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FORMAS DE POBLAMIENTO DE LOS MUDFJARES G RANADINOS EN LA TAHAS DE LOS CEJELES A TONIO MALPICA CUELLO * TRODUCCIO La pre ente comuni ación e fruto de un proyecto de investigación de más am - plio alcance, cuyo objetivos primero eran el estudio de la ocupación humana de la co ta granadina a fine de la Edad Media; es decir, un análisi de la repoblación castellana (1 ). Al compá de u de arrollo se ha modificado de manera sensible, ha ta el extremo de que hoy nue tra preocupación inicial e ha ver ificado. En los último tiempo nue tra atención e dirige hacia la amplia temática de la organiza - ·ión del territorio; en e pecial no preocupan las diferente forma de organizar so- cialmente el e paeio de nazaríes y castellanos; e una lógica deriva ión del proyecto primero . La cue tión ica está en dilucidar las do forma de ida material, en el ca mpo elemental de la estructura de poblamiento, que e enfrentarán a finale del iglo XV, habida cuenta que lo mu u Imane y los cri tiano tienen realidades dife- rente (2). El problema importante e la utilización de la fuente , obre todo la ára- be . on e casas y no . informan de manera muy parcial. E verdad, in embargo, que en las castellana ha y notable referencias al proce o de eonqui ta y ocupación del t erritorio granadino (3). Pero hay que entender que se refieren a a pecto del momento en que e establecen en el reino granadino, enfrentándose a unas estructu- Departamento de Hi 1oria Medieval de la Universidad de Granada . (1) E te proyecto es en us orígenes un «contrato» de investigación financiado por el Mini - terio de Educación y Ciencia; e te si tema ha de aparecido en la ac1ualidad, aunque nue tro trabajo sigue u curso. Llevaba por título: La repoblación de la costa del corregimiento gra- na dino ( 1489-1510). (2)) Cfr. GUICH RD. Pierre, «El prob lema de las e tructuras de tipo "feudal" en la socie- dad de al-Andalu (el ejemplo de la región valenciana)». Estruct uras feudales y feudali mo en el mundo mediterráneo siglos X-XIII. Barcelona, ritica, 19 4. págs. 117- 145 . y CHAL- META. Pedro. «Le probleme de la féodalité hor de l'Europe chrétienne: le cas de l'E pagne musulmane» . Actas del 11 Co l oquio His pano-Tunecino de Estudios Históricos. Madrid, 1973, págs. 91 - 115 . (3) LOPEZ DE COCA CASTAÑER, José Enrique, (( Sobre hi'>loria económica y ocial del reino de Granada. de fuente\ y me1odo». del 1 Co ngreso de Historia de An- dalucía . Anda lucía Medieval. l. 11. pág.,. 395-404. - 131 -

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FORMAS DE POBLAMIENTO DE LOS MUDFJARES GRANADINOS EN LA TAHAS DE LOS CEJELES

A TONIO MALPICA CUELLO *

TRODUCCIO

La pre ente comuni ación e fruto de un proyecto de investigación de más am­plio alcance, cuyo objetivos primero eran el estudio de la ocupación humana de la co ta granadina a fine de la Edad Media; es decir, un análisi de la repoblación castellana (1 ). Al compá de u de arrollo se ha modificado de manera sensible, ha ta el extremo de que hoy nue tra preocupación inicial e ha ver ificado. En los último tiempo nue tra atención e dirige hacia la amplia temática de la organiza­·ión del territorio; en e pecial no preocupan las diferente forma de organizar so­cialmente el e paeio de nazaríes y castellanos; e una lógica deriva ión del proyecto primero . La cue tión bá ica está en dilucidar las do forma de ida material, en el campo elemental de la estructura de poblamiento, que e enfrentarán a finale del iglo XV, habida cuenta que lo mu u Imane y los cri tiano tienen realidades dife­

rente (2). El problema má importante e la utilización de la fuente , obre todo la ára­

be . on e casas y no. informan de manera muy parcial. E verdad, in embargo, que en las castellana hay notable referencias al proce o de eonqui ta y ocupación del territorio granadino (3). Pero hay que entender que se refieren a a pecto del momento en que e establecen en el reino granadino, enfrentándose a unas estructu-

• Departamento de Hi 1oria Medieval de la Universidad de Granada . (1) E te proyecto es en us orígenes un «contrato» de investigación financiado por el Mini -terio de Educación y Ciencia; e te si tema ha de aparecido en la ac1ualidad, aunque nue tro trabajo sigue u curso. Llevaba por título: La repoblación de la costa del corregimiento gra­nadino ( 1489-1510). (2)) Cfr. GUICH RD . Pierre, «El problema de las e tructuras de tipo "feudal" en la socie­dad de al-Andalu (el ejemplo de la región valenciana)». Es truct uras feudales y feudali mo en el mundo mediterráneo siglos X-XIII. Barcelona, ritica, 19 4. págs. 117- 145. y CHAL­META. Pedro. «Le probleme de la féodalité hor de l'Europe chrétienne: le cas de l'E pagne musulmane» . Actas del 11 Coloquio Hispano-Tunecino de Estudios Históricos. Madrid, 1973, págs. 91 - 115 . (3) LOPEZ DE COCA CASTAÑER, José Enrique, ((Sobre hi'>loria económica y ocial del reino de Granada. Problema~ de fuente\ y me1odo». Acta~ del 1 Congreso de Historia de An ­dalucía . Andalucía Medieval. l. 11. pág.,. 395-404.

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A TO 10 ~l<\t PIC<\ CUEI 1 O

ras bastante distinta a las propia . Todo ello nos obliga a un tratamiento muy e -pecial de la fuentes y a recurrir al trabajo de campo, en el que la pro pección e la primera tarea. La combinación de esta técnicas de trabajo puede permitirno algu­no resultado .

Ahora pre entamo una primeras conclu ione sobre el tema. elaborada~ a par­tir del análisis de la documentación de archivo y de lo resto. materiales que hay en el e pacio que hemos acotado para nuestro e tudio. En realidad, e\ un bo. quejo de un trabajo de mayor envergadura que continuamos elaborando. en el que la disi:u-ión metodológica ha de ocupar un plano de tacado.

