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Autora: Diana Del Callejo Canal. Doctorado en Educación con Énfasis en Mediación Pedagógica de la Universidad De La Salle, Costa Rica.
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La rebelión de los buscadores
Diana D. Del Callejo Canal
Este libro cuenta con la protección del sistema de Licencias Creative Commons (CC), que incluye:
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Por lo que debe indicarse la nomenclatura (CC‐BY‐NC‐ND) junto a la descripción, el enlace del archivo a descargar, o el archivo de texto al momento de citar esta obra.
Nos enseñaron que: ¡Esta prohibido salirse de este punto! La Rebelión de los buscadores dice: Teniendo tanto espacio
¡Aprovecha! Ordena, desordena, sal del punto, atraviésalo, ignóralo, obsérvalo, muévelo, juégalo, analízalo y vuelve entrar. El punto es sólo el pretexto para iniciar la búsqueda.
Contenido
Soy buscadora 1
I. Tiempo de prosa 5
Sobre la apatía 7
Sobre el conocer 29
Sobre reconocer al otro 43
II. Tiempo de poesía 55
Sobre el educar 57
Sobre la comunidad 74
Estrategia educativa 77
Comunidades de conocimiento 78
Fuentes de información 88
____
1
Soy buscadora
He titulado a este trabajo “La rebelión de los buscadores” inspirada
principalmente en dos libros: La Rebelión de las formas de Jorge
Wagensberg y Entre el Cielo y la Tierra de Mónica Cosachov. Ambos
autores desencadenaron en mí una explosión de ideas, conceptos que se
iluminan una y otra vez, como anuncios intermitentes. Sin embargo es
uno de ellos el que parece proporcionarles luz a todos los demás:
búsqueda. Si en este momento me preguntaran ¿Cuál es tu visión del
mundo? Contestaría que es un proceso de búsqueda.
La rebelión de los buscadores significa para mí una nueva forma de
conocer, un nuevo tipo de aprendiz y un nuevo tipo de acompañante de
aprendizaje. En una frase, una visión estética del proceso de conocer.
Me declaro buscadora, buscadora del conocimiento, igual que Cosachov
(2000) soy puentista, mi puente ha sido trazado del mundo “científico”
al mundo estético, específicamente del territorio estadístico al territorio
educativo. Con qué gusto podría ahora explicar una ecuación cuadrática
con una explosión de colores. El error alfa de mis modelos lineales tan
difícil de comprender en su momento, tiene ahora una traducción en la
danza, sí ese símbolo griego no es más que una danza, la danza del
azar.
____
2
El azar para los buscadores
El buscador es un desapegado de la verdad, confía en sus encuentros,
pero nunca los considera verdades absolutas, ¿Por qué? Porque la
realidad para los buscadores es una realidad “con cierto derecho a la
contingencia, una realidad plagada de bifurcaciones donde se puede, se
debe elegir” (Wagensberg, 2005: 37); El azar para los buscadores es un
derecho intrínseco de la naturaleza.
El buscador es, como dice Boff
(2004), completo pero inacabado, y
es esto último, lo que nos impulsa a
estar en ese estado de alerta, en
ese estado de búsqueda. Expande
sus sentidos y sus razones, sale de
lo conocido, se ensucia, ensaya a
ser vulnerable, hace y deshace
relaciones, no sólo asociaciones,
goza con cada hallazgo, pero cada
hallazgo es sólo el principio de una
nueva búsqueda.
La ética del buscador
El buscador se responsabiliza de su búsqueda, insiste o desiste según
las consecuencias de su decisión, las cuales asume; el buscador no se
obliga a buscar, respeta su búsqueda. El buscador conversa, porque
La realidad del buscador
pero la verdad, seca mi boca,
apaga mi pensamiento y niega mi poesía,
me hace antes de ser. no quiero la verdad,
dame lo desconocido.
Extracto de una poesía de Humberto Maturana (1996: 94)
____
3
sabe que en el conversar encuentra conocimiento, cree en la biología
del amor1 como la clave de sus encuentros.
Por eso, el buscador reconoce al otro como legítimo otro con el cual
coexiste. Lo respeta aún cuando no esté de acuerdo con él. Sabe que
puede aprender de él, por eso se aventura a decantar, a mezclar, a
flotar, a transformarse con el otro, reconoce que necesita compañía.
El buscador es un conversador amoroso, conversa como dice
Wagensberg (2007) con la realidad, con el otro y con el mismo.
Entendiendo por conversación una serie de preguntas y respuestas que
lo enriquecen.
Convertirse en buscador
La humanidad se encuentra ante un punto de bifurcación, necesita
transformarse. Muchos afirman que esto sólo es posible a través de la
educación. Yo estoy de acuerdo, siempre y cuando la educación se
entienda como un estado generador de aprendizajes por y para la vida.
Necesitamos más seres humanos en estado de búsqueda, necesitamos
más seres humanos viviendo sus aprendizajes, necesitamos seres
humanos que aspiren a la verosimilitud y no a la verdad, necesitamos
seres humanos que reconozcan al otro como legítimo. En una frase
1 La biología del amor, es un término introducido por Humberto Maturana (2oo4) en el
que describe al ser humano como un ser biológicamente amoroso, es decir, con la
capacidad de aceptar y reconocer al otro con el cual coexiste.
____
4
necesitamos buscadores. Buscadores de sueños, de sensaciones, de
razones, de emociones, de nuevas formas de pensar y ver el mundo.
Cada uno de nosotros llevamos dentro un buscador, sólo es cuestión de
dejarlo salir. Educ-arte debería ser sinónimo de acompañar la búsqueda
de alguien y hacerla propia. El ahora llamado docente, profesor,
maestro, debería ser un detonador y acompañante de búsquedas: ¿Qué
quieres saber? ¿Por qué lo quieres saber? ¿Qué sentido tiene para ti?
Son preguntas clave para detonar una búsqueda. Convertirse en
buscador es más sencillo de lo que podría pensarse, sólo necesitas un
punto de partida: ¿Qué te apasiona?
Mi búsqueda
Este texto, no es otra cosa que la respuesta a esa pregunta, y que
gracias a Francisco Gutiérrez y Cruz Prado me vi en la necesidad de
hacerme: ¿Qué me apasiona?, me apasiona la idea de tener el poder de
la transformación, me apasiona la idea de poder construir una mejor
sociedad, me apasiona la capacidad del ser humano de escuchar al otro,
semejante y desemejante a la vez.
Inicié el proceso de construcción de la rebelión de los buscadores y
terminé con más preguntas de las que en un principio tenía, lo que me
hace creer que hice un excelente proceso de búsqueda. Comparto
algunos de mis hallazgos, que tal vez no son novedosos, pero sí
originales, se originaron en mí.
____
5
I. Tiempo de
prosa
El hoy anda en busca de sentido. Pero el sentido no es originario, no viene del exterior
de nuestros seres. Surge de la participación, la fraternización, el amor.
Edgar Morin
____
6
Siento el impulso de dividir el texto en dos partes, no con la finalidad de
fraccionarlo, sino más bien de distinguir, que no separar, los dos
grandes estados en que vivimos como humanidad: prosa y poesía, dice
Edgar Morin que “podemos entonces asumir, pero con plena conciencia,
el destino antropológico del hommo sapiens demens, es decir, no dejar
nunca de hacer dialogar en nosotros sabiduría y locura, osadía y
prudencia, economía y dispendio, templanza y «consumación»,
desapego y apego.” (Morin, 2006a:11)
Para mí ambos estados son necesarios para el logro de la plenitud de la
humanidad, la prosa con su razón, con su “ligereza”, con su claridad,
nos invita a hacer el análisis del estado actual, a decir las cosas como
son, a ver los problemas, enunciarlos y tratar de desentrañarlos de una
manera objetiva. Pero quedarnos sólo con eso es limitativo. La prosa
necesita complementarse con la poesía, con la profundidad, con los
sueños, con lo subjetivo, con lo que no es evidente pero que se intuye,
con las soluciones, con la imaginación.
Así que este trabajo es un diálogo entre la prosa y la poesía en materia
de educación. El tiempo de prosa empieza con lo que observo que
vivimos como humanidad, los problemas a los que nos enfrentamos y
tratar de llegar a los orígenes de tales problemas, así como la
visualización de algunas ideas que se marcan como soluciones y que me
parecen importantes para la educación. Creo que nuestro principal
problema es que perdimos el sentido y nuestra principal fortuna es que
lo estamos buscando.
____
7
Sobre la apatía
Vivimos en un mundo lleno de contrastes, por un lado gente que vive en
una opulencia sin precedentes, por el otro un mundo donde existen
grandes privaciones, miseria y opresión. Venimos arrastrando problemas
como pobreza, hambrunas, violencia, crisis ecológicas, destrucción,
racismo y no puedo dejar de preguntarme dos cuestiones
fundamentales: ¿Cómo llegamos a esta situación? y por supuesto ¿Qué
podemos hacer?
No soy la única persona que se hace estas interrogantes, tampoco soy la
única persona que se anima a dar una respuesta; la intención en estas
letras, no es otra, más que compartir mi punto de vista, algunos estarán
de acuerdo con lo que planteo en este escrito, otros estarán en
desacuerdo, ambas posiciones me agradan porque invitan a reflexionar
sobre el tema. La única posición que realmente me decepcionaría es
aquella en la que el lector permanece indiferente, apático, porque creo
que ese es nuestro principal problema: La falta de pasión, la falta de
interés en los temas que nos atañen como sociedad.
Nuestra maravillosa humanidad y nuestra cruel humanidad es lo que nos
distingue del resto de los organismos vivos de este planeta, somos
capaces de crear música y poesía, de reír y de llorar, de soñar y de
imaginar mundos mejores, y somos también los únicos seres vivos
____
8
dedicados a poner fin no sólo a nuestra propia evolución, sino también a
todas las formas de vida que conocemos.
Lo interesante aquí, es que somos como humanidad los grandes
provocadores de problemas y también tenemos en nuestras manos las
soluciones. Por lo que las preguntas realizadas al inicio de este capítulo
tienen una misma respuesta: el aprendizaje. Es así que, el aprendizaje
se convierte en el problema y en la solución, una paradoja que a mí me
provoca un gozo intelectual2 y que, por lo tanto, no puedo dejar de
compartir. Vayamos entonces respondiendo los cuestionamientos
realizados anteriormente, invito al lector a que me acompañe en esta
conversación3.
¿Cómo llegamos a esta situación?
Para responder a esta pregunta, requiero de un poco de historia y
tomaré prestada la metáfora de Alvin Toffler (1980), me referiré por lo
tanto a los puntos de inflexión, a los cambios sociales ocurridos en
nuestra historia, como olas. Me parece una metáfora atinada sobre todo
porque como en las olas, no son puntos separados que muestran un
quiebre con la ola anterior, son secuenciales y no sabes en que
2 El gozo intelectual, es un estado de apropiación de un conocimiento al que se llega,
según describe Jorge Wagensberg (2007), cuando se tiene una comprensión sobre
algo, es un estado de emoción, de gozo, de alegría que se produce cuando después de
reflexionar llegas al entendimiento de algo.
3 Jorge Wagensberg (2007) Define a la conversación como la fuente principal del
conocimiento, él plantea que la conversación, no es más que una serie de preguntas y
respuestas que realizamos con la realidad, con el otro y con uno mismo.
____
9
momento comienzan o terminan, no ha terminado una ola cuando se
está levantando la que sigue.
Toffler (1980) identifica que la primera ola inicia con el nacimiento de la
agricultura, antes de esto la mayoría de los humanos vivía en grupos
pequeños y nómadas, y se alimentaba de la caza, la pesca o la cría de
rebaños. Con el inicio de la revolución agrícola, surge una nueva forma
de vida.
Hace más de diez mil años que la agricultura trajo de la mano un
suministro de alimentos regular, entonces empezaron a surgir
asentamientos. Con los primeros poblados florecieron los primeros
oficios. Incluso, Eisler (1996) propone que la propiedad privada, la
esclavitud y el predominio de masculino sobre el femenino, se inician
con la división del trabajo y por lo tanto son consecuencia de esta etapa
de la humanidad.
Las transformaciones arrastradas por esta primera ola no se habían
extinguido, cuando a finales del siglo XVII estalla la revolución industrial
y con ello un nuevo cambio en el estilo de vida. En lugar de personas
esencialmente autosuficientes que se mantenían a ellas mismas, se puso
a la venta los alimentos, bienes y servicios. Empezó la desaparición de
los productos para el propio consumo e introdujo en nuestras mentes,
en nuestra economía e incluso en nuestra personalidad, una violenta
separación: productor-consumidor (Toffler, 1980).
Surgió entonces una civilización basada en lazos contractuales. Todo
tuvo un precio y todo lo que hacíamos fue divido por esta cuña de
____
10
productor-consumidor. Surgió así, el código oculto que Toffler (1980)
resume en seis principios:
Uniformidad, todo empieza con la necesidad de uniformar los
productos, hacer millones de productos idénticos unos tras otros,
porque ésta es una manera eficaz de trabajar. Se uniformaron
entonces los procedimientos y los contratos de los trabajadores,
los salarios, las horas de trabajo y por supuesto la educación:
procedimientos de admisión, reglas de acreditación, curriculum
estandarizados, etcétera.
Especialización, cuanta más diversidad se logra eliminar de un
sistema, más eficaz se vuelve, surge entonces la división del
trabajo. Se sustituye al campesino más o menos habilidoso, por
un especialista concienzudo, por un obrero que realiza una tarea
repetitiva, lo que ahorra tiempo y garantiza uniformidad en la
producción en serie. Hubo entonces la necesidad de educar de
manera especializada y fuimos encerrando el conocimiento en
pequeñas parcelas “profesionales”.
Sincronización, la manera de contabilizar el tiempo, el tiempo
equivale a dinero en la sociedad industrial, por lo que las medidas
inexactas representaban una gran amenaza en las ganancias.
Surge entonces la necesidad de sincronizar en horas exactas,
prolifera la necesidad de los relojes y de movernos al ritmo de
ellos. En las escuelas empieza a aleccionarse a los niños para que
entren al toque de la campana y adquieran desde temprana edad
____
11
la noción del tiempo y de esta manera, fuera más sencillo
adaptarse al trabajo de las fábricas.
Concentración, el auge del mercado da origen a una nueva regla
de civilización. La sociedad se hace dependiente de los centros
urbanos ya que ahí se concentra su trabajo y los productos que se
requieren para su consumo. Se concentra no solo la población sino
también el capital, surgen las grandes corporaciones, se concentra
la educación en las escuelas, la espiritualidad en las iglesias, el
capital en los bancos etc.
Maximización, empieza un apasionamiento por las dimensiones,
grande se convierte en sinónimo de eficiencia; se inicia así la
competencia por construir el edificio más alto, por pertenecer a la
ciudad más grande, por tener la mayor cantidad de dinero; el
crecimiento siempre es lo mejor.
Centralización, la necesidad de controlar todo desde un centro, así
comienza la centralización del poder, se cede por completo el
dominio del pueblo a un centro: el gobierno y así empieza el auge
de la burocracia.
