LA ESTRUCTURA POLITICA

En la antigua iglesia del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, en la Ciudad de México, está ubicada la Hemeroteca Nacional, las vetustas naves están pletóricas de estantes. Cada uno de ellos guarda, debidamente clasificadas, las hojas periódicas que registran la historia cotidiana de México. Diariamente centenares de personas acuden a esas fuentes para buscar explicaciones en el tiempo a la realidad actual.

El recinto ha tenido una vida dispar y convulsa, en cierto modo correlativa a la del propio país: durante casi 200 años fue la iglesia del Colegio Mayor de la Compañía de Jesús, hasta que Carlos 111 expulsó a los jesuitas de los dominios de España en 1767. El rey se apoderó de los tesoros que poseía aquel templo y dispuso de ellos a su arbitrio. Cuando los jesuitas volvieron, en 1816, la iglesia servía de ayuda de parroquia; y cuando otra vez fueron expulsados en 1820, en esta ocasión por Fernando VII, México estaba ya en vísperas de su Independencia. Dos años más tarde, en ese sitio, Agustín de Iturbide se hizo proclamar emperador. En 1824 se promulgó en sus naves la Constitución Republicana. Ha sido después santuario de la Virgen de Loreto, Colegio Militar, cuartel, depósito de víveres de los invasores franceses, bodegas de la aduana, taller tipográfico, sala de discusiones libres, escuela de música y de pintura, museo industrial y, finalmente, al encontrar México cauces más serenos, acervo documental para las investigaciones de la historia moderna y contemporánea.

Una revisión somera de los documentos que se conservan en la Hemeroteca Nacional -o el simple recuerdo de la historia del edificio donde se aloja- permite establecer dos grandes periodos en el esfuerzo por conquistar la democracia y la estabilidad: el primero abarca 113 años y el segundo los últimos 34. Ambos son radicalmente contrastantes.

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Durante los primeros 113 años, 51 personas ocuparon la presidencia de la República, dos se proclamaron emperadores, otras ejercieron el mando en situaciones de hecho, y una se prodigó en el poder a lo largo de 30 años. A partir de 1934, cinco presidentes han concluido sus mandatos sexenales y trasmitido legal y pacíficamente el poder a su sucesor. El licenciado Gustavo Díaz Ordaz ha cumplido el cuarto año de su régimen. Así han transcurrido 34 años de estabilidad política, derivados del cumplimiento de la ley que rige al México del presente: la Constitución de 1917.

LOS PROGRAMAS CONSTITUCIONALES

En la Constitución Mexicana, producto de la Revolución iniciada en 1910, se expresan, en la parte orgánica, la organización de los poderes y su funcionamiento; en la parte dogmática, las libertades individuales; y en la sección de programa, las garantías sociales. Estas últimas constituyen la novedad y la modernidad del sistema mexicano de derecho. El reconocimiento de la existencia de grupos económicamente débiles origina la obligación del Estado de liberarlos de la necesidad, única fórmula para volver eficaz el ejercicio de la democracia. En estos principios funda el Estado su intervención en la economía, tendiente a distribuir con equidad la riqueza que generan por igual al capital y el trabajo. De ahí deriva su papel de promotor y regulador de la actividad pública y privada. Así, la Constitución consagra los ideales del liberalismo del siglo XX y las demandas de justicia social del siglo.

Antes del movimiento armado que culminó con la nueva carta constitucional, México vivía en un marco de desigualdades. A principios del siglo, ocho personas poseían una extensión territorial equivalente a Francia, Alemania, Suiza e Italia juntas. País rural, casi doce millones de personas trabajaban como peones agrícolas al servicio de 840 hacendados. Estos eran dueños de la mayor parte del territorio nacional. Como herencia del cercano pasado, los bienes de] país se concentraban en un grupo de partidarios del régimen del general Porfirio Díaz. Las concesiones para la explotación de los recursos del subsuelo se entregaban en especial a intereses foráneos.

De cada peso invertido en México, entre 1900 y 1911, 66 centavos pertenecían a extranjeros, los capitalistas nacionales aplicaban sus fondos a operaciones de comercio y bienes raíces. Apenas un 8% de los recursos privados llegaba a las industrias. La naciente electrificación

estaba bajo el control de firmas exteriores, aunque el grueso de la inversión extranjera directa recaía sobre los transportes -ferrocarriles- y las reservas del subsuelo: minería y petróleo.

