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1227 La filiación cisterciense de la Orden del Pereiro-Alcántara desde sus orígenes hasta el siglo XVI. LUIS CORRAL VAL Doctor en Historia Medieval (Univ. Complutense) Hoy las mejores historias de la orden del Císter 1 no olvidan incluir un apartado o capítulo sobre una rama peculiar de la gran familia de los monjes blancos o bernardos 2 : las órdenes militares de filiación cisterciense. Sus freires vivieron una singular vocación, delineada por San Bernardo de Claraval 3 , cuyo fin era sacrificar sus vidas por Cristo no sólo en el monasterio, sino en el cam- 1 Incluso las más acreditadas historias generales de los benedictinos reservan un apartado a las órdenes militares cistercienses. Éste es el caso de la monumental obra en ocho volúmenes de LINAGE CONDE, A.: San Benito y los benedictinos. II, Braga, 1992, pp. 887-890. 2 Es corriente denominar a los cistercienses de diferentes maneras: monjes blancos (debido al color del hábito) o monjes bernardos (porque San Bernardo de Claraval fue una de las más grandes figuras de la orden). Aunque no se les aplique el nombre de “benedictinos”, los cistercienses son tan benedictinos como sus hermanos de hábito negro, que reciben el nombre de “benedictinos”, sin ninguna precisión más. Tanto unos como otros reconocen que la regla de San Benito constituye la base de su organización, vida y espiritualidad (LINAGE CONDE, A.: “Nueve siglos del Císter”, en Cistercium, 216, (1999), p. 468). 3 Recordemos que el abad de Claraval escribió entre 1130 y 1136, a instancias de Hugo de Payns, un tratado de carácter teológico-espiritual para animar a los caballeros templarios: “Liber ad milites Templi. De laude novae militiae” (Sancti Bernardi Opera: Tractatus et Opuscula. III, Romae, 1963; edición crítica de J. LECLERCQ y H. M. ROCHAIS. Hay una edición bilingüe latín-español de este tratado realizada por los monjes cistercienses de España y publicada por la B.A.C. en 1993: Obras completas de San Bernardo I. Introducción general y Tratados (1º). Madrid, 1993, pp. 496-543).

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La filiación cisterciensede la Orden del Pereiro-Alcántara

desde sus orígenes hasta el siglo XVI.

LUIS CORRAL VAL

Doctor en Historia Medieval(Univ. Complutense)

Hoy las mejores historias de la orden del Císter1 no olvidan incluir unapartado o capítulo sobre una rama peculiar de la gran familia de los monjesblancos o bernardos2: las órdenes militares de filiación cisterciense. Sus freiresvivieron una singular vocación, delineada por San Bernardo de Claraval3, cuyofin era sacrificar sus vidas por Cristo no sólo en el monasterio, sino en el cam-

1 Incluso las más acreditadas historias generales de los benedictinos reservan un apartado a lasórdenes militares cistercienses. Éste es el caso de la monumental obra en ocho volúmenes deLINAGE CONDE, A.: San Benito y los benedictinos. II, Braga, 1992, pp. 887-890.

2 Es corriente denominar a los cistercienses de diferentes maneras: monjes blancos (debido alcolor del hábito) o monjes bernardos (porque San Bernardo de Claraval fue una de las másgrandes figuras de la orden). Aunque no se les aplique el nombre de “benedictinos”, loscistercienses son tan benedictinos como sus hermanos de hábito negro, que reciben el nombrede “benedictinos”, sin ninguna precisión más. Tanto unos como otros reconocen que la reglade San Benito constituye la base de su organización, vida y espiritualidad (LINAGE CONDE,A.: “Nueve siglos del Císter”, en Cistercium, 216, (1999), p. 468).

3 Recordemos que el abad de Claraval escribió entre 1130 y 1136, a instancias de Hugo dePayns, un tratado de carácter teológico-espiritual para animar a los caballeros templarios:“Liber ad milites Templi. De laude novae militiae” (Sancti Bernardi Opera: Tractatus etOpuscula. III, Romae, 1963; edición crítica de J. LECLERCQ y H. M. ROCHAIS. Hay unaedición bilingüe latín-español de este tratado realizada por los monjes cistercienses de Españay publicada por la B.A.C. en 1993: Obras completas de San Bernardo I. Introducción generaly Tratados (1º). Madrid, 1993, pp. 496-543).

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po de batalla, con una paradójica mezcla de humildad y ferocidad4. Por tanto,las mismas han sido conocidas con diferentes nombres, que aunaban su perte-nencia monástica y el cometido bélico, por ejemplo: el Císter militante5, la“gladius temporalis” cisterciense6, el brazo armado o militar del Císter7 u otrosapelativos de semejante estilo, que subrayaban esa extraña conjunción de loreligioso consagrado y de lo castrense8.

En anteriores ocasiones nos hemos ocupado de algunos aspectos queestudiamos en este artículo9, sin embargo, aún no habían sido tratados con laprofundidad que requiere la importancia de este tema y que nos permiten losescasos documentos fidedignos que conservamos sobre las relacionesalcantarino-cistercienses.

La filiación cisterciense afectó de forma decisiva a varias órdenes mili-tares de nuestro entorno, por ejemplo: Calatrava, Pereiro-Alcántara, Évora-Avis, Montesa, Alcalá de la Selva, Cristo, etc., es decir, a las milicias cister-cienses de la península ibérica. La influencia del Císter en las mismas caló

4 SEWARD, D.: The Monks of War. The Military Religious Order. London, 1972, p. 4 (Se harealizado recientemente una traducción al español de esta obra clásica en la editorial Edhasa,Barcelona, 2004).

5 ZAPATER Y LÓPEZ, M. R.: Císter militante en la campaña de la Iglesia contra la sarracenafuria. Historia general de las ilustrísimas, ínclitas y nobilísimas caballerías del Templo deSalomón, Calatrava, Alcántara, Avis, Montesa y Christo. Zaragoza, 1662.

6 O’CALLAGHAN, J. F.: “The Affiliation of the Order of Calatrava with the Order of Cîteaux”, enAnalecta Sacri Ordinis Cisterciensis, XVI (1960), p. 284. Su excelente investigación doctoral sobrela orden de Calatrava, junto con otros artículos sobre otras órdenes militares, se volvió a publicar enun libro, en el que se mantiene la paginación original de los artículos reunidos: O’CALLAGHAN,J. F.: The Spanish Military Order of Calatrava and its Affiliates. London, 1975.

7 COLOMBÁS LLULL, G. M.: “El brazo armado del Císter”, en Cistercium, 238 (2005),pp. 36 y 38.

8 LINAGE CONDE, A.: “La tipificación militar de las Órdenes”, en Discurso de ingreso en laAsamblea Amistosa Literaria, Sepúlveda, 1988, p. 98.

9 CORRAL VAL, L.: La orden de Alcántara: organización institucional y vida religiosa en laEdad Media. Madrid, 1998, pp. 344-364. CORRAL VAL, L.: “La orden de Alcántara y elCíster durante la Edad Media”, en Cistercium, 216 (1999), pp. 563-572: éste era el texto, sinnotas a pie de página, de una conferencia pronunciada en Ciudad Real el 3-XI-1998,acompañada de una orientación bibliográfica cortada incomprensiblemente en la p. 572. Laúltima aportación quedó escrita en: CORRAL VAL, L.: Los monjes soldados de la orden deAlcántara en la Edad Media. Madrid, 1999, pp. 161-168.