En otro estudio que encuadraríamo en e ta temátirn, hemos planteado cues­tiones metodológica de este tipo (4). Nue tro deseo es reproducir algunas conclu­sione , ya que no e oportuno repetir argumento anteriores. e puede decir que a nivel infrae tructural y a nivel político se ob.erva una tendencia a modificar el po­blamiento por parte de los ca rellanos. con intención de imponer un mecanismo de dominación que afectara no ólo a la población vencida, sino también a lo~ elemen­tos y grupos castellano que oportaban el principal peso en el proceso productivo en el reino de Granada recién conqui Lado. Nuestro interés fundamental e i:cntrará en el cambio estructural de las formas de poblamiento, aunque haya que . eñalar a~­pectos de contenido ocia! y económico, imprescindible para comprenderlo.

Son tre lo egmento que podemo con iderar esenciales en la e truclUra de poblamiento mu ulmana: J. - Ca tillo , fortalezas y sistema. defensivos en gene­ral; 2. - Madina/ , y 3. - Alquería y otro tipo de habitats rurales. o se pue­den concebir como elementos aislados, ino dentro de una estructura dinámica, en la que e e tablecen diferente relacione entre ello . y en cone\ión con las forma de organización económica, ocia! y política.

En el actual estado de nue tra in ve tigación hay que señalar que el pro ·e o repo­blador granadino, una vez que la guerra que dura diez año ha tocado a u fin, sig­nifica una modificación sen ible en Ja formas de ocupación humana del e pacio fí­sico. Es lógico si tenemo en cuenta los efectos de Ja guerra y el natural movimiento de población, amparado inclu o por las capitulacione ; pero asimi mo debemo pensar que la vida agraria que organizan los castellano upone una tran formación de los i temas y del área de cultivo, primando la «exten ividad agrícola» frente a una cierta «inten ividad». A una instancia superior se ha de contar con que la u­perestructura política castellana impone una organización del poblamiento diferen­te, con fines e encialmente fi cale .

En torno a este proce o, que se de arrolla de manera acelerada en apenas veinte año , va a girar nue tra comunicación, centrando nuestra atención en una zona e -pecífica del reino de Granada en esta época: la taha de Suhayl. En realidad on dos tahas diferente llamadas de la mi ma manera, aunque la má pequeña tenga como nombre el diminutivo de la mayor (5) . Geográficamente hablando es la adena co -

(4) Citaremos sólo dos trabajo nue iros: « Modificaciones en la e 1ruc1ura de poblamiento de la costa granadina a raíz de la conquista castellana» . Arqueoloquia Espacial. Coloquio so­bre distribución y relaciones entre lo asentamientos. vol. V. Teruel, 1984, págs. 201-204; y «Primeros elementos de análisis de la estructura de poblamiento de Almuñécar y u alfoz a fi ­nes de la Edad Media». Almuñécar, arqueología e historia, 11, 1984 (en pren a). (5) Lui del MARMOL nos dice, ya en fechas muy po teriore a la primera conquista caste­llana: «Lo Cehele son dos 1aa que están juntas en la co la de la mar; la que cae a poniente llaman Zueyhel, nombre diminuli\O, porque es más pequeña que la otra. Esta confina a po­niente con las ierras de Jubilein, en la entrada de la Alpujarra, donde estan lo Jugare de Rubi1e, Bárgix y Alcázar, y con la 1aa de Orgiba. El Cehel grande tiene a levante la tierra de Adra; y a entrambas 1aas la baña al mediodia el mar Mediterráneo, y a la parte del cierzo confina con la 1aa de Ferreira, con la de Jubile y con parte de la de Ujíjar. Hay en ellas once lugares, llamado~ Albuñol, Torbiscon, Turon, Mecina de Tedel, Bordemarela, Détíar,

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FOR\1AS DE POBLA~llENTO Of- lll ~ILDLJ\IH"ll•R/\\i ·\1)1"<0 lr-.1/\. r\H •\S OL LOStEJElE~

tera comprendida entre el río Guadalfco y el Adra: e decir, Sierra Lújar y la Con­traviesa.

LA ZONA ESTUDIADA

La montaña y la co ta, los elementos bá icos de esta zona, le confieren una per­sonalidad muy característica. Aunque e un conjunto fácilmente discernible en la actualidad, tal vez por una común historia, e , ciertamente, de una gran compleji­dad geográfica y su frió también diferente avalare históricos . La proximidad de la montaña a la costa contribuye de manera decisiva a u difícil caracterización. La caída hacia el mar de la citadas ierra se hace en alguna partes de manera directa en una di tancia relativamente corta. La existencia de una pendiente muy fuerte hace que e formen importante barrancos y valles muy encajonado , que sirven de auce para cursos de agua muy irregulares y escasos, aunque podero os en su capa­

cidad erosi\a. Tenemo así un relieve atormentado, una tierra compartimentada por efecto de las hendidura o barranqueras, que no llegan a er lo valle longitudina­les de Sierra evada, en donde se a ientan las taha alpujarreña má importantes (Orgiva, Ferreira, Poqueira, Juviles, Ugíjar, etc.). En efecto, la alta Alpujarra e halla dividida en barrancos, por los cuales di curren la aguas del deshielo y cuya escarpadas márgenes suponen profundas y estrechas cortaduras naturales; han pro­vocado una división en valles transver ales, con su cabecera de nieve y con su pie en el gran urco longitudinal del Guadalfeo, que ha sido tradicionalmente la vía de co­municación de toda la Alpujarra. E ta e tructura ha facilitado como en otra cor­dillera , el ai !amiento de cada barranco y de cada valle, eparado entre sí por un umbral más frío, más seco y hostil a la ocupación humana. En la época nazarí cada uno de ellos formaba, a grande rasgo , una suerte de unidad (la taha). Pero esta síntesis geográfica (6) no es perfectamente válida para nuestra zona. Aunque dentro de la Alpujarra, de la que e su primer e calón, e inserta en el conjunio Penibéti­co, las ierra de Lújar y de la Con traviesa constituyen una unidad geográfica y geológicamente independiente de Sierra evada, con la que, no ob tante, guarda relacione , pese a la epa ración que u pone el río Guadal feo. Su origen geológico e más reciente que Sierra Nevada, aunque tenga una gran complejidad. Según Alda­ya (7) con tituyen una unidad alóctona, situada teetónicamente sobre Sierra Neva­da y bajo los Alpujárrides. Estan constituidas ambas ierra (Lújar y la Contravie­sa) por pizarras y ca li zas que, en alguno puntos, no e tan elevada como puede su­ponerse a primera vi ta. La alturas on mucho menore en comparación con las grande elevaciones de Sierra Nevada; no existe, pues, una «tierra fría», y sí una tierra que podríamo denominar «caliente>>, a orillas del Mediterráneo que dulcifica el clima, ya de por sí benóvolo por efectos de la muralla que impide el paso de los aires fríos del N. que no es otra que la cadena costera.

