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La escritora Shirley Jackson (1916-1965) publicó su ... · ... relatos de locura, muerte y horror que ... el cuento corto de Shirley Jackson “La ... , existe una retorcida relación

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La escritora Shirley Jackson (1916-1965) publicó su primera novela «TheRoadThroughtheWall»en1948,a laquesiguieron«Hangsaman»(1951),«TheBird’sNest»(1954),«TheSundial»(1958)y«WeHaveAlwaysLivedintheCastle»(1962),queobtuvounavaliosapublicidadextraliterariacuandoalmaridodeShirleyJacksonseleocurrióhacerpúblico,enlaspáginasdeunconocidorotativo,quesuautorahabíapracticadolabrujería,cosaqueéstanegó rápidamente. No obstante, después de su muerte, se supo quesemejantedesmentidosólotratabadeevitarelrechazodelaopiniónpúblicahaciasupersona.Segúnexplicósuhijo,LaurenceHyman,sumadreposeíaun tablero Ouija y cartas del tarot y sabía perfectamente cómo utilizarlos,ademásdeunosquinientoslibrossobreocultismo.

La maldición de Hill House («The Haunting of Hill House», 1959),considerada una de las principales novelas de horror del sigloXX, narra elinquietante experimento de John Montague, doctor en Filosofía yantropólogo, que lleva años entregado al estudio de «las perturbacionespsíquicas» que suelen manifestarse en las «casas encantadas».Infructuosamentehabuscadounacasaidónea,cuandoundíaoyehablardeHillHouse,unamansiónsolitariaydesiniestrareputación.Montaguedecidealquilarla y busca ayudantes dispuestos a pasar una temporada en ella:Eleanor, una mujer desdichada que, tras once años cuidando a su ariscamadreinválida,sehavueltounapersonasolitaria;Theodora,jovenalegreycuriosa,seleccionadaporsuincreíblecapacidadtelepática;yLuke,vividorymentiroso, incluido en el grupo por exigencia de la propietaria, su tía. Elobjetivo: tomar notas de cualquier fenómeno paranormal que se presenteparadocumentarellibrosobrecasasencantadasquepreparaeldoctor.Lasalucinantesexperienciasqueviviránen lacasaserámejorqueel lector lasdescubraporsímismo.

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ShirleyJackson

LamaldicióndeHillHouseValdemar-Gótica72

ePubr1.0Titivillus10.05.16

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Títulooriginal:TheHauntingofHillHouseShirleyJackson,1959Traducción:ÓscarPalmerYáñezDiseño/Retoquedecubierta:ÓscarSacristán

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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INTRODUCCIÓN

SHIRLEYJACKSON:LAREINAOSCURADEHILLHOUSE

AntonioJoséNavarro

Nadievivecercadeestacasa;nadiequierevivircercadeaquí.Demodoquenadielosoirásigritan.Enlanoche.Enlaoscuridad…

NelsonGidding

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En1959,laeditorialneoyorquinaVikingPresspublicabalanovelaLamaldicióndeHill House (The Haunting of Hill House), considerada actualmente por diversoseruditoscomounadelasmásbrillantesnovelasfantásticasdelsigloXX.Suautora,laescritora estadounidense Shirley Jackson, era conocida hasta esemomento por suslibrosparaniños,comoTheWitchcraftofSalemVillage(1956),yporunaobrateatralbasada en el clásicoHansel yGretel tituladaTheBadChildren (1958).Asimismo,eranmuypopularessusantologíasderelatosbreves,LifeAmongtheSavage:(1953)yRaisingDemons (1957),en losque laautorahablabadesuvida familiarydesuexperienciacomomadrealahoradecriaracuatrohijos(Laurence,Joanne,SarahyBarry). De hecho, más allá de lo puramente autobiográfico, Jackson trataba connotable dignidad creativa un género muy frecuentado entre las amas de casaamericanasde losaños50conveleidades literarias, la llamadaFictionofDomesticChaos.

Noobstante,lafamadeShirleyJacksoneclosionaríaaraízdeléxitodecríticaypúblico cosechado por La maldición de Hill House, éxito que favoreció suredescubrimientocomounadelasautorasdeficciónterroríficamássobresalientesde

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su generación. Así pues, los lectores pudieron recuperar The Lottery and OtherStories(1949)[1],antologíadecuentosextrañosyturbadoressobreelladooscurodelanaturalezahumana;relatosdelocura,muerteyhorrorque,porsísolos,cadaunode ellos, constituyen un prodigio de estilo. La calculada acumulación de maticessiniestros, deatroces sugerencias, crea un denso clima de inquietud, de angustiosaexpectación, que estalla en una terrible conclusión nada gratuita: las claves paracaptarla están ahí, mientras intentamos digerir nuestromudo desasosiego. StephenKing,unodelosmásrendidosadmiradoresdeShirleyJackson—jamáshanegadolapoderosa influenciaqueLamaldicióndeHillHouse ha tenido sobreElresplandor(TheShining,1977)—,escribió:«Elcineylaliteraturadehorrorsonunainvitaciónadejarsellevarsimbólicamenteporunaconductadesviadayantisocial,acometeractosdeviolenciagratuita,aconsentirnuestraspuerilesfantasíasdepoder,aentregarnosanuestros miedos más cobardes. Quizá, más que otra cosa, la novela o película dehorrornosdicequeestábienunirsealamasa,convertirseenunsercompletamentetribal,destruiralforastero.Nuncasehaexpresadomejordeunmodoliterarioqueenel cuento corto de Shirley Jackson “La lotería”, en el que incluso el concepto deforasteroessimbólico,nadamásqueuncírculonegroenunahojadepapel[2]».Porotrolado,elescritor,ensayistayeditorJackSullivan,ensuantológicaThePenguinEncyclopediaofHorrorand theSupernatural (RandomHouseValue,NuevaYork,1989),advertíalosiguiente:«LosobrenaturalenlaobradeShirleyJacksonsehallaen un rincón oscuro, al fondo de una habitación vacía, donde las solitariasprotagonistasdelaautora,generalmentemujeres,sehallanasímismasenmediodelhorror…»

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Aprimeravista,LamaldicióndeHillHouse ilustra las aventuras de un equipo deinvestigadoresde laSociety forPsychicalResearch, fundadaen1882paraestudiartoda clase de fenómenos paranormales. Cuatro «cazafantasmas» se reúnen en unacasa de mala reputación; un lugar diabólico y enfermo, como detalla el primer einolvidablepárrafodelanovela,quenossitúayaenunadimensióndelotenebrosonada habitual: «Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante muchotiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las

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chicharras,suponenalgunos,sueñan.HillHouse,nadacuerda,sealzabaensoledadfrentealascolinas,acumulandooscuridadensuinterior;llevabaasíochentaañosyasí podría haber seguido otros ochenta años más. En su interior, las paredesmantenían su verticalidad, los ladrillos se entrelazaban limpiamente, los suelosaguantaban firmes y las puertas permanecían cuidadosamente cerradas; el silencioempujabaincansablecontralamaderaylapiedradeHillHouse,yloquefueraquecaminaseallídentro,caminabasolo».LideradosporelDr.Montague—undoctorenfilosofíacuyaverdaderavocacióneselanálisisdemanifestacionessobrenaturales—,Eleanor, Theo—dos mujeres dotadas de poderes psíquicos— y Luke—herederolegítimodelapropiedad—,seadentranenHillHousesinsaberquelacasavaaponerapruebasushabilidadesintelectuales,suenterezaespiritual,suférreoescepticismo.Hill House es, a pesar de las apariencias, un lugar infinitamente antiguo einfinitamente horrible, salpicado de lóbregas estancias que parecenmazmorras, encuyosaltostechoslosojossóloalcanzanavertelarañasysombras,dondecolumnasdefríoespectraltiñenelairedefunestospresagios,dondeelsilencioesunpavorosogrito de espanto… Y en medio de todo, la certeza de una vida misteriosa ysobrehumana espantosamente adherida a cada una de las vigas y piedras de lamansión. Como explica el Dr. Montague: «Ciertamente (…) no sería demasiadofantasiosoafirmarquealgunascasassonmalasdenacimiento.HillHouse,seacualsea la causa, ha resultado ser inapropiada para la habitación humana durante losúltimosveinteaños.Cómoeraantes,sisupersonalidadquedómoldeadaporlagentequevivióaquíolascosasquehicieron,osi fuemalvadadesdeelprimermomento,son preguntas que no puedo responder. Naturalmente, espero que todos acabemossabiendo mucho más sobre Hill House antes de marcharnos. Hill House es unacasa…perturbada,quizá.Leprosa.Enferma.Cualquieradeloseufemismospopularesparalalocura;unacasatrastornadaesunabonitaalusión».

Sinembargo,yaunqueparezcauncontrasentido,LamaldicióndeHillHousenoes una obra de terror al uso, ni unaghoststory convencional.El lector que espereencontrartétricosfantasmasquedarádefraudado;quienbusqueemocionesfuertessesentiráengañado: lanovelaesmuchomáspsicológicaque fantástica, sibiencomoapuntaStephenKing,suautora«utilizalasconvencionesdelnuevogóticoamericanopara examinar una personalidad sometida a una presión psicológica extrema[3]».Narrada en tercera persona y estructurada mediante sobrecogedores monólogosinteriores,elhorror,lofantástico,nosvienedadoatravésdelavisiónsubjetivadelospersonajes,desucontactoconlapartemásoscuradeellosmismos;estoes loque,probablemente,seproyectaenlasdesoladasyamenazadorasestanciasdeHillHouse.

Entonces,¿existelosobrenaturalenLamaldicióndeHillHouse?Esprobablequesí,perosuamenazanoseescondetraslosruidosenlanoche,enlosespaciosgélidosyenlossusurrosininteligiblesqueflotanentrelasparedesdelgigantescoedificio.LomásperturbadordeLamaldicióndeHillHouseseagazapaenlahipersensibilidaddelpersonajeEleanor,quiensinserparapsicólogaounafervienteaficionadaalooculto,

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captalaimperceptibleperversidaddelacasa:«Lacasaeravil.Meestremecía,ylospensamientos, las palabras llegaban libres a mi mente; Hill House era vil, estabaenferma; quieromarcharme de aquí de una vez (…)». Pero entre ambos, mujer ycaserón,existeunaretorcidarelacióndeamoryodio—enunodelosmurosapareceescrito«Socorro,Eleanor,vuelveacasa…»—;porconsiguiente,elposeídoespírituEleanoracabarávagandoentrelaspiedrasdeHillHouse…

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La inspiración de escribir una historia de fantasmas le asaltó a Shirley Jacksonmientras leía un libro sobre investigadores psíquicos del siglo XIX que habíanalquilado una casa para investigarla. «Pensaba que estaban siendo enormementecientíficos y demostrando todo tipo de cosas —comentaba la escritora—, y sinembargolahistoriaquepodíaleerseentrelaslíneasdesusáridosinformesnoesnimuchomenos lahistoriadeunacasaencantada, sino lahistoriadevariaspersonasfervorosas, a mi juicio equivocadas, y ciertamente decididas, con sus diferentesmotivaciones y pasados». Poco después la escritora vio, durante un viaje aNuevaYork,cercade laestacióndemetrode lacalle125,unacasadeaspectogrotescoymalignoque lecausóunahonda impresión.Tantoque,segúnconfesómás tarde, leprovocó incluso pesadillas…Tras recopilar durantemeses información sobre otrascasas «malditas»—fotos, recortes de periódico, etc.—, halló el escenario perfectopara su novela. Se trataba de un gran edificio de estilo eduardiano, ubicado en elnortedeCalifornia,yprontoJacksonrequirió laayudadesumadre,quienvivíaenSan Francisco, para indagar en torno a tan estremecedora construcción. «Tenía talairededescomposición,deenfermedad,quesialgunacasaeracandidataaalbergarfantasmas, sin duda era ésa», comentó. Curiosamente, sus expectativas se vieronampliamentesuperadas.Sumadrenosóloestabafamiliarizadaconlacasa,sinoquele suministró una inquietante información: la había construido el bisabuelo de lapropiaescritora(¡!)[4].

Porotraparte,LamaldicióndeHillHouse,aligualqueunadesusmásdignasyatractivas imitadoras literarias, La casa infernal (Hell House, 1971), de RichardMatheson,seinspiró,enmayoromenormedida,enunauténticoedificiomaldito,elWinchesterMysteryHouse,sitoenelnúmero525deSouthWinchesterBlvd.,enla

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ciudad de San José, la tercera urbe más poblada del Estado de California. Fueconstruida por Sarah L.Winchester (1839-1922), viuda del magnate de las armasWilliamWirtWinchester—inventordelfamosoriflederepeticiónqueconvulsionóel Oeste—, una mujer de personalidad depresiva y vivamente interesada por elespiritismo,que tras lamuertede sumaridoempezóacreerque lamansiónestabamalditapor lasmilesdevíctimasde lasarmasquecimentaronsu inmensa fortuna.Aconsejadaporunmédium,en1884,setrasladóalaCostaOesteycomprólagranjadelDr. Robert Caldwell, de unos 170 acres (1 km2) de superficie.Allí empezó laconstrucción de un caserón de formas laberínticas y fantásticas: repleto de puertasfalsasquenoconducenaningúnsitiootansólopuedenabrirsedesdeunlado…;untramo de escaleras desemboca a otro tramo, que a su vez conduce almismo piso,mientrasqueotraescaleratiene44escalonesydalavueltaa7esquinas,peroapenasse eleva dosmetros ymedio del suelo (¡). También hay escaleras que no llevan aninguna parte y buhardillas de dimensiones distorsionadas; únicamente hay dos entodalacasa,cuyaslucesestándispuestasdemodoquenadieproyectesusombra.Porotraparte,Sarahestabaobsesionadaconelnúmerotrece,eldelamalasuerte,quizácon el objeto de exorcizar cualquier infortunio: casi todas las ventanas contienentrecepanelesdecristal,elinvernaderoestácoronadoportrececúpulas,lossuelosdemadera están formados por trece secciones y algunas habitaciones tienen 13ventanas…

Lacasaestuvoenperpetuaconstrucción,sininterrupciones,durantetreintaysieteaños, hasta la muerte de su propietaria, y su coste actualizado sería de setentamillonesdedólares.Segúnsusallegados,SarahWinchesterpretendíarefugiarseenlamansiónpara evitar la venganzade los espectros.Estabaprohibido inclusohacerlefotos con el fin de impedir que los fantasmas averiguaran qué aspecto tenía (¡¡!!),aunquetodavíaseconservandosinstantáneasdeella,yaanciana.Cuandofalleció,lacasa tenía 2,5 hectáreas de superficie, ciento sesenta habitaciones, tres ascensores,seiscocinas,cuatrocientassetentayseispuertas,diezmilventanas,cuarentaysietechimeneas,cuarentaescaleras,cincuentatragaluces,seiscajasfuertesyunsolobañoenunadesussieteplantas…Pero¿estáencantadaWinchesterMysteryHouse?Sinduda: a lo largo de su dilatada edificación, las historias de fenómenos extraños yvisiones fantasmales se cuentan por docenas, y varios equipos científicos que haninvestigado en ella han constatado una actividad paranormal inusitada, conpsicofonías y apariciones. Declarada por el Estado de California como Lugar deEspecialRelevanciaHistórica,hoyendíapuedevisitarsecomoatracciónturística.

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FielalaesenciadelanoveladeShirleyJackson,elcineastaestadounidenseRobertWise(1914-2005),conocidoporsuversatilidadartística—cf.Ultimátumalatierra(TheDay the Earth Stood Still, 1951),Marcado por el odio (SomebodyUp ThereLikesMe, 1956) y Sonrisas y lágrimas (The Sound ofMusic, 1965)—, produjo ydirigióen1963unanotableadaptaciónfílmicatituladaTheHaunting.Esposiblequenumerosos aficionados al género, tanto en su vertiente literaria comocinematográfica, no conozcan esta extraordinaria película, pues se estrenó en loscines españoles, si bien hace años fue objeto de diversos pases televisivos bajo eltítulo de La casa encantada y, recientemente, ha sido editada enDVD porWarnerBros.ProtagonizadaporRichardJohnson(Dr.Marway),julieHarris(Eleanor),ClaireBloom (Theo) y Russ Tamblyn (Luke), TheHaunting no sólo se beneficia de unmagníficoelenco,muyajustadoalperfildramáticodecadapersonaje,sinoquedebetambiénunapartemuyimportantedesuentidadartísticaalapictóricafotografíaenB/NyPanavisióndeDavisBoulton,yalcorpóreodiseñodeproducciónacargodeElliotScott. Junto a tan distinguidos colaboradores,Wise tuvo el suficiente talentopara transformar las angustiosas emociones que sentimos ante las carencias de larazónfrentealosobrenaturalenimágenes,bienatravésdeunencuadreodeunlevemovimiento de cámara. La puesta en escena de The Haunting sabe despertar ennosotros la sorda inquietud que provoca aquella Maldad que supera el espírituhumano.Resultaninolvidables,pues,losinstantesenque,aligualqueenlanovela,los «fantasmas» íntimos de cada personaje se materializan, por decirlo de algunaforma, en los sucesos sobrenaturalesdeHillHouse: los estremecedoresgolpesqueresuenanenlosmurosdelamansiónyquelerecuerdanaEleonorlosdadosporsumadre enferma en la pared con el propósito de llamarla…; la mano invisible queaprieta la suya en la oscuridad pensando que es la de Theo…; la puerta de lahabitaciónquerespira…Deahíque,todavíahoy,TheHauntingseaconsideradapornumerosos críticos y especialistas como una de las mejores películas de «casasencantadas»delahistoriadelcine.

Añosdespués,en1999,elrealizadordeorigenholandésJanDeBontfirmóunanuevaadaptacióncinematográficadel célebre textodeShirley Jackson,Laguarida(The Haunting), con resultados artísticos nefastos. Todos los elementos de laproducción —la magnífica dirección artística de Eugenio Zanetti, la inspiradafotografíadeKarlWalterLindenlaub—estánalserviciodelmásdeplorableartificio.Lasutilezaylaeleganciadelosugerido,delointuido,danpasoalagroseríadelomostradoenprimerplano,delmontajemúltipledesdevariosángulosdecámara.Contodo,fueunrelativoéxitocomercial,recaudando91millonesdedólaresenEstados

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Unidos,más177entodoelmundo[5].

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ShirleyJacksonnacióenSanFranciscoel14dediciembrede1916,enelsenodeunafamiliadeclasemediaformadaporLeslieyGeraldineJackson.Hacia1932lafamiliaJacksonsemudóaRochester,NuevaYork.Shirleysegraduóen1934enlaBrightonHighSchool y, acto seguido, tras unbrevepasopor laUniversity ofRochester, sematriculó en la Syracuse University, donde publicó su primer cuento, titulado«Janice» (1938), además de participar en toda clase de actividades estudiantiles,desde producciones teatrales a revistasamateurs. Allí conoció a su futuromarido,StanleyEdgarHyman,quienllegaríaaserunnotablecríticoliterario.Trasfinalizarsus estudios en 1940, Jackson empezó a escribir en publicaciones comoCollier’s,GoodHousekeeping,Harper’s,Mademoiselle, TheNewRepublic, TheNewYorker,Woman’sDayoWoman’sHomeCompanion.

Su primera novela fueThe Road Through theWall (1948), a la que siguieronHangsaman (1951),TheBird’sNest (1954),TheSundial (1958)yWeHaveAlwaysLivedintheCastle(1962),queobtuvounavaliosapublicidadextraliterariacuandoalmismísimomaridodeShirleyJacksonseleocurrióhacerpúblico,enlaspáginasdeunconocidorotativo,quesuautorahabíapracticadolabrujería,cosaqueéstanegórápidamente.Noobstante,despuésdesumuerte,sesupoquesemejantedesmentidoeraunapurapose,afindeevitarelrechazodelaopiniónpúblicahaciasupersona.Segúnexplicósuhijo,LaurenceHyman,sumadreposeíaun tableroOuijaycartasdelTarot y sabíaperfectamente cómoutilizarlos, ademásdeunosquinientos librossobreocultismo.«Mimadre,dehecho,eraunpocobruja,puesvicómoutilizabasuspoderesparaasuntosdomésticosyparaprotegernosa todos.Unavezdesatascóunfregadero mediante una sencilla invocación. También detectaba la personalidadoculta de animales y objetos inanimados, como coches y casas», confiesa. Inclusounode los amigospersonalesde sumadre, el críticoBernardGill, le comentóquecreía que ellamurió por culpa de unamaldición.Ocurrió el 8 de agosto de 1965,mientrasdormía,acausadeunataquealcorazón,alaedadde48años.Seconsideraque el tratamiento que recibió durante toda su vida para remediar sus neurosis yenfermedadespsicosomáticaspudoinfluirensurepentinadefunción.

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LAMALDICIÓNDEHILLHOUSE(THEHAUNTINGOFHILLHOUSE)

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Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unascondiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponenalgunos,sueñan.HillHouse,nadacuerda,sealzabaensoledadfrentea lascolinas,acumulando oscuridad en su interior; llevaba así ochenta años y así podría haberseguidootrosochentaañosmás.Ensuinterior,lasparedesmanteníansuverticalidad,losladrillosseentrelazabanlimpiamente,lossuelosaguantabanfirmesylaspuertaspermanecían cuidadosamente cerradas; el silencio empujaba incansable contra lamaderaylapiedradeHillHouse,yloquefueraquecaminaseallídentro,caminabasolo.

JohnMontague era doctor en filosofía; se había especializado en antropología,intuyendovagamentequedichocamposeríaelquemejorlepermitiríaacercarseasuverdadera vocación: el análisis de manifestaciones sobrenaturales. Se mostrabaescrupuloso en el uso de su título pues, al ser la suya una investigaciónpronunciadamenteacientífica,esperabaalmenosquesueducaciónlebrindaseciertoairederespetabilidad,cuandonodeautoridadacadémica.Yaquenoerahombredadoa pedir, le había resultado costoso, tanto en dinero como en orgullo, alquilar HillHouse por un período de tres meses, pero esperaba que el revuelo que pretendíacausarconlapublicacióndesuobradefinitivaacercadelascausasyefectosdelasperturbaciones psíquicas que afectan lo que comúnmente conocemos como casas«encantadas», recompensara plenamente sus sinsabores. Llevaba toda la vidabuscando una genuina casa encantada.Cuando oyó hablar por primera vez deHillHouse, se mostró en principio cauteloso; luego, esperanzado; y finalmente,infatigable; una vez la hubo encontrado, no estaba dispuesto a permitir que se leescapase.

En lo que a la casa se refiere, las intenciones del doctor Montague estabaninspiradasenlosmétodosempleadosporlosintrépidoscazafantasmasdelsigloXIX;sencillamentesealojaríaenHillHouse,averquépasaba.Suintención,enunprimermomento,había sido seguir el ejemplode aquella anónimadamaque se trasladóa

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BallechinHouse y organizó una fiesta continua para creyentes y escépticos que seprolongó durante todo un verano y cuyas principales atracciones fueron jugar alcróquet y buscar espectros. Hoy en día, sin embargo, resulta bastante más difícilencontrarcreyentes,escépticosybuenos jugadoresdecróquet,por loqueeldoctorMontaguesevioobligadoacontratarayudantes.Quizálasociosascostumbresdelavida victoriana se plegaranmejor a las necesidades de la investigación psíquica, oquizálameticulosadocumentacióndefenómenoscomométodoparadeterminarunarealidad fuese un sistema prácticamente desaparecido; el caso es que el doctorMontaguenosólotuvoquecontratarayudantes,sinoqueademástuvoquebuscarlosantes.

Ya que se tenía a sí mismo por hombre cuidadoso y concienzudo, dedicó unconsiderableperíodode tiempoadichabúsqueda.Peinó losarchivosdesociedadespsíquicas,losficherosdeperiódicossensacionalistas,losinformesdeparapsicólogos,yacabóconfeccionandoun listadodenombresde individuosquesehubieranvistoimplicados,deunmodouotro,enunouotromomento,enalgúntipodefenómenoparanormal,sinimportarlobreveodudosodelcaso.Deestalista,eliminóenprimerlugarlosnombresdelosfallecidos.Cuandohubotachadoasimismolosnombresdeaquellosindividuosqueleparecierondeinteligenciapordebajodelonormal,losdeloscazadoresdepublicidadylosdeaquellossencillamenteinadecuadosdebidoasuevidente tendencia a ser el centro de atención, le quedaba quizá una docena denombres. A continuación, cada una de estas personas recibió una carta del doctorMontagueenlaqueesteleextendíaunainvitaciónapasartodoelverano,opartedeél, en una cómoda casa de campo, vieja, pero perfectamente equipada con aguacorriente,electricidad,calefaccióncentralyropadecamalimpia.Elpropósitodesuestancia, exponía claramente la carta, era observar y analizar ciertas habladuríasdesagradables que llevaban circulando prácticamente durante los ochenta años deexistenciadelacasa.LascartasdeldoctorMontaguenoafirmabanabiertamentequeHillHouseestuvieraencantada,porqueeldoctorMontagueerahombredecienciaynopensabafiarsedemasiadodesusuertesinhaberexperimentadoantesunagenuinamanifestaciónpsíquica.Enconsecuencia,suscartasteníanciertadignidadambigua,calculadaparacapturar la imaginacióndeun tipomuydeterminadode lector.Asudocenadecartas,elseñorMontaguerecibiócuatrorespuestas;presumiblementelosotrosochocandidatosdebíandehabersemudadosindejarunanuevadirecciónalaque remitirles lacorrespondenciaoposiblementehubieranperdidoel interéspor losobrenatural;quizánisiquierahubieranexistidojamás.EldoctorMontaguevolvióaescribiraloscuatroquerespondieron,indicándolesundíaespecíficoenelquelacasaquedaría oficialmente lista para ser ocupada, e incluyendo instrucciones detalladassobre cómo llegar hasta ella, pues, tal y como se vio obligado a explicarles, eracomplicadoobtenerinformaciónacercadelparaderodelacasa,particularmenteentrelacomunidadruralquelarodeaba.EldíaantesdepartirparaHillHouse,eldoctorMontague fue persuadido para que aceptara entre su selecta compañía a un

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representantede la familiapropietariade lacasa,y recibióun telegramadeunodesus candidatos, que se echaba atrás con una excusa claramente inventada.Otro deellosnuncallegóapresentarseniaescribir,quizádebidoalaintervencióndealgúnineludibleproblemapersonal.Losotrosdossíqueaparecieron.

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EleanorVanceteníatreintaydosañoscuandollegóaHillHouse.Laúnicapersonaenelmundoa laquerealmenteodiaba,ahoraquesumadrehabíamuerto,eraasuhermana. Su cuñado y su sobrina de cinco años le disgustaban y no tenía amigos.Esto se debía principalmente a los once años que se había pasado cuidando a sumadre inválida, lo que la había dejado con cierta pericia como enfermera y laincapacidaddeafrontaruna luzsolar fuertesinparpadear.Norecordabahabersidoverdaderamentefelizentodasuvidadeadulta;losañospasadosjuntoasumadresehabían ido consumiendo devotamente en torno a pequeñas culpas y pequeñosreproches, un desgaste continuo y una desesperación interminable. Sin haberpretendido nunca acabar siendo tímida y reservada, había pasado tanto tiempo asolas,sinnadieaquienamar,queselehacíadifícilhablarconotrapersona,aunquefuera de unmodo casual, sin sentirse cohibida y presa de una extraña incapacidadpara encontrar las palabras. Su nombre había aparecido en la lista del doctorMontagueporqueundía,cuandoella teníadoceañosysuhermanadieciocho,ysupadrenollevabamuertonisiquieraunmes,unalluviadepiedrascayósobresucasa,sin aviso previo ni indicio de propósito o motivo, hundiendo los techos, rodandoescandalosamente por las paredes, rompiendo ventanas y baqueteando de maneraexasperante contra el tejado. Las piedras siguieron cayendo intermitentementedurantetresdías,enlosqueEleanorysuhermanasesintieronmenosenervadasporelfenómenoqueporlosvecinosycuriososquesereuníanadiariofrentealapuertadeentrada,yporlainsistenciaciegaehistéricadesumadreenquetodoaquelloeraunamaliciosa revancha por parte de la gente de lamanzana, que le había tomadomaníadesdequesemudaranalbarrio.Alostresdías,Eleanorysuhermanafueronenviadasacasadeunaamigaylaspiedrasdejarondecaerparanoregresarjamás,apesar de que Eleanor, su hermana y su madre volvieron a vivir en la casa y laenemistad con el resto del vecindario nunca llegó a enmendarse. La historia había

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quedado completamente olvidada por todo el mundo salvo por las personasconsultadasporeldoctorMontague;ciertamentehabíasidoolvidadaporEleanorysuhermana, cada una de las cuales había pensado en su día que la responsable habíasidolaotra.

Durantetodasuvida,desdequetuvierausoderazón,EleanorllevabaesperandoalgocomoHillHouse.Mientrascuidabadesumadre, levantandoaaquellaancianaarisca de su silla para llevarla a la cama, preparando infinitas bandejas de sopa ygachasdeavena,inmunizándoseantesuinmundaropa,Eleanorsehabíaaferradoalacreenciadequealgúndíasucederíaalgo.HabíaaceptadolainvitaciónaHillHouseavuelta de correo, a pesar de que su cuñado había insistido en llamar a un par depersonas para asegurarse de que el tal doctor no tuviera intención de introducir aEleanorenritossalvajesrelacionadosconciertosasuntosquelahermanadeEleanorconsiderabainadecuadosparaelconocimientodeunajovensoltera.Quizá,susurrabala hermana de Eleanor en la privacidad de su lecho conyugal, quizá el doctorMontague—siesquedeverdadéseerasunombre—,quizáeltaldoctorMontagueusaraaestasmujeresenalgunos—enfin—experimentos.Yasabes,experimentos,deesosquehacen.LahermanadeEleanorlediomilyunavueltasalosexperimentosque, según había oído, llevaban a cabo este tipo de doctores. Eleanor no concebíasemejantesideaso,silohacía,noleatemorizaban.Eleanor,enresumen,habríaidoacualquierparte.

Theodora.Nuncautilizabamásnombrequeése;susdibujoslosfirmaba«Theo»yenlapuertadesuapartamentoyenlaventanadesutiendayjuntoasunúmeroenellistíntelefónicoyensuspálidosartículosdepapeleríayenlabasedelaencantadorafotografíaqueteníasobrelarepisadelachimenea,sunombreerasiempreTheodora,a secas.Theodora no era nimuchomenos comoEleanor.El deber y la concienciaeran,paraTheodora,atributospropiosdelasGirlScouts.ElmundodeTheodoraeraunmundodeplacerycoloressuaves;habíaacabadoenlalistadeldoctorMontagueporque,dealgúnmodo, trasentrar risueñaenel laboratorio,dejando trasde síunaesteladeperfumefloreal,habíasidocapaz,entredivertidayexcitadaporsuincreíblehabilidad, de identificar correctamente dieciocho cartas de veinte, quince cartas deveinte,diecinuevecartasdeveinte,alzadasporunayudantealquenoveíanioía.Elnombre de Theodora destacaba en los registros del laboratorio y había llamadoinevitablemente la atención del doctor Montague. Theodora había recibido consimpatía la primera carta del doctorMontague y había respondido impelida por lacuriosidad(quizáelconocimientointeriorquelehabíareveladolosnombresdelossímbolosenaquellascartasocultasalavistahabíavueltoadespertarparaincitarlaendirección a Hill House), a pesar de que tenía toda la intención de declinar suinvitación.Ysinembargo(quizáfueraotravezcosadeaquellasensaciónurgenteyprovocadora)cuandollególacartadeconfirmacióndeldoctorMontague,Theodoracayó por algúnmotivo en la tentación de enzarzarse ciega, desenfrenadamente, enunaviolentadisputacon laamigacon laquecompartíaapartamento.Ambaspartes

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hicieron afirmaciones que sólo el tiempo podría erradicar; Theodora había hechoañicos,deliberadaydespiadadamente,laadorablefiguritaquesuamigahabíatalladocon su efigie, y su amigahabía hecho cruelmente jirones el volumendeAlfreddeMusset que Theodora le había regalado por su cumpleaños, ensañándoseparticularmente con la página que mostraba la cariñosa e incitante dedicatoria deTheodora. Se trataba, por supuesto, de actos inolvidables y, antes de que pudieranreírse juntas recordando el momento, tendría que pasar mucho tiempo; TheodoraescribióaquellanochealdoctorMontagueaceptandosuinvitaciónypartióenunfríosilencioalamañanasiguiente.

Luke Sanderson era unmentiroso. También era un ladrón.A su tía, que era lapropietariadeHillHouse, legustabaresaltarquesusobrinoteníamejoreducación,mejoresropas,mejorgustoypeorescompañíasquenadiequeellahubieraconocido;por ello, habría saltado ante cualquier opción que le permitieramantenerlo a buenrecaudoduranteunpardesemanas.ElabogadodelafamiliarecibióinstruccionesdepersuadiraldoctorMontaguedeque lacasanopodríaserlealquiladapara llevaracabo supropósito sin lapresenciaobligatoriadeunmiembrode la familiadurantetoda su estancia, y quizá en su primer encuentro el doctor percibió en Luke unaespeciedefuerza,oinstintofelinodeautopreservación,quedespertóenélunansiasemejante al de la señora Sanderson por tener a Luke a su lado en la casa. Encualquiercaso,Lukeestabaentretenido,sutíaagradecidayeldoctorMontaguemásquesatisfecho.LaseñoraSandersonledijoalabogadodelafamiliaque,encualquiercaso,nohabíanadaen lacasadignodequeLuke lo robara.Lacuberteríadeplatatenía cierto valor, le confió al abogado, pero representaba una dificultad casiinsuperableparaLuke:requeríadeenergíapararobarlaytransformarlaendinero.LaseñoraSandersonnoestabasiendo justaconLuke.Lukenoeraenabsolutodadoadesaparecerconlacuberteríafamiliar,niconelrelojdeldoctorMontague,niconlapulsera deTheodora; sudeshonestidad se reducía principalmente a coger pequeñascantidadesdel bolsode su tía y ahacer trampas jugando a las cartas.También eradadoavenderlosrelojesypitillerasqueleregalaban,concariñoyruborizadas, lasamigas de su tía. Algún día Luke heredaría Hill House, pero nunca se le habíaocurridoquefueraaverseviviendoenella.

3

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—Sencillamentenocreoquedeballevarseelcoche,esoestodo—dijotozudamenteelcuñadodeEleanor.

—Mediococheesmío—dijoEleanor—.Ayudéapagarlo.—Sencillamentenocreoquedeballevárselo,esoestodo—dijosucuñado—.No

esjustoquevayaausarlodurantetodoelveranoyquenosotrosnosquedemossinél—apelóasuesposa.

—Carrie lousacontinuamenteyyonunca lo sacodelgaraje—dijoEleanor—.Además,estaréistodoelveranoenlamontaña,yallínopodéisusarlo.Carrie,sabesquenoutilizaréiselcocheenlamontaña.

—PerosupónquelapobreLinnieenfermaraoalgoparecido.¿Ysinecesitáramoselcocheparallevarlaalmédico?

—Mediococheesmío—dijoEleanor—.Ypiensollevármelo.—SupónqueesCarrielaqueenferma.Supónquenopudiéramoslocalizaraun

médicoyquetuviéramosquellevarlaalhospital.—Loquiero.Piensollevármelo.—Nolocreo—Carriehablólentamente,condeliberación—.Nosabemosadónde

vasair,¿verdadqueno?Notehaparecidopertinentecontarnosapenasnadaacercadetodoesto,¿verdadqueno?Noveoporquédebería,entalescircunstancias,dejarquetomesprestadomicoche.

—Mediococheesmío.—No—dijoCarrie—.Nopuedes.—Exacto—asintióelcuñadodeEleanor—.Lonecesitamos,comodiceCarrie.Carriesonrióligeramente.—Nuncame loperdonaría,Eleanor, si te prestara el cochey te sucediera algo.

¿Cómosabemosquepodemosfiarnosdeltaldoctor?Siguessiendounamujerjoven,despuésdetodo,yelcochecuestaunacantidadconsiderable.

—Bueno,Carrie,cuandollaméaHomer,eldelbancodecrédito,medijoquesetratabadeunhombrebienconsideradoennoséquéuniversidad…

Carrieañadió,sonriendotodavía:—Por supuesto, no hay motivo para sospechar que no sea otra cosa que un

hombre decente. Pero Eleanor ha preferido no comunicarnos adónde va, ni cómolocalizarlaencasodequequeramosrecuperarelcoche;podríapasarlealgoynuncallegaríamos a saberlo. A pesar de que Eleanor —prosiguió delicadamente,dirigiéndoseasutazadeté—,apesardequeEleanorestédispuestaafugarsealosconfinesde la tierraante la invitacióndelprimerhombrequepase, aunasínohayrazónporlaquedebamospermitirlellevarsetambiénmicoche.

—Mediococheesmío.—SupónquelapobreLinnieenfermara,alláarriba,enlamontaña,dondenunca

haynadie.Ningúnmédicocerca.—En cualquier caso, Eleanor, estoy segura de que hago lo que madre habría

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considerado lo más pertinente. Madre confiaba en mí y ciertamente nunca habríaaprobadoque tedejarapartirsinsupervisión, fugándoteaDiossabedónde,conmicoche.

—Osupónqueyoenfermaraalláarriba…—Estoyseguradequemadrehabríaestadodeacuerdoconmigo,Eleanor.—Además—dijoelcuñadodeEleanor,asaltadoporunaidearepentina—,¿cómo

sabemosquelotraeríadevueltaenbuenascondiciones?

Tienequehaberunaprimeravezpara todo,sedijoEleanor.Saliódel taxi,muytemprano por lamañana, temblando porque, quizá, a esas horas, su hermana y sucuñado podrían estar empezando a sentir los primeros aguijonazos de la sospecha;sacósumaletarápidamentedeltaximientraselconductorlevantabalacajadecartónque había llevado en el asiento delantero. Eleanor le dio una propina excesiva,preguntándosesisuhermanaysucuñadolahabríanestadosiguiendo,siquizáenesepreciso momento estarían doblando la esquina de aquella misma calle, diciéndosemutuamente: «Ahí está, tal y como sospechábamos, la muy ladrona, ahí está»; sevolvióapresuradamenteparaentrarenelgrangarajemunicipalenelqueguardabansucoche,lanzadomiradasnerviosashaciaelotroextremodelacalle.Chocóconunaanciana diminuta, haciendo volar paquetes en todas direcciones, y vio conconsternaciónunabolsacaídaquesehabíarotocontralaacera,desparramandounaporcióndeshechadetartadequeso,variasrodajasdetomate,unbollopreñado.

—¡Malditaseas,malditaseas!—gritólaancianadiminuta,acercandosurostroaldeEleanor—.¡Melollevabaacasa,malditaseas,malditaseas!

—Losientomucho—dijoEleanor;seacuclilló,peronoparecíaposiblerecogerlospedazosdetomateytartadequesoparavolveraintroducirlosdealgúnmodoenlabolsarota.Laancianalamirabaconelceñofruncidoyrecogíasecamentelosotrospaquetes antesdequeEleanorpudiera alcanzarlos.Finalmente,Eleanor se levantó,sonriendoamododedisculpaconvulsa—.Losientomucho,deverdad—dijo.

—Maldita seas—dijo la anciana diminuta, en un tonomás calmado—.Me lollevabaacasaparaelalmuerzo.Yahora,graciasati…

—¿Quizápodríapagárselo?Eleanor sacó su monedero y la anciana diminuta permaneció muy quieta,

pensando.—No podría aceptar tu dinero así como así—dijo al fin—. Después de todo,

tampocoesquelohayacomprado.Eransobras—chasqueóairadamenteloslabios—.Deberías haber visto qué jamón tenían —añadió—, pero alguna otra se me haadelantado.Ylatartadechocolate.Ylaensaladadepatata.Ylospastelitos,ensuspequeñosplatosdepapel.Hellegadodemasiadotardeatodo.Yahora…

Eleanorylaancianabajaronlavistahacialosdesechosdelaaceraylaancianadiminutadijo:

—Poreso,comoverás,nopodríaaceptareldinero;noenestecaso,almenos,no

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acambiodeunassobras.—¿Quizá podría comprarle otra cosa para reemplazar esto, entonces? Tengo

muchísimaprisa,perosiencontráramosalgúnestablecimientoabierto…Laancianadiminutasonriómaliciosamente.—Todavíamequedaesto,encualquiercaso—dijoabrazandofuertementeunode

lospaquetes—.Podríaspagarmeuntaxihastacasa—añadió—.Asínadiemáspodrátirarmealsuelo.

—Será un placer —dijo Eleanor y se volvió hacia el taxista, que habíapermanecidoalaespera,interesado—.¿Podríaustedllevaraestaseñoraasucasa?—preguntó.

—Unpardedólaresseránsuficientes—dijolaancianadiminuta—,sincontarlapropina para este caballero, por supuesto. Cuando se es tan pequeña como yo—explicódelicadamente—secorreelpeligro,unverdaderopeligro,dequelagenteteavasalle cadadospor tres.Aunasí, esunverdaderoplacer encontrar a alguien tandispuestoaenmendarsecomotú.Aveceslagentequetetiraalsuelonosevuelveniparamirar.

Con la ayuda de Eleanor, trepó al taxi con sus paquetes, y Eleanor sacó dosdólaresyunamonedadecincuentacentavosdesumonederoyleentregóeldineroalaanciana,queloestrechóconfuerzaensudiminutamano.

—Bueno,cielo—dijoeltaxista—,¿adóndevamos?Laancianasofocóunarisita.—Selodirécuandopartamos—dijo,yluegosevolvióhaciaEleanor—.Buena

suerte,querida.Veconcuidadoapartirdeahoraparanochocarteconlagente.—Adiós—respondióEleanor—,ydeverdadquelosientomucho.—Todo arreglado entonces —dijo la anciana diminuta, despidiéndose con la

manomientraseltaxiseseparabadelbordillo—.Rezaréporti,querida.Bueno, pensóEleanor, viendo alejarse el taxi, almenos habrá una persona que

recepormí.Unapersonaalmenos.

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Era el primer día verdaderamente luminoso del verano, una época del año quesiempreletraíaaEleanordolorososrecuerdosdesuprimerainfancia,cuandotodoel

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tiempo le había parecido verano; era incapaz de recordar un invierno anterior a lamuerte de su padre, un día frío y lluvioso. Últimamente le había dado porpreguntarse, durante aquellos años rápidamente escrutados, qué había hecho contodosaquellosdíasdeveranodesperdiciados;¿cómopodríahaberlosmalgastadotanirreflexivamente?Soy tonta, se decía a símisma a comienzos de cada verano, soymuytonta;ahorasoyunamujeradultayconozcoelvalordelascosas.Enrealidadnada es una pérdida de tiempo, reflexionaba sensatamente, ni siquiera la propiainfancia;yluego,añotrasaño,unamañanadeverano,unabrisacálidacaíasobrelacalledesuciudadenlaqueestuvierapaseandoyunpequeñoyfríopensamientolaasaltaba,Hevueltoadejarquesemeescapemástiempo.Ysinembargoesamañana,conduciendoelpequeñocochequeera tansuyocomodesuhermana,aprensivanofueran todavía a darse cuenta de que después de todo había ido a llevárselo,recorriendo dócilmente la avenida, siguiendo las hileras del tráfico, deteniéndosecada vez que así se le indicaba y girando cuando podía, sonrió en dirección a losrayossolaresquesedesparramabansesgadamentesobrelacalleypensó,Memarcho,memarcho,porfinhedadoelpaso.

EntodaslasocasionesanterioresenlasquehabíaobtenidoelpermisodeCarrieparaconducirelcoche,habíaavanzadoconcautela,desplazándoseconsumocuidadopara evitar incluso el más insignificante arañazo o abolladura que pudiera haberirritadoasuhermana,perohoy,consucajadecartónenelasientotraseroysumaletatendidaenelsuelo,susguantes,elmonederoysuabrigodeentretiempoenelasientojuntoaella,elcoche lepertenecíaporcompleto,unpequeñomundocerradodesupropiedad;memarchodeverdad,pensó.

Juntoalúltimosemáforodelaciudad,antesdegirarparatomarlasalidaalagranautopista,sedetuvo,esperando,ysacólacartadeldoctorMontaguedesumonedero.Ni siquieranecesitaré elmapa, pensó; debede ser unhombremuycuidadoso. «…siga laRuta39hastaAshton»,decía la carta, «y luegogire amano izquierdaparatomar lacomarcal5endirecciónoeste.RecórraladurantealgomenosdecincuentakilómetrosyllegaráaunpequeñopueblollamadoHillsdale.AtravieseHillsdalehastallegaraunaesquinaenlaqueencontraráunagasolineraalaizquierdayunaiglesiaaladerecha,ygireamanoizquierdaparaadentrarseenloquelepareceráunestrechocaminovecinal;veráqueestacarretera,bastantedeficiente,seinternaenlascolinas.Sígalahastaelfinal—unosdiezkilómetros—yllegaráalaspuertasdeHillHouse.Leenvíoestas instruccionestandetalladasporquenoesrecomendabledetenerseenHillsdaleapedirseñas.LoslugareñossongroserosconlosforasterosysemuestranabiertamentehostilesantecualquieraquemuestreinterésporHillHouse.

»MealegramuchoquevayaareunirseconnosotrosenHillHouseyseráparamíunsumoplacerconocerlaenpersonaelpróximojueves21dejunio…»

La luz del semáforo cambió; Eleanor salió a la autopista y se vio libre de laciudad. Nadie, pensó, podrá detenerme ahora; ni siquiera saben hacia dónde medirijo.

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Nunca había conducido grandes distancias sola. La noción de dividir suencantadorviajeenkilómetrosyhoraseraunatontería;ellaloveía,manteniendoelcoche con precisión entre la raya central de la carretera y la línea de árboles queflanqueaba lacarretera,comounasucesióndemomentos,cadaunodeellosnuevo,quelaacarreabanconellos,impulsándolahaciaunlugardesconocidoporuncaminorepleto de novedades. El viaje en sí era su acción positiva; su destino, vago,insospechado,quizáinexistente.Estabadispuestaasaborearcadacurvadesuviaje,amando la carretera y los árboles y las casas y los pueblos pequeños y feos,tentándoseasímismaconlanocióndequealomejorselemetíaenlacabezapararencualquiersitioparanuncamásvolveramarcharse.Podríadetenerelcocheauncostado de la carretera —aunque no estaba permitido, se dijo a sí misma; lacastigaríansideverdadlohiciera—yabandonarloparavagarmásalládelosárboleshacia el campo suave y acogedor que se extendía al otro lado. Podría caminar sinrumbo fijo hasta sentirse exhausta, persiguiendo mariposas o siguiendo un arroyopara,alacaídadelanoche,alcanzarlacabañadeunhumildeleñadorqueleofreceríarefugio; podría establecer su hogar definitivo en East Barrington o Desmond o lapedaníadeBerk;tambiénpodríanoabandonarnuncalacarretera,sinosencillamenteseguiravanzandohastaquelasruedasdelcochesehubierandesgastadoporcompletoyellahubierallegadoalfindelmundo.

Y,pensó,tambiénpodríasencillamentedirigirmeaHillHouse,dondemeesperanydondemevanaofrecer refugioyunahabitaciónycomidayunpequeño salariosimbólicoencompensaciónporhaberabandonadomiscompromisosyobligacionesenlagranciudadparahuiravermundo.MepreguntocómoseráeldoctorMontague.MepreguntocómoseráHillHouse.Mepreguntoquiénmásestaráallí.

Ahora se había alejado ya considerablemente de la ciudad, expectante ante lainminente aparicióndel desvío a laRuta39, esemágico trechode carreteraque eldoctorMontaguehabíaescogido,deentretodaslascarreterasdelmundo,paraquelacondujera sana y salva hasta él y hasta Hill House; ninguna otra carretera podríallevarladesdedondeseencontrabahastaellugarenelqueanhelabaestar.EldoctorMontaguevioconfirmadasuinfalibilidad;bajolaseñalqueindicabaeldesvíohacialaRuta39habíaotraseñalqueanunciaba:ASHTON194KILOMETROS.

Lacarretera,suíntimaamigaahora,serpenteabaysezambullía,trazandocurvastras las que le aguardaban sorpresas—en una ocasión una vaca, observándola porencimadeunavalla,enotraunperrocarentedetodacuriosidad—,sumergiéndoseenhondonadas sobre las que se extendíanvillorrios, dejando atrás tierras de cultivoyhuertosdefrutales.Enlacalleprincipaldeunpueblopasófrenteaunacasaenorme,de altosmuros y columnatas, con postigos en las ventanas y un par de leones depiedra custodiando las escaleras, y pensó que a lo mejor podría vivir allí,limpiándoleselpolvoalosleonescadamañanayacariciándoleslacabezaparadarleslasbuenasnoches.Eltiempoempiezaestamañanadejunio,seaseguróasímisma,pero es un tiempo extrañamente nuevo y contenido en sí mismo; en estos pocos

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segundos he vivido toda una vida en una casa con dos leones a la entrada. Cadamañana he barrido el porche y les he quitado el polvo a los leones, y todas lasvísperas lesheacariciado lascabezasparadesearlesbuenasnoches,yunaveza lasemanaleshelavadolosrostros,lasmelenasylaszarpasconaguacalienteysosayhelimpiadoentresusdientesconunestropajo.Enelinteriordelacasalasestanciaseranelevadasyespaciosas,desuelospulidosyventanas inmaculadas.Unaancianadelicadaydiminutaseocupabademí,acarreandorígidamenteunabandejaconunavajilla de plata para el té y trayéndome cada noche un vaso de vino de saúcos enbeneficiodemisalud.Cenabaasolasenelalargadoysilenciosocomedor,frenteauna mesa resplandeciente, y entre los altos ventanales los azulejos blancos de lasparedes destellaban a la luz de las velas; cené un ave, y rábanos del jardín, ymermeladacaseradeciruela.Si teníaquedormir lohacíabajoundoseldeorgandíblanco, y una lámparame resguardaba con su luz desde el recibidor. La gentemehacía reverencias en las calles del pueblo porque todo el mundo se sentía muyorgullosodemisleones.Almoriryo…

Para entonces ya había dejado el pueblomuy atrás y pasaba frente a sucios ycerrados quioscos de comida y señales arrancadas. En otro tiempo, hacía mucho,había habido una feria con carreras de motocicletas en algún lugar cercano; lasseñalestodavíamostrabanfragmentosdepalabras.ATREVIMIENTO,anunciabaunadeellas;MALDAD,eraotra,yEleanorseriódesímisma,dándosecuentadequeibabuscando presagios por todas partes; la palabra correcta es TEMERARIOS[6],Eleanor, conductores temerarios, y redujo la velocidad porque estaba conduciendodemasiadorápidoynoqueríallegardemasiadoprontoaHillHouse.

Alcanzado determinado punto, detuvo el coche por completo a un lado de lacarretera para observar con incredulidad y admiración. Siguiendo el trazado de lacarretera,durantequizácuatrocientosmetros,habíapasadojuntoaunsetodeadelfasespléndidamente cuidadas, floreciendo rosas y blancas en una hilera regular quehabíasuscitadosuadmiración.Ahorahabíallegadohastalaentradaqueprotegíanlasfloresyvioqueelsetocontinuabamásallá.Laentradanoeransinounpardepilaresdepiedradestrozados,flanqueandounacarreteraquesealejabadeellosadentrándoseenuncampovacío.Vioquelasadelfasseseparabandelacarreterayqueformabanlosladosdeungrancuadrado.Lavistalealcanzabahastaelextremomásalejadodelgran cuadrado: otra hilera de adelfas que, aparentemente, seguía el curso de unriachuelo.Enelinteriordelcuadradodeadelfasnohabíanada,ningunacasa,ningunaconstrucción;nadasalvolarectacarreteraqueloatravesabayqueibaaterminarenelriachuelo. ¿Qué es lo que había aquí, se preguntó, qué es lo que había aquí y hadesaparecido,oquéesloqueibaahaberperonuncallegó?¿Ibaaserunacasaounjardínounhuerto?¿Losalejarondeaquíparasiempreovanaregresar?Lasadelfasson venenosas, recordó Eleanor. ¿Podrían estar protegiendo algo? ¿Saldré, pensó,saldrédel cocheypasaré entre las ruinosaspuertasy luego,unavezmeencuentredentrodelcuadradomágicodeadelfas,descubriréquemeheadentradoenunpaís

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imaginario, venenosamente protegida de las miradas de los transeúntes? Una vezhayapasadoatravésdelospostesmágicos,¿meencontraréalotroladodelabarreraprotectora,rotoelhechizo?Meadentraréenunhermosojardín,confuentesybancosy rosas enroscadas en pérgolas, y encontrará un sendero —enjoyado, quizá, conrubíesyesmeraldas,tansuavecomoparaquelahijadeunreypuedarecorrerloconsus pequeñas sandalias— que me conducirá directamente al palacio hechizado.Subirépequeñosescalonesdepiedraypasaréjuntoalosleonesdepiedraquemontanguardia hasta llegar a un patio en el que brota una fuente y la reina espera,sollozando, a que regrese la princesa. Cuando me vea dejará caer su bordado yllamaráalossirvientesdepalacio—desperezándosealfintrassulargosueño—paraquepreparenungranbanquete,porqueelhechizoseharotoyelpalaciovuelveaserelqueera.Yviviremosfelicesparasiempre.

No,porsupuesto,pensó,volviendoaponerenmarchaelcoche,tanprontocomoelpalaciovuelvaaservisibleyelhechizosehayaroto,todoelhechizosehabrárotoyloscamposquerodeanalasadelfasrecobraránsuauténticaforma,fundiéndoselospueblosy las señalesy lasvacasen la suave imagenverdedeuncuentodehadas.Después,descendiendodelascolinas,llegaráunpríncipelanzandodestellosdeverdeyplata,seguidoporcienarquerosacaballo,ondeandolosgallardetes,espoleandoasusmonturas,haciendocentellearlasjoyas…

Eleanorseechóareíryvolviólacabezaparadespedirseconunasonrisadelasadelfasmágicas.Otrodía,lesdijo,Otrodíavolveréyromperévuestrohechizo.

Sedetuvoaalmorzardespuésdehaberconducidocientosesentayunkilómetros.Encontró un restaurante rural que se anunciaba como un antiguo molino y sedescubriósentada,increíblemente,enunbalcónasomadosobreunvistosoarroyuelo,observandolasrocashúmedasyelcentelleoembriagadordelasaguasvivas,conuncuencodecristaltalladollenoderequesónfrenteaellaenlamesa,ycolinesdemaízen una servilleta. Como se trataba de una época y una tierra en la que losencantamientos se conjuraban y se rompían con facilidad, deseó prolongar sualmuerzo, sabiendoqueHillHouse siempre laesperabaal finaldeldía.Lasúnicasotraspersonasenelcomedoreranunafamilia,unamadreyunpadreconunniñoyunaniñapequeños,yhablabanentresídulce,suavemente,yenunaocasiónlaniñasevolvióyobservóaEleanorconfrancacuriosidady,alcabodeunminuto,sonrió.Laslucesdelarroyoalláabajotocabanel techoylasmesasbarnizadas,ysedeslizabansobrelosrizosdelaniña,ylamadredelaniñadijo:

—Quieresutazadeestrellas.Eleanoralzólamirada,sorprendida;laniñaseapretabacontraelrespaldodesu

silla,negándosehoscamenteabeberselaleche,mientrassupadrefruncíaelceñoysuhermanolanzabarisitasysumadredecíatranquilamente:

—Quieresutazadeestrellas.Por supuesto que sí, pensó Eleanor; por supuesto, también yo; una taza de

estrellas,claroquesí.

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—Su tacita—le estaba explicando la madre, sonriendo apologéticamente a lacamarera, que se mostraba estupefacta ante la idea de que la estupenda leche decampodelmolinonofueralosuficientementebuenaparalaniña—.Tieneestrellasenel fondo,y cuandoestá encasa siemprebebe la lecheenella.La llama su tazadeestrellasporquepuedeverlasestrellasmientrassebebelaleche.

Lacamareraasintióconpococonvencimientoylamadreledijoalaniña:—Yabeberáslalecheentutazadeestrellasestanochecuandolleguemosacasa.

Peroporahora,sóloparaserunaniñamuybuena,¿querrásbeberunpoquitodelecheenestevaso?

Nolohagas, ledijoEleanora laniña; insisteen tu tazadeestrellas;unavez tehayanatrapadoparaqueseascomotodoslosdemás,nuncavolverásavertutazadeestrellas;nolohagas;ylaniñalamirórápidamente,dedicándoleunasonrisasutildecomprensión que hacía que se le marcaran los hoyuelos, y meneó la cabezatozudamenteendirecciónalvaso.Chicavaliente,pensóEleanor;valienteysabia.

—Laestásmalcriando—dijoelpadre—.Nodeberíaspermitirleestoscaprichos.—Sólo esta vez —dijo la madre. Dejó el vaso de leche y tocó a la niña

suavementeenlamano—.Cómeteelhelado—dijo.Cuandosemarcharon, laniñasedespidiócon lamanodeEleanoryEleanor le

devolvió el saludo, sentada en una feliz soledad para terminar su cafémientras elalegrearroyuelodabasaltospordebajodeella.Yanotengoqueirmuchomáslejos,pensóEleanor;hehechomásdelamitaddelcamino.Elfinaldelviaje,pensó,ylejos,enelfondodesumente,centelleandocomoelarroyuelo,elestribillodeunacanciónbailóenelinteriordesucabeza,recuperandoenladistanciaunpardepalabras;«Enelretrasonuncahayabundancia»,pensó,«enelretrasonuncahayabundancia».