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profundamente en aspectos muy diversos: en su vida interna y religiosa, en laforma de establecerse en el espacio, en la organización y dependencia insti-tucional, en el modelo de gestión económica y patrimonial adoptado, en elsistema correccional, en las formas de pensamiento y vida, etc. En este breveartículo nos centraremos solamente en la dependencia institucional entre elCíster y la orden del Pereiro-Alcántara10 durante la etapa medieval, es decir,desde el nacimiento de la milicia o hermandad durante el siglo XII hasta laanexión de los alcantarinos a la Corona en 1494.

La publicación de varios trabajos en los últimos años, algunos de ellosimpulsados por la conmemoración del IX centenario de la fundación del Císteren 1998, y -sobre todo- la publicación de los dos volúmenes de la coleccióndiplomática medieval de la orden de Alcántara11 han mostrado con mayor cla-ridad que dicha orden se sintió como una institución religioso-militar de filia-ción cisterciense profundamente vinculada a los monjes blancos, que fueron supunto de referencia durante toda la época medieval. Dicha dependencia fue tanestrecha que los alcantarinos se consideraron hijos de dicha orden monástica y,por consiguiente, verdaderos miembros de la orden de Cîteaux. Intentaré, portanto, esclarecer aún más esa estrecha vinculación y dependencia entre losmonjes blancos y los sanjulianistas o alcantarinos, que cabe denominar con un

10 Recordemos que la milicia de San Julián del Pereiro, que nació durante el siglo XII, recibiráen la centuria siguiente el nombre de orden de Alcántara al trasladar su convento centrala la villa de Alcántara, tras el acuerdo de 1218 con la orden de Calatrava. Vid. CORRAL, L.:Los monjes…, pp. 96-97.

11 Falta por publicar el volumen III, cuya salida es inminente. PALACIOS MARTÍN. B. (director);AYALA MARTÍNEZ, C. de; CORRAL VAL, L.; CUENCA MUÑOZ, P.; FRANCISCOOLMOS, J. M. de; JOSSERAND, P.; NOVOA PORTELA, F.; PRESA GARCÍA, M. A.; RUIZGARCÍA, E.; SANZ SANCHO, I.; SOTO RÁBANOS, J. M.: Colección Diplomática Medievalde la orden de Alcántara (1157?-1494). I, Madrid, 2000. PALACIOS MARTÍN. B. (director);AYALA MARTÍNEZ, C. de; CORRAL VAL, L.; CUENCA MUÑOZ, P.; FRANCISCO OL-MOS, J. M. de; JOSSERAND, P.; NOVOA PORTELA, F.; PRESA GARCÍA, M. A.; RUIZGARCÍA, E.; SANZ SANCHO, I.; SOTO RÁBANOS, J. M.; SALAMANCA LÓPEZ, M.;ORTEGA ÁLVAREZ, J.: Colección Diplomática Medieval de la orden de Alcántara (1157?-1494). II, Madrid, 2003.

12 El término “filiación”, con una raíz etimológica muy clara (“filius –ii”/ “filia –ae”), lo utilizamosde acuerdo a los principios de la Carta de Caridad del Císter, salvando las distancias para unaorden militar como Alcántara, que no había sido fundada por ninguna abadía cister-ciense, peroque llegó a formar parte de la estructura básica de la interdependencia cisterciense fundamentadaen la “filiación”. Dicho término implicaba determinadas capacidades que ejercía la “abadía-madre” sobre su filial (en nuestro caso la orden del Pereiro-Alcántara): control, visita y corrección;

LA FILIACIÓN CISTERCIENSE DE LA ORDEN DEL PEREIRO-ALCÁNTARA

DESDE SUS ORÍGENES HASTA EL SIGLO XVI

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término mucho más preciso para expresar su cercanía: “filiación”12. Para elloes imprescindible comenzar por los orígenes de dicha dependencia y vincula-ción en el siglo XII, seguir con su filiación durante los siglos XIII y XIV ydesembocar en el siglo XV. El final de dicho siglo supuso el control y depen-dencia absoluta de la orden de Alcántara por parte de la Monarquía y el aleja-miento progresivo de aquélla respecto a la jurisdicción de la Sede Apostólica,del Capítulo General del Císter y del abad de Morimond.

1. LOS ORÍGENES DE SAN JULIÁN DEL PEREIRO Y EL CÍSTER

Una densa oscuridad envuelve los orígenes de San Julián del Pereiro yson muy escasos los datos fidedignos de su relación con el Císter. Nos move-mos, por tanto, en un terreno hipotético. Son pocos los documentos conserva-dos del siglo XII, por consiguiente, han proliferado las tradiciones oralessustitutivas -consignadas después por escrito-, las fuentes cronísticas y los su-puestos documentos antiguos encontrados en otras épocas, que iluminan losorígenes y la vinculación del Pereiro con los cistercienses. Nuestra intención,desde el principio, es muy clara: prescindir para la reconstrucción histórica deesas narraciones tradicionales y de sus documentos apócrifos, que relaciona-ron San Julián del Pereiro con los cistercienses desde el supuesto origen de lacofradía en el año 1156. Según esas versiones, un tal Suero de Salamanca-acompañado por varios seguidores- fue a combatir a los moros en las fronte-ras del reino de León. Allí encontraron a un eremita llamado Amando, quienhabía acompañado al conde Enrique desde Portugal a Tierra Santa y que enesos momentos vivía en la iglesia del Pereiro, a orillas del río Coa. Dichoermitaño aconsejó a estos caballeros que construyesen una fortaleza cerca desu iglesia para combatir a los musulmanes y que solicitasen una regla de vida aOrdoño, obispo cisterciense de Salamanca. Dicho obispo les concedió los es-tatutos del Císter y designó a Suero como jefe de este grupo religioso-militar,

promulgación de definiciones y textos normativos; anulación de elecciones irregulares; facultadde deposición del maestre; gobierno de la orden durante el período de maestrazgo vacante;aptitud para recibir y atender quejas, reclamaciones o apelaciones; competencia para ratificar yaprobar la elección del maestre; capacidad de arbitraje entre los litigantes al maestrazgo, etc.Por tanto, es una dependencia o vinculación muy estrecha, que implica una especial cercaníaentre la “abadía-madre” y la “hija”. Véase la Carta de Caridad en BOUTON, J. y VAN DAMME,J. B. (editores): Les plus anciens textes de Cîteaux. Achel, 1985.

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que pasó a denominarse orden de San Julián del Pereiro. El primero que publi-có estas noticias fue un historiador cisterciense del siglo XVI llamado Bernar-do de Brito13, quien supuestamente dio a conocer la tradición oral sobre elnacimiento del Pereiro, divulgada por la ribera del río Coa durante la época enla que vivió14.

