Etica de Los Ciudadanos, No Estataladela_cortina

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  • 7/21/2019 Etica de Los Ciudadanos, No Estataladela_cortina

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    ::.

    CO/C TINA;

    A

    Je /c -

    H c l ~ I c ~ UV} jJ u b J o d d

    L- t el11on1os

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    y

    soc ed

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    lt~aJv,d:

    T~URUS

    197 :r

    CAP. VII

    ET/GA D J...O 5 C/U.DA DA NO~ AtO Es /~ TAL

    TICA CVICA, TICA GLOBAL

    La

    ticapblica cvica

    consiste en aquel conjunto de valores

    y

    nor-

    mas que comparte una sociedad moralmente pluralista y que per-

    mite a los distintos grupos, no slo coexistir, no slo convivir, sino

    tambin construir su vidajuntos a travs de proyectos compartidos

    y

    descubrir respuestas comunes a los desafos a los que se enf~entan.

    Ese conjunto de valores

    y

    normas no es esttico, no se encuentra

    dado de una vez por todas, sino que se ampla y concreta cuando los

    distintos grupos tienen la voluntad decidida de descubrir sus habe-

    res comunes

    y

    de ampliarlos, porque comprenden que a los retos

    comunes importa contestar con respuestas asimismo compartidas.

    Las cuestiones que hemos mencionado en el primer captulo de

    este libro como d esafos del prximo milenio n o son problemas

    que se presentan a un grupo social o a un individuo, sino a las distin-

    tas sociedades; e incluso al conjunto de la humanidad, porque se

    trata de cuestiones dejusticia que afectan a todos losseres

    hUm311S

    Intentar detectar si

    hay

    respuestas compartidas, si histricamente

    los seres humanos vamos descubriendo unos valores

    y

    principios

    bsicos, sin los que creemos que la humanidad se rebaja a s misma

    porque deja desatendidas necesidades bsicas de quienes la com-

    ponen es la tarea de una

    tica pblica global

    o universal, la tarea de

    una

    tica de [05 ciudadanos del mundo. .,

    Realizar esa tarea de bsqueda en cada una de las comunidades

    polticas existentes es el proyecto de una

    tica pblica cvica,

    de una

    tica de los ciudadanos de unii comunidad poltica concreta.

    109

    .

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    HAsrA UN PUEBLO DE DEMONIOS

    La tica pblica, en un caso y otro, es la que est en la base del

    derecho positivado que pretenda ser legitimo, amn de haber segui-

    do Ias normas de ese derecho legtimo los procedimientos adecua-

    dos para su promulgacin. Porque el derecho puede estar vigente,

    puede ser vlido en ellenguaje jurdico y, sin embargo, injusto. Por

    eso urge fomentar un sentido pblico de la moralidad, que invite a

    los ciudadanos a exigir actuaciones justas y magnnimas, amplias de

    nimo, en vez de optar por lo injusto ymezquino.

    En lo que respecta a la tica pblica cvica, tiene en cuenta, no slo

    los valores y normas compartidos, sino tambin el modo de encar-

    narlos en las comunidades polticas concretas, los Caracteres de los

    pueblos, siempre que no sean injustos e insolidarios. La tica pblica

    global, por su parte, debe ir construyndose desde el dilogo, desde

    el hacer

    conjunto

    de las distintas culturas, y no desde la imposicin

    de una sola. Debe ser una tica intercultural, no etnocntrica.

    En ninguno de estos casos la tica pblica puede confundirse

    con el derecho,

    y

    es descabellado creer que puede convertirse en

    derecho, Moral ) derecho son dos dimensiones de las sociedades,

    que se complementan, pero no se identifican. La moral se refiere a

    la libertad interna , sea de las personas, sea de las organizaciones,

    a sus convicciones y hbitos, a sus orientaciones ya las normas que

    ellas en tienden como suyas; el derecho, por su parte, se refiere a la

    lib ertad externa, a las relaciones entre las personas y lasorganiza-

    ciones, reguladas por una autoridad externa a ellas, con capacidad

    sancionadora, aunen el caso de las sociedades democrticas.

