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Horkheimer, Hebraismo y Teoría Crítica POR DIEGO SANCHEZ MECA 1. ACTITUD MATERIALISTA Y ACTITUD RELIGIOSA El binomio actitud materialista-conciencia religiosa, además de un tema recurrente entre los representantes de la Escuela de Frankfurt, constituye una clave explicativa excepcional para comprender la coherencia interna de un pen- samiento que, habiendo partido del proyecto marxista de construir una teoría revolucionaria de la sociedad, acaba finalmente rechazando el sentido mismo de la revolución y cuestionando, de manera radical, el socialismo propugnado por Marx. Pues la confrontación crítica entre materialismo y religión no sólo sirve para perfilar una visión crítica determinada de las religiones históricas y de la función social que debería cumplir una auténtica conciencia religiosa, sino que contribuye a su vez, de manera esencial, al establecimiento de las po- siciones concretas que subyacen a la cambiante autoasignación, por parte de la Teoría Crítica, de sus propios objetivos característicos. El propio Horkheimer ha proporcionado explicaciones de la radical modi- ficación de sus puntos de vista, haciendo referencia a determinados cambios en las circunstancias que habrían puesto de manifesto flagrantes errores en el marxismo inicialmente asumido por él : "Marx afirmó que la revolución sería el resultado de las crisis eco- nómicas, cada vez más agudas, unidas a la progresiva miseria de la clase trabajadora en todos los países capitalistas. Esto induciría final- ANALES DE FILOSOFIA. Vol. IV - 1986. Págs. 73 - 96.

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  • Horkheimer, Hebraismo y Teora Crtica

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    DIEGO S A N C H E Z M E C A

    1. ACTITUD MATERIALISTA Y ACTITUD RELIGIOSA

    El binomio actitud materialista-conciencia religiosa, adems de un tema recurrente entre los representantes de la Escuela de Frankfurt, constituye una clave explicativa excepcional para comprender la coherencia interna de un pen- samiento que, habiendo partido del proyecto marxista de construir una teora revolucionaria de la sociedad, acaba finalmente rechazando el sentido mismo de la revolucin y cuestionando, de manera radical, el socialismo propugnado por Marx. Pues la confrontacin crtica entre materialismo y religin no slo sirve para perfilar una visin crtica determinada de las religiones histricas y de la funcin social que debera cumplir una autntica conciencia religiosa, sino que contribuye a su vez, de manera esencial, al establecimiento de las po- siciones concretas que subyacen a la cambiante autoasignacin, por parte de la Teora Crtica, de sus propios objetivos caractersticos.

    El propio Horkheimer ha proporcionado explicaciones de la radical modi- ficacin de sus puntos de vista, haciendo referencia a determinados cambios en las circunstancias que habran puesto de manifesto flagrantes errores en el marxismo inicialmente asumido por l :

    "Marx afirm que la revolucin sera el resultado de las crisis eco- nmicas, cada vez ms agudas, unidas a la progresiva miseria de la clase trabajadora en todos los pases capitalistas. Esto inducira final-

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    mente al proletariado a poner fin a este estado de cosas y crear una sociedad justa. Pero esta teora es falsa, pues a la clase trabajadora le va ahora mucho mejor que en tiempos de Marx" (ST 58) (1).

    La integracin del ~roletariado en la sociedad burguesa, que tiene lugar en nuestras sociedades capitalistas, hace de la revolucin una ilusin abstracta. Por otra parte, la experiencia del estalinismo conduce, tambin a Horkheimer, a posiciones crticas respecto al marxismo :

    "El socialismo, que idealmente es el contenido de la democracia realizada, hace tiempo que en los pases del Diamat se ha pervertido, convirtindose en instrumento de manipulacin" (KT 1 X).

    Pero este tipo de explicaciones externas en base a cambios en las circuns- tancias no son suficientes, pues no aseguran una consistencia necesaria, una lgica interna, subyacente al itinerario recorrido por la Teora Crtica, que ase- gure su estabilidad y, por tanto, su validez. Precisan, Fues, ser completadas con el esclarecimiento de ciertas dificultades internas a la propia Teora de las que Horkheimer toma conciencia, sobre todo, a lo largo de los aos cuarenta. Para la reconstruccin de esta lgica interna, la atencin a la relacin entre materia-

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    lismo y religin resulta de una importancia decisiva, ya que es esta relacin la que da lugar a las diversas formulaciones que, en cada etapa, se hacen de lo que constituye el impulso bsico que orienta el rumbo de la Teora Crtica. Un impulso que, para Horkheimer, aparece individualizado originariamente en la religin.

    En una primera etapa, se tratar de una exigencia, siempre insatisfecha, de justicia total, que, como tal, impide, frente al optimismo racionalista de la teo- ra tradicional, la hipostatizacin idealista de una realizacin absoluta de la racionalidad y la justicia en la historia :

    "En el concepto de Dios se ha conservado histricamente la idea de que existen tambin otros criterios adems de aqullos que la natu-

    (1) Las obras de Horkheimer se citan por las siguientes ediciones y siglas: ST = So- ciedad en transicin: estudios de filosofia social, trad. cast. Pennsula, Barcelona, 1976; KT = Kritische Theorie. Eine Dokumentation, ed. A. Schrnidt, Fischer, Frankfurt a.M., 1968, 2 vols.; ACO = La aovmnza ds lo completamente otro, en A la b h s q ~ d l del sentido, S- gueme, Salamanca, 1976; S = Sociolgica, trad. cast. Taurus, Madrid, 1971; KIV = Zur Kritik der instrumentellen Vernunft, Fischer, Frankfurt a.M., 1967; VW = Verwaltete Welt? Ein Gesprach, Zrich, 1970; DA = Dialektik h r Aufklarung, Fischer, Frankfurt a.M., 1971; FTS = La funcin de la teologia en la sociedad, en A la bsqueda del sentido, ed. cit.

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    raleza y la sociedad expresan en su operar. El reconocimiento de una entidad trascendente trae su mxima fuerza de la insatisfaccin con la suerte terrena. Si la justicia est en Dios, entonces no puede estar, en igual gado, en el mundo (KT 1 374).

    Luego, frustradas ya las esperanzas en una transformacin del estado de cosas hacia un mundo ms justo y racional tras el derrumbamiento del na- zismo, y a la vista de la semejanza entre estalinismo y nazismo - q u e obliga a admitir la o~resin y el totalitarismo, no slo para las formas capitalistas y burguesas de organizacin, sino tambin para la misma racionalidad del so- cialismo marxista-, tan slo esa idea de absoluto, albergada por la tradicin religiosa, quedar como lo nico que puede hacer surgir en el hombre la nos- talgia de un mundo diverso. Una nostalgia y una esperanza que desilusionan constantemente, pero que deben permanecer siempre en el horizonte de las expectativas humanas como nica posibilidad de libertad crtica frente a la implacable uniformidad a que nos somete un mundo completamente burocra- tizado :

    "La Teologa es la esperanza de que, a pesar de esta injusticia que caracteriza al mundo, no pueda suceder que la injusticia sea la ltima palabra" (ACO 106).

    Con razn se ha dicho, pues, que la Teora Crtica est animada por una es~ecie de teologa oculta (2). Sustancialmente, la Teora Crtica ofrece un mensaje, en un lenguaje secularizado, similar al del monotesmo judaico y al de la Teologa negativa. Esto no significa que Horkheimer, por ejemplo, pu- diera ser considerado un pensador religioso. El punto de vista materialista modula aqu el impulso religioso y permite llegar a conclusiones crticas sobre la situacin histrica de la religin desde el propsito de situarse ms all de ella. Si un impulso religioso subyace, en cierto modo, a la Teora Crtica, el punto de vista materialista se mantiene como su matriz fundamental y nunca deja de sealar marcadas distancias entre Teora Crtica y religin:

    "Todos esos deseos de eternidad y de implantar una justicia y una bondad universales son comunes al pensador materialista y al religioso, en contraste con la estupidez de la actitud positivista.. . Pero, a diferen- cia de la conviccin religiosa, que est ms o menos segura de la so-

    (2) El mismo Horkheimer lo dice: "La Teora Crtica encierra, al menos, un pensamien- to que tiende hacia lo teolgico". ACO 116; Cfr. DANI, L., La metodologa negativa. Univ. di Urbino, Urbino, 1976, 106.

