LA REPÚBLICA PURÉPECHA SOCAVADA

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    LA REpblica purpecha socavada

    Carlos Garca Mora

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    Carlos Garca MoraInstituto Nacional de Antropologa e Historia

    Direccin de Etnohistoria

    TSIMARHU

    Estudio de etnlogos

    La r e p b l i c a p u r p e c h as o c a v a d a

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    Garca Mora, Carlos:La repblica purpecha socavada, Mxico,Tsimarhu Estudio de Etnlogos, 2013, 56

    pp. en formato electrnico pdfpara la Inter-

    net (http://tsimarhu-tsimarhu.blogspot.mx/)

    Portada y frontispicio:Procesin con la imagen de san Antonio de Padua

    llegando al templo, en Charapan, Mich.(Foto: Carlos Garca Mora 1973)

    Este fascculo forma parte del libroEl baluarte purpecha,

    en el que est includo como captulo 11y en el cual pueden consultarse las chas comple-tas de las referencias bibliogrcas aqu citadas.

    Escrito con resultados de investigacinllevada a cabo en la

    Direccin de Etnohistoria delInstituto Nacional de Antropologa e Historia

    Mxico 2013

    Carlos Garca [email protected]

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    rrenos charapanenses para el cultivo agrcola, la cra de ganado u otrasactividades productivas.3 Entre 1789 y 1802, en dicha caja ingresaron40 pesos anuales excepto el ltimo ao que fueron 50 por larenta de parte de sus pastos a ganaderos espaoles, equivalente al 80%

    poco ms o menos de las contribuciones obligatorias de los tri-butarios de la repblica purpecha, lo cual muestra la importancia delingreso por arriendo. La caja de la comunidad tambin tuvo ingresospor las contribuciones de real y medio, que cada tributario tena obli-gadacin de dar a la repblica para instituir en Espaa el Banco de SanCarlos.4 A cambio, tena que pagarle a dicho banco por la administra-cin de su depsito obligado.Tbl. 21

    No obstante, a pesar del aumento de los ingresos, la repblicaqued incapacitada para disponer de ellos. A partir de esa dispo-sicin, sta tuvo que trocarlos por recursos constantes en efectivo y,luego, en la prctica le fueron embargados por la corona espaola y susconsorcios y empresas militares, la hacienda pblica y la leprosera dela ciudad de Mxico en el hospital de San Lzaro.5

    La antes aparente prosperidad de los gobiernos de las repblicaspurpechas mengu rpido. La parte que la autoridad espaola consi-der sobrante de los ingresos de su caja de comunidad por dinero nogastado, arriendos de tierras pastales y otros, que antes utilizaba envarios rubros, se les prohibi gastarla en adelante y se las oblig aque la entregaran a las cajas reales de las intendencias, so pretexto defomentar nes tiles y evitar que permaneciera ociosa.6

    Si los supuestos sobrantes de los ingresos de la caja de la re -

    pblica charapanense secuestrados por la Real Hacienda habanascendido a 207 pesos y fraccin en 1789, al ao siguiente tuvo unabaja aparatosa: poco ms de 25 y luego 11 en 1791, recuperndoseapenas en 1792 con poco ms de 14 pesos. Esto es, la nueva polticade la hacienda pblica provoc la disminucin de sobrantes, que noeran tales, al deprimir su vida econmica. Lo que se mantuvo rme fuela contribucin anual obligatoria del real y medio, de cada uno de losmiembros de la repblica, a su caja de comunidad sumando la cantidadja de 48 pesos y 3 reales.7

    Por cierto, esto supone que en Charapan haba unos 387 comu-neros, con todo y que, en su nueva cuenta, estaban matriculados slo

    258 tributarios, de los cuales 62 pagaban nada ms medio tributo.8 Esdecir, la contribucin total les fue tasada con exceso.9

    Al perder el control de los ingresos de la caja de comuni-dad, sta qued expuesta a los manejos del alcalde mayor en Jiquilpan,Pablo Lpez Ginori, quien se hizo cargo de sta antes de que se sustitu-yera, en Xiquilpan, el cargo de alcalde mayor por el de subdelegado.En consecuencia, l se ocup del cobro de la contribucin del real ymedio, por cada tributario de la repblica, y del arrendamiento de los

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    pastos comunales para rebaos de ovejas asumiendo funciones de losministros de la repblica purpecha.10 Apenas es necesario decir lo queeso signic, ya que la autonoma y las capacidades de stos sufriuna seria merma, al verse despojados del control de sus tierras y de laadministracin de sus ingresos.Tbl. 21

    * En pesos, reales y fracciones. Por ejemplo, en 1789 el sobrante fue de 25 pesos, 4 reales, 1 tomn y 8 g ranos. Con 2 o 4 reales se adquira una docena de huevos de ga llina.1 Cantidades que las repblicas de los naturales purpechas lograron reservarse para cumplir sus compromisos (pues antes les retiraban todo), mientras volvan a recuperar

    su capital.2 Utilidades resultantes de la contribucin del capital aportado para instituir en 1782 el Banco San Carlos (en Espaa).3 Contribucin obligatoria de cada tributario de Charpani a la caja de su comunidad. El nmero calculado de tributarios correspondiente se pone en la siguiente columna.

    Considrese este clculo como aproximado en algunos casos y tmese en cuenta que hubo medios tributarios (viudas u otros), cada uno de los cuales era sumado como

    mitad por lo que, en realidad, pudo ser mayor el nmero total de personas que pagaban tributo completo o parcial.4 Conjunto de partidas de descargo (salidas).5

    Cantidad que se le cobraba a la comunidad agraria de la repblica purpecha por administrar su dinero y hacerle su estado de cuenta.6 Contribucin obligatoria y forzada de la repblica purpecha para el Hospital de San Lzaro en Mxico.7 Cuando los sobrantes disminuan signicaba que se haba gastado ms en el poblado de la repblica.

    2 1 . E x t r a c t o d E l a s c u E n t a s d E b i E n E s d E l a c o m u n i d a d a g r a r i a d E c h a r p a n i

    ( 1789 -1802 ) *

    E n c a j a E i n g r E s o s d at a4

    Ao Reserva

    dos

    de la

    cuenta

    anterior1

    Utilidades

    del Banco

    Nacional2

    Contribucin

    del real y

    medio3

    Nmero

    de

    tributarios

    Renta

    de

    pastos

    Subtotal 2 % por

    enterado5Para el

    hospital

    San

    Lzaro6

    Escuela Reservado

    para

    el ao

    siguiente

    Subtotal Sobrante7

    178914.5.7

    de 178845.3.0 242 40.0.0 100.0.7.8 2. 0.6 0.4.0 72.0.0 72.0.0 25. 4.1.8

    1790 45.3.0 242 40.0.0 1. 5.6 0.4.0 72.0.0 74. 1.6 11. 1.6

    1791 48.3.0 258 40.0.0 88.3.0 1. 6.0 0.4.0 72.0.0 74. 2.0 14. 1.0

    1792 48.3.0 258 40.0.0 88.3.0 1. 6.0 0.4.0 30.0.0 32. 2.0 56. 1.0

    179311.7. 6

    de 179148.3.0 258 40.0.0 100.2.6 1. 6.0 0.4.0 42.0.0 44. 2.0 56. 0.6

    179411.7.3.3.1/2

    de 179248.3.0 258 40.0.0 100.2.3. 1/2 2. 0.0 0.4.0 24.0.0 26. 4.0 73. 6.3.3 1/2

    1795 48.3.0 258 40.0.0 88.3.0 1. 6.0 0.4.0 60.0.0 24.0.0 2. 1.0

    1796 24.0.010.7. 3

    de 179348.3.0 258 40.0.0 123.2.3.3 1. 7.9 0.4.0 72.0.0 48.0.0 122. 3.9 0. 6.6.35 1/2

    1797 48.0.010.7.35 1/2

    de 179448.3.0 258 40.0.0

    147.2.3.35

    1/27.10.35 0.4.0 72.0.0

    122.