    La tica pblica entonces se va construyendo a travs de la

    moral de las organizaciones y las instituciones, de las actividades

    profesionales, de las vivencias de felicidad de los distintos grupos

    sociales, de la opinin pblica

    y

    las asociaciones cvicas. Es, pues,

    una

    tica de los ciudadanos,

    surgida de la ciudadana, no estatal. Es la

    tica que nace de una pluralismo moral, tomado en serio.

    EL PLURALISI,,10 MORAL, EN SERlO

    Cuando Ronald Dworkin public su

    ya

    clebre libro Los derechos,

    en serio no vino sino a poner sobre el tapete algo sobradamente sabi-

    do, )es que con viene pensar en serio una buena cantidad de asun-

    tos pblicos, porque mucho nos jugamos en enfocarlos bien o mal.

    Uno de ellos es la construccin de una sociedad moralmente plura-

    lista, sobre todo en aquellas que han pasado de orientarse oficial-

    mente por un cdigo moral nico a reconocer, tambin oficialmen-

    te, que los ciudadanos profesan diversos cdigos morales,

    Es sta una experiencia compartida por distintas sociedades de

    habla hispana con los antao llamados pases del Este. Con la dife

    rencia de que en los pases latinos el cdigo originario vena dado

    por un sector del catolicismo, en los pases del Este, en cambio, por

    un sector del marxismo. El drama, sin embargo, era muy semejante

    en ambos casos en lo que a la moral respecta, ya que el cdigo ofi-

    cialmente impuesto slo poda ser aceptado en realidad por fe: fe

    en la revelacin divina, a travs de una iglesi3, fe en unas leyes de la

    historia interpretadas por el partido. Yla fe, conviene no olvidarlo,

    es opcin personal e intransferible, razn por la cual es en realidad

    imposible impouerla.

    sta es, en lo que a lo moral se refiere, la gran tragedia de todos

    los pases moralmente monistas, de aquellos pases, como los

    isl-

    micos, que oficialmente imponen respuestas nicas ante las gran-

    des preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte, sobre lajus-

    ticia) la felicidad, sobre el valor del trabajo, sobre la eutanasia o la

    ingeniera gentica. sta es la tragedia: que las respuestas a estas

    preguntas han de convencer personalmente y no vale en su

    C3.50

    la

    imposicin.

    Sin embargo, los pases que realizan el trnsito desde una socie-

    dad moralmente monista a una democracia liberal no por eso han

    resuelto ya todos sus problemas, sino que conviene pensar el trnsi-

    to

    en serio,

    no sea cosa que, en vez de acceder a un bien cuidado plu-

    ralismo moral, recalemos en lo que \Veber llam el politesmo de

    losvalores ticos, el politesmo axiolgico, que tiene, entre otras,

    una ocenica laguna: la de no permitir a los distintos grupos de ciu-

    dadanos construir nada juntos.

    En efecto, la transicin a la democracia liberal desde los distin-

    tos tipos de confesionalismo suele producir un profundo descon-

    cierto en el mbito de los valores morales. Acostumbrada buena

    parte de la ciudadana al moriismo, puede interpretar el hecho de

    la diver~idad de perspectivas al menos de tres formas: como expre-

    sin de un vaco moral, como un politesmo de los valores ticos o

    1 1 1

    .p .-.

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    HASTA UN PUEBLO DE DEMONIOS

    como expresin de un Pluralismo moral.A mijuicio, la primera salida

    es impracticable por inexistente; la segunda, practicable, pero inde-

    seable; la tercera, muestra un proyecto en el que merece la pena tra-

    bajar, porqu,e responde a lo mejor de las aspiraciones humanas.

    En lo que se refiere al clebre

    vaco moral,

    del que se hacen len-

    guas los apocalpticos, conviene recordar que tan imposible es que

    existan sociedades sin valores morales como que existan personas

    amorales, situadas ms all del bien y del mal. Bien ha mostrado, por

    el contrario, esa tradicin hispana de Ortega, Zubiri, Aranguren~y

    Pedro Lan que no hay personas amorales, que todo ser humano

    opta por linos valores u otros, pero nunca carece de toda moral.

