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Grandes Esperanzas Charles Dickens Capítulo 1 Como mi apellido es Pirrip y mi nombre de pila Felipe, mi lengua infantil, al querer pronunciar ambos nombres, no fue capaz de decir nada más largo ni más explícito que Pip. Por consiguiente, yo mismo me llamaba Pip, y por Pip fui conocido en adelante. Digo que Pirrip era el apellido de mi familia fundándome en la autoridad de la losa sepulcral de mi padre y de la de mi hermana, la señora Joe Gargery, que se casó con un herrero. Como yo nunca conocí a mi padre ni a mi madre, ni jamás vi un retrato de ninguno de los dos, porque aquellos tiempos eran muy anteriores a los de la fotografía, mis primeras suposiciones acerca de cómo serían mis padres se derivaban, de un modo muy poco razonable, del aspecto de su losa sepulcral. La forma de las letras esculpidas en la de mi padre me hacía imaginar que fue un hombre cuadrado, macizo, moreno y con el cabello negro y rizado. A juzgar por el carácter y el aspecto de la inscripción «También Georgiana, esposa del anterior» deduje la infantil conclusión de que mi madre fue pecosa y enfermiza. A cinco pequeñas piedras de forma romboidal, cada una de ellas de un pie y medio de largo, dispuestas en simétrica fila al lado de la tumba de mis padres y consagradas a la memoria de cinco hermanitos míos que abandonaron demasiado pronto el deseo de vivir en

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GrandesEsperanzas

CharlesDickens

Capítulo1

ComomiapellidoesPirripyminombredepilaFelipe,milenguainfantil,alquerer pronunciar ambos nombres, no fue capaz de decir nadamás largo nimásexplícitoquePip.Porconsiguiente,yomismomellamabaPip,yporPipfuiconocidoenadelante.DigoquePirriperaelapellidodemifamiliafundándomeenlaautoridaddelalosasepulcraldemipadreydelademihermana,laseñoraJoeGargery,quesecasóconunherrero.Comoyonuncaconocíamipadreniamimadre,nijamásviunretratodeningunodelosdos,porqueaquellostiemposeranmuyanteriores a los de la fotografía,mis primeras suposiciones acerca de cómoseríanmispadressederivaban,deunmodomuypocorazonable,delaspectodesu losasepulcral.La formade las letrasesculpidasen lademipadremehacíaimaginarquefueunhombrecuadrado,macizo,morenoyconelcabellonegro y rizado. A juzgar por el carácter y el aspecto de la inscripción«TambiénGeorgiana,esposadelanterior»dedujelainfantilconclusióndequemi madre fue pecosa y enfermiza. A cinco pequeñas piedras de formaromboidal, cada una de ellas de un pie y medio de largo, dispuestas ensimétricafilaalladodelatumbademispadresyconsagradasalamemoriadecincohermanitosmíosqueabandonarondemasiadoprontoeldeseodeviviren

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esta lucha universal, a estas piedras debo una creencia, que conservabareligiosamente, de que todos nacieron con lasmanos en los bolsillos de suspantalonesyquenolassacaronmientrasexistieron.Éramos naturales de un país pantanoso, situado en la parte baja del río ycomprendidoen las revueltasde éste, aveintemillasdelmar.Mi impresiónprimeraymásvívidadelaidentidaddelascosasmeparecehaberlaobtenidoaunahoraavanzadadeunamemorabletarde.Enaquellaocasióndiporseguroqueaquellugardesiertoyllenodeortigaseraelcementerio;queFelipePirrip,últimoquellevótalnombreenlaparroquia,ytambiénGeorgiana,esposadelanterior, estabanmuertosy enterrados;queAlejandro,Bartolomé,Abraham,TobiasyRoger,niñosehijosdelosantescitados,estabantambiénmuertosyenterrados;quelaoscurayplanaextensióndeterrenoquehabíamásalládelcementerio,enlaqueabundabanlasrepresas,losterraplenesylaspuertasyenlacualsedispersabaelganadoparapacer,eran losmarjales;que la líneadecolorplomizoquehabíamuchomasalláerael río;queeldistanteysalvajecubildelquesalíasoplandoelvientoeraelmar,yqueelpequeñomanojodenerviosqueseasustabadetodoyqueempezabaallorareraPip.—¡Estátequieto!gritóunavozespantosa,enelmomentoenqueunhombresalíadeentrelastumbasporelladodelpórticodelaiglesia.-¡Estátequieto,demonio,otecortoelcuello!Eraunhombreterrible,vestidodebastatelagris,quearrastrabaunhierroenunapierna.Unhombrequenoteníasombrero,quecalzabaunoszapatosrotosy que en torno a la cabeza llevaba un trapo viejo. Un hombre que estabaempapadodeaguaycubiertodelodo,quecojeabaacausadelaspiedras,quetenía los pies heridos por los cantos agudos de los pedernales; que habíarecibidonumerosospinchazosdelasortigasymuchosarañazosdelosrosalessilvestres; que temblaba, que miraba irritado, que gruñía, y cuyos dientescastañeteabanensubocacuandomecogióporlabarbilla.—¡Oh,nomecorteelcuello,señor!-rogué,atemorizado-.¡PorDios,nomehaga,señor!—¿Cómotellamas?-exclamóelhombre-.¡Aprisa!—Pip,señor.—Repítelo-dijoelhombre,mirándome-.Vuelveadecírmelo.—Pip,Pip,señor.—Ahoraindícamedóndevives.Señálalodesdeaquí.Yoindiquéladirecciónenquesehallabanuestraaldea,enlallanuracontiguaa laorilladel río, entre los alisosy los árbolesdesmochados, a cosadeunamillaoalgomásdesdelaiglesia.Aquelhombre,despuésdemirarmeporunmomento,mecogióy,poniéndomebocaabajo,mevaciólosbolsillos.Nohabíaenellosnadamásqueunpedazode pan. Cuando la iglesia volvió a tener su forma -porque fue aquello tanrepentino y fuerte, el ponerme cabeza abajo, que a mí me pareció ver el

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campanarioamispies-,cuandolaiglesiavolvióatenersuforma,repito,mevisentadosobreunaaltalosasepulcral,temblandodepiesacabeza,entantoqueélsecomíaelpedazodepanconhambredelobo.—¡Sinvergüenza!-exclamóaquelhombrelamiéndoseloslabios-.¡Vayaunasmejillasquehasechado!Creoque,enefecto, las tenía redondas,aunqueenaquellaépocamiestaturaeramenordelaquecorrespondíaamisañosynosemepodíacalificardeniñorobusto.— ¡Así me muera, si no fuese capaz de comérmelas! -dijo el hombre,moviendo lacabezadeunmodoamenazador-.Yhastamesiento tentadodehacerlo.Yo,muy serio, le expresémi esperanzade queno lo haría yme agarré conmayor fuerza a la losa enquemehabíadejado, enparte, para sostenermeytambiénparacontenereldeseodellorar.—Oye-mepreguntóelhombre-.¿Dóndeestátumadre?—Aquí,señor-contesté.Élsesobresaltó,corriódospasosyporfinsedetuvoparamirarasuespalda.— Aquí, señor -expliqué tímidamente-. «También Georgiana.» Ésta es mimadre.—¡Oh!-dijovolviendoamilado-.¿Ytupadreestácontumadre?— Sí, señor -contesté-. Él también. Fue el último de su nombre en laparroquia.—¡Ya!-murmuró,reflexivo-.Ahoradimeconquiénvives,enelsupuestodequetedejenvivirconalguien,cosaquetodavíanocreo.— Con mi hermana, señor… Con la señora Joe Gargery, esposa de JoeGargery,elherrero.—Elherrero,¿eh?-dijomirándoselapierna.Despuésdecontemplarlaunratoydemirarmevariasveces,seacercóalalosaenqueyoestabasentado,mecogióconambosbrazosymeechóhaciaatrástantocomopudo,sinsoltarme:demaneraquesusojosmirabanconlamayortenacidadyenergíaenlosmíos,queasuvezlecontemplabanconelmayorsusto.—Escúchameahora-dijo-.Setratadesabersisetepermitiréseguirviviendo.¿Sabesloqueesunalima?—Sí,señor.—¿Ysabesloqueescomida?—Sí,señor.Al terminar cada pregunta me inclinaba un poco más hacia atrás, a fin dedarmeaentendermiestadodeindefensiónyelpeligroquecorría.—Me traerásuna lima-dijoechándomehaciaatrás-.Y tambiénvíveres. -Yvolvióainclinarme-.Metraeráslasdoscosasañadiórepitiendolaoperación.Sino lohaces, tearrancaréelcorazónyelhígado. -Ypara terminarmedio

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unanuevasacudida-.Yoestabamortalmenteasustadoytanaturdidoquemeagarréaélconambasmanosyledije:—Siquiereustedhacermeelfavordepermitirquemepongaenpie,señor,talveznomesentiríaenfermoypodríaprestarlemayoratención.Mehizodarunatremendavoltereta,demodoqueotravezla iglesiapareciósaltarporencimade laveleta.Luegomesostuvopor losbrazosenposiciónnatural en lo alto de la piedra y continuó con las espantosas palabrassiguientes:—Mañana por lamañana, temprano,me traerás esa lima y víveres.Me loentregarástodoamí,juntoalaviejaBateríaqueseveallá.Harásesoynoteatreverásadecirunapalabraniahacerlamenorseñalquedéaentenderquehasvistoaunapersonacomoyooparecidaamí;silohacesasí,tepermitiréseguirviviendo.Sinohacesloquetemandoohablasconalguiendeloquehaocurridoaquí, porpocoque sea, te aseguroque te arrancaré el corazóny elhígado,losasaréymeloscomeré.Hedeadvertirtequenoestoysolo,comotalveztehasfigurado.Hayunjovenocultoconmigo,encomparaciónconelcualyosoyunángel.Estejovenestáoyendoahoraloquetedigo,ytieneunmodosecretoypeculiardeapoderarsede losmuchachosydearrancarleselcorazóny el hígado.Es envanoqueunmuchacho trate de esconderseoderehuiraesejoven.Pormuchoquecierresupuertaysemetaenlacamaosetapelacabeza,creyéndosequeestáseguroycómodo,eljovenencuestiónseintroduce suavemente en la casa, se acerca a él y lo destroza en un abrir ycerrar de ojos. En estos momentos, y con grandes dificultades, estoyconteniendo a ese joven para que no te haga daño. Créeme que me cuestamuchoevitarquetedestroce.Yahora,¿quédices?Contesté que le proporcionaría la lima y los restos de comida que pudieraalcanzaryquetodoselollevaríaalamañanasiguiente,muytemprano,paraentregárseloenlaBatería.—¡Diostematesinolohaces!-exclamóelhombre.Yodijelomismoyélmepusoenelsuelo.— Ahora -prosiguió- recuerda lo que has prometido; recuerda también aljovendelquetehehablado,yveteacasa.—Bue…buenasnoches,señor-tartamudeé.—¡Ojalálastengabuenas!-dijomirandoalrededoryhaciaelmarjal-.¡Ojaláfueseunaranaounaanguila!Almismo tiempo se abrazóa símismoconambosbrazos, como si quisieraimpedirladispersióndesupropiocuerpo,ysedirigiócojeandohacialacercade poca elevación de la iglesia.Cuando semarchaba, pasando por entre lasortigasyporentrelaszarzasquerodeabanlosverdesmontículos,ibamirando,segúnparecióamis infantilesojos,comosiquisieraeludir lasmanosde losmuertos que asomaran cautelosamente de las tumbas para agarrarlo por el

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tobilloymeterloenlassepulturas.Cuandollegóalacercadelaiglesia,lasaltócomohombrecuyaspiernasestánenvaradasyadormecidas,y luegosevolvióparaobservarme.Alverquemecontemplaba,volvíelrostrohaciamicasaahiceelmejorusoposibledemispiernas. Pero luego miré por encima de mi hombro, y le vi que se dirigíanuevamentehaciaelrío,abrazándosetodavíaconlosdosbrazosyeligiendoelcaminoconsusdoloridospies,entrelasgrandespiedrasquefueroncolocadasen elmarjal a fin de poder pasar por allí en la época de las lluvias o en lapleamar.Ahora los marjales parecían una larga y negra línea horizontal. En el cielohabía fajas rojizas, separadas por otras muy negras. A orillas del río pudedistinguirdébilmentelasdosúnicascosasoscurasqueparecíanestarerguidas;unadeellaseralabaliza,graciasalacualseorientabanlosmarinos,parecidaaunbarrilsintapasobreunapértiga,cosamuyfeaydesagradablecuandoseestaba cerca: era una horca, de la que colgaban algunas cadenas que un díatuvieron suspendido el cuerpo de un pirata. Aquel hombre se acercabacojeandoaestaúltima,comosifueseelpirataresucitadoyquisieraahorcarseotravez.Cuandopenséeneso,measustédeunmodoterribley,alverquelasovejas levantaban sus cabezas para mirar a aquel hombre, me pregunté sitambiéncreeríanlomismoqueyo.Volvílosojosalrededordemíenbuscadeaquelterriblejoven,masnopudedescubrirlamenorhuelladeél.Ycomomehabíaasustadootravez,echéacorrerhaciacasasindetenerme.

Capítulo2

Mi hermana, la señora Joe Gargery, tenía veinte años más que yo y habíalogradogranreputaciónconsigomismayconlosvecinosporhabermecriado«amano».Comoenaqueltiempoteníaqueaveriguaryosoloelsignificadodeestaexpresión,yporotrapartemeconstabaqueella teníaunamanoduraypesada, así como la costumbre de dejarla caer sobre sumarido y sobremí,supusequetantoJoeGargerycomoyohabíamossidocriados«amano».Mihermananohubierapodidodecirsehermosa,yyoteníalavagaimpresióndeque,muyprobablemente,debiódeobligaraJoeGargeryacasarseconella,también«amano».Joeeraguapo;aambosladosdesusuaverostroseveíanalgunosrizosdecabellodorado,ysusojos teníanun tonoazul tan indeciso,que parecían habersemezclado, en parte, con el blanco de losmismos. Erahombresuave,bondadoso,debuengenio,simpático,atolondradoymuybuenapersona;unaespeciedeHércules,tantoporloquerespectaasufuerzacomoasudebilidad.Mi hermana, la señora Joe, tenía el cabello y los ojos negros y el cutis tan

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rojizo, que muchas veces yo mismo me preguntaba si se lavaría con unralladorenvezdeconjabón.Eraaltaycasisiemprellevabaundelantalbasto,atadopordetráscondoscintasyprovistopordelantedeunpetoinexpugnable,pues estaba llenode alfileres y de agujas. Se envanecíamuchode llevar taldelantal,yelloconstituíaunode los reprochesquedirigíaa Joe.Apesardecuyoenvanecimiento,yonoveíalarazóndequelollevara.LaforjadeJoeestabainmediataanuestracasa,queerademadera,asícomolamayoríadelasviviendasdeaquellaregiónenaqueltiempo.Cuandoibaacasadesdeelcementerio,laforjaestabacerrada,yJoe,sentadoysoloenlacocina.Como él y yo éramos compañeros de sufrimientos y nos hacíamos lasconfidencias propias de nuestro caso, Joe se dispuso a hacerme una en elmomentoenquelevantéelpicaportedelapuertaymeasomé,viéndolefrenteaellayjuntoalrincóndelachimenea.—Te advierto, Pip, que la señora Joe ha salido una docena de veces en tubusca.Yahoraacabadesalirotravezparacompletarladocenadefraile.—¿Estáfuera?—Sí,Pip-replicóJoe-.Ylopeoresquehasalidollevándosea«Thickler».Aloírestedetalledesagradabilísimoempecéaretorcerelúnicobotóndemichaleco y, muy deprimido, miré al fuego; « Thickler » era un bastón, yapulimentadoporloschoquessufridoscontramiarmazón.—Sehaemborrachado -dijo Joe -.Y levantándose, agarróa«Thickler»ysalió.Estoesloquehahecho-añadióremoviendoconunhierroelfuegoporentrelarejaymirandoalasbrasas-.Yasísalió,Pip.—¿Hacemuchorato,Joe?Yo le trataba siempre como si fuese un niñomuy crecido; desde luego, nocomoaunigual.—Puesmira -dijoJoeconsultandoel relojholandés-.Hacecosadeveinteminutos,Pip.Peroahoravuelve.Escóndetedetrásde lapuerta,muchacho,ycúbreteconlatoalla.Seguíelconsejo.Mihermana,laseñoraJoe,abriendoporcompletolapuertade un empujón, encontró un obstáculo tras ella, lo cual le hizo adivinar enseguida la causa, y por eso se valió de «Thickler» para realizar unainvestigación.TerminóarrojándomeaJoeesdeadvertirqueyomuchasvecesservíadeproyectilmatrimonial,yelherrero,satisfechodeapoderarsedemí,fuesecomofuese,meescondióenlachimeneaymeprotegióconsuenormepierna.—¿Dóndehas estado,mico asqueroso? - preguntó la señora Joedandounapatada-.Dimeinmediatamentequéhasestadohaciendo.Nosabeselsustoylasmolestiasquemehasocasionado.Sinohablasenseguida,lovoyasacardeeserincónydenadatevaldríaque,envezdeuno,hubieseahícincuentaPipsylosprotegieranquinientosGargerys.—Heestadoenelcementerio-dije,desdemirefugio,llorandoyfrotándome

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elcuerpo.—¿Enelcementerio?-repitiómihermana-.¡Comosinotehubieraavisado,desdehacemuchotiempo,dequenovayasallíapasarelrato!¿Sabesquiéntehacriadoasmano»?—Tú-dije.—¿Yporquélohice?Megustaríasaberlo-exclamómihermana.—Loignoro-gemí.—¿Loignoras?Teaseguroquenovolveríaahacerlo.—Estoypersuadidade ello.Sinmentir, puedodecir quedesdequenaciste,nuncamehequitadoestedelantal.Yaesbastantedesgracialamíaelsermujerdeunherrero,ydeunherrerocomoGargery,sinsertampocotumadre.Mis pensamientos tomaron otra dirección mientras miraba desconsolado elfuego.Enaquelmomentomeparecióverantelosvengadorescarbonesquenoteníamásremedioquecometerunroboenaquellacasaparallevaralfugitivodelosmarjales,alqueteníaunhierroenlapierna,yportemoraaqueljovenmisterioso,unalimayalgunosalimentos.—¡Ah!-exclamólaseñoraJoedejandoa«Thickler»ensurincón.¿Demodoqueenelcementerio?Podéishablardeél,vosotrosdos-unodenosotros,porlomenos, no había pronunciado tal palabra -. Cualquier díame llevaréis alcementerioentrelosdos,y,cuandoestoocurra,bonitaparejaharéis.Ysededicóaprepararloscachivachesdelté,entantoqueJoememirabaporencimadesupierna,comosi,mentalmente,seimaginaraycalcularalaparejaqueharíamoslosdosenlasdolorosascircunstanciasprevistaspormihermana.Despuésdeesoseacariciólapatillaylosrubiosrizosdelladoderechodesucara,en tantoqueobservabaa laseñoraJoeconsusazulesojos,comosolíahacerenlosmomentostempestuosos.Mi hermana tenía unmodo agresivo e invariable de cortar nuestro pan conmanteca. Primero, con su mano izquierda, agarraba con fuerza el pan y loapoyabaensupeto,porloquealgunasvecesseclavabaenaquélunalfilerounaagujaquemástardeibanapararanuestrasbocas.Luegotomabaunpocode manteca, nunca mucha, por medio de un cuchillo, y la extendía en larebanadadepanconmovimientospropiosdeunfarmacéutico,comosihicieraun emplasto, usando ambos lados del cuchillo con la mayor destreza yarreglandoymoldeandolamantecajuntoalacorteza.Hechoesto,dabaconelcuchilloungolpefinalenelextremodelemplastoycortabalarebanadamuygruesa, pero antes de separarla por completo del pan la partía por lamitad,dandounaparteaJoeylaotraamí.Enaquellaocasión, apesardequeyo teníamuchahambre,nomeatrevíaacomermipartedepanconmanteca.Comprendíquedebíareservaralgoparamiterribledesconocidoyparasualiado,aquel.jovenaúnmásterriblequeél.Meconstaba labuenaadministracióncaserade laseñoraJoeydeantemanosabía que mis pesquisas rateriles no encontrarían en la despensa nada que

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valieralapena.Porconsiguiente,resolvíguardarmeaquelpedazodepanconmantecaenunadelaspernerasdemipantalón.Advertíqueerahorrorosoelesfuerzoderesoluciónnecesariopararealizarmicometido.Eracomosimehubiesepropuestosaltardesdeloaltodeunacasaelevadaohundirmeenunagranmasadeagua.YJoe,que,naturalmente,nosabíaunapalabrademispropósitos,contribuyóadificultarlosmástodavía.Ennuestrafrancamasoneríayamencionada,decompañerosdepenasyfatigas,yen su bondadosa amistad hacia mí, había la costumbre, seguida todas lasnoches, de comparar nuestro modo respectivo de comernos el pan conmanteca,exhibiéndolosdevezencuandoyensilencioalaadmiraciónmutua,locualnosestimulabapararealizarnuevosesfuerzos.Aquellanoche,Joemeinvitó varias veces, mostrándome repetidamente su pedazo de pan, quedisminuíaconlamayorrapidez,aquetomaseparteennuestraacostumbradayamistosacompetencia;perocadavezmeencontróconmiamarillatazadetésobre la rodilla y el pan con manteca, entero, en la otra. Por fin, yadesesperado,comprendíquedebíarealizarloquemeproponíayqueteníaquehacerlodelmodomásdifícil,atendidas lascircunstancias.Meaprovechédelmomento en que Joe acababa de mirarme y deslicé el pedazo de pan conmantecaporlapernerademipantalón.Sinduda,Joeestabaintranquiloporloquesefigurósermifaltadeapetitoymordiópensativosupedazodepan,queenapariencianosecomíaagusto.Lorevolvióenlabocamuchomásdeloqueteníaporcostumbre,entreteniéndoselargo rato, y por fin se lo tragó como si fuese una píldora. Se disponía amordernuevamenteelpanyacababadeladearlacabezaparahacerlo,cuandomesorprendiósumiradayvioquehabíadesaparecidomipanconmanteca.LaextrañezaylaconsternaciónqueobligaronaJoeadetenerse,ylamiradaque me dirigió, eran demasiado extraordinarias para que escaparan a laobservacióndemihermana.—¿Quéocurre?-preguntóconciertaelegancia,mientrasdejabasutaza.—Oye-murmuróJoemirándomeymeneandolacabezaconairedecensura-.Oye,Pip.Tevaahacerdaño.Noesposiblequehayasmascadoelpan.—¿Quéocurreahora?-repitiómihermana,convozmássecaqueantes.—Si puedes devolverlo, Pip, hazlo - dijo Joe, asustado -. La limpieza y labuenaeducaciónvalenmucho,pero,enresumidascuentas,valemáslasalud.Mientrastanto,mihermana,quesehabíaencolerizadoya,sedirigióaJoey,agarrándole por las dos patillas, le golpeó la cabeza contra la pared variasveces,entantoqueyo,sentadoenunrincón,mirabamuyasustado.— Tal vez ahora me harás el favor de decirme qué sucede - exclamó mihermana,jadeante-.Conesosojosparecesuncerdoasombrado.Joelamiróatemorizado;luegodiounmordiscoalpanyvolvióamirarla.— Ya sabes, Pip - dijo Joe con solemnidad y con el bocado de pan en lamejilla, hablándome con voz confidencial, como si estuviéramos solos -, ya

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sabesque túyyo somosamigosyquenomegusta reprenderte.Pero…-ymoviósusilla,miróelespacioquenosseparabayluegootravezamí-,peroestemododetragar…—¿Sehatragadoelpansinmascar?-exclamómihermana.—Mira,Pip-dijoJoeconlosojosfijosenmí,sinhacercasodelaseñoraJoeysintragarelpanqueteníaenlamejilla-.Cuandoyoteníatuedad,muchasvecestragabasinmascaryhehechocomootrosmuchosniñossuelenhacer;perojamásvitragarunbocadotangrandecomotú,Pip,hastaelpuntodequemeasombraquenotehayasahogado.Mi hermana se arrojó hacia mí y me cogió por el cabello, limitándose apronunciarestasespantosaspalabras:—Ven,quevasatomarelmedicamento.Enaquellos tiempos, algúnasnomédicohabía recetadoel aguadealquitráncomoexcelentemedicina,y laseñoraJoe teníasiempreunabuenaprovisiónen la alacena, pues creía que sus virtudes correspondían a su infame sabor.Muchas veces se me administraba una buena cantidad de este elixir comoreconstituyente ideal,y,en talescasos,yosalíaapestandocomosi fueseunavallademaderaalquitranada.Aquellanoche,laurgenciademicasomeobligóa tragarme un litro de aquel brebaje, queme echaron al cuello paramayorcomodidad,mientras la señora Joeme sostenía la cabeza bajo el brazo, delmismo modo como una bota queda sujeta en un sacabotas. Joe se tomótambién medio litro, y tuvo que tragárselo muy a su pesar, por habersequedado muy triste y meditabundo ante el fuego a causa de la impresiónsufrida.Y, a juzgar pormímismo, puedo asegurar que la impresión la tuvoluegoaunquenolahubiesetenidoantes.Laconcienciaesunacosaespantosacuandoacusaaunhombre;perocuandosetratadeunmuchachoy,ademásdelapesadumbresecretadelaculpa,hayotro peso secreto a lo largo de la pernera del pantalón, es, según puedoatestiguar,ungrancastigo.Elconocimientopecaminosodequeibaarobarala señora Joe - desde luego, jamás pensé en que iba a robar a Joe, porquenuncacreíaqueleperteneciesenadade loquehabíaen lacasa-,unidoa lanecesidad de sostener con una mano el pan con manteca mientras estabasentado o cuandomemandaban que fuera a uno a otro lado de la cocina aejecutar una pequeña orden, me quitaba la tranquilidad. Luego, cuando losvientosdelmarjalhicieronresplandecerel fuego,creíoír fuerade lacasa lavoz del hombre con el hierro en la pierna que me hiciera jurar el secreto,declarandoquenopodíani queríamorirsedehambrehasta lamañana, sinoquedeseabacomerenseguida.Tambiénpensaba,aveces,queaquel jovenaquiencontantadificultadcontuvosucompañeroparaquenosearrojaracontramí, tal vez cedería a una impaciencia de su propia constitución o seequivocaríadehora,creyéndoseyaconderechoamicorazónyamihígadoaquellamismanoche,envezdeesperaralamañanasiguiente.Ysialgunavez

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el terror ha hecho erizar a alguien el cabello, esta persona debía de ser yoaquellanoche.Perotalveznuncaseerizóelcabellodenadie.EralavigiliadeNavidad,yyo,conunavarilladecobre,teníaquemenearelpudding para el día siguiente, desde las siete hasta las ocho, según lasindicaciones del reloj holandés. Probé de hacerlo con el impedimento quellevaba en mi pierna, cosa que me hizo pensar otra vez en el hombre quellevaba aquel hierro en la suya, y observé que el ejercicio tenía tendencia allevar el pan con manteca hacia el tobillo sin que yo pudiera evitarlo.Felizmente,logrésalirdelacocinaydepositéaquellapartedemiconcienciaeneldesván,endondeteníaeldormitorio.—Escucha-dijeencuantohubeterminadodemenearelpuddingymientrasme calentaba un poco ante la chimenea antes de irme a la cama -. ¿No hasoídocañonazos,Joe?—¡Ah!-exclamóél-.¡Otropenadoquesehabráescapado!—¿Quéquieresdecir,Joe?-pregunté.La señora Joe,que siempre sedabaexplicacionesa símisma,murmuróconvozhuraña:—¡Fugado!¡Fugado!Yadministrabaestadefinicióncomosifueseaguadealquitrán.Mientras la señora Joe estaba sentada y con la cabeza inclinada sobre sucostura, yomoví los labios disponiéndome a preguntar a Joe: «¿Qué es unpenado?»Joepusosubocaenlaformaapropiadaparadevolversuelaboradarespuesta, pero yo no pude comprender de ella más que una sola palabra:«Pip».—Lanochepasada se escapóunpenado -dijo Joe, envozalta -, según sesupo por los cañonazos que se oyeron a la puesta del sol. Dispararon paraavisarsufuga.Yahoraparecequetiranparadarcuentadequesehafugadootro.—Y¿quiéndispara?-pregunté.—¡Cállate!-exclamómihermana,mirándomeconelceñofruncido-.¡Quépreguntóneres!Nopreguntesnada,yasínotediránmentiras.Nosehacíamuchofavorasímisma,segúnmedije,alindicarqueellapodríacontestarmeconalgunamentiraencasodequelehicieraunapregunta.Peroella,anoserquehubiesealgunavisita,jamássemostrabacortés.Enaquelmomento,Joeaumentóengranmaneramicuriosidad,esforzándoseenabrirmucho labocaparaponerla en la formadebidaa findepronunciarunapalabraqueamímeparecióquedebíaser«malhumor».Porconsiguiente,señalé a la señora Joe y dispuse los labios de manera como si quisierapreguntar:«¿Ella?»PeroJoenoquisooírlo,ydenuevovolvióaabrirmucholabocaparaemitirsilenciosamenteunapalabraque,peseamisesfuerzos,nopudecomprender.—SeñoraJoe-dijeyo,comoúltimorecurso-.Sinotienesinconveniente,me

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gustaríasaberdedóndeprocedenesosdisparos.—¡Diostebendiga!-exclamómihermanacomosinoquisierasignificareso,sino,precisamente,todolocontrario-.DelosPontones.—¡Oh!-exclamémirandoaJoe-.¿DelosPontones?Joe tosió en tono de reproche, como si quisiera decir: «Ya te lo habíaexplicado.»—¿YquésonlosPontones?-pregunté.—Estemuchachoesasí-exclamómihermana,apuntándomeconlaagujayelhiloymeneandolacabezahaciamí-.Contéstaleaunapregunta,yélteharádocemás.LosPontonessonlosbarcosquesirvendeprisiónyquesehallanalotroladodelosmarjales.—¿Yporquéencierranalagenteenesosbarcos?-preguntésindarmayorimportanciaamispalabras,aunquedesesperadoenelfondo.EsoerayademasiadoparalaseñoraJoe,queselevantóinmediatamente.—Mira,muchacho-dijo-.Notehesubidoamanoparaquemolestesdeestamanera a la gente. Si así fuese, merecería que me criticasen y no que mealabaran. Se encierra a la gente en los Pontones porque asesinan, porqueroban,porquefalsificanoporquecometenalgunamalaacción.Ytodosellosempezaronhaciendopreguntas.Ahoravetealacama.Nuncamedejabanllevarunavelaparaacostarme,ycuandosubíalasescalerasaoscuras,conlacabezavacilanteporqueeldedaldelaseñoraJoerepiqueteóen ella para acompañar sus últimas palabras, estaba convencido de queacabaría en los Pontones. Con seguridad seguía el camino apropiado paraterminarenellos.Empecéhaciendopreguntasyyamedisponíaa robara laseñoraJoe.Desde aquel tiempo, queya ahora esmuy lejano, hepensadomuchasvecesque pocas personas se han dado cuenta de la reserva de losmuchachos quevivenatemorizados.Pocoimportaqueel terrornoesté justificado,porque,apesar de todo, es terror. Yo estaba lleno del miedo hacia aquel jovendesconocido que deseaba devorar mi corazón y mi hígado. Tenía pánicomortaldemiinterlocutor,elquellevabaunhierroenlapierna;loteníademímismo por verme obligado a cumplir una promesa que me arrancaron portemor;ynoteníaesperanzadelibrarmedemitodopoderosahermana,quemecastigaba continuamente, aumentando mi miedo el pensamiento de lo quepodríahaberhechoencasonecesarioyaimpulsosdemisecretoterror.Siaquellanochepudedormir,sólofueparaimaginarmeamímismoflotandoríoabajoenunamareavivadeprimaverayendireccióna losPontones.Unfantásticopiratamellamó,pormediodeunabocina,cuandopasabajuntoalahorca, diciéndome que mejor sería que tomase tierra para ser ahorcado enseguida, en vez de continuar mi camino. Temía dormir, aunque me sentíainclinadoaelloporsaberqueencuantoapuntaselaaurorameveríaobligadoa

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saquear la despensa. No era posible hacerlo durante la noche, porque enaquellos tiempos no se encendía la luz como ahora gracias a la sencillafriccióndeunfósforo.Paratenerluzhabríatenidoquerecurriralpedernalyalacero, haciendo así un ruido semejante al del mismo pirata al agitar suscadenas.Tanprontocomoelnegroaterciopeladoquesevelaatravésdemiventanitasetiñódegris,meapresuréalevantarmeyabajarlaescalera;todoslostablonesde madera y todas las resquebrajaduras de cada madero parecían gritarme:«¡Deténte,ladrón!»y«¡Despiértese,señoraJoe!»Enladespensa,queestabamuchomejor provista que de costumbre por ser la víspera deNavidad,mealarmémuchoalverquehabíaunaliebrecolgadadelaspatasposterioresymepareció que guiñaba los ojos cuando estaba ligeramente vuelto de espaldashacia ella.No tuve tiempoparaver loque tomaba, ni de elegir, ni denada,porque no podía entretenerme. Robé un poco de pan, algunas cortezas dequeso,ciertacantidaddecarnepicada,queguardéenmipañuelojuntoconelpanymantecadelanocheanterior,yunpocodeaguardientedeunabotelladepiedra,queechéenunfrascodevidrio(usadosecretamenteparahacerenmicuarto agua de regaliz).Luego acabé de llenar de agua la botella de piedra.Tambiéntoméunhuesoconunpocodecarneyunhermosopasteldecerdo.Me disponía a marcharme sin este último, pero sentí la tentación deencaramarme en un estante para ver qué cosa estaba guardada con tantocuidadoenunplatodebarroquehabíaenun rincón;observandoqueeraelpastel,melollevé,persuadidodequenoestabadispuestoparaeldíasiguienteydequenoloecharíandemenosenseguida.Enlacocinahabíaunapuertaquecomunicabaconlafragua.Quitélatrancayabríelcerrojodeella,yasípudetomarunalimadeentrelasherramientasdeJoe.Luegocerréotravez lapuerta comoestaba, abrí laquemediopaso lanocheanterioral llegaracasay,despuésdecerrarladenuevo,echéacorrerhacialosmarjalescubiertosdeniebla.

Capítulo3

Habíamucha escarcha y la humedad era grande.Antes de salir pude ver lahumedadcondensadaenlaparteexteriordemiventanita,comosiallíhubieseestadollorandountrasgodurantetodalanocheusandolaventanaaguisadepañuelo.Ahoraveía lanieblaposada sobre losmatorralesy sobre lahierba,comotelarañasmuchomásgruesasquelascorrientes,colgandodeunaramaaotraodesde lasmatashastaelsuelo.Lahumedadsehabíaposadosobre laspuertasy sobre las cercas, y era tan espesa laniebla en losmarjales, que elposteindicadordenuestraaldea,postequenoservíaparanadaporquenadie

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ibaporallí,fueinvisibleparamíhastaqueestuvecasidebajo.Luego,mientraslomirégotear,amiconcienciaoprimidaleparecióunfantasmaquemeibaaentregaralosPontones.Másespesafuelanieblatodavíacuandosalídelosmarjales,hastaelpuntodeque,envezdeacercarmecorriendoaalgunacosa,parecíaqueéstaecharaacorrer hacia mí. Ello era muy desagradable para una mente pecadora. Laspuertas,lasrepresasylasorillassearrojabanviolentamentecontramíatravésde la niebla, como si quisieran exclamar con la mayor claridad: «¡Unmuchacho que ha robado un pastel de cerdo! ¡Detenedle!» Las reses semeaparecían repentinamente, mirándome con asombrados ojos, y por el vaporque exhalaban sus narices parecían exclamar: «¡Eh, ladronzuelo!» Un bueynegroconunamanchablanca enel cuello, que ami temerosa conciencia leparecióqueteníaciertoaspectoclerical,memirócontantaobstinaciónensusojos y movió su maciza cabeza de un modo tan acusador cuando yo lorodeaba, que no pude menos que murmurar: «No he tenido más remedio,señor. No lo he robado para mí.» Entonces él dobló la cabeza, resoplódespidiendounacolumnadehumoporlanarizysedesvaneciódandounacozconlaspatastraserasyagitandoelrabo.Ya estaba cerca del río, mas a pesar de que fui muy aprisa, no podíacalentarme los pies. A ellos parecía haberse agarrado la humedad, como sehabíaagarradoelhierroalapiernadelhombreacuyoencuentroiba.Conocíaperfectamente el camino que conducía a la Batería, porque estuve allí undomingoconJoe,yéste,sentadoenuncañónantiguo,medijoquecuandoyofuesesuaprendizyestuvieraasusórdenes,iríamosallíacazaralondras.Sinembargo,yacausadelaconfusiónoriginadaporlaniebla,mehallédeprontodemasiadoaladerechay,porconsiguiente,tuvequeretrocederalolargodelaorilla del río, pasando por encima de las piedras sueltas que había sobre elfango y por las estacas que contenían lamarea. Avanzando por allí, tan deprisa como me fue posible, acababa de cruzar una zanja que, según sabía,estabamuycercadelaBatería,yprecisamentecuandosubíaporelmontículoinmediatoa lazanjaviamihombresentado.Estabavueltodeespaldas,conlosbrazosdoblados,ycabeceabaa.causadelsueño.Me figuré que se pondría contento si me aparecía ante él llevándole eldesayunodeunmodoinesperado,yasímeacerquésinhacerruidoyletoquéel hombro. Instantáneamente dio un salto, y entonces vi que no era aquelmismohombre,sinootro.Sin embargo, también iba vestido de gris y tenía un hierro en la pierna;cojeabadelmismomodo, tenía lavozroncayestabamuertodefrío;enunapalabra,separecíamuchoalotro,aexcepcióndequenoteníaelmismorostroy de que llevaba un sombrero de anchas alas, plano y muy metido en lacabeza.Observéenunmomentotodosestosdetalles,porquenomediotiempoparamás.Profirióunablasfemiaymedioungolpe,peroestabatandébil,que

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apenasmetocóy,encambio,lehizotambalear.Luegoechóacorrerporentrelaniebla,tropezandodosveces,yporfinleperdídevista.«Ésteseráeljoven»,pensé,-mientrassedeteníamicorazónalidentificarlo.Ytambiénhabríasentidodolorenelhígadosihubiesesabidodóndelotenía.PocodespuéslleguéalaBatería,yallíencontréamiconocido,abrazándoseasímismoycojeandodeunladoaotro,comosientodalanochenohubiesedejadodehacerambascosas.Meesperaba.Indudablemente,teníamuchofrío.Yocasitemíaquesecayeraantemíysequedasehelado.Susojosexpresabantalhambre,que,cuandoleentreguélalimayélladejósobrelahierba,semeocurrió que habría sido capaz de comérsela si no hubiese visto lo que lellevaba.Aquellaveznomehizodarningunavolteretaparaapoderarsede loque tenía, sino que me permitió continuar en pie mientras abría el fardo yvaciabamisbolsillos.—¿Quéhayenesabotella,muchacho?-mepreguntó.—Aguardiente-contesté.Él, mientras tanto, tragaba de un modo curioso la carne picada; más comoquienquisieraguardaralgoconmuchaprisaynocomoquiencome,perodejóla carne para tomar un trago de licor.Mientras tanto se estremecía con talviolenciaqueaduraspenaspodíaconservar el cuellode labotella entre losdientes,demodoquesevioobligadoasujetarlaconellos.—Meparecequehacogidoustedfiebre.—Creolomismo,muchacho-contestó.—Estesitioesmuymalo-advertí-.Sehabráustedechadoenelmarjal,queesmuymalsano.Tambiéndareuma.— Pues antes de morirme - dijo -, me desayunaré. Y seguiría comiendoaunque luego tuviesen que ahorcarme en esta horca. No me importan lostembloresquetengo,teloaseguro.Y, almismo tiempo, se tragaba la carne picada, roía el huesoy se comía elpan,elquesoyelpasteldecerdo,todoalavez.Noporesodejabademirarcon lamayor desconfianza alrededor de nosotros, y a veces se interrumpía,dejandotambiéndemascar,afindeescuchar.Cualquiersonido,verdaderooimaginado, cualquier ruido en el río, o la respiración de un animal sobre elmarjal,lesobresaltaba,yentoncesmedecía:—¿Nomeengañas?¿Nohastraídoanadiecontigo?—No,señor,no.—¿Nihasdichoanadiequetesiguiera?—No.—Estábien-dijo-.Tecreo.Seríasunaverdaderafierasi,atuedad,ayudasesacazaraundesgraciadocomoyo.En su garganta sonó algo como si dentro tuviera una maquinaria que sedispusieraadarlahora.Yconladestrozadamangadesutrajeselimpiólosojos.

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Compadecidoporsusituaciónyobservándolemientras,gradualmente,volvíaaaplicarsealpasteldecerdo,meatrevíadecirle:—Nosabeustedcuántomecontentaquelegusteloquelehetraído.—¿Quédices?—Queestoymuysatisfechodequeleguste.—Gracias,muchacho;megusta.Muchas veces había contemplado mientras comía a un gran perro queteníamos,yahoraobservabalamayorsemejanzaentreelmododecomerdelanimal y el de aquel hombre. Éste tomaba grandes y repentinos bocados,exactamentedelmismomodoqueelperro.Setragabacadabocadodemasiadoprontoydemasiadoaprisa; y luegomirabade lado, como si temiesequedecualquier dirección pudiera llegar alguien para disputarle lo que estabacomiendo.Estabademasiadoasustadoparasaboreartranquilamenteelpastel,y creí que si alguien se presentase a disputarle la comida, sería capaz deacometerloamordiscos.Entodoesoseportabaigualqueelperro.—Metemoquenoquedaránadaparaél-dijecontimidezydespuésdeunsilencio durante el cual estuve indeciso acerca de la conveniencia de haceraquella observación -. No me es posible sacar más del lugar de donde hetomadoesto.La certeza de este hecho fue la que me dio valor bastante para hacer laindicación.—¿Dejarlenada?Y¿quiénesél?-preguntómiamigo,interrumpiéndoseenlamasticacióndelpastel.—Eljoven.Esedequienmehablóusted.Elqueestabaescondido.—¡Ah,ya!-replicóconbroncarisa-.¿Él?Sí,sí.Élnonecesitacomida.—Puesamímeparecióquelehabríagustadomuchocomer-dije.Micompañerodejódehacerloymemiróconlamayoratenciónysorpresa.—¿Quetepareció…?¿Cuándo?—Haceunmomento.—¿Dónde?— Ahí - dije señalando el lugar -. Precisamente ahí lo encontré mediodormido,ymefiguréqueerausted.Mecogióporelcuellodelaropaymemiródetalmaneraquelleguéatemerquedenuevosepropusieracortarmelacabeza.—Ibavestidocomousted,aunquellevabasombrero-añadí,temblando-.Y…y…-temíanoacertaraexplicarloconlasuficientedelicadeza-.Ycon…conlamisma razón para necesitar una lima. ¿No oyó usted los cañonazos ayernoche?—¿Dispararoncañonazos?-mepreguntó.—Me figuraba que lo sabía usted - repliqué -, porque los oímos desdemicasa,queestábastantemáslejosyademásteníamoslasventanascerradas.—Yacomprendo-dijo-.Cuandounhombreestásoloenestasllanuras,con

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lacabezadébilyelestómagodesocupado,muriéndosedefríoydenecesidad,no oye en toda la noche más que cañonazos y voces que le llaman. Y nosolamente oye, sino que ve a los soldados, con sus chaquetas rojas,alumbradas por las antorchas y que le rodean a uno. Oye cómo gritan sunúmero,oyecómo le intimanaquese rinda,oyeelchoquede lasarmasdefuegoytambiénlasórdenesde«¡Preparen!¡Apunten!«¡Rodeadle,muchacho!»Ysientecómo leponenencima lasmanos, aunquetodoesonoexista.Poresoanochecreívervariospelotonesquemeperseguíanyoíelacompasadoruidodesuspasos.Peronoviuno,sinouncentenar.Yencuantoacañonazos…Viestremecerselanieblaanteelcañón,hastaquefuededíaclaro.Peroesehombre…-añadiódespuésdelaspalabrasqueacababadepronunciar en voz alta, olvidando mi presencia -. ¿Has notado algo en esehombre?— Tenía la cara llena de contusiones - dije, recordando que apenas estabasegurodeello.— ¿No aquí? - exclamó el hombre golpeándose lamejilla izquierda con lapalmadelamano.—Sí,aquí.—¿Dóndeestá?-preguntóguardándoseenelpecholosrestosdelacomida-.Dimepordónde fue.Loalcanzarécomosi fueseunperrodecaza. ¡Malditoseaestehierroquellevoenlapierna!Damelalima,muchacho.Indiquéladirecciónpordondelanieblahabíaenvueltoalotro,yélmiróhaciaallíporuninstante.Perocomounlocoseinclinósobrelahierbahúmedaparalimarsuhierroysinhacercasodemíni tampocodesupropiapierna,en laque había una antigua escoriación que en aquel momento sangraba; sinembargo, él trataba su pierna con tanta rudeza como si no tuviese mássensibilidad que lamisma lima.De nuevo volví a sentirmiedo de él al vercomotrabajabaconaquellaapresuradafuria,ytambiéntemíestarfuerademicasa pormás tiempo. Le dije que tenía quemarcharme, pero él pareció nooírme,demaneraquecreípreferiblealejarmesilenciosamente.Laúltimavezque levi tenía la cabeza inclinada sobre la rodilla y trabajaba con elmayorahíncoenrompersuhierro,murmurandoimpacientesimprecacionesdirigidasa éste y a la pierna.Más adelante me detuve a escuchar entre la niebla, ytodavíapudeoírelrocedelalimaqueseguíatrabajando.

Capítulo4

Estaba plenamente convencido de que al llegar ami casa encontraría en lacocinaaunagentedepolicíaesperándomeparaprenderme.Peronosolamentenohabíaallíningúnagente,sinoque tampocosehabíadescubiertomi robo,

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LaseñoraJoeestabamuyocupadaendisponer lacasapara la festividaddeldía, y Joe había sidopuesto en el escalónde entradade la cocina, lejos delrecogedor del polvo, instrumento al cual le llevaba siempre su destino,másprontoomástarde,cuandomihermanalimpiabavigorosamentelossuelosdelacasa.—¿Ydóndedemonioshasestado?-exclamólaseñoraJoealvermeyaguisadesalutacióndeNavidad,cuandoyoymiconcienciaaparecimosenlapuerta.ContestéquehabíaidoaoírloscánticosdeNavidad.—Muybien-observólaseñoraJoe-.Peorpodríashaberhecho.Yopenséquenohabíadudaalgunaacercadeello.—Talvezsino fueseesposadeunherreroy, loquees lamismacosa,unaesclava que nunca se puede quitar el delantal, habría ido también a oír loscánticos-dijolaseñoraJoe-.Megustanmucho,peroéstaes,precisamente,lamejorrazónparaquenuncapuedairaoírlos.Joe, que se había aventurado a entrar en la cocina tras de mí, cuando elrecogedordelpolvoseretiróantenosotros,sepasóeldorsodelamanoporlanariz con aire de conciliación, en tanto que la señora Joe le miraba, y encuantolosojosdeéstasedirigieronaotrolado,élcruzósecretamentelosdosíndicesymelosenseñócomoindicacióndequelaseñoraJoeestabademalhumor. Tal estado era tan normal en ella, que tanto Joe como yo nospasábamos semanas enteras haciéndonos cruces, señal convenida para dichoobjeto,comosifuésemosverdaderoscruzados.Tuvimosunacomidamagnífica,consistenteenunapiernadecerdoenadoboadornadaconverdura,yunpardegallosasadosyrellenos.Eldíaanterior,porlamañana,mihermanahizounhermosopasteldecarnepicada,razónporlacualnohabíaechadodemenoselrestoqueyomellevé,yelpuddingestabaya dispuesto en el molde. Tales preparativos fueron la causa de que sinceremonia alguna nos acortasen nuestra ración en el desayuno, porque mihermanadijoquenoestabadispuestaaatiborrarnosniaensuciarplatos,coneltrabajoqueteníapordelante.Por eso nos sirvió nuestras rebanadas de pan como si fuésemos dos milhombresdetropaenunamarchaforzada,envezdeunhombreyunchiquilloen la casa; y tomamos algunos tragos de leche y de agua, aunque conmuymalacara,deunjarritoquehabíaenelaparador.Mientrastanto,laseñoraJoepusocortinaslimpiasyblancas,clavóunvolantedefloresenlachimeneaparareemplazar el viejo y quitó las fundas de todos los objetos de la sala, quejamásestabandescubiertosaexcepcióndeaqueldía,puessepasabanelañoocultos en sus forros, los cuales no se limitaban a las sillas, sino que seextendían a los demás objetos, que solían estar cubiertos de papel de plata,inclusoloscuatroperritosdelanasblancosquehabíasobrelachimenea,todoscon la nariz negra y una cesta de flores en la boca, formando parejas. LaseñoraJoeeraunamadecasamuylimpia,peroteníaelarteexquisitodehacer

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su limpieza más desagradable y más incómoda que la misma suciedad. Lalimpieza es lo que está más cerca de la divinidad, y mucha gente hace lomismoconrespectoasureligión.Comomihermanateniamuchotrabajo,sehacíarepresentarparairalaiglesia,esdecir,queensulugaríbamosJoeyyo.Ensutrajedetrabajo,Joeteníacompletoaspectodeherrero,peroeneltrajedeldíadefiestaparecíamásbienunespantajoentrajedeceremonias.Nadadeloqueentoncesllevabalecaíabienoparecíapertenecerle,ytodolerozabaylemolestaba en granmanera. En aquel día de fiesta salió de su habitacióncuandoyarepicabanalegremente lascampanas,perosuaspectoeraeldeundesgraciado penitente en traje dominguero. En cuanto a mí, creo que mihermana tenía la idea general de que yo era un joven criminal, a quien unpolicíacomadróncogióeldíademinacimientoparaentregarmeaella,afindequemecastigasendeacuerdoconlaultrajadamajestaddelaley.Siempremetrataroncomosiyohubieseporfiadoparanacerapesardelosdictadosdela razón, de la religión y de la moralidad y contra los argumentos que mehubieranpresentado,paradisuadirme,mismejoresamigos.E,incluso,cuandome llevaron al sastre para que me hiciese un traje nuevo, sin duda recibióorden de hacerlo de acuerdo con el modelo de algún reformatorio y, desdeluego,demaneraquenomepermitieseellibreusodemismiembros.Así, pues, cuando Joe y yo íbamos a la iglesia, éramos un espectáculoconmovedor para las personas compasivas. Y, sin embargo, todos missufrimientos exteriores no eran nada para los que sentía enmi interior. LosterroresquemeasaltaroncadavezquelaseñoraJoeseacercabaaladespensaosalíadelaestancianopodíancompararsemásqueconlosremordimientosquesentíamiconcienciaporloquehabíanhechomismanos.Bajoelpesodemi pecaminoso secreto,me pregunté si la Iglesia sería lo bastante poderosapara protegerme de la venganza de aquel joven terrible si divulgase lo quesabía.Yameimaginabaelmomentoenqueseleyeranlosedictosyelclérigodijera: «Ahora te toca declarar a ti.» Entonces había llegado la ocasión delevantarmeysolicitarunaconferenciasecretaenlasacristía.Estoymuylejosdetenerlaseguridaddequenuestrapequeñacongregaciónnohubierasentidoasombroalverqueapelabaatanextremamedida,perotalvezmevaldríaelhechodesereldíadeNavidadynoundomingocualquiera.ElseñorWopsle,elsacristándelaiglesia,teníaquecomerconnosotros,yelseñor Hubble, el carretero, así como la señora Hubble y también el tíoPumblechook(queloeradeJoe,perolaseñoraJoeseloapropiaba),queeraun rico tratante en granos, de un pueblo cercano, y que guiaba su propiocarruaje. Se había señalado la una y media de la tarde para la hora de lacomida.CuandoJoeyyo llegamosacasa,encontramos lamesapuesta,a laseñoraJoemudadaylacomidapreparada,asícomolapuertaprincipalabierta-cosaquenoocurríaenningúnotrodía-afindequeentraranlosinvitados;todo ello estaba preparado con lamayor esplendidez. Por otra parte, ni una

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palabraacercadelrobo.Pasó el tiempo sin que trajera ningún consuelo para mis sentimientos, yllegaron los invitados. El señorWopsle, unido a una nariz romana y a unafrentegrandeypulimentada,teníaunavozmuyprofunda,delaqueestabaenextremoorgulloso;enrealidad,eravalorentendidoentresusconocidosque,sihubiesetenidounaoportunidadfavorable,habríasidocapazdeponeralpastoren un brete. Él mismo confesaba que si la Iglesia estuviese «más abierta»,refiriéndosea la competencia, nodesesperaríadehacer carrera enella.PerocomolaIglesianoestaba«abierta»,era,segúnyahedicho,nuestrosacristán.Castigaba de unmodo tremendo los «amén», y cuando entonaba el Salmo,pronunciandoelversículoentero,mirabaprimeroalrededordeélya toda lacongregación como si quisiera decir: «Ya han oído ustedes a nuestro amigoqueestámásalto;háganmeelfavordedarmeahorasuopiniónacercadesuestilo.»Abrí la puerta para que entraran los invitados dándoles a entender queteníamoslacostumbredehacerlo;laabríprimeroparaelseñorWopsle,luegoparaelseñorylaseñoraHubbleyúltimamenteparael tíoPumblechook.(Amínosemepermitíallamarletío,bajoamenazadelosmásseveroscastigos.)—SeñoraJoe-dijoeltíoPumblechook,hombretónlento,demedianaedad,que respiraba condificultadyque tenía unaboca semejante a la deunpez,ojosmuyabiertosypocoexpresivosycabellodecolordearena,muyerizadoenlacabeza,demaneraqueparecíaquelohubiesenasfixiadoamediasyqueacabara de volver en sí -. Quiero felicitarte en este día… Te he traído unabotelladejerezyotradeoporto.En cada Navidad se presentaba, como si fuese una novedad extraordinaria,exactamente con aquellasmismas palabras. Y todos los días de Navidad laseñoraJoecontestabacomolohacíaentonces:—¡Ohtío…Pum…ble…chook!¡Québuenoesusted!Y,todoslosdíasdeNavidad,élreplicaba,comoentonces:— No es más de lo que mereces. Espero que estaréis todos de excelentehumor.Y¿cómoestáesemediopeniquedechico?En tales ocasiones comíamos en la cocina y tomábamos las nueces, lasnaranjasylasmanzanasenlasala,locualerauncambiomuyparecidoalqueJoe llevaba a cabo todos los domingos al ponerse el traje de las fiestas.Mihermanaestabamuycontentaaqueldíay,enrealidad,parecíamásamablequenuncaencompañíadelaseñoraHubblequeenotracualquiera.Recuerdoqueéstaeraunamujerangulosa,decabellorizado,vestidadecolorazulcelesteyquepresumíadejovenporhabersecasadoconelseñorHubble,aunqueignoroen qué remoto período, siendo mucho más joven que él. En cuanto a sumarido,eraunhombredealgunaedad,macizo,dehombrossalientesyalgoencorvado. Solía oler a aserrín y andaba con las piernasmuy separadas, demodoque, enaquellosdíasdemi infancia,yopodíaverpor entre ellasuna

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extensiónmuygrandedeterrenosiemprequeloencontrabacuandosubíaporlavereda.En aquella buena compañía, aunque yo no hubiese robado la despensa, mehabríaencontradoenunaposiciónfalsa,ynoporquemevieseoprimidoporunánguloagudodelamesa,quesemeclavabaenelpecho,yelcododeltíoPumblechook en mi ojo, ni porque se me prohibiera hablar, cosa que nodeseaba, así como tampocoporque semeobsequiaracon laspatas llenasdedurezasdelospollosoconlaspartesmenosapetitosasdelcerdo,aquellasdelasqueelanimal,cuandoestabavivo,noteníarazónalgunaparaenvanecerse.No,nohabríapuestoyoelmenorinconvenienteenquemehubiesendejadoasolas.Peronoquerían.Parecíacomosicreyesenperderunaocasiónagradablesi dejabandehablardemídevez en cuando, señalándome también algunasveces.Yeratantoloquemeconmovíanaquellasalusiones,quemesentíatandesgraciadocomountoroenlaplaza.Elloempezóenelmomentoquenossentamosacomer.ElseñorWopslediolasgracias,declamandoteatralmente,segúnmepareceahora,enuntonoquetenía a la vez algo del espectro de Hamlet y de Ricardo III, y terminóexpresandolaseguridaddequedebíamossentirnosllenosdeagradecimiento.Inmediatamentedespués,mihermanamemiróyenvozbajayacusadoramedijo:—¿Nolooyes?Debesestaragradecido.— Especialmente dijo el señor Pumblechook debes sentir agradecimiento,muchacho,porlaspersonasquetehancriadoamano.La señoraHubblemeneó la cabeza yme contempló con expresión de tristepresentimientodequeyonollegaríaaserbueno,ypreguntó:—¿Porquélosmuchachosnoseránnuncaagradecidos?Talmisteriomoral pareció excesivopara los comensales, hasta que el señorHubblelosolventóconcisamentediciendo:—Sonnaturalmenteviciosos.Entoncestodosmurmuraron:—Esverdad.Ymemirarondeunmodomuydesagradable.La situación y la influencia de Joe eranmás débiles todavía, si tal cosa eraposible,cuandohabíainvitadosquecuandoestábamossolos.Peroasumodo,ysiemprequeleeradable,meconsolabaymeayudaba,yasílohizoalahoradecomer,dándomesalsacuandolahabía.Ycomoaqueldíaabundaba,Joemeechóenelplatocasimediolitro.Unpocodespués,ymientrascomíamosaún,elseñorWopslehizounacríticabastante severa del sermón, e indicó, en el caso hipotético de que la Iglesiaestuviese «abierta», el sermón que él habría pronunciado. Y después defavorecer a su auditorio con algunas frases de su discurso, observó queconsiderabamuymalelegidoelasuntodelahomilíadeaqueldía;locualera

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menosexcusable,segúnañadió,cuandohabíatantosasuntosexcelentesymuyindicadosparasemejantefiesta.—Es verdad - dijo el tío Pumblechook -. Ha dado usted en el clavo. Haymuchos asuntos excelentes para quien sabe emplearlos. Esto es lo que senecesita.Unhombrequetengajuicionohadepensarmuchoparaencontrarunasuntoapropiado,siparaello tiene lasalnecesaria. -Ydespuésdeuncortointervalo de reflexión añadió -. Fíjese usted en el cerdo.Ahí tiene usted unasunto.Sinecesitaustedunasunto,fíjeseenelcerdo.—Esverdad,caballero-replicóelseñorWopsle,cuandoyosospechabaqueiba a servirse de la ocasión para aludirme -. Y para los jóvenes puedendeducirsemuchascosasmoralesdeestetexto.—Prestaatención-medijomihermana,aprovechandoaquelparéntesis.Joemediounpocomásdesalsa.— Los cerdos - prosiguió el señor Wopsle con su voz más profunda yseñalando con su tenedor mi enrojecido rostro, como si pronunciase minombre de pila -. Los cerdos fueron los compañeros más pródigos. Laglotonería de los cerdos resulta, al ser expuesta a nuestra consideración, unejemploparalosjóvenes.-Yoopinabalomismoqueél,pueshacíapocoquehabíaestadoensalzandoelcerdoquelesirvieron,porlogordoysabrosoqueestaba-.Yloqueesdetestableenelcerdo,loestodavíamásenunmuchacho.—Oenunamuchacha-sugirióelseñorHubble.—Desde luego, también en unamuchacha, señorHubble - asintió el señorWopsleconciertairritación-.Peroaquínohayninguna.—Además - dijo el señor Pumblechook, volviéndose de pronto haciamí -,hayquepensarenloqueseharecibido,paraagradecerlo.Sihubiesesnacidocerdo…—Bastanteloera-exclamómihermana,contonoenfático.Joemediounpocomásdesalsa.— Bueno, quiero decir un cerdo de cuatro patas - añadió el señorPumblechook-.Sihubiesesnacidoasí,¿dóndeestaríasahora?No…—Porlomenos,enestaforma-dijoelseñorWopsleseñalandoelplato.—Noquieroindicarenestaforma,caballero-replicóelseñorPumblechook,a quien le molestaba que le hubiesen interrumpido -. Quiero decir que noestaríagozandode la compañíade losque sonmayoresymejoresqueél,yquenoseaprovecharíadesuconversaciónnisehallaríaenelregazodellujoydelascomodidades.¿Sehallaríaentalsituación?Deningunamanera.Y¿cuálhabría sido su destino? - añadió olviéndose otra vez hacia mí -.Te habríanvendidoporunacantidaddeterminadadechelines,deacuerdoconelpreciocorriente en el mercado, y Dunstable, el carnicero, habría ido en tu buscacuando estuvieras echado en la paja, se lo habría llevado bajo el brazoizquierdo,entantoqueconlamanoderechaselevantaríalabataafindecogeruncortaplumasdelbolsillodesuchalecoparaderramartusangreyacabartu

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vida.Notehabríancriadoamano,entonces.Deningunamanera.Joemeofreciómássalsa,peroyotemíaceptarla.— Todo eso ha significado para usted muchas molestias, señora - dijo laseñoraHubble,compadeciéndosedemihermana.—¿Molestias?-repitióésta-.¿Molestias?Yluegoempezóaenunciarun tremendocatálogode todas lasenfermedadesdequeyoeraculpableydetodoslosinsomniosqueellahabíasufridopormicausa;enumerótodoslosaltoslugaresdelosquemecaí,ylasprofundidadesaquemedespeñé,asícomotambiéntodoslosmalesquemecauséamímismoy todas las veces que ella me deseó la tumba a donde yo, con la mayorcontumacia,meneguéair.Creoque los romanos se debieronde exasperar unos a otros a causade susnarices.Quizáporestofueronelpueblomásintranquiloquesehaconocido.Perosealoquefuere,lanarizromanadelseñorWopslemeirritódetalmaneradurante el relatodemis fechorías, que sentí el deseode tirarlede ellahastahacerle aullar. Pero lo que había tenido que aguantar hasta entonces no fuenadaencomparaciónconlasespantosassensacionesqueseapoderarondemícuandoseinterrumpiólapausaquesiguióalrelatodemihermana,ydurantelacualtodosmemiraron,mientrasyomesentíadolorosamenteculpable,conlamayorindignaciónyexecración.—Y,sinembargo-dijoelseñorPumblechookconduciendosuavementeasuscompañeros de mesa al tema del cual se habían desviado -, el cerdo,consideradocomocarne,esmuysabroso,¿noesverdad?—Tomeustedunpocodeaguardiente,tío-dijomihermana.¡Diosmío!Porfinhabíallegado.Ahoraobservaríanqueelaguardienteestabaaguado,yentalcasopodíadarmeporperdido.Conambasmanosmeagarréconfuerzaalapatadelamesa,pordebajodelmantel,yesperémidestino.Mihermanasalióenbuscadelabotelladepiedra,volvióconellaysirvióunacopa de aguardiente, pues nadie más quiso beber licor. El desgraciado,bromeandoconlacopita,latomó,lamiróaltrasluzylavolvióadejarsobrelamesa, prolongando mi ansiedad. Mientras tanto, la señora Joe y su maridodesocupabanactivamentelamesaparaservirelpastelyelpudding.YonopodíaapartarlamiradadeltíoPumblechook.Siempreagarradoconlasmanosylospiesalapatadelamesa,viqueeldesgraciadotomaba,jugando,lacopita,sonreía,echaba lacabezahaciaatrásysebebíaelaguardiente.Enaquelmomento,todoslosinvitadossequedaronconsternadosalobservarqueeltíoPlumblechookseponíaenpiedeunsalto,dabavariasvueltastosiendoybailando al mismo tiempo y echaba a correr hacia la puerta; entonces fuevisible a través de la ventana, saltando violentamente, expectorando yhaciendohorriblesmuecas,comosiestuvieraloco.Continuéagarrado,mientraslaseñoraJoeysumaridoacudíanaél.Ignorabacómopudehacerlo,perosindudaalgunalehabíaasesinado.Enmiespantosa

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situaciónme sirviódealivioverque lo traíanotraveza la cocinayqueél,mirandoa losdemáscomosi lehubiesencontradecido, sedejabacaer en lasillaexclamando:—¡Alquitrán!Yohabíaacabadodellenarlabotellaconel jarrollenodeaguadealquitrán.Estaba persuadido de que a cadamomento se encontraría peor, y, como unmédiumdelosactualestiempos,lleguéamoverlamesagraciasalvigorconqueestabaagarradoaella.— ¿Alquitrán? - exclamómi hermana, en el colmo del asombro -. ¿Cómopuedehaberidoapararelalquitrándentrodelabotella?PeroeltíoPlumblechook,queenaquellacocinaeraomnipotente,noquisooírtalpalabranihablarmásdelasunto.Hizoungestoimperiosoconlamanoparadarlo por olvidado y pidió que le sirvieran agua caliente y ginebra. Mihermana,quesehabíapuestomeditabundadeunmodoalarmante,tuvoqueirenbuscadelaginebra,delaguacaliente,delazúcarydelaspielesdelimón,yen cuanto lo tuvo todo lo mezcló convenientemente. Por lo menos, demomento, yo estaba salvado; pero seguía agarrado a la pata de la mesa,aunqueentoncesmovidoporlagratitud.Pocoapocomecalmélobastanteparasoltarlamesaycomerelpuddingqueme sirvieron. El señor Plumblechook también comió de él, y lo mismohicieron los demás. Terminado que fue, el señor Pumblechook empezó amostrarse satisfechobajo la influenciamaravillosade laginebraydel agua.Yo empezaba a pensar que podría salvarme aquel día, cuando mi hermanaordenóaJoe:—Traeplatoslimpiosyfríos.Nuevamenteme agarré a la pata de lamesa y oprimí contra ellami pecho,comosielmueblehubiesesidoelcompañerodemijuventudymiamigodelalma.Preveíaloqueibaasucederycomprendíqueyanohabíaremedioparamí.—Quieroquepruebenustedesdijomihermana,dirigiéndoseamablementeasus invitados ,quieroqueprueben,para terminar,unregalodeliciosodel tíoPumblechook.¡Diosmío!Yapodíanperdertodaesperanzadeprobarlo.—Tenganencuenta - añadiómihermana levantándose -quese tratadeunpastel.Unsabrosopasteldecerdo.Los comensales murmuraron algunas palabras de agradecimiento, y el tíoPumblechook, satisfecho por haber merecido bien del prójimo, dijo condemasiadavivacidad,habidacuentadelestadodelascosas:—Enfin,señoraJoe,nosesforzaremosunpoco.Regálanosconunarajadeesepastel.Mihermanasalióabuscarlo,yoísuspasoscuandosedirigíaaladespensa.VicomoelseñorPumblechooktomabaelcuchillo,yobservéenlaromananariz

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del señor Wopsle un movimiento indicador de que volvía a despertarse suapetito.OíqueelseñorHubblehacíanotarqueunpoquitodesabrosopasteldecerdo les sentaríamuybiensobre todo lodemásynoharíadañoalguno.TambiénJoemeprometióquemedaríanunpoco.Nosé,conseguridad,sidiun grito de terrormental o corporalmente, demodo que pudiesen oírlomiscompañeros de mesa, pero lo cierto es que no me sentí con fuerzas parasoportaraquellasituaciónymedispuseaecharacorrer.Poresosoltélapatadelamesayemprendílafuga.Peronolleguémásalládelapuertadelacasa,porquefuiadardecabezaconungrupodesoldadosarmados,unodeloscualestendíahaciamíunasesposasdiciendo:—Yaqueestásaquí,ven.

Capítulo5

Laaparicióndeungrupodesoldadosquegolpeabanelumbraldelapuertadela casa con las culatas de sus armas de fuego fue bastante para que losinvitadosselevantarandelamesaenlamayorconfusiónyparaquelaseñoraJoe, que regresaba a la cocina con las manos vacías, muy extrañada, sequedaraconlosojosextraordinariamenteabiertosalexclamar:—¡Diosmío!¿Quéhabrápasado…conel…pastel?ElsargentoyyoestábamosyaenlacocinacuandolaseñoraJoesedirigíaestapregunta,yenaquellacrisisrecobréenparteelusodemissentidos.Fueelsargentoquienmehabíahablado,peroahoramirabaaloscomensalescomosilesofrecieralasesposasconlamanoderecha,entantoqueapoyabalaizquierdaenmihombro.—Lesruegoquemeperdonen,señorasycaballeros-dijoelsargento-;pero,como ya he dicho a este joven en la puerta - en lo cual mentía -, estoyrealizandounainvestigaciónennombredelreyynecesitoalherrero.—¿Quéquiereusteddeél?-preguntómihermana,resentidadequealguiennecesitaseasumarido.—Señora - replicó el galante sargento -, si hablase por mi propia cuenta,contestaríaquedeseoelhonoryelplacerdeconocerasudistinguidaesposa;perocomohabloennombredelrey,hededecirquelenecesitoparaquehagaunpequeñotrabajo.Tal explicación por parte del sargento fue recibida con el mayor agrado, yhastaelseñorPumblechookexpresósuaprobación.—Fíjese,herrero -dijoel sargento,queyasehabíadadocuentadequeeraJoe-.Estasesposassehanestropeadoyunadeellasnocierrabien.Ycomolasnecesitoinmediatamente,leruegoquemehagaelfavordeexaminarlas.

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Joelohizo,yexpresósuopinióndequepararealizaraqueltrabajotendríaqueencenderlaforjayemplearmásbiendoshorasqueuna.—¿Deveras?Pues, entonces,hágameel favordeempezar inmediatamente,herrero - dijo el sargento -, porque es en servicio deSuMajestad.Y simishombres pueden ayudarle, no tendrán el menor inconveniente en hacerseútiles.Dichoesto llamóa lossoldados,quepenetraronen lacocinauno trasotroydejaronlasarmasenunrincón.Luegosequedaronenpiecomodebenhacerlos soldados, aunque tan pronto unían las manos o se apoyaban sobre unapierna,osereclinabansobrelaparedconloshombros,obienseaflojabanelcinturón,semetíanlamanoenelbolsillooabríanlapuertaparaescupirfuera.Vitodoesosindarmecuentadequeloveía,porqueestabamuyatemorizado.Pero,empezandoacomprenderquelasesposasnoeranparamíyque,graciasalossoldados,elasuntodelpastelhabíaquedadorelegadoasegundotérmino,recobréunpocomiperdidaserenidad.— ¿Quiere usted hacerme el favor de decirme qué hora es? - preguntó elsargentodirigiéndosealseñorPumblechook,comosisehubieradadocuentadequeerahombretanexactocomoelmismoreloj.—Lasdosymedia,enpunto.—Noestámal-dijoelsargento,reflexionando-.Aunquemeveaobligadoapasaraquídoshoras,tendrétiempo.¿Aquédistanciaestamosdelosmarjales?Creoqueacosadepocomásdeunamilla.—Precisamenteunamilla-dijolaseñoraJoe.—Estábien.Asípodremosllegaraellosaloscurecer.Misórdenessondeirallíunpocoantesdequeanochezca.Estábien.— ¿Se trata de penados, sargento? preguntó el señorWopsle como si ellofueselacosamásnatural.—Enefecto.Sondospenados.Sabemosqueestántodavíaenlosmarjales,yno saldrán de allí antes de que oscurezca. ¿Alguno de ustedes ha tenidoocasióndeverlos?Todos, exceptuando yo mismo, contestaron negativamente y de un modocategórico.Nadiepensóenmí.—Bien-dijoelsargento-.Prontoseveránrodeadosportodaspartes.Esperoque eso serámás pronto de lo que se figuran.Ahora, herrero, si está usteddispuesto,SuMajestadelreyloestátambién.Joesehabíaquitadolachaqueta,elchalecoylacorbata;sepusoeldelantaldecueroypasóa la fragua.Unode los soldadosabrió lospostigosdemadera,otroencendióelfuego,otroaccionóelfuelleylosdemássequedaronentornodelhogar,querugiómuypronto.EntoncesJoeempezóatrabajar,entantoquelosdemásleobservábamos.El interés de la persecución encomendada a los soldados no solamenteabsorbíalaatencióngeneral,sinoquehizoquemihermanasesintieraliberal.

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Sacódelbarriluncántarodecervezaparalossoldadoseinvitóalsargentoatomar una copa de aguardiente. Pero el señor Pumblechook se apresuró adecir:— Es mejor que le des vino. Por lo menos, tengo la seguridad de que nocontienealquitrán.Elsargentolediolasgraciasyledijoquepreferíalasbebidassinalquitrányque,porconsiguiente,tomaríavinosienellonohabíainconveniente.Cuandoselodieron,bebióalasaluddeSuMajestadyenhonordelafestividad.Selotragótododeunavezyselimpióloslabios.—Buenvino,¿verdad,sargento?preguntóelseñorPumblechook.—Voyadecirleunacosa-replicóelsargento-,yesqueestoypersuadidodequeestevinoesdeusted.ElseñorPumblechookseechóareírypreguntó:—¿Porquédiceustedeso?—Pues-replicóelsargento,dándoleunapalmadaenelhombro-porqueesustedhombrequeloentiende.—¿Deveras?-preguntóelseñorPumblechookriéndoseotravez-.Tomeotrovasito.—Siustedmeacompaña.Manoamano-contestóelsargento-.¡Asusalud!Vivaustedmilañosyquenuncaseapeorjuezenvinosqueahora.El sargento se bebió el segundo vaso y pareció dispuesto a tomar otro. Yoobservé que el señor Pumblechook, impulsado por sus sentimientoshospitalarios, parecía olvidar que ya había regalado el vino, pero tomó labotellademanosdelaseñorayconsugenerosidadsecaptólassimpatíasdetodos.Inclusoamímelodejaronprobar.Yestabatancontentoconsuvino,quepidióotrabotellay larepartiócon lamismalarguezaencuantosehuboterminadolaprimera.Mientrasyo los contemplaba reunidos en tornode la fraguaydivirtiéndose,penséenelterriblepostrequeparaunacomidaresultaríalacazademiamigofugitivo.Apenashacíauncuartodehoraqueestábamosallíreunidos,cuandotodossealegraroncon laesperanzade lacaptura.Yase imaginabanque losdosbandidosseríanpresos,quelascampanasrepicaríanparallamaralagentecontraellos,queloscañonesdispararíanporsucausa,yquehastaelhumolesperseguiría.Joetrabajabaporellos,y todaslassombrasdelaparedparecíanamenazarlos cuando las llamas de la fragua disminuían o se reavivaban, asícomolaschispasquecaíanymorían,yyotuvelaimpresióndequelapálidatardeseensombrecíaporlástimahaciaaquellospobresdesgraciados.PorfinJoeterminósutrabajoyacabóelruidodesusmartillazos.Ymientrasseponíalachaqueta,cobróbastantevalorparaproponerqueacompañáramosalossoldados,afindevercómoresultabalacaza.ElseñorPumblechookyelseñorHubbledeclinaronlainvitaciónconlaexcusadequererfumarunapipaygozardelacompañíadelasdamas,peroelseñorWopsledijoqueiríasiJoe

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leacompañaba.Éstesemanifestódispuestoydeseosodellevarme,silaseñoraJoeloaprobaba.Peronohabríamospodidosalir,estoysegurodeello,anoserporlacuriosidadquelaseñoraJoesentíadeenterarsedetodoslosdetallesydecómoterminabalaaventura.Detodosmodosdijo:—Sitraesalchicoconlacabezadestrozadaporunbalazo,notefiguresqueyovoyacurársela.El sargento se despidió cortésmente de las damas y se separó del señorPumblechookcomodeunamigomuyquerido,aunquesospechoquenohabríaapreciadoentanaltogradolosméritosdeaquelcaballeroencondicionesmásáridas, en vez del régimen húmedo de que había gozado. Sus hombresvolvieron a tomar las armasde fuegoy salieron.El señorWopsle, Joeyyorecibimoslaordendeiraretaguardiaydenopronunciarunasolapalabraencuanto llegásemos a losmarjales.Cuandoya estuvimos en el frío aire de latardeynosdirigíamos rápidamentehaciaelobjetodenuestraexcursión,yo,traicioneramente,murmuréaloídodeJoe:—Espero,Joe,quenolosencontrarán.Yélmecontestó:—Daríacongustounchelínporquesehubiesenescapado,Pip.Nosenosreuniónadiedelpueblo,porqueeltiempoerafríoyamenazador,elcaminodesagradableysolitario,elterrenomuymalo,laoscuridadinminentey todos estaban sentados junto al fuego dentro de las casas celebrando lafestividad. Algunos rostros se asomaron a las iluminadas ventanas paramirarnos, pero nadie salió. Pasamos más allá del poste indicador y nosdirigimos hacia el cementerio, en donde nos detuvimos unos minutos,obedeciendoalaseñalqueconlamanonoshizoelsargento,entantoquedosotresdesushombressedispersabanentrelastumbasyexaminabanelpórtico.Volvieron sinhaber encontradonaday entonces empezamosa andarpor losmarjales,atravesandolapuertalateraldelcementerio.Lacellisca,queparecíamorderelrostro,searrojócontranosotrosllevadaporelvientodelEste,yJoemesubiósobresushombros.Noshallábamosyaenlatristesoledad,dondepocosefigurabantodosqueyohabíaestadoochoonuevehorasantes,viendoalosdosfugitivos.Penséporprimera vez en eso, lleno de temor, y también tuve en cuenta que, si losencontrábamos, tal vez mi amigo sospecharía que había llevado allí a lossoldados.Recordabaquemepreguntósiqueríaengañarle,añadiendoqueyosería una fiera si a mi edad ayudaba a cazar a un desgraciado como él.¿Creería,acaso,queeraunafierayuntraidor?Era inútil dirigirme entonces aquella pregunta. Iba subido a los hombros deJoe, quien debajo demí atravesaba los fosos como un cazador, avisando alseñorWopsleparaquenosecayerasobresu romananarizyparaquenosequedase atrás. Nos precedían los soldados, bastante diseminados, con granseparación entre uno y otro. Seguíamos elmismo camino que tomé aquella

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mañana,ydelcualsalíparametermeenlaniebla.Éstanohabíaaparecidoaúno bien el viento la dispersó antes. Bajo los rojizos resplandores del solponiente, labalizaylahorca,asícomoelmontículodelaBateríaylaorillaopuestadelrío,eranperfectamentevisibles,apareciendodecolorplomizo.Conelcorazónpalpitante,apesardeirmontadoenJoe,miréalrededorparaobservar sidivisabaalgunaseñalde lapresenciade lospenados.Nadapudevernioír.ElseñorWopslemehabíaalarmadovariasvecesconsurespiraciónagitada, pero ahora ya sabía distinguir los sonidos y podía disociarlos delobjetodenuestrapersecución.Mesobresaltémuchocuandotuvelailusióndequeseguíaoyendolalima,peroresultónoserotracosaqueelcencerrodeunaoveja. Ésta cesó de pastar y nos miró con timidez. Y sus compañeras,volviendoaunladolacabezaparaevitarelvientoylacellisca,nosmiraronirritadas,comosifuésemosresponsablesdeesasmolestias.Peroaexcepcióndeesascosasydelainciertaluzdelcrepúsculoencadaunodelostallosdelahierba,nadainterrumpíalainertetranquilidaddelosmarjales.LossoldadosavanzabanhacialaviejaBatería,ynosotrosíbamosunpocomásatrás,cuando,depronto,nosdetuvimostodos.Llegóanuestrosoídos,enalasdelvientoydelalluvia,unlargogritoqueserepitió.Resonabaprolongadoyfuerteadistancia,haciaelEste,aunque,en realidad,parecíanserdosomásgritosalavez,ajuzgarporlaconfusióndeaquelsonido.ElsargentoyloshombresqueestabanasuladohablabanenvozbajacuandoJoeyyollegamosaellos.Despuésdeescucharunmomento,Joe,queerabuenjuez en la materia, y el señor Wopsle, que lo era malo, convinieron en lomismo. El sargento, hombre resuelto, ordenó que nadie contestase a aquelgrito,peroque,encambio,secambiasededirecciónyquetodoslossoldadossedirigieranhaciaallá,corriendocuantopudiesen.Poresonosvolvimoshacialaderecha,adondequedabaelEste,yJoeechóacorrertanaprisaquetuvequeagarrarmeparanocaer.Corríamosdeverdad,subiendo,bajando,atravesandolaspuertas,cayendoenlas zanjas y tropezando con los juncos. Nadie se fijaba en el terreno quepisaba. Cuando nos acercamos a los gritos, se hizo evidente que eranproferidos por más de una voz. A veces parecían cesar por completo, yentonces los soldados interrumpían la marcha. Cuando se oían de nuevo,aquéllos echaban a correr con mayor prisa y nosotros los seguíamos. Pocodespuésestábamostancercaqueoímoscomounavozgritaba:«¡Asesino!,yotravoz:«¡Penados!¡Fugitivos!¡Guardias!¡Aquíestán losfugitivos!Luegolas dos voces parecían quedar ahogadas por una lucha, y al cabo de unmomentovolvían aoírse.Entonces los soldados corrían comogamos, y Joelosseguía.El sargento ibadelante,y cuandonosotroshabíamospasadoyadel lugar enqueseoyeronlosgritos,vimosqueaquélydosdesushombrescorríanaún,apuntandoconlosfusiles.

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—¡Aquí están los dos! - exclamó el sargento luchando en el fondo de unazanja-.¡Rendíos!¡Salidunoauno!Chapoteabanenelaguayenelbarro,seoíanblasfemiasysedabangolpes;entonces algunos hombres se echaron al fondo de la zanja para ayudar alsargento.Sacaronseparadamenteamipenadoyalotro.Ambossangrabanyestabanjadeantes,perosindejardeluchar.Yolosconocíenseguida.—Oiga-dijomipenadolimpiándoseconladestrozadamangalasangrequeteníaenelrostroysacudiéndoseelcabelloarrancadoqueteníaentrelosdedos-.Yolohecogido.Seloheentregadoausted.Téngaloencuenta.—Esonovalegrancosa-replicóelsargento-.Ynotefavoreceráennada,porquetehallasenelmismocasoqueél.Traedlasesposas.—Noesperoqueesomeseafavorable.Noquieroyanadamásqueelgustoqueacabodetener-dijomipenadoprofiriendounacodiciosacarcajada-.Yolohecogidoyéllosabe.Estomebasta.El otro penado estaba lívido y, además de la herida que tenía en el ladoizquierdodesurostro,parecíahaberrecibidootrasmuchaslesionesentodoelcuerpo.Respirabacon tantaagitaciónquenisiquierapodíahablar,ycuandoloshubieronesposadoseapoyóenunsoldadoparanocaerse.—Sepanustedes…quequisoasesinarme.Éstasfueronsusprimeraspalabras.— ¿Que quise asesinarlo? - exclamó con desdén mi penado -. ¿Quiseasesinarloynolomaté?Nohehechomásquecogerleyentregarle.Nadamás.Nosolamente le impedíquehuyerade losmarjales,sinoquelo trajeaquí,arastras. Este sinvergüenza se las da de caballero. Ahora los Pontones lotendránotravez,graciasamí.¿Asesinarlo?Novalelapena,cuandomeconstaquelehagomásdañoobligándoleavolveralosPontones.Elotroseguíadiciendoconvozentrecortada:—Quiso…quiso…asesinarme.Sean…seanustedes…testigos.—Mire-dijomipenadoalsargento-.Yosolo,sinayudadenadie,meescapédel pontón. De igual modo podía haber huido por este marjal… Mire mipierna.Yanoveráustedningunaargolladehierro.Ymehabríamarchadodenohaberdescubiertoquetambiénélestabaaquí.¿Dejarlolibre?¿Dejarlequese aprovecharade losmediosquemepermitieronhuir? ¿Permitirlequeotravezme hiciera servir de instrumento? No; de ningúnmodo. Si me hubiesemuertoenelfondodeestazanja-añadióseñalándolaenfáticamenteconsusesposadas manos , si me hubiese muerto ahí, a pesar de todo le habríasujetado,paraqueustedesloencontrasentodavíaagarradopormismanos.Evidentemente,elotrofugitivosentíaelmayorhorrorporsucompañero,peroselimitóarepetir:—Quiso…asesinarme.Ysinolleganustedesenelmomentocrítico,aestashorasestaríamuerto.— ¡Mentira! - exclamómi penado con feroz energía -. Nació embustero y

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seguirásiéndolohastaquemuera.Mírenlelacara.¿Novenpintadaenellasuembuste?Quememirecaraacara.¡Aquenoescapazdehacerlo!El otro, haciendo un esfuerzo y sonriendo burlonamente, lo cual no fuebastanteparacontener lanerviosaagitacióndesuboca,miróa lossoldados,luegoalosmarjalesyalcielo,peronodirigiólosojosasucompañero.—¿Nolovenustedes?-añadiómipenado.¿Novenustedescuánvillanoes?¿Nosehanfijadoensumiradarastrerayfugitiva?Asímirabatambiéncuandonosjuzgaronalosdos.Jamástuvovalorparamirarmealacara.El otro, moviendo incesantemente sus secos labios y dirigiendo susintranquilasmiradasdeun ladoaotro, acabópor fijarlasunmomentoen sucompañero,exclamando:—Novaleslapenadequenadietemire.Y al mismo tiempo se fijó en las sujetas manos. Entonces mi penado seexasperó tanto que, a no ser porque se interpusieron los soldados, se habríaarrojadocontraelotro.— ¿No les dije exclamó éste que me habría asesinado si le hubiese sidoposible?Todospudieronverqueseestremecíademiedoyqueensuslabiosaparecíanunascuriosasmanchasblancas,semejantesapequeñoscoposdenieve.—¡Bastadecharla!-ordenóelsargento-.Encendedesasantorchas.Cuandounodelossoldados,quellevabauncestoenvezdeunarmadefuego,searrodillóparaabrirlo,mipenadomiróalrededordeélporprimeravezymevio.Yohabíaechadopiea tierracuandollegamosjuntoa lazanja,yaúnnome había movido de aquel lugar. Le miré atentamente, al observar que élvolvía los ojos hacia mí, y moví un poco las manos, meneando, al mismotiempo,lacabeza.Habíaestadoesperandoquemeviese,puesdeseabadarleaentendermi inocencia.Nosésicomprendiómi intención,porquemedirigióunamiradaquenoentendíy,además, laescenafuemuyrápida.Peroyamehubiesemiradopor espaciodeunahoraodeundía, en lo futuronohabríapodido recordar una expresiónmás atenta en su rostro que la que entoncesadvertíenél.Elsoldadoquellevabaelcestoencendiólalumbre,lahizoprenderentresocuatroantorchasy,tomandounaasucargo,distribuyólasdemás.Pocoanteshabía ya muy poca luz, pero en aquel momento había anochecido porcompletoyprontolanochefuemuyoscura.Antesdealejarnosdeaquellugar,cuatro soldados dispararon dos veces al aire. Entonces vimos que, a pocadistanciadetrásdenosotros,seencendíanotrasantorchas,yotras,también,enlosmarjales,enlaorillaopuestadelrío.—Muybien-dijoelsargento-.¡Marchen!Nohabíamosandadomuchocuando,antenosotros,resonarontrescañonazoscontantaviolenciaquemeprodujeronlaimpresióndequeserompíaalgoenelinteriordemisoídos.

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—Yaosesperanabordo-dijoelsargentoamipenado-.Estánenteradosdevuestrallegada.Noteresistas,amigo.¡Acércate!Los dos presos iban separados y cada uno de ellos rodeado por algunoshombresqueloscustodiaban.Yo,entonces,andabaagarradoalamanodeJoe,quien llevaba una de las antorchas. El señor Wopsle quiso emprender elregreso, pero Joe estaba resuelto a seguir hasta el final, demodo que todoscontinuamosacompañandoa los soldados.Elcaminoerayabastantebueno,ensumayorparte,alolargodelaorilladelrío,delqueseseparabaavecesencuantohabíaunarepresaconunmolinoenminiaturayunacompuertallenadebarro.Almiraralrededorpodíaverotraslucesqueseaproximabananosotros.Lasantorchasquellevábamosdejabancaergrandesgoteronesdefuegosobreelcaminoqueseguíamos,yallísequedabanllameandoyhumeantes.Apartede eso, la oscuridad era completa.Nuestras luces, con sus llamas agrisadas,calentaban el aire alrededor de nosotros, y a los dos prisioneros parecíagustarlesaquellomientrascojeabanrodeadosporlossoldadosyporsusarmasde fuego. No podíamos avanzar de prisa a causa de la cojera de los dosdesgraciados,quienesestaban,porotraparte,tanfatigados,quepordosotresvecestuvimosquedetenernostodosparadarlesalgúndescanso.Después de una hora de marchar así llegamos junto a una mala cabaña demadera y a un embarcadero.En la primera había un guardia que nos dió el«¿Quiénvive?»,peroelsargentocontestóconelsantoyseña.Luegoentramosenlacabaña,endondesepercibíapronunciadooloratabacoyacalapagada.Habíaunhermosofuegoyellugarestabaalumbradoporunalámpara,acuyaluzsedistinguíaunarmerollenodefusiles,untamboryunacamademadera,muy baja, como una calandria de granmagnitud sin lamaquinaria, y capazpara doce soldados a la vez. Tres o cuatro de éstos que estaban echados yenvueltos en sus chaquetones no parecieron interesarse por nuestra llegada,pues se limitaron a levantar un poco la cabeza, mirándonos soñolientos, yluegose tendierondenuevo.El sargentodioelpartede loocurridoyanotóalgoenellibroregistro,yentonceselpenadoaquienyollamo«elotro»salióacompañadoporsuguardiaparairabordoantesquesucompañero.Mi penado no volvió a mirarme después de haberlo hecho en el marjal.Mientraspermanecimosen la cabaña sequedóante el fuego, sumidoen susreflexiones, levantando alternativamente los pies para calentárselos ymirándolospensativo,comosisecompadecieradesusrecientesaventuras.Deprontosevolvióalsargentoyobservó:—Quisieradeciralgoacercadeesta fuga,puesello servirápara justificaraalgunaspersonasdelasquetalvezsepodríasospechar.—Puedesdecir loquequieras- replicóelsargento,queestabaenpieyconlosbrazoscruzados,mientraslemirabafríamente-,peronotienesderechoahablaraquí.Yatedaránlaoportunidaddehacerlocuantoquierasantesdedarporterminadoesteasunto.

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— Ya lo sé, pero ahora se trata de una cosa completamente distinta. Unhombre no puede permanecer sin comer; por lomenos, yo no puedo.Toméalgunosvíveresenlaaldeaquehayporallí…,esdecir,dondeestálaiglesia,casijuntoalosmarjales.—Querrásdecirquelosrobaste-observóelsargento.—Ahoraledirédedóndeeran.Decasadelherrero.—¿Oyeusted?-dijoelsargentomirandoaJoe.—¿Quéteparece,Pip?-exclamóJoevolviéndoseamí.—Fueronalgunascosassueltas.Algoquepudecoger.Nadamás.Tambiénuntragodelicoryunpastel.—¿Haechadousteddemenosunpastel,herrero? -preguntóel sargentoentonoconfidencial.—Mimujerobservóquefaltaba,enelprecisomomentodeentrarusted.¿Nolosviste,Pip?—Demodo-dijomipenadomirandoaJoeconairetaciturnoysinadvertirsiquieramipresencia-.¿Demodoqueesustedelherrero?Creaquelosiento,perolaverdadesquemecomísupastel.—Diossabequemealegraríamuchoencasodequefueramío-contestóJoe,aludiendoasíasuesposa-.Nosabemosloqueustedhahecho;peroaunquenoshayaquitadoalgo,noporesonosmoriríamosdehambre,pobrehombre.¿Verdad,Pip?Entonces,algoqueyohabíaobservadoyaantesresonóotravezenlagargantade aquel hombre, que se volvió de espaldas. Había regresado el bote y laguardia estaba dispuesta, de modo que seguimos al preso hasta elembarcadero, hecho con pilotes y piedras, y lo vimos entrar en el boteimpulsado a remopor una tripulaciónde penados como élmismo.Ningunopareció sorprendidoni interesadoalverlo, así como tampocoalegreo triste.Nadiehablóunapalabra,aexcepcióndealguienqueenelbotegruñó,comosisedirigieraaperros:«¡Avante!»,locualeraordendequeempezaranamoverlos remos.A la luzde lasantorchasvimoselnegropontónfondeadoapocadistanciadellododelaorilla,comosifueseunArcadeNoémaldita.Elbarcoprisión estaba anclado con cadenasmacizas y oxidadas, fondeado y aisladoporcompletodetodolodemás,yamisinfantilesojosmeparecióqueestabarodeadodehierrocomolosmismospresos.Elboteseacercóauncostadodelaembarcación,yvimosqueloizabanyquedesaparecía.Luego,losrestosdelas antorchas cayeron silbando al agua y se apagaron como si todo hubieseacabadoya.

Capítulo6

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Elestadodemimenteconrespectoa la rateríadeque tanbienhabíasalidogracias a un suceso inesperado nome impelió a confesarme con franqueza;masesperoqueenelfondohabíaalgunashuellasdeunsentimientonoble.No recuerdohaber sentidoningunabenevolenciahacia la señora Joecuandodesapareció mi temor de ser descubierto. Pero yo quería a Joe, tal vez porningunarazónmejor,enaquellosdías,queporqueaquelpobremuchachomepermitía quererle, y con respecto a él no se consoló tan fácilmente miconciencia.Comprendíamuybien, y en especial cuandovi que empezaba abuscarsulima,quehabíadebidorevelarlelaverdadentera.Sinembargo,nolohice, temeroso de que, si se lo explicaba todo, tal vez tendría de mí unaopiniónpeordelaquemerecía.YelmiedodenogozaryadelaconfianzadeJoe, así comode la posibilidad de sentarmepor la noche en el rincónde lachimenea mirando pesaroso a mi compañero y amigo, perdido ya parasiempre, fuebastantepara sujetarme la lengua.ErróneamentemedijequesiJoe lo supiera, jamáspodríaverle juntoal fuegoacariciándose lapatilla, sinfigurarmequeestabameditandoacercadeello.Tambiéncreíque,desaberlo,cuandoJoemiraseporcasualidadlacarnedeldíaanterioroelpuddingquelehabíanservido,seacordaríademirobo,preguntándosesiyohabíahechoyaalgunavisitaaladespensa.Díjemetambiénque,siselodescubría,cuandoennuestravidadomésticaobservasequelacervezaeraflojaofuerte,sospecharíatalvezqueselehubiesemezcladoalquitrán,yesomeharíaruborizarhastalaraíz de los cabellos. En una palabra, fui demasiado cobarde para hacer lobueno,comotambiénparallevaracabolomalo.Enaqueltiempo,yonohabíatratado anadie todavíayno imitaba aningunode loshabitantes delmundoque proceden de este modo. Y como si hubiese sido un genio en bruto,descubrílaconductaquemeconveníaseguir.Comoempezabaa sentir sueñoantesde estarmuy lejosdelpontón, Joemevolvióasubirsobresushombrosymellevóacasa.Debiódeseruncaminomuypesadoparaél,porquecuandollamóalseñorWopsle,éstesehallabadetanmalhumorquesilaIglesiahubieseestado«abierta»,probablementehabríaexcomulgadoatodalaexpedición,empezandoporJoeyporsímismo.Ensucapacidad lega, insistió en sentarse al aire libre, sufriendo la malsanahumedad,hastaelpuntodequecuandosequitóelgabánparasecarloanteelfuego de la cocina, lasmanchas que se advertían en sus pantalones habríanbastadoparaahorcarlesihubiesesidouncrimen.Mientras tanto, yo iba por la cocina tambaleándome como un pequeñoborracho, a causadehaber sidopuesto en el suelopocosmomentos antesytambiénporquemehabíadormido,despertándomejuntoalcalor,alaslucesyal ruido de muchas lenguas. Cuando me recobré, ayudado por un buenpuñetazo entre los hombros y por la exclamación que profiriómi hermana:«¿Hanvistoustedesalgunavezaunmuchachocomoéste?»,observéqueJoelesreferíalaconfesióndelpenadoytodoslosinvitadosexpresabansuopinión

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acerca de cómo pudo llegar a entrar en la despensa. Después de examinarcuidadosamente las premisas, el señor Pumblechook explicó que primero seencaramóal tejadode lafraguayque luegopasóalde lacasa,deslizándosepormediodeunacuerda,hechacon lassábanasdesucama,cortadaa tiras,por la chimenea de la cocina, y como el señor Pumblechook estaba muysegurodeesoynoadmitíacontradiccióndenadie,todosconvinieronenqueelhechodebióderealizarsecomoélsuponía.ElseñorWopsle,sinembargo,dijoque no, con la débil malicia de un hombre fatigado; pero como no podíaexponerningunateoríay,porotraparte,nollevabaabrigo,fueunánimementecondenado al silencio, ello sin tener en cuenta el humo que salía de suspantalones, mientras estaba de espaldas al fuego de la cocina para secar lahumedad,locualnopodía,naturalmente,inspirarconfianzaalguna.Estofuecuantooíaquellanocheantesdequemihermanamecogiese,cualsimipresenciafueraunaofensaparalasmiradasdelosinvitados,ymeayudaseasubirlaescaleracontalfuerzaqueparecíaqueyollevaracincuentabotasycada una de ellas corriese el peligro de tropezar contra los bordes de losescalones. Como ya he dicho, el estado especial de mi mente empezó amanifestarseantesdelevantarme,aldíasiguiente,yduróhastaqueseperdióelrecuerdodelasuntoynosemencionómásqueenocasionesexcepcionales.

Capítulo7

En la época en que solía pasar algunos ratos en el cementerio leyendo laslápidas sepulcrales de la familia, apenas tenía la suficiente instrucción parapoder deletrearlas. A pesar de su sencillo significado, no las entendía muycorrectamente, porque leía «Esposa del de arriba» como una referenciacomplementariaconrespectoalaexaltacióndemipadreaunmundomejor;ysialgunodemisdifuntosparienteshubiesesidoseñaladoconlaindicacióndequeestaba«abajo»,notengodudadequehabríaformadomuymalaopiniónde aquel miembro de la familia. Tampoco eran muy exactas mis nocionesteológicasaprendidasenelcatecismo,porque recuerdoperfectamentequeelconsejodequedebía«andardelmismomodo, durante todos losdías demivida»meimponíalaobligacióndeatravesarelpueblo,desdenuestracasa,enunadireccióndeterminada,sindesviarmenuncaparairacasadelconstructordecarrosohaciaelmolino.Cuando fuese mayor me pondría de aprendiz con Joe, y hasta que pudieraasumir tal dignidad no debía gozar de ciertas ventajas. Por consiguiente, nosolamente tenía que ayudar en la fragua, sino que también si algún vecinonecesitabaunmuchachoparaasustaralospájaros,paracogerpiedrasoparauntrabajosemejante, inmediatamentesemedabaelempleo.Sinembargo,a

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findequenoquedaracomprometidaporesascausasnuestraposiciónelevada,enelestanteinmediatoalachimeneadelacocinahabíaunahucha,endonde,según era público y notorio, se guardaban todas mis ganancias. Tengo laimpresióndeque talvezserviríanparaayudara liquidar laDeudaNacional,pero me constaba el que no debía abrigar ninguna esperanza de participarpersonalmentedeaqueltesoro.UnatíaabueladelseñorWopsledabaclasesnocturnasenelpueblo;esdecir,que era una ridícula anciana, demedios de vida limitados y demala saludilimitada,quesolíairadormirdeseisasiete,todaslastardes,encompañíadealgunos muchachos que le pagaban dos peniques por semana cada uno, acambiodetenerlaagradableoportunidaddeverladormir.Teníaalquiladaunacasita, y el señor Wopsle disponía de las habitaciones del primer piso, endondenosotros,losalumnos,leoíamosleerenvozaltaconacentosolemneyterrible, así como,devez encuando,percibíamos losgolpesquedabaen eltecho.Existía la ficcióndequeel señorWopsle«examinaba»a losalumnosuna vez por trimestre. Lo que realmente hacía en tales ocasiones eraarremangarse los puños, peinarse el cabello hacia atrás con los dedos yrecitarnos el discurso de Marco Antonio ante el cadáver de César.InevitablementeseguíalaodadeCollinsacercadelaspasiones,y,aloírla,yovenerabaespecialmentealseñorWopsleensupersonificacióndelaVenganza,cuando arrojaba al suelo con furia su espada llena de sangre y tomaba latrompetaconlaqueibaadeclararlaguerra,mientrasnosdirigíaunamiradade desesperación. Pero no fue entonces, sino a lo largo de mi vida futura,cuandomepuseencontactoconlaspasionesypudecompararlasconCollinsyWopsle,congrandesventajaparaamboscaballeros.La tíaabueladel señorWopsle,ademásdedirigir su InstitutodeEducación,regía,enlamismaestancia,unatiendadeabacería.Noteníalamenorideadelosgénerosqueposeía,ni tampocodelospreciosdecadaunodeellos;peroguardada en un cajón había una grasienta libreta que servía de catálogo deprecios, de modo que, gracias a ese oráculo, Biddy realizaba todas lastransaccionesdelatienda.BiddyeralanietadelatíaabueladelseñorWopsle;yconfiesomiincapacidadparasolucionarelproblemadecuáleraelgradodeparentesco que tenía con el señorWopsle.Era huérfana comoyoy tambiéncomoyo fuecriada«amano».Sinembargo,eramuchomásnotablequeyoporlasextremidadesdesupersona,yaquesucabellojamásestabapeinado,nisusmanosnuncalavadas,yencuantoasuszapatos,carecíansiempredetodareparaciónydetacones.Taldescripcióndebeaceptarseconlalimitacióndeundíacadasemana,porqueeldomingoasistíaalaiglesiamuymejorada.MuchopormímismoymástodavíagraciasaBiddyynoalatíaabueladelseñor Wopsle, luché considerablemente para abrirme paso a través delalfabeto,comosiéstehubiesesidounzarzal;ycadaunadelasletrasmedabagrandes preocupaciones y numerosos arañazos. Por fin me encontré entre

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aquellos nueve ladrones, los nueve guarismos, que, segúnmeparecía, todaslasnocheshacíancuantoleseraposibleparadisfrazarse,afindequenadielosreconociera a la mañana siguiente. Mas por último empecé, aunque conmuchasvacilacionesytropiezos,aleer,escribirycontar,sibienenungradomínimo.Una noche estaba sentado en el rincón de la chimenea, con mi pizarra,haciendo extraordinarios esfuerzos para escribir una carta a Joe.Me pareceque eso fue cosa de un año después de nuestra caza del hombre por losmarjales, porque había pasado ya bastante tiempo y a la sazón corría elinvierno y helaba. Con el alfabeto junto al hogar y a mis pies para poderconsultar,logré,enunaodoshoras,dibujarestaepístola:«mIqe rIdOjO eSpE rOqes tArAsbi en Ies pErOqe pRoN topO dRea iuDartEen tosEs SerE mOsfE lis es tUio pIp.»No había ninguna necesidad decomunicarporcartaconJoe,pueshayquetenerencuentaqueestabasentadoa mi lado y que, además, nos hallábamos solos. Pero le entregué estacomunicaciónescrita,conpizarraytodo,pormipropiamano,yJoelarecibiócontantasolemnidadcomosifueseunmilagrodeerudición.—¡Magnífico,Pip!-exclamóabriendocuantopudosusazulesojos-.¡Cuántosabes!¿Lohashechotú?—Másmegustaría saber repliquéyo,mirandoa lapizarraconel temordequelaescrituranoestabamuybienalineada.—Mira-dijoJoe-.Aquíhayuna«J»yuna«O»muybiendibujadas.Estosindudadice«Joe».Jamásoíamiamigoleerotrapalabraquelaqueacababadepronunciar;enlaiglesia, el domingoanterior, observéque sostenía el librode rezosvuelto alrevés, como si le prestase el mismo servicio que del derecho. Y deseandoaprovechar la ocasión, a fin de averiguar si, para enseñar a Joe, tendría queempezarporelprincipio,ledije:—Leelodemás,Joe.—¿Lodemás,Pip?-exclamóJoemirandoalapizarraconexpresióndeduda-.Una…una«J»yocho«oes».Envistadesuincapacidadparadescifrarlacarta,yomeinclinéhaciaély,conlaayudademidedoíndice,laleítoda.—¡Esasombroso!-dijoJoeencuantohubeterminado-.Sabesmucho.— ¿Y cómo lees «Gargery», Joe? - le pregunté, conmodesta expresión desuperioridad.—Deningunamanera.—Perosupongamosqueloleyeras.—Nopuedesuponerse-replicóJoe.Sinembargo,megustamucholeer.—¿Deveras?—Mucho.Dameunbuen libro o unbuenperiódico, déjamequeme sienteanteelfuegoysoyhombrefeliz.¡Diosmío!-añadiódespuésdefrotarselas

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rodillas -. Cuando se encuentra una «J» y una «O» y comprende uno queaquellodice«Joe»,sedacuentadelointeresantequeeslalectura.Por estas palabras comprendí que la instrucción de Joe estaba aún en lainfancia.Y,hablandodelmismoasunto,lepregunté:—Cuandoeraspequeñocomoyo,Joe,¿fuistealaescuela?—No,Pip.—Y¿porquénofuistealaescuelacuandoteníasmiedad?—Puesyaverás,Pip-contestóJoeempuñandoelhierroconquesolíaatizarel fuegocuandoestabapensativo -.Voyadecírtelo.Mipadre,Pip, sehabíadadoa labebidaycuandoestababorrachopegabaamimadreconlamayorcrueldad.Éstaeralaúnicaocasiónenquemovíalosbrazos,puesnolegustabatrabajar. Debo añadir que también se ejercitaba en mí, pegándome con unvigor que habría estadomuchomejor aplicadopara golpear el hierro con elmartillo.¿Mecomprendes,Pip?—Sí,Joe.—Aconsecuenciadeeso,mimadreyyonosescapamosvariasvecesde lacasademipadre.Luegomimadrefueatrabajar,ysolíadecirme:«Ahora,Joe,siDiosquiere,podrásiralaescuela,hijomío.»Yqueríallevarmealaescuela.Pero mi padre, en el fondo, tenía muy buen corazón y no podía vivir sinnosotros.Poresovinoa lacasaenquevivíamosyarmó talescándaloen lapuerta,queno tuvimosmásremedioque irnosavivirconél.Pero luego,encuantonostuvootravezencasa,volvióapegarnos.Yéstafuelacausa,Pipterminó Joe, dejando de remover las brasas y mirándome -, de que miinstrucciónestéunpocoatrasada.Nohabíadudaalgunadeello,pobreJoe.— Sin embargo, Pip - añadió Joe revolviendo las brasas -, si he de hacerjusticiaamipadre,hedeconfesarqueteníamuybuencorazón,¿noteparece?Yonolocomprendíaasí,peromeguardémuybiendedecírselo.—Enfin-añadióJoe-.Alguiendebecuidardequehiervalaolla,porquesolanoseponeporsímismaalfuegoyllenadecomida.¿Noteparece?Yoestuveconformeconestaopinión.—Por esta razón,mipadreno seopusoaqueyo empezase a trabajar.Así,pues,toméeloficioqueahoratengo,yquetambiéneraelsuyo,aunquenuncalohubiesepracticado.Ytrabajébastante,Pip,teloaseguro.Alcabodealgúntiempo,yaestuveensituacióndemantenerle,ycontinuémanteniéndolehastaque semurió de un ataque de perlesía.Y tuve la intención de hacer grabarsobresutumba:«Acuérdate,lector,dequeteníamuybuencorazón.»Joerecitóestafrasecontanmanifiestoorgulloysatisfacción,quelepreguntésilahabíacompuestoél.—Sí-mecontestó-.Yomismo.Lahiceenunmomento,ytandeprisacomocuando se quita de un golpe la herradura vieja de un caballo. Y he deconfesartequemesorprendióquesemehubieseocurridoyapenaspodíacreer

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que fuese cosamía. Según te decía, Pip, tenía la intención de hacer grabarestas palabras en su tumba, pero como eso cuesta mucho dinero, no puderealizarmiintento.Además,todoloquehubierapodidoahorrarlonecesitabamimadre.Lapobreteníamuymalasaludyestabamuyquebrantada.Notardómucho, la pobrecilla, en seguir a mi padre, y muy pronto pudo gozar deldescanso.Los ojos de Joe se habían humedecido, y se los frotó con el extremoredondeadodelhierroconqueatizabaelfuego.—Entoncesmequedésolo-añadióJoe-.Vivíaaquísincompañíadenadie,yen aquellos días conocí a tu hermana. Y puedo asegurarte, Pip - dijomirándomeconfirmeza,comosideantemanoestuvieraconvencidodequeyonoseríadesuopinión-,quetuhermanaesunamujerideal.Yonopudehacerotracosaquemiraralfuego,puessentíalasmayoresdudasacercadelajusticiadetalaserto.—Cualesquieraquesean lasopinionesde la familiaodelmundoacercadeesteasunto,vuelvoaasegurarte,Pip-dijoJoegolpeandoconlamanolabarrade hierro al pronunciar cada palabra -, que… tu… hermana… es… una…mujer…ideal.Yonopudedecirmásque:—Mealegromuchodequeasílocreas,Joe.—Tambiénmealegroyo- replicó-.Yestoysatisfechodepensarasí.¿Quémeimportaquetengalacararojaounhuesomásomenos?Yoobservésagazmentequesiestonosignificabanadaparaél,¿aquiénpodríaimportarle?— No hay duda - asintió Joe -. Eso es. Tienes razón, muchacho. Cuandoconocíatuhermanasehablabadequeéstatecriaba«amano».Lagentelealababamuchoporestacausa,yyoconlosdemás.Yencuantoati-añadióJoe como decidiéndose a decir algomuy desagradable -, si hubieras podidovercuánpequeño,flacoyflojoeras,nohabríastenidomuybuenaopinióndetimismo.Comoestaspalabrasnomegustaron,ledije:—Nohayporquéocuparsedeloqueyoera,Joe.—Peroyosíquemeocupaba,Pip -contestócon tiernasencillez -.Cuandoofrecí a tu hermana casarme con ella, y a su vez se manifestó dispuesta acasarse conmigo y a venir a vivir a la fragua, le dije: «Tráete también alpobrecitoniño,Dioslebendiga.»Yañadí:«Enlafraguahabrásitioparaél.»Yomeechéalloraryempecéapedirleperdón,arrojándomeasucuello.Joemeabrazódiciendo:—Somosmuybuenosamigos,¿noesverdad,Pip?Peronollores,muchacho.Cuandohubopasadoestaescenaemocionante,Joecontinuódiciendo:—Enfin,Pip,queaquíestamos.Ahora,loqueconvieneesquemeenseñesalgo,Pip,aunquedeboadvertirtedeantemanoquesoymuydurodemollera,

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mucho.Además,esprecisoquelaseñoraJoenoseenteredeloquehacemos.Tú me enseñarás sin que lo sepa nadie. Y ¿por qué este secreto? Voy adecírtelo,Pip.Empuñabaotravezelhierrodequeseservíaparaatizarelfuegoysinelcualmefiguroquenohabríapodidoseguiradelanteensudemostración.—Tuhermanaestáentregadaalgobierno.—¿Entregadaalgobierno,Joe?Me sobresalté por habérseme ocurrido una idea vaga, y debo confesar quetambién cierta esperanza de que Joe se había divorciado demi hermana enfavordelosLoresdelAlmirantazgoodelTesoro.— Sí, entregada al gobierno - replicó Joe -. Con lo cual quiero decir algobiernodetiydemímismo.—¡Oh!—Ycomonoesaficionadaateneralumnosenlacasa-continuóJoe-,yenparticularnolegustaríaqueyomeconvirtieseenestudiante,portemoraqueluego quisiera tener más autoridad que ella, conviene ocultárselo. En unapalabra,temeríaquemeconvirtieseenunaespeciederebelde.¿Comprendes?Yoibaareplicarconunapregunta,yyahabíaempezadoaarticularun¿Porqué…?»,cuandoJoemeinterrumpió:—Esperaunpoco.Séperfectamenteloquevasadecir,Pip.Esperaunpoco.No puedo negar que tu hermana se ha convertido en una especie de reyabsolutoparatiyparamí.Yesodesdehacemuchotiempo.Tampocopuedonegarquenosmaltratabastanteenlosmomentosenqueseponefuriosa.-Joepronuncióestaspalabrasenvozbajaymiróhacialapuerta,añadiendo-.Ynopuedomenosdeconfesarquetienelamanodura.Joepronuncióestaúltimapalabracomosiempezase,por lomenos,conunadocenade«d».—¿Queporquénomerebelo?¿Estoesloqueibasapreguntarmecuandoteinterrumpí,Pip?—Sí,Joe.— Pues bien - dijo éste, tomando el hierro con lamano izquierda a fin deacariciarselapatilla,ademánquemehacíaperdertodaslasesperanzascuandoloadvertíaenél-, tuhermanaesunamujerquetienecabeza,unamagníficacabeza.—Y¿quéeseso?-pregunté,conlaesperanzadeponerleenunapuro.PeroJoemediosudefiniciónconmuchamayorrapidezdelaqueyohubierasupuestoymeimpidióseguirpreguntandoacercadelparticular,contestando,muyresuelto:—Ella.Hizounapausayañadió:—Yo,encambio,notengobuenacabeza.Porlomenos,Pip,yquierohablartecon sinceridad, mi pobre madre era exactamente igual. Pasó toda su vida

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trabajando,hechaunaesclava,matándoseverdaderamenteysin lograr jamáslatranquilidadensuvidaterrestre.Poresoyotemomuchodesencaminarmeynocumplirconmisdeberesconrespectoaunamujer,loquetalvezocurriríasitomarayoelmandodelacasa,puesentonces,posiblemente,mimujeryyoseguiríamos un camino equivocado, y eso no me proporcionaría ningunaventaja.Créemequecontodamialmadesearíamandaryoenestacasa,Pip;teaseguro que entonces no habrías de temer a «Thickler»;me gustaríamucholibrartedeél,peroasíeslavida,Pip,yesperoquetúnoharásmuchocasodeesospequeñospercances.Apesardelospocosañosqueyotenía,apartirdeaquellanochesentínuevosmotivos de admiración con respecto a Joe. Desde entonces no sólo éramosigualescomoantes,sinoque,desdeaquellanoche,cuandoestábamoslosdossentados tranquilamente y yo pensaba en él, experimentaba la sensación dequelaimagendemiamigoestabayaalbergadaenmicorazón.—Meextraña-dijoJoelevantándoseparaecharleñaalfuego-queapesardeque ese reloj holandés está a punto de dar las ocho, ella no haya vueltotodavía.EsperoquelayeguadeltíoPumblechooknohabráresbaladosobreelhielonisehabrácaído.LaseñoraJoehacía,devezencuando,cortosviajesconeltíoPumblechooklos días demercado, a fin de ayudarle en la compra de los artículos de usodomésticoyentodosaquellosobjetoscaserosquerequeríanlaopinióndeunamujer. El tío Pumblechook era soltero y no tenía ninguna confianza en sucriada. El día en que con Joe tuvimos la conversación reseñada, era demercadoylaseñoraJoehabíasalidoenunadeestasexpediciones.Joereavivóelfuego,limpióelhogaryluegonosacercamosalapuerta,conlaesperanza de oír la llegada del carruaje. La noche era seca y fría, el vientosoplaba de unmodo que parecía cortar el rostro y la escarcha era blanca ydura.Penséquecualquierpersonapodríamorirseaquellanochesipermanecíaen losmarjales.Y cuando luegomiré a las estrellas, consideré lo horrorosoqueseríaparaunhombrequesehallaraentalsituaciónelvolverlamiradaaellas cuando se sintiese morir helado y advirtiese que de aquella brillantemultitudnorecibíaelmáspequeñoauxilionilamenorcompasión.—AhívienelayeguadijoJoe,comosiestuvierallenadecampanillas.Enefecto,elchoquedesusherradurasdehierrosobreeldurocaminoeracasimusical mientras se aproximaba a la casa a un trote más vivo que decostumbre.SacamosunasillaparaquelaseñoraJoeseapeasecómodamente,removimosel fuegoa findeque laventanadenuestracasa se leapareciesecon alegre aspectoy examinamos enunmomento la cocinaprocurandoquenadaestuviesefueradesusitioacostumbrado.Encuantohubimosterminadoestos preparativos, salimos al exterior abrigados y tapados hasta los ojos.Prontoechópiea tierra la señora Joey tambiénel tíoPumblechook,que seapresuró a cubrir a la yegua con una manta, de modo que pocos instantes

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despuésestuvimostodosenelinteriordelacocina,llevandoconnosotrostalcantidaddeairefríoqueparecíasuficienteparacontrarrestartodoelcalordelfuego.—Ahora - dijo la señora Joe desabrigándose apresurada ymuy excitada yechando hacia la espalda su gorro, que pendía de los cordones -, si estemuchacho no se siente esta noche lleno de gratitud, jamás en la vida podrámostrarseagradecido.Yome esforcé en exteriorizar todos los sentimientos de gratitud de que eracapazunmuchachodemiedad,aunquecarecíaenabsolutodeinformesquemeexplicasenelporquédetodoaquello.—Espero-dijomihermana-quenosedescarriará.Aunquehedeconfesarquetengoalgunostemores.—Ella no es capaz de permitirlo, señora - dijo el señorPumblechook -; esmujerquesabeloquetieneentremanos.¿«Ella»? Miré a Joe moviendo los labios y las cejas, repitiendosilenciosamente «Ella».Élme imitó enmi pantomima, y comomi hermananos sorprendiera ennuestramímica, Joe se pasó el dorsode lamanopor lanariz,conaireconciliadorpropiodesemejantecaso,ylamiró.—¿Porquémemirasasí? -preguntómihermanaen tonoagresivo -. ¿Hayfuegoenlacasa?—Comoalguienmencionóa«ella»…-observódelicadamenteJoe.—Puessupongoquees«ella»yno«él»-replicómihermana-,anoserquetefiguresquelaseñoritaHavishamesunhombre.Capazseríasdesuponerlo.—¿LaseñoritaHavisham,delaciudad?-preguntóJoe.— ¿Hay alguna señorita Havisham en el pueblo? - replicó mi hermana -.Quierequese lemandeaesemuchachoparaquevayaa jugarasucasa.Y,naturalmente, irá. Y lo mejor que podrá hacer es jugar allí - explicó mihermanameneando la cabeza almirarme, como si qu¬isiera infundirme losánimosnecesariosparaquememostraseextremadamentealegreyjuguetón-.Perosinolohace,selasveráconmigo.YohabíaoídomencionaralaseñoritaHavisham,delaciudad,comomujerdecarácter muy triste e inmensamente rica, que vivía en una casa enorme ytétrica,fortificadacontralosladrones,yqueenaqueledificiollevabaunavidadeencierroabsoluto.— ¡Caramba! - observó Joe, asombrado -. No puedo explicarme cómo esposiblequeconozcaaPip.—¡Tonto!-exclamómihermana-.¿Quiéntehadichoqueleconoce?—Alguien- replicósuavementeJoe-mencionóelhechodequeellaqueríaquefueseelchicoallíparajugar.—¿YnoesposiblequehayapreguntadoaltíoPumblechooksiconocealgúnmuchacho para que vaya a jugar a su casa? ¿No puede ser que el tíoPumblechookseaunodesusarrendatariosyquealgunasveces,nodirésicada

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trimestre o cada medio año, porque eso tal vez sería demasiado, pero síalgunas veces, va allí a pagar su arrendamiento? ¿Y no podría, entonces,preguntarellaaltíoPumblechooksiconocealgúnmuchachoparaquevayaajugar a su casa?Ycomoel tíoPumblechookeshombremuyconsideradoyquesiemprenosrecuerdacuandopuedehacernosalgúnfavor,aunquetúnolocreas,Joe-añadióentonodeprofundoreproche,comosimiamigofueseelmás desnaturalizado de los sobrinos -, nombró a este muchacho, que estádandosaltosdealegría-cosaque,segúndeclarosolemnemente,yonohacíaenmaneraalgunayporelcualhesidosiempreunaesclava.— ¡Bien dicho! - exclamó el tío Pumblechook -. Has hablado muy bien.Ahora,Joe,yaconoceselcaso.—No,Joe-añadiómihermana,todavíaentonodereproche,mientrasélsepasabaeldorsodelamanoporlanariz,conairedequererexcusarse,todavía,aunque creas lo contrario, no conoces el caso. Es posible que te lo figures,peroaúnnosabesnada,Joe.Ydigoquenolosabes,porqueignorasqueeltíoPumblechook, con mayor amabilidad y mayor bondad de la que puedoexpresar,conobjetodequeelmuchachohagasufortunayendoacasade laseñoritaHavisham,sehaprestadoallevárseloestamismanochealaciudad,en supropio carruaje, para queduerma en su casay llevarlomañanapor lamañanaa casade la señoritaHavisham,dejándolo en susmanos.Pero ¿quéhago?-exclamómihermanaquitándoseelgorroconrepentinadesesperación-.Aquíestoyhablandosinparar,mientrasel tíoPumblechookseesperay layegua se enfría en la puerta, sin pensar que ese muchacho está lleno desuciedad,depiesacabeza.Dichasestaspalabras,searrojósobremícomounáguilasobreuncabrito,yapartir de aquel momento mi rostro fue sumergido varias veces en agua,enjabonado, sobado, secado con toallas, aporreado, atormentado y rascadohastaquecasiperdíelsentido.Yaquívienebienobservarquetalvezsoylapersonaqueconocemejor,enelmundoentero,elefectodesagradabledeunasortijadebodacuandorozabrutalmentecontrauncuerpohumano.Cuando terminaron mis abluciones me vi obligado a ponerme ropa blanca,muy almidonada, dentro de la cual quedé como un penitente en un saco, yluegomitrajedeceremonia,tiesoyhorrible.EntoncesfuientregadoalseñorPumblechook,quemerecibióformalmente,comosifueseunsheriff,yqueseapresuróacolocarmeeldiscursoquehacíaratodeseabapronunciar.—Muchacho,hasdesentireternagratitudhaciatodostusamigos,peromuyespecialmentehacialosquetehancriado«amano».—¡Adiós,Joe!—¡Diostebendiga,Pip!Hastaentonces,nuncamehabíaseparadodeél,y,acausademissentimientosytambiéndeljabónquetodavíallenabamisojos,enlosprimerosmomentosdeestarenelcochenopudeversiquieraelresplandordelasestrellas.Éstas

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parpadeabanunaauna,sinderramarningunaluzsobre laspreguntasqueyome dirigía tratando de averiguar por qué tendría que jugar en casa de laseñoritaHavishamyaquéjuegostendríaquededicarmeenaquellacasa.

Capítulo8

La vivienda del señor Pumblechook, en la calleAlta de la ciudad, tenía uncarácterfarináceoeimpregnadodepimienta,segúndebíanserlashabitacionesdeun tratanteengranosyespecias.Meparecióqueseríahombremuyfeliz,puestoqueensutiendateníanumerososcajoncitos,ymepreguntésicuandoélcontemplabalasfilasdepaquetesdepapelmoreno,dondeseguardabanlassemillasylosbulbos,éstos,aprovechandounbuendíadesol,saldríandesuscárcelesyempezaríanaflorecer.Eso pensémuy temprano a lamañana siguiente demi llegada.En la nocheanterior, en cuanto llegué, me mandó directamente a acostarme en unabuhardillabajoel tejado,que tenía tanpocaalturaenel lugarenqueestabasituadalacama,quesindificultadalgunapudecontarlastejas,quesehallabana un pie de distancia de mis ojos. Aquella misma mañana, muy temprano,descubríunasingularafinidadentrelassemillasylospantalonesdepana.Elseñor Pumblechook los llevaba, y lo mismo le ocurría al empleado de latienda; además, en aquel lugar se advertía cierto aroma y una atmósferaespecialqueconcordabaperfectamenteconlapana,asícomoenlanaturalezadelassemillasseadvertíaciertaafinidadconaqueltejido,aunqueyonopodíadescubrir la razón de que se complementasen ambas cosas. La mismaoportunidad me sirvió para observar qua el señor Pumblechook dirigía, enapariencia, su negociomirando a través de la calle al guarnicionero, el cualrealizabasusoperacionescomercialesconlosojosfijoseneltallerdecoches,cuyo dueño se ganaba la vida, al parecer, con las manos metidas en losbolsillosycontemplandoalpanadero,quien,asuvez,secruzabadebrazossindejar de mirar al abacero, el cual permanecía en la puerta y bostezaba sinapartarlamiradadelfarmacéutico.Elrelojeroestabasiempreinclinadosobresumesa,conunalupaenelojoysincesarvigiladoporungrupodegentedeblusaquelemirabaatravésdelcristaldelatienda.ÉsteparecíaserlaúnicapersonaenlacalleAltacuyotrabajoabsorbiesetodasuatención.ElseñorPumblechookyyonosdesayunamosa lasochodelamañanaenlatrastienda,en tantoquesuempleado tomabasu tazade téyunpocodepanconmantecasentado,juntoalapuertadelacalle,sobreunsacodeguisantes.LacompañíadelseñorPumblechookmepareciómuydesagradable.Ademásdeestarpenetradode laconviccióndemihermanadequemeconveníaunadietamortificanteypenitenteydequemediotantopancomoeraposibledada

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la pocamantecaqua extendió en él, y dequeme echó tal cantidadde aguacaliente en la leche quemejor habría sido prescindir por completo de ésta,además de todo eso, la conversación del viejo no se refería más que a laaritmética. Como respuesta a mi cortés salutación de la mañana, me dijo,dándosetono:—¿Sietepornueve,muchacho?Nocomprendió la imposibilidaddequeyocontestase,apuradocomoestaba,enunlugardesconocidoyconelestómagovacío.Sentíamuchahambre,peroantes de que pudiera tragar mi primer bocado me sometió a una sumaprecipitadaquedurótantocomoeldesayuno.—¿Sieteycuatro?¿Yocho?¿Yseis?¿Ydos?¿Ydiez?Yasísucesivamente,yacadaunademisrespuestas,cuandomedisponíaadarunmordiscooabeberunpocode té, llegaba lasiguientepregunta,en tantoque él estaba muy a sus anchas sin tener que contestar a ningún problemaaritmético,comiendotocinofritoypanecillocalienteconlamayorglotonería.Por tales razones sentí contento en cuanto dieron las diez y salimos endirección a la casa de la señorita Havisham, aunque no estaba del todotranquiloconrespectoalcometidoquemeesperababajoel techodeaquelladesconocida. Un cuarto de hora después llegamos a casa de la señoritaHavisham,todadeladrillos,muyvieja,detristeaspectoyprovistademuchasbarras de hierro. Varias ventanas habían sido tapiadas, y las que quedabanestaban cubiertas con rejas oxidadas. En la parte delantera había un patio,tambiéndefendidoporunaenormepuerta,demaneraquadespuésdetirardelacadenadelacampanatuvimosqueesperarunratohastaquealguienllegasea abrir la puerta.Mientras aguardábamos ante ésta, yo traté demirar por lacerradura,yaunentonceselseñorPumblechookmepreguntó:—¿Ycatorce?Perofingínohaberleoído.Viquealladodelacasahabíaunagranfábricadecerveza,completamenteabandonada,alparecer,desdehacíamuchotiempo.Seabrióunaventanayunavozclarapreguntó:—¿Quiénllama?Alocualmiguíacontestó:—Pumblechook.—Muybien-contestólavoz;ysecerródenuevolaventana.Pocosmomentosdespués,unaseñoritajovenatravesóelpatioempuñandounallave.—ÉsteesPipdijoelseñorPumblechook.— ¿Éste es Pip? - repitió la señorita, qua era muy linda y parecía muyorgullosa-.Entra,Pip.ElseñorPumblechooktambiénsedisponíaaentrar,peroellaledetuvoenlapuerta.—¡Oh!-dijo-.¿DeseaustedveralaseñoritaHavisham?

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— Siempre que la señorita Havisham quiera verme - contestó el señorPumblechook,perdiendolasesperanzasquehastaentoncestuviera.—¡Ah!-dijolajoven-.Peroelcasoesqueellanolodesea.Pronuncióestaspalabrasconuntonotandecisivo,queelseñorPumblechook,aunque sentía su dignidad ofendida, no se atrevió a protestar. Peromemiróconlamayorseveridad,comosiyolehubiesehechoalgo.Ypocosmomentosdespuéssealejó,nosinhabermedicho,entonodereproche:—Muchacho,hazdemaneraquetucomportamientoaquíacreditealosquetehancriado«amano».Yo no tenía la seguridad de que se marchase sin haberme preguntado: ¿Ydieciséis?»Peronolohizo.Mijovenguíacerrólapuertayluegoatravesamoselpatio,limpioycubiertodelosas,portodaslasunionesdelascualescrecíalahierba.Eledificiodelafábricadecervezacomunicabaconlacasacontiguapormediodeunpasadizo,y las puertas demadera de éste permanecían abiertas, así como también lafábrica, que estabamás allá y rodeadapor una alta cerca; pero todo se veíadesocupadoyconelaspectodenohabersidoutilizadodurantemuchotiempo.Elvientoparecíasoplarconmayorfrialdadallíqueenlacalle,yproducíaunsonidoagudoal entrary salirpor la fábricadecerveza, semejanteal silbidoqueenaltamarseoyecuandoelvientochocacontraelcordajedeunbuque.Lajovenmeviomirándolotodo,ydijo:—Sininconvenientealgunopodríasbeberteahoratodalacervezaqueahísehace,muchacho.¿Noteparece?—Creoque,enefecto,podríabebérmela,señorita-repliquécontimidez.—Es mejor no intentar siquiera hacer cerveza ahí, porque se pondría enseguidaagria,¿noescierto?—Asílocreo,señorita.—Notelodigoporquenadielohayaintentado-añadió-,pueslafabricaciónhaterminadoyaporcompletoyhastaquesecaigadeviejacontinuarácomoestá.Sinembargo,enlabodegahaybastantecervezafuerteparaanegarestacasasolariega.—¿Asísellamalacasa,señorita?—Esunodesusnombres.—¿Demodoquetienemásdeuno?—Otrotansólo.Suotronombrefue«Satis»,locualesgriego,latín,hebreo,olos tres idiomas juntos, porque los tres son igual para mí, y significa«bastante».—¡«Bastantecasa»casa!-exclaméyo-.Esunnombrecurioso,señorita.— Sí - replicó -, pero significa más de lo que dice. Cuando se lo dieron,querían dar a entender que quien poseyera esta casa no necesitaba ya nadamás.Estoypersuadidadequeenaquellostiempossuspropietariosdebíandecontentarsefácilmente.Peronoteentretengas,muchacho.

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Aunque me llamaba muchacho con tanta frecuencia y con tono que estabamuylejosderesultarlisonjero,ellaeracasidemimismaedad,sibienparecíatenermásañosacausadelsexoaquepertenecía,dequeerahermosaydequesemovíayhablabaconmuchoaplomo.Poresomedemostrabatantodesdéncomosituvieseyaveintiúnañosyfueseunareina.Entramos en la casa por una puerta lateral, porque la principal estabadefendida exteriormente por dos enormes cadenas, y la primera cosa queadvertífuequetodosloscorredoresestabanaoscurasyquemiguíadejóallíunavelaencendida.Latomócuandopasamosjuntoaella,nosinternamosporotroscorredoresysubimosluegounaescalera.Todoseguíasiendooscuro,demaneraquetansólonosalumbrabalaluzdelabujía.Porfinllegamosantelapuertadeunaestancia,ylajovenmeordenó:—Entra.Yo,movidomásbienporlatimidezqueporlacortesía,lecontesté:—Despuésdeusted,señorita.—Noseasridículo,muchacho-mereplicó-.Yonovoyaentrar.Y,desdeñosamente,sealejóy,loqueerapeor,sellevólavelaconsigo.Esoeramuydesagradableyyoestabaalgoasustado.Perocomonoteníamásrecursoquellamaralapuerta,lohice,yentoncesoíunavozquemeordenabaentrar.Por consiguiente, obedecí, encontrándomeenunahabitaciónbastantegrandeymuybienalumbradaconvelasdecera.Allínollegabaelmenorrayode luz diurna.A juzgar por elmobiliario, podía creerse que era un tocador,aunque había muebles y utensilios de formas y usos completamentedesconocidosparamí.Perolomásimportantedetodoeraunamesacubiertaconunpañoycoronadaporunespejodemarcodorado,en locual reconocíqueeraunamesapropiadeuntocadorydeunadamarefinada.Ignorosihabríacomprendidotanprontoelobjetodeestemuebledenohabervisto,almismotiempo,aunaelegantedamasentadaapocadistancia.Enunsillón de brazos y con el codo apoyado en lamesa y la cabeza en lamanocorrespondientevialadamamásextrañaquejamáshevistooveré.Vestía un traje muy rico de satén, de encaje y de seda, todo blanco. Suszapatoserandelmismocolor.Desucabezacolgabaunlargovelo,asimismoblanco,ysucabelloestabaadornadoporflorespropiasdedesposada,aunqueaquélyaerablanco.Ensucuelloyensusmanosbrillabanalgunasjoyas,yenlamesaseveíanotrasquecentelleaban.Pordoquier,ymediodoblados,habíaotros trajes, aunque menos espléndidos que el que llevaba aquella extrañamujer.Enapariencianohabía terminadodevestirse,porque tansólo llevabaunzapatoyelotroestabasobre lamesa inmediataaella.Encuantoalvelo,estabaarregladoamedias,nosehabíapuestoelrelojylacadena,ysobrelamesacoronadaporelespejoseveíanalgunosencajes,supañuelo,susguantes,algunasfloresyunlibrodeoraciones,todoformandounmontón.Desde luego,no lovi todoen losprimerosmomentos,aunquesípudenotar

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mucho más de lo que se creería, y advertí también que todo lo que teníadelante,yquedebíadehabersidoblanco,lofue,talvez,muchotiempoatrás,porquehabíaperdidosubrillo,tomandotonosamarillentos.Además,notéquelanovia,vestidacontrajededesposada,habíaperdidoelcolor,comoeltrajeylasflores,yqueenellanobrillabanadamásquesushundidosojos.Almismotiempo, observé que aquel traje cubrió un día la redondeada figura de unamujerjovenyqueahorasehallabasobreuncuerporeducidoalapielyaloshuesos.Unavezmellevaronaverunashorrorosasfigurasdeceraenlaferia,que representaban no sé a quién, aunque, desde luego, a un personaje, queyacíamuertoyvestidocontrajedeceremonia.Otravez,tambiénvisitéunadelas iglesiassituadasennuestrosmarjales,yallíviaunesqueleto reducidoacenizas,cubiertoporun rico trajeyalquedesenterrarondeunabóvedaquehabíaenelpavimentodelaiglesia.Peroenaquelmomentolafiguradecerayelesqueletoparecíanhaberadquiridounosojososcurosquesemovíanyqueme miraban. Y tanto fue mi susto, que, de haber sido posible, me hubieseechadoallorar.—¿Quiénes?-preguntóladamaqueestabajuntoalamesa.—Pip,señora.—¿Pip?—Sí,señora.UnmuchachoquehatraídoelseñorPumblechook.Hevenido…ajugar.—Acércate.Dejaquetevea.Venamilado.Cuandoestuveanteella,evitandosumirada,pudetomarnotadetalladadelosobjetosque la rodeaban.Entoncesvi que su reloj estabaparado a las nuevemenosveinteyqueelqueestabacolgadoenlaparedinterrumpiótambiénsumovimientoalamismahora.—Mírame -dijo la señoritaHavisham-.Supongoqueno tendrásmiedodeunamujerquenohavistoelsoldesdequenaciste.Lamento consignar que no temí decir la enormementira comprendida en larespuesta:—No.—¿Sabes loquetocoahora?-dijoponiendolasdosmanos,unasobreotra,encimadelladoizquierdodesupecho.—Sí,señora-contestérecordandoaljovenquequeríaarrancarmeelcorazónyelhígado.—¿Quétoco?—Sucorazón.—¡Destrozado!Medirigióunaansiosamiradaalpronunciartalpalabraconelmayorénfasisycon extraña sonrisa, en la que advertía cierta vanidad. Conservó las manossobresupechoporespaciodeunos instantes,y luegolasseparó lentamente,comosilepesarandemasiado.

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—Estoyfatigada-dijolaseñoritaHavisham-.Deseoalgunadistracción,yyanopuedosoportaraloshombresnialasmujeres.¡Juega!Como comprenderá el lector más aficionado a la controversia, difícilmentepodríahaberordenadoaunmuchachocualquieraotracosamásextraordinariaenaquellascircunstancias.— A veces tengo caprichos de enferma - continuó -. Y ahora tengo el dedesearquealguienjuegue.¡Vamos,muchacho!-dijomoviendoimpacientelosdedosdesumanoderecha-.¡Juega,juega!Porunmomento,ysintiendoeltemordemihermana,tuvelaideadesesperadadeempezaracorreralrededordelaestanciaimitandolomejorquepudieraelcoche del señor Pumblechook, pero me sentí tan incapaz de hacerlo, queabandoné mi propósito y me quedé mirando a la señorita Havisham conexpresiónqueelladebiódeconsiderardetestarudez,puesencuantohubimoscambiadounamiradamepreguntó:—¿Acasoerestozudoydecaráctertriste?—No,señora.Losientomuchoporusted,mucho.Peroenestemomentonopuedo jugar. Si da usted quejas de mí, tendré que sufrir el castigo de mihermana,ysóloporestacausaloharíasimefueseposible;peroestelugarestannuevoparamí,tanextraño,tanelegantey…¡tanmelancólico!Y me interrumpí, temiendo decir o haber dicho demasiado, en tanto quecruzábamosnuestramirada.Antesdequevolvieseahablarapartódemísusojosymirósutraje,lamesadeltocadory,finalmente,asuimagenreflejadaenelespejo.—¡Tannuevoparaélytanviejoparamí!-murmuró-.¡Tanextrañoparaélytanfamiliarparamí,ytanmelancólicoparalosdos!LlamaaEstella.Seguíamirandosuimagenreflejadaporelespejo,ycomoyomefigurasequehablabaconsigomisma,mequedéquieto.—LlamaaEstella-repitió,dirigiéndomeunamiradacentelleante-.Esobienpuedeshacerlo.LlamaaEstella.Alapuerta.Eso de asomarme a la oscuridad de un misterioso corredor de una casadesconocida, llamando a gritos a la burlona joven, aEstella, que tal vez noestaría visible ni me contestaría, me daba la impresión de que el gritar sunombreequivaldríaatomarmeunalibertadextraordinaria,ymeresultabacasitanviolentocomoempezarajugarencuantomelomandasen.Perolajovencontestó por fin, y, semejante a una estrella efectiva, apareció su bujía, a lolejos,enelcorredor.LaseñoraHavishamlehizoseñadequeseacercase,y,tomandounajoyaquehabíaencimadelamesa,observóelefectoquehacíasobreeljovenpechodelamuchacha,ytambiénponiéndolasobreelcabellodeésta.—Undíaserátuya,queridamía-dijo-.Ylaemplearásbien.Ahorahazmeelfavordejugaralosnaipesconestemuchacho.—¿Conestemuchacho?¡Siesunlabriego!

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Me pareció oír la respuesta de la señorita Havisham, pero fue tanextraordinariaqueapenascreíloqueoía.—Puesbien-dijo-,diviérteteendestrozarleelcorazón.—¿Aquésabesjugar,muchacho?-mepreguntóEstellaconelmayordesdén.Contesté indicando el único juego de naipes que conocía, y ella,conformándose,sesentóantemíyempezamosajugar.Entonces fue cuando comprendí que todo lo que había en la estancia, asemejanzadel reloj, sehabíaparadoe interrumpidohacíayamucho tiempo.NotéquelaseñoritaHavishamdejólajoyaexactamenteenelmismolugardedondelatomara.YmientrasEstellarepartíalosnaipes,yomiréotravezalamesa del tocador, y allí vi el zapato que un día fue blanco y ahora estabaamarillento, pero sin lamenor señal de haber sido usado.Miré al pie cuyozapatofaltabayobservéquelamediadeseda,quetambiénfueblancayqueahora era de color de hueso, quedó destrozada a fuerza de andar; y aun sinaquellainterrupcióndetodoysinlainmóvilpresenciadelospálidosobjetosya marchitos, el traje nupcial sobre el cuerpo inmóvil no podría haberseparecido más a una vestidura propia de la tumba, ni el largo velo mássemejanteaunsudario.Asíestabaellainmóvilcomouncadáver,mientraslajovenyyojugábamosalos naipes. Todos los adornos de su traje nupcial parecían ser de papel deestraza.Nadiesabíaentoncesdelosdescubrimientosque,devezencuando,sehacen de cadáveres enterrados en antiguos tiempos y que se convierten enpolvo en el momento de aparecerse a la vista de los mortales; pero desdeentonceshepensadoconfrecuenciaquetalvezlaadmisiónenlaestanciadelaluzdeldíahabríaconvertidoenpolvoaaquellamujer.—Estemuchachollamamozosalassotas-dijoEstellacondesdénantesdeterminarelprimerjuego.Y¡quémanostanordinariastiene!¡Québotas!Hastaaquelmomento,jamássemeocurrióavergonzarmedemismanos,peroentoncesempecéaconsiderarlasdeunmodomuydesfavorable.Eldesprecioqueellamemanifestabaeratanfuertequenopudemenosdenotarlo.Ganóelprimer juegoyyodi.Naturalmente, lo hicemal, sabiendo, como sabía, queesperaba cualquier torpeza por mi parte. Y, en efecto, inmediatamente mecalificódeestúpido,detorpeydedestripaterrones.—Túnodicesnadadeella-observódirigiéndoseamílaseñoritaHavishammientrasmirabanuestrojuego-.Ellatehadichomuchascosasdesagradables,y,sinembargo,nolecontestas.¿Quépiensasdeella?—Noquierodecirlo-tartamudeé.—Puesvenadecírmeloaloído-ordenólaseñoritaHavishaminclinandolacabeza.—Meparecequeesmuyorgullosa-dijeenunmurmullo.—¿Ynadamás?—Tambiénmeparecemuybonita.

