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SUPLEMENTO CULTURAL No. 195 - 27 DE ABRIL DE 2015 - AÑO 4 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Gerrit van Honthorst, El alegre violinista, óleo / tela. 107.2 x 88.3 cm. 1623. Rijksmuseum, Ámsterdam. El pintor holandés Gerrit van Honthorst nació en Utrecht en el año de 1590 y falleció un día como hoy, 27 de abril, pero de 1656. Fue considera- do “un pintor caravaggista flamenco” porque a partir de 1616 dedicó gran parte de su vida a estudiar la obra de Michelangelo Merisi da Carava- ggio y su pintura, por tanto, tiene una notable influencia del pintor barroco. Van Honthorst y Hendrick ter Brugghen, fueron los representantes de la llamada Caravaggisti holandesa. Así lo recordamos a 359 años de su fallecimiento.

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 195 - 27 DE ABRIL DE 2015 - AÑO 4 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Gerrit van Honthorst, El alegre violinista, óleo / tela. 107.2 x 88.3 cm. 1623. Rijksmuseum, Ámsterdam.

El pintor holandés Gerrit van Honthorst nació en Utrecht en el año de 1590 y falleció un día como hoy, 27 de abril, pero de 1656. Fue considera-do “un pintor caravaggista flamenco” porque a partir de 1616 dedicó gran parte de su vida a estudiar la obra de Michelangelo Merisi da Carava-ggio y su pintura, por tanto, tiene una notable influencia del pintor barroco. Van Honthorst y Hendrick ter Brugghen, fueron los representantes de la llamada Caravaggisti holandesa. Así lo recordamos a 359 años de su fallecimiento.

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2LA GUALDRA NO. 195 / 27 DE ABRIL DE 2015 / AÑO 4

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira SaadeDir. General

Raymundo Cárdenas VargasDir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada LazarínDir. La Gualdra

[email protected]

Roberto Castruita y Enrique MartínezDiseño Editorial

Juan Carlos VillegasIlustraciones

[email protected]

El pasado viernes 24 de abril, Radio Zacatecas celebró su 31 aniversario. La radio pública del Estado de Zacatecas, bajo la coordinación de Tere Velázquez Navarrete es, hoy por hoy, un referente del acontecer cultural en nuestro Es-tado. Corría el año de 1984, cuando, con el nombre de Estéreo DIF, la señal radiofónica que hoy escuchamos en el 97.9 de FM, salió al aire por primera ocasión; la cobertura inicial era escueta -ésta apenas alcanzaba a cubrir el centro histórico de la ciudad capital-, pero la voluntad de crear una estación de radio pública era más grande que todas las dificultades técnicas y administrativas que pudieran acontecer. Después de ser parte de la dirección de Comunicación Social de Gobierno del Estado, en el año de 1998 se integra como parte de la Instituto Zacatecano de Cultura y poco a poco ha ido incrementando su cober-tura, la calidad de su programación y la diversidad de los temas que presenta diariamente a los radioescuchas. El día de hoy, la señal de Radio Zacatecas llega a varios estados del país y al extranjero a través de internet; ha funcionado no sólo como organismo vinculador entre los creadores, académicos y ciudadanos del Estado, sino como un vaso comuni-cante entre los habitantes de Zacatecas y los migrantes que viven en otros países, sobre todo los que viven en Estados Uni-dos. En esta administración se ha visto, como nunca, que la visión de un equipo de trabajo consolidado y unido por la pa-sión de comunicar, ha logrado resultados encomiables: múltiples convenios se han realizado desde la llegada de Tere Veláz-quez como directora, entre ellos, el esta-blecido con Radio Francia Internacional, así como el estrecho trabajo con Radio Educación. A propósito de este aniversa-rio, su directora ha dicho “Creo en la ra-dio pública de verdadero servicio social. Creo en el poder del sonido y la palabra puestos al servicio de una ciudadanía ac-tiva que escucha y se deja escuchar. Creo en la radio que derriba fronteras y muros para unirnos en el orgullo de pertenecer a una sociedad mundial donde lo global reconozca y promueva el valor de lo local, de lo que somos, de lo que cada cultura tiene que aportar. Creo en una radio que con libertad y responsabilidad ge-nera conocimiento”, transcribo aquí sus palabras porque me parece importante dar a conocer también por este medio,

la visión que se tiene en esta estación de cómo se debe trabajar y para qué, para quiénes. Quienes han escuchado Radio Zacatecas, coincidirán conmigo que el crecimiento que ha tenido en años recientes es a todas luces claro y que seguramente seguirá dándose para beneficio de la comunidad pero sobre todo para quienes estamos involucrados en actividades relacionadas con arte y la cultura. Felicitamos a todo el equipo que conforma Radio Zacatecas por los logros alcanzados a 31 años de su fun-dación y por los que están por venir. Enhorabuena.

Nosotros estamos a cinco semanas de alcanzar el número 200 de La Gualdra y eso nos emociona mucho, ya le iremos platicando lo que haremos para celebrar, porque además, ese número 200 coincide con nuestro cuarto aniversario. Pero an-tes, permítame compartirle que el mes de mayo, nuevamente estaremos cubriendo las actividades de uno de los festivales de cine más importantes del mundo, me refiero al Festival de Cannes. Nuestro amigo Carlos Belmonte, zacatecano, será nuevamente corresponsal y nos estará mandando la información más destacada desde esa ciudad francesa. Motivo doble de alegría es para nosotros, compartir con ustedes que en ese mismo festival estará presentándose, en el Marché du Film, la película El peluquero romántico, del di-rector zacatecano Iván Ávila Dueñas. El Marché du film es uno de los mercados más importantes del cine en el mundo; establecido desde hace 56 años, se lleva a cabo durante las fechas del festival –y en coordinación con el mismo- para pro-mover películas de calidad entre las casas distribuidoras que asisten para “cazar” las mejores producciones cinematográficas, este mercado es el punto de encuentro más importante para los profesionales del cine que acuden de todas partes del mundo para comprar y vender derechos de películas, y encontrar, incluso, co-productores; favorece los intercambios y también proporciona una gran visibilidad a los participantes, ofreciendo una amplia gama de servicios tales como reuniones, salas de exposiciones y proyecciones. Y así, con estas noticias felices, iniciamos esta semana.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

Crónica de un zacatecano en Coachella[Segunda parte]Por Juan Concha

Mare nostrumPor Carlos Hinojosa

De perreos, cumbias y poesíaPor Eduardo Campech MirandaCastillo de sal si puedesPor Ester CárdenasEl PicaportePor Simitrio Quezada

Desayuno en Tiffany’s, mon kuPor Carlos Belmonte Grey

Güeros y feosPor Edgar Khonde

Mauricio Magdaleno, para intrusosX. La mujer en la ciudad. Concha BretónPor Conrado J. Arranz

El coleccionistaPor Alberto HuertaPara Eleanor Boylan, mientras habla con DiosPor Anne Sexton[Versión de Javier Acosta]GrabadoraPor Pilar Alba

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Manual del extravío o “Instructivo del abandono”[carta a Javier Acosta]Por Sigifredo Esquivel Marín

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Se había llegado el segundo día del festival más grande e importante de América: Coachella. Después de un primer día perfecto, la emoción crecía cada vez más, no sé si por el nutrido line up que nos presentaba más de 60 artistas solamente ese día, o por el día anterior que no dejaba lu-gar a dudas: Coachella es el rey de los festivales.

Nosotros comenzamos nuestra aventura a través del mar de gente, las intervenciones artísticas que iban desde una mantis que semejaba a un tractor, hasta un cuartel de operaciones donde hombres con cabezas de hipopótamo dirigían el festival en el que nosotros nos divertimos con más de 7 escenarios.

Era la 1 de la tarde. Todos los mexicanos sabíamos a dónde teníamos que ir: Coachella Stage. Los encargados de abrir ese día el escenario eran: Bostich y Fussible. No importaba que no nos gustara tanto la propuesta de Nor-tec, al llegar ahí y escuchar las trompetas, las tubas y los acordeones, irremediablemente nos sentíamos como en casa, aunque fuera solamente por 50 minutos.

