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Historia particular de100 palabras

Antonio Tello

Colección El lenguajeEnsayo

EXCODRA EDITORIAL2013

Texto: © Antonio Tello.Imagen portada: © Marta Fernández Clemente.Edición: © Excodra Editorial.

1ª Edición, en formatos ePub y PDF, marzo del 2013.

ISBN: 978-84-941149-3-9

http://[email protected]

Historia particular de100 palabras

Historia particular de 100 palabras 1 Antonio Tello

AACHURA

Hay palabras que se abren al sentido con un gemido orgánico. Este es el casode achura, que en gran parte de los territorios de Argentina, Uruguay,Paraguay, Bolivia, Chile y Perú, significa «menudos», «tripas», «asaduras deuna res». Sin embargo, este significado ejemplifica un recorrido en el que loshábitos y las costumbres de las gentes han prevalecido modificando susignificación original.Achura, generalmente utilizada en plural, es una castellanización del verboquechua achúray o achurani, según Marcos A. Morínigo, que significa«repartir». De este modo achura es la parte o porción que toca a cada uno enel reparto. El sentido empezó a mudar en tiempos de la Colonia en tierras delRío de la Plata, cuando los mataderos repartían las vísceras de los animalesentre los pobres. «No quedó en el matadero ni un solo ratón vivo de muchosmillares que allí tenían albergue. Todos murieron o de hambre o ahogados ensus cuevas por la incesante lluvia. Multitud de negras rebusconas de achuras,como los caranchos de presa, se desbandaron por la ciudad como otras tantasharpías prontas a devorar cuanto hallaran comible», es el vívido apunte quehace Esteban Echeverría en El matadero, cuento fundacional de la literaturahispanoamericana.Ya aquí la noción de «víscera» o «entraña» de la res ha contaminado el sentidooriginal de «porción» hasta el punto de que a esas «rebusconas de achuras»-dado que eran casi siempre mujeres las que iban a buscarlas para la comida-pasaron a llamarse achuradoras.Pero hay algo más. Como con frecuencia en el momento del reparto solíanproducirse trifulcas para hacerse con las mejores porciones de las achuras, lapalabra también pasó a significar «rebatiña» o «arrebatiña».La forma verbal también experimentó los mismos cambios y así achurar pasóde significar «repartir» a «obtener una porción de vísceras» y «sacar lasentrañas de una res recién sacrificada». La jerga marginal extendió lasignificación de estas dos acepciones a «obtener algo de un reparto ilícito» o

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en una «rebatiña», y «matar, apuñalar a alguien alevosamente». En laactualidad, una parrillada argentina de carne también se le llama «asado decarne y achuras», pues junto a trozos de carne, tiras de costillas, chorizos ymorcillas, lleva riñones, criadillas o mollejas, chinchulines (intestino delgado),ocote (intestino grueso), y ubre.

AFRENTA

Tenemos por afrenta la «humillación», «vergüenza» o «deshonor» que sufrealguien o que alguien ocasiona a otro de acto o de palabra. En una segundaacepción, el diccionario de la Real Academia identifica la palabra con el «acto»o el «dicho» ofensivo o humillante y en una tercera con el «peligro», «apuro» o«trance» al que es expuesta una persona a causa de una falta o delito. Inclusoreconoce como significación correspondiente a esta última acepción, aunqueen desuso, «requerimiento», «intimación». Todas estas acepciones tomadas en su conjunto permiten definir un camposemántico del que se infiere algún parentesco con el de voces como «mácula»,«huella», «marca», «señal» o «impronta», en un sentido moral. No es casual deque en Argentina se denomine afrenta a un «corte de pelo o barba ridículo»,hecho con la intención ofensiva. Asimismo don Quijote, con ánimo de precisaren qué consiste este tipo de humillación hace una brillante disquisición sobrelas diferencias entre «afrenta» y «agravio». «…La afrenta viene de quien lapuede hacer y la hace, y la sustenta; el agravio puede venir de cualquier parte,sin que afrente. […] Está uno vuelto de espaldas; llega otro y dale de palos, yen dándoselos, huye y no espera, y el otro le sigue y no alcanza; este querecibió los palos, recibió agravio, mas no afrenta; porque la afrenta ha de sersustentada. Si el que le dio los palos, aunque se los dio a hurtacordel, pusieramano a su espada, y se estuviera quedo, haciendo rostro a su enemigo,quedara el apaleado agraviado y afrentado juntamente; agraviado, porque ledieron a traición; afrentado porque el que le dio sustentó lo que había hecho,sin volver las espaldas y a pie quedo» (El ingenioso hidalgo don Quijote de laMancha, Miguel de Cervantes, 2ª Parte, Cap. XXXII).Pero establecido el hecho de que una afrenta se produce cuando quien larealiza la asume personalmente, cabe preguntarse dónde comienza la historiade esta palabra. La primera etapa hacia este propósito la determina su formaantigua, afruenta, voz de etimología latina, ad, a, y frontis, frente, es decir, «enla frente». La afrenta se trata, pues, de una marca o señal en la frente hechaprobablemente a los culpables de algún delito por quien ejerce el poder. En la Biblia encontramos que el primer afrentado es Caín, cuando después deasesinar a Abel, Yahveh lo condena a errar por el mundo y le pone una señal a