Coja,ar, Forónox, Múna , Jorayrata y Almejíjar. Esta tierra es de grandes encinare y de mucha yerba para los ganado ; cógese en ella cantidad de pan. Lo que cae hácia la costa de la mar. e muy de poblado, y por eso es muy peligroso, porque acuden de ordinario por allí mu­chos bajeles de cosario turcos y moros de Berberia» (MARMOL CARVAJAL, Luis de, His-1oria del rebelión) castigo de los moriscos del reino de Granada. B.A.E., t. XXI, vol. l. Ma­drid, 1946, cap. XII, págs. 194-195). (6) Una magnífica síntesis en BOSQUE MAU REL, Joaquín, Granada, la tierra y sus hom­bres. Granada, 1971. (7) ALOA Y A, F., «Sobre la posición tectónica de la Sierra de Lújar (Provincia de Granada)». Acta Geol. Hisp .. 1. 111, págs. 87-92.

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N r<l'-10 \li\I i'll i\ ( UE:l I O

En resumen, una altitud media inferior a la exi tente en el re to del conjunto al­puja rrefio, pero uficien te para permi tir el aprov isionamiento de agua y para impe­dir el pa o del aire frío del .; ine:-.i tencia de cur o de agua regulares, aunque pueda aprovecharse el liquido elemento por medio de una técnica más o meno. compleja; fuertes pendientes de 1 ierra. con suelo ásperos y, a \ ece .. móvilc ; el mar a tos pie de la montafia o bafiando mínimas flec has delt aicas. in embargo, e ta configuración geográfica no es algo inmutable y, de de luego, la acción huma­na juega un papel de primera magnitud. De la conjunción de la fuerzas naturales la fuerzas ociales surge el medio geográfico como elemento dinámico . como obje­to de estudio indispensable para la historia humana.

En el pai aje geográfico de uhayl aún e puede apreciar alguna huella de la ac­ción de lo hombre en la época árabe. orno hemo señalad . el problema del agua e tá omnipresente en e as tierra . La escasez de precipitaciones, aunque -can torrenciales, la falta de curso regu lares, no quiere decir que no ha _ a agua. E\i~len manantiale y manto ubterráneo que fueron captados por lo campe. ino de e. ta taha. Así, pues, la técnica determinó que el medio fí ico fue e má fal'orable que hoy. Muchos de lo aljibes que aún quedan, de la alberca que sir en de colec10-res-di tribuidores (~ahriy) (8) y de las mina de agua (qana! / s) que hay fueron obras de lo árabes.

Es admisible que la naturaleza no era muy favorable para un gran de arr llo agrícola. El cultivo e limitaría a los fondo de lo barranco y a la laderas má próximas, para aprovechar el agua y buscando abrigo. Pero no e menos cieno que se operó una transformación ecológica tra la llegada de los ca te ll ano . on cono­cidas la palabras de Mármol: «Esta tierra e de grande encinare y de mucha yer­ba para lo ganados» (9). E tudio recientes no han permitido ca librar la impor­tancia de e ta veg'etación mediterránea, de la que quedan algunas mueslras de l'er­dadera importancia en la actualidad (10). Por otra parte, por alguna~ referencia~ di continuas en el tiempo, podemo pen ar que el mar era un medio de vida nota­ble; a lo largo de la co ta e realizaban faenas pe quera , con tatándo e la e\isten­cia de varia pesquería (la Arrayhana, Cautor). que e nutrían de . al en Motril y/ o Dalias ( 11 ).

FORMAS DE POBLAMIE TO A LA LLEGADA DE LO ASTELLA O

En este medio fí ico, adecuándolo a las propias necesidade e incluso modificán­dolo en la medida de us posibilidade , e in ertaba la población . E taba agrupada en unidade más o menos coherentes, la alquería , diferente una de otras, tanto por el medio en que se hallan, como por u propio volumen de población . Pero a. i­mi mo había una características comunes para la mayoría de ellas, egún iremos eñalando; tal vez la más destacable y, desde luego. general a toda la lpujarra,

(8) Sobre la exi tencia de este si tema de riego en la alta Alpujarra, 'id . CRl IER. Patricc, «L' Alpujarra médiévale: une approche archéologique». Mélanges de la Casa de Veláz4ue1, XIX/ !, 1983, págs. 89-124. Sobre las huellas toponímicas que han quedado en la Pen111 ula, vid. GARULO, Teresa, «Toponimia hispano-árabe: al-. ariy». Al-Qan!ara. 1, 19 O, págs. 27-41. (9) MARMOL CAR V AJ AL, Lui del, Historia del rebelión .... pág . t 94 . (10) LOPEZ GUADALUPE, Manuel y ESTEVE CHUECA, Fernando: «E tu<lio fitosocio­lógico de la Sierra de Lújarn. Trabajos del Departamento de Botánica, vol. 4-1. octubre, 1977, págs. 1-71. (11) Vid. MALPlCA CUELLO, Antonio, (< Régimen fi cal y acti\idad económica de la sali­na del reino de Granada». Actas del 11 Coloquio de Historia Medieval Andalula, evilla, 1982, pags. 393-403 .

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1 OR~I ·\~ Df P0131 \\lll !\10 DE LOS ~ILDFJARES GRA"ADll'\0~ EN LAS TAHAS DE LO~ L EJELES

fuese la ausencia de nucleos urbano . Esto le confiere una per onalidad propia y será un auténiico problema para lo ca tellano a la hora de imponer su dominación en la zona, como veremo má adelante.

