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Farabeuf, bufet de letras

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Revista con esbozos literarios y su relación con otras artes, fácil de digerir

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¡Felicidades!Vas a leer.

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AperitivoDel blog “Mil piezas para ti y otros espectáculos”.

Acerca de...Ixchel Morales, Jorge Elizondo sobre el amor

Don palabrasJaime Sabines; biografía y “No es nada de tu cuerpo”.

Para llevarRecomendaciones de libros: Rayuela de Julio Cortázar y más.

Música para leerLila Downs canta a Sabines.

CinecturaLos miserables, El ojo de Tom Hooper

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202228

DirectorioDirector/Editor Isaac Lázaro, Redacción Julio Ortega, Ilustración Federico García, Colaboradores Roberto Cruz, Abimael Prieto, Antonio Delfín.

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Revista Farabeuf toma su nombre de uno de los personajes más icónico de Salvador Elison-do, escritor mexicano fallecido en 2009, quien nos regalara este ser ficticio de costumbre probabilísticas y esotéricas, asi como ser mé-dico y ejercer de maneras poco ortodoxas su profesión. Ligado a una fijación primitiva por la carne, el gozo insistente por lacerar con fi-nes seudomédicos la piel humana.Esta publicación de Farabeuf (y las consecuen-tes) puede leerse en cualquier orden, noso-tros al estilo de Cortázar sugeriremos uno que será evidente en el índice de contenidos, pero el lector será quien decida a seguir este, o el suyo propio.En esta primer edición nos complace iniciar con una dedicatoria especial al amor y sus muchas presentaciones, partiremos de he-chos sumamente románticos hasta la pérdida de la cordura y los crímenes que esto acarrea, porque el amor cuenta con deminaciones di-ferentes.Nos dejaremos guiar por Jaime Sabines como un guía poético-urbano, que como bien decía es un peatón, un transeunte al igual que us-tedes y nosotros, quien mejor para llevarnos de la mano al insoportable pero perseguible mundo del amor.

Bienvenidos.

Editorial

Portada“Heart to say”

Isaac Lázaro 2012

Director/Editor Isaac Lázaro, Redacción Julio Ortega, Ilustración Federico García, Colaboradores Roberto Cruz, Abimael Prieto, Antonio Delfín.

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"Hay que ceder de vez en cuando, agarrarse fuerte-mente de los brazos del pe-cado, bañarnos por com-pleto en alcohol y fornicar hasta que vomitemos sexo para joder de nuevo y en-tonces prendernos como fósforos mientras frotamos los cuerpos. Arder hasta llegar al infierno."

Busco personas faltas de amor con la intención de amarlas, luego las dejo libres con la responsabili-dad de saberse capaces de amar. Las anécdo-tas, los recuerdos, todo el intercambio de cariño ocurrido durante nuestra breve permanencia, lo

No te escribo para que tus mejillas exploten en carmín, me leas incansa-blemente o me robe por completo tu atención. Tampoco para que me muerdas los labios o me regales tu sexo. Te escribo porque dentro de mi, donde habita el alma, en ese pequeñísi-mo lugar donde la razón no es bienvenida, algo, no se que, me dice furio-so que asesine en pala-bras lo que está sintiendo por ti.

Puedo renunciar a la vida, dejar de comer un mes, no dormir por 10 dias, dejar el futbol, desconectarme de Internet. Puedo dejar de fumar, dejar de beber, ol-vidarme de vestir, olvidar mi nombre, a mi familia, mis amigos.Puedo dejar la Coca Cola y el café, no volver a abrir los ojos nunca más; pue-do no escuchar música de

nuevo en todo el resto de mi vida, sabes cuanto me gusta la música, me vuelvo loco sin ella, mi vida no tie-ne sentido sin música; pero peor que el sentido de mi vida es que el sentido de mi música sea tu voz.Puedo renunciar a todo, menos a tu voz, porque ella ha pronunciado mi nombre para decirle te amo.

Renunciar

No te escribo/te escribo

Cura hipotética

Arder guardo en los rincones da-ñados de mi corazón. De esta manera espero que se vaya soldando de nue-vo. La cura es hipotética.

Mil piezas para ti y otros espectáculos

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Guarda en el baúl de tus deseos impensables, to-das las atrocidades que haría de tu sexo. Ciérralo muy bien y arroja la llave. No permitas que ultraje tu nombre con las espontá-neas malversaciones del amor, que te tengo des-tinadas.

