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LA SEGREGACIÓN SOCIOESPACIAL: EXPRESIÓN Y MANIFESTACIÓN
DE LA DESIGUALDAD SOCIAL.
Paula Martin Gandelsonas.
646556988
Palabras clave: desigualdad social, estructura social, forma de espacialización, grupos
socioeconómicos, segregación socioespacial, segregación residencial, valor social.
Nuestro objetivo de investigación es el estudio de la segregación residencial
socioeconómica, como dimensión particular de la desigualdad social. Se propone
analizar las diferencias socioterritoriales en términos de segregación residencial de la
población del Noroeste de Madrid.
A pesar de la extensa aplicación y debates teóricos que ha suscitado en los últimos años
la segregación socioespacial, han sido escasos los esfuerzos por trasladar estas
problematizaciones a propuestas metodológicas críticas e integradoras. Este trabajo
intenta ser un aporte en este sentido. Por un lado, recuperando los principales debates
entre los estudios especializados y en la sociología urbana para definir esta noción, y,
por otro lado, retomando críticamente algunas herramientas metodológicas utilizadas
para medirla.
En líneas generales, podemos afirmar que la segregación socioespacial es un proceso
selectivo cuyos efectos llevan al alejamiento de los distintos grupos sociales. En
términos urbanos, puede ser considerada como expresión de la estructura social y puede
medirse a través de indicadores y variables, y establecer así diferencias entre zonas u
otras ciudades.
La más estudiada y en nuestro caso, más relevante para los objetivos de esta
investigación, es la residencial de determinados grupos sociales. En sentido sociológico,
significa ausencia de interacción entre los grupos sociales, y en sentido geográfico,
significa desigualdad en la distribución de los grupos sociales en el espacio físico.
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La segregación espacial se expresa de dos maneras, como el acceso desigual a servicios
y equipamientos urbanos, por un lado, y , por otro, como una forma de espacialización
de la distancia social entre los grupos sociales (Caprón y González Arellano, 2006).
Esta segunda expresión hace referencia a las diferencias económicas y sociales,
medibles en términos de valor económico de la vivienda y capaz de explicar el proceso
de segregación por su función de seleccionador de los diferentes grupos
socioeconómicos. El cambio del precio de la vivienda definido en términos de mercado,
es el resultado del cambio en el valor social de determinadas zonas de la ciudad y
significa la desigualdad existente en la distribución de los hogares en términos
económicos y sociales.
Consideramos que el área de estudio propuesta resulta especialmente ilustrativa en este
sentido. Para ello, en primer lugar se realiza una breve reconstrucción de las principales
perspectivas y definiciones de segregación espacial, y en segundo lugar se intenta
articular algunos desarrollos teóricos de la sociología urbana que pueden contribuir a la
construcción de un abordaje integral.
Transformaciones socioterritoriales en Madrid: una metropolización diferente.
El área metropolitana de Madrid –que siguiendo el sistema clasificatorio elaborado a
partir de la “hipótesis de la ciudad global” (Friedmann, 1986,95; Sassen, 1991, 94, 96)
correspondería a una ciudad secundaria- se presenta como un interesante estudio de
caso al mostrar cómo una aglomeración urbana, inmersa en un espacio económico
central, ha adoptado, a un ritmo muy acelerado, pautas observadas en otras ciudades
globales centrales pero con rasgos propios resultado de sus condicionantes históricos.
Madrid presenta determinados patrones que suelen ser asignados a una inserción aguda
a un sistema global de ciudades, tales como: la destrucción de los tejidos fabriles e
industriales, la construcción de ámbitos destinados a la expansión de la economía
financiera, el desarrollo de nuevas tipologías edilicias residenciales, nuevas formas de
distribución comercial, sustentadas en el uso del automóvil particular, la aparición de
nuevas modalidades de “comercialización del ocio” en las periferias, la inversión en
estructura viaria para dinamizar los desplazamientos y, como contrapartida, el
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incremento de los asentamientos precarios y de los niveles de violencia urbana
(Fernández Durán, 1994).
Entendemos que la explicación reside en un doble proceso: por un lado, el cambio
social1 operado en la sociedad española durante la década de los ochenta con clara
repercusión espacial. Y, por otro, el resultante de su posición en un espacio económico
central en un momento de profundo cambio consecuencia de la reorganización
productiva, la revolución industrial y la creciente internacionalización de la economía
mundial, que producen cambios en la forma de vida y en la forma de la ciudad. Todo
ello en el marco de su propia especificidad histórica que le imprime características
propias.
La estructura urbana de Madrid ha experimentado una transformación notable en los
últimos veinte años, produciéndose movimientos de descentralización según los cuales
la población se ha desplazado desde el centro a la periferia. De 127 barrios que integran
el municipio de Madrid sólo 45 registraron un aumento de población entre 1986-1991.
Por otro lado, la población que reside en los veinticinco municipios que constituyen la
Región Metropolitana de Madrid ha crecido en el mismo período. A lo largo de los
noventa se ha mantenido la misma tendencia con una caída acumulada del 5,66% de la
población en el municipio de Madrid y unos incrementos del 10,0% y del 32,7%,
respectivamente en el área metropolitana y en el resto de los municipios del oeste y del
norte, y en el municipio los mayores retrocesos han tenido lugar en la almendra central
y en la periferia sur2.
Madrid se caracteriza, históricamente, por fuertes desequilibrios en su estructura urbana,
debido, por un lado, a un proceso de conformación desordenado, y por otro, a la
desigualdad social que se incrementa en las últimas décadas. Presenta un crecimiento
dicotómico resultado de una modernización acelerada y tardía. Se trata de una ciudad a
dos velocidades donde la desigualdad creciente se traduce en un aumento de la distancia 1 El cambio social de los años 80 supuso el rejuvenecimiento y ensanchamiento de las clases medias, el incremento del poder adquisitivo, la elevación del nivel medio de educación de la población, el debilitamiento de la conciencia de clase, la aparición de grupos que quedan excluidos del mercado laboral, siendo éstas algunas de las transformaciones que vive esta sociedad. 2 Datos tomados del Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid, capturado de la página web de internet de la Comunidad de Madrid.
