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Sociabilidad, distinción y alta sociedad en Buenos Aires: Los clubes sociales de la elite porteña (1880-1930) Author(s): Leandro Losada Reviewed work(s): Source: Desarrollo Económico, Vol. 45, No. 180 (Jan. - Mar., 2006), pp. 547-572 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3655880 . Accessed: 03/03/2012 16:35 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org

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Sociabilidad, distinción y alta sociedad en Buenos Aires: Los clubes sociales de la elite porteña(1880-1930)Author(s): Leandro LosadaReviewed work(s):Source: Desarrollo Económico, Vol. 45, No. 180 (Jan. - Mar., 2006), pp. 547-572Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3655880 .Accessed: 03/03/2012 16:35

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Desarrollo Economico, vol. 45, N? 180 (enero-marzo 2006)

SOCIABILIDAD, DISTINCION Y ALTA SOCIEDAD EN BUENOS AIRES:

LOS CLUBES SOCIALES DE LA ELITE PORTENA (1880-1930)*

LEANDRO LOSADA**

En 1882 aparece en Buenos Aires una de las instituciones mAs representativas de la high life portena del novecientos, el Jockey Club. Tres afios despu6s, en 1885, se crea otro club distintivo de la Buenos Aires del fin de siglo: el Circulo de Armas. Surgido inicialmente como un club dedicado a la practica de la esgrima, esta institu- ci6n fue un simbolo de la exclusividad social: a diferencia del Jockey, restringi6 por estatuto el nimero m6ximo de socios (no podian superar los 400). No obstante, en la decada de 1880 el principal club de la ciudad era aOn el Club del Progreso, el cual, a diferencia de los dos mencionados, no era un emergente del fin de siglo, sino un exponente de la Buenos Aires de los tiempos de "La gran aldea", en palabras de Lucio L6pez: habia sido creado en 1852 poco despu6s de la batalla de Caseros.

En este artfculo analizaremos a estos clubes sociales a partir de tres preguntas centrales: ,qu6 modelos de sociabilidad representan dichas entidades, esto es, qu6 criterios los definen, qu6 conductas y perfiles sociales alientan, y desde alli, qu6 sugieren con respecto a las modalidades por medio de las cuales la elite social de la ciudad expres6 su condici6n de tal ante el conjunto de la sociedad de Buenos Aires?; ,qu6 nos dicen acerca de la composici6n de la clase alta portena, hasta qu6 punto reflejan un sector social homog6neo, o, en cambio, atravesado por heterogeneidades plasmadas en sus espacios de sociabilidad? Finalmente, ,qu6 continuidades y/o rupturas en la alta sociedad portena nos permiten entrever entre mediados del siglo XIX y el cambio de siglo, teniendo en cuenta sus distintos momentos de surgimiento?

El Club del Progreso, el Jockey Club o el Cfrculo de Armas proveen oportunas vias de acceso a las cuestiones condensadas en esos interrogantes por dos razo- nes. La primera, porque son espacios privados de sociabilidad a trav6s de los que los miembros de un determinado circulo social se reconocen y participan de usos y costumbres comunes. La segunda, porque constituyen tambi6n plataformas de exte-

* Se agradecen los comentarios de un evaluador an6nimo de esta revista. ** Instituto de Estudios Hist6rico Sociales, UNCPBA-CONICET. [ i Pinto 399 / 7000 Tandil / Provincia de

Buenos Aires / Telefax: (54 11) 44-5683 / E-mail: <[email protected]>].

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riorizaci6n social pues las prActicas y conductas que buscan arraigar en sus socios aspiran a subrayar su posici6n encumbrada frente al conjunto de la sociedad1. En este sentido, vale subrayar que el objeto de este trabajo son las modalidades de sociabilidad que se desprenden de los perfiles institucionales disenados por las cOpulas directivas y por los personajes influyentes de los clubes distinguidos de la ciudad en este periodo, antes que el punto en que estas modalidades de sociabili- dad se convirtieron en efectivas prActicas sociales. Este recorte se deriva del hecho de que es necesario conocer primero los modelos perseguidos para preguntarse luego por su grado de traducci6n en la practica, un interrogante que, por lo demas, requeriria un trabajo especifico que excede los limites de este articulo y que demues- tra en si mismo el vacio historiogrAfico circundante alrededor de la historia social de la clase alta portena del novecientos. Con todo, el analisis de los modelos de socia- bilidad de los clubes citados ofrece valiosos elementos para apreciar los cambios buscados en el estilo de vida y en las identificaciones sociales de la alta sociedad portena entre mediados y fines del siglo XIX.

Luego de presentar una vision sint6tica de la evoluci6n institucional de las tres entidades, el articulo se detendrA en la reconstrucci6n de los modelos de sociabili- dad que las caracterizaron, para luego examinar sus formas de reclutamiento. Anti- cipando los resultados de nuestra exploraci6n sefalemos que el Club del Progreso y el Jockey Club (y junto a ellos, el Circulo de Armas) configuraron modelos de socia- bilidad diferentes, que reflejaron en buena medida la recomposici6n operada en la clase alta portena durante el periodo. En forma breve, el contraste al que hacemos referencia entre el Progreso y el Jockey puede ser visto en t6rminos de un proceso en curso, el proceso de la privatizaci6n de la alta sociabilidad, el cual se desenvolvi6 en forma paralela a la rearticulaci6n entre sociedad civil y estado Ilevada a cabo entre mediados y fines del siglo XIX. En los extremos de esa trayectoria tenemos, de un la- do, al Club del Progreso, con su 6nfasis en el "espiritu civico" de sus miembros y, del otro, al Jockey Club, con su preferencia por "el espiritu aristocrAtico" de sus asociados.

Desde ya, esta transici6n se aprecia al ver las cosas en perspectiva, pues el proceso a trav6s del cual se fue manifestando no ocurri6 de manera lineal. Por un lado, porque es poco plausible suponer que las directrices que planearon las cupu- las rectoras de estas entidades se hayan traducido de forma plena o pura en las conductas de sus socios. Aun cuando esta Oltima es una dimension que amerita un abordaje especifico -como mencionamos lineas arriba-, al analizar los perfiles institucionales disenados por sus nOcleos directivos se observan en ellos sucesivos reacomodamientos y la bOsqueda de abarcar un amplio abanico de actividades, muy probablemente como consecuencia del prop6sito de atraer de la manera mas exitosa posible a sus potenciales universos de reclutamiento. Al mismo tiempo, los clubes tambien debieron cambiar sus proyectos institucionales a medida que el con- texto social en el que se insertaban fue mutando. En consecuencia, como veremos en este trabajo, el Progreso anticip6 lo que el Jockey condens6 en el fin de siglo, y el Jockey no fue desde un principio -ni Onicamente a lo largo de su historia- un ambito

1 M. AGULHON: "La sociabilidad como categoria hist6rica", en AAVV: Formas de sociabilidad en Chile 1840-1940, Santiago de Chile, Fundaci6n Mario G6ngora, 1992. Cfr. tambien J. CANAL I MORELL: "El concepto de sociabilidad en la historiografia contemporanea (Francia, Italia y Espafra)", en Siglo XIX, nueva epoca, N? 13, enero-junio 1993.

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exclusivamente pensado o una instituciOn solamente caracterizada por ser un centro de refinamiento cultural. El contraste al que hemos hecho referencia, por lo tanto, es el saldo de una visi6n de conjunto del anAlisis de la alta sociabilidad entre mediados del XIX y el cambio de siglo al XX, pero no un retrato de las caracteristicas que definieron al proceso a trav6s del cual fue cobrando forma; las permanencias que matizan las contraposiciones tambi6n fueron significativas.

En este sentido, la privatizaci6n de la alta sociabilidad no se resolvi6 en el retraimiento dentro de un circulo cerrado a la alta sociedad. En verdad, el compromi- so con los problemas publicos se mantuvo si bien lo hizo con modalidades diferen- tes. La permanencia de ese compromiso respondi6 a dos factores: la naturaleza de la sociedad -republicana y m6vil- que servia de marco a las prActicas de la elite portena y la autodefinici6n que ella dio de si misma. En estas condiciones, la cons- truccion de la legitimidad de la posici6n social termin6 teniendo un peso tan gravitante como lo tuvo la construcci6n de la diferenciaci6n social.

Este fen6meno se hizo visible en la segunda dimension que abordamos en este trabajo: las modalidades de reclutamiento de socios. Aqui se constata la coexisten- cia de modalidades mAs abiertas y modalidades mAs cerradas y, sobre todo, los delicados equilibrios entre pertenencias institucionales y pertenencias sociales en el interior de estas entidades, que reflejan los intentos por diferenciar a los grupos establecidos o tradicionales con relaci6n a los mAs nuevos, pero, a su vez, el hecho de no clausurar completamente a estos ultimos el acceso a dichos clubes. En efecto, son pautas relativamente moderadas de diferenciaci6n (sobre todo a la luz de sus similares en Europa -los modelos de referencia de los portenos-) considerando la importante movilidad social que define a la ciudad en estos afos.

Quisibramos destacar, por fin, que la aproximaci6n comparativa que aqui se propone entre los clubes mencionados no ha sido todavia recorrida por la historiografia. Contamos, es verdad, con trabajos significativos pero delimitados a una instituci6n o a un determinado momento hist6rico, o a publicaciones auspiciadas por las propias instituciones, que ofrecen informaci6n valiosa pero descuidan una dimension mas propiamente analitica2. De alli que al presentar los resultados de esta primera inves- tigaci6n esperamos suscitar un diAlogo que sirva para enriquecer nuestros aportes.

La evoluci6n de las instituciones

La evoluci6n de estos centros sociales a lo largo del periodo, asi como los testimonios de distintas fuentes contempor;neas, dan cuenta de una trayectoria por demAs sugestiva: la paulatina sustituci6n del Club del Progreso por el Jockey Club como el principal club referente de la alta vida social portena.

2 Con relaci6n al Jockey Club, T. M. EDSALL: Elites, Oligarchs and Aristocrats: The Jockey Club of Buenos Aires and the Argentine Upper Classes, 1920-1940, Ph. Diss., Tulane University, 1999; F. KORN: "La gente distin- guida", en J. L. ROMERO y L. A. ROMERO: Buenos Aires. Historia de cuatro siglos, T. II, Buenos Aires, Abril, 1983. Para el Progreso, P. GONZALEZ BERNALDO DE QUIROS: Civilidadypolitica en los origenes de la Nacidn Argentina. Las sociabilidades en BuenosAires, 1829-1862, Buenos Aires, FCE, 2001; H. ItIGO CARRERA: "El Club del Progre- so: de Caseros a la <belle epoque,", en Todo es Historia, NP 57, enero 1972. Respecto de las publicaciones auspiciadas por las propias instituciones, principalmente L. GALVEZ: Club del Progreso. La sociedad, los hom- bres, las ideas. 1852-2000, Buenos Aires, 1999; J. NEWTON y L. SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey Club, Buenos Aires, Ediciones La Naci6n, 1966; Circulo de Armas, En el centenario de su fundacidn, Buenos Aires, 1985.

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En los ochenta, ese lugar era todavfa patrimonio del Progreso. Sus bailes de Carnaval y los que organizaba anualmente en los meses de julio y setiembre recibian de parte de la prensa una amplia y entusiasta cobertura, que veia en ellos la expre- sion "por su esplendor y brillo de los progresos realizados por la gran capital Sud- americana"3. Asimismo, la literatura mAs emblemAtica de esos aros -La gran aldea de L6pez, las novelas de Eugenio Cambaceres (excepto MOsica sentimental, cuya acci6n se desarrolla en Europa), La Bolsa de Jos6 Maria Mir6 (Julian Martel)- lo tienen como escenario predilecto. Su significaci6n social fue bien capturada por Cambaceres, cuando sostuvo que la pertenencia al Progreso era por entonces "un diploma de valer social, de distinci6n", asi como, por ello mismo, el rechazo o la exclusion eran motivos suficientes para "ser tildado, ya que no de mulato o de ladr6n, de guarango, por lo menos, de individuo de medio pelo, de tipo, de gentuza"4. Los visitantes extranjeros Ilegados en la 6poca a la ciudad transmiten la misma impre- sion: entre los centros sociales de la ciudad "el principal de todos es el Club del Progreso". A bl pertenecfa "lo mAs granado de Buenos Aires"; el Jockey, en cambio, ocupaba por entonces un segundo plano, junto a otros clubes como el de Gimnasia y Esgrima o el Club del Plata5.