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—¿Nadamás?—La creomuy insultante añadímientras la jovenmemiraba con lamayoraversión.—¿Ynadamás?—Creoquedeberíairmeacasa.—¿Ynoverlamás,aunsiendotanbonita?—Noestoysegurodequenodeseeverladenuevo,perosímegustaríairmeacasaahora.—Prontoirás-dijoenvozaltalaseñoritaHavisham-.Acabaestejuego.Si se exceptúa una leve sonrisa que observé en el rostro de la señoritaHavisham, habría podido creer que no sabía sonreír. Asumió una expresiónvigilante y pensativa, como si todas las cosas que la rodeaban se hubiesenquedado muertas y ya nada pudiese reanimarlas. Se hundió su pecho y sequedó encorvada; también suvozhabíasedebilitado, demaneraque cuandohablaba, su tono parecía ser mortalmente apacible. Y en conjunto tenía elaspecto de haberse desplomado en cuerpo y alma después de recibir untremendogolpe.Terminé aquel juego conEstella, que tambiénme lo ganó.Luego arrojó losnaipessobrelamesa,comosisedespreciaseasímismaporhabermeganado.—¿Cuándovolverás?preguntólaseñoritaHavisham.Esperaquelopiense.Yoempecéarecordarlequeestábamosenmiércoles,peromeinterrumpióconelmismomovimientodeimpacienciadelosdedosdesumanoderecha.—¡Calla, calla!Nada séniquiero saberde losdíasde la semana,nide lassemanasdelaño.Vuelvedentrodeseisdías.¿Entiendes?—Sí,señora.—Estella, acompáñaleabajo.Dalealgodecomerydéjalequevayadeunaparteaotramientrascome.Vete,Pip.Seguílaluzalbajarlaescalera,delmismomodocomolasiguieraalsubir,yellafueasituarseenelmismolugarenqueencontramoslabujía.Hastaqueabrió la entrada lateral, pude imaginarme, aunque sin pensar en ello, quenecesariamente sería de noche, y así el torrente de luz diurna me dejódeslumbradoymediolaimpresióndehaberpermanecidomuchashorasalaluzdelabujía.—Espérateaquí,muchachodijoEstella,alejándoseycerrandolapuerta.Aproveché la oportunidad de estar solo en el patio para mirar mis bastasmanosymigroserocalzado.Laopiniónquemeprodujeron talesaccesoriosno fue nada favorable. Nunca me habían preocupado, pero ahora sí memolestabancomocosasordinariasyvulgares.DecidípreguntaraJoeporquémeenseñóallamar«mozos»aaquellosnaipescuyoverdaderonombreeraelde «sotas». Y deseé que Joe hubiese recibido mejor educación, porque asíhabríapodidotransmitírmela.Ella volvió trayendo cierta cantidad de pan y carne y un jarrito de cerveza.

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Dejó este último sobre las piedras del patio yme dio el pan y la carne sinmirarmey con lamisma insolencia que si fuese unperro que ha perdido elfavordesuamo.Estabatanhumillado,ofendidoeirritado,ymiamorpropiose sentía tan herido, que no puedo encontrar el nombre apropiado paramissentimientos, que Dios sabe cuáles eran, pero las lágrimas empezaron ahumedecermisojos.Yenelmomentoenqueasomaronaellos,lamuchachamemirómuysatisfechadehabersidolacausademidolor.Estofuebastantepara darme la fuerza de contenerlas y de mirarla. Ella movió la cabezadesdeñosamente,pero,segúnmepareció,convencidadehabermehumillado,ymedejósolo.Cuandosehubomarchadobusquéunlugarenquepoderesconderelrostro,yasílleguétrasunadelaspuertasdelpatiodelafábricadecervezay,apoyandolamangaenlapared,inclinélacabezasobreelbrazoymeechéallorar.Ynosolamente lloré, sino que empecé a dar patadas en la pared yme retorcí elcabello, tanamargoseranmis sentimientosy tanagudoeldolor sinnombrequemeimpulsabaahaceraquello.La educación queme diomi hermaname había hechomuy sensible. En elpequeñomundoenque losniños tienensuvida,seaquienquiera lapersonaqueloscría,nohaynadaquesepercibacontantadelicadezayquesesientatantocomounainjusticia.Talvezéstaseapequeña,perotambiénelniñoloes,asícomosumundo,yelcaballodecartónqueposeeleparecetanaltocomoaun hombre un caballo de caza irlandés.En cuanto amí, desde los primerosdíasdemi infancia,siempre tuveque lucharcon la injusticia.Desdequefuicapazdehablarmedicuentadequemihermana,consuconductacaprichosayviolenta,era injustaconmigo.Estabaprofundamenteconvencidodequeelhechodehabermecriado«amano»no ledabaderecho a tratarmemal.Yatravés de todos mis castigos, de mis vergüenzas, de mis ayunos y de misvigilias, así como otros castigos, estuve persuadido de ello.Y por no habertenidonadieconquiendesahogarmispenasyporhabermevistoobligadoavivirsoloysinproteccióndenadie,eramoralmentetímidoymuysensible.Ellugarenquemehallabaeramuydesierto,bajoelpalomarquehabíaenelpatiode la fábricadecerveza,yelcualdebiódeserheridoporalgúnfuertevientoquesindudadaríaalaspalomasissensacióndeestarenelmar,encasodequeenaquelmomento lashubiesehabido.Peroallínohabíapalomas,nicaballosenlacuadra,nicerdosenlapocilga,nimaltaenelalmacén,asícomotampocoolordegranos,odecervezaenlacalderaoenlostanques.Todoslosusos y olores de la fábrica de cerveza se habrían evaporado con su últimavoluta de humo.En un patio contiguo había numerosos barriles vacíos, queparecíantenerelagriorecuerdodemejoresdíaspasados;peroerademasiadoagrio para que se le pudiera aceptar comomuestra de la cerveza que ya noexistía.Traselextremomáslejanodelafábricadecervezahabíaunlozanojardíncon

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unacercamuyvieja,notanaltaqueyonopudieraasomarmeaellaparamiraralotrolado.Measoméyviqueellozanojardínpertenecíaalacasayqueenélabundabanloshierbajos,porentreloscualesaparecíaunsendero,comosialguientuviesecostumbredepasearporallí.TambiénviqueEstellasealejabademíenaquelmomento;perola jovenparecíaestarentodaspartes,porquecuandomedejévencerpor la tentaciónofrecidapor losbarrilesyempecéaandar por encima de ellos, también la vi haciendo lomismo en el extremoopuestodelpatiollenodecascotes.Enaquelmomentomevolvíalaespaldaysostenía su bonito cabello castaño extendido, con las dos manos, sin miraralrededor; de este modo desapareció de mi vista. Así, pues, en la mismafábrica de cerveza con lo cual quiero indicar el edificio grande, alto yenlosado,enelque,enotrotiempo,hicieronlacervezaydondehabíaaúnlosutensilios apropiados para el caso , cuando yo entré por vez primera, algodeprimido por su tétrico aspecto y me quedé cerca de la puerta, mirandoalrededordemí,lavipasarporentreloshornosapagados,subirporunaligeraescaleradehierroysaliraunaaltagaleríaexterior,cualsisedirigierahaciaelcielo.Enaquel lugaryenaquelmomento fuecuandoami fantasía leparecióqueocurría algomuy raro.Entoncesmepareciómuyextraño, y tiempodespuésmeparecióaúnmásextraordinario.Volvímisojos,algoempañadosdespuésdemiraralaheladaluzdeldía,haciaunaenormevigademaderaquehabíaenun rincón del edificio inmediato a mi mano derecha, y allí vi a una figuracolgadaporelcuello.Estabavestidadeblancoamarillentoyensuspiessólollevaba un zapato. Estaba así colgada de modo que yo podía ver que losmarchitosadornosdeltrajeparecíandepapeldeestraza,ypudecontemplarelrostro de la señorita Havisham, que en aquel momento se movía como sitrataradellamarme.Aterradoalveraquellafiguraymástodavíaporelhechodeconstarmequeunmomentoantesnoestabaallí,echéacorreralejándomede ella, aunque luego cambié de dirección y me dirigí hacia la aparecida,aumentandomiterroralobservarqueallínohabíanadaninadie.Necesariofue,parareponerme,elcontemplarlabrillanteluzdelalegrecielo,lagentequepasabapordetrásdelarejadelapuertadelpatioylainfluenciavivificadora del pan, de la carne y de la cerveza. Pero ni aun con estosauxiliareshabríapodidorecobrarmedemisustotanprontocomolohicesinohubiese visto que Estella se aproximaba a mí, con las llaves, para dejarmesalir.Habríatenidomuybuenarazón,segúnmedije,paramirarmesimevieseasustado,y,porconsiguiente,noquisedarletalsatisfacción.Alpasarpormi ladomedirigióunamirada triunfal, comosi sealegrasedequemismanosfuesentanbastasymicalzadotanordinario.Abriólapuertaysequedójuntoaellaparadarmepaso.Yosalísinmirarla,peroellametocóbruscamente.—¿Porquénolloras?

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—Porquenotengonecesidad.—Sítienes-replicó-.Haslloradotantoqueapenasvesclaro,yahoramismoestásapuntodellorarotravez.Se echó a reír con burla,me dio un empujón para hacerme salir y cerró lapuerta a mi espalda. Yo me marché directamente a casa del señorPumblechook,ymesatisfizomuchonoencontrarleencasa.Porconsiguiente,después de decirle al empleado el día en que tenía que volver a casa de laseñoritaHavisham,emprendíelcaminopararecorrerlascuatromillasquemeseparabandenuestrafragua.Mientrasandabaibareflexionandoentodoloquehabía visto, rebelándome con todami alma por el hecho de ser un aldeanoordinariote, lamentando quemismanos fuesen tan bastas ymis zapatos tangroseros. También me censuraba por la vergonzosa costumbre de llamar«mozos»alassotasyporsermuchomásignorantedeloquemefigurabalanocheanterior,asícomoporquemividaerapeorymásbajadeloquehabíasupuesto.

Capítulo9

Cuandolleguéamicasaencontréamihermanallenadecuriosidad,deseandoconocer detalles acerca de la casa de la señorita Havisham, y me dirigiónumerosas preguntas. Pronto recibí fuertes golpes en la nuca y sobre loshombros, y mi rostro fue a chocar ignominiosamente contra la pared de lacocina,acausadequemisrespuestasnofueronsuficientementedetalladas.Sielmiedodenosercomprendidoestáocultoenelpechodeotrosmuchachosenelmismogradoqueenmí - cosaprobable,puesno tengo razónningunaparaconsiderarmeunfenómeno-,esoexplicaríamuchasextrañasreservas.YoestabaconvencidodequesidescribíaalaseñoritaHavishamsegúnlahabíanvistomisojos,noseríacomprendidoenmaneraalguna;yaunqueellaera,paramí,completamenteincomprensible,sentíalaimpresióndequecometeríaalgoasí como una traición si ante los ojos de la señora Joe ponía demanifiestocómoeraenrealidad(yestosinhablarparanadadelaseñoritaEstella).Porconsiguiente, dije tan poco comome fue posible, y esome valió un nuevoempujóncontralapareddelacocina.LopeordetodoeraqueelbravucóndeltíoPumblechook,presadedevoradoracuriosidad, a fin de informarsede cuantoyohabía visto y oído, llegó en sucarruajealahoradetomarelté,paraquelediesetodaclasededetalles.Ytansólo el temor del tormento queme auguraba aquel hombre con sus ojos depescado, con suboca abierta, con su cabellode colorde arenay su cerebrollenodepreguntasaritméticasmehizodecidiramostrarmemásreticentequenunca.

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—Bien,muchacho-empezódiciendoeltíoPumblechookencuantosesentójuntoalfuegoyenelsillóndehonor-.¿Cómotehaidoporlaciudad?—Muybien, señor - contesté, observandoquemi hermana se apresuraba amostrarmeelpuñocerrado.—¿Muy bien? - repitió el señor Pumblechook -.Muy bien no es respuestaalguna.Explícanosquéquieresdecirconeste«muybien».Cuandolafrenteestámanchadadecal,talvezconducealcerebroaunestadodeobstinación.Pero,sealoquefuere,yconlafrentemanchadadecalacausade los golpes sufridos contra la pared de la cocina, el hecho es que miobstinaciónteníaladurezadeldiamante.Reflexionéunosmomentosy,comosihubieseencontradounaideanueva,exclamé:—Quierodecirquemuybien.Mi hermana, profiriendo una exclamación de impaciencia, se disponía aarrojarsesobremí,yyonoteníaningunadefensa,porqueJoeestabaocupadoenlafragua,cuandoelseñorPumblechookseinterpuso,diciendo:—No,notealteres.Dejaaestemuchachoamicuidado,déjamelo.EntonceselseñorPumblechookmehizodarmediavueltaparasituarmefrenteafrente,comosisedispusieraacortarmeelcabello,ydijo:—Antetodo,yparaponerenordenlasideas,dimecuántaslibras,chelinesypeniquessoncuarentaytrespeniques.Yo calculé las consecuencias de contestar «cuatrocientas libras», pero,comprendiendoquemeseríandesfavorables,repliquélomejorposibleyconunerrordeunosochopeniques.EntonceselseñorPumblechookmeadvirtióquedocepeniqueshacíanunchelínyquecuarentapeniqueserantreschelinesycuatropeniques.Luegoañadió:—Ahoracontéstameacuántoequivalencuarentaytrespeniques.Despuésdeuninstantedereflexión,ledije:—Nolosé.Yoestabatanirritado,que,enrealidad,ignorosilosabíaono.El señor Pumblechookmovió la cabeza,muy enojado también, y luegomepreguntó:— ¿No te parece que cuarenta y tres peniques equivalen a sietechelines,seispeniquesytrescuartosdepenique?—Sí-lecontesté.Yapesardequemihermanamedioinstantáneamenteunpardetironesenlasorejas,me satisfizomucho el observar quemi respuesta anuló la bromadelseñorPumblechookyqueledejódesconcertado.—Bueno,muchacho-dijoencuantosehuborepuesto-.AhoradinoscómoeslaseñoritaHavisham.Yalmismotiempocruzólosbrazossobreelpecho.—Muyaltaymorenacontesté.—¿Esasí,tío?preguntómihermana.ElseñorPumblechookafirmóconunmovimientodecabeza,ydeelloinferí

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que jamás había visto a la señorita Havisham, puesto que no se parecía ennadaamidescripción.—Muybien-dijoelseñorPumblechook,engreído-.Ahoravaadecírnoslotodo.Yaesnuestro.—Estoysegura,tío-replicólaseñoraJoe-,dequemegustaríaqueestuvieseusted siempre aquí para dominarlo, porque conoce muy bien el modo detratarle.— Y dime, muchacho: ¿qué estaba haciendo cuando llegaste a su casa? -preguntóelseñorPumblechook.—Estabasentada-contesté-enuncochetapizadodeterciopelonegro.ElseñorPumblechookylaseñoraJoesemiraronunoaotro,muyasombrados,yrepitieron:—¿Enuncochetapizadodeterciopelonegro?—Sí-dije-.YlaseñoritaEstella,esdecir,susobrina,segúncreo,lesirvióunpastel y una botella de vino en una bandeja de oro que hizo pasar por laventanilla del coche. Yo me encaramé en la trasera para comer mi parte,porquemeordenaronqueasílohiciera.—¿Habíaalguienmásallí?-preguntóelseñorPumblechook.—Cuatroperros-contesté.—¿Pequeñosograndes?—Inmensos-dije-.Ysepeleabanunoconotroporunascostillasdeterneraqueleshabíanservidoenunabandejadeplata.El señor Pumblechook y la señora Joe se miraron otra vez, con el mayorasombro. Yo estaba verdaderamente furioso, como un testigo testarudosometidoalatortura,yenaquellosmomentoshabríasidocapazdereferirlescualquiercosa.—¿Ydóndeestabaesecoche?-preguntómihermana.EnlahabitacióndelaseñoritaHavisham.Ellossemiraronotravez.— Pero ese coche carecía de caballos - añadí en el momento en que medisponía ya a hablar de cuatro corceles ricamente engualdrapados, puesmehabíaparecidopocodotarlosdearneses.— ¿Es posible eso, tío? - preguntó la señora Joe- . ¿Qué querrá decir estemuchacho?—Miopinión-contestóelseñorPumblechook-esquesetratadeuncochesedán. Ya sabe usted que ella es muy caprichosa, mucho… , lo bastantecaprichosaparapasarselosdíasmetidaenelcarruaje.—¿Lahavistoustedalgunavezenél,tío?preguntólaseñoraJoe.—¿Cómoquieresquelahayavisto,sijamáshesidoadmitidoasupresencia?Nuncahepuestolosojosenella.—¡Diosmío,tío!Yocreíaqueustedhabíahabladomuchasvecesconella.—¿Nosabes-añadióelseñorPumblechook-quecuantasvecesestuveallí,

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me llevaron a la parte exterior de la puerta de su habitación y así ella mehablabaatravésdelahojademadera?Nomedigasahoraquenoconocesestedetalle.Sinembargo,elmuchachohaentradoallíparajugar.¿Yaquéjugaste,muchacho?—Jugábamosconbanderas-dije.Hedeobservaral lectorqueyomismomeasombroal recordar lasmentirasquedijeaqueldía.—¿Banderas?-repitiómihermana.—Sí-exclamé-.Estellaagitabaunabanderaazul,younarojaylaseñoritaHavisham hacía ondear, sacándola por la ventanilla de su coche, otratachonadadeestrellasdoradas.Además,todosblandíamosnuestrasespadasydábamosvivas.—¿Espadas?-exclamómihermana-.¿Dedóndelassacasteis?—Deunarmario-dije .Yallívi tambiénpistolas…,conservasypíldoras.Además,enlahabitaciónnoentrabalaluzdeldía,sinoqueestabaalumbradaconbujías.— Esto es verdad - dijo el señor Pumblechook moviendo la cabeza congravedad-.Porloquehepodidoveryomismo,estoesabsolutamentecierto.Losdos sequedaronmirándose,yyo lesmiré también,vigilando,almismotiempoqueplegaba con lamanoderecha laperneradelpantalóndelmismolado.Si me hubiesen dirigido más preguntas, sin duda alguna me habría hechotraición yomismo, porque ya estaba a punto demencionar que en el patiohabía un globo, y tal vez habría vacilado al decirlo, porquemis cualidadesinventivas estaban indecisas entre afirmar la existencia de aquel aparatoextrañoodeunosoenlafábricadecerveza.Peroellosestabantanocupadosen discutir las maravillas que yo ofreciera a su consideración, que eludí elpeligrodeseguirhablando.LadiscusiónestabaempeñadatodavíacuandoJoevolvió de su trabajo para tomar una taza de té. Y mi hermana, más paraexpansionarse que como atención hacia él, le refirió mis pretendidasaventuras.Pero cuandovi que Joe abría sus azules ojos ymiraba a todos lados con elmayor asombro, los remordimientos se apoderaron demí; pero eso tan sóloocurríamientraslemirabaaélynocuandofijabamivistaenlosdemás.Conrespecto a Joe, y tan sólo al pensar en él, me consideraba a mí mismo unmonstruoentantoquelostresdiscutíanlasventajasquepodríareportarmeelfavoryelconocimientodelaseñoritaHavisham.Noteníanlamenordudadeque ésta «haría algo»pormí; sus dudas se referían tan sólo a lamanera dehacer este «algo». Mi hermana aseguraba que recibiría dinero. El señorPumblechookcreía,másbien,quecomopremiosemepondríadeaprendizenalgúncomercioagradable,porejemploeneldecerealesysemillas.EncuantoaJoe,discrepódelosdosalsugerirquequizámeregalaraunodelosperros

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quesepelearonporlascostillasdeternera.—Sierestantontoquenotienesotrasideasmásaceptables-dijomihermana-valemásquetevayasacontinuareltrabajo.Joeseapresuróaobedecer.Cuando el señor Pumblechook se hubomarchado y cuandomi hermana seentregabaalalimpiezadelacasa,yomedirigíalafraguadeJoeymequedéconélhastaqueterminóeltrabajodeldía.Entoncesmedecidíadecirle:—Antesdequeseapagueelfuego,Joe,megustaríadecirtealgo.—¿Deveras,Pip?-preguntóJoeacercandoalafraguaelbancodeherrar-.Pueshabla.¿Quéesello,Pip?— Mira, Joe dije agarrándome a una manga de la camisa que teníaarremangadayempezandoaretorcerlaentremisdedos-.¿TeacuerdasdeloquehedichoacercadelaseñoritaHavisham?—¿Quesimeacuerdo?-exclamóJoe-.¡Yalocreo!¡Esmaravilloso!—Puesmira,Joe.Nadadeesoesverdad.— ¿Qué me cuentas, Pip? - exclamó Joe con el mayor asombro -. ¿Acasoquieresdecirmeque…?—Sí.Nosonmásquementiras,Joe.—Perosupongoquenoloserátodoloquedijiste.Casiestoysegurodequenovasadecirmequenoexisteelcochetapizadodeterciopelonegro.Yalavezqueyomovíanegativamentelacabeza,añadió:— Por lo menos estaban los perros, ¿verdad, Pip? Seguramente, si no lessirvieroncostillasdeternera,perrossíhabría.—Tampoco,Joe.—¿Niunperro?-preguntóél-.¿Niuncachorro?—No,Joe.Nohabíanadadeeso.Mientras miraba tristemente a Joe, éste me contemplaba con el mayordesencanto.—Pero,Pip,nopuedocreereso.¿Porquélohasdicho?—Lopeor,Joe,esquenolosé.—EsterribleexclamóJoe.¡Espantoso!¿Quédemonioteposeía?—Loignoro,Joe-contestésoltandolamangadelacamisaysentándomeenlas cenizas, a sus pies y con la cabeza inclinada al suelo -. Perome habríagustadomuchoquenomehubiesesenseñadoallamar«mozos»alassotasytambiénquemisbotasfuesenmenosordinariasymismanosmenosbastas.EntoncescontéaJoequeeramuydesgraciado,yquenomesentíconfuerzasparaexplicarmecon laseñoraJoeyconelseñorPumblechook,que tanmalmetrataban,yqueencasadelaseñoritaHavishamhabíaunajovenorgullosaamásnopoder,quiendijoqueyoeramuyordinario,ycomocomprendíqueelcalificativoerajusto,medisgustabasobremanerahaberlomerecido.Yésefueelorigende lasmentirasqueconté, aunqueyomismonopodíacomprenderporquélashabíadicho.

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Ésteerauncasodemetafísica tandifícil para Joecomoparamí.Peroél seapresuróaextraerlodelaregiónmetafísicayasípudovencerlo.—Puedesestarsegurodealgo,Pip-dijoJoedespuésdereflexionarunrato-,yesquelasmentirasnosonmásquementiras.Siemprequesepresentannodebieranhacerloyprocedendelpadredelamentira,portándosedelamismamaneraqueél.Nomehablesmásdeesto,Pip.Éstenoeselcaminoparadejardeserordinario,aunquecomprendobienporquédijeronqueerasordinario.En algunas cosas eres extraordinario. Por ejemplo, eres extraordinariamentepequeñoyunestudiantesoberbio.—Deningunamanera,Joe-contesté-.Soyignoranteyestoymuyatrasado.—¿Cómoquieresquecreaeso,Pip?¿Acasonovilacartaquemeescribisteanoche?Inclusoestabaescritaenletrasdeimprenta.Bastantemefijéeneso.Y,sinembargo,puedojurarquelagenteinstruidanoescapazdeescribirenletrasdeimprenta.—Tenencuenta,Joe,quesépocomenosdenada.Tútehacesilusionesconrespectoamí.Noesmásqueeso.—Enfin,Pip-dijoJoe-.Tantosiesasícomono,esprecisoserunescolarordinario antes de llegar a ser extraordinario. El mismo rey, sentado en eltrono y con la corona en la cabeza, sería incapaz de escribir sus actas delParlamentoenletrasdeimprentasicuandonoeramásquepríncipenohubieseempezado a aprender el alfabeto. Esto es indudable - añadió moviendosignificativamentelacabeza-.YtuvoqueempezarporlaAhastallegaralaZ,yestoysegurodeeso,aunquenolosepaporexperienciapropia.Habíaciertaesperanzaenaquellassabiaspalabras,yesomedioalgúnánimo.—Además,creo-prosiguióJoequeseríamejorque laspersonasordinariassiguiesentratandoalasquesoncomoellas,envezdeirajugarconpersonajesextraordinarios.Esomehacepensarque,porlomenos,sepodrácreerqueenaquellacasahayasiquieraunabandera.—No,Joe.—Puescréemequelosientomucho,Pip.Podemoshablarnosconfranqueza,sineltemordequetuhermanaseirrite.Ylomejorseráquenonosacordemosdeeso,comosinohubiesesidointencionado.Yahoramira,Pip.Yo,quesoybuen amigo tuyo, voy a decirte una cosa. Si por el camino recto no puedesllegar a ser una persona extraordinaria, jamás lo conseguirás yendo por loscaminostorcidos.Ahoranolescuentesmásmentirasyprocuravivirymorirfeliz.—¿Noestásenojadoconmigo,Joe?— No, querido Pip. Pero, teniendo en cuenta que tus mentiras fueronextraordinarias y que hablaste de costillas de ternera y de perros que sepeleaban,yo,quesoybuenamigotuyo,teaconsejaréquecuandotevayasalacama no lo acuerdesmás de eso. Es cuanto tengo que decirte, y que no lohagasnuncamás.

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Cuandomevienmicuartitoyrecémisoraciones,noolvidélarecomendaciónde Joe, pero, sin embargo,mimente infantil se hallaba en un estado tal deintranquilidad y de desagradecimiento, que aun después de mucho rato deestarechadopenséencuánordinariohallaríaEstellaaJoe,quenoeramásqueunpobreherrero,ycuángruesasybastaslepareceríansusmanosylassuelasdesusbotas.Pensé,entonces,enqueJoeymihermanaestabansentadosenlacocinaenaquelmismomomento,ytambiénenquetantolaseñoritaHavishamcomoEstellanosehabríansentadonuncaen lacocina,porqueestabanmuypor encima del nivel de estas vidas tan vulgares. Me quedé dormidorecordando lo que yo solía hacer cuando estaba en casa de la señoritaHavisham,comosihubiesepermanecidoallídurantesemanasymeses,envezdealgunashoras,ycualsifueseasuntomuyantiguo,envezdehaberocurridoaquelmismodía.Elcualfuememorableparamí,porquemehizocambiarengranmanera.Perosiempre ocurre así en cualquier vida. Imaginémonos que de ella se segregacualquier día, y piénsese en lo diferente quehabría sido el cursode aquellaexistencia.Esconvenientequeellectorhagaunapausaalleeresto,ypienseporunmomentoenlalargacadenadehierroodeoro,deespinasodeflores,quejamáslehubierarodeadoanoserporelprimereslabónqueseformóenundíamemorable.

Capítulo10

Unaodosmañanasmástardesemeocurrió,aldespertar,lafelizideadequelomejorparallegaraserextraordinarioerasonsacaraBiddytodoloqueellasupiera.Y a consecuencia de esta idea luminosa, cuando aquella tarde fui acasadelatíaabueladelseñorWopsle,dijeaBiddyqueteníamisrazonesparaemprenderlavidapormicuentayque,porconsiguiente,leagradeceríamuchoquemeenseñasecuantosabía.Biddy,queeraunamuchachaamabilísima,semanifestódispuestaacomplacerme,yaloscincominutosempezóacumplirsupromesa.Elplandeestudiosestablecidopor la tíaabueladel señorWopslepuedeserresumidoenlasiguientesinopsis.Los alumnos comíamos manzanas y nos metíamos pajas cada uno en laespaldadelotro,hastaquelatíaabueladelseñorWopslereuníasusenergíasy,sin averiguación ninguna, nos daba una paliza con una vara de abedul.Después de recibir los golpes con todas las posiblesmuestras de burla, losalumnos se formaban en fila y, con elmayor ruido, se pasabandemano enmano un libro casi destrozado. Este libro contenía el alfabeto, algunosguarismosytablasaritméticas,asícomoalgunasleccionesfácilesdelectura;

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mejordicho, las tuvoen algún tiempo.Encuanto estevolumenempezaba acircular, la tía abuela del señorWopsle se desplomaba en estado comatoso,debido tal vez al sueño o a un ataque reumático. Entonces los alumnos seentregabanaun exameny auna competencia relacionados conel calzadoyconelobjetodeaveriguarquiénseríacapazdepisaralotroconmayorfuerza.Este ejercicio mental duraba hasta que Biddy se precipitaba contra todos ydistribuíatresBibliassinportadaydeunaformatalquenoparecíasinoquealguien las hubiese cortado torpemente. La impresión era más ilegible quecualquiera de las curiosidades literarias que he visto en mi vida entera;aquelloslibrosestabanmanchadosdeorínyentresushojashabíaaplastadosnumerososejemplaresdelmundodelosinsectos.EstapartedelaenseñanzasehacíamásagradablegraciasaalgunoscombatesmanoamanoentreBiddyylos alumnos refractarios. Cuando se habían terminado las peleas, Biddyseñalabaelnúmerodeunapágina,yentoncestodosleíamosenvozaltaloquenoseraposibley también loquenopodíamos leer, a coroyconespantosasvoces;Biddyllevabaelcompásconvozaguda,fuerteymonótona,y,porotraparte,ningunodenosotrosteníalamáspequeñanociónnitampocoreverenciaalgunaconrespectoaloqueestábamosleyendo.Cuandoaquelhorribleruidohabíaduradoalgúntiempo,despertabamecánicamentealatíaabueladelseñorWopsle,quien,dejándose llevarpor lacasualidad,cogíaaunmuchachoy letirabadelasorejas.Éstaeralaseñaldequelaclasehabíaterminadoaquellatarde,ynosapresurábamosasaliralairelibrecongrandesgritosdevictoriaintelectual.Conviene hacer observar que en la escuela no había prohibiciónalgunaacercadequeunalumnocualquieraseentretuvieseconlapizarraoconla tinta, cuando la había. Pero no era fácil proseguir aquella rama de losestudiosdurante el invierno, a causadeque la abacería enque sedaban lasclases y que también era el salón y el dormitorio de la tía abuela del señorWopsle, no estaba alumbrada más que muy débilmente por un candil y,además,nohabíaespabladeras.Comprendíqueparallegaraserextraordinarioentalescircunstanciastendríaqueemplearmuchotiempo.Sinembargo,resolvíintentarlo,y,aquellamismatarde, Biddy empezó a cumplir nuestro convenio, comunicándome algunosconocimientosprocedentesdesupequeñocatálogodeprecios,bajoelepígrafedeAzúcaryprestándome,paraquelacopiaraencasa,unagran«D»detipoinglés que había imitado de la cabecera de algún periódico y que yo tomé,hastaqueellamehubodicholoqueera,poreldibujodeunahebilla.Comoeranatural,enelpueblohabíaunataberna,ytambiénsecomprendequeJoegustaradeirallídevezencuandoafumarunapipa.Mihermanamehabíamandadoconlamayorseveridadqueaquellatarde,alsalirdelaescuela,fueseabuscaramiamigoaLosTresAlegresBarquerosparahacerlevolveracasa,conamenazadecastigoencasodenocumplirestaorden.Porconsiguiente,dirigímispasoshaciaLosTresAlegresBarqueros.

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Allí había un bar, y en la pared inmediata a la puerta se veía una listaalarmante de nombres escritos con tiza y con algunas cantidades al lado decadauna,acercadecuyopagoyosentíabastantesdudas.Aquellalistasiempreestuvoallí,ajuzgarpormisrecuerdosmásremotos,yhabíacrecidobastantemásqueyo.Peroenlamismahabíatalcantidaddeyeso,quesindudalagenteaprovechabacuantasoportunidadespodíaparapagarconélynocondinero.Comoerasábadoporlatarde,encontréaldueño,quetristementecontemplabaaquellosapuntes,perocomomellevabaallíJoeynoeldeseodehablarconél,melimitéadarlelasbuenasnochesypaséalasalageneral,situadaalextremodel corredor, en donde ardía un buen fuego en la cocina. Encontré a Joefumando una pipa en compañía del señorWopsle y de un desconocido. Elprimero me saludó alegremente, y en el momento en que lo hacía,pronunciandominombre,eldesconocidovolviólacabezaymemiró.Eraunhombredeaspecto reservado,aquiennohabíavistonunca.Tenía lacabeza ladeada y uno de sus ojos estaba medio cerrado, como si siempreapuntaraaalgoconunfusilinvisible.Teníaunapipaenlaboca,ylaseparódesuslabiosdespidiendoalmismotiempoelhumo;luegomemirófijamenteyvolvió la cabeza como si quisiera saludarme. Yo le correspondí del mismomodo,y él repitió elmovimiento, haciendo sitio a su ladoparaquepudierasentarme.Pero como siempreque iba allí tenía la costumbrede sentarmealladodeJoe,ledije:—No,señor;muchasgracias.Y fui a colocarme en el lugar que me ofrecía Joe en el lado opuesto. Eldesconocido,despuésdemiraraJoeyviendoquenonosprestabaatención,volvió amover la cabeza,mirándome almismo tiempo, y luego se frotó lapiernadeunmodomuyraro,segúnamímepareció.—Decíausted-observóeldesconocidovolviéndoseaJoe-quesededicaalaprofesióndeherrero.—Esomismodije-replicóJoe.—¿Quéquiereustedbeber,señor…?Ignorocómosellamausted.Joeledijosunombre,yeldesconocidolellamóporél.—¿Quéquiereustedbeber,señorGargery?Yopago.Asíbrindaremos.— Pues mire usted - contestó Joe -. Si he de decirle la verdad, no tengocostumbredebeberacostadenadie.—Paseporquetengaustedesacostumbre-contestóeldesconocido-,peroporunavezpuedeprescindirdeella.Dígamesiquierebeber,señorGargery.—Enfin,noquierodesairarle-dijoJoe-.Ron.—Ron-repitióelextranjero-.¿Yestoscaballeros?—Rontambién-dijoelseñorWopsle.— ¡Tres copas de ron! - gritó el desconocido llamando al tabernero . ¡Enseguida!—Este caballero - observó Joe presentando al señorWopsle - es hombre a

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quienlegustaríaaustedoír.Esnuestrosacristán.—¡Ah! -dijoeldesconocido rápidamenteymirándomealmismo tiempo -.Delaiglesiasolitariasituadaenelmarjalyrodeadadetumbas,¿noesverdad?—Asíes-contestóJoe.Eldesconocidodiounsordogruñido,comosilodirigieraasupipa,yextendiólaspiernasenelbancoqueteníaparaélsolo.Llevabaunsombrerodeanchasalasydebajounpañueloquelerodeabalacabeza,demaneraquenoseleveíaelcabello.Mientrasmirabaalfuegomepareciódescubrirenélunaexpresiónastutayensurostrosedibujóunasonrisa.—Noconozcoestaregión,caballeros,peromeparecequehaciaelríodebedesermuysolitaria.—Comosuelensersiemprelosmarjales-dijoJoe.— Sin duda, sin duda. ¿Y ven ustedes por allí con frecuencia gitanos,vagabundosomendigos?—No-contestóJoe-.Tansólo,devezencuandounpenadofugitivo.Ynocreaustedqueselescogeconfacilidad.¿Noesverdad,señorWopsle?Éste, con majestuoso recuerdo de antiguas incomodidades, dio suasentimiento,perosinelmenorentusiasmo.—Parececomosi loshubiesenustedesperseguidoalgunavez -preguntóelextranjero.—Tansóloenunaocasión-contestóJoe-.Noporqueanosotrosnosimportecogerlos.Fuimoscomocuriosos.FuiyoymeacompañaronelseñorWopsleyPip.¿Noesverdad,Pip?—Sí,Joe.El desconocido volvió a mirarme, cerrando aún más su ojo, como si meapuntaraconinvisiblefusil,ydijo:—¿Ycómollamaustedaestemuchacho?—Pip-contestóJoe.—¿Lobautizaronconesenombre?—No,deningúnmodo.—¿Esunapodo?—No-dijoJoe-.Esunnombrefamiliarqueselediocuandoeramuyniño,yseguimosllamándoledeigualmodo.—¿Essuhijo?—Veráusted-dijoJoemeditabundo,noporquehubiesenecesidaddemeditartal respuesta, sino porque era costumbre en la taberna que se fingierareflexionarprofundamentetodocuantosediscutía-.No,noesmihijo.Noloes.—¿Sobrino?-preguntóeldesconocido.—Tampoco-dijoJoereflexionando,enapariencia,conlamismaintensidad.Comonoquieroengañarle,lediréquetampocoesmisobrino.—Entonces, ¿qué es? - preguntó el desconocido, con interés que amíme

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parecióinnecesario.En aquel momento intervino el señor Wopsle como perito acerca de lasrelaciones familiares, ya que tenía motivos profesionales para saberexactamente qué grados de parentesco femenino impedían contraermatrimonio.Así,expusoelquehabíaentreJoeyyo.Ycomohabíatendidolamanoparahablar,elseñorWopsleaprovechólaocasiónpararecitarunpasajeterribledeRicardoIIIyquedósatisfechodesímismoalañadir:—Segúndiceelpoeta.DeboobservaraquíquecuandoelseñorWopslesereferíaamí,considerabanecesariomecermeelcabelloymetérmeloenlosojos.Nopuedocomprenderporquélaspersonasdesuposiciónsocialquevisitabannuestracasahabíandesometermealmismoprocesoirritante,encircunstanciassemejantesalasqueacabodedescribir.Sinembargo,noquierodecirconesoqueenmiprimerajuventud fuese siempre, enel círculo familiary socialdemicasa,objetodetalesobservaciones,perosíafirmoquetodapersonadealgunarespetabilidadque allí llegaba tomaba tal camino oftálmico con objeto de demostrarme suprotección.Mientras tanto, el desconocido nomiraba a nadiemás que amí, y lo hacíacomosiestuvieseresueltoadispararmeuntiroyderribarme.PerodespuésdepreguntarporelparentescoquenosuníaamíyaJoenodijonadamáshastaque trajeron lascopasde ronydeagua.Entoncesdisparó,y sudisparo fue,ciertamente,extraordinario.No hizo ninguna observación verbal, sino que procedió en silencio, aunquedirigiéndoseamítansólo.Mezclóelronyelaguasindejardemirarme,yloprobósinquitarmelosojosdeencima.Perolonotableesquerevolvióelaguayellicorysellevólamezclaalabocanoconlacucharillaqueleofrecieron,sinoconunalima.Lo hizo de talmodo que nadiemás que yo vio la herramienta, y en cuantohuboterminadolalimpióyselaguardóenelbolsillodelchaleco.Reconocíinmediatamente la lima de Joe, y entonces reconocí también al penado.Mequedémirándole,sinsaberquéhacer,peroél,entonces,sereclinóensubancoy,sinfijarseenmíparanada,empezóahablarprincipalmentedecoles.Seexperimentabaunadeliciosasensacióndelimpiezaydetranquilidadantesdereanudarlavidacorrienteennuestropuebloyenlastardesdelsábado.EstoestimulabaaJoeapermanecerfueradecasalossábadoshastamediahoramásquedecostumbre.Ypasadosquefueronlamediahorayelaguaconron,Joeselevantóparamarcharseymecogiólamano.— Espere usted un momento, señor Gargery - dijo el desconocido -. Meparecetenerenmibolsillounchelínnuevoy,siesasí,selovoyaregalaralmuchacho.Rebuscóenunpuñadodemonedasdepocovalor,sacóelchelín,loenvolvióenunpapelarrugadoymeloentregó,diciendo:

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—Yaestuyo.Acuérdate.Paratisolo.Le di las gracias, mirándole con mayor intensidad de la que permitía lacortesía,y salí agarradoa lamanodeJoe.Dioaéste lasbuenasnoches,asícomotambiénalseñorWopsle,quesalióconnosotros,yamínomededicómás que una mirada con su ojo semicerrado; pero no, no fue una mirada,porque acabó de cerrarlo, y nadie puede imaginarse las maravillas deexpresiónquepuedendarseaunojoocultándoloporcompleto.Durantenuestrocaminohaciacasa,siyohubiese tenidohumordehablar, laconversación se habría convertido enmonólogo, porque el señorWopsle sedespidiódenosotrosalapuertadeLosTresAlegresBarqueros,yJoe,durantetodoelcamino,tuvolabocaabiertaparaqueelairehiciesedesaparecerdeellael olor del ron. Pero yo estaba tan asombrado de haber encontrado a miantiguoconocido,quenopodíapensarenotracosa.Mihermananoestabadedemasiadomalhumorcuandonospresentamosenlacocina,y Joe se sintió reanimadopor sudeseode referirleal regaloquemehabíanhechodeunchelínbrillanteynuevo.—Será falso - exclamó, resuelta, la señora Joe -. Si fuese bueno, no se lohabríadadoalmuchacho.Vamosaverlo.Yolodesenvolvídelpapel,yresultóserlegítimo.— Pero ¿qué es esto? - exclamó la señora Joe dejando caer el chelín ytomandoelpapelqueloenvolviera-.¿Dosbilletesdeunalibraesterlina?Enefecto,nomenosdedosbilletesdeunalibraesterlina,queparecíanhaberestadocirculandoportodoslosmercadosdeganadodelcondado.Joesepusoelsombrerootravezy,llevandolosbilletes,seencaminóaLosTresAlegresBarquerosparadevolverlosa supropietario.Mientrasestuvo fueramesentéenmitabureteacostumbrado,mirandoconasombroamihermanaysintiendolaconviccióndequeaquelhombreyanoestaríaallí.PocodespuésvolvióJoediciendoqueeldesconocidosehabíamarchado,peroqueél,Joe,dejórecadoenLosTresAlegresBarquerosreferentealosbilletes.Entoncesmihermanalosenvolvióenuntrozodepapelylospusobajounashojassecasderosa,enunateteradeadornoquehabíaenloaltodeunarmarioyen la salade lacasa.Yallípermanecierondurantemuchosdíasymuchasnoches,constituyendounapesadillaparamí.Interrumpiendomi sueño de sobremesa,me fui a la cama pensando en queaquelhombreextrañomeapuntabaconsufusilinvisibleytambiénquenoeranada agradable el estar secretamente relacionado o haber conspirado conpenados,detalledemisprimerostiemposquehabíaolvidadoya.Tambiénmeobsesionaba la lima, y temí que, cuando menos lo esperase, volvería aaparecérseme. Quise dormirme refugiándome en la idea de mi visita delmiércoles próximoa casade la señoritaHavisham,y enmi sueñovi que lalimasalíadeunapuertayseacercabaamísinquelaempuñasenadie,y,así,medespertédandoungritodemiedo.

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Capítulo11

EldíafijadovolvíacasadelaseñoritaHavishamyconalgúntemorllaméalapuerta, por la que aparecióEstella.Después de permitirme la entrada, cerrócomo el primer día y nuevamenteme condujo al corredor oscuro en dondedejaralabujía.Pareciónofijarseenmíhastaquetuvolavelaenlamano,yentonces,mirandoporencimadesuhombro,medijo:—Hayquevenirporaquí.Ymellevóaotrapartedesconocidadelacasa.El corredoreramuy largoyparecía rodear loscuatro ladosde la casa.Sóloatravesamosunladodeaquelcuadrado,yalfinalellasedetuvo,dejólavelaenelsueloyabriólapuerta.Allípodíaverlaluzdiurna,ymeencontréenunpatinilloenlosado,cuyoladoextremoloformabaunapequeñaviviendaquetalvez había pertenecido al gerente o al empleado principal de la abandonadafábricadecerveza.Enlaparedexteriordeaquellacasahabíaunreloj,y,comoeldelahabitacióndelaseñoritaHavishamytambiénasemejanzadeldeésta,sehabíaparadoalasnuevemenosveinte.Nosdirigimosa lapuertade lacasita,queestabaabierta,yentramosenunatétrica habitación de techomuybajo, situada en la planta baja y en la partetrasera.Enlaestanciahabíaalgunaspersonas,ycuandoEstellallegóhastaellamedijo:—Quédateaquíhastaquetellamen.Conestaspalabrasmeindicólaventana,yyomedirigíaellamirandoatravésdesuscristalesyenunasituacióndeánimomuydesagradable.La ventana daba a un rincón miserable del jardín abandonado, y se veíanalgunostallosdecolescasipodridosyunbojpodadomuchotiempoantes,enforma semejante a un pudding y que había echado un renuevo de diferentecolorenlapartesuperior,alterandolaformageneralycomosiaquellapartedel pudding se hubiese caído de la cacerola, quemándose. Ésta fue miimpresiónmientrasmirabaelboj.Lanocheanteriorhabíanevadounpoco,ylanievedesapareciócasiporcompleto,peronohabíaacabadodederretirseenla parte sombreadade aquel trozode jardín; el viento cogía los coposy losarrojabaalaventana,comosimeinvitaseareunirmeconellos.Comprendíquemillegadahabíainterrumpidolaconversaciónenlaestanciayque todos susocupantesmeestabanmirando.De lahabitaciónnopodíavermásqueelbrillodel fuegoquesereflejabaenuncristalde laventana,peromeenderecécuantomefueposible,persuadidodequeenaquellosmomentosestabasujetoaunainspecciónminuciosa.En la estancia había tres señoras y un caballero.Antes de cincominutos deestarjuntoalaventanatuvelaimpresióndequetodoselloseranfarsantesy

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aduladores, pero que cada uno de ellos fingía ignorar que sus compañerosmerecían tales nombres, porque, de haberlo advertido, al mismo tiempo sehabríancomprendidoenlosmismoscalificativos.Todos parecían esperar el buen placer de alguien, y la más locuaz de lasseñoras se esforzaba en hablar campanudamente con objeto de contener unbostezo.Aquellaseñora,llamadaCamila,merecordabamuchoamihermana,conladiferenciadequeteníamásaños,y,cosaqueobservéalmirarla,unasfacciones que denotaban una inteligenciamuchomás obtusa.Y en realidad,cuando la conocí mejor, comprendí que solamente por favor divino teníafacciones;taninexpresivoerasurostro.— ¡Pobrecillo! - dijo aquella señora de unmodo tan brusco como el demihermana-.Noesenemigodenadiemásquedesímismo.—Muchomejorseríaserenemigodeotro-observóelcaballero-,ytambiénmásnatural.—PrimoRaimundo-observóotraseñora-,hemosdeamaranuestroprójimo.—SaraPocket-replicóelprimoRaimundo-,siunhombrenoessupropioprójimo,¿quiénloserá?La señorita Pocket se echó a reír, y Camila la imitó, diciendo, mientrasconteníaunbostezo:—¡Vayaunaidea!Peromeprodujolaimpresióndequeatodoslesparecióunaideamagnífica.Laotraseñora,queaúnnohabíahablado,dijo,congravedadyconelmayorénfasis:—Esverdad.— ¡Pobrecillo! - continuó diciendoCamila,mientras yome daba cuenta deque no había cesado de observarme -. ¡Es tan extraño! ¿Puede creerse quecuandosemuriólaesposadeTom,élnopudieracomprender la importanciadequesushijosllevasenlutoriguroso?¡Diosmío!-medijo-,¿quéimporta,Camila,quevistanonodenegro,lospobrecillos?EsigualqueMateo.¡Vayaunaidea!—Eshombreinteligente-observóelprimoRaimundo-.NoquieraDiosquedejedereconocersuinteligencia,perojamástuvonitendráningúnsentidodelasconveniencias.—Ya sabenustedes -dijoCamila -quemeviobligadaamostrarme firme.Dije que, si los niños no llevaban luto riguroso, la familia quedaríadeshonrada.Selorepetídesdelahoradelalmuerzohastaladelacena,yasíme estropeé la digestión. Por fin él empezó a hablar con la violenciaacostumbraday,despuésdeproferiralgunaspalabrotas,medijoquehicieseloquemepareciera.¡GraciasaDios,siempreseráunconsueloparamíelpensarquesalíinmediatamente,apesardequediluviaba,ycomprétodolonecesario!—Éllopagó,¿noesverdad?-preguntóEstella.—Nadaimporta,miqueridaniña,averiguarquiénpagó-replicóCamila-.Yo

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lo compré todo. Y,muchas veces, cuandome despierto por las noches, mecomplacepensarenello.Elsonidodeunacampanadistante,combinadoconelecodeunallamadaodeungritoqueresonóenelcorredorporelcualyohabíapasado,interrumpióyfuecausadequeEstellamedijera:—Ahora,muchacho.Alvolverme, todosmemiraronconelmayordesdén,y cuando salíaoí queSaraPocketdecía:—Yameloparecía.Veremosquéocurreluego.YCamila,conacentoindignado,exclamaba:—¿Seviojamásuncaprichosemejante?¡Vayaunaidea!Mientras, alumbrados por la bujía, avanzábamos por el corredor, Estella sedetuvodeprontoy,mirandoalrededor,dijocontonoinsultanteyconsurostromuycercadelmío:—¿Quéhay?—Señorita…-contestéyo,apuntodecaermesobreellayconteniéndome.Ellasequedómirándomey,comoesnatural,yolamirétambién.—¿Soybonita?—Sí,creoqueesustedmuybonita.—¿Soyinsultante?—Notantocomolaúltimavez-contesté.—¿Notanto?—No.Aldirigirmelaúltimapreguntapareciópresadelamayorcóleraymegolpeóel rostro con tanta fuerza como le fue posible en elmomento en que yo lecontestaba.—¿Yahora?-preguntó-.¿Quépiensasdemíahora,monstruoasqueroso?—Noquierodecírselo.—Porquevasairarriba,¿noesasí?—No.Noesporeso.—Y¿porquénollorasotravez?—Porquenovolveréallorarporusted-dije.Lo cual, según creo, fue una declaración falsa, porque interiormente estaballorandoporellayséloqueséacercadeldolorqueluegomecostó.Subimos la escalera una vez hubo terminado este episodio, y mientras lohacíamosencontramosauncaballeroquebajaba.—¿Aquiéntenemosaquí?-preguntóelcaballero,inclinándoseparamirarme.—Aunmuchacho-dijoEstella.Eraunhombrecorpulento,muymoreno,dotadodeunacabezaenormeydeunamanoquecorrespondíaaltamañodeaquélla.Mecogiólabarbillaconsumanazaymehizolevantarlacabezaparamirarmealaluzdelabujía.Estabaprematuramente calvo en la parte superior de la cabeza y tenía las cejas

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negras,muypobladas, cuyospelos estabanerizados como losdeuncepillo.Los ojos estabanmuy hundidos en la cara y su expresión era aguda de unmodo desagradable, y recelosa. Llevaba una enorme cadena de reloj, y seadvertíaquehubiesetenidounaespesabarba,enelcasodequeselahubiesedejado crecer. Aquel hombre no representaba nada para mí, y no podíaadivinar que jamás pudiera importarme, y, así, aproveché la oportunidad deexaminarleamisanchas.—¿Esunmuchachodelavecindad?-preguntó.-Sí,señor-contesté.—¿Cómohasvenidoaquí?—LaseñoritaHavishammehamandadovenir-expliqué.— Perfectamente. Ten cuidado con lo que haces. Tengomucha experienciacon respecto a losmuchachos,ymeconstaque todos soisuna coleccióndetunos. Pero no importa - añadió mordiéndose un lado de su enorme dedoíndiceentantoquefruncíaelceñoalmirarme-,tencuidadoconloquehaces.Diciendoestaspalabrasmesoltó,cosaquemesatisfizo,porquelamanoleolíaajabóndetocador,ycontinuósucaminoescalerasabajo.Mepreguntésiseríamédico, aunque en seguida me contesté que no, porque, de haberlo sido,tendríaunosmodalesmásapaciblesypersuasivos.Peronotuvemuchotiempoparareflexionaracercadeello,porqueprontomeencontréenlahabitacióndelaseñoritaHavisham,endondetantoellamismacomotodolodemásestabaigual que la vez pasada. Estellame dejó junto a la puerta, y allí permanecíhastaquelaseñoritaHavishammedivisódesdelamesatocador.— ¿De manera que ya han pasado todos esos días? - dijo, sin mostrarsesorprendidaniasombrada.—Sí,señora.Hoyes…— ¡Cállate! - exclamó moviendo impaciente los dedos, según tenía porcostumbre-.Noquierosaberlo.¿Estásdispuestoajugar?Yo,algoconfuso,meviobligadoacontestar:—Meparecequeno,señora.—¿Nisiquieraotravezalosnaipes?-preguntó,conmiradainterrogadora.—Sí,señora.Puedojugaraeso,encasodequeustedlodesee.—Ya que esta casa te parece antigua y tétrica,muchacho - dijo la señoritaHavisham,conacentodeimpaciencia-,y,porconsiguiente,notienesganasdejugar,¿quierestrabajar,encambio?Pudecontestaraestapreguntaconmejoránimoquealaanterior,ymanifestéqueestabaporcompletodispuestoaello.— En tal caso, vete a esa habitación contigua - dijo señalando con sudescoloridamano lapuertaque estaba ami espalda - y esperahastaqueyovaya.Crucé el rellano de la escalera y entré en la habitación que me indicaba.Tambiénenaquellaestanciahabíasidoexcluidaporcompletolaluzdeldía,ysesentíaunoloropresivodeatmósferaenrarecida.Pocosmomentosantesse

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había encendido el fuego en la chimenea, húmeda y de moda antigua, yparecíamásdispuestoaextinguirsequeaarderalegremente;elhumopertinazqueflotabaenlaestanciaparecíamásfríoqueelaireclaro,asemejanzadelaniebla de nuestrosmarjales. Algunos severos candelabros, situados sobre laaltachimenea,alumbrabandébilmente lahabitación,aunquehabríasidomásexpresivo decir que alteraban ligeramente la oscuridad. La estancia eraespaciosa,ymeatrevoaafirmarqueenuntiempodebiódeserhermosa,pero,alasazón,todocuantosepodíadistinguirenellaestabacubiertodepolvoymohoosecaíaapedazos.Lomásnotableenlahabitacióneraunalargamesacubiertaconunmantel,comosisehubiesepreparadounfestínenelmomentoen que la casa entera y también los relojes se detuvieron a un tiempo. Enmediodelmantelseveíauncentrodemesa tanabundantementecubiertodetelarañasquesuformaquedabaocultaporcompleto;ymientrasyomirabalamasaamarillentaquelorodeabayentrelaqueparecíahabernacidocomounhongoenormeynegro,observéquevariasarañasdecuerpoypatasmoteadosiban a refugiarse allí, como si fuera su casa, o bien salían como si algunacircunstanciade lamayor importanciapúblicahubiesecirculadoporentre lacomunidaddelasarañas.Tambiénoílosratonesquehacíanruidopordetrásdelasplanchasdemaderade los arrimaderos, como si lamisma noticia hubiese despertado su interés.Pero las cucarachas no se dieron cuenta de la agitación y se agrupaban entornodelhogarconmovimientospausados,comosifuesencortasdevistaydeoídodébilynosehallasenenbuenasrelacionesdeamistadunasconotras.Aquellos seres que se arrastraban solicitaron mi atención, y mientras losobservabaadistancia,laseñoritaHavishamposóunamanosobremihombro.Enlaotramanollevabaunbastóndepuñosemejantealdeunamuleta,enelqueseapoyabaparaandar,demaneraquelabuenaseñoraparecíalabrujadeaquellugar.—Ahí-dijoseñalandolalargamesaconelbastón-esdondemepondránencuantohayamuerto.Entoncesvendrántodosaverme.Convagaaprensióndequefueseatendersesobrelamesaysemurieraenelacto,convirtiéndoseasíenlarepresentaciónrealdelafiguradeceraquevienlaferia,yomeencogíalsentirsucontacto.— ¿Qué crees que es eso - preguntó señalándolo con su bastón - que hancubiertolastelarañas?—Nopuedoadivinarlo,señora.—Puesunpastelenorme.Unpasteldeboda.¡Elmío!Miróalrededorconojospenetrantes,yluego,apoyándoseenmí,mientrassumanomeretorcíaelhombro,añadió:—¡Vamos!¡Vamos!¡Paséame,paséame!PorestaspalabrascomprendíquemitrabajoconsistiríaenpasearalaseñoritaHavishamen tornode laestancia repetidasveces.Deacuerdoconesta idea,echéaandarenelacto,yellaseapoyóenmihombro,yandábamosaunpaso

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quepodríahabersidolaimitación(fundadaenelprimerimpulsoquesentíenaquellacasa)delcarruajedelseñorPumblechook.Ellanoerafísicamentefuerte,ydespuésdeunosmomentosmedijo:—¡Másdespacio!Sinembargo,proseguimosaunavelocidadbastantemásqueregular,y,llenade impacienciayamedidaqueandaba, retorcía lamanosobremihombroymovía la boca, dándome a entender que íbamos aprisa porque suspensamientoserantambiénapresurados.Alospocosmomentosdijo:—¡LlamaaEstella!Paraobedecersalíalrellanoypronunciéagritoselnombredelajoven,comolo hiciera en otra ocasión.Cuando apareció su bujíame volví al lado de laseñoritaHavisham,ydenuevoechamosaandarentornodelamesa.SisolamenteEstellahubiesesidolaúnicatestigodenuestroentretenimiento,eso ya habría sido bastante desagradable para mí; pero como apareció encompañíadelastresseñorasydelcaballeroaquienesvieraabajo,mequedésin saber qué hacer. Por cortesía habría querido pararme, pero la señoritaHavisham me retorció el hombro y seguimos adelante, en tanto que yo,avergonzado,mefigurabaqueelloscreeríanqueelpaseoeraobramía.— ¡Querida señorita Havisham! - dijo la señora Sara Pocket -. ¡Qué buenaspectotieneusted!— No es verdad - replicó la señorita Havisham -. Estoy amarillenta y mequedoenlapielyenloshuesos.El rostrodeCamilaexpresó lamayorsatisfacciónaladvertirque laseñoritaPocketeraacogidaconaqueldesaire;yasí,contemplandollenadecompasión,alaseñoritaHavisham,murmuró:—¡Pobrecilla!¡Quéhadeestarbienlainfeliz!¡Vayaunaidea!—¿Yusted,cómoestá?-preguntólaseñoritaHavishamaCamila.Como estábamos entoncesmuy cerca de ella, yo habría querido detenerme,por ser cosa muy natural, pero la señorita Havisham no quiso en maneraalguna.Seguimos,pues,adelante,locual,segúnadvertí,fuemuydesagradableparaCamila.—Muchasgracias,señoritaHavisham-contestó-.Estoytanbiencomopuedeesperarse.—¿Yquéquiereusted?-preguntó laseñoritaHavisham,conextraordinariasequedad.—Nadadignodemencionarse siquiera - replicóCamila -.Noquierohacerahora ostentación de mis sentimientos, pero por las noches he pensado enustedmuchomásdeloquepodríacreerse.—Puesentoncesnopienseenmí-replicólaseñoritaHavisham.— Eso se dice con mucha facilidad - observó Camila cariñosamente,conteniendoun sollozo,mientras le temblaba el labio superiory susojos sellenabandelágrimas.Raimundoestestigodeljengibreydelassalesvolátiles

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quemeveoobligada a tomarpor lanoche.Raimundoconoce los tembloresnerviosos que tengo en las piernas. Sin embargo, ni las sofocaciones ni lostembloresnerviosossoncosanuevaparamícuandopiensoconansiedadenlaspersonas que amo. Si pudiera ser menos afectuosa y sensible, gozaría demejoresdigestionesymisnervios seríandeacero.Ymegustaríamuchoserasí.Peronopensarenustedporlasnoches…¡Vayaunaidea!Ydichasestaspalabras,empezóaderramarlágrimas.ElRaimundoaludidoresultóserelcaballeroqueestabapresentey,segúnmeenteré,sellamabaseñorCamila.Enaquelmomentoacudióenauxiliodeella,diciendo:—Camila, queridamía, es cosa conocidaque tus sentimientos familiares teestán quitando gradualmente la salud, hasta el extremo de que una de tuspiernasesyamáscortaquelaotra.—Nosabía-observólagraveseñora,cuyavoznohabíaoídomásqueenunaocasión-quepensarenunapersonaseamotivodeagradecimientoparaella,queridamía.La señorita Sara Pocket, quien, según vi entonces, era una mujer anciana,arrugada, morena y seca, con un rostro pequeño que podría haber estadoformadoporcáscarasdenuezyqueteníaunabocamuygrande,comoladeungatosinbigotes,apoyólaobservacióndiciendo:—Enverdadqueno,querida.¡Hem!—Elpensarescosabastantefácil-dijolagravedama.—Nohaycosamásfácil-corroborólaseñoritaSaraPocket.— ¡Sí, es verdad! - exclamó Camila, cuyos sentimientos en fermentaciónparecíansubirdesdesuspiernashastasupecho-.Esverdad.Esunadebilidadser tanafectuosa,peronopuedo remediarlo.Siyo fuesedeotramanera,nohaydudadequemisaludseríamuchomejor;pero,aunquemefueseposible,nomegustacambiarmidisposición.Esoesmotivodemuchossufrimientos,perocuandomedespiertoporlasnochesesunconsuelosaberquesoyasí.Yaquíhubounanuevaexplosióndesussentimientos.Mientrastanto,laseñoritaHavishamyyononoshabíamosdetenido,sinoquecontinuábamosdandovueltasymásvueltaspor laestancia,aveces rozandolasfaldasdelasvisitasyotrasseparadosdeellascuantonospermitíalatristehabitación.— Aquí está Mateo - dijo Camila -. Jamás ha intervenido en ningún lazofamiliarnaturalynuncavieneavisitaralaseñoritaHavisham.Muchasvecesme he tendido en el sofá después de cortar las cintas del corsé, y allí hepermanecido horas enteras, insensible, con la cabeza ladeada, el peinadodeshechoylospiesnosédónde…—Muchomásaltosquetucabeza,amormío-dijoelseñorCamila.—Yentalestadohepasadohorasyhoras,acausadelaconductaextrañaeinexplicabledeMateo,y,sinembargo,nadiemehadadolasgracias.

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—Enverdadquenosemehabríaocurridonuncahacerlo-observólagravedama.—Yaves, queridamía - añadió la señoritaSaraPocket,mujer suaveymalintencionada-;loquedebíaspreguntarteesquiénibaaagradecértelo.—Sinesperarelagradecimientodenadienicosaparecida-continuóCamila-, he permanecido en tal estado horas y horas, yRaimundo es testigo de lassofocacionesquehesufrido,delaineficaciadeljengibreytambiéndequemehanoídomuchasvecesdesde lacasadelafinadordepianosquehayalotroladodelacalle,ylospobresniñossefiguraron,equivocadamente,queoíanaciertadistanciaunaspalomasarrullándose.Yqueahoramedigan…EntoncesCamila se llevó lamano a la garganta y empezó a formar nuevascombinacionesenella.CuandosemencionóaaquelmismoMateo, laseñoritaHavishamsedetuvo,meobligóahacerlopropioysequedómirandoalaquehablaba.Talcambiotuvo por efecto terminar instantáneamente las combinaciones de la señoraCamila.—Mateovendráymeveráporfin-dijosuavementelaseñoritaHavisham-cuandoestétendidaenestamesa.Éseserásusitio-añadiógolpeandolamesaconsubastón-,juntoamicabeza.Eldeustedseráéste,yéseeldesuesposo.SaraPocketestaráahí.Ahorayasabentodosustedesdóndehandecolocarsecuandovenganafestejarmimuerte.Yapuedenmarcharse.Almencionar el nombrede cadaunogolpeaba lamesa endistintos lugares.Luegosevolvióhaciamíymedijo:—¡Paséame,paséame!Yreanudamoselpaseo.— Supongo que no se puede hacer otra cosa - observó Camila - más queobedecerymarcharnos.Yaesbastantehaberpodidocontemplar,aunqueportan poco tiempo, a la persona que es objeto del amor y del deber de una.Cuando me despierte, por las noches, podré pensar con melancólicasatisfacciónenestavisita.MegustaríaqueMateopudiesetenertalconsuelo,peroseburladeeso.Estoydecididaanohacergalademissentimientos,peroesmuydurooírse decir queunadesea festejar lamuerte deunpariente… ,comosiunafueseungigante…,yluegoqueleordenenmarcharse.¡Vayaunaidea!ElseñorCamilaseinterpusomientraslaseñoraCamilasellevabalamanoaljadeantepecho,ylabuenaseñoraasumióunafortalezatanpoconaturalque,según presumí, expresaba la intención de desplomarse sofocada en cuantoestuviese fuera de la estancia, y, después de besar la mano de la señoritaHavisham, salió acompañada de su esposo. Sara Pocket y Georgianacontendieronparaverquiénseríalaúltimaenquedarse,perolaprimerateníademasiadaastuciaparadejarsederrotaryempezóadarvueltas,deslizándoseentornodeGeorgianacontantahabilidadqueéstanotuvomásremedioque

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precederla. Entonces Sara Pocket aprovechó los instantes para dirigirse a laseñoritaHavishamydecirle:—¡Dioslabendiga,queridamía!Ydespuésdesonreír,comoapiadándosedeladebilidaddelosdemás,salióasuvez.MientrasEstellaestuvoausenteparaalumbraryacompañaralosquesalían,laseñoritaHavishamsiguióandandoconlamanoapoyadaenmihombro,perocada vez lo hacía con mayor lentitud. Por fin se detuvo ante el fuego y,despuésdemirarloporespaciodealgunossegundos,dijo:—Hoyesmicumpleaños,Pip.Medisponíaadesearlemuchasfelicidades,cuandoellalevantósubastón.—Noquieroquesehabledeeso.Noquieroqueningunodelosqueestabanaquí,niotrapersonacualquiera,mehabledeello.Todosvienenenestedía,peronoseatrevenahacerningunaalusión.Como es consiguiente, no hice ya ningún otro esfuerzo para referirme a sucumpleaños.— En este mismo día del año, mucho tiempo antes de que nacieras, estemontón de cosas marchitas y destruidas - dijo señalando con su bastón elmontóndetelarañasdelamesa,perosintocarlas-fuerontraídasaquí.Ellasyyo hemos envejecido juntas. Los ratones las han roído, y otros dientesmásagudosquelosdelosratonesmehanroídoamí.Sostenía el puño de su bastón señalando a su corazón, mientras miraba lamesa. Y tanto ella como su traje, que fue blanco, pero que aparecíaamarillento;elmantel,tambiéndealbablancuraenotrotiempo,peroqueteníaahorauntonoahuesado,ytodaslasdemáscosasquehabíaalrededor,parecíacomosidebierandesplomarsealsufrirelmáspequeñocontacto.— Cuando la ruina sea completa - dijo con mirada agonizante -, meextenderán,yamuertayvestidaconmitrajenupcial,sobrelamesadelaboda;esto constituirá la maldición final contra él… , ¡y ojalá ocurriese en estemismodía!Sequedómirando lamesa,cualsicontemplara,extendidoenella,supropiocuerpo.Yopermanecíinmóvil.Estellaregresóytambiénseestuvoquieta.Meparecióque los tres continuamosasípormucho tiempo,y tuveel alarmantetemordeque en lapesada atmósferade la estanciay entre las tinieblasquereinaban en los más remotos rincones, Estella y yo empezásemos amarchitarnos.Por fin, recobrándose de su ensimismamiento, no de unmodo gradual, sinoinstantáneamente,laseñoritaHavishamdijo:—Quierovercómojugáisalosnaipes.¿Porquénohabéisempezadoya?Volvimosasuhabitaciónyyomesentécomolaotravez.Perdídenuevo,ytambién, comoen lapasadaocasión, la señoritaHavishamnonosperdiódevista. Igualmenteme llamó la atención acerca de la belleza deEstella yme

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obligóafijarmemásenella,probandoelefectoquehacíansusjoyassobreelpechoysobreelcabellodelajoven.Ésta,porsuparte,tambiénmetratócomolavezpasada;conlaexcepcióndequenoquisocondescenderahablar.Cuandohubimosjugadomediadocenadepartidassefijóeldíademipróximavisita,fuillevadoalpatioparadarmedecomer,comosifueseunperro,ytambiénsemedejóqueanduviesedeunladoaotro,segúnmepareciesemejor.Nadaimportaparamiobjetoqueunapuertaquehabíaenlapareddeljardínypor la queme subí el primer día paramirar al otro lado estuviera aquel díaabiertaocerrada.Bastadecirquenolavisiquierayqueahoraladescubrí.Ycomo estaba abierta y yo sabía que Estella había acompañado a las visitashastalacalle-porquevolvióllevandolasllavesenlamano-,meaventuréaentrareneljardínylorecorríporentero.Eracompletamentesilvestreydiviséalgunas cáscaras de melón y de pepinos que parecían, en su estado dedesecación, haber fructificado espontáneamente, aunque sin vigor, paraproducir débiles tentativas de viejos sombreros y de botas, con algunosrenuevos,devezencuando,enformadecacharrosestropeados.Cuandohuberecorridoeljardínyelinvernadero,enelquenohabíaotracosaqueunaparrapodridaycaídaalsueloyalgunasbotellas,meencontréenelmismo triste rincón que divisara a través de la ventana. Sin dudar por unmomentodeque lacasaestabadesocupada,miréal interior,a travésdeotraventana,y,con lamayorsorpresa,mevicambiandounamiradadeasombrocon un joven caballero, muy pálido, con los párpados enrojecidos y loscabellosmuyclaros.Eljovencaballeropálidodesapareciómuypronto,parareapareceramilado.Sindudaalguna,cuandoloviporprimeravezestabaocupadoensus libros,porqueencuantoestuvoamiladopudeobservarquellevabaalgunasmanchasdetinta.—¡Hola,muchacho!-exclamó.Como «hola» es una expresión general que, según pude advertir, se solíacontestarconotraigual,exclamé,amivez:—¡Hola!Aunque,cortésmente,suprimí lapalabra«muchacho».-¿Quiéntehadejadoentrar?-preguntó.—LaseñoritaEstella.—¿Quiéntehadadopermisopararondarporaquí?—LaseñoritaEstella.—Venalucharconmigo-dijoeljovenypálidocaballero.¿Qué podía hacer yo sino obedecer?Muchas vecesme he formulado luegoestapregunta,pero¿quépodíahaberhecho?Suordenfuetanimperiosayyoestabatanextrañado,queleseguíadondemellevó,comohechizado.—Espera un poco - dijo volviéndose haciamí, antes de alejarnos -; he de

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darteunmotivoparapelear.¡Aquílotienes!De un modo irritante palmoteó, levantó una pierna hacia atrás, me tiró delcabello, palmoteó de nuevo, bajó la cabeza y me dio un cabezazo en elestómago.Esta conducta, dignade unbuey, ademásde ser una libertad que se tomabaconmigo,resultabaespecialmentedesagradabledespuésdehabercomidopanycarne.Porconsiguiente,lediungolpe,ymedisponíaarepetirlo,cuandoéldijo:—¡Caramba!¿Demaneraqueyaestásdispuesto?Yempezóadanzardeatrásadelantedeunmodoqueresultabaextraordinarioparamiexperienciamuylimitada.— ¡Leyes de la lucha! - dijo mientras dejaba de apoyarse en su piernaizquierdaparahacerlosobreladerecha-.Antetodo,lasreglas.-Yaldecirlocambiódepostura-.Venalterrenoyobservalospreliminares.Entoncessaltóhaciaatrásyhaciadelanteehizotodasuertedecosasmientrasyolemirabaaturdido.En secreto, le tuve miedo cuando le vi tan diestro; pero estaba moral yfísicamenteconvencidodequesucabeza,cubiertadecabellodecolorclaro,no tenía nadaquehacer junto ami estómagoyqueme cabía el derechodeconsiderarlo impertinente por habérseme presentado de tal modo. Porconsiguiente,leseguí,sindecirpalabra,aunrincónlejanodeljardín,formadoporlaunióndedosparedesyocultoporalgunosescombros.Me preguntó entonces si me gustaba el lugar, y como yo le contestaseafirmativamente, me pidió permiso para ausentarse por espacio de unosinstantes.Prontovolvióconunabotelladeaguayunaesponjaempapadaenvinagre.—Esútilparaambosdijo,dejándolotodojuntoalapared.Entoncesempezóaquitarseropa,nosolamentelachaquetayelchaleco,sinotambiénlacamisa,deunmodoanimoso,prácticoycomosiestuviesesedientodesangre.Aunque no parecíamuy vigoroso, pues tenía el rostro lleno de barros y ungrano junto a la boca, he de confesar que me asustaron aquellos temiblespreparativos.Mepareció quemi contendiente sería demi propia edad, peroeramuchomás alto y tenía unmodo demoverse que le hacía parecermástemible.Encuantoalodemás,eraunjovencaballeroquevestíauntrajegris(antes de quitárselo para la lucha) y cuyos codos, rodillas, puños y piesestabanmuchomásdesarrolladosdeloquecorrespondíaasuedad.Mefaltóelánimocuandolevicuadrarseantemícontodaslasdemostracionesde precisión mecánica y observando al mismo tiempo mi anatomía cual sieligiera ya el huesomás apropiado. Por eso no sentí nunca enmi vida unasorpresatangrandecomolaqueexperimentédespuésdedarleelprimergolpeyverletendidodeespaldas,mirándomeconlanarizensangrentadayelrostro

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excesivamenteescorzado.Pero se puso en pie en el acto y, después de limpiarse con la esponjamuydiestramente,sepusoenguardiaotravez.Ylasegundasorpresaenormequetuveenmividafueelverleotraveztendidodeespaldasymirándomeconunojoamoratado.Sentíelmayorrespetoporsuvalor.Meparecióqueno teníafuerza,puesnisiquieraunavezmepegócondureza,yél,encambio,siemprecaíaderribadoalsuelo;peroseponíaenpie inmediatamente, limpiándosecon laesponjaobebiendo agua de la botella y auxiliándose a símismo según las reglas delarte.Yluegoveníacontramíconunaexpresióntalquehabríapodidohacermecreer que, finalmente, iba a acabar conmigo. Salió del lance bastanteacardenalado, pues lamento recordar que cuanto más le pegaba, con másdurezalohacía;peroseponíaenpieunayotravez,hastaqueporfindiounamala caída, pues se golpeó contra la parte posterior de la cabeza. Pero, aundespués de esta crisis en nuestro asunto, se levantó y confusamente dioalgunasvueltasentornodesímismo,sinsaberdóndeestabayo;finalmentesedirigióderodillashacialaesponja,almismotiempoquedecía,jadeante:—Esosignificaquehasganado.Parecía tan valiente e inocente, que aun cuando yo no propuse la lucha, nosentíunasatisfacciónmuygrandepormivictoria.En realidad, llegoacreerquemientrasmevestíameconsideréunaespeciedelobouotrafierasalvaje.Mevestí,pues,ydevezencuandolimpiabamicruelrostro,ypregunté:—¿Puedoayudarle?—No,gracias-mecontestó.—Buenastardes-dijeentonces.—Igualmente-replicó.Cuando entré en el patio encontré aEstella queme esperaba con las llaves;peronomepreguntódóndeestuveniporquélahabíahechoesperar.Surostroestabaarrebolado,comosihubieseocurridoalgoquelecausaraextraordinariasatisfacción.Envezdeirdirectamentehacialapuerta,volvióameterseenelcorredorymehizoseñasllamándome.—¡Ven!Puedesbesarmesiquieres.Lebesélamejillaquemeofrecía.Creoque,enotraocasión,habríasidocapazdecualquiercosaparapoderbesarlelamejilla;perocomprendíqueaquelbesofue concedido a un muchacho ordinario, como pudiera haberme dado unamoneda,yque,enrealidad,noteníaningúnvalor.AcausadelasvisitasquerecibiólaseñoritaHavishamporsersucumpleaños,tal vez también por haber jugado a los naipesmás que otras veces o quizádebido ami pelea, el caso es quemi visita fuemuchomás larga, y cuandolleguéalascercaníasdemicasa,laluzqueindicabalaexistenciadelbancodearena,más allá de losmarjales, brillaba sobre el fondo de negro cielo y lafraguadeJoedibujabaunafranjadefuegoatravésdelcamino.

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Capítulo12

Me intranquilizó mucho el caso del joven caballero pálido. Cuanto másrecordabalapeleaymentalmentevolvíaaveramiantagonistaenelsuelo,enlas varias fases de la lucha,mayor era la certidumbre que sentía de quemeharíanalgo.Sentíaquelasangredeljovenypálidocaballerohabíacaídosobremicabeza,ymedecíaquelaleytomaríavenganzademí.Sintenerideaclaradecuáleseranlaspenalidadesenquehabíaincurrido,paramíeraevidentequelosmuchachosdelaaldeanopodríanrecorrerlacomarcaparairasaquearlascasasdelagenteyacometeralosjóvenesestudiososdeInglaterra,sinquedarexpuestosaseveroscastigos.Durantevariosdíasprocurénoalejarmemuchodemicasa,yantesdesalirparacualquiermandadomirabaa lapuertade lacocinaconlamayorprecauciónyhastaconciertotemblor,temiendoquelosoficialesdelacárceldelcondadovinieranacaersobremí.Lanarizdelpálidoy joven caballeromehabíamanchado los pantalones, y en elmisterio de lanochetratédeborraraquellapruebademicrimen.Alchocarcontralosdientesdemiantagonistameherílospuños,yretorcímiimaginaciónenunmillardecallejonessinsalida,mientrasbuscabaincreíblesexplicacionesparajustificaraquellacircunstanciacondenatoriacuandomecurasenantelosjueces.Cuando llegó el día de mi visita a la escena de mi violencia, mis terroresllegaron a su colmo. ¿Y si algunos agentes, esbirros de la justicia,especialmente enviados desde Londres, estaban emboscados detrás de lapuerta?¿YsilaseñoritaHavisham,deseosadetomarvenganzapersonaldeunultrajecometidoensucasa,sepusieraenpie,llevandoaqueltrajesepulcral,y,apuntándome con una pistola,memataba de un tiro? ¿Quién sabe si ciertonúmerodemuchachos sobornados—unanumerosabandademercenarios—sehabríancomprometidoaesperarmeenlafábricadecervezaparacaersobremíymatarmeapuñetazos?Peroteníatantaconfianzaenlalealtaddeljovenypálido caballero, que nunca le creí autor o inspirador de tales desquites, loscualessiempresepresentabanami imaginacióncomoobradesusparientes,incitados por el estado de su rostro y por la indignación que había deproducirlesvertanmalparadoslosrasgosfamiliares.Sinembargo,no teníamásremedioque iracasade laseñoritaHavisham,yalláme fui. Pero, pormaravilloso que parezca, nada oí acerca de la últimalucha.Nosehizolamáspequeñaalusiónaella,nitampocopudedescubrirenlacasaalpálidoyjovencaballero.Encontrélamismapuertaabierta,exploréeljardínyhastamiréatravésdelasventanasdelacasa,peronopudevernadaporque los postigos estaban cerrados y por dentro parecía estar deshabitada.Tan sólo en el rincón en que tuvo lugar la pelea descubrí huellas del jovencaballero.Enel suelohabía algunasmanchasde su sangre, y lasoculté con

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barroparaquenopudieseverlasnadie.Enelrellano,muygrande,quehabíaentrelaestanciadelaseñoritaHavishamylaotraenqueestabalagranmesaviunasilladejardín,provistaderuedas,yque otra persona podía empujar por el respaldo. Había sido colocada allí apartir demi última visita, y aquelmismo día uno demis deberes fue el depasearalaseñoritaHavishamenaquellasilladeruedas,esoencuantosehubocansado de andar, apoyada en su bastón y en mi hombro, por su propiaestanciayporlainmediataenquehabíalamesa.Hacíamosunayotravezesterecorrido, que a veces llegaba a durar hasta tres horas sin parar.Insensiblemente menciono ya esos paseos como muy numerosos, porquepronto se convinoqueyo iría a casade la señoritaHavisham todos losdíasalternados, al mediodía, para dedicarme a dicho menester, y ahora puedocalcularqueasítranscurrierondeochoadiezmeses.Cuandoempezamosaacostumbrarnosmásunoaotro, la señoritaHavishamhablabamásconmigoymedirigíapreguntasacercadeloquehabíaaprendidoyloquemeproponíaser.LedijequemefigurabaseríapuestodeaprendizconJoe;además,insistíenquenosabíanadayquemegustaríasaberlotodo,conlaesperanzadequepudieraofrecermesuayudaparaalcanzartandeseadofin.Peronohizonadadeeso,sinoque,porelcontrario,parecióquepreferíafueseunignorante.Nisiquieramedioalgúndinerouotracosamásquemicomidadiaria,ytampocoseestipulóqueyodebieraserpagadopormisservicios.Estella andaba de un lado a otro y siempre me abría la puerta y meacompañabaparasalir,peronuncamásmedijoquelabesara.Algunasvecesmetolerabamuyfríamente;otrassemostrabacondescendienteofamiliar,yenalgunasmedecíaconlamayorenergíaquemeodiaba.LaseñoritaHavishammepreguntabaenvozmuybajaocuandoestábamossolos:—¿Noteparecequecadadíaesmásbonita,Pip?Ycuandolecontestabaquesí,porque,enrealidad,asíera,parecíagozarconmirespuesta.Tambiéncuandojugábamosalosnaipes,laseñoritaHavishamnosobservaba,contemplandoentusiasmadalosactosdeEstella,cualesquieraquefuesen.Yaveces, cuando su humor era tan vario y contradictorio que yo no sabía quéhacer ni qué decir, la señorita Havisham la abrazaba con el mayor cariño,murmurando algo a su oído que se parecía a: «¡Destroza sus corazones,orgulloyesperanzamía!¡Destrozasuscorazonesynotengascompasión!»Joesolíacantarunacanciónenlafragua,cuyoestribilloera«OldClem».Noera,desdeluego,unmodoceremoniosodeprestarhomenajeaunsantopatrón;pero me figuro que Old Clem sostenía esta especie de relaciones con losherreros. Era una canción que daba el compás para golpear el hierro y unaexcusalíricaparalaintroduccióndelrespetadonombredeOldClem.Así,paraindicareltiempoalosherrerosquerodeabanelyunquecantaba:

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¡OldClem!Dale,dale,dalefuerte.¡OldClem!Elmartilloqueresuene.¡OldClem!Dalealfuelle,dalealfuelle.¡OldClem!Comounleónrujaelfuego.¡OldClem!

Un día, pocos después de la aparición de la silla con ruedas, la señoritaHavishammedijodepronto,moviendoimpacientelosdedos:—¡Vamos,canta!Yomesorprendíalobservarqueentonabaestacanciónmientrasempujabalasillaconruedasporlaestancia.Yocurrióquefuetandesugusto,queempezóacantarlaasuvezyenvoztanbajacomosilaentonaraensueños.Apartirdeaquelmomento fue ya costumbre nuestra el cantarlamientras íbamos de unladoaotro,ymuchasvecesEstellaseuníaanosotros,masnuestrasvoceserantanquedas,aunquecantábamoslostresacoro,queenlaviejacasahacíamosmuchomenosruidoqueelproducidoporunpequeñosoplodeaire.¿Quéhabíadeserdemíconsemejanteambiente?¿Cómopodíamicarácterdejardeexperimentarsuinfluencia?¿Esdeextrañarquemisideasestuviesendeslumbradas,comoloestabanmisojoscuandosalíaalaluznaturaldesdelanieblaamarillentaquereinabaenaquellasestancias?TalvezhabríadadocuentaaJoedeljovenypálidocaballerosinomehubiesevistoobligadopreviamenteacontar lasmentirasqueyaconoceel lector.Enlascircunstanciasenquemehallaba,medijequeJoenopodríaconsideraraljoven pálido comopasajero apropiado parameterlo en el coche tapizado deterciopelo negro; por consiguiente, no dije nada de él.Además era cada díamayorlarepugnanciaquemeinspirabalaposibilidaddequesehablasedelaseñoritaHavishamydeEstella,sensaciónqueyatuveelprimerdía.NoteníaconfianzacompletaennadiemásqueenBiddy,yporesoaella se lo referítodo.Por quémepareciónatural obrar así y por quéBiddy sentía elmayorinterésencuantolereferíaconcosasquenocomprendíentonces,aunquemeparece comprenderlas ahora. Mientras tanto, en la cocina de mi casa secelebraban consejos que agravaban de un modo insoportable la exaltadasituacióndemiánimo.ElestúpidodePumblechooksolíairporlasnochesconel único objeto de discutir con mi hermana acerca de mis esperanzas, y,realmente,creo,yenlahorapresenteconmenoscontricióndelaquedeberíasentir,quesimismanoshubieranpodidoquitaruntornillodelaruedadesucarruaje, lohabríanhecho sinduda alguna.Aquel hombremiserable era tan

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estúpidoquenopodíadiscutirmisesperanzassintenermedelantedeél,comosifueseparaoperarenmicuerpo,ysolíasacarmedeltabureteenqueestabasentado, agarrándome casi siempre por el cuello y poniéndome delante delfuego,comosituvieraqueserasado.Entoncesempezabadiciendo:— Ahora ya tenemos aquí al muchacho. Aquí está este muchacho que túcriaste «amano».Levanta la cabeza,muchacho, y procura sentir siempre lamayor gratitud por los que tal hicieron contigo. Ahora hablemos de estemuchacho.Dichoesto,memesabaelcabelloacontrapelo,cosaque,segúnyahedicho,consideré siemprequenadie tenía el derechodehacer, yme situaba ante élagarrándole la manga. Aquél era un espectáculo tan imbécil que solamentepodíaigualarsupropiaimbecilidad.Entonces, él y mi hermana empezaban a decir una sarta de tonterías conrespectoalaseñoritaHavishamyacercadeloqueellaharíapormí.Aloírlessentía ganas de echarme a llorar y de arrojarme contra Pumblechook yaporrearlecontodamialma.Entalesdiálogos,mihermanamehablabacomosi,moralmente,mearrancaraundienteacadareferenciaquehacíademí;entantoquePumblechook,quesehabíaconstituidoasímismoenmiprotector,permanecíasentadoyobservándomeconciertodesdén,cualarquitectodemifortunaqueseviesecomprometidoarealizaruntrabajonadaremunerador.Joe no tomaba ninguna parte en tales discusiones, aunquemuchas veces lehablabanmientrasocurríanaquellasescenas,solamenteporquelaseñoraJoesedabacuentadequenolegustabaquemealejarandelafragua.Yoentoncesya tenía edad más que suficiente para entrar de aprendiz al lado de Joe; ycuandoéstesehabíasentadojuntoalfuego,conelhierrodeatizarlasbrasassobrelasrodillas,obienseocupabaenlimpiarlarejadeceniza,mihermanainterpretaba tan inocente pasatiempo como una contradicción a sus ideas, yentoncessearrojabasobreél,lequitabaelhierrodelasmanosyledabaunparde sacudidas. Pero había otro final irritante en todos aquellos debates. Deprontoysinquenadalojustificase,mihermanainterrumpíaconunbostezoy,echándome la vista encima como si fuese por casualidad, se dirigía a mífuriosaexclamando:—Anda, ya estamos cansados de verte.Vete a la cama en seguida.Ya hasmolestadobastanteporestanoche.Comosiyolespidieraporfavorquesededicaranahacermelavidaimposible.Así pasamos bastante tiempo, y parecía que continuaríamos de la mismamanera por espacio de algunos años, cuando, un día, la señorita Havishaminterrumpiónuestropaseomientrasseapoyabaenmihombro.Entoncesmedijoconacentodedisgusto:—Estáscreciendomucho,Pip.Yo creímejor observar,mirándola pensativo, que ello podía ser ocasionadoporcircunstanciasenlascualesnoteníaningúndominio.

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Ella no dijo nada más, pero luego se detuvo y me miró una y otra vez; ydespués parecía estar muy disgustada. En mi visita siguiente, en cuantohubimos terminado nuestro ejercicio usual y yo la dejé junto a lamesa deltocador,mepreguntó,moviendoalmismotiemposusimpacientesdedos:—Dimecómosellamaeseherreroconquienvives.—JoeGargery,señora.—Quierodecirelherreroacuyasórdenesdebesentrarcomoaprendiz.—Sí,señoritaHavisham.—Mejor es que empieces a trabajar con él inmediatamente. ¿Crees que eseGargerytendráinconvenienteenvenircontigo,trayendotusdocumentos?Yorepliquéquenoteníalamenordudadequeloconsideraríaunhonor.—Entonces,hazlevenir.—¿Enalgúndíadeterminado,señoritaHavisham?— ¡Calla! No quiero saber nada acerca de las fechas. Que venga prontocontigo.EncuantolleguéaquellanocheamicasaydicuentadeestemensajeparaJoe,mihermanaseencolerizóenungradoalarmante,puesjamáshabíamosvistocosa igual. Nos preguntó a Joe y a mí si nos figurábamos que era algúnlimpiabarros para nuestros pies y cómo nos atrevíamos a tratarla de aquelmodo, así como también de quién nos figurábamos que podría ser dignacompañera.Cuandohuboderramadountorrentedepreguntassemejantes,tiróuna palmatoria a la cabeza de Joe, se echó a llorar ruidosamente, sacó elrecogedor del polvo (lo cual siempre era un indicio temible), se puso sudelantalde faenay empezóa limpiar la casa conextraordinaria rabia.Y,nosatisfecha con limitarse a sacudir el polvo, sacó un cubo de agua y unestropajoynosechódelacasa,demodoqueambostuvimosquequedarnosenel patio temblando de frío. Dieron las diez de la noche antes de que nosatreviésemosaentrarsinhacerruido,yentoncesellapreguntóaJoeporquéno se había casado, desde luego, con una negra esclava.El pobre Joe no lecontestó,sinoqueselimitóaacariciarselaspatillasyamirarmetristemente,comosicreyesequehabríahechomuchomejorsiguiendolaindicacióndesuesposa.

Capítulo13

Fueunapruebaparamissentimientoscuando,aldíasubsiguiente,viqueJoese ponía su traje dominguero para acompañarme a casa de la señoritaHavisham. Aunque él creía necesario ponerse el traje de las fiestas, nomeatrevíadecirlequeteníamuchomejoraspectoconeldefaena,ymástodavíacerré los labios porque me di cuenta de que se resignaba a sufrir la

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incomodidaddesutrajenuevoexclusivamenteenmibeneficioyquetambiénpormísepusoelcuellotanaltoqueelcabellodelacoronillalequedóerizadocomosifueseunmoñodeplumas.Nos encaminamos a la ciudad, precediéndonos mi hermana, que iba a laciudad con nosotros y se quedaría en casa del tío Pumblechook, en dondepodríamosrecogerla;encuantohubiésemosterminadoconnuestraselegantes«señoritas», modo de mencionar nuestra ocupación, del que Joe no pudoaugurarnadabueno.La fraguaquedócerradapor todoaqueldía,y, sobre lapuerta, Joe escribió enyeso, como solía hacer en las rarísimasocasiones enque la abandonaba, la palabra «Hausente», acompañada por el dibujoimperfectodeunaflechaquesesuponíahabersidodisparadaenladirecciónqueéltomó.Llegamosacasadel tíoPumblechook.Mihermanallevabaunenormegorrodecastoryuncestomuygrandedepajatrenzada,unpardezuecos,unchalderepuestoyunparaguas,aunqueeldíaeramuyhermoso.Nosé,exactamente,sillevabatodoestoporpenitenciaoporostentación;peromeinclinoacreerque lo exhibía para dar a entender que poseía aquellos objetos del mismomodo como Cleopatra a otra célebre soberana pudiera exhibir su riquezatransportadaporlargoybrillantecortejo.En casa del tío Pumblechook, mi hermana se separó de nosotros. Comoentonces eran casi las doce de la mañana, Joe y yo nos encaminamosdirectamenteacasadelaseñoritaHavisham.Estellaabriólapuertacomodecostumbre,y,enelmomentoenquelavió,Joesequitóelsombreroypareciósopesarlo con ambas manos, como si tuviese alguna razón urgente paraapreciarconexactitudunadiferenciadepesodeuncuartodeonza.Estellaapenassefijóennosotros,peronosguióporelcaminoqueyoconocíatanbien;yolaseguíainmediatamente,yJoecerrabalamarcha.Cuandomiréaéstemientrasíbamosporelcorredor,viquetodavíapesabasusombreroconelmayor cuidado y nos seguía a largos pasos, aunque andando de puntillas.Estellamedijoquedebíamosentrarlosdos,demodoqueyotoméaJoeporlamangadesuchaquetaylollevéapresenciadelaseñoritaHavisham.Ladamaestabasentadaa lamesadel tocador,e inmediatamentevolviólosojoshacianosotros.— iOh! — dijo a Joe —. ¿Es usted el marido de la hermana de estemuchacho?Jamásmehabría imaginadoamiqueridoJoe tandistintode símismoo tanparecidoaunaveextraordinaria,enpiecomoestaba,mudo,consumoñodeplumaserizadasylabocadesmesuradamenteabierta.—¿Esusted elmarido— repitió la señoritaHavisham—de la hermanadeestemuchacho?Lasituaciónseagravaba,perodurantetodalaentrevista,Joepersistióendirigirseamí,envezdehacerloalaseñoritaHavisham.—Cuandomecasécontuhermana,Pip—observóJoecontonoexpresivo,

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confidencialya lavezmuycortés—fueconla ideadesersumarido;hastaentonces fui un hombre soltero.— ¡Oiga!—dijo la señoritaHavisham—.Creo que usted ha criado a este muchacho con intención de hacerlo suaprendiz.¿Esasí,señorGargery?—Yasabes,Pip—replicóJoe—quesiemprehemossidobuenosamigosyqueyahemosconvenidoquetrabajaríamosjuntos,yhastaquenosiríamosacazar alondras. Tú no has puesto nunca inconvenientes a trabajar entre elhumo y el fuego, aunque tal vez los demás no se hayan mostrado nuncaconformesconeso.—¿Acasoelmuchachohamanifestadosudesagrado?—preguntólaseñoritaHavisham—.¿Legustaeloficio?— Ya te consta perfectamente, Pip — replicó Joe con el mismo tonoconfidencialycortés—,queéstehasidosiempre tudeseo.Creoquenuncahastenidoinconvenienteentrabajarconmigo,Pip.FuecompletamenteinútilqueyointentaradarleaentenderquedebíacontestaralaseñoritaHavisham.Cuantasmásmuecasyseñaslehacíayo,máspersistíaenhablarmedeunmodoconfidencialycortés.—¿Hatraídoustedsucontratodeaprendizaje?—preguntólaseñoritaHavisham.—Yasabes,Pip—replicóJoecomosiestapreguntafuesepocorazonable—,quetúmismomehasvistoguardarmelospapelesenelsombrero,ysabesmuybienquecontinúanenél.Dichoesto,lossacóylosentregó,noalaseñoritaHavisham,sinoamí.Pormiparte,temoqueentoncesmeavergoncédemibuenamigo.Y,enefecto,meavergoncé de él al ver que Estella estaba junto al respaldo del sillón de laseñorita Havisham y que miraba con ojos sonrientes y burlones. Tomé lospapelesdemanosdemiamigoylosentreguéalaseñoritaHavisham.— ¿Usted no esperaba que elmuchacho recibiese ninguna recompensa?—preguntólaseñoritaHavishammientrasexaminabalospapeles.—Joe—exclamé,envistadequeélnodabaningunarespuesta—,¿porquénocontestas?…—Pip—replicóJoe,enaparienciadisgustado—,creoqueentretúyyonohay que hablar de eso, puesto que ya sabes que mi contestación ha de sernegativa.Y como ya lo sabes, Pip, ¿para qué he de repetírtelo?La señoritaHavisham lemiró,dándosecuentadequiénera, realmente, Joe,mejorde loqueyomismohabríaimaginado,ytomóunabolsadelamesaqueestabaasulado.—Pipsehaganadounarecompensaaquí—dijo—.Esésta.Enestabolsahayveinticincoguineas.Dalasatumaestro,Pip.Comosilaextrañahabitaciónylanomenosextrañapersonaquelaocupabalohubiesentrastornadoporcompleto,Joepersistióendirigirseamí.— Eso es muy generoso por tu parte, Pip— dijo—Y aunque no hubieraesperado nada de eso, no dejo de agradecerlo como merece. Y ahora,

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muchacho—añadió,dándomelasensacióndequeestaexpresiónfamiliareradirigidaa la señoritaHavisham—.Ahora,muchacho,podremoscumplir connuestro deber. Tú y yo podremos cumplir nuestro deber uno con otro ytambiénparaconlosdemás,graciasatuespléndidoregalo.—Adiós,Pip—dijolaseñoritaHavisham—.Acompáñalos,Estella.—¿Hedevolverotravez,señoritaHavisham?—pregunté.—No.Gargeryesahoratumaestro.Hagaelfavordeacercarse,Gargery,quequierodecirleunacosa.Mientrasyoatravesabalapuerta,miamigoseacercóalaseñoritaHavisham,quiendijoaJoeconvozclara:—Elmuchachosehaportadomuybienaquí,yéstaessurecompensa.Esperoqueusted,comohombrehonrado,noesperaráningunamásninadamás.NosécómosalióJoedelaestancia,peroloquesíséesquecuandolohizosedispusoa subir la escalera envezdebajarla, sordoa todas las indicaciones,hastaquefuiensubuscaylecogí.Unminutodespuésestábamosenlaparteexterior de la puerta, que quedó cerrada, y Estella se marchó. Cuando denuevoestuvimosalaluzdeldía,Joeseapoyóenlaparedyexclamó:—¡Esasombroso!Yallí repitióvariasvecesestapalabraconalgunosintervalos,hastaelpuntodequeempecéatemerquenopodíarecobrarlaclaridaddesusideas.Porfinprolongósuobservación,diciendo:—Teaseguro,Pip,queesasombroso.Y así, gradualmente, volvimos a conversar de asuntos corrientes yemprendimoselcaminoderegreso.TengorazónparacreerqueelintelectodeJoeseaguzógraciasalavisitaqueacababadehaceryqueennuestrocaminohacia casa del tío Pumblechook inventó una sutil estratagema. De ello meconvencípor loqueocurrió en la saladel señorPumblechook, endonde, alpresentarnos, mi hermana estaba conferenciando con aquel detestadocomercianteengranosysemillas.—¿Qué?—exclamómihermanadirigiéndoseinmediatamentealosdos—.¿Quéoshasucedido?Meextrañamuchoqueosdignéisvolveranuestrapobrecompañía.— La señorita Havisham— contestó Joe mirándome con fijeza y como sihiciese un esfuerzo para recordar—insistió mucho en que presentásemos austedes…Oye,Pip:¿dijocumplimientosorespetos?—Cumplimientos—contestéyo.— Así me lo figuraba — dijo Joe —. Pues bien, que presentásemos suscumplimientos a la señoraGargery.—Pocome importa eso—observómihermana,aunque,sinembargo,complacida.—Dijotambiénquehabríadeseado—añadióJoemirándomedenuevoyenaparienciahaciendoesfuerzosporrecordar—quesielestadodesusaludlehubiesepermitido…¿Noesasí,Pip?—Sí.Deseabahabertenidoelplacer…—añadí.

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—… de gozar de la compañía de las señoras— dijo Joe dando un largosuspiro.—Entalcaso—exclamómihermanadirigiendounamiradayamássuavealseñorPumblechook—,podríahabertenidolacortesíademandarnosprimeroestemensaje. Pero, en fin, valemás tarde que nunca. ¿Y qué le ha dado almuchacho?La señora Joe se disponía a dar suelta a su mal genio, pero Joe continuódiciendo:— Lo que ha dado, lo ha dado a sus amigos. Y por sus amigos,según nos explicó, quería indicar a su hermana, la señora J. Gargery. Éstasfueronsuspalabras:«alaseñoraJ.Gargery».Talvez—añadió—ignorabasiminombreeraJoeoJorge.MihermanamiróalseñorPumblechook,quienpasólasmanosconsuavidadporlosbrazosdesusillónymovióafirmativamentelacabeza,devolviéndolela mirada y dirigiendo la vista al fuego, como si de antemano estuvieseenteradodetodo.—¿Ycuántooshadado?—preguntómihermana riéndose, sí, riéndosedeveras.—¿Quédiríanustedes—preguntóJoe—acercadediezlibras?— Diríamos — contestó secamente mi hermana — que está bien. No esdemasiado,peroestábien.—Pues,entalcaso,puedodecirqueesmásqueeso.Aqueldesvergonzado impostordePumblechookmovióenseguida lacabezadearribaabajoy,frotandosuavementelosbrazosdelsillón,exclamó:—Esmás.—Locualquieredecir…—articulómihermana.—Sí,asíes—replicóPumblechook—,peroesperaunpoco.Adelante,Joe,adelante.—¿Quédiríanustedes—continuóJoe—deveintelibrasesterlinas?—Diríamos—contestómihermana—queesunaciframuybonita.—Puesbien—añadióJoe—,esmásdeveintelibras.AquelabyectohipócritadePumblechookafirmódenuevoconlacabezayseechóareír,dándoseimportanciaydiciendo:—Esmás,esmás.Adelante,Joe.—Pues,paraterminar—dijoJoe,muysatisfechoytendiendolabolsaamihermana—,digoqueaquíhayveinticincolibras.— Son veinticinco libras — repitió aquel sinvergüenza de Pumblechook,levantándoseparaestrecharlamanodemihermana—.Ynoesmásdeloquetú mereces, según yo mismo dije en cuanto se me preguntó mi opinión, ydeseoquedisfrutesdeestedinero.Si aquel villano se hubiese interrumpido entonces, su caso habría sido yasuficientementedesagradable;peroaumentótodavíasupecadoapresurándosea tomarmebajo su custodia con tal expresiónde superioridadquedejómuy

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atrástodasucriminalconducta.—Ahora,Joeyseñora—dijoelseñorPumblechookcogiéndomeporelbrazoyporencimadelcodo—,tenganencuentaqueyosoyunadeesaspersonasquesiempreacaban loquehancomenzado.Estemuchachohadeempezaratrabajarcuantoantes.Ésteesmisistema.Cuantoantes.—Yasabe, tíoPumblechook—dijomihermanamientrasagarraba labolsadeldinero—queleestamosprofundamenteagradecidos.—Noosocupéisdemíparanada—replicóaqueldiabólicotratanteengranos—.Unplaceresunplacer,encualquierpartedelmundo.Peroencuantoaestemuchacho, no hay más remedio que hacerle trabajar. Ya lo dije que meocuparíadeeso.Los jueces estaban sentados en la sala del tribunal, que se hallaba a pocadistancia,yenelactofuimostodosallíconobjetodeformalizarmicontratodeaprendizajealasórdenesdeJoe.Digoquefuimosallí,pero,enrealidad,fuiempujadoporPumblechookdelmismomodocomo si acabasede robar unabolsao incendiadoalgunasgavillas.La impresióngeneraldel tribunal fue ladequeacababandecogermeinfraganti,porquecuandoelseñorPumblechookmedejóantelosjuecesoíquealguienpreguntaba:«¿Quéhahecho?,yotrosreplicaban: «Es un muchacho muy joven, pero tiene cara de malo, ¿no esverdad?»Unapersonadeaspectosuaveybenévolomedio,incluso,unfolletoadornadoconungrabadoalbojquerepresentabaaunjovendemalaconducta,rodeadodegrilletes,ycuyotítulodabaaentenderqueera«PARALEERENMICALABOZO».La sala era un lugarmuy raro, segúnme pareció, con bancos bastantemásaltos que los de la iglesia. Estaba llena de gente que contemplaba elespectáculoconlamayoratención,yencuantoalospoderososjueces,unodeellos con la cabeza empolvada, se reclinaban en sus asientos con los brazoscruzados,tomabancafé,dormitabanyescribíanoleíanlosperiódicos.Enlasparedes había algunos retratos negros y brillantes que, con mi poco gustoartístico, me parecieron ser una composición de tortas de almendras y detafetán.Enunrincónfirmaronytestimoniaronmispapeles,yasíquedéhechoaprendiz.Mientras tanto, el señorPumblechookme tuvo cogido como si yaestuvieseencaminodelcadalsoyenaquelmomentosehubiesenllenadotodaslasformalidadespreliminares.Encuantosalimosymevilibredelosmuchachosquesehabíanentusiasmadoconlaesperanzadevermetorturadopúblicamenteyqueparecieronsufrirungrandesencantoalnotarquemisamigossalíanconmigo,volvimosacasadelseñor Pumblechook. Allí, mi hermana se puso tan excitada a causa de lasveinticincoguineas,quenadalepareciómejorquecelebrarunacomidaenelOsoAzu1 con aquella ganga, y que el señor Pumblechook, en su carruaje,fueseabuscaralosHubbleyalseñorWopsle.Así se convino, y yo pasé el día más desagradable y triste demi vida. En

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efecto,alosojosdetodos,yonoeramásqueunapersonaquelesamargabalafiesta. Y, para empeorar las cosas, cada vez que no tenían que nacer nadamejor,mepreguntabanporquénomedivertía.En talescasos,no teníamásremedioqueasegurarlesquemedivertíamucho,aunqueDiossabequenoeracierto.Sinembargo,ellosseesforzaronenpasarbieneldía,ylolograronbastante.ElsinvergüenzadePumblechook,exaltadoalpapeldeautordelafiesta,ocupólacabeceradelamesa,ycuandosedirigíaalosdemásparahablarlesdequeyohabíasidopuestoalasórdenesdeJoeydeque,segúnlasreglasestablecidas,seríacondenadoaprisiónencasodequejugasealosnaipes,bebieselicoresfuertes,meacostaseahoraavanzada, fueseconmalascompañíasobienmeentregase a otros excesos que, a juzgar por las fórmulas estampadas enmisdocumentos, podían considerarse ya como inevitables, en tales casos meobligaba a sentarme en una silla a su lado, con objeto de ilustrar susobservaciones.Losdemásrecuerdosdeaquelgranfestivalsonquenomequisierondejarqueme durmiera, sino que, en cuanto veían que inclinaba la cabeza, medespertabanordenándomequemedivirtiese.Además,ahoraavanzadade lavelada,elseñorWopslenosrecitólaodadeCollinsyarrojócontalfuerzaalsuelo la espada teñida en sangre, que acudió inmediatamente el camarerodiciendo:—Loshuéspedesquehayenlahabitacióndeabajolesenvíansussaludosylesrueganquenohagantantoruido.Cuandohubimostomadoelcaminoderegresoestabantodostancontentosqueempezaron a cantar a coro. E1 señor Wopsle tomó a su cargo elacompañamiento,asegurandoconvoztremendayfuerte,encontestaciónalapregunta que el tenor le hacía en la canción, que él era un hombre en cuyacabezaflotabanalvientolosmechonesblancosyque,entretodoslosdemás,éleraelperegrinomásdébilyfatigado.Finalmente,recuerdoquecuandomemetíenmicamamesentíamuydesgraciadoyconvencidodequenuncamegustaríaeloficiodeJoe.Antesmehabríagustado,peroahorayano.

Capítulo14

Escosamuydesagradableelsentirseavergonzadodelpropiohogar.Quizásenesto haya una negra ingratitud y el castigo puede ser retributivo y muymerecido; pero estoy en situación de atestiguar que, como decía, estesentimientoesmuydesagradable.Jamás mi casa fue un lugar ameno para mí, a causa del carácter de mihermana. Pero Joe santificaba el hogar, y yo creía en él. Llegué a tener la

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ilusión de que lamejor sala y lamás elegante era la nuestra; que la puertaprincipaleracomounportalmisteriosodelTemplodelEstado,cuyasolemneaperturasecelebrabaconunsacrificiodeavesdecorralasadas;quelacocinaera una estancia amplia, aunque nomagnífica; que la fragua era el caminoresplandecientequeconducíaa lavirilidadya la independencia.Peroenunsoloaño,todoestocambió.Todomeparecíaordinarioybasto,ynomehabríagustadoquelaseñoritaHavishamoEstellahubiesenvistomicasa.Poca importancia tiene para mí ni para nadie la parte de culpa que en midesagradable estado de ánimo pudieran tener la señorita Havisham o mihermana. El caso es que se operó ese cambio enmí y que era una cosa yairremediable.Buenoomalo,excusableono,elcambiosehabíarealizado.Unavezmeparecióque,cuando,porfin,mearremangaselacamisayfueseala fragua como aprendiz de Joe, podría sentirme distinguido y feliz, pero larealidadmedemostróquetansólopudesentirmellenodepolvodecarbónyquemeoprimíatangranpesomoral,queasuladoelmismoyunqueparecíaunapluma.Enmividaposterior, comoseguramentehabráocurridoenotrasvidas,huboocasionesenquemepareciócomosiunaespesacortinahubiesecaídoparaocultarmetodoelinterésytodoelencantodelavida,paradejarmetansóloentregadoalpesadotrabajoyalaspenasdetodaclase.YjamássentítanclaramentelaimpresióndequehabíacaídoaquellapesadacortinaantemícomocuandoempecéaejercerdeaprendizalladodeJoe.Recuerdo que en un período avanzado de mi aprendizaje solía permanecercercadelcementerioenlastardesdeldomingo,aloscurecer,comparandomispropiasesperanzasconelespectáculodelosmarjales,porlosquesoplabanlosvientos,yestableciendociertoparecidoconellosalpensarenlodesprovistosdeaccidentesqueestabanmividayaquellosterrenos,ydequémaneraambossehallabanrodeadosporlaoscuraniebla,yenquelosdosibanapararalmar.Enmiprimerdíadeaprendizajemesentítandesgraciadocomomásadelante;peromesatisfacesaberque,mientrasduróaquél,nuncadirigíunaquejaaJoe.Éstaeslaúnicacosadequemesientohalagado.Apesardequemiconductacomprendeloquevoyaañadir,elméritodeloquemeocurriófuedeJoeynomío.Noporqueyofuesefiel,sinoporquelofueJoe;poresonohuíynoacabésiendosoldadoomarinero.Noporquetuvieseunvigorososentidodelavirtudy del trabajo, sino porque lo tenía Joe; por eso trabajé con celo tolerable apesar de mi repugnancia. Es imposible llegar a comprender cuánta es lainfluenciadeunhombreestrictocumplidordesudeberydehonradoyafablecorazón;peroesposibleconocerlainfluenciaqueejerceenunapersonaqueestáasulado,yyoséperfectamentequecualquiercosabuenaquehubieraenmiaprendizajeprocedíadeJoeynodemí.¿Quiénpuededecircuáleseranmisaspiraciones?¿Cómopodíadecirlasyo,sinolasconocíasiquiera?Lo que temía era que, en alguna hora desdichada, cuando yo estuviesemás

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sucioypeorvestido,al levantar losojosvieseaEstellamirandoa travésdeunadelasventanasdelafragua.Meatormentabaelmiedodeque,másprontoomástarde,ellamevieseconelrostroylasmanosennegrecidos,realizandola partemás ingrata demi trabajo, y que entonces se alegrara de verme deaquel modo y me manifestara su desprecio. Con frecuencia, al oscurecer,cuando tiraba de la cadena del fuelle y cantábamos a coro Old Clem,recordabacómosolíamoscantarloencasadelaseñoritaHavisham;entoncesmeparecíaverenelfuegoelrostrodeEstellaconelcabelloflotandoalvientoylosburlonesojosfijosenmí.Entalesocasionesmirabaaquellosrectángulosa través de los cuales se veía la negra noche, es decir, las ventanas de lafragua, y me parecía que ella retiraba en aquel momento el rostro y meimaginabaque,porfin,mehabíadescubierto.Despuésdeeso,cuandoíbamosacenar, y la casay la comidadebíanhabermeparecidomás agradablesquenunca,entonceseracuandomeavergonzabamásdemihogarenmiánimotanmaldispuesto.

Capítulo15

ComoerademasiadotalludoparaconcurriralasaladelatíaabueladelseñorWopsle,terminómieducaciónalasórdenesdeaquellaabsurdaseñora.Ellonoocurrió, sin embargo, hasta que Biddy no me hubo transmitido todos susconocimientos,desdeelcatálogodeprecioshastaunacancióncómicaqueundía compró pormedio penique. Apenas tenía significado paramí, pero, sinembargo,enmideseodeadquirirconocimientos,me laaprendídememoriaconlamayorgravedad.Lacanciónempezaba:CuandofuiaLondres,señores,tralará,tralará,¿verdadqueestabamuymoreno?,tralará,tralará.Luego,afindeaprendermás,hiceproposicionesalseñorWopsleparaquemeenseñasealgo,cosaalaqueélaccedióbondadosamente.Sinembargo,resultóquesólomeaceptóatítulodefiguramudaensusrecitacionesdramáticas,conobjetode contradecirme,de abrazarme,de llorar sobremí,de agarrarme,dedarmepuñaladasydegolpearmededistintosmodos.Envistadeesto,desistímuyprontodecontinuarelcurso,aunqueconbastanteprestezaparaevitarqueelseñorWopsle,ensufuriapoética,mehubiesedadounabuenapaliza.CuantainstrucciónpudeadquirirtratédecomunicarlaaJoe.Estodicetantoenmifavorque,enconciencia,nopuedodejardeexplicarlo.YodeseabaqueJoefuesemenosignoranteymenosordinario,paraqueresultasemásdignodemicompañíaymenosmerecedordelosreprochesdeEstella.La viejaBatería de losmarjales era nuestro lugar de estudio, y un trozo depizarra rota y un pedacito de pizarrín eran el instrumental instructivo. Joe

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añadíaatodoesounapipadetabaco.ObservémuyprontoqueJoeeraincapazderecordarnadadeundomingoaotro,odeadquirir,graciasamislecciones,algunainstrucción.Sinembargo,élfumabasupipaenlaBateríaconairemásinteligente que en otro lugar cualquiera, incluso con aspecto de hombreinstruido, como si se considerase en camino de hacer grandes progresos. Ycreoque,verdaderamente,loshacíaelpobreyqueridoJoe.Eraagradableyapacibledivisarlasvelassobreelrío,quepasabanmásalládelas zanjas, y algunas veces, en la marea baja, parecían pertenecer aembarcaciones hundidas que todavía navegaban por el fondo del agua.Siemprequeobservaba lasembarcacionesquehabíaenelmarcon lasvelasextendidas,recordabaalaseñoritaHavishamyaEstella;ycuandolaluzdabadeladoenunanube,enunavela,enlalomaverdedeunacolinaoenlalíneadeaguadelhorizonte,meocurríalomismo.LaseñoritaHavisham,Estella,lacasa extraña de la primera y la singular vida que ambas llevaban parecíantenerquevercontodoloquefuesepintoresco.Un domingo, cuando Joe, disfrutando de su pipa, se hubo vanagloriado detener lamolleramuy dura y yo lo hube dejado tranquilo por aquel día,mequedé tendido en el suelo por algún tiempo y con la barbilla en lamano, yparecíame descubrir huellas de la señoritaHavisham y de Estella por todoslados,enelcieloyenelagua,hastaquepor fin resolvícomunicaraJoeunpensamientoquehacíatiemposealbergabaenmicabeza.53 — Joe — dije —: ¿crees que debería hacer una visita a la señoritaHavisham?—¿Paraqué,Pip?—contestóJoe,reflexionandoconlentitud.—¿Paraqué,Joe?¿Paraquésehacenlasvisitas?—Algunas visitas tal vez sí— contestó Joe—, pero, sin embargo, no hascontestadoamipregunta,Pip.ConrespectoavisitaralaseñoritaHavisham,creoqueellasefiguraríaquequieresalgooqueesperasalgunacosadeella.—¿Nocomprendesqueyaseloadvertiríaantes,Joe?—Desdeluego,puedeshacerlo—contestómiamigo,—ytalvezellalocrea,aunquetambiénpuedenocreerlo.Joepensóhaberdadoenelclavo,yyoabundabaensuopinión.Diódosotreschupadasalapipayañadió:— Ya ves, Pip. La señorita Havisham se ha portado muy bien contigo. Ycuandotehuboentregadoeldinero,mellamóparadecirmequeyanohabíaqueesperarnadamás.—Esoes,Joe.Yolooítambién.—Nadamás—repitióJoeconciertoénfasis.—Sí,Joe;tedigoquelooí.—Locualsignifica,Pip,queparaellahaterminadotodoyque,enadelante,túhasdeseguiruncaminocompletamentedistinto.Yoopinabaigualqueél,yennadameconsolabaqueJoelocreyeseasí.

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—Perooye,Joe—Teescucho.—Estoyyaenelprimerañodemiaprendizaje,ycomodesdeeldíaenqueempecéatrabajarnoheidoadarlasgraciasalaseñoritaHavishamnilehedemostradoquemeacuerdodeella.— Esto es verdad, Pip. Y como no puedes presentarle como regalo unacoleccióndeherraduras,envistadequeellanopodríautilizarlas.—Nomerefieroaestaclasederecuerdos,Joe;nihablo,tampoco,deningúnregalo.PeroJoepensabaentoncesenlaconvenienciadehacerunregalo,yañadió:— Tal vez podrías regalarle una cadena nueva para la puerta principal o,quizás, una o dos gruesas de tornillos para utilizarlos donde mejor leconviniese. También algún objeto de fantasía, como un tenedor para hacertostadas,ounasparrillas.—Tehedichoquenoquieroningúnregalo,Joe—interrumpí.—Puesbien—dijoJoe—.Siyoestuvieseentulugar,Pip,tampocopensaríaenregalarlenada.Desdeluego,noloharía.¿Dequésirveunacadenaparalapuerta, si la pobre señora no se acuesta nunca? Tampoco me parecenconvenienteslostornillos,nieltenedorparalastostadas.Porotraparte…—MiqueridoJoe—exclamédesesperadoyagarrándomeasuchaqueta—.Nosigas.TerepitoquejamástuvelaintencióndehacerunregaloalaseñoritaHavisham.—No,Pip—contestósatisfecho,comosihubieselogradoconvencerme—.Tedigoquetienesrazón.—Asíes,Joe.—Loúnicoquequeríadecirteesque,comoahorano tenemosmucho trabajo,podríasdarmeunpermisodemediodía, mañana mismo, y así iría a la ciudad a visitar a la señorita Est…Havisham.—Meparece—dijoJoecongravedad—queelnombredeestaseñoritanoesEsthavisham,anoserquesehayavueltoabautizar.—Yalosé,yalosé.Meheequivocado.Y¿quéteparece,Joe?Joesemanifestóconforme,perotuvoelmayorempeñoendaraentenderquesinomerecibíancordialmenteonomeinvitabanarepetirmivisita,sinoqueseaceptabatansólocomoexpresióndegratitudporunfavorrecibido,aquelviaje no debería intentarse otra vez. Yo prometí conformarme con estascondiciones.Joe teníaunobrero, al quepagaba semanalmente, llamadoOrlick.PretendíaquesunombredepilaeraDolge,cosaimposibledetodaimposibilidad,peroera tan testarudo que, según creo, no estaba engañado acerca del particular,sino que, deliberadamente, impuso este nombre a la gente del pueblo comoafrenta hacia su comprensión.Era unhombre de anchos hombros, suelto demiembros,moreno, de gran fuerza, que jamás se daba prisa por nada y quesiempreandabainclinado.Parecíaquenuncaibadebuenaganaatrabajar,sino

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que se inclinaba hacia el trabajo por casualidad; y cuando se dirigía a losAlegresBarquerosparacenarosealejabaporlanoche,salíainclinadocomosiempre,comoCaínoelJudíoErrante,cualsinotuvieraideadellugaraquesedirigíaniintenciónderegresarnuncamás.Dormíaencasadelguardadelascompuertas de los marjales, y en los días de trabajo salía de su ermitaje,siempre inclinadohaciael suelo, con lasmanosen losbolsillosy lacomidametida en un pañuelo que se colgaba alrededor del cuello y que danzabaconstantemente a su espalda. Durante el domingo permanecía casi siemprejunto a las compuertas, entre las gavillas o junto a los graneros. Siempreandaba con los ojos fijos en el suelo, y cuando encontraba algo, o algo leobligaba a levantarlos, miraba resentido y extrañado, como si el únicopensamiento que tuviera fuese el hecho extraño e injurioso de que jamásdebierapensarennada.Aqueltristeviajeronosentíasimpatíaalgunapormí.Cuandoyoeramuypequeñoytímidomedabaaentenderqueeldiablovivíaenun rincónoscurode la fraguayqueél conocíamuybienalmalespíritu.Tambiénmedecíaqueeranecesario,cadasieteaños,encenderelfuegoconunniñovivoyque, por lo tanto, yapodía considerarmecomocombustible.EncuantofuielaprendizdeJoe,Orlicktuvolasospechadequealgúndíayolequitaría el puesto, y, por consiguiente, aún me manifestó mayor antipatía.Desde luego, no dijo ni hizo nada, ni abiertamente dio a entender suhostilidad; sin embargo,observéque siempreprocurabadespedir las chispasenmidirecciónyqueencuandoyocantabaOldClem,éltratabadeequivocarelcompás.DolgeOrlick estaba trabajando al día siguiente, cuando yo recordé a Joe elpermisodemediodía.Porelmomentonodijonada,porqueély Joe teníanentoncesunapiezadehierrocandenteenelyunqueyyotirabade lacadenadelfuelle;peroluego,apoyándoseensumartillo,dijo:—Escucheusted,maestro.Seguramentenovaahacerunfavortansóloaunodenosotros.Si el jovenPipva a tener permisodemediodía, hagausted lomismoporelviejoOrlick.Supongoquetendríaentoncesveinticincoaños,peroélsiemprehablabadesímismocomosifueseunanciano.—¿Yquéharásdelmediodíadefiesta,sitelodoy?—preguntóJoe.—¿Quequéharé?¿Quéharáélconsupermiso?Harélomismoqueél—dijoOrlick.—Piphadeiralaciudad—observóJoe.—Pues,entonces,elviejoOrlick irá tambiéna laciudad—contestóél—.Dospersonaspuedenirallá.Nosolamentepuedeirél.—Noteenfades—dijoJoe.—Meenfadarésiquiero—gruñóOrlick—.Siélva,yotambiéniré.Yahora,maestro,exijoquenohayafavoritismosenestetaller.Seaustedhombre.Elmaestrosenegóaseguirtratandoelasuntohastaqueelobreroestuviesede

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mejor humor. Orlick se dirigió a la fragua, sacó una barra candente, meamenazóconellacomosiquisieraatravesarmeelcuerpoyhastalapaseóentornodemicabeza;luegoladejósobreelyunqueyempezóamartillearlaconla misma saña que si me golpease a mí y las chispas fuesen gotas de misangre. Finalmente, cuando estuvo acalorado y el hierro frío, se apoyónuevamenteensumartilloydijo:—Ahora,maestro.—¿Yaestásdebuenhumor?—preguntóJoe.—Estoyperfectamente—dijoelviejoOrlickconvozgruñona.—Teniendoencuentaquetutrabajoesbastantebueno—dijoJoe—,vamosatenertodosmediodíadefiesta.Mihermanahabíaestadooyendoensilencio,enelpatio,pueseramuycuriosay una espía incorregible, e inmediatamente miró al interior de la fragua atravésdeunadelasventanas.—Eresunestúpido—ledijoaJoe—dandopermisosalosharaganescomoése.Debesdesermuyricoparadesperdiciardeestemodoeldineroquepagasporjornales.Nosabesloquemegustaríaseryoelamodeesegrandullón.—Yasabemosqueesustedmuymandona—replicóOrlick,enfurecido.—Déjala—ordenóJoe.—Teaseguroquesentaríamuybienlamanoatodoslostontosyatodoslosbribones— replicómi hermana, empezando a enfurecerse—.Y entre elloscomprenderíaa tuamo,quemereceriaserel reyde los tontos.Y también tesentaríalamanoati,queereselgandulmáspuercoquehayentreestelugaryFrancia.Yalosabes.—Tieneustedunalenguamuylarga,tíaGargery—gruñóelobrero—.Ysihemosdehablardebribones,nopodemosdejardetenerlaaustedencuenta.—¿Quieresdejarlaenpaz?—dijoJoe.—¿Quéhasdicho?—exclamómihermanaempezandoagritar—.¿Quéhasdicho? ¿Qué acaba de decirme ese bandido de Orlick, Pip? ¿Qué se haatrevidoadecirme,cuandotengoamimaridoallado?¡Oh!¡Oh!—Cadaunadeestasexclamacionesfueungrito,yhedeobservarquemihermana,apesarde ser lamujermás violenta que he conocido, no se dejaba arrastrar por elapasionamiento, porque deliberada y conscientemente se esforzaba enenfurecerseporgrados—.¿Quénombremehadadoanteelcobardequejuródefenderme?¡Oh!¡Contenedme!¡Cogedme!—Sifueseustedmimujer—gruñóelobreroentredientes—,yaveríaloquelehacía.Lepondríadebajodelabombayledaríaunabuenaducha.—¡Tehedichoqueladejesenpaz!—repitióJoe.—¡Diosmío!—exclamómihermanagritando—.¡YquetengaqueoírestosinsultosdeeseOrlick!¡Enmipropiacasa!¡Yo,unamujercasada!¡Yconmimaridoallado!¡Oh!¡Oh!Aquímihermana,despuésdeunataquedegritosydegolpearseelpechoylas

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rodillasconlasmanos,sequitóelgorroysedespeinó,locualeraindiciodequesedisponíaadejarsedominarporlafuria.Ycomoyalohabíalogrado,sedirigió hacia la puerta, que yo, por fortuna, acababa de cerrar. El pobre ydesgraciadoJoe,despuésdehaberordenadoenvanoalobreroquedejaraenpazasumujer,notuvomásremedioquepreguntarleporquéhabíainsultadoasu esposa y luego si era hombre para sostener sus palabras. El viejoOrlickcomprendióque la situación leobligabaaarrostrar las consecuenciasde suspalabras y, por consiguiente, se dispuso a defenderse; de modo que, sintomarsesiquierael trabajodequitarse losdelantales, se lanzaronunocontraotro comodos gigantes. Pero si alguiende la vecindad era capazde resistirlargo rato a Joe, debo confesar que a ese alguien no lo conocía yo.Orlick,comosinohubierasidomásqueeljovencaballeropálido,sevioenseguidaentreelpolvodelcarbónysinmuchaprisaporlevantarse.EntoncesJoeabriólapuerta, cogióamihermana,que sehabíadesmayadoalpiede laventana(aunque,segúnimagino,nosinhaberpresenciadolapelea),lametióenlacasay la acostó, tratando de hacerle recobrar el conocimiento, pero ella no hizomásque luchar y resistirse y agarrar con fuerza el cabello de Joe.Reinaronunatranquilidadyunsilenciosingularesdespuésdelosalaridos;ymástarde,conlavagasensaciónquesiempreherelacionadoconestesilencio,esdecir,como si fuese domingo y alguien hubiese muerto, subía la escalera paravestirme.A1bajarencontréaJoeyaOrlickbarriendoysinotrashuellasdelosucedidoqueuncorteenunadelasaletasdelanarizdeOrlick,locualnoleadornabani contribuia a acentuar la expresiónde su rostro.Había llegadoun jarrodecerveza de Los Tres Alegres Barqueros, y los dos se lo estaban bebiendoapaciblemente.ElsilenciotuvounainfluenciasedanteyfilosóficasobreJoe,queme siguió el camino para decirme, comoobservación de despedida quepudierasermeútil:—Yaloves,Pip.Despuésdelescándalo,elsilencio.Éstaeslavida.Poco importa cuáles fueron las absurdas emociones (porque creo que lossentimientosquesonmuyseriosenunhombreresultancómicosenunniño)quesentíalirotravezacasadelaseñoritaHavisham.Nitampocoimportaelsabercuántasvecespasépordelantedelapuertaantesdedecidirmeallamar,o las que pensé en alejarme sin hacerlo, o si lo habría hecho, de habermepertenecidomitiempo,regresandoamicasa.MeabriólapuertalaseñoritaSaraPocket.NoEstella.— ¡Caramba! ¿Tú aquí otra vez?— exclamó la señorita Pocket—. ¿Quéquieres?CuandodijequesolamentehabíaidoavercómoestabalaseñoritaHavisham,fueevidentequeSaradeliberóacercadesimepermitiríaonolaentrada,pero,noatreviéndoseaasumir la responsabilidad,medejóentrar,ypocodespuésmecomunicólasecaordendequesubiera.Nadahabíacambiado,ylaseñorita

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Havishamestabasola.—Muy bien—dijo fijando sus ojos en mí—. Espero que no deseas cosaalguna.Teadviertoquenoobtendrásnada.—Nome trae nada de eso, señoritaHavisham—contesté—.Únicamentedeseabacomunicarlequeestoysiguiendomiaprendizajeyquesientoelmayoragradecimientohaciausted.—Bueno,bueno—exclamómoviendolosdedosconimpaciencia—.Vendevez en cuando. Ven el día de tu cumpleaños. ¡Hola!—exclamó de pronto,volviéndoseyvolviendo también lasillahaciamí—.SeguramentebuscasaEstella,¿verdad?En efecto, yo habíamirado alrededor demí buscando a la joven, y por esotartamudeédiciendoque,segúnesperaba,estaríabiendesalud.—Estáenelextranjero—contestólaseñoritaHavisham—,educándosecomoconvieneaunaseñora.Estálejosdetualcance,másbonitaquenunca,ytodoscuantoslavenlaadmiran.¿Teparecequelahasperdido?En sus palabras había tan maligno gozo y se echó a reír de un modo tanmolesto, que yo no supe qué decir, pero me evitó la turbación que sentíadespidiéndome.Cuandotrasdemí,Sara,ladelacaradecolordenuez,cerrólapuerta,mesentímenossatisfechodemihogarydemioficioqueenotraocasióncualquiera.Estoesloqueganéconaquellavisita.MientrasandabadistraídamenteporlacalleAlta,mirandodesconsoladoalosescaparatesypensandoenloquecompraríasiyofueseuncaballero,deprontosalióelseñorWopsledeunalibrería.LlevabaenlamanounatristetragediadeJorgeBarnwell, en la que acababa de emplear seis peniques con la idea dearrojarcadaunadesuspalabrasalacabezadePumblechook,conquienibaatomarelté.PeroalvermecreyósindudaquelaProvidencialehabíapuestoensucaminoaunaprendizparaque fuese lavíctimade su lectura.Por eso seapoderó demí e insistió en acompañarme hasta la sala de Pumblechook, ycomo yo sabía queme sentiría muy desgraciado enmi casa y, además, lasnoches eran oscuras y el camino solitario, pensé que mejor sería iracompañadoquesolo,yporesonoopusegranresistencia.Porconsiguiente,nos dirigimos a casa de Pumblechook, precisamente cuando la calle y lastiendasencendíansusluces.ComonuncaasistíaaningunaotrarepresentacióndelosdramasdeJorgeBarnwell,nosé,enrealidad,cuántotiemposeinvierteencadauna;peroséperfectamentequela lecturadeaquellaobraduróhastalasnueveymediade lanoche,ycuandoel señorWopsleentróenNewgatecreíquenollegaríaairalcadalso,puesempezóarecitarmuchomásdespacioqueenotroperíodocualquieradesudeshonrosavida.Meparecióqueelhéroedeldramadeberíadehabersequejadodequenose lepermitiera recoger losfrutosdeloquehabíasembradodesdequeempezósuvida.Esto,sinembargo,eraunasimplecuestióndecansancioydeextensión.Loqueme impresionófue la identificacióndeldramaconmi inofensivapersona.CuandoBarnwell

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empezóahacergranujadas,yomesentíbenévolo,perolaindignadamiradadePumblechook me recriminó con dureza. También Wopsle se esforzo enpresentarmeenelaspectomásdesagradable.Alavezferozehipócrita,meviobligadoaasesinaramitíosincircunstanciasatenuantes.Milwooddestruíaacadamomento todosmis argumentos.Lahijademiamomemanifestabaelmayor desdén, y todo lo que puedo decir en defensa demi conducta, en lamañanafatal,esquefuelaconsecuencialógicadeladebilidaddemicarácter.Yaundespuésdehabersido felizmenteahorcado,yencuantoWopslehubocerrado el libro, Pumblechook se quedó mirándome y meneó la cabezadiciendoalmismotiempo:—Esperoqueesoteservirádelección,muchacho.Lo dijo como si ya fuese un hecho conocido mi deseo de asesinar a unpróximo pariente, con tal que pudiera inducir a uno de ellos a tener ladebilidaddeconvertirseenmibienhechor.Erayanochecerradacuandotodohuboterminadoycuando,encompañíadelseñorWopsle,emprendíelcaminohaciamicasa.Encuantosalimosdelaciudadencontramosunaespesanieblaquenoscalabahastaloshuesos.Elfaroldelabarrerasedivisabavagamente;enapariencia,nobrillabaenel lugarenquesolíaestarysus rayosparecíansubstanciasólidaen laniebla.Observábamosestosdetallesyhablábamosdeque tal vez la niebla podría desaparecer si soplaba el viento desde uncuadrantedeterminadodenuestrosmarjales,cuandonosencontramosconunhombrequeandabaencorvadoasotaventodelacasadelabarrera.—¡Caramba!—exclamamos—.¿Erestú,Orlick?—¡Ah!—exclamóélirguiéndose—.Hesalidoadarunavueltaparaversiencontrabaaalguienquemeacompañase.—Yaesmuytardeparati—observé.Orlickcontestó,muylógicamente:—¿Sí?Puestambiénestánustedesalgoretrasados.— Hemos pasado la velada — dijo el señor Wopsle, entusiasmado por lasesión —, hemos pasado la velada, señor Orlick, dedicados a los placeresintelectuales.ElviejoOrlickgruñócomosinotuvieranadaquereplicar,ylostresechamosaandar.Entonceslepreguntéenquéhabíaempleadosumediodíadefiestaysihabíaidoalaciudad.—Sí—dijo—.Heidotambién.Fuidetrásdeti.Notehevisto,aunqueteheseguidolospasos.Pero,mira,parecequeresuenanloscañones.—¿EnlosPontones?—pregunté.—Sí.Algúnpájarosehabráescapadodelajaula.Desdequeanochecióestándisparando.Prontooirásuncañonazo.Enefecto:nohabíamosdadomuchospasos,cuandounestampidollegóhastanuestrosoídos,aunquealgoapagadopor laniebla, retumbandoa lo largodelas tierras bajas inmediatas al río, como si persiguiera y amenazara a los

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fugitivos.—Una buena noche para escaparse— dijo Orlick—. Lo que es hoy, mepareceríaalgodifícilcazaraunfugitivo.Elasuntoerabastanteinteresanteparamíyreflexionéensilencioacercadeél.ElseñorWopsle,comoeltíoquetanmalapagaalcanzóporsusbondadesenlatragedia,empezóameditarenvozaltaacercadesujardínenCamberwell.Orlick,conlasmanosenlosbolsillos,andabaencorvadoamilado.Lanocheeraoscura,húmedayfangosa,demodoqueacadapasonoshundíamosenelbarro.De vez en cuando llegaba hasta nosotros el estampido del cañón quedabalaseñaldelafuga,ynuevamenteretumbabaalolargodellechodelrío.Yo estaba entregado a mis propios pensamientos. El señor Wopsle murióamablemente en Camberwell,muy valiente en el campoBosworth y en lasmayoresagoníasenGlastonbury.Orlick,aveces,tarareabalacancióndeOldC1em, y yo me figuré que había bebido, aunque no estaba borracho. Asíllegamosalpueblo.Elcaminoqueseguimosnos llevómásalládeLosTresAlegresBarquerosy, congran sorpresanuestra, puesya eran las oncede lanoche, encontramos el establecimiento en estado de gran agitación, con lapuertaabiertadeparenparylaslucesencendidasentodoslosdepartamentosdelestablecimiento,deunmodonoacostumbrado.ElseñorWopslepreguntóquésucedía,aunqueconvencidodequehabíanaprehendidoaunpenado;unmomentodespuéssaliócorriendoconlamayorprisa.Sindetenerse,exclamóalpasarpornuestrolado:—Parecequehaocurridoalgoentucasa,Pip.¡Corramostodos!—¿Quéhapasado?—preguntécorriendoasulado,mientrasOrlickhacíalomismo.— No lo sé muy bien. Parece que entraron violentamente en la casa enausenciadeJoe.Secreequefueron los fugados.Ysedicequehanheridoaalguien.Corríamos demasiado para continuar la conversación, y no nos detuvimoshastallegaranuestracocina.Estaballenadegente.Podríadecirquesehabíareunidoallíelpuebloentero,partedelcualocupabaelpatio.Habíatambiénuncirujano, Joeyungrupodemujeres, todos inclinadoshacia el sueloy enelcentrodelacocina.Loscuriososretrocedieronencuantomepresentéyo,yasípudeveramihermanatendida,sinsentidoysinmovimiento,enelentarimadodelsuelo,dondefuederribadaporuntremendogolpeenlaparteposteriordela cabeza, asestado por una mano desconocida, mientras ella estaba vueltahacia el fuego. Y así la pobre quedó condenada a no encolerizarse ya másmientrasfueseesposadeJoe.

Capítulo16

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Comomimente estaba llena de la tragedia de JorgeBarnwell, de unmodoinconsciente me sentí dispuesto a creer que yo había tenido algunaparticipaciónenlaagresióncontramihermanao,porlomenos,comoyoerasu más próximo pariente y todos sabían que le debía agradecimiento, eranatural que se sospechara de mí más que de otra persona cualquiera. Perocuando,alaclaraluzdelasiguientemañana,empecéareflexionaracercadelasuntoyoícomohablabandeélcomentándolodesdevariospuntosdevista,consideréelsucesodeotromododistintoymuchomásrazonable.Joe había estado enLosTresAlegresBarqueros fumando su pipa desde lasochoycuartohasta lasdiezmenoscuartode lanoche.Mientraspermanecióallí,alguienpudoveramihermanaen lapuertade lacocina,yademásellacambióunsaludoconunlabradorquesedirigíaasucasa.Aquelhombrenopodíaprecisarlahoraenquelavio,puescuandoquisorecordarsesumióenunmardeconfusiones,aunque,desdeluego,aseguróquedebiódeserantesdelasnuevedelanoche.CuandoJoesefueasucasa,alasdiezmenoscinco,laencontró tendida en el suelo, e inmediatamente pidió auxilio. El fuego noestabamuyagotadonitampocoeramuylargoelpabilodelabujía,peroéstahabíasidoapagada.Nofaltabanadaenlacasa,yaexcepcióndeestarapagadalabujía,lacualsehallabaenunamesaentrelapuertaymihermanayaespaldasdeéstacuandofue herida, no se notaba ningún desorden en la cocinamás que el que ellamismaoriginóalcaeryalderramarsangreporlaherida.Peroenaquellugarhabíaunapiezadeconvicción.Lahabíangolpeadoconalgomuypesadoydecantosredondeadosenlacabezayenlacolumnavertebral;despuésdehaberlaheridoymientrasellaestaba tendidadecaraal suelo, learrojaronalgomuypesado con extraordinaria violencia. Y en el suelo, a su lado, cuando Joelevantóasumujer,pudoverungrilletedepresidiarioquehabíasidolimado.Joe,examinandoaquelhierroconsusconocimientosdeherrero,declaróquehabíasidolimadohacíabastantetiempo.Losempleadosdelospontonesque,enteradosdelcaso,vinieronaexaminarelgrilletecorroboraronlaopinióndeJoe. No precisaron la fecha en que aquel grillete, que indudablementepertenecióalosPontones,habíapodidosalirdeellos,peroasegurabanquenopertenecíaaningunodelosdospenadosqueseescaparonenlanocheanterior.Además, uno de los dos fugitivos fue apresado de nuevo, y observaron quetodavíallevabasupropiogrillete.Comoyoestabaenteradodealgomás,supusequeperteneceríaamipenado,esdecir,queeraelmismoquevilimarenlosmarjales,masapesardeellonole acusaba de haberlo empleado en herir a mi hermana. Y eso porquesospechabaqueotrasdospersonas lohubiesenencontrado,utilizándoloparacometerelcrimen.Sindudaalguna,elasesinoeraOrlickobienaquelhombreextrañoquemeenseñó la lima.Conreferenciaalprimero, secomprobóque

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habíaidoalaciudad,exactamentecomonosdijocuandoleencontramosenlabarrera. Por la tarde lo vieron varias personas por las calles y estuvo encompañíade58otrasenalgunastabernas,hastaqueregresóconmigomismoycon el señorWopsle.Demodoque, a excepciónde la pelea, no se le podíahacerningúncargo.Porlodemás,mihermanasehabíapeleadoconélycontodoelmundomásdediezmilveces.Encuantoaaquelhombreextraño,encasodequehubieseregresadoenbuscadesusdosbilletesdebanco,nadieselos habría disputado, porque mi hermana estaba más que dispuesta adevolvérselos. Por otra parte, no hubo altercado, pues era evidente que elcriminal llegó silenciosa y repentinamente y la víctima quedó tendida en elsuelo antes de poder volver la cabeza. Era horrible pensar que yo habíafacilitado el arma, aunque, naturalmente, sin imaginar lo que podía resultar;pero apenas podía apartar de mi cerebro aquel asunto. Sufrí angustiasindeciblesmientraspensabaensi,porfin,deberíareferiraJoeaquellahistoriademi infancia.Todos los días, y durante variosmeses siguientes, decidí nodecirnada,peroalamañanasiguientevolvíaareflexionaryacontradecirmeamímismo.Porúltimotoméunaresolucióndecisivaenelsentidodeguardarsilencio,porquetuveencuentaqueelsecretoyaeramuyantiguo,ycomomehabíaacompañadodurantetantotiempo,convirtiéndoseyaenunapartedemímismo,nopodíadecidirmeasepararmedeél.Además,teníaelinconvenientedeque,habiendosidotandesagradableslosresultadosdemiconducta,ellomeprivaríadelafectodeJoe,sicreíaenlaverdaddemispalabras,y,enelcasodeque no las creyese, irían a sumarse en la mente de mi amigo con misinvencionesde losperros fabulososyde lascostillasde ternera.Pero sea loquefuere,contemporicéconmigomismoyresolvírevelarmisecretoencasodequeéstepudieraservirparaayudaraldescubrimientodelasesino.La policía mandada de Londres frecuentó los alrededores de la casa porespaciodeunaodos semanasehizo todocuantoyohabíaoídoy leídoconreferenciaacasossemejantes.Prendieronavariosinocentes,siguieronpistasfalsasypersistieronenhacerconcordarlascircunstanciasconlasideas,envezdetratardededucirideasdelascircunstancias.TambiénfrecuentaronbastanteLosTresAlegresBarqueros, llenandodeadmiracióna losparroquianos,quelosmirabanconciertareserva;yteníanunmodomisteriosodebeber,quecasivalíatantocomosihubiesenprendidoalculpable.Peroellonoequivalióataléxito,porquenoconsiguierondescubriralcriminal.Mucho después de la desaparición de los policías, mi hermana estabamuyenfermaenlacama.Habíaseperturbadoenormementesuretina,demodoqueveía los objetosmultiplicados y a veces se empeñaba en coger imaginariastazasdetéyvasosdevino,tomándolosporrealidades.Eloídoylamemorialos conservaba bastante buenos, pero sus palabras resultaban ininteligibles.Cuando, por fin, se recobró bastante para poder ser transportada a la plantabaja, fue necesario ponerle al lado mi pizarra, con objeto de que pudiese

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indicarporescrito loquenopodíamencionarverbalmente.Ycomoescribíamuymalypronunciabapeor,auncuandoestabasana,y,porotraparte,Joeeraunmallector,seoriginabantremendascomplicacionesentreellos,queyoeraelllamadoaresolver.Elhechodequelesirvieracarneroenvezdemedicina,la confusión entre el té y Joe, o entre el panadero y el tocino, eran losmásfácilesdemispropioserrores.Sin embargo, se habíamejoradomucho su genio, y a la sazón semostrabapaciente. Una trémula incertidumbre de acción en todos sus miembros fueprontounapartedesuestadoregular,yluego,aintervalosdedosotresmeses,solíallevarselasmanosalacabezay,aveces,permanecíaporespaciodeunasemanasumidaenalgunaaberraciónmental.Estábamosmuypreocupadosporencontrar una enfermera conveniente destinada a ella, hasta que por unacasualidadhallamosloquebuscábamos.LatíaabueladelseñorWopslequedóporfinsumidaenelsueñoeterno,yasíBiddyvinoaformarpartedenuestrafamilia.Cosadeunmesdespuésdelareaparicióndemihermanaenlacocina,Biddy llegó a nuestra casa con una cajita moteada que contenía todos susefectos y fue desde entonces una verdadera bendición para la casa yespecialmentepara Joe,pueselpobremuchachoestabamuyapenadopor laconstante contemplación de la ruina en que se había convertido sumujer yhabía tomado la costumbre, cuando la cuidaba, de volver a cada momentohaciamíparadecirmeconlosazulesojoshumedecidosporlaslágrimas:-¡Tanhermosacomoera,Pip!Biddy se hizo cargo instantáneamente de la enferma, como si lo hubieraestudiado desde su infancia, y, así, Joe pudo gozar, en cierto modo, de lamayortranquilidadquehabíaentoncesensuvidayhasta,devezencuando,concurriraLosTresAlegresBarqueros,locualera,ciertamente,beneficioso.LospolicíashabíansospechadobastantedelpobreJoe,apesardequeélnuncase enteró, y parece que llegaron a la conclusión de considerarle uno de loshombresmásprofundamenteinteligentesquehabíanencontradoensuvida.ElprimertriunfodeBiddyensunuevocargofueelresolverunadificultadqueamíme había vencido por completo, a pesar de los esfuerzos que hice porevitarlo.Eralosiguiente:59Repetidasveces,mihermanatrazóenlapizarraunaletraqueparecíauna«T»muycuriosa,yluego,conlamayorvehemencia,nos llamaba la atención como si, al dibujar aquella letra, deseara una cosadeterminada.Envano traté de adivinar quépodría significar aquella letra, ymencionélosnombresdecuantascosasempezabanpor«T».Porfinimaginéque ello podía significar algo semejante a un martillo. Por consiguiente,pronunciélapalabraaloídodemihermana,yellaempezóagolpearlamesa,como para expresar su asentimiento. En vista de eso, le presenté todosnuestrosmartillos,uno trasotro,perosinéxito.Luegopenséenunamuleta,puestoquesuformateníaciertasemejanza,ypedíprestadaunaenelpueblopara mostrársela a mi hermana, lleno de confianza. Pero al verla movió la

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cabezanegativamenteycontalenergíaquellegamosatemer,dadosuprecarioestado,quellegaseadislocarseelcuello.EncuantomihermanaadvirtióqueBiddylacomprendíarápidamente,aparecióotravezaquelsignoenlapizarra.Biddymirómuypensativa,oyómisexplicaciones,miróamihermanayluegoaJoe,quiensiempreerarepresentadoenlapizarraporlainicialdesunombre,y corrió a la fragua seguida por Joe y por mí. - ¡Naturalmente! - exclamóBiddy,triunfante-.¿Nolohancomprendidoustedes?¡Esé1!Orlick,sindudaalguna.Mihermanahabíaperdidosunombrey sólopodía representarlopormediodelmartillo.Leexplicamosnuestrodeseodequefuesealacocina,yél,lentamente, dejó a un lado elmartillo, se secó la frente con lamanga, se lasecó luego con el delantal y echó a andar encorvadoy con las rodillas algodobladas,cosaquelecaracterizabasobremanera.Confieso que esperaba que mi hermana le acusara y que sentí el mayordesencanto al comprobar que no ocurría tal cosa. Ella manifestó el mayordeseo de reconciliarse con él y mostró la mayor satisfacción por tenerlodelante;además indicóque lediésemosalgoquebeber.Leobservabacon lamayoratención,comodeseosadecerciorarsedequeaceptabadebuenaganaaquellaacogida,yexteriorizócuanto le fueposibleeldeseodecongraciarseconél,cualpudierahacerlounniñoquequiereponerseabienconunmaestrodemalcarácter.Apartirdeentonces,raroeraeldíaenquemihermanadejabade dibujar el martillo en la pizarra y que Orlick no apareciese andandoencorvado,parapermanecerunratoanteella,comosinosupiesemásqueyomismoquépensardetodoaquello.