    3.10.3524. 6.5. 1/2

    1798 48.0.0 48.3.0 258 40.0.0 136.3.0 1. 6.1 0.4.0 43.0.0 72.0.0 117. 2.1 19. 0.11

    1799 72.0.0 52.7.0 282 40.0.0 164.7.0 1. 6.8 0.4.0 72.0.0 72.0.0 146. 2.8 18. 4.4

    1800 72.0.0 56.0.6 299 40.0.0 168.0.6 1. 6.8 0.4.0 36.0.0 72.0.0 110. 2.8 57. 5.10

    1801 72.0.0

    9.2.11.?

    de 1797+9.2.11.?

    de 179?

    56.1.1 300 40.0.0 186.6.6.11.? 2. 2.4 0.4.0 72.0.0 72.0.0 146. 6.4 40. 0.7.66 1/2

    1802 72.0.0 56.1.1 300 50.0.0 178.1.1 2.10 0.4.0 72.0.0 72.0.0 146.50 31.41agn

    1806(enamt)

    ycoms.oralesdeCatalinaRodrguezLazcanoyMartaTern.

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    larga. En consecuencia, para homogeneizar a los poblados, se eliminel uso y la costumbre locales y se igual el trato a los naturales con eldado a los espaoles y los castizos avecindados en ellos o en sus alre-dedores.

    Ya considerados vecinos por la administracin espaola, lospobladores purpechas fueron perdiendo su autonoma y la exclusivi-dad de sus recintos cuyos predios, calles y rgimen polticose vieronobligados a compartir cada vez ms con otros habitantes de origen fo-rneo.16 El casco del poblado de Charpani haba albergado algunosespaoles avecindados pues se los reciba con la venia del gobiernopurpecha, pero, tras las reformas borbnicas, stos dejaron de necesi-tar permiso alguno para establecerse. Otorgada esa libertad, la repblicapurpecha empez a escaprsele de las manos el asentamiento mismodonde vivan sus miembros.

    * * *

    Con todo, la representacin agraria y poltica sigui en manos delgobierno purpecha. A mayor abundamiento, a raz de las nuevasdisposiciones y, a pesar que el manejo de las tierras fue limitado o in-tervenido por funcionarios espaoles, la repblica tena a su favor elque los forzados arrendamientos de tierras pastales sobrantes desus comunidades agrarias tenan condiciones legales que cumplir. ACharpani le ayudaba la categora que haba alcanzado en la comarca,

    lo cual se reejaba en detalles como el de su escribano de repblica,Francisco Gallardo, quien posea una caligrafa segura, a diferencia delde kumichu con capacitacin humilde.17

    Luego de un avalo para establecer el precio del arriendo de sustierras pastales, en el ao 1790, las autoridades de las repblicas dePatmpani, kumichu y Charpani, recibieron billetes con citatoriospara presentarse en el poblado del primero, donde deban atestiguarel inicio de los pregones para ofrecer dichos pastos en arrendamiento.Despus, el gobierno de Charpani recibi otro citatorio para el remateen su propio poblado.

    Nada raro sera que todo el procedimiento fuera amaado, para

    simular un remate real cuando que, segn lo que parece haber ocurrido,fue un arreglo previo entre los involucrados o parte de ellos enbenecio sobre todo del arrendador espaol, quizs en contubernio conalguno o algunos ociales del propio cabildo charapanense y la alcaldamayor de Xiquilpan, que ese ao abarcaba tambin a San Juan Perwaniy al agregado de Tinkwntini.18

    En el transcurso de una ceremonia, el remate se haca segn pro-cedimiento establecido, aunque a veces slo se daba por hecho en

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    los empleados a sus rdenes vaqueros, administradores y otrosy los mismos pobladores humanos de esa franja territorial. Esto fuefacilitado por una red de relaciones polticas y comerciales, que asociautoridades espaolas y purpechas, ganaderos, hacendados y comer-

    ciantes de la comarca, cabeceras y ciudades importantes; tanto comopor haber quedado la administracin de los bienes comunales en manosdel subdelegado espaol.

    Por ejemplo, desde 1790, el espaol Jos Domingo Paz dequien se volver hablar ms adelante consigui arrendar pastosde San Felipe de Los Herreros, vecino de Charpani. En 1797, renov elarriendo con el aval nada menos que del licenciado Isidro Huarte, grancomerciante e inuyente miembro del ayuntamiento de Valladolid y dela oligarqua vallisoletana, una de las ms importantes de toda la NuevaEspaa. Se va dando cuenta el lector de lo que tiene entre manos? Sepercata de la integracin de un territorio purpecha usufructuado por laaristocracia? Por lo visto, en ese contexto, la autonoma de la sierra deMichoacn era, ms que una realidad, una guracin enmascaradalegalmente.

    No obstante, los ociales de repblica, que deban interveniren los trmites para sacar en postura pblica el arriendo forzado desus tierras representando a las comunidades agrarias de sus repblicas,procuraron, a veces, como los de San Felipe de Los Herreros, defenderlo que pudieron insistiendo en que se ofrecan slo los pastos exclu-yendo bosques y pastizales para uso de su comunidad. En el caso deCharpani es improbable que les tomaran en cuenta su parecer, dado

    que la repblica purpecha fue hecha a un lado por las autoridades ylos arrendatarios espaoles, quienes tomaron el proceso en sus manosngiendo llevarlo a cabo con toda legalidad.

    El gobierno de las repblicas purpechas era slo un pobre re-ejo de lo que fue. Tal lo sugieren los detalles de la renovacin delarriendo de los pastos de kumichu y Charpani en un proceso iniciadoen 1801 y concluido al ao siguiente.

    Como parte del procedimiento para poner en postura el nuevoarriendo quinquenal, el gobierno del vecino kumichu, que se suponanombr como valuador a Jos Cayetano Crdenas, result que designa un espaol vecino de Los Reyes en tierra caliente, lugar donde se

    llev a cabo el proceso y donde la Real Justicia lo nombr como valua-dor ocial. kumichu, que careca de gobernador pero dispona de unalcalde analfabeta y sus ociales de repblica, de viejos principales y deescribano, us como valuador a un vecino espaol, tal como era norma,quien sola hacer ese trabajo arreglado de antemano en favor de los in-tereses ganaderos de los arrendatarios espaoles. Siguiendo un formatocasi idntico para cada poblado y con el objeto de evitar un aumento enel precio, el valuador dictaminaba, a veces, que el valor de los pastos

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    caso es que, otra vez a son de caja, se proclam en la plaza pblica a lavista de la gente que estaba en el lugar, que ningn postor se haba pre-sentado, lo cual hacia ms obvio el arreglo previo. Tiempo despus, elgobernador, los alcaldes y los dems ociales de la repblica purpecha

    charapanense, con su respectivo escribano Aparicio Estrada, recibie-ron citatorio para presentarse, dos das despus, al remate del arriendoque se llevara a cabo en dicha localidad tierracalentana, junto a laspuertas principales del juzgado.

    El da del remate, el subdelegado acompaado por los desu asistencia hizo llevar a pregn durante dos horas, en voces quedeban ser altas e inteligibles para quienes hablaran espaol lastantas veces citadas tierras pastales sobrantes advirtiendo que debanquedar rematadas ese mismo da. Como 12 aos antes lo haban he-cho los ociales purpechas de kumichu, el gobierno charapanensepresenci cmo, a la vista de la gente que estaba presente, se repitipor dos horas ms, entre las 10 de la maana y el medioda, que se ha-ba acabado el tiempo para presentar postura; que ya slo se esperaralo que durara la plegaria de las 12 y que, cuando se diera el toque dela campana mayor de la ayuda de parroquia, quedara hecho el rematedel arriendo de sus pastos al que hubiera presentado la mejor postura.