Por la documentación castellana podemos eñalar las alquería que había en los momen10 finale del siglo XV. En torno a Sierra Lujar, tanto por u cara co 1era. como por la que desciende al rio Guadalfeo, se ituaban la alquería de la taha de la «cota pequeña » (12). De . a N. son: Lujar, de cara al mar, a media ladera de la ierra del mismo nombre; Luliar. obre el barranco que hoy e llama del Hornillo o rambla de Olia , en un rincón de Sierra Lújar, en u cara SE.; por encima de ella, Fregenite; Rubite, un poco hacia el E . y más abajo, en lo alto de uno barrancos que conducen al castillo de Castell de Ferro, a orilla del mar; Ubrite, i es acertada nue ira identificación, se halla por encima de Rubite, en dirección a la alquería si­guiente; Bargís, que hoy cuenta con dos nucleo diferenciado , ya está en la otra la­dera , la que de ciende al Guadalfeo, situada en el inicio de un barranco que dará lugar a la rambla de Alcázar; má abajo aún, Alfaz, aprovechando una hendidura perpendicular al principal, y Alcázar, obre la rambla de su nombre, que desembo­ca en el río Guadalfeo. Son ocho alquería (qur:i), numero muy exiguo, porque, de momento, no hemos contabilizado lo nucleo co tero . Incluirlos supone no pocos problemas, ya que la fuentes no hablan de ello como de poblados, egun parece, ante de la llegada de lo castellano , o siendo objeto de di putas con la vecina Mo­tril, en cuya «tierra» e incluye Jolúcar, por debajo de Lújar, en dirección al mar. Hacia el S. hallamo Gualchos, con dos núcleo diferenciado en el tiempo (el yiejo y el nuevo), que se integra en esta taha. Sobre el mar, Jayena , a l lado del castillo de Ca tell de Ferro, que era una pesquería y una qarya, y la Arrayhana, con las mis­ma caracterí cicas, en donde hay actualmente una importante torre de planta cua­drada, con un aljibe de con iderables dimensione junto a ella.

La identificación de estas alquerías en la actualidad no ha ido muy difícil ya que e ha mantenido la toponimia. Sin embargo. hay alguna dudas razonables. Lu­liar debió e tar en la actual Olías, porque este nombre e fruto de una curiosa trans­formación fonética. En las representacione cartográficas má antiguas (13), se lee O liar, sin deshacer e el diptongo por acentuación y conservando la r final, tan abundante en topónimos granadinos y alpujarreño . No tiene sentido , por lo de­má , el nombre actual (Olías = la más alta}, porque por encima de ella está la alque­ría de Fregeni te . Ubrite no lo hemos podido situar con suficiente garantías de que estemos en lo cierto; para no otros debería hallarse en el hoy llamado cortijo de Rubite alto, más arriba de Rubite y a una di tancia más o menos considerable para permitirnos hablar de una alquería entre e ta y la de Bargis. No tejo de e ta ulti ­ma y en dirección a Alcázar, nos encontramo con do cortijo , llamados del Faz, el de arriba· y el de abajo, que la cartografía militar denomina, por error, del Paz (14); nos inclinamos a identificarlos con la antigua qarya de Alfaz.

De manera intencionada, no hemos hablado de los núcleos de las últimas estri­baciones de Sierra Lújar, que rodean la ega de Motril, que Gómez-Moreno (15) in­cluye en la taha de <;ueyhel: Xona, Calonca y Parila, de Jolúcar a la costa, de po­blados, de los que hemo identificado el egundo, ya que hay un cortijo y un ba­rranco que actualmente e iguen llamando Calonca (16), y la Garnatilla, que tam-

(12) La «rela ión de bienes habices» de t501 (A .G . . , .M.C., t. ª época. leg. 131) nos ha suministrado la principal información de la alqueria existente . (13) M.J.G.C.E., E. 1/ 50.000, hoja t.056 (Albuñol), cuadrícula: Oº 19' - 0° 20' / 36º 50' -36 º 49' . (14) M. l.E., E. 1/ 50.000, hoja 20-43 (1.042) (Lanjarón), cuadrícula: 470_471 ¡ 4078-4077 , (15) GOMEZ-MORENO , Manuel : «De la Alpujarra ». Al-Andalus, XVI, 1951

4_pág. 29.

(16) M.M.E .• E. 1/ 50.000, hoja 20-44 (1.056) (Albuñol) , cuadrícula: 460-461 / 070-4069 .

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ANTONIO MALPI C CUELLO

bién conocemos hoy (17). Tenemos nue tra dudas de que realmente se adscribie en a Suhayl; por las referencias de que di ponemos hasta el presence, y desde luego de la época castellana, debían ser lugares del mal definido alfoz de Motril.

Junto a esta qura, hay otros segmento digno de de tacarse en la estructura de poblamiento de la taha. No referimos a los castillo y istema defen i\'O en gene­ral. El castillo de Castell de Ferro, ampliamente descrito ( 18), es el elemento princi ­pal. Por su e rructura arquitectónica y por su funcionalidad es diferente a los l]u~un alpujarreños, como ha señalado P . CRESSIER recientemente (19) . o parece que el poblamiento y la fortaleza tengan una relación directa, porque hasta su dotación en bienes lo es fuera del territorio más próximo, no ejerciendo ademá una influen­cia clara en los núcleos vecinos (20). Se trataría, pue , de una pieza clave en el me­canismo defensi o, en el que entraban a imismo alguna torres. Tal \eZ de Cambri­les, cerca de Castell de Ferro, y la de la Arrayhana, aunque a ociada a alquería y pesquerías, sirviesen para el sistema de defen a y vigilancia.