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modo de protección. «Y Yahveh puso una señal a Caín para que nadie que leencontrase le atacara» (Gn. 4, 15). No se trata de una marca infamante, sinoprotectora en tanto que miembro de un clan en el cual se impone la venganzade sangre. Con el mismo carácter protector aparece en el libro de Ezequielcuando Yahveh, según relata el profeta, encargó a uno de sus ángeles quemarcara con una señal a los hombres santos, para salvarlos del castigo queinfligiría a la ciudad. «Llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía lacartera de escriba en la cintura; y Yahveh le dijo: “Pasa por la ciudad, porJerusalén, y marca una cruz en la frente de los hombres que gimen y lloranpor las abominaciones que se cometen en medio de ella.” Y a los otros le dijo:“Recorred la ciudad detrás de él y herid […]. Pero al que lleve la cruz en lafrente, no lo toquéis.”» (Ez. 9, 4-6). En el Apocalipsis, sin embargo, el sentidodel estigma en la frente ya ha cambiado al vinculársela directamente con elmal. «Si alguno adora a la Bestia y a su imagen y acepta la marca en su frenteo en su mano, tendrá que beber también el vino del furor de Dios…» (Ap. 14,9-10). La marca en la frente o la mano derecha, como se precisa en Ap. 13,16,le da un simbolismo que vincula las leyes sobrenaturales con las terrenas. Lamarca en la frente es para creer y en la mano para hacer lo que la ley civildice.Este principio prevaleció en la Edad Media, cuando a los blasfemos se lesafrentaba marcándoles una cruz en la frente con un hierro candente, como lotestimonian las crónicas de la época de Luis I el Piadoso, el hijo deCarlomagno que gobernó a los francos entre 814 y 840. En los analeseclesiásticos de este reinado se lee que, ante la petición de indulgencia paraun blasfemo, Luis I respondió: «Estoy pronto, y hasta consideraría gracia, aque impriman en mi frente esa señal, con tal de que la blasfemia sea extirpadade mi reino».

AGUARDIENTE

Desde el punto de vista etimológico el término aguardiente no tiene ningúnmisterio, ya que es la unión de las voces «agua» y «ardiente». Pero esta sencillapalabra que además de nombrar al «alcohol diluido en agua, nombra la«bebida espirituosa que, por destilación, se saca del vino y de otrassustancias», tiene una antigua y curiosa historia.Aguardiente es fruto del empeño de médicos, sacerdotes y magos de laantigüedad obsesionados por dar con la piedra filosofal y el licor queproporcionara la eterna juventud. Griegos y romanos cocieron y manipularonplantas, frutos, raíces, animales y metales con la esperanza de obtener elbrebaje esencial de la vida. La cocción del mosto de uva acaso les indicó la

