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GRUPOS, TERRITORIOS E IDENTIDADES Manuel Luis Rodríguez U. 2012

GRUPOS, TERRITORIOS E IDENTIDADES, CONTRIBUCIONES PARA UNA SOCIOLOGIA HISTORICA DE LA PATAGONIA

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Material de estudio desde las Ciencias Sociales sobre la historia social de la Patagonia

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GRUPOS, TERRITORIOS E IDENTIDADES

Manuel Luis Rodríguez U.

2012

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GRUPOS, TERRITORIOS E IDENTIDADES

CONTRIBUCIONES PARA UNA SOCIOLOGIA HISTÓRICA EN LA PATAGONIA

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PREFACIO

El carácter esencialmente gregario del ser humano, se manifiesta a través de la vida social en ciertos conglomerados de individuos que comparten tareas, metas y sentidos de pertenencia e identidad.

El grupo es en definitiva, la esencia social de la organización humana y el punto de partida para las otras formas de acción colectiva como la multitud, la organización o la institución. La acción colectiva surge de la voluntad y de la necesidad: de la voluntad de manifestar, expresar y dar cauce a aspiraciones y cosmovisiones configurando así identidades y pertenencias, y la necesidad de dar respuesta a las carencias e insuficiencias de la vida en común.

De la acción colectiva surgen diferentes formas de acción y de movilización de recursos que confluyen hacia movimientos, hacia organizaciones y hacia instituciones. En la experiencia histórica de los habitantes de los territorios magallánicos y patagónicos, la acción colectiva se ha manifestado y expresado desde tiempos inmemoriales y en los tiempos modernos, ha dado forma a movimientos y organizaciones sociales de amplia repercusión. Pero los movimientos ciudadanos y las organizaciones sociales en la Patagonia austral emanan de una fuerza identitaria regionalista y localista y de un sentido de pertenencia que gira en torno de grupos básicos y familias.

Este ensayo tiene por objeto presentar y describir elementos de una sociología histórica en el marco del espacio geográfico y socio-cultural de la Patagonia.

Para este estudio, hemos adoptado un enfoque interdisciplinario, recurriendo a los aportes conceptuales y teóricos de la Sociología, de la Historia Social, de la Ciencia Política y de la Antropología Social.

Manuel Luis Rodríguez U.

Punta Arenas - Magallanes, primavera de 2012.

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LA SOCIABILIDAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

EN LA PATAGONIA

Desde los tiempos primitivos, la primera organización humana fue grupal: estructuradas alrededor de grupos familiares las bandas cazadoras y recolectoras que descendieron e ingresaron por la cordillera de Baguales y poblaron -por ejemplo- las pampas patagónicas y de la Tierra del Fuego prehistórica hace 11.000 años, antes de la primera glaciación, estaban constituidas por una o varias familias extendidas de 30 y hasta 40 individuos, cuya división del trabajo les permitía distribuirse tareas de caza, pesca y recolección de frutos en las pampas y canales australes.

Los liderazgos básicos en las bandas cazadoras y recolectoras surgían en la persona más anciana y sabia del grupo y en aquellos individuos más diestros en la cacería del guanaco y otras especies disponibles.

Según Massone (2004), “los grupos cazadores que ocuparon Cueva Tres

Arroyos I, Cueva del Medio, Cueva de Lago Sofía I, Cueva de Fell, Cueva de Pali

Aike y posiblemente también la Cueva de Piedra Museo, participaban de una

sociedad o de sociedades afinas en muchos aspectos, que compartían una

determinada cosmovisión y variadas pautas culturales para utilizar el espacio

y los recursos, siguiendo formas semejantes o comunes de organización social,

a escala regional”. (1).

Estos paleoindios de fines del Pleistoceno se organizaban en grupos dedicados a la caza de la fauna originaria, a la recolección de vegetales, e incluso a actividades de pesca y recolección de moluscos.

La sociabilidad primitiva se manifestó en las regiones australes además, alrededor de 4.000 años atrás, con la aparición de las organizaciones tribales de selknam, haush, kaweskar, yámanas y aonikenk.

Las familias kaweskar y yámanas conservaban aun -al momento de su primer contacto con los blancos en el siglo XVI- una organización social familiar en la que la mujer tenía un rol preponderante en las tareas de recolección de alimento y en la elaboración de vestuario.

Los grupos nómades del continente en la Patagonia -aonikenk y selknam- eran básicamente familias extendidas integradas por el padre, la madre, los hijos, los tíos, sobrinos y sus descendientes.

1 Massone, M.: Los cazadores después del hielo. Santiago, 2004. CIDBA, pag. 149.

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Veamos algunos elementos de la sociabilidad aonikenk.

Dentro de la sociabilidad aonikenk

Entre los aonikenk, aunque móviles, sus movimientos grupales solían ser circuitos, predominantemente de oeste a este y viceversa. Durante cada temporada tenían sítios donde instalaban sus campamentos, llamados aik o aiken por ellos y tolderías por los españoles y criollos.

Cada una de sus agrupaciones estaba integrada por nexos de parentesco y tenía un territorio específico de caza y recolección; los límites solían estar precisados ancestralmente por accidentes muchas veces poco notorios: una loma, un abrevadero, una hondonada, un árbol importante. En caso de que una agrupación no pudiera satisfacer sus necesidades en su propio territorio, debía pedir permiso a agrupaciones vecinas de la misma etnia para aprovechar los recursos de sus territorios; una transgresión a esta norma solía implicar guerra.

De un modo análogo, al ser fuertemente exogámicos los varones se veían obligados a buscar compañera o pareja en otros grupos y solían practicar el trueque de mujeres. Esta norma reforzaba los vínculos de unidad étnica. No pocas veces, en lugar del trueque se practicaba el rapto de mujeres, conducta que casi siempre derivaba en guerras intraétnicas.

Hace 9.000 años a. C. surgió la industria toldense, caracterizada por puntas de proyectil sub-triangulares bifaciales y raspadores laterales y terminales, cuchillos bifaciales y herramientas de hueso. Más tarde, entre los 7.000 y 4.000 años a. C., aparece la industria casapedrense, caracterizada por una mayor proporción de instrumentos líticos confeccionados sobre láminas, probablemente como una muestra de la especialización en la caza del guanaco, lo cual también esta presente en los desarrollos culturales posteriores de los aonikenk.

Desde ese momento y hasta la llegada de los europeos (inicios del siglo XVI) los aonikenk poseían un modo de vida cazador-recolector en el que hacían uso de una movilidad estacional, desplazándose en pos de las manadas de guanacos; durante los inviernos se encontraban en las zonas bajas (vegas, mallines, costas, orillas de los lagos, etc.) y durante el verano ascendían a las mesetas centrales de la Patagonia o a la cordillera de los Andes en donde tenían entre otros sitios sagrados, el cerro Chaltén.