La industrialización disgregó a la sociedad en miles de partes
entrelazadas. Fragmentó los trabajos, dio origen a la necesidad de
muchas nuevas clases de especialistas, nos hizo como sociedad
totalmente dependiente de un Gobierno, masificó a la educación,
relevando a la familia de funciones educativas como tradicionalmente se
hacia. En fin, produjo una mentalidad de la segunda ola.
____
12
Entramos con la segunda ola en una guerra con nuestra propia
humanidad al tratar de desechar la emoción que nos estorbaba en esta
nueva civilización industrializada, y luchamos también en contra de la
naturaleza. Finalmente entramos en crisis, una crisis de personalidad.
La tercera ola se caracteriza según Toffler (1980) porque la información
toma un papel protagónico. Información que nos llega continuamente y
que cada vez tiene un ritmo más veloz. Las ideologías se derrumban
fácilmente, nos asaltan consignas políticas y morales contradictorias,
hay diversidad de ofrecimientos, hay un bombardeo de imágenes
inconexas que suceden rápidamente a través de los medios de
comunicación.
La gente de la segunda ola anhela la moral ya confeccionada y las
“certidumbres ideológicas” del pasado; y se sienten molestas y
desorientadas por el bombardeo de la información. Por el contrario, la
gente de la tercera ola se encuentra más a gusto en medio de este
bombardeo. (Toffler, 1980)
La esencia de la producción en la segunda ola es en “serie”. Por el
contrario, la esencia de la tercera ola son productos personalizados “a la
medida”. La configuración de los espacios en la segunda ola era para
“concentrar” a las personas y obtener una mejor producción. En la
tercera ola, surgen nuevos espacios como el espacio “virtual”.
Dice Bauman (1999) que vivimos en una modernidad líquida. Donde la
“fluidez” o la “liquidez” son metáforas adecuadas para aprehender la
naturaleza de la fase actual –en muchos sentidos nueva– de la historia
____
13
de la modernidad. Los componentes que creíamos sólidos se están
diluyendo, y uno de ellos es el vínculo entre las decisiones individuales y
los proyectos colectivos.
En la actualidad, las pautas y configuraciones ya no están determinadas,
no resultan evidentes de ningún modo; hay demasiadas, chocan entre sí
y sus mandatos se contradicen, de manera que cada una de esas pautas
y configuraciones ha sido despojada de su poder coercitivo o
estimulante, pareciera que todo esta a la venta, incluyendo la moral.
Todo se mueve y se modifica rápidamente, hemos llegado al “límite
natural” del movimiento y evolucionado a la velocidad de una señal
electrónica; Así el tiempo se reduce a instantes. En la práctica, el poder
se ha vuelto verdaderamente extraterritorial, y ya no está atado, ni
siquiera detenido, por la resistencia del espacio.
Beck (2002) llama a esta nueva cultura la sociedad del riesgo, donde el
pasado pierde fuerza de determinación para el presente. En su lugar
aparece el futuro, algo no existente, aún no construido, ficticio como
causa de las acciones y las vivencias del presente. Todo son conjeturas
de lo que pudiera pasar. Esta sociedad del riesgo se caracteriza por un
fin de la naturaleza y un fin de la tradición.
Con el fin de la naturaleza, se refiere a que los riesgos provocados por la
“naturaleza” no son producto del destino, sino que han sido creados por
opciones o decisiones surgidas en la industria, en la ciencia o en la
política. Con el fin de la tradición se refiere a la “decoloración” de los
ambientes sociales y morales; donde los seres humanos se ven
____
14
obligados por iniciativa propia a armar como pueden sus vínculos
sociales y su vida, tanto individual como colectiva. (Beck, 2002)
Es así, que vivimos en una sociedad en donde se han modificado los
conceptos que creíamos inamovibles: el tiempo y el espacio y que por
supuesto, nos ha conducido a una crisis de identidad.
Parece que nuestra sociedad humana ha llegado a un colapso, la crisis
económica mundial por la que atravesamos, la crisis ecológica que
amenaza con extinguir a la especie humana. El mundo entero como dice
Naranjo (2004) parece transformarse en un gran mercado de trabajo y
productos en el que progresivamente se van aplastando las necesidades
humanas y valores culturales que hemos considerado universales.
Los propósitos que tenemos como individuos no están aparejados con
los propósitos sociales, me explico mejor, estamos educando individuos
con un esquema competitivo, y eso implica una relación de poder, que
es parte de esta cultura patriarcal de la que formamos parte.
Se habla de la libre competencia como si fuera un bien básico que abre
las puertas al bienestar social; se habla de competencia “sana” como si
eso existiera. Pero, ¿realmente se puede hablar de competencia sana?
Si es una relación donde uno pierde y el otro gana, como dice Maturana
“la victoria es un fenómeno cultural que se constituye en la derrota del
otro” (2001: 12), me pregunto: ¿eso es saludable?
Claro está que los que defienden la competencia, lo hacen desde el
argumento de que somos seres racionales y que esa característica es lo
que nos diferencia de los animales, así que amparados en la razón es
____
15
que podemos hablar de “vencer” al otro, porque hay un aire de
superioridad siempre presente. Vivimos como sociedad en la constante
negación de la emoción como parte de nuestra humanidad, decimos con
orgullo que somos seres racionales, y lo somos, pero aceptar que somos
también seres emocionales es equiparable a aceptar que somos
“débiles” y eso nos resta “poder”.
El ser humano es un ser racional, y esa sola afirmación constituye una
falacia, una mentira vestida de verdad, porque es cierto que el ser
humano es un ser racional, pero también es un ser emocional.
Desvalorizar la emoción es un impedimento para ver la necesidad de la
emoción y la razón en nuestra vivencia como sociedad humana.
Al margen de todo esto, quiero dejar en claro que yo soy una persona
enamorada de la razón, y que en ningún momento la aceptación de la
emoción tiene que implicar la negación de razón, como tampoco pienso
que sea a la inversa. Creo que es tiempo de pensar en conjunciones
más que disyunciones, pienso que necesitamos abrirnos a la idea de que
somos seres racionales y emocionales. Lo que es muy distinto a la idea
que ha predominado hasta ahora, que parece obligarnos a escoger entre
ser racional o ser emocional.
Como sociedad hemos aprendido que la emoción tiene que ser
controlada por la razón, y que las acciones que son consideradas
válidas, son aquellas que se fundamentan única y exclusivamente en la
razón. Nos limitamos en nuestro sentir, porque no es racional y
llegamos a este estado de apatía del que tanto se habla, pero ¿acaso no
es una reacción natural?, si hemos aprendido a negar a la emoción.
____
16
Cada uno de nosotros se considera un individuo aislado del mundo,
ignoramos al otro, porque lo que importa es uno mismo, el pensamiento
colectivo más común es que nada de lo que yo pueda hacer o dejar de
hacer como individuo va a mejorar la realidad en la que vivimos. En el
fondo es un miedo a comprometerse, es un miedo a sentir el dolor de
los otros, porque eso es signo de debilidad, y en la llamada “ley de la
selva”, el más fuerte es el que gana. Así que, no podemos darnos el lujo
de ser “comido” por uno más fuerte que yo. La apatía aparece en este
contexto en el que tenemos que defendernos de la debilidad de sentir.
La palabra apatía proviene del griego (a = prefijo de negación) y
παθος (pathos) emoción, sentimiento, enfermedad. En esta traducción,
la apatía es la falta de sentimiento; existe una interpretación que es
equivalente en sentido, pero que utiliza otra acepción de la palabra
pathos, en su significado de “camino” o “sendero”. En un sentido literal,
apatía es la falta de sendero, que es exactamente como yo describo a la
sociedad actual.
La afirmación de que el problema de nuestra sociedad es la apatía, se
refiere para mí a ambas connotaciones: la falta de dirección y la falta de
pasión, no sabemos hacia donde dirigirnos y tampoco nos importa. La
mentalidad apática de negación del otro o de lo otro es lo que nos
permite insertarnos en el gran mercado en el que se ha convertido la
sociedad, las acciones éticas son tomadas como acciones tontas, y en
esta visión todos contribuimos, los padres, la familia, los educadores, los
amigos.
____
17
Principios velados en nuestro actuar
Nos hemos contagiado por una visión del mundo mecanicista, la cual, a
grandes rasgos, equipara el funcionamiento del universo incluido el ser
humano, con el funcionamiento de una máquina. Por lo que ambos se
pueden comprender al analizar separadamente sus partes más
pequeñas. Tras esta visión del mundo, existen invisibles algunos
principios que rigen, veladamente, nuestro actuar tanto individual como
social. Son tres de ellos que en este escrito quisiera mencionar:
La naturaleza al servicio del ser humano. Derivado de nuestra
visión de que el universo es una gran máquina y que el ser
humano es el centro del universo, hemos creído que el único fin
de la naturaleza es satisfacer las necesidades humanas; desde
esta posición, el ser humano se siente con derecho a explotar los
recursos naturales. Incluso dentro de los modelos económicos la
naturaleza ha sido considerada como “capital natural”4 y que
además hasta hace unas décadas se creía inagotable.
Ha habido intentos por frenar la explotación irracional de recursos
naturales, como el llamado desarrollo sostenible propuesto por la
Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones
Unidas. Desgraciadamente, aun en este intento, permea la idea de
que la naturaleza está al servicio del ser humano. Dice ésta
comisión: el desarrollo sostenible es un desarrollo socio-
4Masa de recursos naturales (todos los dones de la naturaleza: el aire, la tierra, el
agua, los bosques, la vida silvestre, la capa fértil del suelo, los minerales) utilizados
por la gente para la producción o para el consumo directo. (Banco Mundial)
____
18
económico que pretende satisfacer las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las
generaciones futuras de atender sus propias necesidades.
Seguimos pensando que la naturaleza fue creada para satisfacer
nuestras necesidades. Es seguir pensando que somos el centro del
mundo. Leonardo Boff, en muy pocas líneas, ofrece toda una
nueva concepción del desarrollo sostenible: “La cuestión de base,
no consiste en dar sustentabilidad al desarrollo, sino que a partir
de la sustentabilidad de la naturaleza se cree una alternativa”
(2002: 131)
Esta cuestión de base como la llama Boff, lleva implícita un
principio que la rige: ser humano y naturaleza no están
separados, sino que ambos son uno y forman parte del
ecosistema; la relación de dominio de uno sobre otra está fuera de
lugar en la gran cadena de interdependencias y
complementariedades de las cuales forman parte.
La inclusión del ser humano en la naturaleza, invita a reflexionar
sobre muchos temas. La naturaleza no está al servicio del ser
humano, ni viceversa. El llamado “capital natural” es una
reducción enorme de la vida, es momento de comprender que el
cuidado de nuestro entorno es el cuidado hacia nosotros como
humanidad, es momento de comprender que la naturaleza no es
algo que debamos de dominar, sino algo que debemos amar.
____
19
Los seres humanos somos parte de la vida del universo, la idea de
una sociedad sustentable radica justamente en este reencuentro
individual y social con el cosmos y con una nueva manera de
comprender la vida que nos lleva a la trascendental necesidad de
llevar a cabo acciones a favor de ella.
Una sociedad sustentable va más allá de un desarrollo
sustentable, no tiene que ver únicamente con el manejo adecuado
de recursos para que las generaciones futuras puedan seguir
utilizándolos. Tiene que ver con la idea de recuperar la convivencia
armónica con nuestro entorno vital, es percibir a la naturaleza ya
no como un recurso, sino como un ser vivo con el cual
coexistimos, es percibir al planeta tierra como Gaia. Pero,
prosigamos con estos principios velados en nuestro actuar.
El ser humano reducido a productor/consumidor. Inmersos
en una cultura mecanicista, la economía se ha visto acotada al
enfoque técnico, esta situación ha provocado la reducción de la
persona humana a “capital humano”, productor o consumidor.
Este tipo de terminología ha sido usada con éxito como parte de la
economía, no estoy negando su funcionalidad, lo que digo es que
somos más que un recurso económico y que para el análisis de la
realidad social y económica debería de considerarse al ser humano
también como sujeto5, es decir, como ser capaz de reflexionar y
tomar conciencia de sus emociones y sus conductas.
5 Ser sujeto dice Edgar Morin (2003) es situarse en el centro del mundo, tanto para
conocer como para actuar. La situación de sujeto comporta dos características: 1. la
capacidad de verse a sí mismo como otro; 2.La necesidad del otro.
____
20
Visualizar al ser humano únicamente como recurso material, ha
provocado que las relaciones sociales se constriñan a una
inversión para obtener un fin: dinero, y por lo tanto la educación,
la salud, la seguridad, se consideran como gastos necesarios para
incrementar el ingreso per cápita y no como relaciones sociales
necesarias para el bienestar humano.
Bajo este enfoque económico, la vida humana se reduce a una
vida laboral. La vida familiar, la afectividad, la dignidad, la
socialización y la solidaridad se ven subordinadas al factor de
producción y a las relaciones mercantiles.
“Los nexos corporales y subjetivos aparecen como relaciones
materiales entre cosas, al tiempo que la relación material entre
las cosas es vivida como una relación social entre sujetos vivos.
Los seres humanos se transforman en cosas y las cosas en
sujetos animados” (Hinkelammert y Mora, 2005: 23)
Ahora bien, no se trata de proponer la abolición de las relaciones
mercantiles, porque éstas son necesarias para la vida social y
económica. Se trata más bien, de otorgar un orden de prioridad,
donde el derecho a vivir sanamente de todo ser humano, esté por
encima de de las relaciones materiales. Y al decir sanamente, me
refiero al concepto de salud introducido por la Organización
mundial de la salud en 1946, donde se describe que un ser
humano sano es aquel que goza de un estado completo de
bienestar físico, mental, espiritual, emocional y social. Eduardo
____
21
Galeano lo apunto hace más de 20 años: hay que subordinar el
crecimiento económico al crecimiento personal.
Este orden de prioridad que ya menciono en el párrafo anterior
está muy relacionado con el tercer y último principio que rige
nuestro actuar económico.
Equiparar la felicidad humana a un poder adquisitivo. Ya
varios autores entre ellos New Economics Foundation han
elaborado una pregunta clave: ¿es verdad que a mayor poder
adquisitivo mayor es el bienestar de un país? La respuesta es un
tanto desconcertante: no. Y aún con todas las posibles críticas
que surgen en torno a la validez del cálculo de un índice de
felicidad, la sola pregunta es un punto de partida que debería
impulsarnos a reevaluar los objetivos que nos guían como
sociedad.
Por lo general, equiparamos la felicidad de una sociedad con un
mayor poder adquisitivo (Layard, 2005). Esta idea ha permeado
tan profundamente en nuestro modo de ver el mundo y de actuar
en él, que la mayoría de las personas vamos buscando un
aumento en nuestros ingresos y por consiguiente un mayor poder
adquisitivo, porque hemos creído que esto es la felicidad.
Además, en nuestro afán de buscar riqueza económica existe una
tendencia a compararnos, es así que no sólo importa que mi
poder adquisitivo sea bueno para vivir, sino que tiene que ser
más alto que el de mi vecino. Por lo tanto, como bien lo apunta
Layard (2005) sentirse satisfecho con los propios ingresos
depende de la comparación de determinado baremo, que depende
____
22
a su vez de dos factores: lo que ganan los demás y lo que se está
acostumbrado a ganar.
