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1 Dimensión corpórea: 1.1 Teorías Evolucionista y Creacionista. 1.2 El cuerpo como: Expresión, Presencia, Lenguaje, Instrumentalizad y Finitud 2. Dimensión Psicológica: 2.1 El conocimiento 2.2 La subjetividad Humana 2.3 Instinto, Pasión y razón 2.4 Libertad- Acción 3 Dimensión Intersubjetiva y Socio Cultura 3.1 Histórico 3.2 Solitariedad 3.3 Hombre- Mundo

Humanismo cristiano

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1 Dimensión corpórea:

1.1 Teorías Evolucionista y Creacionista.

1.2 El cuerpo como: Expresión, Presencia, Lenguaje, Instrumentalizad y Finitud

2. Dimensión Psicológica:

2.1 El conocimiento

2.2 La subjetividad Humana

2.3 Instinto, Pasión y razón

2.4 Libertad- Acción

3 Dimensión Intersubjetiva y Socio Cultura

3.1 Histórico

3.2 Solitariedad

3.3 Hombre- Mundo

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Introducción

A continuación se habla sobre humanismo cristiano el cual es una filosofía política que defiende una plena realización del hombre y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos. Entre sus principales exponentes se encuentra Jacques Maritain. Efectivamente, la visión cultural —o filosofía política de inspiración cristiana— que Maritain desarrolló con extraordinaria precisión y profundidad en varias de sus obras, particularmente en Humanismo Integral y en El Hombre y el Estado, que son el fundamento principal de lo que hoy llamamos 'Humanismo Cristiano', el que, a su vez, es una de las bases primarias del desarrollo mundial del movimiento político demócrata cristiano, iniciado en Europa y en América Latina en la primera mitad del siglo XX.

Cabe destacar aquí la importancia de dos conceptos fundamentales en dicha visión cultural: 'filosofía política' y 'humanismo integral', porque sobre ellos descansa, en el orden filosófico, el Humanismo Cristiano contemporáneo.

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Dimensión Corpórea:

Teoría Creacionista:

Se denomina creacionismo a la creencia, inspirada en dogmas religiosos, que dicta que la Tierra y cada ser vivo que existe actualmente proviene de un acto de creación por un ser divino, habiendo sido creados ellos de acuerdo con un propósito divino.1 Por extensión a esa definición, el adjetivo «creacionista» se ha empezado a aplicar a cualquier opinión o doctrina filosófica o religiosa que defienda una explicación del origen del mundo basada en uno o más actos de creación por un Dios personal, como lo hacen, por ejemplo, las religiones del Libro. Por ello, igualmente se denomina creacionismo a los movimientos pseudo-cientificos y religiosos que militan en contra del hecho evolutivo.2

El creacionismo se destaca principalmente por los "movimientos antievolucionistas", tales como el diseño inteligente, cuyo principal objetivo es obstaculizar o impedir la enseñanza de la evolución biológica en las escuelas y universidades. Según estos movimientos creacionistas, los contenidos educativos sobre biología evolutiva han de sustituirse, o al menos contrarrestarse, con sus creencias y mitos religiosos o con la creación de los seres vivos por parte de un ser inteligente. En contraste con esta posición, la comunidad científica sostiene la conveniencia de diferenciar entre lo natural y lo sobrenatural, de forma que no se obstaculice el desarrollo de aquellos elementos que hacen al bienestar de los seres humanos.3

Las cosmogonías y mitos de caracter creacionista han estado y permanecen presentes en muy distintos sistemas de creencias, tanto monoteístas, como politeístas o animistas. El movimiento creacionista políticamente más activo y conocido es de origen cristiano protestante y está implantado, principalmente, en los Estados Unidos.

Teoría Evolucionista:

La evolución biológica es el proceso continuo de transformación de las especies a través de cambios producidos en sucesivas generaciones, y que se ve reflejado en el cambio de las frecuencias alélicas de una población.

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Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución por selección natural

Generalmente se denomina evolución a cualquier proceso de cambio en el tiempo. En el contexto de las Ciencias de la vida, la evolución es un cambio en el perfil genético de una población de individuos, que puede llevar a la aparición de nuevas especies, a la adaptación a distintos ambientes o a la aparición de novedades evolutivas.