La distinta ubicaci6n del Club del Progreso respecto de los otros se hace visible al comparar la evoluci6n de sus respectivas masas societarias. Al respecto, exclui- mos de estas consideraciones al Cfrculo de Armas pues, como se dijo, dispuso un numero fijo mAximo de socios -400-. Durante la primera mitad de los ochenta, la membresia del Progreso oscil6 entre los 500 y los 1.000 miembros, con un pico de 1.200 en 18896. El Jockey, en cambio, fundado en 1882, contaba al afto de su crea- ci6n con 143 socios. Avanzando la d6cada 6stos aumentaron de forma progresiva, aunque s6lo levemente superaron el umbral de los 500 hacia los arfos finales de ese decenio: en 1888 tenfa 554 socios activos, es decir, poco menos de la mitad de la cantidad del Progreso por entonces7. Una imagen ilustrativa de la distinta situaci6n entre ambas entidades entre los aflos ochenta y noventa es que mientras el Progreso gozaba de su c6lebre sede social en Victoria-hoy Hip6lito Yrigoyen- y Perui (el Pala- cio Munoa), el Jockey se estableci6 de manera itinerante en distintos emplazamien- tos hasta que en 1897, unos quince arios despu6s de su creaci6n, consigui6 inaugu- rar su propia sede en la calle Florida8.

En el fin de siglo, la recuperaci6n econ6mica que sigui6 a la crisis de 1890 permiti6 que ambas instituciones alcanzaran un gran esplendor. Para 1896, el Club del Progreso logr6 superar con 1.400 socios la membresfa que habfa alcanzado a fines de los ochenta. De igual manera, en 1900 inaugur6 su nueva sede social, en Avenida de Mayo al 600, postergada hasta entonces como fue tambi6n el caso de la

3 El Diario (de aqui en mas ED), 15/2/88. Cfr. tambien Id., 6/7/1882, 26/9/1888. 4 E. CAMBACERES: En la sangre (1887), en Id., Obras Completas, Santa Fe, Castellvi, 1968, p. 430. 5 A. KONIG: A travds de la Repdblica Argentina. Diario de viaje, Santiago de Chile, Imprenta Cervantes,

1890, pp. 350-353. 6 CLUB DEL PROGRESO: Datos hist6ricos sobre su origen y desenvolvimiento, Buenos Aires, 1902, p. 113. 7 "El Jockey Club. Su gloriosa decada. Su importancia actual", en El campo y el sport, 6/9/1892; NEWTON

y SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey, pp. 65 y ss. 8 Sobre las sucesivas sedes del Jockey, R. MOLLER: El Jockey Club de la calle Florida, Buenos Aires,

Jockey Club, 1997, p. 6.

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sede del Jockey Club. La cuota de ingreso a ambos clubes tenfa el mismo monto hacia el novecientos: $ 1.0009. Al momento de la inauguraci6n del palacio de Florida, en 1897, el Jockey contaba con 750 socios, es decir, poco mAs de la mitad de los del Progreso por el mismo ano (alrededor de 1.400) y una cantidad prActicamente esta- ble si se recuerda la de comienzos de los noventa, mencionada lineas arriba (723)10. Sin embargo, junto a un paulatino crecimiento de su masa societaria, se recorta un punto que lo distingue cabalmente del Progreso: su holgada situaci6n financiera, gracias a la administraci6n de las carreras hipicas. Esta disponibilidad de recursos cre6 las condiciones para uno de sus rasgos mAs singulares: el importante impulso y sost6n que dio a las actividades y entidades ben6ficas, e incluso a la politica social del estado11.

En las primeras d6cadas del siglo XX los caminos de uno y otro comenzaron a bifurcarse.

La prensa refleja nitidamente el decreciente peso relativo del Progreso y la consolidaci6n del Jockey en el alto mundo social. Por un lado, la cobertura de la renovaci6n de las mesas directivas (en abril o mayo) del Jockey Club es una noticia infaltable en las publicaciones de la ciudad, diferente a la mAs esporAdica que reci- ben en todo caso las del Club del Progreso, al punto que se las definia (a la elecci6n de directivos del Jockey) como "el acontecimiento mAs comentado de la semana en nuestros principales circulos sociales"12.

Por otra parte, basta repasar las secciones de "Sociales" de diarios como La Nacidn durante este periodo, para percibir que en apartados especificos como "Ban- quetes", "Comidas" o "Despedidas", el Jockey (y el Circulo de Armas) es un escena- rio recurrente, mientras que es mucho menos frecuente la presencia del Progreso. De manera coincidente, en las guias sociales publicadas durante la belle 6poque porte- na entre 1900 y el estallido de la Guerra Mundial, se incluyen en distintos nOmeros una secci6n especifica que reproduce la lista de socios del Jockey Club (y tambi6n -otra vez- aunque mAs eventualmente, del Circulo de Armas) pero no la del Club del Progreso13. Igualmente, algunas obras de ficci6n centradas en la alta sociedad del novecientos -como ciertas obras de teatro de Gregorio de Laferrere- encuentran uno de sus escenarios distintivos en el Jockey Club y ya no en el Progreso (como si lo hacian las piezas literarias de Cambaceres, L6pez o Mir6)14. Asi, pues, hacia el Centenario, y a diferencia de los anos ochenta, la referencia de la alta sociabilidad es indiscutiblemente el Jockey Club. Los visitantes extranjeros de entonces coincidian:

9 "Vida social", ED, 25/9/1896; "Club del Progreso", La Naci6n (de aqui en mas LN) 30/9/1897; Caras y Caretas(de aqui en mas CC), arto IIl, Ng 113 y 115, 1/12 y 15/12/1900; KORN: "La gente distinguida", p. 54. La exigencia econ6mica del monto de la cuota de ingreso era significativa: piensese que el salario nominal de un obrero hacia 1900 alcanzaba los $ 53,84 m/n mensuales. Referencia tomada de R. CORTES CONDE: El progreso argentino. 1880-1914, Buenos Aires, Sudamericana, 1979, p. 230.

10 "N6mina de socios del Jockey Club", en Libro de Oro, Imprenta La Naci6n, Buenos Aires, 1898. 11 Cfr. JOCKEY CLUB: Breve resera desde su fundaci6n en 1882 hasta el 31 de agosto de 1917, Buenos

Aires, 1917; E. CONI: Higiene social. Asistencia y previsi6n social. Buenos Aires caritativo y previsor, Buenos Aires, E. Spinelli Ed., 1918, pp. 414-421.

12 "La elecci6n de la nueva junta directiva", CC, ano V, n? 183, 5/4/1902. 13 Cfr. Libro de Oro, 1898, 1904, 1905, 1908, 1911. 14 Cfr. G. DE LAFERRERE: Bajo la garra (1906), en Id., Teatro completo, Santa Fe, Castellvi, 1952.

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alii concurria "no sl6o la riqueza de la Argentina, sino tambi6n la mejor sociedad de la naci6n", alcanzando un "gran grado inusual de perfecci6n"15.

En la d6cada del veinte, las breves referencias que aparecen con relacion a los aniversarios nOmero 70 y 75 del Club del Progreso contrastan con las que el Jockey recibe en ocasi6n de sus cuarenta anos, y mAs aun, de su cincuentenario en 1932, como tambi6n con la que se dedicarA para ese aniversario al Circulo de Armas en 193516.

Estas distintas coberturas reflejan en buena medida las evoluciones institucionales del Jockey y del Progreso. En efecto, el equilibrio de las membresias entre uno y otro, favorable al Progreso hasta fines de los anos 1890, se altero entre mediados de la primera decada del siglo XX y los albores de los anos veinte. Si en 1904 el Club del Progreso tenia alrededor de 1.500 socios y el Jockey poco mas de 1.000, hacia fines de los anos diez este Oltimo habia alcanzado los 2.700, mientras que el Progreso, de acuerdo con su presidente, TomAs Arias, rondaba en su 70? aniversario (1922) la misma cantidad de socios que a comienzos de siglo: 1.50017.

Hacia el final de los anos veinte y ya en los treinta la situaci6n de uno y otro no podia ser mAs disimil. Con motivo de su cincuentenario en 1932, el Jockey hacia conocer que desde la entrada en vigencia en los anos diez de las leyes que habian regulado la distribuci6n de los beneficios por las competencias hipicas, habia apor- tado $ 28.904.330 al gobierno nacional y 32.019.072 a la Municipalidad de Buenos Aires, asi como $ 36.484.657 para la construcci6n de escuelas en la ciudad18. Esta s6lida situaci6n financiera contrastaba con la del Club del Progreso: en 1939, su comisi6n directiva apel6 a la ayuda oficial para evitar el ocaso institucional, ofrecien- do al gobierno la sede de Avenida de Mayo y la conversi6n publica de su Biblioteca a cambio de algun tipo de sost6n financiero, ante la critica situaci6n en que lo habia dejado la compra de campos en Ranelagh para levantar un predio deportivo en 1925, luego acentuada como consecuencia de la crisis del treinta. La propuesta sin embargo fracas6: no pudo impedir el remate de sus propiedades y se vio forzado a trasladarse a la sede de Sarmiento al 130019.

MAs allo, entonces, de la influencia que tuvo la distinta disponibilidad de fondos en estos diferentes destinos, cabe preguntarse qu6 otras razones contribuyeron a que, como lo reflej6 la prensa, la literatura, los visitantes extranjeros, y la propia

15 W. H. KOEBEL: Argentina. Past and Present, London, 1910, p. 160. Tambien cfr. F. CARPENTER: South America, Social, Industrial and Political, Ohio, The Sadfield Publishing Company, 1903, p. 316; V. BLASCO IBANEZ: Argentina y sus grandezas, Madrid, 1910, pp. 516-517; G. CLEMENCEAU: Notas de viaje por America del Sur. Argentina, Uruguay, Brasil, Buenos Aires, Cobaut y Cia. Eds., 1911, pp. 110-113; A. POSADA: La Republica Argen- tina. Impresiones y comentarios, Madrid, 1912, pp. 114-115.

16 Cfr. la cobertura de La Naci6n de los dos aniversarios mencionados del Progreso, y la que reciben los cuarenta anos del Jockey en El Hogar, o los cincuenta anos en la misma La Nacidn. Esta ultima es especialmente significativa: un suplemento especial el 14 de abril de 1932, y extensas referencias el 10 y el 16 de ese mes. LN, 1/5/1922 y 1/5/1927; 10, 14 y 16/4/1932; El Hogar, Ng 665, arno XIX, 17/2/1922. Sobre el cincuentenario del Circulo de Armas, cfr. LN, 1/7/1935.

17 R. HOGG: Guia biografica, Buenos Aires, 1904; JOCKEY CLUB: Ndmina de socios 1918; sobre el Club del Progreso en 1922, LN, 2/5/1922.

18 LN, 14/4/1932. Sobre las leyes que regularon los ingresos de las competencias hipicas, cfr. E. ZIMMERMANN: Los liberales reformistas. La cuesti6n social en la Argentina, 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana/Universi- dad de San Andres, 1995, pp. 103-105.

19 Cfr. GALVEZ: Club del Progreso, p. 33.

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evoluci6n de sus respectivas masas societarias, el Jockey reemplazara al Progreso como la referencia obligada del prestigio social hacia el cambio de siglo. Este es el interrogante que examinaremos a continuaci6n.

Modalidades de sociabilidad: de la civilidad a la distinci6n

El Club del Progreso es un emergente del fervor asociativo pos-Caseros. En este sentido, conjuga dos aspectos caracteristicos senalados para ese periodo. Por un lado, como parte del impulso asociacionista que tiene lugar por entonces en la ciudad, constituye un signo del progresivo proceso de conformacion de una socie- dad civil mas densa y mAs autonoma en la Buenos Aires de entonces. Por otro, expresa tambi6n el significativo peso de lo pOblico sobre la dimensi6n privada, pre- cisamente como consecuencia del carActer aOn preliminar del primer proceso20.

La gravitaci6n de la dimension pOblica es visible en los prop6sitos fundacionales del Progreso:

"...desenvolver el espiritu de asociaci6n con la reunion diaria de los caballeros mas respetables, tanto nacionales como extranjeros... uniformando en lo posible las opiniones politicas por medio de la discusi6n deliberada y mancomunar los esfuerzos de todos hacia el progreso moral y material del pais"21.

La fundaci6n del Club del Progreso condens6 una forma de sociabilidad que, a pesar de reconocer una importancia creciente al ocio y la recreaci6n, estaba atrave- sada por un eje y una prioridad principal: la "civilidad", en el sentido de una pedago- gia civica. Esa prioridad era tributaria del contexto pos-rosista: la vida social era un Ambito propicio para dejar atrAs antagonismos y delinear consensos, pero a su vez para dar forma a una elite apta para conducir el diseno politico e institucional de la RepOblica22.

