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LA NORMALIZACIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO (1876-1910) Agustín SÁNCHEZ ANDRÉS Consejo Superior de Investigaciones Científicas RESTAURACIÓN Y PORFIRIATO SON DOS PROCESOS HISTÓRICOS contempo- ráneos que, dejando al margen las obvias diferencias exis- tentes entre ambos, consecuencia de las diferentes realida- des sociales, políticas y económicas a las que respondió, en última instancia, cada uno de ellos, presentan, no obstan- te, notables coincidencias. En este sentido, ambos procesos constituyeron diferentes intentos de construir un marco de estabilidad institucional, que permitiera la consolidación del proyecto liberal frente a otros proyectos alternativos de or- ganización político-social. Los procesos mencionados su- pusieron, asimismo, un desplazamiento de los sectores do- minantes de la sociedad hacia posiciones más conservadoras que las predominantes durante la etapa inmediatamente an- terior. Representaron, en suma, diferentes respuestas de los grupos dominantes de España y México frente a la inesta- bilidad política y social que había puesto en peligro su he- gemonía durante el periodo precedente. En el ámbito de la política exterior, el desarrollo de di- chos procesos históricos en España y México coincidió con la normalización de las relaciones diplomáticas entre estos países a partir de 1871. Hasta ese momento las relaciones hispano-mexicanas estuvieron condicionadas, por una par- te, por la pretensión española de ejercer sobre México una cierta influencia, lo que condujo a la antigua metrópoli a no reconocer a este país como a un igual en el marco de las HMex, XLVIII : 4, 1999 731

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LA NORMALIZACIÓN DE LAS RELACIONES

ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO (1876-1910)

Agustín SÁNCHEZ ANDRÉS

Consejo Superior de Investigaciones Científicas

RESTAURACIÓN Y PORFIRIATO SON DOS PROCESOS HISTÓRICOS contempo­r á n e o s que, dejando al margen las obvias diferencias exis­tentes entre ambos, consecuencia de las diferentes realida­des sociales, polít icas y e c o n ó m i c a s a las que r e s p o n d i ó , en ú l t ima instancia, cada u n o de ellos, presentan, no obstan­te, notables coincidencias. En este sentido, ambos procesos constituyeron diferentes intentos de construir u n marco de estabilidad institucional, que permitiera la consol idación del proyecto l iberal frente a otros proyectos alternativos de or­gan izac ión político-social. Los procesos mencionados su­pusieron, asimismo, u n desplazamiento de los sectores do­minantes de la sociedad hacia posiciones m á s conservadoras que las predominantes durante la etapa inmediatamente an­terior. Representaron, en suma, diferentes respuestas de los grupos dominantes de E s p a ñ a y M é x i c o frente a la inesta­b i l i d a d pol í t ica y social que h a b í a puesto en pel igro su he­g e m o n í a durante el per iodo precedente.

E n el ámbi to de la pol í t ica exterior , el desarrollo de di­chos procesos históricos en E s p a ñ a y M é x i c o coincidió con la normal i zac ión de las relaciones d ip lomát ica s entre estos pa í ses a par t i r de 1871. Hasta ese m o m e n t o las relaciones hispano-mexicanas estuvieron condicionadas, por una par­te, por la pre tens ión e s p a ñ o l a de ejercer sobre México una cierta inf luencia , lo que condujo a la antigua metrópo l i a no reconocer a este país como a u n igual en el marco de las

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relaciones internacionales entre Estados. Por otra parte, d i­chas relaciones t ambién estuvieron mediatizadas por las dificultades que se presentaron durante el proceso de con­f o r m a c i ó n del Estado mexicano hasta el ú l t imo tercio del siglo X I X , dificultades que i m p i d i e r o n el desarrollo de una pol í t ica exterior no condicionada, en ú l t ima instancia, por la inestabilidad interna y la dependencia externa.

Sin embargo, la s i tuación c o m e n z ó a cambiar a finales de la d é c a d a de 1860. La progresiva m a r g i n a c i ó n de Espa­ñ a dentro del sistema internacional y las crecientes di f i ­cultades por las que atravesaba en sus colonias antillanas, pusieron fin, de manera definitiva, a las pretensiones i n ­tervencionistas de E s p a ñ a en Méx ico . Paralelamente, el ad­venimiento de la Repúb l i ca restaurada supuso la definitiva conso l idac ión del proyecto l ibera l en este país y puso tér­m i n o a la larga inestabi l idad precedente . C o n el lo, des­a p a r e c í a n los factores que h a b í a n condic ionado hasta ese m o m e n t o la polít ica bilateral implementada por ambas na­ciones y se inauguraba una nueva etapa dentro de las re­laciones hispano-mexicanas que se e x t e n d e r í a hasta 1910.

LOS CONDICIONANTES GEOPOLÍTICOS DE LAS RELACIONES

HISPANO-MEXICANAS: EL CASO DE C U B A

U n a de las característ icas m á s relevantes de la polít ica ex­ter ior de E s p a ñ a hacia Méx ico durante el porf i r ia to fue el def init ivo abandono de las pretensiones intervencionistas que h a b í a n condicionado la pol í t ica e s p a ñ o l a hacia este paí s desde 1836. Las nuevas directrices de la diplomacia es­p a ñ o l a se ref le jaron en las instrucciones dirigidas a los su­cesivos representantes de E s p a ñ a en M é x i c o entre 1876 y 1910. E n dichas instrucciones se resaltaba, como uno de los objetivos pr ior i tar ios de la pol í t ica e s p a ñ o l a en este país , la absoluta necesidad de que la l egac ión permaneciera por completo al margen de la pol í t ica in te rna mexicana. Con ello, se p r e t e n d í a evitar que se reprodu jeran los conflictos bilaterales provocados en d é c a d a s anteriores por la ident i -

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 7 3 3

ficación de los representantes d ip lomát icos y consulares es­p a ñ o l e s con determinadas facciones pol í t icas mexicanas. 1

La diplomacia e spaño la mantuvo de forma inalterada es­ta act i tud no intervencionista durante la tota l idad del pe­r iodo . La ú n i c a e x c e p c i ó n a dicha pol í t ica estuvo consti­tuida p o r los difusos proyectos para impl icar a Méx ico en el confl icto hispano-estadounidense, concebidos por el M a r q u é s de B e n d a ñ a , representante e spaño l en México en 1898. Si b ien, en úl t ima instancia, dichos proyectos no con­du je ron a n i n g ú n resultado práct ico , tanto p o r las di f icul­tades que planteaba su e jecuc ión como p o r su desautori­zación p o r el gobierno de M a d r i d . 2

Como pr imera expre s ión de la nueva pol í t ica hacia M é x i c o , el gobierno e spaño l se a p r e s u r ó a reconocer al ré­g imen emanado de la revolución de Tuxtepec tan p r o n t o como Porf i r io Díaz entró t r iunfante en la capital, renun­ciando a supeditar dicho reconocimiento a la obtenc ión de una serie de concesiones por parte del nuevo gobierno, co­m o p r e t e n d i ó Estados Unidos . 3 Desde este m o m e n t o y has­ta 1898, la diplomacia e s p a ñ o l a en Méx ico a d o p t a r í a como objetivo p r io r i t a r io el manten imiento de u n c l ima de cor­dia l idad con el r é g i m e n porfirista, pasando a u n segundo plano la defensa de los intereses particulares de los ciuda­danos e s p a ñ o l e s radicados en M é x i c o .

En la base del cambio de act i tud de la pol í t ica e s p a ñ o l a hacia M é x i c o se encontraba el p rob lema de Cuba. El ré­g imen de la Res taurac ión h a b í a heredado u n a s i tuación sumamente complicada en esta isla. Por u n a parte, la de­s integrac ión del poder central durante el sexenio hab ía su­puesto que el gobierno metropo l i t ano perdiera el cont ro l efectivo sobre esta colonia que, entre 1869 y 1874, fue go­bernada de fo rma prác t i camente a u t ó n o m a p o r los grupos de p r e s i ó n hispano-cubanos interesados en el man ten i -

1 Sobre este tema v é a s e BECKER, 1 9 2 4 ; DELGADO, 1 9 5 0 ; SOTO, 1 9 8 8 ; FAL-CÓN, 1 9 9 6 , y PI-SUÑER, 1 9 9 6 .

2 B e n d a ñ a a M a r t í n Rosales, D u q u e de A l m o d ó v a r , m i n i s t r o de Es­tado, 2 . V L 1 8 9 8 , AGA-SAE, leg. 2 3 5 .

3 VÁZQUEZ y MEYER, 1 9 8 2 , p p . 9 7 - 1 0 2 .

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m i e n t o del statu quo co lonia l . 4 Por otra parte, desde 1868, el movimiento independentista cubano m a n t e n í a abierto u n confl icto separatista en el este de la isla, que la crisis in terna en la met rópo l i hab ía imped ido solucionar. La res­taurac ión de la d inast ía borbón ica , en dic iembre de 1874, supuso la llegada al poder de los sectores pol í t icos ident i ­ficados con los grupos de pres ión coloniales. 5 Este hecho permi t ió restablecer la autor idad del gobierno metropo­l i tano en Cuba, lo que, u n i d o al final del levantamiento carlista en la Península , en 1876, hizo posible poner fin a la lucha que los independentistas cubanos l ibraban en la provincia or ienta l de la isla.

Pese a que el Convenio del Zan jón , en 1878, puso tér­m i n o m o m e n t á n e a m e n t e al confl icto colonia l , el desarro­l lo de l separatismo entre amplios sectores de la sociedad cubana d e t e r m i n ó que los sucesivos gobiernos metropol i ­tanos cobraran conciencia de la precariedad de la pos ic ión e s p a ñ o l a en las Anti l las y de la necesidad subsiguiente de que los separatistas cubanos no contaran con el decisivo apoyo que, para ellos, hubiera supuesto u n M é x i c o hosti l a E s p a ñ a . E n este sentido, el centro de gravedad de la polí­tica e s p a ñ o l a hacia Méx ico q u e d ó ocupado durante este per iodo por motivaciones de í n d o l e geopo l í t i co , encami­nadas a que este paí s observara una act i tud de no injeren­cia respecto al prob lema cubano.

