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Errejón y las ranas Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Errejón y las ranas Enviado por pabloelorduy el Lun, 12/19/2016 - 14:35 Antetítulo portada: OPINIÓN Artículos relacionados portada: Iglesias, entre Maquiavelo, Garzón y “la gente” Podemos ensaya Vistalegre II Foto portada: Página 1 de 5

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Errejón y las ranasEnviado por pabloelorduy el Lun, 12/19/2016 - 14:35 Antetítulo portada: OPINIÓNArtículos relacionados portada: Iglesias, entre Maquiavelo, Garzón y “la gente”Podemos ensaya Vistalegre IIFoto portada:

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Antetítulo (dentro): OpiniónSección principal: La PlazaCuerpo:

El debate interno de Podemos Galicia es como una charca. Vas caminando por el campo y oyes a lolejos el infernal estrépito de sapos y ranas. Te acercas con curiosidad, pero cuando llegas a lacharca, como por arte de magia, sobreviene el silencio. Al alejarte un poco, el barullo recomienza.Regresas, y cesa de nuevo. Mas si tienes paciencia, te sientas tranquilamente y dejas pasar eltiempo, entonces la charca vuelve a entrar en delirio sonoro. Dicen los antropólogos que no sepuede conocer al otro sin inmersión. Aquí igual. Si te sumerges en el lodo, mejor que mejor.

Puede ocurrir, y de hecho a mí me ha ocurrido, que se te acerque un sapito con la boca hinchada,sacando la lengua, y temas que te vaya a escupir veneno. Vano temor. Eso es un mito. Los anfibiosno son capaces de inocular veneno. Son capaces, eso sí, de exudarlo por todos los poros de su pielpero, mientras no te los lleves a la boca, no pasa nada. De hecho, antes de cada reunión importantede Podemos Galicia yo aconsejo a mis compañeras y compañeros: “No os chupéis, no os chupéis ytodo irá bien”. Aún así, a veces nos chupamos.

El caso es que, una vez que uno sabe un poco de herpetología, la ciénaga es un lugar acogedor en elque no hay nada que temer. Y yo así me integro, como un batracio más, croando y croando a todashoras, y entretenido viendo cómo sube y baja el nivel de la marea que se nutre de colectores yalcantarillas.

Sé que esta bucólica descripción puede parecer paradisíaca pero también tiene algunas sombras.Con tanto croar y croar no nos enteramos de nada de lo que ocurre afuera.

Por eso agradezco mucho tener charlas como la que mantuve con mi compañero David, quien pidiómi opinión acerca del manifiesto “Recuperar la ilusión: Democracia para ganar”. Para ser sinceros, alprincipio pensé, ¡pues lo que todo el mundo!: que era una artimaña un tanto cobardica de quien

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quiere ganar sin presentarse por miedo a perder. Pero esto es debido a que mis ojos ya solo ven através de la mugre de la ciénaga y allá donde miran solo distinguen comportamientos mezquinoscuando, sabido es, el mezquino soy yo.

Lo cierto es que David argumentó muy bien y con gran convencimiento: primero son las ideas, luegolas personas que las llevan a cabo. Aduje yo: ¿pero acaso ideas y personas no son inseparables?¿Acaso esas personas no están ahí precisamente por sus ideas? ¿Qué sentido tendría que alguientenga que ejecutar tácticas y estrategias en las que no cree y, al contrario, aquel que sí cree en ellasno sea quien las ejecute? David contestó: eso es la democracia. Es el pueblo quien ordena y eldirigente quien manda obedeciendo. Lo contrario –continuó– sería someter las ideas a un plebiscitopersonal.

Al juzgarlas separadamente pueden votarse con ecuanimidad y, si aquel que es elegido paradesarrollarlas no se cree capaz, “por coherencia debería apartarse y dejar a aquellos que sí sesienten capaces”. Todo sonaba sensato y democrático, pero yo, quizá otra vez confundido por vahospantanosos, me pregunté: ¿No es eso un plebiscito “por la espalda” y en dos tiempos? Nada impideque el sector que encabeza Pablo Iglesias y defiende una posición determinada sea desautorizado ensu totalidad. En ese caso, aquellos que propusieron la opción alternativa, estarían justa ycompletamente legitimados para llevarla a cabo.

Pero lo contrario me parecía un tanto retorcido. Unas personas defienden unas ideas, pero no hastael punto de postularse para ejecutarlas. O, al menos, no directamente. Eso sí, esperan que si logranimponer sus tesis, aquellos otros que sí se postularon para defender las suyas se apartengraciosamente. En mis oídos batracios esto sonaba como una maniobra cobarde para que entrasen,por la puerta de atrás, los temerosos de mostrarse por la puerta de delante.