La llegada y contacto con los conquistadores españoles implicó un conjunto de cambios revolucionarios en la cultura de los pueblos originarios y los aonikenk no fueron ajenos a esto; se desataron entre ellos pestes

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(sarampión, viruela, gripe) que les diezmaron, particularmente a los septentrionales gennakenk.

Se sabe poco de la cultura tehuelche anterior al caballo aunque su organización socioeconómica se parecía a la de los selknam de la Tierra del Fuego. La introducción del caballo a principios del siglo XVIII, por el contacto con los colonizadores españoles del centro sur argentino, transformó el modelo de organización social de los tehuelches patagónicos: se formó entre ellos un complejo ecuestre.

Al igual que los amerindios de las grandes praderas de Norteamérica, los tehuelches también recorrieron las estepas de matorrales de la Patagonia, viviendo principalmente del guanaco y de la carne de rhea (ñandú o choique), seguida de la carne de huemul, venado, mara e incluso puma y jaguar, además de ciertas plantas (pues aunque tardíamente, aprendieron a cultivar la tierra).

En cuanto a peces y mariscos, existían en ciertos casos tabúes: algunos grupos tenían, por ejemplo, prohibido el consumo de pescados.

Sus agrupaciones solían estar constituidas por entre 50 a 100 miembros.

La adopción del caballo significó una profunda revolución social en la cultura aonikenk: la movilidad que les deparó provocó cambios en las ancestrales territorialidades y modificó en gran medida el patrón de los desplazamientos, si antes del siglo XVII predominaban las trashumancias este-oeste en pos de los guanacos, a partir del periodo del complejo ecuestre tomaron gran importancia los desplazamientos longitudinales (de sur a norte y viceversa) estableciéndose extensos circuitos de intercambio: a mediados del siglo XIX los aonikenk trocaban sus pieles y moluscos por cholilas (frutillas, zarzamoras, calafates, semillas de pehuén, llao llao, brotes y cogollos de coligüe, etc.) y manzanas a los gennakenk del Neuquén, del Alto Valle del Río Negro y del llamado País de las Frutillas o Chulilaw (2).

El caballo (que conocieron a partir de 1570), o más exactamente la yegua, pasó a ser parte principalísima de su dieta, dejando en segundo lugar a los guanacos. Los selknam de Tierra del Fuego en cambio no dieron en desarrollar un complejo ecuestre comparable.

Describamos ahora algunos elementos de la sociabilidad selknam.

El mundo social selknam

2 Se refiere a la región delimitada aproximadamente al norte por el lago conocido

actualmente como Nahuel Huapi, al este por las cordilleras bajas y morrénicas llamadas Patagónides, al oeste por las altas cumbres de los Andes y al sur por el lago llamado Buenos Aires o General Carrera.

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Los selknam (también escrito como selk'nam o shelknam), más conocidos como onas, son un pueblo originario americano, hoy mestizado, de la Isla Grande de Tierra del Fuego a la que ellos llamaban Karukinká. El nombre "ona" proviene del idioma yagán y ha prevalecido sobre selknam, que ellos utilizaban para autodenominarse. Antes de su casi extinción, eran nómadas terrestres, cazadores y recolectores.

Eran parientes cercanos de los aonikenk o tehuelches que habitaban en la Patagonia al norte del Estrecho de Magallanes, con ellos tenían una notable semejanza física, de lenguaje y de costumbres. Eran altos con una talla media de 1,80 metros, musculosos, corpulentos, anchos de hombros y de tez bronceada.

Los ancestros de los selknam llegaron a la Tierra del Fuego posiblemente antes de que esta se convirtiera en una isla. Compartían la isla grande con un pueblo emparentado, los haush, que compartían con ellos muchos rasgos culturales y físicos y también con dos pueblos canoeros (nómades marinos): los kawésqar o alacalufes y los yaganes o yámanas.

Los selknam habitaban principalmente el norte y centro de la isla y habían terminado por confinar a los haush en el sureste (Península Mitre).

El contacto con el hombre blanco comenzó en 1520 cuando Magallanes descubrió el estrecho que lleva su nombre y vio las fogatas de los indígenas que motivaron el nombre del territorio. Posteriormente, los contactos continuaron en forma esporádica hasta las últimas décadas del siglo XIX con la llegada de misioneros salesianos y de hombres blancos a colonizar y explotar la isla.

Los territorios que antes eran el libre hogar de estos cazadores nómadas, fueron cercados. Muchos de ellos rompieron las cercas y cazaron y comieron la carne de las ovejas, a la que llamaron "guanaco chico" o "guanaco blanco". Estos hechos condujeron a la consumación de un genocidio que acabó casi completamente con ellos.

Este contacto permanente tuvo devastadoras consecuencias para esta etnia, pues además les transmitieron enfermedades contagiosas y los desplazaron de sus territorios de caza. Hacia el año 1881 eran alrededor de 4.000 individuos.

En 1883 comenzó la explotación ganadera con la concesión por parte del gobierno chileno de las primeras estancias a particulares y en 1887 llegaron los mineros en busca de oro en el sector norte de la isla. En 1888 se estableció una misión salesiana en isla Dawson con el propósito de evangelizar y civilizar a los indígenas. En 1891 la población había disminuido a no más de 2.000 personas.

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En 1895 los estancieros australes llegaron a un acuerdo con la misión salesiana de José Fagnano en isla Dawson: le pagarían una libra esterlina por cada indígena recluido en la misión. Con los años más de 800 llegaron a isla Dawson muriendo la mayoría por el cambio de estilo de vida al sedentarismo ocioso y las enfermedades. En 1974 murió la última representante pura de esta etnia, Ángela Loij. Descendientes mestizos de los onas viven en la parte argentina de la isla Grande de Tierra del Fuego formando la comunidad Rafaela Ishton.

La base de la organización era la familia, padre, madre, hijos, pero a esta se incorporaban los parientes que ocupaban el mismo territorio, llamado haruwenh.

Había muchos territorios perfectamente delimitados. Formaban "clanes" patrilineales de 40 a 120 miembros con jurisdicción sobre un territorio de caza. Los hombres tomaban esposas de otros clanes. La vida nómada de los selknam es similar a la de los cazadores de la Patagonia y de la pampa.

Cada miembro tenía sus obligaciones bien especificadas: el hombre cazaba y confeccionaba las armas, la mujer, labores domésticas, cuidado de los niños, transportaba e instalaba la vivienda. Esta cultura, poseía un amplio mundo espiritual manifestado en ceremonias como el Hain, ritual de iniciación sexual en el que se revelaba a los adolescentes ciertos secretos tendientes a preservar su orden social: el patriarcado. Si en sus viajes encontraban una ballena varada o estaban en peligro, empleaban señales de humo para comunicarse entre los grupos.