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espacial y social que queda perfectamente reflejada en el fenómeno de la
suburbanización, en el que cabe destacar un doble proceso de periferización social y
urbana muy diferentes: el “elegido”(Noroeste) que consideramos se ajusta a un proceso
segregación residencial socioeconómica, y el “establecido” (Sureste) (Lles, 1993).
Salió muy reforzada del proceso de reestructuración económica que se inició a
mediados de los 80. Situación que deriva de su posición central y nodo articulador del
conjunto de la economía nacional, y de nexo con el sistema económico mundial.
Presenta importantes ventajas cómo lugar, tanto para las actividades productivas como
para los centros de investigación, derivadas de la accesibilidad, redes de
comunicaciones y transportes nacionales, y de su proximidad a los centros de decisión
política y económica, resultando muy atractiva para las inversiones extranjeras al
constituirse en ciudad global.
El desarrollo madrileño, reproduce, con alguna variante, el esquema del proceso de
expansión de toda la economía española, al aprovechar oportunidades previamente
perdidas y ventajas sólo levemente retenidas en los años procedentes; oportunidades y
ventajas que brindaba, en el marco de los países de la OCDE, un mercado internacional
expansivo, y referidas tanto a la utilización de excedentes financieros, tecnológicos y
energéticos, como a la amplia disponibilidad de materias primas y productos
intermedios y a la permeabilidad de las fronteras nacionales para la emigración de
trabajadores.
Así, el proceso de urbanización español reviste caracteres diferenciales respecto al
seguido en el contexto europeo: 1) por su incorporación más tardía al crecimiento
urbano industrial, y 2) porque cuando se produce la incorporación generalizada al
proceso de urbanización, a partir de los 60, éste se desarrolla a un ritmo más acelerado
que ningún otro país europeo. Y 3) el marco internacional que provoca que “el modelo
postindustrial” empiece a manifestarse en España en los últimos años de la década de
los 70 y principios de los ochenta produciéndose un “ajuste inestable”, pues los cambios
de la nueva etapa llegaron cuando aún no se había consolidado los de la etapa anterior.
De esta forma, en una años se alcanzaron en España tasas de urbanización que otros
países tardaron varias décadas en lograr. Los fuertes desequilibrios territoriales, los
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potentes déficits y “disfuncionalidades urbanísticas”, así como la transformación del
espacio urbano en un producto de mayor valoración económica que habitacional, están
detrás de este hecho (Precedo, 1988). Además, la desigualdad social que se incrementa
durante este período tendrá un claro reflejo en el espacio urbano, especialmente
palpable en el fenómeno de la periferización urbana.
Es así como las transformaciones a escala global en la economía y la sociedad, y los
cambios radicales y acelerados en el contexto local, se encuentran en la base de las
transformaciones de la región metropolitana de Madrid, y se traducen en la aparición de
nuevas formas residenciales, nuevos patrones de consumo, así como nuevos desarrollos
del terciario avanzado, poniendo de manifiesto cómo los cambios en la estructura social
tienen su reflejo en la forma en que se utiliza el espacio urbano.
Con un marcado crecimiento durante los años 90, fundamentalmente a través de
modelos urbanísticos extensivos, protagonismo de las nuevas clases medias, apoyado
por la mejora de las infraestructuras de transportes, se favorecen la aparición de nuevas
tipologías de viviendas, urbanizaciones residenciales, centros comerciales y parques
empresariales y tecnológicos, universidades, todos ellos elementos de atracción
metropolitana. Y una acusada segregación del suelo.
El avance acelerado de estas nuevas formas de apropiación del espacio, nos ha llevado a
elaborar algunas consideraciones sobre lo que consideramos un nuevo proceso de
suburbanización y con lo que sucede en otras ciudades globales consecuencia del
proceso de globalización sobre la base: la fragmentación y los procesos de segregación
socioespacial.
De la segregación socioespacial a la segregación residencial.
La segregación socioespacial no es un concepto nuevo. Debido a su creciente magnitud
ha logrado especial atención en sociología urbana. desde diferentes ángulos y
enfatizando distintos aspectos. Por ejemplo, algunos autores incorporan la dimensión
del poder, como factor explicativo de las distribuciones residenciales como resultado de
medidas coercitivas (Marcuse, 2001; Duhau, 2003). Otros se centran en el papel de las
políticas públicas sobre la estratificación del espacio urbano (A.A.V.V., 2004). O en el
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rol del mercado inmobiliario como factor determinante (Sabatini, 2000; Leal, 2007), u
obstaculizando las posibilidades de movilidad social como es el caso de
(Mingione,1996; Linares, 2013).
Como ya hemos señalado, en líneas generales se puede afirmar que la segregación
socioespacial es un proceso selectivo cuyos efectos llevan al alejamiento de los distintos
grupos sociales. En términos urbanos, puede ser considerada como expresión de la
estructura social y puede medirse a través de indicadores y variables, y establecer así
diferencias entre zonas u otras ciudades.
Es el resultado de las complejas y cambiantes relaciones que determinan diferentes
modalidades de reproducción de la fuerza de trabajo. No existe un espacio privilegiado
en sí, sino que se define continuamente en función de cada coyuntura social.
La segregación en la ciudad tiene diferentes expresiones. La más estudiada y en nuestro
caso, más relevante para los objetivos de esta investigación, es la residencial de
determinados grupos sociales.
Una de las definiciones más empleadas sería: “la segregación residencial se manifiesta
en la proximidad y/o aglomeración espacial de familias pertenecientes a un mismo
grupo social, sea que éste se defina en términos éticos, etarios, de preferencias religiosas
o socioeconómicos (Sabatini, F; Cáceres, F. Y Cerdá, J., 2001:27; Rodriguez, J. Y
Arraigada, C., 2004:6).