Capítulo17

Rutinariamenteseguímividadeaprendiz,quenotuvootravariación,másalládeloslímitesdelpuebloydelosmarjales,quelallegadademicumpleañosylavisitaquehiceentaldíaalaseñoritaHavisham.EncontréalaseñoritaSaraPocket de guardia en la puerta y a la señorita Havisham tal como la habíadejado.MehablódeEstelladelmismomodo,sinoconlasmismaspalabras.La entrevista duró algunosminutos, y cuando yamemarchabame dio unaguinea, recomendándome que fuese a visitarla en mi próximo cumpleaños.Puedodecir,desdeluego,queestavisitaseconvirtióenunacostumbreanual.En la primera ocasión traté de no tomar la guinea, pero ello no tuvomejorefecto que el de hacerle preguntar si esperaba recibir algo más. Porconsiguiente,tantoenaquellavisitacomoenlassucesivas,toméelregaloquemehacía.Tan inmutable era la triste y vieja casa, y la amarillenta luz en las oscurashabitaciones,asícomoelaspectomarchitodelabuenaseñorajuntoaltocador,

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que, muchas veces, me pregunté si al pararse los relojes se había paradotambién el tiempo en aquel lugar misterioso, y si mientras yo y todos losdemáscrecíamosynosdesarrollábamos,cuantohabíaen lacasapermanecíasiempre en el mismo estado. Jamás entraba allí la luz del día. Esto memaravillaba, y, bajo la influencia de aquella casa, continué odiandocordialmentemioficioytambiénseguíavergonzadodemipropiohogar.Sinembargo,aunquedeunmodoinconsciente,empecéadarmecuentadeuncambio que se realizaba en Biddy. Llevaba ya tacones en sus zapatos; sucabello crecía brillante y limpio, y susmanos jamás estaban sucias.No erahermosa; eramás bien ordinaria y no se parecía en nada aEstella, pero eraagradableyteníauncaráctermuydulce.Apenashacíaunañoqueestabaconnosotros,puesrecuerdoqueporentoncessehabíaquitadoelluto,cosaquemesorprendió,cuandoobservé,unanoche,queteníaunosojosmuyreflexivosyatentos, ojos que eran lindos y de expresión bondadosa. Eso me ocurrió allevantar la cabeza de una tarea en que estaba absorto, pues me dedicaba acopiar algunos párrafos de un libro para mejorarme a mí mismo en dosaspectosalavez,graciasaunaestratagema,yentoncesnotéqueBiddyestabaobservandoloqueyohacía.Dejéaunladolapluma,yBiddyinterrumpiósulabordecostura,aunquesinabandonarla.—Oye,Biddy—ledije—.¿Cómotelasarreglas?Oyosoymuytontootúmuylista.—¿Quéquieresdecir?—contestóBiddysonriendo.Administrabaperfectamentesuvidadoméstica,conlamayorhabilidad;peroyo nome refería a eso, aunque ello hacíamás sorprendente el hecho a quequeríaaludir.—¿Cómo te las arreglas,Biddy— repetí—,para aprender todo lo queyoaprendoyparaestarsiemprealamismaalturaqueyo?Yo empezaba a envanecerme de mis conocimientos, porque en ellos megastaba las guineasque recibía el díademi cumpleaños, y almismoobjetodedicabatambiénlamayorpartedemidinero,aunquenotengoahoraningunadudadequelopocoqueaprendíamecostabamuycaro.—Tambiényopodríapreguntarte—replicóBiddy—cómotelasarreglastú.—No. Porque cuando yo vuelvo de la fragua, por la noche, todos puedenvermededicadoamistareasy,encambio,atinosetevenuncaentregadaaestasocupaciones.— Tal vez te habré cogido como si fuese un resfriado — dijo Biddytranquilamenteyreanudandosucostura.Continuandoenmiidea,mientrasmereclinaba en el respaldo demi silla demadera,miré a Biddy, que entoncescosía, con la cabeza ladeada, y empecé a considerarla una muchachaextraordinaria. En aquel momento recordé que ella conocía con igualperfección los términos de nuestro oficio, los nombres de los diferentestrabajos que realizábamos y también los de nuestras herramientas. En una

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palabra,todocuantoyosabía,Biddyloconocíatambién.Y,enteoría,eratanbuenherrerocomoyooquizámejor.— Eres una de esas personas, Biddy — le dije —, que se aprovechanextraordinariamente de todas las oportunidades. Antes de venir aquí, jamástuviste ninguna, y ahora, en cambio, mira cuánto has mejorado. Biddy memiróuninstanteycontinuócosiendo.—Yofuituprimermaestro,¿noesverdad?—preguntómientrascosía.—¡Biddy!—exclaméasombrado—.¿Porquélloras?—Nolloro—contestólevantandolosojosyechándoseareír—.¿Porquétehas figurado eso? Si me lo figuré debióse a que sorprendí el brillo de unalágrima que caía sobre su labor. Permanecí silencioso, recordando lalamentablevidadeaquellapobremuchachahastaquela tíaabueladelseñorWopslevencióconéxitolamalacostumbredevivir,dequetantodeseanverselibres algunas personas. Recordé las circunstancias desagradabilísimas quehabíanrodeadoalapobremuchachaenlamiserabletiendecillayenlaruidosay pobre escuela nocturna, sin contar con aquel montón de carne vieja yestúpida, a laque teníaquecuidar constantemente.Entonces reflexionéque,aunenaquellos tiemposdesfavorables,debierondeexistir latentesenBiddytodas lascualidadesqueahoraestabadesarrollando,porqueenmisprimerosapuros y en mi primer descontento me volví a ella en demanda de ayuda,como si fuese la cosa más natural. Biddy cosía tranquilamente y ya noderramabalágrimas,ymientrasyolamirabaypensabaenellayensuscosas,semeocurrióquetalveznolehabríademostradobastantemiagradecimiento.Posiblemente fui demasiado reservado, y habría debido confiarmás en ella,aunque,comoesnatural,enmismeditacionesnousélaspalabrasquequedantranscritas.— Sí, Biddy— observé cuando hube terminadomi tarea—. Tú fuiste miprimermaestro,yesoenuntiempoenqueningunodelosdospodíamossoñarenestarjuntosenestacocina.—¡Ah,pobrecilla!—replicóBiddy—.Esunatristeverdad.EramuypropiodeBiddyelmostrarsetangenerosacomoparatransferiramihermanalaobservaciónqueyoacababadehacer.Inmediatamenteselevantóyseocupóencuidarlaparaqueestuviesemáscómoda.—Perfectamente—dije—;tendremosquehablarunpocomásdeeso,comosolíamos hacer en otro tiempo. Y yo también te consultaré más a menudo,como hacía antes. El domingo próximo iremos a pasear por los marjales,Biddy,yasípodremostenerunalargaconversación.A lasazón,mihermananosequedabanuncasola;peroJoeseencargó,conmuchogusto,decuidarlaaqueldomingocuandoBiddyyyo salimos juntos.Entoncescorríaelveranoyeltiempoeraespléndido.Cuandodejamosatráselpueblo,laiglesiayelcementerioynosencontramosenlosmarjalesyvimoslasvelasdelosbarcosquenavegaban,empecéacombinarenmisesperanzasa

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laseñoritaHavishamyaEstella,comosolía.Asíquellegamosalaorilladelríonossentamos,mientraselaguaserizabaanuestrospies,contribuyendoasíaaumentarlapazylatranquilidaddelambientemuchomásquesinohubiesehabido el menor ruido. Entonces resolví que el lugar y la ocasión eranpropiciosparaadmitiraBiddyenmisconfidenciasmássecretas.— Biddy — le dije después de recomendarle el secreto —Deseo ser uncaballero.—Noloquisierayosiestuvieseentulugar—replicó—.Nocreoqueteseaconveniente.—Biddy— le dije con alguna severidad—, tengo razones especiales paraquererseruncaballero.—Túsabesmejorloquehaces,Pip;peronocreoquepuedassermásfelizqueahora.—Biddy— exclamé, impaciente—, ten en cuenta que ahora no soy feliz.Estoydisgustadoconmisituaciónyconmivida.Desdequemepusierondeaprendiznomehangustadonilaunanilaotra.Noseastonta.—¿Teparecequehedichoalgunatontería?—preguntóBiddylevantandolascejas—.Losientomucho,puesnoqueríadecirninguna.Tansólodeseoqueestésbienyvivasagusto.—Puesentoncestenencuentaque,sisigodeestamanera,nuncaestarébienni viviré a gusto, sino que, por el contrario, serémuy desgraciado. Eso es,Biddy,anoserquepuedallevarunavidamuydiferentealadeahora.—Esunalástima—dijoBiddymoviendotristementelacabeza.Comoyo,muchasveces,tambiénlohabíacreídoasíenlaluchasingularquesiempre sostenía conmigo mismo, a punto estuve de derramar lágrimas dedespecho y de dolor cuando Biddy expresó sus sentimientos y los míospropios.Ledijequeteníarazón,comprendíqueera lamentable,peroquenohabíamásremedio.—Sipudiesehabermeresignado—dijeaBiddymientrasarrancabalacortahierba que estaba a mi alcance, de la mismamanera como otras veces metirabade los cabellos, desesperado, ypateaba, irritado, contra laparedde lafábrica de cerveza—, si pudiera haberme resignado yme gustase la fraguasolamentelamitaddeloquemegustabacuandoerapequeño,comprendoqueesohabríasidomuchomejorparamí.Entoncesnitú,niyo,niJoe,habríamosnecesitado nada más, y tal vez Joe y yo habríamos llegado a ser socios alterminar mi aprendizaje; yo habría continuado a tu lado y, al sentarnos undomingoenestamismaorilla,habríamossidodospersonasdistintas.Entoncesyohabríasidobastantebuenoparati.¿Noesverdad,Biddy?Suspirómientrascontemplabalosbarcosymecontestó:—Sí.Nosoydemasiadoexigente.Esonoeramuyhalagüeñoparamí,perocomprendíquenoqueríamolestarme.—Envezdeeso—dijecogiendootropuñadodehierbaymasticandountallo

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—, fíjate en lo quepasa.Estoydisgustado, vivodesgraciadoy…Pero ¿quéimportaría ser ordinarioy rudo, si nadieme lohubiesedicho?Biddyvolviórepentinamente su rostroparamirarmeyme contempló conmayor atenciónquealosbarcosquepasabanantenosotros.—Quien dijo eso no dijo la verdad ni dió muestras de ser muy cortés —observó fijandonuevamente lamiradaen lasembarcaciones—.¿Quién te lodijo?Yomequedédesconcertadoaladvertirqueacababaderevelarmisecretosindarmecuenta.Perocomonohabíamaneraderetrocederya,contesté:—MelodijolalindaseñoritaquehabíaencasadelaseñoritaHavisham.Esmáshermosaquenadieylaadmiroextraordinariamente.Porsucausaquierollegar a ser un caballero. Después de hacer esta confesión, propia de unlunático,empecéaarrojaralríolahierbaquehabíaarrancado,comosituvieselaideadeseguirla.— ¿Y quieres ser un caballero para vengarte de sus insultos, o paraconquistarla?—mepreguntóBiddytranquilamentedespuésdeunapausa.—Nolosé—lecontestécontristeza.—Porquesiesparavengartedeella—prosiguióBiddy—,creo,aunque túsabrásmejor loque teconviene,que lo lograríasmejornohaciendocasodesuspalabras.Perosiesparaconquistarla,creo,aunquetúlosabesmejor,quenolomerece.Esoeraexactamente loqueyohabíapensadomuchasvecesy lomismoqueadvertía muy bien en todos los momentos. Pero ¿cómo podía yo, pobremuchachodepuebloysinluces,evitaraquellamaravillosainconsistenciaenquecaentodoslosdíasloshombresmejoresymássabios?— Todo lo que me dices puede ser verdad— repliqué—, pero la admiroextraordinariamente.Y al decir estome eché al suelo de cara,mesándome el cabello por ambosladosdelacabeza,ymedi tremendostirones.Mientrastanto,conociendoeldesvarío de mi loco corazón, que tan mal se había empleado, me dije quemerecía golpearme la cabeza contra las piedras, por pertenecer a un idiotacomoyo.Biddy eraunamuchachamuy juiciosayno se esforzó en razonarmás conmigo. Puso acariciadoramente su mano, suave a pesar de que eltrabajo lahabíahechobasta, sobre lasmías,una trasotra,ycondulzura lasseparó demi cabello. Luegome dio algunas palmaditas en la espalda paracalmarme, en tanto que yo, con la cabeza apoyada en lamanga, lloraba unpoco,exactamente igualcomohicieraenelpatiode la fábricadecerveza,ysentí la vaga idea de que estabamuymaltratado por alguien, o por todo elmundo.Nopuedoprecisarlo.—Estoy contenta de una cosa— dijo Biddy—, y es de que hayas creídodeberhacermeestasconfidencias,Pip.Ytambiénestoycontentadeotracosa,yesdequepuedes tener laseguridaddequeguardaréestesecretoydeque

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continuaré siendo digna de tus confidencias. Si tu primera maestra —¡pobrecilla!,¡tantocomonecesitabaaprenderellamisma!—lofueseaúnenlaactualidad, cree saber cuál sería la lección que te haría estudiar. Pero seríadifícildeaprender,ycomoyahasaventajadoatuprofesora,resultaríaahoracompletamente inútil.—Ydandoun leve suspiropormí,Biddysepusoenpieyconvozquecambiódeunmodoagradabledijo—:¿Vamosapasearunpocomás,onosiremosacasa?—¡Biddy!—exclamélevantándomeamivez,abrazandosucuelloydándoleunbeso—.Siempretelodirétodo.—Hastaqueseasuncaballero—replicóBiddy.— Ya sabes que no lo seré nunca, y, por lo tanto, siempre tendrás miconfianza.Noporque tengaocasiónde decirte algo, porque sabes lomismoqueyo,segúntedijeencasalaotranoche.— ¡Ah!— murmuró Biddy mientras miraba las lejanas embarcaciones. Yluego volvió a cambiar el tono de su voz de unmodo tan agradable comoantes,repitiendo—:¿Paseamosunpocomás,onosvolvemosacasa?Dije aBiddy que quería pasear un pocomás, y así lo hicimos hasta que latarde de verano desapareció ante el crepúsculo, que fue muy hermoso. Yoempecé a reflexionar si, en resumidas cuentas, estaba ahora situado de unmodomásnaturalyagradablequejugandoalosnaipesalaluzdelasbujíasenlahabitacióndelosrelojesparadosysiendodespreciadoporEstella.CreíquelomejorparamíseríaolvidaraEstellaporcompleto,asícomolosdemásrecuerdosyfantasías,yempezaratrabajar,decididoaquemegustaraloqueteníaquehacer,aplicarmeaelloysacarelmejorpartidoposible.Dudéacercadeque siEstella estuviese ami lado, en vezdeBiddy, tal vez entoncesmesentiríadesdichado.Tuvequeconfesarmequeestabasegurodequeseríaasí,yporesonopudemenosquedecirme:—¡Quétontoeres,Pip!Mientras andábamos, Biddy y yo hablamos mucho, y me pareció muyrazonablecuantoellamedijo.Biddynoeranunca insolenteni caprichosaovariable; no habría sentido el más pequeño placer en darme un disgusto, yestoysegurodequemásbiensehabríaheridoasímismaqueamí.¿Cómoseexplicaba,pues,queyonolaprefirieseentrelasdos?—Biddy—dije cuando nos encaminábamos a casa—.Me gustaríamuchoquepudierasconvencerme.—¡Ojalámefueseposible!—exclamó.—Sipudieselograrenamorarmedeti…¿Noteimportaquetehablecontantafranqueza,teniendoencuentaqueyasomosantiguosamigos?—¡Oh,no!—contestóBiddy—.Notepreocupespormí.—Sipudieselograreso,creoqueseríalomásconvenienteparamí.—Perotúnoteenamorarásnuncademí—replicóBiddy.Aquellatardenomeparecióesotanimposiblecomosihubiésemoshabladodeellounashorasantes.Porconsiguiente,observéquenoestaba tansegurode

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ello. Pero Biddy sí estaba segura, según dijo con acento de la mayorcertidumbre.Enmicorazóncomprendíaque teníarazón,y,sinembargo,mesupomalqueestuvieratanpersuadidadeello.Cuando llegamos cerca del cementerio tuvimos que cruzar un terraplén yllegamosaunportillocercadeunacompuerta.Enaquelmomentosurgiódelacompuerta,delosjuncosodellodo(locualeramuypropiodeél)nadamenosqueelviejoOrlick.—¡Hola!—exclamó—.¿Adóndevais?—¿Adóndehemosdeir,sinoacasa?—Quemematensinoosacompaño.Teníalacostumbredeusarestamaldicióncontrasímismo.Naturalmente,noleatribuíasuverdaderosignificado,pero lausabacomosusupuestonombrede pila, sencillamente paramolestar a la gente y producir una impresión dealgo terrible. Cuando yo era pequeño estaba convencido de que si él mehubiesematado,lohabríahechoconlamayorcrueldad.ABiddynolegustóquefueseconnosotros,yenvozmuybajamedijo:—Noledejesvenir.Nomegusta.Y como a mí tampoco me gustaba aquel hombre, me tomé la libertad dedecirlequeseloagradecíamos,peroquenoqueríamosquenosacompañase.Élrecibiómispalabrasconunacarcajada,sequedóatrás,peroechóaandarsiguiéndonos,encorvado,aalgunadistancia.Sintiendo curiosidad de saber si Biddy sospechaba que él hubiese tenidoparticipaciónenlaagresióncriminaldequemihermananopudonuncadarnosnoticia,lepreguntéporquénolegustabaaquelhombre.—¡Oh!—contestómirandohaciaatrásmientrasélnosseguíacabizbajo—.Porque…porquetemoqueyolegusto.—¿Telohadichoalgunavez?—pregunté,indignado.—No— contestó Biddymirando otra vez hacia atrás—, nuncame lo hadicho;peroencuantomeveempiezaarondarme.Aunque tal noticia era nueva para mí, no dudé de la exactitud de lainterpretación de los actos y de las intenciones de Orlick. Yo estaba muyenojadoporquesehubieseatrevidoaadmirarla,tantocomosifueseunultrajehaciamí.—Eso,sinembargo,noteinteresa—dijoBiddytranquilamente.—No,Biddy,nomeinteresa,peronomegustaniloapruebo.—Niamítampoco—dijoBiddy—,aunqueatinoteinterese.—Esverdad—repliqué—,perodebodecirte,Biddy,quetendríamuymalaopinióndetisiterondasecontuconsentimiento.A partir de aquella noche vigilé aOrlick, y en cuanto se presentaba algunaoportunidadparaquepudierarondaraBiddy,yomeapresurabaapresentarmeparaimpedirlo.HabíaechadoraícesenlafraguadeJoeacausadelcaprichoqueporélsentíamihermana,pues,delocontrario,yohabríaintentadohacerle

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despedir.Él sedabacuentademis intencionesycorrespondíaaellas, segúntuveocasióndesabermásadelante.Y como si mi mente no estuviera ya bastante confusa, tal confusión secomplicó cincuenta mil veces más en cuanto pude advertir que Biddy erainconmensurablemente mucho mejor que Estella, y que la vida sencilla yhonradaparalacualyohabíanacidonodebíaavergonzaranadie,sinoquemeofrecía suficiente respeto por mí mismo y bastante felicidad. En aquellostiemposestabasegurodequemidesafectohaciaJoeyhacia la fraguahabíadesaparecidoyayquemehallabaenmuybuencaminodellegarasersociodeJoeydevivirencompañíadeBiddy.Mas,depronto,seaparecíaenmimentealgún recuerdo maldito de los días de mis visitas a casa de la señoritaHavisham y, como destructor proyectil, dispersaba a lo lejos mis sensatasideas. Cuando éstas se diseminaban,me costabamucho tiempo reunirlas denuevo,yaveces,antesdelograrlo,volvíanadispersarseanteelpensamientoextraviado de que tal vez la señorita Havisham haría mi fortuna en cuantohubieseterminadomiaprendizaje.Si lo hubiese acabado ya, me habría quedado en lo más profundo de misdudas, según creo. Pero no lo terminé, sin embargo, porque llegó a un finprematuro,segúnseveráporloquesigue.

Capítulo18

Esoocurrióenelcuartoañodemiaprendizajeyenlanochedeunsábado.EntornodelfuegodeLosTresAlegresBarqueroshabíasecongregadoungrupoque escuchaba atento la lectura que, en voz alta, hacía el señorWopsle delperiódico.Yoformabapartedeaquelgrupo.Habíase cometido un crimen que se hizo célebre, y el señorWopsle estabaenrojecido hasta las cejas. Se deleitaba ante cada uno de los violentosadjetivosdeladescripciónyseidentificabaconcadaunodelostestigosdelainstrucción del proceso. Con voz débil y quejumbrosa decía «¡Estoyperdido!»,cuandosetratabadelosúltimosmomentosdelavíctima,yenvozsalvaje gritaba: «¡Voy a arreglarte las cuentas!», refiriéndose a las palabraspronunciadas por el asesino. Explicó el examen de los médicos forensesimitando elmodode hablar del practicante del pueblo, y habló con voz tandébilytemblorosaalrepetirladeclaracióndelguardadelabarreraquehabíaoídogolpes,deunmodo tanpropiodeunparalítico,que llegóa inspirarnosseriasdudasacercade la corduradeaquel testigo.El coroner, enmanosdelseñorWopsle,seconvirtióenTimóndeAtenas;elalguacil,enCoriolano.Éldisfrutabaloindecibleynosotrostambién,apartedequetodosestábamosmuycómodosyagusto.Enaquelestadomentalagradablellegamosalveredictode

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«asesinatopremeditado».Entonces, y no antes,me di cuenta de que un desconocido caballero estabaapoyado en el respaldo del asiento situado frente a mí y que observaba laescena.Ensurostroseadvertíaunaexpresióndedesdénysemordíaelladodesuenormededoíndicemientrasobservabaelgrupoderostros.— Perfectamente — dijo el desconocido al señor Wopsle en cuanto huboterminadolalectura—,meparecequelohaarregladoustedtodoasugusto.Todos se sobresaltarony levantaron losojos como si aquel nuevopersonajefueseelasesino.Élmiróatodosfríaysarcásticamente.—Desdeluegoesculpable,¿verdad?—dijo—.¡Vamos,dígalo!— Caballero— replicó el señor Wopsle—, aunque no tenga el honor deconocerleausted,puedoasegurarqueesehombreesculpable.Aloírestaspalabras,todosrecobramoselvalorsuficienteparaunirnosenunmurmullo de aprobación. —Ya sabía que opinaría usted así—dijo eldesconocido—,ydeelloestabaconvencidodeantemano.Peroahoraquierohacerleunapregunta:¿sabeustedonoquelaleydeInglaterrapresuponequetodo hombre es inocente, a no ser que se pruebe sin duda alguna que esculpable?—Caballero— empezó a decir el señorWopsle—, como inglés que soy,yo…—¡Alto!—replicóeldesconocidomordiendodenuevosu índice—.Nosesalgaustedporlatangente.Oestáustedenteradodeesoolodesconoce.¿Quécontesta?Estabaconlacabeza inclinadaaun lado,yparecióarrojarsudedoíndicealseñorWopsle,comosiquisieraseñalarlo,antesderepetirlaacción.—Vamos,conteste—dijo—.¿Estáustedenteradodeesoono?—Ciertamenteestoyenterado—replicóelseñorWopsle.—Lo sabe sin duda alguna. ¿Por qué no lo dijo de antemano?Ahora voy ahacerleotrapregunta—añadiótomandoposesióndelseñorWopslecomosituviese algún derecho sobre él —. ¿Sabe usted ya que a ninguno de esostestigosseleshainterrogadodenuevo?ElseñorWopsleempezóamurmurar:—Yosolamentepuedodecir…Peroeldesconocidoleinterrumpió:—¿Cómo?¿Quiereustedcontestaralapreguntaono?Enfin,pruébelootravez— añadió señalándole de nuevo con el dedo—. Fíjese en lo que diga.¿Estáustedenteradoonodequenosehanhechorepreguntasalostestigos?Noquieroquemecontestemásquesíono.ElseñorWopslevaciló,ynosotrosempezamosatenerunapobreideadeél.—Espere—añadióeldesconocido—.Voyaayudarle.No lomereceusted,pero loharé.Fíjeseenelpapelque tieneen lasmanos.¿Quées?

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—¿Quées?—repitióelseñorWopslemirándolosincomprender.— ¿Es— prosiguió el desconocido, con acento sarcástico y receloso— elperiódicoqueacabausteddeleer?—Loignoro.—Sindudaalguna.Ahorafíjeseen lo impresoyveasiexpresaconclaridadque el acusado dijo que sus consejeros legales le dieron instruccionesconcretasparaquesereservarasudefensa.—Acabodeleerlo.—Nada importa lo que acaba usted de leer, caballero. No le pregunto quéacabadeleer.Siledalagana,puedeleeralrevéselpadrenuestro,ytalvezlohahechoustedantesdehoy.Fíjeseenelperiódico.No,no,amigomío,noenloaltodelacolumna.Esustedladino.A1final,alfinal.—Todosempezamosacreerqueel señorWopsleerahombreamigode lossubterfugios—.Bien.¿Lohaencontradoya?—Aquíestá—dijoelseñorWopsle.—Ahora lea usted y dígame si expresa con claridad o no que el preso dijohaber sido instruido por sus consejeros legales para que se reservara sudefensa.¿Lohaencontrado?¿Loentiendeclaramente?—Nosonéstaslaspalabrasexactas—observóelseñorWopsle.—¿Quenosonlaspalabrasexactas?—repitióamargamenteelcaballero.—.Pero¿esexactoelsentido?—Sí—confesóelseñorWopsle.—Sí—repitióeldesconocidomirandoalrededordeélatodoslosreunidosyconlamanoextendidahaciaeltestigoWopsle—.Yahorapreguntoaustedesquémedicende la conciencia de un hombre que, con este párrafo ante susojos,escapazdedormirsobresualmohadadespuésdehaberllamadoculpableaunhombresinoírle.Todos empezamos a sospechar que el señor Wopsle no era el hombre quehabíamoscreídoyqueyaíbamosdándonoscuentadesusdefectos.—Yesemismohombre,recuérdenlo—prosiguióelcaballero,señalandoalseñor Wopsle con su índice —, ese mismo hombre podría haber sidonombrado jurado en este juicio, y, después de pecar, volvería satisfecho alsenodesufamiliayapoyaríalacabezaenlaalmohada,esodespuésdejurarqueexaminaríalealmenteelcasopendienteentrenuestrosoberano,elrey,yelpresodelbanquillo,yquepronunciaríaunveredictojusto,deacuerdoconlasevidenciasqueseleofrecieran,paraqueDiosleayudaseluegoporsurectitud.Todos estábamos profundamente persuadidos de que el desgraciadoWopslehabíaidodemasiadolejos,yque,siendoaúntiempo,haríamejorendetenerseensuatolondradacarrera.El extraño caballero, con aire de autoridad indiscutible y en aparienciaconocedordealgosecretoacercadecadaunodenosotros,algoqueaniquilaríaacadaunosisedecidíaarevelarlo,dejóelrespaldodesuasientoysesituó

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entrelosdosbancos,frentealfuego,endondepermanecióenpie.Semetiólamanoizquierdaenelbolsillo,entantoquecontinuabamordiendoelíndicedeladerecha.—A juzgar por los informes recogidos—dijomirando alrededormientras locontemplábamosacobardados—, tengo razonesparacreerqueentreustedeshay un herrero llamado José, o Joe, o Gargery. ¿Quién es? —Soy yo —contestóJoe.Elextrañocaballerolehizoseñadequeseacercase,cosaquehizoJoe.65—¿Tiene usted un aprendiz — prosiguió el desconocido — comúnmentellamadoPip?—¡Aquíestoy!—exclamé.El caballero nome reconoció, pero yo sí recordé que era elmismo a quienencontraraenlaescalera,enmisegundavisitaacasadelaseñoritaHavisham.Lereconocídesdeelprimermomentoenquelevi,yahoraqueestabaanteél,mientras me apoyaba la mano en el hombro, volví a contemplar condetenimientosugrancabeza,sucutismoreno,susojoshundidos,suspobladascejas,suenormecadenadereloj,subarbaybigoteespesos,aunqueafeitados,yhastaelaromadejabónperfumadoensuenormemano.—Hedetenerunaconversaciónparticularconustedesdos—dijodespuésdehabermeexaminadoasuplacer—.Emplearemosunosinstantestansólo.Talvez seramejor que nos vayamos a su casa. Prefiero no anticipar nada aquí;luegoloreferirán todooalgoasusamigos,según lesparezcamejor;esonomeimportanada.En absoluto silencio salimosdeLosTresAlegresBarquerosy, sindespegarloslabios,nosdirigimosacasa.Mientrasandábamos,elextrañodesconocidomemirabaconmuchaatenciónyavecessemordíaelbordedesudedoíndice.Cuando ya estábamos cerca de casa, Joe, creyendo que la ocasión era, enciertomodo, importante y ceremoniosa, se anticipó a nosotros para abrir lapuerta.Nuestraconferenciatuvolugarenelsalón,quealumbrabadébilmenteunabujía.Elloempezósentándoseeldesconocidoa lamesa;acercándose labujíayconsultandoalgunasnotasenunlibrodebolsillo.Luegodejóésteaunlado y miró en la penumbra a Joe y a mí, para saber dónde estábamosrespectivamente.—Minombre—empezódiciendo—esJaggers,ysoyabogadodeLondres.Soybastanteconocido.Tengoquetratarconustedesunasuntonadacorriente,yempiezopordecirqueenellonohetornadoningunainiciativa.Sisehubiesepedido mi consejo, es lo más probable que no estuviera aquí. No mepreguntaronnada,yporesomevenanteustedes.Voyalimitarmeahacerloquecorrespondealqueobracomoagentedeotro.Nimásnimenos.Observando que no podia vernosmuy bien desde donde estaba sentado, selevantó,pasóunapiernaporencimadelrespaldodelasillayseapoyóenella,demaneraqueteníaunpieenelsueloyelotrosobreelasientodelasilla.

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—Ahora,JoeGargery—dijo—,soyportadordeunaofertaquelelibrarádeese muchacho, su aprendiz. Supongo que no tendrá usted inconveniente enanular su contrato de aprendizaje a petición suya y en su beneficio. ¿Deseaustedalgunacompensaciónporello?—¡NoquieraDiosquepidacosaalgunaporayudaraPip!—exclamóJoe,muyasombrado.—Estaexclamaciónespiadosa,perodenadasirveenestecaso—replicóelseñorJaggers—.Lacuestiónes:¿quiereustedalgo?,¿necesitaustedalgo?—Aesohedecontestar—dijoJoeseveramente—queno.MeparecióqueelseñorJaggersmirabaaJoecomosi fueraun tontoporsudesinterés, pero yo estaba demasiadomaravillado y curioso para que puedatenerlaseguridaddeello.—Muybien—dijoelseñorJaggers—.Recuerdeloque acabadeprometeryno sevuelva atrásde ello.—¿Quién sevuelveatrás?—preguntóJoe.—Nohemencionadoanadie.Nohedichoquenadie lohaga.¿Tieneustedpermiso?—Sí,lotengo.—Puesrecuerdeustedqueunperroladradoresbueno,peromejoraúneselque muerde y no ladra. ¿Lo recordará usted? — repitió el señor Jaggerscerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia Joe, como si le excusara poralgo—.Ahora,volviendoaestemuchacho,hedecomunicarlesaustedesquetieneunespléndidoporvenir.Joesequedóasombrado,yélyyonosmiramosmutuamente.—Tengoinstruccionesdecomunicarle—dijoelseñorJaggersseñalándomeconsudedoíndice—quetendráconsiderablesbienes.Además,queelactualposeedordeesosbienesdeseaqueabandoneinmediatamentelaesferasocialyla casa que ocupa ahora y que se eduque como caballero. En una palabra,comopersonadegranporvenir.Habían desaparecido mis ensueños, y mi loca fantasia se había quedadorezagadaantelarealidadpura;laseñoritaHavishamibaahacermifortunaengranescala.—Ahora,señorPip—prosiguióelabogado—,loquemequedapordecirvaencaminadoaustedporentero.Ante todo,debeustedtenerencuentaquelapersona queme ha dado las instrucciones que estoy cumpliendo desea quesiemprelleveustedelnombredePip.Meatrevoaesperarquenotendráustedinconvenientealguno,puessuespléndidoporvenirdependedelcumplimientode esta fácil condición. Pero si tiene usted algún inconveniente, ésta es laocasióndemanifestarlo.Latíatanaprisamicorazónymesilbabandetalmaneralosoídos,queapenaspudetartamudearquenoteníaningúninconveniente.—Yamelofiguro—dijoelabogado—.Ahora,señorPip,debeustedtenerencuentaqueelnombredelapersonaqueseconvierteensubienhechorhade

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quedar absolutamente secreto, hasta que esta persona crea queha llegado laocasiónderevelarlo.Tengoautorizacióndeestapersonaparacomunicarlequeellamismaselorevelarádirectamente,depalabra.Ignorocuándoodóndelohará, pues nadie puede decirlo. Posiblemente pueden pasar varios años.Además, sepa que se le prohíbe hacer ninguna indagación ni alusión oreferenciaacercadeesapersona,porveladaquesealainsinuación,conobjetode averiguar la personalidad de su bienhechor, en cualquiera de lascomunicacionesqueustedpuedadirigirme.Siensupechoabrigaustedalgunasospechaosuposición,guárdeselaparasímismo.Nadaimportacuálespuedanserlasrazonesdesemejanteprohibición.Talvezseandeextremadagravedadoconsistansolamenteenuncapricho.Ustednohadetratardeaveriguarlo.Lacondiciónesrigurosa.Yalehedadocuentadeestacondición.Laaceptaciónde ella y su observancia y obediencia es lo último queme ha encargado lapersona que me ha dado sus instrucciones y hacia la cual no tengo otraresponsabilidad.Estapersonaeslamismaaquiendeberáustedsuespléndidoporvenir, y el secreto está solamente en posesión de ella misma y de mí.Nuevamente repito que no es muy difícil de cumplir la condición que leimponen para alcanzar este mejoramiento de fortuna; pero si tiene algúninconveniente en aceptarla, no tienemás que decirlo. Hable. Una vezmás,tartamudeécondificultadquenoteníanadaqueobjetar.— Me lo figuro. Ahora, señor Pip, he terminado ya la exposición de lasestipulaciones.Aunqueme llamaba «señor Pip» y empezaba a demostrarmemayor consideración, aún no se había borrado de su rostro cierta expresiónamenazadora;devez en cuandocerraba losojosyme señalabaconeldedomientashablaba,comosiquisierasignificarmequeconocíamuchascosasenmidesprestigioyque,siquería,podíaenumerarlas.—Vamosahoraatratardelosdetallesdenuestroconvenio.Debeustedsaberque,auncuandoheusadolapalabra«porvenir»másdeunavez,nosolamentetendráustedporvenir.Obrayaenmismanosunacantidaddedineromásquesuficienteparasueducaciónyparasusubsistencia.Meharáustedelfavordeconsiderarmesututor.¡Oh!—añadióalobservarqueyomedisponíaadarlelasgracias—.Deantemanoledigoquemepaganpormisservicios,pues,delocontrario,nolosprestaría.Sehadecididoqueseráustedmejoreducado,deacuerdo con suposición completamentedistinta, y se creeque comprenderáustedlaimportanciaylanecesidaddeentrarinmediatamenteagozardeestasventajas.Dijequesiemprelohabíadeseado.— Nada importa lo que haya usted deseado, señor Pip — contestó —.Recuerde eso. Si lo desea ahora, ya basta. ¿Debo entender que está usteddispuestoaquedarinmediatamentealcuidadodeunmaestroapropiado?¿Esasí?Yotartamudeéquesí.—Bien.Ahorahayquetenerencuentasusinclinaciones.Noporquelocrea

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necesario,fíjese,peroasímelohanordenado.¿Haoídoustedhablardealgúnprofesoraquienprefiera?YonohabíaoídohablardeotroprofesorqueBiddyylatíaabueladelseñorWopsle,demaneraquecontestéensentidonegativo.—Hay unmaestro de quien tengo algunas noticias queme parece indicadoparaelcaso—dijoelseñorJaggers—Observequenolorecomiendo,porquetengo la costumbre de no recomendar nunca a nadie. El caballero de quienhablosellamaseñorMateoPocket.¡Ah! Recordé inmediatamente aquel nombre. Era un pariente de la señoritaHavisham:aquelMateodequienhabíanhabladoelseñorCamilaysuesposa;elMateoquedeberíaocupar susitioen lacabeceramortuoriade la señoritaHavisham cuando yaciera, en su traje de boda, sobre la mesa nupcial. —¿Conoce usted el nombre? — preguntó el señor Jaggers dirigiéndome unaastutamirada.Luegocerrólosojos,esperandomirespuesta.Éstafueque,efectivamente,habíaoídoantesaquelnombre.—¡Oh!—exclamó—.¿Yahaoídoustedestenombre?Peroloqueimportaesquémediceustedacercadeeso.Dije,otratédedecir,queleestabamuyagradecidoporaquellaindicación…—No, joven amigo— interrumpió,moviendo despacio la cabeza—.Fíjesebien.Pero, sin fijarme, empecé a decir que le estaba muy agradecido por surecomendación…— No, joven amigo — interrumpió de nuevo con el mismo ademán,frunciendo el ceño y sonriendo almismo tiempo—, no, no, no; se explicausted bien, pero no es eso. Es usted demasiado joven para tratar deenvolverme en sus palabras. Recomendación no es la palabra, señor Pip.Busqueotra.Corrigiéndome, dije que le estabamuy agradecido por habermencionado alseñorMateoPocket.—Esoyaestámejor—exclamóelseñorJaggers.—Ymepondrécongustoalasórdenesdeesecaballero—añadí.—Muybien.Mejorseráquelohagaensupropiacasa.Seprepararáelviajeparausted,yante todopodráustedveralhijodelseñorPocket,queestáenLondres.¿CuándoiráustedaLondres?Yo contesté, mirando a Joe, que estaba a mi lado e inmóvil, que, segúnsuponía,podríairinmediatamente.—Antes—observó el señor Jaggers— conviene que tenga usted un trajenuevoparaelviaje.Estetrajenohadeserpropiodetrabajo.Digamosdehoyenochodías.Necesitaráustedalgúndinero.¿Leparecebienqueledejeveinteguineas?Sacóunalargabolsa,conlamayorindiferencia,contólasveinteguineassobrelamesay lasempujóhaciamí.Entoncesseparó lapiernade lasillaporvezprimera. Se quedó sentado en ella a horcajadas en cuantome hubo dado el

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dineroyempezóabalancearlabolsamirandoaJoe.—¡Qué,JoeGargery!Parecequeestáustedaturdido.—Sí,señor—contestóJoeconfirmeza.—Hemosconvenidoenquenoquierenadaparasímismo,¿seacuerda?—Yaestamosconformes—replicóJoe—.Yestamosyseguiremosestandoconformesacercadeeso.—¿Yquémediríausted—añadióelseñorJaggers—si mis instrucciones fuesen las de hacerle a usted un regalo por vía decompensación?—¿Compensacióndequé?—preguntóJoe.—Porlapérdidadelosserviciosdesuaprendiz.Joeechólamanosobremihombrotancariñosamentecomohubierahechounamadre.Muchasveceshepensadoenélcomparándoloaunmartillopilónquepuede aplastar a un hombre o acariciar una cáscara de huevo con sucombinacióndefuerzaysuavidad.—Detodocorazón—dijoJoe—liberoaPipdesusservicios,paraquevayaagozardelhonorydelafortuna.Perosiustedsefiguraqueeldineropuedeserunacompensaciónparamíporlapérdidadeesteniño,pocomeimportalafragua,queesmimejoramigo…¡MiqueridoybuenJoe,aquienestabatandispuestoadejaryauncontantaingratitud,ahorateveootravezcontunegroymusculosobrazoantelosojosytuanchopechojadeantemientrastuvozsedebilita!¡Oh,miquerido,fielytiernoJoe,meparecesentiraúneltemblordetumanosobreelbrazo,contactotansolemneaqueldíacomosihubierasidoelrocedelaladeunángel!PeroentoncesreaniméaJoe.Yoestabaextraviadoenellaberintodemifuturafortuna y no podía volver a pasar por los senderos que ambos habíamospisado.RoguéaJoequeseconsolara,porque,segúnéldijo,siemprehabíamossido losmejores amigos, y añadí que seguiríamos siéndolo. Joe se frotó losojosconelpuñoqueteníalibre,comosiquisieraarrancárselos,peronodijonadamás.ElseñorJaggershabíaobservadolaescenacomosiconsideraseaJoeelidiotadelpuebloyamísuguardián.Cuandohuboterminado,sopesóensumanolabolsaqueyanobalanceabaydijo:—Ahora,JoeGargery,leavisoausteddequeéstaessuúltimaoportunidad.Conmigo no hay que hacer las cosas a medias. Si quiere usted aceptar elregaloquetengoelencargodeentregarle,dígaloclaroylotendrá.Si,porelcontrario,quieredecir…Cuandopronunciabaestaspalabras,conelmayorasombroporsuparte,seviodetenidopor laactituddeJoe,queempezóadarvueltasalrededordeélcontodaslasdemostracionespropiasdesusintencionespugilísticas.— Lo que le digo— exclamó Joe— es que, si usted viene a mi casa amolestarme,puedesalirinmediatamente.Ytambiénledigoque,sieshombre,se acerque. Y lo que digo es que sostendré mis palabras mientras me sea

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posible.YoalejéaJoe,queinmediatamentesecalmó,limitándoseadecirme,contodalacortesíadequeeracapazyalmismotiempoparaqueseenterasecualquieraaquienleinteresara,quenodeseabaquelemolestasenensupropiacasa.E1señorJaggerssehabíalevantadoalobservarlasdemostracionesdeJoeyfueaapoyarse en la pared, junto a la puerta.Y sinmostrar ninguna inclinación adirigirsealcentrodelaestancia,expresósusobservacionesdedespedida.Quefueronéstas:—Puesbien,señorPip,creoquecuantoantessalgausteddeaquí,puestoquehadeseruncaballero,mejorserá.Quedaconvenidoenqueloharáusteddehoyenochodías,y,mientrastanto,recibiráustedmisseñasimpresas.Unavezesté en Londres, podrá tomar un coche de alquiler en cualquier cochera ydirigirse ami casa.Observequeno expresoopinión, ni enun sentidoni enotro, acerca de lamisión que he aceptado.Me pagan por ello y por eso lohago.Ahorafíjeseustedenloqueacabodedecir.Fíjesemucho.Dirigíasudedoíndiceanosotrosdosalavez,ycreoquehabríacontinuadoanoserporlosrecelosqueleinspirabalaactituddeJoe.Poresosemarchó.TuveunaideaquemeindujoaecharacorrertrasélmientrasseencaminabaaLosTresAlegresBarqueros,endondedejóuncarruajedealquiler.—Dispénseme,señorJaggers.—¡Hola!—exclamóvolviéndose—.¿Quéocurre?— Como deseo cumplir exactamente sus instrucciones, señor Jaggers, meparecemuchomejorpreguntarle:¿hayalgúninconvenienteenquemedespidadeunapersonaaquienconozcoenlascercanías,antesdemarcharme?—No—dijomirándomecomosiapenasmeentendiese.—Noquierodecirenelpueblosolamente,sinotambiénenlaciudad.—No—replicó—.Nohayinconveniente.Le di las gracias y eché a correr haciami casa, en donde vi que Joe habíacerradoyalapuertaprincipal,asícomoladelsalón,yestabasentadoanteelfuegode lacocina,conunamanoencada rodillaymirandopensativoa losardientescarbones.Durantelargotiempo,niélniyodijimosunapalabra.Mi hermana estaba en su sillón lleno de almohadones y en el rincónacostumbrado,yencuantoaBiddy,estabasentada,ocupadaensulaboryanteelfuego.Joesehallabacercadelajoven,yyojuntoaél,enelrincónopuestoalocupadopormihermana.Cuantomásmirabaalosbrillantescarbones,másincapaz me sentía de mirar a Joe; y cuanto más duraba el silencio, menoscapazmesentíadehablar.Porfinexclamé:—Joe,¿selohasdichoaBiddy?—No,Pip—replicóJoemirandoaúnel fuegoycogiéndoseconfuerza lasrodillascomosituviesealgúnsecretoqueellasestuviesendispuestasarevelar—.Hecreídomejorqueselodijerastú,Pip.—Prefieroquehablestú,Joe.—Puesbien—dijoéste—.Pipesuncaballeroafortunado,yDioslebendiga

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ensunuevoestado.Biddydejócaersulabordecosturaylemiró.Joeseguíacogiéndose las rodillas y miró también. Yo devolví la mirada a ambos y,despuésdeunapausa,losdosmefelicitaron;peroensuspalabrashabíaciertatristezaquecomprendímuybien.Tomé a mi cargo el indicar a Biddy, y por medio de ésta a Joe, la graveobligación que teníanmis amigos de no indagar ni decir nada acerca de lapersonaqueacababadehacermifortuna.Todosesabríaasutiempo,observé,y,mientrastanto,nohabíadedecirsenada,aexcepcióndequeibaatenerunespléndido porvenir gracias a una persona misteriosa. Biddy afirmó con lacabeza,muy pensativa ymirando al fuego,mientras reanudaba el trabajo, ydijoque lo recordaríamuybien. Joe,por suparte,manteniendoaúncogidassusrodillas,dijo:—Yotambiénlorecordaré,Pip.Luegomefelicitaronotravez,ycontinuaronexpresandotalextrañezadequeyomeconvirtieseencaballero,queesonomegustólomásmínimo.Imposible decir el trabajo que le costó a Biddy tratar de dar ami hermanaalguna idea de lo sucedido. Según creo, tales esfuerzos fracasaron porcompleto.Laenfermaseechóareírymeneólacabezamuchasveces,yhasta,imitando aBiddy, repitió las palabras «Pip» y «riqueza». Pero dudo de quecomprendiesesiquieraloquedecía,locualdaaentenderquenoteníaningunaconfianzaen laclaridaddesumente.Nunca lohabríacreídodenohabermeocurrido, pero el caso es que mientras Joe y Biddy recobraban su habitualalegría, yome ponía cada vezmás triste.Desde luego, no porque estuvieradisgustadodemifortuna;peroesposibleque,aunsinsaberlo,hubieseestadodisgustado conmigo mismo. Sea lo que fuere, estaba sentado con el codoapoyadoenlarodillaylacarasobrelamano,mirandoalfuegomientrasmisdoscompañerosseguíanhablandodemimarcha,deloqueharíansinmíydetodo lo referente al cambio. Y cada vez que sorprendía a uno de ellosmirándome, cosa que no hacían con tanto agrado (y me miraban confrecuencia,especialmenteBiddy),mesentíaofendidoigualquesiexpresasenalgunadesconfianzaenmí.AunquebiensabeDiosquenolodieronaentenderconpalabras ni con signos.En tales ocasiones, yome levantabayme iba amirar a la puerta, porque la de nuestra cocina daba al exterior de la casa ypermanecía abierta durante las noches de veranopara ventilar la habitación.Las estrellas hacia las cuales yo levantaba mis ojos me parecían pobres yhumildes por el hecho de que brillasen sobre los rústicos objetos entre loscualeshabíapasadomivida.—E1sábadoporlanoche—dijecuandonossentamosatomarlacena,queconsistíaenpan,quesoycerveza—Cincodíasmásyseráyaeldíaanterioraldemimarcha.Prontopasarán.—Sí,Pip—observóJoe,cuyavozsonómásprofundaalproyectarladentrodesujarrodecerveza—,prontopasarán.

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—He estado pensando, Joe, que cuando el lunes vayamos a la ciudad paraencargarminuevotraje,diréalsastrequeiréaponérmeloallíoquelomandea casa del señor Pumblechook.Me seríamuy desagradable que la gente deaquíempezaseacontemplarmecomounbichoraro.—LosseñoresHubbletendríanmuchogustoenvertecontutrajenuevo,Pip—dijo Joe tratando de cortar el pan y el queso sobre la palma de su manoizquierdaymirandoamipartequeyonohabíatocado,comosirecordaseeltiempoenqueteníamoscostumbredecompararnuestrosrespectivosbocados—.TambiénlegustaríaaWopsle.YenLosTresAlegresBarqueros,todosloconsideraríanunadeferencia.—Esto,precisamente,esloquenoquiero,Joe.Empezaríanacharlartantodeesoydeunmodotanordinario,queyomismonopodríasoportarme.—¿Deveras,Pip?—exclamóJoe—.Sinopudierassoportarteatimismo…EntoncesBiddymepreguntó,mientrassosteníaelplatodemihermana:—¿HaspensadoencuandotecontemplaremoselseñorGargery,tuhermanayyo?Supongoquenotendrásinconvenienteenqueteveamos.— Biddy — repliqué, algo resentido —. Eres tan vivaz, que apenas haymaneradeseguirte.—Siemprelofue—observóJoe.— Si hubieses esperado un instante, Biddy, me habrías oído decir que mepropongotraeraquímitraje,enunfardo,porlanoche,esdecir,lanocheantesdemimarcha. Biddy no dijo ya nadamás.Yo la perdoné generosamente yprontodiconafectolasbuenasnochesaellayaJoeymemarchéalacama.Encuantomemetíenmicuartito,mequedésentadoylocontemplélargorato,considerándolounahabitacioncitamuypobre y de la queme separaríamuyprontoparahabitar siempreotrasmáselegantes.Enaquellaestanciaestabanmis jóvenes recuerdos,yentonces tambiénsentí lamismaextrañaconfusiónmentalentreellaylasotrashabitacionesmejoresqueiríaahabitar,asícomome había ocurrido muchas veces entre la forja y la casa de la señoritaHavishamyentreBiddyyEstella.Todo el día había brillado el sol sobre el tejado demi sotabanco, y por esoestabacaluroso.Cuandoabrí laventanaymequedémirandoalexteriorviaJoemientras,lentamente,salíaalaoscuridaddesdelapuertaquehabíaenlaplantabajaydabaalgunasvueltas al aire libre; luegovipasar aBiddyparaentregarlelapipayencendérsela.Élnosolíafumartantarde,yestomeindicóque,porunauotrarazón,necesitabaalgúnconsuelo.Entoncessequedóante lapuerta, inmediatamentedebajodemí, fumando lapipa, y estaba también Biddy hablando en voz baja con él. Comprendí quetrataban de mí, porque pude oír varias veces que ambos pronunciaban minombre en tono cariñoso. Yo no habría escuchadomás aunqueme hubiesesidoposibleoírmejor,yporesomeretirédelaventanaymesentéenlasillaque tenía junto a la cama, sintiéndomemuy triste y raro en aquella primera

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noche de mi brillante fortuna, que, por extraño que parezca, era la mássolitariaydesdichadaquehabíapasadoenmivida.Mirandohacia laabiertaventanadescubrí flotandoalgunas ligerascolumnasdehumoprocedentesdelapipadeJoe,cosaquemeparecióunabendiciónporsuparte,noantemí,sinosaturandoelairequeambosrespirábamos.Apaguélaluzymemetíenlacama,queentoncesmepareciómuyincómoda.Ynopudelograrenellamiacostumbradosueñoprofundo.

Capítulo19

Lamañana trajo una diferencia considerable enmi esperanza general de lavidaylahizotanbrillantequeapenasmeparecíalamisma.Loquemásmepesabaenmimenteeralaconsideracióndequesólofaltabanseisdíasparaeldemimarcha;porquenopodíadejardeabrigarelrecelodequemientrastantopodíaocurriralgoenLondresyquecuandoyollegaseallíelasuntoestuvieraestropeadoodestruidoporcompleto.Joe y Biddy semostraron amables y cariñosos cuando les hablé de nuestrapróxima separación, pero tan sólo se refirieron a ella cuando yo lo hice.Después de desayunar, Joe sacómi contrato de aprendizaje del armario delsalón y ambos lo echamos al fuego, lo cualme dío la sensación de que yaestabalibre.ConestanovedaddemiemancipaciónfuialaiglesiaconJoe,ypensé que si el sacerdote lo hubiese sabido todo, no habría leído el pasajereferentealhombrericoyalreinodeloscielos.Despuésdecomer,temprano,salí solo a dar un paseo, proponiéndome despedirme cuanto antes de losmarjales.Cuandopasabajuntoalaiglesia,sentí(comomeocurrióduranteelservicio religioso por la mañana) una compasión sublime hacia los pobresseres destinados a ir allí un domingo tras otro, durante toda su vida, paraacabarporyaceroscuramenteentre losverdesterraplenes.Meprometíhaceralgoporellosundíauotro,yforméelplandeofrecerlesunacomidadecarneasada,plum-pudding,unlitrodecervezaycuatrolitrosdecondescendenciaenbeneficio de todos los habitantes del pueblo. Antes había pensado muchasveces y con un sentimiento parecido a la vergüenza en las relaciones quesostuveconelfugitivoaquienvicojearporaquellastumbas.Éstaseranmisideasenaqueldomingo,puesellugarmerecordabaaaquelpobredesgraciadovestidodeharaposytembloroso,consugrilletedepresidiarioysutrajedetal.Mi único consuelo era decirme que aquello había ocurrido mucho tiempoatrás, que sin duda habría sido llevado a mucha distancia y que, además,estabamuertoparamí,sincontarconlaposibilidaddequerealmentehubiesefallecido.Ya no más tierras bajas, no más diques y compuertas, no más ganado

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apacentandoenlahierba.Todoeso,apesardesumonotonía,meparecíatenerahora un aspecto mucho más respetable, y sentía la impresión de que seofrecía a mi contemplación para que lo mirase tanto como quisiera, comoposesorde tangranporvenir. ¡Adiós, sencillasamistadesdemi infancia!EnadelanteviviríaenLondresyentregrandezasynomededicaríayaaloficiodeherreroyenaquelsitio.Satisfechoyanimosomedirigía laviejaBatería,yallíme tendíparapensar en si la señoritaHavishammedestinaba aEstella.Asímequedédormido.A1despertarmesorprendiómuchoveraJoesentadoami ladoyfumandosupipa.Mesaludóconalegresonrisaencuantoabrí losojosydijo:-Comoesporúltimavez,Pip,mehaparecidobienseguirte.-Mealegromuchodequelohayashecho,Joe.-Gracias,Pip.-Puedesestarseguro,queridoJoe-añadídespuésdedarnoslamano-,dequenuncateolvidaré.- ¡Oh, no, Pip! -dijo Joe, persuadido-. Estoy seguro de eso. Somos viejosamigos. Lo que ocurre es que yo he necesitado algún tiempo paraacostumbrarme a la idea de nuestra separación. Ha sido una cosa muyextraordinaria.¿Noesverdad?Enciertomodo,nomecomplacíaelhechodequeJoeestuviesetansegurodemí.Mehabríagustadomásadvertirenélalgunaemociónoquemehubiesecontestado:«Esotehonramucho,Pip»,oalgoporelestilo.Porconsiguiente,nohiceningunaobservaciónalaprimerarespuestadeJoe,yalreferirmealasegunda, acerca de que la noticia llegómuy repentinamente, le dije que yosiempredeseéseruncaballeroyquecontinuamentepensabaenloqueharíasilofuese.-¿Deveras?-exclamóJoe-.Esasombroso.-Esunalástima,Joe-dijeyo-,quenohayasadelantadounpocomásenlasleccionesquetedaba.¿Noesverdad?-Nolosé-contestóJoe-.¡Tengolacabezatandura!Nosoymaestromásqueenmi oficio. Siempre fue una lástimami dureza demollera. Pero no es desentirmásahoraqueelañoanterior.¿No teparece?Loqueyoqueríahaberdicho era que cuando tomase posesión demis propiedades y pudiese haceralgo enbeneficiode Joe, habría sidomuchomás agradableque él estuviesemásinstruidoparamejorardeposición.Peroélignorabatanporcompletoesaintenciónmía,quemepareciómejormencionarlaconpreferenciaaBiddy.Por eso, cuando regresamos a casa y tomamos el té, me llevé a Biddy anuestro jardincito, situado a un lado de la calle, y después de decirle de unmodovagoquenolaolvidaríanunca,añadíqueteníaquepedirleunfavor.- Y éste es, Biddy - continué -, que no dejarás de aprovechar ningunaoportunidaddeayudarunpocoaJoe.-¿Dequémanera?-preguntóBiddymirándomeconfijeza.

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-Puesverás.Joeesunbuenmuchacho.Enrealidad,creoqueeselmejordecuantoshombresvivenenlatierra,peroestámuyatrasadoenalgunascosas.Por ejemplo, Biddy, en su instrucción y en sus modales. A pesar de que,mientras hablaba, yomiraba aBiddyydeque ella abriómucho los ojos encuantoterminé,nomemiró.- ¡Oh, sus modales! ¿Te parecen malos, entonces? - preguntó Biddyarrancandounahojadegrosellanegra.-MiqueridaBiddy,susmodalesestánmuybienparaelpueblo…-Puessiestánbienaquí…-interrumpióBiddymirandoconfijezalahojaqueteníaenlamano.-Óyemebien.Pero si yo pudiese poner a Joe en una esfera superior, comoesperohacerloencuantoentreenposesióndemispropiedades, susmodalesnopareceríanentoncesmuybuenos.-¿Ytúcreesqueélsabeeso?-preguntóBiddy.Éstaeraunapreguntatanprovocadora(porquejamássemehabíaocurridotalcosa),quemeapresuréareplicar,conacentohuraño:-¿Quéquieresdecir,Biddy?Ésta,despuésdeestrujar lahojaentre lasmanos,ydesdeentonceselaromadel grosellero negro me ha recordado siempre aquella tarde en el jardín,situadoalladodelacalle-,dijo:-¿Hastenidoencuentaquetalvezélseaorgulloso?-¿Orgulloso?-repetícondesdeñosoénfasis.- ¡Oh, haymuchas clases de orgullo! - dijo Biddymirándome con fijeza ymeneandolacabeza-.Notodoelorgulloesdelamismaclase.-Bien.¿Yporquénocontinúas?-pregunté.-No es todo de lamisma clase - prosiguióBiddy -. Tal vez sea demasiadoorgullosoparapermitirquealguienlesaquedellugarqueocupadignamenteyen el cualmerece el respeto general. Para decirte la verdad, creoque sienteesteorgullo,aunqueparezcaatrevimientoenmídecirtalcosa,porquesindudatúleconocesmejorqueyo.- Te aseguro, Biddy - dije -, queme sabemuymal que pienses así. No loesperaba. Eres envidiosa,Biddy, y además, regañona. Lo que ocurre es queestás disgustada por el mejoramiento de mi fortuna y no puedes evitar eldemostrarlo.-Sipiensasdeestemodo-replicóBiddy-,notengoinconvenienteenquelodigas.Repítelositeparecebien.-Puessitúquieresserasí,Biddy-dijeyoentonovirtuosoysuperior-,nomeechesamílaculpa.Mesabemuymalverestascosas,aunquecomprendoqueesunladodesagradabledelanaturalezahumana.LoquequeríarogarteesqueaprovecharastodaslaspequeñasoportunidadesquesepresentarándespuésdemimarchaparamejoraramiqueridoJoe.Perodespuésdeoírte,yanotepidonada.Nosabesloquesientohaberdescubiertoentiestesentimiento,Biddy-

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repetí-esunladodesagradabledelanaturalezahumana.-Tantosimecensurascomosimedastuaprobación-contestólapobreBiddy-, puedes estar seguro de que siempre haré cuanto esté en mi mano. Ycualquiera que sea la opinión que te lleves de mí, eso no causará ningunadíferenciaenmirecuerdodeti.Sinembargo,uncaballeronodebeserinjusto-añadióBiddyvolviendolacabeza.Yovolvíarepetirle,conlamayorvehemencia,queesoeraunladomalodelanaturalezahumana(cuyosentimiento,aunqueaplicándoloadistintapersona,eraseguramentecierto),ymealejédeBiddyentantoqueéstasedirigíaalacasa.Mefuialapuertadeljardínydiuntristepaseohastalahoradelacena,sintiendonuevamentequeeramuytristeyraroqueaquellanoche,lasegundade mi brillante fortuna, me pareciese tan solitaria y desagradable como laprimera.Pero nuevamente la mañana hizo brillante mi esperanza, y extendí miclemencia hacia Biddy, de modo que ambos abandonamos la discusión deaquelasunto.Habiéndomevestidoconelmejortrajequetenía,mefuihacialaciudad tan temprano como pude para encontrar las tiendas abiertas y mepresentéalsastreseñorTrabb,quien,enaquelmomento,sedesayunabaenlasaladelatrastienda,y,nocreyendonecesariosalirarecibirme,meindicóqueentrase.-¿Quéhay?-dijoelseñorTrabbcontonodeprotección-.¿Cómoestáustedyquédesea?E1señorTrabbhabíacortadosubollocalienteentresrebanadasylasuntabaconmantecaantesdeponerlasunaencimadeotra.Eraunsolterónquevivíamuybien;suabiertaventanadabaaunjardincitoyaunhuertomuybonitos,yen la pared, junto a la chimenea, había unamagnífica caja de caudales, dehierro,ynodudédequedentroestabaencerradaunagrancantidaddedineroensacos.- Señor Trabb - dije -.Me sabemuymal hablar de eso, porque parece unafanfarronada,peroelcasoesquehellegadoaobtenerbuenaspropiedades.SenotóuncambioenelseñorTrabb.Olvidólamantecaylasrebanadasdelbollo, se levantódelasientoqueocupabaal ladode lacamayse limpió losdedosenelmantel,exclamando:-¡Diosmebendiga!-TengoqueiraLondresalencuentrodemitutor-dijeyo,sacando,alparecerdistraídamente, algunas guineas de mi bolsillo y mirándolas luego -. Ynecesito un traje elegante que ponerme. Desde luego pienso pagarlo enmonedacontanteysonante-añadípensandoque,delocontrario,nosefiaría.-Miqueridoseñor-dijoelseñorTrabbmientrasseinclinabarespetuosamentey luego abría los brazos tomándose la libertad de tocarme ambos codos -.Hagaelfavordenodarmeundisgustohablandodeeso.¿Meserápermitidofelicitarle?¿Quiereustedhacermeelfavordedirigirsealatienda?

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ElaprendizdelseñorTrabberaelmásatrevidodetodalaregión.Cuandoyoentréestababarriendolatienda,yendulzóestatareabarriendoporencimademí. Seguía entregado a la misma ocupación cuando salí a la tienda con elseñor Trabb, y él entonces golpeó con la escoba todos los rincones yobstáculos posibles, con el fin de expresar, según pude comprender, suigualdadconcualquierherrerovivoomuerto.-¡Nohagasruido!-legritóelseñorTrabbconlamayorseveridad,-o,delocontrario, te voy a quitar la cabeza de un manotazo. Hágame el favor desentarse, caballero. Éste-dijo el señor Trabb bajando una pieza de tela yextendiéndola sobre el mostrador antes de meter la mano por debajo, paramostrar el brillo - es un artículo muy bueno. Púedo recomendarlo para suobjeto,caballero,porquerealmenteesextrasuperior.Perotambiénveráotros.Dameelnúmerocuatro,tú-añadiódirigiéndosealmuchachoymirándoledeunmodoamenazador,pues temíaelpeligrodequeaqueldesvergonzadomehiciera alguna trastada con la escoba a otra demostración cualquiera defamiliaridad.ElseñorTrabbnoseparósusojosdelmuchachohastaqueéstehubodejadoelgénero número cuatro sobre elmostrador y estuvo otra vez a una distanciaprudencial.Entoncesleordenóquetrajeraelnúmerocincoyelnúmeroocho.-Tencuidadoconhacertravesuras-añadióelseñorTrabb-,porqueteaseguro,sinvergüenza,queteacordarásdurantetodatuvida.El señor Trabb se inclinó entonces sobre el número cuatro y con deferenteconfianza me lo recomendó como artículo muy ligero para el verano,añadiendoqueestabademodaentre lanoblezay lagentededinero.Eraunartículo que él consideraría como un honor que vistiese a un distinguidociudadano,enelsupuestodequepudierallamarmetal.- ¿No traes los números cinco y ocho, bandido? - dijo el señor Trabb almuchacho-. ¿O prefieres que te saque a puntapiés de la tienda y vaya abuscarloyomismo?Ayudado por el buen juicio del señor Trabb, elegí la tela para un traje, yentoncesvolvimosalsalónparatomarlasmedidas.PorqueapesardequeelseñorTrabbyalasteníaydequeestuvosatisfechodeellas,díjomeentoncesque,enlasactualescircunstancias,nolasconsiderabaconvenientes.PoresoelseñorTrabbmemidióymecalculóenlasalacomosiyofueseunterrenoyélun agrimensor distinguido, y se dió a sí mismo tanto trabajo, que llegué asentir la duda de que el precio del traje no llegaría a recompensarle susmolestias. Cuando por fin hubo terminado y convino en mandar el traje eljuevessiguienteacasadelseñorPumblechook,dijo,mientrasteníalamanoenelcierredelapuertadelsalón:-Comprendo,caballero,quelaspersonasdistinguidasdeLondresnopuedenser parroquianos de un sastre rural, como regla general. Pero si, de vez encuando,quisierausteddarseunavueltaporaquíensucalidaddehabitantede

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Londres, yo quedaría profundamente agradecido. Buenos días, caballero.Estoymuyagradecido…¡Lapuerta!Estasúltimaspalabrasfuerondirigidasalmuchacho,quiennosediócuentadesusignificado.Peroleviquedarseanonadadocuandosumaestromequitabalas pelusas de la ropa con sus propias manos, y mi primera experienciadecisivadelestupendopoderdeldinerofueque,moralmente,habíadominadoalaprendizdeTrabb.Después de tan memorable acontecimiento fui a casa del sombrerero, delzapatero y del vendedor de géneros de punto, extrañado de que mi equiporequirieselosserviciosdetantasprofesiones.Tambiénfuialacocheraytomeunasientoparalassietedelamañanadelsábado.Noerayanecesarioexplicarpor doquier el cambio demi situación; pero cuando hacía alguna alusión aello,laconsecuenciaeraqueelmenestralqueestabaconmigodejabadefijarsuatenciónatravésdelaventanadelacallealta,paraconcentrarsumenteenmí.Cuandohubepedidotodoloquenecesitaba,dirigímispasoshacialacasadePumblechook,ycuandomeacercabaalestablecimientodeéste,levienpieantelapuerta.Me esperaba con la mayor impaciencia. Muy temprano había salido en sucarruaje,ycomofuealafraguaseenteródelasnoticias.HabíapreparadounacolaciónparamíenelsalónBarnwell,ytambiénordenóasuempleadosaliraatendermeencuantopasómisagradapersona.-¡Miqueridoamigo!-dijoelseñorPumblechookcogiéndomeambasmanoscuandoestuvimossolosyanteelrefrigerio-.¡Nosabeustedcuántomealegrodesubuenafortuna!Porotraparte,esmuymerecida,sí,muymerecida.Conesoqueríareferirsealasunto,yyoformémuybuenconceptodesumododeexpresarse.- Y pensar… - añadió el señor Pumblechook después de dar un suspiro deadmiración y de contemplarme por unos instantes -. El pensar que yo hayasido el humilde instrumento para que usted haya alcanzado eso es unarecompensaquemeenorgullece.Rogué al señor Pumblechook que recordase que nada debía decirse niinsinuarseacercadeello.-Miqueridoy jovenamigo-dijoelseñorPumblechook-, supongoquemepermitiráustedllamarleasí…-Ciertamente-contestéyo.Entonces el señor Pumblechook volvió a cogerme con ambas manos ycomunicó a su chaleco un movimiento en apariencia debido a la emoción,aunqueaquellaprendaestababastantecaída.-Mi querido y joven amigo, descanse usted en mí, seguro de que, en suausencia,harécuantopuedapararecordarestedetalleaJoe.¡Joe!-añadióelseñorPumblechookcontonodelástima.Luegomeneólacabezayselagolpeósignificativamente,paradaraentender

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su opinión de que las cualidades intelectuales de mi amigo eran algodeficientes.-Peromiqueridoyjovenamigo-añadióelseñorPumblechook-,debeusteddeestarhambrientoycayéndose.Siéntese.Aquíhayunpollo,una lenguayotras cosillas que espero no desdeñará usted. Pero ¿es posible? - añadió elseñor Pumblechook levantándose inmediatamente, después que se hubosentado-que ante mí tenga al mismo joven a quien siempre apoyé en lostiemposdesufelizinfancia?¿Yseráposiblequeyopueda…?Indudablementesereferíaasudeseodeestrecharmelamano.Consentí,yéllohizoconelmayorfervor.Luegosesentóotravez.-Aquíhayvino-dijoelseñorPumblechook-.Bebamosparadargraciasalafortuna,yojalásiempreotorguesusfavorescontantoacierto.Y,sinembargo,nopuedo-dijoelseñorPumblechooklevantándoseotravez-verdelantedemí a una persona y beber a su salud sin… Le dije que hiciera lo que lepareciesemejor,ymeestrechónuevamentelamano.Luegovaciósuvasoylopuso hacia abajo en cuanto estuvo vacío. Yo hice lo mismo, y si hubieseinvertidolaposicióndemipropiocuerpodespuésdebeber,elvinonopodíahaberse dirigido más directamente a mi cabeza. El señor Pumblechook mesirvió un muslo de pollo y la mejor tajada de la lengua, y, por otra parte,pareciónocuidarsedesímismo.- ¡Ah, pollo, poco te figurabas - dijo el señorPumblechook apostrofando alavequeestabaenelplato-,pocotefigurabas,cuandoibasporelcorral,loquete esperaba! Poco pensaste que llegarías a servir de alimento, bajo estehumildetecho,aunapersonaque…,talvezseaunadebilidad-añadióelseñorPumblechookponiéndoseenpieotravez-,pero¿mepermite…?Empezaba ya a ser innecesaria mi respuesta de que podía estrecharme lamano,yporesolohizoenseguida,ynopudeaveriguarcómologróhacerlotantasvecessinherirseconmicuchillo.- Y en cuanto a su hermana-dijo después de comer por espacio de unosinstantes -, la que tuvo el honor de criarle con biberón… La pobre es unespectáculodoloroso,ymuchomáscuandosepiensaquenoestáensituacióndecomprenderestehonor.¿Noleparece…?Viquesedisponíaaestrecharmelamanootravez,yledetuveexclamando:-Beberemosasusalud.-¡Ah!-exclamóelseñorPumblechookapoyándoseenelrespaldodelasillaypenetradodeadmiración-.¡Cuántanoblezahayenusted,caballero!-Noséaquécaballeroserefería,pero,ciertamente,noerayo,aunquenohabíaallíotratercera persona - ¡Cuánta nobleza hay en usted! ¡Siempre afable y siempreindulgente!Talvez-dijoelservilPumblechookdejandosobrelamesasuvasolleno, en su apresuramiento para ponerse en pie -, tal vez ante una personavulgaryopareceríapesado, pero…Encuantomehubo estrechado lamano,volvióasentarseybebióalasaluddemihermana.-Estaríamosciegos-dijo

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entonces - si olvidásemos el mal caracter que tenía; pero hay que confesartambiénquesusintencionessiempreeranbuenas.Entoncesempecéaobservarquesurostroestabamuyencarnado,y,encuantoamímismo,teníaelrostroenrojecidoymeescocía.DijealseñorPumblechookquehabíadadoordendequemandasenmitrajeasu casa, y él se quedó estático de admiración al ver que le distinguía de talmodo. Le expliquémis deseos de evitar los chismes y la admiración demipueblo,ypusoen lasmismasnubesmiprevisión.Expresósuconviccióndequenadiemásqueélmismoeradignodemiconfianza…ymedio lamanootravez.Luegomepreguntó tiernamente simeacordabadenuestros juegosinfantiles,cuandomeproponíasumasycómolosdosconvinimosenqueyoentrasedeaprendizconJoe;tambiénhizomemoriadequeélsiemprefuemipreferidoymiamigomásquerido.Pero,aunqueyohubiesebebidodiezveceselvinoquehabíaingerido,apesardeesonuncamehabríaconvencidodequesus relacionesconmigo fueron lasqueaseguraba;en lomásprofundodemicorazón habría rechazado indignado aquella idea. Sin embargo,me acuerdoque llegué a convencerme de que había juzgado mal a aquel hombre, queresultabaserprácticoybondadoso.Porgradosempezóademostrarmetalconfianza,quemepidiómiconsejoconrespectoasuspropiosasuntos.Mencionóquenuncasehabíapresentadounaocasión tan favorable como aquélla para acaparar el negocio de granos ysemillas en su propio establecimiento, en caso de que se ampliaseconsiderablemente. Lo único que necesitaba para alcanzar así una enormefortunaerateneralgomásdecapital.Éstasfueronsuspalabras:máscapital.YPumblechookcreíaqueestecapitalpodríainteresarloensusnegociosunsocioqueno tendríanadaquehacermásquepasearyexaminardevezencuandoloslibrosyvisitarledosvecesalañoparallevarsesusbeneficios,arazóndelcincuentaporciento.Esoleparecíaunaexcelenteoportunidadparaunjovenanimosoquetuviesebienesyque,porlotanto,seríadignadefijarsuatención.¿Quépensabayodeeso?Éldabamuchovaloramisopiniones,yporesomepreguntaba acerca del particular. Yo le dije que esperase un poco. Estarespuesta le impresionó de tal manera que ya no me pidió permiso paraestrecharme las manos, sino que dijo que tenía que hacerlo, y cumplió sudeseo.Nosbebimos todoelvino,yel señorPumblechookmeaseguróvariasvecesqueharíacuantoestuvieseensumanoparaponeraJoealaalturaconveniente(aunque yo ignoraba cuál era ésta) y queme prestaría eficaces y constantesservicios(servicioscuyanaturalezayoignoraba).Tambiénmedioaconocer,por vez primera en mi vida y ciertamente después de haber guardado susecretodeunmodomaravilloso,quesiempredijodemí:«Estemuchachosesaledelocorrienteyfíjenseenquesufortunaseráextraordinaria.»Dijoconlacrimosasonrisaquerecordaresoeraunacosasingular,yyoconvineenello.

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Finalmente salí al aire libre, dándome cuenta, aunque de unmodo vago, deque en la conducta del sol había algo raro, y entonces me fijé en que, sindarme cuenta, había llegado a la barrera del portazgo, sin haber tenido encuentaparanadaelcamino.Me desperté al oír queme llamaba el señor Pumblechook. Estaba a algunadistanciamásallá,enlacallellenadesol,ymehacíaexpresivosgestosparaquemedetuviese.Obedecíentantoqueélllegabajadeanteamilado.-No,mi querido amigo - dijo en cuanto hubo recobrado bastante el alientoparapoderhablar-.Noseráasí,sipuedoevitarlo.Estaocasiónnopuedepasarsinestamuestradeafectoporsuparte.¿Meserápermitido,comoviejoamigoy como persona que le desea toda suerte de dichas…?Nos estrechamos lamanoporcentésimavezporlomenos,yluegoélordenó,muyindignado,aunjovencarreteroquepasabapormiladoqueseapartasedemicamino.Mediosubendiciónysequedóagitandolamanohastaqueyohubepasadomásalládelarevueltadelcamino;entoncesmedirigíauncampo,yantesdeproseguirmimarchahaciacasaechéunsueñecitobajounosmatorrales.PocosefectosteníaquellevarmeaLondres,pueslamayorpartedelosqueposeíanoestabande acuerdo con mi nueva posición. Pero aquella misma tarde empecé aarreglarmi equipaje yme llevémuchas cosas, aunque estaba persuadido deque no las necesitaría al día siguiente; sin embargo, todo lo hice para dar aentenderquenohabíaunmomentoqueperder.Asípasaronelmartes,elmiércolesyeljueves;elviernesporlamañanafuiacasadelseñorPumblechookparaponermeelnuevotrajeyhacerunavisitaala señoritaHavisham.El señor Pumblechookme cedió su propia habitaciónpara que me vistiera, y entonces observé que estaba adornada con cortinaslimpiasyexpresamenteparaaquelacontecimiento.El traje,comoesnatural,fue para mí casi un desencanto. Es probable que todo traje nuevo y muyesperado resulte, al llegar,muypordebajode lasesperanzasdequienhadeponérselo.Perodespuésquemehubepuestomitrajenuevoymeestuvemediahora haciendo gestos ante el pequeño espejo del señor Pumblechook, enmiinútil tentativa de verme las piernas, me pareció que me sentaba mejor. Elseñor Pumblechook no estaba en casa, porque se celebrabamercado en unaciudadvecina,situadaacosadediezmillas.Yonolehabíadichoexactamentecuándopensabamarcharmeynoteníaningúndeseodeestrecharleotravezlamanoantesdepartir.Todomarchabacomoeradebido,yasísalívistiendomisnuevas galas, aunque muy avergonzado de tener que pasar por el lado delempleadodelatiendayrecelosodeque,ensuma,mitiporesultasealgoraro,comoeldeJoecuandollevabaeltrajedelosdomingos.Dandounagranvueltaportodaslascallejuelas,medirigíacasadelaseñoritaHavishamy,muymolestopor losguantesque llevaba, tirédel cordónde lacampana.AcudióSaraPocketalapuertayretrocedióalvermetancambiado;yhastasurostro,decolordecáscaradenuez,dejódesermorenoparaponerse

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verdeyamarillo.-¿Tú?-exclamó-.¿Tú?¡Diosmío!¿Quéquieres?- Me voy a Londres, señorita Pocket, y quisiera despedirme de la señoritaHavisham.Como no me esperaban, me dejó encerrado en el patio mientras iba apreguntarsipodiaentrar.Despuésdepocosinstantesvolvióymehizosubir,aunquesinquitarmelosojosdeencima.LaseñoritaHavishamestabahaciendoejercicioenlahabitaciónqueconteníalagranmesa,yseapoyabaensumuleta.Laestanciaestabaalumbradacomoenotrotiempo.Aloírnosentrar, laseñoritaHavishamsedetuvoysevolvió.Enaquelmomentoestabafrentealpasteldeboda.-Notevayas,Sara-dijo-.¿Quéhay,Pip?- Mañana me voy a Londres, señorita Havisham - dije poniendo el mayorcuidadoen laspalabrasquepronunciaba -.Hepensadoqueustedno tendríainconvenienteenquevinieraadespedirme.-Tienesmuybuentipo,Pip-dijoagitandoalrededordemísumuleta,comosihubiese sido un hada madrina que, después de haberme transformado, sedispusiera aotorgarmeel don final. -Meha sobrevenidounabuena fortunadesdequelaviporúltimavez,señoritaHavisham-murmuré-. iYestoytanagradecidoporello,señoritaHavisham!-Sí,sí-dijomirandosatisfechaaladesconcertadayenvidiosaSara-.Yahevisto al señor Jaggers. Me he enterado de eso, Pip. ¿De modo que te vasmañana?-Sí,señoritaHavisham.-¿Hassidoadoptadoporunapersonarica?-Sí,señoritaHavisham.-¿Nosehadadoaconocer?-No,señoritaHavisham.-¿YelseñorJaggersestututor?-Sí,señoritaHavisham.Era evidente que se deleitaba con aquellas preguntas y respuestas y que sedivertíaconloscelosdeSaraPocket.-Muybien-continuó-.Seteofreceunabrillante carrera. Sé bueno,merécela y sujétate a las instrucciones del señorJaggers -.Memiró y luego contempló aSara, en cuyo rostro se dibujó unacruelsonrisa-.Adiós,Pip.Yasabesquehasdeusarsiempretunombre.-Sí,señoritaHavisham.-Adiós,Pip.Tendió la mano, y yo, arrodillándome, la llevé a mis labios. Nada habíaresueltoacercadelmododedespedirmedeella.Peroenaquelmomentosemeocurriótalconductadelmodomásnatural.EllamiroaSaraPocketmientrassusextrañosojosexpresabaneltriunfo,yasímeseparédemihadamadrina,quien sequedóconambasmanosapoyadasen sumuleta, enel centrode la

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estancia,débilmentealumbradayjuntoalmustiopasteldebodaocultoporlastelarañas.SaraPocketmeacompañóhastaabajo,comosiyofueseunfantasmaalqueconvienealejar.Parecíanopodercomprenderminuevoaspectoyestabamuyconfusa.Yo ledije:«Adiós, señoritaPocket»,peroella se limitóaquedarseconlamiradafijaytalveznosediocuentadequelehablaba.Unavezfuerade la casa me encaminé a la de Pumblechook, me quité el traje nuevo, loarrollé para envolverlo y regresé ami casa conmi traje viejo, que, a decirverdad, llevaba mucho más a gusto, a pesar de ir cargado con el nuevo.Aquellos seis días que tanto tardaron en pasar habían transcurrido por fin.Cuandolasseisnochesseconvirtieronencinco,encuatro,entresyendos,yomedabamejorcuentadeloagradablequeeraparamílacompañíadeJoeydeBiddy. La última noche me puse mi traje nuevo, para que ellos mecontemplasen,yhastalahoradeacostarmeestuverodeadodesuesplendor.Enhonor de la ocasión tuvimos cena caliente, adornada por el inevitable polloasado,yparaterminarbebimosvinoconazúcar.Estábamostodosmuytristes,yningunosiquierafingíaunaalegriaquenosentía.Yodebíamarcharmedelpuebloalascincodelamañana,llevandomimaletín,ydijeaJoequequeríamarcharmesolo.TemoymeapenamuchopensarahoraqueellosedebióamideseodeevitarelcontrastequeofreceríamosJoeyyosiíbamoslosdosjuntoshastaelcoche.Medijequenohabíanadadeeso,perocuando aquella nocheme fui ami cuartito,me vi obligado a confesarme laverdad y sentí el impulso de bajar otra vez y de rogar a Joe que meacompañasealamañanasiguiente.Peronolohice.Enmiagitadosueñodeaquellanochenovimásquecochesquesedirigíanequivocadamenteaotros lugaresenvezde ir aLondresyentre cuyasvarashabíaperros,gatos, cerdosyhastahombres,peronuncacaballos.Hastaqueapuntólaaurorayempezaronacantarlospájarosnopudehacerotracosasinopensar en viajes fantásticamente interrumpidos. Luego me puse en pie, mevestísomeramenteymesentéjuntoalaventanaparamiraratravésdeellaporúltimavez;peroprontomequedédormido.Biddy sehabía levantado tan tempranoparaprepararmeel desayuno, que, apesardequedormíjuntoalaventanaporespaciodeunahora,percibíelhumodel fuego de la cocina y me puse en pie con la idea terrible de que habíapasadoyalamañanaydequelatardeestabaavanzada.Peromuchodespuésde esoydeoír el ruidoque abajohacían las tazasdel té, y aundespuésdeestarvestidopor completo, nome resolví abajar, sinoquemequedé enmicuartoabriendoycerrandomimaletaunayotravezhastaqueBiddymegritóqueyaeratarde.Medesayunéconprisaysingustoalguno.Mepuseenpiedespuésdecomer,y con cierta vivacidad, como si en aquelmomento acabara de ocurrírseme,dije:

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-Bueno,meparecequehedemarcharme.Luegobeséamihermana,quesereíamoviendolacabezadeunladoaotro,sentada en su silla acostumbrada; besé a Biddy y rodeé con mis brazos elcuellodeJoe.Hechoesto,tomémimaletínysalídelacasa.Loultimoquevideellosfuecuando,aloírruidoamiespalda,mevolvíyviqueJoemetirabaun zapato viejo y Biddy me arrojaba otro. Entonces me detuve, agité misombrero y el pobre Joe movió la mano derecha por encima de su cabezagritandoconvozronca:-¡Hurra!EncuantoaBiddy,secubrióelrostroconeldelantal.Mealejéabuenpaso,observandoqueeramásfácilmarcharsedeloquehabíaimaginadoyreflexionandoquenohabríasidoconvenientequemetiraranunzapatoviejocuandoyaestuvieraenelcocheyalavistadetodalacalleAlta.Silbé,comodandopocaimportanciaamimarcha;peroelpuebloestabamuytranquilo y apacible y la ligera niebla se levantaba solemnemente, como siquisieramostrarme elmundo. Pensé en que allí había sidomuy inocente ypequeñoyquemásallá todoeramuygrandeydesconocido;repentinamentesentí una nostalgia, y empecé a derramar lágrimas.Estaba entonces junto alposteindicadordelextremodelpueblo,ypusemimanoenéldiciendo:-¡Adiós,queridoamigomío!Dios sabe que nunca hemos de avergonzarnos de nuestras lágrimas, porqueson la lluvia que limpia el cegador polvo de la tierra que recubre nuestroscorazonesendurecidos.Meencontrémejordespuésdellorarqueantes,ymesentímástristeyestuvemásconvencidodemi ingratitud,asícomotambiénfuidesdeentoncesmáscariñoso.Ysihubieselloradoantes,habríatenidoamiladoamiqueridoJoe.Tan amansado quedé por aquellas lágrimas y por su repetición durante eltrayecto, que cuando estuve en el coche y desapareció a lo lejos la ciudad,pensé,conelcorazóndolorido,ensiharíabienbajandocuandocambiaranloscaballos,afinderetrocederalpuebloypasarotranocheencasa,parapoderdespedirmemejordelosmíos.Cuandovinoelrelevoaúnnoestabadecidido,peromedije,paraconsolarme,queaúnpodríaesperaralrelevosiguienteparavolver al pueblo. Y mientras estaba ocupado con estas dudas, podíaimaginarmeaJoeencualquierhombrequecruzasepornuestrolado.Entoncesmicorazónlatíaapresurado.¡Ojaláhubiesesidoél!Cambiamosdecaballosunayotravez,yyaentoncesfuedemasiadotardeylejospararetroceder,demodoquecontinué.Lanieblasehabíalevantadoyaconsolemnidadyelmundoquedabaextendidoantemismiradas.

Capítulo20

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El viaje desde nuestra ciudad a la metrópoli duró aproximadamente cincohoras.EraalgomásdemediodíacuandoladiligenciadecuatrocaballosdelaqueyoerapasajeroentróenlamarañadetráficoquehabíaentreCrossKeys,WoodStreetyCheapside,enLondres.Los britanos estábamos convencidos en aquel tiempo de que era casi unatraicióneldudardequeteníamosyéramoslomejordelmundo.Deotromodo,en el momento en que me dejó anonadado la inmensidad de Londres, meparecequehabríatenidoalgunasligerasdudasacercadesierafeoonoloera,decallesretorcidas,estrechasysucias.El señor Jaggersme habíamandado debidamente sus señas; vivía en LittleBritain,yélhabíaescritoluegoamano,ensutarjeta:PrecisamentealsalirdeSmithfieldycercade laoficinade ladiligencia.Sinembargo,uncocherodealquiler,queparecíatenerensulevitóntantasesclavinascomoaños,memetióensucochehaciendoluegotantospreparativoscomosisetratasedehacerunviaje de cincuentamillas.Fue tambiénobrademucho tiempo su ascenso alpescante, cubiertodeunpañoverdosoymanchadopor las inclemenciasdeltiempo y comido ya de polillas. Era un estupendo carruaje, adornadoexteriormente por seis coronas, y detrás había numerosas agarraderasestropeadasparaqueseapoyasennosécuántoslacayos.Debajohabíanpuestounas cuantas púas para contener a los lacayos por afición que se sintierantentadosdemontar.Apenashabíatenidotiempodedisfrutardelcocheydedecirmequeseparecíamucho a un almacénde paja, aun siendo tan semejante a una trapería, o depreguntarme por qué los morrales de los caballos se guardaban dentro delcoche,cuandoobservéqueelcocherosedisponíaabajardelpescantecomosifuéramosadetenernos.Y,enefecto,nosparamosenunacallesombría,anteunaoficinaqueteníalapuertaabiertayenlaqueestabapintadoelnombredelseñorJaggers.

-¿Cuánto?-preguntéalcochero.-Unchelín-contestóél-,anoserquequierausteddarmás.Naturalmente,lecontestéquenodeseabahacertalcosa.-Puesentoncesseaunchelín -observóelcochero -.Noquierometermeendisgustos,porqueleconozco-añadióguiñandounojoparaseñalarelnombredelseñorJaggersymeneandolacabeza.Cuandohubo recibidosuchelínyenelcursodel tiempoalcanzó loaltodelpescante y se marchó, cosa que le pareció muy agradable, yo entré en laoficinallevandoenlamanomimaletínypreguntésiestabaencasaelseñorJaggers.- No está - contestó el empleado -. En este momento se encuentra en elTribunal.¿HabloconelseñorPip?

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Lesignifiquéque,enefecto,hablabaconelseñorPip.-E1señorJaggersdejóinstruccionesdequeleesperaseustedensudespacho.No me aseguró cuánto tiempo estaría ausente, pues tiene un asunto en elTribunal.Pero es razonablepensarque, como su tiempoesmuyvalioso, noestaráfueraunmomentomásdelonecesario.Dichas estas palabras, el empleado abrió una puerta yme hizo pasar a unahabitacióninteriordelapartetrasera.Allíencontramosauncaballerotuerto,quellevabauntrajedeterciopeloycalzoneshastalarodillayquesesecólanarizconlamangaalverseinterrumpidoenlalecturadeunperiódico.-Salgayesperefuera,Mike-dijoelempleado.Yoempecéadecirquenoquería interrumpirnimolestar anadie, cuandoelempleado dio un empujón a aquel caballero, con tan poca ceremonia comojamásviusar,y,tirándolealaespaldaelgorrodepiel,medejósolo.EldespachodelseñorJaggersestabapocoalumbradoporunaclaraboyaqueledaba luz cenital; era un lugar muy triste. Aquella claraboya tenía muchosparches,comosifueseunacabezarota,ylascasascontiguasparecíanhaberseretorcido,comosiquisieranmirarmeatravésdeella.Nohabíaporallítantospapeles como yo me habría imaginado; por otra parte, vi algunos objetosheterogéneos, tales como una vieja pistolamuy oxidada, una espada con suvaina,variascajasypaquetesderaroaspectoydosespantosasmascarillasenun estante, de caras algo hinchadas y narices retorcidas. El sillón del señorJaggers tenía un gran respaldo cubierto de piel de caballo, con clavos deadornoqueledabanlaaparienciadeunataúd,ytuvelailusióndequeloveíarecostarse allí mientras se mordía su dedo índice ante los clientes. Lahabitación era muy pequeña y, al parecer, los clientes habían contraído lacostumbrede apoyarse en la pared, pues la parte opuesta al sillóndel señorJaggersestabagrasientadetantoshombroscomoenellasehabíanrecostado.Entoncesrecordéqueelcaballerodelúnicoojosehabíaapoyadotambiénenlaparedcuandofuilacausainvoluntariadequelosacarandeallí.Me senté en la silladestinadaa los clientesy situadaenfrentedel sillóndelseñor Jaggers, y me quedé fascinado por la triste atmósfera del lugar. Mepareció entonces que el pasante tenía, como el señor Jaggers, el aspecto deestarenteradodealgodesagradableacercadecuantaspersonasveía.Tratédeadivinar cuántos empleados habría, además, en el piso superior, y si éstospretenderíanposeerelmismodonenperjuiciodesussemejantes.Habríasidomuycuriosoconocerlahistoriadetodoslosobjetosendesordenquehabíaenla estancia y cómo llegaron a ella; también me pregunté si los dos rostroshinchados serían de individuos de la familia del señor Jaggers y si era tandesgraciadocomoparateneraunpardeparientesdetanmalaspecto;porquéloshabíacolgadoallíparamoradadelasmoscasydelosescarabajos,envezdellevárselosasucasaeinstalarlosallí.Naturalmente,yonoteníaexperienciaalguna acerca de un día de verano en Londres, y tal vez mi ánimo estaba

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deprimido por el aire cálido y enrarecido y por el polvo y la arena que locubríantodo.PeropermanecípensativoypreguntándomemuchascosaseneldespachodelseñorJaggers,hastaqueyamefueimposiblesoportarpormástiempolasdosmascarillascolgadasencimadelsillóny,levantándome,salí.Cuando dije al empleado que iba a salir a dar una vuelta al aire libre paraesperar, me aconsejó que me dirigiese hacia la esquina, y así llegaría aSmithfield. Así, pues, fui a Smithfield, y aquel lugar, sucio, lleno deinmundicia,degrasa,desangreydeespuma,medesagradósobremanera.Poreso me alejé cuanto antes y me metí en una callejuela, desde la que vi lacúpuladeSanPablo sobresaliendodeun edificiodepiedraque alguienqueestabaami ladodijoqueera lacárceldeNewgate.Siguiendoelmurode laprisiónobservéqueelarroyoestabacubiertodepaja,paraapagarelruidodelosvehículos,ya juzgarporestedetalleyporelgrannúmerodegentequehabíaporallíoliendoalicoresyacervezadedujequeseestabacelebrandounjuicio.Al mirar alrededor de mí, un ministro de la justicia, muy sucio y bastantebebido,mepreguntósimegustaríaentrarypresenciarunjuicio;meinformó,almismo tiempo, que podría darme un asiento en primera fila a cambio demediacoronayquedesdeallíveríaperfectamentealpresidentedel tribunal,consupelucaysutoga.Mencionóatantemiblepersonajecomosifueseunafigura de cera curiosa y me ofreció luego el precio reducido de dieciochopeniques.Comoyorehusaralaoferta,conlaexcusadequeteníaunacita,fuelobastanteamableparahacermeentrarenunpatioa findequepudieraverdóndeseguardabalahorcaytambiénellugarenqueseazotabapúblicamentea los condenados. Luego me enseñó la puerta de los deudores, por la quesalían los condenadospara ser ahorcados,y realzóel interésqueofrecía tantemiblepuerta,dándomeaentenderque«cuatrodeellossaldríanporaquellapuertapasadomañana,paraserajusticiadosenfila».Esoerahorribleymediomuy mala idea de Londres: mucho más al observar que el propietario deaquella figura de cera que representaba al presidente del tribunal llevaba,desde su sombrero hasta sus botas, incluso su pañuelo, un traje roído depolillas,quenolehabíapertenecidosiempre,sinoquemefiguréquelohabríacompradobaratoalejecutordelajusticia.Entalescircunstanciasmeparecióbaratolibrarmedeélgraciasaunchelínqueledi.VolvíaldespachoparapreguntarsihabíavueltoelseñorJaggers,ymedijeronqueno,razónporlacualvolvíasalir.AquellavezmefuiadarunavueltaporLittleBritain, ymemetí enBartolomewClose; entonces observé que habíaotraspersonas esperandoal señor Jaggers, comoyomismo.EnBartolomewClosehabíadoshombresdeaspectoreservadoyque,muypensativos,metíanlospiesenloshuecosdelpavimentomientrashablaban.Unodeellosdijoalotro, cuando yo pasaba por su lado, que «Jaggers lo haría si fuera precisohacerlo».Enunrincónhabíaungrupodetreshombresydosmujeres,unade

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las cuales lloraba sobre su sucio chal y la otra la consolaba diciéndole,mientrasleponíasupropiochalsobreloshombros:«Jaggersestáafavordeél; le ayuda,Melia. ¿Quémás quieres?»Había un judío pequeñito, de ojosrojizos,queentróenBartolomewClosemientrasyoesperaba,encompañíadeotrojudío,tambiéndecortaestatura,aquienmandóahacerunrecado;cuandose marchó el mensajero, observé al judío, hombre de temperamento muyexcitable, que casi bailaba de ansiedad bajo el poste de un farol y decía almismo tiempo, como si estuviera loco: «¡Oh Jaggers! ¡Solamente éste es elbueno!¡Todoslosdemásnovalennada!»Estaspruebasdelapopularidaddemitutormecausaronenormeimpresiónymequedémásadmiradoquenunca.Por fin, mientras miraba a través de la verja de hierro, desde BartolomewClose hacia Little Britain, vi que el señor Jaggers atravesaba la calle endirecciónamí.Todoslosqueesperabanlevieronalmismotiempoytodosseprecipitaronhaciaél.ElseñorJaggers,poniéndomeunamanoenelhombroyhaciéndomemarcharasulado,sindecirmeunapalabra,sedirigióalosqueleseguían.Primerohablóalosdoshombresdeaspectoreservado.- Nada tengo que decirles - exclamó el señor Jaggers, señalándolos con suíndice-.Notengonecesidaddesabermásdeloquesé.Encuantoalresultado,esincierto.¿HanpagadoustedesaWemmick?-Lemandamoseldineroestamismamañana,señor-dijohumildementeunodeellos,mientraselotroobservabaconatenciónelrostrodelseñorJaggers.-Nopreguntocuándolohanmandadoustedesnidónde,asícomotampocosilohanmandado.¿LoharecibidoWemmick?-Sí,señor-contestaronlosdosalavez.- Perfectamente; pueden marcharse. No quiero saber nada más - añadió elseñorJaggersmoviendolamanoparaindicarlesquesesituarantrasél-.Simedicen una sola palabra más, abandono el asunto. - Pensábamos, señorJaggers…-empezóadecirunodeellos,descubriéndose.-Estoesprecisamenteloquelesrecomendénohacer-dijoelseñorJaggers-.¡Hanpensadoustedes!Yapiensoyoporustedes,yestohadebastarles.Silosnecesito,yasédóndepuedohallarlos;noquieroquevenganamiencuentro.No,noquieroescucharunapalabramás.De pronto, deteniéndose ante las dos mujeres de los chales, de quienes sehabíanseparadohumildementelostreshombres,preguntóelseñorJaggers:-¿EsustedAmelia?-Sí,señorJaggers.-¿Yanoseacuerdausteddeque,anoserpormí,nopodríaestaraquí?-¡Oh,sí,señor!-exclamaronambasalavez-.¡Dioslebendiga!Losabemosmuybien.-Entonces-preguntóelseñorJaggers-,¿paraquéhanvenido?-¡MiBill,señor!-dijo,suplicante,lamujerquehabíaestadollorando.-Sepandeunavez - exclamóel señor Jaggers - que suBill está enbuenas

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manos.YsivienenamolestarmeacausadesuBill,voyadarunescarmientoabandonándole.¿HanpagadoustedesaWemmick?-¡Oh,sí,señor!Hastaelúltimopenique.-Perfectamente.Entonceshanhechocuantoteníanquehacer.Digannadamásotrapalabra,unasola,yWemmicklesdevolveráeldinero.Tanterribleamenazadejóanonadadasalasdosmujeres.Yanoquedabanadiemásqueelexcitablejudío,quienvariasvecessellevóaloslabioslosfaldonesdelalevitadelseñorJaggers.-No conozco a este hombre - dijo el señor Jaggers con elmayor desdén -.¿Quéquiereestesujeto?-¡MiqueridoseñorJaggers!SoyelhermanodeAbrahamLázaro.-¿Quiénes?-preguntóelseñorJaggers-.¡Suéltemeustedlalevita!Elsolicitante,besandoelbordedelalevitaantesdedejarla,replicó:-AbrahamLázaro,sospechosoenelasuntodelaplata.-Havenidousteddemasiadotarde-dijoelseñorJaggers-.Hedejadoyaesteasunto. - ¡Dios de Abraham! ¡Señor Jaggers! - exclamó el excitablehombrecillo,palideciendodeunmodoextraordinario-.NomedigaustedquevacontraelpobreAbrahamLázaro.-Sí - contestó el señor Joggers -.Yyanohaynadamásquehablar. ¡Salgainmediatamente!- ¡Señor Jaggers! ¡Mediomomento!Mi propio primo ha ido a ver al señorWemmick en este instante para ofrecerle lo que quiera. ¡Señor Jaggers!¡Atiéndamelacuartapartedelamitaddeunmomento!¡Sihatenidoustedlacondescendenciadedejarsecomprarporlaotraparte…aunpreciosuperior…,eldineronoimporta.¡SeñorJaggers…,señor…!Mi tutor echó a un lado al suplicante con la mayor indiferencia y le dejóbailando en el pavimento como si éste estuviera al rojo. Sin ser objeto deningunaotrainterrupciónllegamosaldespachodelapartedelantera,endondehallamosalempleadoyalhombrevestidodeterciopeloyconelgorrodepiel.-AquíestáMike -dijoelempleadoabandonandosu tabureteyacercándoseconfidencialmentealseñorJaggers.-¡Oh!-dijoéstevolviéndosealhombre,quesellevabaunmechóndecabelloalcentrodelacabeza-.Suhombrellegaráestatarde.¿Quémás?- Pues bien, señor Jaggers - replicó Mike con voz propia de un catarrosocrónico-,despuésdemuchotrabajoheencontradoaunoquemeparecequeservirá.-¿Quéestádispuestoajurar?-Puesbien,señorJaggers-dijoMikelimpiándoselanarizconlagorra-,engeneral,cualquiercosa.Depronto,elseñorJaggersseencolerizó.-Yalehabíaavisado-dijoseñalandoconelíndiceasuaterradocliente-quesiseproponíahablaraquídeestemodo,haríaenustedunescarmientoejemplar.¡Malditosinvergüenza!¿Cómoseatreveahablarmeasí?

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Elclienteparecióasustado,perotambiénextrañado,comosinocomprendiesequéhabíahecho.-¡Animal!-dijoeldependienteenvozbaja,dándoleuncodazo-.¡Estúpido!¿Notepodíascallareso?-Ahoralepregunto,estúpido-dijoseveramentemitutor-,yestoporúltimavez:¿quéestádispuestoajurarelhombreaquienhatraídoaquí?Mike miró a mi tutor como si por la contemplación de su rostro pudieseaveriguarloquehabíadecontestar,ylentamentereplicó:-Loqueseanecesariooelhaberestadoensucompañíasindejarleuninstantelanocheencuestión.-Ahoratengacuidado.¿Quéposiciónesladeestehombre?Mikesemiróelgorro;luegodirigiólosojosalsuelo,altecho,alempleadoytambiénamí,antesdecontestarnerviosamente:-Pueslehemosvestidocomo…Peroenaquelmomentomitutorestalló:-¡Cómo!-¡Animal!-repitióelempleado,dándoleotrocodazo.Despuésdemirarunos instantesalrededordeél, enbuscade inspiración, seanimóelrostrodeMike,queempezóadecir:-Estávestidocomounrespetablepastelero.-¿Estáaquí?-preguntómitutor.-Ledejé-contestóMike-sentadoenlosescalonesdeunaescaleraalvolverlaesquina.-Hágalepasarpordelantedeestaventanaparaqueyolevea.La ventana indicada era la de la oficina. Los tres nos acercamos a ella,mirandoatravésdelenrejadodealambre,yprontovimosalclientepaseandoencompañíadeuntipoalto,concaradeasesino,vestidodeblancoyconungorrodepapel.Elinocenteconfiteronoestabasereno,yunodesusojos,noyaamoratado, sino verdoso, en vías de curación, había sido pintado paradisimularlacontusión.-Dígalequesellevecuantoantesaesetestigo-dijo,muydisgustado,mitutoralempleadoqueteníaasulado-,ypregúnteleporquésehaatrevidoatraerasemejantetipo.Entoncesmitutormellevóasupropiodespacho,ymientrastomabaellunchenpie,comiéndoseunossandwichsquehabíaenunacajaybebiendoalgunostragos de jerez de un frasco de bolsillo (y parecía estarmuy irritado con elsandwichmientras se lo comía),me informó de las disposiciones que habíatomado con respecto a mí. Debía dirigirme a la Posada de Barnard, a lashabitacionesdelseñorPocket,hijo,endondepermaneceríahastaellunes;endichodíatendríaqueirconaqueljovenacasadesupadre,afindehacerunavisitayparaversimegustaba.Tambiénmecomunicóquemipensiónsería…-enrealidad,eramuygenerosa-.Luegosacódeuncajón,paraentregármelas,algunastarjetasdeciertosindustrialesconquienesdeberíatratarloreferentea

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mis trajes y otras cosas que pudiera necesitar razonablemente. - Observaráusted que tiene crédito, señor Pip - dijomi tutor, cuyo frasco de jerez olíacomosifueseunapipallena,cuando,conlamayorprisa,sebebióunostragos-,perodeestamanerapodrécomprobarsusgastosyadvertirleencasodequese exceda. Desde luego, cometerá usted alguna falta, pero en eso no tengoculpaalguna.Despuésquehube reflexionadounos instantesacercadeestaspalabraspocoalentadoras,preguntéalseñorJaggerssipodríamandarenbuscadeuncoche.Mecontestóquenovalíalapena,pueslaposadaestabamuycerca,yque,sino tenía inconveniente, Wemmick me acompañaría. Entonces averigüé queWemmickeraelempleadoqueestabaenlavecinahabitación.Otrobajódesdeelpisosuperiorparaocuparsusitiomientrasestuvieseausente,yyosalíconWemmickalacalledespuésdeestrecharlamanodemitutor.Encontramosamuchaspersonasqueaguardabanante la casa,peroWemmick se abriópasoentreellasadvirtiéndolesfríayresueltamente:-Lesdigoqueesinútil;noquerráhablarniunasolapalabraconningunodeustedes.Asínoslibramosdeellosyechamosaandarunoalladodeotro.

Capítulo21

Fijando los ojos en el señor Wemmick, mientras íbamos andando, paraobservarsuaparienciaalaluzdeldía,viqueeraunhombreseco,deestaturaalgobaja,concaracuadradaqueparecíademaderaydeexpresióntalcomosihubiesesidotalladaconunagubiapocoafilada.Habíaenaquelrostroalgunasseñalesquepodríanhabersidohoyuelossielmaterialhubiesesidomásblandoo la herramienta más cortante, pero tal como aparecían no eran más quemellas.El cincelhizodoso tres tentativaspara embellecer sunariz, pero laabandonó sin esforzarse en pulirla. Por el mal estado de su ropa blanca lojuzguésoltero,yparecíahabersufridonumerosaspérdidasfamiliares,porquellevaba varias sortijas negras, además de un broche que representaba a unaseñora junto a un sauce llorón y a una tumba en la que había una urna.Tambiénmefijéenlassortijasyenlossellosquecolgabandelacadenadesureloj,comosiestuviesecargadaderecuerdosdeamigosdesaparecidos.Teníalosojosbrillantes,pequeños,agudosynegros,ylabiosdelgadosymoteados.Contaríaentonces,segúnmeparece,decuarentaacincuentaaños.- ¿De manera que nunca había estado usted en Londres? - me preguntó elseñorWemmick.-No-lecontesté.-Enuntiempo,yotambiénfuinuevoaquí-dijoél-Mepareceraroquefuese

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así.-Demaneraqueahoraloconoceráustedperfectamente.-Ya locreo -contestóel señorWemmick -.Conozco los sentimientosde laciudad.-¿Noesunlugarmuymalo?-pregunté,máspordeciralgoqueporeldeseodeinformarme.-EnLondreslepuedentimar,robaryasesinarauno.Perohayentodaspartesmuchagentedispuestaaservíctimasdeeso.- Eso en caso de que exista alguna animosidad entre uno mismo y losmalhechores-dijeparasuavizaralgoelpeligro.- ¡Oh, no sé nada de animosidades! - replicó el señorWemmick -. No haynecesidaddequeexistatalcosa.Sencillamente,hacenesasfechoríassigraciasaellaspuedenquedarseconalgodevalor.-Esoempeoraelcaso.- ¿Locreeusted? -preguntóel señorWemmick -.Meparecequees casi lomismo.Llevabaelsombreroechadohaciaatrásymirabaenlínearectaanteél.Andabacomosinadaenlacallefuesecapazdellamarlelaatención.Subocaseparecíaaunbuzóndecorreosyteníaunaspectomaquinaldequesonreía,yllegamosaloaltodelacolinadeHolbornantesdequeyomediesecuentadeestedetalleydeque,realmente,nosonreía.-¿SabeusteddóndeviveelseñorPocket?-preguntéalseñorWemmick.-Sí-contestóseñalandoconunmovimientodelacabezaladirecciónenquesehallabalacasa-.EnHammersmith,aloestedeLondres.-¿Estálejos?-Yalocreo.Acosadeunascincomillas.-¿Leconoceusted?- ¡Caramba! ¡Es usted un maestro en hacer preguntas! - exclamó el señorWemmickmirándomeconairedeaprobación-.Sí,leconozco.Leconozco.Eneltonodesuspalabrasseadivinabaunatoleranciaodesdénquemecausómal efecto; yo continuaba con la cabeza ladeada, mirando al bloque queconstituía su rostro, en busca de alguna ilustración alentadora para el texto,cuando anunció que estábamos en la Posada de Barnard. Mi depresión nodesapareció al oír estas palabras, porque me había imaginado que aquelestablecimientoseríaunhotel,propiedaddeunseñorBarnard,encomparacióncon el cual el JabalíAzul de nuestro pueblo no seríamás que una taberna.Pero,encambiodeeso,pudeobservarqueBarnarderaunespíritusincuerpoounaficción,ysuPosada,lacolecciónmássuciadeconstruccionesmíserasquejamássevieronapretadasunaporotraenunfétidorincón,comosifueraunlugardereuniónparalosgatos.Entramosporunportilloenaquelasiloy fuimosapararporunpasilloaunespaciocuadradoymuytristequemeparecióuncementerio.Observéqueallíhabíalosmástristesárboles,losgorrionesmásmelancólicos,losmáslúgubresgatosy lasmás afligidas casas (ennúmerodemediadocena,másomenos)quejamáshabíavistoenlavida.Meparecióquelasseriesdeventanasdelas

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habitaciones en que estaban divididas las casas se hallaban en todos losestadosposiblesdedecadenciadepersianasycortinas,deinserviblesmacetas,de vidrios rotos, demarchitez llena de polvo y demiserables recursos paratapar sus agujeros. En cada una de las habitaciones desalquiladas, que eranbastantes,seveíanletrerosquedecían:«Poralquilar»,yesomedabacasi laimpresióndequeallíyanoibanmásquedesgraciadosyquelavenganzadelalmadeBarnardsehabíaaplacadolentamenteconelsuicidiogradualdelosactualeshuéspedesysuinhumaciónlaicabajolaarena.UnossuciosvelosdehollínydehumoadornabanaquellaabandonadacreacióndeBarnard,yhabíanesparcidoabundantecenizasobresucabeza,quesufríacastigoyhumillacióncomosinofuesemásqueundepósitodepolvo.Esoporloquerespectaamisentidode lavista, en tantoque lapodredumbrehúmeday secaycuanta seproduceenlosdesvanesyenlossótanosabandonados-podredumbrederatasyratones, de chinches y de cuadras, que, por lo demás, estabanmuy cerca -,todoesomolestabagrandementemiolfatoyparecíarecomendarmeconacentoquejumbroso:«PruebelamixturadeBarnard.»Tandeficienteeraestarealizacióndelaprimeracosaqueveíarelacionadaconmigranporvenir,quemirécontristezaalseñorWemmick.-¡Ah!-dijoéstesincomprenderme-,estelugarlerecuerdaelcampo.Lomismomepasaamí.Me llevó a un rincón yme hizo subir un tramo de escalera que, segúnmepareció,ibamuriendolentamentealconvertirseenserrín,demaneraque,muypoco después, los huéspedes de los pisos altos saldrían a las puertas de sushabitaciones observando que ya no teníanmedios de bajar a la calle, y asíllegamosaunaseriedehabitacionessituadasenelúltimopiso.En lapuertahabíaunletreropintado,quedecía:«SEÑORPOCKET,HIJO»,yenlaranuradelbuzónestabacolgadaunaetiquetaenlaqueseleía:«Volveráenbreve».-Seguramente no se figuraba que usted vendría tan pronto - explicó el señorWemmick-.¿Menecesitatodavía?-No;muchasgracias-ledije.-Comosoyencargado de la caja - observó el señor Wemmick -, tendremos frecuentesocasiones de vernos. Buenos días. -Buenos días. Tendí lamano, y el señorWemmicklamiró,alprincipio,comofigurándosequenecesitabaalgo.Luegomemiróy,corrigiéndose,dijo:-¡Claro!Sí,señor.¿Tieneustedlacostumbrededarlamano?Yomequedéalgoconfuso,creyendoqueaquelloyanoseríamoda en Londres, y le contesté afirmativamente. - Yo he perdido ya lacostumbredetalmanera…-dijoelseñorWemmick-,exceptuandocuandomedespido en definitiva de alguien. Celebro mucho haberle conocido. Buenosdías.Cuando nos hubimos dado la mano y él se marchó, abrí la ventana de laescalera y a punto estuve de quedar decapitado, porque, como no ajustababien,bajólavidrieracomolacuchilladelaguillotina.Felizmente,noacabédesacarlacabeza.Despuésdeestasalvaciónmilagrosa,mecontentécongozar

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deunavistabrumosadelaposadaatravésdelpolvoylasuciedadquecubríanelvidrio,ymequedémirandotristementealexterior,diciéndomeamímismoque,sindudaalguna,Londresnoestabaalaalturadesufama.LaideaqueelseñorPocket,hijo,volvería«enbreve»noeralamiasindudaalguna,porquehabíaestadomirandohaciafueraporespaciodemediahoraypudeescribirvariasvecesminombreconeldedoenlasuciedaddecadaunode los vidrios de la ventana antes de que oyese pasos en la escalera.Gradualmente se me aparecieron el sombrero, la cabeza, el cuello de lacamisa,elchaleco,lospantalonesylasbotasdeunmiembrodelasociedaddepocomásomenosmiedad.Llevabaunabolsadepapeldebajodecadabrazo,enunamanouncestoconfresas,yestabasinaliento.-¿ElseñorPip?-preguntó.-¿ElseñorPocket?-lecontesté.-¡Diosmío!-exclamó-.Losientomuchísimo,peromedijeronquellegabauncochedesdesupuebloacosademediodía,ymefiguréquevendríaustedenél.Elhechoesqueacabodesalirporsucausa,noporqueesoseaunaexcusa,sino porqueme dije que a su llegada del campo le gustaría poder tomar unpocodefrutadespuésdecomer,yporesofuialmercadodeCoventGardenparacomprarlabuena.Poruna razónqueyomesabía,parecíamecomosi losojossemequisieransaltardelasórbitas.Deunmodoincoherenteledilasgraciasporsuatenciónyempecéafigurarmequesoñaba.- ¡Caramba! - exclamó el señor Pocket, hijo -. Esta puerta se agarra de unmodoextraordinario.Mientras luchabacontra lapuertaestabaconvirtiendo la frutaenpasta,puescontinuabandebajodesusbrazoslasbolsasdepapel.Poresoleroguéquemeloentregasetodo.Lohizoasíconagradablesonrisayempezóalucharconlapuertacomosiéstafueseunafiera.Porfinserindiódeunmodotanrepentinoqueélvinoachocarcontramí,yyo,retrocediendo,fuiadarcontralapuertaopuesta,yambosnosechamosareír.Peroaúnmeparecíaquesemeibanasaltarlosojosycomosiestuvierasoñando.-Hagaelfavordeentrar-dijoelseñorPocket,hijo-.Permítamequeleenseñeel camino.Dispongo aquí de pocas comodidades,mas espero que lo pasaráusteddeunmodotolerablehastaellunes.Mipadrecreyóquepasaríaustedeldía demañanamejor conmigo que con él y que le gustar ír tal vez dar unpaseoporLondres.Pormiparte,meserámuyagradablemostrarlelacapital.Encuantoanuestramesa,creoquenolaencontrarámalprovista,porquenosservirándesdeelcaféinmediato,yhedeanadirqueelloseráalasexpensasdeusted,porquetalessonlasinstruccionesrecibidasdelseñorJaggers.Encuantoa nuestro alojamiento, no es espléndido enmanera alguna, porque yo he deganarmeelpanymipadrenotienenadaquedarme,aunqueyonolotomaríaenelcasodeque lo tuviese.Éstaesnuestrasala,quecontiene lassillas, las

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mesas, la alfombra y lo demás que he podido traerme demi casa.No debeustedfigurarsequeelmantel, lascucharasylasvinagrerassonmíos,porqueloshanmandadoparausteddesdeelcafé.Ésteesmipequeñodormitorio;unpocomohoso,perohayquetenerencuentaqueBarnardtambiénloes.Ésteesel dormitoriodeusted.Sehan alquilado losmueblespara estaocasión,masespero que le parecerán convenientes para el objeto; si necesita algo, iré abuscarlo. Estas habitaciones están algo retiradas y, por lo tanto, estaremossolos; pero me atrevo a esperar que no nos pelearemos. ¡Dios mío!,perdóneme.Nomehabíadadocuentadequesigueustedsosteniendolafruta.Déjemequeletomeestasbolsas.Estoycasiavergonzado.Mientras yo estaba frente al señor Pocket, hijo, entregándole las bolsas depapel,observéqueensusojosaparecía lamismaexpresióndeasombroquehabíaenlosmíosyretrocedióexclamando:-¡Diosmío!¡Esustedaquelmuchacho!-Yusted-dijeyo-eseljovencaballeropálido.

Capítulo22

El joven caballeropálidoyyonosquedamos contemplándonosmutuamenteenlaPosadadeBarnardhastaqueambosnosechamosareíracarcajadas.-¿Quiénseibaafigurarqueseríausted?-exclamó.-¿Ycómopodíaimaginarmequefueseusted?-dijeyoamivez.Luegonoscontemplamosotravezydenuevonosechamosareír.-Perfectamente-dijoeljovencaballeropálido,ofreciéndomeafablementelamano-Esperoqueconsideraráustedterminadoelasuntoyquemeperdonarámagnánimamentelosgolpesquelediaqueldía.Por estas palabras comprendí que el señor Herbert Pocket, porque así sellamaba el joven, seguía confundiendo su intención con la realidad.Peroyocontestémodestamenteynosestrechamoslasmanosconafecto.-Supongoqueentoncesnohabíaustedempezadoagozardesubuenafortuna-dijoHerbertPocket.-No-lecontesté.-Tieneustedrazón-confirmóél -.Meheenteradodequeesoocurrióhacemuypocotiempo.Entoncesyoestababuscandomifortuna.-¿Deveras?-Asíes.LaseñoritaHavishammehizollamarparaversipodíaaficionarseamí,masparecequenopudo…Enfin,quenolohizo.Amímepareciócortésobservarqueellomesorprendíamucho.-Diopruebasdemalgusto-exclamóHerbertriéndose,-peroasífue.Sí,mehizo llamar para que le hiciese una visita de prueba, yme parece que si el

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resultado hubiese sido satisfactorio, habría alcanzado algo; tal vez pudierahabersido…-ehizounapausa-eso…paraEstella.-¿Quéeseso?-preguntéconrepentinaseriedad.Él estaba poniendo la fruta en unos platosmientras hablábamos, y como suatención estaba dividida, ésta fue la causa de que no encontrase la palabraconveniente.-Prometido-explicóocupadoaúnconlafruta-.¿Nosellamaasí?¿Noeséstalapalabra?-¿Ycómosoportóustedsudesencanto?-pregunté.-¡Bah!-mecontestó-.Nomeimportamucho.Esunatártara.-¿LaseñoritaHavisham?- Tal vez ella también. Pero me refiero a Estella. Esta muchacha es dura,altanera y caprichosa en sumogrado, y la señoritaHavisham la ha educadoparaquelavengueenlosrepresentantesdelsexomasculino.-¿QuéparentescotieneconlaseñoritaHavisham?-Ninguno-dijo-.Essolamenteunamuchachaadoptada.-¿Porquédebevengarsedelsexomasculino?¿Quévenganzaesésta?'-¡Caramba,señorPip!-exclamó-.¿Nolosabeusted?-No-contesté.- ¡Dios mío! Es una historia que le referiré durante la comida. Ahorapermítamequeledirijaunapregunta:¿cómofueustedallíaqueldía?Selodijeymeescuchómuyatentohastaquehubeterminado.Luegoseechóareírotravezymepreguntósiluegoestuvedolorido.Yonolepreguntéamivezsemejantecosa,porquemiconvicciónestabayaperfectamenteestablecidaacercadelparticular.-Segúntengoentendido,elseñorJaggersessututor.-Sí.- ¿Ya sabe usted que es el abogado y el hombre de negocios de la señoritaHavishamyqueeselúnicoquegozadesuconfianza?Comprendí que esta observaciónme situaba en un terreno peligroso.Y conreserva,quenotratédedisimular,contestéquehabíavistoalseñorJaggersencasa de la señorita Havisham el mismo día de nuestra lucha, pero ya enningunaotraocasión,yque,segúnmefiguraba,élnopodíarecordarhabermevistoallí.-Élfuetanamablecomoparaproponeramipadreserprofesordeustedylevisitóparahablarledeello.Desde luego, él conocía a mi padre por sus relaciones con la señoritaHavisham.Mipadreesprimodeestaúltima;esonoindicaqueexistanentreellosrelacionescontinuadas,porqueélesmalcortesanoeincapazdeadularla.Herbert Pocket tenía modales francos y naturales, verdaderamente muyatractivos.Jamásvianadie,antesnidespués,queencadaunadesusmiradasyensutonomeexpresaramejorsunaturalincapacidaddehacernadasecreto

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obajo.En su aspecto general había algo extraordinariamente esperanzadoytambiénalgoquemedabaaentenderquejamásseríaricoolograríaeléxito.Ignoro cómo era eso. Tan sólo sé que quedé convencido de ello antes desentarnosacomer,aunquenopuedocomprendergraciasaquémedios.Éleratodavíaunjovencaballeropálidoy,apesardesualegríayentusiasmo,se advertía en su persona cierta languidez que no parecía indicar granfortaleza.Noerahermosoderostro,pero teníaotracualidadmejor,pueseraalegrey simpático.Su figuraeraunpocodesgarbada, como losdías enquemispuñossetomarontaleslibertadesconella,peroparecíacomosihubieradesersiempreligeroyjoven.HabríasidodudososabersilaobradelseñorTrabblehabríasentadomejoraélqueamí,aunqueestoypersuadidodequellevabasutrajeviejomuchomejorqueyoelmíonuevo.Como él se mostraba muy comunicativo, comprendí que la reserva por miparte sería una mala correspondencia e inadecuada a nuestros años. Porconsiguiente,lereferímicortahistoria,haciendohincapiéenquesemehabíaprohibido indagar quién era mi bienhechor. Añadí que, como me habíaeducado en casa de un herrero del pueblo y conocíamuy poco losmodalescortesanos, consideraríamuybondadosopor suparteelque semolestaseenhacerme alguna indicación en cuantome viese apurado o cometiese algunatorpeza. -Con mucho gusto – dijo - aunque me aventuro a profetizar quenecesitaráustedmuypocasindicaciones.Meatrevoacreerqueestaremosjuntosconfrecuencia,yporestodeseoalejartodo motivo de reserva entre nosotros. ¿Quiere usted hacerme el favor dellamarmedesdeahoraporminombredepila,Herbert?Yoledilasgraciasyledije que lo haría, informándole, en cambio, de que mi nombre de pila eraPhilip.NomegustaPhilip-dijosonriendo,-porquemerecuerdaaunodeesosniñosmalosdeloslibrosdelectura,queeratanperezosoquesecayóenunestanque,o tan gordo que no podía ver más allá de sus ojos, o tan avariento que seguardabaelpastelhastaqueselocomíanlosratones,otanaficionadoairacogernidosque,unavez,ledevoraronlosososqueleesperabanalacechoenlascercanías.Voyadecirleaustedloquemegustaría.Reinaentrenosotrostalarmoníayustedhasidoherrero…¿Notendráinconveniente?Vamosaverloqueproponeusted-contesté-;perohastaahoranoleentiendo.¿No le gustaría que le llamase Haendel como nombre familiar? Hay unaencantadoraobramusicaldeHaendel,llamadaElherreroarmonioso.Megustaríamucho.Puesentonces,miqueridoHaendel-dijovolviéndoseenelmismomomentoenqueseabríalapuerta-,aquíestálacomida,ydeborogarlequesesientealacabeceradelamesa,porquepagausted.Yo no quise oír hablar de ello, demodo que él se sentó a la cabecera y yofrenteaél.Eraunacenabastanteapetitosa,queentoncesmeparecióunfestín

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dignodellordmayoryqueadquiriómayorencantoporestarcompletamenteindependientes,puesnohabíapersonasdeedadconnosotros,yLondresnosrodeaba.Además, hubo en todo cierto carácter nómada o gitano, que acabó de darencantoalbanquete;porquemientraslamesaera,segúnpodíahaberdichoelseñor Pumblechook, el regazo del lujo y de la esplendidez-pues fue servidadesdeelcafémáscercano-,laregióncircundantedelasalateníauncarácterdedesolaciónqueobligóalcamareroaseguirlamalacostumbredeponerlastapaderas en el suelo, que, por cierto, estuvieron apuntodehacerle caer; lamantequilla derretida, en un sillón de brazos; el pan, en los estantes de lalibrería; elqueso, enel cubodel carbón,yelpolloguisado, sobremicama,que estaba en la habitación inmediata; demaneraque cuando aquella nocheme retiré a dormir encontré una parte demanteca y de perejil en estado decongelación.Pero todo eso hizo deliciosomi festín, y cuando el camarero no estuvo allíparaobservarme,micontentonotuvoigual.Habíamos empezado a comer, cuando recordé a Herbert su promesa dereferirmelahistoriadelaseñoritaHavisham.Esverdad–replicó,-yvoyahacerloinmediatamente.Permítamequeantesledirija una observación, Haendel, haciéndole notar que en Londres no escostumbre llevarse el cuchillo a laboca, tal vezpormiedode accidentes, y,aunque se reserva el tenedor para eso, no se lleva a los labios más de lonecesario.Es cosa de poca importancia, pero vale la pena de hacer como los demás.También la cuchara se usa cogiéndola no con lamano encima de ella, sinodebajo.Estotienedosventajas.Asísellegamejoralaboca,objetoprincipalde este movimiento, y se evita la actitud desagradable del codo derecho,semejanteacuandoseestánabriendoostras.Me dio estos amistosos consejos de un modo tan amable y gracioso, queambosnosechamosareír,yyomeruboricéunpoco.Ahora-añadió-,vamosahablardelaseñoritaHavisham.Ésta,comotalvezsepausted, fueunaniñamimada.Sumadremurió cuandoella era aúnmuyjovencita,ysupadrenolenegónuncanada.Ésteerauncaballeroruraldelaregióndeustedyfabricantedecerveza.Nocomprendolaimportanciaquetengaelserfabricantedecerveza;peroesinnegable que, así como no se puede ser distinguido y fabricar pan, unfabricantedecervezapuedesertanhidalgocomoelprimero.Estosevetodoslosdías.Encambio,uncaballeronopuedetenerunataberna,¿noesasí?-pregunté.De ningún modo - replicó Herbert -, pero una taberna puede tener uncaballero. En fin, el señor Havisham era muy rico y muy orgulloso, y lomismoqueélerasuhija.¿ErahijaúnicalaseñoritaHavisham?-pregunté.

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Espere un poco, que ya llego a eso. No era hija única, sino que tenía unhermanoporpartedepadre.Éstesecasóotravezensecretoy,segúncreo,consucocinera.¿Nomedijoustedqueeraorgulloso?-observé.Sí lo era, amigo Haendel. Precisamente se casó en secreto con su segundamujerporque eraorgulloso, y al cabode algún tiempoellamurió.Entoncesfuecuando,segúntengoentendido,diocuentaasuhijadeloquehabíahecho,yentoncestambiénelmuchachoempezóaformarpartedelafamiliayresidíaenlacasaqueustedyaconoce.Cuando el niño llegó a ser un adolescente, se convirtió en un individuovicioso,manirroto,rebelde…,enfin,enunamalapersona.Porfinsupadreledesheredó, pero en la hora de lamuerte se arrepintió de ello y le dejó biendotado,aunquenotantocomoalaseñoritaHavisham.Tomeotrovasodevinoyperdónemesileindicoquelasociedad,enconjunto,noesperaqueuncomensalseatanconcienzudoalvaciarunvasocomoparavolcarlocompletamenteconelbordeapoyadoenlanariz.Yo había hecho eso, atento como estaba a su relato. Le di las gracias ymeexcusé.Él me dijo que no había de qué y continuó: La señorita Havisham era,entonces, una rica heredera, y ya puede usted comprender que todos laconsiderabanungranpartido.Suhermanoteníaotravezbastantedinero,peroentresusdeudasysuslocuraslo derrochó vergonzosamente. Había grandes diferencias entre amboshermanos,muchomayoresqueentreelmuchachoysupadre,ysesospechaqueélteníamuymalavoluntadasuhermana,persuadidodequefuelacausadelacóleraqueelpadresintiócontraelhijo.Yahorallegoalapartemáscrueldelahistoria,aunquedebointerrumpirle,miqueridoHaendel,paraobservarlequelaservilletanosemeteenelvaso.No puedo explicar por qué hacía yo aquello, pero sí he de confesar que deprontovique,conunaperseveranciadignademejorcausa,hacía tremendosesfuerzosparacomprimirlaenaquellosestrechoslímites.De nuevo le di las gracias y me excusé, y él, después de contestarmealegrementequenovalía lapena,continuó:Entoncesaparecióenescena,yafuese en las carreras, en algún baile o en el lugar que usted prefiera, ciertohombrequeempezóahacerelamoralaseñoritaHavisham.Yonoleconocí,porque eso ocurrió hace veinticinco años, es decir, antes de quenaciésemosusted y yo, pero he oído decir a mi padre que era hombre muy ostentoso,guapoydebuenaspecto,y,enfin,elmásindicadoparasupropósito.Peroniporignorancianiporprejuicioeraposibleequivocarsenitomarleporcaballero,segúnaseguraenérgicamentemipadre;porquetieneelprincipiodequequiennoescaballeropor sucondición, tampoco loespor susmaneras.Asegura que no hay barniz capaz de ocultar el grano de la madera, y que

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cuantomásbarnizsepone,mássaleysedestacaelgrano.Enfin,estehombresitióalaseñoritaHavishamylacortejó,dándoleaentenderquelaadoraba.Creoqueellanohabíamostradohastaentoncesmuchasusceptibilidad,perotoda la que poseía apareció de pronto y se enamoró perdidamente de aquelhombre.Nohaydudadequeleadoraba.Él se aprovechó de aquel afecto de un modo sistemático y obtuvo de ellagrandessumas,induciéndolaaquecompraseasuhermanosuparticipaciónenlafábricadecerveza,queelpadrelelegóenunmomentodedebilidad,yesoaunprecioenorme,conlaexcusadequecuandoestuvierancasados,élllevaríaelnegocioylodirigiríatodo.El tutor de usted no era, en aquel tiempo, el consejero de la señoritaHavisham,sincontarconqueellaera,porotraparte,sobradoaltanerayestabademasiadoenamoradaparapermitirquenadieleaconsejase.Susparienteseranpobreseintrigantes,aexcepcióndemipadre;élera,asuvez,bastantepobre,peronocelosoniservil.Eraelúnicoindependienteentretodos los parientes, y avisó a su prima de que hacía demasiado por aquelhombreyqueseponíasinreservasensupoder.Ellaaprovechó laprimeraoportunidadparaordenar,muyencolerizada,amipadre que saliera de la casa, ello en presencia del novio, ymi padre no havueltoaponerlospiesallí.YoentoncesrecordéquelaseñoritaHavishamhabíadicho:«Mateovendráymeverá,porfin,cuandoestétendidaenesamesa,ypreguntéaHerbertsisupadreestabamuyenojadocontraella.Noeseso–dijo,-peroellaleacusó,enpresenciadesuprometido,desentirsedefraudado en sus esperanzas de obtener dinero en su propio beneficio. Demodoquesiélfueseahoraavisitarla,estaacusaciónpareceríacierta,tantoalosojosdeellacomoalosdeélmismo.Perovolviendoalhombre,paracontarcómoacabólacosa,lediréquesefijóeldíadelaboda,sepreparóelequipodelanovia,sedecidióelviajeparalalunademielyse invitóa losamigosya losparientes.Yllegóeldíafijado,peronoelnovio.Ésteescribióunacarta…Queellarecibió-interrumpí-cuandosevestíaparairacasarse.Alasnuevemenosveinte,¿verdad?Exactamente-dijoHerbertmoviendolacabeza-.Poresoellaparótodoslosrelojes.Nopuedodecirle,porqueloignoro,cuálfuelacausadequeseinterrumpieralaboda.CuandolaseñoritaHavishamserepusodelagraveenfermedadquecontrajo,ordenóquenose tocasenadadetalcomoestaba,ydesdeentoncesnohavueltoaverlaluzdeldía.¿Éstaeslahistoriacompleta?-preguntédespuésdereflexionar.Porlomenos,todoloquesé.Yaundeboañadirquetodoesoqueconozcofue

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averiguadocasipormímismo,porquemipadreevitahablardeello,yhastacuandolaseñoritaHavishammeinvitóairasucasanomedijeronmásqueloabsolutamentenecesario.Pero había olvidado un detalle. Se supone que aquel hombre, en quien elladepositó indebidamente su confianza, actuaba de completo acuerdo con elhermano; es decir, que era una conspiración entre ellos y que luego serepartieronlosbeneficios.Pues me extraña que no se casara con ella para hacerse dueño de todo -observé.Talvezestabacasadoya,y¿quiénsabesilacartaquerecibiólanoviafueunapartedelplandesumediohermano?-contestóHerbert-.Yalehedichoquenoestoyenteradodeesto.¿Y qué fue de los dos hombres? - pregunté después de unosmomentos dereflexión.Segúntengoentendido,sehundieronenlamayorvergüenzaydegradaciónyquedaronarruinados.¿Viventodavía?Loignoro.Hacepoco,medijoustedqueEstellanoestabaemparentadacon la señoritaHavisham,sinoquetansólohabíasidoadoptada.¿Cómoocurrióeso?Herbertseencogiódehombrosycontestó:Tan sólo sé que cuando oí hablar por vez primera de la señoritaHavisham,también me enteré de la existencia de Estella. Y ahora, Haendel - añadió,dejando la historia por terminada, - creo que ya existe entre nosotros unaperfectainteligencia.TodoloqueyosédelaseñoritaHavisham,losabeustedtambién.Puesigualmente-repliqué-ustedsabetodoloqueyoconozco.Lo creo. Por consiguiente, ya no puede haber dudas entre nosotros, nicompetenciasdeningunaclase.Yencuantoalacondiciónqueleimpusieronpara lograr este progreso en su vida, es decir, que usted no debe inquirir nihablarde lapersonaaquien lodebe,puedeustedestarsegurodeque jamásyo,ninadiequepertenezcaamifamilia,lemolestaremosacercadelparticularniharemoslamáspequeñaalusión.Dijoestocontantadelicadeza,quemesentítranquilo,aunquedurantealgunosañosveniderosdebíavivirbajoeltechodesupadre.Ylodijotambiéndeunmodo tan intencionado, que comprendí que, como yo, estaba persuadido dequemibienhechoraeralaseñoritaHavisham.Nosemeocurrióantesquehabíaaludidoaaqueltemaconobjetodealejarlode nuestro camino; pero nos sentíamos los dos tan satisfechos de haberterminadoconél,queentoncescomprendícuálhabíasidosuintención.Ambos estábamos alegres y éramos sociables. Y en el curso de laconversaciónlepreguntéquéeraél.