Inmersos en esta cultura, hemos aprendido a vernos únicamente
como individuos y no como parte de una sociedad; cada uno de
nosotros asocia la felicidad al dinero y por lo tanto no necesitamos
del resto o en su defecto podemos comprarlos. El ser humano se
reduce a un objeto del mercado, igual que la naturaleza o el
tiempo. Estamos acostumbrándonos a medir todo en términos de
utilidad y producción. Somos ajenos y estamos en competencia y
el problema es que como dicen Hinkelammert y Mora (2005) la
competitividad se ha convertido en un criterio de validez para los
valores que rigen a la sociedad.
Durante años se ha vivido con la evidencia del que el crecimiento
económico aporta desarrollo social y humano, aumenta la calidad
de vida y que todo esto constituye el progreso. Pero, comenzamos
a darnos cuenta de que pueda haber disociación entre la cantidad
de bienes y productos con la calidad de vida (Morin, 1984).
Nos encontramos atrapados en una visión del mundo y de la vida que no
sólo depende de procesos económicos, sino también de procesos
sociales y educativos que han perdido su referente primordial: la
humanidad, el sujeto vivo que convive con otros seres vivos.
Tomar a la humanidad como referente económico, social y educativo no
significa abolir las relaciones mercantiles, significa construir nuevas
relaciones sustentadas en el respeto a la vida. Sobre todo ahora que nos
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23
encontramos frente a una nueva sociedad donde el conocimiento y la
creatividad son los grandes generadores de prosperidad, necesitamos
aprender a vivir la vida, y en este sentido la educación es una pieza
fundamental.
Actualmente, las reglas del mercado nos marcan el paso sobre las
necesidades educativas y no me refiero sólo a la educación formal, sino
a la educación que recibimos en la familia, en el vecindario, en la
sociedad en general. Al conocimiento se le ha puesto precio, la
educación formal se ha reducido a un proceso de producción de “capital
humano” considerando al “trabajo intelectual” y al “trabajador del
conocimiento”, como un factor de producción altamente especializado
(Hinkelammert y Mora, 2005).
La familia y la sociedad en general ven a la educación formal como una
inversión, el conocimiento es algo que se compra y se vende, igual que
el ser humano y la naturaleza. El aprendizaje no tiene sentido si no se
“cotiza”. Como resultado de esta “cosificación” del ser humano, el sujeto
se siente solo, como dice Sábato (2003), pululamos por las calles de las
grandes ciudades sin que nadie nos llame por nuestro nombre, sin saber
si somos parte de una historia; ya no vivimos delante de la gente de
nuestro pueblo, de nuestros vecinos, sino angustiosamente perdidos
entre multitudes cuyos valores desconocemos y cuya historia apenas
compartimos.
El bien común se pierde de vista porque ya no hay común. De repente
tenemos la sensación de que a nadie le importa lo que nos pase, y en
retribución no nos importa lo que le pase al resto. Aprendimos a
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anestesiar la pasión, a negar la emoción y nos preguntamos: ¿Por qué si
somos seres racionales e inteligentes, no hemos podido encontrar la
armonía como humanidad? La respuesta es muy simple, porque no sólo
somos seres racionales, porque al negar las emociones estamos
negando parte de nuestra humanidad. Necesitamos aprender a
modificar nuestra visión del mundo, necesitamos aprender a abrazar
nuestra humanidad en todo su esplendor.
¿Qué podemos hacer?
Para esta pregunta encuentro una infinidad de respuestas, no todas
factibles, incluso no todas atinadas, pero lo que si creo es que
necesitamos personas creativas que se preocupen por el otro. Vivimos
como dice Russell (1975) con el constante miedo a aburrirnos y ese
temor nos impulsa continuamente a buscar la diversión fuera de
nosotros. “No nos queda otro remedio que fastidiar al prójimo, morirse
de fastidio […] o comprar algo” (Savater citado en Russell 1975).
Hemos sido educados para ejercer la crueldad y el miedo, y por lo tanto
replicamos este modelo con nuestra prole, así educamos para la
destrucción del entusiasmo natural en nosotros, educamos para
anestesiar las pasiones, para esconder en lo más profundo de nosotros
la necesidad innata de conocer.
El éxito equiparado a la felicidad nos frena para disfrutar la vida, desde
una edad muy temprana nos inculcan la importancia del éxito, por lo
que se rechaza “aquella educación desprovista de valor pecuniario”
(Russell, 1975:33). Así, como nos hemos educado para replicar un
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25
cierto tipo de mentalidad, un cierto tipo de personalidad, creo que
necesitamos entonces comenzar a educarnos para una nueva forma de
ver al mundo.
Dejemos por un instante la mentalidad de la sociedad del riesgo,
dejemos por un instante de mirar hacia un futuro que aún no llega,
volvamos la vista atrás. En otro tiempo la educación se concebía “como
una formación de la capacidad de disfrute (me refiero a las formas más
delicadas de disfrute, que no son accesibles para la gente
completamente inculta)” (Russell, 1975: 33).
El disfrute es un proceso que se encuentra en el interior del individuo,
ningún satisfactor externo será capaz de proporcionarnos la tan ansiada
felicidad, la felicidad la busca el sujeto en cuestión al aceptarse a sí
mismo, y a partir de ahí, aceptar a los otros.
Cambiar la mentalidad vigente parece una tarea titánica; pero, para mí
(y tal vez peco de optimista) no es tan complicado, porque aún en toda
esta vorágine de intercambios materiales, aún en esta búsqueda
desesperada por el éxito, aún en este temor a aburrirnos, encontramos
al sujeto, y a pesar del protagonismo del dinero no podemos negar que
toda relación humana, aún cuando sea mercantil, es una relación inter-
subjetiva.
El punto de partida es que sociedad, economía y educación está
conformada por seres humanos. Y dentro de las cualidades del ser
humano, me encuentro con el sujeto. Un sujeto con potencialidad para
aprender: un sujeto aprendiente
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26
El sujeto aprendiente, es una conjunción de dos palabras sujeto -
concepto explorado ampliamente por Edgar Morin (2003)- y aprendiente
-propuesta de Hugo Assman (2002)-, que es resultado del diálogo y la
conversación al interior de un grupo de individuos que estamos
interesados en el tema educativo6.
Ser sujeto es la autoafirmación de la individualidad a la vez que lleva
implícito un potencial de inclusión a la comunidad. Ser sujeto es estar
inmerso en una dialógica donde egocentrismo y fraternidad se generan
la una a la otra. Así, el individuo se engrandece en tanto sujeto en la
medida que es capaz de reconocerse y de reconocer al otro como sujeto
con el cual comparte la misma condición humana. Somos como
humanidad seres biológicos y seres sociales creadores de cultura,
aprendemos desde nuestra subjetividad y en la convivencia con lo otro o
con el otro.
El sujeto es un ser aprendiente, es decir, se encuentra
permanentemente, consciente o inconscientemente, en proceso de
aprendizaje. Porque el conocimiento es una condición biológica y cultural
que va de la mano con el proceso de vivir, cuestión que se abordara
más detalladamente en el capítulo titulado: Sobre el conocer.
6 Esta es una construcción del grupo no. 3 del Doctorado en Educación con énfasis en
Mediación Pedagógica, integrado en orden alfabético por: Margarita Canal Martínez,
Diana del Callejo Canal, Rebeca Hernández Aramburo, Octavio Ochoa Contreras,
Beatriz Peredo Carmona y José Manuel Velasco Toro y en el que se profundiza en el
libro titulado: Educación relacional. Hacia un nuevo paradigma educativo.
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27
El sujeto aprendiente es, en resumen, un generador de su aprendizaje,
siempre en retroalimentación constante con el otro o con lo otro. Así,
ubicar al ser humano como un sujeto aprendiente es una alternativa
para crear una nueva cultura.
¿Cómo ubicar al ser humano como sujeto aprendiente? Definitivamente
es a través de la educación, pero no de la educación como la conocemos
ahora, sino de una educación que rescata el sentido etimológico de
educere, que significa extraer, sacar desde dentro, una educación que
extraiga del ser humano a ese sujeto aprendiente; un sujeto
aprendiente que para generar conocimiento no necesita de una escuela,
ni de un aula; un sujeto aprendiente que es creador de relaciones de
aprendizaje en cualquier momento y en cualquier lugar; un sujeto
aprendiente compasivo, que sabe que en el colaborar se encuentra la
evolución de su especie; un sujeto aprendiente que se responsabiliza de
sus actos.
Responsabilidad es la capacidad del sujeto de aceptar las consecuencias
de sus actos, cuestión íntimamente ligada a la ética, la ética entendida
como ese imperativo que nace del interior del individuo y que proviene a
la vez de una fuente exterior: la cultura, la creencia, las normas sociales
(Morin, 2006b).
Necesitamos recuperar estas fuentes de irrigación de la ética. La fuente
individual que actualmente es asfixiada por el egocentrismo; la fuente
comunitaria que está deshidratada por la degradación de las
solidaridades; la fuente social alterada por las compartimentaciones,
burocratizaciones, atomizaciones de la realidad social y, además, está
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aquejada de diversas corrupciones; la fuente bioatropológica que está
debilitada por el primado del individuo sobre la especie. (Morin, 2006b)
La ética necesita hoy más que nunca de la introspección y su
complemento la extrospección. Es decir, asumir a la vez la
responsabilidad de nuestra propia vida y la responsabilidad con el
prójimo. Así, la ética para el prójimo nos pide pues en primer lugar no
rechazar al prójimo fuera de la humanidad. Robert Antelme citado por
Morin (2006b) decía “no suprimir a nadie de la humanidad”.
Y aún cuando se compartan ciertos principios comunes como estos que
estoy mencionando, no hay que perder de vista que toda mirada sobre
la ética debe considerar que ésta es vivida subjetivamente. El cultivo de
la individualidad como parte de la vida social, así como el cultivo de la
vida social como parte de la individualidad son necesidades básicas en el
terreno educativo.
En este hoy que anda en búsqueda de sentido, la educación juega un
papel importantísimo, y requiere ubicar al ser humano en su cualidad de
sujeto aprendiente. Reflexionar sobre el proceso de conocer,
proporciona algunas pistas sobre la transformación que requiere la
educación, por eso, el capítulo siguiente aborda este tema.
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29
Sobre el conocer
El fenómeno de conocer es algo sobre lo que pocas veces nos
cuestionamos, es algo que damos por sentado como si todo el mundo
compartiera un mismo concepto de conocer. Yo quisiera regresar de
nuevo a una pregunta base: ¿qué es el conocer?, sobre todo porque
tengo un particular interés en el tema educativo, y me parece que no
podemos hablar de una nueva educación sino tenemos como
fundamento este entendimiento.
Este capítulo tiene la intención de comunicar la intensa búsqueda que he
seguido para comprender el fenómeno del conocer. He hecho un largo
recorrido de lecturas sobre teorías de aprendizaje: conductismo,
cognitivismo, construccionismo, conectivismo, etcétera. Todas se
preguntan y dan una respuesta sobre el conocer, sin embargo, ninguna
de ellas me ha convencido como lo ha hecho la propuesta realizada por
Maturana y Varela (2003), sobre todo porque la principal característica
en su teoría del conocer es que “rescatan” la idea de sujeto cognitivo (es
decir, el sujeto como “constructor” de sus estructuras del conocimiento),
pero no por eso se niega el mundo circundante. Esta correlación que
logran entre sujeto y objeto me parece fascinante. Por eso es que las
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siguientes páginas exponen el trabajo realizado por estos dos autores y
mi interpretación sobre el mismo.
Comprender el fenómeno biológico del conocer desde la perspectiva de
Maturana y Varela, no es tarea sencilla, implica desaprender cosas
aprendidas, suspender, como dice Bohm (2001), nuestras creencias
para poder mirar éste fenómeno desde un ángulo distinto.
Inicio este capítulo con una afirmación: el conocimiento es un fenómeno
biológico, por esta razón, hablar del conocimiento naturalmente trae de
la mano hablar de los sistemas vivientes. En otras palabras, para
explicar el fenómeno del conocer es necesario reflexionar sobre la
constitución y operación de los sistemas vivientes.
Los sistemas vivientes
Para explicar a los sistemas vivos, desde la perspectiva de Maturana y
Varela es necesario aludir a dos ideas clave:
Los seres vivos se caracterizan y manifiestan por una
organización particular que define su clasificación.
Los seres vivos, incluidos los seres humanos, somos sistemas
determinados estructuralmente.
Dicho así, son ideas difíciles de asimilar, sobre todo si no comprendemos
que se está entendiendo por organización y estructura. De manera que
ampliaré las explicaciones alrededor de estas dos ideas.
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31
Cuando hablamos de seres vivos, estamos suponiendo que hay algo
común en ellos, que nos permite clasificarlos dentro de una misma
categoría. Ese “algo en común” que nos identifica como seres vivos es lo
que Maturana y Varela (2003) llaman organización. Entendiendo
como organización aquellas relaciones
que tienen que existir o tienen que
darse para que algo sea clasificado en
cierta categoría. Esta situación en la
que reconocemos implícita o
explícitamente la organización de un
objeto al señalarlo o distinguirlo, es
algo que hacemos constantemente
para generar clasificaciones de
cualquier tipo.
La organización es invariable, ya que
una vez que cambia la organización,
el sistema deja de clasificarse en cualquier categoría. De manera que un
sistema vivo existe mientras se conserve su organización como ser vivo.
Los autores han identificado a esta organización particular de los seres
vivos como autopoiesis7. Palabra que proviene del griego
7 La intención de este capítulo es entender el fenómeno del conocer, la autopoiesis es
un concepto que proponen Maturana y Varela en su libro de maquinas y seres vivos, y
sugiero que, aquel lector interesado en el tema, se remita a dicha publicación.
Un ejemplo para entender la diferencia entre organización y estructura:
Organización
La organización de una silla es aquello que lo clasifica como tal, es decir, la organización de la silla son aquellas relaciones que le permiten identificarla como una silla, de manera que la organización de una silla, consiste en ser un asiento que tiene patas que la elevan del suelo y que tiene un respaldo, si la silla pierde sus patas, pierde su organización y deja de ser una silla. Si la silla pierde su respaldo, pierde su organización y deja de ser una silla para convertirse en un banco.
Estructura
La estructura de la silla en cambio está dada por los componentes y relaciones que pueden modificarse, sin que esto le provoque un cambio en su organización. Así por ejemplo, la estructura de la silla puede ser de madera o metal, puede pintarse de otro color, las patas pueden acortarse, puede ser una silla de 4 patas o de tres, todos estos son cambios estructurales que aún cuando modifican los componentes o relaciones, le permiten seguir clasificándose como silla.
