psicoanlisis.

    Las primeras peticiones que se me dirigieron eran del dominio de la psicologa y

    de la psicometra, lo que no tiene nada que ver con el psicoanlisis. Es cierto que el rol

    del psicoanalista no es el de suministrar datos cifrados a mquinas electrnicas. Se tratade otra cosa y nosotros hablamos de y desde otro lugar. Progresivamente, he podido

    conseguir que me sean planteadas cuestiones ms precisas y especficas en relacin con

    cada caso que era susceptible de dirigirse al psicoanalista, o al psi... no se sabe bien qu.

    Adems, me han llegado peticiones de otro registro y creo que he podido

    establecer, con mis amigos Royer y Klotz, una colaboracin que apunta ms lejos.No es por casualidad que estas peticiones hayan venido de un servicio de

    nefrologa, donde el mdico est confrontado con problemas de vida y muerte, con eldeseo de vivir y el deseo de morir, que conciernen a los psicoanalistas en primer

    trmino. No es tampoco por casualidad que se haya establecido una colaboracin con

    Klotz, ya que tambin los trastornos endocrinos son muy a menudo trastornos

    funcionales cuya causa no es siempre una lesin orgnica, sino que planteanfrecuentemente problemas de otro orden.

    Cul va a ser entonces el lugar del psicoanlisis en la medicina? Esconcretamente lo que vamos a tratar de discutir hoy. Les propongo en primer lugar pedir

    a los Sres. Royer y Klotz cules son, en el plano terico, los problemas, las cuestiones

    que desean plantear a los analistas y sobre qucriterios se basaran eventualmente para

    dar un lugar al psicoanlisis en la medicina. Despus pasaremos al campo de

    aplicaciones prcticas y veremos cmo, en la vida cotidiana, los psicoanalistas se

    insertan entre los equipos de mdicos. Pedir a la Sra. Raimbault que comparta connosotros la manera en que ella ha sido integrada en el equipo del Sr. Royer y al Sr.

    Lacan, que nos hace el honor de estar aquhoy, de qumanera l piensa que se puederesponder a estas cuestiones.

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    Doy pues, en primer lugar, la palabra al Sr. Klotz, por lo que se refiere a los

    problemas tericos.

    Sr. KLOTZ No pasa todos los das que uno tenga la oportunidad y la fortuna de

    poder interrogar a analistas de la categora de los que estn en esta mesa. Voy, pues, aentrar enseguida en lo candente del tema y plantear a mi colega Lacan algunas

    cuestiones preliminares.

    Mi primera pregunta es la siguiente:

    No cree que los mdicos veran con mejores ojos el recurso al psicoanlisis, si

    la prctica de este fuera democratizada? S perfectamente que las consultas deespecialistas son todas muy caras, pero cada especialista acepta dispensar su ciencia o

    su talento en consultas hospitalarias. Por el contrario el carcter oneroso de lasconsultas es considerado por la mayor parte de los analistas como una de las

    condiciones necesarias del xito de la cura psicoanaltica. Hacen de esto una cuestin

    de principio. A priori se est siempre tentado a dudar del valor de un principio

    demasiado cmodo o demasiado ventajoso. Al respecto, por otra parte, es interesante

    citar este texto proftico de Freud, que escribe:

    las enfermedades neurticas no deben ser abandonadas a los esfuerzos

    impotentes de caridades particulares, se construirn establecimientos, clnicas, que

    tengan como jefes a mdicos psicoanalistas cualificados donde se esforzarn con la

    ayuda del anlisis, en conservar su resistencia y su actividad a hombres, que sin esto se

    abandonaran a la bebida, a mujeres que sucumbiran bajo el peso de las frustraciones,

    a nios que no tendran eleccin ms que entre la depravacin y la neurosis. Estos

    tratamientos sern gratuitos. Quizs se necesitar mucho tiempo antes de que el

    Estado reconozca la urgencia de estas obligaciones, las condiciones actuales pueden

    retardar estas innovaciones y es probable que los primeros institutos de este gnero

    sern debidos a la iniciativa privada, pero de todos modos sernecesario que un da u

    otro su necesidad sea reconocida.Mi segunda pregunta es la siguiente:

    No cree que, para acercar la enseanza del psicoanlisis a la enseanza de lamedicina y por consiguiente para acercar estas dos disciplinas, conviene democratizar la

    enseanza del psicoanlisis? Actualmente un psicoanlisis didctico cuesta a unalumno alrededor de 100.000 francos antiguos al mes y esto durante un tiempo variable

    que va de 2 a 4 aos como media. Independientemente del hecho de que esta forma de

    enseanza es fundamentalmente antidemocrtica, veo ahotro escollo. Un ser humano

    que se habrimpuesto semejante sacrificio financiero que debera veces dedicarse a

    una segunda ocupacin subalterna para cumplir sus obligaciones hacia su analista no

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    puede verse condicionado por estas circunstancias hasta en su tica misma, y en la

    posicin personal que tendrhacia este instrumento de conocimiento y de tratamientoque le ha resultado tan caro.

    Esta enseanza tan poco democrtica es, por otra parte, una enseanza? Loslazos que se establecen entre el candidato psicoanalista y su psicoanalista educador, al

    que ve 3 o 4 veces por semana, en la posicin del divn, no son tanto los que unen un

    discpulo y un maestro, sino ms bien los lazos esotricos y rituales que unen un

    nefito y un iniciado. No se trata de una enseanza sino de una ordenacin, y durante

    mucho tiempo el iniciador ejercersobre su iniciado una ascendencia psicolgica muy

    particular. No cree usted que es necesario buscar y encontrar las bases de una

    enseanza de otro tipo para el psicoanlisis, una enseanza verdaderamente cientfica

    del psicoanlisis?

    Voy ahora a datos ms fundamentales.Todo empresa o proyecto humano corre el riesgo de petrificarse, sobre todo

    cuando se confunden sus medios con su finalidad. No cree usted que existe al respecto

    un peligro indudable para el psicoanlisis? Ciertamente la aportacin del psicoanlisis

    freudiana parece capital para la comprensin del desarrollo de la personalidad, desde el

    nacimiento a la edad adulta, y, aunque no lo he estudiado a fondo, no veo ninguna razn

    para poner en duda el carcter cientfico de los estadios orales, anales, pregenitales,

    genitales de la semntica [semiologa?] psicoanaltica. Pero al margen de estos datos

    estn todos los de la biologa, la sociologa, todas las influencias de las condicionesculturales y de trabajo que no carecen ciertamente de repercusiones sobre el equilibrio

    psquico de los individuos. No cree que cerrndose a todos estos factores [biolgicos,

    sociolgicos, culturales, laborales, de condiciones reales de vida, etc.], a todas estas

    influencias, y limitndose deliberadamente al esquema estrecho de la dinmica

    psicoanaltica tal como se practica habitualmente, es decir a los conflictos y a los

    complejos clsicos, muchos psicoanalistas llamados ortodoxos desarrollan en smismos

    una indolencia rutinaria, una cierta pereza y falta de imaginacin, que frena toda

    originalidad y todo impulso creativo? Esta monotona de respuestas y de conceptos

    psicoanalticos decepciona y desanima a cierto nmero de internistas deseosos por otra

    parte de confiar su enfermo a un analista [de otro tipo], y me siento tanto ms cmodoal plantearle las cuestiones de esta manera al Doctor Lacan en la medida en que

    precisamente l pertenece, por el contrario, a esa categora de los innovadores que han

    denunciado esta situacin del psicoanlisis y de los psicoanalistas.

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    ltima cuestin: si el psicoanlisis como instrumento de conocimiento merece

    toda nuestra atencin, es de hecho ms especficamente al psicoanlisis en tanto

    instrumento teraputico que quieren dirigirse los mdicos.

    Ahora bien, desde este punto de vista, desde el punto de vista de la terap utica,los mdicos se preguntan si es verdaderamente un enriquecimiento para un

    psicoterapeuta de inspiracin analticano saber nada o, incluso, no querer saber nada

    de otras armas, de las armas de la psiquiatra y de otras psicoterapias. Existe realmente

    un inters en limitar la actividad del analista a su mtodo y a su tcnica pura y Acaso

    esto no le convierte, en ciertos aspectos, a l tambin, en un psiquiatra amputado?

    En resumen, si los mdicos todava dudan en recurrir ms a menudo al anlisis

    psicolgico de las causas de las enfermedades internas, es quizs porque, por algunasde las razones expuestas hasta aqu, el psicoanlisis les parece que no ha salido de la

    fase mgica o mtica de su desarrollo histrico; y es necesario ayudarlo a encaminarse

    hacia su fase cientfica. Acaso no es necesario para hacer eso efectivamente, favorecer

    la integracin de los datos psicoanalticos; evaluable en el marco de un mtodo de

    anlisis psquico que fuera verdaderamente global, abierto, multifactorial y

    autnticamente cientfico?

    Sra. AUBRY- Creo que por lo que concierne a los problemas teraputicos que suscita

    y que son susceptibles de la aplicacin del anlisis, responderemos ms bien en un

    segundo momento. El Sr. Royer quiere tomar la palabra?

    Sr. ROYERSi Klotz declara que l no es psicoanalista, es cierto que mi presencia

    aqu es an ms paradjica. En efecto, algunos entre ustedes no ignoran que soy un

    pediatra, orientado hacia los problemas de biologa y de bioqumica. Me siento sin

    embargo contento de poder estar aquhoy, en primer lugar porque he encontrado muchoapoyo junto a las Sras. Aubry y Raimbault, y tambin porque la cuestin que voy a

    plantear me parece haber recibido ya, ms o menos, su respuesta en el trabajo denuestro grupo.

