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El nazismo Preguntas clave IAN KERSHAW (Ed.) PRETÉRITA

El Nazismo. Preguntas Clave - Kershaw, Ian

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    ISBN 978-84-9940-482-0

    El nazismoPreguntas clave

    IAN KERSHAW (Ed.)

    IAN KERSHAW

    Ian Kershaw (Oldham, Lancashire, Inglaterra, 1943), historiador brit-nico destacado por sus biografas de Adolf Hitler, recibi educacin en el St Bedes College, Manchester y las universidades de Liverpool y Oxford. Comenz como medieva-lista, pero en la dcada de los 70 se volc sobre el estudio de la historia alemana. Es catedrtico de Histo-ria Moderna en la Universidad de Sheffield y el discpulo ms im-portante del historiador de la RFA Martin Broszat.

    P R E T R I TA

    1. La Segunda Repblica espaola y las izquierdasFrancisco Mrquez Hidalgo2. Mario Onaindia (1948-2003)Fernando Molina Aparicio3. Alejandro MagnoPierre Briant4. El nazismo. Preguntas claveIan Kershaw (Ed.)

    EDITORIAL BIBLIOTECA NUEVACOLECCIN PRETRITAwww.bibliotecanueva.es

    Ninguna ideologa ha suscitado tantos debates y controversias como el nazismo. Este libro propone un punto de vista original sobre los orgenes del Tercer Reich. Cmo lleg Adolf Hitler al poder? El gran capital apoy a Hitler? Explica la pro-paganda el xito del nazismo? Era Goebbels un genio? Todos los alemanes eran nazis? Estaba el antisemitismo en el centro del sistema? Era el Fhrer un dictador absoluto? Cumpli el Tercer Reich sus promesas sociales? 1938: el cambio?

    El lector encontrar en estas pginas las res-puestas a todas estas preguntas a travs de textos elaborados por grandes especialistas como Ian Kershaw, Philippe Burrin, Saul Friedlnder, etc.

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    P R E T R I TA P R E T R I TA

    El nazismo. Preguntas claveIAN KERSHAW (Ed.)

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  • El nazismoPreguntas clave

    IAN KERSHAW (Ed.)

    Traduccin: Cristina Gutirrez Iglesias

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  • siglo xxi editores, s. a. de c. v.CERRO DEL AGUA, 248, ROMERO DE TERREROS,04310, MXICO, DFwww.sigloxxieditores.com.mx

    grupo editorialsiglo veintiuno

    siglo xxi editores, s. a.GUATEMALA, 4824, C 1425 BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINAwww.sigloxxieditores.com.ar

    salto de pgina, s. l.ALMAGRO, 38,28010, MADRID, ESPAAwww.saltodepagina.com

    biblioteca nueva, s. l.ALMAGRO, 38,28010, MADRID, ESPAAwww.bibliotecanueva.es

    editorial anthropos / nario, s. l.DIPUTACI, 266,08007, BARCELONA, ESPAAwww.anthropos-editorial.com

    Los autores, 2012 Librairie Arthme Fayard, 2012 Editorial Biblioteca Nueva, S. L.

    Madrid, 2012Almagro, 38, 28010 [email protected]

    COLECCIN PRETRITAISBN: 978-84-9940-483-7

    EDICIN DIGITAL

    Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunica-cin pblica y transformacin de esta obra sin contar con la autorizacin de los titulares de propiedad intelectual. La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Cdigo Penal).El Centro Espaol de Derechos Reprogr-ficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

    [Le nazisme en questions. 1933-1939. Espaol]EL NAZISMO : Preguntas clave / Ian Kershaw et al. ; traduccin del francs

    por Cristina Gutirrez Iglesias.- Madrid : Biblioteca Nueva, 2012.1. Ideologas polticas 2. Historia de Europa 3. Derecho internacional

    I. Ian Kershaw II. Saul Friedlnder III. Cristina Gutirrez Iglesias 329 jpf940 HBJD341 LB

    Diseo original de coleccinCarla Lpez Bauer | mitaymita

    Ttulo original: Le nazisme en questions. 1933-1939

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  • I.CMO LLEG HITLER AL PODER? ----------------------------------------- 11El irresistible ascenso de un cabo austraco, Serge Bers-tein ----------------------------------------------------------------------- 13Las SA: sus secuaces, Jacques Droz ------------------------------ 33El gran capital apoy a Hitler?, Henry Rousso ---------- 39Y el monstruo empez a fascinar, entrevista con Ian Kershaw ----------------------------------------------------------------- 53

    II.EXPLICA LA PROPAGANDA EL XITO DEL NAZISMO? -------------------- 63La escenificacin de una ideologa, Henri Burgelin ----- 65Era Goebbels un genio?, Fabrice dAlmeida -------------- 81

    III.TODOS LOS ALEMANES ERAN NAZIS?, Philippe Burrin ------------- 89

    IV.ESTABA EL ANTISEMITISMO EN EL CENTRO DEL SISTEMA? ------------ 101Todo estaba ya escrito en Mein Kampf?, Saul Fried-lnder -------------------------------------------------------------------- 103Un best seller de los aos 30, Henry Rousso --------------- 113La visin del mundo de Hitler, Philippe Burrin ---------- 119

    V.ERA EL FHRER UN DICTADOR ABSOLUTO? ----------------------------- 125El Fhrer en el sistema nazi, Philippe Burrin ------------- 127Las SS, un pilar del rgimen?, Marlis G. Steinert ------- 143

    VI.CUMPLI EL TERCER REICH SUS PROMESAS SOCIALES?, Hans Mommsen -------------------------------------------------------------- 157

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    VII.1938: EL CAMBIO? --------------------------------------------------------- 1691938: el ao de Adolf Hitler, Philippe Burrin -------------- 171La Noche de Cristal: relato de un pogromo, entrevista con Saul Friedlnder ----------------------------------------------- 181Por qu las democracias no entendieron nada?, Jean-Pierre Azma ---------------------------------------------------------- 187

    NOTA SOBRE LOS AUTORES ----------------------------------------------------- 195

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  • El irresistible ascenso de un cabo austraco

    Serge Berstein

    El 30 de enero de 1933, una muchedumbre silenciosa se aglu-tina en las calles prximas a la cancillera de Berln. Espera el final de las airadas discusiones que enfrentan, en torno al ma-riscal Hindenburg presidente del Reich, a los dirigentes nacionalistas von Papen y Hugenberg contra el jefe del partido nazi, Adolf Hitler. Lo que est en juego es la formacin de un gobierno de coalicin dirigido por este ltimo, quien no acepta que sus rivales recorten sus atribuciones.