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32
(autos),que significa por si mismo y (poiesis) que significa
hacer, es decir que “los seres vivos se caracterizan porque, literalmente,
se producen continuamente a si mismos.” (Maturana y Varela; 2003:25)
Ahora bien, la segunda afirmación, hace alusión a la estructura, la
estructura a diferencia de la organización es algo que se modifica
continuamente, “se entiende por estructura de algo, a los componentes
y relaciones que concretamente constituyen una unidad particular
realizando su organización” (Maturana y Varela; 2003:28). Los cambios
en la estructura tienen la tarea de mantener la organización. Así los
sistemas vivos existimos en una dinámica de cambios estructurales. “Un
ser vivo permanece vivo mientras su estructura, cualesquiera que sean
sus cambios, realiza su organización autopoiética, y muere si en sus
cambios estructurales no se conserva esta organización” (Maturana,
1993:6)
Lo interesante aquí, es que estos cambios estructurales son resultado de
una dinámica interna, que puede ser “gatillada” por sus interacciones
con un medio que también está en continuo cambio. La palabra “gatillar”
toma aquí una relevancia que es necesario aclarar. La propuesta de
Maturana y Varela (2003) rechaza la idea de que las interacciones con el
medio “determinen” los cambios estructurales de un ser vivo, porque lo
que determina estos cambios es un proceso interno, sin embargo, eso
no significa que el medio no tenga ninguna participación, al contrario
reconocen que el medio contribuye a “hacer emerger” estos cambios.
Esta sutileza entre el “gatillar” y “determinar” ayuda a explicar el
fenómeno del conocer que es el tema que a continuación se presenta,
teniendo como base esta breve explicación sobre los sistemas vivos.
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33
El fenómeno del conocer
Para comprender el fenómeno del conocer desde la perspectiva de la
autopoiesis, es necesario comprender tres ideas clave:
1. “Todo conocer depende la estructura del que conoce” (Maturana y
Varela; 2003:19)
2. “Al fenómeno del conocer no se le puede tomar como si hubiera
“hechos” u objetos allá afuera que uno capta y se los mete a la
cabeza. La experiencia de cualquier cosa allá afuera es validada de
una manera particular por la estructura humana”. (Maturana y
Varela; 2003:13).
3. “El conocer es un proceso enraízado al ser vivo en su totalidad, no
solamente a sistema nervioso” (Maturana y Varela; 2003:15)
La primera y la segunda idea, me conduce a una fascinante conciliación
que logran Maturana y Varela (2003) entre dos preguntas que han
existido a lo largo de la historia del conocer: ¿El mundo es predefinido y
nuestra cognición aprehende este mundo? O ¿El sistema cognitivo crea
su propio mundo?
Pareciera que para entender el fenómeno de conocer es necesario elegir
una de estas opciones, porque cuando cuestionamos la idea de que el
mundo exterior tiene leyes fijas y la tarea del sistema cognitivo consiste
en aprehenderlo apropiadamente, tendemos a pensar que la única otra
posibilidad es que el sistema cognitivo crea su propio mundo, y su
aparente solidez sólo refleja las leyes internas del organismo. (Varela,
2005)
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34
Elegir una idea sobre la otra nos detiene en la comprensión del
fenómeno cognoscitivo; suponer que el sistema nervioso opera con
representaciones del mundo es una trampa, porque nos impide apreciar
el funcionamiento del sistema nervioso como un sistema que sólo
dispone de sus propias operaciones, es decir que no puede importar
estructuras (clausura operacional); por el otro lado, asumir que el
sistema cognitivo crea su propio mundo, nos conduce a el caos y la
arbitrariedad de la ausencia de lo objetivo, donde cualquier cosa parece
posible. Es así que, Maturana y Varela (2003) encuentran el punto
medio de ambas posturas, caminando como ellos mismos dicen al filo de
la navaja: cuestionar la representación nos significa asumir el
solipsismo.
Acoplamiento estructural
La conciliación entre ambas posturas se logra a través del
acoplamiento estructural. Esto se refiere, a que ante una
perturbación del medio, la estructura del ser vivo determina el cambio
que tendrá que realizar para lograr una congruencia con éste. No es que
el medio contenga una especificación de sus efectos sobre el ser vivo, es
el propio ser vivo el que determina internamente estos cambios. Los
cambios que resultan de la interacción entre ser vivo y medio son
desencadenados o “gatillados” por el agente perturbante, pero son
“determinados” por la estructura de lo perturbado.
Ahora bien, los cambios resultado de esta interacción entre ser vivo y
medio necesitan ser congruentes, porque de otra manera la unidad (ser
vivo) desaparece (a esta congruencia estructural se le llama
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35
adaptación). Mientras una unidad no entre en una interacción
destructiva con su medio, nosotros como observadores necesariamente
veremos que, entre la estructura del medio y de la unidad, hay una
compatibilidad o conmensurabilidad. Mientras esta compatibilidad exista,
medio y unidad actúan como fuentes mutuas de perturbaciones y se
“gatillarán” mutuamente cambios de estadio, proceso continuo que se
designa como acoplamiento estructural. (Maturana y Varela, 2003). En
otras palabras, el ser vivo está en continuo acoplamiento estructural con
el medio, ya que de otra manera pierde su organización como ser vivo.
Lo que nosotros como seres humanos admitimos como conocimiento, es
la observación de una conducta adecuada en un contexto que
previamente señalamos. Estas conductas que nosotros observamos son
el resultado de los cambios estructurales que devienen de este
acoplamiento estructural. Me explico mejor, lo dicho hasta aquí, apunta
a entender el aprendizaje como una expresión del acoplamiento
estructural que siempre va a mantener una compatibilidad entre el
operar del organismo y el medio en que este se da, no como una
internalización del medio, sino como un acoplamiento estructural.
Esta visión del conocer, nos aparta de la idea del aprendizaje como un
fenómeno de cambio de conducta que surge al “captarse” algo del medio
exterior; aceptar esta noción supondría que el sistema nervioso opera
con representaciones. Ya he dicho que el proceso de cognición no opera
con representaciones del mundo exterior, sino que es resultado de un
acoplamiento estructural entre ser vivo y medio, la pregunta que me
surge es: ¿Cómo opera el sistema nervioso desde esta visión del
conocer?
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36
El sistema nervioso
La visión más popular hoy en día considera al sistema nervioso como un
instrumento, mediante el cual el organismo obtiene la información del
ambiente, que luego utiliza para construir una representación del mundo
que le permite computarla en una conducta adecuada a su sobrevivir en
él. Esta visión exige que el medio especifique en el sistema nervioso las
características que le son propias, y que éste las utilice en la generación
de la conducta tal como nosotros ocupamos un mapa para trazar una
ruta. (Maturana y Varela; 2003)
La visión propuesta desde la autopoiesis es que el sistema nervioso es
un sistema en continuo cambio estructural, es decir, con plasticidad. La
riqueza plástica del sistema nervioso no está en que guarde
representaciones “enegramas” de las cosas del mundo, sino que en su
continua transformación permanece congruente con las trasformaciones
del medio como resultado de que cada interacción lo afecta. (Maturana y
Varela; 2003).
Para un observador, el organismo aparece como moviéndose
adecuadamente en un medio cambiante, y el observador habla de
aprendizaje. Para él los cambios estructurales que ocurren en el sistema
nervioso parecen corresponder a las circunstancias de las interacciones
del organismo. Para el operar del sistema nervioso, en cambio, solo hay
un acoplamiento estructural (adaptación) del organismo a su medio de
interacción. (Maturana y Varela; 2003)
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37
Esto significa que la estructura presente de un ser vivo es siempre
resultado de una historia en la cual sus cambios estructurales han sido
congruentes con los cambios estructurales del medio (Maturana, 1997).
Es decir que toda experiencia nos modifica, aunque a veces los cambios
no sean del todo visibles. Tales cambios no pueden localizarse ni ser
vistos como algo propio de cada experiencia, no se puede encontrar “el”
recuerdo de algo en algún lugar de la cabeza de alguien. ¿Cómo
detectamos estos cambios si es que no tenemos una precisión de los
cambios estructurales del sistema nervioso? A través de los cambios en
la conducta.
La conducta
La conducta como la describen Maturana y Varela (2003) es algo que
surge de las relaciones de actividad internas en el sistema nervioso. Lo
que nosotros llamamos conducta es una descripción que hacemos de los
movimientos de un organismo en un ambiente que nosotros señalamos.
La conducta no es algo que el ser vivo hace en sí, pues en él sólo se dan
cambios estructurales internos, sino algo que nosotros señalamos. De
manera que la conducta no es una invención del sistema nervioso y no
está exclusivamente asociada a él, la función del sistema nervioso es
expandir el dominio de posibles conductas al dotar al organismo de una
estructura versátil y plástica, que acopla las superficies sensoriales y
motoras mediante una red de neuronas cuya configuración es variada.
Al visualizar a la conducta como un fenómeno relacional que como
observadores señalamos entre organismo y medio, distinguimos entre
conductas instintivas y conductas aprendidas. Las primeras se refieren a
aquellas estructuras que los organismos desarrollan con independencia
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de las peculiaridades de su historia particular de interacciones, se dice
que tales estructuras son determinadas genéticamente y que las
conductas que ellas hacen posibles, son instintivas. Por el contrario, si
las estructuras que hacen posible una cierta conducta en los miembros
de una especie se desarrollan sólo si hay una historia particular de
interacciones, se dice que las estructuras son ontogénicas y que las
conductas son aprendidas. Hay que hacer notar que las conductas sean
innatas o aprendidas, son como conductas, indistinguibles en su
naturaleza y en su realización. La distinción está en la historia de las
estructuras que las hacen posibles. (Maturana y Varela; 2003)
Cognición
Notemos bien, entonces, que la evaluación de si hay un conocimiento
presente o no, se da siempre en un contexto relacional, en el que los
cambios estructurales que las perturbaciones “gatillan” en un
organismo, aparecen para el observador como un efecto sobre el
ambiente. Desde este punto de vista, toda conducta observada puede
ser valorada por un observador como un acto cognoscitivo. (Maturana y
Varela; 2003).
La noción básica es que las aptitudes cognitivas están inextricablemente
enlazadas con una historia vivida, a nuestra historia corporal y social, tal
como una senda que no existe pero que se hace al andar, la inevitable
conclusión es que conocedor y conocido, sujeto y objeto se determinan
el uno al otro y surgen simultáneamente. (Varela, 2005)
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Lo que nos lleva a la tercera idea clave de este apartado titulado el
fenómeno del conocer: El conocer es un proceso enraízado al ser vivo en
su totalidad, no solamente al sistema nervioso, toda experiencia
cognoscitiva involucra de una manera personal al conocedor, porque
conocer es vivir. (Maturana y Varela; 2003). Esto implica que el
fenómeno del conocer no es exclusivo del ser humano. En el plano de la
organización viviente, todo operar orgánico es conocimiento. (Torres
Nafarrete, citado en Maturana, 1997)
El otro en el fenómeno del conocer
¿Cuál es la participación del otro en el fenómeno del conocer? Desde la
dinámica interna de un organismo, el otro, representa una fuente de
perturbaciones que son indistinguibles de aquellas que provienen del
medio “inerte”. Pero, en la historia de cambio estructural de un
organismo (ontogenia), las interacciones con el otro se dan de manera
recurrente y por lo tanto se establece un acoplamiento estructural que le
permite mantener la individualidad de ambos. A este proceso Maturana
y Varela (2003) lo llaman acoplamiento estructural de tercer orden.
Los fenómenos sociales son acoplamientos estructurales de tercer
orden. En la dinámica social de un grupo, la conservación de la
adaptación es necesaria, todo ocurre como si hubiera un balance entre
la manutención y subsistencia individual y la manutención y subsistencia
del grupo como unidad más amplia.
Se logra un balance entre lo individual y lo colectivo en la medida en
que los organismos individuales al acoplarse estructuralmente en
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grupos, incluyen la manutención del grupo como parte de la dinámica de
su propia manutención como individuos. En otras palabras, la dinámica
de la existencia de lo vivo en la deriva natural, no se da en la
competencia, sino en la conservación de la adaptación, que implica la
colaboración (Maturana y Varela, 2003).
Algunas personas han llamado a estas acciones altruistas y sin duda
este adjetivo está cargado de connotaciones éticas que en el mundo
natural no sé si existan, yo más bien lo llamaría acciones que tienen un
beneficio colectivo. A menudo se escucha que en la ley natural cada uno
vela por sus propios intereses, egoístamente, a costa de los demás en
una implacable competencia.
Esta visión de lo animal como egoísta es falsa (Maturana y Varela,
2003). Como seres sociales tenemos la necesidad del otro para
conservar nuestra deriva natural, la visión individualista es inconsistente
con el proceso biológico de conservación de la especie. La coherencia y
la armonía en las relaciones y las interacciones entre los integrantes de
un sistema social humano se deben a la coherencia y la armonía de su
acoplamiento estructural de tercer orden, en un continuo aprendizaje
social.
Las implicaciones del entendimiento del fenómeno del conocer desde
está perspectiva son infinitas pero quiero distinguir al menos seis de
ellas que me parecen fundamentales para incluir en los procesos
educativos:
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41
Implicaciones del fenómeno del conocer
La realidad no es objetiva ni construida sino generada mediante
un acoplamiento estructural entre organismo y medio, esto
significa que necesitamos del medio para conocer, aun cuando el
conocimiento se realiza internamente en el sujeto.
Cuando hablamos de conocer se implica a todo el ser humano, no
sólo a su razón, sino también a su emoción, a su sensibilidad, a
sus intuiciones. No sólo se conoce con el cerebro, sino con todo el
organismo.
Generamos conocimiento en todo momento, de manera consciente
o inconsciente, y para esto no hay tiempo ni espacio definido.
Nadie genera conocimiento en la soledad, necesita del medio, y
ese medio incluye a otros seres humanos. Por lo que en el
fenómeno del conocer se necesita de la participación del otro.
Nuestro punto de vista es resultado de un constante acoplamiento
estructural. No existe un punto de vista absoluto. Nuestra
experiencia de vida es tan válida como la del otro, aunque la suya
nos pareciera, en cierto momento, menos deseable.
El conocimiento del conocimiento, nos invita a apreciar que la
aceptación del otro junto a uno en la convivencia, es el
fundamento biológico del fenómeno social: sin esta aceptación no
hay socialización y sin no hay socialización, no hay humanidad.
Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación del otro junto a
uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad,
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42
pasando por la certidumbre ideológica, destruye el proceso
biológico que lo genera. (Maturana y Varela; 2003)
Ahora bien, dicho todo lo anterior quisiera pasar a hacer una exploración
sobre la idea del reconocimiento del otro, ¿qué se ha dicho? Y ¿Qué
pienso yo al respecto?
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43
Sobre reconocer
al otro
El ninguneo es una operación que consiste
en hacer de Alguien, Ninguno. La nada de
pronto se individualiza, se hace cuerpo y
ojos, se hace Ninguno.
Octavio Paz
Escribir estas letras no fue tarea sencilla, hay muchas ideas que flotan
alrededor del reconocimiento del otro, como diría Octavio Paz, ni son ni
dejan de ser. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido
la necesidad de interrogarnos, de contemplarnos, de encontrarnos ante
la revelación de nuestra existencia como algo intransferible y hermoso,
de igual manera que hemos sentido la necesidad de disimularnos,
desentendernos del conocimiento de nosotros mismos, de negar nuestra
existencia y por ende disimular la existencia del otro. Paz (2004) se
refiere a este acto de desconocimiento como ninguneo.
“El ninguneo es una operación que consiste en hacer de Alguien,
Ninguno” (Paz, 2004: 49), Ninguno es una omisión que está siempre
presente. Existe, pero Alguien invalida su existencia, lo disimula. Tanto
Ninguno como Alguien implican la presencia del otro, no se puede ser
Ninguno o Alguien en la soledad, entonces ¿Quién es ese otro? Tan
necesario para validar o no nuestra existencia.