A partir de aquí, se desliga el concepto en segregación residencial como una modalidad
de segregación en la que las categorías que separan a los individuos remiten a su
localización siendo condición básica que exista expresión geográfica, es decir, que
tengan localizaciones distintas.
Además de expresión social. La segregación residencial es un fenómeno espacial y
social, vinculado a las desigualdades sociales. Las áreas segregadas residencialmente
favorecen el proceso de reproducción de las relaciones de producción ya que en su
interior tiende a reproducirse la situación de clase y son precisamente los barrios los
espacios donde se reproducen los diferentes grupos sociales.
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Un proceso que ha cobrado mayor relevancia en la actualidad. Las razones, como
expone Rodriguez (2006) serían:
a. Cambios estructurales de los años 80 (globalización, desregulación, poder de los
mercados), que han beneficiado a unos grupos sociales en detrimento de otros, en otras
palabras, incremento de la desigualdad social.
b. Liberalizaciones del mercado del tierras/suelo, que conduce a una mayor correlación
entre el valor del suelo y el nivel socioeconómico que lo ocupa.
c. Las reforzadas pretensiones de exclusividad de los grupos sociales emergentes.
d. Los aspectos regresivos de la descentralización, en particular la relación directa entre
recursos disponibles por las administraciones locales y el nivel socioeconómico de sus
residentes, que conduce a una inversión municipal per cápita mucho mayor en los
municipios en dónde residen los grupos de altos ingresos.
e. La creciente inseguridad ciudadana como impulsora de búsqueda de lugares “más
protegidos” por parte de los grupos con más recursos.
Cómo se expresa?
La segregación socioespacial se expresa de dos maneras, como el acceso desigual a
servicios y equipamientos urbanos, y, por otro, como una forma de espacialización de la
distancia social entre los grupos sociales (Caprón y González Arellano, 2006).
En cuanto al acceso desigual, una vivienda no se puede desligar de todo el conjunto de
servicios que le proporciona la estructura urbana de la que forma parte, ya que es ésta la
que la provee de una serie de “externalidades” tales como los servicios de transporte,
educativos, sanitarios, infraestructuras, etc., no siendo iguales en cualquier ubicación
espacial (Oszlak, 1991). Es por ello que las posibilidades de acceso no son iguales en
todos los lugares de residencia.
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La estructura urbana actual sería la expresión material de decisiones y acciones que se
vienen generando a través del tiempo, tanto de orden público como privado, dando lugar
a la formación de áreas diferenciadas en cuanto a la vivienda, infraestructura y
equipamiento comunitario, que se sintetiza en la calidad del hábitat.
Ello explica que la ciudad actual comienza a estar totalmente segregada en espacios que
cuentan con las mejores infraestructuras y servicios, sistemas educativos y sanitarios,
especialmente a partir de la desregulación de lo público. Diferencias que, hoy presta el
sector privado, que objetivamente se localizan en función de la potencialidad de los
mercados, estableciendo un nivel de servicios diferencial según la distribución espacial
del ingreso…”(Trivelli, 1981:57).
En cuanto a su segundo modo de expresión, el que hace referencia a la elección
voluntaria de residir en determinadas zonas, involucra a grupos sociales definidos
directamente por su diferente nivel socioeconómico, poder adquisitivo, riqueza material
o de otra forma, en la sociedad capitalista, las oportunidades de acceso al suelo
dependen del mercado inmobiliario, principalmente a través de la renta del suelo.
Describe las diferencias económicas y sociales, medibles en términos de valor
económico de la vivienda y capaz de explicar el proceso de segregación por su función
de seleccionador de los diferentes grupos socioeconómicos. El cambio del precio de la
vivienda definido en términos de mercado, es el resultado del cambio en el valor social
de determinadas zonas de la ciudad y significa la desigualdad existente en la
distribución de los hogares en términos económicos y sociales.
Dos de las variables que inciden sobre ello serían la tenencia en propiedad,
característica muy importante en el caso español, y la menor intervención por parte del
estado en materia de rehabilitación y producción de vivienda social (Leal, 1997:59).
Tendencia que se agudiza a partir de los años 90 especialmente en Madrid.
Cómo dependen las oportunidades de acceso al suelo del mercado inmobiliario?
La renta modela los precios determinando las diferentes posibilidades de los diferentes
grupos de acceder a distintas áreas en función de la magnitud de sus capitales o
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capacidad de pago.
A efectos de nuestro trabajo, son las rentas generadas por el consumo del espacio las
que nos interesan, ya que explican el hecho de que “los diferentes grupos sociales
tienden a ocupar lugares separados y distintos en el espacio”. Se entiende como un
mecanismo que busca hacer explícito las diferencias y jerarquías sociales.
Elegir determinadas áreas se convierte en signo de pertenencia a determinados grupos
sociales. El pago de un sobreprecio es un modo de diferenciación social, y a la vez, una
forma que contribuye a elevar y mantener alto el precio del suelo en determinadas
zonas, que acaban volviéndose inaccesibles para la gran mayoría. En las regiones
globales la importancia de esta renta es muy grande.
La vivienda es el espacio de reproducción de la fuerza de trabajo, por lo que, está ligada
a una serie de valores de uso complementarios, que vendrían definidos por la distancia o
cercanía al trabajo, el acceso a centros de consumo y ocio, educación, sanidad, etc., lo
que se traduce o no en ahorro diferencial.
Pero este valor de uso no es igual para todos los grupos sociales, está condicionado
fundamentalmente por el estatus socioeconómico, y por las pautas culturales de
consumo. Como resultado, se producen unas formas de vida diferenciadas ligadas a
espacios cada vez más distintos y distantes de la capital.
Las áreas residenciales urbanas se caracterizan por poseer medios distintos para la
interacción social, y es a partir de ellos que los individuos forjan sus valores,
expectativas, hábitos de consumo y posibilidades de expresión y decisión. Estas
diferencias se transmiten generacionalmente en desiguales capacidades y recursos para
lograr un ascenso social, estructurando, en cierta forma, las oportunidades de un entorno
barrial, de modo que reproducirá indefectiblemente las mismas características en su
próxima generación.