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Mecontestóinmediatamente:Soyuncapitalista…,unaseguradordebarcos.Supongoquemeviomiraralrededordemíenlaestancia,enbuscadealgunosindiciosporqueseapresuróadecir:EnlaCity.Yo tenía grandes ideas acerca de la riqueza y de la importancia de losaseguradoresdebarcosdelaCity.Yempecéapensar,llenodepasmo,queyomehabíaatrevidoaderribardeespaldasaunjovenasegurador,amoratándoleunodesusemprendedoresojosycausándoleunbuenchirloenlacabeza.Perome tranquilizó otra vez la extraña impresión de que Herbert Pocket nuncaalcanzaríaeléxitonilariqueza.He de añadir que no estaré satisfecho empleando mi capital tan sólo en elsegurodebarcos.Compraréalgunasaccionesbuenasdecompañíasdesegurossobrelavidayprocuraréintervenirenladireccióndecapitalodebarcos.También me dedicaré un poco a las minas, y eso no me impedirá cargaralgunosmillares de toneladas pormi propia cuenta.Me propongo traficar -dijo,reclinándoseensusilla-conlasIndiasOccidentales,yespecialmenteensedas,chales,especias,tintes,drogasymaderaspreciosas.Esuntráficomuyinteresante.¿Ysealcanzanbuenosbeneficios?-pregunté.¡Tremendos!-mecontestó.Yometambaleéotravezyempecéapensarqueél teníaunporvenirmuchomásespléndidoqueelmíopropio.Meparece-añadiómetiendolospulgaresenlosbolsillosdesuchaleco,-meparece que también traficaré con las Indias Occidentales, para traer de allíazúcar,tabacoyron.Asimismo,estaréenrelacionesconCeilánparaimportarcolmillosdeelefante.Paraesonecesitaráustedmuchosbarcos-dije.¡Oh!,unaflotacompleta.En extremo anonadado por la magnificencia de aquellas transacciones, lepregunté a qué negocios se dedicaban preferentemente los barcos queaseguraba.Enrealidadnoheempezadoaasegurar todavía-contestó-.Porahoraestoyobservandoalrededordemí.AquellomeparecióestaryadeacuerdoconlaPosadadeBarnard,yporeso,conacentodeconvicción,exclamé:¡Ah,ya!Sí.Estoyenunaoficina,yporahoraobservoloquepasaalrededor.¿Seganadineroenunaoficina?-pregunté.Para… ¿Quiere usted decir para los jóvenes que están allí empleados? -preguntóaguisaderespuesta.Sí.Porejemplo,parausted.Pues…pues…paramí,no.-Dijoestoconelmismocuidadodequientratadeequilibrar exactamente los platillos de una balanza -. No es directamente

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provechoso. Es decir, que no me pagan nada y yo he… y yo he demantenerme.Esto no ofrecía ningún aspecto provechoso, y meneé la cabeza como parasignificarladificultaddelograraquelenormecapitalconsemejantefuentedeingresos.Pero lo importante es - añadió Herbert Pocket - que uno puede observaralrededor de él. Eso es lo principal. Está usted empleado en una oficina, yentonceshaylaposibilidaddeobservaralrededor.Mellamólaatenciónladeducciónsingularquepodíahacersedequequiennoestuviera en una oficina no podría observar alrededor de él, pero,silenciosamente,meremitíasuexperiencia.Luegollegaunaocasión-dijoHerbert-enqueustedobservaunasalida.Seaprovechausteddeella,sehaceuncapitalyentoncesyaseestáensituación.Yencuantosehahechouncapital,solamentefaltaemplearlo.Talmododehablarestabadeacuerdoconlaconductaquesiguióeneljardín.También el modo de soportar su pobreza correspondía al que mostró paraaceptaraquelladerrota.Me pareció que ahora recibía todos los golpes y todos los puñetazos con elmismobuenánimoconqueenotrotiemporecibiólosmíos.Eraevidentequenoteníaconsigomásqueloabsolutamentenecesario,porquetodolodemáshabíasidomandadoallípormicausa,desdeelcaféodesdeotrapartecualquiera.Sinembargo,comohabíayahechosufortuna,aunquetansóloensumente,mostrabatalmodestia,queyomesentíagradecidodequenoseenorgulleciesedeella.Estofueotrabuenacualidadqueañadirasuagradablecarácter,yasícontinuamoshaciéndonosmuyamigos.Por la tarde fuimos adarunpaseopor las calles, y entramos en el teatro, amitad de precio; al día siguiente visitamos la iglesia de la Abadía deWestminster ypasamos la tardepaseandopor losparques.Allímepreguntéquién herraría todos los caballos que pasaron ante mí, y deseé que Joe sehubiesepodidoencargardeaqueltrabajo.Calculandomoderadamente,aqueldomingohacíayavariosmesesquedejéaJoeyaBiddy.Elespaciointerpuestoentreellosyyoseaumentóigualmenteenmimemoria,ynuestrosmarjalessemeaparecíanmásdistantescadavez.Elhechodequeyohubierapodidoestarennuestraantiguaiglesiallevandomiviejo traje de las fiestas tan sólo el domingo anterior, me parecía unacombinaciónde imposibilidades tantogeográficascomosociales,osolaresylunares.Sinembargo,enlascallesdeLondres,tanllenasdegenteytanbrillantementeiluminadasalatardecer,habíadeprimentesalusionesyreprochesporelhechodequeyohubiesesituadoatantadistancialapobreyviejacocinademicasa;yenplenanoche,lospasosdealgúnimpostoreincapazporteroqueanduviera

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por las cercanías de la Posada de Barnard con la excusa de vigilarlapenetrabanprofundamenteenmicorazón.El lunes por la mañana, a las nuevemenos cuarto, Herbert semarchó a laoficinaparatrabajar,ysupongoquetambiénparaobservaralrededordeél,yyoleacompañé.UnaodoshorasdespuésteníaquesalirparaacompañarmeaHemmersmith,yyo tenía que esperarle.Me pareció que los huevos en que se incubaban losjóvenesaseguradoreserandejadosenelpolvoyalcalor,comolosdeavestruz,ajuzgarporloslugaresenqueaquellosgigantesincipientessealbergabanenlasmañanasdellunes.La oficina a que asistió Herbert no me pareció un excelente observatorio,porque estaba situada en la parte trasera y en el segundo piso de una casa;tenía un aspectomuy triste, y las ventanas daban a un patio interior y no aningunaatalaya.Esperé hasta que fue mediodía y me fui a la Bolsa, en donde vi hombresvellosos sentados allí, en la sección de embarques y a quienes tomé porgrandes comerciantes, aunque no pude comprender por qué parecían estartodostanenojados.Cuando llegó Herbert salimos y tomamos el lunch en un establecimientofamoso,queyoentoncesvenerabacasi,perodelqueahoracreoquefuelamásabyectasupersticióndeEuropayendondeniaunentoncespudedejardenotarquehabíamuchamássalsaenlosmanteles,enloscuchillosyenlospañosdeloscamarerosqueenlosmismosplatosqueservían.Unavezterminadaaquellacolacióndepreciomoderado,teniendoencuentalagrasaquenosecargabaalosclientes,regresamosalaPosadadeBarnard,cogímimaletínyluegoambostomamosuncochehaciaHammersmith.LlegamosallíalasdosoalastresdelatardeytuvimosqueandarmuypocoparallegaralacasadelseñorPocket.Levantandoelpicaportedeunapuertapasamosdirectamenteaun jardincitoquedabaalríoyenelcualjugabanlosniñosdelseñorPocket.Yamenosqueyomeengañeamímismo,enunpuntoenquemisinteresesomissimpatíasnotienennadaquever,observequeloshijosdelseñorydelaseñoraPocketnocrecían,sinoqueselevantaban.LaseñoraPocketestabasentadaenunasillade jardínydebajodeunárbol,leyendo,con laspiernasapoyadassobreotrasilla; lasdosamasde laseñoraPocketmirabanalrededormientraslosniñosjugaban.Mamá-dijoHerbert-.ÉsteeseljovenseñorPip.En vista de estas palabras, la señora Pocket me recibió con expresión deamabledignidad.¡MasterAliokyseñoritaJuana!-gritóunadelasamasadosdelosniños-.Sisaltáisdeestamanera,oscaeréisalrío.¿Yquédiráentoncesvuestropapá?Almismotiempo,elamarecogióelpañuelodelaseñoraPocketydijo:-Yasele

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hacaídoaustedseisveces,señora.Envistadeello,laseñoraPocketseechóareír,diciendo:Gracias,Flopson.Yacomodándosetansóloenunasilla,continuólalectura.Inmediatamentesurostroexpresóelmayor interés,comosihubieseestado leyendoduranteunasemanaentera,peroantesdehaberrecorridomediadocenade líneasfijó losojosenmíydijo:Esperoquesumamáestarábuena.Taninesperadaspalabrasmepusieronentaldificultad,queempecéadecir,delmodomásabsurdoposible,que,enelcasodehaberexistido talpersona,notenía duda de que estaría perfectamente, de que se habría sentido muyagradecidaydequesindudalehabríamandadosuscumplimientos.Entonceselamavinoenmiauxilio.¡Caramba!-exclamórecogiendootravezelpañuelodelsuelo-.Conéstayavansiete.¿Quéhaceustedestatarde,señora?La señora Pocket tomó el pañuelo, dando una mirada de extraordinariasorpresa,comosino lohubiesevistoantes; luegosesonrióal reconocerloydijo:Muchasgracias,Flopson.Yolvidándosedemí,continuólalectura.Entoncesobservé,puestuvetiempodecontarlos,queallíhabíanomenosdeseispequeñosPocketsenvarias fasesdecrecimiento.Apenashabíaacabadodecontarlo,cuandoseoyóelséptimo,chillandolastimeramentedesdelacasa.¡Que llora el pequeño! - dijo Flopson como si esto la sorprendiese en altogrado-.¡Corre,Millers!Ésta era la otra ama, y se dirigió hacia la casa; luego, paulatinamente, elchillidodelniñoseacallóycesóalfin,comosifueseunjovenventrílocuoquellevasealgoenlaboca.LaseñoraPocketseguíaleyendo,yyosentílamayorcuriosidadacercadecuálseríaaquellibro.Según creo, esperábamos que apareciese el señor Pocket; así es queaguardamos allí, y tuve la oportunidad de observar el fenómeno familiar dequesiemprequealgúnniñoseacercabaalaseñoraPocketmientrasjugaba,seponíaenpiey tropezabaparacaersesobreella,conelmayorasombrode ladamaygrandeslamentosdelospequeños.Yonolograbacomprendertanextrañacircunstanciaynopudeimpedirquemicerebro empezase a formular teorías acerca del particular, cuando aparecióMillers con el pequeño, el cual pasó a manos de Flopson y luego ésta sedisponíaaentregarloalaseñoraPocket,cuando,asuvez,secayódecabezacontrasuama,arrastrandoalniño,ysuertequeHerbertyyolacogimos.Pero¿quéocurre,Flopson?-dijolaseñoraPocketapartandoporunmomentolamiradadesulibro-.Todoelmundotropieza!Naturalmente, señora - replicó Flopson con la cara encendida -. ¿Qué tieneustedahí?

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¿Quequétengo,Flopson?-preguntólaseñoraPocket.Sí,señora.Ahítieneustedsutaburete.Ycomoloocultasufalda,nadieloveytropieza.Esoes.Tomeelniño,señora,ydéme,encambio,sulibro.La señora Pocket siguió el consejo y, con lamayor inexperiencia,meció alniño en su regazo, en tanto que los demás jugaban alrededor de ella.Hacíapocoquedurabaesto,cuandolaseñoraPocketdioórdenesterminantesdequellevasenatodoslosniñosalinteriordelacasa,paraecharunsueño.Entonceshiceelsegundodescubrimientodeldía,consistenteenquelacrianzade los pequeños Pocket consistía en levantarse alternadamente, con algunoscortossueños.Entalescircunstancias,cuandoFlopsonyMillershubieronreunidolosniñosenlacasa,semejantesaunpequeñorebañodeovejas,aparecióelseñorPocketparaconocerme.NomesorprendiómuchoelobservarqueelseñorPocketerauncaballeroencuyo rostro se reflejaba laperplejidadyque su cabello, yagris, estabamuydesordenado, como si el pobre no encontrase la manera de poner orden ennada.

Capítulo23

ElseñorPocketsemanifestósatisfechodevermeyexpresólaesperanzadenohaberme sido antipático. 89 - Porque en realidad - añadió mientras su hijosonreía-nosoyunpersonajealarmante.Eraunhombredejuvenilaspecto,apesar de sus perplejidades y de su cabello gris, y susmaneras parecían nuynaturales. Uso la palabra «naturales» en el sentido de que carecían deafectación; había algo cómico en su aspecto de aturdimiento, y habríaresultadoevidentementeridículosiélnosehubiesedadocuentade talcosa.Cuando hubo hablado conmigo un poco, dijo a su esposa, contrayendo conansiedadlascejas,queerannegrasymuypobladas:-Supongo,Belinda,queyahassaludadoalseñorPip.Ellalevantólosojosdesulibroycontestó:-Sí.Luego me sonrió distraídamente y me preguntó si me gustaba el sabor delaguadeazahar.Comoaquellapreguntanoteníarelacióncercanaoremotaconnadadeloquesehabíadicho,creíquemelahabriadirigidosindarsecuentadeloquedecía.Alaspocashorasobservé,ylomencionaréenseguida,quelaseñoraPocketerahijaúnicadeunhidalgoyafallecido,quellegóaserlodeunmodoaccidental,delcualellapensabaquehabríasidonombradobaronetdeno oponerse alguien tenazmente por motivos absolutamente personales, loscuales handesaparecidodemimemoria, si es que algunavez estuvieron enella-talvezelsoberano,elprimerministro,ellordcanciller,elarzobispodeCanterbury o algún otro, - y, en virtud de esa supuesta oposición, se creyó

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igualatodoslosnoblesdelatierra.Creoquesearmócaballeroasímismoporhaber maltratado la gramática inglesa con la punta de la pluma en unadesesperadasolicitud,caligrafiadaenunahojadepergamino,conocasióndeponerselaprimerapiedradealgúnmonumentoyporhaberentregadoaalgúnpersonaje real lapaletaoelmortero.Pero, sea loque fuere,habíaordenadoquelaseñoraPocketfuesecriadadesdelacunacomoquien,deacuerdoconlanaturalezadelascosas,debíacasarseconuntítuloyaquienhabíaqueguardarde que adquiriese conocimientos plebeyos o domésticos. Tan magníficaguardia se estableció en torno a la señorita, gracias a su juiciosopadre, quecrecióadquiriendocualidadesaltamenteornamentalespero,almismotiempo,porcompletoinútiles.Conuncaráctertanfelizmenteformado,alflorecersuprimerajuventudencontróalseñorPocket,elcualtambiénestabaenlaflordela suya y en la indecisión entre alcanzar el puesto de lord canciller en laCámaradelosLores,otocarseconunamitra.Comoelhacerunauotracosaera sencillamente una cuestión de tiempo y tanto él como la señora Pockethabíanagarradoaltiempoporloscabellos(cuando,ajuzgarporsulongitud,habríasidooportunocortárselos),secasaronsinelconsentimientodeljuiciosopadredeella.Estebuenseñor,quenoteníanadamásquereteneroqueotorgarquesupropiabendición,lesentregócariñosamenteestadotedespuésdecortalucha, e informó al señor Pocket de que su hija era «un tesoro para unpríncipe».ElseñorPocketempleóaqueltesorodelmodohabitualdesdequeelmundoesmundo,ysesuponequenoleproporcionóinteresesmuycrecidos.A pesar de eso, la señora Pocket era, en general, objeto de respetuosacompasiónporelhechodequenosehubiesecasadoconun título, en tantoqueasumaridoseledirigíanindulgentesreprochesporelhechodenohaberobtenidoninguno.ElseñorPocketmellevóalinteriordelacasaymemostróla habitación que me estaba destinada, la cual era agradable y estabaamueblada de tal manera que podría usarla cómodamente como saloncitoparticular. Luego llamó a las puertas de dos habitaciones similares y mepresentóasusocupantes,llamadosDrummleyStartop.Elprimero,queeraunjovendeaspectoavejentadoypertenecienteaunpesadoestiloarquitectónico,estaba silbando. Startop, que en apariencia contaba menos años, estabaocupadoenleeryensostenerselacabeza,comositemierahallarseenpeligrodequeleestallaraporhaberrecibidoexcesivacargadeconocimientos.TantoelseñorcomolaseñoraPocketteníantanevidenteaspectodehallarseenlasmanosdeotrapersona,quelleguéapreguntarmequiénestaríaenposesióndela casay lespermitiríavivir en ella, hastaquepudedescubrir que tal poderdesconocidopertenecíaaloscriados.Elsistemaparecíabastanteagradable,talvez en vista de que evitaba preocupaciones; pero parecía deber ser caro,porque los criados consideraban como una obligación para consigomismoscomerybeberbienyrecibirasusamigosenlapartebajadelacasa.ServíangenerosamentelamesadelosseñoresPocket,pero,sinembargo,siempreme

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parecióquehabríasidopreferiblealojarseenlacocina,enelsupuestodequeelhuéspedquetalhicierafuesecapazdedefenderseasímismo,porqueantesdequehubiesepasadoallíunasemana,unaseñoradelavecindad,conquienla familia sostenía relaciones de amistad, escribió que había visto aMillersabofeteandoalpequeño.Esodioungrandisgustoa laseñoraPocket,quien,entrelágrimas,dijoqueleparecíaextraordinarioquelosvecinosnopudierancontentarse con cuidar de sus asuntos propios.Gradualmente averigüé, y engran parte por boca de Herbert, que el señor Pocket se había educado enHarrowyenCambridge,endonde logródistinguirse;peroquecuandohubologradolafelicidaddecasarse90conlaseñoraPocket,enedadmuytempranatodavía, había abandonado sus esperanzas para emplearse como profesorparticular. Después de haber sacado punta a muchos cerebros obtusos-y esmuycuriosoobservarlacoincidenciadequecuandolospadresdelosalumnosteníaninfluencia,siempreprometíanalprofesorayudarleaconquistarunaltopuesto, pero en cuanto había terminado la enseñanza de sus hijos, con raraunanimidadseolvidabandesupromesa-,secansódetrabajotanmalpagadoysedirigióaLondres.Allí,despuésde tenerqueabandonaresperanzasmáselevadas, dio cursos a varias personas a quienes faltó la oportunidad deinstruirseantesoquenohabíanestudiadoasutiempo,yafilódenuevoaotrosmuchos para ocasiones especiales, y luego dedicó su atención al trabajo dehacer recopilacionesy correcciones literarias, ygracias a loqueasíobtenía,añadidosaalgunosmodestosrecursosqueposeía,continuabamanteniendolacasaquepudever.ElseñorylaseñoraPocketteníaunavecinaparecidaaunsapo;unaseñoraviuda,deuncaráctertanaltamentesimpáticoqueestabadeacuerdo con todo el mundo, bendecía a todo el mundo y dirigía sonrisas oderramabalágrimasacercadetodoelmundo,segúnfueranlascircunstancias.Se llamaba señora Coiler, y yo tuve el honor de llevarla del brazo hasta elcomedoreldíademiinstalación.EnlaescaleramedioaentenderqueparalaseñoraPockethabíasidounrudogolpeelhechodequeelpobreseñorPocketse viera reducido a la necesidad de tomar alumnos en su casa. Eso, desdeluego, no se refería amí, segúndijo con acento tierno y lleno de confianza(hacíamenosdecincominutosqueme lahabíanpresentado) ,puessi todoshubiesen sido como yo, la cosa habría cambiado por completo. - Pero laquerida señora Pocket - dijo la señora Coiler -, después de su primerdesencanto (no porque ese simpatico señor Pocket mereciera el menorreproche acerca del particular), necesita tanto lujo y tanta elegancia… - Sí,señora-meapresuréacontestar,interrumpiéndola,puestemíaqueseecharaallorar.-Ytieneunossentimientostanaristocráticos…-Sí,señora-ledijedenuevoyconlamismaintención.-…Yesmuyduro-acabódedecirlaseñoraCoiler-queelseñorPocketseveaobligadoaocuparsutiempoysuatenciónenotrosmenesteres,envezdededicarlosasuesposa.Nopudedejardepensarquehabríasidomuchomásduroqueeltiempoylaatencióndelcarnicerono

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se hubieran podido dedicar a la señora Pocket; pero no dije nada, pues, enrealidad,teníabastantequehacerobservandodisimuladamentelasmanerasdemis compañeros demesa.Llegó ami conocimiento, por las palabras que secruzaronentre la señoraPocketyDrummle, en tantoqueprestaba lamayoratención a mi cuchillo y tenedor, a la cuchara, a los vasos y a otrosinstrumentos suicidas, que Drummle, cuyo nombre de pila era Bentley, eraentonceselherederosegundodeuntítulodebaronet.Además,resultóqueellibroquevieraenmanodelaseñoraPocket,eneljardín,tratabadetítulosdenobleza,yqueellaconocíalafechaexactaenquesuabuelitohabríallegadoasercitadoen tal libro,enelcasodehaberestadoensituacióndemerecerlo.Drummle hablaba muy poco, pero, en sus taciturnas costumbres (pues meparecióserunindividuomalhumorado),parecíahacerlocomosifueseunodelos elegidos, y reconocía en la señora Pocket su carácter de mujer y dehermana.Nadie,aexcepcióndeellosmismosydelaseñoraCoiler,parecidaaun sapo, mostraba el menor interés en aquella conversación, y hasta meparecióqueeramolestaparaHerbert;peroprometíadurarmuchocuandollegóelcriado,paradarcuentadeunadesgraciadoméstica.Enefecto,parecíaquela cocinera había perdido la carne de buey. Con el mayor asombro por miparte, vi entonces que el señor Pocket, sin duda con objeto de desahogarse,hacía una cosa queme pareció extraordinaria, pero que no causó impresiónalgunaennadiemásyalaquemeacostumbrérápidamente,comotodos.Dejóaunladoeltenedoryelcuchillodetrinchar,puesestabaocupadoenelloenaquelmomento; se llevó lasmanos al desordenado cabello, y pareció hacerextraordinarios esfuerzos para levantarse a sí mismo de aquella manera.Cuando lo hubo intentado, y en vista de que no lo conseguía, reanudótranquilamentelaocupaciónaqueantesestuvieradedicado.LaseñoraCoilercambióentoncesdeconversaciónyempezóalisonjearme.Esomegustóporunosmomentos,perocargó tanto lamanoenmisalabanzasquemuyprontodejó de agradarme. Su modo serpentino de acercarse a mí, mientras fingíaestarmuyinteresadaporlosamigosyloslugaresquehabíadejado,teníatodolo desagradable de los ofidios; y cuando, como por casualidad, se dirigió aStartop (que le dirigíamuy pocas palabras) o aDrummle (que aún le decíamenos), yo casi les envidié el sitio que ocupaban al otro lado de la mesa.Después de comer hicieron entrar a los niños, y la señora Coiler empezó acomentar, admirada, la belleza de sus ojos, de sus narices o de sus piernas,sistema excelente paramejorarlosmentalmente. Eran cuatro 91 niñas y dosniños de corta edad, además del pequeño, que podría haber pertenecido acualquiersexo,yelqueestabaapuntodesucederle,queaúnnoformabapartedeninguno.LoshicieronentrarFlopsonyMillers,comosihubiesensidodosoficialescomisionadosparaalistarniñosysehubiesenapoderadodeaquéllos;en tanto que la señoraPocketmiraba a aquellos niños, que debíande habersido nobles, como si pensara en que ya había tenido el placer de pasarles

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revistaantes,aunquenosupieraexactamentequépodríahacerconellos.-Mire-dijoFlopson-,démeel tenedor,señora,ytomealpequeño.Nolocojaasí,porque le pondrá la cabeza debajo de la mesa. Así aconsejada, la señoraPocketcogióalpequeñodeotramaneraylogróponerlelacabezaencimadelamesa;locualfueanunciadoatodospormediodeunfuertecoscorrón.-¡Diosmío!¡Devuélvamelo,señora!-dijoFlopson-.SeñoritaJuana,vengaameceral pequeño. Una de las niñas, una cosa insignificante que parecía habertomadoasucargoalgoquecorrespondíaalosdemás,abandonósusitio,cercademí,yempezóameceralpequeñohastaquecesódelloraryseechóareír.Luego todos los niños empezaron a reír, y el señor Pocket (quien,mientrastanto,había tratadodosvecesde levantarseasímismocogiéndosedelpelo)también se rió, en lo que le imitamos los demás, muy contentos. Flopson,doblandoconfuerzalasarticulacionesdelpequeñocomosifueseunamuñecaholandesa, lodejó sanoy salvoenel regazode la señoraPockety ledioelcascanuecesparajugar,advirtiendo,almismotiempo,alaseñoraPocketqueno convenía el contactode los extremosde tal instrumento con losojosdelniño,yencargando,además,alaseñoritaJuanaquelovigilase.Entonceslasdosamas salierondelcomedoryen laescalera tuvieronunaltercadoconeldisoluto criado que sirvió la comida y que, evidentemente, había perdido lamitad de sus botones en lamesa de juego.Me quedémolesto al ver que laseñoraPocketempeñabaunadiscusiónconDrummleacercadedosbaronías,mientras se comía una naranja cortada a rajas y bañadade azúcar y vino, yolvidando,mientrastanto,alpequeñoqueteníaenelregazo,elcualhacíalascosas más extraordinarias con el cascanueces. Por fin, la señorita Juana,advirtiendoquepeligraba lapequeñacabeza,dejó su sitio sinhacer ruidoy,valiéndosedepequeñosengaños,lequitólapeligrosaarma.LaseñoraPocketterminaba en aquel momento de comerse la naranja y, pareciéndole malaquello,dijoaJuana:-¡Tonta!¿Porquévienesaquitarleelcascanueces?¡Vea sentarte inmediatamente! - Mamá querida - ceceó la niñita -, el pequeñopodíahabersesacadolosojos.-¿Cómoteatrevesadecirmeeso?-replicólaseñoraPocket-.¡Veasentarteinmediatamenteentusitio!-Belinda-ledijosuesposodesdeelotroextremode lamesa -. ¿Cómoeres tanpoco razonable?Juana ha intervenido tan sólo para proteger al pequeño. -No quiero que semeta nadie en estas cosas - dijo la señora Pocket-. Me sorprende mucho,Mateo,quemeexpongasa recibir laafrentadequealguiense inmiscuyaenesto. - ¡Dios mío! - exclamó el señor Pocket, en un estallido de terribledesesperación-.¿Acasolosniñoshandematarseconloscascanueces,sinquenadiepuedasalvarlosdelamuerte?-NoquieroqueJuanasemetaenesto-dijo laseñoraPocket,dirigiendounamajestuosamiradaaaquella inocenteypequeña defensora de su hermanito -. Me parece, Juana, que conozcoperfectamentelaposicióndemipobreabuelito.ElseñorPocketsellevóotravez las manos al cabello, y aquella vez consiguió, realmente, levantarse

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algunas pulgadas. - ¡Oídme, dioses! - exclamó, desesperado -. ¡Los pobrespequeñuelossehandematarconloscascanuecesacausadelaposicióndelospobres abuelitos de la gente! Luego se dejó caer de nuevo y se quedósilencioso.Mientrasteníalugarestaescena,todosmirábamosmuyconfusoselmantel.Sucedióunapausa,durante lacual elhonradoe indomablepequeñodiounaseriedesaltosygritosendirecciónaJuana,quemeparecióelúnicoindividuodelafamilia(dejandoaunladoaloscriados)aquienconocíadeunmodoindudable.-SeñorDrummle-dijolaseñoraPocket-,¿quierehacerelfavor de llamar a Flopson? Juana, desobediente niña, ve a sentarte. Ahora,pequeñín, ven conmamá. El pequeño, que era lamisma esencia del honor,contestó con toda su alma. Se dobló al revés sobre el brazo de la señoraPocket, exhibió a los circunstantes sus zapatitos de ganchillo y sus muslosllenosdehoyuelos,envezdemostrarlessurostro,ytuvieronquellevárseloenplenarebelión.Yporfinalcanzósuobjeto,porquepocosminutosmástardeloviatravésdelaventanaenbrazosdeJuana.92Sucedióqueloscinconiñosrestantessequedaronantelamesa,sindudaporqueFlopsonteníaunquehacerparticularyanadiemáslecorrespondíacuidardeellos.Entoncesfuecuandopudeenterarmedesusrelacionesconsupadre,graciasalasiguienteescena:E1señorPocket, cuyaperplejidadnormalparecíahaberaumentadoyconelcabellomásdesordenadoquenunca,losmiróporespaciodealgunosminutos,comosinopudiesecomprenderlarazóndequetodoscomiesenysealojasenenaquelestablecimientoyporquélaNaturalezanoloshabíamandadoaotracasa. Luego, con acento propio demisionero, les dirigió algunas preguntas,como,porejemplo,porquéelpequeñoJoeteníaaquelagujeroensubabero,alo que el niño contestó que Flopson iba a remendárselo en cuanto tuviesetiempo;porquélapequeñaFannyteníaaquelpanadizo,ylaniñacontestóqueMillerslepondríaunemplastosinoseolvidaba.Luegosederritióencariñopaternalylesdiounchelínacadauno,diciéndolesquesefuesenajugar;yencuantosehubieronalejado,despuésdehacerungranesfuerzoparalevantarseagarrándose por el cabello, abandonó el inútil intento. Por la tarde habíaconcursoderemoenelrío.ComotantoDrummlecomoStartopteníanunbotecadauno, resolví tripularunoyo soloyvencerlos.Yo sobresalía enmuchosejercicios propios de los aldeanos, pero como estaba convencido de quecarecíadeeleganciaydeestilopara remarenelTámesis -eso sinhablardeotras aguas, - resolví tomar lecciones del ganador de una regata que pasabaremando ante nuestro embarcadero y a quien me presentaron mis nuevosamigos.Estaautoridadprácticamedejómuyconfusodiciéndomequeteníaelbrazopropiodeunherrero.Sihubiesesabidocuánapuntoestuvodeperdereldiscípulo a causa de aquel cumplido, no hay duda de que nome lo habríadirigido.Nosesperabalacenacuandoporlanochellegamosacasa,ycreoquelohabríamospasadobienanoserporunsucesodomésticoalgodesagradable.ElseñorPocketestabadebuenhumor,cuandollegóunacriadadiciéndole:-

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Simehaceustedel favor,señor,quisierahablarconusted. -¿Hablarconsuamo? - exclamó la señora Pocket, cuya dignidad se despertó de nuevo -.¿Cómoselehaocurridosemejantecosa?VayaustedyhableconFlopson.Ohableconmigo…otroratocualquiera.-Conperdóndeusted,señora-replicólacriada-,necesitohablarcuantoantesyalseñor.Porconsiguiente,elseñorPocketsaliódelaestanciaynosotrosprocuramosentretenernoslomejorquenosfueposiblehastaqueregresó.-¡Ocurrealgomuygracioso,Belinda!-dijoelseñorPocket,concaraquedemostrabasudisgustoysudesesperación-.Lacocineraestá tendidaenelsuelodelacocina,borrachaperdida,conungranpaquete de mantequilla fresca que ha cogido de la despensa para venderlacomograsa.LaseñoraPocketdemostróinmediatamenteunaamableemocióny dijo: - Eso es cosa de esa odiosa Sofía. - ¿Qué quieres decir, Belinda? -preguntóelseñorPocket.-Sofíatelohadicho-contestólaseñoraPocket-.¿Acaso no la he visto conmis propios ojos y no la he oído pormímismacuandollegóconlapretensióndehablarcontigo?-Pero¿noteacuerdasdequemehallevadoabajo,Belinda?-replicóelseñorPocket-.¿Nosabesquemehamostradoaesaborrachaytambiénelpaquetedemantequilla?-¿Ladefiendes,Mateo,despuésdesuconducta?-lepreguntósuesposa.ElseñorPoocketselimitóaemitirungemidodedolor-¿Acasolanietademiabuelonoesnadieen esta casa? - exclamó la señora Pocket. - Además, la cocinera ha sidosiempre una mujer seria y respetuosa, y en cuanto me conoció dijo con lamayor sinceridad que estaba segura de que yo había nacido para duquesa.HabíaunsofáalladodelseñorPocket,yéstesedejócaerenélconlaactitudde un gladiador moribundo. Y sin abandonarla, cuando creyó llegada laocasióndeque ledejasepara irmea la cama,medijo convoz cavernosa: -Buenasnoches,señorPip.

Capítulo24

Despuésdedosotresdías,cuandomehubeinstaladoenmicuartoytrashaberidoaLondresvariasvecesparaencargaramisproveedoresloquenecesitaba,elseñorPocketyyosostuvimosunalargaconversación.Conocíamásacercademiporvenirqueyomismo,puesmedijoque,segúnlemanifestaraelseñorJaggers,yonoestabadestinadoaunaprofesióndeterminada,sinoquetansólohabía de ser bien educado para mi destino en la sociedad, con talesconocimientosqueestuviesenalaparconlosdelosjóvenesquegozandeunasituaciónpróspera.Yo,desde luego,dimiconformidad,puesnopodíadecirnadaencontra.

MeaconsejófrecuentardeterminadoslugaresdeLondres,afindeadquirirlos

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rudimentosquenecesitaba,yqueleinvistieseaélconlasfuncionesdeprofesorydirectordetodos mis estudios. Esperaba que con una ayuda inteligente tropezaría conpocos inconvenientes que pudiesen desalentarme y que pronto no tendríanecesidaddeotraayudaquelasuyapropia.Porelmodoconquemedijotodoesoymuchomás,conelmismofin,conquistóadmirablementemiconfianza;y puedo añadir que siempre se mostró tan celoso y honrado en elcumplimiento de su contrato conmigo, que me obligó, de esta manera, amostrar elmismo celo y lamisma honradez en cumplirmis deberes. Si él,comomaestro,mehubiesedemostradolamenorindiferencia,esseguroqueyolehabríapagadocon lamismahonradez, comodiscípulo;perocomonomeproporcionóestaexcusa,cadaunodenosotroshizojusticiaalcomportamientodel otro. Y por mi parte no consideré que en sus relaciones para conmigohubiesenadaridículonicosaquenofueseseria,honradaybondadosa.Cuando sehubieron fijadoestas condicionesy empezarona cumplirse, puesyomediaestudiarconelmayorcelo,semeocurriólaideadequesipudieseconservarmi habitación en laPosada deBarnard,mi vida seríamuchomásvariada y agradable, en tanto que mis maneras no perderían nada con lacompañía de Herbert. El señor Pocket no opuso ningún obstáculo a esteproyecto,peromerecomendólaconvenienciadenodarunpasosinsometerlopreviamente a la consideración de mi tutor, aprendí que esta delicadezasedebíaalaideadequetalplanpodríaeconomizaralgúngastoaHerbert,yporestarazónfuiaLittleBritain,ycomuniquémideseoalseñorJaggers.-Sipudiesecomprarlosmueblesquesealquilaronparamí-dije-yalgunasotrascosillas,mehallaríamuybieninstaladoallí.-¡Adelante!-exclamóelseñorJaggersdespuésdecortarisa-.Yaledijequepodíacontinuar.Bien.¿Cuántonecesita?Yodijequenolosabía.-Vamosaver-replicóelseñorJaggers-.¿Cuánto?¿Cincuentalibras?-¡Oh,notanto!-¿Cincolibras?-preguntóelseñorJaggers.Eraunarebajatangrande,que,muydesconsolado,exclamé:-Muchomás.-Muchomás, ¿eh? - replicó el señor Jaggers, que estaba al acecho, con lasmanosenlosbolsillos,lacabezaylosojosfijosenlaparedquehabíatrasdemí-.¿Cuántomás?-Esdifícilfijarunasuma-dijevacilando.- Vamos a ver si logramos concretarla. ¿Serán bastantes dos veces cinco?¿Tresvecescinco?¿Cuatrovecescinco?¿Esbastante?Lecontestéquelasumameparecíamásquesuficiente.

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-Demanera que cuatro veces cincobastará, ¿eh? -preguntó el señor Jaggersmoviendolascejas-.Ahoradígamecuántoleparecequeescuatrovecescinco.-¿Quecuántomeparecequees?-Sí-añadióelseñorJaggers-.¿Cuánto?- Supongo que usted habrá observado que son veinte libras - contestésonriendo.-Nada importa lo que yo haya observado, amigo mío - advirtió el señorJaggersmoviendo la cabeza para expresar que comprendía y que no estabaconforme-.Deseosabercuántohacalculadousted.-Naturalmente,veintelibras.-¡Wemmick!-exclamóelseñorJaggersabriendolapuertadesudespacho-.AdmitaunrecibodelseñorPipyentrégueleveintelibras.Este modo vigoroso de hacer negocios ejerció en mí una impresión fuerte,aunque no agradable. El señor Jaggers no se reía nunca; pero llevaba unasgrandesybrillantesbotasquerechinaban,y,equilibrándosesobreellas,conlaenormecabezainclinadahaciaabajoylascejasunidas,mientrasesperabamirespuesta, a veces hacía rechinar sus botas, como si éstas se riesen seca yrecelosamente.YcomoocurrióqueenaquelmomentosemarchóyWemmickestabaalegreycomunicativo,dijeaéstequenopodíaformarjuicioacercadelasmanerasdelseñorJaggers.-Dígaseloaélyloaceptarácomouncumplido-contestóWemmick-;aélnoleinteresaqueustedpuedajuzgardeellas.¡Oh!-añadióalnotarmisorpresa-.Éseesunsentimientoprofesional;nopersonal,sinoprofesional.Wemmickestabasentadoasumesaescritorioy tomabael lunchmasticandounbizcochoduro;devezencuandosearrojabaalabocaalgunospedacitosdeél,comosilosecharaalbuzóndelcorreo.-Amímeparecesiempre-dijoWemmick-comosihubiesepreparadounatrampaparaloshombresysequedaraobservandoquiéncae.Depronto,¡clic!,yahacaídouno.Sin observar que las trampas para personas no formaban parte de lasamenidadesdelavida,dijeque,segúnmeparecía,elseñorJaggersdebíadesermuyhábil.-Suhabilidadestanprofunda-dijoWemmick-comolamismaAustralia.Almismotiemposeñalabaconlaplumaelsuelodelaoficina,parasignificarquesesuponíaqueAustraliaestabasimétricamentesituadaenelladoopuestodelGlobo.- Si hubiese algo más profundo - añadióWemmick acercando la pluma alpapel-,asíseríaél.Yodijeque,segúnsuponía,elseñorJaggersteníaunnegociomagnífico.-¡Estupendo!-exclamóWemmick.Ycomolepreguntasesihabíamuchosempleadosenlacasa,mecontestó:

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-Nohaymuchos,porquesolamenteexisteunJaggers,yalagentenolegustatratar con personas de segunda categoría. Solamente somos cuatro. ¿Quiereverlos?Ustedcasiesunodelosnuestros.Aceptéelofrecimiento.CuandoelseñorWemmickhubometidoenelbuzóntodoslospedacitosdebizcocho, y después de pagarme las veinte libras que sacó de una caja decaudales,cuyallaveseguardabaenalgúnsitiodelaespaldayquesacabaporelcuellodelacamisacomosifueseunacoletadehierro,nosfuimosescaleraarriba.Lacasaeraviejay estabadestartalada,y losgrasientoshombrosquedejaronsushuellaseneldespachodelseñorJaggersparecíanhaberrozadolasparedesdelaescaleradurantemuchosaños.Enlapartedelanteradelprimerpiso, un empleado que tenía, a la vez, aspecto de tabernero y cazador deratones-hombrepálidoahinchado-estabaconversandoconmuchaatencióncondosotrespersonasmalvestidas,alasquetratabasinceremoniaalguna,comotodosparecíantrataralosquecontribuíanalaplenituddeloscofresdelseñorJaggers.- Están preparando las declaraciones de testigos para Bailey - dijo el señorWemmickcuandosalimos.Enlaestanciasuperioralaqueacabábamosdedejarhabíaunhombrecillodeaspecto débil y parecido a un perrito terrier, con el cabello colgante(indudablemente, habíandejadode esquilarle desdeque era cachorro) y queestaba, igualmente, ocupado con un hombre demortecinos ojos, a quien elseñorWemmickmepresentócomounfundidorquesiempreteníaelcrisolenelfuegoyquefundieraunaseñoratanesbeltacomoésa,ycomíatodoloqueyo pudiera desear. Aquel hombre estaba tan sudoroso como sihubieseensayadoensímismosuarte.Enunahabitacióndelapartetraserahabíaunhombredealtoshombros,quellevabaenvueltoel rostro enuna sucia franela, sindudapor sufrirneuralgiafacial; iba vestido con un traje negro y muy viejo, que parecía haber sidoencerado.Estabainclinadosobresutrabajo,consistenteenponerenlimpiolasnotasdelosotrosdosempleados,paraelusodelseñorJaggers.Éstaeratodaladependencia.Cuandovolvimos abajar la escalera,Wemmickme llevó aldespachodemitutorydijo:-Estedespachoyaloconocíausted.-Hagaelfavordedecirme-roguécuandoaquellasdosodiosasmascarillasdeaspectoatravesadovolvieronaimpresionarmimirada-:¿aquiénesrepresentanestascaras?-¿Ésas?-preguntóelseñorWemmicksubiéndoseenunasillaparaquitarelpolvodelashorriblescabezas antes de bajarlas-: Son las dos muy célebres. Fueron dos clientesnuestros que nos acreditaron mucho. Éste - empezó a decir, pero seinterrumpióparaapostrofara lacabezadiciéndole-: ¡Caramba!Sindudahas

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bajadoporlanocheamirareltintero,yporesotehasmanchadoenlaceja…-Yluegocontinuó-:Ésteasesinóasuamo,ynoplaneómalelcrimen,porquenoselepudodemostrar.l-¿Seleparece?-pregunté,retrocediendo,entantoqueWemmickleescupíasobrelafrenteylelimpiabaluegoconlamanga.- ¿Si se le parece? Es él mismo. Esta mascarilla se sacó en Newgateinmediatamente después de ser ajusticiado. Me habías demostrado bastantesimpatía,¿verdad,ViejoAstuto?-dijoWemmick.Yluegoexplicósucariñosoapóstrofe,tocandosubroche,querepresentabaaunaseñorayunsaucellorón,juntoalatumbaqueteníaunaurna,ydijo-:Loencargóexpresamenteparamí.-¿Representaaunaseñoraverdadera?-pregunté,aludiendoalbroche.-No-replicóWemmick-,essólouncapricho.Tegustabatucapricho,¿noesverdad?No, no bubo en su caso ninguna señora, señor Pip, a excepción deuna…conseguridadnolahabríaustedsorprendidonuncaenelactodemirara esta urna, a no ser que dentro de ella hubiese habido algo que beber -.YcomolaatencióndelseñorWemmickestabafijaenelbroche,dejóaunladolamascarillaylimpióaquélconsupañuelodebolsillo.-¿Yelotroacabóigual?-pregunté-Tienelamismamirada.-Esverdad - contestóWemmick -, es lamirada característica.Comosi unaaletadelanarizhubierasidocogidaporunpañuelo.Sí,tuvoelmismofin;eselfinnaturalaquí,seloaseguro.Falsificabatestamentosyavecessumíaenelsueño eterno a los supuestos testadores. Tenías aspecto de caballero, Cove,y asegurabas saber escribir en griego - exclamó el señor Wemmickapostrofandoalamascarilla-.¡Presumido!¡Quéembusteroeras!¡Jamásmeencontréconotroquelofuesetanto como tú! -Y antes de dejar a su último amigo en su sitio, el señorWemmicksellevólamanoalamayordesussortijasnegras,añadiendo-:Lahizocomprarparamíeldíaantesdesumuerte.Mientrasdejólasegundamascarillaensusitioybajabadelasilla,cruzómimente la idea de que todas sus alhajas debían de tener elmismo origen.Ycomo se había mostrado bastante franco conmigo, me tomé la libertad depreguntárselo cuando estuvo ante mí limpiándose las manos, que se habíacubiertodepolvo.-¡Sí!-mecontestó-,ésossonregalosdeorigensemejante.Unotraealotro,comosecomprende;asíselleganareunir.Yolosllevosiempreconmigo.Soncuriosidades,y,además,valenalgo,nomucho,peroalgo,ensuma,y,porotraparte,sepuedenllevarencima.Claroquenosonapropiadasparaunapersonadelbrillanteaspectodeusted,peroparamísí,sincontarquesiempremehagustadollevaralgodealgúnvalor.Cuandoyomehubemanifestadoconformeconestasopiniones,élañadióentonocordial:-Sienalgunaocasión,cuandono tengaustedcosamejorenqueemplearse,quiere ir a hacerme una visita aWalworth, podré ofrecerle una cama, y lo

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consideraré un honor. Poco tengo que enseñarle; pero poseo dos o trescuriosidadesque talvez legustaríaver.Además,meagradamucho tenerunpedacitodejardínyunacasadeverano.Lecontestéquetendríamuchogustoenaceptarsuhospitalidad.-Gracias-mecontestó-;entalcaso,consideraremosquellegaráestaocasióncuandoaustedleparezcaoportuno.¿HacomidoustedalgunavezconelseñorJaggers?-Aúnno.-Puesbien-dijoWemmick,-ledarávinomuybueno.Ledaráponchequenoesmalo.Yahoravoyaadvertirleunacosa.CuandovayaacomerconelseñorJaggers,fíjeseensucriada.-¿Tienealgodeparticular?-Pues-contestóWemmick,-veráustedunafieradomada.Talvezleparezcaquenoescosamuyrara.Peroaesoreplicaréquehayquetenerencuentalafierezaoriginaldelanimaly lacantidaddedomaquehasidonecesaria.Desde luego,puedoasegurarleque eso no disminuirá el buen concepto que puede usted tener de lasfacultadesdelseñorJaggers.Nodejedefijarse.Le prometí hacerlo con todo el interés y curiosidad que tales advertenciasmerecían.Yamedisponía a despedirme cuandomepreguntó sime gustaríaveralseñorJaggers«enlafaena».Porvarias razonesypornocomprender claramentecuál sería«la faena»enquepodíaencontraralseñorJaggers,contestéafirmativamente.Nosdirigimos,pues,alaCity,yllegamosalasaladeuntribunalmuyconcurrida,enlaquevariosparientesconsanguíneos(enelsentidocriminal)deldifuntoquesentíatal debilidad por los broches estaban en el banquillo de los acusados,mascando incómodamente alguna cosa, en tanto que mi tutor preguntaba orepreguntaba - no lo sé exactamente - a unamujer, y no sólo a ella, sino atodos losdemás, losdejabaestupefactos.Sialguien,cualquieraquefuesesucondición,decíaunapalabraquea élno legustara, instantáneamente exigíaquelaretirase.Sialguiensenegabaadeclararalgunacosa,exclamaba:«Yalehecogido».Losmagistradostemblabancadavezqueélsemordíaeldedoíndice.Losladronesysusencubridoresestabanpendientesdesuslabios,embelesados,aunquemuertosdemiedo,yseestremecíanencuantounpelodesuscejassemovíahaciaellos.Ignorodequéparteestabamitutor,porque me pareció que arremetía contra todos; sólo sé que cuando salí depuntillas, él no estaba apostrofando a los del banquillo, pues hacía temblarconvulsivamente las piernas del anciano caballero que presidía el tribunal,censurándolesuconductadeaqueldíayentantoqueocupabaaquelelevadositio,comorepresentantedelajusticiaydelaleydeInglaterra.

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Capítulo25

BentleyDrummleeraunmuchachodetanmalcarácterquecuandotomabaunlibrolohacíacomosielautor le hubiese inferido una injuria; ya se comprende que no hacíaconocimientoconlaspersonasdeunmodomuchomásagradable.Defigura,movimientosycomprensiónmacizosypesados-enlaperezosaexpresióndesurostroyenlaenormeydesmañadalenguaqueparecíadormirensubocamientrasélseapoyaba en cualquier saliente o en la pared de la estancia -, era perezoso,orgulloso,tacaño,reservadoyreceloso.Descendía de una familia rica. deSomersetshire, que cultivó en élestacombinacióndecualidadeshasta que descubrió que tenía ya edad de aprender y una cabeza dura.Así,BentleyDrummlefueacasadelseñor Pocket cuando ya por su estatura le sobrepasaba la cabeza a estecaballeroyéstaeramediadocenadevecesmasobtusaquelademuchoscaballeros.Startophabíasidoechadoaperderporunamadredébil,queleretuvoencasacuandodebierahaberpermanecidoenlaescuela,peroélestabamuyencariñadoconlabuenaseñoraylaadmirabasinreservas.Teníalasfaccionesdelicadaspropiasdeunamujeryera-«comopuedeustedver,aunquenohayaconocidoa lamadre,exactamente igualqueella»,medijoHerbert-.Esmuynaturalqueyoloacogieseconmayor bondad que aDrummle y que, aun en los primeros días de nuestrosejerciciosderemo,élyyonosvolviéramosacasaconlosbotesmarchandoalaparyhablándonos,entantoqueBentleyDrummlellegabasolotrasdenosotros,disimulándoseentre lashierbasy loscañaveralesdelaorilla.Siempretomabatierraenlaorillacomosifueseunseranfibioquenoestuvieracómodoenelagua,aunenloscasosenquelamarealehabríaayudadoahacerelcamino;ysiemprelerecuerdoyendodetrásdenosotrososiguiendonuestraestela,mientrasnuestrosdosbotesrompíanenelcentrodelacorrientelosreflejosdelapuestadelsolodelaluna.Herbert era mi amigo íntimo y mi compañero. Le ofrecí la mitad de la

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propiedaddemibote,locualfueocasióndequevinieseconalgunafrecuenciaaHammersmith;entantoquemiposesióndelamitaddesushabitaciones en Londres me llevaba también allí con alguna frecuencia.Solíamoshacereltrayectoentreamboslugaresatodashoras.Aúntengocariñoaaquelcamino(aunqueahoranoestanagradablecomoantes)debidoalaimpresiónqueentoncesmecausó,puesenaquellaépocamijuventudestabaanimadaporlaesperanzaynohabíasufridoaúngravessinsabores.CuandoyahacíaunoodosmesesquevivíaconlafamiliaPocket,llegaronelseñorylaseñoraCamila.Ésta era hermana del señor Pocket. Georgiana, a la que vi en casa de laseñoritaHavishamelmismodía,tambiénacudió.Eraunaprima,mujersolteraaindigesta,quellamabareligiónasuacidezyamorasuhígado. Todos ésos me odiaban con el odio que despierta la codicia y eldesengaño.Sinembargo,empezaronalisonjearmepormiprosperidadconlamayorbajeza.EncuantoalseñorPocket,lotrataroncon la indulgencia que se concede a un niño grande que no tiene nociónsiquieradesuspropiosintereses.AlaseñoraPocketladespreciaban,peroleconcedíanquehabíasufridoungrandesengañoensuvida,porqueemitíaunadébilluzquesereflejabaenellosmismos.Éste era el ambiente en que yo vivía, yme apliqué ami propia educación.Prontocontrajeelhábitodegastar y de rodearme de comodidades, y, así, necesitaba una cantidad dedineroquemuypocosmesesantesme hubiese parecido casi fabulosa. En ello no había otro mérito que el dedarmecuentademispropiosdefectos.EntreelseñorPocketyHerbertempecéagastarmuyaprisa;ycomosiempreestabanunoaotroami lado para darme el impulso que necesitaba y quitando obstáculos delcamino,habríasidotanbobocomoDrummlesihubiesehechomenos.Hacía ya varias semanas que no veía al señor Wemmick. cuando penséconvenienteescribirleunaslíneaspara anunciarle que una de aquellas tardes iría a visitarle a su casa. Él mecontestóquelesatisfaríamuchoyquemeesperaríaenlaoficinaalasseisdelatarde.Allífui,porconsiguiente,yleencontrémetiéndoseenla

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espaldalallavedelacaja,enelprecisomomentoenqueelrelojdabalasseis.-¿TieneustedalgúninconvenienteenquevayamosandandohastaWalworth?-mepreguntó.-Ninguno,siaustedleparecebien-contesté.-Mejor-observóWemmick-,porquemehepasadotodoeldíaconlaspiernasencogidasdebajodelamesaymegustaría estirarlasunpoco.Ahora levoyadecir loque tenemosparacenar,señorPip.Haycarneestofada,hechaencasa,ypolloasado,delafondainmediata.Meparecequeesmuytierno,porqueeldueño de la tienda ha sido jurado hace algunos días en alguno de nuestrosprocesosyletratamosbastantebien. Se lo recordé al comprarle el pollo, diciéndole: «Búsqueme usted unoqueseabueno,viejoBriton,porquesihubiésemosqueridoretenerleunoodosdíasmás,podríamoshaberlohecho.»Él,entonces,mecontestó:«Permítamequeleregaleelmejorpolloquetengoencasa.»Yoselopermití,desdeluego,porqueesoesalgoque tieneciertovaloryademás fácilmente transportable.¿Notendráustedinconvenienteenquenosacompañemiancianopadre?Yomefiguréqueseguíahablandodelpollo,peroluegoañadió:-Esporquetengoamiancianopadreenmicasa.Le contesté con algunas frases corteses, y mientras seguíamos andandomepreguntó:-¿DemodoquetodavíanohacomidoconelseñorJaggers?-Aúnno.-Puesestatarde,encuantosupoquellegaríaustedparasalirconmigo,melodijo.Porconsiguiente,espero que recibirá una invitaciónmañana.Creo que también invitará a suscompañeros.Sonustedestres,¿verdad?

A pesar de que no tenía costumbre de considerar a Drummle como íntimoamigo,contesté:-Sí.-Pues bien. Va a invitarlos a todos ustedes-. Eso no me dio ningunasatisfacción-.Yleaseguroquecualquiercosaquelesdéserábuena.Noespereustedmuchavariedad,perosílomejordelomejor.Además,enaquellacasahayotracosasingular-continuóWemmickdespuésdeunaligerapausa,comosi

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sesobrentendieseque laprimeraera lacriada: -nuncapermitequesecierreporlasnochesningunapuertaoventana.-¿Ynotienemiedodequeleroben?-¡Ca!-contestóWemmick-.Dicepúblicamente:«Megustaríaveralhombrecapazderobarme.»Seloheoídodecir,porlomenos,uncentenardeveces,yenunaocasiónledijoaunladróndemarca:«Yasabesdóndevivo,ytenencuentaqueallínosecierranunca.¿Porquénopruebasdedarungolpeenmicasa?¿No te tientaeso?»Peroélcontestó:«Nohaynadie, señorJaggers,bastanteatrevidoparahacerlo,pormuchoqueletienteeldinero.»-¿Tantoletemen?-preguntéyo.-¿Quesiletemen?-dijoWemmick-.¡Yalocreo!Detodosmodos,éltomasusprecauciones,desconfiandodeellos.Ensucasanohaynadadeplataytodosloscubiertossondemetalplateado.-Puesentoncespocorobarían,aunenelcaso…-observé.-¡Ah!Peroélsíquepodríahacerlesdaño-dijoWemmick,interrumpiéndome-,yelloslosaben.Sería,apartir de entonces, el dueño de sus vidas y de las de veintenas de susfamiliares.Sevengaríaterriblemente.Yesimposibleadivinarloquepodríahacersiquisieravengarse.Yo me quedé meditando en la grandeza de mi tutor, cuando Wemmickobservó:- En cuanto a la ausencia de plata, eso se debe a que es un hombrenaturalmentemuyastuto.Fíjese,encambio,enlacadenadesureloj.Ésasíqueesbuena.-¿Esmaciza?-pregunté.-Creoquesí-contestó-.Ysurelojesderepeticiónydeoro.Porlomenosvalecienlibrasesterlinas.Tenga en cuenta, señor Pip, que, por lomenos, hay en Londres setecientosladronesqueconocenestereloj;nohayentreellosniunhombre,unamujerounniño,quenofuesecapazdereconocereleslabónmáspequeño de la cadena; pero si lo encontrasen, lo dejarían caer como siestuviesealrojoblanco,estoenelsupuestodequeseatrevieranatocarlo.Contaldiscursoyluegograciasaunaconversaciónsobreasuntoscorrientes,elseñorWemmickyyoengañamoslolargodelcamino,hastaqueélmedioaentenderquehabíamos

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llegadoaldistritodeWalworth.Aquel lugarparecíaunacolecciónde senderos,dezanjasyde jardincitos,yofrecíaelaspectodeunlugarde retiro algo triste.La casadeWemmick eramuypequeñaydemadera, yestabasituadaentrevariostrozosdejardín.Lapartesuperiordelaviviendaaparecíarecortadaypintadacomosifueseunabateríaconcañones.-Estolohehechoyo-observóWemmick-.Resultabonito,¿noesverdad?Yoseloalabémucho.Creoqueeralacasitamáspequeñaquevienmivida.Teníaunasventanasgóticasmuyextrañas, lamayoríadeellas fingidas,yunapuerta tambiéngóticacasidemasiadopequeñaparapermitirelpaso.-Hayunaverdaderaastaparalabandera-dijoWemmick-,ylossábadosizounabanderaformal.Ahoramire aquí. En cuanto hayamos cruzado este puente, lo levanto y así impidotodacomunicaciónconelexterior.El puente no era tal, sino una plancha demadera que cruzaba una zanja decuatropiesdeanchuraydosde profundidad. Pero resultaba agradable ver la satisfacción con que micompañerolevantóelpuenteylosujetó,sonriendoydeleitándoseenlaoperación,ynodeunmodomaquinal.-Alasnuevedelanoche,segúnelmeridianodeGreenwich-dijoWemmick-,sedisparaelcañón.Mírelo, aquí está.Ycuando looigausted,no tengodudadeque se figuraráqueesdegruesocalibreydeordenanza.Elcañónreferidoestabamontadoenunafortalezaseparadayconstruidaconlistoncillos.Estabaprotegidadelasinclemenciasdeltiempopormediodeuningeniosoenceradosemejanteensuformaaunparaguas.-Además,estáenlapartetrasera-siguióexplicandoWemmick-ylejosdelavista,paranoalejarlaideade las fortificaciones, porque tengo el principio de que cuando se tiene unaideahayqueseguirlahastaelfin.Nosécuálserásuopiniónacercadelparticular…Yocontestéqueestabadeacuerdoconél.

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- En la parte posterior hay un cerdo, gallinas y conejos; además, cultivo elhuerto,yalahoradelacenayaveráustedquéexcelenteensaladavoyaofrecerle.Porconsiguiente,amigomío-dijoWemmicksonriendo,perotambiénhablandomuyenserio,-suponiendoqueestacasitaestuvierasitiada,podríaresistirmuchotiempoporloquerespectaasuaprovisionamiento.Luegomecondujoaunaglorietaque sehallabaadocemetrosdedistancia,peroelcaminoestabataningeniosamenteretorcido,quesetardababastanteenllegar.Allínosesperabanyaunosvasosparaelponche,queseenfriabaenunlagoornamental,encuyaorillaselevantabalaglorieta.Aquellaextensióndeagua,conunaislaenelcentro,quepodríahabersidolaensaladadelacena,eradeformacircular,yallíhabíaunsurtidor,elcual,cuandosehabíapuestoenmarchaunmolinoysequitabaelcorchoquetapabalatubería,surgíacontantafuerzaquellegabaamojareldorsodelamano.-Soyalavezingeniero,carpintero,fontaneroyjardinero,demodoquetengotodasuertedeoficios-dijoWemmick después de darme las gracias por mi felicitación-. Eso es muyagradable.TienelaventajadequelequitaaunolastelarañasdeNewgateyademáslegustamuchoamiviejo.¿Quiereustedqueselopresenteenseguida?¿Nolesabrámal?Yo me manifesté dispuesto a ello, y así nos dirigimos al castillo. Allíencontramossentadojuntoalfuegoa un hombremuy anciano, vestido de franela. Estabamuy limpio, alegre ycómodo,asícomomuybiencuidado,peroeraabsolutamentesordo.- ¿Qué, querido padre? - dijo Wemmick estrechándole la mano cordial yalegremente-.¿Cómoestáusted?-Muybien,John,muybien-contestóelanciano.-AquílepresentoalseñorPip,queridopadre-dijoWemmick-,ymegustaríaquepudieseustedoírsunombre. Hágame el favor, señor Pip, de saludarle con un movimiento decabeza.Estolegustamucho.Repítalousted,señorPip.Hágameelfavor.- Esta posesión de mi hijo es muy agradable, caballero - gritó el ancianomientrasyomovíalacabezacontantaenergíacomomeeraposible-.Esunlugarllenodedelicias,caballero.

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Tantolacasacomoeljardín,asícomotodaslaspreciosidadesquecontiene,deberíanserconservadosporlanacióncuandomueramihijo,paradiversióndelagente.-Estáorgullosodeeso,¿noesverdad,padre?-dijoWemmickcontemplandoalviejo,entantoquelaexpresióndesurostrosehabíasuavizado. -Mire,estesaludovaporusted-añadiómoviendoenérgicamente la cabeza -. Y este otro, también - continuó, repitiendo elmovimiento.-Legustaesto,¿noes verdad? Si no se cansa usted, señor Pip, pues comprendo que para losdemásesmuyfatigoso,¿quiereustedsaludarleotravez?Nosabeustedcuántolegusta.Yomovívariasveceslacabeza,congransatisfaccióndelanciano.Ledejamoscuandosedisponíaadardecomeralasgallinas,ynosencaminamosalaglorietaparatomarelponche,endondeWemmickmedijo,mientrasfumabasupipa,quehabíaempleadomuchosañosenponer lapropiedadensuactualestadodeperfección.-¿Espropiedaddeusted,señorWemmick?-pregunté.-¡Oh,sí!-contestóél-.Laadquiríaplazos.-¿Deveras?EsperoqueelseñorJaggerslaadmirarátambién.-Nunca la ha visto - dijoW emmick, - ni tampoco ha oído hablar de ella.Tampococonoceamipadrenihaoídohablardeél.No;laoficinaesunacosa,ylavidaprivada,otra.Cuandomevoyalaoficina,dejoamiespaldaelcastillo,ycuandovengoaéste,medejoenLondreslaoficina.Ysinolecontraría,meharáunfavorhaciendolomismo.Nodeseohablardenegociosaquí.Naturalmente,mibuenafemeobligóaatendersupetición.Comoelponcheeramuybueno,permanecimos allí sentados, bebiendo y hablando, hasta que fueron casi lasnuevedelanoche.-Yaseacercalahoradedispararelcañón-dijoentoncesWemmick,dejandolapipasobrelamesa.-Eselmayorplacerdemipadre.Dirigiéndose nuevamente al castillo, encontramos al viejo calentando elespetónconojosexpectantes,comosiaquellofueselaoperaciónpreliminardelagranceremonianocturna.Wemmicksequedóconelrelojenlamanohastaquellegóelmomentodetomardemanosdelancianoel

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espetónenrojecidoalfuegoy acercarse a la batería. Salió casi inmediatamente, y en aquel momentoresonóelcañóncontalestruendoquehizoestremecerlacasitaentera,amenazandoconhacerlacaerapedazosyhaciendoresonartodoslosvidrios y todas las tazas. Entonces el viejo, quien sin duda no había salidodespedidodesuasientoporquetuvo la precaución de sujetarse con ambas manos, exclamó, muyentusiasmado:-¡Hadisparado!¡Loheoído!

Yomoví la cabeza hacia el anciano caballero con tanta energía, que no esningunaficciónelasegurarquellegóunmomentoenqueyafuiincapazdeverle.Wemmick dedicó el intervalo entre el cañonazo y la hora de la cenamostrándomesucoleccióndecuriosidades.Lamayoríaerandecaráctercriminal.Comprendíalaplumaconquesehabíacometidounacelebradafalsificación;unaodosnavajasdeafeitar,muydistinguidas;algunosmechonesdecabello,yvariasconfesionesmanuscritasdespuésdelacondenaya lascualeselseñorWemmickdabaelmayorvalor,porque,usando suspropiaspalabras, eran«mentirasdepiesacabeza,caballero».Estasconfesionesestaban discretamente distribuidas entre algunos pequeños objetos deporcelanaydecristal,unosjuguetesfabricadosporelpropietariodelmuseoytambiénalgunaspipasesculpidasporelviejo.Todoaquelloestabaenlahabitacióndelcastilloenqueentréenprimerlugaryqueservíanosolamentecomosala,sinotambiéndecocina,ajuzgarporunacacerolaquehabíaenlarepisadelhogaryunganchodebroncesobreellugarpropiodelfuegoydestinadoacolgarelasador.Habíaunacriaditaqueduranteeldíacuidabaalviejo.Encuantohubopuestoelmantel,bajaronelpuentepara que pudiera salir, y se marchó hasta el día siguiente. La cena eraexcelente,yapesardequeelcastillonomeparecíanadasólidoyademássemejabaunanuezpodrida,yaunqueelcerdopodíahaberestadounpoco más lejos, pasé un rato muy agradable. Tampoco hubo ningúninconvenienteenmidormitorio,situadoenlatorrecilla,apartedeque,comohabíauntechomuydelgadoentre

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mímismoyelastadelabandera,cuandomeechéenlacamadeespaldasmeparecióquedurantetodalanochetuvieraquesostenerelequilibriodeaquéllasobrelafrente.Wemmick se levantó muy temprano por la mañana, y tengo el recelo dehaberleoídomientrassededicabaalimpiarmelasbotas.Despuésdeesoseocupóensujardín,ydesdemiventanagóticaleviesforzándose en utilizar el auxilio del viejo, a quien dirigía repetidosmovimientosdecabeza,conlamayordevoción.Nuestrodesayunofuetanbuenocomolacena,yalasochoymediasalimosendirecciónaLittleBritain.Gradualmente,Wemmick recobró la sequedad y la dureza de su carácter amedidaqueavanzábamos,ysuboca volvió a parecer un buzón de correo. Por fin, cuando llegamos a laoficinayhubosacadodesuespaldalallavedelacaja,parecióhaberseolvidadotancompletamentedesupropiedaddeWalworthcomosi el castillo, el puente levadizo, la glorieta, el lago, la fuente y el ancianohubieransidodispersadosenelespacioporlaúltimadescargadesuformidablecañón.

Capítulo26

Ocurrió, segúnme anunciaraWemmick, que seme presentómuy pronto laoportunidad de comparar la morada de mi tutor con la de su cajero yempleado.Mitutorestabaensudespacho,lavándoselasmanosconsujabónperfumado, cuando yo entré en la oficina ami regreso deWalworth; élmellamóenseguidaymehizolainvitacion,paramímismoyparamisamigos,queWemmickmehabíapreparadoa recibir. -Sincumplidoalguno–dijo. -Nohaynecesidaddevestirsedeetiqueta,ypodremosconvenir,porejemplo,el día de mañana. Yo le pregunté adónde tendría que dirigirme, porque noteníalamenorideaacercadedóndevivía,ycreoque,siguiendosucostumbredenoconfesarnada,medijo:-Vengaustedaquíylellevaréacasaconmigo.Aprovecho esta oportunidad para observar que, después de recibir a susclientes,selavabalasmanos,comosifueseuncirujanooundentista.Teníaellavaboensudespacho,dispuestoyaparaelcaso,yqueolíaajabónperfumadocomosifueseunatiendadeperfumista.Enlaparteinteriordelapuertateníaunatoallapuestasobreunrodillo,ydespuésdelavarselasmanosselassecaba

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conaquélla, cosaquehacía siemprequevolvíadel tribunalodespedía aundiente.Cuandomisamigosyyoacudimosaldíasiguienteasudespacho,alasseis de la tarde, parecía haber estado ocupado en un caso mucho másimportantequedecostumbre,porqueleencontramosconlacabezametidaenel lavabo y lavándose no solamente las manos, sino también la cara y lagarganta.Y cuando hubo terminado eso y una vez se secó con la toalla, selimpió las uñas con un cortaplumas antes de ponerse la chaqueta. Cuandosalimos a la calle encontramos, como de costumbre, algunas personas queesperabanallíyqueconlamayoransiedaddeseabanhablarle;perodebiódeasustarlaslaatmósferaperfumadadeljabónquelerodeaba,porqueaqueldíaabandonaron su tentativa. Mientras nos dirigíamos hacia el Oeste, fuereconocidoporvariaspersonasentrelamultítud,perosiemprequeesoocurríamehablabaenvozmásaltayfingíanoreconoceranadienifijarseenquelosdemáslereconociesen.100NosllevóasíalacalleGerrard,enSoho,yaunacasa situada en el lado meridional de la calle. El edificio tenía aspectomajestuoso, pero habría necesitado una buena capa de pintura y que lelimpiasenelpolvodelasventanas.Sacolallave,abriólapuertayentramosenun vestíbulo de piedra, desnudo, oscuro y poco usado. Subimos por unaescalera, tambiénoscuraydecolorpardo,yasí llegamosaunaseriede treshabitaciones, delmismo color, en el primer piso. En los arrimaderos de lasparedes estaban esculpidas algunas guirnaldas, y mientras nuestro anfitriónnosdabalabienvenida,aquellasguirnaldasmeprodujeronextrañaimpresión.La cena estaba servida en lamejor de aquellas estancias; la segunda era suguardarropa,ylatercera,eldormitorio.Nosdijoqueposeíatodalacasa,peroque raras veces utilizaba más habitaciones que las que veíamos. La mesaestabamuybienpuesta,aunqueenellanohabíanadadeplata,yalladodesusilla habia un torno muy grande, en el que se veía una gran variedad debotellas y frascos, así como también cuatro platos de fruta para postre. Yoobservéqueélloteníatodoalalcancedelamanoylodistribuíaporsímismo.Enlaestanciahabíaunalibrería,yporloslomosdeloslibrosmedicuentadeque todos ellos trataban de pruebas judiciales, de leyes criminales, debiografías criminales, de juicios, de actas del Parlamento y de cosassemejantes.Losmuebleseransólidosybuenos,asicomolacadenadesureloj.Perotodoteníaciertoaspectooficial,ynoseveíanadapuramentedecorativo.Enunrincónhabíaunamesitaqueconteníabastantespapelesyunalámparaconpantalla;demaneraque, sindudaalguna,mi tutorse llevabaconsigo laoficina a su propia casa y se pasaba algunas veladas trabajando. Como élapenashabíavistoamistrescompañeroshastaentonces,porqueporlacallefuimos losdosde lado,sequedó juntoa lachimeneay,despuésde tirardelcordónde lacampanilla, losexaminóatentamente.Ycongransorpresamía,parecióinteresarsemuchoytambiéncasiexclusivamenteporDrummle.-Pip-dijo poniéndome su enorme mano sobre el hombro y llevándome hacia la

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ventana-.Noconozcoaningunodeellos.¿Quiénesesaaraña?-¿Quéaraña?- pregunté yo. - Ese muchacho moteado, macizo y huraño. - Es BentleyDrummle - repliqué -. Ese otro que tiene el rostro más delicado se llamaStartop.Sinhacerelmenorcasodeaquelqueteníalacaramásdelicada,medijo: - ¿Se llama Bentley Drummle?Me gusta su aspecto. Inmediatamenteempezó a hablar con él. Y, sin hacer caso de sus respuestas reticentes,continuó,sindudaconelpropósitodeobligarleahablar.Yoestabamirandoalosdos,cuandoentreellosyyoseinterpusolacriadaquetraíaelprimerplato.Eraunamujerque tendríaunoscuarentaaños, segúnsupuse,aunque talvezera más joven. Tenía alta estatura, una figura flexible y ágil, el rostroextremadamentepalido,conojosmarchitosygrandesyunpelodesordenadoyabundante. Ignoro si, a causa de alguna afección cardíaca, tenía siempre loslabios entreabiertos como si jadease y su rostro mostraba una expresióncuriosa,comodeconfusión;perosíséquedosnochesantesestuveenelteatroaverMacbethyqueelrostrodeaquellamujermeparecíaagitadoportodaslasmalaspasiones,comolosrostrosquevisalirdelcalderodelasbrujas.Dejóla fuente y tocó en el brazo ami tutor para avisarle de que la cena estabadispuesta;luegosealejo.Nossentamosalrededordelamesa,ymitutorpusoasuladoaDrummle,yaStartopalotro.Elplatoquelacriadadejóenlamesaeradeunexcelentepescado,yluegonossirvieroncarneromuybienguisadoy, finalmente, un ave exquisita. Las salsas, los vinos y todos cuantoscomplementos necesitábamos eran de la mejor calidad y nos los entregabanuestro anfitrión tomándolos del torno; y cuando habían dado la vuelta a lamesa los volvía a poner en su sitio.De lamismamanera nos entregaba losplatos limpios, los cuchillos y los tenedores para cada servicio, y los queestaban sucios los echabaauncestoqueestaba enel sueloy a su lado.Noaparecióningúnotrocriadomásqueaquellamujer, lacualentraba todos losplatos,ysiempremeparecióverenellaunrostrosemejantealquesalieradelcaldero de las brujas. Años más tarde logré reproducir el rostro de aquellamujerhaciendopasareldeunapersona,quenoseleparecíaporotracosamásque por el cabello, por detrás de un cuenco de alcohol encendido, en unahabitaciónoscura.Inclinadoafijarmecuantomefueposibleenlacriada,tantopor su curioso aspecto como por las palabras de Wemmick, observé quesiempre que estaba en el comedor no separaba los ojos de mi tutor y queretirabaapresuradamentelasmanosdecualquierplatoquepusieradelantedeél,vacilando,comositemiesequelallamaracuandoestabacerca,paradecirlealguna cosa. Me pareció observar que él se daba cuenta de eso, pero quequeríatenerlasumidaenlaansiedad.101Lacenatranscurrióalegremente,yapesardequemitutorparecíaseguirlaconversaciónynoiniciarla,viquenosobligabaaexteriorizarlospuntosmásdébilesdenuestrocarácter.Encuantoamí mismo, por ejemplo, me vi de pronto expresando mi inclinación aderrochar dinero, a proteger a Herbert y a vanagloriarme de mi espléndido

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porvenir, eso antes de darme cuenta de que hubiese abierto los labios. Lomismolesocurrióalosdemás,peroanadieenmayorgradoqueaDrummle,cuyas inclinaciones a burlarse de un modo huraño y receloso de todos losdemás quedaron de manifiesto antes de que hubiesen retirado el plato delpescado.Nofueentonces,sinocuandollególahoradetomarelqueso,cuandonuestra conversación se refirió a nuestras proezas en el remo, y entoncesDrummlerecibióalgunasburlasporsucostumbredeseguirnosensubote.Élinformó a nuestro anfitrión de que prefería seguirnos en vez de gozar denuestracompañía,queencuantoahabilidadseconsiderabanuestromaestroyque con respecto a fuerza era capaz de vencernos a los dos. De un modoinvisible,mi tutor ledabacuerdaparaquemostrasesuferocidadal tratardeaquelhechosinimportancia;yéldesnudósubrazoylocontrajovariasvecespara enseñar sus músculos, y nosotros le imitamos del modo más ridículo.Mientrastanto,lacriadaibaquitandolamesa;mitutor,sinhacercasodeellay hasta volviéndole el rostro, estaba recostado en su sillón,mordiéndose elladodesudedoíndiceydemostrandouninteréshaciaDrummlequeparamíeracompletamenteinexplicable.Depronto,consuenormemano,cogióladelacriada,comosifueseuncepo,enelmomentoenqueellaseinclinabasobrelamesa.Yélhizoaquelmovimientocontantarapidezytantaseguridad,quetodos interrumpimos nuestra estúpida competencia. - Hablando de fuerza -dijoelseñorJaggers-ahoravoyamostrarlesunbuenpuño.Molly,enséñanoselpuño.Lamanopresadeellaestabasobre lamesa,perohabíaocultado laotra llevándolahacia laespalda-Señor-dijoenvozbajayconojosfijosysuplican tes -. No lo haga. - Voy a mostrarles un puño - repitió el señorJaggers, decidido a ello -.Molly, enséñanos el puño. - ¡Señor, por favor! -murmuró ella. - Molly - repitió el señor Jaggers sin mirarla y dirigiendoobstinadamente los ojos al otro lado de la estancia -. Muéstranos los dospuños. En seguida. Le cogió lamano y puso el puño de la criada sobre lamesa. Ella sacó la otra mano y la puso al lado de la primera. Entoncespudimosverquelaúltimaestabamuydesfigurada,atravesadaporprofundascicatrices.Cuandoadelantólasmanosparaquelaspudiésemosver,apartólosojosdelseñorJaggersylosfijó,vigilante,encadaunodenosotros.-Aquíhayfuerza-observóelseñorJaggersseñalandolosligamentosconsudedoíndice.-Pocoshombres tienen lospuños tanfuertescomoestamujer.Esnotable lafuerzaquehayenestasmanos.Hetenidoocasióndeobservarmuchasdeellas,perojamásviotrastanfuertescomoéstas,yadehombreodemujer.Mientrasdecía estas palabras, con acento de indiferencia, ella continuó mirándonossucesivamenteatodos.Cuandomitutordejódeocuparseensusmanos,ellalemiróotravez.-Estábien,Molly-dijoelseñorJaggersmoviendoligeramentela cabeza hacia ella -. Ya has sido admirada y puedesmarcharte. La criadaretirósusmanosysaliódelaestancia,entantoqueelseñorJaggers,tomandounfrascodeltorno,llenósuvasoehizocircularelvino.-Alasnueveymedia,

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señores – dijo, - nos separaremos. Procuren, mientras tanto, pasarlo bien.Estoymuycontentodeverlesenmicasa.SeñorDrummle,beboasusalud.SiesotuvoporobjetoqueDrummledieseaentenderdeunmodomáscompletosucarácter,hayqueconfesarquelogróeléxito.Triunfanteyhuraño,Drummlemostróotravezencuánpoconosteníaalosdemás,ysuspalabrasllegaronasertanofensivasqueresultaronyaporfinintolerables.PeroelseñorJaggersleobservabaconelmismointerésextraño,yencuantoaDrummle,parecíahacermásagradableelvinoquesebebíaaquél.Nuestrajuvenilfaltadediscreciónhizo que bebiésemos demasiado y que habláramos excesivamente. Nosenojamos bastante ante una burla de Drummle acerca de que gastábamosdemasiadodinero.Esomehizoobservar,conmásceloquediscreción,quenodebía de haber dicho eso, pues me constaba que Startop le había prestadodinero enmi presencia, cosa de una semana antes. - ¿Y eso qué importa? -contestó Drummle -. Se pagará religiosamente. - No quiero decir que dejeusted de hacerlo - añadí -; pero eso habría debido bastarle para contener sulengua antes de hablar de nosotros y de nuestro dinero; me parece. - ¿Leparece? - exclamóDrummle -. ¡Diosmío! 102 -Y casi estoy seguro - dije,deseandomostrarmesevero-dequenoseríaustedcapazdeprestarnosdinerosi lonecesitásemos. -Tieneustedrazón- replicóDrummle-:noprestaríanisiquieraseispeniquesaningunodeustedes.Niaustedesnianadie.-Esmejorpedir prestado, creo. - ¿Usted cree? - repitió Drummle -. ¡Dios mío! Estaspalabras agravaban aún el asunto, y muy especialmente me descontentó elobservarquenopodíavencersuimpertinentetorpeza,demodoque,sinhacercaso de los esfuerzos de Herbert, que quería contenerme, añadí: - Ya quehablamosdeesto,señorDrummle,voyarepetirleloquepasóentreHerbertyyocuandoustedpidióprestadoesedinero.-Nomeimportasaberloquepasóentreustedesdos-gruñóDrummle.Ymeparecequeañadióenvozmásbaja,pero no menos malhumorada, que tanto yo como Herbert podíamos ir aldemonio.-Selodiréapesardetodo-añadí-,tantosiquiereoírlocomono.Dijimosquemientrasustedsemetíaenelbolsilloeldinero,muycontentodeque se lo hubiese prestado, parecía que también le divirtieraextraordinariamente el hecho de que Startop hubiese sido tan débil parafacilitárselo.Drummlesesentó,riéndoseennuestracara,conlasmanosenlosbolsillosyencogidossusredondoshombros,dandoaentenderclaramentequeaquelloera laverdadpurayquenosdesprecióa todospor tontos.EntoncesStartopsedirigióaél,aunqueconmayoramabilidadqueyo,yleexhortóparaquesemostraseunpocomáscortés.ComoStartoperaunmuchachoafableyalegre,entantoqueDrummleeraelreversodelamedalla,poresoelúltimosiempre estabadispuesto a recibirmal al primero, como si le dirigieranunaafrenta personal. Entonces replicó con voz ronca y torpe, y Startop trató deabandonar la discusión, pronunciando unas palabras en broma que noshicieron reír a todos.Ymás resentidopor aquel pequeño éxito quepor otra

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cosacualquiera,Drummle,sinpreviaamenazaniaviso,sacólasmanosdelosbolsillos, dejó caer sus hombros, profirió unablasfemia y, tomandounvasogrande, lo habría arrojado a la cabeza de su adversario, de no habérseloimpedido, con lamayor habilidad, nuestro anfitrión, en elmomento en quetenía lamano levantada con la intención dicha. - Caballeros - dijo el señorJaggersponiendosobrelamesaelvasoytirando,pormediodelacadenadeoro, del reloj de repetición -, sientomucho anunciarles que son las nueve ymedia.A1oíresta indicación, todosnos levantamosparamarcharnos.Antesde llegar a la puerta de la calle, Startop llamaba alegremente a Drummle«queridoamigo»,comosinohubieseocurridonada.Peroel«queridoamigo»estabatanlejosdecorresponderaestasamablespalabras,quenisiquieraquisoregresaraHammersmithsiguiendolamismaaceraquesucompañero;ycomoHerbert y yo nos quedamos en la ciudad, les vimos alejarse por la calle,siguiendocadaunodeellossupropiaacera;Startopibadelante,yDrummleleseguía guareciéndose en la sombra de las casas, como si también en aquelmomento lo siguiese en su bote.Como la puerta no estaba cerrada todavía,dejé solo aHerbert por unmomento y volví a subir la escalera para dirigirunas palabras a mi tutor. Le encontré en su guardarropa, rodeado de sucoleccióndecalzadoymuyocupadoenlavarselasmanos,sindudaacausadenuestra partida. Le dije que había subido otra vez para expresarle misentimientodequehubieseocurridoalgodesagradable,yqueesperabanomeecharía amí toda la culpa. - ¡Bah! - exclamómientras semojaba la cara yhablandoatravésdelasgotasdeagua.-Novalelapena,Pip.Apesardetodo,megustaesaaraña.Volvióelrostrohaciamíysesacudíalacabeza,secándosealmismotiempoyresoplandoconfuerza.-Mecontentamuchoqueaustedleguste,señor-dije-;peroamínomegustanada.-No,no-asintiómitutor.-Procurenotenernadaqueverconélyapártesedeesemuchachotodoloqueleseaposible.Peroamímegusta,Pip.Porlomenos,essincero.Ysiyofueseunadivino…Ydescubriendoel rostro,quehastaentonces la toallaocultara,sorprendióle unamirada. - Pero como no soy adivino… - añadió secándosecon la toalla las dos orejas.-Ya sabe usted que no lo soy, ¿verdad?Buenasnoches,Pip.-Buenasnoches,señor.Cosadeunmesdespuésdeaquellanocheterminó el tiempo que el motejado de araña había de pasar con el señorPocket, y con gran contento de todos, a excepción de la señora Pocket, semarchóasucasa,aincorporarseasufamilia.

Capítulo27

«Mi querido señor Pip: Escribo por indicación del señor Gargery, a fin decomunicarle que está a punto de salir para Londres en compañía del señor

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Wopsleyqueleseríamuyagradabletenerlaocasióndeverleausted.IráalHotelBarnardelmartesporlamañana,alasnueve,yencasodequeestahorano le sea cómoda, haga el favor de dejarlo dicho. Su pobre hermana estáexactamenteigualquecuandoustedsemarchó.Todaslasnocheshablamosdeustedenlacocina, tratandodeimaginarnos loqueustedhaceydice.Ysi leparece que nos tomamos excesiva libertad, perdónenos por el cariño de susantiguos días de pobreza.Nadamás tengoque decirle, querido señorPip, yquedodeustedsusiempreagradecidayafectuosaservidora,Biddy»«P.S.:Éldesea de unmodo especial que escribamencionando las alondras.Dice queusted ya lo comprenderá.Así lo espero, y creo que le será agradable verle,aunqueahoraseauncaballero,porqueustedsiempretuvobuencorazónyélesunhombremuybuenoymuydigno.Se lohe leído todo, a excepciónde laúltima frase,yél repite sudeseodeque lemencioneotravez lasalondras.»Recibíestacartaporelcorreoellunesporlamañana,demaneraquelavisitadeJoedeberíatenerlugaraldíasiguiente.YahoradeboconfesarexactamenteconquésensacionesesperabalallegadadeJoe.Noconplaceralguno,aunquecon él estuviese ligado por tantos lazos; no, sino con bastante perplejidad,cierta mortificación y alguna molestia. Si hubiese podido alejarle pagandoalgo,seguramentehubiesededicadoaesoalgúndinero.Detodosmodos,meconsolababastantelaideadequeiríaavisitarmealaPosadadeBarnardynoaHammersmith,yque,porconsiguiente,BentleyDrummlenopodríaverle.Poco me importaba que le viesen Herbert o su padre, pues a ambos losrespetaba;peromehabríasabidomuymalqueleconocieseDrummle,porquea éste le despreciaba.Así, ocurre que, durante toda la vida, nuestras peoresdebilidades y bajezas se cometen a causa de las personas a quienes másdespreciamos.Yo había empezado a decorar sin tregua las habitaciones queocupabaenlaposada,deunmodoenrealidadinnecesarioypocoapropiado,sincontarconlocarasqueresultabanaquellasluchasconBarnard.Entonces,lashabitacioneseranyamuydistintasdecomolasencontré,yyogozabadelhonordeocupar algunaspáginas enteras en los librosde contabilidaddeuntapicero vecino. últimamente había empezado a gastar con tanta prisa, quehasta incluso toméuncriadito, al cual lehacíaponerpolainas,ycasihabríapodidodecirsedemíquemeconvertíensuesclavo;porqueencuantohubeconvertido aquel monstruo (el muchacho procedía de los desechos de lafamiliademilavandera)ylevestíconunachaquetaazul,unchalecodecolorcanario, corbata blanca, pantalones de color crema y las botas altas antesmencionadas,observéqueteníamuypocoquehacery,encambio,muchoquecomer,yestasdoshorriblesnecesidadesmeamargabanlaexistencia.Ordenéaaquelfantasmavengadorqueestuvieraensupuestoalasochodelamañanadel martes, en el vestíbulo (el cual tenía dos pies cuadrados, según medemostraba lo que me cargaron por una alfombra), y Herbert me aconsejóprepararalgunascosasparaeldesayuno,creyendoqueseríandelgustodeJoe.

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Yaunquemesentísinceramenteagradecidoaélpormostrarsetaninteresadoyconsiderado,abrigabaelextrañorecelodequesiJoehubieravenidoparaveraHerbert,éstenosehabríamanifestado tansatisfechode lavisita.Apesardetodo,medirigíalaciudadellunesporlanoche,paraestardispuestoarecibiraJoe;melevantétempranoporlamañanayprocuréquelasalitaylamesadelalmuerzo tuviesen su aspecto más espléndido. Por desgracia, lloviznabaaquellamañana,yniunángelhubierasidocapazdedisimularelhechodequeel edificio Barnard derramaba lágrimas mezcladas con hollín por la parteexterior de la ventana, como si fuese algún débil gigante deshollinador. Amedida que se acercaba la hora sentía mayor deseo de escapar, pero elVengador,encumplimientodelasórdenesrecibidas,estabaenelvestíbulo,yprontooíaJoeporlaescalera.Conocíqueeraélporsusdesmañadospasosalsubir los escalones, pues sus zapatos de ceremonia le estaban siempremuygrandes, y también por el tiempo que empleó en leer los nombres queencontrabaantelaspuertasdelosotrospisosenelcursodelascenso.Cuandoporfinsedetuvoantelaparteexteriordenuestrapuerta,pudeoírsudedoalseguirlasletraspintadasdeminombre,yluego,conlamayorclaridad,percibísurespiraciónenelagujerodelallave.Porfinrascóligeramentelapuerta,yPepper, pues tal era el nombre del muchacho vengador, anunció «el señorGargeryr».Creíqueéstenoacabaríadelimpiarselospiesenellimpiabarrosyquetendríanecesidaddesalirparasacarloenvilodelaalfombra;masporfinentró.-¡Joe!¿Cómoestás,Joe?-¡Pip!¿Cómoestáusted,Pip?104Mientrassubondadosoyhonradorostroresplandecía,dejóelsombreroenelsueloentrenosotros,mecogiólasdosmanosyempezóalevantarlasyabajarlascomosiyo hubiese sido una bomba de último modelo. - Tengo el mayor gusto enverte, Joe. Dame tu sombrero. Pero Joe, levantándolo cuidadosamente conambasmanos,comosifueseunnidodepájarosconhuevosdentro,noquisooírhablarsiquieradesepararsedeaquelobjetodesupropiedadypersistióenpermanecerenpieyhablandosobreelsombrero,deunmodomuyincómodo.-¡Cuántohacrecidousted!-observóJoe.-Además,haengordadoytieneunaspectomuydistinguido.-ElbuenJoehizounapausaantesdedescubrirestaúltimapalabrayluegoañadió-:Seguramentehonraustedasureyyasupaís.-Ytú,Joe,parecequeestásmuybien.-GraciasaDios-replicóJoe.-estoyperfectamente.Ysuhermananoestápeorqueantes.Biddyseportamuybienyessiempreamableycariñosa.Ytodoslosamigosestánbienyenelmismositio,aexcepcióndeWopsle,quehasufridouncambio.Mientrashablabaasí,y sin dejar de sostener con ambas manos el sombrero, Joe dirigía miradascircularespor laestancia,y tambiénsobre la tela floreadademibata. -¿Uncambio, Joe? - Sí - dijo Joe bajando la voz -. Ha dejado la iglesia y va adedicarse al teatro. Y con el deseo de ser cómico, se ha venido a Londresconmigo.Ydesea-añadióJoeponiéndoseporunmomentoelnidodepájarosdebajodesubrazoizquierdoymetiendolamanoderechaparasacarunhuevo

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-quesiestonoresultamolestoparausted,admitaestepapel.ToméloqueJoeme daba y vi que era el arrugado programa de un teatrito que anunciaba laprimera aparición, en aquella misma semana, del «celebrado aficionadoprovincialde famaextraordinaria,cuyaúnicaactuaciónenel teatronacionalha causado la mayor sensación en los círculos dramáticos locales». -¿Estuviste en esa representación, Joe? - pregunté. - Sí - contestó Joe conénfasisysolemnidad.-¿Causósensación?-Sí-dijoJoe.-Sí.Hubo,sinduda,una gran cantidad de pieles de naranja, particularmente cuando apareció elfantasma. Pero he de decirle, caballero, que no me pareció muy bien niconveniente para que un hombre trabaje a gusto el verse interrumpidoconstantemente por el público, que no cesaba de decir «amén» cuando élestabahablandoconelfantasma.Unhombrepuedehaberservidoenlaiglesiaytenerluegounadesgracia-añadióJoeentonosensible,-peronohayrazónpara recordárselo en una ocasión como aquélla. Y, además, caballero, si elfantasmadelpadredeunonomereceatención,¿quiénlamerecerá,caballero?Ymástodavíacuandoelpobreestabaocupadoensostenerseelsombrerodeluto,queeratanpequeñoquehastaelmismopesodelasplumasselohacíacaerdelacabeza.Enaquelmomento,elrostrodeJoetuvolamismaexpresiónquesihubiesevistounfantasma,yesomedioaentenderqueHerbertacababadeentrarenlaestancia.Así,pues,lospresentéunoaotro,yeljovenPocketleofreció lamano, pero Joe retrocedió un paso y siguió agarrando el nido depájaros.-Soysuservidor,caballero-dijoJoe-,yesperoquetantoustedcomoel señorPip…-Enaquelmomento, susojos se fijaronenelVengador,queponíaalgunastostadasenlamesa,ydemostrócontantaclaridadlaintenciónde convertir almuchacho en uno de nuestros compañeros, que yo fruncí elceño, dejándole más confuso aún, - espero que estén ustedes bien, aunquevivanenunlugartancerrado.Talvezseaéstaunabuenaposada,deacuerdoconlasopinionesdeLondres-añadióJoeentonoconfidencial,-ymeparecequedebedeserasí;pero,pormiparte,notendríaaquíningúncerdoencasodequedesearacebarloyquesucarnetuviesebuensabor.Despuésdedirigiresta«halagüeña»observaciónhacialosméritosdenuestraviviendayenvistade que mostraba la tendencia de llamarme «caballero», Joe fue invitado asentarsealamesa,peroantesmiróalrededorporlaestancia,enbuscadeunlugarapropiadoenquedejarelsombrero,comosisolamentepudierahallarloen muy pocos objetos raros, hasta que, por último, lo dejó en la esquinaextremadelachimenea,desdedondeelsombrerosecayóvariasvecesduranteel curso del almuerzo. - ¿Quiere usted té o café, señorGargery? - preguntóHerbert, que siempre presidía la mesa por las mañanas. - Muchas gracias,caballero-contestóJoe,envaradodepiesacabeza.-Tomaréloqueaustedlegustemás.-¿Quélepareceelcafé?105-Muchasgracias,caballero-contestóJoe, evidentemente desencantado por la proposición. - Ya que es usted tanamableparaelegirelcafé,notengodeseodecontradecirsuopinión.Pero¿no

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lepareceaustedqueespocopropioparacomeralgo?-Puesentoncestomeustedté-dijoHerbert,sirviéndoselo.Enaquelmomento,elsombrerodeJoesecayódelachimenea,yélselevantódelasillay,despuésdecogerlo,volvióadejarloexactamenteenelmismositio,comosifueseundetalledeexcelenteeducación el hecho de que tuviera que caersemuy pronto. - ¿Cuándo llegóustedaLondres,señorGargery?-¿Eraayertarde?-sepreguntóJoedespuésdetoseralamparodesumano,comosihubiesecogidolatosferinadesdequellegó.-Perono,noeraayer.Sí,sí,ayer.Eraayertarde-añadiócontonoqueexpresaba su seguridad, su satisfacción y su estricta exactitud. - ¿Ha vistousted algo en Londres? - ¡Oh, sí, señor! - contestó Joe -.Yo yWopsle nosdirigirnosinmediatamenteavisitarlosalmacenesdelafábricadebetún.Peronosparecióquenoeranigualescomolosdibujosdelosanunciosclavadosenlaspuertasdelastiendas.Meparece-añadióJoeparaexplicarmejorsuidea-que los dibujaron demasiado arquitecturalísimamente. Creo que Joe habríaprolongadoaúnestapalabra,queparamíeramuyexpresivae indicadoradealguna arquitectura que conozco, a no ser porque en aquel momento suatención fue providencialmente atraída por su sombrero, que rebotaba en elsuelo. En realidad, aquella prenda exigía toda su atención constante y unarapidezdevistaydemanosmuysemejantealaqueesnecesariaparacuidarde un portillo. Él hacía las cosas más extraordinarias para recogerlo ydemostrabaenellolamayorhabilidad;tanprontoseprecipitabahaciaélylocogíacuandoempezabaacaer,comoseapoderabadeélenelmomentoenqueestaba suspendidoenel aire.Luego tratabadedejarloenotros lugaresde laestancia,yavecespretendiocolgarlodealgunodelosdibujosdepapeldelapared,antesdeconvencersedequeeramejoracabardeunavezconaquellamolestia.Porúltimolometióenelcuboparaelaguasucia,endondeyometomélalibertaddeponerlasmanosenél.Encuantoalcuellodelacamisayalde su chaqueta, eran cosas que dejaban en lamayor perplejidad y a la vezinsolublesmisterios.¿Porquéunhombrehabriadeatormentarseentalmedidaantesdepersuadirsedequeestabavestidodel todo?¿PorquésupondríaJoenecesariopurificarsepormediodelsufrimiento,alvestirsutrajedominguero?Entoncescayóenun inexplicableestadodemeditación,mientras sosteníaeltenedorentreelplatoy laboca;susojossesintieronatraídoshaciaextrañasdirecciones;devezencuandolesobrecogíanfuertesaccesosdetos,yestabasentadoataldistanciadelamesa,quelecaíamuchomásdeloquesecomía,aunqueluegoasegurabaquenoeraasí,yporesosentí lamayorsatisfaccióncuandoHerbertnosdejóparadirigirsealaciudad.Yonoteníaelbuensentidosuficiente ni tampoco bastante buenos sentimientos para comprender que laculpade todo eramíayque si yomehubiesemostradomás afabley amisanchas con Joe, éste me habria demostrado tambiénmenor envaramiento yafectaciónensusmodales.Estabaimpacienteporsucausaymuyirritadoconél; y en esta situación, me agobiómás con sus palabras. - ¿Estamos solos,

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caballero? - empezó a decir. - Joe - le interrumpí con aspereza, - ¿cómo teatrevesallamarme«caballero»?Memiróunmomentoconexpresióndelevereprochey,apesardeloabsurdodesucorbataydesuscuellos,observéensumiradaciertadignidad.-Siestamoslosdossolos-continuóJoe-,ycomonotengolaintenciónnilaposibilidaddepermaneceraquímuchosminutos,hedeterminar, aunquemejor diría que debo empezar,mencionando lo queme haobligadoagozardeestehonor.Porquesinofuese-añadióJoeconsuantiguoacentodelúcidaexposición,-sinofueseporquemiúnicodeseoesserleútil,nohabríatenidoelhonordecomerencompañíadecaballerosnidefrecuentarsu trato.Estaba tanpocodispuestoaobservarotravez sumirada,queno ledirigí observación alguna acerca del tono de sus palabras. - Pues bien,caballero-prosiguióJoe-.Lacosaocurrióasí.EstabaenLosTresBarqueroslaotranoche,Pip - siempreque sedirigía amí afectuosamenteme llamaba«Pip»,ycuandovolvíaa recobrar su tonocortés,medabael tratamientode«caballero», -ydepronto llegóel señorPumblechookensucarruaje.Yeseindividuo-añadióJoesiguiendounanuevadirecciónensus ideas,-avecesme peina a contrapelo, diciendo por todas partes que él era el amigo de lainfanciadeusted,quesiempreleconsiderócomosupreferidocompañerodejuego.-Esoesunatontería.Yasabes,Joe,queésteerastú.106-Tambiénlocreoyoporcompleto,Pip-dijoJoemeneandoligeramentelacabeza,-aunqueesotengaahorapocaimportancia,caballero.Enfin,Pip,esemismoindividuo,quesehavueltofanfarrón,seacercóamíenLosTresBarqueros(adondevoyafumarunapipayatomarunlitrodecervezapararefrescarme,aveces,yadescansar de mi trabajo, caballero, pero nunca abuso) y me dijo: «Joe, laseñorita Havisham desea hablar contigo.» - ¿La señorita Havisham, Joe? -Deseaba, según me dijo Pumblechook, hablar conmigo - aclaró Joe,sentándose y mirando al techo. - ¿Y qué más, Joe? Continúa. - Al díasiguiente, caballero -prosiguió Joe,mirándomecomosiyoestuviese agrandistancia,-despuésdelimpiarmeconvenientemente,fuiaveralaseñoritaA.— ¿La señorita A, Joe? ¿Quieres decir la señorita Havisham? - Eso es,caballero - replicó Joe con formalidad legal, como si estuviese dictando sutestamento-.LaseñoritaA,llamadatambiénHavisham.Encuantomeviomedijo lo siguiente: «Señor Gargery: ¿sostiene usted correspondencia con elseñorPip?»Ycomoyohabíarecibidounacartadeusted,pudecontestar:«Sí,señorita.» (Cuandome casé con su hermana, caballero, dije «sí», y cuandocontestéasuamiga,Pip, también ledije«sí»).«¿Quiereusteddecirle,pues,que Estella ha vuelto a casa y que tendríamucho gusto en verle?», añadió.Sentí queme ardía el rostromientrasmiraba a Joe.Supongoqueuna causaremotadesemejanteardorpudosermiconviccióndeque,dehaberconocidoelobjetodesuvisita,lehabríarecibidobastantemejor.-Cuandolleguéacasa-continuóJoe-ypedíaBiddyqueleescribieseesanoticia,senegó,diciendo:«Estoyseguradequelegustarámásqueselodigausteddepalabra.Ahoraes

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época de vacaciones, y a usted también le agradará verle. Por consiguiente,vayaaLondres.»Yahorayaheterminado,caballero-dijoJoelevantándosedesuasiento,-y,además,Pip,ledeseoquesigaprosperandoyalcancecadavezunaposiciónmejor. -Pero¿tevasahora,Joe?-Sí,mevoy-contestó. -Pero¿novolverásacomer?-No-replicó.Nuestrosojosseencontraron,yeltratamiento de «caballero» desapareció de aquel corazón viril mientras medaba la mano. -Pip, querido amigo, la vida está compuesta de muchasdespedidas unidas una a otra, y un hombre es herrero, otro es platero, otrojoyeroyotrobroncista.Entreéstoshandepresentarselasnaturalesdivisiones,queesprecisoaceptar segúnvengan.Sienalgohahabido falta,éstaesmíaporcompleto.UstedyyonosomosdospersonasquepodamosestarjuntasenLondresnienotrapartealguna,aunqueparticularmentenosconozcamosynosentendamoscomobuenosamigos.Noesqueyoseaorgulloso,sinoquequierocumplir conmideber, ynuncamásmeveráusted coneste trajequenomecorresponde.Yonodebosalirdelafragua,delacocinanidelosengranajes.Estoysegurodequecuandomeveaustedconmitrajedefaena,empuñandounmartilloyconlapipaenlaboca,noencontraráustedningunafaltaenmí,suponiendo que desee usted it a verme a través de la ventana de la fragua,cuandoJoe,elherrero,sehallejuntoalyunque,cubiertoconeldelantal,casiquemado y aplicándose en su antiguo trabajo. Yo soy bastante torpe, perocomprendolascosas.Yporesoahoramedespidoyledigo:queridoPip,queDios le bendiga. No me había equivocado al figurarme que aquel hombreestabaanimadoporsencilladignidad.Elcortedesutrajeleconveníatanpocomientraspronunciabaaquellaspalabrascomocuandoemprendierasucaminohaciaelcielo.Metocócariñosamente lafrenteysalió.Tanprontocomomehuberecobradobastante,salítrasélylebusquéenlascallescercanas,peroyanopudeencontrarle.

Capítulo28

Eraevidentequealsiguientedíatendríaquedirigirmeanuestraciudad,y,enel primer ímpetu de mi arrepentimiento, me pareció igualmente claro quedebería alojarme en casa de Joe. Pero en cuanto hube comprometido miasientoenladiligenciadeldíasiguienteydespuésdehaberidoyregresadoacasadelseñorPocket,noestuveyatanconvencidoacercadelúltimoextremoy empecé a inventar razones y excusas para alojarme en el JabalíAzul.YopodríaresultarmolestoencasadeJoe;nomeesperaban,ylacamanoestaríadispuesta;además,estaríademasiadolejosdecasadelaseñoritaHavisham,yelladesearía recibirmeexactamentea lahora fijada.Todos los falsificadoresde la tierra no son nada comparados con los que cometen falsificaciones

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consigomismos,ycontalesfalsedadeslogréengañarme.Esmuycuriosoqueyo pudiera tomar sin darme cuenta 107 media corona falsa que me diesecualquier persona, pero sí resultaba extraordinario que, conociendo lailegitimidad de las mismas monedas que yo fabricaba, las aceptase, sinembargo,comobuenas.Cualquierdesconocidoamable,conpretextodedoblarmejor mis billetes de banco, podría escamoteármelos y darme, en cambio,papeles en blanco; pero ¿qué era eso comparado conmigo mismo, cuandodoblabamispropiospapelesenblancoymeloshacíapasarantemispropiosojos como si fuesen billetes legítimos? Una vez decidido a alojarme en elJabalí Azul, me sentí muy indeciso acerca de si llevaría o no conmigo alVengador.Me resultababastante tentadorqueaquelmercenarioexhibiese sucostoso traje y sus botas altas en el patio del JabalíAzul; era tambiénmuyagradableimaginarque,comoporcasualidad,lollevasealatiendadelsastrepara confundir al irrespetuoso aprendiz del señorTrabb. Por otra parte, esteaprendizpodíahacerse íntimoamigode él y contarlevarias cosas;o, por elcontrario,traviesoypillocomoyosabíaqueera,habríasidocapazdeburlarsede él a gritos en la calleAlta.Además,miprotectorapodría enterarsede laexistenciademicriaditoyparecerlemal.Porestasúltimasrazones,resolvínollevarconmigoalVengador.Había tomadoasientoenelcochedela tarde,ycomoentoncescorríaelinvierno,nollegaríaamidestinosinodosotreshorasdespuésdeoscurecer.LahoradesalidadesdeCrossKeysestabaseñaladaparalasdosdelatarde.Lleguéconuncuartodehoradeanticipación,asistidoporelVengador-sipuedoemplearestaexpresiónconrespectoaalguienquejamásme asistía si podía evitarlo. En aquella época era costumbre utilizar ladiligenciaparatransportaralospresidiariosalosarsenales.Comovariasveceshabíaoídohablardeelloscomoocupantesdelosasientosexterioresdedichosvehículos, y en más de una ocasión les vi en la carretera, balanceando suspiernas, cargadas de hierro, sobre el techo del coche, no tuve motivo desorprendermecuandoHerbert,alencontrarseconmigoenelpatio,medijoquedos presidiarios harían el mismo viaje que yo. Pero tenía, en cambio, unarazón,queyaeraahoraantigua,parasentirciertaimpresióncadavezqueoíaenLondreselnombrede«presidiario».-¿Notendrásningúnreparo,Haendel?-preguntó Herbert. - ¡Oh, no! - Me ha parecido que no te gustaba. -Desdeluego, como ya comprenderás, no les tengo ninguna simpatía; pero no mepreocupan.-Mira,aquíestán-dijoHerbert-.Ahorasalendelataberna.¡Quéespectáculotandegradanteyvil!Supongoquehabíaninvitadoasuguardián,pueslesacompañabauncarcelero,ylostressalieronlimpiándoselabocaconlasmanos.Losdospresidiariosestabanesposadosysujetosunoaotro,yensuspiernasllevabangrilletes,deunmodeloqueyoconocíamuybien.Vestíanel trajequetambiénmeeraconocido.Suguardiánteníaunpardepistolasydebajodelbrazollevabaunaporramuygruesaconvariosnudos;peroparecíaestar en relaciones de buena amistad con los presos y permanecía a su lado

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mientras miraba cómo enganchaban los caballos, cual si los presidiariosconstituyesen un espectáculo todavía no inaugurado y él fuese su expositor.Unodelospresoseramásaltoygruesoqueelotroyparecíaque,deacuerdoconloscaminosmisteriososdelmundo,tantodelospresidiarioscomodelaspersonaslibres,lehubiesenasignadoeltrajemáspequeñoquepudieranhallar.Susmanos y sus piernas parecían acericos, y aquel traje y aquel aspecto ledisfrazaban de un modo absurdo; sin embargo, reconocí en el acto su ojomediocerrado.AquéleraelmismohombreaquienvienelbancodeLosTresAlegresBarquerosunsábadopor lanocheyquemeapuntóconsu invisiblearmadefuego.Erabastanteagradableparamíelconvencimientodequeélnomereconoció,comosijamásmehubiesevistoenlavida.Memiró,ysusojossefijaronenlacadenademireloj;luegoescupióydijoalgoasucompañero.Ambosseecharonareír,dieronjuntosmediavuelta,entantoqueresonabanlas esposas que los unían, ymiraron a otra parte.Los grandes números quellevabanenlaespalda,comosifuesenpuertasdeunacasa;suexteriorrudo,como sarnoso y desmañado, que los hacía parecer animales inferiores; suspiernas cargadas de hierros, en los que para disimular llevaban numerosospañuelosdebolsillo,yelmodoconquetodoslosmirabanyseapartabandeellos, losconvertían, segúndijeraHerbert,enunespectáculodesagradableydegradante.Peroesonoeralopeor.ResultóqueunafamiliaquesemarchabadeLondres había tomado toda la parte posterior de la diligencia y no habíaotros asientos para los presos que los delanteros, inmediatamente detrás delcochero. Por esta razón, un colérico caballero que había tomado un cuartoasiento en aquel sitio empezó a gritar diciendo que ello era unquebrantamientodecontrato,puesseveíaobligadoamezclarsecontanvillanacompañía,queeravenenosa,perniciosa, infame,vergonzosaynosécuántascosasmás.Mientrastanto,elcocheestabayadispuestoapartir,yelcochero,impaciente, y todos nos preparábamos a subir para ocupar nuestros sitios.Tambiénlospresosseacercaronconsuguardián,difundiendoalrededor108de ellos aquel olor peculiar que siempre rodea a los presidiarios y que separecealabayeta,alamigadepan,alascuerdasyalaspiedrasdelhogar.-Nolo tomeustedasí,caballero-dijoelguardiánalcoléricopasajero-.Yomesentaré a su lado. Los pondré en la parte exterior del asiento, y ellos no semeteránconustedesparanada.Nisiquierasedarácuentadequevanallí.-Yyonotengoculpaalguna-gruñóelpresidiarioaquienyoconocía-.Pormiparte,notengoningúndeseodehaceresteviaje,ycongustomequedaréaquí.Notengoningúninconvenienteenqueotroocupemilugar.-Oelmío-añadióel otro, con mal humor -. Si yo estuviese libre, con seguridad no habríamolestadoaningunodeustedes.Luegolosdosseecharonareíryempezaronarompernueces,escupiendolascáscarasalrededordeellos.Pormiparte,creoque habría hecho lo mismo de hallarme en su lugar y al verme tandespreciado. Por fin se decidió que no se podía complacer en nada al

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encolerizado caballero, quien tenía que sentarse al lado de aquelloscompañeros indeseablesoquedarsedondeestaba.Envistadeello,ocupósuasiento, quejándose aún, y el guardián se sentó a su lado, en tanto que lospresidiarios se izaban lomejorquepodían, y el queyohabía reconocido sesentódetrásdemíytancercaquesentíaenlaparteposteriordemicabezaelsoplodesurespiración.-Adiós,Haendel-gritóHerbertcuandoempezábamosa marchar. Me pareció entonces una afortunada circunstancia el que mehubiesedadootronombrequeelmíopropiodePip.Esimposibleexpresarconcuántaagudezasentíaentonceslarespiracióndelpresidiario,notansóloenlaparte posterior de la cabeza, sino también a lo largo de la espalda. Lasensaciónerasemejantealaquemehabríaproducidounácidocorrosivoqueme tocara lamédula, y estome hacía sentir dentera.Me parecía que aquelhombrerespirabamásqueotrocualquierayconmayorruido,ymedicuentadeque,inadvertidamente,habíaencogidounodemishombros,enmisvanosesfuerzospararesguardarmedeél.Eltiempoerabastantefrío,ylosdospresosmaldecíanlabajatemperatura,que,antesdeencontrarnosmuylejos,noshabíadejadoatodosentumecidos.CuandohubimosdejadoatráslaCasadeMedioCamino, estábamos todos adormecidos, temblorososy callados.Mientras yodormitaba preguntábame si tenía la obligación de devolver las dos librasesterlinas a aquel desgraciado antes de perderle de vista y cómo podríahacerlo.Peroenelmomentodesaltarhaciadelante,cualsiquisierairacaerentreloscaballos,melevantéasustadoyvolvíareflexionaracercadelasunto.Pero sinduda estuvedormidomás tiempode loqueme figuraba, porque, apesar de que no pude reconocer nada en la oscuridad ni por las luces ysombras que producían nuestros faroles, no dejé de observar queatravesábamoslosmarjales,ajuzgarporelvientohúmedoyfríoquesoplabacontranosotros.Inclinándosehaciadelanteenbuscadecaloryparaprotegersedelviento, losdospresosestabanentoncesmáscercademíqueantes,y lasprimeraspalabrasque lesoícambiaraldespertarmefueron lasdemipropiopensamiento: «Dos billetes de una libra esterlina. » - ¿Y cómo se hizo conellas?-preguntóelpresidiarioaquienyonoconocía.-¡Quéséyo!-replicóelotro-.Lashabríaescondidoenalgunaparte.Meparecequeselasdieronunosamigos. - ¡Ojaláqueyo los tuviese enmibolsillo! -dijo elotrodespuésdemaldecirelfrío.-¿Dosbilletesdeunalibra,oamigos?-Dosbilletesdeunalibra.Porunosolovenderíaatodoslosamigosquetengoenelmundo,ymeparecequeharíaunabuenaoperación.¿Yqué?¿Demodoqueéldice…?-Éldice…-repitióelpresidiarioaquienyoconocía-.Enfin,quequedóhechoydicho en menos de medio minuto, detrás de un montón de maderos en elarsenal. «Vas a ser licenciado.»Y, en realidad, iban a soltarme. ¿Podría ir aencontraraaquelniñoquelediodecomeryleguardóelsecreto,paradarledosbilletesdeunalibraesterlina?Sí,leencontraría.Yleencontré.-Fuisteuntonto-murmuróelotro–Yomelashabríagastadoencomeryenbeber.Él

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debía de ser un novato. ¿No sabía nada acerca de ti? - Nada en absoluto.Pertenecíamos a distintas cuadrillas de diferentes pontones. Él fue juzgadootravezporquebrantamientodecondenaylecastigaronconcadenaperpetua.-¿Yfueésta laúnicavezque recorristeestacomarca? -Laúnica. -¿Yquépiensas de esta región? -Que esmuymala.No hay en ellamás que barro,niebla, aguas encharcadas y trabajo; trabajo, aguas encharcadas, niebla ybarro.109Ambosmaldecían lacomarcaconsu lenguajeviolentoygrosero.Gradualmente empezaron a gruñir, pero no dijeron nada más. Después desorprender tal diálogo estuve casi a punto de bajar y quedarme solo en lastinieblasdelacarretera,peroluegosentíalacertezadequeaquelhombrenosospechaba siquiera mi identidad. En realidad, yo no solamente estabacambiado por mi propio crecimiento y por las alteraciones naturales, sinotambién vestido de un modo tan distinto y rodeado de circunstancias tandiferentes, que era muy improbable el ser reconocido de él si no se lepresentabaalgunacasualidadqueleayudase.Sinembargo,lacoincidenciadeestarjuntosenelmismococheerabastanteextrañaparapenetrarmedelmiedodequeotracoincidenciapudiera relacionarme,a losoídosdeaquelhombre,conminombreverdadero.Porestarazón,resolvíalejarmedeladiligenciaencuantollegásemosalaciudadysepararmeporcompletodelospresos.Conelmayoréxito llevéacabomipropósito.Mimaletínestabadebajodelasientoquehabíaamispiesysóloteníaquehacergirarunabisagraparasacarlo.Lotiré al suelo antes de bajar y eché pie a tierra ante el primer farol y losprimerosadoquinesdelaciudad.Encuantoalospresidiarios,prosiguieronsucaminoconladiligencia,sindudaparallegaralsitioqueyoconocíatanbien,endonde losharían embarcarpara cruzar el río.Mentalmenteviotravez elbote con su tripulación de penados, esperando a aquellos dos, ante elembarcaderollenodecieno,ydenuevomeparecióoírlaordende«¡Avante!»,como si se diera a perros, y otra vez vi aquella Arca de Noé cargada decriminales y fondeada a lo lejos entre las negras aguas. No podría haberexplicadoloquetemía,porqueelmiedoera,alavez,indefinidoyvago,peroel hecho es queme hallaba preso de gran inquietud.Mientrasme dirigía alhotelsentíqueunterror,queexcedíaalaaprensióndeserobjetodeunpenosoodesagradablereconocimiento,mehacíatemblar.Nosellegóaprecisar,puesera tan sólo la resurrección, por espacio de algunosminutos, del terror quesintiera durante mi infancia. En el Jabalí Azul, la sala del café estabadesocupada,yno solamentepudeencargar la cena, sinoque tambiénestuvesentadounratoantesdequemereconocieseelcamarero.Tanprontocomosehuboexcusadopor la flaquezadesumemoria,mepreguntósidebíamandaraviso al señor Pumblechook. - No – contesté. - De ninguna manera. Elcamarero, que fue el mismo que wino a quejarse, en nombre de loscomerciantes,eldíaenqueseformalizómicontratodeaprendizajeconJoe,pareció quedar muy sorprendido, y aprovechó la primera oportunidad para

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dejarantemíunsucioejemplardeunperiódicolocal,demodoquelotoméyleíestepárrafo:Recordaránnuestroslectores,yciertamentenosininterés,conreferencia a la reciente y romántica buena fortuna de un joven artífice enhierro de esta vecindad (¡qué espléndido tema, dicho sea de paso, para laplumamágicadenuestroconciudadanoTooby,elpoetadenuestrascolumnas,aunquetodavíanogocedefamauniversal!),queelprimerjefe,compañeroyamigo de aquel joven fue una personalidad que goza del mayor respeto,relacionada con los negocios de granos y semillas, y cuya cómoda eimportante oficina está situada dentro de un radio de cienmillas de la calleAlta.Obedeciendoalosdictadosdenuestrossentimientospersonales,siemprelehemosconsideradoelmentordenuestrojovenTelémaco,porqueconvienesaberqueennuestraciudadviolaluzelfundadordelafortunadeesteúltimo.¿Tendrá interés el sabio local, o quizá los maravillosos ojos de nuestrasbellezas ciudadanas, en averiguar qué fortuna es ésta?CreemosqueQuintínMatsys era el HERRERO de Amberes. Verb. Sap.» Tengo la convicción,basadaenmigrandeexperiencia,dequesi,enlosdíasdemiprosperidad,mehubiese dirigido al PoloNorte, hubiese encontrado allí alguien, ya fuera unesquimal errante o un hombre civilizado, que me habría dicho quePumblechookfuemiprimerjefeyelpromotordemifortuna.

Capítulo29

Muytemprano,por lamañana,me levantéysalí.Aúnnoera tiempode iracasa de la señorita Havisham, y por eso di un paseo por el campo, en ladirecciónde lacasadeésta,quenoera,desdeluego, lacorrespondientea laviviendadeJoe;allípodríairaldíasiguiente,y,mientrastanto,pensabaenmiprotectora y elaboraba brillantes cuadros de sus planes acerca de mí. LaseñoritaHavishamhabíaadoptadoaEstella,ycasipuededecirsequetambiénme adoptó a mí, de modo que, sin duda alguna, su intención era criarnosjuntos. Me reservaba el cometido de restaurar la triste casa, de admitir laentradadelsolensusoscurashabitaciones,deponerenmarchalosrelojes,deencenderelfuegoenlachimeneaydequitarlastelarañasydestruirtodoslosinsectos;enunapalabra:realizarlosbrillantesactosdeljovencaballerodelospoemas, para casarse luego con la princesa. Cuando pasaba ante ella medetuveparamirarlacasa;susmurosdeladrillorojo,susventanasatrancadasyelverdeaceboagarradoalaschimeneas,consusraícesysustendones,comosi fuesenviejosbrazos sarmentosos, hacían110de todo aquellounmisteriotranquilo, cuyo héroe era yo. Estella era la inspiración y el corazón de laaventura, desde luego.Pero aunquehubiese adquirido tan fuertedominio en

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mí, aunquemi fantasía ymi esperanza reposaran en ella, a pesar de que suinfluencia en mi vida infantil y en mi carácter había sido todopoderosa, nisiquieraenaquellarománticamañanapudedotarladeotrosatributosquelosquerealmenteposeia.Mencionoestoaquíconunpropósitodefinido,porqueeselhiloporel cual sepodrá seguirmeenmimísero laberinto.Deacuerdoconmiexperiencia,lasnocionesconvencionalesdeunenamoradonopuedenserciertassiempre.LaincalificableverdadesquecuandoamabaaEstellaconamordehombre,laamabasóloysencillamenteporconsiderarlairresistible.Y,de una vez para siempre, diré también que, para mi desgracia, comprendíamuchas veces, si no siempre, que la amaba contra toda razón, contra todapromesa,contratodapazyesperanzaycontralafelicidadyeldesencantoquepudierahaberenello.Y,deunavezparasiempre,dirétambiénquenoporesolaqueríamenosyqueellono teníamás influenciaencontenermequesiyohubiesecreídodevotamentequeellaera lacumbrede lahumanaperfección.Dispuse mi paseo de manera que llegué a la puerta de la casa a la horaacostumbradaenotrostiempos.Cuandohubetiradodelcordóndelacampanacon temblorosamano,me volví de espaldas a la puerta,mientras trataba derecobrar el aliento y calmar moderadamente los latidos de mi corazón. Oícomoseabríalapuertalateraldelacasaylospasosqueatravesabanelpatio;perofingínodarmecuentadeello,nisiquieraenelmomentoenquelapuertagirósobresusoxidadosgoznes.Masporfinmetocaronenelhombro,yyo,comosobresaltado,mevolví.Ytuveentoncesmayorsobresaltoalvermecaraa cara con un hombre sencillamente vestido de gris. Era el último a quienpodía esperarverocupandoel lugardeporteroen lapuertade la casade laseñorita Havisham. - ¡Orlick! - ¡Ah, joven amigo! No solamente usted hacambiado.Peroentre,entre.Escontrarioamisórdenestenerlapuertaabierta.Entréyélcerróconllave,guardándoselaluego.-Sí-dijodandomediavueltamientrasmeprecedíaenalgunospasoscuandonosdirigíamosalacasa-.Aquíestoy.-¿Ycómohavenidoustedaquí?-Puesmuysencillamente-replicó-:andandoconmispiernas.Almismotiempometrajemicajaenunacarretilla.-¿Yparaquébuenoestáustedaquí?-Supongoquenoestoyparanadamalo.Yonoestabasegurodetanto.Tuvetiempodepensarenmirespuestamientraséllevantabaconlentitudsupesadamiradadesdeelsuelo,haciamispiernasymis brazos, para fijarse en mi rostro. - ¿De modo que ha dejado usted lafragua?-pregunté.-¿Leparecequeestotieneaspectodefragua?-mecontestóOrlickmirandoalrededorconairedeofensa-.¿Creeustedquetieneaspectode tal?Yo lepregunté cuánto tiempohacíaquedejó la fraguadeGargery. -Son aquí los días tan parecidos uno a otro - contestó -, que no podríacontestarlesincalcularloantes.Detodosmodos,puedodecirlequevineaquíalgúntiempodespuésdelamarchadeusted.-Puesyopodríadecirlelafecha,Orlick.-¡Ah!-exclamósecamente-.Esque,desdeentonces,ustedhapodidoaprender. Hablando así habíamos llegado a la casa, en donde vi que su

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habitaciónestabasituadajuntoalapuertadeservicioycuyaventanadabaalpatio.Ensuspequeñasdimensiones,noeramuydistintaaquellahabitacióndela que en París se destina usualmente al portero. En las paredes estabancolgadas algunas llaves, y a ellas añadió la de la puerta exterior; su cama,cubiertaporunacolchahechaconretazosdetodaclasedetela,estabaenunhueco interior que formaba lamisma estancia. El conjunto tenía un aspectodesaliñado, confinado y triste, semejante a la jaula destinada a un lirónhumano, en tanto que él aparecíamacizo y oscuro en la sombra del rincóninmediato a la ventana y muy parecido al lirón humano para quien lahabitaciónestabapreparada,comoasíeraenefecto.-Jamáshabíavistoestahabitación - observé -, aunque antes aquí no había portero alguno. - No -contestóél -.Hastaque sevioque laplantabaja carecíadeproteccióny secreyóque erapeligrosovivir así, envistadeque conalguna frecuenciahayfugas de presidiarios. Entonces me recomendaron a la casa como hombrecapazdedevolveracualquieralasmismasintencionesquetraiga,yyoacepté.Esmuchomásfácilquemoverlosfuellesydarmartillazos.Yaestoycansadode aquello. 111Mis ojos sorprendieron un arma de fuego y un bastón conanillosdebroncequehabíasobrelachimenea,ylamiradadeOrlicksiguiólamía.-Muybien-dijeyo,pocodeseosodecontinuaraquellaconversación-.¿DebosubirparaveralaseñoritaHavisham?-Quemematensilosé-replicódesperezándose y luego sacudiéndose a sí mismo -. Mis instrucciones hanterminadoya,jovenamigo.Yo,pormiparte,melimitaréadarunmartillazoenestacampana,yustedseguiráelcorredorhastaqueencuentreaalguien.-Creoquemeesperan.-Loignoroporcompleto-replicó.Envistadeeso,medirigí hacia el largo corredor que en otros tiempos pisé con mis gruesoszapatos,yélhizoresonarsucampana.A1extremodelcorredor,mientrasaúnvibraba la campana, encontré a Sara Pocket, la cual parecía entonces haberadquirido, por mi culpa y de un modo definitivo, una coloración verde yamarillaensurostro.-¡Oh!-exclamó-.¿Esusted,señorPip?-Sí,señoritaPocket.YtengolasatisfaccióndedecirlequetantoelseñorPocketcomosufamilia están muy bien. - ¿Son más juiciosos? - preguntó Sara meneandotristementelacabeza-.Mejorseríaquegozasendemásjuicioenvezdebuenasalud. ¡Ah, Mateo, Mateo!… Usted ya conoce el camino, caballero. Loconocía bastante, porque muchas veces había subido la escalera a oscuras.Ascendí entonces por ella con un calzadomás ligero que en otro tiempo yllamé del modo acostumbrado en la puerta de la estancia de la señoritaHavisham.-EslallamadadePip-oíquedecíainmediatamente-.Entra,Pip.Estabaensusillón,cercadelaviejamesa,vistiendoelmismotrajeantiguoyconambasmanoscruzadassobresubastón,labarbillaapoyadaenellasylosojos fijos en el suelo. Sentada cerca de ella, teniendo en lamano el zapatoblancoquenuncahabíausadoycon lacabeza inclinadamientras lomiraba,estabaunaelegantedamaaquiennuncahabíavisto.-Entra,Pip-murmuróla

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señoritaHavishamsinlevantarlosojosnimiraralrededor-.Entra,Pip.¿Cómoestás,Pip?¿Demodoquemebesaslamanocomosifueseunareina?¿Qué…?Memiródepronto,moviendoúnicamentesusojosyrepitióentonoquealavezerajocosoytriste:-¿Qué…?-Meheenterado,señoritaHavisham-dijeyosinocurrírsemeotracosa-,quefueustedtanbondadosacomoparadesearquevinieseaverla.Yporesomeheapresuradoaobedecerla.-¿Yqué…?Laseñora a quien nunca había visto levantó los ojos ymemiró burlonamente;entoncesviquesusojoseranlosdeEstella.Peroestabatancambiadayeratanhermosaytanmujer,ydetalmodoeraadmirableporlosadelantosquehabíahecho, que, a mi vez, me pareció no haber logrado ninguno. Me figuré,mientraslamiraba,queyo,deunmodoirremediable,volvíaaconvertirmeenelmuchachorudoyordinariodeotrostiempos.¡Quéintensafuelasensacióndedistanciaydedisparidadqueseapoderódemíyde la inaccesibilidadenqueparecíahallarseella!Mediosumano,yyotartamudeéalgunaspalabras,tratando de expresar el placer que tenía al verla de nuevo, y también di aentenderquehacíamucho tiempoqueesperaba tanagradableocasión. -¿Laencuentrasmuycambiada,Pip?-preguntólaseñoritaHavishamconsumiradaansiosa y golpeando con el bastón una silla que había entre las dos, paraindicarme queme sentara en ella. -Al entrar, señorita Havisham, no creí, ajuzgarporelrostrooporlafigura,quefueseEstella;peroahora,yapesardesu cambio, reconozco perfectamente su figura y su rostro anteriores. -SupongoquenovasadecirqueEstellaesvieja-replicólaseñoritaHavisham-.Acuérdatedequeeraorgullosaeinsultanteyquedeseabasalejartedeella.¿Teacuerdas?Yo,muyconfuso,contestéquedeesohacíamuchotiempo,quenosabíaentoncesloquemedecíayotrascosasporelestilo.Estellasonrióconperfectacomposturaydijoquenoteníadudaalgunadequeyoentoncesestabaenlocierto,puesellahabíasidosiempremuydesagradableparamí.-¿Yaélle encuentras cambiado? - le preguntó la señorita Havisham. - Mucho -contestó Estellamirándome. - ¿Te parecemenos rudo ymenos ordinario? -preguntólaseñoritaHavishamjugandoconelcabellodeEstella.Éstaseechóareír,miróelzapatoqueteníaenlamano,seriódenuevo,memiróydejóelzapato. Seguía tratándome como a un muchacho, pero continuabaatrayéndome.112Estábamoslostressentadosenlatristeestanciayentrelasantiguasy extrañas influenciasque tantomehabían impresionado.EntoncessupequeEstellaacababadellegardeFranciayqueestabaapuntodedirigirsea Londres. Tan orgullosa y testaruda como antes, había logrado unir de talmodoestascualidadesasupropiabelleza,queeraporcompletoimposibleyfuera de razón, o por lo menos me lo pareció así, de separarlas de suhermosura.En realidad, no se podía disociar su presencia de todos aquellosmalditosdeseosdedineroydenoblezaquemeasediarondurantemiinfancia,de todas aquellasmal reguladas aspiraciones quemehicieron avergonzarmede mi hogar y de Joe, ni de todas aquellas visiones que me ofrecieron la

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imagen de su rostro en las llamas de la fragua, o entre las chispas que elmartilloarrancabaalhierrocandentesobreelyunque,oenlaoscuridaddelanoche,cuandosentíalaimpresióndequeasomabasurostroalaventanadelafragua,parahuirenseguida.Enunapalabra:meeraimposiblesepararla,enelpasado o en el presente, de la razón más profunda de mi propia vida. Seconvino que yo permanecería allí durante el resto del día y que a la nocheregresaría al hotel, y a Londres a la mañana siguiente. En cuanto hubimosconversado un rato, la señorita Havisham nos mandó a pasear por elabandonadojardín,yalregresarmedijoquelallevasedeunladoaotroensusillónderuedas,comootrasveceslohabíahecho.Así,Estellayyosalimosaljardínporlapuertaquemediopasoantesdetenerelencuentroconeljovencaballero pálido, o sea conHerbert. Yo temblaba espiritualmente y adorabainclusoelbordedelvestidodemicompañera,lacual,muyserenaydecididaanoadorarelbordedemitraje,salióconmigo,yencuantollegamosallugardelapeleaconHerbert sedetuvoydijo: -Sindudameportédeunmodoraroaqueldía, cuandomeescondíparapresenciar lapelea.Peronopuedonegarque lohiceyquemedivertímucho. -Yame recompensóustedbien. - ¿Deveras?-replicó,comosinoseacordase-.Silamemorianomeesinfiel,sentíamuchaantipatíahaciasuadversario,porquemesupomuymalquelotrajeranaquí para molestarme con su presencia. - Pues ahora, él y yo somos muyamigos - dije. - ¿De veras? Ahora me parece recordar que usted recibeleccionesdesupadre.-Asíes.Demalaganaadmitíestehecho,quemedabamuy poca importancia, y así pude observar que ella volvía a tratarme casicomoaunmuchacho.-Apartirdelcambiodesufortunaydesusesperanzas,hacambiadotambiénusteddecompañeros-observóEstella.-Naturalmente-dije.-Ynecesariamente-añadióellaconaltanería-.Loquefueantañounabuenacompañíaparausted,seríacompletamenteinapropiada.Dudomuchodequeenmiconcienciahubiese todavía la intenciónde ir avisitar a Joe,peroestas palabras me la quitaron por completo. - ¿Y no tenía usted idea, enaquellostiempos,delabuenafortunaqueleesperaba?-dijoEstellamoviendoligeramentelamano,comoparasignificarlaépocademiluchaconHerbert.-Ni remotamente. Ofrecía un contraste, que yo sentí muy bien, el aire deseguridad y de superioridad con que ella andaba a mi lado y el deincertidumbre y sumisión con que yo la acompañaba. Yme habría irritadomuchomásde loquememolestó,denohaberestadoconvencidodequesemehabíasacadodemibajaesferaparareservarmeaella.Eljardín,graciasalodescuidadoqueestaba,teníatalfrondosidadqueapenassepodíaandarporél;demaneraque,despuésdehaberdadounpardevueltaso tres, llegamosotravezalpatiodelafábricadecerveza.Leindiquéellugarendondelahabíavistoandarporencimadelosbarriles,elprimerdíademivisitaa lacasa,yella, dirigiendo una fría y descuidada mirada en aquella dirección, mepreguntó: -¿Deveras?Lerecordéel lugarporelquesalierade lacasapara

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darmedecomerydebeber,yellacontestó:-Nomeacuerdo.-¿Noseacuerdausted tampoco de queme hizo llorar? - pregunté. - No - dijomeneando lacabeza y mirando alrededor. Estoy convencido de que aquella falta dememoriaconrespectoatalesdetallesmehicieronllorarinteriormente,queesel llantomás triste de todos. -Es preciso que usted sepa - dijoEstella, conacentodecondescendencia,propiodeunajovenhermosaybrillante-quenotengo corazón, siempre y cuando eso se relacione conmimemoria. 113Yopronunciéalgunaspalabras,tomándomelalibertaddedudardeloqueacababadedecir.Estabasegurodequesubellezahabríasidoimposiblecareciendodecorazón.-¡Oh!,sílotengo,yseríaposibleatravesármeloconunpuñalodeunbalazo-contestóEstella-,y,naturalmente,élcesaríadelatiryyodeexistir.Pero ya sabe usted a lo que me refiero. Aquí no tengo ninguna bondad,ningunasimpatía,ningúnsentimientoniningunadeesastonterías.¿Quéveíaen mi mente mientras ella estaba inmóvil, a mi lado, y mirándome con lamayor atención? ¿Algo que hubiese visto en la señoritaHavisham?No. Enalgunas de sus miradas y gestos había cierto parecido con la señoritaHavisham, parecido que a veces adquieren los niños con respecto a laspersonasmayoresconlasquehansostenidofrecuentetratooconlosquehanvivido encerrados. Esto, cuando ha pasado ya la infancia, produce unassemejanzascasualesymuynotablesentrelaexpresióndedosrostrosque,porlo demás, son completamente distintos. Y, sin embargo, no podía hallar enEstellanadaquemerecordasea laseñoritaHavisham.Lamiréotravezy,apesar de que ella continuaba con los ojos fijos en mí, desapareció porcompletomiilusión.¿Quésería?-Habloenserio-dijoEstellasinarrugarlafrente,queeramuytersa,ysinquetampocoseensombreciesesurostro-.Ysihemos de pasar mucho rato juntos, es mejor que se convenza de ello enseguida.No-añadióimperiosamentealobservarqueyoabríaloslabios-.Nohe dedicado a nadie mi ternura. Jamás he sentido tal cosa. Un momentodespués estábamos en la fábrica de cerveza, abandonada desde hacía tantotiempo, y ella señaló la alta galería por donde la vi pasar el primer día,diciéndome que recordaba haber estado allí y haberme vistomientras yo lacontemplabaasustado.Mientrasmisojosobservabansublancamano,volvíasentir la misma débil impresión, que no podía recordar sobre el brazo, einstantáneamenteaquelfantasmavolvióapasarysealejó.¿Quésería?-¿Quéocurre?-preguntóEstella-.¿Sehaasustadoustedotravez?-Measustaríaenrealidad si creyese lo que acaba de decir - repliqué, tratando de olvidarlo. -¿Demodoquenolocreeusted?Muybien.Detodosmodos,recuerdequeselohedicho.LaseñoritaHavishamquerráverleprontoensuantiguopuesto,aunque yo creo que eso podría dejarse ahora a un lado, con otras cosas yaantiguas.Vamosadarotravueltaporeljardín,yluegoentreenlacasa.Venga.Hoynoderramaráustedlágrimaspormicrueldad;serámipajeymeprestarásuhombro.Subonitotrajehabíasearrastradoporelsuelo.Recogiólacolade

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la falda con una mano y con la otra se apoyó ligeramente en mi hombromientrasandábamos.Dimosdosotresvueltasmásporelabandonadojardín,quemeparecióhaberflorecidoparamí,ysiloshierbajosverdesyamarillosquecrecíanenlasresquebrajadurasdelaantiguacercahubiesensidolasfloresmás preciosas del mundo, no los hubiera recordado con más cariño. Entrenosotrosnohabíadiscrepanciadeedadquepudiera justificar sualejamientodemí; teníamoscasi losmismosaños,aunque,naturalmente,ellaparecíasermayorqueyo;perolaaparenteinaccesibilidadqueledabansubellezaysusmodalesmeatormentabaenmediodemisdeliciasyaunenlaseguridadquesentíayodequenuestraprotectoranoshabíaelegidounoparaotro.¡Pobredemí!Porfinvolvimosalacasa,yallímeenteréconlamayorsorpresadequemitutoracababadellegarparaveralaseñoritaHavisham,afindetratardenegocios,yqueestaríaderegresoalahoradecomer.Losantiguoscandelerosde laestanciaenquehabía lamesadel festínquedaronencendidosmientrasnosotrosestábamoseneljardínylaseñoritaHavishamcontinuabasentadaensusillayesperándome.Cuandoempujésusillónde ruedasydimosalgunasvueltas lentas en torno de los restos de la fiesta nupcial, me pareció habervueltoa los tiempospasados.Peroen lafúnebreestancia,conaquellafigurasepulcral sentadaenel sillónque fijaba losojosenella,Estellaparecíamásradianteyhermosaqueantesyyoestabasumidoenextrañoembeleso.Pasóeltiempo y se acercó la hora de la comida; entonces Estella nos dejó paraprepararla.LaseñoritaHavishamyyonoshabíamosdetenidocercadelcentrode la largamesa, y ella, con uno de sus pálidos brazos extendido, apoyó lacerradamanoenelamarillentomantel.YcuandoEstellamirabahaciaatrás,antesdesalir, laseñoritaHavishamlebesólamanocontalvorazintensidadquemeparecióterrible.Entonces,encuantoEstellasehubomarchadoynosquedamos solos, ella se volvió a mí y, en voz tan baja que parecía unmurmullo, dijo: - ¿La encuentras hermosa, graciosa y crecida? ¿No laadmiras? -Todos losque lavean la admirarán, señoritaHavisham.114Ellame rodeóel cuelloconunbrazoy,acercandomicabezaa la suya,mientrasestabasentadaenelsillón,exclamó:-¡Ámala,ámala,ámala!¿Cómotetrata?Antes de que pudiera contestar, aun suponiendo que hubiese sido capaz decontestara tandifícilpregunta,ellarepitió: - ¡Ámala,ámala,ámala!Sise temuestra favorable, ámala. Si te hiere, ámala. Si te destroza el corazón, y amedidaquecrezcaenañosyseamásfuertetelodejamásdestrozado,apesarde ello, ¡ámala, ámala, ámala! Jamás había visto yo tal ímpetu apasionadocomo el que ella empleó al pronunciar tales palabras. Sentí en torno demicuello los músculos de su flaco brazo, agitado por la vehemencia que laposeía.-Escúchame,Pip.Laadoptéparaquefueseamada.Lacriéylaeduquépara que la amasen. E hice que llegara a ser como es para que pudieranamarla. ¡Ámala! Pronunció esta palabra repetidas veces, y no había dudaacerca de su intención; pero si hubiese repetido delmismomodo la palabra

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«odio» en vez de «amor», o bien «desesperación», «venganza» o «trágicamuerte»,nohabríapodido sonar en sus labiosdeunmodomás semejanteauna maldición. - Y ahora voy a decirte - añadió con el rnismo murmullovehementeyapasionado-,voyadecirteloqueesunamorverdadero.Esunadevoción ciega que para nada tiene en cuenta la propia humillación, laabsolutasumisión,laconfianzaylafe,contraunomismoycontraelmundoentero,yqueentregaelpropiocorazónylapropiaalmaalquelosdestroza…,comohiceyo.Cuandodijoesto,añadióungritotandesesperado,quemecreíobligadoacogerlaporlacintura,porqueselevantóenelsillón,cubiertaporlamortaja de su traje, y golpeó el aire como si quisiera haberse arrojado a símisma contra la paredy caermuerta.Todo estoocurrió enpocos segundos.Cuandovolvíadejarlaensusillón,sentíunaromaquemeeramuyconocido,yalvolvermeviamitutorenlaestancia.Siemprellevabaconsigo,ycreonohaberlomencionadotodavía,unpañuelodebolsillodericasedaydeenormesdimensiones,que leerasumamenteútilensuprofesión.Muchasveces lehevisto dejar aterrorizado a un cliente o a un testigo limitándose a desdoblarceremoniosamente su pañuelo, como si se dispusiera a sonarse, pero luegohacíaunapausa,comopersuadidodequenoteníatiempodeelloantesdequeel testigo o el cliente confesaran de plano, y así ocurría que, delmodomásnaturaldelmundo,llegabalaconfesióndelqueseencontrabaanteél.Cuandolevi en la estancia, sostenía con lasmanos el pañuelode sedaynos estabamirando.Alencontrarmisojos,selimitóadecir,despuésdehacerunaligerapausa:-¿Deveras?Essingular.Yluegousóconmaravillosoefectoelpañuelopara el fin a que estaba destinado. La señorita Havisham le había visto almismotiempoqueyoy,comoocurríaatodoelmundo,sentíatemordeaquelhombre.Hizounesfuerzoparatranquilizarse,yluego,tartamudeando,dijoalseñor Jaggers que era tan puntual como siempre. - ¿Tan puntual comosiempre? - repitió él acercándose a nosotros. Luego, mirándome, añadió: -¿Cómo está usted, Pip? ¿Quiere que le haga dar una vuelta, señoritaHavisham?¿Unavueltanadamás?¿Demodoqueestáustedaquí,Pip?LedijecuándohabíallegadoyquelaseñoritaHavishamdeseabaquefueseparaveraEstella.-¡Ah!-replicóél-.Esunapreciosaseñorita.LuegoempujóelsillóndelaseñoritaHavishamconunadesusenormesmanosysemetiólaotraenelbolsillodelpantalón,comosiéstecontuvieranumerosossecretos. -Dígame,Pip-añadióencuantosedetuvo-.¿CuántasveceshabíaustedvistoantesalaseñoritaEstella?-¿Cuántasveces?-Sí,cuántas.¿Diezmil,talvez?-¡Oh,no,notantas!-¿Dos?-Jaggers-intervinolaseñoritaHavishamcongranplacerpormiparte-.DejeustedamiPip tranquiloyvayaacomerconél. Jaggersobedeció, y ambos nos encaminamos hacia la oscura escalera.Mientras nosdirigíamoshacialashabitacionesaisladasquehabíaalotroladodelenlosadopatio de la parte posterior me preguntó cuántas veces había visto comer obeberalaseñoritaHavisham,y,comodecostumbre,medioaelegirentreuna

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vezycien.Yoreflexionéunmomentoyluegocontesté:115-Nunca.-Niloveránunca,Pip-replicósonriendoyceñudoauntiempo-.Nuncahaqueridoquelaviesenadiecomerobeberdesdequellevaestavida.Porlasnochesvade un lado a otro, y entonces toma lo que encuentra. - Perdóneme - dije -.¿Puedohacerleunapregunta,caballero?-Ustedpuedepreguntarme-contestó- y yo puedo declinar la respuesta. Pero, en fin, pregunte. - ¿El apellido deEstellaesHavisham,o…?-meinterrumpí,porquenoteníanadaqueañadir.-¿Oqué?-dijoél.-¿EsHavisham?-Sí,Havisham.Asíllegamosalamesa,endonde nos esperaban Estella y Sara Pocket. El señor Jaggers ocupó lapresidencia,Estellasesentófrenteaélyyomevicaraacaraconmiamigadelrostroverdosoyamarillento.Comimosmuybienynossirvióunacriadaaquien jamás viera hasta entonces, pero la cual, a juzgar por cuanto pudeobservar, estuvo siempre en aquella casa. Después de comer pusieron unabotella de excelente oporto antemi tutor, que sin duda alguna conocíamuybien la marca, y las dos señoras nos dejaron. Era tanta la reticencia de laspalabras del señor Jaggers bajo aquel techo, que jamás vi cosa parecida, nisiquiera en él mismo. Cuidaba, incluso, de sus propias miradas, y apenasdirigióunavez susojosal rostrodeEstelladurante toda lacomida.Cuandoella le dirigía la palabra, prestaba la mayor atención y, como es natural,contestaba,pero,porloquepudever,nolamirabasiquiera.Encambio,ellalemirabafrecuentemente,coninterésycuriosidad,sinocondesconfianza,peroél parecía no darse cuenta de nada. Durante toda la comida se divirtióhaciendo que Sara Pocket se pusiera más verde y amarilla que nunca,aludiendoensuspalabrasalasgrandesesperanzasqueyopodíaabrigar.Peroentonces tampoco demostró enterarse del efecto que todo eso producía yfingió arrancarme, y en realidad lo hizo, aunque ignoro cómo, estasmanifestacionesdemiinocentepersona.Cuandoélyyonosquedamossolos,permaneciósentadoyconelairedelquereservasuspalabrasaconsecuenciadelosmuchosdatosqueposee,cosaque,realmente,erademasiadoparamí.Ycomonoteníaotracosaalalcancedesumano,pareciórepreguntaralvinoquesebebía.Lososteníaantelabujía,luegoloprobaba,ledabavariasvueltasenlaboca,selotragaba,volvíaamirarotravezelvaso,olíaeloporto,locataba,selobebía,volvíaallenarelvasoyloexaminabaotravez,hastaquemepusonervioso,comosiyoestuvieseconvencidodequeelvinoledecíaalgoenmiperjuicio. Tres o cuatro veces sentí la débil impresión de que debía iniciaralgunaconversación;perocadavezqueéladvertíaqueibaapreguntarlealgo,me miraba con el vaso en la mano y paladeaba el vino, como si quisierahacermeobservar que era inútilmi tentativa, porque no podría contestarme.Creo que la señorita Pocket estaba convencida de que el verme tan sólo laponíaenpeligrodevolverseloca,ytalvezdearrancarseelsombrero,queeramuyfeo,parecidoaunestropajodemuselina,ydedesparramarporelsuelolos cabellos que seguramente no habían nacido en su cabeza. No apareció

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cuandomástardesubimosalahabitacióndelaseñoritaHavishamyloscuatrojugamosalwhist.Enelintervalo,laseñoritaHavisham,obrandodeunmodocaprichoso, había puesto alguna de lasmás hermosas joyas que había en eltocadorenelcabellodeEstella,ensupechoyensusbrazos,yobservéqueinclusomitutorlamirabapordebajodesusespesascejasylaslevantabaunpococuandoantesusojosviolahermosuradeEstellaadornadacontanricoscentelleos de luz y de color.Nada diré delmodoy de la extensión con queguardó nuestros triunfos y salió con cartas sin valor al terminar las rondas,antesdequequedasedestruidalagloriadenuestrosreyesydenuestrasreinas,nitampocodemisensaciónacercadelmododemirarnosacadauno,alaluzdetresfácilesenigmasqueéladivinómuchotiempoatrás.Loquemecausópena fue la incompatibilidad que había entre su fría presencia y missentimientosconrespectoaEstella.Noporqueyonopudiesehablarledeella,sinoporquesabíaquenopodríasoportarelinevitablerechinardesusbotasencuanto oyese hablar deEstella y porque, además, no quería que después dehablar de ella fuese a lavarse lasmanos, como teníapor costumbre.Loquemásmeapurabaeraqueelobjetodemiadmiraciónestuvieseacortadistanciade él y que mis sentimientos se hallaran en el mismo lugar en que seencontrabaél.Jugamoshastalasnuevedelanoche,yentoncesseconvinoquecuandoEstellafueseaLondressemeavisaríaconanticipaciónsullegadaafindequeacudiesearecibirlaalbajardeladiligencia;luegomedespedídeella,estrechésumanoy ladejé.Mi tutor sealbergabaenEl Jabalí,yocupaba lahabitacióninmediataalamía.Enlomásprofundodelanocheresonabanenmis oídos las palabras de la señoritaHavisham cuandome decía: «¡Amala,ámala,116ámala!»Lasadaptéamissentimientosydijeamialmohada:«¡Laamo, la amo, la amo!» centenares de veces. Luego me sentí penetrado deextraordinariagratitudalpensarquemeestuviesedestinada,amí,queenotrostiempos no fuimás que un aprendiz de herrero. Entonces pensé que, segúntemía,ellanodebíadeestarmuyagradecidaporaqueldestino,ymepreguntécuándoempezaríaainteresarsepormí.¿Cuándopodríadespertarsucorazón,que ahora estaba mudo y dormido? ¡Ay de mí! Me figuré que éstas eranemocioneselevadasygrandiosas.PeronuncapenséquehubieranadabajoymezquinoenmiapartamientodeJoe,porquesabíaqueellaledespreciaría.Nohabíapasadomásqueundía desdeque Joehizo asomar las lágrimas amisojos;perosehabíansecadopronto,Diosmeperdone,demasiadopronto.