Celebraban ritos de iniciación masculina durante los cuales los ancianos revelaban los secretos tribales a los jóvenes o klóketen, tal rito iniciático era llamado h'ain; realizado al producirse la pubertad daba a los jóvenes la categoría de adultos, si a muchos observadores externos les puede llamar la atención el "body-art" -los cuerpos eran pintados-, sorprendieron aún más a los testigos presenciales por las durísimas pruebas -en especial de resistencia física- a que eran sometidos los iniciados.

Las mujeres estaban excluidas. Los ritos se basaban en un mito que narraba cómo los hombres habían derribado una organización previa dominada por las mujeres.

Referentes a sus deidades, eran politeistas y creían en un ser supremo que castigaba la maldad. Temáukel era la denominación de una gran entidad preternatural que consideraban mantenía ordenado al mundo, aunque la deidad creadora era llamada K'aux, se le imaginaba como un anciano humano que había logrado liberar a los shelk'nam de la tiranía de una mujer primordial llamada Táiyin. Pero había un tercer dios supremo, el que velaba por el orden y las buenas actitudes de los miembros de cada tribu, y el que inculcaba todas y cada una de las leyes a los selknam: Quenós. El sol y la luna a los que llamaban Krenn y Kreen, tenían gran importancia para

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ellos. El sol, esposo de la luna, corría tras ella para castigarla sin alcanzarla. La luna representaba un espíritu maligno causante de todas las desgracias.

Los "chamanes", llamados kon, ayudaban a los cazadores y curaban enfermedades, recibían su poder de los espíritus de los "chamanes" muertos, quienes se les aparecían en sueños. A los muertos se les enterraba superficialmente y la familia abandonaba el lugar y quemaban sus pertenencias ya que había que olvidar en la tierra al difunto.

Los selknam tenían la creencia que después de la muerte se les llevaba a un juicio celestial en presencia de todos los dioses. Si ellos no deseaban que el difunto ingresara a su reino y gozara de vida eterna (ya sea por mala conducta o por faltar alguna ley), debía castigárseles llevándolo a los infiernos, donde la diosa de los infiernos, el caos y las malas actitudes, Jalpen, lo esperaba para hacerle sentir sufrimiento y dolor por la eternidad.

Los selknam creían además que la diosa Jalpen recurría a sus dioses guerreros, los Soortes, para llevar a cabo sus planes de caos y destrucción.

Los haush en la Patagonia

Los haush también formaban parte del poblamiento originario de la Patagonia hasta fines del siglo xix.

Nómadas, hábiles cazadores de guanacos, compartían muchas costumbres con los selknam, entre ellas sus armas especialmente el uso del arco pequeño y la flecha, así como la vestimenta basada en pieles, y la práctica del ritual de iniciación de los varones llamado hain.

Vivían en grupos de dos o tres familias siendo su cultura material, especialmente la técnica, muy rudimentaria: chozas que eran simples enrramadas cubiertas de musgo y cueros, así como la confección de recipientes cerámicos y de cestería o de vejigas muy elementales, fabricaban canoas monóxilas más simples que las de los yámana y los kawésqar, tal retraso cultural en el nivel material se explica por dos grandes razones, su aislamiento geográfico y el adverso medioambiente en que vivían (zona fría, perhúmeda y muy ventosa con escasos recursos naturales).

A ellos se debe con casi plena certeza la existencia de la mayoría de los kjøkkenmødings o "concheros" del archipiélago fueguino. Su modo de producción era cazador-recolector, con una dieta hipercrasa e hiperprotéica ya que la mayor parte de su alimentación provenía de los guanacos, lobos marinos, mariscos, crustáceos, pingüinos y peces que cazaban, pescaban o mariscaban, el complemento vegetal de tal dieta era un hongo que crece

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sobre el guindo, las algas llamadas kelp o cachiyuyo y el hongo llamado "pan de indio", a esto se sumaba el aprovechamiento colectivo de la carne obtenida de los cetáceos que varaban en las playas.

Fueron empujados desde el siglo XIV por los sélknam hacia el extremo sureste de la Isla Grande de Tierra del Fuego, apenas quedaba una pequeña población -al parecer muy mixogenizada con sus vecinas- de esta etnia a la llegada de los conquistadores españoles a su pequeño territorio en 1619.

Según los cálculos de Lothrop en 1850 debieron existir unos 300 mánekenk. En 1890 el misionero Lucas Bridges censaba sólo a sesenta mánekenk, en 1911 se contaban sólo cuatro personas que se consideraban mánekenk. Una de las últimas noticias acerca de ellos la debemos a Tonelli, quien en 1926 afirmaba conocer a una sola persona.

La denominación haush parece ser ajena a ellos y derivar de una palabra despectiva del idioma de los yámana, palabra que significaba "grasa de pez", sin embargo en sus últimas épocas parecen haber adoptado como autoetnónimo tal palabra quizás por su facilidad de pronunciación y por desconocer su significado original.

La lengua haush (mánekenk(e)n, aus) fue una lengua amerindia, andina, meridional que se hablaba en determinadas zonas de la Patagonia. También se la clasifica dentro del tronco macro-panoano, Familia Mosetén-Chonán - Grupo Chonán.

El mundo nómade de los yamanas

Los yámanas, por su parte formaban los pueblos nómades del mar en los canales australes de la Patagonia.

De acuerdo a la información histórica disponible, los yámana llegaron a su área de nomadismo hace unos 6.000 años. Eran bajos, "desproporcionados" (por su adaptación a una vida canoera solían tener extremidades inferiores poco desarrolladas y, por contrapartida, troncos y extremidades superiores muy robustas) y corpulentos. Sus primeros contactos sostenidos con el hombre blanco lo establecieron entre 1826 y 1830 con las tripulaciones del capitán Fitz Roy quién estimó una población de unos 3.000 indígenas y posteriormente, en 1871, con los misioneros protestantes que se establecieron en la actual Ushuaia.

En 1869 misioneros ingleses fundaron la misión anglicana de Ushuaia (de la Iglesia de Inglaterra), en la costa norte del Canal Beagle. La misión se convirtió en un polo de atracción para los yámanas, formando un poblado permanente que en 1880 era habitado por unos 300 yámanas.

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El contacto con el hombre blanco trajo las enfermedades, sobre todo el sarampión en 1884 y la de neumonía y de tuberculosis en 1886 en las que los yámanas, concentrados en la misión anglicana, murieron por centenares. Estas enfermedades minaron a su población de tal forma que en 1908 sólo quedaban 170.