    Por una ventana del edificio cercano al Kaiserhof, donde se encuentran los dirigentes nazis, Ernst Rhm jefe de la SA (Sturmabteilung, milicia armada de los nacional socialis-tas) acecha ansiosamente la salida del Fhrer. Poco despus del medioda estallan los aplausos. Hitler sale de la cancillera, baja la escalinata de la entrada y se precipita hacia su coche. Es canciller del Reich alemn. Acaba de tener lugar el acto decisivo de una toma de poder.

    Cunto camino recorrido desde aquel da de septiembre de 1919 en el que el cabo austraco, ofendido por la derrota del Reich y convertido en confidente del departamento poltico del ejrcito, se afilia al grupsculo que constituye an el Par-tido Obrero Alemn (DAP)! Toma rpidamente las riendas, lo dota con el peridico Vlkischer Beobachter (El observador del pueblo), le proporciona una bandera, un programa compuesto por 25 puntos centrados en el racismo y rene en torno a l a un pequeo ncleo de fieles, pero no consigue convertirlo

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    en una autntica fuerza poltica. Como quedar reflejado en noviembre de 1923 cuando, aprovechando los disturbios que agitan a Alemania, intenta un golpe de Estado en Mnich con el propsito de marchar sobre Berln para expulsar al gobierno rojo del que forman parte los socialistas y establecer una dictadura nacional. Sin embargo, aunque se haba cobijado tras el prestigioso general Ludendorff, mando del Estado Ma-yor alemn durante la guerra y al que confi la direccin de las tropas, Adolf Hitler fracasa. El ejrcito y la polica bvara requeridos por Karh, comisario general del Estado de Baviera, acaban por la fuerza con el golpe de Estado de la Cervecera, en el que Hitler haba conseguido, en un principio, obligar a los dirigentes bvaros a aceptar el gobierno que l propona. Hitler y Ludendorff son detenidos y el jefe del Partido Nacional Socialista es condenado a cinco aos de reclusin en la fortaleza de Landsberg. Sali liberado al cabo de nueve meses, los cuales aprovech para escribir su Mein Kampf.

    De esta primera experiencia abortada, Hitler obtiene un in-discutible prestigio y se presenta como un patriota ntegro que ha sido vctima de la pusilanimidad de las autoridades bvaras. Ahora puede presumir de haber aumentado su nmero de se-guidores y de haberse convertido en un personaje de la escena poltica. Durante las elecciones de mayo de 1924, el bloque po-pular (Vlkisch) de los partidos racistas a los que se adhiri el partido nazi, obtiene 2 millones de votos y consigue 32 escaos, a pesar de que Hitler, entonces recluido e inelegible, puesto que es austraco, haya manifestado intensamente sus reservas a propsito de esta participacin en el juego electoral.

    No obstante, al comparar el fracaso del golpe de Estado de la Cervecera con el xito que Mussolini su modelo en esa po-ca obtuvo en Italia, en octubre de 1922, Hitler llega a la con-clusin de que la toma del poder no debe realizarse mediante la fuerza, sino involucrando a los poderes establecidos. Desde su salida de la crcel en diciembre de 1924, se dedicar a preparar esta estrategia. Sin embargo, la estabilizacin de la situacin

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    poltica alemana a partir del verano de 1924, el restablecimien-to del equilibrio monetario y econmico y la normalizacin de las relaciones que Alemania mantiene con los otros pases del mundo, en definitiva, la vuelta de la prosperidad, sitan a formaciones extremistas como el partido nazi en el punto ms bajo. En las elecciones de diciembre de 1924, los nazis y sus aliados obtienen menos del 3 por 100 de los votos, y en las de mayo de 1928 descienden al 2,6 por 100.

    Al mismo tiempo, dicha marginalizacin libera a Hitler de la competencia de los lderes parlamentarios que le hacan som-bra, empezando por el dirigente nazi de Berln, Gregor Strasser. Desde este momento puede forjar el instrumento de su prxima victoria reorganizando el Partido Nacional Socialista Obrero Alemn, el NSDAP, nombre que sustituy en agosto de 1920 por el de Partido Obrero Alemn (DAP), alejado de cualquier preocupacin inmediata de poder.

    En el NSDAP, Hitler formula, ante todo, una ideologa ms conforme a sus opiniones personales que el programa de 25 puntos de 1920, obra colectiva cuyas secciones anticapitalistas reflejaban ms las ideas del ingeniero Gottfried Feder que las suyas propias. Por el contrario, Mein Kampf es un libro confuso, denso, mal redactado, plagado de digresiones, desordenado e indigesto en el que se mezclan las ideas de Darwin, Gobineau y Houston Stewart Chamberlain. La obra es, en realidad, un programa de gobierno, lo que ningn lector poda sospechar cuando se public el libro, construido en torno a la teora ra-cista sobre la que Hitler basa su concepcin del mundo, su Weltanschauung.

    Paralelamente, Hitler se dedica a la reorganizacin del parti-do nazi, que haba sido reducido a veintisiete mil afiliados a su salida de la crcel. Reorganizacin que fue llevada a cabo segn un principio que l expondr en 1936: Hemos comprendido que no basta con derrocar el viejo Estado, sino que antes es necesario implantar un nuevo Estado que tendremos, por as decirlo, bajo la manga.