Después de una cerveza, nos atrevimos a entrar a la jungla del escenario más divertido del festival: Sahara. Una jungla porque siempre estuvo bastante concurrido, y el más divertido porque la gente que estaba ahí, era el tipo de gente que me gusta: el de la gente a quien le gusta la fiesta. A las 2:30 de la tarde se apoderaba de las tor-namesas Allison Wonderland, productora australiana que convirtió ese escenario en todo un manicomio.

Habiendo bailado, brincado y sudado lo suficiente, decidimos escuchar algunos guitarrazos, y nadie me-jor en ese momento que los británicos de Royal Blood. A esta banda no le falta nada, su sonido tiene blues, tiene garaje, pero sobre todo, es pesado, como el sol. Y a pesar del inclemente sol, los verdaderos rockeros movíamos arriba y abajo las cabezas al ritmo de las gui-tarras. A esta banda no nos la podíamos perder, como tampoco podíamos perder la oportunidad de beber otra cerveza.

A partir de ese momento, fue correr de un escenario para otro, sin parar. Regresamos al Sahara, donde era el turno de uno de los dj más eclécticos que he escuchado: Gramatik. Este esloveno toca de todo, desde hip-hop y dubstep, hasta

electrónica. Un gran artista para un gran escenario. Ahora corríamos hasta el escenario principal para es-

cuchar una de las propuestas más frescas de todo el festi-val: Milky Chance. Este par de alemanes que juegan entre el rock, folk y pop, siempre con un sonido electrónico muy amigable, lograron que quisiéramos volver a bailar al escuchar “Down by the river”, una verdadera bocanada de aire fresco. Nos tuvimos que ir un poco antes de que terminaran, pero a esas alturas era lo único que podías hacer si querías ver a la mayoría de tus artistas favoritos.

Era el turno de entrar al Beer Garden, y una vez te-niendo en nuestras manos una helada cerveza holandesa, ahora sí podíamos disfrutar de Chet Faker en el Outdoor Stage. Una actuación llena de sentimiento y excelentes ejecuciones, este australiano no defraudó a nadie. Tal vez fue que hasta en ese momento más tranquilo, me di cuenta de dónde estaba.

Una de las bandas que más llamaban mi atención era Jungle, escenario Mojave, una verdadera delicia, de las actuaciones más memorables de todo el festival. Es com-plicado encasillar a esta banda en un género, pero podría decirse que se trata de un soul moderno. Cerraban su actuación con “The heat”, un servidor no podía ocultar su emoción, sonrisa de oreja a oreja.

Para nosotros, la francesa que se apropiaba del esce-nario Gobi, era una obligación, sobre todo para mí, que a pesar de haberla visto en vivo anteriormente no la había disfrutado. Y ese día lo hice, vaya que lo hice. Ella se encargó de mostrar su mejor atuendo, tocar sus mejores éxitos y animarnos a todos brincando de un lado a otro del escenario. Yelle, divertidísimo.

Ahora necesitábamos refrescarnos, además en el esce-nario Yuma –con aire acondicionado- estaba por comen-zar una de las más grandes leyendas del house. El jefe, el señor Danny Tenaglia. A sus 54 años, se marcó con un set lleno de la mejor selección de música house. Thanks Danny. Perdón por no quedarnos hasta el final, pero ha-bía muchos artistas en ese momento.

Teníamos que volver al escenario principal para dis-frutar de una de las bandas más populares en todos los festivales alrededor del mundo: Alt-J. De lo mejor del

indie actual; una propuesta con una voz muy peculiar pero agradable, un sonido único, lo agradeces a cada mo-mento, y lo mejor: no puedes evitar bailar.

Corre que te alcanzo, porque en el escenario Mojave, ya estaba tocando otra banda que era imperdible: Kasa-bian. 50 minutos bastaron para que los ingleses demos-traran que el indie rock, no está muerto. Temas como “Underdog” y otros más recientes como “Stevie” hicieron que brincáramos sin importar el cansancio de los cuerpos y cantáramos aunque no supiéramos la letra a la perfec-ción.

Ahora era tiempo de asistir -como todas las celebri-dades- al escenario Outdoor, era el turno de uno de los raperos más famosos actualmente: Tyler The Creator. La verdad era uno de los artistas más esperados por lo me-nos para un servidor, sin embargo, nunca logró impresio-narme ni causarme alguna emoción, cada vez que termi-naba un tema, solamente pensaba en correr a escuchar de cerca la guitarra de Jack White, y así lo hicimos.

Casi dos horas de concierto por parte del señor White, comenzando con temas con sonidos country, pasando por el blues, acompañado de una violinista que además de ser muy guapa, hacia los coros. Puro rock, se-ñores, para mí fue como un paseo. Este maestro terminó su actuación, tocando “Seven nation army”, pero con una introducción de “Testify” de Rage Against The Machine –cuyo vocalista había actuado ese mismo día con Run The Jewells-. Memorable actuación.

Eran las 11 pm. Solamente quedaba una banda que podía redondear un día perfecto: Ratatat. No hay voces en esta banda, literalmente, la guitarra habla por sí sola. Este dúo neoyorquino realizó una actuación verdade-ramente increíble, cerrando con el escenario más loco de todo el festival: Sahara. Visuales impresionantes nos deleitaban la pupila, mientras las secuencias y la guitarra hacían lo suyo. Era momento de regresar a dormir, ha-bíamos logrado sobrevivir al segundo y más nutrido día. Todavía quedaba un día más de Coachella, la tristeza de lo inevitable se comenzaba a sentir, pronto todo terminaría. Les contaré lo que fue el tercer día en la tercera y última parte, la próxima semana.

Crónica de un zacatecano en Coachella[Segunda parte]

Por Juan Concha Música

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LA GUALDRA NO. 1954

Mare nostrumViejos dioses olvidados

mantenednos libres de todo mal. Mar antiguo, dios salvaje

de la encina y del gris olivar. El último de la fila

Por Carlos Hinojosa

En su ya clásico poema–can-ción The Future, Leonard Cohen nos dice: “I’ve seen the nations rise and fall I’ve heard their stories, heard them all/ but love’s the only engine of survival (He visto las naciones levantarse y caer, he oído sus historias, las he oído todas, pero el amor es el único motor de supervivencia)”. Como en el caso del amor de nuestra vida, el encuentro con la epifanía que en realidad es la monumental obra de Andrés Ibáñez, Brilla, mar del Edén, al igual que todo lo que va marcando hitos en la his-toria de nuestra existencia, no ha sido producto de la casualidad, por el contrario, nos ha permitido a través de un instante, o lo que es lo mismo, una eternidad, ser testigos de cómo se entrela-zan esas diáfanas líneas que van dando forma a la secreta geometría del azar.

En este extraño mundo que nos contiene, o parece contenernos, de vez en cuando llegan a nuestras ma-nos libros de autores en los que, a medida que los vamos leyendo, la narración rompe las barreras con la “realidad” y, de mil formas que van desde lo sutil a lo violento, los eventos saltan de la pá-gina impresa al entorno en el que nos desenvolvemos. Uno de los escritores capaz de lograr que la “ficción” se convierta en algo real y tangible, me ha tocado cons-tatarlo en más de una oca-sión, es Haruki Murakami, de quien, para fortuna o desgracia propia, me tocó experimentar su magna Cró-nica del pájaro que da cuerda al mundo. Y aquí empiezan

a tejerse los hilos de los destinos entrelazados a los que me he referido en el párrafo anterior, ya que en la obra que nos ocupa, Ibáñez realiza un más que interesante homenaje al autor japonés, narrando la historia de un joven que ha decidido vivir años enteros sin salir de la habitación de un hotel, por motivos que en su momento le dieron la vuelta al mundo, hasta que encuentra el amor, como no podría ser de otra forma en los tiempos tan informa-tizados que corren, a través de internet.