Casi se detuvo para siempre a las afueras deAshton, porque pasó junto a unadiminuta casita rural enterrada en un jardín. Podría vivir allí completamente sola,pensó, reduciendo la marcha del coche para observar el serpenteante sendero deentradahasta lapequeñapuertaazulencuyoescalóndescansaba(nopodíasermásperfecto)ungatoblanco.Aquí tampocomeencontraríanadie,detrásde todasestasrosas,ysóloparaasegurarmetambiénplantaríaadelfas.Encenderéelfuegocuandolastardesseanfríasyasarémanzanasenmipropiachimenea.Criarégatosblancosycoserécortinasblancasparalasventanasyenocasionessaldréporlapuertaparairalatiendaacomprarhilodecoserycanelayté.Lagentevendráamíparaquelesleala fortuna, y prepararé pociones de amor para doncellas melancólicas; tendré unpetirrojo…PerolacasitayahabíaquedadomuyatrásyhabíallegadoelmomentodebuscarlanuevacarreteracuidadosamentedescritaporeldoctorMontague.

«GireamanoizquierdaparatomarlaRuta5endirecciónoeste»,decíasucarta,y,contantaeficaciayprestezacomosilahubieraestadoguiandodesdealgúnlugarlejano,manejando su coche con sus propiasmanosmediante algún tipo de controlremoto,así lohizo;seencontróen laRuta5dirigiéndosehaciaeloeste,ysuviajecasi había concluido. Sin embargo, a pesar de lo que le había advertido, Eleanor

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pensó,MedetendréenHillsdalesólounminuto,lojustoparatomaruncafé,porquenopuedosoportarquemilargoviajeacabetanpronto.Enrealidadnosetratabadeuna desobediencia; la carta decía que no era recomendable detenerse en Hillsdaleparapedir señas,noqueestuvieraprohibidopararsea tomaruncafé,yquizásinomenciono Hill House no estaré haciendo nada malo. En cualquier caso, pensóturbiamente,esmiúltimaoportunidad.

Hillsdale le salió al paso antes de que pudiera darse cuenta, una marañadesordenadadecasas suciasycalles retorcidas.Eraunpueblopequeño; tanprontocomoentróenlacalleprincipalpudoveralotroextremolaesquinaconlagasolineraylaiglesia.Sóloparecíahaberunlugarenelquepararseatomaruncafé,ysetratabadeunbardeaspectopocoatrayente,peroEleanorestabaempecinadaendetenerseenHillsdale, demodo que acercó el coche almaltrecho bordillo frente al bar y salió.Trasunminutodereflexión,conunasentimientosilenciosoendirecciónaHillsdale,cerróelcochepensandoensumaleta,quereposabaenelsuelo,yenlacajadecartóndel asiento de atrás. No pasaré mucho tiempo en Hillsdale, pensó, observando dearribaabajolacalle,queconseguíaseroscuraydesagradableinclusoaplenosol.Unperrodormía intranquiloa la sombra juntoaunmuro,unamujermirabaaEleanordesdeelumbraldeunapuertaalotroladodelacalle,ydosmuchachosseapoyabanperezosamentecontraunavallaenpremeditadosilencio.Eleanor,queteníamiedoalosperrosdesconocidos,alasmujeresburlonasyalosgamberros,entrórápidamenteen el bar, agarrando con fuerza sumonedero y las llaves del coche. En el interiorencontró una barra atendida por unamuchacha cansada y carente dementón y unhombre sentado a un extremo de lamisma, comiendo. Se preguntó brevemente lohambrientoquedebíahaberestadoparaentrarenunlugarcomoaquel,cuandosefijóenlabarrayvioelpringosocobertordecristalqueprotegíaunplatoderosquillas.«Café»,ledijoalajovendetrásdelabarra.Lamuchachasevolvióconfatigaycogiótorpementeunatazadeunapiladeellasquehabíaenunanaquel;tendréquebebermeelcaféporquehedichoqueibaahacerlo,sedijoEleanorasímismaconseveridad,perolapróximavezharécasoaldoctorMontague.

Entreelúnicocomensalylamuchachadelabarraparecíaestardesarrollándoseuna elaborada broma; cuando esta le sirvió a Eleanor su café, dirigió una miradahaciaelhombreymediosonrió;élseencogiódehombrosyluegolamuchachasoltóunacarcajada.Eleanorlevantólamirada,perolachicaseestabaexaminandolasuñasyelhombreestabalimpiandosuplatoconuntrozodepan.QuizáelcafédeEleanorestuvieraenvenenado;ciertamenteloparecía.DecididaasondearlavilladeHillsdalehastasusmayoresprofundidades,Eleanorledijoalachica:

—Tomaré también una de esas rosquillas, por favor—y la chica, mirando dereojo al hombre, deslizó una de las rosquillas hasta otro plato y lo situó frente aEleanoryvolvióareírcuandosorprendióotramiradaporpartedelhombre—.Tienenunpueblomuybonito—ledijoEleanoralamuchacha—.¿Cómosellama?

Lachicalaobservóconlosojosabiertos;quizánadiehabíatenidohastaentonces

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laaudaciadellamaraHillsdaleunpueblomuybonito;transcurridounmomento,lajovenvolvió amirar al hombre, como si estuviera solicitandouna confirmación, yluegodijo:

—Hillsdale.—¿Hacemucho que vive usted aquí?—preguntóEleanor.NomencionaréHill

House, le aseguróaldoctorMontagueen la lejanía, sóloquieroperderunpocodetiempo.

—Sí—contestólachica.—Debe ser agradable vivir en un pueblo pequeño como este. Yo vengo de la

ciudad.—¿Sí?—¿Legustaviviraquí?—Noestámal—dijolamuchacha.Volvióamiraralhombre,quelasescuchaba

conatención—.Nohaymuchoquehacer.—¿Esunpueblogrande?—Bastante pequeño. ¿Quieres más café?—esto último lo dijo en dirección al

hombre, que estaba golpeando el plato con su taza, y Eleanor le dio un primer yestremecedorsorboasupropiocaféysepreguntócómopodríaalguienquerermás.

—¿Recibenmuchosvisitantes?—preguntócuandolachicaterminóderellenarlatazayhuboregresadoaapoyarsecontralosanaqueles—.Turistas,merefiero.

—¿Paraqué?—duranteunminuto lamuchacha laobservódesde loquepodríahaber sido un vacío mayor que cualquiera conocido por Eleanor—. ¿Por qué ibanadie a venir aquí? —miró hoscamente en dirección al hombre y añadió—, nisiquieratenemoscine.

—Perolascolinassontanbonitas.Enlamayoríadepueblosapartadoscomoesteunosueleencontrargentedeciudadquehaidoparaconstruirsecasasenlascolinas.Paratenerprivacidad.

Lachicarióbrevemente.—Noseráaquíquevengan,no.—Opararemodelarcasasantiguas…—Privacidad—dijolachica,yvolvióareírse.—Sólomeresultasorprendente—dijoEleanor,notandoqueelhombrelaestaba

observando.—Sí—dijolamuchacha—.Sialmenospusieranuncine.—Habíapensado—dijoEleanorconcautela—quepodríaecharunvistazopor

losalrededores.Lascasasantiguassuelenserbaratas,¿sabe?,ysiempreesdivertidotrabajarenellas.

—Noporaquí—dijolachica.—¿Quiere decir —insistió Eleanor— que no hay ninguna casa vieja en los

alrededoresdelpueblo?¿Enlascolinas?—No.

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Elhombreselevantó,sacandounasmonedasdesubolsillo,yhablóporprimeravez.

—Lagentesemarchadeestepueblo—dijo—.Novieneaél.Cuandolapuertasehubocerradoasusespaldas,lachicavolviósusinexpresivos

ojos hacia Eleanor, casi con resentimiento, como si hubiera sido Eleanor con suchácharalaquehubieraahuyentadoalhombre.

—Loquehadichoesverdad—dijofinalmente—.Siempresemarchan,losmásafortunados.

—¿Y cómo es que usted no se ha ido?—le preguntó Eleanor, y la joven seencogiódehombros.

—¿Acasomeiríanmejor lascosas?—preguntó.CogióeldinerodeEleanorsininterésyledevolvióelcambio.Luego,conotradesusrápidasmiradas,observólosplatosvacíosquehabíaalotroextremodelabarraycasisonrió—.Vieneaquítodoslosdías—dijo.CuandoEleanorledevolviólasonrisayabriólabocaparahablar,lamuchacha le dio la espalda y se puso a ordenar las tazas del anaquel, y Eleanor,sintiéndose despedida, se separó con alivio de su café y cogió el monedero y lasllavesdelcoche.

—Adiós—dijoEleanor,ylajoven,todavíadeespaldasaella,respondió:—Buenasuerte.Esperoqueencuentresucasa.

5

La carretera que partía de la gasolinera y la iglesia era, efectivamente, muydeficiente, pedregosay estaba repletadebaches.El pequeño automóvil deEleanorsaltabaytrompicaba,pocodispuestoaseguirascendiendoaquellascolinasdeescasoatractivo,enlasqueeldíaparecíaacercarserápidamenteasufinbajolostupidosysofocantesárbolesque seapelotonabanaambos lados.Noparecequehayamuchotráficoporestacarretera,pensóEleanorirónicamente,girandorápidamenteelvolanteparaevitarunarocaparticularmentevirulenta;diezkilómetrosenestascondicionesno le harán ningún bien al coche; y por primera vez en varias horas pensó en suhermanayrió.Abuenseguroqueparaentoncesyasabríanquehabíacogidoelcocheysehabíamarchado,peronosabríanadónde;seestaríandiciendoelunoalotroquenunca habrían sospechado una cosa así de Eleanor. Yo tampoco lo hubiera

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sospechadodemímisma,pensó, riendotodavía; todoesdiferente,soyunapersonanueva,muylejosdecasa.«Enelretrasonohayabundancia;laalegríadelmomentotrae la risa del momento». Y sofocó un grito cuando el coche golpeó contra unapiedray sebamboleó sobre el camino conunominoso ruidode rascado surgiendodesdeabajo,peroluegoreuniósusfuerzasconvalentíayreanudósutenazescalada.Lasramasdelosárbolesgolpeabanelparabrisasycadavezestabamásoscuro;aHillHouselegustahacerunaentrada,pensóEleanor;mepreguntosialgunavezbrillaelsolenestelugar.Alfin,conunúltimoesfuerzo,elcochesuperóunamarañadehojasmuertas y ramas cruzadas sobre el camino y llegó a un claro junto a la puerta deentradadeHillHouse.

Quéhagoaquí,sepreguntóindefensaydeinmediato;¿Quéhagoaquí?Lapuertaeraaltayominosaypesada,fijadaconfuerzaaunmurodepiedraquedesaparecíaentrelosárboles.Inclusodesdeelinteriordelcochepudoverelcandadoylacadenaretorcidaentrelosbarrotes.Másalládelapuertasólopodíaverelcamino,queseguíaavanzando, curvándose, ennegrecido a ambos lados por los árboles inmóviles ysombríos.

Como la puerta estaba evidentemente cerrada —cerrada con doble llave yaseguradayencadenada;¿quiénibaatener,sepreguntó,tantasansiasporentrar?—nohizoelmásmínimoesfuerzoporsalirdelcoche,perohizosonarelclaxon,ylosárboles y la puerta se estremecierony retrocedieron ligeramente ante el sonido.Alcabodeunminutovolvióatocarelclaxonyentoncesvioaunhombrequesedirigíahaciaelladesdeelotroladodelaverja;eratanhoscoyoscurocomoelcandado,yantes de dirigirse hacia la puerta la observó a través de los barrotes, frunciendo elceño.

—¿Yustedquéquiere?—teníaunavozafilada,ruin.—Quieroentrar,porfavor.Porfavor,abralapuerta.—¿Quiénlodice?—Pero…—vacilóEleanor—.Sesuponequedeboentrar—dijoalfin.—¿Paraqué?—Meestánesperando.¿Serácierto?,sepreguntósúbitamente.¿Aquíacabamiviaje?—¿Quiénlaespera?Eleanorsabía,porsupuesto,queelhombreestabaencantadodepoderejercersu

autoridad,comosiunavezsehubieraadelantadoparaabrirelcandadodelapuertafueraaperderlaescasaytemporalsuperioridadquecreíatener.¿Yquésuperioridadtengoyo?, sepreguntó;despuésde todo,estoy fuerade laverja.Eraconscientedequeperderlacalma,algoquerarasveceshacíaporqueleasustabaenormementequefuera en vano, sólo conseguiría alejarla de allí, dejándola fuera, despotricandoinútilmente. Podía incluso anticipar su inocencia en caso de que luego fueran areprenderleporsuarrogancia,lasonrisahuecaymaliciosa,losojosanchosyvacuos,lavozgimoteanteprotestandoqueporsupuestoquelahabríadejadoentrar,quetenía

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pensadohacerlo,pero¿cómoestarseguro?Teníaórdenesquecumplir,¿ono?¿Acasonodebíahacerloquelehabíandicho?Seríaélquiensehabríametidoenunbuenlío,¿noesverdad?,encasodequehubieradejadoentraraalguienquenodebierahaberentrado. Eleanor podía anticipar su encogimiento de hombros e, imaginándolo, seechóareír,quizálopeorquepodríahaberhecho.

Observándolaatentamente,elhombresealejódelaverja.—Serámejorquevuelvamástarde—dijo,ysediomediavueltaconunairede

triunfovirtuoso.—Escuche—lellamóEleanor,intentandonoparecerenfadada—,soyunadelas

invitadas del doctor Montague. Estará esperándome en la casa. ¡Por favor,escúcheme!

Elhombresevolvióhaciaellaconunamueca.—Hablando con propiedad no puede decirse que la estén esperando —dijo—,

teniendoencuentaquehastaahoraustedeslaúnicaquesehapresentado.—¿Quiereusteddecirquenohaynadieenlacasa?—Nadiequeyo sepa.Quizámiesposa,preparando lashabitaciones.Asíquees

imposiblequehayanadieesperándola,¿verdadqueno?Eleanorserecostóenelasientodelcocheycerrólosojos.HillHouse,pensó,es

tandifícilentrarenticomoenelcielo.—Supongoquesabráustedloqueestápidiendoagritosviniendoaquí.Supongo

queselohabráncontado,alláenlaciudad.¿Haoídoalgoacercadeestelugar?—He oído que he sido convocada aquí como invitada del doctor Montague.

Cuandoabraustedlaspuertas,entraré.—Lasabriré;voyaabrirlas.Sóloquieroestarsegurodequesabeustedloquele

espera ahí dentro. ¿Ha estado aquí antes alguna vez? ¿Es miembro de la familia,quizá?—ahoralamirabadirectamente,atravésdelosbarrotes;sucaraburlona,unabarreramás,traselcandadoylascadenas—.Nopuedodejarlaentrarhastaqueestéseguro,¿verdad?¿Cómohadichoquesellamabausted?

—EleanorVance—suspiróella.—Entonces no es de la familia, imagino. ¿Alguna vez ha oído hablar de este

lugar?Es mi oportunidad, supongo, pensó Eleanor; me están dando una última

oportunidad.Podríadarmediavueltaconelcocheaquímismodelantedeestaverjaymarcharmemuylejosdeaquí,ynadiepodríaculparmeporello.Todoelmundotienederechoahuir.Asomólacabezaporlaventanadelcocheydijoconfuria:

—Me llamo Eleanor Vance. Me esperan en Hill House. Abra esta puerta deinmediato.

—Estábien,estábien.Lentamente,haciendounadeliberadaycompletamenteinnecesariaexhibicióndel

proceso de insertar la llave y hacerla girar, el hombre abrió el candado y retiró lacadenayabriólashojasdelapuertalojustocomoparaquepudierapasarelcoche.

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Eleanorhizoavanzarelcochelentamente,perolaalacridadconlaqueelhombreseechó a un lado del camino la hizo pensar por un minuto que había percibido elimpulsofugazquehabíapasadoporsucabeza;seechóareíryacontinuacióndetuvoelcocheyaqueélseleestabaacercando,sanoysalvo,desdeuncostado.

—Nolegustará—ledijo—.Lamentaráquelehayaabiertolapuerta.—Échese a un lado, por favor—dijo ella—. Ya me ha hecho perder bastante

tiempo.—¿Cree que podrían conseguir a alguien para que abriera estas puertas? ¿Cree

que alguienmás aguantaría aquí tanto tiempo, salvoyoymimujer? ¿Creequenopodemostenerlascosastalycomoqueramos,siempreycuandoestemosaquíparaprepararlacasayabrirleslaspuertasaustedeslosdelaciudadquesecreenquelosabentodo?

—Porfavor,aléjesedemicoche.Eleanor no se atrevía a admitir ante sí misma que el hombre la asustaba, por

temor a que él pudiera percibirlo; su cercanía, apoyándose contra el costado delcoche,leresultabadesagradable,ysuenormeresentimientolaconfundía;ciertamentele había obligado a que le abriera la puerta, pero ¿acaso consideraba la casa y losjardinesquehabíaalotroladocomodesupropiedad?LevinoalacabezaunnombredelacartadeldoctorMontagueypreguntóconcuriosidad:

—¿EsustedDudley,elguardián?—Sí,soyDudley,elguardián—laimitóél—.¿Aquéotrosecreeustedqueibaa

encontraraquí?El honesto viejo sirviente de la familia, pensó Eleanor, orgulloso y leal y

completamentedesagradable.—¿Ustedysumujercuidansolosdelacasa?—¿Quiénsino?—erasualarde,sumaldición,suestribillo.Eleanor se removió inquieta en su asiento, temerosa de alejarle de un modo

demasiado obvio y, sin embargo, deseando que el movimiento de ir a arrancar elcocheleimpelieraaecharseaunlado.

—Estoyseguradequeharánquenossintamosmuycómodos,ustedysuesposa—dijoponiendountonodefinalidadensuvoz—.Mientrastanto,estoyansiosaporllegaralacasatanprontocomoseaposible.

Elhombrelanzóunarisitaburlonaendesacuerdo.—Yo, sin embargo —dijo—, yo nunca me quedo aquí después de que haya

anochecido.Sonriendo, satisfecho consigomismo, se separó del coche, y Eleanor se sintió

agradecida,aunqueincómoda,alponerenmarchaelcochebajolaatentamiradadelhombre.Quizá siga caminando ami lado todo el trayecto, pensó, como un burlóngatodeCheshire,gritandotodoeltiempoquedeberíadarmeporsatisfechadehaberencontradoaalguiendispuestoaesperar eneste lugar, almenoshasta lapuestadesol.ParademostrarquenoleafectabaennadalaideadeverelrostrodeDudleyel

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guardiánentrelosárboles,empezóasilbar,unpocomolestaaldescubrirqueporsucabeza seguía rondando lamisma tonada. «La alegría delmomento trae la risa delmomento…»Ysedijoasímisma,enojada,quedebíahacerunesfuerzoporpensaren otra cosa; estaba segura de que el resto de la letra debía de ser completamenteinapropiada,puesdeotromodonoseocultaríacontantatestarudezasumemoria,yprobablemente también deshonrosa como para verse sorprendida cantándola a sullegadaaHillHouse.

Sobrelosárboles,ocasionalmente,entrelascopasylascolinas,viodestellosdeloquedebíandeserlostejados,quizáunatorre,deHillHouse.Construíanlascosasdeunamaneramuyextraña,enlostiemposenlosquelevantaronHillHouse,pensóEleanor; lesponían torresy torretasycontrafuertesy filigranasdemadera,avecesincluso chapiteles góticos y gárgolas; nada quedaba sin decorar.QuizáHillHousetenga una torre, o una cámara secreta, o incluso un pasadizo que se interna en lascolinas, utilizado probablemente por los contrabandistas, aunque ¿con qué iban apoder contrabandear los contrabandistas enaquellas colinas solitarias?Quizáacabeconociendoauncontrabandistaendiabladamenteatractivo…

EleanorsaliódelacurvaparaenfilarelúltimotramodecarreterayseencontrócaraacaraporprimeravezconHillHouse.Reaccionandosinpensar,pisóel frenoparadetenerelcocheysequedósentadaenelinterior,mirandofijamente.

Eraunacasavil.Conlaspalabrasfluyendolibrementeensumente,experimentóunescalofríoypensó,HillHouseesvil,esunacasaenferma;márchatedeaquídeinmediato.

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2

1

Ningún ojo humano puede aislar la desgraciada coincidencia de línea y lugar quesugiereelmalenlafachadadeunacasay,sinembargo,dealgúnmodo,unamaníacayuxtaposición, un ángulomal inclinado, un encuentro fortuito entre el tejado y elcielo, convirtieronHillHouse en un lugar de desesperación,más aterrador si cabeporquelafachadadeHillHouseparecíadespierta,vigilandoconsusvacíasventanasymostrandoun levematizdesatisfacciónen lacejadeunacornisa.Prácticamentecualquier casa, cogida por sorpresa o desde un ángulo singular, puede dedicarle alviandanteunaexpresiónprofundamentehumorística;inclusounapequeñachimeneatraviesa,ounabuhardillacomounhoyuelo,puedesorprenderalespectadorconciertasensación de camaradería; pero una casa arrogante y que odia, que nunca se dejacoger por sorpresa, sólo puede sermalvada.Esta casa, quede algúnmodoparecíahaberse levantado a sí misma, dando forma a su poderosa configuración bajo lasmanosdesusconstructores,ajustándoseasuedificacióndelíneasyángulos,alzabasugrancabezahaciaelcielosinconcesiónalahumanidad.Eraunacasacarentedebondad, quenohabía sidopensadapara ser habitada, un lugar inapropiadopara lagente o para el amor o para la esperanza. Un exorcismo es incapaz de alterar elsemblantedeunacasa;HillHouseseguiríasiendoigualhastaquefueradestruida.

Deberíahabermedadomediavueltaenlaverja,pensóEleanor.Lacasalehabíaprovocado un revuelto atávico en la boca del estómago, y siguió con la vista laslíneasdelostejados,esforzándoseenvanoenlocalizarlamaldad,fuesecualfuese,queallímoraba;susmanosseenfriarondetalmododebidoalosnerviosqueapenasfueroncapacesdesacartorpementeuncigarrillo;porencimadetodoestabaasustada,escuchando la voz nauseada de su interior que susurraba, márchate de aquí,márchate.

Peroestoesloquehevenidoaencontrardesdetanlejos,sedijoasímisma;nopuedovolver.Además,Dudleysereiríademísiintentaravolverasalirporlaverja.

Intentandonomirarhacialacasa—yhabríasidoincapazdedescribirsucolor,osuestilo,osutamaño,exceptoparadecirqueeraenormeyoscurayquelaobservaba

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con desprecio—, puso el coche de nuevo enmarcha y recorrió el último tramodecaminodirectamentehastalosescalones,queconducíandeunmododeterminanteeinexpugnable a la veranda, apuntando hacia la puerta de entrada. El camino sebifurcabapararodearlacasayprobablementemástardepudieradarlavueltaconelcoche para encontrar algún tipo de garaje en el que guardarlo; ahora se sentía losuficientementeintranquilacomoparanoquerersepararseporcompletodesuúnicomediodeescape.Movióelcochelojustocomoparaecharloaunladodelcamino,detalmodoquenoentorpecieralallegadadelosdemásinvitados—seríaunalástima,pensó lúgubremente,quecualquierapudieraverporprimeravezestacasaconalgotanreconfortantecomounautomóvilhumanoaparcadoenfrente—,ysalió,tomandosumaletaysuabrigo.Bueno,pensóinadecuadamente,aquíestoy.

Alzar el pie y plantarlo sobre el primer escalón fue un acto de fuerzamoral, yEleanor pensó que su profunda aversión a tocarHillHouse por vez primera nacíadirectamente de la vívida sensación de que la estaba esperando, malvada, peropaciente.Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes,pensó,recordandoalfinsucanción,yrió,depiesobrelosescalonesdeHillHouse,Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes,ydepositóelpieconfirmezayascendióhastalaverandadirigiéndosehacialapuerta.HillHousesalióasuencuentroprecipitadamente;sevioenvueltaporlassombrasyelsonidodesuspiescontralosmaderosdelaverandafueunultraje enaquel silencio total, comosihubierapasadomuchísimo tiempodesdequeunospieshubieran resonadocontra las tablasdeHillHouse.Eleanoracercó lamanohacialapesadaaldabadehierroqueteníalacaradeunniño,decididaahacermásruidoymásruidoaún,demodoqueHillHousepudieraasegurarsesinlugaradudasdeque,efectivamente,ellaestabaallí,yentonceslapuertaseabriósinprevioavisoy seencontró frentea frenteconunamujerque, a tenorde susméritos, sólopodríaserlaesposadelhombrequelehabíaabiertolaverja.

—¿Señora Dudley? —dijo recuperando el aliento—. Soy Eleanor Vance. Meesperan.

Lamujer se hizo a un lado en silencio. Sumandil estaba limpio, su pelo bienrecogido,ysinembargotransmitíaunaireindefinibleasuciedaddeunmodoacordeconeldesumarido,ylasuspicazhosquedaddesurostroibaalaparconlamaliciosapetulancia del de él. No, se dijo Eleanor a símisma; en parte se debe a que todoparecemásoscuroeneste lugar,y enparte aqueconsiderabaque la esposadeunhombresemejantedebeserfea.SinohubieravistoHillHouse,¿seríaigualdeinjustaconestaspersonas?Despuésdetodo,sóloseocupandeella.

Elrecibidorestabasaturadodemaderaoscurasolemnementetallada,oscurecidobajo la opresión de la escalera que surgía del extremo más alejado. Por encimaparecía haber otro vestíbulo, que abarcaba todo el ancho de la casa; podía ver unampliodescansilloydespués,másalládelhuecodelaescalera,puertascerradasalolargo del recibidor. A ambos lados de Eleanor se alzaban dos grandes puertas dedoblehoja,talladasconfrutasygranoyseresvivos;todaslaspuertasquepodíaver

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enlacasaestabancerradas.Cuandointentóhablar,suvozsevioahogadaporeloscurosilencio,ytuvoque

intentarlounasegundavezparapoderproferirunsonido.—¿Podríallevarmeamihabitación?—preguntóalfin,haciendoconlamanoun

gesto en dirección a su maleta depositada en el suelo y observando el ondulantereflejo de sumano sumergiéndosemásymáshondo en las profundas sombras delsuelopulido—.Supongoquehesido laprimeraen llegar.Usted…¿hadichoustedqueeslaseñoraDudley?—creoquevoyallorar,pensó,comounniñasollozandoygimiendo.Nomegustaesto…

LaseñoraDudleysediolavueltaysedirigióhacialasescaleras,yEleanoragarrósu maleta y la siguió, presurosa tras la única otra cosa viva en aquella casa. No,pensó,nomegustaesto.LaseñoraDudleysubiólasescalerasygiróaladerecha,yEleanorvioque conalguna extrañaperspicacia los constructoresde la casahabíandejadodeladotodapretensióndeestilo—probablementetrascomprenderloqueibaaser lacasa, tantosiellos loelegíancomosino—yhabían,enestesegundopiso,dispuesto un largo pasadizo en línea recta para acomodar las puertas de losdormitorios;tuvounarápidaimpresióndelosconstructoresfinalizandoelsegundoyeltercerpisodelacasaconunaespeciedepremuraindecente,deseososporterminarsu labor sin embellecimientos para poder salir de allí, siguiendo los patrones mássencillosposiblesparalasestancias.Delextremoizquierdodelvestíbulosurgíaunasegunda escalera, que probablemente condujera de las habitaciones de laservidumbre,situadaseneltercerpiso,alasestanciasdelserviciosituadasabajo;enelcostadoderechodelvestíbulohabíaotrahabitación,quizápensada,yaqueestabaalfinal,pararecibirlamáximacantidaddeluzydesol.Salvoporunacontinuacióndel oscuro machihembrado, y lo que parecía una serie de grabados pobrementeejecutados dispuesta con desgarbada exactitud a lo largo de todo el pasadizo enambasdirecciones,nadarompíalarectituddelpasillosalvolaseriedepuertas,todasellascerradas.

LaseñoraDudleycruzóelrecibidoryabrióunapuerta,quizáalazar.—Éstaeslahabitaciónazul—dijo.Debido a la disposición de la escalera,Eleanor asumió que la habitación debía

estarsituadaen lapartefrontalde lacasa;hermanaAnne,hermanaAnne,pensó,yavanzógrácilmentehacialaluzenelinteriordelaestancia.

—Qué bonita —dijo, deteniéndose en el quicio de la puerta, impelida por lasensación de que debía decir algo; no era bonita en absoluto, y apenas resultabatolerable;acotabaensuinteriorlamismadisonanciaruidosaquemarcabaHillHouseenconjunto.

LaseñoraDudleyseechóaunladoparadejarleelpasolibreaEleanoryhabló,aparentemente,conlapared.

—Dejo la cena sobre el aparador del comedor a las seis en punto —dijo—.Puedenservírselaustedesmismos.Recojoalamañanasiguiente.Tengoeldesayuno

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preparado para ustedes a las nueve.Ésas son las condiciones que he aceptado.Nopuedoatenderlashabitacionestalycomoaustedeslesgustaría,peroesoesporqueustedesnohanconseguidoencontraranadiemásparaquemeayude.Nolesirvolacomidaanadie.Son lascondicionesqueheaceptado,yno incluyenque tengaqueservirleanadie.

Eleanorasintió,titubeante,sinmoversedelapuerta.—Nomequedodespuésdehaberdejadopreparadalacena—continuólaseñora

Dudley—,nitampocodespuésdequeempieceaoscurecer.Siemprememarchoantesdequeanochezca.

—Losé—dijoEleanor.—Vivimosenlaciudad,adiezkilómetrosdeaquí.—Losé—dijoEleanor,acordándosedeHillsdale.—Demodoquenohabránadie aquien recurrir en los alrededores si necesitan

ayuda.—Locomprendo.—Nisiquierapodríamosoírlos,enplenanoche.—Nosuponíaque…—Nadie podría. Entre la ciudad y aquí no vive nadie. Y nadie más quiere

acercarse.—Losé—dijoEleanorcansadamente.—En plena noche —dijo la señora Dudley, y sonrió abiertamente—. En la

oscuridad—añadió,ysaliócerrandolapuertaasusespaldas.AEleanorcasise leescapóunarisilla,al imaginarseasímismagritando:«Oh,

señora Dudley, necesito su ayuda» en la oscuridad, y entonces le recorrió unescalofrío.

2

Se quedó de pie, sola, junto a su maleta, el abrigo todavía colgándole del brazo,sintiéndose desgraciada, diciéndose a sí misma desvalidamente, Los viajes acabancon el encuentro de los amantes, y deseando poder volver a casa. A sus espaldasquedaban la oscura escalera y el pasillo encerado y la gran puerta de entrada y laseñoraDudleyyelseñorDudleyriendojuntoalapuertayloscandadosyHillsdaley

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lacasitaenterradaenfloresylafamiliadelmolinoyeljardíndeadelfasylacasaconlosleonesdepiedra,ytodoslahabíantraídohastaaquí,bajolamiradainfalibledeldoctor Montague, hasta la habitación azul de Hill House. Es horrible, pensó,negándose amoverse, pues elmovimiento podría implicar aceptación, un gesto deacomodo,Eshorribleynoquieroquedarme;peronoteníaotrositioalqueir;lacartadeldoctorMontaguelahabíatraídohastaaquíynopodíallevarlamáslejos.Alcabodeunminutosuspiró,negóconlacabezaysedirigióparadepositarlamaletasobrelacama.

AquíestoyenlahabitaciónazuldeHillHouse,dijomedioenvozalta,apesardeque se trataba realmente y más allá de toda duda de una habitación azul. Habíacortinasazulesdecotoníasobrelasdosventanas,queasomabansobreeltejadodelaverandaparamiraraljardín,yunaalfombraazulconfiguras,yunjuegodesábanasazulessobrelacamayunacolchaazulalospies.Lasparedes,machihembradasconmaderaoscurahastalaalturadelhombro,estabanforradasensupartesuperiorconunpapelpintadoqueseguíaunpatróndediminutas floresazules,enguirnaldadasyrecogidasydelicadas.Quizáalguienhubieratenidoenalgunaocasiónlaesperanzadealigerar el aire de la habitación azul deHillHouse con un coqueto papel pintado,siendoincapazdeverquesemejanteesperanzasólopodíaevaporarseenHillHouse,dejandoúnicamenteelmástenuerastrodesuexistencia,comounecocasiinaudibledeunsollozolejano…Eleanorseobligóasalirdesuensueño,volviéndoseparavertoda la habitación. Tenía un diseño increíblemente defectuoso que la había dejadoescalofriantementemalentodassusdimensiones,demodoquelasparedesparecíansiempreuna fracciónmás largade loqueelojopodía soportarenunadirección,yunafraccióninferioralalongitudmínimatolerableenlaotra.Aquíesdondequierenque duerma, pensó Eleanor incrédulamente; qué pesadillas me aguardan, ocultasentrelassombras,enesasaltasesquinas;quéalientodeabsurdotemorsoplarásobremi boca… y volvió a obligarse a reaccionar.De verdad, se dijo a sí misma, deverdad,Eleanor.

Abriólamaletasobrelaelevadacamay,quitándosesusrígidoszapatosdeciudadconagradecidoalivio,empezóavaciarla,conlaconvicciónpuramentefemeninadeque el mejor modo de aligerar una cabeza preocupada es calzarse unos zapatoscómodos.Eldíaanterior,alhacerlamaletaenlaciudad,habíaelegidoropaquehabíaasumido sería lamás apropiada para vestir en una aislada casa de campo; inclusohabíasalidoenelúltimominutoyhabíacomprado—excitadaporsuatrevimiento—dos pares de pantalones, algo que no usaba enmás años de los que era capaz derecordar. Madre se habría puesto furiosa, había pensado mientras guardaba lospantalonesalfondodelamaletadetalmaneraquenotuvieraquesacarlos,ninadiepudierasabernuncaquelostenía,encasodequelefallaraelcoraje.Ahora,enHillHouse, ya no le parecían nuevos; deshizo lamaleta descuidadamente, dejando losvestidos colgando torcidos de las perchas, dejando caer los pantalones en el cajóninferiordelacómodaaltacontablademármol,tirandosuszapatosdeciudadenun

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rincóndelgranarmario.Yaestabaaburridade los librosquehabía traído;de todosmodos probablemente no me voy a quedar, pensó, y cerró la maleta vacía y laintrodujo en el armario; no me llevará más de cinco minutos volver a llenarla.Descubrióquehabíaestadointentandodejarlamaletasinhacernadaderuidoyquela había estado deshaciendo descalza, intentando moverse del modo más sigilosoposible,comosielsilenciofueravitalenHillHouse;recordóquetampocolaseñoraDudleyhabíahechoruidoalcaminar.Cuandosedetuvoenpieenmitaddelcuarto,elopresivo silencio de Hill House volvió a rodearla. Soy como un pequeño animaltragadoenteroporunmonstruo,pensó,yelmonstruoestá sintiendomisdiminutosmovimientosensuinterior.

—No—dijoenvozalta,yoyóelecodesuúnicapalabra.Atravesórápidamentela habitación y descorrió las cortinas azules de cotonía, pero la luz del sol sólopenetrabapálidamentea travésde losgruesoscristalesde lasventanasysólopudovereltejadodelaverandayuntrechodecéspedmásallá.Alláabajoenalgunaparteestabasupequeñocoche,quepodíavolveraalejarladeallí.Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes,pensó;fuiyoquienelegíveniraquí.Entoncessediocuentadequeleatemorizabavolveracruzarlahabitación.

Estabadepiedeespaldasalaventana,paseandolavistadelapuertaalarmarioala cómoda a la cama, diciéndose a sí misma que en realidad no estaba asustada,cuando oyó amortiguadamente, desde abajo, el sonido de una puerta de coche alcerrarse y luego unas rápidas pisadas, como las de una bailarina, ascender losescalonesyatravesarlaveranda,yacontinuación,conunsobresalto,elestrépitodelgranaldabóndehierrogolpeandocontralapuerta.Bueno,pensó,llegamásgente;novoyaestaraquíyosola.Casi riendo,saliócorriendode lahabitaciónyatravesóelpasilloparaasomarsealasescalerasendirecciónalrecibidordelaplantabaja.

—GraciasaDiosquehallegado—dijo,intentandodistinguiralgoatravésdelaoscuridad—.GraciasaDiosquehavenidoalguien.

SediocuentasinsorprendersedequeestabahablandocomosilaseñoraDudleynopudieraoírlaenlomásmínimo,apesardequelaseñoraDudleyestabaplantada,inmóvilypálida,enelrecibidor.

—Suba—dijoEleanor—,tendráqueacarrearpersonalmentelamaleta.Le faltaba el aliento y se veía incapaz de dejar de hablar, su timidez habitual

desplazadaporlasensacióndealivio.—MellamoEleanorVance—dijo—,yestoyencantadadequeestéaquí.—YosoyTheodora.Theodoraasecas.Estamalditacasa…—Aquíarribaesigualdeespantosa.Suba.Dígalequeledélahabitacióncontigua

alamía.TheodoraascendiólaspesadasescalerasenposdelaseñoraDudley,mirandocon

incredulidad la vidriera del descansillo, la urna demármol en un nicho, la ornadaalfombra. Su maleta era considerablemente más grande que la de Eleanor, yconsiderablementemáslujosa,yEleanorseadelantóparaayudarla,contentadehaber

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guardadoabuenrecaudosuscosasdondenopudieranservistas.—Espere a ver los dormitorios—dijo Eleanor—.Creo que elmío solía ser el

tallerdeembalsamamiento.—Es la casa con laque siemprehabía soñado—dijoTheodora—.Unpequeño

refugioapartadoenelquepoderestarasolasconmispensamientos.Particularmenteenelcasodequemispensamientosgirasenentornoaasesinatos,suicidioso…

—Lahabitaciónverde—dijofríamentelaseñoraDudley,yEleanorpercibió,conunarápidanáuseadeaprensión,queloscomentariosfrívolosocríticossobrelacasalamolestabandealgúnmodo;alomejorpiensaquepuedeoírnos,pensóEleanor,yacontinuaciónlamentóhaberlopensado.Quizásintióunescalofrío,puesTheodorasevolvióconunasonrisarápidayletocóenelhombrosuave,tranquilizadoramente;esencantadora, pensó Eleanor, devolviéndole la sonrisa, ni mucho menos el tipo depersona que encaja en un lugar oscuro y lúgubre como este, pero por otra parte,probablemente,yotampocoencajoaquí;nosoyeltipodepersonaadecuadaparaHillHouse,perotampocosemeocurrenadiequepudieraserlo.Entoncesseechóareír,viendolaexpresióndeTheodora,paradaenelumbraldelahabitaciónverde.

—Señor,Señor—dijoTheodora,mirandodereojoaEleanor—.Esunaauténticacucada.Quéestupendamadriguera.

—Dejolacenasobreelaparadordelcomedoralasseisenpunto—dijolaseñoraDudley—.Puedenservírselaustedesmismos.Recojoalamañanasiguiente.Tengoeldesayuno preparado para ustedes a las nueve. Esas son las condiciones que heaceptado.

—Estásasustada—dijoTheodora,observandoaEleanor.—Nopuedoatenderlashabitacionestalycomoaustedeslesgustaría,peroesoes

porqueustedesnohanconseguidoencontraranadiemásparaquemeayude.Nolesirvo la comida a nadie. Son las condiciones que he aceptado, y no incluyen quetengaqueservirleanadie.

—Loestabacuandopensabaqueibaaestarcompletamentesola—dijoEleanor.—No me quedo después de las seis, ni tampoco después de que empiece a

oscurecer.—Ahoraestoyaquí—dijoTheodora—,demodoquenohaynadaquetemer.—Tenemos un cuarto de baño que conecta las habitaciones —dijo Eleanor

incongruentemente—.Losdosdormitoriossonexactamenteiguales.CortinasverdesdecotoníacubríanlasventanasdelcuartodeTheodora,elpapel

de laparedestabamoteadodeguirnaldasverdes, la ropadecamay la colchaeranverdes,lacómodaconlatablademármolyelenormearmarioeranlosmismos.

—Nuncahabíavistounlugartanhorribleenmivida—dijoEleanor,elevandolavoz.

—Comoen losmejoreshoteles—replicóTheodora—,ocualquiercampamentofemeninoqueseprecie.

—Siemprememarchoantesdequeanochezca—prosiguiólaseñoraDudley.

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—Nadie podrá oírte si gritas en la noche—le explicó Eleanor a Theodora. Sepercatódequeestabaagarrandocon fuerzaelpomode lapuertay,ante laburlonamiradadeTheodora,retirólamanoyatravesólaestanciacondecisión—.Tendremosqueencontraralgúnmododeabrirestasventanas—dijo.

—Demodoquenohabránadie aquien recurrir en los alrededores si necesitanayuda —dijo la señora Dudley—. Ni siquiera podríamos oírlos, en plena noche.Nadiepodría.

—¿Todo bien, ahora? —preguntó Theodora, y Eleanor asintió moviendo lacabeza.

—Entrelaciudadyaquínovivenadie.Ynadiemásquiereacercarse.—Probablementesólotengashambre—dijoTheodora—.Yopormiparteestoy

famélica—dejócaerlamaletasobrelacamaysesacóloszapatos—.Nada—añadió—metrastornatantocomotenerhambre;gruñoymuerdoymeechoallorar.

Theodorasacóunpardepantalonesfinamentetejidosdesumaleta.—Enplenanoche—dijolaseñoraDudley.Sonrió—.Enlaoscuridad—añadió,y

saliócerrandolapuertaasusespaldas.Alcabodeunminuto,Eleanordijo:—Tambiéncaminasinhacerruido.—Qué anciana tan encantadora —Theodora se volvió para contemplar su

dormitorio—.Retiroloquehedicho,lodelosmejoreshoteles.Merecuerdamásbienauninternadoparaseñoritasalqueacudíalgúntiempo.

—Venaver lamía—dijoEleanor.Abrió lapuertadelcuartodebañoyguióaTheodorahastasuhabitaciónazul—.Justohabíaterminadodedeshacerlamaletayestabapensandoenvolverahacerlacuandohasllegado.

—Pobrecilla.Estáclaroquetemueresdehambre.Yoenloúnicoquehepodidopensarcuandohevistoestelugaralllegarhasidoenlodivertidoqueseríaestarahíafueraviéndoloarderhastaloscimientos.Quizáantesdequenosmarchemos…

—Hasidoterriblevermeaquísola.—Deberíashabervisto aquel internadomíodurante lasvacaciones—Theodora

regresó a su dormitorio y, con aquella sensación demovimiento y ruido en ambasestancias, Eleanor se sintió más animada. Enderezó sus vestidos en las perchas ycolocóordenadamenteloslibrossobrelamesilladenoche.

—¿Sabes?—gritóTheodoradesdelaotrahabitación—,laverdadesquesíqueesun poco como el primer día en el colegio; todo es feo y esquivo, y no conoces anadie,yteasustaquetodoelmundosevayaareírdeturopa.

Eleanor,quehabíaabiertoelcajóndelacómodaparasacarunpardepantalones,sedetuvoyacontinuaciónsoltóunacarcajadayarrojólospantalonessobrelacama.

—Siteheentendidocorrectamente—continuóTheodora—,¿quieresdecirquelaseñoraDudleynoacudirásinosponemosagritarenplenanoche?

—No entra dentro de las condiciones que ha aceptado. ¿Has conocido ya alamigableviejoguardiándelapuerta?

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—Hemos tenidounaconversaciónde lomásagradable.Élmehadichoquenopodía entrar y yo le he dicho que sí que podía y he intentado atropellarle conmicoche pero se ha apartado de un salto. Oye, ¿crees que debemos quedarnos aquísentadas esperando en nuestras habitaciones?Amíme gustaría ponerme algomáscómodo…amenosquenosvayamosavestirparacenar,¿túquépiensas?

—Sitúnolohaces,yotampoco.—Sitúnolohaces,yotampoco.Puedenregañarnosalasdos.Encualquiercaso,

salgamosdeaquíyvayamosaexplorar;megustaríamuchopoderquitarmeestetechodeencimadelacabeza.

—Oscurece tan temprano en estas colinas, con todos esos árboles…—Eleanorvolvió a asomarse a la ventana, pero todavía caía algo de luz solar sesgadamentesobreelpatiodeentrada.

—Noseráoscurodeverdadhastadentrodeunahora.Quierosalirarevolcarmeenlahierba.

Eleanoreligióunsuéterrojo,pensandoqueenaquellahabitacióndeaquellacasaelrojodelsuéteryelrojodelassandaliasquesehabíacompradoparaconjuntarnopegaríanni con cola, a pesar de que el día anterior, en la ciudad, habían idode lamano.Asíme sirva de lección, pensó, por pretender ponerme prendas semejantes;nuncaanteslohabíahecho.Peroalmirarseenelgranespejodelapuertadelarmarioleparecióqueteníaunaspectoextrañamenteelegante,casicómodaconsigomisma.

—¿Tienesideadequiénmásvaavenir?—preguntó—.¿Ocuándo?—El doctorMontague—dijo Theodora—. Pensé que habría llegado antes que

nadie.—¿HacemuchoqueconocesaldoctorMontague?—Nolehevistonunca—dijoTheodora—.¿Ytú?—Tampoco.¿Tequedamucho?—Estoylista.Theodora entró en la habitación deEleanor a través de la puerta del cuarto de

baño;esadorable,pensóEleanor,volviéndoseparamirarla;ojaláyotambiénlofuera.Theodorasehabíapuestounacamisadeunamarillovívido,yEleanorseechóareírydijo:

—Aportasmásluzaestecuartoquelaventana.TheodoraseacercóysecontemplóconaprobaciónenelespejodeEleanor.—Tengo la sensación—dijo—dequeenesteespantoso lugaresnuestrodeber

tenerunaspectolomásalegreposible.Megustatusuéterrojo;podránvernosalasdosdesdeunextremoaotrodeHillHouse.

Mirándoseaúnalespejo,añadió:—SupongoqueeldoctorMontagueteescribiríaunacarta.—Sí—Eleanorsesintióavergonzada—.Alprincipionosabíasieraunabromao

no.Peromicuñadocomprobósuscredenciales.—¿Sabes? —dijo pausadamente Theodora—, prácticamente hasta el último

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minuto,hastaquelleguéalaverja,supongo,nolleguéacreerdeverdadquehabríaunaHillHouse.Unanovaporlavidacreyendoquelevanapasarcosascomoesta.

—Peroalgunasvamosporlavidaesperándolo—dijoEleanor.TheodorarióygirósobresímismafrentealespejoycogióaEleanordelamano.—Compañeraperdidaenelbosque—dijo—,vamosaexplorar.—Nopodemosalejarnosdemasiadodelacasa…—Prometonodarniunpasomásalládeloquetúdigas.¿Creesquedeberíamos

avisarpertinentementealaseñoraDudley?—De todos modos, probablemente nos esté vigilando para ver todo lo que

hacemos;probablementeentredentrodelascondicionesquehaaceptado.—¿Aceptadodequién?,mepregunto.¿DelcondeDrácula?—¿CreesquetambiénélviveenHillHouse?—Creo que viene todos los fines de semana; te juro que abajo he visto

murciélagos,talladosenlasmaderas.Sígueme,sígueme.Descendieron corriendo los escalones, moviéndose con vida y color frente al

maderamenoscuroylaluzanubladadelaescalera,repiqueteandolospies,ydesdeabajolaseñoraDudley,inmóvil,lasobservóensilencio.

—Nos vamos a explorar, señora Dudley —dijo Theodora con ligereza—.Estaremosafueraenalgunaparte.

—Perovolveremospronto—añadióEleanor.—Dejolacenasobreelaparadoralasseisenpunto—explicólaseñoraDudley.Eleanorabrióa tirones lagranpuertaprincipal; era tanpesadacomoparecía,y

pensó, Realmente tendremos que encontrar algún modo más sencillo de volver aentrar.

—Déjalaabierta—ledijoporencimadelhombroaTheodora—,esterriblementepesada.Cogeunodeesosjarronesyponlodetope.

Theodorahizorodarunodelosgrandesjarronesdepiedradeunodelosrinconesdelrecibidor,locolocaronenelquiciodelapuertaydejaronquelahojadescansarasobreél.Ladecrecienteluzdelsolresultababrillantetraslaoscuridaddelacasa,yelaireerafrescoyagradable.Asusespaldas,laseñoraDudleyvolvióamovereljarrónylagranpuertasecerróconungolpe.

—Quéancianatanadorable—dijoTheodoraendirecciónalapuertacerrada.Porunmomentolairaafilósurostro,yEleanorpensó,Esperoquenuncamemireamídeesemodo,ysesorprendió,recordandoquesiempresehabíamostradohuidizaconlosdesconocidos, incómoda y tímida, y sin embargo en menos de media hora habíallegado a pensar en Theodora como en alguien cercano y vital, alguien cuya irapodríaresultarleaterradora.

—Creo —dijo Eleanor dubitativamente y se relajó, porque, cuando habló,Theodora se volvió hacia ella sonriente de nuevo—, creo que durante las horasdiurnas en las que la señora Dudley ande por aquí me buscaré alguna ocupaciónabsorbente bien lejos de la casa. Practicar en la cancha de tenis, por ejemplo. O

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cuidardelasuvasenelinvernadero.—QuizápodríasayudaraDudleyconlaspuertas.—Obuscartumbasanónimasenloscamposdeortigas.Estabandepiejuntoalabarandilladelaveranda;desdeallípodíanseguirconla

mirada el trazado del camino hasta el punto en el que desaparecía formando unrecodoentrelosárboles,ymásabajoaún,sobrelasuavecurvadelascolinashastaladistantelíneaenelhorizontequepodríahabersidolacarreteraprincipal,elcaminoderegresohastalasciudadesdelasquehabíanvenido.Exceptoporloscablesdealtatensiónque llegabanhasta lacasadeentre losárboles,nohabíaningunapruebadeque Hill House perteneciera en modo alguno al resto del mundo. Eleanor echó acaminarsiguiendolaveranda;alparecerrodeabatodalacasa.

—Oh,mira—dijodoblandolaesquina.Detrásdelacasalascolinasseapilabanformandograndesmasasopresivas,inundadasdeunverdeveraniego,ricoeinmóvil.

—PoresolallamaronHillHouse—dijoEleanorabsurdamente.—Espuramentevictoriana—replicóTheodora—.Lesencantabaestaespeciede

estéticaexcesivayrecargadayseenterraronasímismosenplieguesdeterciopeloyen borlas y en felpas purpúreas. Cualquier otro, antes o después de ellos, habríasituadoestacasaalláarriba,enloaltodeesascolinas,dondedeberíaestar,envezdeacurrucarlaaquíabajo.

—Si estuviera en lo alto de la colina todo elmundo podría verla.Yo voto pormantenerlabienescondidaaquídondeestá.

—Todo el tiempo que pase aquí lo pasaré aterrorizada —dijo Theodora—,pensandoqueunadeesascolinassenosvaacaerencima.

—Las colinas no caen sobre ti. Sencillamente se deslizan, en silencio y ensecreto,rodandohaciatimientrasintentashuir.

—Gracias —dijo Theodora tímidamente—. Lo que ha empezado la señoraDudleylohasterminadodecompletartúperfectamente.Harélamaletaymevuelvoacasadeinmediato.

Creyéndola por unmomento, Eleanor se volvió hacia ella y lamiró fijamente,hasta que vio el regodeo en su rostro y pensó, Es mucho más valiente que yo.Inesperadamente —aunque luego llegaría a ser una señal familiar, un atributoreconocible de lo que acabaría significando «Theodora» en lamente deEleanor—TheodorasorprendiólospensamientosdeEleanorylerespondió.

—No estés tan asustada todo el tiempo—dijo, y alargó lamano para rozar lamejilladeEleanorconundedo—.Nuncasabemosdedóndesurgenuestrocoraje.

Luego,rápidamente,bajócorriendolosescaloneshastaelcéspedrodeadodealtosárbolesapelotonadosengrupos.

—Dateprisa—lallamó—,quieroversihayalgúnarroyoenlosalrededores.—No podemos alejarnos mucho—dijo Eleanor, siguiéndola. Como dos niñas

corrieronsobrelahierba,recibiendoambasconalegría,inclusotrasunaestanciatanbreve en Hill House, la repentina holgura de los espacios abiertos; sus pies

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agradeciendolahierbatraslossólidossuelos;conuninstintocasianimal,siguieronelsonidoyelolordelagua.

—Poraquí—dijoTheodora.Un pequeño sendero las condujo tentadoramente cerca del sonido del agua,

serpenteandoa travésde los árboles,ofreciéndolesocasionalesvistazosdel caminoquecontinuabacolinaabajo,perdiéndosedevistatrasunadehesapedregosa,siemprecolina abajo. A medida que se fueron alejando de la casa y salieron de entre losárbolesaclarosenlosquelosrayosdelsoltodavíapodíanencontrarlas,Eleanorsefue sintiendomás tranquila, apesardequeveíaqueel sol estabaapuntode rozarperturbadoramente las cumbres de las hacinadas colinas. Llamó a Theodora, peroTheodora se limitó a insistir, «Sígueme, sígueme», y continuó corriendo senderoabajo.Derepentesedetuvo,sinalientoytambaleante,enlamismaorilladelarroyo,quehabíabrotadofrenteaellaprácticamentesinaviso;Eleanor,queleibaalazagamáslentamente,lacogiódelamanoylasostuvoyluego,riendo,cayeronjuntaslasdossobrelaribera,queseinclinabaenmarcadapendientehaciaelarroyo.

—Lesgustasorprenderte,enestesitio—dijoTheodora,jadeando.—Te habría estado bien empleado si hubieras caído dentro —dijo Eleanor—.

Miraquesalircorriendodeesamanera…—Esbonito,¿verdad?El agua del arroyo se desplazaba rápidamente, creando pequeños y brillantes

rizos;enlaotraorillalahierbacrecíajustohastaelbordedelaguayfloresazulesyamarillasseasomabanporencima;habíaallíunacolinasuaveyredondeada,y trasella,quizá,otradehesa,ymuchomásallá lasgrandescolinas,reflejandoaúnlaluzdelsol.

—Esbonito—dijoTheodoraconrotundidad.—Estoy segura de que he estado aquí antes—dijo Eleanor—. En un libro de

cuentosdehadas,quizá.—Estoyseguradeello.¿Sabescómolanzarlaspiedrasparaquereboten?—Aquí es donde la princesa acude para encontrarse con el pez doradomágico

queenrealidadesunpríncipedisfrazado…—Seráunpríncipedeaguasmenores,esepezdoradotuyo;nopuedetenermásde

ochocentímetrosdeprofundidad.—Haypiedrasquesobresalenparapodercruzarlo,ypequeñospecesquenadan,

diminutos.¿Pejecillos?—Príncipesdisfrazados,todosellos—Theodoraseestiróalsolsobrelariberay

bostezó—.¿Renacuajos?—sugirió.—Pejecillos.Yasehapasadoeltiempodelosrenacuajos,boba,peroseguroque

podemosencontrarhuevosde rana.Yosolíacogerpecescon lasmanospara luegodejarlosir.

—Habríassidounaestupendaesposaparaungranjero.—Éste es un rincón para picnics, con un almuerzo junto al arroyo y huevos

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cocidos.Theodoraseechóareír.—Ensaladadepolloytartadechocolate.—Limonadaenuntermo.Salderramada.Theodorarodóporelsuelolujuriosamente.—Seequivocanconlodelashormigas,¿sabes?Casinuncahayhormigas.Vacas,

alomejor,peronocreohabervistojamásunahormigaestandodepicnic.—¿Siempre hubo un toro en el prado? ¿Siempre ha habido alguien que dijera

«peronopodemosatravesareseprado;ahíesdondepaceeltoro»?Theodoraabrióunojo.—¿Tútuvisteuntíocómico?¿Conelquetodoelmundosereíasinimportarlo

quedijera?¿Yél solíadecirtequeno tuvierasmiedodel toro,quesiel torovenía,despuésdetodoloúnicoqueteníasquehacereraagarrarledelaanillaquelecolgabadelanarizyvoltearloporencimadetucabeza?

Eleanorechóunguijarroalarroyoyloobservóhundirsecontodaclaridadhastaelfondo.

—¿Tuvistemuchostíos?—Miles.¿Ytú?Alcabodeunminuto,Eleanordijo:—Oh,sí.Grandesypequeñosygordosyflacos.—¿TienesunatíaEdna?—UnatíaMuriel.—¿Tirandoadelgada?¿Gafassinmontura?—Unbrochedegranate—dijoEleanor.—¿Siemprellevaunvestidorojooscuroalasfiestasfamiliares?—Condobladillosdeencaje…—Entoncescreoquerealmentedebemosestaremparentadas—dijoTheodora—.

¿Solíasllevaruncorrectordental?—No.Teníapecas.—Yo fui a aquella escuela privada en la queme obligaron a aprender a hacer

reverencias.—Yosiempremepasabael inviernoacatarrada.Mimadremeobligabaa llevar

gruesoscalcetinesdelana.—Mimadreobligóamihermanoa llevarmea losbailes,dondeyo solíahacer

reverenciasadiestroysiniestro.Mihermanotodavíameodia.—Yomecaíalsuelodurantelaprocesióndegraduación.—Yomeolvidédemisfrasesenlaopereta.—Yosolíaescribirpoesía.—Sí—dijoTheodora—.Estoyseguradequesomosprimas.Sesentó,riendo,yentoncesEleanordijo:—Calla;algosehamovidoahíenfrente.

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Inmóviles, juntando loshombros la una contra la otra, observaron, vigilando eltramo de ladera al otro lado del arroyo donde la hierba se había movido, algoinvisibleabrirsepasolentamenteporlabrillanteyverdecolina,congelandolaluzdelsolyelarroyocantarín.

—¿Qué es? —dijo Eleanor con el aliento entrecortado, y Theodora puso unamanoenérgicasobresumuñeca.

—Se hamarchado—dijoTheodora claramente, y el sol regresó y volvió a sercálido—.Eraunconejo—dijoTheodora.