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El modelo español se podría decir que corresponde con lo que Harvey denomina como
circuito secundario de capital3. Concepto que se refiere a una forma concreta de
rotación del capital, a través de la mercantilización del suelo, a través del espacio
construido. Designa la implantación física del capital sobre el suelo, es decir, hace
referencia a los elementos visibles del sistema actual de acumulación, construcción de
viviendas e infraestructuras públicas fundamentalmente, los dos ejes sobre los que se
estructuraba el crecimiento económico de España.
El secundario, hace referencia al ámbito de la reproducción, alude al resultado del
proceso productivo. El circuito primario es la reproducción ampliada, se produce un
bien o un servicio en forma de mercancía. Mientras que en el secundario se produce un
orden o configuración territorial que toma su valor de cambio, su precio de mercado, de
su relación con los otros componentes de ese orden territorial.
La diferencia central entre los circuitos primarios (la reproducción ampliada) y los
secundarios alude al resultado del proceso productivo, si en el primer caso se produce
un bien o un servicio en forma de mercancía, en el segundo se produce un orden o una
configuración territorial que toma su valor de cambio, su precio de mercado, de su
relación con el resto de componentes de ese orden territorial.
La construcción de viviendas, infraestructuras públicas, redes de transporte, centros
industriales o infraestructuras de transformación y distribución energética serían
algunos de los elementos más visibles de este sistema de acumulación.
Durante toda una década el uso intensivo del territorio ha sido el factor clave del
crecimiento económico madrileño. En el periodo 1993-2003 el suelo comprometido
para su desarrollo urbanístico aumentó un 49 %, una cantidad equivalente, nada más y
nada menos, que a la mitad de lo que ha crecido Madrid en toda su historia. Un gran
número de municipios de la Comunidad han duplicado sus dimensiones y algunos han
multiplicado su tamaño cuatro, seis e incluso diez veces.
3 La noción de un modelo de acumulación de corte territorial fue avanzada por Henri Lefebvre, La revolución urbana (Barcelona, Península, 1977) y desarrollada por David Harvey en Los límites del ecapital y la teoría marxista..., op. cit.
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La colonización del territorio madrileño no sólo se ha apoyado en una «legislación
liberal», también ha tenido que recurrir a grandes inversiones públicas en el desarrollo
de infraestructuras de comunicación. Sufragadas con dinero público y realizadas por las
grandes constructoras, al tiempo que sobre enormes préstamos a las principales
entidades financieras.
A través de la política de liberalización de los mercados del suelo se reconoce que los
mercados son los mejores asignadores de tierra entre diferentes usos del suelo , y éste
debe regirse por disposiciones flexibles, definidas por la ley de la oferta y de la
demanda.
Fue la puesta en marcha de dicha ley la que trajo consigo las nuevas formas de
urbanización residenciales edificadas, gestionadas y localizadas por decisión de las
empresas inmobiliarias, y en algún caso, por las preferencias de los consumidores.
Formas que trajeron consigo cambios en los patrones de metropolitanización, y una
importante segregación residencial, claramente observable en el Noroeste de Madrid,
destinados a grupos medios-altos y altos.
En este trabajo, se exploran los procesos de SRS, utilizando a la vivienda como punto
de referencia para localizar espacialmente a los grupos sociales y a sus atributos
socioeconómicos como criterio diferenciador.
La segregación residencial como manifestación y expresión de la desigualdad social.
Hoy, las desigualdades sociodemográficas de la población residente tienen sin duda un
mayor alcance y expresión espacial. Uno de los elementos que mejor definen el actual
modelo de la ciudad es la localización y morfología de la función residencial. Como
señalaba Castells (1991) la distinción básica entre la “diferenciación espacial”, típica
del modelo urbano-industrial, y la “segregación espacial” que caracteriza el actual
modelo difuso de la ciudad es, precisamente, la “inclusión de la distancia física entre la
localización residencial de los diferentes grupos sociales” (López Lucio, 2000).
La Comunidad de Madrid ha sido, durante el periodo 2000-2009, una de las regiones
más dinámicas de España, registrando un crecimiento promedio del PIB del 2,5%. Una
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economía intensamente especializada en el sector servicios, que acapara al 85,3% de los
afiliados en 2012 (siete puntos más que en 2007). En el transcurso de dicha década la
población madrileña aumentaba en 857.300 personas (+20,5%) y la población activa lo
hizo en algo más de un millón (+45,4%).
Lo realmente espectacular fue lo ocurrido con la población ocupada, que creció en más
de 1,2 millones (+69,6%), lo que representa un volumen desconocido en cualquier
periodo anterior y muy por encima del promedio español (+50%). Los ocupados fueron
creciendo a un ritmo cuatro veces más rápido que el de la población total. La tasa de
actividad femenina, importante protagonista del crecimiento del empleo, confirma las
pautas de actividad madrileña hacia los valores más elevados de otros países europeos.
Importante indicador del cambio social. La proporción de titulados universitarios es
también de 10 puntos por encima de la España. constituye otro indicador de la
transformación de la sociedad española.
Al finalizar la década, Madrid se convertía en uno de los grandes polos de actividad del
continente europeo con un ritmo de creación de empleo muy superior a la media de las
ciudades europeas.
Esta positiva evolución general de. los efectivos laborales se complementó con una
redistribución territorial según actividades que supuso cierta jerarquización interna
vinculada a una división espacial del trabajo cada vez más evidente en el interior de la
región metropolitana (Méndez, Ondátegui y Sánchez Moral, 2007).
Alcanzó a las actividades logísticas y de distribución comercial en grandes superficies,
que ocuparon los numerosos espacios empresariales promovidos junto a los grandes
ejes viarios y en las ciudades metropolitanas situadas en un radio de 30 kilómetros en
torno a la capital, que hoy actúan como subcentros de empleo, polarizadores de densos
flujos diarios de trabajadores (Gallo, Garrido y Vivar, 2010).
