La novedad como estímulo - VERBO DIVINO

Guillem Muntaner

La novedad como estímuloVicisitudes de la sociedad

y de la religión en una época nueva

Guillem Muntaner

La novedad como estímulo

Vicisitudes de la sociedad y de la religión

en una época nueva

EDITORIAL VERBO DIVINOAvda. de Pamplona, 4131200 Estella (Navarra)

2005

Texto La novedad como estímulo 14/1/05 09:11 Página 3

A mis alumnas y alumnos.

A Xisca, in memoriam.

A mis condiscípulos.

A las Hermanas Trinitarias,en el 25 aniversario de “El Temple”.

A mi familia. Con la máxima proximidad.


Contenido

Prólogo .......................................................................... 7

Capítulo 1Nuevos paradigmas hacen su entrada en nuestro mundo ...................................................... 150. Introducción: qué es un paradigma y

qué consecuencias trae consigo un paradigma nuevo .................................................... 15

1. Presentación del cambio de paradigma desde una visión amplificada .......................................... 231.1. Confusión en la mente.................................... 241.2. Confusión en la vida ...................................... 261.3. Confusión en la religión ................................ 28

2. Presentación del nuevo paradigma desde una visión más concreta ........................................ 312.1. En la persona .................................................. 312.2. En la sociedad.................................................. 362.3. En la cultura .................................................... 392.4. En la moral ...................................................... 422.5. En la religión .................................................. 46

3. Un tiempo para la resituación .............................. 523.1. Resituación de la persona .............................. 523.2. Resituación de las comunidades .................... 56

4. Conclusiones .......................................................... 62

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Capítulo IILa entrada de nuevos paradigmas repercute inmediatamente en el ámbito religioso .................... 690. Introducción: ¿por qué ahora este tema? ............ 69

1. Lo más importante del nuevo siglo: una redefinición de lo religioso.................................... 731.1. Signos de la actual evolución

religiosa ............................................................ 741.2. Preocupaciones e inquietudes teológicas ...... 82

2. ¿Tiene sentido hablar hoy de un “retorno” de lo religioso?........................................................ 882.1. Trastornos en el ámbito religioso .................. 892.2. La religión, situada ante una aventura

sin precedentes ................................................ 93

3. Realidades y déficit ................................................ 963.1. Falta de calor en el seno de

las comunidades .............................................. 973.2. El primado del poder situado por

encima del carisma .......................................... 1023.3. El apoyo cultural a la Iglesia

ha disminuido .................................................. 104

4. Nuevas actitudes educativas.................................. 1144.1. Analizar la situación en la que

nos encontramos respecto a todo lo reflexionado hasta ahora ............................ 114

4.2. Incorporar a nuestra situación un mapa de novedades conjuntas.................................. 117

4.3. Intentar el inicio de un nuevo proyecto mental y práctico ............................................ 119

5. Conclusiones .......................................................... 126

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Capítulo IIICómo orientarse ante los cambios .......................... 1290. Introducción: hoy no existen soluciones fáciles.. 129

1. Las exigencias de un especial esfuerzo por resituarse .......................................................... 1311.1. Existe un contraste entre lo que queremos

y lo que realmente hay .................................. 1321.2. Percepción de una sacudida ante la actual

realidad desconcertante .................................. 1381.3. La realidad concretada en datos .................... 140

2. Partir de principios como base para renovarse y avanzar ................................................................ 143

3. Un enfoque hacia el interior ................................ 1493.1. Algunas aclaraciones auxiliares...................... 1503.2. A la búsqueda de posibilidades

de curar heridas .............................................. 1593.2.1. Pánico a la falta de vocaciones.......... 1603.2.2. Miedo a negociar los talentos .......... 1613.2.3. El sentimiento de soledad ................ 1623.2.4. El peligro del silencio en auge .......... 1663.2.5. Las deficiencias en el ámbito

del amor .............................................. 167

3.3. Potenciación de un ánimo ilusionante .......... 168

4. Nuevas fórmulas para una acción de resituación.......................................................... 1704.1. Se halla una fundamental cristología

dentro del esquema de los dos grandes momentos ........................................................ 171

4.2. Algunas pautas con vistas a la posible adopción de actitudes nuevas ........................ 175

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4.3. Propuesta de tareas teóricas y prácticas........ 1804.3.1. Tareas de tipo teórico ........................ 1804.3.2. Tareas de tipo práctico ...................... 182

5. Algunas conclusiones finales ................................ 184

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Prólogo

Muchas veces he recordado, con verdadera fruición, elpoderoso impacto recibido por mí mismo, en Roma, escu-chando, perplejo, las magistrales lecciones impartidas porel profesor L. B. Gillon sobre teología de la esperanza.

El itinerario esquemático del curso programado fue re-corrido con explicaciones de selectas tramas de esperanzabíblica y con diversas producciones teológicas y filosóficasde reconocidos autores, en un removido ambiente de épocaposconciliar. Textos de desmitologización (R. Bultmann),de rehabilitación de la utopía (E. Bloch) y de teología de laesperanza (J. Moltmann) ofrecieron a los inquietos oyen-tes puntos cálidos de pegajosa reflexión.

No con mucha calma se fueron rumiando diversosenfoques teóricos, procedentes de las religiones de “Epi-fanía” y de la “Promesa”. La palabra experta, y a la vezmadurada en años de estudio, de nuestro profesor francésfue subiendo paulatinamente de tono ante las tesis de la“Teología política” y de la “Revolución”.

Sin apenas cambiar el acento tónico, puesto en todoslos vocablos en marcha, fueron asimilados con “gancho”diferentes textos de encíclicas papales y del Concilio Va-ticano II, a los que siguieron recomposiciones de impor-tantes escritos de teólogos, como K. Rahner, J. B. Metz yE. Schillebeeckx.

El final de todo aquel candente recorrido obligó deforma insistente a plantear, en lógica consecuencia, una

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pregunta de resumen último: “¿Cómo puede verse e inter-pretarse el futuro del cristianismo a la luz de la teología dela esperanza?”.

Como una “pro-ligión”, esto es, como una aperturaen favor de lo nuevo. Esta respuesta no es en forma algu-na de carácter menor. Ella implica, en sus pocas palabras,la urgente transformación total del mundo presente convistas al futuro creador de una nueva humanidad.

La esperanza cristiana es una virtud teologal quecoloca, a los que la practican con fe y caridad, ante unaclara visión utópica de la vida. La utopía –imposibilidadposible, por propia definición– con todo su típico vigorlanza a sus seguidores desde los problemas del presentehacia las esperadas soluciones propias del futuro. Éste, sitodavía no ha llegado, es ya, ahora mismo, deseado y tra-bajado con decisión, para que sea gestado cada vez conmayor celeridad y claridad serena.

El futuro es una tarea de todos. Desde las leccionesromanas sobre la esperanza utópica he podido entendercon particular clarividencia el mensaje esparcido por elconocido literato Gabriel García Márquez el 8 de marzode 1999, en París, durante su esperada alocución sobre“Visión de la próxima generación: América Latina y elCaribe en el umbral del nuevo milenio”. Éstas fueron li-teralmente sus palabras: “No esperes nada del siglo XXI.Es el siglo XXI que lo espera todo de ti” (Fórum de laUnesco y Banco del Desarrollo Interamericano, París).

Queda bien a las claras que no son los fastuosos acon-tecimientos de calendario ni las fechas rimbombantes degrandes celebraciones mundiales los que solucionan losproblemas de todos o crean un futuro mejor para la hu-manidad entera. El camino de la esperanza en un futuromejor debe ser recorrido con el esfuerzo y el trabajo detodos. Él reclama ahínco y perseverancia en la superación

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constante de las más variadas inclemencias, que intentanoponerse a la mejora humana permanente. El porvenir degracia es, entonces, cosa de todos. “El futuro es construc-ción”, había escrito Paul Valéry. No es un trivial juego deactitudes adivinatorias.