—Yonolohevisto—dijoEleanor.—Lohevistoenelmomentoenelquelohasdicho—dijoTheodoraconfirmeza

—.Eraunconejo.Haseguidocolinaarribahastaperdersedevista.—Llevamos fuera demasiado tiempo —dijo Eleanor y alzó la vista con

preocupación hacia el sol que ya tocaba los picos de las colinas. Se levantórápidamente y descubrió que tenía las piernas aturdidas después de haber estadoarrodilladaenlahierbahúmeda.

—Imagínate, dos espléndidasmuchachasque salendepicnic comonosotras—dijoTheodora—,asustadasporunconejo.

Eleanorseinclinóhaciaellayletendióunamanoparaayudarlaalevantarse.—Deverdad que deberíamos volver—dijo, y como ellamisma no acababa de

comprendersuapremiantedesasosiego,añadió—.Puedequelosotroshayanllegadoya.

—Tendremosquevolverprontoparaunpicnicencondiciones—dijoTheodora,siguiendo cuidadosamente el sendero, que ascendía uniformemente la colina—.Deverdadquedeberíamosorganizarunbuenpicniccomolosdeantesjuntoalarroyo.

—PodemospedirlealaseñoraDudleyquenoscuezaunoshuevos—Eleanorsedetuvoensecoenmitaddelsendero,sinvolverse—.Theodora—dijo—,deverdadnocreoquepueda,¿sabes?Deverdadnocreoqueseacapazdehacerlo.

—Eleanor—Theodoralepasóunbrazoporencimadeloshombros—,¿dejaríasquenossepararanahora?¿Ahoraquehemosdescubiertoquesomosprimas?

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Elsoldesapareciólimpiamentetraslascolinas,deslizándosecasiconavidez,alfin,entrelosmacizosalmohadados.HabíalargassombraseneljardíncuandoEleanoryTheodorasalierondelsenderoendirecciónalaverandadeHillHouse,cuyoenojadorostroquedabafelizmenteocultoporlaoscuridadcreciente.

—Hayalguienesperando—dijoEleanoracelerandoelpaso,ydeestemodovioporprimeravezaLuke.Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes,pensó,ysóloatinóadecir:

—¿Nosestababuscando?Lukesehabíaaproximadoalabarandilladelaveranda,observándolasalaluzdel

crepúsculo,yahoraseinclinódedicándolesunprofundogestodebienvenida.—«Hallándomeentrelosmuertos—dijo—,esquemuertodeboestar».Señoritas,

si son ustedes las fantasmales inquilinas de Hill House, aquí me quedaré parasiempre.

Esunpocobobalicón,pensóEleanorconseveridad,yTheodoradijo:—Sentimosnohaberestadoaquípararecibirle;estábamosexplotando.—No se preocupe, nos ha recibido una acerba vieja lechuza de cara agria—

respondióél—.«Muybuenas»,mehadicho,«esperoverleconvidamañanacuandoregreseysucenaestáenelaparador».Dicholocual,hapartidoenundescapotabledeúltimageneraciónencompañíadeotrosdosasesinos.

—La señoraDudley—dijoTheodora—.El primer asesino debe serDudley, elportero;ysupongoqueelotroseríaelcondeDrácula.Unafamiliadelomásmaja.

—Yaqueestamosrepasandoelrepartodepersonajes—dijo—,yomellamoLukeSanderson.

Eleanorsevioimpelidaahablarporelsobresalto:—¿Entonces esustedmiembrode la familia? ¿LospropietariosdeHillHouse?

¿NoesunodelosinvitadosdeldoctorMontague?—Efectivamente soymiembro de la familia; algún día esta augusta choza será

mía; hasta entonces, sin embargo, estoy aquí en calidad de invitado del doctor

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Montague.Theodoradejóescaparunarisita.—Nosotras—dijo—somosEleanoryTheodora,dosniñaspequeñasqueestaban

planeandounpicnicjuntoalarroyoyquehanvueltoacasaasustadasporunconejo.—Yo le tengo un terror cerval a los conejos—concurrió cortésmente Luke—.

¿Mepermitiríanacompañarlassimecomprometoallevarlacestadelpicnic?—Puedetraersuukeleleytocarparanosotrasmientrascomemosemparedadosde

pollo.¿HallegadoeldoctorMontague?—Estádentro—dijoLuke—,disfrutandodesucasaencantada.Permanecieronunminuto en silencio, deseando acercarsemutuamente, y luego

Theodoradijodébilmente:—¿Yanohacetantagracia,verdad,ahoraqueestáanocheciendo?—Señoritas, bienvenidas—se abrió la gran puerta de entrada—.Pasen. Soy el

doctorMontague.

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EralaprimeravezqueestabanloscuatrojuntosenelamplioyoscurorecibidordeHill House. A su alrededor la casa se afirmó y los ubicó, por encima de ellos lascolinas dormían vigilantes, pequeños remolinos de aire y sonido ymovimiento seagitabanyesperabanysusurraban,ydealgúnmodoelcentrodeconcienciaeraaquelpequeñoespacioenelqueseencontraban,cuatropersonasdistintas,mirándoseconconfianzaunosaotros.

—Mealegramuchoquetodoelmundohayallegadosanoysalvo,yatiempo—dijoeldoctorMontague—.Bienvenidostodos,bienvenidosaHillHouse,sibienalomejor lo más apropiado sería que tal sentimiento proviniera de usted, Luke,muchacho. En cualquier caso, bienvenidos, bienvenidos. Luke, muchacho, ¿sabeprepararunmartini?

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EldoctorMontagueelevósucopaysorbióesperanzado,paraluegosuspirar:—Decente—dijo—.Sólodecente,muchacho.PornuestroéxitoenHillHouse,en

todocaso.—¿Cómosecuantificaexactamenteeléxitoenunasuntocomoeste?—preguntó

Lukeconcuriosidad.Eldoctorrió.—Digamos entonces —replicó— que espero que los cuatro tengamos una

estancia emocionante y quemi libro haga botar amis colegas en sus asientos.Nopuedocalificarsuvisitadevacaciones,apesardequeaalgunoselopuedaparecer,porqueesperopodercontarconsutrabajo,aunqueeltrabajo,porsupuesto,dependerámucho de lo que sea que haya que hacer, ¿verdad?Notas—dijo con alivio, comoagarrándose a una solidez inquebrantable en un mundo de niebla—. Notas.Tomaremosnotas,paraalgunosunatareanodeltodoinsoportable.

—Siempre y cuando nadie haga bromas sobre espíritus y espirituosos —dijoTheodoraalargándoleaLukesucopaparaqueselarellenara.

—¿Espíritus?—el doctor la miró atentamente—. ¿Espirituosos? Sí, claro. Porsupuesto.Ningunodenosotros…—dudó, frunciendoelceño—.Ciertamenteno—dijo,ylediotresrápidosyagitadostragosasucóctel.

—Es todo tan extraño —dijo Eleanor—. Quiero decir, esta mañana mepreguntabacómoseríaHillHouse,yahoranopuedocreerquesearealyqueestemosaquí.

Estabansentadosenunpequeñosalón,elegidoporeldoctor,queloshabíaguiadohastaélsiguiendounestrechocorredor,titubeandoenunprincipioperoorientándoseen última instancia.No era una habitación acogedora, ciertamente. Tenía un techodesagradablementealtoyunaestrechachimeneadeladrillosqueparecíafríaapesardel fuego que Luke había encendido de inmediato; las sillas en las que se habíansentado eran redondas y resbaladizas, y la luz que salía a través de las pantallascoloreadas de las lámparas creaba sombras en los rincones. La sensación másabrumadoradelahabitacióneraelpúrpura;bajosuspieselalfombradoresplandecíasiguiendo apagados y enrevesados patrones, las paredes estaban empapeladas entonos dorados, y un cupido de mármol destellaba fatuamente sobre ellos desde elmantodelachimenea.Cuandoquedabanensilenciounmomento,elpesocalladodelacasapresionabasobreellosdesdetodaslasdirecciones.Eleanor,preguntándosesirealmente estaría allí, en vez de soñando Hill House desde algún lugar seguro eimposiblementeremoto,recorriólentaycuidadosamentelahabitaciónconlamirada,diciéndoseasímismaqueaquelloerareal,aquellascosasexistían,desdelosladrillosquerodeabanlachimeneahastaelcupidodemármol;estaspersonas ibanasersus

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amigas. El doctor era redondo y sonrosado y barbado y parecía como si debieraencontrarseconmáspropiedadsentadofrentealfuegoenunagradablesaloncito,conungatosobrelasrodillasyunasonrosadaesposaquelellevarabizcochosuntadosdemermelada,ysinembargoerainnegablementeelmismodoctorMontaguequehabíaguiadoaEleanorhastaallí,unhombrecitotantozudocomobieninformado.Alotrolado de la chimenea, frente al doctor, estaba Theodora, que se había dirigidoinfaliblementealasillamenosincómoda,sehabíaretorcidosobreellahastapasarlaspiernasporencimadelosbrazosylacabezaapoyadasobreelrespaldo;escomounagata, pensó Eleanor, y evidentemente una gata que esperaba su cena. Luke nopermanecía quieto unminuto, sino que paseaba en ambas direcciones frente a lassombras, rellenandocopas,agitandoel fuego, tocandoelcupidodemármol;estababieniluminadoporelfuego,einquieto.Todosguardabansilencio,mirandoelfuego,perezososdespuésdesusrespectivosviajes,yEleanorpensó,Soylacuartapersonaenestecuarto;soyunadeellos;encajo.

—Yaqueestamostodosaquí—dijoLukederepente,comosinohubierahabidopausa en la conversación—, ¿no deberíamos ir familiarizándonos unos con otros?Hasta ahora sólo conocemos los nombres. Sé que Eleanor, aquí sentada, es la quelleva el suéter rojo, así que en consecuencia debe ser Theodora la que viste elamarillo.

—EldoctorMontaguetienebarba—dijoTheodora—,porlotantousteddebedeserLuke.

—Y tú eresTheodora—dijoEleanor—,porqueyo soyEleanor—unaEleanor,pensó triunfalmente, que encaja, que habla con facilidad, que está sentada junto alfuegoconsusamigos.

—Por lo tanto tú llevas puesto el suéter rojo —le explicó Theodora consobriedad.

—Yonotengobarba—dijoLuke—,asíqueéldebeserelprofesorMontague.—Yotengobarba—dijoeldoctorMontague,complacido,ylosmiróatodoscon

una expresión de felicidad—.Ami esposa—les contó— le gusta que un hombrelleve barba. A muchas mujeres, por otra parte, la barba les parece de mal gusto.Esperoquemeperdone,queridomuchacho,perounhombreafeitadonuncaparececompletamente vestido, o esome dice almenosmimujer—y le alargó su copa aLuke.

—Ahora que sé cuál de nosotros soy yo—dijo Luke—, permítanme que meidentifique con más detalle. En la vida privada, asumiendo que esta sea la vidapúblicayqueelrestodelmundoseadeverdadprivado,soy,vamosaver…torero.Sí.Torero.

—YoamomiamorconunaB—dijoEleanorapesardesímisma—,porquetienebarba.

—Muycierto—asintióLukeendirecciónaella—.EsomeconvierteeneldoctorMontague.VivoenBangkokymihobbyesimportunaralasmujeres.

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—Enabsoluto—protestóeldoctorMontague,divertido—.VivoenBelmont.TheodorarióeintercambióconLukeesarápidamiradadeentendimientoquele

había dedicado antes a Eleanor. Eleanor, observándola, pensó ásperamente que enocasionespodría llegar a resultar opresivo estardurantemucho tiempo junto aunapersonatanperceptiva,taninmediatamenteensintonía,comoTheodora.

—Yo de profesión soy modelo de artista —dijo rápidamente Eleanor, parasilenciarsuspensamientos—.Llevounavidafrenéticayabandonada,envueltaenunchal,dedesvánendesván.

—¿Escruelydisipada?—preguntóLuke—.¿Oesunadeesasfrágilescriaturasqueseenamorandelhijodeunlordyacabanlanguideciendo?

—¿Perdiendotodatubellezaytosiendosinparar?—añadióTheodora.—Prefieropensarquetengouncorazóndeoro—dijoEleanorreflexivamente—.

En cualquier caso, mis amoríos son la comidilla de los cafés —pero qué estoydiciendo,pensó.Quéestoydiciendo.

—Pordesgracia—dijoTheodora—,yosoylahijadeunlord.Normalmentevistode seda y encaje y paños de oro, pero hoy he tomado prestados los atavíos demidoncellaparapresentarmeanteustedes.Por supuestopodría acabar enamorándomedetalmododelavidacomúncomoparanuncavolver,ylapobremuchachatendráquebuscarseunasropasnuevas.¿Yusted,doctorMontague?

Eldoctorsonrióendirecciónalalumbre.—Unperegrino.Unvagabundo.—Ciertamente se trata de un grupo congenial —dijo Luke con aprobación—.

Destinados a ser amigos inseparables, de hecho. Una cortesana, un peregrino, unaprincesa y un torero. A buen seguro que Hill House nunca habrá visto inquilinossemejantes.

—Yoesehonor se lootorgoaHillHouse—dijoTheodora—.Yo síquenuncahabía visto nada igual—se levantó, llevando su copa, y se acercó a examinar unjarróndefloresdecristal—.¿Cómosuponequellamaríanaestahabitación?

—Gabinete,quizá—dijoeldoctorMontague—.Quizáboudoir.Hepensadoqueestaríamosmáscómodosaquíqueencualquieradelasotrashabitaciones.Dehecho,creo que deberíamos considerar esta estancia nuestro centro de operaciones, unaespeciedehabitacióncomún;quizánoseamuyalegre…

—Porsupuestoqueesalegre—dijoTheodoraenérgicamente—.Nohaynadaquelevanteelánimomásqueuntapizadocastañoylospanelesderoble,¿yquéesesoquehayenlaesquina?¿Unasillademanos?

—Mañanapodráverlasotrashabitaciones—ledijoeldoctor.—Si vamos a adoptar esta habitación como centro de nuestras jaranas—dijo

Luke—, propongo que traigamos algo para sentarnos. No soy capaz de aguantardemasiadotiempoencimadenada;meescurro—ledijoconfidencialmenteaEleanor.

—Mañana—dijo el doctor—.Mañana, de hecho, exploraremos toda la casa yacomodaremoslascosasanuestraconveniencia.Yahora,sihanterminadotodos,les

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sugieroqueaverigüemosquénoshapreparadolaseñoraDudleyparacenar.Theodorasemoviódeinmediatoyacontinuaciónseparóenseco,desconcertada.—Alguienvaa tenerqueguiarme—dijo—.Soyincapazdedecirdóndeestáel

comedor—señalóconeldedo—.Esapuertadaalpasilloque llevaal recibidor—dijo.

Eldoctorsofocóunarisilla.—Se equivoca, querida.Esa puerta conduce al conservatorio—se levantó para

dirigirelcamino—.Yoheestudiadounmapadelacasa—dijoconcomplacencia—,ycreoquesólotenemosquesalirporestapuerta,recorrerelpasillohastaelrecibidor,atravesaresteylasaladebillaryencontraremoselcomedor.Noesdifícil—añadió—,unavezsetieneunpocodepráctica.

—¿Porquéliarsedetalmanera?—preguntóTheodora—.¿Aquétantaspequeñashabitacionesextrañas?

—Quizálesgustaseesconderseunosdeotros—dijoLuke.—Yonopuedocomprenderporquéloquerríantodotanoscuro—dijoTheodora.

EllayEleanorseguíanaldoctorMontagueporelpasilloyLukecerraba lamarchatras ellas, demorándose paramirar en el interior del cajón de unamesa estrecha ypreguntándoseasímismoenvozaltaacercadelvalordelascabezasdecupidoyloshatillosdelazosquerematabanlascelosíasdeloscuropasadizo.

Algunasdeestashabitacionessoncompletamenteinteriores—dijoeldoctorpordelante de ellos—. No tienen ventanas ni ningún tipo de acceso al exterior. Encualquier caso, esto no resulta del todo sorprendente en una casa de este período,particularmente cuando uno recuerda que las ventanas que sí tenían acababanprofusamenteamortajadasporcortinasycolgadurasenelinterioryporarbustosenelexterior.Ah—abrió lapuertadelpasilloysalieronal recibidor—.Ahora…—dijo,estudiando las posibilidades que tenía enfrente, dos puertas más pequeñasflanqueando lagranpuertacentraldedoblehoja—,ahora…—dijoy seleccionó lamás próxima—. Es cierto que la casa tiene sus pequeñas rarezas —prosiguió,manteniendo abierta la puerta para que pudieran acceder a una habitacióncompletamente a oscuras—. Luke, ven y mantenme esto abierto para que puedaencontrarelcomedor.

Moviéndoseconcautela,atravesólahabitaciónaoscurasyabrióunapuerta,ylosdemás le siguieron hasta la estancia más agradable que habían visto hasta elmomento;másagradable,bienes cierto,debidoa la luzy alolory lavisiónde lacomida.

—Mefelicitoamímismo—dijoeldoctor,frotándosealegrementelasmanos—.Leshe conducidohasta la civilización a través de los baldíos inexplorados deHillHouse.

—Deberíamostomarcomocostumbreeldejartodaslaspuertasabiertasdeparenpar—Theodoraechóunvistazonerviosoasusespaldas—.Odiotodoestedeambularenlaoscuridad.

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—Entonces habrá que ponerles algún calzo para mantenerlas abiertas —dijoEleanor—.Todaslaspuertasdeestacasasecierransolasencuantolassueltas.

—Mañana—dijoeldoctorMontague—.Meloapuntaré.Topesparalaspuertas.Seaproximóalegrementealaparador,dondelaseñoraDudleyhabíadejadouna

mufla y una contundente hilera de platos cubiertos. La mesa estaba puesta paracuatro,conunfastuosodesplieguedevelasydamascoyplatapesada.

—Veo que no han escatimado nada—dijo Luke cogiendo un tenedor con ungestoquehabríaconfirmadolaspeoressospechasdesutía—.Hasacadolaplatadelafamilia.

—CreoquelaseñoraDudleysesienteorgullosadelacasa—dijoEleanor.—Notieneintencióndeofrecernosunamesapobre,encualquiercaso—dijoel

doctor,observandoelinteriordelamufla—.Esunapañoexcelente,mepareceamí.Deestemodo, laseñoraDudleypuedepartirdeaquícon tiempodesobraantesdeque anochezca y a nosotros nos permite disfrutar de la cena sin su poca atractivacompañía.

—Quizá—dijoLukeobservandoelplatoqueestaballenandogenerosamente—,quizá he sido injusto con la buena señora Dudley… ¿Por qué debo continuarpensando en ella, perversamente, como la buena señora Dudley?Quizá haya sidoinjusto con ella.Mehadichoque esperaba encontrarmevivopor lamañanayquenuestracenaestabaenelhorno;ahorasospechoqueloquepretendíaeraquemurieradeglotonería.

—¿Quéesloquelaataaestesitio?—lepreguntóEleanoraldoctorMontague—.¿Porquépermanecenellaysuesposo,solos,enestacasa?

—Según tengoentendido, losDudley llevancuidandodeHillHousedesdequecualquiera pueda recordar; ciertamente los Sanderson se mostraron perfectamentesatisfechosdepoderseguircontandoconellos.Peromañana…

Theodorasoltóunarisita.—Probablemente la señora Dudley es el único miembro superviviente de la

familiaa laqueHillHousepertenecerealmente.Yocreoquesóloestáesperandoaque todos los herederos de los Sanderson (ése eres tú, Luke) fallezcan de variasmanerashorribles,yentoncespodráheredarlacasaylafortunaenjoyasenterradaenelsótano.OquizáellayDudleyacumulansuoroenlacámarasecreta,ohaypetróleobajolacasa.

—No hay cámaras secretas en Hill House—dijo el doctor con rotundidad—.Naturalmente,esaposibilidadyasehasugeridoconanterioridad,ycreoquepuedoafirmar con total seguridad que no existe semejante dispositivo romántico en estelugar.Peromañana…

—Encualquiercaso,elpetróleoesdecididamenteaguapasada,nadadignodeserdescubiertobajolapropiedadenlos tiemposquecorren—ledijoLukeaTheodora—.LomínimoporloquelaseñoraDudleypodríaasesinarmeasangrefríadeberíaserporuranio.

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—Oporpuradiversión—dijoTheodora.—Sí—dijoEleanor—,pero¿nosotrosporquéestamosaquí?Lostreslamiraronduranteunlargominuto,TheodorayLukeconcuriosidad,el

doctorgravemente.EntoncesTheodoradijo:—Justolomismoqueibaapreguntaryo.¿Quéhacemosnosotrosaquí?¿Quées

loquelepasaaHillHouse?¿Quévaapasar?—Mañana…—No —dijo Theodora casi con petulancia—. Somos tres personas adultas e

inteligentes. Todos hemos recorrido un largo camino, doctor Montague, parareunirnosconustedaquí,enHillHouse;Eleanorquieresaberporquéyyotambién.

—Yotambién—dijoLuke.—¿Por qué nos ha traído aquí, doctor? ¿Qué le ha traído a usted en concreto?

¿CómoconociólaexistenciadeHillHouse,porquétienesemejantereputaciónyquéesloquehapasadoaquíenrealidad?¿Quéesloquevaasuceder?

Eldoctorfruncióelceño,adisgusto.—No lo sé—dijo, y a continuación, cuandoTheodorahizoun rápidogestode

irritación, prosiguió—, no sé mucho más sobre la casa de lo que puedan saberustedes,ynaturalmenteteníalaintencióndecontarlestodoloquesé,encuantoaloquevaaocurrir,loiréaveriguandoalmismotiempoqueustedes.Peromañanaserámásapropiadoparahablardeello;alaluzdeldía…

—Noenmicaso—dijoTheodora.—Le aseguro—dijo el doctorqueHillHouse estará tranquila esta noche.Estas

cosassiguenciertospatrones,comosi losfenómenospsíquicosestuvieransujetosaleyesdeunanaturalezamuyparticular.

—Sinceramentecreoquedeberíamoshablarloestamismanoche—dijoLuke.—Notenemosmiedo—añadióEleanor.Eldoctordejóescaparotrosuspiro.—Supongan—dijolentamente—queoyenlahistoriadeHillHouseydecidenno

permanecerenella.¿Cómopodríanmarcharse,enplenanoche?—paseóunarápidamiradapor todosellos—.Laverjaestácerrada.HillHouse tieneunareputacióndehospitalidadinsistente;alparecernolegustadejarquesushuéspedessemarchen.Laúltimapersonaque intentó abandonarHillHouse enplenanoche (sucedióhace18años,esosí)fallecióenlacurvadelcaminodeentrada,dondesucaballoseencabritóy loaplastócontraelárbolmásgrande.Suponganquese locuento todosobreHillHouse y que uno de ustedes quisiera marcharse. Mañana, al menos, podríamosasegurarnosdequellegarasanoysalvohastaelpueblo.

—Pero no vamos a salir huyendo —dijo Theodora—. Yo no lo voy a hacer,Eleanornolovaahacer,yLuketampoco.

—Inamoviblessobrelosbastiones—dijoLuke.—Sonustedesungrupodeayudantesdelomásamotinados.Despuésdelacena,

entonces.Nosretiraremosanuestropequeñoboudoirparatomarelcaféyunpocode

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esebuenbrandyqueLuketieneensumaleta,ylescontarétodoloquesésobreHillHouse.Porahora,encualquiercaso,hablemosdemúsica,odepintura,oinclusodepolítica.

4

—Nohabíadecididoaún—dijoeldoctor,haciendogirarelbrandyenelinteriordesucopa—lamejormaneradeprepararlesalostresparaHillHouse.Ciertamentenolespodíaescribiralrespectoytodavíaahorasoycompletamentereacioainfluenciarsusmentesconunahistoriatancomplejaantesdequehayantenidounaoportunidaddeverporustedesmismos.

Habíanregresadoalpequeñogabinete,satisfechosycasisomnolientos.Theodorahabíaabandonadotodointentodeacomodarseenunasillaparasentarseenelsuelosobre laalfombra,enfrentede lachimenea,con laspiernascruzadasyamodorrada.Eleanor,quehabíapretendidosentarseenlaalfombrauntoaella,nolohabíapensadoa tiempo, se había condenado a una de las resbaladizas sillas y ahora se resistía aatraer laatenciónmoviéndosey sentándosedesmañadamenteenel suelo.LabuenacenadelaseñoraDudleyyunahoradeconversacióntranquilahabíanevaporadoeltenueambientedeirrealidadyrestricción;habíanempezadoaconocerseunosaotros,areconocersusvocesindividualesysusmanierismos,rostrosyrisas;EleanorpensóconunapequeñasacudidadesorpresaquesólollevabaenHillHousecuatroocincohoras,ysonríoligeramenteendirecciónalfuego.Podíasentireldelicadotallodelacopa entre sus dedos, la rígida presión de la silla contra su espalda, los tenuesmovimientos del aire por la habitación, casi imperceptibles salvo por el escasomovimiento de borlas y junquillos. La oscuridad descansaba en los rincones y elcupidodemármollessonreíadesdearribaconhumormofletudo.

—Quémomentoparaunahistoriadefantasmas—dijoTheodora.—Si hace el favor —dijo el doctor envarado—. No somos niños intentando

asustarnosunosaotros.—Perdón —sonrió Theodora—. Sólo estoy intentando acostumbrarme a todo

esto.—Serámejor—dijoeldoctor—queejercitemosunagranprecaucióneneluso

dellenguaje.Lasnocionespreconcebidasacercadefantasmasyapariciones…

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—Lamanocercenadaenlasopa—dijoLukeservicialmente.—Mi querido muchacho. Haga el favor. Intentaba explicarles que nuestro

propósito aquí, siendo como es de naturaleza científica y exploratoria, no deberíaverseafectado,quizáinclusosesgado,porelvagorecuerdoderelatosterroríficosquepertenecen con propiedad al ámbito de, cómo decirlo, las acampadas junto a lahoguera—satisfechoconsigomismo,miróasualrededorparaasegurarsedehaberlesdivertidoatodos—.Dehecho,misinvestigacionesdeesteúltimopardeañosmehanconducidoaciertasteoríasrespectoalosfenómenospsíquicosqueahora,porprimeravez,voyatenerlaoportunidaddeponeraprueba.Loideal,porsupuesto,seríaqueustedes no supieran absolutamente nada sobre Hill House. Deberían mostrarseignorantesyreceptivos.

—Ytomarnotas—murmuróTheodora.—Notas.Sí,efectivamente.Notas.Encualquiercaso,medoycuentadequeno

resultaría nada práctico ocultarles por completo todos los antecedentes,principalmente porque no son ustedes personas acostumbradas a enfrentarse a unasituaciónsinpreparación—losobservóconunaexpresiónastutaenelrostro—.Noson sino tres niños voluntariosos y consentidos dispuestos a insistir hasta que lescuenteuncuentodebuenasnoches.

Theodorasoltóunarisillayeldoctorasintiósatisfechohaciaella.Selevantóysesituójuntoalachimeneaconlaposeinconfundibledeunmaestrofrenteasuclase;parecía sentir la ausencia de una pizarra a sus espaldas, porque en una o dosocasionessedio lavueltacon lamanoalzada,comosibuscarauna tizacon laquerecalcarunaidea.

—Ahora—dijo—repasaremoslahistoriadeHillHouse.Ojalátuvierapapelylápiz,pensóEleanor,sóloparaquepudierasentirsecomoen

casa.MiródereojoaTheodorayaLukeydescubrióquelosrostrosdeamboshabíanadoptado instintivamente un aspecto de alumnos absortos; cuánta concentración,pensó;hemospasadoaotraetapadenuestraaventura.

—Recordaránustedes—comenzó el doctor— las casas descritas en elLevíticocomotsaraas,«leprosas»,olaexpresióndeHomeroparaelaverno:aidaodomos,lacasadeHades;noharáfaltaquelesrecuerde,creoyo,queelconceptodequeciertascasasestánprohibidasosonimpuras,quizásagradas,estanantiguocomolamentehumana.Ciertamente existen lugares a los que inevitablemente se les atribuye unaatmósferadesantidadybondad;noseríaportantodemasiadofantasiosoafirmarquealgunascasassonmalasdenacimiento.HillHouse,seacualsealacausa,haresultadoserinapropiadaparalahabitaciónhumanadurantelosúltimosveinteaños.Cómoeraantes,sisupersonalidadquedómoldeadaporlagentequevivióaquíolascosasquehicieron, o si fuemalvada desde el primermomento, son preguntas que no puedoresponder.Naturalmente,esperoquetodosacabemossabiendomuchomássobreHillHouse antes de marcharnos. Nadie sabe, ni siquiera, por qué algunas casas sondescritasmedianteelapelativode«encantadas».

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—¿DequéotromodopodríallamaraHillHouse?—arguyóLuke.—Bueno…perturbada,quizá.Leprosa.Enferma.Cualquierade loseufemismos

populares para la locura; una casa trastornada es una bonita alusión. Hay teoríaspopulares, en cualquier caso, que desestiman lo ultraterreno, lo misterioso; haypersonas que afirman que las perturbaciones que yo llamo «psíquicas» son enrealidad fruto de aguas subterráneas, o corrientes eléctricas, o alucinacionesprovocadas por el aire contaminado; presión atmosférica, manchas solares,movimientostectónicos,todosellostienenpartidariosentrelosescépticos.Lagente—dijoeldoctorcontristeza—siempretanansiosaporsacarlascosasalaluz,dondepuedan ponerles un nombre, aunque sea un nombre sin sentido, siempre y cuandotenga un deje científico—suspiró, relajándose, y les dedicó una pequeña sonrisaburlona—.Unacasaencantada—dijo—.Todoelmundoseríe.Alfinalmesorprendídiciéndolesamiscolegasdelauniversidadqueesteveranoibaairdeacampada.

—Yolehedichoalagentequeibaaparticiparenunexperimentocientífico—dijoservicialmenteTheodora—.Sindecirlesniquénidónde,porsupuesto.

—Presumiblemente sus amigos no se tomarán tan a pecho los experimentoscientíficos como losmíos.Sí—eldoctor suspiródenuevo—.De acampada.Amiedad.Ysinembargo,esosíselohancreído.Enfin.

Volvióaponerseenpieymanoseóasulado,quizábuscandounavara.—OíhablarporprimeravezdeHillHousehaceunaño,debocadeunantiguo

inquilino.EmpezóasegurándomequehabíaabandonadoHillHousedebidoaquesufamiliaseoponíaavivirenunlugartanapartado,yacabódiciendoqueensuopiniónlacasadebíaserquemadahastaloscimientosyelsuelocubiertoconsal.AsutiemposupedeotraspersonasquehabíanalquiladoHillHouseydescubríqueningunadeellashabíapermanecidomásdeunpardedías,muchomenosladuracióníntegradesus contratos, dando motivos que iban desde lo húmedo del lugar (algocompletamente falso, por cierto; la casa esmuy seca) a la acuciante necesidad demudarseaotrolugarporcuestióndenegocios.Esdecir,todoslosinquilinosquehanabandonadoHillHouseapresuradamentehanhechounesfuerzoporargumentarunmotivoracionalparasumarcha,ysinembargotodosellossefueron.Porsupuesto,heintentado averiguar más cosas directamente de boca de estos inquilinos, y sinembargoenningúncasoheconseguidopersuadirlesdequemehablarandelacasa;todos parecieron completamente reacios a proporcionarme información y semostraron, de hecho, renuentes a recordar los detalles de sus estancias. Sólo unaopinión losunía a todos.Sin excepción, todasy cadaunade las personasquehanpasado algún tiempo en esta casa me apremiaron a mantenerme lo más alejadoposibledeella.NingunodeestosanterioresinquilinospudoobligarseaadmitirqueHillHouseestéencantada,perocuandovisitéHillsdaleyconsultélahemeroteca…

—¿Periódicos?—preguntóTheodora—.¿Huboalgúnescándalo?—Oh,sí—dijoeldoctor—.Unescándaloperfectamenteespléndido,conlocura,

suicidioydemandas judiciales.Entonces averigüéque los lugareñosnoalbergan la

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másmínimadudaacercade lacasa.Porsupuesto,heoídounadocenadiferentederelatos(francamentenosehacenustedesideadeloincreíblementedifícilqueresultaobtener información detallada acerca de una casa encantada; les asombraría saberhastaqueextremoshetenidoquellegarsóloparaaveriguarlopocoquesé),ycomoresultadofuiaveralaseñoraSanderson,latíadeLuke,paraorganizarelalquilerdeHillHouse.Ellafuecompletamentefrancaacercadesunaturalezaindeseable…

—Hacerarderunacasaesmásdifícildeloqueustedseimagina—dijoLuke.—…pero semostródeacuerdoencedérmeladuranteun tiempo reducidopara

que pudiera llevar a cabomi investigación, a condición de que unmiembro de lafamiliaestuvierapresentedurantelamisma.

—Esperan que pueda disuadirle —dijo Luke solemnemente— para que nodesentierrelosantiguosyadorablesescándalosdelafamilia.

—Ahí lo tienen. Ahora ya les he explicado qué me ha traído hasta aquí y elmotivode lapresenciadeLuke.Encuantoaustedesdos, señoritas, todossabemosque han venido porque me puse en contacto con ustedes por escrito y ambasaceptaronmiinvitación.Miesperanzaesquecadaunadeustedespueda,asumodo,intensificar las fuerzas que operan en la casa; Theodora ha demostrado estar enposesióndeciertahabilidad telepáticayEleanorestuvo, enelpasado, íntimamenteinvolucradaenunfenómenopoltergeist.

—¿Yo?—Porsupuesto—eldoctorlamiróconcuriosidad—.Hacemuchosaños,cuando

eraustedniña.Laspiedras…Eleanor fruncióel ceñoynegócon la cabeza.Susdedos temblaronen tornoal

tallodesucopayacontinuacióndijo:—Fueron los vecinos.Mimadre dijo que lo hicieron los vecinos. La gente es

celosa.—Quizáseaasí—eldoctorhablólentamente,dedicándoleunasonrisaaEleanor

—.El incidentequedóolvidadohacemucho,por supuesto; sólo lohemencionadoporqueeseeselmotivodequelaquisieraaquíenHillHouse.

—Cuandoyo eraniña—dijoperezosamenteTheodora—,«hacemuchos años»,tal y como ha dicho usted con supremo tacto, doctor, me dieron unos azotes porlanzar un ladrillo contra el tejado de un invernadero. Recuerdo que pensé en ellolargo y tendido, recordando la azotaina pero recordando también el hermosoestropicioy,traspensarenellomuyseriamente,salíyvolvíahacerlo.

—Yonolorecuerdomuybien—ledijoEleanortitubeantealdoctor.—Pero¿porqué?—preguntóTheodora—.Quierodecir,quepuedoaceptarque

haya quien suponga que Hill House está encantada y que usted nos quiera aquí,doctor Montague, para ayudarle a seguir la huella de lo que sea que suceda (y,ademásdeeso,meapuestoloqueseaaquetampocolehabríahechoningunagraciaencontrarseaquícompletamentesolo),perosencillamentenoloentiendo.Esunacasavieja y horrible y si yo la hubiera alquilado gritaría con todasmis fuerzas queme

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devolvieraneldinerosóloconhabervistoelrecibidor,pero¿quéesloquehayaquí?¿Quéesloquedeverdadatemorizaalagentedetalmodo?

—Novoyaponerlenombreaaquelloquenolotiene—dijoeldoctor—.Nolosé.

—Nunca me dijeron siquiera lo que estaba pasando —le dijo Eleanor conurgencia aldoctor—.Mimadredijoque fueron losvecinos, siempreestuvieronencontranuestraporqueellanosemezclabaconellos.Mimadre…

Lukelainterrumpió,lentaydeliberadamente.—Creo —dijo— que lo que todos queremos son hechos. Algo que podamos

entenderyasimilar.—Antes—dijoeldoctor—voyahacerlesunapreguntaatodosustedes.¿Quieren

marcharse?¿CreenustedesquedeberíamoshacerlasmaletasydejaraHillHouseencompañíadesímismaparanuncamásvolveratenernadaqueverconella?

MiróaEleanoryEleanorjuntólasmanosapretándolas;heaquíotraoportunidaddehuir,pensó,ydijo:

—No—ymiróavergonzadaaTheodora—.Esta tardemeheportadocomounaniña—explicó—.Mehedejadollevarporelmiedo.

—Noestácontandotodalaverdad—dijoTheodoraconlealtad—.Noestabamásasustadadeloquelopudieraestaryo;noshemosllevadounsobresaltodemuerteporculpadeunconejo.

—Horriblescriaturas,losconejos—dijoLuke.Eldoctorrió.—Supongoque,decualquiermodo,todosestábamosnerviososestatarde.Esuna

conmocióndesagradablesalirdeesacurvayverHillHousecontodaclaridad.—Yoporunmomentohecreídoqueeldoctoribaaestamparelcochecontraun

árbol—dijoLuke.—Deverdadqueahorasoymuyvaliente,enunahabitacióncaliente,confuegoy

compañía—dijoTheodora.—Nocreoqueahorapudiéramosmarcharnosaunquequisiéramos.Eleanorhabíahabladoantesdedarsecuentarealmentedeloqueibaadecir,ode

cómo ibaa sonara losoídosde losotros;vioque laestabanmirandocon losojoscomoplatosyañadiódemanerapococonvincente:

—LaseñoraDudleynuncanosloperdonaría.Se preguntó si de verdad creían que eso era lo que había pretendido decir, y

pensó,Quizáahoranostiene,estacasa,quizánonosdejemarchar.—Tomemosunpocomásdebrandy—dijoeldoctor—ylescontarélahistoriade

HillHouse.Retomó su posición profesoral frente a la chimenea y comenzó poco a poco,

como alguien que debiera dar cuenta de reyes largamente fallecidos y guerraslargamentelibradas;suvozeracuidadosamentecarentedeemoción.

—HillHousedatadehaceunosochentaaños—comenzó—.Fueconstruidapor

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unhombrellamadoHughCraincomohogarparasufamilia;unacasadecampoenlaqueesperabaverasushijosynietosvivirrodeadosdelujoycomodidades,ydondetenía toda la intencióndeacabarsusdíasenpazy tranquilidad.Pordesgracia,HillHousefueunacasatristeprácticamentedesdeelprimermomento;lajovenesposadeHughCrainfalleciópocosminutosantesdequepudieraverporprimeravezlacasacon sus propios ojos, cuando el carruaje que la traía aquí volcó en el camino deentradaylajovendamaentró…ah,exánime,creoqueeslapalabraquesueleusarseenestoscasos,enlacasaquesumaridohabíaconstruidoparaella.HughCraineraunhombre triste y amargado, viudoy condoshijas pequeñas a las que criar, peronoabandonóHillHouse.

—¿Aquíhanvividoniñas?—preguntóEleanorconincredulidad.Eldoctorsonrió.—Lacasaesseca,comoyahedicho.Nohabíapantanosquepudierancausarles

fiebres, el aire del campo estaba consideradobeneficiosopara ellas y la casa en símisma era tenida por lujosa. No tengo ninguna duda de que dos niñas pequeñaspodríanhaberjugadoaquí;solas,quizá,peronoinfelices.

—Espero que no intentaran vadear el arroyo—dijo Theodora. Tenía lamiradaclavadaenelfuego—.Pobrecillas.Esperoquealguienlasdejaracorretearporesospradosyrecogerfloressilvestres.

—Supadrevolvióacasarse—prosiguióeldoctor—.Enotrasdosocasiones,paraserexactos.Parecehabersido…desafortunado,enloqueasusesposasserefiere.LasegundaseñoraCrainfalleciódebidoaunacaída,apesardequehesidoincapazdedeterminarelmodoolacausa.Sumuerteparecehabersidotantrágicaeinesperadacomo la de su predecesora. La tercera señora Crain falleció de lo que antes solíallamarse tisis en algún lugar de Europa; hay, en algún lugar de la biblioteca, unacolección de postales recibidas por las dos chiquillas, que permanecieron en HillHousemientrassupadreysumadrastraviajabandeunbalnearioaotro.Dejaronalaspequeñas aquí solas en compañíade su institutriz hasta lamuertede sumadrastra.Después de aquello,HughCrainmanifestó su intención de clausurarHillHouse yfijarsuresidenciaenelextranjero,ysushijasfueronenviadasavivirconunaprimadesumadre,yconellasiguieronhastaalcanzarlamadurez.

—EsperoquelaprimademamáfueraunpocomásjovialqueelviejoHugh—dijo Theodora, todavía con lamirada lóbregamente clavada en el fuego—.Nomeresultaagradablepensarenunasniñascreciendocomochampiñones,enlaoscuridad.

—Ellaspensabandeotromodo—dijoeldoctor—.LasdoshermanaspasaronelrestodesusvidaspeleandoporHillHouse.Apesardetodassusilusionesdefundaruna dinastía que tuviera aquí su epicentro, Hugh Crain murió en algún lugar deEuropa,pocodespuésdesuesposayHillHousepasóaserpropiedadconjuntadelasdos hermanas, que por aquel entonces ya debían ser jóvenes damas; la hermanamayor,comopoco,habíadebutadoensociedad.

—Ysehabíarecogidoelpeloyhabíaaprendidoabeberchampagneyamanejar

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elabanico…—HillHousepermanecióvacíaduranteunaseriedeaños,perosiempreenusoy

dispuestaparalafamilia;primeroenesperadelregresodeHughCrain,yluego,trassu muerte, para cualquiera de las hermanas que escogiera vivir aquí. En algúnmomentodeestahistoriapareceserquelasdoshermanasllegaronalacuerdodequeHillHousedeberíapasaraserpropiedaddelamayor;lahermanamásjovensehabíacasado…

—Ajá —dijo Theodora—. La hermana joven se casó. Le robó el galán a suhermana,nomecabelamenorduda.

—Se dijo que la hermana mayor había tenido una desavenencia amorosa —confirmóeldoctor—,aunqueesosueledecirsedeprácticamentecualquierdamaqueprefiera,porelmotivoquesea,vivirsola.Encualquiercaso,fuelahermanamayorlaqueregresóaquí.Porlovistoeramuyparecidaasupadre;vivióaquísolaunbuennúmero de años, casi en reclusión, a pesar de que era conocida en el pueblo deHillsdale. Por increíble que les pueda parecer a ustedes, amaba sinceramente HillHouse y la consideraba su hogar.Al cabo de un tiempo acabó por contratar a unamuchachadelpuebloparaquevivieraconella,comoacompañante;hastadondehepodidoaveriguar,entoncesnoparecíaexistirunsentimientocontrarioalacasaentrelos aldeanos, ya que la vieja señorita Crain (como era conocida inevitablemente)contratabaasussirvientesenelpueblo,ytodoelmundoconsiderabaquehabíasidoun detalle por su parte aceptar a unamuchacha local como acompañante.La viejaseñoritaCraindiscutíaconstantementeconsuhermanaconmotivodelacasa,yaquelahermanapequeñainsistíaenquehabíarenunciadoasusderechossobrelacasaacambiodeciertonúmerodereliquiasfamiliares,algunasdeconsiderablevalor,quesuhermanasehabíanegadoaentregarle.Habíaalgunasjoyas,variasantigüedadesyuna vajilla completa de platos con aros de oro, que parecían irritar a la hermanapequeñamásquecualquierotracosa.LaseñoraSandersonmedejórevolverenunacajarepletadepapelesdelafamilia,demodoquehevistoalgunasdelascartasquela señoritaCrain recibió de su hermana y en todas ellas aparecen los platos comomotivorecurrentederoce.Encualquiercaso,lahermanamayorfallecióaquí,enlacasa, debido a una neumonía, sinmás compañía que la de su joven acompañante;luegohuborumoresacercadeciertomédicoalqueseavisódemasiado tarde,de laanciana agonizando abandonada en su lecho del piso de arriba mientras la jovenperdíaeltiempoeneljardínconunindeseabledelpueblo,perosospechoquesetratasólodeinvencionesescandalosas;ciertamentenoheconseguidoencontrarevidenciaalgunadequetaleshistoriasfuerancreídasampliamenteensumomento,ydehechola mayoría de ellas parecen haber surgido directamente del venenoso afán devenganzadelahermanapequeña,cuyairanuncaseapagódeltodo.

—No me gusta la hermana pequeña —dijo Theodora—. Primero le robó elamanteasuhermanaydespuésintentórobarlelosplatos.No,nomegusta.

—HillHousetieneunalistaimpresionantedetragediasconectadasconella,pero

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porotrapartetodaslascasasantiguaslatienen.Lagentetienequevivirymorirenalgúnsitio,despuésdetodo,ydifícilesqueunacasaaguanteochentaañossinveraalgunos de sus habitantes fallecer entre sus paredes. Tras lamuerte de la hermanamayor,hubounpleitosobrelacasa.Laacompañanteinsistíaenqueestalehabíasidolegada,perolahermanapequeñaysumaridodefendieronconvirulenciaquelacasalespertenecíalegalmenteyquelaacompañantehabíaengañadoalahermanamayorpara que firmara la cesión de la propiedad que siempre había tenido intención delegarasuhermana.Fueunasuntodesagradable,comotodaslasquerellasfamiliares,ycomoentodaslasquerellasfamiliaresambosbandosdijeroncosasincreíblementeseverasycrueles.Laacompañantejuróanteeltribunal(yaquí,creoyo,tenemoselprimerindiciodelaverdaderapersonalidaddeHillHouse)quelahermanapequeñaacudióalacasaenmitaddelanocheyrobóunosobjetos.Cuandoselapresionóparaque ampliara los detalles de su acusación, se pusomuy nerviosa e incoherente, yfinalmente, obligada a presentar alguna prueba de su acusación, dijo que habíadesaparecidounacuberteríadeplata,asícomounvaliosojuegodeporcelana,ademásde layafamosavajilladeplatosconarodeoro,algoquehabríaresultadobastantedifícil de robar, si unopiensabien en ello.Por suparte, la hermanapequeña llegóhastaelextremodemencionarelasesinatoyaexigirqueseinvestigaralamuertedelaviejaseñoritaCrain,creandoasílosprimerosrumoresdenegligenciayabandono.Nohepodidodescubrirqueestaacusaciónllegaraatomarseenserioalgunavez.Noexiste elmásmínimo registro aparte deun certificadodedefunciónde la hermanamayorperfectamenteformal,yciertamentelosaldeanoshabríansidolosprimerosensospecharencasodequehubierahabidoalgunairregularidadensufallecimiento.Enúltimainstancia,laacompañanteganóelcasoytambiénhabríapodidoganar,enmiopinión,unademandapordifamaciones,ylacasapasóaserlegalmentesuya,apesarde que la hermana pequeña nunca dejó de intentar recuperarla. Hostigó a ladesafortunada acompañante con cartas y amenazas, hizo las más descabelladasacusacionescontraellaentodaspartesyenlosinformesdelapolicíalocalapareceregistradaalmenosunaocasiónenlaquelaacompañantesevioobligadaasolicitarprotecciónpolicialparaimpedirquesurivallaatacaraconunaescoba.Alparecer,laacompañantevivíaaterrorizada;estabaconvencidadequeentrabana robarlepor lanoche (nunca dejó de insistir en ello) y he leído una carta patética en la que sequejaba de no haber pasado una noche tranquila en la casa desde lamuerte de subenefactora.Curiosamente, las simpatíasde los aldeanos estaban en sumayoría departe de la hermana pequeña, quizá porque la acompañante, otrora una chica delpueblo,habíapasadoaserahoraseñoradelamansión.Losaldeanoscreían(ysiguencreyendo,mepareceamí)quelahermanajovenfueprivadafraudulentamentedesuherenciaporunajovenintrigante.Nocreíanquehubierallegadoalpuntodeasesinarasuamiga,comocomprenderán,peroestabanmásquedispuestosacreerquefueradeshonesta, no en menor medida porque también ellos eran capaces de serlo a lamenoroportunidad.Enfin,loschismorreossiempresonunmalenemigo.Cuandola

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pobrecriaturasesuicidó…—¿Sesuicidó?—elsobresaltohizoqueEleanorsemediolevantaraalhablar—.

¿Tuvoquematarse?—¿Serefiereustedasinohabíaotromododeescapardesuatormentadora?A

ellaciertamentenoseloparecía.Enlosalrededoresseaceptótácitamentequehabíaescogido el suicidio porque su conciencia culpable la había llevado a ello. Yomesiento más inclinado a creer que se trataba de una de esas jóvenes tenaces perosimples,capacesdeagarrarsecondesesperaciónaloquecreenqueessuyo,peroqueno son capaces de soportarmentalmente el desgaste de una persecución constante;ciertamente carecía de armas con las que enfrentarse a la campaña de odio de lahermanapequeña,hastasusamigosdelpueblosehabíanvueltoensucontra,yparecehaber enloquecido debido a la convicción de que ni cerrojos ni cerraduras erancapacesdeimpedirlaentradadelaenemigaquerobabaensucasaporlasnoches.

—Podríahabersemarchado—dijoEleanor—.Haberdejadolacasaymarcharsetanlejoscomofueraposible.

—En realidad, esoes loquehizo.Sinceramentepiensoque lapobremuchachafueimpulsadaalamuerteporelodio;seahorcó,porcierto.Losrumoresdicenquesecolgódeltorreónenlatorre,perocuandounotieneunacasacomoHillHouse,conunatorreyuntorreón,losrumoresdifícilmentetevanapermitircolgarteenningúnotro sitio. Tras su fallecimiento, la casa pasó legalmente a manos de la familiaSanderson,primosdeellayenmodoalguno tanvulnerablesa lapersecuciónde lahermanapequeña,queparaentoncesdebíahaberacabado tambiénsucumbiendounpocoalademencia.LaseñoraSandersonmecontóquecuandolafamilia(lospadresdesuesposo,probablemente)vinoaverlacasaporprimeravez,lahermanapequeñase presentó para increparles y se encontró metida de inmediato en un coche decaminoalacomisaríalocal.Yeseparecehabersidoelfindelpapeldelahermanapequeñaenlahistoria;desdeeldíaenqueelprimerSandersonladespidióconcajasdestempladashasta el escueto anunciode su fallecimientounpar de añosdespués,parece haber pasado todo su tiempo lamentándose en silencio por los agraviossufridos, pero siempre lejos de los Sanderson. Curiosamente, entre todos susdesvaríos,habíaunpuntoenelquesiempreinsistía:nuncahabíavenidoaestacasadenoche,niloharíajamás,nipararobarniporningúnotromotivo.

—¿Seprodujorealmentealgúnroboalgunavez?—preguntóLuke.—Como ya les he dicho, la acompañante fue instada a especificar el par de

objetos que al parecer habíandesaparecido, pero nopudo afirmarlo con seguridad.Como podrán imaginar, la historia del intruso nocturno contribuyó lo suyo aincrementar la reputación ulterior de Hill House. Más aún, los Sanderson nuncallegaronaviviraquíenabsoluto.Pasaronunpardedíasenlacasa,informandoalosaldeanos de que la estaban preparando para residir en ella, y luego se marcharonabruptamente.Contaron en el pueblo que un asunto urgente los obligaba a fijar suresidenciaenlaciudad,perolosdelpueblopensabanconocerelmotivoreal.Nadie

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havueltoapermanecerenlacasamásdeunpardedías.Haestadoenelmercado,enventayalquiler,desdeentonces.Enfin,quéhistoriatanlarga.Necesitootrobrandy.

—Esas dos pobres niñas —dijo Eleanor, observando el fuego—. No puedoolvidarlas, paseando por estas habitaciones oscuras, intentando jugar conmuñecas,quizáaquíoenesosdormitoriosdearriba.

—Y de este modo la vieja casa ha permanecido aquí desde entonces—Lukeextendióundedotentativoyrozócautelosamenteelcupidodemármol—.Todoensuinteriorintacto,endesuso,sinquenadielodesearaya,abandonado,pensando.

—Yesperando—dijoEleanor.—Yesperando—confirmóeldoctor—.Esencialmente—prosiguiólentamente—

elmaleslacasaensímisma,creoyo.Haencadenadoydestruidoasugenteysusvidas, es un lugar demala voluntad contenida.Bueno.Mañana podrán verlo todo.Los Sanderson instalaron electricidad, agua corriente y línea telefónica cuandoproyectarontrasladarseaquíavivir,peroporlodemásnadahacambiado.

—Bueno—dijoLuketrasunpequeñosilencio—,estoysegurodequetodosnosvamosasentirmuycómodosaquí.

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Eleanor se sorprendió a sí misma admirando inesperadamente sus pies. Theodorasoñabajuntoalfuegojustoalalcancedelaspuntasdesusdedos,yEleanorpensóconprofundasatisfacciónquesuspieseranatractivosconsus rojas sandalias;quécosatancompletayseparadasoy,pensó,de lapuntademis rojospiesa lapuntademicabeza,individualmenteunYo,enposesióndeatributosquesóloamímepertenecen.Tengounoszapatosrojos,pensó,esoesalgoquevaconserEleanor;nomegustalalangostayduermosobreelcostadoizquierdoyhagosonarlosnudilloscuandoestoynerviosayguardobotones.Yo sostengounacopadebrandyqueesmíaporqueyoestoyaquíyyolaestoyusandoyyotengounlugarenestahabitación.Yotengounoszapatosrojosyyomañanamedespertaréyyoseguiréestandoaquí.

—Tengounoszapatosrojos—dijomuysuavemente,yTheodorasevolvióhaciaellaylesonrió.

—Tenía la intención —el doctor los miró a todos con un deslumbrante yanhelanteoptimismo—,teníalaintencióndepreguntarlessijueganustedesalbridge.

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—Porsupuesto—dijoEleanor.Yojuegoalbridge,pensó;yotuveungatoquesellamabaBailarín;yosénadar.

—Metemoqueno—dijoTheodora,ylosotrostressevolvieronhaciaellaylacontemplaronconfrancaconsternación.

—¿Nadadenada?—preguntóeldoctor.—Yomepaséonceañosjugandoalbridgedosvecesalasemana—dijoEleanor

—,conmimadre,suabogadoylaesposadeeste.Estoyseguradequeustedjugaráigualdebien.

—¿Quizá podrías enseñarme?—preguntóTheodora—. Soy rápida aprendiendolosjuegos.

—Oh,cielos—dijoeldoctor,yEleanoryLukerieron.—Mejorjuguemosaotracosa—dijoEleanor;séjugaralbridge,pensó;megusta

elpasteldemanzanaconnataamarga,yheconducidohastaaquíyosola.—Backgammon—dijoeldoctorconresentimiento.—No seme da nadamal el ajedrez—le dijoLuke al doctor, que se animó de

inmediato.Theodoraapretóloslabiosenunamuecadeobstinación.—Nosuponíaquehubiéramosvenidoaquíajugar—dijo.—Relajación—dijoeldoctordistraídamente,yTheodoralediolaespaldaconun

hoscoencogimientodehombrosyvolvióafijarsumiradaenelfuego.—Iréabuscarelajedrezsimedicedóndeestá—dijoLuke,yeldoctorsonrió.—Mejor déjeme ir a mí. Recuerde, he estudiado un plano de la casa. Si le

dejáramos vagar por su cuenta y riesgo esmuyprobable que nunca volviéramos aencontrarle.

En cuanto la puerta se cerró a sus espaldas,Lukedirigióuna rápidamiradadecuriosidadaTheodorayacontinuaciónseacercóaEleanor.

—Noestaránerviosa,¿verdad?¿Lehaasustadolahistoria?EleanornegóenfáticamenteconlacabezayLukeañadió:—Estáunpocopálida.—Probablemente debería estar ya en la cama —dijo Eleanor—. No estoy

acostumbradaaconducirdistanciastanlargascomoladehoy.—Brandy—dijoLuke—.Leayudaráadormirmejor.Yaustedtambién—ledijo

alanucadeTheodora.—Gracias—respondióTheodoraconfrialdad,sinvolverse—,peroraraveztengo

problemasparadormirme.LukesonrióconcomplicidadaEleanoryacontinuaciónsevolvióhacialapuerta,

porlaqueestabaentrandoeldoctor.—Tengounaimaginacióndesbocada—dijoeldoctor,colocandoelajedrezsobre

lamesa—.Quécasaesta.—¿Lehasucedidoalgo?—preguntóEleanor.—Probablementedeberíamosponernosdeacuerdoahoramismoenqueninguno

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denosotrosvolveráavagarporlacasaasolas—dijo.—¿Quéhapasado?—preguntóEleanor.—Imaginacionesmías—dijoeldoctorconfirmeza—.¿Leparecebienestamesa,

Luke?—Sonunaspiezasantiguasyelegantes—dijoLuke—.Mepreguntocómosele

pasaronporaltoalahermanapequeña.—Unacosapuedodecirle—replicóeldoctor—,sifuelahermanapequeñalaque

anduvoahurtadillasporestacasaenplenanoche,esqueteníaunosnerviosdeacero.Te observa —añadió súbitamente—. La casa. Observa todos tus pasos —y acontinuación—.Imaginacionesmías,porsupuesto.

A la luz de la lumbre, el rostro de Theodora aparecía envarado y taciturno; legustaserelcentrodeatención,reflexionóEleanorsabiamentey,sinpensarlo,fueasentarse enel suelo juntoaTheodora.Tras ellapodíaoír el apacible sonidode lasfigurassiendocolocadassobreeltableroylosreconfortantesmovimientosdeLukeyel doctor, tomándose mutuamente la medida; en la chimenea el fuego llameabaondulante. Esperó un minuto a que Theodora hablara y a continuación dijoafablemente:

—¿Todavíatecuestacreerqueestésaquí?—Noteníaniideadequefueraasertanaburrido—dijoTheodora.—Yaencontraremoscantidaddecosasquehacerporlamañana.—Encasaestaríarodeadadegente,decharlayderisasydeluzydebullicio…—Supongoqueyonoechoenfaltatalescosas—dijoEleanor,casidisculpándose

—. En mi caso nunca hubo mucho bullicio. Tenía que ocuparme de Madre, porsupuesto.Ycuandoellasequedabadormida,meacostumbreajugaralsolitarioyaoírlaradio.Nuncapudesoportarleerporlanocheporqueteníaqueleerleaellaenvozaltadoshorascadatarde.Historiasdeamor—ysonriólevemente,observandoelfuego. Pero eso no es todo, pensó, sorprendida ante sí misma, eso no refleja enabsolutocómofue,inclusoaunquequisieracontarlo;¿porquéestoyhablando?