    Cubiertas todas estas formalidades, las autoridades de la rep-blica purpecha de Charpani vieron cmo qued ncado el remate enel que fue el nico postor, segn dijo la autoridad espaola: el ya cono-cido Jos Domingo Paz, quien haba ofrecido 50 pesos de renta anual.Este espaol era el mismo que ya haba tenido arrendados los pastos

    charapanenses, el que rent tambin los de kumichu y el mismo es-paol mencionado ms arriba, porque desde 1790 consigui arrendarlos pastos de San Felipe de Los Herreros, lo cual renov en 1797. Paramayor detalle, ste era era mayordomo de la hacienda volante o iti-nerante de ganado ovejuno del espaol Francisco Antonio Villaverdeel verdadero arrendatario y el mismo que consigui el arriendo delos pastos de kumichu y Charpani, renovado en 1802 con el avaldel espaol Francisco de Cabrera hacendado y capitn de dragonesprovinciales de la jurisdiccin de Xiquilpan y dueo de la hacienda ElSalitre en el partido de Los Reyes.29 Por si eso fuera poco, el mismomayordomo que prestaba su nombre y quien con el mismo aval obtu-

    vo los pastos de San Juan Perwani, San Francisco Perwani, Sikwchu,Pmatakwarhu, Tarhkwatu, Tinkwntni y Atpani; es decir, el queobtuvo para su patrn un control territorial supracomunal enorme. Unafranja largusima de pastos que atravesaba toda la sierra. Los avalesantes mencionados supusieron intercambio de favores, relaciones co-merciales, ganaderas y similares, con sus respectivas implicacionespolticas.30 Por fortuna, no logr ocultar todas las anomalas pues algu-nas fueron descubiertas en Valladolid.31

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    1 cobijn y 1 colchn. 1 collar de perlas, alhajas de oro, un peine guarnecido de plata

    (de su esposa) y 2 kankwecha. 2 sables, 1 trabuco y una corsa de soldado y sus armas.

    5 imgenes de santos y 3 campanas.42

    Encima, guardaba en empeo objetos de personas de los barriosSan Andrs y en particular San Bartolom, inclusive de su alcalde, yde otros pignorantes de los poblados de Kurhpu y Urupani pues lesprestaba o les aba dinero, mercanca y animales.

    Pero la fortuna dej de sonrerle al sobrevenirle una muerte pre-matura en 1791. En aquellos das, su padre Juan Miguel Victorino de 60aos, acos con un pleito persistente a su viuda tributaria y principalde Charpani pero nacida en Sikwchu por la posesin de la casa, eldinero y las pertenencias del fallecido. El suegro lo reclam todo, conel argumento que, como dicha casa era de su propiedad, parte de esaspertenencias eran suyas pues estaban revueltas con las de su hijo, yaque compartan ese espacio.

    En la madrugada de un sbado de ese ao, Juan Miguel Victo-rino lleg borracho acompaado de un compadre, un sobrino y un tosuyo purpechas analfabetas pero ladinos en castellano a casa de lanuera, quien dorma en la cocina recuperndose del parto de su ltimohijo. Entr a escondidas, descerraj el cajn de la mesa para sacartodo el dinero y se lo llev junto con 8 aparejos y 5 cueros de tigre. Otroda, con engaos, despach a su nuera de regreso a su tierra con

    todo y cra recogindole la llave de la casa. Cuando ella quiso regresar,su suegro se neg a devolvrsela y la amenaz de muerte. l, su hija ylos del pueblo, lase autoridades del barrio San Bartolom, se pusie-ron en contra suya teniendo que pedir abrigo para ella y sus tres hijosen la parroquia, donde la recibieron gracias a que el vicario y su familiatenan mala relacin con don Juan Miguel.43

    Otro da haciendo uso de su posicin, Juan Miguel alebrestcontra ella a la gente del poblado o, para mayor ms precisin, a la delbarrio San Bartolom e hizo venir al teniente real de Patmpani y asu asistente, apoderado del propio don Juan Miguel. Con ellos, apro-vechando que la viuda estaba guarecida en la parroquia y para evitar

    la intervencin del vicario que la protega, se hicieron diligencias me-diante las cuales extrajeron otras pertenencias de la casa de la viuda.Juan Miguel se hizo acompaar por el gobernador charapanensedon Jos Antonio Galvn, alcaldes y varios naturales adictos. La cali-dad de acreedora de al menos ocho personas, que ella tena por deudascontradas con su difunto esposo, fue otro inters econmico en juego.44

    Luego, el cacique la despoj de sus hijos. Ella lo acus arman-do que lo que yo veo aqu [en Charpani] es que los alcaldes

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    tributos. Es una paradoja que el propio rgimen imperial fuera el que,al acelerar la prdida de la autonoma purpecha, minara el cimientomismo del edicio colonial novohispano en Michoacn.

    Un sntoma del cambio lo registr el privilegiado cura de

    Charpani, quien otrora contaba con la coercin civil para obtener de lospurpechas su sostn, cuando tuvo que enfrentar la resistencia crecientede las propias autoridades de repblica a seguir solventndolo. En unesfuerzo desesperado por reinstalar el costumbre, gravoso y cada vezms ignorado, el propio cura bachiller Francisco Fernndez Rincnempez en 1806 a trasladar el viejo pindecuario franciscano ayudadopor su conocimiento del uso y la costumbre, para restaurar por escri-to ese documento con el cual esperaba que los ministros de repblica ylos naturales se vieran obligados a cumplir con sus anteriores obligacio-nes. Intil. A nes de la colonia novohispana, el 21 de abril de 1819 conuna mezcla de rencor y amargura, se quej y exigi de su puo y letra:

    Con toda verdad digo yo, el cura juez eclesistico del partido,que la experiencia de treinta y tantos aos de administracin entreindios de tasacin, me he enseado a sufrir muchas drogas que ha-cen, negando mucha y considerable cantidad de obvenciones, de lasmismas que expresan los pindecuarios que he notado, para que, si enalgn tiempo viniere el ilustrsimo seor [obispo] o algn seor visita-dor, ponga remedio en esto exhortando a rigor de justicia a los indiosque cumplan para con su prroco.67

    En vano ese desahogo. No mucho tiempo despus, nunca ms alcura tendra la facultad de mandar al scal que, con su disciplina, azota-se al mismsimo gobernador por incumplimiento de supuestos deberespara con la iglesia. El propio cabildo purpecha estaba por terminar suvigencia y ningn gobernador ms habra para ser castigado.

    Con todo, un hecho contingente es que, al llegar al nal del rgi-men colonial, la repblica y la lengua purpechas hubieran alcanzado aser los de prestigio en la sierra, si as lo percibieron la poblacin mayo-ritaria y una parte del pueblo espaol criollo avecindado. Si esto ocurrisera porque la tradicin purpecha era la que tena el arraigo ms anti-guo a la tierra, amn que la portaba un pueblo con un alto sentido de la

    jerarqua y la dignidad personal y familiar. No en balde, todava a nesdel siglo xx, la purpecha era una sociedad honorca.68

    * * *

    Lo que vino despus, en la primera mitad del siglo xix, fue la extincindel gobierno purpecha y la instauracin de un rgimen municipal. Tras

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    sible siquiera instaurar ayuntamiento en su poblacin y evitar que fuerarebajada de categora poltica cuando se desconoci su gobierno.

    Para colmo, disminuyeron sus armas jurdicas para defender sustierras. Aunque las hubiera reivindicado al instaurarse el gobierno na-

    cional en la Nueva Espaa independizada, le fueron reasignadas comodotacin para pueblo, entonces sinnimo de vecindario, en vez dereintegrrserlas a su comunidad agraria. Entre 1825 y 1827, el Congresodel Estado de Michoacn procur revertir el dao causado por las refor-mas borbnicas expidiendo decretos para restituir tierras y aguas a loscampesinos, incluso regresndoles a sus manos las que fueron objetode una injusta enajenacin por venta, empeo, cesin, arrendamiento uotra manera. Pero una vez recuperadas, las comunidades de las ex re-pblicas de los naturales recibieron rdenes de llevar a cabo un repartoindividual de las mismas entre sus parcioneros.

    En un principio, el Congreso consider los bienes de las comu-nidades, propiedad exclusiva de los descendientes de las viejas familiasde cada localidad agraria disponiendo la reintegracin del conjunto delas tierras a los poblados y el reparto en parcelas entre sus pobladores;pero incluy aquellos que haban residido en los poblados, por lo menosuna dcada, considerando sujetos de reparto tanto a stos como a la po-blacin original. Ello qued estipulado en un decreto estatal de 1827para llevar a cabo un reparto agrario, en el cual se enfatiz la importanciasocial, econmica y cultural de la propiedad de la tierra y el disfrutecampesino de sus productos. El 30 de enero de ese ao, el Congreso delEstado de Michoacn expidi la Ley sobre el reparto de bienes comuna-

    les para devolver a sus primitivos propietarios las tierras en parcelasfamiliares y en partes iguales.72 Al ao siguiente se redact el respectivoReglamento para la particin de las tierras de comunidades.