Todo lo que he referido hasta el momento trajo a mi mente el concepto de la sincronicidad jungiana, a saber, la ocurrencia en el tiempo y el espacio de eventos que aparentemente no tienen una causa común y perceptible; por ejemplo, el que un servidor se halle leyendo una nota en The Guardian sobre el concepto genético de Adán y Eva, esto es, el hombre y la mu-jer de quienes proceden, originalmente, nuestros ge-nes, y que de pronto reciba un mensaje de una amiga di-ciéndole “¿por qué no presen-tas, en vez del libro que tenías contemplado, la novela ‘Brilla, mar del Edén’? Te va a gustar, todo mundo debería de leerla”. Aparte del evidente nexo con nuestro concepto del Paraíso del par de eventos referidos, de inmediato me llamó la atención la belleza del título de la obra, original, sugestivo y sorprendente, “Brilla, mar del Edén”. A partir de ahí quedé atrapado con la novela de Andrés Ibá-ñez, a pesar de que estuve a

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27 de ABRIL DE 2015 5Encuentro Internacional de Escritores

punto de negarme a presentarlo (a punto de “rajarme”, como decimos en México), cuando me percaté que era un texto de casi 800 páginas y sólo contaba con pocos días para leerla. Pero, a medida que me iba adentrando en el inefable entorno de la Isla de las Voces, lo mismo que con el citado libro de Murakami, las barreras en-tre literatura y el mundo real comenzaron a disolverse.

Para empezar, la fecha misma de la edición que llegó a mis manos significó otro fenómeno de sincronicidad, febrero de 2014. Tan solo algunas semanas después de que se editó este libro, el primer suceso que nos narra se trasladó al mundo real, bajo la forma del enigma de la desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, catástrofe aérea que recién ha cumplido un año de acontecida y para la cual aún no se encuentra una explicación satisfactoria. Al igual que el amarizaje forzoso del avión de Global Orbit con el que abre la novela de Ibá-ñez, respecto al destino final del MH370 se han manejado infinidad de hipótesis, que van desde el rapto alienígena hasta el desplazamiento a otras dimensiones o universos paralelos o, como lo maneja nuestro autor, su arribo a una de esas zonas de nuestro planeta donde las anomalías electromagnéticas son tan fuertes que pueden de-rribar un avión, hacer zozobrar un barco o desaparecer una isla de los mapas.

Y es que la isla a la que llega el protagonista de Brilla, mar del Edén, el músico y enamorado Juan Barbarín, junto con casi una centena de náufragos, es una donde, como el título de una obra de Calvino, todos los destinos parecen cruzarse y las sin-cronicidades ocurren de manera vertiginosa, aunque el autor recompensa al paciente y esmerado lector con una interesante explicación al respecto (cita).

La elección del escenario de la isla, como todo lo que ocu-rre en esta majestuosa novela, no acontece por casualidad. La Atlántida, la isla de La tempestad de Shakespeare, las que apa-recen en Los viajes de Gulliver, la de Robinson Crusoe, la del doctor Moreau, La isla misteriosa de Verne, la de La invención de Morel… lo que conecta las islas de este archipiélago literario no es sólo que éstas aíslan a los personajes de sus obras de toda influencia exterior, permitiendo darle curso a los instin-tos más primigenios, sino que de cada una de ellas emana una sensación única de misterio, casi onírica o tal vez procedente de una pesadilla, lo cual nos sugiere que nos encontramos ante metáforas de la mente humana, tal vez incluso de la pro-pia mente del autor.

Alguien podría decir que lo que estamos comentando tiene la pinta de haber sido sacado de la serie televisiva Lost, y tendría razón, incluso podríamos decir que ésa era la in-tención de Andrés Ibáñez, ya que, según cuenta la leyenda urbana, cuando nuestro autor se percató que la calidad de la serie en cuestión estaba a punto de “naufragar” (no pun intended, como dice el propio Ibáñez en un momento de su narración), decidió escribir su propia versión, misma que, permítanme expresarlo, ha resultado muy superior al pro-grama de TV, sobre todo porque deviene en un admirable intento de ajustar cuentas con nuestra condición como seres humanos, esto es, con la tendencia o fatalidad que tenemos por equivocar la senda, por tropezar de nuevo con la misma piedra, Julio Iglesias dixit. Es por ello que en las páginas de Brilla, mar del Edén tienen cabida desde las siniestras corpo-raciones capitalistas que buscan el control, literalmente, del planeta y sus habitantes, hasta sus némesis, los guerrilleros marxistas–leninistas para quienes incluso el propio acto de

dormir se convierte en el peor enemigo del proletariado y la lucha de clases.

En medio de personajes tan variopintos surgen los relatos dentro del relato, como el ya referido del nipón Noburu, o el de Xóchitl, una joven mexicana, cuya historia se relaciona directamente con lo que está ocurriendo actualmente en este país nuestro que, como el Edén perdido, era un paraíso y ahora se ha convertido en un cementerio de 2 millones de kilómetros cuadrados, lo mismo que ha sucedido con los “paraísos” de todos colores e ideologías, una reflexión inesca-pable a la que nos mueve la lectura de la obra de Ibáñez. Pre-cisamente, tal estructura narrativa nos ha permitido percibir, en el libro que nos ocupa, la influencia de grandes clásicos de la novela, como el caso del Quijote de Cervantes, con sus narraciones incrustadas como la historia del cautivo de los capítulos 39 y 40, o los que se refieren a lo que acontece en la venta, donde se encuentran personajes separados desde tiempo atrás y en la que se cierran varios arcos narrativos, aunque, en vista del papel tan destacado que tiene el amor durante la trama de Brilla, mar del Edén, bien podríamos ir más atrás en el tiempo, ya que es posible descubrir ciertas similitudes, si seguimos el desarrollo de la relación entre Juan Barbarín y su amada, Cristina, con la Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro, impresa en el significativo 1492, un año de tal trascendencia para el mundo hispano (la toma de Granada, la publicación de la gramática de Nebrija, los viajes de Colón) que, sin duda, debe ser “un momento fijo en el tiempo”, como dijera el Doctor Who.

Por otra parte, a título personal, en virtud de que la natu-raleza de algunos relatos se refiere a cuestiones que caen den-tro del terreno de lo esotérico o paranormal, y debido a la cir-cularidad presente en lo que le acontece al protagonista, Juan Barbarín, Brilla, mar del Edén también me recordó otro gran clásico, El manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki (1805), obra cumbre donde lo gótico y lo romántico con-curren, al grado tal que su influencia se deja sentir hasta en Sergio Leone. Además, la manera tan erudita en que Ibáñez nos plantea su relato, esa interesante y ambiciosa cualidad de intentar abarcar la totalidad de la actividad humana, tocando la historia, la gastronomía, la música, la propia literatura, los comics, el ánime (la referencia a La Princesa Mononoke, de Hayao Miyazaki, resulta genial), las creencias religiosas, las sociedades secretas, los fenómenos paranormales, el

amor, nos ha traído a la mente esa extraña obra maestra de Thomas Pynchon que se llama El arcoíris de gravedad.

Mientras escribo estas líneas, The Guardian informa que el evento donde un Airbus alemán se estrelló en los Alpes franceses no fue un accidente, sino que el copiloto deliberadamente impactó el avión contra la montaña, mien-tras tanto, los teóricos de la conspiración señalan que el artefacto se desplomó porque ingresó a una zona donde un conjunto de militares estadounidenses y europeos estaban probando un nuevo tipo de armamento que destruye los sistemas de navegación aérea, utilizando medios electro-magnéticos. La frontera entre ficción y realidad continúa difuminándose.

Retomando el nexo entre la sincronicidad y la obra que nos ocupa, Jung, lo mismo que el físico Wolfgang Pauli, pen-saba que la sincronicidad era una expresión de lo que llamaba unus mundus, una realidad unificada subyacente de la cual todo lo que vemos emerge y a la cual todo regresa. Este unus mundus es similar a la teoría de la mecánica cuántica de David Bohm que postula la existencia de una especie de mar univer-sal de energía infinita (Brilla, mar del Edén) del cual se des-dobla el mundo material fenoménico que percibimos, el cual apenas es una ondulación en la superficie de lo inconmensu-rable. Para Jung, la improbable pero significativa coincidencia de una sincronicidad era posible por el hecho de que tanto el observador como el evento observado a fin de cuentas brotan de una misma fuente, del unus mundus. Es decir, la conexión sin causa perceptible, a distancia, sin la aparente acción de una fuerza física (conocida) sería posible porque en profun-didad todos los eventos y todos los sujetos que perciben un evento no son más que la misma cosa. Como al final descubre Juan Barbarín, ya en brazos de su Beatriz, luego de su des-censo a los infiernos y su ordalía por la Isla Purgatorio, el uno es el otro: es el mismo. “We are like islands in the sea, sepa-rate on the surface but connected in the Deep (somos como islas en el mar, separadas en la superficie pero conectadas en lo profundo)”, dijo William James, palabras que caen tan jus-tas en este momento, como gotas de lluvia en el suelo, al igual que en el puente azul de la canción de Radio Futura.