Hacia 1890 ya existía una colonia de más de 300 croatas en dichos parajes. A comienzos del siglo XX, las tierras ancestrales de los yamanas en la isla Navarino fueron ocupadas por extranjeros. En 1950 quedaban 63 yámana los que habían quedado reducidos a 58 un cuarto de siglo más tarde. Se incluye en esta cantidad a 10 personas que pertenecen al grupo étnico pero que no presentan antecedentes yámana, sino alacalufe. Entre los 58 ya señalados, se incluyen también 3 hombres y 5 mujeres que son los representantes actuales de los yámana "puros".

Al respecto es necesario recalcar que estando ya cerrada la posibilidad de fecundación de las representantes femeninas de este pequeño grupo, estas ocho personas son los últimos individuos con ambos progenitores yámana que podrá tener este grupo étnico. En el futuro toda la descendencia de los yámana será mestiza.

Actualmente casi todos los miembros de la comunidad yámana residen en Villa Ukika, un poblado cercano a Puerto Williams en la Isla Navarino. Unos pocos yámanas más se han dispersado por otros lugares de Chile. En Argentina sólo se conoce la existencia de cuatro personas de esta etnia en la ciudad de Río Gallegos ciudad capital de la provincia de Santa Cruz.

Formaban bandas que no tenían jefes. Durante el invierno buscaban refugio en las costas donde armaban sus chozas. La base era la familia dirigidos por el padre y con roles asignados a cada integrante. Estos grupos familiares coexistían e interactuaban constituyendo partidas de caza no muy numerosas, facilitándose de esta forma el desplazamiento por los canales y el abastecimiento de alimentos.

El universo kaweskar

Los kaweskar, constituyen el segundo pueblo originario nómade marítimo en la Patagonia.

Los kawésqar, kawéskar, alacalufes o alakalufes (nombre posiblemente derivado del apodo peyorativo en yagán: halakwulup o halakwoolip, comedores de mejillones, cuya difusión algunos investigadores atribuyen al navegante inglés Roberto Fitz Roy), son indígenas, nómades canoeros que recorrían los canales de la Patagonia chilena, entre el Golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes; también se desplazaban por los canales que

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forman las islas que quedan al oeste de la Tierra del Fuego y al sur del estrecho.

Su idioma es el kawésqar, nombre con el que ellos se autodenominan. En su idioma, esta palabra significa "persona" o "ser humano". El nombre alacalufe, originalmente puede haber tenido una intención despectiva y ellos no lo usan.

Kawésqar significa "de piel y hueso" y era el nombre con que ellos se autodenominaban. Alacalufe fue el nombre que les dio, al parecer, el marino inglés Robert Fitz Roy, nombre que perduró hasta mediados del siglo XX en que el gobierno de Chile comenzó a emplear oficialmente la denominación kawésqar para referirse a esta etnia.

Hay dos hipótesis históricas sobre su llegada a los lugares de poblamiento. Una, que procedían del norte siguiendo la ruta de los canales chilotes y que atravesaron hacia el sur cruzando el istmo de Ofqui. La otra es que procedían desde el sur y a través de un proceso de colonización y transformación de poblaciones cazadoras terrestres procedentes de la Patagonia Oriental poblaron las islas del Estrecho de Magallanes y subieron por los canales patagónicos hasta el Golfo de Penas.

El área que ocupaban para sus desplazamientos es enorme, pero se puede decir que giraban alrededor de dos puntos. Uno en la ribera sur del Estrecho de Magallanes, en la isla Clarence y el otro en la parte sur del Golfo de Penas en el islote Solitario en el Archipiélago de las Guaitecas. La causa de esta focalización fue la obtención del fuego. Los kawésqar necesitaban el fuego para calentarse y con el pasar de los siglos descubrieron estos dos puntos donde había pirita de hierro, mineral con el que lograban las chispas necesarias para encenderlo. Ver Técnicas para hacer fuego

Los kawésqar llegaron a su área de nomadismo hace unos 6.000 años. Fueron descritos por algunos navegantes como: pequeños, feos, flacos y de un hedor insoportable. En el siglo XVI cuando establecieron sus primeros contactos con el hombre blanco, se estima que eran unas 2.500 a 3.000 personas. A fines del siglo XVIII comenzaron a llegar a la zona una gran cantidad de barcos balleneros y loberos, especialmente de nacionalidad inglesa y norteamericana. A contar de esta época empezaron a contraer las enfermedades que pronto los llevarían a su declinación numérica.

Los europeos, desde su primer contacto, consideraban a los indígenas patagónicos como salvajes dignos de estudio. A partir de 1871 comenzó la exhibición de indígenas vivos en ciudades europeas y norteamericanas, costumbre que cesó a comienzos del siglo XX. Familias completas de las etnias kawésqar, yagán, selknam y mapuche fueron exhibidas en Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania. Llegaban por encargo de sociedades científicas y por comerciantes que lucraban con su exhibición al público. Los viajes duraban entre cuatro y seis meses y en ellos los indígenas solían enfermar y morir.

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A fines del siglo XIX misioneros salesianos obtuvieron la concesión de la isla Dawson donde establecieron una misión con el propósito de evangelizar, “proteger y cuidar” a los indígenas de la zona, con ello comenzó el proceso de transformación de su vida nómada en sedentaria y el cambio de sus hábitos ancestrales, como la vestimenta, dejando de usar el aceite de foca y la capa que los protegía del agua de la lluvia y del frío, debiendo usar ropa occidental, la que al estar permanentemente húmeda les trajo nuevas enfermedades. En 1900 se estimaba una población de 1.000 kawésqar la que 1924 había descendido a 250 individuos.

En 1937 el Gobierno chileno, mediante la Fuerza Aérea de Chile estableció una estación en Puerto Edén. Su primer jefe fue el sargento Carlos Gaymer Gómez, quien llegó con su esposa Raquel Verdugo Rojas y su suegra Matilde Rojas. El sargento Gaymer y su familia permanecieron en Puerto Edén hasta abril de 1950 en forma ininterrumpida, la señora Matilde falleció en 1949 y fue sepultada en el cementerio de Puerto Edén. Durante estos 12 años la familia dedicó sus mejores esfuerzos a educar y capacitar a los kawésqar que llegaron a vivir alrededor del puesto. La familia Gaymer Verdugo durante ese período adoptó a dos niños: Ana Rosales Ulloa y a Carlos Edén Maidel, Peteyem, que en 2007 reside en Nueva York, USA.