El presente trabajo habla de la transformación denuestras vidas, operada por la presencia en el mundo denuevos paradigmas o modelos propuestos para la actua-ción humana. Pero, ¿es cierto que nuestras vidas y todoaquello que les rodea han sufrido importantes cambios,todavía no bien descifrados en el sentido de no saber biensi van a resultar positivos o negativos para las personas,que vivimos ahora y para las que vendrán después?

Es éste un buen momento para recordar aquí que,cuando el ex presidente del Brasil, Fernando HenriqueCardoso, terminaba su campaña electoral de 1994, hablóasí a la multitud que había ido a escucharle: “Olvidentodo lo que he dicho: el mundo ha cambiado”.

Al intentar poner nuestra mirada sobre la realidad quenos envuelve, percibimos, efectivamente, que son muchaslas cosas que han sufrido un cambio vertiginoso: las insti-tuciones, las circunstancias de la vida, las expresiones ar-tísticas, los resultados de la investigación científica, lasnuevas técnicas de la información y de la microelectróni-ca, la medicina, la economía, la política, la cultura de lospueblos, las formas de diversión, la familia, las cos-tumbres y los hábitos, el sentido religioso de la vida, lascreencias y las no creencias, etc.

Cada uno de estos plurales cambios supone el plan-teamiento de nuevos retos tanto para la vida privada comopara la vida pública de toda la humanidad. Y es precisa-mente a partir de esta nueva realidad omniabarcante comose postula una eficaz reeducación de los pueblos y de lascomunidades, de cuya urgencia se hablará más adelante.

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Sin embargo, en el amplio marco de una historia hu-mana cambiada tan notoriamente, se ha producido la másprofunda y sustancial de todas las mutaciones. Una nue-va medida de persona ha emergido desde dentro de todoel proceso actual de transformación continuada. El serhumano ha cambiado en su cuerpo, instintos, criterios deorientación, modos de ser, de pensar y de actuar, de creery de no creer.

La nueva medida de persona se manifiesta cualitati-vamente transformada con referencia a lo que hemosvenido llamando siempre su marca de origen. Ella ha sidorecompuesta en sus características específicamente huma-nas, ha quedado invertida en los distintos niveles de supropia conciencia e, intelectualmente, comprendida de unmodo nuevo. Este nuevo modelo de persona, tan íntima-mente cambiada e investida de una materialidad desen-frenada, ha sido insensibilizado ante la cruda realidad de lavida. Este cambio acontecido en la misma intimidad huma-na provoca, inevitablemente, uno de los más altos retos quehasta ahora se habían dado en la historia reciente.

Cuando hoy hablamos del ser humano así transfor-mado, no pretendemos mostrar en él unas mutaciones su-perficiales o realizadas sólo como mera ostentación. Elnuevo patrón de persona es fruto de todo un verdaderogiro humano de ciento ochenta grados, que ha modifica-do al hombre y a la mujer hasta en su misma interioridadmás profunda.

Y este nuevo modelo de persona no está lejos, notenemos que ir a buscarlo a sitios foráneos. Por el con-trario, está más bien muy cerca; somos nosotros mis-mos. Y somos nosotros mismos los que andamos por lavida desafiándolo todo radicalmente: organizaciones,formas de educación, filosofías de la vida, creencias yreligiones.

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Tal vez podrían servir de respuestas adecuadas a losnuevos desafíos las mesas o laboratorios de trabajo si-guientes: reeducación de los pueblos, reorientación de lasvidas, abandono de una larga época transida de sospechasy búsqueda afanada por la recuperación del tiempo per-dido. También podría serlo el intento de reorganizacióndel sentido de: reciprocidad, complementariedad, modosde convivencia, respeto a la igualdad y a la diferencia,reencuentro con el sentido.

Igualmente podrían ser propuestos como tales: el cui-dado de la inteligencia con todo su potencial sorpresivo,la urgente orientación de la maravilla del mundo de losafectos, la recta aceptación de las magníficas perspectivasque gratuitamente nos ofrece la vida de cada día, el cam-bio puntual de los paradigmas sociológicos, la presenciaviva en aquellos debates en los que nos jugamos cotidia-namente la existencia, el aumento de calidad sin confor-mismos y en todos los sentidos, y la puesta al día en elpentagrama de los criterios concebidos para una buenapastoral.

Toda esta tarea educativa está por hacer. Ella es inter-minable y difícil, pero por encima de todo resulta impos-tergable.

Para su realización necesitamos ideas de esperanza,entusiasmo nuevo y la pronta resurrección de las buenaspasiones: la pasión de ser persona, padre o madre, hijo ohija, profesional o trabajador.

Alguien ha insinuado que sería bueno aprender a vi-vir angustiados, al constatar que todavía no somos todo loque podríamos ser. Otros piden saber escuchar la voz dela noche cuando, después del trabajo de toda una jornadarepleta de ocupaciones y preocupaciones, nos recuerdeque para mañana aún nos quedan muchas cosas por hacer.

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Cuando un periodista, en una entrevista que me hizoen noviembre de 2002, me preguntaba: “¿Qué se puedehacer en un mundo como el de hoy?”, mi respuesta sona-ba clara y transparente: “Participar. En este momentotodos nos sentimos necesitados de hablar y de escuchar.El silencio no sirve para nada”.

El libro que tiene ahora el lector en sus manos no hasido escrito sino con la finalidad de participar. Es verdadque somos muchos los que analizamos nuestro mundocon las mismas herramientas de trabajo, puestas a nuestradisposición, y, más pronto o más tarde, cada cual ofrecesiempre sus meditados puntos de vista como generosaaportación de los resultados conseguidos en beneficio deun futuro humano más claro para todos. Es por esto porlo que, en esa gran mesa redonda en la que se compartenopiniones, se intercambian inquietudes de toda especie ose presentan propuestas, tanto teóricas como prácticas,guardar silencio sería una gran temeridad, para nadie be-neficiosa.

Como se podrá ver, el libro ha sido estructurado a ba-se de tres largos capítulos, cada uno de los cuales goza,por sí mismo, de sentido completo. El primero de elloscontiene una sencilla explicación de lo que se entiendepor paradigma y de cómo nuevos modelos de pensar, deser y de actuar se han introducido en casi todos los ám-bitos de la sociedad y de la vida humana en todos los ór-denes de formas vitales. El intento básico de esta primeratoma de contacto con el lector consiste en ofrecerledeterminadas aclaraciones, particularmente sobre lo quepuede conseguir un nuevo paradigma en la vida generalde las personas en su actuar diario.

En el segundo capítulo se hace hincapié continuadosobre las repercusiones que los nuevos paradigmas hansupuesto para el fenómeno religioso en general, así como

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también para determinados ámbitos particulares de lareligión misma. Las reflexiones que se quieren aportar enesta segunda parte tienen su natural origen en la preguntaque hoy la mayoría de la gente se formula tanto privada-mente como en encuentros públicos: “¿Qué le pasa hoy ala religión?”. La buena educación no se consigue sola-mente sabiendo muchas cosas, sino sabiendo colocar ade-cuadamente y en cada momento de la vida los conoci-mientos pacientemente adquiridos.

El tercer capítulo está orientado hacia cuestiones prác-ticas, es decir, hacia propuestas factibles o realizables, comomodos de orientación ante los cambios provocados por losnuevos modelos paradigmáticos. La pregunta que aquí seformula reza así: “¿Cómo orientarse ante los cambios?”.Es éste un interrogante ante el cual emanan respuestas aveces comprometidas y casi siempre complicadas.

