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Johan Konings ESPÍRITU Y fllEflSflJE DE Ifi UTURCIfl Dominicm nno SAN PABLO

Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

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Johan Konings ESPÍRITU Y fllEflSflJE DE Ifi UTURCIfl Dominicm nno

SAN PABLO

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Colección

Biblia y Pastoral

ANUNCIAR EL EVANGELIO TODOS LOS DÍAS Segundo Galilea, 5a. ed.

EL TESORO DE LA IGLESIA Segundo Galilea, 2a. ed.

ESPÍRITU Y MENSAJE DE LA LITURGIA DOMINICAL AÑO "A"

Johan Konings

ESPÍRITU Y MENSAJE DE LA LITURGIA DOMINICAL AÑO "B"

Johan Konings

MANUAL DE PLANIFICACIÓN PASTORAL Autores Varios

ESPÍRITU Y MENSAJE DE LA LITURGIA DOMINICAL AÑO "C"

Jolían Konings

Johan Konings

ESPÍRITU Y MENSAJE

DE LA LITURGIA DOMINICAL

AÑO "C"

SAN PABLO

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Título original Espirito e mensagein da liturgia dominical

Traducción: Justiniano Beltrán

© Editora Vozes, Uda. Rúa Frei Luís, 100 25600 Petrópolis, RJ - Brasil

© SAN PABLO 1993 Distribución: Departamento de Divulgación Carrera 46 No. 22A-90 Calle 170 No. 23-31

FAX (9-1) 2684288 A.A. 100383 - FAX (9-1) 6711278

Santafé de Bogotá, D.C. - Colombia

ISBN: 958 - 607 - 707 - I

ANO "C"

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Visión global del año "C"

El año C es el año de Lucas, el evangelista de la "mani­festación del cariño de Dios y de su amistad con los hombres" (cf Tt 3,4), los pobres y los pecadores, los paganos y los valores humanísticos, y también las mujeres, especialmente la virgen María. Su evangelio hace de Jesús no solo el mesías (Me), el maestro (Mt), sino el fiel, que nos sirve de modelo en nuestro camino, el hombre de oración, de ternura humana, de conviven­cia fraterna, sino también, el profeta por excelencia, el nuevo Elias, el portavoz autorizado del altísimo. Así, el año C será el año de la praxis cristiana según el modelo de Cristo.

1. CICLO NAVIDEÑO

Como todos los años, el espíritu del adviento está marcado por el tema del encuentro con el salvador, que vino a inaugurar la perspectiva final de nuestra historia (domingo l e) . Celebramos la esperanza de su primera venida (2B y 3er domin­go), hasta el despuntar de su presencia, en el embarazo de María, llena de gracia (4e domingo). En esta meditación, la litur­gia evoca la renovación de la historia por la obra de Dios, citan­do los nombres nuevos que recibirá Jerusalén — (domingo l9 y 39)— y la grandeza que se realizará en la pequeña ciudad de Belén (4S domingo). El adviento de este año revela el carácter "práctico" del tercer evangelista, sobre todo el tercer domingo, que dice concretamente en qué consiste, para cada clase social, la conversión al Señor que viene.

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El "año lucano" es, naturalmente, el que logra "ambientar" mejor las fiestas navideñas, normalmente marcadas por las lec­turas del tercer evangelio (cf año A), pero este año mucho más, pues también en la fiesta de la sagrada familia y del bautismo de Jesús están las lecturas de Lucas, insistiendo en la presencia orante de Jesús junto al Padre.

2. CICLO PASCUAL

La cuaresma comienza, como siempre, con el domingo de "la tentación de Jesús". En el sentido lucano, este episodio cul­mina con la evocación de Jerusalén "punto de encuentro" para la gran tentación. Allí, Jesús ha de cumplir su "éxodo" (loLi del domingo l9 y ev del 2e domingo). En el 29 domingo escuchamos la versión lucana de la transfiguración de Jesús. Mientras toda­vía resuena en nuestros oídos el "escuchadlo" de la transfigu­ración, los domingos 3e, 49 y 59 nos confrontan con un tema predilecto de Lucas: la compasión de Dios para con el pecador. Conversión y penitencia por causa de Dios, que está esperando con su amor, he aquí el espíritu característico de esta cuaresma. Entre tanto, nos faltan los otros temas cuaresmales: los grandes momentos de la historia de Israel, llevándonos desde la mi­gración de Abrahán (l9 y 29 domingo) hasta la restauración de Israel y el aniquilamiento de la desgracia de su pasado, figura del perdón de Dios en el NT (59 domingo). Las segundas lec­turas, los grandes textos de Pablo, comentan esta "historia de la salvación" y la justificación por la fe en Jesucristo. Si no aparece tan explícitamente como en los otros años el tema del bautismo, hay que tener en cuenta que él está implícitamente presente desde el primer domingo, el "domingo de los credos" (primera y segunda lecturas). La conversión y el perdón nos preparan para firmar un más auténtico compromiso de fe, en la fiesta de la resurrección.

En la perspectiva de Lucas, la resurrección es el centro de la historia de la salvación. Dios fue concentrando cada vez más la manifestación de la salvación (la salvación misma es siempre, naturalmente, una oferta universal). El pueblo de Abrahán, el pueblo de Moisés, el resto de Israel, los pobres de Judá y, final­mente, Jesús, subiendo a Jerusalén, realizando la "visita" de

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Dios a su santuario y cumpliendo las profecías... Esta mani­festación cada vez más concentrada, he aquí lo que el Cristo pascual muestra a sus discípulos al abrirles las Escrituras, sobre todo: que el mesías tenía que sufrir, para entrar en la gloria (evangelio de la tarde de pascua). Pero, a partir de Jerusalén, se realizará la nueva difusión del testimonio de la salvación, por la predicación apostólica. Las primeras lecturas de los domingos después de pascua, tomadas de Hch, nos llevan hasta el "con­cilio de Jerusalén", abriendo oficialmente las puertas para la evangelización universal. Mientras tanto, como en los otros años, escuchamos en la lectura evangélica los temas de Juan sobre la unidad, el amor de Cristo y la habitación de Dios y Cristo en nosotros, en el Espíritu Santo (59 y 6a domingo de pas­cua; Trinidad). Las lecturas del Ap (2aLí) colocan la historia de la Iglesia a la luz de su sentido último: su plenitud en Dios y el Señor Jesús glorioso, la total renovación del pueblo de Dios (Jerusalén) y de la creación.

La fiesta de pentecostés es la fiesta de Lucas por excelencia. El espíritu profético, que impulsó a Jesús, se convierte en el gran don de la Iglesia en oración, llevándola a ser Iglesia de proclamación.

3. TIEMPO ORDINARIO

3.1 Los evangelios (Le)

Los evangelios nos invitan a acompañar a Jesús, desde su "comienzo", en Galilea, después del bautismo de Juan (Le 4, 16ss). Lo encontramos en constante oración, anunciando la buena nueva a los pobres y denunciando la autosuficiencia de los que pretenden poseer a Dios a más de lo que ya poseen; lla­mando también discípulos para ampliar su mensaje y mostrando con su actitud la gracia de Dios, que se les da a los que se aco­gen en la fe, sobre todo, los "humildes": un pagano (centurión de Cafarnaún), una viuda (de Naín), una pecadora (99 y l l 9

domingo). Este período "galileo" culmina en la confesión de fe mesiánica de Pedro (12s domingo).

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A partir del 139 domingo comienza la sección del "viaje a Jerusalén", en el que Lucas, siempre insistiendo en el segui­miento radical, trae una multitud de enseñanzas para la vida de los fieles; el gran mandamiento, el único necesario, la oración, el desapego, la vigilancia escatológica, la opción por Cristo, el empeño por la vocación salvífica, la modestia y la gratuidad, la inteligencia en vista del reino, la gratitud, y también: la búsque­da del perdón de Dios, la justificación gratuita que él nos da (el hijo pródigo, el publicano, Zaqueo). Los últimos domingos es­tán marcados, como conviene, por los temas escatológicos: la resurrección de los muertos, las señales del tiempo final, el reino dado al pecador que se arrepiente, por Jesús en la hora de la muerte, hora de su reinado (Ev de Cristo rey).

3.2 Las lecturas del AT

Como siempre, en el tiempo ordinario las lecturas del AT sirven para ilustrar los evangelios, sea presentando conocimien­tos históricos necesarios para la comprensión de los evangelios, sea, sobre todo, ofreciendo figuras tipológicas. Entre los princi­pales textos destacamos para aprovechamiento litúrgico-cate-

. quético, los de Is 6 (santidad de Dios y vocación; 59 domingo), 1S 26 (magnanimidad; 79 domingo), IR 17 (tipología Jesús-Elias; 109 domingo), 2S 12 (el pecado de David; l l 9 domingo), IR 19 (Elias y Elíseo, vocación; 139 domingo), Is 66 (la Jerusalén escatológica; 14e y 219 domingo), Dt 30 (proximidad de la "palabra", 159 domingo), Gn 18 (hospitalidad de Abrahán e intercesión por Sodoma; 169 y 179 domingo), Ex 32 y i 7 (Moisés como orante; 249 y 299 domingo), 2M 7 (la fe de los mártires; 329 domingo) — episodios todos que deben formar, parte del "espíritu bíblico" de nuestro pueblo.

3.3 Las cartas de los apóstoles

Las primeras lecturas comienzan por la tercera parte de ICo, describiendo la unidad en la diversidad, en la Iglesia, recurrien­do a la imagen del cuerpo y de los miembros, y llegando a su auge en el "himno a la caridad" de ICo (4S domingo). ICo 15 — la resurrección— se lee prácticamente en su totalidad (59-89

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domingo) la Carta de los gálatas por ser el "manifiesto de la jus­tificación por la gracia," refuerza los temas evangélicos de los 9e-149 domingos. También Col (15--18- domingo) subraya, por su contenido cristológico, fácilmente el tema principal de los domingos en que se lee. La parte exhortativa de Hb acompaña los domingos I99-22e. En el domingo 239, la lectura de Filemón ilustra bien el "esfuerzo del reino", tema principal de la liturgia. Siguen todavía lTm y 2Tm y, al final del año litúrgico, la 2Ts (escatología).

Como en los años anteriores, tampoco en el año C, las segundas lecturas combinan, sino casualmente, con el tema prin­cipal de los domingos ordinarios. Pero el parentesco entre el espíritu lucano y paulino hace que, mediante una adecuada pre­sentación litúrgica, estas lecturas puedan prestar una gran con­tribución a la creación de un ambiente, casi como una espiritua­lidad paulina, en la celebración litúrgica. Tal vez sea Ga el ejemplo más claro de esto.

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SINOPSIS LITÚRGICO—CATEQUETICA

DEL AÑO "C"

ler domingo de adviento:

CAMINAR AL ENCUENTRO DEL SEÑOR QUE VIENE

La vida como crecimiento en dirección a la perfección de Dios —por qué el cristiano vive despier­to— identificación de la comunidad con su salvador.

2e domingo de adviento:

PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR

Expectativa a mediano plazo —preparación para la venida de Dios al mundo y a la vida— la veni­da realizada y por realizar —la renovación de la gente y del mundo— los "frutos de la justicia".

3er domingo de adviento:

ALEGRÍA POR LA PROXIMIDAD DE DIOS

Expectativa a corto plazo —consecuencia existencia! de la "inminencia" de la presencia de Cris­to: alegría y cariño— bautismo con agua con fuego y Espíritu Santo — bautismo y conversión.

4e domingo de adviento:

LA IRRUPCIÓN DEL MISTERIO DE DIOS EN NUESTRA VIDA

Obediencia de Cristo y de María (fe) —misteriosa presencia de Dios en el mundo— exaltación de los humildes y obra de Dios en ellos (Belén. María).

Vigilia de Navidad:

RETIRO DE PREPARACIÓN A LA NAVIDAD

Limpieza del corazón en un mundo de violencia y de falsos valores —las raíces humanas de Jesucristo y su preparación en la historia de un pueblo— la inminencia de la venida del Señor.

Navidad: noche:

LUZ EN LAS TINIEBLAS

Jesús, luz en las tinieblas —divinización de la más humilde humanidad en la encarnación de Cristo— elección preferencial por los pobres para ser testigos del misterio de navidad.

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J r 33, 14-16:La ciudad recibe un nuevo nombre: el del mismo mesías: "Dios nuestra juslicia".

Ba 5, 1-9: Jerusalén recibe un nuevo nombre: "Paz de la justicia y gloria del te­mor de Dios"; prepa­ración de la llegada de Dios.

So 3, 14-18a: Mensaje de Jerusalén: "El Señor está en medio de ti": exhor­tación a la alegría.

Mi 5, \-4a: El mesías sal­drá de la pequeña ciudad de Belén; el rey según el corazón de Dios.

Is 62, 1-5: Dios vuelve a su pueblo; restauración de la amistad, "nupcias mesiá-nicas".

Is 9, 1-3.5-6: Nacimiento de un hijo real: luz para el pueblo en las tinieblas; el rey de la paz.

lTs 3, 12-4, 2: Para ser irreprensibles cuando venga el Señor, crecer en su perfección.

Flp 1, 4-6.8-11: Dios completará la obra inicia­da para la venida de Cristo.

Flp 4, 4-7: Alegría por la proximidad de la venida de Cristo y cariño para con los hombres.

Hb 10,5-10: Jesús viene a cumplir su misión; obedi­encia a la voluntad del Padre; plenitud del tiem­po.

Hch 13, 16-17.22-25: Pre­dicación de Pablo sobre Jesucristo, hijo de David.

Tt 2, 11-14: Se manifestó la gracia de Dios: lla­mamiento a una vida santa.

Le 21, 25-28.34-36: La venida del hijo del hom­bre; acontecimientos apo­calípticos; sobriedad y vigilancia.

Le 3, 1-6: Predicación de Juan Bautista: preparar el camino a Dios.

Le 3, 10-18: Predicación de conversión: el mesías viene a juzgar; tres ejem­plos.

Le 1, 39-45: Encuentro del mesías, en el seno de su madre, con el precur­sor; felicitación de María.

Mt 1, 1-25: Genealogía de Jesucristo, hijo de Abra-hán, hijo de David; el na­cimiento virginal ("hijo de Dios").

Le 2, 1-14: Nacimiento del salvador en el pesebre y anuncio de la buena-nueva, primero a los pobres (pas­tores).

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Navidad: aurora:

TRANSFORMADOS POR LA CRUZ La fe como capacitación de la manifeslación de Dios en Jesucristo —las consecuencias prácticas de esto— la regeneración — proclamación de alabanza a Dios, por Jesucristo.

Navidad: día:

LA PALABRA DE DIOS SE HIZO CARNE

Aspectos cristológicos: manifestación de la gloria de Dios en el despojo (kenosis) — significado de la preexistencia de Jesús — la divinización de la vida humana y sus consecuencias.

Sagrada familia:

JESÚS CRECIÓ EN SABIDURÍA Y GRACIA

La verdadera humanidad de Jesús: crecimiento — el crecimiento en la gracia de Dios — "delante de Dios y de los hombres" — educación cristiana.

Santa madre de Dios:

NACIDO DE MUJER, NACIDO BAJO LA LEY

La inserción histórica de Jesús en la humanidad (nacimiento en la condición humana y sumisión a la ley, o sea, a la estructura social) — el nombre de Jesús, bendición para la humanidad — el pueblo-testigo de Jesús: la Iglesia — la Iglesia generadora de Jesús — la madre de Dios.

Epifanía:

EN DONDE SE DETUVO LA ESTRELLA

El centro del mundo, punto de inserción de Dios en nuestra historia: el pesebre — despojo de Dios y riqueza de los dones de la humanidad universal (los magos) — la universalidad en el ámbito limitado de la encarnación — la "comunidad-testigo".

Bautismo del Señor:

JESÚS RECIBE SU MISIÓN EN LA ORACIÓN

La búsqueda permanente de la voluntad del Padre — solidaridad de Jesús con las personas que buscan — el bautismo como misión.

Miércoles de ceniza:

PENITENCIA: DARLE ESPACIO A DIOS

Sentido auténtico de la penitencia: dar espacio a Dios —autodeterminación y autoimitación— mortificación: vivir menos para sí y más para los demás —penitencia, alegría, generosidad.

ler domingo de cuaresma:

JESÚS RESISTE A LA TENTACIÓN

La profesión de fe: Israel. Jesús, nosotros — perspectiva del bautismo y de la renovación del com­promiso bautismal — cuaresma y perspectiva de la resurrección.

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Is 62, 11-12: La buena-nueva anunciada a Sión: título de alegría y nombres gloriosos para la ciudad (el pueblo).

Is 52, 7-10: Todos miran hacia la salvación que viene de Dios: salvación universal y alegría por la buena-nueva.

Si 3, 2-6.12-14: Reglas de la sabiduría judía para la vida familiar.

Nm 6, 22-27: Bendición del pueblo en el nuevo año.

Is 60, 1-6: Adoración uni­versal en Jerusalén en el tiempo mesiánico; unión del pueblo, regalo de los pueblos lejanos.

Is 42, 1-4.6-7: Primer canto del siervo de Yavé ("al que le doy todo mi afecto"): estar al servicio de la "justicia" de Dios.

Jl 2, 12-18: Rasgar los corazones y no las ves­tiduras; la penitencia inte­rior, aceptada por Dios.

Dt 26, 4-16: El "credo" del israelita: Yavé liberó de Egipto a su pueblo.

Tt 3, 4-7: Manifestación del cariño y amor de Dios con los hombres; razón de esperanza.

Hb 1, 1-6: Las palabras provisionales de Dios, en el AT, y su palabra defini­tiva, en Cristo.

Col 2, 12-21: Reglas de la moral griega para la vida familiar en una inter­pretación cristiana.

Ga 4, 4-7: La integración de Jesús en la humanidad mediante el nacimiento de María, y en el nuevo pueblo mediante la ley.

Ef 3, 2-3a.5-8: Salvación universal: los gentiles par­ticipan de la realización de las promesas, en Cristo.

Hch 10,34-38: El anuncio de Jesucristo por los após­toles: el comienzo de su obra a partir del bautismo por Juan.

2Co 5, 20-6, 2: El tiempo propicio para la reconci­liación con Dios.

Rm 10, 8-13: El credo del cristiano: Dios resucitó a Jesucristo entre los muer­tos.

Le 2, 15-20: La adoración de los pobres (pastores) y la conservación de sus pa­labras en el corazón de María.

Jn 1, 1-18: La palabra de Dios se hizo "carne", exis­tencia humana.

Le 2, 41-52: Jesús en Jerusalén a los doce años, en la "casa de su Padre"; crecimiento en sabiduría, edad y gracia.

Le 2, 16-21: Adoración de los pastores, circuncisión e imposición del nombre de Jesús.

Mt 2, 1-12: Los magos de oriente representan al mundo universal en la adoración del mesías: rea­lización de las promesas de Isaías.

Le 3, 15-16.21-22: Jesús, en medio del pueblo con­vertido, rezando, bautiza­do con los demás, recibe el Espíritu Santo.

Mt 6, 1-6.16-18: Obras auténticas de penitencia y misericordia: en lo oculto, ante el rostro de Dios.

Le 4, 1-13: La tentación de Jesús: adoración de Jesús al Padre; perspectiva de la tentación final en Jerusalén.

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2-domingo de cuaresma:

JESÚS TRANSFIGURADO: PERSPECTIVA DE LA VICTORIA

Fortalecimiento en el "camino" — el "camino" como cumplimiento del plan de Dios — camino y promesa — la perspectiva de la glorificación en la vida del cristiano,

3er domingo de cuaresma:

DIOS ES FUEGO, PERO TIENE PACIENCIA

Conversión — Dios es fuego: para Moisés, para el faraón — los privilegios no tienen valor, y sí la conversión — la paciencia de Dios.

4- domingo de cuaresma

LA ALEGIRA DE LA RECONCILIACIÓN Y RENOVACIÓN

Alegría de la conversión —conversión es vida nueva— llegar a la tierra prometida —la reconci -liación— la difícil conversión de los "buenos" — renovación vs autosuficiencia.

5-domingo de cuaresma:

DIOS ALEJA DE SI EL PECADO DEL PASADO

El perdón, base para no pecar más — el destierro como castigo y el regreso de Israel como señal de perdón — reconciliación y justificación en Cristo — liberarse del pasado.

Domingo de ramos:

"JERUSALEN, JERUSALEN"

La visita de Dios a Jerusalén y su rechazo — el camino de Jesús, de la Iglesia y del fiel — la na­rración como evangelizaron.

Jueves santo:

ACEPTAR E IMITAR LA DONACIÓN DE CRISTO

El lavatorio de los pies: fe y comunión con Cristo entregado por nosotros — aceptar a quien se entrega por nosotros — comunión: aceptar a Cristo entregado hasta el fin, y sus consecuencias — sentido de confianza y sentido ético de la comunión con Cristo.

Viernes santo:

LA CRUZ GLORIOSA

El abi»mo del sufrimiento humano de Jesús — el "siervo de Yavé" — solidaridad con la humanidad oprimida — la gloria de Dios en el sufrimiento de Jesús: manifestación del amor sin fin.

Vigilia pascual:

TESTIMONIAR LO INCREÍBLE

La resurrección como realización del camino y de predicción de Jesús — apariciones del resucita­do y comprensión de las Escrituras — la incredulidad de los discípulos —- bautismo y renovación del compromiso bautismal — compromiso bautismal con el Señor glorioso: el hombre nuevo.

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Gn 15, 5-12.17-18: La fe del migrante Abrahán: su "justicia; alianza con Abrahán.

Ex 3, l-8a.l3-15: Dios en la zarza ardiente y re­velación de su nombre: "Soy el que soy".

Jos 5, 9a.l0-12: Israel en la tierra prometida: pascua y pan nuevo.

Is 43, 16-21: Restauración completa de Israel, ani­quilación del pasado.

Is 50, 4-7: Tercer canto del siervo de Yavé: el dis­cípulo perfecto, enfrentan­do oposición y persecu­ción, pues Dios está con él.

Ex 12, 1-8.11-14: La ley sobre el cordero y la cena pascual; conmemoración de la liberación de Egipto.

Is 52, 13-53, 12: Cuarto canto del siervo de Yavé: el misterio de la eficacia del sufrir por los demás.

Lecturas del AT: Evoca­ción de la historia de la salvación, comenzando por la creación y libera­ción de la esclavitud; los "magnaliaDei".

Flp 3, 17-4, 1: Nuestro destino: nuestra transfigu­ración en la gloria.

ICo 10, 1-6.10-12: Las lecciones de la historia: Dios castiga a los refrac­tarios, aunque sean de su pueblo elegido.

2Co 5, 17-21: La nueva creación de la fe en Cristo y de la reconciliación con Dios

Flp 3, 8-14: Cristocen-trismo total de Pablo; Cristo nuestra única justi­ficación.

Flp 2, 6-11: Jesús, el sier­vo aniquilado, pero glori­ficado por su obediencia a Dios hasta la muerte.

ICo 11, 23-26: Tradición paulina de la institución de la cena del Señor.

Hb 4, 14-16; 5, 7-9: La verdadera participación de Jesús en el sufrimiento hu­mano, su sentido sacerdo­tal, su atención por Dios.

Rm 6, 3-11: Bautismo: morir y resucitar con Cristo; el hombre nuevo.

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Le 9, 28b-36: La glorifi­cación de Jesús en el Ta-bor; perspectiva de su consumación en Jerusalén.

Le 13, 1-9: Los signos de los tiempos; Dios castiga a quien no se convierte; pe­ro también tiene pacien­cia.

Le 15, 1-3. 11-32: La oveja descarriada y el hijo pródigo; Dios buscando y renovando lo que estaba perdido.

Jn 8, 1-11: La mujer adúl­tera; misericordia de Jesús y falsa justicia; no pecar más.

Le 32, 14-23, 56: Pasión de nuestro Señor según Le; Jesús, ejemplo del cristiano.

Jn 13, 1-15: El lavatorio de los pies, al comienzo de la última cena: signo de amor hasta el fin, que se debe aceptar.

Jn 18, 1-19, 42: Pasión de nuestro Señor según Jn: la cruz de Cristo es su trono de gloria.

Le 24, 1-12: Las mujeres en el sepulcro, la incredu­lidad de los discípulos, la visita de Pedro al sepul­cro.

2. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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Pascua: día:

LA VIDA VENCIÓ A LA MUERTE

Manifestación de la victoria de Jesús — el camino del discípulo hasta la fe pascual — reelectura pascual de las Escrituras: gloria a través del sufrimiento — renovación de la vida en Cristo.

2- domingo de pascua:

PASCUA: NUEVA CREACIÓN

La visión de Cristo glorioso, iniciador de una nueva creación — la nueva realidad por el don del Espíritu — la comunidad de la fe y la atención que suscita.

3er domingo de pascua:

EL CORDERO Y EL REBAÑO

El cordero: solidaridad con las ovejas y victoria — la elección del pastor — presencia pascual de Cristo junto a la comunidad — importa más obedecer a Dios que a los hombres.

4- domingo de pascua:

LA VIDA DEL BUEN PASTOR

El cordero y pastor del rebaño — las aguas de la vida — la vida que Jesús da — unión con Dios en Cristo — desafío de la predicación a los gentiles.

5- domingo de pascua:

. EL NUEVO MANDAMIENTO Y LA NUEVA CREACIÓN

Lo "nuevo" del mandamiento de Cristo — la utopía de Dios — la obra de Dios en sus enviados.

6° domingo de pascua:

VIVIR EN LA PRESENCIA DE CRISTO Y DE DIOS

La presencia de Cristo en nosotros: praxis de la caridad y luz del espíritu — la plenitud de la pre­sencia de Cristo y de Dios — la importante unidad en la diversidad de la Iglesia.

Ascensión de nuestro Señor:

PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN

La misión de Jesús confiada a la Iglesia: luz de las naciones — prepararse para la misión y la veni­da del Espíritu Santo — de Jerusalén saldrá la salvación.

7e domingo de pascua:

UNION CON CRISTO Y EL PADRE, UNIDAD ENTRE NOSOTROS

Estar con Cristo en el cielo y vivir con él en la tierra — el don de la "gloria"— iiuminn: irMimn níar con la vida y con la muerte.

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Hch 10, 34a.37-43: El anuncio de la resurrección en la primitiva Iglesia (kerygma).

Hch 5, 12-16: Los signos que acompañan a la Iglesia primitiva y su crecimiento.

Hch 5, 27b-32.40b-41: Testimonio de Pedro y de los apóstoles ante el sumo sacerdote: hay que obede­cer a Dios antes que a los hombres.

Hch-13, 14.43-52: Predi­cación de Pablo en An-tioquía de Pisidia; rechazo de los judíos y anuncio a los paganos.

Hch 14, 21-27: Fin y rela­to del primer viaje misionero; institución de los presbíteros.

Hch-15, 1-2.22-29: "Con­cilio de los apóstoles"; confirmación de la misión entre los paganos.

Hch 1, 1-11: Subida de Jesús a la diestra de Dios; promesa del espíritu y misión de la Iglesia.

Hch 7, 55-60: Muerte de Esteban, primer mártir; imitación de Cristo en la muerte.

Col 3, 1-4: Vivir desde ahora junto al resucitado (vida pascual). ICo 5, 6h-8: El nuevo pan, sin viejo fermento.

Ap 1, 9-lla.l2-13.17-19: Visión del "vivo que estu­vo muerto", en el "día del Señor" (domingo).

Ap 5, 11-14: Honra, glo­ria, poder y alabanza al cordero.

Ap 7, 9.14b-17: La multi­tud de los fieles en la per­secución y el cordero que pastorea y conduce a las aguas.

Ap 21, l-5a: Nuevo cielo y nueva tierra; la nueva Jerusalén, la nueva crea­ción.

Ap 21, 10-14.22-23: La nueva Jerusalén, llena de Dios; y el cordero, su luz.

Ef 1, 17-23: Cristo, la cabeza; la Iglesia, el cuer­po de su presencia en el mundo.

Ap 22,12-14.16-17.20: La nueva venida de Cristo y la reunión de los elegidos.

Jn 20, 1-9: Para quien ama. el sepulcro vacío es signo de fe. Le 24, 13-35: (por la tarde) los discípulos de Emaús.

Jn 20, 19-31: Apariciones de Jesús a los apóstoles y a Tomás; conclusión del evangelio de Juan.

Jn 21, 1-19: Aparición de Jesús en Galilea, pesca milagrosa, desayuno, elec­ción de Pedro como pastor supremo.

Jn 10, 27-30: Tercera parte de la alegoría del buen pastor; su unidad con Dios.

Jn 13, 31-33a.34-35: El nuevo mandamiento del amor según el ejemplo de Jesús.

Jn 14, 23-29: Habitación de Cristo y de Dios en quien lo ama: el espíritu, "memoria" de Cristo.

Le 24, 46-54: Despedida de Jesús: explicación de las Escrituras, promesa del espíritu, misión universal.

Jn 17, 20-26: Oración de Jesús por los fieles de todos los tiempos y por su unidad con él y entre sí.

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Vigilia de pentecostés:

PLENITUD DE LA PASCUA

Prefiguración del pernéeosles cristiano en el AT — el deseo de recibir el espíritu — relación orgánica del espíritu con el sacrificio de Cristo — preparación al bautismo y confirmación.

Pentecostés:

LA IGLESIA, SACRAMENTO DE LA UNIDAD

Superación de las divisiones en el mundo (simbolizadas por la división de las lenguas); restau­ración de !o que se perdió en Babel — superación de la división intraeclesial — don de paz y perdón en el espíritu.

Sma. Trinidad:

LA SABIDURÍA DE DIOS Y SU AMOR EN CRISTO

El Espíritu Santo, memoria viva de Cristo y efusión del amor del Padre en nosotros — la sabiduría de Dios y la obra de Jesucristo y el Espíritu Santo — la justificación por la fe.

Sino. Sacramento:

EL DON DE CRISTO A SU COMUNIDAD

La multiplicación de los panes en Le; la gracia de Dios y el mesianismo de Cristo — el sacrificio original de Melquisedec: pan y vino — el sacrificio cotidiano — el cuerpo eucarístico y el cuerpo eclesial.

Sagrado Corazón de Jesús:

EL TIERNO Y GRATUITO AMOR DE DIOS POR NOSOTROS

El rebaño, vida del pastor — los pobres, nuestra vida, sacramento de Dios.

2° domingo del tiempo ordinario:

EL PRIMER SIGNO DE JESÚS: LAS NUPCIAS MESIANICAS

Manifestación inicial de la gloria de Dios en Cristo — María en el comienzo y en la "hora" de Jesús — el amor afectuoso de Dios para la humanidad.

3er domingo del tiempo ordinario:

PREDICACIÓN INAUGURAL DE JESÚS

El programa de Jesús: la buena-nueva a los pobres — el cumplimiento de la promesa — diversi­dad y unidad en la Iglesia — pluralismo.

4e domingo del tiempo ordinario:

JESÚS RECHAZADO EN SU PROPIA TIERRA

Rechazada la "evangelización a los pobres" — religión establecida y autosuficiente — la preferen­cia por los no-judíos — la ardua misión del profeta — la caridad, lazo de la unidad en la diversi­dad.

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Lecturas del AT: Telón de fondo del lema de Pen­tecostés y del milagro de las lenguas.

Hch 2, 1-11: El milagro de las lenguas, mani­festación del espíritu del resucitado.

Pr 8, 22-31: La sabiduría de Dios existe antes que cualquiera otra cosa.

Gn 14, 18-20: Pan y vino, el sacrificio de Melqui­sedec. sacerdote del altísi­mo.

Ez 34, 11-16: Yavé mis­mo asume el cuidado de su "rebaño" y lo conducirá a la tierra prometida.

Is 62, 1-5: Jerusalén (el pueblo de Dios) no más "abandonada", sino "ama­da", novia de Dios.

Ne 8, 2-4a.5-6.8-10: La lectura de la ley en el ju­daismo del pos-destierro.

Jr 1, 4-5.17-19: Vocación y misión del profeta para enfrentar oposición y re­chazo.

Rm 8, 22-27: Tenemos las primicias del espíritu, que viene en ayuda de nuestra debilidad.

ICo 12, 3b-7.12-13: Uni­dad del espíritu en la diversidad de los dones: el cuerpo y los miembros.

Rm 5, 1-5: Nuestra justifi­cación por la fe en Jesu­cristo y el amor de Dios, derramado en nosotros por el Espíritu Santo.

ICo 11, 23-26: Tradición paulina de la última cena y la unión fraterna.

Rm 5, 5-11: El amor de Dios derramado en noso­tros por el espíritu; Cristo murió por nosotros mien­tras éramos enemigos.

ICo 12, 4-11: Unidad de la comunidad en la multi­plicidad de los dones espi­rituales.

ICo 12, 12-30: Un cuer­po, muchos miembros: di­versidad y unión en la co­munidad.

ICo 12, 31-13,13: Himno a la caridad, don mayor y permanente.

Jn 7, 37-39: El costado abierto de Cristo, fuente del espíritu.

Jn 20, 19-23: Comunica­ción del espíritu por el re­sucitado; paz y perdón de los pecados.

Jn 16, 12-15: La verdad y la glorificación de Cristo por la obra del Espíritu Santo.

Le 9, l lb-17: Multipli­cación de los panes; ban­quete ofrecido por la gra­cia de Dios; signo me-siánico.

Le 15, 3-7: El buen pastor en busca de la oveja des­carriada.

Jn 2, 1-12: Las bodas de Cana, primer anuncio me-siánico de la "hora" de Jesús.

Le 1,1-4; 4,14-21: Prólo­go de Le; lectura de Isaías por Jesús en la sinagoga de Nazaret; cumplimiento del tiempo mesiánico.

Le 4, 21-30: Jesús y su programa rechazados; la autoridad de Jesús; la "oportunidad que pasa".

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5° domingo del tiempo ordinario:

VOCACIÓN: PESCADORES DE HOMBRES Fundamentos humanos e irrupción divina en la vocación — el hombre y el santo — el testimonio de la resurrección.

6" domingo del tiempo ordinario:

"FELICES VOSOTROS, LOS POBRES"

El porqué de la felicidad de los pobres: la confianza en Dios — insuficiencia de metas solamente materiales para la vida — peligro de la riqueza — sentido de la resurrección.

7- domingo del tiempo ordinario:

IMITAR LA MISERICORDIA DE DIOS

La imitación de Dios en la misericordia y el amor gratuito (a los enemigos, a los que no pueden retribuir) — la magnanimidad y sus raíces — la realidad nueva (trascendente) de la resurrección.

8" domingo del tiempo ordinario:

EL ÁRBOL Y SUS FRUTOS

Discernimiento cristiano: los frutos del corazón — conocimiento de sí — la victoria sobre la muerte.

9° domingo del tiempo ordinario:

LA FE DEL PAGANO Y LA CURACIÓN DE SU HIJO

Universalismo de la religión verdadera — ejemplos de fe fuera de los círculos eclesiásticos — la oración insistente de un padre — preservar la fe de particularismos.

10- domingo del tiempo ordinario:

LA CONFIANZA DE LA VIUDA Y LA RESURRECCIÓN DE SU HIJO

El valor de la vida — la compasión de Cristo — Cristo supera a los profetas: Dios visita a su pueblo — la transformación de Pablo.

1le domingo del tiempo ordinario:

EL AMOR DE LA PECADORA Y EL PERDÓN DE SU PECADO

Dialéctica de amor y perdón — la contrición, amor del pecador — el perdón, amor de Dios al pecador — solo Dios puede reconciliar al hombre.

129 domingo del tiempo ordinario:

RECONOCER Y SEGUIR AL MESÍAS SUFRIENTE

El descubrimiento del sentido de Cristo en su pasión y muerte — entusiasmo falso y verdadero — el seguimiento — por qué Cristo aleja las divisiones entre las personas.

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Is 6, l-2a.3-8: Visión y vocación de Isaías; el hombre indigno ante la santidad de Dios.

J r 17, 5-8: Bienaven­turanza de quien confía en Dios y no en favores hu­manos.

IS 26, 2.7-9.12-13.22-23: David le ahorra la vida a Saúl, que lo buscaba para matarlo.

Si 27, 5-8: Valorar a las personas según su expre­sión en palabras y hechos.

IR 8, 41-43: Dedicación del templo y petición de Salomón para que se reci­ba también a los extran­jeros.

IR 17, 17-24: Reani­mación del hijo de la viu­da de Sarepta por Elias.

2S 12, 7-10.13: Censura de Natán a David y arre­pentimiento de éste; per­dón de Dios.

Za 12, 10-11; 13, 1: El pastor muerto y traspasa­do, a quien el pueblo se convertirá.

ICo 15, 1-11: Testimonio de Pablo y de la tradición de la Iglesia respecto de la resurrección de Jesús.

ICo 15, 12.16-20: La re­surrección existe, y da sentido a nuestra vida; vivir solo para este mundo significa infelicidad.

ICo 15, 45-49: El modo de la resurrección: es una realidad nueva, incompa­rable con las categorías materiales.

ICo 15, 54-58: Jesús ven­ció la muerte: amones­tación para un compro­miso mayor.

Ga 1, 1-2.6-10: Los gála-tas amenazados por la im­posición de prácticas ju­días.

Ga 1, 11-19: La garantía de Pablo: la historia de su propia transformación de perseguidor en apóstol.

Ga 2, 16.19-21: No son las obras de la ley las que justifican, sino el amor de Dios manifestado en Jesu­cristo.

Ga 3, 26-29: Jesús es el fin de la ley de todas las discriminaciones que divi­den a los hombres.

Le 5, 1-11: Predicación de Jesús en la barca de Pedro; pesca milagrosa y voca­ción de los "pescadores de hombres".

Le 6, 17.20-26: Comienzo del sermón de la llanura: bienaventuranzas de los pobres y maldición de los ricos.

Le 6, 27-38: La diferencia del cristiano: gratuidad. amor a los enemigos; ser misericordioso como Dios.

Le 6, 39-45: Varias ense­ñanzas para el discerni­miento cristiano; valorar a las personas según sus fru­tos.

Le 7, 1-10: El centurión de Cafarnaún: pagano y ejemplo de fe.

Le 7, 11-17: Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín.

Le 7, 36-8, 3: El amor de la pecadora y el perdón de Jesús; las mujeres seguían a Jesús.

Le 9, 18-24: Profesión de fe de Pedro, anuncio de la pasión y llamamiento al seguimiento de la cruz.

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13-domingo del tiempo ordinario:

LAS EXIGENCIAS PARA SEGUIR A JESÚS

Inicio del camino de la cruz — abandonar todo para seguir a Jesús en su camino — abandono y libertad, condiciones para vivir impulsados por el espíritu.

14e domingo del tiempo ordinario:

MISIÓN DE LOS SEGUIDORES DE CRISTO

La misión es para todos — contenido de la misión cristiana: ser evangelizador — misión y con­flicto — la nueva criatura.

15e domingo del tiempo ordinario:

EL MANDAMIENTO QUE LLEVA A LA VIDA ETERNA

Felicidad de recibir orientación firme en la vida — un precepto para alcanzar la vida eterna — ¿quién es nuestro prójimo (y quién determina eso)'? — Cristo "encabeza" la creación y la reden­ción.

16-domingo del tiempo ordinario:

LO ÚNICO NECESARIO Las actividades no valen si no son inspiradas por la atención a la palabra — el activismo en la Iglesia, hoy — el valor de la contemplación — saber acoger — el misterio de Cristo en los fieles.

17- domingo del tiempo ordinario:

LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO

Rezar según el corazón de Dios — la insistencia en la oración como reconocimiento del amor de Dios — oración mediadora — la "satisfacción" de Cristo y de Dios por nosotros.

18-domingo del tiempo ordinario:

SER RICO PARA DIOS

Lo precario de los bienes de este mundo — ser rico delante de Dios — Jesús no viene u resolver los problemas temporales — nuestra vida verdadera, gloriosa, escondida en Dios, pero ucluonle.

19-domingo del tiempo ordinario:

LA VIGILANCIA ESCATOLOGICA

El regreso de nuestro Señor — el Señor-siervo — la vigilancia diaria - el apoyo do lu actitud escatológica: la fe — la dimensión escatológica de la fe.

20-domingo del tiempo ordinario:

OPCIÓN POR O CONTRA CRISTO

La paradoja de la "paz" de Cristo — el bautismo de fuego la I» y ll #«p»iilh#n ili> Jrml» — nues­tra participación en ello — ser signo de contrudiceirtn «n pl intitulo

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IR 19, 16b.19-21: La vocación de Eliseo por Elias; Eliseo abandona a sus familiares y sus bienes.

Is 66, 10-14c: Misión de Jerusalén restaurada: comunicar paz a todos los pueblos.

Dt 30, 10-14: El man­damiento no está lejos de nosotros: siempre lo debe­mos tener ante los ojos.

Gn 18, l-10a: Abrahán hospeda a tres huéspedes en Mambré: recompensa de Dios: un hijo para Sara.

Gn 18, 20-32: La oración insistente de Abrahán por Sodoma y Gomorra.

Qol ,2 ;2 , 21-23: Vanidad de la riqueza y el saber.

Sb 18, 6-9: La noche de la liberación, noche de vigi­lancia y adoración a Yavé.

Jr 38, 4-6.8-10: Jeremías en la cisterna, signo de contradicción.

Ga 5, 1.13-18: La libertad cristiana y la vida según el espíritu.

Ga 6, 14*18: Lo esencial del ser cristiano: ser una nueva creación; final de Gálatas.

Ga 1, 15-20: Himno a Cristo, jefe de la creación y de la redención.

Col 1, 24-28: En su após­tol, y en su sufrimiento, se manifiesta el misterio de Cristo, destinado a todos los hombres.

Col 2, 12-14: Cristo pagó nuestras deudas: somos corresucitados con él.

Col 3, 1-5.9-11: Con Cristo glorioso, nuestra vida nueva está escondida en Dios, pero ya define nuestra vida ahora.

H b l l , 1-2.8-19: Apología de la fe, certeza de las realidades que no se ven; ejemplo de los antiguos.

Hb 12, 1-4: Terminar nuestra carrera en vista de Cristo, autor y culmi­nación de la fe.

Le 9, 51-62: Jesús inicia su subida a Jerusalén: exi­gencias radicales para el seguimiento.

Le 10, 1-12.17-20: Misión de los setenta y dos dis­cípulos; paz y decisión.

Le 10, 25-37: El gran mandamiento y la parábo­la del buen samaritano.

Le 10, 38-42: Marta y María: lo único necesario: escuchar a Jesús.

Le 11,1-13: El padre nues­tro y sentencias sobre la oración insistente.

Le 12, 13-21: Parábola del rico insensato; lo precario de los bienes de este mundo.

Le 12, 32-48: Vigilancia escatológica; el Señor, que en su regreso, sirve a sus siervos.

Le 12, 49-53: Jesús no vino a traer la paz, sino la espada y el fuego; deseo de consumación.

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2Ie domingo del tiempo ordinario:

VOCACIÓN UNIVERSAL A LA SALVACIÓN

Universalismo de la predicación de Jesús — no calcular el número de los elegidos, sino conver­tirse — el banquete mesiánico universal — la escuela del sufrimiento.

229 domingo del tiempo ordinario:

MODESTIA Y GRATUIDAD

La verdadera humildad: saber recibir — la gratuidad: saber dar — la accesibilidad de Dios: Jesucristo.

23e domingo del tiempo ordinario:

PONDERAR EL COSTO DEL REINO

La sabiduría antiguamenie y ahora — la sabiduría cristiana (de la cruz) — la inversión completa • — la revolución del espíritu cristiano: ya no hay señor ni esclavo.

24- domingo del tiempo ordinario:

DIOS BUSCA LA RECONCILIACIÓN

Dios no quiere que nadie se pierda — la alegría por la conversión — ¿qué hacer con los "buenos"?

259 domingo del tiempo ordinario:

EL BUEN USO DE LAS RIQUEZAS: DESAPEGO

No servir a dos señores — usar los bienes provisionales teniendo a la vista lo definitivo — "ami­gos para la eternidad" — por qué y por quién rezar.

26q domingo del tiempo ordinario:

LA RIQUEZA ENDURECE AL HOMBRE: AVARICIA

Despreocupación de los ricos ente la suerte de los pobres y del pueblo — abismo insuperable — inaccesibilidad del rico para Dios — la fidelidad del apóstol.

27-domingo del tiempo ordinario:

LA SOBERANÍA DE DIOS Y NUESTRA FE

La fidelidad sin gratificación excepcional de Dios — la fuerza de la oración de la fe — la fideli­dad del apóstol y maestro cristiano.

28" domingo del tiempo ordinario:

LA GRACIA DE DIOS Y NUESTRO AGRADECIMIENTO

Dios obra gratuitamente y por su voluntad — los extranjeros y los "rutinario»" — la gratitud — el testimonio de Pablo.

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Is 66, 18-21: Profecía uni­versalista: reunión esca-tológica de Israel.

Si 3, 17-18.20.28-29: La sabiduría de la humildad.

Sb 9, 13-19: Necesidad de la sabiduría para el hom­bre.

Ex 32, 7- 11.13-14: Dios abandona su ira después de la apostasía de Israel, por la oración de Moisés.

Am 8, 4-7: Denuncia del demasiado espíritu de ga­nancia.

Am 6, la.4-7: Amenaza de los ricos voluptuosos y despreocupados por la suerte del pueblo.

Ha 1, 2-3; 2, 2-4: Grito de desesperación a Dios; res­puesta: fidelidad.

2R 5, 14-17: Dios cura, por medio de Elíseo, al sirio Naamán; la gratitud de este.

Hb 12, 5-7.11-13: El su­frimiento momentáneo, pe­dagogía para la esperanza futura.

Hb 12, 18-19.22-24a: Dios se hizo accesible en Jesucristo, "montaña" y "ciudad" de Dios.

Flm 9b-10.121- 7: Pablo devuelve a Onésimo su esclavo, pidiendo que lo reciba como hermano, ya que fue bautizado.

lTm 1, 12-17: El misterio de la reconciliación abun­dante de Dios y la expe­riencia de Pablo.

lTm 2,1-8: La oración en la comunidad y el misterio de la reconciliación

lTm 6, 11-16: Exhorta­ción a la fidelidad; Pablo luchó el buen combate.

2Tm 1, 6-8.13-14: No avergonzarse de la fe, sino permanecer firme y con­servar el bien depositado.

2Tm 2, 8-13: Testamento de Pablo: su evangelio, fe en la resurrección.

Le 13, 22-30: El número de elegidos depende de la conversión: todos son lla­mados.

Le 14, 1.7-14: No buscar los primeros puestos en los banquetes; invitar a quien no puede retribuir.

Le 14, 25-33: Lo que cuesta el seguimiento de Jesús; la renuncia como sabiduría cristiana.

Le 15, 1-32: Parábolas de la reconciliación: la oveja perdida, la moneda extra­viada, el hijo pródigo.

Le 16, 1-13: Parábola del administrador astuto; obrar en función del juicio y de la caridad.

Le 16, 19-31: El rico malo y el pobre Lázaro; dureza del corazón de los ricos.

Le 17, 5-10: "Auméntanos la le"; "somos siervos inútiles".

Le 17, 11-19: Los diez leprosos: la gratitud del sa­mar i taño.

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299 domingo del tiempo ordinario:

ORACIÓN PERMANENTE Y FE CONSTANTE

La oración insistente como expresión y aliento de la fe — la oración de petición como planeación de nuestros deseos a la luz de Dios — el anuncio insistente de la fe.

30? domingo del tiempo ordinario:

DIOS JUSTIFICA A LOS HUMILDES Y A LOS PECADORES

Autojustificación y justificación por Dios — Dios no se deja comprar — el encuentro con el justo juez.

319 domingo del tiempo ordinario:

EL AMOR DE DIOS Y LA GRATITUD DEL PECADOR

Encuentro de los "'intereses" de Dios y el hombre: gracia y conversión — la generosidad del corazón favorecido — el peligro de los fanáticos.

32q domingo del tiempo ordinario:

LA ESPERANZA DE LA VIDA ETERNA

Dios quiere nuestro amor para siempre — el martirio y la esperanza de la resurrección — el "Dios de los vivos" — oración por los apóstoles.

33e domingo del tiempo ordinario:

LA PERSPECTIVA FINAL

Dios tiene la última palabra: razón de firmeza permanente — lo provisional y lo definitivo — el valor relativo pero real del trabajo.

Cristo rey:

REINO DE LA CRUZ, REINO DE LA FE

El reino de Cristo por la reconciliación y el perdón — nuestra participación por la conversión y la fe — la plenitud de Dios en Cristo.

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Ex 17, 8-13: Moisés per­manece con los brazos levantados hasta cuando Israel venza a Amalee.

Si 35, 12-14.16-18: Dios hace justicia a los pobres y oprimidos y rechaza la autosuficiencia y acepción de personas.

Sb 11,23-12,3: Amor de Dios para con las cria­turas, inclusive para con los pecadores.

2M 7, 1-2.9-1 4: Martirio de los siete hermanos macabeos; fe en la resu­rrección o condenación eterna.

MI 3, 19-20a: El día de la destrucción de los impíos y de la salvación de los justos.

2S 5, 13: David consagra­do rey en Hebrón: co­mienzo del linaje de Cristo rey.

2Tm 3, 14^4, 2: Fidelidad e insistencia del ministro en el anuncio de la pa­labra.

2Tm 4, 6-8.16-18: Deseo de Pablo por la coronación de su vida y el encuentro con el justo juez.

2Ts 1, 11-2, 2: Ser digno de la vocación y no dejarse engañar en lo de la parusía.

2Ts 2, 16-3, 5: Oración del apóstol por la comu­nidad y de la comunidad por los apóstoles.

lTs 3, 7-12: La perspecti­va de la parusía no puede servir de pretexto para no trabajar; valor del trabajo.

Col 1, 1-20: Restauración y reconciliación del uni­verso en Cristo; plenitud de Dios en Cristo.

Le 18,1-8: La viuda insis­tente; la fe cuando venga el hijo del hombre.

Le 18, 9-14: El fariseo y el publicano: justificación del pecador humilde.

Le 19, 1-10: Zaqueo: la gracia de Cristo para el pecador que la busca; con­versión y alegría.

Le 20, 27-38: La cuestión de la resurrección de los muertos.

Le 21, 5-19: Apocalipsis: las señales del fin: des­trucción de Jerusalén; firmeza permanente.

Le 23, 35-43: El "buen ladrón" participará "hoy" del reino de Cristo.

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ler domingo de adviento C*

CAMINAR AL ENCUENTRO DEL SEÑOR QUE VIENE

CtEnt: No se avergonzará quien espera en Dios. Orín: Reunidos en la comunidad de los justos, ir al encuentro de Cristo que viene. laLt: (Jr 33. 14-16) Un nuevo nombre para Jerusalén: "Dios nuestra justicia" -

Reconfirmación de la profecía mesiánica de Jr 23. 5-6 (posiblemente por un dis­cípulo de Jeremías, después del destierro). Enfoca a Jerusalén-Judá (la ciudad restaurada por orden de los reyes de Persia) y le da el nombre mesiánico de Jr 23, 5-6. Identificación de la comunidad con el mesías. el '"retoño justo" de David. Derecho, justicia, seguridad. -33, 15 cf 2S 7. 1-16: Is 4. 2-3.

CtMed: (Sal 24. 4bc-5ab.8-9.10+14) Dios bueno, fiel, justo y verdadero manifiesta la alianza.

2aLt: (ITs 3. 12-4. 2) Crecer siempre por la abundante caridad de Dios - La le en Cristo muestra su fuerza en la caridad de los cristianos, entre todos y para todos (3, 12). El cristiano vive en la esperanza del reencuentro con Cristo. ¡Sus días valen mucho! Pero también sabe que todo puede ser todavía perfeccionado (4. I). Trata de crecer siempre acatando las posibilidades que cada día ofrece. - 3, 12-13 cf ITs 4. 9; 5, 15: Rm 12, 17-18; Ga 6. IO:2Ts l,7.10;Za 14.5-4, l-2cf'2Ts3, 6.12: Rm 12. 1-2: ITs 4. 7-8.

CtAcl: (Sal 84, 8) "Muéstranos tu misericordia y danos tu salvación". Ev: (Le 21. 25-28.34-36) La venida del hijo del hombre - (Versión lucana del sermón

apocalíptico; cf Me 13) - La destrucción de Jerusalén (ocurrida en el 70 dC) todavía no era el fin (21. 20-24). Habrá señales mayores todavía, que ate­rrorizarán a los hombres en general, pero llevarán a los fieles a mirar con más esperanza hacia el hijo del hombre, que viene a juzgar y a consumar la historia. El cristiano sabe que no está entregado al caos. Tampoco se deja sorprender. Permanece firme, no porque "es la única manera", sino porque confía en la pa­labra del Señor. - 21. 25-28 cf Mt 24. 29-31; Me 13.24-27; Dn 7, 13-14; Hch 1. 9.11; 1TS5, l-ll;21.34-36cl'Lc 17.26-30:8, 14; ITs5,3;Mc !3,33;Ap6. 17.

OrOf: Saber recibir para ofrecer: transformación de los dones en redención. Pref: (adviento I) La primera venida: abrir el camino; la segunda venida: llevar a térmi­

no. CtCom: (Sal 84, 13) Dios da su bendición, la tierra su fruto. OrFin: Valorar bien el momento presente, caminando hacia el futuro eterno.

Cuando se aproxima una visita muy esperada, la mayoría de las personas no duerme muy bien. Cuando se teme la visita, las personas se inquietan. Cuando es deseada se ponen nerviosas... Pero hay una profunda diferencia entre los dos modos de vivir la tensión causada por la visita inminente. La tensión de miedo paraliza, lo vuelve a uno ineficiente. La tensión del deseo lo hace creativo e ingenioso. El evangelio de hoy hace alusión a las dos actitudes. Anuncia cataclismos cósmicos, que llenaran a los hombres de miedo (Le 21, 26). Pero para los cristianos, lodo esto significa: "¡Animo: llegó vuestra salvación!" (21, 2H). Por eso, el cristiano vive a la espera "de aquel día" con un espíritu de "sobria embriaguez", haciendo cosas que iimlir haría, pero sabiendo muy bien por qué.

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Pues nosotros esperamos una visita querida y quedaríamos muy apenados si el visitante no nos encontrase despiertos para su voluntad, sino solo ocupados en nuestras propias veleidades. Como la joven que espera a su novio y no piensa en sus asuntos, sino en cómo complacerlo a él; así, nosotros ya no vivimos para nosotros, sino para quien murió y resucitó por nosotros (para venir nuevamente a nosotros).

Pablo describe maravillosamente esta realidad en su carta escatológica por excelencia, la ITs (2aU). En este anhelo por la venida del Señor, podemos crecer siempre más, y él es quien nos deja crecer, para que su llegada sea preparada de la mejor manera posible. Pablo es uno de esos maestros que nunca se dan por satisfechos. Enseñó el camino de la vida a los tesalonicenses y constata que ellos lo siguen (4,1). Pero siempre se puede hacer mejor.

La idea del crecimiento es muy valiosa en nuestra vida cris­tiana. Es el remedio contra la desesperación, por una parte, y, por otra, contra el acomodamiento. Contra la desesperación de quien cree que siempre será inaceptable para Dios. Y contra el acomodamiento de los que dicen: "Nadie es perfecto: por tanto...". No somos perfectos, pero no por eso la perfección deja de ser nuestra vocación. El camino del cristiano no consiste en una perfección alcanzada y terminada, sino en una continua con­versión para la santidad de Dios, que siempre es más grande que nosotros (también en misericordia: Un 3, 20). Lo importante es que no estemos satisfechos de lo que hicimos y somos, sino que cada día tratemos de dejar lo que es errado y seguir buscando lo que es bueno.

Así, la idea del día definitivo no paraliza al cristiano, sino que lo hace ingenioso. Lo desinstala. Quien cree que ya no necesita cambiar nada en su vida, no es buen cristiano. Alguien puede creer que está haciendo razonablemente bien los deberes para con la familia, en términos de educación; para con sus empleados, en términos de salario; para con su esposa, en térmi­nos de cariño y fidelidad; y hasta con la Iglesia, en términos de contribución para sus necesidades económicas; pero, mientras tanto, no ve lo que se le exige en términos de colaboración para estructurar mejor la sociedad, para promover la justicia y que no sea perjudicada por las estructuras. Tal persona tiene todavía

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que crecer mucho. Y ¡ay de que no lo quiera! Un joven, por otra parte, puede preguntarse con el salmista: "¿Cómo puede un joven conservar puro su camino?". Crezca y aprenderá cada vez mejor en qué consiste la verdadera pureza. Nunca debe con­tentarse con un "patrón aceptable" para la "sociedad".

Por tanto, la liturgia de hoy nos enseña el dinamismo del crecimiento cristiano, en vista del reencuentro definitivo con nuestro Señor. Desde el primer domingo, marca la existencia cristiana con este sentido.

Debemos creer que el hombre y la sociedad siempre pueden ser renovados. La laLt nos recuerda esta verdad fundamental. Jerusalén, después del destierro, no era tanto la montaña de Yavé, cuanto un montón de problemas. Pero aún así se le pro­mete un nuevo nombre, signo de una nueva realidad: "Dios nuestra justicia" (Jr 33, 16). (Hay aquí un problema exegético: otras interpretaciones dicen que éste será el nombre del mesías davídico, mencionado en el versículo anterior; pero estas inter­pretaciones son influenciadas por Jr 23, 5-6, una profecía más antigua, en donde este nombre se aplica al mesías).

La laLt le da, por tanto, a la expectativa cristiana un toque comunitario. Así podemos interpretar también la expresión de la Orín, que pide para que alcancemos el reino celestial. En un reino, nadie está solo. De ahí que es buena la traducción: "La comunidad de los justos". Un nuevo nombre para Jerusalén, una utopía válida para todos nosotros, he aquí lo que nos mueve al encuentro del Señor que viene.

2- domingo de adviento /^

PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR

CtEnt: (cf Is 30, 19.30) El Señor viene y hace resonar su voz para alegría mientra Orín: Nada nos impida y Dios nos enseñe a participar de la vida de »u hijo. laLt: (Ba 5, 1-9) Un nuevo nombre para Jerusalén: "l'u; de la fmllilii V /titula del

temor de Dios" - Después del fin del destierro, nim lio* jiullim »l(juicion viviendo en la diáspora. También ellos participaban de la rpiprimi/u meintnica. Ba 5 considera a Jerusalén restaurada solo en mi loinii'ii/n Condado» en la justicia y misericordia de Dios se debe espenii la ii-uiHOii > oiiipletu y total. Todo eso con la condición de que Israel ru'iiehr lu vo/ de DliM y lome con­ciencia de su misión (3, 9-44). - 5 . 1-4 11 \H V, l.fil, III, Vi, IÍ .0, lo, 62, 4-5; 5, 5-9 cfls 60, 4; 49. 22; Ex 13, 21; I» M. Ift I/, -II l'<

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CtMed: (Sal 125. I -2ab.2cd.3.4-5.6) Los grandes hechos de Dios para su pueblo. 2aLt: (Flp 1. 4-6.8-11) Esperar al Señor con corazón puro e irreprensible - Los f¡-

lipenses asumieron la causa del apóstol como suya. En un ambiente enemigo, conservaron la alegría de la fe. Por eso. Pablo da gracias a Dios y le pide lle­var a término la obra iniciada. Ante las dificultades internas y externas de la comunidad. Pablo reza por el crecimiento firme hasta el día en que el Señor venga a recoger los "frutos de la justicia". - I. 4-6 cf Flp 1, 27-30; 2, 13; ICo 1,8-9: Flp 2." 16- 1,8-11 cí'2Co5. 14; Rm 1, 9; Flp 2, 5-11: Rm 12, 2; Ef 5. 10.17.

CtAcl: (Le 3. 4.6) Preparar la venida del Señor. Ev: (Le 3. 1-6) Vocación y predicación de Juan Bautista - Juan es el gran profeta

del AT (16, 16), el que prepara inmediatamente la venida del mesías. aplana su camino (1. 17; 7, 27-28): Le sitúa su vocación en la historia universal, que es la historia de la salvación. Su predicación ya deja entrever la naturaleza de la salvación ofrecida por el mesías: reconciliación con Dios, en Jesucristo. Eso exige conversión. - cf Mt 3. 1-6; Me I, 1-6-3. 1-3 cf Jr 1, 1-5; Le 2. 1-3; 1, 80 - 3. 4-6 cf Is 40. 3-5: Jn 1, 23.

OrOf: Nos reconcilia no nuestro mérito, sino la misericordia de Dios. Pref: (adviento I) La venida de Cristo / (Fiesta de san Juan Bautista) El más grande

entre los profetas. CtCom: (Ba 5. 5: 4. 36) "La alegría de la venida de Dios a ti". OrFin: Asumir los valores provisionales, volviéndonos hacia los eternos.

Debemos crecer para estar en grado de recibir a Dios; pero, en este crecimiento, la fuerza que nos anima es el mismo hecho de que Dios se vuelve hacia nosotros. Lo que hace crecer a un alumno es la atención que el profesor le dedica. Lo que hace caminar a un niño es la mano tendida de su madre. Por eso, nues­tro crecimiento para la perfección se alimenta con la contem­plación del Dios que viene hasta nosotros.

Hoy, esta perspectiva se considera, por así decir, a medio plazo; en el próximo domingo ya será a corto plazo. Le sitúa en el transcurso de la historia humana la indicación del reino de Dios, en la actividad del precursor, Juan Bautista (Ev). Todavía no se ve el "sol de la justicia", pero sus rayos ya abrasan el hori­zonte. La perspectiva todavía está distante, pero segura: "Toda la humanidad verá la salvación que viene de Dios" (Le 3, 6; cf laLt). Para eso Juan Bautista predica un bautismo que significa conversión, recordando la renovación por las aguas del diluvio, del mar Rojo, del Jordán atravesado por Josué.