El Jockey, emergente de la pax roquista, se propone en cambio (como lo escri- biera Can6 al momento de la inauguraci6n de su sede social en 1897) como ambito de nucleamiento de una "aristocracia"23. Se devela asi que el surgimiento y la afirma- ci6n del Jockey enmarcan un trdnsito de la "civilidad" a la "distinci6n" como proposito y criterio central subyacente a la alta sociabilidad. Empleando el termino en un senti- do cercano al que definiera Pierre Bourdieu, entendemos la noci6n de distinci6n como un conjunto de practicas, consumos y conductas, sociales y culturales, que expre- san en una dimensi6n simbOlica los atributos de una determinada posicion social24.

20 Al respecto, cfr. GONZALEZ BERNALDO: Civilidad y politica; H. SABATO: La politica en las calles. Entre el votoyla movilizacidn. Buenos Aires, 1862-1880, Buenos Aires, Sudamericana, 1998; R. DI ST?FANO, H. SABATO, L. A. ROMERO y J. L. MORENO: De las cofradias a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la iniciativa asociativa en la Argentina, Buenos Aires, Gadis, 2002; R. CICERCHIA: Historia de la vida privada en la Argentina. Desde la Constitucidn de 1853 hasta la crisis de 1930 (T. II), Buenos Aires, Troquel, 2001, pp. 31-33; J. MYERS: "Una revoluci6n en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de la elite portena, 1800-1860", en F. DEVOTO y M. MADERO: Historia de la vida privada en la Argentina, T. I, Buenos Aires, Taurus, 1999.

21 "Acta fundacional", en CLUB DEL PROGRESO: Datos hist6ricos. La apelaci6n a los extranjeros es poco sorprendente por entonces teniendo en cuenta -como lo precisa Gonzalez Bernaldo en su citado trabajo- su rol pionero en el asociacionismo pos-Caseros.

22 GONZALEZ BERNALDO: Civilidad y politica, pp. 261-264. 23 Cfr. La Prensa (de aqui en mas LP). 5/11/897. 24 P. BOURDIEU: La distinci6n. Criterioy bases sociales delgusto, Madrid, Taurus, 1988. Gonzalez Bernaldo

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Esa transiciOn puede apreciarse en la decoraci6n y ornamentacion de sus res- pectivas sedes sociales, las cuales fueron concebidas como instrumentos activos de una pedagogia volcada hacia el interior del circulo social que pretendian nuclear, constituyendo asi ejes reveladores del perfil de elite auspiciado por ambas institucio- nes. El 6nfasis republicano y la "puesta en escena simbblica de la naci6n" que el Club del Progreso realiza a trav6s de eventos sociales de fuerte sentido civico-politi- co (como sus bailes anuales celebrados los 9 de julio) y de una decoraci6n de la sede poblada por bustos y retratos de figuras como Rivadavia, San Martin o Belgrano, entre otros, no estA presente con igual 6nfasis en el Jockey25. El propbsito central de la sede del Jockey en la calle Florida estA mAs cerca de una pedagogia est6tica y cultural. Asi lo refleja por ejemplo la extensa correspondencia entablada entre Carlos Pellegrini y Miguel Cane con motivo de la construccion y ornamentaci6n del palacio. En conocidas palabras del primero, "la casa impone", ya que "hasta el mas guarango quedaba vencido y dominado". De igual manera, como lo afirmara Cane, decoracion y objetos como los que el Jockey conjugaba,

"...educan como las ideas y alli donde el arte y la preocupaci6n por la belleza reinan y se imponen, es fAcil alcanzar ese pensamiento espiritual, esa cortesia de maneras y lenguajes que constituyen la esencia de la alta cultura"26.

Estos criterios tambi6n fueron resaltados por la prensa al cubrir el baile inaugu- ral del 30 de setiembre de 1897: de acuerdo con La Naci6n, "todo revela gusto, distinci6n y elegancia [...] [reinaba] lo que no es desentono, sino armonia, lo que las formas y las costumbres han consagrado como expresi6n de nuestra cultura mo- ral"27.

La aristocratizaci6n y europeizaci6n de gustos y prActicas propia -aunque no original en sentido estricto- de la high life portefa de la b6lle 6poque, que el Jockey alienta, fueron los mecanismos por medio de los cuales se despleg6 un proceso civilizatorio en la alta sociedad, tomando este concepto en el sentido planteado por N. Elias28, esto es, como un cambio de sensibilidad dictado por una lectura preemi- nente en la segunda mitad del siglo XIX, segOn la cual lo europeo era el eje, al mismo tiempo, de la superaci6n del pasado "bdrbaro" o "criollo" y de la separaci6n cultural dentro de la sociedad en la que la high society que el Jockey debia nuclear se inscribia. En otras palabras, se trataba de hacer del ocio, en el sentido de consumo ostensible de tiempo y de dinero29, convertido en caracteristica distintiva, el soporte de prActicas simb6licas de diferenciaci6n social.

utiliza el tbrmino "distinci6n" no en el sentido bourdiano, sino para expresar c6mo la sociabilidad, signada por la civilidad, favorece o refuerza mas bien la "diferencia" social, la posici6n de prioridad de la elite.

25 GONZALEZ BERNALDO: Civilidad y politica, pp. 202-205; 263-264. 26 Pellegrini a Cane, Buenos Aires, 2/10/1897, en Archivo General de la Naci6n (AGN), Sala VII, Fondo

Cane, Leg. 2201. Esta carta se reproduce tambien en KORN, "La gente distinguida", p. 49, y NEWTON y SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey, pp. 110-1 1 1. La cita de Cane en MOLLER: El Jockey Club, p. 18. Sobre la figura de Pellegrini y sus relaciones con el proyecto del Jockey, cfr. E. GALLO: Pellegrini. Los nombres del poder, Buenos Aires, FCE, 1998, esp. pp. 15-22.

27 LN, 1/10/1897. 28 N. ELIAS: El proceso de civilizaci6n. Investigaciones sociogeneticas y psicogeneticas, Buenos Aires,

FCE, 1993. 29 T. VEBLEN: Teoria de la clase ociosa, Mexico, FCE, 1951.

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Llegados a este punto, en este ejercicio de contrastes, caben algunas precisio- nes. Por un lado, ese trAnsito de la civilidad a la distinci6n como ejes articuladores de la sociabilidad podria entenderse simplemente como un mero reflejo de los diferen- tes escenarios econ6micos que diferencian a la "gran aldea" de la "Paris del Plata". Esto es, la afirmaci6n institucional del Jockey Club se produce en un contexto de gran prosperidad y riqueza que era inexistente en la Buenos Aires anterior al ochenta de la que el Progreso era un exponente emblematico. Indudablemente esto es inne- gable, aunque sin embargo, como destacaremos mAs adelante, otros aspectos de indole social y politica incidieron asimismo en los cambios que atraviesan a la alta sociabilidad entre mediados y fines del siglo XIX.

Por otro lado, ni el Progreso ni el Jockey Club fueron exclusivamente un club social estructurado alrededor de la civilidad ni una entidad solo concentrada en una pedagogia estetica y cultural, respectivamente. El Jockey naci6 en principio como un club orientado a alentar el deporte hipico, consolidandose como un club social pro- piamente dicho reci6n quince anos despu6s de su fundaci6n, en 1897 con la inaugu- raci6n del palacio de la calle Florida. Hasta entonces, como vimos en la primera secci6n de este trabajo, habia tenido una serie itinerante de sedes. Esta mutaci6n, favorecida por -como reci6n senalamos- la floreciente situaci6n economica del fin de siglo (acentuada en el Jockey por los recursos obtenidos a traves de las carreras hipicas, de una creciente popularidad durante este periodo), aparece como el emer- gente de las necesidades que le impuso a la alta sociedad un contexto social mAs poroso, que hizo mAs apremiante la construcci6n simb6lica de diferenciaciones so- ciales, y del refinamiento de hAbitos y conductas la via para conseguirlo. En este sentido, la pedagogia est6tica y cultural pensada por un Cane o un Pellegrini no fue el Onico rasgo del Jockey como club de la alta sociedad, sino una arista singular de un abanico mAs amplio de aficiones, prActicas y consumos que el club auspici6. En efecto, la "alta cultura" que el Jockey se propuso delinear se plasm6 en distintos servicios ofrecidos a los socios: la exquisitez culinaria de su restaurante, dirigido por los principales chefs de Buenos Aires (Semp6, del Caf6 de Paris; Charpentier, de la Rotisserie Frangaise), la galeria artistica, la biblioteca y, m6s adelante, sus ciclos de conferencias, la sala de armas, a cargo del esgrimista de reputaci6n internacional E. Pini30. Por debajo de su diversidad, el denominador comun de todos estos servicios era el de propender a una clase distinguida por su capital cultural, por sus pasatiem- pos y por sus prActicas sociales31.

En cuanto al Progreso, tambi6n es claro que fue mucho mAs que un club "civi- co". Antes bien, anticip6 en los anos sesenta y setenta las modalidades de sociabi- lidad que el Jockey Club condens6 en los ochenta. Como lo ha marcado Pilar Gonzalez Bernaldo, prActicamente desde su misma fundaci6n el Progreso estuvo atravesado por la tension entre ser un "club a la francesa" (mAs decididamente orientado a un perfil civico-politico) o un "club a la inglesa" (esto es, una entidad mas bien volcada

30 Cfr. JOCKEY CLUB: Breve reserla sobre la influencia cultural de la instituci6n en la sociabilidad argentina, Buenos Aires, 1949, pp. 17-30; Id., Breve resena desde su fundaci6n, pp. 9-10; MULLER: El Jockey Club, pp. 20- 21,28-29.

31 Vale como ejemplo sernalar que se ha subrayado la importancia de la esgrima para diferenciar los duelos de caballeros de los lances populares. Cfr. S. GAYOL: "Duelos, honores, leyes y derechos: Argentina 1887- 1923", en Anuario IEHS, Ng 14, 1999.

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al ocio)32. La segunda opci6n gan6 preeminencia hacia mediados de los anos cin- cuenta con la inauguracion del Palacio Mufoa (la sede del Progreso hasta fines de siglo) y se prolong6 despu6s en los anos sesenta, cuando sus bailes anuales y de carnaval se convirtieron en eventos impostergables de la alta vida social, se diversifico su oferta de servicios (biblioteca, salas de juego -esencialmente de billar, naipes, ajedrez-) y se introdujeron innovaciones como la iluminacion a gas, o el acceso a cierto consumo suntuario (como vinos y cigarros importados)33. En este sentido, el Progreso es un eslabOn mAs, a su vez, de un movimiento mas amplio -cuyas prime- ras manifestaciones podrian remontarse a la 6poca rivadaviana34-: la atraccion de la elite local por adaptar las costumbres europeas, a causa de su asociacion con las formas civilizadas, un fen6meno que se va advirtiendo paulatinamente a lo largo del siglo XIX, pero que se profundizo y se acelero con la mayor integraci6n del pais a la economia internacional y los anos pr6speros de la belle epoque de preguerra, en los que a su vez se volvi6 mAs urgente que en momentos anteriores la necesidad de ratificar las distinciones sociales.

El Progreso aOn retenia su lugar de preeminencia como 2mbito caracteristico de la alta sociedad en los anos ochenta, segOn lo dejaban ver testimonios de fuentes contemporaneas como la prensa, la literatura o los visitantes extranjeros (como vimos en el apartado anterior). No obstante, en los ultimos anos del siglo XIX gana cuerpo una caracterizaci6n del Club del Progreso que subraya su desajuste con las expec- tativas de la alta sociedad, a tal punto que, en respuesta a ello, sus autoridades encararon una importante remodelaci6n institucional en el final del siglo XIX que apunt6 a matizar su perfil original para acercarlo mAs claramente al modelo que desde los anos ochenta representaban el Jockey y el Circulo de Armas. Estos inten- tos no fueron del todo exitosos porque las referencias al Club del Progreso en los anos ochenta y noventa lo retratan como una instituci6n cuyo momento de esplendor ya ha pasado, y que incluso sirve de abrigo, en el universo de los clubes sociales, a las manifestaciones execrables del "rastacuerismo"35.

