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Ahead Of Print (AOP) LOS CAUSATIVOS EMOCIONALES DEL ESPAÑOL. UN ESTUDIO ASPECTUAL THE CAUSATIVE EXPERIENCER VERBS OF SPANISH. AN ASPECTUAL ANALYSIS Chantal Melis Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] Resumen El presente trabajo ahonda en la estructura aspectual o Aktionsart de los llamados causativos emocionales del español, tales como asustar, inquietar o molestar. Defiendo la hipótesis de que, tanto en su variante transitiva cuanto en la construcción pronominal (se), estos verbos exhiben el comportamiento del ‘logro compuesto’ (Fernández Lagunilla y De Miguel 1999, 2000). Así l o sugiere el conjunto de diagnósticos aspectuales, que aplico a datos de corpus. La hipótesis depende crucialmente de que el concepto de causa se deslinde de las propiedades eventivas de los verbos, como se ha argumentado en trabajos recientes y como también se verificará examinando los empleos estativos de los causativos emocionales. PALABRAS CLAVE: aspecto léxico, causativos emocionales, construcción pronominal, español, logro compuesto Abstract The present work investigates the aspectual structure of the so-called emotional causatives of Spanish, such as asustar ‘frighten’, inquietar ‘trouble’ or molestar ‘bother’. I defend the hypothesis that, in the transitive variant as well as in the reflexive construction (se), these verbs exhibit the behavior of ‘composite achievements’ (Fernández Lagunilla y De Miguel 1999, 2000). My demonstration involves a variety of aspectual proofs, which I apply to corpus data. Crucial to the hypothesis is the recognition that the notion of cause has to be separated from the eventive properties of verbs, as argued in recent publications, and as an inquiry into the stative uses of the emotional causatives will confirm. KEYWORDS: composite achievement, emotional causatives, lexical aspect, reflexive construction, Spanish FECHA DE RECEPCIÓN: 07/09/2018 FECHA DE ACEPTACIÓN: 09/12/2018

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Ahead Of Print (AOP)

LOS CAUSATIVOS EMOCIONALES DEL ESPAÑOL.

UN ESTUDIO ASPECTUAL

THE CAUSATIVE EXPERIENCER VERBS OF SPANISH.

AN ASPECTUAL ANALYSIS

Chantal Melis

Universidad Nacional Autónoma de México

[email protected]

Resumen

El presente trabajo ahonda en la estructura aspectual o Aktionsart de los llamados causativos

emocionales del español, tales como asustar, inquietar o molestar. Defiendo la hipótesis de que,

tanto en su variante transitiva cuanto en la construcción pronominal (se), estos verbos exhiben el

comportamiento del ‘logro compuesto’ (Fernández Lagunilla y De Miguel 1999, 2000). Así lo

sugiere el conjunto de diagnósticos aspectuales, que aplico a datos de corpus. La hipótesis depende

crucialmente de que el concepto de causa se deslinde de las propiedades eventivas de los verbos,

como se ha argumentado en trabajos recientes y como también se verificará examinando los

empleos estativos de los causativos emocionales.

PALABRAS CLAVE: aspecto léxico, causativos emocionales, construcción pronominal, español,

logro compuesto

Abstract

The present work investigates the aspectual structure of the so-called emotional causatives of

Spanish, such as asustar ‘frighten’, inquietar ‘trouble’ or molestar ‘bother’. I defend the hypothesis

that, in the transitive variant as well as in the reflexive construction (se), these verbs exhibit the

behavior of ‘composite achievements’ (Fernández Lagunilla y De Miguel 1999, 2000). My

demonstration involves a variety of aspectual proofs, which I apply to corpus data. Crucial to the

hypothesis is the recognition that the notion of cause has to be separated from the eventive

properties of verbs, as argued in recent publications, and as an inquiry into the stative uses of the

emotional causatives will confirm.

KEYWORDS: composite achievement, emotional causatives, lexical aspect, reflexive construction,

Spanish

FECHA DE RECEPCIÓN: 07/09/2018

FECHA DE ACEPTACIÓN: 09/12/2018

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Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VII, sem. 1, año 2019: 0-0

1. Introducción

Los verbos que expresan emociones o sentimientos, también conocidos como verbos

psicológicos, han llamado la atención de los lingüistas interesados en la variación que

presentan estos predicados con respecto a la codificación de sus dos argumentos centrales:

el ser animado, típicamente humano, que siente algo en su interior —el participante

denominado ‘experimentante’— y la entidad (una persona, cosa o situación) que suscita la

percepción emotiva en el experimentante y que aquí llamaré ‘estímulo’ siguiendo a otros

autores (Blansitt, 1978; Croft, 1991a; Dowty, 1991; Talmy, 1985). Como muestran los

ejemplos de (1), en español, al igual que en otras lenguas, algunos verbos psicológicos

asignan la función gramatical de sujeto al experimentante (1a), mientras que otros lo

materializan como objeto: 1

(1) a. El hombreEXP teme a la muerteEST (2006, Bol.)

b. La muerteEST nosEXP asusta (2008, Nic.)

Este tipo de inversión no es común. En general, los eventos que designan los verbos

implican modos específicos de participación que determinan la realización sintáctica de los

argumentos verbales. En los cambios de estado físico, por ejemplo, el agente que actúa

sobre el paciente recibe la función de sujeto (Juan rompió la ventana) y no tiene la

posibilidad de aparecer como objeto (*La ventana rompió a Juan).

1 Los datos de uso que citaré para ejemplificar la teoría provienen del Corpus del Español del Siglo

XXI (CORPES) de la Real Academia Española <http://www.rae.es>.

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Por lo que atañe a los verbos psicológicos, existe cierto consenso en torno a que los

verbos con experimentante-objeto, como asustar, llevan una idea de causación en su

significado (Caluianu, 2013: 243). Es decir, se definen como causativos léxicos (Payne,

1997: 177). En español, el grupo de verbos psicológicos que se comportan como asustar

es muy amplio: alegrar, aburrir, asombrar, distraer, enfurecer, irritar, preocupar y otras

decenas más de piezas léxicas son miembros de este grupo.2 Con estos verbos se forman

predicaciones en las que una reacción emotiva se visualiza desde la perspectiva del

estímulo (S) que la produce en el experimentante (O) (Bogard, 1993; Colucciello, 2015; Di

Tullio, 1998, Maldonado, 1999: cap. 2). Obsérvese que el significado de la oración La

muerte nos asusta puede parafrasearse como ‘La muerte causa que tengamos una sensación

de susto o temor’, y esto explica la designación de ‘causativos emocionales’ que se les ha

atribuido (Cano Aguilar, 1987: 66, con referencia a Babcock, 1970).

En el presente trabajo, pretendo acercarme a los causativos emocionales del español

desde una perspectiva aspectual. Como se sabe, el aspecto remite a la constitución temporal

interna de las situaciones que se describen (Comrie, 1976: 3). En años recientes, el ámbito

de la aspectualidad se ha reorganizado en torno a dos grandes dimensiones que interactúan

entre sí: por un lado, tenemos el aspecto léxico o Aktionsart, definido a partir de las

cualidades temporales intrínsecas de las situaciones expresadas por los verbos (por

ejemplo, la acción de correr se extiende en el tiempo, mientras que llegar evoca un evento

puntual) y, por el otro, está el aspecto gramatical, que a través de la morfología del verbo

u otros medios perifrásticos permite enfocar las situaciones desde diversos puntos de vista

2 Di Tullio (1998: 256) reporta alrededor de doscientos verbos.

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(por ejemplo, corrió frente a corría o estaba corriendo) (De Miguel, 1992; Rodríguez

Espiñeira, 1990).

El aspecto léxico se ha convertido en un objeto de amplio estudio porque ayuda, en

muchas ocasiones, a entender mejor el comportamiento gramatical de los ítems verbales y

permite agrupar estos en grandes clases, asociadas con propiedades semánticas y sintácticas

específicas. La tipología de la Aktionsart más conocida y más utilizada desde el clásico

trabajo de Vendler (1967) comprende cuatro clases, a saber, ‘estados’, ‘actividades’,

‘logros’ (achievements) y ‘realizaciones’ (accomplishments).

En varias teorías contemporáneas, la caracterización aspectual de los predicados se

obtiene mediante el recurso de la ‘descomposición’ semántica, que consiste en identificar

y representar las fases temporales que están implicadas en el desarrollo del evento denotado

por el verbo (Fernández Lagunilla y De Miguel 2000, con las referencias ahí citadas). El

modelo subyacente a muchas de estas representaciones es el de la llamada ‘cadena causal’

sobre la que volveré más adelante. En cuanto a los causativos emocionales, el abordaje bajo

la luz de su Aktionsart ha significado que se les reconozca una estructura aspectual

compleja, esto es, susceptible de descomponerse en varios subeventos. Uno de los

subeventos en cuestión se corresponde con el tiempo que toma la acción causativa del

estímulo antes de culminar en el cambio de estado psíquico que sufre el experimentante.

Según veremos, esta manera de concebir las cosas ha determinado la definición aspectual

de los causativos emocionales, en español y en otras lenguas, como pertenecientes a la

clase aspectual de las ‘realizaciones’.

La caracterización aspectual de los causativos emocionales en términos de realizaciones

es sin duda la más extendida, pero no es la única (Vanhoe, 2002). Se ha defendido la

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hipótesis de que estos verbos funcionan como ‘logros’ (Vanhoe, 2002; Van Voorst, 1992),

y en otros trabajos han sido adscritos a la clase de los ‘estados’ (De Arad, 1998; Marín,

2011; Marín y McNelly, 2011; Van Valin y LaPolla, 1997).

Ante semejante desacuerdo, parece haber motivos suficientes para volver a examinar

este grupo de verbos en español con el fin de profundizar en su Aktionsart e intentar

solucionar los problemas que ha implicado la definición de su comportamiento aspectual.

Este es el objetivo del presente estudio. Anticipando los resultados, diré que se ofrecerán

argumentos para considerarlos como pertenecientes a una subclase aspectual que en

Fernández Lagunilla y De Miguel (1999, 2000) se denomina ‘logro compuesto’.

El trabajo está organizado de la siguiente manera: en la sección 2 presento la estructura

aspectual que suele atribuirse a los causativos emocionales y que lleva a clasificarlos como

‘realizaciones’ (2.1), aunque dicho análisis plantea una serie de dificultades subrayadas en

algunos estudios (2.2). La categoría aspectual del ‘logro compuesto’ se define en la sección

3. En la sección 4 argumento que los causativos emocionales se ajustan a la definición del

logro compuesto (4.1), los someto a un conjunto de pruebas con el objetivo de verificar la

hipótesis (4.2), y explico por qué el concepto de logro es compatible con el valor causativo

de los verbos, contrariamente a lo que se presupone de costumbre (4.3). En la sección 5

abordo la construcción pronominal (se) de los causativos emocionales para mostrar que, en

términos aspectuales, no se diferencia de la variante transitiva. La sección 6 trata empleos

estativos de los verbos en estudio, algunos con valor ‘resultativo’ (6.1) y otros de tipo

‘caracterizador’ (6.2), que discuto a modo de completar el panorama aspectual. En la

sección 7 se recogen las conclusiones del trabajo.