Capítulo30

Después de reflexionar profundamente acerca del asunto, mientras, a lamañana siguiente, me vestía en E1 Jabalí , resolví decir a mi tutor que

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abrigabadudasdequeOrlickfueseelhombreapropiadoparaocuparuncargode confianza en casa de la señoritaHavisham. -Desde luego, Pip, no es elhombre apropiado - dijo mi tutor, muy convencido de la verdad de estaspalabras,-porqueelhombrequeocupaunlugardeconfianzanuncaeselmásindicado.Parecíamuysatisfechodeenterarsedequeaquelempleoespecialnolo ocupase, excepcionalmente, el hombre apropiado, y muy complacidoescuchólasnoticiasquelediacercadeOrlick.-Muybien,Pip-observóencuantohubeterminado-.Voyairinmediatamenteadespediranuestroamigo.Algoalarmadoalenterarmedequequeríaobrarcontantarapidez,leaconsejéesperar un poco, y hasta le indiqué la posibilidad de que le resultase difíciltratarconnuestroamigo.-¡Oh,no,nosemostrarádifícil!-asegurómitutor,doblando, confiado, su pañuelo de seda-. Me gustaría ver cómo podrácontradecirmisargumentos.Comodebíamosregresar juntosaLondresenladiligencia del mediodía y yo me desayuné tan aterrorizado a causa dePumblechookqueapenaspodíasostenermi taza,estomedio laoportunidadde decirle que deseaba dar un paseo y que seguiría la carretera de Londresmientrasélestuvieseocupado,yquemehicieraelfavordeavisaralcocherode que subiría a la diligencia en el lugar en queme encontrasen. Así pudealejarme de EL Jabalí Azul inmediatamente después de haber terminado eldesayuno.Y dando una vuelta de un par demillas hacia el campo y por laparte posterior del establecimiento de Pumblechook, salí otra vez a la calleAlta, un poco más allá de aquel peligro, y me sentí, relativamente , enseguridad.Me resultabamuy agradable hallarme de nuevo en la tranquila yvieja ciudad, sin que me violentase encontrarme con alguien que alreconocerme se quedase asombrado. Incluso uno o dos tenderos salieron desustiendasydieronalgunospasosenlacalleantemí,conobjetodevolverse,de pronto, como si se hubiesen olvidado algo, y cruzar por mi lado paracontemplarme. En tales ocasiones, ignoro quién de los dos, si ellos o yo,fingíamospeor;ellosporno fingirbien,yyoporpretenderquenomedabacuenta. Sin embargo, mi posición era muy distinguida, y aquello no meresultaba molesto, hasta que el destino me puso en el camino deldesvergonzadoaprendizdeTrabb.Mirandoa lo largode lacalleyenciertopuntodemicamino,diviséalaprendizdeTrabbatándoseasímismoconunabolsa vacía de color azul. Persuadido de que lo mejor sería mirarleserenamente,fingiendonoreconocerle,locual,porotraparte,bastaríatalvezpara contenerle e impedirle hacer alguna de sus trastadas, avancé conexpresión indiferente, y ya me felicitaba por mi propio éxito, cuando, depronto,empezaronatemblarlasrodillasdelaprendizdeTrabb,seleerizóelcabello, se le cayó la gorra y se puso a temblar de pies a cabeza,tambaleándose por el centro de la calle y gritando a los transeúntes: -¡Socorro!¡Sostenedme!¡Tengomuchomiedo!Fingíahallarseenelparoxismodelterrorydelacontriciónacausadeladignidaddemiporte.Cuandopasé

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porsuladolecastañeteabanlosdientesy,contodaslasmuestrasdeextremadahumillación, sepostróenelpolvo.Talescenameresultómuymolesta,peroaúnnoeranadaparaloquemeesperaba.Nohabíaandadodoscientospasos,cuando, con gran terror, asombro e indignación pormi parte, vi que semeacercaba otra vez el aprendiz de Trabb. Salía de una callejuela estrecha.Llevaba colgada sobre el hombro la bolsa azul y en sus ojos se advertíaninocentes intenciones, en tanto que su porte indicaba su alegre propósito dedirigirse a casa de Trabb. Sobresaltado, advirtió mi presencia y sufrió unataque tan fuerte como el anterior; 117 pero aquella vez sus movimientosfueronrotativosysetambaleódandovueltasalrededordemí,conlasrodillasmás temblorosas que nunca y las manos levantadas, como si me pidiesecompasión. Sus sufrimientos fueron contemplados con el mayor gozo pornumerosos espectadores, y yome quedé confuso amás no poder.No habíaavanzado mucho, descendiendo por la calle, cuando, al hallarme frente alcorreo,volvíaveralchicodeTrabbquesalíadeotrocallejón.Aquellavez,sin embargo, estaba completamente cambiado. Llevaba la bolsa azul de lamisma manera como yo mi abrigo, y se pavoneaba a lo largo de la acera,yendohaciamí,peroporelladoopuestodelacalleyseguidoporungrupodeamigachos suyos a quienes decía de vez en cuando, haciendo un ademán: -¿Nolohabéisvisto?EsimposibleexpresarconpalabraslaburlaylaironíadelaprendizdeTrabb,cuando,alpasarpormilado,sealzóelcuellodelacamisa,seechóelcabelloaun ladode lacabeza,pusounbrazoen jarras,sesonrióconexpresióndebobería,retorciendoloscodosyelcuerpo,yrepitiendoasuscompañeros:-¿Nolohabéisvisto?¿Nolohabéisvisto?Inmediatamente,susamigos empezaron a gritarme y a correr tras de mí hasta que atravesé elpuente, como gallina perseguida y dando a entender que me conocieroncuandoyoeraherrero.Ésefueelcoronamientodemidesgraciadeaqueldía,quemehizosalirdelaciudadcomosi.pordecirloasí,hubiesesidoarrojadopor ella, hasta que estuve en el campo. Pero, de no resolverme entonces aquitarlavidaalaprendizdeTrabb,enrealidadnopodíahacerotracosasinoaguantarme.Hubiera sido fútilydegradanteel luchar contra él en la calleotratar de obtener de él otra satisfacción inferior a la misma sangre de sucorazón. Además, era un muchacho a quien ningún hombre había podidogolpear; más parecía una invulnerable y traviesa serpiente que, al seracorralada, lograba huir por entre las piernas de su enemigo y aullando almismotiempoensondeburla.Sinembargo,aldíasiguienteescribíalseñorTrabbparadecirlequeelseñorPipseveríaenlaprecisióndeinterrumpirtodotrato con quien de tal manera olvidaba sus deberes para con la sociedadteniendoasusórdenesaunmuchachoqueexcitabaeldesprecioentodamenterespetable. La diligencia que llevaba al señor Jaggers llegó a su debidotiempo;volvíaocuparmiasientoylleguésalvoaLondres,aunquenoentero,porquemehabíaabandonadomicorazón.Tanprontocomolleguémeapresuré

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amandar a Joe un bacalao y una caja de ostras, en carácter de desagravio,comoreparaciónpornohaberidoyomismo,yluegomedirigíalaPosadadeBarnard. Encontré a Herbert comiendo unos fiambres y muy satisfecho devermeregresar.DespuésdemandaralVengadoralcaféparaquetrajesenalgomásquecomer,comprendíqueaquellamismatardedebíaabrirmicorazónami amigo y compañero. Como era imposible hacer ninguna confidenciamientras el Vengador estuviese en el vestíbulo, el cual no podía serconsiderado más que como una antecámara del agujero de la cerradura, lemandéalteatro.Difícilseríadarunapruebamásdemiesclavitudconrespectoaaquelmuchachoqueestaconstantepreocupacióndebuscarlealgoquehacer.Yavecesmeveíatanapurado,quelemandabaalaesquinadeHydeParkparasaberquéhoraera.Despuésdecomernossentamosapoyandolospiesenelguardafuegos.EntoncesdijeaHerbert:-Miqueridoamigo,tengoquedecirtealgomuy reservado. -Mi queridoHaendel - dij o él, a su vez, - aprecio yrespeto tu confianza. - Es con respecto a mí mismo, Herbert – añadí, - ytambiénserefiereaotrapersona.Herbertcruzólospies,miróalfuegoconlacabeza ladeada y, en vista de que transcurrían unos instantes sin que yoempezaseahablar,memiró.-Herbert-dijeponiéndoleunamanoenlarodilla.-Amo,mejordicho,adoroaEstella.Envezdeasombrarse,Herbert replicó,comosi fuese lacosamásnaturaldelmundo: -Perfectamente.¿Quémás? -¡Cómo, Herbert! ¿Esto es lo queme contestas? - Sí, ¿y quémás? - repitióHerbert. - Desde luego, ya estaba enterado de eso. - ¿Cómo lo sabías? -pregunté.-¿Quecomolosé,Haendel?Puesportimismo.-Nuncatedijetalcosa.-¿Quenuncamelohasdicho?Cuandotecortaselpelo,tampocovienesacontármelo,perotengosentidosquemepermitenobservarlo.Siemprelahasadorado, o, por lomenos, desdequeyo te conozco.Cuandoviniste aquí, tetrajiste tu adoración para ella al mismo tiempo que tu equipaje. No haynecesidad de que me lo digas, porque me lo has estado refiriendoconstantementedurante todo el día.Cuandome118 referiste tuhistoria, delmodomás clarome diste a entender que habías estado adorándola desde elmomentoenquelaviste,esdecir,cuandoaúnerasmuyjoven.-Muybien-contesté, pensando que aquello era algo nuevo, aunque no desagradable.-Nuncahedejadodeadorarla.Ellaharegresadoconvertidaenunahermosayeleganteseñorita.Ayerlavi.Ysianteslaadoraba,ahoralaadorodoblemente.-F'elizmenteparati,Haendel-dijoHerbert,-hassidoescogidoydestinadoaella.Sinquenosmetamosenterrenoprohibido,podemosaventurarnosadecirque no puede existir duda alguna entre nosotros con respecto a este hecho.¿TienesyaalgunasospechasobrecuálessonlasideasdeEstellaacercadetuadoración?Moví tristemente la cabeza. -¡Oh!-exclamé-. ¡Está a millares demillas lejos demí! - Paciencia,mi queridoHaendel.Hay que dar tiempo altiempo. ¿Tienes algo más que comunicarme? - Me avergüenza decirlo –repliqué,-y,sinembargo,noespeordecirloquepensarlo.Túmeconsideras

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unmuchachodesuertey,en realidad, lo soy.Ayer,comoquiendice,noeramásqueun aprendizdeherrero; perohoy, ¿quiénpodrádecir loque soy? -Digamos que eres un buen muchacho, si no encuentras la frase - replicóHerbert sonriendo y golpeando con sumano el dorso de lamía. -Un buenmuchacho,impetuosoeindeciso,atrevidoytímido,prontoenlaacciónyenelensueño:todaestamezclahaydeti.Medetuveunmomentoparareflexionaracercadesi,verdaderamente,habíatalmezclaenmicarácter.Enconjunto,nomeparecióacertadoelanálisis,peronocreínecesariodiscutiracercadeello.-Cuandomepreguntoloquepuedaserhoy,Herbert-continué-,merefieroamis pensamientos. Tú dices que soy un muchacho afortunado. Estoypersuadidodequenohehechonadaparaelevarmeenlavidayquelafortunapor sí sola me ha levantado. Esto, naturalmente, es tener suerte. Y, sinembargo, cuando pienso en Estella… - Y también cuando no piensas - meinterrumpióHerbertmirandoalfuego,cosaquemeparecióbondadosaporsuparte. - Entonces, mi querido Herbert, no puedo decirte cuán incierto ysupeditado me siento y cuán expuesto a centenares de contingencias. Sinentrarenelterrenoprohibido,comotúdijistehaceunmomento,puedoañadirque todasmisesperanzasdependende laconstanciadeunapersona(aunquenolanombre).Yaunenelmejorcaso,resultainciertoydesagradableelsabertan sólo y de unmodo tan vago cuáles son estas esperanzas. A1 decir esoaliviémimente de lo que siempre había estado en ella, enmayor omenorgrado,aunque,sindudaalguna,conmayorintensidaddesdeeldíaanterior.-Meparece,Haendel-contestóHerbertconsuacentoesperanzadoyalegre,-queeneldesalientodeesatiernapasiónmiramoselpelodelcaballoregaladocon una lente de aumento. También me parece que al concentrar nuestraatención en el examen, descuidamos por completo una de las mejorescualidades del animal. ¿No me dijiste que tu tutor, el señor Jaggers, tecomunicó desde el primer momento que no tan sólo tendrías grandesesperanzas? Y aunque él no te lo hubiera dicho así, a pesar de que estasuposiciónesmuyaventurada,¿puedescreerque,entretodosloshombresdeLondres,el señor Jaggersescapazdesostener tales relacionescontigosinoestuviesesegurodelterrenoquepisa?Contestéquemeeraimposiblenegarlaverosimilituddesemejantesuposición.Dijeeso,comosueleverseenmuchoscasos,cualsifueseunaconcesiónquedemalaganahacíaalaverdadyalajusticia, como si, en realidad, me hubiese gustado poder negarlo. -Indudablemente,ésteesunargumentopoderoso-dijoHerbert,-ymeparecequenopodríasencontrarotromejor.Porlodemás,notienesotrorecursoqueeldeconformarteduranteeltiempoqueestésbajolatutoríadelseñorJaggers,asícomoéstehadeesperarelqueleháyafijadosucliente.Antesdequehayascumplidolosveintiúnañosnopodrásenterartecondetallesdeesteasunto,yentoncestalveztedaránmásnoticiasacercadelparticular.Detodosmodos,cadadíateaproximasaello,porqueporfinnotendrásmásremedioquellegar.

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- ¡Qué animoso y esperanzado eres! - dije admirando, agradecido, susoptimistas ideas. - No tengo más remedio que ser así - contestó Herbert, -porque casi no poseo otra cosa. He de confesar, sin embargo, que el buensentidoquemealabasnomepertenece,enrealidad,sinoqueesdemipadre.Laúnicaobservaciónqueleoíhacerconrespectoatuhistoriafuedefinitiva:«Sin duda se trata de un asunto serio, porque, de lo contrario, no habríaintervenidoelseñorJaggers.»Yahora,antesquedecirotracosaacercademipadreodelhijodemipadre,corresponderéatuconfianzaconlamíapropiayporunmomentoserémuyantipáticoparati,esdecir,positivamenterepulsivo.119-¡Oh,no,nololograrás!-exclamé.-Síqueloconseguiré-replicó-.¡Alauna,alasdosyalastres!Voyaello.MiqueridoamigoHaendel-añadió,yaunquehablabaentonoligerolohacía,sinembargo,muyenserio.-Heestadoreflexionandodesdequeempezamosahablaryapartirdelmomentoenqueapoyamoslospiesenelguardafuegos,yestoysegurodequeEstellanoformapartedetuherencia,porque,comorecordarás,tututorjamássehareferidoaella.¿Tengorazón,ajuzgarporloquemehasdicho,alcreerqueélnuncaserefirió a Estella, directa o indirectamente, en ningún sentido? ¿Ni siquierainsinuó,porejemplo,quetuprotectortuvieseyaunplanformadoconrespectoatucasamiento?-Nunca.-Ahora,Haendel,yanosiento,tedoymipalabra,elsabor agriode estas uvas.Puestoqueno estásprometido a ella, ¿nopuedesdesprendertedeella?Yatedijequememostraríaantipático.Volvílacabezayparecióquesoplabaenmicorazónconextraordinariaviolenciaalgosemejantea los vientos de los marjales que procedían del mar, y experimenté unasensaciónparecidaalaquesentílamañanaenqueabandonélafragua,cuandola niebla se levantaba solemnemente y cuando apoyé la mano en el posteindicadordelpueblo.Porunosmomentosreinóelsilencioentrenosotros.-Sí;pero mi querido Haendel - continuó Herbert como si hubiésemos estadohablandoenvezdepermanecersilenciosos,-elhechodequeestapasiónestétanfuertementearraigadaenelcorazóndeunmuchachoaquienlaNaturalezaylascircunstanciashanhechotanrománticolaconviertenenalgomuyserio.Piensaen laeducacióndeEstellaypiensa tambiénen laseñoritaHavisham.Recuerdaloqueesella,yaquíesdondeteparecerérepulsivoyabominable.Todo eso no puede conducirte más que a la desgracia. - Lo sé, Herbert -contestéconlacabezavuelta-,peronopuedoremediarlo.-¿Noteesposibleolvidarla?-Completamenteimposible.-¿Nopuedesintentarlosiquiera?-Deningunamanera.-Puesbien-replicóHerbertponiéndoseenpiealegremente,comosihubieseestadodormido,yempezandoa reanimarel fuego -.Ahoratratarédehacermeagradableotravez.Diounavueltaporlaestancia,levantólas cortinas, puso las sillas en su lugar, ordenó los libros que estabandiseminados por la habitación, miró al vestíbulo, examinó el interior delbuzón, cerró la puerta y volvió a sentarse ante el fuego. Y cuando lo hizoempezó a frotarse la pierna izquierda con ambas manos. - Me disponía a

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decirteunaspalabras,Haendel,conrespectoamipadreyalhijodemipadre.Meparecequeapenasnecesitaobservarelhijodemipadreque lasituacióndomésticadeéstenoesmuybrillante.-Siemprehayallíabundancia,Herbert-dije yo, con deseo de alentarle. - ¡Oh, sí! Lomismo dice el basurero,muysatisfecho,ytambiéneldueñodelatiendadeobjetosnavalesdelacallejuelatrasera.Yhablandoenserio,Haendel,porqueelasuntoloesbastante,conocesla situación tanbien comoyo.Supongoque reinó la abundancia enmi casacuandomipadrenohabíaabandonadosusasuntos.Perosihuboabundancia,yanolahayahora.¿Noteparecehaberobservadoentupropiaregiónqueloshijosdelosmatrimoniosmalavenidossonsiempremuyaficionadosacasarsecuanto antes? Ésta era una pregunta tan singular, que en contestación lepregunté: -¿Esasí?-Lo ignoro,yporeso te lopregunto-dijoHerbert; -yello porque éste es el caso nuestro. Mi pobre hermana Carlota, que nacióinmediatamente después de mí y murió antes de los catorce años, era unejemplomuynotable.LapequeñaJuanitaesigual.Ensudeseodeestablecersematrimonialmente, cualquiera podría suponer que ha pasado su cortaexistenciaenlacontemplaciónperpetuadelafelicidaddoméstica.ElpequeñoAlick,apesardequeaúnvavestidodeniño,yasehapuestodeacuerdoparaunirse con una personita conveniente que vive en Kew. Y, en realidad, mefiguroque todosestamosprometidos, a excepcióndelpequeño. - ¿Demodoquetambiénloestástú?-pregunté.-Sí-contestóHerbert,-peroestoesunsecreto. Le aseguré que lo guardaría y le rogué queme diesemás detalles.Había hablado con tanta comprensión acerca de mi propia debilidad, quedeseabaconoceralgoacercadesufuerza.-¿Puedesdecirmecómosellama?-pregunté. - Clara - dijo Herbert. - ¿Vive en Londres? - Sí. Tal vez debomencionar-añadióHerbert,quesehabíaquedadomuydesanimadodesdequeempezamos a hablar de tan interesante asunto - que está por debajo de lastontaspreocupacionesdemi120madreacercadelaposiciónsocial.Supadresededicóaaprovisionardevituallaslosbarcosdepasajeros.Creoqueeraunaespeciedesobrecargo.-¿Yahoraquées?-pregunté.-Tieneunaenfermedadcrónica - contestó Herbert. - ¿Y vive… ? - En el primer piso - contestóHerbert.Esonoera loqueyoqueríapreguntar,porquequisereferirmeasusmedios de subsistencia -.Yonunca le he visto - continuóHerbert -, porquedesde que conocí a Clara, siempre permanece en su habitación del pisosuperior.Peroleheoídoconstantemente.Hacemuchoruidoygritaygolpeaelsuelo con algún instrumento espantoso.Almirarme se echó a reír de buenagana,y,porunmomento,Herbertrecobrósualegrecarácter.-¿Ynoesperasverle?-pregunté.-¡Oh,sí,constantemente!-contestóHerbert-.Porquecadavezqueleoigomefiguroquesecaeráatravésdeltecho.Nosécómoresistenlasvigas.Despuésdereírseotravezconexcelentehumor,recobrósutristezaymedijoqueen cuanto empezase aganarun capital seproponía casarse conaquellajoven.Yañadió,muyconvencidoydesalentado:-Peronoesposible

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casarse,segúnsecomprende,entantoqueunohadeobservaralrededordesí.Mientrascontemplábamoselfuegoyyopensabaenlodifícilqueeraalgunasveceselconquistaruncapital,memetíalasmanosenlosbolsillos.Enunodeellosmellamólaatenciónunpapeldobladoqueencontré,yalabrirloviqueeraelprospectoquemeentregóJoe,referentealcélebreaficionadoprovincialdefamaextraordinaria.-¡Diosmío!-exclaméinvoluntariamenteyenvozalta-.Mehabíaolvidadoqueeraparaestanoche.Esocambióenunmomentoelasunto de nuestra conversación, y apresuradamente resolvimos asistir a talrepresentación.Poreso,encuantohuberesueltoconsolaryprotegeraHerberten aquel asunto que tanto importaba a su corazón, valiéndome de todos losmediospracticableseimpracticables,ycuandoHerbertmehubodichoquesunoviameconocíadereferenciayquemepresentaríaaella,nosestrechamoscordialmente las manos para sellar nuestra mutua confianza, apagamos lasbujías,arreglamosel fuego,cerramos lapuertaysalimosenbuscadelseñorWopsleydeDinamarca.

Capítulo31

Anuestra llegadaaDinamarcaencontramosalreyya lareinadeaquelpaíssentadosendossillonesysobreunamesadecocina,celebrandounareuniónde la corte.Toda lanoblezadanesa estaba allí, al serviciode sus reyes.Esanobleza consistía en un muchacho aristócrata que llevaba unas botas degamuzadealgúnantepasadogigantesco;enunvenerablepar,desuciorostro,queparecíahaberpertenecidoalpueblodurantelamayorpartedesuvida,yenlacaballeríadanesa,conunpeineenelcabelloyunpardecalzasdesedablancayqueenconjuntoofrecíaaspectofemenino.Minotableconciudadanopermanecíatristementeaunlado,conlosbrazosdoblados,yyosentíeldeseodequesustirabuzonesysufrentehubiesensidomásnaturales.Amedidaquetranscurríalarepresentaciónsepresentaronvarioshechoscuriososdepequeñaimportancia.Elúltimo reydeaquelpaísno solamenteparecíahaber sufridotosen laépocadesumuerte,sino tambiénhabérsela llevadoa la tumba,sindesprenderse de ella cuando volvió entre los mortales. El regio aparecidollevaba un fantástico manuscrito arrollado a un bastón y al cual parecíareferirsedevezencuando,y,además,demostrabaciertaansiedadytendenciaa perder esta referencia, lo cual daba a entender que gozaba aún de lacondiciónmortal.Poresotalvezlasombrarecibióelconsejodelpúblicodeque «lo doblase mejor», recomendación que aceptó con mucho enojo.Tambiénpodíanotarseenaquelmajestuosoespírituque,apesardequefingíahaberestadoausentedurantemuchotiempoyrecorridounainmensadistancia,procedía, con toda claridad, de una pared que estaba muy cerca. Por esta

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causa,susterroresfueronacogidosenbroma.AlareinadeDinamarca,damamuyregordeta,aunquesindudaalgunahistóricamenterecargadadebronce,elpúblicolajuzgócomosobradoadornadademetal;subarbillaestabaunidaasudiademaporunaanchafajadebronce,comosituvieseungrandiosodolordemuelas; tenía lacinturarodeadaporotra,asícomosusbrazos,demaneraquetodoslaseñalabanconelnombrede«timbal».Elnoblejovenquellevabalasbotasancestraleserainconsecuentealrepresentarseasímismocomohábilmarino,notable actor, experto cavadorde tumbas, sacerdoteypersonade lamayorimportanciaenlosasaltosdeesgrimadelacorte,antecuyaautoridadyprácticasejuzgabanlasmejoreshazañas.Estolecondujogradualmenteaqueel público no le tuviese ninguna tolerancia y hasta, al ver que poseía lassagradas órdenes y se negaba a llevar a cabo el servicio fúnebre, a que laindignacióncontraélfuesegeneralyseexteriorizarapormediodelasnuecesque le arrojaban. 121 Últimamente, Ofelia fue presa de tal locura lenta ymusical, que cuando, en el transcurso del tiempo, se quitó su corbata demuselinablanca,ladoblóylaenterró,unespectadorhurañoquehacíayaratose estaba enfriando su impaciente nariz contra una barra de hierro en laprimera filadelpúblico,gruñó: -Ahoraquehanmetidoalniñoen lacama,vámonosacenar.Locual,por lomenos,erauna incongruencia.Todosestosincidentes se acumularon de un modo bullicioso sobre mi desgraciadoconciudadano. Cada vez que aquel irresoluto príncipe tenía que hacer unapregunta o expresar una duda, el público se apresuraba a contestarle. Porejemplo,cuandosetratódesieramásnoblesufrir,unosgritaronquesíyotrosqueno;yalgunos,sindecidirseentreambasopiniones,leaconsejaronqueloaveriguaraechandounamonedaacaraocruz.Estofuecausadequeentreelpúblico se empeñase una enconada discusión. Cuando preguntó por qué laspersonascomoélteníanquearrastrarseentreelcieloylatierra,fuealentadocon fuertes gritos de los que le decían «¡Atención!» Al aparecer con unamediadesarreglada,desordenexpresado,deacuerdoconeluso,pormediodeunplieguemuybienhechoen lapartesuperior,yque,segúnmiopinión,selograbapormediodeunaplancha,surgióunadiscusiónentreelpúblicoacercadelapalidezdesupiernaytambiénsedudódesisedeberíaalsustoqueledioelfantasma.Cuandotomólaflauta,evidentementelamismaqueseempleóenlaorquestayqueleentregaronenlapuerta,elpúblico,unánimemente,lepidióque tocase elRuleBritania.Ymientras recomendaba almúsico no tocar deaquellamanera,elmismohombrehurañoqueantesleinterrumpieradijo:«Tú,encambio,notocaslaflautadeningúnmodo;porconsiguiente,erespeorqueél.»YlamentómuchotenerqueañadirquelaspalabrasdelseñorWopsleerancontinuamenteacogidascongrandescarcajadas.Peroleesperabalomásdurocuandollegó laescenadelcementerio.Éste tenía laaparienciadeunbosquevirgen; a un ladohabía una especie de lavadero de aspecto eclesiásticoy alotrounapuertasemejanteaunabarreradeportazgo.ElseñorWopslellevaba

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una capa negra, y como lo divisaran en el momento de entrar por aquellapuerta, algunos se apresuraron a avisar amistosamente al sepulturero,diciéndole:«Cuidado.Aquíllegaelempresariodepompasfúnebresparavercómo va tu trabajo.» Me parece hecho muy conocido, en cualquier paísconstitucional, que el señor Wopsle no podía dejar el cráneo en la tumba,despuésdemoralizarsobreél,sinlimpiarselosdedosenunaservilletablancaquesesacódelpecho;peronisiquierataninocenteeindispensableactopasósinqueelpúblicoexclamara,aguisadecomentario:«¡Mozo!»Lallegadadelcadáverparasuentierro,enunacajanegrayvacía,cuyatapasecayó,fuelaseñaldelaalegríageneral,queaumentótodavíaaldescubrirqueentrelosquellevaban la caja había un individuo a quien reconoció el público.La alegríageneralsiguióalseñorWopsleentodasuluchaconLaertes,enelbordedelescenarioyde la tumba,yni siquieradesapareciócuandohuboderribadoalreydesdeloaltodelamesadecocinayluegosemurió,pulgadaapulgadaydesde los tobillos hacia arriba.Al empezar habíamos hecho algunas débilestentativas para aplaudir al señor Wopsle, pero fue evidente que no seríaneficacesy,por lo tanto,desistimosdeello.Así,pues,continuamossentados,sufriendomuchoporél,pero,sinembargo,riéndonoscontodaelalma.Amipesar,me reídurante toda la representación,porque, realmente, todoaquelloresultabamuygracioso;y,noobstante,sentílaimpresiónlatentedequeenlaalocución del señor Wopsle había algo realmente notable, no a causa deantiguas asociaciones, según temo, sino porque era muy lenta, muy triste,lúgubre,subíaybajabayennadaseparecíaalmodoconqueunhombre,encualquiercircunstancianaturaldemuerteodevida,pudieseexpresarseacercadealgúnasunto.Cuandoterminólatragediayaéllehicieronsalirpararecibirlos gritos del público, dije aHerbert: - Vámonos en seguida, porque, de locontrario,corremospeligrodeencontrarle.Bajamostanaprisacomopudimos,peroaúnnofuimosbastanterápidos,porquejuntoalapuertahabíaunjudío,concejastangrandesquenopodíansernaturalesyquecuandopasábamosporsu ladose fijóenmíypreguntó: -¿El señorPipy suamigo?Nohubomásremedio que confesar la identidad del señor Pip y de su amigo. -El señorWaldengarver-dijo el hombre-quisiera tener el honor… - ¿Waldengarver? -repetí.Herbertmurmurójuntoamioído:-ProbablementeesWopsle.-¡Oh!-exclamé -. Sí. ¿Hemos de seguirle a usted? -Unos cuantos pasos, hagan elfavor. En cuanto estuvimos en un callejón lateral, se volvió, preguntando: -¿Qué le ha parecido a ustedes su aspecto?Yo le vestí. 122Yo no sabía, enrealidad, cuál fue su aspecto, a excepción de que parecía fúnebre, con laañadidura de un enorme sol o estrella danesa que le colgabadel cuello, pormedio de una cinta azul, cosa que le daba el aspecto de estar asegurado enalgunaextraordinariacompañíadeseguros.Perodijequemehabíaparecidomuybien. -Enlaescenadelcementerio-dijonuestroguía-tuvounabuenaocasión de lucir la capa. Pero, a juzgar por lo que vi entre bastidores, me

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parecióquealveralfantasmaenlahabitacióndelareina,habríapodidodejarun poco más al descubierto las medias. Asentí modestamente, y los tresatravesamosunapuertecilla de servicio,muy sucia y que se abría en ambasdirecciones,penetrandoenunaespeciedecalurosacajadeembalajequehabíainmediatamentedetrás.Allí,elseñorWopsleseestabaquitandosutrajedanés,yhabíaelespacioestrictamentesuficienteparamirarleporencimadenuestrosrespectivoshombros,aunquecon lacondicióndedejarabierta lapuertao latapadelacaja.-Caballeros-dijoelseñorWopsle-.Mesientoorgullosodeverlosaustedes.Espero,señorPip,quemeperdonaráelhaberlehechollamar.Tuve la dicha de conocerle a usted en otros tiempos, y el drama ha sidosiempre,segúnsehareconocido,unatractivoparalaspersonasopulentasydenobles sentimientos. Mientras tanto, el señor Waldengarver, sudandoespantosamente, trataba de quitarse sus martas principescas. - Quítese lasmedias, señorWaldengarver-dijo el dueño de aquéllas; - de lo contrario, lasreventará y con ellas reventará treinta y cinco chelines. Jamás Shakespearepudolucirunparmásfinoqueéste.Estésequietoenlasillaydéjemehaceramí.Diciendoasí, se arrodillóy empezóadespellejar a suvíctima,quien, alserlesacadalaprimeramedia,sehabríacaídoatrás,conlasilla,perosesalvóde ello por no haber sitio para tanto. Hasta entonces temí decir una solapalabra acerca de la representación. Pero en aquel momento, el señorWaldengarver nos miró muy complacido y dijo: - ¿Qué les ha parecido larepresentación,caballeros?Herbert,queestabatrasdemí,metocóyalmismotiempo dijo: - ¡Magnífica! Como es natural, yo repetí su exclamación,diciendo también: - ¡Magnífica! - ¿Les ha gustado la interpretación que hedadoalpersonaje,caballeros?-preguntóelseñorWaldengarverconciertotonodeprotección.Herbert,despuésdehacermeunanuevaseñapordetrásdemí,dijo:-Hasidounainterpretaciónexuberanteyconcretaauntiempo.Porestarazón, y como si yo mismo fuese el autor de dicha opinión, repetí: -Exuberanteyconcretaauntiempo.-Mealegromuchodehabermerecidosuaprobación,caballeros-dijoelseñorWaldengarvercondignoacento,apesardequeenaquelmomentohabíasidoarrojadoalaparedydequeseapoyabaenelasientodelasilla.-Perodeboadvertirleunacosa,señorWaldengarver-dijoelhombrequeestabaarrodillado, -en laquenopensóusteddurantesurepresentación.Nome importaquealguienpiensedeotramanera.Yohededecirselo.Nohaceustedbiencuando,alrepresentarelpapeldeHamlet,poneusted sus piernas de perfil. El último Hamlet que vestí cometió la mismaequivocación en el ensayo, hasta que le recomendé ponerse una gran oblearoja en cada una de sus espinillas, y entonces en el ensayo (que ya era elúltimo),yome situéen lapartedel fondode laplateaycadavezqueen larepresentación se ponía de perfil, yo le decía: «No veo ninguna oblea». Yaquella noche la representación fue magnífica. El señor Waldengarver mesonrió,comodiciéndome:«Esunbuenempleadoy leexcusosus tonterías.»

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Luego,envozalta,observó:-Miconceptodeestepersonajeesunpococlásicoyprofundoparaelpúblico;peroyamejoraráéste,mejorarásindudaalguna.-No hay duda de que mejorará - exclamamos a coro Herbert y yo. -¿Observaron ustedes, caballeros - dijo el señor Waldengarver -, que en elpúblicohabíaunhombrequetratabadeburlarsedelservicio…,quierodecir,delarepresentación?Hipócritamentecontestamosque,enefecto,nosparecíahaberlo visto, y añadí: -Sin duda estaba borracho. - ¡Oh, no! ¡De ningunamanera! - contestóel señorWopsle -.Noestababorracho.Suamoyahabrácuidado de evitarlo. Su amo no le permitiría emborracharse. 123 - ¿Conoceusted a su jefe? - pregunté. El señorWopsle cerró los ojos y los abrió denuevo, realizando muy despacio esta ceremonia. - Indudablemente, hanobservadoustedes-dijo-aunburroignoranteyvocinglero,conlavozroncay el aspecto revelador de bajamalignidad, a cuyo cargo estaba el papel (noquierodecirquelorepresentó)deClaudio,reydeDinamarca.Ésteessujefe,señores. Así es esta profesión. Sin comprender muy bien si deberíamoshabernosmostradomásapenadosporelseñorWopsle,encasodequeéstesedesesperase, yo estaba apurado por él, a pesar de todo, y aproveché laoportunidaddequesevolviesedeespaldasafindequelepusieranlostirantes- locualnosobligóasaliralpasillo -parapreguntaraHerbert si leparecíabienque le invitásemosa cenar.Mi compañero estuvo conforme,ypor estarazónlohicimosyélnosacompañóalaPosadadeBarnard,tapadohastalosojos.Hicimosen suobsequiocuantonos fueposible,y estuvoconnosotroshastalasdosdelamadrugada,pasandorevistaasuséxitosyexponiendosusplanes.Heolvidadoendetallecuáleseranéstos,perorecuerdo,enconjunto,quequeríaempezarhaciendoresucitareldramayterminaraplastándolo,puessu propia muerte lo dejaría completa e irremediablemente aniquilado y sinesperanzanioportunidadposibledenuevavida.Muytristemeacosté,yconlamayor tristeza pensé en Estella. Tristemente soñé que habían desaparecidotodasmisesperanzas,quemeveíaobligadoadarmimanoaClara,lanoviadeHerbert,oarepresentarHamletconelespectrodelaseñoritaHavisham,elloanteveintemilpersonasysinsabersiquieraveintepalabrasdemipapel.

Capítulo32

Un día, mientras estaba ocupado con mis libros y en compañía del señorPocket,recibíunacartaporcorreo,cuyoaspectoexteriormepusotembloroso,porque,apesardequenoreconocíelcarácterdeletradelsobrescrito,adivinéquémanolahabíatrazado.Noteníaencabezamientoalguno,como«Queridoseñor Pip», «Querido Pip», «Muy señormío» o algo por el estilo, sino queempezaba así: «Iré a Londres pasadomañana, y llegaré en la diligencia del

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mediodía.Creoque se convinoqueusted saldría a recibirme.Por lomenos,ésta es la impresión de la señorita Havisham, y le escribo obedeciendo susindicaciones.Ellalemandasusaludo.Suafectísima,Estella.»Dehabertenidotiempo,probablementehabríaencargadovarios trajesnuevosparasemejanteocasión; pero comono lo tenía,me fue preciso contentarme con los que yaposeía.Perdí inmediatamenteelapetito,yhastaque llegóeldía solemnenogocédedescansonidetranquilidad.Perosullegadanometrajonadadeeso,porqueentoncesestuvepeorquenunca,yempecéarondareldespachodeladiligenciadelacalleWood,Cheapside,antesdequeelvehículopudierahabersalido de E1 Jabalí Azul de nuestra ciudad. A pesar de que estabaperfectamenteenteradode todo,nomeatrevíaaperderdevistaeldespachopor más de cinco minutos; y había ya pasado media hora, siguiendo estaconducta poco razonable, de la guardia de cuatro o cinco horas que meesperaba,cuandosepresentóantemíelseñorWemmick.-¡Hola,señorPip!-exclamó-.¿Cómoestáusted?Jamásmehabríafiguradoquerondaseustedporaquí. Le expliqué que esperaba a cierta persona que había de llegar en ladiligencia,y luego lepreguntépor supadreyporelcastillo. -Ambosestánmuybien,muchasgracias-dijoWemmick-,yespecialmentemipadre.Estámuy bien. Pronto cumplirá los ochenta y dos años. Tenía la intención dedisparar ochenta y dos cañonazos en tal día, pero temo que se quejarán losvecinosyqueelcañónnopudieseresistirlapresión.Sinembargo,éstanoesconversaciónpropiadeLondres.¿Adóndesefiguraustedquevoyahora?-Asuoficina-contesté,envistadeque,alparecer,ibaenaquelladirección.-Aotro lugarvecino - replicóWemmick. -VoyaNewgate.Enestosmomentosestamos ocupados en un caso de robo en casa de un banquero, y vengo devisitarellugardelsuceso.Ahorahedeiracambiarunaspalabrasconnuestrocliente.-¿Fuesuclienteelquecometióelrobo?-pregunté.-¡No,caramba!-contestósecamenteWemmick-.Peroleacusandeello.Lomismonospodríasucederaustedoamí.Cualquieradelosdospodríaseracusadodeeso.-Lomásprobableesquenonosacusenaningunodelosdos-observé.-¡Bien!-dijoWemmicktocándomeelpechoconeldedoíndice-.Esustedmuylisto,señorPip.¿LegustaríahacerunavisitaaNewgate?¿Tienetiempoparaeso?Tenía tanto tiempo disponible, que la proposición fue para mí un alivio, apesardequenoseconciliabaconmideseolatentedevigilarlaoficinadeladiligencia. Murmurando algunas palabras para advertirle que 124 iría aenterarme de si tenía tiempo para acompañarle, entré en la oficina y por elempleadoaverigüéconlamayorprecisiónyponiendoapruebasupacienciaelmomentoenquedebíallegarladiligencia,enelsupuestodequenohubieseelmenorretraso,cosaqueyoconocíadeantemanocontantaprecisióncomoélmismo.LuegofuiareunirmeconelseñorWemmicky,fingiendosorpresaalconsultarmireloj,envistadelosdatosobtenidos,aceptésuoferta.Enpocosminutos llegamos a Newgate y atravesando la casa del guarda, en cuyas

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paredes colgaban algunos grillos entre los reglamentos de la cárcel,penetramosenel recintodeésta.Enaquel tiempo, las cárceles estabanmuyabandonadas y lejano aún el período de exagerada reacción, subsiguiente atodosloserrorespúblicos,que,ensuma,essumayorymáslargocastigo.Así,loscriminalesnoestabanmejoralojadosyalimentadosquelossoldados(esosin hablar de los pobres), y rara vez incendiaban sus cárceles con lacomprensible excusademejorar el olor de su sopa.CuandoWemmickyyollegamos allí, era la hora de visita; un tabernero hacía sus rondas llevandocervezaque le compraban los presos a travésde las rejas.Los encarceladoshablaban con los amigos que habían ido a visitarlos, y la escena era sucia,desagradable, desordenada y deprimente. Me sorprendió ver queWemmickcirculabaporentrelospresoscomounjardineroporentresusplantas.Semeocurrió esta idea al observarquemiraba aun tallo crecidodurante lanocheanterior y le decía: - ¡Cómo, capitán Tom! ¿Está usted aquí? ¿De veras? -Luegoañadió-:¿EstáPicoNegrodetrásdelacisterna?Durantelosdosmesesúltimosnoleesperabaausted.¿Cómoseencuentra?Luegosedeteníaantelasrejas y escuchaba con la mayor atención las ansiosas palabras quemurmuraban los presos, siempre aisladamente. Wemmick, con la bocaparecida a un buzón, inmóvil durante la conferencia, miraba a susinterlocutores como si se fijara en los adelantos que habían hecho desde laúltimavezquelosobservóycalculaselaépocaenqueflorecían,conocasiónde ser juzgados. Era muy popular, y observé que corría a su cargo eldepartamento familiar de los negocios del señor Jaggers, aunque algo de lacondición de éste parecía rodearle, impidiendo la aproximaciónmás allá deciertos límites. Expresaba su reconocimiento de cada cliente sucesivo pormedio de un movimiento de la cabeza y por el modo de ajustarse máscómodamenteelsombreroconambasmanos.Luegocerrabaunpocoelbuzóny se metía las manos en los bolsillos. En uno o dos casos se originó unadificultadconreferenciaalaumentodeloshonorarios,yentoncesWemmick,retirándosecuanto leeraposiblede la insuficientecantidaddedineroque leofrecían,replicaba:-Esinútil,amigo.Yonosoymásqueunsubordinado.Nopuedotomareso.Hagaelfavordenotratarasíaunsubordinado.Sinopuedeustedreunirlacantidaddebida,amigo,esmejorquesedirijaaunprincipal;enlaprofesiónhaymuchosprincipales,segúnyasabe,yloquenobastaparaunopuede ser suficiente para otro; ésta es mi recomendación, hablando comosubordinado.Noseesfuerceenhablarenvano.¿Paraqué?¿Aquién le tocaahora?Así atravesamos el invernáculo deWemmick, hasta que él se volvióhaciamí, diciéndome: -Fíjese en el hombre a quienvoy adar lamano.Lohabríahechoaunsinestaadvertencia,porquehastaentoncesnohabíadadolamano a nadie. Tan pronto como acabó de hablar, un hombre de aspectomajestuosoymuyerguido(aquienmeparecevercuandoescriboestaslíneas),que llevaba una chaqueta usada de color de aceituna y cuyo rostro estaba

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cubiertodeextrañapalidezqueseextendíasobreelrojodesucutis,entantoque los ojos le bailaban de un lado a otro, aun cuando se esforzaba enprestarles fijeza, se acercó a una esquina de la reja y se llevó la mano alsombrero,cubiertodeunacapagrasa,comosifuesecaldohelado,haciendounsaludomilitar algo jocoso. -Buenosdías, coronel - dijoWemmick -. ¿Cómoestáusted, coronel? -Muybien, señorWemmick. -Sehizo todo loque fueposible,perolaspruebaseranabrumadoras,coronel.-Sí,erantremendas.Peronoimporta.-No,no-replicófríamenteWemmick,-austednoleimporta.-Luego, volviéndose haciamí,me dijo -: Este hombre sirvió a SuMajestad.Estuvo en la guerra y compró su licencia. - ¿De veras? - pregunté. Aquelhombre clavó enmí sus ojos y luegomiró alrededor demí.Hecho esto, sepasó lamanopor los labios y se echó a reír. -Meparece, caballero, que ellunes próximo ya no tendré ninguna preocupación - dijo aWemmick. - Esposible-replicómiamigo,-peronosesabenadaexactamente.-Mesatisfacemucho tener laoportunidaddedespedirmedeusted, señorWemmick-dijoelpresosacandolamanoporentreloshierrosdelareja.125-Muchasgracias-contestóWemmick estrechándosela -. Lo mismo digo, coronel. - Si lo quellevaba conmigo cuando me prendieron hubiese sido legítimo, señorWemmick -dijoelpreso,poco inclinado, alparecer, a soltar lamanodemiamigo,-entonceslehabríarogadoelfavordellevarotrasortijacomopruebadegratitudporsusatenciones.-Ledoylasgraciasporlaintención-contestóWemmick-.Y,ahoraquerecuerdo,meparecequeustederaaficionadoacriarpalomasderaza.-Elpresomiróhaciaelcielo.-Tengoentendidoqueposeíausted una cría muy notable de palomas mensajeras. ¿No podría encargar aalgunodesusamigosquemellevaseunparamicasa,siempreenelsupuestodequenopuedaustedutilizarlasdeotromodo?-Asísehará,caballero.-Muybien-dijoWemmick. -Lascuidaréperfectamente.Buenas tardes,coronel. -¡Adiós! Se estrecharon nuevamente las manos, y cuando nos alejábamos,Wemmick me dijo: - Es un monedero falso y un obrero habilísimo. Hoycomunicarán la sentencia al jefe de la prisión, y con toda seguridad seráejecutadoellunes.Sinembargo,comoustedve,unpardepalomasesalgodevaloryfácilmentetransportable.Dichoesto,miróhaciaatrásahizounaseña,moviendolacabeza,aaquellaplantasuyaqueestabaapuntodemorir,yluegomiró alrededor, mientras salíamos de la prisión, como si estuviesereflexionandoquéotrotiestopodríaponerenelmismolugar.Cuandosalimosdelacárcelatravesandolaportería,observéquehasta losmismoscarcelerosnoconcedíanmenor importanciaami tutorque lospropiospresosdecuyosasuntos se encargaba. - Oiga, señor Wemmick - dijo el carcelero que nosacompañaba,enelmomentoenqueestábamosentredospuertasclaveteadas,una de las cuales cerró cuidadosamente antes de abrir la otra -. ¿Qué va ahacer el señor Jaggers con este asesino de Waterside? ¿Va a considerar elasuntocomohomicidioodeotramanera?-¿Porquénoselopreguntausteda

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él?-replicóWemmick.-¡Oh,prontolodiceusted!-replicóelcarcelero.-Asísontodosaquí,señorPip-observóWemmickvolviéndosehaciamímientrasseabríaelbuzóndesuboca.-Notienenreparoalgunoenpreguntarmeamí,elsubordinado,peronuncalessorprenderáusteddirigiendopreguntaalgunaami principal. - ¿Acaso este joven caballero es uno de los aprendices de suoficina? - preguntó el carcelero haciendo unamueca al oír la expresión delseñorWemmick. - ¿Yavuelveusted? - exclamóWemmick. -Ya se lodije -añadióvolviéndoseamí.-Antesdequelaprimerapreguntahayapodidosercontestada,yamehaceotra.¿Yqué?SupongamosqueelseñorPippertenecea nuestra oficina. ¿Qué hay con eso? - Pues que, en tal caso - replicó elcarcelerohaciendootramueca,-yasabrácómoeselseñorJaggers.-¡Vaya!-exclamóWemmickdandoungolpecitoensondebromaalcarcelero.-Cuandose ve usted ante mi principal se queda tan mudo como sus propias llaves.Déjenossalir,viejozorro,o,de locontrario,haréquepresenteunadenunciacontra usted por detención ilegal. E1 carcelero se echó a reír, nos dio losbuenosdíasysequedóriéndoseatravésdelventanillo,hastaquellegamosalosescalonesdelacalle.-Mireusted,señorPip-dijoWemmickconacentograve y tomándome confidencialmente el brazo para hablarme al oído-. LomejorquehaceelseñorJaggersesnodescendernuncadelaaltasituaciónenque se ha colocado. Este coronel no se atreve a despedirse de él, comotampoco el carcelero a preguntarle sus intenciones con respecto a un casocualquiera. Así, sin descender de la altura en que se halla, hace salir a susubordinado.¿Comprendeusted?Ydeestemodoseapoderadelcuerpoydelalmadetodos.Yomequedémuyimpresionado,ynoporvezprimera,acercadelasutilezademitutor.Y,paraconfesarlaverdad,deseédetodocorazón,ytampoco por vez primera, haber tenido otro tutor de inteligencia y dehabilidadesmás corrientes.El señorWemmickyyonosdespedimos ante laoficinadeLittleBritain,endondeestabancongregados,comodecostumbre,variossolicitantesqueesperabanveralseñorJaggers;yovolvíamiguardiaantelaoficinadeladiligencia,teniendopordelantetreshorasporlomenos.Pasé todoeste tiemporeflexionandoen loextrañoque resultabaelhechodequesiempretuvieraquerelacionarseconmividalacárcelyelcrimen;queenmiinfancia,yennuestrossolitariosmarjales,mevianteelcrimenporprimeravezenmivida,yquereaparecióenotrasdosocasiones,presentándosecomounamanchaquesehubiesedebilitado,peronodesaparecidodeltodo;quetalvez de igual modo iba a impedirme la fortuna y hasta el mismo porvenir.Mientras así estaba reflexionando, pensé en la hermosa y joven Estella,orgullosay refinada,queveníahaciamí,yconelmayoraborrecimientomefijé en el contraste que había entre la prisión ,y ella 126 misma. DeseéentoncesqueWemmicknomehubieseencontrado,oqueyonohubieraestadodispuestoa acompañarle,paraqueaqueldía, entre todos losdel año,nomerodearalainfluenciadeNewgateenmialientoyenmitraje.Mientrasibade

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unladoaotromesacudíelpolvodelaprisión,quehabíaquedadoenmispies,y tambiénme cepillé con lamano el traje y hastame esforcé en vaciar porcompletomispulmones.Tancontaminadomesentíaalrecordarquiénestabaapuntodellegar,quecuandoladiligenciaaparecióporfin,aúnnomeveíalibredelamancilladelinvernáculodelseñorWemmick.Entoncesviasomaraunaventanilla de la diligencia el rostro de Estella, la cual, inmediatamente, mesaludó con lamano. ¿Qué sería aquella indescriptible sombra que de nuevopasópormiimaginaciónenaquelinstante?

Capítulo33

Abrigada en su traje de viaje adornado de pieles, Estella parecía másdelicadamentehermosaqueenotraocasióncualquiera,inclusoamispropiosojos. Sus maneras eran más atractivas que antes, y creí advertir en ello lainfluenciadelaseñoritaHavisham.Meseñalósuequipajemientrasestábamosambos en el patio de la posada, y cuando se hubieron reunido los bultosrecordé, pues lo había olvidado todo a excepción de ella misma, que nadasabía acerca de su destino. - Voy a Richmond - me dijo. - Como nos dicenuestro tratado de geografía, hay dos Richmonds, uno en Surrey y otro enYorkshire,yelmíoeselRichmonddeSurrey.Ladistanciaesdediezmillas.Tomaré un coche, y usted me acompañará. Aquí está mi bolsa, de cuyocontenidohadepagarmisgastos.Debeustedtomar labolsa.Niustedniyopodemos hacer más que obedecer las instrucciones recibidas. No nos esposibleobraranuestroantojo.Ymientrasmemirabaaldarmelabolsa,sentíla esperanzadeque en sus palabras hubieseuna segunda intención.Ella laspronunció comoaldescuido, sindarles importancia,peronocondisgusto. -Tomaremosuncarruaje,Estella.¿Quiereusteddescansarunpocoaquí?-Sí.Reposaréunmomento,tomaréunatazadetéy,mientrastanto,ustedcuidarádemí.Apoyóelbrazoenelmío,comosiesofueseobligado;yollaméauncamareroquesehabíaquedadomirandoaladiligenciacomoquiennohavistonadaparecidoensuvida,afindequenosllevaseaunsaloncitoparticular.Aloírlo,sacóunaservilletacomosifueseuninstrumentomágicosinelcualnopudiese encontrar su camino escaleras arriba, y nos llevó hacia el agujeronegrodelestablecimiento,endondehabíaunespejodedisminución-artículocompletamente superfluo en vista de las dimensiones de la estancia, - unabotellita con salsa para las anchoas y unos zuecos de ignorado propietario.Antemidisconformidadconaquellugar,nosllevóaotrasala,endondehabíauna mesa de comedor para treinta personas y, en la chimenea, una hojaarrancada de un libro de contabilidad bajo un montón de polvo de carbón.Después de mirar aquel fuego apagado y de mover la cabeza, recibió mis

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órdenes,queselimitaronaencargarleunpocodetéparalaseñorita,ysaliódelaestancia,enaparienciamuydeprimido.Memolestólaatmósferadeaquellaestancia,queofrecíaunafuertecombinacióndeolordecuadraconeldesopatrasnochada,graciasalocualsepodíainferirqueeldepartamentodecochesnomarchababienyquesuempresariohervíaloscaballosparaservirlosenelrestaurante. Sin embargo, poca importancia di a todo eso en vista de queEstellaestabaconmigo.Yhastamedijequeconellamehabríasentidofelizaunquetuvieraquepasarallílavida.Detodosmodos,enaquellosinstantesyonoerafeliz,yesomeconstabaperfectamente.-¿YencompañíadequiénvaustedavivirenRichmond?-preguntéaEstella.-Voyavivir-contestóella-sinrepararengastosyencompañíadeunaseñoraquetienelaposibilidad,opor lo menos así lo asegura, de presentarme en todas partes, de hacermeconoceramuchaspersonasyde lograrquemeveamuchagente. -Supongoqueaustedlegustarámuchoesavariedadylaadmiraciónquevaadespertar.-Sí,tambiénlocreo.Contestóentonotanligero,queyoañadí:-Habladeustedmismacomosifueseotrapersona.-¿Ydóndehaaveriguadoustedmimodode hablar con otros? ¡Vamos! ¡Vamos!-añadió Estella sonriendodeliciosamente-.Nocreoquetengaustedlapretensióndedarmelecciones;notengomásremedioquehablardelmodoquemeespeculiar.¿YcómolopasaustedconelseñorPocket?-Vivoallímuyagradablemente;porlomenos…-ymedetuvealpensarque talvezperdíaunaoportunidad. -Por lomenos…-repitió Estella . 127 - … de un modo tan agradable como podría vivir encualquierparte,lejosdeusted.-Esusteduntonto-dijoEstellaconlamayorcompostura -. ¿Cómo puede decir esas niñerías? Según tengo entendido, suamigo,elseñorMateo,essuperioralrestodesufamilia.-Mucho.Además,notiene ningún enemigo… - No añada usted que él es su propio enemigo -interrumpióEstella,-porqueodioaesaclasedehombres.Heoídodecirque,realmente, es un hombre desinteresado y que está muy por encima de lospequeñoscelosydeldespecho.-Estoysegurodetenermotivosparacreerloasí.-Indudablemente,notieneustedlasmismasrazonesparadecirlomismodelrestodesufamilia-continuóEstellamirándomecontalexpresiónque,alavez,eragraveychancera,-porqueasedianalaseñoritaHavishamcontodaclasedenoticiasydeinsinuacionescontrausted.Leobservanconstantementey le presentan bajo cuantos aspectos desfavorables les es posible. Escribencartasacercadeusted,avecesanónimas,yesustedeltormentoylaocupacióndesusvidas.Esimposiblequepuedacomprenderelodioquetodaesagenteletiene. -Espero, sin embargo, que no me perjudicarán. En vez de contestar,Estella se echó a reír. Esto me pareció muy raro y me quedé mirándolaperplejo. Cuando se calmó su acceso de hilaridad, y no se rió de unmodolánguido, sino verdaderamente divertida, le dije, con cierta desconfianza: -Creo poder estar seguro de que a usted no le parecería tan divertido sirealmente me perjudicasen. - No, no. Puede usted estar seguro de eso -

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contestóEstella.-Tengalacertezadequemeríoprecisamenteporsufracaso.Esospobresparientesde la señoritaHavishamsufren indecibles torturas.Seechóareírdenuevo,yaunentonces,despuésdehabermedescubiertolacausadesurisa,éstamepareciómuysingular,porque,comonopodíadudaracercadequeelasuntolehacíagracia,meparecíaexcesivasuhilaridadportalcausa.Porconsiguiente,medijequehabríaalgomásqueyodesconocía.Ycomoellaadvirtiese tal pensamiento en mí, me contestó diciendo: - Ni usted mismopuededarsecuentadelasatisfacciónquemecausapresenciareldisgustodeesagenteniloquemediviertensusridiculeces.Usted,alrevésdemímisma,nofuecriadoenaquellacasadesdesumástiernainfancia.Susintrigascontrausted,aunquecontenidasydisfrazadaspor lamáscarade lasimpatíayde lacompasiónquenosentían,nopudieronaguzarsuinteligencia,comomepasóamí, y tampoco pudo usted, como yo, abrir gradualmente sus ojos infantilesantelaimposturadeaquellamujerquecalculasusreservasdepazmentalparacuandosedespiertaporlanoche.AquelloyanoparecíadivertidoparaEstella,quetraíanuevamenteasumemoriatalesrecuerdosdesuinfancia.Yomismono quisiera haber sido la causa de lamirada que entonces centelleó en susojos,niacambiodetodaslasesperanzasquepudieratenerenlavida.-Doscosaspuedodecirle-continuóEstella.-Laprimera,que,apesardeasegurarelproverbioqueunagotaconstanteescapazdeagujerearunapiedra,puedetener la seguridad de que toda esa gente, ni siquiera en cien años, podríaperjudicarle en el ánimo de la señorita Havisham ni poco ni mucho. Lasegunda es que yo debo estar agradecida a usted por ser la causa de susinútilesesfuerzosy sus infructuosasbajezas,y,enpruebadeello,aquí tieneustedmimano.Mientrasmeladabacomoporjuego,porquesuseriedadfuemomentánea,yolatoméylallevéamislabios.-Esustedmuyridículo-dijoEstella.-¿Nosedaráustednuncaporavisado?¿Oacasobesarámimanoconelmismo ánimo con que un díame dejé besarmimejilla? - ¿Cuál era eseánimo? - pregunté. - He de pensar un momento. El de desprecio hacia losaduladoreseintrigantes.-Sidigoquesí,¿medejaráquelabeseotravezenlamejilla?-Deberíaustedhaberlopedidoantesdebesarlamano.Perosí.Puedebesarme, si quiere.Yome incliné; su rostro estaba tan tranquilo comoeldeunaestatua.-Ahora-dijoEstellaapartándoseenelmismoinstanteenquemislabiostocabansumejilla-,ahoradebeustedcuidardequemesirvanel téyluego acompañarme a Richmond. Me resultó doloroso ver que volvía arecordarlasórdenesrecibidas,comosialestarjuntosnohiciésemosmásquecumplir nuestro deber, como verdaderosmuñecos; pero todo lo que ocurriómientrasestuvimos juntosmeresultódoloroso.Cualquieraquefueseel tonodesuspalabras,yonopodíaconfiarenélnifundarningunaesperanza;y,sinembargo,continuéigualmente,contratodaesperanzaycontratodaconfianza.¿Paraquérepetirlounmillardeveces?Asífuesiempre.128Llaméparapedirel té, y el camarero apareció de nuevo, llevando su servilleta mágica y

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trayendo, por grados, una cincuentenade accesorios para el té, pero éste noaparecíadeningúnmodo.Trajounabandeja,tazas,platitos,platos,cuchillosytenedores; cucharas de varios tamaños; saleros; un pequeño panecillo,cubierto, con lamayor precaución, con una tapa de hierro; una cestilla queconteníaunapequeñacantidaddemanteca,sobreunlechodeperejil;unpanpálidoyempolvadodeharinaporunextremo;algunasrebanadastriangularesenlasqueestabanclaramentemarcadaslasrejasdelfogón,y,finalmente,unaurna familiar bastante grande, que el mozo trajo penosamente, como si leagobiaray lehiciera sufrir supeso.Despuésdeunaausenciaprolongadaenaquella fase del espectáculo, llegó por fin con un cofrecillo de hermosoaspectoqueconteníaalgunasramitas.Yolassumergíenaguacaliente,y,así,del conjunto de todos aquellos accesorios extraje una taza de no sé quéinfusión destinada a Estella. Una vez pagado el gasto y después de haberrecordado al camarero, sin olvidar al palafrenero y teniendo en cuenta a lacamarera, en una palabra, después de sobornar a la casa entera, dejándolasumidaeneldesdényen laanimosidad, locualaligeróbastante labolsadeEstella, nos metimos en nuestra silla de posta y emprendimos la marcha,dirigiéndonos hacia Cheapside, subiendo ruidosamente la calle deNewgate.Prontonoshallamosbajo losmurosque tanavergonzadome tenían. - ¿Quéedificioesése?-mepreguntóEstella.Yofingí,tontamente,noreconocerloenel primer instante, y luego se lo dije. Después de mirar, retiró la cabeza ymurmuró:-¡Miserables!Envistadeesto,yonohabríaconfesadopornadadelmundo la visita que aquella misma mañana hice a la prisión. - E1 señorJaggers-dijeluego,conobjetodeecharelmuertoaotro-tienelareputaciónde conocermejor que otro cualquiera en Londres los secretos de este tristelugar. -Me parece que conoce los de todas partes - confesó Estella en vozbaja. - Supongo que está usted acostumbrada a verle con frecuencia. - Enefecto,lehevistoconintervalosvariables,durantetodoeltiempoquepuedorecordar. Pero no por eso le conozcomejor ahora que cuando apenas sabíahablar. ¿Cuál es supropia opinión acercade ese señor? ¿Marchaustedbienconél?-Unavezacostumbradoasusmanerasdesconfiadas–contestó,-noandamosmal.-¿Haintimadoustedconél?-Hecomidoensucompañíayensudomicilioparticular-Mefiguro-dijoEstellaencogiéndose-quedebedeserunlugarmuycurioso.-Enefecto,loes.Yodebíahabersidocuidadosoalhablardemitutor,paranohacerlocondemasiadalibertad,inclusoconEstella;mas,apesardetodo,habríacontinuadohablandodelasuntoydescribiendolacenaquenosdioenlacalleGerrard,sinohubiésemosllegadodeprontoaunlugarmuyiluminadoporelgas.Mientrasduró,parecióproducirmelamismasensación inexplicable que antes experimenté; y cuando salimos de aquellaluz,mequedécomodeslumbradoporunosinstantes,comosimehubiesevistorodeado por un rayo. Empezamos a hablar de otras cosas, especialmenteacercadenuestromododeviajar,decuáleseran losbarriosdeLondresque

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habíaporaquel lugarydecosasporelestilo.Lagranciudaderacasinuevaparaella,segúnmedijo,porquenosealejónuncadelascercaníasdelacasadelaseñoritaHavishamhastaquesedirigióaFrancia,yaunentoncesnohizomásqueatravesarLondresalaidayalavuelta.LepreguntésimitutorestabaencargadodeellamientraspermanecieseenRichmond,yaesoellaselimitóacontestarenfáticamente:-¡NoloquieraDios!Nopudeevitareldarmecuentadequeteníainterésenatraermeyquesemostrabatodoloseductoraqueleeraposible,demaneraquemehabríaconquistadoporcompletoaunenelcasodeque, para lograrlo, hubiese tenido que esforzarse. Sin embargo, nada deaquellomehizomásfeliz,porqueauncuandonohubieradadoaentenderqueambos habíamos de obedecer lo dispuesto por otras personas, yo habríacomprendidoqueteníamicorazónensusmanos,porhabérselopropuestoasíy no porque eso despertara ninguna ternura en el suyo propio, paradespedazarloyluegotirarloalolejos.MientrasatravesamosHammersmithleindiquédóndevivíaelseñorMateoPocket,añadiendoque,comonoestabaamuchadistanciadeRichmond,esperabatenerfrecuentesocasionesdeverla.-¡Oh,sí!Tendráustedqueiraverme.Podráircuandoleparezcamejor;desdeluego,hablarédeustedalafamiliaconlaquevoyavivir,aunque,enrealidad,ya leconocedereferencias.Preguntéentoncessieranumerosa la familiadequeibaaformarparte.129-No;tansólosondospersonas:madreehija.Lamadre, según tengo entendido, es una dama que está en buena posición,aunque no le molesta aumentar sus ingresos. -Me extraña que la señoritaHavishamhayaconsentidoensepararseotravezdeustedy tanpoco tiempodespués de su regreso de Francia. - Eso es una parte de los planes de laseñoritaHavishamconrespectoamí,Pip-dijoEstelladandounsuspirocomosiestuviesefatigada.-Yodeboescribirleconstantementeyverlatambiénconciertaregularidad,paradarlecuentademivida…,ynosolamentedemí,sinotambiénde las joyas, porqueya casi todas sonmías.Aquélla era laprimeravez que me llamó por mi nombre. Naturalmente, lo hizo adrede, y yocomprendí que recordaría con placer semejante ocurrencia. LlegamosdemasiadoprontoaRichmond,ynuestrodestinoeraunacasasituadajuntoalGreen, casa antigua, de aspecto muy serio, en donde más de una vez selucieron las gorgueras, los lunares, los cabellos empolvados, las casacasbordadas, las medias de seda,los encajes y las espadas. Delante de la casahabíaalgunosárbolesviejos,todavíarecortadosenformastanpoconaturalescomo lasgorgueras, laspelucasy losmiriñaques;peroyaestabanseñaladoslossitiosquehabíandeocuparenlagranprocesióndelosmuertos,yprontotomaríanparteenellaparaemprenderelsilenciosocaminodetodolodemás.Una campana, con vozmuy cascada, que sin duda alguna en otros tiemposanunció a la casa: «Aquí está el guardainfante verde…Aquí, la espada conpuño de piedras preciosas… «Aquí, los zapatos de rojos tacones adornadosconunapiedrapreciosaazul…»a,resonógravementealaluzdelalunayen

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el acto se presentaron dos doncellas de rostro colorado como cerezas, conobjeto de recibir a Estella. Pronto la puerta se tragó el equipaje de micompañera, quien me tendió la mano, me dirigió una sonrisa y me dio lasbuenasnochesantesdesertragadaasuvez.Yyocontinuémirandohacialacasa,pensandoen lofelizqueseríaviviendoallíconella,aunque,almismotiempo,estabapersuadidodequeensucompañíajamásmesentiríadichoso,sino siempre desgraciado Volví a subir al coche para dirigirme aHammersmith;entréconelcorazóndolorido,ycuandosalímedolíamásaún.Ante la puerta de mi morada encontré a la pequeña Juana Pocket, queregresabadeuna fiesta infantil, escoltadapor sudiminutonovio,aquienyoenvidié a pesar de tener que sujetarse a las órdenes de Flopson. El señorPockethabíasalidoadarclase,porqueeraunprofesordeliciosodeeconomíadoméstica,ysustratadosreferentesalgobiernodelosniñosydeloscriadoseran considerados como losmejores libros de texto acerca de tales asuntos.PerolaseñoraPocketestabaencasaysehallabaenunapequeñadificultad,acausadequehabíanentregadoalpequeñounalfileteroparaqueseestuvieraquietodurantelainexplicableausenciadeMillers(quehabíaidoavisitaraunpariente que tenía en los Guardias de Infantería), y faltaban del alfileteromuchas más agujas de las que podían considerarse convenientes para unpacientetanjoven,yafuesenaplicadasalexterioroparasertomadasaguisade tónico. Como el señor Pocket era justamente célebre por los excelentesconsejosquedaba,asícomotambiénporsuclaraysólidapercepciónde lascosasysumododepensarenextremojuicioso,alsentirmicorazóndoloridotuve la intención de rogarle que aceptara mis confidencias. Pero comoentonces levantase la vista y viese a la señora Pocketmientras leía su libroacerca de la nobleza, después de prescribir que la camarera un remediosoberanoparaelpequeño,mearrepentí,ydecidínodecirunapalabra.

Capítulo34

Comomehabíaacostumbradoyaamisesperanzas,empecé,insensiblemente,anotarsuefectosobremímismoysobrelosquemerodeaban.Meesforzabaendisimularmetodoloposiblelainfluenciadeaquéllasenmipropiocarácter,perocomprendíaperfectamentequenoeraenmaneraalgunabeneficiosaparamí.Vivíaenunestadodecrónicainquietudconrespectoamiconductaparacon Joe. Tampoco mi conciencia se sentía tranquila con respecto a Biddy:Cuando me despertaba por las noches, como Camilla, solía decirme, conánimodeprimido,quehabríasidomuchomásfelizymejorsinuncahubiesevisto el rostro de la señorita Havisham y llegara a la virilidad contento ysatisfechoconsersociodeJoe,enlahonradayviejafragua.Muchasveces,en

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las veladas, cuando estaba solo y sentado ante el fuego, me decía que, enresumidascuentas,nohabíaotrofuegocomoeldelaforjayeldelacocinademi propio hogar. Sin embargo, Estella era de tal modo inseparable de miintranquilidad mental, que, realmente, yo sentía ciertas dudas acerca de lapartequeamímismomecorrespondíaenello.Esdecir,que,suponiendoqueyonotuvieraesperanzasy,sinembargo,Estellahubieseocupadomimente,yonohabríapodidoprecisaramisatisfaccionsiesohabríasidomejorparamí.No tropezaba con tal dificultad con respecto a la influencia demi posiciónsobreotros,yasípercibía,aunquetalvezdébilmente,quenoerabeneficiosoparanadiey,130sobretodo,quenohacíaningunbienaHerbert.Mishábitosde despilfarro inclinaban a su débil naturaleza a hacer gastos que no podíasoportar y corrompían la sencillez de su vida, arrebatándole la paz conansiedadesypesares.NosentíaelmenorremordimientoporhaberinducidoalasotrasramasdelafamiliaPocketaquepracticasenlaspobresartesaquesededicaban, porque todos ellos valían tan poco que, aun cuando yo dejaradormidas tales inclinaciones, cualquiera otra las habría despertado. Pero elcasodeHerberteramuydiferente,ymuchasvecesmeapenabapensarquelehabía hecho un flaco servicio al recargar sus habitaciones, escasamenteamuebladas, con trabajos inapropiados de tapicería y poniendo a sudisposición al Vengador del chaleco color canario. Entonces, como medioinfalible de salir de un apuro para entrar en otromayor, empecé a contraergrandesdeudas,yencuantomeaventuréa recorrerestecamino,Herbertnotuvomásremedioqueseguirme.PorconsejodeStartoppresentamosnuestracandidatura en un club llamado Los Pinzones de la Enramada. Jamás hesabidocuáleraelobjetodetalinstitución,anoserqueconsistieraenquesussociosdebíancenaropíparamenteunavezcadaquincedías,pelearseentresílomasposibledespuésdecenaryserlacausadequeseemborrachasen,porlomenos, media docena de camareros. Me consta que estos agradables finessociales se cumplían de un modo tan invariable que, según Herbert y yoentendimos, a nada más se refería el primer brindis que pronunciaban lossocios, y que decía: «Caballeros: ojalá siempre reinen los sentimientos deamistad entre Los Pinzones de 1a Enramada.» Los Pinzones gastabanlocamente sudinero (solíamos cenar enunhotel de«CoventGarden»), y elprimerPinzónaquienvicuandotuveelhonordepertenecerala«Enramada»fueBentleyDrummle;enaqueltiempo,ésteibadandotumbosporlaciudadenuncochedesupropiedadyhaciendoenormesestropiciosenlospostesyenlas esquinas de las calles. De vez en cuando salía despedido de su propiocarruaje,con lacabezapordelante,para irapararentre loscaballeros,yenunaocasiónlevicaerenlapuertadela«Enramada»,aunquesinintencióndeello,comosifueseunsacodecarbón.Peroalhablarasímeanticipounpoco,porque yo no era todavía un Pinzón ni podía serlo, de acuerdo con lossagrados reglamentos de la sociedad, hasta que fuese mayor de edad.

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Confiandoenmispropios recursos, estabadispuesto a tomar ami cargo losgastosdeHerbert;peroésteeraorgullosoyyonopodíahacerle siquiera talproposición. Por eso el pobre luchaba con toda clase de dificultades ycontinuabaobservandoalrededordeél.Cuando,gradualmente,adquirimoslacostumbrede acostarnos a altas horas de la nocheydepasar el tiempo contoda suerte de trasnochadores, noté que, al desayuno, Herbert observabaalrededor con mirada llena de desaliento; empezaba a mirar con mayorconfianza hacia elmediodía; volvia a desalentarse antes de la cena, aunquedespués de ésta parecía advertir claramente la posibilidad de realizar uncapital;y,hastalamedianoche,estabasegurodealcanzarlo.Sinembargo,alasdosdelamadrugadaestabatandesalentadootravez,quenohablabamásquede comprarse un rifle y marcharse a América con objeto de obligar a losbúfalos a que fuesen ellos los autores de su fortuna. Yo solía pasar enHammersmith lamitad de la semana, y entonces hacía visitas a Richmond,aunquecadavezmásespaciadas.CuandoestabaenHammersmith,Herbertibaallá con frecuencia, y me parece que en tales ocasiones su padre sentía, aveces,laimpresiónpasajeradequeaúnnosehabíapresentadolaoportunidadquesuhijoesperaba.Pero,entreeldesordenquereinabaenlafamilia,noeramuy importante lo que pudiera suceder a Herbert. Mientras tanto, el señorPocket tenía cada día el cabellomás gris y conmayor frecuencia que antestrataba de levantarse a sí mismo por el cabello, para sobreponerse a suspropias perplejidades, en tanto que la señora Pocket echaba la zancadilla atoda la familia con su taburete, leía continuamente su libro acerca de lanobleza,perdíasupañuelo,hablabadesuabuelitoydemostrabaprácticamentesus ideas acerca de la educación de los hijos, mandándolos a la cama encuantosepresentabananteella.Ycomoahoraestoygeneralizandounperíododemividaconobjetodeallanarmipropiocamino,nopuedohacernadamejorque concretar la descripción de nuestras costumbres y modo de vivir en laPosada deBarnard.Gastábamos tanto dinero como podíamos y, en cambio,recibíamos tan poco como la gente podía darnos. Casi siempre estábamosaburridos; nos sentíamos desdichados, y la mayoría de nuestros amigos yconocidos se hallaban en la misma situación. Entre nosotros había alegreficción de que nos divertíamos constantemente, y tambien la verdadesqueléticadequenunca lo lograbamos.Y, segúncreo,nuestro casoera, enresumidascuentas,enextremocorriente.Cadamañana,ysiempreconnuevotalante,HerbertibaalaCityparaobservaralrededordeél.Confrecuencia,yole visitaba en aquella habitacion trasera yoscura, donde estaba acompañadopor una gran botella de tinta, un perchero para sombreros, un cubo para elcarbón,unacajadecordel,unalmanaque,un131pupitre,un tabureteyunaregla.Ynorecuerdohaberlevistohacerotracosasinoobservaralrededor.Sitodos hiciéramos lo que nos proponemos con la misma fidelidad con queHerbertcumplíasuspropósitos,viviríamossindudaalgunaenunarepublica

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delasvirtudes.Noteníanadamásquehacerelpobremuchacho,aexcepcióndeque,adeterminadahoradelatarde,debíairalLloyd,encumplimientodelaceremoniadeverasuprincipal,segúnimagino.Nohacíanuncanadaqueserelacionara con el Lloyd, según pude percatarme, salvo el regresar a suoficina. Cuando consideraba que su situación era en extremo seria y que,positivamente,debíaencontrarunaoportunidad,seibaalaBolsaalahoradesesion,yallíempezabaapasearentrandoysaliendo,cualsibailaseunatristecontradanzaentreaquellosmagnatesallí reunidos. -Heobservado -medijoun día Herbert al llegar a casa para comer, en una de aquellas ocasionesespeciales,-Haendel,quelasoportunidadesnosepresentanauno,sinoqueesprecisoirenbuscadeellas.Poresoyoheidoabuscarla.Sihubiéramosestadomenosunidos,creoquehabríamosllegadoaodiarnostodaslasmañanasconlamayorregularidad.Enaquelperíododearrepentimiento,yodetestabanuestrashabitacionesmásdeloquepodríaexpresarconpalabras,ynopodíasoportarel ver siquiera la librea del Vengador, quien tenía entonces un aspectomáscostoso y menos remunerador que en cualquier otro momento de lasveinticuatro horas del día. Amedida que nos hundíamosmás ymás en lasdeudas,losalmuerzoserancadadíamenossubstanciosos,yenunaocasión,ala hora del almuerzo, fuimos amenazados, aunque por carta, conprocedimientos legales «bastante relacionados con las joyas», según habríapodidodecirelperiódicodemipaís.Yhastaincluso,undía,cogíalVengadorporsucuelloazulylosacudílevantándoloenvilo,demodoquealestarenelaire parecía un Cupido con botas altas, por presumir o suponer quenecesitábamosunpanecillo.Ciertosdías,bastanteinciertosporquedependíande nuestro humor, yo decía a Herbert, como si hubiese hecho un notabledescubrimiento: - Mi querido Herbert, llevamos muy mal camino. - MiqueridoHaendel-mecontestabaHerbertconlamayorsinceridad,-talveznomecreerás,pero,porextrañacoincidencia,estabaapuntodepronunciaresasmismas palabras. - Pues, en tal caso,Herbert - le contestaba yo, - vamos aexaminar nuestros asuntos. Nos satisfacía mucho tomar esta resolución. Yosiemprepenséqueésteeraelmododetratarlosnegociosytalelcaminodeexaminarlosnuestros,asícomoeldeagarrarporelcuelloanuestroenemigo.Yme consta queHerbert opinaba igual.Pedíamos algunosplatos especialesparacomer,conunabotelladevinoquesesalíadelocorriente,afindequenuestroscerebrosestuviesenreconfortadosparatalocasiónypudiésemosdarenelblanco.Unavezterminadalacomida,sacábamosunascuantasplumas,grancantidaddetintaydepapeldeescribir,asícomodepapelsecante.Nosresultaba muy agradable disponer de una buena cantidad de papel. Yoentoncestomabaunahojay,enlapartesuperioryconbuenaletra,escribíalacabecera: «Memorándum de las deudas de Pip». Añadía luego,cuidadosamente, el nombre de la Posada de Barnard y la fecha. Herberttomaba tambien una hoja de papel y con lasmismas formalidades escribía:

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«Memorándumde lasdeudasdeHerbert».Cadaunodenosotrosconsultabaentoncesunconfusomontóndepapelesqueteníaalladoyquehastaentonceshabíansidodesordenadamenteguardadosenloscajones,desgastadosportantopermanecer en los bolsillos,medio quemados para encender bujias,metidosdurante semanas enteras entre el marco y el espejo y estropeados de milmanerasdistintas.Elchirridodenuestrasplumasalcorrersobreelpapelnoscausaba verdadero contento, de talmanera que a vecesme resultaba dificiladvertir la necesaria diferencia existente entre aquel proceder absolutamentecomercial y el verdadero pago de las deudas. Y con respecto a su caráctermeritorio,ambascosasparecíanabsolutamenteiguales.Despuésdeescribirunrato,yosolíapreguntaraHerbertcómoandabaensutrabajo,ymicompañerose rascaba la cabeza con triste ademán al contemplar las cantidades que seibanacumulandoantesuvista.-Todoesoyasube,Haendel-decíaentoncesHerbert, - a fe mía que ya sube a… - Ten firmeza, Herbert - le replicabamanejandoconlamayorasiduidadmipropiapluma.-Miraloshechoscaraacara.Examinabientusasuntos.Contemplasuestadoconserenidad.-Así loharía,Haendel,peroellos,encambio,memiranmuyconfusos.Sinembargo,mis maneras resueltas lograban el objeto propuesto, y Herbert continuabatrabajando.Despuésdeunratoabandonabanuevamentesutareaconlaexcusade que no había anotado la factura de Cobbs, de Lobbs, de Nobbs u otracualquiera,segunfueseelcaso.-Siesasí,Herbert,hazuncálculo.Señalaunacantidad en cifras redondasy escríbela. 132 -Eresunhombrede recursos -contestaba mi amigo, lleno de admiración. - En realidad, tus facultadescomercialessonmuynotables.Yotambiénlocreíaasí.Entalesocasionesmedi a mí mismo la reputación de un magnífico hombre de negocios, rápido,decisivo, enérgico, claro y dotado de lamayor sangre fría. En cuanto habíaanotado en la lista todasmis responsabilidades, comparaba cada una de lascantidadesconlafacturacorrespondienteyleponíalaseñaldehaberlohecho.Laaprobaciónqueamímismomedabaencuantocomprobabacadaunadelassumasanotadasmeproducíaunasensaciónvoluptuosa.Cuandoyahabíaterminado la comprobación, doblaba uniformemente las facturas, ponía lasumaen laparteposteriorycon todasellas formabaunpaquetito simétrico.Luego hacía lomismo en beneficio deHerbert (que con lamayormodestiaaseguraba no tener ingenio administrativo), y al terminar experimentaba lasensacióndehaber aclarado considerablemente sus asuntos.Mis costumbrescomerciales teníanotrodetallebrillante,queyo llamaba«dejarunmargen».Por ejemplo, suponiendo que las deudas de Herbert ascendiesen a cientosesenta y cuatro libras esterlinas, cuatro chelines y dos peniques, yo decía:«Dejemosunmargenycalculemoslasdeudasendoscientaslibrasredondas.»O,encasodequelasmíasfuesencuatrovecesmayores,también«dejabaunmargen» y las calculaba en setecientas libras. Tenía una alta opinion de lasabiduríadedejaraquelmargen,perohedeconfesar,alrecordaraquellosdías,

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que esto nos costaba bastante dinero. Porque inmediatamente contraíamosnuevasdeudasporvalordelmargencalculado,yalgunasveces,penetradosdela libertadyde la solvenciaquenosatribuía, llegábamosmuyprontoaotromargen.Perohabía,despuésdetalexamendenuestrosasuntos,unosdíasdetranquilidad, de sentimientos virtuosos y queme daban,mientras tanto, unaadmirableopinióndemímismo.Lisonjeadopormiconductaypormimétodo,comoasimismoporloscumplidosdeHerbert,guardabaelpaquetitosimétricode sus facturasy también el de lasmías en lamesaque teniadelante, entrenuestra provisión de papel en blanco, y experimentaba casi la sensación deconstituir un banco de alguna clase, en vez de ser tan sólo un individuoparticular. En tan solemnes ocasiones cerrábamos a piedra y lodo nuestrapuerta exterior, a fin de no ser interrumpidos. Una noche hallábame en tanserenoestado,cuandooímoselrocedeunacartaqueacababandedeslizarporla expresada puerta y que luego cayó al suelo. - Es para ti, Haendel - dijoHerbertyendoabuscarlayregresandoconella-.Yesperoquenoseránadaimportante. - Esto último era una alusión a la faja de luto que había en elsobre.Lacarta la firmaba la razónsocial«Trabb&Co.»ysucontenidoeramuysencillo.DecíaqueyoeraundistinguidoseñorymeinformabadequelaseñoraJ.Gargeryhabíamuertoellunesúltimo,alasseisyveintedelatarde,yquesemeesperabaparaconcurriralentierroellunessiguientealastresdelatarde.

Capítulo35

Aquéllaeralaprimeravezqueseabríaunatumbaenelcaminodemivida,yfueextraordinarioelefectoqueellomeprodujo.Díaynochemeasaltabaelrecuerdodemihermana,sentadaensusillónjuntoalfuegodelacocina.Yelpensar que subsistiese esta última sin mi hermana me resultaba de difícilcomprensión.Asícomoenlosúltimostiemposapenasonuncapenséenella,alasazónteníalaextrañaideadequeibaaverlaporlacalle,viniendohaciamí,o que de pronto llamaria a la puerta. También en mi vivienda, con la cualjamásestuvomihermanaasociada,parecíareinarlaimpresióndelamuerteyla sugestión perpetua del sonido de su voz, o de alguna peculiaridad de surostro o de su figura, como si aún viviese y me hubiera visitado allí confrecuencia.Cualesquieraquehubieranpodidosermisesperanzasymifortuna,esdudosoqueyo recordaseamihermanaconmucha ternura.Perosupongoquesiemprepuedeexistirciertopesaraunqueelcariñonoseagrande.Bajosuinfluencia (y quizás ocupando el lugar de un sentimientomás tierno), sentíviolenta indignación contra el criminal por cuya causa sufrió tanto aquellapobremujer,y sindudaalguna,dehaber tenidopruebas suficientes,hubiera

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perseguido vengativamente hasta el último extremo a Orlick o a cualquierotro.Despuésdeescribira Joeparaofrecerlemisconsuelos,yasegurándoleque no dejaría de asistir al entierro, pasé aquellos días intermedios en elcuriosoestadomentalqueyahedescrito.Salí tempranoporlamañanaymedetuveenEl JabalíAzul. con tiempomásque suficienteparadirigirmea lafragua.Otravezcorríaelverano,yeltiempoeramuyagradablemientrasfui,paseando,hacia la fragua.Entonces recordécon lamayorprecisión laépocaen que no era mas que un niño indefenso y mi hermana no me mimabaciertamente. Pero lo recordé con mayor suavidad, que incluso hizo másllevaderoelmismorecuerdode«Tickler».Entonceselaromade lashabasydel trébol insinuaba en mi corazón que llegaría el 133 día en que seríaagradableparamimemoriaqueotros, alpasear a la luzdel sol, se sintieranalgoemocionadosalpensarenmí.Porfinlleguéantelacasa,yvique«Trabb&Co.» habían procedido a preparar el entierro, posesionándose de la casa.Dos personas absurdas y de triste aspecto, cada una de ellas luciendo unamuletilla envuelta en un vendaje negro, como si tal instrumento pudieraresultarconsoladorparaalguien,estabansituadasantelapuertaprincipaldelacasa;enunadeellasreconocíaunpostillóndespedidodeElJabalíAzulporhabermetidoenunaserraderoaunaparejade reciéncasadosquehacían suviajedenovios,aconsecuenciadeunafenomenalborracheraquesufríayqueleobligóaagarrarseconambosbrazosalcuellodesucaballoparanocaerse.Todos los muchachos del pueblo, y muchas mujeres también, admiraban aaquellosenlutadosguardianes,contemplandolascerradasventanasdelacasaydelafragua;cuandoyollegué,unodelosdosguardianes,elpostillón,llamóalapuertacomodandoaentenderqueyoestabatanagobiadoporlapenaqueni siquierame quedaba fuerza para hacerlo conmis propiasmanos. El otroenlutadoguardián,uncarpinteroqueenunaocasiónsecomiódosgansosporunaapuesta, abrió lapuertayme introdujoen la salade ceremonia.Allí, elseñorTrabb había tomado para sí lamejormesa, provisto de los necesariospermisos, y corría a su cargo una especie de bazar de luto, ayudándose deregularcantidaddealfileresnegros.Enelmomentodemillegadaacababadeponer una gasa en el sombrero de alguien, con los extremos de aquéllaanudadosymuylargos,ymetendiólamanopidiéndomemisombrero;peroyo, equivocándome acerca de su intento, le estreché lamanoqueme tendíacon el mayor afecto. El pobre y querido Joe, envuelto en una capita negraatadaenelcuelloporunagrancorbatadelmismocolor,estabasentadolejosde todos, en el extremo superior de la habitacion, lugar en donde, comopresidentedelduelo,lehabíacolocadoelseñorTrabb.Yolesaludéinclinandolacabezay ledije: -¿Cómoestás,queridoJoe?- ¡Pip,queridoamigo!-mecontestó-.Ustedlaconociócuandotodavíaeraunaespléndidamujer.Luegomeestrechó lamanoyguardósilencio.Biddy,modestamentevestidaconsutrajenegro,ibadeunladoaotroysemostrabamuyservicialyútil.Encuanto

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lehubedichoalgunaspalabras,pueslaocasiónnopermitíaunaconversaciónmáslarga,fuiasentarmecercadeJoe,preguntándomeenquépartedelacasaestaríami hermana. En la sala se percibía el débil olor de pasteles, ymiréalrededor de mí en busca de la mesa que contenía el refresco; apenas eravisiblehastaqueunosehabíaacostumbradoaaquellapenumbra.Vienellaunpasteldemanzanas,yacortadoenporciones,ytambiénnaranjas,sandwichs,bizcochosydos jarros,queconocíamuybiencomoobjetosdeadorno,peroque jamásviusaren todamivida.Unodeellosestaba llenodeoporto,yelotro, de jerez. Junto a lamesa distinguí al servil Pumblechook, envuelto enuna capa negra y con el lazo de gasa en el sombrero, cuyos extremos eranlarguísimos; alternativamente se atracaba de lo lindo y hacía obsequiososmovimientosconobjetodedespertarmiatención.Encuantolohubologrado,vinohaciamí,oliendoajerezyapastely,convozcontenida,dijo:-¿Meserápermitido, querido señor…?Y, en efecto,me estrechó lasmanos.EntoncesdistinguíalseñoryalaseñoraHubble,estaúltimamuyapenadaysilenciosaen un rincón. Todos íbamos a acompañar el cadáver y, por lo tanto, antesTrabbdebíaconvertirnosseparadamente,acadaunodenosotros,enridículosfardosdenegrastelas.-Leaseguro,Pip-murmuróJoecuandoyaestábamos«formados», segúndecía el señorTrabb, dedos endos, en el salón, lo cualparecíaunahorriblepreparaciónparaunatristedanza,-leaseguro,caballero,que habría preferido llevarla yo mismo a la iglesia, acompañado de tres ocuatroamigosquemehabríanprestadocongustosuscorazonesysusbrazos;perosehatenidoencuentaloquedirianlosvecinosalverlo,temiendoquesefiguraranqueesoeraunafaltaderespeto.-¡Saquenlospañuelosahora!-gritóelseñorTrabbenaquelmomentoconlamayorseriedadycomosidirigieseelejerciciodealgunosreclutas-.¡Fuerapañuelos!¿Estamos?Porconsiguiente,todosnosllevamoslospañuelosalacara,comosinossangrasenlasnarices,ysalimos de dos en dos. Delante íbamos Joe y yo; nos seguían Biddy yPumblechook,y, finalmente, ibanelseñory laseñoraHubble.Losrestosdemi pobre hermana fueron sacados por la puerta de la cocina, y como eraesencialenlaceremoniadelentierroquelosseisindividuosquetransportabanel cadáver anduvieran envueltos en una especie de gualdrapas de terciopelonegro,conunbordeblanco,elconjuntoparecíaunmonstruociego,provistodedocepiernashumanas,cuyospiesintentabandirigirsecadaunoporsulado,bajolaguíadelosdosguardias,oseadelpostillónydesucamarada.134Sinembargo,lavecindadmanifestabasuenteraaprobaciónconrespectoaaquellaceremonia y nos admiraron mucho mientras atravesábamos el pueblo. Losaldeanos más jóvenes y vigorosos hacían varias tentativas para dividir elcortejo, y hasta se ponían al acecho para interceptar nuestro camino en loslugares convenientes. En aquellos momentos, los más exaltados entre ellosgritaban con la mayor excitación en cuanto aparecíamos por la esquinainmediata:-¡Yaestánaquí!¡Yavienen!Cosaqueanosotrosnonosalegraba

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ni mucho menos. En aquella procesión me molestó mucho el abyectoPumblechook,quien,aprovechándosedelacircunstanciademarchardetrásdemí,insistiódurantetodoelcamino,comopruebadesusdelicadasatenciones,enarreglarlasgasasquecolgabandemisombreroyenquitarmelasarrugasde la capa. También mis pensamientos se distrajeron mucho al observar elextraordinario orgullo del señor y la señora Hubble, que se vanagloriabanenormemente por el hecho de ser miembros de tan distinguida procesión.Aparecióantenosotrosladilatadaextensióndelosmarjales,ycasienseguidalas velas de las embarcaciones que navegaban por el río; entramos en elcementerio, situándonos junto a las tumbas de mis desconocidos padres,«Philip Pirrip, último de su parroquia, y también Georgiana, esposa delanterior». Allí mi hermana fue depositada en paz, en la tierra, mientras lasalondrascantabansobrelatumbayelligerovientolaadornabaconhermosassombras de nubes y de árboles. Acerca de la conducta del charlatán dePumblechookmientrasestosucedía,nodebodecirmássinoqueporenterosededicó a mí y que, incluso cuando se leyeron aquellas nobles frases querecuerdan a la humanidad que no trajo consigo nada al mundo ni tampocopuede llevarse nada de éste, y le advierten, además, que la vida transcurrerápidacomounasombraynuncacontinuapormuchotiempoenestamoradaterrena, yo le oí hacer en voz baja una reserva con respecto a un jovencaballero que inesperadamente llegó a poseer una gran fortuna. Al regresotuvoladesvergüenzadeexpresarmesudeseodequemihermanasehubieseenterado del gran honor que yo le hacía, añadiendo que tal vez lo habríaconsideradobienlogradoaunacostadesumuerte.Despuésdeesoacabódebebersetodonuestrojerez,mientraselseñorHubblesebebíaeloporto,ylosdoshablaron(locual,segúnheobservado,escostumbreenestoscasos)comosi fuesen de otra raza completamente distinta de la de la difunta ynotoriamente inmortales. Por fin, Pumblechook semarchó con el señor y laseñoraHubble,parapasarlaveladahablandodelentierro,sindudaalguna,yparadecirenLosTresAlegresBarquerosqueéleraeliniciadordemifortunay el primer bienhechor que tuve en el mundo. En cuanto se hubieronmarchado,yasiqueTrabbysushombres(aunquenosuaprendiz,porquelebusqué con la mirada) hubieron metido sus disfraces en unos sacos que aprevención llevaban, alejándose a su vez, la casa volvió a adquirir suacostumbrado aspecto. Poco después, Biddy, Joe y yo tomamos algunosfiambres;perolohicimosenlasaladerespetoynoenlaantiguacocina.Joeestabatanabsortoensusmovimientosconelcuchillo,eltenedor,elsaleroyotros chismes semejantes, que aquello resulto molesto para todos. Perodespuésdecenar,encuantolehicetomarsupipayensucompañiadimosunavueltaporlafragua,sentándonosluegoenelgranbloquedepiedraquehabíaen laparte exterior, la cosamarchomuchomejor.Observéque, despuésdelentierro,Joesecambiódetraje,comosiquisierahacerunacomponendaentre

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sutrajedelasfiestasyeldefaena,yencuantosehubopuestoesteúltimo,elpobre resultómás natural y volvió a adquirir su verdadera personalidad. Lecomplaciómuchomipreguntadesipodríadormirenmicuartito,cosaqueamímepareciómuyagradable,puescomprendíquehabíahechounagrancosatansólocondirigirleaquellapetición.Encuantoseespesaronlassombrasdela tarde, aproveché una oportunidad para salir al jardín con Biddy a fin decharlarunrato.-Biddy–dije,-creoquehabríaspodidoescribirmeacercadeestostristesacontecimientos.-¿Locreeustedasí,señorPip?-replicóBiddy.-En realidad, le habría escrito si se me hubiera ocurrido. - Creo que no tefigurarás que quieromostrarme impertinente si te digo que deberías haberteacordado. - ¿De veras, señor Pip? Su aspecto era tan apacible y estaba tanllenodecomposturaybondad,yparecíatanlinda,quenomegustólaideadehacerlallorarotravez.Despuésdemirarunmomentosusojos, inclinadosalsuelo, mientras andaba a mi lado, abandoné tal idea. - Supongo, queridaBiddy,queteserádifícilcontinuaraquíahora.-¡Oh,nomeesposible,señorPip!-dijoBiddyconciertopesarperoconapacibleconvicción.-HehabladodeesoconlaseñoraHubble,ymañanamevoyasucasa.EsperoquelasdospodremoscuidarunpocoalseñorGargeryhastaquesehayaconsolado.-¿Ycómovasavivir,Biddy?Sinecesitasalgo,di…135-¿Quecómovoyavivir?-repitióBiddyconmomentáneorubor-.Voyadecírselo,señorPip.Voyaversi me dan la plaza de maestra en la nueva escuela que están acabando deconstruir. Puedo tener la recomendación de todos los vecinos, y esperomostrarmetrabajadoraypaciente,enseñándomeamímismamientrasenseñoa losdemás.Yasabeusted, señorPip -prosiguióBiddy, sonriendomientraslevantaba los ojos para mirarme el rostro, - ya sabe usted que las nuevasescuelas no son como las antiguas. Aprendí bastante de usted a partir deentonces, y luego he tenido tiempo para mejorar mi instrucción. - Estoyseguro, Biddy, de que siempre mejorarás, cualesquiera que sean lascircunstancias. - ¡Ah!, exceptuando en mí el lado malo de la naturalezahumana - murmuró. Tales palabras no eran tanto un reproche como unirresistiblepensamientoenvozalta.Peroyoresolvínohacercaso,yporesoanduveunpocomásconBiddy,mirandosilenciosamentesusojos,inclinadosalsuelo.-Aúnnoconozcodetallesdelamuertedemihermana,Biddy.-Pocohayquedecir acercadeesto, ¡pobrecilla!Apesardequeúltimamentehabíamejoradobastante,envezdeempeorar,acababadepasarcuatrodíasbastantemalos,cuando,unatarde,parecioponersemejor,precisamentealahoradelté,y con lamayor claridad dijo: «Joe». Como hacía yamucho tiempo que nohabía pronunciado una sola palabra, corrí a la fragua en busca del señorGargery.Lapobremeindicóporseñassudeseodequesuespososesentasecercadeellaytambiénquelepusieralosbrazosrodeandoelcuellodeél.Meapresuré a hacerlo, y apoyó la cabeza en el hombro del señor Gargery, alparecer contenta y satisfecha. De nuevo dijo «Joe», y una vez «perdón» y

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luego «Pip». Y ya no volvió a levantar la cabeza. Una hora más tarde latendimosen lacama,despuésdeconvencernosdequeestabamuerta.Biddylloró,yel jardínenvueltoensombras, lacallejuelay lasestrellas,quesalíanentonces,sepresentabanborrososamisojos.-¿Ynuncasesuponada,Biddy?-Nada.-¿SabesloquehasidodeOrlick?-Porelcolordesuropa,meinclinoacreerquetrabajaenlascanteras.-Supongoque,entalcaso,lohabrásvisto.¿Porquémirasahoraeseárboloscurodelacallejuela?-Loviahí lamismanochequeellamurió. -¿Fueésa laúltimavez,Biddy? -No.Lehevistoahídesdequeentramoseneljardín.Esinútil-añadióBiddyponiéndomelamanosobre el brazo al advertir queyo echaba a correr. -Ya sabeustedqueno leengañaría.Haceunminutoqueestabaaquí,perosehamarchadoya.Renaciómi indignaciónalobservarqueaún laperseguíaaquel tunante,haciael cualexperimentabalamismaantipatíadesiempre.Selodijeasí,añadiendoquemeesforzaría cuanto pudiese, empleando todo el trabajo y todo el dinero quefuesemenester,paraobligarleaalejarsede la región.Gradualmente,ellamecondujoahablarconmayorcalma,y luegomedijocuántomequería Joeyqueéste jamás sequejabadenada (nodijodemí;no teníanecesidadde talcosa,yyolocomprendía),sinoquesiemprecumplíaconsudeber,enlavidaque llevaba, con fuerte mano, apacible lengua y cariñoso corazón. -Verdaderamente,esdifícilreprocharlenada–dije.-Mira,Biddy,hablaremosconfrecuenciadeestascosas,porquevendréamenudo.Noquierodejarsoloal pobre Joe. Biddy no replicó ni una sola palabra. - ¿No me has oído? -pregunté.-Sí,señorPip.-Nomegustaquemellames«señorPip».Esdemuymal gusto, Biddy. ¿Qué quieres decir con eso? - ¿Que qué quiero decir? -preguntótímidamenteBiddy.-Sí-ledije,muyconvencido.-Deseosaberquéquieres decir con eso. - ¿Con eso? - repitió Biddy. - Hazme el favor decontestarme y de no repetirmis palabras.Antes no lo hacías. - ¿Que no lohacía?- repitióBiddy-. ¡Oh,señorPip!Creímejorabandonaraquelasunto.Despuesdedarensilenciootravueltaporeljardín,proseguídiciendo:-Mira,Biddy, he hecho una observación con respecto a la frecuencia con que mepropongo venir a ver a Joe. Tú la has recibido con notorio silencio.Haz elfavor,Biddy,dedecirmeelporquédetodoeso.-¿Yestáustedsegurodequevendráaverleconfrecuencia?-preguntóBiddydeteniéndoseenelestrechocaminito del jardín y mirándome a la luz de las estrellas con sus claros yhonrados ojos. 136 - ¡Dios mío! - exclamé como si a mi pesar me vieseobligadoaabandonaraBiddy.-Nohaylamenordudadequeésteesunladomalo de la naturaleza humana. Hazme el favor de no decirme nada más,Biddy, porque esto me disgusta mucho. Y, por esta razón convincente,permanecíaciertadistanciadeBiddydurantelacena,ycuandomedirigíamicuartitomedespedídeellacontantamajestadcomomefueposibleenvistadelostristessucesosdeaqueldía.Yconlamismafrecuenciaconquemesentíinquietodurantelanoche,cosaquetuvolugarcadacuartodehora,reflexioné

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acercadelamaldad,delainjuriaydelainjusticiadequeBiddyacababadehacerme víctima. Tenía quemarcharme a primera hora de lamañana.Muytempranosalíy,sinservisto,miréunadelasventanasdemaderadelafragua.Allípermanecívariosminutos,contemplandoaJoe,yadedicadoasutrabajoyconelrostroradiantedesaludydefuerza,quelohacíaresplandecercomosisobreéldieseelbrillantesoldelalargavidaqueleesperaba.-Adiós,queridoJoe.No, no te limpies lamano, ¡porDios!Dámela ennegrecida como está.Vendrémuyprontoycon frecuencia. -Nuncademasiadopronto,caballero -dijoJoe-,y jamáscondemasiadafrecuencia,Pop.Biddymeesperabaen lapuertadelacocina,conunjarrodelechereciénordeñadayunarebanadadepan. -Biddy - le dije al darle lamanoparadespedirme -.No estoy enojado,perosídolorido.-No,noestéusteddolorido-dijopatéticamente.—Dejequela dolorida sea yo, si he sido poco generosa. Una vez más se levantaba labrumamientrasmealejaba.Ysi,comosupongo,mepermitíaverqueyonovolveríayqueBiddyestabaenlocierto,loúnicoquepuedodeciresqueteníarazón.

Capítulo36

Herbert y yo íbamos de mal en peor por lo que se refiere al aumento denuestras deudas. De vez en cuando examinábamos nuestros asuntos,dejábamosmárgenesyhacíamosotrosarreglosigualmenteejemplares.Pasóeltiempotantosinosgustabacomosino,segúntieneporcostumbre,yyolleguéa mi mayoría de edad, cumpliéndose la predicción de Herbert de que meocurriría eso antes de darme cuenta.TambiénHerbert había llegadoya a sumayoríadeedad,ochomesesantesqueyo.Ycomoentalocasiónnoocurrióotracosa,aquelacontecimientonocausóunasensaciónprofundaenlaPosadade Barnard. Pero, en cambio, esperábamos ambos mi vigesimoprimeraniversario con lamayor ansiedad y forjándonos toda suerte de esperanzas,porque los dos teníamos la seguridad de que mi tutor no podría dejar dedecirmealgoprecisoenaquellaocasión.TuveelmayorcuidadodeavisarenLittleBritaineldíademicumpleaños.Elanterioraestafecharecibíunavisooficial deWemmick comunicándome que el señor Jaggers tendría elmayorgusto en recibirme a las cinco de la tarde aquel señalado día. Esto nosconvenciódequeibaaocurriralgoimportante,yyoestabamuyemocionadocuandoacudíalaoficinademitutorconejemplarpuntualidad.Eneldespachoexterior,Wemmickmefelicitóe,incidentalmente,sefrotóunladodelanarizconunpaquetitodepapeldeseda,cuyoaspectomegustóbastante.Peronadadijoconrespectoaél,yconunaseñameindicólaconvenienciadeentrareneldespachodemi tutor.Corríaelmesdenoviembre,yelseñorJaggersestaba

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anteel fuego,apoyando laespaldaen lachimenea,con lasmanosdebajodelosfaldonesdelalevita.-Bien,Pip–dijo.-HoyhedellamarleseñorPip.Lefelicito, señor Pip.Nos estrechamos lamano, y he de hacer notar que él lohacía siempre conmucha rapidez. Luego le di las gracias. -Tome una silla,señor Pip - dijomi tutor.Mientras yome sentaba, él conservó su actitud ainclinóelceñohaciasusbotas,locualmeparecióunadesventajapormiparte,recordándomelaocasiónenquemevi tendidosobreuna losasepulcral.Lasdosespantosasmascarillasnoestabanlejosdemiinterlocutor,ysuexpresióneracomosiambashiciesenuna tentativaestúpidaypropiadeunapopléticoparaintervenirenlaconversación.-Ahora,jovenamigo-empezódiciendomitutor como si yo fueseun testigo ante el tribunal, - voy adecirleunaodospalabras. - Como usted guste, caballero. - Dígame ante todo - continuó elseñor Jaggers, inclinándose hacia delante para mirar al suelo y levantandoluegolacabezaparacontemplareltecho,-dígamesitieneideadelacantidadqueselehaseñaladoanualmenteparavivir.-¿Delacantidad…?-Sí-repitióelseñorJaggerssinapartarlamiradadeltecho,-sitieneideadelacantidadanual que se le ha señalado para vivir. Dicho esto, miró alrededor de laestancia y se detuvo, teniendo en la mano su pañuelo de bolsillo, a mediocaminodesunariz.Yohabíaexaminadomisasuntoscontantafrecuencia,quehabíallegadoadestruirlamásligeranociónquehubiesepodidoteneracercade la pregunta que se me hacía. Tímidamente me confesé incapaz decontestarla,yellopareciócomplaceralseñorJaggers,quereplicó:-Yamelofiguraba. Y se sonó ruidosamente, con la mayor satisfacción. - Yo le hedirigidounapregunta,amigomío-continuóelseñorJaggers.-¿Tieneustedalgo que preguntarme ahora a mí? - Desde luego, me sería muy agradabledirigirlealgunaspreguntas,caballero;perorecuerdosuprohibición.-Hágameuna-replicóelseñorJaggers.-¿Acasohoysedaráaconocermibienhechor?-No.Pregunteotracosa.-¿Semeharáprontoestaconfidencia?-Dejeustedeso por el momento - dijo el señor Jaggers - y haga otra pregunta. Miréalrededordemí,mas, enapariencia,nohabíamododeeludir la situación. -¿Acaso…acaso he de recibir algo, caballero?A1 oírmis palabras, el señorJaggersexclamótriunfante:-Yamefigurabaqueacabaríamoseneso.LlamóaWemmickparaqueleentregaseaquelpaquetitodepapel.Elllamadoapareció,lo dejó en sus manos y se marchó. -Ahora, señor Pip, hágame el favor defijarse.Sinquese lehayapuestoningúnobstáculo,haidoustedpidiéndomelas cantidades que le ha parecido bien. Su nombre figura con muchafrecuenciaenellibrodecajadeWemmick.Apesardeello,estoypersuadidode que tiene ustedmuchas deudas. -No tengomás remedio que confesarlo,caballero. -No lepreguntocuántodebe,porqueestoyconvencidodeque loignora; y si no lo ignorase, tampocome lo diría.La cantidad que confesaraestaría siempre por debajo de la realidad. Sí, sí, amigo-exclamó el señorJaggersaccionandoconsudedoíndiceparahacermecallar,aladvertirqueyo

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medisponíaahacerunaligeraprotesta.-Nohaydudadequeustedsefiguraque no lo haría, pero yo estoy seguro de lo contrario. Supongo que medispensará, pero conozco mejor estas cosas que usted mismo. Ahora tomeustedestepaquetito.¿Lotieneya?Muybien.Ábraloydígamequéhaydentro.-EsunbilletedeBanco-dije-dequinientaslibrasesterlinas.-EsunbilletedeBanco-repitióelseñorJaggers-dequinientaslibrasesterlinas.Mepareceunabonitasuma.¿Locreeustedtambién?-¿Cómopuedoconsiderarlodeotromodo? - ¡Ya!Pero contesteusted a lapregunta - dijo el señor Jaggers. -Sinduda.-Demodoqueusted,sinduda,consideraqueesoesunabonitasuma.Ahora,Pip,esabonitasumadedineroesdeusted.Esunregaloqueselehaceenestedía,comodemostracióndequeserealizaránsusesperanzas.Yatenordeestabonitasumadedinerocadaaño,ynomayor,enmaneraalguna,tendráque vivir hasta que aparezca el donador de todo. Es decir, que tomará a sucargo sus propios asuntos de dinero, y cada trimestre cobrará usted enWemmick ciento veinticinco libras, hasta que esté en comunicación con elorigendetodoesto,noconelagente,quesoyyo.Yocumplomisinstruccionesymepaganporello.Todoesomeparecepocojuicioso,peronomepaganporexpresar mi opinión acerca de sus méritos. Yo empezaba a expresar migratitudhaciamibienhechorporlaliberalidadconquemetrataba,cuandoelseñorJaggersmeinterrumpió.-Nomepagan,Pip-dijo-,paratransmitirsuspalabrasapersonaalguna.Dichoesto,selevantólosfaldonesdelalevitaysequedómirando,ceñudo,asusbotas,comosisospecharaqueéstasabrigabanalgúnmaldesigniohaciaél.Despuésdeunapausa,indiqué:-Hemoshabladode un asunto, señor Jaggers, que usted me aconsejó abandonar por unmomento.Esperonohacernadamaloalpreguntarleacercadeello.-¿Quéeraeso?-dijo.Podíahaberestadosegurodequejamásmeayudaríaaaveriguarloquemeinteresaba,demodoquetuvequehacerdenuevolapregunta,comosinolahubieseformuladoanteriormente.-¿Creeustedposible-dijedespuésdevacilar un momento - que mi bienhechor, de quien usted me ha hablado,dentrodebreve tiempo…? -yaldecirestome interrumpídelicadamente. -¿Dentrodebrevetiempo?-repitióelseñorJaggers.-Hastaahora,lapreguntaquedaincompleta.-Deseosabersi,dentrodebrevetiempo,vendráaLondres-dijedespuésdebuscarconcuidadolaspalabrasconvenientes,-osi,porelcontrario,me llamaráparaquevayaaalgúnsitiodeterminado. -Puesbien-replicóelseñorJaggersmirándomeporvezprimeraconsusoscurosyatentosojos.-Deberemosrecordarlaprimeraocasiónenquenosvimosensumismopueblo.¿Quéledijeentonces,Pip?-Medijousted,señorJaggers,quetalvezpasarían años enteros antes de que apareciese esa persona. - Precisamente -dijoelseñorJaggers-ésaeslarespuestaquetambiéndoyahora.Nosquedamosmirándonosunoaotro,ynotéqueseapresurabaelritmodemirespiración,deseosocomoestabadeobtenerdeélalgunaotracosa.Ycuandoviquerespirabaaúnmásaprisayqueélsedabacuentadeello,comprendíque

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disminuían las probabilidades de averiguar algo más. - ¿Cree usted, señorJaggers,quetodavíatranscurriránalgunosaños?Élmoviólacabeza,noparacontestarensentidonegativoamipregunta,sinoparanegarlaposibilidaddecontestar a ella. Y las dos horribles mascarillas parecieron mirar entonceshaciamí,precisamenteenelmismoinstanteenquemisojossevolvíanaellas,comosihubiesenllegadoaunacrisis,ensucuriosaatención,ysedispusierana dar un estornudo. - Óigame - dijo el señor Jaggers calentándose la partetraseradelaspiernasconeldorsodelasmanos-.Voyahablarclaramenteconusted,amigoPip.Ésaesunapreguntaquenodebehacerse.Locomprenderáustedmejorcuandoledigaqueesunapreguntaquepodríacomprometerme.Pero, en fin, voya complacerley lediré algomás.Se inclinóunpocoparamirar ceñudamente sus botas, demodo que pudo acariciarse las pantorrillasdurantelapausaquehizo.-Cuandoesapersonasedéaconocer-dijoelseñorJaggersenderezándose,-ustedyellaarreglaránsuspropiosasuntos.Cuandoesapersonasedéaconocer,terminaráycesarámiintervenciónenelasunto.Cuandoesapersonasedéaconocer,yanotendrénecesidaddesabernadamásacerca del particular. Y esto es todo lo que puedo decirle. Nos quedamosmirándonosunoaotro,hastaqueyodesviélosojosymequedémirando,muypensativo,alsuelo.DelaspalabrasqueacababadeoírdedujequelaseñoritaHavisham, por una razón u otra, no había confiado ami tutor su deseo deunirmeaEstella;queélestabaresentidoyalgocelosoporesacausa;oque,realmente, le pareciese mal semejante proyecto, pero que no pudiera hacernadaparaimpedirlo.Cuandodenuevolevantélosojos,medicuentadequehabíaestadomirándomeastutamentemientrasyonoleobservaba.-Siesoestodoloquetieneustedquedecirme,caballero-observé-,yotampocopuedodecirnadamás.Movió lacabezaenseñaldeasentimiento, sacóel relojquetanto temor inspiraba a los ladrones y me preguntó en dónde iba a cenar.ContestéqueenmispropiashabitacionesyencompañíadeHerbert,y,comoconsecuencianecesaria,leroguéquenoshonraseconsucompañía.Élaceptóinmediatamentelainvitación,peroinsistióenacompañarmeapiehastacasa,conobjetodequenohicieseningúnpreparativoextraordinarioconrespectoaél;además,teníaqueescribirpreviamenteunaodoscartasyluego,segúnsucostumbre, lavarse las manos. Por esta razón le dije que saldría a la salainmediatamenteymequedaríahablando conWemmick.El hecho esque encuanto sentí enmi bolsillo las quinientas libras esterlinas, se presentó amimente un pensamiento que otras veces había tenido ya, y me pareció queWemmick era la persona indicada para aconsejarme acerca de aquella idea.Había cerrado ya su caja de caudales y terminaba sus preparativos paraemprenderlamarchaasucasa.Dejósuescritorio,sellevósusdosgrasientaspalmatorias y las puso en línea en un pequeño estante que había junto a lapuerta, al ladode las despabiladeras, dispuesto a apagarlas; arregló el fuegoparaqueseextinguiera;preparóelsombreroyelgabán,ysegolpeóelpecho

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con la llave de la caja, como si fuese un ejercicio atlético después de losnegociosdeldía.-SeñorWemmick–dije,-quisierapedirlesuopinión.Tengoelmayordeseodeserviraunamigomío.Wemmickcerróelbuzóndesubocay meneó la cabeza como si su opinión estuviese ya formada acerca decualquierfataldebilidaddeaquelgénero.-Eseamigo-proseguí-tienedeseode empezar a trabajar en la vida comercial, pero, como carece de dinero,encuentramuchasdificultadesqueledescorazonanyadesdeunprincipio.Loque yo quiero es ayudarle precisamente en este principio. - ¿Con dinero? -preguntóWemmick,conun tonosecoamásnopoder. -Conalgúndinero -contesté,recordandodemalaganalospaquetitosdefacturasqueteníaencasa-.Conalgodedineroy,talvez,conalgúnanticipodemisesperanzas.-SeñorPip-dijoWemmick. -Siustedno tiene inconveniente,voyacontarcon losdedos los varios puentes delTámesis hastaChelseaReach.Vamos a ver.Elpuente de Londres, uno; el de Southwark, dos; Blackfriars, tres; Waterloo,cuatro;Westminster, cinco;Vauxhall, seis -yalhablarasí fuecontandoconlosdedosyconlallavedelacajalospuentesqueacababadecitar.-Demodoqueyaveustedquehayseispuentesparaescoger.-Nolecomprendo.-Pueselijaustedelquemásleguste,señorPip-continuóWemmick,-váyaseustedaélydesdeelcentrodedichopuentearrojeeldineroalTámesis,yasísabrácuál es su fin. En cambio, entréguelo usted a un amigo, y tal vez tambiénpodráenterarsedelfinquetiene,perodesdeluegoleaseguroqueserámenosagradableymenosprovechoso.Despuésdedeciresto,abriótantoelbuzóndesubocaquesindificultadalgunapodríahaberlemetidounperiódicoentero.-Esoesmuydesalentador-dije.-Desdeluego-contestóWemmick.-Demodoque,segúnsuopinión-pregunté,algoindignado,-unhombrenodebe…-¿…emplear dinero en un amigo? - dijo Wemmick, terminando mi pregunta. -Ciertamente,no.Siempreenelsupuestodequenoquieralibrarsedelamigo,porque en tal caso la cuestión se reduce a saber cuánto dinero le costará eldesembarazarse de él. - ¿Y ésa es su decidida opinión acerca del particular,señorWemmick?-Ésa-mecontestó-eslaopiniónquetengoenlaoficina.-¡Ah!-exclaméaladvertirlasalidaquemeofrecíaconsuspalabras.-¿Yseríatambién suopiniónenWalworth? -SeñorPip -medijo congraveacento, -Walworthesunsitioyestaoficinaotro,delamismamaneraquemiancianopadreesunapersonayelseñorJaggersotra.Esprecisonoconfundirlos.Missentimientos de Walworth deben ser expresados en Walworth, y, por elcontrario, mis opiniones oficiales han de ser recibidas en esta oficina. -Perfectamente-dije,muyaliviado-.Entonces,iréaverleaWalworth,puedecontar con ello. - Señor Pip – replicó, - será usted bien recibido allí concarácter particular y privado. Habíamos sostenido esta conversación en vozbaja,puesaambosnosconstabaqueeloídodemitutorerafinísimo.Cuandoaparecióenelmarcode lapuertade suoficina, secándose lasmanoscon latoalla, Wemmick se puso el gabán y se situó al lado de las bujías para

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apagarlas.Lostressalimosjuntosalacalle,y,desdeelescalóndelapuerta,Wemmick tomó su camino y el señor Jagger y yo emprendimos el nuestro.MásdeunavezdeseéaquellanochequeelseñorJaggershubiesetenidoaunpadreancianoenlacalleGerrard,unStingeruotrapersonacualquieraqueledesarrugaraunpocoelceño.Parecíamuypenoso,eldíaenquesecumplíanveintiúnaños,queelllegaralamayoríadeedadfuesecosasinimportanciaenunmundo tan guardado y receloso como él, sin duda, lo consideraba. Conseguridad estaba un millar de veces mejor informado y era más listo queWemmick,peroyotambiénhubierapreferidomilveceshaberinvitadoaésteyno a Jaggers. Y mi tutor no se limitó a ponerme triste a mí solo, porque,despuésquesehubomarchado,Herbertdijodeél,mientrasteníalosojosfijosen el suelo, que le producía la impresión de que mi tutor había cometidoalgunafechoríayolvidadolosdetalles;tanculpableyanonadadoparecía.

Capítulo37

PareciéndomequeeldomingoeraelmejordíaparaescucharlasopinionesdelseñorWemmick enWalworth, dediqué el siguiente domingo por la tarde ahacer una peregrinación al castillo. Al llegar ante las murallas almenadasobservéqueondeabalabanderainglesayqueelpuenteestabalevantado,pero,sinamilanarmeporaquellamuestradedesconfianzayderesistencia,llaméalapuertayfuipacíficamenteadmitidoporelanciano.-Mihijo,caballero-dijoelviejodespuésdelevantarelpuente,-yasefigurabaqueustedvendríaymedejóelencargodequevolveríaprontodesupaseo.Mihijopaseaconmucharegularidad.Eshombredehábitosmuyordenadosentodo.140Yoinclinélacabeza hacia el anciano caballero, de la misma manera que pudiera haberhecho Wemmick, y luego entramos y nos sentamos ante el fuego. -Indudablemente, caballero - dijo el anciano con su voz aguda, mientras secalentabalasmanosantelallama,-conocióustedamihijoensuoficina,¿noesverdad?-Yomovílacabezaafirmativamente.-¡Ah!-añadióelviejo-.Heoídodecirquemihijoesunhombrenotableenlosnegocios.¿Noescierto?-Yoafirméconunenérgicomovimientodecabeza.-Sí,asímelohandicho.Tengoentendidoque sededicaa asuntos jurídicos. -Yovolví a afirmarconmásfuerza.-Yloquemásmesorprendeenmihijo-continuóelanciano-esque no recibió educación adecuada para las leyes, sino para la tonelería.DeseosodesaberquéinformeshabíarecibidoelancianocaballeroacercadelareputacióndelseñorJaggers,contodamifuerzalegritéestenombrejuntoaloído,ymedejómuyconfusoaladvertirqueseechabaareírdebuenaganaymecontestabaalegremente:-Sindudaalguna,no;tieneustedrazón.Ytodavíanotengolamenorideadeloquequeríadecirmeoquébromaentendióélque

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lecomunicaba.Comonopodíapermanecerallíindefinidamentemoviendoconenergía la cabeza y sin tratar de interesarle de algún modo, le grité unapreguntaencaminadaasabersitambiénsusocupacionessehabíandedicadoala tonelería. Y a fuerza de repetir varias veces esta palabra y de golpear elpecho del anciano para dársela a entender, conseguí que por fin mecomprendiese. - No - dijo mi interlocutor -. Me dediqué al almacenaje.Primero, allá - añadió señalando hacia la chimenea, aunque creo que queríaindicarLiverpool,-yluego,aquí,enlaCitydeLondres.Sinembargo,comotuveunaenfermedad…,porquesoydeoídomuyduro,caballero…Yo,conmi pantomima, expresé elmayor asombro. - Sí, tengo el oídomuy duro; ycuando se apoderó demí esta enfermedad, mi hijo se dedicó a los asuntosjurídicos. Me tomó a su cargo y, poquito a poco, fue construyendo estaposesión tan hermosa y elegante. Pero, volviendo a lo que usted dijo -prosiguióelancianoechándoseareíralegrementeotravez,-lecontestoque,sindudaalguna,no.Tieneustedrazón.Yomeextrañabamodestamenteacercade lo que él habría podido entender, que tanto le divertía, cuando mesobresaltó un repentino ruidito en la pared, a un lado de la chimenea, y elobservarqueseabríaunapuertecitademaderaencuyaparte interiorestabapintadoelnombrede«John».Elanciano,siguiendoladireccióndemimirada,exclamó triunfante: -Mi hijo acaba de llegar a casa. Y ambos salimos endirección al puente levadizo. Valía cualquier cosa el ver a Wemmicksaludándomedesdeelotroladodelazanja,apesardequehabríamospodidodarnos la mano con la mayor facilidad a través de ella. El anciano, muysatisfecho, bajaba el puente levadizo, yme guardé de ofrecerlemi ayuda aladvertirelgozoqueelloleproporcionaba.PoresomequedéquietohastaqueWemmickhuboatravesadolaplanchaymepresentóalaseñoritaSkiffins,queentoncesleacompañaba.LaseñoritaSkiffinsparecíaserdemadera,y,comosu compañero, pertenecía sin duda alguna al servicio de correos. Tal veztendría dos o tres años menos que Wemmick, y en seguida observé quetambiéngustabadellevarobjetosdevalor,fácilmentetransportables.Elcortede su blusa desde la cintura para arriba, tanto por delante como por detrás,hacíaquesufigurafuesemuysemejantealacometadeunmuchacho;además,llevabaunafaldadecoloranaranjadoyguantesdeuntonoverdeintenso.Peroparecíabuenamujer ydemostraba tenermuchas consideraciones al anciano.Notardémuchoendescubrirqueconcurríaconfrecuenciaalcastillo,porqueal entrar en él, mientras yo cumplimentaba a Wemmick por su ingeniososistema de anunciarse al anciano, me rogó que fijara mi atención por unmomentoenelotroladodelachimeneaydesapareció.PocodespuésseoyóotroruidosemejantealquemehabíasobresaltadoyseabrióotrapuertecillaenlacualestabapintadoelnombredelaseñoritaSkiffins.EntonceséstacerrólapuertecillaqueacababadeabrirseyapareciódenuevoelnombredeJohn;luegoaparecieronlosdosalavez,yfinalmenteambaspuertecillasquedaron

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cerradas. En cuanto regresó Wemmick de hacer funcionar aquellos avisosmecánicos,leexpresélaadmiraciónquemehabíacausado,yélcontestó:-Yacomprenderáustedqueesoes,alavez,agradableydivertidoparaelanciano.Yademás, caballero, hayundetallemuy importante, y es que a pesar de lamucha gente que atraviesa esta puerta, el secreto de este mecanismo no loconocenadiemásquemipadre,laseñoritaSkiffinsyyo.-YtodolohizoelseñorWemmick - añadió la señorita Skiffins -. Él inventó el aparatito y loconstruyó con sus manos. Mientras la señorita Skiffins se quitaba el gorro(aunque conservó los guantes verdes durante toda la noche, como señalexterior de que había visita), Wemmick me invitó a dar una vuelta por laposesión, a fin 141 de contemplar el aspecto de la isla durante el invierno.FigurándomequelohacíaconobjetodedarmelaoportunidaddeconocersusopinionesdeWalworth,aprovechélacircunstanciatanprontocomohubimossalido del castillo. Como había reflexionado cuidadosamente acerca delparticular,empecéatratardelasuntocomosifuesecompletamentenuevoparaél.InforméaWemmickdequequeríahaceralgoenfavordeHerbertPocket,refiriéndole,depaso,nuestroprimerencuentroynuestrapelea.TambiénledicuentadelacasadeHerbertydesucarácter,ymencionéquenoteníaotrosmediosdesubsistenciaquelosquepodíaproporcionarlesupadre,inciertosynadapuntuales.Aludía lasventajasquemeproporcionósutrato,cuandoyoteníalanaturaltosquedadyeldesconocimientodelasociedad,propiosdelavidaquellevédurantemiinfancia,yleconfeséquehastaentoncesselohabíapagadobastantemalyque talvezmiamigosehabríaabiertopasoconmásfacilidadsinmíysinmisesperanzas.DejéalaseñoritaHavishamensegundotérminoyexpresélaposibilidaddequeyohubieraperjudicadoamiamigoensusproyectos,peroqueésteposeíaunalmagenerosayestabamuyporencimade toda desconfianza baja y de cualquier conducta indigna. Por todas estasrazones-dijeaWemmick-,ytambiénporsermiamigoycompañero,aquienqueríamucho,deseabaquemibuenafortunareflejasealgunosrayossobreély,porconsiguiente,buscabaconsejoen laexperienciadeWemmickyen suconocimiento de los hombres y de los negocios, para saber cómo podríaayudarconmisrecursos,aHerbert,porejemplo,conuncentenardelibrasporaño, a fin de cultivar en él el optimismo y el buen ánimo y adquirir en subeneficio, de un modo gradual, una participación en algún negocio. Enconclusión,roguéaWemmicktenerencuentaquemiauxiliodeberíaprestarsesinqueHerbertlosupieranilosospechara,yqueanadiemásqueaélteníaenelmundoparaquemeaconsejaraacercadelparticular.Posémimanosobreelhombro demi interlocutor y terminé diciendo: -No puedo remediarlo, peroconfíoenusted.Comprendoqueesolecausaráalgunamolestia,perolaculpaessuyaporhabermeinvitadoavenirasucasa.Wemmicksequedósilenciosounosmomentos,y luego,comosobresaltándose,dijo:-Puesbien,señorPip,he de decirle una cosa, y es que eso prueba que es usted una excelente

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persona.-Entalcaso,esperoquemeayudaráustedaserbueno-contesté.-¡PorDios!-replicóWemmickmeneandolacabeza-.Ésenoesmioficio.-Nitampocoaquíesdondetrabajausted-repliqué.-Tieneustedrazón-dijo-.Hadadoustedenelclavo.Sinomeequivoco,señorPip,creoque loqueustedpretendepuedehacersedeunmodogradual.Skiffins,esdecir,elhermanodeella,esagenteyperitoencontabilidad.Iréaverleytratarédequehagaalgoensuobsequio.-Nosabecuántoseloagradezco.-Porelcontrario-dijo-,yoledoylasgracias,porqueauncuandoaquíhablamosdeunmodoconfidencialy privado, puede decirse que todavía estoy envuelto por algunas de lastelarañas deNewgate y esome ayuda a quitármelas. Después de hablar unpocomásacercadelparticularregresamosalcastillo,endondeencontramosala señorita Skiffins ocupada en preparar el té. La misión, llena deresponsabilidades,dehacer las tostadas, fuedelegadaenel anciano,yaquelexcelentecaballerosededicabacontantaatenciónaelloquenoparecíasinoque estuviese en peligro de que se le derritieran los ojos. La refacción queíbamosatomarnoeranominal,sinounavigorosarealidad.Elancianopreparóunmontón tan grande de tostadas conmanteca, que apenas pude verle porencimadeélmientras lamantecahervía lentamenteenelpan,situadoenunestantedehierrosuspendidosobreel fuego,en tantoque laseñoritaSkiffinshacíatalcantidaddeté,quehastaelcerdo,quesehallabaenlaparteposteriorde la propiedad, pareció excitarse sobremaneray repetidas veces expresó sudeseo de participar en la velada.Habíase arriado la bandera y se disparó elcañón en el precisomomento de costumbre. Y yome sentí tan alejado delmundoexteriorcomosilazanjatuviesetreintapiesdeanchoyotrostantosdeprofundidad. Nada alteraba la tranquilidad del castillo, a no ser el ruiditoproducidoporlaspuertecillasqueponíanaldescubiertolosnombresdeJohnyde la señorita Skiffins. Y aquellas puertecillas parecían presa de unaenfermedadespasmódica,quellegóamolestarmehastaquemeacostumbréaello.A juzgar por la naturalezametódica de losmovimientos de la señoritaSkiffins, sentí la impresión de que iba todos los domingos al castillo parahacer el té; y hasta llegué a sospechar que el broche clásico que llevaba,representandoelperfildeunamujerdenarizmuyrectayunalunanueva,eraun objeto de valor fácilmente transportable y regalado por Wemmick. Noscomimostodaslastostadasybebimoseltéencantidadesproporcionadas,demodo que resultó delicioso el advertir cuán calientes y grasientos nosquedamosal terminar.Especialmenteelanciano,podríahaberpasadoporunjefe viejo de una tribu salvaje, después de untarse de grasa. Tras una cortapausade142descanso,laseñoritaSkiffins,enausenciadelacriadita,que,alparecer, se retiraba losdomingospor la tardeal senode su familia, lavó lastazas, los platos y las cucharillas como pudiera haberlo hecho una damaaficionada a ello, de modo que no nos causó ninguna sensación repulsiva.Luego volvió a ponerse los guantesmientras los demás nos sentábamos en

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torno del fuego y Wemmick decía: - Ahora, padre, léanos el periódico.Wemmickmeexplicó,en tantoqueelanciano ibaenbuscadesusanteojos,queaquelloestabadeacuerdoconlascostumbresdelacasayqueelancianocaballerosentíaelmayorplacerleyendoenvozaltalasnoticiasdelperiódico.-Hayqueperdonárselo-terminódiciendoWemmick,-pueselpobrenopuedegozarconmuchascosas.¿Noesverdad,padre?-Estábien,John,estábien-replicóelanciano,observandoquesuhijolehablaba.-Mientraséllea,hagande vez en cuando unmovimiento de afirmación con la cabeza - recomendóWemmick-;asíleharántanfelizcomounrey.Todosescuchamos,padre.—Estábien,John,estábien-contestóelalegreviejo,enaparienciatandeseosoy tancomplacidode leerqueofrecíaunespectáculomuygrato.ElmododeleerdelancianomerecordólasclasesdelaescueladelatíaabueladelseñorWopsle, pero tenía la agradable particularidaddeque la vozparecía pasar através del agujero de la cerradura. El viejo necesitaba que le acercasen lasbujías,ycomosiempreestabaapuntodeponerencimadelallamasupropiacabezaoelperiódico,eraprecisotenertantocuidadocomosiseacercaseunaluz a un depósito de pólvora. Pero Wemmick se mostraba incansable ycariñosoensuvigilanciayasíelviejopudoleerelperiódicosindarsecuentade las infinitasocasionesenque lesalvódeabrasarse.Cadavezquemirabahacianosotros,todosexpresábamoselmayorasombroyextraordinariointerésymovíamosenérgicamentelacabezadearribaabajohastaqueélcontinuabala lectura.Wemmick y la señorita Skiffins estaban sentados uno al lado delotro,ycomoyopermanecíaenunrincónllenodesombra,observéunlentoygradualalargamientodelabocadelseñorWemmick,dándomeaentender,conlamayorclaridad,que,almismotiempo,alargabadespacioygradualmentesubrazoentornodelacinturadelaseñoritaSkiffins.Asudebidotiempoviquela mano deWemmick aparecía por el otro lado de su compañera; pero, enaquelmomento,laseñoritaSkiffinslecontuvoconelguanteverde,lequitóelbrazo como si fuese una prenda de vestir y, con la mayor tranquilidad, leobligóaponerlosobrelamesaqueteníandelante.LasmanerasdelaseñoritaSkiffins,mientrashacía todoeso,eranunade lascosasmásnotablesquehevisto en la vida, y hasta me pareció que, al obrar de aquel modo, lo hacíaabstraídaporcompleto,talvezmaquinalmente.PoquitoapocoviqueelbrazodeWemmickvolvíaadesapareceryquegradualmenteseocultaba.Despuésseabría otra vez su boca. Tras un intervalo de ansiedad pormi parte, quemeresultabacasipenosa,viquesumanoaparecíaenelotro ladode laseñoritaSkiffins. Inmediatamente, ésta le detenía con la mayor placidez, se quitabaaquelcinturóncomoantesy lodejabasobre lamesa.Considerandoqueestemueblerepresentaseelcaminodelavirtud,puedoasegurarque,mientrasduróla lectura del anciano, el brazo de Wemmick lo abandonaba con bastantefrecuencia,pero la señoritaSkiffins lovolvíaaponerenél.Por fin,elviejoempezóaleerconvozconfusaysoñolienta.Habíallegadolaocasióndeque

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Wemmick sacara un jarro, una bandeja de vasos y una botella negra concorcho coronado por una pieza de porcelana que representaba una dignidadeclesiástica de aspecto rubicundo y social. Con ayuda de todo eso, todospudimos beber algo caliente, incluso el anciano, que pronto se despertó. Laseñorita Skiffins hizo la mezcla del brebaje, y entonces observé que ella yWemmickbebíanenelmismovaso.Naturalmente,nomeatrevíaofrecermeparaacompañaralaseñoritaSkiffinsasucasa,comoalprincipiomeparecióconveniente hacer. Por eso fui el primero en marcharme, después dedespedirmecordialmentedelancianoydepasarunaagradablevelada.AntesdequetranscurrieseunasemanarecibíunaslíneasdeWemmick,fechadasenWalworth,diciendoqueesperabahaberhechoalgúnprogresoenelasuntoquese refería anuestra conversaciónparticularyprivadayque tendría elmejorplacerenqueyofueseaverleotravez.PoresovolvíaWalworthyrepetídosotresvecesmisvisitas,sincontarconquevariasvecesnosentrevistamosenlaCity,peronuncamehablódelasuntoensuoficinanicercadeella.Elhechoesquehabía encontradoaun jovenconsignatario, recientementeestablecidoen los negocios, que necesitaba un auxilio inteligente y también algo decapital;además,alcabodepocotiempo,tendríanecesidaddeunsocio.EntreélyyofirmamosuncontratosecretoquesereferíaporcompletoaHerbert,yentreguélamitaddemisquinientaslibras,comprometiéndomearealizarotrospagos,algunosdeellosendeterminadasépocas,quedependíandelafechaenque cobraría mi renta, y otros cuando me viese en posesión de mispropiedades. El hermano de la señorita Skiffins llevó a 143 su cargo lanegociación;Wemmickestuvoenteradode todoencualquiermomento,perojamásapareciócomomediador.Aquelasuntosellevótanbien,queHerbertnotuvolamenorsospechademiintervención.Jamásolvidarésuradianterostrocuando,unatarde,alllegaracasa,medijo,cualsifueseunacosanuevaparamí, que se había puesto de acuerdo con un tal Clarriker (así se llamaba eljovencomerciante)yqueéstelemanifestóunaextraordinariasimpatía,locuallehacíacreerque,porfin,habíaencontradounabuenaoportunidad.Díapordía,sus esperanzas fueronmayores y su rostro estuvomás alegre.Y tal vezllegóa figurarsequeyo lequeríadeunmodoextraordinarioporque tuve lamayordificultadencontenermislágrimasdetriunfoalverletanfeliz.CuandotodoestuvolistoyélhuboentradoencasadeClarriker,locualfuecausadequeduranteunaveladaenteranomehablasedeotracosa,yomeechéalloraral acostarme, diciéndome que mis esperanzas habían sido por fin útiles aalguien. En esta época de mi vida me ocurrió un hecho de la mayorimportancia que cambió su curso por completo. Pero antes de proceder anarrarloyde tratarde loscambiosqueme trajo,debodedicaruncapítuloaEstella.Noesmuchodedicarloaltemaquedetalmanerallenabamicorazón.