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    lucin final, el materialismo est penetrado del sentimiento del aban- dono sin lmites del hombre" (KT 1 372).

    Para que pueda servir de gua a un examen riguroso de la coherencia y del significado unitario de la Teora Crtica, la relacin entre materialismo y religin debe ser, pues, cuidadosamente puntualizada. Tal vez el ejemplo que mejor ilustra esta relacin lo tenemos en la forma en que el punto de vista materialista lleva, al ltimo Horkheimer, a definir finalmente los objetivos de la Teora Crtica a partir de exigencias que traducen, en el interior de una actitud de radicalizacin supra-religiosa, determinados principios de la religin juda. Pues as como la resistencia del judasmo a convertirse en una teodicea positiva no le i m ~ i d e formular preceptos que encaucen la actividad del indi- viduo y fundamenten sus valores morales, as la dialctica negativa, en la que desemboca la ltima Teora Crtica, no podr describir lo que es totalmente otro, pero debe buscar el modo de impedir la implantacin definitiva de un futuro en el que reine la opresin y el sufrimiento.

    En general, la Teora Crtica puede caracterizarse como una forma de pensamiento que considera lo existente desde el punto de vista de su posible transformacin segn el deseo. El deseo representa aquello que permite deter- minar la relacin que vincula Teora Crtica y religin, pues iziientras la Teora Crtica se autocomprende como anlisis de las formaciones y manifestaciones del deseo de cambio social, la religin tiene que ver con el deseo desde el pun- to de vista de la verdad:

    "En la religin se recogen los deseos, las aspiraciones y las de- nuncias de innumerables generaciones" (KT 1 374).

    Especialmente la religin hebrea, en el seno de la cual se educan la mayora te los tericos crticos (Horkheimer, Adorno, Benjamin, Fromm, Lowenthal, etctera), fomenta y mantiene vivo un deseo de lo diverso casi con el mismo nfasis que el que despliega nuestra sociedad contempornea para suprimirlo. La comprobacin de que la permanente aspiracin a la libertad y a la felicidad ha encontrado siempre en la historia una respuesta negativa, hace pensar a Horkheimer que tal aspiracin de la humanidad slo puede ser concebida en la perspectiva de una nostalgia de lo infinito. Pero hay que tener cuidado con esta nostalgia de lo infinito tal como se expresa en las religiones concretas:

    "No ~odemos comprobar la existencia de Dios. El conocimiento consciente del desamparo, de nuestra finitud, no se puede considerar

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    como prueba de la existencia de Dios, sino que tan slo puede pro- ducir la esperanza de que exista un absoluto positivo. Ante el sufri- miento en este mundo y ante la injusticia es, a todas luces, imposible creer en el dogma de la existencia de un Dios todopoderoso e infinito. Dicho claramente: el conocimiento del desamparo del hombre tan slo es posible mediante el pensamiento de Dios, pero no mediante el conocimiento absoluto de l" (ACO 103).

    La nostalgia de un Dios, entendido como esperanza en un futuro menos desesperado, tan slo es un residuo de mentalidad primitiva. La actitud ut- pica, tal y como se determina en las religiones dogmticas, obedece a una 1- gica de poder. Aceptar la injusticia y el sufrimiento sin una esperanza en algo mejor es, ciertamente, monstruoso. Pero, para Horkheimer o Adorno, la fe religiosa no es una solucin, pues la religin, queriendo hacerse comprensible y trasmisible, echa mano de los conceptos del entendimiento que son instru- mentos de cosificacin y de dominio, es decir, objetiva lo absoluto y lo con- vierte en algo manipulable, hacindole ~ e r d e r su carcter de absoluto.-Por ello, la actitud utpica, que la Teora Crtica ver como alternativa, debe situarse ms all de cualquier fe religiosa. Toda religin representa una ilusin creada como consuelo a la angustia y al sufrimiento de este mundo. En ella, para su esperanza en que se realizar la justicia y la libertad perfectas, la desespera- cin de este mundo, que no es ni un dolor esttico ni una conciencia falsa sino que tiene un fundamento real, garantiza, sin ms, la existencia de lo que se sustrae a toda esperanza. La Teora Crtica, sin embargo, frente a la esperanza religiosa, permanece en el sentimiento de un "abandono sin lmites del hom- bre". El pesimismo metafsico forma parte aqu de la actitud materialista que rechaza el falso consuelo religioso, consciente de que, a pesar de los sufrimien- tos histricos que claman justicia, "no existe ninguna lgica en la ley de que un juicio tenga que ser falso cuando su consecuencia es la desesperacin" (KT 1 372). La apertura a lo totalmente otro debe efectuarse, en consecuen- cia, en una lnea de total negatividad.

    La idea de lo totalmente otro (lo absoluto) como desenlace final que re- suelve, de manera triunfante, los males de la humanidad, neutraliza el valor crtico de la nostalgia por lo infinito, haciendo de l la sancin de una racio- nalidad determinada, de un sentido y un valor en la historia. Tanto la fe reli- giosa, como el idealismo hegeliano, alimentando la esperanza en una realiza- cin final de lo infinito, lo reducen a mero instrumento de consuelo en el inte- rior de una lgica del poder. Ms all de esto, la Teora Crtica propone la confrontacin permanente entre cualquier proyecto religioso o terico y la pra- xis histrica concreta, sobre la base de que "quien cree en Dios, por eso mismo

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    no puede creer en l, pues la posibilidad a que se refiere el nombre de la di- vinidad, la retiene slo el que no cree" (3).

    La religin hebrea se caracteriza por dos principios que son fcilmente identificables en el trasfondo de la Teora Crtica: la conviccin de un mal originario irresoluble, inherente a la existencia, y la prohibicin de expresar lo absoluto mediante imgenes, nombres o ideas. Es a travs de una radica- lizacin extrema de estos dos principios como la Teora Crtica intentar situar- se ms all de la religin como tal, ilusoria y dogmtica. Desde esta perspec- tiva, el desenlace de la Teora Crtica, tal como se expresa, por ejemplo, en los ltimos escritos de Horkheimer, no se muestra ya como un simple retroce- so de carcter reaccionario hacia posiciones individualistas y burguesas, como ha sido valorado por la ortodoxia marxista (4). Aparece, ms bien, como la expresin ms depurada de su sentido especfico y razn ltima de su coheren- cia interna, al presentarla como un iluminismo que, mediante la secularizacin y radicalizacin de la aspiracin religiosa, busca la transformacin de una so- ciedad devenida unidimensional y totalmente racionalizada, opresora del indi- viduo y de su libertad.

    2. LA RELIGION COMO EXIGENCIA DE JUSTICIA TOTAL Y LOS OBJETIVOS DE LA PRIMERA TEORIA CRITICA

    Con motivo de los ltimos escritos de Horkheimer, en los que se insiste en la necesidad de conservar la dimensin religiosa de la conciencia como PO- sibilidad de un trabajo autnticamente crtico, se suscit la cuestin de hasta qu punto Horkheimer poda ser considerado un marxista, llegndose a con- clusiones dispares. Hoy, estriles ya las acusaciones de revisionismo hertico lanzadas por parte de la ortodoxia marxista, aparece clara la funcin instru- mental que el marxismo cumple en el pensamiento de Horkheimer, sobre todo en su primera etapa, como fuerza revolucionaria en su lucha contra el nazismo. El materialismo dialctico no fue asumido por Horkheimer en ningn momen- to como concepcin totalizante, sino slo como elemento crtico importante a utilizar. Por eso no tuvo reparos en abandonar algunos de sus principios fun- damentales una vez que vio claramente su ineficacia en este sentido. El mar- xismo iba unido, para l, a la esEeranza de que, mediante la revolucin socia- lista, se plasmaran los postulados de la tradicin racionalista y los logros de la poca liberal en un orden social de mayor libertad y justicia. Los aconte-

    (3) ADORNO, Th. W.. Dialctica negativa, trad. cast. J. M. Ripalda, Taurus, Madrid, 1975 399 - , - , - * 7 . (4) Cfr. TOSEL, A., El desarrollo del marxismo en la Europa occidental desde 1917. His to~ia de la filosofa, vol. 9 , s . XXI, Madrid, 1981. p. 383.