—Soy terrible, ¿verdad?—Theodora se movió rápidamente y puso una manosobre ladeEleanor—.Mesientoaquíymeenfurruñoporquenohaynadaquemeentretenga;soymuyegoísta.Dimelohorriblequesoy—yalaluzdelfuegosusojosrefulgierondeplacer.

—Eres horrible —dijo Eleanor obedientemente; le avergonzaba la mano deTheodora sobre la suya.No le gustaba que la tocaran y, sin embargo, un pequeñocontactofísicoparecíaserelmodoescogidoporTheodoraparaexpresarcontrición,oplacer,osimpatía;mepreguntositendrélasuñaslimpias,pensóEleanor,yapartólamanosuavemente.

—Soy horrible—dijoTheodora, recuperando el buen humor—.Soy horrible ygroseraynadiemeaguanta.Dichoqueda.Ahoraháblamesobreti.

—Soyhorribleygroseraynadiemeaguanta.Theodorarió.

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—Noteburlesdemí.Túeresdulceyagradabley todos teadoran;Lukesehaenamoradolocamentedeti,yyosientocelos.Ahoraquierosabermáscosassobreti.¿Deverdadcuidastedetumadredurantetodosesosaños?

—Sí—dijoEleanor—.Tenía lasuñassucias,ysumanoeradeformeylagentebromeabasobreelamorporqueaveceseradivertido—.Onceaños,hastaquefallecióhacetresmeses.

—¿Losentistecuandomurió?¿Deberíadecircuántolosiento?—No.Noeraunamujermuyfeliz.—¿Ytampocoloerastú?—Ytampocoloerayo.—Pero¿yquépasaahora?¿Quéhicisteacontinuación,cuando teviste libreal

fin?—Vendí la casa—dijoEleanor—.Mi hermana y yo cogimos lo que quisimos,

pequeños objetos; en realidad no habíamucho almargen de algunas baratijas quehabíaguardadomimadre, el relojdemipadre, algunas joyasviejas.NadaqueverconlashermanasdeHillHouse.

—¿Yvendistetodolodemás?—Todo.Tanprontocomopude.—Y luegopor supuesto iniciaste una alegre y alocada aventura que te condujo

inexorablementehastaHillHouse.—Noexactamente—rióEleanor.—¡Pero todos esos años desperdiciados! ¿No saliste de crucero, en busca de

hombresjóvenesinteresantes,oacomprarropanueva…?—Por desgracia —dijo Eleanor con sequedad—, no había tanto dinero. Mi

hermana depositó su parte en el banco para la educación de su hija pequeña. Yocompréunpardeprendas,paraveniraHillHouse.

A lagente legusta responderpreguntas sobre símismos,pensó;quéplacer tanextraño.Ahoramismopodríacontestaracualquiercosa.

—¿Yquéharáscuandovuelvas?¿Tienesalgúnempleo?—No,ahoramismonotengotrabajo.Noséquéesloqueharé.—Yosíséloqueharé—Theodoraseestirólujuriosamente.Encenderétodaslas

lucesdenuestroapartamentoydejaréquemeempapen.—¿Cómoestuapartamento?Theodoraseencogiódehombros.—Agradable—dijo—.Encontramosunpisoviejoy loarreglamosconnuestras

propiasmanos.Ungransalón,unpardedormitoriospequeños,unacocinacoqueta…Lo pintamos de rojo y blanco y restauramos un montón de muebles viejos querescatamos de las chamarilerías. Tenemos una mesa estupenda, con el tablero demármol.Nosencantaarreglartrastosantiguos.

—¿Estáscasada?—preguntóEleanor.SehizounbrevesilencioyacontinuaciónTheodoralanzóunarisarápidaydijo:

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—No.—Lo siento—dijo Eleanor, terriblemente avergonzada—.No pretendía ser tan

curiosa.—Eressorprendente—dijoTheodoratocandounadelasmejillasdeEleanorcon

undedo.Tengoarrugasbajo losojos,pensóEleanor,yalejósu rostrodel resplandordel

fuego.—Cuéntamedóndevives—preguntóTheodora.Eleanor pensó, bajando la mirada hacia sus manos maltrechas. Podríamos

habernospermitidounalavandera,pensó;noerajusto.Tengounasmanoshorribles.—Tengo un pequeño piso para mí sola—dijo lentamente—. Un apartamento,

comoeltuyo,sóloqueyovivosola.Máspequeñoqueeltuyo,deesoestoysegura.Todavía lo estoy amueblando, comprando cada cosa a su tiempo, ya sabes, paraasegurarme de que todo es perfecto. Cortinas blancas. Tuve que buscar durantesemanas hasta encontrar los dos pequeños leones de piedra que tengo a ambosextremosdelarepisa,ytengoungatoblancoymislibrosydiscosycuadros.Todotienequeserexactamentedelmodoenqueloquiero,porquesóloyovoyautilizarlo;hacemuchotuveunatazaazulconestrellaspintadasenelinterior;cuandomirabasalinteriordetuté,estaballenodeestrellas.Quierounatazacomoesa.

—Quizá algún día aparezca alguna enmi tienda—dijo Theodora—. Entoncespodréenviártela.Algúndíarecibirásunpequeñopaquetequepondrá:«ParaEleanorconcariñodesuamigaTheodora»,yseráunatazaazulllenadeestrellas.

—Yohabríarobadoesosplatosconarodeoro—dijoEleanorriendo.—Mate—dijoLuke,yeldoctordijo:—Ayayay.—Purasuerte—dijoLukeanimadamente—.¿Sehanquedadodormidasjuntoal

fuego,señoritas?—Estábamos a punto—dijoTheodora.Luke atravesó la estancia y le extendió

unamanoacadaunaparaayudarlasalevantarse,yEleanor,moviéndosetorpemente,casisecayó;Theodorasealzódeunsoloimpulsoyseestiróybostezó—.Theotienesueño—dijo.

—Los guiaré hasta sus habitaciones—dijo el doctor—. Mañana tenemos queempezar a aprender de verdad a orientarnos por la casa. Luke, ¿puede tapar lachimenea,porfavor?

—¿Noseríamejorasegurarnosdeque todas laspuertasestánbiencerradas?—preguntóLuke—.ImaginoquelaseñoraDudleylehabráechadolallavealapuertatraseraantesdemarcharse,pero¿quépasaconlasotras?

—Dudo mucho que vayamos a sorprender a nadie intentando entrar —dijoTheodora—.Encualquiercaso, lapequeñaacompañantesolíaacerrojar laspuertas,¿ydequélesirvió?

—Ysupongaqueseamosnosotrosquienesqueramossalir—preguntóEleanor.

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EldoctorlanzóunarápidamiradaaEleanoryluegolaapartó.—Noveoningunanecesidaddeacerrojarlaspuertas—dijotranquilamente.—Ciertamentenohaymuchopeligrodequenadiedelpueblovayaavenirarobar

—añadióLuke.—Encualquiercaso—dijoeldoctor—,yotodavíatardaréunahoraenacostarme

más o menos; a mi edad, una hora de lectura antes de dormir es esencial y,prudentemente,hetraídoconmigounejemplardePamela.Sialgunodeustedestieneproblemasparadormir,leleeréenvozalta.TodavíanoheconocidoanadiequenopuedadormirseoyendocómoleleenaRichardson—hablandoenvozbaja,losguiópor el estrecho pasillo y a través del recibidor principal hasta las escaleras—. Amenudohepensadoquedeberíaintentarloconniñosmuypequeños—añadió.

EleanorsiguióaTheodoraescalerasarriba;hastaahoranosehabíapercatadodelo agotada que estaba, y cada uno de los pasos le costó esfuerzo. Se recordó a símismamachaconamente que estaba enHillHouse, pero incluso la habitación azulsólosignificabaahoraparaellalacamadelacolchaazulylassábanasazules.

—Por otra parte—continuó el doctor detrás de ella—, una novela de Fieldingcomparableenlongitud,quenonimuchomenoseneltematratado,nuncapodríaserapropiadaparalosniñosmásjóvenes.InclusotengomisdudassobreSterne…

Theodorafuehastalapuertadelahabitaciónverde,sevolvióysonrió.—Sitesientesnerviosaenlomásmínimo—ledijoaEleanor—,ventecorriendo

amihabitación.—Loharé—ledijoEleanorcontodaseriedad—.Gracias;buenasnoches.—…yniquedecirdeSmollett.Señoritas,Lukeyyoestamosaquí,alotrolado

delpasillo.—¿Dequécolorsonsushabitaciones?—preguntóEleanor,incapazderesistirse.—Amarilla—dijoeldoctor,sorprendido.—Rosa—dijoLukeconundelicadogestodedisgusto.—Nosotrastenemoslaazulylaverde—dijoTheodora.—Estarédespierto,leyendo—dijoeldoctor—.Dejarélapuertaentreabierta,para

asegurarmedeoírcualquiertipoderuido.Buenasnoches.Queduermanbien.—Buenasnoches—dijoLuke—.Buenasnochesatodos.Mientrascerrabalapuertadelahabitaciónazul,Eleanorpensóconcansancioque

bienpodíaserlaoscuridadylaopresióndeHillHouseloquelahubieraagotadodetalmanera,yacontinuacióntodoaquellodejódetenerimportancia.Lacamaazuleraincreíblementeblanda.Quéraro,pensósomnolienta,quelacasaseatanespantosaysin embargo, en muchos aspectos, tan cómoda físicamente: la cama blanda, elagradablejardín, lachimenea, lacocinadelaseñoraDudley.Tambiénlacompañía,pensó, y a continuación se le ocurrió, Ahora puedo pensar en ellos; estoycompletamentesola.¿QuéhaceLukeaquí?¿Yquéhagoyoaquí?Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes.Todoshanvistoqueestabaasustada.

Sintióunescalofríoysesentóenlacamaparaalcanzareledredónqueteníaalos

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pies. Después, medio divertida y medio helada, salió de la cama y cruzó lahabitación,descalzaysilenciosa,paraecharlallavealapuerta;nosabránquelahecerrado,pensó,yregresóapresuradamentealacama.Completamentecubiertaconeledredón, se descubrió lanzando rápidas y aprensivas miradas en dirección a laventana,quebrillabaconpalidezenlaoscuridad,yluegoalapuerta.Ojalátuvieraunsomnífero,pensó,yvolvióamirarporencimadelhombro,compulsivamente,hacialaventana,yluegootravezhacialapuerta,ypensó,¿Seestámoviendo?Perolahecerradoconllave;¿seestámoviendo?

Creo, decidió con concreción, que me gustaría más esto si tuviera la cabezatapadaconlassábanas.Escondidaenlomáshondodelacamabajolassábanas,dejóescaparunarisitaysealegródequeningunodelosotrospudieraoírla.Enlaciudadnuncadormíaconlacabezabajolassábanas;hoyhellegadomuylejos,pensó.

Entoncesdurmió,segura;enlahabitacióndealladoTheodoradurmió,sonriente,conlaluzencendida.Alotroladodelrecibidor,eldoctor,leyendoPamela,alzabalacabezade tantoencuandoparaescucharconatención,yenunaocasiónse levantópara ir hasta la puerta y permaneció allí un minuto entero, observando el pasillo,antesdevolverasulibro.Unaluznocturnabrillabaenloaltodelasescalerassobrelapiscinadeoscuridadqueeraelrecibidorprincipal.Lukedurmióconunalinternasobre la mesita de noche y la moneda de la suerte que siempre llevaba consigo.Alrededor de todos ellos, la casa meditaba maliciosamente, acomodándose yagitándoseconunmovimientoquecasiparecíaunestremecimiento.

Adiezkilómetrosde allí la señoraDudley sedespertó,miró su reloj, pensóenHillHouseyvolvióacerrarlosojosrápidamente.LaseñoraGloriaSanderson,queeralapropietariadeHillHouseyquevivíaaquinientoskilómetrosdeallí,cerrósurelatodedetectives,bostezóyalargólamanoparaapagarlalámpara,preguntándoseporunmomentosisehabíaacordadodeecharle lacadenaalapuertaprincipal.LaamigadeTheodoradormía; también la esposadeldoctory lahermanadeEleanor.Lejosdeellas,en losárbolessobreHillHouse,unbúhochillóyhaciaelamanecerempezóacaerunalluviatímidayfina,brumosaymortecina.

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Eleanor se despertó para descubrir la habitación azul gris e incolora bajo la lluviamatinal.Sediocuentadequesehabíaquitadodeencimaeledredóndurantelanochey que había terminado durmiendo como de costumbre, con la cabeza sobre laalmohada.Lesorprendiódescubrirquehabíadormidohastapasadaslasochoyseleocurrióqueresultabairónicoqueelprimersueñoreparadorquehabíadisfrutadoenaños lo hubiera tenido en Hill House. Tumbada en la cama azul, observando eldeslucido techo con sus remotos patrones cincelados, se preguntó a símisma, aúnmediodormida,¿Quéhice,mepuseenridículo?¿Serierondemí?

Repasando rápidamente la noche anterior, sólo podía recordar que debía haberparecidounamajadera,infantilmentesatisfecha,casifeliz;¿leshabríadivertidoalosdemáscomprobarqueeratansimple?Dijecosasridículas,sedijoasímisma,yporsupuesto que se dieron cuenta. Hoy seré más reservada, menos abiertamenteagradecidacontodosellosporhabermeaceptado.

Acontinuación,despertándosedel todo,negócon lacabezaysuspiró.Eresunaniñatonta,Eleanor,sedijoasímisma,talycomolohacíatodaslasmañanas.

La habitación cobró vida a su alrededor; estaba en la habitación azul de HillHouse, las cortinas de cotonía bailaban tímidamente junto a la ventana y losfrenéticos chapoteos que surgían del baño debían de ser de Theodora, despierta abuen seguro, dispuesta a ser la primera en estar lista y vestida y, con certeza,hambrienta.

—Buenosdías—llamóEleanor,yTheodorarespondióconlavozentrecortada:—Buenosdías,acaboenunminuto,tedejarélabañerallena.¿Tieneshambre?Yo

estoyfamélica.¿Creeacasoquenomebañaríasinomedejaralabañerapreparada?,sepreguntó

Eleanor,yacontinuaciónsesintióavergonzada;vineaquíparadejardepensarcosascomoesa, se reprendióconseveridad,y salióde lacamay seacercóa laventana.Miróporencimade laverandahastaelamplio jardín,consusarbustosypequeñosgruposdeárbolesrodeadosdebruma.Alolejos,enelotroextremodeljardín,estaba

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lalíneadeárbolesquemarcabaelsenderohastaelarroyo,aunquelaperspectivadeun alegre picnic sobre la hierba no resultaba, aquella mañana, tan tentadora. Eraevidentequeeldíaibaaserhúmedo,peroeraunalluviadeveranoqueoscurecíaelverdedelahierbaylosárboles,endulzandoylimpiandoelaire.Esmuyagradable,pensóEleanor,sorprendiéndoseasímisma;sepreguntósiseríalaprimerapersonaenconsiderarHillHouseagradableyluegopensó,helada,¿Oesquetodoslopiensan,laprimeramañana? Sintió un escalofrío y almismo tiempo se descubrió incapaz deexplicarlaexcitaciónquesentía,loquehacíadifícilrecordarporquéeratanextrañodespertarsealegreydebuenhumorenHillHouse.

—Mevoyamorirdehambre—Theodoradioungolpeenlapuertadelcuartodebaño y Eleanor agarró rápidamente su bata—. Intenta parecer un rayo de solextraviado,dijoTheodoraavocesdesdesuhabitación—.Eldíaestámuyoscuroytenemosqueparecermásrefulgentesdelohabitual.

Cantaantesdeldesayunoyllorarásantesdequecaigalanoche,sedijoEleanor,porquehabíaestadocantandoenvozbaja,«Enelretrasonohayabundancia…»

—Yyoquepensabaqueyoeralaperezosa—dijoTheodoraconcomplacenciaatravésdelapuerta—,perotúeresmucho,muchopeor.Laperezaapenasempiezaadescribirte.Yadebesdeestarlosuficientementelimpiacomoparasaliradesayunar.

—La señora Dudley deja preparado el desayuno a las nueve. ¿Qué pensarácuandonosveallegarcontentasysonrientes?

—Llorarádeladecepción.¿Suponesquealguienhabrágritadoporellaenmitaddelanoche?

Eleanorobservócríticamenteunapiernaenjabonada.—Yohedormidocomounleño—dijo.—Tambiényo.Sinoestáslistadentrodetresminutos,entraréahíyteahogaré.

Quieromidesayuno.Eleanorpensóquehabíapasadomuchotiempodesdequesehubieravestidopara

parecerunrayodesolextraviado,oquehubieratenidotantasansiaspordesayunar,que hubiera sido tan deliberada y tierna en sus atenciones; incluso se limpió losdientesconunaamabilidadquenorecordabahaberexperimentadoconanterioridad.Todoesresultadodeunabuenanochededescanso,pensó;desdequefallecióMadredebohaberestadodurmiendoinclusopeordeloquehabíapensado.

—¿Noestáslistatodavía?—Ya voy, ya voy—dijo Eleanor y corrió hasta la puerta, recordó que todavía

estabacerradaehizogirarlallaveconsuavidad.Theodoralaestabaesperandoenelpasillo, destacando a la luz mortecina con una alegre falda escocesa; viendo aTheodora, a Eleanor le resultaba imposible creer que alguna vez se vistiera o sebañaraosemovieraocomieraodurmierasindisfrutarhastaelúltimominutodeloque fuera que estuviera haciendo; quizá a Theodora no le importara nunca lo queotraspersonaspudieranpensardeella.

—¿Eres consciente de que podríamos pasar otra hora o más sólo buscando el

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comedor?—dijo Theodora—. Pero quizá nos hayan dejado unmapa. ¿Sabías queLuke y el doctor llevan horas levantados? Antes he hablado con ellos desde laventana.

Han empezado sin mí, pensó Eleanor; mañana me despertaré más temprano ytambién estaré ahí para hablar desde la ventana.Llegaron al pie de las escaleras yTheodoracruzóelgranrecibidorypusolamanoconseguridadsobreelpomodeunapuerta.

—Aquí—dijo,perolapuertadabaaunaestanciaoscurayconecoqueningunadelasdoshabíavistoconanterioridad.

—Aquí—dijoEleanor, pero lapuertaquehabía escogidoelladaba al estrechopasillo que conducía al pequeño gabinete en el que la noche anterior se habíansentadofrentealfuego.

—Estabajustoalotroladodelrecibidor,enfrentedeésta—dijoTheodoraygirósobre símisma, confundida—.Maldita sea—dijo, y echó la cabeza hacia atrás ygritó—.¿Luke?¿Doctor?

OyeronungritoderespuestaenladistanciayTheodorasemovióparaabrirotrapuerta.

—Sisepiensan—dijoporencimadelhombro—quemevanatenertodalavidaenestesuciorecibidor,probandounapuertatrasotraparapoderdesayunar…

—Ésaeslacorrecta,creoyo—dijoEleanor—,laquedaalcuartooscuroquehayqueatravesarparapoderllegaralcomedor.

Theodora volvió a gritar, tropezó contra una pieza pequeña del mobiliario,profirióunamaldiciónyacontinuaciónseabriólapuertadelfondoyeldoctordijo:

—Buenosdías.—Vilyasquerosacasa—dijoTheodora,frotándoselarodilla—.Buenosdías.—Por supuesto ahora no lo creerán—dijo el doctor—, pero hace tresminutos

estaspuertasestabanabiertasdeparenpar.Lashabíamosdejadoabiertasparaquepudieran encontrar el camino. Nos hemos sentado aquí y hemos visto cómo secerrabanjustoantesdeoírlasllamarnos.Enfin.Buenosdías.

—Arenques—dijoLukedesdelamesa—.Buenosdías.Señoritas,esperoquelesgustenlosarenques.

Habíanafrontadolaoscuridaddeunanoche,sehabíanreunidodemañanaenHillHouse y eran una familia, saludándose unos a otros con relajada informalidad ysentándoseenlasmismassillasquehabíanutilizadolanocheanterior,susrespectivoslugaresalamesa.

—UnsaludableyabundantedesayunoesloquelaseñoraDudleysecomprometióaprepararnosalasnueve—dijoLukeblandiendountenedor—.Habíamosempezadoapreguntarnossieranustedesdelasquedesayunantostadaycaféenlacama.

—Habríamosllegadomuchoantesencualquierotracasa—dijoTheodora.—¿Deverdadhabíandejadoabiertaslaspuertasparanosotras?—Asíescomohemossabidoqueyavenían—respondióLuke—.Cuandohemos

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vistoquelaspuertassecerraban.—Hoylasaseguraremosconclavos—dijoTheodora—.Piensorecorrerestacasa

hastaqueseacapazdeencontrarcomidadiezdecadadiezveces.Hedormidoconlaluzencendidatodalanoche—leconfióaldoctor—,peronohapasadonadadenada.

—Haestadomuytranquila—dijoeldoctor.—¿Haestadovigilandotodalanoche?—preguntóEleanor.—Hastaesodelastres,cuandoPamelaconsiguiófinalmentesuscitarmeelsueño.

Noseoyóniun ruidohastaqueempezóa lloverpocodespuésde lasdos.Unadeustedes,señoritas,hablóensueñosunavez.

—Ésadebohabersidoyo—dijoTheodoradesvergonzadamente—,soñandoconlahermanamalvadaacechandojuntoalaentradadeHillHouse.

—Yo también he soñado con ella —dijo Eleanor. Miró al doctor y dijoabruptamente—.Esembarazoso.Pensarqueunapuedatenermiedo,quierodecir.

—Enestoestamostodosuntos,yasabes—dijoTheodora.—Espeorsiunointentanodemostrarlo—dijoeldoctor.—Atibórrense bien de arenque —dijo Luke—. Entonces será imposible que

sientannadadenada.Eleanorsintió, talycomolehabíasucedidoeldíaanterior,quelaconversación

estabasiendoalejadahabilidosamentedelaideadelmiedo,tanpresenteensumente.Quizá ella tuviera permitido hablar ocasionalmente por todos ellos, de modo que,tranquilizándola,losdemássetranquilizaranasímismosypudierandejareltemaasusespaldas;quizáEleanor,vehículoparatodaclasedemiedos,contuvierasuficientetemorpor todosellos.Soncomoniños,pensóenojada,desafiándoseunosaotrosaverquiénentraprimero,dispuestosaponerlemotesaquienseaqueentrelaúltima;alejósuplatoysuspiró.

—Antesdequemevayaadormirestanoche—leestabadiciendoTheodoraaldoctor—,quieroasegurarmedequehevistohastaelúltimocentímetrodeestacasa.Noquierovolveratumbarmepreguntándomequéseráloquetengosobrelacabezaoquéesloquehaydebajodemí.Ytenemosqueabriralgunasventanasymantenerlaspuertasabiertasdemodoquenonoscuestetantoorientarnos.

—Pequeños carteles—sugirióLuke—.Flechas indicadoras, acompañadasde lapalabraSALIDA.

—O PRECAUCION, MUEBLES PELIGROSOS —dijo Theodora—. Losharemos—leindicóaLuke.

—Primerovamosaexplorar todos lacasa—dijoEleanor,quizácondemasiadapresteza, porque Theodora se volvió y la observó con curiosidad—. No quieroencontrarmeasolasenunáticooencualquierotrositioporquehabéisseguidosinmí.

—Nadievaadejarteatrásenningunaparte—dijoTheodora.—Entoncesloqueyosugiero—dijoLuke—esqueprimeronosacabemostodo

el café del pote y que luego vayamos nerviosamente de habitación en habitación,

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esforzándonosporencontrarlealgúnsentidoracionalaladisposicióndeestacasa,ydejandolaspuertasabiertasanuestropaso.Nuncapensé—dijomeneandolacabezacon tristeza— que acabaría heredando una casa en la que tendría que ponerindicadoresparapoderorientarme.

—Tenemos que saber cómo llamar a las habitaciones —dijo Theodora—.Suponga que le dijera, Luke, que quisiera tener un encuentro clandestino en elsegundomejorsalón,¿cómopodríasaberdóndeencontrarme?

—Podríaguiarmesilbandohastaquellegaraallí—ofrecióLuke.Theodoratembló.—Podríaoírmesilbaryllamarle,ypasaríadepuertaenpuertasinabrirnuncala

correcta,yyoestaríadentro,incapazdeencontrarlasalida…—Ysinnadaquecomer—dijoEleanormalintencionadamente.Theodoravolvióaobservarla.—Ysinnadadecomer—accedióalcabodeunminuto.Yluego—.Escomola

casa de la locura en la feria —dijo—. Habitaciones que se abren a sí mismas ypuertasquevanatodaspartesyquesecierransolascuandolasatraviesas,yseguroqueenalgúnsitiohayespejosquetedeformanyunconductodeairequetelevantalafaldayalgoquesurgedeunpasillooscuroyseteríeenlacara.

Cayórepentinamenteensilencioycogiósutazacontantarapidezquederramóelcafé.

—Tampocoesparatanto—dijoeldoctor,conciliador—.Enrealidadlaprimeraplantasigueundiseñoquecasiestoytentadodellamarconcéntrico;enelcentroestáelpequeñogabineteenelqueestuvimosanoche;asualrededor,aproximadamente,hay una serie de estancias: la sala de billar, por ejemplo, y un lúgubre y pequeñoestudiocompletamenteforradoderasorosa.

—AlqueEleanoryyoiremostodaslasmañanasparabordar.—Yalrededordeestashabitaciones,queyollamointerioresporquesonlasque

no tienen ningún contacto directo con el exterior; no tienen ventanas comorecordarán, alrededor de estas está el anillo de habitaciones exteriores: el salón, labiblioteca,elconservatorio,el…

—No—dijoTheodorameneando la cabeza—.Me he perdido en el estudio derasorosa.

—Y la veranda rodea la casa por completo.Hay puertas que dan a la verandatantoenelsalóncomoenelconservatorioyenunapequeñaestancia.Tambiénhayunpasillo…

—Pare,pare—Theodorareía,perovolvióanegarconlacabeza—.Esunacasavilyasquerosa.

La puerta oscilante que había en un rincón del comedor se abrió y apareció laseñora Dudley, manteniendo la puerta abierta con una mano y observandoinexpresivamentelamesadeldesayuno.

—Recojoalasdiez—dijolaseñoraDudley.

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—Buenosdías,señoraDudley—dijoLuke.LaseñoraDudleyposósumiradasobreél.—Recojoa lasdiez—dijo—.Losplatosdebenvolverasuencimera.Vuelvoa

sacarlos a la horade la comida.Dejopreparada la comida a la una, pero antes losplatoshandevolveralaencimera.

—Porsupuesto,señoraDudley,—eldoctorselevantóydejósuservilletasobrelamesa—.¿Estamostodoslistos?—preguntó.

BajolaatentamiradadelaseñoraDudley,Theodoralevantódeliberadamentesutaza y se acabó lo que le quedaba de café, a continuación se tocó la boca con laservilletaysedejócaersobreelrespaldodelasilla.

—Undesayunoespléndido—dijoconánimodeconversación—.¿Pertenecenlosplatosalacasa?

—Pertenecenasuencimera—dijolaseñoraDudley.—¿Ylascopasylacuberteríaylosmanteles?Sonunasantigüedadesadorables.—Losmanteles—dijo laseñoraDudley—pertenecenalcajónde lamantelería

enelcomedor.Lacuberteríapertenecealarcadelaplata.Lascopaspertenecenalosanaqueles.

—Debemossertodaunamolestiaparausted—dijoTheodora.LaseñoraDudleypermanecióensilencio.Finalmente,dijo:—Recojoalasdiez.Dejopreparadalacomidaalauna.Theodoraseechóareíryselevantó.—EnmarchaEnmarcha,enmarcha.Vamosaabrirpuertas.Empezaron,razonablemente,abriendolapuertadelcomedor,queaseguraroncon

unapesadasilla.Elcuartodeal ladoera lasalade juegos;elmueblecontraelquehabíatropezadoTheodoraeraunamesaconuntablerodeajedrez(«Esimposiblequese me pasara por alto anoche», dijo el doctor, irritado), y a un extremo de lahabitaciónhabíamesas para jugar a las cartas y sillas, y una alta vitrina en la quehabíanestadolaspiezasdelajedrez,conpelotasdecróquetyuntablerodecribbage.

—Qué sitio tan alegre para pasar las horas muertas—dijo Luke, de pie en elumbral,observandolayermaestancia.Losverdesfríosdelosmantelesdelasmesasseveíaninfelizmentereflejadosenlosazulejososcurosquerodeabanlachimenea;elinevitablemachihembrado demadera se veía, aquí, nada avivado por una serie deláminas de temática deportiva que parecía consagrada en exclusiva a los diversosmétodosdemataranimalessalvajes,ysobrelarepisadelachimeneaunacabezadeciervoloscontemplabadesdearribaconpatentebochorno.

—Aquí es donde venían a divertirse —dijo Theodora, y su voz rebotótrémulamente en el alto techo—. Venían aquí —explicó— para relajarse de laatmósfera opresiva del resto de la casa —la cabeza de ciervo la observabacariacontecida—.Esaspobresniñas—dijo—.¿Podemosporfavorbajareseanimaldeahí?

—Creoquesehaencaprichadodeusted—dijoLuke—.Nolehaquitadolosojos

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deencimadesdequehemosllegado.Salgamosdeaquí.Calzaronlapuertaantesdesaliryllegaronalrecibidor,quebrillabadeslucidoala

luzdelaspuertasabiertas.—Cuando encontremos una habitación con ventana—remarcó el doctor—, la

abriremos.Hastaentonces,conformémonoscondejarabiertalapuertaprincipal.—Túsiguespensandoen lasniñas—ledijoEleanoraTheodora—,peroyono

consigo olvidar a la acompañante solitaria, recorriendo estas habitaciones,preguntándosequiénmásestaríaenlacasa.

Lukeabriólapuertaprincipaltirandoconfuerzaehizorodarelgranjarrónparaquelasostuviera.

—Airefresco—dijoagradecido.Elolorcálidodelalluviaylahierbahúmedaseabrió paso hasta el recibidor y durante unminuto todos permanecieron frente a lapuertaabierta,respirandoairedefueradeHillHouse.Luegoeldoctordijo:

—Yahoraaquítenemosalgoqueningunodeustedeshabráanticipado—yabrióunapuertapequeñaarrebujada tras laenormepuertaprincipaly seechóaun lado,sonriendo—.Labiblioteca—dijo—.Enlatorre.

—Nopuedoentrarahí—dijoEleanorsorprendiéndoseasímisma,peronopodía.Retrocedió,abrumadaporelairefríodetierraymohoqueseabalanzósobreella—.Mimadre—dijo,sinsaberquéeraloquequeríacontarlesalosdemás,yseapretócontralapared.

—¿Deverdad?—dijoeldoctor,observándolaconinterés—.¿Theodora?Theodora se encogió de hombros y entró en la biblioteca. Eleanor se echó a

temblar.—¿Luke? —dijo el doctor, pero Luke ya estaba dentro. Desde donde estaba,

Eleanor sólopodíaverpartede laparedcircularde labiblioteca, conunaestrechaescalerilladehierroqueascendíayquizá,siendocomoeralatorre,seguíasubiendomásymásymás;Eleanorcerró losojos,oyendo lavozdeldoctoren ladistancia,huecacontralapiedradelosmurosdelabiblioteca.

—¿Pueden ver la pequeña trampilla ahí arriba entre las sombras? —estabapreguntando—.Conduceaunpequeñobalcóny,porsupuesto,ahíesdondesecreecomúnmentequesecolgó;lajoven,comorecordarán.Unlugardelomásapropiado,ciertamente; más apropiado para los suicidios, pienso yo, que para los libros. Sesuponequeatólasogaalabarandilladehierroyluegosaltóal…

—Gracias —dijo Theodora desde dentro—. Puedo visualizarlo perfectamente,gracias. Por mi parte, yo probablemente habría asegurado la soga a la cabeza deciervo de la sala de juegos, pero supongo que ella debía tener alguna atadurasentimentalconlatorre;quépalabratanbonita,«atadura»,enestecontexto,¿nolesparece?

—Deliciosa —era la voz de Luke, con más fuerza; estaban saliendo de labiblioteca y regresando al recibidor en el que esperaba Eleanor—. Creo queconvertiré esta habitación en un club nocturno. Pondré a la orquesta arriba en el

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balcónylasbailarinasdescenderánporlaescaleradecaracol;labarra…—Eleanor —dijo Theodora—, ¿te encuentras bien? Es una habitación

perfectamente horrenda, has hecho bien quedándote fuera. Eleanor se separó de lapared; tenía lasmanos fríasyquería llorar, pero ledio la espaldaa lapuertade labiblioteca,queeldoctoraseguróconunapiladelibrosparaquenosecerrara.

—Nocreoquevayaaleermuchomientrasestemosaquí—dijointentandohablarconligereza—.Nosiloslibroshuelenigualquelabiblioteca.

—Nohepercibidoningúnolor—dijo el doctor.Miró inquisitivamente aLuke,quenegóconlacabeza—.Curioso—prosiguióeldoctor—,yprecisamenteeltipodefenómeno que estamos buscando. Apúntelo, querida, e intente describirlo conexactitud.

Theodoraestabadesconcertada.Secolocóenmitaddelrecibidor,dandovueltassobre sí misma, observando la escalera a sus espaldas y a continuación la puertaprincipal.

—¿Haydospuertasprincipales—preguntóosóloestoyconfundida?El doctor sonrió con satisfacción; evidentemente había estado esperando una

preguntasemejante.—Éstaeslaúnicapuertaprincipal—dijo—,esporlaqueentraronayer.Theodorafruncióelceño.—¿Entonces por qué no podemos ver Eleanor y yo la torre desde nuestras

ventanas? Nuestros dormitorios están en la fachada frontal de la casa y sinembargo…

Eldoctorrióyrompióenunaplauso.—Porfin—dijo—.Muylista,Theodora.Poresoprecisamentequeríaquevieran

lacasaalaluzdeldía.Vengan,siéntenseenlasescalerasmientrasselocuento.Obedientemente, se acomodaron en las escaleras, observando al doctor, que

adoptósuposturadeconferencianteycomenzóconformalidad:—UnodelosrasgospeculiaresdeHillHouseessudiseño…—Lacasadelalocuradelaferia.—Exactamente.¿Noleshasorprendidoloextremadamentedifícilquenosresulta

orientarnos? Una casa ordinaria no nos habría tenido a los cuatro durante tantotiempoensemejanteestadodeconfusión,ysinembargounayotravezelegimoslaspuertasequivocadas,mientrasquelahabitaciónquebuscamosnoselude.Inclusoyohe tenidomisproblemas—suspiróyasintióen silencio—.Meatreveríaadecir—prosiguió— que el viejo Hugh Crain esperaba que algún día Hill House acabaraconvirtiéndose en un lugar de interés turístico, como la Casa Winchester enCalifornia, o las muchas casas octogonales; recuerden que diseñó Hill Housepersonalmente y, como ya les he dicho con anterioridad, era un hombre extraño.Todos los ángulos —y el doctor gesticuló en dirección a la entrada—, todos losángulosestánligeramentemal.HughCraindebíadetestaralasdemáspersonasconsussensatascasasdeángulosrectángulos,porquediseñólasuyaparaqueseadecuara

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a su mente. Ángulos que ustedes asumen como correctos y a los que estánacostumbrados,yquetienentodoelderechoapensarqueseanrectángulos,estánenrealidaddesviadosporunafraccióndegradoenunadirecciónuotra.Estoyseguro,porejemplo,dequecreeránustedesquelosescalonesenlosquesehansentadoestánanivel,porquenoestánpreparadosparaunosescalonesquenoloestuvieran.

LostresserevolvieronintranquilosyTheodoralevantóconrapidezlamanoparaagarrarsedelabalaustrada,comosipensaraqueestuvieracayendo.

—Sinembargotienenunaligerísimainclinaciónhaciaelhuecocentral;todaslasjambasestánligeramentedescentradas,esepodríaserelmotivo,porcierto,dequelaspuertassecierrensolasamenosqueselascalce;estamañanamehepreguntadosilaspisadasdeustedesdos,señoritas,nohabránpodidoalterareldelicadoequilibriodelas puertas. Por supuesto, la suma de todas estas minúsculas aberraciones en lasmedidasacabaprovocandounadistorsiónbastantegrandeenlacasacomoconjunto.Theodoranopuedeverlatorredesdelaventanadesudormitorioporqueenrealidadla torreestáen laesquinade lacasa.Desde laventanadeldormitoriodeTheodoraresulta completamente invisible, a pesar de que desde aquí parece hallarsedirectamente frente a suhabitación.En realidad la ventanadel cuarto deTheodoraestácuatrometrosymedioalaizquierdadedondenosencontramosahora.

Theodoraseparólasmanosenungestodeindefensión.—Canastos—dijo.—Yaveo—dijoEleanor—.Eltejadodelaverandaesloquenoshaconfundido.

Desdemiventanasepuedevereltejadodelaverandaycomoentrédirectamenteenlacasaysubílasescaleras,asumíquelapuertaprincipalestabajustodebajo,cuandoenrealidad…

—Sólopuedevereltejadodelaveranda—dijoeldoctor—.Lapuertaprincipalestá mucho más lejos; la entrada y la torre sólo son visibles desde el jardín deinfancia, que es la gran habitación que hay al otro extremo del pasillo; luegomástardeiremosaverla.Es…—suvozadoptóunmatizdetristeza—unaobramaestradelamaladirecciónarquitectónica.LaescaleradobledeChambord…

—¿Entonces todo está ligeramente desviado? —interrumpió Theodoradubitativamente—.¿Poresotodoparecetandislocado?

—¿Qué pasa cuando uno vuelve a una casa de verdad?—preguntóEleanor—.Quierodecir,auna…enfin…unacasadeverdad.

—Debe ser como volver a tierra después de un viaje en barco—dijo Luke—.Después de pasar aquí una temporada, tu sentido del equilibrio podría acabar tandistorsionado que luego te llevaría cierto tiempo conseguir perder tus piernas demarino,otuspiernasdeHillHouse.¿Podríaser—lepreguntóaldoctor—queloquelagentehaestadoasumiendocomomanifestacionessobrenaturalesfueranenrealidadsólo el resultado de un ligero desequilibrio por parte de los individuos que hanresididoaquí?Eloídointerno—ledijoaTheodorasabiamente.

—Ciertamentedebeafectaralaspersonasdealgúnmodo—respondióeldoctor

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—.Hemosacabadoconfiandociegamenteennuestro sentidodel equilibrioyde larazón, así que entiendo que la mente pudiera llegar a pelear desaforadamente porpreservar sus patrones estables y familiares contra cualquier indicio que señalaraciertainestabilidad—sediomediavuelta—.Todavíanosaguardanmaravillas—dijo,ytodosdescendieronlaescaleraylesiguieron,caminandoconcautela,probandolossuelos amedidaque avanzaban.Recorrieron el estrechopasadizohasta el pequeñogabinete en el que se habían sentado la noche anterior y, desde allí, dejando laspuertasabiertasycalzadasasusespaldas,pasaronalcírculoexternodehabitacionesqueibanadaralaveranda.RetiraronlospesadoscortinajesdelasventanasylaluzdelexteriorpenetróenHillHouse.Pasaronporuncuartodemúsicaenelqueunarpase mantuvo severamente apartada de ellos, sin un solo tintineo de cuerdas paramarcar sus pisadas. Un piano de cola permanecía cerrado a cal y canto, bajo uncandelabrodetechocuyasvelasjamáshabíansidoacariciadasporllamaalguna.Unamesa demármol exhibía flores de cera bajo protectores de cristal y las sillas erandoradasyfinascomoramas.Másalláestabaelconservatorio,consusaltaspuertasdecristal que les dejaron ver la lluvia en el exterior, y sus helechos que crecíanexuberantes por encima y alrededor del mobiliario de mimbre. Era un lugarincómodamentehúmedo,yloabandonaronrápidamenteparaatravesarunapuertaenformadearcoyentrarenunsalóndondesedetuvieronenseco,atónitoseincrédulos.

—No puede estar ahí—dijo Theodora, débilmente, riendo—.Nome creo queestéahí—negóconlacabeza—.Eleanor,¿tútambiénlaves?

—¿Cómo…?—dijoEleanorconindefensión.—Yamehabíaparecidoquelesagradaría—dijoeldoctorconcomplacencia.Todo un extremo del salón quedaba dominado por un conjunto escultórico de

mármol;encontrasteconlascortinasdecolormalvaylafloreadaalfombraparecíaenormeygrotescay,enciertomodo,pálidamentedesnuda;EleanorsecubriólosojosconlasmanosyTheodoraseagarróaella.

—MiopiniónesquepretendíanquerepresentaraaVenusalzándoseentrelasolas—dijoeldoctor.

—Enabsoluto—dijoLuke,recuperandoelhabla—,esSanFrancisco,curandoalosleprosos.

—No,no—dijoEleanor—.Unadelasestatuasesundragón.—Noesnadadeeso—dijoTheodoraconseguridad—;esunretratodefamilia,

tontos.Unacomposición.Cualquierapodríadarsecuentadeinmediato;esafiguradelcentro,alta,desvestida(¡porelamordelcielo!),masculina…eseeselviejoHugh,dándosepalmaditasen laespaldaporhaberconstruidoHillHouse,y lasdosninfasque leacompañansonsushijas.Lade laderecha,quepareceestarblandiendounamazorcademaíz,estáenrealidadhablandodesudemanda,ylaotra,lamáspequeñaqueestáaunextremo,eslaacompañante,yladelotroextremo…

—EslaseñoraDudley,esculpidadelnatural—dijoLuke.—Yesaespeciedehierbaqueestánpisandoenrealidadpretendeserlaalfombra

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delcomedor,untantocrecida.¿Nadiemássehafijadoenlaalfombradelcomedor?Pareceuncampodeheno,notasquetecosquilleaenlostobillos.Atrásdeltodo,esaespeciedemanzanoconlasramasdesplegadas,esoes…

—Unsímbolodelaproteccióndelacasa,concerteza—dijoeldoctorMontague.—Odiopensarquepodríacaersobrenosotros—dijoEleanor—.Doctor,teniendo

encuentaquelacasaestátandesequilibrada,¿existealgunaposibilidaddequevayaasucederalgoasí?

—He leído que la estatua fue construida con sumo cuidado, y sin reparar engastos,detalmodoquecontrarrestarala inseguridaddelsuelosobreelquesealza.En cualquier caso, fue instalada después de que la casa hubiera terminado deconstruirseytodavíanosehaderrumbado.EsposiblequeHughCrainlaadmirase,sabenustedes,quizáinclusolaconsiderasebella.

—También es posible que la utilizara para meterle miedo a sus niñas —dijoTheodora—.Conlobonitaqueseríaestahabitaciónsinella—diounavueltasobresímisma,contoneándose—.Unsalóndebaile—dijo—,paradamasconfaldaslargasysitiosuficienteparaungranbailecampestre.HughCrain,¿meconcedeestebaile?—ehizounareverenciaendirecciónalaestatua.

—Creoquevaaaceptar—dijoEleanor,dandouninvoluntariopasohaciaatrás.—Nolepermitaquelepiselospies—dijoeldoctorriendo—.Recuerdeloquele

pasóaDonJuan.Theodorarozólaestatuatímidamente,acercandoundedoalamanoextendidade

unadelasfiguras.—El mármol siempre es una sorpresa—dijo—. Nunca tiene el tacto que una

piensa que va a tener. Supongo que una estatua de tamaño natural se parece losuficienteaunapersonarealcomoparaquetehagapensarquesutactovaasercomoeldelapiel.

A continuación, dando media vuelta de nuevo y reluciendo en mitad delmortecinosalón,bailósolaunvals,volviéndoseparahacerunagenuflexiónhacialaestatua.

—Al otro extremo del salón—les dijo el doctor a Eleanor y a Luke—, bajoaquellascortinas,haypuertasquedanalaveranda;cuandoTheodoraestéacaloradadetantobailar,podrásaliradisfrutardelairefresco.

Dichoestoatravesótodalaestanciaparadescorrerlaspesadascortinasazulesyabriólaspuertas.Denuevoentróelaromadelacálidalluviaytambiénunaráfagadeviento,detalmodoqueunlevealientopareciópasarentrelaestatuaylaluztocólosmurosdecolor.

—En esta casa nada semueve—dijo Eleanor— hasta que retiras lamirada, yentoncespercibesalgoporel rabillodelojo.Miren las figurillasde lasestanterías;mientraslesdábamoslaespaldaestabanbailandoconTheodora.

—Yomemuevo—dijoTheodora,bailandohaciaellos.—Floresbajocristales—dijoLuke—.Borlas.Empiezaagustarmeestacasa.

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TheodoraletiródelpeloaEleanor.—Teechounacarreraalrededordelaveranda—dijo,ysaliódisparadahacialas

puertas. Eleanor, sin tiempo para dudar ni pensárselo, la siguió, y ambas salieroncorriendo a la veranda. Eleanor, corriendo y riendo, dobló una esquina para ver aTheodora entrando por otra puerta, y se detuvo, sin aliento. Habían llegado a lacocinaylaseñoraDudley,apartándosedelapila,lasobservóensilencio—.SeñoraDudley—dijoTheodoraeducadamente—,hemosestadoexplorandolacasa.

LosojosdelaseñoraDudleyseposaronsobreelrelojquehabíaenunaestanteríasobreelhorno.

—Sonlasonceymedia—dijo—,dejopreparada…—…lacomidaalauna—dijoTheodora—.Nosgustaríaecharleunvistazoala

cocina, si nos lo permite.Ya hemos visto todas las otras habitaciones de la plantabaja,creo.

La señoraDudley permaneció en silencio durante unminuto y a continuación,moviendo la cabeza en señal de asentimiento, se dio media vuelta y atravesópausadamente lacocinahasta llegaraunapuertecita.Cuando laabriópudieronverlasescalerastraserasalotrolado,ylaseñoraDudleysevolvióparacerrarlapuertaantes de empezar a subirla. Theodora ladeó la cabeza en dirección a la puerta yesperóunminutoantesdedecir:

—Mepreguntosi laseñoraDudley tieneensucorazónunpequeñohuecoparamí,deverdadquemelopregunto.

—Supongo que habrá ido a colgarse de la torreta —dijo Eleanor—. Ya queestamosaquívamosaverquéhayparacomer.

—Notoquesnada—dijoTheodora—.Sabesperfectamentequelosplatosdebenir en sus anaqueles. ¿Creesque esamujer tiene intencióndeprepararnosun suflé?Estosindudaesuncuencoparasuflés,yhuevosyqueso…

—Esunacocinaagradable—dijoEleanor—.Encasademimadrelacocinaeraoscurayestrecha,ynadadeloqueprepararasenellateníanuncasaborocolor.

—¿Yquémedicesdetucocina?—preguntóTheodoracomoausente—.¿Entupequeñopiso?Eleanor,miralaspuertas.

—Noséhacersuflé—dijoEleanor.—Mira,Eleanor.Ésaes lapuertaquedaa laveranda,yaquíhayotraquedaa

unaescaleradescendente,alabodega,supongo,yaquíhayotraquevuelveasaliralaveranda,yéstaeslaqueellahautilizadoparairarriba,yaquíhayotraque…

—Otraveza laveranda—dijoEleanorabriéndola—.Trespuertasquedana laverandadesdeunasolacocina.

—Máslapuertadeladespensaylaquedaalcomedor.AnuestrabuenaseñoraDudley le gustan las puertas, ¿verdad? Ciertamente puede —y sus ojos seencontraron—salirrápidamenteencualquierdirecciónsiseleantoja.

Eleanorsevolvióbruscamenteyregresóalaveranda.—MepreguntosilehabrápedidoaDudleyqueleabrierapuertasextraparaella.

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Mepreguntosilegustarátrabajarenunacocinaenlaqueunapuertapuedeabrirseasus espaldas sin que ella lo sepa. Me pregunto, en realidad, qué es lo que sueleencontrarlaseñoraDudleyensucocinacomoparaquequieraestarseguradetenersiempreunasalidaamanosinimportarenquédireccióncorra.Mepregunto…

—Calla—ledijoTheodoraafablemente—.Unacocineranerviosaesincapazdehacer un buen suflé, eso lo sabe cualquiera, y además probablemente nos estéescuchando desde las escaleras. Mejor escojamos una de sus puertas y dejémoslaabiertaanuestropaso.

Lukeyeldoctorestabanenlaveranda,observandoeljardíndelantero;unpocomás allá, la puerta de entrada estaba, misteriosamente, cerrada. Tras la casa,aparentemente encima de ellos, las grandes colinas quedaban silenciadas ydifuminadaspor la lluvia.Eleanorpaseópor laveranda,pensandoquenuncaanteshabíaconocidounacasaqueestuvieratancompletamenterodeada.Comouncinturónmuy apretado, pensó; ¿se desharía la casa por completo si le retiraran la veranda?Recorrió lo que le pareció era la mayor parte del círculo alrededor de la casa yentoncesviolatorre.Apareciófrenteaelladerepente,casisinaviso,aldoblarunaesquina de la veranda. Estaba hecha de piedra gris, grotescamente sólida, apiñadacontra losmaderos de la casa, asegurada allí por la insistente veranda. Espantosa,pensó,y luegoseleocurrióquesialgúndía lacasaardía, la torrepermaneceríaenpie, alzándosegris y amenazante sobre las ruinas, advirtiendoa lagentedeque semantuvieraalejadadeloquequedabadeHillHouse;quizáalgunapiedracayeradeaquíyallá,demodoquelosbúhosylosmurciélagospudieranentrarysaliryanidarentre los libros de su interior. Las ventanas empezaban a la mitad, pequeñosresquiciosinclinadosenlapiedra,ysepreguntócómoseríamirarhaciaabajodesdeellas,ylemaravillóhabersidoincapazdeentrarenlatorre.Nuncamiraréatravésdeesasventanas,pensó,eintentóimaginarselaestrechaescaleradehierro,ascendiendosobresímisma.Enloaltodeltodoteníauntechocónicodemadera,coronadoporunchapiteldemadera.Encualquierotracasahabríaresultadorisible,peroaquíenHillHouseestabaensulugar,alegreyexpectante,esperandoquizáaquealgunamenudacriaturaseauparaenlapequeñaventanaparasubiraltechoinclinado,seagarraraalchapitel,ataraunasoga…

—Te vas a caer —dijo Luke, y Eleanor sofocó un grito; bajó la mirada conesfuerzoydescubrióqueestabaagarradaconfuerzaa labarandillade laverandayquesehabíainclinadoexageradamentehaciaatrás—.NotefíesdetuequilibrioenmiencantadoraHillHouse—dijoLuke,yEleanorrespiróagrandesbocanadas,mareaday tambaleante. Luke la cogió y la sostuvo mientras ella intentaba recuperar lacomposturaenunmundobamboleanteenelquelosárbolesyelcéspedparecíandealgúnmodoinclinadoshaciaunladoyelcielodabavueltasysebalanceaba.

—¿Eleanor?—dijoTheodoradesdecerca,yoyóelsonidodelospiesdeldoctorcorriendosobrelaveranda.

—Estamalditacasa—dijoLuke—.Hayquevigilarlaentodomomento.

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—¿Eleanor?—dijoeldoctor.—Estoybien—dijoEleanorsacudiendolacabezaymanteniéndoseaduraspenas

enpieporsísola—.Meheinclinadodemasiadoparaverloaltodelatorreymehemareado.

—Estabacasihorizontalcuandolahecogido—dijoLuke.—Yotambiénhetenidoesamismasensaciónunaodosvecesestamañana—dijo

Theodora—.Comosiestuvieracaminandoporunapared.—Tráiganlaadentro—dijoeldoctor—.La sensaciónnoes tanmalacuandose

estádentrodelacasa.—De verdad que estoy bien—dijo Eleanor, muy avergonzada, y recorrió con

pasoscautelososlaverandahastalapuertadeentrada,queestabacerrada—.Creíquela habíamos dejado abierta—dijo con un ligero temblor en la voz, y el doctor seadelantóparaabrirdenuevolapesadapuerta.Enelinterior,elrecibidorhabíavueltoa ser el mismo de siempre; todas las puertas que habían dejado abiertas estabanfirmementecerradas.Cuandoeldoctorabriólapuertadelasaladejuegospudieronver que las puertas del comedor estaban cerradas y que el pequeño taburete quehabíanutilizadoparacalzarunade lashojasvolvíaaestarpulcramenteensu lugarjunto a la pared. En el gabinete y en la sala de estar, en el estudio y en elconservatorio, laspuertasylasventanasestabancerradas, lascortinascorridas,ylaoscuridadhabíavuelto.

—Es la señoraDudley—dijoTheodora siguiendodecercaaldoctoryaLuke,quepasaronrápidamentedeunahabitaciónalaotravolviendoaabrirlaspuertasyacalzarlas,descorriendolascortinasdelasventanasypermitiendoqueentraralabrisacálidayhúmeda—.Ayerhizolomismo,tanprontocomoEleanoryyonosquitamosde enmedio, porqueprefiere cerrarlas ella antesque encontrárselas cerradaspor sísolas,porque laspuertasdebenestarcerradasy lasventanasdebenestarcerradasylosplatosdebenestar…

Theodoraseechóareírneciamenteyeldoctorsevolvióhaciaellafrunciendoelceño,irritado.

—MáslevaldráalaseñoraDudleyaprendercuálessulugar—dijo—.Aseguraréestaspuertasconclavossiesnecesario.

Recorrióelpasadizohastasupequeñogabineteyabriólapuertadeparenparconungolpetazo.

—Perdereltemperamentonomevaaservirdenada—dijo,yleasestóalapuertaunadespiadadapatada.

—Un jerez en el gabinete para abrir el apetito —dijo Luke afablemente—.Señoritas,entren.

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2

—Señora Dudley —dijo el doctor dejando el tenedor sobre la mesa—, un sufléadmirable.

La señoraDudley se volvió hacia él para observarle brevemente y regresó a lacocinaconunplatovacío.

Eldoctorsuspiróymovióloshombrosconcansancio.—Traslavigiliadeanoche,notolanecesidaddedescansarunpocoestatarde.Y

usted—ledijoaEleanor—haríabienenecharseunahora.Quizáunratodedescansotodaslastardessealomáscómodoparatodosnosotros.

—Yaveo—dijoTheodoradivertida—.Deboecharmelasiesta.Quizásuenerarocuandovuelvaacasa,perosiemprepodrédecirlesqueformabapartedelprogramaenHillHouse.

—Quizáestanochenopodamosconciliarbienelsueño—dijoeldoctor,yunairefrío recorrió lamesa, oscureciendo la luz de la plata y los brillantes colores de laporcelana,unapequeñanubequeatravesóelcomedorytrajoalaseñoraDudleyensuestela.

—Quedancincominutosparalasdos—dijolaseñoraDudley.

3

Eleanor no durmió durante la tarde, aunque le hubiera gustado; en vez de eso, setumbó sobre la cama de Theodora en la habitación verde y observó a Theodorapintarselasuñas,charlandoperezosamente,negándoseaadmitirquehabíaseguidoaTheodorahastalahabitaciónverdeporquenoseatrevíaaquedarsesola.

—Meencantaadornarme—dijoTheodora,admirandosumanoconafecto—.Megustaríapoderpintarmetodaentera.

Eleanorsemovió,cómoda.—Pintura dorada —sugirió, sin pensar apenas. Con los ojos casi cerrados

únicamenteveíaaTheodoracomounamasadecolorsentadaenelsuelo.

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—Laca de uñas y perfume y sales de baño—dijoTheodora como si estuvierarecitandolasciudadesdelNilo—.Máscara.Nopiensasnilamitaddelonecesarioentalescosas,Eleanor.

Eleanorrióycerrólosojosporcompleto.—Notengotiempo—dijo.—Bueno—replicó Theodora con determinación—, para cuando haya acabado

contigo,serásunapersonadistinta;nomegustaestarjuntoamujeresdescoloridas—rióparademostrarqueeraunabromayacontinuaciónprosiguió—.Creoquetevoyapintarderojolasuñasdelospies.

Eleanortambiénserióyleextendióunpiedescalzo.Alcabodeunminuto,casidormida,notóeltactofríoyajenodelabrochasobrelosdedosytuvounescalofrío.

—Seguramente una famosa cortesana como tú estará acostumbrada a losministeriosdesusdoncellas—dijoTheodora—.Tieneslospiessucios.

Sobresaltada,Eleanorsesentóalbordedelacamaymiró;teníalospiessucios,ysusuñasestabanpintadasdeunrojochillón.

—Eshorrible—ledijoaTheodora—,esperverso—añadióconganasdeecharseallorar.Luego,sinpoderevitarlo,empezóareírsealverlaexpresiónenelrostrodeTheodora—.Iréalavarmelospies—dijo.

—Caramba —Theodora permaneció sentada en el suelo junto a la cama,observándola—. Mira —dijo—. Yo también tengo los pies sucios, chiquilla, deverdad.Mira.

—Encualquiercaso—dijoEleanor—,nomegustanadaquemehagancosas.—Estástanlocacomonadiequeyohayaconocido—dijoTheodoraconalegría.—Nomegustasentirmeindefensa—dijoEleanor—.Mimadre…—Tumadrehabríaestadoencantadadeverteconlasuñasdelospiespintadasde

rojo—dijoTheodora—.Tequedanbien.Eleanorvolvióamirarselospies.—Esperverso—dijodeformainadecuada—.Quierodecir,enmispies.Haceque

mesientacomosituvieraunaspectoridículo.—Creoqueconfundesdealgúnmodolaperversidadconlaridiculez—Theodora

empezóarecogersuequipamiento—.Encualquiercaso,novoyaquitárteloylasdospodremoscomprobarsiLukeyeldoctortemiranantesalospies.

