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18 EPS La política exterior estadounidense de los noventa no estuvo marcada por el síndrome de Vietnam, sino por el síndrome de Somalia, por lo que ocurrió el 3 y el 4 de octubre de 1993 en Mogadiscio, cuando 150 soldados de élite del Tío Sam, los tipos más duros y mejor armados del planeta, se me- tieron en la boca del lobo de un poderoso señor de la guerra y la Casa Blanca acabó humillada. Poco importa que su misión imposible fuese un éxito –capturar a dos lugartenientes de Mohamed Fará Aidid en el mismo corazón de su feudo–: 18 milita- res estadounidenses y casi un millar de so- malíes murieron, decenas resultaron he- ridos, dos helicópteros de alta tecnología fueron derribados, y todo el mundo pudo ver las imágenes de los cadáveres de dos soldados estadounidenses arrastrados y mutilados por la turba. La Administración de Clinton decidió cerrar el grifo de las operaciones humanitarias: dejó de acudir con tropas a conflictos en los que no tenía intereses directos, como el de Bosnia. La historia de aquellos ‘rangers’ y miembros de la Fuerza Delta, un cuerpo tan poderoso y tan secreto que el ejército de EE UU ni siquiera reconoce oficialmente su existencia, se ha convertido en la última película de Ridley Scott, Black Hawk derri- bado, que ha contado con un presupuesto de 90 millones de dólares; a su vez es una adaptación del libro de Mark Bowden La batalla de Mogadiscio, que está a punto de ser editado en castellano por RBA. Publi- cado primero por entregas durante 29 días en el diario The Philadelphia Inquirer y luego como libro en 1999, el texto de Bow- den es ya un clásico de ese género tan an- glosajón llamado literatura militar. Es Sal- var al soldado Ryan en las destartaladas ca- lles de la ciudad más peligrosa del Cuerno de África, o sea, del mundo. Tiene los he- licópteros y la fuerza de Apocalypse now, las luchas callejeras de La chaqueta metáli- ca, el dolor y la soledad de los soldados de Uno Rojo: división de choque. Y ha recibido una aceptación unánime de la crítica, de la que también ha gozado la película de Scott, que el fin de semana de su estreno recaudó 29 millones de dólares, lo que no impidió que Black Hawk derribado fuese polémica incluso antes de su estreno, el 18 de enero. “El filme de Scott es un asalto a la confian- za norteamericana, y a la idea, que parecía inalterable, de que el mundo necesita nues- Fort ApacheenSomalia Fueron unas horas que cambiaron la historia. Los soldados mejor armados del mejor ejército del mundo se vieron envueltos, en el centro de Mogadiscio, en una salvaje batalla que no esperaban. Ridley Scott lo ha contado en una película basada en un libro de Mark Bowden. Por Guillermo Altares. [03] REPORTAJE FOTOGRAFÍA DE COLUMBIA TRISTAR

La Batalla de Mogadiscio

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  • 18 EPS

    La poltica exterior estadounidensede los noventa no estuvo marcada por el

    sndrome de Vietnam, sino por el sndrome

    de Somalia, por lo que ocurri el 3 y el 4 de

    octubre de 1993 en Mogadiscio, cuando 150

    soldados de lite del To Sam, los tipos ms

    duros y mejor armados del planeta, se me-

    tieron en la boca del lobo de un poderoso

    seor de la guerra y la Casa Blanca acab

    humillada. Poco importa que su misin

    imposible fuese un xito capturar a dos

    lugartenientes de Mohamed Far Aidid en

    el mismo corazn de su feudo: 18 milita-

    res estadounidenses y casi un millar de so-

    males murieron, decenas resultaron he-

    ridos, dos helicpteros de alta tecnologa

    fueron derribados, y todo el mundo pudo

    ver las imgenes de los cadveres de dos

    soldados estadounidenses arrastrados y

    mutilados por la turba. La Administracin

    de Clinton decidi cerrar el grifo de las

    operaciones humanitarias: dej de acudir

    con tropas a conflictos en los que no tena

    intereses directos, como el de Bosnia.

    La historia de aquellos rangers ymiembros de la Fuerza Delta, un cuerpo

    tan poderoso y tan secreto que el ejrcito de

    EE UU ni siquiera reconoce oficialmente

    su existencia, se ha convertido en la ltima

    pelcula de Ridley Scott, Black Hawk derri-

    bado, que ha contado con un presupuesto

    de 90 millones de dlares; a su vez es una

    adaptacin del libro de Mark Bowden La

    batalla de Mogadiscio, que est a punto de

    ser editado en castellano por RBA. Publi-

    cado primero por entregas durante 29 das

    en el diario The Philadelphia Inquirer y

    luego como libro en 1999, el texto de Bow-

    den es ya un clsico de ese gnero tan an-

    glosajn llamado literatura militar. Es Sal-

    var al soldado Ryan en las destartaladas ca-

    lles de la ciudad ms peligrosa del Cuerno

    de frica, o sea, del mundo. Tiene los he-

    licpteros y la fuerza de Apocalypse now,

    las luchas callejeras de La chaqueta metli-

    ca, el dolor y la soledad de los soldados de

    Uno Rojo: divisin de choque. Y ha recibido

    una aceptacin unnime de la crtica, de la

    que tambin ha gozado la pelcula de Scott,

    que el fin de semana de su estreno recaud

    29 millones de dlares, lo que no impidi

    que Black Hawk derribado fuese polmica

    incluso antes de su estreno, el 18 de enero.

    El filme de Scott es un asalto a la confian-

    za norteamericana, y a la idea, que pareca

    inalterable, de que el mundo necesita nues-

    FortApacheenSomaliaFueron unas horas que cambiaron la historia. Los soldados mejor armados del mejor ejrcito del mundose vieron envueltos, en el centro de Mogadiscio, en una salvaje batalla que no esperaban. Ridley Scott loha contado en una pelcula basada en un libro de Mark Bowden. Por Guillermo Altares.

    [03]REPORTAJE

    FOTOGRAFA DE COLUMBIA TRISTAR

  • EPS 19

    tra libertad, nuestra democracia y nuestra

    coca-cola, escribe Desson Howe en The

    Washington Post, en una crtica, por otra

    parte, muy favorable.

    No se puede olvidar que uno de losprximos escenarios de la Operacin Li-

    bertad Duradera puede ser Somalia. De he-

    cho, se cree que entre las tropas de Aidid

    que aquel da se enfrentaron a los solda-

    dos estadounidenses haba militantes de

    Al Qaeda, la organizacin de Osama Bin

    Laden. Ahora, Estados Unidos se prepara

    para otra misin en Mogadiscio, ha es-

    crito el cineasta Alex Cox en una crtica al

    filme en el diario britnico The Indepen-

    dent. Puede tomar la forma de un bom-

    bardeo o de acoso por parte de la CIA y del

    Departamento de Estado para lograr el sa-

    crificio del primer ministro. El negocio del

    petrleo es muy poderoso y debe ser obe-

    decido, asegura Cox, quien, sin embargo,

    reconoce las virtudes del trabajo periods-

    tico de Bowden, que en ningn momento

    oculta la devastacin que provoc la po-

    tencia de fuego de las tropas de lite esta-

    dounidenses en la capital somal.

    La otra polmica que ha envuelto a la

    pelcula tiene que ver con el personaje

    principal, que interpreta Ewan McGregor.

    El ranger John Grimes en el filme es, en

    la realidad y en el libro, John Stebbins,

    Stebby, que fue condenado en junio de 2000

    a 30 aos de crcel por la violacin de una

    nia de 12. El Pentgono pidi al produc-

    tor Jerry Bruckheimer que cambiase el

    nombre para evitar controversias, y ste

    acept. Los productores van a ganar mi-

    llones con esta pelcula, en la que Stebby

    aparece retratado como el gran hroe ame-

    ricano que no es, escribi en una carta a

    The New York Post la ex mujer del ranger,

    Nora. La idea de que un tipo puede ser un

    hroe en el campo de batalla y un violador

    es algo que Bruckheimer, productor de fil-

    mes como 60 segundos o Armageddon, pre-

    firi ocultar al pblico. Pero en el salvaje

    pas del Cuerno de frica cualquier cosa,

    normalmente mala, es posible.

    Somalia es uno de los grandes agujeros

    negros de la poltica internacional. Tras el

    derrocamiento de la dictadura de Moha-

    med Siad Barre, en 1991, se desat una fe-

    roz lucha de clanes que sumi al pas afri-

    cano en el caos y en la hambruna. La ope-

    racin de la ONU y de Estados Unidos

    haba cascos azules y soldados norteame-

    ricanos con mandos diferentes para in-

    tentar mejorar las cosas fue un cmulo de

    despropsitos. La idea, segn han seala-

    do numerosos analistas, no era slo arre-

    glar el terrorfico problema de la falta de

    alimentos, sino hacer ms seguro un terri-

    torio con unas inmensas reservas de hi-

    drocarburos.

    Eso es lo que interesaba sobre todoa la Administracin de Bush, padre, cuan-

    do empez la operacin, que continu

    Clinton. El 7 de mayo de 1993, la prensa ca-

    nadiense hizo estallar el primer escnda-

    lo al publicar que los cascos azules cana-

    dienses haban torturado y asesinado a un

    Somalia puede ser escenario de la Ope-racin Libertad Duradera. En la tropa deAidid pudo haber militantes de Al Qaeda

    MISIN EN SOMALIA.En la pgina de la izquier-da, secuencia de la pel-cula. En esta pgina, arri-ba, desembarco de lastropas estadounidensesen Somalia, en diciembrede 1992; a la izquierda, elpiloto Mike Durant en elvdeo que grabaron suscarceleros somales trassu captura, y a la derecha,el helicptero de Durantsobrevuela Mogadiscioantes de ser derribado.