Si en el primer capítulo se encuentran aclaraciones so-bre el tema presentado y en el segundo el lector puede en-contrar diferentes reflexiones sobre varios puntos contro-vertidos, ya en la tercera parte se plantean formas deaterrizaje en la práctica realidad de cada día, en donde esbueno encontrar las mejores propuestas de actuación. Alfinal de cada capítulo aparece un grupo de conclusiones,pensadas como argumentos de reflexión, tanto personalcomo comunitaria, después de que se haya pasado por elestudio previo a ellas y se esté preparado para un necesa-rio discernimiento sobre los contenidos seleccionados.

Agradezco a las congregaciones religiosas de lasAgustinas Hermanas del Amparo y de las Hermanas Tri-nitarias el haber seguido algunos temas incluidos en estetrabajo, así como también al colectivo de profesoras yprofesores que en el Centro del Profesorado (CEP), y du-rante todo un curso, han trabajado en el conocimiento delos nuevos paradigmas y sus repercusiones en el mundo

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de la educación. Igualmente, llega mi acción de gracias algrupo arciprestal de Agentes de Pastoral en su esfuerzopor participar en el proyecto de formación permanente, apartir de los contenidos presentes en este libro. Mi agra-decimiento va dirigido también a mi sobrino Tomeu, quesiempre ha estado a mi lado, prestando sus conocimientosjurídicos y microelectrónicos, cuando fueron necesarios.

A la hora de lanzar al aire el presente trabajo, es deesperar que los mensajes que puedan encontrarse en laspáginas que van escritas seguidamente sean mensajes di-chos a coro, pues son muchas las personas que en cadauna de sus letras y en cada una de sus palabras han presta-do sus voces, agudas o graves, no importa. Lo que sí im-porta es que se hagan oír maravillosamente entremezcladaspara el bien de todos. Es ésta una buena fórmula educativade los pueblos y de las personas.

Guillem Muntaner GelabertSa Pobla - Mallorca, diciembre de 2004

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Capítulo I

Nuevos paradigmas hacen su entrada en nuestro mundo

Las cosas pueden ser de otra manera

0. Introducción: qué es un paradigma y qué consecuencias trae consigo un paradigma nuevo

No pocas veces uno se siente condicionado por lacomprensible tentación que suele esconderse subrepti-ciamente en el deseo innato de querer concretar, en pocaspalabras, todo aquello que sucede hoy en relación con lasnumerosas transformaciones y cambios, experimentadoscasi constantemente en carne propia.

En este tan variado campo, las dificultades de compren-sión de la realidad existente son muchas y aparecen irreme-diablemente con mayor fuerza en cuanto se ensaya el in-tento de simplificar; sobre todo, cuando llega la necesidadde plantear la cuestión de las complejas transformacionesque sufre nuestra sociedad, y más aún si se quiere lograr es-te propósito desde perspectivas particularistas y no desdeun horizonte más amplio y de mayor sensibilidad por lasnuevas y plurales complicaciones de la vida en general.

Resulta mucho más perceptible la posibilidad de éxi-to en este aspecto si se recurre a la búsqueda y al consi-

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guiente descubrimiento de la misma raíz de todo el movi-miento transformador, que frecuentemente ha sido vulga-rizado con sólo hablar de la entrada en una “Nueva época”de la historia, en el sentido más amplio de la expresión,sin entrar en mayores detalles. G. Borradori entiende queel cambio de época que estamos viviendo está difundidoen la conciencia de todos, tanto en quienes miran el mun-do desde la izquierda como en los que lo examinan desdeuna visión de derechas. Todos nos sentimos involucradosen ese cambio histórico. I. Ramonet enfoca el conceptode la “nueva era” desde unas “características fundamen-tales” que a todos nos afectan por principio ahora mismo:“La transmisión instantánea de datos inmateriales y laproliferación de los vínculos y las redes electrónicas: In-ternet es el corazón, la encrucijada y la síntesis de la granmutación en curso...”1

Entre los pensadores actuales, la impresión de que he-mos entrado en una nueva época de la historia se presen-ta bajo el signo de un amplio consenso, enriquecido conun gran número de detalles de enorme peso. Los elemen-tos del cambio, producido como vicisitud histórica nor-mal, resultan innumerables y omniabarcantes. Y no setrata aquí de poner la mirada en pruebas demasiado con-cretas y limitadas, por más que queden expresadas entérminos visiblemente comprobables en cualquier ámbitode la realidad envolvente. Lo que hoy todo el mundoentiende por entrada en una nueva época es la aceptacióngeneralizada de que ha empezado un nuevo período de lahistoria humana en todos los niveles.

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1 Borradori, G. La filosofía en una época de terror. Diálogo conJürgen Habermas y Jacques Derrida, Taurus, Madrid 2003, cf. pp.54ss. Cf. Ramonet, I., Guerras del siglo XXI. Nuevos miedos, nue-vas amenazas, Mondadori, Barcelona 2002, p. 102; Lipovestsky, G.Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de comunicación,empresa, Anagrama, Barcelona 2003.


Esta ensanchada visión ofrece la posibilidad de si-tuarse ante un panorama de los sucesos reales mucho másdilatado y complejo y, por ende, inevitablemente desor-denado en forma excesiva. Sin embargo, en el plantea-miento analítico de una sociedad que no para en sus im-pulsos de cambiar frenéticamente, no puede esperarse unaforma más productiva que la de partir de la misma com-plejidad y del desorden de la realidad en que se vive, pormás que en un primer momento se tenga la molesta im-presión de que los hechos superan toda posibilidad decontrol reflexivo.

A decir verdad, hoy casi todas las grandes perplejida-des que sufrimos arrancan claramente de esta contrastadarealidad: “Hemos entrado en un nuevo paradigma, quenos conduce a pensar, a vivir y a ser de otra manera”. Lasincontables descripciones de la situación de cambio gene-ral en que se encuentra metida la sociedad humana actual,en cualquiera de sus ámbitos vitales, se basan normal-mente en el hecho, comúnmente aceptado, de la apariciónen nuestro mundo de un nuevo paradigma, vocablo usa-do –como bien se sabe, desde que Thomas Kuhn lo vol-vió a poner en circulación en el campo científico– paraexplicar la estabilización de nuevos consensos científicosy enfocar la existencia según el advenimiento de incipien-tes modelos de vida2. De repente, “todo ha empezado a

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2 Cf. Blumenberg, H. La realidad en que vivimos, Paidós,Barcelona 1999, p. 122. L. Racionero se funda en el cambio deparadigma para dar todo un repaso al siglo XX. Cf. El progresodecadente. Repaso al siglo XX, Espasa, Madrid 2000, p. 116; G. Muntaner hace lo propio en el campo de la pedagogía, cf.“Raons fonamentals per a una nova forma d’Ensenyament”, enComunicació, Rev. del Centre d’Estudis Teològics de Mallorca, 71,1991, pp. 101-113. En filosofía, J. Habermas ha dedicado un buennúmero de sus últimas obras a la labor de defender el paso necesa-rio que va del paradigma del sujeto o de la conciencia al paradigmade la intersubjetividad o de la comunicación. Cf., especialmente, de