    Sin embargo, que al monismo suceda el

    politesmo

    en cuestiones

    morales no es cosa extraa, sino bien comprensible, sobre todo

    teniendo en cuenta el movimiento pendular al que nos tiene acos-

    tumbrados la historia. En breve plazo hemos pasado del entusias-

    mo por la poltica al desencanto poltico y a la exaltacin de la

    sociedad civil; de la preocupacin por los derechos sociales a un

    trasnochado neoliberalisrno, presto a socavar las bases del Estado

    social de justicia, y no slo del Estado del bienestar.

    No seria de ex rraiar, pues, que al imperio del cdigo moral

    nico sucediera una Babel de los cdigos morales defendidos por

    los distintos grupos, una disparidad tal entre ellos que resultara

    imposible encontrar un

    espacio comn

    de dilogo, desde el que

    enfrentar conjuntamente los retos ticos. Yes en esto precisamente

    en lo que consiste el politesmo tico, en creer que cada gnlpO opta

    por una escala de valores de un modo tan arbitrario que es imposi-

    ble descubrir puntos de encuentro. O lo que es lo mismo, que las

    cuestiones ticas son totalmente subjetivas .

    En reforzar la idea de que el politesmo moral es la nica salida

    posible estn interesadas al menos dos especies de ciudadanos. En

    principio, los que desde determinados medios de comunicacin

    entienden que venden ms el conflicto insuperable y el insulto pal-

    mano que el dilogo sereno, encaminado a descubrir qu es lo que ya

    une

    y

    dnde empiezan las discrepancias, sobre lasque esrecomenda-

    ble continuar dialogando. Resulta ms sencillo sin duda atraer la

    atencin del espectador con discusiones montadas sobre posiciones

    contrarias irreductibles, o al menos aparentemente irreductibles, que .

    realizar el esfuerzo de hacer atractivo el dilogo inteligen te.

    : .

    112

    113

    Pero tambin una segunda especie de ciudadanos se interesa

    por reforzar el politesmo, y es la de quienes, en unos grupos u

    otros, no tiene ms identidad que la de distinguirse de los contra-

    rios. Qu seria de los fundamentalistas ecologistas, nuclearistas,

    laicstas, creyentes, nacionalistas, ete., si se quedaran sin oponen-

    tes igualmente fundamentalistas? Qu ocurrira si descubrieran

    unos y otros que en realidad esmucho lo que comparten y que les

    permite responder juntos a una buena cantidad de los desafos

    morales que conjuntamente se les presentan? El fundamentalista

    es el tipo de animal que se alimenta de la discrepancia} muere

    cuando descubre que es mucho lo que le une a otros, aunque tam-

    bin existan desacuerdos.

    Yes en esto ltimo en lo que consiste el

    pluralismo moral,

    mucho

    ms humano que el politesmo, en percatarse de que no puede

    haberun cdigo nico si no es por imposicin (monismo), pero

    tambin en tomar nota de que la total disparidad de cdigos, la

    Babel moral, paraliza cualquier intento de actuacin conjunta

    (politesmo). El pluralismo, por su parte, in{ritaa ir ms all de la

    ley del pndulo, y a superar en un tercero los dos movimientos

    al1teriores. De igual forma que urge articular sociedad civil y

    Estado, derechos sociales y ciudadana activa en una tercera fase,

    superior Q. las dos anteriores, es urgente reforzar un pluralismo

    moral, consciente de que

    hay

    yavalores compartidos por los distin-

    tos grupos, que permiten construir la sociedad juntos.

    Componen esos valores un mnimo tico irrenunciable, una

    tica mnima ,

    unas exigencias innegociables de justicia desde las

    que tenemos que ir respondiendo conjuntamente a retos comunes,

    como la eutanasia y la clonacin, el derecho a la asistencia sanitaria,

    el tratamiento de la droga o las tcnicas de reproduccin humana

    asistida, Si no hay un sentir comn en estas cuestiones de justicia,

    las resolvern quienes tengan poder fctico para hacerla, que no

    suelen ser ~uienes tienen razn. .