—Noimportaloqueintentedecir,hacesquesueneridículo.—Operverso—Theodora lamiró congravedad—.Tengo el presentimiento—

dijo—dequedeberíasvolveracasa,Eleanor.¿Seestáriendodemí?,sepreguntóEleanor;¿hadecididoquenomerezcoestar

aquí?—Noquieroirme—dijo,yTheodoravolvióamirarlarápidamenteyluegoretiró

lavista,yrozósuavementelasuñasdelospiesdeEleanor—.Lalacasehasecado—dijo—.Soyidiota.Hahabidoalgoquemehaasustadoporunmomento—selevantóysedesperezó—.Vamosabuscaralosotros—dijo.

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4

Luke se apoyó fatigado contra la pareddel pasillodel primerpiso, descansando lacabezasobreelmarcodoradodeungrabadodeunasruinas.

—Sigopensandoenestacasacomoenmifuturapropiedad—dijo—,ahoramásqueantes;nohagomásquedecirmequealgúndíamepertenecerá,ynohagomásque preguntarme por qué—hizo un gesto abarcando la longitud del pasillo—. Sifuera un apasionado de las puertas —dijo—, o de los relojes de oro, o de lasminiaturas;siquisieratenermipropiorincónturco,esmuyprobablequeHillHousemeparecieseunensueñodebelleza.

—Es una casa atractiva—dijo el doctor con firmeza—.Debió ser consideradaeleganteenelmomentodesuconstrucción—echóaandarporelpasilloendirecciónalagranhabitacióndelextremoqueenotrotiempohabíasidoeljardíndeinfancia—.Ahora—dijo—veremoslatorredesdeunaventana—yexperimentóuntembloraltraspasarlapuerta.Acontinuación,sevolvióymiróconcuriosidad—.¿Habráunacorrientequepaseporestapuerta?

—¿Unacorriente?¿EnHillHouse?—rióTheodora.No,amenosqueconsigaquealgunadeesaspuertaspermanezcaabierta.

—Vayan pasando uno por uno, entonces—dijo el doctor, y Theodora avanzó,haciendounamuecaalpasarporlapuerta.

—Comoelpórticodeunatumba—dijo—,aunquedentrohacecalor.Lukeseacercó,dudóenlazonafríayluegosemovióconrapidezparasalirde

ella,yEleanor,siguiéndole,sintiócon incredulidadel fríopenetranteque lagolpeóentreunpasoyelsiguiente;eracomopasaratravésdeunapareddehielo,pensó,ylepreguntóaldoctor:

—¿Quées?Eldoctorestabaaplaudiendoencantado.—Puedesquedartetusrinconesturcos,muchacho—dijo.Extendióunamanoyla

situóconcuidadosobrelalocalizacióndelfrío—.Estonopuedenexplicarlo—dijo—.Lamismaesenciadeunatumba,comobienhaindicadoTheodora.LazonafríadelarectoríaBorleysólodisminuíaenoncegrados—prosiguiócomplacido—.Esta,mepareceamí,esconsiderablementemásfría.Elcorazóndelacasa.

TheodorayEleanor sehabíanmovidoparaestarmáscerca launade laotra; apesardequeeljardíndeinfanciaeracálido,olíaahumedadyacerrado,yelfríoqueprotegía la puerta era casi tangible, visible comounabarreraquedebe ser cruzadapara poder salir. Más allá de las ventanas la piedra gris de la torre se acercabaopresivamente;enelinterior,lahabitaciónestabaaoscurasylosanimalespintadosenhileraenlaparednoparecíannimuchomenosalegres,sinomásbienatrapadosoemparentados con los ciervos agonizantes de las láminas colgadas en la sala de

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juegos.El jardín de infancia,mayor que los otros dormitorios, tenía un indefinibleaireadejadezausenteentodoslosdemásrinconesdeHillHouse,yaEleanorselepasó por la cabeza que ni siquiera la diligencia de la señora Dudley la llevaría aatravesaraquellabarrerafríamásamenudodeloestrictamentenecesario.

Lukehabíavueltoacruzarsobrelazonafríayestabaexaminandolaalfombradelpasillo, luego las paredes, palpando la superficie como si esperara encontrar unacausaparaelextrañofrío.

—Nopuede serunacorriente—dijomirandoaldoctor—.Amenosque tenganunalíneadirectaconelPoloNorte.Encualquiercaso,estodobiensólido.

—Mepreguntoquiéndormiríaeneljardíndeinfancia—dijoeldoctorsindarleimportancia—.¿Suponenustedesquequedaríaclausuradodespuésdeque lasniñassemarcharan?

—Mire—dijoLuke,señalando.Enambosrinconesdelpasillo,unaacada ladode la puerta del jardín de infancia, había dos cabezas sonrientes, aparentementecolgadas como decoración alegre para la entrada de la habitación, sólo que noparecíanmás alegres o despreocupadas que los animales del interior. Sus miradasseparadas, capturadas para siempre en una carcajada distorsionada, se untaban yentrelazabanenelpuntodelpasillosumidoeneldespiadadofrío—.Cuandotesitúasdondetepuedenver—explicoLuke—,tecongelan.

Concuriosidad,eldoctorsalióalpasilloparaunirseaél,alzandolamirada.—No nos deje aquí solas—dijo Theodora, y salió corriendo de la habitación

arrastrando aEleanor a travésdel frío, comounabofetada rápidaouna inhalaciónhelada—.Unbuensitiopararefrescar lascervezas—dijo,ylesacóla lenguaalassonrientescaras.

—Debo escribir un informe detallado acerca de esto —dijo el doctor consatisfacción.

—Nopareceun frío imparcial—dijoEleanor, sintiéndose incómodaporquenoestabaseguradeaquéserefería—.Lohesentidocomosifueradeliberado,comosialgoquisieradarmeunasorpresadesagradable.

—Es por culpa de las caras, supongo—dijo el doctor, que se había puesto acuatropatassobreelsueloparaexaminarlo—.Cintamétricayuntermómetro—dijoparasímismo—,tizaparatrazarelperímetro;¿quizáelfríoseintensifiquedurantelanoche?Todoespeor—dijomirandoaEleanor—cuandounopiensaquealgoleestáobservando.

Lukeatravesóelfríotiritandoycerrólapuertadeljardíndeinfancia;regresóalpasilloconlosotrosdandounsalto,comosipensaraquepodríaescapardelfríosinotocaba el suelo. Con la puerta del jardín de infancia cerrada, se percataron deinmediatodelomuchoquehabíaoscurecido,yTheodoradijoinquieta:

—Bajemosanuestrogabinete;puedosentirlascolinasacercándose.—Yapasandelascinco—dijoLuke—.Eslahoradelcóctel.Supongo—ledijo

aldoctor—queconfiaráenmíparaquevuelvaaprepararleunmartiniestanoche.

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—Demasiado vermouth—dijo el doctor, y los siguió rezagado, observando lapuertadeljardíndeinfanciaporencimadelhombro.

5

—Propongo—dijoeldoctordejandosuservilletasobre lamesa—que tomemoselcaféennuestropequeñogabinete.Elfuegomeresultamuyalegre.

Theodorasoltóunarisita.—La señora Dudley se ha ido, ahora podemos ir corriendo de habitación en

habitación abriendo todas esas puertas y ventanas y bajándolo todo de susestanterías…

—Lacasaparecediferentecuandoellanoestá—dijoEleanor.—Másvacía—Lukelamiróyasintióconlacabeza;estabapreparandolastazas

del café sobre una bandeja y el doctor ya había salido del comedor, abriendo laspuertasycalzándolasempecinadamente—.Cadanochemedoycuentaderepentedequeloscuatroestamosaquícompletamentesolos.

—ApesardequelaseñoraDudleynoseamuybuenacomocompañía.Escurioso—dijo Eleanor, observando lamesa de la cena—,me desagrada la señoraDudleytantocomoacualquiera,peromimadrenuncamepermitiría levantarmeydejar lamesaenesteestadohastalamañanasiguiente.

—Si quiere marcharse antes de que anochezca, no le queda más remedio querecoger al día siguiente—dijo Theodora sin interés—. Yo desde luego no voy ahacerlo.

—Noestábienmarchartedejandounamesaconlosrestos.—De todosmodosnocolocaríasnadaen suestante indicadoyella tendríaque

volverahacerlotododenuevosóloparaborrartushuellasdelosplatos.—Podríaalmenoscogerloscubiertosydejarlosenagua…—No—dijo Theodora, agarrándola de lamano—. ¿Acaso quieres quedarte en

esacocinacompletamenteasolas,contodasesaspuertas?—No—dijo Eleanor dejando sobre lamesa el puñado de tenedores que había

reunido—.Supongoqueno,laverdad—serezagóparamirarconinquietudlamesa,lasservilletasarrugadasylagotadevinoderramadaporLuke,ymeneólacabeza—.Aunquenoséquédiríamimadre.

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—Vamos—dijoTheodora—.Handejadolucesparanosotras.ElfuegoardíaenelpequeñogabineteyTheodorasesentójuntoalabandejadel

café mientras Luke sacaba el brandy del armario en el que lo había guardadocuidadosamentelanocheanterior.

—Debemosestaralegresatodacosta—dijo—.Estanochevolveréadesafiarle,doctor.

Antesdelacenahabíanregistradolasotrashabitacionesdelaprimeraplantaenbuscadelámparasysillascómodasyahorasupequeñogabineteeracondiferencialaestanciamásagradabledelacasa.

—HillHousehasidorealmenteamableconnosotras—dijoTheodorapasándoleaEleanorsucafé,yEleanorsesentóagradecidaenunsillónexcesivamenteacolchado—.Eleanornotienequelavarlosplatos,unaveladaagradableenbuenacompañíayquizámañanaelsolvuelvaabrillar.

—Debemosorganizarnuestropicnic—dijoEleanor.—Me voy a volver perezosa y gorda en Hill House—continuó Theodora. Su

insistenciaenllamaraHillHouseporsunombreincomodabaaEleanor.Escomosilo dijera deliberadamente, pensóEleanor, comunicándole a la casa dónde estamos;¿esunabravata?

—HillHouse,HillHouse,HillHouse—dijoTheodoraenvozbaja,ysonrióendirecciónaEleanor.

—Cuénteme—le dijo Luke educadamente a Theodora—, ya que es usted unaprincesa,háblemedelasituaciónpolíticaensupaís.

—Muyvoluble—dijoTheodora—.Huíporquemipadre,queporsupuestoeselrey,insisteenquemecaseconMichaelelNegro,queeselpretendientealtrono.Yo,porsupuesto,nopuedoniveraMichaelelNegro,que llevaunpendientedeoroyazotaasussirvientesconunafustademontar.

—Unpaísdelomásinestable—dijoLuke—.¿Cómoconsiguióescapar?—Huí en un carromato cargado de heno, disfrazada de lechera. Nunca se les

ocurrió buscarme ahí y crucé la frontera con unos documentos que yo mismafalsifiquéenlacabañadeungrabador.

—Y a estas alturasMichael elNegro habrá sin duda tomado el poder del paísmedianteungolpedeestado.

—Sinduda.Ypormípuedequedárselo.Es como esperar en la consulta del dentista, pensó Eleanor, observándolos por

encima de su taza de café; esperar en la consulta del dentista oyendo a los otrospacienteshacerchistesconvalentíaalotroladodelasaladeespera,apesardequetodos tenemos la certeza de que antes o después vamos a tener que conocer aldentista.Levantólamiradaderepente,conscientedequeeldoctorestabaasulado,ysonrióambiguamente.

—¿Nerviosa?—preguntóeldoctor,yEleanorasintió.—Sóloporquemepreguntoquéesloquevaapasar—respondió.

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—También yo—el doctormovió una silla y se sentó junto a ella—. ¿Tiene lasensacióndequealgo,sealoquesea,vaasucederpronto?

—Sí.Todopareceestaralaespera.—Yellos—eldoctorseñalóconunademándecabezaaTheodorayaLuke,que

seestabanriendoelunodelotro—,ellos loesperanasumanera;mepreguntoquénos hará a todos nosotros. Hace unmes habría dicho queme parecería altamenteimprobablellegaraverunasituacióncomoesta,loscuatroaquísentados,juntos,enestacasa.

Élnolanombra,sepercatóEleanor.—Llevomuchotiempoesperando—dijoeldoctor.—¿Creequehacemosbienenquedarnos?—¿Bien?—respondióél—.Creoquesomosincreíblementeneciosquedándonos.

Creoqueunaatmósferacomoestapuedeencontrarlosfallosyfaltasydebilidadesdetodosnosotrosydesmenuzarnosenapenasunosdías.Sólotenemosunadefensa:salircorriendo.Almenosnopuedeseguirnos,¿verdad?Cuandonossintamosenpeligropodremosirnostalycomovinimos.Y…—añadióconsequedad—tandeprisacomoseamoscapaces.

—Peroalmenosestamossobreaviso—dijoEleanor—,ysomoscuatro.—YalehemencionadoestoaLukeyaTheodora—dijoeldoctor—.Prométame

sinlugaradudasquesemarchará,todoloaprisaquepueda,enelprecisoinstanteenelqueempieceanotarquelacasalaestáalcanzando.

—Se lo prometo—dijoEleanor, sonriendo.Está intentandoqueme sientamásvaliente,pensó,ysesintióagradecida—.Peronopasanada—ledijo—.Deverdad,estoybien.

—No dudaré un momento en alejarla de aquí —dijo él, levantándose— si loconsideronecesario.¿Luke?¿Nosdisculpan,señoritas?

Mientras ellos colocaban las piezas sobre el tablero, Theodora vagaba por lahabitación con su taza en la mano y Eleanor pensó, Se mueve como un animal,nerviosa y alerta; es incapaz de estarse quieta mientras haya un aroma deperturbaciónenelaire;estamostodosmuyintranquilos.

—Venysiéntateamilado—dijo.YTheodoraseacercó,rodeandolahabitaciónconelegancia.Sesentóenlasillaquehabíadejadoeldoctoryapoyólacabezaenelrespaldo con agotamiento; qué encantadora es, pensó Eleanor, qué espontánea yafortunadamenteencantadora—.¿Estáscansada?

Theodoravolviólacarahaciaella,sonriendo.—Nosoportarémuchomásestaespera.—Precisamenteyoestabapensandoahoraqueparecesmuyrelajada.—Y precisamente yo estaba pensando en… ¿qué día fue?, ¿anteayer? Y

preguntándome cómo llegué a abandonar aquello para venir aquí. Probablementetengoañoranzadecasa.

—¿Tanpronto?

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—¿Algunavezhabíasreflexionadoacercadeloqueessentirañoranzadecasa?Si tu hogar fueraHill House, ¿sentirías añoranza por ella? ¿Lloraron aquellas dosniñitasporsuoscuraysiniestracasacuandolasalejarondeaquí?

—Nuncaheestadolejosdeningúnsitio—dijoEleanorconprecaución—,asíquesupongoquenuncahesentidoañoranzadecasa.

—¿Yahora?¿Contupequeñoapartamento?—Quizá—dijoEleanormirandoelfuego—nolohetenidoeltiemposuficiente

comoparaconsiderarlopropiotodavía.—Quieromi cama—dijoTheodora, yEleanor pensó,Ya se está enfurruñando

otra vez; cuando está hambrienta o cansada o aburrida se transforma en una niñapequeña.

—Tengosueño—dijoTheodora.—Ya sonmás de las once—dijoEleanor, y se volvió a observar la partida de

ajedrez.EldoctorlanzóunalegregritodetriunfoyLukeseechóareír.—¿Yahora,caballero?—dijoeldoctor—.¿Yahora?—Ha sido una derrota justa, lo admito —dijo Luke, recogiendo las piezas y

guardándolas de nuevo en su caja—. ¿Hay algún motivo por el que no puedallevarmeunacopitadebrandyalahabitación?Paraquemeayudeadormir,oparaquemetransmitaalgodecorajeholandés,oporcualquierotromotivo.Enrealidad—dijo con una sonrisa dirigida a Theodora y a Eleanor—, tengo pensado quedarmeleyendounrato.

—¿YustedsigueleyendoPamela?—lepreguntóEleanoraldoctor.—Volumen dos. Me quedan todavía otros tres y luego empezaré Clarissa

Harlowe,creoyo.QuizáLukequieraquelepreste…—No,gracias—dijoLukeconpremura—.Tengounamaletallenadenovelasde

misterio.Eldoctorsevolvióparaecharunaojeada.—Veamos —dijo—. El fuego está tapado, las luces apagadas. Dejemos las

puertasparaquelaseñoraDudleylascierreporlamañana.Cansados, siguiéndose unos a otros, ascendieron la gran escalera, apagando las

lucesasusespaldas.—Por cierto, ¿tenemos todos linterna?—preguntó el doctor, y ellos asintieron,

más pendientes de dormir que de las olas de oscuridad que los seguían por lasescalerasdeHillHouse.

—Buenasnochesatodos—dijoEleanor,abriendolapuertadelahabitaciónazul.—Buenasnoches—dijoLuke.—Buenasnoches—dijoTheodora.—Buenasnoches—dijoeldoctor—.Felicessueños.

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6

—Yavoy,Madre,yavoy—dijoEleanor,manoteandoenbuscadelinterruptordelaluz—.Nopasanada,yavoy.

Eleanor,oyó,Eleanor.—Yavoy,yavoy—gritóirritada—.Unmomento,yavoy.—¿Eleanor?Entonces, con una brusca conmoción que la despertó por completo, helada y

temblando,yquelasacódelacamadeinmediato,pensó:estoyenHillHouse.—¿Qué?—gritó—.¿Qué?¿Theodora?—¿Eleanor?Aquí.—Voy.Nohabíatiempoparaencenderlaluz;empujóunamesaquitándoladesucamino,

extrañadaanteelruido,ypeleóbrevementeconlapuertadelcuartodebaño.Esonohasidolamesaalcaer,pensó;esmimadrequeestádandogolpescontralapared.PorsuertehabíaluzenelcuartodeTheodora,yTheodoraestabasentadaenlacama,conel pelo enredado por la almohada y los ojos completamente abiertos debido a suinesperadodespertar;yodebotenerelmismoaspecto,pensóEleanor,ydijo:

—Yaestoyaquí.¿Quépasa?—yentonceslooyóconclaridadporprimeravez,aunquelollevabaoyendodesdequesehabíadespertado—.¿Quéeseso?—susurró.

Se sentó lentamente a lospiesde la camadeTheodora,maravillándose ante loqueparecíasupropiacalma.Vale,pensó,vale.Sóloesunruido,yhacemuchofrío;mucho,muchofrío.Hasidounruidoalotroladodelpasillo,prácticamentealfinal,juntoalapuertadeljardíndeinfancia,yhacemuchofrío,noesmimadregolpeandocontralapared.

—Algo está llamando a las puertas —dijo Theodora con un tono de puraracionalidad.

—Esoestodo.Ycasiestáalotroextremodelpasillo.ProbablementeLukeyeldoctoresténallíya,investigandoquéesloquesucede—noesnimuchomenosmimadregolpeandocontralapared;otravezestabasoñando.

—Toctoc—dijoTheodora.—Toc —dijo Eleanor, y dejó escapar una risita. Estoy tranquila, pensó, pero

tengomucho frío; el ruido sóloha sidounaespeciedegolpeteocontra laspuertas,unatrasotra;¿estoes loquetantomiedomedaba?«Toc»es lamejorpalabraparadescribirlo; suena como algoquepudiera hacer unniño, nounamadre quegolpeacontralaparedexigiendoayuda,yencualquiercasoLukeyeldoctorestánallí;¿aestoserefierencuandodicenqueunescalofríoterecorrelaespaldadearribaabajo?Porqueno es agradable; empieza en el estómagoy sale enondashacia arribaparaluego volver a bajar como algo vivo. Como algo vivo. Sí. Como algo vivo—.

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Theodora—dijo, y cerró los ojos y apretó los dientes y se abrazó con fuerza a símisma—.Seestáacercando.

—Sóloesunruido—dijoTheodorasentándoseal ladodeEleanorypegándosecontraella—.Esuneco.

Sonaba,pensóEleanor,comounruidohueco,unestampidohueco,comosialgoestuvieragolpeandocontralaspuertasconunateteradehierro,ounabarradehierro,ounguantedehierro.Golpeabaregularmenteduranteunminutoyluegoderepenteconmássuavidadyluegodenuevoconunaagitaciónnerviosa,pasandoalparecerdepuertaapuertametódicamentealotroextremodelpasillo.EnlalejaníaleparecióquepodíaoírlasvocesdeLukeydeldoctor,llamandodesdeabajo,ypensó,Nisiquieraestán aquí arriba con nosotras, y oyó de nuevo el hierro golpeando contra lo quedebíaserunapuertamuycercana.

—Quizáseguirábajandohastaelotroextremodelpasillo—susurróTheodora,yEleanorpensóquelapartemásextrañadetodaaquellaexperienciaindescriptibleeraque Theodora también la estuviera viviendo—. No—dijo Theodora, y oyeron elimpactocontralapuertadeenfrente.Eramásrecio,eraensordecedor,golpeócontrala puerta contigua a la suya (¿ahora se movía de un lado a otro del pasilloindistintamente?,¿teníapiesparacaminarsobrelaalfombra?,¿eraunamanoloquealzaba contra la puerta?) y Eleanor se arrojó de la cama y corrió para sostener lapuertaconlasdosmanos.

—¡Márchate!—gritóviolentamente—.¡Márchate,márchate!SehizouncompletosilencioyEleanorpensó,depieconlacaraapretadacontra

lapuerta,Ahorasíquelahehechobuena;estababuscandolahabitaciónconalguiendentro.

Elfríoseabalanzósobreellasylaspellizcó,llenandoyrebosandolahabitación.CualquierahabríapensadoqueloshabitantesdeHillHousedormíanprofundamenteenmitaddeaquella tranquilidad,yentonces, tanabruptamentequeEleanor segirósobresímisma,seoyóelsonidodelosdientesdeTheodoracastañeteando,yEleanorrió.

—Cobardica—dijo.—Tengofrío—dijoTheodora—.Unfríodemuerte.—Tambiényo.Eleanor tomó el edredón verde y se lo echó a Theodora sobre los hombros, y

cogiólacálidabatadeTheodorayselapuso.—¿Hasentradoencalor?—¿DóndeestáLuke?¿Dóndeestáeldoctor?—Nolosé.¿Hasentradoencalor?—No—dijoTheodoratemblando.—Enunminutosaldréalpasilloallamarles;¿estás…?Comenzó de nuevo, como si hubiera estado escuchando, esperando a oír sus

vocesyloquedecían,paraidentificarlas,parasaberlobienpreparadasqueestaban

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ensucontra,esperandoaoírsiteníanmiedo.TanderepentequeEleanorregresódeun salto a la camayTheodora lanzóungrito entrecortado, el puñodehierro cayócontra la puerta, y las dos levantaron la mirada horrorizadas, porque los golpestronabancontraelextremosuperiordelamisma,másaltodeloquecualquieradelasdospudieraalcanzar,másaltodeloqueLukeoeldoctorpudieranalcanzar,yelfríonauseabundoydegradantemanabaenoleadasdeloquefueraqueestabaalotroladodelapuerta.

Eleanor se puso en pie y aguardó perfectamente inmóvilmientras observaba lapuerta.Nosabíamuybienquéhacer,aunquecreíaqueestabapensandodemaneracoherenteyquenoestabaexcesivamenteasustada,nomásasustada,desdeluego,delo que había creído que podría llegar a estarlo en sus peores sueños. El frío lainquietabamásquelosruidos;inclusolacálidabatadeTheodoraerainútilcontralosrizos helados de los dedos que recorrían su espalda. Lomás inteligente que podíahacer, a lomejor, era acercarse a la puerta y abrirla; eso, quizá, encajaría con lospuntosdevistade investigaciónpuramentecientíficadeldoctor.Eleanorsabíaque,incluso si sus pies la llevaban tan lejos como la puerta, sumano sería incapaz delevantarsehastaalcanzarelpomo;imparcialmente,remotamente,sedijoasímismaque nadie habría tocado aquel pomo; no es la función para la que se hicieron lasmanos,sedijoasímisma.Habíaestadobalanceándoseligeramente,retrocediendounpoco, empujada por cada nuevo golpe contra la puerta, y ahora se había quedadoinmóvilporqueelruidoestabadecreciendo.

—Piensoquejarmealconserjedelosradiadores—dijoTheodoraasusespaldas—.¿Estáparando?

—No—dijoEleanor,marcada—,no.Las había encontrado. Como Eleanor no abría la puerta, iba a abrirse camino

hastaelinterior.Eleanordijoenvozalta:—Ahoraséporquégritalagente,porquecreoquevoyahacerlo.YTheodoradijo:—Si lo haces yo también lo haré —y rió, de modo que Eleanor volvió

rápidamentealacamayseabrazaronlaunaalaotra,escuchandoensilencio.Oyeronunaspalmadasque recorríanelmarcode lapuerta,pequeños ruidosde

búsqueda,palpandolosresquicios, intentandoencontrarunaabertura.AlgoacaricióelpomoyEleanor,susurrando,preguntó,«¿Hasechadolallave?»yTheodoraasintióyluego,conlosojoscomoplatos,sevolvióparamirarlapuertadelcuartodebañoqueconectabaambosdormitorios.

—Lamía también está cerrada—le dijoEleanor al oído, yTheodora cerró losojosconalivio.Lospequeñosruidospegajosossiguieronrecorriendotodoelmarcodelapuerta,yluego,comosiloquefueraqueestuvieraalotroladohubieratenidounataquedefuria,recomenzaronlosgolpes,yEleanoryTheodoravieronlamaderadela puerta temblar y estremecerse, y la puerta combarse contra los goznes—. Nopuedesentrar—dijoEleanorfrenéticamente,ydenuevosehizoelsilencio,comosi

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la casa escuchara con atención sus palabras, comprendiendo, mostrándosecínicamentedeacuerdo,dándoseporsatisfechasóloconesperar.Unarisitapenetrócomo un soplo de aire en la habitación, una risa sofocada y loca, la mínimainsinuacióndeunarisa,yEleanorpudooírlarecorriéndolelacolumnavertebral,unarisillade regocijoque lassobrepasabapara recorrer toda lacasa,yentoncesoyóaldoctoryaLukellamándolasdesdelasescalerasy,misericordiosamente,todoacabó.

Cuando se hizo el auténtico silencio, Eleanor respiró agitadamente y notó losmiembrosentumecidos.

—Noshemosestadoagarrandolaunaalaotracomounpardeniñasperdidas—dijoTheodora,ydesenredósusbrazosdealrededordelcuellodeEleanor—.Llevaspuestamibata.

—Mehabíaolvidadodeponermelamía.¿Deverdadhaacabado?—Por esta noche almenos—dijoTheodora con certeza—. ¿No lo notas? ¿No

vuelvesasentircalor?El frío nauseante había desaparecido, salvopor unapequeña reminiscencia que

recorrió la espalda de Eleanor cuandomiró hacia la puerta. Empezó a deshacer elapretadonudoquelehabíahechoalcinturóndelabataydijo:

—Elfríointensoesunodelossíntomasdeconmoción.—Laintensaconmociónesunodelossíntomasquetengoyoahoramismo—dijo

Theodora—.AhílleganLukeyeldoctor.Podían oír sus voces en el pasillo, hablando nerviosamente, con rapidez, y

EleanordejócaerlabatadeTheodorasobrelacamaydijo:—Por el amor deDios, no les dejes llamar a la puerta; un golpemás acabaría

conmigo—yregresócorriendoasudormitorioparacogersupropiabata.Desdeallípudo oír a Theodora diciéndoles que esperaran un minuto y luego acercarse a lapuerta para hacer girar la llave, y a continuación la voz de Luke diciéndole consimpatíaaTheodora:

—Vaya,parecequehubierasvistounfantasma.Cuando Eleanor regresó se fijó en que tanto Luke como el doctor estaban

vestidos,yseleocurrióquepodríaserunabuenaideaapartirdeaquelmomento;sielfríointensopensabaregresarcadanoche,ibaaencontraraEleanordurmiendoconunospantalonesdelanayunsuetergrueso,ynoleimportabaloquefueraadecirlaseñoraDudleycuandodescubrieraquealmenosunadelasinvitadasseechabasobrelascamasreciénhechasconloszapatospuestosyunoscalcetinesdelana.

—Bueno, caballeros—preguntó—, ¿qué tal les sienta lo de vivir en una casaencantada?

—Perfectamente—dijoLuke—,perfectamente.Medaunaexcusaparaecharuntragoenmitaddelanoche.

Llevabaconsigolabotelladebrandyyunosvasos,yEleanorpensóqueeranelvivoretratodeungrupitodelomássociable,allíloscuatro,sentadosenlahabitacióndeTheodora a las cuatro de lamañana, bebiendo brandy.Hablaron con ligereza y

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rapidez, dedicándose miradas breves, presurosas, disimuladas, de curiosidad, cadaunodeellospreguntándosequéterrorsecretohabíasidoatisbadoporlosdemás,quécambiospodíanaparecerenrostroogesto,quédebilidaddesprotegidapodríahaberabiertoelcaminoalaruina.

—¿Hapasadoalgoaquímientrasestábamosfuera?—preguntóeldoctor.EleanoryTheodorasemiraronlaunaalaotrayecharonareír,sinceramenteal

fin,sinrastrodehisteriaotemor.Alcabodeunminuto,Theodoradijoconcautela:—Nadaenparticular.Alguienhallamadoanuestrapuertaconunaboladecañón

ydespuéshaintentadoentraradevorarnos,ysehaechadoareíramandíbulabatientecuandonolehemosqueridoabrirlapuerta.Nadaextraordinario,enrealidad.

Eleanorabriólapuertaylaexaminóconcuriosidad.—Creíquelapuertaibaasaltarhechaastillas—dijo,desconcertada—,perono

hayniunsoloarañazoenlamadera,nienningunadelasotraspuertas;estántodasperfectamenteintactas.

—Quédetallenohaberraspadolamadera—dijoTheodoraextendiendosucopadebrandyhaciaLuke—.No soportaría que esta queridayvieja casa sufrieradañoalguno —sonrió burlonamente en dirección a Eleanor—. Aquí nuestra Nellie haestadoapuntodegritar.

—Tambiéntú.—En absoluto; sólo lo he dicho para hacerte compañía. Además, la señora

Dudleyyanosdijoquenovendría.¿Ya todoestodóndeestabanustedes, nuestrosvaronilesdefensores?

—Estábamospersiguiendounperro—dijoLuke—.Oalmenos,unanimalqueparecíaunperro—sedetuvoyacontinuaciónprosiguiódemalagana—.Lohemosseguidohastaafuera.

TheodoralemiróconlosojosmuyabiertosyEleanordijo:—¿Quieresdecirqueestabadentro?—Lohevistopasarcorriendopordelantedemipuerta—dijoeldoctor—,sólolo

he vislumbrado, deslizándose.He despertado aLuke y lo hemos seguido escalerasabajohastaeljardínylohemosperdidoenalgunapartepordetrásdelacasa.

—¿Lapuertaprincipalestabaabierta?—No—dijo Luke—. La puerta estaba cerrada. Igual que lo estaban todas las

demáspuertas.Lohemoscomprobado.—Llevamos dando vueltas un buen rato —dijo el doctor—. Ni se nos había

ocurrido que pudieran estar ustedes despiertas hasta que hemos oído sus voces—hablógravemente—.Hayunacosaquenohemostenidoencuenta—dijo.

Losdemásleobservaron,desconcertados,yélseexplicómientrasseexaminabalosdedosasuestilodeconferenciante.

—Primero—dijo—,esevidentequeLukeyyohemossidodespertadosantesqueustedes,señoritas;llevamosrondandotantodentrocomofueraunasbuenasdoshorassumidos en una búsqueda inútil. Segundo, ninguno de los dos—lanzó unamirada

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inquisitivaaLukemientrashablaba—haoídoniunsolosonidoaquíarribahastaqueustedes empezaron a hablar. Estaba todo en un perfecto silencio. Es decir, que elruidoquehagolpeadocontrasupuertanoeraaudibleparanosotros.Cuandohemoscejado en nuestra búsqueda y hemos decidido volver arriba, aparentemente hemosalejadoaloquefueraqueestabaaguardandofrenteasupuerta.Ahoraqueestamossentadosaquítodosjuntos,todoestáencalma.

—Sigosinveradóndequierellegar—dijoTheodorafrunciendoelentrecejo.—Debemostomarprecauciones—dijoeldoctor.—¿Contraqué?¿Cómo?—SiaLukeyamínostiendenunceboparaquevayamosafueramientrasustedes

dospermanecenaquídentro aprisionadas, ¿noempiezaaparecer…—dijo convozsosegada—noempiezaaparecerquelaintenciónes,dealgúnmodo,separarnos?

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1

Contemplándoseenelespejo,conlabrillanteluzdelamañanarefrescandoinclusolahabitaciónazuldeHillHouse,Eleanorpensó,EsmisegundamañanaenHillHouseymesientoincreíblementefeliz.Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes;hepasado una noche prácticamente en vela, he contado mentiras y he quedado enridículo,yelairesabeavino.Meheasustadocomounatonta,perodealgúnmodomemerezco esta alegría; llevo esperándola durante tanto tiempo. Abandonando laarraigadacreenciadequenombrarlafelicidadesdisiparla,sesonrióasímismaenelespejoysedijoensilencio,Eresfeliz,Eleanor,finalmentesetehaotorgadounapartede tu medida de felicidad. Retirando la mirada de su rostro en el espejo, pensóciegamente,Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes,elencuentrode losamantes.

—¿Luke?—eraTheodora, hablando en el pasillo—.Anoche te llevasteunademis medias, eres un gamberro y un ladrón y espero que la señora Dudley puedaoírme.

Eleanor pudo oír débilmente la protesta de Luke, afirmando que un caballerotenía el derecho a guardar los favores otorgados por una dama, y que estabacompletamenteconvencidodequelaseñoraDudleypodíaoírhastalaúltimapalabra.

—¿Eleanor?—ahora Theodora estaba llamando a la puerta del baño—. ¿Estásdespierta?¿Puedoentrar?

—Entra,claro—dijoEleanor,observandosurostroenelespejo.Telomereces,sedijoasímisma,tehaspasadolavidaganándotelo.Theodoraabriólapuertaydijoalegremente:

—Quéguapaestásestamañana,Nell.Estavidatancuriosatesientabien.Eleanor le sonrió; evidentemente aquella vida también le sentaba bien a

Theodora.—Enbuenaliddeberíamosandartambaleantesconprofundasojerasyunamirada

dedesesperación—dijoTheodorarodeandoaEleanorconunbrazoymirándoseenelespejojuntoaella—,ymíranos,dosadorablesjóvenes,lozanasyalegres.

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—Tengotreintaycuatroaños—dijoEleanor,ysepreguntóquéoscurarebeldíalehabíallevadoaañadirsedosaños.

—Yparecequetienescatorce—dijoTheodora—.Vamos,noshemosganadounbuendesayuno.

Riendo,bajaroncorriendolagranescalerayencontraronelcaminoporlasaladejuegoshastallegaralcomedor.

—Buenosdías—dijoLukeanimadamente—.¿Quétalhabéisdormido?—Maravillosamentebien,gracias—dijoEleanor—.Comounbebé.—Puedequehayahabidoalgúnqueotroruido—dijoTheodora—,peroesoesde

esperarencualquiercasavieja.Doctor,¿quévamosahacerestamañana?—¿Hm?—dijo el doctor alzando lamirada. Sólo él parecía cansado, pero sus

ojosestabaniluminadosporelmismobrilloquepodíanencontrartodos,losunosenlosotros;eslaemoción,pensóEleanor;loestamospasandobien.

—Ballechin House —dijo el doctor, saboreando sus palabras—. La rectoríaBorley. El castillo Gladis. Me resulta increíble encontrarme experimentando lomismo,absolutamente increíble.Nopodríahaberlocreído.Empiezoacomprender,vagamente,elremotoplacerdelauténticomédium.¿Puedeacercarmelamermelada,si es usted tan amable?Gracias.Mi esposa nome va a creer. La comida tiene unnuevosabor,¿nolesparece?

—EntoncesnoessóloquelaseñoraDudleysehayasuperadoasímisma;meloestabapreguntando—dijoLuke.

—Heestadointentandorecordar—dijoEleanor—loquesucedióanoche,quierodecir.Recuerdo haber sabido que estaba asustada, pero no consigo imaginar haberestadoasustada.

—Yorecuerdoelfrío—dijoTheodoratemblando.—Creoqueesporquefuetanirrealrespectoacualquierpatróndepensamientoal

que estoy acostumbrada; quiero decir, sencillamente no tenía sentido—Eleanor seinterrumpióyrió,avergonzada.

—Estoydeacuerdo—dijoLuke—.Estamañanameheencontradoamímismoconvenciéndome de que lo de anoche pasó de verdad; justo lo contrario de lo quepasaríatrastenerunapesadilla,cuandonohacesmásqueintentarconvencertedequeenrealidadnohapasado.

—Amímeresultóemocionante—dijoTheodora.Eldoctoralzóundedodeadvertencia:—Todavía es perfectamente posible que todo fuera causado por aguas

subterráneas.—Entonces habría que construir más casas sobre arroyos secretos —dijo

Theodora.Eldoctorfruncióelceño.—Tanta excitación me preocupa —dijo—. Es embriagante, cierto, pero ¿no

podríasertambiénpeligroso?¿UnefectodelaatmósferadeHillHouse?¿Laprimera

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señaldequehemoscaído,pordecirlodealgúnmodo,bajosuhechizo?—Entoncesyoseréunaprincesaencantada—dijoTheodora.—Y,sinembargo—dijoLuke—,silodeanochefueunabuenamuestradeloque

esHillHouse, tampocoesquevayamosa tenermuchosproblemas;nosasustamos,ciertamente,ylaexperiencianosresultódesagradablemientrasduró,ysinembargono consigo recordar haber sentido en ningúnmomento que peligrarami integridadfísica; inclusocuandoTheodoradijoque loquefueraqueestabaalotro ladodesupuertaqueríaentrarparadevorarlanomesonócomosi…

—Séperfectamentealoqueserefería—dijoEleanor—,porquetuvelaimpresióndequehabíautilizadolapalabraexacta.Enelsentidodequepretendíaconsumirnos,llevársenosconsigo,hacernospartede lacasa,quizá…Oh,cielos.Hepensadoquesabíaloqueestabadiciendo,peroloestoyhaciendomuymal.

—No existe peligro físico alguno —dijo el doctor con seguridad—. Ningúnfantasmaenlalargahistoriadelosfantasmashadañadojamásanadiefísicamente.Elúnicoperjuiciosueleserelquelavíctimaseinfligeasímisma.Unonisiquierapuededecir que el fantasma ataca a la mente, porque la mente, la mente consciente ypensante, es invulnerable; en nuestras mentes conscientes, mientras estamos aquísentadoscharlando,noexisteniunátomodecreenciaenlosfantasmas.Ningunodenosotros, inclusodespuésde lodeanoche,escapazdedecir lapalabra«fantasma»sinsonreírinvoluntariamente.No,laamenazadelosobrenaturalestribaenqueatacael lugarenelque lamentemodernaesmásdébil,allídondehemosabandonado laarmaduraprotectoradelasupersticiónsinhaberlevantadoningunabarreradedefensasustitutiva.Ningunodenosotroscreeracionalmentequeloqueatravesócorriendoeljardínanochefueraunfantasma,niqueloquellamóalapuertafueraunfantasma,ysinembargononoscabelamenordudadequealgosucedióanocheenHillHouse,yel refugio instintivode lamente, lasdudasacercadeunomismo,quedaeliminado.Nopodemosdecir:«fuefrutodemi imaginación»,porquehubootras trespersonaspresentes.

—Tambiénpodríadecir—aportóEleanor conuna sonrisa—:«Ustedes tres sonfrutodemiimaginación;nadadeestoesreal».

—Sipensaraquedeverdadcreeustedeso—dijoeldoctorcontodaseriedad—,laalejaríadeHillHouseestamismamañana.EstaríaustedacercándoseexcesivamenteaunestadomentalquerecibiríalospeligrosdeHillHouseconunaespeciedeabrazofraternal.

—Quieredecirquepensaríaqueestáschiflada,Nell,querida.—Bueno—dijo Eleanor—, supongo que en ese caso sí lo estaría. Si fuera a

ponermedel ladodeHillHousecontrael restodeustedes,esperoquemeenviaranlejosdeaquí.

Por qué yo, se preguntó, por qué yo. ¿Acaso soy yo la conciencia del grupo?¿Esperanqueseayosiemprelaqueexpreseclaramenteconpalabrasloqueellostressondemasiadoarrogantesparareconocer?¿Sesuponequedeboseryolamásdébil,

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más débil que Theodora? De todos nosotros, pensó, soy probablemente la menossusceptibledevolversecontralosdemás.

—Lospoltergeistsonotracosacompletamentedistinta—dijoeldoctor,posandosumiradabrevementesobreEleanor—,puestratanenteramenteconelmundofísico;lanzan piedras, mueven objetos, rompen platos; la señora Foyster, de la rectoríaBorley, sufrió pacientemente durante mucho tiempo, pero finalmente perdió eltemperamento por completo cuando vio su mejor tetera salir despedida por laventana.Lospoltergeist, en cualquier caso, son el fenómenomásbajo en la escalasocialdelosobrenatural;sondestructivos,perocarecendementeydepropósito;sonsencillamenteunafuerzabruta.¿Recuerdan—preguntóconunapequeñasonrisa—eldeliciosocuentodeOscarWilde,«ElfantasmadeCanterville»?

—El de los gemelos norteamericanos que pusieron en fuga al educado ytradicionalfantasmainglés—dijoTheodora.

—Exacto.Siempremehagustadopensarquelosgemelosnorteamericanoseranen realidad un fenómeno poltergeist; ciertamente, los poltergeist pueden eclipsarotrasmanifestacionesmásinteresantes.Losmalosfantasmasahuyentanalosbuenos—yaplaudiófelizmente—.Tambiénahuyentanatodolodemás—añadió—.Hayunamansión enEscocia, infectada conpoltergeists, en la que han llegado a producirsehastadiecisiete fuegosespontáneosenunsolodía;a lospoltergeist lesgusta echarviolentamentealagentedelacamaalzandoyhaciendogirarelcabecero,yrecuerdoel caso de un párroco que se vio obligado a abandonar su hogar porque se veíaatormentado,undíatrasotro,porunpoltergeistquelearrojabaalacabezamisalesrobadosenunaiglesiarival.

Derepente,sinmotivo,larisaempezóaagitarseenelinteriordeEleanor;quisocorrer hasta el cabecero de lamesa y abrazar al profesor, quiso dar vueltas ymásvueltas sobre el césped del jardín, quiso cantar y gritar y agitar los brazos y darcírculos enormes y enfáticos y posesivos en todas las habitaciones deHill House;estoy aquí, estoy aquí, pensó. Cerró rápido los ojos complacida y luego dijorecatadamente:

—¿Yquéhacemoshoy?—Siguen siendo ustedes como niños —dijo el doctor, sonriendo también—.

Siemprepreguntándomequéhacerhoy.¿Esquenosoncapacesdeentretenerseconsusjuguetes?¿Olosunosconlosotros?Yotengotrabajoquehacer.

—Loúnicoquequierohaceryodeverdad—rióTheodora—esdeslizarmeporesepasamanos—elalborozosehabíaapoderadodeellaigualquedeEleanor.

—Juguemosalescondite—dijoLuke.—Intentennovagardemasiadoasolas—dijoeldoctor—.Nosemeocurreuna

buenarazónparaimpedírselo,peromeparecelomásrazonable.—Porquehayososenelbosque—dijoTheodora.—Ytigreseneldesván—dijoEleanor.—Yunaviejabrujaenlatorre,yundragónenelsalón.

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—Lodigomuyenserio—dijoeldoctor,riendo.—Sonlasdiezenpunto.Retirola…—Buenos días, señora Dudley—dijo el doctor, y Eleanor y Theodora y Luke

estallaronencarcajadassinpoderevitarlo.—Retirolamesaalasdiezenpunto.—No la entretendremos demasiado.Déjenos sólo quinceminutos, por favor, y

luegopodráretirarlamesa.—Retiro el desayuno a las diez en punto.Dejo la comida servida a la una. La

cenaladejolistaalasseis.Sonlasdiezenpunto.—SeñoraDudley…—empezóeldoctorconseveridadperoluego,viendoaLuke

tensar la cara para contener la risa, se cubrió los ojos con la servilleta y cedió—.Puederetirarlamesa,señoraDudley—dijoeldoctorentrecortadamente.

Alegremente,conelsonidodesusrisasresonandoporlospasillosdeHillHouseyllegandohastalaestatuademármoldelgransalónyeljardíndeinfanciadelprimerpiso y el extraño tejadillo de la torre, recorrieron el pasadizo hasta su gabinete ycayeron,todavíariendo,sobresussillas.

—NodebemosburlarnosdelaseñoraDudley—dijoeldoctorinclinándosehaciadelante, con la mano enterrada entre las manos y los hombros temblandodescontroladamente.

Pasaronunlargoratoriendo,hablandoocasionalmenteconfrasesamediohacer,intentando contarse algo, señalándose unos a otros exageradamente, y sus risasagitaron Hill House hasta que, agotados y doloridos, se recostaron sobre susrespaldosparamirarseunosaotros.

—Ahora…—empezó el doctor sólo para verse interrumpido por un pequeñoataque de risa de Theodora—.Ahora—dijo el doctor conmás severidad, y todosguardaronsilencio—meapeteceotrocafé—dijo,solícito—.¿Austedesno?

—¿QuieredecirquevayamosallíyselopidamosalaseñoraDudley?—preguntóEleanor.

—¿Que la abordemos directamente, cuando no son ni la una ni las seis, ysencillamentelepidamosmáscafé?—interpelóTheodora.

—Agrandesrasgos,sí—dijoeldoctor—.Luke,muchacho,heobservadoqueyaesustedloquepodríamosconsiderarunfavoritodelaseñoraDudley…

—¿Ycómo—preguntóLukeasombrado—hallegadoustedaobservaralgotanimprobable?LaseñoraDudleymereservaelmismodesprecioconelquecontemplaaunplatofueradesucorrespondienteanaquel;alosojosdelaseñoraDudley…

—Despuésdetodo,esustedelherederodelacasa—dijoeldoctor,halagüeño—.LaseñoraDudleydebesentirporustedloquecualquierviejasirvientadelafamiliasienteporeljovenseñorito.

—AlosojosdelaseñoraDudleysoyalgoaúnpeorqueuntenedortiradoenelsuelo.Seloruego,sideverdadpretendepedirlealgoalaviejaloca,envíeaTheo,oanuestraencantadoraNell.Aellasnolesdamiedo…

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—No—dijoTheodora—.Nopuedeenviar aunamujer indefensaaenfrentarseconlaseñoraDudley.Nellyyoestamosaquíparaquenosprotejan,noparalucharsusbatallasporustedes,cobardes.

—Eldoctor…—Tonterías —dijo el doctor efusivamente—. Ciertamente no se le ocurriría

pedírmeloamí,unhombremayor;encualquiercaso,sabeustedqueellaleadora.—Chivoinsolente—dijoLuke—.Sacrificarmeacambiodeunatazadecafé.No

sesorprenda,ylodigoentonoamenazador,nosesorprendasipierdeasuLukeenesta causa; quizá la señora Dudley aún no haya degustado su almuerzo de mediamañana,ylaveoperfectamentecapazdeprepararseunfiletdeLukeàlameunière,oquizáundieppoise,dependiendodesuhumor;sinoregreso—ymovióeldedoíndicebajolanarizdelprofesorenungestodeadvertencia—,leconminoaqueobservesualmuerzoconlamayordelassospechas.

Haciendo una exagerada reverencia, digna de uno que parte para matar a ungigante,cerrólapuertaasusespaldas.

—Quéencanto,esteLuke—Theodoraseestiróconexuberancia.—EncantadoraHillHouse—dijoEleanor—.Theo,hayunaespeciedepequeña

glorieta a un lado del jardín, cubierta por la vegetación; me fijé ayer. ¿Podemosexplorarlaestamañana?

—Seráunplacer—dijoTheodora—.NomegustaríadejarunsolocentímetrodeHill House sin apreciar. En cualquier caso, hace un día demasiado bueno paraquedarsedentro.

—LediremosaLukequenosacompañe—dijoEleanor—.¿Yusted,doctor?—Misnotas…—empezóeldoctor,yacontinuaciónsedetuvoenelmomentoen

elquelapuertaseabríatanderepentequeenlamentedeEleanorsóloaparecióelpensamientodequeLukenosehabíaatrevidoaafrontaralaseñoraDudleydespuésde todo, sino que se había quedado, esperando, apoyado contra la puerta; después,viendolapalidezdesucarayoyendoaldoctordecirconfuria:«Herotomiprimeraregla;leheenviadoasolas»,sedescubrióasímismapreguntandoconurgencia:

—¿Luke?¿Luke?—Nopasanada—Lukeinclusosonrió—,perosalganalpasillo.Escalofriadosporsurostroysuvozysusonrisa,se levantaronensilencioy le

siguieronhastaellargoyoscuropasadizoqueconducíaderegresoalrecibidor.—Aquí—dijo Luke, y un pequeño y tortuoso escalofrío de náusea recorrió la

espaldadeEleanoralverloqueestabailuminandoconunacerillapegadaalapared.—¿Es…unmensaje?—preguntóEleanoracercándoseparaver.—Unmensaje—dijoLuke—.Ni siquieramehabíapercatadohastaque estaba

volviendo;LaseñoraDudleyhadichoqueno—añadió,conlavoztensa.—Milinterna—eldoctorextrajosulinternadelbolsilloyasuluz,amedidaque

sedesplazabalentamentedeunextremoalotrodelpasadizo,pudieronverlasletrasconclaridad—.Tiza—dijoeldoctor,dandounpasoalfrenteparatocarunaletracon

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layemadelíndice—.Estáescritocontiza.Las letras eran enormes y vacilantes y debían tener el mismo aspecto, pensó

Eleanor,quesihubieransidogarabateadasporunosgamberretessobreunavalla.Envezde eso, era increíblemente real, recorriendocon sus líneasquebradas el gruesomachihembradodelapared.Lasletrasibandeunextremoaotrodelpasadizo,casidemasiadograndes comopara poder leerlas, incluso apretando la espalda contra lapareddeenfrente.

—¿Pueden leerlo? —preguntó Luke con suavidad, y el doctor, moviendo sulinterna,leyólentamente:AYUDAELEANORVUELVEACASA.

—No—y Eleanor sintió las palabras atascarse en su garganta; había visto elnombreenelmomentoenelqueeldoctor lo leía.Soyyo,pensó.Esminombreelqueestáahípintadocontodaclaridad;yonodeberíaestarenlasparedesdeestacasa—.Bórrenlo,porfavor—dijo,ynotóelbrazodeTheodorarodeándolaloshombros—.Esunalocura—dijoEleanor,perpleja.

—Una locura es lo que es, ciertamente—dijo Theodora con energía—. Nell,vuelveaentrarysiéntate.Lukeiráabuscaralgoparaborrarlo.

—Peroesunalocura—dijoEleanor,rezagándoseparaseguirmirandosunombreescritoenlapared—.¿Porqué…?

El doctor la hizo regresar con firmeza al gabinete y cerró la puerta; Luke yaestabaatacandoelmensajeconsupañuelo.

—Ahoraescúcheme—ledijoeldoctoraEleanor—,sóloporquesunombre…—Eso es, precisamente—dijoEleanor,mirándole con los ojos desorbitados—.

Sabeminombre,¿verdad?Sabeminombre.—Cállate, ¿quieres? —Theodora la zarandeó violentamente—. Podría haber

dichoeldecualquieradenosotros;sabetodosnuestrosnombres.—¿Lo has escrito tú?—Eleanor se volvió hacia Theodora—. Por favor, dime

que…Nomeenfadaré,loprometo.Sóloquierosaberque…¿Alomejorsólohasidounabroma?¿Paraasustarme?—mirósuplicantealdoctor.

—Sabequeningunodenosotroslohaescrito—dijoeldoctor.LukeentrólimpiándoselasmanosensupañueloyEleanorsevolvióesperanzada

haciaél:—Luke—dijo—,¿lohasescritotú,verdad,cuandohassalidoantes?Lukelamiróatentamenteyluegoseacercóysesentósobreelbrazodesusilla.—Escucha—dijo—,¿quieresquevayapor ahí escribiendo tunombreen todas

partes?¿Grabandotusinicialesenlacortezadelosárboles?¿Escribiendo«Eleanor,Eleanor»enpequeñospedazosdepapel?—lediounsuavetiróndelpelo—.Tengomássentidocomún,¿sabes?—dijo—.Compórtatebien.

—¿Entoncesporquéyo?—dijoEleanor,mirándolosalostresconsecutivamente;estoyfuera,pensócomoenajenada,soylaelegida,ydijorápidamente,implorante—:¿Hehechoalgoparallamarlaatención,másquecualquierotro?

—No más de lo habitual, querida —dijo Theodora. Estaba de pie junto a la

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chimenea,haciendosonar losdedossobre larepisa,ycuandohablómiróaEleanorconunaampliasonrisa—.Alomejorlohasescritotúmisma.

Enfadada,Eleanorcasigritó:—¿De verdad crees que quiero ver mi nombre garabateado en esta casa

abominable?¿Creesquemegustalaideadeserelcentrodeatención?Nosoyyolaquesecomportacomounaniñamalcriada,noesamíaquienlegustadestacar…

—Unapeticióndeayuda,¿tehasdadocuenta?—dijoTheodoraconligereza—.Quizá el espíritu de la pobre acompañante ha encontrado por fin un modo decomunicarse. Quizá sólo estaba esperando a alguien lo suficientemente tímida,pacata…

—Quizáestabadirigidoamísóloporqueningunapeticióndeayudaseríacapazdeatravesareseegoísmotuyodehierro;quizáyotengamássimpatíayentendimientoenunsolodedoque…

—Y quizá, por supuesto, lo hayas escrito para ti misma —dijo Theodora denuevo.

Alamaneradeloshombresquevenadosmujeresdiscutir,eldoctoryLukesehabían retirado, quedándose juntos de pie en un silenciomiserable; ahora, por fin,Lukeseadelantóyhabló:

—Yabasta,Eleanor—dijoincreíblemente,yEleanorgirócomounaexhalación,dandounpisotónenelsuelo.

—¿Cómoteatreves?—dijojadeando—.¿Cómoteatreves?Y entonces el doctor rió, y ella lemiró y a continuación a Luke, que sonreía,

observándola. ¿Qué es lo que me pasa?, pensó. Entonces… ellos piensan queTheodora lohahechoapropósito, quemehahecho enfadarparaqueno estuvieraasustada;quévergüenzahabermedejadomanipulardetalmanera.Eleanorsetapólacaraconlasmanosysesentóenlasilla.

—Nell,querida—dijoTheodora—.Losientomucho.Debodeciralgo,sedijoEleanorasímisma;debodemostrarlesqueséencajarlos

golpes,despuésde todo;encajar losgolpes;quepiensenquemeavergüenzodemímisma.

—Yosíquelosiento—dijo—.Estabaasustada.—Lógicoynatural—dijoeldoctor,yEleanorpensó,Cómopuedesertansimple,

tantransparente;secreehastalaúltimatonteríaquelehandichoenlavida.Piensa,incluso, que Theodora me ha rescatado de la histeria. Eleanor le sonrió y pensó,Ahoravuelvoasermiembrodelgrupo.

—Deverdadhecreídoqueestabasapuntodeempezarachillar—dijoTheodora,arrodillándosejuntoalasilladeEleanor—.Yolohabríahecho,deestarentulugar.Peronopodemospermitirnosquetederrumbes,¿sabes?

NopodemospermitirnosquenadiesalvoTheodoraocupeelcentrodelescenario,pensó Eleanor; si Eleanor ha de ser la marginada, que lo sea ella sola. EleanorextendiólamanoyacariciólacabezadeTheodota.

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—Gracias.Supongoqueporunminutomehesentidounpocofrágil.—Hellegadoapreguntarmesi ibaisaacabar llegandoa lasmanos—dijoLuke

—,hastaquemehedadocuentadeloqueestabahaciendoTheodora.SonriendomientrasmirabalosbrillantesysatisfechosojosdeTheodora,Eleanor

pensó,PeroloqueestabahaciendoTheodoranoeraesonimuchomenos.

