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Chiapas, ¿nudo ciego o tabla de salvación? ALEJANDRO ROSSI Cinco observaciones ENRIQUE KRAUZE Tratando de entender Escaparate: Muestrario de opiniones

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Chiapas, ¿nudo ciegoo tabla de salvación?

ALEJANDRO ROSSICinco observaciones

ENRIQUE KRAUZETratando de entender

Escaparate:Muestrario de opiniones

Días de prueba

Vuelta es una revista mensual y sus páginas están de-dicadas a la literatura, al arte y al pensamiento. Na-turalmente el ejercicio de la literatura no excluye lareflexión crítica sobre la sociedad y sus cambios o so-bre los grandes temas filosóficos, científicos, políticosy morales que conmueven a nuestros contemporáneos.Sin embargo, ni por su periodicidad ni por la índolede sus preocupaciones y finalidades, Vuelta puede seruna revista de actualidades que publique comenta-rios sobre las novedades de cada día. Pero los aconte-cimientos de Chiapas han estremecido al país y sudesenlace puede, para bien o para mal, cambiar elrumbo de la historia de México; de ahí que hayamosdecidido retrasar un poco la salida de este número yasí, con un poco de tiempo, preparar este suplemento.

Ofrecemos a nuestros lectores un puñado de refle-xiones, no una declaración de principios ni un cate-cismo. Hemos procurado pensar con objetividad ylimpieza. También con modestia. La historia es el do-minio de lo relativo y lo imprevisible. Por lo primero,nuestros juicios no son absolutos; por lo segundo, nosresignamos de antemano a que la realidad, en unospocos días, desmonte todas nuestras bien trabadas hi-pótesis. Sabemos que las buenas intenciones son a ve-ces el camino hacia los actos abominables. Tampocoolvidamos que los juicios inapelables de los intempe-rantes, siempre seguros de sus opiniones, no son me-nos nefastos que las reticencias, las medias palabras ylos silencios, máscaras de los hipócritas, los conve-nencieros y los pancistas. En las últimas semanas he-mos asistido a un espectáculo a un tiempo bufo ysiniestro: la transformación de la siempre melancóli-ca y biliosa república de las letras en un circo. Hasaltado a la arena una troupe de acróbatas, saltim-banquis, contorsionistas, trapecistas, amazonas, pa-yasos, magos, prestidigitadores y, claro, domadores.Pero no todo ha sido piruetas en la cuerda floja pu-ñetazos sobre la mesa, golpes de pecho de santurrones

e incontinencia verbal; también hubo y hay angustia,pasión auténtica y reflexión aguda, como podránapreciarlo nuestros lectores, si revisan la selecciónque hemos hecho de las opiniones más notables apare-cidas en los diarios.

Apenas si es necesario advertir que nuestras in-terpretaciones de los sucesos de Chiapas no son sinoeso: interpretaciones. Además, no son idénticas: cadauna expresa un punto de vista personal. Tampocoson exclusivas. Coincidimos con mucho de lo que seha escrito sobre este asunto. Con mucho y con mu-chos. Con los otros, que son también muchos, nues-tras diferencias son a veces profundas y, en algunoscasos, irreconcicliables. Nos regocijan las coinciden-cias y nos resignamos a las divergencias. Unas yotras son inevitables.

Nos decidimos a publicar este suplemento de Vuel-ta no por fidelidad a una doctrina o a un partido sinomovidos por varias convicciones. La primera es laconciencia de la gravedad de la hora. Nadie sabe quées lo que nos espera: si la concordia y la democracia ouna recaída en uno de esos períodos de caos que, des-de la independencia, se han sucedido en nuestra his-toria con una cruel constancia. El caos, lo sabemos,provoca fatalmente la instauración de dictaduras yregímenes de fuerza. ¿Para qué recordar la larga se-rie de nuestros demagogos y la procesión de nuestrosMucabeos, Altezas Serenísimas, Héroes de la Paz y Je-fes Máximos de la Revolución? La segunda convic-ción se desprende de la primera: queremos una pazrápida y justa. Rápida porque la prolongación delconflicto dañaría irreparablemente las elecciones deagosto y echaría a pique el gran proyecto histórico deconstruir un México democrático. Justa, porque unapaz arbitraria o poco equitativa engendraría, a lacorta o a la larga, nuevos conflictos.

O. P.

B VUELTA / SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NÚMERO 207

Chiapas, ¿nudo ciego o tabla de salvación?

OCTAVIO PAZ

He reunido tres artículos sobre la actual situación política.En realidad son uno solo y revelan una trayectoria y unadirección. Los dos primeros aparecieron en el diario LaJornada. Me pareció necesario publicarlos de nuevo porqueson el antecedente del tercero y lo hacen más comprensible.En el último expongo lo que pienso sobre lo que ocurre enestos días.

1. LA RECAIDA DE LOS INTELECTUALES

Los sucesos en Chiapas han provocado en México, comoes natural y legítimo, inmensa expectación y angustia.También han despertado muchas pasiones dormidas. Lainusitada efervescencia que ha agitado a un vasto sectorde la clase intelectual mexicana es única y merece un pe-queño comentario.

Me refiero no a los intelectuales que trabajan silenciosa-mente en sus gabinetes o en sus cátedras sino a los que llevan la voz cantante -estrellas y coro- en la prensa. Desdecomienzos de enero los diarios aparecen atiborrados desus artículos y de sus declaraciones colectivas. Hijas deuna virtuosa indignación a un tiempo retórica y sentimen-tal, estas ruidosas manifestaciones carecen de variedad yterminan infaliblemente en condenas inapelables. Somostestigos de una recaída en ideas y actitudes que creíamosenterradas bajo los escombros -cemento, hierro y san-gre- del muro de Berlín. Las recaídas son peligrosas: enlo físico indican que el cuerpo no ha sanado enteramente,en lo moral revelan una fatal reincidencia en errores y vi-cios que parecían abandonados. La historia no ha curado anuestros intelectuales. Los anos de penitencia que han vivi-do desde el fin del socialismo totalitario, lejos de disiparsus delirios y suavizar sus rencores, los han exacerbado.Docenas de almas pías, después de lamentar de dientesafuera la violencia en Chiapas, la justifican como una re-vuelta a un tiempo inevitable, justiciera y aún redentora.

Los hechos sociales son complejos. La función del inte-lectual consiste en esclarecerlos y descifrarlos, hastadonde sea posible. Solo después del análisis se puede, yaún se debe, tomar partido. Pero muchos de nuestros in-telectuales han escogido lo más fácil: juzgar sin oír. Algu-nos se obstinan en proclamar la espontaneidad de larevuelta. Por lo visto no han oído ni leído a los “coman-dantes”. Lo mismos en sus apariciones en la televisiónque en sus comunicaciones a la prensa han declarado una

FEBRERO DE 1994

y otra vez que habían preparado su movimiento desde ha-cía muchos años. Añaden con orgullo que su organiza-ción es un ejercito, no una mera guerrilla. ¿Qué decirante estas declaraciones? Pues exactamente lo contrariode lo que han dicho y dicen nuestros creyentes "en la es-pontaneidad revolucionaria de las masas”. Empeñados enlavar a los insurrectos de Chiapas del pecado de “preme-ditación”, no se han hecho la única pregunta que debe ha-cerse: ¿cómo es posible que nuestras autoridades hayanignorado que desde hacía mucho se preparaba un movi-miento militar en Chiapas? Y si lo sabían, ¿por qué no to-maron a tiempo las medidas del caso? El gobierno hadado a estas preguntas una respuesta tardía y poco con-vincente. Su responsabilidad es grave e inocultable.

Otros oráculos afirman que la revuelta es puramenteindígena. Es una idea que comparten algunos despistadosperiodistas extranjeros. Basta haber visto y oído a los “co-mandantes” en la televisión par darse cuenta de que nipor su lenguaje ni por su aspecto son indígenas. Y sobretodo: el programa y las ideas que exponen en sus dos ma-nifiestos y en sus boletines de prensa, desmienten esapretensión. Entre los dirigentes algunos son ideólogos yadeptos de esta o aquella doctrina, del maoísmo a la teo-logía de la liberación. Aclaro que no incurro en el simplis-mo de atribuir el alzamiento únicamente a la influencia deun grupo de ideólogos y de militantes. No cierro los ojosante la miseria y el desamparo de las comunidades indí-genas. Cambian los sistemas políticos y los económicos,unos suben y otros bajan, gobiernos van y gobiernos vie-nen, pasan los años y los siglos, pero nadie los oye ni es-cucha sus quejas. La elocuente carta que el 18 de eneroenvio el “subcomandante” Marcos a varios diarios, aun-que de una persona que ha escogido un camino que re-pruebo, me conmovió de verdad: no son ellos, los indiosde México, sino nosotros, los que deberíamos pedir per-dón. Como se ve, tampoco cierro los ojos ante las respon-sabilidades de nuestras autoridades -especialmente lasde Chiapas- ni ante las no menos graves de las egoístasy obtusas clases acomodadas de esa rica provincia. Estaresponsabilidad se extiende, por lo demás, a toda la socie-dad mexicana. Casi todos, en mayor o menor grado, so-mos culpables de la inicua situación de los indios deMéxico pues hemos permitido, con nuestra pasividad ocon nuestra indiferencia, las exacciones y los abusos decafetaleros, ganaderos, caciques y políticos corrompidos.

VUELTA / SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO C

OCTAVIO PAZ

Dicho esto, hay que agregar otras causas que escapana esa moral, fácil y esquemática, que busca a toda costaresponsables que enjuiciar y culpables que castigar. Noes el momento de examinarlas; para aquéllos que quie-tan enterarse a fondo, recomiendo el extenso, sereno ybien informado artículo de Arturo Warman en La Joma-da del domingo 16 de enero. Pata mis propósitos, es sufi-ciente con decir que unas causas son históricas y otrascontemporáneas. Las primeras se remontan no sólo a laConquista y a la Colonia, sino más atrás, al mundo mesoa-meticano (por ejemplo: el estado de guerra perpetua de lasociedades precolombinas). Las contemporáneas: la caídade los precios del café, la inmigración de los campesinosde otras regiones, las sucesivas oleadas de refugiadosguatemaltecos y, en fin, la plaga mayor de México, la granpiedra que tiene atada al cuello: la explosión demográfica.En Chiapas, según parece, la tasa de crecimiento de la po-blación ha sido, durante los últimos anos, superior al cua-tro por ciento anual, una de las más altas del mundo.

Nuestros intelectuales han decidido ignorar todo esto.¿Por qué? Muchos por obcecación ideológica y por espíri-tu de partido; otros por una operación de transferenciapsicológica, bien conocida de los psicoanalistas, que con-siste en proyectar nuestros sentimientos de culpa sobrecualquier chivo expiatorio ad hoc (papa, maestro, gobier-no); otros por calculo: siempre reditúa afiliarse a una“buena causa” y usarla como un trampolín publicitario; yotros más por una mezcla indefinible y explosiva de bue-nos sentimientos y malas razones. No ha faltado quienhaya equiparado las acciones del ejercito mexicano conlas de los norteamericanos en Vìet-nam, como si Chiapasfuese un territorio ocupado. Una caricatura de La Jorna-da comparo un ataque aéreo en las montañas con el bom-bardeo nazi de Guernica. Cierto, a pesar del reducidonúmero de bajas que confiesan ambas partes, es muy po-sible que se hayan cometido abusos. Sabemos lo que sonlos ejercitos y lo que son los hombres. Hay que denunciary condenar esos abusos. Pero también sabemos a que ex-cesos puede llevar la pasión partidista. Moliére habría sa-ludado con una sonrisa de conocedor el espectáculo detantos moralistas, con los ojos en blanco y los brazos alza-dos al cielo, denunciando a gritos al Ejército: igenocidio!¿Han olvidado acaso el significado de las palabras?

En la historia de las obsesiones colectivas (los antiguoslas llamaban, con mas propiedad, manías y furores) las re-caídas, como su nombre lo indica, son cíclicas. Ala mane-ta del ir y venir de un péndulo, algo nos lleva a repetir unay otra vez las mismas faltas. Así, no es extraño que estosguardianes de la moral pública sean los mismos que du-rante años y años callaron y no pocas veces aplaudieronlas atrocidades de los Mao, los Brejnev y los Castro. Losmismos que apoyaron de palabra e incluso de obra a lostupamaros de Uruguay y a los montoneros de Argentina,a los sandinistas de Nicaragua y a los guerrilleros de ElSalvador. Sus fantasmas juveniles regresan, encarnan enlos “comandantes” de Chiapas y los llevan a repetir losviejos dislates y las culpables complicidades. Han olvida-do, si alguna vez la aprendieron, la terrible lección de laguerrilla latinoamericana: en todos los países, sin excepción, ha sido derrotada, no sin antes arruinar a esas desdi-

chadas naciones y no sin provocar la instauración de regí-menes de fuerza. ¿Esto es lo que quieren para México?

18 de enero

2. INCERTIDUMBRE Y PERSPECTIVAS

Ni por su poderío militar ni por su ideología el movimien-to de Chiapas puede triunfar. En cambio, sí puede ensan-grentar a esa región, arruinar la economía del país,dividir a las conciencias y, en fin, dar un golpe mortal anuestro incipiente y débil proceso democrático. Peto loshechos sociales, debo repetirlo, son complejos, dobles otriples. Es imposible ignorar la otra faz de la revuelta deChiapas: las iniquidades que denuncian las comunidadesindígenas de Chiapas son bien reales y justas la mayoríade sus demandas. Por esto sostuve desde el principioque “en todos los casos el gobierno mexicano debe pre-ferir el dialogo al uso de la fuerza”. Pacificar con la razónes mejor que vencer por las armas. Esto es lo que intentahoy el presidente Salinas. Nombró secretario de Gober-nación a un universitario respetado, el jurista Jorge Car-pizo; ordeno el cese unilateral del fuego; designóComisionado pata la Paz y la Reconciliación a una perso-nalidad política, el apto y flexible Manuel Camacho, quese ha distinguido por su capacidad de negociador; y haceunos días pidió al Congreso aprobar una Ley de Amnis-tía. La opinión pública ha aplaudido estas medidas. Tam-bién ha saludado con esperanza el. nombramiento deManuel Camacho. Todos le reconocemos las cualidadesindispensables para llevar a buen término su ardua em-presa. Ha comenzado con un acierto: asociar en sus ges-tiones al obispo Samuel Ruiz, prelado influyente yquerido en sus diócesis.

A nadie se le ocultan las dificultades de la futura nego-ciación. La primera se refiere a los interlocutores: ¿quienes son? Uno de los misterios de la situación actual (y noes el único) es la identidad de los dirigentes de la revuel-ta. Hasta ahora se han presentado con nombres ficticios yel rostro cubierto por un pasamontañas. Pronto los cono-ceremos: no es verosímil que las negociaciones se llevena cabo entre enmascarados. Aunque es total nuestra igno-rancia acerca de sus personas, sabemos por lo menos quela dirección es colectiva. Probablemente está compuestapor dos grupos distintos: los “comandantes” y los repte-sentantes de las comunidades campesinas que forman elmovimiento. Estos últimos representan a grupos étnicosmuy celosos de su historia y de sus tradiciones particula-res. Así, la primera dificultad para entablar el diálogo con-siste, por una parte, en la diferencia de objetivos y puntosde vista entre los “comandantes” y los dirigentes indíge-nas; por la otra, en la diversidad de móviles e intereses delas distintas comunidades. Cada colectividad humana esel teatro de la lucha entre tendencias, intereses y grupos;el movimiento de Chiapas no es una excepción y en su se-no existen oposiciones y diferencias. Cualquier análisis dela situación debe tener muy en cuenta esta circunstancia.

Seguramente los dirigentes superarán, en el primermomento de la negociación, sus diferencias y presenta-rán una lista o pliego de temas, condiciones y demandas.

D VUELTA / SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NÚMERO 207

CHIAPAS, ¿NUDO CIEGO O TABLA DE SALVACIÓN?