Algunas de estas noticias, especialmente la temprana vinculación alCíster, se apoyaban en testimonios antiguos que procedían de las más altasdignidades entre los monjes bernardos. Recordemos, por ejemplo, que el cis-terciense Juan de Toledo15, cardenal protector de los alcantarinos durante elpontificado de Alejandro IV, atestiguó en varios documentos pontificios de1258 y 1259 que el monasterio del Pereiro-Alcántara: “…ab initio suaefundationis cisterciensis ordo institutus fuerit et semper etiam observatus vosquesub obedientia et visitatione generalis cisterciensis capitulis maneatis…”16. Sinembargo, el estado actual de nuestros conocimientos -basados en la documen-tación digna de crédito- nos obliga a sospechar de estos datos tradicionales,incluso de aquellos que vinculan a la orden del Pereiro con el Císter desde sumismo nacimiento.

Si hay discrepancias acerca de la fecha de la filiación cisterciense de lossanjulianistas, no existen -en cambio- disputas sobre si la hermandad de SanJulián del Pereiro fue o no filial del Císter. Es decir, podemos afirmar que lafiliación cisterciense de la milicia del Pereiro-Alcántara no fue discutida du-rante la época medieval. Sin embargo, la filiación con la orden de Calatrava síconstituyó un asunto muy controvertido entre las dos milicias desde finales delsiglo XII. Originó larguísimas controversias entre los freires y, después, entre

13 BRITO, B. de: Primeira parte da Chronica de Cister, onde se contâo as cousas principaisdesta ordem e muitas antiguidades do Reino de Portugal. Lisboa, 1602, pp. 294-296.Consúltese la crítica a los datos tradicionales en: CORRAL, L.: Los monjes…, pp. 75-78.

14 AZEVEDO, R. P. de: “A Ordem Militar de S. Juliâo do Pereiro, depois chamada de Alcântara”,en Anuario de Estudios Medievales, XI (1981), p. 717.

15 Étienne Langton, llamado Juan de Toledo por su estancia juvenil en dicha ciudad, fue uncardenal cisterciense de origen inglés, que mantuvo una gran influencia en Roma y que fueconsiderado como “amicissimus ordinis” por sus intervenciones a favor de los monjes blancos.Llegó a ser una figura peculiar por sus conocimientos médicos, astrológicos y nigromán-ticos (PARAVICINI BAGLIANI, A.: La cour des papes au XIIIe siècle. Paris, 1995,pp. 134, 184-185 y 208).

16 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documentos nº 291, 292, 294, 297 y 302.

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los cronistas y los historiadores desde la Edad Media hasta nuestros días. Poruna parte, los calatravos intentaron desde el siglo XII controlar a la orden delPereiro-Alcántara, hasta el punto de considerarla una filial. Por otra parte, al-gunos alcantarinos insistieron en su independencia respecto a la orden deCalatrava17. Sin embargo, la supuesta filiación calatravense de la orden delPereiro-Alcántara no constituye el tema central de este artículo, aunque tengarelación con la filiación cisterciense, de la cual sí nos vamos a ocupar aquídetenidamente.

En la zona de origen de San Julián del Pereiro podemos reconocer, desdeel principio, la existencia de importantes intereses político-estratégicos deleoneses, castellanos y portugueses. Debemos destacar la pugna entre el rey deCastilla, bien apoyado por los calatravos, y el rey de León por el control de lamilicia del Pereiro, dentro de un marco mucho más amplio de expansión ycreación de un espacio político propio por parte de las monarquías leonesa,castellana y portuguesa desde la segunda mitad del siglo XII. Tras la muertede Alfonso VII en 1157 aparecieron dos entidades bien diferenciadas en lasExtremaduras leonesa y castellana18, que vinieron a añadirse a las ya existentesen aquella zona19: Castilla -regida por Sancho III y Alfonso VIII- y León-dirigida por Fernando II y Alfonso IX- que pretendían expandirse utilizandotodos los recursos a su alcance. Entre estos recursos hay que destacar especial-mente: la conquista de los territorios almohades; la creación e impulso de mo-nasterios, concejos y obispados20; el establecimiento y control de las cofradíasy hermandades militares de la zona, etc.

Enmarcado en este amplio panorama político-estratégico y su corres-pondiente contexto local aparece, por primera vez, San Julián del Pereiro en la

17 CORRAL, L.: Los monjes…, pp. 93-106.18 BERNAL ESTÉVEZ, A.: Poblamiento, transformación y organización social del espacio

extremeño (siglos XIII al XV). Mérida, 1998, p. 24.19 NOVOA PORTELA, F.: La orden de Alcántara y Extremadura (siglos XII-XIV). Mérida,

2000, pp. 25-30.20 Sánchez-Oro, por ejemplo, ha estudiado muy bien la creación del obispado de Ciudad Rodrigo

como instrumento de la expansión del reino de León: SÁNCHEZ-ORO ROSA, J. J.: Orígenesde la Iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, monasterios y órdenes militares(1161-1264). Ciudad Rodrigo, 1997.

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documentación regia y pontificia de 1175-117621. Está situado en las proximi-dades del río Coa y dentro del territorio leonés. Los sanjulianistas, por consi-guiente, formaron parte del proceso de expansión y repoblación del reino deLeón, que intentaba conformar un espacio político propio frente a los reinos deCastilla y Portugal en la ribera del río Coa, zona de disputa entre los reyes. Lacomunidad del Pereiro, dirigida por un prior llamado Gómez (hombre de con-fianza de Fernando II en aquella zona), surgió quizá como un monasterio ocenobio religioso22, o como una hermandad hospitalaria23, o bien como unacomunidad privada bajo un superior lego24, o bajo otra forma25. Actualmenteno nos decantamos claramente por ninguna de las hipótesis acerca del naci-miento de San Julián del Pereiro. Sin embargo, parece que -por esas fechas- la

21 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documentos nº 11, 12 y 13. El documento nº 11 aparecemal datado. La fecha correcta es: 25 de mayo de 1175.

22 O´CALLAGHAN, J. F.: “La Vida de las Órdenes Militares de España según sus estatutosprimitivos”, en Actas del congreso internacional conmemorativo del VIII centenario de labatalla de Alarcos” (1995, Ciudad Real), Cuenca 1996, p. 16. CORRAL VAL, L. y SÁNCHEZ-ORO ROSA, J. J.: “Documentación y tradición en torno a los orígenes de San Julián delPereiro: ¿Una orden militar desde sus comienzos?”, en Castellum, 3 (1998), p. 35.

23 O´CALLAGHAN, J. F.: “La Vida…”, p. 21, nota 71. CORRAL, L.: Los monjes…, p. 80.24 “…, no puede concebirse en el Pereyro otra cosa que un colegio, una comunidad privada de

hombres dedicados al servicio de Dios, bajo la subordinación económica de un superior lego,elegido por los mismos; una congregación, digo, que sólo se hizo religiosa quando la santidadde Alexandro III le dio su protección y confirmación; de suerte que debe colocarse su origenen el estado de orden o religión, en esta bula, en la propia forma que colocan el suyo las deCalatrava y Santiago, en las del mismo Sumo Pontífice; pero con la diferencia de que éstasdesde luego fueron aprobadas como militares, y la del Pereyro, no consta hiciese profesión deeste instituto hasta después” (ZANCUDO Y BARRADO. A.: Satisfacción histórica-jurídicaa la defensa que por el pretendido derecho de la Orden de Alcántara publicó Don Alonso deValencia y Bravo, capellán de honor de Su Majestad, e ilustre hijo de la misma Orden; paraque sirviese en los pleitos pendientes en la Real Junta Apostólica con el Ilustrísimo SeñorObispo y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Coria. Madrid, 1806, p. 48, nº 82).