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presencia del «espíritu del vino», pero nunca llegaron a separarlo. «El agua dela vida» seguía oculta.La tecnología apropiada para obtener el «agua de la vida» se dio con lairrupción civilizadora de los árabes. Fueron ellos quienes perfeccionaron lasrudimentarias retortas, alquitaras y alambiques, que los alquimistas europeosemplearon para dar con la llamada «piedra filosofal» y convertir los metalesviles en oro y el «agua de la vida» para ser eternamente jóvenes. Xavir benHayyan, maestro árabe del siglo VIII llamado Geber por los cristianos, fuequien dijo haber dado con el «agua regia» que disolvía el oro, y el «aguafuerte» que disolvía la plata. Las traducciones latinas que se hicieron de susobras tradujeron aqua vitae.En el siglo XIII, el mallorquín Ramon Llull y el valenciano Arnau de Vilanovadedicaron muchas horas de su azarosa vida a la búsqueda de la «piedrafilosofal» y del «agua de la vida». En este caso uniendo la profana aspiraciónde los alquimistas con la sacra tradición judeocristiana «…Jesús puesto en pie,gritó: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí”, como dice laEscritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto decía refiriéndose alEspíritu que iba a recibir los que creyeran en él.» (Jn. 7, 37-39). Acaso pensando en el vino como trasunto de la sangre de Cristo, ambos sabiostuvieron la idea de meter un cántara de vino en un alambique con elilusionado propósito de extraerle el «alma». El proceso de destilado culminócuando tuvieron ante sí un agua limpia y casi transparente, ardiente al gusto yeuforizante al ser ingerida. Por este motivo la llamaron «Agua de la Vida» y«Agua Ardiente» y, como tributo a los árabes, «alcohol».Sin embargo, el viaje de significado de la palabra acababa de empezar. Arnaude Vilanova escribió el tratado De Vinis, cuyo título completo es Elixir devinorum miralibus specierum et artificialum vinum, en el que explica la formade obtener alcohol a partir del vino y sus propiedades terapéuticas, y unopúsculo, De conservanda juventule et retardanza senectute, dedicado al usomédico del aqua vitae o aguardiente. El valenciano también advertía de lospeligros que suponía beber el aguardiente sin control médico.Sin embargo, durante la explosión vital del Renacimiento en las ciudades-estado del norte de la península Itálica, el uso del aguardiente se liberó. En elsiglo XVI, la inefable Catalina de Médicis, a quien se tenía por experta enungüentos, brebajes, perfumes y venenos, puso de moda en su corte licores einfusiones producto de maceraciones de hierbas y frutas con alcohol. Un sigloantes, el radical Girolamo Savonarola ya había inventado el agua ardenscomposita, que no era otra cosa que aguardiente aromatizado con flores yhierbas. ¿Acaso fue el aguardiente lo que incendiaba cada día las palabrasque, finalmente, acabaron llevándolo a la hoguera en la plaza de Florencia?

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ALCAHUETE

La prescripción mosaica de no desear la mujer de tu prójimo no fuedebidamente atendida, no obstante los consejos de Mahoma, por muchosárabes. Con el tiempo la omisión del mandamiento se hizo costumbre y éstainstitución social. Es así que cuando un árabe deseaba una mujer casadaseguía una especie de protocolo de aproximación y seducción. Este protocoloempezaba por enviar con un al-qaww d, un mensajero, un caballo de regaloāal marido. Como casi siempre sucede el relajamiento de la costumbre dio lugara nuevas estrategias de seducción, aunque siempre dejando lo esencial, que eneste caso era el mensajero, que los antiguos castellanos llamaron alcahuete. El personaje del alcahuete, hombre o mujer correveidile encargado de oficiarde intermediario para concertar, facilitar o encubrir una relación amorosa osimplemente carnal ilícita ha dado lugar a creaciones literarias memorables.Allí están en la literatura castellana estos «agentes de negocios de Cupido»,según un verso de Calderón, encarnados por las célebres Trotaconventos en elLibro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita, y la Celestina, protagonista de LaCelestina, Tragicomedia de Calisto y Melibea, de Fernando de Rojas. En estaúltima obra, ante el deseo de Calisto de conocer a la joven Melibea, su criadoSempronio le dice que conoce «a una vieja barbuda, que se dice Celestina,hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay; entiendo que pasan decinco mil virgos los que se han hecho y deshecho por su autoridad en estaciudad. A las duras peñas promoverá y provocará a lujuria si quiere» (LaCelestina, de Fernando de Rojas Auto I,). Igualmente puede calificarse dealcahuete al shakesperiano fray Lorenzo, cómplice de los amores entre Romeoy Julieta. No obstante, es el peso de la ilicitud lo que acaba prevaleciendo en la palabraalcahuete hasta hacerla sinónima de «macarra», «rufián», «meretriz» y tambiénde persona chismosa o, como en Argentina y en jerga familiar, «delator»,«espía», «chivato».