A fines del año 1940, el gobierno autorizó que un joven kawésqar de 10 años de edad que destacaba por su vivacidad e inteligencia, con la autorización de sus padres, fuera trasladado a Punta Arenas para estudiar bajo la tutela de los sacerdotes salesianos. El presidente de la república don Pedro Aguirre Cerda supo de este caso y decidió apadrinar a Lautaro Edén Wellington, Terwa Koyo y dispuso que fuera trasladado a Santiago para terminar su enseñaza de humanidades. Lautaro en 1947 entró a la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea. En 1948 contrajo matrimonio con la enfermera Raquel Toro Vilches y en 1949 regresó con el grado de cabo 2º mecánico, siendo destinado a la estación de Puerto Edén. Terwa Koyo viajó sin su esposa y al encontrarse entre su pueblo, comenzó a tratarlos como una tropa, mandándoles hacer ejercicios militares y trabajos de acarreo de tierra, cosa que ellos aceptaron de buen grado, pues habían llegado a admirarlo.

A los pocos meses desertó regresando a la vida nómada de sus antepasados. Prácticamente toda la población joven de Puerto Edén lo siguió. Lautaro falleció en 1953 al hundirse su chalupa. Fue una persona admirada por sus compañeros.

En 1992 había unos 60 indígenas que vivían en Punta Arenas y la mayor parte en Puerto Edén. En el 2000 se estimaba que no quedaban más de 17 kawésqar puros.

Existen unas quince personas que se consideran pertenecientes a este pueblo. A lo largo del tiempo han experimentado una profunda transformación cultural y social. Actualmente, su lengua y sus tradiciones han disminuido mucho, llegando a temerse su desaparición definitiva.

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La muerte de Jérawr Asáwer, rebautizada como Fresia Alessandri Baker, el 26 de octubre de 2003, recibió cobertura de la prensa, como un ejemplo de la disminución poblacional de este pueblo. El 5 de Agosto de 2008, falleció el ultimo kawésqar puro, Alberto Achacaz Walakial, de 79 años.

La unidad base de la sociabilidad kaweskar era la familia, la que se desplazaba sola en su canoa en búsqueda de su alimento, ocasionalmente se agrupaban dos o tres familias para tareas específicas. Cuando estaban en tierra hacían una choza muy liviana con armadura de madera, roble o canelo la que era cubierta con pieles de foca o nutria.

La canoa era la pieza más importante y apreciada de su patrimonio material. Era fabricada con cortezas, preferentemente de coigüe. Su longitud era variable, entre 8 ó 9 metros y en ella podía acomodarse una familia. La canoa era además de un medio de transporte una verdadera vivienda flotante, pues en ella pasaban buena parte del tiempo. En el siglo XX y por influencia de los loberos chilotes, empezaron a construir canoas de un tronco ahuecado, a semejanza de los bongos de Chiloé.

Cabe subrayar un hecho fundamental en la ecología humana de las regiones australes del continente: que todas las comunidades originarias de la Patagonia vivieron en completa armonía con su entorno natural y con las distintas especies animales que encontraban en su transhumancia.

La cacería del guanaco –una de las actividades claves de las bandas cazadoras prehistóricas y de los pueblos nómades aonikenk y selknam posteriores- se hacía solo para solventar exactamente las necesidades de alimentación y vestuario del grupo, estando descartada naturalmente la cacería por diversión o por necesidad de acumulación.

LA SOCIABILIDAD DESDE LA COLONIZACIÓN PATAGÓNICA

La entrada de los colonos chilenos y argentinos en las tierras patagónicas en la segunda mitad del siglo XIX, provocó un impacto durable sobre las comunidades originarias e instalaron nuevas formas de agrupación social.

Las familias de colonos chilotes trajeron a Magallanes las costumbres rurales de su tierra de orígen y la instalación de la ganadería ovina desde la década de 1870 en adelante en la Patagonia, dio forma a una “economía ganadera de exportación” y trajo consigo una acción colectiva sistemática de cacería, exterminio y desarraigo de las poblaciones aonikenk y selknam.

Cabe subrayar que las migraciones han modelado la vida social en Magallanes y la Patagonia. Desde los procesos migratorios pioneros, a partir de 1843 y 1848, la región magallánica fue destino de sucesivas

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oleadas migratorias que formaron su población, que integraron aportes culturales diversos y que dieron forma a una sociedad austral en constante mestizaje.

La colonización de los blancos

y su impacto sobre las comunidades originarias

No deja de ser trágicamente paradójico que los pueblos originarios vivieron alrededor de 4.000 años (o sea, 40 siglos…) en las tierras y canales australes del sur del mundo, y bastó menos de un siglo de contacto con los blancos colonizadores, para que sean desaparecidos, desarraigados, exterminados y barridos de la faz de la geografía patagónica.

En las pampas australes la combinación de colonos europeos con la explotación de las tierras entregadas en concesión por el Estado para una ganadería ovina extensiva (una oveja, una hectárea), provocó el colapso gradual y definitivo de la vida de las comunidades aonikenk y selknam.

En un período que hemos denominado de acumulación originaria del capital en las regiones australes del continente, entre los años de 1870 y 1890 se instaló gradualmente una “economía ganadera de exportación”, donde la ocupación de las tierras ancestrales y el desarraigo y exterminio de las comunidades aonikenk y selknam sirvieron como punto de partida para la formación de la riqueza capitalista en la Patagonia.

Las familias indígenas fueron diezmadas, los niños y mujeres llevados a las colonias salesianas, donde se les "civilizó" al tiempo que los desarraigados contrajeron las enfermedades de los blancos, para los que no tenían defensas. Las poblaciones aborígenes fueron barridas y eliminadas casi completamente del territorio en menos de medio siglo.

Los colonos chilenos y extranjeros venidos a la Patagonia produjeron un proceso de mestizaje social y cultural, donde se mezclaron costumbres y tradiciones chilotas, chilenas de la zona central y provenientes de Europa. Junto a las familias nucleares tradicionales conforme a las reglas religiosas católicas o protestantes, la bigamia se mantuvo como costumbre socialmente condenada pero no menos frecuente.

La vida de los primeros pioneros en la Patagonia, era característica de los pueblos de frontera, una sociabilidad de campamento, en la medida en que los primeros poblamientos (Punta Arenas, Usuhaia) fueron utilizados como destino penal para condenados de la justicia y enviados desde la capital de cada país a purgar sus penas.

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Las tierras australes presenciaron un proceso lento de mestizaje entre las poblaciones chilenas o argentinas y los inmigrantes europeos, dando forma a una identidad local patagónica diferenciada de la cultura centralista de sus respectivos países, abierta a las influencias extranjeras y fuertemente asociada a la tierra, a los antepasados colonos y pioneros y a las condiciones geográficas y climáticas extremas.

EL SIGLO XX DE LAS ORGANIZACIONES

Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN MAGALLANES

Y LA PATAGONIA

Desde las últimas décadas del siglo xix y primeros años del siglo xx asistimos a una eclosión de la organización social en la Patagonia.