A menudo existe cierta confusión entre hecho evolutivo y teoría de la evolución. Se denomina hecho evolutivo al hecho científico de que los seres vivos están emparentados entre sí y han ido transformándose a lo largo del tiempo. La teoría de la evolución es el modelo científico que describe la transformación evolutiva y explica sus causas.

Charles Darwin y Alfred Russel Wallace propusieron la selección natural como principal mecanismo de la evolución. Actualmente, la teoría de la evolución combina las propuestas de Darwin y Wallace con las leyes de Mendel y otros avances genéticos posteriores; por eso es llamada Síntesis Moderna o Teoría Sintética. En el seno de esta teoría, la evolución se define como un cambio en la frecuencia de los alelos en una población a lo largo de las generaciones. Este cambio puede ser causado por una cantidad de mecanismos diferentes: selección natural, deriva genética, mutación, migración (flujo genético). La Teoría Sintética recibe una aceptación general en la comunidad científica, aunque también ciertas críticas. Ha sido enriquecida desde su formulación, en torno a 1940, por avances en otras disciplinas relacionadas, como la biología molecular, la genética del desarrollo o la paleontología.

El Lamarckismo, la suposición de que el fenotipo de un organismo puede dirigir de alguna forma el cambio del genotipo en sus descendientes, es una posición teórica ya indefendible, en la medida en que es positivamente incompatible con lo que sabemos sobre la herencia; y también porque todos los intentos por hallar pruebas de observación o experimentales, han fracasado.

El creacionismo, la posición de que en un grado u otro, los seres vivos tienen un autor personal consciente (léase Dios), es una posición religiosa o filosófica que no puede probarse científicamente, y no es por tanto una teoría científica. No obstante, en el marco de la cultura popular protestante y anglosajona, algunos se esfuerzan por presentarlo como tal; pero la comunidad científica en su conjunto considera tales intentos como una forma de propaganda religiosa.

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El cuerpo del ser humano se manifiesta en general, ejerciendo una serie de operaciones, para lo cual sigue un proceso que se puede llamar dual, en el que una parte o miembro de la dualidad es superior a la otra supeditándola y generando una dualidad superior, etc.

Este proceso en que lo inferior se supedita a otro miembro dual que es superior, sugiere su apertura a un crecimiento o desarrollo cada vez de mayor nivel, ya que desde el nivel orgánico las operaciones se dirigen siempre hacia algo superior, hacia funciones mucho más complejas, etc. Se podría hacer un recorrido de las diversas dualidades, incluidas las orgánicas, pero sería muy largo, sólo nos detendremos en algunos aspectos de esa sistematicidad humana.

Empezaremos por fijarnos en una primera realidad humana que es el bipedismo. El ser humano se sostiene en dos pies, es bípedo. A veces se le ha llamado el “bípedo implume”, es decir, que se semeja a los pájaros que se sostienen sobre dos patas. Pero, como hemos señalado, el ser humano tiene un cuerpo que no está cubierto de plumas, es un cuerpo “inacabado” porque su “terminación” está encomendada al espíritu humano.

Por eso el vestido es objeto de un arte humano que es importante, ya que ahí se da un “reflejo”, una manifestación, una “prolongación” de la interioridad, de lo que cada uno es, de su poca o mucha conciencia de la propia dignidad humana, de los criterios o convicciones que tenga y en definitiva de su libertad.

El cuerpo humano al otorgar una base a la existencia humana, no se cierra en sí mismo ni siquiera en el nivel de las funciones orgánicas, sino que al estar “inacabado” invoca otros niveles y operaciones más altas, es decir la conducción, la dirección, consciente y libre del hombre.

El cuerpo humano no se agota en sí mismo, sino que se “abre” a manifestaciones superiores del espíritu humano, su fin no es él mismo, sino que está proyectado a finalidades más altas, superiores a las corpóreas. De ahí que como hemos señalado el cuerpo humano sea sistémico, sus partes están en relación a otras de tal manera que se constituye un sinnúmero de operaciones, en las cuales las más básicas están en función de otras de mayor alcance, es decir superiores.

Así por ejemplo, el bipedismo humano hace posible que el hombre al no ser cuadrúpedo, tenga una postura erguida, su columna vertebral no está dispuesta horizontalmente (como los cuadrúpedos), sino verticalmente para hacer posible algo importante como es la postura de la cabeza humana.

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A su vez, la cabeza humana al asentarse sobre la columna vertical da las condiciones necesarias para que se dé una determinada postura de la cabeza que posibilita el que el hombre posea un rostro, de lo contrario la cabeza le “colgaría” y el “rostro” se escondería.

