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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO ESCUELA DE PERIODISMO LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE A LA REVITALIZACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO UN ABORDAJE HERMENÉUTICO AL DISCURSO DE LOS ARTISTAS HILDA PABST ALDONEY PROFESOR GUÍA: RODRIGO ARAYA CAMPOS Viña del Mar, abril de 2009

LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO ESCUELA DE PERIODISMO HILDA PABST ALDONEY PROFESOR GUÍA: RODRIGO ARAYA CAMPOS UN ABORDAJE HERMENÉUTICO AL DISCURSO DE LOS ARTISTAS Viña del Mar, abril de 2009 Introducción 4 Índice Pabst 1 Pabst 2 La humanización del espacio público, la construcción de nuevos sentidos y la visibilización de la participación ciudadana son, en grandes rasgos, los principales hallazgos de la investigación que pongo a disposición del ojo lector. Resumen Pabst 3

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO

ESCUELA DE PERIODISMO

LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE A LA REVITALIZACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO

UN ABORDAJE HERMENÉUTICO AL DISCURSO DE LOS ARTISTAS

HILDA PABST ALDONEY

PROFESOR GUÍA: RODRIGO ARAYA CAMPOS

Viña del Mar, abril de 2009

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Pabst 1

Índice

Resumen 3

Introducción 4

I. El foco de la investigación 10

1.1 El espacio público en la mira 10

1.2 Una visión diacrónica de la noción de espacio público 13

1.3 La construcción del problema o lo que el ojo ve 18

II. Consideraciones teóricas 24

2.1 El espacio público contemporáneo: pérdida del ideal y

estrategias de recuperación 26

2.1.1 Las maneras de estar-juntos 34

2.2 Miradas a la ciudadanía 36

2.3 La incorporación del arte a la espacialidad social 40

III. La propuesta metodológica 47 3.1 Pregunta de Investigación 47

3.2 Objetivos de la Investigación 47

3.2.1 Objetivo general 47

3.2.2 Objetivos específicos 47

3.3 Metodología de la investigación: el cristal con que

se mira 48

3.4 Sobre la construcción del objeto de investigación 51

3.5 La opción cualitativa 53

3.5.1 Tipo de investigación 57

3.6 Un diseño metodológico para la Investigación

Social de Discursos 59

3.6.1 Un recurso metodológico ad-hoc 62

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Pabst 2

3.6.2 El camino hacia los datos: construyendo categorías

de análisis 65

3.7 La importancia de la herramienta metodológica 69

3.7.1 La entrevista en profundidad: una opción para entre-ver 71

3.7.2 Criterios de selección de la muestra 75

3.7.3 El acercamiento con los informantes 79

3.7.4 El procesamiento de la información: los primeros

dispositivos de análisis 81

IV. El análisis: un abordaje hermenéutico 89

4.1 El espacio público: lugar de uso, comunicación e interacción 92

4.2 Ciudadanía: participación en el territorio e identidades

en proceso 99

4.3 El arte: capacidad de crítica pública y racionalidad emotiva 108

V. Conclusiones 120

5.1 La humanización del espacio público 121

5.1.1 El encuentro por sobre el debate 123

5.1.2 Prácticas de reapropiación creativa 125

5.1.3 El espacio público como escenario 126

5.2 La puesta en escena de la participación ciudadana 128

5.2.1 Hacia una ciudadanía integral 129

5.2.2 La diversidad: el refuerzo del paradigma 130

5.2.3 La importancia del territorio 131

5.3 El arte como generador de sentidos 133

5.3.1 El correlato de la identidad 134

5.3.2 La valoración de la subjetividad y la posibilidad del cambio 135

5.3.3 La mirada crítica, el anclaje de los sentidos

y la resignificación 136

5.4 Los nuevos espacios públicos y los desafíos urbanos 137

5.5 Perspectivas y alcances (sueños y proyecciones) 139

Bibliografía 141

Anexos 148

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Pabst 3

Resumen

Esta investigación tiene su punto de arranque en un diagnóstico

de las ciencias sociales radical y, por qué no decirlo, poco

esperanzador: el espacio público ha llegado a su máxima decadencia en

toda su historia. Una desafección nunca antes experimentada nos

enfrenta en la contemporaneidad a espacios públicos vacíos y carentes

de sentidos sociales.

La inquietud de indagar qué fenómenos son capaces de revertir,

mejorar o simplemente hacer frente a ese diagnóstico y un especial

interés personal por componentes de la cultura que se vinculan al

campo del arte, hacen que este trabajo intente abordar la posibilidad

de que el hueco que han dejado, tanto la fuga hacia lo privado como el

desencanto político y social en el espacio público, pueda ser llenado

por nuevos sentidos, provenientes justamente de campos

tradicionalmente no incorporados a los análisis de las ciencias sociales.

Bajo esas premisas he buscado determinar qué aportes realizan

las manifestaciones artísticas al espacio público actual y al tipo de

ciudadanía en ejercicio, convocando para ello a un conjunto de artistas

locales y analizando sus discursos sobre el tema desde una perspectiva

hermenéutica.

La humanización del espacio público, la construcción de nuevos

sentidos y la visibilización de la participación ciudadana son, en

grandes rasgos, los principales hallazgos de la investigación que pongo

a disposición del ojo lector.

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Pabst 4

Introducción

La ciudad se ha levantado desde sus inicios como el espacio

público privilegiado, donde todos los (des)encuentros son posibles,

donde el estar-juntos se hace real, sin que medien más lazos que los de

ser parte de una misma humanidad, donde es dable para cualquiera

participar en la discusión sobre los temas que nos interesan a todos. La

dimensión resolutiva o de participación efectiva pareciera quedar

relegada a las urnas de votación.

Mirar el espacio urbano implica mirarnos a nosotros mismos y

cómo hemos ido agrupándonos hasta estar cada vez más cerca unos de

otros, sin que ello signifique necesariamente que estamos más unidos.

Por cierto, la ciudad como espacio público que promueve el estar-

juntos ha ido perdiendo esta capacidad, trasformándose en un espacio

para el flujo, un “no lugar“, donde los individuos dejan de tejer

relaciones con el fin de construir espacios de sociabilidad y más bien

reproducen individualidades estandarizadas (Augè, 98).

A su vez, el extendido y hondo proceso de intercambios globales

que se manifiesta en los más diversos ámbitos de quehacer humano

(economía, servicios, información, personas, etc.), sumado a la

proliferación de nuevas y más eficientes plataformas tecnológicas que

buscan acelerar esos intercambios tienden a reforzar el abandono del

espacio público.

Si a este escenario le agregamos que nuestras sociedades viven un

profundo desencanto de la política producto de los procesos de quiebre

ideológico que desencadenó la caída del muro de Berlín, nos

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Pabst 5

enfrentamos a un vacío también en cuanto los referentes políticos

capaces de convocar y dar sentido a la vida social y a la participación

ciudadana en instancias colectivas y democráticas.

Ante este vacío en la política comienzan a tomar relevancia ciertos

elementos de la cultura, producto de los procesos de mundialización

que se vienen intensificando a partir de los años 90. Y hablo de

mundialización para hacer referencia específicamente a componentes

culturales, reservando el término globalización para entender los

fenómenos más bien económicos y tecnológicos que implica este nuevo

escenario de cambios y profusos intercambios a nivel planetario.

En este contexto en que la cultura adquiere una importancia

transversal en la comprensión de los fenómenos que viven la

sociedades contemporáneas, pues en ella los cambios se reflejan,

según nos informa el antropólogo brasilero Renato Ortiz, de manera

más rápida que en la política, aparece como una necesidad evidente

buscar en la esfera de los fenómenos culturales algunas respuestas a

los modos en que la sociedades se están desenvolviendo.

Ciertamente los seres humanos enfrentan necesidades de todo

tipo, desde las más prácticas y concretas hasta las de orden más bien

simbólico (Gombrich, 122). En este sentido la investigación ha querido

mirar la dimensión simbólica de las prácticas culturales y cómo estas

prácticas son capaces de construir sentidos sociales o de relevar

dimensiones de los sujetos que han permanecido opacadas por la

preponderancia de otras. Es el caso del binomio racionalidad-

objetividad que los estatutos de la modernidad han pulido en letras

doradas y que la postmodernidad, en su afán de deconstrucción de la

modernidad, se ha encargado de problematizar al extremo de

enfrentarnos a lo que Gilles Lipovetsky ha llamado la era del vacío.

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Pabst 6

En las ciencias sociales el eco de estos cambios de paradigma ha

resonado fuerte en la manera de mirar el conocimiento en definitiva,

alimentando y haciendo crecer metodologías cualitativas que van en la

búsqueda justamente de sentidos más que de verdades, leyes

universales o principios inmutables. La subjetividad de los propios

sujetos, valga la figura, es la que tiene el foco principal.

La cultura, vista como el lugar donde se construyen los sentidos y

donde los sujetos se reconocen en sus distintas dimensiones (social,

política, económica, étnica, estética, etc.) nos entrega múltiples

elementos de análisis y un mar de componentes en los cuales bucear.

A su vez, los temas culturales han ido adquiriendo relevancia a la hora

de mirar tanto los grandes argumentos (las relaciones internacionales,

la importancia del la mirada multicultural, etc.) como los temas más

pequeños (las culturas locales, la oralidad de la cultura, el arte

popular, la artesanía, etc.)

En esta dirección se encamina la propuesta de esta investigación

para mirar la crisis del espacio público: intentando identificar qué

prácticas culturales lo vuelven a llenar de sentidos o le otorgan una

nueva potencia de encuentro social. Creo que el arte que interviene, de

distintas maneras y en distintos niveles, el espacio público tiene algo

que decir a este respecto.

Vemos que las acciones o prácticas artísticas proliferan en el

espacio público de manera creciente, ya sea a partir de iniciativas

personales, colectivas o institucionales (festivales callejeros, carnavales

culturales, intervenciones espontáneas de artistas urbanos, etc.). En

consecuencia, no resulta incoherente plantear que el arte logra

levantarse como un referente que, de algún modo, parece tener

incidencia en ese estar-juntos, pues tiende a impulsar la re-unión en

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Pabst 7

torno a una obra o manifestación artística, generando un grado de

sociabilidad variable entre quienes participan del fenómeno.

Y si bien el arte (que es una manifestación que atraviesa a todos los

pueblos y a las distintas culturas desde los orígenes) fue en algún

momento patrimonio de una elite, lo que se ha llamado la “cultura de

masas”, el surgimiento de la industria cultural de la que abominaban

Horkheimer y Adorno, con el consecuente impulso del consumo que ello

significa y la mercantilización de las vanguardias o corrientes artísticas,

han acercado el goce estético al ciudadano común, arrancándolo del

monopolio exclusivo de las elites ilustradas.

El arte contemporáneo que interviene el espacio público plantea

que lo significativo se ubica en el suceso y en la vivencia que de él tienen

sus protagonistas (artistas y público). Se trata de una experiencia

dialógica de participación e interacción que posibilita un estar-juntos

que se construye desde la apelación a la subjetividad de cada cual.

Desde esta perspectiva, el arte en el espacio público surge como

una instancia que posibilita un encuentro motivado desde lo afectivo,

despojado de la obligatoriedad de los ritos políticos o ciudadanos

impulsados (o incluso impuestos) por el Estado y sus instituciones.

Por su parte, la política implica una cierta racionalidad

instrumental que excluye otras lógicas para construir sociabilidad y, hay

que decirlo, esa racionalidad ha entrado sino en descrédito, al menos en

sospecha para la ciudadanía. Tal vez el arte, con su valoración de otras

dimensiones de lo humano (lo emocional, lo estético, el gusto, lo

subjetivo, etc.) permite encontrar nuevos referentes que otorguen

sentido a este inevitable estar-juntos en el mundo.

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Pabst 8

Para bucear en este escenario hipotético, he delimitado tres

conceptos transversales que guiarán la presente investigación y que

son su soporte para desarrollar la búsqueda: espacio público,

ciudadanía y arte. En torno a esta base conceptual se desarrollará la

pretensión de conocer o identificar qué aportes puede realizar el arte en

la recuperación o revitalización del espacio público ciudadano y,

consecuentemente, de qué modo posibilita un enriquecimiento de la

ciudadanía. Esto a partir de un análisis hermenéutico centrado en el

resultado de entrevistas individuales sostenidas con un grupo de

artistas, cultores de distintas disciplinas (teatro, danza, artes visuales,

cuentería) y productoras artísticas, quienes desarrollan su trabajo, o

parte de él, en el espacio público, en Valparaíso.

Lo que sigue, es una mirada desde los afectos, qué duda cabe,

desde lo que nos motiva en lo hondo y guía nuestros intereses a lo

largo y ancho de la vida, desde el querer más que el “deber ser”, pero

también desde el genuino asombro, condición, que como bien ha dicho

un permanente guía de ruta en temas de cultura, “desde Platón hasta

Kart Jaspers ha sido considerada por muchos filósofos el origen del

conocimiento” (García Canclini, 2001, 57).

Los cinco capítulos que componen este trabajo intentan cada uno

aportar en transformar la inquietud en saber comunicable. Así, el

primero pone en contexto la investigación, sitúa históricamente el lugar

sobre el cual quiero hablar y define la problemática a abordar. El

segundo mapea, a partir de voces autorizadas, las referencias teóricas

que sustentan esta investigación y le brindan una plataforma para

despegar hacia una propuesta de trabajo plausible. En tercer lugar, se

detalla el modus operandi para desarrollar el trabajo de campo que

demanda la investigación: la perspectiva metodológica, el objeto de

estudio, los instrumentos de recolección, análisis y producción de

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Pabst 9

información, etc. El cuarto capítulo pone a disposición la etapa final del

análisis, luego de haber procesado todo el material producido por los

informantes de este estudio, entregando ciertas orientaciones

preliminares, que finalmente se configuran de manera más completa en

el quinto capítulo, que contiene las conclusiones y proyecciones

tentativas de lo estudiado.

Los anexos presentan, por un lado, el instrumento matriz con el

que se desarrollo el trabajo de campo, desde la recolección de los datos

hasta su análisis y, por otro, ciertas imágenes captadas durante el

trabajo de campo, con los informantes como protagonistas y que buscan

reflejar algo del espíritu de las prácticas socio-culturales que motivaron

lo que aquí se presenta.

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Pabst 10

I. El foco de la investigación

1.1 El espacio público en la mira

Vivir en sociedad es, aunque a veces parezca lo contrario, vivir

juntos. Igualmente, el lugar donde ese “vivir juntos” en sociedad se

hace efectivo, con todo lo que ello implica (interacción, comunicación,

lucha de poderes, etc.) es ciertamente el espacio público ciudadano. Si

acordamos que en ese lugar la posibilidad de la sociabilidad es casi un

inevitable, podemos dimensionar el fenómeno que contiene el espacio

público.

Este espacio, cuya característica más notable es la de ser un lugar

abierto a todos, es capaz de contener en si la gran densidad de la

trama social, con las distintas identidades que pugnan por

visibilizarse, con los procesos de demandas de los distintos sectores de

la sociedad, es un lugar de representación, de expresión colectiva, de

comunicación, de negociación, de participación y de manifestación de

la cultura en su sentido más amplio.

Sin ser ilusos podríamos afirmar que la calidad y nivel de la

democracia en un país podría ser medida a partir de la dinámica de

sus espacios públicos.

Como profesional de las comunicaciones y en el entendido de que

nuestra labor trasciende, hace tiempo y con creces, el ámbito exclusivo

de los medios de comunicación, al enfocar en esta investigación la

temática del espacio público y los fenómenos conexos de participación

ciudadana y de expresión de la cultura, he optado por una perspectiva

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Pabst 11

que se acerca en alguna medida y modestamente a las Ciencias

Sociales como disciplina más amplia e integradora, aunque siempre

abordada desde la especificidad de la Comunicación Social. Pues, en

definitiva, la manera en que construimos sociedad está directamente

relacionada con cómo nos comunicamos. Por su parte, el espacio

público tiene un componente de comunicación indudable.

El proceso comunicativo es una parte esencial de las relaciones

sociales, que está en la base de los fenómenos de expresión colectiva,

interacción y participación. A ese “vivir juntos” en sociedad

mencionado más arriba, que se expresa y se manifiesta en nuestros

espacios públicos, es al que esta investigación quiere aportar,

permitiendo que se incorporen nuevas lógicas para su construcción o,

al menos para su análisis. Eso en la perspectiva más amplia de las

Ciencias Sociales.

En el campo del Periodismo más duro, pero a la vez más

desechable, el de las noticias y el día a día, el de la información de

último minuto, ese periodismo que denota su origen de mercancía1,

con el que pareciera que esta investigación tiene poco que ver, a ese

también quisiera apelar, siguiendo la misma idea de ampliar la mirada

y de integrar elementos de análisis.

Al interior de ese campo existe una pequeña parcela del

periodismo a la que se le ha bautizado como “periodismo cultural” y

que en su sentido extenso asume que la cultura es, como lo ha

declarado la UNESCO, “las maneras de vivir juntos”. Pero existe al

1 En Europa los primeros periódicos aparecen como insumo que reporta sobre el tráfico a los comerciantes de las nuevas rutas surgidas fundamentalmente por impulso del capitalismo mercantil. Como plantea Habermas, en el siglo XVII, “Las noticias mismas se han convertido en mercancías. La información periodística profesional obedece a las mismas leyes del mercado, a cuyo surgimiento debe ella su propia existencia” (Habermas, 1981, 59)

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Pabst 12

mismo tiempo una mirada más acotada, justamente la del periodismo

duro, que sentencia al periodismo cultural a remitirse a determinados

tópicos de las “bellas artes”, destinados a unos cuantos entendidos,

doctos o intelectuales. Estas dos visiones sobre la cultura conviven en

permanente tensión, disputando territorios y, en ocasiones, dando

lugar a posturas institucionales, que, de un modo u otro, llegan a

generar políticas o modelos educativos.

Desde la perspectiva de los medios de comunicación, existe una

tendencia extendida a mirar y, sobretodo, hacer ver la cultura como un

fenómeno específico de creadores, artistas, grandes talentos y, en

general, seres muy especiales; no cualquiera puede “desarrollar” la

cultura, lo cual sigue, porfiadamente, forjando la percepción de que la

cultura y el arte son patrimonio de unos pocos.

Este es uno de los caminos que esta investigación busca

ensanchar, entendiendo que el periodismo puede –y debe- contribuir a

la democratización de los espacios públicos, tanto discursivos y

mediáticos como materiales, permitiendo que fenómenos considerados

de elite entren en el dominio del ciudadano común.

Si bien el “periodismo cultural” es un apartado menor, que en las

escuelas se reduce, con suerte, a un ramo optativo, de poca o ninguna

relevancia, no es despreciable el aporte que éste a su vez puede hacer a

ese Periodismo más canónico y escrito con mayúscula, al poner en valor

lo cultural como un elemento transversal en las dinámicas sociales.

Igualmente, entender que el arte es un fenómeno basado en la

comunicación (recepción, interacción, interpretación, etc.) permite, en el

peor de los casos, ampliar la mirada hacia otro ámbito donde se ejercen

prácticas sociales comunicativas y donde los sujetos construyen

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Pabst 13

sentidos.

Sin duda, integrar otras miradas enriquece nuestro campo

disciplinario. Lo digo específicamente por la contribución que la

antropología ha hecho al campo de la comunicación y a las

metodologías de investigación social. Sus aportes también han permitido

integrar a la concepción cultural manifestaciones menos “selectas”, pero

igualmente cargadas de vida, manifestaciones latentes y en constante

cambio y movimiento, como las creencias, la oralidad, las prácticas

cotidianas, el arte, por cierto, en fin, las pequeñas estrategias de

resistencia a un modelo que devora.

Por otro lado, si coincidimos con algunas miradas que plantean que

el espacio público es la ciudad, ciertamente el periodismo, la

comunicación social y las ciencias sociales tienen mucho que decir,

pues la ciudad ha sido un objeto de estudio y de práctica predilecto para

esos tres campos. Diría incluso que la ciudad y, por consecuencia el

espacio público, constituyen objetos de estudio cuyo potencial

interdisciplinario es innegable. En ese espíritu de integración busca

avanzar el presente estudio.

1.2 Una visión diacrónica de la noción de espacio público

La existencia de conceptos que son el fundamento para comenzar a

hablar del espacio público podemos rastrearla, como ocurre con casi

todos los conceptos que sostienen el pensamiento político occidental, en

categorías de origen griego.

Así, cuando nos referimos al espacio público helénico, podemos

identificar dos esferas claramente separadas que dan cuenta de la

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Pabst 14

realidad social existente.

Por un lado, la vida pública esta vinculada a la esfera de la polis,

donde (recordemos que se trata de una sociedad sustentada en una

economía esclavista), los ciudadanos libres pueden tener acceso

irrestricto. Esta vida pública, como sabemos, se desarrolla en el ágora,

donde transcurre la conversación, la deliberación o el hacer común

(Habermas, 1981, 43).

Por otra parte, la esfera privada esta sujeta a la casa (oikos), donde

acontecen el trabajo productivo (que llevan a cabo los esclavos), el

desarrollo de la vida en familia, en síntesis, donde se satisfacen las

necesidades y donde la vida trascurre desde el nacimiento hasta la

muerte. Luego, quienes pueden participar del espacio público en todas

sus dimensiones, son los oikodespota (señor de la casa), que tienen el

ámbito de la necesidad (de la casa) totalmente resuelto y por lo tanto

pueden participar del espacio público, reconocido por los griegos como

el reino de la libertad y lo permanente, donde todos son iguales

(homoioi), en tanto el ámbito privado de la casa es el mundo de la

necesidad y lo transitorio. Lo político entonces se vincula a lo público en

tanto lo económico se conecta con lo privado, constituyéndose ámbitos

que se oponen por principio, inaugurando la matriz dual del

pensamiento que nos rige: lo político y lo económico, lo público y lo

privado, la libertad y la necesidad.

En adelante, esta diferenciación entre lo público y lo privado ha ido

re-elaborándose y actualizándose en cada época, desde el Derecho

romano, donde la res pública constituye el espacio para la definición y

establecimiento de los asuntos que son de interés general, hasta su

utilización específica en el ámbito jurídico, en el marco del surgimiento

de los modernos Estados nacionales.

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Pabst 15

Durante la Edad Media europea, dadas las relaciones basadas en la

propiedad y trabajo de la tierra, el dominio privado del feudo era el que

regía las relaciones sociales, por sobre el espacio público incipiente de

las pequeñas y nacientes ciudades. Estos dos ámbitos de la vida no

estaban tan tajantemente delimitados como en el caso griego e incluso

tienden a mezclarse dado que ambos se encuentran sujetos al

ordenamiento de la tierra, donde por un lado existe un uso común

(vinculado a lo comunitario) al que todos tienen acceso y al mismo

tiempo la tierra pertenece al señor feudal, quien tiene potestad sobre

ella y sobre quienes la habitan. Esta mezcla de lo que es común a todos

y a la vez es de dominio del señor feudal, hace que los límites entre una

y otra categoría tiendan a ser difusos.

A su vez, el espacio público representativo constituye una etapa

posterior en la conformación histórica de las lógicas que definen lo que

es de interés común y aquello que compete a unos pocos de manera

exclusiva y como ambas categorías se expresan en lo social. Aquí el

énfasis está puesto justamente en la idea de representar una cierta

dignidad (la del rey como la suprema, de los caballeros, de los clérigos,

etc.) ante un público que observa, en un acto casi teatral que involucra

gestos, hábitos, modos de hacer y un tipo de retórica, mientras el lugar

de esa representación, o como lo llama Habermas el “emplazamiento”

(Habermas, 1981, 47), es en verdad secundario.

Y cómo no, el proyecto de la Ilustración, o como lo llamara Kant, “el

iluminismo” también levanto su propio modelo de “espacio público

burgués” a partir de una crítica radical al principio absolutista que

dominaba la política del siglo XVI en adelante. Aquí, una vez más se

escinden dos esferas en la construcción de lo político, donde la

capacidad crítica (en un principio al dominio político absoluto del

monarca) a partir del uso de la razón, genera la autonomía que permite

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Pabst 16

el paso de la minoría de edad –entiéndase en términos racionales- al

estado adulto, con capacidad de debatir en calidad de docto. De este

modo, las personas privadas se reúnen (en cafés, salones y clubes) para

expresar sus opiniones, constituyendo con ello esferas públicas, con un

carácter fuertemente letrado y discursivo.

Me atrevo a agregar que la acción (fundamentalmente en forma de

manifestación colectiva) en espacios públicos más bien materiales o

urbanos (calles, plazas, etc.) es la contraparte popular de esa esfera

pública burguesa, que surge como respuesta a las miserias de la

industrialización, en el contexto posterior de la llamada sociedad de

masas. Es decir, la idea de la sociabilidad atribuida a la dinámica de los

espacios públicos, donde el acceso es libre para todos, es una etapa

posterior a la génesis del espacio público burgués, dado que los espacios

de los cafés y los salones de ningún modo estaban abiertos a todos, sin

considerar el hecho de que los temas de interés común a debatir

estaban fuertemente marcados por una cultura letrada y de elite. Sin

embargo, no cabe duda que el modelo de espacio público burgués que

Habermas ha analizado y descrito en extenso es un referente

insoslayable y fundamental a la hora de buscar los pilares de esta

construcción social, más allá de las críticas al modelo, que no son

pocas2.

En definitiva, al principio y al final de esta diacronía se encuentran

sin duda los dos modelos canónicos de espacio público en la tradición

occidental: el modelo griego o helénico y el modelo burgués. Entre uno y

otro están las realidades de lo que los ciudadanos experimentamos a

diario como espacios públicos, desde la especificidad de los contextos,

2 Nancy Fraser, por ejemplo, ha problematizado varios supuestos de la mirada habermasiana sobre el espacio público burgués, que entre otros, “se basa en un número importante de exclusiones”, siendo la de género la más fuerte, deja de lado los espacios públicos “subalternos” y predetermina los temas de supuesto interés común según un criterio hegemónico. (Fraser, 98, 124, 126)

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Pabst 17

desde la tensión con los flujos y las redes, desde el arraigo de las

identidades y, por cierto, desde la transversalidad de la cultura.

La mirada al espacio público actual y su anunciada disolución son

la materia prima que esta investigación busca poner en discusión

extensa y por ello no es parte de la presente sinopsis.

Sin duda, las dos categorías de público y privado siguen teniendo

un rol ordenador fundamental en la construcción de nuestras

sociedades, aun cuando el peso y la función de una y otra categoría

haya ido transformándose a lo largo de los siglos.

En la democracia actual, el espacio público cobra una relevancia y

una centralidad indesmentibles, tanto en su dimensión discursiva o de

“esfera pública” y, sobre todo, y en esto se concentra esta investigación,

en su aspecto material, donde tienen cabida todo un abanico de

manifestaciones, usos, prácticas, etc., donde, a diferencia de épocas

anteriores, una buena parte de la vida colectiva transcurre en ese

espacio que esta abierto a todos. Jean-Marc Ferry lo ha planteado en

términos bastante simples: “El espacio público es consubstancial a la

existencia de la democracia. Su principio organizativo está vinculado

con la libertad de expresión” (Ferry, 1)

Queda en deuda un esfuerzo nonato por documentar, en esta

breve trayectoria con afán de diacronía, lo que han sido otras nociones

de espacio público fuera de la visión eurocentrada de la que el filósofo

alemán Jürgen Habermas da cuenta de manera parceladamente

exhaustiva. Sin duda hubiera sido interesante situarnos también en un

contexto cercano en lo geográfico y en lo cultural y que, de algún modo,

también contiene trazos donde rastrear nuestras ideas y

construcciones actuales. Me refiero a la posibilidad de indagar en la

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Pabst 18

idea de espacio público del mundo precolombino. Ciertamente, el cruce

entre esta visión –imaginada- y la que acabo de exponer, arrojarían

algo más sobre la manera en que, en nuestro contexto latinoamericano,

hemos ido construyendo lo social, hasta llegar al espacio público que

tenemos hoy.

1.3 La construcción del problema o lo que el ojo ve

El espacio público contemporáneo ha experimentado

transformaciones que nos llevan a hablar de una crisis de sus

principios básicos tanto en la perspectiva del modelo clásico (griego)

como en la del modelo moderno (burgués), nuestros dos grandes

referentes, que pese a sus diferencias, coinciden en una cierta lógica

argumentativa y de primacía de la razón, que faculta para la

participación de los ciudadanos debidamente informados (o

adecuadamente ilustrados) en la discusión de los asuntos que son de

interés común. En este contexto ideal, la política constituye el núcleo a

partir del cual la vida pública se ordena y en torno al cual se genera

esa participación ilustrada.

Sin embargo, este modelo ha experimentado sucesivos quiebres que

nos sitúan ante un espacio público fisurado, que ha perdido su potencia

de encuentro, debate, crítica y reflexión, donde la política ya no es un

elemento que convoca o representa, sino por el contrario, genera

desconfianza o desinterés.