Ambas aristas son las que reflejan los conocidos pasajes de Lucio Lopez en La gran aldea, de 1884, en si representativos del tono general que cruza a la novela, en el que se conjugan la anoranza por la ciudad de los sesenta y setenta, y el afan por dejar atrAs los rasgos aun aldeanos que todavia la definian en la nueva coyuntura abierta en el ochenta36. Efectivamente, como alli escribe LOpez, los bailes anuales de julio podian ser aOn la "gran attraction de la season portena", pero esa afirmacion se completaba con otras que la resignificaban en sus alcances: lo destacable era reconocer que "alii han hecho sus primeras armas los que hoy son abuelos", ya que ese "centro del buen tono" era "esencialmente criollo", sin "la distincion aristocratica

32 GONZALEZ BERNALDO: Civilidad y politica, pp. 263-264. 33 GALVEZ: Club del Progreso, pp. 15-18. 34 Cfr. L. A. ROMERO: "Una convivencia acriollada", en J. L. ROMERO y L. A. ROMERO: Buenos Aires. Historia

de cuatro siglos, T. I, Buenos Aires, Abril, 1983. 35 Con ocasi6n del baile anual de 1884, se alertaba que "el Club del Progreso avanza mas y mas en el

camino de un mal gusto ornamental que amenaza ofuscar la alta reputaci6n adquirida por las cervecerias de Viena y los bailes publicos invernales de Londres [...] los directores actuales del gran centro social han perdido la tradici6n de aristocratica sencillez en la ornamentaci6n", ED, 9/7/1884.

36 Cfr. R. MULLER: "La memoria y el desencanto", estudio preliminar a L. LOPEZ: La gran aldea (1884), Buenos Aires, Jockey Club, 2003.

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de un club inglbs ni el chic de uno de los clubs de Paris"37. De igual manera, el sello tradicional del Progreso y su p6rdida de sintonfa con las nuevas expectativas fueron rasgos especialmente senalados para dar cuenta de su relegamiento en las prefe- rencias de la alta sociedad a manos del Jockey Club y del Circulo de Armas en el cambio de siglo. De acuerdo con El Diario,

"...la civilizaci6n con su cortejo de refinamiento golpe6 su puerta, ascendio la escalera caracol, estrecha y triste, Ileg6 a sus salones, frifo y desmantelados, sorprendi6 ante las mesas envejecidas por el uso a los portenos de otros tiempos [...] rutinarios [...] [y] les habl6 de las calles pavimentadas de asfalto y de madera, del Jockey Club, que levantaba su palacio gigante sobre la calle Florida, del Cir- culo de Armas, el 'home hospitalario', donde la intimidad no ha excluido el refina- miento, habl6 de luz el6ctrica, de decorados, de ascensores, de los mil detalles del confort moderno, y se retir6 luego, dejando en las cabezas agitadas por la vision de un porvenir brillante, proyectos, esperanzas e ilusiones"38.

Lo cierto es que mAs allA de las apreciaciones de la prensa, para algunos de los propios socios del Progreso, el universo social que lo frecuentaba ya no coincidia de manera predominante con la gente distinguida o con la alta sociedad: en "esta cueva de trasnochadores" es "de deplorar la mezcla que a 6ste concurre; pero cr6eme que los hay buenos, gente de m6rito aunque no de sociedad algunos y reuniendo hasta las condiciones mcs insignificantes, otros"39.

De forma concomitante, los propios directivos consideraron necesario avanzar en una reconfiguraci6n del club. Fue Roque SAenz Pefa quien procurb hacer frente a esos desafios a lo largo de sus sucesivos periodos como presidente del Progreso en la dbcada de 1890 y en los primeros anos del siglo XX impulsando una nueva renovaci6n en la entidad, que incluy6 la ya mencionada inauguraci6n de su sede en Avenida de Mayo al 600, en 1900. Tanto en las palabras que pronunci6 en esta ocasi6n, como en aquellas dichas con motivo del cincuentenario del club en 1902, SAenz Peia traz6 un delicado equilibrio entre el respeto por la tradici6n con la cual se identificaba por entonces al Progreso y la necesidad de renovarlo. Asi, si resaltaba el "decanato" que el club ejercia en la sociabilidad portefa por su arraigo temporal, consideraba necesario adaptar la instituci6n a los nuevos tiempos; debia ser "con- servador y progresista"40. Bajo su gesti6n la nueva sede del Progreso incorpor6 ser- vicios y locaciones ausentes en la anterior, y distintivas de la del Jockey inaugurada tres afos antes: si los espacios de esparcimiento de la casa Mufoa habian sido las salas de billar y las destinadas al mus, la nueva sede incluy6 una sala de armas y una sala de esgrima. A diferencia de los ochenta, y a semejanza del Jockey, ahora si lo cruzaba "el corte de los clubs europeos"41. Asimismo, tambi6n a semejanza del Joc-

37 L. LOPEZ: La gran aldea, Buenos Aires, CEAL, 1992, pp. 84-86. 38 ED, 24/11/1900. El diario La Prensa traz6 un juicio similar al momento de inaugurarse la nueva sede, en

Avenida de Mayo: el traslado fue "a costa de grandes sacrificios, en relaci6n con los gastos que requeria la antigua, ya inadecuada para el desarrollo que han alcanzado las relaciones sociales". LP, 2/11/1900, reproduci- do en CLUB DEL PROGRESO: Datos hist6ricos, p. 99.

39 Ernesto Senillosa a Juan Antonio y Julio Senillosa, Buenos Aires, 14-2-s/afio, AGN, S. VII, Fondo Felipe Senillosa, Leg. 172 2-6-7.

40 LN, 2/5/1902. El discurso por la inauguraci6n de la nueva sede en Id., 9/12/1900. 41 Ibid.; ED, 24/11/1900.

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key y del Circulo de Armas, y a diferencia de su pasado, el nuevo Progreso se cons- tituyo en un "club de hombres"42. En sintesis, el Progreso redefinib su perfil institucional adoptando los principales ejes que distinguian al Jockey y al Circulo. Estos esfuerzos no lograron, empero, detener su decadencia. Como se vio en el apartado anterior, su nOmero de socios se estanc6 en las primeras d6cadas del siglo XX mientras crecia el del Jockey; por lo demas, la adaptaci6n a los nuevos tiempos comporto una espiral creciente de gastos que el club no estuvo en condiciones de afrontar y que incidieron en su dificil situaci6n financiera en los anos 193043.

Vistos en perspectiva, el Club del Progreso y el Jockey Club expresan en los anos 1850 y en los 1890 dos modelos de sociabilidad diferentes: uno que encuentra en la politica un eje gravitante, y otro mas orientado a construir practicas simbblicas de distinci6n social. Hacia el cambio de siglo, el "reemplazo" del Progreso por el Jockey como principal club en la alta sociedad, asi como el cambio de perfil en el propio Club del Progreso muestran el 6xito del segundo modelo sobre el primero. Vale entonces reflexionar sobre qu6 ejes permiten entender el contraste entre ambos modelos de sociabilidad, y el desplazamiento de uno a otro entre mediados y fines del siglo XIX.

Con relaci6n al primer punto, conviene tener presente que si ambos clubes emergen del alto mundo social portero ello no implica que necesariamente agrupa- ran a la misma gente (como veremos en el siguiente apartado): sus diferentes crite- rios como centros sociales expresan en buena medida las caracteristicas preemi- nentes de sus nucleos fundadores, dirigentes, y/o socios: la actuacion politico-inte- lectual entre los del Progreso y la econ6mica entre los del Jockey. En este sentido, constituyen una dimensi6n ilustrativa de la heterogeneidad de la clase alta portena en la segunda mitad del XIX y el cambio de siglo, y de como 6sta se plasmaba en la sociabilidad. Asimismo, ese diferente perfil institucional pudo colaborar en el decre- ciente vinculo del Progreso con el alto mundo social, al compAs de la profesionalizaci6n y la recomposici6n social de la clase politica (y de los cuerpos acad6micos) provoca- das por la modernizaci6n que se extiende a lo largo de este periodo44.

Por otro lado, no obstante, la consolidaci6n del Jockey, la aparici6n del Circulo de Armas y la transformaci6n del perfil del Club del Progreso en el novecientos (bus- cando justamente acercarse al modelo que aquellos representaban) dan cuenta de un proceso comun, que abarca al conjunto de la alta sociabilidad (o al menos a estos tres espacios representativos de ella), mAs allA del perfil predominante en sus circu- los directivos o en su masa societaria: los clubes, como Ambitos privados de socia-

42 GALVEZ: Club del Progreso, p. 27. El Progreso, aunque s6lo esporadicamente, habia extendido en ciertas ocasiones la condici6n societaria a mujeres. Cfr. "A traves de las actas del Club del Progreso", en Datos histdricos, pp. 116-119.

43 Segun lo expres6 nitidamente su comisi6n directiva: "El haber querido amoldarse a las exigencias de la vida moderna, dandole tambien un aspecto deportivo, hiri6 de muerte sus finanzas". Carta de la comisi6n direc- tiva del Club del Progreso al presidente Ortiz, noviembre de 1939, cit. en GALVEZ: Club del Progreso, p. 33.

44 Cfr. D. CANTON: "El parlamento argentino en epocas de cambio: 1889-1916-1946", en Desarrollo Econd- mico, vol. 4, Ng 13, abril-junio 1964; P. H. SMITH: Argentina and the Failure of Democracy. Conflict among Political Elites 1904-1955, University of Wisconsin Press, 1974; E. ZIMMERMANN: "Los intelectuales, las ciencias sociales y el reformismo liberal: Argentina 1890-1916", en Desarrollo Econdmico, vol. 31 ng 124, enero-marzo 1992; L. LOSADA: Distinci6n y legitimidad. Esplendor y ocaso de la elite social en la Buenos Aires de la belle epoque, Tesis de Doctorado, UNCPBA, 2005, pp. 34-44.

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bilidad (volcados hacia el interior de un grupo social) pasan de sostenerse en ejes vinculados con lo publico (lo republicano, la civilidad en tanto que pedagogia civica) a criterios mds propiamente privados, es decir, desmarcados de lo pOblico y que se pretenden exclusivos y definitorios de una determinada posici6n social (la distinci6n, la alta cultura, lo aristocritico, la vida de ocio).

Esta mutaci6n responde a que entre mediados del siglo XIX (cuando surge el Progreso) y el cambio de siglo hay un importante desplazamiento de los ejes signifi- cativos para la construcci6n y ratificaci6n de una posici6n social de preeminencia. En efecto, en los cincuenta, la uniformizaci6n de las opiniones politicas que se propo- ne el Progreso al momento de su creaci6n era un Area sensible despu6s del periodo de las guerras civiles y el rosismo, y como tal necesario para el diseno institucional de la RepOblica. Hacia los anos ochenta, en cambio, el escenario es otro: los prop6sitos centrales subyacentes a la aparici6n del Progreso ya han sido en buena medida alcanzados luego de la consolidaci6n del estado nacional en 188045. A su vez, se inicia desde entonces una prosperidad econ6mica sin precedentes, aon mas nitida una vez superada la crisis del noventa, que indudablemente propici6 un cambio de escala en la manifestaci6n de la posici6n a trav6s del consumo suntuario con relacion a los anos sesenta y setenta, cuando -como vimos- el Progreso canalizO tambien estas tendencias. Sin embargo, la originalidad crucial del fin de siglo es que implic6 desafios in6ditos para identificar y expresar simb6licamente las diferenciaciones sociales debido a los cambios estructurales provocados por la inmigraci6n masiva y la movilidad social. La pedagogfa est6tico-cultural o la proliferaci6n de actividades ociosas fueron entonces las formas escogidas para posicionarse frente a semejante escenario.

En otras palabras, en el cambio de siglo se acentuaron las necesidades priva- das a que debia responder la alta sociabilidad. Acudiendo a una expresi6n de Jorge Myers, si el contexto anterior al ochenta vio una incidencia de las demandas de lo publico sobre las esferas privadas (tanto por las propias identificaciones construidas por la elite para afirmar su posici6n -como la que expone el proyecto fundacional del Progreso- como por la repercusi6n de la vida putblica en los ;mbitos sociales priva- dos -con su huella de divisi6n o fractura-)46, en el fin de siglo el cambio de 6nfasis remite a una sociabilidad que esta mAs profundamente recorrida por las demandas de lo privado, posibilitadas por el proceso mAs amplio que supone la rearticulaci6n de las relaciones entre estado y sociedad, pero tambi6n emergentes, entonces, de los desafios que el nuevo escenario social plantea a la elite. El Jockey Club y el nuevo perfil del Progreso, asi como los desplazamientos en las identificaciones construidas (de elite republicana a aristocracia) vienen entonces a ofrecer, por encima de las singularidades de sus respectivos universos de reclutamiento, una respuesta a esas demandas. El hecho de que haya sido el Jockey el principal catalizador de estas modalidades de sociabilidad descans6 fundamentalmente en gozar de una situaci6n

45 Un punto adicional, imposible de desarrollar aqui por cuestiones de espacio, incide tambibn en el desplazamiento de los ejes politicos como motores articuladores de la sociabilidad: la huella de conflictividad que habian dejado en estos espacios. Al respecto, me permito remitir a L. LOSADA: "La alta sociedad y la politica en la Buenos Aires del novecientos: la sociabilidad distinguida durante el orden conservador (1880-1916)", a publicarse en Entrepasados, N2 30, julio-agosto de 2006.