    Con ello se estipul que los bienes conocidos con el nombrede comunidad son exclusivamente de los descendientes de las primerasfamilias y de ningn modo pertenecen a los fondos municipales. Asi-mismo se dispuso que el gobierno dispondr se entreguen las tierras,que han estado bajo su inspeccin, a las comunidades a las que perte-nezcan, para que procedan a su repartimiento individual en posesin ypropiedad.73

    Por otra parte, desde 1822, Charpani empez a asumirse,

    as fuera slo en lo administrativo, como un pueblo del partido deJiquilpan;74 esto es, un poblado que, en la prctica, experiment una re-fundacin poltica dando paso al nacimiento de la sociedad pueblerinaque sustituy a la comunitaria. Slo pinsese en ello. Las consecuenciassociales, polticas y culturales fueron de gran profundidad.75

    La sociedad serrana mantuvo rasgos estructurales y formales,que slo fueron rotos hasta las reformas liberales a mitad del siglo xix,pero desde antes, el desconocimiento del gobierno de los naturales tuvo

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    de espaoles peninsulares avecindados.77 Con ello se busc eliminar elestamento que ellos integraban y que detentaba la mayor riqueza y elcontrol poltico y militar. De esta manera, las familias espaolas crio-llas arraigadas fueron las que salieron beneciadas, las cuales junto

    con los desterrados haban formado parte constitutiva del sector malllamado de razn.78

    Cabe aqu esbozar un aspecto de la ideologa que en la nuevanacin sirvi a esta causa. Una vez depurada de espaoles peninsulares,la gente de razn restante en cada regin arraig, en su ideologa yen la de los dems, un apego al terruo la patria chica desa-rrollando su regionalismo, para sustituir con ste las ideas corporativasde las repblicas de los naturales cerradas en un sistema de castas ra-ciales. O para decirlo con otras palabras: introdujeron la crianza y lavecindad ms que la raza como determinantes de su sentimientode pertenencia a una regin. De esa forma, despus de la abolicin delrgimen colonial novohispano, evitaron tener que ponerse de acuerdocon las otras castas acerca de las caractersticas de los poblados don-de convivan y con las que tenan relaciones econmicas y polticas.79Por tanto, eludieron discutir acerca de las cuestiones del desigualdesarrollo de las clases sociales y la estraticacin tnica. Con eseproceder, lograron que el resto de la sociedad aceptara mantener laestructura clasista prevaleciente, pero en adelante con una concep-cin social y regional.

    Regresando a Charpani, la repblica y su comunidad de natu-rales fue sustituida, en la mentalidad dominante, por el poblado rural

    policlasista y politnico del siglo xix, habitado por pueblerinos cuyo lu-gar de nacimiento, con independencia de su liacin tnica, determinsu pertenencia al pueblo de Charapan, pero manteniendo una minoraselecta: los vecinos que antes eran los de razn cuyo apegoal terruo los beneci tanto a ellos como a purpechas y negros. Si larepblica de los naturales purpechas y sus respectivas comunidadesagrarias fueron un producto novohispano, el pueblo o vecindario ru-ral y sus tierras fraccionadas fueron un producto de la sociedad nacional.

    Al instaurarse una administracin civil no corporativa, los po-bladores no requirieron, ni en lo jurdico ni en lo ideolgico, pertenecer,depender o sujetarse a una repblica de naturales purpechas, sino al

    poblado de Charapan. Ms que comuneros, fueron vecinos pueblerinos;ms que purpechas de Charpani, charapanenses. Con todo y quepurpechas y comuneros siguieron habitando el poblado, la nueva men-talidad facilit:

    Incluir como hijos del pueblo a descendientes de europeosy negros y a todos los avecindados que fueron engrosando elvecindario.

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    Justicar la introduccin y el mantenimiento de los de ra-zn en la minora rectora, la cual ya le fue permitido hablara nombre de todos los habitantes, es decir, de el pueblo deCharapan y no slo de su casta.

    En la prctica, esa nueva idea convivi con la estraticacintnica real e imaginaria, persistente de alguna u otra manera hasta elsiglo xxi. Eso no impidi que, de todos modos, hubiera un cambio realen las ideas y en las instituciones sociopolticas.

    Por otra parte, a cada legislatura estatal le correspondi decidirqu cabeceras recibiran la categora de municipalidades con ayunta-miento. A la de Michoacn le pareci que Charapan careca de mritospara ello y lo someti a otra cabecera, quiz Paracho.

    Adems de prescindir de purpechas, los ayuntamientos admi-nistraron las tierras comunales que fueron quedando. Ello facilit losreclamos sobre ellas de los espaoles criollos, que las haban estadoarrendando y que pasaron a ser avecindados con derechos. Con esa tc-tica se revirti la recuperacin temporal lograda por las comunidadesagrarias, en tanto dur la guerra independentista y la liberacin desus excedentes expropiados por el imperio espaol.80

    En 1841, haba cesado la prolongada dependencia de Charpa-ni a Xiquilpan pues haba pasado como pueblo al distrito deZamora en el partido de Los Reyes.81 Ms avanzado el siglo volve-ra a ser parte del que ya era distrito de Jiquilpan. Charapan era tenenciadel municipio de Paracho en 1855, cuando los poblados con esa ca-

    tegora fueron administrados por alcaldes, trmino que se asoci alrgimen municipal, ya no al gobierno de repblica.82 En toda esa poca,el cambio constante de categoras polticas acompa las frecuentesreorganizaciones territoriales y administrativas.

    Desde el citado ao de 1841, los campesinos purpechas fue-ron considerados labradores, dejaron de tener personalidad legalcomo comuneros, para convertirse en parcioneros conforme las tierrasles fueron repartidas. Tambin haba jornaleros; esto es, campesi-nos sin tierra dedicados a veces a tareas manuales asalariadas.83 Laintegridad relativa del conjunto de las tierras charapanenses se recu-per o, al menos, se mantuvo, pero la comunidad agraria dej de tener

    reconocimiento legal, con las respectivas consecuencias en la represen-tacin poltica y el gobierno local.

    Los funcionarios del anterior cabildo civil de la repblicapurpecha fueron desapareciendo con todo y que, por un tiempo, al-gunos ociales continuaron, como fue el caso del escribano. Una partede los cabildos con algunas de sus funciones agrarias y religiosaslograron persistir. De los dems slo fue quedando su recuerdo en latradicin oral.

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    Al menos hasta la mitad de siglo, pese a que la comunidadagraria charapanense fue despojada de su autonoma, es posible queconservara sus tierras o una parte de ellas, tal como sucedi conotras comunidades agrarias michoacanas. Pero los ex comuneros tuvie-

    ron que enfrentar luego un nuevo embate: el liberal. El 13 de diciembrede 1851, el Congreso de Michoacn promulg una nueva ley de repartopara volver a presionar a las comunidades supervivientes a que se di-solvieran.84 Cualquiera que haya sido la suerte de las tierras comunalescharapanenses en la primera mitad del siglo xix, cuando fueron o norepartidas, la comunidad mantena an al menos parte de sus montes en1892, como ms adelante se ver.

    * * *

    Charapan sufri degradacin poltica, pero en lo eclesistico se man-tuvo como curato o cabecera parroquial, lo cual implicaba una relativaimportancia; por lo que extraa que haya perdido su categora adminis-trativa. Acaso su drstica reduccin demogrca impidi alcanzar elreconocimiento como cabecera municipal, ya que la ley estableci unmnimo de poblacin para ello. Otra posibilidad es que, a diferencia deParacho donde hubo sectores que apoyaron el movimiento independen-tista, si en Charpani las familias principales (purpechas y espaolas)se opusieran a ste, eso fue causa de que se les castigara con su degra-dacin poltica. Mientras tanto, la pura fuerza de la tradicin o, conmayor probabilidad, la decisin eclesistica de mantenerle su categorade parroquia al poblado, por ser ste uno de sus seguidores ideolgicosms eles; de haber sido as, fue el inicio de una larga oposicin clericala los gobiernos nacional y estatal, en particular a los liberales.