Más interesante, en cuanto al número de us alquerías y a su importancia e in­cluso de sus fortalezas, es la otra taha de «la cota» (21) . Hemo contabilizado la siguie"tes qura al tiempo de la llegada de los cas~ellano : Torvizcón, obre la ram­bla de su mismo nombre, muy cerca del Guadalfeo; frente a ésta, Almegíjar, pa a­do el río; hacia SE. de Torvizcón, Burdamarela, no muy lejos de la alquería má costeras, que se halla en un barranco de denominación igual, perpendicular al con­junto que forma la gran rambla de Albuñol, aunque la comunicación sea imposible entre amba entalladuras por los corte que hay que salvar; Polopo , dominando un profundo barranco que va a dar al mar por Cautor, en donde hay una torre ya construida en tiempo de los árabes, aunque tran formada posteriormente, como luego veremos; en la mi ma vertiente meridional, Sorvilán, por encima de una erie de barranqueras que llevan su aguas al Mediterráneo, el principal de los cuales es el de Melicena, en donde hay también una torre co lera, de las más antiguas de es­tos parajes, aunque asimismo modificada por los castellanos ya en el iglo XVI; Al­buñol se halla en el extremo SE. de este conjunto, controlando el principal pa o de la costa al interior, que queda cerrado por una rábita a orillas del mar, y en el nú­cleo más importante, contando con un barrio anejo, el de Esperante; hacia el extre­mo NE. de la taha nos encontramo con Murta , a los pie del cerrajón de u mis­mo nombre y, en su proximidades, las alquerías de Pino y Détiar, hoy sólo corti ­jos; bajando hacia la rambla de Cojáyar, <;obre su margen derecha, Mecina-Tédel, y en la izquierda, Cojáyar, ambas muy próxima al importante castillo de Juliana, uno de los más antiguos de la Apujarra; en lo límite mismos de la taha de Ugíjar se halla, en fin, Jorairátar, cerca de la rambla del Agua y del río Yátor, que une sus aguas a las de la citada rambla de Cojáyar, y las vierte en el conjunto hídrico que e conoce como río Grande o río Adra en su tramo final.

Esta taha costera es más extensa y está más poblada que la anteriormente descri­ta. Es posible que las diferencias entre sus alquerías sean incluso mayores. Sin duda

(17) M.M.E., E. 1/50.000, hoja 20-44 (1.056) (Albuñol), cuadrícula: 460-461 14067-4066. (18) MARTIN GARClA, Mariano, Castell de Ferro, su castíllo y torres almenara . Datos para su historia, Granada, 1984. (19) CRESSIER, Patrice, «Las fortalezas musulmanas de la Alpujarra (Provincia de Gra­nada y Almería) y la división político-administrativa de la Andalucía oriental» . Arqueología Espacial. Coloquio sobre distribución y relaciones entre los asentamientos, vol. V. Teruel, 1984, págs. 179-199, espec . pág . 184. (20) PEREZ GARCIA, Jo é, «El poblamiento de la taha de Suhayl a fines de la Edad Me­dia: el castillo de Castell de Ferro». Cuadernos de Estudios Medievale, Xll, 1984 (en prensa) . (21) Vid . nota 12.

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FOR\1AS DE POBl Al\11PHO 1)1· 1 ()'; ~1l IJr 1 \Rl s l·R \ '<AIJI os EN 1 I\~ r l\HAS DE 1 ns ( E.IEI ~. S

Albuñol es una de las más importantes al menos en rnmparación con las más pró-:i­mas de la misma taha . Tal vez haya que entenderlo por el intento de los castellanos de hacerla villa para que e convirtiese en el nude dominante, especialmente cuan­do ya la tiene como señorío solariego Zapata. Pero el examen de la relación de 1501 de «bienes habices» no deja lugar a duda : las mezquita de Albuñol son ricas y es­tan mejor dotadas que las de otras alqueria (22). Quizá se deba a que la tierra de alu ión está bien regada, porque el agua es abundante, gracias a las galería subte­rráneas .que existen, segun el modelo de qana!, que se puede asociar incluso con el topónimo (23), que aun no hemos podido examinar, si bien di ponemos de infor­mación al respecto (24).

Estas y otras cuestiones han de ser resueltas luego de una adecuada prospección de la zona, que, sin ningún género de dudas. ha de arrojar suficiente luz. Gracias precisamente al escaso trabajo de campo que hemos llevado a cabo, podemos cono­cer los castillos (~u~ün) de la zona. Son dos, el de Juliana y el castillejo de la ram­bla de Albuñol, no muy lejos del actual pueblo de Sorvilán (25) . Del primero, des­crito por Cressier (26), hay referencias de los primeros tiempos de la in asión ára­be (27) y de la época del emir CAbd Allah (28). Del segundo nada sabemos por las fuentes escritas, aunque por su tipología entra dentro de los ~u~ün alpujarreños, que desempeñaron un papel muy significativo en el poblamiento de la zona, desde luego en fechas anteriores a las que ahora nos ocupan en este trabajo (29). Gran in­terés tienen para nosotros las torres costeras que existían en época árabe, como la de Cautor, cerca del actual pueblo de La Mamola, y la de Melicena, en el lugar del mismo nombre; aquélla es citada por los castellanos como anterior a su llega­da (30); de ésta sabemos por ldrisi, en el siglo XII (31 ); ambas serían, tal como se conservan actualmente, obra de los castellanos, y a principios del siglo XVI, según consta en la Correspondencia del conde de Tendilla (32).

* "' "' (22) A .G.S., C.M.C., l.ª época, leg. 131. (23) CARBONERO, M.ª Antonia, «El ma'jit de Banyalbufar (Mallorca>>. L'Aven~. n." 65, XI-1983, págs. 72-75. (24) Queremos hacer constar nuestro agradecimiento a lo vecinos de Albuñol que nos ayu­daron en la encuesta previa a la prospección detenida de la zona, y, en especial, a don Celedo­nio Puga Sabio. (25) M.M .E., E. 1/ 50.000, hoja 20-44 (1.056) (Albuñol), cuadrícula: 478_479¡ 4075_4076. (26) CRESSlER, Pat·rice, «Le chateau et la division terriroriale dan l'Alpujarra médiévale: du J:ii~n á la ~aca». Mélanges de la Casa de Velázquez, XX, 1984 (en pren a). (27) El geógrafo almeriense al-CU<;!rl (siglo XI) nos ofrece una precio a información al res­pecto (SANCHEZ MARTlNEZ, Manuel, «La cora de llblra (Granada y Almería) en los si­glos X y XI, según al-CUqrl (1003-1085)». Cuadernos de Historia del Islam, 7, 1975-1976, págs. 5-81. (28) En al-Muqtabis 111 puede leerse: «El día jueves, tres de Sawal, acampó el ejército en Elvira y la tomó por base de sus operaciones contra los pueblos insurrec1os que la circunda­ban y contra los vecinos del castillo de Granada, ha ta que llegó a la fortaleza de Sebilis. La atacó y al pie de sus murallas se empeñó en una batalla sangrienta que fue muy dura para am­bas partes y en la cual fue herido lbn Tulmus. Trasladóse el ejército de e e ector para ir a atacar al fuerte Juliana. Lo sorprendieron al amanecer, y e trabaron los do bandos en una lucha que costó la vida al oficial realista YaJ:iia b. Ma rur» (Trad. de E. GURAlEB, José E .. Cuadernos de Historia de España, XXXI-XXXII, 1960, pág. 318). Estos hechos se refieren al año 297 H. (29) CRESSIER, Patrice, «Las fortalezas musulmanas ... »; e ldt.m : «Le chiileau ... ». (30) A.G.S., C.M.S., l.ª época, leg. 131. (31) IDRíSí, Geografia de España. Edic. Anubar, Valencia, 1974, pág. 190. (32) MENESES GARClA, Emilio, Correspondencia del conde de Tendilla. vol. l l , 1510-1513, págs. 102 y 556-557.