46 MYERS: "Una revoluci6n", p. 137.

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patrimonial, derivada de los ingresos que le reportaba la administraci6n del Hipodro- mo, de la que careci6 el Progreso. Lo cierto es que las pautas que recorren a la sociabilidad del cambio de siglo indican, a su vez, que la alta sociedad requirio construir(se) su diferencia.

Con todo, debemos incorporar aqui un nuevo matiz: recurriendo a t6rminos de R. Chartier, el proceso de privatizaci6n no supuso sin mAs un retraimiento de lo pObli- co47. Esto es mis claro en el Progreso, cuyo sello fundacional lo mantuvo sensible a los avatares de la politica. Pero tambi6n se ve a su modo en el Jockey Club. En efecto, en su carta fundacional de 1882, el Jockey estableci6 tambi6n un compromi- so activo con el "progreso" del pais. Se defini6 como "un centro social y una asocia- ci6n que propende al mejoramiento de la raza caballar y al fomento de las activida- des culturales, ben6ficas y deportivas de la Rep0blica"48.

Asi, si el Club del Progreso fue el escenario en el que cobraron forma tanto la Bolsa de Comercio (1854) como la iniciativa para la primera linea ferrea49, una de las primeras medidas del Jockey fue la constituci6n de un Stud Book que diera cuenta de la evoluci6n de la crianza nacional de pura sangre, y el turf se fundament6 como el canal necesario para su desarrollo. En tanto que entidad propiciatoria de ambas (apareciendo como un complemento para el ganado equino del aliento al refinamien- to del vacuno por la Sociedad Rural), el Jockey contribuia al progreso nacional. Igual- mente extendidas, segun anotamos en el primer apartado, estuvieron sus iniciativas filantr6picas. Como puede advertirse, el rol pOblico se defini6 a partir de la extension de prActicas que bien podian aparecer, al mismo tiempo, como expresiones simb6- licas de la posici6n social (aficiones costosas como la cria de caballos, la filantropia, etcetera); pero aqu6l, en efecto, no desapareci6 como rasgo central del perfil institucional del Jockey Club.

La importancia atribuida a remarcar el compromiso del club en la dimensi6n publica descubre la relevancia de edificar una posici6n legitima. En cierto sentido, la construcci6n simb6lica de distinci6n ofrece elementos de legitimidad a la preeminen- cia social de una elite, pues el refinamiento de su estilo de vida revalida su lugar como tal al demarcar mAs nitidamente las diferencias sociales50. Por ello es intere- sante que en el perfil que el Jockey de Buenos Aires deline6 de si mismo se aprecie un pliegue adicional: la busqueda de otorgar legitimidad a las propias practicas privadas que servian a la distinci6n presentandolas como agentes activos del pro- greso y de la civilizaci6n de la sociedad en su conjunto. Es sugestivo considerar a esta operaci6n como un emergente de una sociedad menos jerArquica y mas m6vil que otras vecinas (como la santiaguina o la carioca), en la cual, por lo tanto, la necesidad de reafirmar y legitimar la posici6n social de preeminencia es mAs peren-

47 R. CHARTIER: "Espacio publico y opini6n publica", en Espacio piblico, critica y desacralizacidn en el siglo XVIII, Barcelona, Gedisa, 1995.

48 Cfr. NEWTON y SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey Club, pp. 57-63. 49 Cfr. INIGO CARRERA: "El Club del Progreso", p. 77. 50 Esta es la interpretaci6n predominante en los analisis de las operaciones de distinci6n desenvueltas a

trav6s de la sociabilidad para otras ciudades latinoamericanas duante este periodo, como Rio de Janeiro y Santiago de Chile: la distinci6n diferencia y legitima al mismo tiempo a la elite. Cfr. J. NEEDELL: A Tropical Belle Epoque. Elite Culture and Society in turn-of-the-century Rio de Janeiro, Cambridge University Press, 1987, pp. 153-155; M. VICUNA: La belle dpoque chilena. Alta sociedady mujeres de elite en el cambio de siglo, Santiago de Chile, Sudamericana, 2001, pp. 31-43.

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toria por el alcance que tienen las transformaciones provocadas por la moderniza- ci6n. Asi, la institucibn que ofrecia un consumo y un escenario que servian como simbolos de status (el turf y el Hipbdromo) era tambi6n la que favorecia una pacifica- ci6n y moralizaci6n de la sociedad al regular y resignificar las violentas "carreras criollas"51.

En efecto, el Jockey no s6lo colaboraba en un disciplinamiento social, relevante para actuar sobre una sociedad en profundos procesos de cambio; tambibn pone de manifiesto la convergencia entre grupo social distinguido y clase dirigente responsa- ble: contribuye al progreso del pais (con la industria caballar), interviene sobre las cuestiones sociales (a trav6s de la filantropia), moraliza las conductas (mediante las reglamentaciones de las competencias hipicas)52. En sintesis, diferenciaci6n y legi- timidad son dos ejes igualmente gravitantes en la instituci6n mas emblematica de la high life del cambio de siglo, aOn a pesar del proceso de privatizacibn que esta mis- ma representa. Con sus especificidades, esta articulaci6n se aprecia tambi6n en las modalidades de reclutamiento de socios de los altos clubes sociales del novecientos.

Composicion social y modalidades de reclutamiento

La aparici6n y la consolidaciOn del Jockey Club (y del Circulo de Armas) y la declinacibn del Club del Progreso reflejan asimismo las recomposiciones producidas en la alta sociedad portena como consecuencia del nuevo escenario politico gestado por la irrupci6n del roquismo y la aceleraci6n del proceso de modernizaci6n ocurrida en el ultimo tercio del siglo XIX.

Por un lado, en efecto, sin diluir matices pero si subrayando los contrastes, las comisiones directivas del Jockey Club de los ultimos anos del siglo XIX y los primeros del XX, a diferencia de las del Progreso, muestran una preponderancia de "ricos" sobre politicos e intelectuales53. El prop6sito fundacional del Jockey-alentar la cria de caballos de carrera- bien puede entenderse, despu6s de todo, como el signo mAs revelador de su perfil social. Sin embargo, parece m6s significativo dirigir la atenci6n sobre otro punto: el surgimiento del Jockey refleja las rearticulaciones que en la alta sociedad provoca la modernizacibn capitalista, es decir, representa una sociabilidad en la que se estrecha la relacibn entre gravitaci6n social y gravitaciOn economica54.

51 Cfr. "El Jockey Club", El campo y el sport, 6/9/1892; JOCKEY CLUB: Breve reserla. Aqui podria trazarse, salvando las peculiaridades, un paralelo con lo observado por GONZALEZ BERNALDO para el "modelo" que expre- sa el Club del Progreso en los cincuenta: la "civilidad" encarnada por la sociabilidad de la elite era deseable que se difundiera por que facilitaba una pacificaci6n social. Cfr. Id., Civilidadypolitica, pp. 317-320, 345-346.

52 Con los matices particulares que exigia el diferente origen del Club del Progreso, Roque Saenz Petra fue igualmente preciso en delimitar los alcances de las reformas que creia convenientes para este club: su vinculaci6n con la politica no era criticable en si, sino que especificamente lo era el faccionalismo a que aquella habia conducido, y corregir esto ultimo no suponia clausurar el vinculo del club con la arena publica: el error fundacional, precis6 Saenz Perna, no consistia "en que este centro haya tenido una tendencia politica", sino "en la tendencia misma, carente de amplitud y de expansi6n". LN, 2/5/1902.

53 L. LOSADA: "La elite social de Buenos Aires. Perfiles y trayectorias sociales en una perspectiva compa- rada; el Jockey Club y el Club del Progreso (1880-1930)", en AAVV: Familias, negocios ypoder en America Latina, Direcci6n General del Fomento Editorial de la Benemerita Universidad Aut6noma de Puebla, M6xico (en prensa).

54 Como ha sostenido GONZALEZ BERNALDO, a mediados del siglo XIX, la actuaci6n politica, el perfil inte- lectual y la gravitaci6n econ6mica eran ejes con un peso relativamente similar en la alta sociabilidad porterfa,

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En segundo lugar, ambos clubes estAn respectivamente vinculados con los vencedores y con los vencidos del mapa politico de los anos ochenta: se ha subraya- do que 19 de los 26 legisladores portenos que no obedecieron el traslado a Belgrano de las autoridades nacionales en el contexto del conflicto por la federalizacion de la ciudad (esencialmente mitristas) eran miembros del Progreso55. Por su parte, el vin- culo inicial del Jockey con el roquismo porteno tiene su manifestaci6n mas nitida en la inscripci6n politica de su fundador Carlos Pellegrini a comienzos de la d6cada del ochenta56.

Los contrastes entre los universos sociales de ambas entidades se aprecian de forma significativa en el publico que asiste a los bailes de las ultimas decadas del siglo XIX. En los del Club del Progreso el sello tradicional y porteno es bastante considerable. En efecto, si se observa la presencia de nombres vinculados al roquismo, signo de cierta apertura politica y de una atenuaci6n de la primacia de las tendencias portenas que lo habian definido prActicamente desde su ano fundacional (cuando fueron desplazados de su conducci6n los sectores filo urquicistas, entre ellos la figu- ra senera del club, Diego de Alvear), el origen social de los concurrentes es preponderantemente porteno57. En cambio, los asistentes al baile inaugural del pala- cio del Jockey Club en 1897, aunque tambi6n muestran un predominio porteno en cuanto a la procedencia social, exhiben una heterogeneidad mAs acentuada en com- paraci6n con el Progreso, por ejemplo en la mayor aparici6n de apellidos de algunas de las familias del interior de mayor peso politico en el fin de siglo o en la importante presencia de apellidos de inmigrantes Ilegados a Buenos Aires antes del ultimo cuar- to del siglo XIX58.

Con relaci6n a este Oltimo aspecto, conviene subrayar que aqui nos referimos al Club del Progreso y al Jockey Club de los anos 1880 y 1890. En efecto, entre los 56 socios fundadores del Progreso en 1852 se contaron extranjeros o integrantes de familias sin raices coloniales por via patrilineal (Bornefeld, Gowland, Larroud6, Latham, Parravicini). Sin embargo, esta procedencia social (siempre aludiendo a la via patrilineal) fue m.s significativa entre los 44 socios fundadores del Jockey en 1882: un 17% eran extranjeros, un 38% hijos de extranjeros y un 20% nietos de extranje- ros59. MAs aOn, casi la totalidad de los extranjeros fundadores del Progreso lo habian

aunque paulatinamente la riqueza y el poder econ6mico comenzaran a adquirir mayor relevancia. Civilidad y politica, pp. 257-261.

55 GALVEZ: Club del Progreso, p. 20. 56 Esto no implica plantear que el Jockey se convirti6 en un reducto del roquismo. Antes bien, los clubes

del fin de siglo en general y el Jockey en particular buscaron modelar una sociabilidad por encima y al margen de las adscripciones politicas. Cfr. LOSADA: "La alta sociedad y la politica en la Buenos Aires del novecientos".

57 En la asistencia al baile anual de 1882, por ejemplo, aparece el apellido Uriburu, pero practicamente como excepci6n que confirma la regla. En efecto, predominan apellidos portehos, de fuerte impronta tradicional -en lo que hace a su antigOedad en la ciudad- junto a cierta pluralidad de tendencias -y antecedentes familia- res- en el campo politico, segun las que pueden relacionarse con esos apellidos: en orden alfabetico, Alzaga, Arana, Bilbao, Bunge, Casares, Goyena, Guerrico, Lezica, Oromi, entre otros (Bunge, claro esta, menos "tradicio- nal" que los otros). Cfr. "El baile del Club del Progreso", ED, 9 y 10/7/1882.

58 LN, 1/10/97. Entre los asistentes enumerados por este diario aparecen, entre otros (en orden alfabetico): Alvear, Altgelt, Alzaga, Arana, Atucha, Cambaceres, Cantilo, Damianovich, de la Riestra, Frias, Fuschini, Gallar- do, Garcia Merou, Gorostiaga, Gowland, Hale, Lagos, Lainez, Lumb, Luro, Madero, Martinez de Hoz, Mitre, Mackintosh, MacKinlay, Napp, Ocampo, Pearson, Pellegrini, Pereda, Pinedo, Saavedra, Unzue. Entre los apelli- dos de origenes provinciales aparecen por ejemplo: Correa Morales, Cullen, Juarez Celman, Roca, Videla Dorna.