    FOTOGRAFA DE ASSOCIATED PRESS / CABLE NEWS NETTWORK / SHAWN NELSON

  • 20 EPS

    adolescente, Shidane Arone. Y tenan

    fotos. Luego lleg la batalla del Mar

    Negro, o, como la llaman los somales,

    Ma-alinti Rangers (El Da de los Ran-

    gers), nombre con el que se conoce lo

    que ocurri en aquella tarde y noche del

    3 al 4 de octubre, fruto del empeo de la

    Administracin de Bill Clinton por aca-

    bar con el ms poderoso seor de la gue-

    rra somal, Mohamed Far Aidid, al

    que consideraban responsable, con toda

    razn por otra parte, de gran parte del

    caos que padeca este pas.

    Hasta la retirada de las tropas in-

    ternacionales murieron 100 pacificado-

    res, incluyendo los 18 estadounidenses,

    y los 4.000 millones de dlares que la co-

    munidad internacional invirti en So-

    malia apenas se notaron. Slo en el ao

    2000, despus de unas conversaciones

    de paz, se convocaron elecciones libres,

    de las que sali elegido Abidiqassim Sa-

    lad Hassan, el primer presidente desde

    1991. En este pas de siete millones de

    habitantes los enfrentamientos entre

    clanes son habituales, y son ellos los

    que dominan una parte importante del

    Estado, que cuenta con dos pases que

    reclaman su independencia en el inte-

    rior, Somaliland y Puntland, mucho

    ms estables que la propia Somalia.

    Pero el libro de Bowden, aunquelo trata, no intenta aclarar este comple-

    jo contexto. Es la historia de 150 solda-

    dos, los ms preparados de la Tierra

    los fabricantes de armas los equipa-

    ban de la misma forma que Nike vesta

    a los deportistas, dice, los ms duros,

    que de repente se encontraron sumer-

    gidos en la guerra de verdad. Es tam-

    bin la historia de los somales que vi-

    vieron la guerra desde el otro lado. La

    batalla de Mogadiscio, que fue finalista

    en 1999 del National Book Award y que

    estuvo durante semanas en las listas de

    libros ms vendidos, aunque Bowden

    tard meses en encontrar un editor, es

    el fruto de cientos de entrevistas con

    soldados y con miembros del clan Gidr,

    al que perteneca Aidid, en Mogadiscio,

    y es un ejemplo perfecto del ms poten-

    te y paciente periodismo estadouniden-

    se. Como en las mejores pelculas de

    guerra, cada personaje tiene una histo-

    ria, un pasado y un futuro, que muchas

    veces acaba cercenado por un balazo o

    por un disparo de RPG, una potente

    granada lanzada desde un fusil capaz

    de derribar un helicptero o de destro-

    zar a un hombre. Durante aquella no-

    che, los somales dispararon cerca de

    mil RPG, y muchas dieron en el blanco.

    El libro evita hacer cualquier de-claracin de intenciones poltica. En

    realidad trata sobre soldados, y sobre

    qu pasa por sus cabezas, y sobre la ex-

    periencia de combate, ha dicho Bow-

    den en una entrevista con motivo del

    estreno de la pelcula. Las tropas esta-

    dounidenses se enfrentaron a una mi-

    sin muy peligrosa y la cumplieron, con

    un altsimo coste en vidas, de america-

    nos y de somales. Creo que eso es lo

    que muestran tanto el libro como la pe-

    lcula. La gente que llev a cabo esta mi-

    sin lo hizo de forma heroica y profe-

    sional. El hecho de que olvidasen llevar

    aparatos de visin nocturna o de que no

    tuviesen agua me remite al escenario de

    cualquier batalla de la historia. Cuando

    empiezan a disparar contra ti, las cosas

    siempre van mal. Los que creen que la

    misin fue una debacle porque mataron

    a soldados estadounidenses no entien-

    den de qu va la guerra, agreg.

    A sus 52 aos, Bowden nunca ha

    sido soldado, ni siquiera hizo el servi-

    cio militar; pero conoce la guerra de

    cerca: como periodista y porque su hijo

    pequeo, BJ, es un cabo del cuerpo de

    los marines. Durante sus 20 aos en The

    Philadelphia Inquirer ha tocado todos

    los gneros: cronista de deportes y de

    ciencia, reportero para el suplemento

    dominical, enviado especial Fue fina-

    lista del Pulitzer y es autor de otros tres

    libros: Doctor dealer (1987), sobre un li-

    cenciado universitario que lleg a do-

    minar el trfico de cocana en Pensil-

    vania; Bringing the heat (1994), sobre

    una temporada del equipo de ftbol

    americano Philadelphia Eagles, y el

    ms reciente, Matar a Pablo Escobar

    (2001), que fue publicado el ao pasado

    por RBA. Dice que su larga experiencia

    como cronista deportivo le ayud mu-

    cho a la hora de escribir La batalla de

    Mogadiscio: el ftbol americano es un

    juego muy tctico, en el que la prepa-

    racin de cada movimiento conjunto es

    esencial, y eso es algo que los jugadores

    comparten con los soldados de lite.

    Estn profundamente integrados y han

    estudiado miles de tcticas; pero luego,

    en el campo o en la batalla, todo puede

    cambiar en unos instantes. La diferen-

    Los fabricantes de armas equipabana los rangers de la misma forma queNike a los deportistas, dice Bowden

    [03] Fort Apache en Somalia

    LA MUERTE. Arriba, un foto-grama del filme de Scott. Enel centro, la multitud arrastrapor Mogadiscio el cadvermutilado del oficial Bill Cleve-land. Abajo, los rangers AlanBarton, Ron Galliette y RobPhipps antes de una misin.

    FOTOGRAFAS CEDIDAS POR: COLUMBIA TRISTAR / PAUL WATSON / SHAWN NELSON

  • 22 EPS

    cia est en lo que se juegan: unos

    arriesgan su vida; otros, un marcador.

    Era la tarde del 3 de octubre de1993. La Tiza Cuatro [escuadrn de 12

    soldados que viaja en un helicptero]

    de Eversmann [uno de los soldados] era

    parte de un cuerpo formado por ran-

    gers del ejrcito de Estados Unidos y

    operadores de la Fuerza Delta, y esta-

    ban a punto de saltar de forma inad-

    vertida sobre un grupo de lderes del

    clan Habr Gidr en pleno corazn de Mo-

    gadiscio. El objetivo de aquel da eran

    los lugartenientes de Aidid. Era una

    misin de llegar, ver y vencer, escribe

    Bowden casi en el arranque de su libro.

    En mayor cantidad que de costumbre,

    los hombres se haban llenado de mu-

    nicin: tenan las recmaras cargadas,

    granadas en los bolsillos y cartucheras

    disponibles en los arneses. Haban de-

    jado atrs cantimploras, bayonetas, ga-

    fas de visin nocturna, as como cual-

    quier otro artefacto considerado un las-

    tre para una incursin diurna. No les

    preocupaba la perspectiva de meterse

    en apuros. Les apeteca. Ellos eran

    unos predadores, unos vengadores du-

    ros, imparables e invencibles. Pensaban

    que, despus de seis semanas de rutina,

    por fin iban a dar una patada de verdad

    a algn culo somal.

    Aquellos das de octubre, Mogadis-

    cio era un violento caos: los miembros

    de los clanes, armados hasta los dien-

    tes, circulaban por sus calles impo-

    niendo su ley. Los cuarteles de Nacio-

    nes Unidas y de las tropas estadouni-

    denses eran objeto, casi de manera

    constante, de fuego de mortero. Los po-

    tentes helicpteros Black Hawk y Little

    Bird de EE UU sobrevolaban la ciudad,

    y los enfrentamientos eran muy habi-

    tuales. Los rangers y los chicos Delta

    iban a meterse en mitad de aquel in-

    fierno, en la zona que dominaba el clan

    de Aidid, para atrapar a sus lugarte-

    nientes y salir pitando de all en menos

    de una hora. Se deslizaran con cuerdas

    desde los helicpteros, y unos se dedi-

    caran a la caza y captura mientras

    otros aseguraban la zona. No tenan

    miedo. Nadie haba sido capaz de de-

    rribar sus pjaros blindados. Tenan el

    mejor armamento. Haban sido entre-

    nados para entrar en combate y sus ofi-

    ciales les haban convencido de que

    eran los mejores. Crean que su fuerza

    era tan invencible como su pas. No te-

    nan miedo. Pero se equivocaban: debe-

    ran haberlo tenido. Estaban en el lugar

    adecuado en el momento equivocado;

    pero, aunque se lo crean, no eran ni

    John McClane, ni Rambo. Tanto la pel-

    cula como el libro han sido descritos

    como los primeros 20 minutos de Sal-

    var al soldado Ryan, pero durante

    hora y media o ms de 300 pginas.

    Al principio todo fue bien. Los sol-

    dados se desplegaron segn lo previsto,

    tomaron los objetivos, y pareca que

    controlaban la situacin, aunque los

    disparos eran cada vez ms intensos y

    los somales quemaban cada vez ms

    neumticos, una forma de avisar a los

    miembros de su clan de que hay jaleo y

    necesitan refuerzos. Pero las cosas se

    torcieron. Un miliciano somal llamado

    Aden (los detalles que proporciona

    Bowden en su libro son realmente alu-

    cinantes) apunt el can de su RPG

    hacia arriba y dispar a un helicptero

    por detrs. Dio de lleno. Las calles em-

    pezaron a llenarse de gente y los solda-

    dos disparaban contra todo lo que se

    mova. Otro helicptero fue derribado,

    un convoy que parti para rescatar a los

    supervivientes se perdi en el laberinto

    de Mogadiscio. Los soldados quedaron

    atrapados toda la noche en un autn-

    tico Fort Apache mientras aumentaban

    las bajas y no se poda evacuar a los he-

    ridos. Tardaron ms de doce horas en

    rescatarlos, con un convoy inmenso

    formado por decenas de vehculos;

    pero no lograron impedir que los so-

    males, enfurecidos, arrastrasen los

    cadveres de dos soldados por las ca-

    lles. El piloto Mike Durant fue captu-

    rado, aunque Aidid acab por soltarle

    11 das ms tarde.