La p r e o c u p a c i ó n de la diplomacia e s p a ñ o l a por la posi­c ión adoptada por Méx ico frente al separatismo cubano se remontaba al in ic io de la guerra de los Diez A ñ o s durante el gobierno provisional de Juan Pr im, en 1868. La crisis del r é g i m e n colonia l en Cuba i n c r e m e n t ó el interés del régi­m e n de Amadeo I por conseguir u n r á p i d o restablecimien­to de las relaciones d ip lomát icas entre los dos países . E n este sentido, el p r inc ipa l objetivo de la d iplomacia ama-deísta en Méx ico fue alcanzado en j u l i o de 1871, cuando el representante español , Feliciano Herreros de Tejada, y el se­cretario de Relaciones Exteriores de México , Ignacio Maris-

4 SÁNCHEZ, 1 9 9 7 , p p . 1 9 3 - 2 0 8 . 5 ESPADAS, 1 9 7 5 , p p . 2 8 5 - 2 9 9 .

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cal, firmaron u n protocolo por medio del cual el gobierno mexicano se c o m p r o m e t í a a no prestar n i n g ú n t ipo de ayu­da al mov imiento separatista que se desarrollaba en Cuba. 6

Los gobiernos de Benito J u á r e z y Sebast ián Lerdo de Te­jada c u m p l i e r o n este compromiso y se abstuvieron de pro­porc ionar n inguna clase de respaldo a los independentis-tas cubanos, quienes, sin embargo, no v ieron restringida su l ibertad de movimientos en ter r i tor io mexicano y encon­traron numerosas facilidades para obtener la nacional idad mexicana. 7

El t r i u n f o de la revolución de Tuxtepec, en el o t o ñ o de 1876, i n c r e m e n t ó la c o o p e r a c i ó n hispano-mexicana en es­te campo y puso fin a la relativa tolerancia mostrada p o r la admini s t rac ión mexicana hacia las actividades de los exi­liados cubanos en Méx ico . Los problemas de leg i t imidad internacional afrontados por el r é g i m e n de Porf i r io Díaz fa­vorecieron los intereses de la diplomacia e s p a ñ o l a . De esta manera, el r á p i d o reconocimiento e spaño l fue correspon­dido p o r el nuevo r é g i m e n mediante el establecimiento de mayores l imitaciones a las actividades del exi l io cubano. 8

La firma del Convenio del Zan jón , en febrero de 1878, p rovocó u n a impor tante afluencia de refugiados cubanos a M é x i c o e i n c r e m e n t ó el pel igro de que este pa í s se con­virt iera en una base de operaciones de los separatistas cubanos. Este hecho no p a s ó inadvert ido a la diplomacia e s p a ñ o l a que a f rontó el problema mediante u n a doble es­trategia.

Por u n a parte, el gobierno de M a d r i d s u p e d i t ó el plan­teamiento de los antiguos conflictos bilaterales a la obten­ción de la c o l a b o r a c i ó n de las autoridades mexicanas en la cue s t ión cubana. E n este sentido, el r é g i m e n porf i r i s ta t ra scendió la act i tud pasiva adoptada p o r los gobiernos de J u á r e z y L e r d o de Tejada en este asunto y s e c u n d ó las ac-

6 P r o t o c o l o Herreros-Mari sca l , 2 1 . V I I . 1 8 7 1 , A H S R E , leg . LE-1412, ff. 84-86. E l proceso de restablecimiento de relaciones puede seguirse en PI-SUÑER, 1985, p p . 31-57.

7 PI-SUÑER, 1985, p p . 60-61 y MORALES, 1998, p . 43. 8 I n f o r m e de la S e c c i ó n de Po l í t i ca de A m é r i c a d e l M i n i s t e r i o de Es­

tado, s.f. [ 1 8 7 6 ] , A M A E , leg. 1660.

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tividades de la l egac ión e s p a ñ o l a para vigilar al exi l io cu­bano. Paralelamente, el gobierno e spaño l cons igu ió que las nuevas autoridades de Méx ico establecieran restriccio­nes a la i n m i g r a c i ó n procedente de Cuba. De esta manera, el p r i m e r representante de la E s p a ñ a de la Res taurac ión , Emi l io de Muruaga , l og ró que el gobierno de Díaz pusiera fin a las masivas naturalizaciones practicadas desde 1868 por el consulado mexicano de La Habana. 9

Por otra parte, durante la d é c a d a de 1880, la diplomacia e spaño la c r e ó en Méx ico una extensa red de intel igen­cia para i m p e d i r las actividades de los exiliados cubanos en este país . La c reac ión de dicha red fue iniciada p o r M u ­ruaga, en abr i l de 1881, con el objetivo de frustrar los pro­yectos de los refugiados cubanos para organizar una expe­dición desde Yucatán. Sin embargo, la cons t rucc ión de la red de i n f o r m a c i ó n fue obra de Gui l l e rmo Crespo, qu ien sustituyó a Muruaga en 1882. La alarma suscitada en Cuba por una serie de expediciones, que, pese a su fracaso, pu­sieron de manifiesto la de terminac ión del exi l io cubano de reanudar el mov imiento revolucionario, condujo al nuevo minis tro a establecer una estrecha c o o p e r a c i ó n en este campo con el gobernador de Cuba. De esta manera, Cres­po logró crear en México u n eficaz sistema de información, financiado con cargo a los presupuestos de Cuba. 1 0 Esto permit ió al representante e spañol frustrar los proyectos del exil io cubano y desarticular el p r inc ipa l n ú c l e o conspira­dor, establecido en Veracruz. 1 1

Sin embargo, d icho sistema de vigilancia hubiera resul­tado inoperante si el representante e s p a ñ o l no hubiera contado con la co l aborac ión de las autoridades mexicanas. En este sentido, el gobierno de Díaz , pese a desestimar el in te rnamiento de la total idad de los inmigrantes cubanos, solicitado por Crespo en j u l i o de 1885, co l aboró activamen-

9 S e c r e t a r í a de Relaciones Exteriores a R a m ó n C o r o n a , m i n i s t r o me­x icano e n M a d r i d , 11.111.1879, A H S R E , l i b . LE-107, f. 99.

1 0 G o b i e r n o Super io r de Cuba a Crespo, 12.X.1882, A H E E M - C O L -M E X , r o l l o 36.

1 1 Consu lado de Veracruz a Crespo, 9 .IV.1884, A M A E , leg. 2092.

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te con la l egac ión e s p a ñ o l a en la vigilancia de los exiliados cubanos e interv ino en todos aquellos casos en que las actividades de éstos trascendieron u n marco puramente retór ico . 1 2

La actitud de l gobierno mexicano d e t e r m i n ó que, en 1886, los p e q u e ñ o s centros conspiradores cubanos en Mé­xico hubieran dejado de representar una amenaza para el d o m i n i o e spaño l en Cuba. En este contexto, el sistema de información establecido por Muruaga y Crespo fue susti­tuido por la labor de vigilancia realizada, de manera m á s o menos eficaz, p o r los representantes consulares e spaño le s radicados en los estados del golfo de México .

Esta s i tuación de t ranqui l idad se p r o l o n g ó hasta la p r i ­mavera de 1893, m o m e n t o en que la legac ión e s p a ñ o l a co­m e n z ó a inquietarse ante el resurgimiento de la actividad de los distintos clubes cubanos que, a mediados de la dé­cada de 1890, operaban en M é x i c o . 1 3 En este contexto, las autoridades mexicanas tuvieron que investigar la veracidad de los rumores relativos a la organizac ión de una expe­dición separatista hacia Cuba. 1 4 La p r e o c u p a c i ó n de la d i­plomacia e s p a ñ o l a se mani fes tó en la rapidez con la que el gobierno e spaño l so luc ionó el incidente d ip lomát i co pro­vocado, en octubre de 1893, por la act i tud desconsiderada de su nuevo representante en Méx ico , y p r o c e d i ó a su sus­t i tución. 1 5

El in ic io de una nueva crisis colonial , en febrero de 1895, situó de nuevo a Méx ico en el centro de a tenc ión de la diplomacia e spaño la . La polí t ica e s p a ñ o l a hacia este país durante el desenlace de la crisis cubana se desarro l ló

1 2 Crespo a G o b i e r n o Super io r de Cuba, 21 .VIL 1885, A H E E M - C O L -M E X , r o l l o 37.

1 3 Sobre los clubes cubanos en M é x i c o , v é a s e MORALES, 1998, p p . 52-54 y HERRERA, 1998, p p . 807-835.

1 4 Mariscal a J u l i á n H e r r e r a , g o b e r n a d o r de Veracruz , 22.IV.1893, A H E E M - C O L M E X , r o l l o 40.

15 La Discusión (17 oct . 1894) . E l i n c i d e n t e fue p rovocado p o r el D u ­que de A l m o d ó v a r , q u i e n en 1898 d e s e m p e ñ a r í a el cargo de m i n i s t r o de Estado, v é a s e V i c e n t e Riva Palacio, m i n i s t r o m e x i c a n o en M a d r i d , a Se­g i s m u n d o M o r e t , m i n i s t r o de Estado, 20 .VII I .1894 , A H S R E , l i b . LE-93, f. 170.

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en tres vertientes. Por una parte, el gobierno e spaño l pre­s ionó a la admini s t rac ión mexicana para que impid ie ra la utilización de su terr i tor io como base de operaciones de los independentistas cubanos. Por otra, e n c o m e n d ó al minis­t ro e spañol , J o s é Brunet t i , Duque de Arcos, que p romo­viera la movil ización de la influyente colonia e s p a ñ o l a ra­dicada en este pa í s para uti l izarla como grupo de p re s ión frente a las s impat ías que la causa cubana despertaba entre la mayor ía de la o p i n i ó n púb l i ca mexicana. Finalmente, la diplomacia e s p a ñ o l a trató de atraerse a u n sector de la opi­n ión púb l i ca mexicana, mediante el desarrollo de una i n ­tensa c a m p a ñ a de prensa subvencionada y d i r ig ida p o r la legac ión e s p a ñ o l a en este p a í s . 1 6

Respecto al p r i m e r p u n t o , la diplomacia e spaño la , en abierto contraste con la altisonancia y el retoricismo que hab ían caracterizado su actuación en México durante otros periodos, a d o p t ó una act i tud sumamente cautelosa en las gestiones que real izó ante el gobierno mexicano en rela­ción con la cues t ión cubana. E n este sentido las instruccio­nes transmitidas desde M a d r i d al Duque de Arcos eran ter­minantes:

L a a c c i ó n d i p l o m á t i c a d e b e ser m u y escasa y n o t raspasar n u n ­ca e l c a r á c t e r c o n f i d e n c i a l y o f i c i o s o [ . . . ] s ó l o p o r e x c e p c i ó n p o d r á d a r c a r á c t e r o f i c i a l á las o b s e r v a c i o n e s q u e f o r m u l e , si b i e n t a n t e a r á s i e m p r e l a c u e s t i ó n e n e l t e r r e n o o f i c i o s o a n t e s d e i m p o n e r r e c l a m a c i o n e s o f i c i a l e s y e s c r i t a s . 1 7

Esta estrategia resul tó eficaz, pues permi t ió al gobierno mexicano presentar como producto de su propia iniciativa todas aquellas resoluciones que favorecían a E s p a ñ a en es­ta cuest ión. De esta manera, la diplomacia e s p a ñ o l a evitó que las decisiones del r é g i m e n porfirista relativas al con­flicto cubano pud ieran ser mediatizadas por la p re s ión de los sectores m á s nacionalistas de la o p i n i ó n púb l i ca me-

1 6 Sobre la p o l í t i c a e s p a ñ o l a hacia M é x i c o ent re 1895 y 1898 v é a s e SÁNCHEZ, 1998, p p . 45-58.