    El problema que se nos planteaba era el siguiente:

    Nosotros tenemos un servicio de nefrologa infantil que incluye, sobre todo,

    enfermos crnicos, unos con afecciones que tienen a largo plazo, una salida favorable,

    otros probablemente desfavorable, otros finalmente ciertamente desfavorable. Los nios

    acuden a este servicio varias veces al ao durante aos, para hospitalizaciones cortas.

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    Pertenecen a la vida de nuestro grupo, son un poco nuestros nios, los de los mdicos,de las enfermeras y de todo el personal. Conocemos muy bien a su familia y creo que

    ahora ocupamos ntegramente el rol que era, en otro tiempo, atribuido al mdico de

    familia. Se ha creado, de esta manera, entre nuestros enfermos, nuestros mdicos,nuestras enfermeras, relaciones de un tipo que juzgo nuevo para el hospital respecto a lo

    que he conocido hace 10 o 15 aos. Esto no es ms que un ejemplo y estoy seguro quealgunos de mis colegas tienen, en otros dominios, los mismos problemas.

    Hemos necesitado muy poco tiempo para darnos cuenta de que ramos torpes en

    el manejo de las relaciones humanas y que sembrbamos asa nuestro alrededor mucho

    malestar [innecesario]. Por eso buscaba desde haca tiempo a alguien que dispusiera de

    conocimientos y tcnicas psicolgicas adaptadas a mi demanda. Y, al respecto, no tena

    a priori ninguna preferencia por el psicoanlisis sobre otras tcnicas, siendo como eramuy ignorante de estos mtodos, y buscaba assimplemente alguien que quisiera hacer

    un seguimiento simultneo de este orden de mis enfermos. No le peda ningn esfuerzo

    teraputico, sino una investigacin y que informara de ese trabajo.

    Quera, en primer lugar, saber cmo se construa y se transformaba la imagen de

    la enfermedad y del enfermo en el espritu de las madres y de los padres de familia y en

    el de mis propios jvenes enfermos, en el transcurso de una afeccin crnica con

    evolucin casi ciertamente o ciertamente mortal. Mi primera idea era, en efecto, quenuestras reacciones, nuestras conversaciones con los enfermos estuvieran enteramente

    construidas sobre nuestra propia personalidad y nuestra propia concepcin nosolgica

    de la enfermedad, y en absoluto en funcin de la imagen que nios y familias pudieran

    tener de esta enfermedad. De ah este tema, que exploramos mucho con la Sra.

    Raimbault, de la oposicin de una enfermedad exgena, tal como la concibe el

    mdico, y de una enfermedad endgena tal como pueden elaborarla el nio y su

    madre. Es evidente que no es la misma cosa para los dos y yo quera un estudio objetivo

    de esa enfermedad endgena.En segundo lugar, deseaba que a partir de los documentos que nos pudiera

    proporcionar un psiquiatra a este respecto, pudiramos cambiar la naturaleza de las

    relaciones, de las conversaciones y de la direccin que damos durante aos en nuestras

    relaciones con las familias y los nios enfermos y ver si, poco a poco, podamos

    elaborar una doctrina o habilidades completamente diferentes de las que tenamos hastaese momento.

    Finalmente, quera igualmente que el psiquiatra analizara cuidadosamente la

    repercusin que estas enfermedades crnicas, concerniente a nios a los cuales nos

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    ligaba al cabo de algunos aos, un apego natural, poda tener sobre todo en el

    momento del desenlace fatalsobre los mdicos de mi grupo y las enfermeras.

    Tena pues, una serie de cuestiones acerca de las cuales peda un estudio

    psicolgico que ninguno de entre nosotros estaba en condiciones de llevaradecuadamente a cabo.

    La primera de estas cuestiones, que replanteo hoy, es la siguiente: Consideran

    ustedes, Sra. Aubry y Sr. Lacan, que las tcnicas psicoanalticas pueden adaptarse a un

    estudio de este gnero? Creo personalmente que los progresos que hemos hecho en 18

    meses en este dominio son muy estimulantes y que su respuesta serprobablemente

    positiva. De todas formas me gustara saber si ustedes piensan que esta tcnicas estn

    total o parcialmente adaptadas al resultado final, que pretende tener una concepcin

    clara de todos estos problemas.

    La segunda cuestin confluye con una de las planteadas por Klotz. La Sra.

    Raimbault est vinculada al INSERM. Practica pues estas tcnica psicoanalticas de

    una manera desinteresada, en una suerte de funcionariado, es decir de manera

    completamente diferente de la expuesto hace un momento por Klotz. En qumedida

    se pueden integrar psicoanalistas a grupos o a unidades de investigacin para trabajos

    de este gnero que, si se muestran fructferos, deberan a mi entender extenderse a otros

    dominios de la medicina? Es una cuestin precisa que les planteo, pues intil es decirque mi idea de hacer entrar a un psicoanalista en un grupo de biologa clnica no ha

    encontrado un entusiasmo extraordinario por parte de la administracin del INSERM.

    Este ejemplo plantea una nueva cuestin, que es la del psicoanalista de

    investigacin y, sobre este punto, tambin me gustara conocer y tener su opinin.

    Sra. AUBRY - Antes de continuar el debate sobre el lugar del psicoanlisis en la

    medicina y las aplicaciones prcticas que la experiencia de la Sra. Raimbault pondren

    evidencia, tengo que decir algunas palabras sobre los problemas de formacin de los

    analistas y del modo de enseanza del psicoanlisis, aunque esto no concierne del todoal tema que nos preocupa hoy.

    La respuesta de Royer es al mismo tiempo una respuesta al Sr. Klotz;

    encontraremos posibilidades no dispendiosas de ejercicio del psicoanlisis en la medida

    en que se haga un lugar al psicoanlisis. Existen en los Enfants Maladesalrededor de25 psicoanalistas que trabajan de forma temporal porque yo les he dado la posibilidad

    de hacerlo y los locales de mi consulta estn ocupados a tiempo completo, aunque en

    mi servicio se diga a tiempo parcial. Seiscientos nios aproximadamente pasan por all

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    cada mes. En el marco hospitalario un gran nmero de establecimientos permite, al

    menos en lo que concierne a los nios, hacer tales tratamientos; existen ahora institutos

    medico-pedaggicos en que el psicoanlisis ha encontrado su lugar, consultas,

    hospitales de da: la mutua de los estudiantes y la M.G.E.N. han hecho considerablesesfuerzos, ascomo los hospitales psiquitricos. Me parece que esto no es un problema

    ms que en la medida en que no se da su lugar al psicoanlisis.

    En lo que concierne al modo de enseanza, creo que no hemos rechazado nunca

    por motivos econmicos formar a un sujeto vlido. Por otra parte, no creo que se pueda

    pretender que es fcil hacer estudios sean cuales fueren si no se tiene dinero, esto serauna broma pesada y sabemos todos que los hijos de obreros son muy poco numerosos

    en las Facultades y en la enseanza superior. Por consiguiente esto es un problema que

    desborda ampliamente el del psicoanlisis y, en el caso particular, creo que eso no entra

    en consideracin.Sr. Lacan, usted que es el promotor de un movimiento importante dentro del

    psicoanlisis piensa usted que el psicoanlisis estencallado?

    INTERVENCIN DE J. LACAN:El lugar del psicoanlisis en la medicina

    Intervencin de J. Lacan en la mesa redonda

    del mismo ttulo, realizada en el Colegio de

    Medicina, el 16 de febrero de 1966, en la

    Salptrire, entre mdicos y psicoanalistas bajo la

    presidencia de Jenny Aubry.

    Lacan ha querido que figure aqu el texto del

    discurso que improvis, de tal manera que slo

    agregal registro de la grabacin el aadido que

    se encontrarcuando se refiere al sujeto del goce

    a la del mito clebre o Banquete:

    referencia que hay que entender, hay que decirlo,

    como una crtica al poco lugar que ocupa en la

    actualidad en las preocupaciones del mdico.

    Me permitirn atenerme, en relacin con algunas de las cuestiones que acabande ser planteadas, a las respuestas de la Sra. Aubry, que me parecen suficientemente

    pertinentes. No veo que democratizar la enseanza del psicoanlisis plantee otro

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    problema ms que el de la definicin de nuestra democracia. Qudemocracia? Ella esuna, pero existen varias especies concebibles y el porvenir nos lleva hacia otra.

    Lo que crea tener que aportar a una reunin como sta, caracterizada por quien

    la convoca, es decir el Colegio de Mdicos, era muy precisamente el abordar un tema

    que nunca he tenido que tratar en mi enseanza, el del lugar del psicoanlisis en la

    medicina [tambin podramos plantear el del lugar de la medicina en el psicoanlisis, la

    relacin de ste con la medicina].Actualmente este lugar es marginaly, como lo he escrito en varias ocasiones,

    extraterritorial. Es marginalpor el hecho de que la posicin de la medicina frente al

    psicoanlisis, al que admite como una suerte de ayuda externa, comparable a la de los

    psiclogos y a la de, digamos, los diferentes otros asistentes teraputicos. Es extra-

    territorial por el hecho de que los psicoanalistas, sin duda, tienen sus razones paraquerer conservar esta extraterritorialidad. Esas razones no son las mas, pero en verdad,no pienso que mi solo voto al respecto sea suficiente para cambiar las cosas [en el

    sentido que me parece conviene al psicoanlisis. Encontrarn su lugar a su debido

    tiempo, es decir muy rpido, si consideramos la suerte de aceleracin que vivimos en

    cuanto a la parte que le toca a la ciencia en la vida comn.