Guarda en el baúl

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descubrir una manera de alargar

Sigo escribiendo de amor,Casi siempre lo hago.

Hay días primaverales,otros con abundante sequia.

Bueno pero esa sequía es mental,porque los árboles siguen frondo-

sos.

No se por qué, a veces me nie-go a ver sus hojas brindándome

flores cada vez que pueden.

Creo que a veces me da miedo que llegue el otoño..

Y tire todo lo que una vez fue compartido

conmigo.

Lo irónico es que se que la vida es así..

Tarde o temprano llega esa estación.

Ixchel Morales

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Sin embargo las hojas se renuevan,

Las estaciones siguen avanzando..

Cada una similar pero diferente.

Contradictorio…

Pero espero entiendas de lo que ha-blo.

Quisiera encontrar la manera de no temerlea estas estaciones,a este otoño que tira las hojas.

Dejando solo las flores disecadasy las memorias e historias que unas vez

existieron.

En verdad quiero encontrarla..

O aun mejor:

Descubrir una manera de alargar la primavera..

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He descubierto al amor de muchas maneras tan dife-rentes una de la otra que ahora me doy cuenta que es inexplicable, no puede ser restringido a unos ren-glones de alguna enci-clopedia, y mucho menos darlo por hecho como un concepto único y univer-sal.

Está presente en nuestras vidas desde el día en que nacemos hasta el último de los respiros. Es parte in-dispensable, intangible y subconsciente de nuestro ser, es una idea que con-vence de principio y hasta el final, una que se convier-te en sentimiento porque, precisamente, involucra

cada uno de los sentidos.

Debe ser desinteresado, practicarse por placer, nunca por conveniencia o a la fuerza, es un acto de elección libre, un ejer-cicio de pureza tal que no puede ser advertido u obligado, si es así, estamos sintiendo algo distinto mo-tivado por una meditación previa. El amor no se pro-grama.

Podemos enamorarnos de un cuerpo irresistible, de voces que derriten aun-que sus discursos estén re-pletos de palabrería inútil, uno mismo se vuelve inútil cuando es atacado por el ejército de sensaciones

provocadas por el amor.

Les digo, se trata de un he-cho inadvertido e inmen-surable que afecta a cien de cada diez personas, así de exagerado puede lle-gar a ser, o incluso peor si somos correspondidos, es aquí cuando a los ojos del mundo mutamos a per-fectos tarados.

Siempre me ha importado un coño parecer imbécil estando enamorado, no es un precio, es una con-secuencia de poseer tal privilegio, al final quien nos ve de ese modo es quien no está momentánea-mente caminando sobre ríos de miel.

Isaac Lázaro

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Esta simple palabrita de cuatro letras es tan infini-ta como la imaginación, tan poderosa que no po-demos dominarla, ni guar-darla en un cajón con nuestros objetos mas pre-ciados. Es de dominio pú-blico, de mayor valor que el dinero, pero al igual que

este, debe mantenerse cir-culando y multiplicándose ya que se trata de una ri-queza incomparable. Me da tristeza que no sea en-tendido como tal.

Es un lenguaje universal que se habla con el espíritu desnudo y el corazón en la mano dispuesto a ser ofre-cido a ciegas, no respeta ni conoce prejuicios; tam-poco hace daño a nadie al contrario, es benéfico para la salud. Si bien dicen que uno puede morir de amor, creo en una postu-ra mas prudente, que se muere por la ausencia del mismo.

Hay que amar de cual-quier manera, todos los días, cada estación del año, en la recámara, en la calle, en la fila de las com-pras o esperando el au-tobus. Debemos nacer al

amor, tener celos, equivo-carnos, llorar amargamen-te, deprimirnos y levantar-nos de nuevo preparados a sentir.

No sintamos vergüenza por amar sino por no hacerlo.

Amen y sean amados.

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Martí No. 3421, Boca del Río, Veracruz, Ver.

“Meexpresso

como quiera”

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Jaime Sabines:

...la inspira-ción le viene de quedarse

quieto.