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este autor, Teoría de la acción comunicativa (I-II), Taurus, Madrid1987 (1ª edición alemana, Suhrkamp, Frankfurt a. M. 1981). Un es-tudio de G. Muntaner sobre el nuevo paradigma habermasiano, conel título De la comunicación a la felicidad, se encuentra en avanza-da preparación. En teología, una obra muy orientadora en cuantoal uso del nuevo paradigma se encuentra en AA. VV., Teología ynuevos paradigmas, Mensajero, Bilbao 1999. En este mismo sen-tido, la obra teológica de A. Torres Queiruga significa un claro es-fuerzo de renovación epistemológica. Este afán renovador se hacecomprensible precisamente porque el autor parte también de lafuerza transformadora ínsita en el nuevo paradigma. Cf., espe-cialmente, Fin del cristianismo premoderno. Retos hacia un nuevohorizonte, Sal Terrae, Santander 2000; íd., “El pluralismo comoriesgo y oportunidad para la fe”, en AA. VV., Fe cristiana y opciónpersonal, PPC, Madrid 2000; íd., Repensar la resurrección. La dife-rencia cristiana de las religiones y de la cultura, Trotta, Madrid2003. L. Boff, El despertar del Águila, Trotta, Madrid 2000, al defi-nir nuestra época de cambio como “cambio de época”, invoca lanecesidad de entrar en el nuevo paradigma como superación de unparadigma teológico que cubrió “quince mil años de historia”, p.29ss. En el ámbito de la psicología transpersonal, Ken Wilber pro-pone la unificación de los distintos paradigmas en una red interre-lacionada de enfoques mutuamente enriquecedores y propugna ha-cerlo de forma “integral” o inclusiva. Cf. Visser, F. Ken Wilber o lapasión del pensamiento, Kairós, Barcelona 2004. En sociología to-mamos por ejemplo a A. Melucci como analista de una sociedadtransformada a partir del nuevo paradigma que le sirve de ojo críticopara su labor sociológica. Cf. Vivencia y convivencia. Teoría socialpara una era de la información, Trotta, Madrid 2001. Diversos au-tores, que componen una larga lista, dedican una amplia y excelen-te obra de actualización de la teología latinoamericana y, en gene-ral, de la teología del Tercer Mundo. Para lograr su trabajo derevisión, se apoyan en la experimentación de la presencia de unnuevo paradigma en el campo teológico. Cf. Fornet-Betancourt, R.(ed.), Resistencia y solidaridad. Globalización capitalista y libera-ción, Trotta, Madrid 2003. Puede verse especialmente, en la obra ci-tada anteriormente, la propuesta de Margrit Eckholt. El nuevo pa-radigma se daría, dentro del campo de relación entre cristianismo ynuevas culturas, en el hecho de una fuerte irrupción de distintasculturas venidas del sur y del este europeo, que se han encontradocon una forma de reflexión basada en una “epistemología básica”y que ya ha perdido su vigor. Cf. “La cultura como nuevo ‘lugarteológico’. Perspectivas para un pensamiento teológico en caminohacia una ‘Nueva Ecumene’”, p. 302. Para la transformación de lasociedad desde abajo, desde el pueblo, Lilian Celiberti propone


cambiar en nuestro alrededor”: “El marco geopolítico, elcontexto económico, las coordenadas políticas, los pará-metros ecológicos, los valores sociales, los criterios cultu-rales y las actitudes individuales”3.

Es ya sabido que la palabra “paradigma” procede delgriego paradeigma, con significado etimológico de “mo-delo”. Primordialmente, por necesidad de investigacióncomunitaria, el paradigma es usado por los científicos enel terreno de su sistemático trabajo de cada día. Para in-vestigar correcta y fructíferamente, las comunidades deinvestigadores científicos parten de un modelo consen-suado, de un acordado paradigma de búsqueda, interna-mente usado en beneficio de una labor tejida lo más or-denadamente posible y ejecutada con vistas a la mayorefectividad4.

La investigación –en la misma raíz de los estudios quese pretenden realizar– se sirve de un paradigma, cuyo usofielmente practicado ha de conducir por estricta normali-dad a unificados descubrimientos fácticos. Esos modelosde búsqueda aparecen también como necesarios en el tra-

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aprovechar la oportunidad de hacer uso de los nuevos paradigmasy así obtener una nueva situación civilizatoria, unas “nuevas cul-turas políticas” y unas “nuevas formas de estar en el mundo”, apartir de su tema “Formularse las preguntas”, en AA. VV., PortoAlegre (Foro Social Mundial 2002). Una asamblea de la huma-nidad, Icaria, Barcelona 2002, p. 84. Cuando J. C. Guillebaudpropone cambiar de paradigma en el sentido de “revolución con-ceptual”, con la que estamos a punto de cruzar un “umbral pro-digioso”, se acoge a la propuesta del periodista científico HervéKempt de llamar “biolítica” a esta forma de revolución. Ella se-ría distinta de la neolítica y de la paleolítica sólo por la cuestióndel “bios”. Cf. El principio de humanidad, Espasa, Madrid 2002,pp. 20ss.

3 Cf. Ramonet, I., Guerras del siglo XXI, p. 101.4 Para todo este tema, cf. Muntaner, G., “Raons fonamen-

tals”, a. c.


bajo productor de las empresas, en los proyectos de edu-cación y de enseñanza, en los planes de pastoral activa y encualquier ámbito de la vida entera, cuando en cada uno deesos terrenos laborales y de proyección renovadora quie-ren conseguirse los mejores resultados conjuntos.

Así se entiende que los paradigmas sean modelos bá-sicos en el campo de la investigación científica, como tam-bién en otras materias de trabajo social, pero la experien-cia enseña igualmente que, usados a diario y expuestos alpaso del tiempo, llegan a gastarse. Aunque ellos obren aun ritmo que les es propio y transiten por un camino deaparente normalidad, al final acaban agotándose. Enton-ces sus usuarios –buscando siempre el éxito, por el queponen en acción el máximo afán– sienten la urgencia decambiar de paradigma, puesto que el anterior ya no pro-cura soluciones a los nuevos problemas existentes. Hoyesta práctica se hace acuciantemente inevitable, una vezque los cambios epocales y de toda especie se han vueltotan numerosos y a la vez tan complicados.

Normalmente, los paradigmas –no sólo los científi-cos– se agotan al sufrir en su mismo seno las eventualestransformaciones evolutivas del mundo y del históricoproceso renovador, ínsito en el corazón de la misma vida.Frente a las muchas consecuencias provenientes de dichasmutaciones, el modelo usado hasta este momento apareceincapacitado para dar respuestas válidas y congruentes alos problemas de nuevo cuño.

A partir de ese momento se vive en una especie de de-sasosiego, de incertidumbre y de confusión. Esta situa-ción, tan típica de la muerte de un paradigma, suele cono-cerse con el nombre de crisis o tiempo de discernimientoy de búsqueda, de juzgar de forma nueva la realidad, quese ha visto esencialmente trastocada en su misma raízexistencial.

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Por suerte, hoy son minuciosamente conocidas esaspeculiaridades paradigmáticas, por lo que se tiene comototalmente claro que en nuestro mundo se está dando uncambio de paradigma en este sentido, aunque no siemprenecesariamente todos nos demos cuenta de ello o lo asu-mamos con toda su radicalidad e importancia.

En nuestros días existe una conciencia generalizadade estar situados en el hervor de una revolución epocal.Al especificarse ella concretamente como la expresióninequívoca de una experiencia percibida como un acon-tecimiento verdaderamente relevante, entonces toma elpreocupante nombre de efectuación de un cambio de pa-radigma en las distintas esferas vitales del mundo actual.Nos demos cuenta o no, las consecuencias y las repercu-siones producidas por este cambio en la vida diaria resul-tan incalculables.

Precisamente, todo ello da a entender que, cuando ha-blamos de cambio de paradigma, no nos referimos a unsimple cambio de moda o de situación pasajera e incon-trolada, sino al paso a una verdadera mutación de mode-lo que se da en casi todos los ámbitos de la vida humana,a la que debe mantener en su proceso de progreso evolu-tivo con una cierta estabilidad tanto de tiempo como designificado5.

Ahora, la pregunta es ésta: en general, ¿qué cambia ennuestras vidas con la llegada del nuevo paradigma? Si que-remos dar a esta pregunta una respuesta sumamente es-quematizada, podemos afirmar que quedan cambiadas:

– Las mentalidades o esquemas de pensamiento delas personas.

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5 Cf. Navarro Cordón, J. M., “Hermenéutica filosófica con-temporánea”, en Muguerza, J. – Cerezo, P., La filosofía hoy, Crítica,Barcelona 2000, p. 125.