    Quisiera hoy considerar ese lugar del psicoanlisis en la medicina desde el

    punto de vista del mdicoy del rapidsimo cambio que se estproduciendo en lo que

    llamara lafuncin del mdico, y en su personaje, ya que ste es tambin un elemento

    importante de su funcin.Durante todo el periodo de la Historia que conocemos y podemos calificar como

    tal, esta funcin, este personaje del mdico, han permanecido con gran constancia hasta

    una poca reciente.

    Debe sealarse, empero, que la prctica de la medicina nunca dejde tener un

    importante acompaamiento doctrinario. El hecho de que durante un tiempo bastante

    corto, en el siglo XIX, las doctrinas invocasen a la ciencia, no por ello las volvimscientficas. Quiero decir que las doctrinas cientficas invocadas en la medicina eran

    siempre, hasta una poca reciente, recogidas de alguna adquisicin cientfica, pero con

    un retraso al menos de veinte aos. Esto muestra claramente que este recurso slo

    funcioncomo sustituto y para enmascarar lo que anteriormente hay que ubicar ms

    bien como una especie de filosofa.

    Al considerar la historia de la medicina a travs de las pocas, el gran mdico,

    el mdico tipo, era un hombre de prestigio, y de autoridad. Lo que ocurre entre elmdico y el enfermo, fcilmente ilustrado ahora por observaciones como las de

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    BALINT de que el mdico al recetar se receta a s mismo, siempre sucedi: as elemperador Marco Aurelio convocaba a Galeno para que le administrase con sus propias

    manos la teriaca. Fue, por otra parte, Galeno quien escribiel Tratado

    que el mdico, en su mejor forma, es tambin un filsofo, no limitndose

    esta palabra al sentido histricamente tardo de la filosofa de la naturaleza.Pero den a esa palabra el sentido que quieran, la pregunta que se trata de situar

    se esclarecera partir de otros puntos de referencia. Pienso que aqu, aunque se trata de

    una asistencia en su mayora mdica, no se me pide que indique lo que Michel Foucault

    nos aporta en su gran obra con un mtodo histrico-crtico para situar la

    responsabilidad de la medicina en la gran crisis tica (es decir, correspondiente a la

    definicin del hombre) que l centra en torno al aislamiento de la locura1; tampoco se

    espera que introduzca esa otra obra:Nacimiento de la clnicaen tanto que en ella se fija

    lo que entraa la promocin por parte de Bichat de una mirada que se fija en el campodel cuerpo en ese corto tiempo donde subsiste como entregado a la muerte, es decir, el

    cadver.

    En todo caso estn marcados as los dos franqueamientos, por los que lamedicina consuma por su parte el cierre de las puertas de un antiguo Jano, el que

    redoblaba irremediablemente todo gesto humano con un rostro sagrado. La medicina es

    una correlacin de este franqueamiento.

    El pasaje de la medicina al plano de la ciencia, e incluso el hecho de que laexigencia de la condicin experimental haya sido inducida en la medicina por Claude

    Bernard y sus consortes, no es algo que cuente por s solo, el equilibrio est en otrolado.

    La medicina entren su fase cientfica en la medida en que surgiun mundoque, en lo sucesivo, exige los condicionamientos necesarios en la vida de todos en la

    medida en que la ciencia forma parte de ella, en que se halla presente en la vida de todos

    en sus efectos.

    Las funciones del organismo humano siempre fueron objeto de una puesta a

    prueba segn el contexto social. Pero de ser tomadas en funcin servil en lasorganizaciones altamente diferenciadas, que no habran nacido sin la ciencia, se ofrecen

    al mdico en el laboratorio ya constituido de alguna manera, incluso ya proporcionado,

    crditos sin lmite que emplearpara reducir esas funciones a montajes equivalentes aaquellos de esas otras organizaciones, es decir, que tengan estatuto de subsistencia

    cientfica.

    Citemos simplemente aqu, para aclarar lo que queremos decir, lo que debe

    nuestro progreso en la formalizacin funcional del aparato cardiovascular y del aparato

    1Lacan se refiere a la obra de Foucault:Historia de la locura en la poca clsica.

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    respiratorio, no slo a la necesidad de operarlo, sino al aparato mismo de su inscripcinen tanto que imponen, a partir del alojamiento de los sujetos de esas reacciones en

    satlites: o sea lo que se pueden considerar formidables pulmones de acero, cuya

    construccin misma estvinculada con su destino de soportes de determinadas rbitas,

    rbitas que sera harto equivocado llamar csmicas, pues a esas rbitas, el cosmos no

    las conoca. En suma, en un nico movimiento se revela la sorprendente tolerancia del

    hombre a condiciones acsmicas, incluso la paradoja que lo hace aparecer allde algn

    modo adaptado, es as como se muestra que este acosmismo es lo que la cienciaconstruye.

    Quin poda imaginar que el hombre soportara muy bien la ingravidez, quin

    poda predecir lo que advendra del hombre en esas condiciones si nos hubisemos

    atenido a las metforas filosficas, por ejemplo a esa de Simone Weil, que haca de la

    gravedad una de las dimensiones de dicha metfora?

    En la medida en que las exigencias sociales estn condicionadas por la aparicin

    de un hombre al servicio de las condiciones de un mundo cientfico que, provisto de

    nuevos poderes de investigacin y de bsqueda, el mdico se encuentra confrontado

    con problemas nuevos. Quiero decir que el mdico ya no tiene nada de privilegiado en

    el orden de ese equipo de cientficos diversamente especializados en las diferentes

    ramas cientficas. Desde el exterior de su funcin, principalmente en la organizacinindustrial, le son proporcionados los medios y al mismo tiempo las preguntas para

    introducir las medidas de control cuantitativo, los grficos, las escalas, los datos

    estadsticos a travs de los cuales se establecen, hasta la escala microscpica, las

    constantes biolgicas y se instaura en su dominio ese despegue de la evidencia del xito

    que es la condicin del advenimiento de los hechos.

    La colaboracin mdica ser considerada bienvenida para programar lasoperaciones necesarias para mantener el funcionamiento de tal o cual aparato del

    organismo humano en condiciones determinadas, pero despus de todo qutiene que

    ver todo esto con lo que llamaremos la posicin tradicional del mdico?

    El mdico es requerido en la funcin de cientfico fisilogo, pero sufre tambin

    otras llamadas: el mundo cientfico vierte entre sus manos el nmero infinito de lo que

    puede producir como agentes teraputicos nuevos, qumicos o biolgicos, que pone a

    disposicin del pblico, y le pide al mdico, cual si fuera un agente distribuidor, que los

    ponga a prueba. Dnde est el lmite en que el mdico debe actuar y en que debe

    responder a algo que se llama la demanda?

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    Dira que es en la medida de este deslizamiento, de esta evolucin que cambia la

    posicin del mdico respecto a aquellos que se dirigen a l, como llega aindividualizarse, a especificarse, a valorizarse retroactivamente, lo que hay de original

    en esa demanda al mdico. Este desarrollo cientfico inaugura y pone cada vez ms enprimer plano ese nuevo derecho del hombre a la salud, que existe y que se motiva ya en

    una organizacin mundial de la salud. En la medida en que el registro de la relacin

    mdica con la salud se modifica, donde esa suerte de poder generalizado que es el poder

    de la ciencia brinda a todos la posibilidad de ir a pedirle al mdico su cuota debeneficios con un objetivo preciso inmediato, vemos dibujarse la originalidad de una

    dimensin que yo llamo la demanda. Es en el registro del modo de respuesta a la

    demanda del enfermo donde est la posibilidad de supervivencia de la posicin

    propiamente m

    dica.Responder que el enfermo viene a pedirnos la curacin no es responder nada en

    absoluto, pues cada vez la tarea precisa, que debe cumplirse con urgencia, no responde

    pura y simplemente a una posibilidad que se encuentra al alcance de la mano,

    supongamos: un equipo quirrgico o la administracin de antibiticos -e incluso en

    estos casos todava debe saberse cual es su consecuencia para el porvenir-, existe fuera

    del campo de lo que se modific por el beneficio teraputico algo que permanece

    constante y todo mdico sabe bien de quse trata.

    Cuando el enfermo es remitido al mdico o cuando lo aborda, no digan queespera de l pura y simplemente la curacin. Pone al mdico a prueba de sacarlo de su

    condicin de enfermo, lo que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que l

    estcompletamente aferrado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que

    lo autentifiquemos como enfermo; en muchos otros casos viene, de la manera m smanifiesta, para demandarles que lo preserven en su enfermedad, que lo traten del modo

    que le conviene a l, el que le permitirseguir siendo un enfermo bien instalado en su

    enfermedad. [En definitiva, el mdico se interesa por la demanda del enfermo o se

    limita a responder a sus prejuicios en relacin con las especies mrbidas sin

    consideracin por el sujeto de la enfermedad. Lacan subraya este ltimo aspecto en la

    tarea mdica; es en l que el analista viene a ocupar el lugar dejado vacante por la

    medicina cientfica] Necesito acaso evocar mi experiencia ms reciente? Un

    formidable estado de depresin ansiosa permanente, que dura desde hace ya ms de

    veinte aos, el enfermo vena a buscarme aterrorizado ante la idea de que yo le hiciese

    lo ms mnimo. A la sola proposicin de que volviera a verme cuarenta y ocho horas

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    ms tarde, ya, la madre temible, que durante ese tiempo haba acampado en mi sala de

    espera, haba ya logrado tomar disposiciones para que nada de esto ocurriese.

    Esta es una experiencia banal, y slo la evoco para recordarles la significacin

    de la demanda, dimensin donde se ejerce propiamente hablando la funcin mdica, ypara introducir lo que parece fcil captar, y sin embargo no ha sido seriamente

    interrogado ms que en mi escuela, a saber,la estructura de la falla que existe entre la

    demanda y el deseo.