Por su parte, el rostro humano hace posible una cavidad bucal que permite una postura de la lengua que es indispensable para ejercer una actividad superior como es la del lenguaje humano. La lengua de un animal, por ejemplo la de una vaca, está terminada, no está disponible para articular voces, a lo mucho puede emitir mugidos, pero no palabras.

La palabra humana está cargada de significado gracias a que el ser humano puede vehicular a través de ella la verdad de su pensamiento, ese don inestimable de su capacidad de entender, de pensar, y también la voluntad de comunicarse con sus semejantes. Pero además, el ser humano se sostiene en dos pies para dejar libre las extremidades superiores, las cuales al quedar libres son indeterminadas para que puedan dar paso a una actividad superior que es la técnica humana.

La mano es el “el instrumento de los instrumentos” como decía Aristóteles. Al quedar liberadas las extremidades superiores y siendo las manos “inacabadas”, puede establecerse la relación mano-cerebro lo que da lugar a la técnica humana. Hay quienes dicen rechazar la técnica, pero intrínsecamente esto no es posible, porque es inherente al ser humano.

Desde que el primer hombre surgió en la tierra tuvo que valerse de sus manos para hacer lanzas y poder cazar, para hacer sus vestidos de la piel de los animales, para hacer fuego y cocer sus alimentos, para construir sus herramientas, etc.

A su vez, la relación mano-cerebro se potencia enormemente gracias al lenguaje, ya que la enseñanza y el aprendizaje técnico se aumenta por medio de la palabra de quien racionalmente va dirigiendo el cómo usar las manos y las diferentes extremidades corpóreas.

De esta manera el ser humano aprende a tomar objetos con los que hace más cosas; aprende a tomar una herramienta para conseguir una utilidad, aprende a caminar, que es una de las técnicas más elementales, aprende a tomar una cuchara y llevársela a la boca, aprende a comer, a vestirse, etc.

Todo ese proceso de instrumentalización del cuerpo es gracias al espíritu humano. Sólo el ser humano puede relacionar medios con fines. El animal no sabe lo

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que es un medio, no lo reconoce como tal a pesar de que “use” los medios, no sabe lo que significa medio o mediación, la relación de medio a fin la hace instintivamente; en cambio el ser humano sí reconoce la índole medial de las cosas.

De ahí que el ser humano pueda progresar en el uso de los medios. Como se sabe la clave de ese proceso consiste en convertir los fines alcanzados en medios para alcanzar fines superiores, ésa es la índole de la sistematicidad humana tanto a nivel individual como social.

Por eso, las abejas siempre hacen la miel de la misma manera, porque esos procesos al ser instintivos no crecen, están determinados, es decir que no están encargados a la inteligencia y a la libertad de los sujetos. En cambio, en el ser humano el progreso técnico se ha disparado con gran intensidad, tanto que ahora el problema es que en el camino por conseguir medios cada vez más potentes, se nos están perdiendo de vista los fines definitivos.

Las actividades que realizamos con las manos, desde el hecho de cocinar o preparar unos alimentos, de confeccionar unos vestidos, como de levantar una casa, hasta las manufacturas y las técnicas más sofisticadas que tenemos actualmente, todo ello es posible gracias a las manos, que pueden coger un bisturí como armar los bites de una computadora.

El ser humano no come como las bestias que, dejándose llevar de su instinto, no controlan la acción de comer, sino que se abalanzan sobre los alimentos; el ser humano en cambio procede a cocerla, a prepararla racionalmente, lo que da lugar a unas artes especiales como son la culinaria, la gastronomía y la nutrición.

También la capacidad gestual humana se encuentra en gran parte en las manos, en los brazos, etc., a través de los cuales se vehicula el espíritu. Por ejemplo, cuando al saludar de cerca damos la mano o de lejos la levantamos, eso quiere decir –desde tiempos antiguos– que acogemos al otro en señal de amistad, es como si dijéramos “no tengo ningún arma con la cual herirte o hacerte daño”.

La capacidad gestual humana es inmensa y muy rica, por ejemplo, el inclinarse, el hacer una reverencia o genuflexión que es el modo de saludar a un Ser Superior, el ponerse de rodillas cuando se da culto a Dios manifiesta que nos sometemos con la totalidad de nuestro ser a Él, de ahí que los gestos de adoración sean tan significativos.