25 PALACIOS MARTÍN, B.: “El Císter y la fundación de la orden de Alcántara”, en Cistercium,238 (2005), p. 203: para el profesor Palacios “lo más verosímil es pensar que en torno a laiglesia de San Julián, como espina dorsal del núcleo de El Pereiro, se implantó una milicialaica que en un breve margen de tiempo evolucionó hacia una cofradía de caballeros, si es queno pasó directamente a la condición de orden militar”. Pensamos que es una hipótesis muyinteresante, pero si visitamos el cementerio municipal de Cinco Villas (Portugal), donde estuvoel primitivo edificio de El Pereiro, nos sorprende que esté al pie de una suave hondonadaentre dos montes, con una escasa visibilidad del entorno: ¿Por qué, entonces, una milicialaica eligió un lugar tan poco estratégico para la actividad bélica?

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comunidad del Pereiro aún permanecía -según la documentación fidedigna-sin vincular a la regla de San Benito ni al Císter, además de carecer todavía deuna vocación militar claramente definida26.

La posterior “bula” de Lucio III (año 1183), concedida a Gómez y a sucomunidad de San Julián del Pereiro, refleja una apreciable evolucióninstitucional en el mencionado grupo. Dicha “bula”, además de reconocer suvocación religioso-militar por las circunstancias vividas en el reino leonés,introdujo a los freires en el orden monástico benedictino27. Por consiguiente,desde esta fecha está documentado que los freires del Pereiro estaban en laórbita benedictina y probablemente bajo la égida cisterciense, ya que el espíri-tu de estas milicias o cofradías encajaba mucho mejor entre los monjes blancosde San Bernardo que entre los cluniacenses28. Así, los freires sanjulianistascomenzaron a vivir una situación que podríamos denominar “pre-cistercien-se”, por su falta de normalización y de vinculación con el Capítulo General delos monjes bernardos, pero que constituyó la puerta de entrada en la órbita delCíster.

Tenemos que esperar a 1190 para tener documentada una vinculaciónexplícita con el Capítulo General de Cîteaux. Efectivamente, parece ciertoque en 1188 las cofradías militares del Pereiro en León y de Trujillo en Castillaconstituían una sola milicia bajo dos denominaciones en los mencionados rei-nos29. Dos años más tarde, los caballeros de Trujillo quedaron asociados al

26 CORRAL VAL, L. y SÁNCHEZ-ORO ROSA, J. J.: “Documentación…”, pp. 27-29.27 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 16: “Ad haec auctoritate apostolica

constituimus, ut ordo monasticus, qui secundum Deum et beati Benedicti regulam in eo locoinstitutus esse dignoscitur perpetuis ibidem temporibus inviolabiter observetur”. Según elprofesor Palacios, Alejandro III en diciembre de 1176 impuso un orden monástico abreviado.Lucio III en 1183 reconoció que, con anterioridad a su “bula”, ya estaba implantado el ordenmonástico benedictino en El Pereiro. Además, parece más probable que se decantasen por lavía cisterciense (no la cluniacense) porque el espíritu de las órdenes militares encajaba másen el orden cisterciense (PALACIOS, B.: El Císter…, pp. 205-206).

28 J. Leclercq afirmó que existía una convergencia real entre la vida espiritual cisterciense y lavida de las órdenes militares en España durante el siglo XII (LECLERCQ, J.: “Las convergenciasentre la orden cisterciense y la España del Cid”, en La introducción del Císter en España yPortugal, Burgos, 1991, p. 253. Fundación Santa María de Bujedo).

29 CORRAL, L.: Los monjes…, pp. 88-91.

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Císter, al igual que los calatravos, pero aquéllos debían obedecer al abad deMoreruela30. De este modo los sanjulianistas entraban en una segunda fase,que podríamos llamar “proto-cisterciense”31. Esta segunda etapa suponía sudependencia de los monjes bernardos a través de un monasterio cisterciensedel reino de León: Moreruela.

En resumen, durante aquella época y en aquel contexto histórico parecíamuy adecuado que la cofradía sanjulianista estableciese vínculos con el Císterpor varias razones: los monjes blancos terminaron por admitir la función béli-co-religiosa como una proyección de la espiritualidad monástica; patrocinarony acogieron bajo su tutela a otras cofradías militares de la península; la ordendel Pereiro entró en la órbita de influencia de la regla benedictina desde fechastempranas, etc. Por tanto, no puede causar sorpresa esta antigua dependenciacisterciense que, con el paso del tiempo, será mucho más estrecha, teniendo encuenta siempre la notable peculiaridad de San Julián del Pereiro: era una her-mandad o cofradía religioso-militar. Dicha peculiaridad planteaba un gran pro-blema y un nuevo desafío para los monjes bernardos, ya que era complicadoarmonizar la vida monástica con el uso de las armas en el combate y el derra-mamiento de la sangre. Posiblemente, considerados los precedentes cisterciensesde los templarios en Tierra Santa y de los calatravos en la península, era laorden monástica más apta para que una milicia estableciese con ella vínculosde dependencia espiritual.

30 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 24: “…Milites vero de Turgel sicutcalatravenses ordini associentur et abbati de Morerola de ordine obediant…”.

31 Reservamos la denominación “proto-cisterciense” para referirnos a la situación de lossanjulianistas tras asociarse al Císter y situarse bajo la obediencia del abad de Moreruela. Eltérmino “pre-cisterciense” lo utilizamos para denominar la situación de adaptación yacomodación previa por parte del Pereiro, antes de su vinculación con los monjes blancos.(Cfr. AYALA MARTÍNEZ, C. de: Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglosXII-XV). Madrid, 2003, p. 82, nota 3).

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2. LA FILIACIÓN CISTERCIENSE DE LA ORDEN DEL PEREIRO-ALCÁNTARA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV

Después de estas fases o etapas durante la segunda mitad del siglo XII32,que hemos denominado con los nombres de “pre-cisterciense” y “proto-cister-ciense”, la orden de San Julián del Pereiro va evolucionando -lenta pero paula-tinamente- hacia una fase de normalización, aunque siempre dentro de las “pe-culiaridades” de una orden religioso-guerrera, que no era equiparable -en nu-merosos aspectos- a un monasterio cisterciense. Dichas “peculiaridades” fue-ron el origen de los recelos cistercienses hacia las órdenes militares, que hansido muy bien estudiados en el caso de Calatrava33. A comienzos del siglo XIII,concretamente en 1202, la orden de Santiago y San Julián del Pereiro firmaronuna carta de hermandad y ayuda mutua en la que se afirmaba explícitamenteque los freires del Pereiro pertenecían a la orden del Císter34.

En 1218 Alfonso IX de Léon confirmó un acuerdo entre las órdenes deCalatrava y el Pereiro que, entre otras disposiciones, establecía que lossanjulianistas se comprometían a recibir la visita y acatar la obediencia delmaestre de Calatrava “secundum ordinem cisterciensem”35. Recordemos queestas dos órdenes militares eran de filiación cisterciense y así fue mucho másfácil que los sanjulianistas quedasen subordinados a los calatravos36, siemprebajo la supervisión del Císter.