    Desde que se hace esta observacin, puede percibirse que no es necesario ser

    psicoanalista, ni siquiera mdico, para saber que cuando cualquiera, nuestro mejor

    amigo, sea de sexo masculino o femenino nos pide algo, no es del todo idntico eincluso a veces es diametralmente opuesto, a aquello que desea.

    [Primera cuestin pues: importancia de considerar la dimensin de la demanda y

    su diferencia en relacin con el deseo]

    Quisiera retomar aqulas cosas en otro punto, y hacer notar que si es concebible

    que lleguemos a una extensin cada vez ms eficaz de nuestros procedimientos de

    intervencin en lo concerniente al cuerpo humano, en base a los progresos cientficos, el

    problema no podra resolverse al nivel de la psicologa del mdico, con una pregunta

    que refrescara el trmino de psicosomtico. Permtanme etiquetar ms bien comofalla

    epistemo-somtica, el efecto que tendrel progreso de la ciencia en la relacin de la

    medicina con el cuerpo.

    Nuevamente aqu, para la medicina la situacin es subvertida desde afuera. Por

    eso, nuevamente aqu lo que antes de ciertas rupturas, permaneca confuso, velado,mezclado, embarullado, aparece con tal brillo.

    Pues lo que est excluido de la relacin epistemo-somtica, es justamente lo

    que propondra la medicina el cuerpo en su registro purificado; lo que se presenta deeste modo se presenta como pobre en la fiesta donde el cuerpo brillaba hace un

    momento con la posibilidad de ser enteramente fotografiado, radiografiado, calibrado,

    diagramado y posible de condicionar, dados los recursos verdaderamente

    extraordinarios que guarda, pero quizs tambin ese pobre le trae una oportunidad que

    le llega desde lejos, a saber del exilio al que proscribial cuerpo la dicotoma cartesiana

    del pensamiento y de la extensin, la cual deja caer [elimina] completamente de su

    aprehensin todo lo concerniente no al cuerpo que imagina, sino al cuerpo verdadero ensu naturaleza.

    Este cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimensin de la extensin: un

    cuerpo es algo que esthecho para gozar, gozar de smismo. La dimensin del goce

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    estcompletamente excluida precisamente de eso que he llamado la relacin epistemo-

    somtica.Pues si bien la ciencia no es incapaz de saber lo que puede hacer, es, por su

    parte, al igual que el sujeto que engendra [sujeto de la ciencia], incapaz de saber lo que

    quiere [deseo del cientfico]. Al menos lo que quiere surge de un avance cuya marcha

    acelerada, en nuestros das, nos permite palpar que supera sus propias previsiones.

    Podemos nosotros prejuzgar con ello, por ejemplo, el hecho de que nuestroespacio, ya sea planetario o transplanetario, pulula con algo que hay que llamar

    claramente voces humanas que animan el cdigo que ellas encuentran en ondas cuyoentrecruzamiento nos sugiere una imagen totalmente diferente del espacio que aquella

    en la cual los torbellinos cartesianos establecan su orden? Por quno hablar tambinde la mirada que ahora es omnipresente, bajo la forma de aparatos que ven por nosotros

    en los mismos lugares: o sea algo que no es un ojo y que asla la mirada como presente.

    Todo esto podemos ponerlo en el activo de la ciencia, pero nos hace alcanzar lo que en

    esto nos concierne, no dircomo ser humano, pues en verdad slo Dios sabe lo que se

    agita detrs de este fantoche que se llama el hombre, el ser humano o la dignidad

    humana o cualquiera que sea la denominacin bajo la cual cada uno de nosotros coloca

    lo que escucha de sus propias ideologas, ms o menos revolucionarias oreaccionarias...

    Preguntaremos ms bien en que concierne esto a lo que existe, a saber,nuestros cuerpos? Voces, miradas que se pasean, se trata verdaderamente de algo que

    sale de los cuerpos, pero son curiosas prolongaciones que, en un primer aspecto incluso

    en un segundo o en un tercero, slo tienen poca relacin con lo que yo llamo la

    dimensin del goce. Es importante situarla como polo opuesto, pues ah tambin la

    ciencia est produciendo ciertos efectos que no dejan de implicar ciertas apuestas.

    Materialicmoslos bajo la forma de los diversos productos que van desde los

    tranquilizantes hasta los alucingenos. Esto complica singularmente el problema de lo

    que hasta ahora se ha calificado, de modo puramente policial, como toxicomana. Por

    poco que un da estuvisemos en posesin de un producto que nos permita recogerinformaciones sobre el mundo exterior, no veo cmo una contencin policial podraejercerse.

    Pero, cul serla posicin del mdico para definir estos efectos a propsito de

    los cuales hasta aqu el mdico ha mostrado una audacia alimentada sobre todo de

    pretextos pues, desde el punto de vista del goce, ques lo que un uso ordenado de lo

    que se llama, ms o menos propiamente, txicos, puede tener de reprensible, salvo si el

    mdico entra francamente en lo que es la segunda dimensin caracterstica de su

    presencia en el mundo, a saber, la dimensin tica. Estas observaciones que pueden

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    parecer banales, tienen de todos modos el inters de demostrar que la dimensin tica

    es aquella que se extiende en la direccin del goce.Tenemos pues dos puntos de referencia: en primer lugar, la demanda del

    enfermo; segundo, el goce del cuerpo. Ambos confinan, en cierto modo, en esa

    dimensin tica, pero no los confundamos demasiado rpido, pues aqu interviene lo

    que llamarsimplemente la teora psicoanaltica, que llega a tiempo y no ciertamentepor casualidad, en el momento de la entrada en juego de la ciencia, con ese ligero

    avance que es siempre caracterstico de las invenciones de Freud. As como Freud

    inventla teora del fascismo antes que ste apareciese, del mismo modo treinta aos

    antes, inventlo que deba responder a la subversin de la posicin del mdico por el

    ascenso de la ciencia: a saber, el psicoanlisis como praxis.Acabo de indicar suficientemente la diferencia que hay entre la demanda y el

    deseo. Slo la teora lingstica puede dar cuenta de una tal apercepcin, y ella puede

    hacerlo tanto ms fcilmente en tanto es Freud quien del modo ms vivaz y ms

    inatacable, mostr precisamente su distorsin [distancia] a nivel del inconsciente.

    Porque es en la medida en que est estructurado como un lenguaje que es elinconsciente descubierto por Freud.

    Le con asombro en un escrito muy bien apadrinado que el inconsciente era

    montono. No invocaraqumi experiencia, ruego que abran las tres primeras obras de

    Freud, las ms fundamentales, y vean si es la monotona lo que caracteriza lasignificancia de los sueos, los actos fallido y los lapsus. Muy por el contrario, el

    inconsciente me parece no slo extremadamente particularizado, ms incluso que

    variado, de un sujeto a otro, sino incluso muy sagaz [listo, ladino] (trs fut) y

    espiritual, porque es justamente a partir de l que la agudeza [el chiste] adquiere susdimensiones y su estructura. No hay inconsciente porque hubiese un deseo inconsciente,

    obtuso, pesado, cual Calibn, incluso animal, deseo inconsciente surgido de las

    profundidades, que sera primitivo y debera elevarse [educarse] (slever) al nivelsuperior de lo consciente. Muy por el contrario, hay un deseo porque hay inconsciente,

    es decir lenguaje que escapa al sujeto en su estructura y sus efectos, y hay siempre al

    nivel del lenguaje algo que est ms all de la consciencia, y es all donde puede

    situarse la funcin del deseo.Por eso es necesario hacer intervenir ese lugar que he llamado el lugar del Otro,

    en todo lo concerniente al sujeto. Es en sustancia el campo donde se localizan esos

    excesos de lenguaje cuya marca que escapa a su propio dominio lleva el sujeto. Es en

    ese campo donde se hace la juncin [articulacin] con lo que llamel polo del goce.

    Pues se valoriza en l lo que introdujo Freud a propsito del principio del placer

    y que no haba nunca sido advertido, a saber, que el placer es una barrera al goce, en lo

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 17 de 35

    cual Freud retoma las condiciones de las cuales viejsimas escuelas de pensamiento

    haban hecho su ley.

    Qu se nos dice del placer? Que es la menor excitacin, lo que hace

    desaparecer la tensin, la tempera al mximo, por lo tanto aquello que nos detienenecesariamente en un punto de alejamiento, de distancia muy respetuosa del goce. Pues

    lo que yo llamo goce en el sentido en que el cuerpo se experimenta, es siempre del

    orden de la tensin, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaa.Incontestablemente, hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, y sabemos

    que es slo a ese nivel del dolor que puede experimentarse toda una dimensin delorganismo que de otro modo permanece velada.

    Ques el deseo? El deseo es de algn modo el punto de compromiso, la escala

    de la dimensin del goce, en la medida en que en cierto modo permite llevar ms lejos

    el nivel de la barrera del placer. Pero ste es un punto fantasmtico, quiero decir donde

    interviene el registro imaginario, que hace que el deseo est suspendido a algo cuya

    naturaleza no exige verdaderamente la realizacin.

    Por qullego a hablar aqude aquello que de todos modos no es ms que una

    muestra minscula de la dimensin que desarrollo desde hace quince aos en mi

    seminario? Es para evocar la idea de una topologa del sujeto. Es en relacin a su

    superficie, a sus lmites fundamentales, a sus relaciones recprocas, al modo en que ellas

    se entrecruzan y se anudan que pueden plantearse problemas, que ya no son ms puros

    y simples problemas de interpsicologa, sino ms bien los problemas de una estructura

    que concierne al sujeto en su doble relacin con el saber.