Los dirigentes revolucionarios concentraron sus esfuerzos en la solución de tan palpables desigualdades. La necesidad de poseer la tierra animaba a los hombres levantados en armas, las diversas facciones revolucionarias emitieron proclamas agrarias y hubo distribución de parcelas al borde mismo de los campos de batalla. La Constitución fue aprobada entre clamores bélicos. Sin duda, ello fue causa para que los constituyentes formularan los artículos 27 y 123, que entrañan la parte más significativa de la nueva Constitución. Uno y otro contienen los fundamentos para desencadenar cambios radicales en la estructura del país.

El Artículo 27 alteró el concepto tradicional de la propiedad. Reconoció a la Nación como dueña- originaria de las tierras y las aguas y el Estado quedó facultado para expropiarlas mediante indemnización cuando el interés público lo demandare. Parten de ahí los estímulos orientadores para el desarrollo del México actual. Dentro de un equilibrio de conjunto se atemperaron las diferencias que podrían desunir a los mexicanos. Esto se logró al determinar la participación e iniciativa del gobierno dentro de la vida económica, lo cual conduce a resguardar también el interés de los particulares. El Estado es empresario en aquellos capítulos que no pueden abarcar -la inversión privada. En otros la complementa. Atiende el interés de los consumidores mediante controles de precios en los artículos de primera necesidad y otorga precios de garantía para que los campesinos vendan su producción.Los latifundios se han distribuido y se ha generalizado un tipo de tenencia que no es de propiedad privada. De ahí proviene el ejido, consiste en pequeñas superficies, cuyo tamaño depende del uso a que se destinen. Estas tierras pueden ser aprovechadas por una persona, pero no vendidas ni transferidas. También existe un sistema de pequeña propiedad rural, sujeto a la única limitación de que sus dueños no acumulen otras y lleguen nuevamente a formar latifundios.

La soberanía nacional se vigorizó por la aplicación del Artículo 27. El primer paso fue reivindicar los mantos petroleros que hablan estado en poder de compañías extranjeras. El 23 de agosto de 1962 el país pagó a las compañías expropiadas los últimos tres millones de libras esterlinas de indemnización, por concepto de

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instalaciones. Las empresas mineras tienen hoy mayoría de capital mexicano. Y él 27 de septiembre de 1960 se adquirieron los derechos de la última empresa extranjera en el sector de la energía eléctrica.

Si los preceptos del Artículo 27 fueron un resorte para estimular el desarrollo de México, el reconocimiento de los derechos de los trabajadores -consignados en el Artículo 123- ha sido uno de sus ejes. Al recordar que en las primeras décadas del siglo la economía mexicana era básicamente agrícola y concentraba la riqueza en muy pocas manos, se advierte de qué manera las protecciones estipuladas para el trabajo de tipo urbano e industrial se adelantaron a ¡a realidad de su tiempo.

El Artículo 123 prescribe un vínculo estrecho entre los trabajadores y las empresas, de donde se sigue la obligación para éstas de repartir entre aquéllos una porción de sus utilidades. Las garantías al trabajo y a la seguridad social se han incorporado a la legislación a título de derecho imperativo. Las leyes en esta materia rigen no solamente las relaciones entre los patrones y los asalariados, sino también entre los poderes de la Unión, y los servidores públicos, aun cuando en este caso las prestaciones son mayores. Y el mismo Estado actúa para regular su funcionamiento y procurar su perfeccionamiento. Dentro de esta política, en 1943 se promulgó la ley del Seguro Social.

El GOBIERNO Y LOS CIUDADANOS

El alcalde del pueblo más modesto y el presidente de México rematan de igual manera su correspondencia oficial. Antes de la rúbrica escriben estas cuatro palabras: “Sufragio efectivo. No reelección.” La frase fue el lema de la sublevación nacional surgida en 1910 para derrocar a un dictador. A base de reelecciones, éste se habla mantenido en el poder durante casi 30 años. A ese lapso se le conoce como “el porfiriato”. En la actualidad, el significado de aquella expresión se identifica con dos de las reglas básicas para la actuación política del país.

La primera regla señala que todos los ciudadanos -hombres y mujeres- emitan directamente su sufragio. El mandato es constitucional: establece que “todo poder dimana del pueblo y se instituye para su beneficio”. En respuesta de esa obligación, en los más recientes comicios nacionales se empadronaron cerca de 17 millones de ciudadanos, cifra que representa casi la totalidad de la población en edad

de votar. El 50% de quienes obtuvieron su credencial de elector estuvo compuesto por mujeres.

