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ECUADOR, UN VERDADERO PARAISO INTERCULTURAL UNIVERSIDAD TECNICA DE AMBATO INTERCULTURALIDAD CULTURA TRADICION VOCES Y TESTIMONIOS QUE MARCAN NUESTRO PAIS PLURICULTURAL

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ECUADOR,UN VERDADEROPARAISO INTERCULTURAL

UNIVERSIDAD TECNICA DE AMBATO

INTERCULTURALIDAD

CULTURATRADICION VOCES Y TESTIMONIOS QUE MARCAN NUESTRO PAIS PLURICULTURAL

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En cada puntada de su tejido, Francisca Chan-go, moradora de Chibu-leo-San Francisco, ex-

presa con mucha nostalgia que el uso de la ‘shigra’, tejido con hilo de cabuya, va perdiendo vigen-cia en las comunidades indígenas.

Las manos laboriosas y endureci-das por el trabajo duro de la agri-cultura no impiden que aflore la habilidad innata de este arte; sin embargo, para Francisca en el pa-sado las ‘shigras’ cumplían un rol fundamental, pues se utilizaban para todo en la comunidad, des-de recipiente de medida para el intercambio de productos, hasta recipiente de conservación y trans-porte de la ‘tonga’ o ‘cucayo’, pero en la actualidad, ha sido despla-zada por la funda plástica, los bal-des plásticos, las canastas y más.

De acuerdo a Francisca, en la co-

munidad son pocas las mujeres que mantienen viva esta actividad. “Antes todas tejíamos, porque la ‘shigra’ era una prenda tradicio-nal de las mujeres. Ahora ya no tejen porque no hay tiempo, an-tes, mientras se pastaba a los bo-rregos o cuando se descansaba del almuerzo o en cualquier momento sacábamos los tejidos, era como nuestro entretenimiento”, asegura.

Cómo se confecciona

María Caluña, de 65 años, es otra de las artesanas que no quie-re que este arte desaparezca, así, en las noches o en las sesiones a las que asiste en la comunidad le acompaña su infaltable tejido.

“Solo usamos unos ratitos para tejer, el resto del tiempo lo empleamos en el trabajo agrícola y en el cuidado de los animales, por eso se demo-ra en hacer una ‘shigra’”, indica.

María asegura que el tiempo de elaboración se prolonga hasta un año, dependiendo del tamaño y el diseño de la ‘shigra’. Senta-da en el corredor de su ‘wasi’, como ella dice, apura el trabajo, pues quiere terminar una ‘shi-gra’ para vender a su comadre.

Mientras teje, enseña que los diseños y las figuras como el ‘churo’, la ‘chacana’ y otras no cumplen ningún formato.

“Todos los diseños los saco de

LA ‘SHIGRA’Una tradición que se pierde

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mi cabeza, nadie me enseña, solo sabemos lo que significa para cada uno y se va conectando el color del hilo, que de igual for-ma son colores que tradicional-mente se han usado, nada más”.

Según María, lo más complica-do es empezar, dar los primeros pasos para el tejido, “el resto es cosa de imaginación y se lo pue-de realizar con aguja o crochet”.

Las nuevas generacionesEn la vivienda de adobe y techo

de teja, María elabora los bolsos con la esperanza de que este arte perdure en el tiempo. “Mirian, mi hija, no atina a tejer, le enseñé pero el tiempo y las ocupaciones no le permiten practicar y peor mi nieta, ya no conoce sobre esta tradicional actividad”, manifiesta.

Gladis Tocalema, de 18 años y moradora del sector, afirma que los cambios en los procesos pro-ductivos, educativos y económi-cos no aportan a la conservación de estas habilidades, pues hay

menos tiempo para compartir con sus padres y hay que dar un lugar al estudio y al trabajo fue-ra de sus comunidades, ya que la actividad agrícola no es tan sus-tentable como antes, dice Gladis.