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    cimientos le hicieron pensar ms tarde que esa razn, en la que se basaban las ideas de justicia, felicidad, igualdad y democracia, no era ms que un ins- trumento al servicio de una lgica de dominio (KIV 32). Pero, como antes deca, los cambios circunstanciales no bastan para dar cumplida cuenta, ni del abandono final del marxismo por Horkheimer, ni de su primera aceptacin durante la etapa juvenil. Tanto detrs de esta aceptacin, en la bsqueda de una respuesta a la brutalidad del totalitarismo de derechas, como despus, en la base de su abandono cuando el estalinisirlo hizo uso del poder totalitario de izquierdas, est la fidelidad a una determinada exigencia de justicia total que, en el conjunto del pensamiento horkheimeriano, cumple una funcin esen- cial de cohesin y unidad. Para Horkheimer, esta exigencia de justicia total se expresa en la historia a travs de la religin, sin que -en contra de lo que postula el marxismo- quede, de hecho, totalmente reabsorbida en una praxis revolucionaria consciente que libra al hombre de un alienacin haciendo posi- ble un mundo de justicia plena:

    "Tambin despus del paso de la aspiracin religiosa a la prctica social consciente contina subsistiendo una apariencia que se puede desvirtuar, pero que no se deja eliminar por completo. Es la imagen de la justicia perfecta. En la historia, ella no puede ser completamente realizada, pues si un da una sociedad mejor sustituyese al actual des- orden, la miseria pasada no quedara abolida ni superada la necesidad de la naturaleza circundante" (KT 1 374).

    Esta cita procede del breve, pero importante artculo titulado Gedanke zw Religion, de 1935, en el que el nexo entre posicin materialista y deseo de libe- racin se desarrolla ya de manera abiertamente heterodoxa respecto al marxis- mo, pues se niega rotundamente la inclusin total de la exigencia crtica, in- manente a la conciencia religiosa, en el seno de la lucha prctica revolucionaria por el cambio social, impidindose a sta erigirse en liberacin final absoluta. As, en esta primera etapa, la actitud religiosa, en cuanto pervivencia del sen- timiento o la imagen de una justicia perfecta, cumple en el pensamiento de Horkheimer, la funcin de instancia crtica radical frente al estado de cosas existente, y al mismo tiempo de freno contra el instaurarse de todo totalita- rismo terico y prctico.

    En cierto modo, el pensamiento de Horkheimer sobre la religin no hace aqu ms que enlazar con algunos aspectos de la crtica marxiana que son, sin embargo, reconducidos ms all de ella hasta convertirse en motivos esenciales del abandono del marxismo. Esta discrepancia inicial determina, por otra parte, la fijacin de los objetivos y tareas que, en el momento de configurarse, se

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    propone cumplir la Teora Crtica, dando origen tambin a las dificultades tericas con las que luego habr de enfrentarse y que le obligarn a evolu- cionar en un determinado sentido.

    Como para Marx, tambin para el primer Horkheimer la religin es, al igual que las dems foraciones espirituales de la conciencia, expresin de las relaciones de produccin reinantes en cada sociedad, aunque su verdadera na- turaleza escape a la comprensin espontnea a causa de los lmites del cono- cimiento impuestos por estas mismas relaciones de produccin. El hombre y las relaciones sociales en las que desarrolla su existencia son el principio y el fin de las ideologas religiosas. En conjunto, la contempornea Sociologa de la religin, cuyo objeto es analizar la realidad social de las representaciones re- ligiosas, sus causas y efectos sobre el pensamiento y la accin humana, tiene su punto de partida en esta crtica materialista de la religin (5). La religin es un hecho social que cumple funciones determinadas. Para Marx, en concreto, en el mbito de una sociedad de clases, la religin cumple una funcin ideolgica en beneficio de la clase dominante. Fomentando en el proletariado la concien- cia de realidades incomprensibles, desfigurando la desigualdad y remitiendo a un ms all de la sociedad, la religin impide su rebelin contra la miseria real de este mundo alienado y legitima la injusticia existente. Sin embargo, en cuan- to primera forma de concienciacin y de realizacin imaginaria de la esencia del hombre, la religin representa, tambin Eara Marx, el primer proyecto de un mundo mejor, pues anticipa una utopa por encima de la realidad social fctica. En este sentido, la religin puede cumplir una funcin legitimadora de una lucha revolucionaria de las clases oprimidas, como, de hecho, histrica- mente ha sucedido en la rebelin de los esclavos romanos, y los movimientos de Jan Hus y Thomas Mnzen.

    Es con esta funcin de anticipacin crtico-utpica de la religin, sealada por Marx, con la que enlaza el pensamiento de Horkheimer. En conexin con un anlisis del hombre como conjunto de relaciones sociales, y con la concien- cia de la necesidad de una lucha revolucionaria de cambio social, Horkheimer asume esta concepcin de la religin como conciencia utpica positiva que, en cuanto idea de una perfeccin absoluta, no deja al desarrollo histrico fijarse en una etapa ya alcanzada. Esta conciencia debe depurarse, no obstante, en base a un anlisis de las condiciones sociales concretas, de los intereses y fuerzas que determinan la accin humana, FUeS sin 61 las aspiraciones religiosas no se- ran ms que ilusiones que actuaran como ideologa encubridora de las relacio- nes de dominio existentes. En virtud de un anlisis tal, Horkheimer dice:

    5 Cfr. DURKHEIM. E . , Les formes dmentaires de &a vie religieuse, PUF, Pars, 1947, 356; WEBER. M., Wirrchaft und Gesellrchaft, ed. J . Winckelmann, Berln, 1964, 317.

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    "La buena voluntad, la solidaridad con la miseria y la aspiracin a un mundo mejor se han desembarazado ya de su manto religioso. La actitud de los mrtires no es ya el sufrimiento, sino la accin, su fin no es su propia inmortalidad en el ms all, sino la felicidad de los hom- bres que vienen tras l y por los cuales son capaces de morir.. . Una parte de los impulsos y de las aspiraciones que la fe religiosa ha pre- servado y mantenido vivas, quedan libres de la forma que las obsta- culizaba y entran como fuerzas productivas en la praxis social" (KT 1 374).

    Pero -conviene subrayarlo- slo una parte de los impulsos religiosos son reabsorbibles por la praxis revolucionaria, segn Horkheimer, mientras que la visin dialctica que subyace a la crtica marxista de la religin postula el final definitivo de sta junto con la supresin de la alienacin y el sufrimiento. Pues la religin es, par Marx, al mismo tiempo, una conciencia determinada en cada caso por las relaciones sociales, y un medio de superarlas mediante su denuncia crtica. Al devenir praxis social de liberacin, se elimina eliminando las condicio- nes sociales de su existencia. Para el marxismo, en definitiva, la realizacin del inters comn mediante la revolucin proletaria, la coincidencia de individuo y sociedad en una nica voluntad de cooperacin consciente y libre, la compren- sin de las fuerzas actualmente desconocidas de la naturaleza y su completo dominio por el hombre, harn desaparecer la religin como ideologa y la harn innecesaria ya como u to~ a . Esto es, justamente, lo que Horkheimer rechaza ya en 1935, pues un cambio revolucionario no podra eliminar, segn l, el dolor y la injusticia sufridos por innumerables generaciones en la historia, y realizar as la justicia total :

    "Al materialismo es inherente un carcter pesimista. A la injus- ticia pasada no se le puede poner remedio. No hay compensacin por el sufrimiento padecido por generaciones pasadas" (KT 1 39).