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1\N 1 OMO \1 •\11'1( •\ l lll 1 1 !l

Esta omera de cripción no nos excusa de hacer alguna reflexione obre el conjunto de la estructura de poblamienlo de amba. tahas de la costa. Como e ha­brá advertido, en primer lugar, aunque haya diferencias, a vece muy notables, en­tre uno núcleo y otro. , la alquería on el elemento principal del poblamiento en la época nazarí. Toda ellas tendrían un aprovechamiento fundamentalmente agrí­cola, aunque hubiese actividades primarias muy significativas (pe ca y, sobre todo, ganadería), it uándo e los qura en las zonas más favorables para el cultivo de la t ie­rra. En efecto, e hallaban en la mitad de la ladera, obre cur o má o menos regu­lares, lo barranco y la rambla , que proporcionaban abrigo y agua; para con e­gu ir el líquido elemento, como hemos podido comprobar en una primera campaña de pro pección, e utilizaban diferente técnicas ya mencionada ; ademá e atena­zaba la tierra y e calonaban los cull ivo .

Los ca tillo habían perdido u antigua función en la estructura de poblamiento. Se mantendria en la época nat.arí el de Castel! de Ferro como núcleo del poder del ultán, así como elemento defen ivo de primera magnitud.

Por lo demá , la organización politico-admini trativa en tahas, que no parece anterior al . iglo XIV, re ponde a una lógica e olución que arranca de una etapa muy anterior (siglos VIII-IX); partiendo de un S·uz' (pi. ayza') en el que un castillo de poblamiento irve de elemento organizador y aglutinante de un territorio en el que hay varia alquerías, se llega a la formación de la taha, como ha pue to de re­lieve P. CRESSIER (33).

ubsiste, sin embargo, una westión fundamental: la relación de la mi mas al­querías de una taha y con re pecto al poder central. E tamo aún lejo de poder preci ·ar algunos puntos, pero creemos que a l ravé de la actuación de lo ca te lla­no. con respecto a lo mu ulmanes de la Alpujarra se pueden aclarar lo elementos principales. Sin duda, las alquería. eran comunidades rurales en las que la diferen­cias sociales en atención a la propiedad de la tierra eran un hecho incue tionable a fine del reino nazarí; contaban con una e pecie de autogobierno, a travé de lo consejos de anciano , pero bajo la upen i íón del alguacil y con la participación de los alfaquíes. fa asimismo po iblc que lo grupo familiare se hubiesen extendido fuera de cada alquería y hubiese una con fusión entre propietarios, dándose el ca o de que lo~ no vecinos lu,·iescn tierra . sí las relaciones entre las alquería queda­rían marcadas por esta nueva sil uación. De igual modo, frente al poder e tata!, re­¡m:~entado rior el sultán, opondrían la existencia de un naciente grupo de poder.

MODIFICA ION E R IZ DE LA CONQUISTA CASTELLA A

Entre 1500 y 15 IO, por di\'ersa. noticia , en buena medida de contenido fi cal, \abcmo~ que '>e despoblaron la ma) oría de las alquerías de esta tahas costera , aunque algunas de ella no totalmente.

El grueso de la información nos lo transmite la documentación fiscal, especial­rncntc la «in'e tigación» que e lleva a efecto a petición de lo herederos del recau­dador Sand10 léndet., en 1538 (34). Gracia: a ella abemos que se de poblaron, de 1 _:-03 a 151 O, las alquerías que aria recen en los cuadro iguiente .

(J3) CRE "SIER, Patrkc. «La'> for1alcza muc;ulmana . . . »;e ldem: «Le cha1eau ... ». (J..\) A.G ... C. l.C .. l.• i:poca. leg. 25, y .G .S., Cámara-Pueblos, leg. 1, fol. 333.

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l·OR'v1 · lll POBI '-\111 NICl llt l ll.., ~ll llt 1 \Kt.., l•K \'\ \t>l'\1)' 1 1 ,.., 1 \lt \" lll 1 Cl.., ( 1 1111"

e DRO l. - Alquerías de la ta ha dl· Suha~I qul' sl' despo blaron . según el «informe» dl' 1 SJl!

Alquería

Alcázar

Fecha dr punida (J )

) 05/ Vl- 150-

1 'C'Cino huidos - ~---------

Todm -~---

Al faz 1 O?/ V-1504 Tolo

Bargís 1 04-5 / Vl- 1504 Todo~

Fregenite 1505/ IV- I 05 / 111-1505 Todm

Lújar 1504 Todm 1504-5 1503 2/ J 1504 1/ 3

Luliar 1505/ Vl- I 05 Todos

Rubite 1504-5 Todo~

Ubrite 1504-5/ 1 V- 1504 Todo~

CU D RO 11. - Alquería de la ta ha de Sahil que se despoblaron . según el «informt»> de 1538

A laquerías Fechas de partida (36) Vecino huidos

Mecina Tedel 1504-5/ IV-1504 Todo-.

Pino Torvizc6n

1503-4/ 1V-1504/ 1505

1506/ 1507 1 -1506

Todo~

40 ó 45 2/ J

Esta relación e , como se verá, incompleta, pero, de cualquier forma, C\ la ba-.~· funcramental sobre la que hemo trabajado ha ta ahora (37). Por noticia" diferente-.. podemo completar esto cuadro y hacer alguna otra preci~ione\.

