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7/21/2019 Etica de Los Ciudadanos, No Estataladela_cortina
1/8
::.
CO/C TINA;
A
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L- t el11on1os
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1-Lc - : ?c5b /rc o;
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lt~aJv,d:
T~URUS
197 :r
CAP. VII
ET/GA D J...O 5 C/U.DA DA NO~ AtO Es /~ TAL
TICA CVICA, TICA GLOBAL
La
ticapblica cvica
consiste en aquel conjunto de valores
y
nor-
mas que comparte una sociedad moralmente pluralista y que per-
mite a los distintos grupos, no slo coexistir, no slo convivir, sino
tambin construir su vidajuntos a travs de proyectos compartidos
y
descubrir respuestas comunes a los desafos a los que se enf~entan.
Ese conjunto de valores
y
normas no es esttico, no se encuentra
dado de una vez por todas, sino que se ampla y concreta cuando los
distintos grupos tienen la voluntad decidida de descubrir sus habe-
res comunes
y
de ampliarlos, porque comprenden que a los retos
comunes importa contestar con respuestas asimismo compartidas.
Las cuestiones que hemos mencionado en el primer captulo de
este libro como d esafos del prximo milenio n o son problemas
que se presentan a un grupo social o a un individuo, sino a las distin-
tas sociedades; e incluso al conjunto de la humanidad, porque se
trata de cuestiones dejusticia que afectan a todos losseres
hUm311S
Intentar detectar si
hay
respuestas compartidas, si histricamente
los seres humanos vamos descubriendo unos valores
y
principios
bsicos, sin los que creemos que la humanidad se rebaja a s misma
porque deja desatendidas necesidades bsicas de quienes la com-
ponen es la tarea de una
tica pblica global
o universal, la tarea de
una
tica de [05 ciudadanos del mundo. .,
Realizar esa tarea de bsqueda en cada una de las comunidades
polticas existentes es el proyecto de una
tica pblica cvica,
de una
tica de los ciudadanos de unii comunidad poltica concreta.
109
.
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2/8
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00; O
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HAsrA UN PUEBLO DE DEMONIOS
La tica pblica, en un caso y otro, es la que est en la base del
derecho positivado que pretenda ser legitimo, amn de haber segui-
do Ias normas de ese derecho legtimo los procedimientos adecua-
dos para su promulgacin. Porque el derecho puede estar vigente,
puede ser vlido en ellenguaje jurdico y, sin embargo, injusto. Por
eso urge fomentar un sentido pblico de la moralidad, que invite a
los ciudadanos a exigir actuaciones justas y magnnimas, amplias de
nimo, en vez de optar por lo injusto ymezquino.
En lo que respecta a la tica pblica cvica, tiene en cuenta, no slo
los valores y normas compartidos, sino tambin el modo de encar-
narlos en las comunidades polticas concretas, los Caracteres de los
pueblos, siempre que no sean injustos e insolidarios. La tica pblica
global, por su parte, debe ir construyndose desde el dilogo, desde
el hacer
conjunto
de las distintas culturas, y no desde la imposicin
de una sola. Debe ser una tica intercultural, no etnocntrica.
En ninguno de estos casos la tica pblica puede confundirse
con el derecho,
y
es descabellado creer que puede convertirse en
derecho, Moral ) derecho son dos dimensiones de las sociedades,
que se complementan, pero no se identifican. La moral se refiere a
la libertad interna , sea de las personas, sea de las organizaciones,
a sus convicciones y hbitos, a sus orientaciones ya las normas que
ellas en tienden como suyas; el derecho, por su parte, se refiere a la
lib ertad externa, a las relaciones entre las personas y lasorganiza-
ciones, reguladas por una autoridad externa a ellas, con capacidad
sancionadora, aunen el caso de las sociedades democrticas.