    El pesimismo funciona aqu como contrapunto crtico del materialismo, y revela un fuerte antihegelianismo reforzado en Horkheimer a travs de Scho- penhauer. Mas, jcmo influye esta primera desviacin de la ortodoxia marxista en la configuracin y evolucin de la Teora Crtica como tal?

    Como es sabido, la Teora Crtica surge con la discusin, de base marxista, emprendida por el joven Horkheimer contra la "ciencia burguesa". Esta dis- cusin, que se produce sobre el trasfondo de los debates internos que agitan al marxismo terico en Alemania desde finales del s. XIX, est animada por el princi~io revolucionario de poner la teora al servicio de una praxis de cam-

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    bio social, orientada a suprimir la miseria y lograr una sociedad de hombres libres, iguales y felices. La Teora Crtica se propone, como programa, contribuir a la creacin de esta sociedad a travs de la transformacin de la teora del conocimiento en una teora de la sociedad, es decir, tratando de descubrir los intereses sociales que determinan toda ciencia y, en consecuencia, concien- ciando a los individuos de cules son las fuerzas que producen, de hecho, el conjunto de las formas de vida en la historia. Con estas palabras sintetiza Horkheimer el sentido de la Teora Crtica naciente:

    "Es el intento de reproducir una imagen del proceso de la vida social que pueda llevar a un conocimiento ms profundo del estado crtico del mundo y de los posibles puntos de apoyo para un orden ms racional" (KT 1 141).

    Este propsito de la Teora Crtica significa, pues, el intento de disolver el dogmatismo caracterstico de la teora tradicional, tanto en su versin meta- fsica como en su forma actual de ciencia positiva, y abrirse a lo exterior a la razn. Lo cual implica lo siguiente: ninguna teora, tampoco, For tanto, la Teora Crtica, debe tener la medida de su valor de verdad en s misma, sino en exigencias e intereses de naturaleza social. A su vez, una praxis revolucio- naria - e n cuyo seno se autocomprende la Teora Crtica- no saca su justifi- cacin de verdades tericas dogmticamente establecidas, sino que se remite a fines temporales histricamente situados. Si la Teora Crtica se plantea una tarea de liberacin a travs de la racionalizacin, ide dnde surge esta exi- gencia de racionalizacin que se da como pensamiento crtico?

    La teora tradicional, tanto en su versin metafstisa como en su forma actual de ciencia positiva, pretende configurarse de acuerdo con valores como la imparcialidad, el desinters o la neutralidad. Esto obliga a la exclusin a priori del mbito de la ciencia, como garanta de objetividad y verdad, de cuer- tiones como la del origen social de los problemas tericos, el modo en que los conocimientos podran ser utilizados o las metas a cuyo servicio se pone el saber. La Teora Crtica opone a la teora tradicional una concepcin dialctica del quehacer cientfico, y desde esta perspectiva el proceder de la teora tra- dicional no refleja sino una incapacidad congnita para reflexionar sobre s misma, sobre su historia y sobre las fuerzas reales que la determinan (ST 56-57).

    Desde el punto de vista dialctico, en cambio, la verdad no puede redu- cirse simplemente a exactitud, pues significa, ante todo, relacin de cada hecho con el ms amplio conjunto posible de estructuras, situaciones y procesos en los que, en realidad, se encuentra inserto. La perspectiva sociolgica llena de contenido estos procesos y estructuras de tal modo que el valor de verdad de

  • Horkheimer, Hebraismo y Tcoria Criticu 8 3

    un conocimiento depende, fundamentalmente, de su relacin con la praxis, es decir, de su vinculacin con las coildiciones sociales de su produccin y con los problemas que, en ese momento, se intentan resolver (KT 11 146).

    Al presentarse, pues, como programa de reconversin de la teora del cono- cimiento en una teora de la sociedad, la Teora Crtica se autocomprende como correctivo a la teora tradicional y, consiguientemente, como esfuerzo por poner a disposicin del hombre un saber ms pleno. Este no es, sin embargo, ms que un objetivo operativo al servicio de un ~ropsito ms general. La teora tradicional era legitimacin ideolgica del estado de cosas existente, mientras la Teora Crtica debe proporcionar a la sociedad un estatuto racional. Para

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    Horkheimer, la actual situacin crtica de la humanidad no es ajena a esa ausencia de un esclarecimiento de los intereses sociales por parte de la teora tradicional, que ha dejado de cumplir as una imprescindible funcin crtico- transformadora. El considerable avance de los conocimientos puramente tcnicos no se ha visto acompaado de una mayor sabidura en el uso del alto dominio alcanzado sobre la naturaleza para lograr un mundo ms j~s to , libre y feliz. Los hombres utilizan sus diversas potencialidades, extraordinariamente acrecentadas, para la guerra, la destruccin y la miseria, en vez de hacerlo para su felicidad. Son incapaces de organizar su propio trabajo en base a una voluntad comn que favorezca a todos, oponindose unos a otros y produciendo, con sus enfren- tamiento~, inseguridad y dependencia, en vez de conseguir la paz y la libertad. Son, en definitiva, "esclavos de su destino", en vez de ser dueos de l (KT 1 264). Pero, en base a los principios de una teora dialctica de la sociedad es posible pensar en una sociedad que pudiera no estar regida por los mismos principios y procesos que rigen en la actual. El sentido de las categoras se transforma al mismo tiempo que la estructura de la sociedad, cuyo anlisis permite conocerlas. De ah la primaca de la praxis para un verdadero pro- yecto de emancipacin social. Y de ah tambin que la Teora Crtica, antes que como un simple intento de aumentar el saber, se autocomprenda inicialmente como tarea de liberacin del hombre de las diferentes esclavitudes que pesan sobre l, mediante un esfuerzo concreto de concienciacin que d lugar a una sociedad ms racional.

    Para el Horkheimer de los escritos de los aos treinta, el objetivo bsico de la Teora Crtica es liberar al hombre actual mediante la racionalizacin de lo real, emanciparlo a travs de la promocin de una organizacin social fun- dada en la razn. Desde esta posicin, estrechamente ligada a las as~iraciones marxistas, la revolucin socialista, como condicin de posibilidad de una racio- nalizacin del modo de produccin no puede sino ser estimada como la etapa fundamental en la realizacin de esta tarea :

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    "Si se realizase la sociedad correcta por medio de la revolucin de los dominados, tal como la haba imaginado Marx, tambin el pensar se convertira en un pensar ms correcto" (ST 57-58).

    Ahora bien, puesto que no puede ser una idea dogmtica, establecida a priori como eternizacin ideolgica de un fin temporal, donde la praxis tras- forinadora de la sociedad tenga su punto de partida y su justificacin, de dnde se deriva esta exigencia de liberacin y de racionalizacin que la Teora Crtica se propone como objetivo primordial y razn de su ser mismo? Horkheimer hace referencia, como respuesta, a un inters coinn a la mayora de los hombres:

    "La inmensa mayora de los hombres posee un inters comn a la organizacin racional de la sociedad" (KT 1 163).