Aquí interviene la gran pregunta: ¿qué puede negociarse?Los dos manifiestos del movimiento se refieren, en pri-mer lugar, a ciertos objetivos nacionales (libertad, demo-cracia) y, enseguida, a las demandas locales de lascomunidades indígenas. Me parece que en el segundopunto el acuerdo puede ser rápido. El gobierno acaba decrear una comisión nacional, en la que participan perso-nas sin partido y miembros de la oposición, encargada dediseñar un programa que, a corto y a largo plazo, mejorelas condiciones de los grupos indígenas. Si el gobiernooye las demandas de las comunidades, como parece queestá decidido a hacerlo, se habrá iniciado el proceso deuna inmensa reparación histórica. Pero los dos manifies-tos contienen también, como ya señale, un programa polí-tico nacional que entraña una verdadera subversión delorden actual: la destitución del gobierno y el nombra-miento de un gobierno provisional encargado de convo-car a nuevas elecciones. Es claro que estas demandas noson ni negociables ni discutibles. Aceptar siquiera su dis-cusión equivaldría a una rendición de facto.

Ignoro cuales podrían ser las demandas negociables delos insurrectos. Supongo que, si el viejo demonio de ladesmesura no los ciega, sus demandas serán más realistasque las que figuran en sus manifiestos y en las declaracio-nes que han hecho a la prensa varios comandantes, mayo-res y capitanes. De paso: para ser oficiales de un ejercito,esos militares son mas bien locuaces y no se recatan enexponer puntos de vista contradictorios. A pesar de estadiferencia de opiniones, en los documentos que han publi-cado proclaman que luchan por la libertad y la democra-cia. Me parece que aquí podría encontrarse el comienzode un entendimiento. Hay un punto en el que coincidimosla gran mayoría de los mexicanos: la aspiración democráti-ca. Ahora bien, al tratar este tema y otros parecidos, el Co-misionado deberá tener en cuenta un principio de ordengeneral: el movimiento representa únicamente a grupos(¿mayoritarios?) de cuatro municipios de Chiapas. En con-secuencia, no es ni puede ser el vocero de una nación de90 millones de habitantes. La política nacional es un temaque compete a todos los mexicanos y que debemos discu-tir entre todos. Se trata de un principio básico, de un dere-cho irrenunciable que debemos defender a toda costa.

En general, las negociaciones de esta índole son lar-gas y con frecuencia duran años. Ejemplos recientes: ElSalvador, Guatemala y, en otros continentes, Israel y lospalestinos, Gran Bretaña y los católicos irlandeses, el go-bierno español y la ETA. Pero nosotros tendremos eleccio-nes el próximo mes de agosto. La revuelta comenzóprecisamente en el momento en que se iniciaba la campa-ña electoral. Esta circunstancia es lo que vuelve angustio-sa la situación actual. Nuestra democracia esta en pañalesy la afean muchos vicios. Unos son imputables a la larga yantinatural hegemonía del PRI; otros son de orden históri-co. La democracia, no me cansaré de repetirlo, es ante to-do una cultura: algo que se aprende y se practica hastaconvertirse en hábito y segunda naturaleza. Algo que to-davía no acaban de aprender ni el gobierno ni los partidosde oposición ni la mayoría de nuestros conciudadanos.En nuestro país nadie se resigna a perder. No obstante, apesar de todos sus defectos, a veces cojeando y otras a

trompicones, a gritos y porrazos, la democracia mexicanacomienza a cobrar realidad. La revuelta de Chiapas ha in-troducido en nuestra vida política el espectro de la ingo-bernabilidad. Un espectro que podría convocar a otroespectro no menos ominoso: el de la fuerza. En esto resi-de el peligro de la situación.

Los próximos meses van a poner a prueba a nuestrospolíticos, a nuestras instituciones y al país entero. Si lasnegociaciones se rompiesen, se estancasen o se prolonga-sen con largas y acerbas discusiones, el proceso electoralse nublaría. Y los nublados se transforman a veces en tor-mentas. Así, es imperativo que ni el gobierno ni los parti-dos pretendan aprovechar en beneficio propio losincidentes y dificultades que se presenten. Los interesesgenerales de la nación están antes que los de los partidos.Hace una semana se celebró una nutrida manifestación, ala que asistieron connotados dirigentes del PRD y muchosde los escritores que derraman su tinta y su furia en losdiarios capitalinos. El lema de esa manifestación era ¡Altoa la masacre! Consigna inadmisible: ese mismo día el pre-sidente Salinas había ordenado el cese del fuego. Estaclase de golpes bajos debe cesar. De lo contrario, nosaguardan días aciagos.

Desde su nacimiento como país independiente, Méxi-co ha estado amenazado por la ingobemabilidad y por suremedio bárbaro: la dictadura. Al presidente Calles se leocurrió una solución intermedia y en 1929 fundo el PartidoNacional Revolucionario, que hoy se llama PRI. Fue unasolución que no era enteramente democráfica ni total-mente autoritaria. Para nadie es un secreto que el PRI hacumplido ya su función estabilizadora y que hoy debeconvertirse en un partido como los otros o desaparecer.Vivimos en un periodo de transición hacia la democracia.Por causas que no puedo examinar aquí (he tratado el te-ma en otros escritos) nuestra transición, al revés de la deEspaña, ha sido demasiado lenta, con muchos tropiezos yrecaídas. También con avances innegables. Las condicio-nes de hoy no son las de hace quince o diez años. Depronto, en el extremo sur, irrumpe la revuelta de Chia-pas. Cualesquiera que sean las causas que la han origina-do (y ya dije que algunas son legítimas) su significado esclaro: es un regreso al pasado. Ese movimiento militarabre la puerta al caos que vivieron y sufrieron nuestrospadres y nuestros abuelos. Para cerrarle el paso al mons-truo doble -el caos y su corolario, la fuerza- el remediotambién es doble: la negociación, que debe llevarse a ca-bo con generosidad pero asimismo con firmeza, y una ac-ción paralela y pacífica de todos los mexicanos, queasegure el transito definitivo hacia la democracia. Tene-mos que proponernos, como meta común, realizar unaselecciones de tal modo limpias que resulten inobjetablespara todos. Los otros programas políticos y sociales debe-rán pasar a segundo plano. Nuestro país es muy viejo ymuy joven, es uno y es múltiple. Hoy tiene que reunirseconsigo mismo, sin sacrificar a sus tradiciones ni a su di-versidad, para dar el salto y penetrar al fin en el mundomoderno. No es el paraíso: es la historia, el lugar de prue-ba de los hombres y las naciones.

21 de enero

FEBRERO DE 1994 VUELTA / SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO E

OCTAVIO PAZ

3.EL NUDO SE DESHACE O AHOGA

Aún no comienzan las negociaciones entre el gobierno ylos insurgentes, aunque ya se han iniciado las primeraspláticas. Deben continuar. Todos debemos esforzarnospara que esas conversaciones no se estanquen, se desví-en o se conviertan en una disputa estéril. El primer pasotiene que ser la determinación de los puntos y temas deldebate. A pesar de que aún no conocemos la lista de lostemas, podemos adelantar ciertas cosas. Pensamos quelas demandas legítimas de las comunidades deben satisfa-cerse. No se nos ocultan las dificultades: es imposible re-parar en un mes males de siglos. Pero sí pueden echarselos cimientos y comenzar de la única manera digna y efi-caz: dando a las comunidades indígenas los recursos y lasposibilidades de llevar a cabo, ellas mismas, sin paterna-lismos, esa obra gigantesca de redención y liberacion quelas saque de su miseria. En cuanto a los temas naciona-les, tales como las próximas elecciones y el transito haciala democracia: no es inútil repetir que son de la compe-tencia de todos los mexicanos y no de este o de aquelgrupo. Los insurrectos, según ellos mismos lo han reco-nocido en un reciente comunicado, representan apenasuna fracción de la opinión nacional. Como mexicanos queson, tienen derecho a participar en el debate sobre estosasuntos, pero la decisión última no les corresponde ni aellos ni al gobierno sino a todos los mexicanos.

El conflicto de Chiapas tiene dos aspectos: uno, regio-nal, que pertenece a la historia y al presente de esa enti-dad; otro, nacional. Los dos aspectos son distintos y, almismo tiempo, inseparables. No se les puede consideraraisladamente. Otro tanto ocurre con la cuestión de lapaz: es una y doble. Es indudable que la sublevación enlos cuatro distritos chiapanecos afecta radical y substan-cialmente al proceso nacional de transición democrática;asimismo, la evolución de ese proceso influye poderosa-mente en el conflicto regional y en su posible resolución.Son problemas diferentes y, sin embargo, íntimamente li-gados. La solución del primero será ilusoria si no se re-suelve el segundo; y viceversa. Son como los dos polosde una esfera: el movimiento de uno entraña el del otro.Así pues, la tentativa por resolver uno sin tocar el otro-por ejemplo, la cuestión local sin impulsar y profundi-zar el proceso democrático- no sólo esta destinada afracasar sino que nos llevará a un callejón sin salida. To-dos perderíamos, salvo la violencia. En política, como enmatemáticas, las soluciones mejores son las eleguates, esdecir, las más simples. El habilidoso se atrapa en los hi-los de su astucia; la rectitud, en cambio, no está reñidacon la eficacia.

Las dificultades a que se enfrenta la solución del con-flicto de Chiapas son dobles. Unas son de orden históricoy cultural; otras, político. Me referiré en seguida a las pri-meras. Las comunidades indígenas han conservado mu-cho de sus culturas tradicionales, pero nadie piensa, salvoexcéntricos como el novelista Lawrence y algunos antro-pólogos descarriados, en una resurrección de los antiguosdioses. El cristianismo, sobre todo en la forma del catoli-cismo romano, es la religión de los indígenas de Chiapas.Se me dirá que estamos ante una versión peculiar,

sincretista, del catolicismo. Es verdad, ¿pero no son tam-bien sincretistas muchos de los rasgos del catolicismo ro-mano, como el culto a los santos? Sobre este punto unaplegaria de Juan Pérez Jolote, hoy muy citado, es un testi-monio inequívoco: “Santa tierra, santo cielo, Dios señor,Dios hijo, Santa Tierra... Gran Hombre, gran Señor, granPadre, gran Petome... por mi incienso, por mis velas, espí-ritu de la luna, virgen madre del cielo, virgen madre de latierra, Santa Rosa, por tu primer hijo, por tu primera glo-ria, ve a tu hijo estrujado en su espíritu, en su chumel.“

¿Cómo la cultura de los indios chiapanecos puede tra-ducirse a la modernidad? ¿Y como esa cultura puede in-sertarse en la moderna cultura mexicana? El problema esinmenso; no pretendo, no digamos ya resolverlo, sino si-quiera plantearlo en todos sus términos. Baste con recor-dar que, en el siglo XVI, la respuesta de los misioneros fueinsertar la singularidad india en la matriz del catolicismoromano y que, en los siglos XIX y XX, los liberales de 1857y los revolucionarios de 1917, adoptaron de nuevo, frentea la peculiaridad india, otro universalismo: la repúblicalaica y democrática. El mestizaje cultural ha sido la res-puesta de México a la singularidad india, lo mismo en elXVI que en la época moderna. El elemento indígena estaen todos los dominios de la cultura y la vida mexicana, dela religión a la poesía, de la familia a la pintura, de la co-mida a la cerámica. Pero sería mucho olvidar que nues-tras ventanas hacia el mundo -mejor dicho: nuestrapuerta- son el idioma español y las creencias, institucio-nes, ideas y formas de sociabilidad transplantadas a nues-tras tierras durante el período novo-hispano. Hoy sehabla de multiculturalismo pero ¿qué se quiere decir conesta palabra? En los Estados Unidos posee un sentidopreciso: ¿lo tiene en México?

En términos económicos, sociales, jurídicos y políti-cos, la solución del conflicto de Chiapas es mucho mas fá-cil. Ya he dicho varias veces que las demandas de lascomunidades me parecen, en lo esencial, legítimas. Hayque satisfacerlas. Observo de paso que esas demandas seinscriben dentro de las coordenadas políticas, jurídicas ysociales del México moderno, una nación que ha hechosuya gran parte de la herencia cultural e histórica de Oc-cidente. Sobre esto no es impertinente recordar que unode los fundamentos históricos y jurídicos del movimientozapatista -me refiero al original- eran los títulos de pro-piedad otorgados a los pueblos por la Corona española.En cuanto a las negociaciones: en un artículo anterior mehe referido a ciertas dificultades que, presumo, experi-mentan los insurrectos. Estas dificultades, a mi juicio,pueden reducirse a dos puntos. El primero: la diferencia

*Por cierto, a mí me toco descubrir y citar por primera vez el librode Ricardo Pozas (Juan Pérez Jolote. Autobiografía de un tzotzil),en 1950, en la primera edición de El laberinto de Za soledad (pági-nas 109 y 110). El texto de Ricardo Pozas apareció en 1948, en suprimera versión, en Acta antropológica, una revista de la EscuelaNacional de Antropología. Contribuí a que la autobiografía deJuan Pérez Jolote, que pertenece al mismo genero de Black ElkSpeaks o de Soleil-Hopi, se editase en Mexico, en el Fondo deCultura Económica, y fuese traducida al ingles, al francés y alalemán. Recuerdo esto porque, durante las últimas semanas, seme ha acusado de “subestimara los indios”.

F VUELTA / SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NÚMERO 207

CHIAPAS. ¿NUDO CIEGO O TABLA DE SALVACIÓN?

de intereses, perspectivas, finalidades e incluso lenguajeentre algunos dirigentes de extracción urbana y las de loslíderes indígenas. El segundo: las divergencias tradiciona-les entre las distintas comunidades indias. Un comunicadoreciente de la comisión de obispos ha confirmado mi diag-nostico. ¿Cuáles son esas presumibles diferencias? Aunquelas desconozco, no es difícil adivinar su naturaleza. A loscampesinos deben preocuparles sobre todo los problemasde la tenencia de la tierra y otros conexos (refacciones, li-bertades municipales, fin del caciquismo, educación, sa-lud, etc.), mientras que para los dirigentes de extracciónurbana, los temas de política nacional tienen que ser losprimordiales. ¿Esas diferencias son insuperables? No locreo. En todo caso, lo sabremos pronto. Las negociacionesno pueden seguir siendo un dialogo con encapuchados, co-mo si leyésemos una novela gótica.

En el otro lado hay también divergencias y discrepan-cias. Es un secreto a voces que tanto en el PRI como en elgobierno y en el ejercito hay muchos partidarios de la ma-no dura. Falso realismo, miopía histórica e insensibilidadpolítica. El uso de la fuerza, aparte de provocar la indigna-ción nacional e internacional, engendraría desórdenes yluchas que, no exagero, llegarían a poner en peligro a laintegridad del país. ¡Ay de México si esa gente se saliesecon la suya! Otros grupos, duchos en las intrigas de antesala, ven con inquietud y temor la labor del Comisionadopara la paz y la reconciliación, Manuel Camacho. No seatreven a confesarlo pero, en el fondo de su alma, desearí-an que fracasase. Extraordinario error de cálculo. Es cla-ro que los insurrectos trataran de utilizar las divisiones enel seno del gobierno, aumentando sus exigencias y endu-reciendo sus posiciones. Es inaudito que los estrategas desalón no se den cuenta de que debilitar al comisionado esfortificar a los insurgentes. Tampoco parecen comprenderque el fracaso de la negociación provocaría el caos y, pro-bablemente, la vuelta a la manu militari. Finalmente, enla oposición, en el bando de la izquierda, también hay obs-tinados que ven en la prolongación del conflicto el co-mienzo de grandes trastornos populares que al finlograrían, de un solo manotazo, derribar el vacilante edifi-cio del sistema político que nos rige... Todas estas amena-zas no deben desanimar a la opinión mayoritaria. Seríasuicida ahogar en su cuna a la negociación. Con la únicaarma de que disponemos: la acción pacífica, debemos con-vertir a la negociación por la paz en un imperativo nacio-nal. Se ve ahora con toda claridad la relación íntima entreel conflicto regional de Chiapas y la democracia. Sin liber-tades democráticas será imposible la acción popular, no-partidista, en favor de un acuerdo. A su vez, sin unacuerdo en Chiapas, el proceso democrático sufriría unaherida de muerte.