Juan Bautista usa la imagen de aplanar el terreno, abrir un camino para que el reino de Dios pueda llegar sin obstáculos. Es la imagen con que el Deutero-Isaías anunció el regreso de los desterrados, guiados por Dios mismo (Is 40, 3-4; 42, 16-17, etc.) y que, después del regreso, Baruc utilizó para suscitar la "conversión permanente" del pueblo a la confianza en Dios (Ba

33 3. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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5, 7; laLt). Dios realiza su obra, convoca a sus hijos de todas partes (Ba 3, 4), deja brillar su luz sobre el mundo entero (3, 3). El regreso del destierro, en el tiempo de Baruc, fue prueba de ello (cf CtMed). Pero ahora, anuncia Juan, viene la plenitud. Ahora es necesaria una aplanación radical del corazón de la gente.

La Orín habla en el mismo sentido: alejar de nuestro corazón todas las preocupaciones que puedan impedir no tanto que Dios venga, sino que llegue hasta nosotros. El viene, pero puede pasar a nuestro lado, si no encuentra acceso. Alguien puede entender esto en un sentido individual. Pero no solo eso. Vale también para la sociedad. Nadie es una isla. Debemos ale­jar los obstáculos del hombre y de las estructuras que lo condi­cionan. Renovación interior de cada uno y de nuestra sociedad, son las condiciones que nos impone la llegada del reino, a medio plazo.

Por tanto, el reino no obra sin nosotros. No somos nosotros los que lo hacemos, pero le ofrecemos condiciones para implan­tarse, como un gobierno ofrece condiciones para que se im­planten industrias extranjeras. Solo que, en el caso del reino, podemos contar con las ganancias de la inversión... Estas ganan­cias son "el fruto de la justicia" de que habla Pablo (Flp 1,11; 2aLt). El reino de Dios no viene solamente a pedirnos cuentas. Nos lleva a producir, para nuestro bien, lo que Dios ama (pues él nos ama).

El reino ya comenzó su producción entre nosotros, desde la primera venida de Jesús. Pero, queda todavía por completar. Lo que Juan predicó en aquella oportunidad, sigue válido todavía, mientras la obra no esté terminada. Solamente estamos en una condición mejor que la de los oyentes de Juan. Nosotros pode­mos ya contemplar los frutos de la justicia brotados de un ver­dadero cristianismo. Sea ésta una razón más para escuchar su mensaje. En la medida en que transformemos nuestra existencia histórica en fruto del reino, entenderemos mejor la perspeclivu que trasciende nuestra historia, la plenitud cuya cspcnin/.n cele­bramos en cada adviento (OrFin).

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3er domingo de adviento

ALEGRÍA POR LA PROXIMIDAD DE DIOS

CtEnt:: (Flp 4, 4-5) "Alegraos siempre en el Señor, él está cerca". Orín: La alegría de celebrar en la liturgia la esperanza de la venida del Señor. laLt: (So 3. 14-18a) Mensaje a Jerusalén: "El Señor está en medio de ti" - Pasaje

del final de Sofonías. En la base del mensaje central: "El Señor está en medio de ti". Sol' 1) exhorta a la alegría (3, 14- 15): 2) consuela (3. 16-18). Dios revocó su sentencia (la amenaza de los asirios contra Judá, a fines del s VII aC). Ahora es necesario tener valentía. - El profeta pide alegría por la presen­cia de Yavé, rey de Israel. Esta realidad llega a plenitud en Jesús-mesías. - 3, 14-15 cf Fs 12, 6:Za2. 14; 9. 9; Fs 40. 2; 44. 21-23 - 3, 17 cf Dt 7. 21; 20,4; 30. 9; Jr 32. 41; Is 62. 5; 65, 19.

CtMed: (Is 12. 2-3.4bcd.5-6) Alegría; saciedad en las "fuentes de la salvación". 2aLt: (Flp 4. 4-7) "Alegraos siempre en el Señor: él está cerca" - La proximidad de

Dios es razón I) de alegría y 2) de cariño para con todos los hombres. Enviados para llevar la buena-nueva a los pobres y oprimidos, el apóstol, enca­denado (I. 13-26). se alegra con los suyos por la proximidad del Señor. La certeza de estar con Cristo lo hace realmente libre. - 4. 4 ("alegría"), cf Flp I. 4.18.25-26:2, 2.17-18: 3. 1:4. LIO: Rm 12, 12; 14, 17-4 ,5 cf 1 Co 16, 22; Ap22.20:Rm 13, 12; IP4, 7 - cf Col 3. 15; Jn 14.27.

CtAcI: (Is 61. I) "El espíritu del Señor me envió para llevar la buena-nueva a los pobres".

Ev: (Le 3. 10-18) Lo que es la conversión para cada uno - Juan predica y bautiza para la conversión, no solo en sentimientos, sino en hechos: volver al camino de Dios. Le cita ejemplos para tres situaciones (3, 10-14). Exige caridad, justi­cia, humanitarismo. - En 3, 15-18 se muestra la vocación profética de Juan: preparar la venida del "más fuerte", que bautiza en el Espíritu Santo y en el fuego, esto es: los justos y convertidos en la santidad, los impíos en la conde­nación del juicio. - 3, 15-18 cfMt 3, 11-12; Me 1,7-8; Jn 1.25-28.

OrOf: Dios nos da señales que efectúan la participación de la salvación en Cristo. Pref: (adviento I) La venida de Cristo / (adviento II) Anuncio de Cristo por Juan.

CtCom: (Is 35, 4) Animo por la proximidad de Dios. OrFin: Que el sacramento nos purifique del pecado y nos prepare para la celebración

de la venida de Cristo.

Cuando la esperada venida está finalmente por realizarse y todas las señales lo confirman, la esperanza y la preparación se transforma en alegría y júbilo. A corto plazo, la perspectiva de la venida se transforma en anticipación de la presencia. Tal es el espíritu del tercer domingo de adviento. En este año C, se lee el texto que dio su nombre a este domingo: "Gaudete", "Alegraos" (Flp 4, 4-7; 2aLt). El sentimiento de vivir en la presencia del Señor debe producir en el cristiano no solo una profunda ale­gría, sino también un nuevo tipo de relación con sus hermanos humanos: el epieikes, el buen grado, la adecuación en el trato -el cristiano no solo tiene la alegría, sino que es una alegría para quien lo encuentra. ¿Será verdad?

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El Ev de hoy puede ilustrar este fenómeno: en la inminencia de la venida del mesías, los que se dejan envolver por la predi­cación del Bautista, le piden normas de comportamiento. Estas se pueden resumir en una palabra: humanismo, ser gente. Nuevamente, estamos demasiado acostumbrados a estos textos para descubrirles su novedad. Pero, lo normal que se esperaría del profeta y asceta, como es el Bautista, sería: ejercicios de penitencia, ayuno y cilicio. Nada de eso. Repartir lo que te­nemos. Para los recaudadores de impuestos: ser honestos. Para los soldados: no molestar a las personas y contentarse con su sueldo. Ser gente, ésta es la exigencia del momento cuando el reino de Dios se hace presente entre nosotros.

Juan sanciona estas orientaciones proclamando el significa­do decisivo de este acontecimiento y explicando el sentido ver­dadero de su signo sagrado (su "sacramento"), el bautismo. Es una señal del verdadero bautismo, que uno más fuerte que él viene a administrar: el baño en el espíritu y en el fuego. En el espíritu, para los justos, que serán impulsados por el espíritu de Dios, transformados en profetas (cf Jl 3) y santos. En el fuego, para los impíos, que se quemarán como el desecho en la hora de la cosecha. Pues el "más fuerte" ya está con la pala en la mano para limpiar la era...

Sofonías, contemporáneo de Jeremías, en un lenguaje que se aproxima al del segundo Isaías, proclama promesas de sal­vación. Yavé revocó la sentencia contra su pueblo. Los pueblos felicitarán a la "hija de Sión", Jerusalén, o sea, al pueblo de Israel, Porque Yavé se revela en medio de ella como un héroe vencedor (laLt).

Los textos de hoy muestran bien el doble sentido que asume la presencia de Dios en nuestra vida, en nuestro mundo. La pro­ximidad del Santo no es necesariamente terrible y mortal, como sugieren muchos textos del AT. Eso, solamente para el hombre impuro. Para quien se convierte a Dios, su proximidad es conlir-mación, fuerza, razón de alegría. Quien da la impresión de vivir en la presencia de un Dios que lo deprime, dciuiicslrii que tiene una falla en sí mismo. Pero quien se entregó a Dios y «• .siente bien con él, es una alegría para sus hermanos.

Esto vale también para la Iglesia. No podenum «Itulm de que Dios está con ella. /Pero ella estará con DMWV CIIMIMIO rlhi rs un

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peso para los hombres (no por su exigencia de fidelidad y vir­tuosa caridad, sino por su egoísmo grupal, mezquindad, o sea lo que sea), demuestra que la venida de Dios hasta ella no la trans­formó, no fue válida, por así decir.

La alegría de Dios solo se hace palpable en nosotros, cuan­do realmente lo deseamos en nuestro medio. Gran parte de la "tristeza" del cristianismo ¿no será la consecuencia de que los cristianos no quieren realmente a Dios como centro de su vida, de su comunidad, de su "ciudad"? Pienso en un período oscuro de la historia de la Iglesia, el tiempo de Felipe II de España, tiempo de atroz opresión en nombre de Cristo. ¿Por qué? Porque el interés de estos cristianos no era realmente la venida de Cristo, con su buena-nueva liberadora para los pobres (CíAcl), sino la implantación de su propio poder. Era una cris­tiandad ambigua, sin deseo de Dios y, por tanto, sin alegría en servirle. Hoy escuchamos un llamamiento para liberarnos de nuestros egoísmos personales y grupales (Flp 4, 6). Entonces, Dios será reconocible como el que es fuerte en nosotros y en nuestro medio, y nuestra misma existencia y comunidad será el evangelio por excelencia.

4- domingo de adviento C\

LA IRRUPCIÓN DEL MISTERIO DE DIOS EN NUESTRA VIDA

CtEnt: (Is 45. 8) Como rocío del cielo, brota de la tierra el salvador. Orín: El misterio de la encarnación, desde la anunciación hasta la resurrección. laLt: (Mi 5. 2-5a) De Belén saldrá el pastor de Israel - Miqueas no pone a

Jerusalén en el centro de la profecía, sino a Belén, tierra de origen de David. De su dinastía deberá un día brotar el verdadero rey de Israel según el corazón de Dios (el" Mt 2, 6). - 5, 1 cf'Gn35. 19;Rt4. 1I;2S7, 16; Mt 2, 6; Jn 7, 42 -5. 2cf l s7 . 14; 9, 5-6-5, 3cfEz34, 23-24 - 5.4 cfls 9, 6; Ef 2, 14.

CtMed: (Sal 79, 2aC+3b.l5-l6.18-l9) El pastor de Israel. 2aLt: (Hb 10, 5-10) "He aquí que vengo para hacer tu voluntad" - Hb entiende la

muerte de Cristo como la plenitud del culto sacrificial del AT. Todos los antiguos sacrificios prefiguraban el sacrificio de Cristo, que nos santifica una vez para siempre (10, 10). Interpreta el Sal 39, 7-9 en el sentido de la obedien­cia de Jesús para cumplir esta misión, para la salvación de todos nosotros. -10, 5-9 cf Sal 39, 7-9; 50, 18-19; IS 15, 22; Am 5, 21ss; Mi 6, 8 - 10, lOct'Hb 9. 14-28; 10, 14;Ef5, 2.

CtAcl: (Le 1, 38) "He aquí la esclava del Señor". Ev: (Le 1. 39-45) la visita de María a Isabel - María va a servir a Isabel; en ellas,

se encuentran por primera vez el precursor y el mesías; realización de Le 1, 15: desde el seno materno el espíritu impulsa al hijo de Isabel. Esta entiende la

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señal, y alaba la fe de María y al fruto de su vientre. María entona el canto de acción de gracias a Dios. - Las dos partes del diálogo forman parte de las más queridas oraciones del pueblo cristiano: el avemaria y el magníficat. - 1, 42 cf Je 5. 24:Jdt 13. 18 - 1.45cf Le 1. 26-38; Jn 20. 29; Rm 4, l"7 - 1, 46-47 cf 1S 2. I;ls6l. 10: Ha 3, 18.

OrOf: Que el espíritu, que llevó la vida al seno de María, santifique las ofrendas. Pref: (adviento II) "Aquel a quien la Virgen esperó... Juan anunció...".

CtCom: (Is 7. 14) La Virgen concebirá "al Dios-con-nosotros". OrFin: La eucaristía, prenda de eterna redención, nos prepare para celebrar el misterio

de la navidad.

Si, en el domingo anterior, se podía decir que los rayos "sol iustitiae" ya abrasaban el horizonte, la liturgia de hoy, rodeada por las antífonas "O" ', lo deja abrir las nubes en la madrugada. Irrumpe en nuestra humanidad, de manera indescriptible y fasci­nante, la actuación definitiva del amor de Dios.

La Orín evoca todo el misterio de la salvación, desde la anunciación del ángel a María hasta la resurrección de Cristo. Lo que celebramos en navidad, no es solamente el nacimiento de un niñito, sino la irrupción de la obra de Dios como rea­lización definitiva de la historia humana.

La laLt tiene el efecto de un aperitivo. Evoca la paradoja del minúsculo municipio de Belén, pero que es grande por causa de Yavé, que cumplirá su promesa de llamar nuevamente un "pastor" de la casa de José (papá de David). La pequeña ciudad se convierte en signo del plan inicial de Dios ("sus orígenes se remontan a los tiempos antiguos"; Mi 5, 1). No es la grandeza según los criterios humanos la que es decisiva para Dios. Esto se demuestra plenamente en el misterio que se manifiesta en María.

El evangelio de hoy abraza dos extremos: la humildad de una sierva, que va a ayudar a su prima en los últimos meses de su embarazo, reforzada en esta disponibilidad por estar ella tam­bién embarazada; y la grandeza de su Señor, que ella exalta en el júbilo del magnificat. Esta "complectio oppositorum" revela el misterio de Dios en ella. Su prima Isabel, o mejor su hijo, todavía en su vientre, se convierte en portavoz de este misterio. Pues él es profeta, "llamado desde el vientre de su madre". Saltando en el seno de su madre, señalaba al salvador escondido

1. Sugerimos que se busque un modo de aprovechar las tradicionales "antífonas O" (17 a 23 de diciembre), por su densidad simbólica y valor musical.

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bajo el corazón de María. E Isabel traduce: "Tú eres la mujer más bendita del mundo y bendito es también el fruto de tu seno... Feliz eres tú, que creíste". Isabel sabe que el misterio de Dios solo se realiza en donde es acogido en la fe, en la confian­za puesta en él. Esta fe no es un frío e intelectual amén a oscuri­dades lógicas, sino un enganche personal en una obra cuyas dimensiones se desconocen. Un riesgo. Una jovencita del pueblo lleva en sí al restaurador de la humanidad. Pero María conoce el modo de obrar de Dios. Lo demuestra el magnificat (y sería bueno leer el texto completo). Dios realiza sus grandes obras en los que son pequeños, porque no están llenos de sí mis­mos y le dejan espacio. El espacio de un útero vaginal. El espa­cio de una disponibilidad despojada de sí.

El mismo enviado de Dios confirma este modo. "He aquí que vengo a hacer tu voluntad". Esta frase del Sal 39 se realiza en plenitud en el siervo por excelencia, Jesús, que viene al mundo para hacer superfluos todos los sacrificios y holocaustos, pues él mismo inmola de manera insuperable su existencia en favor de sus hermanos (2aU).

Servicio y grandeza, dos aspectos inseparables del misterio de Dios, cuya manifestación celebramos dentro de pocos días. Es el misterio del Amor. Claro que amor es una palabra humana. Dios es siempre más de lo que podemos decir. Pero si el amor es la fuerza más grande del mundo de los hombres (sea amor del hombre, sea amor del poder o de la voluptuosidad, es una fuerza), el amor auténtico saca su fuerza de la donación. Es un sentido infinitamente superior, se puede decir eso también de Dios. Lo que sucedió en Jesucristo nos lo revela. Este amor de Dios para con los hombres sobrepasa lo que entendemos por el término del amor, pero es un amor verdadero, comparable casi con el amor conyugal, cuando es auténtico. Los cielos que fecundan la tierra. Dios que cubre a una humilde criatura con su sombra. La liturgia no les tiene miedo a estas imágenes. Fecundada por el rocío del cielo, la tierra se abre para que brote el salvador.

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Tiempo de navidad (desde la vigilia de navidad hasta

el bautismo de nuestro Señor) — ver Año "A"

Miércoles de ceniza — ver Año "A"

ler domingo de cuaresma

JESÚS RESISTE A LA TENTACIÓN

CtEnt: (Sai 90. 15-16) "Cuando mi siervo clame, lo escucharé". Orín: Por la cuaresma, comprender mejor el misterio de Cristo y conformarle más

nuestra vida. laLt: (Dt 26. 4-10) £7 credo del israelita - Oración de la ofrenda de la cosecha, pro­

fesión de fe de Israel en Yavé, que libró a Israel de la pobreza y de la opresión de Egipto y lo introdujo en la tierra prometida. Todo israelita entiende la histo­ria de Israel con Dios como su historia personal y sabe que está llamado a dar una respuesta: un canasto lleno de frutos de la tierra prometida, pero también la alegría por todo lo que Dios da (26, 11).- cf Dt 6. 20-23; Jos 24, 1-13: Ne 9, 7-25.

CtMed: (Sal 90. 1-2.10-11.12-13.14-15) "Los ángeles te llevan, para que no hieras tu pie".

2aLt: (Rm 10. 8-13) El credo del cristiano - Si la fe de Israel se resume en: "Yavé liberó a Israel de Egipto", la del cristiano en: "Dios resucitó a Jesús de entre los muertos" {Rm 10. 9). Y a eso corresponde la proclamación: "Jesús es el Señor". Esta fe no se proclama de labios para afuera; debe venir del corazón, del más íntimo sentir y pensar, de la totalidad de la persona (10. 9). El lugar de esta fe es la comunidad, pero también el mundo entero, pues todos tienen el mismo Señor (10, 12). Pero solo lo podrán reconocer si se les transmite el mensaje de manera fidedigna. - 10, 8-9 cf Dt 30, 11-14; ICo 12. 3; Rm I. 4; Flp 2. 9-11 - 10. 11 cf Is 28, 16: Rm 9. 33 - 10. 12 cf Rm 3, 29; Ga 3, 8; Col 3, 11-10, 13 cf JI3. 5: Hch2, 21; 4, 12.

CtAcl: (Mt 4, 4b) "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".

Ev: (Le 4. 1-13) La tentación de Jesús - 40 es un número lleno de recuerdos: los años de Israel en el desierto, de Moisés y Elias en el monte, los días de Jesús en el desierto, confirmando su fe y fidelidad a Dios, con la fuerza del espíritu y la inteligencia de las Escrituras, contra la tentación del antagonista. Lucas ve detrás de este primer combate toda una guerra: Satanás deja a Jesús "hasta el tiempo determinado", el tiempo de la gran prueba, cuando Satanás tomará po­sesión de Judas y tentará a Jesús en el jardín de los olivos. Pero será también el momento de la victoria de Jesús. - cf Mt 4, I -11; Me 1. 12-13-4, I -4 cf Le 3, 22; 4. 18; Nm 11. 34; Sal 94, 10; Dt 8. 3 - 4, 5-8 cf Jn l2 .3I ;Dl6. 13-4,9-12 cfSal90, 11-12; Dt 6, 16-4, 13 cf Le 22, 3.53.

OrOf: Que nu-'slra vida se mezcle con los dones por los cuales celebramos el comienzo del camino hacia el sacrificio pascual.

Pref: (propio) Aprender de Jesús a vencer al tentador ilc nuestra fe. CtCom: (Mt 4, 4) "No solo de pan vive el hombre. " / (Sal 90, 4) Protección junto a

Dios. OrFin: Fortalecidos en nuestra fe, esperanza y amoi, piiKiiiar vivir de Cristo, palabra

de la boca de Dios.

40

Comenzamos el "tiempo de cuarenta"... Al ofrecer, en la primavera, las primicias de la tierra —en Palestina la primavera comienza en marzo— el israelita recordaba los cuarenta años pasados en el desierto, bajo la firme conducción de Yavé, su "héroe", conclusión de la peregrinación que Abrahán había comenzado en los albores de la historia del pueblo. El "tiempo de cuarenta", fue el auge de la fe de Israel. Nunca más podría olvidarlo. Fue el tiempo de la liberación de la esclavitud. Para ser liberado de la esclavitud, vale la pena atravesar el desierto durante cuarenta años. Toda una generación: el pueblo salió renovado. Todo eso, el israelita lo recordaba anualmente, al ofrecer sus primicias a Dios {laLt).

El cristiano, al presentarse delante de Dios, sea en la comu­nidad reunida en asamblea, sea en el silencio de su corazón, recuerda otra liberación: la que liberó a Jesús de la muerte y lo hizo pasar a la gloria, el "paso" no del ángel exterminador, sino de Cristo, que significa también nuestro paso de la muerte a la vida. "Jesús es el Señor... Dios lo resucitó de entre los muertos" (Rm 8, 10; 2aLt). Para poder proclamar esta fe, en la noche del "nuevo día", pascua, el cristiano pasa un "tiempo de cuarenta", para salir completamente renovado.

Jesús pasó también su "tiempo de cuarenta" (Ev). Revivió toda la historia del pueblo. Conoció la tentación del hambre (cf Nm 14), pero recordó la enseñanza de Dios: "No solo de pan vive el hombre" (Dt 8, 3). Conoció la tentación del becerro de oro, o sea, adorar a un falso dios, que da riqueza (cf Ex 32); pero respondió con la palabra de Dios: "Solo a Dios adorarás" (Dt 6, 13). Conoció la tentación más refinada que se pueda imaginar, la de manipular el poder de Dios para abreviar su camino; pero la experiencia de Israel, resumida en el Dt, le ofrece nuevamente la respuesta: "No tentarás al Señor tu Dios" (Dt 6, 16). Jesús venció al tentador en su propio terreno, el desierto, en donde viven las serpientes y los escorpiones, en donde Dios probó a Israel, pero también Israel había puesto a prueba a su propio Dios (Sal 94, 9). Jesús no tentó a Dios, pero venció al tentador. Por lo menos por ahora, pues la gran tentación quedó para la "hora determinada" (cf Le 22, 3.31-39).

En Le, Jesús es el gran orante, el modelo del fiel. Jesús resistió a la tentación de tentar a Dios: señal de su gran confian-

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za en el Padre. Profesa la fe en el único Dios como regla de su vida. Se alimenta con la palabra que sale de la boca del altísimo. Nuestra cuaresma debe ser un estar con Jesús en el desierto, para, con él, dar a Dios el lugar central de nuestra vida. Como él, con él y por él, pues dando a Jesús el lugar central, es como se lo damos también a Dios. En este sentido, la cuaresma es realmente, "ser sepultado con Cristo", para, en la noche pascual, resucitar con él.

Le presenta las tentaciones en un orden diferente al de Mt (cf año A). En Mt, la parte principal está en la tentación de ado­rar al demonio. En Le, el "transporte" a Jerusalén. Ahora bien, todo el evangelio de Le es una migración de Jesús a Jerusalén. La última tentación es la "tentación de Jerusalén". Jesús resiste. Resistirá también el "ataque decisivo" en la misma ciudad de Jerusalén. Las tentaciones prefiguran el camino de Jesús. Por eso es tan importante que nos unamos a él en este "tiempo de cuarenta": debemos hacer una prueba para toda nuestra vida.

Es lo que recuerda la Orín: conformar nuestra vida con la de Cristo. El CíMed trae el Sal 90, salmo que inspiró a Satanás para la última tentación. Pero este mismo salmo tiene en sí la respuesta a Satanás: la ilimitada confianza en Dios.

2- domingo de cuaresma s>

JESÚS TRANSFIGURADO: PERSPECTIVA DE LA VICTORIA

CtEnt: (Sal 26, 8-9) "Tú rostro busco. Señor: no desvíes de mí lu rostro / (Sal 24, 6.3.22) "Líbranos de toda angustia".

Orín: Que Dios nos alimente con su palabra, para que. purificada nuestra mirada de fe, nos alegremos con la visión de la gloria.

laLt: (Gn 15, 5-12.17-18) La alianza de Yavé con Abrahán - El Dios de Abrahán anda con él, le promete descendencia y tierra, y Abrahán le cree. Pero el cumplimiento se hace esperar. Abrahán pide una señal (15. 8). 1.a señal es la alianza, un pacto sellado con el paso de Yavé (en forma de luego) en medio de las dos mitades del animal sacrificado (cf Jr 34, 18). Abrahán abandona las certezas humanas y confía su futuro a Dios. Su fe es esperan/a 15, 5-6 cf Gn 22, 17; Dt I, 10; Hb 11, 12; Rm 4; Ga 3, 6-7 - 15. 13-16 ti IIch 7, 6-7; Ex 12, 40;Ga3. 17;Hch 13,20- 15, 17-18 cf Sal 104, II; Si 44, 20 23.

CtMed: (Sal 26, 1.7-8a.8b-9abc.l3-14) Esperanza en Dios, luz y salvación. 2aLt: (Flp 3. 17-4, I ó 3, 20-4, I) Nuestra transformación segun el modelo de la glo­

rificación de Cristo - Perturbaron la comunidad de l'ihpos hombres que Pablo tacha de "enemigos de la cruz de Cristo" (3, 18): nenie confiada en aspectos corporales (¿judíos con manía de circuncisión o helenistas que no saben qué hacer con el cuerpo? cf 3, 19). Visión de Pablo: nuestro cuerpo es poca cosa,

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pero Cristo lo transformará igual al suyo. Nuestra patria está cerca de él. Eso significa un desafío para nuestra vida presente: la relativiza y la eleva. - 3, 17 cf ICo 11.1; 2Ts 3. 7-9 - 3, 19 cf Rm 16, 18; Ga 2, 12 - 3, 20-21 cf 2, 6; Col 3, 1-4; Rm 8, 23.29-30; ICo 15, 47-49.23-28.

CtAcl: (Le 9, 35) "Este es mi hijo amado: escuchadlo". Ev: (Le 9, 28b-36) Transfiguración de Jesús - Jesús anunció su muerte y resurrec­

ción (9, 22): su transfiguración significa lo mismo: hablando de su subida a Jerusalén (para morir allí). Jesús se revela como el hijo del hombre glorioso, para que los discípulos, más tarde, en Getsemaní, lo puedan reconocer como el siervo sufriente de Yavé. Pero el "éxodo" de Jesús, que se debe completar en Jerusalén (9, 31), los discípulos lo entenderán solamente cuando el resucitado les abra los ojos (24. 25-26). La voz desde la nube testimonia a Jesús como "el hijo", el elegido, el único que tiene la palabra decisiva en la vida de la gente (9. 35). El está en la nube, el "vehículo" de Dios (en el desierto) y del hijo del hombre (al final de los tiempos). - cf Mt 17, 1-9; Me 9, 2-10 - 9. 28 cf Le 5, 16:6. 12:9. 18; 11. 1 - 9. 31. cf Le 9. 22: 13. 33 - 9, 32 cf Le 22, 45-46: 2P 1. 16-18; Jn I, 14 - 9. 35 cf Le 3. 22; Sal 2. 7; Is 42. I.

OrOf: Que la ofrenda expíe nuestras faltas y nos santifique para la celebración de la pascua.

Pref: (propio) Jesús, habiendo anunciado su muerte, muestra el esplendor de su glo­ria final.

CtCom: (Mt 17. 5) "Este es mi hijo amado: escuchadlo". OrFin: Todavía en la tierra, participar en las cosas del cielo.

Nuevamente el camino de Jesús y la anticipación de su tér­mino en Jerusalén forman, dentro de la teología de Le, el cuadro de referencia para la interpretación del evangelio de hoy. Un poco antes de emprender resueltamente el camino de Jerusalén (Le 9, 51), Jesús, "en oración" (motivo típico de Le: Jesús mo­delo del orante), tiene una entrevista con Moisés y Elias, los representantes de la "ley y los profetas", o también, los precur­sores escatológicos (cf MI 3, 22-24). Ellos hablan con él del "éxodo", que él ha de "cumplir" en Jerusalén (Jesús repite la historia del pueblo: cf domingo pasado). Este "éxodo" es el paso a su glorificación, como insinúa 9, 51 ("los días de su arreba­tamiento"). Jesús está para terminar su éxodo, el camino que el Padre le proyectó. El Padre está presente, en la "nube" (como Dios en el desierto). Con más claridad que en los signos "co­munes" de Jesús, el Padre quiere revelar a los discípulos que él es su hijo amado (su "siervo"), a quien debemos obedecer, esto es, de quien debemos hacernos discípulos y seguidores. En su camino hacia la gloria, camino que se recorre por la cruz (Je­rusalén), Jesús es señalado en la forma "consumada", gloriosa, para que sus seguidores se fortalezcan en su fe y confianza.

Dios da señales para que creamos. Sin embargo, estas señales no son la plena visión, pues si lo fueran, ya no necesi­taríamos creer. Lo mismo hizo Dios con Abrahán. Abrahán

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había asumido su camino en la obediencia de la fe (Gn 12). Pero no tenía descendencia, Dios le juró que tendría descendencia, y Abrahán creyó, lo cual le fue imputado como justicia (15, 6; laLt). La señal de la promesa es un sacrificio, pero el "trabajo" no es nada fácil: los urubús están aparentemente más interesa­dos que Dios, y Abrahán tiene que esperar, cansado, la puesta del sol y la oscuridad, para ver pasar a Dios como un fuego devorador entre los pedazos de la víctima. En este momento, Yavé hace alianza con Abrahán.

Alianza y promesa en el camino. ¿Será necesario empezar a caminar, para tener esta experiencia?

Lo que se alcanza a ver en la glorificación de Cristo, no es solo su propia victoria en Jerusalén, sino nuestro destino final. Los apóstoles no entendieron esto: querían construir en el monte Tabor tres tiendas para permanecer con Jesús en su gloria. Todavía no sabían que el camino de la resurrección pasaba por la pasión (cf Le 24, 46). Pero tampoco sabían que también ellos tendrían que seguir este camino hasta el fin, para llegar a su vic­toria y consumación en la gloria. "Nuestra patria está en el cielo", responde Pablo a los que se quedan en cuestiones mate­riales, ¡cuyo dios es el estómago! (Flp 3, 19-20; 2aLt). Nuestra patria está en el cielo: de ahí esperamos la venida de Cristo, para, con él, ser transfigurados en la gloria de su cuerpo trans­formado. El lenguaje de Pablo deja entrever una polémica con un concepto desviado de la corporeidad. No nuestro cuerpo material, sino el cuerpo glorioso de Cristo, que con su poder transforma el nuestro: he aquí nuestro destino, nuestra honra.

En este conjunto se encuadra maravillosamente el CtMed: buscad el rostro del Señor (cfCtEnt). Pero para ver el rostro del Señor, necesitamos un ojo puro (cf 5, 8; 6, 22-23). Solo un ojo puro puede ver a Dios. "Spiritali purificato intuito, gloriae tuae laetemur aspectu": que Dios purifique "nuestra mirada espiri­tual", para que podamos contemplar su gloria (Orín): ésta es la gran petición que podemos hacer en este momento, en el que somos invitados, en medio del camino, a contemplar su glorioso destino y retomarlo con renovado ánimo.

Hace unos años se hablaba mucho de Teilhard de Chardin. Este sacerdote y paleontólogo pretendía dirigir nuestra mirada a la plenitud del universo en Cristo (idea bastante paulina: cf Col

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1, 15-20). Actualmente los teólogos de la praxis política (de la liberación) quieren llevarnos a utopías socio-económicas, para darnos una perspectiva de esperanza y una razón de fe. Todo eso puede ser útil, así como Yavé quiso dar una señal a Abrahán y a Jesús, una intuición de la gloria a sus discípulos. Pero no hagamos de eso ahí nuestras "tres tiendas": solo son visiones para animarnos en un camino que solo la fe ilumina.

3er domingo de cuaresma ^

DIOS ES FUEGO, PERO TIENE PACIENCIA

CtEnt: (Sal 24. 15-16) "Tengo los ojos siempre lijos en el Señor" / (Ez 36, 23-26) Conversión, purificación y reunión escatológica del pueblo.

Orín: Dios es el autor de toda la bondad; que él nos libre del peso de nuestra con­ciencia.

laLt: (Ex 3. I-8a. 13-15) Dios en la zarza ardiendo - Ex 3, 1-8: manifestación de Dios en el Horeb y vocación de Moisés para liberar a Israel y concluir la alian­za en su nombre. La revelación a Moisés se interpreta como la continuación de la revelación a Abrahán, Isaac y Jacob. Esta "historia de la salvación" se com­pleta en Cristo, en la nueva alianza. - 3. 13-15: revelación del nombre del "Dios de los padres": "Yo soy quien soy". Yavé está ahí, y el hombre puede contar con él, y su presencia cambia la historia. - cf Ex 6. 2-13; Hch 7, 30-35 -3, 1-8 el' Is 6; Jr 1; Dt 33. 16; Ex 19, 12; 33, 20; Jos 5, 15 - 3, 13-15 cf Gn 4, 26; 17. 1; Is 42, 8; Jn 17, 6.26; 8, 24.

CtMed: (Sal 102. 1-2.3-4.6-7.8+1 l)Lajusticiade Dios es fuerzay misericordia. 2aLt: (ICo 10. 1-6.10-12) Teología de la historia: las lecciones del éxodo - Pablo

saca las lecciones de la historia de Israel: el paso por el mar Rojo, el maná, el agua de la roca, todo eso seríala a Cristo, el nuevo Moisés, y los sacramentos que dan alimento al nuevo pueblo de Dios. Pero ni el bautismo, ni la eucaristía garantizan la salvación mecánicamente, sino que exigen al hombre la respues­ta diaria de la fe, actuante en la caridad. - 10, 1-6 cf Ex 13, 21-22; 14, 15-31; 16,4-35; 17, 5-6; Nm 20, 7-11 - 10, 10-12 cfNm 17. 6-15; Rm 15,4.

CtAcl: (Mi 4. 17) "Convertios: el reino de Dios está cerca". Ev: (Le 13. I -9) La necesidad de conversión y paciencia de Dios - Jesús acaba de

enseñar la necesidad de conversión (12, 35-39). Ahora se refiere a dos catástrofes: no sucedieron por ser las víctimas más pecadores que sus oyentes, sino que son un llamamiento porque les pueden suceder otras cosas peores, si no se convierten (13. 3.5). Pero Dios tiene paciencia. Si todavía no hay con­versión, hay una oportunidad más. Pero un día, el árbol que no da fruto, será cortado (13. 6-9). - 13, 1 -5 cf Jn 9, 3; 8, 24 - 13. 6 cf Mt 21, 19.33-44.

OrOf: Ser perdonado y perdonar. Pref: (cuaresma I) Preparación por la penitencia.

CtCom: (Sal 83, 4-5) Hasta el pájaro encuentra abrigo junto ai altar de Dios. OrFin: Saciados en la tierra con el pan del cielo, manifestar en nuestra vida lo que el

sacramento realizó en nosotros. (Obs: se pueden tomar las lecturas del año A).

Después del episodio de la tentación y de la transfiguración, que, cada año, abren el "tiempo de cuarenta días", la liturgia,

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este año, nos hace contemplar con más atención el tema de la conversión. En los años anteriores, los enfoques específicos de la cuaresma fueron respectivamente la catequesis bautismal y el cristocentrismo. Le pone su acento específico en la cuaresma del año C. Le es el evangelista de la gracia, de los pobres y de los pecadores. Para recibir la gracia, que nos renueva, debemos ser conscientes de ser pecadores. Para eso sirven los próximos domingos. Pero, al mismo tiempo que nos hacen tomar concien­cia de nuestro pecado, nos muestra también la perspectiva de la gracia y del perdón de Dios, nuestro Padre (Ev).

Las dos primeras lecturas, como también la primera parte del evangelio, sirven para colocarnos en un espíritu de "temor del Señor". Asistimos a la grandiosa revelación de Yavé a Moi­sés, en la zarza ardiente. Dios está en fuego inaccesible. Dios devora a quien se aproxima a él. "Quítate las sandalias: la tierra en donde estás es santa" (Ex 3, 5). Dios está en ardor, porque vio la miseria de su pueblo y oyó su clamor. Moisés será su enviado para revelar a Israel su liberación y al faraón la cólera del Señor. ¿Y en nombre de quién deberá hablar? En el nombre de: "¡Yo estoy ahí!". "¡Puedes contar conmigo!" (3, 15).

Dios está ahí, con su poder y su fidelidad, pero también con su justicia. Pablo nos enseña la "lección de la historia" de Israel. Ellos tenían la promesa, los privilegios, la protección de Dios. Todos los israelitas experimentaron en el desierto la mano de Dios que los conducía. Todos fueron saciados con el alimento celestial y saciaron su sed con el agua de la roca (que significa el mesías). Sin embargo, la mayoría de ellos fueron rechazados por Dios, debido a su dureza de corazón (cf Nm 17, 14). En vista del fin de los tiempos y del juicio, Pablo exhorta a sus lec­tores para que aprendan la lección (ICo 10, 1-6). Pues, quien ya leyó la ICo, sabe que los corintios no eran tan inocentes...

Le 13, 1-5 es, si es posible, más explícito todavía. Dentro de la concepción mágica, bastante común también entre nosotros, de que las catástrofes son castigos de Dios, los judíos pregun­taron a Jesús qué mal habían cometido los galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de sus víctimas, cuando fueron a presentar su ofrenda en el templo de Jerusalén; y las dieciocho personas que murieron porque cayó sobre ellas la torre de Siloé. Jesús responde: "La cuestión no es saber qué mal ellos cometieron; la

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cuestión es que ustedes mismos no se deben considerar exentos de castigo, por ser buenos judíos; les digo: ¡Si no se convierten, correrán la misma suerte!".

¡Las catástrofes no son castigos, sino exhortaciones! Y no sirve de nada pertenecer al grupo de los "elegidos" — los judíos en el desierto, los fariseos del tiempo de Jesús, o los "buenos cristianos" hoy. ¡El asunto es convertirse! Pues cada uno des­cubre algo por enderezar, cuando se coloca ante el rostro de Dios. O mejor, en todo lo que hacemos y somos, aun en nuestras acciones y actitudes más dignas de alabanza, descubrimos las huellas de nuestro egoísmo y falta de amor, cuando nos ponemos a la luz de la "zarza ardiente". Solo Dios es santo. Por eso, todos nosotros debemos convertirnos, siempre.

Si, hasta ahora, la liturgia nos inspiró el temor del Señor, el último trozo del evangelio nos trae el mensaje, tan característico de Le, de la misericordia de Dios (cf ClMed), que se muestra, esta vez, en forma de paciencia (en los próximos domingos en forma de perdón). El árbol que no da fruto, puede durar un año más, ¡pues, tal vez se convierta! Pero, algún año será el último...

Las oraciones, sobre todo la Orín y la OrOf, nos hacen tomar conciencia de la necesidad de pedir perdón; ¡pues nuestra conciencia está hablando en el mismo sentido de Jesús en el evangelio!

4-domingo de cuaresma ¿^

LA ALEGRÍA DE LA RECONCILIACIÓN Y RENOVACIÓN

CtEnI: (Cf Is 66, 10-11) "Alégrate, Jerusalén"; alivio en la fuente de la consolación divina.

Orín: Con dedicación generosa y fe alegre, correr al encuentro de la pascua que se aproxima.

laLt: (Jos 5, 9a.10-12) Los israelitas se alimentan con pan nuevo, de la tierra prometida - Entrar en la tierra prometida fue algo más que una hazaña militar; fue la entrada en la vocación específica del "pueblo de Dios". El tiempo ante­rior era la esclavitud, vergüenza (5, 9). Ahora comienza una realidad nueva, celebrada por el pan nuevo (ázimo): los israelitas reciben la patria prometida a los padres y vivirán en ella mientras permanezcan fieles al Dios de la promesa. Alimentarse con el trigo de Canaán es una señal de la eficacia de la alianza. - 5, 9a (Gálgala) cf Jos4, 19-20; 5, 13-15-5, 10.12 cf Ex 12; 2R 23, 22; Ex 16,35.

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CtMed: (Sal 33. 2-3.4-5.6-7) La alegría de experimentar la presencia de Dios. 2aLt: (2Co 5, 17-21) El misterio de la reconciliación - Dios nos hizo hombres

nuevos: Pablo lo experimentó en su propia vida. La "palabra de la reconci­liación" modifica radicalmente la condición humana. Somos regenerados, re­creados. Pablo quiere que todos participen de esta reconciliación, puesto que ella costó bastante: Dios hizo que su hijo participara de la consecuencia del pecado, para que nosotros participáramos de su justicia. - 5. 17- 21 cf ICo 12, 13; 2Co5. 14-15: Ga 6. 5; Col 1. 15-20- 5. IScl'Rm 5. 8-10-5. 21 cf Is 53. 5-12: Rm 8. 3; Ga 3, 13; Un 3, 5; 1P2. 24.

CtAcl: (Le 15. 18) Confesar su pecado al Padre. Ev: (Le 15. 1-3.11-32) El hijo pródigo: alegría por la reconciliación - En el con­

texto de la comunión de mesa con ¡os pecadores. Jesús narra las parábolas de la oveja descarriada, de la moneda extraviada, del hijo pródigo. Jesús se alegra por !os pecadores que se convierten. El hermano mayor representa la "justicia" vista con ojos humanos (bastante mezquinos). Sólo se puede alegrar con la observancia del orden. Pero Dios se alegra con la nueva creación que se realiza con la reconciliación: el que estaba muerto, volvió a vivir (15. 32) - 15. 19 cf Is 55. 6-9: Jr 3. 12- 15. 20 cf Is 49. 14-16- 15. 31-32 cf Un 4. 10-11.

OrOf: Con alegría, ofrecer el sacrificio que cura el mundo. Pref: (cuaresma I) "... esperar con alegría la pascua, preparándose con la peniten­

cia...". CtCom: (Le 15. 32) "Debes alegrarte, pues tu hermano, que estaba muerto, revivió" /

(Sal 121. 3-4) Alegría de subir al templo. OrFin: Pensar en lo que agrada a Dios y servirlo con todo el corazón.

(Obs: se pueden tomar las lecturas del año A).

Hoy es "laetare", día de las rosas en Roma y día de alegría en medio de la penitencia (cf comentario año A). ¿Cómo combi­nar alegría y penitencia? La penitencia tiene como finalidad la alegría. Porque tiene como finalidad a Dios mismo. La peniten­cia, en el AT, se llama "regreso". Lo que esto significa, nos lo describe el maestro-narrador Lucas, en la parábola del hijo pródigo (Ev). El hijo pródigo se fue lejos, lejos... geográfica y afectivamente (para no hablar de la moral). Pero sintiendo la falta del amor auténtico de su padre, regresó, indigno ante sus propios ojos de ser llamado hijo de tan bondadoso padre. Re­greso a su casa. Este regreso fue una alegría: en primer lugar pa­ra el Padre. Este es el misterio del domingo "laetare". Mientras nosotros estamos todavía impresionados con nuestras inconstan­cias, egoísmos, rechazos pasados, Dios ya ve la vida que brota en nosotros, y se alegra. Lo que estaba muerto, vuelve a vivir; lo que estaba perdido fue encontrado (Le 15, 32; cf 19, 10).

La 2aLt nos ayuda a penetrar en el sentido de estas palabras finales del padre del hijo pródigo: la reconciliación (en Cristo) es una nueva creación. Lo viejo pasó, todo es nuevo (2Co 5, 17-21). Al leer estas palabras, escuchamos en nuestros oídos el eco de la laLt: Israel puede olvidar ahora lu vergüenza de la esclavi-

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tud en Egipto. Entran en la tierra prometida. El décimo día del primer mes pasan el Jordán; el décimo cuarto día celebran el "paso", la pascua, con pan nuevo, pan sin el antiguo fermento, pan de la tierra prometida. Todo es nuevo (cf ICo 5, 7-8). La vergüenza de nuestro pecado ha quedado borrada. Dios mismo hizo "pecado" a su hijo (que no conoció el pecado), para que nosotros quedáramos sin pecado (2aLí).

Para muchas personas, todo eso parece demasiado fácil. Primero "ese sin vergüenza" disipa todo, después vuelve a casa y Dios arregla y olvida y todo queda bien de nuevo. Es demasia­do fácil y, además, injusto (pues, implícitamente, quien habla así está diciendo que él mismo hizo todo derechito y no ganó nada por eso). Quien habla así, no entiende nada de Dios. Dios no es un fiscalizador. Es un creador. El creó sin estar debiendo nada a nadie. Tampoco queda debiendo al pecado que nosotros cometemos, cuando decide re-crearnos. Basta que lo dejemos obrar. Y este "dejar a Dios obrar" es, precisamente, la conver­sión. Y es precisamente lo que el hijo mayor no hace. ¡No le da a Dios la alegría de hacer una nueva creación!

La conversión de un pecador es difícil. Exige que él quiera salir de sí mismo. Pero más difícil es la conversión de quien se considera justo. Entonces, ¿será mejor ser pecador? Yo hasta diría que sí, en cierto sentido: es mejor ser auténtico en su de­sobediencia y egoísmo, y hacer lo que se tiene por dentro, que, por miedo o por implícito cálculo de compensación, ocultar sus tendencias profundas y permanecer endurecido por el hecho de estar siempre esforzándose...

Ahora bien, la mayoría de los fíeles que vienen a nuestras iglesias están en la posición del hijo mayor (los otros no vienen a nuestras iglesias, y son muy pocos los que van a buscarlos en donde están). La tarea de la catequesis litúrgica para este domingo es, por tanto, bastante difícil: ¿cómo quitar el callo de la autosuficiencia de los corazones de los buenos cristianos? Y si esto no sucede, no podrán participar de la alegría del "laetare"... "Ilumina, Señor, nuestros corazones con el esplen­dor de tu gracia" (OrFin).

49 4, Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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5e domingo de cuaresma

DIOS ALEJA DE SI EL PECADO DEL PASADO

CtEnt: (Sal 42. 1-2) "Oh Dios, líbrame del impío". Orín: "Caminar con alegría en la misma caridad que llevó a tu hijo a entregarse a la

muerte". laLt: (Is 43. 16-21) Dios realizará nueva salvación - Dios no obró solamente en el

pasado, dice el profeta. Como antiguamente abrió un camino para el pueblo que regresaba de Egipto, así también abrirá un camino para que los desterra­dos regresen de Babilonia. Hará un nuevo comienzo: olviden el pasado. Hasta la naturaleza se pondrá al servicio de la nueva obra de Dios, y el pueblo lo trasmitirá a las «eneraciones finuras. - 43.16-17 cf Is 40. 3: Ex 14. 21-29: Sal 105. 7-12 - 43. Í8-I9 cf Is 65. 17: 42. 9: 48. 6: Ap 21. 5 - 43. 20 cf Is 35. 6-7; Ex 17. 1-7; Sal 77. 15-16-43.21 cf IP2. 9- 10.

CtMed: (Sal 125. l-2ab.2cd-3.4-5.6) "Cuando el Señor hizo regresar a los cautivos, parecía un sueño...".

2aLt: (Flp 3. 8-14) Convenirse y dejarse llevar por la fuerza de Cristo - En su con­versión. Pablo abandona muchas cosas, sobre todo la pretensión de justificarse a sí mismo (por las obras de la ley). ¿Y qué recibió en cambio? El conocimien­to, la experiencia de Cristo crucificado y resucitado. Aun así. sabe que todavía no ha alcanzado la meta. Es necesario ser constantemente arrebatado por la fuerza de Cristo. - 3, 9 cf Rm 3, 21-22; 10, 3-4; Ga 2. 16 - 3, 10 cf Rm 1,4; 6. 4; 8. 17; Ga 6. 17 - 3. 12 cf lTm 6. 12.19: Hch 9. 5-6 - 3. 13-14 cf Le 9. 62: ICo9. 24-27.

CtAcl: (Jl 2, 12-13) "Convertios a mí... soy benigno y misericordioso". Ev: (Jn 8. 1-11) La mujer adúltera - (Pasaje incluido posteriormente en el 4- evan­

gelio, de espíritu muy cercano al evangelio de Le) - Este texto recuerda a Dn 13: los "ancianos" quieren juzgar la virtud de una mujer, mientras ellos mis­mos están llenos de pecado. Pero la mujer de Dn 13 era inocente. La de Jn 8, no; Dios no solamente protege a los justos, sino que salva también a los pecadores, abriéndoles el camino, para que no vuelvan a pecar. El contraste, en esta escena, es entre la farsa de la "justicia" de los ancianos y la misericor­dia de Dios (en Dn 13: la justicia de Dios). - 8. 5-6 cf Dt 22. 22-24: Le 7, 36ss; 20, 20-8,7cfDn 17, 7 -8 , 11 cfEz33. 11; Sal 102. 13-14: Jn 5, 14; 8, 15.

OrOf: Dios nos instruye con su enseñanza: que él nos purifique por el sacrificio de Cristo.

Pref: (cuaresma II): Usar los bienes perecederos para abrazar los que no perecen. CtCom: (Jn 8. 10-11) "Tampoco yo te condeno: vete y no peques más" / (Jn 12,24-25)

El grano de trigo debe morir. OrFin: Seamos siempre contados entre los miembros de aquel cuyo cuerpo y sanare

recibimos. (Obs: se pueden tomar las lecturas del año A).

En las tres lecturas de hoy, encontramos el tema de la libe­ración del pasado. "¿No os acordáis del pasado, ni aréis en la cuenta de lo antiguo? Pues bien, he aquí que yo lo renuevo; ya está en marcha, ¿no lo reconocéis?" (Is 43, 18; lalJ). liti la visión del poeta acontece un nuevo paraíso y un nuevo éxodo al mismo tiempo, un camino en el desierto y los unimiilcN aullando la alabanza a Dios: Israel regresa del destierro (Is A \, 19-20). iil pueblo proclama lo que Dios hace (43, .'.(I): "Cumulo el Señor

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recondujo a los desterrados de Sión, parecía un sueño" (Sal 125; CtMed).

"Olvido lo que queda detrás de mí, y me lanzo a lo que está por delante" (Flp 3, 13; 2aLt): reflexión de Pablo, cada vez más cerca de la muerte (está en prisión) y de su puerto deseado. Pues delante de él está Cristo, quien lo salvó. Detrás de él queda una vida de fariseo, que él considera como una pérdida, como estiér­col (3, 8), porque lo apartó de la verdadera justificación en Cristo Jesús. De hecho, cuando era fariseo, pretendía justificarse a sí mismo por las obras de la ley. Solamente después que Cristo lo "alcanzó", descubrió que la justicia viene de Dios, que con­cede en Cristo su gracia a los que creen. Aquí notamos que, para Pablo, conversión y liberación del antiguo pecado es más que volver a vivir decentemente— ¡el buen propósito de muchos "buenos cristianos" para la cuaresma!— Es casi lo contrario (pues él vivía "decentemente"). Es dejar a Dios establecer una nueva escala de valores, en su vida. Una nueva escala que tiene como centro: un crucificado. ¿Será que, para nosotros, el centro de nuestra vida es un crucificado? ¿O sólo un crucifijo de oro o de marfil? Cristo clavó en la cruz toda la autosuficiencia hu­mana, para que se realizase, sin impedimentos, la obra de la gra­cia de Dios. ¿Será que nosotros crucificamos nuestra autosufi­ciencia: nuestra voluntad de recuperarnos en vez de perdernos en los brazos del crucificado?

Quien ya perdió todo, tiene más facilidad para ello. El evan­gelio de hoy (actualmente de Juan, pero en realidad un fragmento suelto, cuyo estilo se aproxima mucho más a Le, el evangelista de este año) nos presenta una persona así, que ya no tiene nada que perder, sino la vida; y ésta también estaba casi perdida, pues los "justos" ya tenían las piedras en la mano para apedrearla. ¡Ella había sido sorprendida en adulterio! (Como todavía entre nosotros, hoy, también en la antigüedad judía, el hombre tenía posibilidades para sus aventuras, pero no la mujer. Dicen que un "extra" de un hombre es menos grave, porque su sexualidad es más superficial; los "extras" de la mujer, por el contrario, son verdaderas infidelidades, significan que ella ya no ama a su esposo... Si esta teoría fuera cierta, es la hora de que los hombres aprendan a amar...) Los "justos" piden la opinión de Jesús, pues tenía fama de liberal, en ciertos puntos, y querían cogerlo en con-

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tradicción con la ley de Moisés. Jesús escribe algo en el suelo: ¿la acusación, la sentencia? No lo sabemos. Y responde: "El que no tenga culpa, lance la primera piedra". Y sigue escribiendo: ¿tal vez la sentencia sobre los "justos"? ¿No será él un nuevo Moisés, que escribe una ley que se borra en el suelo, pero que penetra en el corazón? Sea como sea, los "justos" se van, comen­zando por los más viejos. Instintivamente, pensamos en aquellos otros viejos, de Dn 13, que, después de haber acusado a Susana, tuvieron que demostrar cuánta hipocresía y podredumbre la vejez había acumulado en ellos... "¿Mujer, nadie te condenó? Yo tam­poco te condeno. Vete y no peques más". El pasado quedó borra­do, como las palabras en el suelo. Ella es una nueva criatura: de pecadora, pasó a no pecar más. Si hubiese sido apedreada, sería para siempre la pecadora apedreada. Ahora ella "ya no es pecadora". Pero para eso, era necesario que su pecado fuese bo­rrado, que ella quedara libre; y eso sólo Dios lo podía hacer.

Tratemos de reconocer en nosotros esta experiencia de Israel, de Pablo, de la adúltera. La experiencia de estar en nuevas condiciones, por ejemplo, por una auténtica confesión: notaremos que no fuimos nosotros los que nos liberamos, sino la gracia de Dios en el signo eficaz de Cristo. Puede venir también •por otros caminos. Por una invitación a participar en una comu­nidad eclesial de base, que nos ponga en un nuevo ambiente, en una nueva solidaridad. Dios tiene muchos modos para realizar su nueva creación. Démosle una oportunidad.

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Semana santa y pascua

(desde el domingo de ramos hasta el día de pascua) — ver Año A

2- domingo de pascua

PASCUA: NUEVA CREACIÓN

CtEnt: (IP 2. 2) "Como niños recién nacidos..." / (Esdras 2, 36-37) "La gloria de vuestra vocación".

Orín: "El bautismo que nos lavó, la sangre que nos redimió, el espíritu que nos dio nueva vida".

laLt: (Hch 5. 12-16) Adhesión numerosa a la comunidad - Al ver una comunidad realmente fraterna, las personas empiezan a cuestionarse. ¿Qué significa? sobre todo, cuando acompañan a esta comunidad signos especiales. Signos que deben conducir a Jesús de Nazaret. cuya resurrección proclama la comu­nidad (4. 33). - 5. 12 cf Hch 2, 42-47; 4. 32-35: 3. 11 - 5. 14 cf Hch 2. 46-47; 4. 4; 6. 1.7; 9. 31; 11.24-5. 15-16 cf Me 6. 56; Le 4, 40-41: Hch 8, 6-8.

CtMed: (Sal 117. 2-4.22-24.25-27a) La piedra rechazada se convierte en piedra angu­lar.

2aLt: (Ap 1,9-1 la.12-13.17-19) "Yo soy el vivo que estuvo muerto" - Ap 1,9-20 es la maravillosa visión de la vocación del apocalíptico. El hijo del hombre por su traje se caracteriza como sacerdote, rey y juez (I. 13-16). Estaba muerto, y vive. Dispone de tiempos y mundos: le pertenece la última palabra sobre la historia. - Referencia especial al "día del Señor", el primero de la semana, el domingo, día de la resurrección. Como para el visionario, debe ser para el cris­tiano día de encuentro con el resucitado. - 1, 13 cf Dn 7, 13; 10, 5-6; Ez 1. 26 -1, 17cfEz l .28;Dn8, 18; Is 44, 6: Ap 1, 8 - 1, 18 cf Jn 1, 4; 5, 21; Hb 7. 25; Os 13, 14.

CtAcl: (Jn 20, 29) Felices los que creen sin haber visto. Ev: (Jn 20. 19-31) Misión por Cristo resucitado - La resurrección es nueva

creación. Restablece la paz. Nuevamente es dado el espíritu. El hombre debe "quitar el pecado del mundo", prolongando la misión de Cristo (20, 23 cf Jn I. 29.35). La primera generación tuvo el privilegio de ver y palpar al resucitado, que inauguró esta nueva realidad. Las generaciones siguientes tendrán que creer por su testimonio - cf años A y B.

OrOf: Renovados por la profesión de fe bautismal, progresar en el camino de la feli­cidad con Dios.

Pref: (pascua IV) "Hace una nueva creación". CtConi: (Jn 20, 27) "No seas incrédulo, sino creyente". OrFin: Hacer verdadero en nuestra vida el significado del sacramento pascual.

El segundo domingo pascual, domingo de las "vestiduras blancas", acentúa la nueva existencia del cristiano, regenerado por el bautismo (o, por lo menos, por la renovación del compro­miso bautismal). En la laLt, comienzo de una serie de lecturas del AT, esta novedad se manifiesta en la actuación de la primera comunidad cristiana, suscitando admiración por su unión y los signos que la acompañan. El nuevo pueblo de Dios crece rápi-

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damente. El CtMed comenta con razón: la piedra rechazada se convirtió en piedra angular.

La 2aLi es la visión inicial del visionario de Patmos, autor del Apocalipsis. En el primer día de la semana, día de la resu­rrección y también de la asamblea cristiana, él ve a Cristo glo­rioso, el "primero y el último" (1, 17), al "vivo que estuvo muer­to" (1, 18) y que "tiene las llaves de la muerte", o sea, tiene la muerte en su poder (1, 8). Es la aparición de Cristo como Señor del universo. Los tiempos se resumen y recapitulan en él. Al final del libro se manifestará como el renovador del universo.

La novedad de la situación pascual aparece también en el legado que el resucitado deja a su Iglesia: la paz, como don y como misión. La paz es don escatológico por excelencia, la re­novación de la armonía con Dios.

Esta nueva realidad viene en el espíritu, el espíritu del bautismo, el espíritu de Cristo (cf Jn 20, 22; Ev). Esto significa: no es fruto del solo esfuerzo o metodología nuestra. Es un don. Este don se les da a todos los verdaderos fieles, los que se confían a Cristo y en Cristo se convierten en hombres nuevos: los que no se determinan por criterios biológicos o sociológicos, sino que "nacieron de Dios" (Jn 1, 12-13). De modo especial, la liturgia de hoy se refiere a los recién nacidos hijos de Dios {CtEnt, Orín).

A esta novedad podemos dedicar, hoy, una consideración comunitaria e histórica, como lo sugieren especialmente las dos primeras lecturas. La comunidad cristiana aparece, en el mundo, como un mundo nuevo, escatológico (cf los signos). Las per­sonas se adhieren a ella para "salvarse" (en la hora del juicio). En el Ap, Cristo aparece como el Señor de la historia, el "hijo del hombre" de Dn (1, 12). Este Señor de la historia fue muerto. Su muerte se debió a su total solidaridad con la historia humana, en la que se integró, en una praxis auténtica, concientizadora y li­beradora, tratando de restituir al hombre su Dios y a Dios su ley y su pueblo. Su praxis lo llevó al testimonio radical de la muerte (cf Ap 1,4: el testigo Fiel). Ahora, si este Señor, radicalmente solidario con nuestra historia, por nosotros y con nosotros enfrentó el rechazo y finalmente la muerte —si este Señor ahora vive, entonces la historia, que él asumió, vive con él. En el Cristo pascual revive la historia humana para una vida mu-va, total-

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mente diferente, vencedora del antiguo pecado, que en Cristo fue crucificado; una historia que ya pertenece a la no-historia, al final de los tiempos; pues "él" es el primero de los hombres, que rea­liza la vocación original de la humanidad, o sea, la total filiación divina; pero también en eso él es el último, la plenitud.

Esta novedad de la historia humana debe verse en la comu­nidad de los renovados por el bautismo. La renovación pascual no es solamente una renovación interior, menos aún (solamente) un retomar algunas buenas prácticas y un provisional desistir de algunos vicios. Eso sería solamente "variaciones sobre un tema antiguo", como se dice en la música. Tenemos que componer una nueva pieza, con una estructura nueva. Y, aunque ésta no sea la mejor, el hecho de ser nueva y mejor que la anterior será un signo de que elegimos la parte de aquel en quien murió nues­tra historia antigua, para resucitar en la fuerza de Dios.

3er domingo de pascua s~i

EL CORDERO Y EL REBAÑO

CtEnt: (Sal 65, 1-2) "Aclama a Dios, tierra entera". Orín: Renovados y en condición de hijos, esperar el día de la resurrección. laLt: (Hch 5, 27b-32.40b-41) Testimonio ante el sumo sacerdote - Segunda defensa

de Pedro ante el sanedrín (cf 4- domingo de pascua/B). Repite: "hay que obe­decer a Dios antes que a los hombres". 5, 30-32 es un resumen del kerygina cristiano: anuncio del resucitado como salvador, para remisión del pecado, lo cual supone la conversión. - 5. 28-29 cf Hch 4, 17-19; Mt 27, 25 - 5. 30- 32 cf ICo 15. 3-7: Hch 2, 23-24.32-33; 3, 15;Hb2, 10;12,2.