    Ciertamente, estos mnimos compartidos pueden ir creciendo,

    y es bueno que as sea, pero no alcanzarn a la totalidad de la \1,da

    personal, que encuentra su respuesta en ticas de mximos . De

    ah que, con respecto a una tica cvica, los problemas fundamenta-

    les consistan en descubrir cules son los

    mnimos compartidos de

    justi-

    c ia cmo esa tica cvica searticula con el derecho, cmo se articu-

    i

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    HASTA UN

    PUEBLO

    DE

    DHIO, .

    A

    la asimismo con las ticas de mximos y cmo se plasma en las dis-

    tintas esferas de la vida social: la

    economa y

    la empresa, el mbito

    de las biotecnologas y la relacin con la ecosfera, los medios de

    comunicacin y la organizacin poltica, el mundo de las profesio-

    nes y los mecanismos de la opinin pblica.

    L

    TICA DE LOS CIUDADANOS

    La tica cvica nace en los siglos XV I y X V II a partir de una expe-

    riencia muy positiva: la de que pueden convivir ciudadanos que

    profesan distintas concepciones religiosas, ateas o agnsticas, siem-

    pre que compartan un mnimo de valores y normas. Las guerras de

    religin haban puesto de manifiesto las nefastas consecuencias

    que se siguen de la intransigencia de aquellos que se sienten inca-

    paces de admitir cosmovisiones diferentes a la propia. Ciertamente,

    las razones ltimas de las llamadas guerras de religin no siempre

    fueron religiosas, sino frecuentemente polticas, econmicas o pro-

    vocadas por la psicologa de personajes poderosos, pero quienes

    actuaban por estos mviles se sirvieron de las cosrnovisiones religio-

    sas, La experiencia del pluralismo nace con la de una incipiente

    tica cvica, que cuenta, como factor esencial, con la tolerancia

    hacia quienes compartan

    cosmovisiories

    diferentes a la propia.

    Los tratados de tolerancia) la convivencia pacfica fueron crista-

    lizando al hilo del tiempo en sa tica cvica, que ha ido suscitando

    una buena cantidad de recelos, El primero de ellos consiste en con-

    siderada como una alternativa radical a las ticas que hacen ofertas

    de vida buena, habitualmente religiosas, en cuyo caso resulta impo-

    sible que todas ellas convivan de forma armnica. Cmo es posible

    conciliar en la tica cvica las posiciones discrepantes, de forma que

    puedan convivir, e incluso cooperar? El deseo de responder a esta

    pregunta nos obliga a recordar una distincin ya clebre en la tra-

    dicin moral y poltica occidental: la distincin entre el h ombre y

    el ciudadano .

    A la persona ntegramente considerada, es decir, considerada

    como hombre (varn o mujer), cabe adscribirle una meta moral

    muy clara e incontestable, que es la felicidad, Todos los hombres

    quieren ser felices. Sin embargo, las personas como tales desarro-

    1 14

    ADEI_ CURTINA

    Han sus actividades en distintas esferas sociales, lo cual nos permite

    considerar en ella. )distintas dimensiones: una dimensin familiar,

    en cuan to son miembros de una familia; una dimensin religiosa,

    en la medida en que son miembros de una comunidad creyente;

    una dimensin profesional, en cuanto se enrolan en una profesin.

    Una de las dimensiones de la persona es aquella por la que forma

    parte de una comunidad cvica, que recibi en sus orgenes griegos

    y latinos los nombres de po lis Y ciuiias.

    tJ De donde se sigue que la tica ciuica es la tica de las personas consi-

    deradas. como ciudadanas. No pretende abarcar a la totalidad de la

    persona ni satisfacer su afn de felicidad. Slo intenta modesta-

    mente satisfacer sus aspiraciones en tanto que ciudadanas, en tanto

    que miembros de una

    [iolis

    de una auitas, de un grupo social que

    no est unido por lazos de fe, ni de familia, ni tampoco es siquiera

    estatal , sino que es un tipo de lazo social que coordina los restantes.

    Bien deca nselm Feuerbach en su Anti-Hobbes que la felicidad es

    un ideal del hombre, no del ciudadano.