    Por otra parte, lo que ese inters comn reEresenta lo identifica Horkheimer con los "deseos, aspiraciones y denuncias individualizadas en la conciencia reli- giosa de innumerables generaciones". En estricta lgica de coherencia con los principios mismos de la crtica a la teora tradicional, este inters en el que encuentra su justificacin el proyecto de racionalizacin social debera ser un inters estrictamente histrico y social, o sea, temporal y concreto, como exige el punto de vista materialista. Unicamente as puede evitarse la equiparacin de la Teora Crtica con los dogmatismos e ideologas tradicionales. Slo que esto, adems de ser un ~e l i g ro evidente de relativismo para la Teora Crtica, no se puede conciliar con una valoracin de la conciencia religiosa como exigencia siempre insatisfecha de justicia total. En Horkheimer ser esta valoracin de la conciencia religiosa lo que prevalecer, aun a costa de representar -por la universalizacin que implica de un deseo a todo hombre- la introduccin de un elemento idealista en una teora que se quiere materialista, y acarrearle, en tal sentido, dificultades tal vez insolubles.

    3.-LA INSTANCIA CRITICA DE LA REVISION DEL PROYECTO DE RACIONALIZACION SOCIAL

    Sobre la base de una valoracin de la racionalidad como liberadora, reco- gida de la tradicin racionalista ilustrada, Horkheimer asigna, pues, a la Teora Crtica, la tarea prctica de trasformar el mundo actual en un orden sin explo- tacin ni opresin, en un reino de justicia y libertad, como el soado For Marx, donde se producira la reconciliacin de individuo y sociedad en la unidad aut- noma de una humanidad consciente y duea de s misma (KT 1 264).

  • Horkheimer, Hebraismo y Teora Critica 85

    La racionalizacin sirve, ante todo, al inters de la justicia, pues la concu- rrencia irracional de los intereses en pugna no permite un reparto equitativo de los productos y de las oportunidades de felicidad. Pero tambin al inters de la libertad, pues realizar una sociedad racional es el nico modo de lograr una sociedad sin opresin. Es por ello que, en Zum Rationalismusstreit (1934), Horkheimer defiende apasionadamente la razn contra las dos formas modernas ms sobresalientes de renuncia a la verdad: el relativismo y el irracionalismo. Si la racionalidad tcnica del mundo burgus ha podido desacreditar a la razn misma hacindola parecer contradictoria (lo que conduce al relativismo) y opre- siva respecto al individuo (engendrando entonces el irracionalismo), elfo no afecta a la racionalidad en su esencia, pues es slo la racionalidad tcnica, que culmina en el nazismo, la que se desarrolla al servicio de los intereses de los explotadores como falsa racionalizacin (KT 1 147).

    Ahora bien, del mismo modo que la tensin religiosa, en cuanto exigencia insatisfecha de justicia total, impide a Horkheimer conferir a su proyecto de transformacin social un carcter semejante a los intentos de liberacin final definitiva y plena de la humanidad, as tambin, como instancia crtica radical de lo existente en cada uno de los momentos y formas en que histricamente se da, frena la tendencia del instrumento crtico materialista a convertirse en Weltanschauung totalizante y aniquiladora del individuo. Horkheimer rechaza el carcter englobante de la conciencia de clase, a lo Lukcs, donde el indi- viduo concreto se sierde en la totalidad que encarna el "sujeto revolucionario". Pues esto significa olvidar aquello que sirve de fuente permanente a la crtica y a la praxis revolucionaria : el sufrimiento del individuo concreto. La dimen- sin religiosa mantiene vivo, para l, ese concepto de infinito que

    "permanece como conciencia del carcter definitivo de lo que acaece en la tierra y del inmutable estado de abandono de los hombres, y pre- serva a la sociedad de un estpido optiinismo, de gozarse en su saber hasta hacer de l una nueva religinv (KT 1 374).

    As como en Adorno la conciencia del sufrimiento que llena la vida humana determina a la dialctica negativa a configurarse a partir de la necesidad de ajustar el pensamiento a una correcta valoracin de lo particular, en Horkhei- mer esta misma conciencia reorienta el proyecto de racionalizacin, asignado a la Teora Crtica, y lo conduce hacia una actitud cognoscitiva en la que no hay lugar para ningn optimismo racionalista, ni siquiera dialctico - e n el que se hiciera coincidir la verdad con algn sistema de totalidad-, oblign- dole a atender al individuo y su problemtica concreta. Es sta una caracte- rstica de la Teora Crtica que, ya desde su inicio, se deja ver con nitidez a

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    travs del nfasis, ms psicolgico y antropolgico que propiamente sociol- gico, de las investigaciones abordadas por el Instituto sobre la autoridad, la familia o la personalidad autoritaria.

    En definitiva, tambin en la raz de estas variaciones crticas respecto a los principios de la Ilustracin y del marxismo, presentes en el proyecto inicial de la Teora Crtica, puede detectarse, sin dificultad, la decisin de mantenerse fiel a un impulso de procedencia religiosa: el mismo impulso que anima la prohibicin hebraica de dar nombres a Dios, que es lo que hace del judasmo una teologa negativa. Una secularizacin de esta prohibicin se traduce en el rechazo de Horkheimer y Adorno a aceptar la razn como proceso de sentido unitario de la historia, en cuanto que ello equivaldra a admitir la posibilidad de una encarnacin epifnica, visible, de lo absoluto. As es como la tradicin ilustrada, presente a travs de Hegel en el marxismo, queda contrarrestada en Horkheimer y Adorno por una desconfianza hacia la razn universal que hace que el problema cognoscitivo fundamental no sea ya la conciliacin dialctica de lo uno y lo mltiple en la totalidad, como lo es para el idealismo, sino la posibilidad de un reconocimiento que haga justicia a lo particular y permita la libre manifestacin de su singularidad. Detrs de la modificacin del proyecto de racionalizacin social, que se autoasigna la primera Teora Crtica en el narco de la praxis marxista, estn, pues, las exigencias planteadas por esta atencin a lo individual y por el desmentido que la instancia crtica radical de la conciencia religiosa lanza contra todo proyecto que suponga hipostasiar la posibilidad de una realizacin absoluta de la identidad de realidad y justicia en el mundo.

    En efecto, la adhesin de Horkheimer a una tarea de racionalizacin de la sociedad entraaba graves dificultades desde el punto de vista de su coherencia interna. Pues este proyecto, jno se parece sustancialmente a la pretensin idealista de reconciliar lo real y lo racional? Si el idealismo se define como el mito de la unidad de pensamiento y ser, jcmo puede pretender un materia- lismo que este mito se convierta en realidad? :

    "Teoras que presentan un punto de vista crtico de los procesos histricos se han convertido, a menudo, en enseanzas de carcter re- presivo, al ser utilizadas como remedio universal. Pero la filosofa no es ni un remedio ni una receta" (KIV 38).

    Adems, jcmo se conciliara la intencin de la Teora Crtica de abrirse frente a la teora tradicional -desvelando los intereses sociales del conoci- mient- con la pretensin de englobar finalmente en un sistema racional lo que haba sido definido antes como exterior a la razn? :

  • Horkheirner, Hebraismo y Teorin Critica 87

    "Toda idea filosfica, tica y poltica, si se corta el vnculo que la relaciona con sus orgenes histricos, tiende a convertirse en centro de una mitologa, y sta es una de las razones por las que el desarrollo de la ilustracin tendi, en un momento dado, a cristalizar en supers- ticin" (Ib.).

    La conciencia de estas dificultades obliga a la Teora Crtica a reflexionar sobre s misma y a variar en parte sus posiciones iniciales. En Eclipse de la razn, Horkheimer intenta una solucin distinguiendo entre diferentes proyectos de racionalizacin social en base a tipos diversos de racionalidad. El proyecto de racionalizacin pretendido por la Teora Crtica debe definirse, aunque sea nega- tivamente, por oposicin a dos tipos rechazables de razn: la razn instrumen- tal de la ciencia positiva y la razn objetiva de la metafsica idealista. Para la razn instrumental, la racionalidad slo afecta a la relacin entre medios y fines, quedando fuera el establecimiento de las metas. Por tanto, es indiferente res- pecto a los objetivos para los que pueda servir. Como s i m ~ l e "instrumento para el inters", es, pues, una razn subjetiva, pragmtica y formalista; no vehicula ningn contenido propio, ningn fin especfico; slo es el medio de calcular cmo conseguir lo ms eficazmente posible ciertos fines puestos por el inters irracional.