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    Hitler transforma el partido nazi a la vez en un partido-Estado y en un partido-sociedad, plasmando de esta manera, mucho antes de la toma del poder, su visin totalitaria. En la esfera poltica, la organizacin territorial del NSDAP (divi-dido en regiones, Gaue, que a su vez se dividen en distritos, Kreise) es un calco de las circunscripciones electorales del Reich, con la salvedad de que en la cumbre, dos organismos: el PO I (Organizacin poltica nm. 1, dirigida por Gregor Strasser) y el PO II (Organizacin poltica nm. 2) poseen, respectivamente, las funciones de minar el poder vigente y de conformar un au-tntico shadow cabinet que cuente con secciones especializadas correspondientes a ministerios.

    En lo que se refiere a la esfera social, el partido nazi multi-plica las organizaciones destinadas a encauzar a todos los gru-pos de poblacin: jvenes (Juventudes Hitlerianas, creadas en 1926 para jvenes de entre quince y dieciocho aos, Liga de los Escolares Nazis, etc.), mujeres (Liga de Jvenes Alemanas, Liga de Mujeres Alemanas), grupos socioprofesionales (Liga de Estudiantes, grupos de abogados, juristas, mdicos, profesores, funcionarios, periodistas, intelectuales, artistas, etc.).

    En 1929 Hitler ha conseguido consolidar su partido y lo ha convertido en el instrumento eficaz que deseaba. No obstante, en esa fecha, el NSDAP carece de una ideologa slida, ya que no supera los ciento setenta y ocho mil simpatizantes. La do-ble crisis, econmica y poltica, que sufre Alemania a partir de esta fecha pone fin a la cruzada del desierto del NSDAP que dura desde el ao 1924. La coyuntura contribuye a crear un partido de vocacin totalitaria forjado por Adolf Hitler desde su salida de prisin. La larga espera por la toma del poder llega a su fin.

    La crisis alemana es una crisis de Estado antes que una crisis econmica importada de Amrica. No obstante, la conjuncin de estos dos fenmenos alimenta el nazismo incipiente, lo cual favorece el desarrollo de una violencia en las calles con las SA como protagonistas. El origen de la crisis del Estado reside en

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    la victoria de la izquierda en las elecciones de mayo de 1928, que conduce a la cancillera al socialista Hermann Mller. A pesar de su moderacin, el gobierno de gran coalicin agrupa a centristas, su presencia en el poder resulta insoportable para el entorno ultraconservador del presidente Hindenburg: su hijo Oskar, los generales Grner y Schleicher, etc. La derecha alema-na encuentra un arma que utilizar contra l en la firma del plan Young, en agosto de 1922, que regula el pago de las reparaciones debidas por la Alemania de Weimar a los aliados tras la Primera Guerra Mundial. Reducidas en un 17 por 100, estas reparaciones se pagarn en cincuenta y nueve plazos anuales, y Alemania se librar de todo control y de toda hipoteca. Las zonas ocupadas de Renania debern evacuarse antes de junio de 1930.

    Esto representaba un gran xito para el gobierno y para el ministro de Asuntos Exteriores, Stresemann, lo que no impi-di que los nazis y los nacionalistas contrarios al principio mismo de las reparaciones iniciaran, durante el verano de 1929, una violenta campaa contra el plan Young y exigieran la convocatoria de referndum a la poblacin para anular el tra-tado. Con este propsito, Hugenberg, jefe del Partido Nacional Alemn vinculado al mundo de los negocios financia una serie de reuniones en las que Hitler es el principal orador. El proyecto de referndum fracasar, pero Hitler adquiere en esta ocasin un pblico nacional.

    En este ambiente de tensin, Hindenburg declara la crisis del Estado en marzo de 1930. Sirvindose de un pretexto de poca importancia, obliga al canciller Mller a dimitir y llama al poder a Heinrich Brning, jefe de la fraccin parlamentaria del Centro Catlico (Zentrum), un conservador que forma un ministerio muy orientado hacia la derecha. Sin embargo, dicho gobierno, que no dispone de mayora en el Reichstag (Parlamento), se encuentra en minora desde julio de 1930.

    Brning solicita al Presidente que disuelva el Reichstag, con la esperanza de que una nueva consulta electoral le propor-cione la mayora conservadora que anhela profundamente. En

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    realidad, Brning est jugando con fuego al proponer nuevas elecciones en un momento en que la crisis inunda Alemania. El contexto poltico favorece, en septiembre de 1930, el ascenso de los partidos extremistas, reacios a la Repblica, nazis (6,5 millones de votos y 107 escaos) y comunistas (4,5 millones de votos y 77 escaos). Ante la imposibilidad de obtener la mayora, Brning se ve obligado a gobernar apoyndose en los poderes excepcionales que el artculo 48 de la Constitucin confiere al Presidente del Reich, Hindenburg. El gobierno pasa de parlamentario a presidencial.

    A esta situacin poltica se suma la coyuntura socioeconmi-ca. Nacida de la retirada de los capitales americanos tras el crack de 1929, que provoca la quiebra del sistema bancario alemn, la crisis azota de lleno al pas a partir de diciembre de 1930, lo que origina la cada de una produccin fuertemente racionalizada y la quiebra de numerosas empresas.

    En diciembre de 1931, el nmero de desempleados totales alcanza los seis millones, a los que hay que aadir ocho millo-nes ms de parados parciales que perciben sueldos reducidos a la mitad. Para combatir la crisis, Brning practica una poltica de deflacin severa que hace que reine la austeridad, reduce la ayuda al desempleo y disminuye las prestaciones sociales. La mi-seria que conoce el pas contribuye a la radicalizacin poltica.

    Nacionalistas y nazis constituyen, en octubre de 1931, en contra de la poltica de Brning, el Frente de Habsburgo, formado por los nacionalistas de la liga del Casco de Acero (Stahlhelm), las SA (milicias de Hitler), los grandes productores agrcolas, los dirigentes de las asociaciones de antiguos comba-tientes liderados por un ramillete de almirantes y de generales, hombres de negocios (entre ellos Schacht, presidente de la Rei-chsbank [Banco Central Alemn] de 1923 a 1930, que salv el marco de la hiperinflacin, y el patrn de la firma siderrgica Thyssen), dos hijos del rey Guillermo II, etc.