Carlos Alberto HinojosaGuadalupe, Zacatecas, marzo de 2015

Andrés Ibáñez, fotografiado en Madrid. Foto de Santi Burgos. Diario El País. Andrés Ibáñez acaba de obtener la sema-na pasada el Premio Nacional de Crítica Literaria otorgado por la Asociación Española de Críticos Literarios.

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Manual del extravío o “Instructivo del abandono”[Carta a Javier Acosta]Por Sigifredo Esquivel Marín

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Le escribo esta carta manuscrita, hace tiempo que ya no se escriben y se envían cartas. El género epistolar está en desuso, como tantas otras cosas. Mi caro amigo, nos co-nocimos en cursos de maestría, luego nos reconocimos, en un taller literario, en los noventa, hace tiempo ya, ¿se acuerda? Conversaciones, encuentros, tal vez, algún desencuentro.

Luego compartimos cursos de literatura, nunca ha-bía trabajado de manera tan enriquecedora, crítica y autocrítica con alguien. La palabra compartida desde la fidelidad a las cosas nos convoca y conmina a decir lo que sabemos, y también lo que no sabemos, pero intuimos.

La soledad madura frutos del pensamiento, pero sólo el diálogo extrae toda su savia, pulpa milagrosa y curativa. He aprendido mucho con usted, pero sobre todo, gozado la literatura y el pensamiento. Nunca hemos hablado de otra cosa, incluso cuando hablamos de nuestras cuitas es siempre desde la exterioridad de un pensamiento por venir, un tropo o metáfora que sublime la miseria del mundo. La amistad que reúne el pensamiento poético une sensibilidades y subjetividades. ¿Acaso no es la sub-jetividad la misma encarnación de la sensibilidad?

Nuestra profunda amistad reside en el respeto, admi-ración y entrega a la poesía como experiencia humana

abisal. “Sentirse como un perro callejero sin destino y sin rumbo”, “sobrevivir a nuestras decisiones más fatí-dicas y funestas”, “estar condenado a perecer sin más”, y tantas otras intuiciones y alucinaciones compartidas en el día a día con una taza de café. Sabemos que la so-ledad es nuestra condición óntico-ontológica. Lo propio del hombre, es la soledad. Venimos desnudos, fuera de la ilusión del lenguaje y del amor, estamos desnudos, solos, y regresaremos desnudos a la soledad originaria. Solos, solitarios y solidarios, pero también hermanos. Solos, irremediablemente solos. Los amorosos, solitarios solidarios, con el amor como entrega trágica –Sabines lo

Sigifredo Esquivel y Javier Acosta. Fotografía: José Angel Higuera

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727 de ABRIL DE 2015

Literaturasabía, lo supo contar y cantar, ésa fue su grandeza.

Esto me lleva a comentar su libro Manual de extravío, que también se podría titular “Instructivo del Abandono”, una obra con la cual me siento profundamente implicado. Ya el título es una declaración de guerra contra la estupi-dez y el cinismo. Bajo su luz, sin dirección y sin camino fijo, todo aparece barnizado por la leche materna ya para siempre postergada. En el luar —claro de luna— / tu láctea piel —también— es invisible. Salvo la oscuridad, todo es distante, distinto. Nada permanece. Sólo hay camino entre las estrellas, /pero no más abajo. Estamos tan solos y somos tan pequeños. No tenemos a donde ir, ni un palmo de tierra para descansar. Para otros hay noche y día / y norte y sur, / para nosotros / sólo hay caminos entre las estrellas. Ya no hay a dónde ir, ni para qué. Pero aún queda cantar la imposibi-lidad. Contar el sereno espesor de la tristeza: El corazón se va primero de las cosas; pero el alma se queda y muere de pie.

Tiene razón, estamos mal. Quizá como nunca lo había-mos estado. En esta mala hora, ni siquiera tenemos palabras para un poema trágico. Tiene razón: los perros / ellos saben ladrar, / yo, / yo ni siquiera / acomodar / estas palabras... La vida humana es corta, la serenidad impertérrita de la luna demasiado larga, por lo menos, para nosotros. En el girato-rio vals de su silencio: la luna permanece. Serenata silente. Es testigo de la errancia sin fin del ser finito efímero. En la oscuridad somos de nuevo inseparables. Sólo estando perdidos vamos juntos. Efímero, fugaz, e inconstante, envejece el hombre. Envejece tan rápido que la rotación de la luna apenas nos reconoce de la cuna a la tumba.

Como han dicho Cioran y Caraco, la noche desvela la lúcida translúcida del insomnio; único saber humano, aciago y verdadero: noches blancas de luz negra –eterna progenie del insomnio. El sabio poeta bohemio, enamorado de la luna, busca lo imposible: «Bebiendo solo, bajo la luna». Eternamente enamorado del cielo, nosotros también damos pequeños sorbitos a luna del estanque. Y la luna escribe un poemínimo “de una sola palabra repetida cien mil veces para nombrar las cien mil cosas”. Cuando seamos de verdad polvo —ya sabemos, en teoría, que somos polvo— el turno largo será suyo de llorar mi retorno al origen. “Luna que ruedas al mudo rededor del polvo”. “Y vuelves a decir que el gran Amor, Eros Celestial es una silente súplica, infinito antes y después de la caducidad de las palabras”.

Yo quería responderle, acaso sin razón, movido por algunas intuiciones, de que el amor, la amistad y la justicia tienen la fuerza para hacer que la vida valga la pena y que la lucha por un mundo mejor nunca será en balde. En el Mar de los Fríos, los monjes duermen, de verdad cala tanto el frío que congela la voz y la mirada, y sólo nos deja el pálido consuelo de una erizada bufanda de neblina –luna. Luar, claro de luna, fado, cante hondo: Silabario silente. La palabra, transustanciación de la tristeza, vida cruenta sublimada en la palabra que silva la noche sin fin. La luna nombra el mal interior, pero tenemos que habitarlo, con-vertir el dolor en sufrimiento, el sufrimiento en melancolía, la melancolía en música. Y la música alada y ligera dejarla libre para que nos invite a bailar en la danza extática de la vida justa.

Hay que dar ese salto en el vacío sin cuerda, la aventura es la caída sin fin. Personificar el mal y el extravío puede ser una estrategia terapéutica, pero no extirpa la espina de la tristeza infinita, la sublima, le da forma a lo informe. Recuerde amigo, lo informe no tiene forma, lo informe nos habita. La poesía tiene, entre otras posibilidades, la capaci-dad –instantánea e intermitente– de recubrir la soledad y la finitud, de belleza y de lucidez. Pero también la poesía tiene la potencia de habitar el mal, de nombrar su poder ignominioso, sin adjetivos ni metáforas. El tropo de la poe-sía cubre, encubre y descubre la miseria insobornable que somos, que nunca dejamos de estar siendo. “Instrucciones de Abandono” nos permite ver faz y antifaz de lo funesto.

Recuerde, no lo olvide, carajo, que los profesionales de la melancolía hacen de la auto-conmiseración un chantaje es-piritual en tiempos de crisis –siempre estamos en tiempos de crisis. Así que en sus “Instrucciones” también puede aflorar un poco de risa, levedad y piedad por lo fugitivo; absolución de pecados cometidos y no-cometidos. Tendría que acompañarse de ciencia jovial. Antídoto contra la muerte, porque la poesía es allende-la-muerte. Persistencia del instante transfigurador.

Es cierto. Estamos solos, condenados a estar y vagar solos, morir solos, morir como perros sin amo y sin des-tino. Desatino puro. Destinerrancia –para decirlo con un bello neologismo derridiano. Pero hay que tocar fondo, su manual para extraviados nos da un valioso instructivo, para reconocer el abismo, para ver en la espesura de la noche la luminosidad trans-lúcida de una luna que nos acompaña fría y distante, en algunas páginas se atisba un niño, una sonrisa, un tacto y un contacto furtivos. Hace falta coraje para ver nuestro rostro en el abismo de la noche infinita, para titiritar de frío en la soledad glacial y atreverse a seguir soñando, escribiendo, percibiendo en la alteridad la belleza indescifrable de la aurora boreal. Nietzsche, en la cercanía de la locura, ha divisado la alegría trágica de ultra-tumba. El eterno retorno de las cosas, el eterno retorno de la nada, también es el de la totalidad de las cosas.