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El otro se encuentra inmerso en la posición intransferible de ser Yo.
Nadie puede ser Yo en mi lugar. La relación con el otro se inscribe en
esta relación con nuestro Yo. Morin (2003) dice que cada uno de
nosotros lleva en sí un ego alter (yo mismo otro), que nos permite
sentirnos ajenos a nosotros mismos al tiempo que nos reconocemos; la
inclusión del otro se integra a partir de esta cualidad que nos permite
ver que «yo es otro». La necesidad del otro es substancial; atestigua la
incomplitud del Yo.
El Yo no esta solo porque el Otro está en él. Entonces el Otro puedo ser
Yo, puede ser otro ser humano, o puede ser otra cosa. Necesitamos el
esfuerzo vital de introspección, saber meditar y reflexionar sobre
nuestra existencia, y a partir de esta autoafirmación, de este
observarme a mi mismo, es que puedo percibir al otro.
Hay muchos autores que hablan sobre el reconocimiento del otro y lo
hacen desde distintas ópticas: Maturana desde el punto de vista
biológico, Morin desde la filosofía, Naranjo, Guitiérrez y Freire desde la
educación, por mencionar algunos. Las ideas que se generan en mí
alrededor de este tema son muchas y me cuesta trabajo seguirlas a
todas. Hago mi mejor esfuerzo por no enredar al lector, y tratar de
sustentar la necesidad de reconocer al otro, para el bienestar de la
humanidad.
Este capítulo lo he dividido así, el reconocimiento del otro desde una
visión biológica, el reconocimiento del otro desde una visión filosófica y
el último apartado corresponde al reconocimiento del otro en la
educación. Sin más preámbulo comenzamos.
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45
Desde la biología
El ser humano, como todos lo sabemos, es en su condición biológica
hommo sapiens, pertenece a la clase mamífera del reino animal, pero
como dice Maturana, nuestra condición humana tiene lugar en la
manera de relacionarnos con otros seres humanos y con el mundo que
configuramos en nuestro vivir, es decir, nos hacemos humanos en “el
humanizar” (ver figura 1). El humanizar, es una palabra creada por
Maturana, para referirse al espacio de la cultura humana.
Esto significa que para considerarse humano se necesita una condición
biológica y una condición cultural. Un hommo sapiens, que no convive
en una cultura humana, no puede considerarse humano, así como un
perro, aún cuando vive en una cultura humana no puede considerarse
humano.
Figura 1. Definición de ser humano
Como condición cultural me refiero a vivir en la cultura humana.
Lo que voy a decir a continuación no es fácil de aceptar para algunos, el
hommo sapiens como especie perteneciente a la clase mamífera del
reino animal, es capaz de sentir amor y no sólo es capaz de sentirlo,
sino que además le es necesario para la conservación de su especie. Sé
las confusiones que puede provocar el mencionar que el amor es una
condición biológica, por ello, quiero dejar en claro que el amor, en este
Hommo sapiens Vivir en lo humano
sapiens
Ser humano
+
V
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v
i
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l
o
h
u
m
a
n
Condición
Biológica
Condición
Cultural
Como Como
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contexto, es “la emoción que se produce cuando el otro, no importa
quién o qué sea, surge como legítimo otro en coexistencia con
nosotros”. (Maturana, 2002). Ésta capacidad de reconocer al otro no es
ningún acto de bondad, es una condición que hace posible la vida y nada
más.
Dejemos a un lado, nuestra creencia del amor como algo filosófico,
veámoslo a través de esta concepción. Una emoción es una dinámica
corporal que especifica, en un instante, las acciones a seguir que
identificamos como conductas: miedo, agresión, ternura, indiferencia.
(Maturana, 1993). Cuando legitimamos al otro, lo hacemos no como un
acto de bondad hacia él, sino como una medida necesaria para nuestra
conservación como especie. Somos seres emocionales y sociales que
necesitamos de lo colectivo para vivir, pertenecemos a una especie que
requiere conformar grupos sociales y que incluimos la manutención del
grupo como parte de nuestra propia manutención.
La idea de que en la “ley de la selva” de los individuos velan por sus
propios intereses, de manera egoísta y a costa de quien sea es falsa.
Como mamíferos somos seres sociales, tenemos la necesidad del otro
para conservar nuestra deriva natural, la visión individualista es
inconsistente con el proceso biológico de conservación de la especie
(Maturana y Varela, 2003).
Queda claro que, para conservar la especie, los seres humanos
necesitamos de otros seres humanos y la noción de amor no es más que
una disposición natural a aceptar al otro como legítimo otro. Sin
embargo, como explicaba al inicio de este texto, el ser humano es una
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construcción biológico-cultural, que aun cuando naturalmente tenga la
disposición de amar, culturalmente puede modificar esta condición.
Ahora bien, la definición de Maturana sobre el amor, no es ligera, ni
sencilla, podríamos identificar dentro de ella tres niveles: el primero,
donde el otro es reconocido, es visto, observado, se percibe su
presencia pero no va más allá que el aceptar que ahí está; el segundo
nivel, donde su existencia se hace legítima, es decir, su vida y su forma
de vivirla es tan válida como la mía, valemos lo mismo aún cuando
seamos diferentes; el tercer nivel, la coexistencia donde reconozco que
su existencia es una necesidad para mi existencia.
A veces en esta modificación cultural que hacemos, negamos al otro o
simplemente nos quedamos en el primer nivel de la definición de amor.
Ahí está, existe, pero no es mi igual y mucho menos lo necesito. O peor
aún, sabemos que existe, pero no me “conviene” validar su existencia,
lo cual, es un ejercicio de negación del otro mucho más evolucionado,
por que se debe a la capacidad de reflexión que poseemos como seres
humanos. Esto me conduce al segundo apartado de este capítulo.
Desde la filosofía
Siguiendo las ideas de Morin (2003), como seres humanos podemos
ubicarnos como sujetos, es decir, colocarnos en el centro del mundo
tanto para conocer como para actuar. Es aquí donde surge la capacidad
de hacernos concientes de nuestras emociones o conductas, la
capacidad de reflexionar.
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Ser sujeto es ocupar el puesto egocéntrico, en donde yo soy el centro
del universo, y es aquí donde se generan dos principios clave:
Principio de exclusión Principio de inclusión (amor)
En donde se ubica al Yo como
centro de todo y excluye lo
demás.
Este permite incluirnos en una
comunidad, en un Nosotros e
incluir este Nosotros en el centro
de nuestro mundo.
Egoísmo (Morin, 2003) Altruismo (Morin, 2003)
Todo ocurre como si en nuestra subjetividad hubiera un cuasi-doble
dispositivo lógico uno que manda «para si», el otro que manda al «para
nosotros» o «para los otros»” (Morin, 2003). Dicho en otras palabras, en
la situación del sujeto, hay una posibilidad de ser egoísta y una de ser
altruista.
El principio de exclusión es, desde mi punto de vista, lo que nos permite
llegar a niveles de introspección tales que cuando llegas al límite, no
puedes más que reconocer la conexión con el universo, de esta manera
surge un bucle recursivo entre el principio de exclusión y el principio de
inclusión. Uno genera al otro, “por eso el sujeto vive para sí y para el
otro al mismo tiempo” (Morin, 2003: 81). Entonces para llegar a
conocernos a nosotros mismos necesitamos del egoísmo y del amor.
El egocentrismo ilimitado me lleva al reconocimiento de
las relaciones de correspondencia con todo lo que
compone el universo, por lo que necesito reconocer al
otro con el cual coexisto. Reconocer y aceptar a
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cualquier otro ser vivo es lo que permite integrarnos a nuestro medio,
es lo que nos identifica como seres planetarios y es lo que nos llevará a
construir una sociedad ética y a una cultura sustentable.
El ser humano percibe al prójimo como un yo a la vez diferente a él y
semejante a él. El otro comparte así una identidad común con ese yo al
tiempo que conserva su desemejanza. Cuando aparece como semejante
más que como desemejante lleva en sí un potencial fraternal. Cuando
aparece como desemejante más que como semejante, lleva en sí un
potencial hostil. (Morin, 2006b)
El reconocimiento legítimo del otro semejante y desemejante a la vez,
nos integra a ese otro, pero debo aclarar que ese otro no sólo es otro
ser humano, es cualquier ser vivo y no vivo, es el cosmos mismo.
El conocimiento de nosotros mismos como individuos y como especie
requiere del conocimiento de la condición humana como unidad
compleja, por eso Morin lo ha nombrado un saber necesario para la
educación del futuro (1999). La comprensión como parte vital de la
comunicación humana, requiere una reforma de pensamiento que sólo
puede darse a través del conocimiento de uno mismo y por supuesto el
amor, como emoción fundamental, es lo que se requiere para alcanzar
la comprensión y el conocimiento de la condición humana y de su
conexión con los otros, es decir, la armonía universal.
Es así, los seres humanos somos seres sociales, que necesitamos poder
confiar en el otro. Pero, como seres que viven una cultura humana
podemos elegir entre consagrarnos al egoísmo o al amor. Nos hemos
visto inmersos en una dinámica cultural en la que se predomina el
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egoísmo (y no se trata de excluirlo o erradicarlo, finalmente el principio
de exclusión sirve al principio de inclusión y al revés), se trata
simplemente de no dejar que sea lo único que rija a la humanidad
El reconocer a otro ser humano como legítimo otro, es lo que
fundamenta las relaciones sociales y permite un conocimiento de la
condición humana. Reconocernos como seres biológicamente amorosos
y por lo tanto sociales, da sentido a nuestra humanidad.
Evitar la confusión
Ahora bien, suele ocurrir una confusión alrededor de la idea de
reconocer al otro, como legítimo otro, incluso yo misma me encontré en
la situación de pensar que cuando uno legítima al otro automáticamente
tiene que estar dispuesto a aceptar sus acciones. Esto no es así,
legitimar la existencia de alguien implica una gran responsabilidad, la
responsabilidad de aceptar o no aceptar las acciones del otro.
El amor del que habla Maturana, no implica que tenga que aceptar las
acciones de todo el mundo, yo tengo el derecho de no estar de acuerdo
con los actos de alguien, y asumir está posición de desacuerdo con toda
la ética que implica. Sin embargo, lo que no puedo hacer es quitarle
validez a su existencia, ya que su vida y la forma de vivirla, aún cuando
yo discrepe con ella, es tan válida como la mía. Ésta diferencia entre la
legitimación del otro y la aceptación de sus acciones es lo que completa
la idea del reconocimiento del otro.
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Otorgar validez a la existencia de alguien, implica una posición de
distancia con la “certeza”, nuestras certezas no son pruebas de verdad,
son opiniones de una realidad que cada uno trae de la mano. Cada
punto de vista es el resultado de constantes acoplamientos estructurales
con el medio y de la subjetividad de cada uno, aunque algunos sean
menos deseables que otros, tal y como lo mencioné en el capítulo
anterior.
El reconocimiento del otro en la educación
Conocer la existencia de nuestra matriz biológico-cultural y tener la
noción de que vivimos en una cultura el la que predomina la
competencia, el dominio, la individualidad sobre la colaboración, la
equidad y el bienestar social, ha llevado a muchos a autores a proponer
la necesidad de re-educarnos en y para reconocer al otro.
Muchos abogamos por una educación para la convivencia con los seres
humanos, con la naturaleza, con el universo y esto me parece viable,
pero necesitamos empezar por el principio, necesitamos educarnos para
reconocer al otro, no importa quién o qué sea, su existencia es tan
válida como la nuestra.
El reconocimiento del otro en la educación ha tomado distintos nombres,
hace poco, me encontré con una palabra que propone Paulo Freire
(2006): tolerancia. Mi primera reacción al escuchar la idea de una
pedagogía de la tolerancia fue, hasta cierto punto, de rechazo. Tolerar a
alguien, significaba para mí, tenerle paciencia, es decir, creerlo de cierta
manera inferior a ti y desde esa superioridad tolerarlo. El otro contexto
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era aún peor, tolerar entendido como ese espacio en el que tienes que
aceptar cualquier situación, ocultar el conflicto pretendiendo que lo
toleras.
Fue hasta que me decidí leer el libro que encontré esta maravillosa
resignificación de la tolerancia, él la define como la “cualidad de convivir
con el que es diferente. Con el diferente, no con el inferior” (Freire,
2006:31). Ésta tolerancia a la que Freire se refiere no exige la
concordancia con aquel o con aquella, exige el respeto al que es
diferente, se refiere a la validación de la existencia de alguien que vive
distinto a mí. En otras palabras, la pedagogía de la tolerancia, es la
propuesta de la educación para reconocer al otro.
Claudio Naranjo (2004), propone una educación salvífica: orientada a la
educación de la persona entera, que logre el equilibrio entre las distintas
culturas del planeta y que relacione el conocimiento de manera activa.
Una educación que en vez de tender a un control social, emprenda el
rumbo de la conciencia y la liberación. Nuestro problema como sociedad,
dice él, es que tenemos una limitada capacidad para las relaciones
humanas sanas, en otras palabras que tenemos una limitada capacidad
de amar.
Así, la solución a nuestros problemas sociales se traduce en una
educación para el desarrollo humano, ya que no se puede construir una
sociedad mejor sin los elementos apropiados. La educación necesita
volver a ocuparse de una dimensión más profunda, recuperar la
capacidad de amar del ser humano, un individuo no puede considerarse
completo si no posee un sentimiento de hermandad. Dice Naranjo
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(2004) necesitamos de una educación del yo como parte de la
humanidad, una educación del sentimiento de humanidad. Así pues,
tenemos la necesidad de una pedagogía del amor.
Naranjo (2004) incluso propone, desde su disciplina de origen que es la
psicología, un curriculum de auto-conocimiento, re-educación
interpersonal y cultivo espiritual, entendiendo lo espiritual no como
esotérico, sino desde el punto de vista que lo hace Leonardo Boff, como
aquella característica que me permite integrarme al funcionamiento del
universo.
Aunque ambos Freire y Naranjo, proponen el reconocimiento del otro en
la educación, Naranjo va un poco más allá con esta idea del
autoconocimiento, es buscar la integración de este cuasi-doble
dispositivo inmerso en la subjetividad. Lo que me parece una idea
bastante completa.
Así, en este recorrido llegué a la visión educativa de Humberto
Maturana, él propone que la tarea fundamental de la educación es
fomentar y guiar a seres responsables, social y ecológicamente
conscientes que se respeten a sí mismos, expresado en otras palabras la
educación es un proceso de transformación de vida que tiene que ver
con el alma, la mente y el espíritu.
Para llegar a ser un humano responsable, socialmente conciente y que
se respeta a si mismo, necesitamos vivir en estos valores, es decir,
necesitamos educar en un espacio en donde el otro, no importa quién o
qué sea, es reconocido como legitimo otro, donde el mismo estudiante
es respetado en sus diferencias, no en la obediencia sino en el
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autorrespeto, no en la prohibición sino en la reflexión de las
consecuencias de sus actos.
Para cerrar este brevísimo apartado quisiera hacer alusión Francisco
Gutiérrez y Daniel Prieto (2004) quiénes hacen la propuesta de educar
en y para convivir, ellos parten de la idea fundamental de que todo
aprendizaje es un inter-aprendizaje, por lo que para aprender siempre
se necesita del otro, es imposible entonces lograr un aprendizaje si se
descalifica al otro.