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2. Los causativos emocionales

2.1 Evento trifásico

Los verbos psicológicos que han recibido el nombre de causativos emocionales en español

comparten con verbos similares en otras lenguas (cf. to frighten ‘asustar’ en inglés) el

hecho de designar una reacción emotiva provocada en un experimentante por la acción de

un estímulo. En (2) proporciono algunos ejemplos extraídos de datos de uso:

(2) La despiadada franqueza del señor Díaz indignaba a Lurdes (2006, Esp.)

Las fotos lo disgustaron (2011, Bol.)

Miguel Ángel no es un artista que me impresione mayormente (2012, Chile)

Sabe mensurar el mundo y nada la asombra (2009, Arg.)

creo que lo conmoví con las historias de estas mujeres (2010, Col.)

Según apunté en la Introducción, muchos estudios dedicados al aspecto léxico se han

aprovechado del modelo de la llamada ‘cadena causal’ (causal chain), ideado como

herramienta para dar cuenta de la manera en que los seres humanos conceptualizan los

eventos que comunican e indagar en la estructura temporal interna de los verbos empleados

para referirse a estos eventos (Croft, 1991a, b, 1993; Dowty, 1979; Langacker, 1987;

Smith, 1991; Talmy, 1976). La cadena se visualiza como una sucesión de fases a lo largo

de las cuales se desarrolla en el tiempo el evento prototípico, desde la acción de un agente

u otra entidad de carácter causal que inicia la secuencia de los subeventos, hasta el estado

resultante que marca el punto final de la situación denotada. Bajo esta perspectiva, las

clases aspectuales se definen en función de las partes de la cadena que recubren. Las

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‘realizaciones’, por ejemplo, tienden a abarcarla en su totalidad, mientras que otras clases

sólo focalizan el tramo inicial de acción, como las ‘actividades’, o bien remiten al fin de la

cadena, como los ‘estados’ (Smith, 1991: 35).

Los verbos psicológicos que nos ocupan expresan un cambio de estado que el sujeto de

la oración produce o ‘causa’ en el participante codificado como objeto (Babcock, 1970;

Bogard, 1993; Brekke, 1976; Cano Aguilar, 1987; Grimshaw, 1990; Iwata, 1995; Pesetsky,

1995; Pustejovsky, 1995; Van Valin y LaPolla, 1997). En ese sentido, se aproximan a los

verbos ‘causativos’ como romper (Juan rompió la ventana), que designan un cambio de

estado en el plano físico.

Desde el punto de vista aspectual, los causativos de cambio de estado físico se analizan

como compuestos de por lo menos dos subeventos: un evento causativo (ligado al sujeto)

y un estado resultante (relacionado con el objeto) (véanse los trabajos citados en Copley y

Harley, 2015). De manera más específica, la representación de su estructura aspectual suele

incluir tres segmentos, que se corresponden, sucesivamente, con la acción causativa

realizada por el participante sujeto (CAUSE), el cambio que aquella provoca en el

participante objeto (BECOME) y el estado resultante en que se encuentra el objeto afectado

(STATE) (para un resumen de las propuestas, véanse Martin y Schäfer, 2015; Schäfer,

2009).3

El análisis trifásico propuesto para los verbos causativos de cambio de estado físico

apunta a las ‘realizaciones’. Estas definen eventos dinámicos complejos, que incluyen un

punto final como parte inherente de su estructura aspectual —son eventos ‘télicos’— y

3 En un esquema alternativo, la composición trifásica de los verbos causativos de cambio de estado

se proyecta de esta manera: romper: [x-HACE ALGO] CAUSA [y RESULTE roto]] (Levin y Rappaport

Hovav, 1995, entre otros).

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suponen, además, un proceso de desarrollo que se extiende a lo largo de un intervalo

temporal hasta alcanzar el punto en que culmina el evento (por ejemplo, construir una

casa) (De Miguel, 1999: 3031; Morimoto, 1998: 15; Smith, 1991: 49).

En Croft (1991a, 1991b, 1993), se hace explícito que la configuración propuesta para

los causativos de cambio físico se puede extender a los causativos emocionales. El autor

establece que verbos como please o surprise en inglés y aburrir o enojar en español

denotan una situación en la que “el estímulo causa que el experimentante entre en el estado

mental” (Croft, 1993: 56), y que por lo tanto la estructura aspectual de estos verbos debe

verse como constituida por los tres segmentos básicos de la cadena causal (CAUSE +

BECOME + STATE) (Croft, 1991a: 215-218; 1993). En otras palabras, los causativos

emocionales parecen responder a la definición de las ‘realizaciones’, tal como se sostiene

en varios estudios (Di Tullio, 2004: 23; Grimshaw, 1990: 26; Levin y Rappaport Hovav

1995: 107; Tenny, 1994: 66). El segmento en que el sujeto estímulo efectúa su acción

coincide con el tiempo que toma el proceso de desarrollo (CAUSE); la unidad BECOME

focaliza el momento en que el cambio emocional denotado por el verbo realmente ocurre;

y la fase STATE alude al estado de afección psicológica en que se halla el experimentante a

consecuencia del cambio que se ha cumplido (está asustado o enojado).

Como trasfondo para lo que viene a continuación, es importante tener en mente que la

identificación de los verbos de cambio de estado (físico o mental) con las ‘realizaciones’

está estrechamente ligada a la presencia de la entidad sujeto que se interpreta como

causante de lo que expresa el verbo. La causación, en efecto, suele relacionarse con la idea

de un ‘evento’, que toma cierto tiempo y es necesariamente anterior al efecto que produce.

Esto se hace evidente al observar que oraciones tales como La ventana se rompió o Juan

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se asustó reciben otro análisis. En estos casos, que focalizan el cambio de estado y no

mencionan a la entidad causante, se argumenta que la estructura aspectual consta de un

segmento temporal menos, y ya no manifiesta una ‘realización’, sino un ‘logro’. Los logros,

como diré abajo, son eventos que se dan de manera instantánea. Dado que mi intención es

mostrar que los causativos emocionales en español sugieren un tipo de logro, habrá

necesidad de volver sobre este punto para ver cómo podemos reconciliar el concepto de

causa con la definición del logro (cf. infra, §4.3).

2.2 Cambio instantáneo

Por lo pronto, vamos a examinar el trabajo de Van Voorst (1992), dedicado a los verbos

psicológicos, en el que se argumenta que los causativos emocionales no pueden

corresponder a realizaciones ya que no pasan las pruebas que suelen utilizarse para

identificar dicha clase aspectual.4

Una de estas pruebas es el adverbio casi (inglés almost). Con las cuatro clases de

Vendler (1967), casi desencadena la lectura de que la situación denotada estuvo a punto de

iniciarse pero no se dio. La realización, por su parte, se opone a las demás clases en admitir

una segunda lectura que incide en el proceso de desarrollo orientado hacia el punto de

culminación: casi indica que el proceso, ya comenzado, se vio interrumpido de modo que

no alcanzó su final (véase De Miguel, 1999: 3026-3027).5 Aplicado a los causativos

4 Los estudios aspectuales se apoyan en las pruebas sugeridas en Dowty (1979) para la

identificación de las cuatro clases de Vendler (1967).

5 De Miguel (1999: 3003) ilustra las dos lecturas de una ‘realización’ con estos ejemplos: 1) lectura

del evento que no se inicia: Sofía casi construye su casa (pero se decidió a buscar ayuda profesional

cuando comprendió que sería una labor difícil); 2) lectura del evento iniciado que se interrumpe

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emocionales, el diagnóstico adverbial verifica, según Van Voorst (1992: 70), que no se

trata de realizaciones, ya que un enunciado del tipo de (3) sólo puede significar que el

evento no ocurrió. (3) rechaza la lectura del cambio que empieza pero no se acaba:

(3) These events almost amused me

Estos eventos casi me divirtieron

Otra característica de las realizaciones es su capacidad para combinarse con

modificadores que ‘miden’ el progreso temporal del evento en dirección al punto final (De

Miguel, 1999: 3027; Morimoto, 1998: 40). En el evento de construir una casa, por ejemplo,

la parte construida va creciendo según avanza el proceso de construcción, y es posible

referirse a una fase en este desarrollo con expresiones tales como medio o hasta la mitad

(cf. Tiene la casa medio construida). En cambio, siguiendo a Van Voorst (1992: 89), esta

posibilidad no existe para los verbos psicológicos:

(4) *The high-pitched noise halfway distracted her

*El ruido agudo medio la distrajo

Cuando un ruido distrae a una persona, aclara el autor, no podemos distinguir un punto

en que la persona se encuentra parcialmente distraída y está en camino hacia volverse

completamente distraída. La persona está distraída o no lo está (Van Voorst, 1992: 89).

Una prueba más involucra la perífrasis de gerundio. Esta construcción presenta la acción

vista en su transcurso (Yllera, 1999: 3393). Con una realización, la perífrasis permite

focalizar la fase de desarrollo que precede a la finalización del evento y se emplea como

prueba para mostrar que del enunciado perifrástico no puede inferirse que el evento ha

antes de alcanzar el término: Sofía casi construye su casa (pero cuando ya la estaba acabando tuvo

que recurrir a la ayuda de unos profesionales).

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ocurrido (estar construyendo una casa no implica haber construido la casa) (De Miguel,

1999: 3031). Por el contrario, en opinión de Van Voorst (1992: 69), la perífrasis formada

con un causativo emocional sí permite inferir que el experimentante ya siente la emoción

designada, lo que equivale a decir que el evento de cambio se ha cumplido (estar enfadado

implica haber enfadado):

(5) Peter is upsetting me

Pedro me está enfadando

Todas estas pruebas, advierte el autor, ponen de manifiesto que los cambios psíquicos

que denotan estos verbos no suponen ningún proceso de desarrollo dirigido a un punto

final, sino que se dan de manera instantánea. Y tras eliminar las opciones aspectuales de

‘estado’ y ‘actividad’, Van Voorst (1992: 82) concluye que se trata de ‘logros’.6

Los logros comparten con las realizaciones su carácter de evento dinámico y télico, pero

difieren de estas en no tener duración interna; expresan situaciones cuyo inicio y fin

“prácticamente coinciden en un mismo punto” (De Miguel, 1999: 3021). Algunos ejemplos

son: alcanzar, darse cuenta, descubrir, encender, encontrar, explotar, llegar, marcar un

gol, perder, reconocer y romper (De Miguel, 1999; Morimoto, 1998; Smith, 1991).7

6 El autor argumenta que no se trata de ‘actividades’ porque el valor aspectual de los causativos no

es sensible a la oposición entre complementos delimitados y no delimitados (Van Voorst, 1992: 71-

72). Sobre el alcance de esta prueba, véase DeMiguel (1999: 2998-3000) y en particular Morimoto

(1998). Para descartar la hipótesis del ‘estado’, Van Voorst (1992: 79-80) muestra que los verbos

psicológicos aceptan adverbios como easily ‘fácilmente’, effortlessly ‘sin ningún esfuerzo’ o

without any trouble ‘sin problema’, que se refieren a la manera en que eventos dinámicos se están

llevando a cabo.