La segunda atribuye al presidente de México un mandato de seis años, la ley constitucional no admite la reelección. Ninguna persona que haya ocupado la presidencia podrá desempeñar nuevamente ese cargo.

México es una república federal representativa, gobernada por un presidente que es Jefe del Poder Ejecutivo. Es éste el único funcionario electo en comicios nacionales. Los restantes hombres públicos -gobernado res, presidentes municipales, regidores, senadores y diputados- son elegidos regionalmente. Por esta causa, la popularidad del presidente de la república excede a la de todos los demás. Los otros poderes son el legislativo y el Judicial. El primero se deposita en un Congreso General formado por las cámaras de diputados y senadores; y el segundo, en la Suprema Corte de Justicia y en los tribunales y juzgados de la federación. Todo el sistema está referido a la ley: el Legislativo la dicta, el Ejecutivo la aplica y el Judicial la interpreta, la división de poderes es una fórmula democrática porque obliga a que el poder imponga límites al poder. El juicio de amparo, incorporado al derecho público mexicano desde el siglo XIX, es la vía para reprimir a la autoridad que viole las garantías individuales o restrinja la soberanía de los Estados.

Cuando en la década de los veinte se consolidó el poder renovador, pudo al fin cobrar un carácter institucional la acción de las masas populares que habían hecho la revolución. El nuevo Ejército Nacional consagró las jerarquías militares de quienes procedían de las distintas fuerzas armadas; y el partido confirió ideología y métodos comunes a las organizaciones obreras, campesinas y populares, En una estructura originada así se funda desde entonces la estabilidad de la República y la continuidad de sus principios políticos y sociales.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyas siglas actuales substituyen a las anteriores PNR y PRM, gana con amplio margen las votaciones para gobernadores, senadores y presidente de la república. Sólo de manera ocasional ha perdido elecciones para alcaldes y diputados.

El PRI, a cuyos postulados da prestigio el gobierno con sus acciones, ha reducido a dos objetivos centrales la razón de la actividad pública y política: que el pueblo tenga cada vez un mayor nivel de vida y que la nación sea cada vez

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más soberana. El primer objetivo es consecuencia diaria del desarrollo económico normado por la justicia social, de los incrementos de la riqueza que debe distribuirse con equidad, la paz pública y la estabilidad política se conciben como efecto de un sano equilibrio entre las fuerzas del desarrollo y las presiones de la sociedad.

Gracias a la acción rectora de un gobierno popular es posible que en lo fundamental las clases coincidan y actúen conjuntamente para perseguir el crecimiento económico, las discrepancias respecto a la distribución del ingreso se atemperan y solucionan en el marco de un sistema jurídico. Por ello dentro del PRI militan empresarios y trabajadores, propietarios de la tierra y ejidatarios, a condición de que todos estén interesados en contribuir al progreso de] país y al suyo propio y estén persuadidos de que sus diferencias pueden resolverse conforme a derecho.

Los otros partidos se fundaron con posterioridad al de la Revolución. El de Acción Nacional (PAN) es el que postula mayor número de candidatos después del PRI y juega el papel de una oposición escéptica y conservadora. Con frecuencia expone dudas y reservas respecto a las cifras y declaraciones del gobierno y del PRI, pero sin atacar las bases ni la estructura del sistema. Sus objeciones a la política, oficial son más bien adjetivas que sustantivas. Actúan adicionalmente el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana.

la vida política que se expresa en el trabajo parlamentario, dentro de la Cámara de Diputados, tiene la particularidad de contar con un sistema de representación proporcional Los partidos minoritarios, que consiguen un porcentaje mínimo y determinado en las elecciones, tienen derecho a curules aunque los ocupantes no sean electos por mayoría. La cifra máxima para cada partido minoritario es de veinte representantes, considerados tanto los de mayoría como los de partido.

Además de la amplia base popular organizada en el PRI y en los otros partidos, el gobierno ha tomado medidas para darle capacidad de acción política a los grupos que operan formalmente fuera de ella. Por ley se han creado organismos de industriales, banqueros y comerciantes que mantienen constantes relaciones con el Estado y defienden, en su caso, los intereses que les son inherentes. Las juntas de mejoramiento moral, cívico y material y los consejos de colaboración ponen directamente en manos de los ciudadanos, a nivel municipal, la posibilidad de colectar

e invertir por si mismos recursos con destino a obras de interés general, que muy frecuentemente sobrepasan la capacidad de gasto de los ayuntamientos. Así los organismos auxiliares del poder público han multiplicado la inversión social y canalizado el espíritu de servicio de los particulares.