Todos estos autores y muchos más ya lo han enunciado, en el proceso
de educar se necesita del otro, pero sin duda no es lo único, yo le he
dado muchas vueltas a este tema de educar, hay cosas que quisiera
compartir de eso se trata el siguiente capítulo.
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II. Tiempo de
poesía (Escrita en prosa)
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Las letras para mí nunca han sido tarea sencilla, implican un arduo
proceso de conversación conmigo misma, es al mismo tiempo un
enfrentamiento y una conciliación con mis pensamientos, mis
pesadillas, mis sueños; siempre presente el temor a decir algo mal
dicho, como si no me fuera suficiente el espacio y las palabras para
expresar todo lo que pasa por mi mente.
Mis ideas flotan mientras escribo, flotan: ni son, ni dejan de ser, están
presentes en cada frase, pero no están contenidas en ella, me encanta
la idea de que cada lector haga sus propias asociaciones, sus propias
conjeturas alrededor de este libro. La prosa y la poesía se
complementan, una no puede ser sin la otra, es como Yo y lo Otro.
El tiempo de poesía es una apuesta por la libertad de encontrarse a uno
mismo y al otro a través de la educación. He conocido a lo largo de mi
vida a buscadores de conocimiento que viven en un estado de poesía y
no se han dejado llevar por el sistema. Inspirada en ellos es que me
atrevo a expresar mis ideas sobre lo que la educación debería de ser.
La metáfora de la poesía es altamente adecuada en este contexto, dice
Octavio Paz que en el poema la linealidad se tuerce, vuelve sobre sus
pasos, serpentea; los significados se congelan o se dispersan; las
palabras no son lo mismo que en la prosa (1999). Así el tiempo deja de
ser grande o pequeño, se convierte más bien en la percepción de todos
los tiempos en un instante. Acaso ¿No debería ser esto, parte de la
educación? Me parece que es tiempo de complementar a la prosa con la
poesía, al problema con soluciones, la razón con la emoción, al ser
individual con el ser social. Es tiempo de imaginar otras formas de vivir.
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Sobre el educar
Durante los últimos años me he preguntado constantemente que quiere
decir educar, me doy cuenta que no es una palabra sencilla, es, en todo
caso, una palabra gastada. A veces pareciera que educar es un decálogo
de mandamientos provenientes de alguna ley divina que no nos
pertenece y que no podemos cuestionar. Existe un constante miedo a no
estar autorizados para hablar del tema, como si la educación no fuera
un fenómeno humano y cotidiano.
Una tarde sentada en mi escritorio leía el libro Oriente y occidente de
Luis Racionero, traía en mente muchas ideas y una pregunta: ¿Cuáles
son las características educativas del siglo XXI?, decidí tomar un
descanso y frente a mi ventana vi volar una mariposa blanca que se
paraba de una flor a otra, se veía gozosa, libre, inquieta. De la lectura
se quedaron en mi mente algunas palabras: circular, movimiento,
flexible, cambio. El vuelo de la mariposa parecía describirme todo lo que
estaba pensando y sintiendo acerca de la educación.
La experiencia de esta observación me inspiró a comparar el viaje de la
mariposa con la educación del siglo XXI. La educación debería ser una
aventura, no lineal, no estática sino gozosa, libre, inquieta. La educación
es un viaje y este escrito no es otra cosa que mi recorrido por ese viaje
educativo llamado proceso de aprendizaje ¿Qué he vivido en mi viaje
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educativo?, ¿qué me parece relevante compartir? Así comienza este
escrito, que no es más que una invitación a viajar.
Una breve aclaración
Antes de iniciar quisiera aclarar lo que entiendo por educación8, que
aunque lo he enunciado en el primer capítulo, me parece que es
necesario reforzarlo dado que la palabra puede ser causa de conflicto
sobre todo si se entiende como conducir, orientar, instruir o guiar.
La revisión etimológica ubica el término educación, fonética y
morfológicamente, como una raíz de educare (conducir, guiar u
orientar); pero semánticamente también refiere la raíz de educere
(hacer salir, dar a luz)9. Es en esta segunda raíz en la que quiero hacer
énfasis, porque para mí, la experiencia educativa debería dejar salir:
mis ideas, mis miedos, mi sentir, mi intuición, mis conocimientos, mi
saber.
Entonces, desde ésta visión, la educación del siglo XXI necesita generar
las condiciones que hagan surgir lo mejor de cada ser humano: su
biología del amor y del conocer10, sus principios de inclusión y de
exclusión, su necesidad de convivencia, su apertura al diálogo. Es en
8 Este es un tema que ha generado inquietudes al interior de mi grupo de trabajo.
Agradezco a Octavio Ochoa su aclaración en cuanto a la raíz de la palabra educación,
misma que incluyo en este texto.
9http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/educacion.htm
10 Estos términos: biología del amor y biología del conocer, fueron propuestos por
Humberto Maturana y Ximena Dávila en el Instituto matríztico
(http://www.matriztica.cl/), como dominios básicos del entendimiento humano.
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este sentido al que me refiero cuando hablo de educación y por eso es
un viaje, un viaje al interior de nuestra humanidad.
Continuando con las aclaraciones, quisiera compartir la visión de Carlos
Calvo (2007) alrededor de confundir la educación con la escuela como
si estos fueran sinónimos. Él hace una diferencia entre lo que son
procesos escolares y procesos educativos; los primeros se refieren a la
creación de relaciones posibles, en tanto que los segundos se refiere a
la repetición de relaciones preestablecidas. Así con sencillas frases,
Calvo nos permite ampliar nuestra visión.
La escolarización y la educación son cosas distintas y cuando yo hablo
de educación, me refiero a la creación de relaciones posibles que no
están confinadas a un espacio escolar, ni a una relación en particular de
maestro-alumno. Educación es un término mucho más profundo, mucho
más rico, mucho más poético.
Mi equipaje
Mi equipaje es una metáfora a la idea de que el proceso educativo es un
viaje, el equipaje es aquello que llevas contigo porque lo consideras
indispensable, es así que en esta metáfora mi equipaje son las premisas
o descubrimientos que fundamentan mi visión sobre la educación. He
dividido a este equipaje en tres maletas:
La primera: los nuevos descubrimientos científicos, que nos han
llevado a distintas maneras de ver la realidad y la vida. Descubrimos
que no todo estaba dicho. A principios del siglo XX surgen una serie de
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conocimientos que nos conducen, inevitablemente, a la conclusión de
que vivimos en un universo lleno de probabilidades. La idea de un
universo únicamente determinista, del cual nos creíamos parte, se
desvanece y aparece ante nosotros una mágica palabra: probabilidad.
Nótese bien que he escrito un universo únicamente determinista, y esto
puede ser considerado un error para el lector. En realidad es una
paradoja que me atrevo a lanzar: Probablemente vivimos en un
universo determinista, o será tal vez que determinadamente vivimos en
universo probable. Las leyes deterministas sin duda han mostrado su
eficiencia, lo que revela que, de cierta manera, el universo funciona con
estas leyes. Pero, los nuevos descubrimientos, sobre todo en la física,
parecen indicar que estas leyes no son suficientes.
La física cuántica ya ha hecho sus descubrimientos y todos apuntan a
que lo conocido y considerado hasta ahora como verdadero no es lo
único que existe, y así como la postura determinista se extendió hacia
otras ramas del conocimiento la pregunta clave aquí es: ¿Hasta donde
podemos extender esta nueva visión del mundo? Y con ello me estoy
refiriendo propiamente a las ciencias humanas como la psicología, la
sociología, la pedagogía, la economía, etcétera ¿Cuáles son los riesgos
de esta extensión?
La tentación es fuerte y a mi parecer inevitable, aunque hay personas
que no están de acuerdo en que el conocimiento científico determine los
ideales sociales, es una inercia casi natural. Los cambios paradigmáticos
en la ciencia generan cambios paradigmáticos en lo social porque
vivimos en las relaciones.
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Ahora bien, hay que tener mucho cuidado con estas extrapolaciones de
la ciencia a la vida cotidiana. Particularmente no estoy de acuerdo con
las deformaciones de los conceptos “científicos” trasladados sin ton ni
son a las experiencias cotidianas. Es así que de repente “cuántico (a)”
se ha considerado un adjetivo para describir casi cualquier cosa y se
pierde el sentido de lo que se está hablando, incluso podría tomarse a
burla.
No voy a hablar, por lo tanto, de una educación cuántica, ni mucho
menos, mi interés en compartir los nuevos descubrimientos científicos
sobre la realidad es muy claro, reflexionar con toda seriedad alrededor
de una idea clave para reformular la educación: la incertidumbre.
La incertidumbre entendida no como “el principio de incertidumbre de
Heisenberg” que es un principio particular de la física donde se enuncia
que no puede conocerse al mismo tiempo y con precisión la posición y el
movimiento lineal de una partícula, y que de repente se ha tomado
como bandera para afirmar que vivimos en un mundo incierto. Sino la
incertidumbre entendida como el ejemplo claro de lo que estamos
viviendo como humanidad, los descubrimientos científicos nos revelan
que lo que creíamos cierto e irrefutable puede modificarse, la idea de
certeza no es tan cierta como pensábamos.
Es así, que derrumbamos la idea del átomo como el ladrillo del universo,
es así, como el caos irrumpió como una teoría de organización del
universo, es así, como surge el concepto de la dualidad onda-partícula.
Todos estos descubrimientos, sin duda fascinantes, me dejan pensando
en una cosa: la ciencia tuvo que aceptar otras posibilidades, deshacerse
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de ideas consideradas verdaderas durante muchos años y eso no es una
tarea fácil, pero si la ciencia pudo ¿Por qué la educación no ha de poder?
La reflexión alrededor de los nuevos descubrimientos científicos aportó
para mí una clave en la resignificación de la educación: la duda, que
como dice Morin (2000) es levadura de toda actividad crítica. El hecho
de que las cosas se hagan de una manera, no significa que esa sea la
única ni la mejor manera de hacerlas. Hay que preguntarse siempre por
otras formas de ver la realidad.
La segunda: la humanidad de lo humano, siempre he sentido
curiosidad por explorar alrededor de la cultura hippie, la contracultura,
la nueva era, es una forma de ver la vida distinta a lo que conozco. John
Lennon y su pensar, reflejado en sus canciones, me ha atraído desde
pequeña. Soy una soñadora, pero no soy la única. Pienso que una
sociedad sabia y amorosa es posible y es posible por la naturaleza
humana. Somos seres sociales, biológicamente condicionados a
reconocer al otro, como legítimo otro con el cual coexistimos11, y esto
no es bondad, simplemente es un mecanismo de conservación de la
vida.
La imagen de la flor obstruyendo el cañón de una pistola es inspiradora,
aún con toda la desacreditación que siguió a ese movimiento, donde se
asoció a la bohemia con la droga, la psicodelia y la rebeldía, me parece
que hay algo que subsiste, que permanece en nuestra sociedad. Hoy
11 Humberto Maturana (2001), plantea en su biología del amor, que los seres humanos
somos seres que en nuestra biología llevamos la condición de reconocer al otro como
legitimo otro con el cual coexistimos.
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más que nunca creo que el amor y la paz es lo que necesitamos, hoy
más que nunca creo en el poder de transformación.
Dice Racionero que la sociedad es mejorable por el esfuerzo humano
(2000), y en esta última palabra lleva contenido todo su poder de
transformación. En este sentido, nuestra condición humana tiene el
poder de modificar lo establecido.
¿Dónde radica entonces ésta fuente de transformación humana? Para mí
se encuentra al asumir la responsabilidad de nuestra vida (no dejarla a
las circunstancias, al destino) es hacernos cargo de nosotros mismos y
de nuestros actos. Y al hacernos cargo de nosotros no podemos más
que voltear a ver al prójimo. Es volver la mirada hacia la ética.
Dice Morin (2006b) que toda mirada sobre la ética debe considerar que
su exigencia es vivida subjetivamente. Debe percibir que el acto moral
es un acto individual de religación: religación con el prójimo, con la
comunidad, con la sociedad y, el límite con la especie humana.
Comparto con Morin (2006b) la idea de que las fuentes de la ética son
tres: una que nace del interior del individuo; otra que nace de el
exterior: la cultura, las creencias, las normas de una comunidad; y la
tercera que es una fuente anterior, surgida de la organización viviente,
trasmitida genéticamente.
Así que, uno de los ejercicios primeros hacia la transformación es la
introspección, que no puede ser algo aislado o único, sino que necesita
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complementarse con una observación del mundo exterior, del mundo del
prójimo, es decir una extrospección.
La consciencia de la responsabilidad es lo propio de un individuo-sujeto
dotado de autonomía. La responsabilidad necesita no obstante ser
irrigada por el sentimiento de solidaridad, es decir de pertenencia a una
comunidad. Tenemos que asumir a la vez nuestra responsabilidad de
nuestra propia vida y nuestra responsabilidad respecto del prójimo
(Morin, 2006b).
El acto ético nos impide “ningunear”, aunque llevamos en nuestra
subjetividad la capacidad de asemejarme o desemejarme al otro o a lo
otro. La ética debe comprender la necesidad fundamental de cada ser
humano de ser reconocido, en el sentido hegeliano del término, es decir
reconocido como sujeto humano por otro sujeto humano, aún cuando el
sentimiento de “extrañeza” nos quiera conducir a negarle la existencia.
En un mundo que se caracteriza por la velocidad y el desvanecimiento
de los límites territoriales, por la gran cantidad de información que nos
llega rápidamente y que rápidamente desaparece. En un mundo donde
las ideologías se construyen y se derrumban en instantes, donde existen
códigos morales contradictorios que nos dejan perdidos en una miríada
de opciones, la mayoría de ellas sin sentido. Necesitamos más que
nunca retornar a la ética.
La educación, como la creación de relaciones posibles, tiene un potencial
infinito para devolver a la humanidad su identidad y con ello la
necesidad fundamental de cada ser humano de reconocer y ser
reconocido.
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El prójimo dice Morin (2006b) es una necesidad vital interna. Maturana
(1993) dice que es una condición biológica. Nadie podría negar estas
afirmaciones cuando la naturaleza ha provisto biológicamente al ser
humano de cinco sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto,
¿Qué sentido tendría tenerlos, sino es para reconocer al otro o a lo otro?
Esto me lleva a la necesidad intrínseca del ser humano de convivir.
La tercera: la convivencia, la palabra convivencia viene del latín
convivěre, que originalmente fue utilizada con el significado de reunir a
personas para compartir sus experiencias alrededor de los alimentos;
por lo que, convivir no sólo significa vivir juntos, va más allá, significa
compartir la experiencia de vivir. En este sentido, Maturana, Morin,
Varela, proponen que a pesar de su naturaleza biológica, un ser
humano privado de todo contacto cultural no desarrollaría las
condiciones que lo definen propiamente como humano: el pensamiento,
el lenguaje, el arte, la interacción social y el sentido de lo justo y de lo
trascendente. La expresión y el desarrollo de lo humano necesariamente
requieren de un ambiente socio-cultural que permita al individuo
apropiarse de la condición humana como producto histórico de las
generaciones que le precedieron. Así, los seres humanos producen sus
identidades como son: la familia, la etnia, la cultura, la religión, la
sociedad.