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Así pues, ignorar el cuerpo es no valorarlo, es no ver su capacidad de dar paso a “fines superiores”, a nivel personal. Entonces se pasa por alto realidades propiamente humanas, como es la tipología humana que es muy importante cara a la sociedad humana.

Así por ejemplo, el cuerpo humano nace sexuado por lo que da lugar al tipo humano femenino y al tipo humano masculino que parten, aunque no se agotan ahí, de esa maravilla de la sexualidad humana, que está llamada a una finalidad muy alta, a ser un don grandioso, ya que constituye el santuario de la vida humana y que aporta especialmente en el matrimonio y en la familia la dotación topológica peculiar de varón y mujer.

Por otra parte, la tipología también está en los modos de ser de cada uno, lo cual tiene una base corpórea, es lo que se llama temperamento; por ejemplo existen músculos inhibidores y efectores, y en cada persona predominan unos de una manera y otros de otra, inclinándonos –por ejemplo– a ser más “abiertos” o más retraídos.

El grado de actividad también tiene una base corpórea, unos tendemos a la actividad más que a la pasividad y al revés. El grado de sensibilidad, el cómo nos “afecta” la realidad también es tipológica, existen tipos humanos de una gran sensibilidad y otros de menos.

Pero por eso mismo, esa dotación temperamental invoca una tarea y un destino de gran nivel: su apertura al espíritu, que hace que el temperamento sea asumido, modelado y educado gracias a la influencia educativa personal, familiar y social.

Es decir que lo corpóreo reclama una educación del carácter, para hacer de nuestro modo de ser un don para otros, para que esa apertura sea posible y se pueda aportar a los demás miembros de la sociedad con todo lo que somos y tenemos tipológicamente.

En definitiva, en la educación del carácter, se requiere de una guía y conducción de la propia dotación sensible por parte de las facultades superiores: inteligencia y voluntad. Al comienzo esta dirección o guía se da a través de los padres, y paulatinamente nos hacemos dueños de nuestro propio carácter a través de nuestras acciones libres.

Ahí todo influye, por ejemplo, la educación y las experiencias vividas, pero todo eso está encomendado a los criterios que vayamos teniendo y a nuestra libertad, de manera que son nuestras acciones libres las que van forjando nuestra propia personalidad.

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En general, el cuerpo del ser humano, a diferencia de los animales, es un cuerpo transido de espíritu, porque la presencia de sus capacidades intelectual y volitiva, penetra –poco o mucho– el cuerpo humano. El ser humano no es sólo cuerpo, sino también posee la riqueza del espíritu, de sus facultades superiores, de su inteligencia y de su voluntad.

Por eso insistimos en que el cuerpo humano tiene una exigencia inherente y es la de estar penetrado por ese espíritu, de manera que el cuerpo humano es “tenido” según esa realidad espiritual. Es muy diferente la condición en que se encuentra un animal.

Cuando a veces vemos “la cara” de algunos animales, sentimos una ligera conmoción, porque aunque se parezca al humano, aunque por ejemplo tenga dos ojos, aquella no es una mirada ni un rostro propiamente humanos, porque ahí no se manifiesta la índole espiritual que todo ser humano posee. Las típicas fotografías de un niño al lado de su mascota lo representa bien: la mirada del perro es algo estúpida, mientras que la del niño es una mirada chispeante: es la presencia del espíritu.

De ahí que como veremos, muchas de las actividades corpóreas manifiestan de alguna manera la presencia de esas facultades superiores que son espirituales. La causa de una extraordinaria capacidad manifestativa del cuerpo humano es la presencia intensa del espíritu, lo mejor de nosotros “sale” al exterior gracias a nuestra corporalidad.

En realidad, no hay ninguna expresión humana corpórea que no esté transida de nuestra naturaleza y esencia humanas y de la intensificación con la que dominemos el cuerpo depende que esa manifestación sea mayor o menor. La riqueza de esa manifestación puede tener una riqueza extraordinaria.

Por ejemplo, el caminar humano reclama estar dirigido por esas facultades superiores. No da igual caminar de una manera u otra. Existe el arte de caminar. Así por ejemplo, la manera como pisa una mujer, el garbo, es la expresión de su cuerpo que revela ese dominio y esa presencia del espíritu, es el secreto de su elegancia.