En 1501 parece que ya han partido hacia el . de Africa alguna alquería-.. en concreto la de Sorvilán y la de Polopo , a í rnmo un número importante de 't•ci110.., de Albuñol (38). Es eguro que la de Polopos fue una de la. ¡iriment\. pue..,10 que en la relación de biene habíce de 1501 (39) no aparece. En 1502, Guakhth, cerca del mar, próximo a Ca tell de Ferro, quedó de poblado (40). A partir de 1503 ~·o ­menzó, como se aprecia en lo cuadro adjuntos, la huida de la mayoría de lo-.. 11tt­cleos habitado de ambas taha . La relaciones fiscales co111ien1a11 a anotar In-.. «descuento » por las alquerías despoblada (41) ) a 'cndcr~c bicne\ mueble-.. que

(35) Las diferentes fecha de partida. así como el número' ariabk de \C<.:ino' huido' a alkn ­de, se deben a las distintas informacione ob1enida . (36) Vid . la nota anterior. (37) La hemos utilizado en un trabajo anterior titulado: «La cmigra..:ión al Oíll' tk Alrka de los moriscos de la co ta del corregimiento granadino y de la 1aha de uhayl. dc,pu0-. de ,11

conver ión». C uadernos de la Biblioteca Española de Tetuán. 19-20. junio-d1ci<·mhrc . 1979. pág . 307-336. (38) A.G .. , E.M.R., leg. 90-2. 0

(39) A.G.S., .M.R., l.ª época, leg. 131. (40) A .M.G., ec. Propio • leg. 1. (41) En las cuentas del receptor Juan de Cifuemes (1501 - 1504) y del akaide Lá1aro de Peral­ta (1505- 1507) aparecen en reiterada oca ione de cuemo' por la partida a alkntk tk 'Crnllh

de <;:uheyal (A.G .. , C.M.C .. l. ª época, leg. 289).

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ANTO'llO ~l >\l l'lt \ CLU 1 O

dejaran los que alieron por el mar (42). Por fin en 1510 el conde de Tendilla no dice: «Lle\'aron lo moro a Pino y f\lurta y Detiar del! Alpuxarra bonito tres lu­gares on» (43). Induce a error el hecho de que mem:ione a Pino que, según la «in­formación» ya citada, e taba de poblada en año anteriores; es posible que queda­en alguno hombre en ella o viniesen otro , porque no creemo que haya un error

de fecha~ tan apreciable. Lo cierto e que dos nueva alquería (Murta y Deriar) engrosaban la extensa li ta de de poblados.

Este amplio movimiento de huidas sólo puede C\plicar e por el gra\'C deterioro de las forma~ de vida de la población vencida, que, en alguno ca o . no llegó a convcrtir-.e al cri tiani mo y salió ame del reino granadino.

in embargo, al contrario que en otra zona de Granada, la presencia castella­na en estas tahas costeras se limitó a una ocupación de las fortalezas más próximas al mar. Pero no e_, por ello, menor la presión ca tellana. La 'igilancia y control de la población !'orzó una situación de violencia, tanto por parte de la misma Corona, como por obra de algunos hombres de u confianza. De este modo, el si tema im­posili\'O, desde el primer momento, fue notable y, por ello, las cargas tributarias pesaron con.,iderablmentc en lo antiguo'> súbditos nazaríes, amparados por una ca­pitulación generosa, pero dificil de lle, ar a la práctica. Hubo inclu o cesione a par­l inda res o insl il uciones. A los salario de los alcaides, que fueron importantes, aun­que pagados a cargo de la hacienda real (44), hay que añadir la merced que hicieron lo\ Rcye'I Católicos de todas las renta de Albuñol en 1494, para má tarde ,·olver a incorporarla., al patrimonio real (45). De todo modos, e posible que la guerra de prim~irio~ de ~iglo fuese el último detonante de la situación. A partir de la resisten­cia de algunas comunidades se fue generando una violencia creciente que les acon­~eja la huida de un buen número de robladores.

Aunque las tahas costera no on preci amente las má poblada de las Alpuja­rra'> (46), ~in duda por u ituación eran mu) importantes en el conjunto de la vida alpujarreña. Tal \el lo~ castellanos no lo entiendan en u totalidad, pero, desde lue­go, comprendieron que era imprescindible reforzar u defensa. Con la huida allende de la mayor parte de sus habitante era rreci o e tablecer un nuevo istema regula­dor. Así, a la vigilancia generalizada de la población \encida y a la exigencia de rucrtc'> carga~ tributarias, le su t ituye un mecanismo aún de guerra y violencia per­manente, en el que a partir de 1505, la sospechas y delaciones son fundamentales. cría faLcar la realidad no decir que, en cierto sentido, se intentó defender el man­

tenimiento de una población en estas alquerías. En 1508. por ejemplo, el conde de Tcndilla imita a que e avecinden en las alquerías de Torvizcón, Alcázar, Fregenite, Alfacar. Bargís y Lújar a los «11L1e,amente convertidos» que quisieran (47) . En ese mi rno año da licencia a eis morisco para que \'ayan a Polopos «a hazer la pasa y higos del dicho lugar» (48).

(42) A.G.S ., C.M.C.~ l. ª época. leg. 195. (43) MENESES GARCIA, Emilio, Correspondencia del conde de Tendilla, vol. 11, pág. 19. (44) Vid. LADERO QUESADA, Miguel Angel, (( La defen. a de Granada a raíz de la con­quista . Comienzos de un problema)) . Miscelánea de Estudios Arabes) Hebraicos, XVI-XVII, 1967-1968, págs. 7-46. (45) Vid. PEI ADO SANTAELLA, Rafael-Gerardo. «La Orden de Santiago en Granada (1494-1508))). Cuadernos de Esludios Medievales, VI-VII. 1978-1979, passim. (46) LADERO QUE ADA, Miguel Angel, «Dato demográfico sobre los musulmanes de Granada y Castilla en el siglo XV». Anuario de Estudio · Medievales. 1970-1971, pág5 . 481 -490. (47) MENESES GARCIA. Emilio, Correspondencia del conde de Tendilla, vol. 1, pag . 413-414. (48) MENESES GARCIA, Emilio. Correspondencia del conde de Tendilla, vol. 1, pág. 381.

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IOR~IAO., DL l'OHI \\llLNIO l)L 1 O~ \IUDEJARL'> (oRANAD1'<0~ ll\ !AS TAHAS D[ LOS CEJELE

Tales intrnto deben, sin embargo, e tar relacionado con la nue"a ituación creada por la pose. ión de gran parte de e ta tierra por Lui Zapata.