Una descentralización que, no es una mera consecuencia del desarrollo urbano, sino que
responde a procesos socioeconómicos complejos de carácter estructural, pero también
vinculados a factores coyunturales (Gil-Alonso, 2011).
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La nueva economía se condensa en una recualificación general del empleo en las
ciudades, orientada al control de los flujos y de los procesos productivos factible gracias
a los desarrollos tecnológicos. De modo que, la producción real se desplaza a territorios
lejanos, más allá de los cinturones metropolitanos y fronteras nacionales. Un nuevo
paradigma que genera empleos cada vez mejor retribuidos pero acompañada de grandes
tasas de desempleo.
Como consecuencia la productividad se ha visto multiplicada, y con ella la capacidad de
acumulación de los “ganadores”, su capacidad de consumo, pero también las
desigualdades en la distribución de ese incremento de la riqueza.
Parte de esta acumulación de recursos se invierte en un gran despliegue de
infraestructuras para canalizar dichos flujos, alterando así el territorio a gran escala,
fragmentándolo.
Y, por otro lado, una parte considerable de él fluye a través de las rentas familiares
privilegiadas por la nueva división del trabajo y se acumula de forma preferente en el
espacio residencial en constante renovación, alimentando innecesariamente la
maquinaria inmobiliaria. Una acumulación que ha repercutido de forma irreversible la
métrica de los precios de la vivienda y ha mantenido unas tasas de producción de éstas
muy altas a pesar de que la población no crece.
Hasta 2001 la actividad constructora se concentró en la creación de infraestructuras y en
el desplazamiento hacia la periferia de los núcleos de trabajo. Sin embargo, a partir de
2001, el crecimiento se empieza a basar principalmente en el sector residencial,
materializado principalmente sobre los suelos clasificados en la región metropolitana en
los años noventa. Entre 2001 y 2006, el número de viviendas construidas anualmente ha
seguido así un constante crecimiento.
Una explosión directamente fomentada mediante políticas basadas en el incremento de
la oferta de suelo. Políticas amparadas invariablemente en el argumento de que la causa
del encarecimiento del suelo era su escasez y que la solución a tal problema se
encontraba en la liberalización del mercado. Y efectivamente, la Ley del Suelo
autonómica aprobada en 2001, heredera de la ley estatal de 1998, y conocida como la
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«ley del todo urbanizable», establecía la clasificación de todo el suelo de la Comunidad
como urbanizable a menos que hubiera una ley sectorial que determinara la necesidad
de protegerlo.
Se trata de una nueva forma de crecimiento en la que, ni la población ni la actividad
aumentan, por tanto no existe una correspondencia entre éstas y el desarrollo urbano
que tiene lugar. Es el propio espacio urbano el que se desarrolla como lugar preferente
de acumulación de riqueza desplazando los precios al alza y creando nuevos espacios de
excelencia.
El objetivo es la maximización del suelo urbanizable sin trabas. Para ello se postula la
eliminación de interferencias en el funcionamiento del libre mercado, ya que el aumento
de su tasa de oferta y la ausencia de indicaciones selectivas para su uso, favorecen la
competencia entre sus propietarios y ello redunda en el abaratamiento, y como
consecuencia, en el de la vivienda y la producción de la ciudad. Necesariamente
acompañado de un proceso político que opta por la desregulación y la realización de
grandes inversiones públicas en infraestructuras, dotando así a determinados territorios
de las ventajas competitivas que necesita para ser articulado por el sistema global.
En la mayor parte de los casos, en ausencia de criterios o normas e planificación
territorial, el planeamiento urbanístico municipal se convierte en un instrumento legal al
servicio de estrategias municipales “desarrollistas”, que , básicamente se centran en
maximizar el crecimiento (construcción de viviendas y aumento de población) desde
una perspectiva exclusivamente local, a partir de criterios en los que prevalecen los
intereses económicos particulares y a corto plazo.
Los últimos años han estado caracterizados por una continua escalada del precio de la
vivienda (ver tabla1), que en muchos barrios y ciudades ha experimentado crecimientos
nominales de hasta el 250 %. Este espectacular incremento de los precios ha animado
todo un movimiento de inversión especulativa por parte de familias y empresas, al
mismo tiempo que crecía exponencialmente el número de viviendas visadas y los
proyectos para nuevas promociones. En Madrid esta dinámica ha “beneficiado” más al
noroeste de la región, áreas preferentes de las rentas medias y altas, y menos al sur y al
este, zonas tradicionalmente industriales, que siguen presentando los precios más
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baratos.
Así es como en los últimos años, el área metropolitana de Madrid ha duplicado su ritmo
de crecimiento, y los municipios integrados lo han hecho con una intensidad cinco
veces mayor. La intensidad de los flujos de salida sigue siendo uno de los rasgos más
definitorios de la dinámica demográfica del municipio de Madrid (Galiana y Vinuesa,
2012).
Un espectacular crecimiento urbano que pone de manifiesto cómo la creciente
polarización social asociada a la incorporación global de la metrópolis madrileña ha
tendido también a ampliar las dinámicas segregación espacial.
Ello se ha traducido en un aumento importante en la divisoria social muy marcada entre
los barrios populares y obreros del sur y del este frente a los de clases medias y altas
que, se extendieron hacia el norte y el oeste.
El impacto de la crisis: hacia una mayor segregación residencial.
2011 finalizó en Madrid con 182.000 desempleados más que 1996, de los cuales el
46,1% lo son de larga duración. Afectó mucho más a unos que a otros grupos sociales,
la tasa de paro alcanza el 29,0% entre los inmigrantes y hasta el 43,6% entre los jóvenes
madrileños con menos de 25 años. Por el contrario, en esta ocasión el aumento
proporcional fue algo inferior entre las mujeres, la construcción y algunas industrias
auxiliares. No obstante, su progresivo contagio a numerosos servicios y, sobretodo, al
empleo público en educación, sanidad y servicios sociales desde 2011.
Se trata de un impacto desigual. La crisis ha polarizado aún más la estructura social
madrileña con clara correspondencia espacial.
