LA PSIQUE DESDISCIPLINADA Y COLECTIVA

Pablo Fernández ChristliebDepartamento de Psicología Social

Facultad de PsicologíaUniversidad Nacional Autónoma de México

Resumen

El presente trabajo intenta plantear una cierta concepción de la realidad psicológica y de la psicología, desde el punto de vista de una psicología desdisciplinada, probablemente más afín a la filosofía, la crítica cultural y a una psicología colectiva actualmente en desuso. Se argumenta que la psique (o sus sinónimos, mente, conciencia, significado, etc.) es, en su forma esencial y fundamental, el acontecimiento de aparición de la realidad, o, en otras palabras la “presentación” de algo para alguien, y se define tentativamente como “aquello que no queda enteramente dicho pero no queda enteramente no dicho”, cuyas cualidades principales son: (a) ser colectiva, (b) incluir al observador y (c) ser virtual o inextensa. No obstante, se argumenta, la psique desarrolla una res extensa o materialidad en cuatro direcciones, que son: (1) el lenguaje, (2) las cosas, (3) la historia y (4) los mitos, cuya combinación y conjunto constituyen el universo psicológico o una forma derivada de la psique. En suma, se pretende esbozar la idea de una psique que sea del tamaño de la sociedad (contra una psique individual).

Descriptores: psique, significado, psicología colectiva, psicología, lenguaje, historia.

Abstract

This paper attempts to expose a certain conception of both psychology and psychological reality, from a point of view of an undiscplinary psychology, rather akind, to philosophy, anthropology, history o collective psychology. It argues that “psique” ( or mind, spirit, signitication, conscience, feeling, etc,) is, in its essential form, the act of appearrance of reality, or, otherwise, the event of something being present to someone, and that can be defined as tha existence of “that which is not entirely told but which is not entirely not-told”. It is argue as well that this appearrance evolves or develops in 4 extensions which conform the psychological universe, namely: (1) language, (2) nature, (3) history and (4) myths.

Keywords: Psique, Collective psychology, Psychology, Language, History.

LA PSIQUE DESDISCIPLINADA Y COLECTIVA

Pablo Fernández ChristliebDepartamento de Psicología Social

Facultad de PsicologíaUniversidad Nacional Autónoma de México

Hay que darle las gracias a la psicología de que no se ocupe de la psique: la hubiera vuelto una variable de laboratorio, la pregunta de un cuestionario o el capitulo de un manual; la hubiera convertido en un departamento aplicado de alguna universidad o una técnica de intervención; sería solo un informe de actividades para justificar los gastos de un presupuesto. “Psique”. Además de ser un espejo en francés y una mortal de quien se enamoro el mismísimo Cupido en la mitología griega, quiere decir “alma”, “espíritu”, “aire”, es decir, la parte no tangible de la gente y del mundo. La psicología académica se olvido del termino, y por eso ahora resulta utilizable para la cultura en general, por las ciencias humanas y sociales, y también, después de todo, por una psicología indisciplinada, en sus dos acepciones, como psicología desobediente de los cánones cientifizoides de las burocracias universitarias, y como la psicología indisciplinaría, que no divide el conocimiento en disciplinas y subdisciplinas con especializaciones e hiperespecializaciones, las cuales solo hacen recordar a Bergson el día que lo sacaron de la psicología por indisciplinado, cuando dijo: “toda la inferioridad del animal ahí: es un especialista” (citado por Barlow, 1966:30).

LO INEXTENSOLa psique es el acto de aparición de algo que no estaba allí antes, por ejemplo, el chiste de un chiste: este consiste en que un cuento cualquiera, en un momento dado se transforma de golpe en un otro

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cuento totalmente distinto, de modo que lo que uno iba entendiendo hay que comprenderlo súbitamente de otra manera; en los chistes, la realidad que se estaba explicando de pronto no existe y de hecho nunca había existido, y en su lugar aparece una otra nueva realidad, que llega de quien sabe donde y por lo tanto, impacta, asombra. Falta saber por que uno se ríe, pero cuando menos ya se sabe por que Descartes apunto al asombro como la emoción básica (Cfr. Abbagnano, 1961; 382): porque es la primera, porque es lo que sucede cuando se inaugura una realidad previamente inexistente. Esto es lo mismo que sucede en el momento de solucionar un problema, ya sea el de encontrar la palabra de un crucigrama o demostrar un teorema: todo lo que un instante antes se había visto como garabatos inconexos y molestos, se acomoda de buenas a primeras en una especie de universo en donde todo coincide con todo, y uno ve aparecer, entre atónito y encantado, un orden. Es ese instante glorioso en que alguien se da cuenta de que tiene la ficha ganadora del domino.

Si va a considerarse a la psique como el comienzo de lo psicológico, entonces, por principio, la psique no tiene antecedentes: ella es el antecedente (Cfr. Vgr. De la Croix, 1934;1). En efecto, la psique es una aparición, un vislumbre, una iluminación, un alumbramiento, inmensa porque abarca toda la intención del implicado, pero fugaz porque el solo hecho de querer conservarla hace que desaparezca: es como las hadas, que según se dice, eran maravillosas, pero solamente eran visibles entre dos parpadeos, y cuando se intentaba una segunda mirada para comprobar la maravilla, ya no estaban. Es por esta razón que le positivismo considero que la psique es un hada que no existe, y la psicología del siglo veinte prefirió decidir que se trataba de un error de percepción.