59 KORN: "La gente distinguida", p. 51.

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sido tambi6n del Club de Residentes Extranjeros de 1841 (Gowland, Larroud6, Latham, Parravicini), mientras que s6lo dos apellidos extranjeros de los fundadores del Joc- key (Nouguier y Shaw) aparecen entre los fundadores de dicha entidad. Esto sugie- re, en efecto, la promoci6n social o la inscripci6n mAs tardia en Buenos Aires de las familias de inmigrantes anteriores al ultimo cuarto del siglo XIX de los fundadores del Jockey. En suma, se aprecia tambi6n entonces con relaci6n a los extranjeros de uno y otro club, la mayor renovaci6n relativa que representa el Jockey en comparacion con el Progreso. Indudablemente, esto no supone soslayar lo que tienen en comon - como por ejemplo la existencia de integrantes de las mismas familias tradicionales (de origen patrilineal colonial) entre los socios fundadores de uno y otro club (como Casares o Madero), o en un sentido m6s amplio, que la membresia al Jockey o al Progreso distaron de ser excluyentes entre si-, sino destacar los puntos de oposicion entre ambos, que ofrecen reveladoras evidencias de la heterogeneidad social que signaba al alto mundo porteno del novecientos60.

Por otro lado, las modalidades de reclutamiento de estos clubes constituyen una via de acceso para entender como los grupos establecidos afrontaron la relaci6n entre consolidaci6n y renovaci6n, para utilizar los dos conceptos clAsicos de Pareto referidos a la estructuraci6n y circulaci6n de las elites61. Es cierto que hay que tener presente que la masa societaria de estas entidades fue considerada un signo de su fortaleza o debilidad institucional, por lo cual su crecimiento era alentado en cierta medida. Asi, como se precisara en el primer apartado, el estancamiento progresivo que experiment6 la cantidad de socios del Progreso en las primeras d6cadas del siglo XX, mAs que un signo de su exclusividad social lo era de su progresiva declina- ci6n; entretanto, el incremento de la del Jockey reflejaba su consolidaci6n y primacia institucional. No obstante, la evoluci6n societaria ofrece claves importantes para acer- carse a las relaciones reciprocas entre renovaci6n y diferenciaci6n en el interior de los clubes de la elite portena del novecientos.

Las definiciones del Jockey y del Progreso (mAs abajo volveremos sobre el Circulo de Armas) respecto de sus grados de permeabilidad fueron notoriamente distintas en sus respectivos momentos de surgimiento y apogeo. El Club del Progre- so ya en 1852 habia puesto un tope al numero mAximo de socios admisible (210)62. Este sello fundacional, junto con la fuerte marca "portefia" que adquiriria progresiva- mente (politica y luego mAs bien referida a la procedencia social de sus miembros, como se vio lineas arriba), explica un retrato de esta instituci6n que la defini6 como fuertemente exclusiva y cerrada hasta el Oltimo cuarto del siglo XIX63. Este perfil tambi6n fue subrayado al momento de celebrar los cincuenta anos del club64.

60 Los listados de los socios fundadores pueden encontrarse respectivamente en CLUB DEL PROGRESO: Datos histdricos, p. 7; NEWTON y SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey, pp. 62-63. El cruzamiento con el Club de Residentes Extranjeros, a partir del listado ofrecido por J. NAVARRO VIOLA: El Club de Residentes Extranjeros (1841-1941), Buenos Aires, Coni, 1941, pp. 109-187.

61 V. PARETO: The Rise and Fall of Elites. An Application of Theoretical Sociology, New Jersey, Transaction Publishers, 2000, pp. 59-89.

62 "El Club del Progreso. Su importancia politica y social", El Pais, 22/11/1900, en CLUB DEL PROGRESO: Datos hist6ricos, p. 88.

63 Por ejemplo, el chileno A. KBnig destac6 la limitada presencia de extranjeros en sus filas. Piezas litera- rias como las ya citadas de L6pez ("la entrada era cosa ardua, no entraba cualquiera") y Cambaceres -que retrata la obsesi6n de Genaro por conseguir una buena presentaci6n para su admisi6n- marcan que el perfil

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Al ocupar su presidencia, SAenz Pena apunt6 tambi6n contra esta caracteristi- ca tradicional del club: asi, remarc6 que la entidad debia abandonar el "exclusivis- mo" que la habia signado aOn cuando para entonces el tope de 210 socios ya era obsoleto (recordemos que hacia el cambio de siglo el Progreso contaba con 1.500 miembros)65. ,Es posible ver aqui otra influencia del modelo del Jockey en el ensayo de renovacion del Progreso? La amistad y los vinculos generacionales que unian a Saenz Pena (tambi6n socio del Jockey) con personajes como Cane y Pellegrini (figu- ras protagonicas de la delineacion institucional del Jockey) son indicios sugestivos para contestar afirmativamente, mAs aOn teniendo en cuenta las definiciones de este Oltimo club al respecto.

Desde un comienzo, el Jockey estuvo lejos de levantar la bandera de un cerra- do exclusivismo. El propio Can6 ofreci6 un testimonio ilustrativo de ello en su carta publicada contemporAneamente a la inauguracion del palacio de la calle Florida:

"El Jockey Club de Buenos Aires no serb, ni podrn ser jamas, una imitacion de sus hom6nimos de Paris o Viena, un circulo cerrado, estrecho, una camarilla de casta, en la que el azar del nacimiento y a veces la fortuna, reemplazan toda condicion humana. SerA un club aristocratico, si entendemos por aristocracia lo unico que puede entenderse en nuestros dias, esto es, una selecci6n social, vas- ta y abierta, que comprende y debe comprender a todos los hombres cultos y honorables"66.

Congruentemente, y a diferencia del Progreso en su momento inicial, el Jockey no estableci6 por entonces un tope mAximo de socios. Teniendo, pues, en cuenta estos criterios institucionales, la primacia social que alcanza en el cambio de siglo, y el crecimiento sostenido de su masa societaria, a diferencia de la del Progreso, resul- ta interesante correlacionar la evoluci6n de la cantidad de socios del Jockey con su potencial poblaci6n de reclutamiento (la poblaci6n masculina adulta -mayor de 25 anos- de la ciudad de Buenos Aires) a fin de evaluar mAs apropiadamente su efec- tivo grado de permeabilidad. Esta ponderaci6n se presenta en el cuadro I a trav6s de tres cortes temporales: el ano de inauguraci6n del palacio de Florida (1897), media- dos de los anos diez (1915) y el cincuentenario de la instituci6n (1932).

Al poner en relaci6n la masa societaria del Jockey Club con la poblaci6n mas- culina adulta total de la ciudad se desprende que el peso relativo de la primera en la segunda fue significativamente estable a lo largo de los tres anos considerados, e incluso que habria crecido entre fines de siglo y mediados de los anos diez para luego estabilizarse o reducirse levemente. Todo lo cual podria leerse como signo de una entidad que no se cierra impermeable ante el crecimiento de la poblaci6n. Esta lectura, sin embargo, debe matizarse, sobre todo para la segunda mitad del periodo,

restrictivo mantenia a0n su vigencia para retratar al Progreso ya en los ochenta. Cfr. A. KONIG: A traves de la Republica, p. 353; LOPEZ: La gran aldea, p. 86; CAMBACERES: En la sangre, pp. 432-438.

64 Cfr. CLUB DEL PROGRESO: Datos hist6ricos. El exclusivismo y el porternismo del Progreso aparecen en este sentido como una expresi6n adicional de su cambio como instituci6n a lo largo del tercer cuarto del siglo XIX: es posible suponer que su restricci6n creciente asi como el hecho de constituirse en una entidad hegemonizada por los grupos porteftos revelan su reorientaci6n desde su fundacional vocaci6n civica y conciliadora a conver- tirse en un club de alta sociedad mas propiamente dicho.

65 LN, 2/5/1902. 66 LP, 5/11/1897.

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CUADRO I Relaci6n socios activos Jockey Club / Poblaci6n masculina adulta

de Buenos Aires, 1897-1915-1932

Socios activos Poblaci6n mascu- Socios activos Poblaci6n mascu- Jockey Club lina adulta total Jockey Club lina adulta nativa

1897 750: 0,41% 180.753: 100 750: 2,62% 28.566: 100

1915 2.209: 0,53% 413.567: 100 2.209: 2,30% 95.926: 100

1932 3.500: 0,49% 713.957: 100 3.500: 1,23% 284.081: 100

Fuentes: Libro de Oro, Socios del Jockey Club, 1898; Jockey Club, Ndmina de Socios, Buenos Aires, 1915; LN, 14/4/1932; Segundo Censo Nacional de la Republica Argentina. 1895, T. II, Buenos Aires, 1898, pp. 11-12; Tercer Censo Nacional de la Republica Argentina. 1914, T. III, Buenos Aires, 1916, pp. 3-21; Z. L. RECCHINI DE LATTES: La poblacidn de Buenos Aires. Componentes demograficos del crecimiento entre 1855 y 1960, Buenos Aires, Editorial del Instituto, 1971, cuadro A. 1 "Poblaci6n de la ciudad de Buenos Aires en 1936", p. 149.

cuando las autoridades del Jockey dispusieron hacia los anos veinte que s6lo podian ingresar al club dos extranjeros cada diez nativos67. En si misma, esta disposici6n ya es un dato revelador de la atenuaci6n de su apertura al compAs de los cambios en la composici6n de la poblaci6n.

Por ello mismo, parece pertinente girar hacia la ponderaci6n sobre la poblaciOn masculina adulta nativa. En ella se observa que, en efecto, la proporci6n de socios del Jockey disminuy6 avanzando el periodo (de 2,62 a 1,23%). Aun asi, es relevante marcar que el descenso es bastante leve entre 1897 y 1914 (de 2,62% a 2,3%), teniendo en cuenta que hacia el momento del segundo censo nacional la proporci6n de argentinos de primera generaci6n ya era considerable68; y que, en efecto, el descenso se acentua desde entonces (entre 1914 y el cincuentenario)69. Lo que observamos, en definitiva, es un cierre paulatino de la polftica de admisi6n a medida que se recompone socialmente la poblaci6n potencial de reclutamiento (aunque aon es apreciablemente tenue hasta mediados de los anos diez). Este es, despu6s de todo, un proceso en ultima instancia esperable en un club que se define "de elite". Asi, otra vez y significativamente, en 1919 se contempl6 la necesidad de limitar los socios al nOmero por entonces existente, "no pudiendo aceptarse nuevos socios,

67 EDSALL: Elites, p. 75. 68 G. GERMANI: Politica y sociedad en una dpoca de transici6n. De la sociedad tradicional a la sociedad de

masas, Buenos Aires, Paidos, 1962, pp. 187-188. 69 Conviene precisar, ademas, que esta restricci6n paulatina no se dio linealmente, sino atravesada por

sensibles fluctuaciones, tal como se puede apreciar al comparar distintos anos. Por ejemplo, en 1915 (cuando el Club rondaba los 2.200 socios activos) ingresaron s6lo 14 socios y dejaron de serlo 43, mientras que a lo largo de 1918 ingresaron 222 individuos y dejaron de ser socios 99 personas (cuando el Jockey contaba 2.732 socios activos). "Memoria anual del Jockey Club", LN, 5/5/1916 y 4/5/1919. La informaci6n disponible no permite certi- ficar si se incluyen en estas cantidades quienes dejaban de ser socios por fallecimiento (pensemos que la tasa de mortalidad s6lo para adultos nativos de mediana edad -entre 45 y 49 aros- ha sido estimada en 24%o para mediados de los aros diez). Por lo demas, las mencionadas cantidades de socios admitidos, por debajo de sus fluctuaciones, se corresponden con el promedio anual de incorporaciones calculado para los anos veinte y treinta (entre 100 y 150 nuevos socios por afo). Referencias tomadas de M. S. MULLER: La mortalidad en Buenos Aires entre 1855 y 1960, Buenos Aires, Editorial del Instituto, 1974, Tabla A.3 "Ciudad de Buenos Aires. Tasas anuales de mortalidad observadas, estimadas y ajustadas por edad, sexo y origen. 1894-1896 a 1913-1915", p. 125; EDSALL: Elites, p. 76.

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sino para Ilenar las vacantes que se produzcan por renuncia, eliminaci6n o falleci- miento"70.

Algunas de las estimaciones calculadas sobre la composici6n social de la masa societaria del Jockey en los inicios de los afos treinta (recordemos que rondaba los 3.500 individuos al momento de su cincuentenario en 1932) permiten constatar por un lado la perduraci6n de apreciables grados de heterogeneidad y permeabilidad a lo largo de las tres primeras d6cadas del siglo XX, pero tambi6n subrayan que am- bas caracteristicas se matizan avanzando el periodo: asi, se ha propuesto que el paulatino aumento de la masa societaria se debe preponderantemente al crecimien- to geom6trico de familias que a fines del siglo XIX tenian una sola generaci6n en el pais y que para los albores de la d6cada del treinta tendrian ya dos o tres generacio- nes, cuyos miembros varones ingresaron al Jockey71. De todos modos, la heteroge- neidad social de sus socios seria todavia bastante importante a comienzos de los afos treinta. Estimaciones recientes calculan que para entonces entre el 35 y el 50% de los socios del Jockey no tenia vinculos con los circulos "tradicionales" de Buenos Aires72.