1 7 M i n i s t e r i o de Estado a Arcos , 7 .XII .1896 , A M A E , leg. 1657.

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xicana, que simpatizaban mayoritariamente con la revolu­c ión que se desarrollaba en Cuba. La l egac ión e s p a ñ o l a cons igu ió de este m o d o u n ampl io respaldo por parte del gobierno presidido por Díaz . E n este sentido, las autorida­des porfiristas no só lo rechazaron las presiones dirigidas al reconocimiento de la beligerancia de los cubanos, sino que facil itaron al minis tro e spaño l la información proporciona­da por agentes de pol icía infiltrados en los círculos cubanos en México , extremaron las medidas de cont ro l aduanero, ordenaron vigilar los embarques de armas, r e p r i m i e r o n manifestaciones favorables a la independencia de Cuba e, incluso, l i m i t a r o n la l iber tad de acc ión de determinados medios de c o m u n i c a c i ó n , cuando éstos traspasaron ciertos l ímites en sus ataques a E s p a ñ a . E n esta misma l ínea, Ma­riscal l legó a manifestar al gobierno e spaño l "su seguridad y fe absoluta en el t r iunfo de las armas e spañola s " . 1 8 La coo­p e r a c i ó n de las autoridades mexicanas no de jó de ser re­conocida p o r el D u q u e de Arcos , q u i e n , en los in formes enviados a M a d r i d entre 1895 y 1898, mani fes tó reitera­damente su satisfacción p o r la act i tud adoptada por el ré­g imen porfirista:

C a d a vez q u e h e r e q u e r i d o d e este G o b i e r n o s u a y u d a e n m a ­

t e r i a d e v i g i l a n c i a , h a p u e s t o á m i s e r v i c i o lo s m e d i o s d e q u e

d i s p o n e . C l a r o es q u e n o p u e d e d a r l o q u e n o t i e n e y p o r c o n ­

s i g u i e n t e l a v i g i l a n c i a h a s i d o m u y i m p e r f e c t a [ . . . ] A ú n a s í se

h a n d a d o p o r este G o b i e r n o r e p e t i d a s ó r d e n e s á las a u t o r i ­

d a d e s l oca l e s , e n e s p e c i a l á las d e A d u a n a s , p a r a q u e i m p i ­

d i e r a n c u a l q u i e r a c t o q u e f u e r a c o n t r a r i o á las leyes i n t e r n a ­

c i o n a l e s . 1 9

La diplomacia e s p a ñ o l a tuvo u n éxito similar en la mo­vilización de la inf luyente colonia e s p a ñ o l a establecida en M é x i c o . 2 0 En este sentido, las gestiones efectuadas p o r el

1 8 Arcos a M i n i s t e r i o de Estado, 15.XI .1895, A M A E , leg . 1 6 5 7 . 1 9 Arcos a M i n i s t e r i o de Estado, 1 5 . X I . 1 8 9 5 , A M A E , leg . 1 6 5 7 . 2 0 Sobre la co lon ia e s p a ñ o l a en M é x i c o durante este p e r i o d o véa se PÉ­

REZ HERRERO, 1 9 8 1 , p p . 1 2 8 - 1 3 5 y LIDA, 1 9 9 7 , p p . 4 7 - 7 4 . Sobre la p rob le ­m á t i c a revestida p o r el estudio de la e m i g r a c i ó n e s p a ñ o l a hacia este p a í s v é a s e LIDA, 1 9 8 8 , p p . 3 4 1 - 3 4 3 .

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Duque de Arcos tuvieron como resultado la mult ipl icación de las juntas patr iót icas e spaño la s en la total idad del terr i ­tor io mexicano y la r e c a u d a c i ó n de cuantiosas sumas entre los e spañole s residentes en M é x i c o para contr ibu i r al es­fuerzo bél ico e spaño l en Cuba. El envío de cientos de m u -las a la isla y el ofrecimiento a la Mar ina e spañola de u n tor­pedero, constituyeron el resultado m á s llamativo de esta c a m p a ñ a . 2 1 La exal tac ión nacionalista que se a p o d e r ó de la mayor ía de los e spaño le s residentes en este país l legó has­ta el extremo de proponer al gobierno español el estable­c imiento de una contr ibuc ión voluntaria , entre todos los e spaño le s radicados en Amér ica , destinada a la construc­c ión de una escuadra de guerra. 2 2

La c a m p a ñ a de prensa auspiciada por la legac ión espa­ñ o l a no tuvo, sin embargo, u n impacto significativo sobre la op in ión públ ica mexicana, que en su mayoría s iguió sim­patizando con las actividades de los independentistas cu­banos. Por el contrar io , el grado de exal tac ión alcanzado p o r la prensa e s p a ñ o l a en Méx ico , integrada fundamen­talmente por El Correo Español y El Español, así como el de diversos per iód icos mexicanos propiedad de españoles , co­m o El Popular, El Tiempo, El Día y El Gil Blas, d e s e n c a d e n ó u n agrio debate con aquellos sectores de la prensa mexi­cana favorables a la independencia de Cuba. Eso inquie tó al Duque de Arcos, o b l i g á n d o l o a enfrentarse con los sec­tores m á s radicalizados de la colonia e spaño la para evitar que su act i tud acabara provocando u n conflicto con las au­toridades mexicanas. 2 3

Pocos meses antes de la guerra hispano-estadounidense, la diplomacia e s p a ñ o l a modi f i có la pol í t ica no interven­cionista que h a b í a seguido hacia Méx ico desde 1876. E l i n ­terés que ofrecía una h ipoté t ica alianza con este paí s ante el i n m i n e n t e confl icto con Estados Unidos provocó la sus-

2 1 MORALES, 1998, p p . 84-85. 22 p r 0 y e c t o de la J u n t a P a t r i ó t i c a E s p a ñ o l a de M é x i c o , 20.1.1896,

A M A E , leg. 2343. 2 3 I n f o r m e a n ó n i m o sobre la a c t i t u d de la prensa e s p a ñ o l a e n M é x i ­

co, s.f. [ 1 8 9 7 ] , AGA-SAE, leg . 231 .

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 7 4 1

t i tución del Duque de Arcos por el M a r q u é s de B e n d a ñ a . E l nuevo representante e spaño l traía la mis ión de promo­ver la creación de u n sentimiento favorable a dicha alianza entre u n sector de la clase pol í t ica y la o p i n i ó n públ ica me­xicanas. 2 4 En la práct ica , esto s u p o n í a u n re torno a la d i ­plomacia intervencionista anter ior a la d é c a d a de 1870.

Sin embargo, el M a r q u é s de B e n d a ñ a no tuvo t iempo para desarrollar este proyecto. Pocos días d e s p u é s de su lle­gada, el estallido de la guerra hispano-estadounidense con­du jo al r é g i m e n de Díaz a adoptar una act i tud de estricta neutral idad, dado que sus intereses, si b ien eran contrarios a la ex tens ión de la inf luencia estadounidense en las A n t i ­llas, exc lu ían la posibi l idad de u n enfrentamiento directo con la vecina potencia . 2 5 L o anter ior llevó al Minister io de Estado e spaño l a encomendar a su representante que "tra­tara de produc i r complicaciones en la frontera , que pudie­ran dif icultar la acc ión de Estados Unidos contra nosotros", y le r e c o m e n d ó que obrara con reserva y uti l izara para este p r o p ó s i t o a los e spaño le s residentes en M é x i c o . 2 6 Sin em­bargo, el M a r q u é s de B e n d a ñ a no se l imitó a seguir las ins­trucciones recibidas de M a d r i d , sino que, con el respaldo del gobernador de Cuba que envió una comis ión mil i tar con este objeto, concibió u n proyecto de gran envergadura:

M e d i c e e l g e n e r a l B l a n c o q u e d e j a á l o q u e y o d e c i d a e l q u e u n c u e r p o d e e s p a ñ o l e s , u n i d o s á fuerzas m e j i c a n a s d e sus m á s i n t r é p i d o s s o l d a d o s , los l l a m a d o s r u r a l e s , h i c i e r a n u n a s u b l e ­v a c i ó n e n T e x a s , a p o y a n d o á l o s m e j i c a n o s q u e t a n ve j ados se v e n a l l í p o r sus c o n q u i s t a d o r e s . 2 7

El proyecto concebido p o r el representante e spañol fue expuesto para su estudio a la D i recc ión General de Políti­ca de l Minis ter io de Estado que c o n s i d e r ó su e jecución,

2 4 B e n d a ñ a a A l m o d ó v a r , 1 2 . 1 1 . 1 8 9 8 , AGA-SAE, leg . 2 3 5 . 2 5 GILMORE, 1 9 6 3 , p p . 5 1 2 - 5 1 3 . 2 6 M i n i s t e r i o de Estado a B e n d a ñ a , 1 8 . I V . 1 8 9 8 , A M A E , leg. 1 6 5 7 . 2 7 B e n d a ñ a a M i n i s t e r i o de Estado, 2 . V I . 1 8 9 8 , AGA-SAE, leg. 2 3 5 . Las

actividades de las comisiones mi l i t a re s enviadas a M é x i c o en 1 8 9 8 pue­d e n seguirse en AGA-SAE, leg. 2 3 7 .

742 AGUSTÍN SÁNCHEZ ANDRÉS

p r o b l e m á t i c a y sumamente peligrosa para las relaciones hispano-mexicanas. Eso llevó al gobierno e spañol a desau­torizar, finalmente, la real ización de d icho proyecto. 2 8 Po­cos meses de spués , la p é r d i d a de las colonias antillanas m a r c a r í a el final del interés geoes t ra tég ico que México ha­b í a tenido para la diplomacia e s p a ñ o l a , interés que hab ía condic ionado por completo la pol í t ica e s p a ñ o l a hacia este pa í s entre 1876 y 1898.