La llegada de colonos e inmigrantes extranjeros trajo a la Patagonia la rica diversidad y la influencia de la experiencia de las organizaciones sociales europeas. Ya desde la década de 1890 en adelante se formaron en Magallanes las primeras sociedades mutuales, las sociedades obreras de resistencia, los clubes deportivos, los centros culturales y hasta las primeras logias masónicas.

Desde la década de 1910 en adelante se formaron en Magallanes y la Patagonia las primeras organizaciones sociales obreras y las sociedades de empleados. La Federación Obrera de Magallanes y la Sociedad de Empleados de Comercio, fueron pioneras en este período. Pero además se formaron cooperativas de consumo, clubes sociales, centros deportivos, bibliotecas comunes y gremios.

Es a partir de la instalación de una “economía ganadera de exportación”, una forma de desarrollo capitalista adaptado a las condiciones extremas de los territorios patagónicos (desde la década de 1870 y 1880 en adelante), que se surgen en estas latitudes los primeros conflictos de clase y las primeras formas de organización y movilización social. Ya desde las décadas de 1900 y 1910 se observa en la región patagónica un proceso de toma de conciencia colectiva, las primeras organizaciones obreras y gremiales.

Una economía ganadera de exportación

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Desde mediados del siglo XIX los chilotes fundaron las primeras ciudades y colonizaron la Patagonia; y cuando se inició la explotación ganadera lanar los chilotes fueron llevados desde el archipiélago de Chiloé a trabajar en las estancias, fueron la mano de obra con la cual se inició el desarrollo y progreso económico de la Patagonia, sin distinción de fronteras.

Porque a fines del siglo XIX y principios del siglo XX la Patagonia era un territorio de dos países, pero bajo el predominio de la propiedad del capital inglés que financiaba los grandes establecimientos ganaderos de las familias dueñas de los bancos, frigoríficos, empresas de navegación, minas de carbón, lavaderos de oro. Pero de los chilotes nunca se reconoce sus aportes en una historia (fuertemente clasista) de la Patagonia, que ha sido casi siempre escrita para reconocer a los pioneros y emprendedores europeos.

Durante la primera mitad del siglo xx destacamos el surgimiento de los primeros centros de alumnos de estudiantes de liceos, las primeras organizaciones gremiales de profesores, de empleados, de funcionarios públicos, los primeros partidos políticos organizados, las primeras organizaciones femeninas e incluso, desde 1950, de la primera organización de pobladores, la Central de Comités de Barrios.

Al mismo tiempo, desde 1920 en adelante se registran los primeros movimientos ciudadanos y sociales de protesta en demanda de aspiraciones sentidas por la población. El movimiento contra la instalación de la Aduana en el territorio (desde 1910), al tiempo que las prolongadas huelgas ganaderas entre 1911 y 1920 marcan los inicios de la historia social en Magallanes y en la Patagonia.

Los movimientos obreros entre 1919 y 1921 en la Patagonia (la rebelión obrera de Puerto Bories y Natales en 1919, la insubordinación de los guardianes de policía y la masacre e incendio de la Federación Obrera de Magallanes el 27 de julio de 1920 en Punta Arenas, así como las masacres obreras en Santa Cruz, Argentina), se constituyeron en episodios de vasta trascendencia en la historia social y política de la Patagonia.

La Federación Obrera Regional Argentina había organizado en Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, la Sociedad Obrera de Río Gallegos dirigida por el anarquista español, Antonio Soto, conocido como "el gallego" Soto. Santa Cruz era un centro de producción de lana con destino a la exportación, con grandes latifundios y frigoríficos ingleses.

La baja demanda de los stocks de lana que estaban acumulados al finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y la caída del precio de $9,74 a $3,08 regresando así al nivel normal de cotización en tiempos de paz, darán lugar a una crisis regional. Esta afectó a los estancieros y comerciantes, pero

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repercutió aún más sobre los trabajadores laneros y los peones rurales, que vivían en condiciones miserables.

Con el fin de la primera Guerra, el precio de las exportaciones primarias patagónicas bajó. La jornada normal de los obreros de ese entonces era de 12 horas, la de los esquiladores y los arrieros rondaba las 16 horas; los salarios eran ínfimos, y frecuentemente eran pagados en bonos o en moneda extranjera que al cambiarla en los comercios era tomada por un valor menor. A esto se sumaba que el único día de descanso laboral era el domingo.

Una huelga de protesta en septiembre de 1920 contra las arbitrariedades de la autoridad policial y el boicot de los trabajadores y sus familias a tres comerciantes ligados a la Sociedad Rural y la detención de los dirigentes de la Sociedad Obrera, profundizó el enfrentamiento. Acudieron delegados de toda la provincia, que discutieron las medidas a exigir a la Sociedad Rural.

En esta situación, los obreros congregados en la Sociedad Obrera de Río Gallegos presentaron a la patronal un pliego de reivindicaciones exigiendo un mejoramiento de las condiciones laborales.

Entre otras demandas, los obreros exigían que en recintos de 16 m² no durmieran más de tres hombres, que se entregase un paquete de velas a cada obrero mensualmente que no se trabajase los sábados, un mejoramiento de las raciones de alimentos, un sueldo mínimo mensual de 100 pesos y el reconocimiento de la Sociedad Obrera de Rio Gallegos como el único representante legítimo de los trabajadores, aceptando el nombramiento de un delegado como intermediario entre las partes en conflicto. Este pliego fue rechazado por la organización que reunía a los estancieros, la Sociedad Rural.

La respuesta de los trabajadores fue declarar la huelga general en toda Santa Cruz.

Ovejeros, mineros y petroleros:

las luchas obreras del siglo XX

Hacia 1948 y mientras se instalaba la Empresa Nacional del Petróleo, la población magallánica se movilizó demandando la instalación en la región de la refinería de petróleo, mientras que hacia 1960 se registra el movimiento ciudadano por el Puerto Libre.

Las organizaciones sociales más importantes del siglo XX fueron los gremios y sindicatos de trabajadores rurales y urbanos.

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Durante la década de 1960 se observa un nuevo incremento de la protesta social y de los conflictos de clase en Magallanes, con prolongadas huelgas de los maestros y educadores, de los obreros de las minas del carbón y otros sectores de trabajadores afectados por el impacto de la inflación, las condiciones laborales injustas y el bajo poder adquisitivo de sus remuneraciones.

Otro momento álgido de la movilización social y del conflicto de clase fue el período de la Unidad Popular (1970-1973) y en particular el paro empresarial y gremial de octubre de 1972 contra el gobierno.