    La diferencia estaba en que los es-tadounidenses tenan miedo a la muer-

    te, pero los guerrilleros somales no. El

    sargento Eversmann relat una de las

    tcticas de combate del enemigo: para

    hacer emboscadas se colocaban a los

    dos lados de la calle y disparaban a saco

    contra los vehculos que pasaban por

    all, con el peligro de alcanzar a los su-

    yos. Tuvo la sensacin de que aquella

    gente no respetaba ni su propia vida.

    Les importaba un bledo!, escribe. Los

    rangers y los chicos Delta eran real-

    mente duros les arrancaban de un dis-

    paro un dedo (que quedaba colgando),

    se ponan una venda y seguan luchan-

    do, su forma fsica era impresionante

    y sus equipos eran insuperables; pero

    los tipos que tenan enfrente se conta-

    ban por miles y estaban dispuestos a

    dejarse la piel. Estaban hartos de los

    helicpteros, que al volar a baja altura

    levantaban los tejados de hojalata de

    sus casas; de los extranjeros, y desde

    luego no iban a admitir que capturasen

    a sus jefes en el saln de su casa.

    Adems del relato de las tcticasmilitares, de la sensacin de peligro y

    de batalla que logra transmitir a los lec-

    tores, en el libro de Bowden hay dos co-

    sas especialmente alucinantes: no hay

    un solo soldado annimo y la minucio-

    sidad con la que describe las heridas

    que sufrieron las tropas. Un ejemplo:

    Kowalewski era nuevo en la unidad y

    discreto. Acababa de conocer a una

    muchacha con la que quera casarse y

    haba expresado su intencin de dejar

    el regimiento apenas finalizado aquel

    despliegue, al cabo de unos meses. Su

    sargento quera que se quedara. Minu-

    tos despus de que Othic se deslizara

    junto a l recibi un balazo en el hom-

    bro. [] Othic forcejeaba en el reducido

    espacio para aplicar un vendaje al con-

    ductor cuando les alcanz el RPG. Les

    lleg por la izquierda, cercen el brazo

    izquierdo de Kowalewski y se incrust

    en su pecho. No explot. El misil, de

    ms de sesenta centmetros de largo, se

    absorbi dentro del muchacho: las ale-

    tas le sobresalan por su costado iz-

    quierdo bajo el brazo perdido, la punta

    asomaba por el costado derecho. Estaba

    inconsciente, pero con vida.

    Kowalewski nunca se casara, Bill

    Clinton tard unos pocos meses en re-

    tirar a sus soldados de Somalia, los res-

    ponsables de las tropas estadouniden-

    ses fueron poco a poco retirndose de la

    carrera militar, los lugartenientes de

    Aidid fueron liberados. Muchos de los

    que participaron en la batalla del Mar

    Negro estn ahora en Afganistn o pre-

    parando una nueva y desconocida in-

    tervencin. Aquellas horas del 3 al 4 de

    octubre de 1993 quiz cambiaron la his-

    toria. Si Estados Unidos no hubiese sa-

    lido con una sensacin de derrota, tal

    vez las cosas, incluso el 11 de septiem-

    bre, hubiesen sido diferentes. Lo que s

    cambi es la existencia de los 18 esta-

    dounidenses y cientos de somales que

    murieron aquel da. De eso es de lo que

    va la guerra.

    [03] Fort Apache en Somalia

    La diferencia estaba en que los esta-dounidenses tenan miedo a la muer-te, pero los guerrilleros somales no

    * La pelcula Black Hawk derribado seestrena en Espaa el 22 de febrero.El libro de Mark Bowden La batallade Mogadiscio se publica la semanaque viene por RBA.

  • Howard E. Wasdin es hoy un apacible mdico que vive en una casa

    al sur de Georgia. Pero form parte del Team Six de los Navy SEAL,

    el ms mortfero comando estadounidense que hace un ao acab

    con la vida de Bin Laden en Pakistn. Por primera vez sale a la luz el

    testimonio de un miembro de esta unidad de lite. Esta es su vida.

    Por QUINO PETIT

    AS MATAUN NAVY SEAL

  • LA DECISIN ES MA.Ese es el lema de los francotira-dores del Team Six de los Navy SEAL. Yo decido cundo debe

    caer un objetivo en la mirilla de mi fusil. A la izquierda, Howard E. Wasdin en un entrenamiento

    a bordo de un buque y en un retrato actual.

  • El 6 de mayo de 2011, cinco das

    despus de que un comando del

    Team Six de los Navy SEAL aca-

    base con la vida de Osama bin

    Laden en Pakistn, el presidente

    estadounidense, Barack Obama, viaj hasta

    la base del 160 Regimiento en Fort Camp-

    bell (Kentucky). Obama quera felicitar per-

    sonalmente a los ejecutores de la Operacin

    Lanza de Neptuno que l mismo orden

    para capturar o matar al lder de Al Qaeda.

    Cuando estuvo frente a los hombres que lle-

    varon a cabo la misin, el mandatario y pre-

    mio Nobel de la Paz dijo: Son ustedes, lite-

    ralmente, la mejor fuerza reducida de

    combate que jams ha existido en el mun-

    do. Pero, como cont el periodista Nicho-

    las Schmidle en Th e New Yorker, lo que el

    presidente no les pregunt fue quin haba

    realizado el disparo mortal que acab con el

    enemigo pblico nmero uno de Estados

    Unidos. Ellos tampoco se ofrecieron a decr-

    selo. De no haberse retirado como francoti-

    rador del mismo Team Six de los Navy SEAL

    hace aos, Howard E. Wasdin podra haber

    sido ese hombre que mat a Bin Laden.

    El seor Wasdin es hoy un apacible qui-

    roprctico que atiende a 150 pacientes se-

    manales y vive en una casa con jardn al sur

    de Georgia. Cuando era joven jams imagi-

    n que llegara a celebrar su 50 cumplea-

    os hace unos meses. Su destino como

    miembro de la ms mortfera fuerza arma-

    da de lite estadounidense pareca escrito

    bajo un sencillo esquema: vivir deprisa, mo-

    rir joven y dejar como todo legado un lus-

    troso cadver. Estuvo a punto de cumplir

    ese guion en 1993, durante la infernal bata-

    lla de Mogadiscio (Somalia). A pesar de su

    actual retiro en la vida civil, sigue estando

    fuertemente armado con todas las modali-

    dades de pistolas y rifl es que pueden custo-

    diarse legalmente en una vivienda de Esta-

    dos Unidos. Pero el nico destinatario de

    los balazos de sus semiautomticas Sig

    Sauer sera hoy algn despistado que osara

    pisar su jardn. Bueno, ja, ja, ja! No escriba

    eso. En serio: ahora solo disparo a objetivos

    de papel de peridico.

    La imagen del doctor Wasdin dista hoy

    mucho de la de aquel francotirador guape-

    ras del Team Six de los SEAL que se encara-

    maba a los tejados de Mogadiscio con un

    lanzagranadas al hombro. No ha resultado

    fcil tenerlo al otro lado

    del telfono. Tras varias

    tentativas que acabaron

    posponiendo la conver-

    sacin, su voz retadora

    llega finalmente desde

    la consulta mdica don-

    de presta servicios. En-

    tre la avalancha de libros

    (como Manhunt, del pe-

    riodista Peter Bergen),

    documentales y pelculas (como Acto de va-

    lor, protagonizada por navy seals en activo,

    o la versin de Hollywood sobre la Opera-

    cin Lanza de Neptuno, que ha contado con

    asesoramiento de la CIA y el Pentgono), de

    las que vamos teniendo noticia en el primer

    aniversario de la muerte de Bin Laden, el

    doctor Wasdin ha publicado ahora en caste-

    NO CREO QUE NINGUNA MUJER PUEDA SUPERAR LAS PRUEBAS DE ACCESO. Y SERAN UNA DISTRACCIN

    Foto

    gra

    fa

    de

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    ty Im

    ages

    ) |

    Ed

    ito

    rial

    Cr

    tica

  • llano el relato donde plasm con ayuda de

    Stephen Templin sus memorias como fran-

    cotirador de la misma unidad de lite que

    liquid al lder de Al Qaeda. Bajo el ttulo de

    Seal Team Six (Crtica), Wasdin rememora

    con el vertiginoso ritmo de un thriller sus

    aos en el cuerpo de los caballeros Jedi de

    los equipos de la Marina de Estados Unidos

    de Mar, Aire y Tierra (SEAL es acrnimo de

    Sea, Air, Land). Es la primera vez que sale a

    la luz el testimonio de un miembro de esta

    unidad, cuyo alcance sintetiza el propio

    Wasdin: Cuando la Marina de Estados Uni-

    dos enva a su lite, manda a los SEAL. Cuan-

    do los SEAL envan a su lite, mandan al

    Team Six de los SEAL, el equivalente de la

    Marina a la Delta Force del Ejrcito de Tie-

    rra, que tiene encomendada la misin de

    antiterrorismo y antiinsurgencia.