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Capítulo38

SiaquellaantiguacasainmediataalGreen,enRichmond,llegaalgúndíaaservisitadaporlosduendes,indudablemente-loserápormifantasma.¡Cuántasycuántasnochesydías,elinquietoespírituquemeanimabafrecuentabalacasaenquevivíaEstella!Cualquieraquefueseelsitioenquesehallabamicuerpo,miespírituibasiempreerranteyrondandoaquellacasa.LaseñoraconquienEstellavivía, la señoraBrandley,eraviuday teníaunahijadealgunosañosmásqueEstella.Lamadre tenía juvenil aspecto,y lamuchacha, encambio,parecíavieja;latezdelamadreerasonrosada,yladesuhija,amarillenta;lamadre no pensabamás que en frivolidades, y la hija, en asuntos teológicos.Disfrutabandeloquesellamaunabuenaposición,yvisitabanyeranvisitadaspor numerosas personas. Muy pequeña, en caso de que existiera, era laidentidaddesentimientosquehabíaentreellayEstella,peroenelánimodetodos existía la convicción de que aquellas dos señoras eran necesarias a laprotegidadelaseñoritaHavishamyqueellatambiénera,asuvez,necesariaaaquéllas.LaseñoraBrandleyhabíasidoamigadelaseñoritaHavishamantesde que ésta empezase a llevar su retirada vida. En la casa de la señoraBrandley, y también fuera de ella, sufrí toda clase y todo grado de penas ytorturasqueEstellapudocausarme.Lanaturalezademisrelácionesconella,quemesituabanentérminosdefamiliaridad,aunquesingozardesufavor,eralacausademidesgracia.Sevalíademíparamolestaraotrosadmiradoresyutilizabalafamiliaridadexistenteentrelosdosparadarmecontinuosdesairesen la devoción que yo le demostraba. De haber sido yo su secretario, suadministrador,suhermanastroounparientepobre;sihubiesesidounhermanomenoromehubiesendestinadoacasarmeconella,nomehabríasentidoconesperanzasmásinciertascuandoestabaasulado.Elprivilegiodellamarlaporsunombreydeoírlaquemellamabaporelmíoera,entalescircunstancias,unaagravacióndemispenas;yasícomosupongoqueellocasienloquecíaasus restantes admiradores, estoy seguro, en cambio,dequemeenloquecía amí. Sus admiradores eran innumerables, aunque es posible que mis celosconvirtiesenenadmiradoracualquierpersonaqueseacercaseaella;peroaunsinesto,eranmuchosmásdelosqueyohabríaquerido.ConfrecuencialaveíaenRichmond,asícomotambiénenlaciudad,ysolíairbastanteamenudoacasa de los Brandley para llevarla al río; se daban meriendas, fiestas;asistíamosalteatro,alaópera,alosconciertos,alasreunionesyadiversionesde toda suerte.Yo la solicitaba constantemente, yde ellono resultabanmásquepenalidadessincuentoparamí.Ensucompañía jamásgocédeunasolahora de felicidad, y, sin embargo, durante las veinticuatro horas del día nopensabamásqueentenerlaamiladohastalahorademimuerte.Durantetodaaquellaépocaderelaciónconstante,yquedurósegúnseverá,unespaciode

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tiempoqueentoncesmepareciómuy largo,ella tenía lacostumbrededaraentender que nuestro trato era obligado para ambos. Otras veces parecíacontenerse para no dirigirme la palabra en cualquiera de los tonos que meresultabandesagradables,yen talescasosmeexpresabasucompasión. -Pip,Pip-medijounatardedespuésdecontenersecuandonossentábamosjuntoaunaventanadelacasadeRichmond.-¿Nosedaráustednuncaporavisado?-¿Dequé?-Acercademí.-¿Quiereusteddecirquedebodarmeporavisadoafindenodejarmeatraerporusted?144-¿Acasolehedichoeso?Sinosabealoquemerefieroseráporqueustedesciego.Yopodíahaberlecontestadoque,por lo general, se considera que el amor es ciego; pero como jamás podíaexpresarme con libertad, y ésta no era lamenor demis penas,me dije queseríapocogenerosopormiparteelasediarla, todavezqueellanoteníamásremedioqueobedecera la señoritaHavisham.Mi temorera siempreque talconocimiento, por su parte, me pusiera en situación desventajosa ante suorgulloymeconvirtieseenelobjetodeunalucharebeldeensupecho.-Seacomosea–dije,-hastaahoranoherecibidoningúnaviso,porqueestavezmeescribióustedparaquevinieraaverla.-Esoesverdad-contestóEstellaconunasonrisafríaeindiferentequesiempremedejabahelado.Despuésdemiraralcrepúsculoexteriorporespaciodeunosmomentos,continuódiciendo:-HallegadolaocasióndequelaseñoritaHavishamdeseaquevayaapasarundíaaSatis. Usted tendrá que llevarme allí y, si quiere, acompañarme también alregreso.Ellapreferiráquenoviajesolaynolegustaquemehagaacompañarpor ladoncella,porquesienteelmayorhorrorpor loschismesdeesagente.¿Puedeustedacompañarme?-¿Quesipuedo,Estella?-Deesoinfieroquenotieneningúninconveniente.Entalcaso,prepáreseparapasadomañana.Hadepagar demi bolsa todos los gastos. ¿Se entera bien de esta condición? -Laobedeceré - dije. Ésta fue toda la preparación que recibí acerca de aquellavisitaodeotras semejantes.La señoritaHavishamnomeescribíanunca;nisiquiera vi jamás su carácter de letra. Salimos al día subsiguiente yencontramos a la señorita Havisham en la habitación en donde la vi porprimera vez, y creo inútil añadir que no había habido el menor cambio enaquella casa. Mostrábase más terriblemente encariñada con Estella que laúltimavezenquelasvijuntas;repitoadredeestapalabraporqueenlaenergíadesusmiradasydesusabrazoshabíaalgopositivamenteterrible.Empezóahablar de la belleza de Estella; se refirió a sus palabras, a sus gestos, y,temblándole los dedos, se quedó mirándola, como si quisiera devorar a lahermosa jovenaquienhabíacriado.DesviandosusojosdeEstella,memirócon tanta intensidad, que no pareció sino que quisiera escudriñar en micorazón y examinar sus heridas. - ¿Cómo te trata, Pip, cómo te trata? -mepreguntó de nuevo con avidez propia de una bruja,incluso en presencia deEstella. Pero cuando nos sentamos por la noche ante su vacilante fuego, seportódeunmodo fantástico; porque entonces, despuésdepasar el brazode

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Estella por el suyopropio y de cogerle lamano, la hizo hablar, a fuerza dereferirse a lo que Estella le había contado en sus cartas, recordando losnombres y las condiciones de los hombres a quienes había fascinado. Ymientras la señorita Havisham insistía sobre eso con la intensidad de unamentemortalmenteherida,mantenía laotramanoapoyadaensubastóny labarbillaen lamano,en tantoquesusbrillantesojosmecontemplabancomopudieranhacerlolosdeunespectro.Apesardelodesgraciadoquemehacíayde lo amargo que me parecía el sentido de mi dependencia y hasta dedegradación que en mí despertó, vi en esto que Estella estaba destinada aponerenpráctica lavenganzade laseñoritaHavishamcontra loshombresyquenomeseríaotorgadahastaquelohubiesehechoduranteciertotiempo.Enaquellomeparecióvertambiénunarazónparaque,anticipadamente,estuvieradestinada a mí. Mandándola a ella para atraer, ridiculizar y burlar a loshombres, la señorita Havisham sentía la maliciosa seguridad de que ellamismaestaba fueradelalcancede todos losadmiradoresydeque todos losque tomaran parte en aquel juego estaban ya seguros de perder. Comprendítambiénqueyo,asimismo,debíaseratormentado,porunaperversióndesussentimientos,auncuandomeestuvierareservadoelpremio.Todoaquellomedaba a entender la razón de que, por espacio de tanto tiempo, hubiera sidorechazado, así como el motivo de que mi tutor pareciera poco decidido aenterarse de aquel plan. En una palabra, por todo lo que se ofrecía a mismiradas,vialaseñoritaHavishamtalcomolahabíacontempladosiempre,yadvertí la precisa sombra de la oscurecida y malsana casa en que su vidahabíaseocultadodelaluzdelsol.Lasbujíasquealumbrabanaquellaestanciaardíanenunoscandelabrosfijosenlapared.Estabanaciertaalturadelsueloytenían el especial brillo de la luz artificial en una atmósfera pocas vecesrenovada.Mientrasyomirabalaslucesyeldébilresplandorqueproducían,ymientras contemplaba también los relojesparadosy losblanqueadosobjetosdeltrajenupcialqueestabansobrelamesayenelsuelo,asícomoelterriblerostro,deexpresiónfantástica,cuyasombraproyectaba,muyaumentada,enlaparedyeltechoelfuegodelhogar,vientodoaquellolaescenaquemimenteme había recordado tantas veces. Mis pensamientos se fijaron en la granhabitación inmediata, más allá del rellano de la escalera en donde se 145hallaba la gran mesa, y me pareció verlos escritos, entre las telarañas delcentrodelamesa,porlasarañasqueseencaramabanalmantel,porlamismafugadelosratones,cuandoamparabansusapresuradosypequeñoscorazonesdetrásde los arrimaderos, ypor los tanteosy las paradasde los escarabajosquehabíaporelsuelo.Conocasióndeaquellavisitaocurrióque,depronto,surgió una desagradable discusión entreEstella y la señoritaHavisham.Eraaquélla laprimeravezque lasviexpresar sentimientosopuestos.Estábamossentadosanteelfuego,segúnyahedescrito,ylaseñoritaHavishamteníaaúnelbrazodeEstellapasadoporelsuyopropioycontinuabacogiendolamano

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de la joven, cuando ésta empezó a desprenderse poco a poco.Antes de esohabíademostradoyacierta impacienciaorgullosa,ydemalaganasoportóelferozcariño,aunquesinaceptarlonicorresponderaél.-¿Cómo?-exclamólaseñoritaHavishamdirigiéndoleunacentelleantemirada -. ¿Estás cansadademí? -No; tan sólo cansada demímisma - replicóEstella desprendiendo subrazoyacercándosehacialagranchimenea,dondesequedómirandoelfuego.-Dilaverdaddeunavez,ingrata-exclamólaseñoritaHavishamconacentoapasionado y golpeando el suelo con su bastón -. ¿Estás cansada de mí?Estellalamiróconperfectacomposturaydenuevodirigiólosojosalfuego.Sugraciosafiguraysuhermosorostroexpresabanunacontenidaindiferenciaconrespectoalardordesuinterlocutora,queeracasicruel.-Eresdepiedra-exclamó la señorita Havisham. - Tienes el corazón de hielo. - ¿Cómo esposible - replicó Estella, siempre indiferente,mientras se inclinaba sobre lachimeneaymoviendo losojos tan sólo - queme reprocheusted el ser fría?¡Usted! - ¿No lo eres? - contestó, irritada, la señorita Havisham. - Deberíausted saber - dijoEstella - que soy tal comoustedmehahecho.Austed lecorresponde toda alabanza y todo reproche. A usted se deberá el éxito o elfracaso. En una palabra, usted es la queme ha hecho tal como soy. - ¡Oh,miradla! ¡Miradla! - exclamó la señorita Havisham con amargo acento-.¡Miradlatanduraytaningrataenelmismohogarenquefuecriada!¡Aquífuedondelatoméparaampararlaenmidesgraciadopecho,queaúnsangrabadesusheridas,yaquítambiéndondeledediquémuchosañosymuchaternura!-Por lomenos,yonoteníavoznivotoeneso-dijoEstella-,porquecuandoello ocurrió apenas si podía hablar y andar.No podía hacer nadamás. Pero¿quéesperabausteddemí?Hasidoustedmuybuenaconmigoyse lodebotodo.¿Quéquiereahora?-Amor-contestólaotra.-Yalotieneusted.-No-contestólaseñoritaHavisham.-Esustedmimadreadoptiva-replicóEstellasin abandonar su graciosa actitud y sin levantar la voz como hacía suinterlocutora,esdecir,sindejarsearrastrarporlacóleraoporlaternura.-Esustedmimadreadoptiva,yyahedichoqueselodebotodo.Cuantoposeo,lepertenecelibremente.Cuantomehadado,podrárecobrarloasíqueloordene.Despuésdeeso,yanotengonada.¿Yahoramepidequeledevuelvaloquejamásmedio?Migratitudymidebernopuedenhacerimposibles.-¿Quenoteaménunca?-exclamólaseñoritaHavishamvolviéndosedoloridahaciamí-.¿Quenoledediquémiardienteamor,siemprellenodecelosydedolor?¿Esposible que ahora me hable así? Estoy viendo que va a llamarme loca. -¿Cómopodríahacerlo- replicóEstella -ycómopodríacreerlaausted loca,entretodaslasdemáspersonas?¿Acasoexistealguienque,comoyo,conozcatanbienlosdecididospropósitosdeusted?¿Acasoalguiensabemejorqueyola extremada memoria que usted tiene? ¿Yo, que me he sentado ante estemismohogar,eneltaburetitoqueahoraestáalladodeusted,aprendiendosusleccionesy levantando losojosparaver su rostro, cuandoéste teníaextraña

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expresión y me asustaba? -Pronto lo has olvidado - exclamó la señoritaHavishamconacentodequeja-.Prontohasolvidadoaquellos tiempos.-No,nolosheolvidado-contestóEstella-,sino,alcontrario,surecuerdoesparamí un tesoro. ¿Cuándo pudo usted observar que yo no haya seguido susenseñanzas?¿Cuándohavistoquenohicieracasodesuslecciones?¿Cuándohapodidoadvertirqueadmitieraenmipechoalgoqueustedexcluyera?Porlomenos, sea justaconmigo. - ¡Quéorgullosa,quéorgullosa! -dijo laseñoritaHavisham con triste acento echando su gris cabello hacia atrás con ambasmanos.146-¿Quiénmeenseñóaserorgullosa?-replicóEstella.-¿Quiénmealabócuandoyoaprendímis lecciones? - ¡Quéduradecorazón! -añadió laseñoritaHavisham repitiendo el ademán anterior. - ¿Quiénme enseñó a serinsensible? - contestó Estella. - ¡Pero orgullosa y dura para mí… ! - LaseñoritaHavishamgritóestaspalabrasmientrasextendíalosbrazos.-¡Estella!¡Estella! ¡Estella! ¡Eres dura y orgullosa para mí! La joven la miró unmomento con apacible extrañeza, pero no demostró inquietarse por aquellaspalabras. Y un momento después volvió a mirar el fuego. - No puedocomprender-dijo levantandolosojosdespuésdecortosilencio-porquéesusted tan poco razonable cuando vuelvo a verla después de una separación.Jamásheolvidadosuserroresylascausasquelosmotivaron.Nuncalehesidoinfielaustedniasusenseñanzas.Jamáshedadopruebasdeningunadebilidaddequepuedaarrepentirme.-¿Sería,acaso,debilidadcorresponderamiamor?-exclamólaseñoritaHavisham-.Perosí,sí,ellalocreeríaasí.-Empiezoacreer-dijoEstellacomohablandoconsigomisma,despuésdeotromomentode extrañeza por su parte - que ya entiendo cómo ha ocurrido todo esto. Siusted hubiera educado a su hija adoptiva en el oscuro retiro de estashabitaciones,sindarleaentenderqueexistelaluzdelsol,yluego,conalgúnobjeto,hubiesedeseadoqueellacomprendieraloqueeraesaluzyconocieratodo lo relacionado con ella, entonces usted se habria disgustado yencolerizado. La señorita Havisham, con la cabeza entre las manos, estabasentadayproferíaunlevequejido,almismotiempoquesemecíaligeramentesobresuasiento,peronocontestó.-Obien-continuóEstella,-loqueesmásprobable, si usted la hubiese enseñado, desde que empezó a apuntar suinteligencia, que en elmundo existe algo como la luzdel sol, peroque ellahabía de ser su enemiga y su destructora, razón por la cual debería evitarlasiempre,porqueasícomolamarchitóaustedlamarchitaríatambiénaella;siusted hubiese obrado así, y luego, con un objeto determinado, deseara queaceptasenaturalmentelaluzdeldíayellanopudierahacerlo,talvezsehabríaustedenojadoyencolerizado.LaseñoritaHavishamestabaescuchandoo,porlomenos,meparecióasí,porquenopodíaverleel rostro,pero tampocodiorespuestaalguna.-Así,pues-siguióEstella-,debetomársemecomohesidohecha.Eléxitonoesmío;elfracaso,tampoco,ylosdosjuntosmehanhechotalcomosoy.LaseñoritaHavishamsehabíasentadoenelsuelo,aunqueyono

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sé cómo lo hizo, entre las mustias reliquias nupciales diseminadas por él.Aproveché aquel momento, que había esperado desde un principio, paraabandonarlaestanciadespuésdellamarlaatencióndeEstellahacialaancianaconunmovimientodemimano.Cuandosalí,Estellaseguíaenpieantelagranchimenea,delmismomodoqueantes.ElgriscabellodelaseñoritaHavishamestaba esparcido por el suelo, entre las demás ruinas nupciales, y elespectáculo resultabadoloroso,Condeprimido corazónme fui a pasear a laluzde lasestrellasduranteunahora,másomenos, recorriendoelpatioy lafábrica de cerveza, así como también el abandonado jardín.Cuando por finrecobréánimobastanteparavolveralaestancia,encontréaEstellasentadaenlas rodillas de la señorita Havisham, remendando una de aquellas antiguasprendasderopaqueyasecaíanapedazosyqueherecordadomuchasvecesalcontemplarlosandrajosdelosviejosestandartescolgadosenlosmurosdelascatedrales. Más tarde, Estella y yo jugamos a los naipes, como en otrostiempos, aunque con la diferencia de que ahora los dos éramos hábiles ypracticábamos juegos franceses. Así transcurrió la velada, y por fin fui aacostarme. Lo hice en la construcción separada que había al otro lado delpatio.EralaprimeravezquedormíaenlacasaSatis,yelsueñosenegabaacerrarmisojos.Measediabanunmillarde señoritasHavisham.Ellaparecíaestar situada al lado de la almohada, sobre ésta misma, en la cabecera dellecho, a lospies,detrásde lapuertamedioabiertadel tocador, enelmismotocador, en la habitaciónque estaba encimademíyhasta en el tejadoy entodaspartes.Porúltimo,envistade la lentitudconque transcurría lanoche,hacialasdosdelamadrugadamesentíincapazdecontinuarallíymelevanté.Me vestí y salí a través del patio, en dirección al largo corredor de piedra,deseoso de salir al patio exterior y pasear allí un poco para tranquilizarmimente. Pero apenas estuve en el corredor apagué la bujía, pues vi que laseñoritaHavishampasabaapocadistancia,conaspectoespectralysollozandolevemente.Laseguíadistanciayviquesubíalaescalera.Llevabaenlamanouna bujía sin palmatoria que, probablemente, tomó de uno de los 147candelabrosdesupropiaestancia,yasuluznoparecíacosadeestemundo.Mequedé en la parte inferior de la escalera y sentí el olor peculiar del aireconfinadodelasaladelfestín,aunquesinverqueellaabrieselapuerta;luegooícómoentrabaallíyquesedirigíaasupropiaestanciaparavolveralasaladel festín, pero siempre profiriendo su leve sollozo. Poco después, y en lastinieblasmás profundas, traté de salir para volver ami habitación; pero nopudelograrlohastaquelosprimerosresplandoresdelaauroramedejaronverdóndeponíamismanos.Durantetodoaquelintervalo,cadavezquellegabaala parte inferior de la escalera oía los pasos de la señorita Havisham, veíapasarelresplandordelabujíaquellevabayoíasuincesanteydébilsollozo.Aldíasiguiente,antesdemarcharnos,nopudenotarquesereprodujeraenlomásmínimoladisensiónentreellayEstella,nitampocoserepitióenninguna

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ocasiónsimilar,y,porlomenos,recuerdocuatrovisitas.TampococambiaronenmodoalgunolasmanerasdelaseñoritaHavishamconrespectoaEstella,aexcepción de que me pareció advertir cierto temor confundido con suscaracterísticas anteriores. Es imposible volver esta hoja de mi vida sinestampar en ella el nombre de Bentley Drummle; de poder hacerlo, losuprimiríacongusto.Enciertaocasión,cuando losPinzonescelebrabanunareunión solemne, y cuando se brindó del modo usual para desear lamayorarmonía entre todos, aunque ninguno lo manifestaba a sus çompañeros, elPinzón que presidía llamó al orden a la «Enramada», puesto que el señorDrummle no había brindado aún por ninguna dama; lo cual le correspondíahacer aquel día, de acuerdo con las solemnes constituciones de la sociedad.Meparecióquememirabaconciertaburlamientraslosvasoscirculabanporentre la reunión, pero eso no era de extrañar dado el estado de nuestrasrelaciones anteriores. Cuál no sería, pues, mi sorpresa y mi indignacióncuandoanuncióalosreunidosqueibaabrindarporEstella.-¿QuéEstella?-pregunté.-Nole importanada-replicóDrummle.-¿Estellaqué?-repetí -.Estáustedobligadoadecirdedóndeesesaseñora.Y,enefecto,comoPinzónqueera,estabaobligadoaello.-EsdeRichmond,caballeros-dijoDrummlecontestando indirectamente ami pregunta -, y una belleza sin par. -Muchosabrádebellezassinparesemiserableidiota-murmuréaloídodeHerbert.-Yoconozcoaesaseñorita-dijoésteencuantosehubopronunciadoelbrindis.- ¿De veras? - preguntó Drummle. - Y yo también - añadí, con el rostroencarnado. - ¿De veras? - repitió Drummle -. ¡Dios mío! Ésta era la únicarespuesta,exceptuandoel tirarvasoso loza,queaquelmuchachóneracapazde dar; pero me irritó tanto como si fuese tan ingeniosa como maligna, einmediatamentemepuseenpie,diciendoqueeraunatrevimiento indignoelbrindarporunadamaalaquenoconocíaydelaquenadasabía.EntonceselseñorDrummleselevantó,preguntándomequéqueríadecir.Yyoledirigílagraverespuestadequeélyasabíadóndepodríaencontrarme.Despuésdeestohubo divididas opiniones entre los Pinzones acerca de si era posible o noterminarelasuntoapaciblemente.Yladiscusiónseempeñódetalmaneraquepor lomenos otros seismiembros honorables dijeron a otros tantos que yasabían dónde podrían encontrarlos. Sin embargo, se decidió por fin que la«Enramada» era una especie de tribunal dehonor; que si el señorDrummlepresentaba una prueba, por pequeña que fuera, de la dama en cuestión,manifestando que había tenido el honor de conocerla, el señor Pip deberíapresentarsusexcusaspor lavehemenciadesuspalabras,cualcorrespondeauncaballeroyaunPinzón.Sefijóeldíasiguienteparapresentartalprueba,pues de lo contrario se habría podido enfriar nuestro honor, y, en efecto,DrummleaparecióconunacortésconfesiónescritaporEstellaenlacualdecíaquetuvoelhonordebailarconélalgunasveces.Estonomedejómásrecursoquepresentarmisexcusaspormivehemenciayretirarmispalabrasdequeya

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sabíaDrummledóndepodría encontrarme.Mientras la «Enramada»discutíaacercadelcaso,Drummleyyonosquedamosmirándonosygruñéndonosunoaotroduranteunahora, hastaque al fin sediopor terminadoel asunto.Lorefieroahoraligeramente,peroentoncesnoteníaparamítalaspecto,porquenopuedoexpresardeunmodoadecuadoeldolorquemeprodujolasolaideadequeEstellaconcedieseelmáspequeñofavoraunindividuotanestúpidoydesagradablecomoaquél.Yaunahoramismocreoquetalsentimiento,pormiparte,sedebíatansóloalagenerosidaddemiamorporellayqueesoeraloque me hacía lamentar que se hubiese fijado en aquel imbécil.Indudablemente,yomehabríasentidodesgraciadocualquieraquefuesela148persona a quien ella hubiese favorecido, pero también es seguro que unindividuomásdignomehubieracausadoungradodedolorbastantediferente.Me fue fácil convencerme, y pronto lo averigüé, de que Drummle habíaempezadoacortejar aEstellayqueella lepermitíahacerlo.Hacíayaalgúntiempoquenoladejabaniasolniasombra,yélyyonoscruzábamostodoslosdías.Drummleseguíacortejándolaconlamayorinsistenciaytestarudez,yEstellalepermitíacontinuar;avecesledabaalientos,otrasparecíarechazarlo,otras lo lisonjeaba, en ocasiones le despreciaba abiertamente y en algunascircunstancias le reconocía congusto, en tantoque, enotras, apenasparecíarecordarquiénera.LaAraña,comoelseñorJaggerslehabíallamado,estabaacostumbrado a esperar al acecho y tenía la paciencia propia de esosrepugnantesanimales.Además,teníaunatestarudayestúpidaconfianzaensudinero y en la grandeza de su familia, lo cual a veces le era beneficioso yequivalía a la concentraciónde intencionesy apropósitosdecididos.Así, laAraña cortejaba con la mayor tozudez a Estella, alejando a otros insectosmucho más brillantes, y con frecuencia abandonaba su escondrijo y seaparecía en elmomentomás oportuno.En un baile particular que se dio enRichmond,pues en aquella época solían celebrarse esas fiestas, y en el cualEstellaconsiguiódejarensegundotérminoa todaslasdemásbellezas,aqueldesvergonzadodeDrummlecasinoseapartódesulado,congrantoleranciapor parte de ella, y eso me decidió a hablar a la joven con respecto a él.Aprovechélaprimeraoportunidad,quesepresentócuandoEstellaesperabaala señoraBrandley para que la acompañara a casa. Entonces, Estella estabasentadafrenteaalgunasfloresydispuestayaasalir.Yomehallabaasulado,porquesolíaacompañarlaalaidayalavueltadesemejantesfiestas.-¿Estáustedcansada,Estella?-Unpoco,Pip.-Esnatural.-Digaustedqueseríamásnaturalquenoloestuviera,porqueantesdeacostarmehedeescribirmicartaacostumbrada a la señorita Havisham. - ¿Para referirle el triunfo de estanoche?-dijeyo.-Noesmuyhalagüeño,Estella.-¿Quéquiereusteddecir?Que yo sepa, no he tenido ningún éxito. - Estella - dije -, haga el favor demiraraaquel sujetoquehayenaquel rincónyquenonosquita losojosdeencima.-¿Paraquéquierequelemire?-dijoEstellafijando,porelcontrario,

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susojosenmí.-¿Quéhaydenotableenaquelsujetodelrincónparaquelemire?-Precisamenteésaeslapreguntaquequeríadirigirle–dije.-Haestadorondándola toda la noche. -Las polillas y toda suerte de animalesdesagradables-contestóEstelladirigiéndoleunamirada-suelenrevolotearentornodeunabujíaencendida.¿Puedeevitarlolabujía?-No-contesté-.Pero¿nopodríaevitarloEstella?-¡Quiénsabe!-contestó-.Talvezsí.Sí.Todoloqueustedquiera.-Hagaelfavordeescucharme,Estella.Nosabeustedcuántome apena ver que alienta a un hombre tan despreciado por todo el mundocomoDrummle.Yasabeustedquetodosledesprecian.-¿Yqué?-dijoella.-Ya sabe usted también que es tan torpe por dentro como por fuera. Es unindividuoestúpido,demalcarácter,debajas inclinacionesyverdaderamentedegradado.-¿Yqué?-repitió.-Yasabequenotieneotracosamásquedineroyuna ridícula listadeascendientes. -¿Yqué? -volvióa repetir.Ycadavezque pronunciaba estas dos palabras abría más los ojos. Para vencer ladificultaddequemecontestarasiempreconaquellacortaexpresión,yorepetítambién:-¿Yqué?Pueseso,precisamente,esloquemehacedesgraciado.Dehaber creído entonces que favorecía a Drummle con la idea de hacermedesgraciado a mí, habría sentido yo cierta satisfacción; pero, siguiendo elsistemahabitualenella,mealejódetalmaneradelasunto,quenopudecreerciertamisospecha.-Pip-dijoEstellamirandoalrededor-.Noseaustedtontonisedejeimpresionarpormiconducta.Talvezestéencaminadaaimpresionara otros y quizás ésta seami intención.No vale la pena hablar de ello. - Seengaña usted - repliqué -, porque me sabe muymal que la gente diga quederrama usted sus gracias y sus atractivos en el más despreciable de todoscuantoshayaquí.-Puesamínomeimporta-dijoEstella.-¡OhEstella,noseaustedtanorgullosanitaninflexible!149-¿Demodoquemellamaustedorgullosaeinflexible,yhaceunmomentomereprochabaporfijarmiatenciónen ese imbécil? - No hay duda de que lo hace usted así - dije con ciertoapresuramiento -, porque esta misma noche la he visto sonreírle y mirarlecomo jamás me ha sonreído ni mirado a mí. ¿Quiere usted, pues - replicóEstella con la mayor seriedad y nada encolerizada -, que le engañe comoengañoalosdemás?-¿Acasolequiereengañaraél,Estella?-Nosóloaél,sinotambiénaotrosmuchos…,atodos,menosausted…AquíestálaseñoraBrandley.Ahoranoquierovolverahablardeeso.Yahoraquehededicadouncapítulo al tema que de tal modo llenaba mi corazón y que con tantafrecuencia lodejabadolorido,podréproseguirpara tratardelacontecimientoque tanta influenciahabíade tenerparamíyparael cualhabíaempezadoaprepararmeantesdesaberqueenelmundoexistíaEstella,enlosdíasenquesuinteligenciainfantilestabarecibiendosusprimerasdistorsionesporpartedelaseñoritaHavisham.Enelcuentooriental,lapesadalosaquehabíadecaersobreelmajestuososepulcrodeunconquistadoreralentamentesacadadelacantera; el agujero destinado a la cuerda que había de sostenerla se abría a

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través de leguas de roca; la losa fue lentamente levantada y encajada en eltecho; sepasó la cuerday fue llevada a travésdemuchasmillasde agujerohastaatarlaalaenormesilladehierro.Ydespuésdedejarlotododispuestoafuerzademuchotrabajo,llególahoraseñalada;elsultánselevantóenlomásprofundo de la noche, empuñó el hacha que había de servir para separar lacuerdadelaanilladehierro,golpeóconellaylacuerdaseseparó,alejándose,ycayóeltecho.Asíocurrióenmicaso.Todoeltrabajo,próximoolejano,quetendíaalmismofin,habíaserealizadoya.Enunmomentosedioelgolpe,yeltejadodemicastillosedesplomósobremí.

Capítulo39

Había cumplido veintitrés años. Ni una sola palabra oí hasta entonces quepudieseiluminarmeconrespectoalasuntodemisesperanzas,yhacíayaunasemana que cumplí mi vigesimotercer aniversario. Un año antes habíamosabandonado la Posada de Barnard y vivíamos en el Temple. NuestrashabitacionesestabanenGardenCourt, juntoalrío.ElseñorPocketyyonoshabíamos separado hacía algún tiempo por lo que se refiere a nuestrasprimerasrelaciones,perocontinuábamossiendomuybuenosamigos.Apesarde mi incapacidad de dedicarme a nada, lo cual creo que se debía a laintranquilidadquemeproducíalaincertidumbredelorigendemismediosdevida,eramuyaficionadoaleer,ylohacíaregularmentedurantemuchashorascadadía.ElasuntodeHerbertprogresabatambién,ylosmíoserantalcomoloshedescritoalterminarelcapítuloanterior.LosnegocioshabíanobligadoaHerbertadirigirseaMarsella.Yoestabasolo,yporestacausaexperimentabaunapenosasensación.Desanimadoyansioso,esperandoqueeldíasiguienteolasemanapróximamedejaríanverconmayorclaridadmicamino,echabademenoselalegrerostroyelsimpáticocarácterdemiamigo.Eltiempoeramuymalo; tempestuosoyhúmedo,enlascalleshabíaunacantidadextraordinariadebarro.DíapordíallegabanaLondresespesasynumerosasnubesdelEste,como si el Oriente fuese una eternidad de nubes y de viento. Tan furiosashabíansido lasacometidasdelhuracán,quehastaalgunosedificioselevadosdelacapitalhabíanperdidoloscanalonesdesustejados;enlacampiñahuboárbolesarrancados,alasdemolinorotas,ydelacostallegabantristesrelatosde naufragios y de muertes. Estas acometidas furiosas del viento eranacompañadas por violentas ráfagas de lluvia, y terminaba el día que hastaentonces, según pude ver, había sido el peor de todos. En aquella parte delTemple se han hecho muchas transformaciones a partir de entonces, puesahorayanoesunbarriotansolitarioniestátanexpuestoalasalteracionesdelrío.Vivíamosenloaltodelaúltimacasa,ylosembatesdelvientoquesubía

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por el cauce del río estremecían aquella noche la casa como si fuesencañonazosolasacometidasdelaguacontra losrompientes.Cuandola lluviaacompañó al viento y se arrojó contra las ventanas, se me ocurrió la idea,mientrasmirabaaéstascuandooscilaban,quepodíafigurarmevivirenunfarocombatido por la tempestad. De vez en cuando, el humo bajaba por lachimenea,comosileresultaramolestosalirporlapartesuperiorenunanochecomoaquélla;ycuandoabrílapuertaparamiraralaescalera,observéquelaslucesde ésta se habían apagado.Luego, haciendo con lasmanos sombra entornodemirostro,paramiraratravésdelasnegrasventanas(puesnohabíaque pensar en abrirlas ni poco nimucho, en vista de la lluvia y del furiosoviento),viquelosfarolesdelpatiotambiénse150habíanapagadoyquelosdelospuentesylosdelasorillasdelríooscilaban,próximosaapagarse,asícomoquelosfuegosdecarbónencendidosenlasbarcazasquehabíaenelríoeranarrastradosa lo lejosporelviento,comorojasmanchasentre la lluvia.Leía con el reloj sobre lamesa, decidido a cerrarmi libro a las once de lanoche.Cuandolohice,lascampanasdeSanPabloylasdetodoslosrelojesdelas iglesias de la City, algunas precediendo y otras acompañando, dieronaquella hora. El sonido fue afeado de unmodo curioso por el viento; y yoestabaescuchandoypensando,almismotiempo,encómoelvientoasaltabalas campanadas y las desfiguraba, cuando oí pasos en la escalera. Nadaimporta saber qué ilusión loca me hizo sobresaltar, relacionando aquellospasos con los de mi difunta hermana. Tal ilusión pasó en un momento.Escuchédenuevoyoílospasosqueseacercaban.Recordando,entonces,queestabanapagadaslaslucesdelaescalera,empuñémilámpara,acuyaluzsolíaleer,ymeasoméconellaalhuecodelaescalera.Quienquieraqueestuviesedebajosedetuvoalverlaluz,porqueyanoseoyómásruido.-¿Hayalguienabajo? - pregunté mirando al mismo tiempo. - Sí - dijo una voz desde laoscuridad inferior. - ¿Quépisobuscausted? -Elúltimo.Deseover al señorPip.-Éseesminombre.¿Ocurrealgograve?-Nadadeparticular-replicólavoz.Yaquelhombresubió.Yososteníalalámparaporencimadelabarandadelaescalera,yélsubiólentamenteasu luz.Lalámpara teníaunapantalla,con objeto de que alumbrara bien el libro, y el círculo de la luz era muypequeño,demaneraqueelquesubíaestabaunmomentoiluminadoyluegosevolvía a sumir en la sombra. En el primermomento que pude ver el rostroobservéquemeeradesconocido, aunquepudeadvertirquemirabahaciamícomo si estuviera satisfecho y conmovido de contemplarme. Moviendo lamanodemaneraquelaluzsiguieraelcaminodeaquelhombre,notéqueibabienvestido,aunqueconuntrajeordinario,comopodríairunviajeropormar.Sucabezaestabacubiertaporlargoscabellosgrises,deuntonosemejantealhierro, ymedije que su edad sería la de unos sesenta años.Era unhombremusculoso, de fuertes piernas, y su rostro estaba moreno y curtido por laexposiciónalaintemperie.Cuandosubíalosdosúltimosescalonesylaluzde

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la lámpara nos iluminó a ambos, vi, con estúpido asombro, que me tendíaambasmanos. - ¿Qué desea usted? - le pregunté. - ¿Que qué deseo?-repitióhaciendo una pausa.- ¡Ah, sí! Si me lo permite, ya le explicaré lo que metrae…-¿Quiereustedentrar?-Sí-contestó-.Deseoentrar,master.Ledirigílapreguntaconacentopocohospitalario,porquememolestabalaexpresióndereconocimiento, alegre y complacido, que había notado en sus ojos. Y memolestabaporcreerqueél,implícitamente,deseabaquecorrespondieraaella.Pero le hice entrar en la habitación que yo acababa de dejar, y después deponer la lámpara sobre lamesa le rogué con toda la amabilidad de que fuicapazqueexplicaraelmotivodesuvisita.Miróalrededorconexpresiónmuyrara - como si se sorprendiese agradablemente y tuviera alguna parte en lascosas que admiraba, - y luego se quitó una especie de gabán ordinario ytambiénelsombrero.Asimismo,viquelapartesuperiordesucabezaestabahendidaycalvayquelosgrisescabellosnocrecíanmásqueenloslados.Peronadaadvertíquemeexplicarasuvisita.Porelcontrario,enaquelmomentoviquedenuevometendíalasmanos.-¿Quéseproponeusted?-lepregunté,conlasospechadequeestuviera loco.Dejódemirarmey lentamentese frotó lacabezaconlamanoderecha.-Esmuyviolentoparaunhombre-dijoconvozruda y entrecortada, - después de haber esperado estemomento y desde tanlejos…Peronotieneustedningunaculpa…Ningunodenosotroslatiene.Meexplicaré enmediominuto. Concédamemediominuto, hágame el favor. Sesentóenunasillaanteelfuegoysecubriólafrenteconsusmorenasmanos,surcadasdevenas.Leobservéconlamayoratenciónymeapartéligeramentede él, pero no le reconocí. - ¿Hay alguienmás por aquí cerca? - preguntó,volviendo la cabezaparamirarhacia atrás. -Meextrañaquemehagaustedesa pregunta, desconocido como es paramí y después de presentarse enmicasa a tales horas de la noche. 151 -Esustedunbuenmuchacho -medijomoviendo la cabeza hacia mí con muestras de afecto, que a la vez meresultaban incomprensibles e irritantes -. Me alegro mucho de que hayacrecido, para convertirse en un muchacho tan atrayente. Pero no me hagaprender, porque luego se arrepentiría amargamente de haberlo hecho.Abandonémentalmentelaintenciónqueélacababadecomprender,porqueenaquelmomento le reconocí.Era imposible identificar un simple rasgode surostro, pero a pesar de eso le reconocí. Si el viento y la lluvia se hubiesenllevado lejos aquellos años pasados, y almismo tiempo todos los sucesos ytodoslosobjetosquehuboenellos,situándonosalosdosenelcementerioendonde por primera vez nos vimos cara a cara y a distinto nivel, no habríapodidoconoceramipresidiariomásclaramentedeloqueleconocíaentonces,sentado ante el fuego.Nohabia necesidadde que se sacara del bolsillo unalimaparamostrármela,niquesequitaraelpañueloquellevabaalcuelloparaponérselo en torno de la cabeza, ni que se abrazase a símismo y echase aandaratravésdelahabitación,mirandohaciamíparaquelereconociese.Le

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conocíantesdequeayudasedeestemodo,aunqueunmomentoantesnohabíasospechadoniremotamentesuidentidad.Volvióadondeyoestabaydenuevometendiólasmanos.Sinsaberquéhacer,porque,afuerzadeasombro,habíaperdidoeldominiodemímismo,ledilasmíasdemalagana.Éllasestrechócordialmente, se las llevó a los labios, las besóy continuó estrechándolas. -Obraste noblemente, muchacho – dijo. - ¡Noble Pip! Y yo jamás lo heolvidado.Aladvertiruncambioensusmaneras,comosihastasedispusieraaabrazarme,lepuseunamanoenelpechoyleobliguéaalejarse.-Basta–dije.-Apártese.Siustedmeestáagradecidoporloquehiceenmiinfancia,esperoquepodrádemostrarmesugratitudcomunicándomequehacambiadodevida.Sihavenidoaquíparadarme lasgracias,debodecirlequenoeranecesario.Sinembargo,yaquemehaencontrado,nohaydudadequehayalgobuenoenelsentimientoquelehatraído,yporesonolerechazaré…,peroseguramentecomprenderá que yo… Mi atención quedó de tal modo atraída por lasingularidaddesumiradafijaenmí,quelaspalabrasmurieronenmislabios.-Decía usted - observó después de mirarnos en silencio-que seguramentecomprenderé… ¿Qué debo comprender? - Que no debo renovar con ustedaquella relación casual, y ya muy antigua, en estas circunstancias, que soncompletamentedistintas.Mecomplazcoencreerquesehaarrepentidousted,recobrandoeldominiodesímismo.Selodigoconelmayorgusto.Ytambiénmealegro,creyendoquemerezcosugratitud,dequehayavenidoadarmelasgracias.Noobstante,nuestroscaminossonmuydistintos.Estáustedmojadode pies a cabeza y parece muy fatigado. ¿Quiere beber algo antes demarcharse?Habíavueltoaponerseelpañueloentornodelcuello,aunquesinapretarelnudo,ysequedómirándomeconlamayoratenciónmordiendounapuntadeaquél. -Meparece-mecontestó,sindejardemorderelpañueloymirándome fijamente-que beberé antes demarcharme, y por ello también ledoylasgracias.Enunamesitaauxiliarhabíaunabandeja.Lapuseencimadela mesa inmediata al fuego, y le pregunté qué prefería. Señaló una de lasbotellas sinmirarla y sin decir una palabra, y yo le serví un poco de aguacalienteconron.Meesforcéenquenometemblaralamanoentantoqueleservía, pero su mirada fija en mí mientras se recostaba en su silla, con elextremodelpañueloentresusdientes,cosaquehacíatalvezsindarsecuenta,fuecausadequemeresultaradifícilcontenereltemblordelamano.Cuandopor fin le servíelvaso,observéconelmayorasombroquesusojosestabanllenosdelágrimas.Hastaentonces,yohabíapermanecidoenpie,sintratardedisimular mi deseo de que se marchara cuanto antes. Pero me ablandé alobservarelsuavizadoaspectodeaquelhombreysentíelmudoreprochequeme dirigía. - Espero - dije sirviéndome apresuradamente algo de beber yotambiényacercandounasillaalamesa-,esperoquenocreeráustedquelehehabladoconrudeza.Noteníaintencióndehacerlo,pero,siasífue,lolamentomucho.Deseoqueseaustedfelizyseencuentreasugusto.Cuandomellevé

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elvasoaloslabios,élmirósorprendidoelextremodesupañuelo,dejándolocaer al abrir la boca, y luegome tendió lamano.Yo le di lamía, y ambosbebimos.Hechoesto,sepasólamangadesu trajepor losojosy lafrente. -¿Cuál es su profesión? - le pregunté. -He tenido rebaños de ovejas, he sidocriadorderesesyotrosoficiossemejantesenelNuevoMundo–contestó;-esdecir, amuchosmillares demillas de aquí y a través del agua tempestuosa.152-Esperoquehabráustedganadodinero.-Mucho,muchísimo.Otrosquese dedicaban a lomismo hicieron también bastante dinero, pero nadie tantocomo yo. Fui famoso por esta causa. -Me alegro mucho. - Espero que sealegraráustedmástodavía,miqueridojoven.Sintratardeaveriguarelsentidode talespalabrasni la razóndel tonoconquefueronpronunciadas,volvímiatenciónaldetallequeacababadepresentarseamimente.-¿Havistoalgunavezalmensajeroquememandó,despuésqueélhubocumplidoelencargoqueustedlediera?-Noleheechadolavistaencima.Noerafáciltampocoqueleviese.-Puesélcumpliófielmenteelencargoymeentregódosbilletesdeunalibraesterlina.Entoncesyoeraunpobreniño,comoyasabeusted,y,paramí,aquella cantidad era casi una pequeña fortuna. Pero, como usted, heprogresadodesdeentoncesyvaapermitirmequeselasdevuelva.Podráustedemplearlasregalándolasaotromuchachopobre.Hablandoasí,saquémibolsa.Élmeobservómientrasladejabasobrelamesaylaabría,ynoapartósusojosdemímientrasseparabadosbilletesdeunalibraesterlinadelacantidadquecontenía.Losbilleteseranlimpiosynuevos.Losdespleguéyselosofrecí.Sindejardeobservarme,lospusounosobreotro,losdoblóalolargo,losretorció,lesprendiófuegoen la lámparaydejócaer lascenizasen labandeja. -¿Mepermitiráustedquelepregunte-dijoentoncesconunasonrisaceñudaoconsonrienteceño-cómohaprogresadousteddesdequeambosnosvimosenlosmarjales?-¿Cómo?-Sí.Vaciósuvaso,selevantóyfueasituarsealladodelfuego,apoyandosugrandeymorenamanoenlachimenea.Apoyóunpieenlabarradehierroquehabíaanteelfuego,conobjetodesecárseloycalentarlo,ysuhúmedabotaempezóahumear;peroélnolamirabanitampocosefijabaen el fuego, sino queme contemplaba con lamayor atención. Entonces fuecuando empecé a temblar. Cuando se entreabrieron mis labios y formuléalgunaspalabrasquenosepudieronoír,hicefuerzaenmímismoparadecirle,aunqueno conmucha claridad, quehabía sido elegidoparaheredar algunaspropiedades.-¿Mepermiteustedpreguntarquépropiedadessonésas?-Nolosé-respondítartamudeando.-¿Ypuedosaberdequiénsonesaspropiedades?- añadió. - Lo ignoro - contesté del mismo modo. -Me parece que podríaadivinar-dijoelexpresidiario-lacantidadquerecibeustedanualmentedesdequeesmayordeedad.Refiriéndomealaprimeracifra,meparecequeesuncinco.Mientrasmelatíaelcorazónapresuradaydesordenadamente,mepuseenpie,apoyandolamanoenelrespaldodelasillaymirando,muyapurado,ami interlocutor. - Y con respecto a un tutor – continuó, - indudablemente

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existíauntutoroalgoparecidomientrasustederamenordeedad.Esposiblequefueseabogado,ymeparecequenomeequivocarémuchoalafirmarquelaprimeraletradesunombreesunaJ.Enaquelmomentocomprendítodalaverdad de mi situación, y sus inconvenientes, peligros, deshonras yconsecuencias de todas clases me invadieron en tal multitud, queme sentéanonadado y tuve que esforzarme extraordinariamente para continuarrespirando.-Supongamos-continuó-queelquecomisionóaaquelabogado,cuyo nombre empieza por una J y que muy bien puede ser Jaggers,supongamos que, atravesando el mar, hubiese llegado a Portsmouth y que,desembarcando allí, hubiera deseadovenir a hacerle una visita a usted. «¿Ycómo me ha descubierto usted?», se preguntará. Pues bien, escribí desdePortsmouthaunapersonadeLondrespidiéndolelasseñasdeusted.¿Yquieresabercómosellamaesapersona?PuesesuntalWemmick.Niparasalvarmividahabríapodidopronunciarentoncesunasolapalabra.Allíestabaconunamanoapoyadaenunrespaldodelasillaylaotraenmipecho,pareciéndomeque me ahogaba. Así miraba yo a mi extraño interlocutor, y tuve queagarrarmeconfuerzaalasillaalobservarquelahabitaciónparecíadarvueltasalrededor de mí. Él me cogió, me llevó al sofá, me tendió sobre losalmohadonesysearrodillóamilado,acercandoelrostro,queahorarecordabamuybienyquemehacíatemblar,hastaponerloamuypocadistanciadelmíopropio.-Sí,Pip,queridomuchacho.Hehechodetiuncaballero.Soyyoquienhahechoeso.Aqueldíajuréquesilograbaganarunaguinea,seríaparati.Y,más tarde, cuando empecé a especular y a enriquecerme, me 153 juré queserías rico. Viví sufriendo grandes penalidades para que tú viviesescómodamente. Trabajé con la mayor energía para que tú no tuvieras quehacerlo. ¡Qué cosas tan raras! ¿Verdad,muchacho? ¿Y crees que te lo digoparaqueestésagradecido?Deningunamanera.Telodigotansóloparaquesepasqueaquelperrocuyavidacontribuisteasostenerlevantólacabezaatalalturaparapoderhacerdetiuncaballero.Y,enefecto,Pip,hasllegadoaseruncaballero.Elaborrecimientoquemeinspirabaaquelhombreyeltemorquesentíahaciaél,asícomolarepugnanciaquemeobligóaevitarsucontacto,nohabríanpodidosermayoresdehabersidounanimalterrible.-Mira,Pip.Soytu segundo padre. Tú eresmi hijo y todavíamás que un hijo. He ahorradomucho dinero tan sólo para que tú puedas gastarlo. Cuando me alquilaroncomopastoryvivíaenunacabañasolitaria,sinvermásquelasovejas,hastaqueolvidécómoeranlosrostrosdeloshombresylasmujeres,aunentonces,mentalmente,seguíaviendoturostro.Muchasvecessemehacaídoelcuchillodelasmanosenaquellacabaña,cuandocomíaocenaba,yentoncesmedecía:«Aquíestáotravezmiqueridomuchachocontemplándomemientrascomoybebo».Tevimuchasveces,contantaclaridadcomoeldíaenqueteencontréenlosmarjalesllenosdeniebla.«AsíDiosmemate-decíaconfrecuencia,ymuchas veces al aire libre, para queme oyese el cielo, - pero si consigo la

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libertadylariqueza,voyahaceruncaballerodeesemuchacho».Yahoramiraestaviviendatuya,dignadeunlord.¿Unlord?¡Ah!,tendrásdineromásquesuficienteparahacerapuestasconlosloresyparalograrventajassobreellos.Ensuvehemenciatriunfal,ydándosecuentadequeyohabíaestadoapuntodedesmayarme,noobservó laacogidaqueprestéasuspalabras.Éstefueelúnicoconsueloquetuve.-Mira-continuó,sacándomeelrelojdelbolsilloyvolviendo hacia él una sortija que llevaba mi dedo, mientras yo rehuía sucontactocomosihubiesesidounaserpiente.-Elrelojesdeoro,ylasortija,magnífica.Ambas cosas dignas de un caballero.Y fíjate en tu ropa blanca:fina y hermosa. Mira tu traje: mejor no puede encontrarse. Y también tuslibros-añadiómirandoalrededor,-quellenantodoslosestantes,acentenares.Ytúloslees,¿noesverdad?Mehabríagustadoencontrarteleyendoalllegar.¡Ja, ja, ja! Luegome leerás algunos, querido Pip, y si son en algún idiomaextranjero que yo no entienda, no por eso me sentiré menos orgulloso. Denuevollevómismanosasuslabios,entantoquelasangreparecíaenfriarseenmisvenas.-Nohaynecesidaddequehables,Pip-dijo,volviendoapasarselamangaporlosojosylafrente,mientrassugargantaproducíaaquelruidoqueyorecordabatanbien.Ylomáshorribledetodoeraeldarmecuentadelafectoconquehablaba.-Lomejorquepuedeshacerespermanecerquieto,queridoPip. Tú no has pensado en nuestro encuentro tanto tiempo como yo. Noestabas preparado para eso, como lo estaba yo. Pero sin duda jamás teimaginastequeseríayo.-¡Oh,no,no!-repliqué-.¡Nunca,nunca!-¡Puesbien,yavesqueerayoysinayudadenadie!NohaintervenidoenelasuntonadiemásqueyomismoyelseñorJaggers.-¿Ningunaotrapersona?-pregunté.-No - contestó, sorprendido. - ¿Quién más podía haber intervenido? Perodéjame que te diga, querido Pip, que te has convertido en un hombremuyguapo. Y espero que te habrán conquistado algunos bellos ojos. ¿No hayalguna lindamuchachade laque estés enamorado? - ¡Oh,Estella,Estella! -Pues será tuya, queridohijo, siempre en el supuestodeque el dineropuedaconseguirlo. No porque un caballero como tú, de tan buena figura y taninstruido, no pueda conquistarla por sí mismo; pero el dinero te ayudará.Ahoradéjamequeacabeloqueteibadiciendo,queridomuchacho.Deaquellacabañaydeltiempoquepaséhaciendodepastorrecibíelprimerdinero,pues,almorir,melodejómiamo,quehabíasidolomismoqueyo,yasí logré lalibertad y empecé a trabajar por mi cuenta. Y todas las aventuras queemprendía,lohacíaporti.«Diosbendigamiempresa-decíaalemprenderla-.Noesparamí,sinoparaél.»Yentodoprosperédeunmodomaravilloso.Paraquetedescuenta,hedeañadirquemehicefamoso.Eldineroquemelegarony lasgananciasdelprimeraño lomandé todoal señor Jaggers, todopara ti.Entonces él fue en tu busca, de acuerdo con las instrucciones que le di porcarta. ¡Oh, ojalá no hubiese venido! ¡Pluguiese aDios queme dejara en lafragua, lejosdeserfeliz,pero,sinembargo,dichosoencomparaciónconmi

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estado actual! - Y entonces, querido Pip, recibí la recompensa sabiendosecretamentequeestabahaciendodetiuncaballero.Aveces,loscaballosdeloscolonosmellenabandepolvocuandoyoibaandando.Peroyomedecía:«Estoy haciendo ahora un caballero que será mucho mejor que todos losdemás.»Y cuando uno decía a otro: «Hace pocos años era un presidiario yademásesunhombreordinarioeignorante.Sinembargo,tienemuchasuerte»,entoncesyopensaba:«Siyonosoyuncaballeroni tengoinstrucción,porlo154menossoypropietariodeunodeellos.Todoloquevosotrosposeéisnoesmás que ganado y tierras, pero ninguno de vosotros tiene, como yo, uncaballerodeLondres.»Asímeconsolabayasícontinuabaviviendo,ytambiéndeesemodocontinuéganandodinero,hastaquemeprometívenirundíaaveramimuchachoydarmeaconoceraélenelmismositioenquevivía.Mepusola mano en el hombro, y yo me estremecí ante la idea de que, segúnimaginaba,aquellamanopudieraestarmanchadadesangre.-Nomefuefácil,Pip,salirdeallí,nitampocoresultabamuyseguro.Peroyoestabaempeñado,ycuantomásdifícilresultaba,mayoreramidecisión,porqueestabaresueltoaello.Yporfinlohehecho.Sí,queridoPip, lohehecho.Tratédereunirmisideas,pero estabaaturdido.Meparecíahaberprestadomayor atencióna losrugidosdelvientoquealaspalabrasdemicompañero;peronomeeraposibleseparar la voz de éste de los silbidos de aquél, aunque seguía oyéndoloscuandoélpermanecíacallado.-¿Dóndemealojarás?-preguntóentonces.-Yacomprenderás, querido Pip, que he de quedarme en alguna parte. - ¿Paradormir?-dije.-Sí,paradormirmuchashorasyprofundamente–contestó,-porquehepasadomesesymesessacudidoymojadoporelaguadelmar.-Miamigo y compañero-dije levantándome del sofáestá ausente; podrá usteddisponerdesuhabitación.-¿Volverámañana?-preguntó.-No-contestéyocasi maquinalmente a pesar de mis extraordinarios esfuerzos. - No volverámañana.-Lopregunto,queridoPip-dijoenvozbajayapoyandoundedoenmipecho,-porqueesprecisotenerlamayorprecaución.-¿Quéquiereusteddecir?¿Precaución?-¡Yalocreo!Corropeligrodemuerte.-¿Quémuerte?-Fui deportado de por vida. Y el volver equivale a lamuerte. Durante estosúltimos años han vuelto muchos que se hallaban en mi caso, y, sin dudaalguna,meahorcaríansimecogiesen. ¡Sólo faltabaeso!Aqueldesgraciado,despuésdecargarmeconsuoromalditoyconsuscadenasdeplata,duranteaños enteros, arriesgaba la vida para venir a verme, y allí le tenía a micustodia. Si le hubiese amado en vez de aborrecerle, si me hubiera sentidoatraídoaélporextraordinariaadmiraciónyafecto,envezdesentirlamayorrepugnancia,nohabríasidopeor.Porelcontrario,habríasidomejor,porquesuseguridadsería lomás importantedelmundoparamicorazón.Miprimercuidadofuecerrarlospostigos,afindequenosepudieseverlaluzdesdeelexterior,yluegocerraryatrancarlaspuertas.Mientrasasílohacía,élestabasentado a la mesa, bebiendo ron y comiendo bizcochos; yo, al verle

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entretenido así, creí contemplar de nuevo al presidiario en los marjalesmientras comía. Y casime pareció que pronto se inclinaría hacia su piernapara limar su grillete. Cuando hube entrado en la habitación de Herbert,cerrandotodacomunicaciónentreellay laescalera,afindequenoquedaseotro paso posible que la habitación en que habíamos estado conversando,preguntéamicompañero siquería ir a acostarse.Contestóafirmativamente,peromepidióalgunasprendasdemiropablancadecaballeroparaponérselasporlamañana.Selasentreguéyselasdejédispuestas,yparecióinterrumpirsenuevamenteelcursodelasangreenmisvenascuandodenuevomeestrechólasmanosparadesearmeunabuenanoche.Mealejédeélsinsabercómolohacía;reaniméelfuegoenlaestanciaenquehabíamospermanecidojuntosymesentéalladodelachimenea,temerosodeirmealacama.Duranteunaodoshorasestuve tanaturdidoqueapenaspudepensar;perocuandolo logré,medicuentadelodesgraciadoqueeraydequelanaveenquemeembarcarase había destrozado por completo. Era evidente que las intenciones de laseñoritaHavishamconrespectoamínoerannadamásqueunsueño;sindudaalguna,Estellanomeestabadestinada;enlacasaSatissemetolerabacomoalgo conveniente, como si fuese una espina para los avarientos parientes,como un modelo dotado de corazón mecánico a fin de que Estella sepracticaseenmícuandonohabíanadiemásenquienhacerlo;éstasfueronlasprimeras ideas que se presentaron amimente. Pero el dolormás agudo detodoseraeldeque,acausadeaquelpresidiario,reodeignoradoscrímenesyexpuestoa sercogidoenmispropiashabitacionespara serahorcadoenOldBailey,yohabíaabandonadoaJoe.EntoncesnohabríaqueridovolveralladodeJoenialdeBiddypornadadelmundo;aunquemefiguroqueesosedebíaa la seguridad que tenía de que mi indigna conducta hacia ellos era másculpable de lo que 155 me había figurado. Ninguna sabiduría en la tierrapodría darme ahora el consuelo que habría obtenido de su sencillez y de sufidelidad;perojamáspodríadeshacerlohecho.Encadaunadelasacometidasdelvientoydelalluviaparecíameoírelruidodelosperseguidores.Pordosveceshabríajuradoquellamabanalapuertayquealotroladoalguienhablabaen voz baja. Con tales temores, empecé a recordar que había recibidomisteriososavisosdelallegadadeaquelhombre.Meimaginéquedurantelassemanas anteriores vi en las calles algunos rostros que me parecieron muysemejantesalsuyo.Díjemequeaquellosparecidoshabíansidomásnumerososamedidaqueélseacercabaa Inglaterra,yestabasegurodequesumalignoespíritumehabíamandado,dealgúnmodo,aquellosmensajeros,y,enaquellanoche tempestuosa, él valía tanto como su palabra y estaba conmigo. Entreestas reflexiones, semeocurrió ladeque, conmisojos infantiles, le juzguéhombre violento y desesperado; que había oído al otro presidiario asegurarreiteradamentequehabíaqueridoasesinarle;yyomismolevienelfondodelazanja,luchandoconlamayorfierezaconsucompinche.Ytalesrecuerdos

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meaterraron,dándomeaentenderquenoeraseguroparamíelestarencerradocon él en lomás profundo de aquella noche solitaria y tempestuosa.Y estetemorcreciódetalmanera,queporfinmeobligóatomarunabujíaparairaveramiterriblecompañero.Éstesehabíaenvueltolacabezaenunpañueloysurostroestabainmóvilysumidoenelsueño.Dormíatranquilamente,aunqueen laalmohadaseveíaunapistola.Tranquilizadoacercadelparticular,pusesuavementelallaveenlaparteexteriordelapuertayledilavueltaparacerrarantesdesentarmejuntoalfuego.Gradualmentemedeslicédemiasientoyalfinmequedétendidoenelsuelo.Cuandodesperté,sinquedurantemisueñohubieseolvidadomidesgracia,losrelojesdelasiglesiasdelaparteorientaldeLondresdabanlascincodelamadrugada,lasbujíassehabíanconsumido,elfuego estaba apagado y el viento y la lluvia intensificaban las espesastinieblas. ÉSTE ES EL FINAL DE LA SEGUNDA FASE DE LASESPERANZASDEPIP

Capítulo40

Afortunadamente,tuvequetomarprecaucionesparalograrenlamedidadeloposible la seguridad de mi temible huésped; porque como esta idea meimpulsaraaobrarencuantodesperté,dejóalosdemáspensamientosaciertadistancia y rodeados de alguna confusión. Era evidente la imposibilidad demantenerlo oculto en mis habitaciones. No se podía hacer, y tan sólo latentativaengendraría lassospechasdeunmodoinevitable.EsverdadqueyanoteníaamiservicioalVengador,peromecuidabaunaviejamuyvehemente,ayudadaporunsacodeharaposalquellamaba«susobrina»,ymantenerunahabitaciónsecretaparaellasseríaelmejormododeexcitarsucuriosidadysuschismes. Ambas tenían los ojos muy débiles, cosa que yo atribuía a sucostumbre crónica de mirar por los agujeros de las cerraduras, y siempreestabanalladodeunocuandonoselasnecesitabaparanada;enrealidad,éstaeralaúnicacualidaddignadeconfianzaquetenían,sincontar,naturalmente,queeranincapacesdecometerelmáspequeñohurto.Yparaqueaquellasdospersonasnosospechasenningúnmisterio,resolvíanunciarporlamañanaquemitíohabíallegadoinesperadamentedelcampo.Decidíestalíneadeconductamientras, en la oscuridad, me esforzaba en encender una luz. Y como noencontrase losmedios de conseguirmi propósito, no tuvemás remedio quesalir en busca del sereno para queme ayudase con su linterna. Cuandomedisponía a bajar por la oscura escalera, tropecé con algo que resultó ser unhombreacurrucadoenunrincón.Comonocontestasecuandolepreguntéquéhacíaallí,sinoque,silenciosamente,evitómicontacto,echéacorrerhacialahabitacióndelporteropararogaralserenoqueacudieseenseguida,ycuando

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subíamos laescalera ledicuentadel incidente.Elvientoera tanferozcomosiempre, y no nos atrevimos a poner en peligro la luz de farol tratando deencenderotravez las lucesde laescalera, sinoquehicimosunaexploraciónporéstadearribaabajo,aunquenopudimosencontraranadie.Entoncessemeocurrió la posibilidad de que aquel hombre se hubiese metido en mishabitaciones.Así, encendiendo una bujía en el farol del sereno y dejando aésteantelapuerta,examinéconelmayorcuidadolashabitaciones,inclusolaenquedormíamitemidohuésped,perotodoestabatranquiloynohabíanadiemásenaquellasestancias.Mecausóvivaansiedadlaideadequeprecisamenteenaquellanochehubiesehabidounespíaenlaescalera,y,conobjetodeversipodía encontrar una explicación plausible, interrogué al sereno mientras ledaba un vaso de aguardiente, a fin de averiguar si había abierto la puerta acualquier caballero que hubiese cenado fuera. Me contestó que sí y quedurante la cena abrió la puerta a tres. Uno de ellos vivía en Fountain 156Court,ylosotrosdos,enelCallejón.Añadióqueloshabíavistoentraratodosen sus respectivas viviendas. Además, el otro huésped que quedaba, y quevivía en la casa de la que mis habitaciones formaban parte, había pasadoalgunassemanasenelcampoycontodaseguridadnoregresóaquellanoche,porquealsubir laescalerapudimosversupuertacerradaconcandado. -Hasidolanochetanmala,caballero-dijoelserenoaldevolvermeelvasovacío,-quemuypocossehanpresentadoparaquelesabrieselapuerta.Apartedelostres caballeros que he citado, no he visto a nadiemás desde las once de lanoche.Entonces,undesconocidopreguntóporusted.Yasé-contesté-.Eramitío. ¿Le ha visto usted, caballero? - Sí. - ¿Y también a la persona que leacompañaba?-¿Lapersonaqueleacompañaba?-repetí.-Meparecióqueibaconél-replicóelsereno.-Esapersonasedetuvocuandoelprimerolohizopara preguntarme, y luego siguió su mismo camino. - ¿Y cómo era esapersona?Elserenonosehabíafijadomucho.Leparecióqueeraunobreroy,según creía recordar, vestía un traje de color pardo y una capa oscura. E1sereno descubrió algo más que yo acerca del particular, lo cual era muynatural,pero,porotraparte,yoteníamisrazonesparaconcederimportanciaalasunto. En cuanto me libré de él, cosa que creí conveniente hacer sinprolongarmisexplicaciones,mesentíturbadoporaquellasdoscircunstanciasque se presentaban unidas ami consideración.Así como separadas ofrecíanuna solución inocente, pues se podía creer, por ejemplo, que se trataba dealguno que volviera de cenar y que se extravió luego en la escalera,quedándose dormido, o que mi visitante trajera a alguien consigo paraenseñarleelcamino,lasdoscircunstanciasjuntasteníanunaspectomuyfeoycapaz de asustar a quien, como yo, las últimas horas le inclinaban a sentirdesconfianzaymiedo.Volvíaencenderelfuego,queardióconpálidallamaen aquella hora de lamañana, yme quedé adormecido ante él.Me parecíahaberpasadoasí lanocheenteracuandolascampanasdieronlasseis.Como

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aún quedaba una hora y media hasta que apareciera la luz del día, volví adormirme. A veces me despertaba inquieto, sintiendo en mis oídos prolijasconversacionesacercadenada;otras,mesobresaltabanlosrugidosdelvientoen la chimenea, hasta que por fin caí en un profundo sueño, del que medespertó, sobresaltado, el amanecer. Hasta entonces nunca había podidohacermecargodemipropia situación,mas, apesarde loocurrido, tampocome era posible hacerlo ahora. No tenía fuerzas para reflexionar. Me sentíaanonadadoydesgraciado,perodeunmodo incoherente.Encuantoa formaralgúnplanparalofuturo,nomehabríasidomásfácilqueformarunelefante.Cuandoabrílospostigosymiréhaciaelexterior,alamañanatempestuosayhúmeda,tododecolorplomizo,ycuandorecorrítodaslashabitacionesymesenté temblorosoanteel fuego,esperé laaparicióndemi lavandera.Medijeque eramuydesgraciado,mas apenas sabía por quéo por cuánto tiempo lohabíasido,eignorabatambiéneldíadelasemanaenquemehallabayhastaquiénera el autordemidesgracia.Por fin entraron laviejay su sobrina, laúltimaconunacabezaqueapenassepodíadistinguirdesuempolvadaescoba,ymostraronciertasorpresaalvermeanteelfuego.Lesdijequemitíohabíallegado por la noche y que a la sazón estaba dormido; además, les di lasinstrucciones necesarias para que, de acuerdo con ello, preparasen eldesayuno.Luegomelavéymevestímientrasellasquitabanelpolvoalrededordemí,yasí, enunaespeciede sueñoocomosianduvieradormido,volvíavermesentadoanteelfuegoyesperandoqueélvinieseatomareldesayuno.Lentamenteseabriósupuertaysalió.Nopodíaresolvermeamirarle,perolohice,yentoncesmeparecióque teníamuchopeoraspectoa la luzdeldía. -Todavíanosé- ledijemientrasélsesentabaenlamesa-quénombredebodarle.Hedichoqueeraustedmi tío. -Perfectamente,queridoPip; llámametío. - Sin duda, a bordo, debió de hacerse llamar usted por algún nombresupuesto. - Sí, querido Pip. Tomé el nombre de Provis. - ¿Quiere ustedconservaresenombre?-Sí,queridoPip.Estanbuenocomocualquiera,anoserquetúprefierasotromásdetugusto.-¿Cuálessuapellidoverdadero?-lepreguntéenvozmuybaja. -Magwitch - contestóenelmismo tono. -YminombredepilaesAbel.-¿Yquéoficioleenseñaron?-Eldegolfo,queridoPip.157Hablabaenserioyusólapalabracomosi,verdaderamente,indicasealguna profesión. - Cuando llegó usted al Temple, anoche… - dije yo,preguntándomesi,enrealidad,ellohabíaocurridolanocheanterior,puesmeparecíaquehabíapasadomuchotiempo.-Sí,queridoPip.-…cuandollegóusted a la puerta y preguntó al sereno el camino de mi casa, ¿vio si leacompañabaalguien?-No,queridoPip.Estabasolo.-Puesparecequehabíaalguienmás.-Entalcaso,nomefijé-dijo,dudando.-Tenencuentaquenoconocíaellugar.Pero,ahoraquerecuerdo,meparecequeconmigoentróotrapersona. - ¿Es usted conocido en Londres? - Espero que no - contestómoviendoelcuellodeunmodoquemedesagradó.-¿Yeraustedconocidoen

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Londresenotrostiempos?-No,queridoPip.Casisiemprevivíenprovincias.- ¿Fue usted… juzgado… en Londres? - ¿En qué ocasión? - preguntó,dirigiéndomeuna rápidamirada. -Laúltimavez.Movió afirmativamente lacabeza y añadió: - Entonces fue cuando conocí a Jaggers. Él me defendía.Estuveapuntodepreguntarleporquécausalehabíanjuzgado,peroélsacóuncuchillo,hizoconélunaespeciederúbricaenelaireymedijo:-Todoloquehe hecho ha sido ya pagado. Y, dichas estas palabras, empezó a comer. Lohacíaconunhambreextraordinariaquemeresultabamuyfastidiosa.Ytodossus actos eran groseros, ruidosos y voraces. Desde que le vi comer en losmarjales,habíaperdidoalgunosdientesymuelasy,alllevarseelalimentoalaboca,ladeabalacabeza,paraponerloentresusmuelasmásfuertes,locualledabaelaspectodeperroviejoyhambriento.Siyohubiesetenidoalgúnapetitoalempezar,mehabríadesaparecidoenelacto,puessentíaporaquelhombreextraordinaria repulsión, aversión invencible, y, así, me quedé mirandotristemente el mantel. - Soy gran comedor, querido Pip - dijo como cortésapología al terminar el desayuno. - Pero siempre he sido así. Si miconstituciónnomehubiesehechotanvoraz,talvezmispenalidadeshubieransidomenores.Además, necesito fumar. Cuandome alquilé por primera vezcomopastor,enelotroladodelmundo,estoysegurodequemehabríavueltoloco de tristeza si no hubiese podido fumar. Hablando así se levantó y,llevándose la mano al pecho, sacó una pipa negra y corta y un puñado detabaconegrodeinferiorcalidad.Despuésdellenarlapipavolvióaguardarseel tabacosobrante,comosisubolsillofueseuncajón.Tomócon las tenazasuna brasa del fuego y con ella encendió la pipa. Hecho esto, se volvió deespaldasalfuegoyrepitiósuademánfavoritodetendermelasdosmanosparaestrechar las mías. -Éste-dijo levantando y bajando mis manos mientraschupaba la pipa, - éste es el caballero que yo he hecho. Un verdaderocaballero. No sabes cuán feliz soy al mirarte, Pip. Todo lo que deseo espermanecer a tu lado y mirarte de vez en cuando, querido Pip. Libré mismanosloantesquepude,ycomprendíqueyaempezabaadarmecuentademiverdaderasituación.Mientrasoíasu roncavozymirabasucalvacabeza,encuyos ladoscrecíaelcabellodecolorgris,medijequeestabaencadenadoyconpesadascadenas.-Nopodríaveramicaballeroandarporlacalleentreelfango.Ensusbotasnohadehaberlamenormanchadebarro.Micaballerohadetenercaballos,Pip.Caballosdetiroydesilla,nosóloparati,sinotambiénparatucriado.¿Acasoloscolonostendránsuscaballos(yhastadebuenaraza)y no los tendrá mi caballero de Londres? No, no. Les demostraremos quepodemoshacerlomismoqueellos,¿noesverdad,Pip?Sacóentoncesdesubolsillounaabultadacartera,delaquerebosabanlospapeles,ylatirósobrelamesa.-Aquíhayalgoquegastar,queridoPip.Todoesoestuyo.Todoloqueyoheganadonomepertenece,sinoqueestuyo.Notengaselmenorreparoengastarlo.Haymuchomásenellugardedondehasalidoeso.Yohevenidoa

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mipaísparaveramicaballerogastareldinerocomoatal.Estoesloquemedará elmayor placer demi vida. Lo quemásme gustará será ver cómo logastas.Yachicaatodoelmundo-dijolevantándose,mirandoalrededordelaestancia y haciendo chasquear sus dedos. -Achícalos a todos, desde 158 eljuezqueseadornaconsupelucahastaelcolonoqueconsuscaballoslevantaelpolvodelascarreteras.Quierodemostrarlesquemicaballerovalemásquetodos ellos. - Espere - dije, asustado y asqueado; - deseo hablar con usted.Quieroconvenirconustedloquedebehacerse.Antetodo,deseosabercómopodemosalejardeustedtodopeligro,cuántotiempovaaestarconmigoyquéproyectos tiene. -Mira, Pip - dijo posando sumano enmi brazo, con tonoalteradoyenvozbaja,-antetodo,escúchame.Haceunmomentomeolvidédemímismo.Todo lo que te dije era algo ridículo, eso es, ridículo.Ahora,Pip,noteacuerdesdeloquetehedicho.Novolveréahablartedeesamanera.-Ante todo - continué, muy alarmado, - ¿qué precauciones pueden tomarsepara evitar que le reconozcan y le prendan? - No, querido Pip - dijo en elmismotono,-loprimeronoeseso.Loprimeroesloprimero.Nohepasadotantos años haciendode ti un caballero para queno sepa ahora lo que se ledebe. Mira, Pip, me he enternecido, eso es. Olvídalo, muchacho. Unasensacióndetristecomicidadmehizoprorrumpirenunaforzadacarcajadaalcontestar:-Yaloheolvidado.PorDios,hágameelfavordenoinsistiracercade ello. - Sí, peromira - repitió -. No he venido para enternecerte. Ahora,continúa, queridomuchacho.Decías… - ¿Cómohabrédeprotegerle a usteddelpeligroaqueseexpone?-Mira,queridoPip,elpeligronoestangrandecomotefiguras.Segúnmedijeron,noestangravecomoparece.Conocenmisecreto Jaggers, Wemmick y tú. ¿Quién más estará enterado? - ¿No hayprobabilidades de que le reconozcan a usted por la calle? - pregunté. - Enrealidad, pocas personas me reconocerían – replicó. - Además, como yapuedescomprender,notengolaintencióndeanunciarenlosperiódicosqueA.M.havueltodeBotanyBay.Hanpasadomuchosaños,y¿aquién lepuedeinteresarmi captura?Y sigue fijándote, Pip.Aunque el peligro hubiera sidocincuenta veces mayor, yo habría hecho este viaje para verte, de la mismamanera que ahora. - ¿Y cuánto tiempo piensa usted estar aquí? - ¿Cuántotiempo? - preguntó quitándosede la boca su negra pipa ymirándome -.Nopiensovolver.Hevenidoparaquedarme.-¿Dóndevaustedavivir?-preguntó-.¿Quéharemosconusted?¿Endóndeestaráseguro?-QueridoPip–replicó,-sepuedencomprarpatillaspostizas,puedoempolvarmeelcabelloyponermeanteojos,asícomountrajenegrodecalzóncortoycosasporelestilo.Otroshanencontradolaseguridaddeestamanera,yloquehicieronlosdemáspuedohacerloyo.Yencuantoadónde iréavivirycómo, te ruegoquemedes tuopinión.-Veoqueahoralotomaustedconmuchatranquilidad-ledije,-peroanoche parecía estar algo asustado al decirme que su aventura le ponía enpeligrodemuerte. -Y sigodiciendo lomismo, con toda seguridad - replicó

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poniéndosedenuevolapipaenlaboca.-Equivalealamuerteconunacuerdaalcuello,enplenacalleynolejosdeaquí.Hasdecomprendermuybieneso,porque es una cosa muy seria y conviene que te des cuenta. Pero ¿quéremedio, si la cosa ya está hecha? Aquí me tienes. Y el intentar ahora elregresoseríatanpeligrosocomoquedarme,yauntalvezpeor.Además,Pip,estoyaquíporqueteníaempeñoenviviratulado,ylodeseéañosyaños.Yencuantoamiosadía,tenencuentaqueyasoygalloviejoyqueenmividahehechomuchas cosas atrevidasdesdequeme salieron las plumas; demaneraque nome da ningún reparo posarme sobre un espantajo. Sime aguarda lamuerte,nohaymaneradeevitarlo.Quevengasiquiereyledaremoslacara,peronohayquepensarenellaantesdequesepresente.Yahoradéjamequecontempleotravezamicaballero.Unavezmásmecogióambasmanosymeexaminócon laexpresióndelquecontemplaunobjetoqueposee, fumando,mientrastanto,conlamayorcomplacencia.Mepareciólomejorbuscarleunalojamiento tranquiloynomuyapartado,delquepudiera tomarposesiónalregreso de Herbert, a quien esperaba al cabo de dos o tres días.Inevitablemente,debíaconfiarseelsecretoamiamigo,aunquenofuesemásqueporelalivioquehabíadecausarmeelhechodecompartirloconél.Peroesonofue tandelgustodelseñorProvis (resolví llamarleporestenombre),quereservósudecisióndeconfiarsuidentidadaHerberthastahaberlevistoyformado favorable opinión de él según su fisonomía. - Y aun entonces,queridoPip - dijo sacando un pequeño, grasiento y negroTestamento de subolsillo-,aunentonces,seráprecisoquemeprestejuramento.Elasegurarquemiterribleprotectorllevaraconsigoaquellibritonegroporelmundotansólocon objeto de hacer jurar sobre él a la gente en los casos de apuro, seríaafirmarunacosaquenuncalleguéaaveriguar,aunquesímeconstaquejamásvique lousaradeotramanera.El libroparecíahaber sido robadoaun159tribunalde justicia,y talvezel conocimientoque teníade sus antecedentes,combinadoconsusexperienciasenestesentido,ledabanciertaconfianzaensus cualidades, como si tuviese una especie de sortilegio legal. En elmodocomo se lo sacó del bolsillo la primera vez, recordé cómome había hechojurarfidelidadenelcementerio,muchosañosatrás,yque,segúnmemanifestólanocheanterior,solíajurarasolassusresoluciones.Comoentoncesllevabauntrajepropioparalanavegación,aunquemuymalhechoysucio,conelcualparecíaquesededicaraalaventadelorosodetabacoantillano,empezamospor tratardel trajequeleconvendría llevar.Él teníaunafeextraordinariaenlasvirtudesdelostrajesdecalzóncortocomodisfraz,yseproponíavestirsede un modo que le diera aspecto de deán o de dentista. Con grandesdificultadespudeconvencerledequeleconveníallevaruntrajepropiodeungranjeroenbuenaposición;yconvinimosenquesecortaraelcabellocortoyseloempolvara ligeramente.Porúltimo,y teniendoencuentaqueaúnnolehabíanvistolalavanderanisusobrina,deberíapermanecerinvisiblehastaque

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se hubiese llevado a cabo su cambio de traje. Parece que el tomar estasprecaucioneshabíadesercosasencilla;pero,enmiestadodeánimoydadoloapuradoqueyoestaba,empleamosambostantotiempo,queladiscusiónduróhasta las dos o las tres de la tarde. É1 debía permanecer encerrado en suhabitacióndurantemiausencia,yporningunacausanirazónabriríalapuerta.Sabíaqueen lacalledeEssexhabíaunacasadehuéspedesrespetable,cuyaparteposteriordabaalTemple,yquesehallabaalalcancedelavozdesdemispropiasventanas.Poresomedirigíenseguidaadichacasa,y tuve labuenafortuna de poder tomar el segundo piso parami tío, el señor Provis. Luegorecorríalgunastiendas,parahacerlascomprasnecesariasafindecambiarsuaspecto.Unavezhechotodoeso,medirigípormicuentaaLittleBritain.E1señorJaggersestabasentadoantesumesa,pero,alvermeentrar,sepusoenpieinmediatamenteysesituójuntoalfuego.-Ahora,Pip–dijo,-seaustedprudente. - Lo seré, señor - le contesté. Porque mientras me dirigía a sudespachoreflexionémuybienacercadeloquelediría.-Nosefíeusteddesímismo,ymuchomenosdeotrapersona.Yameentiendeusted…,deningunaotra persona. No me diga nada; no necesito saber nada; no soy curioso.Naturalmente,comprendíqueestabaenteradodelallegadadeaquelhombre.-Tansólodeseo,señorJaggers–dije,-cerciorarmedequeesverdadloquemehan dicho. No tengo la esperanza de que sea mentira, pero, por lo menos,puedocomprobarlo.ElseñorJaggershizounmovimientodeafirmaciónconlacabeza. - ¿Le han dicho o le han informado? - me preguntó con la cabezaladeadaysinmirarme,perofijandosusojosenelsueloconlamayoratención.-Silehandicho,esosignificaunacomunicaciónverbal.YyacomprendequeesonoesposiblequeocurraconunhombrequeestáenNuevaGalesdelSur.-Diréquemehaninformado,señorJaggers.-Bien.-Pueshesidoinformadopor una persona llamada Abel Magwitch de que él es el bienhechor quedurante tanto tiempohasidodesconocidoparamí.-Esdecir,¿elhombredeNuevaGalesdelSur?-¿Élsolamente?-pregunté.-Élsolamente-contestóelseñorJaggers.-Nosoytanpocorazonable,caballero-ledije,-parahacerleausted responsable de todas mis equivocaciones y de mis conclusioneserróneas;peroyosiempremeimaginéqueseríalaseñoritaHavisham.-Comodice ustedmuy bien, Pip - replicó el señor Jaggers volviendo fríamente sumiradahaciamíymordiéndosesudedoíndice,-yonosoyresponsabledeeso.-Y,sinembargo,¡parecíatanverosímil,caballero!-exclamécondesaliento.-Nohabíalamáspequeñaevidencia,Pip-contestóelseñorJaggersmeneandola cabeza y recogiéndose los faldones de la levita. - Acostúmbrese a noconsiderarnadaporsuaspecto,sinoporsuevidencia.Nohayreglamejorqueésta. -Nadamás tengo que decir - repliqué dando un suspiro y después dequedarmeunmomentosilencioso.-Hecomprobadolosinformesrecibidos,yyanohaymásqueañadir.-PuestoqueMagwitch,deNuevaGalesdelSur,sehadadoaconocer-dijoelseñorJaggers,-yacomprenderáusted,Pip,cuánta

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ha sido la exactitud con que, enmis comunicaciones con usted,me he 160atenido a los hechos estrictos.Nuncame he separado lomásmínimo de laestricta línea de los hechos. ¿Está usted persuadidode eso? - Por completo,caballero. -Ya comuniqué aMagwitch, enNuevaGales del Sur, la primeravezquemeescribiódesdeNuevaGalesdelSur,quenodebíaesperarqueyome desviara lo más mínimo de la estricta línea de los hechos. También leadvertíotracosa.EnsucartaparecíaaludirdeunmodovagoasupropósitoaúnlejanodeverleaustedenInglaterra.Leavisédequenoqueríasaberunapalabramásacercadeeso;quenohabíalamenorprobabilidaddeobtenerunperdón;quehabíasidodesterradoporel términodesuvidanatural,yquealpresentarse en este país cometería un acto de audacia que lo pondría ensituacióndesercastigadoconlapenamásgravedelasleyes.DiaMagwitcheste aviso - añadió el señor Jaggersmirándome con fijeza, - se lo escribí aNuevaGalesdelSur.Ynohaydudadequeajustósuconductadeacuerdoconmi advertencia. -Sin duda - dije. - He sido informado por Wemmick -prosiguió el señor Jaggers,mirándome con lamisma fijeza - de que recibióunacartafechadaenPortsmouth,procedentedeuncolonollamadoPurviso…-0Provis-corregí.-0Provis…Gracias,Pip.TalvezesProvis.Quizásustedsabe que es Provis. - Sí - contesté. - Usted sabe que es Provis. Una cartafechada en Portsmouth, procedente de un colono llamado Provis, pidiendodetallesacercadeladireccióndeusted,condestinoaMagwitch.Wemmicklemandó los detalles necesarios, según tengo entendido, a vuelta de correo.Probablemente, pormediode eseProvis ha recibidousted la explicacióndeMagwitch…,deNuevaGalesdelSur.-Enefecto,meheenteradopormediodeeseProvis - contesté. -Buenosdías,Pip -dijo entonces el señor Jaggersofreciéndome lamano. -Mealegromuchodehaberlevisto.Cuandoescribausted a Magwitch, a Nueva Gales del Sur, o cuando comunique usted pormediacion de Provis, tenga la bondad de mencionar que los detalles ycomprobantesdenuestralargacuentalesseránmandadosaustedjuntamenteconelsaldo;porquetodavíaquedaunsaldoasufavor.Buenosdías,Pip.Nosestrechamoslamano,yélsiguiómirándomeconfijezamientraslefueposible.Medirigíalapuerta,yélcontinuóconlosojosdirigidosamí,entantoquelasdos horribles mascarillas parecían esforzarse en abrir los párpados y enproferirconsushinchadasgargantaslafrase:«¡Oh,quéhombre!».Wemmickno estaba, pero aunque se hubiese hallado en su puesto, nada podría haberhechopormí.MeapresuréaregresaralTemple,endondeencontréalterribleProvis bebiendo agua con ron y fumando apaciblemente en su pipa. Al díasiguientellegaronacasalasprendasydemáscosasqueencargara,yélselopusotodo.Peroloqueseibaponiendoledabapeoraspecto(o,porlomenos,eso me pareció) que cuando había llegado. A mi juicio, había algo en élcompletamente imposiblededisfrazar.Cuantomásymejor levestía,másseparecía al asustado fugitivo de los marjales. Eso, en mi recelosa fantasía,

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debíasesindudaalgunaaquesurostroysusmanerasmeerancadavezmásfamiliares;peromepareciótambiénquearrastrabaunadesuspiernas,comosien ella llevase aún el pesado grillete, de manera que a mí me parecía unpresidiario de pies a cabeza y en todos sus detalles. Además, se notaba lainfluenciadesusolitariavidaenlacabañacuandohizodepastor,yledabaunaspecto salvaje que ningún disfraz podía disimular; también la vida infamequellevaraentreloshombreshabíadejadosuselloenél,y,comoremate,seadvertíasuconvencimientodequealasazónvivíaocultoyenpeligrodeserperseguido. Tanto si estaba sentado como de pie, y tanto si bebia como sicomíaopermanecíapensativo,conloshombrosencogidos,segúnerapeculiarenél;ocuandosacabasucuchillodepuñodeastaylolimpiabaenelpantalónantesde cortar losmanjares; o si se llevaba a los labios losvasosde cristalfinocomosifuesenbastoscazos;osimordíauncanterodepan,olomojabaenlasalsa,dándolevariasvueltasenelplato,secándoseluegolosdedosenélantesdetragárselo…,entodosesosdetallesyenotrosmuchosqueocurríanacada minuto del día, siempre seguía siendo el presidiario, el convicto, elcondenado.Habíamostradoelmayorempeñoenempolvarseelcabello,cosaenlacualconsentídespuésdehacerledesistirdelcalzóncorto.Peroelefectoqueproducíanlospolvosensuscabellosnopuedocompararloanadamásqueal que causaría el colorete en un cadáver. Era tan desagradable en él aquelfingimiento,quesedesistióde lospolvosencuantosehizolaprueba,ynoslimitamosaquellevasecortadoalrapesucabellogris.Nopuedoexpresarconpalabraslassensacionesqueyoexperimentabaacercadelmisterioenqueparamí estaba envuelto aquel hombre.Cuando se quedabadormidopor la tarde,consusnudosasmanosagarradas161alosbrazosdesusillónyconlacalvayhendidacabezacaídasobreelpecho,mequedabamirándole,preguntándomequé habría hecho y acusándole mentalmente de todos los crímenesimaginables,hastaquemesentíainclinadoalevantarmeyhuirdeél.Ycadahora que pasaba aumentaba de tal manera mi aborrecimiento hacia él que,según creo, habría acabado por obedecer a este impulso en las primerasagoníasquepasédeesta suerte,apesardecuantohabíahechopormíydelpeligroquecorría,anoserporqueHerbertestaríamuyprontoderegreso.Unavezsaltédelacamaporlanocheyhastaempecéavestirmeapresuradamenteconmispeoresropas,conelpropósitodeabandonarleallícontodoloqueyoposeía y alistarme para la India como soldado raso. Dudo que un fantasmahubierasidomásterribleparamí,enaquellassolitariashabitaciones,durantelaslargasveladasynomáscortasnoches,mientrasrugíaelvientoylalluviacaíasobrelacasa.Unfantasmanohabríapodidosercogidoyahorcadopormicausa,ylaconsideracióndequeélpodíaserloyelmiedodequeacabaseasíno contribuían, ciertamente, a disminuir mis terrores. Cuando no estabadormido o entretenido en un complicado solitario con una raída baraja queposeía - juego que hasta entonces no había visto jamás y cuyos éxitos

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registrabaclavandosucuchilloenlamesa,-merogabaqueleleyeraalgunacosa.-Algoenidiomaextranjero,queridoPip-decía.Ymientrasyoobedecía,aunqueélnoentendíaunasolapalabra,sequedabasentadoanteelfuego,conexpresiónpropiadeunexpositor,yyoleveíaatravésdelosdedosdelamanoconqueprotegíamirostrodelaluz,comosiquisierallamarlaatencióndelosmueblesparaquesefijasenenmiinstrucción.Aquelsabiodelaleyendaquese vio perseguido por la fea figura que hizo impíamente no era másdesgraciadoqueyo,perseguidoporelserquemehabíahecho,yamedidaqueaumentabamirepulsión,másmeadmirabaélymásmequería.Heescritoestocomositalsituaciónhubieseduradounaño,peronoseprolongómásdecincodías.Comoesperabaacadamomento la llegadadeHerbert,nomeatrevíaasalir,exceptuandodespuésdeanochecer,cuandosacabaaProvisaquetomaseunpocoelaire.Porfin,unanoche,despuésdehabercenadoycuandoyomehabíaadormecido,derrengado,porquepasabamuymalasnoches,agitadoportodasuertedepesadillas,medespertéaloírlosagradablespasosdemiamigoen laescalera.Provis,que tambiénsehabíadormido, seestremecióaloírelruidoquehice,yenunmomentovibrillarensumanolahojadesucuchillo.-¡No se alarme! ¡Es Herbert! - dije. Y, en efecto, pocos instantes despuéspenetróHerbertenlaestancia,excitadoyreanimadoporlasseiscientasmillasque acababa de recorrer en Francia. - Haendel, mi querido amigo, ¿cómoestás? Parece como si hubiese estado un año ausente. Tal vez ha sido así,porqueestásmuypálidoyflaco.Haendel,mi…Pero…,perdon…A1veraProvis se interrumpió en sus saludos y en sus apretones de mano. Éste lemirabaconlamayoratenciónyseguardabalentamentesucuchillo,entantoque semetía la otramano en el bolsillo, sin duda en busca de otra cosa. -Herbert, querido amigo - dije yo cerrando las dobles puertas mientras micompañeromirabamuy asombrado -. Este señor…ha venido a visitarme. -Todo va bien, querido Pip - exclamóProvis adelantándose y llevando en lamano su librito negro. Luego, dirigiéndose aHerbert, le dijo: - Tome ustedestelibroconlamanoderecha.¡AsíDioslematesidiceustednadaanadie!¡Beseellibro!-Hazloquetedice,Herbert-dije.Miamigo,mirándomeconamistosaalarmayextraordinarioasombro,hizoloqueProvislepedia,yesteleestrechó lamano inmediatamente,diciendo: -Ahorayaha juradousted.Ynunca crea nada de lo que yo le diga si Pip no hace de usted un verdaderocaballero.

Capítulo41

Envano trataríadedescribirelasombroy laalarmadeHerbertcuando,unavezsentadoslostresanteelfuego,lereferítodalahistoria.Bastedecirquevi

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mispropiossentimientosreflejadosenelrostrodeHerberty,entreellos,deunmodoprincipal,mirepugnanciahaciaelhombrequetantohabíahechopormí.Habríabastadoparaestablecerunadivisiónentreaquelhombreynosotros,siyanohubiesenexistidootrascausasquenosalejabanbastante,eltriunfoqueexpresóaltratarsedemihistoria.Yaexcepcióndesumolestaconviccióndehaberse enternecido en una ocasión, desde su llegada, acerca de lo cualempezóa162hablar aHerbert en cuantohube terminadomi revelación, notuvolamenorsospechadelaposibilidaddequeyonoestuviesesatisfechoconmibuenafortuna.Suenvanecimientodequehabíahechodemíuncaballeroyde que había venido a verme representar tal papel, utilizando sus ampliosrecursos, fueexpresadono tansóloconrespectoamí, sino tambiénparamímismo.Ynohaydudadequellegóalaconclusióndequetalenvanecimientoera igualmente agradable para él y paramí y de que ambos debíamos estarorgullososdeello.-Aunque,fíjese,amigodePip-dijoaHerbertdespuésdehablar por algún tiempo: - sé muy bien que, a mi llegada, por espacio demediominutomeenternecí.Se lodije asímismoaPip.Perono se inquieteusted por eso. No en vano he hecho de Pip un caballero, como él hará uncaballerodeusted,paraqueyonosepaloquedeboaustedesdos.QueridoPipyamigodePip,puedenustedesestar segurosdequeenadelantemecallaréacerca del particular. Me he callado después de aquel minuto en que, sinquerer, me enternecí; callado estoy ahora, y callado seguiré en adelante. -Ciertamente - dijo Herbert, aunque en su acento no se advertía que talespalabras le hubiesen consolado lo más mínimo, pues se quedó perplejo ydeprimido. Ambos deseábamos con toda el alma que nuestro huésped semarcharaasuviviendaynosdejarasolos;peroél,sindudaalguna,teníacelosde dejarnos juntos y se quedó hasta muy tarde. Eran las doce de la nochecuandolellevéalacalledeEssexyledejéenseguridadantelaoscurapuertadesuhabitación.Cuandosecerrótrasél,experimentéelprimermomentodealivio que había conocido desde la primera noche de su llegada. Como noestabapor completo tranquilo, pues recordaba con cierto temor al hombre aquien sorprendíen laescalera,observéalrededordenosotroscuandosalíyaanochecido,conmihuésped,ytambiénalregresaramicasaibavigilandoentornodemí.Esmuydifícil,enunagranciudad,elevitarelrecelodequetodosnosobservancuandolamenteconoceelpeligrodequeocurratalcosa,yporeso no podía persuadirme de que las personas que pasaban pormi lado noteníanelmenor interésenmismovimientos.Lospocosquepasabanseguíansusrespectivoscaminos,y lacalleestabadesiertacuandoregreséalTemple.Nadiehabíasalidoconnosotrosporlapuertaynadieentróporellaconmigo.Al cruzar junto a la fuente vi las ventanas iluminadas y tranquilas de lashabitacionesdeProvis,ycuandomequedéunosmomentosantelapuertadelacasaenquevivía,antesdesubirlaescalera,GardenCourtestabatanapacibleydesiertocomolamismaescaleraalsubirporella.Herbertmerecibióconlos

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brazosabiertos,ynuncacomoentoncesmepareciócosa tanconfortadoraeltenerunverdaderoamigo.Despuésdedirigirmealgunaspalabrasdesimpatíaydealiento,ambosnossentamosparadiscutirelasunto.¿Quédebíahacerse?LasillaquehabíaocupadoProvisseguíaenelmismolugar,porqueteníaunmodo especial, propio de su costumbre de habitar en una barraca, depermanecerinquietoenunsitioydedicándosesucesivamenteamanipularconsupipaysutabacomalo,sucuchilloysubarajayotroschismessemejantes.Digo, pues, que su silla seguía en el mismo sitio que él había ocupado.Herbert,sindarsecuenta,latomó,pero,alnotarlo,laempujóaunladoytomóotra.Despuésdeesono tuvonecesidaddedecirquehabíacobradoaversiónhaciamiprotector,niyotampocolatuvedeconfesarlaquesentía,demaneraque nos hicimos estamutua confidencia sin necesidad de cambiar una solapalabra. - ¿Qué te pareceque sepuedehacer? - pregunté aHerbert despuésquesehubosentado.-MipobreamigoHaendel-replicó,apoyandolacabezaensusmanos,-estoydemasiadoanonadadoparapoderpensar.-Lomismomeocurrióamí,Herbert,enlosprimerosmomentosdesullegada.Noobstante,hay que hacer algo. Ese hombre se propone realizar varios gastosimportantes…,comprarcaballos,cochesytodasuertedecosasostentosas.Esprecisobuscar lamanerade impedírselo. -¿Quieresdecirmeconesoquenopuedesaceptar…?-¿Cómopodría?-leinterrumpíaprovechandolapausadeHerbert-. ¡Piensa en él! ¡Fíjate en él! Un temblor involuntario pasó parnosotros.-Además, temo,Herbert,queesehombresienteunfuertee intensoafectoparamí.¿Sehavistoalgunavezcosaigual?-¡PobreHaendel!-repitióHerbert.-Porotraparte–proseguí,-aunquemenieguearecibirnadamásdeél,piensaenloqueyaledebo.Independientementedetodoeso,recuerdaquehe contraído muchas deudas, demasiadas para mí; que ya no puedo teneresperanzasdeningunaclase.Además,hesidoeducadosinpropósitodetomarninguna profesión, y para esta razón no sirvo para nada. - Bueno, bueno -exclamóHerbert. -Nodigasqueno sirvesparanada.163 - ¿Paraqué?Tansólo hay una cosa para la que tal vez podría ser útil, y es alistarme comosoldado.Yalohabríahecho,miqueridoHerbert,denohaberdeseadotomaranteselconsejoquepuedoesperardetuamistadydetuafecto.Alpronunciarestaspalabras,laemociónmeimpidiócontinuar,peroHerbert,aexcepcióndequemetomóconfuerzalamano,fingiónohaberloadvertido.-Decualquiermodoquesea,miqueridoHaendel-dijoluego,-laprofesióndesoldadonoteconviene.Sifuerasarenunciarasuprotecciónyasusfavores,supongoqueloharíasconladébilesperanzadepoderpagarleundíaloqueyahasrecibido.Ysi te fueras soldado, tal probabilidad no podría sermuy segura.Además, esabsurdo.EstaríasmuchomejorencasadeClarriker,apesardeserpequeña.Ya sabes que tengo esperanzas de llegar a ser socio de la casa. ¡Pobremuchacho! Poco sospechaba gracias a qué dinero. - Pero hay que tener encuentaotracosa-continuóHerbert.-Esehombreesignorante,aunquetiene

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unpropósitodecidido,hijodeuna idea fijadurantemucho tiempo.Además,me parece (y tal vez me equivoque con respecto a él) que es hombre decarácterferozensusdecisiones.-Asíes.Meconsta-lecontesté-.Voyadarteahora pruebas de eso.Y le dije lo que no habíamencionado siquiera enminarración,esdecir,suencuentroconelotropresidiario.-Puesfíjateeneso-observóHerbert.-Élvieneaquíconpeligrodesuvida,pararealizarsuideafija. Si cuando ya se dispone a ejecutarla, después de sus trabajos, suspenalidadesysulargaespera,seloimpidesdeunmodouotro,destruyessusilusionesyhacesquetodasufortunanotengayaparaélningúnvalor.¿Notedascuentadeloquepodríahacer,ensudesencanto?-Lohevisto,Herbert,yhe soñado con eso desde la noche fatal de su llegada. Nada se me harepresentado conmayor claridad que el hecho de ponerle en peligro de serpreso.-Entonces,notengasdudaalguna-mecontestóHerbert-dequehabríagranpeligrodequesedejaracoger.Éstaeslarazóndequeesehombretengapoder sobre ti mientras permanezca en Inglaterra, y no hay duda de queapelaría a ese último extremo en caso de que tú le abandonaras. Mehorrorizabatantoaquellaidea,quedesdeelprimermomentomeatormentó,ymis reflexiones acerca del particular llegaron a producirme la impresión deque yo podría convertirme, en ciertomodo, en su asesino. Por eso no pudepermanecer sentado y, levantándome, empecé a pasear par la estancia.Mientras tanto, dije a Herbert que, aun en el caso de que Provis fuesereconocidoypreso,apesardesímismo,yonopodríamenosdeconsiderarme,aunque inocente,comoelautordesumuerte.Yasíera,enefecto,puesauncuandomeconsiderabadesgraciadoteniéndolecercademíyhabríapreferidopasartodamividatrabajandoenlafraguaconJoe,aunasí,noeraesolopeor,sino lo que podía ocurrir todavía. Era inútil pretender despreocuparnos delasunto,yporesoseguíamospreguntándonosquédebíahacerse.-Loprimeroyprincipal-dijoHerbert-essacarlodeInglaterra.Tendrásquemarcharteconél,yasínoseresistirá.-Peroaunquelolleveaotropaís,¿podréimpedirqueregrese?-MiqueridoHaendel,esinútildecirtequeNewgateestáenlacallepróximayque,porconsiguiente,resultaaquímáspeligrosoqueenotrapartecualquiera el darle a entender tus intenciones y causarle un disgusto que lollevealadesesperación.Talvezsepodríaencontrarunaexcusahablándoledelotro presidiario, o de un hecho cualquiera de su vida, a fin de inducirle amarchar. Pero lo bueno del caso - exclamé deteniéndome ante Herbert ytendiéndolelasmanosabiertas,comoparaexpresarmejorlodesesperadodelasunto - es que no sé nada absolutamente de su vida. A punto estuve devolvermelocounanocheenquepermanecísentadoaquíanteél,viéndoletanligado a mí en sus desgracias y en su buena fortuna y, sin embargo, tandesconocidoparamí,aexcepcióndesuaspectoysituaciónmíserosdelosdíasdeminiñezenquemeaterrorizó.Herbertselevantó,pasósubrazoporelmíoylosdosechamosaandardeunladoaotrodelaestancia,fijándonosenlos

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dibujos de la alfombra. - Haendel - dijo Herbert, deteniéndose. - ¿estásconvencidodequenopuedesaceptarmásbeneficiosdeél? -Por completo.Seguramente tú harías lo mismo, de encontrarte en mi lugar. - ¿Y estásconvencidodequedebessepararteporcompletodeél?-¿Esomepreguntas?-Porotraparte,comprendoquetengas,comotienes,estaconsideraciónporlavidaque él ha arriesgadopor tu causayque estés decidido a salvarle, si esposible.Entalcaso,notienesmásremedioquesacarlode164Inglaterraantesdeponerenobratusdeseospersonales.Unavezlogradoeso,líbratedeél,ennombredeDios;losdosjuntosyaencontraremoslosmedios,queridoamigo.Fue paramí un consuelo estrechar lasmanos deHerbert después que hubodichoestaspalabras,y,hechoesto,reanudamosnuestropaseoporlaestancia.-Ahora,Herbert – dije, - convienequenos enteremosde su historia.Nohaymás que unmedio de lograrlo, y es el de preguntársela directamente. - Sí,pregúntale acerca de eso - dijo Herbert - cuando nos sentemos a tomar eldesayuno. Efectivamente, el día anterior, al despedirse de Herbert, habíaanunciadoquevendríaa tomareldesayunoconnosotros.Decididosaponerenobraesteproyecto,fuimosaacostarnos.Yotuvelossueñosmáshorrorososacercadeél,ymelevantésinhaberdescansado;medespertépararecobrarelmiedo,queperdieraaldormirme,dequeledescubriesenyseaveriguaraqueera un deportado de por vida que había regresado a Inglaterra. Una vezdespierto,noperdíaestemiedoniuninstante.Llegóalahoraoportuna,sacóelcuchillode la faltriqueraysesentóparacomer.Teníamuchosplanesconreferenciaasucaballero,ymerecomendóque,sincontar,empezaraagastardelacarteraquehabíadejadoenmipoder.Considerabanuestrashabitacionesysupropioalojamientocomoresidenciatemporal,ymeaconsejóquebuscaraalgúnlugareleganteyapropiadocercadeHydePark,endondepudierateneruna cama improvisada siemprequehiciera falta.Cuandohubo terminado sudesayuno y mientras se limpiaba el cuchillo en la pierna, sin ponerle enguardiaconunasolapalabra, ledije repentinamente: -Despuésquesehuboustedmarchadoanoche,referíamiamigolaluchaquehabíaustedempeñadoen una zanja cuando llegaron los soldados seguidos por los demás. ¿Seacuerda?-¿Quesimeacuerdo?-replicó-.¡Yalocreo!-Quisiéramossaberalgoacercadeaquelhombre…yacercadeustedmismo.Es raroqueyonosepadeélnideustedmásdeloquepudereferiranoche.¿Noleparecebuenaocasión para contarnos algo? - Bueno - dijo después de reflexionar -. ¿Seacuerda usted de su juramento, compañero de Pip? - Claro está - replicóHerbert. -Esejuramentoserefiereacuantoyodiga,sinexcepciónalguna.-Así loentiendo también. -Puesbien, fíjenseustedes.Cualquiercosaqueyohayahecho,yaestápagada-insistió.-Perfectamente.Sacósunegrapipaysedisponía a llenarla de sumal tabaco, pero almirar el que tenía en lamanodespuésdesacarlodesubolsillo,talvezleparecióquepodríahacerleperderelhilodesudiscurso.Seloguardóotravez,semetiólapipaenunojaldesu

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chaqueta, apoyó lasmanos en las rodillasy, despuésdedirigir al fuegounamiradapreñadadecólera,sequedósilenciosounosmomentos,miróalrededorydijoloquesigue.

Capítulo42

-QueridomuchachoyamigodePip:Novoyacontarlesmividacomosifueseunaleyendaounanovela.Loesencialpuedodecirloenunpuñadodepalabrasinglesas.Enlacárcelyfueradeella,enlacárcelyfueradeella,enlacárcelyfuera de ella. Esto es todo. Tal fuemi vida hasta queme encerraron en unbarco y Pip se hizo mi amigo. «He cumplido toda clase de condenas, aexcepcióndeladeserahorcado.Mehantenidoencerradocontantocuidadocomosifueseunateteradeplata.Mehanllevadodeunladoaotro,mehansacadodeunaciudadparatransportarmeaotra,mehanmetidoenelcepo,mehanazotadoymehanmolestadodemilmaneras.Notengolamenorideadellugarenquenací,comoseguramentetampocolosabenustedes.Cuandomedicuenta de mí mismo me hallaba en Essex, hurtando nabos para comer.Recuerdoquealguienmeabandonó;eraunhombrequesededicabaaloficiode calderero remendón, y, como se llevó el fuego consigo, yo me quedétemblandodefrío.«SéquemellamabaMagwitchyqueminombredepilaeraAbel.¿Quecómolosabía?Puesdelamismamaneraqueconozcolosnombresdelospájarosdelossetosysécuáleselpinzón,eltordooelgorrión.Podríahabercreídoquetodosesosnombreseranunamentira,perocomoresultóquelosde lospájaroseranverdaderos, creíque tambiénelmío lo sería.«Segúnpudever,nadiesecuidabadelpequeñoAbelMagwitch,quenoteníanadaniencima ni dentro de él. En cambio, todos me temían y me obligaban aalejarme, ome hacían prender.Y tantas veces llegaron a 165 cogerme parameterme en la cárcel, que yo crecí sin dar importancia a eso, dada laregularidad con que me prendían. «Así continué, y cuando era un niñocubierto de harapos, digno de la compasión de cualquiera (no porque mehubiesemiradonuncaalespejo,porquedesconocíaquehubiesetalescosasenlasviviendas),gozabayade la reputaciónde serundelincuenteendurecido."Éste es un delincuente endurecido - decían en la cárcel almostrarme a losvisitantes. - Puede decirse que este muchacho no ha vivido más que en lacárcel."Entonceslosvisitantesmemiraban,yyolesmirabaaellos.Algunosmemedíanlacabeza,aunquemejorhabríanhechomidiéndomeelestómago,yotros me daban folletos que yo no sabía leer, o me decían cosas que noentendía.Yluegoacababanhablándomedeldiablo.Pero¿quédemoniopodíahaceryo?Teníanecesidaddemeteralgoenmiestómago,¿noescierto?Masobservo que me enternezco, y ya ni sé lo que tengo que hablar. Querido

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muchachoycompañerodePip,no tenganmiedodequemeenternezcaotravez.«Vagabundeando,pidiendolimosna,robando,trabajandoaveces,cuandopodía, aunque esto no eramuy frecuente, pues ustedesmismosme dirán sihabrían estado dispuestos a darme trabajo; robando caza en los vedados,haciendo de labrador, o de carretero, o atando gavillas de heno, a vecesejerciendo de buhonero y una serie de ocupaciones por el estilo, que noconducen más que a ganarse mal la vida y a crearse dificultades; de estamaneramehicehombre.Unsoldadodesertorqueestabaocultoenunaventa,me enseñó a leer; y un gigante que recorría el país y que, a cambio de unpenique, ponía su firma donde le decian, me enseñó a escribir. Ya no meencerraban con tanta frecuencia como antes, mas, sin embargo, no habíaperdido de vista por completo las llaves del calabozo. «En las carreras deEpsom,harácosadeveinteaños,trabérelacionesconunhombrecuyocráneoseríacapazderomperconesteatizador,siahoramismolotuviesealalcancedemimano,con lamismafacilidadquesi fueseuna langosta.SuverdaderonombreeraCompeyson;yéseeraelhombre,queridoPip,conquienmevistepelear en la zanja, tal comodijiste anochea tu amigodespuésdemi salida.«Ese Compeyson se había educado a lo caballero, asistió a una escuela deinternosyera instruido.Teníaunaconversaciónmuyagradableyeradiestroen las buenasmaneras de los señores. También era guapo. La víspera de lagrancarrerafuecuandoloencontréjuntoaunmatorralenuntenduchoqueyoconocía muy bien. Él y algunos más estaban sentados en las mesas deltenduchocuandoyoentré,yeldueño(quemeconocíayqueeraunjugadordemarca) le llamó y le dijo: «Creo que ese hombre podría convenirle",refiriéndoseamí.«Compeysonmemiróconlamayoratención,yyotambiénlemiré.Llevabarelojycadena,unasortijayunalfilerdecorbata,asícomounelegantetraje.«-Ajuzgarporlasapariencias,notieneustedmuybuenasuerte-medijoCompeyson.«-Asíes,amigo;nuncalahetenido.-Acababadesalirde la cárcel deKingston, a donde fui condenadopor vagabundo; no porquehubiesen faltado otras causas, pero no fui allí por nada más. «- La suertecambia - dijoCompeyson; - tal vez la de usted está a punto de cambiar. «-¡Ojalá! - le contesté -.Ya sería hora. «- ¿Qué sabe usted hacer? - preguntóCompeyson. «-Comer y beber - le contesté -, siempre que usted encuentrequé.«Compeysonseechóarefr,volvióamirarmeconlamayoratención,medio cinco chelines yme citó para la noche siguiente en elmismo sitio. «Alsiguientedía,alamismahoraylugar,fuiavermeconCompeyson,yéstemepropusosersucompañeroysusocio.LosnegociosdeCompeysonconsistíanen la estafa, en la falsificación de documentos y firmas, en hacer circularbilletes de Banco robados y cosas por el estilo. Además, le gustabamuchoplanearlosgolpes,perodejarquelosllevaseacabootro,aunqueélsequedabacon lamayorpartede losbeneficios.Tenía tantocorazóncomouna limadeacero,eratanfríocomolamismamuerteyteníaunacabezaverdaderamente

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diabólica. «Había otro con Compeyson, llamado Arturo… , no porque éstefuesesunombredepila,sinosuapodo.Estabaelpobreenmuymalasituaciónytanflacoydesmedradoquedabapenamirarle.ÉlyCompeysonpareceque,algunosañosantes,habíanjugadounamalapasadaaunaricaseñora,graciasalacualsehicieronconmuchodinero;peroCompeysonapostabayjugaba,yhabría sido capaz de derrochar las contribuciones que se pagan al rey. Así,pues, Arturo estaba enfermo de muerte, pobre, sin un penique y lleno deterrores.LamujerdeCompeyson,aquienéstetratabaapatadas,seapiadabadel desgraciado cuantas veces le era posible demostrar su compasión, y encuantoaCompeyson,no teníapiedaddenadanidenadie.«PodríahabermemiradoenelespejodeArturo,peronolohice.Ynoquieroahoradecirqueeldesgraciadomeimportabagrancosa,pues¿paraquéserviríamentir?Poresoempecéatrabajarcon166Compeysonymeconvertíenunpobreinstrumentoen sus manos. Arturo vivía en lo más alto de la casa de Compeyson (queestaba muy cerca de Brentford), y Compeyson le llevaba exactamente lacuenta de lo que le debía por alojamiento y comida, para el caso de que serepusiera lo bastante y saliera a trabajar. El pobreArturo saldómuy prontoesta cuenta.La segunda o tercera vez que le vi, llegó arrastrándose hasta elsalóndeCompeyson,aaltashorasdelanoche,vistiendounaespeciedebatade franela, con el cabellomojadopor el sudor y, acercándose a lamujer deCompeyson,ledijo:«-Oiga,Sally,ahorasíqueesverdadqueestáconmigoarribaynopuedolibrarmedeella.Vacompletamentevestidadeblanco–dijo,-confloresblancasenelcabello;además,estálocadeltodoyllevaunsudariocolgadodelbrazo,diciendoquemelopondráalascincodelamadrugada.«-Noseasanimal-ledijoCompeyson.-¿Nosabesqueaúnvive?¿Cómopodríahaberentradoenlacasaatravésdelapuertaodelaventana?«-Ignorocómohavenido-contestóArturotemblandodemiedo,-perolociertoesqueestáallí, al piede la camay completamente loca.Yde laheridaque tiene enelcorazón, ¡tú le hiciste esa herida!, de allí le salen gotas de sangre.«Compeysonlehablabaconviolencia,peroeramuycobarde.«-Subeaesteestúpidoenfermoa su cuarto -ordenóa sumujer -.Magwitch te ayudara. -Pero él no se acercaba siquiera. »Lamujer deCompeysonyyo le llevamosotravezalacama,yéldelirabadeunmodoquedabamiedo.«-¡Miradla!–gritaba.-¿Noveiscómomueveelsudariohaciamí?¿Nolaveis?¡Miradsusojos! ¿Y no es horroroso ver que está tan local - Luego exclamaba -:Va aponerse el sudario y, en casodeque lo consiga, estoyperdido. ¡Quitádselo!¡Quitádselo! «Y se agarraba a nosotros sin dejar de hablar con la sombra ocontestándole,yellodetalmaneraquehastaamímeparecióquelaveía.«Laesposa deCompeyson, que ya estaba acostumbrada a él, le dio un poco delicorparaquitarleelmiedo,ypoquitoapocoeldesgraciadosetranquilizó.«-¡Oh,yasehamarchado!¿Havenidoallevárselasuguardián?-exclamaba.«-Sí, sí - lecontestaba laesposadeCompeyson.«-¿Le recomendóustedbien

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quelaencerrasenyatrancasenlapuertadesucelda?«-Sí.«-¿Ylepidióquelequitaseaquelsudariotanhorrible?«-Sí,sí,todoesohice.Nohaycuidadoya.«-Esustedunaexcelentepersona-dijoalamujerdeCompeyson.-Nomeabandone, se lo ruego. Ymuchas gracias. «Permaneció tranquilo hasta quefaltaronpocosminutosparalascincodelamadrugada;enaquelmomentosepusoenpieydiounalarido,exclamando:«-¡Yaestáaquí!¡Traeotravezelsudario! ¡Ya lo desdobla! ¡Ahora se me acerca desde el rincón! ¡Se dirigehaciamicama!¡Sostenedme,unoporcadalado!¡Noledejéisquemetoque!¡Ah,gracias,Diosmío!Estaveznomehaacertado.Noledejéisquemeecheel sudariopor encimade loshombros.Tenedcuidadodequenome levantepararodearmeconél.¡Oh,ahoramelevanta!¡Sostenedmesobrelacama,porDios! «Dicho esto, se levantó, a pesar de nuestros esfuerzos, y se quedómuerto. «Compeyson consideró aquella muerte con satisfacción, pues asíquedaba terminada una relación que ya le era desagradable. Él y yoempezamos a trabajar muy pronto, aunque primero me juró (pues era muyfalso)sermefiel,ylohizoenmipropiolibro,estemismodecolornegrosobreel que hice jurar a tu amigo. «Sin entrar a referir las cosas que planeabaCompeysonyqueyoejecutaba,locualrequeriríatalvezunasemana,dirétansolo que aquel hombre me metió en tales líos que me convirtió en suverdaderoesclavo.Yosiempreestabaendeudaconél, siempreensupoder,siempretrabajandoysiemprecorriendolosmayorespeligros.Éleramásjovenque yo, pero teníamayor habilidad e instrucción, y por esta causame dabaquinientasvueltasynome teníaningunacompasión.Mimujer,mientrasyopasabaestamalatemporadacon…Pero,¡alto!Ellano…Miróalrededordeélmuy confuso, como si hubiese perdido la línea en el libro de su recuerdos;volvió el rostro hacia el fuego, abrió las manos, que tenía apoyadas en lasrodillas, las levantó luego y volvió a dejarlas donde las tenía. - No haynecesidaddehablardeeso-dijomirandodenuevoalrededor.-LatemporadaquepaséconCompeyson fuecasi tanmalacomo lapeordemivida.Dichoestoquedadichotodo.¿LeshereferidoquemientrasandabaalasórdenesdeCompeysonfuijuzgado,yosolo,porundelitoleve?Contesténegativamente.167 -Puesbien -continuóél, - fui juzgadoycondenado.Yencuantoa serpresoporsospechas,esomeocurriódosotresvecesduranteloscuatroocincoañosquedurólasituacion;perofaltaronlaspruebas.Porúltimo,Compeysonyyo fuimos juzgados por el delito de haber puesto en circulación billetes deBancorobados,pero,además,senosacusabadeotrascosas.Compeysonmedijo: «Conviene que nos defendamos separadamente y que no tengamoscomunicación.»Yestofuetodo.Yoestabatanmiserableypobre,quetuvequevendertodalaropaquetenía,aexcepcióndeloquellevabaencima,antesdelograr quemedefendiese Jaggers. «Cuandome senté en el banquillo de losacusadosme fijé ante todo en el aspectodistinguidodeCompeyson, con sucabello rizado, su traje negro y su pañuelo blanco, en tanto que yo tenía

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miserableaspecto.Cuandoempezólaacusaciónysepresentaronlostestigosde cargo, pude observar que de todo se me hacía responsable y que, encambio, apenas se dirigía acusación alguna contra él. De las declaracionesresultabaquetodosmehabíanvistoamí,segúnpodíanjurar;quesiempremeentregaronamíeldineroyquesiempreaparecíayocomoautordeldelitoycomo única persona que se aprovechaba de él. Cuando empezó a hablar eldefensordeCompeyson,lacosafuemásclaraparamí,porque,dirigiéndosealtribunalyaljurado,lesdijo:«-Aquítienenustedessentadosenelbanquilloadoshombresqueennadaseparecen;unodeellos,elmásjoven,bieneducadoy refinado, según todo el mundo puede ver; el de más edad carece deeducación y de instrucción, como también es evidente. El primero, pocasveces,encasodequeselehayapodidoobservarenalguna,pocasvecessehadedicado a estas cosas, y en el caso presente no existen contra él más queligeras sospechas que no se han comprobado; en cuanto al otro, siempre hasidovistoen todos los lugaresenquesehacometidoeldelitoy siempresebenefició de los resultados de sus atentados contra la propiedad. ¿Es, pues,posibledudar,puestoquenoaparecemásqueunautordeesosdelitos,acercade quién los ha cometido? «Y así prosiguió hablando. Y cuando empezó atratarde lascondicionesdecadauno,nodejódeconsignarqueCompeysonera instruidoy educado, a quien conocíanperfectamente sus compañerosdeestudios y sus consocios de los círculos y clubs, en dondegozabade buenareputación.Encambio,yohabíasidojuzgadoycondenadomuchasvecesyeraconocidoen todas lascárceles.CuandosedejóhablaraCompeyson, lohizollorandoenaparienciaycubriéndoseelrostroconelpañuelo.Yhastalesdijounos versos.Yo, en cambio, no pude decirmás que: «Señores, este hombrequesesientaamiladoesunpillodemarcamayor."Ycuandosepronuncióelveredicto,serecomendóalaclemenciadeltribunalaCompeyson,teniendoencuenta su buena conducta y la influencia que en él tuvieron las malascompañías,acambiodelocualéldeberíadeclarartodocuantosupieracontramí.Amímeconsideraronculpabledetodoloquemeacusaban.PoresoledijeaCompeyson:«-CuandosalgamosdelasaladelTribunal,tevoyaromperesacara de sinvergüenza que tienes. «Pero él se volvió al juez solicitandoprotección, y así logróque se interpusierandos carceleros entrenosotros.Ycuando se pronunció la sentencia vi que a él le condenaban tan sólo a sieteaños,yamí,acatorce.Eljuezpareciólamentarhabertenidoquecondenarleaestapena,envistadequehabríapodidollevarunavidamejor;peroencuantoamí,medijoqueyoerauncriminalendurecido,arrastradopormisviolentaspasiones, y que seguramente empeoraría en vez de corregirme. Habíaseexcitado tantoal referirnosesto,que tuvonecesidadde interrumpirsu relatoparadominarse.Hizodoso tresaspiracionescortas, tragósalivaotras tantasveces y, tendiéndome la mano, añadió, en tono tranquilizador: - No voy aenternecerme,queridoPip.Perocomoestabasudoroso, sesacóelpañueloy

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secóseel rostro, lacabeza,elcuelloy lasmanosantesdepodercontinuar. -Había jurado a Compeyson romperle la cara, aunque para ello tuviese quedestrozarlamíapropia.Fuimosapararalmismopontón;mas,apesardequelointenté,tardémuchotiempoenpoderacercarmeaél.Porfinlogrésituarmetrasélylediungolpecitoenlamejilla,tansóloconobjetodequevolvieselacara y destrozársela entonces, pero me vieron y me impidieron realizar mipropósito.Elcalabozodeaquelbarconoeramuysólidoparaunhombrecomoyo,capazdenadarydebucear.Meescapéhacia tierra,yandabaocultoporentrelastumbascuandoporvezprimeraviamiPip.Ymedirigióunamiradatan afectuosa que de nuevo seme hizo aborrecible, aunque sentía lamayorcompasiónporél.-GraciasamiPipmedicuentadequetambiénCompeysonsehabíaescapadoyestabaenlosmarjales.Afemía,estoyconvencidodequehuyó por el miedo que me tenía, sin saber que yo estaba ya en tierra. Leperseguí,ycuandoloalcancéledestrocélacara.168«-Yahora-ledije-,lopeorquepuedohacerte,sintenerencuentaparanadaloqueamímesuceda,es volverte al pontón. «Y habría sido capaz de echarme al agua con él y,cogiéndolepor loscabellos, llevarlootravezalpontónaunsinelauxiliodelos soldados.«Comoesnatural, él saliómejor librado,porque teníamejoresantecedentes que yo. Además, dijo que se había escapado temeroso demisintencionesasesinasconrespectoaél,yportodoesosucastigofueleve.Encuantoamí,mecargarondecadenas,fuijuzgadootravezymedeportarondeporvida.Pero,miqueridoPipyamigosuyo,esonomeapurómucho,puespodíavolver,y,enefecto,hepodido,puestoqueestoyaquí.Volvióasecarselacabezaconelpañuelo,comohicieraantes;luegosacódelbolsillounpocode tabaco, se quitó la pipa del ojal en que se la había puesto, lentamente lallenóyempezóa fumar. - ¿Hamuerto? -preguntédespuésdeun silencio. -¿Quién,queridoPip?-Compeyson.-Éldebedefigurarsequehemuertoyo,encasodequeaúnviva.Puedestenerlaseguridaddeeso-añadióconferozmirada. -Peronoheoídohablardeéldesdeentonces.Herberthabíaestadoescribiendo con su lápiz en la cubierta de un libro que tenía delante.Suavementeempujóellibrohaciamí,mientrasProvisestabafumandoyconlosojos fijosenel fuego,yasípude leer sobreelvolumen:«ElnombredeljovenHavishameraArturo.CompeysoneselhombrequefingióenamorarsedelaseñoritaHavisham».CerréellibroahiceunaligeraseñaaHerbert,quiendejóellibroaunlado;peroningunodelosdosdijimosunasolapalabra,sinoquenosquedamosmirandoaProvis,quefumabaanteelfuego.

Capítulo43

¿Para qué interrumpirme a fin de preguntarme si mi antipatía hacia Provis

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podía deberse a Estella? ¿Para qué entretenerme en mi camino, a fin decompararelestadodemimenteentrecuandotratédelimpiarmedelamanchadelaprisión,antesdeiralencuentrodeEstellaenlaoficinadeladiligencia,conelestadomentalenquemehallabaahora,alconsiderarelabismoquesehabía abierto entre Estella, en su orgullo y belleza, y el presidiario a quienalbergaba enmi casa?No por hacerlo seríamejor el camino ni tampoco elfinal que nos estuviese reservado a todos. Eso no sería de ningún beneficioparamiprotectorniparamí.Estanarraciónmehabíaproducidootrotemor;o,mejor dicho, tal relato había dado forma y objeto a un temor que sentíainconscientemente. Si Compeyson vivía y descubría por azar el regreso deProvis, no serían ya dudosas las consecuencias. Nadiemejor que yo estabapersuadido de que Compeyson tenía un miedo horrible a Provis, y no eradifícilimaginarqueunhombrecomoél,ajuzgarporladescripciónquesenoshabía hecho, no vacilaría en lo más mínimo en librarse de un enemigodelatándolo. Hasta entonces, yo no había dicho una sola palabra a Provisacerca de Estella, y estaba firmemente decidido a no hacerlo. Pero dije aHerbert que antes de marcharme al extranjero deseaba ver a Estella y a laseñoritaHavisham.Estoocurrióencuantonosquedamossolospor lanochedel mismo día en que Provis nos refirió su historia. Resolví, pues, ir aRichmondalsiguientedía,yasílohice.AlpresentarmealaseñoraBrandley,ésta hizo llamar a la doncella de Estella, quienme dijo que la joven habíamarchadoalcampo.¿Adónde?AlacasaSatis,comodecostumbre.Repliquéquenoeracomodecostumbre,pueshastaentoncesnuncahabía idosinmí.Pregunté cuándo estaría de regreso, pero advertí una reserva especial en larespuesta, que aumentó mi perplejidad. La doncella me dijo que, según seimaginaba,noregresaríaporalgúntiempo.Nadapudeadivinarnicomprenderportalespalabras,exceptoelhechodequedeliberadamenteseproponíanqueyo no pudiese comprenderlo, y, así, volví a mi casa completamentedesencantado.PorlanochevolvíaconsultarconHerbertdespuésdelamarchadeProvis(ydeborepetirqueyosiempreleacompañabahastasualojamientoy observaba con la mayor atención alrededor de mí), y en nuestraconversación, después de tratar del asunto, llegamos a la conclusión de quenada podía decidirse acerca del proyectado viaje al extranjero hasta que yoregresara demi visita a la señoritaHavisham.Mientras tanto,Herbert y yoreflexionamosacercadeloquemásconvendríadecir,obienqueteníamoslasospechayeltemordequealguiennosvigilara,receloso,oexcusarnosenelhechodeque,comoyonohabíaestadonuncaenelextranjero,meresultaríaagradable hacer un viaje. Nos constaba de antemano que él aceptaría 169cualquiercosaqueyolepropusiera.Porotraparte,HerbertyyoconvinimosenquenohabíaquepensarenqueProviscontinuaramuchosdíasenelmismopeligroaqueestabaexpuesto.AldíasiguientecometílabajezadefingirqueibaacumplirunapromesahechaaJoedeiraverle;yoeracapazdecometer

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cualquier indignidad con relacion a Joe o a su nombre.Mientras durasemiausencia,Provisdeberíatenerelmayorcuidado,yHerbertseencargaríadeélcomolohacíayo.Meproponíaestarausenteunasolanoche,ya,miregresodebería empezar, según las ideas de Provis,mi carrera como caballero rico.Entoncessemeocurrió,y,segúnvimástarde,tambiénseleocurrióaHerbert,quepodríamos inducirlea iralextranjerocon laexcusadehacercomprasoalgoporelestilo.HabiendodispuestoasímivisitaalaseñoritaHavisham,salíenlaprimeradiligenciadeldíasiguiente,cuandoapenashabíaluzenelcielo,y nos encontramos en plena carretera al asomar el día, que parecía avanzardespacio,quejándoseytemblandodefrío,envueltocomoestabaencapasdenubesyandrajosdeniebla,cualsi fueseunmendigo.CuandollegamosaElJabalíAzul,despuésdeviajarentrelalluvia,¡cuálnoseríamiasombroalverenelumbraldelapuerta,conunmondadientesenlamanoycontemplandoladiligencia, a Bentley Drummle! Como él fingió no haberme visto, yo hicecomo si no le reconociera.Tal actitud eramuy ridícula por ambas partes, ymás aún porque luego entramos a la vez en la sala del café, en donde élacababadeterminarsudesayunoyendondeordenéquemesirvieranelmío.Meeraviolentoengradosumoverleenlaciudad,puestoquedesobrasabíalacausadesupermanenciaenella.Fingiendoquemeentregabaalalecturadeunperiódicolocaldefecharemota,enelquenohabíanadatanlegiblecomolasmanchasdecafé,deencurtidos,desalsasdepescado,demantecaderretidaydevinodequeestaballeno,comosielpapelhubiesecontraídoelsarampiónde unmodomuy irregular,me senté amimesa en tanto que él permanecíaanteel fuego.Pocoapocomepareció insoportablequeestuvieraallí, yporesta causa me puse en pie, decidido a gozar de mi parte de calor en lachimenea.Paraalcanzarelatizadorafindereanimarelfuego,tuvequepasarmismanos por detrás de sus piernas; pero, sin embargo, continué fingiendoqueno le conocía. - ¿Esundesaire? - preguntó el señorDrummle. - ¡Oh! -exclamé, con el atizador en la mano. - ¿Es usted? ¿Cómo está usted? Mepreguntabaquiénmeimpediríagozardelcalordelfuego.Dichoesto,revolvílas brasas de un modo tremendo y después me planté al lado del señorDrummle,conloshombrosrígidosydeespaldasalfuego.-¿Acabausteddellegar? - preguntó el señor Drummle dándome un ligero empujón hacia unlado.-Sí-lecontesté,empujándole,amivez,conmihombro.-Esunlugarhorrible-dijoDrummle.-Segúntengoentendido,essupaís.-Sí–asentí.-Ycreoque suShropshire es completamente igual a esto. -No se le parece ennada absolutamente - contestó Drummle. Luego se miró las botas, y yo leimitémirándome lasmías.Unmomentomás tarde, el señorDrummlemirómisbotas,yyo lassuyas,en justacorrespondencia. -¿Hacemuchoqueestáustedaquí? - lepregunté,decididoanodejarmealejaruna solapulgadadelfuego. - Lo bastante para estar cansado - contestó Drummle fingiendo unbostezo,peroigualmentedecididoanoalejarse.-¿Estaráaúnmuchotiempo?

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- No puedo decirlo - contestó Drummle. - ¿Y usted? - No puedo decirlo -repliqué.Entonces experimenté la sensación de que si en aquelmomento elseñorDrummlehubiesehecho lamenor tentativaparadisfrutardemás sitioante el fuego, yo le habría arrojado contra la ventana, y también comprendíquesimihombrohubieseexpresadolamismapretensión,elseñorDrummlemehabría arrojado a lamesamás cercana.Él sepuso a silbar, yyohice lomismo.-Poraquíabundanlosmarjales,segúncreo-observóDrummle.-Sí.¿Yqué?-repliqué.ElseñorDrummlememiró,luegosefijóenmisbotasydijo: - ¡Oh!Yseechóa reír. -¿Estáusteddebuenhumor, señorDrummle?170-No–contestó,-nopuededecirsequeloesté.Voyapasearacaballo.Para pasar el rato me propongo explorar esos marjales. Me han dicho quejunto a ellos hay varias aldeas y que hay tabernas y herrerías curiosas…¡Camarero! - ¿Qué desea el señor? - ¿Está ensillado mi caballo? - Lo hanllevadoyaante lapuerta, señor. -Muybien.Ahora fíjate.Hoy laseñoritanosaldráacaballo,porqueel tiemposiguemalo. -Muybien, señor. -Yyonovendréacomer,porqueiréahacerloacasadelaseñorita.-Muybien,señor.Drummle me miró con tal expresión de triunfo en su carota de grandesmandíbulas,queelcorazónmedolióapesardelaestupidezdeaquelhombre,exasperándomedetalmaneraquemesentíinclinadoacogerloenmisbrazos(deigualmodocomoenlashistoriasdeladronessecuentaquelosbandidoscogían a las damas) para sentarlo a la fuerza sobre las brasas. Una cosaresultabaevidenteennosotros,yeraque,denovenirnadieennuestraayuda,ningunodelosdosseríacapazdeabandonarelfuego.Allíestábamosambos,con los hombros y los pies en contacto, sinmovernos a ningún lado ni porespaciodeunapulgada.Desde allí podíamosver el caballo ante la puertayentrelalluvia;midesayunoestabaservidoenlamesa,entantoqueyahabíanretiradoelserviciodeDrummle;elcamareromeinvitabaasentarme,yyolehiceunaseñaldeasentimiento,perolosdoscontinuábamosinmóvilesanteelfuego. - ¿Ha estado usted recientemente en «La Enramada»? - preguntóDrummle.-No-lecontesté.-YaquedémásquesatisfechodelosPinzoneslaúltimavezqueestuve. -¿Fuecuando tuvimosaquellapequeñadiferenciadeopinión? -Sí - lecontestésecamente. - ¡Caramba! -exclamóél. -Demostróustedsermuyligerodecascos.Nodebíahaberperdidotanprontosupresenciade ánimo. - Señor Drummle - le contesté, - no es usted quién para darmeconsejosacercadelparticular.Cuandopierdoeldominiosobremímismo(yconesonoadmitoquemeocurrieseenaquellaocasión),porlomenosnotirovasosalacabezadelaspersonas.-Puesyosí-contestóDrummle.Despuésdemirarleunaodosvecesconexpresióndeferocidadqueaumentabaacadamomento,dije: -SeñorDrummle,yonohebuscadoesta conversación,que,porotraparte,nomeparecenadaagradable.-Seguramentenoloes-dijoconaltanería y mirándome por encima del hombro. - No me lo parece niremotamente.-Porlotanto–continué,-ysimelopermite,meaventuraréa

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indicar laconvenienciadequeenadelantenoexistaentrenosotros lamenorcomunicación. - Ésta es tambiénmi opinión - dijo Drummle, - y lo habríaindicadoyomismo,olohubierahechosinadvertirlo.Peronopierdaustedlosestribos.¿Nohaperdidoyabastante?-¿Quéquiereusteddecir,caballero?-¡Camarero!-llamóDrummlecomosiquisieracontestarmedeestamanera.Elllamadoacudió.-Fíjatebien.Supongoquehascomprendidoquelaseñoritanopasearáhoyacaballoyqueyocenaréensucasa.-Loheentendidomuybien,señor.Cuandoelcamarero,poniendolamanoenlatetera,vioqueestabamuyfría, me dirigió una mirada suplicante y se marchó. Drummle, teniendo elmayor cuidado de nomover su hombro que se tocaba con el mío, sacó uncigarro del bolsillo, mordió la punta y lo encendió, pero sin demostrar suintención de apartarse lo más mínimo. Enfurecido como estaba, comprendíquenopodríamoscruzarunasolapalabramássinhablardeEstella,nombrequenopódríaconsentirlequepronunciase;porestarazón,mequedémirandofijamente a la pared, como si no hubiese nadie en la sala y yo mismomeobligara a guardar silencio. Es imposible decir cuánto tiempo habríamospermanecido en tan ridícula situación, pero en aquelmomento entraron tresgranjeros ricos, a los que acompañó el camarero sin duda alguna y queaparecieron en la sala del café desabrochándose sus grandes abrigos yfrotándose las manos. Y como quiera que dieron una carga en dirección alfuego,notuvimosmásremedioqueretirarnos.171Atravésdelaventanaleviagarrandolascrinesdelcuellodesucaballoymontandodelmodobrutalqueleerapeculiar.Luegodesapareció.Mefiguréquesehabíamarchado,cuandovolvió pidiendo fuego para el cigarro que tenía en la boca. Apareció unhombreconeltrajellenodepolvo,afindedarleconquéencender,eignorodedóndesalió,sidelpatiodelaposadaodelacalle.YmientrasDrummleseinclinabasobrelasillaparaencenderelcigarroysereía,moviendolacabezaendirecciónalasaladelcafé,loshombrosinclinadosyelrevueltocabellodeaquel hombre, que me daba la espalda, me hicieron recordar a Orlick.Demasiadopreocupadoporotrascosasparasentirinterésenaveriguarsiloerao no, o para tocar siquiera el desayuno, me lavé la cara y las manos paraquitarme el polvo del viaje yme dirigí a la vieja y tan recordada casa, quemejorhabríasidoparamínovernuncaenlavidayenlaqueojalánohubieseentradojamás.

Capítulo44

Encontré a la señorita Havisham y a Estella en la estancia en que había lamesatocadorydondeardíanlasbujíasenloscandelabrosdelasparedes.Laprimeraestabasentadaenuncanapéanteelfuego,yEstella,enunalmohadón

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asuspies.La jovenhacíacalceta,y laseñoritaHavishamlamiraba.Ambaslevantaronlosojoscuandoyoentré,ylasdossedieroncuentadelaalteracióndemirostro.Locomprendíasíporlamiradaquecambiaron.-¿Quévientolohatraído,Pip?-preguntólaseñoritaHavisham.Aunquememirabafijamente,medicuentadequeestabaalgoconfusa.Estellainterrumpióunmomentosulabordecalceta,fijandoenmísusojos,yluegocontinuótrabajando,yporelmovimiento de sus dedos, como si fuese el lenguaje convencional de lossordomudos, me pareció comprender que se daba cuenta de que yo habíadescubierto a mi bienhechor. - Señorita Havisham – dije, - ayer fui aRichmondconobjetodehablaraEstella;pero,observandoquealgúnvientolahabíatraídoaquí,laheseguido.LaseñoritaHavishammeindicóporterceraocuarta vez que me sentara, y por eso tomé la silla que había ante la mesatocador,laquelevieraocupartantasveces.Yaquellugarllenoderuinasydecosasmuertasmeparecióelmásindicadoparamíaqueldía.-LoquequeríadeciraEstella,señoritaHavisham,lodiréahoraanteustedmisma…enpocosinstantes. Mis palabras no la sorprenderán ni le disgustarán. Soy tandesgraciado como puede usted haber deseado. La señorita Havishamcontinuabamirándomefijamente,Porelmovimientode losdedosdeEstellacomprendí que también ella esperaba lo que iba a decir, pero no levantó lavista hacia mí. -He descubierto quién es mi bienhechor. No ha sido undescubrimientoafortunado,yseguramenteesonohadecontribuiramejorarmireputación,misituaciónymifortuna.Hayrazonesquemeimpidendecirnadamás acercadel particular, porque el secretonomepertenece.Mientrasguardaba silencio por un momento, mirando a Estella y pensando cómocontinuaría,laseñoritaHavishammurmuró:-Elsecretonotepertenece.¿Quémás?-Cuandomehizoustedveniraquí,señoritaHavisham;cuandoyovivíaenlaaldeacercana,queojalánohubieseabandonadonunca…,supongoqueentré aquí como pudiera haber entrado otromuchacho cualquiera… , comouna especie de criado, para satisfacer una necesidad o un capricho y pararecibir el salario correspondiente. - Sí, Pip - replicó la señorita Havisham,afirmandoalmismotiempoconlacabeza.-Eneseconceptoentrasteenestacasa.-YqueelseñorJaggers…-ElseñorJaggers-dijolaseñoritaHavishaminterrumpiéndomeconfirmeza-noteníanadaqueverconesoynosabíaunapalabra acerca del particular. Él es mi abogado y, por casualidad, lo eratambiénde tubienhechor.De lamismamanerasostienerelacionesconotrasmuchaspersonas,conlasquepodíahaberocurridolomismo.Peroseacomofuere, sucedió así y nadie tiene la culpa de ello. Cualquiera que hubiesecontemplado entonces su desmedrado rostro habría podido ver que no seexcusabanimentía.-Perocuandoyocaíenelerror,yenelquehecreídoporespaciodetantotiempo,ustedmedejósumidoenél-dije.-Sí-mecontestó,afirmandootravezconmovimientosdecabeza-,tedejéenelerror.-¿Fueesoun acto bondadoso? 172 - ¿Y por qué - exclamó la señorita Havisham

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golpeandoelsueloconsubastónyencolerizándosederepente,demaneraqueEstellalamirósorprendida,-porquéhedeserbondadosa?Miquejacarecíade base, y por eso no proseguí. Así se lo manifesté cuando ella se quedópensativadespuésdesuirritadaréplica.-Bien,bien–dijo.-¿Quémás?-Fuipagadoliberalmenteporlosserviciosprestadosaquí-dijeparacalmarla,-yrecibíelbeneficiodeserpuestodeaprendizconJoe,demaneraquetansólohe hecho estas observaciones para informarme debidamente. Lo que siguetiene otro objeto, y espero que menos interesado. Al permitirme quecontinuaraenmierror,señoritaHavisham,ustedcastigóopusoaprueba-siestas expresiones no le desagradan y puedo usarlas sin ofenderla - a susegoístas parientes. - Sí. Ellos también se lo figuraron, como tú. ¿Para quéhabíademolestarmeenrogarteatioensuplicarlesaellosquenoosfiguraseissemejantecosa?Vosotrosmismososfabricasteisvuestrospropiosengaños.Yono tuve parte alguna en ello.Esperando a que de nuevo se calmase, porquetambiénpronuncióestaspalabrasmuyirritada,continué:-Fuiavivirconunafamilia emparentada con usted, señorita Havisham, y desde que llegué aLondres mantuve con ellos constantes relaciones. Me consta que sufrieronhonradamenteelmismoengañoqueyo.Ycometeríaunafalsedadyunabajezasinoledijeseausted,tantosiesdesuagradocomosinoytantosimeprestacréditocomosinomecree,queseequivocaprofundamenteal juzgarmalalseñorMateoPocketyasuhijoHerbert,encasodequesefigurequenosongenerosos, leales, sinceros e incapaces de cualquier cosa que sea indigna oegoísta. -Son tus amigos - objetó la señoritaHavisham. - Ellosmismosmeofrecieron su amistad - repliqué -precisamente cuando se figuraban que leshabía perjudicado en sus intereses. Por el contrario, me parece que ni laseñoritaSaraPocketnilaseñoritaGeorgina,nilaseñoraCamilaeranamigasmías.Estecontraste la impresionó, segúnobservéconsatisfacción.Memirófijamente por unos instantes y luego dijo: - ¿Qué quieres para ellos? -Solamente-lecontesté-quenolosconfundaconlosdemás.Esposiblequetenganlamismasangre,peropuedeestarustedseguradequenosoniguales.Sin dejar de mirarme atentamente, la señorita Havisham repitió: - ¿Quéquieresparaellos?-Nosoy tanastuto,ya loveusted- ledijeenrespuesta,dándome cuenta de que me ruborizaba un poco, - para creer que puedoocultarle,aunproponiéndomelo,quedeseoalgo.Siusted,señoritaHavisham,puede dedicar el dinero necesario para hacer un gran servicio a mi amigoHerbert, algo que resolvería su vida entera, aunque, dada la naturaleza delcaso, debería hacerse sin que él lo supiera, yo podría indicarle el modo dellevarlo a cabo. - ¿Por qué ha de hacerse sin que él lo sepa? - preguntó,apoyandolasmanosensubastón,afindepodermirarmeconmayoratención.-Porque-repliqué-yomismoempecéaprestarleesteserviciohacemásdedosaños,sinqueéllosupiera,ynoquieroqueseenteredeloqueporélhehecho. No puedo explicar la razón de que ya no me sea posible continuar

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favoreciéndole.Esoesunapartedelsecretoqueperteneceaotrapersonaynoamí.Gradualmente,laseñoritaHavishamapartódemísumiradaylavolvióhaciaelfuego.Despuésdecontemplarloporunespaciodetiempoque,dadoel silencio reinante y la escasa luz de las bujías, pareció muy largo, sesobresaltóaloírelruidoquehicieronvariasbrasasaldesplomarse,ydenuevovolvióamirarme,primerocasisinvermeyluegoconatencióncadavezmásconcentrada.Mientrastanto,Estellanohabíadejadodehacercalceta.Cuandola señorita Havisham hubo fijado en mí su atención, añadió, como si ennuestro diálogo no hubiese habido la menor interrupción: - ¿Qué más? -Estella-añadívolviéndomeentonceshacialajovenyesforzándomeenhacerfirmemitemblorosavoz,-yasabeustedquelaamo.Yasabeustedquelaheamadosiempreconlamayorternura.Ellalevantólosojosparafijarlosenmirostro, alverse interpeladade talmanera,ymemiróconaspecto sereno.Vientonces que la señoritaHavishamnosmiraba, fijando alternativamente susojosennosotros.-Anteslehabríadichoesomismo,anoserpormilargoerror,pueséstemeinducíaaesperar,creyendoquelaseñoritaHavishamnoshabíadestinadounoaotro.Mientrascreíqueustedteníaqueobedecer,mecontuveparanohablar,peroahoradebodecírselo.Siempreserenaysinquesusdedossedetuvieran,Estellamoviólacabeza.173-Yalosé-dijeenrespuestaasumudacontestación,-yaséquenotengolaesperanzadepoder llamarlamía,Estella. Ignoro lo que será de mí muy pronto, lo pobre que seré o adóndetendréqueir.Sinembargo,laamo.Laamodesdelaprimeravezquelavienesta casa. Mirándome con inquebrantable serenidad, movió de nuevo lacabeza. -Habríasidocruelporpartede laseñoritaHavisham,horriblementecruel, haber herido la susceptibilidad de un pobre muchacho y torturarmeduranteestoslargosañosconunaesperanzavanayuncortejoinútil,encasodequehubiesereflexionadoacercadeloquehacía.Perocreoquenopensóeneso.Estoypersuadidodeque suspropiaspenas lehicieronolvidar lasmías,Estella.ViquelaseñoritaHavishamsellevabalamanoalcorazónyladejabaallímientras continuaba sentada ymirándonos, sucesivamente, aEstella y amí.-Parece-dijoEstellaconlamayortranquilidad-queexistensentimientose ilusiones, pues no sé cómo llamarlos, que no me es posible comprender.Cuandoustedmedicequemeama,comprendoloquequieredecir,comofrasesignificativa, pero nada más. No despierta usted nada en mi corazón niconmuevenadaenél.Ynomeimportalomásmínimocuantodiga.Muchasveceshetratadodeavisarleacercadelparticular.¿Noescierto?-Sí-contestétristemente. -Así es. Pero usted no quería darse por avisado, porque sefigurabaquelehablabaenbroma.Yahora¿creeustedlomismo?-Creí,conlaesperanzadecomprobarlo luego,quenome lodecíaenserio. ¡Usted, tanjoven, tan felizy tanhermosa,Estella!Seguramente,esoestáendesacuerdoconlaNaturaleza.-Estáenminaturaleza-replicó.Yacontinuaciónañadiósignificativamente:-Estáenlanaturalezaformadaenmiinterior.Establezco

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una gran diferencia entre usted y todos los demás cuando le digo esto. Nopuedohacermás.-¿Noescierto-pregunté-queBentleyDrummleestáenestaciudadyquelacortejaausted?-Esverdad-contestóellarefiriéndoseamienemigoconexpresióndeprofundodesdén.-¿Esciertoqueustedalientasuspretensiones, que sale a pasear a caballo en su compañía y que estamismanocheélcenaráconusted?Parecióalgosorprendidadequeestuvieraenteradodetodoeso,perodenuevocontestó:—Escierto.-Tengolaesperanzadequeustednopodráamarle,Estella.Susdedossequedaronquietosporvezprimeracuandomecontestó,algoirritada:-¿Quéledijeantes?¿Siguefigurándose,apesarde todo,queno lehablocon sinceridad? -Noesposiblequeusted secase con él, Estella. Miró a la señorita Havisham y se quedó un momentopensativa,conlalaborentrelasmanos.Luegoexclamó:-¿Porquénodecirlelaverdad?Voyacasarmeconél.Dejécaermicaraentrelasmanos,perologrédominarmemejor de lo que esperaba, teniendo en cuenta la agonía quemeprodujerontalespalabras.Cuandodenuevolevantéelrostro,advertítantristemiradaeneldelaseñoritaHavisham,quemeimpresionéapesardemidolor.-Estella,queridaEstella,nopermitaustedquelaseñoritaHavishamlalleveadar ese paso fatal. Recháceme para siempre (ya lo ha hecho usted, y meconsta), pero entréguese a otra persona mejor que Drummle. La señoritaHavishamlaentregaaustedaélcomoelmayordesprecioylamayorinjuriaquepuedehacerdetodoslosdemásadmiradoresdeusted,muchomejoresqueDrummle,yalospocosqueverdaderamenteleaman.Entreesospocospuedehaberalgunoquelaquieratantocomoyo,aunqueningunoquelaamedetantotiempo.Acepteustedacualquieradeellosy,yaqueseráustedmásfeliz,yosoportaré mejor mi desdicha. Mi vehemencia pareció despertar en ella elasombro, como si sintiera alguna compasión, ello suponiendo que hubiesellegado a comprenderme. - Voy a casarme con él - dijo con voz algo máscariñosa. - Se están haciendo los preparativos para mi boda y me casarépronto. ¿Por quémezcla usted injuriosamente en todo eso el nombre demimadre adoptiva? Obro por mi iniciativa propia. - ¿Es iniciativa de usted,Estella,elentregarseaunabestia?-¿Aquiénquiereustedquemeentregue?¿Acasoaunodeesoshombresquesedaríancuenta inmediatamenteencasodequealguienpuedasentireso)dequeyonolequieronadaenabsoluto?Peronohaymásquehablar.Escosahecha.Vivirébien,ylomismoleocurriráamimarido.Yencuantoallevarme,segúnusteddice,adarestepasofatal,sepaque la señorita Havisham preferiría que esperase y no 174 me casara tanpronto;peroestoycansadayadelavidaquehellevadohastaahora,quetienemuypocosencantosparamí,ydeseocambiarla.Nohablemosmás,porquenopodremoscomprendernosmutuamente. -¿Conunhombre tanestúpidoy tanbestia? - exclamé desesperado. - No tenga usted cuidado, que no sere unabendiciónparaél-medijoEstella.-Noserénadadeeso.Yahora,aquítieneustedmimano.¿Nosdespediremosdespuésdeestaconversación,muchacho

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visionario… u hombre? - ¡Oh Estella! - contesté mientras mis amargaslágrimas caían sobre su mano, a pesar de mis esfuerzos por contenerlas. -Aunqueyomequedaraen Inglaterraypudieseverlacomo todos losdemás,¿cómo podría resignarme a verla convertida en esposa de Drummle? -¡Tonterías! – dijo. - Eso pasará en muy poco tiempo. - ¡Jamás, Estella! -Dentro de una semana ya no se acordará demí. - ¡Que nome acordaré deusted!Esunapartedemipropiavida,partedemímismo.Haestadoustedencada una de las líneas que he leído, desde que vine aquí por vez primera,cuandoeraunmuchachoordinarioyrudo,cuyopobrecorazónyahirióustedentonces. Ha estado usted en todas las esperanzas que desde entonces hetenido…enelrío,enlasvelasdelosbarcos,enlosmarjales,enlasnubes,enlaluz,enlaoscuridad,enelviento,enlosbosques,enelmar,enlascalles.Hasido usted la imagen de toda graciosa fantasía que mi mente ha podidoforjarse. Las piedras de que están construidas los más grandes edificios deLondresnosonmásreales,niesmásimposiblequesusmanoslasquitendesusitio,queelseparardemísuinfluenciaantes,ahoraysiempre.Hastalaúltimahorademivida,Estella,notieneustedmásremedioqueseguirsiendopartedemímismo,partedelbienqueexistaenmí,asícomotambiéndelmalqueenmísealbergue.Peroenestemomentodenuestraseparaciónlaasociotansóloconelbien,yfielmentelarecordaréconfundidaconél,puesapesardetodomidolorenestosmomentos, siempremehahechoustedmásbienquemal.¡Oh, que Dios la bendiga y que Él la perdone! Ignoro en qué éxtasis deinfelicidadpronunciéestasentrecortadaspalabras.Larapsodiafluíadentrodemícomolasangredeunaherida internaysalíaalexterior.Llevésumanoamislabios,sosteniéndolaallíunosmomentos,yluegomealejé.Perosiempremásrecordé-yprontoocurrióesoporunarazónmáspoderosa-queasícomoEstellamemiraba con incrédulo asombro, el espectral rostro de la señoritaHavisham,queseguíaconlamanoapoyadaensucorazón,parecíaexpresarlacompasiónyelremordimiento.¡Todohabíaacabado!¡Todoquedabalejos!Ytan sumido en el dolor estaba al salir, que hasta la misma luz del día mepareciómásoscuraquealentrar.Porunosmomentosmeocultépasandoporestrechas callejuelas, y luego emprendí el camino a pie, en dirección aLondres,puescomprendíaquenomeseríaposiblevolveralaposadayverallíaDrummle.Tampocomesentíaconfuerzasparasentarmeenelcocheysufrirlaconversacióndelosviajeros,ylomejorquepodríahacererafatigarmeenextremo. Era ya más de medianoche cuando crucé el Puente de Londres.Siguiendo las calles estrechas e intrincadas que en aquel tiempo se dirigíanhaciaelOeste,cercadelaorilladelMiddlesex,micaminomásdirectohaciael Temple era siguiendo la orilla del río, a través de Whitefriars. No meesperabanhasta lamañana siguiente,perocomoyo teníamis llaves, aunqueHerbert se hubiese acostado, podría entrar sinmolestarle.Como raras vecesllegabaa lapuertadeWhitefriarsdespuésdeestar cerrada ladelTemple,y,

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porotraparte,yoiba llenodebarroyestabacansado,nomemolestóqueelportero me examinara con la mayor atención mientras tenía abiertaligeramentelapuertaparapermitirmelaentrada.Yparaauxiliarsumemoria,pronuncié mi nombre. - No estaba seguro por completo, señor, pero me loparecía.Aquíhayunacarta,caballero.Elmensajeroquela trajodijoquetalvezustedsería tanamablepara leerlaa la luzdemi farol.Muysorprendidoporestaindicación,tomélacarta.EstabadirigidaaPhilipPip,esquire,yenlaparte superiordel sobrescrito seveían laspalabras:«HAGAELFAVORDELEERLACARTAAQUÍ.»La abrímientras el vigilante sostenía el farol, ydentro hallé una línea, de letra deWemmick, que decía: «NOVAYAA SUCASA».