2

El tiempo transcurrióperezosamenteenHillHouse.Eleanor,Theodora,eldoctoryLuke, alertas ante el terror, envueltos por las lujuriantes colinas y seguramenteinstaladosenloscálidos,oscuroslujosdelacasa,gozarondeundíatranquiloyunanocheapacible;losuficiente,quizá,comoparaqueserelajaranunpoco.ComieronycenaronjuntosylacomidadelaseñoraDudleysiguiósiendoperfecta.Charlaronyjugaronalajedrez;eldoctorterminóPamelaycomenzóSirCharlesGrandison.Unimpulso acuciante por disponer de cierta privacidad ocasional los llevó a pasaralgunas horas a solas en sus respectivas habitaciones, sin trastornos. Theodora yEleanoryLukeexploraronlamalezatraslacasayencontraronlapequeñaglorieta,mientraseldoctorsesentabaenelampliojardín,escribiendo,sinperderlesdevistaode oído. Encontraron un jardín de rosas vallado, repleto de hierbas, y un pequeñohuertocariñosamenteatendidopor losDudley.Hablaronamenudodeorganizar supicnicjuntoalarroyo.EncontraronfresassalvajescercadelaglorietayTheodorayEleanor yLuke llenaron con ellas un pañuelo y se echaron en el césped cerca deldoctor, a comérselas,manchándose lasmanos y las bocas; como niños, les dijo eldoctor,levantandolavistadesusnotas,divertido.Cadaunodeelloshabíaescrito—descuidadamente y con escasa atención a los detalles— un informe de lo quepensaban que habían visto y oído hasta entonces enHillHouse, y el doctor habíareunidolospapelesensucartera.Alamañanasiguiente—sutercerdíaenHillHouse—,eldoctor,ayudadoporLuke,pasóunahoraentretenidayexasperantetiradoenelsuelodelpasillodelprimerpiso,intentandodeterminar,contizayunacintamétrica,las dimensiones precisas de la zona fría,mientrasEleanor yTheodora se sentabanconlaspiernascruzadassobrelaalfombraanotandolasmedidasdeldoctoryjugandoa tres en raya. El doctor se vio considerablemente entorpecido en su tarea por elhechodeque,alversesusmanosatenazadasrepetidamenteporelfríoextremo,era

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incapaz de sostener la tiza ni la cinta métrica durante más de un minuto en cadaintento.Luke,alotroladodelapuertadeljardíndeinfancia,podíasostenerunodelos extremos de la cinta hasta que sumano entraba en la zona fría y entonces susdedos perdían la fuerza y se relajaban sin que pudiera hacer nada por evitarlo.Untermómetro,situadoenelcentrode lazonafría,senegóa registrarelmásmínimocambio,emperradoenseguirafirmandoquela temperaturaallíera lamismaquelatemperatura en el resto del pasillo, provocando que el doctor se lanzara en unadiatribacontralasestadísticasdelarectoríaBorley,quehabíanregistradounacaídadeoncegrados.Cuandohubodefinidolazonafría lomejorquefuecapaz,yanotólos resultados en su cuaderno, los llevó abajo para el almuerzo y les presentó undesafíogeneral,queseenfrentaranconélalcróquetalfrescodelatarde.

—Pareceuna tontería—explicó—haberpasadounamañana tangloriosacomoesta observando una zona fría en un suelo. Debemos organizamos para pasarmástiempoafuera—ysesorprendióligeramentecuandoseecharonareír.

—¿Todavía existe unmundo en alguna parte?—preguntóEleanormaravillada.LaseñoraDudleyleshabíapreparadounatartadealbaricoquey,observandoelplato,dijo—.EstoyseguradequelaseñoraDudleyvaaalgúnotrositiotodaslasnoches,ytodaslasmañanasvuelvecargadadelechefresca,yDudleyaparececonlascomprastodaslastardes,peroenloqueamírespectanohaymássitiosqueeste.

—Estamosenunaisladesierta—dijoLuke.—NoimaginootromundoquenoseaHillHouse—dijoEleanor.—Quizá —dijo Theodora— deberíamos hacer muescas en un palo, o ir

amontonando guijarros, uno cada día, demodo que podamos saber cuánto tiempollevamosdenáufragos.

—Qué placer no recibir la más mínima noticia del exterior —dijo Lukesirviéndose una cucharada enorme de nata—.Ni cartas, ni periódicos; podría estarpasandocualquiercosa.

—Por desgracia —dijo el doctor y luego se interrumpió—. Les ruego medisculpen—prosiguió—. Sólo quería decir que las noticias del exterior nos van aalcanzar, y eso, por supuesto, no es ni mucho menos una desgracia. La señoraMontague,esdecir,miesposa,estaráaquíelsábado.

—Pero ¿cuándo es el sábado?—preguntóLuke—.Será un placer conocer a laseñoraMontague,porsupuesto.

—Pasado mañana—el doctor se quedó pensativo—. Sí—dijo al cabo de unminuto—,creoquepasadomañanaessábado.Sabremosqueessábado,porsupuesto—lesdijoconunpequeñoguiño—,porquelaseñoraMontagueestaráaquí.

—Esperoquenotengamuchasesperanzasdevercosasextrañasenlanoche—dijoTheodora—.HillHousenohahechohonoraloqueprometíaoriginalmente,mepareceamí.Oquizá la señoraMontaguesea recibidaconunasalvade fenómenospsíquicos.

—La señoraMontague—dijo el doctor— estará perfectamente preparada para

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recibirlos.—Mepregunto—ledijoTheodoraaEleanormientrassealejabandelamesadel

comedor bajo la atentamirada de la señora Dudley— por qué todo ha estado tantranquilo.Creoqueestaesperameponedelosnervios,escasipeorquesisucedieraalgo.

—Nosomosnosotraslasqueesperamos—dijoEleanor—.Eslacasa.Creoqueseestátomandosutiempo.

—Esperando a que nos hayamos confiado, quizá, y entonces se nos echaráencimasúbitamente.

—Mepreguntodurantecuántotiemposerácapazdeesperar—Eleanorsintióunescalofrío y empezó a ascender la gran escalera—. Casi rne siento tentada deescribirleunacartaamihermana.Yasabes:«Loestoypasandodemaravilla en laencantadorayviejaHillHouse…»

—«Realmentedeberíasplanteartetraeratodalafamiliaelveranoqueviene»—continuóTheodora—.«Dormimosbajolasmantastodaslasnoches».

—«Elaireesmuytonificante,particularmenteenelpasillodelprimerpiso…»—«Tepasaseldíaenterocontentadeestarviva…»—«Sucedealgoacadaminuto…»—«Lacivilizaciónparecealgotanlejano…»Eleanorrió.IbapordelantedeTheodorayhabíaalcanzadoelúltimopeldañode

la escalera. El oscuro pasillo estaba ligeramente iluminado aquella tarde porquehabíandejadoabiertalapuertadeljardíndeinfanciayelsolentrabaporlasventanasjuntoa la torrey acariciaba la tizay la cintamétricadeldoctor, que seguíanenelsuelo.Laluzatravesabaunavidrieradecolorysereflejabasobreeldescansillodelaescalera creando fragmentos de azul y naranja y verde sobre la oscuramadera delpasillo.

—Mevoyadormir—dijo—.Nuncahabíasidotanperezosaenmivida.—Yomeecharéenlacamaasoñarcontranvías—dijoTheodora.HabíapasadoaserunhábitodeEleanoreldudarunmomentoenlaentradadesu

habitación,echandounrápidovistazoalinteriorantesdeentrar;sedecíaasímismaquelohacíaporquelahabitacióneratanexcesivamenteazulquesiemprenecesitabaunmomentoparaacostumbrarse.Cuandohuboentradocruzóelcuartoparaabrirlaventana, que siempre encontraba cerrada; estaba amitad de camino cuando oyó lapuerta de Theodora abrirse por completo hasta chocar contra la pared y un«¡Eleanor!»ahogado.Moviéndoseconrapidez,Eleanorsalióalpasilloycorrióhastala puerta contigua para detenerse, espantada, mirando por encima del hombro deTheodora.

—¿Quées?—musitó.—¿Atiquéteparece?—lavozdeTheodoraseelevódesmesuradamente—.¿Ati

quéteparece,estúpida?Esotampocoselovoyaperdonar,pensóEleanorcontodaclaridadenmitadde

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todosudesconcierto.—Parece pintura —dijo dubitativa—. Excepto… —añadió percatándose—.

Exceptoquehuelefatal.—Es sangre—dijoTheodora convencida. Se agarró a la puerta, balanceándose

conella,incapazdedejardemirar—.Sangre—dijo—.Portodaspartes.¿Tútambiénlaves?

—Porsupuestoquelaveo.Ynoestáportodaspartes.Nohacefaltaquepongaselgritoenelcielo—apesardeque,pensóconscientemente,enrealidadTheodoraseloestabatomandoconbastantecalma,teniendoencuentalascircunstancias.Undíadeestos,pensó,unadenosotrassíquevaaecharlacabezahaciaatrásparaecharseaaullar, y espero que no sea yo, porque continuamenteme estoymentalizando paraevitarlo;seráTheodoralaque…Yacontinuación,helada,preguntó—:¿Esoesotromensajeenlapared?—yoyólarisadesbocadadeTheodora,ypensó,Quizásíseréyo,despuésdetodo,ynomelopuedopermitir.Debomantenermefirme,ycerrólosojosysesorprendióasímismarecitandoensilencio:Oh,quédateyescucha,tuamorverdaderoseacerca,capazdecantaragudoygrave.Noavancesmás,bellaviajera,losviajesacabanconelencuentrodelosamantes…

—Por supuesto que sí, querida—dijo Theodora—. No sé cómo te las habrásapañado.

Elhijodetodosabiolosabe.—Sérazonable—dijoEleanor—.LlamaaLuke.Yaldoctor.—¿Para qué?—preguntó Theodora—. ¿No tenía que ser una sorpresa privada

paramí?¿Unsecretosóloparalasdos?Acontinuación,liberándosedeEleanor,queintentóimpedirlequeentraramásen

lahabitación,corrióhastaelgranarmarioyabriólapuertay,desconsolada,empezóallorar.

—Miropa—dijo—.Miropa.Concalma,Eleanorsevolvióyfuehastalasescaleras.—Luke—llamó,inclinándoseporencimadelabarandilla—.Doctor.Suvoznofueescandalosa,yhabíaintentadomantenerlaneutra,perooyóellibro

del doctor caer al suelo y luego elmatraqueodepasos cuandoLukey él subieroncorriendo las escaleras. Eleanor los observó, viendo la aprehensión en sus caras,preguntándoseconinquietudquéeraloqueyacíatanaflordepielentodosellosparaquecadaunoparecierasiempreestaresperandoungritodeayudaporpartedealgúnotro;en realidad, la inteligenciayelentendimientonosirvendeprotecciónalguna,pensó.

—EsTheo—dijo en cuanto llegaron a lo alto de la escalera—.Está histórica.Alguien…algohaechadopinturarojaensuhabitaciónyestállorandoporsuropa.

No podría haberlo explicado de un modo más justo, pensó, volviéndose paraseguirlos.¿Podríahaberloexplicadodeunmodomásjusto?,sepreguntóasímisma,ydescubrióqueestabasonriendo.

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Theodora seguía sollozando desconsoladamente en su habitación y dándolepatadasalapuertadelarmario,enunarabietaquepodríahaberresultadorisibledenohaberestadososteniendosucamisaamarilla,arrugadaymanchada;elrestodesusropashabíansidoarrancadasdelasperchasyyacíanpisoteadasyamontonadasporelsuelodelarmario,todasellasmancilladasyenrojecidas.

—¿Quées?—lepreguntóLukealdoctor,yeldoctor,meneandolacabeza,dijo:—Juraríaqueessangrey,sinembargo,paraconseguirtalescantidades,unocasi

tendríaque…—yentoncesseinterrumpióabruptamente.Los cuatro permanecieron en silencio un momento observando el AYUDA

ELEANORVUELVEACASAELEANORescritoconletrasrojasyvacilantesenelpapelpintadosobrelacamadeTheodora.

Estavezestoypreparada,pensóEleanor,ydijo:—Serámejorquelasaquendeaquí;llévenlaamicuarto.—Miropaestádestrozada—ledijoTheodoraaldoctor—.¿Havistomiropa?Eloloreraatroz,ylapintadadelaparedhabíachorreadoysalpicado.Habíauna

hileradegotasqueibadesdelaparedhastaelarmario—quizáesoeraloquehabíaorientadolaatencióndeTheodoraenesadirecciónenunprimermomento—yunagranmanchairregularenelcentrodelaalfombraverde.

—Esrepugnante—dijoEleanor—.Porfavor,llevenaTheoamihabitación.EntreLukeyeldoctorpersuadieronaTheodoraparaqueentraraenelbañoyde

ahípasaraaldormitoriodeEleanor,yEleanor,observandolapinturaroja(tienequeser pintura, se dijo en silencio; sencillamente tiene que ser pintura; ¿qué otra cosapodríaser?),dijoenvozalta:«¿Porqué?»,ycontemplóelmensajeenlapared.Aquíyaceuna,pensócondonaire,cuyonombrefueescritoensangre;¿esposiblequenoestésiendodeltodocoherenteenestosmomentos?

—¿Estábien?—preguntóvolviéndosehaciaeldoctorqueacababaderegresaralahabitación.

—Loestaráenunpardeminutos.Tendremosquealojarlaconustedduranteunosdías,mepareceamí;nomecabeenlacabezaquequieravolveradormiraquídentrootra vez—el doctor sonrió tenuemente—. Pasarámucho tiempo,me parece amí,antesdequevuelvaaabrirunapuertacompletamenteasolas.

—Supongoquetendráquevestirseconmiropa.—Supongo que así será, si a usted no le importa —el doctor la miró con

curiosidad—.¿Estemensajeleperturbamenosqueelanterior?—Es demasiado ridículo —dijo Eleanor, intentando comprender sus propias

sensaciones—.No hagomás quemirarlo y preguntarme por qué. Quiero decir, escomo una broma pesada a la que le faltara el remate; se supone que debería estarmuchomásasustadadeloqueestoy,creoyo,ynoloestoyporquesencillamenteesdemasiadohorribleparaserreal.YnohagomásqueacordarmedeTheoconsulacaroja…—seleescapóunarisitayeldoctorlamiróconseveridad,peroellacontinuó—. Igualmente podría ser pintura, ¿es que no lo ve?—no puedo dejar de hablar,

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pensó;¿yporquétengoquedaryoexplicaciones?—.Quizánopuedotomármeloenserio—dijo—, después de haber visto a Theo lamentándose por su pobre ropa yacusándomedehaberescritominombreensupared.Quizámeestoyempezandoaacostumbraraquemeculpeportodo.

—Nadielaestáculpandodenada—dijoeldoctor,yEleanorsintióqueacababadeserreprobada.

—Esperoquemiropasealosuficientebuenaparaella—dijoconacritud.Eldoctorsevolvióparaobservarlahabitación;pasóundedocautelososobrelas

letrasdelaparedymoviólacamisaamarilladeTheodoraconelpie.—Luego—dijo como ausente—.Mañana, quizá—miró a Eleanor y sonrió—,

podréhacerunesbozoexactodetodoesto.—Puedoayudarle—dijoEleanor—.Merevuelveelestómago,peronomeasusta.—Sí—dijoeldoctor—.Encualquiercaso,creoqueserámejorquecerremosla

habitaciónporahora;noqueremosqueTheodoravuelvaamanosearlotodo.Luego,más tarde, podré estudiarlo tranquilamente. También—añadió con un destello dediversión—preferiríaquelaseñoraDudleynosubieraalimpiar.

Eleanor observó en silencio mientras el doctor echaba la llave a la puerta delpasillodesdeelinteriordelcuarto,yluegoentraronenelbañoypusoelpestilloalapuertaqueconectabaconlahabitaciónverdedeTheodora.

—Me ocuparé de traer otra cama —dijo, y a continuación, con ciertaincomodidad,añadió—.Hasmantenidolacabezafría,Eleanor;esoesdegranayudaparamí.

—Ya se lo he dicho, me revuelve el estómago pero no me asusta—contestó,satisfecha, y se volvió hacia Theodora. Theodora estaba echada sobre su cama, yEleanorvioconrepugnanciaqueTheodorasehabíapringadolasmanosderojoyqueestabadejandomarcassobresualmohada.

—Mira—dijocondureza,acercándoseaTheodora—,tendrásqueusarmiropahastaqueconsigasotracosaohayamoslavadolastuyas.

—¿Lavarlas?—Theodorarodóconvulsivamentesobrelacamaysetapólosojosconlasmanosmanchadas—.¿Lavarlas?

—Porelamordelcielo—dijoEleanor—,dejaquetelimpie.Sinintentarencontrarunmotivo,pensóquenuncahabíasentidoundespreciotan

incontrolableporningunapersonaconanterioridad,yentróenelbañoymojóunatoallayregresópararestregarconsequedadlasmanosyelrostrodeTheodora.

—Te has ensuciado toda con esa porquería —dijo, odiando tener que tocar aTheodora.

Derepente,Theodoralesonrió.—Deverdadnocreoquelohayashechotú—dijo,yEleanorsevolvióparaver

queLukeestabadetrásdeella,observándolas—.Quétontasoy—ledijoTheodoraaél,yLukerió.

—EstarásfantásticaconelsuéterrojodeNell—dijo.

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Esperversa,pensóEleanor,pérfidaysuciaeinmunda.Llevólatoallaalbañoydejóqueseempaparaenaguafría;cuandovolvióasalir,Lukeestabadiciendo:

—…entraremosotracama;apartirdeahora tendréisquecompartirhabitación,señoritas.

—Compartir habitación y compartir ropa —dijo Theodora—. Prácticamentevamosasergemelas.

—Primas—dijoEleanor,peronadielaoyó.

3

—Eracostumbre, rigurosamentecumplida—dijoLukehaciendogirarelbrandyensucopa—,queelverdugo,antesdeundescuartizamiento,trazaraloscortescontizasobreelvientredesuvíctima,portemorafallar,yameentienden.

Me gustaría golpearla con un palo, pensó Eleanor, observando la cabeza deTheodoraapoyadajuntoasusilla;megustaríalapidarlaapedradas.

—Unrefinamientoexquisito,exquisito.Porque,porsupuesto,el tactode la tizadebíaresultarcasiinsoportable,atroz,particularmentesilavíctimateníacosquillas.

Laodio,pensóEleanor,meponeenferma;míralabañadaylimpiayvistiendomisuéterrojo.

—Cuandolamuerteseprovocabaporcolgamientodeunascadenas,sinembargo,elejecutor…

—¿Nell?—Theodoraalzó lamiradahaciaellay sonrió—.Losientomuchodeverdad,losabes,¿no?

Megustaríaverlamorir,pensóEleanor,yledevolviólasonrisaydijo:—Noseastonta.—Entrelossufíesestáextendidalaenseñanzadequeeluniversonuncahasido

creadoyenconsecuencianuncapodráserdestruido.Hepasado la tarde—anuncióLukeconseriedad—curioseandoennuestrapequeñabiblioteca.

Eldoctorsuspiró.—Nadadeajedrezestanoche,creoyo—ledijoaLukeyesteasintió—.Hasido

undíaagotadorycreoqueseríapertinentequeseretirarantemprano,señoritas.—Nohastaqueestébienembotadaconbrandy—dijoTheodoraconfirmeza.—El miedo —dijo el doctor— es el abandono de la lógica, el abandono

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voluntariodelpensamientorazonable.Onosentregamosaélolocombatimos,peroenestonohaymediastintas.

—Antes me estaba preguntando—dijo Eleanor, sintiendo que de algún modoteníaquepedirlesdisculpasatodosellos—.Hecreídoestarcompletamentetranquila,y sin embargo ahora sé que estaba terriblemente asustada —frunció el ceño,desconcertada, y los demás esperaron a que continuara—. Cuando estoy asustada,puedoverperfectamenteelladosensato,hermosoyajenoalmiedo;puedoversillasymesasyventanasquepermaneceninmutables,sinverseafectadasenlomásmínimo,y puedo ver cosas como la textura cuidadosamente tejida de la alfombra,perfectamenteinmóvil.Perocuandoestoyasustadadejodeexistirenrelaciónatodasesascosas.Supongoqueporquelascosasnotienenmiedo.

—Yo creo que sólo nos asustamos de nosotros mismos —dijo el doctorlentamente.

—No —dijo Luke—. De vernos a nosotros mismos con total claridad y sindisfraz.

—Desaberloquerealmentequeremos—dijoTheodora.ApoyósumejillacontralamanodeEleanoryEleanor,asqueadaantesucontacto,retirólamanorápidamente.

—Amísiempremedamiedoestarsola—dijoEleanorysepreguntó,¿Soyyolaquehablaasí?¿Estoydiciendoalgodeloquemearrepentiréamargamentemañana?¿Estoy creandomás culpa paramí?—.Esas letras estaban formandomi nombre, yningunodeustedessabeloquesesienteanteeso…resultatanfamiliar—ehizoungestoendirecciónaellos,casidesúplica—.Intentencomprenderlo—dijo—.Esmiquerido nombre, y me pertenece, y algo lo está utilizando y escribiéndolo yllamándome por mi nombre… —se interrumpió y añadió, mirándolosconsecutivamente,inclusobajandolamiradahaciaTheodora,quelaobservabadesdeel suelo—.Miren, sólo existe una yo, y es todo lo que tengo.Odio ver cómomedisuelvoymedeshagoymeseparohastavivirensólounamitad,mimente,yluegoveolaotramitadindefensayfrenéticayasustadaynopuedoimpedirlo,peroséqueen realidadnovoya sufrirdañoalgunoy sinembargoel tiemposeprolonga tantoque hasta un segundo perdura y perdura y podría soportarlo todo si tan sólo fueracapazdeentregarme…

—¿Entregarse?—dijoeldoctorconseveridadyEleanorsesobresaltó.—¿Entregarte?—repitióLuke.—Nosé—dijoEleanor,perpleja.Sóloestabapensandoenvozalta,sedijoasí

misma,estabadiciendoalgo…¿quéesloqueestabadiciendo?—Yahahechoestomismoantes—ledijoLukealdoctor.—Lo sé—dijo el doctor conpreocupación, yEleanorpudo sentir que todos la

estabanobservando.—Lo siento —dijo—. ¿He dicho alguna tontería? Es probable, estoy muy

cansada.—Enabsoluto—dijoeldoctor,todavíamuyserio—.Bébasesubrandy.

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—¿Brandy?—yEleanorbajólamiradaysediocuentadequeteníaunacopadebrandyenlamano—.¿Quéesloquehedicho?—lespreguntó.

Theodoraahogóunarisita.—Bebe—dijo—.Lonecesitas,queridaNell.Obedientemente,Eleanorlediounsorbitoasubrandy,notandocontodaclaridad

suintensaquemazón,yacontinuaciónledijoaldoctor:—Debohaberdichoalgorealmente tonto,a juzgarporcómomeestánmirando

todos.Eldoctorrió.—Dejedeintentarserelcentrodeatención.—Quévanidad—dijoLukeconserenidad.—Siempretienequeestarentrecandilejas—dijoTheodora,y los tressonrieron

concariño,observandoaEleanor.

4

Sentadasensusrespectivascamas,unajuntoalaotra,EleanoryTheodoraalargaronlosbrazossobreelvacíoparacogersefuertementedelamano; lahabitaciónestababrutalmentefríayespesamenteoscura.Delahabitacióncontigua, lahabitaciónquehasta aquellamañanahabía sidoeldormitoriodeTheodora, surgióelmurmullodeunavozbalbuceando,demasiadosuavecomoparaentenderlaspalabras,demasiadocontinuacomoparadescartarla.Agarrándosedelamanocontantafuerzaquepodíansentirse los huesos,Eleanor yTheodora escucharon, y el sonido suave y constantecontinuó sin parar, elevándose enfáticamente la voz de vez en cuando en algunapalabra amortiguada, reduciéndose en ocasiones a poco más que un hálito,continuando sin parar. Entonces, sin previo aviso, se oyó una risita, una risitaborboteante que interrumpió el balbuceo y que se elevó hasta convertirse encarcajada,cadavezmásymásaguda,hastaquese interrumpiórepentinamenteconungritosofocadodedolorylavozprosiguió.

El apretón de Theodora se relajó y volvió a tensarse, y Eleanor, adormecidamomentáneamente por los sonidos, se sobresaltó y miró hacia el lugar en el quedeberíaestarTheodoraenmitaddelaoscuridad,yentoncespensóconpánico,¿porquéestáoscuro?¿Porquéestáoscuro?Rodó sobre símismay agarró lamanode

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Theodora con las dos suyas e intentó hablar y fue incapaz de hacerlo, y siguióagarrada,ciegamente,congelada, intentandohacerquesumentevolvieraaponerseen pie, intentando volver a razonar. Hemos dejado la luz encendida, se dijo a símisma,asíque,¿porquéestamosaoscuras?Theodoraintentósusurrar,ysubocafueincapazdemoverse;Theodora intentópreguntar, ¿porquéestamosaoscuras?Y lavozprosiguiósucharloteo,suaveyconstante,unsonidolíquidoyjactancioso.Pensóquepodríasercapazdedistinguirlaspalabrassisequedabaperfectamenteinmóvil,si se quedaba perfectamente inmóvil, y escuchaba, y escuchó, y oyó la voz quecontinuaba sin parar, incesante, y se agarró desesperada a lamano de Theodora ynotóensumanounpesoquelarespondía.

Entoncesregresólarisillaborboteanteyelgritodelocuraqueahogabalavoz,yentonces de repente se hizo el silencio más absoluto. Eleanor respiró hondo,preguntándosesiseríacapazdehablarahora,yentoncesoyóunlloroquelepartióelcorazón, un lloro discreto e infinitamente triste, un dulce gemido de tristezaindescriptible.Esunaniña,pensóconincredulidad,hayunaniñallorandoenalgunaparte, y entonces, al pensar aquello, surgió la voz chillona y desbocada que nuncahabíaoídoconanterioridad,yquesinembargosabíaquehabíaoídosiempreensuspesadillas. «¡Márchate!», gritaba. «Márchate, márchate, no me hagas daño». Ydespués,sollozando:«Porfavor,nomehagasdaño.Porfavor,déjamevolveracasa»,yacontinuaciónotravezelllorotristeydesconsolado.

Nopuedosoportarlo,pensóEleanorconconcreción.Estoesmonstruoso,esunacrueldad,hanestadohaciendodañoaunaniñaynopermitiréquenadiedañeaunaniña,yelparloteoprosiguió,suaveyconstante,continuóycontinuósinparar,lavozalzándoseunpocoycayendounpoco,continuandoycontinuandosinparar.

Yaestábien,pensóEleanor,percibiendoqueestabaacostadadeladoenlacamaen la más completa negrura, agarrando con ambas manos la mano de Theodora,agarrándolatanfuertequeeracapazdenotarloshuesosdelosdedosdeTheodora,yaestábien,nopiensoseguirsoportandoesto.Creenquepuedenasustarme.Bueno,lohanconseguido.Estoyasustada,peroporencimadetodosoyunapersona,soyunserhumano,soyunserhumanoquepiensayrazonaypuedosoportarmuchascosasdeestacasalunáticayhediondaperonopiensoadmitirquenadiehagadañoaunaniña,no,noloharé;porDiosquevoyahacerquemibocaseabraahoramismoyvoyagritar voy a gritar voy a gritar «BASTA», gritó, y las luces lucían tal y como lashabíandejadoyTheodoraestabasentadaensucama,sobresaltadaydespeinada.

—¿Qué?—estabadiciendoTheodora—.¿Qué,Nell?¿Qué?—DiosDios—dijoEleanor,arrojándosedelacamayatravesandolahabitación

pararefugiarsetemblandoenunrincón—.DiosDios.—¿Dequiéneralamanoqueestabaagarrando?

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6

1

Estoy aprendiendo los senderos del amor, pensó Eleanor bastante en serio, y acontinuación se preguntóquépodría haber queridodecir pensando semejante cosa.EraporlatardeyestabasentadaalsolenlosescalonesdelaglorietajuntoaLuke;estossonlossilenciosossenderosdelamor,pensó.Sabíaqueestabapálida, todavíaagitada, y que tenía ojeras oscuras, pero el sol era cálido y las hojas se movíanamablementesobresucabeza,yLukeasuladoseapoyabaperezosamentesobreunescalón.

—Luke —preguntó lentamente, por temor al ridículo—, ¿por qué quiereconversarlagente?Quierodecir,¿cuálessonlascosasquequiereaveriguarsiemprelagentesobreotraspersonas?

—¿Quéquieressabersobremí,porejemplo?—rióél.Yellapensó,¿Porquénopreguntarquéesloqueélquieresabersobremí;esextremadamentevanidoso.Yrióasuvezydijo:

—¿Quépuedollegarasaberdeti,másalládeloqueyaveo?Ver era elmenor de los verbosquepodría haber escogido, pero elmás seguro.

Cuéntamealgoquesóloyovayaasaber,eraquizáloquequeríapedirle,oQuémedarásparaqueterecuerde,o,incluso,Nuncaheposeídonadaquenotuvieralamenorimportancia;¿puedesayudarme?Entoncessepreguntósihabíasidoboba,oatrevida.Suspensamientoslasorprendían,peroélselimitóacontemplarlahojaquesosteníaentre las manos y arrugó un poco el entrecejo, como alguien completamenteentregadoaunproblemaabsorbente.

Siempre intenta buscar las palabras adecuadas para causar la mejor impresiónposible, pensó Eleanor, y sabré en qué consideración me tiene a tenor de lo queresponda;¿cómoestádeseandoaparecerantemí?¿Creequemecontentaréconalgúnpequeñomisticismo, o se esforzará en parecer único? ¿Va a ser galante?Eso seríahumillante, porque entonces demostraría que sabe que la galantería me conquista;¿será misterioso? ¿Demente? ¿Y cómo recibiré yo lo que ya considero unaconfidencia, incluso aunqueno sea cierta?OjaláLukemeaprecie en loquevalgo,

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pensó,oporlomenosquenoveayoladiferencia.Permitequeseasabioopermítemea mí ser ciega; no me dejes, deseó con concreción, no me dejes saber con totalseguridadloquepiensademí.

Entonceséllamirórápidamenteysonrióloqueellaempezabaaconocercomosusonrisa de autodesdén; ¿acaso Theodora, se preguntó, y fue una idea recibida condesagrado,acasoTheodoraleconocíaigualdebien?

—Nuncatuvemadre—dijo,ylaconmociónfueenorme.¿Eso es todo lo que piensa demí? ¿Eso es lo que cree que quiero oírle decir?

¿Convertiré esto en una confidencia, haciéndome digna de confidencias mayores?¿Quédebohacer,suspirar?¿Murmurar?¿Marcharme?

—Nadiemehaqueridojamásporsersuyo—siguióLuke—.Imaginoquepuedesentenderlo.

No,pensóella,nomevasacogerconalgotanbarato;noentiendolaspalabrasyno las aceptaré a cambiodemis sentimientos; estehombreesun loro.Lediréquenuncapodríacomprenderalgosemejante,esaautoconmiseraciónlacrimógenanomeconmueveelcorazón;nomepondréenridículoanimándoleaqueseburledemí.

—Loentiendo,sí—dijo.—Penséqueloharías—dijoél,yaellaleentraronganasdedarleunabofetada

—. Creo que eres una persona estupenda, Nell —dijo Luke, y luego lo estropeóañadiendo—,generosaysincera.Másadelante,cuandovuelvasacasa…

Su voz se fue apagando, y ella pensó, O está empezando a contarme algoextremadamente importante o sencillamente estámatando el tiempo hasta que estaconversaciónpuedadarseporzanjadaconelegancia.Élnohablaríadeestemodosinunmotivo;nuncaseentregavoluntariamente.¿Acasopiensaqueungestohumanodeafectopodríaseducirmehastaelpuntodequemearrojaracomouna locasobreél?¿Ledamiedoqueno sepa comportarmecomounadama? ¿Qué sabrá él sobremí,sobreloquepiensoyloquesiento;acasosientelástimapormí?

—Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes—dijo.—Sí—dijoél—.Comoya tehedicho,nunca tuvemadre.Ahoradescubroque

todoelmundohatenidocosasdelasqueyohecarecido—lededicóunasonrisa—.Soyuncompletoegoísta—dijoatribulado—ysiempreesperoquealguienmedigaquemecomporte,quealguienseresponsabilicedemíymeobligueaactuarcomounadulto.

Efectivamente, es un completo egoísta, pensó ella con cierta sorpresa, el únicohombre con el que me he sentado a hablar a solas, y hace que me impaciente;sencillamente,noesdemasiadointeresante.

—¿Y por qué no maduras tú solo?—le dijo, y se preguntó cuántas personas(cuántasmujeres)lehabríanhechoyalamismapregunta.

—Ereslista—¿ycuántasveceshabríacontestadoéllomismo?Estaconversacióndebeserprincipalmente instintiva,pensóEleanordivertida,y

dijoconamabilidad:

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—Debesde ser unapersonamuy solitaria—loúnicoquequiero es ser amada,pensó,yaquíestoyhablandodetrivialidadesconunegoísta—.Realmentedebesdeserlo.

Élletocólamanoyvolvióasonreír:—Tútuvistemuchasuerte—ledijo—.Tútuvisteunamadre.

2

—Loheencontradoenlabiblioteca—dijoLuke—.Juroqueloheencontradoenlabiblioteca.

—Increíble—dijoeldoctor.—Miren—dijoLuke.Colocóelgranlibrosobrelamesayloabrióporlaprimera

página—.Lohizoélmismo,miren,eltítuloestáescritocontinta:MEMORIAS,paraSOPHIA ANNE LESTER CRAIN; Un legado para su educación e ilustraciónduranteelcursodesuvidadepartedesuafectoydevotopadre,HUGHDESMONDLESTERCRAIN;veintiunodejunio,1881.

Searremolinaronalrededordelamesa,TheodorayEleanoryeldoctor,mientrasLukelevantabaygirabalaprimeragranpáginadellibro.

—Vean —dijo Luke—, quería que su hija pequeña aprendiera la humildad.Evidentementerecortóunaseriedelibrosantiguosparacrearesteálbum,porquemeparecereconocervariasdelasilustraciones,ytodasestánpegadasconcola.

—Lavanidaddelarealizaciónhumana—dijoeldoctorcontristeza—.PiensenenladelibrosquedestrozóHughCrainparaconfeccionareste.Miren,aquítenemosungrabado de Goya; que cosa tan terrible para una niña pequeña como objeto demeditación.

—Debajodeesteespantosodibujo—dijoLuke—,escribiólosiguiente:«Honraatupadreyatumadre,Hija,autoresdetuser,sobrelosquehacaídolapesadacargadeconducirasuvástagoeninocenciayrectitudporeltemerosoyestrechosenderode la felicidad eterna, y presentarla finalmente ante su Dios como un alma pía yvirtuosa;reflexiona,Hija,sobrelagloriadelCieloantelaascensióndelasalmasdeestaspequeñascriaturas,liberadasantesdehaberaprendidoloqueeselpecadoolainfidelidad,yconsideratuincesantedeberpermanecertanpuracomoellas».

—Pobreniña—dijoEleanorydejóescaparunjadeocuandoLukegirólapágina;

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lasegundalecciónmoraldeHughCrainderivabadeunaláminaacolordeunpozodeserpientes,yserpientesvivamentepintadassearrastrabanyretorcíanpor todalapágina, sobre el mensaje, pulcramente impreso y veteado de oro: «La maldicióneternaeseldestinodelahumanidad;nilaslágrimasnilareparaciónpuedenprevenirla herencia de pecado del hombre. Hija,mantente alejada de estemundo, que suslujuriasysusingratitudesnotecorrompan;Hija,presérvate».

—Acontinuaciónvaelinfierno—dijoLuke—.Nomirensisonaprensivos.—Creoquemesaltaréelinfierno—dijoEleanor—.Peroléamelo.—Muy inteligente por su parte—dijo el doctor—.Es una ilustración deFoxe;

una de lasmuertes menos atractivas, o esome ha parecido amí siempre, aunque¿quiénpuedecomprenderlasmaníasdelosmártires?

—Fíjeseenesto—dijoLuke—.Quemóunaesquinadelapáginayestoesloqueescribió:«Hija,sipudierasoíraunquesólofueraduranteunmomentolaagonía,losgritos,losespantososllorosdearrepentimiento,deesaspobresalmascondenadasalallama eterna. ¡Si pudieran tus ojos abrasarse, por un solo instante, ante el rojoresplandor del baldío siempre ardiente! ¡Ay, pobres desgraciados, de dolorimperecedero!Hija, tupadreha tocadoen estemomento la esquinade estapáginaconsuvela,yhavistoelfrágilpapelrizarseyconsumirseantelallama;considera,Hija,queelcalordeestavelaesaloseternosfuegosdelInfiernoloqueungranodearenaalaamplituddeldesierto,ytalycomoestepapelardeantesudiminutallama,de igual modo arderá tu alma por toda la eternidad en un fuego mil veces másintenso».

—Seguroqueseloleíatodaslasnochesantesdeacostarla—dijoTheodora.—Esperen—dijo Luke—, aún no han visto el Cielo, hasta tú puedes ver éste,

Nell.EsBlake,yesuntantosevero,amíentender,peroevidentementeesmejorqueelInfierno.Escuchen:«¡Santo,santo,santo!AlaluzpuradelcielolosángelesloaneternamentealSeñor.Hija,Aquíesdondeyotebuscaré».

—Quélabordeamor—dijoeldoctor—.Horasyhorassóloparaplanearlo,ylacaligrafía,tanexquisita,ylatintadorada…

—Ahora van los siete pecados capitales—dijo Luke—, creo que el viejo hizopersonalmentelasilustraciones.

—Realmentesevolcóenlagula—dijoTheodora—.Noestoyseguradevolveratenerhambrejamás.

—Esperaaverlalujuria—ledijoLuke—.Ahísíquesesuperóasímismo.—Francamente,nomeapetece seguirviendonadamás—dijoTheodora—.Me

sentaréaquíconNell;siencuentrasalgúnpreceptomoralparticularmenteedificantequeteparezcaquemevayaahacerbien,puedesleerloenvozalta.

—Aquíestálalujuria—dijoLuke—.¿Algunavezfueunamujercortejadadeestaguisa?

—PorelamordeDios—dijoeldoctor—.PorelamordeDios.—Debedehaberlodibujadoélmismo—dijoLuke.

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—¿Paraunaniña?—eldoctorestabaescandalizado.—Su propio álbum de recortes. Fíjese en el Orgullo, la viva imagen de aquí

nuestraNell.—¿Qué?—dijoEleanorlevantándose.—Esunabroma—dijoeldoctor,conciliador—.Noseacerqueamirar,querida;

sóloestábromeando.—Yahoralapereza—dijoLuke.—Laenvidia—dijo el doctor—. ¿Cómo se iba a atrever a transgredir la pobre

niña…?—Laúltimapáginaes lamejorde todas,mepareceamí.Esto, señoritas, es la

sangredeHughCrain.Nell,¿quieresverlasangredeHughCrain?—No,gracias.—¿Theo?¿No?Insisto,encualquiercaso,porelbiendevuestrasconciencias,en

leerosloqueHughCraintienequedecircomocolofónasulibro:«Hija;lospactossagradossefirmanconsangre,yyoheextraídodemipropiamuñecaelfluidovitalconelqueaquíteato.Vivevirtuosamente,sémansa,tenfeentuRedentoryenmí,tupadre,ytejuroquevolveremosareunirnosenelmásalláenfelicidadeterna.Aceptaestospreceptosde tudevotopadre, que conhumildadde espírituha realizado estelibro.Ojalásirvabienasupropósito,midébilesfuerzo,ypreserveamiHijadelastrampasdeestemundoylaconduzcasanaysalvahastalosbrazosdesupadreenelCielo».Ylafirma:«Detusiempreamorosopadre,enestemundoyenelotro,autordetuseryguardiándetuvirtud;conelamormáspuro,HughCrain».

Theodorasintióunescalofrío.—Cómodebiódisfrutarlo—dijo—,firmandoconsupropiasangre;puedoverle

muriéndosedelarisa.—Noessano,noesuntrabajosanonimuchomenos—dijoeldoctor.—Pero ella debió ser muy pequeña cuando su padre abandonó la casa—dijo

Eleanor—.Mepreguntosialgunavezllegaríaaleérselo.—Yoestoyseguradequesí, inclinadosobresucunayescupiendo laspalabras

paraquearraigaranensupequeñocerebro.HughCrain—dijoTheodora—,erasunviejoinmundoyconstruisteunacasainmunda,ysitodavíapuedesoírmeestésdondeestésquierodecirtealacaraqueesperodetodocorazónquepaseslaeternidadenesehorribledibujoyquenuncadejesdearderniporunminuto.

Theodora hizo un vehemente gesto de desprecio hacia toda la habitación ydurante un minuto, todavía recordando, todos permanecieron en silencio, comoesperando una respuesta, y entonces los rescoldos en la chimenea cayeron con unpequeñoestallidoyeldoctorobservósurelojyLukeselevantó.

—Elsolestásobreelpenol—dijoeldoctorconalegría.

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3

Theodora se acurrucó junto al fuego, alzando maliciosamente la mirada haciaEleanor; en el otro extremo de la habitación, las piezas de ajedrez semovían consuavidad sobre el tablero, produciendopequeños ruidos de roce, yTheodora hablósuavemente,atormentadora.

—¿Lellevarásatupequeñoapartamento,Nell,yleinvitarásabeberentutazadeestrellas?

Eleanorenterrólamiradaenelfuego,sindignarsearesponder.Quétontahesido,pensó,hesidounaestúpida.

—¿Habráespaciodesobraparados?¿Iríasitúselopidieras?Nadapodríaserpeorqueesto,pensóEleanor;hesidounaestúpida.—Quizá lo quemás anhele sea una casa diminuta, algomás pequeño queHill

House,porsupuesto;quizásevayaacasacontigo.Unaestúpida,unaestúpidaderemate.—Tuscortinasblancas…tuspequeñosleonesdepiedra…Eleanorbajólamiradahaciaella,casicondulzura.—Pero tenía que venir —dijo, y se levantó volviéndose ciegamente para

marcharse, sin oír las voces alteradas a sus espaldas, sin ver adónde se dirigía nicómo; de algúnmodo fue a topar con la granpuerta de entraday salió a la nochesuaveycálida—.Teníaquevenir—ledijoalmundoexterior.

El miedo y la culpa son hermanas; Theodora le dio alcance en el jardín. Ensilencio, enfadadas, dolidas, dejaron Hill House mano a mano, caminando juntas,cada una de ellas sintiéndolo por la otra. Una persona enfadada, o alegre, oaterrorizada,ocelosa,llegarátozudamentehastaextremosdeconductaimposiblesencualquierotromomento;niEleanorniTheodorareflexionaronporuninstantequeeraimprudenteporsupartealejarsedeHillHouseunavezcaídalanoche.Cadaunadeellasestabataninmersaensupropiodespechoqueunahuidaenlaoscuridaderavitaly,abrigándoseconesacapaajustada,vulnerable,imposible,queeslafuria,salieronjuntasdeestampida,cadaunadeellasdolorosamenteconscientedelapresenciadelaotra,cadaunadeellasdecididaaserlaúltimaenhablar.

Eleanorfuelaprimera,alfin;sehabíahechodañoenelpiealgolpearsecontrauna piedra e intentó ser demasiado orgullosa comopara prestarle atención, pero alcabodeunminuto,conelpiedolorido,dijo,enunavoztensaporelintentodesonarequilibrada:

—No consigo entender por qué crees que tienes el más mínimo derecho ainterferir en mis asuntos —su lenguaje era formal para prevenir una oleada derecriminacionesodereprochesinmerecidos(¿acasonoeranextrañas?,¿primas?)—.Estoyconvencidadequenadadeloquehagatieneinterésparati.

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—Exacto—dijoTheodoraferozmente—.Nadadeloquehagasmeinteresaenlomásmínimo.

Estamoscaminandoadosladosdelamismavalla,dijoEleanor,peroyotambiéntengo derecho a vivir, y he desperdiciado una hora con Luke junto a la glorietaintentandodemostrarlo.

—Mehehechodañoenelpie—dijo.—Losiento—Theodorasonógenuinamenteapenada—.Sabesqueesunbruto—

dudó—.Unlibertino—dijoalfinalconunanotadediversión.—Estoyseguradequemedaexactamenteigualloqueélsea—yacontinuación,

porqueeranmujeresriñendo—.Comosiatiteimportara,encualquiercaso.—Nodeberíapermitírselesalirseconlasuya—dijoTheodora.—¿Salirseconqué?—preguntóEleanormelindrosamente.—Teestásponiendoenridículo—dijoTheodora.—Supónquenofueraasí.Tesentaríafatalacabarequivocándoteenestaocasión,

¿verdad?LavozdeTheodorasonócansada,cínica:—Simeequivoco—dijo—,tedarémibendicióndetodocorazón.Porbobaque

seas.—Quéotracosapodríasdecir.Estaban siguiendo el sendero hacia el arroyo.En la oscuridad, sus pies sentían

queestabancaminandocuestaabajo,ycadaunadeellas,enprivadoyperversamente,acusó a la otra de tomar deliberadamente un camino que en otra ocasión habíanseguidofelizmentejuntas.

—Encualquiercaso—dijoEleanorenuntonorazonable—,atitedaigual,paseloquepase.¿Porquédeberíaimportartesimepongoenridículoono?

Theodora guardó silencio durante un minuto, caminando entre tinieblas, yEleanor se sintió absurda y repentinamente convencida de que Theodora le habíaextendidounamano,invisible.

—Theo—dijoEleanorconincomodidad—.Nosemedabienhablarconlagenteydecircosas.

Theodorarió.—¿Yquéesloquesetedabien?—preguntó—.¿Salircorriendo?Nada irrevocable se había dicho todavía, pero sólo les quedaba el margen de

seguridadmásínfimo;cadaunadeellassemovíadelicadamenteporlosarrabalesdeunapreguntaabierta,unapregunta—comoporejemplo«¿meamas?»—queunavezpronunciada nunca podría ser respondida ni olvidada. Siguieron caminandolentamente,meditando, haciendo cábalas, y el sendero se inclinaba bajo sus pies yellas lo seguían; una vez terminados los amagos y las dudas, sólo podían esperarpasivamenteuna resolución.Cadaunadeellas sabía, casi aldedillo, loque laotraestabapensandoyqueríadecir;cadaunadeellascasillorabaporlaotra.Percibieronalmismotiempoelcambioenelsenderoycadaunadeellassupoquelaotratambién

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sehabíapercatado;TheodoraagarróaEleanordelbrazoy, temerosasdedetenerse,continuaronavanzandolentamente,apretadaslaunacontralaotra,yfrenteaellaselsenderoseensanchóyseennegrecióysecurvó.

Eleanor recuperó el aliento y apretó la mano de Theodora sobre la suya,avisándola de que guardara silencio. A ambos lados los árboles, silenciosos,renunciaron al color oscuro que habían mostrado hasta entonces, palidecieron, sevolvierontransparentesyserecortaronblancosyfantasmalesfrentealcielonegro.Lahierba era incolora, el sendero ancho y negro; no había nada más. A Eleanor lecastañeteabanlosdientes,ylanáuseaprovocadaporelmiedocasiladobló;subrazotemblababajo lamanodeTheodora, ahora casi ungarfio, y sintió cada lentopasocomounactodevoluntad,unainsistenciaalocadayprecisaencolocarunpiedelantedel otro como la única opción cuerda. Los ojos le dolían con lágrimas contra laaullantenegruradelsenderoylatemblorosablancuradelosárboles,ypensó,conunretratoclaroe inteligiblede laspalabrasensumente,ardiendo,Ahorasíquetengomiedo.

Avanzaron, con el sendero desplegándose frente a ellas, los blancos árbolesinmutablesaambosladosy,porencimadetodo,elcielonegroespesoyeternosobresus cabezas; sus pies desprendían una luz trémula y blanquecina cada vez quetocaban el sendero; la mano de Theodora era pálida y luminosa. Frente a ellas elsendero se curvaba hasta perderse de vista y siguieron caminando lentamente,moviendolospiesconprecisiónporqueeraelúnicoactofísicoposibleparaellas,laúnicacosaquelesimpedíahundirseenlaterriblenegrurayblancurayenelluminosodestellomaligno.Ahora sí que tengomiedo,pensóEleanor conpalabrasde fuego;remotamente, podía sentir aún la mano de Theodora en su brazo, pero Theodoraestaba lejos, encerrada aparte; hacía un frío acerbo, sin ningún rastro de calidezhumana.Ahora sí que tengomiedo,pensóEleanor,ypusounpiedelantedelotro,temblandocadavezquetocabaelsendero,temblandoanteelfríodespiadado.

El sendero se desplegó; quizá las estaba llevando a alguna parte,premeditadamente, ya que ninguna de las dos podía salirse de él y penetrarvoluntariamenteen laaniquilacióndeblancuraqueera lahierbaaambos lados.Elsendero hizo una curva, negro y resplandeciente, y ellas lo siguieron. Lamano deTheodora seapretóaúnmásyEleanordejóescaparunpequeñosollozo,¿Sehabíamovido algo, más adelante, algo más blanco que los blancos árboles, haciéndolesseñas? ¿Haciéndoles señas, fundiéndose entre los árboles, observando? ¿Habíamovimiento a sus espaldas, imperceptible en la noche silenciosa; las acompañabanotraspisadasinvisiblessobrelablancahierba?¿Dóndeestaban?

Elsenderolascondujohastasudestinoymurióbajosuspies.EleanoryTheodoravieronunjardín,cegadasporlaluzdelsolylariquezadelcolorido;increíblemente,alguien estaba celebrando un picnic sobre la hierba del jardín. Oyeron unas risasinfantiles y las voces divertidas y afectuosas de lamadre y el padre; la hierba eraespesay lujuriosamenteverde, las floreserandecolor rojoynaranjayamarillo,el

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cieloeraazulydorado,yunaniñallevabapuestaunablusaescarlatayvolvióareírcon alegría, persiguiendo a trompicones a un perrito sobre la hierba. Habíanextendido unmantel de cuadros en el suelo y lamadre, sonriendo, se inclinó paracogeruncoloridoplatodefruta;entoncesTheodoragritó.

—¡No mires atrás!—chilló con la voz deformada por el miedo—. ¡No miresatrás!¡Nomires…!¡Corre!

Corriendo,sinsaberporquécorría,Eleanorpensóqueibaaenredarselospiesenelmantel de cuadros; le dabamiedo tropezar con el cachorrillo; pero al atravesarcorriendo el jardín no encontró nada salvomalas hierbas creciendo negramente enmitaddelaoscuridad,yTheodora,gritandotodavía,pisoteólosarbustosenlosquehabía habido flores y tropezó, sollozando, con unas piedras medio enterradas quepodríanhaber sidouna taza rota.Yentonces se encontrarongolpeandoy arañandodesaforadamente el muro de piedras blancas sobre el que crecían negras lasenredaderas,gritandoyrogandoquelasdejaransalir,hastaqueunapuertadehierrooxidadocedióysalieroncorriendo,llorandoyboqueandoydealgúnmodocogidasdelamano,poreljardíndelacocinadeHillHouse,yentraronestrepitosamenteporunadelaspuertasdelacocinaparaencontrarseaLukeyaldoctoracudircorriendohaciaellas.

—¿Quéhapasado?—dijoLuke,agarrandoaTheodora—.¿Estáisbien?—Casi nos hemos vuelto locos —dijo el doctor, agotado—. Llevamos horas

buscándolas.—Eraunpicnic—dijoEleanor.Sehabíaderrumbadosobreunasilladelacocina

y bajó la mirada hacia sus manos, arañadas y sangrantes y temblorosas sin ellasaberlo—.Intentamossalir—lesdijoextendiendolasmanosparaque lasvieran—.Eraunpicnic.Lasniñas…

Theodorarióenunlamentocontinuo,riendosinpararysinalegría,yenmitaddesurisadijo:

—Hemiradohaciaatrás…Semehaocurridomirarhaciaatrás…Ysiguióriendo.—Lasniñas…yuncachorro…»Eleanor—TheodorasevolvióviolentamenteyapoyósucabezaenEleanor—.

Eleanor—dijo—.Eleanor.Y,abrazandoaTheodora,EleanoralzólamiradahaciaLukeyeldoctorynotóla

habitacióngirarsobresímisma,yel tiempo, talycomosiemprehabíaconocidoeltiempo,sedetuvo.

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1

LatardedeldíaqueesperabanlallegadadelaseñoraMontague,EleanorsubiósolaalascolinasquesealzabansobreHillHouse,sinintencióndellegaraningúnsitioenparticular, sin ni siquiera preocuparle adónde se dirigía ni cómo, queriendoúnicamenteestarasolasylejosdelpesadoyoscuromaderamendelacasa.Encontróunpequeñorincónenelquelahierbaerasuaveyestabasecaysetumbósobreella,pensando cuántos años habían pasado desde la última vez que se había recostadosobre la hierba para estar a solas y pensar.A su alrededor, los árboles y las floressilvestres,coneseaireextrañamentecortésdelascosasnaturales,interrumpieronderepentesusacuciantespreocupacionesdecrecerymorir,sevolvieronhaciaellaconatención, como si, aun a pesar de lo apagada y poco perceptiva que era, fueranecesarioparaellosmostrarseamablesconunacreacióntandesgraciadacomoparano tener raíces que la unieran a la tierra, obligada a vagar de un lugar a otro,descorazonadamente móvil. Perezosamente, Eleanor cogió una margarita silvestreque murió entre sus dedos y, tumbada sobre la hierba, contempló su rostromoribundo. No había nada en su mente más allá de una desbordante felicidad.Deshojólamargaritaysepreguntó,sonriendoparasímisma,¿quévoyahacer?¿Quévoyahacer?

2

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—Dejalasmaletasenelrecibidor,Arthur—dijolaseñoraMontague—.¿Teparecemuchopedirquehubieraaquíalguienparaayudarnosconestapuerta?Desdeluegotendránquebuscaraalguienparaquesubalasmaletas.¿John?¿John?

—Querida,querida—eldoctorMontaguesalióapresuradamentealrecibidor,conlaservilletatodavíaentrelasmanosybesóobedientementeasuesposaenlamejillaqueellalepresentó—.Québienquehayasllegado;yapensábamosquenovenías.

—Dijequeestaríahoyaquí,¿no?¿Algunavezhedejadodeiraunsitiocuandohedichoqueloharía?MehetraídoaArthur.

—Arthur—dijoeldoctorsinentusiasmo.—Bueno,alguien tenía que conducir—dijo la señoraMontague—. ¿O es que

esperabas que condujera yo sola todo el camino hasta aquí? Porque sabesperfectamentequeenseguidamecanso.¿Quétalestán?

EldoctorsevolviósonriendohaciaEleanoryTheodora,yLukedetrásdeellas,quesehabíanapelotonadoconincertidumbrejuntoalapuerta.

—Querida —dijo—, estos son mis amigos, que me han estado acompañandoestosúltimosdíasenHillHouse.Theodora.EleanorVance.LukeSanderson.

Theodora y Eleanor y Luke murmuraron educadamente y la señoraMontagueasintióydijo:

—Veoquenotehasmolestadoenesperamosacenar.—Pensábamosqueyanovendrías.—Creohabertedichoqueestaríahoyaquí.Porsupuesto,esperfectamenteposible

que esté equivocada, pero yo recuerdo haber dicho que estaría hoy aquí. EstecaballeroesArthurParker;mehatraídohastaaquíporquemedisgustaconducirsola.Arthur,estossonlosamigosdeJohn.Estoyseguradequeprontomehabréaprendidotodossusnombres.¿Puedealguienencargarsedenuestrasmaletas?

EldoctoryLukeseacercaron,murmurando,ylaseñoraMontagueprosiguió:—Mealojaréenlahabitaciónmásencantada,porsupuesto.Arthurpuededormir

dondesea.Esamaletaazuleslamía,joven,ytambiénelpequeñomaletín;llévelosalahabitaciónmásencantada.

—Eljardíndeinfancia,supongo—dijoeldoctorMontaguecuandoLukelemiróinquisitivamente—.Creoqueeljardíndeinfanciaesunfocodeperturbaciones—ledijoasuesposa,yéstasuspiróconirritación.

—Mepareceamíquepodríasseralgomásmetódico—dijo—.Llevasaquícasiuna semana y seguro que no habrás hecho nada con planchette. ¿Escrituraautomática? Y supongo además que ninguna de estas jóvenes tendrá dotes demedium.EsasbolsasdeahísonlasdeArthur.Sehatraídolospalosdegolf,porsiacaso.

—¿Por si acaso qué? —preguntó Theodora inexpresivamente y la señoraMontaguesevolvióparaobservarlaconfrialdad.

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—Porfavor,nodejenqueinterrumpasucena—dijofinalmente.—Decididamentehayunazonafríajustofrentealapuertadeljardíndeinfancia

—ledijoeldoctorasuesposa,esperanzado.—Sí,querido,esoestámuybien.¿NovaasubirestejovenlasbolsasdeArthural

primerpiso?Parecestenerlotodoenciertoestadodeconfusión,¿verdad?Despuésdecasiunasemanapensabaquetendríaslascosasenciertoorden.¿Sehamaterializadoalgunafigura?

—Hahabidociertasmanifestaciones…—Bueno, ahora que estoy aquí empezaremos a hacer las cosas bien. ¿Dónde

puedeaparcarArthurelcoche?—Hayunestablovacíoenlapartetraseradelacasa,dondehemosguardadolos

demáscoches.Puedellevarloallíporlamañana.—Tonterías. Como sabes perfectamente, John, no creo en demorar las cosas.

Arthurtendrámuchoquehacermañanaporlamañanacomoparaademásañadirlastareasdeestanoche.Debemoverelcochedeinmediato.

—Afueraestáoscuro—dijoeldoctordubitativamente.—John, me asombras. ¿Es que acaso crees que no sé que cuando anochece

oscurece?El coche tiene faros, John, y este joven puede acompañar aArthur paramostrarleelcamino.

—Gracias—dijoLukeausteramente—,perotenemoslacostumbredenosaliralexteriordespuésdecaídalanoche.Arthuresmuylibredehacerlo,porsupuesto,siseleantoja,peroyonoloharé.

—Estasseñoritas—dijoeldoctor—tuvieronunaespantosa…—Eljovenesuncobarde—dijoArthur.Habíaterminadodesacarsusmaletasy

susbolsasdegolfysuscestasdelcocheyahorapermanecíaenpiejuntoalaseñoraMontague,observandocondesprecioaLuke;elrostrodeArthurerarojoysupeloblanco, y ahora, mientras desdeñaba a Luke, se le había encrespado—. Deberíaavergonzarsedesímismo,amigo,delantedeunasmujeres.