AMAZONA

La voz amazona define figurativamente a la mujer jinete y a aquella que haceacrobacias sobre un caballo en un circo. También de modo figurativo es lamujer de porte varonil. Su origen, que aún se recoge como primera acepciónen los diccionarios, está en el nombre de una mítica raza de mujeres guerrerasque, procedente del Cáucaso, habitaba en Capadocia en los tiempos heroicosde los griegos.Estas guerreras conformaban una sociedad matriarcal, en la cual el hombre

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cumplía sólo una función reproductora. Por esta razón los niños varones quenacían eran sacrificados o enviados para que vivieran con sus progenitoresextranjeros. Estas mujeres, extremadamente belicosas, aparecen en variasleyendas griegas. Entre éstas la de Heracles, quien debe luchar contra ellas encumplimiento del noveno trabajo ordenado por Euristeo, consistente enapoderarse del cinturón de Ares, que está en poder de Hipólita, la reina de lasamazonas. Durante esta misión, Teseo, uno de los acompañantes de Heracles,rapta a una amazona llamada Antíope, aunque lo más probable es que fuese ala misma reina, pues el hijo que nació de esa relación fue llamado Hipólito.Las amazonas eran hábiles jinetes que utilizaban con gran destreza la lanza yel arco, para lo cual se cortaban o quemaban uno de sus pechos. Esta es larazón por lo que los griegos las llamaron amazóon, que significa «sin senos».Dado que no existe ninguna documentación plástica que confirme la existenciade las mujeres guerreras despechadas, da pábulo a las conjeturas de algunoshistoriadores que sostienen que los griegos creían ver mujeres donde veíanguerreros escitas de largas cabelleras rubias. Incluso hay algunos que hastacuestionan el origen griego de la palabra y le dan uno armenio con elsignificado de «mujeres-luna», por ser adoradoras de Ártemis, la implacablediosa virgen que hizo devorar a Acteón con sus perros por haberla vistoinvoluntariamente desnuda. Ya fuesen hombres hermosos de largas melenas rubias, mujeres-luna o mujerescon sus pechos mutilados, la fuerza de su mítica existencia fue tal que, muchossiglos más tarde, en 1500, el español Francisco de Orellana, le dio el nombrede Amazonas al río americano que exploraba, después de ser atacado por unatribu de mujeres, en las que creyó ver una encarnación de las legendariasguerreras.

AMÉRICA

El nombre de América dado por los europeos al continente al que llegaron lasnaves de Cristóbal Colón en 1492 constituye una manifiesta injusticiahistórica. Esos territorios que los españoles llamaron Indias, en la creencia quehabían llegado a ese país extremo del Oriente, de donde procedían muchas delas especias cuyas rutas buscaban, carecían de un nombre indígena. No lotenían porque ninguno de los muchos pueblos nativos, algunos de los cualessituados en un elevado escalón de civilización, había desarrollado unaconciencia de la naturaleza continental del territorio que habitaba. El hecho de que fueran los europeos los primeros en estudiar las costas, trazarmapas y advertir la originalidad continental legitimaba en cierto modo elderecho de dar a esas tierras un nombre que designara su unidad geográfica.

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Siguiendo este razonamiento, lo lógico hubiese sido que, en reconocimiento asu «descubridor», los europeos bautizaran el continente con el nombre deColombia y hasta de Cristobalonia o si se quiere Cosalandia, en alusión a Juande la Cosa, que fue el primer cartógrafo que realizó un mapa del mundomostrando los nuevos territorios. Pero tampoco fue él el homenajeado, sinouno de sus ayudantes llamado Amérigo Vespucci o Vespucio.No fue afán de notoriedad personal lo que determinó que el «Nuevo Mundo»fuese designado América, sino la ignorante simplicidad del impresor alemánMartin Waldseemüller en su obra Cosmographiae introductio, en la creenciade que era el piloto italiano el artífice de los mapas que habían dado a loseuropeos una nueva visión del planeta. Pero este hecho tampoco debería menoscabar la participación de Vespucci enla tarea de cartografiar el «Nuevo Mundo». El piloto florentino, que habíallegado a Sevilla hacia 1490 en representación de la banca Juanoto Berardi,intervino activamente desde el principio en la organización de la empresacolombina. Nueve años más tarde, atraído por la idea de conocer aquellastierras ultramarinas, embarcó en la expedición de Alonso de Ojeda, en la queJuan de la Cosa llevaba el encargo de explorar y dibujar las costascontinentales. Vespucci, quien se había naturalizado castellano, participó enotras expediciones más y alcanzó gran fama como cosmógrafo. Tras sus viajesde 1501 y 1502, publicó en Augsburgo Mundus Novus, como él le llamaba alcontinente, una relación que Waldseemüller consideró merecedora de que elnombre de su autor perdurara por los siglos de los siglos. Fue así como se dioel nombre de América al «Nuevo Mundo», que convirtió a Vespucci en «señorde su patria», tal el significado del nombre Haimrich, voz alemana de la quederiva Amerigo.