La tica pblica entonces se va construyendo a travs de la
moral de las organizaciones y las instituciones, de las actividades
profesionales, de las vivencias de felicidad de los distintos grupos
sociales, de la opinin pblica
y
las asociaciones cvicas. Es, pues,
una
tica de los ciudadanos,
surgida de la ciudadana, no estatal. Es la
tica que nace de una pluralismo moral, tomado en serio.
EL PLURALISI,,10 MORAL, EN SERlO
Cuando Ronald Dworkin public su
ya
clebre libro Los derechos,
en serio no vino sino a poner sobre el tapete algo sobradamente sabi-
do, )es que con viene pensar en serio una buena cantidad de asun-
tos pblicos, porque mucho nos jugamos en enfocarlos bien o mal.
Uno de ellos es la construccin de una sociedad moralmente plura-
lista, sobre todo en aquellas que han pasado de orientarse oficial-
mente por un cdigo moral nico a reconocer, tambin oficialmen-
te, que los ciudadanos profesan diversos cdigos morales,
Es sta una experiencia compartida por distintas sociedades de
habla hispana con los antao llamados pases del Este. Con la dife
rencia de que en los pases latinos el cdigo originario vena dado
por un sector del catolicismo, en los pases del Este, en cambio, por
un sector del marxismo. El drama, sin embargo, era muy semejante
en ambos casos en lo que a la moral respecta, ya que el cdigo ofi-
cialmente impuesto slo poda ser aceptado en realidad por fe: fe
en la revelacin divina, a travs de una iglesi3, fe en unas leyes de la
historia interpretadas por el partido. Yla fe, conviene no olvidarlo,
es opcin personal e intransferible, razn por la cual es en realidad
imposible impouerla.
sta es, en lo que a lo moral se refiere, la gran tragedia de todos
los pases moralmente monistas, de aquellos pases, como los
isl-
micos, que oficialmente imponen respuestas nicas ante las gran-
des preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte, sobre lajus-
ticia) la felicidad, sobre el valor del trabajo, sobre la eutanasia o la
ingeniera gentica. sta es la tragedia: que las respuestas a estas
preguntas han de convencer personalmente y no vale en su
C3.50
la
imposicin.
Sin embargo, los pases que realizan el trnsito desde una socie-
dad moralmente monista a una democracia liberal no por eso han
resuelto ya todos sus problemas, sino que conviene pensar el trnsi-
to
en serio,
no sea cosa que, en vez de acceder a un bien cuidado plu-
ralismo moral, recalemos en lo que \Veber llam el politesmo de
losvalores ticos, el politesmo axiolgico, que tiene, entre otras,
una ocenica laguna: la de no permitir a los distintos grupos de ciu-
dadanos construir nada juntos.
En efecto, la transicin a la democracia liberal desde los distin-
tos tipos de confesionalismo suele producir un profundo descon-
cierto en el mbito de los valores morales. Acostumbrada buena
parte de la ciudadana al moriismo, puede interpretar el hecho de
la diver~idad de perspectivas al menos de tres formas: como expre-
sin de un vaco moral, como un politesmo de los valores ticos o
1 1 1
.p .-.
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3/8
HASTA UN PUEBLO DE DEMONIOS
como expresin de un Pluralismo moral.A mijuicio, la primera salida
es impracticable por inexistente; la segunda, practicable, pero inde-
seable; la tercera, muestra un proyecto en el que merece la pena tra-
bajar, porqu,e responde a lo mejor de las aspiraciones humanas.
En lo que se refiere al clebre
vaco moral,
del que se hacen len-
guas los apocalpticos, conviene recordar que tan imposible es que
existan sociedades sin valores morales como que existan personas
amorales, situadas ms all del bien y del mal. Bien ha mostrado, por
el contrario, esa tradicin hispana de Ortega, Zubiri, Aranguren~y
Pedro Lan que no hay personas amorales, que todo ser humano
opta por linos valores u otros, pero nunca carece de toda moral.