No olvide nunca que la gran mentira es que “sapiencia es dolencia”. El sufrimiento no enseña nada, nos atonta, nos desrealiza, nos enajena, nos quita vida un poco cada día, nos mata lentamente sin aviso. La agonía del sufrimiento se vuelve enredadera ponzoñosa que crece en interiores; no dejé que anide. Todo saber profundo, verdadero, nacido de las entrañas de la vida-muerte, quiere el sí nietzscheano. Nuestro maestro Tomás Pollán ha refutado el sufrimiento como filosofía, por favor, se lo digo y me lo digo, estemos a la altura de su enseñanza: el sufrimiento no enseña nada

sino sufrimiento, grado cero del saber, grado cero de la vida. No somos Nietzsche ni Deleuze, no tenemos el humor

y amor cínico de Cioran. Somos sobrevivientes de nuestra propia vida, pero, carajo, aprendamos algo de todo esto. Que nada sea en balde. Hay que tocar fondo, tocar fondo es caer en abismo y levantarse en el techo de su precipicio. Si la tierra es redonda, el andrógino también, la caída entre más profunda nos regresa a la superficie. Sabemos en carne propia la finitud, miseria y sufrimiento, no los evitamos, los toreamos con una elegante –eso espero– faena tropológica y metafórica que alude y elude, en un último instante, la estocada de muerte –al menos por el momento.

Moriremos, nuestras palabras morirán, todo perecerá, ningún recuerdo perdura, pero el sentido trascendente que habita nuestra entrega a la poesía quedará, eternamente en la memoria secreta de la experiencia intransferible; mientras tanto compartamos palabras, pan, vino y sal en el pórtico de la morada verdadera. Recuerde nuestras largas charlas sobre el suicidio, seamos inconsecuentes, contradictorios, aún esperan –ésa será nuestra venganza– nuestras obras incompletas desde el umbral que une, sin disolver diferencias, poesía y filosofía; qué importa si nadie las lee o se publican, lo esencial es divertirnos escribiendo, dialogando.

Robert Frost lo ha dicho: “la verdad es diálogo”. Aquí estamos. Aún nos queda mucho por hacer y recorrer. Ahí en la gratuidad de la vida. En la ausencia de todo sentido. Ahí en la certidumbre del fracaso y nulidad de la victoria, ahí justo ahí, comienza, cada vez comienza, la nuda vida, la ciega vida desnuda que anuda lo mortal. Seremos polvo y nada más que polvo. Y aunque nunca seamos polvo ena-morado del silencio estelar, el instante poético en su verti-calidad absoluta ES ETERNO. No lo olvide, querido amigo. Reciba un fuerte abrazo donde quiera que se encuentre.

Su amigo, Sigifredo.

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LA GUALDRA NO. 1958Pr

omoc

ión

de la

lect

ura

En el imaginario colectivo, el libro, junto con el lector y, por supuesto, la lectura, compar-ten un lugar sacro dentro de las prácticas socioculturales. Quien porta un libro, lo lee y no para estudiar algo en particular, es un ser extraño. Los esfuerzos por formar lec-tores son muchos. La historia reciente de la promoción de la lectura ha visto programas institucionales y civiles. Un gran número de ellos han utilizado, y utilizan estrategias que respondan a su circunstancia: lo mismo pueden ser muy apegadas a la academia, que acciones novedosas que trasgreden lo sagrado de la lectura.

La crítica que ello pueda generar se li-mita al entorno de influencia. Recientemente tuve información del siguiente evento, en Aguascalientes: un profesor de secundaria, al percatarse el poco interés por la poesía en sus alumnos, decidió intercalar estrofas del poema “Sonatina”, de Rubén Darío y la canción de los Ángeles Azules, “Cómo te voy a olvidar”:

La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?Los suspiros se escapan de su boca de fresa,que ha perdido la risa, que ha perdido el color.La princesa está pálida en su silla de oro,está mudo el teclado de su clave sonoro,y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

Amor, amor, amor,Amor, amor, amorQuiero que me vuelvan a mirar tus

ojosAmor, amor, amor,Amor, amor, amorQuiero volver a besar tus labios rojos

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.Parlanchina, la dueña dice cosas banales,y vestido de rojo piruetea el bufón.La princesa no ríe, la princesa no siente;la princesa persigue por el cielo de Orientela libélula vaga de una vaga ilusión.

Este maestro comparte la expe-riencia acompa-ñada de su emo-ción y satisfac-ción. Sin embargo, también me habló de la llamada de atención que le hicieron los direc-tivos de la escuela: “la próxima vez que repitiera un ejercicio tan vulgar con los alumnos, sería sancionado”. Aunque los chicos aprendieran el poema de Darío, aunque lo cantaran y gozaran, aunque ese aprendizaje hubiera sido significativo, ¿cómo se le había ocurrido a este maestro hacer del poema mo-dernista una “vulgar” cumbia?

Considero que algo similar fue el escándalo que generó hace unas semanas la campaña “Pe-rrea un libro”, una iniciativa audaz en el mar del

De perreos, cumbias y poesíaPor Eduardo Campech Miranda

El Día Internacional del Libro y la censuraEl “Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor” fue promulgado en 1995 por la UNESCO. Se designó el 23 de abril, pues coincide con el deceso de William Shakespeare, Miguel de Cervantes y Garcilaso de la Vega en 1616. Cada año se elige una ciudad como capital mundial del libro, este año se escogió como tal a Incheon, Corea del Sur. También hay una votación para seleccionar un autor y un libro, este año optaron por Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.

Y justo en este día 23 de abril de 2015 se me ocurre hablar un poco de la censura. Hace tiempo leí un artículo que mencionaba que la persecución de las obras literarias alcanzó su nivel más alto en el siglo XX. Aunque la censura no logra borrar obras perdurables, sorprende saber que en 1818 un miembro de la Sociedad Inglesa para la Supresión del Vicio expurgó las obras de Shakespeare hasta obtener una versión “apta para ser leída en familia y en voz alta”. En Grecia los sacerdotes arrojaron a Esopo desde lo alto de un precipicio, y en el siglo XVI los clérigos quemaron a Giordano Bruno junto con sus obras. Entre 1926 y 1956 la ex Unión Sovié-tica prohibió la difusión de la Biblia y el Corán. Mussolini confiscó El llamado de la selva, de Jack London. Estados Unidos prohibió una de cada tres grandes obras de la literatura inglesa del

siglo XX. El caso más espectacular es el Ulises, de Joyce, vetado entre 1918 y 1933 por obsceno; al igual que El amante de lady Chatterley, de D.H. Lawrence. En su época, se confiscó Cándido, de Voltaire; Los cuentos de Canterbury, de Chaucer; el Decamerón, de Boccaccio; Moll Flanders, de Defoe; y Las mil y una noches. En 1953 Stalin prohibió a Rousseau. A principios del siglo XX Estados Unidos impugnó Lisístrata, la obra de Aristófanes en que las mujeres se rebelan contra el militarismo masculino y declaran una huelga sexual. El 10 de mayo de 1933 los estudiantes nazis de la Universidad de Berlín quemaron Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, junto con otros 25,000 volúmenes de autores judíos, liberales o “degenerados”.

El argumento más común aparte de las razo-nes políticas, es la inmoralidad. En el siglo XX, como ya les mencionaba, hay una larguísima lista de libros censurados; por razones de espa-cio sólo mencionaré algunos: Las viñas de la ira, de Steinbeck; Johnny tomó su fusil, de Dalton Trumbo; El libro de la risa y el olvido, de Kundera; La última tentación de Cristo, de Kazantzakis; Versos satánicos, de Rushdie; Lolita, de Nabokov; Un mundo feliz, de Huxley; La naranja mecánica, de Burgess; La nada cotidiana, de Zoé Valdés y un largo etcétera.

Alguien dijo que las sociedades se definen por lo que marginan.

El sobretodo es la prendaEl sobretodo es una prenda y nada más. Nuestro Diccionario es tan generoso que incluso la describe como “ancha, larga y con mangas, en general más ligera que el gabán, que se lleva sobre el traje ordinario”.

En una segunda acepción, la del americanismo, el sobretodo es “Abrigo o impermeable que se lleva sobre las demás prendas”.