    Son la lite de la lite militar. Solo los

    mejores de entre los mejores han logrado

    integrar sus fi las. Para ellos, el nico buen

    da fue ayer. Hoy puede ser el ltimo. Ac-

    tan siempre en secreto como una fuerza

    de ataque ultrarrpido que maneja el fac-

    tor sorpresa como estrategia bsica. Los co-

    57EL PAS SEMANALAS MATA UN NAVY SEAL

    mandos especiales estadounidenses Navy

    SEAL nacieron como una apuesta de John

    Fitzgerald Kennedy a principios de los se-

    senta para acciones de contraterrorismo.

    Tras el intento fallido en 1980 de rescatar a

    unos rehenes estadounidenses de la Emba-

    jada de EE UU en Tehern, se cre el Team

    Six bajo mandato de Carter para seleccio-

    nar a los mejores entre los SEAL: el All Star

    Team, especializados en el rescate de rehe-

    nes en localizaciones marinas, complemen-

    to a la seguridad de bases militares y emba-

    jadas y apoyo de operaciones de la CIA. No

    admiten mujeres. Las especulaciones sobre

    el nmero de miembros son constantes, as

    como todo lo relativo a presupuesto, orga-

    nizacin y operaciones. No puedo hablar

    de nada relacionado con cifras o capaci-

    dades, dice el doctor Wasdin desde Geor-

    gia. Como sabe, es muy difcil superar el

    adiestramiento de los SEAL. En el Team Six,

    apro ximadamente el 85% de aspirantes son

    descartados. Personalmente no creo que

    ninguna mujer sea capaz de superar las

    pruebas. E incluso si consiguieran entrar,

    supondran una distraccin en combate.

    Cuando entras en accin, no quieres pensar

    SOBRE LOS TEJADOS DE MOG.Arriba, miembros del Team Six de los Navy SEAL en un tejado de Mogadiscio (Somalia). A cara descubierta y en la foto de abajo, Howard E. Wasdin. A la izquierda, un seal realizando la puesta a punto para una operacin.

  • en nadie salvo el enemigo. En cuanto al pre-

    supuesto, solo puedo decir que cuando yo

    serva en el Team Six se estimaba que el di-

    nero empleado en balas de 9 mm durante

    un ao superaba a todo el presupuesto ba-

    lstico de los marines estadounidenses.

    Como explica el doctor Wasdin, la mayo-

    ra de las misiones del Team Six permanecen

    ocultas al pblico en general, a sus propias

    familias y a los otros compaeros seals. No

    ocurri as con la Operacin Lanza de Nep-

    tuno, que acab con Bin Laden en Pakistn

    durante la noche del 1 al 2 de mayo de 2011.

    Las informaciones al respecto revelaron que

    nueve aos, siete meses y 20 das despus

    de los atentados del 11-S, un miembro del

    Team Six tuvo a tiro al lder de Al Qaeda en

    una casa de la localidad paquistan de Abbo-

    ttabad. El primer balazo le alcanz en el pe-

    cho. Mientras caa, el seal dispar por segun-

    da vez, acertando en el ojo izquierdo. Acto

    seguido empu la radio e inform: Por

    Dios y por mi pas, Gernimo, Gernimo,

    Gernimo Gernimo EKIA [Enemy Killed

    In Action, enemigo muerto en accin].

    tras liquidar a bin laden y a otros habi-

    tantes del complejo de Abbottabad, los seals

    se incautaron de ms de 6.000 documentos,

    algunos de los cuales han sido recientemen-

    te publicados por el Centro de Lucha contra

    el Terrorismo de West Point. Las llamadas

    cartas de Abbottabad han revelado que los

    ltimos das de Bin Laden no correspondan

    con los de un supuestamente avezado estra-

    tega del yihadismo mundial, si bien el capo

    de la organizacin terrorista Al Qaeda segua

    planifi cando ataques contra Estados Unidos.

    Y ese es precisamente el objetivo principal

    de los SEAL. Un quehacer que el doctor Was-

    din sintetiza desde su propia experiencia:

    Cuando fui navy seal, ayudaba a mantener

    Estados Unidos libre de terrorismo. Ahora,

    como doctor, creo que sigo ayudando a la

    gente. Pero sin pistola.

    Howard E. Wasdin lleg al mundo el 8

    de noviembre de 1961 en Florida. Su madre

    le pari a los diecisis aos en una clnica

    pblica y le llev a casa en una caja de zapa-

    tos. Ella trabaj duro en una fbrica de cos-

    tura para mantenerle a l y a sus hermanas

    mientras que su padre biolgico tomaba las

    de Villadiego. Quien acab siendo su pa-

    drastro, de nombre Len, acostumbraba a

    abofetearle hasta hacerle comerse su propia

    sangre. Tras reclutarse en la Marina, acab

    picando la puerta de un ofi cial y solicit que

    le destinasen a las temibles pruebas BUD/S,

    el training de los SEAL, para reengancharse

    antes de que terminara su contrato. La res-

    puesta del ofi cial al mando fue: Coge el di-

    nero, vuelve a casa y acaba tus estudios. No

    tienes ni idea de lo que hace falta para con-

    vertirse en un seal. Finalmente le destina-

    ron al BUD/S y super todos los retos, cma-

    ra hiperbrica de presin incluida. Fue el

    nico de cientos de candidatos en lograrlo.

    Entre las lindezas que tuvo que superar esta-

    ban desafos con nombres como Prueba de

    ahogamiento y Semana del infi erno. Hipo-

    termias, espasmos, escalofros buceo, tc-

    nicas de na vegacin sub-

    marina y de sabotaje de

    embarcaciones Hoo-

    ya!. El grito de guerra esta-

    dounidense ruge en las

    memorias del doctor Was-

    din, quien proclama en el

    libro Seal Team Six que

    todo ese adiestramiento

    tiene como fi n convertirles

    en armas humanas que no

    conocen la palabra rendi-

    cin. El nuestro es un c-

    digo no escrito: es mejor

    quemarse que apagarse, y

    hasta el ltimo aliento nos

    llevaremos por delante

    tantos enemigos como po-

    damos.

    Para lograr tales prop-

    sitos, el doctor Wasdin re-

    cuerda la actitud converti-

    da en tradicin de los SEAL:

    Dame una patada en los cojones,

    que lo puedo aguantar. No est de

    ms aadir enseanzas como

    aprender a construir una cueva de

    nieve cuando la temperatura exte-

    rior ronda los 40 grados bajo cero o

    acumular experiencias de este tipo:

    Si nunca has estado tumbado en un

    charco llevando un traje ghillie em-

    papado, con la lluvia aporrendote y

    el viento aullando, mientras intentas

    concentrarte en tu mira y hacer tu

    trabajo, ests perdindote una de las

    mejores cosas de la vida. As fue

    como Wasdin se convirti en Waz-

    Man, su apodo mientras perteneci a

    los comandos especiales estadouni-

    denses. El entrenamiento nunca aca-

    ba. Pasas el resto de tu vida haciendo

    de ti mismo un arma de alta precisin.

    Mucho ms casado con los SEAL que

    con su propia familia, Wasdin quiso conver-

    tirse en francotirador de la lite absoluta del

    Team Six tras formar parte del Team Two.

    En mi bsqueda incesante hacia ser el me-

    jor de los SEAL, decid ingresar en la acade-

    MATAR A BIN LADEN.Los navy seal que liquidaron a Bin Laden en una casa de Abbottabad

    (Pakistn, imagen del centro) destruyeron uno de los helicpteros

    accidentados durante la misin. Sobre estas lneas, Howard E. Wasdin.

    58 EL PAS SEMANAL

  • --

    &---5(B*+, )&-

    /?E"(59!)-!7-## LL

  • lo. Llegados a este punto, nadie dira que

    Pakistn estuvo refugindolo. Pero acep-

    tando el hecho de que estaban ocultando al

    hombre ms buscado del planeta, por qu

    debera importarle a ellos o a cualquiera

    que furamos a Pakistn y lo trincsemos?.

    El doctor Wasdin habla como si an lle-

    vara los 45 kilos de equipo y el armamento

    de alta precisin de un seal del Team Six.

    Describe en primera

    persona del plural las

    acciones de esta uni-

    dad, acaso en un arre-

    bato de aoranza por

    no seguir sirviendo en

    ella. Donde s particip

    hasta las ltimas con-

    secuencias fue en la

    Operacin Serpiente

    Gtica, que acab con -

    vertida en la afamada ba talla de Mogadiscio.

    De los recuerdos de aquella misin para

    capturar al seor de la guerra somal Moha-

    med Farrah Aidid y a sus lugartenientes

    queda constancia en sus memorias con de-

    fi niciones espeluznantes de apenas un par

    de renglones: Mogadiscio ola a orn y ex-

    crementos humanos mezclado con ese olor

    tangible a hambre, enfermedad y desespe-

    ranza. El 5 de septiembre de 1993, los

    miembros del Team Six desplegados en la

    capital de Somalia tuvieron a tiro al seor de

    la guerra Aidid. Pero la peticin de disparar

    fue denegada.

    Cree que si aquel da hubieran recibi-

    do la orden de disparar contra Aidid habra

    sido posible evitar la batalla de Mogadiscio

    un mes ms tarde?

    S, porque habra sido liquidado o captu-

    rado. Mi opinin personal es que, llegados a

    ese punto, el Gobierno del presidente Bill

    Clinton estaba desesperndose por sacarnos

    de all. Desde ese da, el gran error que co-

    metimos fue salir a patrullar a la luz del sol.