Escribo el 5 de febrero. Si se piensa en el tiempotranscurrido desde el comienzo del conflicto -un mesapenas- me parece que se han hecho avances conside-rables: la suspensión unilateral del fuego seguida del ce-se de las hostilidades; la amnistía; la decisión de losinsurgentes de aceptar el dialogo e iniciar las conversa-ciones. A todo esto hay que agregar un hecho fundamen-tal y que puede ser un paso decisivo hacia una nuevaépoca en nuestra historia: la firma, por los ocho partidos

nacionales y sus candidatos a la Presidencia de la Repú-blica, del “Compromiso para la paz, la democracia y lajusticia”. Entre los firmantes del pacto están los tres parti-dos mas importantes del país: el PAN, el PRI y el PRD. Lostres, así como los otros partidos, merecen el reconoci-miento nacional.

El Compromiso es la respuesta adecuada a la preguntaque, desde hace meses, se hace la mayoría de los mexica-nos: ¿tendremos en agosto de 1994 unas elecciones límpi-das? Es bueno citar las palabras de Jorge Carpizo,Secretario de Gobernación, ante quien se firmo el docu-mento: “México necesita que la elección federal de 1994sea imparcial, transparente, creíble, objetiva y aceptablepor la sociedad y las organizaciones políticas”. La firmadel pacto es el primer paso en esa dirección. De ahí la im-portancia de las estipulaciones destinadas a asegurar unaelección imparcial. La primera indica que el nombramien-to de las autoridades electorales será hecho por consultay consenso entre las fuerzas políticas. Avance enorme.También son un gran avance las relativas a la confiabili-dad en el padrón electoral y a la equidad en el uso de losmedios de comunicación. En efecto, es urgente definir yreglamentar el derecho a la información.

Los firmantes reconocen que “el asunto mas importan-te para el país es el restablecimiento de una paz justa yduradera”. Agregan que, para lograrla, “una condición ne-cesaria es que avance la democracia con la realización deuna elección imparcial en 1994 y que resulte aceptada porlos ciudadanos y las fuerzas políticas de México”. No he-mos dicho otra cosa: la solución del conflicto de Chiapasesta íntimamente asociada al proceso democrático y espe-cialmente a las elecciones nacionales de 1994. Entre losacuerdos básicos hay uno que tiene relación estrecha conla situación chiapaneca: “facilitar que aquellos que hayanoptado por el enfrentamiento, se sumen al proceso detransformación de la vida política de nuestro país”. Espreciosa entre todas la parte final de esta declaración: enella los partidos políticos, inclusive el PRI, reconocen queMéxico vive un período de transformación de su vida polí-tica. Si ese proceso se detuviese, la incompleta moderni-zación de México se convertiría, una vez mas, como enlos siglo XVIII, XIX y XX, en una quimera, un sueño de vera-no. Ya sabemos que la modernidad es un beneficio ambi-guo; para convencerse basta con ver lo que ocurre en losEstados Unidos y en Europa. Pero es inevitable. Y la mo-dernidad pasa por la democracia.

A 5 de febrero

POSTSCRIPTUM

El pacto que han firmado los partidos políticos es una declaración de principios. Ahora falta lo más importante:cumplirlos. La inquietud es legítima. El mismo día en quese daba a conocer el pacto, el Presidente Salinas, en laoficina de su investidura y ante el Secretario de Goberna-ción y el Presidente de la Corte -funcionarios que pormandato constitucional están por encima de los partidosy que, por definición, se reputan imparciales- reitero suapoyo al candidato del PRI. Fue un acto partidista que

VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO GF E B R E R O D E

OCTAVIO PAZ

contradecía a la letra y al espíritu del pacto. Ayer, en unareunión pública, el candidato del PRD, con expresionesvehementes, pidió que “hasta que se celebren eleccionesen agosto y asuma el gobierno un Presidente legítima-mente elegido por el pueblo mexicano, el Titular del Eje-cutivo se limite al despacho de los asuntos corrientes”. Esdecir, pidió que el señor Salinas dejase de ser Presidente.Coincidencia inquietante con el primer manifiesto de losinsurrectos. ¿Connivencia o imprudente desplante orato-rio? No se. Pero la manera mas segura de abrir la puerta ala violencia general sería la salida o la neutralización delPresidente. Es indudable que estas divergencias ejercenuna influencia negativa en las apenas iniciadas negocia-

ciones de Chiapas. Sabemos que los insurgentes se nie-gan a dejar las armas, de modo que la amnistía se aplazasine die. ¿Qué pedirán mañana? Sería funesto comenzarlas pláticas en estas condiciones. Si el gobierno y los par-tidos -en este caso el PRI y el PRD- regresan a sus posi-ciones tradicionales y a su intransigencia, se habrá dadoun paso mas hacia el precipicio. Tal vez el paso definitivo.Hay que evitarlo, hay que volver al “Compromiso para lapaz, la democracia y la justicia”. Es la vía de salvación. Laresponsabilidad del gobierno y de los partidos es cumplirel pacto; la nuestra, la de los ciudadanos: obligar al go-bierno y a los partidos a cumplirlo.

A 6 de febrero

H VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NÚMERO 207

Cinco observaciones

ALEJANDRO ROSSI

1) Me parece que entre tantas voces y tanta letra es-crita no encuentro, salvo honorables excepciones, laconvicción profunda del daño que una guerrilla y susecuela natural, el terrorismo, le causa a un país. Setrata, sin posible exageración, de un cáncer que car-come no sólo la vida política de una nación, sinotambién su trama social y sus repertorios de con-ducta. Envenena las más íntimas agrupaciones deuna comunidad. Las condiciones, reales o virtuales,de vida democrática se vuelven dificilísimas y se in-cita al Estado a transformarse en un implacable apa-rato policiaco. Se llega así a la mas infame de lasguerras, la civil, la sucia, la bomba en el mercado ylos sótanos de tortura.

2) Hay una tesis por ahí que corre con cierta fortunapopular y que yo tengo por falsa. Es la idea de que siMéxico fuera un país democrático no habría ocurri-do el levantamiento de Chiapas. La cual naturalmen-te supone otra tesis, a saber, que la democraciaexcluye o repele por necesidad a la guerrilla. Las co-sas son mas complicadas. Conviene recordar aquícuando menos un caso que, ademas, me atañe decerca: la guerrilla venezolana no estalla durante ladictadura de Pérez Jiménez (quienes durante esosaños lucharon en la clandestinidad fueron los parti-dos democráticos, A.D., COPEI, U.R.D.), sino precisa-mente con la instauración de la democracia. Esaguerrilla, que se mantuvo durante nueve largosaños, fue la pesadilla de una nación y de tres gobier-nos elegidos democráticamente. Siempre se podrádecir, claro está, que sólo representaban la demo-cracia “electorera”, no la “verdadera”. ¿Cuál es esa?

3) Hay otra posición que considero peligrosa. La queen general critica la violencia como arma política, pero concede alegremente que el levantamiento en

Chiapas ha sido, en el fondo, muy saludable: ha sacu-dido la modorra política del país, ha puesto en crisisel imperio del PRI y, por consiguiente, ha acelerado lademocratización. Es una posición que oculta un de-seo contradictorio: la violencia, en dosis adecuadas,es útil para llegar a la auténtica paz democrática.Quien así piense ha abandonado las razones paraoponerse a cualquier brote revolucionario violento.Le abre la puerta a los fusiles. Es un suicidio político.

4) Me llama la atención el cambio que se ha dado,durante las últimas semanas, en la justificación polí-tica del alzamiento en Chiapas. Primero era ideoló-gica, revolucionaria y guerrera. Ahora se ha dejadoa un lado ese discurso y se ha convertido sencilla-mente en un grito de justicia. Por tanto, me asegu-ran algunos, ya no son válidas las críticas a laideología antes declarada: aquí estamos ante una herida abierta, no una brumosa proclama izquierdista.Los críticos habrían quedado superados. No niego,por supuesto, la dolorosa verdad de las quejas, perono creo que la crítica lúcida a la ideología que sus-tenta la rebelión quede anulada. La guerrilla, aun-que varíen las palabras, sigue siendo un hechoideológico. No lo olvidemos.

5) Tengo la impresión de que muchos actores sintrabajo sintieron que podrían volver de nuevo al es-cenario. Había cambiado el lenguaje: los complica-dos razonamientos económicos salían sobrando, lasbalas los habían refutado. Pero, por desgracia, lasbalas sólo matan, no refutan teoremas, no refutanteorías, refutan, eso sí, la vida. Todavía no he leídouna sola razón para argumentar, desde los aconteci-mientos del Sur, contra, digamos, el T.L.C. Segura-mente las hay, pero seguramente no son losdisparos.

FEBRERO DE 1994 VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO I

Procurando entender

ENRIQUE KRAUZE

La Patria está en peligro... Es hablando, no ma-tándonos. como habremos de entendernos.

Melchor Ocampo, 1852.

No es la primera vez que los mexicanos aprendemos a co-nocernos mediante una inmersión violenta. Antes del 1°de enero hablábamos del riesgo de la violencia, del “Mé-xico bronco”, del “tigre” que el país lleva en las entrañas,pero no advertíamos con claridad el contenido de esas pa-labras. Nos faltaba la experiencia concreta, o al menos elamago real, inminente, de la violencia. A pesar del 68, du-rante más de medio siglo, los mexicanos hemos vivido enun santuario de paz. Hoy hemos entrado, por desgracia, ala normalidad del siglo XX.

Vivimos días extraños, inéditos, confusos. Hay mil sen-saciones encontradas, temores desconocidos, esperanzasde llegar a un orden mejor, incertidumbre de cómo lo-grarlo y una tristeza compartida por no haber prevenidolo que ocurre. Vivimos en vilo, a la expectativa, procuran-do entender. En esta circunstancia, es natural que las hi-pótesis de un día se modifiquen la mañana siguiente.Entre el tapadismo oficial, los pasamontañas guerrillerasy la autocensura de los medios masivos, no es fácil orien-tarse. Por fortuna, algunos periódicos han desplegadouna labor admirable.

Es precisamente la voz de los campesinos en la prensaescrita la que me ha hecho repensar algunas de mis ob-servaciones iniciales sobre la sublevación de Chiapas.Porque no sólo la violencia ha adquirido una sustancia real,sino también la condición de los indios. El México delsubsuelo se había alejado de la conciencia pública comoen tiempos del Porfiriato y hoy ha vuelto a plantarse fren-te a nosotros igual que entonces: como la erupción volcá-nica de un agravio de siglos. Sigo creyendo que en laguerrilla de Chiapas hay “los de arriba” y “los de abajo”,sostengo mi opinión crítica de la Teología de la Libera-ción, sigo reprobando la vía armada para la solución delos problemas mexicanos. La democracia que queremosno puede salir del fondo del fusil: del fondo del fusil sólosale la muerte. Sin embargo, hay elementos de autentici-dad en las voces de los chiapanecos agraviados que no esposible soslayar.

En los primeros días, las insistentes alusiones de los co-mandantes a su “mexicanidad” aumentaban mi sospecha

de que el EZLN era sólo una versión anacrónica de lasguerrillas centroamericanas que no sirvieron más que pa-ra empobrecer al pueblo y enriquecer a sus comandantes.O peor aún, de “Sendero luminoso”, esa versión inca dePol-pot que ajusticia perros colgandolos de los árboles.La larga preparación de su movimiento y otros muchos in-dicios de fanatismo teológico, siguen confirmando mi pe-simismo, pero admito que con el paso de los días hedudado un tanto de mi duda. Para decirlo de una vez: elzapatismo de Chiapas no ha sido, al menos hasta este ins-tante, un zapatismo entre comillas. Pertenece también ala historia revolucionaria mexicana que es tan rica comola tradición revolucionaria europea, pero es distinta. Susorígenes están en muchos autores neoescolásticos quesostenían que la soberanía reside en los pueblos y habla-ban de la “licitud” de la insurrección contra un “gobiernogravoso e injusto”.

Pero más allá de su raigambre, autenticidad y justifica-ción, el signo verdaderamente ominoso de la revuelta enChiapas es la anudación de la violencia y la fe. No hay uncaso en la historia -la mexicana y la universal- en queesa mezcla haya conducido a la concordia civilizada. Poreso vivimos un volado histórico en el que todos nos juga-mos, literalmente, el destino. Si sale sol y el diálogo con-duce a un principio de manumisión en Chiapas y a unatransición efectiva hacia la democracia en México, la gue-rrilla habrá sido (casi) un movimiento de resistencia civilal que le deberemos la concordia nacional y algo más pre-cioso: la toma de conciencia sobre nuestra realidad. Si sa-le águila y el diálogo fracasa, “llorad mexicanos, llorad”:podría perderse la nación mexicana.

4 de febrero de 1994

JOSÉ PERÉZ MÉNDEZ

“Quiero que haya democracia, que ya no haya desigual-dad. Yo busco una vida digna, la liberación así como diceDios”. El de la voz es José Pérez Méndez, campesino de24 años perteneciente al Ejército Zapatista de LiberaciónNacional, preso no por el ejército mexicano sino por cam-pesinos como el, habitantes del pequeño poblado de Ox-chuc. Sus sencillas palabras son una clave para entenderel sentido de la tragedia chiapaneca que está destinada acambiar, y ha cambiado ya, la vida de México.

“México es el país de la desigualdad”, escribió Hum-

J VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NÚMERO207

PROCURANDOENTENDER

boldt a principios del siglo XIX. En muchas zonas del país,su dictamen sigue siendo dolorosamente valido. Si viajaraa fines del siglo XX lo completaría agregando: “México esel país de la antidemocracia”, no de la opresión tiránica odel totalitarismo sino de una cultura que a través de frau-des electorales, corrupción y vastos sistemas de patronaz-go, pervierte desde su raíz a la democracia. El primeragravio es centenario, el segundo es reciente. Ambos le-sionan la dignidad de Jose Pérez Méndez y de la mayoríade los mexicanos.

Chiapas es el escenario extremo de la desigualdad y laantidemocracia. Conquistadores, encomenderos, alcaldesmayores, mandones, hacendados, caciques, dueños deplantaciones cafetaleras, gobernadores, han sido los res-ponsables de una situación de miseria, humillación racialy opresión política que, en efecto, lleva siglos. Como si lahistoria mexicana fuese una escritura cifrada -10 ha sidoen muchos momentos-, la sublevación ocurre en la tie-rra de Fray Bartolomé de las Casas, el célebre defensorde los indios cuyo llamado de dignidad -la Humanidades una- movió a Carlos V a promulgar en 1542 las Leyesde Indias que abolían la servidumbre y la esclavitud en losterritorios conquistados. Su espíritu también ha permea-do los siglos. Jose Pérez Méndez pertenece a su grey.

Del agravio reciente no hay más que un responsable:el gobierno, el sistema. Desde 1968, por lo menos, revelosu verdadera naturaleza: en México no existe un verda-dero régimen republicano, representativo, democrático,federal como el que enuncia la Constitución vigente, sinouna especie de monarquía absoluta y centralista con ro-pajes republicanos. A pesar de que los mexicanos goza-mos de libertades cívicas reales y tangibles -demovimiento, asociación, creencia, pensamiento, expre-sión- una de las libertades fundamentales, la libertadpolítica, sigue bloqueada en mil formas por una culturaantidemocrática que el gobierno ha propiciado y no haquerido erradicar. México no es un país democrático. Jo-sé Pérez Méndez tiene razón.