7 La utilización del parámetro de la duración como instrumento para discriminar realizaciones

(durativas) y logros (puntuales) se remonta a Vendler (1967), si bien cabe señalar que algunos

autores no lo consideran lingüísticamente pertinente. Sobre este punto, véase De Miguel (1999:

3030, nota 61) y también Smith (1991: 29-30), quien, por el contrario, hace hincapié en que el rasgo

de duración incide de forma esencial en la sintaxis verbal de muchas lenguas.

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No obstante, el problema detectado por Van Voorst es que los causativos emocionales

se pueden combinar con el sintagma preposicional durante x tiempo, como muestra este

ejemplo (Van Voorst, 1992: 68):

(6) The clown amused me for an hour

El payaso me divirtió durante una hora

En principio, un modificador de este tipo requiere cierta extensión a lo largo del eje

temporal, por lo que los logros suelen rechazar su presencia (*Carlos llegó a la meta

durante 10 segundos: De Miguel, 1999: 3035). Con el fin de salvar su análisis, Van Voorst

hace notar que entre los logros hay verbos tales como see ‘ver’ que tampoco oponen

obstáculo al modificador durativo (Van Voorst, 1992: 69):

(7) We will certainly see you again for an hour tomorrow

Los volveremos a ver sin duda mañana durante una hora

El autor los denomina ‘logros no puntuales’ (non-punctual achievements) (Van Voorst,

1992: 69), y hacia el final de su artículo vuelve a insistir en las similitudes de

comportamiento entre ver y los verbos psicológicos, en cuanto expresiones de eventos que

empiezan de manera instantánea (logro), pero se pueden alargar a través de un período de

tiempo más o menos extenso (logro no puntual) (Van Voorst, 1992: 84).

3. Categoría del ‘logro compuesto’

La agrupación de los causativos emocionales con ver resulta pertinente para nuestro

estudio, considerando que el verbo de percepción visual ha sido igualmente relacionado

con distintas clases aspectuales (Enghels, 2007). De manera más significativa aún, la razón

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por la diversidad de propuestas ha descansado sobre el comportamiento dual de ver, que

algunas veces parece referirse a una sensación repentina (8a) y otras veces supone una

acción prolongada (8b):

(8) a. De repente, vio un flash (Enghels, 2007: 78)

En cuanto Claudia llegó al parque vio al perro (Fernández Jaén,

2012: 301)

b. Vio la casa durante una hora (Horno Chéliz, 2002-2004: 563)

Ayer estuve viendo un documental (Fernández Jaén, 2012: 299)

En los casos de (8a), ver exhibe el sentido de ‘percatarse de algo’ (spotting sense) que

le atribuyó Vendler (1967). Se trata de un evento puntual dotado de un límite inherente.

Como constata Ryle (1949 apud Enghels, 2007: 66), “yo puedo decir que he visto x en el

momento en que veo x”. El paso de no ver a ver es instantáneo. En los ejemplos de (8b),

por el contrario, la percepción visual toma los rasgos aspectuales de un proceso durativo,

sin límite intrínseco, en el que el sujeto continúa fijando su sentido de la vista en el percepto

(Horno Chéliz, 2002-2004).

Con apoyo en el trabajo sobre aspecto léxico de De Miguel (1999), algunos autores

llegan a proponer que la doble cara del verbo ver en español se puede explicar apelando a

la noción del aspecto ‘ingresivo’ (Enghels, 2007; Fernández Jaén, 2012; Horno Chéliz,

2002-2004). En el citado estudio de De Miguel (1999: 3023 y 3033-3034), los verbos

ingresivos se ilustran con ítems tales como amanecer, florecer, hervir, marearse, sentarse

y también ver. Son verbos que focalizan el momento en que el evento comienza a ocurrir

(de ahí su valor ‘ingresivo’), pero sin excluir la posibilidad de que el evento vaya seguido

de un estado o un proceso que continúa en el tiempo. Es decir, estos verbos conducen a la

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identificación de una estructura aspectual compleja en la que deben distinguirse dos fases:

el punto en que tiene lugar el evento (Juan se sentó rápidamente) y una fase con duración

ligada al evento puntual (Se sentó a mi lado durante toda la fiesta).

En Fernández Lagunilla y De Miguel (1999, 2000), los verbos ingresivos motivan el

establecimiento de una nueva categoría aspectual llamada ‘logro compuesto’. A diferencia

del logro simple, definido como “evento delimitado que ocurre en un punto” (explotar,

llegar, nacer) (Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 113), el logro compuesto “denota

un evento que culmina en un punto inicial y que implica una fase posterior a dicho punto;

esa fase posterior puede ser un estado o un proceso” (Fernández Lagunilla y De Miguel,

1999: 108).

Esto explica la compatibilidad del logro compuesto con modificadores tanto puntuales

como durativos. En los contextos donde se subraya la fase inicial, el adverbial indica el

punto en que el evento alcanza su límite (Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 109):

(9) El sol se ocultó en un instante

El agua hirvió en un instante

En estos casos, el logro compuesto funciona como el logro simple; designa un evento

de escasa duración cuyo acabamiento viene a coincidir con el momento mismo de su

ocurrencia (De Miguel, 1999: 3034). En cambio, cuando la atención se centra en la segunda

fase, pueden aparecer modificadores que expresan el mantenimiento del evento iniciado

(Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 109):

(10) El sol se ocultó un rato (= se mantuvo oculto)

El agua hirvió un rato (= se mantuvo hirviendo)

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La nueva categoría aspectual se halla escindida en dos subclases, dependiendo de si la

fase inicial va seguida de un estado (marearse, ocultarse, sentarse) o de un proceso (hervir,

florecer, ver la costa) (Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 113). La prueba que

utilizan las autoras para justificar esa distinción remite nuevamente a la perífrasis de

gerundio. La perífrasis, como ya se dijo, visualiza un evento en su transcurso y con este

valor básico se acopla de manera preferente con situaciones dinámicas que implican

cambio y avanzan en el tiempo. En contraste, los estados, por denotar situaciones

homogéneas y continuas, carentes de dinamismo, resultan ser difícilmente compatibles con

la forma progresiva (*Este libro me está perteneciendo; *Juan está sabiendo inglés). De

hecho, la perífrasis <estar + gerundio> se ha constituido en una de las pruebas más fiables

y seguras para detectar los verbos estativos en español (De Miguel, 1999: 3012-3013;

Rodríguez Espiñeira, 1990: 185-187).

Así, en relación con el logro compuesto, la perífrasis confirma el seguimiento de un

proceso dinámico en el caso de los verbos como hervir que la aceptan (Fernández Lagunilla

y De Miguel, 1999: 109):

(11) El agua aún está hirviendo

Y se pone de relieve el mantenimiento de un estado cuando el verbo rechaza la perífrasis

(Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 109):

(12) *Juan aún se está {mareando/sentando/ocultando}8

8 Conviene puntualizar que la perífrasis en (12) es posible si el evento se interpreta como habitual

(Juan aún se está mareando = sigue mareándose, como hábito) (De Miguel, 1999: 3035).

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En resumen, bajo la perspectiva del logro compuesto se ilumina el comportamiento de

algunos verbos difíciles de clasificar aspectualmente debido a que los eventos que expresan

se revelan delimitados y no delimitados a la vez. Postular para estos verbos una estructura

temporal interna compuesta de dos fases ayuda a resolver la ambigüedad: dependiendo del

punto de vista que elija el hablante, el evento tendrá el carácter del logro puntual (enfoque

en la fase inicial) o bien evocará una situación durativa con un final abierto (interés

centrado en la fase posterior). La hipótesis se ha aprovechado para explicar la dualidad de

la percepción visual significada por ver, y en lo que sigue argumentaré que también los

causativos emocionales del español responden a la definición del logro compuesto.

4. Estructura aspectual de los causativos emocionales

4.1 Caracterización como ‘logro compuesto’

La propuesta que pretendo defender tiene antecedentes. Ya en el trabajo de Brekke (1976

apud Vanhoe, 2002: 147) está resaltada la facilidad con la que los causativos emocionales

alternan entre complementos puntuales y durativos. Un paso adelante hacia la resolución

del conflicto que plantean estos verbos lo da Van Voorst (1992), con su concepto del ‘logro

no puntual’. Finalmente, en Vanhoe (2002), un estudio sobre los verbos psicológicos del

español realizado en el marco de la Gramática Léxico-Funcional, los causativos

emocionales aparecen definidos como verbos ‘ingresivos’, con referencia explícita a De

Miguel (1999).

Con respecto a la posición de este autor, nos separaremos en dos puntos. En primer

lugar, observaremos que en el caso de los causativos emocionales la segunda fase del logro

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compuesto sugiere un proceso más que un estado. Y, segundo, descartaremos la conclusión

del autor de que no se trata de verbos causativos, estableciendo, por el contrario, que la

categoría aspectual del logro compuesto no está reñida con la noción semántica de la

causatividad.

Nuestro análisis toma como punto de partida el hecho de que los verbos en estudio

denotan eventos dinámicos que implican un cambio; este consiste en la reacción emotiva

que suscita el estímulo en el experimentante (Dowty, 1991: 580; Di Tullio, 1998: 255; entre

muchos otros). Los causativos emocionales se caracterizan, además, por ser verbos télicos,

esto es, incluyen un punto terminal —un límite inherente— dentro de su constitución

temporal. La prueba de ello es que pueden aparecer en la llamada construcción de participio

absoluto, como en (13), donde el participio aspectualmente perfectivo implica que “el

verbo sobre el que se forma debe denotar un evento que, para realizarse, ha de alcanzar su

estado final (es decir, ha de tener un término o un resultado)” (De Miguel, 1992: 74):

(13) Aburridos los presentes con su charla monótona, se le quedó vacía la sala (De Miguel, 1992: 244)

Enorgullecida Greta de su propia leyenda, dedicó el resto de su vida a

fomentar su mito (De Miguel, 1992: 245)

El evento dinámico y télico que expresan los causativos emocionales tiene, por último,

las cualidades de una ocurrencia puntual. Los diagnósticos manejados por Van Voorst

(1992) apuntaron en esa dirección, y más adelante obtendremos evidencia adicional al

respecto (cf. infra, §4.2).

Todas estas propiedades confluyen en la identificación aspectual del logro: un evento

dinámico, télico y puntual. Lo referente a la puntualidad reclama, sin duda, matización, ya

que todo evento toma algo de tiempo para llevarse a cabo (De Miguel, 1999: 3030). Como

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señala Carlota Smith (1991: 31 y 58), si fuéramos a medir los logros con instrumentos de

alta precisión encontraríamos que las acciones de ganar una carrera, romper un vaso o

recordar un nombre involucran más que un instante. Pero en nuestra concepción idealizada

de las situaciones verbales, y pese a la realidad, los logros se piensan y categorizan como

instantáneos.