    El mal recuerdo de lo que pas en Mo-

    gadiscio el 3 de octubre de aquel ao per-

    manece todava en el imaginario blico

    estadounidense. Las milicias del seor de

    la guerra Aidid lograron abatir dos helicp-

    teros Black Hawk durante un enfrenta-

    miento con las tropas de EE UU desplega-

    das en Somalia, que sufrieron 18 bajas.

    Clinton orden a partir de entonces la reti-

    rada total de la zona. A pesar de que Black

    Hawk derribado, la trepidante pelcula

    donde Ridley Scott recre aquel combate

    de manera magistral, no menciona la pre-

    sencia de los miembros del Team Six, el

    doctor Wasdin estuvo all con otros solda-

    dos de esta unidad. Combati codo con

    codo con los Delta Force y no duda en reco-

    nocer la extraordinaria vala de esta otra

    fuerza de lite estadounidense, a pesar de

    que a muchos seals no les gustara or algo

    semejante. Asegura que no le afect per-

    sonalmente que el Team Six quedara omi-

    tido en la exitosa versin hollywoodiense

    de la batalla de Mogadiscio. Tena 32 aos

    y le falt poco para palmarla, cumpliendo

    el guion previsto desde que entr en los

    SEAL. Volvi a casa con tres balazos y estu-

    vo a punto de perder una pierna. Nada vol-

    vi a ser lo mismo para l.

    wasdin afront el principio del fi n con

    resignacin. Tambin admite la difi cultad

    de estar ms de un decenio sirviendo a ese

    nivel. Como muchos otros colegas que no

    murieron ni acabaron entrenando a los

    recin llegados o trabajando para el sector

    blico privado, se recicl en la vida civil.

    En su caso, a travs de la medicina. Padre

    de familia, casado en segundas nupcias,

    seguidor de la fe cristiana y polticamente

    declarado como un independiente que

    odia a los medios de comunicacin pro-

    gresistas, no se arrepiente de nada de lo

    que hizo en combate. Lo que ms echa de

    menos de aquellos aos como intrpido e

    implacable francotirador es la adrenalina.

    Sobre todo extrao mucho saltar de un

    avin en plena noche a 27.000 pies de altu-

    ra. Ya sabe, ese tipo de cosas que ningn

    ser humano en sus cabales hara. Somos

    los tipos mejor entre nados del planeta. Es

    algo muy superior a pertenecer al equipo

    que gana la Superbowl o la Copa del Mun-

    do de ftbol. Podramos cascar cualquier

    da. No hay ningn deporte profesional ni

    conozco ninguna otra sensacin que se

    parezca a eso.

    Si mira hacia atrs, cree que usted ha-

    bra acabado convirtindose en francotira-

    dor del Team Six de los SEAL de no haber

    recibido toda aquella violencia y maltrato

    por parte de su padrastro cuando era nio?

    Esa es una buena pregunta. No s si

    tuvo algo que ver. Lo que est claro es que

    todo aquello, en vez de anularme, fortaleci

    mi actitud a la hora de soportar el dolor. Mi

    carcter se forj a base de no abandonar ja-

    ms. Ni ante nada ni ante nadie.

    MISIN NOCTURNA. Miembros de los Navy SEAL estadounidenses esperan la ordende comenzar una incursin para capturar lderes insurgentes en Fallujah (Irak).

    EL ENTRENAMIENTO NO ACABA NUNCA. PASAS TU

    VIDA HACIENDO DE TI MISMO UN ARMA DE PRECISIN

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    ty Im

    ages

    )

  • tenan experiencia en operaciones a lar-

    ga distancia, baja altura y con gafas de

    visin nocturna. Mientras, 100 pilotos

    del Ejrcito que estaban mucho ms ro-

    dados se quedaron en tierra. Tras De-

    sert One, Beckwith fue apartado de Del-

    ta Force y del generalato. Abandon el

    Ejrcito. Cre una empresa de seguri-

    dad, escribi un libro. Poco antes de su

    muerte, en 1994, le preguntaron para

    qu serva Delta Force: Para pegarle

    dos tiros en la cabeza a un terrorista sin

    pensrselo dos veces.

    Su discpulo favorito, el general

    Schoomaker, relataba en 1997 su expe-

    riencia en Irn: Esa noche aprend que

    en operaciones especiales debes ser ca-

    paz de hacer lo que dices que sabes ha-

    cer. Ni ms ni menos. En un momento

    de crisis, si has mentido, todo se puede

    venir abajo. Siempre he desconfiado de

    los machos. Aquellos pilotos que decan

    que eran los mejores volando de noche

    y resulta que slo haban entrenado 15

    horas al ao. La jodida diferencia es que

    hoy tengo gente con 4.000 horas de vue-

    los con gafas de visin nocturna; y apa-

    ratos especializados en volar por la no-

    che; y un programa de entrenamiento;

    y los medios para llevarlo a cabo.

    Solos, sucios, hambrientos. Rodea-

    dos por el enemigo. El entrenamiento es

    lo nico que puede salvar la vida de un

    comando en accin. Un boina verde es-

    paol habla de una fase de endureci-

    miento con marchas diarias de 30 kil-

    metros con 40 kilos a la espalda; gimna-

    sia y natacin. Un par de horas diarias

    de defensa personal hasta tener al me-

    nos cinturn rojo. Luego te metes en la

    montaa. Es lo peor: debes pasar como

    mnimo 10 das al mes viviendo en el

    campo. Instruccin y orientacin noc-

    turna; buceo, esqu, manejo de todo tipo

    de armas y explosivos. Lanzarte del he-

    licptero en rapel. La prueba de fuego

    es pasar 15 das en el monte sin nada

    que comer ni tienda de campaa. De

    qu te alimentas? Caracoles, races,

    lombrices, pescas algo. Todava no se ha

    muerto nadie. Pero son circunstancias

    en que el espritu de equipo y las habi-

    lidades de cada uno son fundamentales

    para sobrevivir. Por eso, siempre son

    bienvenidos a tu grupo los guarnicio-

    neros, curtidores, carniceros.

    Es imposible fabricar comandos

    en masa, suele pregonar Peter Schoo-

    maker. Segn su teora, cada soldado es

    nico e irremplazable. Es demasiado

    caro en tiempo y dinero formar a un

    profesional de operaciones especiales.

    En Estados Unidos, la formacin delas fuerzas especiales de cada Ejrcito

    se lleva a cabo en una base distinta. Los

    Rangers, Boinas Verdes y Delta Force,

    en Fort Bragg. Un micromundo polvo-

    riento a las afueras de Fayetteville (Ca-

    rolina del Norte). Creado al filo de la

    Primera Guerra Mundial, el segundo

    acuartelamiento ms grande de Estados

    Unidos alberga 150.000 personas, a las

    que hay que aadir los profesionales de

    la vecina base area de Pope. Miles de

    hectreas. Muchas adquiridas a los Roc-

    kefeller. Escasa vegetacin. Trfago de

    helicpteros. Todo tipo de instalaciones

    militares, incluyendo el acuartelamien-

    to de Delta Force, rodeado de dos barre-

    ras de alambre de espino. Tiendas, igle-

    sias, un campo de golf, cines, escuelas.

    Una unidad especfica con la funcin de

    reforzar la moral de las familias cuan-

    do sus miembros entra en combate. Sin

    olvidar la universidad de las Operacio-

    nes especiales: la Escuela JFK de Gue-

    rra Especial, en la que se entrenan cada

    ao 10.000 alumnos de todo el mundo.

    Por ella han pasado los profesionales de

    la Contra nicaragense y fuerzas para-

    militares de toda Latinoamrica. En

    Fayetteville viven tantos antiguos vete-

    ranos de Vietnam que la llaman fayette-

    nam. Es el gran templo de las operacio-

    nes especiales. Testosterona en bru-

    to, segn la definicin del periodista

    Tom Wolfe.

    Los comandos del Ejrcito del Aire

    son adiestrados en Hulburt Field (Flo-

    rida); los Seal de la Marina, en la Base

    Naval Coronado (California). Entrenan

    seis meses en condiciones de dureza ex-

    trema. El adiestramiento de sus oficia-

    les dura un ao. Los aspirantes son su-

    mergidos en agua helada hasta la hipo-

    termia; arrastran lanchas de goma

    entre los rompeolas; sufren interroga-

    torios al borde la tortura, y llegan a ser

    disparados desde los lanzatorpedos de

    un submarino: una experiencia no apta

    para personas con claustrofobia perfec-

    ta para que los comandos alcancen por

    mar las lneas enemigas. Otra de sus ha-

    bilidades es la infiltracin con paraca-

    das HALO (high altitude, low opening).

    Saltos a 8.000 metros con cada libre

    hasta los 600 metros del suelo para no

    ser detectados, que se realizan con bo-

    tellas de oxgeno y que en ocasiones

    acaban con la rotura del paracadas y la

    muerte del comando.

    Cul es el fin de tanto entrena-

    miento? Segn un oficial de operacio-

    nes especiales espaol: Que adquieran

    fuerza y estabilidad emocional. Tan im-

    portante es lo uno como lo otro. Que

    piensen; que analicen. Que tengan dis-

    ciplina y madurez. Que tomen decisio-

    nes sobre la marcha. No queremos un

    Delta Force sirve, segn sufundador, para pegarle dostiros a cada terrorista

    capitanes generales, que podan decidir, por ejemplo, queprestaran proteccin especial durante el juicio a miembrosde ETA en Burgos, en 1970. En 1979, las compaas sedisuelven y se organizan en tres grupos (GOE), con sedeen Barcelona, Valencia y Ronda (Mlaga). En 1999 sus2.000 hombres se funden en un mando nico (MOE),bajo la direccin de un general de brigada, en Rabasa (Ali-cante), y a las rdenes del jefe del Mando de Maniobra.