Es sustantivo y prenda: el sobretodo es, sobre todo, una prenda. El sobretodo se viste.

La otra expresión, “sobre todo”, es una locución adverbial for-mada por la preposición “sobre” y el sustantivo “todo”. Significa “con especialidad, mayormente, principalmente”. No se refiere, pues, a algo físico o material, sino a algo intangible.

Lo reprobable ocurre cuando algunos escriben la locución ad-verbial sin espacio, como si las dos palabras fueran una sola: enton-ces la convierten en el sustantivo, en la prenda.

Como si fuera plaga de piojos, las redes sociales contagian el mal uso escrito de esta expresión adverbial y por eso leemos abe-rraciones como “Me gusta estar contigo, sobretodo cuando estamos a solas”.

Hasta me sangraron los dedos por teclear eso.

* Lo invito a que envíe comentarios y demás inquietudes a:

[email protected]

El PicaportePor Simitrio Quezada

Castillo de sal si puedesPor Ester Cárdenas

conservadurismo. Los detractores de esta propuesta no concebían que un poema fuera acercado a la juventud a ritmo de reggaetón, que se pudiera bailar “Yo tuve en tierra adentro/una novia muy pobre/ojos inusitados de sulfato de cobre…”. Prefieren seguir apostando por los somníferos concursos de declamación.

En mi experiencia, una de las condicionantes para que la población no lea está dada por lo ajeno que son el acto de leer, los libros, los espacios de lectura sacros, la rigidez castrense en algunos mediadores, la descalificación y nulo respeto por las prácticas del otro. Hace años conocí el caso de un chico de telesecundaria que se acercó a la vida y obra de Ma-nuel Acuña, cuando supo que esa canción en voz de Chalino Sánchez era un poema del coahuilense. Ojalá y estas experiencias se reprodujeran constantemente.

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27 de ABRIL DE 2015 9

El cincuentenario entra a su departamento de un inmueble de interés social, los conocidos HLM (habitation à loyer modéré, por sus siglas en francés), en las afueras parisinas. El hombre es grande, arrugado, medio calvo, de toscas maneras. Su semblante muestra la fatiga de la jornada, es vigilante nocturno de un centro comercial. El amarillo de la luz del sol se cuela por las persianas entreabiertas para acentuar el ahogo del desorden, de una cama sin hacer, con sábanas y cobijas tiradas, una mesa con pilas de papeles, cigarros y whiskys vacíos. El hombre trae en su mano un papel, busca una chincheta para pegarlo al lado de su cama y tenerlo siempre a la vista. En ese documento está el cálculo de su vida, de sus cotizaciones laborales y de su pensión de retiro, hecho por su consejero social y del empleo: tendrá que conseguir dos medios trabajos para, al jubilarse, pagar su habitación –con gastos corrientes-, comer legumbres y sémolas, y quizás una o dos veces por semana tener que ir a los restaurantes “del corazón” (Les restos du coeur destinados a la asistencia de gente pobre). La escena asfixia, posiblemente por la cercanía social del evento.

Olivier Gourmet es el actor que interpreta a este viejo agotado y sindicalista idealista. Pierre Jolivet es el director de este drama social, Jamais

de la vie. Gourmet regresa al ritmo social de La promesse (Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne, 1996) pero con el rol del comprometido traba-jador y Jolivet mantiene su línea de denuncia de La très très grande entreprise (2008).

Jamais de la vie encara, al menos hasta la mi-tad de la cinta, el conflicto de la reinserción en el sistema económico de una persona que se vio forzada a salirse; el sindicalismo comprometido que margina al obrero; las jaulas que definen vidas; y el sacrificio por bien común.

Cuadros montados para acentuar las sensacio-

nes de la miseria: una toma sobre la pantalla de un cajero automático para retirar dinero -30 euros-, el vigilante, en escorzo, recupera su tarjeta y se le cae de la mano, al agacharse su pantalón de trabajo se truena de la entrepierna, corte y vista sobre el rudo hombre zurciéndolo. Secuencia insertada justo después de saber que sus derechos laborales lo han condenado a una vejez por demás precaria. El juego de montaje se repite hasta poco antes del desenlace cuando ya se vislumbra lo predecible.

Bien que la cinta recurre a lugares comu-nes del cine social, a lo Dardenne y Loach, no

deja de ser actual. De exponer el sofoco de la vida francesa fuera de la parafernalia del París cosmopolita de los restaurantes gastronómicos y chics, de los campos elíseos con su arco del triunfo y de las iglesias de las magdalenas.

La crítica francesa la ha bien recibido, aun-que centrada muchas veces en el tono román-tico de la narración y quejándose de la negrura de la realidad social que está royendo la vida moderna de la juventud. Lo que no significa que apunte por un tono negacionista, sino que el retrato obscuro cala por su cercanía. ¡A ver!

CineDesayuno en Tiffany’s, mon ku

Jamais de la vie

Por Carlos Belmonte Grey

Se me ocurre escribir algo breve sobre Güeros, ya que recién se ha convertido en un tema polé-mico entre amigos y gente que conozco. Aclaro que durante la huelga de la UNAM, que parece es el núcleo de la película, yo no estudiaba ni trabajaba, era un vago, todavía lo soy.

Vi Güeros en la Cineteca, y no percibí crítica alguna al movimiento estudiantil, es decir, por-que para que hubiera crítica habría tenido que sostener argumentos políticos en su contra y la película tal vez tiene retratos, fotografías, imá-genes alusivas. Pero no alcanza ni de lejos a ser un relato ficcional de una huelga que se sostuvo a base de argumentos políticos, sociales y cultu-rales para defender la gratuidad de la educación universitaria. El único argumento, solaz, que con-tiene contra los estudiantes (no contra la huelga) es un motivo estético. Digamos que es el mismo motivo que llevó a Peña Nieto a la presidencia: los votantes lo eligieron porque era guapo. La

película presenta tres imágenes relacionadas con los estudiantes: los estudiantes en el jolgorio, los estudiantes discutiendo en una asamblea; y los estudiantes, los protagonistas, tirando la barra, o sea, haraganeando. Y ya. No es cierto que los protagonistas busquen a un músico inédito, se lo encuentran. No es cierto que la película ataque al movimiento estudiantil. ¿Cómo? La huelga triunfó. Me gustaría ver una película que atacara a la selección alemana que ganó el campeonato mundial en Brasil. Güeros es una fotografía de la malhechura, las imágenes de la ciudad son realmente impresionantes, básicamente porque la Ciudad de México lo es: la fealdad también arroba.

Si quieres saber la verdad, o sea lo que pienso, te puedes divertir viendo la película. Si no hubiera sido filmada en blanco y negro, sería intragable. Si tu gusto se reduce a lo visual, puedes disfrutarla. Si esperas que te desvele verdades sobre la ideología de los lúgubres

huelguistas, no las vas a encontrar, para ello ten-drías que recurrir a otros documentos. La película presenta lo que hacen los jóvenes, pero todos los jóvenes, no sólo los universitarios: los vatos fiestean, los vatos discu-ten, los vatos güevean. Y los vatos con una cámara de cine: hacen películas. Los que hicieron Güeros intentaron hacer una, pero les salió un sketch chilango con, eso sí, imágenes muy bonitas.

La música es muy mala, acorde con el feísmo que presenta. El DF es feo, eso tiene su encanto, y los huelguistas son feos. Supongo que para el director la huelga fue fea. Y eso es toda la crí-

tica al movimiento estudiantil. Querido lector, remóntate a tu niñez y recuerda que alguna vez otro niño te intentó ofender llamándote: negro, flaco, gordo, chaparro, cuatrojos, naco, marica, feo, güero.

Güeros y feosWe’ll Always Have la huelga de la UNAM

El Oso (personaje real que aparece en Güeros)

Por Edgar Khonde

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LA GUALDRA NO. 19510

PROGRAMACIÓN

CINETECA

ZACATECAS

La proyección de las

películas se realiza

de manera gratuita

con fines culturales y

educativos.

Miércoles 29

18:00 hrs.

Entrada libre

Ciclo de Cine

Italiano

SUSPIRIA

Dir. Dario Argento

Italia/ 1977/ 101

min.

Una joven (Jessica

Harper) ingresa

en una exclusiva

academia de baile la

misma noche en que

asesinan a una de las

alumnas. La subdi-

rectora del centro es

la amable Madame

Blank, que brinda a

la nueva alumna las

comodidades y fa-

cilidades necesarias

para su aprendizaje.