Lo que sí importa en el caso de los logros es no confundir el evento puntual, que focaliza

el verbo, con la fase preparatoria, que algunas veces forma parte del escenario eventivo:

una carrera no se gana sin haber corrido, una cima no se alcanza sin haberse acercado a ella

(Smith, 1991: 61). Los procesos asociados al logro hacen posible su ocurrencia, pero deben

‘separarse’ conceptualmente del evento mismo.9

Esto vale para los causativos emocionales. Van Voorst (1992: 70) ilustra el caso

refiriéndose al payaso que intenta divertir a unos niños por medio de una serie de bromas

y trucos. Las actividades del payaso están evidentemente orientadas al desencadenamiento

de una reacción emotiva; sin embargo, no pertenecen al evento mismo de ‘divertir’ (the

amusing event). Este ocurre en el momento preciso en que los niños pasan a sentirse

divertidos, algo que el payaso no siempre consigue. Nótese cómo, en (14), los datos de uso

le dan la razón a Van Voorst:

(14) jugaba a la caricatura y al exceso del payaso que termina asustando

al niño al que quiere divertir (2008, Perú)

9 Para mayores detalles sobre el concepto de ‘separabilidad’ (detachability), véase Smith, 1991:

60-63. En la ‘realización’, el proceso que lleva al punto de culminación constituye una parte

esencial y no separable del evento. El ‘logro’, en cambio, puede ir precedido de un proceso, pero

este se distancia del evento mismo y no garantiza que el evento tenga lugar (por ejemplo, puede

suceder que la persona que corría y estaba a punto de ganar la carrera al último momento no la

gane).

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Convendrá tener en mente la distinción entre proceso asociado y evento puntual cuando

llegamos a la exposición de los diagnósticos aspectuales (cf. infra, §4.2).

Antes de pasar a examinar la segunda fase del logro compuesto, puede ser de interés

mencionar que los psicólogos y neurofisiólogos que se han acercado a las emociones

mediante experimentos y otras formas de verificación empírica tienden a enfatizar la

inmediatez de su ocurrencia, independientemente de la orientación más biológica o más

cognitiva de la teoría que se maneja (Ekman, 1992; Moors, 2013; Oatley y Johnson-Laird,

2014; Planalp, 1999). Hay cierta convergencia, también, en destacar la poca duración de

nuestras respuestas emocionales a los estímulos del medio ambiente, sin por ello excluir la

posibilidad de que el sentimiento se prolongue durante un intervalo mucho más largo

(Calhoun y Solomon, 1989; Oatley y Johnson-Laird, 2014; Planalp, 1999). Con esto

último, los estudiosos de otras disciplinas brindan apoyo para defender la hipótesis de que

la estructura aspectual de los causativos emocionales tiene prevista una segunda fase.

La evidencia lingüística relativa a la fase posterior del logro compuesto proviene de

oraciones tales como la citada por Van Voorst (1992) (cf. supra, §2.2) y aquí repetida como

(15):

(15) The clown amused me for an hour

El payaso me divirtió durante una hora

En este caso, la compatibilidad del verbo divertir con el sintagma temporal durante x

tiempo indica que la experimentación emotiva se puede conceptualizar como alargándose

en el tiempo.

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Para ilustrar la dualidad aspectual de los causativos emocionales, Vanhoe (2002: 147)

retoma varios ejemplos de Brekke (1976), en los que co-ocurren un modificador puntual y

otro durativo, como en (16):

(16) At noon today my doctor worried me for two hours (until the lab

returned a negative test)

A mediodía hoy mi médico me preocupó durante dos horas (hasta que

el laboratorio devolvió una prueba negativa)

El ejemplo se siente un poco forzado, pero la situación que intenta captar bien podría

darse en la realidad: evoca un sentimiento de preocupación que emerge en un instante,

como reacción a un diagnóstico médico ominoso, y perdura mientras el paciente espera los

resultados de la prueba.

Por su parte, si bien con otros fines argumentativos, De Miguel (1999: 3028) ofrece el

siguiente ejemplo que resulta pertinente para nuestra discusión:

(17) Me interesó la obra hasta la mitad

La autora explica que la oración alude al intervalo temporal a lo largo del cual se

mantuvo el interés generado por el estímulo (un argumento con propiedades de duración).

Arriba señalé que en los estudios de otras disciplinas se vislumbran experiencias de

afección psicológica que se alargan. Para profundizar en este aspecto, Frijda (1993) elabora

el concepto del ‘episodio’ emocional. Este define un período continuo de involucramiento

anímico durante el cual el individuo sigue interactuando mentalmente con el estímulo —

persona, cosa o contingencia— que disparó el sentimiento. El episodio se caracteriza por

involucrar a menudo trastornos fisiológicos y síntomas de un incremento en la actividad

cognitiva (la atención del individuo está centrada en el estímulo). En su transcurso, ocurren

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cambios en el grado de intensidad con que se experimenta el fenómeno afectivo —

intensidad que crece al inicio, varía en la fase intermedia y disminuye al final—, pero el

individuo percibe el suceso como una sola y misma emoción. De acuerdo con el autor, el

término ‘estado’ no se ajusta al episodio emocional, que tiene más bien las características

de un ‘proceso’ (Frijda, 1993: 382).

Desde el punto de vista de la Aktionsart, los ‘estados’ proyectan situaciones homogéneas

y estables, mientras que los procesos (o ‘actividades’) son eventos dinámicos que se

desarrollan en el tiempo. Entre unos y otros, sin embargo, la frontera es fluida, dada la

naturaleza durativa que tienen en común esas dos clases (Rodríguez Espiñeira, 1990: 190;

Lehmann, 1991: 198). Con el fin de iluminar la distinción, Comrie (1976: 49) estipula que,

frente al estado, cuyo mantenimiento no requiere esfuerzo alguno, los procesos necesitan

para su desarrollo un aporte continuo de energía. Si tomamos esta diferencia en cuenta,

podemos decir que el episodio emocional, con su secuencia de ‘transacciones’ (Frijda,

1993: 386) entre experimentante y estímulo, nos orienta hacia un proceso. Nótese que la

decisión a favor del proceso o el estado importa en la medida en que Fernández Lagunilla

y De Miguel (1999, 2000), como vimos arriba, fraccionan la categoría aspectual del logro

compuesto sobre la base de dicha oposición. En el caso de los causativos emocionales, las

pruebas que discutiremos en un momento respaldarán la hipótesis del proceso dinámico.10

Resumiendo, en esta sección miramos un conjunto de hechos que llevan a considerar

los causativos emocionales como miembros de la categoría aspectual del logro compuesto.

De forma similar a ver, que oscila entre su valor puntual de ‘percatarse’ y la alusión a una

experiencia visual que dura, los verbos en estudio expresan eventos complejos,

10 Identificaremos significados estativos más adelante (cf. infra, §6).

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caracterizados por implicar una fase inicial muy breve, en la que un ser animado pasa de

no sentir la emoción denotada a sentirla, y constar de una fase posterior durante la cual la

emoción se prolonga a través de la interacción entre el experimentante y el estímulo.

4.2 Diagnósticos aspectuales

Nos corresponde ahora examinar el comportamiento de los causativos emocionales ante

algunas pruebas de corte aspectual con el objeto de verificar nuestra hipótesis del logro

compuesto. A la hora de aplicar las pruebas, tendremos en mente en todo momento la fase

específica —inicial o posterior— que está bajo escrutinio.

(i) en x tiempo

La expresión adverbial introducida por en delimita el tiempo que tardó un evento télico en

alcanzar su punto final (Dowty, 1979). Se compagina bien con la realización (Pedro leyó

el informe en una hora: De Miguel, 1999: 3020), pero no así con el logro, dada la

instantaneidad del evento. En el caso del logro (Alcanzamos la cima en 5 minutos), el

sintagma indica el intervalo que precede al momento en que el evento puntual inicia —y

acaba (De Miguel, 1999: 3036; Smith, 1991: 62)—. Dicho intervalo se relaciona, pues, con

la fase preparatoria o proceso asociado que tratamos arriba.

Con respecto a los causativos emocionales, algunos autores observan que se muestran

reticentes a este tipo de complemento, lo que a primera vista podría hacer dudar de su

carácter télico:

(18) *Esta situación ha angustiado/obsesionado/preocupado a tus padres

en cinco minutos (Marín, 2011: 36)

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?Las novelas de aventuras me apasionaron en una hora (Vanhoe,

2002: 167)

La anomalía en (18) se debe a que el evento emocional, en cuanto logro, no implica tales

intervalos, pues surge de forma casi inmediata, a menos de que el sintagma temporal se

interprete como referido a la fase preparatoria. En el uso, los adverbiales elegidos

manifiestan la percepción que tienen los hablantes de la inmediatez de las emociones:

(19) También el teléfono de pronto me intimidó (2002, Arg.)

Javier le tiene terror al sida. Es el gran monstruo de mil tentáculos

invisibles que lo atemoriza en el minuto exacto antes de quedarse

dormido (2003, Chile)

También encontramos ejemplos que confirman la escasa duración de las emociones que

se ciñen a la fase inicial y no se prolongan:

(20) Por un momento (sólo por un momento) me entristeció su ausencia (2004, Arg.)

(ii) lentamente, poco a poco

Los adverbiales de este tipo sirven para distinguir los eventos que progresan sobre la línea

del tiempo en dirección a su límite inherente (De Miguel, 1999: 3019; Smith, 1991: 69).

Destacan asimismo la presencia de una realización. Los logros, por su parte, los admiten

con dificultad al no implicar una fase de desarrollo. Cuando uno de estos adverbiales

aparece con un logro, hemos de interpretar que modifica al evento previo (proceso asociado

y separable) que desemboca en la ocurrencia puntual, como en Murió lentamente o Salió

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de la reunión poco a poco (De Miguel, 1999: 3038; Smith, 1991: 70). Esa misma lectura

surge con los causativos emocionales:

(21) Poco a poco comenzó a irritarle mi indiferencia hacia el resto del mundo (2010, Esp.)

Los modificadores en discusión se relacionan con sintagmas del tipo de hasta la mitad

o completamente, que ponen en perfil grados de avance en el desarrollo de un evento télico

con duración, es decir, una realización. Esto significa que en principio un causativo

emocional, en su calidad de logro, no debería aceptar expresiones de esta naturaleza, como

argumenta Van Voorst (1992) (cf. supra §2.2). Sin embargo, en el uso se presentan

ejemplos como este:

(22) Lo cual lo alegró a medias (2003, Par.)

Lo que mide el adverbio en estos casos no es el progreso del evento en el tiempo, sino

el grado de intensidad con el que el individuo experimenta el sentimiento (véase De

Miguel, 1999: 3027-3028, acerca del ejemplo Ando medio enamorado). Nuestras

emociones se prestan a este tipo de gradación (Van Voorst, 1992: 88), y así lo manifiestan

los hablantes en el uso:

(23) A mí me avergonzaba un poco cantar y hacer mis payasadas

delante de una muchacha como ésa (2002, P. Rico)

Eso, francamente, le disgustó en extremo (2010, Esp.)