Una mujer propiamente no camina igual que un animal, como por ejemplo una yegua, que no mueve sus caderas racionalmente, sino que al no poseer dominio sobre su cuerpo, las “tira” hacia un lado o hacia otro. Es decir que en el animal su cuerpo está fuera de su dominio, simplemente se abandona sin más; no lo puede dirigir porque no tiene facultades directivas superiores, se mueve según su instinto.

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En el saber caminar elegantemente influyen muchas cosas: el dominio del espíritu se manifiesta en el largo del paso –que no es azacanado–, en la armonía con la postura de las demás partes del cuerpo –cintura, columna y cabeza–, todo ello supone CONTROL, una íntima percepción de la medida o mesura. En el ser humano se puede dar un comportamiento elegante: es el esplendor del espíritu, algo así como su perfume.

Dimensión Psicológica:

El Conocimiento es, por una parte, el estado de quien conoce o sabe algo, y por otro lado, los contenidos sabidos o conocidos. P. ej., un conocimiento ampliamente compartido en las sociedades actuales es el hecho de que la Tierra es redonda.

Por extensión, suele llamarse también "conocimiento" a todo lo que un individuo o una sociedad dados considera sabido o conocido. En este sentido, se diría por ejemplo que la existencia de brujas y duendes era consabida (conocida) en la Edad Media, incluso si, desde el punto de vista actual, estas creencias son infundadas y no constituyen propiamente conocimientos.

Sin duda, las ciencias constituyen una de los principales tipos de conocimiento. Las ciencias son el resultado de esfuerzos sistemáticos y metódicos de investigación, en busca de respuestas a problemas bien especificados, y cuya elucidación procura darnos una representación adecuada del mundo. Hay también, no obstante, muchos tipos de conocimiento que, sin ser científicos, no dejan de estar perfectamente adaptados a sus propósitos: el saber hacer como en la artesanía, o el saber nadar, etc.; el conocimiento de la lengua, de las tradiciones, leyendas, costumbres o ideas de una cultura particular; el conocimiento que los individuos tienen de su propia historia (saben su propio nombre, conocen a sus padres, su pasado), o aún los conocimientos comunes a una sociedad dada, incluso a la humanidad (saber para qué sirve una martillo, saber que el agua extingue el fuego).

Los conocimientos se adquieren mediante una pluralidad de procesos cognitivos: percepción, memoria, experiencia (tentativas seguidas de éxito o fracaso), razonamiento, enseñanza-aprendizaje, testimonio de terceros. Estos procesos son objeto de estudio de la ciencia cognitiva. Por su parte, la observación controlada, la experimentación, la modelización, la crítica de fuentes (en Historia), las encuestas, y otros procedimientos que son específicamente empleados por las ciencias, pueden considerarse como un refinamiento o una aplicación sistemática de los anteriores. Estos son objeto de estudio de la epistemología.

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La importancia que atribuye al conocimiento distingue a la humanidad de las otras especies animales. Todas las sociedades humanas adquieren, preservan y transmiten una cantidad sustancial de saberes, notablemente, a través del lenguaje. Con el surgimiento de las civilizaciones, la acumulación y la difusión de conocimientos se multiplica por medio de la escritura. A través de la historia, la humanidad ha desarrollado una variedad de técnicas destinadas a preservar, transmitir y elaborar los conocimientos, tales como la escuela, las enciclopedias, la prensa escrita, las computadoras u ordenadores.

Esta importancia va de la mano con una interrogación sobre el valor del conocimiento. Numerosas sociedades y movimientos religiosos, políticos o filosóficos han considerado que el acrecentamiento del saber, o su difusión, no resultaban convenientes y debían limitarse. A la inversa, otros grupos y sociedades han creado instituciones tendentes a asegurar su preservación, su desarrollo y su difusión. Así mismo, se debate cuáles son los valores respectivos de diferentes dominios y clases de conocimientos.

En las sociedades contemporáneas, la difusión o al contrario, la retención de los conocimientos, tiene un importante papel político y económico, incluso militar; lo mismo ocurre con la ropagación de seudo-conocimientos (o desinformación). Todo ello contribuye a hacer del conocimiento una fuente de poder. Este papel explica en buena parte la difusión de la propaganda y las seudo-ciencias, que son tentativas por presentar como conocimientos, cosas que no lo son. Esto le confiere una importancia particular a las fuentes de supuestos conocimientos, como los medios masivos y sus vehículos, tales como internet

La subjetividad no es nuevo en las ciencias sociales, sin embargo su desarrollo en la investigación y la producción teórica de las ciencias sociales particulares, exige un referente epistemológico totalmente diferente al de la perspectiva positivista que ha resultado dominante en estas. Dentro de la psicología, incluso las escuelas que se han desarrollado desde una tradición dinámica, que han enfatizado la naturaleza motivada del sujeto psicológico, el concepto de subjetividad no ha sido asumido de forma consecuente, entre otras cosas, porque la representación de ciencia dominante en ella no ha permitido trabajar con esta macro categoría compleja.