De acuerdo con Maturana (2003), los seres humanos como seres
sociales, convivimos desarrollando nuestras relaciones humanas entre
la razón y la emoción, espacio básico de acciones que propician distintos
sistemas de convivencia:
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La educación es para mí un sistema social, es decir, es un espacio de
acciones en el que el otro y su aceptación constituyen una condición
sine qua non. Ahora bien, la convivencia educativa, como cualquier
convivencia necesita de la expresión, en el sentido más amplio, es la
base sobre la que se genera todo acto comunicativo, sea oral, escrita,
corporal. Así, la expresión se propone como abarcadora de todas las
dimensiones humanas. Es la expresión a través de la palabra, del gesto
y de la grafía lo que media la relación con el otro.
El ser humano tiene un vocación, la de comunicarse; es una necesidad
prioritaria de trascender hacia el otro, lo que provoca una
transformación tanto en el otro como en uno mismo. Cosachov y Scolnik
(s/f) proponen atinadamente que el ser humano es un instrumento de
comunicación.
Por eso, en la educación el diálogo y la conversación son estrategias
básicas para generar conocimiento. El lector se preguntará cual es la
diferencia entre el diálogo y la conversación, permítanme explicarles.
Sistemas sociales
Sistemas de trabajo
Sistemas
jerárquicos
Sistemas constituidos
bajo la emoción del
amor, que es la
emoción que
constituye el espacio
de acciones de
aceptación del otro en
la convivencia.
Sistemas constituidos
bajo la emoción del
compromiso, que es
la emoción que
constituye el espacio
de acciones de
aceptación de un
acuerdo en la
realización de una
tarea.
Sistemas constituidos
bajo la emoción que
constituye las
acciones de
autonegación y
negación del otro en
la aceptación del
sometimiento propio o
de otro en una
dinámica de orden y
obediencia.
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El diálogo es definido por un físico, David Bohm (2001), como un
elemento de expresión que nos lleva a explorar y vivenciar las
experiencias humanas desde nuestros valores hasta la naturaleza e
intensidad de nuestras emociones, nos introduce a saber escuchar a los
otros suspendiendo nuestros juicios, creencias, reacciones e ideas
preconcebidas sobre un fenómeno, dándonos la oportunidad de observar
y conocer a los otros, cultivando el respeto y la comprensión hacia el ser
que habla.
Profesar la comunicación a través del diálogo es saber hacer común una
gama infinita de información y conocimientos, creando colectivamente
algo nuevo en relación a lo que se esté compartiendo, generando así
significados compartidos y pensamientos colectivos. El propósito del
diálogo va más allá del pensamiento de un individuo, porque consiste en
que el individuo se escuche a sí mismo y comprenda sus pensamientos
de modo que sea capaz de comunicarlo a otro individuo.
Jorge Wagensberg (2007) propone la conversación como un espacio de
convivencia en el que se da una serie de relaciones a través de un
intercambio de preguntas y respuestas. La conversación es el centro de
gravedad de la adquisición de nuevo conocimiento y sirve para enfrentar
una realidad con sus posibles comprensiones y para decidir entre las
distintas alternativas. Propone que existen tres tipos de conversaciones:
____
68
Por lo tanto, el punto de partida para la convivencia humana es el
reconocimiento del otro como legítimo, donde a través del lenguaje, el
diálogo y la conversación se da un intercambio de subjetividades que
permite relaciones de transformación que hacen borrosos los límites de
las experiencias personales, propiciando así, nuevas historias de vida. La
convivencia es entonces un elemento importante para los procesos
educativos.
Como dice Gutiérrez y Prado (2004) nadie aprende en soledad, porque
todo aprendizaje es un interaprendizaje, necesitamos del otro para
transformarnos.
Todo esto, dicho de manera muy breve, es lo que me llevo a mi viaje. El
modelo educativo actual no corresponde a mi equipaje, es como si
empacara playeras, short y bronceador para ir al polo norte. Dicho de
Conversaciones con la realidad
Conversaciones
con uno mismo
Plantea que todo lo
que se ve, mira y
observa son
respuestas y la
pregunta entonces
se convierte en una
comprensión, lo que
se busca al
conversar con la
realidad son
comprensiones a
partir de
compresiones
previas y
compresiones
vigentes.
Es en la riqueza de la
conversación con el
otro donde se
encuentra la fuente
del compartir lo
sabido, lo no sabido,
lo conocido y lo
desconocido, es
donde se da el
intercambio de
saberes.
Se da en la soledad,
donde nos damos el
tiempo y el espacio
para hacernos
preguntas y
respondernos,
cuando se logra
conversar con uno
mismo se logra la
reflexión.
Conversaciones con el otro
____
69
otra manera, la educación actual se ha quedado desfasada con todos los
avances de la ciencia y con los requerimientos de la humanidad.
La trayectoria
La educación es un viaje que tiene una trayectoria en espiral, es una
espiral recursiva que inicia desde el interior del sujeto hacia el exterior y
de ahí retorna desde el exterior hacia el interior; En este fluir es
esencial el conocimiento de nosotros mismos; conocer nuestra condición
humana y nuestra consciencia más profunda, nos abre las puertas a la
comprensión de la armonía, nos abre la comprensión hacia el otro y lo
otro. Necesitamos de cultivar a la vez la individualidad y la sociabilidad.
No podemos continuar educando para “controlar” y “aprovechar” a la
naturaleza, para negar la complejidad del universo, para negar la vida,
para “progresar” y tener un nivel de vida “acomodado”. Es momento de
crear nuevos caminos, de elegir nuevas paradas, es momento de
preguntarnos: Si la finalidad de la educación es hacer salir lo mejor de
cada ser humano entonces ¿Cuáles son los elementos necesarios para
llegar a este fin?
Lo enuncio aquí en una sola frase: necesitamos hacer de la educación
un sistema social, en el sentido en que lo define Humberto Maturana.
Necesitamos preguntarnos por el ¿Para qué de la educación?
Educar para el aprendizaje parece algo obvio, pero la realidad es que la
educación actual, entendamos escuela, ha sustituido el aprendizaje por
la información. Vemos cientos de “estudiantes” sentados en un aula
____
70
copiando información que el “maestro” escribe en el pizarrón. Y la
pregunta que me surge es: ¿Esto es aprendizaje? Quisiera entonces
recalcar que la educación del siglo XXI debería educar para el
aprendizaje entendido como el resultado de la autoorganización de las
informaciones (Gutiérrez y Prado, 2004).
A mí me educaron para callar, mi salón de clases no era un lugar para
conversar, era un lugar para escuchar, un lugar para estar quietos y
para dejar que otros pensaran por mí. No sé como explicar mi
transformación, pero llegó, llegó a través de las lecturas de personajes
que no se conformaron con callarse.
Ahora veo en cada plática una oportunidad de aprender, me doy a la
tarea de tratar de escucharme, persigo a mis ideas en su loca carrera;
una tras otra se generan con la lectura de una página, con el diálogo y
la conversación en un café. Es difícil atrapar a todas, algunas se
contradicen, otras se complementan, otras más ni siquiera las escucho
al pasar, pero qué belleza es tenerlas ahí y he de confesar que hace
mucho que no las escuchaba, recuerdo a mis profesores gritando
¡Silencio! Y eso hice por largo tiempo, aprendí no sólo a callarme la
boca, sino que traspasé este aprendizaje a las ideas y las silencié.
La innegable conexión entre el conocimiento y la vida, que explique en
apartados anteriores, me conduce a decir que el conocimiento no es sólo
repetición, no es sólo silencio, no es sólo orden; es una curiosa y
exquisita mezcla de descubrimiento y memoria, silencio y conversación,
reflexión y diálogo, orden y desorden.
____
71
La verosimilitud El paradigma newtoniano nos acostumbró a un concepto de verdad fijo y
objetivo, pero ahora con los descubrimientos de la nueva ciencia y la
inclusión del sujeto en el objeto del método científico, el concepto de
verdad se transforma, entonces ¿Qué es la verdad?
En palabras de Maturana les diré que “No hay verdad absoluta ni
relativa, sino muchas verdades diferentes en muchos dominios distintos.
Todos legítimos en origen, aunque no iguales en su contenido y no
igualmente deseables para vivirlos” (2001: 32)
Según la cultura oriental, en palabras de Racionero, “El sabio no toma
partido entre las numerosas afirmaciones y negaciones, sino que
reconoce que la verdad está distribuida entre muchas opiniones” (2000:
75)
Necesitamos transitar del concepto de verdad al concepto de
verosimilitud, que significa lo más creíble, dice Morin que hay que
aceptar que vivimos en un mundo lleno de incertidumbre, y yo diría que
para enfrentar la incertidumbre la verdad no funciona, pero tampoco es
quedarnos sin un piso, sin algo que nos sostenga, tampoco puedo
quedarme con lo relativo. Más bien, pienso que lo que si funciona es
escoger, de entre muchas opciones, la más creíble. Eso es verosimilitud.
Educar para la verosimilitud implica un ejercicio de consciencia, donde
me percato de que existen puntos de vista distintos al mío, pero igual de
válidos. Educar para la verosimilitud es tener una pregunta de fondo:
¿Qué tal si me equivoco?
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72
Conocerse a sí mismo y Reconocer al otro Lo enuncie líneas anteriores, la educación necesita cultivar a la vez la
individualidad y la sociabilidad. Si me conozco a mí mismo soy capaz de
reconocer al otro, y viceversa, así que es un poco difícil distinguir el
reconocimiento del otro del conocimiento de uno mismo, por lo que
decidí unir estas dos ideas en un solo tema.
Reconocer al otro es la cara complementaria de conocerte a ti mismo,
porque necesito situarme en el centro del mundo y hacer un uso
ilimitado del egocentrismo, necesito verme a mí, conversar conmigo,
hacerme las preguntas básicas: ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo? y ¿A
dónde voy?
Es imposible conocer al otro si no te conoces a ti mismo. Respetar tu
individualidad es un ejercicio complementario de respetar la
individualidad del otro para conformar una sociedad. Se ha exagerado y
mal interpretado la idea de cultivar la propia individualidad, porque se
ha ido al extremo al olvidar la idea de comunidad, de bien común, la
idea de lo social.
Pero, tampoco se trata de irnos al extremo de cultivar únicamente lo
social. Necesitamos la armonía de ambos estados. Más bien de la triada
Moriniana: Individuo-sociedad-especie. La educación necesita cuidar
esta triada.
En conclusión De todo lo dicho anteriormente, trataré de responder a la pregunta:
¿Para qué educar?
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73
Para que cada sujeto este consciente de que es el piloto de su
viaje educativo, no se puede pilotear el viaje de alguien más. Cada
sujeto es responsable de su proceso de aprendizaje. Nada ni nadie
puede aprender por ti, de eso solo tú eres responsable. No
esperes que nada ni nadie te guíe, eso es una elección personal tu
decides el camino.
Para despegarse de las certezas y de aquellas ideas que impiden
avanzar. El paradigma newtoniano nos acostumbró a un concepto
de verdad fijo y objetivo, pero ahora con los descubrimientos de la
nueva ciencia y la inclusión del sujeto en el objeto en el método
científico, el concepto de verdad se transforma, necesita
comprenderse los límites de la razón y de la verdad. Hay que
educar para la verosimilitud.
Para reflexionar que el destino del ser humano es conocerse a sí
mismo y fomentar la vida universal de la que es elemento
integrante (Racionero, 2000). Se necesita una educación que lleve
al conocimiento de sí mismo, al reconocimiento del otro y a la
comprensión de la armonía del universo.
Y ahora surge la pregunta más interesante: ¿Cómo lograrlo?
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74
Sobre la
comunidad
Cuando trataba de organizar en mi mente las ideas sobre la estrategia
pedagógica, la palabra comunidad era algo recurrente. No sabía
exactamente porque, era algo más intuitivo que racional. Una y otra vez
aparecía el trillado término “comunidades de aprendizaje”, sin embargo,
nunca me fue suficiente.
Me encontré entonces con Bauman (2008) y sus análisis alrededor de la
comunidad, como él dice hay palabras que trasmiten “sensaciones”,
comunidad es una de esas palabras, se asocia con un lugar cálido,
acogedor, confortable. Es una especie de techo protector, de
entendimiento y apoyo mutuo, donde nunca se es un extraño.
¿Quién no desea vivir en un lugar así? Sobre todo ahora que la
modernidad implica tiempos de rivalidad, de prisas, de apatía. Vivimos
en una realidad “no comunal” pero en el fondo todos deseamos habitar
en una comunidad.
Escuchamos por doquier sobre las amenazas de seguridad, pero pocas
veces lo ligamos a la idea de vernos como extraños los unos a los otros,
está es la esencia del problema.
____
75
“Se nos pide como afirma Ulrich Beck encontrar soluciones
biográficas a contradicciones sistémicas; buscamos la salvación
individual a problemas compartidos. Es improbable que esa
estrategia logre los resultados que buscamos” (Bauman,
2008:141)
Vivimos entre grandes multitudes de extraños que se enlazan con otros,
donde la sensación de distancia y separación siempre nos acompaña.
Hablamos de la sociedad como algo externo, como si no nos
perteneciera, como algo abstracto. Necesitamos pertenecer a un lugar
en concreto, porque cuando se tiene el sentimiento de pertenencia se
desarrolla el compromiso, el cuidado del otro y de uno mismo como
parte de un colectivo.
Una de las características principales de la comunidad es, como dice
Dench citado por Bauman (2008:53), “compartir los beneficios entre sus
miembros, con independencia de cuanto talento o cuan importantes
sean”. Esta característica de la comunidad la convierte en una “filosofía
de débiles”, los débiles identificados como esos seres incapaces de
practicar su individualidad en un mundo donde la exigencia para
“triunfar” es únicamente el mérito propio y el adquirir obligaciones
comunales es un estorbo para el éxito individual.
Sin embargo, por sobrestimada que esté la autonomía individual
sentimos la inherente necesidad humana de pertenecer. La necesidad de
pertenencia trae de la mano la concesión de cierta libertad individual, a
cambio de una seguridad y una identidad colectiva.
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76
Me parece que el trueque es válido y que no deberíamos tener el temor
de llevarlo a cabo, me parece que si se trata de hablar de educación
deberíamos promover una educación para vivir en comunidad, que
encaja muy bien con la idea de responsabilidad, desapego de certezas y
conocerse a sí mismo para conocer al otro.
Vivir en comunidad es la práctica perfecta para desarrollar estas tres
“cualidades”. Pero, hay también cuestiones a analizar. Es cierto que la
comunidad otorga pertenencia, arraigo y que esto puede tener ciertas
ventajas para transformarnos como humanidad, aunque también, la
idea de pertenencia viene ligada a la idea de compartir algo en común.
Algo en común que nos hace iguales entre los integrantes de la
comunidad y distintos al resto.
La comunidad como esa noción de mismisidad significa la ausencia del
otro, especialmente el otro que es diferente. En la figura del extraño
(que no solo es desconocido, sino ajeno, el que esta fuera de lugar), se
pone a competir la homogeneidad de los que están dentro, contra la
heterogeneidad de los que están fuera (Bauman, 2008).