    En las disputas del clero catlico con los gobiernos liberales, lasfamilias purpechas tuvieron que tomar alguna posicin. Si apoyaronal clero, las familias purpechas tradicionales se habrn opuesto a lasfamilias espaolas criollas y amestizadas que se hubieran aliado almovimiento poltico liberal. Si algunas familias purpechas se incorpo-raron al movimiento liberal, debieron romper con lo que quedara de lavieja repblica purpecha y sus achecha. Es de presumirse que ellas

    se contaron entre las que consiguieron despus la instalacin del primerayuntamiento charapanense.

    Asimismo, los intereses del cabildo religioso comunitario entra-ron en contradiccin con los del clero pues, en cierto sentido, el primeromantena en algunos aspectos la misma autoridad que el cura, una he-rencia de la autonoma purpecha. Motivo por el cual, a lo largo delsiglo xix, a la vez que el gobierno civil del estado procur acabar con losrestos de la corporacin purpecha y repartir sus tierras, la iglesia fue la

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    sumndose Pamatcuaro, Sicuicho, Zacn, Sirio y otras. Luego de unalarga degradacin, resurga Charapan fortalecido pues consigui la ma-yor jurisdiccin poltica nunca antes ni despus alcanzada.97

    Es posible conjeturar que eso ocurri por la liacin liberal de

    las familias promotoras y a buenas y estrechas relaciones con grupospolticos regionales.98 Despus de todo, djose que el mismsimo Eduar-do Ruiz, famoso escritor y poltico liberal de Uruapan, fue quien dioposesin al nuevo ayuntamiento, o bien, a uno posterior. Ruiz, oriundode Paracho, era miembro del grupo aglutinado en el Partido de la Mon-taa con sede en Uruapan, un enclave liberal que contaba en su senocon polticos de la sierra.99 Como en vez de ser el resultado de un pro-ceso electoral interno, la eleccin del funcionario charapanense debehaberse decidido en una negociacin poltica en Uruapan, con cuyospolticos debieron estar vinculados los inuyentes charapanenses libe-rales.

    Dados los orgenes de sus apellidos, propios de familias espao-las novohispanas, las purpechas principales integrantes del gobiernocharapanense en el viejo rgimen fueron sustituidas por descendien-tes de espaoles criollos y amestizados arraigados. Tambin es posibleque stas y algunas familias purpechas acomodadas hayan establecidoel nuevo grupo dominante del poblado, mediante una recomposicin dealianzas sociales. En efecto, el indicio de los apellidos es dable pensarque se deba alo primero, pero como ha quedado dicho, algunas familiasde purpechas principales adoptaron apellidos espaoles. Con todo, almenos algunas delas familias espaolas criollas de primera o pos-

    teriores generaciones lograron acumular riqueza y poder poltico;las ms encumbradas fueron stas, quedando en segundo lugar las delos purpechas acomodados descendientes o no de los principales de larepblica purpecha.100

    En tanto la reinstauracin municipal fue resultado de la gestinde ese grupo de vecinos inuyentes, el campesinado, que otrora formla repblica purpecha ya desconocida en las leyes, es de presumirse

    que fuera ajeno a este movimiento de municipalizacin liberal, el cual,a la larga, quedara en manos de la nueva minora que control la po-ltica local. Algn tipo de continuidad entre la primera y la segundaereccin municipal es de esperarse, o bien, un proceso diferente si aca-

    so los actores fueron otros.Tendran que pasar muchas dcadas y una revolucin nacional

    para que el Charpani purpecha recuperara algo del gobierno. Ello noocurri sino hasta la segunda mitad del siglo xx, cuando los descendien-tes de los agraristas revolucionarios participaron y ganaroneleccionesmunicipales.

    Por todo ello, el ao de 1877 fue un hito local: el de la con -sumacin de la toma poltica del poblado por parte de los vecinos.

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    se repartieron las tierras que an se consideraban comunales y se le-vantaron las correspondientes actas de adjudicacin individual a losparcioneros charapanenses. Con su divisin denitiva desapareci loque quedaba de la comunidad.105 Tan fue as que, en 1898, representan-

    tes de la extinguida comunidad solicitaron al gobernador del estado suexclusin en el catastro del impuesto que tenan asignado:

    en virtud de no existir ya tal comunidad y que la mayor partede los indgenas vendieron a personas particulares las fraccionesque se les seal en el reparto y no se presentaron como antes parajuntar y cooperar para el pago de contribuciones en cada trimestre.106

    La extincin de lo que quedaba de la comunidad tena pocotiempo de haber ocurrido. Nada raro, ya que el rgimen porrista enel estado estaba enfrascado en anular, de una vez por todas, a cuantacomunidad se hubiera librado del reparto, para lo cual se enfatiz suinexistencia jurdica. El proceso culmin en 1902 con la promulgacindel Reglamento a la ley sobre reparto de bienes de las extinguidas co-munidades de indgenas de los ejidos y fundos legales de los pueblos.107Por lo que se ve, una vez repartidas las tierras, los purpechas tendierona venderlas. A quines? Los avecindados criollos con recursos son losprincipales sospechosos.

    Tras 80 aos de la nacin mexicana, el desplazamiento de laotrora autonoma comunitaria era contundente y el Congreso del Esta-do consider su extincin como la de una personalidad que no puede

    tener representacin alguna.108

    Debido a ello, los cargos del gobiernopurpecha, que an quedaban, dejaron de tener sentido aunque slo fue-ran honorcos. La importancia del acontecimiento y la irreversibilidadde sus consecuencias fue bien percibida en Charapan, donde se le hizofuneral a su repblica de naturales.109 En aquellas circunstancias, talceremonia fue como la despedida nal y simblica que los achtiicha ledieron a su vieja y autnoma repblica purpecha.

    * * *

    El orden porriano alcanz de lleno a Charapan, sin el corporativismonovohispano ni la representacin comunitaria, pero con una organi-zacin poltica que aprovech el sentido jerrquico purpecha paramantener bajo control a todos los sectores sociales. A pesar de que ha-ba escuela, el gobierno local y el clero daban la impresin de no desearel aprendizaje de los campesinos.110 La afirmacin parece exagera-da considerando el inters social que tena el obispado de Zamora,para mantener la calidad de vida entre las clases trabajadoras, y el

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    Pese a sus virtudes inherentes, el cabildo purpecha novohispanoy su recreacin religiosa decimonnica necesitaban ser eliminados porel movimiento social debido a su carcter clasista y antidemocrtico.Despus de todo, el autnomo cabildo religioso purpecha era inclu-

    yente en las obligaciones religiosas familiares, pero excluyente socialen la toma de decisiones y en la transmisin cultural.

    La vida religiosa organizada estaba en manos de una mino-ra de vieja estirpe marginando a las familias pobres y a los peones,quienes permanecieron ignorantes de esa organizacin y de sus signi-cados sociales e ideolgicos. Esta impresin daban los viejos agraristasy comuneros quienes, en la dcada de los aos setenta del siglo xx,poca informacin tenan acerca de dicho organismo, a diferencia delos viejos del sector conservador de los pequeo propietarios de origenpurpecha.

    En cambio, las familias descendientes de las espaolas crio-llas fueron involucrndose e inltrndose en ste. Algunos seores deesas familias eran parte de los achtiicha, lo que quiere decir que, enefecto, un estamento dominante fue reconstituido con viejas familiaspurpechas principales y espaolas criollas, tal vez llegando a celebrarmatrimonios mixtos; slo que el gobierno ya no lo tuvieron los go-bernadores purpechas sino los alcaldes espaoles, ya fueran criolloso amestizados. Esto hizo en extremo complicado deslindar al pueblopurpecha, de los otros pueblos inltrados en el Charapan de la pocamunicipal. Sin embargo, el que esto sea difcil de hacer no niega el pro-ceso que aqu se trata de revelar.