L A S NUEVAS DIRECTRICES DE LA DIPLOMACIA ESPAÑOLA EN M É X I C O

Y LA BÚSQUEDA DE ESPACIOS DE CONVERGENCIA

CON LA POLÍTICA EXTERIOR MEXICANA

Hasta la p é r d i d a de las colonias antillanas en 1898, la ne­cesidad de que Méx ico se mantuviera neut ra l respecto a la cues t ión de Cuba se sobrepuso, en el o r d e n de prioridades de la diplomacia e spañola , a la defensa de los intereses par­ticulares de la influyente colonia e s p a ñ o l a en este país. Eso, n o obstante, no significó que E s p a ñ a se desentendiera por completo de esos intereses, pero sí que la pol í t ica e spaño­la en M é x i c o dejara de gravitar exclusivamente en torno a su defensa. A esta s i tuación contr ibuyó, sin duda, la actitud adoptada por el r é g i m e n porfirista frente a los intereses ex­tranjeros en Méx ico , que fueron objeto de especial pro­tecc ión por parte de u n gobierno sumamente interesado en la a tracc ión del capital financiero y h u m a n o necesario para su proyecto de m o d e r n i z a c i ó n del pa í s . 2 9

E n este marco, a lo largo del por f i r i a to desaparecieron las fricciones entre ambos gobiernos p o r causa de la colo­nia e spaño la , que, en u n i ó n del resto de las colonias ex­tranjeras, fue t r a n s f o r m á n d o s e a su vez, de forma paulati­na, en u n o de los principales pilares del r é g i m e n porfirista. Dicha t rans formac ión impl icó que la colonia e spaño la co­menzara a recurr i r de fo rma creciente, para la defensa de sus intereses privados, a los mecanismos jurídico-coact ivos

2 8 M i n i s t e r i o de Estado a B e n d a ñ a , 4.V.1898, AGA-SAE, leg. 235. 2 9 DEGER, 1979 y GONZÁLEZ, 1996, p p . 966 y 1012-1013.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 743

creados p o r el r é g i m e n porfirista, que d e j ó de invocar con este objeto la pro tecc ión de la legac ión e spaño la , como ha­b ía venido sucediendo de manera continuada a lo largo del segundo tercio del siglo X I X .

N o obstante, d icho proceso fue progresivo y a ú n se pro­dujeron diversos intentos por parte de determinados sectores de la colonia por valerse de la diplomacia e spaño la en su pro­p io interés , sobre todo durante los pr imeros a ñ o s del por f i -riato. El hecho de que la l egac ión e s p a ñ o l a se negara a se­cundar las dudosas reclamaciones presentadas por ciertos sectores de la colonia provocó ocasionales enfrentamien-tos entre dichos sectores y los representantes e spañoles que se extendieron a la total idad del per iodo .

Las fricciones m á s importantes en este sentido se produ­j e r o n en 1879 a consecuencia de la e x p u l s i ó n del periodis­ta y polemista e spaño l Ado l fo Llanos y Alcaraz, impl icado en el levantamiento del general Migue l Negrete. La Colonia Española, p e r i ó d i c o d i r ig ido por Alcaraz, h a b í a desarrolla­do una c a m p a ñ a contra Muruaga, a qu ie n reprochaba su presunta pasividad a la hora de defender los intereses es­pañole s . Su expu l s ión por el gobierno mexicano, en apli­cación del art ículo 33 de la Const i tución, d e s e n c a d e n ó una c a m p a ñ a de ag i tac ión entre la colonia e s p a ñ o l a , d ir ig ida por el Casino Españo l de México , que ob l igó al ministro es­p a ñ o l a amenazar a dicha inst itución con solicitar del go­b ierno mexicano su d i so luc ión . 3 0

E n la base del confl icto se encontraba la p re tens ión de u n sector de la colonia e s p a ñ o l a de condic ionar la pol í t ica e s p a ñ o l a hacia Méx ico en función de sus intereses. Sin em­bargo, a diferencia de lo sucedido durante las d é c a d a s pre­cedentes, los proyectos de dicho grupo encontraron la de­cidida o p o s i c i ó n del gobierno e spaño l , interesado en que los beneficios particulares de u n p e q u e ñ o grupo de agiotis­tas y agitadores no pusieran en pel igro el c l ima de enten­d i m i e n t o existente con Méx ico y modi f icaran la pos ic ión de este pa í s en re lac ión con Cuba. E n este sentido resulta significativa la act i tud adoptada por Muruaga en 1879:

30 El Proteccionista (2 j u n . 1879) y MAC GREGOR, 1992, p . 64.

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L e m a n i f e s t é q u e n o r e c o n o c í a á l a m i n o r í a d í s c o l a y r e v o l t o ­sa d e l C a s i n o E s p a ñ o l , c a p i t a n e a d a p o r D . J o s é H o r n i e l l o e l d e r e c h o n i l a a u t o r i d a d d e d i r i g i r s e á los e s p a ñ o l e s d e l a R e p ú ­b l i c a [ . . . ] Q u e p o r m i p a r t e , c o m o ú n i c o y l e g í t i m o r e p r e s e n ­t a n t e d e l G o b i e r n o d e S . M . , n o p o d í a c o n s e n t i r q u e e l C a s i n o E s p a ñ o l , c o n s t i t u y é n d o s e e n c o r p o r a c i ó n p o l í t i c a , a d o p t a s e a c t i t u d e s q u e p o d í a n c o m p r o m e t e r a l G o b i e r n o d e S . M . , p r o ­v o c a r u n c o n f l i c t o y s a n g r i e n t a s r e p r e s a l i a s . 3 1

El enfrentamiento entre la legación y los sectores más re­beldes de la colonia e s p a ñ o l a cont inuar ía , sin embargo, a lo largo de todo el periodo, provocando ocasionales divisio­nes entre los e spañole s residentes en Méx ico . La expuls ión del Casino E s p a ñ o l del minis tro e spaño l , J o a q u í n Becerra, en 1887, y la convers ión públ ica al carlismo del sector di­rigente de dicha institución, en 1898, constituyeron los ma­yores hitos en el proceso de división de u n colectivo, cuyas actitudes polít icas fueron menos monol í t i ca s de lo que tra-dicionalmente se ha considerado. 3 2 Sin embargo, sólo en el ocaso del por f i r ia to , desaparecido ya el condic ionamiento que la seguridad de Cuba h a b í a impuesto sobre la pol í t ica e s p a ñ o l a hacia Méx ico , los sectores de la colonia e spaño la partidarios de mayor intervencionismo en la pol í t ica inter­na de M é x i c o volverían progresivamente a i m p o n e r sus te­sis en el Palacio de Santa Cruz.

E l nuevo á n i m o adoptado por las relaciones hispano-me-xicanas durante el porf i r ia to se ref le jó, asimismo, en el cambio de act i tud de la prensa e s p a ñ o l a hacia México . En este sentido, los principales per iód icos m a d r i l e ñ o s comen­zaron a presentar una imagen favorable del nuevo rég imen y de sus intentos por modernizar este pa í s . Si b ien, esto se t radujo a m e n u d o en la a d o p c i ó n de criterios paternalistas y etnocentristas hacia el mismo. E n este sentido, la prensa

3 1 M u r u a g a a M i n i s t e r i o de Estado, 2 . V I . 1 8 7 9 , A M A E , leg. 1656. 3 2 L a r u p t u r a ent re Becerra y la j u n t a d i rec t iva d e l Casino E s p a ñ o l

p r o v o c ó u n a i m p o r t a n t e f rac tura en el seno de la c o l o n i a e s p a ñ o l a . B A C E , L i b r o de Actas I I , ff. 39-46. L a d e r r o t a e s p a ñ o l a f rente a Estados U n i d o s en 1898 p r o d u j o u n a nueva d iv i s ión e n t r e los e s p a ñ o l e s resi­dentes en M é x i c o . B e n d a ñ a a M i n i s t e r i o de Estado, 3.X.1898, A H E E M -C O L M E X , r o l l o 4 1 .

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 745

coincidía con los informes enviados a lo largo de todo el per iodo al Minis ter io de Estado por los representantes es­paño le s en Méx ico . En dichos informes se resaltaban las disfunciones del sistema parlamentario en este país y el po­der o m n í m o d o detentado en la práct ica por Díaz , pero se p o n í a de manifiesto, al mismo t iempo, que d icho r é g i m e n consti tuía la ún ica vía posible para modernizar a M é x i c o y se incidía en la favorable dispos ic ión del gobierno mexi­cano hacia E s p a ñ a y la colonia e spaño la en Méx ico . T o d o eso motivó que durante el porf i r ia to tuviera lugar u n cam­bio en la p e r c e p c i ó n de la imagen de M é x i c o p o r parte de algunos agentes principales que protagonizaban el proce­so de toma de decisiones en materia exterior: la o p i n i ó n públ ica y la clase pol í t ica e spañolas .

La nueva imagen de Méx ico en E s p a ñ a no o b e d e c í a ex­clusivamente a condicionantes de orden geopol í t i co , sino que, p o r debajo de ella, subyacían los planteamientos ge­nér icos del movimiento hispanoamericanista. Desde u n p u n t o de vista d ip lomát i co , que es el que nos interesa, d i ­cha corr iente de pensamiento planteaba la c reac ión de al­g ú n t ipo de alianza estratégica entre E s p a ñ a y sus antiguas colonias americanas que les permit iera hacer frente al ex­pansionismo de Estados Unidos en este cont inente . 3 3 La consecuc ión de este objetivo influyó considerablemente en el d i seño de la pol í t ica exterior hacia Méx ico , que, por su pos ic ión estratégica frente a Estados Unidos y Cuba, ocu­paba u n lugar preeminente en dicho esquema, reflejado en el mayor rango otorgado a la legac ión e s p a ñ o l a en este país frente a las del resto de Iberoamér ica . Este extremo puede apreciarse especialmente en las instrucciones en­tregadas en 1886 a Becerra por el mini s t ro de Estado, Se­gismundo More t :

F o r m u l a d a e n e l c o n t i n e n t e a m e r i c a n o l a l u c h a y l a c o m p e ­

t e n c i a e n t r e l a c i v i l i z a c i ó n e s p a ñ o l a y l a c i v i l i z a c i ó n d e las r a -

3 3 Sobre e l m o v i m i e n t o hispanoamericanis ta , v é a s e RIPPY, 1922, p p . 389-414, PIKE, 1971 y RAMA, 1982. Los o r í g e n e s de d i c h o m o v i m i e n t o pue­d e n estudiarse en AKEN, 1959.