    Las personas, como varones

    y

    mujeres, disean

    prO)ectos de felici-

    dady

    tambin distintos grupos en la sociedad civil bosquejan ideales

    de vida plena. Pero si quieren proceder adecuadamente con esos

    ideaJes no pueden jams imponerlos, sino slo ofrecerlos, invitar a

    ellos. El gran error de las confesiones religiosas y laicistas ha consisti-

    do a menudo en intentar imponer su proyecto de felicidad, olvidan-

    do que imponer la felicidad es imposible. La felicidad no se impone,

    no se exige ni se prescribe: a la felicidad se invita. Yes cada persona

    la que ha de decidir libremente si quiere aceptar la invitacin.

    Pero las personas son tambin ciudadanas que, aunque se pro-

    pongan proyectos diversos de felicidad, comparten, sin embargo,

    1lnos mnimos ticos dejusticia que configuran el trasfondo de la cultu-

    ra cvica. En definitiva, ante la pregunta por la conciencia moral de

    las sociedades con democracia liberal cabe responder que se

    encuentra impregnada por unos valores de libertad, igualdad, soli-

    daridad ) respeto, sin los que resultara inconcebible la conviven-

    cia. Son valores como stos los que van conformando una tradicin

    desde la que es posible tolerar las discrepancias.

    De ah que una tica cvica, que articule tanto estos valores como

    otros que histricamente vayan compartiendo las sociedades pluralis-

    las,

    no pueda ser una tica co nfes ional-r e iigi osa ni tampoco confesional-laicista.

    115

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    HASTA

    UN PUERLO DEDE;MONIOS

    Una

    tica religiosa

    es aquella que apela a Dios expresamente como

    un referente indispensable para orientar nuestro hacer personal

    y

    comunitario, trtese de un Dios trascendente o inmanente. Una

    tica laicista,

    por su parte, se sita de un modo explcito en las an ti-

    podas de la tica creyen te

    y

    considera imprescindible para la realiza-

    cin de las personas, entre otras cosas, eliminar de su vida elreferen-

    te religioso, extirpar la religin, porque sta no puede ser -a su

    juicio-- sino fuente de discriminacin y de degradacin moral.

    Estas dos posiciones ticas, asumidas de una forma fundamen-

    talista, acritica, son intolerantes con quienes no comparten su

    detenninada forma de concebir la vida buena. Tomadas como la

    tica propia de la comunidad poltica y la comunidad cvica privile-

    gian unas propuestas de vida feliz frente a otras y, por tanto, consti-

    tuyen una fuente de discriminacin con respecto al sector de ciuda-

    danos que no comparte la concepcin tica oficialmente asumida.

    Est~ modo de actuar genera la divisin inevitable entre ciudada-

    nos de primera y ciudadanos de se gunda e impide que se trate a

    todos ellos como personas libres e iguales. .

    En este orden de cosas puede afirmarse, pues, sin ambages que

    una tica Cvicano puede ser ni religiosa ni laicista, sino que nica-

    mente puede ser una tica laica.

    Una

    tica laica

    es aquella que, a diferencia de la religiosa y de la

    laicista, no hace ninguna referencia explcita a Dios ni para tomar su

    palabra como orien tacin ni para rechazarla. Es decir, que no cierra

    la tica a lo trascendente, sino que la deja abierta ala religin ,

    como dira Jos LuisAranguren, pero tampoco afirma que no hay

    ms fundamento de la moral que el religioso, dejando a los no cre-

    yentes ayunos de fundamento racional. La tica laica es aquella que

    puede ser asumida por creyentes y no creyentes siempre que no

    sean fundamentalistas religiosos o fundamentalistas laicistas.

    I

    t

    lvfNIMOS DEjUSTIClA y ~ L....XIMOSE FEUClDAD

    El pluralismo moral no es slo un hecho social innegable en las

    sociedades con democracia liberal, resultado de una muy concreta

    historia, sino que puede ser tambin un proyecto tico de la socie-

    dad civil, siempre que se articulen bien la tica cvica

    y

    los restantes

    ..

    .:

    116

    ~

    ..

    .>;:

    AnEL~

    CORTINA

    \

    proyectos morales. Para lograr una articulacin semejante convie-

    ne aclarar qu diferencia a la tica cvica de los dems proyectos ti-

    cos, y un buen modo de hacerla consiste en dar nombres a una y

    otros.