(iii) durante x tiempo

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Los diagnósticos anteriores permitieron evidenciar la fase delimitada y puntual (logro

inicial) que integra la estructura aspectual de los causativos emocionales. Con el siguiente

par de pruebas, corroboraremos que la experimentación psicológica se puede alargar en

una fase posterior correspondiente a lo que hemos llamado el episodio emocional.

El modificador adverbial durante x tiempo se utiliza canónicamente para oponer las

situaciones no delimitadas (estado y actividad), que lo aceptan, a los eventos dotados de un

límite inherente (realización y logro), que lo rechazan (Dowty, 1979).11

De este modo, el criterio le sirve a De Miguel (1999: 3023) para mostrar que los verbos

con aspecto ‘ingresivo’ —los logros compuestos— suponen una segunda fase no

delimitada que sigue al punto inicial:

(24) Pedro se sentó en su mesa durante una hora

El agua hirvió durante media hora

Así se explica también la compatibilidad de los causativos emocionales con este tipo de

expresiones temporales, sin tener que renunciar a la idea de que son a la vez verbos télicos:

(25) hasta Alan Titus (Kurwenal), el fiel escudero que me conmovió

profundamente durante todo el tercer acto (2008, Esp.)

Esa fue la pregunta que la obsesionó durante la noche,

impidiéndole dormir (2003, Méx.)

(iv) dejar de

11 En realidad, hay contextos en que el modificador se puede combinar con un verbo télico, en cuyo

caso aporta una lectura específica: la realización (Pedro leyó el informe durante una hora) se

visualiza como interrumpida (= estuvo leyendo el informe durante una hora, pero no llegó a

acabarlo) y el logro (Nuria saltó a la piscina durante una hora) activa una idea de iteración (=

saltó, estuvo saltando, a la piscina una y otra vez) (véase De Miguel, 1999: 3020-3021).

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La perífrasis <dejar de + infinitivo> indica la interrupción de una acción que venía

desarrollándose (Gómez Torrego, 1999: 3381). Es compatible con verbos de distintas

clases aspectuales, menos los logros (*Juan dejó de llegar), dado que un evento puntual,

por su escasa duración, no se puede interrumpir (De Miguel, 1999: 3037).

En el caso del logro compuesto, De Miguel (1999: 3037) comenta que la perífrasis

difiere en su interpretación dependiendo de si la fase posterior implica un proceso (26a) o

un estado (26b):

(26) a. El agua dejó de hervir

b. María dejó de sentarse a mi lado

En (26a), afirma la autora, el proceso se interrumpe, frente a (26b), donde la perífrasis

“interrumpe la repetición del punto inicial” (= María dejó de sentarse a mi lado cuando

siempre lo había hecho).

Si De Miguel está en lo correcto, el criterio en discusión respaldaría la hipótesis de que

el episodio emocional que sigue a la reacción instantánea es de naturaleza procesual. Esto

lo sugieren los ejemplos de (27), en los que el verbo psicológico parece comportarse como

hervir:

(27) fue hasta más tarde, cuando la Sara dejó de molestarme con sus preguntas

[…] (2001, Perú)

a medida que conseguía seguir escribiendo, el dolor se iba disipando, y los

recuerdos dejaban de angustiarme (2007, Par.)

(v) perífrasis de gerundio

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Hasta aquí hemos revisado pruebas ajustadas a una u otra fase del logro compuesto. La

perífrasis de gerundio, en cambio, proporciona evidencia a favor de ambas fases, si bien

con distintos valores.

En conexión con la primera fase, ya discutimos la utilidad de la perífrasis para poner de

manifiesto que los causativos emocionales no suponen ningún desarrollo encaminado hacia

el límite inherente del evento (cf. supra §2.2). Lo que es preciso agregar en este momento

es que los verbos de logro admiten la construcción progresiva bajo ciertas condiciones, por

ejemplo, El tren está llegando a la estación. Son casos estos donde la perífrasis focaliza la

fase preparatoria y activa la lectura del evento ‘inminente’ (= El tren está a punto de llegar)

(De Miguel, 1999: 3036; Morimoto, 1998: 22; Smith, 1991: 222).12 Asimismo, el sentido

de inminencia se percibe en estos ejemplos formados con causativos emocionales:

(28) ¿Richard? Me estás asustando, amor. ¿Qué te pasa? (2001, Ven.)

Me sentí como Antígona, tan persuasiva que me estaba conmoviendo

a mí misma (2007, Esp.)

En cuanto a la segunda fase del logro compuesto, se recordará que Fernández Lagunilla

y De Miguel (1999, 2000) fundamentan la distinción entre proceso y estado en la tolerancia

de la estructura perifrástica (proceso/*estado) (cf. supra, §3). El punto aquí es asegurarse

de que la perífrasis remita efectivamente a la fase posterior (y no al evento inminente de la

primera fase). Con este propósito, conviene sumarle a la perífrasis un adverbio aspectual

como aún o todavía (Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 107 y ss.; De Miguel, 1999:

3035), o bien sustituir el auxiliar estar por seguir (De Miguel, 1999: 3035), con los cuales

12 En la bibliografía anglosajona, los autores se refieren a esta construcción como “preliminary

circumstance progressive” y hablan de su sentido ‘prospectivo’ (forward looking sense); véase

Kearns, 2003.

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se afianza la visión del proceso que está transcurriendo. De esta manera podemos

comprobar que el episodio emocional obedece a la definición del proceso dinámico que

continúa dándose una vez culminado el evento puntual:

(29) Los aplausos alentaban al héroe que continuaba alegrando a los presentes (2010, Par.)

Y enfrente de ella, ya fuera un mozo, la directora de mi colegio o un

vendedor se achicaba y trataba de no seguir enojando a la señora (2009, Arg.)

(iv) tiempo presente

El último diagnóstico en que nos detendremos se relaciona con el empleo del tiempo

presente. Entre sus propiedades aspectuales más discutidas está el hecho de que el presente

tiende a disparar una lectura ‘habitual’ con verbos dinámicos, que no surge cuando se trata

de un estado (Dowty, 1979). Observamos, por ejemplo, que la oración Aniceto juega al

tenis puede parafrasearse como Aniceto suele jugar al tenis, mientras que el verbo de estado

en María no necesita un ordenador no promueve esta equivalencia (# María no suele

necesitar un ordenador) (Rodríguez Espiñeira, 1990: 199).

Los distintos efectos del tiempo presente nos interesan, en vista de que en algunos

estudios sobre los causativos emocionales se aducen ejemplos como el de (30) para

argumentar que son verbos estativos, ya que no presentan un valor habitual en presente

(Marín, 2011: 37):

(30) Esta situación angustia/desespera/ilusiona a tus padres

Por lo tanto, merece la pena explorar si las funciones de este tiempo gramatical permiten

mantener la hipótesis del logro compuesto.

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En relación con la primera fase, hay que tener en mente que los eventos puntuales no

favorecen el empleo del presente. Como tiempo imperfectivo, el presente enfoca una parte

interna o fase intermedia de la situación designada, sin dejar ver ni el principio ni el fin

(García Fernández, 1998: 20; Smith, 1991: 151-152). La exclusión de los límites de una

situación hace que el presente sea poco compatible con el logro, que carece de fase interna

(Smith, 1991: 63).

En ocasiones, sin embargo, el presente llega a utilizarse con un valor ‘puntual’ o

‘momentáneo’ para referirse a un suceso que se produce —inicia y acaba— en el momento

del habla (El delantero sale al terreno del juego; Te llamo desde el aeropuerto) (NGLE,

2009: §23.5a y §23.6a). Carlota Smith califica de ‘telescópico’ este uso marcado del

presente y subraya que lo acepta muy bien el verbo ver (Oh! I see!) “como reflejo quizá de

la especial inmediatez de la percepción” (Smith, 1991: 153).

La alusión al logro compuesto representado por ver hace esperar que, de manera similar,

los causativos emocionales faciliten el uso ‘puntual’ del presente, como se aprecia en estos

ejemplos:

(31) De pronto me dice que soy un diletante y eso me enfurece (2009, El Salv.)

Juan la acuesta sobre la sábana, pero más que sus formas le impresionan

sus pestañas largas, su frente tersa. Estornuda (2001, Méx.)

Al vincularse con la segunda fase del logro compuesto, el valor del tiempo presente

cambia. En este caso, tenemos un proceso dinámico que se desarrolla en el tiempo, carente

de límite inherente y susceptible de mirarse en su fase intermedia mientras avanza. Aquí el

tiempo imperfectivo toma la función del llamado presente ‘progresivo’, “que se emplea

para hacer referencia a situaciones de muy diversa extensión temporal que se hallan en

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curso en el momento de la enunciación” (NGLE, 2009: §23.5e). Recibe este nombre porque

en los contextos donde actualiza dicho valor alterna con la perífrasis de gerundio (canto =

estoy cantando) (NGLE, 2009: §23.5e).

En (32) se ofrecen ejemplos que evocan episodios emocionales vistos en su transcurso

con ayuda del presente ‘progresivo’:

(32) ¿Te aburre mi historia? Es en parte la tuya. Tengo ganas de decirte

que para eso pago, que para eso eres lo que eres (2007, Perú)

(= ¿Mi historia te está aburriendo?)

Al fin, se quitan la ropa, se acuestan, se besan. Comienza el ritual.

Pero ella siente que él no es el mismo que la vez anterior. Que algo

lo perturba (2001, El Salv.)

(= Algo lo está perturbando)

Para concluir esta sección, sometimos los causativos emocionales a un conjunto de

criterios especializados en la discriminación aspectual y no hallamos evidencia alguna que

pusiera en tela de juicio la hipótesis del logro compuesto.

4.3 Causatividad

La pregunta que nos queda pendiente es si un verbo de logro compuesto puede ser a la vez

un verbo ‘causativo’. Arriba mencioné que existe cierto acuerdo en considerar los verbos

psicológicos en estudio como causativos (cf. supra, §2.1) y también dije que la

configuración trifásica de la realización (CAUSE + BECOME + STATE) que suele atribuírseles

está estrechamente ligada a dicho valor causal (cf. supra, §2.1). Subyace a esa conexión la

idea de que todo cambio inducido por un sujeto en un objeto lleva a postular un segmento

temporal, de mayor o menor extensión, ubicado al inicio de la cadena causal y coincidente

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con el intervalo durante el que el sujeto realiza su acción. Ello cobra visibilidad si

comparamos la estructura que proponen los autores para la variante intransitiva de los

verbos causativos de cambio físico, por ejemplo, The door opened ‘La puerta se abrió’

(frente a John opened the door ‘Juan abrió la puerta’), en cuyo caso, es decir, en ausencia

del sujeto causante, la descomposición aspectual se reduce a dos segmentos: BECOME +

STATE (véase Schäfer, 2009).