Sin embargo, que al monismo suceda el
politesmo
en cuestiones
morales no es cosa extraa, sino bien comprensible, sobre todo
teniendo en cuenta el movimiento pendular al que nos tiene acos-
tumbrados la historia. En breve plazo hemos pasado del entusias-
mo por la poltica al desencanto poltico y a la exaltacin de la
sociedad civil; de la preocupacin por los derechos sociales a un
trasnochado neoliberalisrno, presto a socavar las bases del Estado
social de justicia, y no slo del Estado del bienestar.
No seria de ex rraiar, pues, que al imperio del cdigo moral
nico sucediera una Babel de los cdigos morales defendidos por
los distintos grupos, una disparidad tal entre ellos que resultara
imposible encontrar un
espacio comn
de dilogo, desde el que
enfrentar conjuntamente los retos ticos. Yes en esto precisamente
en lo que consiste el politesmo tico, en creer que cada gnlpO opta
por una escala de valores de un modo tan arbitrario que es imposi-
ble descubrir puntos de encuentro. O lo que es lo mismo, que las
cuestiones ticas son totalmente subjetivas .
En reforzar la idea de que el politesmo moral es la nica salida
posible estn interesadas al menos dos especies de ciudadanos. En
principio, los que desde determinados medios de comunicacin
entienden que venden ms el conflicto insuperable y el insulto pal-
mano que el dilogo sereno, encaminado a descubrir qu es lo que ya
une
y
dnde empiezan las discrepancias, sobre lasque esrecomenda-
ble continuar dialogando. Resulta ms sencillo sin duda atraer la
atencin del espectador con discusiones montadas sobre posiciones
contrarias irreductibles, o al menos aparentemente irreductibles, que .
realizar el esfuerzo de hacer atractivo el dilogo inteligen te.
: .
112
113
Pero tambin una segunda especie de ciudadanos se interesa
por reforzar el politesmo, y es la de quienes, en unos grupos u
otros, no tiene ms identidad que la de distinguirse de los contra-
rios. Qu seria de los fundamentalistas ecologistas, nuclearistas,
laicstas, creyentes, nacionalistas, ete., si se quedaran sin oponen-
tes igualmente fundamentalistas? Qu ocurrira si descubrieran
unos y otros que en realidad esmucho lo que comparten y que les
permite responder juntos a una buena cantidad de los desafos
morales que conjuntamente se les presentan? El fundamentalista
es el tipo de animal que se alimenta de la discrepancia} muere
cuando descubre que es mucho lo que le une a otros, aunque tam-
bin existan desacuerdos.
Yes en esto ltimo en lo que consiste el
pluralismo moral,
mucho
ms humano que el politesmo, en percatarse de que no puede
haberun cdigo nico si no es por imposicin (monismo), pero
tambin en tomar nota de que la total disparidad de cdigos, la
Babel moral, paraliza cualquier intento de actuacin conjunta
(politesmo). El pluralismo, por su parte, in{ritaa ir ms all de la
ley del pndulo, y a superar en un tercero los dos movimientos
al1teriores. De igual forma que urge articular sociedad civil y
Estado, derechos sociales y ciudadana activa en una tercera fase,
superior Q. las dos anteriores, es urgente reforzar un pluralismo
moral, consciente de que
hay
yavalores compartidos por los distin-
tos grupos, que permiten construir la sociedad juntos.
Componen esos valores un mnimo tico irrenunciable, una
tica mnima ,
unas exigencias innegociables de justicia desde las
que tenemos que ir respondiendo conjuntamente a retos comunes,
como la eutanasia y la clonacin, el derecho a la asistencia sanitaria,
el tratamiento de la droga o las tcnicas de reproduccin humana
asistida, Si no hay un sentir comn en estas cuestiones de justicia,
las resolvern quienes tengan poder fctico para hacerla, que no
suelen ser ~uienes tienen razn. .