    En este sentido, considero que las expresiones ms adecuadas

    son las de

    tica de mnimos y ticas de

    mximos

    Se inspiran sin duela

    en el modo de interpretar el fenmeno del pluralismo, del que

    viene haciendo gaJajohn Rawls sobre todo desde

    Liberalismo Poltico

    (1993), pero -a mi juicio-e- expresan de forma ms adecuada la .

    diferencia entre la tica cvica

    y

    las dems ticas.de una sociedad civil

    y poltica que las expresiones empleadas por Rawls, concepcin

    moral de lajusticia para laestructura bsica de la sociedad (lo que

    yo denomino tica de mnimos )

    y

    do ctrinas comprehensivas del

    bien (lo que denomino ticas de mximos ). El significado al que

    se refieren estas dos formas de tica esel siguiente.

    Entre las distintas concepciones de vida buena, de vida feliz, que

    conviven en una sociedad pluralista, se produce una suerte de

    interseccin , q ue compone los mnimos a los que nos hemos refe-

    rido anteriormente. Es decir, todas esas cosmovisiones, todas esas

    concepciones del hombre como persona integral y de su realiza-

    cin en la vida social, sean filosficas o religiosas, sesolapan

    y

    de ese

    solapamiento surge una zona de interseccin. Sin embargo, cada

    grupo puede fundamentar esos mnimos compartidos en prernisas

    diferentes, propias de su concepcin de vida buena, de su forma de

    entender cul es el sentido de la vida: en premisas y mximos reli-

    giosos o no religiosos.

    ;. A esaspropuestas que intentan mostrar cmo ser feliz, cul es el

    sentido de la vida y de la muerte me parece adecuado denominar-

    les

    ticas de mximos ,

    mientras que la tica de mnimos no se pro-

    nunciara sobre cuestiones de felicidad} de sentido de la vida y de

    lamuerte, sino sobre cuestiones dejusticia, exigibles moralmente a

    todos los ciudadanos.

    La tica civil contendra entonces aquellos elementos comunes

    dejusticia, por debajo de los cuales no puede caer una sociedad sin

    caer a la vez

    bajo

    minimossie moralidad. La frmula rpgica del

    pluralismo consiste entonces en compartir unos mnimos dejusti-

    cia, progresivamente ampliables, y en respetar activamente unos

    mximos de felicidad y de sentido de la vida. Lo cual no significa,

    117

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    HASTA UN PUEBLO DEDEMONIOS

    las Religiones Mundiales. Reforzar esos mnimos y ampliarlos es el

    mejor modo de evitar el conflicto entre las civilizaciones que pro-

    nostica Samuel P. Huntington, evitando que las ticas de mximos

    se utilicencorno armas arrojadizas desde intereses espurios.

    En este orden de cosas quisiera aventurar algunas propuestas

    que -a mi juicio- podran hacer de la articulacin entre tica

    civil

    y

    ticas de mximos una

    relacion.justa

    con la naturaleza de las

    cosas

    y

    encaminada a potenciar el tono moral de las sociedades, en

    vez de debilitado.

    1) Una relacin deno absorcin,

    En una sociedad moralmen te plu-

    ralista, las ticas de mximos presenta~ sus ofertas de vida feliz

    y

    los

    ciudadanos aceptan su invitacir:. si se sienten convencidos. Esta

    situacin de libertad esla ptima para hacer invitaciones a la felici-

    dad, porque quienes las aceptan no se sienten coaccionados por el

    poder poltico, como sucede en el caso de los pases confesionales,

    pero tampoco lo hacen movidos por un difuso sentimiento de

    injusticia en un Estado abiertamente laicista. En una sociedad plu-

    ralista la invitacin y la oferta son igualmente libres, como exige

    una opcin que es personal e intransferible.

    De ah que la relacin entre la tica cvica

    y

    las ticas de mxi-

    mos tenga que ser al menos una relacin mutua de no absorcin.

    Ningn poder pblico -ni poltico ni cvico- est legitimado

    para prohibir expresa o veladamente aquellas propuestas de mxi-

    mos que respeten los mnimos de justicia contenidos en la tica

    cvica. Pero precisamente porque la tica civilpresenta sus exigen-

    cias de just.icia y las ticas de mximos han de respetarlas, ninguna

    tica de mximos debe intentar expresa o veladamente absorber a

    la tica civil , anulndola, porque entonces instaura un monismo

    moral intolerante.