CtMed: (Sal 29. 2-4.5-6.11 -12a-13b) Canto de gratitud por la salvación. 2aLt: (Ap 5. 11-14) Honra, gloria y poder al cordero - Como por una puerta, el

visionario entrevé los misterios de Dios (4. I): el cordero inmolado recibe los atributos del poder decisivo y escatológico (5, 12.13). Las criaturas que lo ado­ran están en la luz de su «loria: ésta es su salvación. - 5. 11-12 cf Dn 7. 10: Is 53. 7;Flp2.7-9.

CtAcl: (Rm 6. 9) La muerte ya no tiene poder sobre Cristo / (Jn 21, 23) Jesús dis­tribuyó pan y pescado.

Ev: (Jn 21, 1 -19 ó 21, 1-14) Aparición del resucitado v vocación de Pedro a guiar al rebaño - ¡La Iglesia aparece como barca de Pedro y como pesca milagrosa (21, 1-14), pero solamente por la palabra del Señor resucitado! 21, 15-19 usan la imagen del rebaño: Pedro, es constituido pastor del rebaño que es el de Cristo. Pedro y no el discípulo amigo por excelencia. Tres veces -cuantas veces lo negó- Pedro tiene que confirmar su amor al Señor. Vocación es gra­cia. - 21, 1-14 cf Le 5, 1-11; 24, 41-43; Jn 20, 19-23.26-29-21, 15-19 cf Jn 13, 37-38; 18, 17.25-27; Mt 16, 17-19; Jn 6, 68-69; Le 22, 31-32;Jn 13, 36.

OrOf: El que es motivo de nuestro júbilo, nos dé la eterna alegría. Pref: (pascua I) Verdadero cordero.

CtCom: (cf Jn 21, 12-13) Jesús ofrece comida a los discípulos. OrFin: Por la renovación en el sacramento, llegar a la resurrección.

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En la liturgia de hoy aparecen dos asuntos principales: el cordero glorioso y Pedro, pastor y portavoz del rebaño. El ori­gen de estos dos temas parece muy diferente, pero siendo la liturgia una interpretación eclesial de los temas bíblicos, vale la pena interpretar un tema por el otro. Entonces aparece que el cordero del Ap (2aLt) debe verse como el cordero que guía el rebaño (cf 7, 17; 14, 4 etc.). No es un corderito, sino un carnero. Solidario con el rebaño, lo conduce hasta la victoria. A este cordero vencedor se le han dado los atributos de Dios (los mis­mos que se le dan al "hijo del hombre" en Dn 7): honra, gloria, poder y alabanza. Ciertamente los fieles estarán interesados en saber por qué Jesús es llamado cordero. Será bueno hacer un pequeño estudio sobre esto, en preparación a la presente liturgia. A grandes líneas, ya podemos señalar: la manera de la literatura apocalíptica (Ez, Dn, los apócrifos, Ap) de indicar personas y potencias por medio de figuras de animales; los conceptos de Cristo, como víctima expiatoria y víctima pascual, ambos su­geridos en el evangelio y la primera carta de Juan, por tanto, en el mismo ambiente de^Ap (cf Jn 1, 29.35 y la representación de Jesús muerto en la hora de inmolar el cordero pascual - comen­tario en la fiesta del Sagrado Corazón/B). Como víctima expia­toria, Jesús vence los poderes del pecado, representados, en Ap, por fieras (como los imperios de este mundo en Dn). Por tanto, el cordero es un vencedor, no por medio de las armas, sino por la solidaridad con el rebaño, asumiendo la muerte por él (cf domingo pasado).

Ahora bien, este rebaño es el tema central del evangelio de hoy. Una línea de interpretación importante, en la tradición evangélica, ve la resurrección de Cristo ante todo como la reconstitución del rebaño (disperso por los acontecimientos de la pascua en Jerusalén), en Galilea, en donde Cristo nuevamente lo "precedería" (conduciría como pastor), según Me 14, 27-28; 16, 7. La aparición pascual de Jesús en Galilea, tanto en Mt 28, 16-20 como en Jn 21, es la escenificación de este "preceder en Galilea". Contrariamente a los que piensan ciertos exégetas, que la pesca milagrosa de Le 5, 1-11 sería una anticipación, dentro de la vida de Jesús, de una experiencia pos-pascual, tengo la sensación de que sucedió lo contrario: un milagro que per­tenecía a la tradición de la actividad de galilea de Jesús fue retomado por el autor de Jn 21 para encarnar esta "retomada"

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del rebaño después de su dispersión, este "preceder" de Jesús, en Galilea. La descripción tiene nítidas reminiscencias de las refecciones pos-pascuales, narradas en Le (y Jn 20); la pesca parece que debería servir para una refección de Jesús con los suyos, pero, mientras tanto, él mismo prepara ya la comida, que se toma en un espíritu de eucaristía, y los discípulos pueden añadir a la comida de Jesús los frutos de su "pesca"... Simbolis­mo no falta.

En la segunda parte de la narración —que, según el misal, puede dejarse por fuera, pero, dentro de la interpretación que estoy proponiendo, es indispensable— encontramos, en situación pos-pascual, el episodio de Cesárea de Filipos (cf Me 8, 27-29): la profesión de fe de Pedro. La narración en Jn 21, 15-19 está influenciada por la historia de la pasión de Cristo: las tres negaciones de Pedro, corresponden a las tres afirmaciones de su amistad. El rebaño puede ser confiado solamente a quien ama a Jesús con el mayor amor posible,. Pero eso no excluye que, al lado del pastor así elegido, exista el discípulo-amigo, el primero en reconocer al resucitado (21, 6; cf 20, 8). Tal vez ambas figuras, Pedro y el discípulo-amigo, representan carismas o hasta comunidades diferentes del cristianismo inicial. Jn 21 parece descubrir un poco la historia de la primitiva Iglesia, vista a la luz de la pascua.

De hecho, en la historia de la Iglesia, Pedro aparece como líder y portavoz. Es él quien, ante el Sanedrín, en nombre de los otros apóstoles, dirige al sumo sacerdote la atrevida palabra, que parece haber sido un "slogan" de los primeros cristianos: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5, 29; cf 4, 19), y da un testimonio más de la resurrección de Cristo, a quien los jefes judíos mataron (laLt).

Concluyamos que, como el cordero dio su vida, por soli­daridad y amor, en favor del rebaño, así también el pastor recibe su encargo debido a su amor y tampoco dejará de dar su vida (Hch 5, 40-41; Jn 21, 18-19).

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4- domingo de pascua £J

LA VIDA DEL BUEN PASTOR

CtEnt: (Sal 32. 5-6) La creación: obra del amor de Dios. Orín: Que el rebaño, en su debilidad, alcance la fuente de la fuerza de su pastor. laLt: (Hch 13. 14.43-52) Predicación de Pablo en Anlioquía de Pisidia: orientación

para el mundo panano. A partir de pernéeosles, el evangelio comienza su camino "hasta los confines de la tierra" (Hch 1. 8). Pablo se dirige a los judíos en la diáspora. pero, ante el rechazo de éstos, anuncia el evangelio a los paganos, lo que los judíos consideran como una traición. ¡Misterio de la vocación de Pablo, el fariseo: llamado para llevar el evangelio a los paaanos! -13. 14 cf Hch 13. 4-5 - 13. 47 cf Is 49. 6: Jn 8. 12: Hch \, 8 - 13. 50-52 cf Le 9.5; 18. 6: Hch 28. 25-28.

CtMed: (Sal 99. 1-2.3.5) Alabanza universal a Dios.

2aLt: (Ap 7. 9.14b-17) El cordero apacienta las ovejas - En medio de una serie de catástrofes, el visionario del Ap sitúa una visión de la asamblea celestial de los justos. El cordero inmolado es mayor que las fuerzas negativas que asaltan al mundo. Reúne a su pueblo de todas las lenguas y naciones. Los mártires son la primicia de la alabanza universal al cordero. - 7. 14b-15 cf Ef I. 7: Ap 21, 3; 22 .3- 14. 16-17 el Is49. 10: Sal 22, 2; Is 25, 8.

CtAcl: (Jn 10. 14) El buen pastor conoce las ovejas y las ovejas lo conocen a él. Ev: (Jn 10. 27-30) El pastor da la vida eterna a las ovejas - Ultima parte del tema

del buen pastor en Jn 10 (cf años A y B). El buen pastor, al dar su vida por las ovejas, les da vida divina, eterna, que nadie pyede quitarles. Indica también la fuente de esta fuerza suya: la unidad con el Padre: Quien recibe su vida, entra en esta unidad. - 10, 27-28 cf Jn 10. 3-4.14; 10. 10; 17, 3; Rm 8. 33-39: Jr 23, 4- 10, 29-30 cfJn 3,35; Is 43. 13; 51. 16; Jn 1. 1-2:20.31.

OrOf: Los misterios pascuales, fuente de renovación y eterna alegría. Pref: (pascua I) El verdadero cordero.

CtCom: "Resucitó el buen pastor...". OrFin: Protección y "prados eternos" para el rebaño.

Como tema de hoy, se podría hacer una meditación sobre la Orín: "Que el rebaño en su fragilidad alcance la fuente de donde proviene la fuerza de su pastor". De hecho, en la 2aLt (Ap), encontramos nuevamente la imagen del cordero que conduce al rebaño (cf domingo pasado), ahora, sin embargo, con la conno­tación de pastor". ¡Esta combinación de ideas no puede causar sorpresa dentro del género literario del Ap! El domingo pasado vimos que la imagen del cordero supone solidaridad con el rebaño, solidaridad que lo lleva a convertirse en víctima expia­toria y/o pascual. La misma solidaridad aparece en el texto de hoy, en la visión de la multitud de los elegidos, que se soli­darizaron con el cordero inmolado, por su fidelidad en la perse­cución. La solidaridad en el cordero, en la sangre del martirio, los lava, los hace inmaculados como él. Y, por su parte, el cordero como un pastor que apacienta sus ovejas, las conduce a la fuente de las aguas, de la fuente de la consolación: Dios, que enjugará toda lagrima de sus ojos.

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El evangelio medita prácticamente sobre la misma idea, aunque Jesús aparezca ahí como pastor y no como cordero. En la primera y segunda parte de la alegoría del buen pastor (49

domingo pascual de los años A y B), aprendemos que el buen pastor "da vida en abundancia" (10, 10) y da, soberanamente, "su vida" (11, 18) por las ovejas. Ya sabemos que se trata de vida divina. Hoy aparece, por así decir, el misterio de este don: la unión de Cristo con el Padre. Somos conducidos a la fuente del agua de la vida (cf Ap 7, 17), Dios mismo (Jn 10, 27-30). En la actual composición del 49 evangelio, este pasaje está separado de los anteriores por una nueva situación cronológica, la fiesta de la dedicación del templo (Jn 10, 22). La parte anterior se situa­ba en la secuencia de la fiesta de los tabernáculos, iniciada en Jn 7. Esta nueva situación señala un crescendo: la creciente impa­ciencia de los judíos en relación con el mesianismo de Jesús: "Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente" (10, 24). Esta provo­cación suscita una afirmación más clara de la unidad de Jesús con el Padre, a tal punto que suscita una acusación de la blas­femia e intento de lapidación (10, 31). Sin embargo, la mesia-nidad de Jesús consiste, precisamente, en conducirnos a la con­templación de su Padre (14, 9). El nos da una vida que nadie nos puede quitar, pues él es uno con el Padre. Si lo seguimos, estare­mos en las manos de Dios. Si nos solidarizamos con él —y ésta es la "lección" de hoy— alcanzaremos la fuente de donde él saca su fuerza, su inmovible vida: la vida divina.

Hoy, estamos invitados a seguir el cordero a donde él vaya, solidarios con él en la muerte y en la vida: entonces participare­mos de la vida que él vive, la vida de Dios. Debemos dejarnos guiar por un pastor que da su vida por nosotros, pues esta vida no es suya, sino la de Dios. Ahora bien, ¿en qué consiste esta "conducción"? "El que quiera ser mi discípulo, tome su cruz y sígame... Quien pierde su vida, la alcanzará... En donde yo esté, allí también estará mi servidor..." (cf Me 8, 34ss; Jn 12, 23ss). Palabras paradójicas que significan: la fuente de la vida, que dio fuerza a Jesús, es el Dios-amor, el Dios de la donación de la vida.

El que está bien instalado en su iglesita, no quiere escuchar este mensaje. Lo esquiva, diciendo que es romanticismo. O, sj la gente insiste, dice que es desorden y subversión... Así sucedió

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con Pablo y Bernabé, cuando fueron a predicar a los judíos de Antioquía de Pisidia (en Turquía). El resultado fue muy bueno para los paganos, pues, rechazados por los judíos, Pablo y Bernabé se dirigieron a los paganos (laü).

No falta actualidad en esta historia. En el momento en que la Iglesia latinoamericana toma conciencia de la inviabilidad de una cristiandad cómplice de la injusticia institucionalizada, los señores de esta cristiandad rechazan y hasta matan a los agentes de pastoral, sacerdotes, obispos... pero el pueblo, que era con­siderado incapaz de un cristianismo "decente", recibe con ánimo la invitación a constituirse en comunidad de Cristo.

5- domingo de pascua ^

EL NUEVO MANDAMIENTO Y LA NUEVA CREACIÓN

CtEnt: (Sal 97, 1-2) "Cantad al Señor un cántico nuevo". Orín: Adopción filial, verdadera libertad y herencia eterna. laLt: (Hch 14, 21-27) La obra de Dios en Pablo y Bernabé - Conclusión y "relato"

del primer viaje misionero de Pablo (el' domingo pasado). En el viaje de regreso, visitan de nuevo a las jóvenes comunidades e instituyen a los "pres­bíteros". - 14, 21-23 cf Hch 15. 32-41; Rm I. 11:5. 3-4; Hb 10, 36 - 14, 27 cf ICo 16. 9; Col 4, 3.

CtMed: (Sal 144, 8-9.10-11.12-13ab) Canto de alabanza de los fieles a Dios. 2aLt: (Ap 21, 1 -5a) La nueva creación y la nueva Jerusalén - La última palabra

sobre la historia no es la destrucción, sino la restauración de la pureza inicial. "Babilonia" - el mundo embriagado por el poder y la codicia - fue destruida (Ap 18. 21- 24). Pero Dios permanece con nosotros: Emmanuel (21.3; cf Is 7. 14). Es la nueva creación, las bodas de Dios con su pueblo. - 21, 1-2 cf Is 65, 17-25:66. 22; Rm 8, 19-23: Is 52, 1:61. 10- 21. 3-4 cf Ap 7. 15-17; Lv 26. 11; Ez 37, 27; Is 7, 14; 25. 8: 35. 10 - 21. 5 cf Is 43. 19;2Co5. 17.

CtAcl: (Jn 13. 34) "Os doy un mandamiento nuevo". Ev: (Jn 13. 31-33a.34-35) El nuevo mandamiento - Para que se realice la nueva

creación (2aLt). un nuevo mandamiento (Ev): la nueva creación está ahí desde Jesús, que nos muestra al Dios-amor y en el mandamiento del amor nos enseña a ser sus hijos. Lo nuevo de este mandamiento no es el "amar", y sí: Jesús mis­mo: "Como yo os amé". - 13. 31-32 el'Jn 12.31; 16.33; 17,5.22.24- 13.33cf Jn 16. 16-24; 8,21; 14,2-3- 13. 34 el'Mi 25. 31-46; Un 2,7-8; Lv 19, 18.

OrOf: Conocer la verdad de Dios y serle fiel. Pref: (pascua IV) Una nucvii creación.

CtCom: (Jn 15. 1.5) Permanecer en Cristo y dar fruto. OrFin: Pasar de la antigua a la nueva vida.

"Nuevo" es una palabra mágica, que domina la publicidad de los periódicos, pero también la esperanza que se expresa en numerosas páginas de la Biblia. El entendimiento del cristianis-

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mo está basado en la oposición entre la antigua y la nueva alian­za, el antiguo y el nuevo pueblo de Dios. Y, también, en el paso de la antigua a la nueva vida (pascua, bautismo) y el cumpli­miento de una nueva ley en vez de la antigua. Finalmene, vivi­mos en la perspectiva de una total renovación. Esta perspectiva se expresa, en la liturgia de hoy, bajo las imágenes de un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva Jerusalén y una nueva creación. Mientras tanto, parece que todo queda en lo viejo...

Por eso, conviene reflexionar sobre lo propio de la novedad que Jesucristo nos propone. Me parece que está en las sencillas palabras de Jn 13, 34: "Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros. Como yo os amé, amaos también unos a otros". La misma construcción de la frase, el paralelismo de los l9 y 3e, 2- y 4S segmentos de la frase, sugiere que lo nuevo de este mandamiento (primer segmento) consiste, exactamente, en el "como yo os amé" (tercer segmento). Ni la palabra "amar", ni el mandamiento de amar son nuevos (cf Lv 19, 18 etc.). Nuevo es amar como Jesús, amar en Jesús, por su palabra (Ev).

Todo tiene un contexto histórico. También esta frase. Su con­texto es complejo. Por una parte, existía el amor en el sentido del judaismo, el amor al prójimo, en el sentido de miembro de la comunidad, combinado con el respeto por el extranjero que vivía en las cercanías, y con una cierta filantropía para con los otros seres humanos. También existía el amor humano del mundo griego, una especie de filantropía universal, basada en la igualdad esencial del ser humano (por lo menos en teoría); era un amor, antes a! lejano que al próximo, porque el lejano no incomoda... También existía el amor erótico. Existía la amistad. Pero, como dice también Pablo en Rm 5, 7-11 — incluso la amistad no pro­duce muchas veces el efecto de que alguien dé su vida por el amigo; ¡mucho menos por el enemigo! Ahora bien, el amor de Cristo es un amor dando vida, dando su vida por los "hermanos", sobreentendiéndose que hermano puede ser uno que, por el Padre, es llevado a Cristo o a su comunidad. Admito que pueden existir casos de dicho amor en otros ambientes culturales y religiosos. Admito también que ni siquiera todos los cristianos viven, ni siquiera pretenden vivir, el mandamiento del amor, que Cristo dio y demostró con su muerte. Pero no conozco otra comunidad que se caracterice específicamente por este mandamiento: "En esto conocerán que sois mis discípulos: si se tienen amor unos con

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otros" (13, 35). ¡Y qué amor! El amor que es ilustrado por el con­texto literario de Jn 13, 31-35 (contexto anterior: el lavatorio de los pies, signo de amor hasta el fin; contexto posterior: el amor hasta el fin en realización: la muerte en la cruz).

En donde hay este amor, las cosas no quedan como están. El "statu quo" cuenta, exactamente, con el instinto de conservación del hombre: nadie quiere quemarse para que el otro progrese. Ahora bien, en donde este "buen sentido" de "primero yo, después mi vecino" se rompe, puede suceder de todo. Quien rompió este buen sentido fue Dios. Por eso, de él es de quien podemos esperar la total novedad (pues dejar todo como está, no parece ser la mejor de las soluciones). Esto es lo que sueña el autor de Ap (2aLt). Al final de la historia él ve un nuevo cielo y una nueva tierra (realización de Is 65, 17). No tiene mar, porque el mar es la morada de Leviatán. La nueva realidad tiene la apa­riencia de una novia arreglada para su esposo: las bodas me-siánicas. Es la morada de Dios con los hombres (cf Ez 37, 27). Es la nueva alianza: los hombres serán su pueblo y él será su Dios (ibid). Es la plenitud del Emmanuel, Dios-con-nosotros (Is 7, 14ss). Es la consolación completa (Is 25, 8; 35, 10). Es todo lo que se puede esperar. Es la nueva creación (cf Is 65, 17).

Nuestro tiempo vive mucho de utopías, alegando que la utopía es el resorte impulsor de la historia. Pero no concibe esta utopía como si fuera la de Dios. Prefiere tener su propia utopía. Ahora bien, quien reflexiona un poco, debe entender que la utopía es demasiado importante para depender del hombre... Pero, dirá alguien, yo puedo concebir que, en vez del hombre (individual), la propia lógica de la historia establezca la utopía. Entonces pregunto: ¿quién investiga la lógica de la historia?... Por tanto, es bueno ser dirigidos por una utopía que venga de Dios. ¿Y cómo la conocemos? ¿Por un sueño del visionario de Patmos? La única respuesta a esta pregunta es: la fe, la fe en Je­sucristo. En la medida en que el sueño del visionario de Patmos traduce la plenitud de lo "nuevo" y característico que Jesús nos dejó, el amor según su ejemplo, también nosotros podemos soñar en esta línea. Un sueño no es científico (gracias a Dios). Pero nos transmite un mensaje: el mensaje de la ausencia de todo mal, agresividad, explotación, opresión, división... Nos invita a seguir en esta dirección. En eso está su fuerza propulsora.

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Podemos considerar lo que "Dios obró con Pablo y Bernabé, en el primer viaje misionero, comienzo de la gran difusión del cristianismo en el mundo no judío (laLt; cf domingo pasado), como un comienzo de esta utopía. Quien mueve esta obra es Dios. "Que todas tus obras te alaben, Señor" (CtMed).

6- domingo de pascua* s~<

VIVIR EN LA PRESENCIA DE CRISTO Y DE DIOS

CtEnt: (cf Is 48. 20) Alegría porque Dios liberó a su pueblo. Orín: Que nuestra vida corresponda a los misterios que celebramos. laLt: (Hch 15. 1-2.22-29) Concilio de Jerusalén - Conversión de Comelio (Hch 10).

actividad de Pablo y Bernabé (Hch 13-14): el delicado problema de la joven Iglesia, de la admisión de los paganos sin que pasen por el judaismo (circun­cisión, ley) (15, 5). El "concilio de los apóstoles" ve con claridad que no es la ley sino Cristo quien salva. Sin embargo, recomienda algunas normas prácticas para no herir las sensibilidades específicas de los cristianos venidos del judais­mo; pues Jesús nos salvó para la fraternidad. - 15, 1-2 cf Ga 2, 11-14; 5. 2; Lv 12. 3;Ga2. 1-2- 15. 29 cf Gn 9, 4; Lv 3, 17.

CtMed: (Sal 66. 2-3.5.6-8) Que Dios muestre su benevolencia. 2aLt: (Ap 21. 10-14.22-23) Esplendor de la nueva Jerusalén - La nueva Jerusalén,

vista por el visionario, como la Iglesia, está fundada sobre los cimientos de los apóstoles y de los profetas (AT y NT). Es totalmente diferente del mundo que conocemos ahora: es santa, llena de la presencia de Dios y del cordero. A esta realidad debe aspirar la historia que hacemos. - 21, 10, 14 cf Ez 40. 2; Ap 21, 2;Is60. 1-2; Ez 48. 31-35-21,22-23 cfJn 2. 19-22; Is 60. 19-20; 2Co 3, 18.

CtAcl: (Jn 14, 23) El que guarda la palabra de Cristo es anfitrión de Dios. Ev: (Jn 14, 23-29) La habitación de Cristo y de Dios en nosotros y la "memoria"

del espíritu - La presencia de Cristo y de Dios en la comunidad (2aLt) es ya real, si realizamos en nuestra vida la palabra de Cristo. El espíritu nos la recor­dará. Como "recuerdo", pero también como tarea, Jesús nos deja la paz. anticipo de la plenitud y misión en el mundo: comunión permanente con él. -14, 23-24 cf Jn 8, 43.47; Ap 3, 20; Jn 7, 16; 14. 10 -14, 25- 29 cf Jn 16, 7.13-15; 16. 33;Rm5. l;2Ts3, 16; Jn 14, 1-3.

OrOf: Corresponder al sacramento, signo de amor de Dios. Pref: (Pascua II) "Se abren los atrios del reino de los cielos".

CtCom: (Jn 14. 15-16) Amar a Jesús y guardar su palabra. OrFin: El fruto del sacramento pascual en nosotros.

La nueva Jerusalén es la "morada de Dios con los hombres", nos decía la utopía que escuchamos el domingo pasado. Pero una utopía sirve para mostrar el sentido de la realidad presente. Hoy, la liturgia insiste en la presencia de la utopía de Dios; la habitación de Dios en los hombres no sucede solo en la nueva Jerusalén, sino en quien guarda la palabra de Cristo, su man­damiento de amor. Pues la palabra de Cristo no es suya, sino del Padre, quien lo envió (Jn 13, 24; Ev).

* cf nota año A

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Los discípulos no entendieron esto inmediatamente. Por eso, gran parte de los primeros años del cristianismo transcurrió en "tensión escatológica": se esperaba la venida de Cristo con el poder de lo alto, la parusía, como instauración del reino de Dios. Solo poco a poco los cristianos comenzaron a entender que la nueva creación ya había empezado, en la misma comunión del amor fraterno, testimonio del amor de Cristo a todos los hom­bres. Esta comprensión, es "memoria aclarada" de Cristo es una de las realizaciones, talvez la más importante, del Espíritu Santo.

En este tiempo intermedio, no debemos estar con miedo o tristes porque Cristo no está con nosotros. El permanece con nosotros, en este espíritu, que nos hace experimentar la habitación suya y del Padre en nosotros —por tanto, mucho más de lo que significa su presencia en la tierra, pues el Padre vale más que la presencia física de Cristo (14, 28). El permanece con nosotros también en el don mesiánico que nos deja, la "paz", pero no como el mundo la concibe (14, 27). Diciendo esto, Juan parece polemizar con la idea de la paz de los tratados políticos1

y también con el concepto judío de la paz mesiánica, la rea­lización de un reino de Dios mundano, dirigido por las mismas leyes y mecanismos que habían dirigido los reinos hasta entonces; por tanto, una paz que prepara la guerra...

Antes de ver lo que es, concretamente, esta habitación de Dios y de Cristo (esta paz) entre nosotros hoy, es bueno ver la sugestiva descripción de la nueva Jerusalén, en la 2aLt (cf domingo pasado). Veamos algunos detalles: los nombres de las doce tribus de Israel y de los doce apóstoles, símbolos del nuevo pueblo de Dios basado en los apóstoles. La ausencia del templo — una idea querida al NT, puesto que Cristo sustituyó el templo de Jerusalén con su cuerpo resucitado (cf Jn 2, 18-22 etc.). Su "iluminación": la gloria de Dios y el cordero, su lámpara. No se deben explicar mucho estas imágenes. Lo importante es captar lo que quieren sugerir, en un espíritu global. Es una ciudad que tiene doce puertas con los nombres de las doce tribus, para acogerlas cuando sean reunidas de los cuatro vientos, para que vivan en la paz mesiánica, teniendo como centro solo y exclusi-

1. cf la pax romana, ideología de la supremacía romana en el mundo mediterráneo en tiempo de Cristo y de los primeros cristianos.

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vamente a Dios y el cordero. Es la ciudad para vivir en la pre­sencia de Dios y de Cristo. Esto es, la paz.

Ahora bien, nuestra comunidad cristiana debe ser el anticipo de la Jerusalén celestial. Teniendo a Cristo por centro y luz, cierta­mente habrá unidad y comunión entre sus habitantes. La laLt de hoy puede ilustrar esto. El conflicto de la comunidad era grave; era ciertamente tan grave como el conflicto de hoy entre los defen­sores de una Iglesia-cristiandad y los de una Iglesia-testimonio, despojada, yendo al encuentro de los más pobres. El problema era análogo: ¿había que concebir la Iglesia como una institución ter­minada, a la que los otros se podían negar? En este caso, ella podía conservar sus instituciones tradicionales, que eran judías. ¿O la Iglesia sería un pueblo para ser constituido todavía, abierto a la forma que el espíritu le quisiera dar? Con este fin, Pablo y Bernabé buscan la unión de los hermanos alrededor de lo que el espíritu había obrado junto con ellos. Lo buscaron y lo consi­guieron. No se esforzaron en vano (cf Ga 2, 2). El "concilio de los apóstoles" como se le acostumbra llamar a este episodio, confirmó su práctica de admitir paganos sin pasar por las instituciones judías (circuncisión, sábado, etc.). Solamente, en nombre de la misma unión fraterna, los cristianos del paganismo debían abstenerse de cuatro cosas que eran realmente tabú para los judío-cristianos. No respetar eso, era hacer imposible la vida en comunidad: primacía de la caridad fraterna.

En la caridad fraterna, Dios y el "cordero" viven con nosotros. La ciudad de Dios no es una grandeza de ficción científica, ni una cristiandad sociológicamente organizada. Es una realidad interior, actuante en nosotrros y, naturalmente, produciendo también modi­ficaciones en el mundo en donde vivimos. Ella es el espíritu de Dios que nos impulsa.

65 5. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

Page 34: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

Ascensión del Señor ver Año A

7° domingo de pascua (2

UNION CON CRISTO Y EL PADRE, UNIDAD ENTRE NOSOTROS

CtEnt: (Sal 26. 7-9a) "Buscaré tu rostro. Señor". Orín: Nuestro salvador está con Dios; que permanezca también con nosotros. laLt: (Hch 7. 55-60) La muerte de Esteban —Fin del episodio de Esteban (6. 1-7.

60). "Seréis mis testigos" (I, 8): Esteban lo fue con su sangre ("mártir": el primero, pero no el último). Lucas lo describe como siguiendo e imitando a su maestro, hasta en las palabras que pronuncia en la hora de expirar. Su martirio obliga a los cristianos a salir de Jerusalén: una nueva oportunidad para el evangelio: Samaría y el mundo pacano (8. 1). - 7. 55-56 cf Sal 109. 1: Le 22, 69: Hch 2. 33-34; 5. 31 - 7. 58 cf Lv 24. 10-14; Hb 13. 12 - 7. 59-60 cf Sal 30. 6: Le 23, 46; 23. 34.

CtMed: (Sal 96, 1-2.6-7.8-9) "Tú eres el altísimo". 2aLt: (Ap 22, 12-14.16-17.20) "He aquí que vengo" - El Cristo exaltado recibe los

más altos títulos: el primero y el último (22. 13), "el retoño de la raíz de David", "la estrella de la mañana" (22, 16). El anuncia su próxima venida (22. 12; cf 1 I), para unos consuelo, para otros advertencia. -22, 12-13 cf Is 40. 10: 62. 11; Rm 2, 6-8; Is 44, 6 - 22. 16 ct Is 11, 1.10; Nm 24, 17-22, 17 cf ICo 16, 22; Is 55, l;Za 14,8.

CtAcl: (Jn 14, 18) "Me voy y regreso de nuevo a vosotros". Ev: (Jn 17. 20-26) Jesús ora por todos los fieles, de todos los tiempos, y por su

unidad - Jesús reza por todos los que creen en él (17, 20-23) y por su plena comunión con él, para que contemplen su gloria (17, 24-26). Unidad y gloria: manifestación del Padre, tanto en Cristo como en nosotros. Desunión es per­turbación de la manifestación del Padre. ¿Y cómo podría Cristo mostrar al Padre, sino en la comunión de los que adhieran a su palabra y contemplen su gloriad, 14)?—17, 20-23 cfRm 10. 17: Jn 10,30; 17, 5; 3. 16- 17. 24-26 cf Jn 14,3: 1, 10; 14,9: 1. 18.

OrOf: De la celebración en la tierra a la gloria celestial. Pref: (ascensión I) En la exaltación. Jesús está más cerca de nosotros.

CtCom: (cfJn 17. 22) "Que todos sean uno". OrFin: Que el cuerpo llegue a la plenitud que la cabeza ya posee.

Como ya vimos en los años anteriores, el 1° domingo de pascua no se encuentra en el calendario litúrgico de algunos países, por coincidir con la solemnidad de la ascensión; pero el hecho de que los evangelios de los tres años del ciclo litúrgico constituyen la lectura completa de Jn 17 y de que la temática está íntimamente unida a la fe de la ascensión, invitan a su apro­vechamiento, si no en alguna celebración litúrgica, por lo menos en la catequesis litúrgico-bíblica.

En la última parte de Jn 17 (Ev), se presenta a Jesús orando no solo por los suyos, que deben permanecer en el mundo mien-

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tras él está afuera (segunda parte, año B), sino también por todos los que, por el testimonio de los "suyos", llegarán a la fe, los fieles de todos los tiempos. Este texto es el que expresa el objetivo del movimiento ecuménico: "Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti" (Jn 17, 21). Lo que pide Jesús para los fieles de todos los tiempos es la unidad con él y con el Padre, que, naturalmente, implica unión entre ellos. Ellos serán "consumados en la unidad" (23a), y esto será la señal de que su fundador es el enviado del Padre, y de que el Padre los ama como lo amó a él (23b).

Jesús dio a los suyos la "gloria" que el Padre le dio: el brillo de la santidad de Dios les fue comunicado a los discípulos, porque contemplaron el rostro del Padre en su hijo, en su amor hasta el fin. Esta gloria, revelada en el amor, los debe hacer uno, como el Padre y el hijo (17, 22), y también con el Padre y el hijo: la perfección de la unidad, que hará al mundo reconocer la misión de Jesús para revelar el amor de Dios. O, en otras pa­labras: ahora somos nosotros, unidos con el Padre y el hijo, los reveladores del ser de Dios, que es: amor.

En la medida en que Dios nos ama a su hijo, le da su gloria, lo íntimo de su ser, ya antes de la creación (17, 24). Por eso Jesús pide que sus discípulos de todos los tiempos estén con él en la gloria de unión con el Padre. La obra de esta revelación continúa aún ahora (17, 26a), para que el infinito amor con que Dios amó a su hijo sea nuestra herencia.

Lo que el evangelio de Juan expresa en términos de re­velación del amor, el Ap (2aU) lo representa con las imágenes de la nueva venida de Cristo, en la majestuosa conclusión del libro. Jesús viene como juez, trayendo la vida para los justos, la ignominia para los injustos. Pero, sobre todo, viene para hacer pleno el amor puesto en él. Por eso, "el espíritu y la novia", la Iglesia animada por el espíritu, dicen: "¡Ven!". Se realizan las nupcias escatológicas, el alivio por las aguas de la vida para quien las deseó (Ap 22, 19). Y Jesús confirma: "Yo vengo luego" (22, 20). Testimonio conmovedor de la esperanza de la joven Iglesia. Nosotros ya estamos acostumbrados a no conside­rar inminente la venida de Cristo. Pero no por eso podemos per­manecer insensibles al deseo de los primeros cristianos, pues la proximidad y la venida de Cristo no suceden solamente en el ca-

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Page 35: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

lendario. Suceden allí en donde la manifestación de la gloria, es decir, del amor de Dios, crece y se acerca a plenitud.

Esteban vio a Cristo glorioso, de pie, viniendo a su encuen­tro (o levantándose para pronunciar el juicio —la imagen de Hch 7, 55-56 es susceptible de diversas interpretaciones—) en el momento en que él iba a su encuentro, en el martirio. El martirio fue para él la venida de Cristo, el cielo abierto (laU). También para nosotros la venida de Cristo debe ser una realidad próxima en nuestra vida. Ella no sucede solamente después de los cata­clismos y crisis del fin de los tiempos. Lo que la liturgia de hoy debe suscitar en nosotros es este deseo del encuentro con el esposo, el Cristo glorioso, el deseo de experimentar la plenitud de lo que ya comenzamos a experimentar, en la fe vivida, desde ahora. Si no sentimos en nosotros el deseo de esta plenitud, debemos desconfiar de que tal vez haya comenzado... Si, por el contrario, creemos que, "para nosotros vivir es Cristo", debemos también poner en él la plenitud de nuestra esperanza. El hombre vive del deseo. Uno de los cambios de nuestra sociedad es el de desvirtuar nuestro deseo, para que seamos más maleables y no opongamos deseos mayores a lo que ella quiere imponer. Para vivir realmente con Cristo en la tierra, en plena unión, es nece­sario que él sea nuestro deseo último: nuestro cielo. La visión de Esteban fue el "martirio", el testimonio de su unión vital con Cristo; lo testimonió con la vida y con la muerte.

Pentecostés (vigilia y día) — ver Año A

Fiesta de la Santísima Trinidad p<

LA SABIDURÍA DE DIOS Y SU AMOR EN CRISTO

CtEnt: "Bendito sea el Dios uno y trino". Orín: Profesar la verdadera fe, reconocer la trinidad en la adoración de la unidad. laLt: (Pr 8, 22-31) La sabiduría divina existe antes de todo - El AT no conoce la

revelación de Dios en tres personas, pero habla del Dios vivo, que obra y habla y que, con su espíritu, penetra todo el ser y toda la historia de la humanidad. "Palabra", "espíritu", "sabiduría" de Dios aparecen, para el pensamiento del AT, como realidades divinas actuantes. Preparan la visión de las tres personas divinas en NT. - Pr 8 es un gran poema, en el que la sabiduría tiene la palabra. Habla de su origen antes de los tiempos (8. 22-26). de su lugar al lado de Dios

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en la creación (27-30), pero también, al lado de los hombres (31). Pablo iden­tificará a Cristo crucificado con la "fuerza y la sabiduría de Dios" (ICo 1, 23-24). Esta es la plena revelación de la sabiduría de Dios: estar junto a los hom­bres (cf 8. 31) en el sufrimiento y en la donación hasta el fin. - 8. 22-26 cf Si 24,5- 10; Sb 7, 22-8, l;Jn I, 1-3 - 8, 27-30 cf Jb 28, 20-28; 38. 8-11; Sb 9, 9; Sal 103. 7-9; Col 1, 16-17.

CtMed: (Sal 8. 4-5.6-7.8-9) Grandeza de Dios en sus obras. 2aLt: (Rm 5. 1-5) El amor de Dios se derramó en nosotros - No por nuestros privi­

legios, sino porque Cristo murió por nosotros, somos justos delante de Dios (Rm 4. 24-26). En eso reconocemos que Dios quiere salvar y nos ama; por eso esperamos. Que seamos capaces de participar de su vida, es obra de su espíritu en nosotros. - 5. 1-2 cf Rm 3. 23-25; 8, 18-23 - 5. 3-4 cf St 1,2-4; IP 4, 13-14 -5,5cl 'Sal21.5-6:Rm8. 14-16; Ga4, 4-6; Ez 36, 27; Rm 8, 9; 1CO3, 18; Ef 3. 16-19.

CtAcl: (Ap 1.8) Gloria al Padre, al hijo y al espíritu. Ev: (jn 16. 12-15) El espíritu hace reconocer la manifestación del Padre en Jesús

- Mientras Jesús no es exaltado y no es derramado el espíritu, los discípulos no entienden plenamente (2, 22; 7, 39; 12. 16 etc.). La "plena verdad" (16. 13) es: reconocer plenamente la manifestación de Dios en Jesucristo. El espíritu lleva a los discípulos a este punto, después de la muerte y resurrección de Cristo, y en eso lo "glorifica" (16, 14). mostrando su gloria. La obra del espíritu es "memoria" (14, 26 - cf 6S domingo de pascua), pero no solamente eso: es tam­bién penetración en el misterio de Dios en vista a lo que ha de venir (16, 13). La revelación de Dios en Cristo es una realidad permanente, no solo un pasa­do. Es pentecostés permanente. - 16. I3;cfjn 14,6.16-17.26; l6,7;Rm8, 14-16.-16, I5cfjn 17. 10; Mt 11.27; Le 15.31.

OrOf: Ser ofrenda con nuestras ofrendas. Pref: (propio) Revelación de Dios en el hijo y en el espíritu.

CtCom: (Ga 4, 6) ¡El espíritu de Cristo que clama: Abbá, Padre! OrFin: Que Dios nos conserve en la verdadera fe.

Dios es el "misterio". Eso no significa, estrictamente, su inaccesibilidad o incognoscibilidad. Significa más bien que, mientras en él nos movemos y somos (Hch 17, 28), nuestra comprensión no logra englobarlo. Por eso, él se manifiesta pre­cisamente en lo que nos envuelve, en primer lugar, en la inson­dable sabiduría con que fue hecho el universo. Así, el judaismo vio en la "sabiduría" de Dios una realidad preexistente al propio universo: la primera criatura de Dios. Poco a poco, lo que los antiguos vagamente vislumbraban, se articuló más claramente en aquel que Juan llama "la palabra" (de Dios), Jesucristo, que no solo nos hace ver la maravilla de la inteligencia divina en la creación, sino que nos revela la más íntima esencia de Dios: su amor. Pero la revelación de Dios en Jesucristo, necesariamente histórica —pues ser amor para hombres históricos solo es posi­ble de manera histórica—, no desapareció con Cristo. El espíritu que animó a Cristo se quedó con nosotros y se convirtió para nosotros en su memoria actuante, eterna presencia de aquel que, en el sentido más pleno imaginable, es el "hijo de Dios".

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Page 36: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

Esta es la línea que une la laLt con el evangelio de hoy. En medio (2aU) está un texto de Pablo sobre el misterio del amor divino manifestado en Jesucristo: Rm 5, 1-5. El hombre encuen­tra la justificación, o sea, la aceptación por Dios, en la fe en Jesucristo: fe que es confianza de vida y adhesión comprometi­da. Entregándose a Jesucristo, su palabra y su ejemplo, el hom­bre cae, por así decir, en los brazos de Dios. Por eso, hasta las tribulaciones soportadas por Cristo son una felicidad, pues nos unen a él más todavía. La vida se transforma así en constancia, constancia que no decepciona, pues ya tenemos las primicias de la realización de la plenitud: el espíritu que fue derramado en nosotros. Pablo conoce solamente a Cristo "en el espíritu". No lo conoció físicamente, pero lo "vive" por la presencia de su espíritu en sí. Y esta presencia es el comienzo de la plenitud de las promesas de Dios, la "paz" (cf 5, 1).

En la presente liturgia aparece claramente que el misterio de la santísima trinidad no debe ser considerado bajo el ángulo del "intimismo" de Dios. Es más bien, el misterio de la "incompren­sibilidad", de la triple realización personal de una divinidad, de un Dios-amor. Decimos "incomprensibilidad", pero no inaccesi­bilidad. La riqueza de la realidad divina, presente en Jesús de Nazaret y en su espíritu, que anima la historia de la Iglesia como animó también la historia salvífica anterior, no se deja "corn-prender" en nuestros conceptos lógicos, pero, a pesar de eso, tiene algo que decirnos.

Se puede comparar a Dios con el horizonte. La gente nunca logra englobarlo en su campo de visión; por el contrario: cuanto más penetra en él, tanto más se amplía y se profundiza. Descu­brimos este horizonte, no solo en la trascendencia que funda­menta todo el ser (Dios creador), sino también la existencia de Jesús y en la actuación del espíritu trascendente, no sujeto a nuestras categorías, que nos impulsa. Penetramos en este hori­zonte, y cuanto más penetremos en él, tanto más se revela como misterio. No lo podemos comprender, pero sí celebrar.

A partir de la presente liturgia se puede hacer una medi­tación sobre la inserción del cristiano en este misterio, hoy. Pues un misterio sirve específicamente para insertarse en él (cf los "misterios" de la antigua Grecia), un horizonte adquiere sentido cuando la gente se deja envolver en él. Ahora, si en Cristo cono­cemos al Padre (Jn 16, 15a), y si todo lo que se realizó en

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Cristo, en términos de revelación divina, se actualiza para noso­tros en la "inteligencia" del momento histórico eclesial, (16, 13) la verdadera celebración de la triple presencia de Dios se realiza cuando nosotros rechazamos los falsos dioses de la posesión, del poder y del placer, asumiendo el camino de Cristo, el camino del amor que habla de Dios, en el enganche propuesto por la comunidad eclesial, animada hoy por su espíritu: el camino de los pobres, de las víctimas de los falsos dioses... (cf F. Taborda, homilía en "La mesa de la palabra", Trinidad 1980).

Otra línea que hace explícita la liturgia de hoy podría ser el tema de la justificación por la fe, sobre todo por estar en el año "lucano", pues Le tiene en común con su maestro Pablo una especial atención a la gratuidad del amor de Dios. El texto de Rm 5, lss sugiere que la justificación gratuita por la fe es dejarse envolver por la comunión del amor del Padre y del hijo.

En cuanto a la oración eucarística parece adecuada la IV con el prefacio propio de la fiesta de hoy.

Fiesta del santísimo sacramento del cuerpo y sangre del Señor

EL DON DE CRISTO A SU COMUNIDAD

CtEnt: (Sal 80, 17) Dios alimenta a su pueblo. Orín: Podamos recibir los frutos de nuestra redención. laLt: (Gn 14, 18-20) Melquisedec ofrece pan y vino - Melquisedec, rey de Salem

(Jerusalén), es sacerdote del Dios altísimo (Gn 14; Sal 109, 4; cf Hb 7, 1-19). Conoce a Dios como creador del cielo y de la tierra. Le ofrece los más nobles dones: pan y vino, el alimento diario del hombre; después, los ofrece a Abrahán. su huésped. Como rey sacerdote. Melquisedec prefigura a Cristo; no siendo judío, significa la salvación universal; sus dones de pan y vino reciben su sentido pleno en la cena y en el sacrificio de Cristo y de la Iglesia, el sacrifi­cio sin fin. "desde donde sale el sol hasta el ocaso" (cf MI 1,11).

CtMed: (Sal 109, 1.2.3.4) Sacerdote eterno, como Melquisedec. 2aLt: (ICo II, 23-26) Memorial de la muerte de Cristo - El más antiguo testimonio

de la celebración de la última cena, mencionado por Pablo con motivo de los abusos de los corintios en esta celebración (humillación a los pobres de la comunidad; 11, 17-22). Es imposible tener comunión con Cristo sacrificado, mientras despreciemos a nuestros hermanos. El sacramento nos recuerda al Señor muerto y resucitado, hasta que vuelva; entonces, nos juzgará según nuestra donación a los hermanos, en primer lugar a los mas humildes. Si no respetamos su "cuerpo", que es la comunidad, la participación eucarística de su cuerpo y sangre de la cruz significa nuestra condenación. - cf Le 22, 14-20; ICo 10, 16-17; Ex 12, 14; 24, 8; Hb 8, 6-13; Jr 31, 31.

Seq: "Lauda Sion salvatorem".

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CtAcl: (Jn 6, 51) El pan de vida, bajado del cielo. Ev: (Le 9. 1 lb-17) Jesús sacia a las multitudes - Saciando a la multitud, Jesús

muestra dos cualidades divinas: poder y bondad. El reino de Dios está pre­sente. Lleva a plenitud los gestos de Dios en el AT (Ex 16; 2R 4, 42-44). Menos aún que en el desierto. Dios deja a su pueblo sin pan. Al describir el signo pan. Le pensó en la eucaristía (9, 16): los discípulos (los ministros de la Iglesia) distribuyen el pan sobre el cual Jesús pronunció la "eucaristía" (acción de aradas), en la última cena (cf Le 22. 19: 24. 29-30; 24. 35) - cf Mt 14. 13-21; Me 6. 30-44; Jn 6. 1 -13; Is 25. 6.

OrOf: Pan y vino, símbolos de unidad y paz en Jesucristo. Pref: (santísima eucaristía II) Comunión, fe y caridad.

CtCom: (Jn 6. 56) "Quien come mi carne...". OrFin: Saborear ya en la tierra el gozo de la divinidad en la comunión con Cristo.

En este año "lucano" vale la pena considerar el Ev del cor-pus Christi bajo el ángulo del tercer evangelista: ¿qué significa la multiplicación de los panes para Lucas? Cuando se compara su evangelio con el de Me, en este episodio, se nota una extrema simplificación. En Me, la multiplicación del pan se encuentra al final de la misión de los discípulos, que incluye la narración re­trospectiva de la muerte de Juan Bautista, ocasionada por la opinión de Herodes sobre Jesús (Me 6, 14-29). Le conserva la pregunta de Herodes, además, en una forma más acentuada que en Me; mientras en Me Herodes queda dudando de si Jesús sería Juan vuelto a la vida, en Le 6, 9 la pregunta es: "¿Quién es éste, de quien oigo tantas cosas?" (Le 6, 9). Y dejando fuera la retros­pectiva de la muerte de Juan (mencionada ya en el cap 3), Le presenta inmediatamente la multiplicación del pan (Le 6, 10-17). Después omite nuevamente todo el material de Me relativo a la segunda multiplicación del pan (¿para qué narrar dos veces la misma historia?) y presenta inmediatamente, como contraste a la pregunta de Herodes, la pregunta de Jesús: "¿Quién dicen los hombres que soy yo?" y la respuesta de Pedro: "Tú eres el mesías de Dios" (9, 18-22; cf Me 8, 27-29). Así, parece claro que, para Le, la multiplicación de los panes sugiere la respuesta a la pregunta de Herodes ("¿Quién es éste?"), en el sentido de que Jesús es el mesías (conclusión de Pedro). De una manera menos complicada que Me, Le presenta la multiplicación de los panes como un signo mesiánico. Le acentúa que la misma situación de este acontecimiento era mesiánico: Jesús estaba hablando del reino de Dios (9, 11).

Ahora bien, este signo mesiánico tiene, en Le como en los otros evangelios, aspectos eclesiales, sobre todo en esto, que todos los evangelistas relatan acentuadamente la manera

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"eucarística" con que se da el pan a la multitud: "Tomando los cinco panes... elevó los ojos al cielo, pronunció la bendición sobre los panes y los repartió y dio a los discípulos, para que los dieran a la multitud" (9, 16). Parecen las palabras de la con­sagración. La eucaristía de la Iglesia es la plenitud de lo que Jesús "señaló" en la multiplicación del pan. Pero esta plenitud pasa por un momento transformador: la cruz de Cristo. Esto nos lo enseña la 2aLt, relato paulino (y lucano) de la institución de la cena: Jesús dando al pan y al vino de la mesa pascual el senti­do de ser su cuerpo sangre, entregados por nosotros en el sacri­ficio de la cruz. El verdadero mesianismo de Cristo, la ver­dadera liberación de los hombres, no sucedió allá en las colinas cerca del mar de Galilea, mediante la saciedad del hambre, sino en la colina del Gólgota, cuando se dio en favor de los hombres no en el pan material, sino la vida del justo y siervo de Dios. No un pedazo de pan, sino una vida justa, dada hasta la muerte, es lo que libera a los hombres. El pan puede ser el signo muy sig­nificativo de esto y, quién sabe, necesario, pues el mismo justo y siervo escogió este signo.

El pan y el vino, comida al mismo tiempo sencilla y festiva, cotidiana y solemne, fue lo que el misterioso rey y sacerdote del altísimo (por tanto, del Dios de Abrahán), Melquisedec, ofreció como sacrificio y ágape cuando se encontró con Abrahán (laU). No sacrificios sangrientos, que pueden sugerir algún efecto mágico, sino los dones de Dios para la vida cotidiana. ¡Don que Dios dio también a su Iglesia, pero con un sentido mucho más rico que el que podía imaginarse Melquisedec!

Del don de Dios, Melquisedec hizo su oferta a Dios. Noso­tros también ofrecemos a Dios el don que él nos dio: el pan y el mesías-siervo, que el pan significa. Así se establece la comu­nión que sugieren el mismo pan y vino (cf Le 22, 15-20). En el pan que sacia a la familia humana, ofrecemos a Dios nuestra comunión con su don por excelencia, Jesús, entregado por nosotros. Entonces es inadmisible que la comunión cristiana deje a sus miembros sin el pan de cada día. Es un pecado contra "el cuerpo del Señor", nos enseña Pablo (2aü), puesto que el "cuerpo" tiene el sentido de Cristo presente en la eucaristía; pero también, de la comunidad eclesial. ¿Podrá haber comunión en el pan que es el cuerpo dado por todos, si no nos damos

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mutuamente el pan de cada día, alimento del cuerpo que es la comunidad? El cristianismo no es un espiritualismo, una fuga en bellas ideas sobre Dios. El cristianismo es la religión de la encarnación. Ser mesías, para Jesús, significa dar el pan en señal del don de sí mismo. La Iglesia, siguiendo el camino de Cristo (tema lucano), no pude dejar de hacer la misma cosa. "Dadles vosotros de comer" (Le 6, 13).

Fiesta del sagrado corazón de Jesús s^

EL TIERNO Y GRATUITO AMOR DE DIOS POR NOSOTROS

CtEnt: (Sal 32, 11.9) Los pensamientos generosos del corazón de Dios. Orín: (I) Maravillas de amor, fuente de vida, torrentes de gracia / (II) Infinito amor y

reparación. laLt: (Ez 34. 11-16) Dios, buen pastor, busca sus ovejas - Los "pastores" (líderes)

de Israel decepcionaron. No cuidaron a los débiles (34, 1-6). por eso. bajó sobre ellos el día de la condenación (deportación, 587 aC). Ahora. Dios mismo será el pastor de su pueblo, para reconducirlo. cuidando cariñosamente a las ovejas débiles y descarriadas. La continuación de la lectura indica que Dios mandará un nuevo pastor, en una nueva alianza (34, 23-35): prefiguración de Cristo (cfEv)-cl'Is 40, 11; 54, 7-10; Jr 23, 1-4; Jn 10, 1-18; Le 15, 4; Sal 22, 2.

CtMed: (Sal 22, I -3a.3b-4.5-6) El Señor es nuestro pastor. 2aLt: (Rm 5,5-11) Dios nos cunó primero - El don del espíritu en el bautismo es la

señal de que Dios nos quiere mucho; en Cristo, su amor nos buscó aun cuando éramos enemigos. No fuimos nosotros quienes aplacamos a un Dios airado; fue él quien nos reconcilió consigo, porque siempre nos amó. Pablo concluye: 1) si Dios hizo tanto por nosotros mientras éramos pecadores, tanto más hará ahora, cuando somos reconciliados; 2) no tenemos nada que elogiarnos, a nos ser el amor de Dios por nosotros, en Jesucristo. - 5, 5 cf Rm 8, 14-16; Ga 4. 46;Ez36. 27;E1'3, 16-19 - 5. 6-8 cfRm 3. 25-26; 1P3. 18; Un 4, 10.19; 2Co 5, 18-21.

CtAcl: (Mt 11, 29b) "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". Ev: (Le 15. 3-7) El buen pastor busca a la oveja perdida - Jesús fue criticado por

sus relaciones con los pecadores. Se defiende: vengo como un médico para los enfermos (Le 5. 31), como el "pastor" (cf ¡aLt) que busca a la oveja descarria­da y tiene mayor alearía al reencontrarla. Dios no descansa mientras haya ove­jas perdidas (cf 15. 11-32). - cf Mt 18, 12-14; Ez 34, 11-16; Jn 10, 1-18; Le 19, 10.

OrOf: Ofrenda de reparación por nuestra ingratitud ante el amor de Cristo. Pref: (propio) la salvación que viene del costado abierto de Cristo.

CtCom: (Jn 7, 37-39) "Si alguien tiene sed..." / (Jn 19, 34) El costado abierto de Cristo. OrFin: Inflamados por el amor de Cristo, reconocerlo en cada hermano.

La liturgia del Sagrado Corazón es siempre transparente, o-rientada a la sensibilidad del pueblo. También este año. La línea global se descubre a primera vista: Dios quiere ser el buen pastor y lo es en Jesús, enviado para revelar el tierno amor de Dios para

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con los hombres. La profundidad de este amor se expresa en la 2aU: Jesús revela la oferta del amor gratuito de Dios, que ahora reconocemos, porque su espíritu fue derramado en nuestros cora­zones (Rm 5, 5; cf Santísima Trinidad). Este amor gratuito con­siste en el don de su hijo, sin el mínimo mérito de nuestra parte; por el contrario: "Mientras éramos todavía sus enemigos".

Esta es la realidad que debemos sentir a través de la imagen del pastor (laLt; Ev). Esto exige una cierta catequesis, pues la imagen del pastor ya no pertenece a nuestro cotidiano vivir en la sociedad urbano-industrial. Para el pastor, las ovejas son su vida, su casi única riqueza, su "medio de producción". Por eso, no quiere ninguna se pierda. Podemos juzgar este amor bastante interesado. Bien, para eso es una imagen... Y no deja de ser ver­dad que Dios nos educa también a través de nuestros intereses. ¡Todo depende de cómo los aplicamos! ¿No dice Agustín: "Amor meus pondus meum", y el mismo Jesús: "En donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón"? Para el pas­tor, las ovejas son su tesoro. Son para él lo que el pedazo de tier­ra es para el campesino, la fábrica para el obrero. Se quita la fábrica, la tierra, el rebaño, y el hombre queda sin sustento. Por eso, se apasiona por su medio de producción (si fueran suyas... las fábricas y, muchas veces, las tierras, en nuestra sociedad, no pertenecen a quienes de ellas deben vivir; ¡por eso tampoco se apasionan mucho!). El hombre tiene sus deseos, sus pasiones, y es bueno que los tenga, porque son el resorte propulsor de su vida. Pero ¿cuál es el verdadero objeto de este deseo?: éste es el problema.

Entonces dejemos a un lado la imagen: el verdadero objeto de la pasión de Dios (¡y qué pasión!) son los hombres, sus hijos. Por ellos él deja todo el resto, por así decir (solo que Dios no es tan limitado en la organización de sus tareas como nosotros). Entonces nosotros también debemos invertir nuestra pasión vital, en último análisis, no en un rebaño, tierra o fábrica — aunque nos sirvan para sobrevivir, y quien no sobrevive no pue­de cantar la alabanza de Dios (cf Sal 113, 26)— sino en hom­bres de carne y hueso, hijos de Dios, tesoros de amor eterno.

En el reino de Dios, nuestros medios de producción, que absorben todo nuestro interés, son los hombres, y no podemos permitir que uno de ellos se pierda. Todos están llamados a

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gozar del amor del Padre; ¿cómo podríamos desinteresarnos de los que se alejan, o son alejados por el contratestimonio de los que se dicen de Dios?

¿En qué sentido serán los hombres nuestros medios de pro­ducción? La respuesta es sencilla: no se puede amar solos... Dios quiere (por tanto, es de su "reino") que todos sean amados: éste es el fruto que él quiere ver producido. Y los mejores fac­tores de producción son los que más nos desafían, los que más necesitan ser amados: los pobres, oprimidos, abandonados. Ellos suscitan el mayor potencial de ternura, de amor gratuito, en nues­tro corazón humano; y en esto es en donde Dios se realiza. Podemos decir que las ovejas perdidas "liberan" el potencial de amor que Dios puso en nosotros. Ahora bien, el peligro sería utilizar las ovejas perdidas para dejar crecer en nosotros un amor del que nos gloriásemos como si fuera un mérito nuestro. El amor no se presta para tal manipulación. No es un capital que queda en las manos de quien lo produce: él pertenece, inalie­nablemente a su destinatario. No somos dueños de nuestro amor. El dueño es Dios, y él lo exige de nosotros, a través de quien más lo necesita.

Y otra cosa. ¿Será que sólo "nosotros, los buenos" produci­mos amor para "los afligidos"? Afortunadamente no, pues todos nosotros somos necesitados y, dando, recibimos, sin saberlo. Mientras beneficiamos a los pequeños con nuestra riqueza mate­rial, transformando hasta las estructuras de nuestra sociedad para ser más hermanos, ellos nos benefician con su paz y sen­cillez y con muchas otras cosas, que ni siquiera sospechamos.

Amar a los hombres como nuestro tesoro; amar a los más "insignificantes", como si fuese nuestro mayor interés: he aquí el mensaje del pastor en busca de la oveja descarriada.

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2q domingo del tiempo ordinario

EL PRIMER SIGNO DE JESÚS: LAS BODAS MESIANICAS

CtEnt: (Sal 64. 4) Adoración y alabanza universal a Dios. Orín: Dios escuche al pueblo y le dé paz. laLt: (Is 62. 1 -5) Dios, el esposo; el pueblo, la amada - Después del fin del destier­

ro, vino el difícil período de la restauración. El pueblo pregunta si eso es la salvación. El profeta responde: "¡Esperanza!". No puede dejar de anunciar, con nombres cariñosos, cuánto Dios ama a su pueblo. Es la renovación de los esponsales (cf Ev). - 62. 1 cf Is 62. 6-7; 63. 7-9: 46. 12-13 - 62, 2-3 cf Is 52. 10; 60. 2-3.13-14: Jr 33, 16; Ez 48. 35; Ba 4, 30; Is 49. 15-16 - 62, 4-5 cf Os 2. 25: Rm 9. 25-26: Is 49. 14; Jr 3. 1-13; So 3. 15-17.

CtMed: (Sal 94. 1-2a.2b-3.7-8.9-1OaC) Alabanza universal a Dios. 2aLt: (ICo 12. 4-11) Diversidad de dones, un solo espíritu - Comienzo de una

secuencia de lectura de ICo 12-15. C 12-14 trata de los carismas: son diver­sos, pero eso no puede causar división, pues tienen la misma fuente: la riqueza de Dios y el amor del espíritu, enviado por el hijo por parte del Padre. Todo cristiano está, con su don específico, al servicio de toda la comunidad. - 12, 7 cf Is 11.2: ICo 12, 28-30; Rm 12.6-8- 12. 8-10 cf ICo 2, 6-16; 13,2; Un 4, 1-3; Hch 11.27:2.4.

CtAcl: (Jn 2. 10) El buen vino del final. Ev: (Jn 2. 1-11) Las bodas de Cana - Como la adoración de los magos y el

bautismo de Jesús (cf domingos anteriores), el signo de Cana es una epifanía, una manifestación de gloria de Dios en Jesucristo (2, 11). Y así son todos los "signos" de Jesús, especialmente como Juan los presenta. El milagro de Cana es solamente señal; todavía no ha llegado la "hora" (2, 4). María está presente en el primer signo, así también en la "hora" que el signo anuncia (2, 4 y 19, 25-27). la hora de la realización de su obra salvífica y de la plena mani­festación de la gloria. - 2, 1-15 cf Jn 19, 25-27 (Gn 3. 15); Gn 41, 55 - "la hora" cf Jn 7, 30; 8, 20; 12, 23.27; 13, 1; 17. I - 2, 10-11 cf Le 5, 37-39; Jn 4, 54; Jn 1. 14.