– Sus humanas formas de ser.

– Sus humanas formas de vivir y de actuar y, ade-más, en la práctica.

– El paradigma nuevo sigue revolucionando todoaquello que todavía no ha sido revolucionado.

Este amplio cúmulo de cambios ocurre: en el mundoglobal de la vida, en los distintos ámbitos por los que semueve la sociedad, en el nivel de pensamiento, de familia,de educación y en el seno de las actividades más variadasque realizan los diversos grupos humanos en su nobleafán de trabajar, de vivir y de amar.

Por supuesto, también sucede en cada una de las esfe-ras de la religiosidad de los pueblos. Y, sin duda, muyconcretamente, en el ámbito de la Iglesia.

Como podremos comprobar, dicho cambio de para-digma puede experimentarse y ser analizado claramentedesde una visión amplificada de la realidad [1]. Sin em-bargo, si se quiere profundizar aún más en este hecho tansingular, no queda otro camino más que el de concretar supresencia en un terreno de mayor especificación, a fin deconstatar, en lo posible, toda su energía transformadoraen cada uno de los tramos de actividad en donde la vidapalpita con toda su fuerza [2]. El objetivo que esta dobleinvestigación se propone conseguir es el de resituar en elmundo nuevo tanto a las personas, vistas individualmen-te a la manera de sujetos, como a las comunidades, o con-juntos humana y socialmente organizados de los sujetosmismos [3]. Al final intentaremos llegar a unas conse-cuentes conclusiones [4].

Vamos a ver esta situación expuesta a continuación enlos cuatro tiempos programados.

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1. Presentación del cambio de paradigma desde una visión amplificada

Ha afirmado rotundamente no hace todavía muchotiempo S. J. Lec: “Amo al hombre; yo no lo habría crea-do”6. Desde una visión amplia, podríamos decir que elcambio de paradigma ha producido y sigue produciendoun marcado malestar, enojoso para el ser humano, que sesiente hecho para la felicidad y, sin embargo, sufre ahoraun estado de ansiedad, traducible en términos generalespor una situación hasta ahora desconocida de “confu-sión”: todo anda mezclado, desordenado y entreverado.“El siglo XX se abrió con teorías de decadencia y se hacerrado con la teoría del caos”7. Ch. Duquoc defiende quesi el poder de las formas constitucionales resulta ser des-mesurado, se da un momento de notorio crecimiento delcaos, tanto que la vida y sus imágenes quedan defectuo-samente deformadas8.

Ahora bien, ¿en dónde percibimos realmente esa con-fusión, ese desorden o ese caos? Sería bueno que se acla-raran un poco los campos de interpretación de la vida enlos que es percibida hoy con mayor intensidad la actual ytan cacareada falta de claridad.

Un diagnóstico de esta naturaleza puede presentar uncuadro en el que no resulta difícil distinguir tres momen-tos clave:

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6 Citado por Rubert de Ventós, X., Dios, entre otros inconve-nientes, Anagrama, Barcelona 2000, p. 30.

7 Racionero, L., El progreso decadente, p. 111.8 Cf. de este autor:“Creo en la Iglesia”. Precariedad institucio-

nal y Reino de Dios. Sal Terrae, Santander 2001, p. 20. G. Steiner,observa, sin embargo, que la doctrina sobre la “teoría del caos” hasido uno de los “avances más prominentes” de nuestro tiempo. Cf.Gramáticas de la creación, Siruela, Madrid 1990, p. 40.


1.1. Confusión en la mente

Es constatable empíricamente que nuestros saberes,teóricos o prácticos, aparecen como si fueran cada vezmás discordantes entre sí. Hay cosas que, juntas, hoy noencajan bien en la mente humana ni en la producción or-ganizada de los hechos de cada día. Esos conocimientos yexperiencias del saber nos llegan asimétricamente trocea-dos o fragmentados, y se nos presentan con caracteresmultidisciplinarios, transversales, multidimensionales,transnacionales, globales, planetarios y, al mismo tiempo,también en formato local9. En cuanto ello sucede en nues-tro entorno, ¿qué comentarios descriptivos se dejan oír anuestro alrededor?

• En primer lugar, y a consecuencia de ello, se diceque ya no hay personas de una “sola pieza”10, talcomo había sucedido casi siempre en el transcur-so de la historia, en tiempos de clara normalidad.La variación, la multiplicidad y el pluralismo, enforma de supermercados11, son signos propios denuestro tiempo que penetran con suma facilidaden la conciencia humana y en el encuentro diarioentre hombres y mujeres, inaugurando este hechouna nueva era de inestabilidad vital.

• En segundo lugar, se ha afirmado también, ha-ciendo uso de una especie de sentido acomodati-

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9 Cf. Morin, E., La mente bien ordenada. Repensar la reforma.Reformar el pensamiento, Seix Barral, Barcelona 2000, p. 13.

10 Rubert de Ventós, X., o. c., p. 24.11 Es ejemplo de lo dicho anteriormente el libro en el que se en-

cuentran mezclados los más variados temas literarios, entrevistas,discusiones, debates, crítica literaria y musical, cine, sufrimiento,mal, muerte de Dios, arte contemporáneo, clonación, etc. Cf.Houellebecq, M., El mundo como supermercado, Anagrama, Barce-lona 2000.


cio, que “nadie es un buen economista si sólo eseconomista”12. Esta frase, aplicable a cualquierprofesión o ámbito de trabajo, se refiere igual-mente a la necesidad que presenta hoy la vida declarificar, desde distintos posicionamientos vir-tuales, la inestable y nebulosa realidad, cuyo aná-lisis, hecho desde una sola visión, resulta cada vezmás insuficiente en orden a conseguir buenos re-sultados finales. Las materias de estudio y del sa-ber humano, en general, se hallan hoy felizmenteinterrelacionadas. La preparación profesional y elnivel del trabajo en el campo de los servicios exigeel esfuerzo, por lo demás atractivo y provechoso,de la interdisciplinariedad. La lucha por la vida seha hecho muy difícil, complicada, y o se debatedesde muchos campos complementarios del co-nocimiento y de la praxis, o la decepción anímica-mente destructiva está al acecho.

La confusión aparecida hoy en las diversas líneas delconocimiento obliga a realizar una práctica de jornadas in-tensivamente unificadoras o interrelacionadas con el claroobjetivo de conseguir la visión de un horizonte mental másamplio y mejor ordenado, a la vez que enriquecido por lavariedad plural de contenidos y de procedimientos, sin queello constituya merma alguna en el proceso de formaciónpersonal, sino, por el contrario, suponga en el seno de cadapersona particular un aumento cualitativo en el camino desu propia realización humana permanente.

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12 Hayek es el autor de esta frase lacónica, pero de muy densocontenido. Cf. Morin, E., o. c., p. 17. L. Boff aplica el mismodicho a la teología: “Quien sólo sabe teología, ni siquiera sabeteología”, en “Nuevas vías para la transformación de la manera depensar de la teología”, en Fornet-Betancourt, R. (ed.), Resistencia,o. c., p. 269.


1.2. Confusión en la vida

Como sucede en el ámbito de la mente, la forma quetiene la persona de vivir el día a día ha perdido también sunormal claridad y, rodeada de nieblas opacas, se ha vueltosobradamente espesa. La privación de lucidez y de diafa-nidad, introducida en los hechos constituyentes del vivirdiario, ha conseguido que, de todos lados, surjan ines-perados problemas opuestos a toda buena visión de larealidad.