Supondría una gran dificulLad para con eguir ocupar de nuevo estos núcleos abandonados, ya que las condiciones de \'ida serían peores bajo un señor que, aun­que hasta t'el·has más tardías no seria jurisdiccional, ahora di ponia de prerrogati­\aS y poderes de diferentes tipo . Por de pronto, egún la noticia que tenemo , el dispositi\O militar está en u manos o en las de hombres de su círculo (49). Lógica­mente en la sil uación de violencia que e generó t ra la huidas a allende, con actos pirfitico~) asalto~. algunos de aquéllo e dispusieron a enriquecer e a tra\éS de la extorsión. de la búsqueda de bolín y por la rapiña, como es el caso de Pla encia, tan claramente e:-.pue to por el conde de Tendilla (50). Además, la creación de una línea defen i\'a costera, con torres nuevas o reedificadas, empujó a los mori co a una colaboración en contra se us propia forma de \ida, pue to que el ni\el impo­sitivo creció al compá de la di minución de pobladore . mientra que las necesida­de de tipo improductivo e incrementaron.

Má aún, la di posicione que se pu ieron en práctica y que 1·iolentaban dura­mente a la población vencida, como la obligación de acudir a Ugíjar. erigida en centro director de la vida alpujarreña por el concejo de Granada. de quien dependía toda la Alpujarra, para recibir justicia, e qui o revornr en favor de Albuñol (51 ). Obedecía a la nueva dispo ición marcada por el pa o a mano de Zapata de la ma­yor parte de estas tierras.

La persecución de bandido y salteadores por las tahas. ampliamente descrita en la Correspondencia de Tendilla (52) generó todo tipo de conflictos y, ante ~odo, una creciente desconfianza con respecto a las autoridades locales. que en alguno momemo colaboraron con los vencedores a tra\'é de importante intermediarios, como D. Miguel Zaharorí, cadí mayor, ganado por los castellanos. Alguaciles como el de Deliar fueron llamados a declarar por haber hablado con lo moros (53).

Este clima de violencia y de inseguridad por ambas panes se veía rea firmado al producir e la salida de población del reino. Contribuyó enormemente a generar un mecani mo de autodestrucción del propio territorio. En tales condiciones era im­posible el mantenimiento de la tierra como hasta entonces, porque al abandono de la áreas regadas, al saqueo y la destrucción más o meno sistemáticos. e le une la imposibilidad de fijar una población estable. Por upuesto los ca tellano no pue­den acudir en número nece ario para poner en productividad tierra que son difíci­les de ctdli\ar, y los moriscos que pueden ir no son las antiguas comunidades capa­ces de regenerar un área de culti\O y un medio físico que ha sufrido efectos tan de­vastadore ; ~u capacidad técnica se ve mermada por la mayor o menor ujección a un señor particular que impone condiciones, por la existencia de una población «militan>, dependiente de él en una u otra medida, que e improductiva y voraz.

Se optó, rrncs, por una exlensividad mayor de lo culti os, por una dedicación ganadera y un vacío creciente de los núcleos anteriormente habitado . Así, en el re­partimiento general para el cobro de la farda hecho en 1512 (54). sólo aparecen como lugarc~ poblado~ Jorairátar, Almegíjar. Cojáyar, Torvizcón, Albuñol, Détiar y Murtas, algunm deo.,ocupados y \ ueltos a habitar, o manteniendo una población

(49) Se puede ver en la } .1 citada Correspondencia del conde de Tendilla. (50) MENESES GARCLA, l::m1li<). Corre~pondencia del conde de Tendilla. vol. ll, págs. 392-393 y 419. (51) MENESES GARClA, Emilio. Corre~pondencia del conde de Tendilla. vol. 1, pág. 653. (52) MENESES GARCI , Emilio, Correspondencia del t·onde de Tendilla, pas im. (53) MENESES GARCIA, Emilio, orrespondencia del conck de Tendilla. vol. 1, pág. 577. (54) A.G.S., C .M.C., 1.• época, leg. 289.

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"' TONIO \l'\I l'll ·\ CUl:l 1 O

e casa. alvo Albuñol, iodo . e hallan muy alejados de la cota, en donde sólo que­dan las fortificaciones con guarnicione. militare . o debe e\lrañarno e. ta concen­tración en las zonas má~ pro1egidas. La tierra e quedaba cada ve¿ má~ vacía, los poco núcleos habitado. debían e. tar rró'<imos y bien comunicados; .e forma una especie de triángulo cuyo vértice están en lo~ siguien1es conjuntos ornrados por el hombre de forma más o menos regular: Ton·i1cón-Almcgíjar. ror el NW.; Murta\­Détiar-Cojáyar-Jorairá1ar, por el E., y Albuñol, al S.

E explicable que ya a mediados del iglo XVI se implanta e en esta~ 1ierra5 el eñorío juri diccional de lo. Zapata (55) . Pero es1e tema e escapa a los interese de

nuestro trabajo ac1ual.

(55) A.R.Ch.G., cab . 3, lcg . 622, pieza 6.

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IX - Pl.'"'lul.'ria dt.: J;1wna 19 Alqm·na d1.: llurdomarda 20 - Ca,11lk1 dl' l •. 1 rambla de Alhurtol

Alqucria dc,110blJdo de Poloro' Al4ucn<M..lc'rohlado d~ "ºr' 1lán Alt¡ucna <lc,pobladu de Al~uiwl T lH n: de C.1Ulor

21 :!2 21 24

25 Pc,4ucrio:1 de C a111or 26. f orre de Mcliccna 27 - f orre Je la rah11a de Albui'lol 2K Pc,qucria de la rabila de Albunol 29 - Alqucna dc Jonurarar 10 Ca'>t1 llo de Juliana 31. Alqul.'ria de Cojáyar 12. - Alqucria -de,pohlado de Medna TC:<lcl JJ. Alqucria·dL'<tpoblado de Muna .. l4 Alqueria-de\noblado de Pino llO\:ah.tal"ión duduo¡a) 35. Alqucria-dc\pOblado de Déllar lltXal11ac.:1ón dudo\a)

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Formas de poblamiento de los mudéjares granadinos.