En el período del régimen militar a su vez, los movimientos y organizaciones sociales adquirieron un rol más conflictivo, en su labor semiclandestina de resistencia y de reconstrucción de la democracia.

Desde 1980 en adelante se formaron organizaciones sociales al alero de la Iglesia Católica como la Coordinadora de Pobladores, el Frente de Defensa de Magallanes, el Grupo de los 24 o Grupo de Estudios Constitucionales, la Comisión de Derechos Humanos, entre otros grupos y organizaciones, quienes protagonizaron en 1983 y 1984 los cabildos abiertos ciudadanos y el "puntarenazo".

Hacia el año 1986 la Asamblea de la Civilidad (una amplia red de organizaciones sociales y territoriales opositoras a la dictadura) logró reunir las demandas sociales y políticas de la ciudadanía en Magallanes y dirigió el paro del 2 y 3 de julio de 1986 contra el gobierno.

La sociabilidad familiar en este período se vió obligada a regirse por las normas de "estado de sitio" y de toque de queda, lo que provocó un retorno a la vida familiar intrahogar y acentuó la importancia de los grupos sociales reducidos.

Las pandillas juveniles o bandas adolescentes se registran en la historia social de Magallanes desde la década de 1950 y 1960 en adelante, asociadas a la influencia de la música y las modas extranjeras traidas por la radio y la televisión.

REDES SOCIALES Y MOVIMIENTOS CIUDADANOS

EN EL SIGLO XXI:

EL TIEMPO DE LAS ASAMBLEAS

En una sociedad donde se extiende aceleradamente el uso de las TICs, la ciudadanía se enfrenta necesariamente a una masa creciente de

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información, incrementa su propia demanda de más información -dentro de un orden social, político y comunicacional basado en la asimetría informacional- y pone en tensión el orden social y político representativo, en la medida en que puede contrastar experiencialmente y con mayor facilidad el discurso político con las prácticas políticas y las políticas públicas.

El tiempo de las asambleas En Magallanes y la Patagonia la época de las asambleas ciudadanas comenzó que tuvieran nombre. Durante la dictadura militar la formación de los Cabildos abiertos en Punta Arenas (asambleas multitudinarias constituidas para expresar las demandas, necesidades y aspiraciones de los distintos grupos y sectores sociales urbanos), fueron un anticipo de las asambleas ciudadanas del siglo xxi. La Asamblea de la Civilidad de 1986 fue otra expresión colectiva de esta orientación de trabajo y de organización social transversal. El nuevo escenario social del siglo xxi favorece la formación de asambleas ciudadanas. A medida que los ciudadanos adquieren y disponen de más información y de acceso a las fuentes de ésta, reclaman aún más información, más participación y más poder de decisión. Asistimos a una revolución informacional caracterizada por el mayor acceso a los nuevos lenguajes y códigos, a la nueva semántica informacional, a masas crecientes de información, donde los ciudadanos pueden adquirir una mayor capacidad crítica para comprender el funcionamiento del aparato público y demandar que las políticas públicas se ajusten a las necesidades, intereses y prioridades ciudadanas. Esta revolución informacional, trasladada al plano político y ciudadano, contiene, produce y desencadena un profundo cuestionamiento a la lógica mercantil y a la alienación mercantil implícita en el orden neoliberal, en la medida en que los ciudadanos (anteriormente -y hasta el presente- tratados como clientes, usuarios o beneficiarios) se reclaman ahora como sujetos protagónicos, como actores con capacidad de decisión, a partir de nuevas tomas de consciencia y no solo como objetos sociales obedientes y sometidos a las instrucciones partidarias, a las agendas gubernamentales o a los intereses corporativos empresariales. Asistimos a una re-politización de la ciudadanía en que las multitudes y los movimientos sociales ponen en tensión (social, ideológica y política) directamente el funcionamiento del orden político, trascendiendo a los partidos políticos (aunque no reemplazándolos) y empujando a los

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dispositivos decisorios del Estado hacia una reordenamiento y redefinición de la agenda pública. Comienza a ser cuestionada en las prácticas sociales la lógica partidaria y corporativa tradicional de “control” y de “correa de transmisión” desde la sociedad civil al sistema institucional de poder, reemplazada por la lógica de articulación socio-política y de construcción de redes en los territorios.

Los nuevos estilos y modos de organización social en el primer decenio del siglo xxi, aparecen vinculados a la familia y la organización social. Los sindicatos de trabajadores y los gremios de funcionarios públicos, parecían haber perdido su influencia pero siguen creciendo en número y los trabajadores siguen recurriendo a la organización sindical para defender sus intereses.

Los gremios de empresarios y de profesionales persisten en el nuevo escenario social influido por la globalización. Los jóvenes siguen perteneciendo a organizaciones religiosas y deportivas, o formando sus propios grupos de pares.

Emergen las nuevas redes sociales y los primeros movimientos ecologistas o ambientalistas como expresión de nuevas formas de identidad y pertenencia.

De los movimientos sociales del nuevo siglo, el paro del gas de 2011 liderado por la Asamblea Ciudadana de Magallanes puede registrarse como un acontecimiento histórico en la vida social de la región y que tendrá prolongadas repercusiones en el futuro.

El movimiento ciudadano de protesta contra el alza del gas en la región de Magallanes, desatado durante la primera quincena del mes de enero de 2011, tiene antecedentes y procesos precursores anteriores que fijan una secuencia de decisiones y acciones políticas y sociales, cuyas causas y consecuencias no serán completamente dimensionadas sino tras el paso del tiempo y la decantación de los hechos.(3). El punto de partida formal de este proceso, se encuentra en una decisión adoptada en el seno del directorio de ENAP (el 29 de diciembre de 2010) para elevar en un 16.7% las tarifas del gas que esta empresa estatal suministra a la distribuidora privada GASCO, alza que estaba destinada a impactar profundamente sobre el conjunto de la actividad económica de la región.

3 Sólo para el registro histórico, cabe destacar que los dos episodios regionalistas de

mayor rechazo masivo al centralismo capitalino en la historia moderna de la región

de Magallanes -1959/1960 y 2011- se produjeron respectivamente bajo gobiernos de

inspiración ideológica derechista: Jorge Alessandri y Sebastián Piñera.

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Pero, esta decisión gubernamental tiene elementos antecedentes, procesos anteriores y decisiones que la preceden y cuyo examen permite comprender la complejidad de las causas y de los efectos sociales y políticos que suscitó.

Las familias, las organizaciones sociales, las juntas de vecinos y todo el amplio movimiento ciudadano se sintieron conmocionados y movilizados masivamente para expresar el rechazo al alza de las tarifas del gas, pero donde se manifestó también un sentimiento regionalista de fuerte arraigo.