Se abrían además nuevas dudas. En el caso de que Pablo Iglesias y su grupo no se “apartasen”voluntariamente y optasen por seguir ese mandato de ideas ajenas, ¿qué grado de credibilidadtendrían? ¿No estarían bajo la sospecha permanente de estar impostando y defendiendo algo en loque no creen? ¿Con qué motivación acometerían tareas que pudiera ser que juzgasen nocivas? ¿Nose les podría acusar de aferrarse al cargo de cualquier manera? Y, en el caso contrario, si “seapartan” a pesar de haber sido elegidos, ¿qué legitimidad tendrían aquellos que los sustituyen y queni siquiera se presentaron? ¿Con qué vigor empezaría un nuevo proyecto que tuviese tales lastres?¿No sería más limpio, honrado y útil dirimirlo todo en una única cuestión y que aquellos queasumiesen la responsabilidad de conducir Podemos, lo hiciesen con una legitimidad inequívoca y sinsubterfugios? Por otra parte ¿no es un poco despreciativo para los inscritos de Podemos sugerir quepuedan votar movidos por la popularidad de una persona y no por el proyecto que defiende?¿Piensan los inscritos que sus representantes son bustos parlantes que tanto pueden afirmar unacosa como la contraria? ¿Y no se está creando ya una coartada para, en caso de derrota, poderculpar de la misma a la arrolladora personalidad de Pablo Iglesias y al infantilismo de los inscritos?

Igualmente juzgaba deshonesto ese modo de presentar el conflicto entre “los que quieren imponerun plebiscito” y los que únicamente quieren “debatir”. Como si no hubiese dos posicionamientosnítidamente enfrentados y definidos, cada uno con sus propios y muy reconocibles intereses departe. Como si solo se culpase a unos de defender egoístamente una posición mientras que los otrosfuesen los altruistas adalides de vagos y amables conceptos como “democracia”, “participación” o“ilusión”. Como si unos fuesen individuos con intereses particulares y otros, seres de luz con deseosangelicales.

Mas rápidamente deseché estos pensamientos fangosos. Lo contrario sería tanto como afirmar quelos errejonistas esconden en significantes vacíos lo que no son más que maniobras de tahúr. Seríacomo afirmar que retuercen los reglamentos torticeramente para usurpar el poder que las urnas lesniegan. Y todos sabemos que abominan de tales prácticas.

Entonces tuve una iluminación. Un recuerdo se abrió paso entre los vapores del fangal y me vi a mímismo en aquellos días que frecuentaba el bar de la Facultad de Filosofía. De lo que David mehablaba sin nombrarlo era del dualismo alma-cuerpo platónico. No eran ardides de tahúr, erafilosofía. Y, entre caña y caña, algo se me había pegado. Las ideas errejonistas se les presentarían alos inscritos puras, perfectas, luminosas, llegadas mágicamente desde el mundo inteligible. No

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tendrían creador, ni dueño, ni padre, ni rostro. Estarían ahí, así porque sí. Pablo Iglesias sería solo uncuerpo, un mero recipiente en donde se derramarían esas representaciones del mundo superior delerrejonismo.

El alma, según Platón, es un auriga dirigiendo un carro de dos caballos. Cuando cae, se encarna enun cuerpo sensible. El cuerpo de Pablo, como tal, no tendría ideas propias que defender. Así pues,nada tendría de extraño que de su boca saliese naturalmente el discurso errejonista, una vez que lecayese el carro encima. Y a falta de un carro de hostias, ¡qué mejor que un carro de ideas! ¿Es estoposible? Solo hay un precedente que nos ilumine: el intento de Susana Díaz, otra platónica, deutilizar el cuerpo inerte de Pedro Sánchez para poder dirigir el partido sin que nadie la votara. Lo quepasa es que Pedro le salió… rana.

Todo me pareció más claro entonces. Incluso esta especie de neoplatonismo errejonista encajabamuy bien con esa concepción del filósofo griego según la cual la República estaría liderada por unaélite aristocrática intelectual al margen del vulgo, la masa inculta y los inscritos tontos del haba quevotan a los de la tele. Quizá entonces no fuese tan insensato ese intento de ser Uno en el Otro. Dehecho, esa transmutación que Platón anunció ya estaría confirmada por la serie Dragon Ball, en elcapítulo en el que Gyniu se cambió el cuerpo con Bulma y esta se convirtió en ¡en rana! ¿Podríaigualmente hablar Errejón desde el cuerpo de Pablo Iglesias? Lo dudo. Como habitante de la ciénagagallega y conocedor del mundo anfibio puedo afirmar que los poderes de intercambio de las ranassolo se producen en el Planeta Namek, no en la Tierra. Para mí, con esto se zanja definitivamente lacuestión.

Me gusta mucho hablar con el compañero David. Es errejonista pero, sin embargo, es el primero enofrecerse cuando hay trabajo, cree honestamente en lo que dice y no mira a los demás desde unaatalaya de pretendida superioridad intelectual. David es un buen tipo. En el pantano gallego algunasranas solo abren la boca para que les echen un duro pero, en general, no faltan las buenas personas.¡Incluso muchas son errejonistas! Pero lo que pasa es que uno dice croá, croá, aquél le contestacroá, croá, y allá, en los juncos, otro tercia: croá, croá. Luego sigue el coro. ¡Si hasta Dionisos sepuso a croar como un bobo al escuchar a las ranas en la obra de Aristófanes! Y es que croar es muycontagioso.

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Pie de foto: Íñigo Errejón durante un acto de campaña en Catalunya.Edición impresa:

Licencia: CC-by-SAPosición Media: Cuerpo del artículoCompartir:

Tipo Artículo: NormalAutoría foto: Cat Si que es PotAutoría: Jorge ArmestoFormato imagen portada: sin fotoTipo de artículo: Opinión

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