En trabajos recientes, sin embargo, esta manera de ver las cosas ha empezado a

cuestionarse. Una relación causal, se hace notar, entraña una idea de dependencia entre

situaciones, sin duda, pero no requiere precedencia en el tiempo. Hay relaciones

‘instantáneas’, en las que el efecto producido por la causa surge en cuanto la causa ejerza

su fuerza y, en otra clase de eventos, la causa y el efecto se desarrollan al mismo tiempo de

manera ‘continua’ (para una discusión de los tipos de causa y referencias bibliográficas,

véanse Copley y Harley, 2015; Martin y Schäfer, 2015). Nótese de paso que las

modalidades de causación que presentan los verbos que estamos analizando encuentran su

lugar en este panorama. Tenemos, por un lado, una relación de carácter ‘instantáneo’, que

hace surgir la emoción en una sola fase (inicial) y, por el otro, una de tipo ‘continuo’, en la

que el factor causal y su efecto —el sentimiento producido en el experimentante por el

estímulo— siguen interactuando durante cierto tiempo (segunda fase).

Además, el punto de mayor relevancia para el análisis aspectual radica en que los

llamados verbos causativos, se argumenta, no permiten derivar de su semántica algo

parecido a un ‘evento causativo’. Reconocer en el sujeto de la oración a una entidad

causante es asignar al constituyente en cuestión una determinada función semántica (o

papel temático), que no tiene implicaciones aspectuales, puesto que las funciones

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semánticas y las propiedades temporales pertenecen a distintos sistemas de categorización

(Doron, 2003; Reinhart, 2002). Lo que una oración como El martillo rompió la ventana

predica, por ejemplo, es simplemente que el martillo contribuyó de forma crucial (crucial

contributing factor) a la culminación del evento de ‘romper’, sin dar lugar a que

interpretemos que ‘un evento en que estuvo involucrado el martillo fue la causa de que se

rompiera la ventana’ (Neeleman y Van de Koot, 2012). En algunos enunciados,

ciertamente, aparece la mención explícita del evento que causó el cambio de estado, como

en Juan rompió la ventana golpeándola con un martillo, pero estos casos son distintos de

aquellos en los que el concepto de causación se infiere de la función semántica atribuida al

sujeto de la oración (Neeleman y Van de Koot, 2012).

De hecho, el rasgo [+ causa] no figura entre los criterios que suelen manejarse para

definir las clases aspectuales. Los logros, por ejemplo, se ilustran tanto con estallar de ira

y darse cuenta, que no son causativos, como con encender y romper, que sí lo son (De

Miguel, 1999: 3033). El rasgo pertinente que tienen en común estos verbos es la escasa

duración del evento que designan. No obstante, pese a su clasificación aspectual como

logro, el causativo romper se emplea de forma canónica en muchos trabajos para

ejemplificar la estructura trifásica de la realización. La asociación entre esta última clase

aspectual y la causatividad está tan arraigada que tanto Van Voorst (1992: 84) como

Vanhoe (2002: 183), quienes, según vimos, abogan por un tipo de logro en el caso de los

verbos que nos ocupan, se sienten obligados a concluir que no son causativos. En mi

propuesta, no hay motivos que justifiquen semejante conclusión. La pertenencia de un

verbo a la clase del logro compuesto no anula su análisis semántico como unidad léxica

causativa.

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5. La variante pronominal

Hasta ahora nos hemos ocupado de las oraciones transitivas formadas con causativos

emocionales. Resulta, como ya se mencionó, que los verbos causativos de cambio de estado

se caracterizan por tener a menudo un correlato intransitivo que predica de la entidad

afectada por el cambio (La ventana se rompió). Los causativos emocionales del español

manifiestan esta posibilidad en construcciones como las de (33), en las que el

experimentante pasa a ser sujeto y el proceso de intransitivización se marca con el

pronombre reflexivo:

(33) a. Claudia se entristeció de golpe (2001, El Salv.)

b. Zacarías se impacientó por la tardanza (2003, Esp.)

El fenómeno de variación entre una oración transitiva, con el causante en función de

sujeto, y otra intransitiva, con la entidad afectada cumpliendo esta función, se conoce como

‘alternancia causativa’ (Haspelmath, 1993; Levin y Rappaport Hovav, 1995; entre muchos

otros).

En la sección anterior aludí a que la variante intransitiva —llamada ‘incoativa’ o

‘anticausativa’— suele asociarse con una estructura aspectual menos compleja (BECOME +

STATE), frente a la transitiva (CAUSE + BECOME + STATE). Ha quedado claro que la

motivación para plantear análisis distintos gira en torno al contraste entre presencia y

ausencia del sujeto causante. Se trabaja con la premisa de que dicha entidad remite a un

‘evento’ causativo, con desarrollo en el tiempo, y se concluye que la incoativa, centrada en

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el momento en que ocurre el cambio de estado, tiene un subevento menos. Bajo esta

perspectiva, surge la oposición entre el ‘logro’ intransitivo y la ‘realización’ transitiva.

Para nuestros objetivos, sin embargo, es importante señalar que en los últimos años el

acercamiento a la alternancia causativa ha tomado nuevos rumbos, dando pie a una serie

de propuestas muy distintas entre sí, pero motivadas, en términos generales, por dos

tendencias compartidas: la oposición de las estructuras ya no se centra en el efecto

producido por la presencia de un sujeto causante y los análisis están orientados a aproximar

las variantes, minimizando las diferencias y poniendo de relieve sus afinidades.

Sobre este fondo, se proyectan escenarios divergentes. Para algunos autores, los verbos

que participan en la alternancia causativa designan cambios que presuponen la actuación

de un causante externo, independientemente de si este se explicita o se calla (Chierchia,

[1989] 2004; Levin y Rappaport Hovav, 1995). Son verbos en cuya semántica está envuelto

un rasgo inherente de causación. Entre los argumentos aducidos para apoyar este

planteamiento, se menciona la facilidad con la que en muchas lenguas la variante

intransitiva admite que el causante esté presente en forma de un sintagma preposicional u

otro tipo de complemento (véase Martin y Schäfer, 2015). Así sucede, por ejemplo, en la

oración de (33b) arriba citada, donde la frase por la tardanza alude al estímulo que causó

el sentimiento de impaciencia en el sujeto.13

13 Desde este punto de vista, la anticausativa es una construcción que, de manera similar a una

pasiva, oscila entre la omisión del sujeto transitivo y la re-introducción de este participante

argumental como oblicuo (Moreno Cabrera, 1984). En la visión tradicional, la intransitiva focaliza

un proceso de cambio ocurrido en el sujeto paciente sin que nada o nadie lo haya provocado, es

decir, concebido como un hecho ‘espontáneo’ (Cano Aguilar, 1987; García-Miguel, 1985;

Shibatani, 1985; Talmy, 1976). Se sigue de ahí que en los casos donde la intransitiva lleva una

alusión a la causa, como en (33b) (o bien en una oración como La ventana se rompió con el viento),

la función del sintagma prepositivo se identifica con la del opcional y prescindible complemento

circunstancial (Cano Aguilar, 1987; Martínez García, 1986; Rodríguez Espiñeira, 2004a, b).

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En modelos sintácticos, se parte de una raíz verbal que significa un estado resultante y

toma como argumento (interno) a una entidad afectada, y se propone que, en ambos casos,

el núcleo se combina con un predicado de CAUSA, situándose la diferencia entre una y otra

variante en que la transitiva supone la introducción de un sujeto causante (argumento

externo) en otro nivel de representación (la proyección no-eventiva de VOZ) (Alexiadou,

Anagnostopoulou y Schäfer, 2006; Kratzer, 2005).

Para otros autores, el único ingrediente estable y común a todos los empleos de los

verbos causativos es la denotación del cambio de estado que afecta a una entidad paciente.

Al mismo tiempo, existe la posibilidad de insertar el verbo básico en distintos esquemas

construccionales que añaden una noción de causa, sea bajo la forma del sujeto transitivo,

sea mediante un complemento adjunto de valor causal (Rappaport Hovav y Levin, 2011;

cf. Copley y Harley, 2015; Rákosi, 2012).

En resumidas cuentas, la idea de que el sujeto causante obliga a postular un subevento

adicional en la configuración temporal de la oración transitiva ya no se defiende como solía

hacerse antes. El rasgo de causación recibe diversos tratamientos, según las propuestas, sin

considerarse como determinante para erigir una frontera entre las variantes en cuanto a su

caracterización aspectual. En el fondo, la oposición causativa/anticausativa se relaciona

con una cuestión de prominencia (Doron, 2003), motivada, en última instancia, por las

intenciones comunicativas del hablante. Algunas veces se fija la atención en el cambio de

estado y otras veces se colocan en un primer plano tanto el cambio como su causa (Davis

y Demidarche, 2000 apud Schäfer, 2009).14

14 Con los causativos emocionales, el contraste entre estructuras repercute en la interpretación del

experimentante, específicamente, en el grado de control que dicho participante ejerce sobre el

evento que lo afecta. Para un análisis muy fino dedicado a este tema, puede consultarse a

Maldonado (1999).

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He dedicado espacio a las propuestas novedosas en torno a la alternancia causativa,

porque ayudan a defender la idea de que las formas transitiva y pronominal de los

causativos emocionales del español comparten una misma configuración aspectual, que en

este trabajo se identifica con el logro compuesto. Nos daremos cuenta de ello aplicando a

la construcción pronominal las pruebas empleadas arriba para verificar la Aktionsart de la

oración transitiva y registrando las similitudes de comportamiento entre una y otra variante.

Veamos.

(i) en x tiempo

La expresiones temporales de este tipo subrayan el carácter instantáneo del cambio

psíquico:

(34) Repentinamente se enfureció (2006, Ven.)

De inmediato me avergoncé de la cursilería que había dicho (2009, Arg.)

Se recogen, igualmente, alusiones a eventos emocionales de muy poca duración:

(35) Primero me enojé. Reconozco que me enojé mucho. Pero enseguida

sentí lástima (2005, Arg.)

(ii) lentamente, poco a poco

Como modificadores de la fase inicial, estos adverbiales hacen referencia al proceso

asociado, que conduce al cambio, pero que no forma parte del evento mismo:

(36) El Hombrespejo le estuvo contando sus penurias mientras el amigo,

tratando de sacarlo del abatimiento, puso música, sirvió vino y cocinó

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una deliciosa cena. El Hombrespejo se fue alegrando progresivamente (2002, Ven.)

Entraron en el sexshop y poco a poco Críspolo se fue animando (2006, Esp.)

De manera similar a lo observado con los verbos transitivos, encontramos expresiones

que miden el grado de intensidad de la emoción:

(37) Perla medio se enoja (2001, Arg.)

Tengo que reconocer que me impacienté un poco (2003, Arg.)

Verónica se disgustó a tal grado con la escenita que se trajo la niña

a mi casa a pasar la noche (2007, Méx.)