    El saber sigue estando para l marcado con un valor nodal, debido a algo cuyo

    carcter central se olvida en el pensamiento, y que es que el deseo sexual tal como lo

    entiende el psicoanlisis no es la imagen que debemos hacernos de acuerdo con un mito

    de la tendencia orgnica: es algo infinitamente ms elevado y anudado en primer

    trmino precisamente con el lenguaje, en tanto que es el lenguaje el que le da primero

    su lugar, y que su primera aparicin en el desarrollo del individuo se manifiesta a nivel

    del deseo de saber. Si no se ve que ste es el punto central donde arraiga la teora de lalibido de Freud, simplemente se pierde pie (on perde la corde). Perder pie es querer

    engancharse a los marcos preformados [cuadros preestablecidos] de una pretendida

    psicologa general, elaborada en el correr de los siglos para responder a necesidades

    extremadamente diversas, pero que constituye el desecho del despliegue de las teor as

    filosficas. Es perder el pie as tambin no ver qu tipo de nueva perspectiva, qu

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 18 de 35

    cambio total de punto de vista, es introducido por la teora de Freud, pues se pierde

    entonces a la vez su prctica y su fecundidad.

    Alguno de mis alumnos, exterior al campo del anlisis, me ha preguntado a

    menudo. cree usted que es suficiente con explicar esto a los filsofos, que le baste conponer en una pizarra el esquema de su grafo para que reaccionen y comprendan?

    No me haca al respecto, por supuesto, la ms mnima ilusin y tena

    demasiadas pruebas de lo contrario. Pese a ello las ideas se pasean, y en la posicin en

    que estamos en relacin con la difusin del lenguaje y al mnimo de impresosnecesarios para que algo dure, esto es suficiente. Basta con que esto haya sido dicho en

    alguna parte y que un odo entre doscientos lo haya escuchado para que en un porvenir

    no muy lejano sus efectos estn asegurados.

    Lo que indico al hablar de la posicin que puede ocupar el psicoanalista, es que

    actualmente es la nica desde donde el mdico puede mantener la originalidad de

    siempre de su posicin, es decir, la de aquel que tiene que responder a una demanda de

    saber, aunque slo se pueda hacerlo llevando al sujeto a dirigirse hacia el lado opuesto alas ideas que emite para presentar esa demanda. Si el inconsciente es lo que es, no una

    cosa montona sino, en cambio, una cerradura lo ms precisa posible, cuyo manejo no

    es otro que abrirla de forma inversa [al revs] con una clave [llave] (cl), lo que est

    ms allde una cifra, esta abertura slo puede servir al sujeto en su demanda de saber.

    Lo inesperado, es que el sujeto confiese l mimo su verdad y que la confiese sinsaberlo.

    El ejercicio y la formacin del pensamiento son los preliminares necesarios para

    una operacin tal: es necesario que el mdico se haya entrenado en plantear losproblemas a nivel de una serie de temas cuyas conexiones, cuyos nudos, debe conocer,

    y que no son los temas corrientes de la filosofa y de la psicologa. Los temas corrientes

    en cierta prctica investigadora que se llama psicotcnica, donde las respuestas estn

    determinadas en funcin de ciertas preguntas, ellas mismas registradas en un planoutilitario, tienen su precio y su valor en lmites definidos que nada tienen que ver con el

    fondo de aquello que esten juego en la demanda del enfermo.

    Al final de esta demanda, la funcin de la relacin con el sujeto supuesto saber

    (sujet suppossavoir), revela lo que llamamos la transferencia. En la medida en que

    ms que nunca la ciencia tiene la palabra, ms que nunca se sostiene ese mito del sujeto

    supuesto saber, y esto es lo que permite la existencia del fenmeno de la transferencia

    en tanto que remite a lo ms arraigado del deseo de saber.

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 19 de 35

    En la poca cientfica, el mdico se encuentra en una doble posicin: por un

    lado, tiene que vrselas con una investidura energtica cuyo poder no sospecha si no se

    le explica; por otra parte, debe poner esa investidura entre parntesis, en razn misma

    de los poderes de los que dispone, de los que debe distribuir, desde el plano cientficoen que estsituado. Quiralo o no, el mdico estintegrado a ese movimiento mundial

    de la organizacin de una sanidad (OMS) que se vuelve pblica y, por este hecho,

    nuevas preguntas le sern planteadas.

    En ningn caso podr motivar el mantenimiento de su funcin propiamente

    mdica en nombre de un privado, que sera atinente a lo que se llama el secretoprofesional, y no hablemos demasiado del modo en que es observado, quiero decir en la

    prctica de la vida a la hora en que se toma el coac. Pero no es ste el resorte del

    secreto profesional, pues si ste fuese del orden de lo privado, sera del orden de las

    mismas fluctuaciones que han acompaado socialmente la generalizacin en el mundo

    de la prctica del impuesto sobre la renta. Se trata de algo diferente: es propiamente de

    esa lectura por la cual el mdico es capaz de conducir al sujeto a aquello que esten

    cierto parntesis, aquello que comienza con el nacimiento, que termina con la muerte y

    que entraa las preguntas que se despliegan entre uno y otra.

    En nombre de qu los mdicos podrn estatuir acerca del derecho o no al

    nacimiento? Cmo respondern a las exigencias que muy rpidamente confluirn en

    exigencias de productividad? Pues si la salud se vuelve pblica y objeto de una

    organizacin mundial, se tratar de saber en qumedida es productiva. Qu podr

    oponer el mdico a los imperativos que lo convertirn en funcionario de esa empresa

    universal de la productividad? El nico terreno es esa relacin por la cual l es mdico:

    a saber a partir de la demanda del enfermo. En el interior de esta relacin firme donde

    se producen tantas cosas se halla la revelacin de esa dimensin en su valor original,

    que no tiene nada de idealista sino que es exactamente lo que dije: la relacin con elgoce del cuerpo.

    Qutienen ustedes que decir, mdicos, sobre lo ms escandaloso de lo que va

    a seguir? Pues si era excepcional el caso en el que el hombre hasta aquprofera Si tu

    ojo te escandaliza arrncatelo, que dirn ustedes del slogan Si tu ojo se vende bien,

    dnaloEn nombre de qu tendrn que hablar, sino precisamente de esa dimensin

    del goce de su cuerpo y de lo que ese goce gobierna de participacin en todo lo que les en el mundo?

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    Si el mdico debe seguir siendo algo, que no podra ser la herencia de su antigua

    funcin que era un funcin sagrada, es para m, continuar y mantener en su vida propia

    el descubrimiento de Freud. Siempre me consider como misionero del mdico: la

    funcin del mdico como la de sacerdote no se limita al tiempo que uno le dedica a ella.

    DISCUSIN POSTERIOR A LA INTERVENCIN DE LACAN

    Sra. AUBRY Sr. Royer, Tiene usted algo que decir antes de dar paso a la

    exposicin de la Sra. Raimbault?

    Sr. ROYER Les pido disculpas por retomar la palabra despus de la breve

    intervencin del Sr. Lacan.

    Pienso que la exposicin que acaba de hacer de lo que ha llamado una

    minscula muestrade sus obras es bastante chocante para los mdicos que estn enesta asamblea y que me parece bueno decirlo, pues si he comprendido bien y si no se

    me ha tendido ninguna trampa, estamos aqupara discutir el lugar del psicoanlisis en

    la medicina en general, y ms particularmente, de las relaciones entre psicoanalistas y

    generalistas en el seno de un mismo hospital. Al menos as se me haba planteado el

    problema y tengo la impresin de haber cado un poco en una emboscada.Acabamos de escuchar una exposicin que contiene muchas banalidades es su

    propio autor quien lo dice y yo no he sido muy sensible, debo confesarlo, a los

    argumentos que l ha desarrollado. Estamos aqu, me parece, para cosas ms serias.Sr. Lacan, nosotros hemos tenido, el Sr. Klotz y yo mismo, la honestidad de

    decir, al principio de esta mesa redonda, que no ramos psicoanalistas y que no

    desebamos juzgar al psicoanlisis. Y hubiera sido honesto de su parte, me parece,

    reconocer que usted no conoce ni a los mdicos, ni a la medicina. Usted ha emitido un

    cierto nmero de juicios sobre los mdicos que son inaceptables, y me permito

    decrselo- cuando usted hace de nosotros unos simples distribuidores de

    medicamentos suministrados por las firmas farmacuticas, eso prueba que usted no

    est ciertamente al corriente de los innumerables problemas a los cuales estamosconfrontados y que intentamos resolver.

    Haba venido aqu con la esperanza de que pudiramos encontrar un lenguaje

    comn, ya que usted se interesa en los problemas de la lingstica... Ahora bien, es

    imposible encontrarlo sobre este terreno y debo confesar que considero esta reunincomo un completo fracaso.

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    Sra AUBRY - No creo que nosotros hayamos considerado nunca al Sr. Royer como un

    distribuidor de medicamentos y, si intento precisar el pensamiento del Sr. Lacan,, l ha

    querido decir probablemente que era un peligro que acechaba [amenazaba] al mdico.

    J. LACAN No, no es eso lo que yo he dicho: yo he hablado de la demanda delenfermo.

    J. AUBRY- Yo creo, Sr. Royer, que la manera en que el psicoanlisis ha sido puesto al

    servicio de su equipo de investigacin aclararesta discusin y me gustara que la Sra.Raimbault nos dijera algunas palabras al respecto.

