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La zona arqueológica de Cuetlajuchitlán: Nuevos hallazgo en el estado de Guerrero Arqlgo. Rubén Manzanilla López Director del Centro Regional Guerrero-INAH Artículo publicado en el Boletín “Cemanáhuac”, Nº 16, del 01 al 14 de julio de 1992, UAM-Iztapalapa, México, pp. 11 - 13 Con el interés de conocer el patrimonio que se localiza en los puntos cercanos y a lo largo del eje de trazo de la nueva autopista Cuernavaca-Acapulco, el centro Regional Guerrero del INAH, en coordinación con la Dirección de Antropología Física y el Centro regional Guerrero, llevó a cabo un programa de prospección arqueológica, que incluyó la localización y registro de sitios de importancia cultural en las comunidades que atraviesa esta vía de comunicación. En el trazo de esta nueva autopista de aproximadamente 260 kms de longitud, que corre en dirección norte-sur por la parte meridional del estado de Morelos y por la totalidad del estado de Guerrero en su parte central, atravesando las localidades de Teocalcingo, Quetzalapa, Tecuicuilco, Tecuixapan, San Juan Tetelcingo, Tlanipantla, Huitziltepec, Zumpango del Río, Chilpancingo, Mazatlán, Dos Arroyos, Las Cruces y Acapulco, destaca el pueblo de Paso Morelos y el paraje conocido como “Los Querendes”

La zona arqueológica de Cuetlajuchitlán: Nuevo hallazgo en el estado de Guerrero - Rubén Manzanilla López

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El arqueologo Ruben Manzanilla L. explica las caracteristicas y desarrollo del sitio arqueológico de Cuetlajuchitlán, Gro., que fue descubierto y explorado entre 1991 y 1992.

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La zona arqueológica de Cuetlajuchitlán: Nuevos hallazgo en el estado de Guerrero

Arqlgo. Rubén Manzanilla López

Director del Centro Regional Guerrero-INAH

Artículo publicado en el Boletín “Cemanáhuac”, Nº 16, del 01 al 14 de julio de 1992,

UAM-Iztapalapa, México, pp. 11 - 13

Con el interés de conocer el patrimonio que se localiza en los puntos cercanos y a lo largo del eje de trazo de la nueva autopista Cuernavaca-Acapulco, el centro Regional Guerrero del INAH, en coordinación con la Dirección de Antropología Física y el Centro regional Guerrero, llevó a cabo un programa de prospección arqueológica, que incluyó la localización y registro de sitios de importancia cultural en las comunidades que atraviesa esta vía de comunicación. En el trazo de esta nueva autopista de aproximadamente 260 kms de longitud, que corre en dirección norte-sur por la parte meridional del estado de Morelos y por la totalidad del estado de Guerrero en su parte central, atravesando las localidades de Teocalcingo, Quetzalapa, Tecuicuilco, Tecuixapan, San Juan Tetelcingo, Tlanipantla, Huitziltepec, Zumpango del Río, Chilpancingo, Mazatlán, Dos Arroyos, Las Cruces y Acapulco, destaca el pueblo de Paso Morelos y el paraje conocido como “Los Querendes”

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“Los Querendes” y Paso Morelos se encuentran en el Municipio de Huitzuco, en una zona geográfica accidentada donde se localizan cerros, quebradas y cañadas además de pequeños valles de formación metamórfica, en donde es posible encontrar piedras calizas, tobas andesíticas, pizarras y conglomerados, con un suelo lacustre en las partes bajas de los valles. Ahí en ese sitio, a mediados del mes de agosto de 1991, el Centro Regional Guerrero, recibió la noticia de que en Paso Morelos, se estaba destruyendo un sitio arqueológico, ubicado en el kilómetro 188 del eje de trazo de la nueva Supercarretera.

El sitio arqueológico referido, es un importante punto de vigía y de paso en una gran ruta comercial que unía el altiplano de México con la costa del Pacifico además de ser lugar de residencia de las clases gobernantes que regían Cuetlajuchitlán hacia mil años antes de Cristo. Con la colaboración de la Secretaría de Comunidades y Transportes y de la empresa constructora a cargo del trabajo, se pudo explorar el sitio y saber que las dimensiones del asentamiento arqueológico, son de 500 m. de largo por 300 m. de ancho y que está localizado sobre la cima de una loma elevada de roca caliza. Sorprendentemente para una época tan temprana, existe ya una traza de tipo urbano basada en dos ejes transversales orientando a los rumbos cardinales, de los que se desprenden pasillos paralelos a manera de cuadretes o “manzanas” que delimitan las construcciones.

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El agua dulce para el sustento de sus pobladores, se traía de unos manantiales localizados cerca del sitio, por gravedad, a través de un complicado sistema de canales y drenajes.

Los muros de los edificios principales estaban hechos con bloques rectangulares y circulares careados, hechos en piedra de cantera rosa procedentes probablemente de Huitzuco o de la población de Tuliman, distantes a 20 y 40 km. del sitio, los bloques circulares llamados popularmente en Guerrero, “quesos”, se usaron tanto para señalar los vanos de las puertas, o para formar parte de los muros y rellenos de los mismos.