    El Ejrcito del Aire tiene una fuerza de operaciones es-peciales, la Escuadrilla de Zapadores Paracaidistas (muyactiva en Bosnia y Kosovo), y la Armada, una unidad pro-pia integrada en la Brigada de Infantera de Marina.

    Guerrilleros espaolesAunque algunos oficiales de operaciones especiales es-paoles buscan las races de su actividad en Viriato y ElEmpecinado, la realidad es que los actuales guerrillerosdel Ejrcito espaol nacen en 1956 en la Escuela Militarde Montaa de Jaca, Huesca. Hasta 1962, la formacinde operaciones especiales slo se realizaba con oficiales.Es a comienzos de los sesenta cuando el capitn JavierCaldern es encargado de organizar las primeras com-paas. El modelo era el americano, aunque sin perder devista el trabajo de los partisanos griegos.

    Hasta 1979 haba en Espaa 20 compaas (COE).Su trabajo era autnomo. Dependan directamente de los

  • 62 EPS

    amos siempre por delante.

    Entre penumbras. Sin llamar la atencin.

    Nuestro trabajo se inicia antes de que haya

    tiros. Cuando nadie prev una crisis. Y

    cuando parece que empieza el conflicto, no

    es as: haba empezado mucho antes

    pero nadie se haba dado cuenta.

    Fort Bragg. Carolina del Norte. Abril

    de 1980. Cindy Petroski nunca olvidar el

    da que descubri que su marido era un

    oficial de Delta Force, la unidad de comba-

    te ms opaca y mortfera del Ejrcito ame-

    ricano. La lite de la lite. Un cuerpo cuya

    existencia el Pentgono nunca reconoce.

    De la noche a la maana, Peter J. Schoo-

    maker, un atractivo oficial de infantera de

    34 aos, 1,90 de altura y 120 kilos de peso,

    jugador de ftbol americano y veterano de

    Vietnam, se vea obligado a confesar a su

    mujer su verdadera ocupacin: Cario,

    soy comandante de un escuadrn de las

    fuerzas especiales. La revelacin tena

    sentido: horas ms tarde, el mayor Schoo-

    maker y su equipo partan con direccin a

    Irn para rescatar a 52 estadounidenses se-

    cuestrados en noviembre de 1979 por se-

    guidores del ayatol Jomeini. El ltimo en-

    vite del presidente Jimmy Carter para des-

    pachar la crisis. Nunca pensamos que

    Carter iba a tener cojones para seguir ade-

    lante, declaraba aos despus el coronel

    Charles Beckwith, director de la operacin

    y creador de Delta Force en 1977. Una mi-

    sin suicida en la que muchos no crean.

    Con razn. Fue un completo fracaso.

    Madrugada del 25 de abril de 1980 en

    un punto indeterminado del desierto iran

    denominado Desert One por los servicios

    de inteligencia. Una columna de fuego se

    eleva al cielo rompiendo la oscuridad de la

    noche. Explosiones. En aquel momento,

    Schoomaker lleg a pensar que ni los cuer-

    pos de operaciones especiales ni su propia

    carrera podran superar la tragedia que se

    desarrollaba ante sus ojos. Las llamas azu-

    les del queroseno consuman un helicpte-

    ro RH-53s del cuerpo de Marines y un

    avin de transporte Hrcules EC-130. Mi-

    nutos antes se haban estrellado. Ocho co-

    mandos carbonizados. Trece con quema-

    duras. Imposible llegar a Tehern en esas

    condiciones. Haba que abortar la opera-

    cin. A la carrera, los supervivientes ocu-

    paron el otro Hrcules. Mientras el avin

    se deslizaba sobre la pista de tierra, an

    pudieron contemplar la chatarra humean-

    te iluminando el perfil de los cuatro he-

    licpteros abandonados intactos.

    Esa misma noche, la red de espionaje

    estadounidense an existente en Irn era

    desarticulada. Y los rehenes, dispersados

    por todo el pas. El fracaso le costara a

    Carter la reeleccin con ocho millones de

    votos de diferencia. Y propiciara la llega-

    da de Ronald Reagan a la Casa Blanca. El

    21 de enero de 1981, el mismo da de su ju-

    ramento, los secuestrados eran liberados

    tras ms de un ao de cautiverio. Era el

    eplogo de la Operacin Eagle Claw.

    Al morir sus hijos vendrn / lle-

    varn Boinas Verdes / para luchar / por la

    libertad. Diecisiete aos ms tarde. Patio

    de honor de Fort Bragg. Estados Unidos.

    Atruenan los acordes del lacrimgeno

    himno de las fuerzas especiales. Desfile de

    banderas. Botas como espejos. El jefe del

    Estado Mayor del Ejrcito inicia su aren-

    ga: Quieren que les enumere las creden-

    ciales de este soldado? Todo lo que tienen

    que saber es que ha combatido en Desert

    One, Granada, Panam, Irak, Hait. La

    hoja de servicios de un autntico oficial de

    Operaciones Especiales. Protagonista en

    todas las crisis de los ltimos 20 aos. Oc-

    tubre de 1997. Peter J. Schoomaker recibe

    su cuarta estrella de general. El mximo

    grado al que puede aspirar un oficial en

    Estados Unidos. Y la direccin del podero-

    so Mando de Operaciones Especiales, si-

    tuado en la base area MacDill, en Tampa

    (Florida). Su sueo hecho realidad. Un uni-

    verso de posibilidades.

    Y de ambigedad. Un manual del De-partamento de Defensa define as las ope-

    raciones especiales: Aquellas llevadas a

    cabo con medios militares no convencio-

    nales con el fin de conseguir objetivos pol-

    ticos, econmicos o psicolgicos en terre-

    no hostil. Se pueden realizar en guerra o

    fuera de ella, de forma independiente o co-

    ordinadas con fuerzas convencionales.

    Para su xito requieren clandestinidad, en-

    cubrimiento o baja visibilidad. Difieren de

    las operaciones convencionales en el grado

    de riesgo fsico y poltico que entraan, en

    la forma de operar, en la independencia del

    soldado respecto a los apoyos clsicos y su

    mayor dependencia respecto a las fuentes

    de inteligencia y las fuerzas indgenas em-

    plazadas tras las lneas enemigas.

    sa es la teora. Para llevarla a la prc-

    tica, Rangers, Boinas Verdes, Delta Force.

    Comandos Seal de la Armada, los pilotos

    ms avezados en vuelo sin visibilidad.

    Treinta mil hombres. Treinta mil mqui-

    nas de matar por tierra, mar y aire. Vein-

    te mil ms en la reserva. Buceadores y pa-

    racaidistas. Mdicos. Un presupuesto de

    750.000 millones de pesetas al ao. Equipos

    a medida. Aviones y helicpteros capaces

    de volar a baja altura evitando el barrido

    de los radares; con caones mortferos,

    blindajes especiales y depsitos de com-

    bustible de emergencia. Lanchas ultrali-

    geras que alcanzan los 50 nudos. Motoci-

    cletas de montaa. Las mejores gafas de

    visin nocturna; equipos porttiles de

    transmisin y cifrado. Confidencialidad

    absoluta sobre sus adquisiciones. Efecti-

    vos desplegados en todo el mundo. Entre-

    namiento a fuerzas armadas en 90 pases.

    Reconocimiento tras las lneas enemigas.

    Sealizacin de objetivos con lser para

    que sean destruidos por la aviacin sin

    producir efectos colaterales. Localizacin

    y destruccin de armas nucleares, biol-

    gicas y qumicas

    Es un aperitivo. Las fuerzas de opera-

    ciones especiales son la punta de lanza de

    las nuevas misiones de los ejrcitos actua-

    les. Luchar contra la droga en Latinoam-

    rica. Capturar al general panameo Ma-

    nuel Noriega; destruir plataformas de mi-

    siles Scud en Irak; asesinar al narco

    colombiano Pablo Escobar. Acabar con el

    dictador Raoul Cedrs en Hait. Atrapar

    criminales de guerra en Bosnia. Acciones

    antiterroristas dentro y fuera de sus fron-

    teras. Actuaciones encubiertas (en las que

    nunca se debe saber el promotor) en cola-

    boracin con la CIA. Para un teniente ge-

    neral espaol especialista en operaciones

    especiales (y que pide anonimato, como la

    mayora de las fuentes de este reportaje):

    Unidades para hacer todo lo que no pue-

    des hacer con una unidad convencional.

    Al margen de la tica militar?

    Cul es la tica militar? Lo de guerra

    limpia es una ficcin. Todas las guerras

    son sucias. O es que la guerra convencio-

    nal es limpia? Fue limpio el bombardeo

    de Dresde? Eso s, a la hora de intervenir

    en una guerra irregular puedes pisar el

    lodo intentando mancharte lo menos posi-

    ble o ponerte a chapotear. Recuerde a los

    boinas verdes en Vietnam y sus atrocida-

    des. En cualquier caso, este tipo de guerra

    irregular exige otro tipo de tica. Un co-

    mando no puede dejar prisioneros detrs

    V

    El Mando de Operaciones Espe-ciales de EE UU tiene un presu-puesto de 750.000 millones

  • EPS 65

    EN SILENCIO.El entrenamiento y elequipamiento son lasarmas del comando. Enla imagen, adiestramien-to con ametralladora.FOTOGRAFA: REUTERS, AGENCIA FRANCE PRESSE Y CORBIS

  • 60 EPS FOTOGRAFA: AGENCIA FRANCE PRESSE

    LA CAZADEL HOMBRE

    LOS NMERO UNO.Los Rangers, o boinasrojas, son la unidad msnumerosa de las fuerzasde operaciones especia-les de Estados Unidos.En la imagen, durante unentrenamiento.