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Ciertamente, la psique es un objeto imprevisto, no incluido en el prontuario con que se analiza el mundo; es una pieza que no aparece en las instrucciones, y por eso se le arrumba en el rincón de las intrascendencias y de los milagros. Si se puede afirmar que el universo esta hecho en suma de cosas y de palabras, y en efecto, si se puede, el caso es que la psique no pertenece ni a las palabras ni a las cosas, sino al punto de fundación, creación o descubrimiento de unas y otras. La psique es el origen tanto del reino de las cosas como del reino de las palabras: es un tercer reino, o más bien, primero, cuyos objetos nunca han sido cosas y todavía no son palabras. La psique es el punto de indefinición entre el lenguaje y el no-lenguaje; no es que sea su mezcla o un puente, sino solo el hecho que a falta de un nombre se le tiene que definir por la circunstancia de que no es los otros dos. La definición de la psique es más o menos así: aquello que no esta exactamente dicho y no esta exactamente no dicho. No puede, por tanto, percibirse con los sentidos mecánicos de la percepción , ni tampoco aprehenderse con el intelecto: no puede verse ni decirse, sino solo, literalmente, “presenciarse”. Todo mundo puede ver un edificio, oír una canción, probar un pollo frito, y saber y explicar como y de que están hechos, admitir que, en cuanto a técnica, cualquiera con un poco de aplicación los puede hacer, es decir, que están muy bien ejecutados pero en rigor no son cosa de otro mundo; pero cuando en ese mismo edificio se presencia una obra de arte, cuando el pollo frito es verdaderamente una delicia, un poema, casi un sueño, entonces aparece algo màs que no radica técnicamente ni en la canción ni en el pollo frito, aparece un plus de maravilla que hace que eso sea una cosa de otro mundo: se vislumbra una suerte de realidad que no reside en la técnica. Lo que se vio no se vio con lo ojos ni se puede repetirse con las palabras, y después de lo cual la vida ya es de otra manera, más sabia, más rica, más bonita. En efecto, la psique es el acontecimiento de reinauguración constante del mundo. Parece ser que se les llama obras

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de arte a los objetos en donde sucede esto, aunque sea una canción, y aunque a veces en la misma canción no suceda esto.

El sentimiento de aparición insólita de la realidad, el momento en que el mundo se vuelve enteramente nuevo, lo tiene, no solo los artistas, sino cualquiera que pueda probar un pollo frito, o cuando en el metro se topa con una mirada que es tan absolutamente correcta que ya con eso uno puede seguir contento el resto del día, o cuando el teléfono le contesta una voz inesperadamente amable, cuando alguien dice exactamente la frase que debía decir auque no se supiera cual era, y ahí, uno esta frente a lo que nunca se había visto, oído, conocido, tocado, sentido, y en verdad, da la sensación de que la vida, en este momento, cambio de signo.

La psique es el descubrimiento o invención de una realidad. Y la señal que esto ha sucedido es la sonrisa. En todos los ejemplos citados, el gesto inevitable, irreprimible, es una sonrisa, no esa que aprende hacer ya después y que sirve para salir en las fotografía, para recibir a las visitas, o para atender a los clientes, son la primera sonrisa, aquella espontánea que nunca estuvo planeada, que ni siquiera se sabe que se hizo y que no era para nadie porque no había nadie más cuando surgió: esa sonrisa que debe haber tenido Newton cuando miro la manzana que le había caído en la cabeza, aquella con la que Leonardo le correspondió a la Mona Lisa, y que se le nota a quien pone la última pieza de un rompecabezas, que salta a la cara cuando alguien tiene una ocurrencia, una idea, una respuesta: esa sonrisa que es como dueña de si misma, autónoma, que parece desprenderse del nacimiento mismo de las cosas. Sonrisas a solas. Es por esta aparición de una realidad inédita que los chistes hacen sonreír, pero también las metáforas nuevas, las caras bonitas, las buenas noticias, y también las muy malas, pésimas noticias, que lo hacen a uno emitir una sonrisita, la típica sonrisa de la

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incredulidad; de hecho, el gesto del pavor es lo que más se parece a una sonrisa. Sin embargo, dato curioso, la mayoría de las sorpresas aparecen por el lado bonito de la vida , y es que, evidentemente, la psique no surge como sufrimiento, porque de ser así, la especie humana, no tan tonta, se hubiera negado a ella, y hubiera escogido quedarse en calidad de chimpancé, esos animales que pegan risotadas, pero nunca esbozan sonrisas. La sonrisa es la marca de creación de la realidad, y por eso normalmente es tenida como signo de lo bueno. Como el asombro, una sonrisa es efímera, y nadie sabe cuando volverá a aparecer otra, por que nunca nadie podrá decir que el siguiente pollo frito volverá a saber como aquel del otro día, porque la misma canción que nos inundo de milagro podrá sernos del todo indiferente la próxima vez, porque nunca hay garantía de que uno volverá a sonreír; toda sonrisa puede ser la ultima. Por eso la gente se ríe: la risa, y en especial esa risa que va rumbo a la carcajada y a la falta de fineza, es la pretensión de prolongar artificialmente el gesto, a ver si así se prolonga el milagro de la psique, pero no funciona. En cambio, la alegría, que no requiere de andar haciendo gestos, puede definirse como la disposición a volver a tener otra sonrisa.

La sonrisa embellece, ilumina la cara, hace que brille los ojos, aclara los colores, y es que ciertamente, la aparición, creación o descubrimiento de cualquier cosa, es un acontecimiento en el cual lo que antes estaba oscuro y era opaco, quedará claro y se hace transparente, como si le cayera luz de alguna parte. Esta iluminación se les nota francamente a los niños, los artistas y los místicos, sujetos estos a los que frecuentemente se les encuentra embobados con algo que los demás no perciben; están embobados con un objeto psíquico, que el adulto promedio de hoy en día confunde con una mosca, un color, o un dios, y es que desgraciadamente, al adulto promedio de hoy en día ya solo le salen risas y carcajadas sin sonrisa.

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El objeto psíquico sucede como si la luz que le cayera acomodara repentinamente el mundo, como si de buenas a primeras todo quedará en su lugar, todo tuviera relación con todo, todo adquiriera coherencia, razón de ser, necesidad de estar. Es interesante notar que todo los sinónimos de la psique contienen esta connotación de iluminación de lo oscuro y de ordenamiento del caos: entre los sinónimos más conspicuos esta el de conciencia (cronix, 1934) en su acepción de darse-cuenta, asimismo, el de significado (Bruner, 1990) entendido como el contenido profundo de las cosas, el del sentimiento (S. Langer, 1953), como una certeza muda e in verificable, el de sentido, como un ordenamiento superior de la realidad, el de conocimiento, que es precisamente el de la presenciación de un modo de la realidad que no se había presentado antes, el de imagen (read, 1955), que es también la presencia real de un objeto que tiene un quien-sabe-que de cosa sin ser cosa y otro quien-sabe-que de lenguaje sin tampoco serlo, o finalmente el sinónimo de forma que se le refiere a la disolución (Focillon, 1943) de elementos dispares en una unidad orgánica de naturaleza distinta a los elementos que la componen, “gestatl” (Guillaume, 1937), dicen en alemán y en todos los demás idiomas. Hay otros sinónimos, como “mente” (Humphrey, 1992), que se encuentra en franco proceso de burocratización académica gracias al dominio de las ciencias cognitivas, o como “insight”, que peca de sectario, como todo lo que tiene copyright de los círculos psicoanalíticos, pero igual aluden a algún objeto que embona como por ate de magia y salta a la luz sin preámbulos. En efecto la psique es cuando la realidad hace “click”. En este click (s. Langer, 1967, p. 120n.), otro sinónimo, onomatopeya que indica el chasquido que hacen los aparatos para avisar que ya están listos, cuando se enciende la lámpara, es el mismo que se siente cuando la confusión se acomoda en comprensión, cuando el caos se coloca en orden, cuando se prende la luz. Así, Marcelo Mastroianni dice que “no se

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necesita estudiar años para entender la poesía; es como encender un interruptor: sube rápidamente la corriente y todo se ilumina. Eso me hace sentir bien”.