OrOf: Participación constante en el sacrificio que es para nosotros redención. Pref: (ordinario I) "Fuente de salvación para todos".

CtCom: (Sal 22. 5) Dios nos prepara la mesa / (Un 4, 16) Dios nos ama y nosotros creemos en su amor.

OrFin: Penetrados del amor del Padre, vivan en unión los que fueron saciados con el mismo pan.

El domingo que sigue a la fiesta del bautismo de Jesús —el segundo domingo del tiempo ordinario— presenta, en los tres años del ciclo litúrgico, un episodio de los comienzos de la obra de Jesús según el evangelio de Juan (Jn 1, 19-2, 11). Hoy escuchamos el último episodio de estos primeros días, la na­rración de las bodas de Cana (Ev). Jn 1, 19-2, 11 está construido en forma de una semana (literaria). Los días están enumerados: en 1, 29 comienza el segundo día, en 1, 35 el tercero, en 1, 43 el cuarto "tres días después", por tanto, al final de la semana esta­mos en Cana de Galilea, el lugar preferido del cuarto evangelio para ver a Jesús obrar su primer signo en una fiesta de bodas.

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Parece una repetición de la semana inicial de la creación. Los simbolismos se amontonan. Abundancia de vino es un signo de los tiempos mesiánicos (Am 9, 13-15; Jl 4, 18-21). Este vino es el último y el mejor: el escatológico (cf Me 2, 22). Viene de la transformación del agua de las abluciones judías (Jn 2, 6): el Nuevo Testamento sustituye al antiguo. Quien ofrece el vino es el esposo; el maestresala —en una típica escena de "ironía juani-na"— se dirige al "esposo" equivocado, para hacer la obser­vación de que él guardó el vino bueno hasta el fin en vez de servirlo primero, como era la costumbre. Era que no sabía que el verdadero esposo solamente ahora comenzaba a servir su vino...

Apenas comenzó: "Jesús dio comienzo a sus señales, mani­festó su gloria y sus discípulos creyeron en él" (2, 11). Todavía no es la plenitud de su obra. El hace una observación antes de realizar el signo, diciendo: "Mujer, ¿qué tengo yo contigo? aún no ha llegado mi hora" (2, 4). Su hora llegará cuando, nueva­mente, dirigirá la palabra a su madre: "Mujer, he ahí a tu hi­jo...", confiándole el fruto de su obra (19, 25-27). Por ahora solamente un primer signo, pero suficiente para que los que se habían entregado a él —sus discípulos— puedan empezar a creer que en él se deja entrever la presencia de Dios (2, 11). Jesús no vino exactamente para transformar agua en vino.

No quiso quitarles la fuente de renta a los campesinos. Vino para dar su vida, en aquella "hora". Pero el vino rojo de sangre nos habla de esta hora y su abundancia mesiánica nos hace creer: Dios está ahí, como el verdadero esposo, que, al final de los tiempos, toma a su pueblo como esposa amada. La laLt es uno de los muchos textos de AT que hablan en este sentido, y uno de los más poéticos. En un lenguaje ciertamente no extraño para nuestro pueblo latinoamericano, nos hace sentir que el amor de Dios para con su pueblo —esto es, para todos nosotros— es verdadera ternura, afecto cordial. Dios quiere que todo lo que es suyo, toda su riqueza sea también nuestra.

Todavía estamos en el espíritu de la epifanía, de la manifes­tación de Dios en Jesucristo. La fiesta de los "reyes magos" y del bautismo de Jesús forman tradicionalmente, con las bodas de Cana, el trío de la "epifanía". Para entender el misterio de Cristo, o mejor, para "atender" a Dios en la obra de Cristo, con­viene aprender, desde el comienzo, a verla como manifestación

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del Padre, no como una hazaña autosufíciente. Todo el evange­lio de Juan repite que en Jesús vemos el rostro del Padre (1, 14.18; 12, 45; 14, 9), especialmente en la "hora" de su "gloria" (cualidad divina por excelencia), que es la hora de la "exal­tación", esto es, de la elevación, al mismo tiempo, en la cruz y en la gloria. La hora que en Cana todavía no había llegado, pero para la que nos orienta esta narración, nos muestra el rostro de Dios, con infinito amor por nosotros.

También merece atención la 2aLt. Es el comienzo de la ter­cera secuencia de lecturas de ICo (las dos anteriores se leen al comienzo del tiempo ordinario de los años A y B). Pero como el tema continúa en los próximos domingos y prácticamente debe ser completado por el famoso capítulo ICo 13, es bueno dejar para más adelante su explicación, dedicando hoy toda la aten­ción al riquísimo texto del evangelio.

3er domingo del tiempo ordinario r°<

PREDICACIÓN INAUGURAL DE JESÚS

CtEnt: (Sal 95, 1.6) "Cantad al Señor un cántico nuevo". Orín: Dios nos dirija según su amor y nos haga fructificar en buenas obras. laLt: (Ne 8. 2-4a.5-6.8-10) La lectura de la ley en el AT-En d año 458 aC, el escri­

ba Estiras volvió de Babilonia con un grupo de judíos. Dos meses después, convocó al pueblo para renovar la alianza mediante la proclamación del libro de la ley. instituida en el Sinaí. Son los albores del judaismo moderno: el cen­tro ya no es el sacrificio, sino la lectura de la ley - cf Is 55, 10-11; Dt 6, 4-9; 30. 14; Sal 32.6-9.

CtMed: (Sal 18. 8.9.10.15) El valor vital de la ley. 2aLt: (ICo 12. 12-30 o 12, 12-14.27) Somos un solo cuerpo: el de Cristo - La ale­

goría del cuerpo y de los miembros hace ver cómo los diversos carismas se complementan mutuamente. Un don significa servicio, no desprecio. Hasta las más humildes funciones son indispensables para el cuerpo de Cristo, que es la Ialesia. En medio de estos diversos dones, se revelará loque es común a todos: la caridad (c 13). - 12, 12-13 cf Rm 12, 4-5; Ef 4, 4-6; Ga 3, 26-28; Col 3, 11 -12, 27cfRm 12, 5; Ef 5, 30-12, 28 cf Ef 4, 11-12.

CtAcl: (Le 4. 18-19) Cristo enviado para llevar la buena-nueva a los pobres. Ev: (Le 1. 1 -4; 4. 14-21) El comienzo de la predicación de Jesús - En el prólogo de

su evangelio, Le describe su procedimiento e intención: narrar los hechos y dichos de Jesús de manera ordenada, según los testigos, para dar una sólida base a la fe de la Iglesia. - La primera predicación de Jesús en Nazaret es pre­sentada como el cumplimiento de la promesa y como un programa: la buena-nueva llevada a los pobres, los que se abren al don de Dios. - 1, 1-4 cf Jn 15, 27; Hch I, 1.8-4, 14-15 cf Mt 4, 12-17; Me 1, 14-15; Jn 4, 1-3.43-4. 16-21 cf Mt 13. 54; Me 6, 1; Ts 61, 1-2; Mt 3, 16; So 2, 3.

OrOf: Dios acoge las ofrendas que sirven para nuestra santificación. Pref: (ordinario VI) Cristo, palabra de Dios, que nos reúne.

CtCom: (Sal 33, 6) Dios nos ilumina/(Jn 8, 12) Yo soy la luz del mundo. OrFin: Dios nos dio nueva vida; gloriémonos de sus dones.

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Lucas narra la actividad de Jesús a la manera de historiador. No en el sentido moderno de la palabra: un hombre de investiga­ciones y bibliotecas. Sino en el sentido antiguo: alguien que sabe narrar los hechos más o menos como sucedieron, o pudieron haber sucedido. Los métodos antiguos no permitían la verifi­cación que implican las actuales exigencias de la historiografía. En cuanto a documentación, consistía principalmente en declara­ciones orales, recogidas de un modo muy empírico. Así coleccio­nó Lucas los datos relativos a Jesús, para dar una base sólida, en lo posible, a la fe de sus contemporáneos hacia los años 80 dC.

En comparación con el evangelio de Mt, él demuestra, de hecho, más "tino" de historiador. Mt, de modo improbable, colo­ca como primera predicación de Jesús el sermón de la montaña, enriquecido con varias discusiones sobre puntos de la ley, etc. Esto, porque la intención de Mt es catequística: quien quiera conocer la enseñanza de Jesús, tiene que comenzar por ahí: el sermón de la montaña es la "constitución" del cristiano. Pero Le cuenta como un buen narrador: ¿cómo comenzó Jesús su predi­cación (Evp. Allá, en su tierra, en Nazaret, con ocasión de la asamblea semanal, en la sinagoga, el sábado (cf la primera activi­dad pública de Jesús Me 1, 21ss): los adultos podían comentar la ley partiendo de un texto profético. Jesús abrió el rollo del profe­ta Isaías, en el pasaje que habla de la misión del mensajero de Dios para instaurar la verdadera justicia y libertad, que se verifi­can al final de toda opresión y, específicamente, en la realización de un año sabático o jubilar, para restitución de los bienes presta­dos en vista de un nuevo comienzo de una sociedad realmente fraterna, como conviene al pueblo de Dios (cf Dt 15). Procla­mando que esta profecía se realiza en ese momento, Jesús: 1) se identifica con el portavoz establecido ("ungido") por Dios e impulsado por su espíritu (fuerza e iluminación), para llevar la "buena-nueva" a los oprimidos; 2) anuncia el comienzo de una nueva situación de la comunidad, restaurada según la voluntad de Dios: el tiempo mesiánico. Ninguna de las dos cosas es muy evi­dente... El pronunciamiento de Jesús suscitará una reacción del pueblo pero ésta se narra el próximo domingo. Hoy, por tanto, nos quedamos con la "declaración del programa" de Jesús: instaurar la realidad mesiánica.

Detrás de esto está toda una historia. El movimiento proféti­co inmediatamente después del destierro exigía con insistencia

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el "año de restitución". Textos como Ne 5 nos muestra que era, incluso, una necesidad. Pero la Biblia no nos dice que se haya realizado. Es lo que hoy se llamaría una utopía. ¿Jesús pretendía realizar la utopía? No que él hubiese sido enviado a sanar la sociedad. El quería convertir las personas a Dios. Pero la con­versión había que comprobarla con signos exteriores. Para Jesús no había señal más evidente que la realización de la antigua utopía del año sabático — en un tiempo en el que la mayoría de los judiós (excepto "los pobres de Yavé") ya había desistido de una utopía tan romántica...

La laLt de hoy no refuerza propiamente, el mensaje del evangelio. Más bien, presenta un poco de "cultura bíblica", necesaria para imaginar las costumbres y sentimientos del judaismo de después del destierro relativos a la lectura de la ley. El episodio es prácticamente el prototipo del culto sinagogal y la figura central, Esdras, puede considerarse como el "padre del judaismo" (antes del destierro no se puede hablar de judaismo, en el sentido estricto; solamente después del destierro el "pueblo de Dios" se identifica prácticamente con la tribu de Judá, única que quedó más o menos intacta y libre de contami­nación).

La 2aLt trae un mensaje propio: la alegoría del cuerpo y de los miembros. Es una alegoría que Pablo aprendió en la escuela: pertenece totalmente a la cultura romana (fábula de Menenio Agripa) y todos los hombres cultos de la sociedad helenística tenían que conocerla. Sea como sea, Pablo la aplica a la Iglesia ningún miembro del cuerpo puede decir a otro que no lo necesi­ta. Y, con un sano naturalismo (que desaparece cuando se sigue la versión abreviada de la lectura), habla también de los miem­bros más débiles que son rodeados de mayores cuidados -alusión a los capítulos iniciales de ICo, en donde Pablo critica los partidismos y ambiciones que dividen a la Iglesia de Corinto, recordando que Dios eligió lo que es débil y pequeño en este mundo (1, 26).

El mensaje se profundizará en el próximo domingo. Hoy ya se puede destacar la legítima diversidad en la Iglesia (con tal que haya la necesaria unidad): el pluralismo. El espítiru de Cristo se revela, en los fieles, de muchas maneras. Y no debe­mos pensar aquí solamente en las diversas funciones en la comunidad. También los diversos modos de expresar la con-

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6. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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ciencia de su fe, las diversas "teologías", por así decir, forman parte de esta multiplicidad de órganos que constituye el cuerpo. Nadie necesita en sí todas las funciones y toda la teología (12, 30). Es importante que todos contribuyan para la edificación del único "cuerpo" —el cuerpo significa, bíblicamente, la condición de estar presente y actuante— de Cristo en este mundo.

4q domingo del tiempo ordinario ^

JESÚS RECHAZADO EN SU PROPIA TIERRA

CtEnt: (Sal 105. 47) Dios salve y reúna a sus hijos. Orín: Concédanos Dios amarlo y a lodos los hombres con verdadero aléelo. laLt: (Jr I, 4-5; 17. 19) La misión controvertida del profeta - Jeremías llega a ser

profeta cuando todavía era joven, no por su voluntad, sino porque Dios lo quiere. Experimenta cuánto cuesta ser la "boca de Dios". Pero más temible sería huir de la misión de Dios que. con su tuerza, enfrentar la oposición de los hombres.- 1.5cf Is 49. 1.5: 50. 4-5; Le I. 15; Ga 1. 15; Rm 8. 29-1, 17-19 el' Jr 1.7-8; 15,20-21.

CtMed: (Sal 70. l-2.3-4a.5-6ab. I5ab-I7) Dios, fuerza de los que en él esperan, desde la juventud.

2aLt: (ICo 12. 31-13. 13 o 13. 4-13) La caridad, don mayor y permanente - En Corinto, los diversos carismas causaron discordia. Por eso. Pablo canta la grandeza del don que debe ser el de todos y que supera a todos los carismas: la caridad. Ella da valor a todo el -esto. Es la medida del ser cristiano. Supera, incluso, a la fe y a la esperanza, pues ella permanece aun en la consumación de lo que esperamos. - 13, 1-3 cf Un 4, 7-8; Mi 17, 20; 21, 21; 6, 2 - 13.4-7 cf Rm 13,8-10; 12,9-10; Flp 2. 4; Pr 10, 12; Rm 15. 1; 1P4, 8; 1CO9. 12- 13,8 c!'Hch2.4- 13, 12-l3cf2Co5,7;Ga4.9; ITs l ,3;Rm5, 1-5; Un 4, 16.

CtAcl: (Le 4. 18-19) Evangelizar a los pobres.

Ev; (Le 4. 21-30) El rechazo de Jesús en Nazaret - No solo en el "evangelizar a los pobres", la predicación de Jesús en Nazaret cumple la Escritura y traza un programa (cf domingo pasado), sino también en el rechazo del profeta, prea-nuncio del rechazo final por el judaismo y por la proclamación del evangelio para todos los pueblos. La palabra de Jesús exige decisión. Es para seguir o dejar. Cuando se la rechaza, ella pasa... (4. 30). - cf Mt 13. 54-56; Me 6. 1-6 -4. 21-22 cf Le 4. 18-19; Is 61. 1-2: 58. 6: Le 2. 47; 4, 15; Jn 7. 46 - 4. 24 cf Jn 4. 44 - 4. 25-27 cf IR 17. 1-9; St 5. I7:2R5. 14 - 4. 30 cf Jn 8, 59.

OrOf: Señales de nuestra disponibilidad aceptadas por Dios como instrumentos de salvación.

Pref: (ordinario VI) "El es vuestra palabra...". CtCom: (Sal 30, 17-18) Dios ilumine a su siervo / (Mt 5, 3-4) bienaventurados los

pobres y los mansos. OrFin: La eucaristía nos haga progresar en la verdadera fe.

En la liturgia de hoy encontramos la respuesta a varias pre­guntas que quedaron abiertas el domingo anterior. ¿Vino Jesús a instaurar el año de remisión (Le 4, 19)? A la "lectura materia­lista" del NT le gustaría leer nuestro texto bajo este ángulo. Jesús habría deseado realizar materialmente la utopía proyecta-

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da por la literatura deuteronomista y profética. Hoy podemos ver que Le el único evangelista que aborda este tema, quiere decir otra cosa. No solo debemos considerar que la lectura de Is 61, 1-3, puesta en boca de Jesús (Le 4, 16-19) es una escenifi­cación del tercer evangelista utilizando a Me 1,21 y 6, 1-6. Pero, sobre todo, hay una correspondencia de tipo teológico entre el v 19, "un año 'agradable' (dektony, y v 24: "Ningún profeta es 'agradable' (dektos) en su tierra". La cita del año del "año de gracia" no la relaciona Le con una mera reforma social, sino con la persona del mismo Jesús. El año de gracia es la encarnación de los dones de Dios a su pueblo, especialmente en la sensibilidad deuteronomista, muy preocupada por la suerte de los pobres y humildes (cf Dt 15). Pero lo que Le quiere decir es que el pueblo de Israel rechaza algo más que una reforma social. Rechaza todo lo que Dios ofrece, en Jesucristo.

Este rechazo sucede de manera suave, y debemos admirar nuevamente el arte narrativo de Le. Primero el pueblo admira a Jesús y sus palabras. Pero su admiración es la negación de lo que Jesús quiere: "¿No es este el hijo de José?" (4, 22). Debería ser: "El hijo de Dios" (cf 3, 22-23). Jesús toma la delantera. Previendo que ellos solamente quieren sus hazañas, como las hizo en Cafarnaún (Le presupone aquí a Me 1, 21ss como tradi­ción conocida), lanza un desafío: no vale la pena hacer aquí alguna cosa, afirmarse en medio de sus coterráneos, como un médico que comienza sus curaciones en su propia casa. Pues ningún profeta es agradable a su propia gente (la laLt de hoy sirve de ilustración para esta frase). E insiste: Elias ayudó a la viuda de Sarepta en Fenicia (pues fue desterrado de Israel; cf 329 domingo tiempo ordinario /B) y Eliseo curó al sirio Naa-mán... Los nazarenos, celosos de su precedencia, no soportan estas palabras y quieren hechar a Jesús por el precipicio (una variante de la lapidación; parece que consideran la irreverencia para con su "patria" como una especie de blasfemia). Pero Jesús, con la autoridad del espíritu que reposa sobre él, pasa en medio de ellos y pasa, pasa... Nazaret perdió su oportunidad, prefigurando así la suerte de la "patria" de todo el judaismo, Jerusalén: "Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y ape­dreas a los que te fueron enviados, cuántas veces quise reunir a tus hijos..." (Le 13, 34-35) — "Ah, si en este'día conocieses el mensaje de la paz... ¡No reconociste el día en que fuiste visita-

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da!" (19, 41-44). Se trata de la visita de Dios a su pueblo y su santuario (cf MI 3, 1), que no fue "agradable" (dektos en griego significa al mismo tiempo "agradable" y "bien recibido").

El tema de la reflexión de hoy es importantísimo y, en cierto sentido, es una lástima que coincida con la lectura de ICo 13 (2aU) que también merece una consideración. El problema se puede resolver dividiendo la liturgia de la palabra en dos partes. La primera tendría que ver con la Orín y la 2aLt, pues ambas hablan del tema del amor. Del amor afectuoso, pues sería errado entender la "caridad" de que habla ICo 13 en un sentido insípi­do, inhumano, como solo frío cumplimiento de deberes carita­tivos. Amor es esencialmente afecto, un asunto de enganche de toda la personalidad, una cierta pasión (por eso hace sufrir). Incluso, aconsejaría, para que nuestro pueblo entienda bien, cam­biar el término "caridad", común en nuestras traducciones de ICo 13, por "amor", traducción legítima del griego ágape. Pues es hora de que el pueblo entienda que el "amor" (también el amor carnal, en el que generalmente piensa cuando oye este tér­mino) es siempre afectuosa donación, perderse por el bien del otro. No hay un amor para la vida normal y una "caridad" para fines religiosos. La gente solo tiene un corazón.

En un segundo momento se podría presentar el tema principal, el rechazo de la gratuita (y afectuosa) oferta de salvación de Dios en Jesucristo. La laLt, que sirve de ilustración para la figura del profeta rechazado, pero firme por la fuerza de Dios, puede ocupar el lugar de la segunda, o simplemente integrarla en la misma expli­cación del Ev, pues para eso sirve. En vista a la actualidad, se puede subrayar que Nazaret quiere hacer valer prerrogativas que nada tienen que ver con el plan de Dios que es para todos los hom­bres; irónicamente, rechazando su "santo de casa", Nazaret re­chaza también el plan de Dios que él encarna y que es: llevar la buena-nueva a los pobres (14, 18). Pues dicho plan es incompren­sible para una mentalidad autosufíciente, preocupada por prerroga­tivas propias y precedencias personales (disfrazadas bajo el manto de la virtud y de la religión establecida). También hoy.

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5- domingo del tiempo ordinario f^

VOCACIÓN: PESCADORES DE HOMBRES

CtEnt: (Sal 95. 6-7) Adoración de Dios en su santuario. Orín: El inagotable amor de Dios y la fuerza de su gracia. laLt: (Is 6. l-2a.3-8) Vocación de Isaías: prontitud: - Al adorar en el templo, Isaías

experimenta la presencia del Dios inaccesible (6. 1-4) y toma conciencia de su impureza ante lo sagrado (6, 5). Pero Dios lo purifica (6. 6-7), para conferirle su misión, que Isaías acepta inmediatamente (6. 8). Por amor a Dios, tendrá que diriair palabras duras al pueblo del cual es llamado - cf Ex 3; Jr 1, 4-10; IR 22, T9-23-6, 1-4 cf Sal 98; Ap 4, 8; Nm 14. 21; Ex 19, 18; 40, 34-35; IR 8. 10-11 -6 . 5-7cfGn32, 31: IS6, 20;Jr4, 13; Le 5, 8; - 6. 8 cf Ex 4, 10-12; Jr 1.5-7.

CtMed: (Sal 137. l-2a.2bc-3.4-5.7c-8) Adoración a Dios en el templo. 2aLt: (ICo 15. 1-11 o 15. 3-8.11) El evangelio de Pablo: la resurrección de Cristo -

ICo 15. 3-5 es la fórmula más antigua del kerygma cristiano, el anuncio de Cristo muerto y resucitado. Pablo se incluye en la lista de los testigos, pues él también vio al Señor glorioso, en el camino de Damasco. En la fe de la resu­rrección se basa toda la esperanza cristiana. - 15, 3-7 cf ICo 11, 2.23; Rm 6, 3; Le 24, 34-35; Mt 28, 10.16-20- 15. 8-l0cf Hch 9, 3-5; Ef 3, 8; lTm I, 15-16; Ga 1. 13-14; Hch 8. 3; 2Co 11,23-24.

CtAcl: (Mt 4. 19) "Os haré pescadores de hombres". Ev: (Le 5. 1-11) Pesca milagrosa y vocación de los primeros discípulos -

Resumidos los primeros días (Le 3-4), comienza ahora la actividad de difusión de la predicación de Jesús. La constitución del nuevo pueblo de Dios. Surge la figura de Simón Pedro. Su barca es el pulpito de Jesús. Y también el instru­mento de la pesca milagrosa, señal de lo que serán Pedro y sus compañeros: pescadores de hombres. Tiene en la presencia de Jesús de Isaías en el templo (laLt) y con la misma prontitud de Isaías, sigue el llamamiento. - Mt 4, 18-22; Me I, 16-20; Jn 21, 1-14.

OrOf: Que el alimento de nuestra vida humana se convierta en sacramento de vida eterna.

Pref: (domingo tiempo ordinario V) La historia de la salvación. CtCom: (Sal 106, 8-9) Acción de gracias por el alimento y la bebida / (Mt 5, 5-6)

Bienaventuranza de los afligidos y hambrientos. OrFin: Unidos por el mismo pan y cáliz, producir frutos para la salvación del mundo.

Una historia de pesca y predicación, he aquí el evangelio de hoy. Primero habla de predicación, después de pesca, y final­mente une los dos en una síntesis un poco inesperada. Jesús se adapta a un escenario local. En medio de los pescadores, su pul­pito debe ser una barca de pesca, probablemente del más dinámico de los pescadores de Cafarnaún, un cierto Simón. Al terminar, Jesús le devuelve la barca: "Ahora puedes pescar" (Le 5, 4). Pedro debe haber pensado que Jesús poco entendía de pesca — no era el tiempo bueno: habían pasado la noche sin pescar nada. Pero la autoridad de Jesús se impone. "Porque tú lo dices, echaré de nuevo las redes" (que era algo más complicado que lanzar un anzuelo).

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La pesca dio un resultado digno de cualquier reunión de pescadores. Las redes comenzaban a romperse y tuvieron que llamar otra barca para recoger la cantidad de peces que habían cogido.

A partir de ahí, cambia el tono de la narración. Simón re­conoce una presencia misteriosa. Como Isaías, al sentir casi pal­pablemente la presencia de Dios en el santuario (Is 6; laLl), así también Simón se siente invadido por un sentimiento de pe­quenez, impureza e indignidad ante el misterio que vislumbra. "Apártate de mí, Señor que soy un hombre impuro". No más impuro que otros, pero delante de Dios todo hombre es impuro. La reacción de Jesús es un poco distinta de la de Dios en Is 6. No manda un ángel con una brasa para purificar a Simón, sino que dice, con toda sencillez: "No temas". Pero, como en Isaías, también aquí la presencia de Dios se hace sentir con una deter­minada intención: la vocación: "Desde ahora, serás pescador de hombres". Simón se dispone a asumir su vocación, como Isaías que respondió: "Heme aquí, envíame". Simón abandona su barca y sigue a Jesús, con Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo.

Podemos reflexionar sobre esta narración en el sentido de ver cómo se entrelazan la vocación divina y los fundamentos humanos de la misma. Isaías es hombre del templo: allí lo asume Yavé. Simón es un hombre de pesca, y allí Jesús lo asume. La vocación se encarna en la situación vital de cada uno, pero también lo lleva de ahí por un camino que Dios proyectó. Dialéctica de los presupuestos humanos y de la irrupción divina. Primero usa la situación de la gente —la barca— para dar un ejemplo; después, urge abandonar esta barca para emprender un camino del que no se conocen las sorpresas. Pero, mientras tanto, hay un signo: la pesca. Pues tampoco al entrar en el mar y echar una vez más las redes, Simón no sabía lo que sucedería. La confianza en Jesús en las cosas cotidianas nos prepara para asumir la vocación de lo desconocido.

Pablo también vivió una irrupción de Dios en su historia: Cristo glorioso, que se le apareció en el camino de Damasco y revolucionó su vida. Se propone responder a los corintios que dudaban o negaban la resurrección de Cristo y de los muertos en general (2aLt). Responde con pasión, pues toda su vida está basada en la experiencia que Cristo resucitó. Pero no es por esta

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experiencia personal por la que encamina su respuesta, sino por la fe común de los apóstoles, la "tradición" que también él recibió: que Jesús murió por nuestros pecados, cumpliendo la Escritura (cf Is 52, 13-53, 12 etc.), y fue sepultado; que resucitó al tercer día, cumpliendo las Escrituras ( cf Sal 15; Os 6, 2, etc.), y se manifestó a sus discípulos ( ICo 15, 3-5). Solamente después de esta referencia de la fe de la comunidad, Pablo invo­ca el testimonio de su propia experiencia: pues es igual a la de los demás, aunque fuera del tiempo normal, como un aborto, al perseguidor de la Iglesia, como lo era él. Experiencia cuyo efec­to está presente a los ojos de los corintios en la propia figura del apóstol. En el texto que sigue al de hoy, Pablo insiste en que toda su vida y la nuestra sería un lamentable absurdo, si no existiera la resurrección — de Cristo y de todos nosotros.

El tema de la 2aLt es, evidentemente, un tema aparte. Pero tienen en común con el evangelio la transformación que obra la vocación, o mejor, el encuentro con Cristo. Se puede proponer esta idea para la aplicación personal en la vida de cada uno. Pues no es necesario formar parte de la jerarquía para recibir esta vocación transformadora. Transformadora, no solo de la gente, sino también del mundo en que vive la gente.

La Orín y el CtMed encuadran estos temas en un clima de confianza y gratitud. La vocación no es un peso deprimente. Quien se demuestre constantemente deprimido por su vocación, demuestra que no asumió lo que es esencial en cada vocación: la unión con Dios y Jesucristo, en la confianza filial y en la alegría de servirles.

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6q domingo del tiempo ordinario (^

"FELICES VOSOTROS, LOS POBRES"

CtEnt: (Sal 30. 3-4) Dios, mi roca y mi fortaleza. Orín: Que la gracia de Dios nos dé un corazón en donde él pueda vivir. laLt: (Jr 17, 5-8) Bienaventurado quien pone su confianza en Dios - El hombre que

confía en los hombres se vende a la fragilidad humana ("carne"): es como un cacto en el desierto... El que confía en Dios es como un árbol frondoso en la orilla del río. que no teme la sequía. Tal vez se aplicaba este oráculo al rey Sedecías, que confiaba más en sus pactos políticos que en Yavé. -17. 56 el Ez 17.5-10: Sal 1.4-6; Jr 9. 3-5; 13.24-25- 17. 7-8 cf Sal 39. 5: I. 1-3:21,5-6; 24,2-3:43,7-9.

CtMed: (Sal I. 1.2.3.4+6) El justo es como un árbol plantado a la orilla del río. 2aLt: (ICo 15. 12.16-20) La resurrección, base Je nuestra fe - Continuación del

domingo pasado - El escándalo de la resurrección ya existía en Grecia en tiem­po de Pablo. Algunos rechazaban la idea de la resurrección y preferían ver la vida eterna como una mera participación mística. Pero Pablo demuestra cómo la resurrección corporal de Cristo es la base de nuestra fe; entonces la resurrec­ción existe... - 15. 16-17cf'Rm 4, 24-25:6. 8-10: 10,9.

CtAcl: (Mt 11, 25) Revelación del misterio a los humildes / (Le 6. 23ab) Bienaven­turanza y recompensa.

Ev: (Le 6. 17.20-26) Bienaventuranzas y maldiciones - Comienzo del "sermón de la llanura" de Le (=sermón de la montaña de Mt). En vez de 9 bienaventuran­zas. Le tiene solo 4 (y 4 maldiciones correspondientes): Jesús anuncia la sal­vación a los que saben que no tienen nada y esperan en Dios sin restricción (los "pobres"). Los que confían en sus posesiones (los "ricos") están perdidos. - 6. 20-23 cfMt 5. 3-12: Rm 8. 18-19; Is 61. 1-3; 65, 13-14 - 6. 23c cf 2Cro 36. 15-16; Ne 9, 26; Le 11, 49; Hch 5, 41; 7, 52 - 6, 24-26 cf Sal 13, 1; Mt 6, 19-21; Le 18.24-25.

OrOf: Purificación, renovación y vida eterna para los que siguen la voluntad de Dios. Pref: (domingo tiempo ordinario I) Vocación de un pueblo real.

CtCom: (Sal 77. 29-30) Dios sacia a los que esperan en él / (Jn 3, 16) "Tanto amó Dios al mundo...".

OrFin: Habiendo probado las alegrías del cielo, deseemos siempre el alimento de la verdadera vida.

La liturgia de hoy toca ciertamente un punto delicado: la maldición de los ricos. Hacia 1980, surgieron protestas contra la línea de la CNBB1 y de muchas instituciones religiosas, que, consagrando la opción preferencial por los pobres, hecha por el episcopado latinoamericano en Puebla, parecían expulsar de su medio a los ricos (más aún, porque estas instituciones religiosas generalmente no dejan morir de hambre a los miembros...). ¿Será una vergüenza ser rico? ¿No creó Dios los bienes de este mundo para que sean usados?

Hay una diferencia entre usar los bienes de este mundo y ser usado (o poseído) por ellos. Es lo que nos enseña la liturgia de hoy. Los que tienen bienes, deberían ser como si no los tuvieran,

1. Conferencia nacional de los obispos del Brasil (N. del editor).

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dice Pablo (ICo 7, 30-31). Pero generalmente sucede lo con­trario: los que tienen se identifican con sus bienes. No siempre son bienes calculables en cuentas bancarias. Participar de la ca­tegoría dominante de una estructura sociológica es también un bien, y ¡cómo es de difícil soltarlo, permitiendo que se mezcle con esta estructura!

Como aperitivo (laLt), la litrugia nos presenta una censura de Jeremías contra los que confían en los hombres: son como los cactos del desierto, viven de nada. Pero quien confía en Dios es un como un árbol frondoso a la orilla del río. Con estas frases critica la actitud sea del rey Sedecías y de sus consejeros (de los que él depende demasiado), que ponen toda su confianza en los pactos políticos que Judá trata de hacer con los egipcios, consi­derándolos bastante fuertes e interesados para desviar el peligro de los caldeos. Confianza inútil, como lo demuestra la historia.

Ahora bien, así son los que confían en en su riqueza. Ningún bien material es definitivo. Conociendo la historia de la humanidad, sería ingenuo creer que los bienes que amonto­namos son intocables.

Jesús vino a anunciar la buena-nueva a los pobres. Este fue su programa (cf domingo 3S del tiempo ordinario/C). Hoy resue­na este anuncio: "¡Felices vosotros, los pobres, porque a vo­sotros pertenece el reino de Dios!" (Ev). Dios no ama al hombre por las cualidades que pueda tener. No hay nada que no venga de Dios mismo. Dios ama a pesar de eso. En esta manera de ver hay algo de revolucionario. El judío piadoso creía que Dios mostraba su complacencia para con el justo concediéndole un sólido bienestar (y también racionaban a la inversa: teniendo bienestar, es señal de que la gente es justa...). Pero Jesús conoce mejor a Dios. Viene a mostrar el verdadero rostro de Dios. Por eso, comienza por los pobres. Para demostrar que Dios no mira la riqueza de la gente, nada mejor que ir a los pobres y decir: "Vosotros sois los hijos de Dios; ¡a vosotros os pertenece su reino!" no porque el pobre sea más virtuoso que el rico. No seamos ingenuos... Solamente porque Dios lo prefiere, lo elige, es porque se constituye en "opción preferencial". Para que se sepa que la gracia viene de Dios y no de algún factor humano.

Lo que vale para los pobres, vale también para los hambrien­tos, los sufridos y, sobre todo, para los perseguidos por causa

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del reino (las palabras de Jesús muestran aquí una actualización en vista a la primera Iglesia). Pero no vale para los "ricos", los "llenos", los de "buena vida", los que tienen éxito en este mun­do. Ellos ya tienen su recompensa. Jesús habla aquí de los que consideran su éxito material como la gratificación que Dios les debe ¿prefieren ésta? Entonces, está bien: ¡recibirán lo que desean! Infelices, pues se les quitará todo eso (cf la parábola de Le 13, 16-21. ¡Son los hombres más infelices!).

La Iglesia de Puebla no está contra los ricos. Los com­padece. Por eso, los censura y los exhorta a un cambio de men­talidad, que no dejará de tener sus reflejos en la estructura de la sociedad. No es verdad que no haya lugar en la Iglesia para los ricos. Pero no por ser ricos. Hay lugar para ellos, en la medida en que se despojen de sí mismos y de sus bienes, transformán­dolos en bienes de todos. Admito que hay muchas maneras para lograr esto. Una gerencia inteligente de una empresa puede ser un medio mejor que una reforma agraria irreflexiva que solo lleva a que los poderosos se adueñen gratuitamente de las tierras distribuidas a los pobres... Pero, quien quiera ser despojado mediante una gerencia evangélica de grandes bienes materiales, ¡necesitará una virtud que ni siquiera puedo imaginar!

La condición fundamental de todo este mensaje está expre­sada en la Orín: un corazón recto y puro, tan vacío de sí mismo, que Dios pueda habitar en él. Ahora bien, generalmente Dios se deja representar por gente de "pocas condiciones".

La 2aLt merecería una consideración aparte. En un punto, refuerza el mensaje del evangelio: "Si tenemos esperanza en Cristo solamente para esta vida —porque ponemos todo en fun­ción de esta vida, incluso al mismo Cristo—, somos los más desgraciados de todos los hombres" (ICo 15, 19).

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7- domingo del tiempo ordinario C*

IMITAR LA MISERICORDIA DE DIOS

CtEnt: (Sa) 12. 6) La confianza en Dios es recompensada: acción de gracias. Orín: Buscar lo que es recto y realizar en palabras y acciones lo que agrada a Dios. laLt: (1S 26. 2.7-9.12-13.22-23) La misericordia de David para con Saúl - Saúl,

persiguiendo a David, cae en sus manos. Pero David no quiere tocar al ungido de Dios. Nosotros decimos que esto es magnanimidad. David dice que es justi­cia y fidelidad, pues es lo que Dios quiere (26. 23). A quien Dios respeta, el hombre también debe respetar, aunque sea un enemigo, cf Ev y Le 23. 24.

CtMed: (Sal 102. 1-2.3-4.8-10.12-13) Dios es bueno y compasivo, paciente y miseri­cordioso.

2al.t: (ICo 15. 45-49) No se quila la vida, sino que se la recrea - la resurrección de Cristo es la esperanza de los hombres. La muerte no tiene la última palabra. Los corintios preguntan cómo será la resurrección (15, 35). Pablo responde: lo que es carne perecedera (vida humana destinada a la muerte, resucita como cuerpo espiritual (=animado por el espíritu de Dios). La resurrección es una nueva creación, pertenece al espíritu de Dios. Así como Cristo es en relación con Adán, así el hombre nuevo es en relación al antiguo: ¡no solo una "edición actualizada", sino una obra nueva!

CtAcl: (Jn 13. 34) El nuevo mandamiento del amor.

Ev: (Le 6. 27-38) "Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericor­dioso" - En su predicación "modelo" (sermón de la llanura o de la montaña), Jesús enseña cómo se puede vivir desde ya el reino de Dios. El discípulo será diferente del espíritu de este mundo: amará a los que lo odian, hará el bien siempre. Se caracterizará por la gratuidad. que se manifiesta mejor en el amor a los insignificantes y a los enemigos. ¿Por qué? Porque es hijo de Dios, y Dios también ama gratuitamente. - 6. 27-28 cf Mt 5. 44 - 6, 29-31 cf Mt 5, 39-40.42; Le 12. 33: Mt 7. 12 - 6. 32-35 cf Mt 5.46; Le 14, 12-14; Mt 5, 45; Si 4, 12-6. 36-38 cfMt 6, 14; 7, 1-2; Me 11,25-26:4.24.

OrOf: Los dones ofrecidos en honra de Dios sirvan para nuestra salvación. Pref: (domingo tiempo ordinario III) Misericordia de Dios y salvación de la muerte.

CtConi: (Sal 9, 2-3) "Narraré tus maravillas" / (Jn II. 27) profesión de fe en Jesús, hijo del Dios vivo.

OrFin: Que la eucaristía nos encamine hacia la salvación eterna.

En su programa (domingo 39) y en su primer anuncio (do­mingo pasado), Jesús propone la salvación a los pobres, como destinatarios preferenciales. Pues en relación a los pobres y a los pequeños es como se manifiesta la gratuidad de la gracia de Dios. Ya en las maravillosas páginas que Le consagra a María, en el comienzo de su evangelio, aparece este modo de obrar de Dios: es él quien eleva a los que no tiene nada que ofrecer, sino su fe; y rebaja a los que están llenos de sí.

En el Ev de hoy encontramos formulado el principio de la gratuidad de la gracia y de la salvación como modo de obrar de Dios y de sus hijos. "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso", he aquí el programa del cristiano. Se trata de lo

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que el AT llama la hésed de Yavé, término que incluye miseri­cordia, favor, gracia, amistad, compasión (cf Ex 34, 5 y también el CtMed de hoy, Sal 102).

Este amor gratuito se manifiesta en el hecho de que la gente no espera nada en cambio (cf la amonestación propia de Le en 14, 12-14). Lleva al cristiano a actitudes "extrañas": amar a los ene­migos, bendecir a los que maldicen, rezar por los perseguidores (cf Jesús, en solo Le 23, 24; y Esteban en Hch 7, 60); dar el doble de lo pedido, no pedir devolución de lo prestado. No hacer a los demás lo que ellos nos hacen a nosotros, sino lo que deseamos que nos hagan. En todo esto, el cristiano se muestra diferente de los demás. Pues dar para recibir, pagar igual por igual, eso lo hacen también los demás. Por tanto, la vida cristiana es esencial­mente una imitación del amor gratuito de Dios. Solo así seremos dignos del nombre de "hijos de Dios". Y si lo hacemos así, Dios mismo nos podrá tratar con su infinito hésed.

No se trata aquí de una simple liberalidad humana, como la del patrón que ofrece un abundante piquete para ser querido por sus peones. Se trata de una actitud teologal, una relación con Dios, que determina nuestra relación con los hombres. Encon­tramos ya en el AT una sensibilidad refinada para este aspecto teologal: cuando Saúl, durante su intento de apoderarse y matar a David, cae en manos de éste, David no lo mata, sino que res­peta su vida, no por liberalidad, sino "justicia", es decir, porque esa es la voluntad de Dios. Pues Saúl es un ungido, rey estable­cido por Dios (¡aLt). Entonces, el hombre no lo puede tocar sin orden del mismo Dios. La misericordia, que nos lleva a ser loca­mente generosos con nuestros hermanos es también una forma de "justicia", en el sentido bíblico, es decir, lo que Dios quiere. Si Dios quiere el bien para los hombres con un amor gratuito, ¿quiénes somos nosotros para rechazarlo?

Entonces, buscar lo mejor para los que están peor, no es solo un favor que depende de nuestra liberalidad y necesidad de ha­cernos simpáticos. También los capitalistas son generosos para atraer clientes y tener fama de filántropos. Obrar preferencial-mente en favor de los que no tienen nada es un deber de justicia, en el sentido bíblico, es actualización de nuestra relación teolo­gal, nuestra filiación divina. No es una cosa opcional. Es la rea­lización misma de nuestro nombre de cristianos.

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La 2aLt continúa todavía en el asunto de la resurrección. En el presente texto, el pensamiento de Pablo llega a expresarse con plena madurez. Se libera del nivel de discusión de los corin­tios (que piensan en volver a la vida física, lo cual ellos no apre­cian mucho, vista la influencia del dualismo, que desprecia el cuerpo). Ahora explica claramente que la resurrección es otra realidad, distinta de la que vivimos empíricamente. En términos filosóficos: es una realidad trascendente. En término bíblico: es una realidad espiritual (neumática), no carnal (material). Es una nueva creación, una realidad completamente nueva. Lo que fue sembrado en la condición humana ("carne") resucita en la condición divina ("espíritu"). La vida no se le quita al fiel, pero tampoco sigue como antes de la muerte; es transformada, pertenece a otra realidad, distinta a la de las células y moléculas físicas. Cristo es el nuevo Adán, primogénito de este nuevo orden, el orden del espíritu de Dios. ^v-

No es fácil explicar esto. Pero el mensaje del evangelio de hoy ayuda. Pues el sermón de la llanura exige que el cristiano sea diferente. Ahora bien, esta diferencia significa: no ser deter­minado, en un último análisis, por los criterios e intereses de esta realidad mundana material (incluyendo lo cultural, lo sicológico, etc.). El cristiano se orienta por una realidad dife­rente la realidad de Dios mismo, que es de otro orden. Su "dife­rencia" debería ser la señal de esto. Por eso, san Juan identifi­cará la auténtica fe cristiana, la adhesión a Cristo actuante en la caridad, con la vida eterna.

8- domingo del tiempo ordinario /~i

EL ÁRBOL Y SUS FRUTOS CtEnt: (Sal 17, 19.20) Dios, mi protector y salvador. Orín: Paz para el mundo y alegre servicio de Dios para la Iglesia. laLt: (Si 27, 5-8) Valorar al hombre según sus frutos - Para ver lo que hay dentro

del hombre es necesario ver lo que él produce en palabras y acciones; pues éstas revelan su valor interior - cf Am 9, 9-10; Si 31, 31; Pr27, 21; Mt 7, 16; Le 6, 43-44; Si 19, 26.27.

CtMed: (Sal 91, 2-3.13-14.15-16) El justo crece como la palmera y aun en la vejez produce fruto.

2aLt: (ICo 15, 54-58) Jesús venció "en principio" a la muerte. - La resurrección de Jesús nos revela la perspectiva de la inmortalidad y de la comunión eterna con Dios. Pues junto a Dios, la muerte no tiene nada que hacer. Necesitamos ser transformados. Ya se dio el comienzo: el "aguijón de la muerte" ya quedó desvirtuado por la resurrección de Cristo (cf Rm 7, 7-25): por eso debemos participar más plenamente en la "obra del Señor". - 15, 54-55 cf Is 25, 8; Os 13. 14- 15, 57cfJn 16,33- 15, 58cfHb6, 11-12.

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CtAcl: (Le 6, 43) El árbol y los frutos. Ev: (Le 6, 39-45) Recmuner al hombre /mr lo que produce - En la versión de Le

esla serie de sentencias muestra una vez más la reflexión de los primeros cris­tianos sobre el ser maestro y discípulo en el reino de Dios y en la comunidad cristiana. No ser líder ciego (cl'Ml 15. 15. contra los fariseos); ser discípulo, per­fecto como el maestro (cf Mi 10.40-42. en el contexto de la misión); no corregir al hermano sin antes ver los propios defectos (cf Mt 7. 3-5; el mismo contexto de Le): juzgar a las personas según sus frutos (cf Mt 7. 15-20; también 12. 33-35. en la polémica contra los "falsos profetas"). - 6. 39 cf Mt 15. 14: 23. 16.24 -6,40cfMi l0.24-25;Jn 13. 16: 15. 20 - 6, 43-44 cf Mt 12.33-35:7. 16-18.

OrOf: Que las ofrendas nos hagan producir frutos para Dios, que nos las da. Pref: (domingo tiempo ordinario V) Los dones de Dios.

CtCoin: (Sal 12. 6) Celebrar a Dios por el bien que nos hace / (Mt 28, 20) "He aquí que estoy con vosotros".

OrFin: Que el signo del alimento en la tierra nos haga participar de la vida eterna.

El evangelio de hoy presenta la última parte del sermón de la llanura de Le (menos la parábola de la casa en la roca, que ya entró en la liturgia del año A, Mt). En esta última parte aparece claramente que la colección de sentencias, que constituye este "sermón", fue reunida en vista de la vida comunitaria. Refleja la cuestión de la relación maestro-discípulo. El maestro debe ser lúcido (en las cosas del reino) para que no se convierta en un guía ciego. Si él está desorientado, desorientará también al dis­cípulo, pues éste no es más perfecto que el maestro. Aun al final del aprendizaje, será solamente como el maestro (Le 6, 40). Hablando de esto, Le recuerda que cada uno debe conocer sus propias fallas, antes de corregir al hermano. Porque, si no, ni siquiera verá realmente en que está equivocado su hermano (6, 41-42). Y continúa: cuando quieras valorar a alguien, mira a sus frutos. La apariencia a primera vista no sirve de criterio. Hay árboles muy semejantes, pero con frutos muy diferentes. Así también los hombres. Quien no observe esta sabiduría, se quedará esperando uvas del espino. El hecho es que el hombre, de alguna manera, produce siempre lo que tiene en su corazón. Como enseña Si 27 (cf laLt), eso vale tanto para las palabras cuanto para las obras que alguien produce. La boca habla de lo que está lleno el corazón.

Por tanto, tenemos aquí una secuencia de observaciones de "buen sentido cristiano", discernimiento cristiano, en función del discipulado, o sea, de la constitución de la comunidad. A más del valor siempre válido de las sabias observaciones de Jesús (Mt trae la mayoría de ellas en otro contexto), podemos también aprender la preocupación de los primeros cristianos respecto de la escogencia de maestros y discípulos. No son los

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criterios "sociales" los que deciden —familia buena, tradicional, etc.— sino los frutos que se revelan en palabras y obras.

La laLt remata el tema de la resurrección (cf domingos ante­riores). El tono ya no es de exposición sino casi de diatriba con la misma muerte: "¿En dónde está ahora tu aguijón, oh muerte?" (ICo 15, 55). ¡Pablo destruyendo la muerte! "El aguijón de la muerte es el pecado": en el pecado se muestra que la muerte todavía tiene fuerza, todavía está "picando". Solamente quien huye del pecado, puede participar de la certeza de la victoria sobre la muerte, que es el resorte propulsor de la vida cristiana; la esperanza de la vida en Dios, para siempre. La alegría y la espe­ranza cristiana son incompatibles con el pecado. Esto se confir­ma aun sicológicamente: el hombre que vive con el pecado en el corazón parece marcado por la muerte, no tiene esa vitalidad suprabiológica que marca a los santos aun en su más avanzada vejez, señal de que ellos viven interiormente otra vida...

"La fuerza del pecado es la ley" (15, 56b). ¿Qué significa esto? Para Pablo, la ley es un pedagogo, que existe por causa del pecado. Ella confirma por su propia existencia que el pecado está todavía en vigor. Pablo deja escapar aquí una frase que tal vez quedaría mejor en la Carta a los gálatas (en donde él com­bate a los guardianes de la ley judía) que aquí, en su discusión con los corintios medio gnósticos. Pero, sea como sea, quien hace de la ley el centro de sus preocupaciones, demuestra que todavía está viviendo bajo el dominio del pecado y, por tanto, de la muerte.

En cuanto a la organización de la liturgia de hoy, parece que la laLt merece bastante atención. El tono de júbilo y agrade­cimiento, que marca la última frase, aparece también en las ora­ciones y en el CtCom. Combina con eso el prefacio de los domingos del tiempo ordinario V. La laLt podría leerse como segunda o integrada directamente en la homilía, para no separar­la del evangelio. El CtMed, Sal 90, expresa, en cierto modo, el lazo que une la laLt con el evangelio y la laLt: "Aun en su vejez produce frutos". El AT, diciendo esto, pensaba en casos como el de Abrahán. Pero podemos pensar en esta vida nueva, la vida de la resurrección, que se hace cada vez más fecunda en la gente, mientras la biológica se va acabando.

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9- domingo del tiempo ordinario

LA FE DEL PAGANO Y LA CURACIÓN DE SU HIJO

CtEnt: (Sal 24, 16.18) Súplica a Dios en la infelicidad. Orín: La providencia de Dios no falla. laLt: (IR 8. 41-43) Salomón reza para que Dios atienda a los extranjeros - En la

grande oración de la dedicación del templo (IR 8. 23-53). Salomón no reza solo por la casa de David y el pueblo de Israel, sino también por los "extran­jeros", que vendrán allí a adorar al Dios de Israel y del universo. Y el templo será casa de oración para todas las naciones (cf Is 56. 6-7: Mt 21. 13). Dios quiere permanecer accesible a las necesidades de iodos los hombres. - El evan­gelio de hoy muestra también la apertura del judaismo a todo el mundo no-judío; pero no es el templo, sino Jesús en persona el luaar del encuentro de todo hombre con Dios. - cf 2Cro 6. 32-33: Dt 10. 19: Nra 15. 15-16; Sal 71. 10-17;Jr 16. 19-21:Jn 4. 21-24.

CtMed: (Sal 116. 1.2) Todos los pueblos alaben a Dios. 2aLt: (Ga I. 1-2.6-10) El evangelio de Pablo - fue quien hizo la primera evange­

lizaron de Galacia. país "subdesarrollado". muy expuesto a cualquier novedad. Entonces llegaron otros misioneros, que confundían a las jóvenes comunidades, imponiendo costumbres judías (la circuncisión) también a los cristianos de origen pagano (estos misioneros consideraban al cristianismo solamente como una variante del judaismo). Pablo escribe esta carta con inten­sa preocupación. No se trata de su persona, sino de la pureza de su evangelio. La garantía de esta pureza es que Dios, que resucitó a Cristo de entre los muer­tos, también llamó a Pablo. - I, 1-2 cf Rm 1. 4; Ga I. 11-12; Hch 20. 24- 1,7 cf Hch 15, 1.24; 2Co 11.4- 1.8-10 el' ICo 16,22; ITs2. 4.

CtAcl: (Jn 3, 16) El grande amor de Dios para con el mundo. Ev: (Le 7, 1-10) La fe del pagano - El centurión de Cafarnaún es un pagano, pero

hace avergonzar a los presentes de la sinagoga por su fe en Jesús, "el Señor" (7. 6). y en la fuerza salvífica de su palabra. Le describe al centurión como un hombre que teme a Dios, un pagano que sirve de ejemplo a los judíos. Le se revela aquí como el evangelista "ecuménico", descubriendo los valores "pre­cristianos" en todo el mundo (cf ¡aU). - cf Mt 8, 5-13; Jn 4. 46-53.

OrOf: Que los misterios que celebramos nos purifiquen. Pref: (domingo tiempo ordinario VIII) La Iglesia reunida umversalmente en la

unidad de la Sma Trinidad. CtCom: (Sal 16, 6) Confianza de que Dios nos escucha / (Me 11, 23-24) Oración confia­

da. OrFin: Proclamar la fe no solo con palabras, sino también en la verdad de nuestras

acciones.

La fe del centurión de Cafarnaún (Ev) es emocionante. Es romano, "pagano", pero estima mucho al judaismo. Siendo Jesús judío, el centurión se cree indigno de hacerle directamente una petición. Envía a los ancianos de la comunidad judía (al fin y al cabo, les había ayudado a construir una sinagoga). Estos insisten a Jesús, y él se va con ellos. Todavía en camino, el cen­turión les corre al encuentro: "No, Señor, no entres en mi casa. Yo no soy digno. Pero di una sola palabra, y mi siervo se curará. Pues yo sé lo que una palabra puede hacer, cuando la gente tiene poder para mandar; ¡soy militar!" Y Jesús cura al siervo a dis­tancia.

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Historia emocionante, porque muestra la gran fe del hombre y también la expresión tan espontánea, nacida de su vida profe­sional. "¡Yo sé lo que es mandar — manda, Señor!". Emocio­nante también es la sencillez con que, primero, busca interme­diarios y, después, corre al encuentro de Jesús. Pero otra emo­ción causa la observación de Jesús: "¡Ni en Israel encontré tanta fe!". El evangelista Mateo (Mt 8, 5-13) aprovecha la oportu­nidad para reforzar esta crítica a Israel, aumentando los versícu­los 8, 11-12. Pero Le no está en disputa con el judaismo, como Mt. Se contenta con la constatación de que Israel no tiene el monopolio de la fe.

Con esto, estamos muy lejos, en el sentido del verdadero universalismo, de lo que se dice en la laLt. Esta está tomada de la hermosa oración de Salomón con ocasión de la dedicación del templo. Salomón pide a Dios que también los que vienen de lejos sean escuchados cuando recen a Yavé en el templo de Jerusalén. Pero hay una cierta ambigüedad. Puede ser un modo de promover el templo que él, Salomón, construyó... Inclusive, para atraer extranjeros a Jerusalén, Salomón, el "déspota ilumi­nado" puso, incluso, estatuas de divinidades extranjeras en Jerusalén (IR 11, 7-8). Un universalismo que huele a propagan­da barata.

Un concepto "primitivo" del universalismo cree que todo el mundo debe adorar a Dios como lo adora la gente, en nuestras instituciones. En esta actitud, la gente se mezcla un poco con Dios. El verdadero universalismo hace abstracción del modo propio de la gente, pero desea que cada uno encuentre a Dios en el camino que le es propio. En el encuentro de Jesús con el cen­turión romano, la cuestión del judaismo se toca solo de modo negativo. Los intermediarios judíos no son de mucha importan­cia, en la historia. Jesús menciona solamente al judaismo para decir que es inferior a la fe del pagano.

San Pablo, en sus viajes, evangelizará una región muy "sub-desarrollada", de poca cultura, allá en el interior de Turquía: la Galacia (2aLt). Eran bárbaros que hablaban un poco, y mal, el griego. Pero, una vez abierto el camino, otros judíos, sirvién­dose del nombre de Jesús de Nazaret, empezaron a predicar a los pobres gálatas, ávidos por cualquier novedad del mundo de las grandes culturas y religiones. Estos nuevos misioneros con-

97 7. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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sideraban el cristianismo solamente como una variante del judaismo. Jesús era el gran maestro para ellos, eso sí, pero no había iniciado algo realmente nuevo. El judaismo seguía siendo el único camino seguro de salvación. Cuando Pablo sabe esto, se inflama en una santa cólera y escribe una carta severa para explicar a los gálatas que Jesús puso fin al judaismo. El judais­mo había crucificado a Jesús y, con él, sus propias prerrogativas y privilegios. El judaismo solo servía para los judíos (Pablo lo observaba todavía), pero no debía ser impuesto a nadie: o Jesús salva al hombre, o el judaismo, pero no ambos al mismo tiempo; si la ley salva, Jesús murió en vano (cf Ga 2, 21).

Las lecturas de hoy evocan, por tanto, un problema bastante crucial también entre nosotros. Y por diversas razones. Por una parte, tenemos personas que creen que fuera del catolicismo romano (de preferencia en su forma más tradicional) no existe la salvación. Por otra, el pueblo quiere garantizar su salvación con una combinación de varias creencias (el sincretismo). Ninguno de los dos modos entiende el universalismo de la salvación de Dios. Dios salva a quien lo busca sincera y auténticamente, en el camino que le es propio, sea este camino budista, animista, o sea lo que fuere. Pero Dios se manifestó también para ser cono­cido mejor —precisamente como el que salva a cada uno en su propio camino— en Jesucristo, de manera única. Quien tiene la felicidad de conocer a Jesucristo debe, por eso, ayudar a todos a crecer allí en donde Dios los hizo brotar. Si ellos descubren así que es Jesús el que los coloca en contacto con Dios, tanto mejor. Pero no deseemos un monopolio de la fe para nuestras institu­ciones religiosas. Es contraproducente.

109 domingo del tiempo ordinario f^

LA CONFIANZA DE LA VIUDA Y LA RESURRECCIÓN DE SU HIJO

CtEnt: (Sal 26, 1-2) Dios, apoyo contra los adversarios. Orín: Con la inspiración de Dios, pensar lo que es recio y. con su orientación, ejecu­

tarlo. laLt: (IR 17. 17-24) El hijo de la viuda de Sarepta - Elias era un "hombre de Dios":

obraba con la fuerza de Dios. Es conocido por su lucha contra los ídolos, en el s VIII aC. Su presencia en medio del pueblo hablaba de Dios; sus gestos eran "signos" de Dios. Así, la resurrección del hijo de la viuda no es magia, sino la respuesta de Dios a la oración de Elias (17, 22). - cf 2R 4, 18-37; Le 7. 11-17 (£v)- 17, 18-19 cf Sal 30-29-, 12-13; Am 3, 7.

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CtMed: (Sal 29, 2.4.5-6.11 +12a. 13b) "Cuando ya estaba para morir, me hiciste revivir". 2aLt: (Ga 1, 11-19) La vocación de Pablo - Pablo tiene la certeza de que su vocación

tiene su origen en Jesucristo, por tanto, en Dios mismo. Para probar esto a sus críticos, no puede recurrir al contenido de su mensaje, ¡pues ellospredican en nombre del mismo Cristo otro contenido! Entonces señala su historia personal: de fanático perseguidor de Cristo fue por él transformado en "apóstol de los gentiles". En el camino de Damasco, ¡Cristo lo llamó y con su luz al mismo tiempo lo encegueció y lo iluminó! I, 13-14 cf Flp 3. 5-6; Hch 22. 3-5; 26. 4-5.9-11 - 1. 15 cf'Is 49. 1: Jr i, 5: Rm 1.1-1, 16 cf Hch 9, 3-6; Ga 2, 7 - 1.18-19 cf Hch 9, 26-27: 12.7.

CtAcI: (Le 7. 16) Jesús, el profeta: Dios visitando a su pueblo. Ev: (Le 7. 11 -17) El hijo de la viuda de Naín - Cuando Jesús llama a la vida al hijo

de la viuda, es señal de que él es un gran profeta, tal vez "el" profeta que se esperaba como nuevo Moisés (cf Dt 18. 15.18) o como nuevo Elias, precursor de la "visita" de Dios a su pueblo (cf MI 3, 1.23-24). Le se sirve de este hecho para preparar la respuesta de Jesús a Juan que preguntaba "si es él": "... muer­tos son resucitados" (Le 7. 22). Comparando con la historia de Elias (laLt). Jesús es más que "hombre de Dios". El es "el Señor" (Le 7. 13). No necesita tanto esfuerzo en invocación como Elias; Jesús no pide; manda: "Levántate". El es la revelación del amor de la arada de Dios. Gratitud es la reacción del pueblo. -7 . 12-14 cf IR 17. 17; Le*8, 42.52.54 -7, 15 cf IR 17. 23; 2R 4, 36 -7. 16 el'Le 1,68.

OrOf: Ofrenda: alabanza a Dios y aumento de nuestra caridad. Pref: (domingo tiempo ordinario VI) Las primicias de la resurrección de la vida

eterna. CtCom: (Sal 17. 3) Dios, mi fortaleza/(Un 4, 16) Dios es amor. OrFin: Dios nos transforme y nos haga entrar en el camino seguro.