Al husmear en la obra de Jaime Sabines, los lectores de lupa intertextual, los fis-gones de cuenta minucio-sa delatan inconsistencias formales, antiintelectua-lismo a ultranza, sobredo-sis sentimental. A esto, los devotos de la intensidad oponen una hilera de vir-tudes: sencillez, irreveren-cia, desenfado. Pero la poesía de Sabines no se deja tratar así. Para enten-der a este poeta mayor de nuestra lengua es de veras inútil colocar, en la balan-za de los juicios terminan-tes, su desaliño supuesto, de un lado, y del otro la pureza inobjetable de su energía verbal. A un mis-

mo tiempo desbordada y justa, su obra es como un caldo sustancioso coci-nado con los ingredientes más diversos. En un mismo poema caben piedras, cigarros, una varita seca, un zapato. Entran sapos y arcángeles, monjas des-patarradas, voces tiernas y oscuras. Versos largos y cortos ocupan su lugar sin estorbarse; llegan en-decasílabos perfectos de la mano de algunos pati-cojos que reclaman su si-tio en el puchero; vienen compases de bolero y pa-labras hostiles que muer-den al lector embelesado. Para Sabines, la escri-tura poética es incompa-

tible con las ideas de pu-limento y esmero, porque piensa que la unidad de un poema no es de or-den material. No hay gran poesía sin gran técnica, nos dice, pero enseguida aclara que toda retórica debe estar subordinada al arte de vivir. A lo largo de su obra insiste en que

Por Roberto Cruz

a la poesía y al diablo

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Jaime Sabines:la inspiración le viene de quedar-se quieto, de observar todas las cosas y dejarlas crecer en su in-terior hasta ser excedido por su peso. Entonces, todo lo que le sucede de un modo común y corriente vuelve a pasar en el poema con un ritmo lleno de sentido. La poesía de Sabines alcanza la vida en "esa recóndita sencillez de lo simultáneo". Esto no es como aquello; esto es esto, más esto, más esto... El poeta es mujer que vie-ne del mandado, niño que va a la escuela con la libreta sin tarea, viajero que no puede abandonar la ciudad a la que llegó de paso. Sabines odia con ternura. Se declara derrotado y al mismo

a la poesía y al diablo

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tiempo enarbola el gozo como una protesta. Asume su ruina, afirma que todo es pesadumbre, pero vuelve al pie del día a redimirse llevado de la mano de una ma-dre estelar. Sabe que su oficio exige renunciar a la cos-tumbre y se pone a escribir los dictados de su época, consciente de servir a la poesía y al diablo: ¿Qué puedo hacer en este remolino de imbéciles de buena voluntad? ¿Qué puedo hacer con inteligentes podridos y con dulces niñas que no quieren hombres sino poesía? [...] ¿Qué putas puedo hacer, Tarumba, si no soy santo, ni héroe, ni bandido, ni adorador del arte, ni boticario, ni rebelde? ¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

Este quedarse quieto propiciatorio nada tiene que ver con la inmovilidad: significa esperar, crecer en el sus-penso del silencio. Para combatir el desaliento, Sabines avanza hacia el encuentro con lo cotidiano. Mientras, oye pasar al tiempo. De cara a la muerte, extrae de la orfandad y el desarraigo el agua limpia de la vida. Y aunque a veces nos hace pensar que escribe aban-donado al dolor, su poesía es un empeño sostenido de darle carne a la esperanza.

Sabe que su oficio exige renunciar

a la costumbre y se pone a escribir los dictados de su época, consciente

de servir a la poesía y al diablo

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Como pocos poetas, Sabines se ha propuesto ser fiel a sus hallazgos, que son los del peatón que camina con los ojos bien abiertos para no ser atropellado, los del hombre que es hijo, padre, marido, y trabaja como otro cualquiera. Soñar y mirar son para él una misma cosa. Tiene sueño de vivir. En su mundo todas las cosas, incluso Dios, el alma o la muerte, poseen la concreción del pol-vo, la cama, el cepillo de dientes. Y como sólo la vida existe, le duele el alma como el estómago. Sin leche, sin azúcar, sin frijoles, los muertos no pueden morir: trabajan en sus tumbas inventando lentamente sus desechos. La respiración de los bueyes, el temblor de las plantas y la velocidad de los arroyos son el vaho de Dios. Cuando el poeta se cansa de arreglarlo todo, cuando parece asumir que es imposible que un pez cante como un pá-jaro, llega Dios, le tiende una toalla y le sonríe. Ese Dios de Sabines, que no sabe nada del más allá y entiende mucho del misterio. Un Dios para tutearlo, para insultarlo por no estar aquí, para conversar con él ante un altar lleno de viandas, retratos y aguardiente. Un vacío lleno de promesas, invocado, conjurado: Por subterráneos andamos, buscándonos, llamándonos, igual que dos amigos perdidos. Inextricable estás, madeja de sombra, raíz obscura, obscura, nido de sirenas. [...] Dios, hermano, lo que no sé, lo que no quiero, viejo porvenir. Estoy desmantelado, aguardándote,

Cuando el poeta se cansa de arreglarlo todo, cuando parece asumir que es imposible que un pez cante como un pájaro, llega Dios, le tiende una toalla y le sonríe.