Los individuos, en su calidad de ciudadanos transitan hacia un

creciente desencanto de la política, que no logra seducirlos como una

instancia que les permita ejercer una ciudadanía sustantiva y no

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Pabst 19

percibirla como puramente formal3, conceptual o jurídica. Un indicador

de ese desinterés se refleja en las votaciones: “En las naciones donde el

voto es voluntario más de la mitad de la población se abstiene en las

elecciones; donde es obligatorio, las encuestas revelan que un 30 a un

40% no sabe por quién votar una semana antes de los comicios” (García

Canclini, 1995, 28). En Chile, el aumento cuantitativo de la votación

nula, blanca y abstenciones entre las elecciones presidenciales de 1999

y las de 2005 es también sintomático. En el año 1999 la abstención fue

de 757.723 personas, en tanto que en el año 2005 esta cifra aumentó a

1.013.349 mil inscritos, según el informe de www.electoral.cl (visitada

en noviembre de 2007). A su vez, el desinterés es aún más evidente

entre los jóvenes, pues son más los que no están inscritos en los

registro electorales –un 80%- que los que si lo están con un 72%, según

información que publica El Mercurio on line (Emol). Entre las razones

que se argumentan para explicar la desmotivación encontramos que

"Está en contra de la clase política", "No se identifica con los partidos" o

"No cree que su voto importe".

La noción de participación ciudadana pareciera adquirir una

dimensión empírica (experimentable por los ciudadanos) casi

exclusivamente en el acto –prácticamente transformado en un puro

gesto- de votar, que claramente ha perdido relevancia. Según datos de

la Corporación Latinobarómetro, a través de un informe que publica

Emol, en Chile existe la percepción de que las elecciones “para el 40%

de la población no permiten cambiar las cosas para que sean mejor en

el futuro”. Vemos entonces, que este tipo de participación ciudadana a

través del voto también enfrenta el descrédito en amplios sectores de la

sociedad.

3 Conceptos desarrollados por Carlos Sojo en su artículo La noción de ciudadanía en el debate latinoamericano

Page 21: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 20

La política ya no es un referente que convoque a los ciudadanos, los

dos grandes relatos que funcionaban como principios ordenadores del

mundo, se desmoronaron junto con el Muro de Berlín y los partidos

políticos perdieron la potencia como representantes de demandas

colectivas. Como contraparte, surgieron una multiplicidad de

microrrelatos (ya no sólo desde la política) que buscan dar sentido y

cohesión social en un escenario de aguda fragmentación. Estas nuevas

narraciones buscan componer y/o reordenar la realidad social, ya no

desde lo épico o grandilocuente, sino desde las prácticas sociales más

bien cotidianas, aparentemente exentas del carácter de mitos

fundadores (el fútbol, las tribus urbanas, los innumerables movimientos

de resistencia a la globalización, las causas étnicas, ambientales, etc.).

A ello se suma la crisis del espacio público o lo que el británico

Richard Sennett ha llamado “el declive del hombre público”4 para

caracterizar, por un lado el vaciamiento de los espacios públicos de

ciudadanos, que se recluyen cada vez más en la intimidad de sus

hogares, utilizando la ciudad sólo para el movimiento o flujo cada vez

más rápido y eficiente.

Por otro lado, se agrega la privatización progresiva de los espacios

que solían pertenecer al dominio público (bordes costeros, calles,

pasajes, los malls como figura controversial entre lo público y lo

privado, etc.). En definitiva, se trata de un cambio fundamental en las

relaciones entre lo público y lo privado, donde lo público, tanto en su

dimensión material como en su dimensión discursiva, cede espacio a la

privatización, mientras, de manera paralela, en el espacio público

medial, lo privado (incluso íntimo en no pocas ocasiones) se expone

públicamente, desconociendo los límites de un pudor ya extraviado en

4 Esta idea es desarrollada por Sennett en el libro que lleva justamente el nombre de El declive del hombre público.

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Pabst 21

las redes de la plataforma mediática.

Son justamente los medios, junto con los dispositivos tecnológicos

que permiten el flujo permanente, ilimitado y en tiempo real de

información, servicios, comunicaciones, intercambios de todo tipo, etc.,

los que han contribuido a que los ciudadanos tiendan a recluirse cada

vez más en el espacio privado de sus hogares, abandonando con ello los

espacios públicos de encuentro y sociabilidad tan clásicos desde el

ágora en la polis griega.

Adicionalmente, nuestras ciudades, muchas de ellas en camino de

convertirse en megalópolis5 donde el tejido social se haya

profundamente disperso y fragmentado, enfrentan también los procesos

de cambio global, atomizándose y generando nuevos modos de segregar,

con la instalación de barrios cercados, condominios televigilados,

construyendo un imaginario social donde el espacio público es un

territorio de alta peligrosidad y, por lo tanto, un lugar que hay que

abandonar en pos de la transitoria seguridad de nuestros hogares.

Esta es la manera en como ha ido articulándose, en nuestras

sociedades, el estar juntos, en ciudades que han ido perdiendo sus

espacios públicos, en pos de espacios de tránsito y circulación, o bien,

de espacios que se han ido amurallando y enrejando para separar y

resguardar una privacidad acechada por la paranoia de la inseguridad

ciudadana, la ciudad de los medios (que nos informan desde el

amanecer acerca del estado de las cosas en la polis), pero también como

sugiere García Canclini, “la ciudad de los miedos” (García Canclini,

5 En el libro Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des)orden mundial compilado por Paticio Navia y Marc Zimmerman, García Canclini nos informa que según proyecciones de las Naciones Unidas para el 2015 habrá 33 megaciudades, en tanto en 1970 había once y en 1950, sólo dos (Nueva York y Londres). En la actualidad, están en la lista de megaciudades Los Ángeles, México, Paris, Moscú, Sao Paulo, Tokio y Buenos Aires.

Page 23: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 22

2004, 71).

Lo público y lo privado se reconfiguran hasta entrelazarse y

confundirse, la vivencia del espacio público se ha reducido como nunca

antes, la interacción social debe ser evitada para protegernos de los

riesgos que representa el otro en este singular estar juntos, las plazas y

espacios de encuentro escasean en tanto proliferan las grandes

carreteras y las vías expeditas, la sociabilidad que posibilita el

encuentro es desplazada por la noción de conectividad, que se vuelve

central, de acuerdo al análisis que plantea Jesús Martín-Barbero:

“La verdadera preocupación de los urbanistas no será por tanto que los ciudadanos se encuentren sino que circulen, porque ya no se les quiere reunidos sino conectados. De ahí que no se construyan plazas ni se permitan recovecos, y lo que allí se pierda poco importa pues en la “sociedad de la información” lo que interesa es la ganancia en la velocidad de circulación” (Martín-Barbero, 2004, 75)

En este escenario de vaciamiento y privatización de los espacios

públicos ciudadanos, de empobrecimiento de las relaciones sociales,

donde la experiencia del espacio público es reemplazada y reducida a la

experiencia doméstica, donde los medios electrónicos y las tecnologías

informacionales nos llevan a permanecer recluidos observando el ágora

mediática que a modo de simulacro nos entrega la televisión, en esta

desafección por los referentes políticos, cabe preguntarnos qué nuevos

referentes son capaces de convocar el interés ciudadano, qué prácticas

tienen la facultad de recuperar los espacios públicos para el uso

ciudadano, qué componentes de la cultura (ya no de la política) tienen

la fuerza para hacer salir a los ciudadanos de sus espacios privados y

recuperar la riqueza y multiplicidad de la experiencia social que genera

el habitar nuestros espacios públicos.

Page 24: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 23

Del ejercicio de la contemplación de la ciudad y sus espacios como

práctica cotidiana, intuitiva y no estrictamente sistematizada, pero

igualmente fructífera, surge la idea de que el arte que se instala en el

espacio público tiene, como componente de la cultura, una potencia de

convocatoria, encuentro y reflexión sobre los sentidos sociales que no

ha sido del todo explorada.

Page 25: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 24

II. Consideraciones teóricas

En el intento por situar la investigación dentro de unos márgenes

conceptuales reconocibles y de proveerla de un soporte argumental

que permita entender, hacer coherente y a la vez cohesionar el

discurso que aquí se viene presentando, propongo tomar los aportes

teóricos de las páginas que siguen, como una carta de navegación que,

espero, ayude a llegar al objetivo trazado.

Esto implica mirar estos aportes no como verdades permanentes o

incuestionables sino como fragmentos de un saber en construcción, y

ya que hablamos de cultura en su sentido amplio y en una mirada

contemporánea, partes de un reciclaje cognitivo, que toma elementos

de diferentes investigaciones y/o aproximaciones a la realidad y los re-

utiliza para construir otro trozo de un nuevo fragmento...

Partiré por referenciar de manera bien amplia los fenómenos que

quiere abordar esta investigación. El lugar donde están contenidos, es lo

que Ariel Français denomina el Estado moderno, donde está implícito el

concepto de nación, “entendido como la colectividad forjada por la

Historia y determinada a compartir un futuro común, la cual es

soberana y constituye la única fuente de legitimidad política” (Français,

1) y de manera más específica, el fenómeno que se conoce como la crisis

del Estado-Nación.

Esta situación, a su vez forma parte de un fenómeno de mayor

envergadura como es la crisis de la Modernidad o del Proyecto Moderno,

que nos arroja en un nuevo escenario, la postmodernidad, donde

experimentamos la fragmentación de la experiencia social, la

Page 26: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 25

participación creciente en el mercado mundial y la desterritorialización

de la cultura, entre otros indicadores cuyo punto de inicio es el término

de los grandes Metarrelatos como referentes que otorgaban sentido a la

vida social.

Para José Bengoa “La caída del muro de Berlín va a ser vista

quizá por los historiadores como el último instante de la modernidad, de

las sociedades construidas como voluntad, como expresión racional de

la libertad” (Bengoa, 20). A partir de ese instante, se modifica de manera

radical el modo de otorgar significado a los elementos de nuestra

cultura, puesto que los grandes discursos generadores de sentido han

perdido validez.

Entonces ya no interesan los grandes relatos, sino las pequeñas

historias, como lo constata Jesús Ibáñez en el prólogo al libro de

Maffesoli: “Por qué interesan más los chismes sobre Juan Luis Guerra

que los discursos de los líderes políticos. Porque los primeros producen

cohesión social y los segundos no” (tomado de Maffesoli, 5).

Si bien la discusión erudita o académica sobre estos temas no

será abordada en extenso en este trabajo, el hecho de anunciar como

marcos la crisis del estado-nación como la del proyecto moderno, nos

permiten mapear preliminarmente el territorio de exploración. Los que

sigue son las diversas consideraciones teóricas que han servido de

fundamento, agrupadas en tres secciones de acuerdo a las temáticas

que atraviesan la búsqueda: espacio público, ciudadanía y arte.

Page 27: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 26

2.1 El espacio público contemporáneo: pérdida del ideal y estrategias de recuperación

Pocas dudas caben que la mirada analítica del filósofo alemán

Jürgen Habermas sobre el espacio público es paradigmática a la hora

de entender esta construcción social donde los ciudadanos debaten y

deciden sobre los asuntos de interés colectivo. Sin embargo, y de

acuerdo a lo que plantean autores como Richard Sennett, Néstor García

Canclini, Jesús Martín-Barbero, Jordi Borja y varios otros que en este

trabajo son citados, se requieren nuevos elementos de análisis para

explorar la actual “geografía” del espacio público.

Como quedó señalado, esta instancia surgió en el siglo XVIII en

países como Alemania y Francia en los ámbitos ilustrados y, por lo

mismo, estaba restringido a quienes estaban iniciados en la cultura

letrada y, por lo tanto, podían participar de la crítica racional y

“comprender lo social desde las reglas comunicativas de la escritura”

(García Canclini, 1995, 22).

Luego, aquellos sectores que quedaban excluidos de la esfera

pública (mujeres, campesinos, obreros, negros, etc.) eran considerados

“como virtuales ciudadanos que podían irse incorporando a las

deliberaciones sobre el interés común en la medida en que se educaran

en la cultura letrada” (García Canclini, 1995, 22).

Cabe señalar que esta es la mirada idealizada de un espacio

único y letrado, como el propio Habermas lo ha reconocido: “mi excesiva

estilización de la publicidad burguesa conduce a una idealización

injustificada, y no sólo a una sobrestimación de los aspectos racionales

de una comunicación pública mediada por lecturas y focalizada en

conversaciones. No es correcto hablar del público en singular”

Page 28: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 27

(Habermas, 1981, 5). Se trata de una revisión de Habermas a su propia

obra hecha con posterioridad a sus primeras ediciones.

Según nos instruye García Canclini, otros autores clásicos como

Antonio Gramsci y Mijaíl Bajtín han reconocido la existencia de “una

esfera pública plebeya” (sic) de carácter informal, que escapa al énfasis

supremo en lo letrado y escritural del espacio público habermasiano y

que se expresa a través de “comunicaciones orales y visuales más que

escritas” (García Canclini, 1995, 22). No es un misterio que la primacía

de lo letrado generó ciertas relaciones de poder, ya que su rol

hegemónico sobre toda otra práctica social quedó instalado y, en gran

medida, sacralizado. Tanto ha sido así en términos históricos, que desde

el inicio de las ciudades latinoamericanas es posible distinguir que

“quedaron nítidamente separadas dos lenguas. Una fue pública y de

aparato (…) La otra fue la popular y cotidiana.” (Rama, 4). Y desde esas

lógicas las ciudades fueron teniendo espacios de inclusión y de

segregación, ya desde lo discursivo.

Una revisión de las maneras de abordar el espacio público

contemporáneo permitirá arrojar algo más de luz sobre este tema en su

dimensión material y a la vez como construcción social. Cabe señalar,

en este punto, una distinción fundamental para este trabajo entre

esfera pública en la perspectiva habermasiana, entendida como “el foro

de las sociedades modernas donde se lleva a cabo la participación

política a través del habla” (Ferry, tomado de Fraser, 97) y espacio

público, entendido como un espacio material o físico de interacción

social, de comunicación (desde la diversidad de hablas posibles), de

(des) encuentro ciudadano en un contexto urbano.

Para el urbanista catalán Jordi Borja “la ciudad es ante todo un

espacio público, un lugar abierto y significante en el que confluyen todo

Page 29: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 28

tipo de flujos”, al mismo tiempo que “una realidad histórico-geográfica,

sociocultural, incluso política, una concentración humana y diversa,

dotada de identidad o de pautas comunes” (Borja, 2003, 21). Esto la

vuelve objeto de estudios para sociólogos y, últimamente, para

antropólogos, sumado a que en la actualidad, en América Latina, por

ejemplo, un setenta por ciento de las personas viven en espacios

urbanos (García Canclini, 1997, 2).

La diversidad cultural, étnica y social que existe en la ciudad

permite entenderla como un espacio público donde confluyen los más

variados imaginarios personales y colectivos, aún cuando “la

planificación macrosocial, la estandarización inmobiliaria y vial, y en

general el desarrollo unificado del mercado capitalista tienden a hacer

de las ciudades dispositivos de homogenización” (García Canclini, 1997,

4).

La ciudad es también vista como el espacio en el cual la

participación ciudadana se vuelve posible y es allí donde se hace viable

“revertir parcialmente esta tendencia al enclaustramiento en lo privado

de la mayoría” (García Canclini, 1997, 6) y revitalizar así su vocación

pública. En efecto, “cuando los Estados-Nación pierden capacidad de

movilizar al pueblo, las ciudades resurgen como escenarios estratégicos

para el avance de nuevas formas de ciudadanía con referentes más

“concretos” y manejables que los de las abstracciones nacionales”

(García Canclini, 1997, 6).

Esta concreción que tiene el espacio público urbano, si bien no se

opone al ideal letrado de esfera pública como instancia de debate

racional, si permite materializar la idea “accesible a todos” que es

determinante en la noción de lo público y que en la concepción de esfera

pública queda relativizada por el requisito de lo letrado.

Page 30: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 29

La importancia de mirar el espacio público urbano radica en la

necesidad de reconocer las prácticas sociales que allí tienen lugar y que

se relacionan con los cambios que vienen aconteciendo, donde lo local

comienza a tomar fuerza frente a una globalización penetrante, pues los

territorios son fundamentales en la construcción de las identidades

(Castells, 1999, 5) y de los sentidos sociales.

Otra razón para poner la atención en el espacio público urbano es

la puesta en valor de lo que el sociólogo Michel Maffesoli ha llamado “El

pensamiento de la plaza pública”, es decir justamente las prácticas

cotidianas, el conocimiento no erudito, la sabiduría de la calle, por

llamarle de un modo poco académico para los académicos, todo aquello

que por siglos ha sido denostado y, de algún modo marginalizado desde

la academia, lo cual es relevante si consideramos que es en estos

espacios cotidianos que se están forjando los nuevos modos de vivir

juntos: “si existe desafección respecto de las ideologías verticales y

lejanas es porque estamos asistiendo al nacimiento de una

multiplicidad de ideologías vividas día a día y que descansan en valores

próximos. Vivencia y proxemia” (Maffesoli, 274).

Así, respecto a la vivencia del espacio público, parecieran co-existir

dos fuerzas disímiles. Por un lado, la que señala Maffesoli, la

retribalización de la cultura, que se sustenta en una suerte de

“comunidad emocional”, impulsada por nuevas formas de cohesión

social en torno construcciones cotidianas, comunes y hasta pedestres.

“Las grandes características atribuidas a estas comunidades

emocionales son el aspecto efímero, la “composición cambiante”, la

inscripción local, la “ausencia de organización” y la estructura

cotidiana” (Maffesoli, 38).

Por otro lado, se instala una suerte de devastación en el espacio

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Pabst 30

que se ha constituido en epicentro de la sociabilidad. “La eliminación

del espacio público viviente está relacionada con una idea aún más

perversa: la de volver al espacio contingente para el movimiento”

(Sennett, 23). Tal como lo plantea Marc Augè, la ciudad como mero

espacio para el flujo y no para la permanencia, genera lógicas donde los

vínculos y la textura de las relaciones sociales no perduran, en

contraste con lo que ocurre en los lugares, donde se tejen relaciones

sociales. “Como los lugares antropológicos crean lo social orgánico, los

no lugares crean la contractualidad solitaria” (Augè, 98). Esta idea es

reafirmada por Martín-Barbero con su concepto de des-centramiento de

la ciudad, donde los lugares tradicionales que funcionaban como centro

de encuentro, fundamentalmente las plazas pierden su valor, debido a

la fuerte tendencia a privilegiar “las avenidas rectas y diagonales, en su

capacidad de operativizar enlaces, conexiones de flujo, versus la

intensidad del encuentro y la peligrosidad de la aglomeración que

posibilita la plaza” (Martín-Barbero, 2004, 76).

La noción de “lugares” y “no lugares” introducida por Augè nos hace

evidente el tipo de sociabilidad que esta prevaleciendo en nuestras

sociedades, marcada por la prescindencia de los códigos identitarios y

fundada simplemente en anónimos e impersonales textos informativos.

El contraste entre estos dos modos de habitar los espacios públicos ha

sido graficado agudamente por Martín-Barbero al comparar las lógicas

de relaciones que se dan en un supermercado y en una feria o mercado:

“Vender o comprar en la plaza de mercado es enredarse en una relación que exige hablar. Donde mientras el hombre vende, la mujer a su lado amamanta al hijo, y si el comprador le deja, le contará lo malo que fue su último parto. Es una comunicación que arranca de la expresividad del espacio (…) a través de la cual el vendedor nos habla de su vida, y llega hasta el regateo, que es posibilidad y exigencia de diálogo. En contraste, usted puede hacer todas sus compras en el

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Pabst 31

supermercado sin hablar con nadie, sin ser interpelado por nadie, sin salir del narcisismo especular que lo lleva de unos objetos a otros, de unas marcas a otras. En el supermercado sólo hay la información que le transmite el empaque o la publicidad” (Martín-Barbero, 2004, 79)

Esta crisis del espacio público ha sido diagnosticada de manera

radical desde hace por lo menos unos treinta años6, ya en los setentas

Sennett sentenciaba:

“Así como en los tiempos romanos, actualmente la participación en la res pública es demasiado a menudo una cuestión de seguir adelante, y los foros para esta vida pública, como la ciudad, se encuentran en estado de descomposición” (Sennett, 12)

A su vez, en los noventas esta visión se agudiza hasta llegar a

hablar de la muerte del espacio público, o incluso más, se discute

acerca de “la muerte de todo lo que tiene una especificidad espacial

porque ya vivimos todos en un universo telemático y en una

organización de redes telecomunicadas” (Castells, 1998, 1). Esta

situación se vincula claramente con el fenómeno de desterritorialización

de la cultura del que habla García Canclini o de lo que el propio Castells

ha llamado la ciudad informacional, donde los vínculos reales de los

sujetos sociales se minimizan en pos del flujo y la velocidad y dónde las

costumbres, los ritos, las tradiciones, etc., pierden especificidad

territorial al instalarse en cualquier lugar del planeta o al ser

reformulados por culturas distintas o incluso al convertirse en

productos de mercado a través de las industrias culturales, que se han

convertido en el nicho predilecto para ello.

Paralelamente, como un síntoma más de la gravedad de la patología

que aqueja al espacio público, producto del crecimiento desrregulado y 6 La obra paradigmática en este sentido es la de Richard Sennett, que fue editada por primera vez en español en 1978, en tanto la versión original en inglés es de 1974.

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caótico que experimentan las ciudades y dada la permanente sensación

de inseguridad que esto genera, los sujetos se recluyen en la privacidad

de sus hogares, que se han ido llenando de rejas, mientras los espacios

tradicionales de encuentro clausuran el ingreso público para convertirse

en recintos privados (pasajes, calles, barrios).

“Una cultura de la protección sobrevigilada se alía con nuevas reglas de distinción para privatizar espacios públicos y separar más abruptamente que en el pasado a los sectores sociales. El imaginario se vuelve hacia el interior, rechaza la calle, fija normas cada vez más rígidas de inclusión y exclusión”. (García Canclini, 2004, 70)

Todas estas lógicas postmodernas en que se estructuran las

relaciones sociales, los cambios acontecidos en las dimensiones espacio-

tiempo: la irrelevancia de los espacios de sociabilidad real frente al

protagonismo que ganan a diario los espacios de relaciones virtuales,

sumado a la inmediatez de los intercambios globales (siempre en

“tiempo real”) que nos hacen vivir un presente perpetuo, nos llevan, en

definitiva, a perder de vista la importancia del encuentro en la

espacialidad social, de los vínculos fundadores de toda sociedad, de lo

colectivo. Y la publicidad, a través de los medios, por cierto contribuyen

a fraguar la imagen de sujetos capaces de realizar las acciones

relevantes de sus vidas (todas siempre vinculadas al consumo) desde la

seguridad y efectividad de sus laptops, sin necesidad de salir de su

privacidad al peligro de la calle y los espacios abiertos a todos.

Paradójicamente, lo público se ha trasladado hacia el mundo privado,

hacia el living y las habitaciones de la casa, “hoy son los medios

masivos, y en modo decisivo la televisión, el equivalente de la antigua

ágora: el escenario por antonomasia de la cosa pública” (Martín-

Barbero, 2004, 81). De manera inversa, lo privado y hasta íntimo es

expuesto descarnadamente en lo público a través de los mismos medios,

que se reproducen unos a otros hasta el vértigo.

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Pabst 33

En este escenario de lógicas invertidas en torno a lo público y lo

privado, existen fenómenos que se vinculan directamente a los espacios

y a los territorios que es preciso examinar.

En este sentido, es relevante considerar la dimensión socio-cultural

que posee el espacio público, dado que es un lugar donde se producen

relaciones, intercambios, identificaciones, conflictos sociales, fenómenos

“de contacto entre las gentes, de animación urbana, a veces de

expresión comunitaria” (Borja, 1998, 2), que se van traduciendo en la

construcción, reafirmación o, en algunos casos, transformación de las

identidades. Esto lo corrobora incluso uno de los máximos teóricos de la

globalización: “lo local y los lugares se convierten cada vez más en

trincheras de identidad. Frente a la disolución general de identidades en

el mundo instrumental de los flujos, el espacio de los lugares se

constituye como expresión de identidad” (Castells, 1998, 1), lo cual nos

incita también a mirar el espacio público como un lugar de creación de

cultura (siempre en su sentido amplio), de maneras de hacer y de

formas de uso, pues, en definitiva, es el uso de un espacio el que

determina su estatuto de lugar (para la permanencia, el mero flujo, la

sociabilidad, el intercambio, etc.)

Hay ciertas prácticas sociales para las que el espacio público

resulta indispensable. Este es el caso del proceso de socialización de los

niños y los pobres, y también de los que recién llegan a una ciudad.

Quienes enfrentan una situación de vulnerabilidad (carencia de un

hogar, de una fuente laboral, etc.) sin duda encuentran en el espacio

público algunos referentes, un contexto social que ofrece ciertas claves

de relación y de comportamiento.

Así mismo, el espacio público es capaz de constituirse en una

instancia de integración social importante, donde confluyan las

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Pabst 34

diversidades del entorno y se configuren todo tipo de relaciones sociales.

2.1.1 Las maneras de estar-juntos

El paso de la comunidad a la sociedad que plantea la teoría

sociológica de Ferdinand Tonnies, implica también el paso de un modo

de estar-juntos basado en la voluntad, donde los nexos sociales “son

intensos, tienen valor intrínseco y no dependen de ningún propósito

exterior y ulterior a ellos mismos” (Gurney y Aguirre, 149), a un modo

donde impera la voluntad racional motivada por fines exteriores y donde

el grupo es percibido como una construcción artificial.

Este paso genera nostalgia en los sujetos: “La ruptura con la

comunidad dejó un hueco, un vacío de sentido. La sociedad, entendida

como sociabilidad moderna, es incapaz de resolver este problema de la

cultura” (Bengoa, 19), y la racionalidad política ya no sirve para llenar

ese abismo. En efecto, “Ya no es la política, el futuro, la vida en

sociedad lo que puede entusiasmar a las personas a vivir”, más bien

adquieren sentido “los lazos primigenios por encima de las razones que

podrían mostrar la conveniencia de abolir las comunidades” (Bengoa,

19).

Las miradas se vuelven entonces hacia lo próximo, lo cotidiano, los

relatos mínimos, eso que Maffesoli, como hemos visto, llama “el

pensamiento de la plaza pública”, el “conocimiento ordinario” o “sentido

común” que la cultura erudita desprecia porque no está en la “lógica del

deber ser”, que privilegia “lo lejano, lo normativo, la elaboración de la ley

general” (Maffesoli, 275). Luego la sociabilidad racionalizada se

sustituye por un modo distinto sociabilidad más bien empática y

espontánea, una orientación hacia el otro que genera lo que Maffesoli

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Pabst 35

llama “comunidad emocional” aludiendo a un término acuñado por Max

Weber.

Lo emocional es hoy un elemento articulador de un estar-juntos

que gira en torno a dos polos: permanencia e inestabilidad (el

neotribalismo que observa Maffesoli), la construcción de un nosotros

que se levanta fuertemente en lo que este sociólogo de la vida cotidiana

llama “la potencia de la proxemia”, que otorga intensidad al hecho

mismo de la comunión, pero que puede ser perfectamente efímero.

Así, “la comunidad se caracterizará menos por un proyecto

orientado hacia el futuro que por la realización in actu de la pulsión por

estar-juntos. Haciendo referencia a expresiones de la vida corriente se

puede decir que cosas como darse calor, darse codazos, rozarse

mutuamente…, pueden ser tal vez el fundamento más simple de la ética

comunitaria” (Maffesoli, 45).

Una vez más, a riesgo de parecer reiterativa, lo que queda en

evidencia es que la instrumentalidad racional está al margen de una

gran parte de la experiencia social y no logra sostenerse como punto de

referencia. La cultura, entendida como una basta y diversa construcción

simbólica y material, se vislumbra como capaz de proporcionar nuevos

referentes al estar-juntos “y que actualmente está en trance de

imponerse al enfoque económico-político” (Maffesoli, 21).

A la pregunta de Jesús Martín-Barbero sobre “¿qué convoca hoy a

la gente a juntarse, qué imaginarios hacen de aglutinante y en qué se

apoyan los reconocimientos?” (Martín-Barbero, 2004, 77) podemos

intentar responder desde los distintos lugares que nos permiten

construir sentidos, ya que “el alma y el cuerpo, el espíritu y la materia,

el imaginario y la economía, la ideología y la producción –la lista podría

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Pabst 36

seguir alargándose- ya no se oponen de manera estricta” (Maffesoli, 42).

La distancia “entre los campos científicos o artístico y la vida

cotidiana” (García Canclini, 1990, 33) o “la lógica binaria de la

separación que ha prevalecido en todos los ámbitos no puede seguir

aplicándose como tal” (Maffesoli, 42). El estar -juntos tiene hoy

innumerables maneras de estructurarse, sobretodo en la vivencia

común, en espacios de comunidad que se articulan por afectos y

proxemias, más que por lejanas ideologías.