    Esta coalicin de extrema derecha participa, a su pesar, del juego de Hitler, cuya potencia electoral y parlamentaria lo sita

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    desde ahora como un personaje de primer orden en la escena poltica nacional. Hitler se opone a la prrroga de los poderes del presidente Hindenburg (que habra necesitado dos tercios de los votos en el Reichstag, lo que supona el acuerdo de los nazis) y en marzo de 1932 se presenta contra l a la presidencia del Reich. Aunque fracasa en la segunda vuelta, el 10 de abril de 1932, ha conseguido aglutinar en torno a su nombre 13,4 millones de votos, lo que duplica los sufragios obtenidos en 1930. Al aplastar a la derecha tradicional, el nazismo se posi-ciona entonces como candidato a la herencia de la Repblica de Weimar.

    Desde ese momento, la hipoteca nazi, reforzada ahora por las elecciones a los Landtage (dietas de los Estados federados) de abril de 1932, en las que los nazis se sitan al frente en to-dos los lugares, salvo en Baviera, se convierte en el problema primordial de los ltimos gobiernos republicanos. Uno tras otro, los cancilleres van a fracasar. En primer lugar, Brning, que intenta, en abril de 1932, disolver las milicias nazis SA y SS (Schutzstaffel, escuadrn de proteccin). Dividido entre las protestas generalizadas de los nazis y las del ejrcito, que ve en las SA un grupo militar camuflado, Brning se ve obli-gado a retroceder. Abandonado por el mundo de los negocios y debilitado, se retira en mayo de 1932 bajo la presin del hijo del Presidente, Oskar von Hindenburg, el da en que preten-de establecer un control de las subvenciones concedidas a los productores agrcolas del este.

    Hindenburg se ve forzado a gobernar con miembros de su entorno a falta de dirigentes de los grandes partidos a los que ha apartado sucesivamente. Los dos ltimos cancilleres de la Repblica de Weimar sern Franz von Papen y el general von Schleicher. Aristcratas, relacionados con los productores agr-colas y con medios industriales y amigos en el ejrcito, son hom-bres de demasiado poco peso como para ejercer una autntica autoridad. Por otra parte, se encuentran paralizados por sus ambiciones encontradas.

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    Papen intenta primero desarmar el Frente de Habsburgo dando garantas a los conservadores y tratando de dominar a los nazis. Para ello disuelve el Reichstag, levanta la prohi-bicin de las SA, anuncia una reduccin de las prestaciones sociales y un plan de ayuda a la gran industria; destituye, junto con el ejrcito, al gobierno socialista del Land de Prusia y obtiene en Lausana la anulacin de las reparaciones. Pero las elecciones al Reichstag del 31 de julio de 1932 suponen un desastre para l. Los partidos que se oponen a su polti-ca (socialistas, Centro Catlico, comunistas) se mantienen o progresan, mientras que la derecha tradicional, con la que l contaba, se desploma y los nazis registran un nuevo aumen-to (13 779 999 votos, es decir, 37,3 por 100 de los sufragios expresados, y 230 escaos).

    Adems, Adolf Hitler hace saber que se niega a entrar en todo gobierno del que no sea canciller. La situacin se vuelve insostenible. El pas, sometido al terror de las SA, se encuentra en estado de guerra civil larvada. En el Reichstag, donde el nazi Hermann Gring ha sido elegido presidente, el canciller no dispone ms que de unos cuarenta diputados. Para salir del atolladero y sin haber podido dominar al partido nazi, Papen lleva a cabo una nueva disolucin con la esperanza de hacer retroceder a Hitler.

    Su clculo no es completamente errneo. En noviembre de 1932, los nazis pierden dos millones de votos y una treinte-na de escaos. Sin embargo, la derecha tradicional progresa lentamente, mientras que el avance del comunismo espanta al mundo de los negocios. No habiendo logrado dominar a los nazis ni destruirlos, Papen propone a Hindenburg modificar la Constitucin con miras a crear un Estado fuerte pero, ante la negativa de este, dimitir en noviembre de 1932.

    Schleicher, que sucede a Papen, intenta a su vez destruir al partido nazi separando a los polticos, como Gregor Strasser, al que espera integrar en el juego parlamentario y en las coalicio-nes, de los alborotadores. Sin embargo, la dimisin de Strasser

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    del NSDAP no conlleva la escisin esperada. Finalmente, las veleidades sociales de Schleicher, que aspira a conciliar a so-cialistas y a sindicalistas, le hacen granjearse la hostilidad del mundo de los negocios y de los productores agrcolas. Adems, tiene que lidiar con la vindicta de Papen, que no le perdona haberle vencido. La hora de Hitler ha llegado.

    Desde su xito electoral de 1930, Hitler prepara metdica-mente su llegada al poder. Sabe que no tiene nada que temer de una izquierda profundamente dividida, pues los socialistas detestan el comunismo y al Partido Comunista, segn el anlisis de la III Internacional, que considera, en la tctica clase contra clase, que el adversario principal es la socialdemocracia y no el fascismo, ltimo sobresalto de un capitalismo agonizante.

    Su poder parlamentario, los resultados electorales y la vio-lencia que mantienen en las calles las SA, solo son para Hitler medios de presin. Desde 1923 est convencido de que las tres claves del poder son el ejrcito (la Reichswehr), el mundo de los negocios y el Presidente del Reich, por lo que concentra sus esfuerzos en estos tres frentes.

    Aunque comparten la idea de que es necesario eliminar el diktat (tratado impuesto) de Versalles y volver a hacer de Ale-mania una gran potencia militar, los nazis y el ejrcito estn separados por los mtodos y el origen social de sus miembros. El ejrcito, dirigido por aristcratas formados en las tradicio-nes de la Alemania de Guillermo I y Guillermo II, a finales del siglo XIX, desconfa de los alborotadores y de los demagogos nazis, que adems han intentado infiltrarse en l.

    En 1930, Hitler va a levantar la hipoteca al declarar como tes-tigo durante un juicio en Ulm, en el que se acusa a tres oficiales de haber pretendido formar grupos nazis en sus unidades. Hitler desmiente formalmente sus actos y rinde un solemne homenaje a la Reichswehr. Desde ese momento se acelera el acercamiento entre Hitler y los generales. Algunos de ellos, como es el caso del general Blomberg, que controla la regin de Prusia oriental, le prometen su colaboracin si llega a ser canciller.