Se dice que el principal origen de la crisis actual, ca-racterizada por el signo de una nueva opacidad (Die neueUnübersichtlichkeit = J. Habermas, 1985), también mar-cada por la confusión en el nivel de la vida, podría ser el“tedio”13, antiguamente conocido más bien con el nombrede “abulia”. Pues esta forma de peculiar aburrimiento

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13 Con las palabras “tedio”, “aburrimiento”, “acedia” ha des-crito G. Steiner la crisis de nuestro tiempo. “Antes la barbarie queel aburrimiento”, ha clamado Th. Bentham. Cf. Racionero, L., o. c.,p. 65. A. Finkielkraut hace la aportación aquí de la expresiva frasede R. Vaneigem: “No queremos un mundo donde la garantía de nomorir de hambre se cambie por la amenaza de morir de tedio”. Cf.La inquietud. Conversación sobre nuestro tiempo, Anagrama,Barcelona 2001, p. 134. En el aspecto religioso y ritual, el males-tar más peligroso de nuestros días es señalado con el nombre de“rutinización” por J. Martín Velasco en El hombre y la religión,PPC, Madrid 2002, p. 62. J. C. Guillebaud relaciona el “hastío” yel “sentimiento de frustración” actuales con el “desencanto delmundo” y con la “ausencia de vida espiritual”. Cf. El principio deHumanidad, Espasa, Madrid 2002, p. 171. F. Quesada Castrorecuerda que Hegel conectaba ya en su tiempo la cuestión del“tedio” con la “presencia de una crisis” de época. Cf. “Actualidadde la filosofía política (pensar la política hoy)”, en Muguerza, J. –Cerezo, P. (eds.), La filosofía hoy, p. 301. En un estudio queCharles Taylor hace sobre William James, propone dar el signifi-cado de melancolía al hablar de la “acedia” cuando este vocabloincluya indicios de un vacío casi definitivo o del agotamiento dela ilusión. Cf. Las variedades de la religión hoy, Paidós, Barcelona2003, p. 49.


comporta una situación muy engorrosa que priva de ladebida serenidad y del necesario optimismo a las perso-nas que sufren dicho malestar de acedia. Muchos jóvenesde 13 a 19 años –ha escrito la prensa repetidamente en losúltimos tiempos– apelan durante los fines de semana alfamoso “botellón” (mezcla de licores, vinos y pastillas)y se emborrachan para no tener que sufrir el epocal abu-rrimiento a que se hallan sometidos los adolescentes, es-pecialmente durante los fines de semana. Así las cosas,con una juventud atascada y sin encontrar puntos desalida imaginativos a sus ratos de ocio, no se podráesperar para el futuro más que una sociedad preocu-padamente tarada.

Por otro lado, así como es experimentalmente com-probable el modo en que funcionan los criterios sobre elsentido de la vida en cualquier etapa de la existencia huma-na, es bien sabido que hoy ellos han dejado de ser fáciles deentender y de manejar, pues la anormalidad ya ha sido ins-titucionalizada14. Por lo cual –especialmente en el terrenodel amor, fundamental en la breve historia de cada uno– losproblemas se han tornado progresivamente más fuertes yduraderos. Tanto es así que ya no se sabe evaluar bien nidiscernir adecuadamente, y en particular en este campo dela vida, dónde está la “paja o el grano”15. Aquella famosamujer que nunca había amado no le tenía ningún miedo alamor, que no conocía. “Sólo temía las torturas”16. En el

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14 Cf. Lash, S., “Individualización a la manera no lineal”, enBeck, U. – Beck-Gernsheim, E., La individualización. El indivi-dualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas,Paidós, Barcelona 2003, p. 14.

15 L. Racionero refiere todo un conjunto de elementos creado-res de las complicaciones de la vida moderna actual, especialmenteen el campo superabundante de la información. Cf. loc. cit., p. 43.

16 Cf. Jameson, F., Las semillas del tiempo, Trotta, Madrid 2000,p. 100.


normal caos del amor, hoy es muy normal que el amor seacaótico17.

El sujeto humano parece haber bajado de nivel18 y ha-berse convertido en mero objeto de uso. Le sucede igualque a una casa. Mientras en ella sólo se cambian los mue-bles, las cortinas o las alfombras, aunque se deje ver conotro aspecto más agradable y acogedor, permanece siendola misma, por mucho que aparezca como un objeto máslogrado. Cuando los hombres y las mujeres de hoy sólose interesan por los cambios externos, ahora tan fáciles deconseguir y tan usuales en todos los aspectos de la vidacontemporánea, pero no se preocupan por transformarsedesde dentro, ha llegado para ellos el momento en el queabundan las puras apariencias externas e impera el prin-cipio de verdadera confusión interior, que priva al serhumano del enriquecimiento de su íntima subjetividad,única válidamente capacitada para enderezar un buenordenamiento de la vida personal hacia su plenitud. Haytodavía más.

1.3. Confusión en la religión

Por un momento dirigimos la mirada hacia atrás, re-trocediendo hasta el año 1999. Los obispos de la Iglesiacatólica se hallan reunidos en Roma, en situación de sí-nodo. Una de las declaraciones finales a la que llegó sutrabajo sinodal, en la que concentraron conclusivamentelo que se piensa sobre la confusión religiosa en nuestrotiempo, reza así: “Europa está religiosamente enferma”19.Seguidamente, y desde distintos lados, se oyeron otrasvoces que comentaron dicha conclusión episcopal en

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17 Cf. Lash, S., o. c., p. 15.18 Cf. Jameson, F., o. c., p. 23.19 Cf. Racionero, L., o. c., p. 145.


forma de un antiguo “retorqueo”: “La religión está hu-manamente enferma”.

Mitterrand, cuando era presidente de Francia, yahabía lanzado por los aires con marcado realismo la frasesiguiente: “Vivimos una apostasía tranquila”20. Esta breveexpresión, intensamente comprimida, contiene una enormefuerza explosiva. Sabemos muy bien, por la larga historiade las creencias, que cualquier apostasía anterior a nues-tro tiempo hubiera sido contestada violentamente y sinmediar razones, hasta el punto de ser lapidados los prófu-gos de la religión. La actual apatía religiosa en que nos en-contramos no deja de ser un indicio evidente de una enor-me falta de claridad en los postulados fundamentales, quedeben apoyar siempre las posiciones creyentes del ser hu-mano, por más que ellas provengan y estén decididas des-de una práctica de libertad personal nada discutible en símisma. En el terreno de la fe, los vaivenes actuales tienen subase más indiscutible en la falta de transparencia de la quehan de estar dotados los propios cimientos, permanente-mente renovados, que la deben mantener alimentada.

Para entender lo dicho del mejor de los modos posi-bles, bastaría poner un ejemplo razonablemente con-vincente. Una de las más importantes funciones que deberealizar indefectiblemente la religión consiste en propor-cionar un verdadero sentido a la vida21. El hecho de quehoy haya gente que, sin más ni más o después de largasreflexiones, abandone la vivencia religiosa y se sitúe en la

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20 Ibid., p. 145.21 Cf. ibid., p. 158; Martín Velasco, J., o. c., pp. 143-160. M. Au-

gé interpreta la vida actual como lugar de sobrecarga de sentidos. Seda una “superabundancia” y un “exceso” de sentidos... y en unmundo nuevo experimentamos la necesidad cotidiana de sentido.Cf. Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de lasobremodernidad, Gedisa, Barcelona 2004, p. 36.


intemperie de la indiferencia o se deje abrigar por el caloradormecedor de otros elementos extrarreligiosos hace pen-sar que muchos, sin cejar en la búsqueda del sentido de lavida, aseguran que ya no lo encuentran en la religión, entreotras razones porque no aparece ante ellos de una formaexigiblemente diáfana. “No protesto contra la religión ensí misma, sino contra aquellos que me la han enseñadomal”, ha dicho una madre de familia durante el diálogoposterior a una clase en un curso de formación perma-nente para profesores y profesoras.