2.2 Miradas a la ciudadanía

El Estado ha figurado en el centro de la concepción de ciudadanía

como el ente generador de dicho estatus, cuyos derechos y deberes

aparecen delimitados en la carta constitucional. Este “conjunto de

individuos abarcados en una comunidad histórico-territorial” (Sojo, 26)

se constituye principalmente a partir de la noción del otro, del que está

fuera de esa comunidad. Así, el Estado construye un referente

identitario común a partir de una cultura dominante, donde las

diversidades (étnicas, religiosas, culturales) quedan subsumidas en un

denominador común donde se identifica comunidad ciudadana con

nación.

Sin embargo, no esta demás recomponer la lógica que tenía

originalmente el concepto de ciudadanía, en cuanto a que hacía

referencia a los habitantes permanentes de la ciudad y que fue a partir

del siglo XVIII y fundamentalmente del XIX que la ciudadanía se fue

ligando al Estado-Nación. En ese marco político-jurídico, ciertamente,

“su origen ciudadano casi se ha olvidado” (Borja, 1998, 9).

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Pabst 37

Luego la noción ciudadanía se desglosa, según la distinción clásica

realizada en la post-guerra por el sociólogo británico Thomas Marshall,

en tres elementos que guardan algún desarrollo secuencial y que se

articulan en torno a derechos en los ámbitos civil (relativo a la libertad

individual), político (la participación en el ejercicio del poder; elegir y ser

elegido) y social (derecho al bienestar) (tomado de Sojo, 27, 28).

Esta mirada de la ciudadanía se levanta como una reacción frente

al liberalismo extremo de mediados del siglo XX, que desconoce la

legitimidad del Estado para regular las relaciones entre las personas y el

mercado.

Distintos autores posteriores a Marshall han ido más allá en la

noción de ciudadanía, distinguiendo entre una ciudadanía formal, que

implica ser miembro de un Estado-Nación y ciudadanía sustantiva, que

involucra no sólo el poseer derechos sino tener la capacidad real de

ejercerlos. Esto debido a que el aspecto formal de la ciudadanía se

vuelve problemático si pensamos, por ejemplo, en fenómenos habituales

como las migraciones, donde sectores importantes de la población

mundial quedan desprotegidos pues no poseen el estatus de ciudadanos

formales.

En la perspectiva de la ciudadanía formal, que parece ser la que ha

prevalecido en nuestras sociedades, el voto es el indicador o referente

consagrado para hablar de ciudadanía, ante lo cual cabe preguntarse

junto con Borja “¿El 50 por ciento de los habitantes de la mayoría de las

ciudades norteamericanas que nunca vota ejercen de ciudadanos?”

(Borja, 2003, 25). Ciertamente cabe actualizar la noción de ciudadanía,

integrando nuevos fenómenos y realidades.

En el actual contexto de globalización, entendida como la capacidad

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Pabst 38

del mercado de “funcionar como unidad en tiempo real a escala

planetaria”, a través de “un sistema tecnológico de sistemas de

información, telecomunicaciones y transporte, que ha articulado todo el

planeta en una red de flujos” (Castells, 1999, 5), la ciudadanía empieza

a ser entendida bajo otros referentes distintos al Estado-Nación.

En esta perspectiva, García Canclini propone mirar la ciudadanía

desde el consumo, ya que al parecer “lo único accesible son los bienes y

mensajes que llegan a nuestra propia casa y usamos “como nos parece””

(García Canclini, 1995, 47), frente a lo inalcanzable de las instancias

globales desde las cuales se planifican hoy las sociedades.

Lo nacional ha perdido significado en la transnacionalización de la

cultura y la desterritorialización de las identidades, lo cual ha generado

nuevas prácticas sociales y referentes de pertenencia que sacuden la

noción formal de ciudadanía, pues “más que como valores abstractos,

los derechos importan como algo que se construye y cambia en relación

con prácticas y discursos” (García Canclini, 1995, 20).

Lo anterior nos lleva a la comprensión lo que una sociedad entiende

como derechos de ciudadanía está determinado fuertemente por la

acción social efectiva en un contexto particular, más que por la

actividad normativa del Estado.

Son los ciudadanos los llamados a ejercer y construir la ciudadanía,

lo cual, en opinión de Carlos Sojo es “el único camino para hacer frente

a un escenario futuro que parece privilegiar siempre el crecimiento de

las empresas por sobre el bienestar de las personas” (Sojo, 33). En este

escenario de mercado global, los Estados tienen poca o ninguna

capacidad de modificar situaciones de desigualdad.

Page 40: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 39

El mismo Sojo, menciona un aporte crucial realizado por Touraine

para entender la importancia de la construcción del concepto de

ciudadanía y es que ella le otorga a la democracia un sentido concreto,

experienciable por los sujetos en su cotidianeidad, lo cual concuerda

con la relevancia que otorga Canclini a las prácticas sociales.

Puesto que el Estado no alcanza hoy a ser el marco referencial

único de la ciudadanía, han surgido demandas que reclaman una

diversidad de derechos, con lo que la noción de ciudadanía se fragmenta

en “la existencia de una ciudadanía cultural, y también de una

ciudadanía racial, otra de género, otra ecológica, y así podemos seguir

despedazando la ciudadanía en una multiplicidad infinita de

reivindicaciones” (García Canclini, 1995, 21).

Retomando el consumo como referente de la ciudadanía propuesto

por García Canclini, cabe entenderlo no sólo como algo “privado,

atomizado y pasivo” (Appadurai, tomado de García Canclini, 1995, 49),

sino como un fenómeno predominantemente social que permite

descubrir lógicas de pertenencias, prácticas socioculturales, deseos que

se convierten en demandas, etc., y que articulan un modo de ser

ciudadanos que, una vez más pone en evidencia que son los sujetos los

principales actores de un concepto integral de ciudadanía y que esta se

construye hoy en, a lo menos, dos planos que se atraviesan de manera

constante: por un lado lo nacional y por otro lo transnacional (a eso

habría que sumar la ciudad y lo local).

En definitiva, es preciso reconocer que la ciudadanía es un proceso

en permanente modificación de acuerdo a las condiciones externas o

que, como lo plantea Sojo, involucra “la plasticidad de los derechos y su

posibilidad de instalarse en una lógica incrementalista” (Sojo, 33).

Page 41: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 40

Retomando la lógica que designó la ciudadanía hasta el siglo XIX,

Jordi Borja plantea que es factible repensar el vínculo entre ciudadanía

y ciudad, dada “La reducción de la soberanía del Estado-Nación por la

globalización de la economía y la creación de políticas supraestatales”

(Borja, 1998, 9). Por otro lado, los crecientes fenómenos de migración

también tenderían a reforzar este vínculo, ya que al no reconocérseles a

los inmigrantes un estatus ciudadano desde el Estado y al ser las

ciudades el espacio que los acoge, no es descabellado pensar

nuevamente la ciudadanía en esta dirección.

Al mirar la ciudadanía en esa perspectiva, más bien vinculada al

territorio, se vuelve más concreta que la abstracción a la que nos

circunscribe el Estado y permite ser incrementada orgánicamente de

acuerdo a las distintas maneras de vivirla. Borja ha intentado elaborar

una ampliación de los derechos de la ciudadanía, enumeraré algunos de

los que el autor menciona: derecho al espacio público y a la

monumentalidad, derecho a la identidad colectiva dentro de la ciudad,

derecho a la belleza, derecho a la movilidad y a la accesibilidad, derecho

a la ciudad como refugio, derecho a la ilegalidad (Borja, 2000, 13).

Estas visiones de la ciudadanía nos permiten entender que se trata

de una conquista que se reinventa y actualiza de manera permanente,

que no esta clausurada ni se agota en el acto de depositar un papel en

una urna de votación. La ciudadanía se construye a diario en el propio

ejercicio del ciudadano en su contexto más próximo y no ya tan sólo en

la abstracción institucionalizada de derechos y deberes.

2.3 La incorporación del arte a la espacialidad social

Partamos por enunciar que el arte es un sistema en el que

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Pabst 41

confluyen y se relacionan tres componentes fundamentales: artista o

creador, obra de arte y espectador o público. Si alguno de estos

elementos no está presente, se podría afirmar que no existe el arte en su

completitud, según lo expresa la artista visual y académica de la

Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Voluspa

Jarpa.

Si nos remontamos a una definición clásica en la tradición del

pensamiento occidental, debemos recurrir nuevamente a los griegos, si

bien en la contemporaneidad es complejo establecer los parámetros del

arte, sobre todo cuando la propia producción artística es la que se

pregunta, a través de las obras mismas, qué es el arte.

Decíamos que desde los griegos se han acuñado ciertos conceptos

para referirnos a lo artístico. Mimesis es uno de ellos; imitación,

entendida como:

“una operación que (…) elabora un nuevo tipo de realidad (la obra) que guarda relaciones de dependencia y derivación respecto de la original, sea que se trate del “parecido” entre el producto y su modelo, sea que se trate de la analogía entre el proceso artístico y el devenir natural (esta última es la base del concepto de “creación”).” (Oyarzún, 7)

Esta noción ha tenido enormes resonancias a lo largo de la historia

occidental y se ha mantenido por siglos como explicación del fenómeno

del arte en general, sólo en el renacimiento se cuestionó la idea de que

el arte se limitaba a copiar la realidad y se determinó que más bien se

trataba de la imitación de ciertas formas ideales. Ciertamente hablamos

de categorías europeas.

Y es, nuevamente, en el siglo XVIII que se produce un vuelco en el

viejo continente, y el concepto de imitación es francamente objetado

Page 43: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 42

como principio fundador para entender el arte. En adelante el arte será

visto como la expresión de subjetividad “de una manera u otra

privilegiada, que plasma sus impresiones, experiencias y sentimientos

en un producto caracterizado precisamente por su aptitud para acoger y

comunicar tales eventos anímicos” (Oyarzún, 7).

Así, la noción de mimesis y la de expresión de subjetividades han

prevalecido históricamente (la primera por más tiempo que la segunda)

ante la pregunta de ¿qué es el arte?

Otro concepto vinculado es, sin duda, el de estética, que igualmente

proviene del griego aísthçsis, cuyo significado es sensación, percepción,

conocimiento a la vez que objeto de la percepción. Esta idea relacionada

a los sentidos y a la relación sensorial con el mundo ha permanecido

estable por siglos. Es el filósofo alemán Alexander Gottlieb Baumgarten

quien, en el siglo XVII, la convierte en disciplina con estatutos y

legalidad propios al concebirla como la “ciencia del conocimiento

sensible” que abre el camino hacia una valoración de la subjetividad.

En este ámbito el pensamiento de Immanuel Kant también aparece

como fundamental y es considerado por algunos autores como el más

importante teórico de la estética del siglo XVIII. Sus observaciones

permitieron entender que:

“El juicio estético no puede ser dictado a partir de reglas fijas y que expresa una actividad reflexiva libre de la imposición de los conceptos, del discurso demostrativo (la ciencia) o perceptivo (la moral), provista de su propia legalidad, y que precisamente en virtud de esa libertad y de la dichosa coherencia que descubre en el mundo (…) es acompañada de un sentimiento de placer” (Oyarzún, 6)

En definitiva, ha quedado establecido, al menos desde la

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Pabst 43

modernidad en adelante, que el arte posee autonomía frente a los

distintos ámbitos del conocimiento (la ciencia) y de la praxis (la moral,

la política, la religión), luego de que históricamente se le asociara

subsidiariamente a la religión o a fuerzas ocultas, de las que se

convertía en manifestación física, ya sea de dioses u otras potencias

míticas: “La obras artísticas más antiguas sabemos que surgieron al

servicio de un ritual primero mágico, luego religioso.(…) El alce que el

hombre de la Edad de Piedra dibuja en las paredes de su cueva es un

instrumento mágico” (Benjamín, 6, 8).

Fueron las vanguardias artísticas (surrealismo, dadaísmo, con

creadores como Picasso, Duchamp) de principios del siglo XX y las

“neovanguardias” de los años setentas (Andy Warhol, Bárbara Kruger,

entre otros), las que contribuyeron a incorporar el arte a la vida

cotidiana, al protestar (a partir de sus propias obras y acciones o

performances) contra ciertos modos de enclaustramiento del arte en

espacios sacralizados para ello (el museo, la galería, el teatro) y

demandando la unión entre ambas esferas, hasta entonces disociadas.

Esta problematización de la función del arte en la sociedad, enriqueció

la discusión artística y repercutió en la incorporación del arte a nuevos

y diversos ámbitos del quehacer (la educación, la publicidad, la

intervención social, la terapia, etc.), hasta el punto de que autores como

Oyarzún o Martín-Barbero, hablan de la intensa “estetización del

mundo cotidiano”, donde la presentación de los mensajes visuales lleva

implícita una carga estética no despreciable.

Esta mirada que acabo de exponer tiene resonancia en el hecho de

que algunos teóricos que han levantado análisis valiosos sobre el estado

actual de nuestras sociedades, planteen que en el arte “hay mayores

posibilidades que en el vértigo de los medios de nombrar nuestras

relaciones más profundas (…) con la naturaleza, con la sociedad, con la

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Pabst 44

muerte, esos temas artísticos mayores de todas las épocas” (García

Canclini, 2001, 63).

Crucial también ha sido el cambio en el estatus del arte, señalado

por Walter Benjamín a partir de la reproductibilidad técnica de la obra

de arte que posibilita la fotografía y que refuerza el cine, señalando con

ello el inicio de la “industria cultural” y del consumo masivo de bienes

artísticos. La pérdida del “aura” de la obra como resultado de su

reproducción técnica, implica que su “autenticidad”, su “aquí y ahora”,

esa “manifestación irrepetible de una lejanía” (Benjamín, 3, 5) se han

desmoronado para siempre, pero como contraparte han crecido sus

posibilidades de exhibición y, consecuentemente, de acceso al

ciudadano común. Comienza, también para el arte, el fin de los grandes

relatos, del gran arte de aura casi inalcanzable “la disolvencia de los

géneros” de la que habla Martín-Barbero, con la reproductibilidad

técnica de la obra de arte ocurre “la primera aproximación a un fin del

arte mediante la figura de la muerte del aura: la aparición de una nueva

percepción que, rompiendo el halo, el brillo de las obras de arte, pone a

los hombres, a cualquier hombre, en la disposición de usarlas y

gozarlas” (Martín-Barbero, 1999, 93).

A partir de todos los cambios señalados en la manera de concebir el

arte, surgen nuevas apuestas que buscan potenciar la capacidad del

arte de comunicar, de expresar y de construir cruces con los distintos

ámbitos de la vida social, de constituirse en una manera componer

significados o de re-elaborar ciertos mensajes del inconciente colectivo

como “medio de auscultación y desciframiento de las secretas corrientes

que irrigan el opaco y contradictorio curso del vivir social” (Martín-

Barbero, 1999, 98).

En la actualidad, el arte se ha fugado del museo, del teatro, de las

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Pabst 45

galerías, para instalarse en la ciudad, en la calle, en el espacio público y

responder así a su más reciente vocación pública, aportando nuevos

códigos de desciframiento de la realidad, de lecturas y de propuestas de

diálogo.

El arte que interviene en el espacio público (en la lógica del

significado original de inter-venir, ir y venir, una relación de

horizontalidad y diálogo), trabaja “sobre contenidos socialmente

significativos para una comunidad de receptores y los involucra en la

construcción del sentido” (Pagola, 1) y es desde las propias instituciones

públicas que se busca reivindicar el valor de los espacios urbanos desde

el arte, creando ciertas simbiosis entre arte y ciudadanía como las

grandes fiestas ciudadanas de expresiones artísticas, focalizando

intervenciones socioculturales en el nivel más local de los barrios7, etc.

En Estados Unidos existe, desde los setentas, la ley del 1% cultural que

propone destinar ese porcentaje de todas las obras de infraestructura

pública al arte (Parramon, 3).

Las directrices de un arte que se instala en la especialidad social y

que intenta dialogar con su contexto son señaladas por el artista

norteamericano Siah Armajani cuando habla de un arte que “No trata

de los gustos personales, sino de las necesidades de los demás. No trata

acerca de la angustia del artista sino del bienestar de los demás. No

trata del mito del artista, sino de su sentido cívico” (tomado de Gómez

Aguilera, 49).

La necesidad de valorar las subjetividades ha sido entendida, desde

el ámbito de los estudios culturales, como la respuesta a la demanda de 7 Ejemplo de ello son dos grandes programas del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (del Gobierno de Chile): la fiesta ciudadana Chile + Cultura, de la cual se desarrollan dos por región a partir de un trabajo de diagnósticos participativos con los artistas y la comunidad y el programa Creando Chile en mi Barrio que realiza un trabajo de animación cultural en 120 barrios a lo largo del país, igualmente basado en un proceso de participación de los vecinos del lugar.

Page 47: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 46

las sociedades actuales de renovar los conceptos y las prácticas que la

han orientado hasta la modernidad. Las sociedades post-modernas

exigen a los distintos campos del conocimiento una mayor integración a

lo que se ha llamado “el mundo de la vida”. Así el arte ha debido

orientar su búsqueda hacia los ámbitos más pedestres de la vivencia

cotidiana, democratizando de paso sus propias estructuras y protocolos

estéticos. Se habla incluso de una “estética relacional”8 para indicar las

prácticas artísticas que dialogan con sus contextos y con los sujetos que

habitan dichos lugares sociales, es una propuesta que plantea un

regreso a la proximidad y al juego. Podríamos hablar de una

reconquista imaginativa de los espacios públicos o ir incluso más allá y

mirar el arte que se inserta en lo social como una potencia de

insubordinación a las pautas de un modelo de democracia estancado en

discursos abstractos y asumir que “las artes desempeñan las funciones

estéticas de “desafiar, refinar, criticar” y “buscar la excelencia” que son

los modos encontrados por los artistas modernos para ayudar a los

espectadores a no ser ciudadanos sumisos” (García Canclini, 1995,

187).

Por último, en el ámbito de las políticas públicas que impulsa el

Gobierno de Chile en materia cultural (concretamente en la Política

Cultural), existen medidas destinadas al acceso y la participación de los

ciudadanos respecto a los bienes culturales, las cuales están

fuertemente centradas en la ocupación de los espacios públicos como

principal plataforma de democratización de la cultura9. Esto señala un

camino hacia una mayor integración y penetración social del arte. 8 El concepto de estética relacional ha sido puesto en circulación en los últimos años por el francés Nicolas Bourriaud en un libro llamado justamente Esthétique Relationnelle. 9 La implementación por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de los “Días de…” (las artes) es una medida que apunta a potenciar el vínculo de los ciudadanos con el arte y con sus espacios de identidad. Se trata de la medida 25 de la Política Cultural Nacional: “Intensificación de los días de las artes y el patrimonio (el cine, el patrimonio, las artes visuales, la música, la danza, el teatro, la artesanía y el libro), enfatizando en estas fechas el acceso de los sectores de menores ingresos a las actividades planificadas y otorgando a los municipios un rol central en la ejecución de las mismas” (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2005, 23).

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Pabst 47

III. La propuesta metodológica

3.1 Pregunta de investigación

A partir de la problemática planteada surge el cuestionamiento

sobre qué referentes son capaces de contribuir a la rehabilitación y

revitalización del espacio público ciudadano y, específicamente, si el

arte posee esa capacidad. Luego, la pregunta que esta investigación

intenta responder es la siguiente: desde la perspectiva o el discurso de

un grupo de artistas ¿cuál es el aporte del arte a la crisis del espacio

público actual y a la ciudadanía en ejercicio?

3.2 Objetivos de la investigación

3.2.1 Objetivo general

Identificar, de acuerdo a la reflexión individual –expresada en

discurso- de un grupo de artistas, cuáles son los aportes que, ellos

estiman, puede realizar el arte a la revitalización del espacio público,

en el contexto de la crisis que lo afecta.

3.2.2 Objetivos específicos

Identificar cuál o cuáles son los principales componentes o

características del espacio público, en opinión de los artistas.

Conocer qué usos le otorga y/o propone el arte para el espacio

público ciudadano.

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Pabst 48

Determinar qué contribuciones puede hacer el arte a la ciudadanía

en ejercicio.

Conocer que nociones de espacio público visualizan o manejan los

artistas entrevistados.

3.3 Metodología de la investigación: el cristal con que se mira

La manera específica de abordar un determinado problema y de

encontrar respuesta a las interrogantes a las que nos enfrenta una

investigación es lo que nos permite hablar de una metodología de la

investigación.

En este punto inicial quisiera detenerme para introducir una

observación que no es mía, pero a la cual adhiero, pues me permite

mantenerme alerta respecto a mis propias reflexiones (o más aún, a mis

no tan secretas obsesiones): “cuando investigamos, no recolectamos lo

real, lo producimos” (Ibáñez, 88). Ciertamente no vamos a descubrir

algo que esta ahí en el mundo esperando ser detectado, sino que a

partir de una cierta percepción (que a su vez esta determinada por el

lenguaje que utilizamos), establecemos o somos capaces de ver un

potencial objeto de estudio. “Aunque los naturalistas insistan que un

descubrimiento revela algo preexistente, en la sociedad no existe lo que

no se conoce” (Arnold, 332). Son nuestros “lentes” (lenguaje y

percepción, en ese orden) los que nos permiten ver lo que vemos. En

definitiva “el mundo que yo construyo depende de mi capacidad de

percepción y de mi capacidad lingüística” (Ibáñez, XXIV).

De modo que me enfrento a mí misma enfrentándome a mi

investigación, autorreferencia de la cual no puedo escapar, ni intento

encubrir con la cortina de humo de la objetividad. Es lo que el autor de

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Pabst 49

la cita llama “investigación de segundo orden”, sujetos investigando

sujetos. El ejercicio de objetivar los fenómenos en estudio es un

requisito metodológico que convierte a los sujetos en entidades medibles

a través de una reducción que proporciona un objeto clausurado, una

parcialidad.

Ahora bien, de vuelta de la digresión, entendemos que existen dos

grandes maneras de hacernos cargo de una investigación o dos grandes

paradigmas como los llama la autora Carmen Curcio.

De una parte, la metodología cuantitativa (o paradigma explicativo)

nos permite recoger información que es externa a los sujetos o

inmediata, efectuando mediciones de variables controladas, cuya

orientación tiene que ver con resultados y productos, y donde el diseño

metodológico tiende a ser más bien rígido, puesto que se estructura de

manera predeterminada, “con juicios y proposiciones a priori” (Curcio,

61) y con un sujeto y un objeto que se constituyen como entidades

separadas.

De otra, la metodología cualitativa (o paradigma interpretativo o

comprensivo), cuyo fundamento epistemológico se encuentra en

fenómenos culturales, sociales, filosóficos, etc., se introduce en los

valores, los deseos, las creencias, los significados, con lo cual nos abre

las puertas de aquello que es interno al sujeto, sus percepciones y

emociones, y lo único que nos permite ver aquello es el lenguaje,

materia con la que se construye toda investigación. Lo cualitativo

permite ver, en consecuencia, ese grado de reflexividad en la

investigación al que hice referencia más arriba, pues ayuda a entender

que “Un físico es un trozo de materia que investiga la materia. Un

biólogo es un trozo de vida que investiga la vida. Un sociólogo es un

trozo de sociedad que investiga la sociedad. Todos son espejos que el

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Pabst 50

universo se pone en su centro” (Ibáñez, 13). Además, esta metodología,

al privilegiar la lógica de procesos –más que de resultados-, le otorga

flexibilidad al diseño metodológico (que adquiere un carácter

emergente), posibilitando su reformulación o actualización según lo

requiera la investigación.

Ciertamente el mundo simbólico del investigador, con toda su

complejidad y contradictoriedad también está presente y es imposible

desvincularlo de la investigación, ya que “los resultados de las

investigaciones cualitativas que escriben los científicos sociales son

interpretaciones en las que intervienen sus propios mundos culturales

(incluyendo sus trayectorias biográficas y su condición genérica)”

(Kornblit, 10).

Tal circunstancia no es menor (he aquí otra digresión

autorreferente) y me lleva incluso a cuestionar si acaso no tengo

resuelto de antemano lo que busco saber con la investigación, una

suerte de profecía autocumplida. El filósofo británico Bertrand Russell

logra llevar a un extremo sarcástico esta inquietud:

“Puede decirse en términos generales que todos los animales que han sido cuidadosamente observados manifiestan una conducta que confirma la filosofía en la cual el observador creía antes de comenzar sus observaciones. Aún más, todos ellos han desplegado las características nacionales del observador. Los animales estudiados por los norteamericanos corren frenéticamente de acá para allá con un increíble despliegue de vigor y agilidad hasta que finalmente alcanzan por casualidad el objetivo deseado. Los animales observados por los alemanes toman asiento quietamente, piensan, y finalmente elaboran la solución desde el fondo de su conciencia” (Russell, 189).

Estas observaciones constituyen una suerte de luz roja

epistemológica, que aportan conciencia sobre la inutilidad del criterio de

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Pabst 51

verdad en la producción de conocimiento en el ámbito social a partir de

metodologías cualitativas, donde más bien tiene relevancia criterios de

validez. Es de esperar que el trabajo de campo ayude a despejar algunas

inquietudes en este sentido, tanto como a lograr el objetivo que se ha

propuesto esta investigación.

Desde otra perspectiva, cabe señalar que la producción de

conocimiento que faculta lo que el sociólogo chileno Pablo Cottet llama

“el discurso metodológico” contribuye a certificar “la producción legítima

de conocimiento hegemónico en la modernidad” (Cottet, 188), situación

que aún se extiende a nuestros días, manteniendo esa suerte de

desprecio a lo que señalamos en el apartado 2.1.1 como “conocimiento

ordinario” o de la calles o “sentido común”. De algún modo el discurso

metodológico tiende a perpetuar la separación histórica entre vida y

ciencia, tópico sobre el cual no ahondare y en torno al cual

probablemente seguiremos reflexionando fuera de las aulas, en los

pasillos, en la calle o en los bares.

3.4 Sobre la construcción del objeto de investigación

Siguiendo la lógica de Jesús Ibáñez en cuanto a que lo que

hacemos al investigar es construir, a través de descripciones, nuestro

objeto de investigación y no olvidando que, en el caso de la

investigación social, habitualmente trabajamos con personas, nos

enfrentamos, en consecuencia, a una controversia que no es fácil

resolver en nuestra condición de investigadores amateurs.

Nos hallamos bajo un mandato fundamental e ineludible para

validar nuestra precaria posición: “la investigación de lo social es una

práctica institucional cuya misión consiste en producir conocimientos

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Pabst 52

con estatuto científico” (Cottet, 210) y al mismo tiempo nos

relacionamos con nuestros “investigados” de manera natural, dado que

son personas como nosotros, pero pensando siempre en extraer de

ellos las unidades de información que requerimos para nuestra labor.

En este escenario contradictorio nos movemos un poco a tientas,

sabiendo que aquello que nombramos como “objeto” y que nos

permitirá validar nuestra investigación es probablemente un trozo de

vida, de experiencia compleja, de sueños y anhelos que intentamos

reducir a texto para que diga lo que queremos decir, de modo que

cumpla con los estatutos de conocimiento científico. “Construir el

objeto de investigación para las ciencias sociales es siempre objetivar

un sujeto y un saber atribuido a tal subjetividad” (Cottet, 195).

En este sentido, considerando aquello que queremos saber, el

conocimiento al cual queremos acceder, objetivamos un fenómeno

social. La manera que tenemos de hacerlo es a través del lenguaje,

pero sabemos que el lenguaje es una abstracción, por lo que

requerimos del hecho material, específicamente de lo que Cottet llama

la “cosa dicha”, que por cierto requiere de un sujeto de enunciación, el

que habla y un referente sobre el que ese sujeto habla. “El plano de la

objetividad proporcionado por el lenguaje facilita la convivencia entre

observadores pero, por sobre todo, posibilita tratar como algo externo

lo producido internamente” (Arnold, 334).

Por otro lado, escogemos a nuestros investigados en base a la

noción que tenemos de que tales sujetos portan en si un saber

determinado al cual queremos acceder y asumimos que la “cosa dicha”

que nos entregan constituye a su vez un discurso que proviene de una

construcción colectiva y que forma parte de una opinión o posición

respecto de aquello que intentamos saber. Esta presunción es

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Pabst 53

importante a la hora de validar nuestra investigación, pues implica que

es posible extrapolar nuestro análisis y conclusiones, de modo que

tengan capacidad de ser generalizables, si bien sabemos que lo

cualitativo tiende a lo casuístico más que a otra cosa.