    El caldo de cultivo de esa separacin poltica fue una nuevabonanza comercial charapanense, que cre riqueza acaparada por lasfamilias purpechas acomodadas y las descendientes de espaoles crio-llos asociadas en una misma alianza dominante. Charapan vivi unapoca de prosperidad, derivada del comercio establecido y arrieril yel de ferias y tianguis, reejado en las grandes tiendas del centro deCharapan, casi todas en manos de comerciantes tangancicuarenses. Aello habra que agregar las actividades agroganaderas y madereras delos grandes propietarios fuereos y locales.122

    En el orden poltico, el pueblo purpecha se moderniz adop-tando el rgimen municipal y a su ayuntamiento, lo cual lo eslabon

    a la estructura del rgimen oligrquico porrista. Justo en ello re-sidi la parte sustancial de los conictos sociales del siglo xx. Losmovimientos sociales en el pas purpecha ya no lucharon contraatavismos novohispanos, desaparecidos haca muchas generacio-nes, sino contra la estructura, el orden y la cultura dominante a lascuales se integr su organizacin. En Charapan, la vara de justicia dela repblica de los naturales dej de regir, para dar paso a los ban-dos proclamados por el ayuntamiento politnico de dominio espaol

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    los perodos de su funcionamiento, en las elecciones bianuales slose cambiaban algunos de los encargados. A partir de 1950 se aumenta tres aos la duracin de los cargos y se sincronizaron para cambiarlostodos al mismo tiempo. El ayuntamiento se rega por la libertad del mu-

    nicipio, la eleccin directa de los representantes, la libre administracinde su hacienda y la resolucin de sus problemas, para lo cual estabainvestido de personalidad jurdica que le permita tramitar asuntos le-gales. Cada regidor y su respectivo suplente representaban a una delas cinco secciones polticas: dos incluan las tenencias y tres ciertasdivisiones urbanas arbitrarias, esto ltimo contrariando las viejas re-presentaciones barriales. Las secciones electorales comprendan variosbarrios; la primera, casi todos los barrios San Miguel y San Bartolom;la segunda, casi todo San Andrs; y la tercera y ms pequea, Santia-go. O sea que slo ste ltimo estaba bien representado, mientras SanAndrs lo estaba en buena medida pero no del todo; y los otros dos de -ban conformarse con un slo representante para ambos. Era patentela deliberada ignorancia de la estructura urbana origal de Charapan, elpoblado de la desaparecida repblica purpecha, tal pareca que queraborrarse todo rastro de la misma.126

    La eleccin se haca mediante el voto secreto de los hombresadultos, ya que las mujeres carecan del derecho al voto, el primerdomingo del mes de diciembre, bajo supervisin de una mesa di-rectiva nombrada por el ayuntamiento, la cual contaba los votos yvigilaba la honradez del proceso.127 Los ayuntamientos designabana su vez a los jefes de las tenencias a solicitud de stas mismas. Ade-

    ms se dispona de un escribiente del registro civil y de dos gendarmes.Continuaba funcionando la ronda nocturna a cargo de los hombres delpoblado, quienes sin paga estaban obligados a prestar el servicio, comoera vieja costumbre. Toda esta burocracia funcionaba con irregularida-des diversas:

    Lo que hemos descrito, respecto a los cargos pblicos, es unamera frmula terica pues en la realidad existen en su funcin, porlos actuantes que tuvimos oportunidad de conocer, una serie de irre-gularidades derivadas de mltiples razones. La gente asegura queson deshonestos y parciales, acusacin que desde luego nosotros no

    podemos sostener. Pero es indudable que no tienen una autoridad su-ciente, por la falta de apoyo de elementos armados y que gran parte desus fallas se deben al desconocimiento exacto de las obligacionesde sus cargos.128

    Las presidencias municipales se venan intercambiando conaval clerical entre las familias propietarias descendientes de espa-oles criollos y amestizados, que suplieron al viejo cabildo purpecha:

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    Por lo que respecta a detalles particulares, el gobierno localest muy lejos de ser democrtico. Desde el principio de este siglo, elayuntamiento siempre ha recado en tres familias mestizas. Los quequisieron rivalizar con ellas pagaron con sus vidas y no lograron sus

    propsitos. En los ltimos diez aos, los funcionarios, en vez de ad-ministrar constitucionalmente, lo han venido haciendo de acuerdo conlo que el sacerdote catlico de la localidad sugiere, quien a su vez estsujeto al obispado de Zamora.129

    Esa relacin entre la autoridad civil y la religiosa tuvo un ca-rcter diferente al que tena en la poca de la repblica purpecha. Enaquella, era parte de un corporativismo excluyente; en la poca munici-pal se trat de una alianza ideolgica y clasista.

    Con posterioridad, el campesinado logr recuperar el gobiernocharapanense y poner en la dcada de los aos setenta un presidentemunicipal oriundo del antes relegado barrio Santiago. Ello no signicque el pueblo purpecha recuperara el gobierno del poblado pues partede sus familias apoyaron a los propietarios de ascendencia espaola.Esto es, el viejo Charpani estaba presente en uno y otro bando pero,en verdad, las clases populares constituidas por familias purpechas,pero no slo por ellas retomaron la iniciativa por un tiempo.

    Los descendientes del movimiento agrarista antes aliados alpartido poltico gubernamental se incorporaron al movimiento neo-cardenista y al Partido de la Revolucin Democrtica consiguiendoganar de nuevo en la dcada de los aos noventa la presidencia

    municipal con apoyo de los votos obtenidos en los poblados pertene-cientes al municipio charapanense.O para decirlo de otra manera: hubo gobierno purpecha poli-

    clasista cuando represent a la repblica de los naturales en la NuevaEspaa. Despus, cuando la elite purpecha se ali con espaoles crio-llos en un cogobierno local, su pueblo qued disperso entre las clasessociales regionales sin representacin tnica especca. En la pocamunicipal, ya fue imposible el resurgimiento de un gobierno de es-peccidad purpecha pues los naturales se hallaban dispersos enclases y bandos polticos diferentes. Con todo, al lograr ganar eleccio-nes municipales, los descendientes de los antiguos desposedos lograron

    desplazar a quienes descendan de los espaoles criollos arraigados.En 1973, la presidencia municipal era administrada y atendida

    por su presidente, un sndico, un secretario, un tesorero, un delegado delRegistro Nacional de Electores, un juez menor, un comandante con trespolicas, dos regidores y un jardinero, todos oriundos de Charapan, ascomo un secretario del juzgado nacido en Paracho y tres regido-res, uno de cada tenencia. Pero el ayuntamiento trabajaba con recursoslimitados a pesar de este cuerpo de autoridades. Esa mala situacin

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    persista en 1985, debido a lo precario de los impuestos municipalesrecaudados, los cuales apenas daban para mal pagar al personal. 130

    Por otra parte, el crnico faccionalismo poltico sigui siendoseal inequvoca de la desaparicin de la estructura y los valores comu-

    nitarios.131 La divisin poltica del pueblo purpecha en Charapan, queen la poca de su repblica fue ms bien social, tanto por los conictosinternos como por la ausencia de una administracin propia que lo re-presentara, haba sido uno de los resultados de la extincin del gobiernopurpecha.

    En aquella poca de la repblica de los naturales, debieron pro-ducirse diferencias polticas en su seno, pero sin dejar de mantener ungobierno propio al cual estaban atenidos los espaoles criollos y ames-tizados, que se avecindaban en el poblado. En cambio, los resabiosde la organizacin comunitaria fueron derribados despus, tanto porlos sectores emergentes de los descendientes de espaoles como, justoes decirlo, por los desposedos que rechazaron su carcter antidemo-crtico.132

    A nes del siglo xx, la reivindicacin poltica ms importanteya no fue slo la libertad jurdica del municipio, sino su autonomapoltica. Esto ltimo es un tema que amerita lneas propias, pero tieneinters en relacin con lo aqu referido. Se trata de los gobiernos muni-cipales ganados por el nuevo cardenismo y el Partido de la RevolucinDemocrtica (prd) en la sierra, los cuales desplazaron a los gobiernosaliados al ocial Partido Revolucionario Institucional (pri). En elpasado, los diferentes bandos se peleaban el gobierno municipal en el

    seno del propio pri, hasta que los descendientes de los viejos agraristasy otros sectores decidieron separarse y apoyar a un nuevo partidopoltico que hered la tradicin cardenista (el prd). Luego, la defensa dela autonoma de los municipios purpechas en la sierra de Michoacnfue estimulada por el levantamiento neozapatista en Chiapas en el aode 1994.133

    Interesante evolucin de la poltica serrana. En su origen, go-biernos purpechas preservando la autonoma de la repblica de losnaturales. A nes del siglo xx, ayuntamientos municipales exigiendo laautonoma politnica en su realidad demogrca, pero purpecha en suidentidad histrica y cultural.