El Artículo 130 de la Constitución prescribe la separación entre la Iglesia y el Estado. Los eclesiásticos no pueden intervenir en política y son considerados como profesionales. Los templos de todos los cultos son propiedad de la nación, la ley garantiza la libertad de creencias y el ejercicio del culto a todo ciudadano.

Si bien tales preceptos ocasionaron desacuerdos y conflictos en el pasado, en la actualidad las relaciones entre ambas instituciones se desarrollan normalmente, las prácticas religiosas se realizan con toda libertad dentro de los templos. La intensa religiosidad del pueblo mexicano se identifica fundamentalmente con el catolicismo.

El visitante extranjero que observe con atención la nomenclatura de cualquiera de las 6,079 poblaciones urbanas de México-no importa que tenga 2,500 o 250 mil o un millón o seis millones de habitantes- encontrará que las calles principales tiene siempre los mismos nombre: Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero o Carranza; Independencia, Reforma o Revolución; 16 de septiembre, 5 de mayo o 20 de noviembre. Los nombres antiguos -calle de Plateros, Paseo del Río, Callejón del Beso- fueron sin duda más descriptivos, pero nunca más significativos.

La nomenclatura de las calles de las poblaciones de México alude a las tres etapas más importantes de la historia nacional.

Miguel Hidalgo inició el 16 de septiembre de 1810 el movimiento insurgente contra España que culminó con la Independencia. Aunque nunca llegó a tomar el poder, decretó. La abolición de la esclavitud. José María Morelos sucedió a Hidalgo en el mando militar y convocó a un Congreso Constituyente que dio al país su primera Constitución. El presidente Benito Juárez, un indígena puro, hizo triunfar la causa de la República frente a la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano de Habsburgo. De las batallas que se libraron contra los franceses, la del 5 de mayo de 1862 se recuerda como una victoria mexicana. Francisco 1. Madero inició el 20 de noviembre de 1910 el movimiento armado que derrocó

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al dictador Porfirio. Díaz. Se le considera como iniciador de la Revolución. Venustiano Carranza luchó, a su vez, contra la usurpación militar y por dotar a México de las bases constitucionales de 1917 que lo rigen en la actualidad. Hidalgo y Morelos simbolizan la Independencia; Juárez la Reforma; Madero y Carranza la Revolución.

MEXICO Y EL MUNDO

A lo largo de sus 4 358 kilómetros de fronteras, México no tiene ninguna base militar. Sólo existe una vigilancia administrativa para evitar contrabandos e impedir la entrada ilícita de personas. Tampoco las hay en los Estados Unidos de Norteamérica, en Guatemala y en Belice, sus tres vecinos naturales. Hay, en cambio, una convivencia basada en un respeto mutuo y en la solución pacífica de las controversias.

El país nunca ha emprendido una guerra de agresión. Cuando ha combatido contra el extranjero ha sido para defender su soberanía. En 1846 libró una guerra de defensa con los Estados Unidos. La derrota ocasionó la pérdida de 2 millones de kilómetros cuadrados, justamente la mitad del antiguo territorio mexicano. De 1862 a 1867, la República luchó contra la intervención extranjera y contra un imperio encabezado por un príncipe europeo. En los principios del siglo XX se libraron diversas batallas para expulsar a fuerzas regulares o filibusteras que trataron de penetrar al país.A partir de 1942, México participó en la Segunda Guerra Mundial. Su intervención en el conflicto, limitada en el número de contingentes, se originó en el hundimiento de varias unidades de su flota párolera.

El Ejército Nacional no tiene ni colosales instalaciones ni goza de gruesas partidas presupuestales. Para 1968 se ha destinado a su mantenimiento sólo un 4% del gasto público nacional. Las fuerzas armadas no sólo se dedican a custodiar el orden público y la soberanía nacional, sino que prestan valiosos servicios a la población civil, en especial durante las calamidades o catástrofes meteorológicas. De modo permanente colaboran en campañas de interés social, como la alfabetización o la reforestación.

El desenvolvimiento de México como nación lo obliga a no desear a los demás países lo que no quiere para si. Sostiene una posición de independencia al margen de la política internacional de bloques. Combina tal postura con una intensa participación en los organismos regionales e

internacionales a los que pertenece.

Dentro de la Organización de los Estados Americanos, México ha puesto especial énfasis en las medidas o recomendaciones que tiendan a acelerar el desarrollo económico de los países miembros; y se ha opuesto a la creación de una fuerza armada continental, porque considera que con ella se lesionan los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención de uno o varios Estados en los asuntos internos de otro.