    G. RAIMBAULT - Debo decir en primer lugar que mi posicin en el servicio del Sr.

    Royer ha sido facilitada por el hecho de que l no me ha pedido ningn esfuerzo

    teraputico, sino simplemente me rogque me integrara a su equipo de especialistas

    investigadores como otro especialista investigador. He aqupues, en la prctica, lo que

    le he propuesto y lo que hemos hecho juntos desde hace un ao y medio.

    He adoptado de entrado una posicin diferente a la del psicoanalista tal que se la

    puede caricaturizar como siendo la de aquel que busca una psicognesis

    preferentemente especfica- de trastornos orgnicos o funcionales; mi objeto era ms

    bien la relacin mdico-enfermo-enfermedad. En la prctica, me he situado en una

    posicin complementaria de la de los otros investigadores participando en todas lasactividades del servicio, sea esta en sala con las visitas, en el curso de las discusiones

    cientficas y clnicas dirigidas por el Sr. Royer, o en la consulta externa. He escuchado,

    por otra parte, a padres y nios con oreja analtica. Esto quiere decir con una actitud y

    referencias muy diferentes al interrogatorio mdico o mdico-psicolgico habitual.En las reuniones semanales del servicio, que agrupan al equipo y a los

    corresponsales de Paris y de provincias, he expuesto estas entrevistas tan fielmente

    como era posible. Esto ha revelado en los mdicos la importancia del discurso del nio

    enfermo y de su familia, desvelando una vivencia de la enfermedad a la cual slo

    corresponda de manera lejana la visin cientficaobjetiva, como suele decirse, que

    tenan ellos mismos de la enfermedad. La diferencia entre lo que hemos llamado con el

    Sr. Royer la enfermedad endgena (la enfermedad autgena de Balint) y la

    enfermedad vista por el mdico, ha aparecido como una de las fuentes de dificultades

    en la relacin mdico-enfermo: el diagnstico global que debe integrar y articular los

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 22 de 35

    cuatro polos del problema: nio-familia-mdico-enfermedad y servir de base a la

    discusin de la conduccin teraputica.

    Hemos seguido pues, en el curso del ao, estas discusiones y, con los mdicos,

    nos ha parecido poder despejar algunas nociones en cuanto a la visin endgena de laenfermedad en los padres y en los nios, en los casos de enfermedades crnicas letales.

    As el equipo de especialistas hospitalarios es situado por la familia en la

    posicin de mdico de familia a quien ella pide una toma a su cargo total. La

    hospitalizacin es el momento de una llamada, que ha soportado ya numerosos avatares,

    aunque slo fuera en las relaciones anteriores con los otros mdicos.

    La enfermedad real, por especfica que sea, es decir deterioro de un rgano o de

    una funcin, vendra servir de soporte de toda la fantasmtica familiar sobre la muertey la vida. Responder nicamente al nivel reparacin del rgano o de la funcin

    equivale a no responder ms que al nivel del sntoma.Por otro lado, desde la primera entrevista, los padres informan de sus propias

    investigaciones en cuanto a la etiologa de la enfermedad considerada como un mal

    [radicalmente, no ven ningn bien en eso]. Remito aqua los trabajos anteriores de la

    Sra. Aubry, de la Sra. Bargues, de Valabrega. La formulacin de los padres va desde

    esto no tiene sentido, a he aqu el sentido que nosotros le damos. Ciertamente, la

    indagacin [el examen] mdica sistemtica sobre los antecedentes, la falta de

    informacin, o la mala informacin del pblico en cuanto a los problemas de

    nefrologa, la impotencia de la ciencia mdica en ciertos casos, favorecen esta actitud y

    la elaboracin de los fantasmas en cuanto al agente responsable.La culpabilidad aparece ante todo en estos fantasmas, ya sea que se exprese

    directamente: infraccin a un orden, una ley o una prohibicin, o indirectamente por

    desplazamiento, denegacin, proyeccin. La enfermedad del nio parece pues ser un

    revelador de la problemtica y del drama familiar, que se actualiza en esta enfermedady se nutre de ella, pero que no estverdaderamente suscitada por ella. Las dificultades

    encontradas por los mdicos vienen, en parte, del hecho de que ellos slo escuchan la

    demanda explcita: sneme esta crisis, y no la demanda implcita: he aqu nuestro

    drama.En este primer tiempo, hemos pues descubierto la importancia de los discursos

    del nio enfermo y de su familia. La cuestin que plantean actualmente los mdicos del

    equipo es la siguiente: cmo explotar cientficamente el material asdescubierto?.

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 23 de 35

    En esta segunda etapa de nuestro trabajo de colaboracin, propongo tambin la

    utilizacin del psicoanlisis como ciencia del desciframiento del discurso inconscientey de sus efectos. Se trata de reconocer [detectar], en el discurso del sujeto, los

    acontecimientos, las situaciones, las palabras que van a desvelar su temtica y la

    articulacin de la enfermedad en esta temtica. Tal es nuestra posicin actual.

    Aunque hemos avanzado poco en esta bsqueda, que no cuenta, ya se lo he

    dicho, ms que 18 meses, hemos sido llevados necesariamente a discutir problemas de

    prctica mdica. As hemos abordado varias veces un tema candente en el curso de

    nuestras reuniones semanales: el de la informacin a dar por el mdico a la familia en

    cuanto a la naturaleza de la enfermedad y a su pronstico fatal. Dos tipos de actitudes se

    desprenden: unos prefieren advertir a los padres, otros reservan su pronstico hasta el

    final. El carcter apasionado de las controversias que han tenido lugar, el hecho de quelos argumentos eran utilizados con toda buena fe para justificar tanto una como otra de

    estas actitudes, han incitado a algunos a intentar delimitar, ms all de estas

    racionalizaciones, su verdadera determinacin y a reconocer que cada uno utiliza ante

    este problema especfico es decir la angustia de su propia muerte y la del otro-, sus

    mecanismos de defensa personales. De hecho, que el mdico tenga tal o cual actitud no

    parece ser el factor primordial para el enfermo y su familia. Ms importante parece ser

    el hecho de que el mdico acta demasiado a menudo de una manera estereotipada, enfuncin de sus prejuicios o presupuestos personales.

    Para resumir, digamos que a partir de una demanda de los mdicos concerniente

    a la repercusin de la enfermedad crnica en el nio y las causas de las dificultades de

    la relacin mdico-enfermo, el trabajo del equipo se ha orientado hacia la toma en

    consideracin del discurso del nio enfermo y de su familia, el anlisis de este material

    y el uso que de esto puede hacerse con fines teraputicos.

    Si el nio enfermo y su familia son considerados como sujetos a escuchar, estematerial no podra ser aislado del dilogo en el cual se inserta. Nos veremos pues

    llevados a estudiar de manera anloga el discurso de los mdicos. En efecto, el mdico

    no puede ser considerado como una mquina de diagnosticar, un robot teraputico: esun sujeto, como todos los sujetos, atrapado en un discurso inconsciente, que determina

    su respuesta al sujeto enfermo, es decir su conduccin o teraputica.

    J. LACAN - No creo que la Sra. Raimbault, aunque en un estilo diferente y que puede

    ser ms complaciente para algunas orejas, haya dicho cosas esencialmente diferentes delas que yo he enunciado antes.

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 24 de 35

    De todas formas yo quera decir una simple palabra al Sr. Royer: habra credouna mejor acogida a mi discurso. Aunque yo haya hecho de la abundancia del arsenal

    teraputico el nico criterio del pasaje de la medicina a la era cientfica, lo esencial de

    mi distincin me pareca, pero sin duda es un error, recubrir la dimensin en la cual,

    antes de mi discurso, haba dicho l mismo inquietarse, a saber lo que ha nombrado en

    el vocabulario de l, que es de su registro, la enfermedad endgena como opuesta a la

    enfermedad exgena. Si he entendido bien, la enfermedad exogena, es la que es vista

    desde el exterior, por el mdico, desde este punto de vista que he llamado hace un

    momento cientfico. La enfermedad endgena recubre todos estos problemas queindicaba, aquellos de la demanda y del fondo que ella oculta. Para poder resolverlas e

    intervenir de una forma apropiada, no es suficiente adelantarse en una formacin

    apresurada. Al considerar la difusin actual de la teora de la relacin mdico-enfermo,

    visto de una manera ms o menos aproximativa como psicoanaltica y lo que ellapermite en ciertos casos de intervenciones intempestivas, en ciertos casos una no-

    iniciacin vale ms que una demasiado grande.

    Sr. WOLF - Quera preguntar si el Sr. Lacan no ha revelado inconscientemente pido

    disculpas- una parte del problema que se les plantea a los mdicos que se ven

    confrontados con psicoanalistas, cosa que no sucede todava demasiado a menudo en la

    prctica.

    Este problema reside en el hecho de encontrarse de alguna manera desposedo

    (ya que, como ha dicho el Sr. Royer, queremos considerarnos como mdicos completos,

    y no como distribuidores de pldoras), frustrado por este tipo de relacin con el enfermo

    de la que se tiene la impresin de que el psicoanalista va a sacarlo. Y, en esta medida,

    esto puede hacer las relaciones tanto ms difciles cuanto que el anlisis siendo por

    definicin algo relativamente esotrico (y con esto no quiero decir que de esto sean

    responsables los analistas), los mdicos estn tanto ms excluidos. Quizs laexperiencia de la Sra. Rimbault responde precisamente a este problema en la medida en

    que es un xito.

    J. LACAN Me alegra mucho la intervencin del Sr. Wolf. Sea como sea de mi

    inconsciencia, es necesario emplear este trmino en el sentido corriente de la palabra, yno es del inconsciente freudiano de lo que se trata, hay siempre una gran inconsciencia

    en servir as(comme a)un corte ms o menos transversal de alguna cosa que pide ser

    expuesta con toda suerte de etapas.