Sin embargo, tambi6n debe considerarse que junto a los posibles clivajes so- ciales (de por si, ser presentado por un integrante de la comisi6n directiva era un capital relevante para obtener la admisi6n) la exclusividad pudo ser fruto de ejes mAs estrictamente econ6micos.

En efecto, la evoluci6n del monto de las cuotas de ingreso son tambi6n indices significativos sobre su grado de permeabilidad. En los aftos 1890, por ejemplo, la porosidad que se refleja en el crecimiento progresivo de la masa societaria fue acom- panada por un importante aumento de la cuota de ingreso (que pasa de $ 500 m/n a $ 1000 m/n)73. De manera coincidente, entre principios de siglo y fines de la d6cada del veinte, la cuota de ingreso subi6 a $ 3000, aumento que, de acuerdo con ciertos cAlculos, estuvo un 77% por encima de la inflaci6n del periodo74. Asf, ya para los anos treinta, se ha seralado que el club tuvo una sensible p6rdida de socios como consecuencia del alto valor relativo de las cuotas en el contexto de la crisis econ6mi- ca de ese entonces75.

En consecuencia, al considerar en conjunto estos distintos aspectos, cualquier intento de etiquetar al Jockey Club como "abierto" o "cerrado" supondria cosificar o simplificar su perfil institucional: si por un lado es esperable que por definici6n (esto es, en tanto que espacio que se pretende de elite) tienda a atenuar o restringir su permeabilidad ante una sociedad que cambia estructuralmente, por otro, tampoco clausur6 sus puertas desde un primer momento y de forma taxativa ante una socie- dad dinAmica: los indices relativos a la composici6n social de su masa societaria y a su correlaci6n con la poblaci6n potencial de reclutamiento, seialan que seria inade- cuado definirlo como un club cerrado para el conjunto del perfodo, esto es, com-

70 NEWTON y SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey, pp. 20-22. 71 KORN: "La gente distinguida", p. 54. 72 EDSALL: Elites, pp. 91-93. 73 "Vida social", ED, 26/10/1896 74 KORN, Ibid. 75 EDSALL consigna que por esa causa en 1934 dejaron de ser socios 199 individuos, una cantidad inedita

hasta el momento; Elites, p. 78.

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puesto exclusiva o aOn mayoritariamente por las familias tradicionales incluso a fina- les de nuestro arco temporal, sin olvidar, a su vez, que en todo caso su grado de permeabilidad no estuvo s6lo incidido por clivajes sociales sino tambien por los mAs propiamente econ6micos. Concluir por una u otra opci6n ("abierto" o "cerrado") im- pide ademAs aprehender relevantes ejes adicionales, pr6cticas mAs sutiles de dife- renciaci6n y de exclusiones. En efecto, hay una segunda dimensi6n de interes, ya no entre el Jockey y el "afuera", sino en el interior del club.

Las diferenciaciones internas entre los socios fueron un rasgo significativo de todas estas entidades. El vinculo, personal o por via familiar, con la creaci6n o con la direcci6n del club; o la antiguedad de pertenencia, habilitaban prerrogativas excep- cionales que adem2s, como lo testimoniara Eduardo Wilde al referirse al Progreso de los anos ochenta, se traslucian abiertamente en la vida cotidiana del club76. De acuerdo con el reglamento interno de 1897 del Jockey Club, los socios con derecho a integrar las comisiones directivas debian tener mAs de diez anos de antiguedad como socios activos. Los hijos de los socios vitalicios y de aquellos con mAs de diez anos de antiguedad se exceptuaron de la citada resoluci6n restrictiva de 1919. Asimismo, los hijos y hermanos de socios de distinto grado de antiguedad (cinco o diez anos; los vitalicios) tambi6n se veian beneficiados con disminuciones en el monto de las cuo- tas. Semejantes disposiciones muestran entonces tanto el maridaje entre los clivajes econ6micos y sociales de admisi6n, como que si ambos incidian en el ingreso al club, tambi6n lo hacian en la permanencia y en la promoci6n individual en la vida de la instituci6n77.

Por lo tanto, aunque la condici6n societaria constituia un signo de status, deter- minada tanto por capitales sociales como econ6micos, ella no implicaba necesaria- mente una incorporaci6n social m6s propiamente dicha a la clase alta o al menos, a los nOcleos "duros" de la entidad. En efecto, en las comisiones directivas del Jockey se advierte una significativa estabilidad durante todo el periodo. Entre sus integran- tes, ademAs, predomina paulatinamente no s61o un origen familiar colonial y porteno por via patrilineal, sino tambi6n un fuerte emparentamiento reciproco, por relaciones establecidas en generaciones anteriores o entre ramas laterales de las familias, pero tambi6n por las propias concertaciones matrimoniales de los mismos directivos78.

En suma, el crecimiento de la membresia -atenuado a medida que avanzamos en el periodo- estuvo acompanado, en el interior del club, por un celoso cuidado en el grado de rotaci6n de los cargos directivos, por la delineaci6n de disposiciones y categorias societarias no meritocrtticas y que implicaban de manera mas o menos explicita grados desiguales de pertenencias institucionales, que cubrian asi de ma- tices el significado social de tales pertenencias. Con todo, este tipo de regulaciones, que no eran en absoluto originales, aparecen precisamente por ello como modera- das vallas de admisi6n, si se considera que el contexto social en el que tuvieron

76 Seg0n WILDE, "en Buenos Aires cuando un socio retraido entra por casualidad en el Club del Progreso los concurrentes asiduos que gastan el gas, usan los muebles y leen los peri6dicos que el tambien paga, asumen una actitud airada y parece que le arrojan al rostro la palabra intruso, aplicada sin raz6n al que no usa de su derecho todos los dias, simplemente porque no lo usa". "Carta sobre Juvenilia, 1884", en Recuerdos, recuer- dos... Entre la niebla, en Obras Completas, 29 parte. Literarias, vol. VII, Buenos Aires, 1914, p. 203.

77 Cfr. Pellegrini a Cane, Bs. As., 5/4/1897, AGN, S. VII, Fondo Cane, Leg. 2201. 78 L. LOSADA: Distincidn y legitimidad, pp. 44-62. Los listados completos de las comisiones directivas

pueden verse en NEWTON y SOSA DE NEWTON: Historia del Jockey, cap. 11

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lugar, la m6vil sociedad portena de las primeras d6cadas del siglo XX, fue radical- mente diferente al de la "gran aldea" en que brillara el Club del Progreso, que habia implementado disposiciones semejantes.

Es oportuno incluir aqui al Circulo de Armas. En el, el grado de permeabilidad tiene criterios muchos mAs definidos que en el Jockey: recordemos que el Circulo establecia por estatuto en 400 el numero mAximo de socios. En este sentido, es sugestivo verlo como el complemento institucional ("cerrado") del modelo que el Jockey simbolizaba comparativamente en sus primeros anos ("abierto") e incluso como el espacio institucional de los grupos m6s establecidos del Jockey Club. Es decir, aquel Ambito en el cual los filtros se refinarian y donde se atenuaria la conviven- cia que el Jockey despu6s de todo implicaba. Esta hip6tesis es plausible al observar el alto grado de superposici6n entre el nucleo fundacional del Circulo de Armas y el Jockey Club (muy probablemente tambi6n reflejo de su contemporaneidad: recorde- mos que se crearon respectivamente en 1885 y 1882). En efecto, de los 78 socios fundadores del Circulo, si 32 fueron tambien socios del Club del Progreso, 53 perte- necieron al Jockey, ocho de los cuales, ademAs, se contaron entre los socios funda- dores de este Oltimo club79.

El examen del grado de permeabilidad y las modalidades de reclutamiento de socios de los clubes distinguidos de Buenos Aires en el cambio de siglo permite extraer ciertas consideraciones: estas entidades, antes que reflejar una tendencia de la elite social "a constituirse cuanto antes en estrechas oligarquias"80, es decir, a nuclearse decidida o exclusivamente en espacios fbrreamente cerrados, muestran por el contrario la bOsqueda de conjugar cierres y aperturas, en el interior y entre los clubes. Estamos asi frente a un panorama similar al que se ha planteado para la costa este norteamericana de las primeras d6cadas del siglo XX: un alto mundo social en el que la upper class se recorta dentro, y no al margen, de un entramado mAs heterog6neo signado por quienes han experimentado una movilidad social as- cendente81. Este panorama es, por cierto, el resultado de un escenario definido por importantes cambios sociales y demogrAficos, pero tambi6n la obra del propio fun- cionamiento de los clubes distinguidos, que no clausuran del todo sus puertas en el contexto de una sociedad m6vil y cambiante.

,A qu6 atribuir, entonces, dicho funcionamiento, considerando que semejante grado de porosidad acotaba los mArgenes de diferenciaciones y exclusividades? Precisamente, a una carencia y a una imposibilidad: la "aristocracia" portena no podia recortarse unilateralmente y cerrarse sobre si misma a trav6s de sus centros de sociabilidad -como lo habia advertido Can6 al diferenciarla de las de Paris o Viena-, y como si podia hacerlo, en cambio -a modo de ejemplo-, la aristocracia piamontesa contemporAnea a este periodo en su exclusiva Society del Whist82. En efecto, las modalidades de reclutamiento del Jockey, con sus delicados equilibrios entre cierres y aperturas, ponen de manifiesto que la "aristocracia" portena debia ser

79 Los socios fundadores del Circulo de Armas en Id., En el centenario de su fundacidn, pp. 11-12. 80 J. L. ROMERO: Latinoamerica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976, p. 286. 81 E. DIGBY BALTZELL: Philadelphia Gentlemen. The Making of a National Upper Class, Chicago, Quadrangle

Books, 1971, pp. 15-30. 82 A. CARDOZA: Aristocrats in Bourgeois Italy. The Piedmontese Nobility, 1861-1930, Cambridge University

Press, 1997, pp. 155-161.

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relativamente abierta en su sociabilidad formal para retener su lugar como tal en el orden social mas amplio. Es decir, para legitimar la posicion de sus integrantes fun- dadores, la alta sociabilidad debia funcionar en correspondencia con los ejes de la sociedad en la que se inscribia, republicana e igualitaria y signada en estos anos por la movilidad; debia, por lo tanto, reconocer a la vez un margen relativamente signifi- cativo de apertura y admisi6n, y criterios igualmente sutiles -aunque no por ello inexistentes- de cierres y diferenciaciones.

De esta manera, la aparici6n casi simultAnea del Circulo de Armas y del Jockey Club, esto es, de dos clubes cercanos social e institucionalmente, en donde el prime- ro encarna el exclusivismo y el otro, en terminos comparativos, formalmente lo recha- za, puede ser vista como la bOsqueda de una conciliaci6n entre diferencia y legitimi- dad por parte de los sectores mas encumbrados de la sociedad portena.

Conclusiones

Una imagen convencional de la belle 6poque portena ha tendido a percibir en la aristocratizaci6n de las costumbres, en la expansion del consumo suntuario y del ocio la manifestacion de las oportunidades que la prosperidad del fin de siglo trajo a la clase alta de la ciudad: el lujo, el boato, el derroche aparecen asi como las conduc- tas propias de una elite que solo debia preocuparse por como gastar las fortunas amasadas en el boom economico de preguerra.

En este articulo, en cambio, hemos procurado poner el acento en una dimen- sion que suele perderse de vista en esa caracterizacion. Ese mismo contexto social no s6lo ofreci6 oportunidades, tambi6n genero problemas: aludimos a la fenomenal reformulacion de jerarquias y fronteras sociales al compAs de los cambios estructu- rales provocados por la inmigracion masiva y la movilidad social83. En un contexto tal la distinci6n social no era algo dado sino una construcci6n de necesaria y constante reafirmaci6n, para la cual, segun hemos planteado en estas lineas, la sociabilidad resulto ser una instancia clave. Asi lo muestra el hecho de que, mirando el periodo en perspectiva, sus prop6sitos y criterios estructurantes hayan pasado, siguiendo las mutaciones de la sociedad, de la reafirmacion del compromiso civico de sus miem- bros a la bOsqueda de una "alta cultura" (retomando las palabras de Can6), es decir, a la construcci6n de una clase y un estilo de vida distinguidos.