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    En lo que respecta a las cuestiones ms importantes, Hitler, que habr desaprobado durante mucho tiempo los artculos an-ticapitalistas de los 25 puntos de su programa de 1920, acepta la propiedad privada y rinde homenaje a los grandes capitanes alemanes de la industria. En plena crisis econmica, vuelve a ofrecer garantas a estos empresarios excluyendo del partido en 1930 a Otto Strasser, hermano de Gregor, que haba respaldado una huelga de mineros. Dos hombres permiten a Hitler introdu-cirse en el mundo de los negocios: el banquero Schroeder que se encarga del programa econmico del partido y organiza en Dsseldorf, en enero de 1932, una reunin entre los dirigentes de la gran industria y Hitler, quien les ofrece garantas en cuanto a sus proyectos y les promete relanzar la economa mediante el rearme si llegara al poder, y Schacht, quien toma en noviem-bre de 1932 la iniciativa de enviar una carta al presidente Hin-denburg aconsejndole nombrar canciller a Hitler, carta que hizo firmar a todos los grandes nombres de la industria alemana.

    Finalmente, Hitler aprovechar una mediocre intriga urdi-da por Papen. Deseoso de vengarse de Schleicher, el canciller vencido se rene con Hitler en Colonia el 4 de enero de 1933, proponindole formar un gobierno comn en el que el jefe nazi sera canciller y l mismo vicecanciller. En los das siguientes pone de su parte a Hugenberg y a los hombres del Casco de Acero (SA). Ahora puede presumir ante Hugenberg de haber encontrado la solucin que permitira a la vez dominar a Hit-ler y obtener el apoyo de la Reichswehr.

    Es esta solucin la que triunfa el 30 de enero de 1933, cuan-do el ministerio Hitler-Papen presta juramento ante el Presi-dente.

    Hitler ha llegado a la cancillera mediante las prcticas consti-tucionales que se utilizaban desde 1930, es decir, designado por el Presidente del Reich. Dieciocho meses ms tarde, en agosto de 1934, habr convertido en dictadura este ejercicio legal del poder. Y, sin embargo, durante algunas semanas, el jefe del par-tido nazi se muestra conciliador. Sus amigos son minora en un

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    gobierno en el que los conservadores tradicionales se llevan la mejor parte. Adems de l mismo, los nicos nazis que poseen carteras son Gring, en el Ministerio del Aire, y el doctor Frick, en el Ministerio de Asuntos Interiores (los poderes propios de la polica seguan siendo competencia de los ministros del Interior de los lnder). Es cierto que Gring se instal en el Ministerio del Interior de Prusia, un Estado que representa las tres quintas partes del Reich. No obstante, Papen, que desconfiaba de l, se hizo nombrar comisario de Estado.

    Asimismo, Hitler cultiva con complacencia el mito de la re-cuperacin nacional de la Alemania tradicional, principal ar-gumento de los discursos de Hindenburg y de Papen. Multiplica tambin las profesiones de fe cristianas. As, el 21 de marzo asiste a una ceremonia en la iglesia de la Guarnicin de Potsdam lugar de gran relevancia del militarismo prusiano en com-paa de Hindenburg y de varios generales vestidos de unifor-me, diputados nazis con camisas pardas, miembros del Partido Nacional Alemn y miembros del Centro Catlico. En presencia del Kronprinz (prncipe heredero), representante del Kaiser (al que se le haba reservado un asiento vaco), el canciller vestido de chaqu se inclina ante el Presidente tras haber pronunciado un discurso en el que exalta la unin entre los smbolos de nuestra antigua grandeza y de nuestra nueva potencia.

    Mientras tranquiliza con palabras e ilusiones a los aliados que necesita, realiza la accin concreta que le permite implantar una dictadura. Recin elegido, Hitler ha solicitado y obtenido de Hindenburg la disolucin del Reichstag. As, sirvindose del abundante dinero que le ha facilitado el mundo de los negocios (Schacht acumul de entrada tres millones de marcos de los industriales), el partido nazi realizar una campaa de propa-ganda masiva orquestada por Goebbels, que se asegura tener el control de la radio de Estado y multiplica las reuniones de ma-sas. Para intimidar al adversario, Hermann Gring recurre a la polica prusiana en la que ha colocado como mandos a oficiales de las SA y SS, y que tienen por consigna atacar especialmente

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    a los marxistas. Adems, una polica auxiliar de cincuenta mil hombres reclutados en los entornos nazis prohbe que se cele-bre en Prusia la ms mnima reunin que no sea nazi.

    Hitler se sirve hbilmente de un acontecimiento muy oportu-no para asentar su autoridad. Durante la noche del 27 de febre-ro, el Reichstag se incendia y es detenido un joven neerlands encontrado en el edificio, llamado Van der Lubbe, que se decla-ra comunista. Gring encarcela inmediatamente a los dirigentes del Partido Comunista, cuatro mil miembros permanentes y el blgaro Dimitrov, secretario general del Komintern, presente en Alemania. Su juicio, celebrado en Leipzig tras las elecciones, les permite demostrar sin demasiado esfuerzo que son inocen-tes. Adems, existen importantes sospechas que hacen pensar que el incendio es obra de los mismos nazis.

    Sin embargo, bajo el efecto de la emocin suscitada por el acontecimiento, Hindenburg acepta firmar el 28 de febrero el decreto sobre la proteccin del pueblo y del Estado que cons-tituye la primera base legal de la dictadura nazi. Se suspenden las libertades individuales; el gobierno del Reich puede ejercer plenos poderes en los Lnder si lo cree necesario; se castiga con pena de muerte la traicin, el sabotaje o el envenenamiento, as como la alteracin del orden pblico. Hitler ha conseguido obtener atribuciones excepcionales de la polica y, al mismo tiempo, hacer creble su discurso sobre el complot comunista que amenazaba el pas.