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y siento tus pasos sobre mi pecho, crujiendo como sobre un piso de maderas podridas. Vacío y viejo, y con miedo y con odio, en mi soledad te acecha mi amor para atraparte, vivo, como a un pájaro. Enfrentada a la realidad más acuciante, esta poesía lleva sus dudas a un punto de máxima zozobra, para luego desem-bocar en reflexiones de una inteligen-cia originaria: "...la vida es la sed y el agua". Sabines ha templado su instinto bárbaro con dosis oportunas de sabi-duría y desconfianza. Su obra supera sus riesgos gracias a estas constantes intercesiones de humor y rigurosa ciencia: "Los borrachos que gritan no duran mucho". En nuestros días, en México, no hay un poeta más popular que Jaime Sabines. Una popularidad engañosa: su obra se conoce muy parcialmente, en buena medida porque sus "admirado-

res" no lo leen y sólo acuden al Recuento de poemas para

buscar los versos consabidos, los que se publican en periódi-

cos, revistas y panfletos, se re-escriben en las bardas, se citan

en los bares y en las fiestas: "Los amorosos nunca duermen..." Pero

quienes de veras lo leen siguen siendo unos cuantos.

Aunque sus poemas nos hablan a menudo de su aversión por la fama,

Sabines rehúye la imagen del poeta que se desvela en una torre lejana.

Tiembla de veras al pensar que su oficio pudiera separarlo del resto de la tribu.

Y entonces exagera sus peores notas: el tono chillón, el acento profético. Otras

veces, se avergüenza hasta la médula de no estarse callado sólo por no tener "el pu-

dor necesario del silencio". Escribe porque ya estaba dicho que había de comer su

piedra "con el sudor del corazón", pero sabe que el amor, el dolor o el miedo apenas pue-

den decirse, que se muerden como un pan. Su fuerza nace y termina en un saber muy sen-

cillo: que lo verdaderamente extraordinario, lo monstruosamente anormal, "es esta breve cosa

que llamamos vida". -

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Jaime Sabines

No es nada de tu cuerpo, ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre, ni ese lugar secreto que los dos conocemos, fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro. No es tu boca -tu boca que es igual que tu sexo-, ni la reunión exacta de tus pechos, ni tu espalda dulcísima y suave, ni tu ombligo, en que bebo. No son tus muslos duros como el día, ni tus rodillas de marfil al fuego, ni tus pies diminutos y sangran-tes, ni tu olor, ni tu pelo. No es tu mirada -¿qué es una mirada?- triste luz desca-rriada, paz sin dueño, ni el álbum de tu oído, ni tus voces,ni las ojeras que te deja el sueño. Ni es tu lengua de víbora tampoco, flecha de avispas en el aire ciego, ni la humedad caliente de tu asfixia que sostiene tu beso. No es nada de tu cuerpo, ni una brizna, ni un pétalo, ni una gota, ni un gramo, ni un momento:Es sólo este lugar donde estuviste, estos mis brazos tercos.

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Conocemos en este libro a Horacio Oliveira, un argentino que nos cuenta sus aventuras y la relación que mantiene con la Maga, primero Del lado de allá, París, y luego Del lado de acá , regresa a Buenos Aires y sigue con sus amigos y amores. finalmente, tam-bién lo vemos De otros lados, en una colección de textos, libros, citas.. que complementan la historia.

Este libro tiene dos posibles lecturas. Eso me resultó sorprenden-te en su momento. De un lado lo podemos leer de la forma habi-tual, empezando por la primera página y terminando con mayor o menor fortuna, en la que dice fin. Sin embargo dispone de la posibilidad de seguir una guía que nos saltea la lectura siguiendo un orden que se considera el correcto de una novela que se ha considerado muchas veces antinovela.

Rayuela. Julio Cortázar.