De acuerdo a la joven indígena, sería importante contar con espa-cios donde se reactiven estas tra-diciones para que no se terminen, por lo que las autoridades debe-rían considerar implementar pro-yectos en las comunidades.(FCH)

Chibuleo una tierra productiva

La comunidad de Chibuleo está ubi-cada en la sierra central, al Sur-Oes-te de la provincia de Tungurahua, en el cantón Ambato, parroquia Juan Benigno Vela, a 18 Km. de la ciudad, vía Guaranda. Su idioma es el Kichwa y han adoptado el Castellano como segunda lengua.

El origen de su nombre se debe a una planta llamada Chibu que mucho antes habitaba en este lugar y leo proviene de los descendientes de la cultura Panzaleo en la provincia de Tungurahua del cual son originarios.

Se estima que la población es de 12 mil habitantes organizados en sie-te comunidades: San Francisco, San Luis, San Alfonso, San Pedro, Cha-capungo, San Miguel y Pataló Alto.Su vestimenta se caracteriza en los varones por los ponchos de color rojo que representa a la sangre derrama-da de los ancestros incas en la lucha heroica en contra de los colonizado-res españoles y sombreros, camisa y pantalón de color blanco que repre-senta la pureza de la gente; y en las mujeres por los anacos de color negro que representa la tierra, sombrero blanco, camisa bordado con flores de todos los colores que representa la Pacha Mama (madre naturaleza).

Sus tradiciones se mantienen con las fiestas en honor a la ‘Pachamama’,

como un agradecimiento por lo que obtienen para vivir, también sus dan-zantes utilizan instru-mentos musicales propios como el pingullo, ron-dador, huanca, bocina.

La población se dedica a la producción agrícola y ganadera y en la actua-lidad están sobresalien-do los emprendimientos financieros y productivos.

La materia prima

Para la confección de la ‘shigra’ se utiliza la fi-bra de cabuya, de las ho-jas maduras de la planta de agave que se encuen-tran en los p á r a m o s .

Maria Paca-ri, morado-ra de Chibu-leo, afirmó que antes las plantas p r o d u c í a n por si solas y mas aun se utilizaban en la limitación de los terrenos. “La madre natu-raleza sabiamente proveía de todo incluso de la ca-buya que cuando estaba ma-

dura se cortaban las hojas se golpeaban y se ponía a secar durante varios días luego se llevaba a hilar y se se quería dar color se

hacía hervir con anilina del color que que-ramos”, mani-festó Pacari.

Según la mo-radora pocas personas teje shigras con hilo de cabu-ya porque las mismas plantas

están escasas y el pro-ceso de extracción es muy largo además de que re-sulta costoso la pintura.

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La gobernabilidad en el pueblo Salasaka,un hecho que trasciende lo político.

Orientar para lograr el equilibrio, la armonía y el sumak kawsay de los habitantes del Pueblo Salasaka es el objetivo central del Consejo de Gobierno.

Entre la experiencia natural, la sabiduría y la tradición, los in-dígenas salasakas, en la provin-cia de Tungurahua, preservan la esencia de sus ancestros en el ejercicio de la gobernabilidad.

Mucha responsabilidad se puede encontrar en cada uno de los miem-bros del Pueblo Salasaka quienes a la par de sus fun-ciones cotidianas de producción agrí-cola y artesanal, trabajan incansa-bles por mantener viva la esencia de los pueblos indíge-nas, así lo demues-tran al mantener la forma ancestral de elección de su con-sejo de gobierno.

Para Martha Chan-go, ex goberna-dora del Pueblo Salasaka, elegir un consejo de gobierno va más allá del sim-ple hecho de elección, tiene que ver con la armonía de su pueblo.

El Concejo de Gobierno del Pue-blo Salasaka está conformada por un Apuk gobernador y nueve dirigentes de las diferentes co-munidades, además de dos ancia-nos reconocidos por el pueblo.