    En este contexto no hay por qu extraarse de que las elec-ciones del 5 de marzo de 1933 resultaran ser un xito para los nazis. Obtienen ms de 17 millones de votos (lo que representa un 44 por 100 de los sufragios) y conquistan 288 escaos de 640. Sin embargo, aun contando con los nacionales alemanes (52 escaos), solo alcanzan la mayora simple y no la mayora cualificada, la de los dos tercios, que resulta indispensable para poder modificar la Constitucin. Para alcanzarla, Hitler debe conseguir a los diputados del Centro Catlico. En esta tarea, recibe la ayuda de la Santa Sede, con la que los nazis negocian

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    un concordato que se acaba firmando en 1933 y que invita al Partido Catlico a la flexibilidad. A cambio de la promesa (que nunca ser cumplida) de suspender el decreto del 28 de febrero, los diputados del centro unen sus votos a los de los nazis y los nacionales alemanes para votar, el 23 de marzo de 1933, el Acta de Habilitacin que otorga a Hitler plenos poderes.

    El gobierno puede desde este momento legislar durante cua-tro aos sin la colaboracin del Reichstag. Las leyes que pro-mulgue pueden no ser conformes a la Constitucin y deben redactarse por el propio Hitler. Solo Otto Wels, jefe del grupo parlamentario socialista, tuvo el valor de protestar, a pesar de los violentos gritos de los diputados nazis y de las SA en los pasillos, contra un texto que convierte a Hitler en un dictador legal. Dueo del poder, ahora puede llevar a cabo en Alemania la revolucin nacionalsocialista.

    A esta revolucin nacionalsocialista, los nazis la denominan Gleichschaltung, que se podra traducir por sincronizacin o mejor an, hacer entrar en vereda. En realidad, se trata de uniformar el Reich segn el lema Ein Volk, ein Reich, ein Fhrer (Un pueblo, un imperio, un jefe).

    La aplicacin del Fhrerprinzip al Estado supona el final de las estructuras federales. Hitler se desprende, por tanto, de los gobiernos locales de Baviera, Baden, Gutenberg y Sajonia, adon-de destina comisarios de Estado nazis. El caso de Prusia, donde Papen ocupa este puesto, es ms delicado. En abril de 1933, Hitler decide nombrar un Reichstatthalter (gobernador) en cada land, con el poder de investir o destituir a los gobiernos locales, nombrar o despedir a jueces y funcionarios. Consciente de que ha sido despojado de todo poder, Papen dimite. La ley sobre la reconstitucin del Reich del 30 de enero de 1934 suprime las dietas de los lnder, transfiere a este sus poderes soberanos y somete al gobierno del Reich los dems gobiernos locales. La su-presin del Reichsrat (Senado que agrupa a los representantes de los Estados) el 14 de febrero de 1934 convierte a Alemania en un Estado unitario centralizado.

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    Del mismo modo, la realizacin de un Estado uniforme im-plica la erradicacin de partidos, sindicatos y grupsculos que reflejen la diversidad del pas. La supresin de los partidos ya est muy avanzada puesto que, desde febrero de 1933, el Partido Comunista permanece prohibido (sus bienes y propiedades son confiscadas en mayo). Profundamente dividido, y a pesar de las concesiones que algunos de sus dirigentes desearan hacer al nazismo, el Partido Socialdemcrata es disuelto el 22 de ju-nio de 1933. Unos das ms tarde, el Partido Nacional Alemn, cuyas oficinas han sido ocupadas por los nazis, claudica, como harn demcratas y populistas a finales de junio y principios de julio. El 4 de julio de 1933, el Centro Catlico, empujado a la conciliacin por el Vaticano, acepta desaparecer y ser imita-do al da siguiente por el Centro Bvaro. En este momento no queda ningn partido poltico en Alemania aparte del NSDAP. Una ley del 14 de julio de 1933 proclama a este ltimo el nico partido autorizado y declara que ser objeto de sancin la re-constitucin de los partidos disueltos.

    El 2 de mayo de 1933, las oficinas de los sindicatos, que tambin haban intentado continuar presentes en la poltica manteniendo su accin en el Estado nazi, son ocupadas por las SA y SS, que detienen a sus dirigentes. Todos los sindicatos se remplazan por un nuevo organismo corporativista, el Frente del Trabajo. La misma suerte corren las organizaciones paramilita-res rivales de las del NSDAP. La Bandera del Reich socialista y el Frente Rojo de los Combatientes, comunista, son disueltos, mientras que el Casco de Acero es incorporado a las SA el 1 de febrero de 1934, tras el arresto de un determinado nmero de sus dirigentes.

    Superados todos los obstculos, el partido nazi encuentra va libre para controlar al pueblo y al Estado. A partir de abril de 1933, comienza la implantacin del totalitarismo. La ley sobre la revalorizacin de la funcin pblica del 7 de abril de 1933 permite que todos los funcionarios sospechosos de poca con-viccin hacia el nazismo sean reemplazados por nazis. Joseph

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    Goebbels, nombrado el 11 de marzo de 1933 ministro de Pro-paganda, instaura la concepcin nazi de la cultura. A partir de mayo de dicho ao, las obras de los autores socialistas, liberales, pacifistas e israelitas se queman en los autos de fe. En septiem-bre se funda la Cmara de Cultura del Reich, cuyas siete filiales controlan todas las facetas de la vida y del espritu, y de las que hay que formar parte para poder ejercer una profesin cultural. La prensa, la radio y el cine se someten a un estricto control.

    Colocado en febrero de 1933 a la cabeza del Ministerio de la Ciencia, de la Enseanza y del Arte, Bernhard Rust, antiguo maestro de escuela cesado en 1930 por inestabilidad mental, anuncia su intencin de liquidar la escuela como institucin de acrobacias intelectuales. Los profesores deben unirse a la Liga Nacionalsocialista de la Enseanza y realizar obligatoria-mente prcticas en escuelas especializadas en las que reciben los rudimentos de la ideologa nazi. Del mismo modo, las ligas nazis constituidas en todos los oficios desempeaban el papel de autnticas cmaras profesionales.