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 25 de 35

    Releer la grabacin de lo que he dicho antes. Crea haber precisado bien al

    principio que yo tomaba al pie de la letra la cuestin del lugar del psicoanlisis en la

    medicina. Voy a ampliar ms mi tesis y quizs llegar as a pasar. La medicina se

    mantendren la medida en que el mdico est ms a gusto -informado como puedeestarlo de lo que he llamado la topologa del sujeto. Existen esquemas que no he

    querido imponerles esta tarde y he querido nicamente sostener con ustedes un discurso

    que implica la dimensin en que pretenda llevar el debate. No se trata de ninguna

    manera y en ningn momento de saber si la cura psicoanaltica estindicada en tal o

    cual caso o si ella debe estar ms o menos expandida.

    Cuando para pensar que, en sus relaciones con sus enfermos, el mdico debe sersustituido por un psicoanalista, admito que se me corte la cabeza si he dicho algo que se

    aproxime a eso por poco que sea. Me pareca simplemente, dados los datos adquiridos,

    y he precisado expresamente que no todos eran difusos, que habra llegado el tiempo de

    que en alguna parte, ellos sean si no difundidos, al menos puestos al d a de laexperiencia en el marco de una Facultad de Medicina.

    El carcter puramente didctico de modulacin que he ms o menos y segn

    mis costumbres, dado en esta ocasin a mi voz, no marca en absoluto la tensin de una

    pasin personal, incluso en nombre de una autenticidad o de una sinceridad cualquiera;

    y justamente, no he querido emitir un voto que en esta ocasin habra podido tener elaire de una tal pasin, voto que sera muy gratuito por otra parte, pues las respuestas

    que he recibido muestran que es evidente que grandes obstculos se oponen a la

    admisin de una idea semejante, aquella por ejemplo de ensear a los estudiantes demedicina, lo que quiere decir un significante y un significado, mientras que todo el

    mundo habla de lingstica, salvo los estudiantes de medicina por la simple razn de

    que no se les ensea.

    En cuanto al carcter esotrico de mi enseanza, las puestas han estado siempre

    bien abiertas, contrariamente a la prctica usual en otros lugares del psicoanlisis y no

    he prohibido nunca a quienquiera que fuera, en todo caso por m , asistir a lo que seraexagerado llamar mi curso, sino a mis comunicaciones y a mi seminario.

    Fue la Sra. Aubry quien haba propuso al Colegio de Mdicos la invitacin

    donde todo esto tuvo lugar.

    Jacques Lacan quiere rendir aquhomenaje a la serenidad sin desfallecimiento

    con la que la Sra. Aubry supo hacer frente a la manera en que esta invitacin fue

    comprendida: de una parte y de otra.

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 26 de 35

    Desea agradecerle el haber mantenido el principio de una publicacin no

    modificada de las intervenciones y obtenido su comunicacin casi integral.

    Para decirlo todo, fue gracias a ella, como aqu la primera frase conserva la

    indicacin, que Jacques Lacan pudo franquear sin tener que protegerse de laemboscadaque es sin duda el accesorio de puesta en esta suerte de coloquio, ya que

    se ve mal de donde alguna cosa de semejante habra podido venir al punto en que se lo

    testimonia por haberlo tan vivamente sentido, si no que se lo haya dejado volando.

    PSICOANLISIS Y MEDICINA

    NOTAS PARA UNA DISCUSIN

    Emile RAIMBAULT

    [...] Adems he dicho a menudo, que considero la significacin cientfica del anlisis

    por ms importante que su significacin mdica, y en la teraputica, su accin de masa para la

    explicacin y la exposicin de los errores, por ms eficaz que la curacin de las personas

    aisladas.

    (FreudCarta a Pfister, p. 197).

    El alcance de lo que aportaba Freud superaba infinitamente lo que pod an leer laspersonas a las que l se diriga.

    Quines eran? Terapeutas preocupados por comprender los movimientos oscuros

    cuya existencia constataban en sus pacientes. Esto era loable, pero la formacin mdica no era,

    y no es nunca, con sus intereses y su tradicin, digamos humanista, la ms apropiada para

    introducir en la dimensin del psicoanlisis.

    (LacanEntrevista con Pierre DaixLes Lettres Franaises, 26/11/66).

    Despus de que Lacan hubiera introducido en el Colegio de Medicina de losHospitales de Pars estas verdades resonantes, parece necesario retomar en el seno de

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 27 de 35

    nuestra Escuela el debate que conocido por nosotros, a nuestro parecer tuvo un final

    demasiado abrupto2

    En efecto, si las relaciones entre psicoanlisis y medicina, entre psicoanalistas y

    terapeutas (incluso si los dos se confunden en la misma persona), han sido siempre ms

    o menos complejas, confusas o tormentosas, no podramos recusar que es a nosotros,psicoanalistas, que incumbe el deber prioritario de aclarar y de definir nuestras

    posiciones tericas y metodolgicas en la materia.

    Para este trabajo de clarificacin, Lacan nos ha propuesto un cierto nmero deherramientas conceptuales y de formulaciones en el manejo de los cuales podemos

    comenzar a ejercitarnos. Por otra parte, contamos referirnos a las experiencias e

    investigaciones de algunos de entre nosotros3 prosiguen desde hace diez aos en el

    surco de Balint, pionero de la exploracin verdaderamente psicoanaltica del campo

    mdico y teraputico.

    Nuestro proyecto es pues definir las condiciones tericas y metodolgicas de

    una aplicacin del psicoanlisis como ciencia del campo de la medicina y de la

    teraputica.

    Cada uno recuerda, despus de nuestro ltimo congreso, que:

    - El psicoanlisis no es una rama de la medicina, sino por el contrario una ciencia

    que ha podido aplicarse a la teraputica de las neurosis (y sin duda encontrar all

    su origen?). Es decir que la cura psicoanaltica de las neurosis es una aplicacinparticular del anlisis a un sector particular de la teraputica psiquitrica.

    - De donde se puede deducir que todo psicoanlisis denominado teraputico no

    puede ser sino anlisis aplicado a la teraputica.

    El analista, garante del deseo, no puede ser nunca el sujeto de una demanda,

    cualquiera que sea, ni siquiera de lo que se llama la curacin(P. Aulagnier).

    Esto vendra a decir que no se puede estar en posicin de analista si se ejerce la

    funcin de terapeuta.

    Los psicoterapeutas, que nosotros somos en su mayora, slo constituyen ungrupo particular entre el conjunto de los terapeutas. Su privilegio, es verdaderamente

    considerable, reside en su eventual formacin para escuchar lo que concierne al deseo y

    2Los diversos movimientos que acogieron el discurso lacaniano (sin embargo exento de las elipses

    habitualmente reservadas parece a nuestro auditorio) revelan de manera ejemplar la dificultad de nuestro

    proyecto de coordinacin. Es cierto sin embargo que, en un segundo tiempo, las reacciones de algunos

    mdicos han mostrado que Lacan haba sido bien escuchado [entendido]; quizs demasiado bien, de ahlos gritos?

    3Particularmente, P. Benoit, G. Guerin y G. Raimbault en nuestro cartel y L. Israel en Estrasburgo.

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    a la demanda. De todos modos, sostendremos ms lejos que su posicin no est sin

    embargo apenas ms asegurada que la de otros terapeutas y nos veremos llevados a

    proponer que podran, como ellos, exponer su prctica a la escucha de un tercero

    analista que estara, por su parte, en posicin verdaderamente analtica. As con todorigor, en esta Escuela, no se podra pretender ms que ser:

    Ya sea: didctico-terico,Ya sea: analista del discurso de los terapeutas comprometidos (o embarrados) en

    su prctica teraputica.

    Tras esta tentativa de una definicin terica de las relaciones entre el

    psicoanlisis y los terapeutas, veamos lo que sucede de hecho.

    IEL FIASCO DE LA PSICOSOMTICA

    Desde hace tiempo, algunos analistas han intentado hacer extensivos y aplicar

    los descubrimientos surgidos de la cura de las neurosis a los problemas de teraputica

    general. Este tipo de investigacin ha fundado la psicosomtica. En efecto, es a partir

    de la observacin de la aparicin o de la evolucin de trastornos corporales, orgnicos

    o funcionales, en el curso de la cura psicoanaltica de pacientes llegados al anlisis por

    sntomas psiconeurticos que, psicoanalistas como Felix Deutsch, Alexander, y sus

    seguidores, han propuesto interpretaciones psicoanalticas de la patologa corporal desus pacientes.

    Se ha querido, a partir de estos descubrimientos hechos en el curso de la cura

    analtica de las neurosis, informar a los mdicos de la significacin de ciertos trastornos

    corporales funcionales. Por supuesto, estas interpretaciones no eran vlidas y

    explotables ms que en el marco preciso y nico de la cura analtica de ese neurticopor ese psicoanalista.

    Sin duda, en rigor, tales interpretaciones u otras anlogas, pueden ser utilizadas

    eficazmente para otros neurticos en cura analtica. Pero, en ningn caso ellas pueden

    ser utilizables fuera de una cura psicoanaltica.

    Es fcil comprender aspor qulos mdicos no han podido hacer en la prctica

    interpretaciones psicosomticas que una abundante literatura ha difundido ampliamente.Se incurre en una enorme impostura: por una parte, los psicoanalistas proponen

    interpretaciones cada vez ms cientficas, de acuerdo con sus casos de anlisis; por otra,

    los mdicos intentan aplicar estas interpretaciones en su prctica mdica, en una

    situacin que no tiene nada que ver con la situacin analtica [lo que las hace

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 29 de 35

    ineficaces], a pacientes que no han ido para un anlisis, cuando ellos, mdicos, no han

    sido ni analizados, ni formados en la prctica psicoanaltica.