    * * *

    El recorrido para conocer el orden corporativo de la autonoma purpechay las secuelas de su desaparicin ha sido largo. El n temporal del viajeamerita una recapitulacin con algunas acotaciones empezando, otravez, por el principio.

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    ganizacin familiar y parental de sus grupos domsticos y en elconjunto de valores y con normas que rigieron la conducta en estaorganizacin, encargada entre otras cosas de supervisar y vi-gilar que sus miembros las guardaran. Aparte de otorgarle a cada

    una de sus mujeres y de sus hombres una posicin en la comunidad.Sin exagerar, la existencia y la cohesin caracterstica del pueblopurpecha recay en esta organizacin reguladora del ciclo de vidade cada uno.

    Junto con la posesin comunal de la tierra y el entramado pa-rental, la agricultura cclica del maz, la cosmovisin mixta (nativa ycristiana), la organizacin social con sus normas y el culto, envolvieronla repblica de los naturales purpechas. sta fue tanto una unidad so-cial, agraria, tributaria y poltica, como una corporacin religiosa; suautonoma en la sierra de Michoacn estuvo asociada a estos factores,junto a las necesidades estructurales novohispanas y los requerimientosdel Imperio Espaol.

    La ideologa de la autonoma comunitaria fue sustentada porquienes dominaron a la poblacin en las repblicas de los naturales o sebeneciaron de ellas. Pero a la vez, a pesar de la heterogeneidad tnicay social de Charpani y con independencia de su origen, en ocasio-nes todos compartieron un sentimiento de pertenencia a una repblicapurpecha y su comunidad agraria. En todo caso, el gobierno local usla ideologa que sirviera mejor a los intereses del sector social de quie-nes lo ejercieron.

    Los poco menos de tres siglos, que dur el rgimen de dominio

    colonial espaol, modicaron en mucho el proyecto ideal original, has-ta que el dominio de mandones locales, en colusin con la claseespaola dominante, se convirti en uno de sus rasgos caractersti-cos. Luego, en la poca municipal, el gobierno mismo de los naturalesfue desmontado y las tierras de su comunidad agraria repartidas entrelas familias purpechas y los vecinos espaoles. En lugar de la vidacomunitaria anterior, el poblado como unidad de asentamiento depropietarios individuales espaoles y purpechas se convirti en el nue-vo proyecto modernizador.

    Sin embargo, tras que terratenientes, fuereos y propietarioslocales acapararon recursos, un movimiento agrarista del siglo xx

    revivi un proyecto de comunidad agraria, aunque slo incluy auna parte de los campesinos. Ello sembr una separacin social inter-na, fuente permanente de conictos. Slo a campesinos desposedos lesfueron otorgadas en propiedad comunal las tierras despojadas por unterrateniente de Tanganccuaro. El resto de los campesinos charapanen-ses continuaron en su calidad de pequeos propietarios individuales; encambio, una minora conserv tierras en cantidad algo mayor al prome-dio general.134

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    Ello supuso la recreacin radical de Charapan, como un esce-nario que requiri una reconstruccin social sobre bases heterogneas.Divisin clasista la hubo siempre, pero la diferencia del tipo de unida-des agrarias en su seno, exigi otras maneras de tomar las decisiones

    en un poblado, que no fue ms un recinto urbano de comuneros, sino unasentamiento heterogneo con sectores agrarios diferentes.

    Entroncada con la historia tarasca antigua, la del pueblopurpecha en Charpani fue una de poco ms de 460 aos, desde susorgenes en el siglo xvi pasando por la cspide de su desarrollo al-canzado con probabilidad en la segunda mitad del siglo xviiiy elinicio del asalto organizado y a largo plazo de otra nueva conquista dela sierra, ahora silenciosa, iniciada a nes de ese mismo siglo con lasreformas borbnicas. stas fueron seguidas por las liberales decimo-nnicas, atenuadas por un tiempo con la agraria populista del xx y,de nuevo, reemprendidas con la agresiva derogacin de los derechoscampesinos a nes del mismo.135

    Todo forma un todo. Pero luego de la conquista espaola dela sierra, lo que le da sentido a esta historia es la constitucin de uncampesinado organizado en repblicas de naturales purpechas yapurepechados con sus respectivas comunidades agrarias, su recin-to urbano y su gobierno con relativa autnoma. ste funcion con elprincipio de rotacin de cargos de diferente jerarqua, que permitiestablecer un equilibrio poltico y que organiz al conjunto de las fa-milias extensas. La existencia misma de esas repblicas cre al paspurpecha. En ste y en sus inmediaciones, el pueblo originario convi-

    vi con el espaol en una continua y dispar competencia que, al nal,el purpecha perdi.

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    Nota s1 Yasumura (1994: 3-5).2 Tern (1995: 7-9).3 Acerca de este aspecto de las reformas borbnicas y sus consecuencias en Michoacn, consltese Tern (1995) y Yasumura (1994: 13 y 14).4 agn (1806).5

    Tern (1995: 453-4).6 Tern (1995: 65-6).7 ahmm (1793-9).8 agn (1789 a: pg. 16 del doc.).9 Vanse implicaciones financieras de las reformas borbnicas en las comunidades agrarias michoacanas, en Tern (1995).10 ahmm 1793 y 1793-[9].11 agn (1806:passim) yagn, cit. en Tern (1995: 501-2 y mp. 5, frente p. 311). Vase Tbl. 21.12 ahmcm (1809: f. 1 r.).13 Consltese Yasumura (1994: 3-5) y Tern (1995:passim).14 Consltese Tern (1995).15 Vanse Yasumura (1994: 3-5) y Tern (1995:passim).16 Tern (1995: 7-9).17 ahmm (1790-1: . 1 r.- 15 r.).18 Tinkwntini estaba agregado a la alcalda mayor en 1778 (agn 1778 a: f. 140 r.).

    19 ahmm (1790-1: f. 16 v.).20 ahmm 1790-1: . 20 v.-34 r.21 Frag. de Tanganciquaro (copia certicada del doc. rmado al parecer por Juan Antonio de Riao, Valladolid, 17 de noviembre de 1789),

    en agn (1789-93: f. 3 r. y v. del doc.). Ortografa y puntuacin modernizadas.22 ahmm (1791-2: f. 96 v.).23 Ms acerca de este comerciante y hacendado en Moreno Garca (1980: 92-7 y 103-4).24 ahmm (1791-2: . 57 r.-58 r.).25 Segn datos del llamado Censo de Revillagigedo, cit. en Echenique March (1982: 147, 151 y 158).

    26 ahmm (1801-2: . 1 r. y 2 r.-4 r.).27 ahmm (1801-3).28 ahmm (1801-3: f. 4 r. y v.). Puntuacin, ortografa y presentacin actualizadas.29 ahmm (1797: . 11 v., 12 r., 13 r., 16 r. y 17 r.; 1801-2: . 12 r., 13 r. y 15 r.; y 1801-3: . 11 r.-12 v.) y datos del Censo de Revillagigedo, cit.

    en Echenique March (1982: 162). V. Costa Aranda (1977), quien estudi este ltimo.