Pero, poco a poco,

una atmósfera

malsana se va apode-

rando del lugar, y la

estancia de la joven

se va convirtiendo

en una verdadera

pesadilla.

Miércoles 29

20:00 hrs.

Entrada libre.

Ciclo de Cine Italiano

EL CARTERO

Dir. Michael Radford

Italia/ 1994/ 108

min.

Mario (Massimo

Troisi) es un hom-

bre sencillo que

acepta un empleo de

cartero. Su trabajo

consiste en llevar el

correo a un único

destinatario, el poeta

chileno Pablo Ne-

ruda (Philippe Noi-

ret), que vive exi-

liado en el pequeño

pueblo italiano.

Mario se siente fas-

cinado por la figura

de Neruda, y entre

los dos hombres irá

creciendo una gran

amistad.

Jueves 30

18:00 hrs.

Entrada libre

Ciclo de Cine Italiano

VOYAGE IN TIME

Dir. Andrei Tarko-

vsky, Tonino Guerra

Italia/ 1983/ 61 min.

Documental sobre

el viaje a Italia del

director Tarkovsky y

el guionista Tonino

Guerra, antes de ro-

dar “Nostalgia”.

Jueves 30

19:30 hrs.

Entrada libre.

Ciclo de Cine Italiano

LA GRAN BE-

LLEZA

Dir. Paolo

Sorrentino

Italia / 2013/ 142

min.

Roma en verano;

nobles, arribistas,

políticos, criminales,

actores, prelados, ar-

tistas e intelectuales,

tejen una trama de

relaciones incon-

sistentes dentro de

fastuosos palacios y

villas. El centro de

todas las reuniones

es Jep Gambardella

(Toni Servillo), un

periodista de 65

años con tan solo

un libro escrito.

Dominado por la

indolencia y el has-

tío, protagoniza este

desfile de personajes

poderosos e insus-

tanciales. Detrás de

una decadencia y

descomposición de

la realidad, Roma

preserva una escon-

dida y, a veces, des-

esperada belleza.

DÍA INTERNACIONAL

DE LA DANZA

28 y 29 DE ABRIL

DE 2015

Ballet, contemporá-

neo, flamenco,

folklórico, jazz,

bailes de salón,

árabe, tap, hip hop

MARTES 28

17:00 horas

Feel Dance Ballet

Dir. Paola Vanessa

Alvarado

Karla Parga Acade-

mia de Baile

Dir. Karla Yassiel

Parga

Rashida Nur

Dir. Alma Angélica

Torres

Academia Petits

Studio

Dir. Verónica

Chávez

Boomers Hip Hop

Crew

Dir. Armando de

Luna

Arrtempo Estudio

Dir. Alexandra

García

Compañía 360

Danza

Dir. Vicente Leyva

Auditorio del Museo

de Arte Abstracto

“Manuel Felguérez”

Entrada libre

MARTES 28

19:00 horas

Dance Time Studio

Dir. Ana Paulina

García

Academia Rosse-

lldanz

Dir. Martha Lucia

De Santiago

Kimmera

Dir. Jazmín Dinora

Barajas

EDUBARTE, Acade-

mia de Ballet Clásico

de Zacatecas

Dir. Adriana Mar-

tínez

Faredanz Estudio

Dir. Silvia Barajas

Taller de Flamenco

de la U.A.Z.

Dir. Carlos Antonio

Ramírez

Teatro Fernando

Calderón

Entrada libre

MIÉRCOLES 29

17:00 horas

Shahdana

Dir. Blanca Araceli

Bautista

Cuerpo Inert -

Cuerpo In Art

Dir. Susana Valerio

Pasos Libres

Dir. Susana Alemán

Tassarba

Dir. Gerardo Valle

Danzac

Dir. Georgina Ávila

Danzaría

Dir. Ignacio Soto-

longo

Dehors Ballet

Dir. Blanca Alatorre

Teatro Fernando

Calderón

Entrada libre

MIÉRCOLES 29

19:00 horas

Grupo Folklórico de

Pensionados y

Jubilados del IMSS

Dir. Juan Márquez

Piña

Ballet Folklórico de

Zacatecas

Dir. Francisco Uribe

Rojas

Conjunto de Danza

Folklórica

“Tenamaxtle”

Dir. Carlos Lozano

Sacromonte Fla-

menco

Dir. Cecilia Becerra

Compañía Estatal de

Danza Folclórica de

Zacatecas

Dir. César Lara

Bañuelos

Plazuela Goitia

AGENDA

CULTURAL

ABRIL 2015

MIÉRCOLES 29

18:00 horas

Todos al Centro

Histórico

Miércoles de Danzón

Plazuela Miguel

Auza

Coordina: Casa Mu-

nicipal de Cultura de

Zacatecas

JUEVES 30

19:00 horas

Tradicional Con-

cierto

Banda Sinfónica del

Estado

Dir. Salvador García

y Ortega

Plazuela Goitia

LUNES 27

18:00 horas

Concierto

Camerata de la Ciu-

dad de Zacatecas

Templo de Nuestro

Padre Jesús

Entrada libre

LUNES 27

20:00 horas

Concierto

Camerata de la Ciu-

dad de Zacatecas

Templo de San

Juan de Dios

Entrada libre

MARTES 28

19:00 horas

Concierto

Camerata de la

Ciudad de

Zacatecas

Patio Central del

Museo Zacatecano

Entrada libre

MUNICIPIOS

GUADALUPE

MIÉRCOLES 29

19:30 horas

Concierto

Camerata de la Ciu-

dad de Zacatecas

Instituto Municipal

de Cultura

Entrada libre

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27 de ABRIL DE 2015 11

Mauricio Magdaleno, para intrusosX. La mujer en la ciudad. Concha BretónPor Conrado J. Arranz* Literatura

El personaje femenino goza de una extraordinaria relevancia a lo largo de prácticamente toda la novelística de Mauricio Magdaleno. El caso de Concha Bretón (1936) no es una excepción, aunque sí goza de unas características particulares que lo harían destacar desde esta óptica. Esta novela corta toma como título el nombre del personaje femenino, como ocurriera con muchas de las más famosas novelas europeas del siglo XIX: Madame Bovary, Nana, Armance, Eugénie Grandet, Valentine; y como luego asumió la tradición de la novela realista hispanoamericana: Amalia, Cumandá, Cecilia Valdés, Ma-ría -y más tarde, la temible Doña Bár-bara-. La mujer de la novela de Mau-ricio Magdaleno, paradójicamente, resulta no ser a priori el personaje principal, sino que se encuentra siempre a la sombra de Godofredo, un joven burócrata, soberbio, que por socarronería ante sus amigos, se ligaría a Concha Bretón a la salida de unos cines de la Ciudad de México. Godofredo no podrá nunca más sepa-rarse de Concha por la resistencia de ésta a abandonar el hogar y su com-pañía. Ecos de Bartleby, el escribiente, la sensacional novela de Herman Melville, también son notorios en esta novela urbana; aunque el propio Mauricio Magdaleno reconocería en el proceso de escritura la influencia de José María Eça de Queiroz, uno de los grandes escritores portugueses del XIX: algo tendrá que ver el pro-ceso de introspección en la psicología de los personajes y la evidencia de los problemas sociales del entorno. La influencia del siglo XIX es funda-mental, como podemos apreciar.

Además, Concha Bretón encie-rra la visión novedosa de Mauricio Magdaleno sobre la ciudad de Mé-xico, una ciudad que comenzaba a albergar las esperanzas de jóvenes llegados de todos los rincones de la República, incluso aquéllos -como el protagonista- que habían agotado ya sus aspiraciones poéticas y se dejaban arrastrar por sus ambiciones políticas hasta convertirse en grises elementos de gobierno -la referencia indirecta a las circunstancias del autor de la misma es clara, y será más dramática en la segunda novela urbana que

escribe: Sonata-. Es muy difícil que Mauricio Magdaleno dé la espalda en alguna narración a las referencias his-tóricas y al contexto político y social mexicano del mo-mento, en este caso marcado por el final del mandato de Abe-lardo L. Rodríguez, la llegada al poder de Lázaro Cárdenas y la expulsión de Calles del país. El trasfondo citadino funciona como una suerte de decorado de la historia, algo estático, problema que solucionaría Magdaleno en su se-gunda novela urbana. No es, por tanto, una novela novedosa en la tradición literaria mexicana (recorda-mos ahora Santa o La

Malhora), pero quizá sí es novedoso el tratamiento temático principal del machismo y, sobre todo, del maltrato

físico hacia la mujer, en ocasiones con escenas muy explícitas que recuerdan al naturalismo más crudo de Zola.