Consideramos que existen “ideas y principios propios de cada

grupo social y que dan cuenta de sus particulares modalidades de ser y

de integrarse en la vida social” (Martinic, 300), así como entendemos

que los seres humanos participan de redes de significaciones que son

producidas de manera de compartida (Arnold, 342). Sobre la base de

estas nociones escogemos a los sujetos que creemos nos brindarán

aquello que ha de convertirse en nuestro objeto de estudio.

Y ya que nos hemos autoadvertido sobre la reflexividad del

proceso de investigación y sobre la reducción que implica objetivar los

fenómenos sociales, entendemos que tanto los sujetos investigados

como el sujeto investigador nos volvemos, a la larga, sujetos de la

reflexión y este ejercicio de observar mi observación se vuelve

igualmente fuente de conocimiento.

3.5 La opción cualitativa

Dado que de algún modo implícito nos hemos instalado en las

ciencias sociales para abordar esta investigación, que intenta conocer la

percepción, los imaginarios y las construcciones simbólicas de

determinados actores sociales (sujetos que construyen sentidos en

sociedad al fin y al cabo), resulta adecuada la utilización de una

metodología cualitativa, pues nos permite una mirada holística e

integrada de los fenómenos, lo cual nos aleja de las reducciones y

simplificaciones radicales que nos impidan ver las complejidades de la

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Pabst 54

realidad que intentamos conocer.

El trabajo de investigación desde lo cualitativo nos permite “recrear

lo que los individuos y grupos sociales piensan, creen y sienten”

(Kornblit, 9), ya que lo que pretendemos es justamente comprender las

significaciones que los sujetos le otorgan a los fenómenos que nos

interesa estudiar a partir de sus propias explicaciones. Adoptamos en

consecuencia una perspectiva emic (desde dentro) con el propósito de

“reconstruir la lógica que anima sus puntos de vista” (Kornblit, 10).

En términos de fundamentos filosóficos, lo anterior nos vincula

directamente a la fenomenología que, a su vez, nos instala en el

paradigma comprensivo que señalamos en el apartado 3.1 o en lo que

en la tradición más clásica (como legado de autores como Max Weber) se

ha denominado verstehen: “El fenomenólogo quiere entender los

fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor” (Taylor y

Bodgan, 16). El desafío esta, de parte del investigador, en desprenderse

de sus ideas previas y sus prejuicios para instalarse como un vaso vacío

que se llena con un nuevo conocimiento.

Sabemos, sin embargo, que cuando investigamos no nos

despojamos absolutamente de nuestros contextos, y más aún que

nuestra motivación esta presente a la hora de elegir nuestro tema de

investigación y la manera en que la abordamos. Aún así, trabajamos de

manera inductiva, dejando que los datos y la información recopilada

nos “hablen” para construir nuestra interpretación, sin buscar validar

pautas, modelos o teorías preconcebidos a partir de los datos (análisis

deductivo). Para comprender es preciso escuchar. Diría que observar y

escuchar con atención son dos claves para la investigación cualitativa, o

al menos así ha sido aplicada en este estudio.

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Pabst 55

Igualmente e intentado ser consciente de que aquello a lo cual se

abocó esta investigación, ha producido un tipo de conocimiento que no

puede ser considerado verdadero o falso, sino que puede eventualmente

llegar a ser plausible o viable. Por otro lado, como quedó dicho, la

manera de percibir los fenómenos es la que determina aquello que

conocemos, por lo tanto no podría afirmar que lo investigado fue

conocido tal como es, sino como fue percibido. Con ello me instalo

definitivamente en el análisis de segundo o incluso tercer orden (si

pensamos que el primer orden es la experiencia directa), dado que lo

que los sujetos investigados me han transmitido ya es una elaboración

desde su propia percepción que yo que reelaborado desde la mía para

ser expuesta a una vez más a quien la recree con su lectura.

Sintetizaré algunas de las características de la metodología

cualitativa, sobre todo como ha sido expuesta por Taylor y Bodgan en

su calidad de referentes clásicos y como orientaciones que han

intentado plasmarse en esta investigación:

Se trabaja desde los datos recogidos y no recopilando datos

para evaluar teorías.

Las personas y sus contextos son observados en una

perspectiva holística.

Los investigadores son sensibles a lo que pueden causar en los

sujetos con su acción investigativa.

Se intenta comprender a los sujetos desde sus propios marcos

referenciales.

Hay un intento en los investigadores por despojarse de sus

propias creencias y prejuicios.

Se valoran todas las perspectivas, no hay una mejor que otra.

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Pabst 56

La pertinencia de la metodología cualitativa en este estudio esta

dada por la búsqueda lo impulsa (entender y valorar el fenómeno social

del arte en el espacio público), los objetivos que lo orientan (determinar

los aportes del arte en la revitalización del espacio público) y su objeto

de estudio específico (el discurso de los artistas).

Siguiendo lo expuesto por Cottet respecto a lo que el llama la

ISCUAL (investigación social cualitativa), es posible identificar dos

estrategias metodológicas que pueden ser llamadas cualitativas. Por

una lado la investigación social etnográfica y por otro, la investigación

social de discursos. Dado que esta investigación tiene como objeto de

estudio el discurso de un grupo de artistas, la segunda estrategia

metodológica será la que corresponda aplicar. Lo que Cottet nombra

como discurso es “la objetivación de un sujeto como colectivo y de su

saber como opinión” (Cottet, 199).

Este discurso es lo que podríamos llamar nuestra “evidencia

empírica” (o inductiva), que a su vez debe ser contrastada con la

prueba teórica (o deductiva), de manera que ambas se articulen en

forma coherente. Esta articulación entre ambas pruebas es lo que

permite que la investigación realizada tenga “estatuto científico” o

dicho de otra manera “los textos empíricos dependen de los textos

teóricos para adquirir valor científico o intelectual” (Sautu, 85). Así la

investigación se ajusta por un lado a la “realidad exterior a ella, que se

adecua al conocimiento en uso que ha configurado el fenómeno”

(Cottet, 190) y, por otro, a la realidad interna de la investigación que

permita que el conocimiento generado este de acuerdo a los

“procedimientos de producción”.

Esta articulación resulta, por lo menos compleja; en palabras de

Ibáñez paradójica, ya que “las pruebas empírica y teórica son

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Pabst 57

sentencias autorreferentes, la prueba empírica exige medir la sociedad

con instrumentos sociales, la prueba teórica exige hablar del habla o

pensar el pensamiento” (Ibáñez, 1). Con ello nos hallamos nuevamente

atrapados en la reflexividad y recursividad de la investigación social.

Intentaré, no obstante, apoyarme en la lógica de la investigación social

de segundo orden para no acabar mordiéndome la cola en este vértigo

de construir conocimiento dotado de validez científica.

3.5.1 Tipo de investigación

En el intento de acotar y caracterizar aún más esta investigación,

de acuerdo a los procedimientos del discurso metodológico, cabe

afirmar que esta investigación es de carácter exploratoria y descriptiva.

Afirmo esto en el entendido de que el objetivo de la investigación

determina en gran medida el tipo de investigación.

Lo que se busca en la presente investigación es dar cuenta de un

fenómeno que se está produciendo en el ámbito de las prácticas

sociales actuales (el de la ocupación de los espacios públicos desde las

manifestaciones artísticas), tomando en cuenta la perspectiva de uno

de los actores sociales involucrados (en este caso los productores de

dichas prácticas) y con el fin de determinar qué aportes generan tales

prácticas en la revitalización de un espacio público en crisis. Se trata

de explorar un tema que ha sido poco abordado desde la perspectiva de

las ciencias sociales, si bien, desde la especificidad disciplinar del

campo artístico o estético existen cuantiosos estudios. Desde luego el

tema de estudio tal vez no es nuevo, pero si lo es el abordaje específico

que se pone en juego.

El carácter descriptivo de la investigación esta dado por el hecho

Page 59: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 58

de que indefectiblemente es preciso realizar una exposición de los

hallazgos una vez efectuada la investigación cuya ruta lógica implica el

propósito subyacente de describir ciertas prácticas sociales que se

presentan como relevantes para la comprensión del fenómeno en

cuestión, dando cuenta de sus particularidades y de la manera en que

cobra sentido para quienes nos entregan las unidades de información

que son la materia prima de la investigación.

Según Jacqueline Hurtado se pueden distinguir diez tipos de

investigación de acuerdo al “nivel de complejidad de conocimiento que

se aspira a construir a lo largo del estudio” (Hurtado, 68), lo cual, como

se señaló, se define a partir del objetivo general. El siguiente esquema

grafica la correspondencia entre el objetivo general y el tipo de

investigación:

Explorar Investigación exploratoria

Describir Investigación descriptiva

Analizar Investigación analítica

Comparar Investigación comparativa

Explicar Investigación explicativa

Predecir Investigación predictiva

Proponer Investigación proyectiva

Modificar Investigación interactiva

Confirmar Investigación confirmatoria

Evaluar Investigación evaluativa

Se trata de una pauta referencial, que nos permite visualizar los

niveles de complejidad que eventualmente puede tener el conocimiento

que deseamos construir desde nuestra investigación.

Page 60: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 59

Dadas las características de la investigación, su objeto de estudio

(vinculado a las percepciones y las construcciones simbólicas de

ciertos sujetos sociales) y la opción metodológica asumida, el diseño

que conduce a los hallazgos ha tenido un grado de flexibilidad

metodológica indesmentible. Esta situación esta determinada por la

ruta no lineal que ha seguido este estudio y que ha sido trazada en

todo momento desde la “escucha” a los datos recogidos de los

informantes. A ellos se ha vuelto cada vez que ha sido necesario para

contrastar las propias reflexiones con la de los informantes,

recurriendo a la metaobservación del segundo orden cuando el estudio

así lo “pedía”.

3.6 Un diseño metodológico para la investigación social de discursos

Lo que resulta al final de la recolección de los datos o de lo que

Cottet llama “generación de unidades de información” es, en definitiva,

(y en este caso específico donde el objeto de estudio lo constituye el

discurso de un grupo de artistas) una buena cantidad de textos

impresos, donde, si el investigador ha sido un buen cazador10,

tomando la posición adecuada para la pesquisa y utilizando las armas

pertinentes (instrumentos), habrá logrado obtener un corpus

significativo para su análisis.

Aquello implica un proceso correlativo de reducción, formalización

y generalización de lo que se ha recopilado, de tal manera que aparezca

10 Jesús Ibáñez nos informa que “investigar viene de “vestigo” (=seguir la huella que los pies de la presa dejan en el camino). La investigación es una operación de la caza” (Ibáñez, 118). De ahí la posición que eventualmente toma el investigador/cazador: absoluta (exterior al objeto); relativa (exterior al objeto) y reflexiva (interior al objeto).

Page 61: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 60

como un conocimiento válido y susceptible de ser instaurado como

parte de un saber específico.

Al hablar de diseño metodológico estamos haciendo referencia a la

elaboración de una suerte de planificación que logre integrar el objetivo

de la investigación, las técnicas de obtención de los datos o unidades

de información y la modalidad de análisis de dichos datos. Estas tres

áreas requeridas en el diseño de la investigación son ordenadas por

Pablo Cottet en lo que él llama matriz lógica y que distribuye en tres

principios esenciales para cualquier diseño metodológico: construcción

del objeto de investigación, generación de unidades de información y

procesamiento de las unidades de información generadas.

Esta matriz lógica establece la temporalidad pertinente de cada

acción dentro del diseño metodológico. Así por ejemplo plantea que

“Debe construirse el objeto de una investigación, sólo después de

organizar las declaraciones que expresan administrativamente lo que

se va a conocer (los objetivos)” (Cottet, 192). Una vez que el objeto de

estudio se haya objetivado como conocimiento del cual se carece y al

cual se requiere acceder, es preciso “medir el objeto de investigación”,

es decir, fijarlo a partir de ciertas herramientas (o instrumentos) que

sean adecuados a la “medición” de ese “objeto” particular. De modo

que la operación de determinar la herramienta de medición del objeto

implica una elección que articule las cualidades del “objeto” con el

rendimiento de la “herramienta”.

Cottet elabora un listado que él considera “el repertorio más usual

de herramientas para la medición” (Cottet, 204), donde menciona las

encuestas, los grupos focales, los grupos de discusión, las entrevistas

personales, la observación participante y la escucha biográfica. Cada

herramienta es capaz de generar un tipo de información, por lo que se

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Pabst 61

las agrupa en aquellas de carácter etnográfico, donde el énfasis esta

puesto en la relación social de reconocimiento (comunidad/contexto) y

aquellas que adscriben al análisis del discurso, donde el énfasis está

puesto en la relación social de discurso (colectivo/opinión). Las

primeras herramientas (donde se generan unidades del tipo relatos

testimoniales), apuntan a la significación de la experiencia, en tanto

las segundas (donde se generan unidades del tipo “micro-

conversaciones”), lo hacen a la experiencia de la significación, según

nos indica Cottet.

Esta investigación ha declarado ir en la búsqueda de las

significaciones otorgadas por un colectivo de opinión (los artistas como

representantes de una “postura” en el contexto social), entendiendo

opinión como “una estructura de sentido que establece posiciones”

(Cottet, 200), que por un lado tiene una cohesión interna y por lo tanto

determina esa “posición” específica y, por otro, lo diferencia, en lo

externo, de otras posiciones.

Continuando con el orden temporal de las acciones del diseño de

matriz lógica, una vez aplicada la herramienta (entrevista en este caso,

sobre lo cual se ahondará más adelante) que nos permite contar con

las unidades de análisis (donde en definitiva se ha efectuado una

reducción del objeto), lo que procede es el procesamiento de dichas

unidades de información, lo cual es caracterizado como una

“traducción de lenguajes habituales a lenguaje científico” (Cottet, 212).

En el caso de la investigación social de discursos que estoy

aplicando la operación consiste en detectar, en el ámbito de las

microconversaciones generadas, las “posiciones” que se presentan en

el colectivo de opinión específico, es decir, el discurso entendido como

un tipo de saber proveniente de un colectivo y expresado en su

Page 63: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 62

opinión. De este modo se completa la matriz lógica con los tres

principios que la componen:

“Si para el principio lógico “construcción del objeto” se trata de resolver el binomio “sujeto/saber”, y para el principio lógico “generación de unidades de información” el binomio que orienta todos los procedimientos de este ámbito están dirigidos a capturar “cuerpos/hablas”, para el caso de este tercer principio del diseño se pone en marcha un conjunto de procedimientos de “lectura/escritura” de las unidades de información por procesar” (Cottet, 213)

Es importante mencionar que el diseño de esta investigación fue

un ejercicio que si bien antecedió a la puesta en marcha del estudio,

tuvo un grado de flexibilidad no menor, incorporando modificaciones al

diseño inicial y, en cierta medida, haciéndolo emerger del propio

trabajo de campo, que fue entregando mayores claridades en el camino

y determinando ciertos ajustes posteriores.

3.6.1 Un recurso metodológico ad-hoc

Para este estudio se elaboró un diseño pertinente al objeto de

investigación, que se ha determinado que es el discurso de un grupo

heterogéneo de artistas (provenientes de distintas disciplinas). Fue el

primer principio fundante de la matriz lógica que propone Cottet el que

orientó los pasos a seguir. Se exploraron luego algunas dimensiones

temáticas que el trabajo necesitaba abordar para que el objeto de

estudio proporcionara información pertinente.

De este modo, y luego de un proceso de depuración de tópicos

relacionados, donde su buscó utilizar conceptos que funcionaran a la

vez como ejes (transversales a toda la investigación) y como soportes en

Page 64: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 63

que la investigación se funda, se levantaron tres conceptos claves

capaces de envolver de la manera más abarcadora posible los

contenidos que abordaría el trabajo. Se trata de un modelo de

Categorías de Análisis que ha sido utilizado satisfactoriamente por

Seminarios de Titulación en nuestra escuela de Periodismo y que

igualmente ha resultado adecuado a este estudio.

En este punto haré explícitos los conceptos orientadores que de

manera implícita han estado presentes desde la introducción y que

han permitido organizar tanto el material teórico como la evidencia

empírica.

Dimensión Espacio Público

Dimensión Ciudadanía

Dimensión Arte

Brevemente comentaré cada dimensión, con el fin de hacer

evidente lo que se entiende en este trabajo por cada una de ellas,

considerando que ya en el capítulo II, que contiene las Consideraciones

Teóricas, se ha profundizado en cada uno de los conceptos utilizados.

Vale señalar que las dimensiones que a continuación enuncio se

vuelven operacionales en la medida en que se vinculan a categorías

específicas de funcionamiento que es preciso conocer y que expondré

más adelante.

Espacio Público: en las sociedades contemporáneas este espacio

cobra especial relevancia dados los nuevos contextos de

desterritorialidad de los fenómenos sociales, de de globalización

económica y tecnológica (que fomentan la desmaterialización de

las relaciones), de pérdida creciente de los lugares públicos en

Page 65: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 64

pos de la privatización y la especulación de suelo. Esto genera la

consecuente proliferación de nuevos espacios públicos (virtuales,

mediáticos, etc.), donde la sociabilidad y el enriquecimiento del

tejido social que posibilita el espacio público ciudadano como

lugar físico, es desplazado por un tipo de conectividad basado

fundamentalmente en los flujos de información.

En este contexto de crisis del espacio público, es necesario

rescatar la potencia que históricamente ha tenido como motor de

sociabilidad real, como indicador de sociedades más

democráticas, como escenario de luchas, de visibilización de

identidades, como espacio de integración social donde los

extranjeros, los sin casa, los desplazados son acogidos, etc. Al

mismo tiempo cabe preguntarse qué cosas permiten rehabilitar

para los ciudadanos un espacio público generoso, abierto,

democrático y vital.

Ciudadanía: se trata de una dimensión que ha sido otro pilar de

la democracia moderna y que si bien surgió vinculada a la

ciudad, con el establecimiento de los Estado-Nación, se

transformó en un estatus solamente otorgado por el Estado. En

este sentido es interesante, considerando el actual contexto de

pérdida de poder y crisis de los estados nacionales frente a la

primacía de entidades supranacionales y de redes globales de

comunidades, ahondar en las maneras en que la ciudadanía es

percibida y practicada, desde una eventual vuelta al vínculo

ciudadano-ciudad.

Arte: dado que el arte contemporáneo adscribe nuevas

coordenadas de integración a las prácticas sociales, en cierto

modo, democratizando sus propias estructuras,

Page 66: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 65

desenmarcándose del discurso elitista, intelectual y críptico,

construyendo puentes y relaciones con la vida social cotidiana,

cabe indagar en esos nuevos cruces entre campos

históricamente disociados.

Estas dimensiones componen el triángulo conceptual del que

parte esta investigación y al cual vuelve, ya que a partir de allí se ha

elaborado una matriz que ha permitido recoger las unidades de

información que requiere la investigación, en torno a estas

dimensiones se busca reflexionar y aportar elementos de significación.

El paso siguiente ha sido desarrollar, a partir de las tres

dimensiones, las categorías que permiten la doble tarea de obtener en

lo operativo las unidades de información y, posteriormente, realizar el

análisis de dichas unidades.

De allí que el modelo resultante funciona tanto como una matriz

de generación de unidades de información, así como de análisis,

respondiendo, de manera conjunta, a los principios dos y tres de la

matriz lógica de diseño metodológico (ver anexo N° 1).

3.6.2 El camino hacia los datos: construyendo categorías de análisis

Una vez que se determinaron las grandes dimensiones que le

otorgan el contenido y el soporte a la investigación, es preciso definir

cuáles son los énfasis que tendrán en términos operacionales para

obtener la información.

Page 67: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 66

Una vez más, en esta etapa, se puso de manifiesto el carácter

flexible de la investigación, pues se trató de un ejercicio que se fue

afinando en la medida en que se intentaba compatibilizar los temas a

indagar con el instrumento a aplicar. Esta fue una tarea que se realizó

de manera casi paralela.

Se determinaron entre ocho y diez categorías por cada una de las

tres dimensiones, intentando abarcar la mayor cantidad de temas

asociados a cada dimensión, teniendo siempre en mente que cada una

de las categorías levantadas lleva asociada una búsqueda de sentido,

de imaginarios y de visiones de mundo. En el fondo, a través de las

categorías es posible orientar la búsqueda de las unidades de

información y elaborar un instrumento de indagación – o herramienta

de medición como lo llama Cottet- adecuado. “La construcción de

categorías de análisis es una operación básica de orden y clasificación

del material discursivo que, por lo general, es abundante, complejo y

disperso” (Martinic, 299).

Así, en la Dimensión Espacio Público, se busca indagar tanto en

las prácticas específicas y concretas que efectivamente se llevan a

cabo en él, como en la mirada más utópica, en el deseo de cómo

podría ser, en una visión ideal. Inicialmente se definieron diez posibles

categorías, de las que finalmente se dejaron ocho, eliminando aquellas

que referían a espacios públicos distintos del territorial y físico

(mediáticos o virtuales), pues el foco de la investigación así lo

requería, habiendo definido ciertos límites donde centrar el estudio.

Esta dimensión es, sin duda, el punto de arranque de la investigación,

su leit motiv indiscutible en su aspecto material, como se ha dicho

recientemente. En base a dichos márgenes propongo las siguientes

categorías de análisis para la Dimensión Espacio Público:

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Pabst 67

Relación entre espacio público y ciudad

Uso apropiado

Apropiación ciudadana

Participación

Valor del debate

Rol del Estado

Valor de la sociabilidad

Globalización

En la Dimensión Ciudadanía, se busca identificar los distintos

componentes sociales que le otorgan sentido a dicho concepto, que lo

vuelven concreto para los sujetos y con qué lo vinculan, si es algo dado

o, por el contrario, se construye. Por otro lado, se intenta identificar

qué fenómenos sociales actuales inciden de manera importante en la

vivencia real de la ciudadanía, atravesándola y modificándola en su

funcionamiento. A partir de estas pautas se construyeron diez

categorías de análisis:

Valor de la participación

Valor de la pertenencia

Relación con la identidad

Relación con la diversidad

Valor del reconocimiento

Rol del Estado

Relación con la nacionalidad

Relación con lo local

Globalización

Relación con el arte

Respecto a la Dimensión Arte se ha buscado establecer de qué

manera esta actividad se inserta en la sociedad, cómo se vincula con

Page 69: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 68

sus distintos componentes y hasta qué punto se relaciona con las otras

dos dimensiones de espacio público y ciudadanía, indagando sus

eventuales aportes. Esta dimensión se vincula ampliamente con el

objetivo de la investigación y en tal sentido, esta al final del camino

conceptual que he trazado, pues se parte del espacio público,

recorriendo la ciudadanía, para llegar al arte y su inserción en dichos

ámbitos. De acuerdo a ello, se establecieron once categorías de

análisis:

Rol del artista

Relevancia de la creatividad

Relación entre arte y cultura

Relación con el público

Relación con lo público

Función social del arte

Función del arte en el espacio público

Relación con democratización

Relación con el Estado

Relación con el mercado

Relación con crisis de la modernidad

En el mediano plazo, gracias a la permanente evaluación y

autoevaluación que faculta la investigación de segundo orden, fue

posible determinar que hubo categorías que resultaron ser más

productivas que otras en términos de la generación de las unidades de

información. Esto implicó, tal como se señaló, eliminar aquellas que no

eran pertinentes de manera previa a la aplicación del instrumento de

recolección o bien despriorizar aquellas que, habiendo sido utilizadas

en la aplicación del instrumento, demostraron tener poco rendimiento

en términos de información relevante para lograr responder a la

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Pabst 69

pregunta que se ha planteado esta investigación. Otras, no obstante

fueron bastante prolíficas y permitieron incluso sondear en aspectos

que no habían sido contemplados inicialmente, generando información

adicional a la esperada.

3.7 La importancia de la herramienta metodológica

El proceso de generación de las unidades de información

involucra la toma de decisiones en torno a la manera más adecuada de

“medir” el objeto de estudio. Esto porque, de acuerdo a Cottet, las

herramientas de medición, como llama a los instrumentos

metodológicos, “tienen un rendimiento específico, de relativa autonomía

respecto al (…) tipo de datos que produce la herramienta” (Cottet, 204),

es decir el grupo focal produce un tipo de información distinta al que

genera la entrevista en profundidad, por ejemplo. De modo que se hace

necesario evaluar, de acuerdo al objeto de estudio, qué herramienta es

capaz de brindar las unidades de información que dicho objeto

requiere.

En su operación, lo que las herramientas de medición permiten

es, según Cottet, “uniformizar la información” con el fin de efectuar

dicha medición del objeto. En el caso de esta investigación, hemos

establecido que el objeto de estudio es “el discurso de un grupo de

artistas”. En este sentido, lo que las ciencias sociales han nombrado

como “análisis del discurso” contempla herramientas metodológicas

tales como el grupo de discusión y la entrevista abierta

semiestructurada.

Estas dos herramientas tienen la capacidad de generar unidades

de información, cuyo carácter es el de “microconversaciones”, donde es

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Pabst 70

posible reconocer posiciones diversas e identificar “la estructura de

sentido que un hecho social adquiere en cuanto colectivo/opinión”

(Cottet, 206). Este es el sentido que tiene el concepto de “análisis del

discurso” en la perspectiva de las ciencias sociales y no en la

perspectiva de la lingüística, donde adquiere otra resonancia que no

será utilizada en este estudio.

En base a tales criterios y también por una afinidad que se

vincula a la formación profesional de periodista, se ha considerado que

la herramienta metodológica más adecuada a esta investigación y a su

objeto particular es la entrevista en profundidad semiestructurada. Tal

elección se sustenta en la adhesión a la idea de que “el orden social

puede comprenderse con la metáfora de una conversación” (Cottet,

199), ya que en dicho orden tienen lugar diversos discursos11,

diferentes voces (con distintas intensidades y preeminencias) toman

parte en esta gran conversación. Así la idea de reconstruir o generar

microconversaciones es coherente con la lógica propuesta, pues se

asume que lo que ocurre en el orden social puede ser reproducido en el

marco más acotado de una investigación gracias a la herramienta

metodológica pertinente para ello.

11 Autores como Nancy Fraser han hablado de la noción de retórica hegemónica, de discursos sub-alternos y de hablas sociales en la esfera pública, con lo cual, por un lado se introduce la mirada desde las relaciones de poder y por otro, se da cuenta de una perspectiva comunicativa para entender el orden social.

Page 72: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 71

3.7.1 La entrevista en profundidad: una opción para entre-ver

Admitimos que existe todo un conocimiento acumulado en la

investigación social que nos permite saber que cuando hablamos de

entrevistas en profundidad, nos referimos a una herramienta o técnica

de investigación “que pone en relación de comunicación directa cara a

cara a in investigador/entrevistador y a un individuo entrevistado con

el cual se establece una relación peculiar de conocimiento que es

dialógica, espontánea, concreta y de intensidad variable” (Gainza, 219)

o, como lo expresa un texto algo más clásico, se trata de “encuentros

cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros estos

dirigidos hacia la comprensión de las experiencias que tienen los

informantes respecto a sus vidas, experiencias o situaciones, tal como

las expresan con sus propias palabras” (Taylor y Bodgan, 101).

Lo que buscamos realmente es acercarnos lo más posible a la

experiencia y a la subjetividad de nuestros informantes, sin embargo,

esa subjetividad, en rigor, no es asible: “El investigador tiene vedado su

objeto de estudio, la subjetividad del sujeto” (Araya, 24). De modo que

acudimos al lenguaje para tener acceso a esa subjetividad, que por

medio de nuestra “herramienta favorita de excavación”, la entrevista,

intentamos entre-ver, es decir, escudriñamos, a través de preguntas,

esa subjetividad huidiza. Todo esto, como se ha expresado, con el afán

de entender el sentido y la valoración de ciertas prácticas sociales y,

aunque suene a obviedad “para explicarse la acción social de las

personas, no hay más remedio que acudir a las propias personas”

(Araya, 4) y, más concretamente, a lo que podemos obtener de ellas,

sus palabras.

Sin desconocer el planteamiento de Ibáñez en torno a que en la

entrevista se establece una relación de poder entre entrevistador y

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Pabst 72

entrevistado, donde el primero puede preguntar y el segundo debe

responder, este trabajo se ha esforzado en resguardar esa relación

dialógica de la que habla más arriba Gainza, siendo al mismo tiempo

consciente de la imposibilidad de suspender del todo la subjetividad de

la propia investigadora al enfrentarse a la subjetividad de los

informantes, aun cuando las energías apuntan en esa dirección.

Bourdieu lo plantea en sus términos: “la entrevista puede considerarse

como una forma de ejercicio espiritual que apunta a obtener, mediante

el olvido de sí mismo, una verdadera conversión de la mirada que

dirigimos a los otros en las circunstancias corrientes de la vida”

(tomado de Gainza, 223).