(iii) durante x tiempo

El punto de vista del hablante se fija en el episodio emocional que se prolonga en el tiempo:

(38) También recuerdo al maestro, que cada tarde venía a la panadería para

darnos a Enrique y a mí una o dos horas de clase en el salón de la casa.

Supongo que durante esas horas nos aburríamos (2010, Esp.)

¿Quién no ha desafiado a un compañero de trabajo a embocar una bolita

de papel en un cesto? ¿Quién no se ha entusiasmado durante un tiempo

considerable con alguna otra prueba digna de kermese? (2011, Arg.)

(iv) dejar de

La perífrasis señala la interrupción del proceso dinámico que sigue al logro de la primera

fase:

(39) Los medios de comunicación dejaron de interesarse por la noticia (2009, Esp.)

Durante todo el recorrido no dejó de ilusionarse con su nueva vida.

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Fue construyendo castillos con el aire del camino (2005, Col.)

(v) perífrasis de gerundio

En ocasiones, la forma progresiva tiene alcance sobre la fase preparatoria e indica que el

evento de cambio es inminente:

(40) Me voy a enojar y no quiero enojarme y me estoy enojando (2002, Chile)

Treinta minutos pasaron y el doctor seguía con el paciente. Andrés

se estaba irritando (2012, Guat.)

Otras veces, la perífrasis recalca el desarrollo en curso de la segunda fase del logro

compuesto:

(41) Para evitar que se siga angustiando con esas preguntas, me apresuro

en responderle […] (2002, Arg.)

No estuvo orgulloso de sí mismo entonces y seguía avergonzándose

al recordarlo ahora (2002, Esp.)

(vi) tiempo presente

El presente ‘puntual’ hace coincidir el cambio psíquico con el momento del habla:

(42) Se indigna ante la pregunta (2008, Perú)

Tranquilo, siéntese. Se ofusca. Es como Sarmiento. Como Sarmiento, sí (2009, Arg.)

El presente ‘progresivo’, por su parte, focaliza una parte interna del episodio posterior

al cambio instantáneo:

(43) En un bar unos idiotas se divierten cantando karaoke (2004, Guat.)

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Llueve. El guardia de seguridad con impermeable se entretiene con un

juego electrónico portátil (2003, Méx.)

Las pruebas nos llevan a concluir que desde el punto de vista de la Aktionsart el verbo

transitivo y el intransitivo pronominal proyectan el mismo tipo de situación: un cambio

puntual que puede ir seguido de un proceso durativo. En el plano sintáctico, la diferencia

en la organización de las relaciones gramaticales se correlaciona con efectos de

prominencia ineludibles. La transitiva sitúa en un primer plano el impacto del estímulo

sobre la condición psíquica del experimentante, mientras que la pronominal centra la

atención en la génesis del sentimiento interno, sin conceder importancia a la causa. Pero

esta diferencia no es relevante para el aspecto léxico, ya que, como vimos, el rasgo de

causación opera al margen de la estructura temporal de los eventos.

Cuando Carlota Smith (1991: 63) se pregunta si los eventos John melted the ice ‘Juan

derritió el hielo’ y The ice melted ‘El hielo se derritió’ son realizaciones o logros, no le

importa a la autora el contraste entre presencia y ausencia del participante causante. Su

duda tiene que ver con la dificultad de decidir si la acción de derretir(se) posee las

características del suceso instantáneo (logro) o bien supone una fase de desarrollo antes de

alcanzar el punto de culminación (realización).

En el caso de los causativos emocionales como asustar(se), la decisión a favor del logro

(compuesto) ya está tomada y, siguiendo a la autora, entendemos que nada se opone a que

las formas verbales de la alternancia causativa sean reunidas en una misma clase aspectual.

Podemos concordar con quienes insisten en tratar la intransitiva como igualmente dotada

de un valor ‘causativo’, o podemos disentir. Para el objetivo de la clasificación aspectual,

la postura que adoptemos respecto a esta hipótesis no es significante. En un caso, como en

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el otro, el evento que designa la construcción pronominal de los causativos emocionales

sugiere un logro compuesto.

6. Los usos estativos

Con el fin de entregar la visión de conjunto, dedico esta última sección de análisis a los

usos estativos de los causativos emocionales. Dichos usos constituyen casos de ‘estados

derivados’ (derived states) (Smith, 1991: 40). Los exhiben verbos que no son estativos en

el nivel de su clasificación básica, sino que adquieren las propiedades del estado en

determinados contextos y así modifican el tipo de situación que les es propio (situation

type shift) (Smith, 1991: 75).

Vamos a ver que los estados derivados de los causativos emocionales se relacionan con

la división entre predicados ‘de individuo’ (individual-level predicates) y predicados ‘de

estadio’ (stage-level predicates) (Carlson, 1978; Fernández Leborans, 1999: 2366). A

grandes rasgos, se dice de los primeros que expresan propiedades estables, a veces

permanentes, que caracterizan a un individuo como tal, al margen de los cambios en su

condición espaciotemporal. Los segundos, en comparación, describen propiedades

transitorias o contingentes, que están ancladas en un contexto espaciotemporal particular y

se asocian a una fase en la vida del individuo. Empezaremos con los predicados de estadio

(‘estado resultativo’) y nos acercaremos luego a los predicados de individuo (‘estado

caracterizador’).

6.1 Estado resultativo

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Los causativos emocionales en español poseen una forma especializada para la expresión

del estado. Se trata del participio de valor adjetivo (aburrido, asustado, etcétera) que entra

en oraciones construidas con la cópula estar o un pseudocopulativo como quedarse,

resultar, o seguir:15

(44) María está sorprendida del éxito de Juan (Di Tullio, 1996)

El participio se define como ‘perfectivo’ (Fernández Leborans, 1999: 2430; Bosque,

1990: 178), en la medida en que el significado de esta forma remite al desenlace o la

culminación de un evento que ha alcanzado su término. En particular, cuando se predica

de un individuo (u objeto), el participio designa el estado en que este se encuentra como

“resultado de cierta acción que se ha ejercido sobre él o de algún proceso que ha

experimentado” (Bosque, 1999: 291).

Suele afirmarse del participio que en sus usos con estar se pierde la conexión con el

evento originario para dejar en foco, de manera exclusiva, el estado que sigue como

consecuencia (Fernández, Vázquez y Martí, 2002, entre otros). Los datos de corpus

muestran, por el otro lado, que muy a menudo vuelve a activarse dicha conexión. Así

sucede en los ejemplos de (45), donde el matiz propiamente ‘resultativo’ del participio

cobra prominencia al enlazarse la predicación estativa emocional con una alusión al evento

que generó el estado de ánimo del experimentante:

(45) He perdido a mi nieta y estoy desesperado (2003, Esp.)

No es que no quiera, pero en mi casa están muy angustiados por la pelea

del otro día (2012, Col.)

15 En el caso de los causativos emocionales, el participio puede interpretarse como derivado del

verbo transitivo o bien de la variante intransitiva pronominal (Bosque, 1999: 291).

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Comprendo tu actitud, Berta. Estoy muy avergonzada. Sé que te ataqué

injustamente (2007, Esp.)

afirma que él y su esposa, Columba, están profundamente entristecidos

por el incidente (2002, Arg.)

A diferencia de los ejemplos examinados en las secciones anteriores, los de (45)

implican un desplazamiento del punto de vista, ahora centrado en un momento posterior a

la ocurrencia del cambio psíquico.16 La predicación focaliza el sentimiento que se ha

instalado en el experimentante y que continúa, de manera estable y homogénea, como se

da un estado.

En otros contextos, como en (46), el sentido resultativo se diluye:

(46) La sangre, la traición y el crimen no han sido ajenos en la historia

vaticana, pero hoy día es muy difícil encubrir la intriga y engañar a los

católicos que estamos desilusionados con tanta perfidia (2012, Col.)

Y a día de hoy están bastante impresionados por la gestión de los

rebeldes (2001, Esp.)

En el caso de la crisis energética estamos realmente asustados

(2008, Cuba)

El especialista explica que los ciudadanos están agobiados por tres

grandes dificultades: el desempleo, la inseguridad y la corrupción (2011, Ven.)

La razón por la que estos ejemplos se sienten distintos se debe a que los estímulos (tanta

perfidia, la gestión de los rebeldes, etcétera) no dejan vislumbrar el evento específico y

acotado que funcionó como disparador de la emoción. Denotan más bien estados de cosas

16 A mi modo de ver, el estado en foco puede ser el resultado de un cambio emotivo puntual y breve

(fase 1) o bien de un episodio con cierta duración (fase 2). La fijación del punto de mira en un

intervalo de tiempo posterior al evento dinámico me parece compatible con ambas opciones.

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o actividades, que se extienden sobre la línea del tiempo y con los que se relaciona el

sentimiento atribuido al experimentante.

Estos casos se pueden acercar a las oraciones que cita Bosque (1999: 293) para ilustrar

los participios de ‘acción simultánea’:

(47) Su misión está amenazada por contratiempos económicos

Las explosiones cósmicas están causadas por una burbuja que se alimenta

de neutrinos

Su peculiaridad reside en que las acciones evocadas por el participio (amenazar, causar)

no tienen valor de anterioridad, sino que “se aplican al objeto que las recibe de forma

homogénea (esto es, de principio a fin)” (Bosque, 1999: 293).

Las observaciones de Bosque abren paso para considerar los enunciados en (46) y (47)

como expresiones de la ‘relación de mantenimiento’ (maintenance relationship) discutida

en Neeleman y Van de Koot, 2012. Los autores la definen como aquella “en la que la

continuación de un determinado estado de cosas depende de la continuación de una

actividad o de un segundo estado de cosas” (2012: 36). Es decir, hay una relación de

coexistencia, que implica que el estado dependiente (maintained state) durará mientras el

estado soporte (maintaining state) esté presente. Extendiendo la definición de estos autores

a los ejemplos de (46), entendemos que el sentimiento del experimentante se encuentra

supeditado a la vigencia (no delimitada) de la situación a la que se refiere el estímulo.

Resulta de interés que los mismos autores mencionan que algunos verbos causativos se

deslizan con facilidad hacia la expresión de la relación de mantenimiento e ilustran el

fenómeno con un causativo emocional, entre otros ejemplos (Neeleman y Van de Koot,

2012: 38):

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(48) The government’s position on immigration annoys Mary.

‘La posición del gobierno en asuntos de inmigración molesta a María’.

Si comparamos (48) con los ejemplos de (46) arriba, advertimos una diferencia de

perspectiva en la codificación de la relación de mantenimiento. La construcción con

participio, en (46), otorga mayor prominencia al estado emocional que se predica del

experimentante; en (48), con el verbo en voz activa, toma relieve el papel del estímulo que

condiciona el sentimiento denotado. Puede decirse, incluso, que en (48) se causativiza el

escenario: el estado soporte, designado por el estímulo, se carga de un matiz de participante

causante. La relación causal es de tipo ‘continuo’ (cf. supra, §4.3), evidentemente, y aquí

se entabla entre dos estados de cosas (la posición del gobierno y una actitud de molestia).