Hasta aquí Pérez Méndez es un insurgente de la estir-pe mexicana, una síntesis de Zapata y Madero, aquellosdos caudillos de la Revolución Mexicana que buscaban ladignidad de la persona humana por dos vías de reivindica-ción: la devolución de la tierra usurpada a las comuni-dades campesinas y la instauración de un régimen plena-mente republicano, representativo, democrático y fede-ral. Pero de pronto, en sus palabras apunta algo que ya nocuadra con la teoría de los agravios, un substrato religio-so que no tiene que ver con la democracia sino con la Te-ología de Liberación: “busco la liberación, así como diceDios”. En este sentido, sin sospecharlo, el campesino enarmas se ha vuelto un anabaptista del siglo XVI que aceptala predica de la violencia como un medio legitimo parainstaurar las enseñanzas de Jesucristo. O, más precisa-mente, un emulo de sus propios antepasados tzotziles,que en 1712 se levantaron en armas siguiendo a un profetaautollamado Don Sebastián de la Gloria. Tras anunciar “lamuerte del Rey y de Dios” y el advenimiento de una Vir-gen aparecida en la selva, De la Gloria y sus fervorosastropas atacaron varios pueblos -entre ellos Ocosingo,uno de los escenarios de la guerra actual- matando a la

población y saqueando las haciendas e ingenios de losfrailes dominicos. Muchos de los pueblos indígenas de lazona -San Bartolomé, Comitán, Zinacantan, Chamula,Chenalhó- se rehusaron a adoptar la nueva fe y a seguiraquel experimento teocrático que terminó, como el de losanabaptistas de Müntzer, no en la igualdad de los cristia-nos primitivos sino en una efímera y grotesca tiranía seu-docristiana.

Los nuevos profetas a los que sigue José Pérez Mén-dez se llaman Comandantes. Sus proclamas iniciales nomencionaban otros fines que la destitución del “dicta-dor”, la derrota del ejercito federal mexicano, la justiciasocial y la formación de un “gobierno libre y democráti-co”, pero al paso del tiempo han ido revelando su verda-dera fe: “queremos el socialismo”. Ante la preguntaobligada sobre el fracaso del socialismo real, sobre losmillones de muertos que su estela de miseria y opresióndejó en tantos países, uno de los comandantes responde:“nuestro caso será distinto”. Mientras la ciudad de Méxi-co es el escenario de los arreglos entre los gobiernos y laguerrilla de varios países centroamericanos, entre ellosGuatemala; mientras en El Salvador, después de una gue-rra que ha costado decenas de miles de vidas, los guerri-lleros aceptan la vía democrática y algunos -no sincinismo- se convierten en grandes empresarios; mien-tras en Nicaragua los sandinistas fracasaron en afianzaruna legitimidad puramente revolucionaria y fueron des-plazados por la legitimidad democrática a la que tendránque apelar para volver al poder; mientras todo esto ocu-rre y el mundo ha reconocido el valor universal de lademocracia... en México brota la guerrilla. ¿Cómo expli-carlo? ¿Qué manos manejan tras el escenario y para suspropios fines el sacrificio de José Pérez Méndez?

Entre José Pérez Méndez y sus comandantes existeuna diferencia esencial: el primero es un personaje delpueblo, el segundo es un personaje que dice representaral pueblo. Es la misma, vieja historia de la guerrilla cen-tro y sudamericana. Los comandantes no sólo hablan ennombre de todo el pueblo mexicano sino que se conside-ran los “herederos de los verdaderos forjadores de nues-tra nacionalidad”. En los poblados de Chiapas que hanatacado, el pueblo campesino tiene otra opinión: “no de-jaremos que regrese el ejercito zapatista”, dijeron los in-dios Tzeltales de Oxchuc. En los otros pueblos ocupadospor los guerrilleros -Ocosingo y Altamirano-, La Jor-nada reporta: “los rebeldes fueron obligados a replegar-se enmedio de muestras de repudio de la población”.“Cuando ví a estos hermanos” -dijo Pérez refiriéndose alos residentes de Oxchuc- pensé que eran compañeros,pero resultó que no y entre 15 de ellos nos apalearon”(Reforma, 5 de enero de 1994). Sus comandantes le habí-an dicho que el pueblo era uno solo: el que representa-ban los comandantes.

En su vida Jose Pérez Méndez ha sufrido toda suertede vejaciones pero es seguro que no participa del culto in-telectual a la violencia que profesan sus comandantes: lamuerte redentora, los ríos de sangre, la “violencia cristia-na”. No es un culto de campesinos sino de universitarios,de poseídos dostoyevskianos. Acuden a la violencia de lasarmas para luchar contra lo que llaman la violencia de la

VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO KF E B R E R O D E

CHIAPAS: DIAS DE PRUEBA

pobreza, la violencia del fraude, la violencia del desem-pleo y las enfermedades. Para los campesinos de Chiapasla miseria, el fraude electoral, el desempleo o las enfer-medades son lo que son -realidades terribles, insufri-bles si se quiere- pero no son la muerte misma. Sobre lamuerte misma los campesinos quieren conservar la últi-ma palabra. Su vida es precaria pero quieren que sea res-petada. Quizá por eso, contra las predicciones y losllamados de la guerrilla, la mayoría ha repudiado con suéxodo o con sus banderas blancas, la violencia de verdad,la violencia de la muerte.

Repudiar la violencia revolucionaria en México en1994 como vía para la justicia y la democracia no significaadoptar un inocente pacifismo frente a toda opresión,frente a toda injusticia. Madero, el más demócrata de loshombres que haya nacido en México, se lanzó en 1910 auna revolución contra el largo régimen de Porfirio Díaz,pero lo hizo después de agotar por siete años todas lasinstancias políticas. A plena luz, financiado por sí mismo,actuó, escribió, habló, recorrió el país, lanzo su candida-tura de oposición y finalmente sufrió el fraude electoral.Sólo entonces se lanzo a una lucha breve, efectiva y casiincruenta. Al poco tiempo, tras la renuncia de Díaz, secelebraron las elecciones mas limpias y unánimes de lahistoria mexicana. Madero triunfo por una amplia mayo-ría e inauguró el único período de democracia plena queha conocido el país. “Estoy más orgulloso de mis triunfosen el campo de la democracia que en los campos de bata-lla”, solía decir.

¿Están los comandantes del EZLN en un caso similar?¿Quiénes son? ¿Agotaron, como Madero, las opciones pa-cíficas? ¿De dónde proviene el financiamiento de su lu-cha? ¿NO significa nada para ellos la experiencia y elsacrificio de los guerrilleros en los años setenta? ¿Es real-mente el neoliberalismo un enemigo que sólo se combatepor las armas? ¿Por qué hubo guerrilla en los setenta con-tra un régimen que nada tenía de neoliberal? ¿Piensanque la opción civilizada y pacífica de las personas de iz-quierda que ahora militan en el PRD fue equivocada? ¿Cre-en que la poderosa presencia de esa izquierda no violentaes un espejismo? La conclusión es inescapable: a los co-mandantes no les importa la democracia.

José Pérez Méndez es una persona distinta: no es unrevolucionario embozado en una bandera democrática.Es seguramente un hombre de temple religioso que tienehambre de justicia, de libertad y sobre todo hambre deverdad, hambre de pan. Para hombres como él y parahombres que no piensan como Cl hay que construir de in-mediato nuestra democracia. Si en su municipio hubieseautoridades elegidas por el pueblo y no nombradas por elcentro, los ricos o los caciques, personas como él podríanelegir entre las diversas vías la que más les convencierapara alcanzar la justicia... incluso el socialismo. Lo mismoocurriría en los niveles estatales y federales. Sólo la de-mocracia asegura el ensayo legal de un proyecto, su soli-da vigencia si ajuicio de los ciudadanos tiene éxito, o suremoción si fracasa.

Desde hace muchos años los mexicanos abriganun agravio insatisfecho, económico y político, pero suexplosión no esta ya en el futuro. En muchos sentidos

ocurrió el 1° de enero. Aceptarlo no es justificarlo. Chia-pas, a diferencia de México, no vivió un proceso de mes-tizaje que a través del tiempo mellara las aristas de ladesigualdad étnica. El llamado de los guerrilleros a losindios no moverá a los mexicanos. Ni siquiera a los in-dios de Chiapas. Y sin embargo, las palabras justicia ydemocracia no sólo están, genuinamente, en labios delcampesino preso en Oxchuc sino en el país entero. ¿Quéhacer? Asegurar la más absoluta equidad y limpieza entodos los tramos y aspectos del proceso electoral. Paraello urge integrar un Frente o Comisión nacional. Desdehace años la democracia ha sido el único camino posiblede reconciliación nacional. Hoy significa algo más: la víade la salvación.

¿Cuál habrá sido la suerte de José Pérez Méndez? Nolo se. Espero que su vida haya sido respetada, espero quealguna vez discutamos en los portales de Oxchuc, esperoconstruir con el un país mas digno.

6 de enero de 1994

UNA SOLA SALIDA: LA DEMOCRACIA

Chiapas es el Perú de México. Con su vecino Yucatán,ambos estados abarcan casi toda la zona histórica de losantiguos mayas. A diferencia del resto del país, en ningu-no de esos estados se dio el exitoso proceso de mezclabiológica y cultural entre los indios y españoles llamado“mestizaje”, que a través de los siglos atenuó o disolviólas tensiones étnicas. Desde tiempos de la Conquista, losmayas y los españoles levantaron entre sí inmensos mu-ros de recelo que condujeron a las únicas guerras propia-mente étnicas que registra la historia mexicana: larebelión de los tzeltales en Chiapas en 1712 y 1869, y la“Guerra de Castas” en Yucatán entre 1847 y 1850. Fueronguerras de exterminio en que la población indígena sepropuso inútilmente revertir la Conquista y acabar con losblancos que los oprimían, humillaban y explotaban.

Con tenues paliativos, esta situación ha llegado hastanuestros días. Un despotismo peculiar de origen étnicocaracteriza hasta el día de hoy el trato de la autoridad entodos los niveles, hasta en las familias. En casi todos losindicadores sociales o económicos, Chiapas esta muy pordebajo del promedio nacional: de su población total (3.2millones) el 59% es campesina y gana menos de 250 dóla-res al mes; buena parte de ella pertenece a varias culturasindígenas; sólo el 40% de sus casas tiene agua, el 33% ca-rece de luz y apenas la mitad cuenta con drenaje.

Con estos antecedentes parecería que estamos frente auna típica sublevación indígena o campesina, como lasque ocurrieron durante los tres siglos de dominación es-pañola (1521-1821); o, más cercanamente, a una revueltaagraria como la que encabezo el caudillo cuyo nombre haadoptado la guerrilla: Emiliano Zapata. Dentro y fuera deMéxico sobran las voces que lo consideran así, pero unacosa son los antecedentes históricos de la sublevación yotra su naturaleza. A diferencia de las revueltas campesi-nas clásicas como la de Zapata -libertarias, circunscritasgeográficamente, reactivas a un agravio concreto de índo-le agraria cuya satisfacción acaba con la violencia-; a

NÚMERO 207L VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO

diferencia también de las revueltas indígenas de la Colo-nia que eran espontáneas, reactivas y autóctonas; ésta esuna guerra largamente premeditada, que recoge la expe-riencia guerrillera de los anos setenta en México y de losochenta en El Salvador y Nicaragua, que no tiene un lide-razgo campesino ni indígena y que se propone fines dis-tintos a los de Zapata: aquel caudillo campesino quería ladevolución de las tierras usurpadas por las haciendas alos pueblos campesinos y las comunidades indígenas.Nunca quiso, como los comandantes actuales, tomar lacapital del país e implantar el socialismo. Esta fe de loscomandantes en la vigencia del socialismo recuerda a losmovimientos mesiánicos que postergaban la fecha del finde los días una y otra vez. Así se colocaban en una posi-ción irrefutable. Pero su afirmación es también contradic-toria con los supuestos propósitos democráticos queanuncia su proclama inicial; ¿en que votación ha decididoel pueblo mexicano que quiere ir al socialismo? En estesentido, no es fácil que el Zapata original hubiese simpati-zado con los nuevos zapatistas.

En la sublevación de Chiapas hay una clara estratifica-ción. En la base de la pirámide guerrillera están los in-dios y los campesinos; son una parte de la poblaciónpobre de Chiapas, pero una parte nada desdeñable. Aun-que luchan por la satisfacción de agravios reales y con-cretos -desigualdad social y económica, opresiónpolítica- los impulsa también un factor religioso: la prédica de miles de “catequistas”. Estos soldados de la Teología de la Liberación creen y hacen creer en el uso de laviolencia para instaurar las enseñanzas de Jesucristo ylograr la perfecta igualdad en la Tierra. Sobre este tema,vale la pena recordar al filósofo polaco Leszek Kolakows-ki: “Por más intensa que pueda ser nuestra condena de laavaricia, la explotacion, la crueldad -y esta condena,por supuesto, es perfectamente compatible con el mensa-je de Cristo-, esta condena no apunta a la idea de unasociedad perfecta o a una fraternidad que pudiese esta-blecerse mediante la violencia”.

Los indios ponen el fervor y los muertos, los “catequis-tas” la predica, pero en la cúspide de la pirámide, sobre

PROCURANDO ENTENDER

unos y otros, están los comandantes. Son guerrillerosprofesionales, universitarios y urbanos, cuyo perfil es elde la típica guerrilla centroamericana o peruana. Algunosde ellos son seguramente veteranos de esas guerrillasque disponen de los vastos arsenales desplazados en suspaíses de origen. ¿Cuáles son sus fuentes de financia-miento? Misterio teológico. Se ha hablado del productode secuestros, de desviación de fondos oficiales y hastadel narcotráfico. Su ideología no es, por supuesto, la Teo-logía de la Liberacion. Los comandantes no leen los Evan-gelios. Sólo Dios sabe cuáles son sus evangelios.

Como desafío militar nacional, la guerrilla no prospera-rá. El país es demasiado amplio, urbano y -hasta ciertopunto- desarrollado para un escenario de violencia so-cial generalizada. Con todo, cualquiera que sea el desen-lace, la sublevación de Chiapas cambiara el destino deMéxico. La lección es clara: si los mexicanos queremosseguir avanzando hacia la modernidad, debemos inventarcon urgencia formas de apoyo social e intercambio econó-mico realmente eficaces con los mexicanos más humildesen varios estados de la República. Pero para que esta lec-ción fructifique en la práctica, se requiere una condiciónprevia: la democracia.

A través de los siglos, México ha sido siempre el lugarde una tensión histórica entre la gravitación del pasado yel llamado del futuro, La mayor parte de México, ha opta-do ya decididamente por el futuro. Ningún régimen elec-to democráticamente -ni siquiera Cárdenas, en caso dellegar a triunfar- podrá revertir ya este proceso. EnChiapas, los indígenas rebeldes y los pacíficos hablandesde un pasado remoto pero no desean permanecer enél. Por el contrario, desean lo mismo que el resto de lanación. Chiapas es el último furgón que quiere avanzarmás rápido. Si México aprovecha este momento plásticopara desencadenar una reforma política tan profunda co-mo la reforma económica, la fuerza moral de la sociedaddesarmara a los guerrilleros y los devolverá a donde per-tenecen: un salón adjunto al de los dinosaurios del PRI enel museo de la historia.