Se trata, sin embargo, de una especie de doble militancia en la

actitud cognitiva del entrevistador que, de una parte, se entrega sin

restricciones a la subjetividad del otro, pero a la vez no logra

despojarse de su propia subjetividad, pues al mismo tiempo esta

inserto en una relación dialógica que lo vuelve partícipe de ese

acontecer particular: “el sujeto investigador, al establecer una

interacción dialógica con un sujeto entrevistado, realiza una

determinada participación en relación a la producción de significados

establecida con ese sujeto investigado” (Gainza, 257). Nuevamente la

perspectiva de la investigación de segundo orden ha permitido un

grado saludable de reflexividad y meta-observación en torno a la propia

práctica investigativa.

Así las cosas y habiendo experimentado este doble vínculo, la

lógica que ha prevalecido en el momento de las entrevistas ha sido la

del formato conversacional, en el intento de re-crear la dinámica

comunicativa en la que, en gran medida, se sustenta el orden social,

según se ha señalado previamente y que permite entenderlo con la

metáfora de una conversación o, al revés, entender “la conversación en

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Pabst 73

tanto unidad mínima de la interacción social” (Araya, 8). Sabemos que

con la técnica de la entrevista en profundidad logramos abordar la

dimensión simbólica de la realidad social como la expresan los propios

sujetos sociales.

Por otro lado, en el entendido de que los sujetos son portadores

de ciertas representaciones sociales, de visiones de mundo, de

imaginarios colectivos, de saberes socialmente construidos, de ciertas

mentalidades12, lo que pretendemos con la entrevista, en buenas

cuentas “no es obtener las respuestas que el entrevistado da a las

interrogantes planteadas, sino hacer fluir el habla social de un cierto

grupo sobre un tema determinado” (Araya, 7). El entrevistado es

valorado no sólo como individuo que expresa su propia subjetividad,

sino además y muy fundamentalmente, en tanto “vocero social”

portador de una intersubjetividad que se expresa en un habla

específica, la que a su vez contiene aquellos elementos que lo vuelven

representativo de la lógica colectivo/opinión, donde el discurso

representa una postura social específica, como ha sido expresado en el

apartado 3.4 de este texto.

Con tales consideraciones y en base a las tres grandes

dimensiones que sustentan y atraviesan esta investigación, junto a las

distintas categorías de análisis que orientan la búsqueda de los datos,

se elaboraron las preguntas, que en un inicio se agruparon

separadamente por cada Dimensión, de acuerdo a las categorías

levantadas en cada caso.

Cada categoría dio lugar a una o en ciertos casos puntuales a dos

preguntas, por lo tanto, por cada dimensión se elaboró un cuestionario 12 Según Roger Chartier, autor que ha desarrollado ampliamente las nociones de representación y mentalidad, indica que esta última es siempre colectiva y “regula, sin explicitarse, las representaciones y los juicios de los sujetos en sociedad” (Chartier, 23).

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Pabst 74

de entre ocho y doce preguntas, que a su vez dio como resultado un

cuestionario total de veintinueve a treinta y tres preguntas.

El siguiente extracto sirve para entender el proceso de elaboración

del cuestionario y la estructura conceptual que lo orientó, donde la

Dimensión se aterrizó en una Categoría, que a su tiempo se transformó

en pregunta:

Dimensión Categoría Pregunta

ESPACIO

PÚBLICO

Uso apropiado ¿Cómo le gustaría que se utilizaran

los espacios públicos?

Sociabilidad ¿De qué manera valora la posibilidad

de encontrarse con otros en el

espacio público?

CIUDADANÍA

Participación ¿Por qué cree que es importante la

participación ciudadana?

Ámbito local ¿Cómo se relaciona la ciudadanía

con el entorno inmediato?

ARTE

Rol del artista ¿Cómo define artista y donde lo

ubica en el contexto social?

Función social ¿En qué puede aportar el arte a

cambiar una determinada sociedad?

La aplicación de la totalidad del cuestionario se realizó a todos los

informantes seleccionados para la muestra (ver apartado siguiente)

aunque, nuevamente, apelando a la flexibilidad del modelo diseñado y

a su carácter emergente, en la medida en que se hacían las entrevistas,

se determinó que ciertas preguntas eran de poca utilidad y

rendimiento, lo que significó que en las entrevistas posteriores fueran

eliminadas.

Page 76: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 75

Así mismo, se estableció un orden temático para la aplicación del

cuestionario, cuya lógica fue la de preguntar primero sobre la

dimensión que aparecía como más cercana a los entrevistados, en

términos de ser parte de su ámbito de competencia, experiencia y/o

saber, para luego introducirse a las otras dos dimensiones. El orden

para abordar el cuestionario fue Arte, Ciudadanía y Espacio Público.

Luego, cada cuestionario por Dimensión se ordenó intentando aplicar

un criterio desde lo más general a lo más específico.

Esta estructura para la composición de la herramienta permitió

orientar las entrevistas y fue una pauta que colaboró en la obtención

de un material relativamente homogéneo, si bien cada entrevista siguió

su propia dinámica de acuerdo a la flexibilidad que provee el modelo

cualitativo.

3.7.2 Criterios de selección de la muestra

El universo considerado para la implementación de la herramienta

metodológica escogida y elaborada consideró artistas de distintas

disciplinas y productores artísticos cuyo trabajo se hallara vinculado a

la intervención de los espacios públicos urbanos, ya fuera, desde la

creación propiamente o desde el ámbito de la producción artística. Con

esto se responde la pregunta del quiénes componen la muestra. Es

preciso, además, responder una segunda pregunta: ¿cuántos?

En el entendido de que lo que intentamos al generar unidades de

información (o datos) es poder informar sobre nuestro objeto de

investigación. Ciertamente estas unidades de información recogidas

son sólo una parcialidad del objeto de estudio, una reducción en

buenas cuentas. Cabe recordar aquí la secuencia que atraviesa a la

Page 77: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 76

investigación social “la objetivación es una reducción del fenómeno, la

medición una reducción del objeto” (Cottet, 207). De ahí la necesidad

de tener un criterio de representatividad de esa parcialidad o reducción

o dicho en términos simples, cómo hacer que la muestra seleccionada

tenga cierta validez o represente de la manera más completa aquello

que se busca conocer.

Según Cottet, la pregunta respecto a la cantidad de la muestra es

una pregunta que hace referencia a lo espacial: “¿Cuántas posiciones

que se representan en una conversación (macro) es posible de calificar

para un conjunto de conversaciones (micro) que den cuenta del

colectivo opinante?” (Cottet, 210). Retomando la metáfora del orden

social como una macro conversación donde distintas posiciones

conviven, cabe establecer para la muestra una especie de mapeo de las

eventuales posiciones en juego al interior del universo especificado

para levantar el diseño muestral de esta investigación.

De acuerdo a ello se ha establecido como un criterio (que es previo

a la aplicación de la herramienta metodológica), que las posiciones

refieren a distintas disciplinas del quehacer artístico, cada disciplina

(teatro, danza, artes visuales, etc.) representa una posición que es

factible de mapear y, de algún modo, fijar en la macro conversación del

orden social como un indicio de lo que hemos llamado colectivo de

opinión. Así cada informante será considerado como un vocero de un

grupo social específico y particular, por ejemplo, artistas visuales y de

otros más amplios y genéricos como los de artistas y productores

artísticos. Todos son artistas, pero además hay productores artísticos

En síntesis hay dos tipologías genéricas para caracterizar la

muestra y seis tipologías específicas, que pueden graficarse del

siguiente modo:

Page 78: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 77

a. Artistas: -artes visuales

-cuentería

-danza

-teatro

b. Productores artísticos: -artes escénicas (teatro y danza)

-música

De acuerdo a lo anterior, estarían representadas aquellas artes

que no constituyen industria, como el cine o la literatura, que si

forman parte de la industria cultural y que, por lo tanto, responden a

otros formatos de creación, producción, exhibición y comercialización y

a parámetros masivos de consumo, fuertemente mediatizados y que se

sustentan en una lógica de mercado. Estas características no están

presentes en las artes que no constituyen industria como el teatro, la

danza, las artes visuales y la música (al menos en su dimensión

performática y no comercial) y por lo tanto, prima el contacto directo

con el público, sin procesos de mediación asociados. La producción de

este tipo de artes también tiene una lógica personalizada y de algún

modo artesanal, pues no contempla reproducción de las obras a gran

escala ni cadenas productivas complejas, sino más bien trabajos

asociativos y de redes.

Por otro lado, hay un criterio de selección de la muestra en cuanto

a cantidad de informantes que es posterior o que actúa de manera

paralela a la realización de las entrevistas, pues a partir de este

ejercicio empírico fue posible identificar cierta estabilización en los

temas que emergían en los discursos, llegando a un grado de

redundancia que permite asociarlo a lo que Gainza llama “criterio de

saturación”, donde “la información que se recoge/produce no presenta

aspectos significativamente nuevos y diferentes, por lo cual de seguir

entrevistando se obtiene información que tiende a repetirse y que hace

posible suspender la aplicación de las entrevistas” (Gainza, 246).

Page 79: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 78

En tal circunstancia, cobra importancia lo que dicho autor llama

“informante clave”, cuyas características tienen que ver con el

conocimiento empírico que aquél sujeto posee de la realidad o

fenómeno que se investiga y que, además “es respetado por los demás

sujetos pertenecientes al escenario o realidad local investigada”

(Gainza, 249).

Siguiendo la lógica de que “las entrevistas cualitativas requieren

un diseño flexible de la investigación. Ni el número ni el tipo de

informante se especifica de antemano” (Taylor y Bodgan, 108), se llegó,

a través de un proceso exploratorio, que incluyó una evaluación a

medida que se transcribían las entrevistas, a determinar en un

momento dado que el material con que se contaba era suficiente.

Con estos criterios se seleccionó una muestra de siete informantes

claves, reconocidos en el ámbito artístico local, con conocimiento

suficiente del medio y con el potencial de representar una cierta

vocería en cada uno de sus colectivos de opinión, tal como fueron

caracterizados más arriba en este apartado.

Así, la validez de esta muestra está dada, no por un criterio de

representatividad estadística, sino por una intensa relación cognitiva

que busca permanentemente profundizar en el fenómeno en estudio a

través de la intersubjetividad de los informantes, que, a su vez, permite

adentrarnos en sus representaciones sociales, significados y

construcciones simbólicas. Como lo ha planteado un antropólogo

chileno, “La representatividad no obedece a cantidades, sino que a los

puntos de saturación que se reflejan en los grados de redundancia de

los contenidos comunicativos que se van registrando” (Arnold, 345). En

sobre esta base se pudo decidir, a partir aproximadamente de la quinta

entrevista, que no se requería efectuar un importante número

Page 80: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 79

adicional, pues comencé a discurrir que los temas se volvían

repetitivos, sin nuevos aportes o potenciales hallazgos.

3.7.3 El acercamiento con los informantes

Es preciso hacer una breve caracterización previa del tipo de

informante al que esta investigación debió convocar para obtener el

material empírico necesario. En general se trata de personas con un

grado variable de formación profesional en el ámbito artístico y en la

respectiva disciplina que cada uno cultiva, algunos con

especializaciones y estudios de post-título, pero todos con inquietudes

intelectuales y, diría, con una cierta vocación crítica centrada en temas

y fenómenos actuales.

Habiendo determinado que en el perfil de los informantes debía

considerarse el hecho de que fueran artistas que desarrollaran su labor

de creación, puesta en escena o producción en el espacio público,

comencé la búsqueda entre las redes de contactos, sondeando y

chequeando algunos nombres potenciales. Sin duda la cercanía y

compromiso con el ámbito artístico por motivos laborales13, me facilitó

el trabajo de llegar a mis informantes.

Al ser abordados y requeridos para participar en la investigación

todos se mostraron dispuestos a colaborar, siempre siendo prevenidos

de que les demandaría un tiempo seguramente valioso en sus agendas.

No siempre fue fácil coordinar y hacer coincidir los tiempos, lo cual en

alguna medida incidió en el hecho de que el proceso de las entrevistas

13 Desde antes de egresar de la carrera hasta hoy me he desarrollado como gestora cultural vinculada a instituciones artísticas independientes, luego en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a cargo del área de cultura del Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso, más conocido como Plan BID y nuevamente en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Page 81: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 80

comenzara en octubre de 2006 y culminara en mayo de 2007, a lo cual

se sumó también el intenso ritmo laboral que llevo desde mi egreso.

Pese a lo dilatado del trabajo de campo, decidí seguir adelante (no

pocas veces me cuestioné este hecho), mientras intentaba, en la praxis,

afinar el instrumento metodológico elaborado en el sentido de lograr

encuentros asertivos y productivos con mis informantes.

En términos generales, las entrevistas tuvieron una duración

promedio de dos horas cada una, exceptuando una cuya duración

excepcional fue de cuatro horas, por lo que requirió más de un

encuentro con la informante. Así fui componiendo una muestra que al

final del proceso quedó compuesta por los siguientes informantes:

1. Edgardo Canales: Licenciado en artes, chileno, 37 años, reside

en Valparaíso, ha desarrollado su obra vinculada a la instalación

y la intervención visual en el espacio urbano.

2. Nataly Aller (Pécora): artista visual autodidacta, chilena, 36

años, reside en Valparaíso, se ha desarrollado como muralista y

cultora del street art o arte callejero.

3. Rocío Rivera: bailarina y coreógrafa, chilena, 33 años, reside en

Valparaíso, dirige y organiza un Festival Internacional de Danza

Contemporánea, Danzalborde, cuyo foco principal es la

intervención del espacio urbano desde la danza y el cuerpo en

movimiento.

4. Juan Serafíni: actor y clown, argentino, 42 años, reside en

Valparaíso, desarrolla la metodología del teatro social o teatro

foro, y desde el clown y la comedia ha realizado teatro callejero y

de intervención social.

5. Iván Sánchez: diseñador y director teatral, chileno, 38 años,

reside en Valparaíso, se ha desarrollado como director artístico

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de las comparsas de Carnavales y espectáculos masivos en la

calle.

6. Mariana Romero: bailarina y productora de artes escénicas,

chilena, 34 años, reside en Valparaíso, se ha dedicado a producir

espectáculos de intervención artística en el espacio público,

donde confluyen la danza, el teatro y la música.

7. Patricia Mix: Cuentacuentos y productora artística, chilena, 43

años, reside en Valparaíso, coordinadora nacional del programa

de fiestas ciudadanas “Chile más Cultura” del Consejo Nacional

de la Cultura y las Artes.

Cada uno de ellos y ellas accedió a entregar su perspectiva sobre

los temas que se había planteado esta investigación y que estaban

contenidos en el instrumento metodológico o entrevista, en definitiva

una conversación, que sostuve con todos y todas.

Este ejercicio preliminar con los informantes, ya desde la primera

entrevista fue arrojando indicios valiosos que demostraron que antes

de llegar a un análisis más minucioso y sistemático, el investigador

puede ir trazando algunos hallazgos sutiles y recogiendo pistas que

irán articulándose y afianzándose hasta llegar a ser un constructo

plausible.

3.8 El procesamiento de la información: los primeros dispositivos de análisis

Una vez realizadas todas las entrevistas que se determinaron como

necesarias para obtener las unidades de información, me enfrenté a un

cúmulo de textos de un volumen no despreciable (61 carillas en total),

los que requerían ser abordados de algún modo.

Page 83: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 82

En este punto fue preciso volver a las dimensiones temáticas y a

las categorías de análisis establecidas en la etapa del diseño

metodológico, de modo de ordenar todo el material recogido de acuerdo

a los criterios de orientación que en esa etapa se establecieron.

Así, luego de leer las entrevistas completas, y dado que no es

posible en un análisis razonable trabajar con la totalidad de los datos

recogidos, se agruparon las respuestas de cada uno de los siete

informantes en forma de citas. Estas fueron seleccionadas de acuerdo

a su mayor grado de pertinencia a esta investigación (cuyos ejes son

espacio público, ciudadanía, arte) y según la vinculación con cada una

de las categorías de análisis levantadas para aterrizar las tres

dimensiones.

Para cada entrevistado se construyó una matriz que agrupaba por

categoría las citas más relevantes y con sentido para esa categoría

específica. El resultado fue un cuadro que dispusiera la información

ordenadamente y de una manera fácil para visualizar:

Dimensión Espacio Público (EP) / Informante 1: USO APROPIADO del EP

-Que estén bien pensados. Yo he visto tantos errores en cuanto a cómo integrar al ciudadano. Se hacen cosas que muchas veces son inútiles. En la plaza Sotomayor es triste, hicieron todo un decorado muy bonito, sacaron las veredas y pusieron unas cositas para diferenciar donde tú caminas y donde no caminas; la gente no esta acostumbrada a eso, porque era todo plano, la gente estaba acostumbrada a que había una vereda, 15 cms. Y calle. Entonces si los pones en un nivel, se asustan, a pesar de que están las cositas y las cositas de a poco se fueron chocando y ya no hay, además que pusieron una especie de azulejos negros, que no estaban pensados para el peso de los vehículos y esta la escoba. Eso es una mala forma de invertir en un EP, es una pena el lugar como esta. -Que se sepa integrar a la gente. Se necesita un grupo interdisciplinario para armar un EP y que sea accesible a todo el mundo. Hay lugares que los intervienen de tal manera que la gente no va porque no los entiende o no le gustan.

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APROPIACIÓN CIUDADANA del EP

-Más que apropiarse yo creo que es cómo tú quieres y cuidas el lugar donde habitas, que es público, cómo lo cuidas, si los vas a rayar con el señor Paico o vas a ensuciar todas las áreas verdes, qué onda, ahí hay un problema bien fuerte. El tema de la apropiación tiene que ver con el cuidado y con el respeto, tienes que querer el lugar, si lo quieres no puedes estar dejando envases de bebidas, trapos, si no cuidas el lugar estamos mal.

PARTICIPACIÓN en el EP

-Las calles, visibilizo como EP la plaza Sotomayor, me dices EP y yo veo al tiro la imagen de Prat y las marchas, los puertazos. Pero eso es porque yo he trabajado mucho con este lugar, mis íconos para trabajar han sido la plaza Sotomayor, la Matriz. Entonces me hablas de EP y yo inmediatamente bajo al plan.

Valor del DEBATE en el EP

-Es un lugar de encuentro.

Rol del ESTADO en el EP

-Cuidarlo, invertir en él, de buena manera porque hay muchas políticas de inversión bastante mediocres y que sean no excluyentes, que integren. De repente se comete el error que los lugares más que generar encuentro, la gente se siente agredida por la manera en que lo intervienen o lo modifican.

Valor de la SOCIABILIDAD

-Ahí se genera una sociedad, en el intercambio de ideas, generas cultura, generas pensamiento. Si no se dan esos lugares de encuentro, no hay ideas, no hay pensamiento, no hay cohesión ciudadana, el contacto, el intercambio entre tu y yo genera algo. Y eso es lo que pasa ahora, que las ciudades son muy impersonales, por lo tanto no hay una integración.

Del mismo modo que en el extracto anterior, la operación se realizó

con cada informante, con lo cual la cantidad de información se redujo

de las 61 carillas originales a 49, donde se encontraba, grosso modo, la

información más atingente a lo que buscaba esta investigación. Se

trató de un primer proceso de filtrar todo el material con un primer

barrido y ordenarlo según las pautas de orientación construidas.

Con este primer ordenamiento de la información, se leyó

nuevamente, reflexionando en torno a las distintas categorías y al

discurso expresado en las palabras de cada uno de los informantes.

Cabe aquí señalar el hecho de que el análisis parte, en cierta medida,

en la realización misma de la entrevista, donde como investigador nos

encontramos atentos a lo que pronuncian nuestros entrevistados,

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Pabst 84

tomando notas de algunas afirmaciones o pidiéndoles que ahonden en

algún tema específico.

Un segundo paso para abordar la información fue transformar la

matriz-filtro mencionada e ilustrada más arriba, en una suerte de

resumen de citas, agrupadas igualmente por categorías, pero

incluyendo en cada categoría lo dicho en torno a ella por todos los

informantes, a partir de las mismas citas recogidas por la matriz y

agregando a ello un elemento de reflexión o interpretación, como se

muestra a continuación:

Dimensión > Ciudadanía / Categoría > Valor de la Participación Ciudadana:

Citas Reflexión -Te guste o no, la situación de Norteamérica tiene una gran gracia, que los ciudadanos son capaces hasta de echar presidentes, cómo el peso ciudadano es tan fuerte, que no se puede abusar de él, acá se abusa, porque el ciudadano no exige sus derechos (informante 1) -Es vital, porque es masa crítica. Se necesita que mucha gente en Valparaíso haga esto, mucha gente y no como especialistas, sino que como talleres comunitarios, recuperación de espacios. Yo siempre digo, si cada artista de Valparaíso hiciera una obra en el EP, Valparaíso sería la ciudad con más arte en todo el mundo (informante 2) -La ciudad es del ciudadano. Si la gente no participa, finalmente el rol de los políticos y el rol de las estructuras que están haciendo que la ciudad funcione es súper ficticio y es como vivir adentro de una casa prestada … la ciudadanía tiene un rol súper importante ahí, porque si no estas

Hay una valoración de la

participación ciudadana como una

manera de producir cambios sociales

y al mismo tiempo como una

herramienta de decisión, expresión de

opinión y posibilidad de tomar

posición ante temas de interés

común.

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Pabst 85

viviendo una vida que no te pertenece, donde las decisiones están definidas por otros (informante 3) -Genera que el ser humano se haga cargo de las cosas que construye o destruye. Entonces hay que participar, hay que formar opinión, me parece bueno que la gente sea partícipe en una sociedad tan paternalista o maternalista como la que estamos viviendo. La participación genera, me parece, el romper con el concepto tradicional de familia, en donde los niños se callan y los padres hablan (informante 4) -Creo que es la única que puede exigir, de ahí parte todo, o sea, si la gente no se organiza y no es capaz de exigir no va ocurrir nunca nada (informante 5) -Genera compromiso, porque visibiliza demandas, porque genera grupos humanos activos y no adormecidos en el consumo y embobados con las nuevas tecnologías, ciudadanos que salen de sus mundos privados para ser parte del mundo colectivo. La participación ciudadana es una fuerza de activación (informante 6).

Hecho esto con las 29 categorías, el material se sintetizó de 49 a

24 carillas. Luego, se agruparon las citas una vez más, en esta

oportunidad, con un criterio de similitud, es decir, aquellas citas que

apuntaban hacia una misma idea se juntaron y a cada agrupamiento

de citas se les proporcionó una suerte de titular que extractaba lo

medular del conjunto de citas que coincidían en el punto de vista.

Así, para las mismas citas y categoría anteriores el resultado

fueron dos bloques de citas con su respectivo título o frase explicativa

en negrita y cursiva:

La participación impacta de manera concreta en la realidad social modificándola

Informante 1: Te guste o no, la situación de Norteamérica tiene una gran gracia, que los ciudadanos son capaces hasta de echar

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presidentes, cómo el peso ciudadano es tan fuerte, que no se puede abusar de él, acá se abusa, porque el ciudadano no exige sus derechos

Informante 2: Es vital, porque es masa crítica. Se necesita que mucha gente en Valparaíso haga esto, mucha gente y no como especialistas, sino que como talleres comunitarios, recuperación de espacios. Yo siempre digo, si cada artista de Valparaíso hiciera una obra en el EP, Valparaíso sería la ciudad con más arte en todo el mundo

El valor de la participación esta en poder decidir y tener opinión frente a los temas y situaciones que nos competen

Informante 3: La ciudad es del ciudadano. Si la gente no participa, finalmente el rol de los políticos y el rol de las estructuras que están haciendo que la ciudad funcione es súper ficticio y es como vivir adentro de una casa prestada… la ciudadanía tiene un rol súper importante ahí, porque si no estas viviendo una vida que no te pertenece, donde las decisiones están definidas por otros.

Informante 4: Genera que el ser humano se haga cargo de las cosas que construye o destruye. Entonces hay que participar, hay que formar opinión, me parece bueno que la gente sea partícipe en una sociedad tan paternalista o maternalista como la que estamos viviendo. La participación genera, me parece, el romper con el concepto tradicional de familia, en donde los niños se callan y los padres hablan.

Informante 5: Creo que es la única que puede exigir, de ahí parte todo, o sea, si la gente no se organiza y no es capaz de exigir no va ocurrir nunca nada.

Informante 6: Genera compromiso, porque visibiliza demandas, porque genera grupos humanos activos y no adormecidos en el consumo y embobados con las nuevas tecnologías, ciudadanos que salen de sus mundos privados para ser parte del mundo colectivo. La participación ciudadana es una fuerza de activación.

Este ejercicio se llevó a cabo con cada una de las 29 categorías, lo

cual permitió una nueva síntesis en la información que se ajustó, esta

vez, a 24 carillas, y posibilitó un paso más en la comprensión del objeto

de estudio.

En una última etapa del procesamiento de la información, se

prescindió de las citas de los informantes, dejando expresado sólo lo

medular de lo dicho por ellos a partir de las frases explicativas que en la

etapa anterior sirvieron para agrupar las citas y que aparecen en negrita

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Pabst 87

y cursiva. Este último peldaño en el proceso de síntesis de la

información, arrojó una suerte de pre-conclusiones para cada una de

las 29 categorías que orientaron la construcción del instrumento

utilizado en la obtención de las unidades de información. Así, el

resultado fueron cinco carillas donde estaba el extracto esencial de los

discursos procesados y las posiciones expresadas, según se muestra en

el siguiente fragmento que corresponde a la Dimensión Arte:

Categoría Posiciones expresadas

Rol del artista -El artista es considerado como un develador de realidades, como quien ve más allá de lo evidente y por ello se convierte en un facilitador de procesos de transformación o impulsor de acciones. -El artista es un articulador entre lo real cotidiano y lo poético o imaginario.

Relevancia del concepto de creatividad

-La creatividad adquiere sentido si esta al servicio de la capacidad del arte de conmover y construir subjetividad. -El mayor valor del arte radica en rescatar y hacer trascender un momento determinado de la realidad. -El arte es un medio para el descubrimiento personal y, por lo tanto, de valoración de la propia subjetividad.

Relación entre arte y cultura

-El arte está contenido por la cultura, que es un contexto mayor. -El arte y la cultura son equivalentes o son indisociables, hay una relación de interdependencia entre ambos. -El arte y la cultura son dos ámbitos distintos que no se pueden igualar.

Relación del arte con el público

-El público se convierte en un participante y “creador” de una obra en pos de una transformación (visión de un público individual). -Se otorga importancia y valoración a la subjetividad del público al enfrentarse al arte, se reconoce una relación de comunicación (visión de un público individual e incluso personalizado).

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-El arte se acerca cada vez más al público y no al revés (visión de un público colectivo). -El público de consumo no se interesa en el arte (visión de un público alienado).

Relación del arte con lo público

-El arte en lo público no puede ser neutro, siempre esta diciendo algo. -El arte activa los espacios públicos, les da significados nuevos, los humaniza al poner vida y dinamismo en ellos. -El arte se incorpora, se instala cada vez más en los espacios públicos frente a un arte que sólo se instala en un espacio sacralizado para ello.

Función social del arte

-El arte es un medio de crítica pública a la realidad social. -El arte tiene la capacidad de ser educador, y logra visibilizar los imaginarios colectivos. -El arte es un medio para la autovaloración. -El arte abre la posibilidad de activar o modificar el cotidiano, la realidad social a partir de su capacidad de con-mover y vitalizar.

Al llegar a este punto, en que las unidades de información han sido,

chequeadas una y otra vez, han superado ciertos puntos de saturación,

han sido filtradas y se las ha reducido a lo medular de las posiciones en

juego en los distintos discursos, cabe introducirnos en el análisis de la

información recogida y procesada.

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IV. El análisis: un abordaje hermenéutico

Siguiendo la idea de la matriz lógica para el diseño metodológico

de una investigación, nos hallamos ante el tercer principio que

compone dicha matriz y que tiene un sentido de cierre, puesto que

aquí se despliegan los dispositivos finales de construcción de la

investigación que se inició con el ejercicio de objetivar un fenómeno y

los sujetos que lo configuran. En esta etapa de análisis, lo que se hará,

en rigor, es una “traducción de lenguajes habituales a lenguaje

científico” (Cottet, 212), se trata entonces de desarrollar ciertos

mecanismos de “lectura/escritura” de las unidades de información o,

como más comúnmente se les llama, los datos, para que puedan

adquirir el estatuto científico que exige toda investigación. Me atrevería

a hablar incluso de una acción de deconstrucción de los datos y una

posterior reconstrucción o presentación de los mismos en clave erudita

o académica.

Lo que se pondrá en marcha entonces, dado que se ha trabajado

con textos hablados que se han fijado físicamente e inscrito en un

discurso, es “un ejercicio analítico coherente con la noción de

comprensión (verstehen) al buscar identificar y examinar los

significados y sentidos que recorren y animan las respuestas verbales

de los sujetos bajo estudio” (Gainza, 222).