Ciertamente, estos mnimos compartidos pueden ir creciendo,
y es bueno que as sea, pero no alcanzarn a la totalidad de la \1,da
personal, que encuentra su respuesta en ticas de mximos . De
ah que, con respecto a una tica cvica, los problemas fundamenta-
les consistan en descubrir cules son los
mnimos compartidos de
justi-
c ia cmo esa tica cvica searticula con el derecho, cmo se articu-
i
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4/8
HASTA UN
PUEBLO
DE
DHIO, .
A
la asimismo con las ticas de mximos y cmo se plasma en las dis-
tintas esferas de la vida social: la
economa y
la empresa, el mbito
de las biotecnologas y la relacin con la ecosfera, los medios de
comunicacin y la organizacin poltica, el mundo de las profesio-
nes y los mecanismos de la opinin pblica.
L
TICA DE LOS CIUDADANOS
La tica cvica nace en los siglos XV I y X V II a partir de una expe-
riencia muy positiva: la de que pueden convivir ciudadanos que
profesan distintas concepciones religiosas, ateas o agnsticas, siem-
pre que compartan un mnimo de valores y normas. Las guerras de
religin haban puesto de manifiesto las nefastas consecuencias
que se siguen de la intransigencia de aquellos que se sienten inca-
paces de admitir cosmovisiones diferentes a la propia. Ciertamente,
las razones ltimas de las llamadas guerras de religin no siempre
fueron religiosas, sino frecuentemente polticas, econmicas o pro-
vocadas por la psicologa de personajes poderosos, pero quienes
actuaban por estos mviles se sirvieron de las cosrnovisiones religio-
sas, La experiencia del pluralismo nace con la de una incipiente
tica cvica, que cuenta, como factor esencial, con la tolerancia
hacia quienes compartan
cosmovisiories
diferentes a la propia.
Los tratados de tolerancia) la convivencia pacfica fueron crista-
lizando al hilo del tiempo en sa tica cvica, que ha ido suscitando
una buena cantidad de recelos, El primero de ellos consiste en con-
siderada como una alternativa radical a las ticas que hacen ofertas
de vida buena, habitualmente religiosas, en cuyo caso resulta impo-
sible que todas ellas convivan de forma armnica. Cmo es posible
conciliar en la tica cvica las posiciones discrepantes, de forma que
puedan convivir, e incluso cooperar? El deseo de responder a esta
pregunta nos obliga a recordar una distincin ya clebre en la tra-
dicin moral y poltica occidental: la distincin entre el h ombre y
el ciudadano .
A la persona ntegramente considerada, es decir, considerada
como hombre (varn o mujer), cabe adscribirle una meta moral
muy clara e incontestable, que es la felicidad, Todos los hombres
quieren ser felices. Sin embargo, las personas como tales desarro-
1 14
ADEI_ CURTINA
Han sus actividades en distintas esferas sociales, lo cual nos permite
considerar en ella. )distintas dimensiones: una dimensin familiar,
en cuan to son miembros de una familia; una dimensin religiosa,
en la medida en que son miembros de una comunidad creyente;
una dimensin profesional, en cuanto se enrolan en una profesin.
Una de las dimensiones de la persona es aquella por la que forma
parte de una comunidad cvica, que recibi en sus orgenes griegos
y latinos los nombres de po lis Y ciuiias.
tJ De donde se sigue que la tica ciuica es la tica de las personas consi-
deradas. como ciudadanas. No pretende abarcar a la totalidad de la
persona ni satisfacer su afn de felicidad. Slo intenta modesta-
mente satisfacer sus aspiraciones en tanto que ciudadanas, en tanto
que miembros de una
[iolis
de una auitas, de un grupo social que
no est unido por lazos de fe, ni de familia, ni tampoco es siquiera
estatal , sino que es un tipo de lazo social que coordina los restantes.
Bien deca nselm Feuerbach en su Anti-Hobbes que la felicidad es
un ideal del hombre, no del ciudadano.