22 de enero de 1994

FEBRERO DE 1994 VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO M

EscaparateMuestrario de opiniones

Al otro día del estallido del conflicto de Chiapas, la prensanacional comenzó a inundarse de opiniones, pareceres yanálisis provenientes de la clase intelectual. Como si hu-bieran sido expuestos a un precipitado químico, los inte-grantes de ese grupo demostraron, una vez más, que sonellos quienes transfiguran los puntos de vista y los intere-ses en una teoría y quienes, para bien o para mal, viven odesean vivir con una intensidad particular el destino delpaís. Ya Raymond Aron, en El opio de los intelectuales(1955), al examinar el comportamiento de la intelligent-sia, señalaba que quienes la componen se distinguen porejercer dos clases de crítica. Una, la crítica moral, que es-grime contra lo que es la idea, vaga pero imperativa, de loque debiera ser, incluso si se ignoran las consecuencias deese rechazo y se desconocen los medios de traducirlo en ac-tos. Lu otra, la crítica ideológica o histórica, que asedia ala sociedad presente y a su circunstancia en nombre deuna sociedad por venir y que se complace en trazar el esbo-zo de un orden radicalmente nuevo y distinto del actual.Cada una de estas críticas, sostiene Aron, cumple su fun-ción y tiene su parte de nobleza, pero a la vez está amena-zada por una suerte de degradación. Los moralistasporque oscilan entre la resignación de hecho y la intransi-gencia moral y porque, al condenarlo todo, acaban poraceptarlo todo, y los ideólogos porque suelen otorgar a unmovimiento revolucionario cualquiera una indulgenciaque no reservan al examen del imperfecto statu quo ni alde la complejidad de la coyuntura presente. Al actuar deesta manera, arguye Aron, los intelectuales revelan su per-manente “nostalgia de una conmoción” y olvidan que enlas sociedades libres de Occidente, desde hace ya muchotiempo, la crítica indiscriminada no es más una pruebade valor. Las palabras exactas de Aron son estas: “Al todocriticar, se escapa a la responsabilidad de las consecuen-cias desagradables que implica cualquier medida concretay nos sustraemos a la impureza propia de las causas histó-ricas? No es descaminado afirmar que, en gran medida,las opiniones de los intelectuales sobre lo que ocurre enChiapas han oscilado entre uno y otro de los extremos crí-ticos establecidos por Aron. Publicamos a continuación unmuestrario de esas opiniones para que el lector juzgue porsí mismo. Y, también, como una invitación a releer, bajootra luz -la luz de la serenidad, la luz de la ironía, la luzde la distancia-, lo mucho que hasta ahora se ha escrito.¿Se supo leer? Más: ¿se supo escribir? P.T.

¡TODO EL PODER A LOS LITERATOS!

Carlos Fuentes: “lo que sucede en Chiapas es la sucesión,la consecuencia de malos gobiernos locales, lo que esmuy lamentable en un estado con gente de primer ordenpara gobernarlo. Cualquiera de los firmantes de la cartaque hoy publica La Jornada -Eraclio Zepeda, Juan Ba-ñuelos, Elva Macías, Carlos Jurado, Carlos Olmos y Os-car Oliva- son gente que sabe lo que ese estado y supueblo necesitan. Intelectuales conscientes de que el pro-blema de Chiapas es histórico. ¿Por qué siempre está lapeor gente en los gobiernos; por qué no poner gente quelleve a ese estado al respeto de su diversidad cultural?

Cobertura de Braulio Peralta y Luis Enrique Ramírez,Lu Jornada, 4 de enero de 1994.

NUESTRO DESTINO CENTROAMERICANO

Cerramos los ojos para suponer que el otro México desa-parecería al no verlo. El primero de enero de 1994 desper-tamos en otro país. El día en que íbamos a celebrarnuestra entrada en el primer mundo retrocedimos un si-glo hasta encontrarnos de nuevo con una rebelión comola de Tomóchic. Creímos y quisimos ser norteamericanosy nos salió al paso nuestro destino centroamericano. Lasangre derramada clama poner fin a la matanza. No sepuede acabar con la violencia de los sublevados si no seacaba con la violencia de los opresores.

José Emilio Pacheco, Lu Jornada, 5 de enero de 1994.

HOY. MAÑANA NO HALLEGADO

Ojalá este sangriento episodio sirva para mejorar sustan-cialmente la condición de los indios. ¿(Cómo? En primer lu-gar prohibir el alcohol a los indios, fundar escuelas,clínicas y talleres, siguiendo la sabia política de Don Vascode Quiroga que nunca dio limosnas sino les enseñó oficiosque todavía perduran, aprovechando la destreza de sus ma-nos, devolviéndoles sus tierras y sus bosques que sólo be-nefician a los talamontes y madereros y como son muyreligiosos, solicitar la ayuda de los sacerdotes.

N VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NÚMERO 207

ESCAPARATE

No será fácil ni pronta la tarea, pero debe emprender.se hoy mismo. Mañana será demasiado tarde.

Fernando Benítez, Lu Jornada, 8 de enero de 1994.

REVELACIONES SÚBITAS DEL SENTIMIENTO

¡Qué lejos esta Chiapas! Qué apartada, qué sola. Una de lasmatanzas mas brutales de nuestra historia se esta come-tiendo ahora allá, se comete desde hace siglos y es hastahoy que nos damos cuenta: Chiapas, Chiapas, Chiapas, nohablamos sino de Chiapas, súbitamente el estado más po-bre de nuestra geografía se vuelve el mas importante, Oco-singo el municipio mas grande del país, y descubrimos queel chamula es el indígena más necesitado y que el lacan-don esta a punto de desaparecer como los arboles taladospor ganaderos y madereros. La nana chamula de RosarioCastellanos en Bulún Cunán, la que cuida que la piedra nolastime su piecito blanco, se transforma en Rigoberta Men-chú con su quexquemetl bordado. Rigoberta tiene ahoramás niñas a quiénes defender, mas niños, más ancianos,mas mujeres, mas chavitos de catorce años a quiénes en-gañan y les dan un palo tallado en forma de rifle. [...l

¡Qué feos días! Mal ano este de 1994. Los tiempos se avi-zoran cruentos. La sangre derramada en la selva lacando-na, en los pueblos de Chiapas, esta aquí frente a nuestrosojos y nos impregna la conciencia. Lo que nosotros podemos decir aquí en el DF es bien pobre, bien insatisfactorio,y al rato se volverá retórica, inútil como toda retórica.

Elena Poniatowska, La Jornada, 9 de enero de 1994.

LAS TRANSFERENCIAS DEL DOCTOR VILLORO

Si todas esas personas están equivocadas, si el Frente Za-patista miente, si la sublevación no obedece, en efecto, acausas populares, es al gobierno al que corresponde laprueba. ¿Y dónde están las pruebas? Hasta ahora sólo he-mos tenido declaraciones oficiales que deberíamos crearbajo palabra. Aún si hubiera algún miembro del Frenteproveniente de la clase media urbana eso no sería pruebade nada. En todas las rebeliones campesinas hubo siempreelementos urbanos, de las clases medias, que se sumarona ellas, e incluso las dirigieron; los hubo con Villa, los hubocon Zapata... y con Hidalgo. Pero si se habla de “grupos”profesionales, organizados, externos a los pobladores de laregión, ¿cuales son éstos?¨[...]

La violencia social, la sublevación armada no son víaspara solucionar ningún problema. Aún existen otros cami-nos, en nuestro país, para luchar por la justicia. La violen-cia no fortalece la democracia ni permite reparar lasinjusticias sufridas. Todos los que pertenecemos al mun-do criollo-mestizo del México que se quiere moderno, losabemos. Pero ¿hemos hecho lo suficiente para que tam-bién lo sepan los marginados, los indios que ensalzamosen discursos y en la realidad marginamos?

Luis Villoro, Lu ]ornada, 9 de enero de 1994.

vox POPULI

Primer acuerdo de la (difusa y concreta) opinión pública: lavía armada -y esto se ha probado de mil maneras trági-cas- no es solución alguna, el culto a la revolución se ex-tingue en todas partes, la violencia sólo engendra violencia,es demencia1 la pretensión de un grupo de mil o dos milpersonas de declarar la guerra al Estado mexicano. [...]

-Lo increíble fue el modo en que unos cuantos nossorprendieron a todos. Y se limitaron a lo elemental. Conuna lógica que no es ni sera la nuestra, se levantaron y di-jeron: “¡Basta!”

-No hay que idealizar tan rápidamente a los alzados.Su lenguaje político es rudimentario, su idea del socialis-mo corresponde al modo desinformado con que adoptanutopías difusas. Son también crueles, y no se afanan en elrespeto a los derechos humanos como lo ha denunciadoel obispo Samuel Ruiz, el mismo que sin compartir superspectiva se ha negado a condenarlos. Idealizarlos, co-mo muchos lo hacen. es nada más favorecer la confusión.

Carlos Monsiváis, Proceso, 10 de enero de 1994.

CAUSA EFICIENTE

La versión de lo ocurrido en Chiapas como un levanta-miento indígena secular, activado por las condiciones an-cestrales de opresión, reconoce la matriz esencial delconflicto, que se condensa, repitámoslo una y otra vez, enel problema número uno y el más difícil de México: la de-sigualdad social, que excluye del bienestar a la mitad dela población y la mantiene en el agravio de la pobreza consu secuela de iniquidades: ignorancia, violencia, injusti-cia, segregación étnica, jurídica, civil.

Pero la matriz de la desigualdad no es la causa eficientede la explosión de Chiapas. Lo habría sido ya, si eso fuera,de muchas otras zonas marginadas e indígenas de México,que presentan mapas de opresión y desigualdades similareso peores. la rebelión chiapaneca tiene, desde luego, compo-nentes de un alzamiento étnico: carácter multitudinario,igualitarismo y fraternidad primitivos, destrucción de sím-bolos de la autoridad (demolición de palacios municipales,quema de archivos, liberación de presos). Sin embargo,son igualmente ostensibles sus rasgos no espontáneos: or-ganización militar, sentido del impacto internacional de susacciones y delirio ideológico propiamente urbano, hereda-do de las izquierdas de ayer y de hoy.

La leyenda de Zapata que bautiza las acciones del Ejérci-to Zapatista de Liberación Nacional, es un eje del panteónpopular que la izquierda prefiere, y aparta para sí, en sumemoria de la Revolución Mexicana. La llana e increíbleintención declarada, por comandantes alzados, de “acabarcon el gobierno de la burguesía”, “poner fin al capitalismo”e “implantar el socialismo en México”, son lemas analfabe-tos de la izquierda anterior a la rendición de la URSS y lacaída del Muro de Berlín. La denuncia de la “ilegitimidaddel gobierno”, la necesidad de “restablecer la legalidad” enel país y la protesta contra el TLC como fuente de subordi-nación y pobreza para México, llevan a sus últimas conse-

VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO OFEBRERO DE 1994

ESCAPARATE

cuencias delirantes, motivos que son moneda corriente dela izquierda periodística y partidaria de estos días. [...l

El tiempo dirá. No obstante, puesto todo junto, la explo-sión de Chiapas parece más el último capítulo de las agota-das guerras centroamericanas que el primero de la futurainestabilidad violenta de México. Su catártica irrupción noniega, sino confirma, el proceso de internacionalizacióndel país: el fin de su insularidad orgullosa, la permeabili-dad de todas sus fronteras a los buenos y a lo malos vien-tos del mundo. Y no desmiente, sino refrenda, la urgenciade la modernización ya emprendida, poniendo en primerplano las modernizaciones esenciales del futuro.

Héctor Aguilar Camín, Proceso, 10 de enero de 1994.

¡ALTO A LA MASACRE!

EL ZÓCALO PARA CHIAPAS¡ALTO A LA MASACRE!

Miércoles 12 de enero, 16 horas del Monumento a la Re-volución al Zócalo.

Entre los firmantes del desplegado: Adolfo Aguilar Zín-ser, Cristina Pacheco, Elsa Cross, Elena Poniatowska, Elisa Ra-mírez, El Fisgón, Emma Cosío Villegas, Eduardo del Río (Rius),José Emilio Pacheco, Jorge G. Castañeda, Juan Bañuelos, MarieClaire Acosta, Margo Glantz, Neus Espresate, Sara Sefchovich,Nancy Cárdenas.

La Jornada, 10 de enero de 1994.

EXTRAÑAS CORTESfAS

Con una cortesía inexplicable, el Ejercito Zapatista de Li-beración Nacional no escogió el 2 de octubre de 1993 parala toma de alcaldías de Chiapas. Escogió el Ano Nuevo de1994: la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio.Demasiado tarde para detenerlo, y un costo humano queno se justifica.

Un alzamiento el 2 de octubre tampoco se hubiera jus-tificado, pero la sangre derramada hubiera hecho desca-rrilar el TLC y el proyecto económico del sexenio. Ademasde recordar el abuso impune del poder, que rige todavíaen México, hubiese resultado mortal para la ratificacióndel Tratado, para el nuevo peso y para toda la estrategiaque depende de la importación de capitales. El vigésimoquinto aniversario, por si mismo, revivió el “2 de Octubreno se olvida”. En ese aniversario, estaba en su apogeo lacampana de Ross Perot contra el TLC, que detuvo la entra-da de capitales y acabo propiciando la fuga. Poco antes dela ratificación, la perdida de divisas llegó a miles de millo-nes de dólares en un solo día y obligo a una devaluaciónabrupta de mas de 4 por ciento, equivalente al desliza-miento de todo el año en un solo día. Un alzamiento el 2de octubre, ademas de fuerza simbólica, hubiese tenidouna eficacia táctica demoledora, descalificando la moder-nización de México, acelerando la fuga de capitales y apo-yando las fuerzas contra el TLC, en el mundo político,

empresarial, sindical, eclesiástico, intelectual, de EstadosUnidos y de México.

Con una cortesía inexplicable, el Ejército Mexicano secruzó de brazos el día del alzamiento. Fue un espectáculoextraordinario. El mismo ejército que sabía de los campa-mentos guerrilleros, que había hecho incursiones y hastabombardeos, que traía entre ojos a Las Margaritas y Oco-singo, que quizá había infiltrado el movimiento, no desar-ticuló la ofensiva antes de que se produjera, ni intervinocuando se produjo. Fueron mas bien civiles armados convarillas de construcción los que arrestaron en Oxchuc alos guerrilleros descuidados. En San Cristóbal de las Ca-sas, Ocosingo, Altamirano, Chanal, Las Margaritas, losguerrilleros tomaron las poblaciones sin mayor interfe-rencia que la de algunos policías, rápidamente desarma-dos o muertos.

También inexplicablemente fue la cortesía de la tele-vision mexicana con la rebelión. Un medio tan disciplina-do y obsecuente con la verdad oficial, que mas pareceboletinar que informar, un medio renuente a darle voz ala oposición civil, le dio el micrófono y la pantalla a laoposición armada, de manera asombrosa. Cuando sepiensa en las extraordinarias dificultades que tiene quesuperar cualquier guerrilla para dar a conocer sus pro-clamas, y aun su mera existencia; cuando se piensa en laimportancia militar de las operaciones de búsqueda ydestrucción de radiodifusoras rebeldes; resulta inexpli-cable que la televisión mexicana le haya dado a la guerri-lla cancha completa para proclamar su existencia, sutriunfo y sus pretensiones urbi et orbi.

La última cortesía inexplicable fue de la guerrilla. Des-pues del triunfo resonante del primero de enero, el “obje-tivo primordial” que era “dar a conocer al pueblo deMéxico y al resto del mundo las condiciones miserablesen que viven y mueren millones de mexicanos” estabacumplido, y con pocos muertos. Le convenía despedirse(agradeciendo la gentileza del ejército y la televisión) apreparar nuevos campanazos (de preferencia, después delas elecciones); no quedarse a tomar posiciones vulnera-bles, imposibles de tomar o sostener. Pero, al salir de SanCristóbal (no antes de entrar, curiosamente), atacó elcuartel de la zona militar, que había estado cruzado debrazos, Yen los siguientes días volvió a atacarlo repetida-mente. ¿Para qué? ¿Para qué se hizo fuerte en Chanal yen otras posiciones que tenía que abandonar? No es a laprimera de cambios cuando se puede pasar de la guerrade movimientos a la guerra de posiciones, y menos aúnanunciar la ofensiva final sobre la capital.

Gabriel Zaid, Reforma, 12 enero 1994.