    Por consiguiente, ni la tica civil est legitimada para intentar

    anular alguna de las ticas de mximos que respetan los mnimos

    dejusticia, ni las ticas de mximos estn autorizadas para anular a

    la tica civil. Los monismos intolerantes -sean laicistas o religio-

    sos- son siempre inmorales.

    2

    Los mnimos se alimentan

    de

    losmximos.

    Con la relacin de no

    absorcin logramos nicamente una coexistencia tranquila, no

    una autn tica convivencia pacfica de colaboracin. Yen este punto

    conviene recordar que los mnimos se alimentan de los mximos,

    120

    ADEL~

    CORTINA

    es decir, que quien, plantea unas exigencias de justicia lo hace

    desde un proyecto de felicidad, por eso sus fundamentos, sus pre-

    misas, pertenecen al mbito de los mximos.

    Fortalecer esos grandes proyectos, que no se defienden de

    forma dogmtica, sino que estn dispuestos a dejarse revisar crtica-

    mente, esuna de las tareas urgentes en las sociedades pluralistas. A

    mayor abundamiento, los poderes polticos deberan aprovechar,

    en el buen sentido de la palabra, el potencial dinamizador de los

    mximos, porque la poltica no es slo l arte de eliminar proble-

    mas, sino sobre todo el de intentar resolverlos de modo que lasolu-

    cin favorezca el bien de los ciudadanos.

    3) Los mximos han de[nirificarse desde los mnimos.

    Si los mnimos

    cvicos se alimentan de los mximos y pueden encontrar desde ellos

    nuevas sugerencias dejusticia, no esmenos cierto que con frecuen-

    cia las ticas de mximos deben autointerpretarse y purificarse

    desde los mnimos.

    En el caso del cristianismo, por ejemplo, el mandato del amor

    supone, como mnimo, hacer elecciones justas. Un buen nmero

    de cristianos ha entendido sobradamente exigencia tan obvia

    y,

    sin

    embargo, otros muchos -trtese de instituciones o de personas-

    con la coartada de la caridad han olvidado la j tisticia, tal como la

    entiende una tica cvica. El recuerdo de la Inquisicin es en estos

    casos paradigmtico, pero no es preciso remontarse tanto en el

    tiempo porque ejemplos sobran en nuestros das, en nuestros pa-

    ses y en nuestras profesiones, En todos estos casos se expresa una

    nefasta tenclencia: la de atentar contra exigencias de justicia por

    causas presuntamente de ms elevado rango (amor, Estado, solida-

    ridad grupal). Cosa que vienen haciendo creyentes y no creyentes

    en la vida cotidiana.

    4 Evitar la separacin.

    Si ticas de mximos y tica civil se distan-

    cian, los peligros son claros. Una

    tica de mximos autosuficiente,

    ajena a la tica civil, acaba identificando a su Dios con cualquier

    dolo, sea su inters egosta, sea lanacin, sea la

    preservacin

    de sus

    privilegios. Por su parte,

    una tica civil outosuficiente,

    ajena a las ticas

    de mximos, acaba convirtindose en tica estatal, y el ciudadano

    acaba engullendo alhombre. 0, ms que el ciudadano, elLeviatn.

    Por eso urge

    explicitar esosminimos que

    ya

    compartimos,

    pero no como

    si formaran un mundo aparte de las distintas propuestas de felici-

    121

  • 7/21/2019 Etica de Los Ciudadanos, No Estataladela_cortina

    8/8

    :.....:~.::;

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    HASTA UN PUEBLO DE DEMONIOS

    ..... .

    dad. La tica cvica se ha ido generando desde las propuestas de

    felicidad que conviven y por eso puede exig rseles desde den

    tTO

    que la acepten

    y

    potencien: porque en realidad es tambin cosa

    suya,

    , ,.

    : : > < r . , ,

    CAPTULO

    VIII

    .

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    tt SSMa

    ETlCA DE LAS

    ORGANIZACIONES

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