La psique es la visión de un modo del mundo por primera vez, o la visión del mundo como si fuera la primera vez. En todo caso, esta primera vez vuelve a suceder una vez y otra todo el tiempo. Sucede por primera vez cuando el clan humano se reúne en torno a algo inaudito, una rueda por ejemplo, y al reunirse quedan tan juntos que se separan del resto de las especies, de los pinos y las mariposas que jamás han visto una rueda. Sucede por primera vez en cada niño que nace, cuando la bebe le hace click que “mamá” quiere decir “mamá”, y ya por eso, ipso facto, pasa a formar parte del clan humano, que es el único donde los demás tienen progenitoras. La psique siempre esta empezando. Sucede en la biografía de cada quien, en cada chiste que oye por primera vez, en cada ocurrencia que ocurre por primera vez, en cada foquito que se prende por primera vez en la cabeza, en cada amor a primera vista que siempre es el primero, en cada libro memorable, en cada canción esplendorosa, en cada conversación absorbente, en cada pollo frito increíble, en cada buena y mala noticia, y en cada mercancía de consumista que lo sorprende a uno y que uno no sabe que hacer frente a tanta incredulidad como no sea comprarla.

La psique es un objeto inextenso, como diría Descartes, esto es, carece de dimensiones espacio-temporales, o sea, no tiene medidas, esto es, no se puede contar, cronometrar, dividir ni clasificar, porque le falta cualquier materialidad; es pura cualidad toda vez que no tiene cantidades.

Por ello, para ver la psique no se necesitan los ojos, ni para oírla los oídos y así sucesivamente, es decir, es un percatamiento que no

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emplea los canales fisiológicos de la percepción, toda vez que, aunque sea objeto, no es cosa: es un objeto virtual: esta aquí, pero no se sabe como, donde exactamente ni en que; los virtuales son objetos que flotan en la realidad sin encarnar en nada, como por ejemplo, la belleza de un pintura o la elegancia de una persona. Se entiende, entonces, que, como los demás objetos de las ciencias, tenga que ser captada por la vía de la metáfora, o sea, que para mencionarla, hay que hablar de otra cosa, como se ha hecho aquí, que se habla de sonrisas, descubrimientos e iluminaciones: tal vez estas sean sus metáforas, pero admitirlo equivale a volverla una sonrisa acartonada, artificial, de esas que se usan como tarjeta de visita, es decir, volverla una metáfora muerta, y quizá por eso lo mejor sea un milagro o un pollo frito, y en efecto, esto vale como apunte metodológico: al objeto psíquico solamente se le puede aproximar utilizando todo el tiempo metáforas, lenguaje figurado. Solamente con metáforas aparecen una imagen, un significado, que en efecto, no fueron exactamente dichos pero tampoco fueron exactamente no dichos (Cfr. Vgr. Ricoeur), y ciertamente, cuando uno entiende la metáfora, se le ilumina la cara y sonríe. Parece ser entonces que la metáfora de la psique es eso: la metáfora.

Pero lo primero que hay que saber es cuando empieza, y una metáfora empieza después de que termina, porque solamente hasta que ya esta dicha, aparece lo otro, lo que no se dijo, y cuando alguien no entiende una metáfora, por mucho que ya hayan acabado de decirla, no aparece. En efecto, las metáforas tienen paradojas. Al interior de la psique suceden, cuando menos, las siguientes paradojas. Primera:

El principio comienza por el final.La psique es el origen del resto de la realidad psicológica; dentro de esta realidad ya se ha mencionado al lenguaje y a las cosas, y no obstante, puesto que la psique solamente puede ser definida por no ser ni palabra

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ni cosa, es necesario que estas existan para poder hablar de ella, toda vez que es muy irresponsable “hablar” de un “objeto” que existe antes de que se pueda hablar y de que haya objetos, porque entonces no habría palabras con las cuales hacerlo ni habría nada a lo cual referirse, así que uno tendría más bien la obligación de quedarse callado, como lo ordenaba Wittgenstein. Es por esto que debe de asumirse el extraño dato de que el principio surge al final, y una vez que surge, ya podrá crear aquello con lo cual pudo surgir, como las palabras o las cosas. Después de todo, el chiste de un chiste solo comienza cuando se acaba el chiste: todo el mundo, bueno, casi, se ríe hasta que le chiste termina. Segunda:

La realidad es un ser vivo.Nuestra psique esta viva siquiera nada mas porque nosotros lo estamos, pero además por otras razones mejores y menos biológicas, aquellas por las cuales se dice que unos colores son muy vivios, o que una metáfora esta muerta, o que cierta música tiene vivacidad, o que la decoración de una casa carece de vida (Cfr. S. Langer, 1957). La vida, vitalidad, viveza, vivacidad de algo, incluyendo los seres vivos, consiste en que esta hecho de tensiones, es decir, de fuerzas o tendencias contrapuestas, encontradas, que se mantienen en un cierto equilibrio trémulo con riesgo de romperse. Una metáfora viva es la tensión entre lo que se dice y lo que no se dice. Una cara sonriente es un juego de líneas, como la de los labios y los ojos, que tantito se suavice se vuelve sonrisa fingida y tantito se rigidice se vuelve patética. Un ser vivo, un pájaro o un caminante, por ejemplo, es la tensión entre la fuerza de gravedad y la fuerza de voluntad. Es esta danza de fuerzas que se jalonan lo que otorga o los objetos su cohesión y su unidad, como una pintura abstracta, que se puede decir que es algo aunque no se sepa que es, y también lo que le otorga su movimiento, aunque no cambie de posición en el espacio. Y de hecho, una de las definiciones no biológicas de lo