CHIAPAS HOY

Chiapas es en parte como antes pero también es muy di-ferente. Sacar a Chiapas del tiempo sirve para moralizar,pero ya no para describir. Para entender tenemos que es-forzarnos por reconocer cambios y transformaciones, ten-dencias y contradicciones, en fin, las regiones como sonahora. Lo que esta pasando en esa parte de Chiapas no

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puede explicarse por la lectura de la Guerra del fin delmundo, espléndida novela de Vargas Llosa que sucede, yvale recordarlo, en Brasil y en el siglo pasado. [...]

Desde entonces [años 50] se inician nuevos procesosorganizativos, sin precedente en la historia de Chiapas.Sucede una fractura religiosa. En las regiones de Los Al-tos, la Selva y la Frontera se estima que los cristianos pro-testantes representan ahora una proporción cercana a lamitad de la población total, ciertamente superior a la ter-cera parte. La fractura religiosa se vincula con conflictosintercomunales, generacionales y con procesos migrato-rios de Los Altos a la selva y la frontera. [...]

Entre 1985 y ahora, cerca de 40 mil familias campesi-nas reciben tierra y se establecen más de 400 nuevos eji-dos. Hoy, 54 por ciento de la superficie total de Chiapases ejidal o comunal. Parte importante del reparto agrarioy los nuevos asentamientos ejidales se ubica en la zonahoy sometida al levantamiento armado. La estructuraagraria en Chiapas hoy en día no se parece a la ancestral,es novedosa y aún no se asienta plenamente. Hay rezagoen el ordenamiento de la nueva estructura y quedan pro-blemas precisos por resolver. [...]

La lucha armada no es ni ha sido un planteamientoaceptado por la mayoría abrumadora de las organizacio-nes campesinas del estado de Chiapas. Su radicalismo seexpresa en demandas concretas que responden a las ne-cesidades y reclamos de la población local, de los produc-tores y trabajadores rurales de la región. [...]

Las instituciones públicas incrementaron su presenciade manera paulatina. Se abrieron nuevos caminos aunquefueron insuficientes. Lo mismo sucedió con las clínicas, laelectrificación, las tiendas Conasupo. No fue un procesotriunfal ni perfecto pero las instituciones avanzaron, sinalcanzar a otras regiones ni a las aspiraciones y deman-das de los pobladores. En los últimos cinco años se hizoun esfuerzo en verdad extraordinario mediante el Progra-ma Nacional de Solidaridad. Lo fue por su magnitud quepermitió plantear metas sin precedentes, pero más lo fuepor su propósito de hacer participar directamente a lagente y a sus organizaciones en las decisiones y en el ma-nejo de los recursos públicos. Nada fue fácil pero se lo-graron avances importantes que pueden ser definitivos sipersistimos para consolidarlos y extenderlos.

Pese al enorme crecimiento de la inversión pública, estasigue siendo insuficiente y lo será por mucho tiempo. [...]

Circunstancias recientes, fenómenos temporales, tu-vieron un impacto negativo sobre el ingreso campesino y,más aún, sobre sus proyectos para un incremento gradualy sostenido del bienestar. El café para la exportación es elproducto más importante de las zonas bajas de la región.Los campesinos más pobres obtienen casi todo su ingre-so monetario de la venta de ese grano y de su fuerza detrabajo como peones en la región o en las vecinas. [...]

En 1991 el sistema internacional de cuotas para la ex-portación de café se rompió por una oferta excesiva y di-ferencias entre los exportadores. El precio internacionalse derrumbó a niveles históricos sin precedentes: la mi-tad o hasta la tercera parte del precio que tenía un par deaños atrás. [...]

Sesenta mil campesinos chiapanecos resintieron pro-

fundamente esta crisis: algunos abandonaron el cultivodel café. [...]

El precio de la carne también se abatió en el mundo yen el mercado interno. La ganadería es la segunda activi-dad comercial de la región después del café. [...]

La tala legal o clandestina del bosque era otra activi-dad importante en la región. [...] No era posible continuarsin grave riesgo de destrucción total. Se estableció la ve-da absoluta y total a la actividad maderera. La inversiónpara un futuro se pagó como merma en los ingresos ac-tuales Hasta donde conozco, no había otra opción.

En ese contexto complejo y contradictorio de persis-tencia de rezagos ancestrales, de nuevos procesos y ero-sión de cacicazgos, de emergencia de nuevos actoressociales y de una nueva trama con mayor presencia pú-blica y nuevas formas de relación, entre otros muchosfactores adicionales, en las primeras horas de este añohizo su aparición un movimiento armado, el autodenomi-nado Ejército Zapatista de Liberación Nacional. [...]

La región fue escogida desde fuera en términos de unproyecto estratégico. Su aislamiento y condición fronteri-za se explican mejor como componentes de esta planea-ción estratégica, externa, que como causas de unarebelión y movilización locales. La pobreza de la gentefue una consideración, un pretexto, una justificación, noes la raíz del movimiento. El rezago y la pobreza fueronutilizados para reclutar avivando rencores, reactivando di-ferencias y ofreciendo vagas promesas de mejora. No hayque descartar la oferta de protagonismo, de ser alguienimportante, de gloria y muerte heroica en un contexto derestricciones y penuria. No me parece el movimiento delos pobres sino la manipulación de la pobreza, del aisla-miento, de la dificultad. Se puede usar la pobreza sin re-presentarla, sin combatirla; creo que así ha sucedido.

No es un movimiento indígena, es un proyecto políti-co-militar implantado entre los indios pero sin represen-tarlos. Lo haría con sus reclamos, con sus propuestas,con sus aspiraciones, No los encuentro en los plantea-mientos del movimiento armado.

Hay muchos indios, supongo que la mayoría entre los“soldados” del que se llama Ejército Zapatista de Libera-ción Nacional, que tienen agravios que pudieran explicarsu decisión; pero muchos, muchísimos más, están al mar-gen o en contra del alzamiento militar. También son agra-viados que pueden explicar su abstención u oposición. Nodebemos confundir: no es la voz de los indios, simple-mente algunos de ellos están presentes como todas lasexpresiones de la vida nacional. La pobreza, la exclusióny discriminación fueron un caldo de cultivo para el reclu-tamiento, pero no son la causa directa de la aparición deun movimiento político-militar que propone la guerra to-tal y prolongada.

Arturo Warman, La Jornada, 16 de enero de 1994.

OFICIO DE TINIEBLAS

La foto ha dado la vuelta al mundo. Fue tomada en algún lu-gar del estado mexicano de Chiapas. El hombre retratado

FEBRERO DE 1994 VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO Q

ESCAPARATE

yace sobre uno de sus costados y lo adhiere al suelo uncharco de sangre. Cerca del brazo extendido, un rifle deutilería, una talla en madera, un arma falsa que hace ha-blar a un muerto real. O, cuando menos, que le plantea aquien mira la imagen un largo cuestionario

En primer término, la lógica de la sospecha en que he-mos sido entrenados los mexicanos por el gobierno mismoy por un periodismo que ha hecho de ella su ley de gravita-ción universal, nos mueve a preguntar si el caído llevaba eljuguete en propia mano antes de morir, o si alguna ajenamano piadosa lo depositó ahí para la foto. Y, si hubo tal ma-no, ¿de quién fue y con qué propósito? Y es que la gráficaes tan desmesuradamente increíble -Goebbels la hubierahecho hacer- que hace olvidar otras: las de quienes lleva-ban rifles de verdad, ametralladoras de verdad, waikie tul-kie, pasamontañas, uniforme y botas pero no pantalón demanta, camisa a cuadros y ecalzado? impropio.

Parecería que, entre las filas de los alzados, hay cuan-do menos dos clases: la de los realmente armados, per-trechados, entrenados y vivos, y la de los desarmados,ingenuos o manipulados, desesperados u obligados ymuertos. Comparamos, en la vorágine del momento, al cam-pesino muerto-juguete-en-mano, con el soldado-equi-pado-hasta-los-dientes, pero no con el insurrecto tanbien dotado de instrumentos de muerte como el militar.Las fotos, una vez más, valen por millones de palabras.Declarar la amnistia es un gesto inteligente, generoso yque favorece la reconciliación, pero se antoja injusto tra-tar igual a quien empuñó una ametralladora de veras,que a quien llevaba en la mano un inofensivo trozo demadera. Ninguna amnistia producirá la resurrección decarne alguna.

Hay una antífona posible más para este segundo oficiode tinieblas. La estadística comicial de 1988 muestra quelos distritos electorales federales de Ocosingo, Palenquey Comitán fueron los número dos, tres y cuatro en ordennacional descendente de votos favorables al Lic. CarlosSalinas de Gortari (el primer lugar nacional lo tuvo Sabi-nas, Hgo.). Los tres están en la zona de la revuelta. ¿Espensable que en donde más se votó por el PRI se produzcael alzamiento en contra del PRI y se llegue al extremo deexigir que deje el poder aquél por quien se supone que sevotó masivamente hace casi seis años? Sí es pensable, endos hipótesis: si los votos no existieron y son tal falsoscomo el fusil de la foto, o si la decepción resultó tan bru-tal como probablemente lo fue la del campesino ultimadopor balas de verdad.

De los votos falsos a los fusiles falsos, los pobres mue-ren. De hambre o de disparos que matan de verdad.

Carlos Castillo Peraza, ABC de España, 18 de enero de 1994.

El pleito doméstico real o montado entre ambas figurasdel priísmo [Camacho y Colosio] no debiera conducir aldebilitamiento de las posibilidades de negociación. Si Ca-macho irrita a alguien, sería mejor que se le retirara laconfianza, antes que poner en riesgo la necesaria pacifica-

ción de Chiapas. Las vidas humanas, la paz de la región,las posibilidades de la convivencia nacional no debieransufrir por las riñas priístas. Sería candoroso transferirtanto poder como el que Camacho necesita para su fun-ción y esperar que eso no genere consecuencias aleda-ñas, dado el papel que en el proceso de sucesión priístadesempeñó el ex regente. Si se le escogió para esta mi-sión por sus cualidades de negociador, debió entenderseque van acompañadas de sus defectos de protagonista.No tenerlo presente recuerda el verso de Sor Juana sobreel “denuedo” y el “parecer loco”, del “niño que pone el co-co y luego le tiene miedo”.

Miguel Anguel el Granados Chapa, Reforma, 21 de enero de 1994.

EL TEÓLOGO DE LA SANGRE

Sólo en dos casos es justa y legítima la guerra de unpueblo: cuando defiende el suelo patrio invadido por unejército extranjero, y cuando aspira a liberarse del tiranoque lo oprime. La lucha del EZLN es justa y legítima:combate la dictadura del PRI. Y los cristianos de Méxicodeben solidarizarse ampliamente con los indios de supaís. [...]

Paz -dijo Cardenal- quiere dejar la realidad tal co-mo está. [...]

No toda lucha armada es ilegítima, ilegal o inmoral. Enciertos casos está teológicamente justificada. Si se calificade ilegítima la lucha armada del pueblo que se defiende,es igualmente ilegítima la del Ejército que lo reprime. Sise quiere abolir el uso de las armas por parte del pueblo,debe exigirse también el desarme del Ejército.

Ernesto Cardenal entrevistado por Gerardo Ochoa Sandy,Proceso, 24 de enero de 1994.

CHIAPAS Y EL CRECIMIENTO DE POBLACIÓN

En un artículo publicado ayer en Lu Jornada, Octavio Pazapuntaba: “Los hechos sociales son complejos. La funcióndel intelectual consiste en esclarecerlos y descifrarlos, has-ta donde sea posible. Sólo después del análisis se puede, yaun se debe, tomar partido. Pero muchos de nuestros inte-lectuales han escogido lo más fácil: juzgar sin oír”.

Uno de los factores que, según menciona el propio Paz,ha tenido una influencia fundamental en el empobreci-miento de Chiapas es la tasa de crecimiento de la pobla-ción de ese estado.

Efectivamente Chiapas, remedando una situación queha afectado con anterioridad a muchas otras sociedadesdel mundo, está atravesando por un momento de transi-ción desde el punto de vista demográfico. Es un puntoen el cual la disminución de la tasa de mortalidad por laintroducción de nuevas técnicas de sanidad y tratamien-to médico no se han visto reflejadas todavía en una dis-minución en la tasa de nacimientos, con lo cual seincrementa el crecimiento de la población y, en conse-cuencia, la pobreza.

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ESCAPARATE

Si a lo anterior añadimos la afluencia a lo largo de losaños ochenta de un gran número de campesinos guate-maltecos al estado, muchos de los cuales han logradomezclarse en sus hermanas comunidades indígenas chia-panecas (recordemos que la frontera entre Guatemala yMéxico es un invento del hombre blanco), nos encontra-mos en Chiapas con una de las tasas de crecimiento depoblación mas elevada del país.

Según las cifras de los censos nacionales de población,la población mexicana pasó de 66 millones 846 mil 833 a 81millones 249 mil 645 personas entre 1980 y 1990. Esto repre-senta un aumento promedio de 2.15 al año.

La población de Chiapas, mientras tanto, pasó en elmismo periodo de 2 millones 84 mil 717 a 3 millones 210mil 496 personas, o sea 5.4 por ciento al año en promedio.La tasa de crecimiento demográfico, en Chiapas, en otraspalabras, más que duplica en el periodo 1980-1990 el pro-medio nacional. [...]

Ala marginación tradicional de las poblaciones indíge-nas y al caciquismo, hay que añadir el reciente desplomede los precios internacionales del cafe y la fragmentacióne inseguridad de la tenencia de la tierra. Chiapas es la se-gunda entidad de la federación en número de ejidos y co-munidades agrarias, con dos mil 72 en total, y es tambiénel estado con mayor número de invasiones de propieda-des agrícolas privadas.[...l

Chiapas se ha convertido en una especie de festejo deideólogos de todo tipo que prefieren tomar partido conbase en interpretaciones simplistas e ideológicas de larealidad antes que estudiar la complejidad del problema.

¿Para que tomarse la molestia de pensar y analizar losproblemas demográfícos, la fragmentación de la tierra, elcaciquismo tradicional, el expolio de recursos de Chiapaspara producir electricidad para el resto del país, si todoslos problemas de Chiapas pueden atribuirse simplementeal “neoliberalismo”?

Sergio Sarmiento, El Financiero, 24 de enero de 1994.

NUESTRAS QUERIDAS CERTEZAS

A Octavio Paz le asiste razón en muchas de las cosas quedice en su último díptico sobre Chiapas (La Jornada, 23 y24 de enero), pero sus hallazgos, por agudos y brillantesque sean, no poseen más que la astucia y la sagacidad deun periodista: carecen de la generosidad de un poeta. Em-peñado en demoler sistemáticamente nuestras certezas,Paz se ha convertido, para decirlo con Ciaran, en un “pe-dante del vandalismo”.

Jaime Avilés, EI Financiero, 27 de enero de 1994.

HACIA LA VIOLENCIA

La amnistía, para convertirse en una realidad y no ser sólo La emergencia del EZLN como nuevo actor político, queuna ley aprobada por el Legislativo, exige a los guerrilleros no aparece como partido pero que esta dispuesto a respe-entregar las armas y cesar las hostilidades. Esta exigencia tar las luchas electorales de los partidos, es sólo como unindigna a muchos de los que desde la ciudad de México llamado indirecto a que el gobierno y los partidos hagan

apoyan al EZLN, por ser una condición equivalente a unarendición. Y de hecho lo es. No puede ser de otra manera.

Quizás no sea el momento de acudir a los teóricos delEstado ni a citas de ningún libro ni de ningún escritor,por importantes que sean. Sin embargo, tenemos la obli-gación de recurrir a quienes han establecido verdades di-fíciles de rebatir por confirmarse día tras día, sin quenada los sustituya o rebase.

El Estado, dice Max Weber, es el monopolio de la vio-lencia legítima en un territorio determinado. Desde elmomento que pierde este monopolio, la mismísima natu-raleza del Estado se pone en duda. Un Estado envuelto enuna guerra civil no es propiamente tal si acepta la legiti-midad de una rebelión armada; reconocería al admitir lalegitimidad de la rebelión su propia ilegitimidad y, enbuena lógica, debería disolverse para que el rival constru-yera un nuevo Estado.