    El sistema represivo fue implantado en Prusia a partir de principios de 1933 por Gring, que infiltr mediante las SA la polica del Estado y cre la Polica Secreta del Estado, la Gestapo. A partir de abril de 1934, los poderes de polica pasan a manos de Heinrich Himmler, jefe de las SS desde 1929, que controla la polica poltica de todos los lnder. Por otra parte, para reeducar a los oponentes, se abren los primeros campos de concentra-cin, en Dachau y en Oranienburg-Sachsenhausen.

    Por ltimo, el totalitarismo hitleriano desvela su especifici-dad mostrando ya qu destino dramtico reserva a los quinien-tos mil judos alemanes para los que comienza la exclusin de la nacin. Las acciones aisladas emprendidas por las SA contra personas o bienes judos son suplantadas rpidamente por me-didas sistemticas de persecucin.

    El 1 de abril de 1933 el partido nazi decide el boicot genera-lizado de las tiendas judas, al que hay que renunciar rpida-mente debido al sentimiento que provoca en el extranjero y a

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    la dificultad de precisar lo que es una tienda juda. A partir del 7 de abril de 1933 se proclaman las leyes que expulsan a los judos de la funcin pblica, de las profesiones liberales, de las carreras universitarias, de la prensa, el teatro, la radio y el cine. Ciento cincuenta mil judos abandonan Alemania; sin embargo, los dems se niegan a marcharse.

    Contra los obstinados empezar una persecucin metdica cuya primera etapa ser la proclamacin, en 1935, de las leyes de Nremberg, que anuncian la separacin biolgica, prohi-biendo los matrimonios y las relaciones extraconyugales entre judos y arios.

    El totalitarismo se consagra con la ley del 1 de diciembre de 1933, que declara al NSDAP depositario de la nocin alemana del Estado e institucionaliza su papel de instrumento de domi-nacin del nazismo sobre el Estado y sobre la sociedad alemana. De esta manera, a finales de 1933 se ha realizado la mayor parte de la Gleichschaltung. No obstante, en ese momento, Hitler no es an amo absoluto de Alemania.

    Dueo del poder poltico, Adolf Hitler se enfrenta a diver-sas oposiciones internas a lo largo del ao 1933 y principios del ao 1934. La primera proviene de las filas de sus propios amigos, especialmente de las SA. Hace tiempo que Rhm y los dirigentes de la milicia nazi desean que se eliminen las estruc-turas tradicionales de la Reichswehr con el propsito de liderar un ejrcito alemn nazificado. Una pretensin que preocupa a los generales.

    Esta dificultad viene aparejada de un problema social: las SA, autntico movimiento popular, se ha visto aumentada, desde el 30 de enero de 1933, por una masa de desempleados y de desplazados sociales que esperan que el poder nazi les garantice una escalada social a costa de las clases dirigentes tradicionales. En sus filas aparece el ideario segunda revolucin, que a veces ponen en prctica procediendo ellos mismos a expropiaciones. Sin embargo, este resurgimiento del nazismo populista y con-testatario importuna a Hitler, puesto que amenaza con hacer-

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    le perder las fuerzas que necesita para consolidar su poder, a saber, el ejrcito, el mundo de los negocios, la aristocracia y el presidente Hindenburg.

    As pues, sin herir las susceptibilidades de Rhm y de las SA, Hitler se esfuerza por calmar el fervor de los partidarios de la segunda revolucin.

    Al mismo tiempo, debe hacer frente a las ambiciones de po-lticos que provienen de horizontes diversos. Pues, si bien el complot denunciado en junio de 1934 por Gring y Himmler, que -segn se cree- uni Rhm a Schleicher y a Gregor Stras-ser, parece no haber existido ms que en la imaginacin de los delatores, no sucede lo mismo con la oposicin conservadora. Su portavoz es Papen, que en un gran discurso pronunciado en Marburgo, en junio de 1934, se posiciona vigorosamente contra la evolucin del rgimen, contra sus abusos presentes y, sobre todo, contra la amenaza de una segunda revolucin. La relacin de Papen con Hindenburg y con el ejrcito hace temer dichas denuncias: una desautorizacin del Presidente bastara para arrastrar con l al ejrcito y pondra en entredicho el poder de Hitler.

    Sin duda, el plebiscito de noviembre de 1933, que ratifica la salida de Alemania de la Sociedad de Naciones, demostr que los alemanes, en su mayora, apoyaban al Fhrer en esta cuestin (95 por 100 de los votantes aprueban su decisin) y en las elecciones al Reichstag, que le suceden y tienen lugar en un clima de terror, un 92 por 100 de entre ellos votan por la lista nica presentada por los nazis.

    No obstante, Hitler no ignora que la aprobacin popular ten-dra poco peso ante una ruptura con el Presidente y la clase diri-gente. Es este anlisis el que lo lleva a pasar a la accin, mxime cuando la situacin urge precipitar los acontecimientos, puesto que Hindenburg, que tiene ya ochenta y siete aos, est gra-vemente enfermo y Hitler quiere sucederle para convertirse ipso facto en jefe supremo de los ejrcitos. Pero esta sucesin requiere el acuerdo de los dirigentes de la Reichswehr, quienes,

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    en una consulta realizada en abril y mayo de 1934 por el Fhrer, le dan su aprobacin con la condicin de que este garantice el monopolio militar del ejrcito con respecto a las milicias del partido nazi y que reduzca los efectivos de las SA. En cambio, es precisamente ahora cuando Rhm intensifica su propaganda a favor de la segunda revolucin. Una visita a Hindenburg el 21 de junio termina por convencer a Hitler de que urge tomar una decisin. Adems, Blomberg, que se encuentra presente, hace saber al canciller que las palabras de Papen en Marburgo reflejan efectivamente la opinin del Presidente.

    Una vez tomada la decisin, Hitler acta con una brutalidad inaudita y, aprovechando una reunin de los mandos de las SA en Wiesssee, donde se encuentra Rhm, ordena su arresto el 30 de junio de 1934. La mayora son ejecutados por las SS el mismo da en ese lugar o en Mnich, incluido Rhm, mientras que en Berln, Gring y Himmler dirigen la represin. En total, se con-tabilizaron entre ciento cincuenta y doscientas ejecuciones.