Baltazar Chiliquinga, gobernador, asegura que el objetivo de este concejo de gobierno no es compe-tir con las autoridades ordinarias, aunque para el pueblo la máxima

autoridad y sobre la junta parro-quial y la tenencia política siem-pre estará el consejo. “Según lo que manda la constitución las na-cionalidades y pueblos indígenas tienen la potestad de ejercer su forma de gobierno y de esta forma lograr el equilibrio, la armonía y

el sumak kawsay de los habitantes del Pueblo Salasaka”, manifiesta.

A decir de Baltazar las funciones de este grupo de líderes trasciende la forma de hacer política puesto que en este proceso no existe camisetas ni partidos políticos y peor aun la esperanza de una retribución eco-nómica por el cargo, la principal motivación siempre ha sido y será el buen vivir de su pueblo, asegura.

Como es la elección

A diferencia del proceso electo-ral ordinario, para la elección del

consejo de gobierno, la `cam-paña` no lo hacen los postulan-tes sino por el contrario es la comunidad quien designa su re-presentante y son ellos quienes apoyaran el día de la elección.

El proceso empieza con una convo-catoria masiva a todos los miem-bros del pueblo a través de cada uno de los diri-gentes de las 22 comun idades . “En este proceso no existe la san-ción o la multa electoral, cada ciudadano siente esa responsabi-lidad de asistir y ser parte activa de las decisiones importantes de su comunidad”, asegura Baltazar.

Según el gober-nador la asamblea general para este importante evento toma aproxima-damente 12 horas de profundo aná-lisis, ponencias y debates para que al final el pueblo decida por quienes consideren los más capacitados. El desarrollo de la elección está avalado en primera instancia por el pueblo quienes designan a un director y una secretaria quie-nes son los responsables de la buena dirección del proceso.

El concejo de ancianos

La sabiduría y experiencia de

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vida que tienen los ancianos es el tesoro más preciado para la conservación de una cultura que se niega a desaparecer a pesar de la corriente globalizadora.

En el seno del concejo de gobier-no siempre hay un concejo de ancianos quienes son los encar-gados de orientar el trabajo y el buen funcionamiento del mismo.

Rafael Chiliquinga, oriundo de la comunidad de Chilcapamba, alba-ñil y artesano de 74 años, experto en la elaboración de chumbys, es uno de los ancianos más reconoci-dos del pueblo por lo cual forma parte del consejo de ancianos y por lo tanto del concejo de gobierno.

“La vida es una verdadera escuela todo se aprende, lo bueno, lo malo; pro lo importante es saber dife-

renciar lo que nos ayuda a vivir mejor en armonía tanto espiritual como corporal”, aseguró Rafael.

Su preocupación por la conserva-ción de las tradiciones la interac-ción con la Pachamama y el for-talecimiento espiritual, han hecho de Chiliquinga un verdadero con-sejero que incluso los jóvenes que están por contraer matrimonio acu-den primero a recibir su consejo.

Una leyenda de origen

El pueblo Salasaka se encuentra ubicado en la sierra central a 14 kilómetros al oriente de la ciu-dad de Ambato, provincia de Tungurahua, en una llanura are-nosa. Están dispersos en la Parroquia Salasaca y en parte de las parroquias El Rosario y Benítez en el can-tón San Pedro de Pelileo.

Los salasakas tienen ori-gen Aymara, de la an-tigua Sociedad del Inca. Llegaron desde el alti-plano hasta Ecuador. Su procedencia ancestral es el altiplano boliviano. Su idio-ma es el Runa Shimi y pertene-cen a la nacionalidad Kichwa.

Su población asciende aproxi-madamente a 13 mil habitantes organizados en 22 comunidades.

Entre los pobladores del Pueblo

Salasaka se mantiene la tradi-ción oral que va generación tras generación brindando la pa-sión de las leyendas. Una de las

más contadas a las nuevas ge-neraciones es la del origen de los primeros habitantes salasacas.