7 4 6 AGUSTÍN SÁNCHEZ ANDRÉS

zas d e l n o r t e , e l e s t a d o d e M é x i c o , c o n f í n e n e l q u e se t o c a n a m b o s p u e b l o s , es e l d e s t i n a d o a l c h o q u e p a r a l a l u c h a d e a m ­bas c o r r i e n t e s [ . . . ] E n M é x i c o t o d o c o n s p i r a p a r a o f r e c e r n o s e l p u n t o d e a p o y o m á s s ó l i d o á l a p o l í t i c a q u e a s p i r e á l a í n t i ­m a u n i ó n d e t o d o s lo s p u e b l o s q u e h a b l a n n u e s t r a l e n g u a , p r o f e s a n n u e s t r o c u l t o y t i e n e n l a m i s m a H i s t o r i a . 3 4

La inexistencia de u n cuerpo doctr ina l def in ido dentro del mov imiento hispanoamericanista impid ió la articula­c ión de una estrategia concreta d ir ig ida a la c o n s e c u c i ó n de sus difusos objetivos. De ah í que la pol í t ica e s p a ñ o l a ha­cia A m é r i c a Lat ina se circunscribiera durante este per iodo al p lanteamiento de una serie de medidas que facil itaran en el fu turo u n hipotét ico acercamiento de E s p a ñ a hacia esta reg ión . E n la práct ica , esto se tradujo en la p r o m o c i ó n de la firma del mayor n ú m e r o posible de tratados con las naciones latinoamericanas y en la convocatoria p e r i ó d i c a de congresos y reuniones de carácter hispanoamericanista, con los que la diplomacia e s p a ñ o l a trató infructuosamen­te de contrarrestar el creciente desarrollo del movimiento panamericanista. 3 5 E n este sentido, la c reac ión de este t ipo de acciones constituyó una parte esencial de las instruc­ciones entregadas a los representantes e spaño le s en Mé­xico durante esta etapa, a los que el Min i s t e r io de Estado e n c o m e n d ó repetidamente:

L e v a n t a r e l p r e s t i g i o e s p a ñ o l h a s t a e l p u n t o m á s a l t o p o s i b l e , i n s p i r a r á ese p a í s l a s e g u r i d a d d e q u e p u e d e c o n t a r c o n n o ­s o t r o s p a r a t o d o e v e n t o y e n c o n t r a r s i e m p r e e n E s p a ñ a lo s m e d i o s d e s o s t e n e r s u i n d e p e n d e n c i a [ . . . ] p a r a e l l o d e b e r á V . S. f i r m a r t r a t a d o s , t a n t o p a r a e l d e s a r r o l l o d e l c o m e r c i o y l a n a v e g a c i ó n , c o m o p a r a l a c o m u n i d a d d e e s t u d i o s , g a r a n t í a d e l a p r o p i e d a d l i t e r a r i a y m a r c a s d e f á b r i c a . 3 6

3 4 M i n i s t e r i o de Estado a Becerra, 1 8 . I V . 1 8 8 6 , A M A E , leg . 1 6 5 7 . 3 5 BERNABEU, 1 9 8 4 , p p . 3 4 5 - 3 6 6 y PEREIRA y CERVANTES, 1 9 9 2 , p p . 1 9 4 - 1 9 6 . 3 6 C i r cu l a r d e l M i n i s t e r i o de Estado a los representantes e s p a ñ o l e s en

H i s p a n o - A m é r i c a , 3 1 . 1 1 1 . 1 8 8 6 , A M A E , leg. 1 6 5 7 .

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 747

E n el caso de Méx ico , el balance de dicha pol í t ica fue realmente escaso. Las gestiones realizadas p o r la l egac ión e spaño la en este sentido se concretaron, tras 36 años de re­laciones, en la firma de u n tratado de extrad ic ión (1881), o tro de prop iedad científica, l i teraria y artística (1895), y u n acuerdo sobre validez de documentos y legal ización de firmas (1901), en tanto que las prolongadas negociaciones para llegar a u n acuerdo comercial se estancaron def in i t i ­vamente en 1892. 3 7 La diplomacia e s p a ñ o l a tampoco tuvo excesivo éxito en la c reac ión de organismos que promo­vieran el acercamiento entre la dos naciones. E l ú n i c o re­sultado en este sentido estuvo constituido p o r la c reac ión de u n centro de la U n i ó n Iberoamericana en M é x i c o , en 1887, cuyas actividades tuvieron escasa resonancia, fuera de determinados c írculos l iterarios y artísticos hispano-mexi-canos.3 8 Tampoco tuvo resultados relevantes la ce lebrac ión per iód ica en M a d r i d de diversos congresos y reuniones de carácter hispanoamericano. E n conjunto , dichas activida­des acabaron p o r circunscribirse al ámbi to de una políti­ca de carácter retórico y de prestigio que no tuvo incidencia en las relaciones entre los dos pa í se s . 3 9

N o es de ex t rañar la constante p r e o c u p a c i ó n de la diplo­macia e s p a ñ o l a ante el desarrollo del movimiento paname­ricanista auspiciado por Estados Unidos. Esta p r e o c u p a c i ó n motivó que la convocatoria de l I Congreso Internac iona l Americano condujera al gobierno de M a d r i d a ordenar al B a r ó n de la Barre, encargado de negocios e s p a ñ o l en México , que tratara de obtener la co l aborac ión del gobier­no mexicano para hacer fracasar d icho evento:

Es importante que consiga de ese Gobierno, y por el orden en que van indicadas, las siguientes declaraciones:

1Q Declinar su asistencia a la conferencia de Washington. 2Q En caso de aceptarla que se nombre persona que me-

3 7 Arcos a M i n i s t e r i o de Estado, 3 .VÜT.1894, A M A E , leg . 1657. M A C GREGOR, 1992, p . 4 1 .

3 8 Becerra a M i n i s t e r i o de Estado, 27 . IX.1887 , A M A E , leg . 1657. 3 9 BERNABEU, 1984, p p . 358-363.

7 4 8 AGUSTÍN SÁNCHEZ ANDRÉS

rezca toda la confianza de V. E. y que sea opuesta a la política norteamericana.

3Q Que las instrucciones que se den al representante sean las de obrar de acuerdo con el ministro de España en Wash­ington y concertarse con aquellos de sus colegas americanos que lleven iguales instrucciones.40

Las gestiones realizadas por la diplomacia e s p a ñ o l a en­contraron cierto eco en el gobierno mexicano, que descon­fiaba de las intenciones reales que Estados Unidos pudiera albergar con la convocatoria de dicho congreso. De manera que, si b ien la Secretar ía de Relaciones a c e p t ó finalmente la invitación formulada por el Departamento de Estado, se limitó a comisionar para d icho congreso al mini s t ro mexi­cano en Washington "con instrucciones de ser poco com­placiente á las exigencias del Gobierno americano". 4 1

Sin embargo , e l p r i n c i p a l escenario en el que E s p a ñ a trató de conseguir una convergencia de las pol í t icas exte­riores de ambos pa í ses fue Cent roamér i ca . E n esta reg ión la d iplomacia e s p a ñ o l a trató de llevar a cabo diversas i n i ­ciativas conjuntas hispano-mexicanas, que contrarrestaran la inf luencia adquir ida por Estados Unidos sobre las débi­les repúbl icas centroamericanas. Este sentido tuvieron los intentos de m e d i a c i ó n ofrecidos confidencialmente a Mé­xico por el gobierno e spaño l en 1882 y, sobre todo , en 1887, con mot ivo de las crisis atravesadas en esos a ñ o s por las relaciones mexicano-guatemaltecas. 4 2 Estas ofertas fue­r o n desestimadas p o r el gobierno mexicano que t emía la posible reacc ión de Estados Unidos . N o obstante, esto no fue obs tácu lo para que el gobierno mexicano encomen­dara a la l egac ión e s p a ñ o l a en Guatemala la defensa de sus

4 0 M i n i s t e r i o de Estado a Barre , 1 2 . I V . 1 8 8 8 , A M A E , leg. 1 6 5 7 . 4 1 L o r e n z o Castellanos, m i n i s t r o e s p a ñ o l en M é x i c o , a M i n i s t e r i o de

Estado, 2 A T I . 1 8 8 9 , A M A E , leg. 1 6 5 7 . Sobre la p o s i c i ó n de M é x i c o véa­se MORALES, 1 9 9 4 y MUÑOZ, 1 9 9 7 , p p . 9 0 - 9 2 . La d i p l o m a c i a e s p a ñ o l a adop­tó una a c t i t u d s imi lar d u r a n t e el desarrol lo en M é x i c o d e l f rus t rado con­greso l a t i n o a m e r i c a n o de 1 8 9 6 . Sobre este t ema v é a s e ESTRADA, 1 9 5 9 .

4 2 Becerra a M i n i s t e r i o de Estado, 1 9 . X . 1 8 8 7 , A H E E M - C O L M E X , ro­l lo 3 8 . Sobre dichas crisis v é a s e BURGESS, 1 9 8 8 , p p . 1 7 4 - 1 8 1 .

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 749

intereses durante la r u p t u r a de relaciones con este p a í s en 1883. 4 3

El objetivo perseguido p o r la diplomacia e s p a ñ o l a en Centroamér ica era, tanto evitar conflictos "entre estados de raza e spañola " , que pudieran proporc ionar a Estados U n i ­dos la ocas ión para aumentar su inf luencia en esta reg ión , como promover la const i tuc ión de u n ún ico estado que reuniera a las diversas Repúbl icas centroamericanas y cons­tituyera, con M é x i c o , una barrera frente al expansionismo estadounidense en A m é r i c a Latina. En este sentido, la ad­hes ión de Vicente Riva Palacio al proyecto e spaño l para coordinar las pol í t icas de ambos pa í ses en la reg ión , pro­p o r c i o n ó al gobierno e s p a ñ o l la ocas ión para proponer a Díaz el desarrollo de una pol í t ica conjunta en torno a Gua­temala, que pudiera extenderse al resto de Centroamér ica :

E l m i n i s t r o d e M é x i c o d i j o q u e c r e í a h a b í a u n a g r a n v e n t a j a p a r a lo s d o s p a í s e s e n q u e m a r c h a s e n u n i d a s n u e s t r a s ge s t io ­nes p o l í t i c a s y n u e s t r a s r e p r e s e n t a c i o n e s d i p l o m á t i c a s [ . . . ] e l G o b i e r n o e s p a ñ o l desea a y u d a r á l a u n i ó n d e las r e p ú b l i c a s d e C e n t r o a m é r i c a , f o r m a n d o u n a b a r r e r a p o d e r o s a , q u e , a l p a r q u e M é x i c o , o f r e z c a u n a b a r r e r a i n s u p e r a b l e á l a i n v a s i ó n n o r ­t e a m e r i c a n a . 4 4

Finalmente, no l legó a producirse n inguna iniciativa conjunta en esta reg ión , pues, si b ien el gobierno mexica­no a c e p t ó el p r i n c i p i o de una convergencia de las polít icas de los dos estados en la zona, ambos países no llegaron a de­f i n i r una l ínea concreta de acción. Sin embargo, dichas ges­tiones sirvieron para poner de manifiesto la d i spos ic ión de E s p a ñ a a colaborar con México en Centroamér ica . Esto lle­vó al gobierno mexicano a p r o p o n e r a E s p a ñ a como arbi­t ro de sus diferencias con Guatemala en 1 8 9 7 . 1 : > La media-

4 3 M a n u e l L o r e n t e , m i n i s t r o e s p a ñ o l en Guatemala , a S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 29 .XI .1883 , A H S R E , l i b . LE-92, f. 235.