El punto de partida de la idea de una Asamblea Ciudadana de la región, surge de dos procesos aparentemente desconectados en el tiempo. Por una parte, del fracaso de la experiencia del Movimiento Magallanes Se Levanta, realizado en el segundo semestre del año 2008 y principios del 2009, reuniendo a organizaciones sociales, gremiales y vecinales de la ciudad de Punta Arenas, con el propósito de levantar distintas demandas y reivindicaciones sociales dispersas (4). Este movimiento no pudo expandir su desarrollo por distintas causas sociales (apatía ciudadana, desconexión de los medios de comunicación respeto de las demandas ciudadanas) y los dirigentes que la impulsaron consideraron que sus demandas no lograron la resonancia social suficiente, por lo que continuaron explorando nuevas vías de movilización y organización. Durante el año 2010, y en forma esporádica distintos lideres sociales se reunieron en busca de configurar una organización social en forma de movimiento que sintonice con las demandas ciudadanas pendientes, en torno a un núcleo de dirigentes de la CUT, de la ANEF, de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos Hernando de Magallanes de Punta Arenas y de algunas organizaciones de jubilados, de microempresarios, de comunicadores y de derechos humanos. Todo comenzó con cinco dirigentes sociales.

4 En julio de 2008 el nuevo movimiento “Magallanes se levanta”, que integraba a la

Cut provincial y a las uniones comunales de Punta Arenas y Hernando Magallanes,

presentó sus demandas a la autoridad. En sus inicios, sus dirigentes se reunieron con

los senadores Carlos Bianchi y Pedro Muñoz y la diputada Carolina Goic, en el

Sindicato de Trabajadores de Enap Magallanes. A ellos les hicieron una presentación

del tema que los convoca, que “es la resistida alza del gas, que afecta a toda la

población magallánica, y la que esperan revertir”. Para ello establecen nuevas

coordinaciones con otras organizaciones sociales y gremiales.

También adhirió a este movimiento la Agrupación Cultural Molinos de Viento, que

logró reunir casi 15 mil firmas contra el alza del gas y expande su trabajo a Puerto

Natales y Porvenir. Su bandera de lucha era lograr que la distribución de gas retorne

a Enap. El Movimiento Magallanes Se Levanta dejó en claro su sentido social por

sobre cualquier otra motivación, en alusión al Codema.

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Entre agosto y septiembre estos dirigentes se reunieron con creciente frecuencia para enfrentar y criticar públicamente al planteamiento realizado por el gobierno de Sebastian Piñera de efectuar un cabildo digital a través del cual validar su propio programa de gobierno. El gobierno de Sebastian Piñera terminó desoyendo la propuesta de los dirigentes sociales de realizar cabildos abiertos y en agosto-septiembre realizó un insólito cabildo digital (en el que participaron alrededor de 1.600 personas, en una población regional de más de 160.000 habitantes) cuyos resultados nunca fueron publicados, mientras la autoridad publicó un “Plan Magallanes”, como programa de gobierno de la nueva administración sin considerar las propuestas de los representantes de las principales organizaciones sociales ciudadana de Magallanes. Ya en agosto-septiembre de 2010 el gobierno regional mostraba los rasgos característicos de su estilo de gobierno: desoir a los movimientos sociales y ciudadanos, definir por si mismo sus metas de gobierno y actuar de un modo inconsulto ante la ciudadanía, dentro de la matriz ideológica neoliberal. El núcleo de los dirigentes sociales discutieron durante septiembre de 2010 y acordaron la creación de una organización (5), y asumieron que se trataría de una organización social ciudadana, sin la presencia de actores políticos ni

de representantes de partidos políticos, sino que tuviera la amplitud y carácter pluralista que haga posible la integración máxima de dirigentes sociales provenientes de las más diversas organizaciones y horizontes políticos y culturales. El problema del carácter social y ciudadano de la nueva organización fue objeto de extensas discusiones, ya que se trataba que la entidad reúna principal y exclusivamente a dirigentes sociales, invirtiendo la relación tradicional de subordinación de los partidos políticos sobre los líderes y movimientos sociales, sino que por el contario, fuera un movimiento donde el protagonismo central y principal fuera de los dirigentes sociales, quedando los líderes y representantes políticos y partidarios en un rol de segundo plano, aunque no menos importante. La ACM es entonces un referente social cuyos dirigentes pueden ser o no militantes de partidos políticos (6), pero su orientación fundamental es el trabajo colectivo de articulación y orientación directa de los intereses y

5 Se discutió largamente incluso por el nombre de la entidad: algunos proponían “Asamblea de la Civilidad de Magallanes” (haciendo una referencia histórica a la experiencia exitosa de los años 80) y otros, propusieron “Asamblea Ciudadana”, denominación que fue finalmente adoptada a fines de septiembre. Ver Anexo Documental. 6 Hay dirigentes de la Asamblea Ciudadana de Magallanes que son dirigentes sociales

y a la vez, son militantes del PPD, del PC, del PS, del Partido Radical, del PDC, así

como numerosos independientes.

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demandas de sus organizaciones, por encima de las diferencias ideológicas naturales y en función de la representación de la ciudadanía.

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LECTURAS Y REFERENCIAS

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Bayer, O.: La Patagonia Rebelde. Buenos Aires, 1972. Editorial Galerna. 4 vols.

Broom, L & Selznick, P.: Sociology. A text with adapted readings. N. York, 1980. Harper and Row Publishers.

Historia Universal. Madrid, 2005. Ediciones Salvat. 20 vols.

Hobsbawm, E.: La edad de los imperios. Madrid, 1987. Ed. Critica.

- La era de la revolución. Madrid, 2003. Ed. Crítica.

Mancilla, L.: Los chilotes de la Patagonia Rebelde. Santiago, 2010. Ediciones LOM.

Massone, M.: Los cazadores después del hielo. Santiago, 2004. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.

Prieto, A.: Cazadores tempranos y tardíos en Cueva del Lago Sofía I. Punta Arenas, 1991. Anales del Instituto de la Patagonia. 20: 75-99.

Ritzer, G.: Teoría sociológica contemporánea. México, 1996. McGraw Hill.

Rocher, G.: Introduction a la Sociologie Générale. Vol. 3. Le changement social. Paris, 1968. Editions HMH.

Rodríguez U., M.: Colonos, gañanes y obreros. Historia del trabajo y los trabajadores en Magallanes y la Patagonia. 1843-1973. Punta Arenas, 2001. Texto en página SUR HISTORIA: http://www.surhistoria.wordpress.com

Rodríguez U. M.: La formación del capital en la Patagonia. Punta Arenas, 2002.

Rodríguez U., M.: La revuelta obrera de Puerto Natales en 1919. Un aporte a la historia de los trabajadores de la Patagonia. Punta Arenas, 2003.

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