AMIGO

Ya en el propio sonido de la voz amigo hay algo afectuoso y nutricio,semejante a la miga del pan. Su origen castellano está en el sustantivo latinoamicus, cuyas acepciones son, aparte de amigo, las de «benévolo»,«placentero», «favorable», «propicio», etc., que proyectan su significaciónafectiva en la frase latina amicus dignitatis meœ, es decir, «celoso de midignidad». Casi podría afirmarse que en el corazón de esta palabra anida elverbo amo, «amar». Incluso algunos sabios conjeturan que es fruto de laíntima comunión entre animus, «alma», «espíritu», y cust s, «custodio»,ō«guardián», «protector», lo que equivaldría a «custodio, guardián o protectordel alma».No sería extraño que la idea que acabó definiendo en latín la palabra que en

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su forma castellana es amigo tuviera un origen griego, idioma donde expresala generosidad, el desprendimiento del yo individual ante otro como resultadode la suma de la partícula negativa a y ego, es decir, «sin yo». «Sin yo» es el serhumano que se entrega, ama y se compromete con otro sin reservas niegoísmos; «sin yo» es el amigo. De aquí que la palabra en sus formasmasculina y femenina también sea el amante sólo sujeto a las leyes de lanaturaleza y del entendimiento.Los antiguos helenos, persas y egipcios daban el trato de amigo a los altosoficiales de la corte. Para los romanos el amigo formaba parte de la institucióndel cliente, ligada a la familia patricia por el vínculo jurídico del iuspatronatus. Los amicus eran los clientes más próximos del patrono, por sugrado de fidelidad y compromiso.Fuera de este círculo protector, de esa trama afectiva de intereses, favores, etc.estaban el territorio hostil del in-amicus, «no amigo», o lo que es lo mismo delenemigo. Alguien con quien no existía ningún tipo de compromiso, ni lazo deninguna naturaleza y que por lo tanto podía ser objeto de abuso, violencia otrapacería. Creencia que sostuvo y legitimó la política expansiva del ImperioRomano.

ANESTESIA

En la segunda mitad del siglo I, en tiempos de Nerón, el griego PedanioDioscórides practicó la medicina en Roma. Era cirujano militar, como cuentaen el prólogo de su obra magna, De materia medica, y uno de los mayoresestudiosos de las propiedades medicinales de minerales y plantas. La suya fueuna de las obras fundacionales de farmacopea moderna. Precisamente en De materia medica al describir la mandrágora, Dioscóridesutilizó por primera vez la voz griega anaisthêsia, «sin sensibilidad», paraseñalar una de las propiedades de la mandrágora y sus efectos. La voz siguiólatente, ya que la búsqueda de medicinas que paliaran el dolor ha sido y esuno de los grandes retos del quehacer médico desde sus orígenes, hasta queen el siglo XVIII fue recogido por primera vez en el diccionario inglés deBailey, aunque quien, en el siglo siguiente, le dio popularidad entre losmédicos fue el médico, poeta y fundador estadounidense Oliver WendelHolmes en The Atlantic Monthly.Para entonces el uso de los anestésicos ya había adquirido gran importancia apartir del descubrimiento, en 1831, del cloroformo. El hecho fue reivindicadoese mismo año por el estadounidense Samuel Guthrie, médico del JeckerHarbour Hospital, el francés Eugêne Souberain, director de los serviciosfarmacéuticos del Hôspital de la Pitié de París, y el alemán Justus Liebig. En

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