Las personas, como varones
y
mujeres, disean
prO)ectos de felici-
dady
tambin distintos grupos en la sociedad civil bosquejan ideales
de vida plena. Pero si quieren proceder adecuadamente con esos
ideaJes no pueden jams imponerlos, sino slo ofrecerlos, invitar a
ellos. El gran error de las confesiones religiosas y laicistas ha consisti-
do a menudo en intentar imponer su proyecto de felicidad, olvidan-
do que imponer la felicidad es imposible. La felicidad no se impone,
no se exige ni se prescribe: a la felicidad se invita. Yes cada persona
la que ha de decidir libremente si quiere aceptar la invitacin.
Pero las personas son tambin ciudadanas que, aunque se pro-
pongan proyectos diversos de felicidad, comparten, sin embargo,
1lnos mnimos ticos dejusticia que configuran el trasfondo de la cultu-
ra cvica. En definitiva, ante la pregunta por la conciencia moral de
las sociedades con democracia liberal cabe responder que se
encuentra impregnada por unos valores de libertad, igualdad, soli-
daridad ) respeto, sin los que resultara inconcebible la conviven-
cia. Son valores como stos los que van conformando una tradicin
desde la que es posible tolerar las discrepancias.
De ah que una tica cvica, que articule tanto estos valores como
otros que histricamente vayan compartiendo las sociedades pluralis-
las,
no pueda ser una tica co nfes ional-r e iigi osa ni tampoco confesional-laicista.
115
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5/8
HASTA
UN PUERLO DEDE;MONIOS
Una
tica religiosa
es aquella que apela a Dios expresamente como
un referente indispensable para orientar nuestro hacer personal
y
comunitario, trtese de un Dios trascendente o inmanente. Una
tica laicista,
por su parte, se sita de un modo explcito en las an ti-
podas de la tica creyen te
y
considera imprescindible para la realiza-
cin de las personas, entre otras cosas, eliminar de su vida elreferen-
te religioso, extirpar la religin, porque sta no puede ser -a su
juicio-- sino fuente de discriminacin y de degradacin moral.
Estas dos posiciones ticas, asumidas de una forma fundamen-
talista, acritica, son intolerantes con quienes no comparten su
detenninada forma de concebir la vida buena. Tomadas como la
tica propia de la comunidad poltica y la comunidad cvica privile-
gian unas propuestas de vida feliz frente a otras y, por tanto, consti-
tuyen una fuente de discriminacin con respecto al sector de ciuda-
danos que no comparte la concepcin tica oficialmente asumida.
Est~ modo de actuar genera la divisin inevitable entre ciudada-
nos de primera y ciudadanos de se gunda e impide que se trate a
todos ellos como personas libres e iguales. .
En este orden de cosas puede afirmarse, pues, sin ambages que
una tica Cvicano puede ser ni religiosa ni laicista, sino que nica-
mente puede ser una tica laica.
Una
tica laica
es aquella que, a diferencia de la religiosa y de la
laicista, no hace ninguna referencia explcita a Dios ni para tomar su
palabra como orien tacin ni para rechazarla. Es decir, que no cierra
la tica a lo trascendente, sino que la deja abierta ala religin ,
como dira Jos LuisAranguren, pero tampoco afirma que no hay
ms fundamento de la moral que el religioso, dejando a los no cre-
yentes ayunos de fundamento racional. La tica laica es aquella que
puede ser asumida por creyentes y no creyentes siempre que no
sean fundamentalistas religiosos o fundamentalistas laicistas.
I
t
lvfNIMOS DEjUSTIClA y ~ L....XIMOSE FEUClDAD
El pluralismo moral no es slo un hecho social innegable en las
sociedades con democracia liberal, resultado de una muy concreta
historia, sino que puede ser tambin un proyecto tico de la socie-
dad civil, siempre que se articulen bien la tica cvica
y
los restantes
..
.:
116
~
..