Como miembro fundador de la Organización de las Naciones Unidas, sus mayores preocupaciones han consistido en contribuir a evitar que fracase el principio de la seguridad colectiva. En el mismo sentido ha promovido la firma del Tratado de Tlatelolco, que establece el compromiso de no utilizar regionalmente, en ninguna ocasión, la energía nuclear como instrumento bélico, destinándola exclusivamente a fines de bienestar. El documento lleva el nombre del barrio mexicano donde está ubicada la torre de la Secretaria de Relaciones Exteriores.

El respeto mutuo, el cumplimiento recíproco de los convenios y la igualdad jurídica de los Estados, sin importar su tamaño ni la cuantía de sus recursos naturales y económicos, son otros de los principios fundamentales de la política internacional mexicana.

Un ejemplo de solución pacífica de las controversias, por medio de arbitrajes y a la luz de] Derecho Internacional, lo constituye el rescate de 333 hectáreas que habían pasado aparentemente a territorio norteamericano por una desviación del Río Bravo, frontera natural con los Estados Unidos. La negociación duró cien años, al cabo de los cuales el presidente Kennedy, a instancias del presidente López Mateos, aceptó reintegrar a México los terrenos de El Chamizal, acto que consumaron en diciembre de 1967, los presidentes Johnson y Díaz Ordaz.

Según la Doctrina Estrada, formulada en la década de los años veinte, México no acepta ni otorga reconocimientos respecto a gobiernos de países extranjeros. Se limita a mantener o retirar a sus embajadores, sin juzgar de la naturaleza política de los cambios de su propia soberanía.

Otro aspecto de la política internacional mexicana se orienta a buscar la cooperación entre las naciones amigas. Esto quedó de manifiesto durante la gira realizada en 1965

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por el presidente Gustavo Díaz Ordaz a los países de Centroamérica. Celebró con ellos convenios bilaterales, que no sólo incrementan las relaciones comerciales sino que establecen vinculaciones muy especialmente en los campos de la cultura y de la asistencia técnica.

Otra más de las preocupaciones de México en materia internacional consiste en buscar la integración y el desarrollo económicos de América latina. En diversas ocasiones ha manifestado su interés por conseguirlos. La postura oficial quedó expuesta con claridad durante la reunión de mandatarios de América, realizada en abril de 1967, cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz expuso sus tesis sobre estas cuestiones: “El desarrollo económico -afirmó- no es un fin en sí mismo; es un medio para lograr el avance integral y armónico de nuestras comunidades, de conquistar el bienestar de los hombres que las integran, elevando sus condiciones espirituales y materiales. No es deseable un desarrollo que produjera grandes beneficios a unos cuantos y no aprovechara a las mayorías: el desarrollo económico debe, necesariamente, conjugarse con la justicia social. Si dejamos que los fenómenos se realicen conforme a nuestra propia naturaleza, quienes más poseen -naciones o individuos- ganarán más; los ricos serán más ricos y los pobres serán más pobres ... El simple crecimiento no implica necesariamente desarrollo; de ahí la necesidad de que se sustente en una política de reformas a nuestras viejas estructuras.”

En aplicaci6n de estos principios, el país ha sustentado tesis económicas que son una defensa para todos los países económicamente débiles, al propugnar mejores precios para las materias primas y un intercambio comercial más justo entre las grandes potencias y sus proveedores.

El presidente de México, en un discurso pronunciado en octubre de 1967 ante el Congreso de los Estados Unidos, expuso problemas comunes a todos los países en vías de desarrollo. En esa ocasión precisó: La humanidad deberá decidir si es más justo o más conveniente vivir en la mayor opulencia rodeada de pobres o en medio de naciones prósperas, aunque no alcance excesiva riqueza ... los más peligrosos agitadores son: el temor, la insalubridad, la falta de pan, de techo, de vestido y de escuela.”

Sin embargo, según lo expuso en enero de 1968 el propio presidente Díaz Ordaz, “México no es líder de ninguna parte del mundo; ni lo pretende ni lo desea ni lo aceptaría. Tampoco ha pensado, siquiera, ser hermano mayor en

América, Latina y, como pueblo, en términos absolutos, no es ni inferior ni superior a pueblo alguno de la Tierra; se siente exactamente igual a todos.”

En el país conviven con los nacionales los inmigrantes y los inmigrados. En 1939 se dio refugio a millares de españoles. Estos se han integrado a la vida nacional y los hijos de ellos son ya mexicanos. Muchos otros de los extranjeros radicados en México han obtenido su ciudadanía.