Este hecho, perfectamente constatable en nuestrosdías, explica que una de las mayores amenazas de nuestrotiempo posiblemente sea el desinterés no bien clarificadopor las cuestiones religiosas. Lo que sucede entre noso-tros en este aspecto no deja lugar para la duda, pues, porlo que se ve, la sociedad española se ha descristianizado deforma “expeditiva”, es decir, rápida y “sin remordimien-tos de conciencia”22.

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22 Una de las características más conocidas de nuestra sociedades el “desinterés por la religión y, más concretamente, la insignifi-cancia de las referencias a Dios... la invocación a Dios no hace faltapara interpretar la vida personal ni los acontecimientos sociales”,observa F. Martí. Cf. “Decadència o renaixement del catolicisme”,en El catolicisme a debat. Qüestions de vida cristiana, Publicacionsde l’Abadia de Montserrat, Barcelona, septiembre 2000, p. 14. Cf.González-Carvajal, L., Los cristianos del siglo XXI. Interrogantes yretos pastorales ante el tercer milenio, Sal Terrae, Santander 2000, p.83; Rubert de Ventós, X., o. c., p. 142; A. Domingo Moratalla es delparecer según el cual los cristianos españoles, en un tiempo marca-do por el conocido proceso de secularización de la sociedad, hanactuado “acomplejados” (p. 103), produciéndose en ellos una “de-sidentificación con la institución eclesial”, dándose por supuestoque ésta no ha sabido “administrar, gestionar y dirigir el patri-monio de sentido” (p. 104). Cf. “Del secularismo a la secularidad:tiempo de responsabilidad y astucia institucional”, en AA. VV.,“A vueltas con la secularización. Religión, sociedad, modernidad”,Sal Terrae, febrero 2003, pp. 93-106. Los tiempos son “rudos” para


La actual confusión presente en la mente, en la vida yen la religión seguramente tiene mucho que ver con uncambio de paradigma, todavía no asimilado conveniente-mente por nuestra sociedad en período de transforma-ción. Esta situación comporta seguramente uno de losmás vistosos síntomas aptos para descubrir la profundadimensión y la gran envergadura de los fuertes cambiosque estamos sufriendo en este momento.

Este estado de cosas será analizado seguidamente conmás detalle.

2. Presentación del nuevo paradigma desde una visión más concreta

Concretar significa, aquí, abrigar la esperanza de po-der profundizar en el estudio del fenómeno, significadopor la aparición de un nuevo paradigma en el mundo dehoy, y, por ese camino, llegar al desarrollo fehaciente depuntuales análisis sectoriales de la vida humana y social, afin de que, a través de ellos, pueda descubrirse la clara sin-tomatología de su presencia en cualquier ámbito de laexistencia y percibirse indicios evidentes de estar ejer-ciendo sus fuerzas cambiantes en imparable actividad. In-tentaremos hacer real esta posibilidad de búsqueda fruc-tuosa en los cinco próximos pasos:

2.1. En la persona

La persona, como sujeto individual pensante, hablantey actuante, constituye la base vital y racionalmente pro-motora de todos los movimientos históricos de la comu-

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la Iglesia, según expresaba en una asamblea episcopal el año 2000monseñor Louis-Marie Billé, presidente de la CEF. Cf. El catolicismea debat. Qüestions de vida cristiana, o. c., p. 5.


nidad formada por hombres y mujeres en nuestro mundo.En el devenir de los tiempos, ella da las pautas que debenguiar los hechos de cada día, con el objetivo abierto deavanzar hacia la construcción y reconstrucción perma-nente de la misma persona como tal y como eje del pro-greso y perfeccionamiento de la especie. Su compleja po-sición en el universo de las cosas no siempre resulta losatisfactoria que sería deseable, pues sus aciertos se com-binan increíblemente con sus equivocaciones o erroresadvenedizos.

Ahora mismo, a causa de la feroz aceleración de losfascinantes cambios que hace irrumpir en la historia lamisma persona, y no obstante disfrutar de un poder razo-nador y de una fuerza creadora y receptora de emocionesfuertes hasta el extremo, hoy ella se siente inespera-damente cargada de miedos y amenazas. Vale la pena teneren cuenta varias de las nuevas amenazas: “Hiperterroris-mo, fanatismos religiosos o étnicos, proliferación nuclear,crimen organizado, redes mafiosas, especulación financie-ra, quiebra de macroempresas (Enron), corrupción a granescala, extensión de nuevas pandemias (sida, virus Ébola,enfermedad de Creutzfeld-Jakob), desastres ecológicos,efecto invernadero, desertización...”23. Hay que tener encuenta estas amenazas, sobre todo al considerar con acen-tuada perplejidad las crecientes utopías con que la vida sereviste cotidianamente. Por el temor a esas imposibili-dades posibles que son las utopías, el hombre y la mujerde hoy se sienten impulsados a borrarlas del mapa de susinvoluntarias preocupaciones. Esta ansiedad insana con-sigue que a los hombres y a las mujeres ahora todo lesparezca opresivamente duro y difícil. J. B. Metz exponeun miedo todavía más radical. Es el miedo a “estar atra-

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23 Cf. Ramonet, I., Guerras del siglo XXI. Nuevos miedos, nue-vas amenazas, o. c., p. 15.


pados en la red de un tiempo sin rostro y despiadado quenos arrolla a todos como la arena en el mar... misteriosomiedo por la identidad”24. G. Lipovetsky asegura que elmiedo se ha convertido en nuestro “sentimiento domi-nante”, haciendo de nuestra cultura una “cultura polífo-ba”, ya que se trata de un “miedo a todo”: la alimenta-ción, el ámbito relacional, la edad, el trabajo, la jubilación,las ondas de la telefonía móvil, lo que comemos, lo quebebemos, los virus, la pedofilia, el sobrepeso, las violen-cias urbanas, la contaminación, el terrorismo25.

Es entonces cuando no sólo diagnosticar, sino sobretodo curar estos miedos humanos actuales se ha converti-do en una tarea de suma urgencia. La eventual carga decontinuados temores no le permite al ser humano perma-necer en una deseada normalidad de vida, ni mucho me-nos efectuar sosegadamente un cabal proceso de madura-ción personal.

Agarrotado el ser humano por la inseguridad que sobreél descargan los miedos actuales, consecuentemente se ha-

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24 Cf. AA. VV., La provocación del discurso sobre Dios, Trotta,Madrid 2001, p. 52.

25 Cf. Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de co-municación, empresa, Anagrama, Barcelona 2003, pp. 29, 75, 112. E.Gil Calvo estudia largamente el miedo actual como “alarma social”implantada con gran celeridad en nuestro vivir diario por las redescomunicativas de interconexión social. Cf. El miedo es el mensaje.Riesgo, incertidumbre y medios de comunicación, Alianza, Madrid2003. I. Ramonet, apoyándose en el sentir de varios investiga-dores, especialmente el doctor Delgado, partidarios del control dela mente en aras de una sociedad “psicocivilizada”, los cuales afir-man que “la pregunta filosófica esencial ya no es ‘Qué es el hom-bre’, sino ‘Qué tipo de hombre debemos fabricar’”, plantea de-terminadas preguntas, como las siguientes: “¿Caminamos haciauna señalización en toda regla de la especie humana? ¿Hacia el re-curso masivo a las biotecnologías duras? ¿Se avecina la invasión delos HGM, los humanos genéticamente modificados?”. Cf. o. c.,pp. 154, 156.


ce hoy notoria en la persona como una especie de peculiarcansancio o desgana, que propicia en el corazón humano lallegada de una fuerte desmoralización y de caída de ánimohecha ya casi proverbial en nuestros días. Esta quebradizasituación anímica dificulta el aprecio y la asunción de valo-res positivos capaces de promover la ilusión necesaria convistas al buen funcionamiento de la vida diaria. F. Jamesonentiende como tarea de máxima urgencia poner en acciónuna terapia colectiva según la cual pudieran ser erradica-dos los miedos creados por los procesos de transforma-ción del orden social y político y, al mismo tiempo, recre-ar las fuerzas necesarias para reactivar los valores desiempre y poner en circulación aquellos nuevos que de-mande la hora actual en que vive la comunidad humana26.