    Frente a esta razn instrumental, propia del positivismo moderno, la racio- nalidad de la metafsica tradicional tiene una identidad y un contenido propios, establece ciertos fines y excluye otros, vehicula una estructura inherente a la realidad. Ahora bien, como consecuencia de la disolucin crtica de esta razn objetiva, llevada a cabo sobre todo por el empirismo ilustrado, la razn filos- fica se convierte tambin en instrumento neutro respecto a cualquier contenido. Con la cada de la metafsica, en cuanto pretensin de un conocimiento de la verdadera naturaleza de las cosas, el inters pro~orciona igualmente su conte- nido a una razn devenida estrictamente formal (KT 1 137 SS.).

    Este devenir irracional de la razn, la complicidad de la racionalidad tc- nica con la opresin, podran iluminar ahora un concepto de razn, sobre la base de un uso diferente, capaz de recuperar los aspectos vlidos de las dos formas anteriores de racionalidad. La razn exigida por la Teora Crtica deber, pues, ser objetiva y no instrumental, es decir, contener y vehicular el objetivo de proporcionar a la sociedad una forma de organizacin justa. Este sera un tipo de razn no compatible con el relativismo. Sin embargo, debe guardarse, en igual medida, de recaer en el idealismo, por cuanto esto echara a perder el proyecto mismo tal como queda configurado en el marco de una dialctica materialista abierta. Es decir, por una parte se deben poder definir las metas para una Fraxis de cambio social sin caer en el idealismo, mientras, por otra,

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    no cabe dejar de lado la aportacin de las ciencias positivas, cuya verdad no se puede negar.

    Como puede observarse, este intento de Horkheimer de resolver, mediante una caracterizacin negativa de la razn crtica, las dificultades que eiltraaba su proyecto inicial de racionalizacin social, ms que despejar tales dificultades podra decirse que las agrava y las complica. El camino mismo elegido no se libra de graves contradicciones. Porque, jcmo no ver ya en este esfuerzo mismo por esclarecer racionalmente el proceso a travs del cual la razn se ha convertido en instrumento irracional de la opresin, la preocupacin del idea- lismo por hacer la razn ms racional, o sea, aproximarla a un estado final de trasparencia total? R. Bubner ha delimitado los trminos exactos de la anti- nomia que pesa sobre este propsito de la Teora Crtica desde un punto de vista metacrtico :

    "Para evitar el dogmatismo, la Teora Crtica debe a~licarse a s misma los principios de su crtica. Para ello debe, tambin ella, ser remitida a un inters. Pero este discurso crtico que vincula la Teora Crtica a un inters, o bien constituye una teora superior en la que se desvanece ya la determinacin por el inters social, o bien est ella misma condicionada socialmente, y debe a su vez ser sometida a la crtica. En el primer caso, no se ve cmo evitar el dogmatismo al nivel de esta teora superior. En el segundo caso, se cae en un proceso de crtica indefinida y en un relativismo absoluto. En conclusin, nos en- contramos ante las aporas mismas de la filosofa de la reflexin" (6).

    La solucin, a fin de cuentas, slo puede atisbarse a partir de un concepto de verdad capaz de superar el dilema relativismo-dogmatismo, y que Horkhei- nier esboza en estas palabras :

    "Si el progreso del conocimiento manifiesta la falsedad de muchas cosas que antes se tenan por verdaderas, es excesivo pretender que, desde entonces, nada permanece estable. La correccin ulterior no sig- nifica que lo que antes era verdadero, haya sido falso, sino que la ver- dad es llevada ms lejos por la exigencia humana que conduce a la integracin de la verdad anterior en una verdad ms completa en donde encuentra su sitio" (KT 1 247).

    (6 ) BUBNER, R., Qu'es-ce que lrr Thorie critique?, en Archives de philosophie 1972 (35). pp. 381-421; FERRY-RENAUT, Prsentdion, en HORKHEIMER, M. , Thorie Critique, Payot, Pars, 1978, pp. 27-33.

  • Horkheimer, Hebraisnzo y T e o r k Critica 89

    La verdad se Froduce, pues, al hilo de un proceso continuo de rectificacin. Esta concepcin resuelve, ciertamente, algunos de los problemas planteados. Por ejemplo, permite englobar en el proyecto tanto las metas de justicia social y libertad como los resultados de las ciencias particulares, sin que ello implique el reconocimiento de una posible identidad realizable entre razn y realidad. Ahora bien, esta frgil coherencia se alcanza a costa de conferir al proyecto una estructura que resulta ser, en ltimo trmino, idealista : la estructura de un proceso ascendente infinito hacia la realizacin de una exigencia siempre insatisfecha de recomposicin. Es decir, a costa de incluir, en un proyecto de base materialista, un "ideal regulador" tan intemporal y universal como el ideal regulador de la razn en Kant.

    Este es, en conclusin, el contexto crtico de la referencia de Horkheimer a aquel inters comn de la humanidad por una sociedad justa que, para l, se ident.ifica explcitamente con la exigencia de justicia, nunca colmada, que ex- presa la religin :

    "As como la razn, segn Kant, no consigue impedir el reflujo de determinadas ilusiones liquidadas, aun siendo consciente de su vanidad, as despus del paso de la aspiracin religiosa a la prctica social cons- ciente contina subsistiendo una apariencia que, si bien se la puede disminuir, no se deja eliminar compktamente. Es la imagen de la jus- ticia perfecta.. . Tambin en este caso hemos de habrnoslas con una ilusin, con una serie de ideas que tal vez se formaron en tiempos pri- mitivos. Que cada individuo tenga derecho a lo suyo y que todos tengan, por principio, igual derecho a la felicidad, son generalizaciones extremas de reglas econmicas condicionantes. Pero el impulso para sobrepasar mentalmente lo posible, y Fara la impotente rebelin con- tra la realidad, es parte del hombre tal y como se ha constituido his- tricamente. Lo que distingue al hombre progresista del conservador no es el rechazo de esta imagen, sino la conciencia de los lmites de su realizabilidad" (KT 1 37 5).

    Pues la crtica de la razn instrumental no es, para Horkheimer, la crtica de una forma de razn disminuida a partir de otra forma superior de raciona- lidad ms consciente de s misma. Tal concepcin de la crtica de la razn no tiene ningn sentido para l, y slo cabe una crtica de la razn como tal, ins- trumental y objetiva, burguesa y totalitaria. Es esto lo que le conduce inevita- blemente, al igual que le sucede a Heidegger, a una comprensin de la historia como proceso inmanente de racionalizacin instrumentalizadora, es decir, tota- litaria y opresiva respecto al individuo. En cuyo caso, deja de tener sentido una

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    praxis revolucionaria de racionalizacin, mientras el futuro de la humanidad no puede vislumbrarse sino de manera pesimista. Los primeros objetivos de la Teora Crtica deben ser modificados y consumarse el alejamiento del marxis- mo. Lo nico que cabe plantear ahora es una tarea de resistencia orientada a salvaguardar, frente a la eliminacin de la libertad individual y de la importan- cia del hombre concreto en un mundo completamente racionalizado y burocra- tizado, el valor de lo particular y la ~osibilidad crtica de un acceso a lo com- pletamente otro (KIV 123).

    4. LA RELIGION COMO NOSTALGIA DE LO COMPLETAMENTE OTRO Y LOS ULTIMOS OBJETIVOS DE LA TEORIA CRITICA

    En los escritos de los aos sesenta, se muestra ya claramente el abandono, por parte de Horkheimer, de su anterior concepcin de la racionalizacin como un objetivo que es preciso realizar para lograr una sociedad ms justa, y aparece una estimacin bien distinta de la racionalizacin como tendencia inmanente al desarrollo de la humanidad:

    "Hemos llegado a la conviccin de que la sociedad se desarrolla hacia un mundo administrado totalitariamente en el que todo estar regulado. Precisamente cuando se haya llegado al punto en que los hombres dominen la naturaleza, y todos tengan suficiente comida y nadie necesite vivir peor o mejor que otro, entonces acabarn siendo todos iguales, y todo estar regulado automticamente" (ST 59).