—Lasmujeresestánigualdeasustadasqueyo—dijoLukecontodaformalidad.—Cierto,cierto—eldoctorMontaguepusounamanoconciliadorasobreelbrazo

deArthur—.Cuandollevesaquíuntiempo,Arthur,entenderásquelaactituddeLukenacedelasensatez,nodelacobardía.Nosempeñamosenpermanecerjuntosunavezhaoscurecido.

—Debodecir, John,que jamásesperéencontrarte tannervioso—dijo la señoraMontague—.Deploroelmiedoenestosasuntos—añadiózapateandoconirritación—. Sabes perfectamente, John, que aquellos que han cruzado al otro lado esperanvernos felices y sonrientes; quieren saber que pensamos en ellos con cariño. Losespíritus quemoran en esta casa podrían estar sufriendo si son conscientes de quealguienlestienemiedo.

—Podemos hablar de ellomás tarde—dijo el doctor con cansancio—.Ahora,¿quétalsicenamos?

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—Porsupuesto—laseñoraMontaguemirórápidamenteaTheodorayaEleanor—.Esunalástimaquehayamostenidoqueinterrumpirlos—dijo.

—¿Vosotroshabéiscenadoya?—Naturalmentequeno,John.Tedijeque llegaríamosaquípara lacena,¿ono?

¿Oesquemehevueltoaequivocar?—Encualquiercaso,aviséa la señoraDudleydequevendrías—dijoeldoctor

abriendolapuertaquedabaalasaladejuegosyqueconducíaalcomedor—.Noshadejadounespléndidofestín.

Pobre doctorMontague, pensóEleanor, haciéndose a un lado para dejar que eldoctorguiara a su esposahasta el comedor; se sientemuy incómodo;mepreguntocuántotiempopensaráquedarsesumujer.

—Mepreguntocuántotiempopensaráquedarsesumujer—lesusurróTheodoraaloído.

—Quizásumaletaestéllenadeectoplasma—dijoEleanor,esperanzada.—¿Yhastacuándopodrásquedarte?—preguntóeldoctorMontague,presidiendo

lamesaconsuesposacómodamentesentadaasulado.—Bueno,querido—dijolaseñoraMontague,paladeandodelicadamentelasalsa

dealcaparrasdelaseñoraDudley—,veoquehasencontradounacocineradecente,¿verdad?Sabes queArthur tiene que volver a su escuela;Arthur es el director—explicóalrestodelamesa—,yhacanceladogenerosamentesuscompromisosparaellunes.Demodo que serámejor que nosmarchemos el lunes a primera hora de latardeparaqueArthurpuedaatendersusclasesdelmartes.

—SindudaArthurhabrádejadoatrásaunmontóndeescolaresfelices—ledijoLukeenvozbajaaTheodora,yTheodoradijo:

—Perohoysóloessábado.—Nomedesagradaestacomidanimuchomenos—dijolaseñoraMontague—.

John,mañanahablarécontucocinera.—LaseñoraDudleyesunamujeradmirable—dijoeldoctorconcuidado.—Demasiadas florituras, parami gusto —dijo Arthur—. Yo soy más bien de

fileteconpatatas—leexplicóaTheodora—.Nobebo,nofumo,noleobasura.Seríaunmal ejemplo para los muchachos del colegio. Tienden a admirarle a uno, sabeusted.

—Estoy seguro de que todos deben tenerle comomodelo—dijoTheodora consobriedad.

—Algunomesaleranadevezencuando—dijoArthur,negandoconlacabeza—.No tienen gusto por el deporte. Andan alicaídos por los rincones. Son unosdesustanciados. Pero yo les quito la tontería rápidamente con un buen par decoscorrones—alargólamanoparacogerlamantequilla.

La señoraMontague se inclinó hacia delante paramirar aArthur, situadomásabajoenlamesa.

—Cenaligero,Arthur—recomendó—.Nosesperaunanocheocupada.

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—¿Quédiantrespretendeshacer?—preguntóeldoctor.—Estoy convencida de que a ti no se te ocurriría en la vida abordar estos

fenómenossiguiendoningúnsistema,perotendrásquereconocer,John,queenestaáreasencillamentetengounentendimientomásintuitivoqueeltuyo;lasmujereslotenemos, ¿sabes, John?, al menos algunas mujeres —hizo una pausa y observóespeculativamente a Eleanor y a Theodora—. Ellas seguro que no,me atrevería adecir.Amenosque, por supuesto, hayavuelto a equivocarme.Sé lomuchoque tegustaseñalarmiserrores,John.

—Peroquerida…—Sabes que no puedo tolerar que se haga un trabajo chapucero. Arthur

patrullará, por supuesto. He traído a Arthur para tal propósito. Es tan raro —leexplicóaLuke,queestaba sentado frenteaella—encontrarpersonasenelgremiodocentequetenganuninterésenelotromundo;yairáviendoustedqueArthurestásorprendentemente bien informado. Me echaré en vuestra habitación encantadadejandosólounaluzencendida,eintentaréentrarencontactoconloselementosqueperturbanestacasa.Nuncaduermocuandohayespíritusafligidosamialrededor—ledijoaLuke,queasintió,mudo.

—Bastaunpocodesentidocomún—dijoArthur—.Estascosashayquehacerlascorrectamente.Notienesentidoapuntarbajo.Siempreselodigoamismuchachos.

—Creo que después de cenar tendremos una pequeña sesión con planchette—dijo la señoraMontague—.SóloArthuryyo, por supuesto; el restodeustedes, esevidente, todavía no están preparados; sólo ahuyentarían a los espíritus.Necesitaremosunahabitacióntranquila…

—Labiblioteca—sugirióLukeeducadamente.—¿La biblioteca?Creo que podría servir; los libros son con frecuencia buenos

portadores, ¿sabe usted? Las materializaciones se producen a menudo con mayorclaridadenhabitacionesenlasquehaylibros.Nosemeocurreningúncasoenelquela materialización se viera en modo alguno obstruida por la presencia de libros.Supongoquealguienhabrálimpiadodepolvolabiblioteca.Arthuravecesestornuda.

—LaseñoraDudleymantienetodalacasaenperfectoestado—dijoeldoctor.—Ciertamente tendré que hablar con la señoraDudleymañana por lamañana.

Nos conducirás hasta la biblioteca, entonces, John, y este joven podrá bajar mimaletín;nolamaleta,téngaloencuenta,sinoelmaletín.Tráigameloalabiblioteca.Nosreuniremosconustedesmástarde;despuésdeunasesiónconplanchettesiemprenecesito un vaso de leche y quizá un pequeño pedazo de tarta; también puedoapañarmeconunasgalletitas, sinoestándemasiadosaladas.Unpardeminutosdeconversacióntranquilaconpersonasafablestambiénsirvedeayuda,particularmentesi debo mostrarme receptiva durante la noche; la mente es un instrumento deprecisiónytodocuidadoespoco.¿Arthur?

La señoraMontague hizo una inclinación distante hacia Eleanor y Theodora ysaliódelcomedor,escoltadaporArthur,Lukeysuesposo.

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Alcabodeunminuto,Theodoradijo:—CreoquemevoyavolversencillamentelocaporlaseñoraMontague.—No sé—dijoEleanor—.Arthur esmás demi gusto.YLuke es un cobarde,

creoyo.—PobreLuke—dijoTheodora—.Nuncatuvomadre.Alzandolamirada,EleanordescubrióqueTheodoralaestabaobservandoconuna

curiosa sonrisa y se separó con semejante brusquedad de lamesa que una copa sevolcóderramandosucontenido.

—No deberíamos estar solas—dijo, extrañamente sin aliento—. Tenemos queencontraralosotros.

Sealejódelamesaycasisaliócorriendodelcomedor,yTheodoracorrióenposdeella,riendoporelpasillo,hastallegaralgabinete,dondeLukeyeldoctorestabandepiefrentealfuego.

—Porfavor,doctor—estabadiciendoLukemansamente—,¿quiénesplanchette?Eldoctorsuspiróirritado.—Imbéciles—dijo,yacontinuación—.Losiento.Yasólolaideameencrespa,

pero si a ella le gusta… —el doctor atizó el fuego con furia—. Planchette —prosiguióalcabodeunmomentoesunartefactosimilarauntableroOuija,oquizápodríaexplicarlomejordiciendoqueesunavariantede laescrituraautomática;unmétododecomunicacióncon…ejem,losseresintangibles,aunquedesdemipuntodevista los únicos seres intangibles en manifestarse a través de esos trastos son lasimaginacionesdelosindividuosquelosutilizan.Sí.Enfin.Planchetteesunpequeñotrozohuecodemaderaligera,normalmenteenformatriangularodecorazón.Porunladoseleencajaunlápizyporelotrotieneunparderuedas,oalgoquesedesliceconfacilidadsobreelpapel.Dospersonasapoyansusdedos índicesencima,hacenpreguntas,lamaderasemueveempujadaporalgunafuerzacuyoorigennovamosadiscutir ahorayescribe las respuestas.El tableroOuija, comoyahedicho,esmuyparecido, con la salvedad de que entonces el objeto se mueve sobre un tableroseñalando las letras una a una. Una copa de vino ordinaria conseguiría el mismoefecto; he visto a alguien intentarlo con el juguete con ruedas de un niño, aunquedeboreconocerqueelefectoerade lomás ridículo.Cadapersonausa lapuntadelíndicedeunamano,dejandolibrelaotraparaanotarlaspreguntasyrespuestas.Lasrespuestas son, invariablemente, en mi opinión, sinsentidos, a pesar de que, porsupuesto,mi esposa les dirá lo contrario. Paparruchas—volvió a ensañarse con elfuego—.Cosasdecolegialas—añadió—.Supersticiones.

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3

—Planchetteha sidomuygenerosoestanoche—dijo la señoraMontague—.John,decididamentehayelementosextrañospresentesenestacasa.

—Ha sido una sesión espléndida, francamente —dijo Arthur, agitandotriunfalmenteunahojadepapel.

—Te hemos conseguido mucha información —dijo la señora Montague—.Planchettesehamostradomuyinsistenteacercadeunamonja.¿Hasdescubiertoalgosobrealgunamonja,John?

—¿EnHillHouse?Noesprobable.—Planchette ha sentido con mucha fuerza la presencia de una monja, John.

¿Quizáalguiendelvecindariohayavistoalgoporelestilo(unafiguravagayoscura,incluso)?¿Aldeanosaterrorizadosquellegantambaleándoseacasa?

—Lafiguradelamonjaesmuycomún…—John,hazelfavor.Asumoqueestássugiriendoqueestoyequivocada.¿Oquizá

tu intención es manifestar que es planchette quien puede estar equivocado? Teaseguro,ydebescreeraplanchetteinclusoenelcasodequemipalabranofueralosuficientementebuenaparati,queunamonjahasidosugeridaespecíficamente.

—Sólo intento decir, querida, que el espectro de una monja es con mucho laformamáscomúndeaparición.NuncahahabidonadaparecidoenconexiónconHillHouse,peroenprácticamentetodos.

—John, haz el favor. ¿Asumo que puedo continuar? ¿O debemos descartar aplanchette sin haberlo oído siquiera? Gracias —la señora Montague recuperó lacompostura—. Sigamos, pues. También aparece un nombre, deletreado de variasmaneras:Helen,oHelene,oElena.¿Quiénpodríaser?

—Querida,muchagentehavivido…—Helennoshaadvertidocontraunmonjemisterioso.Enloscasosenlosqueun

monjeyunamonjaaparecenalavezenlamismacasa…—Cuenten con que la casa ha sido levantada sobre un edificiomás antiguo—

apostilló Arthur—. Las influencias prevalecen, ¿saben ustedes? Viejas influenciasqueflotananuestroalrededor—explicóconmásdetalle.

—Parece un caso evidente de votos quebrantados, ¿verdad que sí? Un casoevidente.

—Se daba mucho en aquel entonces, ¿saben ustedes? Cosa de la tentación,probablemente.

—Dudomuchoque…—empezóeldoctor.—Meatreveríaadecirquefueemparedadaviva—dijolaseñoraMontague—.La

monja,merefiero.Siempreleshacíaneso,¿sabenustedes?Nopuedenhacerseideadelademensajesqueherecibidodemonjasemparedadas.

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—Noexisteniunsolocasoregistradodeningunamonjaquehayasido…—John. ¿Debo resaltarte una vez más que yomisma he recibido mensajes de

monjasque fueron emparedadasvivas? ¿Creesque te estoy contandouna añagaza,John? ¿O acaso supones que una monja pretendería deliberadamente haber sidoemparedadavivaencasodequenohubierasidoasí?¿Esposiblequemehayavueltoaequivocarunavezmás,John?

—Ciertamenteno,querida—suspiróagotadoeldoctorMontague.—Conunavelayunmendrugodepan—ledijoArthuraTheodora—.Unacosa

horrible,siseparaunoapensarlo.—Ningunamonjafueemparedadavida jamás—dijoeldoctor,malhumorado,y

levantóligeramentelavoz—.Esunaleyenda.Uncuento.Unlibeloquecircula…—Está bien, John.Novamos a reñir por eso.Puedes creer lo que se te antoje.

Sólo quiero que entiendas, en cualquier caso, que enocasiones los puntos de vistapuramentematerialistasdebenrendirseanteloshechos.Yesunhechoprobadoqueentrelasvisitacionesqueturbanestacasahayunamonjayun.

—¿Quémás han averiguado?—preguntó Luke precipitadamente—.Estoymuyinteresadoenoírquéesloque…ejem,hadichoplanchette.

LaseñoraMontaguemeneóeldedoíndiceconpicardía.—Nadaacercadeustedjoven.Aunquequizáunadelasseñoritaspresentespueda

oíralgoqueleresultedeinterés.Mujerimposible,pensóEleanor;mujerimposible,vulgaryposesiva.—Veamos,Helen—prosiguió la señoraMontague— quiere que registremos el

sótanoenbuscadeunviejopozo.—NomedigasqueHelenfueenterradaviva—dijoeldoctor.—Lodudomucho,John.Estoyseguradeque lohabríamencionado.Dehecho,

Helenhasidomuypococlaraacercadequéesloquepodríamosencontrarendichopozo.Dudo,encualquiercaso,queseauntesoro.Rarasvecesseencuentraunoconunauténticotesoroenuncasodeestascaracterísticas.Lomásprobableesqueseanpruebasdeladesaparicióndelamonja.

—Lomásprobableesqueseanochentaañosdebasuraacumulada.—John, no consigo comprender tanto escepticismo en ti, de entre todas las

personas. Después de todo, viniste a esta casa para recopilar pruebas de actividadsobrenatural,yahora,cuandotetraigouninformedetalladodelascausas,yteseñaloladirecciónenlaqueempezarabuscar,temuestrasdesdeñoso.

—Notenemosautoridadparacavarenelsótano.—Arthurpodría…—empezóesperanzadalaseñoraMontague,peroeldoctorla

interrumpióconfirmeza.—No. Mi alquiler de la casa me prohíbe específicamente alterar cualquier

elementodeledificio.Nohabráexcavaciónalgunaenelsótano,nilevantamientodesuelosniarrancamientodemaderos.HillHousesiguesiendounapropiedadvaliosaysomosestudiosos,novándalos.

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—Pensabaquequerríassaberlaverdad,John.—No hay nada que quisiera saber más —el doctor Montague atravesó la

habitación enérgicamente para acercarse al tablero de ajedrez, cogió un alfil y loobservóconfuria.Parecíacomosiestuvieraobligándoseacontarhastacien.

—Ay,cielos,lopacientequetienequellegaraserunaaveces—suspirólaseñoraMontague—.Porlomenosquieroleerteelpequeñopasajequehemosrecibidohaciaelfinal.Arthur,¿lotienes?

Arthurrebuscóentresuresmadepapeles.—Hasidojustodespuésdelmensajeacercadelasfloresquetienesqueenviarlea

tutía—dijolaseñoraMontague—.PlanchettetieneuncontroladorllamadoMerrigot—explicó—,yMerrigotsehatomadoungenuinointeréspersonalporArthur;letraenoticiasdesusfamiliares,ycosasasí.

—No se trata de una enfermedad fatal, como comprenderán—dijoArthur congravedad—.Tengoqueenviarleflores,porsupuesto,peroMerrigothasidodelomástranquilizador.

—Veamos —la señora Montague seleccionó varias páginas y las volviórápidamente;estabancubiertasdepalabrassueltasydesperdigadasescritasalápiz,ylaseñoraMontaguefruncióelceño—.Aquí—dijo—.Arthur,leetúlaspreguntasyyoleerélasrespuestas;deesemodosonarámásnatural.

—Vamos allá—dijoArthur animadamente, y se inclinó sobre el hombro de laseñoraMontague—.Bueno,veamos,¿empiezoporaquí?

—Por«¿Quiéneres?»—Correcto.¿Quiéneres?—Nell—leyó la señoraMontague con su voz aguda, y Eleanor y Theodora y

Lukeyeldoctorsevolvieronhaciaellaaescuchar.—¿Nellquémás?—Eleanor Nellie Nell Nell. A veces hacen eso —se interrumpió la señora

Montagueparaexplicar—.Repitenunapalabraunayotravezparaasegurarsedequellegahastanosotroscorrectamente.

Arthurseaclarólagarganta.—¿Quéesloquequieres?—leyó.—Casa.—¿Quieresiracasa?TheodoraseencogiócómicamentedehombrosanteEleanor.—Quieroestarencasa.—¿Quéhacesaquí?—Esperar.—¿Esperarqué?—Casa.Arthursedetuvoyasintióprofundamente.—Ahíestáotravez—dijo—.Lesgustaunapalabraylausanunayotravez,sólo

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poroírcómosuena.—Normalmente nunca preguntamos por qué —dijo la señora Montague—, ya

quetiendeaconfundiraplanchette.Encualquiercaso,estavezhemossidoosados,noshemoslanzadoylehemospreguntado.¿Arthur?

—¿Porqué?—leyóArthur.—Madre—leyólaseñoraMontague—.Comove,enestaocasiónhemoshecho

bienpreguntando,yaqueplanchettehasidoperfectamentelibrederesponder.—¿EsHillHousetucasa?—leyóArthursininflexiones.—Casa—respondiólaseñoraMontague,yeldoctorsuspiró.—¿Estássufriendo?—leyóArthur.—Aquí no obtuvimos respuesta —la señora Montague asintió con afán

tranquilizador—.Aveceslesdesagradareconocersudolor;tiendeadesalentaralosquehemosquedado atrás, ¿sabenustedes? Igual que la tía deArthur, por ejemplo,que nunca le reconocerá que está enferma, aunque Merrigot siempre nos lo hacesaber,ydichaactitudempeoraaúnmáscuandohanpasadoalotrolado.

—Sonestoicos—confirmóArthur,yleyó—.¿Podemosayudarte?—No—leyólaseñoraMontague.—¿Nopodemoshacernadaporti?—No.Perdida.Perdida.Perdida—laseñoraMontaguealzólamiradadesuhoja

—.¿Loven?—preguntó—.Unapalabra,unayotravez.Lesencanta repetirse.Enalgunaqueotraocasiónhellegadoallenartodaunahojasóloconunapalabra.

—¿Quéesloquequieres?—leyóArthur.—Madre—replicólaseñoraMontague.—¿Porqué?—Niña.—¿Dóndeestátumadre?—Casa.—¿Dóndeestátucasa?—Perdida. Perdida. Perdida. Y después de eso —dijo la señora Montague

plegandolahojaconbrío—,elrestoesungalimatías.—Nuncahabíavistoaplanchettecooperartanto—ledijoArthurenconfianzaa

Theodora—.Hasidotodaunaexperiencia,francamente.—Pero ¿por qué cebarse en Nell? —preguntó Theodora con irritación—. Su

estúpidoplanchettenotienederechoaenviarlemensajesalagentesinpermisoni…—Injuriando a planchette no conseguirá ningún resultado —empezó a decir

Arthur,perolaseñoraMontagueleinterrumpióvolviéndosehaciaEleanor.—¿Usted esNell?—preguntó, y se volvió haciaTheodora—.Pensabamos que

Nellerausted—dijo.—¿Yqué?—dijoTheodoraconinsolencia.—Noafectaa losmensajes,porsupuesto—dijo laseñoraMontaguegolpeando

molesta su hoja de papel—, aunque sí creo que lo lógico hubiera sido que nos

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presentaranadecuadamente.Estoyseguradequeplanchette habrá sabidodistinguirentreustedes,peroamíciertamentenomegustaquenadiemeinduzcaaerror.

—No te sientas ninguneada —le dijo Luke a Theodora—. Nosotros teenterraremosviva.

—Sirecibounmensajedeesetrasto—dijoTheodora—,esperoqueseaacercadeuntesoroenterrado.Noquierooírtonteríassobreenviarlefloresamitía.

Todos están evitando cuidadosamentemirarme, pensó Eleanor; he vuelto a serseñalada,ysonlosuficientementeamablescomoparafingirquenopasanada.

—¿Porquécreequemehanenviadoesemensaje?—preguntó,indefensa.—Francamente,chiquilla—dijolaseñoraMontaguedejandolospapelessobrela

mesa—,nosabríapordóndeempezar.Apesardequeustedesmuchomásqueunachiquilla,¿noesasí?Quizáseainclusomásreceptivapsíquicamentedeloqueustedmisma sabe, si bien—y le dio la espalda con indiferencia—, ¿cómopodría serlo,cuandollevaunasemanaenestacasaynohapercibidoniunsolomensajedelmásallá…?Esefuegonecesitaqueloaticen.

—Nell no quiere mensajes del más allá —dijo Theodora cómodamente,acercándoseaEleanorparatomarsufríamanoentrelassuyas—.Nellsóloquiereunacamacalienteydormirunpoco.

Paz,pensóEleanorconconcreción;loúnicoquequieroenestemundoespaz,unlugartranquiloenelquetumbarmeapensar,unlugartranquiloentrelasfloresdondepuedasoñarycontarmeamímismadulcescuentos.

4

—Yo—dijoArthurampulosamente—meinstalaréenlapequeñahabitaciónquehayjuntoaljardíndeinfancia,asípodréoírperfectamentesihaygritos.Tendrépreparadoentodomomentounrevólver(nosealarmen,señoritas;tengounapunteríaexcelente)y una linterna, además de un silbato francamente estridente. No tendré la menordificultadenconvocarlesalrestodeustedesencasodequeobservealgodignodesuatención o de que requiera, ejem, de su compañía. Pueden dormir tranquilas, se loaseguro.

—Arthur —explicó la señora Montague— patrullará la casa. Cada hora, conregularidad,haráunarondaporlashabitacionesdelprimerpiso;creoquenotenemos

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por qué molestarnos con la planta baja esta noche, dado que yo voy a estar aquíarriba.Yahemoshechoestoantesenmuchasocasiones.Vengantodos.

Ensilencio, lasiguieronescalerasarriba,observandocómoibapasandoeldedoconafectaciónporelpasamanosylastallasdelapared.

—Es una auténtica bendición —dijo— saber que los seres de esta casa sóloesperanunaoportunidadparapodercontarsushistoriasyliberarsedelacargadesuspenas.Yahora,enprimerlugar,Arthurinspeccionarálosdormitorios.¿Arthur?

—Mis excusas, señoritas, mis excusas—dijo Arthur, abriendo la puerta de lahabitaciónazul,quecompartíanEleanoryTheodora—.Uncuartomuycoqueto—dijo engolado—, apropiado para dos muchachas tan encantadoras; si quieren, lesahorrarélamolestiademirarenelarmarioybajolacama.

Solemnemente, observaron aArthur ponerse a cuatro patas sobre el suelo paramirarbajolascamasyluegolevantarsefrotándoseelpolvodelasmanos.

—Estaránperfectamenteasalvo—dijo.—¿Y yo dónde voy a dormir? —preguntó la señora Montague—. ¿Dónde ha

dejadomismaletasesejoven?—Justoalfinaldelpasillo—dijoeldoctor—.Lollamamoseljardíndeinfancia.La señoraMontague, seguida de Arthur, recorrió con decisión el pasillo, pasó

sobrelazonafríayexperimentóuntemblor.—Veoquevoyanecesitarmásmantas—dijo—.Dileaesejovenquemetraiga

mantasdealgunaotrahabitación—abriendolapuertadeljardíndeinfancia,asintiósilenciosamenteydijo—.Lacamaparecereciénhecha,deboreconocerlo,pero¿hanaireadobienelcuarto?

—SelopedíalaseñoraDudley—dijoeldoctor.—Hueleacerrado.Arthur,tendrásqueabriresaventana,apesardelfrío.LosanimalesdelaparedobservaronalaseñoraMontaguecontemor.—¿Estás segura…?—el doctor dudó y echó un vistazo aprensivo a las caras

sonrientescolgadassobrelapuertadeljardíndeinfancia—.Mepreguntosinoseríamejorqueteacompañaraalguien—dijo.

—Querido—dijo divertida la señora Montague, de buen humor ahora que seencontraba en presencia de aquellos que habían cruzado al otro lado—. ¿Cuántashoras,cuántas incontableshorasdepuroamorycomprensiónhepasadoasolasenunahabitación,ysinembargonuncarealmentesola?Querido,¿cómopuedohacerteentender que no existe peligro alguno cuando no hay más que amor, simpatía ycomprensión? Estoy aquí para ayudar a estos desdichados seres, estoy aquí paraextenderles una mano de sincero afecto, y para hacerles saber que todavía quedaalguien que los recuerda, que los escuchará y llorará por ellos; su soledad haterminado,yyo…

—Sí,sí—dijoeldoctor—,perodejalapuertaabierta.—No echaré la llave, si insistes —dijo la señora Montague con absoluta

magnanimidad.

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—Estaréalotroladodelpasillo—dijoeldoctor—.Difícilmentepuedoofrecermeapatrullar,yaqueesaes la labordeArthur,perosinecesitascualquiercosa,podréoírte.

LaseñoraMontaguerióylesaludóconlamano.—Losdemásnecesitantuprotecciónmuchomásqueyo—dijo—.Yoharéloque

pueda,porsupuesto.Perosontan,tanvulnerables,consuscorazonesendurecidosysusojosquenoquierenver.

Arthur,seguidoporLukeconunaexpresióndediversiónenelrostro,regresódecomprobarlasotrashabitacionesdelaplantayasintióenérgicamenteendirecciónaldoctor.

—Todolimpio—dijo—.Ahorayaesperfectamenteseguroirsealacama.—Gracias—le dijo el doctor con sobriedad, y a continuación se dirigió a su

mujer—.Buenasnoches,tencuidado.—Buenasnoches—dijolaseñoraMontague,ylessonrióatodos—.Porfavor,no

tenganmiedo—dijo—.Paseloquepase,recuerdenqueestoyaquí.—Buenasnoches—dijoTheodora,y«buenasnoches»dijoLuke,yconArthur

detrásdeellosasegurándolesquepodríandescansarenpazytranquilidadyquenoseasustaran si oían disparos, y que haría su primera ronda amedianoche, Eleanor yTheodora entraron en su habitación y Luke siguió avanzando por el pasillo hastallegaralasuya.Alcabodeunmomento,eldoctor,apartándoseconreticenciadelapuertacerradadesuesposa,lossiguió.

—Espera—ledijoTheodoraaEleanorunavezestuvieronensucuarto—.Lukehadichoquequeríanvernosalfinaldelpasillo;notedesvistasynohagasruido—abrió la puerta una rendija y susurró por encima del hombro—. Te juro que esaviejecitavaaprovocarqueestacasaexploteporcompletocontodaesahistoriadelamorperfecto;sialgunavezhevistounsitioquenotuvieraelmásmínimousoparael amor perfecto, es Hill House. Ahora. Arthur ha cerrado su puerta. Rápido. Nohagasruido.

Silenciosamente, evitandoque suspies retumbaran sobre la alfombra, corrieronencalcetinesporelpasillohastaalcanzarlapuertadeldoctor.

—Dense prisa—dijo este, abriendo la puerta lo justo como para que pudieranentrar—.Nohaganruido.

—No es seguro —dijo Luke, cerrando la puerta hasta dejar una rendija yreuniéndoseconlosdemásparasentarseenelsuelo—.Esehombrevaadispararleaalguien.

—Nomegusta—dijoeldoctor,preocupado—.Lukeyyonosvamosaquedardespiertos para montar guardia, y las quiero a ustedes dos aquí donde podamostenerlasalavista.Vaasucederalgo—dijo—.Nomegusta.

—Sólo espero que no haya enfurecido a lo que sea con su planchette —dijoTheodora—.Discúlpeme,doctorMontague.Noteníaintencióndefaltarlealrespetoasuesposa.

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Eldoctorrió,peronodejódevigilarlapuerta.—En un primer momento tenía la intención de acompañarnos durante toda

nuestra estancia—dijo—, pero se había apuntado a un curso de yoga ya no podíafaltaraclase.Esunamujerexcelenteenmuchosaspectos—añadió,mirándolosalostres con seriedad—. Es una buena esposa, y cuida muy bien de mí. Cumple suslabores espléndidamente, se lo aseguro. Los botones de mis camisas —sonrióesperanzado—.Esto…—ygesticulóendirecciónalpasillo—,estoesprácticamentesuúnicovicio.

—Quizáconsiderequeleestáayudandoaustedensulabor—dijoEleanor.Eldoctorhizounamuecayunescalofríolesacudióelcuerpo;enaquelmomento

la puerta se abrió por completo y a continuación se cerró de un portazo, y en elsilenciodelexteriorpudieronoírlentosmovimientosdefricción,comosiunvientomuyfuerteymuyconstanteestuvierarecorriendotodoelpasillo.Mirándoseunosaotros,intentaronsonreír,intentaronparecervalientesantelaparsimoniosallegadadelfríoirrealyacontinuación,entremediasdelsilbidodelviento,antelosgolpescontralaspuertasdelaplantabaja.Sindecirunapalabra,TheodoratomóeledredóndelospiesdelacamadeldoctoryseloechóporloshombrosaEleanoryasímisma,ylasdos sepegaronunacontra laotra, lentamente,paranohacer elmásmínimo ruido.Eleanor,agarrándoseaTheodora,muertadefríoapesarde losbrazosdeTheodoraque la rodeaban, pensó, Sabe mi nombre, esta vez sabe mi nombre. El golpeteoascendiólasescaleras,resonandoencadaescalón.Eldoctorestabatenso,enpiejuntoalapuerta,yLukesemovióparasituarsejuntoaél.

—Nosehaacercadoparanadaaljardíndeinfancia—ledijoaldoctor,yadelantólamanoparaimpediraldoctorqueabrieralapuerta.

—Este golpeteo constante me agota —dijo Theodora ridículamente—.Decididamente,elveranoquevienetengoqueiraotrositio.

—Todoslossitiostienensusdesventajas—ledijoLuke—.Laregióndeloslagosestállenademosquitos.

—¿Puede ser que hayamos agotado el repertorio de Hill House? —preguntóTheodoraconlavoztemblorosaapesardesutonoligero—.Yahemosvistoanteselnúmerodelosgolpecitos.¿Vaarepetirloentero?

Los impactos resonaron por todo el pasillo y parecían surgir del extremomásalejadodeljardíndeinfancia,yeldoctor,tensojuntoalapuerta,negóconlacabezaconpreocupación.

—Voyatenerquesalirahí—dijo—.Puedequeestéasustada—lesdijo.Eleanor, balanceándose al ritmo de los golpes, que parecían producirse en el

interiorde sucabezacon tanta fuerzacomoenelpasillo,dijoagarrándose fuerteaTheodora:

—Sabendóndeestamos.Losdemás,asumiendoquesereferíaaArthuryalaseñoraMontague,asintieron

ysiguieronescuchando.Losgolpes,sedijoasímismaEleanor, tapándose losojos

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con lasmanosyoscilandoalcompásdel ruido, recorrerán todoelpasillo, seguiránhastallegaralfinalyluegovolverándenuevohaciaaquí,sucederátodoexactamenteigual que la última vez y luego se detendrá y nos miraremos unos a otros y nosreiremoseintentaremosrecordarelfríoquehemostenidoycómosenoshaerizadoelpelodelaespaldaporculpadelmiedo;alcabodeunratoacabará.

—Nuncanoshahechodaño—leestabadiciendoTheodoraaldoctorporencimadelruidodelosgolpes—.Tampocoseloharáaellos.

—Sólo espero que no intente hacer nada al respecto —dijo el doctorfunestamente;seguíapegadoalapuerta,peroalparecereraincapazdeabrirlafrentealvolumendelruidoenelexterior.

—Me siento como una veterana en todo esto—le dijo Theodora a Eleanor—.Acércatemás,Nell;mantén el calor—y atrajo aEleanor aúnmás hacia sí bajo eledredón,yelfríoinmóvilynauseantelasrodeó.

Entonces llegó, de repente, la calma, y el silencio secreto y reptante que todosrecordaban;conteniendoelaliento,semiraronunosaotros.EldoctoragarróelpomodelapuertaconambasmanosyLuke,apesardequeestabacompletamentepálidoyletemblabalavoz,dijoconligereza:

—¿Alguienquiereunbrandy?Mipasiónporlosespirituosos…—No—rióTheodorahistéricamente—.Esabromano—dijo.—Losiento.Nomevaisacreer—dijoLuke,mientrassudecantadortraqueteaba

contralacopaalintentarservirelbrandy—,perohadejadodeparecermeunabroma.Esoesloquevivirenunacasaencantadahaceporelsentidodelhumordeuno.

Usando las dos manos para llevar la copa, se aproximó a la cama, dondeTheodorayEleanorseacurrucabanjuntasbajolamanta,yTheodorasacóunamanoytomólacopa.

—Toma—dijo,sosteniéndolajuntoalabocadeEleanor—.Bebe.Sorbiendo,sinsentirelcalor,Eleanorpensó,Estamosenelojodelatormenta;no

quedamucho tiempo.Observó aLuke llevarle con cuidado una copa de brandy aldoctor y alargársela, y entonces, sin comprenderlo, vio la copa escurrirse entre losdedos de Luke y caer al suelo en elmomento en el que la puerta empezaba a sersilenciosayviolentamentebaqueteada.Lukehizoretrocederaldoctorylapuertafueatacada sin sonido, los goznes parecieron ceder y la puerta se combó como siestuviera a punto de desplomarse, dejándoles expuestos. Retrocediendo, Luke y eldoctoraguardaron,tensoseindefensos.

—Nopuedeentrar—murmullabaTheodoraunayotravez,conlosojosclavadosenlapuerta—,nopuedeentrar,noledejenentrar,nopuedeentrar…

Losmeneossedetuvieron,lapuertaquedóinmóvil,yunpequeñorocecomounacariciarecorrióelpomo,tanteandocondelicadezaeintimidad,yluego,comolallaveestabaechada,palpandoyacariciandoelmarco,comointentandoseducirloparaquelepermitieraentrar.

—Sabe que estamos aquí—susurró Eleanor, y Luke, volviéndose paramirarla

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porencimadelhombro,gesticulófuriosamenteparaindicarlequesecallara.Quéfríohace,pensóEleanorinfantilmente;nuncaserécapazdevolveradormir

contodoesteruidosurgiendodemicabeza;¿cómopuedenlosdemásoírelruido,siestá saliendo demi cabeza? Estoy desapareciendo centímetro a centímetro en estacasa,meestoydesmoronandocadavezunpocomásporquetodoesteruidomeestádesgajando;¿porquéestánasustadoslosdemás?

Fueconsciente,vagamente,dequelosgolpeshabíanrecomenzado;elabrumadorruidometálico se abalanzó sobre ella en oleadas; se acercó las heladasmanos a labocaparacomprobarquesucaraseguíaestandoallí;yahetenidosuficiente,pensó,tengodemasiadofrío.

—En la puerta del jardín de infancia—dijoLuke tenso, hablando con claridadporencimadelruido—.Enlapuertadeljardíndeinfancia.No—advirtióalargandolamanoparadeteneraldoctor.

—El amormás puro—dijo Theodora absurdamente—. El amormás puro—yvolvióareírahogadamente.

—Sinoabrenlaspuertas…—ledijoLukealdoctor.Esteteníaahoralacabezaapoyada contra la puerta y escuchaba atentamente, mientras Luke le agarraba delbrazoparaimpedirquesemoviera.

Ahoravamosaoírun ruidonuevo,pensóEleanor,escuchandoel interiordesucabeza; está cambiando. Los golpes se habían desvanecido, como si hubierandemostrado ser inefectivos, y ahora senotabaunmovimientovelozque recorría elpasillodearribaabajo,comoeldeunanimalyendodeunladoaotroconincreíbleimpaciencia, vigilandoprimero una puerta y luegootra, alerta ante elmásmínimomovimiento en el interior, y luego se oyó el murmullo balbuceante que Eleanorrecordaba;¿loestoyhaciendoyo?,sepreguntórápidamente,¿esasoyyo?Yoyólarisitaalotroladodelapuerta,burlándosedeella.

—Fe-fi-fo-fum—dijoTheodoraconelalientoentrecortado,ylarisasehinchóyseconvirtióenungrito;estádentrodemicabeza,pensóEleanor, tapándoselacaraconlasmanos,estádentrodemicabezayestásaliendo,saliendo,saliendo…

Ahoralacasatemblóysesacudió,lascortinasgolpearoncontralasventanas,losmueblessebalancearonyelestruendoenelpasillopasóasertanenormequeempujócontra las paredes; oyeron cómo se rompían los cristales al caer los cuadros delpasillo,yquizálasventanashubieranreventado.Lukeyeldoctorempujabancontralapuerta,comosiestuvieranluchandodesesperadamentepormantenerlacerrada,yelsuelo se movió bajo sus pies. Nos vamos, nos vamos, pensó Eleanor, y oyó aTheodoradecir,muylejosdeallí,«lacasaseestáviniendoabajo».Sonabatranquilaymásalládelmiedo.Agarrándosealacama,sacudidayzarandeada,Eleanorenterrólacabezaentrelasrodillasycerrólosojosysemordióloslabioscontraelfríoynotólamareantecaídaenelmomentoenelquelahabitaciónsehundióbajoellayluegovolvióaascender,girandolentamente,oscilando.

—Dios todopoderoso —dijo Theodora, y a un kilómetro de distancia Luke

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sostuvoaldoctoryleayudóarecuperarelequilibrio.—¿Estáisbien?—gritóLuke,apoyandolaespaldacontralapuerta,sosteniendo

aldoctorporloshombros—.Theo,¿estáisbien?—Voyaguantando—dijoTheodora—.Nell,nolosé.—Mantenlacaliente—dijoLuke,desdemuylejos—.Todavíanolohemosvisto

todo.Su voz se perdió en la distancia; Eleanor podía oírle y verle en la lejana

habitación en la que él yTheodoray el doctor seguían esperando; en la fluctuantenegrura en la que ella caía eternamente nada era real excepto sus manos,completamente blancas alrededor de la columna de la cama. Podía verlos, muypequeños,yverlosagarrarsecuandolacamagiróylaparedseechóhaciadelanteylapuertasepusodecostadoalláalolejos.Enalgúnlugarseprodujounchoquecolosalyalgoenormeseprecipitócuánlargoera;debehabersidolatorre,pensóEleanor,yyo que suponía que seguiría aguantando por los siglos de los siglos; estamosperdidos, perdidos; la casa se está destruyendo a sí misma. Oyó la risa por todaspartes, aguda y demente, siguiendo su maníaca canción, y pensó, No, todo haacabadoparamí,esdemasiado,voyarenunciaralaposesióndeesteYomío;abdico,entregodebuenaganaloquenuncaquiseparaempezar;sealoqueseaquequierademí,puedequedárselo.

—Iré—dijoenvozalta,yestabahablándoleaTheodora,queseinclinabasobreella. La habitación estaba en perfecta calma y entre las inmóviles cortinas de laventanapudoverlaluzdelsol.Lukeestabasentadoenunasillajuntoalaventana;teníaelrostromagullado,lacamisadesgarradayseguíabebiendobrandy.Eldoctorse había recostado por completo en otra silla; tenía el pelo recién peinado y lucíaaseado, pulcro y en plena posesión de sí mismo. Theodora, inclinándose sobreEleanor,dijo:

—Está bien, creo —y Eleanor se levantó y movió la cabeza, observando.Sosegada y silenciosa, la casa se levantó delicadamente a su alrededor, y nada sehabíamovido.

—¿Cómo…?—dijoEleanor,ylostresrieron.—Otrodía—dijoeldoctor,yapesardesuapariencialevacilabalavoz—,otra

noche.—Comointentédecirantes—remarcóLuke—,vivirenunacasaencantadahace

estragos en el sentido del humor; de verdad que no pretendía hacer una bromaprohibida—ledijoaTheodora.

—¿Cómo…están?—preguntóEleanor,ylaspalabraslesonarondesconocidasynotólabocaentumecida.

—Losdosduermencomobebés—dijoeldoctor—.Enrealidad—dijocomosicontinuara una conversación iniciada mientras Eleanor dormía—, no creo que miesposahayaprovocadotaltormenta,peroreconozcoqueunapalabramásacercadelamorpuroy…

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—¿Quéhapasado?—preguntóEleanor;debohaberestadoapretandolosdientestodalanoche,pensó,ajuzgarporcómosientolaboca.

—HillHousehasalidoabailar—dijoTheodora—,llevándonosconsigoenunalocanochedejarana.Almenos,creoqueestababailando;tambiénpodríanhabersidovolteretas.

—Soncasilasnueve—dijoeldoctor—.CuandoEleanorestélista…—Vamos,niña—dijoTheodora—.Theote lavará lacaray teprepararáparael

desayuno.

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8

1

—¿Alguien leshadichoque la señoraDudley recogea lasdiez?—sepreguntóenvozaltaTheodoramientrasmirabalacafetera.

Eldoctordudó:—Odiaríadespertarlesdespuésdesemejantenoche.—PerolaseñoraDudleyrecogealasdiez.—Yavienen—dijoEleanor—.Puedooírlosenlasescaleras.Puedooírlotodo,encualquierrincóndelacasa,quisodecirles.Entonces, en la distancia, todos pudieron oír la voz de la señora Montague,

alzándoseirritada,yLuke,cayendoenlacuenta,dijo:—Oh,señor,nosabencómollegaralcomedor—yseapresuróaabrirlaspuertas.—…adecuadamenteaireada—precedidapor suvoz, la señoraMontagueentró

conímpetuenelcomedor,tocóaldoctorrápidamenteenelhombroamododesaludoy se sentó conun rápidomovimientode cabeza endirección a losdemás—.Debodecir —comenzó de inmediato— que creo que podrían habernos llamado paradesayunar.Supongoqueahoratodoestaráfrío.¿Esaceptableelcafé?

—Buenos días —dijo Arthur hoscamente, y se sentó con aire malhumorado.Theodoracasivolcó lacafeteraensuprisaporcolocaruna tazadecafé frentea laseñoraMontague.

—Parecelosuficientementecaliente—dijolaseñoraMontague—.Encualquiercaso,hablaréconsuseñoraDudleyestamismamañana.Esahabitacióndebeairearse.

—¿Y cómo has pasado la noche? —preguntó el doctor tímidamente—. ¿Haspasadouna…nocheprovechosa?

—Si por provechosa te refieres a cómoda, John, preferiría que lo dijeras sinrodeos.No,enrespuestaatueducadapregunta,nohepasadounanochecómoda.Nohepodidopegarojo.Esahabitaciónesinsoportable.

—Quécasa tan ruidosa,¿no?—dijoArthur—.Hayuna ramaquesehapasadotodalanochegolpeandocontramiventana;casimehavueltoloco,dalequetepego.

—Incluso con las ventanas abiertas esa habitación es sofocante. El café de la

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señoraDudleynoes tanmediocre como susdotespara las tareasdomésticas.Otrataza, si es usted tan amable.Me sorprende, John, que me hayas instalado en unahabitación que no ha sido debidamente aireada; si queremos establecer algunacomunicaciónconlosqueresidenenelmásallá,lacirculacióndelaire,porlomenos,deberíaseradecuada.Mehepasadolanocheoliendopolvo.

—Noconsigoentender—ledijoArthuraldoctor—cómohadejadoustedquelepongatannerviosoelsitoeste.Mehepasadolanochesentadoconmirevólverynohe visto moverse ni un ratón. Salvo por esa rama infernal golpeando contra miventana.Casimehaceperderlacabeza—leconfióaTheodora.

—Novamosarendirnostanpronto,porsupuesto—leriñólaseñoraMontagueasumarido—.Quizáestanochesedéalgunamanifestación.

2

—¿Theo?—Eleanordejósobrelamesasucuaderno,yTheodora,queestabaocupadagarabateando,lamiróconelceñofruncido—.Heestadopensandoenalgo.

—Odio escribir estas notas; me siento como una estúpida intentando escribirtodosestosdisparates.

—Meheestadopreguntando…—¿Ybien?—Theodora sonrió levemente—.Qué seria te has puesto—dijo—.

¿Estásapuntodetomarunadecisiónimportante?—Sí —dijo Eleanor, decidiéndose—. Sobre qué voy a hacer a continuación.

CuandonosmarchemosdeHillHouse.—¿Ybien?—Voyaircontigo—dijoEleanor.—¿Vasairconmigoadónde?—Contigo,a tucasa.Yo…—yEleanorsonrió irónicamente—voyaseguirtea

casa.Theodoraselaquedómirando.—¿Porqué?—preguntósinambages.—Nunca he tenido nadie de quién preocuparme—dijo Eleanor, preguntándose

dóndehabíaoídoalgoparecidoconanterioridad—.Quieroestarenalgúnsitioenelqueencaje.

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—Notengoporcostumbrerecogergatasvagabundas—dijoTheodoraconhumor.Eleanortambiénrió:—Soyunpococomounagatavagabunda,¿verdad?—Bueno—Theodoravolvióacogersulápiz—.Túyatienestucasa—dijo—.Ya

verás lo que te alegra volver a ella cuando llegue el momento, Nell, mi Nellie.Supongo que todos nos alegraremos de volver a casa. ¿Qué has escrito sobre esosruidosdeanoche?Yonoconsigodescribirlos.

—Iré,¿sabes?—dijoEleanor—.Sencillamenteiré.—Nellie,Nellie—Theodoravolvió a reír—.Mira—dijo—,esto sólo sonunas

vacaciones veraniegas, una visita de un par de semanas a un viejo y encantadorcomplejovacacionalenelcampo.Siguesteniendounavidaqueteesperaencasa,yyo también tengo mi vida. Cuando acaben las vacaciones, regresaremos. Nosescribiremos launaa laotra,por supuesto,yquizánosvisitemosalgunavez,peroHillHousenoesparasiempre,¿sabes?

—Puedoencontrarunempleo.Noseréunamolestia.—Noloentiendo—Theodoratiróellápizexasperada—.¿Siemprevasdondeno

tequieren?Eleanorsonrióplácidamente.—Nuncamehanqueridoenningúnsitio—dijo.

3

—Todoes tanmaternal—dijoLuke—.Todoes tan suave, tan acolchado.Grandessofás que te reciben con los brazos abiertos y que cuando te sientas son duros eincómodosyterechazandeinmediato…

—¿Theo?—dijoenvozbajaEleanor,yTheodoralamiróymoviólacabezaconincredulidad.

—Ymanosportodaspartes.Pequeñasmanosdecristal,queseextiendenfrenteatihaciéndoteseñasdequeteacerques…

—¿Theo?—dijoEleanor.—No—dijoTheodora—.No voy a acogerte.Y no quiero seguir hablando del

tema.—Quizá—dijoLukeobservándolas—eldetallemásrepulsivoeselénfasisenla

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esfera.Ospidoquecontempléisconimparcialidadlapantalladelámparahechaconpiezasdiminutasdecristalrotopegadasentresí,olasgrandescopasdelaslucesquehaysobrelasescaleras,oelrecipienteparacaramelosiridiscenteyestriadoquetieneTheo junto al codo. En el comedor hay un cuenco de un cristal amarilloparticularmente indecente que reposa sobre las manos curvadas de un niño, y unhuevodePascuadeazúcarconunaestampadepastoresbailandoenelinterior.Unamujer de grandes senos aguanta la barandilla de las escaleras sobre su cabeza, ydebajodeuncristalenelgransalón…

—Nellie,déjameenpaz.Demosunpaseohastaelarroyooalgoasí.—…elrostrodeunaniñadibujadoconunaintricadatécnicaderayado.Nell,no

pongas esa cara de aprehensión. Theo sólo te ha sugerido dar un paseo hasta elarroyo.Siqueréis,osacompaño.

—Loquesea—dijoTheodora.—Paraasustaralosconejos.Siqueréis,llevaréunbastón.Siqueréis,mequedaré

aquíesperando.Theo,sólotienesquedecirlo.Theodorarió.—QuizáNellprefieraquedarseaquíaescribirenlasparedes.—Quécruel—dijoLuke—.Muyinsensibleportuparte,Theo.—Quierosabermássobre lospastoresquebailanenelhuevodePascua—dijo

Theodora.—Unmundo entero contenido en azúcar. Seis pastores diminutos que bailan y

unapastoravestidaderosayazulquesereclinasobreunariberacubiertademusgomientrassedeleitaobservándolos;hayárbolesyfloresyovejas,yunviejocabreroquetocalagaita.Creoquemehubieragustadosercabrero.

—Encasodequenofuerastorero—dijoTheodora.—Encasodequenofueratorero.LosromancesdeNellsonlacomidilladelos

cafés,comorecordarás.—Pan—dijoTheodora—.Deberíasvivirenunárboldetroncohueco,Luke.—Nell—dijoLuke—.Nonosestásescuchando.—Creoquelaasustas,Luke.—¿PorqueHillHouseserámíaalgúndía,consusincontablestesorosycojines?

No soy amable con las casas, Nell; podría darme un ataque de agitación y hacerpedazoselhuevodePascuadeazúcar,odestrozar laspequeñasmanos infantilesodarpisotonesygritarescalerasarribayescalerasabajo,golpeandolaslámparasconunbastónydesfigurandoaladamadegrandessenosquesostienelabarandillaconlacabeza;podría…

—¿Loves?Síquelaestásasustando.—Creo que, efectivamente, así es —dijo Luke—. Nell, sólo estoy diciendo

tonterías.—Nocreoquenisiquieratengabastón—añadióTheodora.—Puesresultaquesí.Nell,sóloestoydiciendotonterías.¿Enquéestápensando,

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Theo?Theodoradijoconcuidado:—Quierequeme la lleveconmigoacasacuandodejemosHillHouse,yyono

quierohacerlo.Lukerió.—PobreybobaNell—dijo—.Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes.

Vamoshastaelarroyo.—Unacasamadre—dijoLukemientrasdescendíanlosescalonesdelaveranda

aljardín—,unapreceptora,unainstitutriz,unarectora.Estoyconvencidodequeseréun director más bien mediocre, como el amigo Arthur, cuando Hill House mepertenezca.

—NoentiendocómonadiepodríaquererserelpropietariodeHillHouse—dijoTheodora,yLukesevolvióparamirardivertidolacasa.

—Unonuncasabe loquevaaquererhastaque loveconclaridad—dijo—.Sinunca hubiera tenido lamásmínima oportunidad de poseerla podría pensar de unmodo muy diferente. ¿Qué es lo que realmente quieren las personas de sussemejantes,comomepreguntóNellunavez;dequésirvelagente?

—Fueculpamíaquemimadremuriera—dijoEleanor—.Golpeóenlaparedyme llamóyme llamóperoyono lleguéadespertarme.Deberíahaberle llevado sumedicina;siemprelohabíahechohastaentonces.Peroenestaocasiónmellamóynolleguéadespertarme.

—Aestasalturasyadeberíashaberolvidadotodoeso—dijoTheodora.—Desdeentoncesmehepreguntadomuchasvecessienrealidadnodesperté.Si

en realidad no desperté y la oí y decidí volverme a dormir. Habría sido fácil, ymuchasvecesmelohepreguntado.

—Torcedporaquí—dijoLuke—siqueréisiralarroyo.—Te preocupas demasiado,Nell. Probablemente tegusta pensar que fue culpa

tuya.—Teníaquepasarantesodespués,encualquiercaso—dijoEleanor—.Peropor

supuesto,pasaracuandopasara,ibaaserculpamía.—Sinohubierapasado,nuncahabríasvenidoaHillHouse.—Apartirdeaquíseguimosenfilaindia—dijoLuke—.Nell,vetúencabeza.Sonriendo,Eleanorsiguióavanzando,dandocómodaspatadasalsendero.Ahora

séadóndevoy,pensó; lehecontadolodemimadre,asíqueesoyaestáarreglado;encontraréunacasita,oquizáunapartamentocomoelsuyo.Laverétodoslosdíasysaldremosjuntasenbuscadebellosobjetos:platosconelrebordedorado,yungatoblanco, y un huevo de Pascua de azúcar, y una taza de estrellas. No volveré asentirmesolaniasustada;meharéllamarsencillamenteEleanor.

—¿Estáishablandosobremí?—preguntóporencimadelhombro.Alcabodeunminuto,Lukerespondióeducadamente.—Es una lucha entre el bien y el mal por el alma de Nell. Supongo que, en

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cualquiercaso,yotendréqueserDios.—Aunque,porsupuesto,nopodráfiarsedeningunodelosdos—dijoTheodora

divertida.—Demíseguroqueno—dijoLuke.—Además, Nell—dijo Theodora—, no estábamos hablando de ti en absoluto.

Comosifuerayolamaestradegimnasia—ledijo,medioenfadada,aLuke.He estado esperando tanto tiempo, pensaba Eleanor; por finme he ganadomi

felicidad.Llegóencabezaaloaltodelacolinayobservóextendersefrenteaellalaesbelta líneadearbolesquedebíanatravesarpara llegaralarroyo.Estánpreciosos,recortadoscontraelcielo,pensó,tanrectosylibres;Lukeseequivocabaaldecirquetodoesblando,porquelosárbolessonduroscomolamadera.Siguenhablandodemí,comentandocómo llegué aHillHousey encontré aTheodoray ahorano ladejarémarchar. A sus espaldas podía oír el murmullo de sus voces, a veces teñidas demalicia,otraselevándoseburlonas,enocasionestocadasconunarisadeafinidad,yellacontinuócaminandosoñadoramente,oyéndolosseguirla.Supoqueentrabanenlazonadehierbaaltaunminutodespuésqueella,porque lahierbasemoviósiseantebajosuspiesyunsaltamontesasustadosealejódandoungranbrinco.

Podría ayudarla en su taller, pensó Eleanor; le gustan los objetos bellos y yopodríairconellaensubusca.Podríamosiradondesenosantojara,hastaelfindelmundosiquisiéramos,yregresarcuandonosapeteciera.Élleestácontandoahoraloquesabesobremí:quenomedejoengañarconfacilidad,queestoyrodeadaporunmurodeadelfas,yellaríeporqueyanuncamásvoyaestarsola.Sonmuyparecidosylosdossonmuygenerosos;nuncahubieraesperadodeellostantocomomeestándando; hice muy bien en venir, porque los viajes acaban con el encuentro de losamantes.

Pasó bajo las ramas de los árboles y la sombra le resultó agradablementerefrescantetraselsoldelsendero;ahorateníaquecaminarconmáscuidadoporqueelsendero iba cuesta abajo y en ocasiones había pedruscos y raíces en mitad delcamino.Detrásdeella, susvocesseguíanoyéndose, rápidasynítidas,y luegomásespaciadase interrumpidaspor risas;novoyavolvermeamirar,pensó felizmente,porque entonces sabrían lo que estoy pensando; ya hablaremos de ello algún día,Theoyyo,cuandotengamostiempodesobra.Quéextrañamesiento,pensó,saliendodedebajodelosárbolesyafrontandolaúltimaymásempinadapartedelsendero,laque llevaba directamente hasta el arroyo; estoy como atrapada en una red demaravillas,estoyextáticadealegría.Novoyamiraramialrededorhastaquelleguealarroyo,dondeellacasisecayóeldíaquevinimos;lerecordaréelpezdoradodelarroyoynuestropicnic.

Eleanor se sentó en la verde ribera y apoyó la barbilla en las rodillas; jamásolvidaréestemomentoenmivida,seprometióasímisma,escuchandosusvocesysuspisadasdescenderlacolina.

—Daos prisa—dijo volviéndose buscando a Theodora—. Yo…—y quedó en

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silencio. En la colina no había nadie, nada salvo las pisadas que descendían elsenderoylarisadébilyburlona—.¿Quién…?—susurró—.¿Quién?

Pudo ver la hierba hundirse bajo el peso de las pisadas. Vio otro saltamontesalejarsedeunbrincoyunguijarroechandoarodar.Oyócontodaclaridadelruidodelas pisadas sobre el sendero y luego, retrocediendo, oyó la risamuy cerca de ella;«Eleanor,Eleanor»,ylaoyódentroyfueradesucabeza;eraunallamadaquellevabaescuchandotodasuvida.Laspisadassedetuvieronyseviocogidaporunsoplodeairetansólidoquetropezóyalgolasostuvo.«Eleanor,Eleanor»,oyóporencimadelrumordelairequesoplabaensusoídos,«Eleanor,Eleanor»,ysesintióabrazadaysegura.Nohacenadadefrío,pensó,nohacenadadefrío.Cerrólosojosyserecostósobrelariberaypensó,Nomedejesir,yacontinuación,Quédate,quédate,alnotarque la firmeza que la abrazaba se escurría, abandonandola y desapareciendo;«Eleanor, Eleanor», oyó una vez más y entonces se puso en pie junto al arroyo,temblando como si el sol hubiera desaparecido, observando sin sorpresa cómo laspisadas huecas avanzaban por encima del agua del arroyo, creando pequeñosremolinos,yluegoentrelahierbaquecubríalaotraorilla,moviéndosecolinaarribalentaycuidadosamente.

Regresa,llegócasiadecir,tiritandojuntoalarroyo,yentoncesvolviósobresuspasosycorrióalocadamentecolinaarriba,llorandoygritando:

—¿Theo?¿Luke?Los encontró en el pequeño grupo de árboles, apoyados contra un tronco,

hablando en voz baja y riendo; cuando llegó corriendo hasta ellos, se volvieron,sobresaltados,yTheodorareaccionócasiconenfado.