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vivo es la de un movimiento centrado en si mismo o automovimiento (Gadamer, 1960; 317). El termino “tensión” proviene del latín “tendere”, tender, y de ahí derivan otros como atención, intensión, tendencia, extenso como la res de Descartes, que es lo que se despliega hacia fuera; en cambio, lo intenso, la intensidad, es lo que se despliega hacia dentro, hacia si mismo, unitario, orgánico, cuya fuerza jala, atrae, y por eso lo vivo es a lo que se atiende, a lo que se esta atento, como a una música o a un pájaro. La psique es lo que llama la atención. Tercera:

La psique es colectiva.Puesto es que la intensidad de la creación es un acontecimiento intimo y entrañable, suele confundirse con un hecho individual, y ciertamente, esos son los ejemplos más fáciles. Pero si la psique es el origen de la realidad, es evidente que la primera realidad y el primer origen es la sociedad, esto es, la psique aparece siempre como una sociedad, como una sociedad asombrada, sorprendida con un descubrimiento insólito, pero si la psique es lo primero que aparece, entonces, solamente puede estar sorprendida con el descubrimiento de si misma, no hay más, con la fundación de una comunidad de la cual participa su gente, su emplazamiento, sus miedos, sus alimentos, sus normas, su cosmos, cosa que aplica igualmente a la creación individual, en donde el creador se aparece como siendo toda la realidad existente, no hay más; por eso nadie se siente solo en estos casos. La psique, así vista, debe tener siempre la forma de una ceremonia, y a los diversos ritos, tanto civiles como personales, son reescenificaciones de la colectividad de la psique. A esta colectividad azorada, los psicólogos de las multitudes (Vgr. LeBon, 19895; Canetti, 1960), la denominaron fenómenos de masas, y como dijo Tarde (1904), la masa se extrae de si misma y se admira así misma, y eso se puede dar dentro de un solo individuo. La psique es una masa. Cuarta:

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El conocedor es una cualidad de lo conocido.En una masa se nota muy bien como el sujeto es su mismo objeto y el objeto es el sujeto mismo. En otras palabras, el observador, o investigador, o conocedor, o descubridor no es alguien que llega mas tarde a la existencia de la realidad, ni que llega de lejos, sino que empieza a ser a la par que lo que observa, de manera que el, su percepción, su mirada, es una característica, como cualquier otra, del objeto que esta mirando. El color rojo, por ejemplo, para que sea rojo, necesita dos cosas: ser rojo y ser visto; si falta alguna, deja de ser. Así como una cosa tiene color, altura, dureza, función y peso, así también tiene percepción, y si esta percepción desaparece o se quita o se aleja del objeto, el objeto mismo es el que deja de ser, de la misma manera que el café deja de serlo si se le retira su sabor o su cafeína. El error de lesa cartesianidad que ha cometido la psicología positivista es quitarle a los objetos de investigación una cualidad que les era esencial, a saber, su observador, y pretender que el objeto sigue siendo el mismo, que es como quitarle al rojo su color y decir que sigue siendo rojo. Quinta:

Lo conocido produce lo desconocido.Lo conciente no proviene de lo inconsciente, ni lo conocido de lo desconocido, porque la psique no proviene de ninguna parte, solo aparece. Al reves en cambio si, es decir, uno tiene una idea repentina, pero al querer ponerla en marcha, se topa con que esta idea tiene una secuela de consecuencias, contratiempos, antecedentes, afinidades y relaciones imprevistas que ahora hay que conocer, que ahora son desconocidas pero que en el momento repentino de la idea ni siquiera existían. En efecto, el conocimiento desata lo desconocido. Es como un libro cualquiera, que tiene más lecturas, interpretaciones, intenciones y conocimientos que los que el mismo autor tenía a la hora de escribirlos. Cualquier creación crea un objeto más amplio, más extenso, más grande que el tamaño de la creación misma, porque ese objeto no se queda

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puro, sino que entra en combinación con el resto de los demás objetos, y en esa relación se produce una cantidad innumera de cosas desconocidas que habrá que ir a conocer. A Einstein se le ocurrió la curvatura del universo en un chispazo y con eso creo un desconocimiento del universo tan grande que todavía no nos lo acabamos, y en cambio, la ignorancia no tiene nada desconocido que le turbe el sueño. La mayor parte de lo que se denomina realidad es esa cantidad de desconocido fabricada por los descubrimientos, los inventos y las creaciones. La realidad parece ser la producción inintencional de la psique: lo que crea la psique no son conocimientos sino desconocimientos, y tal vez este desconocimiento sea lo que llamamos la belleza del mundo; el conocimiento no da respuestas, sino preguntas. El conocimiento crea lo desconocido para después ir a buscarlo, y sonreír cuando lo encuentre. La psique es, en verdad, el descubrimiento de la realidad, pero la realidad no la conocemos; la conciencia construye lo inconsciente para que el día menos pensado, de pronto, se nos aparezca su significado. Y sexta paradoja:

Lo inextenso tiene extensiones.Esta claro que la psique es inextensa, o sea, que carece de dimensiones espacio-temporales, de medidas y de materialidad, por que no es el ojo ni la cosa vista, sino la mirada pura. Sin embargo, al mismo tiempo, toda mirada lo es de algo, toda conciencia es conciencia de algo, todo significado, imagen, conocimiento, lo son de algo, lo cual quiere decir que el ojo, la mirada y la cosa vista son lo mismo, que las psique en efecto coincide con la realidad, que el click de la comprensión es el mismo click que se oye al aparecer la realidad. En suma, psique y realidad son lo mismo pero resulta que, por al contrario, la realidad si es espacio-temporal, concreta y cuantitativa, mesurable y material como esta mesa, es decir, como decía Descartes, es extensa. Ello implica, cosa que ya no diría Descartes, pero en cambio le gustaría a Leibniz

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(1714), que, en primer lugar, la realidad es una entidad psíquica, y en segundo lugar, que lo no extenso, lo inextenso, lo meramente intenso, tiene extensiones, esto es, que se despliega hacia fuera, hacia donde las cosas ya tienen magnitud. Woody Allen resume a Leibniz y a Descartes en la siguiente frase: “la realidad es horrible, pero es el único lugar donde se puede encontrar un buen bistec”.