En consecuencia, apelamos en este ejercicio a lo que la

especialista en hermenéutica Teresa Ríos llama “filosofía de la

comprensión” para indicar “una vía de acceso a la dimensión de los

sentidos en el plano de la investigación” (Ríos, 52) a través del lenguaje

como elemento mediador y configurador privilegiado de la experiencia

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Pabst 90

humana. Por medio de la interpretación, digamos erudita,

reconfiguramos aquello que ha sido dicho por nuestros informantes en

un ambiente conversacional, semiespontáneo y lo insertamos en lo que

Cottet llama “una modalidad de escritura hegemónica” para referirse a

“la investigación teórico-empírica que realiza la institución Ciencias

Sociales” (Cottet, 216).

Retomando la mirada reflexiva del segundo orden, caemos en a

cuenta de que lo que hacemos es explicar explicaciones o como lo

plantea Geertz, interpretar interpretaciones (las de los informantes), lo

cual tiene un valor para las Ciencias Sociales que no podemos

soslayar, pues esta acción interpretativa permite “inscribir” los

discursos sociales, visibilizándolos, logrando con ello apartarse “del

hecho pasajero que existe sólo en el momento en que se da y pasa a

una relación de ese hecho que existe en sus inscripciones y que puede

volver a ser consultada” (Geertz, 31). El intento entonces se centra en

realizar un abordaje hermenéutico que, si bien tiene entre sus

características la de ser micro en relación al orden social, sea

igualmente extrapolable como indicador de lo que ocurre en un ámbito

de la vida cotidiana, que es donde las personas urden esas tramas de

significación a las que alude Geertz y que les otorgan sentido a sus

acciones.

Hay, diría, una suerte de doble direccionalidad en el análisis

hermenéutico que se plantea, ya que, por un lado, siguiendo lo que

formula Araya en su propuesta de análisis interpretativo de entrevistas

“el acento deberá estar en lo No Dicho” (Araya, 14). Por otro lado, esta

manera de abordar las unidades de información ha de ser

complementada con la propuesta hermenéutica de la comprensión que

“no está dirigida a captar, en primer lugar, el habla que esta detrás del

texto, sino aquello de lo cual se habla, la cosa del texto” (Ríos, 56).

Page 92: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

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Si bien tal planteamiento puede parecer paradójico, es parte y

resultado de las distintas e innumerables lecturas que se ha hecho de

los datos donde es posible identificar, coincidiendo con Cottet, tres

niveles de análisis: primero, la selección textual de las citas, segundo,

la conversión a “enunciados” temáticos y, por último, un nivel de

elaboración de lo enunciable, es decir de las relaciones subyacentes a

los discursos (en la exposición del análisis que sigue el orden es: los

enunciados, luego las citas textuales y lo enunciable). Es en cierto

modo, el ejercicio al que nos lleva a encontrarnos dando vueltas en el

“círculo hermenéutico” donde “toda interpretación que tenga como fin

la comprensión tiene que ya haber comprendido lo que intenta

interpretar” (Ríos, 55).

Lo que sigue es un análisis temático de las unidades de

información estructuradas en torno a la matriz de categorías de

análisis, la cual se expuso en el apartado 3.6.2, que determinó

distintas categorías operacionales para la obtención de la información

en cada una de la tres dimensiones que orientan esta investigación y

que han permitido dar respuesta a la interrogante planteada en el

capítulo referente a la metodología de este informe (apartado 3.1).

El procesamiento de la información, el análisis de los datos y las

conclusiones correspondes probablemente a las distintas fases

identificables en lo que ha sido este círculo hermenéutico. Los alcances

de este ejercicio aún permanecen en la timidez de estas páginas, es de

esperar que, como una espiral, este intento de comprender se amplíe y

multiplique en la apertura a otras miradas.

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Pabst 92

4.1 El espacio público: lugar de uso, comunicación e interacción

Respecto a la primera categoría que se ha levantado para indagar

en la relación entre espacio público y ciudad es posible entender

varias cosas a partir de lo expresado por los informantes: primero, el

espacio público es un lugar que se usa, se habita, donde se participa,

donde la diversidad es posible; segundo, que la ciudad contiene en si

los espacios públicos, aunque ciudad y espacio público no son

sinónimos, en rigor, el espacio público es un segmento de la ciudad

cada vez más reducido y tercero, que la comunicación e interacción

son elementos esenciales del espacio público ciudadano, donde no hay

exclusión (en tanto la ciudad si es excluyente).

(Informante 2, entrevista) “La comunicación entre seres de todo tipo. Animales, personas, todo se relaciona ahí, es la oportunidad que tenemos de ver que cada ser es una oportunidad, es la oportunidad de comunicarnos y conocernos. O sea, yo encerrada en mi casa no voy a conocer a nadie”

(Informante 5, entrevista) “Para mi el espacio público no es la ciudad. La ciudad es un espacio más grande y el espacio público son pequeños segmentos, son pequeños oasis. Por ejemplo, la plaza Victoria, los días domingo es alucinante como espacio público (…) uno puede ver de todo, unos tipos bailando reggaeton, los Krishna cantando, los skaters por allá. Y de pronto si uno lo mira, todos los microsistemas que conviven en ese espacio, es realmente alucinante (…) pareciera que alguien lo hubiese organizado y nadie lo organizó y ahí hay respeto, hay escucha, hay convivencia, ahí hay un buen ejercicio. Y cuando me llevas a la ciudad, me parece que la ciudad es un territorio más político y no logro visualizarlo como espacio público”

La idea de que la comunicación es un elemento central en la

dinámica del espacio público está fuertemente instalada y todo lo que

allí ocurre es visto en esta perspectiva en que el co-habitar un espacio

implica necesariamente una acción comunicativa.

Page 94: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 93

Otra categoría importante es la de uso apropiado del espacio público, donde, al analizar el discurso que emiten los informantes (a

quienes también podemos identificar como voceros), se entiende que

aquello implica encuentro e integración de todas las diversidades y, al

mismo tiempo, que los espacios públicos son tales sólo en la medida

en que se hace uso efectivo de ellos.

(Informante 6, entrevista) “Como verdaderos espacios de encuentro de las diversidades de un lugar, y también con respeto y cuidado, con la conciencia de que es el lugar que habitamos, que nos acoge, donde una buena parte de nuestra vida transcurre aunque hoy nos estemos trasladando cada vez más a la privacidad de nuestras casas”.

Lo que prevalece en los diferentes discursos de los artistas-

voceros, es la idea de que el uso del espacio público no sólo es

importante porque es el espacio que nos pertenece a todos y todas,

sino que además es lugar donde se potencian las redes sociales, donde

ocurren fenómenos relevantes de nuestra vida cotidiana, ya que

aparece como un habitat tan importante al habitat privado. De allí la

relevancia de resguardarlo y preservarlo.

En relación a la apropiación ciudadana del espacio público

como tercera categoría se entiende en lo expresado por los

informantes, que debe estar marcada por el cuidado y el respeto hacia

el espacio público, lo cual se vincula al uso apropiado de ese espacio

que también implica el uso espontáneo y libre que se hace de él.

(Informante 4, entrevista) “El hecho de que la gente sienta que el espacio le pertenece realmente. Entonces si yo siento que esto es mío, no voy a tirar papeles, no voy a quemar los bancos... ahora, en cuanto lo siento como una cuestión no mía, ahí es donde creo que la gente se empieza a cagar en el espacio público.

Page 95: LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE H.Pabst

Pabst 94

Tiene que ver con el cuidado y con el respeto, nos pertenece a todos, el espacio público es como nuestra casa”.

(Informante 3, entrevista) “La gente piensa que la calle es de

ella y voy y si quiero pinto la escalera porque es mi calle (…) tiene que ver con acciones concretas sobre el espacio público”.

La idea de sentir que hay un grado de pertenencia sobre el espacio

público es una clave cuya consecuencia inmediata, en términos ideales

sería el cuidado de un lugar que es potencialmente de todos y todas.

Esta es una percepción que tiende a repetirse y que tiene un trasfondo

que esta dado por el generalizado maltrato del espacio público que

tiene que ver con ensuciarlo, estropearlo, etc. Al mismo tiempo se

manifiesta una libertad en el uso del espacio público que es una

costumbre arraigada en la identidad de los porteños, que intervienen

sus espacios urbanos de manera espontánea.

En relación a la categoría de participación en el espacio público

aparece como evidente que es una idea que se relaciona

fundamentalmente con una manifestación, concreta, visible y de cierto

impacto, que genere un cierto dinamismo social, que la vez posibilite

encuentros, expresión pública de anhelos ciudadanos, etc.

(Informante 7, entrevista) “Para mi cotidiano, los espacios públicos están siendo concurrir a ciertas acciones comunes con otros. Voy a alguna manifestación, por ejemplo la otra vez fui a una que se hizo para legalizar el autocultivo o a marchas gay lésbicas, a temas que me mueven y me conmueven, o por ejemplo una acción de arte que se hizo en contra del femicidio, esas cosas me mueven al EP a encontrarme con otros, que están construyendo o haciendo las transformaciones de las que yo también soy parte”.

(Informante 1, entrevista) “Visibilizo como EP la plaza

Sotomayor, me dices EP y yo veo al tiro la imagen de Prat y las marchas, los puertazos”. Sin duda la idea de participación en el espacio público está

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marcada por un ejercicio de visibilización de propuestas, demandas,

deseos, discursos de distinto carácter que encuentran en el espacio

público una plataforma de expresión e incluso de difusión, de manera

que quienes se sientan interpelados pueden adherir a tales iniciativas.

Esto nos lleva a considerar también la idea de lo colectivo como otro

elemento presente en la idea de participación en el espacio público,

pues es posible leer en lo expresado por los informantes que no se

participa solo, sino con otros, de modo que la acción de participar

cobra una potencia que se sustenta en el hecho de ser una acción

conjunta y convocante.

Es interesante destacar que la categoría valor del debate en el

espacio público concitó unanimidad en nuestros voceros, respecto al

hecho de que se valora la posibilidad del encuentro, la interacción, la

contemplación y lo espontáneo de todo lo que ocurre en el espacio

público, con un carácter humanizador, por sobre la idea del debate,

que no es particularmente valorada e incluso no fue mencionado por

ninguno de los informantes como elemento relevante del espacio

público.

(Informante 1, entrevista) “Es un lugar de encuentro”. (Informante 5, entrevista) “La convivencia, la espontaneidad,

que todo pueda ocurrir ahí, que todo y nada pueda ocurrir y que nadie se asombre y que todos lo encuentren orgánico, que sea natural que no venga alguien a organizarlo”.

(Informante 6, entrevista) “Esa posibilidad de interacción (…)

El interactuar de sujetos que no se conocen, que no se han visto y que tal vez no se vuelvan a ver, o tal vez si. Ese tejido humano, ese flujo de miradas, indiferencias, intencionalidades que suceden allí es realmente potente (…) lo que ocurre en el espacio público es único, pues es producto de un habitar particular y no ha sido convocado ni creado por ninguna otra instancia”.

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No hubo mención al debate como un elemento fundamental del

espacio público, lo cual no necesariamente indica que no se le valora,

aunque si es posible afirmar que no es la característica más apreciada

o que no es una función fundamental o prioritaria en el contexto de los

fenómenos que tienen lugar en el espacio público. La idea del debate

parece evocar una configuración más bien clásica, donde la política es

un elemento articulador, frente a esta mirada donde se desarrollan

nuevos elementos de cohesión, no necesariamente vinculados a la

racionalidad política que intenta planificar el orden social, sino más

bien a la textura de la vida cotidiana, cuyos códigos son más

espontáneos y casuales.

El rol del Estado en el espacio público como categoría de

análisis permitió identificar ciertas expectativas en torno a esa relación

que es vista en términos de obligatoriedad, es decir, el Estado debe

efectuar determinadas acciones: por un lado debiera funcionar como

facilitador del encuentro y la comunicación en el espacio público y, por

otra, tiene la obligación de generar infraestructura adecuada y cuidar

el espacio público para que todos puedan usarlo. Entonces, se le

hacen requerimientos de tipo comunicacional y al mismo tiempo de

índole material y urbanística.

(Informante 1, entrevista) “Cuidarlo, invertir en él, de buena manera porque hay muchas políticas de inversión bastante mediocres y que sean no excluyentes, que integren. De repente se comete el error que los lugares más que generar encuentro, la gente se siente agredida por la manera en que lo intervienen o lo modifican”. (Informante 6, entrevista) “Facilitar ese encuentro, fomentarlo, cuidarlo, permitir que se de en las mejores circunstancias… todos pagamos impuestos y por eso el Estado debe brindar instalaciones adecuadas para los ciudadanos, la infraestructura ciudadana es una obligación del Estado y no debiera ser excluyente”.

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(Informante 7, entrevista) “Cualquier cosa que se haga en los espacios públicos desde el Estado, desde la poda de los árboles pasando por los asientos, las plazas, la actividad cultural o lo que sea o ver el tema de sanidad, lo que fuera tiene que, de alguna forma, observar y dialogar con el entorno… debería procurar ser un facilitador de la manutención de esos EP desde todas las perspectivas, desde la perspectiva arquitectónica, vial, urbanística, cultural, de salud”.

También emerge una perspectiva crítica hacia la manera en que el

Estado ha llevado su rol en el espacio público, sin incorporar algún

grado de participación o de mirar el contexto y los sujetos que lo

habitan. Se vuelven a vincular los conceptos de comunicación,

participación, encuentro y posibilidad de uso.

En lo relativo al valor de la sociabilidad en el espacio público,

nuestros voceros-artistas le otorgan una importancia radical al

encuentro con otros, ya sea para generar vínculos sociales, para

comunicarse o para conocerse y conocer.

(Informante 5, entrevista) “Es alucinante. De hecho yo creo que ahí está lo que buscamos con Danzalborde. De hecho si alguien nos pregunta cuál es la misión de Danzalborde, es súper simple, o sea poner un poco de poesía desde el cuerpo en espacios públicos y que la gente lo vea y se encuentre, hable, charle de otra forma, vea de otra forma, se lleve un suspiro de otra forma”. (Informante 7, entrevista) “En los espacios públicos, si es que no hay un sentido del cual te sientas parte, de una construcción de algo, como de la identidad, de tu espacio para algo en lo que te encuentras con otros, a mirarlo a conocer, a mirarte a ti mismo también frente al otro… donde se te abre el mundo de la otra persona y a la vez se te abre el propio”.

Pareciera que allí esta la clave de la vivencia en el espacio público,

en la posibilidad de interactuar con otros y de establecer una

comunicación espontánea. Esta perspectiva en que la sociabilidad se

valora con especial intensidad es recurrente a lo largo de las distintas

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entrevistas, poniendo en cierto modo de relieve una vez más que la

lógica de la racionalidad instrumental pasa a ser secundaria frente a

un énfasis en el desarrollo humano basado en componentes más

cercanos a lo emocional.

Otra categoría de análisis que pareció insoslayable para indagar

sobre los discursos en juego fue la incidencia de la globalización en el espacio público, fenómeno controversial que tiende a ser visto

desde dos ópticas disímiles. Por un lado, la globalización es percibida

como perjudicial, ya que provoca una fuga generalizada del espacio

público (“en casa estas conectado al mundo”) y estandariza a las

personas y sus modos de consumo. Por otro, es valorada como una

herramienta de información e inmediatez que permite una mayor

aceptación de la creciente diversidad a la que se tiene acceso.

(Informante 1, entrevista) “La globalización desde el punto de vista tecnológico, ha generado un conflicto, porque te hace olvidarte de que vives en una ciudad, por lo tanto te genera un no deseo de circular en ella, hay un perjuicio… el problema es la identidad y la nacionalidad, que se esta empezando a perder”. (Informante 6, entrevista) “La globalización ha aumentado el grado de diversidad que uno puede ver en los habitantes, los sujetos y eso creo que es beneficioso para la tolerancia, la integración, la multiculturalidad, en fin. Y por otro lado, desde el punto de vista económico ha generado una ansiedad enorme por consumir la multiplicidad y multitud de productos provenientes de otros mercados y eso no tiene que ver con nada más que con la relación costo beneficio y cuando las actividades humanas se miden con esa vara, pues me parece un poco pernicioso”.

La globalización es percibida en términos de pérdida de valores

fundamentales (la sociabilidad, el uso de la ciudad, la identidad, etc.) y

como ganancia de valores nuevos y positivos (la diversidad, la

tolerancia, la multiculturalidad), así como de otros negativos (la

supremacía de criterios de mercado para medir las relaciones, el

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consumo desmedido y la estandarización). Eso en términos más bien

generales, pero al mirar específicamente el espacio público, los

discursos tienden a confirmar el diagnóstico de un abandono

progresivo de ese lugar y un deterioro de las dinámicas sociales que

allí se generan.

4.2 Ciudadanía: participación en el territorio e identidades en proceso

En la primera categoría de análisis de la dimensión ciudadanía, se

buscó indagar en el valor de la participación ciudadana como un

elemento que ayuda a configurar esta dimensión y que le otorga

densidad y contenido, permitiendo que se expanda su significado de la

formalidad del concepto a su operatividad real. En este sentido, queda

expresado que la participación ciudadana impacta de manera concreta

en la realidad social modificándola y que su valor está en poder decidir

y tener opinión frente a los temas y situaciones que nos competen a

todos y todas.

(Informante 1, entrevista) “Te guste o no, la situación de Norteamérica tiene una gran gracia, que los ciudadanos son capaces hasta de echar presidentes: como el peso ciudadano es tan fuerte, que no se puede abusar de él; acá se abusa, porque el ciudadano no exige sus derechos”.

(Informante 3, entrevista) “La ciudad es del ciudadano. Si la

gente no participa, finalmente el rol de los políticos y el rol de las estructuras que están haciendo que la ciudad funcione es súper ficticio y es como vivir adentro de una casa prestada… la ciudadanía tiene un rol súper importante ahí, porque si no estás viviendo una vida que no te pertenece, donde las decisiones están definidas por otros”.

Es interesante notar que la ciudadanía se tiende a asociar

empíricamente a la ciudad, al habitar un territorio inmediato más que

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a una estructura mayor como el Estado, es decir, como lo plantea

Jordi Borja habría una suerte de resurgimiento de las ciudades como

referente o eje de la ciudadanía, pues el concepto político-jurídico de

Estado parece estar poco ligado a las acciones ciudadanas efectivas,

mientras el territorio se constituye en su plataforma natural.

En cuanto al valor de la pertenencia es posible identificar la

importancia de tener conciencia de dónde somos y de reconocer el

vínculo con los orígenes. Así mismo, la pertenencia no es un fenómeno

estático ni unívoco, sino más bien tiende a ser variable y múltiple o

diversa.

(Informante 2, entrevista) “Yo más que identificarme con la nación Chile, me identifico con su territorio. Estoy muy orgullosa de haber nacido en este lugar y no viviría en otro territorio que no fuera mí territorio, que es de donde yo vengo, quien soy”.

(Informante 6, entrevista) “Hoy la gente ya no se agrupa en

torno a un ideal, con suerte se agrupa y desagrupa dependiendo de la contingencia, de gustos específicos, no se, de mil cosas dependiendo del momento, lo cual me parece completamente válido… los dogmas y las pertenencias inamovibles ya no existen demasiado excepto quizás en los fundamentalismos islámicos”.

Se aprecia que la noción de pertenencia está ligada a la de

identidad o más bien a la de identificación, a la idea de dónde se ubica

cada uno en un mapa de sentidos, de significaciones, de emociones y

de afectos, más que en una lógica institucional o de estructuras

políticas.

Por su parte, en la categoría relación entre ciudadanía e identidad, esta última se relaciona nuevamente, de manera

importante, con el territorio y también con la nacionalidad. Pero en

este caso, la ciudadanía no se escoge, es un estatus predeterminado

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que permite tener derechos, frente a la identidad que, al igual que la

pertenencia se presenta como múltiple e incluso contradictoria.

Adicionalmente, la identidad es percibida como una construcción

desde el Estado, donde resalta un afán homogenizador dentro de una

diversidad.

(Informante 1, entrevista) “Piensa en el caso, por ejemplo de los hijos de exiliados, que tienen un problema de identidad heavy, yo me acuerdo de un documental de un compadre que se fue a Cuba siendo un adolescente y le decían el chileno, luego se vino a Chile y le decían el cubano. Si no tienes raíces, de dónde te agarras”.

(Informante 7, entrevista) “¡Un pie de cueca en San Pedro de Atacama! Allá la gente baila saya, no baila cueca y la china era con traje floreado y el guaso con espuelas y yo decía, qué mierda hacen bailando cueca en San Pedro de Atacama… es muy heavy y con eso chileno hegemónico es como cohesionan y esa identidad vale hongo, así vale hongo, es como si pintara toda la casa del mismo color y todos los cuadros del mismo color, es como eso”.

Nuevamente el tema del territorio y de lo que allí acontece cobra

relevancia, pues hay una dinámica propia de lo cultural que sólo se da

allí y que es preciso valorar como componente de la identidad;

entonces es posible señalar que habrá tantas identidades como

territorios e incluso como microterritorios existan y con estos

parámetros, podría decirse “a escala humana”, el territorio nacional es

sólo un referente instalado desde el Estado y en torno a una identidad

también construida desde allí como mito fundacional y épico, en

ocasiones sin conexión con la especificidad de lo micro contenida en el

territorio inmediato.

Frente a esta categoría cuya lógica interna es la de aglutinar,

agrupar o unificar según criterios más bien macro, al indagar en la

relación entre ciudadanía y diversidad, esta última aparece como

menoscabada frente a una identidad hegemónica de ciudadano

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homogenizado o estandarizado.

(Informante 7, entrevista) “Somos tan chilenos nos caen mal los peruanos… hay miradas súper hegemónicas y estigmatizadoras y rigidizadoras de lo que somos, porque no aguanta la diversidad. Por ejemplo cuando hicieron los consultorios en todo Chile, a principios de los ochentas que empiezan a municipalizar la salud primaria y hacen consultorios en todo Chile, el modelo de consultorio tenía la ventanilla de entrega de leche hacia el pasillo, desde Arica a Punta Arenas, o sea, lo que significaba hacer cola a la intemperie en Punta Arenas o en Coyhaique o en Puerto Montt o en Antofagasta o en Arica, en Santiago, es distinto, eso es lo hegemónico de lo chileno, me entiendes: lo central, lo ciudadano, lo blanco, lo hombre y estas otras estigmatizaciones”.

La diversidad en relación a la ciudadanía parece un concepto poco

instalado, si bien en la discusión académica o erudita aparece como

un tópico que tiende a consolidarse. En la práctica parecieran primar

criterios e uniformidad y de cierta ceguera ante los contextos

territoriales, culturales, etc.

Otra categoría vinculada es la de valor del reconocimiento,

donde se plantea que el reconocimiento de la condición de ciudadano

implica una mejor calidad de vida y una validación como partícipe de

un orden social.

(Informante 3, entrevista) “Aunque la persona no quiera igual es ciudadano lo que le puede servir es asumirse como tal y a través de eso buscar apropiarse de lo que tiene, de su entorno, de las decisiones”.

(Informante 6, entrevista) “Ser ciudadano es mejor que no

serlo. Esto queda muy claro con el tema de la inmigración que es un asunto de peso mundial. Los inmigrantes llegan a un país y no son considerados ciudadanos, son mal tratados, explotados, marginados y una serie de situaciones que son irregulares en condiciones normales de ciudadanía. Ser ciudadano es una condición básica para poder vivir la vida dignamente, humanamente”.

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El reconocimiento de la ciudadanía se asocia a contar con

derechos básicos, respetados tanto por las instituciones como por los

pares ciudadanos. Queda también resonando la idea del propio

autoreconocimiento de la condición de ciudadano que permite hacer

efectivos, desde el sujeto, los derechos que ese estatus otorga,

situación que aparece como tanto o más importante que el

reconocimiento externo.

En cuanto al rol del Estado en relación a la ciudadanía, el

Estado es visto como un ente educador, como un soporte material para

la ciudadanía y cuyo papel debiera ser el de constituirse en un

impulsor de la participación ciudadana o en un organismo

empoderador de los ciudadanos.

(Informante 1, entrevista) “Las instituciones que están ligadas a lo que tiene que ver con prevención de drogas, por ejemplo, la labor de las bibliotecas, la educación, para bien o para mal son un aporte”.

(Informante 5, entrevista) “Cuando estuve en Montevideo, una

de las políticas nuevas era que hay fondos públicos donde la ciudadanía vota por barrio en qué quiere invertir cierta cantidad de recursos, ya por ejemplo, para el Cerro Bellavista hay dos millones y va toda la ciudadanía, toda la gente que vive en el cerro Bellavista y algunos quieren pavimentar una calle y otros quieren poner luces y otros quieren poner flores … la gente va y vota y escogen cómo quieren invertir el dinero de la comunidad para mejorar su comunidad … me parece un ejercicio súper bueno”.

La función educadora del Estado no es puesta en duda, más bien

lo que se cuestiona es la calidad de esa función, que es un tema que

ha cobrado inmensa relevancia en el contexto actual. Por otro lado, la

idea de que el Estado desarrolle mecanismos que abran la

participación de los ciudadanos a los asuntos de interés público, nos

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habla de la percepción de una falta de estos mecanismos en el Estado,

como estructura que debe articular la experiencia de ciudadanía.

En relación a la vinculación entre ciudadanía y nacionalidad,

una vez más aparece el nexo con el territorio, además de vislumbrarse

una pérdida del valor de la nacionalidad. Igualmente se entiende que

existe una relación directa entre nacionalidad e identidad, si bien lo

nacional es percibido como un bloque homogéneo (o con afán

homogenizador), que invisibiliza los matices y las diversidades

culturales.

(Informante 3, entrevista) “La nacionalidad es una circunstancia, es una circunstancia territorial. El valor que tiene es que socialmente tu estas organizado con una gente y funcionas con esas leyes”.

(Informante 7, entrevista) “Hay cosas que nos pasan a todos los que estamos en un límite impuesto o no… Ahora independiente de eso, adentro de eso -y eso es de repente lo terrible- hay un montón de naciones que se invisibilizan… lo nacional desde ahí debiera dejar de tratar de diferenciarse del afuera más cercano para abrirse a lo que le esta pasando adentro. Es importante que lo nacional no se convierta en una cosa monolítica”.

La nacionalidad parece tener importancia sólo en cuanto

constituye un soporte que nos hace compartir una manera de estar

juntos en un mismo territorio en lo social, es decir, de funcionar bajo

una lógica conjunta y no en cuanto es un criterio de unificación creado

para homogenizar. Por otro lado, la nacionalidad es percibida como un

mecanismo elaborado para distinguirse de otro externo que no

pertenece, que no se reconoce como parte de algo y cuya identidad no

aplica, por decirlo de algún modo. Así, frente a la diversidad que

emerge en esta mirada que plantean los informantes, lo nacional

pierde peso y espesor en el contexto ciudadano.

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La importancia del territorio es puesta nuevamente en el tapete en

la categoría que indaga la relación entre ciudadanía y ámbito local, ya se entiende que la ciudadanía se realiza o se concreta en el habitar

cotidianamente un territorio.

(Informante 2, entrevista) “Los movimientos ciudadanos que tenemos en esta ciudad, se han dedicado mucho al asunto arquitectónico, la modificación, los edificios. Se han ido a lo macro, cuando la necesidad urgente es transformar lo micro. Desde el mojón, es una lata, pero alguien tiene que hacerlo. Si yo soy capaz de empezar con un pequeño espacio y de ahí expandirme, soy capaz de cambiar la realidad. Pero si me voy de lo macro a lo micro, sí tal vez en algún momento vamos a llegar, pero creo que el camino es más lento, cuando nuestra necesidad es más micro que macro. Así que creo que debiera haber movimientos ciudadanos más por la limpieza de la ciudad para empezar y de ahí la primera capa de piel y de ahí los motivos y de ahí todo lo demás. Limpieza, reforestación, para empezar”.

(Informante 6, entrevista) “Hay una relación directa, nadie

más que la propia ciudadanía está vinculada al entorno inmediato, es justamente el ciudadano el que hace uso de ese entorno y por lo mismo debiera ser una relación armónica… la gente, el ciudadano promedio no valora su espacio vital, lo maltrata, lo ensucia, lo utiliza de mala manera, es que no hay una cultura ciudadana, lo que hay es una cultura del peatón, que sólo circula pero no habita sus espacios”.

Se trata, en cierto modo, de la relación más concreta y cercana con

el territorio, algo así como el área chica, para usar una metáfora un

tanto pedestre, donde se expresa la vivencia cotidiana de la

ciudadanía, por lo tanto es una relación donde se pueden leer diversas

implicancias, desde la idea de que en esa relación es posible encontrar

un indicador de la calidad de vida de la ciudadanía en su vinculación

con el entorno, hasta que la ciudadanía puede entenderse como un

concepto tanto más microscópico que lo que sugiere una noción más

clásica, desde lo político-jurídico, como estamos acostumbrados a

entenderla, es decir desde una macro-estructura como lo es el Estado.