¿Cómo trazar un puente entre la homogeneidad y la heterogeneidad sin
negar al otro? Sencillo la cuestión está en el determinar que es lo que
compartimos en común. Mi propuesta es que si se trata de compartir
algo común, que sea la búsqueda de conocimiento. De esta manera, la
comunidad no puede cerrarse sobre si misma y combatir al resto de los
“no pertenecientes”.
____
77
Estrategia educativa
Comunidades de conocimiento
Las ideas aquí expuestas son más que sólo pensamientos
plasmados en un papel, son el resultado de haber experimentado la vivencia en una comunidad de conocimiento,
gracias al Doctorado creado por Francisco Gutiérrez y Cruz
Prado, que sin duda alguna es un detonador de buscadores de conocimiento.
____
78
Comunidades de conocimiento
Si ha de existir una comunidad en un
mundo de individuos, sólo puede ser (y
tiene que ser) una comunidad entretejida a
partir del compartir y del cuidado mutuo;
una comunidad que atienda a, y se
responsabilice de, la igualdad del derecho a
ser humanos y de la igualdad de
posibilidades para ejercer ese derecho.
Zygmunt Bauman
¿Para qué educar? Ya he enunciado en el capítulo sobre el educar, que
distingo tres propósitos que para mí deberían buscarse en los procesos
educativos: responsabilizar al sujeto de sus procesos de aprendizaje,
despegarse de las certezas y conocerse a sí mismo para poder reconocer
al otro. Estos tres propósitos son la esencia de lo que yo llamo
buscadores de conocimiento. Entonces, el propósito de cualquier
proceso educativo debería ser convertir al ser humano en un buscador
de conocimiento.
¿Cómo lograrlo? me parece que convirtiendo a la educación en un
sistema social, es decir, un sistema constituido bajo la emoción del
amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones de
aceptación del otro en la convivencia.
____
79
La idea de propiciar comunidades de conocimiento, entendidas éstas
como el cconjunto de personas vinculadas por el interés de conocer.
Cuya principal característica radica en tejer un compromiso de tipo
“fraternal”, lo que le otorga a cada miembro el derecho a una protección
comunitaria. Comunidades que implican la pertenencia de cada
miembro, donde se procura la conservación.
Dos palabras han de destacarse aquí: comunidad y conocimiento, ambas
las he bosquejado en capítulos anteriores. La comunidad va más allá de
la idea de grupo. Un grupo se refiere a una colectividad, un conjunto, un
agregado de personas. Comunidad, en cambio, se refiere a un agrupado
de personas vinculadas por características o intereses comunes. En esto
último radica el sentido de la comunidad.
Sentido, dice Francisco Gutiérrez viene de sentir, de la razón de ser de
algo. “Educar y educarse es consecuencia, de encontrar sentido a la
propia vida y ese principio debería fundamentar los procesos educativos”
(Guitierrez, 2006:4). Así, no se trata de grupos de aprendizaje, se trata
de conformar comunidades lugares, espacios y tiempos cálidos, donde a
cambio de la autonomía individual se nos permita desarrollar el sentido
de pertenencia.
Donde la principal intención es generar conocimiento, por eso una
comunidad de conocimiento no puede cerrarse, es un sistema siempre
abierto a nuevas aventuras. La responsabilidad, el conocimiento de uno
mismo, el reconocimiento del otro, la comunicación y la pertenencia son
características ineludibles, al igual que el conflicto, el desarrollo de
ciertas pautas que sirven a la colectividad y el “dar frutos”.
____
80
Distingamos aquí dos cuestiones: La primera, es que la responsabilidad,
el conocimiento de uno mismo, el reconocimiento del otro, la
comunicación y la pertenencia, son condiciones sine qua non para la
comunidad de conocimiento. La segunda es que la fusión, el conflicto, el
desarrollo de pautas colectivas y el “dar frutos” son etapas de las
comunidades de conocimiento.
Así, si se me permite la metáfora, distingamos que una comunidad de
conocimiento no puede crearse si no existen, lo que aludiendo a la
química, llamaríamos esencias. Me gusta la idea de esencias, porque se
refiere a aquello que constituye la naturaleza de algo y que permanece
invariable. Una esencia es algo indispensable, una condición inseparable
de algo.
Esencias de la comunidad de conocimiento
Responsabilidad: Ser responsable significa hacerse cargo de las
consecuencias de las decisiones que tomamos. Quien decide
formar parte de una comunidad de conocimiento, pertenecer a
una comunidad de conocimiento, asume las consecuencias de esa
decisión. Lo que implica comprometerse en un proceso que
requiere tiempo, esfuerzo y dedicación. Tomar la responsabilidad
de ser un buscador de conocimiento y generar un proceso
comunitario de aprendizaje, estudiar, investigar, observar sobre
algún tema que la comunidad proponga.
____
81
Compartir los hallazgos y permitir que otros opinen a través del
diálogo y de la conversación con uno mismo, con el otro y con lo
otro. No es tarea fácil, es un ejercicio voluntario que se reinventa
en cada momento. Cuando se da el sí a una comunidad de
conocimiento es porque se tiene un interés y por ese interés se
está dispuesto a ceder tiempo, espacio y una parte de tu persona.
Conocerse a sí mismo: Para poder comunicarse con el otro, es
necesario, comunicarse con uno mismo, aprender a escucharse,
aprender a distinguir e incluso discriminar ideas, recuerdos,
sueños, experiencias, conocimientos. ¿Qué de lo que sé, sirve en
estos momentos? ¿Dónde puedo buscar más conocimientos? ¿Qué
información previa tengo en mente? ¿Hacia dónde quiero llegar?
La reflexión, el poner en juego los sentidos, la intuición, la
interrogación, la confusión, ser yo y saber quien soy, es elemento
fundamental en una comunidad de conocimiento. No puede
conformarse una comunidad de conocimiento si no hay individuos
que cultiven su individualidad, que se consideren a sí mismo
sujetos12 con la dualidad maravillosa que esto implica.
Reconocer al otro: Es imposible aprender con el otro, si en
primer lugar no se le reconocer como tal. Cada uno de nosotros
como dice Boff (2002) vive por el otro, para el otro y con el
otro. Así que, tomar consciencia de la existencia del otro no es
una opción es una necesidad. ¿Cómo iniciar a reconocer al otro?
Sin duda alguna hemos sido creados biológicamente para
reconocer y hacernos reconocer, he abordado sobre estas ideas a
lo largo de este escrito. Pero, un punto de partida, como me dijo
12 Esta idea de la subjetividad se explica en el apartado titulado “sobre el
reconocimiento del otro”
____
82
alguna vez Carlos Calvo, es mirar a alguien a los ojos porque esta
sencilla acción crea una conexión.
Los bebes tienen los ojos más grandes porque este rasgo
despierta en los mamíferos el instinto de protección. Las mujeres
se pintan los ojos para resaltarlos, para que el hombre sienta
ternura por ellas. Los verdugos encapuchaban a sus víctimas para
no mirarla a los ojos, porque este sencillo movimiento podía crear
un sentimiento de arrepentimiento.
La pupilometría demuestra que inconscientemente los seres
humanos detectamos cambios en el tamaño de la pupila de otro
ser humano, que nos induce a rechazarlo o aceptarlo. La mirada
tiene un encanto peculiar y es fuente de atracción, no en vano se
dice que los ojos son el espejo del alma. Para reconocer al otro
hay que mirarlo a los ojos, hacer contacto visual invitándolo a
reconocerte. Mirar al otro es lanzarse a la aventura, descubrir al
otro.
Una aventura sin duda temida en nuestra sociedad actual, porque
reconocer al otro es permitir que el otro te reconozca, es dejar de
permanecer en el cómodo anonimato. Pues bien, no se puede
pertenecer a una comunidad de conocimiento si no se otorga, a
cambio, el anonimato. Dejar de ser anónimo implica
responsabilizarse, implica suspender mis “creencias” para poder
espacio a otras creencias y tener siempre la pregunta de fondo
¿qué tal si estoy equivocada?
Comunicarse: Como consecuencia de lo dicho anteriormente, no
se puede pertenecer a una comunidad de conocimiento si no se
comunica. El sujeto necesita aprender a expresarse por todos los
medios: de manera oral, escrita, incluso artística; comunicarse es
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83
el complemento de conocerse a sí mismo y reconocer al otro.
Comunicarse es aprender a escucharse a uno mismo, para poder
informar al otro de mis pensamientos, ideas, sueños. Somos como
lo mencioné anteriormente instrumentos de expresión, para
generar conocimiento hay que hacerse preguntas y generar
respuestas, hay que dialogar con el otro y aprender a plasmar
todos los conocimientos que se generan de alguna manera, para
que no se olviden, para que tengan la oportunidad de
transformarse, de renovarse, de generar nuevos conocimientos o
incluso, porque no, de desecharse.
Pertenencia: Ser integrante de una comunidad de conocimiento,
significa pertenecer a ella, aportar la propia individualidad para
conformar una identidad colectiva, no significa desprenderse de la
propia subjetividad, sino integrarla a otras subjetividades, para
con ello conformar una nueva “subjetividad colectiva”. Pertenecer
a una comunidad de conocimiento implica entregarse a ella, se
necesita una disposición para dar, a cambio de eso, la comunidad
otorga cuidado y protección. Es un intercambio mágico.
Como se observa la integración de una comunidad de conocimiento no
es un encuentro ficticio que “alguien puede imponer”, no es un grupo
escolar o un grupo de aprendizaje enraizado a la escolarización, se
trata, más bien, de una autoorganización comunitaria que no se ciñe a
la escuela, sino que es propicia para cualquier grupo llámase familia,
vecinos, amigos, colegas. No se trata de pensar en un grupo que
resuelve una tarea o proyecto, se trata de pensar en una comunidad en
una convivencia voluntaria a favor de la búsqueda de conocimiento.
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84
Por eso es que este escrito no está dedicado a los docentes, ni a
autoridades educativas. Esta dedicado a sujetos aprendientes que
toman la decisión de conocer. La comprensión del conocimiento como un
acoplamiento estructural13 es una pieza fundamental en la creación de
las comunidades de conocimiento.
Una comunidad de conocimiento, se puede crear en cualquier momento
y en cualquier espacio, es una aventura adictiva, una vez que se prueba
no puede salirse de ella. Sin embargo, no es fácil necesita, si se me
permite la metáfora, su tiempo de cocción.
Etapas de la comunidad de conocimiento
Una comunidad de conocimiento es un sistema social donde se crean y
se recrean relaciones de aprendizaje, por eso no puede rechazarse la
identidad individual, al contrario se incorpora como parte del colectivo.
Cada comunidad de conocimiento es un ente con identidad propia, cada
una de ellas tiene peculiaridades que son producto de las interacciones
individuales que la conforman.
Sin embargo, podríamos identificar cuatro etapas que son “genéricas” a
toda comunidad de conocimiento y que forman parte de la “vida” de
cada comunidad.
Fusión: La comunidad asume, como dice Chehaybar, que inicia un
proceso dialéctico y dinámico, con altas y bajas, conflictos,
rechazos, aceptación y se ponen en juego miedos, estereotipos,
13 Ver capitulo titulado sobre el conocer.
____
85
vínculos, roles, etc., que son necesarios y complementarios dentro
del proceso grupal (2000). Para empezar a caminar en este
proceso implica un proceso reflexivo de comprender lo que esta
sucediendo al interior de la comunidad y debe ser como dice López
un camino de transformación, de apertura de mente y de corazón,
de autodescubrimiento a partir de (y gracias al) otro (2000).
Dentro de la fusión de la comunidad, debe de considerarse el
¿para qué? De la misma. Una comunidad no se obliga, surge de
manera natural, no se conforma con la finalidad de cumplir una
meta, si acaso, la meta es el conocimiento, por lo tanto la
autoorganización es una pieza fundamental para la fusión de un
grupo.
En el caso de los “grupos escolares” son grupos artificiales donde
se reúnen alrededor del cumplimiento de una tarea, es difícil, con
estas características, hacer crecer al grupo escolar al rango de
comunidad de conocimiento.
Conflicto: El conflicto es parte integrante de la conformación de
una comunidad de conocimiento. No siempre es fácil tomar
acuerdos, no siempre es fácil asumir la responsabilidad, no
siempre es fácil reconocer al otro. Es muy difícil encontrar una
comunidad que no haya pasado por la etapa de conflicto. Sin
embargo, a diferencia de lo que se pudiera creer, el conflicto hace
crecer a la comunidad, la encamina hacia su evolución porque a
partir de las problemáticas que surgen es que se toman acuerdos
colectivos y se le van dando estructura a la comunidad. Los
errores como dice Morin son parte importantísima del proceso de
conocer. Así que no teman a equivocarse, no teman caer en
____
86
conflicto, todo es a cambio de la pertenencia a una comunidad de
conocimiento.
Pautas colectivas: La etapa de conflicto es la antesala a la
creación de pautas colectivas que indican a la comunidad el
comportamiento a seguir. Esto implica la participación de cada
miembro de la comunidad e implica también el hecho de que
dicha participación no sea dispareja, que es lo que suele suceder
antes de la etapa de conflicto.
Algunos miembros suelen responsabilizarse antes que otros, otros
aprenden a escucharse antes que los demás, otros son muy
buenos comunicándose pero tienen deficiencia en la pertenencia.
En fin, hay muchas alternativas, por eso es que cada comunidad
construye su propio código de pertenencia, éste surge en la
autoorganización y no hay una receta a seguir. Cada comunidad
es única por lo tanto cada comunidad construye sus propias
pautas y muy probablemente lo que le funcione a una comunidad
no le funcione a otras.
Sin embargo, es importante tener estas pautas colectivas que
servirán de guía a los miembros de cada comunidad. Son esos
códigos de entrada, explícitos o implícitos, que permiten aceptar o
no a los aspirantes a la comunidad. Si la comunidad hace el
ejercicio de reflexionar sobre estos códigos y hacerlos explícitos es
mucho más sencillo para los miembros, porque entonces ya saben
lo que tienen que hacer para formar parte de la comunidad.
Las pautas colectivas no son reglas fijas, son transformables
según el avance de cada comunidad.
Dar frutos: Una vez que las pautas colectivas se establecen, al
menos en un primer momento, es necesario comenzar a producir
____
87
conocimiento y dar cuenta de esa producción. ¿Cómo?
Comunicando los encuentros no sólo al interior de la comunidad,
sino a la humanidad. Para ello es necesario, aprender a
expresarse no sólo como individuo, sino como parte de una
colectividad. La comunidad que se expresa de manera coherente y
clara ha llegado a la etapa de dar frutos.
La intención de conformar comunidades de conocimiento no es un mero
capricho, es una solución para volver la vista a la convivencia que tanta
falta nos esta haciendo como humanidad y la única manera de aprender
a convivir es conviviendo.
La vida de una comunidad de conocimiento es un proceso en continua
búsqueda de actualización de las potencialidades humanas, individuales
y colectivas, que desarrolla e incrementa el impulso humano de
involucrar al otro o a lo otro en nuestro proceso creativo. Es, por lo
tanto, una estrategia para combatir la apatía, porque necesita de la
presencia de personas apasionadas por algo que están dispuestas a
compartirse a cambio de pertenecer.
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88
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