LO EXTENSOCiertamente, lo psíquico no es nada más el chispazo de la creación sino que además comprende el resto del universo psicológico, dentro del cual entran las miradas del fenómenos como la neurosis, la soledad, la apatía, la violencia, el tabaquismo, o la influencia, la percepción, la memoria, la representación, las actitudes, o el pensamiento, las emociones, o las tradiciones, las normas, los valores, las creencias, los hábitos, o el espíritu de una época, el signo de los tiempos, el ambiente de un lugar, la atmósfera de un grupo, y además de los niños con problemas de aprendizaje, los tests de actitudes, las crisis de la edad adulta y los triunfadores de la calidad total y así sucesivamente, el sinnúmero de situaciones que todo mundo sabe que son psicológicas y hasta las que no todo el mundo sabe, como el poder, la política, el urbanismo, la decoración, la historia, el pensamiento científico, la publicidad, las ventas de puerta en puerta y, por supuesto, la misma psicología como ciencia, que es producto del mismo objeto que estudia y que por lo tanto se puede estudiar a sí misma como hecho psicológico, porque el hecho de que los psicólogos quieran ser tan científicos es un problema psicológico. En fin, todas estas situaciones son extensiones, materializaciones, encarnaciones de la misma psique. Son la tensión que se extiende para durar aunque se desintensifique.

Una creación, que es algo meramente intenso, como por ejemplo el amor o un sueño, para durar y preservarse, tiene que fijarse o

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estabilizarse de algún modo, tiene que convertir su pura cualidad abstracta en alguna cantidad concreta, y así, el amor se extiende primero en palabras como “te amo”, y luego en cartitas de amor, y en promesas, y sigue extendiéndose en fotografías y pétalos de rosa entre libros, y luego en anillo y matrimonio, en descendencia y una casita, y así mas tarde en costumbre y hábito, como si para durar se tuviera que ir endureciendo, porque lo que dura es duro, y entonces aquel amor etéreo puede endurecerse, materializarse hasta convertirse en contrato, monotonía y hastío acomodaticio como de piedra, con algunos intereses de por medio. A un sueño, también, uno lo hace durar recordándolo en la mañana, contándoselo a alguien, interpretándolo y a veces hasta haciéndolo realidad. En todo caso, la psique intensa se extiende, se expande, irradia, y en esa extensión, crea el sinfín de situaciones y acontecimientos más o menos empíricos que a veces estudia no solo la psicología, sino también, la antropología (cfr. vgr. Auye 1994), la historia, la semiótica, la estética, etc., aunque a veces la psicología no estudia acontecimientos psicológicos.

La diferencia entre lo psicológico y no psicológico es una diferencia de grado, o sea que la distinción entre lo psíquico y lo físico, lo mental y lo material, es una diferencia de grado, que consiste en que la extensión se extiende demasiado lejos y pierde toda intensidad, cuando algo es suficientemente duro como para que ya no le quepa ninguna cualidad y solo pura cantidad, y que es siempre un punto incierto, porque nadie puede decir hasta donde una sonrisa todavía es sonrisa y a partir de cuando comienza a ser mueca: ambas están en el mismo continuo, pero habrá un momento difuso en que la sonrisa se petrifica lo suficiente como para ya ser nada mas un rictus de funcionario que aprendió en sus lecciones de relaciones públicas que hay que sonreír a los empleados, y esa sonrisa de cartón es tema de estudio de la ingeniería facial, pero no de la ciencia psicológica. Y aun así, la física es un producto de la

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psíquica. Lo psíquico se convierte en físico cuando deja de cumplir las paradojas segunda, tercera, cuarta y quinta, y el objeto deja de estar vivo y de ser colectivo, y el conocedor queda excluido y lo desconocido también.

La diferencia entre lo psíquico y lo físico no radica en la materialidad, sino en la involucración, en la implicación del observador y el objeto, en el hecho crucial de que uno mismo sea o no una cualidad de ese objeto, en que si uno mismo esta dentro de la sonrisa que sonríe, o si uno esta fuera, desapegado, distante, de la sonrisa que esta haciendo. Psíquico es aquello en donde no hay distinción entre sujeto y objeto. Contradictoriamente, la Psicología que se pretende científica se basa precisamente en la separación de sujeto y objeto, por lo que, la psicología cientificista, esa del riguroso método, jamás ha visto a su objeto de estudio, y por eso lo confunde con conductas, con respuestas de cuestionarios, con programas de computadora.

La psique, como un corazón, se extiende para todos lados, pero se pueden anotar cuatro direcciones básicas, que podrían dibujarse en un cuadrante, con la psique al centro: hacia la derecha, la dimensión del lenguaje; hacia la izquierda, la dimensión de las cosas; hacia arriba, la dimensión de la historia; y hacia abajo, la dimensión de los cuentos.

Historia

PsiqueCosas Lenguaje

Cuentos

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El Discurso: El Poema o el LenguajeLa primera forma que tiene el significado de estabilizarse para durar es el lenguaje. El lenguaje, ya sea hablado o escrito, no puede aparecerse instantáneamente como la psique, sino que tiene que extenderse sobre el tiempo y sobre el espacio, en forma de línea, en fila de palabras en donde primero van unas, y después otras, de manera sucesiva, una tras otra, y con un orden, o lógica, primero el sujeto, luego el verbo, después los complementos, enganchando las palabras con preposiciones y otros conectores, como, puede verse en este texto. El lenguaje es como los trenes, corre en línea, transcurre, discurre, es decir, es un discurso. Su finalidad, es decir, hacia donde va, como estación, es la de un discurso absolutamente articulado y completamente ordenado, en donde todas las palabras estén en su lugar exacto y contengan algo muy preciso, y en donde este texto no puede servir de ejemplo, pero que es el sueño de un lenguaje totalmente lógico con el que sonaban los positivistas lógicos y que equivaldría a la verdad científica, sin ninguna ambigüedad ni equivocidad, al grado de que la palabra “derecha” estuviera siempre a la derecha de la palabra “izquierda”, y que la palabra “después” siempre se dijera después que la palabra “antes”, y así sucesivamente (“la ciencia es un lenguaje bien hecho”). Un lenguaje así es del todo independiente del que lo habla, y por lo tanto, en el, ya no caben ambigüedades, ni sentimientos, ni , por lo tanto, uno mimo. Es por ejemplo, el tipo de lenguaje que se usa en las instrucciones, los manuales de operaciones, los memoranda de oficina, las ordenes militares o familiares, y también, en el lenguaje científico: un discurso exacto como bisturí, racional, distante, lógico, e imposible.