Es interesante que la perspectiva que más se acerca al tema de la subjetividad en psicología, haya sido la que se desarrolló a partir del marxismo, cuyo núcleo dialéctico permitía la comprensión del objeto en términos complejos, a través de la pluridimensionalidad contradictoria de los elementos constituyentes del objeto de

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estudio. También fueron importantes antecedentes en el desarrollo del tema el psicoanálisis, la psicología humanista, y la obra de K. Lewin.

Sin embargo, la consideración del tema de la subjetividad dentro de las ciencias sociales no ha sido exclusiva de la psicología, expresándose en sociología, básicamente en la obra de Weber y sus continuadores, así como en el interaccionismo simbólico de Blumer. Weber ya había escrito (1964): " Cabe entenderse por sociología: una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social, para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. Por acción social debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o las sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo." A través del concepto de acción social Weber intenta integrar la soclal y lo individual, la cual aparece a vislumbrarse solo desde la comprensión del sentido subjetivo de esta integración.

En el mismo sentido que Weber enfatizando la integración de lo soclal y lo individual dentro de la constitución de la subjetividad humana, N. Ellas expresa (1993): "En lugar de la imagen del ser humano como una "personalidad cenada" (...) aparece la imagen del ser humano como una "personalidad avíela" que, en sus relaciones con las otros seres humanos, posse un grado mayor o menor de autonomía relativa, pero nunca tiene una autonomía total y absoluta, y que, de hecho, desde el principio hasta el final de su vida, se remite y se orienta a otros seres humanos y depende de ellos"( pag 44). Ellas retoma el término personalidad y lo ubica dentro del infinito proceso soclal donde ella existe con una autonomía relativa, proceso donde permanentemente se reconstituye y desarrolla como momento de la acción del sujeto psicológico concreto en que aparece constituida.

El instinto en los humanos

Concepciones sostenidas tanto desde la Biología como desde las ciencias ociales(Antropología, Psicología, Sociología), han procurado demostrar que el ser humano carece de estas pautas complejas, aunque sí trae consigo otros tipos de mecanismos más simples como el reflejo. El psiquismo humano surgiría entonces como una forma adaptativa que procura suplir las falencias biológicas incorporando un determinismo que no tiene relación directa con lo biológico, sino que es psíquico, aunque se apoya en aquél.

Desde esta perspectiva, la vida social está entramada con la cultura y las formas de producción y dependencia mutua, y el instinto de supervivencia es nulo dada la prematurez de la cría humana y el hecho de que no se han encontrado conductas con las características dadas más arriba. No habría tampoco un instinto de reproducción,

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porque el ser humano en su conducta sexual no responde a dichos caracteres: la falta de un objeto fijo y determinado y la imposibilidad de cancelación de la necesidad destierran esa posibilidad.

Por último, formaciones de índole claramente social y cultural que la Antropología ha probado como tales, como es el caso de la religión, hoy en día prácticamente no están en discusión sobre su naturaleza; no dejan sin embargo de existir estudios que mediante las nuevas tecnologías buscan patrones entre funcionamientos cerebrales y determinados comportamientos, y extraen de allí sus conclusiones. Las críticas que se le han realizado, entre otras, abogan que es comprensible que existan patrones (el ser humano es un ser bio- psico- social, no se compone de estratos separados), pero que esos patrones no demuestran causalidad, ni se explican por sí mismos.

Pasión Palabra que deriva del latín y quiere decir sufrimiento. La pasión es una inclinación hacia alguien o algo excesivo y exclusiva.

La razón, en filosofía, es la facultad en virtud de la cual el ser humano puede discurrir.

La libertad es un concepto muy amplio al que se le han dado numerosas interpretaciones por parte de diferentes filosofías y escuelas de pensamiento. Se suele considerar que la palabra libertad designa la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según su inteligencia o voluntad. La libertad es aquella facultad que permite a otras facultades actuar y que está regida por la justicia.