En tiempo de Jesús, el pueblo esperaba el regreso del profeta por excelencia, para preparar la venida de Dios (parusía) había una cierta duda de si el profeta sería Moisés (Dt 18, 15, interpre­tado en el sentido de un nuevo Moisés) o Elias (MI 3, 23-24). Pero cuando Jesús resucita al hijo de una viuda (Ev), no dudan en reconocer en él al nuevo Elias: "¡Un gran profeta ha surgido entre nosotros! ¡Dios ha visitado a su pueblo!". Jesús es signo de la presencia de Dios, con su gracia y misericordia. El se "com­padeció" (Le 7, 13): lo que el pueblo esperaba de Dios, en su día. En el cuadro del evangelio de Le, esta narración tiene también otra función: inmediatamente después de esta historia, sigue el episodio del Bautista, preguntando si Jesús es el que ha de venir (el profeta escatológico). Y la respuesta de Jesús es: "Vea solo lo que sucede: todas las categorías mencionadas en las profecías mesiánicas, especialmente en Is 35, 5-6, encuentran curaciones, y hasta los muertos son resucitados (Le 7, 11-17); y a los pobres se anuncia la buena-nueva (programa de Jesús cf Le 4, 16-19 e Is 61, 1); ¿será que se puede dudar?".

La laLt es narrada para ilustrar cómo en Jesús se realiza la esperanza del nuevo Elias (tema que le gusta especialmente a Le. Pero también hay una tipología: Elias es el "primer esbozo"

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(tipo) que es llevado a perfección en Cristo (antitipo). Basta comparar los detalles de la narración para ver cómo Jesús supera a Elias: él no solo es "hombre de Dios", sino "el Señor"; no necesita hacer todos los "trabajos" que Elias hizo para reanimar al muchacho, etc. Detrás de estas tipologías, frecuentes en la antigua teología cristiana, está la fe en la continuidad de la obra de Dios: lo que él había comenzado en Israel, lo llevó a término en Jesucristo.

En ambas lecturas se revela una gran valoración de la vida. Dios mismo quiere conservar a sus hijos en vida. Eso está en abierto contraste con la liviandad y hasta el desprecio que la vida humana recibe en nuestra sociedad. Dios se compadece para hacer revivir una criatura, mientras nuestra sociedad las mata aún antes de nacer. ¿Será que podremos nuevamente hablar de una visita de Dios, cuando restauramos el sentido del valor de la vida, no solo en el caso del aborto, sino también de las guerras, represión, torturas, polución del ambiente, de los alimentos, el tráfico asesino (drogas) y sobre todo el hambre? El CtMed destaca también el valor de la vida, que Dios da.

La 2aLt continúa la Carta a los gálatas, que comenzó el domingo pasado. Pablo tiene que refutar las teorías de los "judaizantes". Recurrir pura y simplemente al hecho de que él predica a Jesucristo, no sirve, porque ellos lo predican también, pero con otras intenciones. Entonces, para probar que su men­saje, su "evangelio" es el verdadero, narra su origen: no fue él mismo ni ningún otro ser humano el que lo inventó (1, 11.16.19: Pablo sostiene que no fue "formado" por hombre alguno). Quien hizo a Pablo su mensajero, fue Cristo mismo, que lo "hizo caer del caballo"; la transformación obrada en Pablo, convirtiendo al antiguo rabino, fariseo y perseguidor, en apóstol de Cristo, no es obra humana. Por eso, este resumen de su historia personal, his­toria de la salvación...

La Orín y OrFin subrayan la iniciativa y transformación que Dios asume en nuestra vida. En un mundo del "tener y vencer" es bueno recordar esta realidad fundamental, no para llevar al fanatismo, sino a la responsabilidad por el plan de Dios, que es: que el hombre viva, en todos los sentidos.

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lledomingo del tiempo ordinario C*

EL AMOR DE LA PECADORA Y EL PERDÓN DE SU PECADO

CtEnt: (Sal 26, 7-9) Dios tenga compasión de nosotros. Orín: La gracia de Dios nos auxilie siempre para querer y obrar según su voluntad. laLt: (2S 12. 7-10.13) La contrición de David - El profeta Natán es portavoz,

"boca" de Dios, voz de la conciencia para el rey David. Denuncia su homi­cidio y adulterio. David despreció el mandamiento de Dios, pero acepta la denuncia del profeta, reconoce su crimen y se entrega al juicio de Dios. Por eso. Dios demuestra compasión. - cf Sal 31; 50; 64, 3-4; Sb 11, 23-26.

CtMed: (Sal 31.1 -2.5.7.11) La felicidad de confesar el pecado y ser perdonado. 2aLt: (Ga 2. 16.19-21) Si las obras de la ley justifican. Cristo murió en vano - Pablo

tiene que polemizar con la tendencia de '"judaizar" a los cristianos de Galacia. que no tienen nada que ver con el judaismo. Va a lo esencial: "¿Qué hace el hombre justo ante Dios?". Los judaizantes creen: observar la ley (Ga 2. 16). Claro que la moralidad tiene su valor; Dios la desea. Pero, de por sí, no puede "forzar" a Dios, pues siempre le quedamos debiendo infinitamente. Lo que nos hace justos (paga nuestra deuda) es la gracia de Dios; sin ella, las obras no sirven para nada. Y esta gracia se manifiesta en el mayor gesto de amor y perdón imaginable; la vida de Cristo dada por nosotros. Debemos creer en este amor.-2. Í6 cf Rm 3, 20. 21-28; Sal 142,2-2. 19-21 cf Rm 6.9-11; 8. 2.10-11: Ef 2, 4-8;Flpl,2l;2Co5, 14.

CtAcl: (Le 7. 50) Tu fe te ha salvado. Ev: (Le 7, 36-8. 3 ó 7, 36-50) La pecadora - Una meretriz lava los pies de Jesús

con sus lágrimas y unge sus pies con su perfume. Señal impactante de gratitud porque se sabe perdonada. A quien mucho ama. mucho se perdona; a quien mucho se le perdona, mucho ama. Perdón y amor son dos momentos insepara­bles de la realidad de la reconciliación. El perdón es la respuesta del amor de Dios a la contrición, que es el amor del pecador. - esta meretriz no fue la única mujer que hizo esta experiencia. Igual experimentaron María Magdalena y las otras mujeres mencionadas por Le como seguidoras de Jesús (8, 1-3). - 7, 36-50 cf Mt 26, 7-13: Me 14, 3-9; Jn 12, 2-8; Le 8. 48; Me 5. 34; 10. 52 - 8, 1-3 cl'Mt4. 23; 9, 35.

OrOf: El sacramento del alimento del cuerpo y del alma. Pref: (domingo tiempo ordinario I o IV) El perdón del pecado.

CtCom: (Sal 26. 4) El deseo de vivir en la casa del Señor / (Jn 17, 11) "... para que sean uno como nosotros..."

OrFin: Unión de los fieles en el amor de Dios, comunión de la Iglesia.

Al leer el Ev de hoy, la gente se pregunta qué fue primero: el amor o el perdón. Jesús dice: "Se le han perdonado sus muchos pecados, porque amó mucho", y: "Tus pecados te son perdonados... tu fe te ha salvado" (Le 7, 47-50). ¿Le fueron per­donados porque demostró mucho amor, o lo contrario? La na­rración no permite distinguir claramente, pero no importa, pues el misterio del perdón es que se trata de un encuentro entre el hombre arrepentido y Dios que desea reconciliarlo. La contri­ción es el amor que busca perdón, y el perdón es la respuesta de Dios a este amor. La contrición es el amor del pecador, que se encuentra con el amor de Dios, que es: perdón.

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Page 52: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

Jesús ilustra este misterio con una de estas parábolas impac­tantes que, sobre todo, le gusta narrar a Le: dos deudores, uno con poca y otro con mucha deuda. A ambos se les perdona la deuda. ¿Cuál de los dos amará más al hombre que los absolvió? El que debía más. Es el caso de esta meretriz, que le demostró efusivamente gestos de cariño y afecto. Pero el otro está tam­bién ahí: el anfitrión de Jesús, que demostró poco calor en la acogida a su huésped. ¿Será que tenía pocas deudas y, por tanto, recibió poco perdón y por eso solo puede amar un poquito? Entonces, ¿sería bueno "pecar fuerte y amar más fuerte todavía"? La realidad tal vez sea diferente. Puede ser que alguien no reconoce cuánta deuda tiene y, por eso, recibe poca absolución y muestra poco amor. Ya empieza por ahí: porque tiene poco amor, no es capaz de reconocer la gran deuda que tiene con Dios, pues no toma conciencia de cuan poco corres­ponde a su infinito amor...

Nadie es justo, cuando se mide con el criterio de Dios. Todos son pecadores. Pero los que cometen pecados "notables" (que no solo Dios, sino también los hombres censuran) toman más fácilmente conciencia de su "injusticia".

Es el caso de la meretriz, en el evangelio, el de David, en la laLt. Los que cometen pecados más difíciles de valorar y acusar, como el orgullo, la autosuficiencia, la envidia y cosas semejantes, con más dificultad recuerdan que también ellos son injustos. Tal vez observen las reglas del buen comportamiento, como los fariseos del evangelio y los judaizantes de la 2aLt, que quieren imponer a los pobres paganos de Galacia las "obras de la ley" judía para que se salven. Transformarían a los gálatas en seres autosuficientes como lo son ellos. No, dice Pablo, eso no lo puedo admitir. Si fuesen las obras de la ley las que salvan, Jesús no tenía necesidad de morir (Ga 2, 21).

Quien nos libra de nuestra deuda es Dios. Solo él, que nos dio la vida, es capaz de restaurarla en su integridad. Y cuando Jesús perdona pecados, revela que Dios está con él (lo que los comensales comprendieron: Le 7, 49). Pedir perdón es dar a Dios una oportunidad para rehacer en nosotros la obra de su amor creador. Pero quien poco ama, no le da esta oportunidad...

La liturgia de hoy nos enseña una cosa más. A David le recordó su pecado un portavoz de Dios, el profeta Natán. Pero,

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mirando desde afuera, ¡el pecado de David era muy grave para pasar inadvertido! El mismo David, cuando Natán le narra una historia muy semejante a la suya, exclama: "¡Ese hombre debe morir!" (2S 12, 5; sería bueno leer, como laLt, también la parábola de Natán, inmediatamente anterior a la perícopa indica­da para hoy). Pero para que reconozca su propio caso, Natán tiene que decirle: "¡Tú eres ese hombre!" nosotros tenemos en nosotros mismos un portavoz de Dios que nos dice: "¡Tú eres ese hombre!": nuestra conciencia; hay que escucharla. Entoces sabremos cuan poco correspondemos al amor de Dios, que creó nuestra vida y la de nuestros hermanos. Entonces entrarán tam­bién en acción el amor del pecador, que se llama: contrición; y el amor de Dios, que se llama: perdón.

La Orín combina muy bien con el tema de hoy: sin la gracia de Dios no podemos nada. Por eso pedimos esta gracia, para en nuestros proyectos y su ejecución estar de acuerdo con lo que Dios ama. El CtMed, el sal 31, merece toda la atención (¡y la atención de nuestros músicos!). Pues descubrir su pecado delante de Dios y de los hombre, y a pesar de eso ser acogido en el amor de Dios y de la comunidad cristiana, es la más grande felicidad (y la razón fundamental por la cual existe el sacramen­to de la penitencia).

12q domingo del tiempo ordinario ^

RECONOCER Y SEGUIR AL MESÍAS SUFRIENTE

CtEnt: (Sal 27, 8-9) Dios, fortaleza de su ungido. Orín: Amar y venerar a Dios, que nos confirma en su amor. laLt: (Za 12, 10-11) "Lamentarán a quien traspasaron" - No se sabe quien fue,

históricamente, el "traspasado" de Za 12. Fue un profeta, un "pastor"(cf Za 11). Fue un mártir: su muerte significó una catástrofe para el pueblo, pero también un nuevo comienzo, conversión y regreso a Dios (cf el siervo de Yavé. Is 53). Jn 19. 37 identifica a Jesús con este "traspasado" (cf Ap 1, 7). La liturgia de hoy relaciona este texto con la predicción de la pasión de Jesús. - cf Nm 21,8; Jn3, 14.18; Ez 34, 23-24; 36, 25-27.

CtMed: (Sal 62, 2.3-4.5-6.8-9) La búsqueda de Dios liberador. 2aLt: (Ga 3, 26-29) Superación de todas las discriminaciones en Cristo - Jesús es el

fin de la ley. En él se cumple la promesa hecha a Abrahán. En él son benditos todos los pueblos de la tierra, judíos y gentiles: "todos" (3, 26), por la fe y el bautismo, se hacen semejantes al hijo, siendo ellos mismos hijos y cohe­rederos. Todas las indiferencias se vuelven sin importancia. Solamente impor­ta Cristo. En la comunión en Cristo, ya comienzan a deshacerse las diferencias que dividen a los hombres cf Jn 1, 12; Rm 6, 3-4; 8, 14-17; 13, 14; 10, 12; Col 3, 11-12.

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CtAcl: (Le 9. 23) Seguimiento y renuncia. i Ev: (Le 9. 18-24) Profesión de fe de Pedro y anuncio de la pasión - Texto com­

puesto por: I) diálogo sobre el mesianismo de Jesús (profesión de fe de Pedro: 9. 18-21); 2) predicción de la pasión del hijo del hombre (9.22); 3) llamamien­to al seguimiento de la cruz. Estos tres temas forman una unidad: Jesús es el mesías. que sigue su camino no en el sentido que presumen los hombres, sino como Dios lo define. El anuncio de la pasión viene a corregir la misma confe­sión de fe Píesiánica de Pedro. Jesús loma el camino de la liberación por la donación hasta el fin. y quien quiera ser su discípulo debe seguir este mismo camino, tal vez no inmediatamente en el martirio (eso también, según el caso), sino "cada día" - y esto se les dice a todos (9. 23). - 9. 18-21 cf Mt 16, 13-20: Me 8. 27-30: Le 9. 12 cf Mt 16. 21: Me 8. 31 : Le 24. 25-;26 - 9. 23-24 cf Mt 16, 24-25; Me 8. 34-35

OrOf: Ofrecer a Dios un corazón que le agrade. Pref: (domingo tiempo ordinario VIII) Unidad por la sangre de Cristo.

CtCorn: (Sal 144. 15) Dios &J> alimento en la hora oportuna / (Jn 10. 11.15) El buen

pastor da la vida por las ovejas. OrFin: Que siempre recibamos como salvación lo que celebramos en el sacramento.

Ya en el año B, la liturgia insistió mucho en las predicciones de la pasión de Cristo, que, de hecho, forman una espina dorsal de la sección más significativa del evangelio de Me. En Le, el sistema de las tres predicciones se diluye por la introducción del "gran viaje" de Jesús (Le 9, 51-18, 14) en medio de lo que, en Me, es la sección de las predicciones de la pasión. Así, este tema aparece sólo una vez en la liturgia del año C: una razón más para dedicarle toda la atención (Ev).

La situación es la siguiente: Jesús vive uno de sus momentos de intimidad con Dios (Le 9, 18), haciendo ciertamente su revisión de vida, reflexionando sobre el sentido de los signos mesiánicos que le es dado hacer (precede inmediatamente, en Le 9, 10-17, la multiplicación de los panes). Quiere hacer tomar conciencia a sus discípulos de lo que el Padre le hace ver. Pregunta quién, en la opinión de los hombres, es él; y, después de las respuestas "aproximativas"(Juan Bautista, Elias), pregun­ta también la opinión de los discípulos. Pedro se hace vocero de sus compañeros y dice: "Tú eres el mesías de Dios". Jesús les ordena guardar esta intuición para sí y explica por qué: porque el hijo del hombre debe sufrir y morir, pero también resucitar. El pueblo todavía no entendería esto. Solo lo entenderán después de haber sido traspasado, lo cual no deja de ser un "cumplimiento" más de la escritura, o sea, de la extraña lógica de Dios (cf Za 12, 10-11; laLf., Is 53, etc.). Pues Jesús es el punto final y la plenitud de todo un linaje de profetas rechaza­dos, mesías asesinados, y de todos los "siervos" y "pobres" de

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Yavé. La pedagogía de Dios, que consiste en convertir al hom­bre no por la fuerza, sino por el ejemplo del amor hasta el fin, alcanza la plenitud en Jesús de Nazaret.

Lo que Jesús dice a "todos" (Le 9, 23. expresamente) es que deben seguirlo, tomando su cruz. El mejor modo para entender a Jesús es empezar a hacer lo mismo que él. No son las teorías cristológicas las que nos ayudan a conocer y entender a Jesús, sino el vivir como él vivió, morir como él murió. Hacer la expe­riencia del mundo y de Dios que él hizo, eso es lo que nos hace ser sus discípulos dignos del nombre de "crisitianos". Cuando la gente compara la palabra del seguimiento en Le 9, 23 con Me 8, 34, que le sirvió de modelo, descubre que Le añadió algo: "Cada día". Tomar su cruz no sucede solo en el camino del Gólgota, sino en la vida de cada día (Le es el evangelista que piensa más en la situación del cristiano común). Quien no sabe asumir las pequeñas cruces de cada día, nunca será un mártir del amor hasta el fin.

Le escribe eso con una frialdad pedagógica, muy en la línea de su espíritu helenístico, que daba mucha importancia a la "ascesis", el "ejercicio" (fueron los griegos los que inventaron el entrenamiento deportivo). Pero los pequeños sacrificios dia­rios no son sólo ejercicios deportivos. Ellos son, verdadera­mente, ejercicios del amor de Cristo. Son la manifestación, aun en los mínimos detalles de nuestra vida, de cuánto tenemos pre­sente ante los ojos su amor por nosotros, manifestado en la cruz. La cruz de cada día es nuestra participación de la cruz del cal­vario y de ella recibe todo su valor.

Ahora tenemos también criterios para distinguir entre el ver­dadero seguimiento de Jesús por el camino de la cruz, y el entu­siasmo superficial que, como un parásito, abandona la fuerza y sofoca el verdadero amor de Cristo. Muchos de los que andan haciendo ostentación del crucifijo en el pecho no tiene la míni­ma intención seria de vivir lo que la señal de la cruz significa. Consideran a Jesús tal vez como un Juan Bautista o Elias revivi­do, o sea, una cara sensacional, pero no están dispuestos a vivir su historia día por día. Hacen de Jesús un subterfugio, o, peor aún, un pretexto, para que la fachada de un cristianismo patente los dispense de cualquier llamado a la conversión: "¡Soy hom­bre de Iglesia, nadie tiene que decirme lo que tengo que hacer!".

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Sobre todo, cuando huelen en el aire algo relativo a la reforma de estructuras, cambio ideológico, opción por los pobres... Deben aprender a tomar su cruz, día por día, no con espíritu re­volucionario ("¿Qué hice para merecer esto o aquello, yo que rezo tanto?"), sino con el amor de Cristo, que tiene compasión de los que más sufren. Entonces, reconocerán también que su cruz no es la jaqueca que están sufriendo en el día después de la fiesta de aniversario, sino su incapacidad de crear una sociedad justa, en la que todos tengan oportunidad.

Entre cristianos, es imposible perpetuar y profundizar siem­pre más el abismo que divide a los hombres social y cultural-mente. Por el bautismo, cambiamos de personalidad: somos to­dos "Cristo", todos iguales a los ojos de Dios, todos su hijo que­rido: no hay más hombre y mujer, judío o griego, amo y esclavo (2aLt). ¿No debería esta igualdad escatológica manifestarse tam­bién en la cotidianidad de una sociedad que se llama cristiana?

13e domingo del tiempo ordinario *-*\

EXIGENCIAS PARA SEGUIR A JESÚS

CtEnt: (Sal 46. 2) Aplauso universal a Dios. Orín: Dios, que nos hizo hijos de la luz. nos ayude para no andar en las tinieblas. laLt: (IR 19, 16b.19-21) Radicalidad del seguimiento del profeta - En vista del

tema del evangelio, se narra la vocación de Eliseo para seguir a Elias. La indi­cación de Josué, por Moisés (Nra 28. 18-19) se hace con la imposición de las manos; de modo semejante, Elias extiende su manto sobre Eliseo para señalar­lo como su sucesor. La respuesta de Eliseo es radical: se despide inmediata­mente de su familia y sacrifica su yunta de bueyes, para seguir, completamente libre, a Elias. La exigencia de Jesús será más radical todavía (Ev).

CtMed: (Sal 15. 1-2a-5.7-8.9-10.11) "Señor, eres mi herencia y recompensa". 2aLt: (Ga 5, 1.13-18) Leí libertad cristiana - En tiempo de Pablo, las tradiciones del

judaismo ponían la libertad cristiana en peligro. Hoy hacen esto otras fuerzas. Pero todas esas amenazas son "carne", lo contrario del espíritu (el Ga 5. 19-21). Jesús nos invita a la libertad que se revela en éJ mismo: siendo libre, puede dar su vida por nosotros. - 5, 1 cf Jn 8. 32-36; Ga 2, 19-20 - 5, 13-15 cf Rm6, 15;1P2, 16; Rm 13, 8-10; Lv 19, 18-5, 16-18 cfRm 8, 4-6.14-17; Ga 5.25.

CtAcl: (Ef 1, 17) Conocer la esperanza de nuestra vocación / (1S 3, 9; Jn 6. 68c) "Habla, Señor".

Ev: (Le 9, 51-62) Las exigencias del seguimiento de Jesús - En Le 9, 51, Jesús emprende el camino de Jerusalén, el camino de su arrebatamiento de esta tie­rra (cf Elias en 2R 2). Se entrega completamente al Padre, rechazando la resistencia violenta (Le 9. 57-56), en oposición a Elias (2R I, 9-12). - Como Elias, exige seguimiento radical (9, 51-62). ¿Quién es capaz de eso? Quien recibe el llamamiento y se entrega totalmente en las manos de Dios según el modelo de Cristo. - 9, 51 -56 cf Mt 19, 1; Me 10, 32; Jn 4, 9-10; 1 Tm 3, 16; 2R I. 10-12-9, 57-62 cfMl 8, 19-21; Le 14,26-27.33; IR 19, 19-21.

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OrOf: Que nuestro servicio sea adecuado al misterio que celebramos. Pref: (domingo tiempo ordinario I) La vocación cristiana.

CtCom: (Sal 102. I) Alabanza a Dios, desde el fondo del corazón / (Jn 17, 20-21) Plegaria por la unidad de los fieles, para que el mundo crea en la misión de Jesús.

OrFin: Siempre unidos con Dios, en el amor, produzcamos frutos que permanezcan.

La liturgia de hoy forma una íntima unidad con la del domingo pasado. Allí Jesús anunció cómo sería el mesías, el "líder"; y llamó a todos a tomar su cruz cada día. Hoy, vemos que Jesús dirige sus pasos hacia Jerusalén, pues "se han cumpli­do los días para ser arrebatado" (Le 9,51) (Ev). Este lenguaje un poco extraño se debe al hecho de que Le presenta a Jesús como el anticipo de Elias (cf 109 domingo del tiempo ordinario/C). Jesús es en plenitud lo que Elias - taumaturgo popular en el judío-helenismo en tiempo de Le - es en esbozo. Elias fue arrebatado (2R 2), Jesús lo será también (Le describe dos veces la ascensión de Jesús al cielo, al final de su evangelio y en el comienzo de los Hch). Antes de ser arrebatado, Elias llamó a su discípulo y sucesor, Eliseo, con firme exigencia: sólo le permi­tió despedirse de sus familiares (IR 19, laLt de hoy). Jesús llama también a sus discípulos, y su exigencia supera a la de Elias: ni permite enterrar al padre ("obra piadosa" de gran valor en el judaismo; cf Tb), ni siquiera despedirse de los familiares vivos (Le 9, 57-62). Con una alusión a Eliseo, que transformó sus doce yuntas de bueyes con que estaba trabajando en un sa­crificio, Jesús responde: "¡Quien pone la mano en el arado, no debe mirar para atrás!" (pues, de lo contrario el surco queda tor­cido). Observamos que, en una cosa, Jesús no quiere superar a Elias: en la violencia. Mientras éste hizo caer fuego del cielo so­bre los sacerdotes de Baal (2R 1, 10), Jesús exige a Santiago y a Juan, los "hijos del trueno", paciencia para con los samaritanos, que no los quisieron recibir, por ir de camino hacia Jerusalén, centro del judaismo, que despreciaba a los samaritanos. En los próximos capítulos, Le sugerirá varias veces que los samari­tanos no son así tan ruines (cf 10, 29-36) y en Hch consagrará todo un capítulo al éxito de la Iglesia en Samaría (Hch 8).

El seguimiento de Jesús exige abandono radical. ¿Será que eso también vale para "todos", como la palabra de tomar la cruz cada día (domingo pasado)? La impresión es de que Le hace una distinción entre el apóstol, encargado de continuar la obra de Jesús (como Eliseo tenía que continuar la de Elias), y la multi-

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Page 55: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

tud de personas piadosas que, de cualquier manera, también tienen que renunciar a sí mismas para tomar su cruz cada día (9, 24). Tal vez quiera sugerir que nadie se pone a sí mismo como candidato para el apostolado, aunque tenga que estar viviendo siempre una vida de renuncia; pero cuando Dios llama para el apostolado en el sentido estricto, es necesario abandonar todo.

Este abandonar todo es la verdadera libertad del cristiano, para la cual Cristo lo llamó (Ga 5, 1). Pablo aborda este tema en el contexto de la discusión con los que quieren imponer la ley de Moisés a los cristianos de Galacia, no oriundos del judaismo. Pablo considera que la ley fue abolida por Cristo, puesto que en nombre de la ley Cristo fue condenado, pero Dios lo resucitó, vencedor del espíritu legalista que lo llevó a la muerte. El cris­tiano está libre de la ley judía. Pero eso se puede ampliar relati­vamente a todo lo que oprime al hombre. La ley judía era una estructura de comportamiento, que impone ciertas prioridades y reprimía, a veces, las verdaderas prioridades por las cuales Cristo dio su vida: la misericordia, la verdadera justicia. Así, todos nosotros estamos, en parte, prisioneros de ciertas estruc­turas mentales, que son sostenidas por estructuras socio­económicas, que nos impiden atender las verdaderas prioridades evangélicas. Necesitamos de libertad ante todo eso. Y esto exige renuncia, a veces tan radical como la que Jesús exigió a los can­didatos-apóstoles. Pues no es más fácil dejar de solidarizarse con una estructura social en donde se está bien, que dejar a su familia sin despedirse. La libertad es un don, pero también una exigencia, y muchos prefieren no ser libres, tanto en sus rela­ciones personales (morbosa ligadura a efectos que aprisionan, etc.) cuanto en las relaciones socio-económicas (prefieren estar atados con una cuerda de oro).

Sin embargo, solo en la libertad podemos vivir según el espíritu, pues el espíritu de Dios arrebata, nos impulsa hacia donde no pensábamos ir y, sobre todo, el mundo no quiere que vayamos. Debemos crucificar lo que el mundo desea para no­sotros, para no pertenecerle. Solamente libres de todo podremos ser otros Cristos. Quien entiende esto, meditará con gusto el CtMed de hoy: "¡Dios, tú eres mi herencia y mi fuerza segura!" (Sal 15,5).

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14- domingo del tiempo ordinario

MISIÓN DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS

CtEnt: (Sal 47. 10-1 I) Celebración de la misericordia y justicia de Dios. Orín: Cristo se rebajó para elevamos: alegría eterna. laLt: (Is 66. 10-I4c) Misión de paz universal de la Jerusalén restaurada - Es más

fácil construir que restaurar. La reconstrucción del templo después del destie­rro fue problemática (520-515aC): la del pueblo, más problemática todavía. Por eso los profetas de la escuela de Isaías le dirigían palabras de consolación (66, 7-14). Al pueblo humillado y desorientado se le dirigían palabras de esperanza. No los hombres, sino Dios mismo creará el nuevo futuro, lleno de paz y ale­gría, del cual participarán lodos los pueblos. El profeta ve en Jerusalén como el centro de los sacrificios de todas las naciones, trayendo sus riquezas. En el NT, el universalismo se realiza por medio de la generosa misión en nombre de Jesús (Ev). cfls65. 18; Hb 12.22-23: 13, 14: Sal 85. 9-14; 121.

CtMed: (Sal 65, l-3a.4-5.6-7a. 16+20) "Toda la tierra canta su alabanza". 2aLt: (Ga 6, 14-18) La nueva creación en Cristo - Final de Gálatas, escrito por

Pablo de su puño y letra (y con dificultad: la prisa). Resumen de su "evange­lio": no importa ser judío o gentil, pues de la muerte y resurrección de Cristo vale la "nueva creación", marcada por la fe, que actúa en la caridad (5, 6). lo contrario de la "carne" (cf domingo pasado). El "Israel de Dios" es lo con­trario del "Israel según la carne" (ICo 10, 18). Siendo así la "nueva criatura", Pablo repite, con un sentido nuevo, la oración diaria de los judíos: "Extiende paz. salvación y bendición, ternura, amor y misericordia sobre nosotros y sobre todo Israel, tu pueblo". - cf ICo 1, 31; 2, 2; 7, 19; Rm 3, 27-30; Ga 5, 6; 2Co5, 17:4, 10.

CtAcI: (Le 19. 38) "Paz en el cielo y gloria en lo más alto de los cielos" / (Col 3, 15a. 16a) La paz de Cristo.

Ev: (Le 10, 1-12.17-20 ó 10, 1-9) La misión del discípulo: anunciar la paz de Cristo - Le trae dos narraciones de misión: 1) de los doce (9, 16); 2) de otros setenta (y dos) (10, 1-20). Estos 70 (72) corresponden al número de los pue­blos en Gn 10 y al número de ancianos-profetas en Nm 1 I, 24-30. Universalismo en varios sentidos: I) llevar la bueña-nueva a todas las naciones; 2) todos los discípulos son enviados (cf Pablo VI, EN: el cristiano es evangelizado y evangelizador). "La mies es mucha". El mensaje: paz, proxi­midad del reino mesiánico. La actitud de los mensajeros: mansedumbre, pobreza, desprendimiento; pero también decisión, cuando la situación lo exige. - 10, 1-12 cf Mt 9. 37-38: 10, 7-1; Me 6, 8-11; Le 9, 3-5- 10, I8cf Jn 12,31-32; Ap 12,8-9; Is 14, 12- 10. 19cfGn3, 15; Sal 90. 13; Me 16, 18.

OrOf: Todo lo que es consagrado a Dios sea purificado por él; eficacia para la vida eterna.

Pref: (domingo tiempo ordinario I) Vocación y misión del pueblo de Dios. CtCom: (Sal 33, 9) "Guslad y ved qué bueno es el Señor" / (Mt 11, 28) Alivio y des­

canso con el rey mesiánico. OrFin Recibir la salvación y no dejar de alabar a Dios.

Recuerdo cuando yo era acólito y acompañaba al sacerdote, en traje litúrgico, por las calles de nuestro pueblo, distribuyendo la comunión a los enfermos. Al entrar a las casas que lo esperaban, el sacerdote decía, en latín: "Pax huic domui", "¡Paz a esta casa!". Pocos gestos cristianos se aproximan más a la misión que Jesús confió a sus discípulos que éste. "En cualquier casa en donde entréis, decid: Paz a esta casa... Curad enfermos..." (Le 10, 5.9).

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Pero también: "Decid al pueblo: ¡el reino de Dios está cerca!" (10, 9) (Ev). Y esta misión no es solo de los doce apóstoles, sino de los setenta y dos discípulos que Jesús envió después de la misión de los doce. Le piensa en una ampliación de la misión de los doce, que representan la misión de Israel (las doce tribus). Los setenta y dos recuerdan los setenta y dos pueblos de Gn 10 y a los profetas-ancianos (en la interpretación rabínica, voceros de la ley para el mundo entero) de Nm 11, 24-30. Después de la primera propa­gación del evangelio de Cristo a Israel, otros la llevaron al mundo entero — tema querido a Le, evangelista del mundo helenista, del mundo universal, siguiendo los pasos del apóstol Pablo. Doble universalismo, por su destinación y portadores: el mensaje es evia-do a todos, y todos los que creen en Cristo pueden ser mensajeros. ¿No dice la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI que todos los evan­gelizados son evangelizadores?

¿Cuál es el contenido de este mensaje, de esta buena-nueva? El reino de Dios. El reino de Dios se caracteriza por la paz, en el sentido abrazador que tiene esta palabra en la biblia: la armonía total entre Dios y los hombres, y entre los hombres entre sí. Todos estamos llamados a ser portadores de esta paz, así como Jerusalén, renovada por la gracia de Dios, después del destierro, debe ser fuente exuberante que alivie la sed de las naciones con la paz que viene de Dios (Is 66, 11-12;1 laü). Misión urgente: no perder tiempo con equipaje que en vez de ayudar, impide (gran problema de los misioneros modernos...), no perder horas en salu­dos amplios orientales (las "indispensables" visitas de los sacer­dotes a las buenas cocinas de su parroquia...). Porque el mensaje de la paz es salvador y muchos lo esperan. Muchos esperan ser levantados de su vida desanimada, desorientada.

Vida desorientada, porque hay quien no está interesado en la paz de Dios, sino en el engaño, en las falsas promesas de bienes­tar, en la competencia entre los hombres y, finalmente, en el mutuo exterminio. ¿No presenta la publicidad abiertamente el sobrepujar a los demás como fuente de felicidad, ofrecida por los más diversos productos de la producción industrial? el mensaje de paz de Dios no es nada pacífico (cf Le 12, 51). Las casas y ciudades que no sean dignas de esta paz, los enviados deben sacudir hasta el polvo de sus sandalias, en testimonio contra ellas. Pero también sepan: "El reino de Dios está cerca" (10, 6.10-11). Para anunciar la paz, el evangelizador debe enfrentar el

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conflicto; lo saben muy bien los miembros de las comisiones de "justicia y paz"... Pues la paz de Dios no consiste en que todo el mundo se quede muy quietico, enrollando y encubriendo...

La misión del cristiano no consiste, ante todo, en propagar una institución (alguna piadosa obra o la misma institución de la Iglesia). Es evangelizar, anunciar una buena-noticia, el ver­dadero alivio del hombre que sinceramente busca el sentido últi­mo de su vida, busca a Dios. No complique su misión con cosi­tas. Sea la "paz" en persona, no el sentido del comodismo, sino de caritativa donación.

Por eso, sólo puede ser evangelizador quien es esta "nueva criatura" de la que habla Pablo en emocionante final de Ga, la 2aLi de hoy. La antigua criatura fue crucificada con Cristo, en la cruz (6, 14). Para quien es nueva criatura, surge, como el sol, la paz y la misericordia de Dios. Bendición, paz y misericordia sobre todo en el "Israel de Dios" (el pueblo universal de los lla­mados), dice Pablo, con una reminiscencia de los Xemoné Esré, las "dieciocho preces", que el judío piadoso reza diariamente.

Será hoy una oportunidad para acentuar: "La paz del Señor esté siempre con vosotros", voto que, al final de la celebración, se transforma en misión: "Id en paz y que el Señor os acom­pañe" — ¡Sed portadores de la paz de Cristo!

I5e domingo del tiempo ordinario ^

EL MANDAMIENTO QUE CONDUCE A LA VIDA ETERNA

CtEnt: (Sal 16. 15) Saciarse contemplando a Dios. Orín: Que los cristianos vivan de un modo que corresponda a su nombre. laLt: (Dt 30, 10-14) El mandamiento de Dios es inalcanzable - Dios hizo a Israel su

pueblo, no por ser éste importante, sino por amor y fidelidad a su promesa (Dt 7, 7-8). El amor de Dios para con Israel no tiene explicación, pero si conse­cuencias: Israel debe amar a Dios con todas sus fuerzas (Dt 6, 4-5). Debe escuchar su voz y no apartarse de sus orientaciones; y, cuando esto suceda, debe "volver" (30, 10). Israel dice que la ley es difícil. Yavé responde que no: no es cosa del otro mundo (30. 11-13). Está cerca, al alcance de quien ama a Dios (30, 14).-cf Ir 31, 33; Ba 3, 15.29; Rm 10,6-8.

CtMed: (Sal 68, 14-l7.30-31.33-34.36ab+37) Sión, morada de los que aman al Señor. 2aLt: (Col I. 15-20) Himno cristológico - Col responde a la introducción de falsas

doctrinas en la comunidad. Algunos enseñan que a más de Cristo se deben venerar también otros seres trascendentes (espíritus). ¡Es difícil ser libre! Por

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eso. Pablo realza el lugar central exclusivo de Cristo. La redención por su vida, entregada hasta la muerte, solo la comprenderemos bien cuando seamos conscientes de que él es también el creador. El asume nuestra vida y nuestro mundo no por fuera, sino por dentro. En lo íntimo del ser del hombre, él vive la plenitud de ser Dios. Cuando todos lleguen a esta plenitud, la creación será completa.- 1. 15-18a el" Sb 7. 26; 8. 22-23: Rm 8, 29; Hb l.3;Jn 1. 1-3; Ef 1. 22-23- I. 18b-20cí"lCo 15. 20; Col 2. 9; Rm 5, IO;2Co5. 18; Ef 1. 10.

CtAcl: (Jn 14, 23) Cumplir la palabra de Cristo es convertirse en anfitrión suyo y del Padre /(Le 10, 27) El gran mandamiento.

Ev: (Le 10. 25-37) El gran mandamiento; la parábola del buen samaritano - Le 10, 26-1 I. 13 presenta tres exigencias fundamentales del ser cristiano: 1) el gran mandamiento del amor a Dios y al prójimo (10. 25-37) 2) lo "único nece­sario" (10. 38-42); 3) la oración auténtica (1 I. 1-13). - La lectura de hoy responde a la pregunta del camino de la vida eterna. La respuesta es: amar a Dios y al prójimo. Después, el escriba pregunta quién es su prójimo. La respuesta de Jesús revoluciona sus categorías: el prójimo no es un arbitrario "objeto de caridad"; es todo hombre: el extraño que me ayuda. Dios que viene hasta mí. - 10. 25-28 cf Mt 22. 35-40; Me 12. 28-31; Dt 6. 5: Lv 19. 18: 18, 5.

OrOf: Que los dones de la Iglesia hagan crecer a los fieles en la santidad. Pref: (domingo tiempo ordinario [[[) Dios se acerca para salvar al hombre.

CtCom: (Sal 83. 4-5) Felicidad de vivir en la casa de Dios / (Jn 6. 57) Comer y beber a Cristo y permanecer en él.

OrFin: Crezca en nosotros la salvación, cada vez que celebramos este misterio.

Un buen consejo vale más que oro. Para los teólogos "deu-teronomistas" (89-6s siglo aC), la ley de Moisés era un tesoro inalcanzable de sabiduría, un rumbo firme para la vida, en todas las circunstancias. Para tenerla siempre delante de los ojos, debían colocarla en una faja, en la cabeza (Dt 6, 8; cf Ex 13, 9, etc.). Los deuteronomistas tuvieron que enfrentar un tiempo de aflojamiento en Israel, más o menos como nosotros, hoy. Israel juzgaba las orientaciones de Dios, en la ley de Moisés, bastante difíciles. Responden: No es verdad. La ley no es cosa del otro mundo, nadie tiene que buscarla en el cielo o en el infierno (laLt). Ella está cerca de ti. De hecho, más cerca que la faja de la cabeza, difícilmente podría estar. Pero no solamente está cerca de la faja. Ella es una palabra viva, recordada por los pro­pios profetas, viviendo en medio del pueblo.

Un especialista de la ley, en tiempo de Jesús, entre la multi­tud de prescripciones trataba de saber lo que tenía que hacer exactamente para heredar la vida eterna, la vida venidera, la vida del reino que Dios establecería en el mundo para siempre (pues así concebía la vida eterna) (Ev). Desconfiaba un poco de que las prescripciones de la ley mosaica quedaran obsoletas (visión histórica de Le: el AT está sin vigencia). Aun así, Jesús lo remite a la ley de Moisés. Le pregunta lo que encuentra allí. El escriba responde: amar a Dios sobre todas las cosas, y al

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prójimo como a sí mismo. "Es lo que debes hacer", responde Jesús. Nuevamente: ¡No es cosa del otro mundo!

Pero el especialista de la ley es también especialista de sub­terfugios. "¿Quién es mi prójimo?" Todos estamos de acuerdo en que debemos amar a nuestro prójimo. ¿Pero quién es él? ¿Mi anciana tía rica, lista a ceder su herencia a quien le demuestre más cariño, o mi empleado, con cuya familia no tengo nada que ver?

Como no sirve de nada argumentar, Jesús narra una historia. Un hombre cayó en manos de los ladrones. Pasa un sacerdote, pero no tiene tiempo de detenerse, pues tiene que celebrar un sacrificio. Pasa un especialista de las leyes de pureza (un levita); éste teme ensuciar sus manos con la sangre del hombre que quedó medio muerto a la orilla del camino. Después pasa un enemigo (samaritano), un pagano, tal vez un competidor del hombre que fue asaltado (pues ambos probablemente eran co­merciantes que iban de viaje). Y éste cuida al hombre con su propio dinero. Y ahora, Jesús pregunta no ya quién es el próji­mo a quien se deben hacer obras caritativas, sino quien es el prójimo del hombre que fue asaltado. La inversión de la pregun­ta es significativa, porque el especialista de la ley se ve obligado a responder que un vil samaritano es el prójimo del judío asalta­do.

Pero, al analizar el texto, se notan detalles más significa­tivos todavía. El samaritano "se compadeció", "se aproximó"; un lenguaje que se podría aplicar a Dios mismo. Dios se com­padeció del hombre y se hizo su prójimo, y lo salvó pagando por él: la vida de su hijo. El prójimo es "aquel que se compade­ció del hombre" (Le 10, 37); es Dios mismo. "Vete y haz tú lo mismo", hazte imitador de Dios, prójimo de todo necesitado, entonces no necesitarás preguntar más quién es tu prójimo y tendrás la vida eterna, porque desde ya estarás viviendo la vida de Dios mismo.

Nos gusta escoger mucho a nuestros prójimos. Es errado. Somos prójimos de quien encontramos necesitado y éste, entonces, es automáticamente también nuestro prójimo. Tal vez él pertenezca a un mundo muy diferente del nuestro, no tanto geográficamente, cuanto sociológicamente (los samaritanos, vecinos de los judíos, estaban sociológicamente alejados). Pero es nuestro prójimo, porque fuimos colocados cerca de él.

113 8. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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La 2aLt es una de las primeras obras del NT. Si se ha leído también la primera, será bueno colocar la segunda en otro lugar, para que reciba la debida atención, y no se pierda dentro del tema de los mandamientos (la y 3aLt). La idea principal es la de unidad del orden de la creación y de la redención en Cristo. Cristo es la cabeza de la redención, asumiendo a todos en su gloria, porque también es la cabeza de la creación. El himno de Col 1, 15-20 expresa esto en término que recuerdan firmemente el prólogo de Juan y los textos que hablan de la sabiduría como hipóstasis unida a Dios desde antes de la creación del mundo (Pr 8; Si 24; Sb 7). La figura de la hipóstasis que preside la creación, identificada con Cristo, se combina con la imagen paulina de Cristo, cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo. En el pensamiento corporativo, todo el cuerpo participa de la realidad de su principio vital (en el caso, la cabeza). En el sacrificio y en la gloria de Cristo, se asume todo el universo en la reconci­liación con Dios. La "plenitud" (término helenístíco-gnóstico, indicando el "uno", o sea, el ser perfecto) habita en él; la pleni­tud de Dios, englobando todos sus hijos.

16- domingo del tiempo ordinario s^

LO ÚNICO NECESARIO CtEnt: (Sal 53, 6-8) "Alabaré tu nombre. Señor, porque eres bueno"-Orín: Siempre fervientes en la Ce, esperanza y amor. laLl: (Gn 18. I - 10a) La hospitalidad de Abrahán y la promesa de Dios - Bajo la

apariencia de tres viajeros. Dios se presenta de "incógnito" a Abrahán, que ejerce grande hospitalidad, tan apreciada en oriente. Pero el acento se desliza de la hospitalidad de Abrahán a la promesa de Dios. Abrahán no preguntó la identidad de sus huéspedes. Obró por gratuita bondad. Con la misma gratui-dad Dios le concede lo que era considerado imposible: un hijo del seno de Sara. - Dios pasa por nuestra vida, y nosotros debemos hacerlo entrar, pues, si no, nuestra vida queda vacía. Dios viene como un necesitado, un viajero, y nuestra gratuita bondad debe estar lista para acogerlo en el momento menos pensado. -cfGn 15,3-5; 17. 15-21; Hb 13, 2; Rm"9, 9.

CtMed: (Sal 14. 2-3ab.3cd-4ab.5) "¿Quién puede vivir junto a Dios?". 2aLt: (Col 1, 24-28) La manifestación del misterio de Cristo en el apóstol - Servir a

Cristo es participar de su sufrimiento. En su sufrimiento, Pablo ve confirmada su comunión con Cristo; y eso es una alegría para él. Quiere revelar el "misterio de Dios" - que es Cristo - por medio de su vida. Cristo es la "esperanza de la glo­ria". "Cristo en medio de nosotros" (1. 27) no es un hermoso pensamiento, sino una fuerza que nos impulsa al encuentro de nuestros hermanos. El es, en nosotros, la esperanza, la impaciencia del día que ha de manifestar plenamente lo que él es y lo que nosotros seremos en él. - 1, 24-25 el' Ef 3, 1-13; 2Co 7,4; 12, 10- 1. 26-27 cf'Rm 16. 25-26; Ef 2, 13-22; lTm 1, 1 - 1.28cfEf4, 13.

CtAcl: (Hch 16, 14b) Dios nos abre a la palabra de su hijo / (Le 8, 15) Guardar la pa­labra en un corazón generoso.

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Ev: (Le 10. 38-42) Marta y María: lo único necesario - Quien acoge un huésped parece estar dando algo, pero puede ser que, en realidad, esté recibiendo. Era el caso de Abrahán (laLt) y mucho más todavía de Marta y María. Hospedar y cuidar es bueno, pero lo realmente necesario es acoger el don que es Jesús en persona. El no vino para hacerse servir, sino para servir (Mt 20. 28): sirve con su palabra, con toda su vida. Jesús es totalmente palabra, en su decir, en su obrar, en su sufrir. Acoger esta palabra es lo único necesario. - cf Jn II. I; 12, 1-3;Jn 6. 27.

OrOf: Dios unió lodos los sacrificios en uno: que lo que cada uno ofrece sirva para la salvación de todos.

Pref: (ordinario VI) Jesús, don y palabra de Dios. CtCom: (Sal 110. 4-5) Alimento de Dios, memorial de su bondad / (Ap 3, 20) Cristo

está a la puerta y llama, para cenar con nosotros. OrFin: Imbuidos del misterio de Cristo, pasar de la vida antigua a la nueva.

El activismo no data de este siglo. Es una enfermedad que acecha a la humanidad desde siempre. Jesús, a veces un poco irreverente para con sus anfitriones (cf Le 13, 37ss), aprovecha las intensas ocupaciones de Marta, su anfitriona, para hablar del tema (Ev). Pues ella desea que María, dedicada a escuchar las palabras de Jesús, interrumpa su audiencia y le ayude a preparar el almuerzo. ¿Por qué preparar comida, si no se sabe para qué? Si la gente no se abre para acoger el mensaje relativo al sentido de su vida, ¿para qué sirve entonces matarse para acoger hués­pedes?. Un buen anfitrión trata de servir lo mejor posible. Ahora bien, si él no tiene tiempo para abastecerse, ¿qué podrá ofrecer? Un montón de cosas, pero no lo que sirve. "Marta, Marta, te ocupas en muchas cosas; pero una sola es realmente indispen­sable..." No dice qué. Solo dice que María escogió la mejor parte: escuchar a Jesús. Mucho más importante que acoger a Jesús en una casa bien arreglada, con una mesa bien provista, es acogerlo y acoger sus palabras en el corazón. Entonces sabre­mos preparar la mesa de modo justo.

Marta da mucha importancia a lo que está haciendo, y poca a lo que recibe de Jesús, la laLt muestra que la gente, pensando que está ofreciendo, está recibiendo. La hospitalidad que Abra­hán generosa y gratuitamente ofrece a tres hombres, junto al roble de Mambré, se transforma en un recibir; recibe lo que más deseaba: un hijo de su mujer legítima, Sara. Tal vez por eso se dice que la hospitalidad es "recibir" una persona: el huésped es un don para nosotros.

Recibir las personas con atención, darles audiencia, puede ser una ocasión para recibir la única cosa necesaria, la palabra de Dios: su promesa (en el caso de Abrahán), su enseñanza, (en el

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caso de María). Pues Dios viene al hombre. Pablo (2aLt) sabe de esta unión de Dios y Cristo con el hombre que les pertenece. Su sufrimiento, él lo considera como el complemento, en su propio cuerpo, del sufrimiento de Cristo. El lleva en sí el misterio escondido desde la eternidad, la realidad que solo conoce quien participa de ella: la esperanza de la gloria, "Cristo en vosotros" (o: "En medio de vosotros"). En la comunidad de los fieles, espe­cialmente, de estos paganos de los cuales Pablo se hizo apóstol, está presente aquel que asume todo el sentido de nuestra vida y toda la creación (Col 1, 15-20, cf domingo pasado). Para que estos fieles sean llevados a perfección, Pablo ofrece su vida.

El activismo, aun al servicio de otros, corre el riesgo de ser un servicio a sí mismo: auto-afirmación a costa del "objeto" de nuestra caridad, nuestra movilización o sea lo que fuere.

La superación del activismo consiste en ver el misterio de Dios en los hombres, así como María lo vio en Jesús. Esto sucede de varios modos. María vio en Jesús, ciertamente, al vocero de Dios, al que "tenía palabras de vida eterna" (cf Jn 6, 68). Pero también podemos ver en el hombre al destinatario del amor de Dios: es también un modo de ver a Dios en él. La ver­dadera contemplación no es una fuga en pensamientos aéreos, sino aquel realismo superior que nos lleva a ver a Dios en el hombre y al hombre en Dios. Esta contemplación es también el fundamento de la verdadera praxis de la fe, que consiste, pre­cisamente, en tratar al hombre como hijo y representante de Dios. Para eso, el centro de nuestra preocupación no debe ser nuestra actividad, sino el hombre que se nos da y que nosotros "recibimos" como un don por parte de Dios.

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/ 7- domingo del tiempo ordinario (^

LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO CtEnt: (Sal 67. 6-7.36) Dios reúne a los fieles en su casa. Orín: Teniendo a Dios por guía, usemos los bienes que pasan para alcanzar los que

no pasan. laLt: (Gn 18. 20-32) La oración de Abrahán por Sodoma y Gomorra - El pecado de

Sodoma y Gomorra clama al cielo, pero Dios no puede juzgar según los muchos injustos, sino que debe ahorrar la ciudad por los pocos justos: es lo que pide Abrahán. Es un asunto de honra para Dios. El juez del mundo (Gn 18, 25) es también el amigo, el Padre (Le 11.8). Si pocos justos le son sufi­cientes (aunque no los hubiese en Sodoma) para salvar a muchos, la vida de un justo, su hijo, salvará a todos. - cf Ex 32, 11-14: Jr 5. I; Ez 22, 30; Am 7, 1-8: Jr 7. 16; Ez 9. 8; 22-30; Rm 3, 4-6.23-26.

CtMed: (Sal 137. l-2a.2bc-3.6-7ab-7c-8) "Te invoqué. Señor, y siempre me escuchaste".

2aLt: (Col 2. 12-14) Nuestras vidas son pagadas por Cristo - El "sacramento" (señal de pertenencia a Dios) del AT era la circuncisión. Jesús se sometió a ella, como a toda la ley (Ga 4, 4-5). pero asumió también toda la condición humana y la sepultó consigo en su muerte, para crear al hombre nuevo en la resurrección, Lo que le sucede a Cristo, nos sucede a nosotros: en el bautismo somos coresucitados con Cristo. "Con él" ahora somos libres. - cf Rm 6, 4; 8, 34; Ef 1. 19-20; 2. 1-6.14-15.

CtAcl: (Le 11,9) Oración perseverante. Ev: (Le 11, 1-13) La oración del cristiano - El hecho y el modo de rezar de Jesús

suscita la petición: "Enséñanos a orar". Jesús presenta a los discípulos el padrenuestro como prototipo de la oración cristiana. La versión de Le es más breve que la de Mi 6, 9-13. Mt tiene siete peticiones. Le cinco. En el centro está la petición del pan de cada día. Antes de eso. se reza por la glorificación de Dios y la venida de su reino; y después, por el perdón del pecado y la pro­tección contra la tentación. Quien puede rezar así. con sinceridad, es discípulo de Jesús. Le añade 2 sentencias de Jesús sobre la oración de petición (11, 5-8.9-13). Dios es nuestro Padre. El desea comunicar sus dádivas, especial­mente, su espíritu, fuerza y ánimo de nuestra vida. - 11, 1-4 cf Mt 6, 9-13 - 11, 5-8cfLc 18, 1-8- H.9- l3cfMt7,7- l l ;Jn 14, 13-14; 16,23-27.

OrOf: Nuestros dones aceptados por el Padre, sean fuente de santificación y de vida eterna.

Pref: (domingo tiempo ordinario V) Los dones de Dios en la creación. CtCom: (Sal 102, 2) Gratitud por los beneficios de Dios / (Mt 5, 7-8) Bienaventurados

los misericordiosos y puros de corazón. OrFin: Memorial de la pasión de Cristo, don del inefable amor de Dios.

Personas muy racionalistas experimentan generalmente al­guna dificultad para situar en su vida la oración de súplica a Dios. Creen bueno rezar para adorar o agradecer, pues recono­cen que la vida es un don y que existe un ser trascendente y per­fecto, que se llama Dios. Pero pedir que este ser se ocupe de nuestra vida cotidiana, les parece metafísicamente ingenuo y prácticamente poco atractivo, pues hace a Dios demasiado cer­cano. Pero quien sostiene todo nuestro ser, ¿no sostiene también nuestro día cotidiano? ¿o será que las pocas leyes físicas, sico­lógicas, económicas y sociológicas, en que aprisionamos nues­tra mundo-visión, son realmente acaparadoras que no dejan

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espacio para Dios? (En vez de pensar que estas leyes son una parte del sustento que él nos brinda en cada momento).

Sea como sea, Jesús nos enseñó a pedir y a suplicar, hasta con insistencia. Habla de una viuda que pide, pide hasta cansar al juez; de un vecino que toca a la puerta, por la noche, hasta que el dueño de casa se levanta para liberarse de él (Ev). Hace pensar en Abrahán que, al rezar por Sodoma y Gomorra {lalj), lee la lec­ción a Dios: "No puedes perder a los justos con los injustos, Dios. ¡Es asunto de honra!". Y Dios lo escucha (solo que Abrahán no logra completar su propia "apuesta'*: diez justos...) "Cada vez que te invoqué, me escuchaste", reza el Sal 137 (Ctivíed ).

La oración de Abrahán, como también la de la viuda y del vecino, nos enseñan una cosa importante: piden cosas con las que Dios se pueda comprometer. Parece que piden a Dios lo que él mismo quiere. Este es el secreto de la oración eficiente (a más de nuestra insistencia). Por eso, Jesús enseña a sus discípulos, y a todos nosotros, a rezar primero para que (el nombre de) Dios sea reconocido y venga su reino (Mt 6, 10 aclara: hágase su vo­luntad). Dentro de este cuadro de referencias, podemos y debe­mos rezar por nuestro pan de cada día, por el perdón (pues somos eternos deudores), por quedar incólumes en la tentación. Debemos rezar por eso, con insistencia, no tanto porque Dios no sepa lo que necesitamos, sino para abrirnos hacia lo que él nos quiere dar. Pedir es cultivar nuestra fe, nuestra confianza filial, es dejar crecer a Dios como nuestro Padre, en nuestra concien­cia y en toda nuestra vida. Es volver a ser niños — condición para entrar en el reino (cf Le 18, 17). —A eso se debe que los intelectuales difícilmente piden.

Es evidente que, con estas consideraciones, no queremos justificar la oración que reduce a Dios a un tapahuecos, a veces hasta para causas que no corresponden a su reino (por un buen negocio... poco importa que otra persona quede perjudicada). Por otra parte: sirve para revalorizar la oración mediadora, en la que mi confianza filial en Dios me lleva a extravasar ante Dios lo que llena mi corazón: el hermano, el prójimo a quien quiero mucho, pero a quien veo en dificultad. Como Abrahán por los habitantes de Sodoma. No es absurdo. Si el mundo no fue hecho solamente con las leyes físicas, sicológicas y sociológicas que están en los manuales, sino con el misterio de la vida, no hay

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duda de que la preocupación amorosa que extravasamos delante de Dios, será operante, por la gracia del mismo que sostiene toda la vida.

Nadie salva a nadie, se oye decir. Este dicho vale para sig­nificar que nadie se salva si no lo quiere. Pero no significa que no haya una comunión de vida entre los que buscan la fuente de la vida, que es Dios. Esta comunión de vida es lo que existe entre Cristo y nosotros, y hace que Cristo nos redima (2aü). Desde cuando participamos de la vida que él vivió (lo cual está significado por el bautismo, inmersión en su muerte, para resucitar con él a una vida nueva), podemos decir que la santi­dad de Cristo paga nuestras deudas y que su muerte por amor satisface nuestra falta de amor (con la condición de que nos arrepintamos de ella). Así como nosotros perdonamos a alguien cuando interviene otro que lo ama (papá, mamá, hermano, amigo), así nuestra comunión (amistad) con Cristo sirve para restablecernos en la amistad con Dios. Y también tendrá eficacia nuestra oración de intervención ante Dios.

18Q domingo del tiempo ordinario ^

SER RICO PARA DIOS

CtEnt: (Sal 69. 2.6) "Tú eres mi ayuda y mi liberador". Orín: Dios es nuestro creador y guía; que él nos renueve y nos conserve renovados. laLt: (Qo 1, 2: 2. 21 -23) ¿Para qué riqueza y saber"! - Al AT generalmente le gusta

la vida. Pero el Eclesiastés se destaca por su escepticismo. Ataca al lector con preguntas inoportunas: ¿Qué es el hombre? ¿Por qué existe? ¿A dónde va? ¿Para que sirven la riqueza y el saber, difícilmente alcanzados y tan fácilmente perdidos en la hora de la muerte? Es como un viento que pasa. ¿Qué queda? -Estas preguntas nos preparan para valorar el "tesoro junto a Dios" de que habla el evangelio. - 1. 2 ctSal 61, 10; Rm 8. 20; Si 4, 13-16-2. 21-23 cf'Qo 5. 12.15; 6, 2; Sal 103.23.

CtMed: (Sal 89, 3-4.5-6.12-23.14.17) Inestabilidad de la vida. 2aLt: (Col 3. 1-5.9-11) La vida nueva en Cristo - Al final de su carta, Pablo muestra

a los colosenses las exigencias que pone al cristiano la vida nueva, que es: morir y resucitar con Cristo. La comunión con Cristo no es solo para la vida futura; ya somos nueva creación en Cristo, aunque todavía esté escondida en Dios, como el mismo Cristo. Pero ya obra, ya tiene su forma definida. Por eso, el hombre viejo debe morir, no por una mortificación que disminuye al hom­bre, sino por la vida nueva en la comunión, eso es lo que nos garantiza un tesoro junto a Dios-cfSt 4, 13-15; Flp 3, 20-21 -3,5.9-11 cf Rm 6, 11-12; 8, 12-14; Ef 4, 22-25; Ga 3, 27-28.

CtAcI: (Mt 5. 3) Felices los pobres. Ev: (Le 12, 13-21) Ser rico a los ojos de Dios - Le 12, 13-34 trae sentencias de

Jesús sobre la pobreza-riqueza. La vida de la gente no depende de su poder adquisitivo (12, 15). La palabra de Jesús es buena-nueva para quien no depende de su riqueza: el pobre. En donde está el tesoro, allí estará el corazón

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de la gente (12, 34). Herencia, éxito, cosecha... no libran al hombre de endure­cerse, de romper la comunión con sus hermanos y Dios. Por el contrario. Quien depende de eso, es un bobo (12, 20). Es la figura del "aleo práctico" de nuestra sociedad de consumo. Aunque tal vez frecuente la Iglesia, dice él. en el fondo de su corazón: Dios no importa (cf Sal 13. 1). Poseído por sus riquezas, el hombre ya no se preocupa mis de Dios. Lo contrario: la donación, la comunión, es lo que nos garantiza un tesoro junto a Dios - cf St 4. 13-15; Sal 48. 17-21; Qo 11. 14-l9;~Mt6, 19-21; lTmó, 17-19; Ap 3. 17-18.

OrOf: Santifique Dios nuestros dones y nos acepte a nosotros mismos como ver­dadera ofrenda.

Pref: (ordinario I) Participar de la plenitud de quien se despojó por nosotros. CtCom: (Sb 16. 20) El pan del cielo, que satisface a todo paladar / (Jn 6. 35) El pan de

la vida eterna. OrFin: Dios nos recrea y alimenta; que también nos haga participar de la eterna sal­

vación.

Basta una buena inflación, para que la gente sepa de lo pre­cario de los tesoros de este mundo. Pero eso no quiere decir que todos aprenden la lección... La escena que el evangelio presenta es muy característica: pelea de hermanos sobre una herencia; quieren que Jesús resuelva (como los cristianos de familia tradi­cional que llaman al sacerdote para resolver problemas de fami­lia). Jesús no se interesa: su misión es otra. ¿De qué serviría, para el reino de Dios, imponer a estos dos hermanos una solu­ción que, probablemente, no los reconciliaría? A Jesús le intere­sa que el hombre que pide su intervención se convierta a los va­lores verdaderos del reino. Y narra la parábola del rico insen­sato, que, después de una buena cosecha, creyó que podría des­cansar durante todo el resto de su vida y vivir de lo cosechado — insensato, en la misma noche Dios vendría a reclamar su vida... Probablemente, Jesús no quiso condenar su deseo de vivir decentemente. Pero rechazaba la manía de poner su espe­ranza en las riquezas de esta vida, olvidando reunir tesoros junto a Dios. Las riquezas no son un mal en sí, pero desvían nuestra atención de la verdadera riqueza, la amistad de Dios, que alcan­zamos por la dedicación a sus hijos (la parábola de hoy se com­plementa bien con la del avaro y Lázaro, en el 269 domingo del tiempo ordinario).