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En general se conservan los cimientos de cuartos en los que fueron reutilizados los bloques circulares y metates rotos, los muros que se conservan son de bloques rectangulares de 60 x 40 cm y 30 cm. De espesor, unidos con mortero de cal y arena, rejoneados con fragmentos de andesita, tiestos de cerámica y cantos rodados. La edificación más importante de este asentamiento es un recinto ceremonial de forma rectangular de 40 m. de norte a sur por 18 m. de este a oeste, hecho con largos bloques de cantera rosa en cuyo interior se encontraron dos grandes “tinas” monolíticas, posiblemente utilizadas para baños de tipo ritual y un complicado sistema de canales para la captación y drenaje de agua, las ceremonias que se llevaban a efecto en este lugar eran tan importantes, que estaban reservadas sólo a los sacerdotes y gobernantes, razón por la cual el recinto era cerrado y aislado por gruesos muros, siendo el acceso por dos pasillos exteriores que tienen un recubrimiento de lajas de pizarra, a manera de piso.

Adyacente a esta construcción, en su extremo suroeste, se localiza un espacio similar de dimensiones más pequeñas con otras dos tinas, que posiblemente fueron utilizadas antes de la construcción del recinto ceremonial ya descrito, una posible prueba del desuso de éstas, es la localización de una posible área de actividad relacionada con la talla y careado de los bloques rectangulares y circulares de cantera usados en las construcciones posteriores. Hacia la ladera sur del cerro, vivían los nobles y gobernantes, continúa la distribución en ejes con pasillos enlajados formando cuadrantes en los que se construyeron cuartos habitacionales complejos con sus drenajes y pequeños almacenes.

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Hacia el oeste, fuera de la zona explorada, rodeando el área cívico religiosa, en una extensión aproximada de 100 000 metros cuadrados, se localizan las áreas habitacionales de los personajes de menor jerarquía, las viviendas son de menor calidad constructiva, tiene sus muros hechos en bloques de piedra caliza de 20 x 15 cm y 10 cms. de ancho, unidos con el mismo mortero de arena y cal y no están rejoneados, algunas presentan pisos de lajas, escalinatas y pisos de estuco. Hacia el extremo este, se encuentra una gran plaza de 150 m. de largo por 60 m. de ancho, delimitada por dos grandes plataformas ceremoniales, que son una extensión cívico religiosa. Al norte se localizan dos grandes rocas con oquedades elípticas y redondas en su superficie plana, que han sido interpretadas como recipientes para captar agua de lluvia con fines rituales. Culturalmente el sitio de Cuetlajuchitlán es muy anterior a la existencia de la provincia tributaria de Tepecoacuilco y de los grupos históricos propios de la región de Taxco – Zumpango del Río. La cerámica que se ha encontrado, es la llamada “blanco granular”, así como algunos tiestos grises de pastas finas provenientes de la Mixteca, cajetes con soportes de botón de formas teotihuacanas y posibles tiestos de anaranjado delgado para el Clásico; cajetes de silueta compuesta con soportes antropomorfos y mamiformes para el Preclásico superior y medio, así como una figurilla Baby Face Olmeca “D-2”, muy similar a las encontradas en Tlatilco, Estado de México.

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Otros materiales culturales de importancia, son metates ápodos y metates con soportes, cuentas, pulidores y hachas de piedra verde de la región de Mezcala, hojas de mica dorada procedente de Teotihuacan e Hidalgo, así como concha trabajada de la Costa del Pacifico.

Se han localizado ocho entierros humanos, dos de ellos de niños y tres de adultos, que fueron ofrendados a elementos constructivos. El primero se encontró en una habitación y el segundo bajo la intersección de dos muros.

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El tercer entierro pertenece a un individuo adulto que se encontró en la entrada de un cuarto en la zona del recinto ceremonial; el cuarto y más importante, corresponde a un individuo adulto que se encontró asociado con un collar de veinticuatro caracoles marinos, dos pulseras de concha, seis navajillas de obsidiana gris, nueve aros y dos punzones de hueso y un collar de dientes humanos, toda esta ofrenda se dedicó a la estructura del recinto ceremonial.

Los otros entierros corresponden a una mujer adulta que se encontró en una vivienda debajo de dos pisos, como ofrenda tenía una navajilla de obsidiana gris a la altura de cráneo y una olla de tres asas de cronología preclásica, los otros dos son individuos adultos, de sexo indeterminado por su pésimo estado de conservación, que se localizaron en los cuartos adyacentes al recinto ceremonia en su sección norte. Por su ubicación, el sitio de Cuetlajuchitlán puede considerarse como un punto de vigía, lugar de paso estratégico de comercio y una unidad residencial compleja, cuya ocupación se inició en el preclásico medio. La arquitectura que se conserva corresponde al Preclásico superior, mientras que los vestigios materiales señalan que su uso continuó hasta el Periodo Clásico. En el poblado de Paso Morelos se conservan los restos de una capilla de visita de los Agustinos que data del siglo XVI, esta construcción de una sola nave, de la que se conserva su arco triunfal, el presbiterio, su ábside plano y los restos de una espadaña, aunque no tiene ninguna relación cronológica con la última fase de ocupación del sitio prehispánico, se edificó con los materiales pétreos extraídos de éste y pueden verse aún en sus muros diversos bloques redondos y piedras grabadas con espirales. La importancia del asentamiento de Cuetlajuchitlán, es una prueba más de la importancia que tuvo el estado de Guerrero para el desarrollo cultural de Mesoamérica, es un patrimonio que debe ser valorado no solo por los guerrerenses, sino por todos los mexicanos.