    El reino de la igualdad, realizado por el triunfo de la racionalizacin, no significa ya, al mismo tiempo, el reino de la libertad, sino, por el contrario, el momento de la opresin ms brutal. Pues esa organizacin total, cada vez ms eficaz, de la produccin y del consumo que satisface las necesidades primarias de los individuos, se produce a costa de reabsorber todas las diferencias en la identidad, de neutralizar la autoridad del individuo y someterlo, por completo, a las exigencias de la uniformidad:

    "Cuanto ms racionalmente, cuanto ms justamente funciona la sociedad, tanto ms sustituible es cada individuo, tanto menos indife- renciada es su individualidad. La lgica interna de la historia apunta no slo hacia la abolicin de las diferencias de clase, sino tambin de las diferencias entre los individuos determinados For la colectividad" (ST 39).

  • Horkheiner, Hebraismo y Teora Critica 9 1

    Justicia y libertad ya no son valores identificables, sino conceptos dialc- ticamente antitticos. Cuanta ms justicia, menos libertad, y viceversa. Querer realizar la igualdad implica limitar la libertad; dejar a los hombres en libertad conlleva, por el contrario, dar paso a las diferencias. La equiparacin econmica juega a favor de la desaparicin progresiva de la opresin de unas clases sobre otras, pero produce, correlativamente, otro tipo de opresin y de miseria ms difusa y menos fcil de combatir :

    "Independientemente de las condiciones econmicas, existe otra miseria muy difusa: la de los viejos y los que estn solos, la de los encarcelados y los forzados a trabajar, y muchas otras situaciones que estn a la vista. Es esta la miseria que debemos considerar" (VW 39).

    As, de una pretensin de teora social que se autocomprende sobre la base de los principios del marxismo, se ha pasado a una visin pesimista del proceso histrico, crtica en relacin a las condiciones actuales de la sociedad. Se descar- ta, en consecuencia, la necesidad de una trasformacin revolucionaria, que deja de tener un significado positivo desde esta estimacin desesperanzada del rumbo inexorable del mundo hacia el triunfo completo de la organizacin:

    "As, nuestra Teora Crtica ms moderna no defiende ya la revo- lucin, porque, despus de la cada del nacionalsocialismo, en los pases de Occidente la revolucin se convertira de nuevo en un terrorismo, en una nueva situacin terrible. Se trata ms bien de conservar aquello que es positivo, como, por ejemplo, la autonoma de la persona indi- vidual, la importancia del individuo, su psicologa diferenciada, ciertos factores de la cultura, sin poner obstculos al progreso" (ST 59).

    Los cometidos de la Teora Crtica han variado profundamente. Lo urgente ahora es conservar, proteger, promocionar, en la medida de lo posible, los as- pectos de la libertad individual que todava no han sido eliminados por la orga- nizacin, a partir de la conciencia de que esta libertad se encuentra cada vez ms amenazada; insistir sobre el valor de ciertos aspectos de la cultura para llevar a cabo esta tarea. Especialmente hay que preservar la dimensin religiosa de la conciencia por su capacidad de suscitar la nostalgia de lo totalmente otro, a pesar de la imposible esperanza en que un verdadero cambio de la actual con- dicin de la humanidad pueda llegar, de cualquier manera, a efectuarse. En re- sumen, el objetivo ahora es recuperar la digcidad del individuo humano y devol- verle su libertad. Para ello, lo que hay que hacer no es construir nuevas teoras, ya que cualquiera de ellas no hara ms que reproducir y propagar la tendencia

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    al dominio, sino denunciar abiertamente los intereses totalitarios que animan y orientan a los diversos discursos ideolgicos que sostienen este mundo admi- nistrado (filosfico, cientfico, religioso, teolgico, poltico). Esta denuncia no se hace sobre la base de un recurso a otra forma superior de racionalidad que, libre de esta tendencia al dominio, pudiera cumplir el papel de instancia crtica radical. Para no sucumbir tambin a la barbarie del totalitarismo, la crtica de las ideologas necesita poder contar con la ~osibilidad de una referencia a lo completamente otro a travs, no de la razn, sino de la nostalgia. No se impide la transformacin de la crtica de las ideologas en una nueva ideologa sino refiriendo la razn sin cesar a lo que no es ella.

    As, del mismo modo que en los escritos de los aos treinta, la religin, en cuanto exigencia insatisfecha de justicia total, se muestra como correctivo de todo proyecto revolucionario de cambio social -incluido el propio proyecto de la Teora Crtica-, ahora, en los escritos del ltimo Horkheimer, la religin, en cuanto instancia crtica radical, aparece como la tensin que produce la posibilidad de remitir esencialmente a una verdad ausente. No hay nueva tota- lidad que proponer ni reino de la libertad que descubrir. El respeto a la indi- vidualidad y a la alteridad absoluta exige la superacin de la lgica del dominio. Ms all de ella, lo totalmente otro no se deja reducir a conceptos y delimi- taciones, o sea, al estatuto de objeto de conocimiento, de posesin y de dominio. Describir lo totalinente otro equivale a reificarlo, y esto sera hacer el juego a la razn instrumental. La necesaria referencia a lo totalmente otro, condicin de posibilidad de la crtica de las ideologas, debe permanecer al nivel de la negatividad, y no presentarse como respuesta a los males de la humanidad.

    Tambin en esta etaFa de la Teora Crtica, el punto de vista materialista seala la distancia respecto a la religin histrica o la teologa moderna. Estas son claramente ideologas en la medida en que pretenden decir lo absoluto, expresar el sentido de la historia y ofrecer un consuelo al sufrimiento de la humanidad a travs de la predicacin de una esperanza positiva. La Teora Crtica, por su parte, niega cualquier salvacin que pudiera venir dicha en un mito, una palabra o una idea, es decir, ya se presente como promesa de un Dios justo y bueno, como verdad racional de autorrealizacin del espritu, o como reino postrevolucionario de justicia social. Porque tambin la seculari- zacin ilustrada de la aspiracin religiosa, incluso si rechaza, como mtica, la salvacin descrita por la fe cristiana, cae, a su vez, en absolutizaciones que engloban, bajo la lgica del dominio, sus propias propuestas dogmtico-racio- nalistas de liberacin :

    "El mito es ya iluminismo, y el iluminismo vuelve a transformarse en mitologa" (DA 15 ; cfr. KIV 321).

  • tforkheimer, Hebraismo y Teora Critica 93

    La esperanza de la Teora Crtica es, en cambio, simple nostalgia del indivi- duo que sufre proyectada ms all del mal presente, pero que no rebasa el m- bito de lo negativo, es decir, de lo no pensable y de lo no realizable:

    "Todos nosotros debemos unir la tristeza a nuestra alegra; debe- mos saber que tenemos parte en una culpa. Esta es una de las cosas de la que quera decirles que es caracterstica de nuestro modo de pensar. La otra es una frase del Antiguo Testamento: no debes hacer para t ninguna imagen de Dios. Por ella entendemos: no puedes decir lo que es el absoluto bien, no puedes representarlo. Podemos sealar el mal, pero no lo absolutamente correcto" (ST 61-62; cfr. ACO 104).

    En sentido estricto, es slo esta nostalgia la que hace posible la esperanza mesinica, pues conserva, como tal, la posibilidad de una realidad ms all del hombre. En la prohibicin de crearse imgenes de Dios se expresa la presencia de algo indecible, de lo que no se puede saber nada. Es esta realidad indecible e irre~resentable la nica que conserva su carcter de absoluto, pudiendo libe- rar al hombre de su desdicha y su miseria.