“Según cuenta la leyenda un cóndor imponente y majestuo-so que sobrevolaba la mama Tungurahua alcanzó a divisar a una hermosa jovencita que ca-minaba absolutamente sola por las montañas. El cóndor vién-dola sola y admirado por su be-lleza le arrebató de la tierra.A la siguiente luna, meses más tarde, la jovencita dio a luz a los que serían los primeros sa-lasacas, un pueblo valiente, re-sistente y perseverante como el cóndor que se niega a morir”, cuenta Amairany Jerez, joven moradora del Pueblo Salasaka.

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La ´Jocha´ una tradición que perdura

La solidaridad es una forma de vida que se evidencia en el trabajo y comercio de los pueblos andinos donde aún se conservan las manifestaciones de la labor comunitaria.El domingo es el día de intenso comercio y feria en la parroquia Quisapincha, sin embargo para Concepción Pila, moradora de la co-munidad Illagua Chico, es mejor no vender todos sus productos, ella pre-fiere darlos por jocha a su vecina.

Cargado su saco de papas, Con-cepción, camina de vuelta a casa, mientras cuenta que esta es una for-ma tradicional de relacionarse en su comunidad y si bien no es con-siderada como una forma de co-mercio representa la confianza, unidad y sobretodo el vivir en comu-nidad, donde entre todos se colaboran.

Papas, ocas, mellocos, cebada, maíz y hasta animales menores como el cuy, conejo o gallinas son algunos de los productos que se intercam-bian en las denominadas ´jochas´.

Según Concepción en la comunidad aún se conserva el sentido de comu-nidad por lo que se puede realizar estas manifestaciones. “No hay que pensar solo en la plata, a veces has-

ta resulta mejor dar por jocha porque aportamos con la familia o vecinos y ellos si nos agradecen de una u otra manera”, asegura Concepción.

Un forma de vida

María Pullutaxi, de 65 años, es una productora del sector de Calhuasi Chico quien con mucha nostalgia re-cuerda que en tiempos pasados la co-munidad era más unida sin embargo a pesar de las adversidades y verti-ginosos cambios ellos mantienen sus costumbres de trabajo y comercio. “La jocha para nosotros es más que el simple hecho de dar y reci-bir, es ser solidarios, la madre tierra brinda sus productos para todos y es mejor compartir y como símbo-lo de agradecimiento de ayuda a los familiares, amigos o vecinos con nuestros productos”, manifiesta.

María asegura que la manifestación de la jocha consiste en aportar con cualquier producto a las personas que lo necesitan ya sean familiares

amigos o vecinos de la comunidad las cuales por cualquier motivo van a tener un gasto ya sea una ´boda´ de matrimonio, bautizo, pare de casa o alguna ocasión especial. “Como to-dos nos conocemos en la comunidad no hay ninguna desconfianza por el contrario estamos siendo parte de esa familia la cual aportamos”, comenta.

Mientras llena su shigra tejida a mano, con semillas de avena y lenteja para la siembra, María comenta que es facultad de la familia que recibe la jocha el devolver o no, sin embargo con una agradable sonrisa, afirmó: “como no vamos a devolver acaso somos mal agradecidos de donde quiera debe haber para regresar el favor que nos hacen con la jocha”

Otras manifestaciones

Señalando la casa de adobe y te-cho de teja donde vive, María co-menta que esta fue construida a base del ´prestamanos´ la cual es

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otra de las manifestaciones carac-terísticas del pueblo Kisapincha.

Recuerda que sus padres y tíos con toda la familia y vecinos lle-garon ese día a prestar la mano. “Entre todos se demoraron des-de las seis de la mañana hasta las dos de la tarde y listo mi casita estaba ya con techo”, manifestó.

A decir de María ella no podía dejar de lado la alimentación de todos quienes llegaron a ayudar por lo que en la cocina provisio-nal que construyeron se realizó la comida para todos. “Con las jo-chas preparamos el caldo de fideo con carne de borrego y las papas con conejo, como yo estaba ata-reada ayudando y entregando los materiales para la construcción,

fue el hawlakana el encargado de la cocina y el masha el que repar-tió a todos incluyendo niños y es-posos ausentes”, asegura María.