32 También la orden de Calatrava pasó por distintas fases o etapas en su relación con el Císter,como han señalado C. de Ayala y L. R. Villegas. AYALA MARTÍNEZ, C. de: “Órdenes militarescastellano-leonesas y benedictinismo cisterciense. El problema de la integración (ss. XII-XIII)”,en Unanimité et Diversité Cisterciennes. Actes du quatrième Colloque International duC.E.R.C.O.R. Saint-Étienne, 2000, pp. 529-545. VILLEGAS DÍAZ, L. R.: “El Císter y lafundación de la Orden de Calatrava”, en Cistercium, 238 (2005), p. 184.

33 AYALA, C. de: “Órdenes militares castellano-leonesas…”, pp. 536-553.34 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 45: “…e nos don Benito Suárez, maestre

de la caballería de San Julián del Perero, de la orden de Císter…”.35 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 63.36 La orden de Calatrava fue la más antigua de las milicias cisterciense de la península ibérica.

Su plena legitimación cisterciense constituyó un largo proceso que duró más de 80 años: seinició en 1164 y se consumó en 1249. El resto de las órdenes militares de filiación cisterciense,según C. de Ayala, debieron adquirir carta de naturaleza necesariamente a través del portillode Calatrava (DE AYALA MARTÍNEZ, C.: “El Císter y otras órdenes militares en la penínsulaibérica”, en Cistercium, 238, 2005, p. 264).

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Durante el siglo XIII la condición cisterciense de los alcantarinos no fuepuesta en duda por nadie, sino todo lo contrario: quedó explícitamente afirma-da y de ella obtuvieron numerosas ventajas nuestros freires. Es conocido porlos historiadores que en el archivo de la orden de Alcántara, por desgraciadestruido a comienzos del siglo XIX, comenzaron a custodiarse las copias dediversos documentos de extensión de privilegios, protección y exención otor-gados a los monasterios cistercienses37. Así, los alcantarinos disfrutaron demuchas prerrogativas de los monjes blancos, por ejemplo: la sujeción directaal papa; la exención del pago de procuraciones y diezmos; la libertad paracontribuir a cualquier colecta o pedido; la facultad para no pagar los derechosde visita; el privilegio para no ser llamados a juicio a más de dos leguas dedistancia de su convento; la exención del pago de colectas, subsidios y otrasexacciones impuestas por la curia romana o sus emisarios; la prerrogativa paraque ningún prelado pudiese dictar la excomunión o el entredicho contra loscapellanes u otras personas relacionadas con los alcantarinos, etc.38 Conoce-mos que dichas copias eran conservadas en el archivo de la orden de Alcántaragracias a la información obtenida de los índices de documentos del archivoalcantarino que sí se han conservado: por ejemplo los índices 64 y 65 custodia-dos en el Archivo Histórico Nacional39. Los alcantarinos consideraron los men-cionados documentos referidos a ellos mismos, ya que formaban parte de lafamilia cisterciense.

También durante la primera mitad del siglo XIII comienza a ser habitualen las “bulas” pontificias y otros documentos referirse a la orden del Pereiro-Alcántara con las siguientes expresiones: “fratres militiae de Pereyro,cisterciensis ordinis” o “magistro et fratribus militiae de Alcantara, cisterciensis

37 Véanse, por ejemplo, varios documentos de diversas épocas: PALACIOS, B. (dir.): Cole-cción…, documentos nº 73, 74, 75, 291, 294, etc. Desde el siglo XIII, según B. Palacios, losarchivos de Alcántara guardaban estatutos emanados del Císter destinados a Calatrava, visitasde abades, delegaciones, e incluso rituales específicos del Císter. (PALACIOS, B. (dir.): ElCíster…, pp. 197-198).

38 CORRAL, L.: Los monjes…, p. 163.39 Dichos índices los hemos estudiado: CORRAL VAL, L.: “La documentación medieval del

archivo general de la orden de Alcántara según varios inventarios y libros antiguos conservadosen el Archivo Histórico Nacional”, en Actas de las I Jornadas de Historia Medieval deExtremadura, Universidad de Extremadura, Cáceres, 2000, pp. 123-136.

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ordinis” u otras fórmulas similares40. El mismo papa reconocía en sus “bulas”,por tanto, la filiación cisterciense de los sanjulianistas o alcantarinos.

El proceso de normalización cisterciense parece que llegó a un ciertogrado de madurez reseñable al menos hacia mediados del siglo XIII. Ya tene-mos documentado para esa época la intervención del Capítulo General de losmonjes bernardos, máximo órgano de gobierno cisterciense, en asuntos queafectaban a la orden de Alcántara. Dicho Capítulo General se reunía anualmen-te en la abadía de Cîteaux durante el mes de septiembre. Conservamos tresreferencias de los Capítulos de 1250, 1251 y 1254 en las que apareceninvolucrados los alcantarinos o su territorio. En 1250 se confió al abad deMorimond las reclamaciones realizadas por los abades cistercienses de Espa-ña contra el cobro de peajes ganaderos por parte de los calatravos en elmaestrazgo de Alcántara41. La intervención del Capítulo General de 1251 esmucho más interesante: en dicho año se encomendó a los abades de Sobrado yAlcobaça la resolución de la querella que sostenía el abad del monasterioconimbricense de San Pablo con la orden de Alcántara42. En 1254 el Capítulocomisionó a los abades de Bujedo y Balbuena para que estudiasen la peticiónde Alfonso X de unificar en asuntos temporales a los alcantarinos y calatravos43.

Durante el siglo XIV está normalizada la filiación institucional entre losmonjes blancos y la orden de Alcántara. Además de las intervenciones del Ca-pítulo General de Cîteaux, existía otro procedimiento para mantener a losalcantarinos dentro de la custodia y observancia de los monjes bernardos: lasvisitas de los abades y monjes cistercienses, especialmente el abad de Morimond.Gracias al eficaz sistema organizativo propugnado por la Carta de Caridad selogró mantener un adecuado equilibrio entre la autoridad central y las exigen-cias de autonomía local. El Capítulo General, que era la autoridad suprema -después del papa- para los alcantarinos y las otras milicias cistercienses, noejercía unos poderes ilimitados sino que actuaba de forma complementaria alsistema de visitas entre casas-madres y casas-filiales. La visita a cada abadíapor el abad de la casa fundadora constituía el medio de ejecución y de control

40 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documentos nº 100, 121, 122, 126, etc.41 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 216.42 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 222.43 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 242.