4 4 M i n i s t e r i o de Estado a Becerra , 1.1.1888, A M A E , leg. 1657. 4 5 Arcos a M i n i s t e r i o de Estado, 3.V1.1897, A M A E , leg." 1657. Sobre el

convenio entre M é x i c o y Guatemala v é a s e A M A E , TR-304, exp. 9. El lau­d o a rb i t r a l , p r o n u n c i a d o p o r el representante e s p a ñ o l el 15 de enero de 1898, se e n c u e n t r a en A M A E , TR-542.

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c ión del Duque de Arcos en la d e t e r m i n a c i ó n de los lími­tes entre Méx ico y Guatemala, conforme al tratado firma­do p o r los dos países en 1895, y el desarrollo de los pr ime­ros proyectos de c o o p e r a c i ó n hispano-mexicanos, como el envío de cadetes mexicanos a academias militares espa­ñolas o la de l egac ión en los representantes e spaño le s en Marruecos de la p r o t e c c i ó n de los intereses mexicanos en ese país , constituyeron a la postre el ún ico resultado po­sitivo de dicho acercamiento. 4 6

LA DIPLOMACIA PORFIRISTA Y ESPAÑA

Desde el p u n t o de vista del r é g i m e n porfirista, las relacio­nes hispano-mexicanas respondieron a condicionantes dis­tintos de los existentes en el caso de E s p a ñ a . El escaso re­lieve revestido por las relaciones comerciales y financieras establecidas entre los dos pa í ses y la inexistencia de una i n ­migrac ión mexicana significativa en E s p a ñ a confer ían apa­rentemente una importancia secundaria a las relaciones de M é x i c o con su antigua m e t r ó p o l i . 4 7 Sin embargo, la políti­ca mexicana hacia E s p a ñ a se vio mediatizada por otros fac­tores. E n p r i m e r lugar, p o r la importancia adquirida por la colonia e s p a ñ o l a radicada en M é x i c o , cuyo poder ec o nó­mico e inf luencia pol í t ica h a b í a n constituido una perma­nente fuente de conflictos para las relaciones entre los dos pa í ses desde la independencia . 4 8 E n segundo lugar, la cr i­sis de las colonias e s p a ñ o l a s en el Caribe supuso que, du­rante la ú l t ima d é c a d a de l siglo X I X , tuviera lugar una con­vergencia de los intereses geopol í t i cos de Méx ico y E s p a ñ a en esta reg ión , ya que el incremento de la inf luencia de Es­tados Unidos en el Caribe era contrar io a los intereses de ambas naciones en esta zona. 4 9 Ambos factores determina-

4 6 M i n i s t e r i o de Estado a M u r u a g a , 16.111.1880, A M A E , leg. 1657. E n t o r n o al ú l t i m o p u n t o v é a s e M i n i s t e r i o de Estado a Castellanos, 26 .XI I .1889 , A H E E M - C O L M E X , r o l l o 38.

4 7 M I Ñ O , 1981 , p p . 31-35. 4 8 Sobre este tema v é a s e DELGADO, 1950; FALCÓN, 1996, y PI-SUÑER, 1996. 4 9 MUÑOZ, 1997, p p . 97-107.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 7 5 1

r o n que las relaciones con E s p a ñ a llegaran a revestir cierta importanc ia para la d iplomacia porf ir is ta y propic iaron , a su vez, u n progresivo acercamiento del gobierno mexicano a la antigua metrópol i .

E n este sentido, la d iplomacia mexicana potenc ió la difusión de una imagen favorable al r é g i m e n de Díaz en E s p a ñ a . Este objetivo se llevó a cabo, b ien mediante cam­p a ñ a s subvencionadas de prensa dirigidas a la op in ión pú­blica e spaño la , b ien por medio del establecimiento de una r e d de relaciones personales con las élites polít icas de M a d r i d . E n el ú l t imo caso, eso tuvo lugar fundamental­mente a par t i r de mediados de la d é c a d a de 1880, cuando la l egac ión y algunos consulados mexicanos en E s p a ñ a comenzaron a ser ocupados p o r u n con junto de figuras intelectuales con excelentes relaciones entre los c írculos pol í t icos y per iodís t icos m a d r i l e ñ o s . Personalidades como Vicente Riva Palacio, qu ien l legó a ser presidente del Círcu­lo de Bellas Artes de M a d r i d en 1894 y vicepresidente de la Asoc iac ión de Escritores y Artistas desde 1892 hasta su muerte , acaecida en 1896. La inf luencia del representante mexicano no se l imitó a los c írculos literarios, pues fre­cuentaba la tertul ia que se desarrollaba en la residencia de P r á x e d e s Mateo Sagas ta, con qu ie n l legó a mantener una só l ida amistad. T a m b i é n hay que mencionar a los cónsules en Santander, M a n u e l Payno y Salvador Quevedo y Zubie-ta, as í como a los d ip lomát i co s Francisco de Icaza y Juan Bautista Hí jar . Todos ellos const i tuyeron u n elenco de i n ­telectuales y d ip lomát icos de p r i m e r orden que contribuyó, por med io de una intensa actividad per iodí s t ica y median­te el establecimiento de u n a excelente red de relaciones personales, a cambiar la imagen de M é x i c o entre la élite pol í t ica y la o p i n i ó n p ú b l i c a e s p a ñ o l a s . 5 0

Este hecho d e t e r m i n ó que los rumores esparcidos oca­sionalmente por los medios per iodí s t icos m á s sensaciona-listas, relativos a los atropellos, reales o ficticios, cometidos contra la colonia e s p a ñ o l a en M é x i c o , no tuvieran la reso-

PEREA, 1 9 9 6 , p p . 7 4 - 2 5 6 .

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nancia que revistieron en etapas precedentes y no dieran lugar a fricciones entre ambos pa í ses , como se puso de ma­nifiesto con ocas ión de las c a m p a ñ a s desarrolladas en este sentido por dos diarios m a d r i l e ñ o s en 1879 y 1883.5 1

E n esta misma l ínea , la d ip lomacia mexicana trató de institucionalizar el manten imiento de buenas relaciones con E s p a ñ a al margen de las fuerzas pol í t icas que, coyun-turalmente, se encontraran al frente del gobierno español . De esta manera, pese a que los representantes mexicanos en E s p a ñ a cultivaron estrechos vínculos con los círculos po­líticos p r ó x i m o s al republicanismo, fundamentalmente du­rante la prolongada es tadía de l general R a m ó n Corona al f rente de la l egac ión en M a d r i d , nunca l legaron a inmis­cuirse en la pol í t ica de la Res t aurac ión mediante su apoyo a u n a facción pol í t ica concreta.

Por el contrar io , el gobierno mexicano co l aboró estre­chamente con el e spaño l para evitar que cada uno de esos paí ses pudiera servir de refugio a los disidentes del otro . Es­te hecho ciertamente no se ref le jó en el tratado de extra­d ic ión firmado entre ambos pa í se s en noviembre de 1881, puesto que éste exc lu ía de su á m b i t o de acc ión los delitos pol í t icos . 5 2 Sin embargo, eso n o era necesario, pues, por u n a parte, dichos delitos estaban contemplados en la par­te dispositiva secreta de l tratado firmado p o r las dos nacio­nes en 1836, que mantuvo su vigencia a lo largo de todo el per iodo , mientras que, p o r otra, el Ejecutivo mexicano siempre m os t ró su d i spos ic ión para aplicar discretamente lo pactado mediante el uso discrecional de l art ículo 33 de la Cons t i tuc ión . 5 3

5 1 J u a n B. H í j a r , encargado de negocios m e x i c a n o e n M a d r i d , a M i ­ni s ter io de Estado, 19 .VIII .1879, A H S R E , l i b . LE-150, s.n. Ellmparcial (28

j u l . 1883) . 5 2 T r a t a d o Hi spano-Mex icano de E x t r a d i c i ó n , D í a z , 1977, p p . 195-

204. E l proceso de n e g o c i a c i ó n p u e d e seguirse e n A M A E , leg. 1656. 5 3 DÍAZ y MARTINI, 1977, p . 108. E n 1880 se p r o d u j o u n cambio de no­

tas e n t r e ambos gob iernos e n r e l a c i ó n c o n la v igencia de l o dispuesto en e l p r o t o c o l o secreto. M u r u a g a a M i n i s t e r i o de Estado, 24.VII.1880, A M A E , leg . 1660.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 753

Esta pol í t ica de co laborac ión fue especialmente intensa en el caso del anarquismo. 5 4 La existencia de u n constante aunque moderado f lu jo de emigrados e s p a ñ o l e s hacia Mé­xico , a lo largo de todo el per iodo , d e s p e r t ó el temor del gobierno mexicano hacia la posible ex tens ión a este país de las actividades de los grupos anarquistas e spañole s , má­x ime , cuando la permeabi l idad de los controles migrato­rios y la llegada de numerosos españoles , que h u í a n del ser­vicio mi l i t a r en las colonias, h a c í a n sumamente difícil contro lar la entrada de ellos en M é x i c o . E n este contexto hay que enmarcar la d i spos ic ión mexicana para establecer u n convenio de extradic ión con E s p a ñ a y la institucionali-zac ión , p o r vía d ip lomát ica , de una estrecha co laborac ión entre las pol ic ías de ambos Estados en la vigilancia y se­gu imiento de los activistas anarquistas. 5 5 E n u n nivel infe­r i o r , d icha co l aborac ión se e x t e n d i ó al campo de los sepa­ratistas cubanos residentes en Méx ico , en la medida en que sus actividades estuvieron sometidas a vigilancia y sólo fue­r o n toleradas mientras no afectaran el o r d e n púb l i co o los compromisos contra ídos con E s p a ñ a en t o r n o a la cuestión cubana. La act i tud del gobierno mexicano n o r e s p o n d í a exclusivamente al deseo de apoyar a E s p a ñ a en la cuest ión cubana, sino que t ambién nac í a del t emor de las autorida­des mexicanas a u n posible contagio revolucionario . D i ­chos temores se acentuaron a raíz de la masiva afluencia de refugiados cubanos a Méx ico a par t i r de 1895, alimentados p o r los alarmantes informes de l cónsu l mexicano en La Habana, A n d r é s Clemente Vázquez :

M é x i c o , p o r sus a n t i g u a s c o s t u m b r e s r e v o l u c i o n a r i a s , ¿no es­t á e x p u e s t o á q u e lo s a n a r q u i s t a s d e a q u í p r e t e n d a n ensayar a l l á ese n u e v o m o d o d e p e l e a r , i n t r o d u c i d o p o r M á x i m o G ó ­m e z , q u e m a n d o p u e b l o s y c a ñ a v e r a l e s y v o l a n d o lo s p u e n t e s c o n l a d i n a m i t a ? A l a h o r a d e l " s á l v e s e q u i e n p u e d a " ¿ n o es p r o b a b l e q u e b u s q u e n n u e s t r a s costas lo s d e r r o t a d o s , los v i c i o ­sos, l o s v a g a b u n d o s , y h a s t a lo s m á s e m p e d e r n i d o s c r i m i n a l e s ?