Elvira Toala, moradora de Illa-gua Chico, afirma que su parcela de papas también fue sembrada a través de la randinfa, la cual con-siste en dar la mano para un tra-bajo pero que no se espera una remuneración de parte del dueño sino más bien el compromiso de que él también ayudara a quie-nes le colaboraron en su terreno.

Según Toala los procesos produc-tivos, educativos y económicos no aportan a la conservación de este trabajo comunitario por el contrario hace de los jóvenes per-sonas poco solidarias, asegura.

Quisapincha una tierra productiva

El pueblo Kuisapincha está ubi-cado en la parroquia del mismo nombre, en el cantón Ambato, provincia de Tungurahua a 12 Km. Al occidente de la ciudad. Su idio-ma es el Kichwa y han adoptado el Castellano como segunda lengua.

En este pueblo, al igual que en gran parte de los de la na-cionalidad Kichwa, las fa-milias se encuentran agru-padas en comunas; además en otras formas de organi-zación como asociaciones, cooperativas, clubes depor-tivos, juntas de agua, gru-pos artesanales y musicales.

Se estima que la población es de 12.400 habitantes orga-nizados en 18 comunidades.Su vestimenta se caracteriza en los varones por los ponchos de color con rayas negras y panta-lones de color obscuro además del sombreros de ala pequeña;

y en las mujeres por faldas pli-sadas, sombrero, chale y blusas bordadas con flores de todos los colores que representa las cuales bordan con sus propias manos.

Sus tradiciones se mantienen con las fiestas en honor a la ‘Pacha-mama’ y a través de los dan-

zantes sin embargo se encuen-tran en proceso de definición de su identidad y de reconstruc-ción como pueblo y su recono-cimiento formal se encuentra

en trámite ante el CODENPE.

Como todos los pueblos de la sie-rra, los Kichwa del Tungurahua tienen como principal actividad económica la agricultura; ances-tralmente estaba dedicada al autoconsumo pero ahora la ma-yoría es destinada al mercado.

Los principales productos agrícolas son la papa (de algunas variedades), cebo-llas, ajo, habas, mellocos. El sistema agrícola utilizado es la asociación y rotación de cultivos; la asociación de cultivos está relacionada con el autoconsumo, mien-tras que la rotación de cul-tivos está asociada con los productos para el mercado y es combinada con las acti-

vidades pecuarias. El destino prin-cipal de las actividades pecuarias es el mercado y, eventualmen-te el autoconsumo y las fiestas.

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La bocina, sonidos que viajan a través del viento y perdura en el tiempo

“Los sonidos de la naturaleza misma son ejecu-tados con estos instrumentos autóctonos, soni-dos que nos transportan a nuestros ancestros”

Entre el sonido del viento que inter-preta una melodía cuando golpea con suavidad la copa de los árboles se escucha un sonido grave suerte pero sutil, es el sonido de la boci-na que despierta la atención de los integrantes del Pueblo Salasaca.

Entre la pala el azadón y otras he-rramientas cotidianas que se utili-za en la agricultura se destaca la presencia de un raro instrumento que para Manuel Ramírez Maza-quiza, es un verdadero tesoro pues lo ha acompañado toda su vida.

Aunque se requiere de fuerza y destreza para arrancar un sonido armónico a este instrumento, para

Manuel lo más importante es sen-tir el sonido junto a los latidos del corazón. “Este era para nosotros un instrumento autóctono utilizado por nuestros abuelos para el pasto-reo para dar alarma por si los ene-migos o gente ajena venían a nues-tras tierras, también era un instrumen-to sagrado para nuestros ´yachas´ que con su sonido concentraban las energías para los ri-tuales”, afirma Ma-nuel mientras en-tona la bocina que le heredó su padre.De que esta hecho

Rufino Masaquiza, profesor e in-vestigador del Pueblo Salasaca, asegura que la bocina constituye aun el medio de comunicación más efectivo de las comunidades pues basta subir a un espacio ele-vado y entonar la bocina cuyo so-nido viaja con el viento para que toda la gente de las comunidades sepan que algo sucede, es la mejor forma de convocatoria comenta.