Históricamente, en especial desde las Revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX, la libertad suele estar muy unida a los conceptos de justicia e igualdad.

Este estado define a quien no es esclavo, ni sujeto, ni impedido al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras, lo que permite al hombre decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos. En caso de que no se cumpla esto último se estaría hablando de libertinaje.

La protección de la libertad interpersonal puede ser objeto de una investigación social y política, mientras que el fundamento metafísico de la libertad interior es una cuestión psicológica y filosófica. Ambas formas de la libertad se unen en cada individuo como el interior y exterior de una malla de valores, juntos en una dinámica de compromiso y de lucha por el poder; las sociedades que luchan por el poder en la

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definición de los valores de los individuos y de la persona que lucha por la aceptación social y el respeto en el establecimiento de valores de la propia en el mismo La acción conducta por la que un sujeto intenta, a través de una acción, que cese un estímulo desagradable o agradable.

Dimensión intersubjetiva-socio cultural

Historia

El tiempo humano es histórico, porque entre el acontecer natural, necesario y unívocamente sometido a las leyes físicas, media la libre autorrealización y autodeterminación espiritual de la misma naturaleza humana. De ahí que la historicidad sea una propiedad de lo humano, constitutivamente consecuente de su esencial racionalidad y libertad, en cuanto esencia encarnada en el espacio y el tiempo, es decir, un individuo personal que es el portador en su tiempo histórico de una tal naturaleza. Pero, la persona individual se realiza en el espacio y en el tiempo en coexistencia y sucesión, en cuanto miembro de la humanidad, a través de un grupo social (raza, nación, estado, familia).1 Por lo tanto, lo histórico y lo social guardan una estrecha conexión entre sí y con la naturaleza de la persona humana, más precisamente, con el modo específicamente humano de obrar, de autorrealizarse en el mundo. Y, por esto último, se da una estrecha conexión en la esencia humana entre lo natural y lo histórico, por la mediación de lo social y de la cultura. Si en el despliegue de cada naturaleza encuentra el ente finito el remedio a su finitud y la posibilidad de encontrar un estado de plenitud conforme a esa cuota limitada de ser, aquel despliegue consistirá en un desarrollo histórico en la vida comunitaria. En el discurrir de las ideas sociales se registran tres lecturas ontológicas sobre la historicidad humana de gran influencia en el pensamiento filosófico, que, en todos los casos, consiste en una toma de posición respecto de la incidencia de lo natural y de lo histórico en la vida del individuo y de la sociedad.

Solitariedad

La creciente importancia histórica y metafísica de la individualidad y la resuelta atribución de un carácter cualitativo del principio de individuación traen consigo una creciente curiosidad por lo singular y particular, que se plasma de forma más concreta en el Renacimiento. El hombre es este período llega a ser individuo autónomo y así se reconoce, o así preferimos, de sujeto vinculado pasa a ser sujeto desligado. Pero, paralelamente a este descubrimiento el hombre se debe enfrentar al hecho de su soledad, soledad en un mundo de cosas con el cual él, en tanto sujeto, individuo espiritual autónomo, ha roto los lazos. Atenido a sus propios pensamiento racional, un pensamiento que de la realidad del mundo sólo cree obtener símbolos que le permiten

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manejarla humanamente; recluido cada vez más en su mismidad; en su soberana conciencia, incapaz de llegar a Dios sólo por medio de la razón, el hombre queda metafísicamente solo. Solo ahora, sin mundo y sin Dios- ha escrito Zubiri- el hombre se ve forzado a encontrar el camino hacia el otro. Ya no cabe duda de que el sentimiento primario del hombre moderno consciente de su propia situación es la soledad, tanto metafísica como social, cuyas formas quizás más concretas se patentizan en la formación de nuestras metrópolis. No es azaroso, entonces ver en un escrito como El ser y la nada de J. P. Sastre, la negación o las grandes dificultades con las cuales tropieza el hombre a la hora de entablar relaciones concretas con el prójimo. Para Sartre todas ellas están bajo el signo del conflicto y de la imposibilidad de captación efectiva de la otredad. Sin embargo, el filósofo francés reconoce también que el sujeto humano que él domina “para sí “es un “para sí” “para otro”, es decir, que hasta en la formación de mi propio ser yo necesito del otro, pues el prójimo tiene el secreto de mi ser, sabe quien soy, me juzga constantemente, él es mi espejo.