Inmersa la persona en un descentramiento progresivoa causa de sus miedos y del cansancio mencionados, no escosa rara que se sienta propensa al escarmiento (TorresQueiruga, 2000, 116), especialmente cuando ha sido obje-to de dogmatismos cerrados, de exclusivismos injustos yde intolerancias malsanas. Habría que poner muchaatención en superar de raíz y de forma efectiva esta re-petida adversidad tan problemática, pues el ser humano,que se sabe escarmentado, nunca desea volver al sitioque anteriormente ocupaba. Más bien busca caminosnuevos y hasta, a veces, extraños, que no facilitan, preci-samente, su retorno a la normalidad deseada.

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26 Cf. o. c., pp. 63, 64. Por su parte, M. Ignatieff propone, entorno a este aspecto terapéutico, construir la vida diaria más sobre“expectativas de esperanza”, que sobre el “testimonio del miedo”.Cf. Los derechos humanos como política e idolatría, Paidós, Bar-celona 2003, p. 99. G. Steiner advierte de que este cansancio de nues-tro tiempo es esencialmente “espiritual”, cf. o. c., p. 12. Ch. Duquocañade a las apreciaciones anteriores que se da el “cansancio en unaépoca en la que domina el escepticismo”. Cf. “Creo en la Iglesia”.Precariedad institucional y Reino de Dios, Sal Terrae, Santander2001, p. 29.


Por la pérdida demasiado repetida de la propia iden-tidad, la persona experimenta una profunda inquietud,que suele traducirse en una búsqueda febril de cer-tidumbres en las que ella trata de apoyarse. Los cristia-nos viven esta inquietante experiencia de carácter iden-titario de forma muy especial cuando ven que elcristianismo se va convirtiendo en una confesión menosnumerosa de lo que lo había sido siempre, aunque exte-riormente no se note repentinamente, y también porqueel Dios en quien cree ha ido apareciendo en el mundocomo si fuera un dato sociológicamente menos llamativoque antes. P. Valadier coloca la cuestión de la debilita-ción identitaria de los cristianos como un síntoma de lasinconveniencias aportadas por el panorama religioso ac-tual, que afecta a las distintas “confesiones cristianas engrados diferentes”27.

Así las cosas, se ha dicho que hemos entrado en unaépoca histórica marcada por un momento de ruptura ca-tegórica, de fuerte inflexión o de cierta tribulación. Nues-tro modelo de vida ya no es copia de la acción de Prome-teo, arrancando el fuego a los dioses con toda la fuerza yla garra posibles, sino del estado de aquella inmensa de-sesperación de Job, en la que se halla sumido a causa deladvenimiento de tantos males sobre sus desacostumbra-dos hombros28.

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27 Cf. Valadier, P., Un cristianismo de futuro. Por una nuevaalianza entre fe y razón, PPC, Madrid 2001, pp. 31ss. F. Martí tra-ta breve e incisivamente este tema: “Decadència o renaixement delcatolicisme”, en El catolicisme a debat. Qüestions de vida cristiana,o. c., pp. 14-34. Tal vez el “cristianismo haya dado ya lo que podíadar y no le queda lugar en el paisaje actual” (monseñor Billé) – (LaDocumentation Catholique, nº 2237, 3 de diciembre de 2000, pp.1027-1028). Cf. El catolicisme a debat, o. c., p. 5.

28 Cf. Beck, U. – Beck-Gernsheim, E., La individualización. Elindividualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales ypolíticas, Paidós, Barcelona 2003, p. 27; el propio P. Valadier, basán-


2.2. En la sociedad

La ciencia y la técnica, los modernos medios de co-municación social, la caída de fronteras entre países, lapujante economía de mercado neoliberal y las diversasformas de globalización, las postmodernas propuestas depensamiento, los masivos movimientos de emigrantes queatraviesan el mundo, el intercambio cultural de costum-bres y de hábitos de vida son, entre otros muchos, los máseficaces factores de promoción de una sociedad humanaque sufre unos cambios sustanciales, a pesar de seguir unalínea plenamente estandarizada y homogeneizada, comotal vez nunca se había podido soñar.

La sociedad actual, así transformada, va progresandoen un determinado sentido, que puede definirse como de“postnatural” (Jameson, 2000, 29), o sea, artificial, valo-rando más la creación y asunción de imágenes que la rea-lidad misma. Para decirlo más claramente: en ella se simu-la lo natural, dejándose impactar por lo artificial en casitodos sus aspectos: gimnasias y ejercicios físicos o juegospara “estar en forma”, objetos de uso, modas, presen-taciones televisivas, espectáculos, educación, fiestas yhasta, a veces, en las celebraciones religiosas. Sin embar-go, el hombre es un ser a-técnico, como insinúa H. Blu-menberg. Lo artificial no es más que un “recubrimiento”del principio de naturalidad. Esto significaría que encualquier momento puede ser “sustraído”, pues lo arti-ficial es acogido por el ser humano sólo en calidad dedisfrute momentáneo. Según M. Canovan, este paso queva de lo natural a lo artificial correspondería a un proce-

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dose en el rápido desarrollo del nihilismo –desencadenado inten-samente en nuestros días con la colaboración de las filosofíaspostmodernas– avisa de que la consecuente aparición de variadasdesilusiones en la vida religiosa ha dejado atrás toda una época de“optimismo incondicionado”. Cf. o. c., p. 156.


so de “decadencia” propio de la Modernidad: en vez dela agricultura y la artesanía aparecen las máquinas, en lu-gar de la naturaleza sobreviene la urbanización, porcuenta de la familiaridad casera irrumpe con fuerza en eltiempo nuevo el anonimato de la gran ciudad29. MarcAugé describe magistralmente el actual cuidado del cuerpo,que ha tomado dimensiones planetarias en moda, deportesy series televisivas. Los cuerpos esculturales, bronceadosy brillantes son mostrados a cámara lenta o reproducidosartificialmente, rodeados de estudiadas coreografías. Paraconseguir “estar en forma” y continuar en esta difícil te-situra, no se puede fumar ni beber y resulta imprescin-dible controlar la alimentación, así como servirse de lasmás sofisticadas tecnologías microprocesadoras y de altodiseño30.

Ocurre también, en ese proceso frenético de cambiossustanciales de la vida socializada, que cada uno de losámbitos de la realidad ha emprendido su propia carrera delibre autonomización e independencia factibles: en lo físi-co y personal, en lo comunitario y de relación conjunta,en lo económico y en lo empresarial, en lo psicológico yen lo moral. Este sentido de progreso autonómico, asumidoostensiblemente por los diversos estratos sociales, evolucio-na históricamente cada vez con mayor presión ambiental,en un proceso de signo “irreversible” (Torres Queiruga,2000, 18). “No hay posibilidad de dar marcha atrás: son ad-quisiciones claramente irreversibles” (J. Llopis, 2002, 106).

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29 Cf. Canovan, M., “Hannah Arendt como pensadora con-servadora”, en Birulés, F. (comp.), Hannah Arendt. El orgullo depensar, Gedisa, Barcelona 2000, p. 53; Blumenberg, H., Las reali-dades en que vivimos, Paidós, Barcelona 1999, p. 40. Introducciónde Valeriano Bozal, “El hombre es un ser a-técnico”.

30 Cf. Augé, M. “El mundo de hoy: la persona en crisis y ladictadura del cuerpo”, en ¿Por qué vivimos? Por una antropologíade los fines, Gedisa, Barcelona 2004, pp. 63-73.


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