5 4 Sobre esta mate r i a v é a s e LIDA, 1979, p p . 879-884. 5 5 Arcos a M i n i s t e r i o de Estado, 3 . IX .1897 , A M A E , leg . 1657.

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¿No es sociológicamente cierto que el hombre, ser eminente­mente imitativo, se contagia siempre con lo que vé, escucha ó siente?56

La pol í t ica mexicana hacia E s p a ñ a se cent ró , por lo tan­to , en evitar los conflictos con este país , como estrategia pa­ra exigir u n comportamiento r e c í p r o c o p o r parte del go­b ierno español , cuyos intereses en Méx ico eran mucho m á s importantes . Esto condujo , en ocasiones, a la diplomacia mexicana a desproteger los intereses de sus ciudadanos radicados en E s p a ñ a , en aras de evitar precedentes que pu­d ieran ser invocados por el gobierno e s p a ñ o l para apoyar reclamaciones similares presentadas p o r la colonia espa­ñ o l a en Méx ico . De esta manera, la d ip lomacia mexicana a c a b ó d e s e n t e n d i é n d o s e , p o r citar algunos casos relevan­tes, de las reclamaciones presentadas p o r el mexicano de or igen cubano M i g u e l de E m b i l en la d é c a d a de 1870, que a s cend ían a varios millones de pesos, y de la indemnizac ión reclamada p o r las hermanas Pescietto en 1881, adoptando el p r i n c i p i o general "de que n i n g u n a n a c i ó n es responsa­ble de los perjuicios que los extranjeros sufran en sus per­sonas e intereses, a consecuencia de las perturbaciones de la paz p ú b l i c a " . 5 7 Este p r i n c i p i o de Derecho Internacional fue aplicado por el gobierno mexicano a todos aquellos ca­sos en los que n o existiera u n tratado bi lateral que espe­cificara lo contrar io . Tratado que n o exist ía en el caso de E s p a ñ a y que el g o b i e r n o m e x i c a n o se g u a r d ó m u c h o de celebrar.

E l interés p o r evitar fricciones con el gobierno e spaño l y el t emor que despertaba la pos ibi l idad de que Cuba lle­gara a caer bajo el d o m i n i o de Estados Unidos condicio­n a r o n la p o l í t i c a mexicana hacia la c u e s t i ó n cubana. E n este marco, el r é g i m e n porf ir ista se m o s t r ó favorable, des­de u n pr inc ip io , al mantenimiento del d o m i n i o español en

5 6 V á z q u e z a S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 4.1.1896, A H S R E , leg . LE-532, f. 77.

5 7 S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores a C o r o n a , 3 1 . V I I I . 1881, A H S ­RE, l i b . LE-84, s.n.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 7 5 5

Cuba y, en consecuencia, no sólo se n e g ó a reconocer la be­ligerancia de los cubanos o a enviar u n barco de guerra a La Habana, pese a las peticiones realizadas en ese sentido por el cónsu l mexicano en esta ciudad, sino que, como vi­mos, c o l a b o r ó activamente con la l egac ión e s p a ñ o l a para i m p e d i r cualquier in tento de desestabi l ización en la isla desde sus costas.

Esta pol í t ica r e s p o n d í a a la firme convicc ión p o r parte de la d ip lomacia mexicana de la inviabi l idad de Cuba co­m o Estado independiente y a la certeza de que el despla­zamiento de l d o m i n i o e spaño l sobre esta isla dar ía paso ne­cesariamente al estadounidense, s ituación que const i tu ía el peor escenario posible para los intereses de M é x i c o en el Caribe. 5 8 Conforme se p o n í a de manifiesto la incapaci­dad de las autoridades e spaño la s para poner fin al movi­m i e n t o independent i s t a en la co lonia , se i n c r e m e n t ó el temor de la diplomacia mexicana de que el tambaleante ré­g imen co lonia l e s p a ñ o l en Cuba fuera sustituido p o r u n protectorado estadounidense sobre la isla:

La anexión de las islas Sandwich á la Unión americana ha de­jado entrever la posibilidad de que le suceda otro tanto á Cu­ba en un porvenir nada remoto. Sé que en un almuerzo pri­vado se le preguntó á Mr. Lee [cónsul norteamericano en La Habana] por un amigo suyo, si se trabajaba por el Gobierno de Mac Kinley en favor de la autonomía de la isla, y que él con­testó riéndose: trabajamos en pro de la anexión.

Esto llevó a la d iplomacia mexicana a plantear la posibi­l idad de promover una serie de escenarios alternativos a la a n e x i ó n de Cuba a Estados Unidos . E n p r i m e r lugar, el ré­g imen de Díaz cons ideró la posibil idad de llevar a cabo una m e d i a c i ó n directa entre M a d r i d y los separatistas cubanos, que garantizara la s o b e r a n í a e s p a ñ o l a en la colonia sobre la base de la c o n c e s i ó n de una plena a u t o n o m í a . Esto se tradujo en la real ización de u n ofrec imiento de m e d i a c i ó n

5 8 MUÑOZ, 1 9 9 7 , p p . 102-103 . 5 9 V á z q u e z a S e c r e t a r í a de Relaciones Exteriores , 2 1 . V I . 1897 , A H S R E ,

leg. LE-525 , f. 104 .

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al gobierno e spaño l , efectuado de manera oficiosa p o r el encargado de negocios en M a d r i d , Francisco de Icaza, en marzo de 1896, y reiterado por Mariscal al Duque de Arcos en enero de 1897. 6 0 Sin embargo, el gobierno de M a d r i d r e c h a z ó el o f r e c i m i e n t o de la d i p l o m a c i a mexicana , al señalar que "los asuntos de Cuba son exclusivamente de or­den in t e r io r y como tales solo competen á la exclusiva re­so luc ión de E s p a ñ a , siendo por lo tanto inaceptable toda intervención porque sería una ingerencia ex t raña en aque­l lo que nos es p r o p i o y pr ivat ivo" . 6 1 Tampoco las gestiones de la d iplomacia mexicana contaron con el respaldo de la Junta Revolucionaria de Nueva York, la cual trató de obte­ner infructuosamente una m e d i a c i ó n mexicana e ibero­americana en mayo y noviembre de 1896, agosto de 1897 y marzo de 1898, con el ú n i c o objeto de facilitar a E s p a ñ a una salida airosa de Cuba y evitar la i n m i n e n t e interven­c ión de Estados Unidos . 6 2

Fracasada la o p c i ó n de una m e d i a c i ó n directa con Es­p a ñ a , la d ip lomacia mexicana a d o p t ó u n a estrategia alter­nativa, d i r ig ida a tratar de obtener de Estados Unidos que consensuara su ac tuac ión en la cuest ión cubana, b ien con Méx ico , b i en con el con junto de las naciones iberoame­ricanas. Esta pol í t ica fue puesta en práct ica en j u n i o de 1896, m o m e n t o en que Mariscal e n c o m e n d ó al ministro en

6 0 M i n i s t e r i o de Estado a Arcos , 17.11.1897, AGA-SAE, leg . 230. Váz­quez a S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 18.111.1896, A H S R E , leg. LE-519, f. 1 .

6 1 M i n i s t e r i o de Estado a Arcos , 17.11.1897, AGA-SAE, leg. 230. 6 2 L a p r i m e r a propues ta e n este sent ido fue real izada p o r Gonza lo

Quesada, secretario d e l Par t ido Revo luc ionar io C u b a n o . GUERRA, 1952, V I , p p . 380-381. E l m i s m o ob je t ivo t u v i e r o n las gestiones realizadas p o r T o m á s Estrada Palma, delegado e n Nueva Y o r k de la J u n t a Revolucio­nar i a Cubana . Mani f i e s to d e l G o b i e r n o Provi s ional de l a R e p ú b l i c a de Cuba a H i s p a n o a m é r i c a , C a m a g ü e y , 8 .VI I I .1896 , e n The Sun (16. nov. 1896) . Sobre la a c t i t u d mex icana v é a s e R o m e r o a S e c r e t a r í a de Re­laciones Exter iores , 17 .XI .1896, A H S R E , leg. LE-528, ff . 225-229. Las siguientes propuestas de m e d i a c i ó n p u e d e n seguirse e n R o m e r o a Se­c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 16 .VII I .1897 , A H S R E , leg. LE-1335, ff . 28-31 y S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores a R o m e r o , 30.111.1898, A H S R E , leg . LE-1335, f. 45.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 757

Washington, Matías Romero, que manifestara a la admi­nistración estadounidense la d i spos ic ión del gobierno me­xicano de part icipar en una m e d i a c i ó n conjunta:

Es muy conveniente que busque Vd una ocasión próxima pa­ra manifestar al secretario de Estado [...] que el Gobierno me­xicano deseando vivamente el restablecimiento de la paz y el orden público en la isla de Cuba, se considera, con título bas­tante justificado para contribuir al logro de estos importantes fines, y que le sería satisfactorio unir su acción á la del Go­bierno de los Estados Unidos y de otras potencias que se de­cidan á entablar negociaciones cerca del Gobierno de España para la terminación de la guerra cruel que aflige á la vecina Antil la . 6 3

Tampoco estas gestiones tuvieron éxito . A lo largo de 1896, la pol í t ica de Estados Unidos hacia Cuba fue adqui­r iendo u n carácter cada vez m á s agresivo. E l creciente pre­d o m i n i o de las posiciones m á s intervencionistas dentro de la admini s t rac ión estadounidense i n c r e m e n t ó las reticen­cias de Washington hacia las gestiones practicadas p o r Romero en la capital estadounidense. M á x i m e , cuando el reconocimiento de la beligerancia de los revolucionarios cubanos p o r la C á m a r a de Representantes, en marzo de 1896, co inc id ió con el desarrollo de una c a m p a ñ a de pren­sa en Estados Unidos y M é x i c o , en la que se planteaba la a n e x i ó n de Cuba a la R e p ú b l i c a Mexicana como una posi­ble salida al conf l i c to . 6 4

Esta propuesta r e s p o n d í a a u n antiguo proyecto de de­terminados sectores de la clase pol í t ica mexicana, reacti­vado en oca s ión de l estallido de la crisis colonia l en 1895. 6 5

El proyecto anexionista estaba auspiciado de f o r m a extra­oficial p o r el secretario part icular de Mariscal, el mexicano de or igen cubano Carlos A m é r i c o Lera, y, si b i en era con-

6 3 S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores a R o m e r o , 1.VI. 1896, A H S R E , leg. LE-1335, f. 23.

6 4 R o m e r o a S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 21.V. 1896, A H S R E , leg. LE-1335, ff . 19-21. Este proyec to l l e g ó a ser d i scut ido p o r e l C o n ­greso de Estados U n i d o s , v é a s e Diario, 19.111.1896, p p . 2961-2971.