Es difícil aceptar esto, sobre todo cuando los negocios van bien. Por eso, la liturgia insiste en el vacío de las riquezas mate­riales (y no solo las riquezas financieras, sino también cultu­rales: el saber). Propone los capítulos iniciales de Qo, obra sumamente escéptica respecto de los bienes de este mundo (laLt). Generalmente, el judaismo apreciaba mucho la riqueza, viendo en ella una recompensa de Dios. El Eclesiastés es una

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excepción. Lúcidamente, toma conciencia de lo precario de las riquezas financieras y culturales. Pero no propone alternativa, otra riqueza que merezca nuestro esfuerzo. La "riqueza junto a Dios" la propone el NT: es el amor y la caridad para con nues­tros hermanos.

Para tomar en serio la amonestación de este evangelio, es necesario revisar los criterios de nuestra vida. Necesitamos creer que nuestra vida es diferente de lo que nos propone el materialismo. La 2aLt nos brinda una base sólida para esta fe. Resucitados con Cristo, debemos buscar las cosas de lo alto: lo que tiene valor definitivo junto a Dios. Y eso no está muy lejos de nosotros. Nuestra verdadera vida es Cristo, que está "escon­dido" junto a Dios, en la gloria que se ha de manifestar en el día sin fin. Si ésta es nuestra verdadera vida, aunque escondida, desde ya determina nuestro obrar. En vez de buscar intereses propios (Col 3, 5.7 los enumera), debemos buscar lo que es de Dios (3, 12-17; para que esta lectura sea completa debería incluir estos versículos). Nuestra vida es dirigida por criterios diferentes, aunque todavía su figura definitiva no sea visible. Por eso, el cristiano es incomprensible para el mundo. Pero él, a su vez, debe comprender perfectamente lo precario de los "tesoros" de este mundo. Por ser "diferente" es rechazado. Por eso necesita una firme fe en la vida que es la de Cristo resucita­do y de todos los bautizados (según el sentido profundo de este sacramento).

La Orín parece programática para la liturgia de hoy: somos renovados por Dios; que él nos conserve renovados. Estamos viviendo una vida nueva y definitiva. Que no volvamos hacia lo que es de menor valor.

¿Significará esto desprecio al mundo? No. Ni tendríamos derecho de despreciar lo que Dios ha hecho. Se trata solamente de ser realistas: saber en dónde está la vida verdadera, el sentido último de nuestro existir, y relativizar el resto en función de esa vida verdadera. La vida verdadera es la del hijo de Dios. La compartimos, si pertenecemos a la voluntad del Padre, en todo. Y esta voluntad es el amor para con nuestros hermanos. Este nos engancha mucho más en este mundo, que la búsqueda de riquezas y saber ilustrado.

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I9g domingo del tiempo ordinario

LA VIGILANCIA ESCATOLOGICA

CtEnt: (Sal 73. 20.19.22.23) Que Dios nunca olvide al necesitado. Orín: Dios nos adoptó como hijos: que nos haga participar de su herencia eterna. laLt: (Sb 18, 6-9) La vigilancia de Israel en la noche de la liberación - Sb 10. 19

describe la actuación de la divina sabiduría en la historia de Israel. En la "noche" (18, 6) del éxodo, castigó a Egipto con la muerte de los primogénitos; fue el juicio de Dios, para .salvar a Israel (Ex 12. 12.29; Sb 18. 14-19)7 Los "padres" (los antiguos israelitas) se preparan para esa noche (Ex 11.4-6): era la noche de la vigilancia (Ex 12. 42), en la que ellos ocultamente celebraban a Yavé. Esa vigilancia y fidelidad es tarea para todas las generaciones, hasta la liberación final.- 18. ficf'Gn 15. 13: Ex 11.4-7- 18. 8cfDt 7. 6: 14. 2: Ex 12.25-27.

CtMed: (Sal 32. 1-12.18.19.20-22) Feliz el pueblo al que Dios escogió como heredad. 2aLt: (Hb II, 1-2.8-19 u II. 1-2.8-12) La fe que es esperanza de lo que no se ve -

Hb 11-12 esta dedicado al lema de la fe. Esta fe mira al futuro, como la de Abrahán. como la de los israelitas en tiempo del éxodo, como la del discípulo que espera la venida del Señor: es esperanza. No deja que el hombre se instale en el presente. Este mundo no es la meta de su camino. Dios preparó una patria mejor. El cristiano es un extranjero en este mundo. Toma este mundo en serio, precisamente por el hecho de ser libre ante éi (¡lo cual no excluye el compromiso con los hijos de Dios en este mundo!).-11, I cl'Rm I, 16; 5. 1-2: 9. 10-13; Ef I. 13-14- II, 8-10 cf'Gn 12. 1-4: 26. 3: Ap 21. 10-20- 11. 11-12 cf Gn 17, 19; 18. 10-15; 21. 1-8; Rm 4. 19-21; Gn 22. 17- 11. 13-16 cf Jn 8. 56;Gn23. 4: Flp 3. 20 - II, 17-19 ct'Gn 22, 1-14: St 2. 21-22; Gn 21. 12.

CtAcl: (Mt 24, 42a.44) El hijo del hombre vendrá... Ev: (Le 12. 32-48 ó 12. 35-40) La vigilancia excatológica - La comunidad cris-

liana era una minoría vulnerable, un "pequeño rebaño" (12, 32). Pero a ella le pertenece el reino, la comunión con Dios. 12. 33-34 forman parte de la enseñanza de Jesús sobre la riqueza (cf domingo pasado). El discípulo debe estar libre, buscando solamente el tesoro de Dios. - 12. 35-48 enseñan que debe estar vigilante (cf luLl): ¡percibir el momento! Debe estar listo para el regreso de su Señor, que es el juicio sobre los diligentes y los despreocupados. Esta vigilancia es la fidelidad en el servicio confiado a cada uno. -12. 32-34 cf Jn 10.14-17; Mt 6. 19-21; Le 22. 29; 18.22- 12. 35-40 cf Ex 12. 11; 1P 1, 13: Ef 6, 14; Mt25. 1-13; Jn 13,4-5; Me 13. 35; Mt 24. 43-44 - 12, 42 cf Mt 24. 45-51.

OrOf: Que Dios transforme en sacramento de salvación los dones que nos confió. Pref: (domingo tiempo ordinario VI) Peregrinos en este mundo.

CtCom: (Sal 147, 12.14) Dios sacia a Jerusalén con trigo fino ((Jn 6. 51) El pan que Jesús da es su carne para la vida del mundo.

OrFin: La comunión nos salve y nos confirme en la luz de la verdad.

Le nos hace ver nuestra vida en su dimensión verdadera. Viviendo en un mundo mercantilista, el mundo mediterráneo del tiempo del imperio (y del imperialismo) romano, Le ve constan­temente el mal causado por las falsas ilusiones de riqueza y bienestar, al lado del escándalo del hambre (cf 16, 19-31).

Si escribiera en nuestro tiempo, no necesitaría cambiar mucho. En el Ev de hoy nos enseña vigilancia, en medio de estas ilusiones. La vigilancia es una actitud bíblica, desde la noche de la liberación de Egipto, cuando el ángel exterminador

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visitó las casas de los egipcios, mientras los israelitas, de pie, bastón en la mano, celebraban a Yavé con la comida pascual, listos para seguir a su único Señor, que los conduciría a través del mar Rojo hasta el desierto (laü). La vigilancia es también la actitud del cristiano, que espera el regreso de su Señor, Jesucristo. ¡Y qué regreso! Al encontrar a sus siervos vigilantes, el Señor, de regreso, los hará sentar a la mesa y les servirá. Pues así lo hizo una vez (cf 22, 27). Jesús es el Señor siervo (superación verdadera de la dialéctica del Señor y del siervo...).

El pasaje continúa con otras sentencias y parábolas, relativas a la parusía. Explican, de modo práctico, lo que implica esta vigilancia. Ser un administrador sensato y fiel (12, 42): cuidar el bien de todos los que están en casa (por la pregunta introducto­ria de Pedro, 12, 41, parece que esto se dirige sobre todo a los líderes de la comunidad; cf las cartas pastorales de Pablo). La vigilancia no consiste en quedarse con los brazos cruzados, esperando que suceda la parusía, sino asumir el bien de la comu­nidad (cf ITs 5). Le habla también de la responsabilidad de cada uno (12, 47-48). El que conocía la voluntad del Señor y, sin embargo, no se preparó, será castigado severamente, al contrario del que no conocía la voluntad de su señor; éste se salva por la ignorancia... a quien mucho se le dio, mucho se le pedirá; a quien poco se le dio, poco se le pedirá.

Lo importante de este mensaje (un poco confuso para los simples fieles en nuestras liturgias) es que cada uno, asumiendo a la gente que Dios le confió en su vida cotidiana, está preparan­do su eterna y alegre compañía junto a Cristo, el Señor que sirve (el único que sirve de verdad...). Pues Cristo ama efusivamente a la gente que él, aunque de manera más humilde, confía a nues­tra responsabilidad. No podemos decepcionar la esperanza que él pone en nosotros. La visión de la vigilancia como respon­sabilidad demuestra muy bien que la religión del evangelio no es el opio del pueblo. Incluso, asume aires de concientización política, cuando, solícito por el bien de los hermanos, se des­cubre que administrar bien la casa no es pasar de vez en cuando un poco de cera o barniz por encima —para que todo aparezca bien a los ojos del observador superficial—, sino también y sobre todo comprometerse con los que trabajan realmente por los demás.

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Ahora bien, esta vigilancia escatológica no es una actitud fácil. Exige que la gente mire más allá de la punta de su nariz. Es mucho más fácil vivir despreocupado, aprovechar el momen­to... ¿pues quién sabe cuándo el Señor viene? (Le 12, 45). Para sostener la actitud de activa vigilancia y solicitud por la causa del Señor, necesitamos mucha fe. En este sentido, la 2aLt de hoy viene magníficamente a apoyar el mensaje del evangelio. Es la hermosa apología de la fe, de Hb 11. La fe es como poseer anticipadamente lo que se espera; es una intuición de lo que no se ve (11, 1). Con esta "definición" se enuncia claramente el tema escatológico de la fe. No es una adhesión intelectual a ver­dades inaccesibles a la razón; este concepto de la fe es un con­cepto derivado. El sentido original de la fe es el enganchamiento de la existencia con lo que no es visible ni palpable, sino tan real que pueda absorber el deseo más profundo de mi ser. Hb cita, enseguida, una gran lista de ejemplos de esta fe, personas que se comprometieron por aquello que no se veía. El caso más impac­tante es la obediencia de Abrahán y su fe en la promesa de Yavé (11, 8-19). El texto continúa: muchos dieron su vida por esta fe, que hizo a Israel peregrinar como extranjero en este mundo (11, 35b-38). Pero el grande ejemplo queda reservado para el próxi­mo domingo: Jesús mismo.

Por tanto, conviene abrir hoy los ojos a la realidad que no aparece y que, sin embargo, es decisiva para nuestra vida. Sintetizando el espíritu de la liturgia de hoy, podríamos decir: el mundo se nos ha confiado no como una "propiedad de explotación" (aunque todo nuestro contexto cultural y político nos incite a pensar así), sino como un servicio a un Señor que está "escondido en Dios", pero en la hora decisiva se revelará como nuestro amigo y siervo, por lo mucho que nos ama, a nosotros y a los que nos confió. O sea: ya no vivimos para nosotros, sino para él que por nosotros murió y resucitó (para reencontrarnos como amigos) (Oración eucarística IV). En esta perspectiva, se entiende la hermosa Orín: somos adoptados como hijos por Dios y esperamos su herencia eterna; idea que vuelve en CtMed, que describe a Israel como la herencia que Dios escogió para sí; nosotros somos los responsables de la herencia de Dios, su gente en este mundo.

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20° domingo del tiempo ordinario

OPCIÓN POR CRISTO O CONTRA CRISTO

CtEnt: (Sal 83, 10-11) "Oh Dios, protege a tu ungido; un día contigo es mejor que mil sin ti".

Orín: Dios nos preparó bienes eternos; amémoslo en todo y por encima de todo. laLt: (Jr 38, 4-6.8-10) El profeta, signo de contradicción - Jr 38 narra los días más

atroces del profeta. Los babilonios se habían retirado de Jerusalén por un momento, debido a la amenaza egipcia. Los judíos consideraban ya eliminado el peligro. Jeremías, no (37. 9). Una vez más insiste, y por eso lo echan en una cisterna. Su bajada a la profundidad de la muerte y su salvación de allí prefi­guran a Jesús. - cf Gn 37. 24; Sal 29. 2; 39. 2-3; 68. 2-3.15-16.

CtMed: (Sal 39. 2-3.4.18) Súplica de auxilio, escuchada por Dios. 2aLt: (Hb 12. 1-4) La firmeza en la fe, a ejemplo de Jesús - Los grandes "fieles" del

AT se confirmaron en la lucha y en el sufrimiento (Hb II). La comunidad dirige su mirada hacia un ejemplo más grande todavía: Jesús mismo, autor y cima de la fe (12, 2). El sufrió por su futuro y por el nuestro, dado por Dios. El es la fuerza de nuestra fe. es nuestro camino: camino de contradicción, aba­jamiento, desprecio y hasta martirio sangriento. - 12, 1 cf ICo 9. 24-26; Ga 5, 7:Flp3. 12-14- 12, 2cfHb2. 10; 2Co 8.9; Flp 2, 6-8: Sal 109, 1.

CtAcl: (Jn 10. 27) Las ovejas conocen al pastor. Ev: (Le 12, 49-53) "No he venido a traer la paz. sino la división" - Jesús asumió

el camino del profeta, como un nuevo Elias (9, 51ss). No hizo caer fuego del cielo sobre los samaritanos (9, 54s): habría sido demasiado fácil. Con todo, vino a traer fuego (= el juicio; cf MI 3. 2.19; Le 9, 54; Ap 8. 5): el fuego de la decisión (cf Jn 12, 31). Jesús siente el terror de esta hora, aunque desee, porque es la consumación de su misión. Es un bautismo en el que está sumergido. Fuego y bautismo: dos símbolos de juicio, purificación y sal­vación. Jesús crucificado será el criterio de la división de los ánimos. Jesús es quien bautiza con el Espíritu Santo y con el fuego (Le 3, 16): la fuerza esca­tológica de Dios, que viene sobre toda la existencia, para consumación o con­denación. - 12. 49-50 cfMt 3, l l ;Jn 1. 33; Me 10, 38; Le 9, 22 - 12, 51-53 cf Mt 10, 34-36; Mi 7, 6.

OrOf: Ofreciendo lo que Dios nos dio, seamos aceptados por él. Pref: (domingo tiempo ordinario III) Salvación por la muerte de Cristo.

CtCom: (Sal 129, 7) En Dios se encuentra misericordia / (Jn 6, 51) El pan de la vida eterna.

OrFin: Participando de Cristo, le seamos semejantes en la tierra y compañeros en el cielo.

Hablando siempre en términos de escatología, Le trae, en el evangelio de hoy, una afirmación de Jesús de que él vino a traer fuego a la tierra. Palabra que deja entrever la participación de Jesús en la efervescencia escatológica de su tiempo (como aque­lla otra: 10, 18: "¡Yo veía a Satanás caer del cielo como un relámpago!"). Jesús no era un teólogo, hablando en términos asépticos. Usaba el lenguaje apocalíptico de su tiempo. Experimentaba el reino de Dios como una fuerza que venía sobre él. Por eso no habla solamente de que él debe administrar un bautismo de fuego (cf 3, 16), sino que él mismo debe ser

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sumergido en este bautismo escatológico; ¡y cómo lo desea! (12, 50). Podemos extrañarnos de este modo de hablar. Pero, gracias a este tipo de expresiones, podemos entender por qué Jesús no es pura y simplemente identificado con Dios Padre, sino llamado su hijo (esto es muy ortodoxo): el espíritu vino sobre Jesús como fuego, él vivió en la obediencia, recibió —y no inventó por cuenta propia— su papel escatológico, en la fe y en la esperanza. Y por eso, también es nuestro redentor: porque es el prototipo de nuestra fe. Podemos creer con él. La fe no nos separa de Jesús, colocándolo en otro lado, como "objeto". Somos con él co-sujeto de su fe: oyentes de la palabra del Padre.

La 2aLt nos propone, precisamente, a Jesús como el supre­mo ejemplo de fe (después de Hb 11 haber ofrecido toda una lista de ejemplos; cf domingo pasado). El es el autor y el con­sumador de nuestra fe. Así como él asumió su misión y, trans­formado en signo de contradicción para el mundo, la llevó valientemente hasta el fin, así también nosotros debemos asumirla y llevarla hasta el fin. Con Cristo, corremos al encuen­tro del Padre. El nos precedió, por así decir, en nuestra carrera.

Esta carrera es una lucha. Nos coloca en una posición dialéctica ante el mundo. También en esto Jesús es nuestro ejemplo: no vino a traer la paz —por lo menos no como la gente piensa— si no la división (Le 12, 51); es signo de contradicción (Hb 12, 3), como lo fueron los profetas antes de él, especial­mente Jeremías (laLt). Nosotros esperamos fácilmente una paz que se imponga (gracias a una autoridad fuerte, a una estructura inmóvil, etc.). Jesús vino a proponer una paz basada en la adhe­sión y libre elección; apela a la libertad; por tanto, abre también el camino al desacuerdo; pues no obliga a nadie a estar de acuerdo con él. Nadie puede ser obligado a amar al prójimo como a sí mismo, esto es, darle la preferencia cuando sea nece­sario (pues eso es amar...). Nadie puede ser obligado a entregar su vida por amor... Sin embargo, en esto consiste la paz que Jesús vino a proponer. Propuesta que divide a los hombres en favor o en contra, aun en el seno de la propia familia. En el momento en que Le escribía era la pura realidad, pues ya habían comenzado las persecuciones sistemáticas contra los cristianos.

Para Le, todo eso son "signos del tiempo" (12, 54ss, secuen­cia de la lectura de hoy). Signos del tiempo decisivo, en el que

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también Dios tomará partido. Nosotros somos hoy signo de con­tradicción en el mundo (y ¡ay de nosotros si no lo fuésemos, pues este mundo no es compatible con Dios!). Debemos considerar esto como una "situación escatológica". La controversia sobre el ser cristiano en el mundo de hoy es un signo del tiempo de la elección; elección del hombre en favor o en contra de Cristo, elec­ción de Dios o en favor o en contra de los que, con Cristo, quieren ser sus hijos, o no. Elegir entre el amor de Dios y el del mundo es la dimensión escatológica permanente del ser cristiano.

Entonces, ¿los cristianos tendrán que ser menos humanos? ¿gente malhumorada, eternos insatisfechos? Insatisfechos, sí (¿quién puede estar satisfecho con la sivergüencería que abunda por aquí?); malhumorados, no, pues es por amor al mundo por lo que se está insatisfechos. Por pasión... padecen.

Por pasión, jóvenes eligen profesiones poco lucrativas, para servir mejor a sus hermanos desheredados, y ellos mismos son desheredados por sus padres. Por pasión, un obispo intelectual, Mons. Romero, se hace vocero de los oprimidos y es asesinado. "Vine a traer la división...".

21-domingo del tiempo ordinario ^

VOCACIÓN UNIVERSAL A LA SALVACIÓN

CtEnt: (Sal 85, 1-3) "Todo el día clamo a ti". Orín: Amar lo que Dios nos ordena, desear lo que él promete y, en la inestabilidad

del mundo, tener el corazón fijo en las eternas alegrías. laLt: (Is 66, 18-21) Revelación universal de ¡a gloria de Dios - Una "utopía". Mirar

hacia el futuro, como hace el profeta después del destierro de Is 66, no es necesariamente fuga de la realidad; puede ser también un paso hacia el encuentro de la realidad que viene de Dios, su poder y grandes hechos realiza­dos en la historia. El profeta concibe a Israel como el lugar de esta mani­festación. De hecho, la misma persona de Cristo será ese lugar. - 66. 18-19 cf Is 45. 20-25; Ez 34, 13; "Gloria": Ex 15, 6-7; 33, 18-23; Ez 43, 1-4 - 66, 21 cf Is 2, 2-4; Mi 4, 1-3; Is 60, 4-9; Le 13, 28-29.

CtMed: (Sal 116, 1-2) Alabanza universal a Dios. 2aLt: (Hb 12, 5-7.11-13) El sufrimiento, pedagogía de Dios - Nuestra condición

actual es "frágil" (5, 15). El hijo de Dios entró en esta fragilidad, para ayu­darnos. Conoció la tentación, el sufrimiento y la muerte; "Aprendió la obe­diencia" (5, 8). Así también los fieles deben pasar por la escuela de Dios. Entonces llegarán a la justicia, a la rectitud, a la salvación. Dios nos educa para la vida (12, 9-10). - 12, 5-7 cf Pr 3. 11-12 (gr); Ap 3, 19; Dt 8, 5 - 12, 11 cfJn 16, 20; St 1,2-4; 1P 1,6-7- 12, 12-13 cfls 35,3-4; Pr 4, 26 (gr).

CtAcl: (Jn 14, 6) Jesús camino, verdad y vida. Ev: (Le 13, 22-30) La puerta es estrecha, pero la vocación universal - Saber el

número de los "elegidos" siempre fue una de las preguntas preferidas respecto

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del reino de Dios. Jesús no responde propiamente la pregunta. Evoca tres imá­genes. Las dos primeras son "restrictivas": I) la puerta es estrecha: hay que esforzarse (13. 23-24; cf 16. 16); 2) en un determinado momento, se cerrará la puerta, y entonces será tarde para gritar (13, 25-27). Pero, en un sentido "abierto", añade: 3) a pesar de la exclusión de los que no se interesan por la palabra —los primeros invitados— se realizará el banquete escatológico para todos los pueblos, inclusive los paganos (los "últimos") (13. 28-30). Por tanto. Dios no es mezquino, no prepara la Tiesta para un número limitado, pero espera el esfuerzo de la fe vivida en la caridad, como respuesta a la palabra de la predicación: cualquiera que responda a esta exigencia, podrá participar. -13. 22-24 cf Le 9. 51; Mt 7. 13-14 - 13. 25-27 cf Mt 25. 10-12; 7. 22-23; Sal 6, 9- 13. 28-29 el'Mt 8. 12- 13. 30 cf Mt 19.30:20. 16; Me 10. 31.

OrOf: Dios nos adquirió como su pueblo con un solo sacrificio; que él nos dé la unidad y la paz.

Pref: (domingo tiempo ordinario I) Pueblo universal llamado por Cristo. CtCom: (Sal 103. 13-15) Dios sacia al hombre con los frutos de la tierra / (Jn 6. 54)

"Quien come mi carne y bebe mi sangre...". OrFin: Dios nos transforme por su gracia de tal manera que en todo le seamos agra­

dables.

Aunque viviendo en un tiempo de "concentración urbana" —característica general de civilizaciones en decadencia—, a Le le gusta presentar a Jesús atravesando los lugares del interior. Para el mensaje de hoy, esta presentación es significativa: la invitación del reino (Ev) debe hacerse a todos. De hecho, a la preocupación apocalíptica de saber el número de elegidos y las oportunidades que tiene la gente (cf el vestíbulo), Jesús opone una línea de pensamiento diametralmente opuesta: el número de los elegidos no interesa; lo que importa es esforzarse para entrar (la conversión) y no quedarse bromeando, con apariencia de estar interesado, pero sin hacer nada; pues llega el momento en que el dueño de casa se levanta y cierra la puerta; entonces, no reconocerá a los que estuvieron con él en las plazas, pero sin escuchar su palabra, sino solo "de cuerpo presente". Pero la fies­ta en sí, está abierta para todos los que quieran esforzarse.

Es evidente que la crítica va dirigida a aquellos en cuyas plazas Jesús enseñó (13, 26): a los judíos; lo dejaron hablar, pero no obedecieron a su llamamiento de conversión, seguramente porque, por ser judíos, estaban seguros de pertenecer al número de los elegidos. Ellos son los primeros, que se quedaron de últi­mos, pues los últimos —los despreciables paganos—, cuando se convierten, se vuelven los primeros, para sentarse con Abrahán, Isaac y Jacob (¡qué provocación para los judíos!) en la mesa del banquete escatológico, venidos de todos los rincones de la tierra.

Este mensaje no perdió nada de actualidad. Pues lo que Jesús rechaza es el calculismo, la falsa seguridad respecto de la elec-

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ción. La elección no responde a ningún criterio humano. La gra­cia de Dios es la que nos llama a su presencia. Ante esta llamada, todos, sea como sea, deben convertirse; pues nadie es digno de la santidad de Dios, ni de su grande amor. Nadie se puede consi­derar dispensado de escucharlo y de transformar su vida según la exigencia de su palabra. No existe un número determinado de elegidos (es bueno repetirlo, en vista de ciertas sectas de nuestro medio). Lo que existe es un llamado universal y permanente a la conversión. Pues no se conquista nunca la fe para siempre. Es como el maná del desierto: ¡Si la gente lo quiere guardar hasta la mañana siguiente, se pudre! (cf Ex 16, 20). El que no retoma diariamente el trabajo de responder a la palabra con una auténti­ca conversión, gritará en vano: "Señor, yo participé en retiros y asistí a predicaciones, charlas y cursillos en tu nombre (y tam­bién comí y bebí en fiestas parroquiales)"... También entre nosotros los últimos podrán ser los primeros: los que no van a la iglesia, porque no tienen ropa decente, porque tienen que traba­jar, porque tienen muchos hijos, o, simplemente porque se sien­ten extraños entre tanta gente de bien... Para llamar a estos, Jesús, precisamente, no se quedó en los grandes centros, sino que entró en los barrios periférico y villorios.

La 2aU choca contra una cierta sensibilidad "humanitaria" de los cristianos que se dicen "modernos", pero no con la fe del pueblo sencillo: Dios "castiga" para educarnos. "Pues el Señor educa a quien ama y castiga a todo el que acoge como hijo" (Hb 12, 6; cf Pr 3, 11-12). Nos parece horrible este pensamiento: ¿Dios hace sufrir? En el pensamiento semítico (y en la misma gramática) no se distingue claramente entre el "hacer" y "dejar" sufrir; por tanto, Dios lo permite. ¿Por qué lo permite? No por sadismo, sino porque, aun en eso, él nos demuestra su bondad: nos educa, como un buen padre educa a su hijo castigándolo. Esta es la respuesta de los antiguos para el escándalo del sufri­miento y también de nuestro pueblo sencillo. ¿Estarán engaña­dos? En el fondo, poco les interesa de dónde viene el sufrimien­to. ¡Quieren saber qué hacer con él! Que el sufrimiento existe, es innegable. Admito que muchas veces se debe a los hombres, pero no siempre. A quien sufre no le importa explicar las causas, sino dar un sentido al sufrimiento. Desde su punto de vista subjetivo, el sufrimiento puede tener el valor de educación para la vida de Dios, puesto que El también sufrió, en Cristo.

129 9. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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No creo errado considerar así el sufrimiento, ya que no se puede escapar de él, ni siquiera en el admirable mundo nuevo de la era tecnológica. Como cristianos, debemos aprender a vivir una vida nueva, dialécticamente opuesta a la presente. Esto no es posible sin sufrir. Pero este sufrimiento cambia de significado. Ya no deprime, ya no hace fatalista a nadie, sino que hace cre­cer la fuerza para producir frutos de paz y justicia: "¡Levantad, pues, las manos fatigadas y las rodillas trémulas; dirigid vues­tros pasos por el camino recto!" (12, 12).

22g domingo del tiempo ordinario

MODESTIA Y GRATUIDAD

CtEnt: (Sal 85, 3.5) Dios es bueno y clemente, lleno de misericordia para con quienes lo invocan.

Orín: Dios alimente en nosotros lo que es bueno y conserve lo que alimentó. laLt: (Si 3. 19-21.30-31) La verdadera modestia de vida - No se trata de la falsa

modestia de la zorra, sino de la verdadera, que consiste en la conciencia de que solo Dios es poderoso y bueno. El hombre debe siempre recurrir a él. De ahí la actitud del sabio: seguridad ante los poderosos, pues su confianza está en Dios, y magnanimidad con los débiles, pues puede contar con Dios: - 3, 17-20 cf Si 4, 11; Mt 20. 26-28: Le 22. 24-26: Pr 3. 34; Mt 11, 25 - 3, 28-29 cf Pr 2,1-5.

CtMed: (Sal 68-67-, 4-5ac.6-7ab.IO-l 1) La magnanimidad de Dios. 2aLt: (Hb 12. 18-19.22-24a) Dios se hizo manifiesto y accesible en Cristo - La ma­

nifestación de Dios en AT (en el Sinaí) era inaccesible (12. 18-21). En el NT, sucede todo lo contrario (12, 22-24): ahora existe una orden mejor (9. 10); la manifestación de Dios (en Cristo) es ahora accesible, menos "terrible", pero más comprometedora. No por ser más humana, sería menos divina. ¡Por el contrario! En el hombre Jesús, Dios se hace presente. Esta presencia se llama "monte de Sión", "ciudad del Dios vivo", "Jerusalén celestial". En la secuen­cia de la perícopa de hoy se saca la conclusión: no rechazar la palabra de Cristo. - 12, 18-19 cf Ex 19, 16-19; 20. 19;Dt4. 11-12; 5. 22-23 - 12. 22-24 cf Ap 14, l l ;Hb 11, 10; 13, 14; Ap 21, 2.10; Rm 2,6; 2Ts I. 6-8; Hb 8, 6; 9. 15; Gn4, 10.

CtAcl: (Mt 11, 29ab) El maestro manso y humilde. Ev: (Le 14, 1.7-14) Modestia y gratuidad - A Le le gusta presentar a Jesús como

un viajero y huésped: la comunión de mesa es el lugar de la amistad. Jesús quiere ser amigo. Pero el amigo no esconde la verdad. En la casa de un fariseo, Jesús enseña algunas reglas para la comida: 1) no buscar el primer puesto, para que el dueño de casa nos lo pueda ofrecer; 2) no invitar a personas ricas, sino a los que no pueden retribuir, pues solamente así demostramos gratuidad y mag­nanimidad. En otras palabras: 1) debemos saber recibir gratuitamente; 2) debe­mos saber dar gratuitamente. El sentido profundo de esta lección se revela en la última cena (22, 24-27). en donde el anfitrión es el siervo, que entrega hasta su propia vida. -cfPr25, 6-7; Jn 13. 1-15; Le 18, 14;Mt23, 12.

OrOf: El misterio que celebramos realiza su fuerza en nosotros hasta el fin. Pref: (domingo tiempo ordinario VI) Recibimos las pruebas del amor paterno de

Dios y la prenda de la vida futura / (ordinario V) "Unidos en la caridad". CtCom: (Sal 30, 20) Grande es la bondad de Dios / (Mt 5, 9-10) Bienaventuranza de

los constructores de paz y de los perseguidos. OrFin: Este alimento de la caridad, nos fortifique y nos lleve a servir a nuestros her­

manos.

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Jesús es uno de esos huéspedes que no dependen afectiva­mente de sus anfitriones. Ya lo demostró a Marta (169 domingo tiempo ordinario); lo demuestra también hoy (Ev). Su anfitrión es un jefe de los fariseos. La casa está llena de sus correligionarios, no muy bien intencionados (14, 2). Para comenzar, Jesús aborda el litigioso asunto del descanso sabático, defendiendo una opinión bastante liberal (14, 3-6). Después, narra una parábola que critica la actitud de los fariseos a quienes les gusta ser públicamente hon­rados por su virtud, también en los banquetes, en donde les gustan los primeros puestos. Uno que ocupa el primer lugar en un ban­quete ya no puede ser invitado por el anfitrión a ocupar un lugar superior. Solo puede ser pasado atrás, si aparece una persona más importante; por razones obvias, es mejor ocupar el último lugar, para poder recibir la invitación a subir más. Alguien puede creer que eso es calculismo y falsa humildad. Claro está que una parábola no es un tratado de moral. Pero lo que Jesús quiere decir es que, en el reino de Dios, la gente debe permanecer en una posi­ción de receptividad, no de autosuficiencia.

La segunda parábola se relaciona también con el banquete: no invitar a los que pueden invitar después, sino a los que no pueden retribuir. Solo así nos demostraremos verdaderos hijos del Padre, que nos dio todo gratuitamente. Claro que esta gra­tuidad presupone la primera actitud: el saber recibir.

Por tanto, el mensaje de hoy es: saber recibir gratuitamente (humildad) y saber dar gratuitamente (gratuidad). La laLt sub­raya la necesidad de la humildad, que se opone a la autosufi­ciencia.

La 2aLt no tiene mucho parentesco temático con la primera y la tercera. Pero complementa el tema de la gratuidad, mostran­do cómo Dios se hizo, gratuitamente, accesible a nosotros, en Jesucristo. El tono de la lectura es de gratitud por este misterio.

Gracia, gratitud y gratuidad son los tres momentos del mis­terio de la benevolencia que nos une con Dios. Recibimos su "gracia", su amistad y amor. Por eso nos mostramos agradeci­dos, conservando su don con grande alegría, que abre nuestro corazón. Y de este corazón abierto mana una generosa gratui­dad, consciente de que hay más alegría en dar que en recibir (cf Hch 20, 35). Lo cual no quiere decir que a la gente no pueda gustarle lo que recibe. Significa que solo alcanzará la verdadera

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felicidad el que sepa dar gratuitamente. Quien solo desea recibir, será un eterno frustrado.

En vista a la comunicación en la magnanimidad, la humil­dad no es la prudencia de quien no puede nada, o el miedo de exponerse, que no es sino egoísmo. La verdadera humildad es la conciencia de ser pequeño y de tener que recibir, para poder comunicar. Humildad no es mezquindad, sino por el contrario, el primer paso de la magnanimidad. Quien es humilde no tiene miedo de ser generoso, pues es capaz de recibir. Le gustará repartir, porque sabe recibir; y recibir, para poder repartir. Pero, repartirá no para llamar la atención sobre sí, como el orgulloso que distribuye muchos regalos, sino porque, agradecido, le gusta dejar a sus hermanos participar de los dones que recibió.

También podemos enfocar el tema de hoy con una lente sociológica. Sobresale, entonces, sobre todo la exhortación a la invitación gratuita. Jesús manda invitar a las categorías opuestas a las que generalmente se invita: en vez de amigos, hermanos, familiares y vecinos ricos, se invita a los pobres, tullidos, cojos y ciegos; o sea, en vez del círculo social selecto, los marginados. El amor gratuito es la imitación del amor de Dios. En la parábo­la siguiente, la del gran banquete, el "señor" invita, al final, pre­cisamente a las cuatro categorías mencionadas (Le 14, 21). La autenticidad del amor gratuito se mide por la insignificancia (para un espíritu interesado) de los beneficiados: niños, enemi­gos, marginados, enfermos (cf Mt 25, 31-46 — también Cristo rey, año A). Jesús no prohibe tener gusto por sus familiares y vecinos. Pero realmente imitar el amor gratuito, la hésed de Dios, el hombre solo lo hace en la "opción preferencial" por los que menos interesan.

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23° domingo del tiempo ordinario (J,

PONDERAR EL COSTO DEL REINO

CtEnt: (Sal 118. 137.124) La justicia y la misericordia de Dios. Orín: Somos hijos adoptivos, queridos por Dios: que él nos dé verdadera libertad y

la herencia eterna. laLt: (Sb 9, 13-19) El discernimiento y la ponderación, dones de Dios- Saber dis­

cernir fue lo que Salomón le pidió a Dios (IR 3. 9). El autor de Sb también pide esto (9. 1-19) y enseña que se debe pedir (9. 13-19). Nuestro esfuerzo in­telectual no es suficiente. Los rayos del Espíritu de Dios no se dejan progra­mar; deben ser recibidos como dádivas. -9, 13 cf Is 40, 13; Rm 11. 34; ICo 2, 16-9. 15-16 cfRm 7. 14-25; Is 38. 12; Jn 3. 6.12 - 9. 17-19 cf Ba 3, 36-38; 4. 1-4; Mt 11.27.

CtMed: (Sal 89. 3-4.5-6.12-13.14-17) Dios, maestro de sabiduría. 2aLt: (Flm 9b-10.12-17) "Ya no como esclavo, sino como hermano" - El esclavo

Onésimo había huido de su amo, Filemón, discípulo de Pablo. Pablo lo devuelve, pero ahora bautizado, por tanto "hijo" de Pablo, como el mismo Filemón (v 10). Por eso. Filemón lo debe recibir ya no como esclavo sino como hermano (v 16). La abolición de la esclavitud todavía no se considera como perspectiva histórica en tiempo de Pablo, pero aun así debería realizarse, entre los cristianos, el "ni esclavo ni libre" de Ga 3, 28. De este espíritu nuevo surgirán también nuevas estructuras, más tarde. - Flm 9 cf Ef 3. 1; 4. 1; Col 4, 18-Flm 16cl'Col 3,22-4, I; Ef 6. 5-9.

CtAcl: (Sal 118. 135) Dios nos enseña la ley. Ev: (Le 14, 25-33) Saber ponderar las exigencias del reino - Muchos pretenden

seguir a Jesús, pero ¿sabrán que su camino lleva al Gólgota? De ahí las duras exigencias que formula Jesús: abandonar familia, éxito, vida (14, 25-27) y ponderar sobriamente su fuerza y disponibilidad (14, 28-32). En resumen: el discípulo lo debe dejar todo (14, 33). - Cómo se realiza esto en la vida de cada uno, no se dice aquí. Pero una cosa es cierta: Jesús no pide lo imposible, pero la gente debe prepararse para todo lo que sea posible. - 14, 25-27 cf Mt 10 37-38; 16,24; 19,29; Me 8, 34; Le 9, 23; Jn 12,26- 14, 33 cf Mt 6, 20-21- Le 12, 33-34.

OrOf: Dios es el autor de nuestra piedad y de la paz; que la participación de su mis­terio nos una.

Pref: (ordinario V) "Unidos en la caridad". CtCom: (Sal 41, 2-3) "Como el ciervo busca la fuente..."/(Jn 8, 12) "Yo soy la luz del

mundo...". OrFin: Dios nos alimenta con su palabra y con el sacramento de la eucaristía; par­

ticipemos siempre de la vida de su hijo.

La sabiduría no se conquista para siempre. Sb 9 (JaLt) es la oración de Salomón por la sabiduría; la segunda parte (vv 13-19) explica cómo es de indispensable. Pero el mundo de hoy parece carecer de ella más que Salomón. Ni siquiera respeta sus mismas fuentes de subsistencia, sacrificando todo con tal de conseguir oscuros poderes y ganancias, con la complicidad prác­ticamente de todos, dejándose envolver en el juego de lacompe-tencia y del consumo...

La sabiduría enseña a poner todo en su debido lugai, a pon­derar lo que es más y lo que es menos importante. Eso puede

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llevar a conclusiones que, a los ojos de personas superficiales, parecen locura. Las exigencias del seguimiento de Jesús, por ejemplo, parecen locura: "Odiar (= "no preferir") al padre y a la madre, mujer, hijos, hermanos y hermanas" (Le 14, 26), por causa de Cristo y su evangelio, ¿no es eso una locura? No, dice Lucas (Ev). -Es la consecuencia de la sabiduría cristiana, de la ponderación sobre la inversión necesaria en el reino de Dios. ¡Empezar a construir una torre sin el capital necesario, sí es locura, pues todo el mundo se burlará por no haber podido con­cluir la obra! Es evidente la alusión a la torre de Babel, símbolo de la vanidad y confusión humana. El hombre sabio hace su pre­supuesto; decide cuánto va a invertir. En el caso del cristiano, el único presupuesto adecuado es el de la inversión total, ya que se trata del supremo bien, sin el cual los otros no tienen sentido. Y, además, los recursos son inagotables.

La sabiduría cristiana consiste en atreverse a decidir radical­mente por el valor fundamental, aun si eso exige una elección dolorosa contra personas muy queridas, realidad que se repetía diariamente en la Iglesia del tiempo de Lucas.

El contexto de estas palabras es significativo. Están dirigi­das a las "grandes multitudes" que seguían a Jesús (Le 14, 25); por tanto, no son para monjes y ascetas. Pero, además, forman la secuencia de la exhortación a la invitación gratuita, y de la parábola del gran banquete, en que Jesús enseña a dar la prefe­rencia a las personas "que no pueden corresponder", en vez de dársela a los familiares y amigos (cf domingo pasado). Así, me parece que "no preferir" a sus familiares se puede referir, con­cretamente a dos realidades: persecución, que obliga al cristiano a preferir a Cristo por encima de los lazos de parentesco y aun de la propia vida (primer sentido); pero también la preferencia, por causa del evangelio, por categorías de personas que la gente normalmente dejaría a un lado, y sacrificando también hasta el propio círculo social.

Por tanto, el sabio cristiano no es el sofista, que sabe dar a todo una hermosa explicación, sin comprometerse jamás. Es el hombre que, al mismo tiempo lúcido y convencido, pone todo su ser al sentido último de la existencia y de la historia, vislumbrán­dola en la fe en Cristo Jesús. El sabio no es el que duda, cuando tiene que saltar, sino el que salta; pues el que duda es el que cae...

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Muchas veces se oye en nuestro ambiente la observación de que es necesario tener buen sentido en estas cuestiones de Iglesia comprometida en asuntos políticos, como la justicia y el derecho (ahora se está descubriendo que estos asuntos son políticos). ¿Será que no se llama buen sentido a lo que es sola­mente miedo? Cuando es claro que el amor de Cristo está en juego, la sabiduría cristiana exige poner totalmente las fuerzas y estrategias para abrirle espacio. Pero radicalidad no es impru­dencia. Es libertad ante lo que nos puede desviar de lo que reconocemos como prioritario. La sabiduría cristiana nos ayuda a establecer opciones preferenciales ciertas. Ahora bien, para no perder todo, es necesario realizar las opciones sabiamente hechas. Quien cree que seguir a Cristo es fundamental, debe hacerlo, cueste lo que cueste.

Para Filemón, hombre de bien de la ciudad de Efeso, amigo personal de Pablo, la carta que su esclavo Onésimo le llevó al regresar de la escapada hasta la prisión de Pablo, le debió haber parecido una locura (2aLt). Pero es de la más pura sabiduría cris­tiana. Onésimo huyó de Filemón, para asistir a Pablo en la cárcel. Pablo lo bautizó. Ahora, como ya no lo necesita, lo devuelve a Filemón, porque, comercialmente hablando, es su propiedad (Pablo todavía no pensaba en cambio de estructura en cuanto a la esclavitud; o no creía muy importante debido a la proximidad de la parusía: cf ICo 7, 20-23). Pero, espiritualmente hablando, "en Cristo", ambos, Onésimo y Filemón, pertenecen a una nueva realidad, en la que ya no hay amo y esclavo, sino solo hermanos de Cristo e hijos del Padre (cf Ga 3, 28); e hijos también de Pablo, pues a ambos los engendró en la fe (los bautizó). Por tanto, Filemón acoja a su esclavo, ya no como esclavo, sino como hermano, como sí acogiera al mismo Pablo.

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24q domingo del tiempo ordinario

DIOS BUSCA LA RECONCILIACIÓN

CtEnt: (cf Si 36. 15-16a) Dios conceda paz al pueblo que lo ha de testimoniar. Orín: Que experimentemos el efecto de la reconciliación y sirvamos a Dios con todo

el corazón. laLt: (Ex 32. 7-11.13-14) "El Señor se arrepintió de las amenazan que hiciera con­

tra .su ¡¡ueblo" - Mientras Moisés está todavía en el Sinaí. el pueblo adora el becerro de oro (Ex 32. 1-6). La sanción de Dios es dura. Ya no quiere más a este pueblo ("Tu pueblo", le dice a Moisés). Pero Moisés se vuelve mediador y le recuerda a Dios sus promesas, como Abrahán le recordó su justicia (Gn 18. 25). Y Dios se deja convencer... - La narración representa a Dios de modo bas­tante humano (antropomorfismo): tanto la cólera de Dios cuanto su arrepen­timiento son modos de hablar; importa que muestren que Dios no es indife­rente, ni a nuestro pecado, ni a nuestra plegaria. Son modos humanos de hablar de su amor ilimitado. -32, 8-10 cf Ex 34, 12-14.17; Dt 9, 7-8.12-14; Jr 31, 32; Gn 12.2-32. 13cfGn 15.5:22. 16-17; 35, 11-12.

CtMed: (Sal 50. 3-4.12-13.17+19) Dios no desprecia un corazón contrito y humillado. 2aL(: (ITm 1, 12-17) Jesús vino pura reconciliar a los pecadores: experiencia de

Pablo - Desde el segundo viaje misionero. Timoteo acompañó a Pablo como fiel colaborador. Las cartas a Timoteo y Tito son el "testamento espiritual" de Pablo. Muestra cómo fueron las comunidades de finales del siglo primero. - El mensaje central del texto de hoy es la venida de Jesús al mundo, para salvar a los pecadores (cf laLt y Ev). El mismo Pablo lo experimentó y. además, recibió una misión importante. A partir de ahí, gratuidad y alegría forman la tónica de su vida. - 1. 13 cf Hch 8. 3; 9, 1-6; ICo 15, 9-10; Ga 1. 13-16- I, 17 el" ITm 6, 15-16; Rm 16,27.

CtAcl: (Jn 10. 27) Las ovejas escuchan la voz del pastor / (2Co 5, 19) Dios nos recon­cilió consigo en Cristo.

Ev: (Le 15, 1-32 ó 15, 1-10) Dios busca lo que está perdido: el "hijo pródigo" -Jesús a la mesa de los publícanos y pecadores es un escándalo para los fariseos. Pero Dios prefiere a la oveja descarriada, que está en peligro; la mo­neda perdida, que hay que encontrar. ¡Cada uno es importante para él y recibe preferencia el que más necesita! Quien siempre está con Dios (el otro hijo) no tiene problema; pero el descarriado recibe una atención especial. Dios va a su encuentro, hasta que regrese (cfJr 31, 18; Lm 5,21).- 15, l-2cfMt9, 10-13-15, 3-7 cf Mt 18, 12-14; Jn 10, 11-12; Ez 34. 4.16 - 15. 11-32 cf"Os II, 17-19 cf Is 55. 6-7; Jr 3, 12-13; Sal 50,4- 15, 20-24 cf Is 49. 14-16; Jr 31, 20; Ef 2, 5; 5, 14- 15. 25-32 cf Le 18,9-10.

OrOf: Que la contribución de cada uno sirva para la salvación de todos. Pref: (domingo tiempo ordinario VI) "... las pruebas de tu amor de Padre...".

CtCom: (Sal 35, 8) ¡Cobijados bajo las alas de Dios! / (ICo 10. 16) El cáliz de la ben­dición y el pan repartido.

OrFin: Que la acción del sacramento penetre tanto nuestro ser, que ya no nuestros sentimientos, sino su efecto determine nuestro obrar.

"No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva". Estas palabras de Ezequiel 18, 23 forman el telón de fondo (no expresado) del evangelio y de toda la liturgia de hoy (cf Le 15, 32). La laLt muestra a Dios abandonando su proyecto de re­chazar a Israel, después de su apostasía (becerro de oro). En Ez 32, 7 Yavé ya no lo llama "mi pueblo", como en la fórmula de la

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alianza (cf Ez 37, 23 etc.), sino "tu pueblo". Pero, por la interven­ción de Moisés, que le recuerda su promesa, él retira su ira. El NT penetra más a fondo en el ser de Dios (pues Jesús lo conoció "por dentro"). En las parábolas reunidas por Le 15 (Ev), nadie necesita recordar a Dios su promesa. El está totalmente dedicado al que se apartó de su camino, como un pastor concentra toda su atención en la oveja que está faltando en el rebaño, o como la ama de casa que hasta deja quemar la comida, porque está preocupada por una moneda que se le desapareció de su cartera...

Y Dios tiene razón en este sentido: el que está errado es el que necesita atención. El médico no viene para los sanos, sino para los enfermos. Pero el pensamiento humano no es siempre así. El pensamiento "elitista" dice: ocúpate de los "buenos", los que rinden, pues con los otros, pierdes tu tiempo. Los enflaque­ce. Los deja vivir sin higiene, en la desnutrición, para que se mueran. Saca de su área al pueblito, echa de sus tierras al indí­gena... El pensamiento de Dios no es así. El sabe que rechazar a un solo hombre, que busca su comunión, sería lo mismo que rechazar a todos: el principio es el mismo. Por eso está ansioso de ver regresar a uno cualquiera, hasta el mínimo, el más rebaja­do, el que convivió con los puercos (¡qué horror, para los judíos a quienes Jesús narró la parábola del hijo pródigo!). Pues es su hijo, aunque el mismo hijo ya no se crea digno de llamarse así. Dios no puede olvidar a su hijo (Jr 31, 20; Is 49, 15). A nosotros nos gusta resolver los "casos difíciles" expulsando, oprimiendo (y vemos los frutos...). Dios opta por la reconciliación.

San Pablo sabe muy bien de todo esto. El fue perseguidor, como escribe al comienzo de ITm (las "cartas pastorales", 1-2Tm y Tt forman el "testamento espiritual" del apóstol). Pues la gracia de Dios fue tan abundante, que en Cristo le dio vida y caridad. Jesús vino para salvar a los pecadores (cf Le 15; 19,10, etc.), y Pablo fue el principal de ellos (ITm 1, 15). Así él se convirtió en ejemplo de lo que él predica en su servicio: la re­conciliación (cf 2Co 5, 18) (2aLt).

Ahora bien, si Dios hace así una "opción preferencial" por las ovejas perdidas, ¿no le quedará más cariño para las que per­manecieron en el rebaño? Pensar así es como tener una idea muy mezquina del cariño de Dios. ¡Es que Dios no puede festejar el regreso a la vida (cf Le 15, 32) de quien nunca ha muerto! No puede celebrar el reencuentro de quien siempre está con él:

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¿estar con Dios no produce una profunda alegría? (15, 31), ¿o será que el hijo mayor, muy en el fondo de su corazón, se quedó con su padre solo por obligación? Ahora bien, si así fuese, es hora de que reconozca su alejamiento interior y regrese al padre, también él; entonces, ¡también para él el padre ofrecerá un buen asado! La gente reconoce en el hijo mayor la figura del fariseo: cuentas al día, pero el corazón muy alejado de Dios. ¿No es ésta la actitud de ciertas personas que se llenan de envidia porque los sacerdotes pasan todo el día en los barrios alejados de la parro­quia, en los tugurios y zonas de prostitución, en busca de ovejas perdidas, y no tienen tiempo para rezar misas para cada intención que una piedad desocupada pueda inventar, o para con las mis­mas cinco personas participar en todas las reuniones de obras piadosas con las que llenan sus agendas de citas precoces en busca de compañía piadosa? ¿No deberían, por el contrario, felices por tener siempre delante de los ojos a Dios, tratar de estar con la Iglesia que busca a los abandonados, en vez de sen­tirse abandonados en medio de tanta atención que reciben? ¿En vez de criticar la prioridad dada a los que son expulsados del centro de nuestra sociedad, deberían ser los primeros en buscar el reencuentro, convirtiéndose en "ministros de la reconciliación"?

25e domingo del tiempo ordinario r~*

EL BUEN USO DE LAS RIQUEZAS: DESAPEGO

CtEnt: "Yo soy la salvación del pueblo". Orín: Amar a Dios y al prójimo y llegar a la vida eterna. laLt: (Am 8. 4-7) Denuncia de la riqueza injusta y opresión - Amos denuncia la

injusticia institucionalizada del siglo VIII aC: unos pocos tienen todo y la mayoría casi no tiene nada. El pecado de los "pocos" no es contra este o aquel mandamiento (inclusive, ellos observan las fiestas religiosas - pero ¡con qué espíritu! cf 8, 5). Su actitud global es la que es pecaminosa, caricatura de la justicia y misericordia de Dios y de lo que Dios espera de su pueblo. 8, 4-6: censura, denunciando que los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres; 8, 7: amenaza del juicio - cf Am 2, 6-8; Dt 25, 13; Mi 6, 10-11; Os 12,8; Am 3, 2.

CtMed: (Sal 112, 1-2.4-6.7-8) Dios protege y promueve al pobre y al indigente. 2aLt: (ITm 2, 1-8) La comunidad orante • Para hablar de la vida cristiana (lTm 2-

3), la carta trata primero sobre asuntos relacionados con el culto, que consiste en petición, adoración, intercesión y acción de gracias, todo al mismo tiempo. Todos tienen necesidad de suplicar y deben agradecer, pues Jesús salvó a lodos, mediador único, entregado en rescate por nosotros. Esta es la verdad que salva. La comunidad está delante de Dios rezando y agradeciendo por todos, levantando sus manos, purificadas por la práctica de la caridad, como

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las manos del crucificado. - 2, 2 cf Rm 13, 1-7; 1P 2, 13-17; Tt 2, 8 - 2, 4 cf ITm 4. 10; Rm 3. 29-30; Ef 4, 4-6; Jn 8, 32 - 2, 5-6 cf ICo 8, 6; Hb 8, 6; 2Co 5, l5:EI '5.2-2,7cfHch9, l5;Ga2,7.

CtAcl: (2Co 8. 9) Cristo nos enriqueció con su desprendimiento. Ev: (Le 16. 1-13 o 16, 10-13) El administrador experto - Parábola que escandaliza.

Pero Jesús no pone este comportamiento como modelo; sin embargo, quiere ilustrar que la sagacidad en el uso de los bienes de este mundo forma parte del reino de Dios. Sagacidad en doble sentido: 1) utilizarlos previendo la crisis (el juicio); 2) utilizarlos para hacer amigos para la eternidad (caridad). Sagaz es quien sabe elegir al amigo, mientras tenga la oportunidad. - 16, 8 cf Jn 8, 12; Et'5.8; ITs5 ,5- 16, 10-12 cfMt 25, 20-30; Le 19. 17-26- 16, 13 cf Mt 6, 24.

OrOf: Que recibamos en el sacramento lo que proclamamos en la fe. Pref: (domingo tiempo ordinario III) La astucia de Dios para salvarnos.

CtCom: (Sal 118, 4-5) Firmeza en observar los preceptos / (Jn 10, 14) "Yo soy el buen pastor".

OrFin: Coger los frutos de la redención en la liturgia y en la vida.

Nadie puede servir a Dios y al dinero (cf Le 16, 13). Hay personas que observan las prescripciones del culto, pero inte­riormente están lejos de Dios (cf Is 29, 13). Observan la "luna nueva" —fiesta religiosa tradicional en el antiguo Israel— y el sábado, pero interiormente pensando en cómo explotar más todavía a los pobres y oprimidos, con una avaricia sin fin: inclu­so el desecho del trigo saben convertirlo en ganancia (Am 8, 6; laLt). No sirven cultos y oraciones: ¡Dios no lo olvidará! (8, 7) —Y, en cuanto a los oprimidos, Dios los levantará (CtMed).

Esta lectura sirve para advertirnos sobre el vacío de la riqueza buscada por sí misma. No solamente no nos acompaña (cf Le 12, 16-21), sino que puede convertirse en causa de nues­tra condenación. ¿Y qué decir de una sociedad que pone todo al servicio de lo "económico", entendiéndolo como ganancia?

El evangelio narra una de estas parábolas escandalosas de Jesús: un hombre ante el inminente despido por mala adminis­tración, comete unos pequeños (?) fraudes, en favor de los deu­dores de su amo, para poder contar con su apoyo en el momento en que lo echen a la calle. ¿Será un ejemplo? En cierto sentido, sí: era un hombre que miraba más allá de la punta de su nariz. No lo debemos imitar en su injusticia, sino en su previsión. El sabía mejor que aquel hacendado, en Le 12, 16-21, que su situación era precaria, y tomó precauciones. Probablemente era muy común en tiempo de Jesús ese modo de obrar. Jesús obser­va que los "hijos de las tinieblas"—y con ello califica la cate­goría moral de la práctica de ese hombre— son generalmente más expertos que los hijos de la luz. Tener conciencia de lo pre-

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cario de las riquezas y usar las últimas oportunidades para ganar amigos para el futuro, éste es el mensaje.

El gran amigo que debemos ganarnos para el futuro es Dios mismo ("ser ricos ante Dios", Le 12, 21). Pero a él lo ganamos por medio de pequeños amigos: sus hijos. La inminencia del juicio (y Le tomaba esto bastante literalmente) nos debe llevar a la práctica de la caridad. Hay que entender bien: no hacer cari­dad para "comprar" el cielo, sino: teniendo delante de los ojos la realidad definitiva, que es Dios, Padre de bondad, transformar nuestra vida en una actitud que combine con él, conformarnos y configurarnos con él (cf Le 6, 35b-36). Sabemos lo que es defi­nitivo. Obremos de conformidad: seamos misericordiosos como Dios. Probablemente no fue por caso que Jesús narró que la "salida" del administrador amenazado de desempleo fue: hacer amigos para después.

¿Quiénes son nuestros amigos para después? Los encon­tramos en las palabras de Le 14, 12-14.15-24: cojos, ciegos, tu­llidos, los pobres en general. Los que son invitados al banquete eterno. Tenemos muchas oportunidades para usar el "vil dinero" para conquistar a estos amigos. ¿Será vil el dinero? No hay duda. No hay un peso que no esté manchado de opresión y explotación. El dinero participa del sistema que lo engendra. Dicen que el Vaticano invirtió en firmas que producían la "pil­dora". Habladurías, como se sabe. Pero, como todas las habladurías, incontrolables De todos modos, sabiendo en qué empresas y banco invierte el dinero que yo deposito allí, des­cubrí que estoy inviniendo en cosas mucho más graves... El dinero participa del sistema que lo engendra. El hecho de que yo pueda "comer mejor que un político" participa de una estructura en la que muchos no pueden. Entonces, alimentado como un político, debo por lo menos hacer todo lo que pueda para que los demás puedan alimentarse también. Y estar dispuesto a no ali­mentarse más como un político, pues esto no es la realidad definitiva. Por el contrario, la caridad es definitiva y no perece nunca (cf ICo 13).

En la 2aLt continúa la reflexión de Pablo sobre el anuncio de la reconciliación, que se le presentó entre los gentiles. En este espíritu, insiste en la oración de la comunidad, oración de agradecimiento e intercesión por todos los hombres (cf tema del

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17e domingo del tiempo ordinario/C). Nosotros debemos tra­ducir nuestra búsqueda de unidad y reconciliación, haciéndonos mediadores de todos, así como Cristo reconcilió a todos, hacién­dose mediador, por su muerte salvadora. La última frase (2, 8) puede servir también de motivación para que la comunidad rece, por ejemplo, el padrenuestro con las manos levantadas al cielo, "sin ira ni rencor".

26e domingo del tiempo ordinario

LA RIQUEZA ENDURECE AL HOMBRE: AVARICIA

CtEnt: (Dn 3, 31.29.30.43.42) Dios hizo bien en castigarnos, pues pecamos; pero que ahora nos trate según su misericordia.

Orín: En el poder de Dios se muestra sobre todo en el perdón. laLt: (Am 6, la.4-7) Ay de los ricos de Sien y Samaría — Una censura más de

Amos a la "sociedad de consumo" de Jerusalén y Samaría (cf domingo pasa­do). Disfrutan la vida, sin importarles la ruina del pueblo (la "casa de José": José distribuía víveres a los necesitados). Por eso la élite tiene que ir al cau­tiverio, para que aprenda lo que es la justicia y el derecho - cf Le 6, 24; Am 5 7-15; 8. 4-8: St 5, 1-5.

CtMed: (Sal 145. 7.8-9a.9bc-10) Dios protege a los necesitados y ama a los justos. 2aLt: (lTm 6, 11-16) Las virtudes de los líderes de lu comunidad - En el contexto

anterior, lTm habló de la avaricia, que amenaza a la fe (6. 10). Los ministros de la Iglesia también deben cuidarse de ella. Positivamente, deben cultivar las buenas virtudes (6, 11-12), ser fieles a la profesión de la fe (6, 12.13), confia­da a ellos por Cristo, hasta su regreso (6, 14.15-16). La Iglesia está en período de crecimiento; deben conservar lo que se le ha confiado. - 6, 11-12 cf Ga 5 22-23; 2Tm 2. 22; Ti 2, 2; 2Tm 4, 7 - 6, 15-16cf Dt 10, 17; Sal 135,3- Dn 2 47; Ap 17, 14: Ex 33. 20; Jn 1, 17-18.

CtAcl: (2Co 8, 9) Cristo nos enriqueció con su desprendimiento. Ev: (Le 16. 19-31) El avaro y el pobre Lázaro - En esta parábola, exclusivamente

lucana, Le acentúa el peligro de la riqueza. Quien vendió su alma por la riqueza (quien es tan pobre que solo tiene dinero), ni Moisés, ni ningún profe­ta, ni siquiera alguien que regresara de entre los muertos (jCristo!) lograría hacerlo cambiar de rumbo. - 16, 21 cf Le 15, 16- 16, 22 cf Mt 3, 11 - 16 25 cf Le 6, 24-25- 16,31 cf Jn 5, 46-47; 11,47-48.

OrOf: Que la ofrenda nos abra la fuente de la bendición de Dios. Pref: (domingo tiempo ordinario II) La compasión y la resurrección de Cristo.

CtConi: (Sal 118, 49-50) La palabra de Dios: esperanza y consuelo / (Un 3, 16) Jesús dio su vida por amor y nosotros también debemos darla.