Capítulo45

Alejándome de la puerta del Temple en cuanto hube leído este aviso, meencaminéhacialacalleFleet,endondetoméuncochedepunto,retrasado,yen élme hice llevar aHummums, enCoventGarden. En aquellos tiempos,siempre se podía encontrar allí una cama a cualquier hora de la noche, y elvigilanteme175dejóentrar inmediatamente,entregándome laprimerabujíade la fila que había en un estante, y me acompañó a la primera de lashabitacionestodavíadesocupadas.Eraunaespeciedebóvedaenelsótanodela parte posterior, ocupada por una cama de cuatro patas parecida a unmonstruo despótico, pues se había situado en el centro y una de sus patasestabaenlachimeneayotraenlapuertadeentrada,sincontarconqueteníaacorraladoenunrincónalmíserolavabo.Comoyohabíapedidoluzparatodala noche, el vigilante, antes de dejarme solo, me trajo la buena, vieja yconstitucional bujía de médula de junco bañada en cera que se usaba enaquellostiemposvirtuosos-unobjetoparecidoalfantasmadeunbastónqueinstantáneamenteserompíaencuantosetocaba,encuyocasoyanosepodíaencenderyquesecondenabaalmáscompletoaislamiento,enelfondodeunaalta torre de hojalata, provista de numerosos agujeros redondos, la cualproyectabacuriososcírculosdeluzenlasparedes.-Cuandomemetíencamayestuvetendidoenella,conlospiesdoloridos,cansadoytriste,observéquenopodíapegarlosojosniconseguirqueloscerraraaquelestúpidoArgos.Y,así, en lomásprofundoynegrode lanoche,estábamos losdosmirándonosunoaotro.¡Quénochetantriste!¡Cuánllenadeansiedadesydedoloryquéinterminable!En laestancia reinabaunolordesagradabledehollín fríoydepolvocaliente,ycuandomirabaalosrinconesdelpabellónquehabíasobremicabeza me pregunté cuántas moscas azules procedentes de la carnicería ycuántas orugas debían de estar invernando allí en espera de la primavera.

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Entoncestemíquealgunosdeaquellosinsectossecayeransobremicara,ideaquemediómuchodesasosiegoyquemehizotemerotrasaproximacionesmásdesagradables todavía a lo largo de mi espalda. Cuando hube permanecidodespierto un rato, hiciéronse oír aquellas voces extraordinarias de que estálleno el silencio. El armariomurmuraba, suspiraba la chimenea,movíase elpequeñolavabo,yunacuerdadeguitarra,ocultaenelfondodealgúncajón,dejabaoírsuvoz.Almismotiempoadquiríannuevaexpresiónlosojosdeluzque se proyectaban en las paredes, y en cada uno de aquellos círculosamarillentos me parecía ver escritas las palabras: «No vaya a su casa.»Cualesquieraquefuesenlasfantasíasnocturnasquemeasaltabanolosruidosquellegabanamisoídos,nadapodíaborrarlaspalabras:«Novayaasucasa.»Ellas se entremezclaban en todos mis pensamientos, como habría hechocualquierdolorcorporal.Pocotiempoanteshabíaleídoenlosperiódicosqueun caballero desconocido fue a pasar la noche a casa deHummums y que,después de acostarse, se suicidó, de manera que a la mañana siguiente loencontraron bañado en su propia sangre. Me imaginé que tal vez habríaocupadoaquellamismabóveda,ya tanto llegó laaprensión,quemelevantéparaversidescubríaalgunamancharojiza;luegoabrílapuertaparamiraralcorredor y para reanimarme contemplando el resplandor de una luz lejana,cercadelacualmeconstabaquedormitabaelsereno.Pero,mientrastanto,nodejabadepreguntarmequéhabríaocurridoenmicasa,cuándovolveríaaellay si Provis estaba sano y salvo en la suya.Estas preguntas ocupaban de talmanera mi imaginación, que yo mismo habría podido suponer que no medejabalugarparaotraspreocupaciones.YhastacuandopensabaenEstella,ennuestra despedida, que fue ya para siempre, ymientras recordaba todas lascircunstanciasdenuestraseparación,asícomotodassusmiradas,losdistintostonosdesuvozy losmovimientosdesusdedosmientrashacíacalceta,aunentoncesmesentíaperseguidoporlaspalabras:«Novayaasucasa.»Cuando,por fin, yaderrengado,me adormecí, aquella frase se convirtió enunverboque no tenía más remedio que conjugar.Modo indicativo, tiempo presente.«Novayasacasa.Novayaacasa.Novayamosacasa.Novayáisacasa.Novayanacasa.»Luegoloconjugabaconotrosverbosauxiliares,diciendo:«Nopuedo, ni debo, ni quiero ir a casa», hasta que, sintiéndome aturrullado, dimediavueltasobrelaalmohadaymequedémirandoloscírculosdeluzdelapared.Habíaavisadoparaquemellamasenalassiete,porque,evidentemente,teníaqueveraWemmickantesqueanadiemás,ytambiéneranaturalquemeencaminaseaWalworth,pueseraprecisoconocersusopinionesparticulares,quesolamenteexpresabaenaquel lugar.Fueparamíunalivio levantarmeyabandonar aquella estancia en que había pasado tan horrible noche, y nonecesitéunasegundallamadaparasaltardelacama.Alasochodelamañanasemeaparecieronlasmurallasdelcastillo.Comoenaquelmomentoentraralacriaditacondospanecilloscalientes,ensucompañíaatraveséelpuente,yasí

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llegamos sin ser anunciados a presencia del señor Wemmick, que estabaocupadoenhacertéparaélyparasuancianopadre.Unapuertaabiertadejabaveraéste,todavíaensucama.-¡Hola,señorPip!¿Porfinfueustedasucasa?-No,no fui a casa. -Perfectamente -dijo frotándose lasmanos. -DejéunacartaparaustedencadaunadelaspuertasdelTemple,paratenerlaseguridaddeque recibiría unade ellas. ¿Por qué puerta entró usted?Se lo dije. 176 -Durante el día recorreré las demás para destruir las otras cartas - dijoWemmick.-Esunaprecauciónexcelentenodejarpruebasescritas,sisepuedeevitar, porque nadie sabe el paradero que pueden tener.Voy a tomarme unalibertad con usted. ¿Quiere hacerme el favor de asar esta salchicha paramipadre?Le contestéque loharía con elmayorgusto. -Pues entonces,MaríaAna,puedesiraocuparteentusquehaceres-dijoWemmickalacriadita.-Asínosquedamossolosysinquenadiepuedaoírnos,¿noesverdad,señorPip?-añadióhaciéndomeunguiñoencuantolamuchachasealejó.Ledilasgraciasporsuspruebasdeamistadyporsuprevisiónyempezamosahablarenvozbaja,mientrasyoasabalasalchichayélponíamantecaenelpandelanciano.-Ahora,señorPip-dijoWemmick, -yasabeustedquenosentendemosmuybien. Estamos aquí hablando particularmente, y antes de hoy ya nos hemosrelacionado para llevar a cabo asuntos confidenciales. Los sentimientosoficiales son una cosa. Aquí obramos y hablamos extraoficialmente. Asentícontodacordialidad,peroestabatannerviosoque,sindarmecuenta,dejéquela salchichadel anciano se convirtiese enuna antorcha, demaneraque tuveque soplar para apagarla. -Ayer mañana me enteré por casualidad-dijoWemmick, -mientrasmehallabaencierto lugaradonde le llevéunavez…Aunqueseaentrelosdos,esmejornomencionarnombrealgunosiesposible.-Esmuchomejor–dije.-Yalocomprendo.-Oíporcasualidad,ayerporlamañana -prosiguióWemmick, -queciertapersonaalgo relacionadacon losasuntos coloniales y no desprovista de objetos de valor fácilmentetransportables, aunque no sé quién puede ser en realidad, y si le parecetampoco nombraremos a esa persona… - No es necesario - dije. - Habíacausadociertasensaciónendeterminadapartedelmundo,adondevabastantegente,desdeluegonoagustosuyomuchasvecesysiemprecongastosacargodelgobierno…Comoyoobservabasurostroconlamayorfijeza,convertílasalchichaenunosfuegosartificiales,locualatrajo,naturalmente,miatenciónyladelseñorWemmick.Yoleroguéquemedispensara.-Causó,comodigo,ciertasensaciónacausadesudesaparición,sinqueseoyesehablarmásdeél.Por esta causa - añadió Wemmick - se han hecho conjeturas y se hanaventuradoopiniones.TambiénheoídodecirquesevigilabansushabitacionesenGardenCourt,Temple,yqueposiblementecontinuaríanvigiladas. - ¿Porquién? - pregunté. - No entraré en estos detalles - dijo evasivamenteWemmick,-porqueesocomprometeríamisresponsabilidadesoficiales.Looí,comootrasvecesheoídocosasmuycuriosas,enelmismositio.Fíjeseenque

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no son informes recibidos, sino que tan sólo me enteré por haberlo oído.Mientrashablabamequitóeltenedorquesosteníalasalchichaypusoconelmayor esmero el desayuno del anciano en una bandeja.Antes de servírseloentróeneldormitorioconunaservilletalimpiaqueatópordebajodelabarbadelanciano; leayudóasentarseenlacamayle ladeóelgorrodedormir, locuallediounaspectodelibertino.Luegolepusodelanteeldesayuno,conelmayorcuidado,ydijo:-¿Estáustedbien,padre?-¡Estábien,John,estábien!- contestó el alegre anciano. Y como parecía haberse establecido lainteligenciatácitadequeelancianonoestabapresentabley,porconsiguiente,había que considerarle como invisible, yo fingí no haberme dado cuenta denadadeaquello.-Estavigilanciademicasa,queenunaocasiónyasospeché-dijeaWemmickencuantovolvióamilado,-esinseparabledelapersonaaquiensehareferidousted,¿noesverdad?Wemmickestabamuyserio.-Porlasnoticiasquetengo,nopuedoasegurarlo.Esdecir,quenopuedoasegurarque ya ha sido vigilado. Pero lo está o se halla en gran peligro de serlo.ObservandoqueseconteníaensufidelidadaLittleBritainafindenodecirtodoloquesabía,ycomo,conelcorazónagradecido,yocomprendíacuántoseapartabadesuscostumbresaldarmecuentadeloquehabíaoído,noquiseviolentarlepreguntándolemás.Perodespuésdemeditarunpocoanteelfuego,ledijequemegustaríahacerleunapregunta,quepodíacontestarono,segúnlepareciesemejor,en la seguridaddequesudecisiónsería lamásacertada.Interrumpió su desayuno, cruzó los brazos y, cerrando las manos sobre lasmangasdelacamisa(puessuideadelacomodidaddelhogarlehacíaquitarselachaquetaencuantoestabaencasa),movióafirmativamentelacabezaparaindicarmequeesperabalapregunta.-¿Haoídoustedhablardeunhombredemala nota, cuyo nombre verdadero es Compeyson? Contestó con otromovimientode cabeza. - ¿Vive?177Afirmódenuevo. - ¿Está enLondres?Hizootromovimientoafirmativo,comprimióelbuzóndesubocay,repitiendosumudarespuesta,continuócomiendo.-Ahora-dijoluego,-puestoqueyahaterminadoelinterrogatorio-yrepitióestaspalabrasparaquemesirviesendeadvertencia,-voyadarlecuentadeloquehice,enconsideracióndeloqueoí.FuienbuscadeustedaGardenCourty,comonolehallara,meencaminéacasa de Clarriker a ver a Herbert. - ¿Lo encontró usted? - pregunté con lamayoransiedad.-Loencontré.Sinmencionarnombresnidardetalles,lehicecomprender que si estaba enterado de que alguien,Tom, Jack oRichard, sehallabaenlashabitacionesdeustedesoenlascercanías,lomejorquepodríahacereraaconsejaraTom,JackoRichardquesealejasedurantelaausenciadeusted.-Debiódequedarsemuyapuradoacercadeloquetendríaquehacer.- Estaba apurado. Además, le manifesté mi opinión de que, en estosmomentos, no seríamuy prudente alejar demasiado a Tom, Jack oRichard.Ahora, señor Pip, voy a decirle una cosa.En las circunstancias actuales, nohaynadacomounagranciudadunavezyaseestáenella.Noseprecipiten

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ustedes. Quédense tranquilos, en espera de quemejoren las cosas, antes deaventurarlasalida,inclusoenbuscadelosairesextranjeros.Ledilasgraciaspor susvaliosos consejosy le preguntéquéhabíahechoHerbert. -El señorHerbert-dijoWemmick,-despuésdeestarmuyapuradoporespaciodemediahora, encontró un plan. Me comunicó en secreto que corteja a una joven,quien, como ya sabrá usted, tiene a su padre en cama. Este padre, que sededicó al aprovisionamiento de barcos, está en una habitación desde cuyaventanapuedeverlasembarcacionesquesubenybajanporelrío.Talvezyaconoceustedaesaseñorita.-Personalmente,no- lecontesté.Laverdaderaqueellameconsiderósiempreuncompañerodemasiadocostoso,quenohacíaningúnbienaHerbert,demaneraquecuandoéste lepropusopresentarmeaella, la joven acogió la idea con tan poco calor, que su prometido se creyóobligadoadarmecuentadelestadodelasunto, indicandolaconvenienciadedejarpasaralgúntiempoantesdeinsistir.CuandoempecéamejorarensecretoelporvenirdeHerbert,pudetomarfilosóficamenteestepequeñocontratiempo;por su parte, tanto él como su prometida no sintieron grandes deseos deintroducir auna tercerapersona en sus entrevistas; y así, aunque semedijoque había progresadomucho en la estimación deClara, y aunque ésta y yohabíamoscambiadoalgunas frasesamablesy saludospormediodeHerbert,yo no la había visto nunca. Sin embargo, nomolesté aWemmick con estosdetalles. - Parece que la casa en cuestión - siguió diciendoWemmick - estájuntoalrío,entreLimehouseyGreenwich;cuidadeellaunarespetableviuda,quetieneunpisoamuebladoparaalquilar.ElseñorHerbertmedijotodoeso,preguntándomequémeparecíaellugarencuestióncomoalberguetransitoriopara Tom, Jack o Richard. Creímuy acertado el plan, por tres razones quecomunicaréausted.Primera:estáseparadodesubarrioytambiéndelossitioscruzadospormuchascalles,grandesopequeñas.Segunda:sinnecesidaddeirustedmismo,puedeestaralcorrientedeloquehaceTom,JackoRichard,pormediodelseñorHerbert.Tercera:despuésdealgúntiempo,ycuandoparezcaprudente,encasodequequieraembarcaraTom,JackoRichardenunbuqueextranjero, lotieneustedprecisamentealaorilladelrío.Muyconsoladoporaquellas consideraciones, di efusivas gracias a Wemmick y le rogué quecontinuase. - Pues bien.El señorHerbert se ocupó del asunto con lamayordecisión, y a las nueve de la noche pasada trasladó aTom, Jack oRichard,quiensea,puesniaustedniamínosimporta,ylogróunéxitocompleto.Enlas habitaciones que ocupaba se dijo que le llamaban desde Dover, y, enrealidad, tomaron tal camino, para torcer por la próxima esquina.Otra granventajaentodoesoesquesellevóacabosinusted,demaneraquesialguienseguía los pasos de usted le constará que se hallaba a muchas millas dedistancia y ocupado en otros asuntos. Esto desvía las sospechas y lasconfunde;porlamismarazónlerecomendéquenofueseasucasaencasoderegresaranoche.Estocomplicalascosas,yustednecesita,precisamente,que

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hayaconfusión.Wemmick,quehabíaterminadosudesayuno,consultósurelojy fue en busca de su chaqueta. - Y ahora, señor Pip - dijo con las manostodavíaposadassobrelasmangasdelacamisa,-probablementehehechoyacuantomehasidoposible;perosipuedohaceralgomás,desdeluego,deunmodo personal y particular, tendré el mayor gusto en ello. Aquí están lasseñas.NohabráningúninconvenienteenquevayaustedestanocheaverporsímismoqueTom,JackoRichardestabienyenseguridad,antesdeirseasupropiacasa,locualesotrarazónparaqueayernochenofueraaella.Peroencuantoestéensupropiodomicilio,novuelvamásporaquí.Yasabeustedquesiempre es bien venido, señor Pip - añadió separando 178 lasmanos de lasmangas y sacudiéndoselas-, y, finalmente, déjeme que le diga una cosaimportante. - Me puso las manos en los hombros y añadió en voz baja ysolemne: - Aproveche usted esta misma noche para guardarse todos susefectosdevalorfácilmentetransportables.Nosabeustednipuedesaberloquelesucederáenlovenidero.Procure,porconsiguiente,quenolesocurranadaalosefectosdevalor.Considerandocompletamenteinútilesmisesfuerzosparadar a entender a Wemmick mi opinión acerca del particular, no lo intentésiquiera. -Yaes tarde -añadióWemmick, -yhedemarcharme.Sino tieneustednadamásimportantequehacerhastaqueoscurezca,leaconsejaríaquese quedara aquí hasta entonces. Tiene usted el aspecto de estar muypreocupado; pasaría un día muy tranquilo con mi anciano padre, que selevantaráenbreve,y,además,disfrutarádeunpocode…,¿seacuerdausteddelcerdo? -Naturalmente - ledije. -Puesbien,unpocodeél.Lasalchichaque asó usted era suya, y hay que confesar que, desde todos los puntos devista,eradeprimeracalidad.Pruébelo,aunquenoseamásqueporelgustodesaborearlo. ¡Adiós, padre! - añadiógritandoalegremente. - ¡Estábien, John,estábien!-contestóelancianodesdedentro.Prontomequedédormidoanteelfuego deWemmick, y el anciano y yo disfrutamos mutuamente de nuestracompañía, durmiéndonos, de vez en cuando, durante el día. Para comertuvimos lomo de cerdo y verduras cosechadas en la propiedad, y yo dirigíaexpresivos movimientos de cabeza al anciano, cuando no lo hacía dandocabezadas a impulsos del sueño. Al oscurecer dejé al viejo preparando elfuegoparatostarelpan;yajuzgarporelnúmerodetazasdeté,asícomoporlasmiradas quemi compañero dirigía hacia las puertecillas que había en lapared,alladodelachimenea,dedujequeesperabaalaseñoritaSkiffins.

Capítulo46

Habíandadolasochodelanocheantesdequemerodeaseelaireimpregnado,y no desagradablemente, del olor del serrín y de las virutas de los

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constructores navales y de las motonerías de la orilla del río. Toda aquellapartecontiguaalríomeeraporcompletodesconocida.Bajéporlaorilladelacorrienteyobservéqueel lugarquebuscabanosehallabadondeyocreíayque no era fácil de encontrar. Poco importa el detallar las veces que meextravié entre las naves que se reparabany los viejos cascos a puntode serdesguazados, ni tampoco el cieno y los restos de toda clase que pisé,depositados en la orilla por la marea, ni cuántos astilleros vi, o cuántasáncoras, ya desechadas, mordían ciegamente la tierra, o los montones demaderasviejasydetrozosdecascos,cuerdasymotonesqueseofrecieronamivista.Despuésdeacercarmevariasvecesamidestinoydepasardelargootras, llegué inesperadamente aMillPondBank.Eraun lugarmuy frescoyventilado,endondeelvientoprocedentedelríoteníaespaciopararevolverseasusabor;habíaallídosotresárboles,elesqueletodeunmolinodevientoyuna serie de armazones demadera que en la distancia parecían otros tantosrastrillosviejosquehubiesenperdidolamayorpartedesusdientes.Buscando,entrelaspocasqueseofrecíanamivista,unacasaquetuvieselafachadademaderay trespisosconventanassalientes (ynomiradores,queesotracosadistinta), miré la placa de la puerta, y en ella leí el nombre de la señoraWhimple. Como éste era el que buscaba, llamé, y apareció una mujer deaspecto agradable y próspero. Pronto fue sustituida por Herbert, quiensilenciosamentemellevóalasalaycerrólapuerta.Meresultabamuyraroveraquelrostroamigoytanfamiliar,queparecíahallarseensucasa,enunbarrioy una vivienda completamente desconocidos para mí, y me sorprendímirándoledelamismamaneracomomirabaelarmaritodeunrincón,llenodepiezasdecristalydeporcelana; loscaracolesy lasconchasde lachimenea;losgrabadosiluminadosqueseveíanenlasparedes,representandolamuertedelcapitánCook,unalanchaySuMajestadelreyJorgeIII,enlaterrazadeWindsor, con su peluca, propia de un cochero de lujo, pantalones cortos depiel y botas altas. -Todo va bien, Haendel - dijo Herbert. - Él estácompletamente satisfecho, aunque muy deseoso de verte. Mi prometida sehalla con su padre, y, si esperas a que baje, te la presentaré y luego iremosarriba.Ése…essupadre.Habíanllegadoamisoídosunosalarmantesruidos,procedentes del piso superior, y tal vezHerbert vio el asombro que esomecausara. - Temoque ese hombre sea un bandido - dijoHerbert sonriendo, -pero nunca le he visto. ¿No hueles a ron? Está bebiendo continuamente. -¿Ron?179-Sí-contestóHerbert,-yyapuedessuponerloqueesolealivialagota. Tiene el mayor empeño en guardar en su habitación todas lasprovisiones,yluegolasentregaalosdemás,segúnsenecesitan.Lasguardaenunosestantesquetieneenlacabeceradelacamaylaspesacuidadosamente.Su habitación debe de parecer una tienda de ultramarinos.Mientras hablabaasí,aumentóelrumordelosrugidos,queparecieronyaunaullidoronco,hastaque sedebilitóymurió. -Naturalmente, las consecuencias están a lavista -

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dijoHerbert. - Tiene el queso deGloucester a su disposición y lo come enabundantescantidades.Esolehaceaumentarlosdoloresdegotadelamanoyde otras partes de su cuerpo.Tal vez en aquelmomento el enfermo se hizodaño,porqueprofirióotrofuriosorugido.-ParalaseñoraWhimple,el tenerun huésped como el señor Provis es, verdaderamente, un favor del cielo,porquepocaspersonasresistiríanesteruido.Esunlugarcurioso,Haendel,¿noes verdad? Así era, realmente; pero resultaba más notable el orden y lalimpiezaquereinabanportodaspartes.-LaseñoraWhimple-replicóHerbertcuandolehicenotareso-esunaamadecasaexcelente,yenverdadnoséloque haría Clara sin su ayuda maternal. Clara no tiene madre, Haendel, niningúnotroparienteenlatierraqueelviejoGruñón.-Seguramentenoeséstesunombre,Herbert.-No-contestómiamigo,-eselqueyoledoy.SellamaBarley.Esunabendiciónparaelhijodemispadreselamaraunamuchachaque no tiene parientes y que, por lo tanto, no puede molestar a nadiehablándole de su familia.Herbertmehabía informado enotras ocasiones, yahora me lo recordó, que conoció a Clara cuando ésta completaba sueducaciónenunaescueladeHammersmith,yquealserllamadaasucasaparacuidar a su padre, los dos jóvenes confiaron su afecto a lamaternal señoraWhimple, quien los protegió y reglamentó sus relaciones con extraordinariabondadylamayordiscreción.TodosestabanconvencidosdelaimposibilidaddeconfiaralseñorBarleynadadecaráctersentimental,puesnosehallabaencondiciones de tomar en consideración otras cosas más psicológicas que lagota,elronylosvíveresalmacenadosensuestancia.Mientrashablábamosasíenvozbaja,entantoqueelrugidosostenidodelviejoBarleyhacíavibrarlavigaquecruzabaeltecho,seabriólapuertadelaestanciayapareció,llevandouncestoenlamano,unamuchachacomodeveinteaños,muylinda,esbeltaydeojosnegros.Herbertlequitóelcestoconlamayorternuray,ruborizándose,me la presentó. Realmente era una muchacha encantadora, y podría haberpasado por un hada reducida al cautiverio y a quien el terrible ogroBarleyhubesededicadoasuservicio.-Mira-dijoHerbertmostrándomeelcestoconcompasivaytiernasonrisa,despuésdehablarunpoco.-AquíestálacenadelapobreClara,quecadanocheleentregasupadre.Hayaquísuporcióndepanyunpoquitodequeso,ademásdesupartederon…,quemebeboyo.Ésteesel desayuno del señor Barley, que mañana por la mañana habrá que servirguisado.Doschuletasdecarnero,trespatatas,algunosguisantes,unpocodeharina,dosonzasdemantequilla,unpocodesalyademástodaesapimientanegra.Hayqueguisárselo todo junto,paraservirlocaliente.Nohaydudadeque todoesoesexcelentepara lagota.Había tantanaturalidadyencantoenClara mientras miraba aquellas provisiones que Herbert nombraba una trasotra, y parecía tan confiada, amante e inocente al prestarsemodestamente aqueHerbertlarodearaconsubrazo;mostrábasetancariñosaytannecesitadadeprotección,queniacambiode todoeldineroquecontenía lacarteraque

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aún no había abierto, no me hubiese sentido capaz de deshacer aquellasrelaciones entre ambos, en el supuesto de que eso me fuera posible.Contemplaba a la joven con placer y con admiración, cuando, de pronto, elrezongoqueresonabaenelpisosuperiorseconvirtióenunrugidoferoz.Almismotiemporesonaronalgunosgolpesenel techo,comosiungigantequetuvieseunapiernadepalogolpearafuriosamenteelsueloconella,ensudeseodellegarhastanosotros.Aloírlo,ClaradijoaHerbert:-Papámenecesita.Ysaliódelaestancia.-Yaveoqueteasusta-dijoHerbert.-¿Quéteparecequequiere ahora, Haendel? - Lo ignoro – contesté. - ¿Algo que beber? -Precisamente - repuso, satisfecho como si yo acabara de adivinar una cosaextraordinaria. -Tieneelgrogyapreparadoenun recipienteyencimade lamesa. Espera un momento y oirás como Clara lo incorpora para que beba.¡Ahora! - Resonó otro rugido, que terminó conmayor violencia. - Ahora -añadióHerbert fijándoseenelsilencioquesiguió-estábebiendo.Yenestemomento-añadióalnotarqueelgruñidoresonabadenuevoenlaviga-yasehatendidootravez.180Clararegresóenbreve,yHerbertmeacompañóhaciaarribaaveranuestroprotegido.Cuandopasábamospordelantede lapuertadel señor Barley, oímos que murmuraba algo con voz ronca, cuyo tonodisminuíayaumentabacomoelviento.Ysincesardecíaloquevoyacopiar,aunque he de advertir que he sustituido con bendiciones otras palabras queeran precisamente todo lo contrario. - ¡Hola! ¡Benditos seanmis ojos, aquíestá el viejo Bill Barley! ¡Aquí está el viejo Bill Barley, benditos seanmisojos!¡AquíestáelviejoBillBarley,tendidoenlacamaysinpodermoverse,benditoseaDios!¡Tendidodeespaldascomounlenguadomuerto!¡Asíestáelviejo Bill Barley, bendito seaDios! ¡Hola! Segúnme comunicóHerbert, elviejo se consolaba así día y noche. También, a veces, de día, se distraíamirando al río por medio de un anteojo convenientemente colocado parausarlo desde la cama. Encontré cómodamente instalado a Provis en sus doshabitacionesdelapartealtadelacasa,frescasyventiladas,ydesdelascualesno seoía tantoel escándaloproducidopor el señorBarley.Noparecía estaralarmado en lomásmínimo, perome llamó la atención que, en apariencia,estuviesemás suave, aunquemehabría sido imposible explicar elporquénicómolopudenotar.Graciasalasreflexionesquepudehacerduranteaqueldíade descanso, decidí no decirle una sola palabra de Compeyson, pues temíaque,llevadoporsuanimosidadhaciaaquelhombre,pudierasentirseinclinadoa buscarle y buscar así su propia perdición. Por eso, en cuanto los tresestuvimos sentados ante el fuego, le pregunté si tenía confianza en losconsejosyenlosinformesdeWemmick.-¡Yalocreo,muchacho!-contestóconacentodeconvicción. - Jaggers lo sabemuybien. -Puesen talcaso, lediré que he hablado conWemmick – dije, - y he venido para transmitirle austedlosinformesyconsejosquemehadado.Lohiceconlamayorexactitud,aunqueconlareservamencionada; ledijeloqueWemmickhabíaoídoenla

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prisióndeNewgate(aunqueignorabasiporbocadealgunospresosode losoficiales de la cárcel), que se sospechaba de él y que se vigilaron mishabitaciones.LetransmitíelencargodeWemmickdenodejarseverporalgúntiempo,ytambiénledicuentadesurecomendacióndequeyoviviesealejadodeél.Asimismo,lereferí loquemedijeramiamigoacercadesumarchaalextranjero.Añadíque,naturalmente,cuandollegaselaocasiónfavorable,yoleacompañaría,oleseguiríadecerca,segúnnosaconsejaraWemmick.Noaludíniremotamentealhechodeloquepodríaocurrirluego;porotraparte,yonolosabíaaún,ynomehabríagustadohablardeello,dadalapeligrosasituaciónen que se hallaba por mi culpa. En cuanto a cambiar mi modo de vivir,aumentandomisgastos,lehicecomprenderquetalcosa,enlasdesagradablescircunstanciasenquenoshallábamos,nosolamenteseríaridícula,sinotalvezpeligrosa. No pudo negarme eso, y en realidad se portó de un modo muyrazonable.Suregresoeraunaaventura,segúndijo,ysiempresupoaloqueseexponía.Nadaharíaparacomprometerse,yañadióquetemíamuypocoporsuseguridad,graciasalbuenauxilioque leprestábamos.Herbert,que sehabíaquedadomirandoalfuegoysumidoensusreflexiones,dijoentoncesalgoqueselehabíaocurridoenvistadelosconsejosdeWemmickyquetalvezfueseconvenientellevaracabo.-TantoHaendelcomoyosomosbuenosremeros,ylos dos podríamos llevarle por el río en cuanto llegue la ocasión favorable.Entoncesnoalquilaremosningúnboteytampocotomaremosremeros;esonosevitaráposiblesrecelosysospechas,ycreoquedebemosevitarlasencuantopodamos. Nada importa que la estación no sea favorable. Creo que seríaprudente que tú compraras un bote y lo tuvieras amarrado en eldesembarcaderodelTemple.Devezencuandodaríamosalgunospaseosporelrío,yunavezlagentesehayaacostumbradoavernos,yanadieharácasodenosotros. Podemos dar veinte o cincuenta paseos, y así nada de particularhabráenelpaseovigesimoprimerooquincuagesimoprimero,aunqueentoncesnos acompañe otra persona. Me gustó el plan, y, en cuanto a Provis, seentusiasmó. Convinimos en ponerlo en práctica y en que Provis no daríamuestras de reconocernos cuantas veces nos viese, pero que, en cambio,correría la cortina de la ventana que daba al Este siempre que nos hubiesevisto y no hubiera ninguna novedad. Terminada ya nuestra conferencia yconvenido todo, me levanté para marcharme, haciendo a Herbert laobservacióndequeerapreferiblequenoregresáramosjuntosacasa,sinoqueyo le precedieramedia hora. - No le dejo aquí con gusto - dije a Provis, -aunque no dudo de que está más seguro en esta casa que cerca de la mía.¡Adios! -Querido Pip - dijo estrechándome lasmanos. -No sé cuándo nosveremos de nuevo y nome gusta decir «¡Adiós!»Digamos, pues, «¡Buenasnoches!» - ¡Buenasnoches!Herbert nos serviráde lazodeunion, y, cuandollegue laocasiónoportuna, tengausted la seguridaddequeestarédispuesto.¡Buenas noches! ¡Buenas noches!Creímosmejor que no semoviera de sus

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habitaciones,yledejamosenelrellanoquehabíaantelapuerta,sosteniendounaluzparaalumbrarnosmientrasbajábamoslaescalera.Mirandohaciaatrás,pensé en la 181primeranoche, cuando llegó ami casa; en aquella ocasión,nuestrasposicionesrespectivaseraninversas,yentoncespocopudesospecharque llegaría la ocasión en que mi corazón estaría lleno de ansiedad y depreocupaciones al separarme de él, comome ocurría en aquelmomento. ElviejoBarleyestabagruñendoyblasfemandocuandopasamosantesupuerta.En apariencia, nohabía cesadodehacerloni se disponía a guardar silencio.Cuandollegamosalpiedelaescalera,preguntéaHerbertsihabíaconservadoelnombredeProvisolocambióporotro.MereplicóquelohabíahechoasíyqueelinquilinosellamabaahoraseñorCampbell.Añadióquetodocuantosesabía acerca de él en la casa era que dicho señor Campbell le había sidorecomendadoyqueél,Herbert, tenía elmayor interés enqueestuvierabienalojadoycómodoparallevarunavidaretirada.PoresoencuantollegamosalasalaendondeestabansentadastrabajandolaseñoraWhimpleyClara,nadadije de mi interés por el señor Campbell, sino que me callé acerca delparticular.Cuandomehubedespedidode lahermosayamablemuchachadeojosnegros,asícomodelamaternalseñoraquehabíaamparadoconhonestasimpatía un amor juvenil y verdadero, aquella casa y aquel lugar meparecieronmuydiferentes.PorviejoquefueseelenfurecidoBarleyyaunqueblasfemasecomounacuadrilladebandidos,habíaenaquellacasasuficientebondad,juventud,amoryesperanzaparacompensarlo.Yluego,pensandoenEstella y en nuestra despedida, me encaminé tristemente a mi casa. En elTemple, todo seguía tan tranquilo como de costumbre. Las ventanas de lashabitacionesdeaquellado,últimamenteocupadasporProvis,estabanoscurasysilenciosas,yenGardenCourtnohabíaningúnholgazán.Pasémásalládelafuente dos o tres veces, antes de descender los escalones que había en elcaminodemishabitaciones,peroviqueestabacompletamentesolo.Herbert,quefueavermeamicamaal llegar,puesyamehabíaacostadoenseguida,fatigado como estaba mental y corporalmente, había hecho la mismaobservación.Despuésabrióunaventana,miróalexterioralaluzdelalunayme dijo que la calle estaba tan solemnemente desierta como la nave decualquiercatedrala lamismahora.Aldíasiguientemeocupéenadquirirelbote. Pronto quedó comprado, y lo llevaron junto a los escalones deldesembarcaderodelTemple,quedandoenunlugaradondeyopodíallegarenunoodosminutosdesdemicasa.Luegomeembarquécomoparapracticarmeenelremo;avecesibasoloyotrasencompañíadeHerbert.Confrecuenciasalíamosapasearporelríoconlluvia,confríoyconcellisca,peronadiesefijaba ya enmí después de haberme visto algunas veces. Primero solíamospasear por la parte alta del Puente de Blackfriars; pero a medida quecambiaban las horas de la marea, empecé a dirigirme hacia el Puente deLondres,queenaquellaépocaeratenidopor«elviejoPuentedeLondres».y,

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enciertosestadosdelamarea,habíaallíunacorrientequeledabamuymalareputación.Peroprontoempecéa saber cómohabíaquepasar aquelpuente,después de haberlo visto hacer, y así, en breve, pude navegar por entre losbarcos anclados en el Pool y más abajo, hacia Erith. La primera vez quepasamos por delante de la casa de Provis me acompañaba Herbert. Ambosíbamosremando,y tantoa la idacomoa lavueltavimosquesebajaban lascortinasdelasventanasquedabanalEste.Herbertibaallá,porlomenos,tresvecesporsemana,ynuncamecomunicócosaalgunaalarmante.Sinembargo,estabapersuadidodeque aún existía la causapara sentir inquietud, yyonopodíadesecharlasensacióndequemevigilaban.Unasensaciónsemejanteseconvierteparaunoenunaideafijaymolesta,yhabríasidodifícilprecisardecuántas personas sospechaba que me vigilaban. En una palabra, que estaballeno de temores con respecto al atrevido que vivía oculto. Algunas veces,Herbertmehabíadichoqueleresultabaagradableasomarseaunadenuestrasventanascuandoseretirabalamarea,pensandoquesedirigíahaciaellugarenque vivía Clara, llevando consigo infinidad de cosas. Pero no pensaba quetambiénsedirigíahaciaellugarenquevivíaMagwitchyquecadaunadelasmanchas negras que hubiese en su superficie podía ser uno de susperseguidores,quesilenciosa,rápidayseguramenteibaaapoderarsedeél.

Capítulo47

Pasaron algunas semanas sin que ocurriese cambio alguno. Esperábamosnoticias deWemmick, pero éste no daba señales de vida. Si no le hubieseconocidomás que en el despacho deLittleBritain y no hubiera gozado delprivilegio de ser un concurrente familiar al castillo, podría haber llegado adudardeél;perocomoleconocíamuybien,nolleguéasentirtalrecelo.Misasuntosparticularesempezaronatomarmuyfeoaspecto,ymásdeunodemisacreedoresme dirigió apremiantes peticiones de dinero. Yomismo llegué aconocerlafaltadedinero(quierodecir,dedinerodisponibleenmibolsillo),y,así,notuvemásremedioqueconvertirennumerarioalgunasjoyasqueposeía.Estabaresueltoaconsiderarqueseríaunaespeciedefraudeindignoelaceptarmás dinero de mi 182 protector, dadas las circunstancias y en vista de laincertidumbre de mis pensamientos y de mis planes. Por consiguiente,valiéndomedeHerbert,lemandélacartera,alaquenohabíatocado,paraqueél mismo la guardase, y experimenté cierta satisfacción, aunque no sé silegítimaono,porelhechodenohabermeaprovechadodesugenerosidadapartirdelmomentoenquesedioaconocer.Amedidaquepasabaeltiempo,empecéatenerlaseguridaddequeEstellasehabríacasadoya.Temerosoderecibirlaconfirmacióndeestasospecha,aunquenoteníalaconvicción,evité

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la lectura de los periódicos y rogué a Herbert, después de confiarle lascircunstanciasdenuestraúltimaentrevista,quenovolvieseahablarmedeella.Ignoro por qué atesoré aquel jirón de esperanza que se habían de llevar losvientos.E1queestolea,¿noseconsideraráculpabledehaberhecholomismoelañoanterior,elmespasadoolasemanaúltima?Llevabaunavidamuytristey desdichada, y mi preocupación dominante, que se sobreponía a todas lasdemás,comounaltopicoquedominaraaunacordillera,jamásdesaparecíademivista.Sinembargo,nohubonuevascausasdetemor.Aveces,noobstante,me despertaba por las noches, aterrorizado y seguro de que lo habíanprendido; otras, cuando estaba levantado, esperaba ansioso los pasos deHerbertalllegaracasa,temiendoquelohicieraconmayorapresuramientoyvinieseadarmeunamalanoticia.Aexcepcióndeesoydeotrosimaginariossobresaltos por el estilo, pasó el tiempo como siempre. Condenado a lainacciónyaunestadoconstantededudasydetemor,solíapaseararemoenmibote,yesperaba,esperaba,delmejormodoquepodía.Aveces, lamareameimpedíaremontarelríoypasarelPuentedeLondres;entalescasossolíadejarelbotecercadelaAduana,paraquemelollevaranluegoallugarenqueacostumbrabadejarloamarrado.Nomesabíamalhacertalcosa,puesellomeservíaparaque,tantoyocomomibote,fuésemosconocidosporlagentequevivíaotrabajabaaorillasdelrío.Ydeelloresultarondosencuentrosquevoya referir. Una tarde de las últimas del mes de febrero desembarqué aloscurecer.Aprovechando la bajamar, había llegadohastaGreenwichy volvícon lamarea.Eldíahabíasidoclaroy luminoso,peroa lapuestadelsolselevantólaniebla,locualmeobligóaavanzarconmuchocuidadoporentrelosbarcos.TantoalaidacomoalavueltaobservélamismaseñaltranquilizadoraenlasventanasdeProvis.Todomarchababien.Latardeeradesagradableyyotenía frío, por lo cual me dije que, a fin de entrar en calor, iría a cenarinmediatamente; y como después de cenar tendría que pasar algunas tristeshorassolo,antesdeiralacama,penséquelomejorseríairluegoalteatro.Elcoliseo en que el señorWopsle alcanzara su discutible triunfo estaba en lavecindaddelrío(hoyyanoexiste),yresolvíirallí.Estabayaenteradodequeel señorWops1eno logró suempeñode resucitareldrama, sinoque,porelcontrario, había contribuido mucho a su decadencia. En los programas delteatrose lehabíacitadoconmuchafrecuenciae ignominiosamentecomounnegrofiel,encompañíadeunaniñadenoblecunayunmico.Herbertleviorepresentandounvoraztártaro,decómicaspropensiones,conunrostroderojoladrilloyuninfamantegorrollenodecampanillas.CenéenunestablecimientoqueHerbert y yo llamábamos «el bodegóngeográfico» porque habíamapasdelmundo en todos los jarros para la cerveza, en cadamediometro de losmantelesyenloscuchillos(debiéndoseadvertirque,hastaahora,apenashayun bodegón en los dominios del lordmayor que no sea geográfico), y pasébastante ratomediodormidosobre lasmigasdepandelmantel,mirando las

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lucesdegasycaldeándomeenaquellaatmósfera,densaporlaabundanciadeconcurrentes.Maspor finmedespertédel todoy salí endirecciónal teatro.Allíencontréaunvirtuosocontramaestre,alserviciodeSuMajestad,hombreexcelente, que para mí no tenía más defecto que el de llevar los calzonesdemasiadoapretadosenalgunossitiosysobradoflojosenotros,queteníalacostumbrededarpuñetazosenlossombrerosparameterloshastalosojosdequieneslosllevaban,aunque,porotraparte,eramuygenerosoyvalienteynoquería oír hablar de que nadie pagase contribuciones, a pesar de ser muypatriota. En el bolsillo llevaba un saco de dinero, semejante a un budínenvuelto en un mantel, y, valiéndose de tal riqueza, se casó, con regocijogeneral, con una joven que ya tenía su ajuar; todos los habitantes dePortsmouth(quesumabannueve,segúnelúltimocenso)sehabíandirigidoala playa para frotarse lasmanosmuy satisfechos y para estrechar las de losdemás,cantandoluegoalegremente.Sinembargo,ciertopeónbastantenegro,quenoqueríahacernadadeloquelosdemásleproponían,ycuyocorazón,según el contramaestre, era tan oscuro como su cara, propuso a otros doscompañeroscreartodaclasededificultadesalahumanidad,cosaquelograrontancompletamente(lafamiliadelpeóngozabademuchainfluenciapolítica),que fue necesaria casi lamitadde la representaciónpara poner las cosas enclaro,ysolamenteseconsiguiógraciasaunhonrado tenderoque llevabaunsombreroblanco,botinesnegrosynarizroja,elcual,armadodeunasparrillas,semetióenlacajadeunrelojydesdeallíescuchabacuantosucedía,salíayasestaba un parrillazo a todos aquellos a quienes no podía refutar lo queacababande183decir.EstofuecausadequeelseñorWopsle,dequienhastaentoncesnosehabíaoídohablar,aparecieseconunaestrellayuna jarretera,como ministro plenipotenciario del Almirantazgo, para decir que losintrigantesseríanencarcelados inmediatamenteyquesedisponíaahonraralcontramaestre con la bandera inglesa, como ligero reconocimiento de susservicios públicos. El contramaestre, conmovido por primera vez, se secó,respetuoso,losojosconlabandera,yluego,recobrandosuánimoydirigiendoal señorWopsle el tratamiento de Su Honor, solicitó la merced de darle elbrazo. El señor Wopsle le concedió su brazo con graciosa dignidad, einmediatamentefueempujadoaunrincónllenodepolvo,mientraslosdemásbailabanunadanzademarineros;ydesdeaquelrincón,observandoalpúblicocon disgustada mirada, me descubrió. La segunda pieza era la pantomimacómicadeNavidad,encuyaprimeraescenamesupomalreconoceralseñorWopsle, que llevaba unas medias rojas de estambre; su rostro tenía unresplandor fosfórico, y a guisa de cabello llevaba un fleco rojo de cortina.Estaba ocupado en la fabricación de barrenos en una mina, y demostró lamayorcobardíacuandosugigantescopatronollegó,hablandoconvozronca,paracenar.Masnotardóenpresentarseencircunstanciasmásdignas;elGeniodelAmor Juvenil teníanecesidadde auxilio -a causade la brutalidaddeun

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ignorantegranjeroqueseoponíaaquesuhijasecasaraconelelegidodesucorazón,paralocualdejócaersobreelpretendienteunsacodeharinadesdelaventana del primer piso, - y por esta razón llamó a un encantador muysentencioso;elcual,llegandodelosantípodasconlamayorligereza,despuésdeunviaje enaparienciabastanteviolento, resultó ser el señorWopsle,quellevabaunaespeciedecoronaaguisadesombreroyunvolumennigrománticobajoelbrazo.Ycomolaocupacióndeaquelhechiceroenlatierranoeraotraque ladeatendera loque ledecían,a lascancionesque lecantabanya losbailesquedabanensuhonor,esosincontar los fuegosartificialesdevarioscolores que le tributaban, disponía de mucho tiempo. Y observé, muysorprendido,queloempleabaenmirarconlamayorfijezahaciamí,cosaquemecausóextraordinarioasombro.Habíaalgotannotableenlaatención,cadavezmayor,delamiradadelseñorWopsleyparecíapreocuparletantoloqueveía,quepormásqueloprocurémefueimposibleadivinarlacausaquetantoleintrigaba.Aúnseguíapensandoenesocuando,unahoramástarde,salídelteatroy loencontréesperándome juntoa lapuerta. -¿Cómoestáusted? - lepregunté,estrechándolelamano,cuandoyaestábamosenlacalle.-Yamedicuenta de que me había visto. - ¿Que le vi, señor Pip? – replicó. - Sí, esverdad,levi.Pero¿quiéneraelqueestabaconusted?-¿Quiénera?-Esmuyextraño-añadióelseñorWopsle,cuyamiradamanifestólamismaperplejidadqueantes,-y,sinembargo,juraría…Alarmado,roguéalseñorWopslequeseexplicara.-Nosésilevienelprimermomento,graciasaqueestabaconusted-añadióelseñorWopsleconlamismaexpresiónvagaypensativa.-Nopuedoasegurarlo,pero…Involuntariamentemiréalrededor,comosolíahacerporlasnochescuandomedirigíaamicasa,porqueaquellasmisteriosaspalabrasmedieron un escalofrío. - ¡Oh! Ya no debe de estar por aquí-observó el señorWopsle.-Salióantesqueyo.Levicuandosemarchaba.Comoteníarazonesparaestarreceloso,inclusolleguéasospechardelpobreactor.Creíqueseríaunaarguciaparahacermeconfesaralgo.Poresolemirémientrasandabaamilado; pero no dije nada. -Me produjo la impresión ridícula de que iba conusted,señorPip,hastaquemedicuentadequeustednosospechabasiquierasupresencia.Élestabasentadoasuespalda,comosifueseunfantasma.Volvíasentirunescalofrío,peroestabaresueltoanohablar,puesconsuspalabrastal vez quería hacerme decir algo referente a Provis. Desde luego, estabacompletamentesegurodequeéstenosehallabaenelteatro…-Yacomprendoqueleextrañanmispalabras,señorPip.Esevidentequeestáustedasombrado.Pero¡estanraro!Apenascreeráustedloquevoyadecirle,yyomismonolocreeríasimelodijerausted.-¿Deveras?-Sindudaalguna.¿Seacuerdausted,señorPip,dequeundíadeNavidad,haceyamuchosaños,cuandoustederaniño todavía, yo comí en casa de Gargery, y que, al terminar la comida,llegaron unos soldados para que les recompusieran un par de esposas? -Lorecuerdomuybien.184-¿Seacuerdausteddequehubounapersecuciónde

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dospresidiariosfugitivos?Nosotrosnosunimosalossoldados,yGargeryselosubióaustedsobre loshombros;yomeadelantéen tantoqueustedesmeseguíanlomejorqueleseraposible.¿Lorecuerda?-Lorecuerdomuybien.Y,enefecto,meacordabamejordeloqueélpodíafigurarse,aexcepcióndelaúltimafrase.-¿Seacuerda,también,dequellegamosaunazanja,ydequeallíhabíaunapeleaentre losdos fugitivos,ydequeunodeellos resultócon lacarabastantemaltratadaporelotro?-Meparecequeloestoyviendo.-¿Yquelos soldados, después de encender las antorchas, pusieron a los dospresidiarios en el centro del pelotón y nosotros fuimos acompañándolos porlos negros marjales, mientras las antorchas iluminaban los rostros de lospresos… (este detalle tiene mucha importancia), en tanto que más allá delcírculo de luz reinaban las tinieblas? - Sí - contesté -.Recuerdo todo eso. -Pueshedeañadir,señorPip,queunodeaquellosdoshombresestabasentadoesta noche detrás de usted. Le vi por encima del hombro de usted.«¡Cuidado!», pensé. Y luego pregunté, en voz alta: - ¿A cuál de los dos lepareció ver? -A1 que había sido maltratado por su compañero-contestó sinvacilar,-ynotendríainconvenienteenjurarqueeraél.Cuantomáspiensoeneso, más seguro estoy de que era él. - Es muy curioso - dije con toda laindiferenciaquepudefingir,comosilacosanomeimportaranada.-Esmuycurioso.NopuedoexagerarlainquietudquemecausóestaconversaciónnielterrorespecialquesentíalenterarmedequeCompeysonhabíaestadodetrásdemí«comounfantasma».Sihabíaestado lejosdemimentealgunavez,apartir del momento en que se ocultó Provis era, precisamente, cuando sehallabaamenordistanciademí,yelpensarquenomehabíadadocuentadeello y que estuve tan distraído como para no advertirlo equivalía a habercerradounaavenidallenadepuertasquelomanteníalejosdemí,paraque,depronto,me loencontraseal lado.Nopodíadudardequeestabaenel teatro,puestoqueestuveyotambién,ydeque,porlevequefueseelpeligroquenosamenazara, era evidente que existía y que nos rodeaba. Pregunté al señorWopsle acerca de cuándo entró aquel hombre en la sala, pero no pudocontestarmeacercade eso;mevio, ypor encimademihombrovio a aquelhombre. Solamente después de contemplarlo por algún tiempo logróidentificarlo; pero desde el primer momento lo asoció de un modo vagoconmigomismo, persuadido de que era alguien que se relacionara conmigodurantemividaenlaaldea.Lepreguntécómoibavestido,ymecontestóqueconbastanteelegancia,denegro,peroque,por lodemás,no teníanadaquellamara laatención.Luego lepregunté si su rostroestabadesfigurado,ymecontestóqueno,segúnleparecía.Yotampocolocreía,porqueapesardemispreocupaciones, al mirar alrededor de mí no habría dejado de llamarme laatenciónunrostroestropeado.CuandoelseñorWopslemehubocomunicadotodo lo quepodía recordar o cuantoyopude averiguar por él, y después dehaberleinvitadoatomarunpequeñorefrescoparareponersedelasfatigasde

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la noche, nos separamos.Entre las docey la unade lamadrugada llegué alTemple,cuyaspuertasestabancerradas.Nadieestabacercademícuandolasatravesénicuandolleguéamicasa.Herbertestabayaenella,yanteelfuegocelebramosunimportanteconsejo.Peronosepodíahacernada,aexcepcióndecomunicaraWemmickloquedescubrieraaquellanoche,recordándole,depaso, que esperábamos sus instrucciones. Y como creí que tal vez lecomprometeríayendocondemasiadafrecuenciaalcastillo,leinformédetodopor carta. La escribí antes de acostarme, salí y la eché al buzón; tampocoaquella vez pude notar que nadie me siguiera ni me vigilara. Herbert y yoestuvimos de acuerdo en que lo único que podíamos hacer era ser muyprudentes.Y lo fuimosmásquenunca,encasodequeello fueseposible,y,por mi parte, nunca me acercaba a la vivienda de Provis más que cuandopasabaenmibote.Yentalesocasionesmirabaasusventanasconlamismaindiferenciaconquehubieramiradootracosacualquiera.

Capítulo48

El segundo de los encuentros a que me he referido en el capítulo anteriorocurriócosadeunasemanamástarde.Dejéotravezelboteenelmuellequehabíamásabajodelpuente,aunqueeraunahoramástempranoqueenlatardeantesaludida.Sinhabermedecididoacercadedóndeiríaacenar,echéaandar185haciaCheapside,ycuandolleguéallí,seguramentemáspreocupadoqueningunadelasnumerosaspersonasqueporaquellugartransitaban,alguienmealcanzó y una granmano se posó sobremi hombro. Era lamano del señorJaggers, quien luego la pasó por mi brazo. - Como seguimos la mismadirección,Pip,podemosandar juntos.¿Adóndesedirigeusted? -MeparecequehaciaelTemple.-¿Nolosabeusted?-preguntóelseñorJaggers.-Puesbien-contesté,satisfechodepodersonsacarlealgovaliéndomedesumaníadehacerrepreguntas-,nolosé,porquetodavíanomehedecidido.-¿Vaustedacenar? - dijo el señor Jaggers. - Supongo que no tendrá inconveniente enadmitir esta posibilidad. - No – contesté. - No tengo inconveniente enadmitirla.-¿Estáustedcitadoconalguien?-Tampocotengoinconvenienteenadmitir que no estoy citado con nadie. - Pues, en tal caso - dijo el señorJaggers,-vengaustedacenarconmigo.Ibaaexcusarme,cuandoélañadió:-Wemmickirátambién.Envistadeesto,convertímiexcusaenunaaceptación,pueslaspocaspalabrasquehabíapronunciadoservíanigualmenteparaambasrespuestas, y, así, seguimos por Cheapside y torcimos hacia Little Britain,mientraslaslucesseencendíanbrillantesenlosescaparatesylosfarolerosdelascalles,encontrandoapenasellugarsuficienteparainstalarsusescalerasdemano,entrelosnumerososgruposdepersonasqueasemejantehorallenaban

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las calles, subíanybajabanpor aquéllas, abriendomásojos rojizos, entre lanieblaqueseespesaba,quelatorredelabujíademéduladejuncoencerado,encasadeHummums,proyectarasobrelapareddelaestancia.Enlaoficinade Little Britain presencié las acostumbradas maniobras de escribir cartas,lavarselasmanos,despabilarlasbujíasycerrarlacajadecaudales,locualeraseñaldequesehabíanterminadolasoperacionesdeldía.MientraspermanecíaociosoanteelfuegodelseñorJaggers,elmovimientodelasllamasdioalasdos mascarillas la apariencia de que querían jugar conmigo de un mododiabólicoalescondite,en tantoque lasdosbujíasdesebo,gruesasybastas,que apenas alumbraban al señor Jaggers mientras escribía en un rincón,estabanadornadascontrozosdepabilocaídosypegadosalsebo,dándoleselaspecto de estar de luto, tal vez en memoria de una hueste de clientesahorcados. Los tres nos encaminamos a la calle Gerard en un coche dealquiler, y en cuanto llegamos se nos sirvió la cena. Aunque en semejantelugar no se me habría ocurrido hacer la más remota referencia a lossentimientos particulares queWemmick solía expresar enWalworth, a pesarde ello nome habría sabidomal el sorprender algunas veces sus amistosasmiradas.Peronofueasí.Cuandolevantabalosojosde lamesalosvolvíaalseñorJaggers,ysemostrabatansecoytanalejadodemícomosiexistiesendosWemmickgemelos y el que tenía delante fuese el que yo no conocía. -¿Mandó usted la nota de la señorita Havisham al señor Pip, Wemmick? -preguntóelseñorJaggersencuantohubimosempezadoacomer.-No,señor-contestóWemmick.-Medisponíaaecharlaalcorreo,cuandollegóustedconelseñorPip.Aquíestá.Yentrególacartaasuprincipalynoamí.-Esunanotadedos líneas,Pip -dijoel señorJaggersentregándomela. -LaseñoritaHavishammelamandópornoestarseguraacercadelasseñasdeusted.Dicequenecesitaverleapropósitodeunpequeñoasuntoqueusted lecomunicó.¿Irá usted? - Sí - dije leyendo la nota, que expresaba exactamente lo queacababa de decir el señor Jaggers. - ¿Cuándo piensa usted ir? - Tengo unasuntopendiente -dijemirandoaWemmick,queenaquelmomentoechabapescado al buzónde suboca, - y esonomepermite precisar la fecha.Perosupongo que irémuy pronto. - Si el señor Pip tiene la intención de irmuypronto -dijo Wemmick al señor Jaggers, - no hay necesidad de contestar.Considerando que estas palabras equivalían a la indicación de que no meretrasara,decidí iraldíasiguientepor lamañana,yasí lodije.WemmicksebebióunvasodevinoymiróalseñorJaggersconexpresiónsatisfecha,peronoamí.-Yaloveusted,Pip.Nuestroamigo,laAraña-dijoelseñorJaggers,-hajugadosustriunfosyhaganado.Lomásquepudehacerfueasentirconun movimiento de cabeza. 186 - ¡Ah! Es un muchacho que promete… ,aunque a su modo. Pero es posible que no pueda seguir sus propiasinclinaciones. Elmás fuerte es el que vence al final, y en este caso aún nosabemos quién es. Si resulta ser él y acaba pegando a su mujer… -

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Seguramente - interrumpí con el rostro encendido y el corazón agitado - nopiensaustedenserioquesealobastantevillanoparaeso,señorJaggers.-Noño afirmo, Pip. Tan sólo hago una suposición. Si resulta ser él y acabapegandoasumujer,esposiblequeseconstituyaenelmásfuerte;sisehaderesolver con la inteligencia, no hay duda de que será vencido. Sería muyaventuradodarunaopiniónacercade loqueharáunsujetocomoéseen lascircunstancias en que se halla, porque es un caso de cara o cruz entre dosresultados.-¿Puedopreguntarcuálesson?-UnsujetocomonuestroamigolaAraña - contestó el señor Jaggers, - o pega o es servil. Puede ser servil ygruñir,obienserservilynogruñir.Loquenotienedudaesqueoesserviloadula.PregunteaWemmickcuálessuopinion.-Nohaydudadequeesservilopega -dijoWemmick sindirigirse amí. -Ésta es la situaciónde la señoraBentley Drummle - dijo el señor Jaggers tomando una botella de vinoescogido,sirviéndonosacadaunodenosotrosysirviéndoseluegoélmismo,-y deseamos que el asunto se resuelva a satisfacción de esa señora, porquenuncapodráseragustodeellaydesumaridoauntiempo.¡Molly!¡Molly!¡Qué despacio vas esta noche! Cuando la regañó así, estaba a su lado,poniendounosplatossobrelamesa.Retirandolasmanos,retrocedióunoodospasosmurmurandoalgunaspalabrasdeexcusa.Yciertosmovimientosdesusdedosmellamaronextraordinariamentelaatención.-¿Quéocurre?-preguntóel señor Jaggers. - Nada – contesté, - Tan sólo que el asunto de quehablábamoseraalgodolorosoparamí.Elmovimientodeaquellosdedoserasemejantealaaccióndehacercalceta.Lacriadasequedómirandoasuamo,sinsabersipodíamarcharseosiéltendríaalgomásquedecirleylallamaríaencuantosealejara.MirabaaJaggersconlamayorfijeza.Yamímeparecióque había visto aquellos ojos y también aquellas manos en una ocasiónrecienteymemorable.ElseñorJaggersladespidió,yellasedeslizóhacialapuerta.Masapesardeello, siguióantemivista, con tantaclaridadcomosicontinuaraenelmismositio.Yolemirabalasmanosylosojos,asícomoelcabelloondeado,y loscomparabaconotrasmanos,otrosojosyotrocabelloqueconocíamuybienyquetalvezpodríanserigualesalosdelacriadadelseñor Jaggersdespuésdeveinteañosdevida tempestuosaydemalos tratosporpartedeunmaridobrutal.Denuevomirélasmanosylosojosdelacriada,yrecordélainexplicablesensaciónqueexperimentaralaúltimavezquepaseé- y no solo - por el descuidado jardín y por la desierta fábrica de cerveza.Recordéhabersentidolamismaimpresióncuandoviunrostroquememirabay unamano queme saludaba desde la ventanilla de una diligencia, y cómovolvíaexperimentarlaconlarapidezdeunrelámpagocuandoibaencoche-ytampoco solo - al atravesar un vivo resplandor de luz artificial en una calleoscura.Yeseeslabón,queantesmefaltara,acababadesersoldadoparamí,alrelacionar el nombre deEstella con elmovimiento de los dedos y la atentamiradade lacriadade Jaggers.Ysentí laabsoluta seguridaddequeaquella

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mujerera lamadredeEstella.Comoel señor Jaggersmehabíavistocon lajoven, no habría dejado de observar los sentimientos que tan difícilmenteocultaba yo. Movió afirmativamente la cabeza al decirle que el asunto erapenoso para mí, me dio una palmada en la espalda, sirvió vino otra vez ycontinuólacena.Lacriadareapareciódosvecesmás,perosusestanciasenelcomedorfueronmuycortasyelseñorJaggerssemostróseveroconella.Perosusmanosy susojoseran losdeEstella,yasí semehubiesepresentadouncentenar deveces, nopor esohabría estadonimásnimenos segurodequehabía llegado a descubrir la verdad.La cena fue triste, porqueWemmick sebebíalosvasosdevinoqueleservíancomosirealizasealgúndetallepropiode los negocios, precisamente de lamismamanera como habría cobrado susalariocuandollegaseeldíaindicado,ysiempreestabaconlosojosfijosensujefeyenaparienciaconstantementedispuestoparaserpreguntado.Encuantoa la cantidad de vino que ingirió, su buzón parecía sentir la mayorindiferencia, de la misma manera como al buzón de correos le tiene sincuidadoelnúmerodecartasqueleechan.Durantetodalacenameparecióqueaquél no era el Wemmick que yo conocía, sino su hermano gemelo, queninguna relación había tenido conmigo, pues tan sólo se asemejaba en loexterno al Wemmick de Walworth. Nos despedimos temprano y salimosjuntos. Cuando nos reunimos en torno de la colección de botas del señorJaggers, a fin de tomar nuestros sombreros, comprendí que mi amigoWemmickibaallegar;yno187habríamosrecorridomediadocenademetrosenlacalleGerrard,endirecciónhaciaWalworth,cuandomedicuentadequepaseaba cogido del brazo con el gemelo amigomío y que el otro se habíaevaporadoenelairedelanoche.-Bien-dijoWemmick,-yahaterminadolacena. Es un hombremaravilloso que no tiene semejante en elmundo; perocuando ceno con él tengo necesidad de contenerme y no comomuy a misanchas. Me dije que eso era una buena explicación del caso, y así se loexpresé. -Esono se lodiría anadiemásque austed– contestó, - puesmeconstaquecualquiercosaquenosdigamosnotrasciendeanadie.LepreguntésihabíavistoalahijaadoptivadelaseñoritaHavisham,esdecir,alaseñoraBentley Drummle. Me contestó que no. Luego, para evitar que misobservacionesleparecierandemasiadoinesperadas,empecéporhablarledesuancianopadreyde laseñoritaSkiffins.Cuandonombréaéstapareciósentirciertoreceloysedetuvoenlacalleparasonarse,moviendoalmismotiempolacabezaconexpresióndejactancia.-Wermmick-ledijeluego,-¿seacuerdausteddequelaprimeravezquefuiacenarconelseñorJaggersasucasamerecomendóquemefijaraensucriada?-¿Deveras?–preguntó.-Meparecequesí.Sí,esverdad-añadióconmalhumor.-Ahorameacuerdo.Loquepasaesquetodavíanoestoyamisanchas.-Lallamóustedunafieradomada.-¿Yqué nombre le da usted? - El mismo. ¿Cómo la domó el señor Jaggers,Wemmick? - Es su secreto. Hace ya muchos años que está con él. - Me

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gustaría que me contase usted su historia. Siento un interés especial enconocerla.Ya sabe usted que lo que pasa entre nosotros queda secreto paratodoelmundo.-Puesbien-dijoWemmick,-noconozcosuhistoria,esdecir,quenoestoyenteradodetodaella.Perolediréloquesé.Hablamos,comoesconsiguiente,deunmodoreservadoyconfidencial.-Desdeluego.-Harácosade veinte años, esa mujer fue juzgada en Old Bailey, acusada de habercometidounasesinato,perofueabsuelta.Eraentoncesjovenymuyhermosa,y,segúntengoentendido,porsusvenascorríaalgunasangregitana.Ypareceque,enefecto,cuandoseencolerizaba,eramujerterrible.-Perofueabsuelta.-La defendía el señor Jaggers - prosiguió Wemmick, mirándomesignificativamente, -y llevósuasuntodeunmodoenverdadasombroso.Setrataba de un caso desesperado, y el señor Jaggers hacía poco tiempo queejercía,demaneraquesudefensacausólaadmiracióngeneral.Díapordíaypor espacio de mucho tiempo, trabajó en las oficinas de la policía,exponiéndoseinclusoaserencausadoasuvez,ycuandollegóeljuiciofuelobueno.Lavíctimafueunamujerquetendríadiezañosmásyeramuchomásalta ymuchomás fuerte. Fue un caso de celos. Las dos llevaban una vidaerrante,ylamujerqueahoraviveenlacalledeGerrardsehabíacasadomuyjoven,aunque«pordetrásdelaiglesia»,comosedice,conunhombredevidairregularyvagabunda;yella, encuantoacelos, eraunaverdadera furia.Lavíctima, cuya edad la emparejaba mucho mejor con aquel hombre, fueencontradayacadáverenunagranjacercadeHounslowHeath.Allíhubounalucha violenta, y tal vez un verdadero combate. El cadáver presentabanumerososarañazosylashuellasdelosdedosqueleestrangularon.Nohabíapruebasbastanteclarasparaacusarmásqueaesamujer,yelseñorJaggersseapoyóprincipalmente en las improbabilidades de que hubiese sido capaz dehacerlo.Puedeustedtenerlaseguridad-añadióWemmicktocándomelamangademitraje-queentoncesnoaludióniunasolavezalafuerzadesusmanos,comolohaceahora.Enefecto,yohabíarelatadoaWemmickque,elprimerdía en que cené en casa del señor Jaggers, éste hizo exhibir a su criada susformidablespuños.-Puesbien-continuóWemmick,-sucedióqueestamujersevistiócon talarteapartirdelmomentode suprisión,queparecíamuchomás delgada y esbelta de lo que era en realidad. Especialmente, llevaba lasmangasdetalmodo,quesusbrazosdabanunadelicadaapariencia.Teníaunoo dos cardenales en el cuerpo, cosa sin importancia para una persona decostumbres vagabundas, pero el dorso de las manos presentaban muchosarañazos, y la cuestión era si habían podido ser producidos por las uñas dealguien. El señor Jaggers demostró que había atravesado unas matas deespinosquenoeranbastantealtasparallegarlealrostro,peroque,alpasarporallí, no pudo evitar que sus manos quedasen arañadas; en realidad, seencontraronalgunaspuntasdeespinosvegetalesclavadasensuepidermis,y,examinadoelmatorral espinoso, seencontraron tambiénalgunashilachasde

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sutrajeypequeñasmanchasdesangre.PeroelargumentomásfuertedelseñorJaggers fue el siguiente: se tratabadeprobar, comodemostraciónde su188carácterceloso,queaquellamujererasospechosa,enlosdíasdelasesinato,dehabermatadoasupropiahija,detresañosdeedad,quetambiénloeradesuamante, con el fin de vengarse de él.El señor Jaggers trató el asunto comosigue:«Afirmamosqueestosarañazosnohansidohechosporuñasalgunas,sinoque fueroncausadospor losespinosquehemosexhibido.Laacusacióndice que son arañazos producidos por uñas humanas y, además, aventura lahipótesisdequeestamujermatóa supropiahija.Siendoasí,debenustedesaceptar todas las consecuencias de semejante hipótesis. Supongamos que,realmente, mató a su hija y que ésta, para defenderse, hubiese arañado lasmanosdesumadre.¿Quésigueaeso?Ustedesnolaacusannilajuzganahoraporelasesinatodesuhija;¿porquénolohacen?Yencuantoalcasopresente,siustedesestánempeñadosenqueexistenlosarañazos,diremosqueyatienensuexplicaciónpropia,estoenelsupuestodequenoloshayaninventado».Enfin,señorPip-añadióWemmick,-elseñorJaggerserademasiadolistoparaeljuradoy,así,ésteabsolvióalaprocesada.-¿Yhaestadoéstadesdeentoncesasuservicio?-Sí;peronohaysolamenteeso-contestóWemmick,-sinoqueentró inmediatamentea suservicioyyadomadacomoestáahora.Luegohaidoaprendiendosusdeberespoquitoapoco,perodesdeelprimermomentosemostrómansa comoun cordero. - ¿Y, efectivamente, era unaniña? -Así lotengo entendido. - ¿Tiene usted algomás que decirme esta noche? - Nada.Recibí su carta y la he destruido. Nada más. Nos dimos cordialmente lasbuenasnochesymemarchéacasaconunnuevoasuntoparamisreflexiones,perosinningúnalivioparalasantiguas.

Capítulo49

Metiéndome en el bolsillo la nota de la señorita Havisham, a fin de quesirvieradecredencialporhabervueltotanprontoasucasa,enelsupuestodequesuhumorcaprichosolehiciesedemostraralgunasorpresaalverme,toméladiligenciadeldíasiguiente.Peromeapeéen laCasadeMedioCaminoyallímedesayuné, recorriendo luego a pie el resto del trayecto, porque teníainterés en llegar a la ciudad de modo que nadie se diese cuenta de ello ymarcharmede lamismamanera.Habíadesaparecidoya lamejor luzdeldíacuandopaséa lo largode los tranquilospatiosde laparte traserade lacalleAlta.Losmontonesde ruinasendonde,enotro tiempo, losmonjes tuvieronsus refectorios y sus jardines, y cuyas fuertes murallas se utilizaban ahoracomohumildesalberguesycomoestablos,estabancasitansilenciosascomolosantiguosmonjesensustumbas.Lascampanasdelacatedraltuvieronpara

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mí un sonido más triste y más remoto que nunca, mientras andabaapresuradamente para evitar ser visto; así, los sonidos del antiguo órganollegaronamisoídoscomofúnebremúsica;ylascornejasquerevoloteabanentorno de la torre gris, deslizándose a veces hacia los árboles, altos ydesprovistosdehojas,deljardíndelpriorato,parecíandecirmequeaquellugarestaba cambiado y que Estella se había marchado para siempre. Acudió aabrirmelapuertaunamujeryadeedad,aquienhabíavistootrasvecesyquepertenecía a la servidumbre que vivía en la casa aneja situada en la parteposterior del patio. En el oscuro corredor estaba la bujía encendida, y,tomándola,subísololaescalera.LaseñoritaHavishamnoestabaensupropiaestancia, sino en lamás amplia, situada al otro ladodel rellano.Mirando alinteriordesdelapuerta,despuésdellamarenvano,lavisentadaanteelhogaren una silla desvencijada, perdida en la contemplación del fuego, lleno decenizas.Comootrasveceshabíahecho,entréymequedéenpie,alladodelaantigua chimenea, para que me viese así que levantara los ojos.Indudablemente, la pobre mujer estaba muy sola, y esto me indujo acompadecermedeella,apesardelosdoloresquemehabíacausado.Mientraslamirabaconlástimaypensabaqueyotambiénhabíallegadoaserunapartedeladesdichadafortunadeaquellacasa,susojossefijaronenmí.Losabriómuchoyenvozbajasepreguntó: -¿Seráunavisiónreal? -Soyyo:Pip.Elseñor Jaggersme entregó ayer la nota de usted, y no he perdido tiempo envenir. -Gracias,muchas gracias.Acerqué al fuego otra de las sillas enmalestado y me senté, observando en el rostro de la señorita Havisham unaexpresiónnueva,comosiestuvieseasustadademí.-Deseo-dijo-continuarelbeneficiodequemehablasteentuúltimavisita,afindedemostrartequenosoy de piedra. Aunque tal vez ahora no podrás creer ya que haya algúnsentimiento humano en mi corazón. 189 Le dije algunas palabrastranquilizadoras,yellaextendiósutemblorosamanoderecha,comosiquisieratocarme;perolaretiróenseguida,antesdequeyocomprendiesesuintentoydeterminara el modo de recibirlo. -Al hablar de tu amigo me dijiste quepodríasinformarmedecómoseríamedadohaceralgoútilparaél.Algoqueatimismotegustaríarealizar.-Asíes.Algoqueamímegustaríapoderhacer.-¿Quéeseso?EmpecéaexplicarlelasecretahistoriadeloquehiceparalograrqueHerbertllegaraasersociodelacasaenquetrabajaba.Nohabíaavanzadomuchoenmisexplicaciones,cuandomeparecióquemiinterlocutorasefijabamásenmíqueenloquedecía.Ycontribuyóaaumentarestacreenciaelhechode que, cuando dejé de hablar, pasaron algunos instantes antes de que medemostrara haber notado que yo guardaba silencio. - ¿Te has interrumpido,acaso-mepreguntó,comosi,verdaderamente,metuviesemiedo,-porquetesoytanodiosaquenisiquieratesientesconfuerzasparaseguirhablándome?-De ningunamanera - le contesté. - ¿Cómopuede usted imaginarlo siquiera,señoritaHavisham?Meinterrumpíporcreerquenoprestabaustedatencióna

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mis palabras. - Tal vez no - contestó, llevándose una mano a la cabeza. -Vuelveaempezar,yyomiraréhaciaotro lado.Vamosaver: refiéreme todoeso. Apoyó la mano en su bastón con aquella resoluta acción que le erahabitual y miró al fuego con expresión demostrativa de que se obligaba aescuchar.Continuémiexplicaciónyledijequehabíaabrigadolaesperanzadeterminarelasuntopormispropiosmedios,peroqueahorahabíafracasadoeneso.Estapartedemiexplicación,segúnlerecordé,envolvíaotrosasuntosquenopodíadetallar,porqueformabanpartedelossecretosdeotro.-Muybien-dijomoviendolacabezaenseñaldeasentimiento,perosinmirarme.-¿Yquécantidadsenecesitaparacompletarelasunto?-Novecientaslibras.-Sitedoyesa cantidad para el objeto expresado, ¿guardarás mi secreto como hasguardadoeltuyo?-Conlamismafidelidad.-¿Yestarásmástranquiloacercadel particular? -Muchomás. - ¿Eresmuy desgraciado ahora?Me hizo estapregunta sin mirarme tampoco, pero en un tono de simpatía que no le erahabitual. No pude contestar en seguida porqueme faltó la voz, y, mientrastanto,ellapusoelbrazoizquierdoatravésdelpuñodesubastónydescansólacabeza en él. -Estoy lejos de ser feliz, señoritaHavisham, pero tengootrascausasde intranquilidadademásde lasqueustedconoce.Son los secretosaquemehereferido.Despuésdeunosmomentoslevantólacabezaydenuevomiró al fuego. - Te portas con mucha nobleza al decirme que tienes otrascausasdeinfelicidad.¿Escierto?-Demasiadocierto.-¿Ynopodríaservirteati,Pip, así comosirvoa tuamigo?¿Nopuedohacernadaen tuobsequio? -Nada.Leagradezcolapregunta.Ymuchomástodavíaeltonoconquemelahahecho.Peronopuedeustedhacernada.Selevantóentoncesdesuasientoybuscóconlamiradaalgoconqueescribir.Allínohabíanadaapropiado,yporesto tomó de su bolsillo unas tabletas de marfil montadas en oro mate yescribióenunadeellasconunlapicerodeoro,tambiénmate,quecolgabadesu cuello. - ¿Continúas en términos amistosos con el señor Jaggers? - Sí,señora.Ayernochecenéconél.-Estoesunaautorizaciónparaélafindequete pague este dinero, que quedará a tu discreción, para que lo emplees enbeneficiodetuamigo.Aquínotengodineroalguno;perosicreesmejorqueelseñorJaggersnoseentereparanadadeesteasunto,telomandaré.-Muchasgracias, señorita Havisham. No tengo ningún inconveniente en recibir estasumademanosdelseñorJaggers.Meleyóloqueacababadeescribir,queeraexpresivoyclaroyevidentementeencaminadoalibrarmedetodasospechadeque quisiera aprovecharme de aquella suma. Tomé las tabletas de sumano,que estaba temblorosa y que tembló más aún cuando quitó la cadena quesujetabaellapiceroymelapusoenlamano.Hizotodoestosinmirarme.190-Enlaprimerahojaestáminombre.Sialgunavezpuedesescribirdebajodeél «la perdono», aunque sea mucho después de que mi corazón se hayaconvertido en polvo, te ruego que lo hagas. - ¡Oh señorita Havisham! –exclamé. - Puedo hacerlo ahora mismo. Todos hemos incurrido en tristes

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equivocaciones;mividahasidociegae inútil,ynecesito tanto,amivez,elperdón y la compasión ajenos, que no puedo mostrarme severo con usted.Volvióporvezprimerasurostrohaciaelmío,yconelmayorasombropormiparteyhastaconelmayor terror, searrodillóantemí, levantando lasmanosplegadas de un modo semejante al que sin duda empleó cuando su pobrecorazóneratiernoeinocente,paraimploraralcieloacompañadadesumadre.Elverla,consucabelloblancoysupálidorostro,arrodilladaamispies,hizoestremecertodomicuerpo.Tratédelevantarlaytendílosbrazosmáscerca,y,apoyandoenellos la cabeza, se echóa llorar. Jamáshasta entonces lahabíavisto derramar lágrimas, y, creyendo que el llanto podría hacerle bien, meincliné hacia ella sin decirle una palabra. Y en aquel momento, la señoritaHavisham no estaba ya arrodillada, sino casi tendida en el suelo. - ¡Oh! -exclamó,desesperada.-¡Quéhehecho!¡Quéhehecho!-Siserefiereusted,señoritaHavisham,a loquehayapodidohacercontramí,permítameque leconteste: muy poco. Yo la habría amado en cualquier circunstancia. ¿Estácasada? - Sí. Esta pregunta era completamente inútil, porque la nuevadesolaciónqueseadvertíaenaquellacasayamehabíainformadoacercadelparticular.-¡Quéhehecho!¡Quéhehecho!-repitió,retorciéndoselasmanosymesándoseelblancocabello.Yvolvióalamentar-:¡Quéhehecho!Nosabíaqué contestar ni cómo consolarla. De sobra me constaba que había obradomuymal, animada por su violento resentimiento, por su burlado amor y suorgulloherido,aladoptaraunaniñaimpresionableparamoldearladeacuerdoconsussentimientos.Peroeraprecisorecordarquealsustraersea la luzdeldía había abandonado infinitamente mucho más. A1 encerrarse se habíaapartadoasímismademilinfluenciasnaturalesyconsoladoras;sumente,enlasoledad,habíaenfermado,comonopodíamenosdeocurriralsustraersedelas intenciones de su Hacedor. Y me era imposible mirarla sin sentircompasión,puesadvertíaqueestabamuycastigadaalhaberseconvertidoenuna ruina,porno tenerningún lugaren la tierraenquehabíanacido;por lavanidaddeldolor,quehabía sido suprincipalmanía, como lavanidadde lapenitencia,delremordimientoydelaindignidad,asícomootrasmonstruosasvanidadesquehan sidootras tantasmaldicionesenestemundo. -Hastaquehablaste conella en tuvisita anterioryhastaquevi en ti, comosi fueseunespejo,loqueyomismasintieraenotrostiempos,nosupeloquehabíahecho.¡Quéhehecho,Diosmío!¡Quéhehecho!Yrepitióestaexclamacióninfinitasveces.-SeñoritaHavisham-ledijeencuantoguardósilencio.-Puedeustedalejarmedesumenteydesuconciencia.PeroencuantoaEstella,esuncasodiferente,ysialgunavezpuedeusteddeshacerloquehizoalimponersilencioa todos sus tiernos sentimientos, será mucho mejor dedicarse a ello que alamentarelpasado,aunquefuesedurantecienañosenteros.-Sí,sí,yalosé,pero,queridoPip…-ysutonomedemostrabaeltiernoafectofemeninoquepormísentía.-QueridoPip,créemecuandotedigoquenomepropusemás

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queevitarlemipropiadesgracia.Alprincipionomeproponíanadamás.-Asílocreotambién-lecontesté.-Perocuandocreció,haciendopreverqueseríamuy hermosa, gradualmente hice más y obré peor; y con mis alabanzas ylisonjas,conmis joyasymis lecciones,conmipersonaanteella, le robésucorazónparasustituirloporun trozodehielo. -Mejorhabríasido-nopudemenosqueexclamar-dejarlesupropiocorazón,aunquequedaradestrozadooherido.EntonceslaseñoritaHavishammemiró,talvezsinverme,ydenuevovolvióapreguntarmequéhabíahecho.-Siconocieraslahistoriaentera-dijoluego, - me tendrías más compasión y me comprenderías mejor. - SeñoritaHavisham-contestécon tantadelicadezacomomefueposible. -Desdequeabandonéestaregióncreoconocersuhistoriaentera.Siempremehainspiradomucha compasión, y espero haberla comprendido, dándome cuenta de suinfluencia.¿CreeustedqueloquehapasadoentrenosotrosmedarálalibertaddehacerleunapreguntaacercadeEstella?NolaEstelladeahora,sinolaqueeracuando llegóaquí.191LaseñoritaHavishamestabasentadaenelsuelo,conlosbrazosapoyadosenlasillaylacabezadescansandoenellos.Memirócara a cara cuando le dije esto, y contestó: - Habla. - ¿De quién era hijaEstella? Movió negativamente la cabeza. - ¿No lo sabe usted? Hizo otromovimientonegativo.-¿PerolatrajoelseñorJaggersolamandó?-Latrajoélmismo. - ¿Quiere usted referirme la razón de su venida? -Hacía yamuchotiempoqueyoestabaencerradaenestashabitaciones-contestóenvozbajayprecavida.-Nosécuántotiempohacía,porque,comosabes,losrelojesestánparados. Entonces le dije que necesitaba una niña para educarla y amarla yparaevitarlemitristesuerte.Leviporvezprimeracuandolemandéllamarafindequemepreparaseestacasayladejaradesocupadaparamí,puesleísunombre en los periódicos antes de que el mundo y yo nos hubiésemosseparado.Élmedijoquebuscaríaunaniñahuérfana;yunanochelatrajoaquídorrnidayyolallaméEstella.-¿Quéedadteníaentonces?-Dosotresaños.Ellanosabenada,aexcepcióndequeerahuérfanayqueyo laadopté.TanconvencidoestabayodequelacriadadelseñorJaggerserasumadre,quenonecesitaba ninguna prueba más clara, porque para cualquiera, según meparecía,larelaciónentreambasmujereshabríasidoabsolutamenteindudable.¿Quépodíaesperarprolongandoaquellaentrevista?HabíalogradoloquemepropuseenfavordeHerbert.LaseñoritaHavishammecomunicótodoloquesabía acerca de Estella, y yo le dije e hice cuanto me fue posible paratranquilizarla.Poco importacuáles fueron laspalabrasdenuestradespedida,pero el caso es que nos separamos.Cuandobajé la escalera y llegué al airelibre era la hora del crepúsculo. Llamé a la mujer queme había abierto lapuertaparaentraryledijequenosemolestaratodavía,porquequeríadarunpaseoalrededordelacasaantesdemarcharme.Teníaelpresentimientodequenovolveríanuncamás,yexperimentabalasensacióndequelamoribundaluzdeldíaconveníaengranmaneraamiúltimavisióndeaquellugar.Pasandoal

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ladodelasruinasdelosbarriles,porelladodeloscualeshabíapaseadotantotiempo atrás y sobre los que había caído la lluvia de infinidad de años,pudriéndolosenmuchossitiosydejandoenelsuelomarjalesenminiaturaypequeñosestanques,medirigíhaciaeldescuidadojardín.DiunavueltaporélypasétambiénporellugarenquenospeleamosHerbertyyo;luegoanduvepor los senderos que recorriera en compañía de Estella. Y todo estaba frío,solitarioytriste.Encaminándomehacialafábricadecervezaparaemprenderel regreso, levantéeloxidadopicaportedeunapuertecillaenel extremodeljardín y eché a andar a través de aquel lugar. Dirigíame hacia la puertaopuesta,difícildeabrirentonces,porquelamaderasehabíahinchadoconlahumedadylasbisagrassecaíanapedazos,sincontarconqueelumbralestaballenodeásperofango.Enaquelmomentovolvílacabezahaciaatrás.Ellofuecausa de que se repitiese la ilusión de que veía a la señorita Havishamcolgando de una viga. Y tan fuerte fue la impresión, que me quedé allíestremecido, antes de darme cuenta de que era una alucinación. Peroinmediatamente me dirigí al lugar en que me había figurado ver unespectáculotanextraordinario.Latristezadelsitioydelahorayelterrorqueme causó aquella ficción, aunque momentánea, me produjo un temorindescriptible cuando llegué, entre las abiertas puertas, a donde una vezmearranqué los cabellos después que Estella me hubo lastimado el corazón.Dirigiéndome al patio delantero, me quedé indeciso entre si llamaría a lamujerparaquemedejarasalirporlapuertacuyallavetenía,osiprimeroiríaarriba para cerciorarme de que no le ocurría ninguna novedad a la señoritaHavisham.Medecidípor loúltimoysubí.Miréal interiorde laestanciaendondelahabíadejado,ylavisentadaenladesvencijadasilla,muycercadelfuegoydándomelaespalda.Cuandoyameretiraba,vique,depronto,surgíauna gran llamarada. En el mismo momento, la señorita Havisham echó acorrerhaciamígritandoyenvueltaen llamasque llegabanagranaltura.Yollevabapuestoungruesoabrigo,y,sobreelbrazo,unacapatambiénrecia.Sinperdermomento,meacerquéaellayleechélasdosprendasencima;además,tirédelmanteldelamesaconelmismoobjeto.Conélarrastréelmontóndepodredumbre que había en el centro y toda suerte de sucias cosas que seescondíanallí;ellayyoestábamosenelsuelo, luchandocomoencarnizadosenemigos,ycuantomás192apretabamisabrigosyelmantelentornodeella,másfuerteseransusgritosymayoressusesfuerzosporlibertarse.Detodoesomedicuentaporelresultado,peronoporqueentoncespensaraninotaracosaalguna.Nadasupe,anoserqueestábamosenelsuelo,juntoalamesagrande,y que en el aire, lleno de humo, flotaban algunos fragmentos de tela aúnencendidos y que, poco antes, fueron su marchito traje de novia. Al miraralrededordemíviquecorríanapresuradamenteporelsuelolosescarabajosylasarañasyque,dandogritosde terror,habíanacudidoa lapuerta todosloscriados. Yo seguí conteniendo con toda mi fuerza a la señorita Havisham,

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comosisetrataradeunpresoquequisierahuir,yllegoadudardesientoncesmedi cuenta de quién era o por qué habíamos luchado, por qué ella se vioenvueltaenllamasytambiénporquééstashabíandesaparecido,hastaquevilosfragmentosencendidosdesutraje,queyanorevoloteaban,sinoquecaíanalrededor de nosotros convertidos en cenizas. Estaba insensible, y yo temíaque lamoviesen o la tocasen.Mandamos en busca de socorro y la sostuvehastaquellegó,y,pormiparte,sentí la ilusión,nadarazonable,dequesi lasoltabasurgiríandenuevolas llamasparaconsumirla.Cuandomelevantéalver que llegaba el cirujano, me asombré notando que mis manos habíanrecibidogravesquemaduras,porquehastaentoncesnohabíasentidoelmenordolor.El cirujanoexaminóa la señoritaHavishamydijoquehabía recibidogravesquemaduras,peroque,porsímismas,noponíanenpeligrosuvida.Lomás importante era la impresión nerviosa que había sufrido. Siguiendo lasinstruccionesdelcirujano,lellevaronallílacamaylapusieronsobrelagranmesa,queresultómuyapropiadaparalacuracióndesusheridas.Cuandolaviotra vez, una horamás tarde, estaba vérdaderamente echada en donde la vigolpear con su bastón diciendo, almismo tiempo, que allí reposaría un día.Aunqueardiótodosutraje,segúnmedijeron,todavíaconservabasuaspectodenoviaespectral,pueslahabíanenvueltohastaelcuelloenalgodónenrama,y mientras estaba echada, cubierta por una sábana, el recuerdo de algofantásticoquehabíasidoaúnflotabasobreella.Alpreguntaraloscriadosmeenteré de que Estella estaba en París, e hice prometer al cirujano que leescribiríaporelsiguientecorreo.YomeencarguédeavisaralafamiliadelaseñoritaHavisham,proponiéndomedecírselotansóloaMateoPocket,alquedejaríaenlibertaddequehicieraloquemejorleparecieseconrespectoalosdemás.AsíselocomuniquéaldíasiguientepormediodeHerbert,encuantoestuvederegresoenlacapital.AquellanochehubounmomentoenqueellahablóJuiciosamentedeloquehabíasucedido,aunqueconterriblevivacidad.Haciamedianocheempezóadesvariar,yapartirdeentoncesrepitiódurantelargorato,convozsolemne:«¡Quéhehecho!»Luegodecía:«Cuandollegónomepropusemásqueevitarlemipropiadesgracia».Tambiénañadió:«Tomael lápiz y debajo de mi nombre escribe: «La perdono».» Jamás cambió elorden de estas tres frases, aunque a veces se olvidaba de alguna palabra y,dejandoaquelblanco,pasabaalasiguiente.Comonopodíahacernadaallíy,porotraparte,teníaacercademicasarazonesmásquesuficientesparasentiransiedadymiedo,queningunadelaspalabrasdelaseñoritaHavishampodíaalejar de mi mente, decidí aquella misma noche regresar en la primeradiligencia, aunque con el propósito de andar una milla más o menos, parasubiralvehículomásalládelaciudad.Porconsiguiente,hacialasseisdelamañana me incliné sobre la enferma y toqué sus labios con los míos,precisamente cuando ella decía: «Toma el lápiz y escribe debajo de minombre:Laperdono.»

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Capítulo50

Mecuraronlasmanosdosotresvecesporlanocheyunaporlamañana.Mibrazo izquierdo había sufrido extensas quemaduras, desde lamano hasta elcodo, y otrasmenos graves hasta el hombro; sentía bastante dolor, pero, detodos modos, me alegró que no me hubiese ocurrido cosa peor. La manoderechanohabíarecibidotantasquemaduras,pero,noobstante,apenaspodíamover los dedos. Estaba también vendada, como es natural, pero no tantocomo el brazo izquierdo, que llevaba en cabestrillo. Tuve que ponerme lachaquetacomosifueseunacapayabrochadaporelcuello.Tambiénelcabellosemehabíaquemado,peronosufríningunaheridaenlacabezanienlacara.CuandoHerbertregresódeHammersmith,adondefueaverasupadre,vinoanuestras habitaciones y empleó el día en curarme. Era el mejor de losenfermeros, y a las horas fijadas me quitaba los vendajes y me bañaba lasquemaduras en el líquido refrescante que estaba preparado; luego volvía avendarme con paciente ternura, que yo le agradecía profundamente. 193Alprincipio,mientrasestabaechadoyquietoenelsofá,mepareciómuydifícilypenoso, y hasta casi imposible, apartar de mi mente la impresión que meprodujoelbrillodelasllamas,surapidezysuzumbido,asícomotambiénelolor de cosas quemadas. Si me adormecía por espacio de un minuto, medespertaban los gritos de la señoritaHavisham, que se acercaba corriendo amí,coronadaporaltísimasllamas.Yestedolormentaleramuchomásdifícildedominarqueel físico.Herbert,que loadvirtió,hizocuanto lefueposiblepara llevarmiatenciónhaciaotrosasuntos.Ningunode losdoshablábamosdelbote,peroambospensábamosenél.Esoeraevidenteporelcuidadoqueambosteníamosenrehuirelasunto,aunquenadanoshubiésemosdicho,conobjeto de no tener que precisar si sería cuestión de horas o de semanas lacuracióndemismanos.Comoesnatural,encuantoviaHerbert, laprimerapregunta que le dirigí fue para averiguar si todo marchaba bien en lahabitacióninmediataalrío.Contestóafirmativamente,conlamayorconfianzaybuenánimo,peronovolvimosahablardelasuntohastaqueterminóeldía.Entonces,mientrasHerbertmecambiabalosvendajes,másalumbradoporlaluzdelfuegoqueporlaexterior,espontáneamentevolvióatratardelasunto.-Ayernoche,Haendel,paséunpardehorasencompañíadeProvis.-¿DóndeestabaClara?-¡Pobrecilla!-contestóHerbert-.Sepasótodalatardesubiendoy bajando y ocupada en su padre. Éste empezaba a golpear el suelo en elmomento en que la perdía de vista.Muchas vecesme pregunto si el padrevivirámuchotiempo.Comonohacemásquebeberronytomarpimienta,creoquenoestámuylejoseldíadesumuerte.-Supongoqueentoncestecasarás,Herbert. - ¿Cómo, si no, podría cuidar de Clara? Descansa el brazo en el

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respaldo del sofá, querido amigo. Yo me sentaré a tu lado y te quitaré elvendaje, tan despacio que ni siquiera te darás cuenta.Te hablaba deProvis.¿Sabes,Haendel,quemejoramucho?-Ya tedijeque laúltimavezque levimepareciómás suave. -Esverdad.Yasí es, enefecto.Anocheestabamuycomunicativo y me refirió algo más de su vida. Ya recordarás que seinterrumpiócuandoempezóahablardeunamujer…¿Tehehechodaño?Yohabíadadounsalto,peronoacausadeldolor,sinoporquemeimpresionaronsus palabras. -Había olvidado este detalle,Herbert, pero ahora lo vuelvo arecordar. - Pues bien,me refirió esta parte de su vida, que, ciertamente, esbastantesombría.¿Quieresquetelacuente,otalvezteaburro?-Nadadeeso.Refiéremelasinolvidarunapalabra.Herbertseinclinóhaciamíparamirarmelentamente,talvezsorprendidoporelapresuramientoolavehemenciademirespuesta.-¿Tieneslacabezafresca?-mepreguntótocándomelafrente.-Porcompleto - le contesté -. Dime ahora lo que te refirió Provis. - Parece… -observó Herbert -. Pero ya hemos quitado este vendaje y ahora viene otrofresco. Es posible que en el primer momento te produzca una sensacióndolorosa, pobre Haendel, ¿no es verdad? Pero muy pronto te dará unasensacióndebienestar…Parece-repitió-queaquellamujereramuyjovenyextraordinariamente celosa y, además, muy vengativa. Vengativa hasta elmayor extremo. - ¿Qué extremoes ése? -Pues el asesinato…¿Teparece lavendademasiado fríaeneste lugar sensible? -Ni siquiera la siento…¿Cuálfuesuasesinato?¿Aquiénasesinó?-Talvezloquehizonomerezcanombretan terrible -dijoHerbert, - pero fue juzgadapor ese crimen.Ladefendió elseñor Jaggers, y la fama que alcanzó con esa defensa hizo que Provisconociese su nombre. Otra mujer más robusta fue la víctima, y parece quehubounaluchaenunagranja.Quiénempezódelasdos,ysilaluchafuelealono,seignoraenabsoluto;loquenoofrecedudaeselfinalquetuvo,porqueseencontróalavíctimaestrangulada.-¿ResultóculpablelamujerdeProvis?-No, fue absuelta… ¡PobreHaendel!Me parece que te he hecho daño. - Esimposiblecurarmejorquetúlohaces,Herbert…¿Yquémás?-EstamujeryProvis tenían una hijita, una niña a la que Provis quería con delirio. Por latardedelmismodíaenqueresultóestranguladalamujercausantedesuscelos,segúnyatehedicho,lajovensepresentóaProvisporunmomentoylejuróquemataríaalaniña(queestabaasucuidado)yqueélnovolveríaaverla…Yatenemoscuradoelbrazoizquierdo,queestámáslastimadoqueelderecho.Loquefaltaesya194muchomásfácil.Tecuromejorconlaluzdelfuego,porquemismanos sonmás firmes cuando no veo las llagas con demasiadaclaridad.Creoquerespirasconciertaagitación,queridoamigo.-Talvezseaverdad,Herbert… ¿Cumplió su juramento aquellamujer? - Ésta es la partemásnegradelavidadeProvis.Cumpliósuamenaza.-Esdecir,queelladijoquelahabíacumplido.-Naturalmente,queridoHaendel-replicóHerbert,muysorprendido e inclinándosedenuevoparamirarmecon lamayor atención. -

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AsímelohadichoProvis.Pormiparte,notengomásdatosacercadelasunto.-Esnatural. -Porotro lado,Provisnodice si en sus relacionesconaquellamujer utilizó sus buenos o sus malos sentimientos; pero es evidente quecompartióconellacuatroocincoaños ladesdichadavidaquenosdescribióaquella noche, y también parece que aquella mujer le inspiró lástima ycompasión. Por consiguiente, temiendo ser llamado a declarar acerca de laniñay serasí el causantede lamuertede lamadre, seocultó (apesarde lomucho que lloraba a su hijita), permaneció en la sombra, según dice,alejándosedelcaminodesumujerydelaacusaciónquesobreellapesaba,ysehablódeéldeunmodomuyvago,comodeciertohombrellamadoAbel,que fue causa de los celos de la acusada. Después de ser absuelta, elladesapareció,yasíProvisperdióalaniñayasumadre.-Quisierasaber…-Unmomento, querido Haendel, y habré terminado. Aquel mal hombre, aquelCompeyson,elpeorcriminalentreloscriminales,conociendolosmotivosquetenía Provis para ocultarse en aquellos tiempos y sus razones para obrar deesta suerte, se aprovechó, naturalmente, de ello para amenazarle, pararegatearle su participación en los negocios y para hacerle trabajar más quenunca. Anoche, Provis me dio a entender que eso fue precisamente lo quedespertómássuanimosidad.-Deseosaber-repetí-siélteindicólafechaenqueocurriótodoeso.-Déjamequerecuerdesuspalabras-contestóHerbert.-Su expresión fue: «hace cosadeveinte años, poco tiempodespuésdehaberempezado a trabajar con Compeyson». ¿Qué edad tendrías tú cuando leconocisteenelpequeñocementeriodetualdea?-Meparecequesieteaños.-Esoes.Dijoquetodoaquellohabíaocurridotresocuatroañosantes,yañadióquecuandoteviolerecordastealaniñitatrágicamenteperdida,puesentoncesseríadetumismaedad.-Herbert-ledijedespuésdecortosilencioyconciertoapresuramiento,-¿cómomevesmejor:alaluzdelaventanaoaladelfuego?-Aladelfuego-contestóHerbertacercándosedenuevoamí.-Puesrnírame.-Yalohago,queridoHaendel.-Tócame.-Yatetoco.-¿Teparecequeestoyfebriloquetengolacabezatrastornadaporelaccidentedelapasadanoche?-No,queridoHaendel-contestóHerbertdespuésdetomarsealgúntiempoparacontestarme. - Estás un poco excitado, pero estoy seguro de que razonasperfectamente. - Lo sé - le dije. - Por eso te digo que el hombre a quientenemosocultojuntoalríoeselpadredeEstella.

Capítulo51

NopodríadecircuáleramipropósitocuandoestabaempeñadoenaveriguarquiéneseranlospadresdeEstella.Yaobservaráellectorqueelasuntonoseme presentaba de un modo claro hasta que me hizo fijar en él una cabeza

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mucho más juiciosa que la mía. Pero en cuanto Herbert y yo sostuvimosnuestra importanteconversación, fuipresade la febril conviccióndequenoteníamás remedio que aclarar por completo el asunto… , que no tenía quedejarloen reposo, sinoquehabíade iraveral señorJaggersparaaveriguartoda la verdad. No sé si hacía todo eso en beneficio de Estella o si, por elcontrario, me animaba el deseo de hacer brillar sobre el hombre en cuyasalvación estaba tan interesado algunos reflejos del halo romántico quedurante tantos años había rodeado a Estella. Tal vez esta última posibilidadestabamás cerca de la verdad. Pero, sea lo que fuere,muy difícilmentemedejé disuadir de ir aquella noche a la calle de Gerrard. Contuvieron miimpaciencia las razones deHerbert, quienme dio a entender que si ibamefatigaría y empeoraría inútilmente, en tanto que la salvación demi fugitivodependíacasienabsolutodemí.Y195diciéndome,porúltimo,que,ocurrieselo que ocurriese, podría ir al día siguiente a visitar al señor Jaggers, metranquilicéymeresignéaquedarmeencasaparaqueHerbertmecurase lasquemaduras. A lamañana siguiente salimos los dos, y en la esquina de lascallesdeSmithfieldydeGiltspurdejéaHerbertensucaminohacia laCitypara dirigirme hacia Litle Britain. En ciertas ocasiones periódicas, el señorJaggersyelseñorWemmickexaminabansuscuentas,comprobabanloscobrosy, en una palabra, ponían en orden su contabilidad. En tales ocasiones,Wemmick llevaba sus libros y sus papeles al despacho del señor Jaggers, yunodelosempleadosdelpisosuperioribaaocuparelsitiodeWemmick.Alentrarencontréaesteempleadoenellugardemiamigo,yporesosupuseloqueocurríaeneldespachodelseñorJaggers;nolamentéencontraralosdosjuntos, pues asíWemmick podría cerciorarse de que yo no decía nada quepudiese comprometerle. Mi aparición con el brazo vendado y la chaquetasobre los hombros, como si fuese una capa, pareció favorable para mipropósito.ApesardequehabíamandadoalseñorJaggersunabreverelacióndel accidente en cuanto llegué a Londres,me faltaba darle algunos detallescomplementarios; y lo especial de la ocasión fue causa de que nuestraconversaciónfuesemenossecaydura,ymenos reguladapor las leyesde laevidencia,queenotraoportunidadcualquiera.Mientrasyohacíaunrelatodelaccidente,elseñorJaggersestabaenpie,anteel fuego,segúnsucostumbre.Wemmick se había reclinado en la silla, mirándome, con las manos en losbolsillosdelpantalónylaplumapuestahorizontalmenteenel libro.Lasdosbrutalesmascarillas,queenmimenteeraninseparablesdelosprocedimientoslegales, parecían preguntarse si en aquellos mismos instantes no estaríanoliendoaquemado.Terminadaminarraciónydespuésdehaberseagotadolaspreguntas del señor Jaggers, exhibí la autorización de la señoritaHavishampararecibirlasnovecientaslibrasesterlinasdestinadasaHerbert.LosojosdelseñorJaggersparecieronhundirsemásensuscuencascuandoleentreguélastabletas; las tomó y las pasó a Wemmick, dándole instrucciones para que

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preparase el cheque a fin de firmarlo. Mientras Wemmick lo extendía, leobservé, en tantoque el señor Jaggers, balanceándose ligeramente sobre susbrillantesbotas,memirabaasuvez.-Lamentomucho,Pip-dijoentantoqueyomeguardabaelchequeenelbolsillodespuésqueéllohubofirmado,-queno podamos hacer nada por usted. - La señorita Havisham me preguntóbondadosamente - repliqué - si podría hacer algo en mi beneficio, pero lecontestéqueno.-Todoelmundodeberíaconocersuspropiosasuntos-dijoelseñor Jaggers. Y al mismo tiempo observé que los labios de Wemmickparecían articular silenciosamente laspalabras: «Objetosdevalor fácilmentetransportables.»-Dehallarmeensulugar,yonolehabríacontestadoqueno-añadióelseñorJaggers,-perotodohombredeberíaconocermejorsuspropiosasuntos. -Los asuntos de cualquier hombre - dijoWemmickmirándome concierta expresión de reproche - son los objetos de valor fácilmentetransportables.Comoyocreyesequehabía llegado laocasiónpara tratardelasuntoquetantoimportabaamicorazón,mevolvíhaciaelseñorJaggersyledije:-Sinembargo,pedíunacosaalaseñoritaHavisham,caballero.Lepedíque me diese algunos informes relativos a su hija adoptiva, y ella mecomunicó todo lo que sabía. - ¿Eso hizo? - preguntó el señor Jaggersinclinándoseparamirarselasbotasyenderezándoseluego.-¡Ah!Creoqueyonolohabríahecho,dehallarmeenlugardelaseñoritaHavisham.Ellamismadebería conocer mejor sus propios asuntos. - Conozco bastante más que laseñorita Havisham la historia de la niña adoptada por ella. Sé quién es suverdadera madre. El señor Jaggers me dirigió una mirada interrogadora yrepitió: - ¿Sumadre? -He visto a sumadre en los tres últimos días. - ¿Deveras?-preguntóelseñorJaggers. -Yusted también,caballero.Usted lahavistoaúnmásrecientemente. -¿Deveras?-Talvezsémásde lahistoriadeEstellaqueustedmismo–dije.-Tambiénséquiénessupadre.Laexpresióndel rostro del señor Jaggers, pues aunque tenía demasiado dominio sobre símismoparaexpresarasombronopudoimpedirciertamiradadeextrañeza,medio la certeza de que no estaba enterado de tanto. Yo lo sospechaba ya, ajuzgarpor el relatodeProvis (segúnme lo transmitieraHerbert), quiendijoque había procurado permanecer en la sombra; lo cual lo relacioné con eldetalledequenofuecliente196delseñorJaggershastacosadecuatroañosmás tarde y en ocasión en que no tenía razón alguna para dar a conocer suverdadera identidad.De todas suertes, noestuve segurode la ignoranciadelseñorJaggersacercadelparticularcomomeconstabaahora.-¿Demaneraqueustedconocealpadredeesaseñorita,Pip?-preguntóelseñorJaggers.-Sí–contesté.-SellamaProvis…DeNuevaGalesdelSur.HastaelmismoseñorJaggers se sobresaltó al oír estas palabras. Fue el sobresalto más leve quepodíasufrirunhombre,elmáscuidadosamentecontenidoymásrápidamenteexteriorizado; pero se sobresaltó, aunque su movimiento de sorpresa loconvirtió en el que solía hacer para tomar su pañuelo. No sé cómo recibió

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Wemmick aquella noticia, porque en aquellosmomentos temíamirarle, paraque el señor Jaggers no adivinara que entre los dos había habidocomunicaciones ignoradasporél. -¿Yenquéseapoya,Pip -preguntómuyfríamente el señor Jaggers, deteniéndose en su movimiento de llevarse elpañuelo a la nariz, - en qué se apoya ese Provis para reivindicar esapaternidad? - No pretende nada de eso – contesté, - ni lo ha hecho nunca,porque ignora por completo la existencia de esa hija. Por una vez falló elpoderosopañuelo.Mirespuestafuetaninesperada,quesevolvióelpañueloalbolsillosinterminarlaacciónhabitual.Cruzólosbrazosymemiróconseveraatención,aunquecon rostro inmutable.Entonces ledicuentade todo loquesabíaydecómolleguéasaberlo;conlaúnicareservadequelediaentenderque sabía por la señorita Havisham lo que, en realidad, conocía gracias aWemmick. En eso fui muy cuidadoso. Y ni siquiera miré hacia Wemmickhastaquehubopermanecidosilenciosounosinstantesconlamiradafijaenladel señor Jaggers. Cuando por fin volví los ojos hacia el señorWemmick,observéquehabía tomadolaplumayqueestabamuyatentoensu trabajo.-¡Ah!-dijoporfinelseñorJaggersmientrassedirigíaalospapelesqueteníaen lamesa. - ¿Enquéestábamos,Wemmick,cuandoentróel señorPip?Nopuderesignarmeaserolvidadodetalmodoyledirigíunasúplicaapasionada,casiindignada,paraquefuesemásfrancoylealconmigo.Lerecordélasfalsasesperanzas en que había vivido, el mucho tiempo que las alimenté y losdescubrimientos que había hecho; además, aludí al peligro que me teníaconturbado.Merepresentécomodignodemerecerunpocomásdeconfianzaporsuparte,acambiodelaqueyoacababadedemostrarle.Ledijequenolecensuraba,nimeinspirabaningúnrecelonisospechaalguna,sinoquedeseabatansóloqueconfirmase loqueyocreíaserverdad.Ysiqueríapreguntarmeporquédeseabatodoesoyporquémeparecíateneralgúnderechoaconocerestas cosas, entonces le diría, pormuy poca importancia que él diese a tanpobresensueños,quehabíaamadoaEstellacontodamialmaydesdemuchosaños atrás, y que, a pesar dehaberla perdidoydequemividahabía de sertristey solitaria, todo loque se refiriesea ellameeramásqueridoqueotracosacualquieraenelmundo.YobservandoqueelseñorJaggerspermanecíamudoysilenciosoy,enapariencia,tanobstinadocomosiempre,apesardemisúplica,mevolvíaWemmickyledije:-Wemmick,séqueesustedunhombrede buen corazón. He tenido ocasión de visitar su agradable morada y a suancianopadre,asícomoconozcotodoslosinocentesentretenimientosconlosquealegraustedsuvidadenegocios.YleruegoquedigaalseñorJaggersunapalabraenmifavoryledemuestreque,teniéndolotodoencuenta,deberíaserunpocomásfrancoconmigo.Jamáshevistoadoshombresquesemirarandeunmodomás raroque el señor Jaggers yWemmick, despuésdepronunciareste apóstrofe. En el primer instante llegué a temer que Wemmick fuesedespedidoenelacto;perorecobréelánimoalnotarquelaexpresióndelrostro

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deJaggerssefundíaenalgoparecidoaunasonrisayqueWemmickparecíamásatrevido. - ¿Quéesesto? -preguntóel señor Jaggers. - ¿Usted tieneunpadreancianoygozadetodasuertedeagradablesentretenimientos?-¿Yqué?-replicóWemmick.-¿Quéimportaesosinolotraigoalaoficina?-Pip-dijoelseñorJaggersponiéndomelamanosobreelbrazoysonriendofrancamente,-estehombredebedeserelmásastuto impostordeLondres. -Nadadeeso-replicó Wemmick, envalentonado. - Creo que usted es otro que tal. Ycambiaronunamiradaiguala laanterior,cadaunodeellosrecelandoqueelotroleengañaba.-¿Usted,conunaagradablemorada?-dijoelseñorJaggers.-Todavezqueesonoperjudicaennada lamarchade losnegocios - replicóWemmick, - puede usted olvidarlo por completo. Y ahora ha llegado laocasióndequelediga,señor,quenomesorprenderíaabsolutamentenadaque,porsuparte,estéprocurandogozardeunaagradablemoradacualquierdíadeéstos, cuandoya sehayacansadode todoeste trabajo.197El señor Jaggersmoviódosotresveceslacabezay,positivamente,suspiró.-Pip-dijoluego,-nohablemosdeesos«pobres ensueños».Sabeustedmásqueyodealgunascosas,puestieneinformesmásrecientesquelosmíos.Pero,conrespectoalodemás, voy a ponerle un ejemplo, aunque advirtiéndole que no admito niconfiesonada.Esperómideclaracióndehaberentendidoperfectamenteque,deunmodoclaroyexpreso,noadmitíaniconfesabacosaalguna.-Ahora,Pip- añadió el señor Jaggers, - suponga usted lo que sigue: suponga que unamujer, en las circunstanciasqueha expresadousted, teníaoculta a suhijayquesevioobligadaamencionartaldetalleasuconsejerolegalcuandoéstelecomunicó lanecesidadde estar enteradode todo,para saber, convistas a ladefensa, la realidad de lo ocurrido acerca de la niña. Supongamos que, almismo tiempo, tuviese el encargo de buscar una niña para una señoraexcéntricayricaqueseproponíacriarlayadoptarla.-Sigosurazonamiento,caballero. - Supongamos que el consejero legal viviera rodeado de unaatmósferademaldadyqueacercadelosniñosnoveíaotracosasinoqueeranengendrados en gran número y que estaban destinados a una destrucciónsegura. Sigamos suponiendo que, con la mayor frecuencia, veía y asistía asolemnes juicios contra niños acusados de hechos criminales, y que lospobrecillos se sentaban en el banquillo de los acusados para que todo elmundo los viese; supongamos aún que todos los días veía cómo se lesencarcelaba, se les azotaba, se les transportaba, se les abandonaba o se lesechabadetodaspartes,yadeantemanocalificadoscomocarnedepresidio,yquelosdesgraciadosnocrecíanmásqueparaserahorcados.Supongamosquecasitodoslosniñosqueteníaocasióndeverensusocupacionesdiariaspodíaconsiderarloscomofrezaqueacabaríaconvirtiéndoseenpecesquesusredescogeríanundíaaotro,yqueseríanacusados,defendidos,condenados,dejadosen la orfandad y molestados de un modo a otro. - Ya comprendo, señor. -Sigamossuponiendo,Pip,quehabíaunahermosaniñadeaquelmontónque

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podíasersalvada;alacualsupadrecreíamuertayporlacualnoseatrevíaahacer indagación ni movimiento alguno, y con respecto a cuya madre elconsejero legal tenía este poder: «Sé lo que has hecho y cómo lo hiciste.Hiciste esoy lodemás alláy luego tomaste talesy talesprecaucionesparaevitar las sospechas.He adivinado todos tus actos, y te lo digo para que tusepas. Sepárate de la niña, a no ser que sea necesario presentarla parademostrartuinocencia,yentalcasonodudesdequeapareceráenelmomentoconveniente.Entrégamealaniñayyoharécuantomeseaposibleparaponerteenlibertad.Sitesalvas,tambiénsesalvarátuniña;sierescondenada,tuhija,porlomenos,sehabrásalvado.»Supongamosquesehizoasíyquelamujerfueabsuelta.-Entiendoperfectamente.-Peroyaheadvertidoquenoadmitoqueesoseaverdadyquenoconfiesonada. -Quedaentendidoqueustednoadmite nada de eso. YWemmick repitió: - No admite nada. - Supongamosaún, Pip, que la pasión y el miedo a la muerte había alterado algo lainteligenciadeaquellamujeryque,cuandosevioenlibertad,teníamiedodelmundoyse fueconsuconsejero legalenbuscadeun refugio.Supongamosque él la admitió y que dominó su antiguo carácter feroz y violento,advirtiéndole, cada vez que se exteriorizaba en lo más mínimo, que estabatodavía en su poder como cuando fue juzgada. ¿Comprende usted ese casoimaginario?-Porcompleto.-Supongamos,además,quelaniñacrecióyquese casó por dinero. La madre vivía aún y el padre también. Demos porsupuestoqueelpadreylamadre,sinsabernadaunodeotro,vivíanatantasocuantasmillasdedistancia,oyardas,sileparecemejor.Queelsecretoseguíasiéndolo, pero que usted ha logrado sorprenderlo. Suponga esto último yreflexione ahora con el mayor cuidado. - Ya lo hago. -Y también ruego aWemmickquereflexionecuidadosamente.-Yalohago-contestóWemmick.-¿En beneficio de quién puede usted revelar el secreto? ¿En beneficio delpadre?Meparecequenoporesosemostraríamás indulgentecon lamadre.¿Enbeneficiodelamadre?Creoquesicometióelcrimen,másseguraestaríadonde sehalle ahora. ¿Enbeneficiode lahija?Nocreoque ledieramuchogusto el conocer a tales ascendientes, ni que de ello se enterase sumarido;tampoco le sería muy útil volver a la vida de deshonra de que ha estadoseparadaporespaciodeveinteañosyqueahoraseapoderaríadeellaparatodasuexistenciahastaelfindesusdías.Peroañadamosanuestrassuposicionesqueustedamabaaesa198 joven,Pip,yque lahizoobjetodeesos«pobresensueños»queenunauotraocasiónsehanalbergadoenlascabezasdemáshombresdelosqueseimagina.Puesantesquerevelarestesecreto,Pip,creomejor que, sin pensarlomás, se cortara usted lamano izquierda, que ahoralleva vendada, y luego pasara el cuchillo aWemmick para que también lecortase laderecha.MiréaWemmick,cuyo rostro teníaunaexpresióngrave.Sincambiarla,setocóloslabiosconsuíndice,yenelloleimitamoselseñorJaggersyyo.-Ahora,Wemmick-añadióJaggersrecobrandosutonohabitual,

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-dígameusteddóndeestábamoscuandoentróelseñorPip.Mequedéallíunosmomentosentantoqueellosreanudabaneltrabajo,yobservéqueserepetíansus extrañas ymutuasmiradas, aunque con la diferencia de que ahora cadaunodeellosparecíaarrepentirsedehaberdejadoentreveralotrounladodébil,y completamente alejado de los negocios, en sus respectivos caracteres.Supongoqueporestamismarazónsemostraríaninflexiblesunoconotro;elseñorJaggersparecíaundictador,yWemmickse justificabaobstinadamentecuandosepresentaba lamáspequeña interrupción.Nunca leshabíavistoentanmalostérminos,porque,porreglageneral,marchabanlosdosmuybienydecompletoacuerdo.Pero,felizmente,sesintieronaliviadosengranmaneraporlaentradadeMike,elclientedelgorrodepielesqueteníalacostumbredelimpiarselanarizconlamangayaquienconocíelprimerdíademiapariciónen aquel lugar. Aquel individuo, que ya en su propia persona o en algúnmiembro de su familia parecía estar siempre en algún apuro (lo cual en tallugarequivalíaaNewgate)entróconobjetodedarcuentadequesuhijahabíasidopresaporsospechadequesededicasearobarenlastiendas.Ymientrascomunicabaesta tristeocurrenciaaWemmick,en tantoqueel señor Jaggerspermanecía con aire magistral ante el fuego, sin tomar parte en laconversación, los ojos de Mike derramaron una lágrima. - ¿Qué le pasa austed?-preguntóWemmickconlamayorindignación.-¿Paraquévieneustedalloraraquí?-Nolloraba,señorWemmick.-Sí-lecontestóéste.-¿Cómoseatreveustedaeso?Sinosehallaensituacióndeveniraquí,¿paraquévienegoteando como una mala pluma? ¿Qué se propone con ello? - No siemprepuede el hombre contener sus sentimientos, señor Wemmick - replicóhumildemente Mike. - ¿Sus qué? - preguntó Wemmick, furioso a más nopoder. - ¡Dígalootravez! -Oigausted,buenhombre -dijoel señor Jaggersdandounpasoyseñalandolapuerta.-¡Salgainmediatamentedeestaoficina!Aquí no tenemos sentimientos. ¡Fuera! - Se lo tiene muy merecido - dijoWemmick.-¡Fuera!Así,pues,eldesgraciadoMikeseretiróhumildemente,yelseñorJaggersyWemmickrecobraron,enapariencia,subuenainteligenciayreanudaron el trabajo con tan buen ánimo como si acabaran de tomar elalmuerzo.

Capítulo52

Salí deLittleBritain conel cheque en el bolsilloymeencaminéa casadelhermano de la señorita Skifflns, el perito contable, y éste se dirigióinmediatamenteabuscaraClarrikerconobjetodetraerloantemí.Así,tuvelasatisfaccióndeterminaragradablementeelasunto.Eralaúnicacosabuenaquehabíahechoy laúnicaque lograba terminardesdeque,porvezprimera,me

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enteré de las grandes esperanzas que podía tener. Clarriker me informéentoncesdequelacasaprogresabarápidamenteyqueconeldinerorecibidopodríaestablecerunasucursalenOriente,quenecesitabaengranmaneraparael mejor desarrollo de los negocios. Añadió que Herbert, en su calidad denuevosocio, iríaahacersecargodeella,y,porconsiguiente,comprendíquedeberíahabermepreparadoparasepararmedemiamigoaunquemisasuntoshubiesenestadoenmejorsituación.Ymepareciócomosiestuvieraapuntodesoltarsemiúltimaáncorayqueprontoiríaalgarete,impulsadoporelvientoyeloleaje.PeromesirvióderecompensalaalegríaconqueaquellanochellegóHerbert a casa para darme cuenta de los cambios ocurridos, sin imaginar niremotamente que nome comunicaba nada nuevo. Empezó a formar alegrescuadros de sí mismo, llevando a Clara Barley a la tierra de Lasmil y unanoches,yexpresólaconfianzadequeyomereuniríaconellos(segúncreo,enuna caravana de camellos) y que remontaríamos el curso del Nilo para vermaravillas.Sinentusiasmarmedemasiadoconrespectoamipapelenaquellosbrillantesplanes,comprendíquelosasuntosdeHerberttomabanyaunrumbofrancamentefavorable,de199maneraquesólofaltabaqueelviejoBillBarleysiguieradedicadoasupimientayasuronparaquesuhijaquedarafelizmenteestablecida. Habíamos entrado ya en elmes demarzo.Mi brazo izquierdo,aunquenoofrecíamalossíntomas,siguióelnaturalcursodesucuración,detalmaneraqueaúnnopodíaponermelachaqueta.Elbrazoderechoestabayabastantebien;desfigurado,peroútil.Unlunesporlamañana,cuandoHerberty yo nos desayunábamos, recibí por correo la siguiente carta deWemmick:«Walworth.Quemeustedestanotaencuanto lahaya leído.En losprimerosdíasdeesta semana,digamoselmiércoles,puedeusted llevaracabo loquesabe, en caso de que se sienta dispuesto a intentarlo. Ahora, queme estepapel».DespuésdemostrarleelescritoaHerbert, loarrojéal fuego,aunquenosinhabernosaprendidodememoriaestaspalabras,yluegocelebramosunaconferenciaparasaberloqueharíamos,porque,naturalmente,habíaqueteneren cuenta que yo no estaba en condiciones de ser útil. -He pensado en esorepetidasveces-dijoHerbert, -ycreoque lomejor seríacontrataraunbuenremero del Támesis; hablemos a Startop. Es un buen compañero, remeroexcelente,nosquiereyesunmuchachodignoyentusiasta.Habíapensadoenélvariasveces.-Pero¿quélediremos,Herbert?-Seránecesariodecirlemuypoco. Démosle a entender que no se tratamás que de un capricho, aunquesecreto,hastaquelleguelamañana; luegoseledaráaentenderquehayunarazónurgenteparallevarabordoaProvisafindequesealeje.¿Irásconél?-Sin duda. - ¿Adónde? En mis reflexiones, llenas de ansiedad, jamás mepreocupéacercadelpuntoaquenosdirigiríamos,porquemeera indiferentepor completo el puerto en que desembarcáramos, ya fuese Hamburgo,RotterdamoAmberes. El lugar significaba poco, con tal que fuese lejos deInglaterra. Cualquier barco extranjero que encontrásemos y que quisiera

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tomarnosabordoserviríaparaelcaso.Siempremehabíapropuesto llevaraProvisenmibotehastamuyabajodelrío;ciertamentemásalládeGravesend,que era el lugar crítico enque se llevarían a cabopesquisas en casodequesurgiese alguna sospecha. Como casi todos los barcos extranjeros semarchabanalahoradelapleamar,descenderíamosporelríoalabajamarynos quedaríamos quietos en algún lugar tranquilo hasta que pudiésemosacercarnos a un barco…Y tomando antes los informes necesarios, no seríadifícilprecisarlahoradesalidadevarios.Herbertdiosuconformidadatodoesto,yencuantohubimosterminadoeldesayunosalimosparahaceralgunasinvestigaciones. Averiguamos que había un barco que debía dirigirse aHamburgo y que convendría exactamente a nuestros propósitos, de maneraqueencaminamos todasnuestrasgestionesaprocurarseradmitidosabordo.Pero,almismotiempo, tomamosnotadetodoslosdemásbarcosextranjerosquesaldríanaproximadamentea lamismahora,yadquirimos losnecesariosdatosparareconocercadaunodeellosporsuaspectoyporelcolor.Entoncesnosseparamosporespaciodealgunashoras;yofuienbuscadelospasaportesnecesarios, y Herbert, a ver a Startop en su vivienda. Nos repartimos lasdistintascosasqueeraprecisohacer,ycuandovolvimosareunirnosalauna,noscomunicamosmutuamentehaber terminado todo loqueestabaanuestrocargo. Por mi parte, tenía ya los pasaportes; Herbert había visto a Startop,quienestabamásquedispuestoaacompañarnos.Convinimosenqueellosdosmanejarían los remos y que yome encargaría del timón; nuestro personajeestaríasentadoyquieto,y,comonuestroobjetonoeracorrer,marcharíamosaunavelocidadmásquesuficiente.Acordamos tambiénqueHerbertno iríaacenaraquellanochesinhaberestadoencasadeProvis;quealdíasiguiente,martes,noiríaallí,yqueprepararíaaProvisparaqueelmiércolesacudiesealembarcadero que había cerca de su casa, ello cuando viese que nosacercábamos, pero no antes; que todos los preparativos con respecto a éldeberían quedar terminados en la misma noche del lunes, y que Provis nodebería comunicarse con nadie, con ningún motivo, antes de que loadmitiésemos a bordo de la lancha. Una vez bien comprendidas por ambosestasinstrucciones,yovolvíacasa.Alabrirconmillavelapuertaexteriordenuestrashabitaciones,encontréunacartaenelbuzón,dirigidaamí.Eraunacarta muy sucia, aunque no estaba mal escrita. Había sido traída a mano(naturalmente,durantemiausencia),ysucontenidoeraelsiguiente:200«Sino teme usted ir esta noche omañana, a las nueve, a los viejosmarjales ydirigirsea lacasade lacompuerta, juntoalhornodecal,vayaallí.SideseaadquirirnoticiasrelacionadasconsutíoProvis,vayasindecirnadaanadieysinpérdidadetiempo.Debeustedirsolo.Traigaestacartaconsigo.»Antesderecibirestaextrañamisiva,yaestabayobastantepreocupado,yportalrazónnosabíaquéhacer,afindenoperderladiligenciadelatarde,quemellevaríaallíatiempoparaacudiralahorafijada.Noeraposiblepensarenirlanoche

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siguiente,porqueyaestaríamuycercanalahoradelamarcha.Porotraparte,los informes ofrecidos tal vez podrían tener gran influencia en la misma.Aunquehubiesetenidotiempoparapensarlodetenidamente,creoquetambiénhabría ido. Pero como era muy escaso, pues una consulta al reloj meconvenciódequeladiligenciasaldríamediahoramástarde,resolvípartir.Deno haberse mencionado en la carta al tío Provis, no hay duda de que nohubiese acudido a tan extraña cita. Este detalle, después de la carta deWemmickyde los preparativospara lamarcha, hizo inclinar la balanza.Esmuydifícilcomprenderclaramenteelcontenidodecualquiercartaquesehaleídoapresuradamente;demaneraquetuvequeleerdenuevolaqueacababade recibir, antes de enterarme de que se trataba de un asunto secreto.Conformándome con esta recomendación de un modo maquinal, dejé unaslíneas escritas con lápiz a Herbert diciéndole que, en vista de mi próximamarchaporuntiempoqueignoraba,habíadecididoiraenterarmedelestadode la señorita Havisham. Tenía ya el tiempo justo para ponerme el abrigo,cerrarlaspuertasydirigirmealacocheraporelcaminomásdirecto.Dehabertomadouncochedealquileryendopor lascallesprincipales,habría llegadotarde; peroyendopor las callejuelas queme acortaban el trayecto, llegué alpatiode lacocheracuandoladiligenciaseponíaenmarcha.Yoeraelúnicopasajero del interior, yme vi dando tumbos, con las piernas hundidas en lapaja,encuantomedicuentademímismo.Enrealidad,nomehabíaparadoareflexionardesdeelmomentoenquerecibílacarta,que,despuésdelasprisasdelamañanaanterior,medejóaturdido.Laexcitaciónyelapresuramientodela mañana habían sido grandes, porque hacía tanto tiempo que esperaba laindicacióndeWemmick,queporfinresultóunasorpresaparamí.Enaquellosmomentos empecé a preguntarme el motivo de hallarme en la diligencia,dudando de si eran bastante sólidas las razones que me aconsejaban haceraquel viaje. También por unmomento estuve resuelto a bajar y a volvermeatrás, pareciéndome imprudente atender una comunicación anónima.En unapalabra,pasépor todas las fasesdecontradicciónyde indecisión,a lasque,según creo, no son extrañas la mayoría de las personas que obran conapresuramiento. Pero la referencia al nombre de Provis dominó todos misdemássentimientos.Razoné,comoya lohabíahechosinsaberlo(enelcasodequeesofueserazonar),quesileocurriesealgúnmalpornohaberacudidoyoatanextrañacita,nopodríaperdonármelonunca.Erayadenocheyaúnnohabíallegadoamidestino;elviajemepareciólargoytriste,puesnadapudeverdesdeelinteriordelvehículo,ynopodíairasentarmeenlaparteexterioracausadelmalestadodemisbrazos.EvitandoElJabalíAzul,fuiaalojarmeaunaposadademenorcategoríaenlapoblaciónyencarguélacena.Mientraslapreparaban me encaminé a la casa Satis, informándome del estado de laseñoritaHavisham.Seguía aúnmuyenferma, aunquebastantemejorada.Miposada formóparte, en otro tiempo, de una casa eclesiástica, y cené en una

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habitaciónpequeñaydeformaoctagonal,semejanteaunbaptisterio.Comonopodíapartirlosmanjares,eldueño,hombredebrillantecabezacalva,lohizopor mí. Eso nos hizo trabar conversación, y fue tan amable como parareferirmemipropiahistoria,aunque,naturalmente,coneldetallepopulardeque Pumblechook fue mi primer bienhechor y el origen de mi fortuna. -¿Conoce usted a ese joven? -pregunté. - ¿Que si le conozco? ¡Ya lo creo!¡Desdequenoeramásaltoqueestasilla!-contestóelhuésped.-¿Havueltoalgunavezalpueblo?-Sí,havenidoalgunavez-contestómiinterlocutor.-Va a visitar a sus amigos poderosos, pero, en cambio, demuestra muchafrialdadeingratitudhaciaelhombreaquienselodebetodo.-¿Quéhombreesése? - ¿Este de quien hablo? - preguntó el huésped. - Es el señorPumblechook. -¿Ynosemuestra ingratoconnadiemás? -Nohaydudadeque sería ingrato con otros, si pudiera-replicó el huésped; - pero no puede.¿Conquiénmássemostraríaingrato?Pumblechookfuequienlohizotodoporél.-¿LodiceasíPumblechook?201-¿Quesilodice?-replicóelhuésped.-¿Acasono tienemotivosparaello? -Pero¿lodice? -Leaseguro,caballero,queeloírlehablardeestohacequeaunhombreseleconviertalasangreenvinagre.Yonopudemenosquepensar:«Y, sinembargo, tú,queridoJoe, túnunca has dicho nada. Paciente y buen Joe, tú nunca te has quejado.Ni tútampoco,dulcey cariñosaBiddy.» -Seguramente el accidente lehaquitadotambién el apetito - dijo el huéspedmirando el brazo vendado que llevabadebajodelachaqueta-.Comaustedunpocomás.-No,muchasgracias- lecontesté alejándome de lamesa para reflexionar ante el fuego. - No puedomás.Hagaelfavordellevárselotodo.Jamásmehabíasentidotanculpabledeingratitud hacia Joe como en aquellos momentos, gracias a la descaradaimpostura de Pumblechook. Cuanto más embustero era él, más sincero ybondadoso me parecía Joe, y cuanto más bajo y despreciable eraPumblechook,másresaltabalanoblezademibuenJoe.Micorazónsesintióprofunda y merecidamente humillado mientras estuve reflexionando ante elfuego, por espacio de una hora o más. Las campanadas del reloj medespertaron,pordecirloasí,peronomecurarondemis remordimientos.Melevanté,mesujetélacapaentornodemicuelloysalí.Anteshabíaregistradomisbolsillosenbuscadelacarta,afindeconsultarladenuevo,perocomonopude hallarla, temí que se me hubiese caído entre la paja de la diligencia.Recordabamuybien,sinembargo,queellugardelacitaeralapequeñacasadelacompuerta,juntoalhornodecal,enlosmarjales,yquelahoraseñaladaeralasnuevedelanoche.Meencaminé,pues,directamentehacialosmarjales,puesyanoteníatiempoqueperder.