Mientras en un extremo de la escala encontramos los municipios situados al sur, de
pequeño tamaño pero rápido crecimiento reciente con las mayores tasas de desempleo,
con máximos en Morata de Tajuña (16,7%), Humanes de Madrid (15,7%), Colmenar de
Oreja (15,6%) o El Álamo (15,4%), junto a algunas ciudades más grandes como Parla
(16,4%) o Navalcarnero (14,4%).
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En el otro extremo de la escala, los municipios con niveles de paro que no representan
ni la mitad de los anteriores se localizan de forma muy mayoritaria en las
urbanizaciones de alta calidad y precio situadas al oeste, donde residen profesionales de
alta cualificación, cuadros medios y, en suma, segmentos bien posicionados en la
pirámide sociolaboral madrileña. Municipios próximos a la autovía de La Coruña (A-6)
como Torrelodones (5,8%), Pozuelo de Alarcón (6,1%), Boadilla del Monte (6,3%),
Villaviciosa de Odón (6,7%), Las Rozas (6,8%) o Majadahonda (7,0%) ocupan las
primeras posiciones.
Datos que ponen de manifiesto el aumento de la desigualdad social entre dos extremos
de la población urbana. Una fuerte polarización residencial con clara correspondencia
con del mercado laboral. Pero además con una característica local. Como señala
Onrubia, en el Informe FEDEA (2007) “El patrón de la desigualdad aquí es diferente
del resto de países europeos: se redujo desde mediados de los ochenta, cuando en
Europa crecía, porque el desarrollo llegó más tarde, pero en la primera parte de los
2000, pese al crecimiento, se mantuvo la brecha” y revela que el 1% de sus
contribuyentes acumula el 27% de la renta de toda la localidad.
En este sentido nos parece muy ilustrativo el caso de Las Rozas y Pozuelo de Alarcón.
Dos municipios con el alto nivel de renta y educativo de los habitantes.
Tomando datos del INE (2015), en concreto de los Indicadores Urbanos, del proyecto
europeo Urban Audit, proyecto que tiene como cometido la recopilación, estimación y
publicación de datos estadísticos de contenido socioeconómico para conocer y medir la
calidad de vida (bienestar social) en un determinado número de áreas territoriales.
Dos características determinantes:
1. La característica socioeconómica fundamental y nexo de unión de todos ellos, es el
elevado nivel económico y social de sus residentes: La renta per cápita presente en este
grupo de municipios es la más alta de toda la Comunidad de Madrid. Siendo el terciario
es claramente la actividad predominante de la zona.
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Entre la población destaca la concentración de directivos y gerentes, seis veces por
encima de la media de la comunidad, siendo esta característica una de las que hacen
diferenciarse a los dos subgrupos. El porcentaje de profesionales y técnicos, ligeramente
superior al valor observado en el grupo de origen, junto con la aparición de
profesionales de la Administración Pública (como variable de relevancia), da una idea
del nivel de cualificación que poseen sus habitantes y por tanto, de los puestos de
trabajo a los que optan.
Renta neta. Para la construcción de este indicador se han tenido en cuenta dos
componentes: la renta disponible anual neta, cuya fuente es la Agencia Tributaria, y el
número de hogares obtenidos por estimación para las ciudades estudiadas. En 2012, las
tres ciudades con mayor renta neta media de los hogares pertenecían a la Comunidad de Madrid:
Pozuelo de Alarcón (54.543 euros), Las Rozas de Madrid (45.223 euros) y Majadahonda
(44.023 euros). Ocupando las dos primeras posiciones en el ranking según renta neta
media de España.
Tasas de paro y actividad. En 2014 las tasas de paro más bajas se dieron en Pozuelo de
Alarcón (9,4%), Las Rozas de Madrid (10,7%) y Majadahonda (11,5%). Vuelven a
ocupar los tres primeros puestos a nivel nacional según menor tasa de paro estimada. En
cuanto a tasa de actividad no destacan ni por mucha ni por poca. Por sectores aparecen
dentro de las ciudades con menor proporción de empleo en industria (1,8 Pozuelo y 1,0
para Las Rozas y Majadahonda). Y los valores más altos para servicios En el sector
servicios, las mayores proporciones de ocupados se dieron en Pozuelo de Alarcón
(95,2%), Majadahonda (94,8%), ocupando Las Rozas la quinta posición nacional con un
93,3%.
En cuanto a su política empresarial, Pozuelo cuenta con más de 1.400 pymes explican
la tasa de paro más baja. Cuentan con medidas como la «licencia exprés», que permite
la apertura de un negocio antes de finiquitar todos los trámites; o los incentivos fiscales
para pequeñas y medianas empresas; o mecanismos para dinamizar el empleo como su
propia Agencia de Colocación, que pone en contacto a las entidades con los
demandantes de empleo. Fórmulas para generar riqueza.
18
Las Rozas, por su parte cuenta con unas 6.000 empresas y 2.700 comercios, entre ellas
ING, HP, Talgo o Foster Wheeler, y sigue una línea paralela, centrada en la formación y
en una presión fiscal a la baja, con el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) entre
los más bajos de la región en localidades superiores a 50.000 habitantes (media de 1,64
frente a los 2,36 de Madrid capital).
El perfil medio corresponde a una persona joven, de unos 40 años o menos, con
estudios superiores y con un cargo de alta responsabilidad. En ese sentido, registran una
tasa de natalidad media ligeramente superior a la española (9,14 nacimientos por 1.000
habitantes), liderada por Las Rozas, con 11,9.
Tamaño de hogar. Las ciudades con mayor tamaño medio de sus hogares en 2014 eran
Ceuta (3,3 personas de media), Melilla (3,2) y Pozuelo de Alarcón (3,0), Majadahonda
(2,94), y las Rozas quinta (2,90).
Movilidad laboral. A partir de los datos del último Censo de Población y Viviendas
2011, se recogen indicadores sobre el porcentaje de desplazamientos al trabajo
realizados a pie, en coche privado y en transporte público. los municipios con menores
porcentajes de desplazamientos al trabajo a pie fueron Pozuelo de Alarcón (5,7%), Las
Rozas de Madrid (5,8%).