Imposible. A medida que el lenguaje produce cadenas discursivas de palabras, va produciendo sin quererlo un cúmulo de pausas, comas, suspiros, puntos y aparte, titubeos, trastabilleos, balbuceos, repeticiones, equivocaciones y omisiones, en suma, va produciendo

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silencios, es decir, algo que entre lo que se dice quedo no dicho, algo que nunca queda dicho del todo, eso que siempre nos da la sensación de que no dijimos exactamente lo que queríamos decir. El silencio es lo que no se dice de lo que se dice, y se encuentra, además de en las pausas, en los dobles sentidos, en las ironías, las paradojas, las metáforas y en los chistes, y en todo aquello que hace que la conversación sea una de las actividades preferidas de la especie humana. Es la aparición de estos silencios lo que hace que la gente platique tanto y que nunca acabe de platicar porque siempre se quedo algo por decir que de paso nunca podrá decirse, porque es ahí, donde nosotros cabemos en el discurso, formamos parte de él, pertenecemos a la conversación.

Cuando aparece un silencio en el lenguaje, que es todo el tiempo, es como si la linealidad de repente se rebobinara, como si el tren se hiciera nudos, como si hubiera un corto circuito en la conducción de las palabras, y el tiempo y el espacio se volvieran a fundir en una imagen sin tiempo ni espacio, y con ello, reapareciera el significado real que carece de palabras. El tipo de discurso más capacitado para hacer esto se llama poesía, no porque se haga en verso, sino porque etimológicamente, “poiesis” quiere decir “creación”, aunque no sea lingüística. Así, la poesía puede definirse, como lo hace Octavio paz (1993), como lenguaje productor de silencios, y por eso mismo, por ejemplo, los poemas son típicamente mas cortos que la prosa, con “menos extensión”, se dice, y con menos preposiciones y conjunciones, porque lo que esta haciendo no son mensajes ni informaciones, sino espacios huecos, silencios donde aparece una imagen, una forma, un significado; en cambio, por el contrario, los contratos o las constituciones, son tan largos que ya no dejan nada a la imaginación, nada a la creación.

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La Naturaleza: Los Afectos o las Cosas.Es como si la creación o el descubrimiento de la psique, al extenderse de más, al durar demasiado, se quitinizara o se petrificara, perdiendo su misma naturaleza, que es aproximadamente la diferencia entre exclamar “mi amor” por primera vez y repetirlo hasta el cansancio. Este anquilosamiento sucede muy marcadamente en la dirección hacia donde la psique es extiende, no en palabras, sino en objetos: en la dimensión de la naturaleza. La mejor muestra de ello es que la definición de la naturaleza siempre es física, nunca psíquica, o sea, independiente y excluyente del observador y de uno mismo, en donde los objetos, no solo los árboles y las piedras, sino los seres humanos mismos y su percepción y sensación, se vuelven cosas, y por cosa podrá definirse aquel objeto que puede ser medido, cuantificados y verificado, aunque no se sepa que es, como una mesa, de la que se puede consignar su largo, ancho y alto, pero no su esencia de mesa (Cfr. Grize, 1993:138), o de la fisiología de los sueños, de los que se pueden registrar sus ondas y periodos, pero no saber ni que se está sonando ni su significado, o de la vista, de la que se puedan clasificar sus órganos y sus leyes, pero no la belleza de lo que se mira. Este asunto, casualmente, los físicos lo comprenden muy bien (Cfr. Vgr. Wilber, 1984), pero los psicólogos que quieren ser tan científicos como los físicos, lo ignoran.

Lo que se sabe físicamente de un objeto es, irónicamente, lo que menos le pertenece a el. Por ejemplo, lo elegante de la elegancia, lo bello de la belleza o lo triste de la tristeza nunca aparece en la clasificación y medición de sus colores, volumen, conductas o causas, sino que siempre queda más allá, o mas acá, de las medidas (Cfr. Vgr. Hungerlend, 1968). Eso inverificable que esta dentro de las cosas es lo que se puede llamar secreto, y este secreto es, en rigor, el carácter psíquico de la naturaleza, tan real o tal vez más que la realidad física, que nunca es

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cierta, sino solo verificable, esto es, que a falta de certeza se tienen que hacer comprobaciones para admitir su existencia.

En la naturaleza psíquica, los gatos primero son cariñosos y ya luego son mamíferos, los objetos son más bien bonitos, imponentes, tiernos u horrorosos que largos, anchos y altos. Newton primero veía un universo vivo y espiritual que un universo mecánico, por eso nunca dejo de ser espiritualista a pesar de su mecánica universal (cfr. Herman, 1989). La psicología debe ser tan científica como Newton. Por la misma razón, múltiples físicos, desde Heisenberg hasta Einstein terminan hablando de cuestiones, no físicas, sino psíquicas (cfr. Wilber, 1984, aunque la verdad sería un poco vergonzoso traer a los físicos para que nos enseñaran psicología.

El secreto es lo que no se puede medir de las cosas pero que esta ahí de una manera entrañable, de modo que hay compenetración e intimidad entre uno y el objeto. A esta entrañabilidad es lo que comúnmente se le denomina afecto o afectividad, ya que esta tanto dentro de uno, en las vísceras, como fuera de uno, en las circunstancias. En resumen, cuando los objetos de la naturaleza son vistos de manera distante y física se llaman cosas, y cuando son teñidos de manera entrañable y psíquica se llaman afectos. El afecto podría definirse como la fusión de sensación y percepción, y asimismo, la fusión de todos los sentidos de la percepción, sea vista, tacto, etc., en uno solo, y asimismo, la fusión del perceptor y del percepto en una unidad indisociable; parece extraño, pero piénsese en el me amor o el odio y son exactamente eso. Lo que ha hecho la física, para fundarse como ciencia, es separar a los objetos en perceptor, percepto, en visión, audición, etc., pero esto sigue implicando, no obstante, que el mundo físico y el mundo psíquico no son dos realidades distintas, sino una misma en diferente grado.