Capítulo53

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Elmovíalamanoaunladoytomabaunarmadefuegoconelcañónprovistode abrazaderas de bronce. - ¿Conoces esto? - dijo apuntándome al mismotiempo -. ¿Teacuerdasdel lugar enque loviste antes? ¡Habla, perro! -Sí -contesté.-Portuculpaperdíaquelempleo.Túfuisteelcausante.¡Habla!-Nopodíaobrardeotramanera.-Esohiciste,yyahabríasidobastante.¿Cómoteatrevisteainterponerteentremíylamuchachaaquienyoquería?-¿Cuándohicetalcosa?-¿Quecuándolahiciste?¿NofuistetúquiensiempredabaunmalnombrealviejoOrlickcuandoestabasasulado?-Túmismotelodiste;teloganastecontuspropiospuños.Nadahabríapodidohaceryocontratisitúmismo no te hubieses granjeado mala fama. - ¡Mientes! Ya sabes que teesforzastecuantotefueposible,yquetegastastetodoeldineronecesarioparaprocurarqueyotuviesequemarcharmedelpaís-dijorecordandolaspalabrasque yomismo dijera aBiddy en la última entrevista que tuve con ella. -Yahoravoyadecirteunacosa.Nuncatehabríasidotanconvenientecomoestanoche el haberme obligado a abandonar el país, aunque para ello hubiesesdebidogastarveintevecestodoeldineroquetienes.Almismotiempomovíalacabeza,rugiendocomountigre,ycomprendíquedecíalaverdad.-¿Quéteproponeshacerconmigo?-Mepropongo-dijodandounfuertepuñetazoenlamesaylevantándosealmismotiempoquecaíasumano,comoparadarmássolemnidad a sus palabras, -me propongo quitarte la vida. Se inclinó haciadelantemirándome,abriólentamentesumano,selapasóporlaboca,comosiésta se hubiera llenado de rabiosa baba pormi causa, y volvió a sentarse. -SiempretepusisteenelcaminodelviejoOrlickdesdequeerasunniño.Peroestanochedejarásdemolestarme.ElviejoOrlickyanotendráquesoportartepormás tiempo.Estásmuerto.Comprendíquehabía llegadoalbordedemitumba.Porunmomentomirédesesperadoalrededordemí,enbuscadealgunaoportunidad de escapar, pero no descubrí ninguna. - Y no solamente voy ahacereso–añadió,-sinoquenoquieroquedetiquedeunsoloharaponiunsolohueso.Meterétucadáverenelhorno.Tellevaréacuestas,yquelagentesefiguredeti loquequiera,porquejamássabráncómoacabastelavida.Mimente, con inconcebible rapidez, consideró las consecuencias de semejantemuerte.ElpadredeEstellasefiguraríaqueyolehabíaabandonado;élseríapresoymoriríaacusándome;elmismoHerbertllegaríaadudardemícuandocomparase la carta que le había dejado con el hecho de que tan sólo habíaestadounmomentoencasadelaseñoritaHavisham;JoeyBiddynosabríanjamás loarrepentidoqueestuveaquellamismanoche;nadie sabríanunca loqueyohabría sufrido, cuán fiely lealmehabíapropuesto ser enadelanteycuál fuemihorrible agonía.Lamuerteque tenía tan cerca era terrible, peroaún más terrible era la certeza de que después de mi fin se guardaría malrecuerdo de mí. Y tan rápidas eran mis ideas, que me vi a mí mismodespreciadoporincontablesgeneracionesfuturas…,porloshijosdeEstellay

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por los hijos de éstos… , en tanto que de los labios demi enemigo surgíanestaspalabras:-Ahora,perro,antesdequetematecomoaunabestia,puesesoes loquequierohaceryparaeso teheatadocomoestás,voyamirarteconatención.Eresmi enemigomortal.Habíame pasado por lamente la idea depedir socorro otra vez, aunque pocos sabían mejor que yo la solitarianaturalezadeaquellugarylainutilidaddeesperarsocorrodeningunaclase.Peromientrassedeleitabaantemíconsusmalasintenciones,eldesprecioquesentía por aquel hombre indigno fue bastante para sellar mis labios. Porencima de todo estaba resuelto a no dirigirle ruego alguno y a morirresistiéndome cuanto pudiese, aunque podría poco. Suavizados missentimientosporelcruelextremoenquemehallaba;pidiendohumildementeperdónalcieloyconelcorazóndoloridoalpensarquenomehabíadespedidode los quemás quería y que nunca podría despedirme de ellos; sin quemefuese posible, tampoco, justificarme a sus ojos o pedirles perdón por mislamentableserrores,apesardetodoeso,mehabríasentidocapazdemataraOrlick,aunenelmomentodemimuerte,encasodequeesomehubierasidoposible. Él había bebido licor, y sus ojos estaban enrojecidos. En torno delcuello llevaba, colgada, una botella de hojalata, que yo conocía por haberlavistoallímismocuandosedisponíaacomeryabeber.Llevótalbotellaasuslabiosybebiófuriosamenteuntragodesucontenido,ypudepercibirelolordelalcohol,queanimababestialmentesurostro. - ¡Perro!-dijocruzandodenuevo losbrazos. -ElviejoOrlickvaadecirte ahoraunacosa.Tú fuiste lacausa de la desgracia de tu deslenguada hermana.De nuevomimente, coninconcebiblerapidez,examinótodoslosdetallesdelataquedequefuevíctimami hermana; recordó su enfermedad y sumuerte, antes de quemi enemigohubiese terminadodepronunciar su frase. - ¡Tú fuiste el asesino,maldito! -dije.204-Tedigoquelaculpalatuvistetú.Terepitoqueellosehizoportuculpa - añadió tomando el armade fuegoy blandiéndola en el aire que nosseparaba.-Meacerquéaellapordetrás,delamismamaneracomotecogíatipor la espalda.Y le di un golpe. La dejé pormuerta, y si entonces hubiesetenido amano un horno de cal como lo tengo ahora, con seguridad que nohabríarecobradoelsentido.PeroelasesinonofueelviejoOrlick,sinotú.Túeraselniñomimado,yelviejoOrlickteníaqueaguantarlasreprensionesylosgolpes.¡ElviejoOrlick,insultadoyaporreado!,¿eh?Ahoratúpagasporeso.Tuyafuelaculpadetodo,yporesovasapagarlastodasjuntas.Volvióabeberyseenfureciómástodavía.Porelruidoqueproducíaellíquidodelabotellamedicuentadequeyanoquedabamucho.Comprendíquebebíaparacobraránimoyacabarconmigodeunavez.Sabíaquecadagotadelicorrepresentabaunagotademivida.Yadivinéquecuandoyoestuviesetransformadoenunapartedelvaporquepocoantessehabíaarrastradohaciamícomosifueseunfantasmaquequisiera avisarmedemiprontamuerte, él haría lomismoquecuandoacometióamihermana,esdecir,apresurarseairalaciudadparaque

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le viesen ir por allá, de una parte a otra, y ponerse a beber en todas lastabernas.Mirápidamentelopersiguióhastalaciudad;meimaginélacalleenlaqueestaríaél,yadvertíelcontrastequeformabanlaslucesdeaquéllaysuvidaconelsolitariomarjalporelquesearrastrabaelblancovaporenelcualyomedisolveríaenbreve.Nosolamentepuderepasarenmimentemuchos,muchosaños,mientrasélpronunciabamediadocenadefrases,sinoqueéstasdespertaronenmívívidasimágenesynopalabras.Enelexcitadoyexaltadoestado de mi cerebro, no podía pensar en un lugar cualquiera sin verlo, nitampocoacordarmedepersonas,sinquemeparecieseestarcontemplándolas.Imposiblemeseríaexagerarlanitidezdeestasimágenes,pero,sinembargo,almismo tiempo, estaba tan atento ami enemigo, que inclusomedaba cuentadelmás ligeromovimiento de sus dedos. Cuando hubo bebido por segundavez,selevantódelbancoenqueestabasentadoyempujólamesaaunlado.Luego tomó lavelay,protegiendosusojosconsuasesinamano,demaneraque toda la luz se reflejara en mí, se quedó mirándome y aparentementegozandoconelespectáculoqueyoleofrecía.-Mira,perro,voyadecirtealgomás.FueOrlickelhombreconquientropezasteunanocheentuescalera.Vilaescalera con las luces apagadas, contemplé las sombras que las barandasproyectabansobre lasparedesal ser iluminadasporel faroldelvigilante.Vilas habitaciones que ya no volvería a habitar; aquí, una puerta abierta;másallá, otra cerrada, y, alrededor demí, losmuebles y todas las cosas quemeeran familiares. -¿Yparaquéestabaallí elviejoOrlick?Voyadecirtealgomás,perro.Túyellamehabéisechadodeestacomarca,porloqueserefiereapoderganarme lavida,yporesoheadquiridonuevoscompañerosynuevospatronos.Unomeescribelascartasquemeconvienemandar.¿Loentiendes?Meescribemiscartas.Escribedecincuentamanerasdistintas;nocomotú,queno escribes más que de una. Decidí quitarte la vida el mismo día en queestuviste aquí para asistir al entierro de tu hermana. Pero no sabía cómohacerlosinpeligro,yteheobservadoconlamayoratención,siguiéndotelospasos.Y el viejoOrlick estaba resuelto a apoderarse de ti de unamanera uotra. Y mira, cuando te vigilaba, me encontré con tu tío Provis. ¿Qué teparece? ¡Con qué claridad se me presentó la vivienda de Provis! Éste sehallabaensushabitacionesyyaerainútillaseñalconvenida.Ytantoélcomola lindaClara, asi como lamaternalmujer que la acompañaba, el viejoBillBarneytendidodeespaldas…,todosflotabanríoabajo,enlamismacorrientedemividaqueconlamayorrapidezmellevabahaciaelmar.-¿Túconuntío?CuandoteconocíencasadeGargeryerasunperrillotanpequeñoquepodríahaberteestranguladocondosdedos,dejándotemuerto(comotuveintencionesde hacer un domingo que te vi rondar por entre los árboles desmochados).Entonces no tenías ningún tío. No, ninguno. Pero luego el viejo Orlick seenteródequetutíohabíallevadoenotrostiemposungrilletedehierroenlapierna, el mismo que un dia encontró limado, hacemuchos años, y que se

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guardóparagolpearconélatuhermana,quecayócomounfardo,comovasacaertúenbreve.Eimpulsadoporsusalvajismo,meacercótantolabujíaquetuve que volver el rostro para no quemarme. - ¡Ah! - exclamó riéndose yrepitiendolaacción.-Elgatoescaldado,delaguafríahuye,¿noesverdad?ElviejoOrlickestabaenteradodequesufristequemaduras;sabíatambiénquetedisponíasahacerdesapareceratutío,yporesotepreparóestatrampaenquehascaído.Ahoravoyadecirte todavíaalgomás,perro,yya será loúltimo.Hayalguienque es tan enemigode tu tíoProvis comoel viejoOrlick lo estuyo.Ya lediránquehaperdidoa su sobrino.Se lodiráncuandoyanoseaposibleencontrarunsolotrozoderopaniunhuesotuyo.HayalguienquenopodrápermitirqueMagwitch(sí,conozcosunombre)vivaen205elmismopaís que él y que está tan enterado de lo que hacía cuando vivía en otrastierras, que no dejará de denunciarlo para ponerle en peligro. Tal vez es lamismapersonacapazdeescribirdecincuentamanerasdistintas,alcontrarioque tú, que no sabes escribirmás que de una. ¡Que tu tíoMagwitch tengacuidadodeCompeysonyde lamuerteque le espera!Volvió a acercarme labujía al rostro,manchándome lapiel y el cabello conelhumoydejándomedeslumbradoporuninstante;luegomevolviósuvigorosaespaldacuandodejóla luzsobre lamesa.Yohabíarezadounaoracióny,mentalmente,estuveencompañía de Joe, deBiddy y deHerbert, antes de que se volviese otra vezhaciamí.Habíaalgunospiesdedistanciaentrelamesaylapared,yenaquelespacio se movía hacia atrás y hacia delante. Parecía haber aumentado suextraordinariafuerzamientrasseagitabaconlasmanoscolgantesalolargodesus robustos costados, los ojos ferozmente fijos enmí. Yo no tenía la máspequeñaesperanza.Apesardelarapidezdemisideasydelaclaridaddelasimágenesquesemeofrecían,nopudedejardecomprenderque,denohaberestadoresueltoamatarmeenbreve,nomehabríadichotodoloqueacababade poner en mi conocimiento. De pronto se detuvo, quitó el corcho de labotella y lo tiró.A pesar de lo ligero que era, el ruido que hizo al caermepareciópropiodeunabaladeplomo.Volvió abeber lentamente, inclinandocadavezmáslabotella,yyanomemiró.Dejócaerlasúltimasgotasdelicoren la palma de la mano y pasó la lengua por ella. Luego, impulsado porhorrible furor, blasfemando de un modo espantoso, arrojó la botella y seinclinó,yensumanoviunmartillodepiedra,delargoygruesomango.Nome abandonó la decisión que había tomado, porque, sin pronunciar ningunapalabradesúplica,pedísocorrocontodasmisfuerzasyluchécuantopudeporlibertarme.Tan sólopodíamover lacabezay laspiernas,mas, sinembargo,luchéconunvigorquehastaentoncesnohabríasospechadotener.Almismotiempo,oívocesquemecontestaban,vialgunaspersonasyel resplandordeunaluzqueentrabaenlacasa;percibígritosytumulto,yobservéqueOrlicksurgíadeentreungrupodehombresqueluchaban,comosisalieradelagua,y,saltando luego encima de lamesa, echaba a correr hacia la oscuridad de la

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noche.Despuésdeunosmomentosenquenomedicuentadeloqueocurría,mevidesatadoyenelsuelo,enelmismolugar,conmicabezaapoyadaenlarodilladealguien.Misojosse fijaronen laescalera inmediataa laparedencuantorecobréelsentido,pueslosabríantesdeadvertirlomimente,yasí,alvolverenmídimecuentadequeallímismomehabíadesmayado.Indiferente,al principio, para fijarme siquiera en lo que me rodeaba y en quién mesostenía,mequedémirandoalaescalera,cuandoentreellayyoseinterpusounrostro.EraeldelaprendizdeTrabb.-Meparecequeyaestábien-dijoconvoztranquila-,aunquebastantepálido.Alserpronunciadasestaspalabrasseinclinó hacia mí el rostro del que me sostenía, y entonces vi que era… -¡Herbert! ¡Dios mío! - ¡Cálmate, querido Haendel! ¡No te excites! - ¡YtambiénnuestroamigoStartop! -exclamécuandoélse inclinabahaciamí. -Recuerdaqueteníaqueveniraayudarnos-dijoHerbert,-ytranquilízate.Estaalusiónmeobligóaincorporarme,aunquevolvíacaeracausadeldolorquemeproducíamibrazo.-¿Nohapasadolaocasión,Herbert?¿Quénocheesladehoy?¿Cuántotiempoheestadoaquí?Hiceestaspreguntastemiendohaberestadoallímuchotiempo,talvezundíayunanocheenteros,dosdíasoquizámás. -Nohapasado el tiempo aún.Todavía estamos a lunespor la noche. -¡GraciasaDios!-Ydisponesaúndetodoeldíademañanaparadescansar-dijo Herbert. - Pero ya veo que no puedes dejar de quejarte, mi queridoHaendel. ¿Dónde te han hecho daño? ¿Puedes ponerte en pie? - Sí, sí –contesté, - y hasta podré andar. No me duele más que este brazo. Me lopusieronaldescubiertoehicieroncuantolesfueposible.Estabamuyhinchadoe inflamado, y a duras penas podía soportar que me lo tocasen siquiera.Desgarraron algunos pañuelos para convertirlos en vendas y, después dehabérmelo acondicionado convenientemente, me lo pusieron con el mayorcuidadoenelcabestrillo,enesperadequellegásemosalaciudad,dondemeprocuraríanuna loción refrescante.Pocodespuéshabíamoscerrado lapuertade la desierta casa de la compuerta y atravesábamos la cantera, en nuestrocaminoderegreso.ElmuchachodeTrabb,queyasehabíaconvertidoenunjoven,nosprecedíaconunalinterna,quefuelaluzqueviacercarsealapuertacuandoaúnestabaatado.Lalunahabíaempleadodoshorasenascenderporelfirmamento desde la última vez que la viera, y aunque la noche continuaballuviosa, el tiempo era ya mejor. El vapor blanco del horno de cal pasórozándonos cuando 206 llegamos a él, y así como antes había rezado unaoración, entonces, mentalmente, dirigí al cielo unas palabras en acción degracias. Como había suplicado a Herbert que me refiriese la razón de quehubiesellegadocontantaoportunidadparasalvarme-cosaquealprincipiosenegó a explicarme, pues insistió en que estuviera tranquilo, sin excitarme, -supeque,enmiapresuramientoalsalirdemicasa,semecayólacartaabierta,endondeéllaencontróalllegarencompañíadeStartop,pocodespuésdemisalida.Sucontenidoleinquietó,ymuchomásaladvertirlacontradicciónque

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habíaentreellaylaslíneasqueyolehabíadirigidoapresuradamente.Ycomoaumentara su inquietud después de un cuarto de hora de reflexión, seencaminóalaoficinadeladiligenciaencompañíadeStartop,queseofrecióairconél,afindeaveriguaraquéhorasalíalaprimeradiligencia.Envistadeque ya había salido la última y como quiera que, a medida que se lepresentaban nuevos obstáculos, su intranquilidad se convertía ya en alarma,resolviótomarunasilladeposta.PoresoélyStartopllegaronaElJabalíAzulesperandoencontrarmeallí,osaberdemípor lomenos;perocomonadadeeso ocurrió, se dirigieron a casa de la señorita Havisham, en donde ya seperdíamirastro.Porestarazónregresaronalhotel(sindudaenlosmomentosenqueyomeenterabadelaversiónpopularacercademipropiahistoria)paratomar un pequeño refrigerio y buscar un guía que los condujera por losmarjales.Diolacasualidaddequeentrelosociososquehabíaantelapuertadela posada se hallase elmuchacho deTrabb, fiel a su costumbre de estar entodosaquellos lugaresenqueno teníanadaquehacer,yparecequeéstemehabía visto salir de la casa de la señoritaHavisham hacia la posada en quecené.Porestarazón,elmuchachodeTrabbseconvirtióensuguía,yconélseencaminaronalacasadelacompuerta,pasandoporelcaminoquellevabaallídesdelaciudad,yqueyohabíaevitado.Mientrasandaban,Herbertpensóquetalvez,enresumidascuentas,podíadarseelcasodequemehubiesellevadoallíalgúnasuntoqueverdaderamentepudieseredundarenbeneficiodeProvis,y diciéndose que, si era así, cualquier interrupción podía ser desagradable,dejóasuguíayaStartopenelbordedelacanterayavanzósolo,dandodosotres veces la vuelta a la casa, tratando de averiguar si ocurría algodesagradable.Alprincipionopudooírmásquesonidosimprecisosyunavozruda(estoocurriómientrasmicerebroreflexionabacontantarapidez).yhastatuvo dudas de que yo estuviese allí en realidad; mas, de pronto, yo gritépidiendo socorro, y él contestó a mis gritos y entró, seguido por sus doscompañeros.CuandoreferíaHerbertloquehabíasucedidoenelinteriordelacasa,dijoqueconveníairinmediatamente,apesardeloavanzadodelahora,adarcuentadeelloanteunmagistrado,paraobtenerunaordendeprisióncontraOrlick;peroyopenséquetalcosapodríadetenernosuobligarnosavolver,locual sería fatal para Provis. Era imposible, por consiguiente, ocuparnos enello, y por esta razón desistimos, por el momento, de perseguir a Orlick.Creímosprudente explicarmuypocode lo sucedido almuchachodeTrabb,pues estoy convencido de que habría tenido un desencanto muy grande desaberquesuintervenciónmehabíaevitadodesaparecerenelhornodecal;noporque los sentimientos del muchacho fuesen malos, pero tenía demasiadavivacidad y necesitaba la variedad y la excitación, aunque fuese a costa decualquiera.Cuandonosseparamosledidosguineas(cantidadque,segúncreo,estabadeacuerdocon susesperanzas)y ledijeque lamentabamuchohabertenido alguna vez mala opinión de él (lo cual no le causó la más mínima

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impresión). Como el miércoles estaba ya muy cerca, decidimos regresar aLondresaquellamismanoche,lostresjuntosenunasilladepostayantesdequeseempezaraahablardenuestraaventuranocturna.Herbertadquirióunagran botella de medicamento para mi brazo, y gracias a que me lo curóincesantementedurante toda lanoche,pude resistir el dolor aldía siguiente.AmanecíayacuandollegamosalTemple,yyomemetíenseguidaenlacama,endondepermanecídurante todoeldía.Measustabaextraordinariamenteeltemordeenfermaryquealamañanasiguientenotuvierafuerzasparaloqueme esperaba; este recelo resultó tan inquietante, que lo raro fue que noenfermara de veras. No hay duda de que me habría encontrado mal aconsecuenciademisdolores físicosymentales, denohaberme sostenido laexcitacióndeloquehabíadehaceralsiguientedía.Yapesardequesentíalamayoransiedadydequelasconsecuenciasdeloqueíbamosaintentarpodíanserterribles,lociertoesqueelresultadoquenosaguardabaeraimpenetrable,a pesar de estar tan cerca.Ninguna precaución eramás necesaria que la decontenernos para no comunicar con Provis durante todo el día; pero esoaumentaba todavía mi intranquilidad. Me sobresaltaba al oír unos pasos,creyendo que ya lo habían descubierto y preso y que llegaba unmensajeroparacomunicármelo.Mepersuadíamímismodequeyameconstabaquelohabían capturado; que en mi mente había algo más que un temor o unpresentimiento; que el hecho había ocurrido ya y que yo lo conocía de unmodomisterioso.Pero como transcurría el día sinque llegaraningunamalanoticia, y en vista de que empezaba la noche,me acometió el temor de servíctima de una enfermedad antes de que llegase la mañana. Sentía fuerteslatidos de la sangre 207 en mi inflamado brazo, así como en mi ardorosacabeza,demaneraquecreíquedeliraba.Empecéacontarparacalmarme,yllegué a cantidades fantásticas; luego repetímentalmente algunos pasajes enversoyenprosaquemesabíadememoria.Aveces,acausadelafatigademimente, me adormecía por breves instantes o me olvidaba de mispreocupaciones,yentalescasosmedecíaqueyasehabíaapoderadodemílaenfermedadyqueestabadelirando.Meobligaronapermanecerquietodurantetodo el día, me curaron constantemente el brazo y me dieron bebidasrefrescantes.Cuandomequedédormido,medespertéconlamismaaprensiónquetuvieraenlacasadelacompuerta,esdecir,quehabíapasadoyamuchotiempoytambiénlaoportunidaddesalvarlo.HaciamedianochemelevantédelacamaymeacerquéaHerbert,convencidodequehabíadormidoporespaciodeveinticuatrohorasyquehabíapasadoyaelmiércoles.Aquélfueelúltimoesfuerzoconqueseagotabaasímismamiintranquilidad,porqueapartirdeaquelmomentome dormí profundamente.Apuntaba la aurora delmiércolescuandomiréatravésdelaventana.Lasparpadeanteslucesdelospuenteseranyapálidas,yelsolnacienteparecíaunincendioenelhorizonte.Elríoestabaaún oscuro y misterioso, cruzado por los puentes, que adquirían un color

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grisáceo, con algunas manchas rojizas que reflejaban el color del cielo.Mientrasmirabaalosapiñadostejados,entreloscualessobresalíanlastorresdelasiglesias,queseproyectabanenlaatmósferaextraordinariamenteclara,selevantóelsolypareciócomosialguienhubieseretiradounveloquecubríaelrío,puesenunmomentosurgieronmillaresymillaresdechispassobresusaguas.Tambiénpareciócomosiyomevieselibredeuntupidovelo,porqueme sentí fuerte y sano. Herbert estaba dormido en su cama, y nuestrocompañerodeestudioshacíalomismoenelsofá.Nopodíavestirmesinayudaajena,peroreaniméelfuego,queaúnestabaencendido,ypreparéelcaféparatodos.Alahoraconvenienteselevantaronmisamigos,tambiéndescansadosyvigorosos,yabrimoslasventanasparaqueentraseelairefrescodelamañana,mirandoalamareaqueveníahacianosotros.-Cuandoseanlasnueve-dijoalegrementeHerbert, -vigilanuestra llegadayprocuraestarpreparadoen laorilladelrío.

Capítulo54

Eraunodeaquellosdíasdemarzoenqueelsolbrillaesplendorosoyelvientoes frío, de manera que a la luz del sol parece ser verano, e invierno en lasombra.Todos llevábamosnuestrosgruesos chaquetonesde lana,yyo toméunmaletín.De todo cuanto poseía en la tierra, nome llevémás que lo quepodía caber en él. Ignoraba por completo a dónde iría, que haría o cuándoregresaría,aunquetampocomepreocupabamuchotodoeso,puesloquemásmeimportabaeralasalvacióndeProvis.Tansóloenunaocasión,alvolvermeparamirar lapuertademicasa,mepreguntéenquédistintas circunstanciasregresaría a aquellas habitaciones, en caso de que llegara a hacerlo. NosquedamosunosmomentoseneldesembarcaderodelTemple,comosinonosdecidiésemosaembarcarnos.Comoesnatural,yohabíatenidobuencuidadode que la lancha estuviese preparada y todo en orden.Después de fingir unpoco de indecisión, que no pudo advertir nadie más que las tres o cuatropersonas «anfibias» que solían rondar por aquel desembarcadero, nosembarcamosyempezamosaavanzar.Herbertibaenlaproayyocuidabadeltimón. Era entonces casi la pleamar y un poco más de las ocho y media.Nuestroplaneraelsiguiente:comolamareaempezabaabajaralasnueveynovolveríaasubirhastalastres,nosproponíamosseguirpaseandoynavegarcontra ella hasta el oscurecer. Entonces nos hallaríamos más abajo deGravesend, entre Kent y Essex, en donde el río es ancho y está solitario ydonde habita muy poca gente en sus orillas. Allí encontraríamos algunatabernapoco frecuentadaendondepoderdescansar toda lanoche.E1barcoquedebíadirigirseaHamburgoyelquepartiríaparaRotterdamsaldríanhacia

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lasnuevede lamañanadel jueves.Conocíamosexactamente lahora enquepasarían por delante de nosotros, y haríamos señas al primero que sepresentase; de manera que si, por una razón cualquiera, el primero no nostomabaabordo,tendríamosaúnotraprobabilidad.Conocíamosperfectamentelascaracterísticasdeformaycolordecadaunodeestosbarcos.Eratangrandeel alivio de estar ya dispuestos a realizar nuestro propósito, queme pareciómentiraelestadoenquemehallaratanpocashorasantes.Elairefresco,laluzdel sol, el movimiento del río, parecido a un camino que avanzara connosotros,quesimpatizaraconnosotros,quenosanimarayhastaquenosdieraaliento,meinfundióunanuevaesperanza.Melamentabadesertanpocoútilabordodelalancha;perohabíapocosremerosmejoresquemisdosamigosyremabanconunvigoryunamaestríaquehabíandeseguirempleandodurantetodoeldía.208Enaquellaépoca,eltráficodelTámesisestabamuylejosdeparecerse al actual, aunque los botes y las lanchas eranmás numerosos queahora.Tal vez había tantas barcazas, barcos de vela carboneros y barcos decabotajecomoahora;perolosvaporesnoeranniladécimaolavigésimapartedelosquehayenlaactualidad.Apesardelotempranodelahora,abundabanlos botes de remosque ibandeuna parte a otra ymultitudde barcazas quebajabanconlamarea;lanavegaciónporelríoyporentrelospuentesenunalancha era una cosa mucho más fácil y corriente entonces que ahora, yavanzábamosrápidamenteporentreunamultitudlepequeñasembarcaciones.Pasamos en brevemás allá del viejo puente deLondres, y dejamos atrás elviejomercadodeBillingsgate,consusviverosdeostrasysusholandeses,asícomotambiénlaTorreBlancaylaPuertadelTraidor,yprontonoshallamosentrelasfilasdegrandesembarcaciones.AcáyaculláestabanlosvaporesdeLeith, de Aberdeen y de Glasgow, cargando y descargando mercancías, ydesde nuestra lancha nos parecían altísimos al pasar por su lado; había, aveintenas, barcos de carbón, con las máquinas que sacaban a cubierta elcarbóndelacalayqueporlabordapasabaalasbarcazas;allí,sujetoporsusamarras,estabaelvaporquesaldríaaldíasiguienteparaRotterdam,enelquenos fijamos muy bien, y también vimos al que saldría con dirección aHamburgo,yhastacruzamospordebajodesubauprés.Entonces,sentadoenlapopa,pudever,conelcorazónpalpitante,elembarcaderocercanoalacasade Provis. - ¿Está allí?—preguntóHerbert. -Aún no. - Perfectamente. Susinstruccionessondenosalirhastaquenoshayavisto.¿Puedesdistinguir suseñal?-Desdeaquínomuybien,peromeparecequelaveoya.¡Ahoralaveo!Avante! ¡Despacio, Herbert! ¡Alto los remos! Tocamos ligeramente elembarcadero por un instante. Provis entró a bordo y salimos de nuevo.Llevabaunaespeciedecapapropiapara lanavegaciónyunmaletínde telanegra. Su aspecto era tan parecido al de un piloto del río como yo habríapodido desear. - ¡QueridoPip! - dijo poniéndome lamano sobre el hombromientrassesentaba-.¡FielPipmío!Hasestadomuyacertado,miqueridoPip.

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Gracias, muchas gracias. Nuevamente empezamos a avanzar por entre lashileras de barcos de todas clases, evitando las oxidadas cadenas, losdeshilachadoscablesdecáñamoolasmovedizasboyas,desviándonosdeloscestos rotos, que se hundían en el agua, dejando a un lado los flotantesdesechosde carbóny todo eso, pasando avecespor delantede la esculpidacabeza,enlosmascaronesdeproa,deJohndeSunderland,queparecíadirigirunaalocuciónalosvientos(comosuelenhacermuchosJohns),odeBetsydeYarmouth, con su firme ostentación pectoral y sus llamativos ojosproyectándoselomenosdospulgadasmásalládesucabeza;circulábamosporentre el ruido de los martillazos que resonaban en los talleres deconstruccionesnavales,oyendoelchirridodelassierrasquecortabantablonesdemadera,máquinasdesconocidasquetrabajabanencosasignoradas,bombasque agotaban el agua de las sentinas de algunos barcos, cabrestantes quefuncionaban, barcos que se dirigían a la mar e ininteligiblesmarineros quedirigían toda suerte de maldiciones, desde las bordas de sus barcos, a lostripulantesde lasbarcazas,que lescontestabanconnomenorenergía.Yasíseguimosnavegandohastallegaradondeelríoestabayadespejado,lugarenelquehabríanpodidonavegarperfectamente losbarquichuelosde losniños,pues el agua ya no estaba removida por el tráfico y las festoneadas velashabríantomadoperfectamenteelviento.EnelembarcaderodonderecogimosaProvis,yapartirdeaquelmomento,yohabíaestadoobservando,incansable,sialguiennosvigilabaosiéramossospechosos.Novianadie.Hastaentonces,con toda certeza, no habíamos sido ni éramos perseguidos por ningún bote.Pero, de haber descubierto alguno que nos infundiese recelos, habríamosatracado en seguida a la orilla, obligándole a seguir adelante, o a declararabiertamentesushostilespropósitos.Masnoocurriónadadeesoyseguimosnuestro camino sin la menor señal de que nadie quisiera molestarnos. Miprotegido iba, como ya he dicho, envuelto en su capa, y su aspecto nodesentonaba de la excursión. Y lo más notable era (aunque la agitada ydesdichadavidaquellevaratalvezlehabíaacostumbradoaello)que,detodosnosotros, él parecía elmenos asustado.No estaba indiferente, puesme dijoqueesperabavivirlobastanteparavercómosucaballerollegabaaserunodelosmejores de un país extranjero; no estaba dispuesto amostrarse pasivo oresignado, segúnme pareció entender; pero no tenía noción de que pudieraamenazarnos ningún peligro. Cuando había llegado, le hizo frente; pero erapreciso tenerlodelante para que se preocupasepor él. - Si supieras, queridoPip-medijo,-loqueesparamíelsentarmealladodemiqueridomuchachoy fumar, al mismo tiempo, mi pipa, después de haber estado día tras díaencerradoentrecuatroparedes,tenporseguroquemeenvidiarías.Perotúnosabesloqueesesto.209-Meparecequeconozcolasdeliciasdelalibertad-lecontesté.-¡Ah!-exclamómoviendolacabezacongraveexpresión.-Perono losabes tanbiencomoyo.Paraesoseríaprecisoque tehubiesespasado

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una buena parte de la vida encerrado, y así podrías sentir lo que yo siento.Pero no quiero enternecerme. Entonces consideré una incongruencia que,obedeciendoaunaideafija,hubiesellegadoaponerenpeligrosulibertadysumismavida. Peromedije que tal vez la libertad sin un poco de peligro eraalgodemasiadodistintodeloshábitosdesuvidayquequizánorepresentabapara él lo mismo que para otro hombre. No andaba yo muy equivocado,porque,despuésdefumarensilenciounosmomentos.medijo:-Mira,queridoPip,cuandoyoestabaallí,enelotroladodelmundo,siempremirabaenestadirección; y estaba seguro de poder venir, porqueme estaba haciendomuyrico. Todos conocían aMagwitch, yMagwitch podía ir y venir, y nadie sepreocupabaporél.Aquínosecontentarían tanfácilmente,yesdecreerquedaríanalgoporcogermesisupierandóndeestoy.-Sitodovabien-ledije,-dentro de pocas horas estará usted libre y a salvo. -Bien - dijo después desuspirar,-asíloespero.-¿Ytupiensatambién?Metiólamanoenelagua,porencimadelabordadelalancha,yconlaexpresiónsuavequeyaconocíadijo,sonriendo: -Me parece que también lo pienso así, querido Pip. Espero quepodremos vivir mejor y con mayor comodidad que hasta ahora. De todasmaneras, resulta muy agradable dar un paseo por el agua, y esto me hizopensar, hace unmomento, que es tan desconocido para nosotros lo que nosespera dentro de pocas horas como el fondo de este mismo río que nossostiene.Yasícomonopodemoscontenerelavancedelasmareas,tampocopodemosimpedir loquehayadesuceder.Elaguahacorridoatravésdemisdedos y ya no quedan más que algunas gotas - añadió levantando ymostrándome sumano. -Pues, a juzgar por su rostro, podría creer que estáustedunpocodesaléntado-dije.-Nadadeeso,queridoPip.Loquepasaesqueestepaseomeresultamuyagradable,yelchoquedelaguaenlaproadelalanchameparececasiunacancióndedomingo.Además,esposiblequeyameestéhaciendounpocoviejo.Volvióaponerselapipaenlabocaconlamayorcalma,ysequedótancontentoysatisfechocomosiyaestuviésemoslejosdeInglaterra. Sin embargo, obedecía a la menor indicación, como si hubierasentido un terror constante, porque cuando nos acercamos a la orilla paracompraralgunasbotellasdecervezayélsedisponíaadesembarcartambién,yo le indiqué que estaba más seguro dentro de la lancha. - ¿Lo crees así,querido Pip? - preguntó. Y sin ninguna resistencia volvió a sentarse en lalancha. A lo largo del cauce del río, el aire era muy frío, pero el día eramagníficoylaluzdelsolmuyalegre.Lamareabajabaconlamayorrapidezyfuerza, y yo tuvemucho cuidadodenoperder en lo posible el impulsoquepodía darnos, y gracias también al esfuerzo de los remeros avanzamosbastante.Porgradosimperceptibles,amedidaquebajabalamarea,perdíamosde vista los bosques y las colinas y nos acercábamos a las fangosas orillas,pero aún nos acompañaba el reflujo cuando estábamos ya más allá deGravesend.Comonuestrofugitivoibaenvueltoensucapa,yo,depropósito,

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paséaunoodoslargosdelbotedelaAduanaflotante,yasínosalejamosdelaviolentacorrientedel centrodel río, a lo largodedosbarcosdeemigrantes,pasandotambiénpordebajodeungrantransportedetropas,encuyoalcázarde proa había unos soldados que nosmiraron al pasar. Pronto disminuyó elreflujoyseladearontodoslosbarcosqueestabananclados,hastaquedieronuna vuelta completa. Entonces todas las embarcaciones que queríanaprovechar la nueva marea para llegar al Pool empezaron a congregarsealrededordenosotrosentantonosacercábamosalaorilla,parasufrirmenoslainfluenciadelamarea,aunqueprocurandonoacercarnosalosbajosnia losbancosdelodo.Nuestrosremerosestabantandescansados,puesvariasvecesdejaronque la lanchafuesearrastradapor lamarea,abandonandolosremos,que les bastó un reposo de un cuarto de hora. Tomamos tierra saltando poralgunas piedras resbaladizas; luego comimos y bebimos lo que teníamos, yexploramos los alrededores. Aquel lugar se parecía mucho a mis propiosmarjales,pueserallanoymonótonoyelhorizonteestabamuyconfuso.Allíelrío daba numerosas vueltas y revueltas, agitando las boyas flotantes, quetampococesabandegirar,aunquetodolodemásparecíaestarabsolutamenteinmóvil.Entonceslaflotadebarcoshabíadobladoyalacurvaqueteníamosmáscercana,ylaúltimabarcazaverde,cargadadepaja,conunaveladecolorpardo, iba detrás de todos los demás. Algunos lanchones, cuya forma erasemejante a la primitivá y ruda imitación que de un bote pudiera hacer unniño, permanecían quietos entre el fango; había un faro de ladrillos paraseñalar la presencia de un bajo; por doquier veíanse estacas hundidas en elfango,piedras210cubiertasdelodo,rojasseñalesenlosbajosytambiénotraspara indicar lasmareas,asícomounantiguodesembarcaderoyunacasasintejado.Todoaquellosalíadelbarro,estabamediocubiertodeél,yalrededordenosotrosnoseveíamásquebarroydesolación.Volvimosaembarcarnosyseguimos el camino que nos fue posible. Ahora ya resultaba más duro elremar, pero tanto Herbert como Startop perseveraron en sus esfuerzos ysiguieronremando,incansables,hastaquesepusoelsol.Entonceselríonoshabía levantado un poquito y podíamos divisar perfectamente las orillas. Elsol, al ponerse, era rojizoy se acercabaya al nivelde laorilla, difundiendorojosresplandoresquemuyrápidamenteseconvertíanensombras;habíaallíelmarjalsolitario,ymásalláalgunastierrasaltas,entrelascualesynosotrosparecíacomosinoexistieravidadeningunaclase,salvoalgunaqueotratristegaviotaquerevoloteabaaciertadistancia.Lanochecerrabaaprisa,ycomolaluna estaba ya en cuartomenguante, no salía temprano. Por eso celebramosconsejo,muycorto,porquesindudaloqueteníamosquehacereraocultarnosen alguna solitaria taberna que encontrásemos. Así continuamos, hablandopoco, por espacio de cuatro o cinco millas y sumidos en angustioso tedio.Hacía mucho frío, y un barco carbonero que vino hacia nosotros con losfuegosencendidosnosofreció lavisióndeunhogarcómodo.A la sazón, la

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nocheyaeranegra,yasícontinuaríahasta lamañana,y lapoca luzquenosalumbraba,más semejaba proceder del río que del cielo, porque cuando losremos se hundían en el agua parecían golpear las estrellas que en ella sereflejaban.Enaquellostristesmomentos,todos,sindudaalguna,sentíamoseltemordequenossiguieran.Alahoradelamarea,elaguagolpeabacontralaorillaa intervalos regulares,y,cadavezque llegabaanuestrosoídosunodeesosruidos,algunodenosotrossesobresaltabaymirabaenaquelladirección.La fuerza de la corriente había abierto en la orilla pequeñas caletas, que anosotrosnosllenabandereceloynoshacíanmirarlasconlamayoraprensión.Algunasveces,en la lanchaseoía lapregunta:«¿Quéesesaondulacióndelagua?»Obienotroobservabaenvozbaja:«¿Noesunboteaquello?»Yluegonosquedábamosensilencioabsolutoyconmuchaimpaciencianosdecíamosquelosremoshacíanmuchoruidoenlostoletes.Porfindescubrimosunaluzy un tejado, y poco después avanzábamos hacia un camino hechopacientementeconpiedras recogidasde laorilla.Dejandoa losdemásen lalancha,saltéatierraymecerciorédequelaluzpartíadeunataberna.Eraunlugar bastante sucio, y me atrevo a decir que no desconocido por loscontrabandistas; pero en la cocina ardía un alegre fuego, tenían huevos ytocino para comer y varios licores para beber. También había variashabitaciones con dos camas «tal como estaban», según dijo el dueño.En lacasa no había nadiemás que el huésped, sumujer y unmuchacho de colorgris, el «Jack»del lugar,yqueparecía estar tancubiertode légamoy suciocomosiélmismohubiesesidounaseñaldelamareabaja.Conlaayudaqueme ofreció aquel individuo regresé a la lancha y desembarcaron todos.Nosllevamoslosremos,eltimón,elbicheroyotrascosasporelestilo,yvaramoslaembarcaciónparalanoche.Comimosmuybienanteelfuegodelacocinayluegonosencaminamosanuestrosrespectivosdormitorios.HerbertyStartophabíandeocuparunodeellos,ymiprotectoryyo,elotro.Observamosqueenaquellasestanciaselairehabíasidoexcluidocontantocuidadocomosifueraalgofatalparalavida,yhabíamásropasuciaycajasdecartóndebajodelascamasdeloque,segúnimaginaba,habríapodidoposeerunafamilia.Mas,apesar de todo, nos dimos por satisfechos, porque habría sido imposibleencontrarunlugarmássolitarioqueaquél.Mientrasnoscalentábamosanteelfuego, después de cenar, el «Jack», que estaba sentado en un rincón y quellevabapuestasunpardebotashinchadas-quenosestuvomostrandomientrasnosotroscomíamoseltocinoyloshuevos,comointeresantesreliquiasquedosdíasantesquitaradelospiesdeunmarineroahogadoalquelamareadejóenla orilla, - me preguntó si habíamos visto una lancha de cuatro remos queremontaba el río con lamarea.Cuando le dije que no, contestó que tal vezhabríavueltoadescenderporelrío,peroañadióquealdesatracarfrentealatabernahabía remontado lacorriente. -Lohabrápensadomejor - añadióel«Jack»-yhabrávueltoabajarelrío. -¿Dicesqueeraunalanchadecuatro

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remos?-pregunté.-Sí.Yademásdelosremerosibandospersonassentadas.-¿Desembarcaronaquí?-Vinieronallenardecervezaunajarradedosgalones.Yafequemehabríagustadoenvenenarleslacerveza.-¿Porqué?-Yoséloquemedigo-replicóel«Jack».Hablabaconvozgangosa,comosiellégamolehubieseentradoenlagarganta.211-Sefigura-dijoeldueño,queeraunhombredeaspectomeditabundo,conojosdecolorpálidoyqueparecíatenermuchaconfianzaensu«Jack»,-sefiguraqueeranloquenoeran.-Yoyasépor qué hablo - observó el «Jack». - ¿Te figuras que eran aduaneros? -preguntó el dueño. - Sí - contestó el «Jack». - Pues te engañas. - ¿Quemeengaño? Como para expresar el profundo significado de su respuesta y laabsolutaconfianzaque teníaensupropiaopinión,el«Jack»sequitóunadelas botas hinchadas, la miró, quitó algunas piedrecillas que tenía dentrogolpeandoenelsueloyvolvióaponérsela.Hizotodoesocomosiestuviesetanconvencidodeque tenía razónquenopodíahacerotracosa. -Si esasí,¿qué han hecho con sus botones, «Jack»? - preguntó el dueño, con ciertaindecisión.-¿Quequéhanhechoconsusbotones?–replicó.-Puesloshabrántirado por la borda o se los habrán tragado. ¿Que qué han hecho con susbotones?-Noseasdesvergonzado,«Jack»-ledijoeldueño,regañándoledeunmodomelancólico.-Losaduaneros,bastantesabenloquehandehacerconsus botones - dijo el «Jack» repitiendo la última palabra con el mayordesprecio -cuandoesosbotones les resultanmolestos.Una lanchadecuatroremosydospasajerosnosepasaeldíadandovueltasporelrío,arribayabajo,subiendo con una marea y bajando con la otra, si no está ocupada por losaduaneros.Dichoesto,salióconexpresióndedesdén,ycomoeldueñoyanoteníaasuladoanadiequeleinspiraseconfianza,consideróimposibleseguirtratandodelasunto.Estediálogonospusoenelmayorcuidado,yamímásque a nadie. El viento soplaba tristemente alrededor de la casa y la mareagolpeabacontra laorilla; todoesomedio la impresióndequeyaestábamoscogidos.Unalanchadecuatroremosquenavegaradeunmodotanparticular,hastaelpuntodellamarlaatención,eraalgoalarmantequenopodíaolvidarenmaneraalguna.CuandohubeinducidoaProvisaquefueseaacostarse,salícon mis dos compañeros (pues ya Startop estaba enterado de todo) ycelebramosotroconsejo,parasabersinosquedaríamosenaquellacasahastapoco antes de pasar el buque, cosa que ocurriría hacia la una de la tardesiguiente,obiensisaldríamosporlamañanamuytemprano.Estofueloquediscutimos. Nos pareció mejor continuar donde estábamos hasta una horaantesdelpasodelbuqueyluegonavegarporelcaminoquehabíadeseguir,cosa que podríamos hacer fácilmente aprovechando la marea. Después deconvenireso,regresamosalacasaynosacostamos.Meechéenlacamasindesnudarme por completo y dormí bien por espacio de algunas horas. Aldespertarsehabíalevantadoelviento,ylamuestradelataberna(queconsistíaenunbuque)rechinabaydababandazosquemesobresaltaron.Melevantésin

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hacerruido,porquemicompañerodormíaprofundamente,ymiréatravésdelos vidrios de la ventana. Vi el camino al cual habíamos llevado nuestralancha, y en cuanto mis ojos se hubieron acostumbrado a la incierta luzreinante, pues la luna estaba cubierta de nubes, divisé dos hombres queexaminabannuestraembarcación.Pasaronpordebajodelaventana,sinmiraraotracosaalguna,ynosedirigieronaldesembarcadero,quesegúnpudeverestabadesierto,sinoqueecharonaandarporelmarjal,endirecciónalNorte.Miprimer impulso fue llamaraHerbertymostrarle losdoshombresquesealejaban,pero,reflexionandoantesdeirasuhabitación,queestabaenlapartetrasera de la casa e inmediata a la mía, me dije que tanto él como Startophabíantenidoundíamuyduroyquedebíandeestarmuyfatigados,yporesome abstuve. Volviendo a la ventana, pude ver a los dos hombres que sealejabanporelmarjal.Pero,alapocaluzquehábíaprontolosperdídevista,y, como tenía mucho frío, me eché en la cama para reflexionar acerca deaquello, aunquemuy prontome quedé dormido. Nos levantamos temprano.Mientrasloscuatroíbamosdeunaparteaotra,antesdetomareldesayuno,mepareciómejor referir lo que había visto. También entonces nuestro fugitivoparecióserelquemenossealarmóentre todos losdemás.Eramuyposible,dijo, que aquellos dos hombres perteneciesen a la Aduana y que nosospechasendenosotros.Yotratédeconvencermedequeeraasí,y,enefecto,podía ser eso muy probablemente. Sin embargo, propuse que él y yo nosencaminásemoshastaunpuntolejanoquesedivisabadesdedondeestábamosy que la lancha fuera a buscarnos allí, o tan cerca como fuese posible,alrededor del mediodía. Habiéndose considerado que eso era una buenaprecaución, poco después de desayunarnos salimos él y yo, sin decir unapalabra en la taberna. Mientras andábamos, mi compañero iba fumando supipaydevezencuandomecogíapor elhombro.Cualquierahabríapodidoimaginarse que yo era quien estaba en peligro y que él trataba de darmeánimos.Hablamosmuypoco.Cuandoyaestábamoscercadelsitioindicado,lerogué que se quedara en un lugar 212 abrigadomientras yome adelantabapara hacer un reconocimiento, porque aquella misma fue la dirección quetomaronlosdoshombreslanocheanterior.Élobedecióyavancésolo.Porallínoseveíaningúnbotenidescubríqueseacercasealguno,asícomotampocohuellas o señales de que nadie se hubiese embarcado en aquel lugar. Sinembargo,comolamareaestabaalta,talvezsushuellasestuvieranocultasporelagua.Cuandoélasomó lacabezapor suescondrijoyvioqueyo lehacíaseñas conmi sombreroparaque se acercase,vino a reunirse conmigoy allíesperamos,avecesechadosenelsueloyenvueltosennuestrascapasyotrasdando cortos paseos para recobrar el calor, hasta que por fin vimos llegarnuestra lancha. Sin dificultad alguna nos embarcamos y fuimos a tomar elcaminoquehabíadeseguirelvapor.Entonces faltabandiezminutospara launa,yempezamosaestaratentosparadescubrirelhumodelachimenea.Pero

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era la una ymedia antes de que lo divisáramos, y poco después vimos otrahumareda que venía detrás. Puesto que los dos buques se acercabanrápidamente, preparé los dos maletines y aproveché los instantes paradespedirmedeHerbertydeStartop.NosestrechamoscordialmentelasmanosytantolosojosdeHerbertcomolosmíosnoestabansecos,cuandodeprontoviunalanchadecuatroremosquesealejabadelaorilla,unpocomásalládedondenosotrosestábamos,yqueempezabaa seguir lamismadirecciónquenosotros.Entrenosotrosy el buquequedabauna fajade tierradebida aunacurvadelrío,peroprontovimosqueaquélseacercabarápidamente.IndiquéaHerbertyaStartopquesemantuvieranantelamarea,afindequesediesencuentalosdelbuquedequelosestábamosaguardando,yrecomendéaProvisque sequedara tranquilamente sentadoyquieto, envueltoen sucapa.Élmecontestó alegremente: - Puedes confiar enmí, Pip.Y se quedó sentado, taninmóvilcomosifueraunaestatua.Mientrastanto,lalanchadecuatroremos,que era gobernada con la mayor habilidad, había cruzado la corriente pordelante de nosotros, nos dejó avanzar a su lado y seguimos navegando deconserva. Dejando el espacio suficiente para el manejo de los remos, semantenía a nuestro costado, quedándose inmóvil en cuanto nosotros nosdeteníamos,odandounoodosgolpesderemocuandonosotroslosdábamos.Uno de los dos pasajeros sostenía las cuerdas del timón y nos miraba conmuchaatención,comoasimismolohacíanlosremeros;elotropasajeroestabatanenvueltoen lacapacomoelmismoProvis,ydeprontopareciócomosidiesealgunasinstruccionesaltimonel,mientrasnosmiraba.Enningunadelasdosembarcacionessepronuncióunasolapalabra.Startop,despuésdealgunosminutosdeobservación,pudodarsecuentadecuáleraelprimerbarcoqueseacercaba, y en voz baja se limitó a decirme: «Hamburgo». El buque seacercabamuyrápidamenteanosotros,yacadamomentooíamosconmayorclaridadel ruidodesuhélice.Estabayamuycerca,cuando losde la lanchanosllamaron.Yocontesté.-Lesacompañaundesterradodeporvidaquehaquebrantadosudestierro-dijoelquesosteníalascuerdasdeltimón.-Esesequevaenvueltoen lacapa.Se llamaAbelMagwitch,conocido tambiénporProvis.Ordenoqueesehombresedépresoyaustedesquemeayudenasuprisión. Al mismo tiempo, sin que, en apariencia, diese orden alguna a sutripulación, la lancha se dirigió hacia nosotros.Manejaron unmomento losremos,losrecogieronluegoycorrieronhacianosotrosyseagarraronanuestraborda antes de que nos diésemos cuenta de lo que hacían. Eso ocasionó lamayor confusión a bordo del vapor, y oí como nos llamaban, así como laordendeparar lahélice.Medicuentadequesehacíaeso,peroelbuqueseacercaba a nosotros de un modo irresistible. Al mismo tiempo vi que eltimonel de la lancha ponía lamano en el hombro de su preso; que las dosembarcacionesempezabanadarvueltasimpulsadasporlafuerzadelamarea,yquetodoslosqueestabanabordodelbuquesedirigíanapresuradamenteala

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proa.También,enelmismoinstante,observéqueelpresoseponíaenpiey,echandoaunladoalqueloprendiera,searrojabacontraelotropasajeroquehabía permanecido sentadoy que, al descubrirse el rostro,mostró ser el delotro presidiario que conociera tantos años atrás. Noté que aquel rostroretrocedíallenodepálidoterrorquejamásolvidaré,yoíungrangritoabordodelvapor, así comounacaídaal agua,almismo tiempoque sentíahundirsenuestralanchabajomispies.Poruninstantemeparecióestarluchandoconunmillardepresasdemolinoyotros tantos relámpagos;pasadoaquel instante,fui subido a bordo de la lancha. Herbert estaba ya allí, pero nuestraembarcaciónhabíadesaparecido,asícomotambiénlosdospresidiarios.Entrelosgritosqueresonabanabordodelbuque,elfuriosoresoplidodesuvapor,lamarchadelmismobarcoylanuestramisma,todoesomeimpidióalprincipiodistinguirelcielodelagua,ounaorilladeotra;perolatripulacióndelalanchaenderezó prontamente su marcha gracias a unos vigorosos golpes de remo,después de lo cual volvieron a izarlosmirando silenciosamente hacia popa.Pronto se vio un objeto negro en aquella dirección y que, impulsado por lamarea,sedirigíahacianosotros.Nadiepronuncióunasola213palabra,peroeltimonel levantó lamano y todos los demás hicieron esfuerzos para impedirquelalanchasemoviese.CuandoaquelbultoseacercóviqueeraMagwitchquenadaba,peronoconlibertaddemovimientos.Fuesubidoabordo,yenelacto le pusieron unas esposas en las manos y en los tobillos. Los remerosmantuvieronquieta la lancha,ydenuevo todosempezaronavigilar el aguaconintensasmiradas.PeroentoncesllegóelvapordeRotterdam,ycomo,enapariencia,nosehabíadadocuentadeloocurrido,avanzabaatodavelocidad.No se tardó en hacerle las indicaciones necesarias, de manera que los dosvapores quedaron inmóviles a poca distancia, en tanto que nosotros noslevantábamosynoshundíamosimpulsadosporlasrevueltasaguas.Siguieronobservando el agua hasta que estuvo tranquila y hasta mucho después dehaberse alejado los dos vapores; pero todos comprendían que ya era inútilesperaryvigilar.Porfinsedesistiódecontinuarallí,ylalanchasedirigióalaorilla,hacialatabernaquedejáramospocoantes,endondenosrecibieronconno pequeña sorpresa. Allí pude procurar algunas pequeñas comodidades aMagwitch, pues ya no sería conocido en adelante por Provis, que habíarecibidounagraveheridaenelpechoyuncorteprofundoen lacabeza.Medijoquese figurabahaber idoaparardebajode laquilladelvaporyqueallevantar la cabeza se hirió. La lesión del pecho, que dificultabaextraordinariamentesurespiración,creíahabérselacausadocontraelcostadode la lancha. Añadió que no pretendía decir lo que pudo o no hacer aCompeyson, pero que en el momento de ponerle encima la mano paraidentificarle,elmiserableretrocediócontantafuerzaquenotansólosecayóélalagua,sinoquearrastróasuenemigoensucaída,yquelaviolentasalidadeél(Magwitch)denuestralanchayelesfuerzoquehizosuaprehensorpara

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mantenerleenellafueronlacausadelnaufragiodenuestraembarcación.Medijoenvozbajaque losdossehabíanhundido, ferozmenteabrazadosunoaotro,yquehubounaluchadentrodelagua;queélpudolibertarse, ledioungolpeyluegosealejóanado.Nohetenidonuncarazónalgunaparadudardela verdad de lo queme dijo. El oficial que guiaba la lancha hizo lamismarelaciónde la caída al aguade losdos.Cuandopedípermiso al oficial paracambiareltrajemojadodelpreso,comprándolecuantasprendaspudierahallarenlataberna,meloconcediósininconveniente,aunqueobservandoqueteníaque hacerse cargo de cuantas cosas llevase el preso consigo. Así, pues, lacarteraqueantesestuvieraenmismanospasóa lasdeloficial.Además,mepermitió acompañar al preso a Londres, pero negó este favor a mis dosamigos.E1«Jack»delaTabernadelBuquequedóenteradodellugarenquese había ahogado el expresidiario y se encargó de buscar su cadáver en loslugaresenquemásfácilmentepodíairapararalaorilla.Parecióinteresarsemuchomásenel asuntocuandosehuboenteradodequeel cadáver llevabamedias.Talvez,paravestirsedepiesacabeza,necesitaba,másomenos,unadocenadeahogados,yquizáséstaeralarazóndequelosdiferentesartículosde su traje estuviesen en distintas fases de destrucción. Permanecimos en lataberna hasta que volvió la marea, y entonces Magwitch fue llevadonuevamente a la lancha y obligado a acomodarse en ella.Herbert y StartoptuvieronquedirigirseaLondresportierra,lomasprontoquelesfueposible.Nuestra despedida fue muy triste, y cuandome senté al lado deMagwitchcomprendí que aquél erami lugar en adelante ymientras él viviese. Habíadesaparecidoyapor completo toda la repugnanciaqueme inspirara, y en elhombreperseguido,heridoyanonadadoqueteníasumanoentrelasmíastansólovi a un ser quehabíaquerido sermibienhechoryquemedemostró elmayorafecto,gratitudygenerosidadyconlamayorconstanciaporespaciodenumerosos años. Tan sólo vi en él a un hombremuchomejor de lo que yohabíasidoparaJoe.Surespiraciónsehizomásdifícilydolorosaamedidaqueavanzólanoche,ymuchasveceseldesgraciadonopodíacontenerungemidode dolor. Traté de hacerle descansar en el brazo que tenía útil y en unaposición cómoda, pero era dolorosopensar queyonopodía lamentar enmicorazón el hechodeque estuviesemalherido, yaque eramuchomejorquemuriese por esta causa. No podía dudar que existirían bastantes personascapacesydeseosasdeidentificarle.Aquelhombrehabíasidopresentadoensupeoraspectocuandofuejuzgado;quebrantólaprisión;fuejuzgadodenuevo,ypor finhabía regresadodeldestierroquese le impusieraporviday fue lacausadelamuertedelhombrequeoriginósucaptura.Cuandonosvolvíamoshaciaelsolponientequeeldíaanteriordejamosanuestraespalda,ymientraslacorrientedenuestrasesperanzasparecíaretroceder,ledijecuántolamentabaque hubiese venido a Inglaterra tan sólo pormi causa. - Querido Pip - mecontestó-.Estoymuysatisfechodehabercorridoestaaventura.Hepodidover

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amimuchacho,queenadelantepodráseruncaballeroaunsinmiauxilio.214No.Pensé acercade ellomientrasme sentaba a su lado.No.Aparte demispropias inclinaciones, comprendí entonces el significado de las palabras deWemmick, porque después de ser preso, sus posesiones irían a parar a laCorona.-Mira,queridoPip–dijo.-Esmuchomejor,parauncaballero,quenosesepaquemeperteneces.Tansóloteruegoquevengasavermedevezencuando,comovasaveraWemmick.Siéntateamiladocuandoteseaposible,ynopidonadamásqueeso.-Simelopermiten,nomemoverénuncadesulado.¡QuieraDiosquepuedasertanfielparaustedcomoustedlohasidoparamí!Mientras sostenía sumano sentí que temblaba entre lasmías, y cuandovolvióelrostroaunladooídenuevoaquelmismosonidoraroensugarganta,aunqueahoramuysuavizado,comotodolodemásenél.Fuemuyconvenientequetrataradeestepunto,porqueesomehizorecordaralgoque,deotromodo,no seme habría ocurrido hasta que fuese demasiado tarde: que él no debíaconocercómohabíandesaparecidosusesperanzasdeenriquecerme.

Capítulo55

Aldía siguiente fue llevado alTribunal dePolicía, e inmediatamentehabríapasadoalTribunalSuperior,anoserporlanecesidaddeesperarlallegadadeunantiguooficialdelbarco-prisión,dedondeseescapóunavez,afindeseridentificado.Nadiedudabadesuidentidad,peroCompeyson,queledenunció,eraentonces,llevadodeunaparteaotraporlasmareas,yacadáver,yocurrióque en aquelmomento no había ningúnoficial de prisiones enLondres quepudieraaportareltestimonionecesario.FuiavisitaralseñorJaggersasucasaparticular,lanochesiguientedemillegada,conobjetodelograrsusservicios,peroéstenoquisohacernadaenbeneficiodelpreso.Nopodíahacerotracosa,porque,segúnmedijo,encuantollegaseel testigo,elcasoquedaríaresueltoen cinco minutos y ningún poder en la tierra era capaz de impedir que sepronunciase una sentencia condenatoria. Comuniqué al señor Jaggers mipropósitodedejarleen la ignoranciaacercadelparaderodesus riquezas.Elseñor Jaggers se encolerizó conmigo por haber dejado que se me deslizaseentre lasmanos el dinero de la cartera, y dijo que podríamos hacer algunasgestiones para ver si se lograba recobrar algo. Pero nome ocultó que, auncuandoenalgunoscasoslaCoronanoseapoderabadetodo,creíaqueelquenos interesaba no era uno de ésos. Lo comprendí muy bien. Yo no estabaemparentadoconelreonirelacionadoconélporningúnlazolegal;él,porsuparte,nohabíaotorgadoningúndocumentoamifavorantesdesuprisión,yelhacerloahoraseríacompletamenteinútil.Porconsiguiente,nopodíareclamarnada, y, así, resolví por fin, y en adelante me atuve a esta resolución, que

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jamás emprendería la incierta tarea de procurar establecer ninguna de esasrelaciones legales. Aparentemente, había razón para suponer que eldenunciante ahogado esperaba una recompensa por su acto y que habíaobtenido datos bastante exactos acerca de los negocios y de los asuntos deMagwitch.Cuandoseencontrósucadáver,amuchasmillasdedistanciadelaescenadesumuerte,estabatanhorriblementedesfiguradoquetansólose lepudo reconocer por el contenido de sus bolsillos, en los cuales había unacarterayenellaalgunospapelesdoblados, todavía legibles.EnunodeéstosestabaanotadoelnombredeunacasadeBancaenNuevaGalesdelSur,endonde existía cierta cantidad de dinero y la designación de determinadastierras de gran valor. Estos dos datos figuraban también en una lista queMagwitch dio al señor Jaggersmientras estaba en la prisión y que indicabatodaslaspropiedadesque,segúnsuponía,heredaríayo.Aldesgraciadolefueútilsupropiaignorancia,puesjamástuvolamenordudadequemiherenciaestabaseguraconlaayudadelseñorJaggers.Despuésdetresdías,duranteloscualeselacusadorpúblicoesperólallegadadeltestigoqueconocieraalpresoenel buque-prisión, sepresentó el oficial y completó la fácil evidencia.Poresto se fijóel juiciopara lapróximasesión,que tendría lugaral cabodeunmes.EnaquellaépocaoscurademividafuecuandounanochellegóHerbertacasa,algodeprimido,ymedijo:-MiqueridoHaendel,temoquemuyprontotendréqueabandonarte.Comosusociomehabíayapreparadoparaeso,mesorprendímuchomenosdeloqueélsefiguraba.-PerderíamosunamagníficaoportunidadsiyoaplazasemiviajeaElCairo,yporesotemoquetendréqueir, Haendel, precisamente cuando más me necesitas. - Herbert, siempre tenecesitaré,porquesiempretendréportielmismoafecto;perominecesidadnoesmayorahoraqueenotraocasióncualquiera. -Estarásmuysolo.215-Notengotiempoparapensareneso–repliqué.-Yasabesquepermanezcoasuladoel tiempoquemepermitenyque, sipudiese,nomemoveríadeallíentodo el día. Cuando me separo de él, mis pensamientos continúanacompañándole.Elmal estadode salud enque sehallabaMagwitch era tanevidenteparalosdos,quenisiquieranossentimosconvalorparareferirnosaello. - Mi querido amigo - dijo Herbert, - permite que, a causa de nuestrapróxima separación, que está ya muy cerca, me decida a molestarte. ¿Haspensadoacercadetuporvenir?-No;porquemeasustapensarenél.-Peronopuedes dejar de hacerlo. Has de pensar en eso, mi querido Haendel. Ymegustaría mucho que ahora discutiéramos los dos este asunto. -Con muchogusto - contesté. - En esta nueva sucursal nuestra, Haendel, necesitaremosun…Comprendíque sudelicadezaquería evitar lapalabra apropiada,yporesoterminélafrasediciendo:-Unempleado.-Esoes,unempleado.Ytengola esperanza de que no es del todo imposible que, a semejanza de otroempleadoaquienconoces,puedallegaraconvertirseensocio.Así,Haendel,mi querido amigo, ¿querrás ir allá conmigo? Abandonó luego su acento

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cordial,me tendió su honradamano y habló comopodría haberlo hecho unmuchacho. - Clara y yo hemos hablado mucho acerca de eso - prosiguióHerbert,-ylapobrecillameharogadoestamismatarde,conlágrimasenlosojos, que te diga que, si quieres vivir connosotros, cuando estemos allá, seesforzará cuanto pueda en hacerte feliz y para convencer al amigo de sumaridoquetambiénesamigosuyo.¡Lopasaríamostanbien,Haendel!Ledilas gracias de todo corazón, pero le dije que aúnno estaba segurodepoderaceptarlabondadosaofertaquemehacía.Enprimerlugar,estabademasiadopreocupadoparapoderreflexionarclaramenteacercadelasunto.Ensegundolugar…Sí,ensegundolugarhabíaunvagodeseoenmispensamientos,queyaapareceráhaciael findeestanarración. -Teagradecería,Herbert - ledije, -que,siteesposibleyellonohadeperjudicaratusnegocios,dejesesteasuntopendiente durante algún tiempo. - Durante todo el que quieras - exclamóHerbert. - Tanto importan tres meses como un año. - No tanto - le dije -.Bastarán dos o tres meses. Herbert parecía estar muy contento cuando nosestrechamoslamanodespuésdeponernosdeacuerdodeestamanera,ydijoqueyasesentíaconbastanteánimoparadecirmequetendríaquemarcharsehaciaelfmdelasemana.-¿YClara?-lepregunté.-Lapobrecilla-contestóHerbert-cumpliráexactamentesusdeberesconrespectoasupadremientrasviva.Perocreoquenodurarámucho.LaseñoraWhimplemehaconfiadoque,según su opinión, se estámuriendo. -Esmuy sensible – repliqué, - pero lomejorquepuedehacer.-Temotenerquedartelarazón-añadióHerbert.-Yentonces volveré a buscar a mi querida Clara, y ella y yo nos iremosapaciblementealaiglesiamáspróxima.TenencuentaquemiamadaClaranodesciende de ninguna familia importante, querido Haendel, y que nunca haleídoelLibrorojonisabesiquieraquiénerasuabuelo.¡Quédichaparaelhijodemimadre!ElsábadodeaquellamismasemanamedespedídeHerbert,queestaba animado de brillantes esperanzas, aunque triste y cariacontecido porverseobligadoadejarme,mientrastomabasuasientoenunadelasdiligenciasquehabíandeconducirleaunpuertomarítimo.Fuiauncaféinmediatoparaescribir unas líneas a Clara diciéndole que Herbert se había marchado,mandándoleunayotravezlaexpresióndesuamor.Luegomeencaminéamisolitariohogar,sitalnombremerecía,porqueyanoeraunhogarparamí,sincontarconquenoloteníaenpartealguna.EnlaescaleraencontréaWemmickquebajabadespuésdehaberllamadoconlospuñosysinéxitoalapuertademicasa.Apartirdeldesastrosoresultadodelaintentadafuganolehabíavistoaún,yél fue, concarácterparticularyprivado,aexplicarme losmotivosdeaquelfracaso.-EldifuntoCompeyson-dijoWemmick,-poquitoapocopudoenterarse de todos los asuntos y negocios de Magwitch, y por lasconversacionesdealgunosdesusamigosqueestabanenmalasituación,puessiemprehayalgunoquesehallaenestecaso,pudeoír loquelecomuniqué.Seguíprestandoatentooído,yasímeenterédequesehabíaausentado,porlo

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cualcreíqueseríalamejorocasiónparaintentarla216fuga.Ahorasupongoqueestofueunardidsuyo,porquenohaydudadequeera listoydequesepropuso engañar a sus propios instrumentos. Espero, señor Pip, que nomeguardaráustedmalavoluntad.Tengalaseguridaddequecontodomicorazónquiseservirle.-Estoytansegurodeestocomoustedmismo,Wemmick,ydetodo corazón le doy las gracias por su interés y por su amistad. - Gracias,muchas gracias. Ha sido un asunto malo - dijo Wemmick rascándose lacabeza,-yleaseguroquehacemuchotiempoquenohabíatenidoundisgustocomoéste.Yloquemásmeapuraeslapérdidadetantodinero.¡Diosmío!-Puesamíloquemeapura,Wemmick,eselpobrepropietariodeesedinero.-Naturalmente-contestóél.-Noesdeextrañarqueestéustedtristeporély,por mi parte, crea que me gastaría con gusto un billete de cinco librasesterlinasparasacarlodelasituaciónenquesehalla.Peroahorasemeocurrelosiguiente:eldifuntoCompeysonestabaenteradodesuregreso,ycomoalmismo tiempo había tomado la firme decisión de hacerlo prender, creo quehabría sido imposible que se salvara. En cambio, el dinero podía habersesalvado.Éstaesladiferenciaentreeldineroysupropietario.¿Noesverdad?InvitéaWemmickaquevolvieseasubir laescaleraconobjetode tomarunvasodegrogantesdeirseaWalworth.Aceptólainvitación,ymientrasbebíadijo inesperadamente, pues ninguna relación tenía aquello con lo quehabíamos hablado, y eso después demostrar alguna impaciencia: - ¿Qué lepareceausteddemi intencióndenotrabajarel lunes,señorPip?-Supongoquenoha tenidoustedundía libredurante losdocemesespasados. -Mejordiríausteddurantedoceaños-replicóWemmick.-Sí,voyahacerfiesta.Y,más aún, voy a dar un buen paseo. Y, más todavía, voy a rogarle que meacompañe.Estabaapuntodeexcusarme,porquetemíaseruntristecompañeroen aquellosmomentos, peroWemmick se anticipó, diciendo: -Ya sé cuálesson sus compromisos, yme consta que no está usted demuy buen humor,señorPip.Perosipudieraustedhacermeestefavor,seloagradeceríamucho.Nosetratadeunpaseomuylargo,perosítendrálugarenlasprimerashorasdel día. Supongamos que le ocupa a usted, incluyendo el tiempo dedesayunarseduranteelpaseo,desdelasochodelamañanahastalasdoce.¿Nopodría arreglarlo de modo que me acompañase? Me había hecho tantosfavores en diversas ocasiones, que lo quemepedía era lomenos que podíahacerensuobsequio.Ledijequeharíalonecesarioparaestarlibre,yaloírlomostró tantasatisfacciónque,amivez,mequedésatisfecho.Por indicaciónespecialsuyadecidimosqueyoiríaalcastilloalasochoymediadelamañanadel lunes,y,despuésdeconvenirlo,nosseparamos.Acudípuntualmentea lacita,yellunesporlamañanatirédelcordóndelacampanadelcastillo,siendorecibido por el mismo Wemmick. Éste me pareció más envarado que decostumbre, y también observé que su sombrero estaba más alisado que deordinario.Dentrode lacasavipreparadosdosvasosde roncon lecheydos

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bizcochos.Sinduda,elancianodebiódehaberselevantadoalprimercantodela alondra, porque almirar hacia su habitación observé que la cama estabavacía.Encuantonoshubimosreconfortadoconelvasoderonconlecheylosbizcochos y salimos para dar el paseo, me sorprendió mucho ver queWemmicktomabaunacañadepescaryselaponíaalhombro.-Supongoquenovamosapescar…-exclamé. -No -contestóWemmick. -Peromegustapasearconunacaña.Estomepareciómuyextraño.Sinembargo,nadadijeyechamosaandar.NosdirigimoshaciaCamberwellGreen,ycuandoestuvimospor allí cerca, Wemmick exclamó de pronto: - ¡Caramba! Aquí hay unaiglesia.Enestonohabíanadasorprendente;perootravezmequedéadmiradoal observar que él decía, como si lo animase una brillante idea: - ¡Vamos aentrar!Enefecto,entramos,yWemmickdejósucañadepescarenelsoportal.Luegomiró alrededor. Hecho esto, buscó en los bolsillos de su chaqueta ysacóunpaquetito,diciendo:-¡Caramba!Aquítengounpardeguantes.Voyaponérmelos.Losguantes erande cabritillablanca,y el buzónde suboca seabrió por completo, lo cual me inspiró grandes recelos, que se acentuaronhastaconvertirseenunacertidumbre,alverquesuancianopadreentrabaporunapuertalateralescoltandoaunadama.-¡Caramba!-dijoWemmick-.Aquítenemos a la señorita Skiffins. ¡Vamos a casarnos! 217 Aquella discretadamisela iba vestida como de costumbre, a excepción de que en aquelmomento se ocupaba en quitarse sus guantes verdes para ponerse otrosblancos. El anciano estaba igualmente entretenido en preparar un sacrificiosimilaranteelaltardeHimeneo.Elancianocaballero,sinembargo, luchabacon tantas dificultades para ponerse los guantes, que Wemmick creyónecesario obligarle a que se apoyara en una columna, y luego, situándosedetrás de ésta, tiró de los guantes, en tanto que, por mi parte, sostenía alancianopor la cintura, conobjetodequeofrecieseuna resistencia igual portodoslados.Graciasaesteingeniosoprocedimientoleentraronperfectamentelos guantes. Aparecieron entonces el pastor y su acólito, y nos situamosordenadamenteanteaquellabarandafatal.Continuandoensufingimientodeque todo se realizaba sin preparativo de ninguna clase, oí queWemmick sedecía a sí mismo, al sacar algo de su bolsillo, antes de que empezase laceremonia: - ¡Caramba! ¡Aquí tengo una sortija! Actué como testigo delnovio,entantoqueundébilujier,quellevabaungorroblancocomoeldeunniño de corta edad, fingía ser el amigo del alma de la señorita Skiffins. Laresponsabilidad de entregar a la dama correspondió al anciano, aunque, almismotiempoysinlamenorintención,logróescandalizaralpastor.Cuandoéste preguntó: «¿Quién entrega a esta mujer para que se case con estehombre?»,el ancianocaballero,quenosospechabani remotamenteelpuntode laceremoniaaquesehabía llegado,sequedómirandoafablementea losDiezMandamientos.Envistadeesto,elclérigovolvióapreguntar:«¿Quiénentregaaestamujerparaquesecaseconestehombre?»Ycomoelanciano

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caballero se hallase aún en un estado de inconsciencia absoluta, el novio legritóconsuvozacostumbrada:-Ahora,padre,yalosabes.¿Quiénentregaestamujer?Alocualelancianocontestó,conlamayorvehemencia,antesdedecirqueéllaentregaba:-Estábien,John;estábien,hijomío.Encuantoalclérigo,se puso de un humor tan malo e hizo una pausa tan larga, que, por unmomento, llegué a temer que la ceremonia no se terminase aquel día. Sinembargo,porfinsellevóacabo,yencuantosalimosdelaiglesia,Wemmickdestapólapilabautismal,metiólosblancosguantesenellaylavolvióatapar.LaseñoraWemmick,máscuidadosadelfuturo,semetiólosguantesblancosen el bolsillo y volvió a ponerse los verdes. - Ahora, señor Pip - dijoWemmick,triunfanteyvolviendoatomarlacañadepescar,-permítamequele pregunte si alguien podría sospechar que ésta es una comitiva nupcial.Habíaseencargadoelalmuerzoenunapequeñayagradabletaberna,situadaaunamilladedistanciamásomenosyenunapendientequehabíamásalládela iglesia. En la habitación había un tablero de damas, para el caso de quedeseáramos distraer nuestras mentes después de la solemnidad. Era muyagradableobservarquelaseñoraWemmickyanoalejabadesíelbrazodesumarido cuando se adaptaba a su cuerpo, sinoquepermanecía sentada enunsillón de alto respaldo, situado contra la pared, como un violoncello en suestuche, y se prestaba a ser abrazada delmismomodo como pudiera habersidohechocontanmelodiosoinstrumento.Tuvimosunexcelentealmuerzo,ycuandoalguienrechazabaalgodeloquehabíaenlamesa,Wemmickdecía:-Está ya contratado, ya lo saben ustedes. No tengan reparo alguno. Bebí enhonordelanuevapareja,enhonordelancianoydelcastillo;saludéalanoviaalmarcharme,ymehicelomásagradablequemefueposible.Wemmickmeacompañóhasta la puerta, ydenuevo le estreché lasmanosy ledeseé todasuertedefelicidades.-Muchasgracias-dijofrotándoselasmanos.-Nopuedeustedtenerideadelobienquesabecuidarlasgallinas.Yalemandaréalgunoshuevosparaque juzguepor símismo.Y ahora tenga en cuenta, señorPip -añadióenvozbajaydespuésde llamarmecuandoyamealejaba, - tengaencuenta,seloruego,queésteesunllamamientodeWalworthyquenadatieneque ver con la oficina. - Ya lo entiendo – contesté, - y que no hay quemencionarloenLittleBritain.Wemmickafirmóconunmovimientodecabeza.-Después de lo que dio usted a entender el otro día, conviene que el señorJaggers no se entere de nada. Tal vez se figuraría que seme reblandece elcerebrooalgoporelestilo.

Capítulo56

Magwitchestabamuyenfermoenlacárceldurantetodoelintervaloquehubo

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entresuprisiónyeljuicio,hastaquellegóeldíaenquesecelebróéste.Teníadoscostillasrotas,queleinfirieronunaheridaenun218pulmón,yrespirabacon mucha dificultad y agudo dolor, que aumentaba día por día. Comoconsecuenciadeellohablabaenvoztanbajaqueapenasselepodíaoír,yporeso sus palabras eran pocas. Pero siempre estaba dispuesto a escucharme y,portanto,elprimerdeberdemividafueeldehablarleyeldeleerlelascosasque, según me parecía, escucharía atentamente. Como estaba demasiadoenfermoparapermanecerenlaprisióncomún,alcabodeunoodosdíasfuetrasladado a la enfermería. Esto me dio más oportunidades de permaneceracompañándole.Anoserporsuenfermedad,habríasidoaherrojado,puesseleconsiderabahombrepeligrosoycapazdefugarseapesardetodo.Loveíatodos los días, aunque sólo por un corto espacio de tiempo. Así, pues, losintervalos de nuestras separaciones eran lo bastante largos para que pudiesenotarensurostro loscambiosdebidosasuestadofísico.Norecuerdohaberobservadoenélningún indiciodemejoría.Cadadía estabapeorycadavezmásdébilapartirdelmomentoenquetrasélsecerrólapuertadelacárcel.Lasumisiónolaresignaciónquedemostrabaeranpropiosdeunhombrequeyaestá fatigado. Muchas veces, sus maneras, o una palabra o dos que se leescapaban,meproducíanlaimpresióndequetalvezélreflexionabaacercadesi,encircunstanciasmásfavorables,habríapodidoserunhombremejor,perojamássejustificabaconlamenoralusiónaestonitratabadedaralpasadounaformadistintadelaquerealmentetenía.Ocurrióendosotresocasionesyenmi presencia que alguna de las personas que estaban a su cuidado hiciesecualquier alusión a su mala reputación. Entonces, una sonrisa cruzaba surostroyvolvía losojoshaciamí con tan confiadamiradacomo si estuviesesegurodequeyoconocíasuspropósitosderedención,aunenlaépocaenqueeratodavíaunniño.Entodolodemássemostrabahumildeycontritoynuncale oí quejarse. Cuando llegó el día de la vista del juicio, el señor Jaggerssolicitóelaplazamientohastalasesiónsiguiente.Perocomoeraevidentequeelobjetodetalpeticiónsebasabaenlaseguridaddequeelacusadonoviviríatanto tiempo, fue denegada. Se celebró el juicio, y cuando le llevaron alTribunallepermitieronsentarseenunasilla.Nosemeimpidiósentarmecercade él,más allá del banquillode los acusados, aunque lobastante cercaparasostenerlamanoqueélmeentregó.Eljuiciofuecortoyclaro.Sedijocuantopodíadecirse en su favor, esdecir, quehabía adquiridohábitosde trabajoyquesecomportódeunmodohonroso,cumpliendoexactamentelosmandatosdelasleyes.Peronoeraposiblenegarelhechodequehabíavueltoydequeestaba allí en presencia del juez y de los jurados. Era, pues, imposibleabsolverle. En aquella época existía la costumbre, según averigüé gracias aquepudepresenciarlamarchadeaquellosprocesos,dededicarelúltimodíaapronunciar sentencias y terminar con el terrible efecto que producían las demuerte.Peroapenaspuedocreer,porelrecuerdoindeleblequetengodeaquel

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día y mientras escribo estas palabras, que viera treinta y dos hombres ymujerescolocadosanteeljuezyrecibiendoalavezaquellaterriblesentencia.Élestabaentrelostreintaydos,sentado,conobjetodequepudieserespiraryconservar la vida. Aquella escena parece que se presenta de nuevo a miimaginación con sus vívidos colores y entre la lluvia del mes de abril quebrillabaalosrayosdelsolyatravésdelasventanasdelasaladelTribunal.Enel espacio reservado a los acusados estaban los treinta y dos hombres ymujeres;algunosconairedereto,otrosaterrados,otrosllorandoysollozando,otrosocultándoseelrostroyalgunosmirandotristementealrededor.Entrelasmujeres resonaron algunos gritos, que fueron pronto acallados, y siguió unsilenciogeneral.Losalguaciles,consusgrandescollaresygalones,asícomolosujieresyunagranconcurrencia,semejantealadeunteatro,contemplabanelespectáculomientraslostreintaydoscondenadosyeljuezestabanfrenteafrente.Entonceseljuezsedirigióaellos.Entrelosdesgraciadosqueestabananteél,yacadaunodeloscualessedirigíaseparadamente,habíaunoquecasidesdesuinfanciahabíaofendidocontinuamentealasleyes;unoque,despuésde repetidos encarcelamientos y castigos, fue desterrado por algunos años;peroque,encircunstanciasdegranatrevimientoyviolencia, logróescaparyvolvióa ser sentenciadoparaundestierrodeporvida.Aquelmiserable,porespacio de algún tiempo, pareció estar arrepentido de sus horrores, cuandoestabamuylejosdelasescenasdesusantiguoscrímenes,yallíllevóunavidaapacibleyhonrada.Peroenunmomentofatal,rindiéndoseasuspasionesyasus costumbres, que por mucho tiempo le convirtieron en un azote de lasociedad,abandonóaquellugarenquevivíatranquiloyarrepentidoyvolvióala nación de donde había sido proscrito. Allí fue denunciado y, por algúntiempo,logróevadiralosoficialesdelajusticia,masporfinfuepresoenelmomento en que se disponía a huir, y él se resistió.Además, no se sabe sideliberadamenteo impulsadopor suciegoatrevimiento,causó lamuertedelquelehabíadenunciadoyqueconocíasuvidaentera.Ycomolapenadictadaporlasleyespara219elquesehallaraensucasoeralamásseverayél,porsuparte, había agravado su culpa, debía prepararse paramorir. El sol daba dellenoen losgrandesventanalesde lasalaatravesando lasbrillantesgotasdelluviasobreloscristalesyformabaunanchorayodeluzqueibaailuminarelespaciolibreentreeljuezylostreintaydoscondenados,uniéndolosasíytalvezrecordandoaalgunodelosqueestabanenlaaudienciaquetantoeljuezcomo los reos serían sometidos con absoluta igualdad al Gran Juicio queconocetodaslascosasynopuedeerrar.Levantándoseporunmomentoyconel rostro alumbrado por aquel rayo de luz, el preso dijo: -Milord, ya herecibidomisentenciademuertedelTodopoderoso,peromeinclinoanteladeVuestroHonor.Dichoestovolvióasentarse.Hubouncortosilencio,yeljuezcontinuó con lo que tenía que decir a los demás. Luego fueron condenadostodosformalmente,yalgunosdeellosrecibieronresignadoslasentencia;otros

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miraronalrededorconojosretadores;algunoshicieronseñasalpúblico,ydoso tres se dieron la mano, en tanto que los demás salían mascando losfragmentosdehierbaquehabían tomadodel suelo.Él fueelúltimoensalir,porqueteníanqueayudarlealevantarsedelasillayseveíaobligadoaandarmuydespacio;ymientrassalíantodoslosdemás,mediolamano,entantoqueel público se ponía enpie (arreglándose los trajes, como si estuviesen en laiglesiaoenotrolugarpúblico),altiempoqueseñalabanaunouotrocriminal,ymuchosdeellosamíyaél.Piadosamente,esperabayrogabaquemurieseantesdequellegaraeldíadelaejecucióndelasentencia;pero,anteeltemorde que durase más su vida, aquella misma noche redacté una súplica alsecretariodelMinisteriodeEstadoexpresandocómoleconocíydiciendoquehabía regresadopormicausa.Mispalabras fueron tan fervientesypatéticascomomefueposible,ycuandohubeterminadoaquellapeticiónylamandé,redacté otras para todas las autoridades de cuya compasiónmás esperaba, yhasta dirigí una al monarca. Durante varios días y noches después de susentencia no descansé, exceptuando los momentos en que me quedabadormidoenmisilla,puesestabacompletamenteabsorbidoporelresultadoquepudieran tener mis peticiones. Y después de haberlas expedido no me eraposible alejarme de los lugares en que se hallaban, porque me sentía másanimado cuando estaba cerca de ellas. En aquella poco razonableintranquilidad y en el dolor mental que sufría, rondaba por las callesinmediatas a aquellasoficinas adondedirigiera las peticiones.Yaún ahora,las calles del oeste de Londres, en las noches frías de primavera, con susmansiones de aspecto severo y sus largas filas de faroles, me resultantristísimasporelrecuerdo.Lasvisitasquepodíahacerlehabíansidoacortadas,y la guardia que se ejercía junto a él era mucho más cuidadosa. Tal veztemiendo, viendo o figurándome que sospechaban en mí la intención dellevarlealgúnveneno,solicitéquemeregistrasenantesdesentarmejuntoasulecho,y.anteeloficialquesiempreestabaallímemanifestédispuestoahacercualquier cosa que pudiese probarle la sinceridad y la rectitud de misintenciones.Nadienostratabamalniaélniamí.Eraprecisocumplireldeber,perolohacíansinlamenorrudeza.Eloficialmeasegurabasiemprequeestabapeor, y en esta opinión coincidían otros penados enfermos que había en lamisma sala, así como los presos que les cuidaban como enfermeros, desdeluego malhechores, pero, a Dios gracias, no incapaces de mostrarsebondadosos.Amedidaquepasabanlosdías,observéquecadavezsequedabaconmásgustoechadodeespaldasymirandoalblancotecho,mientrasensurostro parecía haber desaparecido la luz, hasta que una palabra mía loalumbrabaporunmomentoyvolvíaaensombrecerseluego.Algunasvecesnopodíahablarnadaocasinada;entoncesmecontestabaconligeraspresionesenlamano,yyocomprendíabiensusignificado.Habíallegadoadiezelnúmerode días cuando observé en él un cambio mucho mayor de cuantos había

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notado. Sus ojos estaban vueltos hacia la puerta y parecieron iluminarsecuandoyoentré.-QueridoPip-medijoasíqueestuvejuntoasucama.-Mefiguréqueteretrasabas,peroyacomprendíqueesonoeraposible.-Eslahoraexacta-lecontesté.-Heestadoesperandoaqueabriesenlapuerta.-Siempreloesperasantelapuerta,¿noesverdad,queridoPip?-Sí.Paranoperderniunmomento del tiempo que nos conceden. - Gracias, querido Pip, muchasgracias.Dios te bendiga.Nomehas abandonadonunca, queridomuchacho.Ensilencioleoprimílamano,porquenopodíaolvidarqueenunaocasiónmehabíapropuestoabandonarle.-Lomejor-añadió-esquesiemprehaspodidoestarmásamiladodesdequefuipresoquecuandoestabaenlibertad.Esoeslomejor.220Estabaechadodeespaldasyrespirabaconmuchadificultad.Apesar de sus palabras y del cariño queme demostraba, era evidente que surostroseibaponiendocadavezmássombríoyquelamiradaeracadavezmásvagacuandosefijabaenelblancotecho.-¿Sufreustedmuchohoy?-Nomequejodenada,queridoPip.-Ustednosequejanunca.Habíapronunciadoyasus últimas palabras. Sonrió, y por el contacto de su mano comprendí quedeseabalevantarlamíayapoyarlaensupecho.Lohiceasí,élvolvióasonreíry luegopusosusmanossobre lamía.Pasabael tiempode lavisitamientrasestábamosasí;peroalmiraralrededorviqueeldirectordelacárcelestabaamiladoyquemedecía:-Nohaynecesidaddequesemarcheustedtodavía.Ledilasgraciasylepregunté:-¿Puedohablarle,encasodequemeoiga?Eldirectorseapartóunpocoehizoseñaaloficialparaqueleimitase.Talcambiose efectuó sin el menor ruido, y entonces el enfermo pareció recobrar lavivacidaddesuplácidamiradayvolviólosojoshaciamíconelmayorafecto.-QueridoMagwitch.Voy adecirle una cosa. ¿Entiendeustedmispalabras?Sentíunaligerapresiónenmismanos.-Enotrotiempotuvoustedunahijaala que quería mucho y a la que perdió. Sentí en la mano una presión másfuerte.-Puesvivióyencontrópoderososamigos.Todavíavive.Esunadamaymuy hermosa. Yo la amo. Con un último y débil esfuerzo que habría sidoinfructuosodenohaberleayudadoyo,llevómimanoasuslabios.Luego,muydespacio, la dejó caer otra vez sobre su pecho y la cubrió con sus propiasmanos.Recobróotravez laplácidamiradaque se fijabaenelblanco techo,pero ésta pronto desapareció y su cabeza cayó despacio sobre su pecho.Acordándome entonces de lo que habíamos leído juntos, pensé en los doshombresquesubieronalTempleparaorar,ycomprendíquejuntoasulechonopodíadecirnadamejorque: - ¡OhDiosmío!¡Sémisericordiosoconestepecador!

Capítulo57

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Comoestabaabandonadoamímismo,avisémi intencióndedejar libres lashabitaciones que ocupaba en el Temple en cuanto terminase legalmente micontrato de arrendamiento y quemientras tanto las realquilaría. En seguidapuse albaranes en las ventanas, porque como teníamuchas deudas y apenasalgún dinero, empecé a alarmarme seriamente acerca del estado de misasuntos. Mejor debiera escribir que debería haberme alarmado, de tenerbastante energía y clara percepción mental para darme cuenta de algunaverdad,apartedelhechodequemesentíamuyenfermo.Losúltimossucesosme habían dado energía bastante para aplazar la enfermedad, pero no paravencerla;luegoviqueibaaapoderarsedemí,ypocomeimportabalodemás,porquenadamedabacuidadoalguno.Duranteunoodosdíasestuveechadoenelsofá,enelsuelo…,encualquierparte,segúndieselacasualidaddequeme cayera en un lugar o en otro. Tenía la cabeza pesada y los miembrosdoloridos, pero ningún propósito ni ninguna fuerza. Luego llegó una nochequemepareciódeextraordinariaduraciónyquepasésumidoenlaansiedadyelhorror;ycuando,porlamañana,tratédesentarmeenlacamayreflexionaracerca de todo aquello, vi que era tan incapaz de una cosa como de otra.Ignoro si, en realidad, estuveenGardenCourt, enplenanoche,buscando lalancha que me figuraba hallaría allí, o si dos o tres veces me di cuenta,aterrado, de que estaba en la escalera y, sin saber cómo, había salido de lacama; otra vez me pareció verme en el momento de encender la lámpara,penetradodelaideadequeélsubíalaescaleraydequetodaslasdemáslucesestaban apagadas; también me molestó bastante una conversación, unascarcajadas y unos gemidos de alguien, y hasta llegué a sospechar que talesgemidos los hubiese proferido yomismo; en otra ocasión creí ver en algúnoscurorincóndelaestanciaunaestufadehierro,ymeparecióoírunavozquerepetidamentedecíaquelaseñoritaHavishamseestabaconsumiendodentro.Todo eso quise aclararlo conmigomismo y poner algún orden enmis ideascuando,aquellamañana,mevienlacama.Peroentreellasyyoseinterponíaelvapordeunhornodecal,desordenándolasporcompleto,yatravésdeaquelvaporfuecuandoviadoshombresquememiraban.-¿Quéquierenustedes?-preguntésobresaltado.-Nolosconozco.221-Perfectamente,señor-replicóuno de ellos inclinándose y tocándome el hombro. - Éste es un asunto que,según creo, podrá usted arreglar en breve; pero, mientras tanto, quedadetenido.-¿Acuántoasciendeladeuda?-Acientoveintitréslibrasesterlinas,quince chelines y seis peniques. Creo que es la cuenta del joyero. - ¿Quépuedo hacer? - Lomejor es ir ami casa - dijo aquel hombre. - Tengo unahabitación bastante confortable. Hice algunos esfuerzos para levantarme yvestirme.Cuandomefijéenellosdenuevo,viqueestabanaalgunadistanciadelacamaymirándome.Yoseguíaechado.-Yavenustedescuálesmiestado-dije-Sipudiese,losacompañaría,peroenrealidadnomeesposible.Ysiseme llevan,meparecequememoriréenelcamino.Talvezme replicaron,o

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discutieron el asunto, o trataron de darme ánimospara queme figurase queestaba mejor de lo que yo creía. Pero como en mi memoria sólo estánprendidosportandébilhilo,noséloquerealmentehicieron,aexcepcióndequedesistierondellevárseme.Despuéstuvemuchafiebreysufrímucho.Con,frecuencia, perdía la razón, y el tiempo me pareció interminable. Sé queconfundí existencias imposibles con mi propia identidad; me figuré ser unladrilloenlapareddelacasayquedeseabasalirdellugarenquemehabíancolocado losconstructores; luegocreí serunabarradeacerodeunaenormemáquina que semovía ruidosamente y giraba como sobre un abismo, y, sinembargo,yoimplorabaenmipropiapersonaquesedetuvieselamáquina,ylapartequeyoconstituíaenellasedesprendió;enunapalabra,pasépor todasesas fases de la enfermedad, segúnme consta por mis propios recuerdos ysegún comprendí en aquellos días. Algunas veces luchaba con gente real yverdadera, en la creencia de que eran asesinos; de pronto comprendía quequerían hacerme algún bien, y entonces me abandonaba exhausto en susbrazosydejabaquemetendiesenenlacama.Pero,sobretodo,comprendíquehabíauna tendenciaconstanteen todaaquellagente,pues,cuandoyoestabamuyenfermo,meofrecíantodasuertedeextraordinariastransformacionesdelrostro humanoy se presentaban amí con tamaño extraordinario; pero sobretodo, repito, observé una decidida tendencia, en todas aquellas personas, aasumir,másprontoomástarde,elparecidodeJoe.Encuantohubopasadolafasemáspeligrosademienfermedadempecéadarmecuentadeque,asícomocambiabantodoslosdemásdetalles,esterostroconocidonose transformabaenmaneraalguna.Cualesquieraquefuesenlasvariacionesporlasquepasara,siempreacababapareciéndoseaJoe.Alabrirlosojos,porlanoche,veíaaJoesentado juntoamicama.Cuando losabríadedía, leveíasentado juntoa lasemicerrada ventana y fumando en su pipa. Cuando pedía una bebidarefrescante,laqueridamanoquemeladabaeratambiénladeJoe.Despuésdebeber me reclinaba en mi almohada, y el rostro que me miraba con tantaternurayesperanzaeraasimismoeldeJoe.Porfin,undíatuvebastanteánimopara preguntar: - ¿Es realmente Joe? - Sí; Joe, querido Pip - me contestóaquella voz tan querida de mis tiempos infantiles. - ¡Oh Joe! ¡Me estásdestrozando el corazón! Mírame enojado, Joe. ¡Pégame! Dime que soy uningrato.Noseastanbuenoconmigo.EsolodijeporqueJoehabíaapoyadosucabezaenlaalmohada,amilado,ymerodeóelcuelloconelbrazo,felizenextremodequelehubieseconocido.-Cállate,queridoPip-dijoJoe.-Túyyosiemprehemossidobuenosamigos.Ycuandoestésbienparadarunpaseo,yaverásquéalondrascazamos.Dichoesto,Joeseretiróalaventanaymevolvióla espalda mientras se secaba los ojos. Y como mi extrema debilidad meimpedíalevantarmeairasulado,mequedéenlacamamurmurando,llenoderemordimientos: - ¡Dios lebendiga! ¡Diosbendigaaestehombrecariñosoycristiano!LosojosdeJoeestabanenrojecidoscuandoleviotravezamilado;

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peroentoncesletomélamanoylosdosfuimosmuyfelices.-¿Cuántotiempohace, querido Joe? - ¿Quieres saber, Pip, cuánto tiempo ha durado tuenfermedad?-Sí,Joe.-Hoyeselúltimodíademayo.Mañanaesprimerodejunio.-¿Yhasestadosiempreaquí,queridoJoe?-Casisiempre,Pip.Porque,comodijeaBiddycuandorecibimosporcartanoticiasdetuenfermedad,cartaque nos entregó el cartero, el cual, así como antes era soltero, ahora se hacasado,apesardeque222apenaslepaganlospaseosquesedayloszapatosquegasta,peroeldinerono le importagrancosa,porqueante tododeseabacasarse…-¡Quéagradablemepareceoírte,Joe!PeroteheinterrumpidoenloquedijisteaBiddy. -Pues fue -dijoJoe -que,como túestaríasentregenteextraña,ycomotúyyosiemprehemossidobuenosamigos,unavisitaentalesmomentosseríabienrecibida,yBiddymedijo:«Vayaasuladosinpérdidadetiempo.»Éstas-añadióJoeconla.mayorsolemnidad-fueronlaspalabrasdeBiddy:«Vayaustedasuladosinpérdidadetiempo.»Enfin,noteengañarémucho-añadióJoedespuésdegravesreflexiones-sitedigoquelaspalabrasdeBiddyfueron:«Sinperderunsolominuto.»EntoncesseinterrumpióJoeyme informó que no debía hablarmucho y que tenía que tomar un poco dealimentoconalgunafrecuencia,tantosimegustabacomosino,pueshabíadesometermeasusórdenes.Yolebesélamanoymequedéquieto,entantoqueél se disponía a escribir una carta a Biddy para transmitirle mis cariñososrecuerdos.Sindudaalguna,Biddyhabíaenseñadoaescribira Joe.Mientrasyoestabaenlacamamirándole,mehizollorardeplaceralverelorgulloconque empezaba a escribir la carta. Mi cama, a la que se habían quitado lascortinas,habíasidotrasladada,mientrasyolaocupaba,alahabitaciónqueseusabacomosala,porserlamayorylamásventilada.Habíanquitadodeallílaalfombra,ylahabitaciónseconservabafrescayaireadadedíaydenoche.Enmipropioescritorio,queestabaenunrincónllenodebotellitas,Joesedispusoarealizarsugrantrabajo.Paraelloescogióunaplumadeentrelasvariasquehabía,comosisetratasedeuncajónllenodeherramientas,ysearremangólosbrazoscomosisedispusieraaempuñarunapalancadehierroounmartillodeenormes dimensiones. Tuvo necesidad de apoyarse pesadamente en lamesasobre su codo izquierdo y situar la pierna derecha hacia atrás, antes de quepudieseempezar,y,cuandolohizo,cadaunodesusrasgoseratanlentoquehabríatenidotiempodehacerlosdeseispiesdelargo,entantoquecadavezque dirigía la pluma hacia arriba, yo la oía rechinar ruidosamente. Tenía lacuriosailusióndequeeltinteroestabaenunlugarendonderealmentenosehallaba,yrepetidasveceshundíalaplumaenelespacioy,alparecer,quedabamuysatisfechodelresultado.Devezencuandoseveíainterrumpidoporalgúnserio problema ortográfico, pero en conjunto avanzaba bastante bien, y encuanto hubo firmado con su nombre, después de quitar un borrón,trasladándoloasucabezapormediodelosdedos,selevantóyempezóadarvueltascercadelamesa,observandoelresultadodesuesfuerzodesdevarios

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puntosdevista,muysatisfecho.ConobjetodenoponeraJoeenunapurosiyohablabamucho,aunsuponiendoquehubierasidocapazdeello,aplacémipregunta acerca de la señorita Havisham hasta el día siguiente. Cuando lepreguntésisehabíarestablecido,moviólacabeza.-¿Hamuerto,Joe?-Mira,querido Pip - contestó Joe en tono de reprensión y con objeto de darme lanoticiapocoapoco,-nollegaréaafirmareso;peroelcasoesqueno…-¿Quenovive,Joe?-Estoseacercamuchoalaverdad-contestóJoe.-Novive.-¿Durómucho,Joe?-Despuésdequetútepusistemalo,durócasi…loquetúllamaríasunasemana-dijoJoe,siempredecidido,enobsequiomío,adarmelanoticiaporgrados. - ¿Tehasenterado,querido Joe, aquiénvaaparar sufortuna? - Puesmira, Pip, parece que dispuso de lamayor parte de ella enfavor de la señorita Estella. Aunque parece que escribió un codicilo de supropiamano, pocos días antes del accidente, dejando unas cuatromil librasesterlinas al señorMateo Pocket. ¿Y por qué te figuras, Pip, que dejó esascuatromillibrasalseñorPocket?PuesasconsecuenciadeloquePipledijoacercadeMateoPocket.SegúnmehainformadoBiddy,estoesloquedecíaelcodicilo: «a consecuencia de lo que Pipme dijo acerca deMateo Pocket».¡Cuatromil libras, Pip! Estas palabrasme causaronmucha alegría, pues tallegado completaba la única cosa buena que yo había hecho en mi vida.PreguntéentoncesaJoesiestabaenteradoacercadeloslegadosquehubieranpodidorecibirlosdemásparientes.-LaseñoritaSara-contestóJoe-recibiráveinticincolibrasesterlinascadaañoparaquesecomprepíldoras,puespareceque es biliosa. La señorita Georgiana recibirá veinte libras esterlinas. Laseñora…,¿cómosellamanaquellosextrañosanimalesquetienenjoroba,Pip?-¿Camellos? -dije,preguntándomeparaquéquerríasaberlo. -Esoes -dijoJoe -. La señora Camello…Comprendí entonces que se refería a la señoraCamilla.223-PueslaseñoraCamellorecibirácincolibrasesterlinasparaquese compre velas, a fin de que no esté a oscuras por las noches cuando sedespierte.LaexactituddeestosdetallesmeconvenciódequeJoeestabamuybienenterado.-Yahora-añadióJoe-creoquehoyyaestásbastantefuerteparaquetedéotranoticia.ElviejoOrlickcometióunroboconfracturaenunacasa.-¿Dequién?-pregunté.-Realmentesehaconvertidoenuncriminal-dijoJoe,-porqueelhogardeuninglésesuncastilloynosedebeasaltarloscastillos más que en tiempos de guerra. Parece que entró violentamente encasa de un tratante en granos. - ¿Entró, acaso, en la morada del señorPumblechook? -Eso es,Pip -me contestó Joe -, y le quitaron la gaveta; sequedaroncontodoeldineroquehallaronenlacasa,selebebieronelvinoyselecomierontodoloqueencontraron,y,nocontentosconeso,leabofetearon,le tiraron de la nariz, le ataron al pie de la cama y, para que no gritase, lellenaron la boca con folletos que trataban de jardinería. Pero Pumblechookconoció a Orlick, y éste ha sido encerrado en la cárcel del condado. Así,gradualmente, llegamos al momento en que ya podíamos hablar con toda

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libertad.Recobrélasfuerzasconmuchalentitud,peroavanzabasincesar,demanera que cada día estaba mejor que el anterior. Joe permanecíaconstantemente a mi lado, y yo llegué a figurarme que de nuevo era elpequeñoPip.LaternurayelafectodeJoeestabantanproporcionadosamisnecesidades,queyonoeramásqueunniñoensusmanos.Solíasentarseamiladoymehablaba con la antigua confianza que había reinado entre ambos,conlamismasencillezqueenlostiempospasadosydelmodoprotectorquehabíaconocidosiempreenél,hastaelpuntodequelleguéasentirlailusióndequetodamivida,apartirdelosdíaspasadosenlaviejacocina,nohabíasidomásqueunadetantaspesadillasdelafiebrequehabíadesaparecidoya.Hacíaenmiobsequiotodolonecesario,aexcepcióndelostrabajosdomésticos,paralos cuales contrató a una mujer muy decente, después de despedir a lalavandera el mismo día de su llegada. - Te aseguro, Pip - decía Joe parajustificar la libertad que se había tomado, - que sorprendí en la cama derepuestounagujerohechoporella,comosisetratasedeunbarrildecerveza,yquehabíallenadoyauncubodeplumasparavenderlas.Luegonohaydudadequetambiénsehabríallevadolasplumasdetupropiacama,apesardequeestuvieras tendidoenella,yquemástardese llevaríaelcarbón, losplatosyhastaloslicores.Esperábamosconverdaderaansiaeldíaenquepodríasaliradarunpaseo,asícomoenotrostiemposhabíamosesperadolaocasióndequeyo entrase a ser su aprendiz. Y cuando llegó este día y entró un carruajeabiertoenlacallejuela,Joemeabrigómuybien,melevantóensusbrazosymebajóhastaelcoche,endondemesentócomosiaúnfueseelniñopequeñoeindefensoenquientangenerosamenteemplearalariquezadesuespléndidapersona. Joe se sentó a mi lado y juntos salimos al campo, en donde semanifestabayaelveranoenlosárbolesyenlasplantas,mientrassusaromasllenaban el aire. Casualmente, aquel día era domingo, y cuando observé labellezaquemerodeabaypenséencómosehabíatransformadoycrecidotodoyencómosehabíanformadolasfloressilvestresyafirmadolasvocecillasdelos pájaros, de día y de noche, sin cesar, bajo el sol y bajo las estrellas,mientras,pobredemí.estabatendido,ardiendoyagitándomeenmicama,elrecuerdodehabersidomolestadoporlafiebreyporlainquietudenmilechoparecióinterrumpirmipaz.Perocuandooílascampanasdeldomingoymiréunpocomása labellezaqueme rodeaba,comprendíqueenmicorazónnohabía aún bastante gratitud, pues lamisma debilidadme impedía incluso laplenituddeestesentimiento,yapoyélacabezaenelhombrodeJoe,comoenotrostiempos,cuandomellevabaalaferiaoaotrapartecualquiera,ycualsielespectáculoqueteníadelantefuesedemasiadoparamisjuvenilessentidos.Me calmé poco después, y entonces empezamos a hablar como solíamos,sentadosenlahierba,juntoalaBatería.NohabíaelmenorcambioenJoe.Eraexactamente el mismo ante mis ojos; tan sencillamente fiel y justo comosiempre. Cuando estuvimos de regresome levantó y me condujo con tanta

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facilidad a través del patio y por la escalera, que evoqué aquella víspera deNavidad, tan llena de acontecimientos, en que me llevó a cuestas por losmarjales.Aúnnohabíamoshechoningunaalusiónamicambiodefortuna,ypormiparteignorabadequécosasestabaenteradoacercadelaúltimapartedemihistoria.Estaba tan recelosodemímismoyconfiaba tantoenél,quenopodía resolvermea tratardeaquelloenvistadequeélno lohacía. - ¿Estásenterado,Joe-lepreguntéaquellamismanoche,despuésdereflexionarlobienymientrasélfumabasupipa juntoa laventana-dequiéneramiprotector?224-Meenteré-contestóJoe-dequenoeralaseñoritaHavisham.-¿Supistequién era, Joe? - Tengo entendido que fue la persona que mandó a la otrapersonaquetediolosdosbilletesdeunalibraesterlinaenLosTresAlegresBarqueros,Pip.-Asíes.-¡Asombroso!-exclamóJoeconlamayorplacidez.-¿Sabesqueyamurió,Joe?-lepreguntéconcrecientedesconfianza.-¿Quién?¿Elquemandólosbilletes,Pip?-Sí. -Meparece-contestóJoedespuésdelargameditaciónymirandoevasivamentehaciaelasientoquehabíajuntoalaventana - como si hubiese oído que ocurrió algo en esa dirección. - ¿Oístehablar algo acercade sus circunstancias, Joe? -No,Pip. -Si quieres que lodiga,Joe…-empecé,peroélselevantóyseacercóamisofá.-Mira,queridoPip-dijoinclinándosesobremí,-siemprehemossidobuenosamigos,¿noesverdad?Yosentívergüenzadecontestarle.-Pues,entonces,muybien-dijoJoecomosiyohubiese contestado. -Yaestamosde acuerdo,ynohaymásquehablar. ¿Para qué tratar de asuntos que entre nosotros son absolutamenteinnecesarios?Hayasuntosdelosquenonecesitamoshablarparanada.¡Diosmío! ¡Y pensar en cuando se enfadaba tu pobre hermana! ¿Te acuerdas de«Thickler»?-Sí,Joe.-Puesmira,queridoPip–dijo.-Hicecuantopudeparaquetúy«Thickler»estuvieraisseparadoslomásposible,peromifacultaddelograrlonosiempreestabadeacuerdoconmisinclinaciones.Porquecuandotupobrehermanaestabaresueltaapegarte–añadió,-nohabríasidonadararoquemepegaseamítambiénsiyomostraselamenoroposición,y,además,lapaliza que habrías recibido hubiera sido seguramentemuchomás fuerte.Deesoestoyseguro.Yacomprendesquenomehabríaimportadoenabsolutoelquemetirasedeunapatilla,niquemesacudieraunaodosveces,siconellohubiesepodidoevitartetodoslosgolpes.Perocuando,ademásdeuntirónenlaspatillasodealgunassacudidas,yoveíaqueatitepegabaconmásfuerza,comprendíalainutilidaddeinterponerme,yporesomepreguntaba:«¿Dóndeestáelbienquehacesalmeterteeneso?»Elmaleraevidente,peroelbiennopodía descubrirlo por ninguna parte. ¿Y te parece que ese hombre obrababien?-Claroquesí,queridoJoe.-Puesbien,queridoPip-añadióél.-Siesehombre obraba siempre bien, no hay duda de que también hacía bien alabstenerse muchas veces, a pesar de su deseo, de que tú y «Thickler»estuvierais separados lomás posible. Por consiguiente, no hay que tratar deasuntos innecesarios. Biddy se esforzó mucho, antes de mi salida, en

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convencermedeeso,porquetengolacabezamuydura.Yahoraqueestamosdeacuerdo,nohayquepensarmásenello,sinoque loquenosconvieneesque cenes, que bebas un poco de agua con vino y luego que temetas entresábanas.LadelicadezaconqueJoeevitóeltratardeaquelasuntoyeltactoyla bondad con que Biddy le había preparado para eso me impresionaronextraordinariamente.PeroignorabaaúnsiJoeestabaenteradodemipobrezaydequemisgrandesesperanzassehabíandesvanecidocomonuestrasnieblasde los marjales ante los rayos del sol. Otra cosa en Joe que no pudecomprendercuandoempezóaseraparentefuelasiguiente:amedidaquemesentíamejorymásfuerte,Joeparecíanoestartanagustoconmigo.Durantelos días de debilidad y de dependencia entera con respecto a él,mi queridoamigohabíavueltoaadoptarelantiguotonoconquemetratabay,ademásdetutearme, se dirigía amí como cuando yo era chiquillo, y eso era paramisoídos una agradable música. Yo también, por mi parte, había vuelto a lascostumbresdemi infanciayleagradecíamuchoquemelopermitiese.Pero,imperceptiblemente, Joe empezó a abandonar tales costumbres, y aunque alprincipiomeextrañédeello,prontopudecomprenderquelacausaestabaenmíyquemíatambiéneratodalaculpa.NohaydudadequeyohabíadadoaJoemotivosparadudardemiconstanciayparapensarqueenmiprosperidadmeolvidabadeél.Sindudaalguna,elinocentecorazóndeJoecomprendiódeunmodo instintivo que, a medida que yome reponía, más se debilitaba lainfluenciaquesobremíejercía,yquevalíamásqueél,porsímismo,mostraseciertareservaantesdequeyomealejase.EnmiterceraocuartasalidaalosjardinesdelTemple,apoyadoenelbrazodeJoe,pudeobservarenél,ymuyclaramente,estecambio.Habíamosestadosentadostomandolacálidaluzdelsol ymirando al río, cuando yo dije, en elmomento de levantarnos: 225 -Mira,Joe,yapuedoandarpormímismoysinapoyoajeno.Ahoravasavercomo vuelvo solo a casa. - No debes hacer esfuerzos extraordinarios, Pip -contestó Joe; - pero conmucho gusto veré que es usted capaz, señor. Estasúltimas palabrasme disgustaronmucho, pero ¿cómo podía reconvenirle porellas? No pasé de la puerta del jardín y fingí estar más débil de lo querealmentemeencontraba, rogando a Joequemepermitiese apoyarmeen subrazo.Joeconsintió,perosequedópensativo.Pormiparte,tambiénloestaba,ynosolamenteporeldeseode impedirqueserealizaseestecambioenJoe,sino por la perplejidad en que me sumían mis pensamientos, que meremordíancruelmente.Meavergonzabadecirlecuáleramisituaciónycómohabíallegadoaella;perocreoquemirepugnanciaencontarletodoesonoeracompletamente indigna. Sin duda alguna, él querría ayudarme con suspequeñas economías, y, por mi parte, me decía que no era posibleconsentírselo.Ambospasamosaquellaveladamuypreocupados,peroantesdeacostarnos resolví esperar al día siguiente, que eradomingo,y con lanuevasemanaempezaríaminuevocomportamiento.Ellunesporlamañanahablaría

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aJoeacercadeestecambio,dejaríaaunladoelúltimovestigiodemireservay le diría cuáles eran mis pensamientos (advirtiendo al lector que aquelsegundolugarnohabíallegadoaún)yporquéhabíadecididonoiralladodeHerbert, y de este modo no dudaba de que habría vencido para siempr elcambio que en él notaba. A medida que me mostraba más franco, Joe meimitaba, como si él hubiese llegado a alguna resolución. Pasamosapaciblementeeldíadeldomingoyluegosalimosalcampoparapasear.-Nosabesloquemealegrodehaberestadoenfermo,Joe-ledije.-QueridoPip,casiyaestásbien.Yaestáustedbien,caballero.-Estatemporadalarecordarétodalavida,Joe.-Lomismomeocurreamí,señor-contestóJoe.-Hemospasado juntos un tiempo muy agradable, Joe, y, por mi parte, no puedoolvidarlo. En otra época pasamos un tiempo juntos, que yo había olvidadoúltimamente;peroteaseguroquenoolvidaréestaúltimatemporada.-Pip-dijoJoe, algo turbado en apariencia.- No sabes cuántas alondras ha habido. Miquerido señor, lo que haya ocurrido entre nosotros… ha ocurrido. Por lanoche,encuantomehubeacostado,Joevinoamicuarto,comohabíahechodurantetodamiconvalecencia.Mepreguntósiteníalaseguridaddeestartanbien como lamañana anterior. - Sí, Joe.Casi completamente igual. - ¿Estáscadadíamásfuerte,queridoPip?-Sí,Joe,mevoyreforzandocadavezmás.Joedioconsuenormemanoalgunaspalmadascariñosassobrelasábanaquemecubríaelhombroyconvozquemeparecióroncadijo:-Buenasnoches.Cuandome levantéa lamañana siguiente,descansadoyvigoroso, estabayaresueltoadecírselotodoaJoesinmásdemora.Lehablaríaantesdedesayunar.Me proponía vestirme en seguida y dirigirme a su cuarto para darle unasorpresa, porque aquél era el primer día en que me levanté temprano. Medirigí a su habitación, pero observé que no estaba allí, y no solamente noestabaél,sinoquetambiénhabíadesaparecidosubaúl.Apresuradamentemedirigíhacialamesaenquesolíamosdesayunarnos,yenellaencontréunanotaescrita, cuyo breve contenido era éste: «Deseando no molestarte, me hemarchadoporqueyaestáscompletamentebien,queridoPip,y teencontrarásmejorcuandoestéssolo.»JoeP.S.:Siempresomosbuenosamigos».Unidoalacartahabíael recibopor ladeuday lascostasenvirtudde locualhabíanquerido detenerme. Hasta aquel momento, yo me había figurado que miacreedor había retirado o suspendido la demanda en espera de mi totalrestablecimiento,perojamásmeimaginéqueJoelahubiesepagado.Asíera,en efecto, y el recibo estaba extendido a su nombre. ¿Qué podia hacer yo,pues,sinoseguirlealaviejayqueridafraguayallíhablarleconelcorazónenlamanoyexpresarlemiarrepentimiento,para luegoaliviarmicorazónymimente de aquella segunda 226 condición que había empezado siendo algovagoenmispropiasideas,hastaqueseconvirtióenunpropósitodecidido?Locual era que iría ante Biddy, que le mostraría cuán humilde y arrepentidovolvía a su lado; le diría cómo había perdido todas mis esperanzas y le

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recordaríanuestrasantiguasconfidenciasenlaépocafelizdemivida.Luegolediría:«Biddy,creoquealgunavezmequisiste,cuandomierrantecorazón,apesardequesealejabadeti,sesentíamástranquiloymejorcontigoqueencompañíadeotrapersonacualquiera.Siahoramequierestansólolamitaddeentonces,sipuedesaceptarmecontodasmisfaltasytodasmisdesilusiones,sipuedes recibirme como a un niño a quien se ha perdonado, y en realidad,Biddy, estoy tan apesadumbrado como si lo fuese, y necesito tanto una vozcariñosayunamanoacariciadoracomositodavíafuesepequeño,sitodoesopuede ser, creo que ahora soy algomás digno de ti que en otro tiempo, nomucho, desde luego, pero sí algo. Y, además, Biddy, tú has de decir si mededico a trabajar en la fragua con Joe o si busco otras ocupaciones en estaregiónomemarchoaunpaísdistante,endondemeesperaunaoportunidadque desprecié al serme ofrecida, hasta que conociera tu respuesta. Y ahora,queridaBiddy,simedicesquepodrásiratravésdelmundodemibrazo,harásqueesemundoseamásbenignoparaconmigoyqueyoseamejorparaconél,mientras yo lucharé para convertirlo en lo que tú mereces». Tal era mipropósito. Después de tres días, durante los cuales adelantó algo mirestablecimiento, fui a mi pueblo para ponerlo en ejecución. Y no hay quedecirconcuántaprisameencaminéallá.

Capítulo58

Había llegadoyaal lugardeminacimientoyasuvecindad,nosinantesdeque lo hiciera yo, la noticia de que mi fortuna extraordinaria se habíadesvanecidototalmente.PudeverqueenElJabalíAzulseconocíalanoticiayqueesohabíacambiadoporcompletolaconductadetodosconrespectoamí.Y así como El Jabalí Azul había cultivado, con sus asiduidades, la buenaopiniónquepudieratenerdeélcuandomisituaciónmonetariaeraexcelente,semostróenextremofríoenesteparticularahoraqueyanoteníapropiedadalguna. Llegué por la tarde y muy fatigado por el viaje, que tantas vecesrealizaraconlamayorfacilidad.ElJabalíAzulnopudodarmeeldormitorioquesolíaocupar,porqueestabayacomprometido(talvezporotroque teníagrandesesperanzas),ytansólopudoofrecermeunahabitacióncorrienteentrelas sillas de posta y el palomar que había en el patio. Pero dormí tanprofundamente en aquella habitación como en lamejor que hubiera podidodarme,ylacalidaddemissueñosfuetanbuenacomolopodiahaberresultadoladelmejordormitorio.Muytemprano,porlamañana,mientrassepreparabael desayuno, me fui a dar una vuelta por la casa Satis. En las ventanascolgabanalgunasalfombrasyenlapuertahabíaunoscartelesanunciandoqueenlasiguientesemanasecelebraríaunaventapúblicadelmobiliarioydelos

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efectos de la casa. Ésta también iba a ser vendida como materiales deconstrucciónyluegoderribada.Ellotenúnerounoestabaseñaladoconletrasblancasenlafábricadecerveza.Ellotenúmerodosconsistíaenlapartedeledificio principal que había permanecido cerrado durante tanto tiempo.Habíanseseñaladootroslotesendistintaspartesdelafincayhabíanarrancadola hiedra de las paredes, para que resultasen visibles las inscripciones, demodoqueenelsuelohabíagrancantidaddehojasdeaquellaplantatrepadora,yasecasycasiconvertidasenpolvo.Atravesandoporunmomentolapuertaabiertaymirandoalrededordemíconlatimidezpropiadeunforasteroquenotenía nada que hacer en aquel lugar, vi al representante del encargado de laventaquesepaseabaporentrelosbarrilesyqueloscontabaenbeneficiodeunapersonaquetomabanotaplumaenmanoyqueusabacomoescritorioelantiguo sillón de ruedas que tantas veces empujara yo cantando, al mismotiempo, la tonadadeOldC1em.Cuandovolví adesayunarmeen la saladelcafédeEl JabalíAzul encontré al señorPumblechook, que estabahablandocon el dueño. El primero, cuyo aspecto no había mejorado por su últimaaventura nocturna, estaba aguardándome y se dirigió amí en los siguientestérminos: -Lamentomucho, joven, verle a usted en tanmala situación.Pero¿quépodiaesperarse?Yextendiólamanoconademáncompasivo,ycomoyo,aconsecuenciademienfermedad,nomesentíaconánimosparadisputar,selaestreché. - ¡Guillermo! - dijo el señor Pumblechook al camarero. - Pon unpanecilloenlamesa.¡Aestohallegadoaparar!¡Aesto!Yomesentédemalaganaantemidesayuno.ElseñorPumblechookestabajuntoamíymesirvióelté antes de que yo pudiese alcanzar la tetera, con el aire de un bienhechorresuelto a ser fiel hasta el final. 227 - Guillermo - añadió el señorPumblechookcontristeacento.-Traelasal.Entiemposmásfelices-exclamódirigiéndoseamí,-creoquetomabaustedazúcar.¿Legustabalaleche?¿Sí?Azúcary leche.Guillermo, traeberros. -Muchasgracias -dije secamente, -pero no me gustan los berros. - ¿No le gustan a usted? - repitió el señorPumblechook dando un suspiro ymoviendo de arriba abajo varias veces lacabeza,comosiyaesperasequemiabstinenciaconrespectoalosberrosfueseunaconsecuenciademimalasituacióneconómica.-Esverdad.Lossencillosfrutos de la tierra. No, no traigas berros, Guillermo. Continué con midesayuno,yelseñorPumblechooksiguióamilado,mirándomeconsusojosde pescado y respirando ruidosamente como solía. -Apenas ha quedado deustedalgomásquelapielyloshuesos-dijoenvozaltaycontristeacento.-Y, sin embargo, cuando se marchó de aquí (y puedo añadir que con mibendición) y cuando yo le ofrecí mi humilde establecimiento, estaba tanredondo como unmelocotón. Estome recordó la gran diferencia que habíaentre sus serviles modales al ofrecerme su mano cuando mi situación erapróspera:«¿Meserápermitido…?»,ylaostentosaclemenciaconqueacababade ofrecer los mismos cinco dedos regordetes. - ¡Ah! - continuó, ¿Y se va

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ustedahora-entregándomeelpanylamanteca-alladodeJoe?-¡Ennombredelcielo!-exclamé,irritado,amipesar—¿Quéleimportaadóndevoy?Hagael favor de dejar quieta la tetera. Esto era lo peor que podia haber hecho,porquedioaPumblechooklaoportunidadqueestabaaguardando.-Sí,joven-contestósoltandoelasadelatetera,retirándoseunoodospasosdelamesayhablandodemaneraqueleoyeseneldueñoyelcamarero,queestabanenlapuerta.-Dejarélatetera,tieneustedrazón,joven.Porunavezsiquiera,tieneustedrazón.Meolvidédemímismocuandotometalinterésensudesayunoycuando deseé que su cuerpo, exhausto ya por los efectos debilitantes de laprodigalidad, se estimulara con el sano alimento de sus antepasados. Y, sinembargo -añadióvolviéndosealdueñoyalcamareroyseñalándomeconelbrazoestirado,-ésteeselmismoaquiensiempreatendíenlosdíasdesufelizinfancia.Pormásquemediganquenoesposible,yorepetiréqueeselmismo.Le contestó un débil murmullo de los dos oyentes; el camarero parecíasingularmente afectado. - Es el mismo - añadió Pumblechook - a quienmuchasvecesIlevéenmicochecillo.Eselmismoaquienvicriarconbiberón.Eselmismohermanodelapobremujerqueeramisobrinaporsucasamiento,laquesellamabaGeorgiansMaria,enrecuerdodesupropiamadre.¡Queloniegue, si se atreve a tanto! El camarero pareció convencido de que yo nopodianegarlo,y,naturalmente,estoagravóenextremomicaso.-Joven-añadióPumblechookestirandolacabezahaciamícomoteníaporcostumbre.-AhorasevaustedalladodeJoe.Mehapreguntadoquémeimportaelsaberadóndeva.Yleafirmo,caballero,queustedsevaal ladodeJoe.Elcamarerotosió,como si me invitase modestamente a contradecirle. - Ahora - añadióPumblechook, con el acento virtuoso que me exasperaba y que ante susoyenteserairrebatibleyconcluyente,-ahoravoyadecirleloquediráustedaJoe. Aquí están presentes estos señores de El Jabalí Azul, conocidos yrespetadosenlaciudad,yaquíestáGuillermo,cuyoapellidoesPotkins,sinome engaño. - No se engaña usted, señor - contestó Guillermo. -Pues en supresencia le diré a usted, joven, lo que, a su vez, dirá a Joe. Le dirá usted:«Joe, hoyhe visto ami primer bienhechor y al fundador demi fortuna.Nopronuncioningúnnombre, Joe, pero así le llaman en la ciudad entera.Aél,pues, lehevisto».-Pues,pormiparte, juroquenoleveo-contesté.-Puesdígaselo así - replicóPumblechook. -Dígaselo así, yhasta elmismo Joe sequedará sorprendido. - Se engaña usted por completo con respecto a él –contesté, - porque le conozco bastante mejor. - Le dirá usted - continuóPumblechook:-«Joe,hevistoaesehombre,quiennoconocelamaliciaynomequieremal.Conocetucarácter,Joe,yestábienenteradodequeeresdurodemollera ymuy ignorante; también conocemi carácter, Joe, y conocemiingratitud.Sí,Joe,conocemicarenciatotaldegratitud.Éllosabemejorquenadie,Joe.Túno losabes,Joe,porqueno tienesmotivosparaello,peroesehombre sí lo sabe». A pesar de lo asno que demostraba ser, llegó a

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asombrarmedequetuvieseeldescarodehablarmedeestamanera.228-Lediráusted:«Joe,mehadadounencargoqueahoravoyarepetirte.YesqueenmiruinahavistoeldedodelaProvidencia.AlverlosupoqueeraeldedodelaProvidencia-aquímoviólamanoylacabezasignificativamentehaciamí,-yesededoescribiódeunmodomuyvisible:Enpruebade ingratitudhaciasuprimerbienhechoryfundadordesufortuna.Peroestehombremedijoquenosearrepentíadelohecho,Joe,deningúnmodo.Lohizoporserjusto,porqueél era bueno y benévolo, y otra vez volvería a hacerlo». - Es una lástima -contesté burlonamente al terminar mi interrumpido desayuno - que estehombrenodijeseloquehabíahechoyloquevolveríaahacer.-Oiganustedes- exclamó Pumblechook dirigiéndose al dueño de El Jabalí Azul y aGuillermo.-Notengoinconvenienteenquediganustedesportodaspartes,encasodequelodeseen,quelohiceporserjusto,porqueyoerahombrebuenoybenévolo, y que volvería a hacerlo. Dichas estas palabras, el impostor lesestrechó vigorosamente la mano y abandonó la casa, dejándome másasombradoquedivertido.Notardémuchoensaliramivez,yalbajarporlacalleAltavique,sindudaconelmismoobjeto,habíareunidoaungrupodepersonas ante la puerta de su tienda, quienes me honraron con miradasirritadascuandoyopasabaporlaaceraopuesta.Mepareciómásatrayentequenunca ir al encuentro de Biddy y de Joe, cuya gran indulgencia hacia míbrillabaconmayorfuerzaquenunca,despuésderesistirelcontrasteconaqueldesvergonzado presuntuoso. Despacio me dirigí hacia ellos, porque mispiernasestabandébilesaún,peroamedidaquemeaproximabaaumentabaelaliviodemimenteymeparecíaquehabíadejadoamiespaldalaarroganciaylamentira.Eltiempodejunioeradelicioso.Elcieloestabaazul,lasalondrasvolaban a bastante altura sobre el verde trigo y el campo me pareció máshermosoyapaciblequenunca.Entreteníanmicaminonumerososcuadrosdelavidaquellevaríaallíydeloquemejoraríamicaráctercuandopudiesegozardeuncariñosoguía cuya sencilla feybuen juiciohabíaobservado siempre.Estas imágenes despertaron en mí ciertas emociones, porque mi corazónsentíase suavizadopormi regreso y esperaba tal cambioque nomepareciósinoquevolvíaacasadescalzoydesdemuylejosyquemividaerrantehabíadurado muchos años. Nunca había visto la escuela de la que Biddy eraprofesora;perolacallejuelaporlaquememetíenbuscadesilenciomehizopasaranteella.Medesagradóqueeldíafuesefestivo.PorallínohabíaniñosylacasadeBiddyestabacerrada.Desaparecieronenuninstantelasesperanzasquehabíatenidodeverlaocupadaensusdeberesdiarios,antesdequeellameviese.Perolafraguaestabaamuypocadistancia,yaellamedirigípasandopor debajo de los verdes tilos y esperando oír el ruido delmartillo de Joe.Mucho después de cuando debiera haberlo oído, y después también dehabermefiguradoquelooía,viquetodoeraunailusión,porqueenlafraguareinabaelmayorsilencio.Allíestabanlostilosylasoxiacantas,asícomolos

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avellanos, y sus hojas se movieron armoniosamente cuando me detuve aescuchar;peroenlabrisadelveranonoseoíanlosmartillazosdeJoe.Llenode temor,aunquesinsaberporqué,de llegarpor final ladode la fragua, ladescubríalcabo,viendoqueestabacerrada.Enellanobrillabanelfuegonilascentellas, ni semovían tampoco los fuelles. Todo estaba cerrado e inmóvil.Perolacasanoestabadesierta,sinoque,porelcontrario,parecíaquelagentesehallaseenlasalagrande,puesblancascortinasseagitabanensuventana,queestabaabiertayllenadeflores.Suavementemeacerquéaella,dispuestoamirarporentrelasflores;pero,desúbito,JoeyBiddysepresentaronantemí,cogidos del brazo. En el primer instante, Biddy dio un grito como si sefigurara hallarse en presencia de mi fantasma, pero un momento despuésestuvo entremis brazos.Lloré al verla, y ella lloró también al verme; yo alobservarcuánbellaylozanaestaba,yellanotandolopálidoydemacradoqueestabayo. - ¡Qué lindaestás,queridaBiddy! -Gracias,queridoPip. - ¡Y tú,Joe,quéguapoestástambién!-Gracias,queridoPip.Yolosmiréaalosdos,primeroaunoy luegoaotro,ydespués…-Eseldíademiboda-exclamóBiddyenunestallidodefelicidad.-AcabodecasarmeconJoe.Mellevaronalacocina,ypudereposarmicabezaenlaviejamesa.Biddyacercóunademismanosasuslabios,yenmihombrosentíeldulcecontactodelamanodeJoe.-Todavíanoestábastantefuerteparasoportarestasorpresa,queridamía-dijoJoe.-Habríadebidotenerloencuenta,queridoJoe-replicóBiddy,-pero¡soytanfeliz…!Yestabantancontentosdeverme,tanorgullosos,tanconmovidosytansatisfechos,quenoparecíasinoque,porunacasualidad,hubiesellegadoyoparacompletarlafelicidaddeaqueldía.229Miprimeraideafueladedargracias a Dios por no haber dado a entender a Joe la esperanza que hastaentonces me animara. ¡Cuántas veces, mientras me acompañaba en mienfermedad, había acudido a mis labios! ¡Cuán irrevocable habría sido suconocimiento de esto si él hubiese permanecido conmigo durante una horasiquiera!-QueridaBiddy–dije.-Tieneselmejormaridodelmundoentero.Ysi lohubiesesvistoa lacabecerademicama…,perono,no.Noesposiblequeleamesmásdeloqueleamasahora.-No,noesposible-dijoBiddy.-Ytú,queridoJoe,tienesalamejoresposadelmundo,yteharátanfelizcomomereces,querido,nobleybuenJoe.Éstememirócontemblorososlabiosysepusolamangadelantede losojos. -Yahora,JoeyBiddy,comohoyhabéisestado en la iglesia y os sentís dispuestos a demostrar vuestra caridad yvuestroamorhaciatodalahumanidad,recibidmihumildeagradecimientoporcuantohabéishechopormí,apesardequeoslohepagadotanmal.Ycuandoos haya dicho quememarcharé dentro de una hora, porque en breve he dedirigirme al extranjero, y que no descansaré hasta haber ganado el dinerogracias al cualme evitasteis la cárcel y puedamandároslo, no creáis, Joe yBiddy queridos, que si pudiese devolvéroslo multiplicado por mil Podríapagarosladeudaquehecontraídoconvosotrosyquedejaríadehacerlosime

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fueseposible.Ambosestabanconmovidospormispalabrasymesuplicaronquenodijesenadamás. -Hededecirosaúnotracosa.Espero,queridoJoe,quetendréishijosaquienesamaryqueenelrincóndeestachimeneaalgúnpequeñuelo se sentará una noche de invierno y que os recordará a otropequeñueloquesemarchóparasiempre.Noledigas,Joe,quefuiingrato;noledigas,Biddy,quefuipocogenerosoeinjusto;decidletansóloqueoshonréa losdospor lobuenosy lo fielesque fuisteisyque,comohijovuestro,yodijequeseríamuynaturalenélelllegaraserunhombremuchomejorqueyo.-Nolediremos-replicóJoecubriéndosetodavíalosojosconlamanga,-nolediremosnadadeeso,Pip,yBiddytampocoselodirá.Ningunodelosdos.-Yahora,apesardeconstarmequeyalohabéishechoenvuestrosbondadososcorazones,osruegoquemedigáissimehabéisperdonado.Dejadmequeoigacomomedecísestaspalabras,afindequepuedallevarmeconmigoelsonidode ellas, y así podré creer que confiáis en mí y que me tendréis en mejoropiniónen los tiemposvenideros. - ¡OhqueridoPip! -exclamóJoe. - ¡Diossabequeteperdono,encasodequetengaalgoqueperdonarte!-¡Amén!¡YDiossabequeyopiensolomismo!-añadióBiddy.-Ahoradejadmesubirparaquecontempleporúltimavezmi cuartitoyparaquepermanezcaen él sólodurante algunos instantes. Y luego, cuando haya comido y bebido convosotros, acompañadme, Joe y Biddy, hasta el poste indicador del pueblo,antesdequenosdespidamosdefinitivamente.Vendí todo loque tenía, reunítantocomomefueposibleparallegaraunacuerdoconmisacreedores,queme concedieron todo el tiempo necesario para pagarles, y luegomemarchépara reunirme conHerbert.Unmes después había abandonado Inglaterra, ydos meses más tarde era empleado de «Clarriker & Co.». Pasados cuatromeses,yatomélosasuntosbajomiexclusivaresponsabilidad,porquelavigaqueatravesabaeltechodelasaladelacasadeMillPondBankdondevivieraProvishabíacesadodetemblaraimpulsosdelosgruñidosydelosgolpesdeBillBarley, y allí reinaba absolutapaz.Herbert había regresado a Inglaterrapara casarse con Clara, y yo me quedé como único jefe de la sucursal deOrientehastaqueélregresara.Variosañospasaronantesdequeyofuesesociodelacasa;perofuifelizconHerbertysuesposa.Vivíconfrugalidad,paguémisdeudasymantuveconstantecorrespondenciaconBiddyyJoe.Cuandofuisocio ami vez,Clarrikerme hizo traición con respecto aHerbert; entoncesdeclaróelsecretodelasrazonesporlascualesHerberthabíasidoasociadoalacasa, añadiendo que el tal secreto pesaba demasiado en su conciencia y noteníamásremedioquedivulgarlo.Así,pues, lohizo,yHerbertsequedótanconmovido como asombrado, pero no por eso fuimos mejores amigos queantes. No debe creer el lector que nuestra firma eramuy importante y queacumulábamosenormidadesdedinero.Nuestrosnegocioseranlimitados,peroteníamos excelente reputación y ganábamos lo suficiente para vivir. Lahabilidad y la actividad deHerbert eran tan grandes, quemuchas vecesme

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preguntécómopudefigurarmeniporunmomentoqueeraunhombreinepto.Peroporfincomprendíquetalvezlaineptitudnoestuvoenél,sinoenmí.

Capítulo59

Por espacio de once años no había visto a Joe ni a Biddy con los ojos delcuerpo,aunqueconmuchafrecuenciahabíanestadopresentesantelosdemialma.Unanochadediciembre, unahoraodos despuésdeoscurecer, apoyésuavemente lamanoenelpicaportede laviejapuertade la cocina.Lohicecon tanta suavidad que nome oyó nadie, y, sin que se dieran cuenta demipresencia, miré al interior. Allí, fumando su pipa en el lugar acostumbradoante la luzdelfuego, tanfuertey tanrobustocomosiempre,aunqueconloscabellosgrises, estaba Joe;y,protegidoenun rincónpor lapiernadeésteysentado en mi taburetito, vi que, mirando al fuego, estaba… ¿yo mismo,acaso? - Le dimos el nombre de Pip en recuerdo tuyo - dijo Joe, alegre enextremo, cuando yome senté en otro taburete al lado del niño (aunquemeguardémuybiendemesarleelcabello)yesperamosqueseparecerábastanteati.Asípensabayotambién,yalamañanasiguientemelollevéadarunpaseo.Hablamosmucho,ymutuamentenoscomprendimosalaperfección.Luegolellevéalcementerio,lehicesentarendeterminadatumbayélmemostródesdeaquel lugar la losa consagrada a lamemoria de «Philip Pirrip, último de laparroquia, y también de Georgiana, esposa del anterior». - Biddy - dije alhablarconelladespuésdecomerymientrassuhijitodormíaensuregazo.-EsprecisoquemedesaPip,omeloprestes.-Deningúnmodo-contestóBiddycariñosamente. - Es preciso que te cases. - Lo mismo me dicen Herbert yClara,peroyonosoydelamismaopinión,Biddy.Meheestablecidoyaensucasa de un modo tan permanente, que no es fácil que esto ocurra. Soy unsolterónaperpetuidad.Biddymiróalniño,sellevósumanecitaaloslabiosyluego,conlamismamanobondadosa,metocólamía.EnaquellaacciónyenlaligerapresióndelasortijadebodadeBiddyhuboalgoqueensíeramuyelocuente.-QueridoPip-dijoBiddy.-¿Estássegurodenosentirteenojadoconella?-¡Oh,no!Meparecequeno,Biddy.-Dímelocomoaunaantiguaamiga.¿Lahasolvidadoya?-MiqueridaBiddy,noheolvidadoenmividanada que se haya relacionado con este lugar. Pero aquel pobre sueño, comosolía llamarlo,hadesaparecidopor completo.Peroaún,mientrasdecíaestaspalabras,estabaconvencidodemideseosecretodevolveravisitarellugarenqueexistieralaantiguacasa,yenrecuerdodeella.Sí:enrecuerdodeEstella.Habíameenteradodequesuvidaeramuydesgraciada;dequeseseparódesumarido,quelatratabaconlamayorcrueldadyquellegóaserfamosoporsuorgullo,suavaricia,subrutalidadysubajeza.Tambiénmeenterédelamuerte

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desumaridoacausadeunaccidentedebidoalmaltratoquedioauncaballo.Esta liberación de Estella ocurrió dos años antes y, según me figuraba, sehabría casado ya otra vez. Como en casa de Joe se comía temprano, teníatiempomás que suficiente, sin necesidad de apresurar el rato de charla conBiddy,para irahacer lavisitadeseadaantesdequeoscureciese.Perocomomeentretuvemuchoporelcamino,mirandocosasquerecordabaypensandoenlostiempospasados,declinabayaeldíacuandolleguéallí.Yanoexistíalacasa,nilafábricadecerveza,niconstrucciónalguna,aexcepcióndelatapiadel antiguo jardín. El terreno había sido rodeado con una mala cerca, ymirando por encima de ella observé que parte de la antigua hiedra habíaretoñadoycrecíaverdeyfrescasobrelosmontonesderuinas.Comolapuertadeesacercaestabaentreabierta,laacabédeabrirypenetréenelrecinto.Unaniebla fría y plateada envolvía el atardecer, y la luna no había salido paradisiparla.Perolasestrellasbrillabanmásalládelanieblaysalíayalaluna,demodoquelanochenoeraoscura.Distinguíperfectamentedóndehabíaestadola antigua casa, la fábrica de cerveza, las puertas y los barriles.Después deesto y cuando miraba la desolada cerca del jardín, vi en él a una figurasolitaria. Ésta pareció haberme descubierto también mientras yo avanzaba.Hasta entonces se había ido acercando, pero luego se quedó quieta. Yomeaproximéymedicuentadequeeraunamujer.Y,alacercarmemás,estuvoapunto de alejarse, pero por fin se detuvo, permitiéndome llegar a su lado.Luego, como si estuviera muy sorprendida, pronunció mi nombre, y yo, alreconocerla,exclamé: - ¡Estella! -Estoymuycambiada.Meextrañaquemereconozcausted.Enrealidad,habíaperdidolalozaníadesubelleza,peroaúnconservaba su indescriptible majestad y su extraordinario encanto. Esosatractivos ya los conocía, pero lo que nunca vi en otros tiempos era la luzsuavizadayentristecidadeaquellosojos,antestanorgullosos,yloquenuncasentí en otro tiempo fue el contacto amistoso de aquella mano, antesinsensible.Nossentamosenunbancocercano,yentoncesdije:231-Despuésdetantosañosesrealmenteextraño,Estella,quevolvamosaencontrarnosenelmismolugarquenosvimosporvezprimera.¿Vieneustedaquíamenudo?-Desdeentoncesnohabíavuelto.-Yotampoco.Lalunaempezóalevantarse,yme recordó aquella plácidamirada al techo blanco, que ya había pasado, yrecordé también la presión enmimano en cuanto yo hube pronunciado lasúltimaspalabrasqueéloyóenestemundo.Estellafuelaprimeraenromperelsilencio que reinaba entre nosotros. -Muchas veces había esperado,proponiéndome volver, pero me lo impidieron numerosas circunstancias.¡Pobre, pobre lugar éste! La plateada niebla estaba ya iluminada por losprimeros rayos de luz de la luna, que también alumbraban las lágrimas quederramabansusojos.Entonces, ignorandoqueyo lasveíay ladeándoseparaocultarlas,añadió: -¿Sepreguntabausted,acaso,mientraspaseabaporaquí,cómo ha llegado a transformarse este lugar? - Sí, Estella. - El terreno me

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pertenece.Eslaúnicaposesiónquenoheperdido.Todolodemásmehasidoarrebatadopocoapoco;peropudeconservar esto.Fueelobjetode laúnicaresistenciaresueltaquelleguéahacerenlosmiserablesañospasados.-¿Vaaconstruirse algo aquí? -Sí. Y he venido a darle mi despedida antes de queocurra este cambio. Y usted - añadió con voz tierna para una persona que,comoyo,vivíaerrante, -¿viveusted todavíaenelextranjero?-Sí. -¿Levabien? -Trabajobastante,peromegano laviday,porconsiguiente…,sí, sí,mevabien.-Muchasveceshepensadoenusted-dijoEstella.-¿Deveras?-últimamente con mucha frecuencia. Pasó un tiempo muy largo y muydesagradable, cuando quise alejar de mi memoria el recuerdo de lo quedesdeñécuandoignorabasuvalor;pero,apartirdelmomentoenquemidebernofueincompatibleconlaadmisióndeesterecuerdo,lehedadounlugarenmi corazón. - Pues usted siempre ha ocupado un sitio en elmío - contesté.Guardamos nuevamente silencio, hasta que ella habló, diciendo: - Pocomefigurabaquemedespediría de usted al despedirmede este lugar.Me alegromuchodequeseaasí.-¿Sealegradequenosdespidamosdenuevo,Estella?Paramí,lasdespedidassonsiemprepenosas.Paramí,elrecuerdodenuestraúltimadespedidahasidosiempretristeydoloroso.-Ustedmedijo-replicóEstella con mucha vehemencia-: «¡Dios la bendiga y la perdone!» Y sientoncespudodecirmeeso,yanotendráinconvenienteenrepetírmeloahora,ahoraqueelsufrimientohasidomásfuertequetodaslasdemásenseñanzasymehahechocomprenderloqueerasucorazón.Hesufridomucho;mascreoque, gracias a eso, soymejor ahora de lo que era antes. Sea considerado ybuenoconmigo,como lo fueenotro tiempo,ydígamequeseguimossiendoamigos.-Somosamigos-dijelevantándomeeinclinándomehaciaellacuandoselevantabaasuvez.-Ycontinuaremossiendoamigos,aunquevivamoslejosunodeotro - dijoEstella.Yo le tomé lamanoy salimosde aquel desoladolugar.Y así como las nieblas de lamañana se levantaron, tantos años atrás,cuandosalídelafragua,delmismomodolasnieblasdelatardeselevantabanahora,yenladilatadaextensióndeluztranquilaquememostraron,yanovilasombradeunanuevaseparaciónentreEstellayyo.

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