.>;:
AnEL~
CORTINA
\
proyectos morales. Para lograr una articulacin semejante convie-
ne aclarar qu diferencia a la tica cvica de los dems proyectos ti-
cos, y un buen modo de hacerla consiste en dar nombres a una y
otros.
En este sentido, considero que las expresiones ms adecuadas
son las de
tica de mnimos y ticas de
mximos
Se inspiran sin duela
en el modo de interpretar el fenmeno del pluralismo, del que
viene haciendo gaJajohn Rawls sobre todo desde
Liberalismo Poltico
(1993), pero -a mi juicio-e- expresan de forma ms adecuada la .
diferencia entre la tica cvica
y
las dems ticas.de una sociedad civil
y poltica que las expresiones empleadas por Rawls, concepcin
moral de lajusticia para laestructura bsica de la sociedad (lo que
yo denomino tica de mnimos )
y
do ctrinas comprehensivas del
bien (lo que denomino ticas de mximos ). El significado al que
se refieren estas dos formas de tica esel siguiente.
Entre las distintas concepciones de vida buena, de vida feliz, que
conviven en una sociedad pluralista, se produce una suerte de
interseccin , q ue compone los mnimos a los que nos hemos refe-
rido anteriormente. Es decir, todas esas cosmovisiones, todas esas
concepciones del hombre como persona integral y de su realiza-
cin en la vida social, sean filosficas o religiosas, sesolapan
y
de ese
solapamiento surge una zona de interseccin. Sin embargo, cada
grupo puede fundamentar esos mnimos compartidos en prernisas
diferentes, propias de su concepcin de vida buena, de su forma de
entender cul es el sentido de la vida: en premisas y mximos reli-
giosos o no religiosos.
;. A esaspropuestas que intentan mostrar cmo ser feliz, cul es el
sentido de la vida y de la muerte me parece adecuado denominar-
les
ticas de mximos ,
mientras que la tica de mnimos no se pro-
nunciara sobre cuestiones de felicidad} de sentido de la vida y de
lamuerte, sino sobre cuestiones dejusticia, exigibles moralmente a
todos los ciudadanos.
La tica civil contendra entonces aquellos elementos comunes
dejusticia, por debajo de los cuales no puede caer una sociedad sin
caer a la vez
bajo
minimossie moralidad. La frmula rpgica del
pluralismo consiste entonces en compartir unos mnimos dejusti-
cia, progresivamente ampliables, y en respetar activamente unos
mximos de felicidad y de sentido de la vida. Lo cual no significa,
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HASTA UN PUEBLO DEDEMONIOS
las Religiones Mundiales. Reforzar esos mnimos y ampliarlos es el
mejor modo de evitar el conflicto entre las civilizaciones que pro-
nostica Samuel P. Huntington, evitando que las ticas de mximos
se utilicencorno armas arrojadizas desde intereses espurios.
En este orden de cosas quisiera aventurar algunas propuestas
que -a mi juicio- podran hacer de la articulacin entre tica
civil
y
ticas de mximos una
relacion.justa
con la naturaleza de las
cosas
y
encaminada a potenciar el tono moral de las sociedades, en
vez de debilitado.
1) Una relacin deno absorcin,
En una sociedad moralmen te plu-
ralista, las ticas de mximos presenta~ sus ofertas de vida feliz
y
los
ciudadanos aceptan su invitacir:. si se sienten convencidos. Esta
situacin de libertad esla ptima para hacer invitaciones a la felici-
dad, porque quienes las aceptan no se sienten coaccionados por el
poder poltico, como sucede en el caso de los pases confesionales,
pero tampoco lo hacen movidos por un difuso sentimiento de
injusticia en un Estado abiertamente laicista. En una sociedad plu-
ralista la invitacin y la oferta son igualmente libres, como exige
una opcin que es personal e intransferible.
De ah que la relacin entre la tica cvica
y
las ticas de mxi-
mos tenga que ser al menos una relacin mutua de no absorcin.