—¿Quéporrasquieresestavez?—dijo.—Osestabaesperandojuntoalarroyo.—Hemosdecididoquedarnosaquí,alfresco—dijoTheodora—.Pensábamosque

noshabíasoídollamarte,¿verdad,Luke?—Oh,sí—dijoLuke,avergonzado—.Estábamossegurosdequenoshabíasoído.—Encualquiercaso—dijoTheodora—,estábamosapuntode irenunminuto.

¿Verdad,Luke?—Sí—dijoLuke,sonriendo—.Oh,sí.

4

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—Corrientessubterráneas—dijoeldoctoragitandoeltenedor.—Tonterías.¿SeencargalaseñoraDudleydetodaslascomidas?Estosespárragos

estánmásquepasables.Arthur,dejaqueeljoventesirvaunosespárragos.—Querida—el doctormiró con cariño a su esposa—, tenemos por costumbre

descansarunahoramásomenosdespuésdelacomida;siquieres…—Nimuchomenos.Tengomuchoporhacerenelpoco tiempoquevoyaestar

aquí.Debohablar con tu cocinera, debo asegurarmede quemi habitación se aireadebidamente, debo preparar a planchette para una nueva sesión esta noche;Arthurdebelimpiarsurevólver.

—Lamarcadeunbuenluchador—reconocióArthur—estenerelarmasiempreapunto.

—Tú y estos jóvenes podéis descansar, por supuesto. Quizá no compartan laurgenciaquesientoyo,laterriblecompulsióndeayudaralaspobresalmasqueaquívagansindescanso;quizáconsiderenridículamisimpatíaporellos,quizáinclusoyomismalesparezcarisibleporsercapazdellorarporunalmaperdidayabandonada,sinnadiequeletiendaunamano;elamorpuro…

—¿Cróquet?—interrumpióLukeapresuradamente—.¿Leapeteceaalguienunapartida de cróquet? —dijo paseando la mirada anhelante de uno a otro—.¿Badminton?—sugirió—.¿Cróquet?

—¿Corrientessubterráneas?—añadióTheodoraservicialmente.—Nada de salsas elaboradas paramí—dijo Arthur con firmeza—. Siempre le

digoamismuchachosqueesaeslamarcadeunmalcriado—miróreflexivamenteaLuke—.Lamarca de unmalcriado. Salsas elaboradas, que te sirvan la comida lasmujeres.Mismuchachos se sirven la comida ellosmismos. Esa es lamarca de unhombre—ledijoaTheodora.

—¿Yquéotrascosaslesenseña?—preguntóTheodoraeducadamente.—¿Enseñarles? ¿Se refiere a… si aprenden algo, mis muchachos? ¿Quiere

decir… álgebra, cosas así? ¿Latín? Ciertamente —Arthur se recostó contra elrespaldodesusilla,satisfecho—.Perotodoesoselodejoalosprofesores—explicó.

—¿Ycuántosalumnoshayensuescuela?—Theodora se inclinóhaciadelante,cortés,interesada,entablandoconversaciónconunhuésped,yArthurnocabíaensídegozo;alotroladodelamesalaseñoraMontaguefruncióelceñoehizosonarlosdedossobrelamaderaconimpaciencia.

—¿Cuántos? Cuántos. Tenemos un equipo de tenis soberbio, ¿sabe?—le dijoArthur a Theodora—. Soberbio. Francamente de primera. ¿Sin contar a losmariliendres?

—Sincontarlos—dijoTheodora—,alosmariliendres.—Oh. Tenis. Golf. Béisbol. Atletismo. Críquet—sonrió astutamente—.Nunca

habría sospechado que jugamos al críquet, ¿verdad? Luego está la natación y elvoleibol.Claroquealgunosmuchachosseapuntanatodas—ledijoemocionado—.

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Chicosíntegros.Quizásetenta,entotal.—¿Arthur?—la señoraMontague no pudo seguir conteniéndose—. No hables

másdeltrabajo.Estásdevacaciones,¿recuerdas?—Sí,quétontosoy—Arthursonrióconternura—.Voyacomprobarlasarmas—

explicó.—Sonlasdosenpunto—dijolaseñoraDudleydesdelapuerta—.Recojoalas

dos.

5

Theodorarió,yEleanor,escondidaentrelassombrasdetrásdelaglorieta,setapólaboca con las manos para impedirse hablar y revelarles que estaba allí; tengo queaveriguarlo,estabapensando,tengoqueaveriguarlo.

—Sellama«ElasesinatodelosGrattan»—estabadiciendoLuke—.Unadelicia.Puedocantártela,siquieres.

—La marca de un malcriado —rió nuevamente Theodora—. Pobre Luke; yohabríadicho«sinvergüenza».

—SiprefierespasarestabrevehoraconArthur…—PorsupuestoquepreferiríaestarconArthur.Unhombreeducadosiempreescompañíaanimada.

—Críquet—dijoLuke—.Nuncaselehabríaocurridoquejugáramosalcríquet,¿verdad?

—Canta,canta—dijoTheodora,riendo.Lukecantó,entononasal,enfatizandodistintivamentecadapalabra:

LaprimerafuelaseñoritaGrattanqueintentónodejarleentrar;yasíempezaronsuscrímenes,clavándoleunahozdesegar.

LasiguientefuelaabuelaGrattan,anciana,canosaycansada;queintentórepelerasuatacante,peroacabódescoyuntada.

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ElsiguientefueelabueloGratan,sentadojuntoalalumbre;seleacercósinhacerruidoyloestrangulóconunalambre.

ElúltimofueelniñoGrattanensucarricochedebebé;dondelegolpeóentrelascostillas,hastahaberacabadoconél.

Yescupiójugodetabaco.sobresupelocolordemiel.

Cuandohuboterminadosehizounmomentodesilencio,yluegoTheodoradijodébilmente:

—Unadelicia,Luke.Preciosa.Nuncavolveréaoírlasinacordarmedeti.—TengolafirmeintencióndecantárselaaArthur—dijoLuke.¿Cuándovan a hablar demí?, pensóEleanor entre las sombras.Al cabode un

minuto,Lukecontinuóperezosamente:—Mepreguntocómoseráel librodeldoctorcuandoloescriba.¿Creesquenos

mencionará?—Túprobablementeaparezcascomounafanosojoveninvestigadorpsíquico.Y

yoseréunadamaenposesióndeundoninnegableperodedudosareputación.—MepreguntosilaseñoraMontaguetendrátodouncapítuloparaellasola.—YArthur.YlaseñoraDudley.Esperoquenonosreduzcaatodosacifrasenun

diagrama.—Mepregunto,mepregunto—dijoLuke—.Quécalorhaceestatarde—dijo—.

¿Quépodríamoshacerquesearefrescante?—PodríamospedirlealaseñoraDudleyquenospreparelimonada.—¿Sabes lo que quiero hacer yo? —dijo Luke—. Quiero explorar. Vamos a

seguirelarroyocolinaarribaaverdedóndesurge;quizáhayaalgúnestanqueenelquepodamosnadar.

—Ounacascada;pareceeltípicoarroyoquefluyedeunacascada.—Vamos,pues.Escuchandodesdedetrásde laglorieta,Eleanoroyó sus risasy el ruidode sus

piescorriendosobreelsenderoendirecciónalacasa.

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—Aquí tenemosalgomuy interesante—dijoArthura lamaneradealguienque seesfuerzagalantementeporentretener—,aquí,enestelibro.Explicacómohacervelasapartirdecerasinfantilesnormalesycorrientes,delasdepintar.

—Muyinteresante—eldoctorparecíacansado—.Simedisculpa,Arthur,tengoqueescribirtodasestasnotas.

—Claro,doctor.Todostenemostrabajoquehacer.Niunapalabramás.Eleanor, que escuchaba junto a la puerta del gabinete, oyó los pequeños ruidos

irritantesdeArthurintentandoacomodarseparaguardarsilencio.—Nohay gran cosa que hacer en este sitio, ¿verdad?—dijoArthur—. ¿Cómo

mataustedeltiemponormalmente?—Trabajando—respondióeldoctorescuetamente.—¿Estáescribiendotodoloquesucedeenlacasa?—Sí.—¿Mehaincluidoamí?—No.—Mepareceamíquedeberíaañadiralmenosnuestrasnotasdeplanchette.¿Qué

estáescribiendoahora?—Arthur.¿Notienenadaqueleer,oalgo?—Claro.Nopretendíaserunamolestia.EleanoroyóaArthurcogerunlibroyvolveradejarlosobrelamesa,yencender

uncigarrillo,ysuspirar,yremoverseensuasiento,yfinalmentedecir:—Escuche,¿nohaynadaquehacerenestesitio?¿Dóndeestátodoelmundo?Eldoctorhablóconpacienciaperosininterés.—TheodorayLukehanidoaexplorarelarroyo,creo.Ysupongoquelosdemás

andaránporahí.Dehecho,creoquemiesposaestababuscandoalaseñoraDudley.—Oh —Arthur volvió a suspirar—. Entonces igual puedo dedicarme a leer,

supongo—dijo,yluego,alcabodeunminuto—.Oiga,doctor.Noquieromolestarle,peroescucheloqueponeaquíenestelibro…

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—No—dijolaseñoraMontague—,nomeparecesensatojuntaralagentejovendeunmodotanpromiscuo,señoraDudley.Simiesposomehubieraconsultadoantesdeorganizarestasfantásticasvacaciones…

—Enfin,señoraMontague—eralavozdelaseñoraDudley,yEleanor,pegadaalapuertadelcomedor,observóconlabocaabiertacontralospanelesdemadera—,yoloque siemprehedichoesque sólo sees jovenunavez.Sólo se loestánpasandobien,comoesnaturalenlosjóvenes.

—Perodormirtodosbajounmismotecho…—Tampoco es que no tengan edad suficiente como para distinguir lo que está

biende loque estámal.Esaguapa señorita, la talTheodora, es lo suficientementemayorcita como para cuidar de sí misma, me parece a mí, sin importar lodespreocupadoqueseaelseñorLuke.

—Necesitounatoallaseca,señoraDudley,paralacubertería.Esunalástima,meparece amí, el modo en el que los chicos de hoy en día crecen sabiéndolo todo.Deberían aguardarles más misterios, más cosas reservadas apropiadamente a losadultosquetuvieranqueesperarparapoderdescubrir.

—Entonces las descubrirían a las malas—la señora Dudley sonaba cómoda yafable—.Dudleyhatraídoestostomatesdelhuertoestamañana—dijo—.Esteañohemostenidobuenacosecha.

—¿Empiezoaprepararlos?—No, oh, no. Usted siéntese ahí un rato a descansar; ya ha hecho más que

suficiente.Pondréelaguaahervirynostomaremosunabuenatazadeté.

8

—Los viajes acaban con el encuentro de los amantes —dijo Luke, y sonrió endirecciónaEleanor,alotroladodelahabitación—.¿DeverdadestuyoesevestidoazulquellevapuestoTheo?Nolohabíavistohastaahora.

—SoyEleanor—dijoTheodoraperversamente—,porquetengobarba.—Fuistemuyprevisoratrayendoropaparados—ledijoLukeaEleanor—.Theo

nohabríalucidonilamitaddebienconmiviejagabardina.

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—SoyEleanor—dijoTheodora—,porquevoyvestidadeazul.AmomiamorconunaEporqueetéreaellaes.SunombreesEleanor,yviveesperando.

Está siendomaliciosa,pensóEleanor remotamente;alparecerpodíaveryoíraaquellaspersonas.Ahora,pensó,TheoestásiendomaliciosayLukeestáintentandoseramable;LukeestáavergonzadoporhabersereídodemíyseavergüenzadeTheoporsermaliciosa.

—Luke—dijoTheodora,mirandodereojoaEleanor—,venaquíycántamedenuevo.

—Mástarde—dijoLukeincómodo—.Eldoctoracabadecolocarlaspiezaseneltablero—sevolvióconciertoapresuramiento.

Theodora, resentida, apoyó la cabeza contra el respaldo de su silla y cerró losojos,dispuestaevidentementeanodecirpalabra.Eleanorsiguiósentada,observandosusmanos, y escuchó los sonidos de la casa. En alguna parte del primer piso unapuertasecerrósinhacerruido;unpájaroseposóbrevementesobrelatorreyvolvióaalzarelvuelo.Enlacocina,elhornoseestabaasentando,enfriándoseentrediscretoscrujidos. Un animal —¿un conejo?— se escabulló entre los arbustos junto a laglorieta.Podíainclusooír,consunuevapercepcióndelacasa,elpolvoqueflotabatranquilamente en los desvanes, la madera envejeciendo. Sólo la bibliotecapermanecía cerrada para ella; no podía oír la pesada respiración de la señoraMontague y de Arthur, enfrascados en planchette, ni sus preguntas nerviosas; nopodíaoír los librospudriéndosenielóxidocarcomiendoelhierrode laescaleradecaracolqueascendíaalatorre.Enelpequeñogabinetepodíaoír,sinlevantarlavista,losgolpecitos irritadosdeTheodorayel suavedeslizarsede laspiezasdelajedrez.Oyólapuertadelabibliotecaabrirseviolentamenteyluegolaspisadasairadasqueseacercabanenérgicamentealgabinete,yentoncestodossevolvieronenelmomentoenelquelaseñoraMontagueabriólapuertayentrócomounaexhalación.

—Debo confesar —dijo la señora Montague en un resuello explosivo—,realmentedeboconfesarqueestoeslomásexasperanteque…

—Querida —se levantó el doctor, pero la señora Montague le indicó que seecharaaunlado,enfadada—.Sihubierastenidoladecencia…—dijo.

Arthur, que la había seguido hasta allí dócilmente, se echó a un lado y, casideshinchándose,sedejócaerenunasilla juntoa lachimenea.CuandoTheodorasevolvióhaciaél,negóconlacabezacansadamente.

—Lacomúndecencia.Despuésdetodo,John,hehechotodoelviajehastaaquí,igual queArthur, sólo por ayudar, y ciertamente debo reconocer que jamás esperévermerecibidacontalcinismoeincredulidadportuparte,precisamente,yestos…—gesticulóhaciaEleanoryTheodorayLuke—.Loúnicoquepido,loúnicoquepidoes un mínimo de confianza, sólo una pizca de simpatía por todo lo que estoyintentandohacer,yenvezdeesoencuentrodescreimiento,burla,mofaysarcasmo—respirandopesadamente,conlacaraenrojecida,laseñoraMontagueblandióundedofrentealdoctor—.Planchette—dijoamargamente—nomequierehablarestanoche.

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Niunasolapalabraherecibidodeplanchette,comoresultadodirectodesusburlasysu escepticismo; es muy posible que planchette no vuelva a hablarme en variassemanas; yame ha pasado anteriormente, te lo puedo asegurar; ha sucedido antescuando se ha visto sometido al escarnio de los incrédulos; he visto a planchettepermanecerensilenciodurantesemanas,ylomínimoquepodríahaberesperado,alveniraquícomolohehechosinningunosalvoelmásnobledelosmotivos,eraunpocoderespeto.

LaseñoraMontaguevolvióablandireldedofrentealdoctor,sinpalabrasporelmomento.

—Queridamía—dijoeldoctor—.Estoyconvencidodequeningunodenosotroshabríainterferidopremeditadamente.

—Burlándoseymofándose,¿noeraeso loqueestabanhaciendo?Escépticos,apesardetenerlaspalabrasdeplanchettedelantedesuspropiosojos.¿Estosjóvenes,petulanteseinsolentes?

—SeñoraMontague,deverdad…—dijoLuke,pero laseñoraMontaguepasóasuladosinmirarleysesentóconloslabiosapretadosylosojosllameantes.Eldoctorsuspiró,abriólabocaparadeciralgoyvolvióacerrarla.Alejándosedesuesposa,lehizo un gesto a Luke para que regresara al tablero de ajedrez. Luke le siguió conaprensión,yArthur,revolviéndoseensusilla,ledijoenvozbajaaTheodora:

—Nunca la había visto tan alterada, ¿sabe usted? Ha sido una experienciamiserable, la de esperar a planchette. Se ofende con facilidad, como es lógico. Esmuysensiblealaatmósfera.

Creyendo haber explicado satisfactoriamente la situación, volvió a recostarse ysonriótímidamente.

Eleanor apenas los escuchaba, vagamente consciente de losmovimientos en laestancia.Alguienestabadandovueltas,pensósininterés.Lukerecorríalahabitacióndeunextremoaotro,hablandoenvozbajaparasímismo;quémanera tan raradejugaralajedrez.¿Tarareando?¿Cantando?Enunaodosocasionesestuvoapuntodedecirle algo, y entonces Luke habló tranquilamente; estaba frente al tablero deajedrez, donde debía estar, y Eleanor se volvió y miró el centro vacío de lahabitación, donde alguien estaba caminando y cantando suavemente, y entonces looyóconclaridad:

Vamoscaminandoporelvalle,vamoscaminandoporelvalle,vamoscaminandoporelvalle,comoyahemoshechoantes…

Vaya,conozcoesacanción,pensó,escuchando,sonriendoanteladébilmelodía;solíamosjugaraesejuego;meacuerdo.

—Sencillamente se trata de un aparato muy delicado e intricado —le estaba

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diciendo la señoraMontague a Theodora; seguía enfadada, pero evidentemente seestabaablandandoantelasatencionesylasimpatíadeTheodora—.Elmásligeroairededescreimiento loofende,comoesnatural.¿Cómosesentiríausted si lagentesenegaraacreerla?

Entramosysalimosporlasventanas,entramosysalimosporlasventanas,entramosysalimosporlasventanas,comoyahemoshechoantes…

Lavozeraaguda,quizásóloladeunaniña,cantandodulceyveladamente,conapenas un suspiro, y Eleanor sonrió y recordó, oyendo la cancioncilla con másclaridadquelavozdelaseñoraMontaguequeseguíahablandosobreplanchette.

Veaencontrartecontuamante,veaencontrartecontuamante,veaencontrartecontuamante,comoyahemoshechoantes…

Oyó la melodía desvanecerse y sintió un ligero movimiento de aire en elmomentoenelquelaspisadasseacercaronaella,yalgocasilarozóenlacara;quizáhubounpequeñosuspirojuntoasumejillaysevolviósorprendida.Lukeyeldoctorestaban encorvados sobre su tablero, Arthur se había inclinado para acercarse ahacerleunaconfidenciaaTheodoraylaseñoraMontagueseguíahablando.

Ningunodeelloslohaoído,pensóconjúbilo;nadielohaoídosalvoyo.

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1

Eleanor cerró con cuidado la puerta del dormitorio, no queriendo despertar aTheodora, a pesar de que el ruido de una puerta al cerrarse difícilmente podríamolestaraalguien,pensó,quedormíatanprofundamentecomoTheodora;yoaprendíatenerelsueñoligero,sedijoasímismaconsolándose,cuandoestabapendientedeescuchar amimadre.El pasillo estaba en penumbras iluminadoúnicamente por lapequeñalámparaquehabíasobreeldescansillodelasescaleras,ytodaslaspuertascerradas. Qué curioso, pensó Eleanor, avanzando sin hacer ruido con los piesdescalzossobrelaalfombra,eslaúnicacasaqueheconocidoenlaqueunonohadepreocuparsesihace ruidodenoche,opor lomenosdequenadievayaasaberqueerestú.Sehabíadespertadoconlaideadebajaralabiblioteca,ysumentelehabíaproporcionadounmotivo:nopuedodormir,seexplicóasímisma,demodoquevoyabajaracogerunlibro.Sialguienmepreguntaadóndevoy,lediréquealabibliotecaacogerunlibroporquenopuedodormir.

Hacíacalor,uncalorlujuriosoyamodorrante.Descendiódescalzayensilenciolagranescalerayllegóhastalapuertadelabibliotecaantesdepensar,Peronopuedoentrarahí,nolotengopermitido,yreculóanteeloloradecadencia,queleprovocabanáuseas.

—Madre—dijoenvozalta,yretrocediórápidamente.—Ven—respondió una voz claramente desde el piso de arriba, y Eleanor se

volvióanhelanteysubiólasescalerasapresuradamente.—¿Madre?—dijoenvozbaja,yluegorepitió—.¿Madre?Unarisitallegóflotandohastaella,ycorrió,llegandosinalientoaloaltodelas

escaleras, donde se detuvo,mirando las puertas cerradas a derecha e izquierda delpasillo.

—Estásaquíenalgunaparte—dijo,yalotroextremodelpasillounpequeñoecofuemenguandohastaconvertirseenunsusurroquesedeslizabasobrelaspequeñascorrientesdeaire.

—Enalgunaparte—decía—.Enalgunaparte.

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Riendo,Eleanorlosiguiócorriendosinhacerniunsoloruidoportodoelpasillohastallegaralapuertadeljardíndeinfancia.Lazonafríahabíadesaparecido,yellaseriódelasdoscarassonrientesquelamirabandesdeloalto.

—¿Estásaquí?—dijo,yllamóalapuerta,golpeandoconelpuño.—¿Sí?—eralaseñoraMontague,enelinterior,queevidentementeseacababade

despertar—.¿Sí?Entra,seasquienseas.No,no,pensóEleanor,abrazándoseyriendoensilencio,ahídentroconlaseñora

Montagueno,yvolvióaalejarseporelpasillooyendoalaseñoraMontaguellamarlaasusespaldas.

—Soytuamiga;noquierohacertedaño.Entraycuéntameloqueteatormenta.Noabrirálapuerta,pensóEleanorastutamente;noestáasustadaperoaunasíno

abrirálapuerta,yllamó,golpeando,alapuertadeArthur,yoyóelgritosofocadodeArthuraldespertar.

Bailando,notandolaalfombrasuavebajosuspies,llegójuntoalapuertatraslacual dormía Theodora; desleal Theodora, pensó, burlona y cruel Theo, despierta,despierta,despierta,ygolpeóyabofeteó lapuerta, riendo,yagitóelpomoy luegocorrióágilmenteporelpasillohastalapuertadeLukeylaaporreó;despierta,pensó,despiertaysédesleal.Ningunodeellosabrirásupuerta,pensó;sequedarándentrosentados,envueltosensusmantas,temblandoypreguntándosequélesvaasucederacontinuación; despierta, pensó, aporreando la puerta del doctor; os desafío a queabráislaspuertasymeveáisbailarenelpasillodeHillHouse.

EntoncesTheodoralasobresaltóllamándolahistéricamente:—¿Nell?¿Nell?¡Doctor,Luke,Nellnoestáaquí!Pobrecasa,pensóEleanor,mehabíaolvidadodeEleanor;ahoratendránqueabrir

laspuertas,ybajócorriendo lasescaleras,oyendoa susespaldas lavozdeldoctorqueseelevabaconpreocupación,yTheodoraquelallamaba:

—¿Nell?¿Eleanor?Quétontosson,pensó;ahorasíquetendréqueentrarenlabiblioteca.—Madre, madre —musitó—. Madre —y se detuvo frente a la puerta de la

biblioteca,asqueada.Pordetráspodíaoírleshablarenelpasillodelaprimeraplanta;qué curioso, pensó, puedo sentir toda la casa, e incluso oyó a la señoraMontagueprotestando,yaArthur,yluegoaldoctordecircontodaclaridad:

—Tenemosquebuscarla;densetodosprisa,porfavor.Bueno, yo también puedo darme prisa, pensó Eleanor, y recorrió corriendo el

pasadizoquellevabahastaelpequeñogabinete,dondeelfuegobrillóbrevementeconluzmortecinaenelmomentoenelqueabriólapuerta,ylaspiezasdeajedrezseguíanenelsitioenelqueLukeyeldoctorhabíanabandonadolapartida.ElpañueloqueTheodora había llevado puesto estaba tirado sobre el respaldo de su silla; tambiénpuedoencargarmedeeso,pensóEleanor,suspatéticasgalasdedoncella,ysepusounextremo del pañuelo entre los dientes y estiró, desgarrándolo, y enseguida lo dejócaer al oírlos en las escaleras. Estaban bajando todos juntos, nerviosos, diciéndose

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unosaotrosdóndemirarprimero,llamandounayotravez:—¿Eleanor?¿Nell?—¿Vienes?¿Vienes?—oyóalolejos,desdealgúnotrorincóndelacasa,yoyó

temblar las escaleras bajo sus pies y un grillo alborotarse en el jardín. Atrevida,alegre,volvióarecorrerelpasadizohastaelrecibidorylosespiódesdelapuerta.Semovían con premeditada lentitud, todos juntos, esforzándose por quedarse siemprecercaunosdeotros,ylalinternadeldoctorbarrióelrecibidorysedetuvoenlagranpuertadeentrada,queestabaabiertadeparenpar.Entonces,a lacarrera,gritando«Eleanor, Eleanor», atravesaron corriendo todos a una el recibidor y salieron aljardín,buscandoyllamando,agitandonerviosamentelalinterna.Eleanorseagarróalapuertayrióhastaqueseleinundaronlosojosdelágrimas;quétontosson,pensó;conquéfacilidadlosengañamos.Sontanlentosytansordosytanpesados;pisoteanla casa como elefantes, hurgando, observando, hoscos. Atravesó corriendo elrecibidorylasaladejuegoshastallegaralcomedor,ydeallípasóalacocina,contodas sus puertas.Aquí estoybien, pensó.Puedo salir en cualquier dirección en elmomento en que los oiga. Cuando volvieron a entrar en el recibidor principal,tropezandoyllamándola,salióatodavelocidadalaveranda,alfríodelanoche.Sequedóinmóvilconlaespaldaapoyadacontralapuerta,conlaspequeñasbrumasdeHill House ondulando entre sus tobillos, y alzó la mirada hacia las opresivas ymacizascolinas.Cómodamenteencajadaentrelascolinas,pensó,protegidaycálida;HillHouseesafortunada.

—¿Eleanor?Estabanmuy cerca, así que corrió a lo largo de la veranda y entró en el gran

salón.—HughCrain—dijo—,¿quierebajarybailarconmigo?Hizo una reverencia frente a la enorme estatua inclinada y los ojos de esta

destellaronbrevemente; pequeños reflejosde luces rozaron las figuritas y las sillasdoradas, y Eleanor bailó muy seria frente a Hugh Crain, que la observó,resplandeciendo.

—Entramos y salimos por las ventanas —cantó, y notó que algo tomaba susmanosmientrasbailaba—.Entramosysalimosporlasventanas—ysalióbailandoalaverandaysiguiórodeandolacasa.Doyvueltasyvueltasyvueltasalrededordelacasa,pensó,yningunodeellospuedeverme.TocóunadelaspuertasdelacocinaalpasarjuntoaellayadiezkilómetrosdeallílaseñoraDudleytiritómientrasdormía.Llegóhastalatorre,estrechamenteagarradaporelabrazodelacasa,atenazadaporlapresión de la casa, y caminó lentamente frente a sus grises piedras, no teniendopermitidotocarnisiquieraelexterior.Entoncesdoblólaesquinayseencontrófrentealagranpuertadeentrada;volvíaaestarcerrada,asíquealargólamanoylaabriósinelmásmínimoesfuerzo.DeestemodoentróenHillHouse,sedijoasímisma,ypenetróenelinteriorcomosifueradesupropiedad.

—Aquíestoy—dijoenvozalta—.Herecorridotodalacasa,entrandoysaliendo

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porlasventanas,hebailado…—¿Eleanor?Era lavozdeLuke,pensó,Deentre todoselloseluemenosYquisieraqueme

encontraraesLuke;no ledejesquemevea,pensósuplicante,ysevolvióyechóacorrer,sindetenerse,hastaentrarenlabiblioteca.

Y aquí estoy, pensó.Aquí estoy, en el interior.No hacía frío nimuchomenos,sinouncalordelicioso,cariñoso.Habíaluzsuficientecomoparaquevieralaescaleradehierro,curvándosesobresímisma,ylapequeñatrampillaquelacoronabaarribadeltodo.Debajodeellaelsuelodepiedrasemovióacariciándola,frotándosecontralassuelasdesuspies,yasualrededorelairesuavelatocaba,removiéndoleelpelo,filtrándoseentresusdedos,entrandoensubocacomoundébilaliento,yellabailóencírculos.Nohabráleonesdepiedraparamí,pensó,niadelfas;herotoelhechizodeHillHouseydealgúnmodoheentradoenella.Estoyencasa,pensó,ysedetuvoenseco,maravilladaanteaquella idea.Estoyencasa,estoyencasa,pensó;yahora,asubir.

Ascenderporlaestrechaescaleradehierroeraembriagador,dandovueltasymásvueltas, cada vez más y más alta, mirando hacia abajo, agarrándose a la pequeñabarandilla de hierro, mirando hacia el suelo de piedra cada vez más distante.Subiendo,mirandohaciaabajo,pensóenlablandayverdehierbadelexterioryenlasonduladascolinasylosfértilesárboles.Alzandolamirada,pensóenlatorredeHillHouse,alzándose,triunfalentrelascopasdelosárboles,elevándoseporencimadelacarreteraqueserpenteabaatravésdeHillsdaleyquepasabajuntoaunacasitablancarecubiertade floresy juntoaunasadelfasmágicasy juntoaunos leonesdepiedrahasta llegar muy, muy lejos, hasta una anciana diminuta que iba a rezar por ella.Ahoraeltiempohaterminado,pensó,todoesoyahaquedadoatrás,yaquellapobreancianadiminutatodavíasiguerezandopormí.

—¡Eleanor!Duranteunminutonopudorecordarquiéneseran(¿Habíansidosushuéspedesen

lacasadelosleonesdepiedra?¿Habíancenadosentadosasulargamesaalaluzdelas velas? ¿Los había conocido en elmolino, sobre el arroyo centelleante? ¿Habíabajado uno de ellos a caballo la verde colina, con los pendones al viento? ¿Habíacorridounodeellosjuntoaellaenlaoscuridad?Yentoncesrecordó,ytodoscayeronen su lugar indicado) y dudó, aferrándose a la barandilla. Eran tan pequeños, tanineficaces. Estaban muy, muy abajo, sobre el suelo de piedra, y la señalaban; lallamaban,ysusvoceseranurgentesylejanas.

—Luke—dijoella, recordando.Podíanoírla,porqueguardaronsilenciocuandoella habló—. Doctor Montague —dijo—. Señora Montague. Arthur —no podíarecordaralaotra,quesemanteníaensilencioyunpocoapartada.

—Eleanor—dijoeldoctorMontague—,datelavueltaconmuchocuidadoybajalentamente los escalones. Muévete muy, muy despacio, Eleanor. No dejes deagarrartealabarandilla.Ahoradatelavueltaybaja.

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—¿Qué demonios está haciendo esa criatura?—preguntó la señoraMontague.Llevabarulosenelpeloysubatateníaundragónenelestómago—.Hazlabajarparaquepodamosvolvertodosalacama.Arthur,hazlabajardeinmediato.

—¿Ven? —empezó a decir Arthur, y Luke se dirigió al pie de la escalera yempezóasubir.

—PorelamordeDios,tengacuidado—dijoeldoctormientrasLukeascendíasindilación—.Losenganchesdelaparedestáncompletamentepodridos.

—No los sostendrá a los dos —dijo la señora Montague con seguridad—.Conseguiráderrumbarlasobrenuestrascabezas.Arthur,acércateaquíalapuerta.

—Eleanor —gritó el doctor—, ¿puede darse la vuelta y empezar a bajarlentamente?

Sobreellasóloestabalapequeñatrampillaqueconducíaalexterior,alatorreta;se alzó sobre la pequeña y estrecha plataforma en lo alto de la escalera y empujócontra la trampilla, pero no semovió.En vano la golpeó con los puños, pensandohistéricamente,Hazqueseabra,hazqueseabraomecogerán.Mirandoporencimadelhombro,pudoveraLukeascendiendosindetenerse,dandovueltasymásvueltas.

—Eleanor—ledijo—.Quédatequieta.Notemuevas—ysonóasustado.No puedo escapar, pensó, y miró hacia abajo; vio una cara con claridad y el

nombresurgióensucabeza.—Theodora—dijo.—Nell,hazloquetedicen.Porfavor.—¿Theodora?Nopuedosalir;hanclavadolapuerta.—Porsupuestoqueestáclavada—dijoLuke—.Porsuerteparati,muchacha.Trepando,subiendomuylentamente,casihabíaalcanzadolaestrechaplataforma.—Quédateperfectamentequieta—dijo.—Quédeseperfectamentequieta,Eleanor—dijoeldoctor.—Nell—dijoTheodora—,porfavor,hazloquetedicen.—¿Porqué?—Eleanormiróhaciaabajoyviolavertiginosacaídadelatorre,la

escaleradehierroaferradaalapareddelatorre,temblandoytensándosebajolospiesdeLuke,elfríosuelodepiedra,losrostrosdistantesypálidosquelaobservaban.

—¿Cómopuedobajar?—preguntóindefensa—.Doctor,¿cómopuedobajar?—Muévasemuydespacio—dijoél—.YhagaloqueLukelediga.—Nell—ledijoTheodora—.Notengasmiedo.Todoirábien,yaloverás.—Por supuesto que irá bien—dijo Lukemalhumorado—. Probablemente seré

sóloyoelquesepartaelcuello.Aguanta,Nell;voyasubiralaplataforma.Quierorodearteparaquepuedas irbajandopordelantedemí—apenasparecíacansado,apesarde lasubida,perosumano temblóenelmomentoenelque laextendióparaagarrarsealabarandilla,yteníaelrostroempapado—.Vamos—dijobruscamente.

Eleanorretrocedió.—Laúltimavezquemedijistequesiguieraadelantenomeseguiste—dijo.—Quizádebería limitarmeaempujarte—dijoLuke—,yadejarquereventaras

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ahíabajocontraelsuelo.Ahoracompórtateymuéveteconcuidado;pasapordelantedemíyempiezaabajar.Yconfía—añadióconfuria—enqueconsigaaguantar latentacióndedarteunempujón.

Dócilmente,EleanorrecorriólaplataformaysepegócuantopudocontraladurapareddepiedramientrasLukepasabaconprecauciónasulado.

—Empiezaabajar—dijo—.Iréjustodetrásdeti.Precariamente, con la escalera de hierro temblando y gimiendo a cada paso,

Eleanorfuedescendiendo.Observósumanosobre labarandilla,blancadebidoa lafuerza con la que se estaba agarrando, y sus pies descalzos, descendiendoalternativamente, escalón tras escalón, moviéndose con extremo cuidado, pero novolvióamirarhaciaabajo,haciaelsuelodepiedra.Bajamuypocoapoco,sedijoasímismarepetidasveces,sinpensarmásqueenlosescalonesqueparecíandoblarseyretorcersebajosuspies,bajamuy,muypocoapoco.

—Nopares—dijoLukedetrásdeella—.Tranquila,Nell,nohaynadaquetemer,yacasilohemosconseguido.

Involuntariamente,debajodeella, eldoctoryTheodoraextendieron losbrazos,comosiestuvieranprestosacogerlaencasodequecayera,yenunaocasiónen laque Eleanor resbaló y se saltó un escalón, agarrándose a la barandilla ondulante,Theodorareprimióungritoycorrióasostenerlaescalera.

—Todoirábien,Nellie—ledijounayotravez—.Todoirábien,todoirábien.—Sóloquedaunpocomás—dijoeldoctor.Arrastrándolos, Eleanor deslizó los pies por encima de los escalones, uno tras

otro,yalfin,casiantesdequepudieracreerlo,tocólapiedradelsuelo.DetrásdeellalaescaleratemblóconestrépitoenelmomentoenelqueLukebajódeunsaltolosúltimosescalonesyatravesósindetenerselabibliotecaparadejarsecaercontraunasilla,agachandolacabezaytodavíatemblando.Eleanorsevolvióymiróhaciaarriba,al lugar infinitamentealtoenelquesehabíapuestoenpie,a laescaleradehierro,alabeadayretorcida,quesebalanceabagolpeandocontralapareddelatorre,ydijoenvozmuybaja:

—Hesubidocorriendo.Hesubidocorriendohastaarribadeltodo.LaseñoraMontaguesalióresueltamentedelpórticobajoelqueellayArthurse

habíanresguardadodelprobablecolapsodelaescalera.—¿Alguienestádeacuerdoconmigo—preguntócongrandelicadeza—ypiensa

queesta jovenyanoshacausadobastantesproblemasporunanoche?Amí,por lomenos,megustaríavolveralacama.YArthuropinalomismo.

—HillHouse…—empezóadecireldoctor.—Estedesatinoinfantilhadestruidoconcasitotalcertezacualquieroportunidad

dequeestanoche se dé unamanifestación, puedo asegurártelo.Yo ciertamente notengolamenoresperanzadeveraningunodenuestrosamigosdelmásalládespuésdeestaridículaactuación,demodoquesimedisculpan,yencasodequeestéustedseguradequehaterminadodeexhibirseyactuarydedespertaragenteocupada,les

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dirébuenasnoches.Arthur.LaseñoraMontaguesaliócomounaexhalación,sudragónrampantetemblando

delaindignación.—Lukeestabaasustado—dijoEleanor,mirandoaldoctoryaTheodora.—Lukeestabaciertamenteasustado—dijoéstedesdesusilla—.Lukeestabatan

asustadoquecasinoconsiguebajardeahíarriba.Nell,miraqueeresimbécil.—Me siento inclinado a mostrarme de acuerdo con Luke —el doctor estaba

disgustadoyEleanorretirólamirada,miróaTheodora,yTheodoradijo:—Supongoqueteníasquehacerlo,Nell.—Estoy bien—dijoEleanor, y no pudo seguirmirando a ninguno de ellos. Se

fijó,sorprendida,ensuspiesdescalzos,dándosecuentaderepentedequelahabíanllevado,sinsentirlos,escalerasabajo.Reflexionó,mirándoselospies,yluegoalzólacabeza—.Habíabajadoalabibliotecaabuscarunlibro—dijo.

2

Fue humillante, desastroso. Durante el desayuno no se dijo una palabra y Eleanorrecibiócaféyhuevosytostadasigualquelosdemás.Selepermitiódemorarseconelcaféigualquealresto,observarlaluzdelsolenelexterior,comentarelbuendíaquesepresentaba;duranteunpardeminutosinclusoselepodríahaberpersuadidoparacreerquenadahabía sucedido.Luke lepasó lamermelada,Theodora le sonrióporencima de la cabeza de Arthur, el doctor le dio los buenos días. Después, tras eldesayuno, después de la entrada de la señoraDudley a las diez, se trasladaron sindecirnada,siguiéndoseunosaotrosensilencio,hastaelpequeñogabinete,dondeeldoctorasumiósulugarfrentealachimenea.TheodorallevabapuestoelsuéterrojodeEleanor.

—Luketraerásucochedelgranero—dijoeldoctorconamabilidad.Apesardeloque estaba diciendo, sus ojos eran considerados y amistosos—. Theodora subirá aprepararlelasmaletas.

Eleanorrió.—Nopuede.Notendránadaqueponerse.—Nell…—empezó a decir Theodora, pero se interrumpió y miró a la señora

Montague,queseencogiódehombrosydijo:

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—Heexaminadolahabitación.Naturalmente.Noentiendocómonoseleocurrióhacerloaningunodeustedes.

—Yoibaahacerlo—dijoeldoctorapologéticamente—.Peropenséque…—Siempre estás pensando, John, ese es tu problema. Naturalmente, yo he

examinadolahabitacióndeinmediato.—¿LahabitacióndeTheodora?—preguntóLuke—.Amínomegustaría tener

quevolveraentrarahí.LaseñoraMontaguepareciósorprendida.—Noconsigoentenderelmotivo—dijo—.Alahabitaciónnolepasanada.—He entrado y he revisadomi ropa—le dijoTheodora al doctor—.Todas las

prendasestánperfectamente.—Lahabitaciónnecesitaquelepasenelpolvo,naturalmente,pero¿quéotracosa

podríasesperarsicierraslapuertaconllaveylaseñoraDudleynopuede…?Eldoctorelevólavozporencimadeladesumujer.—Nosécómoexpresarlelomuchoquelosiento—estabadiciendo—.Sialguna

vezpuedohaceralgoporusted…Eleanorrió.—Peronopuedomarcharme—dijo,preguntándosecómoencontrar laspalabras

paraexplicarse.—Haestadoaquídemasiadotiempoya—dijoeldoctor.Theodoralaestabaobservando.—No necesito tu ropa—dijo con paciencia—. ¿No acabas de oír a la señora

Montague?Nonecesitoturopa,einclusoaunqueasífuera,ahoranomelapondría;Nell,tienesquealejartedeaquí.

—Pero no puedo marcharme —dijo Eleanor, riendo todavía porque eracompletamenteimposibleexplicarlo.

—Señorita—dijoLukesombrío—,hadejadousteddeserbienvenidacomomihuésped.

—Quizá sería mejor que Arthur la llevara hasta la ciudad. Arthur podríaasegurarsedequellegaallísanaysalva.

—¿Llegar adónde? —Eleanor sacudió la cabeza, notando su encantador yfrondosopelosobreelrostro—.¿Llegaradónde?—preguntóconalegría.

—Enfin—dijoeldoctor—,puesacasa,porsupuesto.YTheodoradijo:—Nell,atupropiacasa,atupequeñoapartamento,dondetienestodastuscosas

—yEleanorrió.—Notengoningúnapartamento—ledijoaTheodora—.Meloinventé.Duermo

en un camastro en casa demi hermana, en el cuarto de la niña.No tengo casa, niningúnlugaralqueir.Ynopuedovolverconmihermanaporquelerobéelcoche.

Eleanor rió al oír sus palabras, tan inadecuadas e indeciblemente tristes—.Notengocasa—repitió,ylosobservóesperanzada—.Notengocasa.Todoloqueposeo

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enestemundoestáenunacajadecartónenmicoche.Esoestodoloquetengo,unoslibrosyalgunosobjetosdecuandoerapequeña,yunrelojquemeregalómimadre.Asíque,yaven,nohaylugaralquepuedanenviarme.

Por supuesto podría seguir, quiso decir, viendo en todo momento sus carasasustadas y sorprendidas, podría seguir y seguir, dejando mi ropa para Theodora;podríaseguirvagandoyvagabundeando,errante,ysiempreacabaríaregresandoaquí.Seríamásfácildejarquemequedara,mássensato,queríadecirles,másfeliz.

—Quieroquedarmeaquí—lesdijo.—Yahehabladoconlahermana—dijolaseñoraMontaguedándoseimportancia

—.Debodecirque loprimeropor loquehapreguntadohasidoporelcoche.Unamujerde lomásvulgar; lehedichoqueno teníadequépreocuparse.Hicistemuymal,John,permitiendoquerobaraelcochedesuhermanayvinieraaquí.

—Querida—empezóadecireldoctorMontague,interrumpiéndoseparahacerunaspavientoconlasmanos,dándolaporimposible.

—Encualquiercaso,laesperan.Lahermanaestabamuymolestaconmigoporquetenían planeado empezar hoy sus vacaciones, a pesar de que no entiendo por quédeberíaestarmolestaconmigo…—laseñoraMontaguemirócircunflejaaEleanor—.Sinceramente creo que alguien debería asegurarse de dejarla sana y salva en susmanos.

Eldoctornegóconlacabeza.—Seríaunerror—dijolentamente—.Seríaunerrorenviaraunodenosotroscon

ella. Debe permitírsele olvidar todo lo referente a esta casa tan pronto como seaposible; no podemos prolongar la asociación. Una vez se encuentre lejos de aquí,volverá a ser ella misma; ¿será capaz de encontrar el camino hasta casa? —lepreguntóaEleanor,yEleanorseechóareír.

—Iréaprepararelequipaje—dijoTheodora—.Luke,échaleunvistazoalcocheyvetrayéndolo.Sólotieneunamaleta.

—Emparedadaviva—Eleanorempezóareírdenuevoantesuspétreosrostros—.Emparedadaviva—dijo—.Quieroquedarmeaquí.

3

Formaron una fila impenetrable en los escalones deHillHouse, frente a la puerta

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principal. Por encimade sus cabezasEleanor pudover las ventanasmirandohaciaabajo y, a un lado, la torre, esperanzada, confiada. Podría haber llorado si se lehubieraocurridoalgúnmododeexplicarlesporqué;envezdeeso,sonriódébilmenteendirecciónalacasa,mirandolaventanadesucuarto,elrostrodivertidodelacasa,que laobservabaconcertezaensilencio.Ahora lacasaestáesperando,pensó,y laestabaesperandoaella;nadiemáspodríasatisfacerla.

—Lacasaquierequemequede—ledijoaldoctor,yéstesequedómirándolasindecir nada. Había adoptado una postura muy rígida y de gran dignidad, como siesperaraqueleeligieraaélenvezdealacasa,comosi,habiéndolallevadohastaallí,pensaraquesóloporinvertirsusinstruccionespodíavolveraalejarla.Estabavueltodeespaldasalacasa,yEleanor,mirándolecontodasinceridad,dijo—:Losiento.Losientomuchísimo.

—IráustedaHillsdale—dijosecamente;quizáledabamiedohablardemasiado,quizá pensaba que una palabra amable o de simpatía podría redundar en que ellaacabararegresando.Elsolbrillabasobrelascolinasylacasayeljardínylahierbaylos árboles y el arroyo; Eleanor respiró hondo y se volvió para verlo todo—. EnHillsdaletomelacomarcalcincoendirecciónaleste;enAshton,tomelaRutatreintay nueve, que la llevará hasta casa.Es por su propia seguridad—añadió con ciertaurgencia—.Porsupropiaseguridad,querida.Créame,sihubieraprevistoloqueibaasuceder…

—Losientomuchísimo—dijoEleanor.—No podemos arriesgarnos, sabe usted. No podemos. Sólo ahora empiezo a

percibir el terrible riesgo que corrí al pedirles que me acompañaran. En fin…—suspiróynegósilenciosamenteconlacabeza—.¿Lorecordará?—preguntó—.RectohastaHillsdaleyluegolacomarcalcinco…

—Miren—Eleanorpermaneciócalladaunminuto,queriendoexplicarlescuáleraexactamentelasituación—.Noestabaasustada—dijoalfin—.Deverdad,noestabaasustada.Ahorayaestoybien.Mesentía…feliz—miróconfervoraldoctor—.Feliz—repitió—.Noséquédecir—añadió,temiendonuevamenteecharseallorar—.Noquieromarcharme.

—Quizá en otra ocasión—dijo el doctor con firmeza—. ¿No comprende quesencillamentenopodemosarriesgarnosdetalmanera?

Eleanortitubeó.—Alguien está rezando por mí—dijo absurdamente—. Una anciana a la que

conocíhacemuchotiempo.Lavozdeldoctorfueamable,perosuspiesgolpearonelsueloconimpaciencia.—Prontohabráolvidadotodoeso—dijo—.DebeolvidartodoloreferenteaHill

House.Cometíungraveerrortrayéndolaaquí.—¿Cuántotiempohemosestadoaquí?—preguntóEleanorrepentinamente.—Pocomásdeunasemana.¿Porqué?—Eslaúnicavezenmividaquemehasucedidoalgo.Meestabagustando.

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—Ésa—dijo el doctor— es precisamente la razón por la que debe marcharsecuantoantes.

Eleanorcerrólosojosysuspiró,sintiendoyoyendoyoliendolacasa;unarbustodearomapenetrante recién florecido juntoa lacocina,elaguadelarroyo lanzandodestellossobrelosguijarros.Lejos,enelprimerpiso,quizáeneljardíndeinfancia,seformóunpequeñoremolinodevientoquebarrióelsuelohaciendovolarelpolvo.En la biblioteca la escalera de hierro se balanceó y una luz resplandeció en losmarmóreosojosdeHughCrain;lacamisadeTheodoracolgabadesupercha,lisaeinmaculada; la señora Dudley estaba preparando la mesa para cinco. Hill Houseobservaba,pacienteyarrogante.

—Nomeiré—ledijoEleanoralasaltasventanas.—Claro que se irá—dijo el doctor,mostrando al fin su impaciencia—.Ahora

mismo.Eleanorrióysevolvióextendiendolamano.—Luke—dijo, y él se acercó a ella en silencio—.Gracias por habermehecho

bajaranoche—dijo—.Estuvomalpormiparte,ahoralosé.Yfuistemuyvaliente.—Síquelofui—dijoLuke—.Fueunactodecorajesuperioracualquierotroque

puedahaberhechoenmivida.Ymealegravertemarchar,Nell,porqueciertamentenoseríacapazderepetirlo.

—Bueno,mepareceamí—dijolaseñoraMontague—quesihademarcharselomejor será que lo haga ya. No me parece mal que la gente se despida, si bienpersonalmentemedalaimpresióndequetienenustedesunpuntodevistasumamenteexagerado sobre este lugar, pero lo que sí creo es que tenemos cosasmejores quehacerqueseguiraquídiscutiendocuandotodossabemosqueusteddebemarcharse.Lequedaunbuen trechopor recorrerhasta llegara laciudadysuhermana laestáesperandoparapoderirsedevacaciones.

Arthurasintió.—Lasdespedidaslacrimosas—dijo—nosonparamí,laverdad.Lejos,enelpequeñogabinete,lacenizasedeshizosuavementeenlachimenea.—John—dijolaseñoraMontague—,posiblementeseríamejorqueArthur…—No—dijoeldoctorconfirmeza—.Eleanortienequevolvertalycomollegó.—¿Yaquién ledoy lasgraciaspor estas encantadorasvacaciones?—preguntó

Eleanor.Eldoctor lacogiódelbrazoy, conLukea su lado, la llevóhastael cochey le

abriólapuerta.Lacajadecartónseguíaenelasientotrasero,sumaletaestabaenelsuelo,suabrigoysumonederoenelasientodelcopiloto;Lukehabíadejadoelmotorenmarcha.

—Doctor—dijoEleanor,agarrándole—.Doctor.—Losiento—dijoél—.Adiós.—Conduceconcuidado—dijoLukeeducadamente.—Nopuedeobligarmeairme—dijoalzandolavoz—.Fueustedquienmetrajo

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aquí.—Yahoralaestoyalejando—dijoeldoctor—.Nolaolvidaremos,Eleanor.Pero

ahoramismoloúnicoimportanteesqueustedolvideHillHouseyatodosnosotros.Adiós.

—Adiós —dijo la señora Montague con firmeza desde la escalera, y Arthurañadió:

—Adiós,buenviaje.Entonces,Eleanor, con lamano en lamanilla de la puerta del coche, se volvió

haciaellos.—¿Theo?—dijoinquisitivamente,yTheodorabajócorriendolasescalerashacia

ella.—Pensabaquenoteibasadespedirdemí—dijo—.Oh,Nellie,miNell.Séfeliz;

porfavor,séfeliz.Nomeolvidesdeltodo;algúndíalascosasvolveránairbiendeverdad, y tú me escribirás cartas y yo te contestaré y nos haremos visitas y nosdivertiremos recordando las cosas absurdas que hicimos y vimos y oímos en HillHouse.¡Oh,Nellie!Pensabaquenoteibasadespedirdemí.

—Adiós—ledijoEleanor.—Nellie—dijoTheodoratímidamente,yalargóunamanoparatocarlamejillade

Eleanor—.Escucha,quizáalgúndíapodamosvolvera reunirnosaquí. ¿Yharemosnuestropicnicjuntoalarroyo?Nohemosllegadoacelebrarnuestropicnic—ledijoaldoctor,yestenegóconlacabezamirandoaEleanor.

—Adiós—ledijoEleanoralaseñoraMontague—.Adiós,Arthur.Adiós,doctor.Esperoquesulibrotengamuchoéxito.Luke—añadió—,adiós.Yadiós.

—Nell—dijoTheodora—,porfavor,tencuidado.—Adiós—dijoEleanor,yentróenelcoche; le resultabaajenoe incómodo;ya

meheacostumbradodemasiadoalascomodidadesdeHillHouse,pensó,yserecordóquedebíasaludarsacandounamanoporlaventanilla—.Adiós—dijo,preguntándosesialgunavezhabíaexistidootrapalabraparaella—,adiós,adiós.

Torpemente,golpeándoselasmanos,soltóelfrenoydejóqueelcocheempezaraamoverselentamente.

Losdemásledevolvieroncumplidamenteelsaludo,inmóviles,observándola.Nomequitaránelojodeencimamientrassigaalalcancedesuvista,pensó;escuestióndeeducaciónparaellosseguirmirándomehastaquemepierdadevista;asíquemevoy.Losviajesacabanconelencuentrodelosamantes.Peronomevoyamarchar,pensó,yseriósola;HillHousenoestanfácilcomoellos;sólopordecirmequememarchenovanapoderobligarmeaquemevaya,nosiHillHousepretendequemequede.

—Márchate, Eleanor —canturreó en voz alta—. Márchate, Eleanor, ya no tequeremos, no ennuestra Hill House,márchate, Eleanor, no puedes quedarte aquí;perosíquepuedo—cantó—.Perosíquepuedo;nosonellosquieneshacenlasreglasaquí.Nopuedenecharmeniaislarmenireírsedemíniescondersedemí;nomevoy

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amarchar,yHillHousemepertenece.Conloquepercibiócomounamuestraderápidoingenio,apretóelpieconfuerza

contra el acelerador;no seráncapacesdecorrer lo suficiente comoparadetenermeesta vez, pensó, aunque ahora ya deben de estar empezando a darse cuenta; mepreguntoquién será el primero.Luke, casi con total seguridad.Ahorapuedooírlesllamándome, pensó, y las pequeñas pisadas que corren por Hill House y el suavesonido de las colinas acercándose.Realmente lo estoy haciendo, pensó, girando elvolanteparadirigirelcochehaciaelgranárbolen lacurvadelcaminodeentrada.Realmenteloestoyhaciendo,loestoyhaciendoyosola,ahora,porfin;éstasoyyo.Realmenteloestoyhaciendoyoyoyo.

Enelinterminablesegundodelimpactoantesdequeelcocheseempotraraenelárbol,Eleanorpensócontodaclaridad,¿Porquéestoyhaciendoesto?¿Porquéestoyhaciendoesto?¿Porquénomedetienen?

4

La señora Sanderson sintió un enorme alivio al recibir la noticia de que el doctorMontagueysusacompañanteshabíandejadoHillHouse;segúnlecontóalabogadode la familia,estabadecididaaecharlesdeallíencasodequeeldoctorMontaguehubieramostrado elmásmínimo indicio de querer seguir. La amiga de Theodora,apaciguadaycontrita,semostróencantadadevolveraverla tanprontoderegreso;Luke se trasladó aParís, donde su tía esperaba fervientemente que se quedara unatemporada. El doctorMontague se retiró finalmente de la investigación académicaactivatraslafría,casidespreciativarecepciónotorgadaasuartículopreliminarenelque analizaba los fenómenos psíquicos deHillHouse. La propiaHillHouse, nadacuerda,sealzabaensoledadfrentealascolinas,acumulandooscuridadensuinterior;llevabaasíochenta añosy asípodríahaber seguidootrosochenta añosmás.En suinterior, las paredes mantenían su verticalidad, los ladrillos se entrelazabanlimpiamente,lossuelosaguantabanfirmesylaspuertaspermanecíancuidadosamentecerradas;elsilencioempujabaincansablecontralamaderaylapiedradeHillHouse,yloquefueraquecaminaseallídentro,caminabasolo.

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SHIRLEYJACKSONnacióel14dediciembrede1916enSanFranciscoymurióel8 de agosto de 1965. Fue una escritora de cuentos y novelista estadounidenseespecializadaenelgénerode terror. InfluyógrandementeenautorescomoStephenKing,NigelKnealeyRichardMatheson.

HijadeLeslieyGeraldineJackson.En1939semudaronaRochester,NuevaYork.Shirleyasistióalauniversidaddedichaciudad.LuegosegraduóenlaUniversidadde Syracuse, en 1940. En esta universidad había estado muy involucrada en lasrevistasestudiantiles.Allíconocióasufuturomarido,StanleyEdgarHyman,quienllegaríaasernotablecríticoliterario.

SurelatomásconocidoesposiblementeTheLottery («Lalotería»,1948,publicadoen castellano por Ed. Edhasa, 1991), que sugiere la existencia de un tétrico yestremecedorsubmundoenlaspequeñasciudadesdelaAméricaprofunda.Elcuentofue publicado el 28 de junio de 1948 en la revistaTheNewYorker y dio origen acientosdeconmocionadascartasporpartedeloslectores.

Apartede susnovelasparaadultos, Jacksonescribió librosparaniños:NineMagicWishes, yunaobra teatral basada en el clásicoHansel yGretel y tituladaThe BadChildren. En una serie de relatos breves (Life Among the Savages and RaisingDemons)laautorapresentósuvidafamiliarylaexperienciadecriaracuatroniños,modalidadqueseríamuyimitadaentreamasdecasaestadounidensesconveleidadesliterariasenlosaños50y60.

En1965,ShirleyJacksonmuriódeunataquealcorazónmientrasdormía,alaedad

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de 48 años. Se considera que el tratamiento que recibió durante toda su vida pararemediarsusneurosisyenfermedadespsicosomáticaspudoinfluirenestedesenlace.

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Notas

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[1]PublicadaencastellanocomoLa lotería.Aventurasdelamantediablo.EditorialEdhasa,col.FantásticasEdhasa,Barcelona,1991.<<

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[2]StephenKing,DanzaMacabra.Ed.Valdemar,col. Intempestivas,Madrid,2006.Pág.65.<<

www.lectulandia.com-Página176

[3]Ibíd,pág.476.<<

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[4]LenemajaFriedman,ShirleyJackson.TwaynePublishers,Boston,1975.Pág.121.<<

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[5] Tomás Fernández Valentí, «TheHaunting» en Imágenes de actualidad n° 273,octubre,2007.Págs.28-31.<<

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[6]Eninglés:daredevil.Aldesaparecerla«d»deentremedias,laseñalindicaríadareyevil;«desafío»o«atrevimiento»y«maldad»,respectivamente.(N.delT.)<<

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