Según Masaquiza este instrumen-to es propio de Latinoamérica y su confección es bastante compli-cada por lo que ya no quedan mu-chas personas que la confeccionen.

Manuel Ramírez es oriundo de Ra-mos Loma en Salasaca y comenta que para elaborar este instrumento se requiere de varios materiales que la ´pachamama´ provee. “Cuernos de un vaca y toro, si macho y hem-bra se necesita, pero no cualquier ´huagra´ solo los abuelos en su sa-biduría saben escoger cuales son las indicadas, además los espinos de la penca, caña guadua o de ´chaguar-quero´ y cuero de borrego se em-plean para la confección”, afirma.

Mientras limpia cuidadosamente su bocina, Manuel, comenta que estos materiales son hermética-mente unidos de forma que el vien-to no se escape, para ello se une primero con los espinos de cabuya y luego se sella envolviendo las co-nexiones con el cuero de borrego.

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“Los sonidos de la naturaleza misma son ejecutados con estos instrumentos autóctonos, sonidos que nos transportan a nuestros ancestros”, afirma José Lorenzo Masaquiza, músico integrante de la agrupación Salasaca Manta.

Para José quien toda su vida se ha dedicado a la música y a través de la cual ha llegado a salir del país, es importante que las nue-vas generaciones no olviden sus raíces, su cultura por ello a pesar de los nuevos instrumentos que se mezclan con los ancestrales la música folclórica actual di-fiere mucho de lo autóctono.

Mientras afina sus zampoñas José muestra los primeros discos en acetato que lograron grabar como Salasaca Manta, grupo que empezó a entonar música autóctona utilizando siempre la bocina. “Nosotros tenemos claro que los sonidos ancestra-les vienen incluidos en el alma, en el corazón y por ello los ins-

trumentos de la música autócto-na siempre serán únicos”, afirma.

Según Mazaquiza en la actua-lidad hay muchos grupos que están trabajando la música fol-clórica o tradicional pero la au-tóctona ya casi nadie lo hace. “Solo para las fiestas sagradas utilizan la música autóctona que difiere mucho de la tradicional porque requiere de otros instru-mentos como la guitarra, el vio-lín y hasta la parte electrónica

como el bajo”, Manifestó José.

Para el artista mantener la cultu-ra con la música autóctona que canta a la vida, a la naturaleza y al entorno es algo que quiere que se mantenga por lo que a sus nietos inculca desde muy pe-queños el amor a los sonidos an-cestrales como los de la bosina.

Sonidos que van de lo ancestral a lo folclórico

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Los chagras, verdaderos caballeros de los andes

Habilidad, destreza y ale-gria se muestra en sus rodeos.

calles de la cuna de Rumiñahui.

Entes llenos de fortaleza y valen-tía que con su poncho, su zama-rro, su bufanda y más atuendos típicos de este personaje, hacían gala de su habilidad como jine-tes mientras que sus fieles com-pañeros, los corceles, hacían sus saltos, sus vueltas y piruetas ante el asombro y alegría del público,

Para Don Juan los chagras re-presentan sus raíces, su his-toria pues son gente humilde y trabajado-ra, orgullosa de realizar el trabajo duro de campo, de paramo, tal como lo ha-cían nuestros padres, co-menta Juan.

Como cada año Juan Arias, de 67años, morador de Pí-llaro se apresura con su

familia para tomar el mejor lugar en la calles de la ciudad puesto que no quiere perderse el tradi-cional paso del chagra que según comenta es un espectáculo úni-co que se ve solo llegado el año.