Ningn poder pblico -ni poltico ni cvico- est legitimado
para prohibir expresa o veladamente aquellas propuestas de mxi-
mos que respeten los mnimos de justicia contenidos en la tica
cvica. Pero precisamente porque la tica civilpresenta sus exigen-
cias de just.icia y las ticas de mximos han de respetarlas, ninguna
tica de mximos debe intentar expresa o veladamente absorber a
la tica civil , anulndola, porque entonces instaura un monismo
moral intolerante.
Por consiguiente, ni la tica civil est legitimada para intentar
anular alguna de las ticas de mximos que respetan los mnimos
dejusticia, ni las ticas de mximos estn autorizadas para anular a
la tica civil. Los monismos intolerantes -sean laicistas o religio-
sos- son siempre inmorales.
2
Los mnimos se alimentan
de
losmximos.
Con la relacin de no
absorcin logramos nicamente una coexistencia tranquila, no
una autn tica convivencia pacfica de colaboracin. Yen este punto
conviene recordar que los mnimos se alimentan de los mximos,
120
ADEL~
CORTINA
es decir, que quien, plantea unas exigencias de justicia lo hace
desde un proyecto de felicidad, por eso sus fundamentos, sus pre-
misas, pertenecen al mbito de los mximos.
Fortalecer esos grandes proyectos, que no se defienden de
forma dogmtica, sino que estn dispuestos a dejarse revisar crtica-
mente, esuna de las tareas urgentes en las sociedades pluralistas. A
mayor abundamiento, los poderes polticos deberan aprovechar,
en el buen sentido de la palabra, el potencial dinamizador de los
mximos, porque la poltica no es slo l arte de eliminar proble-
mas, sino sobre todo el de intentar resolverlos de modo que lasolu-
cin favorezca el bien de los ciudadanos.
3) Los mximos han de[nirificarse desde los mnimos.
Si los mnimos
cvicos se alimentan de los mximos y pueden encontrar desde ellos
nuevas sugerencias dejusticia, no esmenos cierto que con frecuen-
cia las ticas de mximos deben autointerpretarse y purificarse
desde los mnimos.
En el caso del cristianismo, por ejemplo, el mandato del amor
supone, como mnimo, hacer elecciones justas. Un buen nmero
de cristianos ha entendido sobradamente exigencia tan obvia
y,
sin
embargo, otros muchos -trtese de instituciones o de personas-
con la coartada de la caridad han olvidado la j tisticia, tal como la
entiende una tica cvica. El recuerdo de la Inquisicin es en estos
casos paradigmtico, pero no es preciso remontarse tanto en el
tiempo porque ejemplos sobran en nuestros das, en nuestros pa-
ses y en nuestras profesiones, En todos estos casos se expresa una
nefasta tenclencia: la de atentar contra exigencias de justicia por
causas presuntamente de ms elevado rango (amor, Estado, solida-
ridad grupal). Cosa que vienen haciendo creyentes y no creyentes
en la vida cotidiana.
4 Evitar la separacin.
Si ticas de mximos y tica civil se distan-
cian, los peligros son claros. Una
tica de mximos autosuficiente,
ajena a la tica civil, acaba identificando a su Dios con cualquier
dolo, sea su inters egosta, sea lanacin, sea la
preservacin
de sus
privilegios. Por su parte,
una tica civil outosuficiente,
ajena a las ticas
de mximos, acaba convirtindose en tica estatal, y el ciudadano
acaba engullendo alhombre. 0, ms que el ciudadano, elLeviatn.
Por eso urge
explicitar esosminimos que
ya
compartimos,
pero no como
si formaran un mundo aparte de las distintas propuestas de felici-
121
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HASTA UN PUEBLO DE DEMONIOS
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dad. La tica cvica se ha ido generando desde las propuestas de
felicidad que conviven y por eso puede exig rseles desde den
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que la acepten
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potencien: porque en realidad es tambin cosa
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CAPTULO
VIII
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