Atomka. Franck Thilliez. A poco tiempo de celebrar la Navidad recupe-ramos a Sharko y Lucie. Pero las suyas no serán unas navidades ordina-rias porque se enfrentarán a un nuevo caso. Un cuerpo en un conge-lador chicas muertas o encontradas al borde de la muerte en lagos helados, una periodista desaparecida... y un nuevo caso que les llevará a viajar, a enfrentarse a nuevos monstruos y viejos fantasmas en busca de la pieza que encaje resolviendo este enrevesado caso.

La princesa Tarakanova. G. P. Danilevsky. Corre el año 1772 y aparece una mujer en París que afirma haber sido raptada y enviada a Persia, hasta que un príncipe le revela su verdadera identidad instándola a regresar a Europa a reclamar su trono. Según ella, se trata de La Princesa Ta-rakanova, rodeada de un misterioso círculo, extenderá la idea de que el trono de Rusia es suyo por derecho consiguiendo que se tambalease la mismísima Catalina II, La grande.

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La poesíaque se canta

Por Heiken Jiménez

“Mi corazón me recuerda que he de llorar por el tiempo que se ha ido, por el que se va”, es la primer frase que escuché de la voz de Lila Downs -que para mi sorpresa, además se trataba de un poema de mi ídolo Jaime Sabines- en su disco “Border (La línea)” que si bien no es el primero de su lista, es el que me permitió conocerla lejos de “La Llorona”

Lila Downs interpreta una poesía de Jaime Sabines.

y aún más distante de la comparación que le ha-cía con Chavela Vargas, ambas son difusoras de la música vernácula mexi-cana, sin embargo Downs ha llevado este folclor a la fundición con otros gé-neros logrando cautivar a gente de todas partes del mundo. Si bien había oído su nom-bre muchas veces con an-terioridad, nunca hice por escucharla, considerándo

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la una más de las ranche-ras, además de la poca di-fusión que su nombre tiene, al menos en nuestro país. Un día surfeando por inter-net en uno de los millones de foros de descargas di-rectas que existen, busca-ba música nueva para mi colección digital que si-gue en ascenso. En uno de los temas vi el nombre de “Lila Downs varios discos”, de inmediato accedí.

Dentro del tema estaba una lista de seis discos de la cantante y compositora oaxaqueña, de los cuales pude descargar cinco de ellos siendo el primero el ya

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mencionado, por lo que la primera canción que es-cuché fue “Mi corazón me recuerda” que es el primer track y dueña de la fra-se con la cual comencé. La canción fue de inme-diato de mi agrado pues, para mi sorpresa, inicia con un bajo que me hizo recor-dar la “Kumbala” de La Maldita Vecindad. Tenien-do ese referente lo demás fue amor a primer oído.

Lo siguiente fue aún más emocionante, un requinto que parecía decirte ¡oye, quédate otro rato!, y de fondo una extensión de voz superior en dulzura a las

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cocadas y manzanas aca-rameladas del mercado. De pronto, el tono de voz alto de Lila cual Celia Cruz mexicana, seguido de una letra metafórica y nostál-gica acompañada de un ambiente lounge y un solo de saxofón que bien envi-diarían en Nueva Orleans. “Yo soy el tiempo que pasa, es mi muerte la que va en los relojes andando hacia atrás”. Así concluye la oaxaqueña luego de haberme erizado la piel, lo demás fue escuchar todos los discos que conseguí, sin detención alguna.

En su repertorio es muy fá-cil encontrar temas que van desde la ranchera hasta el rock, pasando por otros géneros como el pop, la cumbia, la ba-lada, la regional (hasta el rap en ocasiones); reto-mando incluso canciones indígenas con la música de la orquesta de pueblo, esa con percusiones, ins-trumentos de aire, platillos y marimbas que tan poco queremos notar. En sus letras se encuentran al indígena, el indocumen-tado, el rico y el pobre por igual; y se refleja el acon-tecer diario así como todo aquello de lo cual nos quejamos o nos reímos. Por lo tanto Lila Downs tiene un lugar en mi lista de re-producción musical diaria.

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Jaime Sabines

Mi corazón me recuerda que he de llorarpor el tiempo que se ha ido, por el que se va.

Agua del tiempo que corre, muerte abajo,tumba abajo, no volverá.

Me muero todos los díassin darme cuenta, y estámi cuerpo girandoen la palma de la muertecomo un trompo de verdad.

Hilo de mi sangre, ¿quién te enrollará?

Agua soy que tiene cuerpo,la tierra la beberá.