    Parece que la psicosomtica haya sido llevada a extender a todo un sector de la

    patologa corporal la nocin del lenguaje del cuerpo. Se puede admitir que eso hablaanivel del sntoma corporal pero an falta que eso llegue a la oreja del mdico y sobre

    todo a la palabra del enfermo para que este discurso sea interpretable. Y por qu

    mtodo llegar a estos resultados por fuera de la cura anal tica? Quhacer en el marco

    de la prctica mdica corriente, generalista, especialista u hospitalaria? Cmo se

    puede concebir la interpretacin de un discurso inconsciente, de una fantasma que se

    supone que soporta determinado sntoma orgnico, en una consulta mdica?

    Se ha podido proponer asuna psicognesis de un cierto nmero de sndromescalificados de enfermedades psicosomticas, como si existiese, por oposicin, una

    patologa no psicosomtica, reservada a los sujetos cuyo cuerpo estara excluido de losefectos del deseo y del inconsciente.

    Por lo que se refiere a nuestras preocupaciones apostlicas, sealemos que el

    carcter incongruente e intil de estas interpretaciones ha provocado en los mdicos

    una reaccin de desprecio que refuerza considerablemente su sordera con respecto al

    psicoanlisis. Todo el ruido hecho alrededor de la psicosomtica se ha revelado intil

    para los mdicos y ruinoso para la causa del psicoanlisis en el pblico mdico.

    En un excelente trabajo, reciente sobre los problemas de teora psicosomtica4,

    Valabrega se felicita de la difusin del concepto de psicosomtica. Este concepto noparece sin embargo de una utilidad indiscutible. Si se trata de definir el lugar y la

    funcin del cuerpo en la topologa del sujeto, o bien de la funcin de la patologa

    corporal en la cura analtica, eso surge de la teora del anlisis (Lacan nos propondr

    sin duda los modelos que nos permitirn articular correctamente esta difcil cuestin).

    Si se trata de estudiar la patologa corporal, alldonde ella existe, es decir en elcontexto de la relacin mdico-enfermo-enfermedad, es entonces del psicoanlisis de la

    relacin teraputica de lo que se trata. Dicho de otra forma, de la verdadera aplicacin

    del psicoanlisis a la medicina.

    IIEL DOBLE RECENTRAMIENTO OPERADO POR BALINT

    4Encyclopdie Mdico-chirurgicale- Psychiatrie (37400-C 10)

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    Por oposicin a este estudio de las enfermedades psicosomticas basado en una

    extensin abusiva de los descubrimientos de la cura analtica, Balint propone un doble

    desplazamiento de nuestro foco: nuestro objeto de estudio es el campo de la prctica

    mdica, es decir la relacin mdico, enfermo, enfermedad; nuestro mtodo es elpsicoanlisis del discurso del mdico.

    Balint define tambin el espritu de su investigacin:

    Sin por ello rechazar la menor parcela del oro puro de los descubrimientos

    analticos, hemos llegado a aceptar abiertamente estos diversos lmites, comenzado por

    aquellos que se imponen a su tcnica por las condiciones particulares en las cuales el

    tratamiento psicoanaltico es efectuado... Esto era una simple consecuencia de nuestra

    lnea de conducta de acoger como iguales a nuestros diversos colegas, mdicos noanalistas, cuyas experiencias clnicas y teraputicas en vastos dominios fuera de los

    lmites del campo analtico han debido ser evidentemente consideradas como

    contribuciones tambin tan vlidas y preciosas como nuestros propios descubrimientos

    analticos.

    Para un estudio psicoanaltico de la prctica mdica, lo ideal sera quizs

    practicar uno mismo la medicina y analizar la relacin expuesta de su propia prctica

    (el observador forma parte del campo estudiado y debe analizar su propia particin).

    Ahora bien, nosotros no practicamos la medicina (si esto no esten la ambigedad de

    nuestro rol de psicoterapeuta, socialmente identificado, instituido, y ms o menos

    alienado en la funcin de mdico de las neurosis).

    Nuestra investigacin como psicoanalista consiste pues en analizar las

    relaciones que nos aportan observadores delegados en el campo mdicocomo son los

    mdicos del grupo Balint. En este marco el enfermo se define como aquel que viene a

    consultar al mdico, la enfermedad como la causa de la apelacin al mdico.

    A la demanda del saber del mdico, Balint responde por el cuestionamiento de

    su ideologa y de su contratransferencia profesionales. No se trata ya de estudiar la

    enfermedad y su psicognesis sino la relacin teraputica, hic et nunc [aquy ahora], en

    el discurso del mdico.

    No tenemos que hacer vulgarizacin del psicoanlisis. No debemos dar parecer

    sobre una relacin multipersonal compleja, segn los modelos que hemos aprendido de

    nuestros enfermos en una relacin de dos personas como es la situacin psicoanaltica.

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    Nuestra funcin es la de concentrar nuestra atencin sobre lo que conocemos bien y que

    podemos obtener directamente en el curso del relato del mdico, es decir, la

    contratransferencia del mdico con respecto a su enfermo. No es necesario descubrir en

    el informe del mdico lo que constituan exactamente los hechos exteriores del caso,que seran esenciales para un diagnstico psicopatolgico justo y preciso. La manera en

    que el mdico habla de su enfermo con todos los agujeros y los repliegues de la historia,con todas las omisiones, pensamientos secundarios, adiciones y correcciones ulteriores,

    comprendida la secuencia segn la cual son reveladas, todo esto constituye una historia,

    un cuento anlogo al contenido manifiesto de un sueo, familiar e inteligible paranosotros psicoanalistas. El cuento (relato-historia), naturalmente, es el de la contra-

    transferencia del mdico... En medicina general, el mdico forma parte de la situacin

    real, con su contra-transferencia como un ingrediente muy importante de estasituacin... Si puede modificar su contra-transferencia, la situacin en su conjunto

    puede cambiar muy rpidamente.

    No se trata de ensear a los mdicos una seleccin de fragmentos escogidos denuestros conocimientos y de nuestro saber hacer, sino:

    1) de participar en un proyecto de investigacin para descubrir aquello que los

    mdicos necesitan si deben practicar la psicoterapia.

    2) elaborar con ellos las respuestas a sus necesidades profesionales...

    ... Se trata de la adquisicin de un saber hacer que no puede conseguirse ms

    que por la prctica de la cosa y siempre al precio de una modificacin limitada pero

    considerable de la personalidad.5Cuando el terapeuta expone su caso, informa sobre el discurso del enfermo y el

    suyo propio en funcin de sus presupuestos tericos e ideolgicos por una parte, en

    funcin del perfil acstico especfico de su propia neurosis por otra parte. Nuestro

    trabajo como analista consiste en descifrar la relacin del practicante y detectar en ellalos nudos que le han impedido escuchar el verdadero discurso del enfermo y el suyo

    propio, encontrar su interpretacin correcta y elaborar la intervencin adecuada que sedesprende de ella.

    A propsito de la contra-transferencia del formador psicoanalista en el grupo de

    mdicos, Balint seala:

    El psicoanalista que acepta el rol de lder de un equipo de investigacin en el

    lugar del de educador, debe estar preparado para que los mdicos descubran

    rpidamente que el fenmeno de contra-transferencia es general. No son solamente los

    5BALINT, Int. J. Psycho. Anal.1966-47-54

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    LACAN, J., Mesa redonda sobre Psicoanlisis y medicina(16.02.1966) Pgina 32 de 35

    mdicos participantes sino tambin el lder del grupo que tiene sus propias manerasindividuales de comprender los informes de los casos, de aclarar ciertos puntos y no

    otros, etc... Todo esto expresa su contra-transferencia. Si el lder acepta ser cuestionado

    igualmente en su contra-transferencia, demuestra en la situacin hic et nunc lo que es

    verdaderamente la psicoterapia, y esto libera a los participantes de sus esquemas rgidos

    de contra-transferencia y pueden regresar a su prctica habiendo aprendido cmo

    observar mejor, cmo construir relaciones con una base ms slida.

    El mdico debe ser formado para escuchar el discurso del paciente sobre suhistoria vivida, sus quejas, sus demandas, sus deseos, y llegar, haciendo esto, al

    establecimiento del diagnstico que Balint llama la enfermedad autgena. Podras

    cumplir de manera objetiva su funcin teraputica, es decir, por una parte elaborar y

    poner en accin una conducta apropiada en lo que concierne a los cuidados orgnicos,

    por otra parte ayudar al enfermo a expresar y desanudar los nudos y bloqueos patgenos

    de su discurso. Se ha podido decir que en la cura anal tica, los efectos de curacin

    venan por aadidura; de la misma manera en el grupo Balint, la relacin teraputica

    del mdico con los enfermos mejora (por el bien de estos ltimos) por un efecto

    secundario al trabajo analtico que se efecta en el marco del seminario de formacin.

    Este estudio de la prctica mdica presenta para el psicoanlisis un doble

    inters:- En la medida en que se trata de la actividad de los mdicos de familia, tenemos

    informaciones preciosas, por una parte sobre los episodios de la patologa corporal y su

    articulacin en la historia de los sujetos y del contexto familiar, por otra parte sobre lasinteracciones de los diferentes miembros del grupo familiar, e incluso de su entorno. Se

    ve asrevelarse, a veces de manera sorprendente, la temtica familiar como una suerte

    de partitura orquestal donde cada uno toca su instrumento en funcin de cada uno de losotros miembros y de la partitura de conjunto.

    IIIMDICOS y PSICOTERAPEUTAS EXPUESTOS a la CLNICA6

    Balint se ha dedicado particularmente a defi