En varios países europeos se hallan grupos armadoscon los cuales los gobiernos buscan una negociación paraponer fin al conflicto que los opone, pero en ningún casoaceptan reconocerlos como grupos beligerantes. ETA eIRA, GRAPOS y Frentes Rojos no tienen ninguna acepta-ción legal y, cuando son capturados, sus miembros sonpresentados ante tribunales civiles y no ante militares, co-mo debería hacerse de reconocérseles un estatus belige-rante. Deponer las armas y cesar los ataques son, pues, elprincipio de todas las negociaciones intentadas y, fuerzaes decirlo, fracasadas.

Francia y Alemania e Italia hace unos cuantos años pu-dieron soportar y derrotar las olas terroristas gracias a lafuerza de las instituciones y al terreno democrático dondese asientan. No es nuestro caso. La fragilidad de los in-tentos democráticos del sistema político mexicano y lafrecuente incapacidad administrativa de las institucionesno van a conducir, a través de la crisis chiapaneca, haciaun aumento de las formas democráticas de gobierno. Loque apunta en el horizonte es un refuerzo del control au-toritario. Todo el mundo pide a gritos la negociación yrechaza el uso de las armas, sin que nadie diga de maneraclara e inequívoca qué se desea. El gobierno propuso laamnistía; el EZLN contestó a través del llamado Subco-mandante Marcos con una carta de humor menos que du-doso donde la rechazaba.

Se cree hoy en una victoria de la izquierda mexicana enel campo de la opinión pública, ante el silencio de quienesno encuentran cómo expresarse. Esa victoria que hoy sefesteja no es tal. De seguir el empantamiento surgirá denueva cuenta el terrorismo urbano, con todo lo que deviolencia ciega supone, de contraviolencia y represión. Lamesa esta puesta, sólo falta servir.

Rafael Segovia, El Fimmiero, 27 de enero de 1994.

LA RESPONSABILIDAD DEMOCRATICA

VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO sFEBRERODE 1994

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del sistema político un instrumento legal de lucha efecti-va en que libertad, justicia y democracia no sean sólo unarealidad verbal.

Pablo González Casanova, Lu Jornada, 28 de enero de 1994.

EL SfNDROME DE ESTOCOLMO

¿Sabe usted qué es el síndrome de Estocolmo? Es esatrasmutación psicológica por la cual un rehén empieza aidentificarse con los motivos de su secuestrador, pasaluego a justificar su propio secuestro y termina amandomorbosamente a quien lo apresó. Los líderes del EZLN,secuestradores que son (lo de Absalón Castellanos es unsecuestro como quiera que se vea, como también lo sonlas levas forzosas de jóvenes indígenas), alegan que nohan secuestrado a la sociedad mexicana. Por supuestoque no lo han hecho, si bien no por falta de ganas. Pero síhan secuestrado ya, virtualmente, a un conspicuo sectorde la intelligentsia mexicana, en la medida en que estesector ha exhibido frente a los encapuchados síntomasdel síndrome de Estocolmo.

Lo demuestra la entrega acrítica a los actos y dichos delos líderes del EZLN, complementada por un manejo deimágenes que los muestra héroes bañados de una luz ce-lestial, casi mártines palingenésicos, clones de Cristo conpasamontañas. El acriticismo se evidencia en la doble mo-ralidad -o si se prefiere, doble inmoralidad- aplicada alconflicto. Si los guerrilleros matan, es un acto de santidad,y su valor se sobrepone al de la vida de la víctima. En cam-bio, si un soldado de nuestro ejercito mata en combate, esoes un vil asesinato. El mecanismo de esa doble moral sepuso plenamente de manifiesto en el caso de los fusiles demadera: los soldados que dieron muerte a quienes los por-taban eran condenables, pero no los líderes zapatistas quelos mandaron indefensos al combate. Si un guerrillero esencarcelado es cosa de agitar a las ONG hipócritas defenso-ras de los derechos humanos, pero si Absalón Castellanoses secuestrado, condenado sumariamente a prisión perpe-tua y luego perdonado por un tribunal del pueblo, eso es le-gítimo, está. bien y es conforme a un derecho superior. Side tal manera se avanza una tesis por la cual todos los me-xicanos podemos vemos en determinado momento someti-dos a la justicia de esos tribunales populares, nuestraintelligentsia no dirá nada en contra. Al contrario, estará deacuerdo. Lo dicho. el síndrome de Estocolmo.

Jorge Hernández Campos,“Página uno” 643, Unomúsuno,30 de enero de 1994.

SPINOZA, EL GUERRILLERO

Chiapas ha abierto cauces insólitos en la vida política mexi-cana. Se han despejado espacios que permanecieron cerra-dos por años; se han destrabado negociaciones que noavanzaban. Cerrar los ojos ante los logros de los zapatistas,y ante la deuda que el país tiene con ellos, carece de senti-do; hacer caso omiso de la contradicción entre medios y

fines tampoco conviene. Lo esencial, sin embargo, está enotra parte: no en llorar (como los defensores del régi-men) ni en reír (como suelen hacerlo desde el l° de ene-ro sus adversarios), sino en entender, como decíaSpinoza, un aspirante a comandante guerrillero, judío yerrante, que nunca llegó a Chiapas.

Jorge G. Castañeda, Proceso, 31 de enero de 1994.

NEXOS: LAS ARMAS DE LOS INTELECTUALES

Los acontecimientos de Chiapas han puesto a la sociedadmexicana frente a dilemas de no fácil elección. Uno, esen-cial, se refiere al rechazo o la aceptación de la violenciacomo vía legítima de reclamo político y protesta social. Elclamor por la paz y la negociación en Chiapas ha sidounánime. El rechazo a la violencia como vía de acción po-lítica, no. Las acciones violentas del Ejército Zapatista deLiberación Nacional (EZLN) han encontrado eco, simpa-tía y aun justificación en muchos intelectuales, políticosy periodistas.

No es nuestro caso. Rechazamos la violencia como for-ma de acción pública, venga de donde venga: de la socie-dad o del gobierno. Durante muchos años, hemosrechazado la violencia como recurso del gobierno para en-frentar problemas políticos y sociales. Rechazamos hoylos medios violentos elegidos por el EZLN para presentarsus agravios. Rechazamos también los excesos, los atenta-dos contra derechos humanos y contra la población civilen que haya incurrido el ejército durante su campaña enChiapas. Reconocemos en la injusticia, en la opresión so-cial, en el caciquismo y la discriminación, particularmenteen las zonas indígenas, el origen del estallido chiapaneco.Pero censuramos la organización de un alzamiento comovía de solución a esos problemas. “Podrán cuestionar elcamino, nunca las causas”, dijo el comandante Marcos, elprimer día de la insurrección. En efecto, rechazamos el ca-mino que eligieron, aunque reconozcamos las causas. Lashemos reconocido antes de la erupción de fin de año, an-tes incluso de que el EZLN empezara, diez años atrás, apreparar su camino.

Desde nuestro inicio como revista, hace dieciséisaños, Nexos ha puesto en el centro de sus preocupacioneslos problemas de la desigualdad y la pobreza. Individual-mente y en grupo, como académicos, como escritores, co-mo periodistas, como intelectuales, en nuestros libros yescritos, en las páginas de nuestra revista y en nuestrasemisiones televisivas, la cuestión social ha sido una pre-sencia permanente. Entre nuestros fundadores y colabo-radores, se cuentan algunos de los más intensos ycomprometidos estudiosos del mundo indígena.

En un comunicado reciente, al preguntarse quién po-día pedir y quién podía otorgar perdón en la sacudida deChiapas, el comandante Marcos incluyó una mención aNexos que deseamos comentar. Escribió:

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado?¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Lospresidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército Federal?

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¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio yla tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galioy Nexos? ¿LOS medios de’ comunicación? ¿Los estudiantes?¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesi-nos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?

Nexos no pide ni pretende otorgar perdones a nadie.Nuestros instrumentos elegidos son la reflexión crítica, elanálisis público y la creación intelectual, de cara a ía so-ciedad, en representación de nosotros mismos, con nues-tras propias palabras y con nuestros nombres propios, ala vista de todos. No tenemos ni queremos otros recursos.

No nos sentimos responsables de la miseria ancestraldel país, ni pedimos perdón por ella, pero no hemos dejadoen ningún momento de poner ese problema en el centro denuestra mirada. No basta, y acaso es insignificante comoaporte. Pero tampoco han bastado, alo largo de los siglos,los esfuerzos de tantos redentores, instituciones, organi-zadores, activistas y otros intermediarios de la tragedia in-dígena. No han bastado las rebeliones ni los muertos, ni lapalabra de Dios, ni la consigna del degüello.

Lo único que ha sacado a los pobres de la pobreza y alos indígenas de la opresión, ha sido el desarrollo, el ac-ceso a los circuitos de la educación, la salud, el empleo,la alimentación, la propiedad, la autosuficiencia. La opre-sión de la pobreza y su secuela de injusticias forman, sí,el problema número uno, el más difícil de México. Pero elcamino hacia su solución no ha sido ni puede ser la vio-lencia, que no distingue entre muertes útiles o inútiles, ytiende a confundir la justicia con el ajusticiamiento.

Chiapas nos recuerda las deudas nacionales sin cuyopago nuestra paz no puede ser fecunda e incluso puededejar de ser paz: la deuda de la democracia y la deuda dela desigualdad. Necesitamos transparentar de una vez portodas nuestra vida democrática y emprender de una vezpor todas la cruzada nacional contra la opresión y la vio-lencia social, que son partes constitutivas de la pobreza.

Creemos que hay en México espacios para la transfor-mación democrática y pacífica de la realidad. Nos pareceque, antes del estallido de Chiapas, esos espacios tendíana abrirse, no a cerrarse. Creemos que la violencia, vengade donde venga, debe ser rechazada como vía de soluciónde problemas. El siglo XX es un gigantesco cementerioque demuestra, entre otras cosas, la esterilidad paralizan-te de la violencia y la fecundidad transformadora de lapaz. Decimos no a la violencia, venga de donde venga, ypersistimos en nuestros esfuerzos, por modestos quesean, para hacer justa la paz.

Editorial de Nexos, lp de febrero de 1994.

MEJOR DESINTEGREMOS LA REPÚBLICA

Guadalajara. La sociedad mexicana debe examinar laconveniencia de reconocer a los pueblos indios su dere-cho de administrar sus territorios con una autonomía jurí-dica y política propia, dentro de la soberanía nacional, seplanteó hoy aquí en las dos primeras mesas del coloquioChiapas: los retos de la nación.

Intelectuales, académicos, políticos, representantes in-dígenas, sacerdotes y obispos señalaron que sólo de estaforma se garantizará que estos pueblos sean auténticosprotagonistas de su vida comunitaria.

Además, plantearon que es preciso asegurar la partici-pación indígena en los órganos de representación del po-der público, respetando sus formas históricas deorganización y sin que se tenga que acudir a esquemaspartidistas tradicionales. [...]

Como integrante de la primera mesa, Eraclio Zepeda,miembro de la Comisión de Paz nombrada por el presi-dente Carlos Salinas de Gortari, dijo que “conceder la au-tonomía en las zonas indígenas del país es central pararesolver el conflicto en Chiapas, aunque espante a políti-cos y partidos”.

Rubén Martín, corresponsal y José Antonio Román, enviado,La Jornada, 4 de febrero de 1994.

ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA

Si la ideología del EZLN ha sido expuesta en lo fundamen-tal en el Despertador Mexicano y en las cartas del subco-mandante Marcos, las ideas de la diócesis de SanCristóbal de las Casas, en cambio, han sido omitidas. Amodo de referencia lejana, se menciona solamente la obrapastoral del obispo Samuel Ruiz y sus religiosos, pero noel contenido de sus prédicas, tal vez porque éstas de-muestran que los juicios de los jefes en armas y la pasto-ral del predicador coinciden en una misma conciencia dela situación, así como en su rechazo pesimista a las solu-ciones del gobierno.

La respuesta armada y la aflicción ante el destino obrancomo partes complementarias de una misma voluntad detransformar las condiciones del campesino en Chiapas se-gún podemos corroborarlo, en principio, mediante la CartaPastoral de don Samuel Ruiz del pasado 6 de agosto, fechade la Fiesta de la Transfiguración del Señor. [...]

El obispo Ruiz expone, en un breve trazo histórico, lasituación actual de Chiapas: conquista, independencia yrevolución mexicana para describir las consecuenciasdel “proyecto modernizador neoliberal”, del que afirmalo que sigue:

“...El gobierno del presidente Salinas profundizó y per-feccionó medidas modernizadoras y de reforma estructu-ral del aparato económico del estado, manteniendo bajocontrol las concesiones que son más estrictamente de ca-rácter político y buscando una nueva articulación de laeconomía mexicana al sistema mundial, contando con elTratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos yCanadá, como su piedra de toque. El manejo de la proble-mática social frente al crecimiento de las áreas de pobre-za extrema, se realiza haciendo uso discrecional de losfondos de contingencia (fruto del adelgazamiento del sec-tor público), por medio del Pronasol, brazo activo del lla-mado liberalismo social.

“Desde esta perspectiva, ahora estamos viviendo loque podríamos llamar ‘la segunda modernización delcampo en Chiapas’. Esta se da también en el contexto de

VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO UFEBRERO DE 1994

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la caída crónica de los precios del café a nivel internacio-nal, y precisamente cuando la intensidad y extensión delos conflictos agrarios iba en ascenso, de acuerdo con loscriterios de la legislación agraria anterior (Chiapas repre-senta 27% del rezago agrario nacional). La punta de lanzade este movimiento modernizador en materia agraria, laconstituyen las reformas al artículo 27 constitucional y lanueva ley agraria. El objeto que se persigue es típicamen-te “moderno”, es decir: quitar trabas para que la tierra seconvierta en mercancía y, de esta suerte, facilitar la parti-cipación de inversionistas privados en su compra o enempresas conjuntas de inversión de capital.” [...]

La conclusión es reveladora:“En este amplio panorama de asimetrías y desigualda-

des, no es de extrañar que las últimas décadas de nues-tra diócesis se hayan visto permeadas por un vastoíndice de conflictividad. En las zonas indígenas, los gru-pos mas vulnerables en este entramado estructural hanido edificando sus propias organizaciones y métodos delucha, para reclamar derechos por la tierra y por mejo-res condiciones de vida. Este camino no ha sido nadafácil, mis bien ha estado marcado por respuestas violen-tas de parte de los beneficiados con el statu que. Sin em-bargo, las dificultades mismas han obligado a lospueblos indios a movilizarse frente al hambre, a la ex-plotación y a la represión, con diferentes formas de pre-sencia: Marchas, plantones, manifestaciones, huelgas dehambre, etc.” [...]

Si los padecimientos de los indios son comprobables yaun logran elevarse a parte esencial de la Carta Pastoral,entonces el obispo prefirió la vía política a la predica paraexplicar la renovación evangélica, a partir de la sentenciaancestral que asegura que “la verdad, por sí misma, es re-volucionaria”. [...]

La fecha de la Carta Pastoral, agosto de 1993, es tardíarespecto de lo que ahora se sabe por los comandantes delEZLN; es decir, que desde 1983 -hace diez años- prepa-raron la insurrección armada adiestrando a niños y jóve-nes. La suerte de la acción pastoral estaba sellada desdeentonces y pudo ser, precisamente ante esa organizaciónen un extremo y el gobierno nacional en otro, que la pré-dica de la solución jurídica y política pudo llevarse a cabodesde hace una década.

Ocurrió, no obstante, lo inevitable: eclesialmente, lapredica; e, ideológicamente, el levantamiento armado.Como siempre sucede, una vez que estalla la injusticiacon su secuela de barbarie, surgen las palabras y el cú-mulo de coincidencias. Así, el propio obispo Samuel Ruiz,con los dos obispos de Tuxtla y Tapachula, el 1° de enerode este año, a unas horas del levantamiento, escribió enel mensaje: “Todos debemos estar dispuestos a ponernuestro empeño para no dejamos llevar en estos momen-tos por la tentación de la desesperación y la venganza, si-no ser capaces de encauzar nuestros comportamientoshacia el perdón y la reconciliación (Mens. p.7).”