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Y si una característica típica de la afectividad es que no se puede describir con palabras es porque, por cierto, el secreto solo puede conocerse en silencio.

El Tiempo: La Memoria o la Historia.Además del lenguaje y las cosas, la creación de la psique construye el tiempo. Y como en los otros casos, es un tiempo blando que se va endureciendo a medida que se distancia de su creación, y que termina en una historia dura, esto es, una versión no psíquica que concibe a la historia como una lista de hechos, datos, fechas, Lugares, nombres, guerras y tratados en abstracto que solamente son históricos porque resulta que están acomodados en orden cronológico, esta es más o menos la lección de historia que enseñan a los niños en el colegio, de la cual olvidan los datos y se quedan con el concepto para siempre; es una enumeración progresiva de causas, pero causas de quien sabe que, y se nota su parecido con la naturaleza física en el hecho de que “causa” quiere decir etimológicamente “cosa”. Las cosas son anécdotas duras. Aquí el tiempo se concibe como una escalera, como una escala, y escala quiere decir también medida, con divisiones y escalones. Es un tiempo lineal, sucesivo y ascendente, similar el discurso más acartonado.Pero una versión psíquica de la historia es aquella donde el tiempo es una unidad (Cfr. Bergson, 1888), donde la vida es un flujo (Cfr. Simmel, 1918) y donde el pasado esta, es, presente, porque el tiempo es continuo, razón por la cual no importan los hechos verificables sino los acontecimientos significativos, aquellos en donde el actor, uno mismo, esta involucrado como en su propia vida, pertenece a ellos como ellos le pertenecen. Se trata, entonces, de una historia del pensamiento y sentimiento de la gente, o dicho de otra manera, de la narración de las vicisitudes de la psique, la cual, no casualmente, era la definición que tenía Hegel de la psicología, y no fortuitamente, la definición que tenía Collinwood de la Historia (1946-212): la historia como conocimiento de la

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mente porque la mente es una historia. Cuando Wundt (1912) hizo su psicología colectiva, el método que propuso es esta historia, que no es verificable sino verosímil, que no es exacta sino significativa. Actualmente, esta versión psíquica de la historia aparece en la llamada historia de las mentalidades (Legoff,s/f), la cual, por un lado, desdisciplina el termino “mentalidad” aprovechando que la psicología ya ni se acordaba de él, y por otro, abreva provechosamente de la psicología colectiva. Esta historia blanda es precisamente una historia de lo que no ha quedado enteramente dicho pero no ha quedado enteramente no dicho: los valores, las creencias, las ilusiones, las felicidades e infelicidades de nosotros mismos durante la vida de nuestra sociedad.

Y es que en última instancia, la versión psíquica de la historia se nos presenta como memoria colectiva (Halbwachs, 1944). La memoria es la recreación del pasado para que siga vivo en el presente de manera que lo sintamos, sea nuestro, pertenezcamos a el: por la memoria es que la gente se reconoce en su propia biografía, en sus tradiciones, y es por lo tanto un proceso de identificación y pertenencia de uno con el pasado; la memoria es el modo de ser de la identidad. Es interesante notar que cuando alguien busca el significado de algo, de un monumento o de una moda, lo que esta pidiendo es una historia, su narración hasta el origen; la gente que relee su diario, que escribe su biografía o que va con el psicoanalista, esta construyendo una historia para encontrar un significado.

El Espacio: El mito o el Cuento.Una curiosidad es que la psique crea incluso lo que es previo a ella, por ejemplo, la naturaleza, tanto las piedras que siempre habían estado allí como una silla que estaba ahí desde antes de que uno pasara y se tropezara con ella. Así pues, la psique no solo crea su historia sino también su antehistoria, i.e. no lo que sucede a partir de la creación,

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sino lo que sucede antes del principio, y que no sucede, por tanto, exactamente en el tiempo, sino, por así decir, en el espacio, aunque sea un espacio blando también, y al cual se suele hacer referencia con la frase “Había una vez...”, que es como empieza los cuentos de hadas o las leyendas, que platican cosas de cuando el tiempo todavía no empezaba y que les explican a los niños y a los adultos su ubicación, sus coordenadas en este mundo, ya sea a través de la Cenicienta o a través del Tótem y Tabú. Pero los mitos se vuelven cuentos cuando nada más sirven para adormilar a los niños aunque a veces sean los adultos los que se quedan dormidos. La versión psíquica no se refiere en rigor a cuentos estilo Perseo ni Persefone, estilo Robin Hood ni Rey Arturo, estilo Búfalo Bill ni Superman, estilo Quetzalcóatl ni Zapata ni subcomandante Marcos.

Se refiere, en cambio, a todo ese saber que no parece conocimiento, sino que parece más bien una precondición del conocimiento, un apriori, diría Kant, que siempre ha existido y que se utiliza más bien para elaborar el resto del conocimiento. Este conocimiento anterior muestra una visión de la realidad genuinamente mítica en la cual vivimos y sobre la cual nos orientamos, porque es realmente actual, porque mito que no es vigente no es mito.

La psique creo la historia, pero esa historia es asimismo la historia de la psique, y creo la naturaleza que es al mismo tiempo la naturaleza de la psique, y también creo el lenguaje que resulta ser su autorretrato hablado. O sea, que en esta psicología desdisciplinada, su epistemología, su objeto, su teoría, su investigación y su psicólogo son la misma cosa indisociable. Cada cosa que se diga se dice sobre si misma, de manera que este texto es un ejemplo de lo que va diciendo, un ejemplo de si mismo, de modo que este texto es un ejemplo de la dimensión mítica de la psique. En efecto, se hablo de

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cuatro direcciones en un cuadrante y se dijo “hacia la derecha esta el lenguaje, a la izquierda las cosas, arriba, la historia, y hacia abajo los mitos”:

ArribaCentro

Izquierda Derecha

Abajo

Todo eso no es correcto ni incorrecto, ni siquiera importa, no es para nada una explicación sino simplemente un recurso, por lo demás nada novedoso, para explicar otra cosa: ese es exactamente el mito, un mundo previo y obvio sobre el cual se asienta cualquier otra realidad e incluso todas las demás realidades: por eso esta abajo: porque subyace.