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local44. En el caso de los freires de Alcántara el “abad-padre” era el deMorimond, que -aunque no fundó la milicia de San Julián del Pereiro- hacía lasveces de visitador, superior y padre de los alcantarinos. Dicho abad era uno delos cinco proto-abades (junto con el de Cîteaux, La Ferté, Pontigny y Claraval),que fueron tan importantes y decisivos entre los monjes blancos. Se convirtióen el superior, visitador y padre común de las órdenes militares hispánicas defiliación cisterciense, a las que corrigió, controló y visitó, como vamos a tenerocasión de comprobar en las líneas que siguen. En el caso alcantarino dichasvisitas -del abad de Morimond u otros monjes cistercienses por delegación oen representación de éste- fueron periódicas, pero parece que no se mantuvo elritmo anual, tal y como estaba establecido para los monasterios cistercienses.Recordemos que la rápida expansión de los monjes bernardos por Europa nosólo debilitó la eficiencia del Capítulo General sino que provocó el deteriorode la visita de los proto-abades a sus filiales, ya que éstas eran muy numerosas.Por tanto, el abad de Morimond delegó sus poderes de vigilancia y correccióno bien demoró sus visitas45. En el caso alcantarino probablemente se dieron losdos casos.

La primera visita a la orden de Alcántara por parte del abad de Morimond,de la que tenemos prueba documental fidedigna, está datada en el año 1306,aunque quizá ya había visitado a los alcantarinos -en persona o por medio desus representantes- en tiempos anteriores. En el mencionado año Guillermo Ide Morimond visitó a los alcantarinos y promulgó seguidamente unas extensasdefiniciones, que han sido publicadas de forma completa en el año 2000, gra-cias al acceso que tuvimos al fondo Clot-Manzanares46. En las mismas ordena-ba la corrección en numerosos aspectos temporales y espirituales, que los freiresalcantarinos habían descuidado con el paso del tiempo. Dichas prescripcionesfueron acogidas y acatadas filialmente por la orden de Alcántara, que veía en elabad de Morimond a un padre y superior que debía corregir a sus “hijas” me-diante las visitas periódicas que realizaba.

44 LEKAI, L. J.: The Cistercians. Ideals and Reality. The Kent State University Press (U.S.A.),p. 28.

45 LEKAI, L. J.: The Cistercians…, pp. 49-50.46 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 434.

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Si fue acogida pacíficamente esta visita de 1306, no podemos decir lomismo con respecto a la tumultuosa visita del año 1318, ya que en ésta intervi-no el maestre de Calatrava con la pretensión de ejercer -quizá- más facultadesque las prescritas en el acuerdo de 1218 confirmado por el rey Alfonso IX47.Parece ser que la visita fue realizada por tres autoridades: los abades deValparaíso y Valdeiglesias, de la orden del Císter, y García López, maestre deCalatrava. Tras el final de la misma48, se procedió a la destitución de RuyVázquez como maestre de Alcántara y fue confirmada la elección de SueroPérez como nuevo maestre. Sólo frey Torres y Tapia (prior alcantarino delsiglo XVII, que escribió una famosa crónica en dos tomos publicada en el sigloXVIII) relata que los freires descontentos con Ruy Vázquez solicitaron la visi-ta del abad de Morimond, quien nombró como delegados visitadores a losabades de Valparaíso y Valdeiglesias49. Según unos memoriales antiguos, quesólo menciona Torres y Tapia50, el abad de Morimond reconoció a Ruy Vázquezy Suero Pérez como maestres legítimos, pero impuso silencio al primero yle ordenó que obedeciese a Suero Pérez. La versión de otro cronista, Radesy Andrada -con intereses muy distintos por su pertenencia a la orden de Cala-trava-, también es muy interesante. Rades51 solamente menciona al abad deMorimond al final del litigio: fue dicho abad quien, tras examinar el proceso,aprobó la elección de Suero Pérez y mandó que Ruy Vázquez se sometiese alnuevo maestre. En esto último coincide con Torres, pero no en la supuestadelegación del abad de Morimond a los abades de Valparaíso y Valdeiglesias.Debemos tener en cuenta que Torres y Tapia intenta demostrar que el maestrede Calatrava no fue quien depuso al maestre de Alcántara, ni quien tenía ellegítimo derecho para visitar a los alcantarinos, ya que el mismo correspondíaal abad de Morimond o a sus delegados. Por el contrario, Rades atribuye almaestre de Calatrava claros poderes de destitución, por sí mismo, del maestre

47 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 63.48 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 484.49 TORRES Y TAPIA, A. de: Crónica de la orden de Alcántara. I, Madrid 1763, pp. 509-514

(Existe una edición facsímil editada en 1999 en Mérida-Trujillo-Alcántara).50 TORRES Y TAPIA, A. de: Crónica…, I, p. 518.51 RADES Y ANDRADA, F. de: Crónica de las tres Órdenes y Cavallerías de Sanctiago,

Calatrava y Alcántara. Toledo, 1572, ff. 15r-16r (de la Crónica de Alcántara). Existe unaedición facsímil publicada en Valencia en 1994.

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de Alcántara. Debemos advertir que la delegación del abad de Morimond a losdos abades cistercienses citados es una opinión de Torres que no está sustenta-da por ningún documento actualmente conservado.

Del año 1331 es un documento pontificio52 por el que Juan XXII enco-mendó al abad cisterciense de Armenteira la visita del convento de Alcántara.No tenemos noticias de la fecha en la que dicho abad procedió a realizar lavisita, si es que se llevó a cabo finalmente.

En 1337 el maestre alcantarino Rodrigo Pérez renunció a su dignidad.Fue elegido Gonzalo Martínez como nuevo maestre, según el acta de renunciay elección que se conservó exclusivamente en el archivo de la orden deCalatrava53. Según el acta, la visita fue realizada por el maestre calatravo y elabad de San Isidoro54. Al igual que en la visita de 1318, el cronista Torres yTapia55 niega que el visitador fuese el maestre de Calatrava, ya que en realidaddicha visita fue llevada a cabo exclusivamente por el abad de Morimond, quienera el visitador ordinario de la orden de Alcántara. El maestre de Calatrava,según su interesada versión, sólo le acompañó para ayudarle con su persona ycaballeros.

En 1338 continuó la controversia originada por la renuncia del maestreRodrigo Pérez y la elección de Gonzalo Martínez, ya que algunos esparcíannoticias contradictorias. El 29 de enero56 de ese año el comendador mayor, elprior y el clavero del convento de Alcántara informaron al abad del Císter y alCapítulo General -que se iba a reunir en septiembre- sobre la renuncia deRodrigo Pérez y la elección de Gonzalo Martínez. Afirmaban en su escrito queRodrigo Pérez renunció al maestrazgo ante el abad de Morimond, su padre ysuperior, y que la elección del siguiente maestre fue realizada correctamente.Suplicaban filial y humildemente al abad de Cîteaux que ratificase la elección

52 B. PALACIOS (dir.). Colección…, documento nº 534.53 B. PALACIOS (dir.). Colección…, documento nº 555, véase también el documento nº 553

(procedente de la Crónica de Rades).54 F. de Rades y A. de Torres afirman que el abad de Morimond también intervino en esta visita

(RADES, F. de: Crónica de Alcántara…, f. 19r. TORRES, A. de: Crónica…, II, pp. 8-9).55 TORRES, A. de: Crónica…, II, pp. 7-13.56 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 561.

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de Gonzalo Martínez. Torres y Tapia57 afirma que este escrito no se envió por-que los que impugnaban la elección del nuevo maestre se habían sometido a laobediencia de Gonzalo Martínez. Nótese en este texto la reverencia filial conla que se dirigen los alcantarinos a sus superiores cistercienses, a los que reco-nocen su paternidad sobre la orden de Alcántara.