OrFin: Participando de la muerte de Cristo en su conmemoración, seamos coherederos de su vida.

El profeta Amos podría figurar en una antología de la lite­ratura irónica. La semana pasada lo encontramos revelando la ambigüedad de la piedad de los ricos comerciantes de Samaría. Hoy (laLt) denuncia su irresponsabilidad. Solo faltaría comple-

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tar con la irreverente descripción de las señoras de Samaría, las "vacas de Basan" (4, 1). En el pasaje de hoy, Amos acusa el lujo y la lujuria de las clases dominantes, mientras el pueblo es ame­nazado por la catástrofe de la injusticia social y de la invasión asiría. Por eso, ellos mismos irán al'frente de los deportados... Amos evoca también algunos contrastes con la historia antigua, llenos de ironía. Los ricos, porque tienen una cítara para tocar, creen que son cantores como David... Samaría es la "casa de José" (Efraín y Manases). Pero José distribuía alimentos a los de su casa.

La insensibilidad ante el sufrimiento del pobre es también el tema inicial de la parábola del rico y de Lázaro, Le 16, 19-31 (Ev). Las sobras de la mesa del rico no van al pobre, sino para los perros. Parece actualidad. Pero llega la muerte, igual para ambos. Y ahora el cuadro está invertido. Lázaro va al seno de Abrahán, y el rico al infierno. Hay entre los dos un abismo que no se puede atravesar, de manera que Lázaro no podría darle una gótica de agua para aliviar el calor infernal. En el fondo, este abismo ya existía antes de la muerte. Solo que con la muerte se hizo impasable. Entonces, el rico pide que por lo menos vaya Lázaro a avisar a sus hermanos. Pero Abrahán responde: "Tienen a Moisés y a los profetas. No creerán ni a quien regrese de entre los muertos": alusión a Cristo.

Dureza, aislamiento, incredulidad: éstas son las consecuen­cias de vivir para el dinero. Podemos verificar el diagnóstico en nuestro alrededor, cada día. Y, probablemente, también en nosotros mismos. Porque la persona tiene solamente un corazón; si se apega al dinero, se cierra al hermano.

Los ricos son infelices porque se rodean de bienes como si fueran una fortaleza. Son "incomunicables". Viven defendién­dose y defendiendo sus riquezas. Los pobres no tienen nada que perder. Por eso, "las manos más pobres son las que se abren para darlo todo".

La riqueza hace rivales a las personas, por lo menos en nues­tro mundo competitivo, en donde la riqueza no se ve como una "gerencia" que debe servir para todos, sino como una expresión del "status" de cada uno. Eso vale no solo para la riqueza fi­nanciera, sino también para la riqueza cultural (saber no para servir, sino para sobrepujar) y afectiva (querer tener, haciendo

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imposible la verdadera comunicación afectiva). En fin, la parábola de hoy es un comentario al "ay de vosotros, ricos" del sermón de la llanura (Le 6, 24). Su mal consiste en pensar que la riqueza, que se recibe, es posesión suya, en vez de considerarla como fuente de comunicación. Ni siquiera se puede imaginar el tamaño de este mal en una sociedad que proclamó el lucro y la competencia como sus dinamismos fundamentales. Las per­sonas no se sienten satisfechas mientras no posean el objeto de su deseo, y, cuando lo poseen, no saben qué hacer con él, porque cortaron todas las venas de comunicación gratuita.

Merece atención hoy la 2aLt, que muestra claramente el estilo de "testamento" de las cartas pastorales. El testimonio de Cristo en este mundo no es nada pacífico. Es una lucha. Pero es el buen combate: debemos luchar hasta el fin, para poder vivir para siempre con quien posee el fin de la historia. Podríamos añadir a la lectura los versículos que siguen (lTm 6, 17-19): una lección de lo que el cristiano debe hacer con sus bienes.

27- domingo del tiempo ordinario s^

LA SOBERANÍA DE DIOS Y NUESTRA FE

CtEnt: (Est 13, 9.10-11) Nadie puede resistir a la voluntad de Dios. Orín: Dios nos concede más de lo que nos atrevemos a pedir: misericordia y perdón. laLt: (Ha ¡, 2-3; 2, 2-4) El profeta pide explicación a Dios - Ha I, 2 - 2, 4 es un

diálogo entre Dios y el profeta. El profeta se queja, porque la impiedad está venciendo. El que es justo y recto es pisoteado. Respuesta: ¡viene algo peor todavía! Dios no necesita darle cuenta al hombre. Este es quien debe obedecer­le, aun en los momentos trágicos ("fidelidad", Ha 2, 4). Esta fidelidad es la que hace justo al hombre.- 1, 2-3 cf Sal 12, 2-3; 21, 2-3; 54, 10-12; Jr 9, 2-3; Am 3,9-10-2, 2-3 cfls 8, 10; 30, 8; Dn 8, 26; 10, 14; 2P 3, 4-10; Hb 10,37-2,4 cfSal36, 3-6; Rm 1, 17;Ga3, 11; Hb 10,38.

CtMed: (Sal 94, 1-12.6-7.8-9) Postrémonos ante el Señor, que nos creó, pues él es nues­tro Dios.

2aLt: (2Tm 1, 6-8.13-14) No avergonzarse del evangelio y guardar el bien deposita­do - En Rm 1,16 Pablo escribió que no se avergonzaba por causa del evange­lio. 2Tm repite lo mismo como exhortación a los pastores, que necesitan recor­dar que están sirviendo al Cristo aniquilado. El "buen depósito" (el bien depositado en ellos) es la plena verdad del evangelio. Llenos de ella, podrán distribuir a los demás. El cristiano es responsable no solo de su propia fe, sino también de la del hermano. - l,6-8cf lTm4, 14; Rm 8, 15; I, 16- 1, 13-14 cf 2Tm4, 3; lTmó, 20.

CtAcl: (1P 1, 25) La palabra del Señor permanece. Ev: (Le 17,5-10) Somos simples siervos - La palabra de Jesús muchas veces nece­

sita mucha fe para ser acogida. Por eso los discípulos le dijeron: "Danos más fe". El evangelio no es tan evidentemente gratificante. Somos como peones de hacienda que, después de haber ejecutado un largo y fatigoso servicio, no

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podemos reclamar, porque solamente hemos cumplido con el deber (cf ICo 9, 16). Dios no tiene que darnos cuenta a nosotros. - 17. 5-6 cf Me 9, 24: Mt 17, 20; 21, 21 - 17, 8 cf Le 12. 37; 22. 27; Jn 13. 1-16.

OrOf: Dios acepte el sacrificio que instituyó y complete la santificación de los que salvó.

Pref: (ordinario IV) Felicidad por poder alabar y agradecer a Dios. CtCom: (Lm 3. 25) Dios es bueno para con quien confía en él / (ICo 10. 17) Un solo

pan. un solo cáliz, un solo cuerpo. OrFin: Embriagados por el sacramento, seamos transformados en lo que recibimos.

El tema litúrgico de hoy no es sencillo, pero, al profundizar­lo, demuestra un sentido unitario, inclusive en cuanto a la se­gunda lectura. La palabra clave es: fe. Cuando Habacuc (laLt), ante el desorden de Judá, en los últimos años antes del destierro, grita a Dios con impaciencia y casi desesperado, Dios anuncia que cambiará el mal por un remedio más tremendo todavía: los babilonios. Cuando Habacuc objeta esta solución, Dios le responde: "Sé lo que hago; no necesito rendir cuentas; pero los justos deben permanecer fieles" (2, 2-4). El evangelio comienza con la oración de los apóstoles: "Señor, auméntanos la fe". El sentido de "fe" es un poco diferente del que Habacuc quiere decir. En el AT, se trata de la autenticidad y lealtad para con Dios, la fidelidad; en el NT de la adhesión a Jesucristo. Ambas actitudes se indican con el mismo término en griego (jñstis) y en latín (fides). De hecho, la adhesión de fe implica también la leal­tad y la fidelidad. La respuesta de Jesús es una amonestación para que tengan más fe, ¡fe que hace mover montañas! Jesús usa aquí el estilo hiperbólico de los orientales, pero no deja de ser verdad que, quien se entrega con confianza a Dios en Jesucristo, hace cosas que otros no hacen y que él mismo no creía que podía hacer.

Así como en Habacuc, Dios no rinde cuentas al profeta, así también vemos en el evangelio que Dios, como Señor, no nece­sita rendir cuentas a sus siervos. Después de un largo trabajo en el campo, él puede todavía pedir que le preparen la comida y le sirvan sin reclamar, pues cumplieron solamente con su deber. Claro que Jesús no está justificando este modo de obrar; sola­mente describe la realidad de su tiempo para expresar una idea religiosa: que Dios no tiene por qué rendir cuentas: cuando le servimos, hacemos solamente lo que debemos hacer.

Mensaje que choca en nuestro mundo, en el que la mínima prestación de servicio exige una gratificación específica. Sé que,

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muchas veces, esta gratificación no corresponde al servicio. Pero, sea como sea, esta mentalidad nuestra excluye todo el espíritu de servicio gratuito. Ahora bien, en el reino de Dios como participantes; en el participar está nuestra recompensa, como Pablo la ve al anunciar el evangelio gratuitamente (ICo 9, 16). Todo esto parece muy paternalista. Lo sería, si lo que se hace es para provecho propio. Pero en la idea de la participación está incluido que el provecho del Señor es también el de sus siervos. En este sentido, ¡ellos trabajaron por sí mismos! Así, este mensaje se puede hasta alimentar con el espíritu de partici­pación en las ideas sociales de hoy.

La 2aU deja entrever el calor de la relación de Pablo con Timoteo. En este calor, Pablo puede amonestar a su amigo para la plena fidelidad. El ministro de la fe debe también confirmarse en la fidelidad, para así poder confirmar a sus hermanos en la fe. No avergonzarse (el cristianismo era ridiculizado y persegui­do en las ciudades del mundo "civilizado" de entonces), obser­var la doctrina sana recibida del apóstol (contra las fantasías gnóslicas y otras que se introducían el cristianismo primitivo), guardar el "buen depósito", o sea, el bien depositado, el evange­lio. En las circunstancias de aquel tiempo y de todos los tiem­pos, eso solo es posible con la fuerza del Espíritu Santo.

Hoy recibimos, por tanto, un mensaje para valorar la fe, incluso poniéndole como base la oración. Pero nuestra fe no es una especie de fondo de garantía, para que Dios nos pueda aten­der. Así como él no necesita rendir cuentas, tampoco está obli­gado por nuestra fe. Nuestra fe es necesaria para nosotros mis­mos, para permanecer firmes en la adhesión a Dios en Jesucristo. Pero Dios es soberano, y soberanamente nos da más de lo que nos atrevemos a pedir (Orín).

145 10. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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28e domingo del tiempo ordinario (^

LA GRACIA DE DIOS Y NUESTRO AGRADECIMIENTO

CtEnt: (Sal 129. 3-4) Si Dios observa nuestra culpa, ¿quién podrá subsistir? Orín: La gracia de Dios nos preceda y acompañe; estemos atentos para el bien que

tenemos que hacer. laLt: (2R 5. 14-17) La gratitud de Naamán. el leproso sirio - Eliseo no limpió al

general sirio, Naamán. de la lepra con su palabra, pues tenía que quedar claro que la curación se debía a la fuerza de Dios. El general, por su parte, tiene que aprender a obedecer... Era un hombre piadoso. Quería agradecer al profeta con un regalo, pero nuevamente el profeta lo remitió a Dios mismo. Entonces, en señal de siralitud. pidió llevar a su casa un poco de tierra de Israel, ¡para adorar a Yavé en su propio suelo! (cf 2R 5. 18-19) - cf Le 4. 27; Jn 9. 7; IS 9. 7.

CtMed: (Sal 97. 1.2-3ab.3cd-4) Alabanza universal a Dios por su bondad. 2aLt: (2Tm 2, 8-13) Nuestro compromiso por Cristo y la fidelidad de Dios -

Testamento de Pablo. Quien sigue el camino del apóstol, se arriesga. El amor al evangelio y a los "elegidos" exige compromiso total. Eso es posible a partir de la certeza de que Cristo resucitó de entre los muertos (2. 8). Los vv 11-13 parecen un himno. La última estrofa (v 13) sorprende (tres frases en vez de dos): a nuestra fidelidad. Dios responde con... fidelidad. ;pues no puede negar su propio ser! - 2, 8 cf Rm 1. 3-4; Hch 13. 22-23; Rm 2, 16; 16. 25 - 2. 9-10 cf Flp 1. 12-17; Col 1.24; 2. I -11-13 cf Rm 6, 5; 8, l l ;F lp3 , 10-l l ;Rm8. 17; Mt 10.33; ICo 1.9; 10,3; lTs 5, 24; 2Ts 3, 3; Hb 10,23.

CtAcl: (ITs5. 18) Siempre dar gracias. Ev: (Le \1. 11-19) Los diez leprosos; la gratitud del samariltino - Jesús, subiendo

a Jerusalén, encuentra diez leprosos y los cura. Pero solamente uno vuelve a dar gracias: es un no-judío (cf Naamán laLt). Este, por su fe. realmente se salva. Es acogido por Dios. Los otros son absorbidos por el sistema de la ley; se creen justificados una vez se muestren a los sacerdotes. - 17, 12-13; cf Lv 13.45-46; Mi 9. 27; 15, 22; Le 18.38- 17. 14cl'Lv 14, 1-32; Le 5, 14- 17, 19 cfLc7. 50; 18,42.

OrOf: Que Dios, con las ofrendas, acoja nuestras plegarias. Pref: (ordinario IV) El don de agradecer a Dios.

CtCom: (Sal 32, 11) Nada falta a los que buscan a Dios / (Un 3, 2) "Cuando Cristo aparezca, estaremos con él".

OrFin: Alimentados con el sagrado alimento podamos participar de la vida divina.

La historia de Eliseo y Naamán, que forma el tema de la laLt de hoy, merecería más espacio que el que le consagra la liturgia, preocupada por no demorar demasiado a los oyentes. De hecho, el modo como la perícopa fue recortada exige por lo menos una pequeña introducción narrativa, para colocar a los oyentes a la par de lo que precedió a la entrada del Naamán en el agua del Jordán: cómo este extranjero inventó la idea de consultar a un profeta de Israel y, sobre todo, cómo quería montar el espectácu­lo, llevando ricos presentes (2R 5, 5). Quería que Eliseo lo curase con su palabra, pero Eliseo le mandó que se bañara en el Jordán, para que quedase claro que no era Eliseo quien curaba, sino Yavé, el Señor de Israel y de las aguas del Jordán. El gene-

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ral, obligado, aprendió a obedecer. Llegó la hora de agradecer: nuevamente, Naamán ofrece un presente digno de un príncipe. Eliseo lo rechaza, pues ¡quien obró fue Dios! Luego viene el fin conmovedor de la historia: curado, no solo de su lepra, sino de su orgullo de militar, Naamán pide un poco de tierra de Israel para llevar a Asiria, para allí adorar a Yavé sobre su propio suelo. Además, pide anticipadamente perdón porque, como funcionario real, tendrá que adorar de vez en cuando al dios sirio Remón; y Eliseo responde: "puedes hacerlo tranquilamente...".

Las lecciones de esta historia son varias. Aparece la gratui-dad del obrar de Dios: no lo mueven ni regalos ni órdenes, sino la ingenua confianza que se esconde detrás de las manías miltarescas de Naamán. La humildad del profeta, que quiere que solo Dios aparezca. La gratitud de sirio, ingenua y conmovedo­ra. La apertura de espíritu del profeta respecto a las obligaciones religiosas del sirio. El hecho de ser él extranjero: Dios "no tenía obligaciones" para con él.

El evangelio recuerda esta historia bajo varios aspectos. Se trata de lepra. Diez leprosos son curados, no inmediatamente (cf Naamán), sino solo después de haber demostrado una confianza inicial, emprendiendo el camino para ir a mostrarse a los sacer­dotes. Pero, en cuanto al tema de la gratitud, nos choca más que nos conmueve: solo uno de los diez vuelve a dar gracias. Y, además, un extranjero, un samaritano. Parece que los extran­jeros acogen mejor la gracia de Dios. Y lo es en verdad. Pues ellos son conscientes de haber recibido una gracia. No tienen privilegios. Las personas de casa creen que todo lo que reciben es porque tienen "derecho" y, por tanto, no tienen por qué agradecer. Olvidan que todo es gracia. Creen que están libres de todo, porque cumplen las prescripciones de mostrarse a los sa­cerdotes. Son absorbidos por su propio sistema. Por eso, se dice que los peores cristianos viven lo más cerca de la Iglesia: se adueñan de la religión y se olvidan lo extraordinario de todo lo que Dios hace.

Gratuidad del obrar de Dios, gratitud por todo lo que Dios hace: Todo es gracia. Esto serían los temas de reflexión para hoy. Es el día indicado para leer el hermoso prefacio ordinario IV: ¡agradecemos a Dios hasta el don de alabar! También la Orín participa de este tema: la gracia de Dios debe preceder y

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acompañar nuestro obrar; debemos estar atentos al bien que "podemos" hacer, esto es, que Dios nos da para hacer, como un don. Gracia, gratuidad, gratitud, agradecimiento: es el momento de enseñar al pueblo el parentesco, no solo etimológico, sino vital, de estas palabras.

En la 2aU, el testamento de Pablo llega al más alto grado de condensación: Pablo confía a su cooperador, Timoteo, "su evan­gelio", el anuncio de la resurrección de Cristo, que garantiza también nuestra resurrección, si permanecemos firmes en la fe en esta palabra. Las últimas frases forman un himno (2Tm 2, 11-13). La palabra que es verdadera nos enseña: si morimos con Cristo, viviremos; si permanecemos firmes, reinaremos con él; si lo negamos, él nos negará; —y ahora viene un rompimiento sorprendente en los paralelismos— si somos infieles, ¡él será... fiel!, ¡pues no puede negar su propio ser!

La organización de esta liturgia, en un domingo ordinario, puede suscitar un problema de orden: la IaLt interrumpe la unidad temática de la primera y tercera lectura. Además, la primera exige una introducción narrativa, tal vez una ampliación de la perícopa. Pero la 2aLt es demasiado rica para ser suprimi­da. ¿No será un hermoso texto de meditación, después de la comunión: o una buena introducción para la profesión de fe?

29q domingo del tiempo ordinario /"<

ORACIÓN PERMANENTE Y FE CONSTANTE

CtEnt: (Sal 16. 6.8) "Guárdame como la pupila de los ojos; me cobije la sombra de tus alas".

Orín: Estar siempre a disposición de Dios y servirlo de lodo corazón. laLt: (Ex 17, 8-13) La fuerza de la oración de Moisés - En la batalla contra los

amalecitas. quien decide la victoria no es Josué, el general, sino Moisés, el hombre de Dios que reza con los brazos extendidos desde la mañana hasta la noche. - cf Sal 43, 2-9 - Amalee, cf Gn 14, 7; Nm 13, 29; 24, 20; lCro 4, 42-43.

CtMcd: (Sal 120, 1-2.3-4.5-6.7-8) "Nuestro auxilio nos viene del Señor". 2aLt: (2Tm 3, 14-4,2) Exigencias del servicio de la palabra - La fe es una gracia de

Dios, pero también algo que la gente aprende, tanto el contenido cuanto la acti­tud. Eso vale sobre todo para quien tiene responsabilidad en la comunidad. Su fe debe crecer por ia lectura de la escritura, la experiencia vital y la desinte­resada transmisión de la palabra, traducida nuevamente para cada generación. La palabra de Dios llega a los hombres a través de los hombres. Solo el conven­cido logra convencer. De ahí la solemne amonestación de 4, 1. El pastor etemo juzgará primero a los pastores. - 3, 14-17 cf 2Tm, 2, 2; 1, 5; Jn 5, 39; 2P I, 20-21 -4 , l-2cfHch 10,42;Rm 14,9-10; ITm6, 14; 1P4, 5; Hch 20, 20-31.

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CtAcl: (Hb 4, 12) La palabra de Dios es eficaz. Ev: (Le 18. 1-8) La oración insistente de la viuda - Jesús enseñó a rezar por la

venida del reino; pero cuando ésta llegue a término, en la parusía del hijo del hombre, ¿se encontrará todavía fe en la tierra? (18. 9; cf 2Tm 4, I). Por eso, hasta cuando llegue, es tiempo de oración. Debemos reconocer la carencia en que vivimos y asumirla en la oración insistente. Si no clamamos a Dios para hacer justicia, su venida nos encontrará sin fe. - 18. I cf Le 11, 5-9; Rm 12, 12;Ef6. 18; ITs5. 17.

OrOf: Purificados por la gracia de Dios, seamos renovados por los misterios que ce­lebramos.

Pref: (domingo tiempo ordinario VI) Dios alimenta en la penuria / (Me 10, 45) "El hijo del hombre vino para dar su vida por la salvación de lodos.

OrFin: Que Dios nos conceda los bienes para vivir hoy y nos enseñe los eternos.

A la catequesis de Israel — como a toda catequesis sugesti­va— le gustaba narrar casos "fuertes". Uno de éstos es la histo­ria del modo como Moisés logró la victoria de su general Josué sobre los amalecitas, los eternos enemigos de Israel (IaLt). Mientras Moisés, levantando la "vara de Dios", extiende las manos por encima de los combatientes, Israel gana. Cuando las deja caer, pierde. Entonces apuntalan a Moisés con una piedra y le sostienen los brazos levantados, hasta la puesta del sol, cuan­do la batalla se ha decidido en favor de Israel. La historia no dice lo que significaba el gesto de Moisés: oración, bendición sobre Israel o exorcismo del enemigo. Pero, siendo Moisés el enviado de Dios, es evidente que se trata de un modo de hacer presente la fuerza de Yavé en el combate. El gesto puede sig­nificar muy bien que Dios mismo es el general del combate. El mismo gesto de levantar las manos indica la relación con el altísimo. El CtMed comenta, en este sentido el levantar los ojos.

Levantar las manos a Yavé sin cansarse, es la lección de la IaLt. El evangelio narra unas de esas parábolas un poco escan­dalosas que le gusta transmitir a Le. Una viuda pide justicia ante un juez poco interesado, probablemente comprometido con otro partido. Pero, finalmente, le hace justicia, no por virtud, sino por estar cansado con tanta insistencia (claro: es una figura; ¡a Dios le gusta escucharnos; no es como el juez!). ¡Cansar a Dios con nuestras oraciones! Pero, para eso, se necesita fe. Ahora bien, añade Lucas: ¿el hijo del hombre, cuando vuelva, encon­trará todavía fe en la tierra?...

Lucas escribe en el último cuarto del siglo I. La fe se está debilitando. La demora de la parusía, las persecuciones, las tentaciones de la "civilización" del imperio romano, y muchos otros factores que contribuían al debilitamiento de la fe. Los

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cristianos, viviendo en un mundo enemigo, esperaban la parusía como el momento en que Dios haría justicia, ya que ellos eran pequeños y oprimidos. Sería el día del Señor. ¡Pero demora! Una solución es: rezar: "¡Venga tu reino!" (Le 11,2). Pero tam­bién saben que es difícil soportar la opresión: "No nos dejes caer en tentación" (11, 4). Y Le es pesimista: ¿si se continúa así no habrán caído todos cuando venga el hijo del hombre? 1P 3, 9 está con el mismo problema, pero ofrece otra solución. Dios demora, porque está dando oportunidades para que la gente se convierta. Según Le, la demora parece tener el efecto con­trario... Tenemos la impresión de que se trata de una advertencia pedagógica para insistir en la necesidad de conservar la fe hasta que venga el hijo del hombre.

El mensaje de la 2aLt complementa las otras dos. (tal vez sea mejor leerla primero, para no interrumpir la continuidad entre la primera y la tercera). No solo debe ser insistente nuestra oración, no solo debemos insistir en la necesidad de conservar la fe; también debemos insistir en la predicación de la palabra del evangelio. ¡Oportuna e inoportunamente! Eso me recuerda la manía que existía hace algunos años de ocultar la identidad cris­tiana o, en el caso de sacerdotes y religiosos, la misión apostóli­ca, para no asustar al hombre secularizado del mundo urbano-industrial. Se perdía tiempo dándole vueltas al asunto y, cuando finalmente se llegaba, a expresar la exigencia genuinamente cristiana, el interlocutor, con una sonrisita, respondía: "¡Yo creía que usted era un sacerdote ilustrado!". Mejor insistir aun inoportunamente. El tiempo es breve. El hombre moderno, a más de ser secularizado, es también "objetivo": ¡Le gusta saber inmediatamente de qué se trata! Claro, hay una diferencia entre lo que Pablo quiere decir y el fanatismo. El fanatismo es el dis­fraz de la inseguridad. La insistencia que Pablo aconseja es la consecuencia de la convicción (2Tm 3, 14). Ahora bien, el que está convencido, también es delicado y paciente (2Tm 4, 2), sobre todo, porque el evangelio que él propone es el de la "gra­cia y benignidad de Dios, nuestro salvador" (Tt 3, 4; cf 2, 11). Para esto, naturalmente es necesario que el ministro del evange­lio conserve, personalmente toda la riqueza de la palabra, toda su expresión en las Sagradas Escrituras, también del AT, pues presentan el lenguaje con el que Jesús amoldó su evangelio: todo es obra del espíritu de Dios (2Tm 3, 16).

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30e domingo del tiempo ordinario

DIOS JUSTIFICA A LOS HUMILDES Y PECADORES

CtEnt: (Sal 104. 3-4) Alegría para los que buscan a Dios. Orín: Que Dios nos haga amar su voluntad, para que alcancemos sus promesas. laLt: (Si 35. 15b-l7.20-22a) Dios toma partido por los pobres y oprimidos - Dios es

el Dios de la justicia: no conoce acepción de personas, elige la parte de los oprimidos. La presente lectura se sitúa en un contexto que trata de las ofertas. Lo que importa no es la grandeza o riqueza del don. sino la actitud de quien ofrece, la disponibilidad de ayudar a los necesitados (35. 1-5). ¡Ofrecer a Dios el fruto de la explotación es un intento de soborno (35. 14)! Dios es recto, él escucha a los oprimidos y necesitados. - 35, 15-17 cf Dt 10, 17-18; Ex 22. 21-22; Col 3, 25; IP 1. 17.

CtMed: (Sal 33.2-3.17-18.19+23) Dios escucha al justo, al oprimido. 2aLl: (2Tm 4. 6-8.16-18) Pablo al final de su vida; el encuentro con el Señor - El

ejemplo vale más que las palabras. Pablo no solamente predicó. Trabajó con sus propias manos. Al final de su vida, él tiene las manos atadas. Otros escriben por él. Pero él no se aflige. Sus palabras revelan gratitud y esperanza. Fue fiel a su Señor y ahora espera el encuentro con él. El misterio de esta vida de apóstol era la caridad, misterio de toda vida fecunda. Esta no tiene fin (ICo 13, 8). Se completa con el ofrecimiento de la propia vida (cf Rm 1,9; 12, 1). -4.6-8cfFlp2, 17; ITm 1-18; 6, 12-14; ICo 9, 24-27 - 4. !6-l8cf2Tm I, 15; Mt 10, 19-20; Sal 21, 22; Dn 6. 17.21.

CtAcl: (2Co 15. 9) Reconciliación en Cristo. Ev: (Le 18. 9-14) El fariseo y el publicano - Hay personas, tanto fariseos como

"buenos cristianos", que usurpan la religión para convencerse a sí mismos y a los demás de su justicia; y también desprecian a los demás y pretenden nego­ciar con Dios, en base a sus "buenas obras". Pero quien ya se declaró justo a sí mismo, ya no puede ser justificado por Dios... Dios acepta a quien se reconoce pecador y confía en su misericordia. A éste, lo justifica. - 18, 9-12 cf Le 16, 15; Mt 6. 15; Mt 23, 23.28 - 18, 13-14 cf Sal 50, 3: Mt 23, 12; Le 14, II.

OrOf: Lo que humildemente ofrecemos sirva para la gloria de Dios. Pref: (domingo tiempo ordinario IV) Cristo nos justificó con su muerte.

CtCom: (Sal 19. 6) Dios nos salva y engrandece / (Ef 5, 2) Cristo nos amó y se entregó por nosotros.

La liturgia de hoy comienza con una lectura que podría ampliarse un poco, para que aparezca mejor su sentido. La perí-copa indicada habla de que Dios no conoce acepción de personas y hace justicia a los pequeños (pobres, huérfanos, viudas, afligi­dos, necesitados) (laLt). Pero debemos tener claro que se dice eso en oposición a la manera de los poderosos, que quieren justi­ficarse delante de Dios mediante sacrificios perversos (Si 35, 14-15a). Dios no se deja comprar. No justifica por lo que le ofrece­mos, pues no necesita nada de eso. Justifica, eso sí, cuando le ofrecemos un corazón arrepentido y humilde (Sal 50, 18-19).

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En este sentido, se engaña totalmente el fariseo del que Jesús habla en el evangelio: cree que puede impresionar a Dios con sus cualidades aparentes y sus sacrificios y buenas obras puramente formales, pero sin extirpar de su corazón el orgullo y el desprecio por los demás. La actitud contraria es la que es escuchada por Dios: la humilde confesión de ser pecador (cf Sal 50, 3). El publicano, que reza en este sentido, vuelve a casa jus­tificado. Le añade una lección moral: el que se enaltece será humillado; el que se humilla será enaltecido. Más profunda todavía es la lección propiamente teológica, que con mayor cla­ridad elaboró el maestro de Le, Pablo: quien se declara justo a sí mismo — como hacían los fariseos, convencidos de que la observancia de la ley, les daba "derechos" delante de Dios— ya no puede ser declarado justo por Dios; y esto es grave, porque, ¡delante de Dios, todos quedamos debiendo! (cf Sal 50, 7). ¡A más de ser orgullosos, los que se justifican a sí mismos son muy poco lúcidos! Por tanto, mejor hacer como el publicano: presen­tarnos a Dios conscientes de que estamos debiendo y pedirle que nos perdone y nos dé nuevas oportunidades de vivir ante su ros­tro, pues sabemos que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 18, 23).

El mensaje de hoy, me parece, debe penetrar por ambas partes. Debe extirpar la manía de creerse alguien y la de con­denar a los demás: la autosuficiencia. Pero para que esto sea posible, primero debe producir otro efecto: la certeza de ser pecadores. Ahora bien, eso se hace cada vez más difícil en una civilización de la "sinvergüencería". Pues todo el ambiente en que vivimos trata de ocultar la culpabilidad e, inclusive, la con­dena como un desvío sicológico (y, por tanto, sustituye el confe­sionario por el diván de un sicoanalista). Este encubrimiento del pecado sucede tanto en el plano individual (por ejemplo, la abolición del pecado en el campo del erotismo), cuanto en el plano comunitario (la oficialización de prácticas opresoras en las mismas estructuras de la sociedad, leyes hechas en función de los beneficios de unos pocos, etc.). La autojustificación, entre nosotros, no es al modo fariseo, que se alababa por su observan­cia de la ley por sus buenas obras; sino al modo del ejecutivo eficiente que siempre tiene una justificación para todos sus fraudes: para sus engaños financieros, la necesidad de la indus-

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tria y del desarrollo nacional; y para sus fraudes de la vida per­sonal, el peligro de "estafa" y la necesidad de "variar"... También tenemos muchos "publicanos" satisfechos de ser mejores que los fariseos. Pero de vez en cuando sucede también la autojustificación a la manera anticuada, "haciendo alguna cosa para Dios" en medio de una vida llena del propio interés...

Saberse pecador, es el comienzo de la salvación. Esto vale para todos, ricos y pobres. Los pobres deben tanto, que con más facilidad se dan cuenta de ello. El problema son los ricos. Pecador no solo es el que expresamente no cumple la ley, sino todo el que no hace el bien que Dios le confía. Sabiendo esto, es fácil reconocerse pecador. Por eso, toda liturgia comienza con el acto penitencial. Hoy puede acentuarse un poco más.

Pablo sabía que era pecador, pero pecador salvado por la gracia de Dios (lTm 1, 13; cf Ga 1, ll-16a; ICo 15,8-10). En base a esta experiencia, desea el momento de encontrarse con quien, solamente por gracia, lo hizo justo, el "justo juez", que lo justificará para siempre, mientras que ante el tribunal de los hombres nadie tomó su defensa (2Tm 4, 16; 2aLi).

31g domingo del tiempo ordinario ^

EL AMOR DE DIOS Y LA GRATITUD DEL PECADOR

CtEnt: (Sal 37, 22-23) "No me abandones, Señor". Orín: Dios nos conceda la gracia de servirle como conviene. laLt: (Sb 11, 22 - 12, 2) El amor de Dios para con las criaturas, inclusive para con

los pecadores - La sabiduría de Dios se manifestó, en la historia, preferencial-mente con el cariño y la misericordia (Sb 10). Hasta el castigo aplicado a los egipcios, para que Israel pudiese ser liberado, fue moderado (11, 15-20). Dios puede ser magnánimo, porque es fuerte. Tampoco quiere la muerte. Es "amigo de la vida" (11, 26) y comunica a sus criaturas el "espíritu de la vida" (12, 1 cf Gn 2, 7). A los pecadores los trata con el amor de un educador. - I I , 22-26 cf Is40, 15; Os 13.3; Si 18, 12-13; Sal 144, 9; Sb 1, 13-14; Gn l ,31;Ez33, 11 -12, 1 -2 cf Gn 2, 7; Sal 103, 29-30; Gn 4, 6-7; Am 4, 6.

CtMed: (Sal 144, 1-2.8-9.10-11.13cd-14) La bondad de Dios con sus criaturas. 2aLt: (2Ts I, 11-2, 2) La perspectiva final de la historia y de nuestra vida -

(Mientras lTs combatía a los que ya no tomaban en serio la venida de Cristo, la 2Ts tiene que reaccionar contra fanáticos que anuncian el día del Señor para ya (2, 2), diciendo que ya no vale la pena trabajar ni preocuparse por el orden del mundo). - La lectura de esta carta al final del año litúrgico nos quiere hacer tomar conciencia de la tensión en que vivimos. La historia del mundo y de cada persona tiene un sentido irreversible: la venida de Cristo y nuestra unión con él (2, 1). ¡Pero no podemos "especular" con la fecha! Lo que importa es hacer la voluntad de Dios y el "acto de fe" (1, 11); y rezar para que Dios nos

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sostenga en eso. - 1, 11-12 cf Flp 2, 13: Is 24. 15; 66. 5; MI 1, 11 - 2, 1 cf Mt 24.31: ICo 15.23; 1TS4, 16-17.

CtAcl: (Jn 3, 16) El amor de Dios para el mundo. Ev: (Le 19. 1-10) Zaqueo - Después de la parábola del fariseo y del publicano (cf

domingo pasado), la liturgia pone en escena a un publicano real. Jesús lo encuentra y suscita la gran revolución de su vida. Zaqueo demostró interés por Jesús y Jesús tiene interés por todo lo que está perdido (cf Le 15): por tanto, se encuentran dos intereses. Jesús se une a Zaqueo en comunión de mesa (= amistad) y Zaqueo exterioriza su alegría por la aceptación con la generosa restitución de los bienes. Empieza una vida nueva. - 19. 5-7 cf Le 5. 30; 7. 34; 15.2- 19. 8cf Ex 21.37; 22,3 - 19. 9-10 cf Rm 2. 29; Ga 3. 7-8; Le 13. 16; Ez34. 16.

OrOf: Ofrenda agradable a Dios y fuente de misericordia para nosotros. Pref: (domingo tiempo ordinario IV) Compasión de Cristo.

CtCom: (Sal 15. II) "Mi alegría es perfecta en tu presencia" / (Jn 6. 57) Vivir por el sacramento de la carne de Cristo.

OrFin: Preparados con los sacramentos de Dios, podamos recibir los dones que nos prometen.

La causa de Dios es la causa del hombre. Cuando este hom­bre es pecador, esta frase suena: "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva" (Ez 18, 23). A Dios le gusta apasionadamente su creación. No quiere que algo se pier­da. De ahí sus inagotables intentos para recuperar a los hombres que —porque Dios les dio la libertad — se apartan de él. Cuando castiga a los pecadores, lo hace solamente con una intención pedagógica: para recordarles su pecado, y hacer que se convier­tan, vuelvan (laLt). Ahora bien, cuando el pecador se vuelve hacia Dios, ya encuentra a Dios volviendo hacia él (Lm 5, 21; Le 15, 20). En el perdón se conjuga el interés de Dios, buscando lo que estaba perdido (Le 15, 4-10.32; 19, 10), y del hombre bus­cando la presencia del Padre (Le 15, 18). Se conjuga el amor del pecador que se llama: contrición, con el amor de Dios, que se llama: perdón (cf Le 7, 36-8, 3; l l s domingo del tiempo ordi­nario). Es lo que sucede con Zaqueo, el publicano (como aperiti­vo de este episodio tuvimos, el domingo pasado, la parábola del fariseo y del publicano). Zaqueo trató de ver a Jesús, subiendo a un árbol (por dos razones: porque era "bajito" —humilde— y porque así estaría medio escondido, Pero Jesús estaba también en busca de Zaqueo y de todos los publícanos y pecadores, para ofrecerles la gracia de Dios. Así sucedió el encuentro ¡Jesús se hace acoger por el pecador! Instituyó con él la amistad marcada por la comunión de la mesa. Y Zaqueo responde a esta comunión restituyendo el cuadruplo de lo que hubiese adquirido deshones­tamente y dando la mitad de sus bienes a los pobres. El hijo del hombre vino para salvar lo que estaba perdido (Le 19, 10) (Ev).

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Debemos leer este episodo también en la perspectiva final del evangelio de Le y de todo el año litúrgico: la perspectiva escatológica. En Me, la última etapa del viaje de Jesús, Jericó-Jerusalén, está marcada por la curación del ciego, que se hace discípulo. En Le, esta narración es, por así decir, duplicada con la de Zaqueo. Jesús cura al ciego por su/e, pero hace algo más: cura al pecador por tratar de ver a Jesús, el enviado del Padre. Es la hora en que "toda la tierra ve la salvación de Dios", mien­tras, inmediatamente después, Jerusalén no reconocerá la hora de su visitación (19, 44). Jericó es el lugar de la fe, en oposición a Jerusalén, lugar de la incredulidad (aunque de allí tenga que salir la salvación para el mundo entero). Por eso, Jesús "visita" a Zaqueo, el convertido de la última hora.

Nos encontramos al final del año litúrgico. Es la hora de acoger al que nos visita. Pero este acontecimiento no es osten­toso. Es la acogida del corazón libre del orgullo (cf domingo pasado) y del pecado. Al acoger al salvador, se llena de alegría (19, 9). En esta alegría seremos capaces de realizar lo que nues­tro corazón nos inspira: repartir generosamente todo lo que Dios nos dio. Somos como el pueblito en un día de fiesta: es el último día, reparte todo, nada debe sobrar...

Al final del año litúrgico se leen, en la 2aLt, las cartas esca-tológicas de Pablo: lTs (año A) y 2Ts (año C). Hoy comienza la lectura del 2Ts. En la lTs Pablo acentuó la seriedad de la pers­pectiva escatológica: debemos estar preparados para el día del Señor, viviendo como de día, ocupados en las obras justas que Dios nos confió, sobre todo, el servicio fraterno. En la 2Ts, el apóstol tiene que criticar a los que exageran la perspectiva de la parusía: los fanáticos que, bajo el pretexto de la proximidad de la parusía, ya no hacen nada (parece un fanatismo interesante hasta...). Se sirven, incluso, del nombre de Pablo para difundir sus opiniones.

Por tanto, dice Pablo: desconfíen de esas noticias. ¡La pro­ximidad de la venida no dispensa el buen sentido! Aquí también queda claro que la causa de Dios es la causa del hombre. La proximidad de Dios, en vez de desestimularnos por la construc­ción de un mundo para el hombre, debe ser más bien un estímu­lo para hacer que, cuando Dios venga, encuentre una casa que lo pueda acoger como Padre de todos sus hijos. ¡Aun sabiendo

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que, en último análisis, él mismo construirá nuestra casa! Pues eso no nos dispensa de ofrecerle hospitalidad, transformando el mundo de una linda morada de nuestro hermanos, sus represen­tantes en nuestro día cotidiano. Eso es "la gracia de servirlo como conviene" (Orín).

32- domingo del tiempo ordinario p«

LA ESPERANZA DE LA VIDA ETERNA

CtEnl: (Sal 87. 3) '"Inclina tu oído hacia mi palabra". Orín: Totalmente disponibles nos dediquemos al servicio del pueblo de Dios. laLt: (2M 7, 1-2.9-14) La fe en la resurrección de los justos para la vida - En el

relato del martirio de los siete hermanos, en tiempo de la rebelión de los macabeos, aparece claramente la fe en la resurrección, los hombres no pueden destruir la vida, si es Dios quien la quiere. El puede resucitar a los muertos (7. 9). Bíblicamente hablando, el hombre es una unidad inseparable de cuerpo y alma. El hombre total recibe de Dios esperanza de vida eterna (7. 14). Para los impíos no hay resurrección para la vida, sino- según Dn 12, 2 escrito contem­poráneo de 2M - para el rechazo y la vergüenza eterna. - 7. 1-2 cf Lv 11. 7-8 -7. 9cf 2M 12. 43-44; Is 26. 19; Jb 19. 26-27; Sal 15, 10-11; Sb 3, 1-10-7, 14 ct'Is66. 24; Jdt 16, 17.

CtMed: (Sal 16. 1.5-6.8b+15) Como justo, contemplar el rostro de Dios.

2aLt: (2Ts 2. 15-3. 5) Oración del apóstol por la comunidad y de la comunidad por los apóstoles - Oración por la comunidad, dirigida al mismo tiempo a Dios y a Jesús, basada en el amor que Dios demostró enviando al mundo a su hijo, que se ofreció por nosotros (cf Rm 5, 8; Ga 2, 20). Después, el apóstol, pide la oración de la comunidad para los mensajeros: I) para que la palabra sea difun­dida; 2) para que los hombres la acojan como palabra divina. Lo que, en últi­mo análisis, sucede por la fuerza del mismo Dios. - 2. 16-17 cf Rm 5. 2 - 3, 1-3cf ITs 5. 24-25; Col 4, 3; ICo 1,9; 10, 13;Mt6, 13 - 3, 4 ct'2Co 7. 16.

CtAcl: (Ap 1, 5-6) Cristo, primogénito de los muertos.

Ev: (Le 20. 27-38 ó 20, 27.34-38) Levirato y resurrección - En Jerusalén, Jesús entra en discusión con las distintas facciones del judaismo. Los saduceos con­servan muy bien las costumbres antiguas, prescritas por el Pentateuco, pero rechazan como innovación la fe en la resurrección. Tratan de demostrar a Jesús que su doctrina de la resurrección entra en choque con la antigua ley del levirato (cuando alguien muere sin dejar hijos, su hermano debe suscitarle descendencia, casándose con su mujer). Ellos conciben la vida de la resurrec­ción como mera prolongación de la vida terrestre. Jesús contesta que será una realidad completamente nueva, ya no regida por leyes biológicas. Y les pre­senta a los saduceos una "prueba", sacada del Pentateuco, para demostrar que la vida eterna es la que mejor combina con Dios, pues él es el Dios de Abrahán. Isaac y Jacob - por tanto, de los vivos, no de los muertos. ¿De qué le serviría ser Dios de los muertos? - 20. 27-28 cf Mt 22, 23-33; Me 12, 18-27 -20, 27-28 cf Hch 23, 8; Dt 25, 5-6; Gn 38, 8 - 20, 37-38 cf Ex 3, 6; Rm 6, 10-11; 14,8-9.

OrOf: "... Una mirada de perdón y de paz...". Pref: (domingo tiempo ordinario VI) "... La prenda de vida futura...".

CtCom: (Sal 22, 1-2) El Señor es mi pastor / (Le 24, 35) Reconocer a Jesús al partir el pan.

OrFin: Por la fuerza del espíritu perseverar en la sinceridad del amor divino.

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Para gustar todo el sabor de la liturgia de hoy, será bueno llevar al pueblo, gracias a un buen arte narrativo, a separase unos 20 siglos en el tiempo y hacerse contemporáneo de las dis­cusiones religiosas del tiempo de Jesús. No será un esfuerzo en vano, pues estas discusiones no son tan diferentes de las de hoy.

Como todavía muchos de nuestros contemporáneos, los antiguos judíos creían generalmente que la virtud era recompen­sada con el bienestar: paz en la tierra que recibieron de sus padres, larga vida y muchos hijos (esta última recompensa es menos apreciada hoy) (cf Dt 4, 40; 6, 1-3 etc.). Pero las crisis nacionales hicieron sospechar que el sentido de la vida era otro. En la persecución del s II aC (guerra de los macabeos) murieron muchos jóvenes virtuosos, sin haber poseído la tierra, ni disfru­tado una larga vida, o dejado descendencia. ¿En dónde estaba la recompensa? Se fue afirmando la fe de una post-vida, ya vis­lumbrada por algunos profetas y salmistas. Esta post-vida era concebida como resurrección del hombre total, porque, en oposición al pensamiento dualista griego, el judaismo no ima­ginaba una post-existencia del alma solamente (sería una exis­tencia disminuida). Algunos creían en una resurrección de los justos, mientras que los impíos serían olvidados para siempre. Parece ser la fe de los mártires macabeos, narrada por la laLt de hoy. (Ya el libro de Dn, contemporáneo de la crisis macabea y concebido en función de la misma, cree que la resurrección será general: la de los justos, para la vida; la de los impíos, para la condenación: Dn 12, 2 es la opinión asumida por el NT, por ejemplo, Jn 5, 29; Mt 25, 31-46). De todos modos, esta fe dio una fuerza admirable al pueblo perseguido para resistir con esperanza los ataques de sus perseguidores y poner, en una fidelidad irreprensible, el nombre de Dios por encima de toda ambición de los poderes de este mundo.

Jesús creía en la resurrección de los muertos. En eso, estaba de acuerdo con los fariseos, que, en este punto, representaban una "reforma" dentro del judaismo. No compartían esta fe los saduceos, aristocracia sacerdotal, preocupada por conservar sus privilegios y, por eso, opuesta a cualquier innovación. Admitían como ley solamente los cinco libros de Moisés. Insidiosamente, proponen a Jesús un "caso" (Ev): ya que los libros de Moisés (Dt 25, 5-10) ordenan que, cuando un hombre muere sin dejar

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hijos, su hermano debe tomar su mujer para suscitar prole al fa­llecido; ¿de quién sería, en la resurrección, la mujer que se casó sucesivamente con siete hermanos, habiendo todos muerto sin hijos? Quieren decir: la fe en la resurrección es un absurdo; es una invención, contraria a la genuina ley de Moisés. La respues­ta de Jesús es doble: 1) ellos tienen un concepto erróneo de la resurrección (y mucha gente entre nosotros también), pues la resurrección no es una repetición de esta vida terrena (entonces también ésta sería un absurdo), sino una realidad completamente nueva, no regida por las leyes biológicas y síquicas ahora vigentes (comer, casarse, etc.), sino una realidad espiritual, de la categoría de la vida divina ("como los ángeles"; cf ICo 15, 35-53: la "carne" de la resurrección ya no es "carnal", sino "espiri­tual", divinizada). 2) Ellos no conocen la Escritura pues esta dice que los muertos no alaban a Dios; ahora bien, si Dios se llama —y bien en el "libro de Moisés" (Ex 3, 6)— el "Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob", revela que los venerables patri­arcas viven, ¡pues él no quiere ser un Dios de muertos! (cf la manera de indicar el cielo como "seno de Abrahán": Le 16, 23).

De aquí aprendemos que Dios quiere ser alabado por seres vivos, o sea, quiere nuestro amor para siempre; por eso, los que lo aman estarán siempre en su presencia: pero nuestra vida ver­dadera es la realización de este amor que "realiza" Dios; desde ahora, es ya la vida eterna en nosotros (cf Jn 5, 24). Por eso no podemos tomar la realidad material como última meta (cf ICo 15, 19). Tampoco podemos reducir el evangelio a una palanca para la transformación de las estructuras materiales, aunque sea útil y necesario encarnar el amor de Dios en esta transformación para el último de los hombres (pues el hombre ama con todo su ser, también con su relación con la materia). Y sobre todo debe­mos aprender a testimoniar el evangelio a pesar de todos los peligros materiales, pues el sentido de nuestra vida sobrepasa el bienestar material.

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33- domingo del tiempo ordinario (^

LA PERSPECTIVA FINAL CtEnt: (Jr 29. 11.12.24) Dios piensa en paz y no en aflicción. Orín: Nuestra felicidad: servir a Dios con todo el corazón. laLt: (MI 4. I-2a) Se aproxima el día del juicio y de la salvación - Malaquías vivfa

en los años difíciles después del destierro. El templo había sido reconstruido, ¿pero en dónde estaba la paz definitiva, la nueva era? MI ve su templo como el escenario de la intervención final de Dios. Dios está de nuevo en el templo, ¿pero qué fue del pueblo? El profeta tiene que denunciar. Pero también con­suela a los justos y piadosos, que quedan confundidos al ver la prosperidad de los impíos (3. 13-15). El día de la justicia se aproxima, el día del juicio y de la salvación, el "día de Yavé". pintado por el profeta con colores apocalípticos: fuego que destruye el orüullo y "sol de justicia" que se levanta para los justos. - 3 . 19 el-So 1. 14-18: MÍ 3. 2-3-3. 20 cf Sal 36. 5-6: Le l.78-79:Jn8. 12.

CtMed: (Sal 97. 5-6.7-9a.9bc) El Señor viene a juzgar la tierra. 2aLt: (2Ts 3. 7-12) Preparar la venida del Señor significa trabajar - A los fanáticos

de Tesalónica que vivían de fantasías respecto de la parusía (¡tal vez pretextos para la pereza!) Pablo dice: "Quien no trabaja, que no coma". Pablo mismo dio el ejemplo de trabajo manual. - 3, 7-9 cf ICo 4, 16; Ga 4, 12; Flp 3, 17; ITs 2, 9;Hch 18,3:20.33-35; ICo 9. 12-18; 1TS2. 9; Flp 3, 17.

CtAcl: (Mt 24. 42a.44) "Vigilad y estad preparados" / (Le 21. 28) La redención se aproxima.

Ev: (Le 21. 5-19) Señales de la hora decisiva - Decir que también el segundo tem­plo sería destruido (el primero fue en el 586 aC). era como anunciar el fin del mundo. Cuando se pregunta a Jesús cuál será el momento del fin del mundo, no da una respuesta directa, pero habla de catástrofes que al mismo tiempo preceden y señalan el fin de la historia; entre éstas, la ruina del templo es una de las principales. Pero "el fin no viene enseguida" (en tiempos de Le el tem­plo ya estaba en ruinas). No hay que ir detrás de cualquier fanático que diga ser el mesías (cf Teudas y Judas, mencionados en Hch 5, 37). Las catástrofes, aun los cataclismos cósmicos son solo advertencias, signos. Significan que el sentido de la historia será juzgado por Dios ("cuando venga el hijo del hom­bre", representante escatológico de Dios). Esta "última palabra" debemos encararla con el corazón despierto, sobrio y preparado por la fidelidad diaria, también en la persecución. -21.5-6 cf Mt 24, 1-2; Me 13, 1-2 - 21, 7-11 cf Mt 24, 3-8; Me 13, 3-8; Dn 2, 28; Is 19, 2; 2Cro 15,6-21, 12-19 cf 24, 9-14; Me 13, 9-13; Mt 10, 17-22; Le 12. lt-12;Hb 10,36.39.

OrOf: La gracia de servir a Dios, y una eternidad feliz. Pref: (domingo tiempo ordinario VI) La perspectiva de la gloria final.

CtCom: (Sal 72. 28) "Mi felicidad es estar con mi Dios" / (Me 11, 23.24) Oración con­fiada.

OrFin: Alimentados con el cuerpo y sangre del Señor, crecer en la caridad.

En este último domingo del año litúrgico, se dibuja con más nitidez la perspectiva final. Para la Iglesia de Le expuesta a la persecución (peligro de afuera), como también la apostasía (peligro de dentro), la perspectiva del fin debe servir como incentivo a la firmeza en la pofesión de la fe. Las persecuciones son el preludio del juicio de Dios sobre la historia, cuando él haga justicia a los justos y destruya a los impíos (cf laLt). Ya la destrucción de Jerusalén, algunos años antes, es una señal "fuerte" que indica el fin de la historia (Ev). Así también son las

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aflicciones del tiempo presente. Pero los cristianos no tienen por qué temer: el espíritu —la fuerza e inteligencia de Dios— está con ellos, para defenderlos. El que permanezca firme, se salvará. Una idea secundaria, en el evangelio, es la advertencia para no correr detrás de cualquiera (por la impaciencia). En Hch 5, 37, el mismo Le recuerda a Judas el galileo y Teudas; también podemos pensar en la rebelión judía del año 66 dC. Cansados de esperar la parusía, los cristianos se inclinaban a seguir mo­vimientos mesiánicos. Le los exhorta a esperar solamente en Jesucristo glorioso y, mientras tanto, ser sus testigos en el mundo.

El mensaje sigue siendo válido. También nosotros somos tentados a querer ver realizado definitivamente el reino de Dios delante de nuestros ojos y a correr detrás de movimientos mo­dernos, vengan de derecha (el maravilloso mundo nuevo de la tecnocracia) o de la izquierda (el maravilloso mundo nuevo de la burocracia del partido...). O simplemente "arrojar la toalla", capitular ante el materialismo práctico. Contra todas estas tenta­ciones necesitamos firmeza permanente, que solamente nos puede dar el espíritu de Cristo. Profundizando en nosotros — por medio de la oración y por la infatigable práctica de la ver­dadera caridad (no de algún fanatismo)— este espíritu, en­frentaremos con firmeza todo aquello que pretende ser la última palabra de la historia, en vez de Dios. Y nada impide que veamos, como Jesús y sus contemporáneos, en las ciudades destruidas y en los imperios divididos, las señales de que ningún poder humano, sino solo Dios es el Señor de la historia. Si fuese necesario, podríamos incluso ayudar a desarticular uno que otro imperio, pero sin pensar que, por ello, estamos decidiendo el sentido final de la historia. Pues todo nuestro obrar es provisio­nal, aunque en este provisional se encarne lo eterno: el reino del amor de Dios (por eso, es el amor y no el odio el que debe mover nuestra praxis histórica).

Ahora bien, hay también el peligro de cruzarse de brazos. Si todo lo que hacemos es provisional, entonces, ¿de qué sirve? Quien razona así, ya no debe comer más, pues dentro de cinco horas volverá a tener nuevamente hambre. Es más o menos lo que Pablo responde a los tesalonicenses que, bajo el pretexto de la proximidad de la parusía, pasan su tiempo en la vagancia:

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"Quien no trabaja, que no coma" (2aLí). Pablo piensa en el tra­bajo por el propio sustento, del que él mismo dio ejemplo, para no ser un peso para nadie. Podemos pensar también en el traba­jo, como medio de sustento de la comunidad humana, trabajo científico, económico, político, cultural, en una palabra: trabajo en todos los sectores del funcionamiento de la comunidad hu­mana, hasta cuando llegue al punto definitivo e irreversible, que determina Dios.

Hay personas que dicen: de nada sirve cambiar las estruc­turas, pues se corrompen nuevamente. Respondemos con Pablo: el que diga eso, tampoco debe comer, pues después volverá a sentir hambre de nuevo. Ahora bien, los tesalonicenses que no trabajaban, no dejaban de comer. Los que no quieren luchar por estructuras mejores, no dejan de aprovechar —¡y cómo!— ¡la existencia de estructuras socio-económicas!

Lo provisional tiene su valor. Relativo, ciertamente, pero real. Es la encarnación de nuestra aspiración a la justicia de Dios, que tiene la última palabra. Trabajar en este sentido, día por día, he aquí la firmeza permanente, el servicio fiel (cf Orín).

Fiesta de Jesucristo, rey del universo >~<

REINO DE LA CRUZ, REINO DE LA FE

CtEnl: (Ap5, 12; 1, 6) El cordero inmolado, digno de recibir la gloria y el poder. Orín: Restauración del universo bajo el reinado de Cristo, y liberación de las cria­

turas para servir eternamente a Dios. laLt: (2S 5, 1-3) David consagrado rey en Hebrón - Al final del "siglo de hierro"

(tiempo de los jueces), Israel quiere y obtiene un rey. Pero lo desea "como lo tienen otros pueblos" (1S 8, 5), pero Dios no lo quiere así, pues él es el único rey. Los reyes de Israel son sus "ungidos", sus "hijos", los ejecutivos nombra­dos por él. La historia de estos reyes no es muy gloriosa, pero al final del lina­je vendrá el verdadero "hijo del altísimo", cuyo reino no tendrá fin (Le 1, 32-33). David fue grande, porque fue el único que logró reunir a las doce tribus. Jesús reúne el universo (cumpliendo las profecías: Ez 37, 22, etc.). Con el pre­cio de su sangre constituyó un pueblo nuevo (Ef 2, 14-16; Col 1, 20: 2aU) - cf lCro 11, 1-3; IS 13, 14; 18, 13.16; Dt 17, 15; 2S 3, 1 0 S o 3 . 14-15; Za 14,9.

CtMed: (Sal 121, 1-2.4-5) Alegría por subir a Jerusalén, morada del rey. 2aLt: (Col 1, 12-20) Restauración del universo bajo el reino del amor de Cristo -

Por Cristo, Dios creó el universo. Pero él, quiere reconciliarlo y salvarlo. Cristo es el origen, el centro y el fin de nuestro universo. Sin él, pierde su sen­tido. A partir del plan de Dios, entendemos que lo somos y fuimos hechos por el sacrificio de Cristo, la sangre de la cruz (1, 20). Razón de gratitud y alegría: ya no estamos sujetos a los poderes de las tinieblas, sino que vivimos en la luz de Dios (1, 12-13).- 1, 12-14 cfEfl , 11-13; 1P 2, 9; Ef 1, 6-7; 2, 2; 6, 12-1, 15-17 cfRm 8, 29; ICo 8, 6; 2Co 4, 4; Hb 1,3; In 1,3,10.18- 1, 18-20 cfEf 1, 22-23; 5, 23-24; Ap 1, 5; Jn 1, 16; Col 2, 9; Ef 1, 7.10; 2, 13-14.

161 / / . Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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CtAcl: (Me 11,9-11) Hosanna al ungido del Señor y al reino que viene. Ev: (Le 23, 35-43) El reino del crucificado - Le acentúa el reinado de Cristo sobre

lodo en la (teológica) "historia de la infancia" (por ejemplo, anunciación: 1, 32-33) y en la narración de la pasión, en donde la paradoja de la cruz parece contradecir el título real. La inscripción en la cruz: "rey de los judíos" se con­vierte en escarnio en la boca de los espectadores. Inclusive el facineroso cruci­ficado a su lado insulta a Jesús por su mesianismo. Pero el otro cree en este título paradójico y pide ser admitido en el reino, con la tradicional oración de Israel: "Acuérdate de mí" (cf Sal 24, 6; 73. 2). Ya imagina a Jesús en su reino (23. 42). ¡La respuesta de Jesús es: "Hoy..."! El reino ya comenzó, en el momento de la donación hasta la muerte en la cruz. Ahora él atrae a todos a sí y a los pecadores (lema preferido de Le) en primer lunar. - 23. 35-38 cf Mi 27. 41-43; Me 15. 31-32a; Le 22, 67-70; Sal 21. 18; 68."22 - 23, 39-43 cf Mt 27, 44; Me 15. 32b; Is 53, 12; Flp 1. 23.

OrOf: Que Cristo, sacrificado por nosotros, traiga paz y unidad a todos los pueblos. Pref: (propio) Reino de la justicia, del amor y de la paz. por el sacrificio de Cristo.

CtCom: (Sal 28. 10-11) Reino eterno de Dios, paz para el pueblo. OrFin: Obedecer a Cristo rey en la tierra y vivir con El para siempre.

Considero genial la idea de los compositores de la renovada organización litúrgica, el haber escogido la muerte de Cristo en la cruz como evangelio para la fiesta de Cristo rey. La ocasión inmediata para esta elección se debe a los insultos de los solda­dos y del "ladrón malo", como también la plegaria del buen ladrón, al Crucificado. Todos hacen alusión a la realeza (mesia­nismo) de Jesús, los primeros en un sentido de escarnio, el últi­mo, por el contrario, con un sentido de fe, que le obtiene la respuesta: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".

Para Le el reino de Cristo comienza realmente en la hora de la cruz, y participa de él quien encarna el modelo del común de los fieles: el pecador convertido (cf la pecadora, el publicano, el hijo pródigo, Zaqueo, etc.). Eso significa, entre otras cosas, que el reino de Jesús, para Le, es esencialmente el reino de la recon­ciliación del hombre con Dios (cf Pablo en Col 1, 20; 2aLt). La verdadera paz mesiánica, para Le, no consiste tanto en que el lobo y el cordero coman juntos (Is 11, 6-9), sino en que el hom­bre se reconcilie con Dios y participe de su vida, en el "paraí­so", restauración de la inocencia original. De este reino, el hom­bre participa por la fe, que se expresa en la oración (otro tema que le gusta a Le): la oración del buen ladrón no solo es una petición, sino que también confiesa a Jesús como rey ("en tu reino", 23, 42). Como, anteriormente, y en el sentido de una prefiguración, otras personas recibieron curación por su fe (por ejemplo, Le 18, 42), el buen ladrón recibe el paraíso por su fe. Por tanto, podemos decir que, para Le, el reino de Cristo es

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esencialmente su poder de reconciliar con Dios a los que creen en él. Y esta reconciliación tiene como centro la cruz, acto supremo de amor y servicio de Jesús para con sus hermanos. En este hombre de Nazaret, muerto por amor, Dios encuentra recon­ciliación con la humanidad, si por la fe y la conversión ésta se reconcilia con el hijo amado.