2. El nivel de estudios alcanzado por los habitantes de esta zona es muy elevado, con
cerca del 44% de personas con estudios universitarios; más de cuatro puntos por encima
de la media del grupo al que pertenece y casi triplicando al número medio de la
Comunidad de Madrid (ver tabla 2). El porcentaje de población que posee únicamente
estudios de primer grado es menos de la mitad de la media de la comunidad, tomando
valores inferiores a los que se presentan en el grupo al que pertenece. Estas tendencias
se mantendrán en el futuro si se observan las altas tasas de estudiantes en la enseñanza
superior. La ausencia de trabajadores cualificados y no cualificados, asalariados
eventuales y de la construcción, conjuntamente con la baja de actividad industrial es
otra de las características predominantes en el panorama económico de esta zona.
19
Las zonas de más alto nivel socioeconómico (corona metropolitana del oeste) presentan
todas ellas un grado de juventud muy alto, y lo mismo ocurre en sus zonas de
ampliación, configurando un patrón de comportamiento muy asociado al modelo de
expansión demográfica que se produce del centro a la periferia para ambos indicadores.
Son municipios con un alto porcentaje de suelo urbano en los que el nivel medio de
renta de esta población es el mayor de toda la región, situándose un 75% por encima de
la media simple municipal. Principalmente es una zona residencial con un alto
porcentaje de suelo urbano, en la que apenas aparecen viviendas secundarias. Las
viviendas principales suelen ser grandes y lujosas, con un precio del metro cuadrado
muy elevado.
El precio del metro cuadrado de la vivienda. Según Antonio Martín, gestor de activos
del departamento residencial de Jones Lang Lasalle (JLL), tales municipios cuentan con
los precios más elevados de la Comunidad, entre los 2.443 euros de Las Rozas.
Respuesta al tipo familiar, las tipologías más demandadas son pisos de 3, 4 y 5
dormitorios y chalés adosados de hasta 6, con dos plazas de garaje y trastero. Añade el
experto de JLL que, “tras un ajuste del 33%”, los costes han alcanzado “un equilibrio”
que los sitúa “en valores de mercado”.
Como hemos señalado, la desigualdad social tiene una profunda interrelación con los
mercados de viviendas dado que la segregación residencial es la fórmula más común
que la representa un aumento en las diferencias a finales de los noventa y años
siguientes. Estos cambios se han producido a medida de que estos procesos han
proliferado, remarcando las diferencias entre zonas de las ciudades. Los niveles de
precios residenciales y la tenencia en propiedad tienen un protagonismo fundamental a
la hora de definir los niveles de segregación.
En ambos municipios existe una fuerte correlación entre la condición socioeconómica y
la condición residencial. Pozuelo, por ejemplo con La Finca, cuenta con la urbanización
más exclusiva de Europa y la renta neta más alta de España.
20
También hay enorme desigualdad dentro de los municipios más ricos. Pozuelo, en éste
sentido, también ocupa la primera posición en España, y las Rozas la quinta.
Como señala el profesor Onrubia (2013) “una parte muy importante de la renta se
concentra en un grupo de población muy pequeño, que no es el 20%, es el 1%”. “En
Pozuelo, donde también hay una gran tasa de brecha social, la distribución es más
compacta en la parte alta de la renta”. En concreto, si el 1% de las rentas más altas de
Pozuelo concentraban en 2007 más del 22,63% de la renta total del municipio. Y en ese
1% también hay diferencias: el 0,5% de los declarantes de Pozuelo supuso el 17,21% de
toda la renta agregada.
En las Rozas, mientras un 80% de la población tiene un nivel de vida muy alto, y muy
formada, convive de forma totalmente segregada de los otros grupos sociales que
trabajan para ellos, y que siendo un porcentaje minoritario cuentan con servicios
públicos deficientes, el municipio cuenta con una comunicación muy deficiente, que no
conecta adecuadamente las urbanizaciones con el centro.
Por tanto, dos son los aspectos clave para definir este conjunto de municipios
polarizados en torno a dos puntos del noroeste: el elevado nivel socioeconómico de los
residentes y la importancia económica de la zona.
Como señalamos, lo distintivo de éste tipo de segregación, la SRS, con respecto a otros
tipos es que en la segregación socioeconómica residencial las oportunidades de acceso
al suelo se dirimen específicamente del mercado inmobiliario y la separación se impone
a través de la renta del suelo, la renta del suelo.
La renta modela los precios del suelo determinando las posibilidades diferenciales
objetivas de los distintos grupos de acceder a las distintas localizaciones en función de
la magnitud relativa de sus capitales individuales.
Tal y como hemos señalado, ello ocurre con aquellas que se originan a través del
consumo del espacio construido a través de los usos y actividades para las que el suelo
sirve de soporte (la denominada articulación secundaria).
21
Dos consideraciones. En primer lugar debemos decir que, es el precio del suelo el
instrumento al que los estratos sociales de mayor poder adquisitivo recurren para
segregar a los de menor poder impidiéndoles ubicar allí su residencia.
Y, en segundo lugar, la homogeneidad existente es hasta cierto punto garantizada por
mecanismos adicionales. Al filtro que ya de por sí ejerce el mercado inmobiliario, se
agregan los mecanismos de control social y urbanístico. Por ejemplo, las estrictas
normas que rigen la edificación (densidades mínimas, calidad de materiales, diseño de
fachadas, etc.) y por otro lado, el ejercicio del derecho de admisión sobre los potenciales
nuevos habitantes.
Se producen así dos modos completamente distintos de ciudad. Efectivamente, en el
Norte no sólo se apuntan los grandes espacios urbanos asociados a las clases medias y
altas tradicionales de la ciudad, sino también todo un nuevo conjunto de morfologías
urbanas, que vienen apoyadas en servicios urbanos exclusivos como campos de golf,
universidades de élite y hospitales privados. El Sur, por su parte, concentra todos las
externalidades negativas del territorio metropolitano: los paisajes ecológicamente más
pobres, las grandes áreas industriales de la región y todas las infraestructuras de
deshecho y reciclaje de la ciudad.