Torres y Tapia nos transmite la noticia58 de una visita del abad GuillermoII de Morimond a la orden de Alcántara durante el verano de 1344. Apoya sutestimonio una referencia encontrada en uno de los índices del destruido archi-vo de Alcántara, que actualmente se custodia en el Archivo Histórico Nacio-nal59. Según M. Cocheril60 -apoyándose en ciertos textos que no cita- Guillermo,monje de Morimond, estuvo en Alcántara en junio de 1344. SegúnO´Callaghan61, el abad de Morimond en esta época no era el citado por Torres,sino Renaud II, quien en 1346 comisionó a un tal Guillermo, monje de Mori-mond, para visitar Calatrava. No han aparecido los textos de dichas visitas.Tampoco la visita efectuada en 1346 por el abad de San Pedro de Gumiel,según uno de los índices del archivo alcantarino conservado en el ArchivoHistórico Nacional62. Exclusivamente tenemos esta escueta mención que hacereferencia a frey Gonzalo, abad de S. Pedro de Gumiel, que actuó comisionadopor el abad de Morimond, aunque en el margen derecho y con letra distinta seadvierte que dicha visita no se realizó por comisión del abad de Morimond.

Por último, debo agregar que antes de 1385 tenemos noticias de unaordenanza del abad de Morimond63 dirigida a las órdenes de Calatrava yAlcántara. En la misma se autorizaba a los freires de dichas órdenes a realizartestamento y legar la mitad de sus bienes muebles a sus sirvientes. En las con-

57 TORRES Y TAPIA, A. de: Crónica…, II, p. 15.58 TORRES Y TAPIA, A. de: Crónica…, I, p. 127 y II, pp. 59-60.59 AHN, Órdenes Militares, Alcántara, índice 64, f. 81r, nº 7.60 COCHERIL, M.: “L´abbaye française de Morimond et les ordres militaires cisterciens de la

péninsule ibérique”, en Etudes sur le monachisme en Espagne et au Portugal, Paris-Lisboa,1966, p. 405.

61 O´CALLAGHAN, J. F.: The Affiliation…, p. 262.62 AHN, Órdenes Militares, Alcántara, índice 65, f. G6r.63 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 712.

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firmaciones de 138564, que hacen referencia a la mencionada ordenanza, seafirma que las órdenes de Alcántara y Calatrava estaban sujetas y eransufragáneas de la abadía de Morimond.

3. LA FILIACIÓN CISTERCIENSE DE LOS ALCANTARINOSDURANTE EL SIGLO XV

A la luz de los precedentes de los siglos XII, XIII y XIV podemos con-cluir lo siguiente: no hay pruebas documentales fidedignas que demuestrenque San Julián del Pereiro estuviera ligado al Císter desde sus orígenes, tal ycomo han pretendido insistentemente las versiones tradicionales transmitidaspor B. de Brito, algunos cronistas y otros autores. Sólo tenemos la certeza deque en 1183 el papa les mandó observar la regla de San Benito. Ya estaban,probablemente, bajo una cierta influencia cisterciense, es decir, vivían una fase,que hemos denominado, “pre-cisterciense”. Siete años después podemos do-cumentar una fase “proto-cisterciense”, ya que en 1190 la orden de Trujilloquedó asociada a los monjes blancos bajo el control de la abadía de Moreruela.Durante los años siguientes los freires vivieron un proceso progresivo de nor-malización cisterciense, que les permitió ser miembros del Císter y, por consi-guiente, permanecer bajo la jurisdicción del Capítulo General de Cîteaux, sercontrolados y visitados por las dignidades de la orden -especialmente el abadde Morimond- y gozar de los numerosos privilegios cistercienses que les co-rrespondían.

Debido a la precariedad documental, aún no nos hemos referido a lasituación de los alcantarinos con respecto a los monjes bernardos en los casosde convivencia entre los mismos en las abadías y monasterios cistercienses.Dicha posición reflejaba la integración de los alcantarinos dentro del Císter.Desgraciadamente no conservamos datos sobre la misma en la orden deAlcántara. Conocemos los valiosos estudios de O´Callaghan65 y C. de Ayala66

sobre el mencionado aspecto, pero sólo en relación con la orden de Calatrava.

64 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documentos nº 715, 718 y 721.65 O´CALLAGHAN, J. F.: The Affiliation…, pp. 38-42.66 AYALA, C. de: Órdenes militares castellano-leonesas…, pp. 537-548.

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¿Fue idéntica la situación de los alcantarinos a la de los calatravos? Estos últi-mos fueron los freires pioneros en cuanto a la vinculación respecto a Cîteauxen la península ibérica. Los caballeros calatravos, al asumir sus votosmonásticos, pasaban a formar parte del estado religioso, pero al faltarles lasórdenes sagradas, no se les podía considerar igual que a los monjes blancos decoro, pero sí estaban por encima de los hermanos legos del Císter o conversos.Su estatus, por tanto, fue intermedio entre los monjes de coro y los hermanoslegos, ya que estos últimos no tenían los mismos privilegios que los freirescaballeros. En cambio, los freires clérigos de la orden de Calatrava, que habíanrecibido las órdenes sagradas, sí ocuparon una situación igual o prácticamenteidéntica a la de los monjes cistercienses de coro que habían accedido al ordenclerical.

En las definiciones, visitas y en los textos normativos de los alcantarinosdurante el siglo XV la condición cisterciense de los mismos aparece plena-mente consolidada: los freires clérigos y caballeros eran verdaderamente miem-bros de la orden del Císter. Por consiguiente, debían observar la regla benedic-tina según los usos de los monjes blancos, seguir el ejemplo de San Bernardode Claraval y acatar todas las correcciones y mandatos ordenados por losvisitadores cistercienses. Todo ello está documentado, tal y como vamos amostrar a continuación.

En las definiciones de 141167, por ejemplo, aparece la preocupación quemostraban los definidores por la falta de lectura de la regla de San Benito.Concretamente, en el capítulo XXII ordenan que en todos los capítulos genera-les sea leída, que se aclaren las dudas sobre la misma a cualquier freire igno-rante y que reciban una copia aquéllos que viven en sus casas y encomiendaspara que sea leída y estudiada. Todo ello con el fin de que los alcantarinosguarden las doctrinas contenidas en la regla, ya que se apreciaba cierta relaja-ción en su observancia.

Dos años después, Bartolomé Escuter -monje bernardo del monasteriode Poblet- recibió el encargo de Benedicto XIII de visitar, reformar y corregira los miembros de la caballería cisterciense de Alcántara y Calatrava, además

67 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 786.

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de los freires de la orden de Santiago y otras casas de los monjes blancos68. Lavisita de Escuter de 1413, en el caso alcantarino69, supuso la confirmación delas definiciones de 1411 y el añadido de algunas prescripciones más: por ejem-plo, el debido rezo de las horas canónicas observando “in omnibus formambeatissimi patris nostri Bernardi”. Asimismo, al final del texto de la menciona-da visita se reconoce que las únicas instancias que pueden conceder una dis-pensa especial de inhabilitación y privación de bienes y honores son la SedeApostólica y el Capítulo General de la orden del Císter.