    Son el ejrcito del futuro. Han aprendido de guerri-lleros y terroristas. Pocos, bien entrenados y con unequipamiento de ciencia-ficcin, los comandos sonmquinas perfectas de matar destinadas a las nuevasguerras irregulares. El conflicto mundial surgido el 11de septiembre ser su banco de pruebas. Por Jess Rodrguez.

  • superman que se le a bofetadas en un

    bar. Lo que buscamos es un soldado que

    piense que en ese bar puede tener pro-

    blemas y le conviene no entrar. Esa es la

    clave. Un comando no est para enfren-

    tarse con nadie. Tiene que infiltrarse,

    actuar y huir. Y as es como tendrn que

    operar en Afganistn. Como deca Mao

    (junto a Che Guevara, el gran maestro

    de la guerrilla), la huida es parte de su

    estrategia. Su actividad es dispersa y

    descentralizada. Tiene que explotar las

    vulnerabilidades del enemigo. Y rehuir

    el combate porque est en inferioridad

    de condiciones. Cules son las condi-

    ciones para que una operacin tenga

    xito? Segn un mando de Infantera de

    Marina: Simplicidad, seguridad, sor-

    presa, rapidez y un propsito claro.

    La cuestin no es pegar tiros. De

    hecho, cuando hay tiros es que algo ha

    ido mal, explica un coronel espaol.

    Seguramente la parte menos conocida

    de las operaciones especiales son las

    denominadas operaciones psicolgi-

    cas, una materia que tambin se im-

    parte en la Escuela JFK de Fort Bragg.

    Otra forma de luchar. Su objetivo, crear

    una opinin positiva en el territorio

    enemigo a favor del bando propio. Di-

    fundir noticias sobre los cambios bene-

    ficiosos que est efectuado la potencia

    invasora en el territorio ocupado. As

    logras atraer al enemigo a tus filas o,

    por lo menos, que deserte. En el caso de

    Irak, el leitmotiv que se transmita a los

    iraques era el inmenso poder de la coa-

    licin a la que se enfrentaban, el aisla-

    miento internacional en el que estaban

    sumidos y las sanciones que les espera-

    ban. Las fuerzas de operaciones psi-

    colgicas lanzaron 29 millones de octa-

    villas y realizaron retransmisiones de

    televisin y radio durante 40 das. Con-

    siguieron que unos 70.000 soldados ira-

    ques se rindieran sin presentar bata-

    lla, afirma un oficial espaol.

    Dos jefes del Ejrcito espaol coin-ciden en alabar la forma en que EE UU

    est tratando a la Alianza del Norte de

    Afganistn con envos de material hu-

    manitario: Repartir alimentos en vez

    de armas es un buen ejemplo de guerra

    psicolgica. Ests premiando zonas afi-

    nes y aislando focos rebeldes. Ests

    creando un efecto psicolgico, igual que

    hace el terrorismo. No derrotas al ene-

    migo, pero le desestabilizas. Y, al mismo

    tiempo, le aterrorizas destrozando sus

    centros de mando, control y comunica-

    ciones. La tercera pata es entrenar a un

    ejrcito nativo que se enfrente a sus

    compatriotas. La cuestin es atraer a

    una faccin del pas a tus filas, o, por lo

    menos, que entiendan tu posicin y te

    ayuden. Y, sobre todo, te presten infor-

    macin. Es imposible una guerra de

    guerrillas sin nativos ni informacin.

    Y eso no lo han sabido hacer los

    americanos nunca, analiza un tenien-

    te general espaol. Ni en Vietnam,

    donde se granjearon la enemistad de la

    poblacin que les vea como invasores,

    ni en Centroamrica. Ahora veremos si

    han aprendido algo de Mogadiscio (So-

    malia), donde entraron en 1993 en plan

    sheriff (el almirante Howe ofreci 20.000

    dlares por la cabeza de Aidid) y salie-

    ron con 18 miembros de las fuerzas es-

    peciales en bolsas de plstico. Les falt

    la informacin y el ganarse a la gente.

    Sobre el terreno, los comandos

    americanos son impresionantes, ex-

    plica un coronel espaol. Mquinas

    muy precisas. Yo he trabajado con los

    boinas verdes en medio de la montaa.

    Y tener previsto un suministro por va

    area a las 00.00. Encender luces qu-

    micas para orientarles a las 23.55. A las

    23.59 comenzar a escuchar los motores

    Segn la doctrina de Mao, lahuida del guerrillero trasactuar es parte de su trabajo

    Comandos con historiaTodo empez con David Stirling, un oficial britnico queen la convalecencia tras un accidente en paracaidas ideuna fuerza pequea, rpida y que utilizara el factor sor-presa para debilitar al mariscal Rommel en el norte de fri-ca. Era 1941. Haba nacido el Special Air Service (SAS).Su primer xito, destruir 61 aviones alemanes en diciem-bre de 1941. En 1990 fue nombrado caballero por la rei-na. En 1962, un oficial americano estuvo un ao entre-nando con esta unidad britnica. Era Charles Beckwith.Tras pasar por Vietnam como boina verde, se empe encrear una unidad antiterrorista en Estados Unidos Asesi-nos sin contemplaciones. Lo logr en 1977 con Delta For-

    ce: seleccionados entre los mejores rangers y boinas ver-des. Tras el fracaso de la operacin para liberar a los re-henes de Irn, en 1980, Beckwith fue apartado del man-do. Sus discpulos fueron Hugh Shelton y Peter Schoo-maker. Los dos llegaran a la cima del Ejrcito de EE UU.El primero, como presidente de la Junta de Jefes de Esta-do Mayor, y el segundo, como jefe del Mando de Opera-ciones Especiales. De su nivel en el Reino Unido, el ge-neral Michael Rose, que mand el SAS en el conflicto delas Malvinas. Sin olvidar a Pervez Musharraf, hoy jefe deEstado de Pakistn, que siendo general de brigada dirigiel Special Services Group en la guerra de Afganistn.

    SEIS HOMBRES SIN PIEDAD. La historia de las operaciones especiales: de izquierda a derecha, coronel David Stirling, coro-nel Charles Beckwith, general Hugh Shelton, general Peter Schoomaker, general Michael Rose y general Pervez Musharraf.

  • EPS 61

  • EPS 63

    de l porque pondran en peligro su huida.

    Un comando tiene autonoma absoluta.

    La propia del soldado que pasa semanas en

    territorio enemigo lejos de la cadena de

    mando. Sin rdenes. Sin reglamentos. En

    la operacin Tormenta del Desierto, en

    Irak, hubo comandos aislados de cualquier

    contacto con el exterior durante un mes.

    Utilizan mtodos de ataque similares a

    los de los terroristas. Y tienen esa capaci-

    dad de minar la moral de sus vctimas. se

    es su poder, explica un coronel espaol.

    Un ejrcito dentro del ejrcito. En el

    campo de batalla suplen su desventaja

    numrica con su preparacin y equipa-

    miento. Su arma es la sorpresa: tiempo, lu-

    gar y procedimiento. Y la movilidad.

    Soldados autosuficientes. La organiza-cin bsica de los boinas verdes america-

    nos son los A-Team: grupos de

    12 hombres en los que cada

    uno de sus miembros cumple

    una misin concreta: armas,

    comunicaciones, explosivos,

    sanidad. Cada puesto est du-

    plicado ante posibles bajas en

    campaa. Sus operaciones du-

    ran entre tres das y tres meses

    y exigen una profunda inmer-

    sin en territorio enemigo.

    Una vez localizado el objetivo y

    ejecutada la accin, la cuestin

    es escapar. Se suele llevar a

    cabo mediante helicpteros r-

    pidos y fuertemente armados.

    Sus grandes rivales, los

    Seal de la Armada, creados por

    John F. Kennedy en 1963, estn

    destinados a objetivos ms r-

    pidos. Ms cercanos a las ope-

    raciones antiterroristas. Sus

    misiones duran de tres horas a tres das y

    la infiltracin de sus pelotones de 16 solda-

    dos suele hacerse desde el mar. Su compo-

    sicin es secreta. Alrededor de 2.000 hom-

    bres que habran actuado en Granada, gol-

    fo Prsico, Panam, Hait y Bosnia.

    Todo apunta a que Afganistn ser el

    gran banco de pruebas de este tipo de uni-

    dades. Sin embargo, la guerra de helicp-

    teros, surgida en Vietnam y que se adapta

    perfectamente a las operaciones especia-

    les, puede pinchar en sia Central. Estre-

    chos caones y tormentas de arena. Nieve

    y ventiscas. Cordilleras de 4.000 metros. Un

    teatro de operaciones donde sus sofistica-

    dos Little Bird y Black Hawk difcilmente

    podrn volar. Ese es el duro escenario de la

    primera guerra del siglo XXI: La primera

    guerra irregular de la historia.

    As la define Joaqun Villalobos, ex co-

    mandante del Ejrcito Revolucionario del

    Pueblo, de El Salvador. Villalobos comba-

    ti como guerrillero contra el ejrcito or-

    ganizado en su pas por Estados Unidos en-

    tre 1981 y 1992. Sabe cmo luchan los boi-

    nas verdes. Va a ser una guerra irregular,

    sin frentes ni gran masa de fuerza. Una

    guerra de fuerzas irregulares. Eso lo

    aprendi EE UU en El Salvador: no puedes

    combatir a un ejrcito irregular con un

    ejrcito regular. Es la trampa en que caye-

    ron, en Afganistn, el Reino Unido en 1839

    y Rusia entre 1979 y 1989. Los rusos no

    abandonaron Afganistn por las bajas ni

    por falta de medios. Tenan de sobra. Pero

    los muyahidin les hundieron la moral. Lo

    mismo que el Vietcong a los americanos.