El hablar en sentido estricto es por tanto característico de un ser incompleto, de un ser inconsciente si no se constituye en relación con otros entes también ellos incompletos y finitos. De esta manera, la comunicación verbal auténtica es siempre más compleja y aleatoria que un simple intercambio de información, como podría darse entre máquinas. Es más, puede decirse que aún en las comunicaciones personales más logradas, queda una dimensión no sólo de vaguedad e imprecisión, sino también de incomprensibilidad en sentido estricto. El ideal de un lenguaje totalmente transparente no es aplicable a los humanos. Y esto, porque las personas que se comunican no sólo ponen algo en común, sino que en cierto sentido, se ponen ellas mismas en común, con sus oscuridades propias. Además, toda comunicación está mediada por una interpretación que el hablante otorga a su propio pensamiento y que el oyente debe realizar des de su punto de vista para que se logre el encuentro efectivo. Por ello, toda interpretación implica un riesgo de distorsión que ha de ser aceptado y superado constantemente.

La soledad del hombre, que se pone de manifiesto incluso en la comunicación, como hemos visto, puede ser positiva o negativa. En el segundo de los casos, cabría designarla con el término “aislamiento” por más que nunca haya existido, ni pueda existir un hombre completamente aislado, según lo que hemos venido diciendo hasta ahora.... El aislamiento es algo que mayor o menor medida todo el mundo experimenta, porque sus relaciones sociales, familiares, afectivas, que siempre existen, nunca son perfectas. El aislamiento, entonces, no supone un corte definitivo de cualquier comunicación con el prójimo, sino, más bien, se derivan de un deterioro progresivo de las relaciones personales. De hecho, puede uno encontrarse en la presencia física de alguien y experimentar una sensación de profunda soledad.

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Por otra parte, en soledades como la del monje de clausura puede subsistir o hasta repotenciarse la relación con el otro. Se trata de una soledad interiorizada que permite una nueva y más aguda sensibilidad y que hasta puede generar una emoción como la alegría.

Hombre-mundo

El hombre de por sí siempre ha estado en búsqueda del sentido de la vida, por lo tanto una de las principales preguntas existenciales que ha acompañado al ser humano desde su formación y en las distintas etapas de su vida individual y nacional han sido las reflexiones respecto la función del hombre en el mundo.

 Respuestas de varios tipos han surgido a lo largo de la historia en las diversas culturas y civilizaciones humanas.

Ha de tenerse en cuenta que la premisa de todas las religiones monoteístas – incluyendo el judaísmo creó al hombre con un objetivo determinado y le adjudicó una función particular. Sólo a través de la realización de dicho objetivo para el cuál fue creado, podrá el hombre concretizar al máximo su potencial humano. Por consiguiente, es un deber - tanto religioso como humano - investigar dicho tema y hacer todos los esfuerzos para realizar fielmente su objetivo en este mundo.

 Debido a que dicho tema es tan fundamental, los pensadores judíos de todas las épocas lo han analizado desde diversos puntos de vista y en distintos contextos.

 El presente estudio no pretende incluir todos los textos relevantes, sino propone enfocar el tema en el texto bíblico del paraíso y algunas de las interpretaciones que éste ha inspirado a lo largo de la historia del pensamiento judío.

 ¿En qué sentido podemos referirnos al relato bíblico del paraíso como uno de los textos fundamentales del estudio de la función del hombre en el mundo? Adán, el primer hombre, representa a la vez la perfección humana y su gran debilidad. Al ser creado se encontraba el hombre en sus facultades máximas y era la representación del ideal humano. Al transgredir algo se transformó en la esencia humana y se le adjudicó una nueva función en el mundo la cual, al fin y al cabo, pretenden permitirle el regreso al Gan Eden.

 ¿Qué representa el paraíso?, ¿cuál era la función original del hombre?, ¿en qué se diferencia ésta de la función humana posterior a la transgresión?, ¿qué papel juega el hombre en el ecosistema universal?

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 Más allá de la veracidad histórica del relato bíblico, este capítulo ha sido una de las fuentes más ricas en la narrativa judía. Este enigmático relato ha estimulado la reflexión respecto a la esencia del hombre y las diversas facetas de su función en el mundo y el contenido que en él se desarrolla ofrece material de gran interés para el hombre moderno, tanto el religioso y como el laico a su vez