    30 Marta Tern (1997, com. oral).31 ahmm (1801-3).32 ahmm (1791-2: . 64 r.-65 v. y 81 v.-82 r.).33 Conocido por un pleito legal con su nuera, en ahmm (1791-2).34 agn (1778 b: f. 38). El nombre de su esposa se registr en un padrn de 1770 y en otro de 1782 donde ella es enumerada como parte del

    barrio San Bartolom (ahmcm [1770: f. 2 v., 3 col.] y [1782 b: f. 2 v., 2 col.]).35 ahmm (1791-2).36 npch (1754-99).37 ahmm (1791-2: f. 70 r.).38 ahmm (1791-2).39 ahmm (1791-2: . 18 r. y 61 r.).40 Inventarios de sus bienes, en ahmm (1791-2: . 92 r. y v. y 127 r.).41 La identicacin del barrio se hizo en un padrn de 1792, donde aparece entre las familias de San Bartolom su esposa Isabel, quien

    para entonces haba enviudado (ahmcm 1792: f. 1 v., 1. col.).42 ahmm (1791-2: . 127 r. ss.). Por otro doc. del mismo exp. se sabe que, al morir, Pedro Jos dej por bienes en su casa: 600 pesos en reales,

    2 caballos mansos, 2 pares de calzones de terciopelo negro con 30 botones de plata, 2 mangas de montar a caballo, 25 y media cargas de algodn costeo,

    7 vaquetas curtidas para aparejos, 4 cueros de tigre, 2 sombreros de castor, 2 500 pesos en plata dentro del cajn de la mesa y 40 onzas de oro, 1 par de

    trabucos poblanos, 2 sables y menaje de casa.43 ahmm (1791-2: f. 1).44 ahmm (1791-2: f. 37 v.).45 ahmm (1791-2: . 1 v. y 4 r., 99 r. y 102 r.).46 Felipe Castro Gutirrez (1998, com. oral).47 ahmm (1791-2: f. 109 r.).

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    93 Circular 90 del 9 de diciembre de 1868, en Coromina (1886, ii: 61-2), cit. en Gutirrez (1989: 46).94 Seccin de contribuciones de la Tesorera General del Estado, en Gonzlez (1869), cit. en Gutirrez (1989: 46).95 alma (1867).96 Nombramiento dirigido a: C. Antonio Rosas Galvn; Charapan, Mich.; a propsito de esta prefectura el gobierno del Estado tuvo a bien

    nombrarlo a usted regidor propietario del H. Ayuntamiento que ha instalarse en esa nueva municipalidad.- Lo que tengo el honor de comunicar a usted

    para su inteligencia, esperando que aceptar gustoso y rendir la protesta de ley ante la autoridad que corresponda.- Libertad en la Constitucin.- Uruapan,diciembre 27 de 1877; Rafael Arellano; rubricado (doc. conservado por su hijo Juan Rosas Garca, trans. en Galvn M. [1954]).

    97 El Congreso del Estado decret la anexin de Corupo y Sicuicho poco despus de la ereccin del municipio. La ereccin y la anexin estn

    registrados en el ahcEm (1892), cit. en Caldern y Zavala (1996: 19 r. y v. y 25 v.). Por un error, cometido en alguna ocasin y luego repetido una y otra vez,

    en la tradicin se da, como fecha ocial de la fundacin del primer ayuntamiento municipal, la de su restablecimiento (Galvn M. [1954]).98 Aparte del hecho mismo de conformar ayuntamiento en la poca liberal porrista, la presuncin del liberalismo de los nuevos funcionarios

    se apoya en dos indicios: uno, la tradicin oral acerca de la pertenencia del nuevo grupo gobernante a un grupo masn de Tanganccuaro; y otro, un acta

    de arrepentimiento de un ex funcionario por haber jurado la Constitucin para ejercer un cargo pblico, con la cual solicit volver de nuevo a la iglesia

    catlica en 1899 (npch [1899]).99 Tradicin oral, en entrev. a Lorenzo Murgua ngeles (Uruapan, 10 de junio de 1974), en acrl-cgm (1973-4, lbta. 4: . 41 v.-42 r.). La cro-

    nologa biogrca de esta personalidad sugiere ms bien que, de haber estado presente en Charapan, pudo haber sido para presidir la toma de posesin

    de una nueva autoridad municipal posterior, no la que tom posesin en 1877. Acerca de este personaje y el grupo poltico liberal de Uruapan, consltese

    el estudio de Talavera Ibarra (1985) y la crnica de Ruiz lvarez (1975).100 Segn lo que se intuye, deduce y sabe de la historia oral local.101 Consltese a Guzmn Prez (1997).102 alma (1867), Galvn M. (1954) yagn-Morelia (1887: . 86-7).103 Prez Gil (1892: 44-5).104 Palacios Lpez (1950: 104 y 138) y Murgua ngeles (1969 f ).105 Tradiciones orales, en Garca Mora (1975: 97) y Murgua ngeles (1969 f ).106 agdaac (1952).107 Gutirrez M. (1989: 49).108 Congreso del Edo. de Mich.? (1902: 11), cit. en Gutirrez (1989: 49 , n. 28).109 Tradicin oral, segn entrev. con Lorenzo Murgua ngeles (Uruapan, 18 de mayo de 1974), en acrl-cgm (1973-4, lbta. 4: f. 5 v.). Esta

    tradicin es del siglo xix, o sea de los primeros aos de la poca municipal o de cuando se hizo el reparto agrario denitivo de las tierras, que dio por

    terminada la existencia de la comunidad agraria, sustento del ex gobierno purpecha.110 Entrev. a Rubn Rosas Galvn (Charapan, 20 de mayo de 1973), en acrl-cgm (1973-4, lbta. 1: f. 51 v.).111 Altamirano (1996: 244, 1 col.).112 Acerca de la explotacin maderera y las compaas forestales, consltese Guzmn vila (1982) y (1985); en el cap. ivdel primero se men-

    ciona lo que afect a Charapan (p. 124).113 Testimonio de la escritura de venta de unos terrenos otorgada por los Sres. Pedro y Bernardo Rosas, en favor del Sr. D. Esteban Garca[,]

    vecino de Tanganccuaro, en agdaac (1893).114 Moreno Garca (1983: 84 y 87).115 Firmada el 15 de julio de 1852 por el Br. Cristbal de Lzaro, cura encargado de la parroquia de San Antonio Charpani, conservada en

    amsr (1856).116 Entrev. a Lorenzo Murgua ngeles (Uruapan, 18 de mayo de 1974), en acrl-cgm (1973-4, lbta. 4: f. 1 v.).117 Hernndez (1841: 3), en ahmcm (1841).118 Cf. Chance y Taylor (1987: 2, 16 y 19). stos autores creyeron por error que se trat de un fenmeno decimonnico.119 Entrev. con Nabor Hernndez (Charapan, 16 de junio de 1974), enacrl-cgm (1973-4, lbta. 4: f. 70 r.).120 Entrev. a Lorenzo Murgua ngeles (Uruapan, 19 de mayo de 1974), en acrl-cgm (1973-4, lbta. 4: f. 22 v.).121 La cita fue trasmitida por el charapanense Eliseo Martnez Rosas (1994, com. oral, Mxico).122 Testimonios y tradiciones charapanenses acerca del nal del per odo decimonnico bajo el gobierno nacional de Porrio Daz.123 Vanse relatos en letras cursivas al principio de cada parte de esta obra y, para mayor detalle, Garca Mora (1981).124 ahpEEm (1916: . 1, 4, 5 y 8-9).125 Foglio Miramontes (1936, i: 43).126 Palacios Lpez (1950: 132-3).127 Palacios Lpez (1950: 132 y 136) y Velsquez Gallardo (1949: 8). Segn el segundo autor, la descripcin de Beals (1946: 104-11) acerca de

    la eleccin del ayuntamiento y su funcionamiento en el serrano poblado de Chern, era semejante a la que poda hacerse del municipio charapanense.128 Palacios Lpez (1950: 138; funciones de cada cargo en pp. 136-8).129 Velsquez Gallardo (1949: 8).

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    130 Entrev. al presidente municipal Agustn Ruiz Gmez (Charapan, 15 de marzo de 1973), en acrl-cgm (1973-4, lbta. 1: f. 4 r.) y Medina y

    otros (1986: 36).131 Cf. Espn Daz (1986: 120).132 Consltese Garca Mora (1975 y 1981).133 Consltese la prensa purpecha, por ejemplo Annimo (1998 a y 1998 b). Ambos temas requieren estudios aparte.

    134 Consltese Garca Mora (1975 y 1981).135 La ltima referencia alude al cambio del Art. 127 de la Constitucin poltica de los Estados Unidos Mexicanos, impulsado por el gobierno

    de Carlos Salinas de Gortari.

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