    Los yanquis aprendieron la leccin en El

    Salvador. Al final, combatan a nuestra

    guerrilla con guerrillas. sta va a ser una

    guerra de guerrillas contra el Estado afga-

    no, en la que EE UU tiene la ventaja de su

    impresionante tecnologa y para la que ne-

    cesita el imprescindible suministro de in-

    teligencia que les proporcionen Pakistn y

    Rusia.

    Estn preparados los americanos?

    En una fuerza irregular lo importan-

    te es la moral; la disposicin al sacrificio.

    Nuestros guerrilleros pasaban das enteros

    bajo tierra; solos; sin moverse, comiendo y

    haciendo las necesidades all mismo para,

    llegado el momento, ejecutar su parte del

    plan. Eso lo haces por motivacin. Y los

    6.000 muertos de las Torres Gemelas pue-

    den proporcionar a los soldados america-

    nos esa motivacin que les ha faltado tan-

    tas veces. Por ejemplo, en Vietnam, donde

    perdieron la guerra en la retaguardia.

    Operaciones baratas, ambiguas, opa-cas ante la opinin pblica, sin efectos co-

    laterales. Pocos atades propios y cero

    imgenes de nios muertos por los bom-

    bardeos. La herramienta perfecta para en-

    frentarse a los nuevos conflictos no con-

    vencionales. El nombramiento del general

    Hugh Shelton (un autntico duro), en oc-

    tubre de 1997, como presidente de la Junta

    de Jefes de Estado Mayor fue la evidencia

    de que las acciones de las operaciones es-

    peciales cotizaban al alza. En la carrera ha-

    cia el cargo, Shelton pas por encima de ge-

    nerales de la brillantez intelectual de Wes-

    ley Clark o Joseph Ralston. Casi dos

    metros, perfil ptreo, ex jugador de ftbol

    profesional; boina verde en Vietnam; para-

    caidista en combate, Shelton ha ocupado

    todos los puestos a los que un militar de ac-

    cin puede aspirar en EE UU. Sin embargo,

    en este general de cuatro estrellas tambin

    se adivina un nuevo perfil de soldado-di-

    plomtico consciente de la importancia

    poltica de cada accin militar y de la fis-

    calizacin de los medios de comunicacin.

    Lo demostr en 1994 al mando de la Opera-

    cin Uphold Democracy, destinada a depo-

    ner al general Raoul Cedrs, jefe de la san-

    grienta junta militar de Hait.

    Shelton convirti un previsible

    bao de sangre en una opera-

    cin humanitaria: Lo ltimo

    que pude pensar es que nues-

    tras fuerzas especiales aca-

    baran trabajando con el Ejr-

    cito de Hait en la pacificacin

    del pas en un ambiente de res-

    peto mutuo. Lo hizo bien. El

    presidente Clinton tom nota.

    (Sin embargo, Hugh Shel-

    ton no dirigir la campaa de

    Afganistn. El 1 de octubre, en

    plena crisis, pas a la reserva y

    fue sustituido por el general

    del Aire Richard Myers. Pese a

    todo, George W. Bush le ha con-

    servado como consejero: su ex-

    periencia militar y poltica y

    su sangre fra sern bsicas en

    una guerra irregular).

    Los restos carbonizados de Desert One

    fueron su trampoln. De Shelton, Schoo-

    maker, Delta Force y del concepto de fuer-

    zas especiales como pieza clave del ejrci-

    to del futuro. Haba que reactivar las ope-

    raciones especiales. Haca falta un mando

    nico para enfrentarse a situaciones mili-

    tares distintas a las de la guerra conven-

    cional. Una fuerza area propia, rpida y

    mortfera. Y miles de profesionales bien se-

    leccionados, entrenados y equipados. En

    1987, el Pentgono creaba el Mando de Ope-

    raciones Especiales, de los tres ejrcitos. El

    mtico coronel Charles Beckwith, creador

    de Delta Force en 1977, analizaba as el fra-

    caso de Irn: En 1980 no estbamos pre-

    parados. La coordinacin fue un desastre.

    No era un equipo: era un rompecabezas.

    Haba mandos de distintos cuerpos. El ser-

    vicio de meteorologa no previ la tormen-

    ta de arena en la que se perdieron nuestros

    helicpteros. Y, sobre todo, los pilotos (una

    mezcla de marines, marinos y del Ejrcito

    del Aire) no saban repostar en vuelo. No

    EQUIPOS A. La autonoma de cada grupo de comandos es una desus caractersticas. En la imagen, a bordo de un Black Hawk.

    FOTOGRAFA: REUTERS

  • A LA CARRERA.La guerra de helicpte-ros surgida de Vietnames pieza clave en lasoperaciones de coman-dos. Arriba, gurjas enYugoslavia. Abajo,comandos britnicosoperando en el Congo.

  • del avin y a las 00.01 tener el paquete

    en el sitio exacto. Increble. Pero luego

    les falta sensibilidad. No saben mover-

    se entre la poblacin civil. Tienen una

    tecnologa portentosa, cascos de kevlar

    con vdeo; navegadores GPS; pero eso

    no puede sustituir al hombre. No en-

    tienden ms smbolos que los suyos. Y

    dudo que sepan lo que supone el islam.

    Un montn de rambos sueltos pueden

    meter mucho la pata.

    De sus derrotas, los generales ame-

    ricanos han aprendido algo: el comando

    no puede operar en Somalia igual que

    en Panam. Tiene que seguir la reco-

    mendacin de Mao: El guerrillero tie-

    ne que moverse en territorio enemigo

    como pez en el agua. Hoy toda la infra-

    estructura de fuerzas especiales del

    Ejrcito estadounidense est organiza-

    da de forma regional. Cada grupo de

    operaciones especiales est especializa-

    do en una zona del mundo. Su entrena-

    miento y equipamiento es especfico

    respecto al terreno y condiciones que va

    a encontrarse. Adems, reciben clases

    de idiomas y cultura de la zona del

    mundo que les es asignada. Por ejem-

    plo, el Primer Grupo de Boinas Verdes

    est destinado al Pacfico; el Tercero, a

    frica; el Quinto, a sia Central; el Sp-

    timo, a Suramrica. Todo este entrama-

    do pasar un examen si, adems de a

    Afganistn, las fuerzas especiales son

    enviadas contra otros supuestos san-

    tuarios del terrorismo islmico en Su-

    dn, Libia, Indonesia o Yemen.

    En esta tctica regional, las fuerzasde operaciones especiales americanas

    van a la zaga de los britnicos. Los in-

    gleses del SAS son los expertos, expli-

    ca un militar espaol. Su principal

    cualidad? Pasar largos periodos detrs

    de las lneas enemigas sin ser detecta-

    dos. Se camuflan perfectamente. Y tie-

    nen una sensibilidad especial para

    adaptarse, quiz por haber tenido mu-

    chas colonias y conocer territorios dis-

    tintos y muchas razas y religiones. Sa-

    ben ganarse a la gente. Se quitan la go-

    rra se ponen una kufiya y se echan a

    andar. En Afganistn pueden llevar me-

    ses infiltrndose y exfiltrndose.

    Segn los expertos, el SAS (Special

    Air Service Regiment) y su unidad

    acutica (Special Boat Section) son el

    ejemplo a seguir. Disciplinados y mort-

    feros. Sesenta aos de vida. Una trayec-

    toria que va desde los primitivos co-

    mandos de sir David Stirling contra el

    mariscal Rommel en el norte de frica,

    en la II Guerra Mundial, hasta perse-

    guir criminales nazis. Y de all, a las sel-

    vas de Malaisia y Borneo; las llanuras

    de Omn; las desoladas islas Malvinas,

    donde volaron un campo de aviacin

    con 11 aparatos argentinos en Pebble Is-

    land; Bosnia o Irak, donde su misin fue

    destruir plataformas de misiles Scud.

    El SAS fue el modelo del coronel

    Charles Beckwith a la hora de crear

    Delta Force y la primera unidad en en-

    trenar fuerzas antiterroristas tras el se-

    cuestro y posterior carnicera de atletas

    israeles en Mnich, en septiembre de

    1972. El SAS comenz a patrullar inter-

    mitentemente en Irlanda del Norte a fi-

    nales de los sesenta y a partir de 1974 de

    forma continuada. Entre 1976 y 1987 eje-

    cutaron a 25 miembros del IRA. Y fue

    sangrienta la operacin que llev a cabo

    un equipo de 16 hombres del SAS el 6 de

    marzo de 1988, eliminando a tres acti-

    vistas desarmados del IRA en Gibraltar.

    La primera ministra, Margareth That-

    cher, que haba dado en persona la or-

    den de actuar, les felicit.

    Los expertos consultados coinciden

    en que en una guerra irregular, donde

    prima la calidad sobre la cantidad, los

    britnicos van a tener un papel estelar.

    Conocen bien el terreno. Conocen a los

    muyahidin, a los que entrenaron a fina-

    les de los setenta. Conocen a las fuerzas

    especiales paquistanes, a las que ama-

    mantaron desde su creacin. Para un

    coronel espaol: Van a tener un papel

    protagonista en este tipo de operacin.

    Puede ser la primera guerra irregu-

    lar de la historia. Las fuerzas especiales

    parten con ventaja. La sentencia es de

    un general ruso que luch en Vietnam:

    En una guerra irregular, el ejrcito re-

    gular, si no gana, pierde. En cambio, el

    guerrillero, si no pierde, gana.

    Segn los expertos, loscomandos del SAS son elejemplo a seguir por EE UU

    Pginas desdeSOMALIADelta Force y Navy Seal