Sus propias palabras desentrañan el tránsito de la mi-sión evangélica a la lucha armada, como también se des-prende del escrito “Religiosos en la Diócesis de SanCristóbal”, difundido allí mismo en meses pasados, y quedice, en ciertos párrafos:

“...Este grupo llegó a comprender que la única mane-ra de vivir el ideal cristiano en nuestro Continente -ad-viértase que no es únicamente Chiapas- es en lainserción y en la solidaridad con las luchas de los po-bres por lograr un cambio de estructuras sociales, eco-nómicas y políticas.

“También llegó a descubrir que el Reino de Dios re-quiere para su realización histórica la construcción de unnuevo modelo de sociedad que garantice la justicia y lafraternidad. Asimismo comprendió que no se puede ha-cer ninguna labor evangelizadora sin que esté orientadahacia ese objetivo, que es la liberación del pueblo.

“La tarea prioritaria de este grupo es apoyar la cons-trucción de la Iglesia de los Pobres pasando por las me-diaciones históricas necesarias.”

Y más adelante, los pasos de la elección ideológica an-te el deber sacerdotal:

“El compromiso con el proceso popular puede llegar auna encrucijada para un grupo como este que ha optadopor la causa libertaria del pueblo.

“El grupo puede plantearse: abandonar el trabajo pas-toral para integrarse de lleno a la organización popular oseguir trabajando entre el sector cristiano apoyando la or-ganización popular desde su especificidad cristiana. Alhacer esto último se asume la tarea de consolidar la igle-sia popular, que son los cristianos organizados como ta-les que buscan junto con otros sectores de la sociedad(campesinos, obreros, maestros, estudiantes), el cambiodel sistema social”. [...]

Y finalmente el milenarismo, teñido de una suerte deteología de la violencia:

“Nimentar la vida cristiana con la experiencia de lu-cha del pueblo y analizar sus luchas desde la perspectivadel Reino”. [...]

Esta situación tiene, a su vez, dos vertientes: la del go-bierno al elegir la vía política para resolver el conflicto,respuesta sin analogía en países como el nuestro, y laoportunista que aprovecha el conflicto, mediante golpesde mano partidista, para alcanzar el poder.

Lo peor es que sobre la injusticia que pesa sobre loscampesinos de Chiapas, principalmente, graviten gru-pos demenciales de la clase media. Son los aturdidos desiempre que sin ton ni son se mueven sin sentido cuan-do creen escuchar el llamado de los desposeídos, su lla-mada contra el Estado, su hora de laicos y tonsurados,unidos en la venganza, siempre difusa aunque infor-tunada.

Gastón García Cantú, Excelsior, 4 de febrero de 1994.

FUSILES MÁGICOS

Es indudable que los disparos de Chiapas, incluso los quese hicieron con fusiles de madera, se oyeron y retumba-ron en todo el país, dieron en el blanco, nos despertaron atodos y han transformado a México.

Carlos Fuentes entrevistado por La Vanguardia,Lo Jornada, 5 de febrero de 1994.

V VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO NUMERO 207

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ELECCIONES CREIBLES

“El envío de Manuel Camacho Solís como negociador yconciliador es un gran acierto. Hay que apoyarlo para quelleve a buen puerto esta negociación que es esencial parael futuro, la paz y el desarrollo de nuestro país” [...]

“La elección de agosto tiene que ser una elección creí-ble por todos. Si no, va a haber problemas.”

Carlos Fuentes, Macrópolis, 7 de febrero de 1994.

PASTORES POLITICOS EN CHIAPAS

El sentido de comunidad entre los indígenas nace princi-palmente de dos practicas sociales: una pastoral y otra po-lítica e ideológica. En la selva se impulsó una acciónpastoral inspirada en los grandes hechos eclesiásticos delos años 60, sobre todo el Concilio Vaticano II, a principiosde la década, y la Conferencia Episcopal de Medellín, a fi-nales de los sesenta, y la teología de la liberación.

La acción política e ideológica fue realizada por co-rrientes y grupos políticos surgidos después del movi-miento estudiantil del 68, que fueron mas allá de laactividad política partidista y electoral, con la idea de ir alpueblo y servirlo. Muchos de sus integrantes pertenecíana las clases medias urbanas. Eran orientadores socialesque se vincularon a las luchas sociales, que impulsaron elsurgimiento de movimientos campesinos independienteso que se incrustaron en los movimientos guerrilleros deGuerrero, Chihuahua y Sonora. En las ciudades de Mon-terrey, Durango, Torreón y Chihuahua contribuyeron a laorganización de colonias populares y movimientos socia-les urbanos. Eran corrientes como Unión del Pueblo(LJP), Politica Popular (PP) y la Organización IdeológicaDirigente (OID).

La acción pastoral partía de la urgencia de crear unaidentidad y un sentido de comunidad, de pertenencia. Pri-mero, en un todo general, todos los pobres. Luego, en untodo particular, “nosotros los que somos comunidad”, elconjunto de hombres y de mujeres que viven en la mismacolonia y comparten una militancia, un credo, un sistemade cargos, un territorio, una historia, un origen.

La teología de la liberación los llevó a analizar la reali-dad, como punto de partida, y a descubrir “al hombreaplastado, despojado”, y la exigencia de liberarlo de esaopresión en la situación histórica presente y concreta, se-gún el Evangelio de San Lucas: “El Señor me ha enviado aanunciar la buena nueva a los pobres, la libertad a los cau-tivos, y para liberar a todos los oprimidos”. De ahí el com-promiso de transformar la realidad actual, donde lospobres son victimas “de una situación estructural de do-minación”, en palabras del obispo Samuel Ruiz: “Si segui-mos la opción evangélica, tenemos que desmantelar lasestructuras que están en favor de la dominación”.

Los peones acasillados y los peones emigrados a la sel-va hicieron suyo este discurso y marcaron su diferenciasocial y étnica frente a los patrones. También pudieronidentificarse con otros indios chiapanecos con los que te-nían problemas comunes: chales, tzeltales, tzotziles y

tojolabales, como se puso de manifiesto en el CongresoIndígena de 1974 en San Cristóbal de las Casas, donde seresumieron en cuatro los problemas comunes: tierra, co-mercio, salud y educación. El congreso había sido inicia-tiva gubernamental, pero acabó convirtiéndose en ellugar de convergencia de los indios de Chiapas.

La teología de la liberación fue la puerta para escaparde un pasado de “opresión y de miseria” vivido en las fin-cas. En las nuevas colonias de la selva, había que romperdrásticamente con el pasado y tomar una opción altemati-va liberadora. Veían su vida en las fincas como una épocade esclavitud y de pobreza, de dureza del trabajo y decrueldad del patrón. De ahí la guerra y la liberación delos campesinos. En la pastoral de la diócesis encontraronel discurso y la inspiración para luchar contra ese pasadoy reconstruir su identidad.

A la teología de la liberación se añadieron los textosbíblicos, especialmente el libro del Éxodo: “las comuni-dades de la selva estaban viviendo su éxodo”. Es el libroque narra la rebelión en Egipto de los esclavos judíos ysu éxodo por el desierto hasta encontrar una tierra don-de asentarse y vivir; “la tierra prometida”. Dios les man-dó salir. De 1972 a 1974 se tradujo al tzeltal el libro delExodo, se discutió en las comunidades sobre libertad, fe,esperanza y amor. Al principio, los misioneros hacían lasíntesis. Después fueron los catequistas indios quienesescribían. De ahí surgieron las lecciones recopiladas enel catecismo titulado Estamos buscando la libertad, escri-to en tzeltal. Allí se muestra la analogía entre la migra-ción a la selva y el éxodo judío. Allí surgió el sentimientode “nosotros” [...l

Se habían abierto perspectivas para la “vida nueva” enla “tierra prometida”, en la selva. San Pablo, en su carta alos Efesios, habla del “hombre nuevo”. El catecismo tzel-tal lo retorna : “El hombre nuevo no es un hombre solo,sino un hombre comunitario, unido con todos sus herma-nos por el Espíritu. Entre todos hacemos un solo pensa-miento, un solo trabajo, un solo corazón con una mismaEsperanza”. (C.114). [...]

Resultaba revolucionario afirmar que la fuerza socialestaba en el pensamiento de los indios pioneros. El proce-so catequético atentaba contra el statu quo. Se promovióla participación de todos. Era necesario expresar el pensa-miento, hablar, opinar, leer la palabra de Dios, cantar, dis-cutir en las asambleas, manifestarse en favor o en contrade los acuerdos, borrar las diferencias de grupos étnicosy de lenguas, compartir una utopía: la construcción delreino de Dios en la tierra, que guiaba el trabajo y la vidade todos los días. La practica pastoral tenía un caráctereminentemente político, porque atentaba contra el siste-ma de poder prevaleciente.

Después del movimiento del 68, un grupo de profesores,de estudiantes y de trabajadores comenzaron a desarrollaruna lucha diferente cuya consigna era: “Que el pueblo de-cida por sí mismo”. Había que “integrarse a las luchas delpueblo trabajador, para ponerse a su servicio y ayudarle aorganizarse y adquirir mayor conciencia, con el fin de lle-var adelante sus luchas”. Vivir con las masas, acompañar-las en su lucha diaria y darles elementos que les ayuden aenfrentarse al enemigo “burgués” y *explotador”.

FEBRERO DE 1994 VUELTA/SUPLEMENTO EXTRAORDINARIO W

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Desde 1976, militantes de Unión del Pueblo (UP) llega-ron a trabajar en la selva con los hombres católicos, pio-neros y colonos a quienes ya les eran insuficientes lasinstancias religiosas para satisfacer sus demandas de tie-rra, servicios e infraestructura. Dos años más tarde, llega-ron los “norteños”, militantes de la corriente PolíticaPopular (PP). UP y PP fueron absorbidos por una estructu-ra mayor, la Organización Ideológica Dirigente (OID). La

organización que generó el Congreso Indígena llegó asus límites en 1977 y dio paso a nuevas organizaciones po-Líticas: PP, CNPA, CIOAC, OCEZ, PST y otras, que ofrecieronalternativas viables ante la nueva realidad.

Linea Proletaria (LP) llego a Chiapas en 1978. En la sel-va lacandona trabajó con la Quiptic (unión de ejidos), conTierra y Libertad y con Lucha Campesina; en Simojovel,Tila, Sabanilla, Huitiupán y El Bosque, con los ejidos y pe-ones de la organización regional; en la Frailesca, con losejidos que habían sido la Alianza Campesina 10 de Abril;en Venustiano Carranza y Villas las Rosas, con los comu-neros. Se integró con estudiantes, colonos y obreros. En1979 se vinculo con la lucha del magisterio chiapaneco.Hay autores y analistas que atribuyen a LP la destrucciónde los procesos regionales y la desintegración de los cua-dros campesinos destacados.

Línea Proletaria (LP) y Línea de Masas (LM), que eranel sustento ideológico de muchos asesores políticos quepululaban por la selva, surgieron como resultado de unaescisión de Política Popular (PP), por diferencias teóricasy tácticas, principalmente sobre las relaciones que debenexistir entre las bases y la dirección. También en la OIDse dieron “contradicciones fundamentales”.

La estructura política se superpuso a la religiosa y, apesar de serias diferencias, Línea reforzó y dinamizó elsentimiento comunitario y las formas de organizacionesmayores, como las uniones de ejidos. Línea partía de las“necesidades sentidas del pueblo trabajador” y defendíala posibilidad de que se uniera a la clase trabajadora, deque caminaran juntos obreros, campesinos, colonos, estu-diantes, pequeños comerciantes, empleados, profesionis-tas. Los indios de la selva quedaron inscritos en unámbito mayor al local. [...]

Ambas tendencias, religiosa y política, se dieron comoprocesos paralelos. Las corrientes políticas llegaron des-pues, se incrustaron en el proceso religioso y le dieroncauce político. Ambas impulsaron la vida comunal y laparticipación; crearon normas, sistemas de cargos y co-misiones; plantearon la necesidad de un cambio radicalimpulsado por los pobres y compartieron la misma utopía:la lucha aquí y ahora por una sociedad justa e igualitaria.

Tuvieron divergencias. Para los políticos, el proceso se“dirigía”. Para los teólogos, el proceso se “acompañaba”.Para los teólogos era central revitalizar la cultura indíge-na. Para los políticos, los sujetos revolucionarios eranproletarios, campesinos desposeídos y clase trabajadora.Las acusaciones mutuas eran continuas y evidentes. Lascontradicciones llegaron a tal grado que los indios de laselva expulsaron a los norteños a finales de los setenta.

Enrique Maza, reportaje sobre las investigaciones de XochitlLeyva Solano, Proceso, 7 de febrero de 1994.

CONTRA EL AMARILLISMO, CIFRAS

La sorpresa, la violencia como gran mercancía, la falta deinformación confiable, los intereses, la pasión que llega aser obsesión, la competencia informativa provoca que enlas primeras semanas se lanzaran, tanto en medios naciona-les como internacionales, apreciaciones inexactas y por en-de injustas. En la guerra no puede haber blancas palomas ygavilanes. Dar a los enfrentamientos su justa dimensión esdeber para con la ciudadanía y también para con el Ejércitomexicano. Palabras como genocidio, masacre, arrasar,atraen y venden pero ¿fueron y son justas, es decir preci-sas? Para el país no es conveniente que el silencio y la especulación se apoderen de lo ocurrido en Chiapas parabeneficio de algunos, pero sin duda en perjuicio de las fuer-zas armadas y de las instituciones. La desinformación comoestrategia oficial se paga muy cara. Hasta hoy se tienen tes-timonios de muy lamentables violaciones, por parte delEjército, de derechos humanos al buscar confesiones y de-laciones. Sobre los responsables debe caer todo el rigor dela ley. También están sujetas a investigación posibles ejecu-ciones sumarias. Aquí estamos frente a una atrocidad. I-aCNDH reporta que el número de desaparecidos disminuyedía con día, Pareciera que están pendientes alrededor decuatro decenas de casos, gravísimos, pero esa es la cifra.

También está pendiente la corrección en el sentido deque no hubo bombardeos, sino lanzamiento de roquets.Aclararlo es bastante más que un tecnicismo. Los efectosdistan mucho uno de otro. Tampoco han aparecido lastumbas colectivas que muestren la veracidad y justeza deexpresiones como arrasar, genocidio y masacre. La bús-queda debe continuar, pero es irresponsable y muy peli-groso no dar al enfrentamiento su justa dimensión, asíesas notas no vendan tanto., ¿Cuántos civiles, cuántosmiembros del Ejército Zapatista, y cuántos efectivos delEjército (el subcomandante Marcos habla de cerca de200) cayeron? ¿Cuántas personas fueron torturadas o veja-das? La falta de profesionalismo y precisión pueden hoydañar al país. Cifras, para todo cifras, es lo que puedeayudar a centrar criterios.

Federico Reyes Heroles, Reforma, 8 de febrero de 1994.

UN ROSTRO PARA LA INCONFORMIDAD

Prisionera de su insatisfacción, confusa como es, la clasemedia está dibujando el semblante del encapuchado deChiapas con la sola herramienta de sus fantasías frustra-das. Por fin encontró la anhelada excusa para “darle sumerecido” a un sistema corrupto y vapuleador, un siste-ma que la ha vejado, menospreciado, utilizado, depaupe-rado y aun apartado de la posibilidad de emular a unaburguesía ya tan inalcanzable por su enriquecimientodesmesurado que, lejos de representar su sueño o modelo a seguir, se le volvió afrenta a vengar.Y, para consumar su propósito, qué mejor que la figura deun líder sin rostro propio.

Martha Robles, Excelsior, 8 de febrero de 1994.

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