Basta con recordar que la noción de causa no es aspectual, como vimos arriba, para

comprender que una relación causal pueda establecerse entre estados (Martin y Schäfer,

2015).17

Obsérvese que la relación de mantenimiento, vista desde la perspectiva de un estímulo

soporte con rasgos de causa, la manifiestan también los verbos emocionales que estamos

analizando en algunos de sus usos transitivos:

(49) Van a encontrar a un joven enamorado de su Iglesia y a un hombre que

con el tiempo se da cuenta de cosas que lo desilusionan (2011, Col).

Pero por razones ignotas, a los japoneses parece que no les impresiona

mucho el apoyo del gobierno de Franco (2011, Esp.).

Hemos empezado desde abajo, con una estructura muy saneada y rentable.

Por eso no nos asusta la crisis económica (2009, Esp.)

solicitará a los Estados Unidos y Europa la aplicación del «Plan Perú»

17 Neeleman y Van de Koot (2012) distinguen la relación de mantenimiento de la relación causativa,

porque ellos manejan una definición más estrecha de la causa, que exige precedencia en el tiempo.

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contra la miseria y el desempleo que agobia a los peruanos (2011, Perú)

En (49), el tiempo presente no actualiza su valor ‘puntual’ (las oraciones no predican

que en el momento del habla el experimentante pasa a sentir la emoción denotada) ni

tampoco su sentido ‘progresivo’ equivalente al gerundio perifrástico (las formas

desilusionan o impresiona no son sustituibles por están desilusionando o está

impresionando). Estamos ante el presente ‘continuo’ o ‘ampliado’, que sirve para anclar

una situación en una línea temporal de mayor o menor extensión y con esta función se

acopla a la designación del estado que se prolonga (NGLE, 2009: §23.5d).

Respecto a estos últimos usos, vale la pena señalar que los tratados de corte psicológico

y filosófico abordan el tema del sentimiento duradero que una persona puede experimentar

en relación con un objeto. Lo que en estas obras se subraya es que una condición afectiva

de semejante naturaleza debe distinguirse de la emoción propiamente dicha —un fenómeno

dinámico acompañado de un conjunto de perturbaciones y relativamente limitado en el

tiempo (Hacker, 2004; Orthony, Clore y Collins, 1988; Planalp, 1999)—.

En suma, hemos visto que la forma participial de los causativos emocionales se puede

aprovechar para desplazar el foco de atención del evento de cambio emocional al ‘estado’

interno, continuo y homogéneo, que surge como consecuencia. Algunas veces, el carácter

resultante del estado está puesto de relieve. Otras veces, haciendo abstracción del evento

originario, el predicado se desliza hacia la expresión de un sentimiento experimentado en

relación con un estado de cosas vigente en el momento del habla, y en estos contextos

alterna con el verbo en voz activa y tiempo presente. Lo que tienen en común todos estos

usos es su referencia a una sensación actual, una experiencia anclada en el espacio y

tiempo, que coincide con una etapa transitoria en la vida del sujeto.

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6.2 Estado caracterizador

En contraste con los usos anteriores, se documentan casos en los que los causativos

emocionales atribuyen propiedades concebidas al margen de cualquier determinación

espaciotemporal y en ese sentido se asimilan a predicados ‘de individuo’. Para ilustrar la

función caracterizadora que adoptan en algunos contextos, se ofrecen los siguientes

ejemplos:

(50) A Luis le aburre el cine italiano (Di Tullio, 2004: 35)

A los turistas les intimidan los problemas de seguridad (Di Tullio, 2004: 25)

El problema del terrorismo preocupa a todo el mundo (Vázquez y

Fernández, 2003: 154)

Estas oraciones no describen emociones actuales, es decir, hechos afectivos que

realmente se sienten en un momento determinado. Entre los factores que motivan la lectura

caracterizadora destacan las propiedades no referenciales del estímulo: el cine italiano, los

problemas de seguridad o el problema del terrorismo no indican cosas concretas,

existentes en el mundo sensible, sino clases o géneros de objetos. La cualidad no referencial

del estímulo induce una dimensión de genericidad (Rodríguez Espiñeira, 2004a), que tiene

por efecto la ‘deseventización’ (Di Tullio, 2004) del causativo emocional. A este factor se

suma, en segundo lugar, el uso del tiempo presente, aquí habilitado para la expresión

omnitemporal o atemporal (Rodriguez Espiñeira, 2004a). Es un presente ‘generalizador’

(NGLE, 2009: §23.5g), que exhibe su función de presente ‘caracterizador’ o ‘descriptivo’

en los predicados “que muestran propiedades de las personas o las cosas” (NGLE, 2009:

§23.5j).

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De acuerdo con Di Tullio (2004), las oraciones de este tipo envuelven una

generalización derivada de una sucesión de eventos en los que el estímulo provocó el

mismo efecto en el experimentante. Es decir, a partir de ocurrencias reales (por ejemplo,

cada vez que Luis ve cine italiano se aburre) se genera un predicado de tipo calificativo

con matices de estado (A Luis le aburre el cine italiano). Elaborando un poco, podemos

decir que el predicado caracterizador establece una relación entre propiedades, entre la

propiedad, atribuida al estímulo, de tener un efecto particular sobre el experimentante y la

propiedad, asociada con el experimentante, de reaccionar al estímulo en la forma referida

(véase Laca, 1990).

Mirada desde otro ángulo, esta clase de predicados se denomina ‘estados de eventos

potenciales’ en Vázquez y Fernández (2003). A juicio de las autoras, la atribución de

propiedades es primera y hace posibles predicciones tocantes a eventos específicos en el

futuro. Así, se espera, por ejemplo, que si A Luis le aburre el cine italiano, el día que asista

a una de sus representaciones sin duda se aburrirá.

Nótese que, independientemente de su origen, el predicado caracterizador entra en

resonancia con la ‘disposición’ emocional que se menciona en los trabajos de otras

disciplinas. La disposición no se refiere a experiencias actuales; especifica una tendencia

en el individuo a experimentar la emoción señalada bajo ciertas circunstancias. En ese

sentido, la disposición se aproxima a un rasgo de personalidad (Calhoun y Solomon, 1989;

Farell, 1988; Hacker, 2004; Oatley y Johnson-Laird, 2014; Rorty, 1978).

En el campo de la lingüística, subsiste cierto desacuerdo en torno a la forma del

predicado caracterizador que actualizan los causativos emocionales. Según Di Tullio

(2004), la lectura de propiedad no depende sólo del valor genérico del tiempo presente,

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sino que está condicionada a la presencia de un experimentante en caso dativo, típicamente

preverbal. Lo cierto es que en datos de uso dicho esquema se documenta como opción

preferente para la caracterización:

(51) A las chicas les impresiona la sangre (2006, Par.)

Son pendejadas, y a mí me desespera escuchar pendejadas (2010, Méx.)

A poca gente le disgustan las alabanzas (2004, Arg.)

Por el otro lado, en Vázquez y Fernández (2003) se discuten ejemplos como El problema

del terrorismo preocupa a todo el mundo, citado arriba, que muestra una oración transitiva,

junto a María se molesta por cualquier cosa, que contiene la variante pronominal del

causativo. Si observamos los datos recogidos abajo, nos damos cuenta de que, en efecto, la

lectura caracterizadora la pueden activar tanto la forma transitiva (52) como la pronominal

(53):

(52) Las matemáticas impresionan mucho a los padres (2005, España)

En cambio los verdaderos hombres las asustan (2003, C. Rica)

(53) Todo hombre normal se enorgullece de tener una esposa cariñosa (2001, Pan.)

Sólo los cobardes se preocupan de la filosofía y del surrealismo (2001, Par.)

Al parecer, basta con que confluya la cualidad no referencial del estímulo con la

ausencia de todo anclaje temporal para obtener el predicado ‘de individuo’, sin la necesidad

del dativo. Sólo resta decir, a modo de cierre, que queda pendiente un estudio más profundo

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sobre los criterios formales y contextuales que favorecen el deslizamiento de los causativos

emocionales hacia la expresión del estado caracterizador.

7. Conclusiones

Este trabajo tuvo como objetivo ahondar en la configuración aspectual de los llamados

causativos emocionales del español, verbos tales como alegrar, asustar, molestar o

preocupar, que en su uso transitivo básico designan una reacción psicológica producida

por un estímulo (S) en un experimentante (O) y clasificada, en términos aspectuales, como

‘realización’ en la mayoría de los estudios. Estos verbos también cuentan con una variante

intransitiva pronominal (asustarse), en la que el experimentante pasa a ser sujeto y el

estímulo se elimina o se degrada sintácticamente (adjunto preposicional). Desde un punto

de vista aspectual, la variante incoativa o anticausativa que los verbos en estudio actualizan

en esta construcción se analiza como ‘logro’. Además, se ha hecho notar que en

determinados contextos, asociados con rasgos de genericidad, los mismos verbos se

comportan como ‘estados’.

La propuesta aspectual desarrollada en este trabajo ha consistido en sugerir que, tanto

en sus usos transitivos como en la construcción intransitiva pronominal, los causativos

emocionales del español exhiben el comportamiento del ‘logro compuesto’, definido con

base en los trabajos de Fernández Lagunilla y De Miguel (1999, 2000). Dicha categoría

engloba eventos que culminan en un punto inicial y que, a diferencia del ‘logro’ simple,

implican una fase posterior —un estado (sentarse, marearse) o un proceso (hervir, ver)—

que se prolonga a lo largo de cierto intervalo de tiempo. Los causativos emocionales, en

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mi propuesta, pertenecen al segundo grupo, es decir, denotan un cambio de estado puntual,

que puede ir seguido de una fase procesual dinámica.

La hipótesis de que los empleos transitivos y pronominales de los causativos

emocionales se ajustan a esa caracterización aspectual encontró apoyo en un conjunto de

diagnósticos recogidos de la bibliografía sobre aspecto léxico y aplicados en este trabajo a

datos de corpus. Bajo la perspectiva adoptada, se iluminó la razón por la que los verbos en

estudio se mostraban igualmente aptos para combinarse con modificadores puntuales o

durativos, según la fase en que estaba puesto el acento de la predicación. Y como respaldo

adicional, se aprovecharon las aportaciones de la bibliografía psicológica sobre las

emociones que abundaban en el sentido de la evidencia derivada de las pruebas lingüísticas.

De manera significativa, la hipótesis tuvo como correlato necesario profundizar en la

relación establecida entre la noción de causa y la estructura temporal de los eventos

expresados por verbos ‘causativos’. Se argumentó que convenía deslindar causa y aspecto

como rasgos pertenecientes a distintas categorías de análisis semántico, y hubo oportunidad

de verificar lo anterior examinando algunos empleos estativos de los causativos

emocionales, entre los cuales se distinguieron estados ‘resultativos’ (predicados de

estadio), por un lado, y estados ‘caracterizadores’ (predicados de individuo), por el otro.

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