Con respecto al Capítulo General de Cîteaux debemos subrayar que con-servamos dos escuetas menciones a la orden de Alcántara en el siglo XV, juntoa las demás órdenes militares de filiación cisterciense. El Capítulo de 1456comisionó a los abades de Carracedo, San Prudencio, Bugedo y Matallanapara que detuviesen y encarcelasen al antiguo abad de Herrera con la ayuda -sifuere necesario- de los maestres y comendadores de Calatrava, Alcántara, Avisy Montesa70. En 1487 los padres capitulares del Císter impusieron a la ordenen España un subsidio de 5.000 ducados, que acordaron -siguiendo una anti-gua costumbre- distribuir la parte correspondiente a las órdenes militares deCalatrava, Alcántara, Montesa, Avis y Cristo, según las posibilidades de cadauna de ellas71.

El visitador ordinario de los alcantarinos durante el siglo XV siguió sien-do el abad de Morimond, tal y como lo confirmaron varios papas durante elcitado siglo. El primer testimonio documental conservado procede del papaPío II, quien en 1459 volvió a reiterar que dicho abad era el visitador y refor-mador de las órdenes de Alcántara, Montesa, Avis y Cristo72. Conservamos unasúplica del 8 de enero de 1494 realizada por Juan de Zúñiga (maestrealcantarino) y por el abad Juan de Morimond para que el papa Alejandro VIconfirmase la facultad de visita y reforma que poseía la abadía de Morimond

68 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documentos nº 788 y 789.69 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 790.70 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 1014.71 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 1498.72 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 1038. La data crónica correcta es: 26 de

julio de 1459.

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sobre la orden de Alcántara73. Esta súplica, como casi todas las pertenecientesal pontificado de Alejandro VI, tiene una letra muy complicada, además deestar repleta de abreviaturas casi ininteligibles. La data crónica correcta es:sextos idus de enero del año segundo de su pontificado (no sextas kalendas).Además se han deslizado otros fallos, que son corregidos en la fe de erratas deltomo III de la Colección Diplomática de la orden de Alcántara, que aparecerápróximamente. Según el cronista Torres y Tapia74 no se expidió el correspon-diente documento pontificio por la muerte de Alejandro VI75, por tanto, el papaJulio II confirmó dicha facultad de visita y reforma de la orden de Alcántara el26 de noviembre de 1503, según el mencionado cronista.

El hecho de que a la abadía de Morimond le correspondiese ordinaria-mente la visita de la orden de Alcántara no era óbice para que otros monjescistercienses, abades u otras dignidades pudiesen realizarla extraordinariamentecon los debidos permisos, como hemos descrito anteriormente. Sabemos que,a veces, los abades blancos delegaban en instituciones intermedias76. Podemosindicar dos ejemplos más durante la segunda mitad del siglo XV: las delega-ciones para visitar la orden de Alcántara que hizo el abad de Morimond en laspersonas del maestre de Calatrava en 1468 y del abad de Claraval en 1492.Conservamos unas largas definiciones de 1468 otorgadas por Guillermo II deMorimond a la orden de Calatrava tras su visita77. En el capítulo 10 de lasmismas el abad de Morimond delegaba en el maestre de Calatrava para quevisitase las órdenes de Alcántara, Avis y Montesa. Sin embargo, no tenemosninguna prueba documental de que dicho maestre visitase a la orden de Alcántaradurante el siglo XV. En cambio, sí conservamos testimonio documental de lavisita del abad de Claraval a los alcantarinos en 1492: unas definiciones otor-gadas por Pedro de Claraval el 17 de diciembre del mencionado año78. Dicho

73 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 1700.74 TORRES Y TAPIA, A. de: Crónica…, II, pp. 622-623.75 Sorprende la opinión de Torres y Tapia, ya que la súplica fue concedida en la fecha mencionada

y la muerte de Alejandro VI acaeció el 18 de agosto de 1503, es decir, nueve años y medio mástarde.

76 PALACIOS, B.: “El Císter…”, p. 197.77 O´CALLAGHAN, J. F.: “Definiciones of the Order of Calatrava enacted by Abbot William II

of Morimond, April 2, 1468”, en Traditio, XIV (1958), pp. 231-268.78 PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documento nº 1671.

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abad actuaba en virtud del mandato del papa79, por expresa comisión del Capí-tulo General y del abad de Morimond y por la autoridad concedida por elrescripto apostólico de Inocencio VIII al maestre Juan de Zúñiga, que le per-mitía nombrar uno o dos abades del Císter para la visita, reforma y correcciónde los alcantarinos. El mencionado maestre eligió a Pedro de Claraval, quienordenó la construcción de un nuevo convento con las debidas dependencias yque los freires guardasen las oportunas normas referentes a los rezos, sacra-mentos, silencio, vestiduras, votos, ayunos, etc.

En 1494 la orden de Alcántara quedó anexionada a la Monarquía80. Esteimportante hecho histórico supuso la profunda transformación de aquélla, aligual que el resto de las órdenes militares. Con respecto a nuestro tema, pode-mos afirmar que dicha anexión provocó una paulatina modificación de las re-laciones entre los monjes bernardos y la orden de Alcántara. Fue progresiva opaulatina porque todavía el abad de Morimond visitó a los alcantarinos duran-te el siglo XVI, pero fue una modificación inexorable: la orden de Alcántara -totalmente mediatizada por los reyes- logró durante la Edad Moderna sacudirsela jurisdicción del Capítulo General del Císter y librarse de la vigilancia, visitay control del abad de Morimond81. El monarca quedaba convertido en la máxi-ma autoridad en temas civiles y eclesiásticos de la orden de Alcántara y estoentró en colisión directa con la jurisdicción de los monjes blancos ejercidadesde finales del siglo XII. Así terminaba el periodo medieval de la orden deAlcántara y comenzaba una nueva época en la que, además, nuestra orden seconvertirá en una institución de carácter religioso y honorífico, desaparecien-do por completo como fuerza política y militar de primera magnitud dentro delreino82.

79 TORRES, A. de: Crónica…, II, p. 549. Según su testimonio Inocencio VIII ordenó en 1489 aPedro de Claraval la visita de las órdenes de Calatrava, Alcántara y Montesa. El papa Inocenciomurió el 25 de julio de 1492, por tanto, esta visita se hizo durante el pontificado de AlejandroVI, coronado el 26 de agosto de 1492. Véase PALACIOS, B. (dir.): Colección…, documenton.º 1542.

80 CORRAL, L.: Los monjes…, pp. 174-180. Recordemos que fue una anexión temporal, que seconvirtió en perpetua en el año 1523, gracias a la concesión de Adriano VI: Archivo SecretoVaticano, Archivum Arcis, arm. I-XVIII, nº 2275, ff. 1r-4r.

81 COCHERIL, M.: L´abbaye…, p. 380.82 LADERO QUESADA, M. F.: “La incorporación del maestrazgo de Alcántara a la Corona”,

en Hispania, XLII (1982), p. 11.

LA FILIACIÓN CISTERCIENSE DE LA ORDEN DEL PEREIRO-ALCÁNTARA

DESDE SUS ORÍGENES HASTA EL SIGLO XVI