La mañana muy fría, con un vien-to fuerte y ligera llovizna, como si el ambiente del páramo también se tomara las calles de la ciudad y aunque a los habitantes del can-tón no parece importarles el cli-ma, varios de ellos se colocaban sus guantes, bufandas y hasta pon-chos de lana típicos de la ocasión.

A lo lejos ya se escucha una to-nada, los silbos y los vivas son los primeros en arribar mientras todos expectantes, con la mira-da fija a donde inicia la calle, ven a la primera delegación de mon-tados, son los chagras de Píllaro que hacían su recorrido por las

El objetivo del desfile del Chagra

Cientos de personas entre cha-gras, comparsas y alegorías hacían su paso bajo la mirada de propios y extraños. Jalado a su llama, la misma que viene cargada de pro-ductos del páramo, doña María, manifiesta que el objetivo de par-ticipar en esta actividad es, prin-cipalmente, mantener la cultura. “Somos gente que provenimos

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del campo donde el trabajo dia-rio es sacrificado y mucha gente desconoce de nosotros, por ello en las fiestas de Santiago Após-tol nos hacemos presentes para recordar nuestras raíces”, afirmó.

“Somos chagras de cepa”, mani-fiesta Alfredo Carvajal, chagra de San José de Poaló, quien luego de demostrar su habilidad con el ca-ballo manifestó que en la ciudad no se imaginan como es el trabajo

en el páramo por lo cual con esta actividad damos a conocer nues-tra cultura y además es el único día que se concentra a todos los chagras de los diferentes rincones de los páramos pillareños, afirmó.

Luego de pasar por las calles de la ciudad todas las delegaciones de chagras se concentran en la Plaza San Luis, donde previamente se han dispuesto las barreras, para desa-rrollar el tradicional rodeo criollo.

En equipos representantes de las diferentes ganaderías, hacien-das y localidades del Ecuador se apuntan para participar en el denominado concurso de lazo.

Luego de preparar a su caballo, Ar-turo Espinoza, chagra latacungueño toma su huasca, brinda con su copa, hecho de cacho de toro, como sím-bolo de buena suerte y sale al rue-do para demostrar su habilidad.

Alegre como si se olvidara de todas las preocupaciones Arturo comen-ta que este es su vicio, su trabajo, su arte, pues simplemente aquí se demuestra lo que se hace cotidia-namente en el páramo. “Para po-der vacunar a los toros, para mar-

carlos y darles atención veterinaria se realiza siempre este trabajo que para nosotros es una pasión que corre por nuestra sangre”, afirma.

Según Arturo, el rodeo se lo hace con tres personas, dos montadas y un Chaqui, que es la que está de pie en la plaza con una veta pequeña para tumbarle y amaniarle al toro, el con-curso consiste en que el toro bravo sale del corral y los dos montados a caballo le pegan con la veta dándole

vueltas y en ese momento deben en-lazarle al toro, existen tres formas: a los cachos, por la mitad de los cachos y por la mitad del pescuezo y la úl-tima directamente al pescuezo, cada una tiene su puntuación, comenta.

Para este chagra lo importan-te es divertirse y espera que las autoridades sigan apoyan-do para la organización de esta actividad cultural, concluyó.

El rodeo del chagra

Las chagras bonitas

No solo el chagra de mejor ha-bilidad con su caballo es re-conocido en esta fiesta sino también la belleza innata de la denominada ´chagra bonita’.Mientras hace marchar a su caba-llo, Anita Fiallos, Chagra Bonita de Salcedo veste con sus atuendos completos como: poncho, sombre-ro, bufanda, zamarro, espuelas, navaja, puro de caña tapado con tusa y la copa de cacho. “el caba-llo es un fiel compañero de aventu-ras”, afirmó como toda una chagra..

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UNIVERSIDAD TECNICA DE AMBATO FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE COMUNICACION SOCIAL

Freddy Chicaiza

Generos PeriodisticosEl Reportaje

Wagner ortegaDocente