Sólo se calmó cuando la tuvo a sus pies, perfectamente molida a palos. Sangraba de las manos, que metió a todas partes donde le llovían los golpes. Lloraba sofocadamente, agi-tándose en el estertor frenético del ahogo.

No podemos dejar de destacar en la novela un cierto romanticismo y moralismo acartonado. Todo lo que emprende Godofredo está destinado al fracaso y todo lo que lleva a cabo Concha Bretón al éxito, aunque ésta siempre estará dispuesta a renun-ciar para que “su” hombre se sienta mejor. La identificación del lector con la mujer es absoluta gracias al sentimiento de piedad y bondad de Concha. Godofredo no tendrá más opción que aceptar su destino al lado de tan singular mujer.

Concha Bretón se publicó por pri-mera vez en nueve entregas del su-plemento dominical del periódico El Nacional, entre los días 10 de febrero y 21 de abril de 1935, bajo el nom-bre de “Aventura Concha Bretón”, si bien a partir de la entrega del 17 de marzo de 1935 pasó a denominarse únicamente “Concha Bretón”. Toda la narración fue ilustrada por Salvador Pruneda. Ya en libro, Concha Bretón se publicaría junto a dos cuentos lar-gos del mismo autor: “El compadre Mendoza” y “El baile de los pintos” -¿decisión del autor, del editor?-, lo que demuestra la delgada línea que divide a uno y otro género narrativo, ¿será un impedimento para leer esta sorprendente novela?

* (Madrid, 1979) Escritor, crítico, e investi-gador de proyecto en El Colegio de México. Doctor en literatura española e hispanoame-ricana por la UNED, con una tesis sobre el universo literario de Mauricio Magdaleno. Sus intereses de investigación son la lite-ratura española e hispanoamericana de los siglos XIX y XX, prestando una especial atención a la narrativa mexicana y a la lite-ratura del exilio español. Junto a Andrés del Arenal ha coordinado la colección de ensa-yos El muerto era yo. Aproximaciones a Juan Rulfo (Calygramma / EstoNoEsBerlín, 2013) y ha realizado la edición, el estudio preli-minar y las notas de la novela El resplandor, de Mauricio Magdaleno (Clásicos hispano-americanos, 2013). Actualmente reside en México, DF.

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Voltea la vista hacia la lámpara de pie, al seg-mento de círculo de luz que forma en la pared… Él, sentado en el borde de la cama… A media tarde. Pilar, el barco en que pescaba en el mar Caribe Ernest Hemingway, las botas del generalí-simo Santana, el vestido que llevó puesto Marilyn Monroe cuando cantó el Happy Birthday al presi-dente Jack Kennedy en la mismísima Casa Blanca en Washington D.C. Los polvos talcos del general Porfirio Díaz. Él se pone a mirar las cortinas de la ventana. Sigue sentado en la orilla de la cama. Murmura. Es como si estuviera rezando letanías. El bolígrafo Parker que usó en Bolivia para escribir su diario el comandante Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como El Ché, el piano en que compuso la Quinta Sinfonía Ludwig van Beethoven, las cartas de Franz Kafka a Milena, una de las cuatro herraduras del Siete Leguas que alguna vez cabalgara el general Francisco Pancho Villa, el Centauro del Norte. La castaña de pulque de Susanito Cantarranas. Escucha en la radio una canción… Las medallas del Benefactor Rafael Leónidas Trujillo, las gafas oscuras del General Victoriano Huerta, un candado cerrado que no pudo abrir Harry Houdini, un ramo de rosas rojas y blancas, mustias, secas, rescatadas de un baúl de una mujer triste y solitaria, el cepillo de dientes del señor Conde Drácula. Le duele el cuello. Mueve la cabeza de un lado para el otro. Hacia atrás, hacia

adelante. La motocicleta Indian del general Rodolfo Fierro, el sombrero de copa alta de Hopalong Cassidy, las botas de Roy Rogers, el sombrero tejido de estam-bre de Juan Camaney ¡bailo tango, masco chicle, pego duro, tengo viejas de a montón, tururú!, el radio-reloj de Dick Tracy, el parche que cubría el ojo tuerto de Héc-tor Belascoarán Shayne, investigador independiente, la escoba con que barría los pasillos, celdas, corrales y patios del convento fray Martín de Porres. Él, suspira. Parpadea. El día está gris, fresco, cargado de humeda-des… Es probable que llueva. El sombrero y el látigo

de Indiana Jones, y el bastón de Héctor Belascoarán Shayne, la gabardina de Boogie El Aceitoso, el casca-nueces de Esculapio Virgen. Sigue con la larga letanía. El libro de poemas de Avelino Pilongano, la reata con que Fulgor Sedano ahorcó a Toribio Aldrete, la revolver colt .44 de Briagoberto Memelas… ¡La manga del muerto!... y quedó mirando el poster del filme Los intocables… dio una larga fumada al cigarrillo, el humo gris azuloso lo envolvió, enroscándose al cuerpo, miró la lata de cerveza Sol… Empieza a llover… ¡Ufffff! Arrecia la lluvia.

12 LA GUALDRA NO. 195 / 27 DE ABRIL 2015

Río d

e Pal

abra

sEl coleccionista

Para Agustín Ramos

Por Alberto Huerta

El pintor Francis Bacon nació en Irlanda en 1909 y falleció un 28 de abril de 1992. Así lo recordamos en La Gualdra a 23 años de su partida.

Cuando me decidí a escribir, com-pré una grabadora. Sí. Me parecía la onda ver en las películas gringas cómo los escritores hacían sus notas de voz y luego las transcri-bían para lograr sus grandes obras. Compré, les decía, una grabadora de medio uso, de ésas de cassettes pequeños, manual como las de los reporteros de antes. Pero cada vez que intentaba usarla: no tenía pila o se agotaban las cintas porque grababa en ellas canciones que salían en el radio; o porque sim-plemente el uso con que la compré no era medio sino completo, así que se descompuso. Luego com-

pré una grabadora más moderna de cassette normal, la cual tam-poco aproveché pues la utilizaba para escuchar música, hasta que la descontinuaron. Ahora tengo una grabadora nueva, digital, que puede registrar hasta 48 horas de grabación continua. Tampoco la he usado. Sí lo intento, lo confieso, pero me aterra el sonido de mi voz grabada. No es mía, no soy yo. Es lo primero que se me viene a la mente al escuchar mi voz fuera de mi cabeza. Tal vez por eso nunca escribiré una “gran obra”, tampoco es que me interese tanto… no soy escritora de película.

GrabadoraPor Pilar Alba

Dios tiene la voz color café,espesa y suave como la cerveza.Eleanor, que es más hermosa que mi ma-dre,habla de pie en su cocina,yo fumo mis cigarros como si estuvieran envenenados.Enfundada en su soleado vestido alimonado,señala a Dios con sus manos húmedas y brillantespor lavar tantos platos con restos de huevo.Ella le habla. Le habla como un borrachoque no necesita ver nada para hablar.Su trato es informal, pero amistoso.Dios está a la misma distancia que el techo.Aunque nunca podremos saberlo, no creo que él tenga rostro.

Él tenía un rostro cuando yo andaba por los seis años y medio. Ahora es grande, cubre el cielocomo una gran medusa.Cuando tenía ocho años pensaba que los muertosse quedaban ahí arriba como dirigibles.Mi silla es dura, como un espantapájaros,y afuera las moscas del verano cantan como un coro. Eleanor, antes de que él se vaya dile…oh, Eleanor, Eleanor,díselo antes de que la muerte te consuma.

*Anne Sexton (1928-1974); comenzó a escribir poesía por recomendación de su psiquiatra; ganó

el Premio Pulitzer en 1967. Se suicidó después de revisar las pruebas de imprenta de su último libro:

El horrible remar hacia Dios.

Para Eleanor Boylan, mientras habla con DiosPor Anne Sexton*

[versión de Javier Acosta]