Este proceso, encuadrado por el arco que va de la aparici6n del Club del Pro- greso en los anos 1850 al surgimiento y consolidaci6n del Jockey Club y del Circulo de Armas y el cambio institucional y la declinaci6n del Progreso en las primeras decadas del siglo XX, indica a su vez que fue una tendencia transversal a los princi- pales clubes sociales de la ciudad. Fue un fenomeno compartido por estas institucio- nes a pesar de que entre si tuvieron matices importantes en cuanto al perfil predomi- nante de sus socios y de sus circulos directivos, los cuales reflejan la recomposicion y la heterogeneidad que atraves6 a la alta sociedad portena a lo largo de este perio- do (un punto tambi6n oscurecido en los retratos convencionales).

83 Y frente a la cual, si el consumo suntuario afirmaba las diferencias, tambien pudo haber sido en buena medida insuficiente por la misma dinamica que lo hacia posible, en tanto incluia la expansi6n social del consumo. Cfr. F. ROCCHI: "Consumir es un placer: la industria y la expansi6n de la demanda en Buenos Aires a la vuelta del siglo pasado", en Desarrollo Econdmico, vol. 37, N _ 148, 1998.

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En la epoca, empero, la construcci6n de legitimidad para las aspiraciones de superioridad social fue una necesidad igualmente importante. Asi, pricticas suntuarias o que servian como simbolos de status se fundamentaron subrayando sus conse- cuencias positivas para el conjunto de la sociedad. Los propios clubes sociales in- cluyeron en sus lineamientos institucionales un compromiso con el progreso del pais y el mejoramiento de sus costumbres. Asimismo, si este periodo asisti6 a la aparici6n de un club efectivamente exclusivo como el Circulo de Armas, aquel que tuvo un perfil publico mAs destacado, el Jockey Club, mantuvo modalidades de reclutamien- to de socios que, teniendo en cuenta las peculiaridades de nuestro periodo, no pue- den definirse de forma acabada como fuertemente restrictivas84. Es verdad que en su conduccion primaban a fines de nuestro periodo las familias tradicionales85, pero de todos modos el panorama contrasta nitidamente con el aislamiento social de los clubes aristocrAticos europeos, acercAndose mAs (significativamente) a la experien- cia de la costa este norteamericana.

Como marcamos al comienzo de estas pAginas, la traducci6n de estas modali- dades de sociabilidad en las conductas reales es un problema que merece un abor- daje en si mismo. Con todo, cabe pensar que el 6xito con que se plasmaron estos lineamientos institucionales en la realidad fueron moderados, en tanto es claro que la distancia entre la prescripci6n y la practica suele ser bastante acentuada en los fen6menos sociales. En este sentido, resultaria poco atinado concebir las modalida- des de sociabilidad impulsadas por los clubes de manera unidireccional, esto es, como el resultado exclusivo de proyectos deliberados de sus nOcleos directivos. Antes bien, los cambios que atravesaron estas entidades y la diversidad de aficiones y actividades que englobaron (est6ticas, deportivas, culinarias, etcetera) segura- mente fueron la consecuencia de la relaci6n reciproca entre el club pensado por sus sectores dirigentes y la reapropiaci6n que del mismo hicieron quienes concurrian a 61: el club civico que pensaron los fundadores del Progreso o el centro de educaci6n est6tica que Can6 concibi6 para el Jockey fueron una entre las varias caras de estas entidades, o perdieron consistencia, no sl6o por los cambios que recorrieron a la sociedad entre mediados y fines del XIX; tambi6n a causa del interbs o de la recep- ci6n que esos modelos de club tuvieron entre sus asociados, y de los intereses por los cuales 6stos se sumaban a aquellos.

En este sentido, es notorio que la alta sociedad portena no se poblo de estetas distinguidos como los que un Cane podia desear, sino que afloraron los "snobs" y los "calaveras" de vidas disipadas, o-para recurrir nuevamente al autor de Juvenilia- el "vulgo distinguido"86. Desde esta perspectiva el 6xito de la empresa civilizatoria enmarcada en la sociabilidad podria considerarse acotado. Pero tambi6n es cierto que la misma debia ser ambiciosa en sus objetivos, considerando que su destinata- rio original era una elite "rastacuera" y bastante rOstica. Teniendo esto en cuenta, aquella pudo fracasar en un sentido estricto (en crear una elite culta), pero tambien

84 Por lo demas, conviene precisar que incluso el caracter "cerrado" del Circulo de Armas se deriva fundamentalmente del tope establecido al nOmero de socios admisible, mas que del perfil social de sus integran- tes. Como vimos, este fue bastante cercano al del Jockey, el cual a su vez reflejaba-como tambien planteamos en este trabajo- cierta recomposici6n en la alta sociedad al compas de los cambios politicos, econ6micos y sociales del ultimo cuarto del siglo XIX.

85 LOSADA: "La elite social de Buenos Aires". 86 Cit. en R. SAENZ HAYES: Miguel Cane ysu tiempo (1851-1905), Buenos Aires, Kraft, 1955, p. 110.

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LOS CLUBES SOCIALES DE LA ELITE PORTENA

es innegable que, en el proceso, se afianzaron ciertos modales y conductas refina- das que marcaron un contraste igualmente perceptible entre la alta sociedad del novecientos y la de momentos anteriores.

En un piano mAs general, se advierte que los prop6sitos subyacentes a las modalidades de sociabilidad impulsadas por los clubes analizados, la distincion -y de forma mas especifica, las bases sobre las que 6sta podia asentarse- y la necesi- dad de legitimidad conferfan a la diferenciaci6n social pilares bastante fragiles. En una elite y en una sociedad como la portena, la distinci6n no podia descansar en blasones nobiliarios o cuanto menos en distinguidas prosapias genealbgicas (como si podian hacerlo otras elites regionales, como la santiaguina o la carioca) sino, como lo prueban los prop6sitos de la sociabilidad aqui analizados, en aristas sociocultura- les. El problema es que 6stas definian fronteras bastante lAbiles en Oltima instancia: constituian capitales sobre los que era dificil retener exclusividad en una sociedad republicana sacudida por una prosperidad y una movilidad social in6ditas en la re- gion, y en la que la upper-class (al menos hasta el cambio de siglo) fungia a su vez como grupo de referencia para conductas y comportamientos de reconocimiento o prestigio social. Las evidencias mAs conocidas de este peligro la constituyen los numerosos y recurrentes testimonios de integrantes de la elite porteia de la 6poca referidos al "advenedizo"87. El propio proceso de modernizacion, considerando que de 61 emergian los advenedizos y que en su implementaci6n tuvieron actuaci6n gravitante destacados integrantes de la clase alta portera, podria entenderse en este sentido como la expresi6n ultima del limite que le imponia a sus necesidades de diferenciaci6n social su papel de elite dirigente republicana, en tanto la "civilizaci6n" y el "progreso" eran ejes centrales para la construcci6n de su legitimidad como tal. Indudablemente, el grado de apertura y la necesidad de presentarse en correspon- dencia con una sociedad m6vil y abierta fueron diferentes segOn los distintos niveles de la vida social. En este sentido, vale pensar que la relativa apertura de los clubes probablemente fue posible porque de forma paralela se oper6 un cierre en el nivel de la sociabilidad intima, como la familia o el parentesco88.

Con todo, la busqueda de articular diferencia y legitimidad en el piano de la sociabilidad formal, asi como la necesidad de construir distinci6n, implicita en los prop6sitos de esa misma sociabilidad de fin de siglo, arroja una experiencia para la elite portena bien distinta a la que subyace en caracterizaciones tradicionales aun beneficiarias de cierta vigencia como saber convencional, que retratan una "oligar- quia" claramente diferenciada en el entramado social en el que se desenvuelve. Al poner en juego las peculiaridades del contexto social en el que le toc6 inscribirse y sus propias definiciones identitarias, puede apreciarse que deberia reflexionarse con cuidado en qu6 dimensiones de la vida social es pertinente hablar de "oligarquia", y en un sentido mAs amplio, que la diferenciaci6n social aparece como un problema y no como algo dado, que se convirti6 en un eje de necesaria y constante revalidaciOn cruzado por significativos condicionamientos impuestos por una sociedad m6vil, re- publicana e igualitaria como lo fue la portena del cambio de siglo.

87 Son emblematicos al respecto los contenidos en J. M. RAMOS MEJIA: Las multitudes argentinas, Bue- nos Aires, La Cultura Popular, 1934, pp. 259 y 22.

88 Cfr. D. BALMORI, S. MOSS y M. WORTMAN: Las alianzas de familias y la formacion del pais en America Latina, Mexico, FCE, 1990, pp. 180-251.

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RESUMEN

El articulo aborda los tres clubes principales de la alta sociedad portena en el cambio del si- glo XIX al XX: el Jockey Club, el Club del Progre- so y el Circulo de Armas. Se reconstruyen sus modelos de sociabilidad y sus formas de reclu- tamiento de socios. El trabajo plantea un con- traste entre el Club del Progreso (creado en 1852), por un lado, y el Jockey Club (de 1882) y el Circulo de Armas (de 1885), por otro. Este con- traste refleja un proceso en curso, la privati- zaci6n de la alta sociabilidad, el cual se desen- volvio entre mediados y fines del siglo XIX, en forma paralela a la rearticulaci6n entre sociedad civil y estado. En efecto, se sostiene que estos clubes configuraron modelos de sociabilidad di- ferentes, que revelan la recomposicidn de la cla- se alta portena como el impacto que tuvo sobre ella la modernizaci6n econ6mica y social que atraves6 al conjunto de la sociedad durante este periodo, que hizo necesario explicitar y ratificar las diferenciaciones sociales. Asf, en los extre- mos de esta trayectoria aparece, de un lado, el Club del Progreso, con su enfasis en el "espiritu

civico" de sus miembros y, del otro, el Jockey Club, orientado a afirmar "el espiritu aristocrati- co" de sus asociados. Sin embargo, se subraya que esa privatizaci6n no significo un retraimien- to absoluto de la alta sociedad a un circulo ce- rrado. Las formas de reclutamiento de socios fueron significativamente permeables (sobre todo en el Jockey Club, el mas importante de los tres clubes mencionados en este trabajo), mas aun considerando la movilidad y los cambios socia- les del periodo. Asimismo, el compromiso con los problemas publicos mantuvo su vigencia, si bien lo hizo con modalidades diferentes (por ejemplo, a traves de la filantropia). El articulo afirma que estas caracteristicas son el resulta- do de dos factores: la naturaleza de la sociedad -republicana y mdvil-, que servia de marco a las practicas de la elite portefra, y la autodefini- ci6n que ella se dio de simisma. En estas condi- ciones, la construccidn de la legitimidad de la posici6n social adquiri6 un peso tan gravitante como lo tuvo la construcci6n de la diferencia- ci6n social.

SUMMARY

The article analyses the three principals so- cial clubs of the portenio high society in the turn of the XIX to XX century: the Jockey Club, the Club del Progreso and the Circulo de Armas. It reconstruct its models of sociability and its forms of member's recruitment. The articles argues a contrast between the Club del Progreso (created in 1852), by one side, and the Jockey Club (from 1882) and the Circulo de Armas (from 1885), by the other side. This contrast reflects a process in curse, the privatization of the high sociability, which took place between the middle and the end of the XIX century, in simultaneity with the change in the relationship between State an civil society. Actually, the article points out that these clubs typified different models of sociability, that reveals the porterio high society recomposition such as the impacts upon it of the social and economic modernization that happen in the whole society during this period, which made necessary to ex- plicit and to ratify the social differences. So, in the extremes of this path appears, by one side,

the Club del Progreso, with its emphasis in the "civic spirit" of its fellows, and, by the other, the Jockey Club, oriented to affirm the "aristocratic spirit" of its members. However, the paper em- phasize that this privatization doesn't signified an absolute retirement of the high society into a closed circle. The forms of member's recruitment were significantly permeable (above all, in the Jockey Club, the most important of the three clubs mentioned in this paper), even more considering the mobility and the social changes of this pe- riod. Likewise, the commitment with the public affaires kept as a standing point, although it does through different features (the philanthropy, for example). The article affirms that these charac- teristics were the result of two factors: the nature of the society-republican and mobile-, which was the context of the porteno elite practices, and the self definition of the proper elite. In this con- ditions, the construction of legitimacy to the so- cial position acquired so importance such as the construction of social differentiation.

REGISTRO BIBLIOGRAFICO

LOSADA, Leandro "Sociabilidad, distinci6n y alta sociedad en Buenos Aires: Los clubes sociales de la elite portena (1880-1930)". DESARROLLO ECONOMICO - REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES (Buenos Aires), vol. 45, N? 180, enero-marzo 2006 (pp. 547-572). Descriptores: <Historia social> <Estructura social> <Elites> <Clubes> <Buenos Aires>.

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