Un tipo de desarrollo que consume grandes cantidades de recursos y productos, y en el
que la distribución es más importante que la producción.
Conclusiones.
La segregación residencial es un fenómeno espacial y social vinculado a las
desigualdades sociales; en su interior tiende a reproducirse la situación de clase.
Cuentan con infraestructuras, inversión, y todos aquellos elementos que ahondan aún
más en las diferencias y desigualdades entre los distintos grupos sociales.
La diferenciación espacial ha existido siempre; sin embargo, en la actualidad se observa
con mayor nitidez y amplitud en los espacios de ciudades globales. Particularmente se
presenta una clara distinción entre los que tienen mucho y los que no tienen; es decir, se
exhibe un espacio más fragmentado y segregado.
22
Es la renta la que modela los precios determinando las diferentes posibilidades de los
distintos grupos a acceder a las áreas en función de la magnitud de sus capitales o
capacidad de endeudamiento. Existe una fuerte correlación entre polarización social y
polarización residencial.
La otra diferencia sustancial deriva del nivel formativo de los grupos, ya que desde la
perspectiva del consumo, son las rentas generadas por el consumo del espacio las que
nos interesan porque explican que “diferentes grupos sociales tienden a ocupar lugares
separados y distintos en el espacio”. Se entiende como un mecanismo que busca
expresar las diferencias y jerarquías sociales, así como la pertenencia a determinados
grupos sociales.
El caso de la transformación metropolitana de Madrid es especialmente interesante por
la magnitud y sobre todo, la velocidad, con que se produce. Como hemos señalado, si
bien el proceso comienza de forma tardía al conjugarse el cambio social con la inserción
en el esquema de ciudad global, determinados grupos salen especialmente reforzados
con manifiesta expresión territorial. Se puede afirmar que coexisten fragmentos que
nada tienen que ver unos con otros.
Expuesta a factores externos, al igual que otras metrópolis del mundo, que se traducen
en patrones comunes y propios del proceso de integración en el sistema global, su
resultado es consecuencia a la vez de factores internos, de su propio cambio social.
En términos urbanos, en general, los crecimientos excesivamente rápidos producen
desajustes entre necesidades y demandas, por una parte, y ofertas de espacios, de
empleo o de infraestructuras, por otra. Ello se traduce en disfuncionalidades y merma en
la eficiencia económica y en la calidad de vida de los residentes (Moreno y Vinuesa,
2009).
Uno de los ejes centrales entre lo local y lo global, entre el predominio de factores
internos y externos de transformación, estaría representado por las características y
tendencias de las nuevas inversiones; en particular, por la forma en cómo afectan a la
producción, a la gestión empresarial y al consumo, así como por la intensificación de la
segregación territorial entre las áreas residenciales de sectores sociales de distintos
23
niveles de ingresos. Este aspecto de la reestructuración sería especialmente notable en
las grandes metrópolis de la periferia capitalista, donde han tenido lugar las nuevas
formas de estructuración metropolitana. Sería la principal variable que estaría
determinando la ocupación de cada área de la ciudad de acuerdo al valor del suelo,
mostrando la accesibilidad de determinados grupos sociales de diferente poder
adquisitivo a diferentes zonas de la ciudad.
El modelo madrileño de dicho periodo responde a un caso de acumulación exitoso en el
marco de la financiarización, la globalización, las políticas neoliberales basado en el
consumo intensivo del espacio/de los activos territoriales.
La generación de espacios estratégicos se produce de manera diferenciada y con
características específicas, a través de un equipamiento diferencial del territorio que
pone de manifiesto una vez más las desigualdades socioterritoriales.
Todo ello se traduce en el incremento de la desigualdad social al valorizarse de forma
más acentuada la retribución de los individuos más capaces y la contribución económica
de aquellas capas sociales que disponen de patrimonio e información y contactos.
Transformaciones que también tienen su expresión sociocultural, emergen rupturas,
cambio de costumbres y “pérdida de valores”. Y desintegración social.
En términos generales los datos mostrarían que, durante la década neoliberal
caracterizada por un incremento de las desigualdades entre los grupos sociales, las
consecuencias negativas de la segregación socioespacial se han profundizado
notoriamente.
24
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27
Tabla 1.
EVOLUCIÓN DE LOS PRECIOS E INCREMENTOS ANUALES DE LA VIVIENDA
NUEVA EN ESPAÑA (1985-2011).
Fuente: http://www.idealista.com/news/archivo/2012/01/09/0379053-cuanto-ha-subido-en- los-ultimos-26-anos-el-precio-de-la-vivienda-nueva-en-tu-ciudad-tabla.
El precio de la vivienda nueva en España ha crecido de media un 629% en los últimos
26 años, según los datos de sociedad de tasación. El avance es casi cuatro veces superior
al de la inflación, que ha subido un 167% desde 1985. Todo esto a pesar de la
corrección de los últimos cuatro años, ya que en 2007 el aumento del precio desde 1985
llegó a ser del 791%
Pese a los descensos recientes, según esos datos, el coste de comprar una vivienda
nueva en España ha subido a un ritmo del 7,9% al año (tasa acumulada equivalente).
Madrid ha sufrido un incremento del precio de la vivienda nueva del 588%.
Tabla 2.
POBLACIÓN CON ESTUDIOS SUPERIORES POR MUNICIPIOS (2001).
Las Rozas de Madrid 41,9
Majadahonda 40,2
Pozuelo de Alarcón 39,8 Fuente: INE (censos) y BBVA-lvie
28
Los municipios con mayor proporción de población con formación superior se
localizaban en el centro de la provincia, en el área metropolitana de la capital. El más
formado es Las Rozas de Madrid, con un 41,9% de población con estudios
universitarios en 2001, y mayor tasa en estudios de tercer ciclo.¡ de España.