Fuego soy, aire compacto,no he de durar.

El viento sobre la tierratumba muertos, sobre el mar,los siembra en oyos de arena,les echa cal.

Yo soy el tiempo que pasa,es mi muerte la que vaen los relojes andando hacia atrás.

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Un estilo propio. El ojo de Tom Hooper

Por Abimael Prieto

En París, en 1980, se estrenó la versión musical de la novela de Victor Hugo, Los miserables. Su autoría se le debe a Clau-de-Michel Schönberg (música) y a Alain Boublil con Jean-Marc Natel (letra). Fue un éxito y lo sigue siendo. Pues sí, ¡imposible que al cine se le escapara esta oportunidad! La propuesta social se cuela entre lo lírico y lo dramático, lo político y lo picaresco, donde lo marginal tiene en la actriz Helena Bonham-Carter una firme expresión. Ahora nos llega la versión cinemato-gráfica bajo la dirección de Tom Hooper, conocido realizador salido de la televisión inglesa y llegado al éxito gracias a su an-terior filme, El discurso del rey (2010). Su película Los miserables (2012) ha ge-nerado muy dispares reacciones allí don-de se ha estrenado. Pienso que la novela se presta más para ser recreada como ópera que como revista musical, tal su densidad dramática.

Los Miserables

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Los musicales revisteros tienden, más bien, a ser superfi-ciales.Se me ocurre que esa intención la tiene el director Tom Hooper con su película: la de imprimirle más fuerza dra-mática y menos acento de revista a la relación entre Valjean y Javert. El primero es un prófugo de la ley traído al bien por el gesto de un sacerdote. El segundo es un representante de esa misma ley, incapaz de ver la reali-dad más allá de lo blanco y lo negro.Valjean se hace cargo de la niña Cosette, quien que-da huérfana a la muerte de Fantine, su madre, quien

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se ve obligada a convertirse en prostituta y a morir como tal por sus carencias econó-micas. Cosette crecerá en vida errante ante el cotidia-no huir de Valjean seguido por Javert; así hasta los he-chos políticos de una Francia sacudida desde su Revolu-ción, donde el amor apare-

cerá entre Cosette y Marius, joven revolucionario y uno de los líderes de la barrica-das republicanas de 1832. Dentro de ese espacio argumental, el director Tom Hooper ha preferido una versión más intimista de los acontecimientos, aún dentro de ciertas grandilocuencias del filme, que las tiene. Pare-

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ce que esto no le ha gusta-do a una gran parte de la crítica, más bien acostum-brada a los juegos coreo-gráficos y a la opulencia visual cuando de musica-les se trata. Esa opción de Tom Hopper hay que res-petarla y, desde ahí, juzgar a la cinta. Así vista, no hay duda que estamos ante un

filme bueno en calidad, in-cluso en fluidez narrativa, y donde las imágenes van en beneficio de los conte-nidos expresados por los cantables, sin llegar a ser redundantes.Noble manejo del primer plano. Hay secuencias de gran pasión dramática,

por ejemplo, cuando la excelente actriz (en este caso) Anne Hathaway nos da su aria I Dreamed a Dream. Igual, el hilo narra-tivo del guion se enrique-ce con la exposición visual de coros como Red and Black, en tanto se afirma el sentimiento político y la denuncia social con Do

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You Hear the People Sing? La dirección acto-ral es buena, excepto por Amanda Seyfried, superfi-cial como Cosette. Quien se lleva las palmas es Hugh Jackman (Valjean), por la sensibilidad que le da a su personaje. Como Ja-vert, Russell Crowe lo hace bien, pero su voz no lo ayu-

da para el barítono que se necesita en este caso. Crowe es totalmente diso-nante, peor en esa honda y magnífica aria que es Valjean's Confession. La gramática escogida para esta versión musical en cine puede no gustarles a algunos, pero no quiere decir que sea incorrecta o

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que esté mal planteada, aunque su final bordea lo más senti-mentalón del melodrama, casi un final ‘kitsch’ con respecto al resto de la película. Para advertencia de los lectores: Los miserables es una película donde no se para de cantar durante dos horas y me-dia. Es una convención que hay que aceptar: se canta en las buenas y en las malas. Entendido esto, el filme seduce y, entre sus pliegues, logra darnos un sentido de actualidad a lo que su-cede en el siglo XIX en París.

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Exposición FotográficaOmar Torres, Objetos Invisibles Abril 08/2013

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