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Se puede interpretar esta visión como, por un lado, una vuelta de la

ciudadanía a la ciudad como referente y elemento articulador y, por

otro, la valoración de lo local como un componente esencial de la

ciudadanía.

Respecto a la incidencia de la globalización en la ciudadanía,

existe, en el discurso de los informantes, la postura de que la

globalización genera una pérdida de sentido de las naciones por la

desterritorialidad de los fenómenos culturales y sociales, así como hay

otra postura que plantea que la globalización nos abre a la idea de un

ciudadano mundial. Una tercera posición expresa que con la

globalización las ciudades se vuelven lugares de tránsito homogéneos y

estandarizados, ya que se le vincula al mercado y a modelos de

consumo uniformes. Otra postura es la que plantea que la

globalización pone a disposición de los ciudadanos una gran cantidad

de información a través de los medios electrónicos y masivos, sin que

sea necesariamente información relevante o pertinente.

(Informante 3, entrevista) “Desde el punto de vista económico si tiene cosas nefastas, esta cosa del libre mercado, con la instalación de megamercados, supermercados, malls y todo eso, si tiene un acto súper dañino sobre la vida ciudadana. Como que las ciudades empiezan a ser grandes urbes para los autos, donde es peligroso andar caminando, donde los negocios de la esquina quiebran porque la gente va al supermercado. Por otro lado pienso que el sistema global de información tiene un lado positivo. Creo que la globalización económica es negativa porque esta tratando de igualar estándares que son irreales. Pero a la vez creo que a nivel de información, sí tiene algo positivo, que es democratizar un montón de cosas”.

(Informante 7, entrevista) “La globalización, desde donde viene

el fenómeno, desde donde está instalado, que en el fondo tiene que ver con la internacionalización total y absoluta de los capitales y de ahí todo lo demás, la información, las conexiones, etc. … es alucinante saber lo que está ocurriendo al otro lado del mundo, pero lo que me están contando del otro lado del mundo no tiene

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que ver con eso … Ahora tenemos un montón de información, re’ poco conocimiento y menos aún de sabiduría, que es todo lo inverso a lo otro a escala más local, más pequeña, que el señor del campo no tenía ni idea de lo que ocurría en Santiago, pero cachaba perfectamente cómo se venían los días, cómo tenía que regar”.

Una vez más se trasluce el impacto de un fenómeno, en este caso

la globalización, sobre el territorio, el lugar donde la ciudadanía se

desenvuelve en lo cotidiano. Este espacio inmediato se ve modificado

en su estructuración y dinámica, pues se entiende que el ciudadano

deja de tener el protagonismo que lo local le otorgaba para

transformarse en un agente de consumo que no tiene propiedad sobre

el espacio que habita, pues este se esta convirtiendo en aquello que

Augè ha llamado un “no lugar”. Junto con esta postura más crítica

hacia el fenómeno de la globalización, coexiste la idea de que la

cercanía, la inmediatez y el acceso a la información sin censura son

componentes valiosos, si bien no hay certeza de que la información

que circula ilimitadamente tenga realmente un valor para la

ciudadanía.

La última categoría de análisis de esta dimensión de ciudadanía

intentó acercarse un poco más al objetivo de la investigación al indagar

sobre la eventual capacidad del arte de fortalecer la ciudadanía,

donde quedó expresado que el arte tiene la capacidad de generar

conciencia, opinión, de educar, transformar, sensibilizar y permitir la

contemplación en el fluir ciudadano.

(Informante 2, entrevista) “En mi caso de los murales y graffiti, es una fusión súper valiosa, porque creamos autoestima. Al transformar y limpiar un espacio empezamos a crear autoestima y no solamente en el lugar donde lo hacemos, dignificamos los lugares donde lo hacemos y creamos autoestima en las personas a las cuales enseñamos que eso es posible y eso es muy bonito

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porque al generar autoestima yo genero preocupación por mi entorno y ya no me da lo mismo la bolsa de basura ahí… el arte público tiene una función social enorme, de transformación, de dignificación, de autoestima”.

(Informante 6, entrevista) “Incorporar lo lúdico, lo sensible, lo

expresivo y con ello la capacidad de contemplación que tan bien nos hace a los seres humanos, que estamos habituados a un hacer permanente”.

Es importante considerar que lo que de algún modo detona

cualquier cambio o fenómeno a partir del arte tiene que ver con su

visibilidad en el espacio ciudadano, no es llevar al ciudadano a un

lugar donde se produce arte, sino es instalar la lógica del arte y la

creación en la calle, donde el ciudadano transita y sólo a partir de esa

dinámica de hacer visible ciertas cosas, se gatilla la contemplación, la

toma de conciencia, la transformación, etc.

4.3 El arte: capacidad de crítica pública y racionalidad emotiva

Con esta dimensión y las categorías que guiaron las interrogantes

que se plantearon, se ha intentado llegar lo más cerca posible del

objetivo de esta investigación, que dice relación con determinar cuáles

son los aportes que puede realizar el arte a la revitalización del espacio

público, en el entendido que quienes mejor pueden informar respecto

al fenómeno del arte en el espacio público son aquellos sujetos cuya

experiencia y conocimiento están vinculados a dicho fenómeno de

manera directa.

A partir de esta dimensión, los informantes enfrentan

discursivamente, desde su propia práctica socio-cultural, la dicotomía

que, en gran parte, da pie a este trabajo. Por un lado, el desencanto

ciudadano y público por la política, sus actores y las lógicas sociales

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que propone y, por otro, una posibilidad de reencantarse y

reencontrarse en lo público desde otras prácticas culturales, distintas

a la política.

Así, al indagar primeramente sobre el rol del artista en la sociedad, las posturas en juego expresan que el artista es considerado

como un develador de realidades, como quien ve más allá de lo

evidente y que por ello se convierte en un facilitador de procesos de

transformación o un impulsor de acciones. Por otro lado, se le

considera un articulador entre lo real o cotidiano y lo poético o

imaginario.

(Informante 3, entrevista) “Es quien tiene algo que decir… es gracias a la mirada de los artistas que las cosas se modifican o que se establecen puntos de vista, se generan reflexiones o hasta acciones”.

(Informante 5, entrevista) “Es una persona que genera un

puente entre el universo del alma o espiritual y una cosa más carnal, más cotidiana”.

Por un lado, está el potencial efecto del arte sobre la realidad

propiamente, que es una consecuencia probablemente visible de una

acción u objeto artístico y, por otra parte, el vínculo que el arte genera

entre una racionalidad de tradición positivista y una racionalidad

emotiva, si se permite el término. Y en todo esto, el papel fundamental

del artista como gatillador de de estos movimientos tanto en lo externo

(la realidad, el orden social inmediato, etc.), como en la interioridad de

los sujetos sociales. Hay, sin duda, una alta valoración

(autovaloración, en rigor) de la función que cumple un artista en la

sociedad, asignándosele un estatus especial, cercano a un culto a la

personalidad o a ese rol particular.

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En torno a la relevancia del concepto de creatividad, se plantea

que la creatividad adquiere sentido si esta al servicio de la capacidad

del arte de conmover y de construir subjetividad. Otra postura indica

que el mayor valor del arte radica en rescatar y hacer trascender un

momento determinado de la realidad y una tercera posición expresa

que el arte es un medio para el descubrimiento personal.

(Informante 2, entrevista) “El valor es el momento y no la obra, por eso es registro, es registrar el momento, es registrar el momento donde se abre esa puerta cósmica, ya la obra no tiene ninguna importancia, ya era la obra, lo importante es el acto mágico que se realiza, más que la obra, por eso, es registro, tu no esperas que las cosas sean eternas en la calle, sino que son muy inpermanentes”.

(Informante 6, entrevista) “… (La obra)…Su poder de conmoción en primer lugar, o más simple aún, su sola presencia, su aura, eso inexplicable que nos lleva a sentir que vale la pena estar frente a ella”.

El arte en el espacio público pareciera tener valor en cuanto

comunica imaginarios (reales o ficticios) y gatilla algún grado de

activación o movilización de las emociones, pero no lo tiene en cuanto

mero objeto o acción estética, por lo tanto el criterio de la creatividad

pasa a ser secundario.

La categoría que indaga en la relación entre arte y cultura

permite identificar tres niveles de relación: por un lado la idea de que

el arte esta contenido por la cultura, la cual constituye un contexto

mayor; en segundo lugar, la relación de interdependencia que existe

entre ambos, donde el arte y la cultura aparecen como equivalentes o

indisociables y, por último, la postura de que el arte y la cultura son

dos ámbitos distintos que no se pueden igualar.

(Informante 1, entrevista) “El arte está dentro de la cultura”.

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(Informante 2, entrevista) “Debería ser lo mismo, no puede haber diferenciación porque cultura es todo lo que hacemos y el arte debería ser el gran asistente de la cultura, son cosas que tienen que ir juntas”.

(Informante 5, entrevista) “Creo que no son lo mismo. La

cultura es lo que se construye entre todos. Y arte creo que va a otro lugar, va a interpretar, va hacia una búsqueda de trascender, de traducir, en cambio la cultura me parece que es algo que se construye día a día en el cotidiano y te puede gustar o no, pero no puedes salirte de ahí”.

La cultura tiene un peso indiscutible en las posiciones expresadas,

que se vincula a su conexión con lo cotidiano y que es una suerte de

superestructura en la cual los seres estamos insertos más allá de

nuestra conciencia de ello. En ese contexto, en cierto modo forzado, el

arte pareciera ocupar un lugar excepcional, pues permite dar un salto

y traspasar la cotidianidad, al tiempo que puede eventualmente

“asistir” y enriquecer la cultura. Los discursos reflejan el otorgamiento

de una jerarquía especial al arte, mientras la cultura es lo corriente, lo

habitual.

Al revisar la relación del arte con el público se plantea que el

público se convierte en un participante y “creador” de una obra en pos

de una transformación; por otra parte, se le otorga importancia y

valoración a la subjetividad del público al enfrentarse al arte, se

reconoce una relación de comunicación. Existe también un diagnóstico

que caracteriza esta relación en el sentido de que el arte se acerca cada

vez más al público (al instalarse en el espacio público) y no al revés, al

mismo tiempo que se detecta que el público de consumo no se interesa

en el arte.

(Informante 2, entrevista) “No tiene que ser un público, tiene que ser también un participante de tu obra. No tiene sentido yo hacer para un público, sino que hacer para transformar, para que

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esa transformación ayude al otro a transformar su propia realidad, mostrarle que es posible”.

(Informante 4, entrevista) “Para mi el consumo artístico es

totalmente subjetivo y personal, porque está basado, desde mi punto de vista...es las vivencias que uno tiene en relación a esa obra que está viendo”.

(Informante 5, entrevista) “En la actualidad no hay público

para nada, sólo lo de consumo fácil, pero nada que te implique hacer un ejercicio, la gente no quiere pensar, en general, creo que todo está favoreciendo eso, creo que todo tiende al consumo rápido”.

Hay una insinuación de horizontalidad en las relaciones que

construye el arte con el público, donde este último está al mismo nivel

que el artista o creador, donde es necesaria una participación del

público; sin embargo aparece también una alta valoración del arte y

del artista como capaces de posibilitar que el público haga algo que le

es beneficioso. Por otro lado la importancia que se le da a la

subjetividad en esta relación vuelve a reforzar la idea de la

horizontalidad, de la relación directa entre arte y público, que es, al

mismo tiempo, una relación conflictiva, pues el público pareciera no

acercarse espontáneamente al arte, sino más bien lo rehúye, porque la

comprensión se vuelve compleja si se trata de un público habituado al

consumo de medios masivos, que es visto como un público alienado.

Respecto a la relación del arte con lo público, se plantea que el

arte en el espacio público no puede ser neutro, sino que siempre está

diciendo algo; igualmente se expresa que el arte activa los espacios

públicos, les da significados nuevos, los humaniza al poner vida y

dinamismo en ellos. Parte también de un diagnóstico de los

informantes es la percepción de que el arte se incorpora o se instala

cada vez más en los espacios públicos frente a un arte que se diseña y

elabora sólo para instalarse en un espacio sacralizado para ello.

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(Informante 2, entrevista) “La calle, todo lo demás creo que está obsoleto. Creo que encerrar el arte detrás de un vidrio es cobardía. El arte tiene que estar en la calle”.

(Informante 4, entrevista) “Lo que pasa con las obras de arte

en espacios públicos, es que las obras de arte a los espacios públicos les dan vida, y le dan significantes y significados”.

(Informante 6, entrevista) “Cada vez más el arte tiene la

posibilidad de salir de sus circuitos habituales, creo que eso es un aporte que viene de las industrias culturales, de lo masivo, de lo pop”.

Hay una valoración elevada de esta relación entre el arte y lo

público y hay un énfasis en la idea de cuan público debe ser el arte, de

la importancia que tiene que el arte se acerque cada vez más a lo

público y se exprese en los espacios que son de uso de todos,

generando un aporte que se vincula a lo simbólico.

En torno a la función social del arte, se entiende que el arte es

un medio de crítica pública a la realidad social, además de que tiene la

capacidad de ser educador y de visibilizar los imaginarios colectivos;

hay posturas que plantean que el arte es un medio para la

autovaloración y, por último, que abre la posibilidad de activar o

modificar el cotidiano y la realidad social, a partir de su capacidad de

conmover y vitalizar.

(Informante 2, entrevista) “El arte es súper potente. En el caso

del muralismo, cuenta nuestra historia, cuenta nuestros orígenes. De hecho, lo más bonito es que el muralismo es la única vanguardia latinoamericana. O sea a nivel de vanguardia, lo único nuestro es el muralismo, que surge en México. Por qué surge, porque había un alto índice de analfabetismo y en la revolución mexicana se dan cuenta de la necesidad de que el pueblo conozca su historia y el pueblo mexicano era analfabeto, así que con los libros no lo iban a lograr, entonces empiezan a pintar la historia de México en monumentales murales y ese es el valor que tiene,

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cuenta lo que somos, de dónde venimos, lo que queremos, cuáles son nuestros sueños”.

(Informante 7, entrevista) “Si (el arte) no sirve para transformar no sirve. Algo tiene que transformarse”.

Se le otorga una cualidad muy potente al arte, que ya no tiene que

ver con la idea de generar un goce estético, sino que tiene una función

mucho más radical que aquella que lo entiende como portador de un

mensaje estético. La idea de que el arte genera cambios y que modifica

la realidad social, lleva a pensar en un arte hondamente comprometido

con el contexto y con la contingencia, lo cual parece coherente con la

intervención del arte en el espacio público y a las lógicas que se dan en

esa relación.

Así, respecto a la función del arte en el espacio público, en la

perspectiva de quienes llevan a cabo este tipo de acciones, se plantea

que el arte es un elemento trasgresor y provocador del flujo urbano

rutinario y deshumanizado, que tiene la capacidad de ser un elemento

transformador del espacio público hacia una mayor conciencia de la

importancia de este espacio y una mayor autoconciencia del lugar que

ocupa el ciudadano en el espacio público y, por último, que el arte da

vida y otorga significados a los espacios públicos, los revitaliza, los

refresca.

(Informante 6, entrevista) “Desde la frescura hasta el riesgo, lo que hace que la obra sea mucho más viva, más integrada, que respire al ritmo de la calle. Esta esa frescura de por ejemplo ver una pequeña gigante por las calles de una ciudad donde los habitantes pasan a ser parte y a la vez a crear una ficción propia en torno a una obra, está la sorpresa, el misterio, el susto incluso, todas las emociones en estado de frescura”.

(Informante 7, entrevista) “Pasan muchas cosas en el espacio

público, pero podrían pasar muchas más si pudiéramos potenciar y relevar lo que ocurre en el espacio público, cuando hay

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intervenciones artísticas, cualquiera que sea… Todo es movimiento permanente… cómo no va a ser importante la intervención artística en lo público, porque es lo único que te está deteniendo un rato”.

El arte instala nuevas lógicas de funcionamiento y crea dinámicas

que el espacio público no posee, por lo tanto crea un mundo que no es

el cotidiano. De allí que tenga la capacidad de revitalizar, de poner

nuevo oxígeno en un espacio saturado de movimiento y ruido, es de

algún modo la posibilidad de un respiro y de una mirada distinta de lo

urbano a la que como habitantes nos hemos acostumbrado. El arte

viene entonces a desconfigurar, al menos temporalmente, ese hábito

urbano repetitivo, haciéndonos re-mirar nuestro entorno y a nosotros

mismos en ese fluir permanente.

Al indagar en la relación del arte con el concepto de democratización, queda expresado que el arte permite vivir la

subjetividad de manera completa, cosa que no ocurriría con la política,

humanizando con ello la democracia, además de que permite mirar la

realidad social desde nuevas lógicas, no sólo desde lo político o

racional; así mismo se plantea que el arte es capaz de reflejar distintas

miradas políticas, aportando con ello a la democratización de la

sociedad. Por otro lado, se indica que el arte se ha acercado a los

ciudadanos, ampliando el acceso y democratizando los bienes los

bienes culturales, a la vez que democratiza su propio sistema de

funcionamiento. Por último, se plantea la postura de que el arte

complementa la democracia, desde lo individual frente a lo colectivo.

(Informante 4, entrevista) “Esto de la participación del público y generar opinión y generar formas de elaborar los conflictos humanos”.

(Informante 7, entrevista) “Me cuesta usar el término democracia ahora, lo encuentro tan insuficiente, esta súper gastado. Por eso no si hablar de democratizar, tengo dudas con el

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concepto. Más bien me pasa que la construcción de lo colectivo pasa por lo individual. Más que democratizar yo diría que los espacios públicos tienen que ser el lugar donde lo individual sea el camino para lo colectivo y no a la inversa, como en los antiguos paradigmas”.

La desconfianza respecto al concepto de democracia genera una

reticencia a vincular estos dos ámbitos, sin embargo es posible

entender que el arte si es capaz de incidir en la idea de

democratización pues, al instalar nuevas lógicas en el modo de vivir lo

público, amplía las maneras de entender lo social.

En cuanto a la categoría que diera cuenta de las posturas en

torno a la relación del arte con el Estado, los informantes plantean

dos posturas fundamentales, indicando que tanto el Estado como la

autogestión de los artistas son los soportes básicos para la

sustentabilidad del arte, al mismo tiempo que es una necesidad y una

demanda del sector que el Estado se comprometa en el apoyo al arte.

(Informante 1, entrevista) “El apoyo del Estado es bueno. Ahora también la autogestión es válida. Muchos trabajamos, hacemos otro tipo de cosas, o sea, cosas afines de repente, hacer clases, trabajar en diseño gráfico, no sé, producción de eventos, cosas que te permiten con eso poder hacer tus obras”.

(Informante 6, entrevista) “El Estado debiera considerar el

acceso al arte como considera el acceso a la educación, a la vivienda o a la salud; la gente tiene tanto derecho a disfrutar el arte como a disfrutar de una buena casa. En este sentido el estado debe tener políticas públicas en cultura, debe haber un fomento equilibrado al arte, así como debe existir un sano ejercicio de autogestión de parte de los artistas, estos dos ámbitos deben estar equilibrados, pero ciertamente quienes no tienen posibilidad de acceder al arte deben contar con políticas y programas que los incorporen al acceso y al disfrute”.

Se trata de una relación que se entiende como vinculada a lo que

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son las políticas públicas, donde el Estado tiene un rol que cumplir, de

manera similar a como ocurre con otras áreas sensibles del desarrollo

social que están incorporadas a las políticas de estatales. Esta postura

en el discurso puede interpretarse como una demanda tácita del sector

artístico hacia el Estado y como la constatación de que la autogestión y

las actividades paralelas a la ceración artística pura han sido los

instrumentos principales para dar sustentabilidad al sector.

Como contrapartida, se indagó también en la relación del arte con el mercado, categoría que configuró tres posiciones discursivas en

las que se manifiesta por un lado que en la actualidad el mercado es

una opción más para sostener económicamente el arte; otra postura

señala que el mercado rompe con las construcciones colectivas y nos

pone en una lógica individual, por lo que el aspecto colectivo del arte

se ve afectado por la lógica de mercado y, en tercer lugar, la relación

entre arte y mercado es vista como controversial, ya que es difícil

rentabilizar el arte, es una relación que no se da naturalmente, sino de

manera forzada.

(Informante 2, entrevista) “Los artistas tenemos que ser capaces de ser esquizoides en ese aspecto. Si necesitamos producir, si necesitamos medios y no tenemos los medios, tenemos que buscarlos de alguna forma y no hacerlo porque el Estado te genera resentimiento, que eres vendido, eso, a estas alturas de la vida, siglo 21, todos vamos al Líder, no, es absurdo, es ridículo”.

(Informante 7, entrevista) “El concepto de lo colectivo de la

construcción, que la única que puede hacer transformaciones es la construcción colectiva y eso es lo que te están permanentemente desarmando. La economía te pone en un lugar donde tu puedes ver la película en tu casa, con tu familia, con tu equipo y todas las lógicas que tenían que ver con lo colectivo, con el cine, se van a la mierda y así con todo”.

Las lógicas que instala el mercado ciertamente son del tipo costo–

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beneficio, que en algunos casos pueden funcionar con las obras de arte

y esto pareciera no estar puesto en duda. Sin embargo, el arte que se

instala en los espacios públicos pareciera no poder funcionar bajo tales

parámetros, pues su lógica es justamente la de lo público, del acceso

masivo y directo, no mediado por una relación de compra-venta y de

posesión privada de un bien, que es lo que fomenta el mercado.

Como última categoría de esta dimensión se busca conocer qué

ocurre con el arte en la crisis de la modernidad, donde existe un

cierto cambio de paradigmas que tiene consecuencias en todas las

áreas del saber. De modo que el arte ya no tiene que ver sólo con lo

bello, sino que se vincula a lo cotidiano, a la realidad social; por otra

parte, el arte contemporáneo o post-moderno es capaz de hablar sobre

su contexto social; en la actualidad el arte es una forma de

comunicación que expresa vivencias, genera encuentro, proxemias y

ganas de compartir.

(Informante 1, entrevista) “Antes la obra era algo, era un sentimiento que tu expresabas, ya sea en pintura, en escultura, en formatos muy tradicionales para nosotros como artistas contemporáneos… el arte actual, dentro de una línea mucho más contemporánea necesita y debe decir por qué, o sea, no basta con que tu hagas algo, sino el porqué lo haces, es el valor del arte, no la belleza sino el valor, lo que provoca”.

(Informante 6, entrevista) “El arte hoy es para mí una

instancia que acerca, que genera encuentro, sobre todo pensando en todas las propuestas donde el arte se instala en un territorio real y cotidiano, en espacios públicos, en la plaza, en la Moneda, en el Metro, en la junta de vecinos, en el barrio. Así veo el arte hoy, como una vía de acercamiento hacia uno mismo, a través del estallido de nuevas emociones y hacia otros al compartir un espacio de encuentro en un mismo momento de disfrute”.

Fundamentalmente, se entiende que el arte actual o post-

moderno funciona y se instala de manera cada vez más integrada a la

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realidad social, con un contenido que trasciende cánones estéticos y

comienza a responder a las dinámicas concretas de las relaciones entre

las personas.

Probablemente la revitalización del espacio público requiere un

conjunto diverso de acciones y no basta con la realización de múltiples

intervenciones artísticas para recuperar o reinventar lo que la política

no logra movilizar. Sin embargo, en las conclusiones que siguen, se

visualizan, siempre a partir del discurso de los artistas, algunos

posibles aportes del arte, que eventualmente podemos incorporar a

nuestra propia visión.

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V. Conclusiones

En este punto, en que parecen confluir todos los elementos que

componen este estudio (la intención que le dio origen, las infinitas

lecturas, las conversaciones con los entrevistados, los intercambios con

mi tutor, el sui generis aprendizaje metodológico, etc.), la tarea de

identificar, desde el objeto de estudio, la contribución del arte a la

revitalización del espacio público, aparece curiosamente, para mi

perspectiva de investigadora, casi como una obviedad.

El trabajo hermenéutico genera una suerte de recursividad

ineludible, donde lo dicho, es interpretado para ser entregado a la

comprensión de otros, sin embargo para ser interpretado, previamente

debe haber sido comprendido, de allí tal vez esta sensación de obviedad

al llegar a esta etapa. Por sobre ello, lo que aquí se presenta es una

sistematización del análisis que entrega observaciones puntuales en

torno al tema propuesto.

De este modo, habiendo asumido como punto de inicio de esta

investigación el diagnóstico que arroja la mirada teórica y académica

sobre el espacio público contemporáneo, como un espacio cada vez

más vacío, carente de sentidos sociales, políticamente desencantado y

donde sólo el desplazamiento rápido e incesante es posible (más no la

permanencia, el encuentro o la sociabilidad), cabe señalar ciertos

indicios emanados de la interrogante que provocó dicho diagnostico y

recogidos de lo expresado por nuestros informantes. Estos se

estructuran de acuerdo a los tres ejes o dimensiones que soportan el

tejido de la investigación: espacio público, ciudadanía y arte.

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5.1 La humanización del espacio público

De acuerdo al relato común de los artistas entrevistados, el arte

que se instala en los espacios públicos, tiene la capacidad de

vitalizarlos, pues reactiva el encuentro social a través de una

experiencia estética colectiva. En un sentido más profundo, les otorga

significados nuevos, al permitir que el encuentro social gire en torno a

la contemplación del entorno, a una manifestación estética o a un

sentimiento de conmoción provocado en los espectadores-público-

ciudadanos. Estos nuevos motores de interacción social tienden a

humanizar los espacios públicos, al poner vida y dinamismo en ellos.

Otra manera de revitalizar o resignificar el espacio público surge

del hecho de que el arte, en muchas ocasiones, se convierte en un

medio de crítica pública a la realidad social, poniendo en evidencia o

dejando al descubierto situaciones que habitualmente son soslayadas,

ya sea naturalizadamente o ex profeso. Así, el arte tematiza algo que en

ocasiones es un sentimiento soterrado existente en el inconsciente

social y en otras es una mirada nueva por completo.

Al poner en marcha este mecanismo de tematización, hay también

un ejercicio educador en el acto artístico que hace emerger esta nueva

realidad, en que el arte permite al sujeto comprender y vivenciar una

realidad que le era desconocida hasta entonces. Se produce una suerte

de acto de conocimiento colectivo, dado que el fenómeno se produce en

un contexto masivo y público. Hay un “estado de conciencia” que se

instala en los sujetos a partir de la observación, encuentro o

enfrentamiento con una obra artística en el espacio público.

Hasta ahora, en el análisis y el abordaje de la realidad social ha

prevalecido una lógica político-racional, que excluye la posibilidad de

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Pabst 122

mirar a los sujetos desde su emocionalidad. Al valorar el aporte de

manifestaciones artísticas en el espacio público, se abre la posibilidad

de incorporar una mirada integradora del ser humano en sus distintas

dimensiones, desde lo racional hasta integrar lo emocional.

En un nivel posterior, vinculado a las interacciones sociales que

ocurren como consecuencia de esta activación de estados de

conciencia, del mismo espacio público, de la tematización crítica de

algunas realidades y la eventual conmoción que ello genera en los

sujetos sociales, es plausible afirmar que el arte abre la posibilidad de

transformar el cotidiano -la realidad social- , pues se constituye en un

motor de motivaciones para los sujetos, sin considerar que el arte que

interviene el espacio público, esta per se, al instalarse allí, modificando

el entorno y el hábitat social.

El hecho de utilizar una plaza, una calle o una escalera como

lugar de intervención implica que todo ese micro-sistema que

constituye un barrio, un sector urbano, etc. se ve transformado en su

status quo: lo estático se vuelve móvil, el flujo habitual se detiene, lo

que no se veía sobresale, lo que era gris adquiere de color, donde sólo

había ruido se instalan sonidos, lo prohibido se permite, etc. Esto,

además, hace que los sujetos puedan valorar y entender la importancia

del espacio público, así como desarrollar una mayor autoconciencia, ya

que al poner la mirada en el entorno, también tiene la oportunidad de

mirarse a sí mismo en ese entorno.

En síntesis, de acuerdo a los entrevistados, el flujo urbano

rutinario y deshumanizado adquiere densidad de sentidos, se copa de

vivencias que conectan a los sujetos con su propia subjetividad, esa

subjetividad, que en la lógica de la racionalidad urbanística

contemporánea que rige los espacios públicos, queda desplazada para

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dejar lugar al orden cuadriculado de la planificación territorial, a la

única acción posible: circular.

5.1.1 El encuentro por sobre el debate

Históricamente se ha valorado el espacio público como el lugar

donde se produce el debate y donde prevalece el uso de la razón. Sin

embargo, en la perspectiva de los artistas entrevistados hay una

tendencia unánime a valorar el encuentro social, la interacción

espontánea, la comunicación fortuita por sobre el debate, que sin dejar

de ser un elemento importante, no constituye, en su visión particular,

el valor fundamental del espacio público. Se le otorga una importancia

radical al encuentro con otros, ya sea para generar vínculos, para

comunicarse, conocer y conocerse, interactuar, etc.