6 5 ROJAS, 1996, p p . 794-803.

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templado con s impat ía p o r el gobierno mexicano, su con­creción no l legó a constituir nunca u n objetivo real de la d i ­plomacia porfirista. Este hecho puede deducirse, tanto de l análisis de la correspondencia cruzada entre Mariscal y los representantes mexicanos en M a d r i d , Washington y La Ha­bana entre 1895-1897, como p o r el hecho de que Lera fue­ra alejado de los centros de toma de decisiones y traslada­do a la l egac ión mexicana en Guatemala en septiembre de 1896. 6 6

La negativa de los distintos actores implicados en la cr i­sis cubana a aceptar los intentos de m e d i a c i ó n de dis t into signo, efectuados p o r la d iplomacia mexicana entre 1896-1897, llevó al gobierno mexicano a resignarse finalmente a una i n m i n e n t e intervención estadounidense en Cuba. E n este sentido, el mini s t ro mexicano en Washington r e c h a z ó las últ imas gestiones llevadas a cabo por los separatistas cubanos para que M é x i c o promoviera una m e d i a c i ó n ibe­roamericana entre Estados Unidos y E s p a ñ a y evitara, de esta manera, la probable a n e x i ó n de Cuba a la potencia es­tadounidense. 6 7

El estallido de la guerra hispano-estadounidense llevó al gobierno mexicano a mantener una actitud de estricta neu­tral idad, que só lo p o d í a favorecer a la potencia m á s lejana al escenario del conf l icto . E n este marco, si b ien la necesi­dad de evitar una crisis con Estados Unidos impid ió que las autoridades mexicanas prestaran cualquier t ipo de ayuda al gobierno e s p a ñ o l durante el confl icto, el r é g i m e n por f i ­rista to leró , en la medida en que le fue posible, las activi­dades encubiertas de los agentes e spaño le s en M é x i c o . 6 8

Como hemos visto, los objetivos geopol í t i cos de la d i ­plomacia e s p a ñ o l a en M é x i c o , dir igidos a evitar que este paí s se convirt iera en u n a posible base de operaciones de los separatistas cubanos, co inc id ieron con el interés mexi­cano por imped i r la a n e x i ó n de Cuba a Estados Unidos. De

6 6 Arcos a M i n i s t e r i o de Estado, 20 . IX.1896 , A M A E , leg. 1657. 6 7 R o m e r o a S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 30.111.98, A H S R E ,

leg. LE-1335, ff. 42-43. 6 8 GILMORE, 1963, p p . 510-524.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO 7 5 9

a h í que ambos Estados mantuvieran una perfecta s intonía en t o r n o al que, sin duda, fue el mayor problema de la d i ­plomacia e spaño la durante el ú l t imo tercio del siglo X I X : la cues t ión de Cuba.

L A RESOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS BILATERALES PENDIENTES:

DEUDA E INMIGRACIÓN

El nuevo cl ima de entend imiento existente entre los dos pa í ses condujo a que, durante el por f i r ia to , tuviera lugar la resolución de los principales problemas que hab ían enrare­cido las relaciones hispano-mexicanas a lo largo del se­gundo tercio del siglo X I X .

La cuest ión de la deuda d e j ó de constituir el eje central de las relaciones entre E s p a ñ a y M é x i c o , pese a que el res­tablecimiento de las relaciones d ip lomát icas en 1871 h a b í a d i fer ido peligrosamente la re so luc ión definitiva de este an­t iguo contencioso. 6 9 Por la parte mexicana, el r é g i m e n por-firista mantuvo la postura sustentada anteriormente por los gobiernos de J u á r e z y L e r d o de Tejada que consideraban insubsistentes la C o n v e n c i ó n de 1853 y el Tratado Mon-Al-m o n t e y propugnaban, como so luc ión al problema de la deuda e spaño la , la c e l e b r a c i ó n de u n acuerdo particular entre el gobierno mexicano y los acreedores e spañoles . 7 0 Es decir, que aceptaban asumir dichas obligaciones como deu­da interna del Estado mexicano, pero negaban que la deuda e s p a ñ o l a estuviera garantizada p o r tratados internacionales que consideraba nulos de p leno derecho. Por el contrar io , p o r la parte e spaño la , el Mini s ter io de Estado n o l legó a a d m i t i r nunca la invalidez de la C o n v e n c i ó n de 1853, adu­ciendo la r e d a c c i ó n ambigua de l protoco lo Mariscal-He­rreros de Tejada. 7 1

Pese a que el deseo de ambos gobiernos de no poner en pel igro el buen estado de las relaciones bilaterales condu-

6 9 PI-SUÑER, 1 9 8 5 , p p . 4 1 - 4 4 . 7 0 C o s í o , 1 9 6 3 , t . i i , p p . 5 6 4 - 5 8 8 . 7 1 E x p e d i e n t e sobre las negociac iones en t o r n o a la c o n v e n c i ó n es­

p a ñ o l a e n t r e 1 8 7 5 - 1 8 9 4 , s.f. [ 1 9 9 4 ] , A M A E , leg. 1 6 5 7 .

760 AGUSTÍN SÁNCHEZ ANDRÉS

j o a las partes a demorar el p lanteamiento de este compl i ­cado contencioso, éste a c a b ó finalmente por suscitarse. En este marco, la cuest ión de la deuda p r o d u j o diferentes fric­ciones entre los dos gobiernos, en j u n i o y septiembre de 1877 y, sobre todo, en j u n i o de 1883, en que la r u p t u r a de las negociaciones en t o r n o a este tema provocó la ret i­rada del representante e s p a ñ o l a Puebla y puso a ambos pa í se s al borde de la ruptura , en la que ser ía la crisis m á s grave de las relaciones hispano-mexicanas durante el por-firiato.72

Sin embargo, en todos los casos prevalec ió finalmente el interés de los dos gobiernos p o r evitar que las diferencias en t o r n o a esta s i tuación provocaran una crisis d ip lomát ica de mayor envergadura. E n este sentido, d e s p u é s del i n ­cidente d ip lomát ico que tuvo lugar en 1883, el gobierno e s p a ñ o l se res ignó a congelar indef in idamente el plantea­m i e n t o de cualquier iniciativa de carácter oficial en t o r n o al problema de la deuda. La d ip lomacia e s p a ñ o l a m u l t i p l i ­có , en cambio, sus gestiones oficiosas para llegar a solucio­nar lo que const i tuía el p r i n c i p a l escollo para la buena mar­cha de las relaciones entre los dos pa í ses . Por su parte, el r é g i m e n porfirista a f rontó la re so luc ión definitiva del pro­blema de la deuda e s p a ñ o l a , b ien mediante la compra es­peculativa de títulos de la deuda p o r el gobierno o p o r par­ticulares cercanos, b ien mediante la concrec ión de acuerdos particulares con los acreedores para la conversión de la deu­da e s p a ñ o l a en deuda nacional .

Esta estrategia condujo finalmente a que la mayor parte de los títulos de la antigua deuda e s p a ñ o l a quedaran en manos de agiotistas y pol í t icos estrechamente vinculados con el r é g i m e n de Díaz . F inalmente , en mayo de 1894, el abogado Pablo Macedo, ac tuó por cuenta propia y como apoderado del resto de los tenedores de la deuda, l legó a u n acuerdo con el gobierno mexicano p o r medio del cual la antigua deuda e s p a ñ o l a pasaba a formar parte de la i n -

7 2 M i n i s t e r i o de Estado, a M u r u a g a , 8 .VI I I . 1877 , A H S R E , l i b . LE-92, ff . 94-160. C o r o n a a S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores , 18.VIH.1883, A H S R E , l i b . LE-93, ff. 120-132.

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO DURANTE EL PORFIRIAT0 761

te r ior consolidada, s e g ú n los t é rminos establecidos por la ley de l 22 de j u n i o de 1885. 7 3 Con ello se p o n í a fin defini­t ivamente a este antiguo contencioso bilateral , que hab ía gravitado sobre las relaciones hispano-mexicanas desde el m o m e n t o del reconocimiento de la independencia de Mé­xico p o r su antigua metrópo l i . Su re so luc ión , realizada al margen de los canales d ip lomát icos , const i tu ía todo u n s í m b o l o de la normal izac ión de las relaciones hispano-me­xicanas durante el porf i r ia to .

O t r o mot ivo que provocó algunas fricciones entre las dos naciones, circunscritas a la p r i m e r a parte de l periodo, y que finalmente se resolvió, fue la suscitada p o r la emi­g r a c i ó n e s p a ñ o l a hacia Méx ico .

Tras el final de la guerra de los Diez A ñ o s , el gobierno e s p a ñ o l trató de reorientar hacia las Anti l las los flujos m i ­gratorios dirigidos a Méx ico pese a su escasa importancia cuantitativa. Eso p rovocó u n endurec imiento de los con­troles migratorios y la exigencia del gobierno de M a d r i d de que los consulados mexicanos aplicaran la normativa es­p a ñ o l a en la e x p e d i c i ó n de pasaportes a supuestos ciuda­danos mexicanos. Tras una serie de discusiones en torno a este tema, las autoridades mexicanas aceptaron finalmen­te la pre tens ión española , y comenzaron a aplicarla en mar­zo de 1879. 7 4 Este hecho const i tuía una muestra m á s del i n ­terés de l r é g i m e n de Díaz p o r estrechar los lazos con la E s p a ñ a de la Res taurac ión . Si b ien en dicha dec i s ión deb ió pesar, sin duda, el temor de las autoridades mexicanas a que M é x i c o acabara por convertirse en u n refugio para los internacionalistas e spaño le s perseguidos p o r los distintos gobiernos de la Res taurac ión .

A l margen de los problemas provocados p o r motivo de la deuda externa o por el c o n t r o l de la e m i g r a c i ó n espa­ñ o l a a M é x i c o , las ocasionales dificultades que se produje­r o n entre ambos gobiernos a lo largo del por f i r i a to , care­c ieron de relevancia por completo. Este hecho contrastaba

7 3 C o s í o , 1963, t . I I , p . 594. 7 4 S e c r e t a r í a de Relaciones Exter iores a C o r o n a , I .VI .1879 , A H S R E ,

l i b . LE-107 , f . 100.

762 AGUSTÍN SÁNCHEZ ANDRÉS

con el carácter turbulento revestido p o r las relaciones his-pano-mexicanas a lo largo del segundo tercio del siglo X I X e impl icaba la entrada de dichas relaciones en u n per iodo de normal izac ión . Los nuevos derroteros adquiridos por las relaciones hispano-mexicanas durante este periodo sólo se ver ían in terrumpidos p o r el estallido de l p r i m e r o de los grandes movimientos revolucionarios de nuestro siglo, la revoluc ión mexicana, que m a r c a r í a u n re torno , en ciertas fases, a esa diplomacia intervencionista anter ior a la déca­da de 1870.

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