La derecha, que es la diestra -vs. la siniestra-, la experta, la hábil, también es la dirección en que se avanza, porque, Curiosamente, su etimología proviene de “directo” y de “dirigir”, y por eso las líneas rectas, que llegan más pronto, son “derechas”. Por este tipo de razones la estructura occidental se escribe hacia la derecha, y la derecha política, que siempre ha creído en estas virtudes, se puso ese nombre. Debe haber parecido natural que el lenguaje se anotara a la derecha que es el lugar que le corresponde, toda vez que se concibe como lo que discurre y se desarrolla, avanza y prosigue, y que, como todo “brazo derecho” a la “derecha del padre”, controla al resto de la realidad. La izquierda, por el contrario, es zurda, torpe; en el lenguaje cinematográfico elemental, lo que va hacia la izquierda es lo que sale de escena, y en general, lo que va en reversa, porque la circulación es para el otro lado: va, pues, a contramano, no avanza hacia el futuro, sino que regresa al pasado, a lo primitivo, a lo desconocido y lo oscuro; por eso lo malo es izquierdo, es siniestro. Vuelve a ser curioso que,

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etimológicamente, el termino no sea no greco ni latino, sino vasco y céltico, y además quiera decir “torcido” (esku: mano y kerros: propte, torcido), y que además haya sido traído al castellano porque la palabra latina era de mal agüero (Corominas, 1973), lo cual quiere decir que no importa que palabra se use, siempre lo izquierdo es tenebroso, y lo cual hace pensar que la izquierda política fue bautizada por la derecha. La dimensión de las cosas, con sus secretos, se aviene perfectamente a la mítica de la izquierda.

Arriba es la otra dirección positiva, porque en lo alto es donde se ponen las virtudes y los ideales, y por eso es preciado todo lo que se eleva, como los pájaros o las nubes. La aspiración a lo alto se puede advertir desde la Torre de Babel hasta la Babel de Hierro; mientras que el progreso y la técnica se montan en el vector de la derecha, el proceso de civilización y de cultura se elevan por encima de las demás criaturas, y nos “enaltecen”. La conciencia siempre se coloca aquí, por los cielos, en las alturas, mientras que el inconsciente se sitúa, inmemorablemente, por lo bajo, y ciertamente, abajo es la dirección en que queda el infierno, los instintos y las maldades, pero también, los tesoros ocultos y los conocimientos olvidados, como los de los sueños; hacia allá se hunden las raíces, de allá vinimos, o mas bien, “surgimos”, como agua de manantial; los objetos que hay allá, son “profundos”, y “profundizar” significa que se quiere llegar a eso, sea un recuerdo, un sentimiento o una idea. Por lo mismo, es el lugar de lo ancestral, de lo atávico, inmemorial, algo así como el tiempo pretérito de “siempre”: Es, en suma, lo mítico.

Ciertamente, hay dentro de la cultura una suerte de geografía mítica, de espacialidad simbólica, de extensión legendaria en donde las localizaciones tienen un ordenamiento distinto al dela geografía física, muy usual en la cultura cotidiana y mediante el cual la gente se mueve

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de manera automática, toda vez que se trata más que nada de un pre-conocimiento tan totalmente evidente que solamente se ejerce y nunca se tropieza uno con el.

* * *Pero un corazón, después de expandirse, para tomar fuerzas para hacerlo de nuevo, necesitas contraerse, como encogerse para volver a saltar. El universo psicológico parece necesitarlo igual: requiere de una nueva creación de vez en cuando, de un milagro cada tanto, de cuando en vez una sorpresa, y por ello, aquella monotonía y convencionalismo, costumbre y hábito en que se había convertido el amor de hace rato, puede en cierto momento impensado disponer de tal manera las circunstancias que de repente presenten, no una monotonía más, no el mismo hábito de siempre, sino de buenas a primeras otra vez una realidad inédita e insolita, sonriente, nada convencional, y esa pareja vuelva a asistir a la inauguración del mundo: ciertamente sucede en todas partes, que entre hastio y hastio, aparece el enamoramiento como nuevo, por ejemplo los viernes en la noche o siquiera los diciembres a fin de año. En las sociedades mayores, las revoluciones son algo así. Las infinitas combinaciones que se pueden hacer entre el lenguaje y todas las historias, entre la naturaleza y todos los mitos, personales, comunales, presentes, pasados, causales o casuales, constituyen frecuentemente situaciones en que la psique en estado puro, es decir, en estado de invención, descubrimiento o creación, puede aparecer, en que puede presenciarse en estado puro el milagro de la hechura de la realidad.

Como quiera, ya con eso se puede apuntar una definición de psicología, que es la que sigue: el estudio de la forma en que los significados construyen a la sociedad, y viceversa, en ese orden. La diferencia con otras definiciones afines, como la de Mead (1931), y otras, es que estas

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otras priorizan la racionalidad lingüística de tal manera que después ya no pueden meter la afectividad ni la no-racionalidad, cosa que le sucede también a Habermas (1987). En todo caso, se trata de una definición colectiva de psicología, debido a que la psique no resulta del tamaño de los individuos o la interioridad, sino que la psique es exacta y precisamente del tamaño de la sociedad, con todo lo que a una sociedad le quepa dentro, que es todo, toda la cultura material e inmaterial.

Además, esto implica que toda la psicología es colectiva, incluso la más intima, porque cualquier cosa, desde una idea, una frase, un individuo, este cenicero, un siglo, una situación, hasta una sociedad, desde este punto de vista, puede ser leído con el mismo esquema: cualquier cosa es una aparición de algo para alguien que desarrolla un nombre, una historia, una estabilidad y un lugar en la vida. Cualquier cosa nace y crece como una sociedad.

Y por cierto, se puede concluir que la psicología colectiva, ciencia desdisciplinada por antonomasia, es capaz de construir una psicología general, tan desdisciplinada ella misma que no tuviera por que distinguirse de la antropología, la historia, la gnoseología, la filosofía ni ninguna otra ciencia social o del espíritu.

Y una psicología desdisciplinada seguramente no servirá para hacer terapias ni para dar lecciones de cómo ser un triunfador, ya que no encaja dentro de la estructura de aspiraciones y éxitos, ni dentro de la estructura de descomposturas y remiendos de esta sociedad. Tampoco se dirá que una psicología desdisciplinada es necesaria para transformar la sociedad, sino simplemente que es más bonito estudiar lo desconocido que la ya conocido.

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