Una vez más la explicación de ello parece radicarse en la

necesidad de incorporar un componente humanizador en la actividad

pública de los sujetos, que tradicionalmente ha estado normada por

parámetros tácitos de racionalidad y buen uso del intelecto. La palabra

argumentada por sobre la acción espontánea.

Por su parte, el encuentro invoca ciertos elementos que se

perciben como humanizadores: la cercanía, el lenguaje corporal, los

gestos, la posibilidad de apelar a la emoción. El mero encuentro no

requiere discursos, posturas ideológicas ni un ejercicio intelectual, si

bien los incluye y los incorpora a la dinámica de la proxemia. Se trata

de una acción no pauteada, que no exige prerrequisito alguno para

ocurrir.

En otro aspecto, el encuentro en el espacio público es visto como

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Pabst 124

inclusivo, pues no distingue entre quienes hacen uso de la razón y

quienes no, permitiendo la pura contemplación, la participación

espontánea o incluso el desencuentro. Es heterogéneo, ya que permite

el cruce de actores sociales de diversos ámbitos. De ahí la necesidad de

rearticular este espacio y potenciar el encuentro social.

Esta mirada que prioriza el encuentro por sobre el debate parece

estar motivada por un énfasis en las prácticas sociales más que en los

discursos o en la construcción de grandes relatos como modos de estar

y hacerse parte en los espacios públicos. Es a través de estas prácticas

que se les imprimen nuevos significados al espacio público y se lo

rehabilita para el uso ciudadano democrático.

El sólo discurso político ya no es capaz de llenar de sentido los

conceptos. El término democracia suena vacío y sin potencia. Se

requiere de prácticas que le devuelvan el significado y le den contenido

a ese significante que se haya completamente desgastado a inicios del

siglo XXI.

El ejercicio democrático del debate no es valorado por los artistas

como la instancia más relevante que se produce en el espacio público.

O al menos así se interpreta que, ante la pregunta de qué es lo que

caracterizaría más fuertemente al espacio público, la totalidad de los

entrevistados señaló que era el encuentro y nunca nadie mencionó, en

ningún momento la palabra debate ni se expresó esta idea con otras

palabras. Lo cual no deja de ser llamativo, dado que se trata de sujetos

con un perfil intelectual y crítico.

Paralelamente, se percibe que el vaciamiento y el poco uso que se

le da, se debe a que las tecnologías (cine en DVD, Internet, videojuegos,

televisión satelital, etc.) retienen a los sujetos en sus espacios privados.

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En este contexto de abandono del espacio público, el hecho de

desarrollar prácticas -de intervención artística- que fomenten la

posibilidad de salir del espacio privado, encontrarse y participar en lo

público con otros, es considerado como una contribución significativa

del arte a la revitalización del espacio público. En definitiva, la vivencia

en el espacio público y su uso real parecen ser indicadores bastante

concretos del grado de democratización en que se encuentra una

sociedad.

5.1.2 Prácticas de reapropiación creativa

Frente a la falta de representación política, los artistas proponen

ciertas prácticas de reapropiación creativa del espacio público (desde el

graffiti o los murales hasta la performance o intervenciones

performáticas). De esta manera, el arte logra abordar la paradoja que

presenta el espacio público, ya que por un lado aparece como un lugar

absolutamente disponible, y simultáneamente se percibe como un

espacio que es necesario recuperar para el ciudadano.

Esta apropiación estética que propone el arte es a la vez una

apropiación ética, que redime al espacio público de su vaciamiento y

que permite incluso dar cuerpo a demandas sociales, como es el caso

de la intervención artística montada en distintas ciudades del país en

contra del femicidio (memorial itinerante por las mujeres en Chile).

Es importante agregar que la apropiación del espacio público es

vista como un ejercicio que implica respeto y cuidado por parte de los

ciudadanos, frente a un uso que cotidianamente tiende a vulnerar los

espacios públicos con acciones que lo agreden: la basura que se arroja,

el mobiliario urbano que se destruye, los desperdicios humanos y

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animales que se vierten, etc.

En este sentido, el arte es visto como un elemento que permite

recuperar estéticamente ciertos espacios públicos en estado de

deterioro o abandono. En Valparaíso específicamente las quebradas de

los cerros convertidas en basurales han sido recuperadas (e

intervenidas con obras plásticas) para el uso ciudadano por colectivos

de artistas (festival de la basura). Algo similar ha sucedido con

fachadas, muros, etc. que han adquirido una “nueva piel”, como lo

señalaba una de las artistas, a través, por ejemplo, de los murales.

El hecho de intervenir con arte los espacios públicos es un modo

de devolverles usabilidad, desde códigos estéticos que apelan a una

lectura de la ciudad integrando las subjetividades de los ciudadanos.

Esta reapropiación creativa da pie a vivenciar la ciudad de un modo

que desborda la racionalidad urbanística y los parámetros de la

ciudadanía dura, permitiendo al ciudadano ser un espectador a la vez

que un actor de un espacio público que materializa una cierta vocación

de escenario, que en una ciudad como Valparaíso, resulta más que

aparente.

5.1.3 El espacio público como escenario

Lo que acontece al intervenir artísticamente (musical, plástica, o

teatralmente) un espacio público es, sin duda, un acto de

transformación. La calle, plaza, avenida, etc. se convierten en un

escenario donde un suceso extra cotidiano acontece, habitualmente

con el fin de convocar a todas las personas sin exclusión.

Es posible afirmar que, históricamente, el espacio público es el

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lugar donde se “escenifican” las identidades, las tensiones sociales, las

demandas, los discursos, el devenir social, en suma.

De ahí que la propuesta de los artistas entrevistados que nos

impulsa a mirar al espacio público como un escenario no parece

descabellada y podemos, sin forzar demasiado la interpretación,

recurrir a otro concepto griego clásico, el de katarsis, para explicar lo

que se produce en ese contexto. Si bien los griegos hablan de una

purificación de las pasiones producida en el público gracias a una

experiencia de goce estético, podemos homologar esa idea a una suerte

de descarga emocional colectiva frente a una manifestación artística,

de la índole que sea, con lo cual se abre un espacio a la subjetividad

que no propicia el discurso ni la acción política.

En esta liberación o purificación de las emociones encontramos

dos aspectos que aportan densidad a la vivencia del espacio público.

Por una lado la humanización que se ha señalado inicialmente y que

potencia un espacio público más amigable y, por otro, un cruce entre

lo privado y lo público, que está dado por el hecho de transferir una

experiencia que pertenece al dominio de lo privado -la emoción- a lo

público, donde además, tradicionalmente, ha tenido supremacía la

razón.

Así mismo, al transmutar el espacio público en escenario por

medio de la intervención artística, dado que se apela al componente

emocional de los ciudadanos, es posible generar una mayor conciencia

de la importancia de este espacio público (que en palabras de una

artista nos permite “abrir nuestros espacios antisociales”) y una mayor

autoconciencia del lugar del ciudadano en ese espacio.

De este modo, la noción de que el espacio público adquiere

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carácter de escenario tiene un sentido doble, puesto que funciona tanto

para la intervención artística, así como para los ciudadanos, que logran

poner en escena su propia actuación en el espacio público.

5.2 La puesta en escena de la participación ciudadana El arte en los espacios públicos, sobre todo en situaciones

masivas, permite visivilizar la presencia de los y las ciudadanas,

concretando la participación de un modo que se reconoce más evidente

y vivencial, frente a una presencia que se da por sentada desde la

institucionalidad estatal.

La ciudadanía que promueve el Estado tiene un carácter invisible

y silenciosa, puesto que los espacios de participación que se le otorga

suelen ser representativos y no propiamente participativos. El acto de

votar, emblema de la participación ciudadana en la democracia actual,

si bien es público y masivo, es a la vez secreto e individual, se realiza

en el silencio y en la más estricta privacidad. Se trata, de nuevo, de

una única acción posible: votar.

Ante esto, el arte que interviene los espacios públicos levanta una

propuesta donde los ciudadanos hacen de su participación una

verdadera puesta en escena, donde ven y son vistos, donde ven a otros

y se ven a si mismos en el escenario público en que se transforma el

espacio que es intervenido, donde esta la posibilidad del encuentro y el

diálogo, haciendo que el concepto de participación adquiera una

densidad mayor, una espesura de contenido que involucra más que

una sola acción posible.

Esta manera de participación se percibe como más visible y que

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Pabst 129

impacta de manera concreta en la realidad social, modificando in situ e

instantáneamente algún aspecto de dicha realidad, no es preciso

esperar los resultados, éstos están ahí, son la propia acción. Es por ello

que hablo de puesta en escena, para definir la participación ciudadana

que promueve el arte público, de acuerdo a los artistas entrevistados.

Por otro lado, la participación ciudadana se potencia o enriquece

con individuos que son capaces de reconocer sus fortalezas y

cualidades, por lo tanto son ciudadanos conscientes de sus derechos y

deberes. En este sentido el aporte del arte es ser un medio para la

autovaloración al permitir que las personas reconozcan sus propios

talentos e incrementen su autoconciencia. De este modo, los artistas

proponen que una persona que se autovalora, es un ciudadano con

mayor potencial de participación pues cree en su capacidad de aportar

y la hace manifiesta.

En la perspectiva de los artistas entrevistados, la ciudadanía se

realiza o se concreta en el habitar cotidianamente un territorio. Al darle

usabilidad y permitir la participación en ese espacio, por medio de

manifestaciones artísticas, se pone en escena no sólo la participación

ciudadana sino los propios modos de habitar que construyen los

sujetos en su entorno cercano. En este sentido, la participación deja de

ser un concepto político lejano, transmitido en el noticiero de las

nueve, como un dato estadístico y se convierte en una experiencia real

de escenificación de la propia subjetividad.

5.2.1 Hacia una ciudadanía integral

A partir de la premisa asumida de que el Estado es el que otorga el

estatus de ciudadano, se percibe que este estatus tiende a estandarizar

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y homogeneizar, pues levanta e institucionaliza parámetros de

ciudadanía que, ciertamente, son comunes a todos y todas.

Al mismo tiempo, la ciudadanía es vista, por los artistas, como

vinculada directamente a la expresión de las identidades. En este

contexto, el Estado aparece como el gran constructor (oficializador,

para ser más precisos) de LA IDENTIDAD, que tiende a ser hegemónica

frente a la diversidad existente. Este constructo opera bajo la lógica de

un ciudadano promedio y, consecuentemente, UNA identidad

promedio, absorbiendo de paso la textura de las identidades no

hegemónicas o subalternas.

El discurso del arte se instala en la ciudad desde lo alterno y

desde lo diverso, integrando dimensiones de los sujetos que se hallan

subsumidas en la mirada unitaria de ciudadanía e identidad,

clausurada en su propia coherencia, en tanto la mirada de los artistas

propone que las identidades se presentan como múltiples, variables e

incluso contradictorias para un mismo ciudadano.

En consecuencia, desde el arte -y su diversidad de expresiones- es

posible concebir un concepto de ciudadanía integral, que permite

incorporar las diferencias, lo discordante, lo subalterno, lo

extraordinario y, en síntesis, todo lo que excluye el concepto de

ciudadanía que ha institucionalizado el Estado.

5.2.2 La diversidad: el refuerzo al paradigma

Sabemos que en los análisis culturales hemos pasado del

paradigma de lo universal (universalidad) al paradigma de la diversidad

(diversalidad). Lo que en la modernidad era un arquetipo

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incuestionable, defendible hasta las últimas consecuencias, con el

salto a la postmodernidad emerge la crítica a lo universal eurocéntrico

y simultáneamente se comienza a valorar lo que proviene de los otros

continentes.

Luego la globalización y la desterritorialización de los fenómenos

culturales en la contemporaneidad más reciente, inducen un proceso

de conocimiento, aceptación, fusión y, a la larga, valorización de

elementos culturales nuevos que permean otros ámbitos de la vida

social desde los más pedestres (moda, comidas, pasatiempos, etc.)

hasta los más trascendentales (valoración de las etnias, de las

epistemologías no occidentales, medicinas alternativas, etc.),

permitiendo que la diversidad se abra camino.

Es posible afirmar que el discurso de los artistas que intervienen

el espacio público tiende a reforzar este paradigma emergente, aún

cuando ellos perciben que la diversidad aparece como menoscabada

frente a una identidad hegemónica instalada desde la institucionalidad.

Dado que el arte opera desde la diversidad de sus campos

disciplinarios, levantando propuestas disímiles y hasta contrapuestas

entre sí, difícilmente colabora en una construcción unívoca y si a esto

agregamos que en el espacio público el discurso artístico busca ser

altamente convocante, por sobre cualquier tipo de diferencia (social,

política, cultural, racial, sexual, etc.), tenemos, casi por antonomasia,

un sistema que refuerza el paradigma de la diversidad.

5.2.3 La importancia del territorio

Desde el enfoque de los artistas entrevistados, el fenómeno de la

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Pabst 132

globalización tiene dos consecuencias que inciden de manera

contrapuesta en la manera de mirar el territorio.

En un extremo, se visualizan una pérdida de sentido de las

naciones producto de la mencionada desterritorialidad de los

fenómenos culturales y sociales; así como la transformación de las

ciudades en lugares de tránsito y consumo homogéneo y

estandarizado, producto de la internacionalización de los mercados. Se

ve a la globalización como un fenómeno que colabora en la fuga del

espacio público.

En el otro punto, nos permite concebir la idea de un ciudadano

mundial o universal, con competencias para integrar distintas

cosmovisiones y transitar por espacios culturales diversos; y al mismo

tiempo pone a disposición de los ciudadanos una gran cantidad de

información, si bien no es fácil determinar si se trata de información

relevante o pertinente. Una de las artistas entrevistadas lo plantea con

palabra elocuentes: “ahora tenemos un montón de información, re poco

conocimiento y menos aún de sabiduría”

Entre estas dos miradas, para los artistas que intervienen los

espacios públicos, la importancia del territorio es radical, en primer

lugar desde la perspectiva de la ciudadanía, pues perciben que esta

sólo se realiza o se concreta (se incorpora, esto es, se introduce en el

cuerpo) en el habitar cotidianamente un territorio.

Luego, la idea de intervenir, reapropiar o resignificar los espacios

públicos desde el arte, sólo es posible en el territorio, configurando una

acción dialogante con todo lo que ese territorio contiene en si

(habitantes, estructuras urbanas, formas de sociabilidad, etc.)

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Pabst 133

En último término, la noción de puesta en escena y el territorio

están vinculados, la primera depende absolutamente del último, en el

entendido de que la mise en scene en contextos urbanos requiere de un

espacio real, habitado, que es el territorio, el espacio próximo, o de las

proxemias de las que habla Maffesoli.

5.3 El arte como generador de sentidos

Si bien se pudiera pensar que el arte se relaciona únicamente con

lo bello o lo estético, se trata de un imaginario que tuvo su quiebre

hace décadas, cuando las vanguardias se tomaron licencias radicales

al punto de sentenciar la muerte del arte, permitiendo con ello

problematizar el rol del arte en la sociedad.

En la actualidad, es posible afirmar que el arte que se instala en el

espacio público, se vincula con lo cotidiano, con la problemática social,

con los imaginarios de las personas, es un arte capaz de hablar sobre

su contexto, sobre lo contingente, lo infortunado, lo extraño y lo

desagradable, sin que su única motivación sea la belleza como

categoría rectora.

Al ser capaz de ofrecer una multiplicidad de lecturas de la realidad

social, el arte pone a disposición un cúmulo de sentidos, algunos de los

cuales logran instalarse y darle peso semántico a un espacio, un hecho

social, etc., ya sea temporalmente o de modo permanente. Ejemplo de

ello fue la irrupción en el espacio público en Santiago de la muñeca La

Pequeña Gigante14, que generó una atmósfera de cuento fantástico en

14 El año 2007, la compañía de teatro francesa, Royal de Luxe, realizó en Chile una intervención pública a escala ciudad, donde una niña-marioneta de 7 metros de altura recorría las calles de Santiago para buscar a un rinoceronte oculto en la ciudad, que iba

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Pabst 134

las calles, dándoles un sentido mágico, que tuvo a los habitantes

buscando al increíble personaje y a sus compañeros de la historia (un

rinoceronte, cientos de Liliputienses que llevaban a la enorme muñeca).

Cuando los nuevos sentidos que el arte instala en el espacio

público se comparten socialmente, parecieran dar cohesión y permitir

la interacción social, motivando, de paso, la apropiación de los lugares

y, con ello, algún grado de identificación y de sentido de pertenencia.

Es, tal vez, el paso del vaciamiento del espacio público a la

incorporación de nuevos contenidos que lo llenen y renueven su

vocación convocante.

5.3.1 El correlato de la identidad

Si partimos de la clásica proposición hegeliana de que el arte

constituye una materialización del espíritu de un pueblo y la

extrapolamos a una visión más contemporánea, podríamos decir que el

arte hoy es capaz de reflejar modos de ser, representaciones sociales,

idiosincrasias, rasgos identitarios, en definitiva.

Puesto que el arte que interviene el espacio público recoge

elementos de dicho espacio y busca dialogar con el entorno, esa puesta

en escena tiene la cualidad de develar aspectos de la vida de ese

contexto. Así los innumerables murales que existen en Valparaíso

dicen algo de la ciudad, de sus habitantes, de los paisajes multicromos,

de la pobreza sempiterna de los cerros, de los gatos y los perros

vagabundos, algo de la atmósfera se plasma en los muros intervenidos,

que se convierten en un cierto correlato visual de la identidad porteña.

dejando cada día huellas de su paso, que la niña gigante seguía en esta fábula urbana que se desarrolla en tiempo real.

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Pabst 135

Así mismo, los espacios públicos intervenidos artísticamente con

frecuencia adquieren una alta densidad identitaria que, además, se

vuelve visible y genera ciudades “con carácter“. Es el caso de

Valparaíso, que es reconocidamente una ciudad donde sus espacios

públicos reciben y ofrecen intervenciones artísticas, lo que le otorga

una característica de identidad única, que se relaciona con la

diversidad de expresiones que es posible hallar en el espacio público

porteño.

5.3.2 La valoración de la subjetividad y la posibilidad del cambio

El espacio público ha sido, clásicamente visto como un lugar

destinado al debate y consagrado a la racionalidad como gran motor que

hace girar el mecanismo de la vida pública. El carácter político del

ciudadano se expresa, en su versión clásica helénica, en su capacidad

de levantar un discurso en el ágora, pero no sólo eso; este discurso debe

estar investido por la coherencia, la lógica y el buen sentido, que sólo

son dables a partir de un análisis altamente racional y, por cierto, que

otorgue al juicio emitido un marcado tinte de objetividad.

Frente a estas premisas instaladas por siglos en la vida social, la

mirada de los artistas propone un paradigma diferente como elemento

de valoración del ciudadano. Se trata de la subjetividad, valga la

redundancia, de los sujetos sociales, una zona invisibilizada por la

racionalidad cartesiana imperante y el paradigma positivista del

conocimiento.

Esta valoración de la subjetividad es un indicio más en el camino

que conduce a una mayor humanización del espacio público y

contribuye a actualizar conceptos que adquieren real potencia en su

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Pabst 136

seno, como lo es el de democracia, que también tiende a humanizarse,

pues la vivencia de la subjetividad en el espacio público permite leer el

concepto de democracia como algo cercano y tangible.

Validar la presencia de la subjetividad en el espacio público,

implica a la vez, permitir que distintas lógicas entren en juego, ya no

sólo la político-racional, lo cual ciertamente enriquece el sentido de la

participación en el espacio público, no sólo desde lo colectivo y, en

consecuencia, épico, sino desde la valoración de lo individual.

La idea, reiteradamente expuesta por los artistas entrevistados

respecto a la capacidad del arte de conmover se vincula con su

constante apelación a la subjetividad. En esta dualidad subjetividad-

conmoción se activa un mecanismo distinto al que se pone en marcha

en el binomio objetividad-razón que es el núcleo duro del abordaje más

bien político de la realidad social. La conmoción que genera el invocar la

subjetividad de las personas, es ya en si una transformación y no sólo

un medio o un camino a la transformación, en tanto la idea de cambio

en el segundo caso, esta mediada por el uso de la razón según criterios

de objetividad que es preciso construir, la transformación es un

resultado a posteriori.

5.3.3 La mirada crítica, el anclaje de los sentidos y la resignificación

Un elemento de juicio que ha sido constante y unánimemente

relevado por los artistas entrevistados, es la idea de que el arte

constituye un medio de crítica pública a la realidad social, capaz de

decir y de mostrar situaciones que no son evidentes o que si lo son, no

se ponen en el discurso público. Para los entrevistados, esta mirada

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Pabst 137

crítica de la realidad contribuye a generar conciencia, lo cual es visto

como el inicio de una transformación, el hecho de que un ciudadano

tome conciencia respecto a un hecho, es en si una transformación. De

ahí la importancia de levantar una voz crítica. El connotado artista

chileno Alfredo Jaar ha recorrido el mundo interviniendo el espacio

público con obras que critican las matanzas, la discriminación, el

racismo, el hambre, etc. en lugares tan emblemáticos como el Time

Square en Nueva York, el viejo Montreal, la plaza Sant Boi en Barcelona,

Tijuana en la frontera entre México y USA, Japón, Noruega, etc.

Por otra parte, así como el arte tiene la capacidad de darle sentido y

contenido a los espacios públicos, también contribuye a anclar ciertos

sentidos que pueden estar latentes. La múltiples puestas en escena

(música, teatro, danza, carnavales, etc.) que se realizan en la Plaza

Sotomayor han aportado lo suyo para que un lugar de alta densidad

institucional (allí se aglutinan la Armada Nacional, la comandancia de

Bomberos, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el servicio de

Aduana) consolide su carácter de espacio de encuentro de la diversidad

cultural.

Igualmente, la posibilidad de re-significar los espacios públicos, de

dotarlos de sentidos y contenidos nuevos a partir del arte, aparece como

una contribución cuya potencia es preciso poner en valor. Un ejemplo

emblemático es la ex cárcel pública de Valparaíso, espacio

completamente re-significado por las manifestaciones artísticas que se

han instalado allí.

5.4 Los nuevos espacios públicos y los desafíos urbanos

Si bien se ha trabajado a lo largo de la investigación con una

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Pabst 138

dimensión del espacio público, aparece como necesario rescatar otras

visiones que a este respecto plantean los artistas y que ven vinculadas

al mundo actual. Es el caso del espacio virtual, que, como dice una de

las artistas “no se le puede negar que es comunicación e integración” y

que “es un espacio público donde se están encontrando los jóvenes de

otra manera” (Informante 7, entrevista).

Las vitrinas también son vistas como un espacio público

alternativo, donde se esta comunicando desde mensajes estéticos, desde

el arte que las interviene como el caso de la recientemente extinta H-10

en Plaza Aníbal Pinto (originalmente una oficina de colectivos con una

pequeña vitrina) o la vitrina Pasar en la plaza Cívica.

Una gran pantalla en el centro de la ciudad en un paseo concurrido

también puede ser un espacio público para la cultura y el arte, lo mismo

un muro. Son nuevos espacios públicos que reúnen de otra manera, o

más bien conectan, es un encuentro en lo público desde otros y nuevos

soportes.

Así mismo, y reconociendo un diagnóstico desde lo territorial y

cotidiano que habla de un severo, ya no abandono, sino descuido e

incluso maltrato del espacio público en una ciudad como Valparaíso, los

desafíos que se vislumbran son, no sólo recuperar y rearticular ese

espacio desde lo social para una mejor vivencia colectiva, sino generar la

conciencia ciudadana de la importancia de su cuidado, así como

políticas adecuadas respecto a temas como salubridad, desechos y

control de plagas urbanas.

En definitiva, el arte en el espacio público tiene un fin que

trasciende a lo estético y se cruza con lo social, pues intenta recobrar la

ciudad para sus ciudadanos, promoviendo una conciencia respecto al

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Pabst 139

valor del espacio público y de nuestro rol dentro de la sociedad a través

del suceso artístico.

5.6 Perspectivas y alcances (sueños y proyecciones)

La búsqueda de esta investigación y las conclusiones alcanzadas

han intentado abordar el espacio público desde una perspectiva

integradora: como lugar privilegiado de comunicación, de interacción,

de sociabilidad, de negociación, de identidad, de ciudadanía, de

creación.

Esta manera de asumir el espacio público pretende aportar al

periodismo cruces, que estimo necesarios y beneficiosos, con otras

disciplinas, de modo de complementar la mirada puramente

comunicacional, incorporando un cierto análisis cultural.

Por otro lado, el hecho de mirar el flujo de la ciudad es una

actividad históricamente propia del periodismo, que ha sabido tomar el

pulso a esa corriente que nos mueve a diario. En este sentido, este

trabajo y sus hallazgos tienen la validez de plasmar una –de las tantas-

voces que surgen en el espacio público, un discurso que tiene poca

visibilidad en el contexto de las retóricas hegemónicas, pero cuyo aporte

en la construcción y desarrollo de, por qué no decirlo, un nuevo espacio

público puede ser valioso.

En los anexos se encuentra algunos elementos visuales que aporten

cierta concreción a todo lo dicho, en el entendido de que “Las imágenes

pueden tomar el lugar de las palabras o por lo menos transmitir algo

que las palabras no pueden” (Taylor y Bodgan, 148). Se trata de un

brevísimo correlato visual de lo que lo que esta plasmado en el discurso,

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Pabst 140

sin más pretensión que la de brindar algunos indicios adicionales para

la lectura de esta investigación.

Es, en gran medida, toda esa visualidad la que motivó este estudio,

sumado a las continuas caminatas por la ciudad y a la pregunta de qué

hacer para recuperarla y vivirla de modo que podamos sentir que la

calle es el lugar donde todo sueño o fantasía son posibles. Es probable

que el arte tenga un cuento que contar que nos invite a revitalizar o

resignificar no sólo nuestros espacios públicos, sino nuestra propia

condición de ciudadanos.

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Anexos

1. Matriz de análisis

Dimensión

Categoría

Pregunta

Espacio Público

-Relación entre espacio público y ciudad -Uso apropiado -Apropiación ciudadana -Participación -Valor del debate -Rol del Estado -Valor de la sociabilidad -Globalización

-¿Cómo define Espacio Público? -¿Cómo le gustaría que se utilizaran los espacios públicos? -¿Qué entiende por apropiación ciudadana del espacio público? -¿En qué se diferencia una ciudad que tiene espacios públicos dinámicos y una que carece de ellos? -¿Qué caracteriza más fuertemente al espacio público? -¿Cuál es el rol del Estado en el espacio público? -¿De qué manera valora la posibilidad de encontrarse con otros en el espacio público? -Los cambios que ha traído la globalización al EP ¿han empeorado o mejorado la ciudad?

Ciudadanía -Valor de la participación -Valor de la pertenencia -Relación con la identidad -Relación con la diversidad -Valor del reconocimiento -Rol del Estado -Relación con la nacionalidad -Relación con lo local -Globalización -Relación con el arte

-¿Por qué es importante la participación ciudadana? -¿Por qué es importante identificarse con algún componente ya sea del Estado o de la sociedad? -¿Qué cree que es lo más importante de ser ciudadano y en qué se manifiesta la ciudadanía? -¿De qué debiera servirle a una persona convertirse en ciudadano? -¿Si se pierde la condición de ciudadano, cuál es la principal pérdida? -¿Qué política pública le parece destacable en el sentido de fortalecer la ciudadanía? -¿Qué valor tiene la nacionalidad respecto a la ciudadanía? -¿Cómo se relaciona la ciudadanía con el entorno inmediato? -¿Cómo cree que se relacionan o vinculan ciudadanía y globalización? -¿Qué aportes puede hacer el arte a la ciudadanía?

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Arte -Rol del artista -Relevancia de la creatividad -Relación entre arte y cultura -Relación con el público -Relación con lo público -Función social del arte -Función del arte en el espacio público -Relación con democratización -Relación con el Estado -Relación con el mercado -Relación con crisis de la modernidad

-¿Cómo define artista y dónde lo ubica en el contexto social? -¿Cuál es el mayor valor de una obra artística? -¿En qué se diferencian arte y cultura? -¿Qué debiera provocar la obra de arte en el público? -¿Una obra artística debe buscar modificar la sociedad en la que está inserta o debe ser neutra frente a estas instancias? -¿En qué puede aportar el arte a cambiar una determinada sociedad? - ¿Qué aporta el EP o la calle como escenario a la obra artística? -¿Cuál es el valor político del arte? -¿Es viable que el arte sea independiente y prescinda del Estado? -¿La ecuación mercado/arte puede generar buenos resultados? -¿Cómo entiende el arte hoy respecto de cómo éste era entendido hace 50 años?

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2. Imágenes de obras realizadas por los informantes en el Espacio Público

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