    La radicalizacin de la conociencia religiosa lleva, pues, a Horkheimer, no slo a rechazar la posibilidad de una realizacin plena de la justicia en el mundo a travs de la racionalizacin liberadora -tal como pretenda su primer pro- yecto de Teora Crtica- y a descubrir la lgica del dominio inherente al des- pliegue de la razn instrumental, sino tambin a negar la capacidad liberadora de las religiones dogmticas que caen en la idolatra bajo la lgica del poder. Para Horkheimer, las actuales confesiones religiosas estn de tal manera inte- gradas en la organizacin del mundo burocratizado que han perdido toda capa- cidad de suscitar el deseo de lo totalmente otro. Siguiendo a Marx, el primer Horkheimer ya vea en el culto del hombre abstracto la expresin tpica del cristianismo burgus (KT 1 371). Este cumple simplemente una funcin ideo- lgica de justificacin maquillando

    "el actual rgimen terreno con la apariencia de una justicia divina, pero denigrando esta justicia al nivel de la situacin corrompida de la rea- lidad" (KT 1 375).

    En cuanto ideologa, el cristianismo constituye, as, una ilusin a superar. Mas, For otra parte, el desenmascaramiento ilustrado de las ilusiones religiosas y de su complicidad con el poder, si bien era un proceso necesario incluso en orden a purificar la religin misma, lo cierto es que, degenerando en secula-

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    rismo, ha dado origen al indiferentismo religioso contemporneo y al escepticis- mo moral:

    "Encaminndose a su objetivo la humanidad pierde la religin, pero esta prdida no est libre de consecuencias" (KT 1 375).

    Concretamente, el concepto de verdad "sin Dios no tiene fundamento ni apoyo, como tampoco lo tiene el amor infinito, que incluso se convierte en un concepto impensable" (KT 1 372). El escepticismo moral, caracterstico del positivismo, es otra consecuencia de la superacin histrica de la religin como ideologa. Pues la ciencia no es capaz de ofrecer una orientacin inequvoca a la accin humana, ni de distinguir entre egosmo y altruismo, o entre amor y odio :

    "Partiendo del &unto de vista del positivismo, no se puede llegar a una poltica moral. Visto bajo el aspecto meramente cientfico, el odio no es peor que el amor a pesar de todas las diferencias sociofuncio- nales. No existe ningn argumento lgico concluyente por el cual yo no deba odiar si mediante ello no ocasiono ninguna desventaja en mi vida social" (ACO 105 ; cfr. KIV 32).

    Todo ello debe servir de advertencia de que no es posible fundamentar la moral sobre teoras o puntos de vista que se refieran a nuestra realidad inma- nente sin acabar en ideologa dogmtica y totalitaria. En realidad,

    "todo lo que tiene relacin con la moral se basa en la teologa, por ms que uno se esfuerce en tomar la teologa con precaucin" (ACO 106).

    Ahora bien, iqu teologa es la que puede ofrecer un verdadero funda- mento a la accin moral y responder a la cuestin del sentido de la vida? Por supuesto, no puede ser la teologa que se sigue concibiendo a s misma como "ciencia de lo divino" o "ciencia de Dios". Tendra que ser una teologa estric- tamente reducida a "expresin de una esperanza, de un anhelo, de una nostalgia de que el asesino no pueda triunfar sobre la vctima inocente" (ACO 106).

    Horkheimer propugna el mantenimiento de una apertura al verdadero abso- luto, a lo totalmente otro como nica posibilidad efectiva de salvacin humana de la irracionalidad y del dominio. Una apertura que slo puede ser efectiva en cuanto negativa. Por ello ve con tristeza una religin reducida a mera ins- titucin social, inmersa en relaciones mundanas de poder, sin capacidad autn- ticamente crtica. Porque incluso cuando la Iglesia quiere asumir hoy el papel

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    de conciencia crtica de la sociedad, se olvida de que "no se puede secularizar la religin sin contribuir a que desaparezca" (ACO 11 1). Por su parte, tambin la teologa moderna, en la medida en que hace pactos con la ciencia y trabaja en pro de una liberalizacin de la religin, sustrae a la nostalgia de lo totalmente otro su posibilidad de expresin y neutraliza as la insuplantable funcin crtica de la tensin religiosa. La teologa debera ser el medio de introducir en el mundo ese significado que slo puede brotar de la referencia a algo que deja realmente de ser relativo, y que, consiguientemente, slo es posible referirse a l de manera negativa. Podra constituirse entonces en instancia crtica frente a la mentalidad positivista de la ciencia, recordando que, ms all de la solucin de los &roblemas prcticos de la existencia, sigue sin resolver la cuestin lti- ma del sentido y la verdad de la existencia (FTS 135).

    Sera equivocado e ilusorio querer ver en Horkheimer a un pensador reli- gioso. Sin embargo, mantiene, como trasfondo de su pensamiento, un elemento religioso que lo anima y lo motiva, y que, liberado en sus ltimas exigencias, acaba por emerger en toda su pureza confiriendo su sentido propio a la Teora Crtica. Tanto detrs del rechazo de los discursos ideolgi,cos de liberacin, incluido el religioso, como en la raz de las modificaciones rns importantes de las tareas asignadas a la Teora Crtica - q u e implican el abandono de prin- cipios inicialmente sustanciales a ella-, puede identificarse la fidelidad man- tenida a una tensin religiosa, que se perfila sobre los trazos de un hebrasmo asumido durante los aos de formacin, como instancia crtica radical. A partir de ella, Horkheimer se encuentra finalmente frente a la evidencia de una nece- sidad, al mismo tiempo inevitable e imposible de satisfacer, de referencia a lo absoluto, que desmiente toda afirmacin positiva de salvacin, ya venga for- mulada en lenguaje mtico, metafsico, teolgico o poltico. La fragilidad, la finitud, el abandono sin lmites del hombre no deben ser transfigurados. As queda abierto un margen no colmable ni por la teora ni por la praxis, como mbito de una tensin crtica que aora otra realidad, que suspira por una ver- dad ausente, como nico poder de autntica salvacin.

    La coherencia de un pensamiento que empez querindose configurar como proyecto revolucionario de teora social, queda, por otra parte, garantizada a la vista de este descubrimiento final de sus motivaciones ntimas. Pues lo que significa la cambiante autoasignacin de objetivos por parte de la Teora Crtica a lo largo de su evolucin no puede entenderse, desde una perspectiva interna al materialismo, como adaptacin de prillcipios formales a cambios del conte- nido, O sea, en base a una adecuacin a las nuevas condiciones prcticas. Desde esta perspectiva no puede dejar de hablarse de ruptura. Pero s es patente, en cambio, una consistencia lgica en el itinerario de la Teora Crtica entendido

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    como despliegue de motivos internos, presentes desde el principio, y paulati- namente desbrozados hasta su emergencia final condicionante de todo el sen- tido del camino hecho.

    RESUMEN.-La modificacin que la Teora Crtica hace de sus objetivos a lo largo de su proceso evolutivo no puede entenderse, desde una perspectiva interna al materialismo dialctico, como adaptacin de principios formales a cambios en las condiciones prcticas. Atendiendo especialmente a la obra de Max Horkheimer, en este artculo se analiza la relacin entre materialismo y religin, tratando de individualizar aquellos motivos internos que orientan el rumbo de la Teora Crtica y le proporcionan su estabilidad, su coherencia 1- gica y, en consecuencia, su validez especfica.

    ABSTRACT.-The modification the Critical Theory makes on its subjects along its developping procces cannot be understood as an adaptation of the formal principies to changes in the practica1 conditions from an interior point of wiew to dialectic materialisrn. Looking at Max Horkheimer's work, the rela- tionship between materialism and religion is analized trying to individualize those interna1 reasons which ~ o i n t the way towards the Critical Theory and give it stability, logical cohesion and, consequently, specific value.