Los nacionales de otros países viven libremente en México y participan de todas las garantías constitucionales. Sólo se les prohíbe que se inmiscuyan en los asuntos políticos internos y que violen las leyes, en especial las de migración. Pueden tener propiedades, siempre y cuando no estén cercanas a las fronteras o a las costas, y deben renunciar expresamente a invocar la protección de sus gobiernos.

En lo económico, se aceptan capitales extranjeros sí acatan las leyes mexicanas y se unen en proporción minoritaria a los inversionistas nacionales. Casi dos millones de extranjeros tienen ocasión de conocer México cada año en calidad de turistas. Ellos pueden comprobar cómo los mexicanos ofrecen y desean la amistad con todos los pueblos de la Tierra.

GUIA EL ZOCALO, RESUMEN HISTORICO DE MEXICO

Si bien la Hemeroteca Nacional es en sí misma un testimonio de la historia mexicana, el resumen global se consigue en el Zócalo, la plaza más importante del país.

Hace diez mil años, ese lugar era una isla. En sus riberas los antiguos moradores cazaban mamutes. Allí se asentó un pueblo aguerrido al cabo de una larga peregrinación. Fue escenario de la vida cotidiana de los aztecas y de sus grandes celebraciones guerreras y religiosas. En este sitio el pueblo apedreó a su emperador, que no ocultaba su temor e indecisión ante los conquistadores españoles. La plaza mayor presenció el derrumbe del señorío autóctono y vio cómo los antiguos edificios eran demolidos y en su lugar, con las mismas piedras, se levantaban otros; y también cómo se trastocaron los valores éticos, religiosos y políticos.

En su costado oriente, se erigió el palacio de los virreyes de la Nueva España; en el norte, la catedral metropolitana;

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en el sur, el palacio de gobierno de la ciudad. Así los tres poderes de la Colonia quedaron simbólicamente situados a su alrededor. Se estableció un mercado en donde la población dominada intercambiaba opiniones y mercancías. Se levantó la picota como testimonio de escarnio para los herejes y rebeldes.

El Zócalo es hoy el sitio tradicional en el que los mexicanos celebran, la noche del 15 de septiembre, el “grito” de independencia y donde se realizan los actos de masas más trascendentales; el recinto multitudinario en el que los diversos sectores de la población aclaman y escuchan los mensajes de amistad y de confraternidad de los mandatarios extranjeros que visitan oficialmente México; espacio público donde cada año los conscriptos juran lealtad a la bandera, los obreros celebran la conmemoración del 1° de mayo, las fuerzas armadas desfilan en ocasión del aniversario de la Independencia y los jóvenes organizan una gran parada deportiva en homenaje a la Revolución.

Diariamente millares de mexicanos transitan por el Zócalo. Apenas si los transeúntes notan la presencia de los únicos soldados que continua mente hacen guardia de la puerta izquierda del Palacio Nacional. Esta sólo se hace notoria cuando dos veces al día suena un clarín, para rendir honores militares a un ciudadano que entra o sale a bordo de un vehículo negro. Este es el presidente de la República.

En la Hemeroteca Nacional puede leerse la diaria historia de México en todos sus aspectos y diversos puntos de

vista; conocer su exacta y fluyente realidad.

La Columna de la Independencia fue erigida a principios de siglo para honrar a los héroes que acabaron con tres

siglos de dominación española.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es la más fiel traducción de los ideales y logros alcanzados

por nuestra Revolución de 1910.

La estructura destinada a un edificio gubernamental del porfiriato sirvió para construir el monumento que celebra el triunfo de la Revolución.

Arteria de vital importancia, la antigua calle de Plateros recibió el nombre

de Madero en honor U iniciador del movimiento de revolución social

(1910).

Con el lema de “Sufragio Efectivo, No Reelección” que originó el movimiento revolucionario de 1910, Juan O’Gorman pintó los pasos primeros de esta gesta.

Plaza de las Tres Culturas: arquitectura prehispánica, iglesia colonial y el edificio de la Secretaría de Relaciones

Exteriores, heraldo de modernidad.

En El Chamizal, territorio reintegrado a México después de cien años de litigio, fue erigido, como segura guía, este monumento a Benito Juárez.

El C. Presidente Constitucional de la República, licenciado Gustavo Díaz Ordaz, llega al Palacio Nacional el 16 de

septiembre, aniversario de la Independencia.