La 2aLt elabora la misma visión en términos directamente teológicos. Dios nos asumió en el reino de su hijo amado (Col 1, 13), en quien tenemos salvación y remisión de los pecados (1, 14). Sigue el famoso himno cristológico Col 1, 15-20, que canta a Jesús como aquel en quien reside la plenitud de Dios: Dios le dio todo, y más, "quiso habitar en toda su plenitud" (1, 19). Pablo desarrolla su cristología en un sentido corporativo: Jesús es la cabeza, la Iglesia es el cuerpo. Ahora bien, la cabeza no está separada del cuerpo. La plenitud que está en la cabeza la participa también el cuerpo. Al sacrificarse Cristo por nosotros, en obediencia, en la muerte de la cruz, nosotros quedamos re­conciliados. Así —y notemos la alusión a la terminología mesiánica— Cristo instaura la "paz" por la sangre de su cruz (1, 20).

La laLt tiene una función meramente tipológica: indica el comienzo del linaje del que Jesús es la plena realización, el lina­je de los reyes davídicos, los "ungidos" (cristos), ejecutivos de Dios. Pero Jesús supera muchísimo al modelo davídico, y sería un anacronismo concebir el reinado de Cristo en términos políti­cos, como un nuevo reino de David.

Conviene reflexionar un poco sobre el concepto del reino de Cristo en el sentido de reconciliación de Dios con el hombre, en este tiempo en que, tan fácilmente, el reino de Cristo se con­funde con una grandeza mundana, tanto en la ideología integra-lista cuanto en la revolucionaria y liberadora. El reino de Cristo, en la visión de la liturgia de hoy, es el acontecer de la voluntad del Padre en la conciliación obrada por el sacrificio de su vida, no de modo mecánico o mágico, sino por la participación de la fe. O, en otras palabras, la fe reconoce la muerte de Cristo como un gesto divino de amor por nosotros y produce conversión y adhesión a este mismo amor, superando el odio y la división. Así, el reino en el que Cristo es investido por su obediencia hasta la muerte, se implanta también en el mundo mediante la fe de los que creen en él y siguen su camino.

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Principales fiestas de los santos 2 de febrero

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR Antes de la celebración de la misa, se puede hacer la bendición y procesión de las velas (ver misal).

CtEnt: (Sal 47. 10-11) La misericordia de Dios en su templo. Orín: Presentación de Jesús en el templo, nuestra presentación a Dios. laLt: (MI 3. I -4) Visita del Señor a su templo, purificación del pueblo - Malaquías

proclama su mensaje después del destierro, cuando el templo está reconstrui­do, pero degenerados el culto y el orden social (hacia el 450 aC). Llama a los sacerdotes a la conversión (el' 319 domingo del tiempo ordinario/ A). Ante la respuesta de que a los malvados es a los que les va bien en la vida (2. 17). el profeta evoca la perspectiva de la inminente venida y juicio de Dios. Pero antes de que suceda esto, es necesario que el tempio y el sacerdocio sean purificados; para ¿so. un mensajero —Elias redivivo - lo ha de preceder— cf Is 40. 3-5; Me 1, 2: Le 1. 76; 7. 24-30: Jn 2. 15: MI 3. 23-24.

CtMed: (Sai 23, 7.8.9.10) La entrada del rey de la gloria en el templo.

2aLt: (Hb 2. 14-18) Jesús asume plenamente nuestra condición humana - Por su "kenosis" (despojo) en la encarnación y en el sufrimiento, el Hijo de Dios cumplió la voluntad del Padre, que así quiso conducir a muchos hijos a la glo­ria (2. 10). Asumiendo nuestra existencia y muerte. Jesús se convirtió en el sumo sacerdote fiel y misericordioso, el que santifica nuestra existencia y re­concilia nuestros pecados (2, 17-18). Ya éramos hijos de Dios (2, 10.13b), pero ahora lo somos de manera renovada, pura, porque el hijo que es el santo nos hace entraren comunión con el Padre. - 2, 14-15 cf Jn 12. 31; Un 3, 8; Ap 12, 10-2, 16-18 cf Is 41, 8-9; Flp 2, 7; Un 2, 2; 4. 10;Hb4, 15.

CtAcl: (Le 2. 32) Luz de las naciones. Ev: (Le 2. 22-40 ó 2. 22-32) Presentación de Jesús en el templo y primera infancia

- El hecho; presentación del primogénito masculino al Señor (en el templo) y sacrificio de purificación de la madre, ambos según la ley de Moisés. El sig­nificado: cumplimiento de la profecía de MI 3. 1-3: La visita del Señor a su templo. Interpretes: Simeón y Ana. Simeón entona un himno de alabanza por el cumplimiento de la promesa, pero también anuncia la suerte paradójica de quien será el siervo de Dios (y de su madre). El es el criterio de la salvación (de Israel y de todos los pueblos). María conserva estas palabras en sí misma, como las de los pastores (cf Le 2. 19) y la lleva consigo en su camino, hasta que las entienda, en la sombra de la cruz - cf Ex 13, 11-16; Lv 12, 1-8; Is 8, 14-15;42, 6; 49, 6; MI 3.

OrOf: Presentación de Jesús en las ofrendas. Pref: (propio) Presentación en el templo; luz de las naciones.

CtCom: "Mis ojos han visto la salvación...". OrFin: Alcanzar la vida eterna encontrando al salvador.

La presente fiesta, todavía imbuida del espíritu de navidad, es la escenificación de la presentación de Jesús al Señor Dios f Ev), según mandaba la ley judía para los primogénitos masculi­nos (Ex 13, 11-16). En los tiempos prehistóricos, esta con­sagración del primogénito puede, incluso, haber sido un sacrifi­cio humano; el episodio del sacrificio de Isaac muestra que la religión de Abrahán tuvo que abolir el sacrificio de los pri-

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mogénitos. En la ley de Moisés el primogénito masculino "pertenece a Yavé", pero puede ser rescatado mediante un sacri­ficio, originariamente un cordero, pero, en tiempo de Jesús, el pago de 5 ciclos en dinero. La presentación del niño en el san­tuario era facultativa: quien lo hace, da prueba de ser un judío "piadoso". La presentación, en el caso de Jesús, se realizó en el cuadragésimo día, coincidiendo con el sacrificio de la purifi­cación de la madre, también una institución antiquísima (ver Lv 12, 1-8). El sacrificio de la purificación era un cordero de un año, y una tórtola o una palomita en sacrificio "por el pecado" (concepto mítico de la impureza sexual). En el caso de personas pobres podía sustituirse por un par de tórtolas o palomos. Fue lo que María ofreció.

Durante esta presentación y purificación, un anciano pia­doso, Simeón, profetizó el papel mesiánico de Jesús, atribuyén­dole los títulos de "luz de las naciones" y "gloria del pueblo de Israel": él es el salvador de las "naciones" (= los paganos) y del "pueblo" (= Israel), concebido según la idea de que Israel sería el centro a partir del cual brillase la gloria para iluminar a las naciones. El templo, habitación, de Yavé ocupa, en esta repre­sentación, un lugar central. Por eso, laLt es el texto de MI 3, que describe la visión escatológica de la visita de Yavé a su templo. Antiguamente, Yavé descendía a la tienda de la alianza, en la nube. En el tiempo mesiánico —así esperaba el profeta— su presencia ya no estaría envuelta en la nube: sería la gloria manifiesta, iluminando al mundo a partir del templo. Para Lucas, la existencia de Jesús es la realización de esta visita (cf Le 19, 44b).

A más de este augurio mesiánico, el mismo Simeón anuncia también que la vida de Jesús será un signo de contradicción y una espada de dolores atravesará el corazón de su madre (Ev). A su alrededor se manifestarán los pensamientos profundos de los corazones humanos; por su causa, los hombres se dividirán en favor o en contra (cf Le 12, 49-53).

Estas palabras, dirigidas a María, y el tema de la purifi­cación de la madre, hicieron que esta fiesta se interpretara, en la liturgia tradicional y devoción occidentales, como una fiesta de la Virgen. En oriente, no fue así, y también en la liturgia reno­vada del concilio Vaticano II, la fiesta es concebida nítidamente

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como fiesta de nuestro Señor Jesucristo. Lo cual no excluye, naturalmente, que sus padres participen de la veneración.

La 2aLt insiste en el hecho de que Jesús asumió plenamente nuestra humanidad (cf también el final del evangelio: pleno cumplimiento de la ley). Esta idea se parece a la de Ga 4, 4, que ya fue comentada (solemnidad de la santa madre de Dios, en parte semejante a esta fiesta).

La liturgia evoca fuertemente la idea de la purificación, no tanto a partir de la purificación de María —una ley veterotesta-mentaria, que ya perdió su actualidad— sino, partiendo del texto de MI 3, 1-4, que describe el efecto purificador de la visita de Yavé a su templo. La Orín aplica esta idea a los fieles. La 2aü recuerda nuestra purificación por el sacrificio de Cristo, y la OrFin se inspira en un pensamiento semejante (el cordero inmaculado). Evocada así la pureza —y por la fuerza del sim­bolismo inevitablemente asimilada a la pureza de la virgen-madre— se une al simbolismo de la luz y de los ojos puros, que pueden ver al salvador (cántico de Simeón, en el Ev).

La impresión del conjunto de esta fiesta es, por tanto, de ale­gría (pero con reserva: hay también la espada que atraviesa el corazón de María), de pureza y de luz. Al mismo tiempo, evoca también el misterio divino encarnado en la existencia sencilla, humilde y piadosa de Jesús de Nazaret.

19 de marzo

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

CtEnt: (Le 12,42) El siervo fiel y prudente, a quien el Señor confió su casa. Orín: La Iglesia confiada a san José desde los primeros tiempos. laLt: (2S 7, 4-5a. 12a. 16) Profecía de Natán - David quiere construir una casa para

Dios, pero él no necesita casa. Siempre vivió en una tienda, cerca de su pueblo migrante. Pero él le construirá una casa a David, esto es, una dinastía. Esta profecía se refiere en primer lugar a Salomón, pero llega a su plenitud en jesús, hijo de José y de María, de la casa de David - cf ICro 17; Sal 131; 88; Le 1, 32-33.

CtMed: (Sal 88, 2-3.4-5.27.29) La alianza con David y su dinastía para siempre. 2aLt: (Rm 4, 13.16-18.22) La fe de Abrahán - Pablo distingue en el AT dos reali­

dades: la ley y la promesa. La promesa vino antes de la ley. Por tanto, tiene más peso. Abrahán vivió de la promesa, pues todavía no se había promulgado la ley. La ley se conjuga con la transgresión y la ira de Dios, la promesa con la fe y la gracia. Abrahán creyó en la promesa contra toda la probabilidad, apoya­do solamente en el poder y en la gracia de Dios, que de la nada puede llamar a

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la vida. Con esa fe venera a Dios como Dios - cf Gn 15, 5-6, ; 17, 4-8; 22, 17-l8;Ga3. 29; Is 48, 13; Sal 32,9.

CtAcl: (Sal 83, 5) Felices los que viven en la casa de Dios. Ev: (Mt I, 16.18-21.24a) El embarazo de María - Mt 1,1-18 es la genealogía de

Jesús, significando que él es hijo de Abrahán e hijo de David. Termina, en la línea paterna, en José, pero ahí pasa a mencionar a María como progenitora de Jesús. Pues el hijo que ella concibió es obra de Dios, fruto del Espíritu Santo. Realiza la promesa del "Emmanuel", "Dios con nosotros" (I, 23). José dedica su vida a este misterio. A él, como jefe de familia, le corresponde la tarea de dar al hijo el nombre que significa su misión: Jesús. "Yavé salva" - cf Le 1, 27-35; Sal 129. 7-8. (Le 2, 41-5la): Jesús a los doce años, en el templo -Ilustración del crecimiento de Jesús en sabiduría (cf 2, 52). Esta sabiduría es la perspicacia con que él impresiona a los escribas y doctores (2, 46-47). pero, más aún, la intuición de que su verdadera "casa del Padre" es la casa de Dios. En este contexto, su obediencia al padre terrestre (2, 51a) es la encarnación de su obediencia a Dios, que lo llevará a la muerte por amor - cf Ex 12, 24-27; Dt 16, 1-8.16.

OrOf: Servir a Dios con corazón puro. Pref: (Propio) José, hombre justo y responsable.

CtCom: (Mt 25, 21) "Siervo bueno y fiel, entra en la alegría de tu Señor". OrFin: Protección y preservación del don de Dios en nosotros, por la intercesión de

san José.

La fiesta de san José toca cuerdas muy sensibles del corazón humano. Por otra parte, tiene un aspecto de misterio, que, a primera vista, parece ser un estar por fuera, pero, cuando se mira bien, se revela ser un estar por dentro. Pero para que se realice este cambio de óptica, primero debe estar la fe, que es el modo adecuado para encarnar un misterio. El evangelio de Mt 1, 18-25 ilustra esto muy bien. Está construido sobre la estructura de la paradoja que acabamos de señalar. Ante la constatación del embarazo de María, José reacciona, primero, según la lógica: se siente por fuera y, prudentemente, saca la conclusión: decide dejar a María libre, en secreto, para que ella no quede expuesta a la persecución. Pero, precisamente esta "justicia" en su tra­tamiento del problema demuestra que él está profundamente involucrado. Cuando el ángel le explica que el fruto en el seno de María es obra de Dios, su justicia produce la fe, que lo hace asumir este misterio como suyo. Está involucrado mucho más de lo que la sola paternidad física puede involucrar.

Paternidad no es una cuestión biológica, es una cuestión de fe. Con este "slogan" se podrían abordar diversos aspectos de la más candente actualidad. Hijo, la gente lo tiene no tanto engen­drándolo, cuanto asumiéndolo, entregándose a Dios como instrumento de su proyecto. O, con palabras un poco populares, hijos la gente no los hace; los recibe. Los recibe como un don de

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Dios, en la fe, y, por eso, por no ser un producto exclusivamente nuestro, nos dedicamos a ellos más todavía.

Así, llegamos a un segundo tema: la responsabilidad. San José aparece como el hombre responsable, fiel y prudente, a quien Dios confió su hijo. Nosotros tenemos la costumbre de creer que responsabilidad solo dice respecto de lo que nosotros mismos hacemos. Pero mucho más es la participación cuando nos hacemos responsables por lo que no tiene origen en nosotros. En este caso, comulgamos con otra fuente. En este caso, la responsabilidad es realmente libre y escogida, no impuesta por la naturaleza. Es el caso de José. Por eso, Dios le confía su "casa", la plenitud de la "casa de David" de la laLt.

Pero este tipo de "paternidad responsable", por el cual José participa de un misterio que es mayor que él, causa también sor­presas. Un ejemplo de esto es el evangelio de Jesús a los doce años en el templo. Lo que es misterio, no nos pertenece. El "hijo de Dios" no pertenece a sus padres, pero éstos pertenecen a Dios. Esta realidad vale también en la vida de la familia cris­tiana (cf fiesta de la sagrada familia/ C). Ser transmisor de la vida biológica es fácil. Ser transmisor de un regalo de Dios a la humanidad, como fue Jesús y como deberían ser también nues­tros hijos, es difícil. Nosotros no tenemos la última palabra. Pe­ro quien cree, hace bien, pues Dios es mayor que nosotros.

En la liturgia de hoy entra también el aspecto de la fidelidad de Dios en la realización de su promesa, en el don de la vida de Jesús, desde su concepción en el seno virginal de María. La fidelidad de Dios encuentra, en José, la fe del hombre, como la encontró en Abrahán y David. Fe y fidelidad tienen la misma raíz, se complementan. No puedo creer en quien no es fiel. Por otra parte, la fidelidad de Dios es la razón de mi fe. Por esta fe, José reconoció lo que sucedió en María como realización de la fidelidad de Dios y no como un desastre. La fe es el sentido que nos hace descubrir la obra de la fidelidad de Dios.

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24 de junio

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

CtEnt: (Jn 1. 6-7; Le 1, 17) Enviado por Dios para dar testimonio de la luz y preparar el camino del Señor.

Orín: Juan prepara para Dios un pueblo perfecto; que Dios dirija nuestros pasos por el camino de la paz.

laLt: (Is 49. 1 -6) Segundo cántico del siervo - El comienzo de este canto recuerda al profeta Jeremías (cf Jr I, 5): como una espada afilada son las palabras que Dios pone en la boca de su profeta (49, 2). Su misión es difícil, su éxito poco (49. 4). El profeta no vive para el éxito, sino para la palabra. En 49. 6. la pers­pectiva se vuelve universal; luz de las naciones. En este texto, Juan y Jesús encuentran un modelo común - cf Ga I, 15: Hb 4. 12; Ap I, 16; Le I, 76-77; Is 53. 10-12; Jn 17,4.

CtMed: (Sal 138. 1-3.13-14-15) Pertenencia a Dios desde el seno de la madre. 2aLt: (Hch 13. 22-26) Anuncio de Cristo por Pablo en Antioquía de Pisidia - El

kerygma apostólico unánimemente menciona la actividad de Juan Bautista como el "punto de enganche" del mensaje de Jesús. El anuncio, por Juan, del más fuerte que viene después de él forma parte integrante del anuncio de Jesucristo. La predicación de la conversión, como la de Juan, es siempre nece­saria en el anuncio de Cristo: los hechos en Antioquía prueban esto claramente - clSal 88,21: IS 13, 14; Is 44, 28; MI 3, 1-2; Le 3, 16.

CtAcl: (Le 1, 76) El precursor del Señor. Ev: (Le 1. 57-66.80) Nacimiento de Juan Bauslista: "Juan es su nombre" - La

narración del nacimiento y circuncisión de Juan culmina con la imposición del nombre, que significa la gratuidad de Dios. Juan es un don de Dios. Desde el comienzo, se muestra animado por el espíritu de Dios, viviendo en el desierto, como Elias, el precursor del gran día de Dios - cf Gn 17, 12; Le 2, 21; Is 32, 3; Le 2. 40; Mt 3, 1.

OrOf: Juan anunció la venida del salvador y lo señaló presente entre los hombres. Pref: (propio) El más grande entre los nacidos de mujer.

CtCom: (Le 1, 78) El íntimo amor de Dios, la visita de la luz de lo alto. OrFin: Reconocer en Cristo, anunciado por Juan, al que nos hace renacer.

La natividad de Juan Bautista se asemeja a las fiestas de la infancia de Jesús, de María y de José. El espíritu de la fiesta es nítidamente "lucano", o sea, gira alrededor de la manifestación de la gracia y bondad de Dios. El lema es la frase de Zacarías: "Juan es su nombre" (Ev), Esta frase es un mensaje de la gra­tuidad y bondad de Dios. El mismo nombre Yohanan significa "Dios se mostró misericordioso". Juan es un don gratuito de Dios. Esto se demuestra de varias maneras: la edad avanzada de sus padres, el hecho de que ninguno en su familia se llamara así, el hecho de que Dios "soltó la lengua" de Zacarías para que pudiera decir: "Juan es su nombre".

Pero "gratuidad", cuando se trata de Dios, significa: no estar condicionado por cálculos humanos; por tanto, pertenecer ple­namente a Dios. Esta criatura, que es la encarnación de la gra-

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ui ta bondad de Dios, le pertenece completamente. Es el "profe­ta del altísimo" (Le 1,76). Su modo de vivir recuerda inevitable­mente a Elias, el profeta que vivía en el desierto, impulsado por el espíritu (cf Le 1,80). Además, en Le 1,17 el ángel anuncia que él caminará en el espíritu de Elias, el más característico "hombre de Dios" en el AT.

Esta pertenencia a Dios hace de Juan una nueva realización del "siervo de Dios" (laLt), un hombre cuya palabra es como una espada afilada, incómoda para quien no quiere saber de Dios en su vida. Prueba de ello es la historia de Juan. Entonces, hoy agradecemos a Dios un "hombre difícil". Pues muchas veces los hombres difíciles son los que más ayudan en la vida. Sus palabras incómodas nos hacen ver con más claridad nuestra situación. En este sentido, Juan es una luz (Is 49,6, habla de la "luz de las naciones"), aunque él no sea la luz definitiva, sino, más bien, el testimonio de la luz (Jn 1,6-8; 5, 33-35); o, ya que hablamos en términos figurativos, él es como la luna que desa­parece cuando crece la luz del sol (cf Jn 3,30).

Pero Juan es luz, o testigo de la luz, sobre todo por haber señalado a Cristo en medio de los hombres. El kerygma apos­tólico, el anuncio de Cristo, comienza con Juan (cf Hch 10,37). Para eso hay una razón teológica: Juan encarna, por así decir, a Elias, a quien se esperaba que volviera antes de la "visita" de Dios (y Jesús identifica a Juan con Elias; cf Me 9, 11-13; Mt 17, 10-13; 11, 14; Le 7, 26-27). Pero también hay una razón históri­ca: Jesús comenzó, de hecho, su predicación del reino en el ambiente "precalentado" por la predicación del Bautista.

Esto tiene una profunda lección. Aun en el punto culminante de su obrar salvífico, Dios no desprecia la preparación humana. Dios no dispensa al "mayor de los profetas", aunque el menor en el reino de los cielos sea mayor que él (Le 7, 28). Juan encar­na, por así decir, la plenitud del AT y de cualquiera otra preparación para el evangelio.

A primer vista, falta en la liturgia de hoy el "Benedictus", el canto de acción de gracias de Zacarías en el nacimiento de Juan (Le 1, 68-79). Inclusive, en la lectura evangélica, queda por fuera. Esto se debe ciertamente al hecho de que los composi­tores de la liturgia son monjes, que rezan este hermoso cántico cada mañana en el oficio divino, y por eso creen que sobrecar-

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gana la liturgia de la misa. Ahora bien, nada impide colocarlo en el lugar del CtMed, o utilizarlo, como lo sugiere el mismo misal, como CíCom.

Según la actualidad que vivimos, la presente fiesta ofrece una ocasión para iluminar hoy el profetismo, los hombres difí­ciles, cuyo nacimiento fue una gracia que agradecemos a Dios.

29 de junio

SAN PEDRO Y SAN PABLO

CtEnt: San Pedro y san Pablo, fundadores de la Iglesia y amigos del Señor. Orín: Seguir la instrucción de los que nos dieron la fe. laLt: (Hch 12, 1-11) Prisión y liberación de Pedro - Hacia el año 43 dC: Herodes

Agripa I manda ejecutar a Santiago, hijo de Zebedeo. Después manda a encar­celar a Pedro. Pero el "ángel del Señor" lo libera - como liberó a los israelitas de Egipto. La comunidad recurrió al arma de la oración: es Dios quien obra. El es liberador - cf Ex 18. 10; Sal 105, 10; Dn 3. 95; Le 1,68.71.74.

CtMed: (Sal 33, 2-3.4-5.6-7.8-9) El Señor me libró de todas mis angustias. 2aLt: (2Tm 4. 6-8.17-18) La ofrenda de la vida de Pablo - Pablo, que siempre traba­

jó con sus propias manos, está encadenado; en la defensa, nadie lo asistió. Sin embargo, habla lleno de gratitud y esperanza. "Conservó la fidelidad": la suya y la de los fieles. Espera con confianza el encuentro con el Señor. Ofreció su vida en el amor, y el amor no tiene fin (ICo 13, 8). Su último acto religioso es la ofrenda de su vida (cf Rm 1,9; 12, 1). Pero su vida está en las manos de Dios, que la arrebata de las fauces de las fieras - cf Flp 3, 4-16.

CtAcl: (Mt 16, 18)'Tú eres Pedro...". Ev: (Mt 16, 13-19) Pedro, la roca de la Iglesia - Jesús hace tomar conciencia a los

apóstoles preguntándoles quién es él, en la opinión de la gente y en la de ellos mismos. Pedro responde por los doce, llamándolo "mesías" (cf Me 8, 29) e "hijo de Dios" (típico de Mt 16, 16; cf 14, 33). Sobre esta fe de Pedro, Jesús edifica su comunidad, la Iglesia. El poder del infierno no podrá nada contra ella. Jesús confía a Pedro el servicio de administrar la comunidad (las llaves), el poder de atar y desatar (= obligar o dejar libre; decidir), con ratificación di­vina - cf 2 ls domingo del tiempo ordinario /A -cf Me 8,27-29; Le 9, 18-20.

OrOf: La oración de los apóstoles nos haga "hostia con la hostia". Pref: (de san Pedro y san Pablo) El fundador de la Iglesia y el teólogo misionero.

CtCom: "Tú eres el Cristo... - Tú eres Pedro...". OrFin: Ser un solo corazón y una sola alma asiduos en la fracción de pan y en la doc­

trina de los apóstoles

Simón responde por la fe de sus hermanos (Ev). Por eso Jesús le da el nombre de Pedro, que significa su vocación de ser "piedra", roca, para que Jesús edifique sobre él la comunidad de los que se adhieren a él en la fe. Pedro deberá dar firmeza a sus hermanos (cf Le 22, 32). Este "nombramiento" va acompañado de una promesa: las "puertas" (= ciudad, reino) del infierno (el poder del mal, de la muerte) no podrán nada contra la Iglesia, que es una realización del "reino del cielo" (de Dios). La li-

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beración de la prisión ilustra esta promesa (laLt). Jesús le con­fía también "el poder de las llaves", es decir, el servicio de "mayordomo" o administrador de su casa, de su familia, de su comunidad o "ciudad". En la medida en que la Iglesia es rea­lización (provisional, parcial) del reino de Dios, Pedro y sus sucesores, los papas, son "administradores" de esta parcela del reino de los cielos. (Nada tiene que ver con la imaginación po­pular de Pedro como portero del cielo = felicidad eterna...). Tiene la última responsabilidad del servicio pastoral. Pedro, siendo el que "responde por los doce", administra o gobierna las responsabilidades de la evangelización (no la administración material...). Quien ejerce este servicio hoy es el Papa, sucesor de Pedro y obispo de Roma. Pedro recibe también el poder de "atar y desatar", de obligar o dejar libre —el poder de decisión—, precisamente como último responsable de la comunidad; en Mt 18, 18, el mismo poder se da a la comunidad como tal (se pre­supone el servicio de la responsabilidad en su medio). Es evi­dente que se trata de responsabilidad pastoral es decir, lo relati­vo a la orientación de los fieles para la vida en Dios, por el camino de Jesucristo.

Si Pedro aparece como fundamento institucional de la Iglesia, Pablo aparece en la calidad de fundador carismático. Su vocación la recibe en el camino de Damasco, en la visión de Cristo: de perseguidor se transforma en mensajero de Cristo: "apóstol". Es él quien realiza, por excelencia, la misión de los apóstoles, de ser testigos de Cristo "hasta los extremos de la tierra" (Hch 1, 8). Las cartas a Timoteo, escritas desde la prisión en Roma son la prueba de esto, pues Roma es la capital del mundo, el trampolín para que el evangelio se difunda por todo el mundo civilizado de aquel tiempo. El es el "apóstol de las naciones". Al final de su vida, puede ofrecer su vida como "ofrenda adecuada" a Dios, tal como él enseñó (Rm 12, 1). Como Pedro, él experimenta a Dios como un Dios que libera de la tribulación (2aLt).

Pedro y Pablo representan dos vocaciones en la Iglesia, dos dimensiones del apostolado, diferentes, pero complementarias. Las dos fueron necesarias, para que pudiésemos conmemorar, hoy, a los fundadores de la Iglesia universal. Lo complemen­tario de los dos carismas sigue actual: la responsabilidad institu­cional y la creatividad misionera. Este complemento puede sus-

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citar "tensiones" (cf Ga 2); las preocupaciones por una "teología romana" pueden no ser las mismas que la de una "teología lati­noamericana". La reciente polémica sobre la teología de la li­beración demostró que esa tensión puede ser sumamente fecun­da y vital para toda la Iglesia.

Hoy se celebra especialmente el "día del Papa". Ocasión para una reflexión sobre el servicio de la responsabilidad últi­ma. Es importante liberarnos de un complejo antiautoritario de adolescentes. Debemos crecer para la obediencia adulta, sin mistificación de la autoridad, ni anarquía. El "gobierno" pas­toral es un servicio legítimo y necesario en la Iglesia. Pero tam­bién conviene observar que quien tiene la última palabra debe escuchar las penúltimas palabras de mucha gente.

15 de agosto

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

CtEnt: (I: Ap 12. I) La mujer de la corona de 12 estrellas / (II) Congratulación de María.

Orín: Participar de la gloria de María. laLt: (Ap 11. 19a; 12, l-6a.l0ab) La señal de la mujer - Aparece en el cielo la

mujer que engendra al mesías; las doce estrellas indican que ella es: el pueblo de las doce tribus, Israel, pero no solo el Israel antiguo, del que nace Jesús; es también el nuevo Israel, la Iglesia, que debe esconderse de la persecución, en el s I dC, hasta cuando, en el fin glorioso, Cristo pueda revelarse en plenitud. María llevada al cielo sintetiza en sí, por así decir, todas las cualidades de este pueblo lleno de Dios, esperando la revelación de su gloria. - 11, 19 cf 1 R 8, 1.6;2Cro5, 7 - 12, I-2 cfls 66, 7; Mi 4, 10-12, 3-6a cf Dn 7, 7; 8, 10; Is 7, 14; Sal 2, 9; Ap 9, 15.

CtMed: (Sal44, 9b-10.11 -12.15b. 16) Canto en honor de la reina. 2aLt: (1 Co 15, 20-26) La victoria de Cristo sobre la muerte - (cf fiesta de Cristo

rey/A) - El signo de la victoria definitiva de Cristo es la resurrección, la victo­ria sobre la muerte. Esta se realizó en su propia muerte y se realizará en la nuestra. María ya está asociada a Jesús en esta victoria definitiva; en ella, la humanidad redimida reconoce su meta. - 15, 20-22 cf Rm 8, 11; Col 1, 18; 1 Ts4, 14; Rm5, 12-21; 1 Co 15, 45-49- 15, 23-26 cf 1 Ts4, 16; Sal 109, l;Mt 22, 44; Ap 20, 14; 21, 4.

CtAcl: María llevada al cielo. Ev: (Le 1, 39-56) Magníficat - Isabel interpreta la admiración de los fieles ante lo

que Dios obró en María. María responde, revelando su comprensión del miste­rio del obrar divino, que es un obrar totalmente gratuito, no basado en poder humano, sino, por el contrario, avergonzando este poder al elevar lo que es pequeño y humilde, pero dedicado al servicio de su voluntad llena de amor. El amor de Dios se realiza no por medio de la fuerza, sino por medio de la humilde dedicación y donación. Y, en esto, manifiesta su grandeza y su gloria. - cf 1 S 2, 1-10 - ver también 49 domingo Adviento/ C.

OrOf: El deseo de llegar a Dios. Pref: (propio) "Aurora y esplendor de la Iglesia triunfante".

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CtCom: (cf Le 1, 48-49) "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada". OrFin: Por la intercesión de María, llegar a la resurrección final.*

La presente fiesta es la gran felicitación que los fíeles le tributan a María, porque ven en ella, al mismo tiempo, la gloria de la Iglesia y la prefiguración de su propia glorificación. La fiesta tiene una dimensión de solidaridad de los fíeles con quien es la primera y la madre de los fieles. De ahí la facilidad con que se aplica a María el texto de Ap 12 (laü), originariamente una descripción del pueblo de Dios, que dio a luz al salvador y después se refugió en el desierto (la Iglesia perseguida del s I) hasta la victoria final de Cristo (la parusía, que los cristianos del siglo primero esperaban en breve).

En la 2aLt, la asunción de María al cielo se considera como la anticipación de la resurrección de los fíeles, que serán resuci­tados en Cristo. Obsérvese, por tanto, que la gloria de María no la separa de nosotros, sino que la une más a nosotros.

Merece consideración, sobre todo, el texto del evangelio, el magnificat. Este texto, popular desde la antigüedad cristiana, tiene una grande actualidad en nuestro tiempo, porque traduce la pedagogía de Dios, que recurre a los humildes para realizar sus grandes obras. La teología de la liberación ve, en este texto, un ejemplo de como Dios se pone de parte de quien, a los ojos del mundo, es insignificante. De hecho, debemos leer, en el magni­ficat, una expresión de la conciencia de personas "humildes" en el sentido bíblico, esto es rebajadas, humilladas, oprimidas, (la "humildad" todavía no era una virtud aplaudida en la anti­güedad; significaba el bajo estado social). Y no solo la expre­sión de María, la joven soltera que iba a ser madre (¡imagine los comentarios!), sino de toda una comunidad de humildes, el "pequeño rebaño" tan característico del evangelio de Le (cf Le 12, 32, propio de Le). Con ocasión de la maravilla sucedida a María, esta comunidad de pequeños y débiles ve claramente que Dios no obra a través de los poderosos. Ve ahí una anticipación de la realidad escatológica, en la que será grande el que haya confiado en Dios y se haya hecho su siervo (su sierva), y no val­drá nada quien haya querido ser grande por sus propias fuerzas, pisoteando a los demás. Así se realiza todo lo que Dios dejó entrever desde el tiempo de los patriarcas (las promesas).

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Pues bien, la glorificación de María en el cielo es la rea­lización de esta visión escatológica. En ella, es coronada la fe y la disponibilidad de quien se hace siervo de la justicia y bondad de Dios, impotente a los ojos del mundo, pero grande en la obra que Dios realiza. Es la Iglesia de los pobres de Dios, la que es hoy coronada.

El "arte" litúrgico, por tanto, deberá suscitar en los fieles dos sentimientos difícilmente conjugables: el triunfo y la humil­dad. El único medio para unir estos dos momentos es el de poner todo en las manos de Dios, o sea, despojarse de toda glo­ria personal, en la fe de que Dios ya comenzó a realizar la pleni­tud de las promesas.

En María vislumbramos la combinación ideal de la gloria y humildad: ella dejó a Dios ser grande en su vida. Es el modo...

lede noviembre

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

CtEnt: Alegrémonos en la fiesta de todos los santos. Orín: "... intercesores tan numerosos...". laLt: (Ap 7, 2-4.9-14) "Una gran multitud, que nadie podía contar" - Entre las

visiones de las catástrofes del fin del mundo, surge la visión de la gloria de los elegidos, fruto de la salvación que viene "de nuestro Dios... y del cordero" (Ap 7, 10). Por su sacrificio, el cordero venció a la muerte. De esta victoria partici­pan los que, especialmente en el sacrificio del martirio, "blanquearon sus vestidos en la sangre del cordero". Esta lectura no quiere mostrar el número de los elegidos, sino la victoria sobre las fuerzas que se oponen a Cristo y a su comunidad - cf Ez 9, 4.6; Ap 3, 5; 6, 11; Is 6, 1; Dn 12, 1; Mt 24, 21; Me 13, 19.

CtMed: (Sal 23, l-2.3-4ab.5-6) "¿Quién es digno de vivir en su santo lugar?". 2aLt: (1 Jn 3, 1-3) Ya somos hijos de Dios y todavía no se manifiesta lo que seremos

- Quien no sabe que es amado por Dios (y este saber solo es posible en la reci­procidad) no entiende lo que significa ser "hijo de Dios" (3, I). ¡Y lo sabe quien lo practica! Pero este saber todavía queda velado. Solamente en la gloria se manifiesta con plena claridad (cf Jn 17, 5.24). Pero en la esperanza partici­pamos ya de la santidad de Dios, si vivimos como sus hijos. - 3, 1 cf Jn I, 12-13; 1 Jn 3, 10; Ef 1, 5; Jn 15,21; 16, 3 - 3,2-3 cf Rm 8,29; 2 Co 3, 18; Flp 3, 21; Col 3, 4; I Jn 2, 6.'

CtAcl: (Mt 11, 28) "Yo os daré descanso". Ev: (Mt 5, l-12a) Las bienaventuranzas - (cf 49 domingo del tiempo ordinario /A)

- La santidad (el "estar bien" con Dios) es don y misión. Dios nos la da, pero nosotros tenemos que realizarla en nuestra vida e irradiarla en nuestro alrede­dor (Mt 5, 13-15). Como don, solo puede ser recibido por los que no están llenos de sí mismos: los pobres (hasta en su íntimo), humildes, sufridos, pacientes... Como misión, exige compromiso: hacer que se realice la justicia de Dios, promover su paz... En todo caso, exige desprendimiento, conversión,

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abandono de la autosuficiencia y opción por quien más espera de la santidad de Dios: el pobre, el oprimido. - 5, 5-9 cf So 3, 11-13; Is 55, 1-3; 57. 15: 61. 1-2; Sal 33. 9; Jn 15, 3; Le 10, 5-6 - 5. 10-12 cf Mi 23. 34; Jn 9, 22; 16. 2-4; Hch5.41; IP3. 13-17.

OrOf: Intercesión de los santos. Pref: (propio) Celebración de la Jerusalén celestial.

CtCom: Las bienaventuranzas. OrFin: "De esta mesa de peregrinos, pasemos al banquete de tu reino".

La fiesta de todos los santos abraza los tres momentos del tiempo a más de la dimensión universal del espacio. De hecho, celebramos los justos del pasado, celebramos la vocación a la santidad futura (el "cielo"), y celebramos la santidad como don (gracia) presente.

Como en esta dimensión presente es en la que menos se piensa cuando se habla de santidad, creemos que merece una atención especial: es el mensaje de las bienaventuranzas, en el evangelio de hoy (Mt 5, 1-12, cf 49 domingo del tiempo ordi­nario/A). Las bienaventuranzas son, al mismo tiempo, la procla­mación de la amistad de Dios para con las personas que partici­pan de su espíritu que es evocado con ocho ejemplificaciones, y (sobre todo en la versión de Mt) un programa de vida para todos los que escuchan la palabra de Cristo. Decimos: en ¡a versión de Mt, porque en Le las bienaventuranzas (Le 6, 20-23) son un apostrofe directo ("bienaventurados (sois) vosotros, los..."), mientras en Mt se presentan en forma de principios generales ("bienaventurados los ..."). Son un programa de vida, pero ya son santos los que están realizando este programa. Cuando Mt dice: "Bienaventurados los pobres 'en espíritu'" (=no solo exte-riormente), porque de ellos es el reino de los cielos, él piensa en el reino de los cielos no tanto como algo después de la muerte —una recompensa futura por la carencia en la tierra— sino como realidad ya presente. Si entendiésemos las bienaventuran­zas solamente como una compensación para después de la muerte, ellas serían "opio del pueblo". Pero lo contrario es ver­dad: las bienaventuranzas son un incentivo para realizar, desde ya, el nuevo espíritu, que hace presente el reino. El sentido de las bienaventuranzas es, exactamente, relacionar el don esca-tológico (expresado en términos: "Serán consolados, serán sa­ciados", etc.) con la realidad de hoy. El don escatológico no cae del cielo, mediante la actuación de algún Moisés mágico. Corresponde a la actitud del justo, del siervo, del pobre de

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Yavé1. Corresponde a la actitud de no buscar solamente la afir­mación personal en el poder y en la riqueza, sino disponerse totalmente para la obra de Dios, por el desprendimiento, la mansedumbre, la paciencia en el sufrimiento, la sed de la justi­cia divina, el compromiso por la paz... O, en otras palabras, somos santos ya, en la medida en que pertenezcamos a Dios en el presente. Entonces, también nos pertenece el futuro de Dios.

Es el mismo mensaje de la 2aLt: (1 Jn 3), que proclama nuestra actual santidad, por ser hijos de Dios, aunque todavía no se haya manifestado "lo que seremos" (= nuestra glorificación). Por tanto, los que son celebrados hoy, en primer lugar, son los "hijos de Dios" en este mundo.

A eso se une la visión anticipada del autor del Apocalipsis sobre la plenitud de los que adhirieron a Cristo, de los que si­guieron al cordero {laU). Son los elegidos de Israel (el autor es judío-cristiano), en número perfecto(12 x 12.000); pero también un número innumerable de todas las naciones (universalismo). (Y aún así hay creyentes que piensan que en el cielo solo hay 144.000 lugares...).

Ahora bien, tanto en el mensaje de las bienaventuranzas cuanto en la visión del Apocalipsis, ocupan un lugar especial los mártires, los que son perseguidos por causa del evangelio, los que lavaron sus vestidos en la sangre del cordero y vienen de la gran tribulación. Testimoniar a Cristo con su sangre es la señal más segura de la santidad. Pero, con o sin sangre, todos deberán hacer de su vida una pertenencia a Cristo, para que puedan ser llamados "santos", es decir, consagrados a Dios.

Las oraciones insisten mucho en la intercesión de los santos. Es un aspecto de este día, que toca mucho la sensibilidad popu­lar. Aquí es necesario hacer un delicado trabajo de inter­pretación. Confiar en alguien como intercesor, supone sentirse solidario (familiar) con él. ¿Vivimos realmente como familiares de estos intercesores? ¿Cabremos en su compañía?

1. cf BONNARD, P. Os salmos dos pobres de Deus. San Pablo: Ed. Paulinas; GELIN, A. Os pobres que Deus ama, San Pablo: Herder; DUPONT, J. et Alii. A pobreza evangélica San Pablo: Ed. Paulinas.

177 12. Espíritu y mensaje de la liturgia dominical año C

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2 de noviembre

DÍA DE LOS DIFUNTOS (Otras opciones para las lecturas, ver leccionario)

CtEnt: (I Ts 4, 14; ICo 15. 22) Resurrección de todos en Cristo. Orín: Fe en la resurrección de Cristo y esperanza en la resurrección de los hermanos. laLt: (Sb 3, 1-9) Las almas de los justos están en las manos de Dios - A los ojos del

mundo, quien pasa su tiempo haciendo justicia, parece perder su tiempo, pues "no rinde". A los ojos de los que no reflexionan, las justos parecen muertos, pues no aprovechan para la vida... Pero el sabio del AT sabe muy bien que no es así. Sabe, confusamente, que hacer la justicia de Dios es algo que per­manece válido más allá del límite de la vida física. - cf Dn 12. 2-3.

CtMed: (Sal 22) Dios, el pastor que nos conduce a las aguas tranquilas. 2aLt: (Rm 6, 3-9) Morir y resucitar con Cristo en el bautismo - cf vigilia pascual -

La resurrección de Cristo demuestra que la muerte ya no tiene dominio; nues­tro bautismo, como adhesión total a Cristo, nos hace partícipes de esta reali­dad, no por el agua derramada, sino por lo que significa: la renovación de nuestra vida, aquí y ahora, y para siempre - el'Col 2, 12: Ga 3, 27.

CtAcl: (Jn II, 25a.26) "Quien cree en mí no morirá para siempre". Ev: (Jn II, 17-27) La resurrección de Lázaro - (cf 59 domingo de cuaresma/A) -

La vida eterna no es la prolongación, más allá del límite, de la vida fisiológica (no tendría sentido, pues tendría que terminar de nuevo - caeríamos en un absurdo ciclo de reencarnaciones). Es la realidad de Dios mismo, la realidad última y definitiva de nuestra vocación. Quien, todavía en su vida física, acoge a Jesús como "dominador" de su vida, acoge esta realidad. La presencia de Jesús en nuestra vida es la vida eterna. La muerte física solo vendrá a confir­mar esta realidad - cf Jn 5, 24; I Jn 3, 14.

OrOf: Vivos y muertos unidos en la gloria de Cristo y en el misterio del amor. Pref: (difuntos I) La vida no termina, sino que se transforma.

CtCom: (Jn 11. 25-26) "Yo soy la resurrección y la vida". OrFin: "... lleguen a la luz y a la paz de tu casa".

La liturgia del día de los difuntos podría llamarse también la liturgia de la esperanza. Pues, como "el último enemigo es la muerte" (1 Co 15, 26), La victoria sobre la muerte es el criterio de la esperanza del cristiano. La muerte, espontáneamente, se considera como un "acabóse". La respuesta cristiana es: "la vida no termina, sino que se transforma" (prefacio). Y esta respuesta se basa en la fe en la resurrección de Jesucristo. Si él resucitó, tampoco para nosotros la muerte es el punto final. Estamos unidos con él en la vida y en la muerte (Jn 11, 25-26); (Ev). El es la resurrección y la vida: unirse a él significa no morir, no dejar de existir delante de Dios, aunque el cuerpo muera y se pudra.

Se trata de una fe, de una manera de traducir el misterio de Dios y de la totalidad de la existencia. Ya en el AT, el autor de Sb observa que las apariencias engañan: las justicia de los justos no es un absurdo delante de la muerte ("¡El no aprovechó nada

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de la vida!"). Por el contrario, es el comienzo del "estar en las manos de Dios", que no tiene fin (laLt). Así también describe Pablo la existencia cristiana como el estar ya unido con Cristo en la resurrección, lo cual está simbolizado por el bautismo (2aU).

Pero el texto de Pablo introduce un importante complemento en la idea de que la existencia del fiel y justo ya es el comienzo de la vida eterna: a Pablo no le gusta nada el espiritualismo exaltado de personas que se consideran "nueva creación" sin muerte existencial a la antigua vida. En el cristianismo primitivo había la tendencia a un concepto "barato" de la vida eterna, un poco al estilo de los gnósticos, que creían que bastaba participar de algún "misterio" para tener la inmortalidad. Pablo insiste mucho en la realidad tanto de la muerte cuanto de la resurrec­ción de Cristo (cf 1 Co 15, 12-19). Y para participar en ellas, es necesario también crucificar con Cristo al hombre viejo.

Por tanto, la certeza de estar en las manos de Dios por la jus­ticia y la fe en Cristo no le quita nada al carácter critico de la muerte corporal: sigue siendo un velo, detrás del cual no penetra nuestra mirada. Inclusive, para el cristiano, la muerte es más "seria" que para quien vive sin preocuparse de nada, porque sig­nifica desde ya la muerte del hombre "natural". No podemos vivir con la perspectiva de ser asumidos por el espíritu de Dios, para resucitar con un "cuerpo no carnal, sino espiritual" (1 Co 15, 44ss), si no nos acostumbramos al espíritu desde ya. El cuer­po espiritual de que habla Pablo es la presencia "a la manera de Dios". Este es nuestro destino. ¿Pero si no nos hacemos aptos para este modo ahora, cómo lo seremos para siempre?

Así, la muerte para el cristiano es la piedra de toque de su vida. Da seriedad a su vida. Valoriza, en la vida, lo que sobrepasa los límites de la materia, que es "solo para esta vida" (1 Co 15, 19). Nos abre para lo que es realmente creativo y supera lo propio natural de la gente. Una pregustación de lo que es "vida neumática", la gente la tiene cuando se supera a sí misma, por ejemplo, negando sus propios intereses en favor de los demás. El verdadero amor supone, necesariamente, un morir a sí mismo. Es una superación del hombre material. Son estas las realidades espirituales que encontrarán superación definitiva e inexorable en la muerte. En la muerte, lo mejor de la gente se

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hace inaccesible a la inestabilidad de esta existencia. La muerte es nuestra confirmación en las manos de Dios: resurrección.

Para dicha existencia, muerta para el hombre viejo, es para la que nos encamina el bautismo, configuración con Cristo. Por tanto, vivimos ya la vida de la resurrección, en cierto sentido. Juan es quien dice esto en términos muy claros (Ev). A Marta que representa el concepto veterotestamentario de la vida eterna —la resurrección después de la muerte, al final de los tiempos Jesús responde que, quien cree en él, ya durante su vida tiene la vida eterna (11, 25-26; cf 5, 24). El fundamento de afirmación tan inconvencional es que Jesús mismo es el don escatológico por excelencia. Quien ve a Jesús, ve a Dios (Jn 14, 9). Quien acepta a Jesús en la fe, no necesita esperar la vida eterna para ver a Dios (pues, en el lenguaje religioso del AT, "ver a Dios" era la gran esperanza).

Con esto, estamos lejos de los tradicionales temas relativos a los difuntos. De hecho, la celebración de los muertos es la ce­lebración de nuestra esperanza y de la comunidad de los santos, de la "comunión de los santos", igual que la fiesta del l9 de noviembre. La liturgia no dice nada de las penas del purgatorio y cosas semejantes, que tradicionalmente están en el centro de la atención en este día. Será bueno cambiar el acento de esta con­memoración, dejándonos enseñar de la nueva liturgia. Será bueno asimilar la espiritualidad de esta liturgia, para tener una visión más cristiana de la muerte, el paso definitivo que conduce a la vida verdadera. También da oportunidad para reflexionar sobre el tabú de la muerte en el ambiente neopagano de la sociedad urbano-industrial.

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8 de diciembre

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

CtEnt: (Is 61, 10) Júbilo en Dios, que adorna a su novia. Orín: Una digna habitación para el hijo de Dios. laLt: (Gn 3. 9-15.20) El proto-evangelio: la victoria sobre la serpiente - Dios

quiere ofrecer al hombre su amistad, pero el hombre prefiere estar lleno de su autosuficiencia: la historia del pecado de Adán. Pero, al mismo tiempo que toma conciencia de su desgracia, aparece la promesa de que él pisoteará la cabeza de la serpiente seductora como señal de la restauración de la amistad con Dios (3, l5)-cfRm5. 12-20; Os 4, 1-3; 1 Jn 3, 8; Rm 8, 15-25; Ap 12.

CtMed: (sal 97, 1.2-3ab.3c-4) Dios hizo maravillas. 2aLt: (Ef 1. 3-6.11-12) El plan de Dios para con los hombres, destinados a ser

inmaculados -El comienzo de Ef resume todo el obrar de Dios en la palabra "bendición". Siempre es Dios; su amor para con nosotros, también, desde la eternidad. Y Dios es, al mismo tiempo, nuestra meta. Pero no la podemos alcanzar con nuestras propias fuerzas. Ahí interviene la gracia de Dios dán­donos a Cristo como salvador y cabeza; por él también es perdonado nuestro pecado (I, 7); en él tenemos esperanza: Dios nos adoptó como sus hijos. - 1, 3-4 cf Ef 2.6-7: Jn 15, 16; 17, 24; Ef 5, 27 - l,5-6cf Jn I, l2;Rm8, 29- 1, 11-12 cf Col 1, 12.

CtAcl: (Le 1, 28) El ave María. Ev: (Le 1. 26-38) Anunciación: "Hallaste gracia delante de Dios" - María con­

cluye y supera toda la serie de elegidos de Dios (Abrahán, David, etc.). Ella es la plenitud de Jerusalén, en quien se hace pleno el amor de predilección de Dios (cf So 3, 14-16; Za 9, 9). El mensaje a María, respecto de Jesús, supera al de Zacarías, respecto de Juan (Le 1, 31-33, cf 1, 15-17). Jesús es hijo de la Virgen, pero también regalo de Dios a la humanidad (1, 35). Diferentemente de Zacarías (cf 1, 18), María responde, con la palabra al mismo tiempo senci­lla y grandiosa: "Hágase en mí según tu palabra" - cf Is 7, 14; Mt 1, 21-23; Is 9, 5-6; Dn 7, 14; Ex 40, 34-35.

OrOf: Preservada de toda culpa. Pref: (propio) "Primera de la Iglesia, esposa de Cristo sin mancha ni arruga".

CtCom: La gloria de María. OrFin: Curación del mal original.

La presente fiesta celebra la fe de la Iglesia, de que María no conoció el pecado original, para que fuese digna madre del hijo de Dios. Pero esta intuición no es solo mariológica, sino también eclesiológica y escatológica, en el sentido de que María anticipa así el estado de inocencia al que todos somos llamados (2aLt) y es la primicia de la Iglesia, que también es llamada "esposa sin mancha ni arruga" del esposo escatológico, — aunque sus miembros, en la actualidad terrestre, no sean así.

María es, por tanto, la única excepción de la participación universal del pecado, que reina desde el pecado de Adán, el "pecado del hombre" (pecado original). En ella y en su descen­dencia, la Iglesia vio la plenitud de lo que está prefigurado en

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Gn 3, 9-15 {laLt): la mujer y su descendencia, pisando con los pies la cabeza de la serpiente, encarnación de la tentación pecaminosa. Así, María es la nueva Eva, según la exégesis alegórica de los santos padres: "Ave, Eva".

Pero lo importante es interpretar el dogma de la inmaculada concepción como una realidad teológica y soteriológica. "Hallaste gracia delante de Dios" (Ev). Dios fue quien quiso a María sin pecado. Así como nuestra participación en el pecado de la humanidad no es algo que queremos, propiamente, así tam­bién la libertad de María en relación al pecado no es obra suya sino de Dios, Aunque "ex praevistis meritis". O, en otras pa­labras, en la indescriptible variedad de situaciones humanas, se realizó también —así creemos— la realidad de una existencia no manchada con la solidaridad pecaminosa del pecado original, situación realizada por Dios y vivida por María como vocación específica de dar al mundo el hijo de Dios. La gracia que María recibió es, al mismo tiempo, su misión. Y conocemos la respues­ta de María: "He aquí la esclava del Señor" (Ev). Se hace así ínti­mamente solidaria con quien será el siervo por excelencia.

El misterio de la inmaculada concepción es el misterio de la perfecta pertenencia a la santidad de Dios, que también es el núcleo de la santidad de la Iglesia y el futuro al que todos somos llamados. En María, este futuro ya es pasado. Por eso, el prefa­cio de hoy la llama "primicia de la Iglesia".

Observemos también que nadie se puede dejar confundir por el mensaje principal del evangelio de hoy, que no es la inmacu­lada concepción de María —que no está afirmada tal cual en la Biblia, sino que es una intuición de la fe de la Iglesia— sino la vocación de María para ser la madre del hijo de Dios, por la fuerza del Espíritu Santo. Hay personas que, inconscientemente, relacionan inmaculada concepción con maternidad virginal. Son dos cosas muy distintas, y la confusión viene de un sentimiento (inconsciente) de culpabilidad del acto procreador humano. Estas personas ponen en la misma línea a María que permanece virgen en la concepción de Jesús, y ella misma es concebida sin pecado, como si la concepción no-virginal fuese pecado. Será útil aclarar al pueblo que la concepción de María no fue vir­ginal; solamente la de su hijo. De todos modos, dicha confusión y el complejo de culpabilidad en relación con el acto procreador

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son completamente contrarios a la sana doctrina. Alguien obser­varía, tal vez, que entonces el evangelio de hoy fue mal escogi­do. Fue escogido por las frases que ya destacamos al principio en el comentario.

Los cantos insisten el misterioso júbilo (CtEnt) y en la obra de gracia y gratuita de Dios (CtMed). Este último tema también merece una atención especial. Una de las razones por las que muchas personas se sienten constreñidas ante el dogma de la inmaculada concepción es el hecho de que María se convierte en una excepción. Ahora bien, sucede que unos no soportan que otra persona sea mejor, más inocente que ellos. Todos nosotros caemos fácilmente en el peligro de esa envidia mezquina. No aceptamos que Dios haga excepciones, ni siquiera en bien de todos. No aceptamos que Dios salga, de la regla, que haga algo realmente gratuito, que no tenía que ser así, según la regla, ge­neral. Y, sin embargo, Dios se manifiesta precisamente en la gracia. Aceptar que María desde el comienzo, fue mejor que nosotros, nos ayuda tal vez a aceptar también que otras personas puedan ser mejores que nosotros mismos.

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Page 93: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

ÍNDICE

Visión global del año "C"

1. CICLO NAVIDEÑO

2. CICLO PASCUAL

3. TIEMPO ORDINARIO

3.1 — Los evangelios (Le)

3.2 — Las lecturas del AT

3.3 — Las cartas de los apóstoles

SINOPSIS LITÚRGICO - CATEQUETICA

DEL AÑO "C"

ler domingo de adviento

CAMINAR AL ENCUENTRO DEL SEÑOR QUE VIENE

2- domingo de adviento

PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR

3er domingo de adviento

ALEGRÍA POR LA PROXIMIDAD DE DIOS

Page 94: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

49 domingo de adviento

LA IRRUPCIÓN DEL MISTERIO DE DIOS EN NUESTRA VIDA 37

Tiempo de navidad (desde la vigilia de navidad hasta el bautismo de nuestro Señor)

ver Año "A"

Miércoles de ceniza

ver Año "A" 40

ler domingo de cuaresma

JESÚS RESISTE A LA TENTACIÓN 40

2- domingo de cuaresma

JESÚS TRANSFIGURADO: PERSPECTIVA DE LA VICTORIA 42

3er domingo de cuaresma

DIOS ES FUEGO, PERO TIENE PACIENCIA 45

49 domingo de cuaresma

LA ALEGRÍA DE LA RECONCILIACIÓN Y RENOVACIÓN 47

5fi domingo de cuaresma

DIOS ALEJA DE SI EL PECADO DEL PASADO 50

Semana santa y pascua (desde el domingo de ramos hasta el día de pascua)

ver Año "A" 53

2- domingo de pascua

PASCUA: NUEVA CREACIÓN 53

3er domingo de pascua

EL CORDERO Y EL REBAÑO

4fi domingo de pascua

LA VIDA DEL BUEN PASTOR

59 domingo de pascua

EL NUEVO MANDAMIENTO Y LA NUEVA CREACIÓN

69 domingo de pascua

VIVIR EN LA PRESENCIA DE CRISTO Y DE DIOS

Ascensión del Señor

ver Año "A"

79 domingo de pascua

UNION CON CRISTO Y EL PADRE, UNIDAD ENTRE NOSOTROS

Pentecostés (vigilia y día)

ver Año "A"

Fiesta de la Santísima Trinidad

LA SABIDURÍA DE DIOS Y SU AMOR EN CRISTO

Fiesta del santísimo sacramento del cuerpo y sangre del Señor

EL DON DE CRISTO A SU COMUNIDAD

Fiesta del sagrado corazón de Jesús

EL TIERNO Y GRATUITO AMOR DE DIOS POR NOSOTROS

Page 95: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

2a domingo del tiempo ordinario

EL PRIMER SIGNO DE JESÚS: LAS BODAS MESIANICAS 77

3er domingo del tiempo ordinario

PREDICACIÓN INAUGURAL DE JESÚS 79

49 domingo del tiempo ordinario

JESÚS RECHAZADO EN SU PROPIA TIERRA 82

59 domingo del tiempo ordinario

VOCACIÓN: PESCADORES DE HOMBRES 85

6e domingo del tiempo ordinario

"FELICES VOSOTROS, LOS POBRES" 88

7a domingo del tiempo ordinario

IMITAR L A MISERICOR DI A DE DIOS 91

8a domingo del tiempo ordinario

EL ÁRBOL Y SUS FRUTOS 93

9e domingo del tiempo ordinario

LA FE DEL PAGANO Y LA CURACIÓN DE SU HIJO 96

10a domingo del tiempo ordinario

LA CONFIANZA DE LA VIUDA Y LA RESURRECCIÓN DE SU HIJO 98

1 lfi domingo del tiempo ordinario

EL AMOR DE LA PECADORA Y EL PERDÓN DE SU PECADO 101

12a domingo del tiempo ordinario RECONOCER Y SEGUIR AL MESÍAS SUFRIENTE

139 domingo del tiempo ordinario

EXIGENCIAS PARA SEGUIR A JESÚS

14a domingo del tiempo ordinario

MISIÓN DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS

15a domingo del tiempo ordinario

EL MANDAMIENTO QUE CONDUCE A LA VIDA ETERNA

162 domingo del tiempo ordinario

LO ÚNICO NECESARIO

17a domingo del tiempo ordinario

LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO

18a domingo del tiempo ordinario

SER RICO PARA DIOS

19a domingo del tiempo ordinario

LA VIGILANCIA ESCATOLOGICA

20a domingo del tiempo ordinario

OPCIÓN POR CRISTO O CONTRA CRISTO

21a domingo del tiempo ordinario

VOCACIÓN UNIVERSAL A LA SALVACIÓN

22a domingo del tiempo ordinario

MODESTIA Y GRATUIDAD

23a domingo del tiempo ordinario

PONDERAR EL COSTO DEL REINO

24a domingo del tiempo ordinario

DIOS BUSCA LA RECONCILIACIÓN

25a domingo del tiempo ordinario EL BUEN USO DE LAS RIQUEZAS: DESAPEGO

Page 96: Konings, Johan - Espiritu y Mensaje de La Liturgia Dominical (Ciclo c)

269 domingo del tiempo ordinario

LA RIQUEZA ENDURECE AL HOMBRE: AVARICIA 141

21° domingo del tiempo ordinario

LA SOBERANÍA DE DIOS Y NUESTRA FE 143

282 domingo del tiempo ordinario

LA GRACIA DE DIOS Y NUESTRO AGRADECIMIENTO 146

299 domingo del tiempo ordinario

ORACIÓN PERMANENTE Y FE CONSTANTE 148

309 domingo del tiempo ordinario

DIOS JUSTIFICA A LOS HUMILDES Y PECADORES 151

319 domingo del tiempo ordinario

EL AMOR DE DIOS Y LA GRATITUD DEL PECADOR 153

329 domingo del tiempo ordinario

LA ESPERANZA DE LA VIDA ETERNA 156

339 domingo del tiempo ordinario

LA PERSPECTIVA FINAL 159

Fiesta de Jesucristo, rey del universo

REINO DE LA CRUZ,

REINO DE LA FE 161

Principales fiestas de los santos

2 de febrero

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR 164

19 de marzo

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA 166

24 de junio

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA 169

29 de junio

SAN PEDRO Y SAN PABLO 171

15 de agosto

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA 173

l9 de noviembre

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS 175

2 de noviembre

DÍA DE LOS DIFUNTOS 178

8 de diciembre

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA 181