    Adems, Hitler aprovecha la situacin para impresionar o atacar a todos los dems oponentes. As pues, Schleicher, su ayudante Bredow y Gregor Strasser, fueron asesinados en sus casas. La oposicin conservadora tambin se vio afectada: el jefe de la Accin Catlica, Klausener, fue asesinado, as como los dos colaboradores ms prximos de Papen, su secretario Bose y el periodista Jung, redactor del discurso de Marburgo, mientras que el propio Papen fue detenido en su propia casa.

    Esta masacre del 30 de junio, bautizada como La Noche de los Cuchillos Largos (con motivo del ttulo de un himno de las SA: Afilaremos nuestros largos cuchillos), provoca en toda Euro-pa un sentimiento de horror. Sentimiento que no comparten ni los conservadores alemanes ni los dirigentes del ejrcito, quie-nes solo quieren recordar de este acontecimiento la eliminacin de las SA, que les satisface y alivia. El 2 de julio, Hindenburg felicita a Hitler y a Gring por su carcter decisivo, y Blomberg, ministro de la Reichswehr, manifiesta su reconocimiento en un orden del da en el ejrcito.

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    El 1 de agosto, vspera de la muerte de Hindenburg, el gabi-nete decide que las funciones de Presidente y de Canciller del Reich sean las mismas. Hitler se convierte en jefe de las Fuerzas Armadas. Este golpe de Estado constitucional es ratificado por los miembros conservadores del gabinete, del ejrcito, as como por los electores, de los que un 90 por 100 votan s en el plebiscito del 19 de agosto de 1934 mediante el cual Hitler hace aprobar su dictadura.

    En un ao y medio Hitler, que poda todava ser considerado en enero de 1933 rehn de los conservadores, puesto que estos le haban permitido acceder al poder, logr instaurar en Ale-mania un rgimen absoluto de dictadura personal y un sistema totalitario de organizacin de la poblacin de temible eficacia.

    Hay que destacar el proceso de establecimiento del rgimen nazi, sustentado permanentemente en bases legales (poder constitucional, plebiscitos, acuerdo del Presidente). Hitler nun-ca pierde de vista la necesidad de congraciarse con los grupos dirigentes y con las instituciones vigentes, pero la violencia siempre estar presente en sus actos, ya se trate de presin moral, coaccin fsica o preparacin mediante propaganda. Fi-nalmente, la experiencia del perodo comprendido entre enero de 1933 y agosto de 1934 demuestra que la violencia y la agita-cin no son nicamente para los nazis instrumentos con los que conquistar el poder, sino medios permanentes de gobierno.

    Tras la sangrienta Noche de los Cuchillos Largos de ese verano de 1934, la dictadura nazi reina en Alemania y Europa comienza a aprender a vivir bajo la amenaza de este rgimen infernal que se ha implantado en su centro.

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    El Estado SS? Esto es lo que, sobre todo, ha captado la aten-cin de los historiadores del hitlerismo. No fue el cuerpo de las SS (Schutztafel Servicio de Proteccin), desde que Adolf Hitler tom el poder, el ejecutor fiel de las rdenes del Fhrer? Es este cuerpo el que se encarg de la direccin de la polica, de la vigilancia de los campos de trabajo y de exterminio y el que procedi durante la guerra al genocidio de las poblaciones conquistadas. Cuerpo privilegiado que se distingua porque re-clutaba a sus miembros en entornos burgueses de cultura y de fortuna, incluso en ambientes aristcratas; por las cualidades fsicas que exiga; por su traje negro y el emblema de la calavera. Las SS representan en el rgimen nacionalsocialista la eficacia de la tecnocracia, en contraste con las SA, que provienen de las clases sociales ms modestas y menos acomodadas y que conservan una visin nostlgica del pasado. Adems, el pueblo alemn viva en esa poca una cadena de desprecios, ya que el afiliado al partido despreciaba al alemn medio, las SA despre-ciaban al afiliado y las SS despreciaban a las SA.

    Y, sin embargo, eran las SA las que haban hecho posible que Hitler alcanzara el poder. Claro que no faltaban motivos de conflicto entre este y las SA. Cuando Hitler cre en 1921 las Secciones de Asalto destinadas a neutralizar al adversario en mtines pblicos de Mnich, confi el mando al capitn Ernst Rhm sorprendente mezcla de mercenario y de idealista , que le aport el apoyo de los cuerpos francos y le abri el acceso

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    a la vida poltica. No obstante, la voluntad de Rhm de conver-tir a las SA en un ejrcito clandestino, rival y complementario de la Reichswehr, condujo a Hitler, en primer lugar, a sustituirlo provisionalmente por Gring y, ms tarde, a deshacerse de l en 1925. El sucesor de Rhm, Franz Pfeffer von Salomon, des-tac que las SA deban obligatoriamente cumplir las directivas del partido, pero no pudo evitar que surgiera una oposicin de carcter socialista.

    No obstante, el descontento de las milicias no se deba tanto a la ideologa, que adems era muy imprecisa, como a la cons-tatacin de que el partido ofreca privilegios a los bonzos mientras que los que se dejaban la vida en los combates de calle reciban mseras recompensas. Esta contrariedad se cristaliz en torno al jefe de las SA en Berln, Stennes, que se sublev en dos ocasiones, en 1930 y en 1931, acusando a Adolf Hitler de haber abandonado la corriente revolucionaria del nacionalso-cialismo y de haberse convertido en un componente de una coalicin reaccionaria y de jugar al capitalismo. Insatisfecho con la administracin de Pfeffer, Hitler, que sospechaba que este quera convertir a las SA en una organizacin rival del partido y tramar un alzamiento para usurpar el poder, se atribuy a s mismo la direccin suprema de las SA y tom como jefe de Estado Mayor a Rhm, que haba regresado de Bolivia, donde ejerca como instructor militar (enero de 1931).

    Rhm retom la direccin de un movimiento en pleno ascen-so, ya que contaba con ciento setenta mil hombres en diciem-bre de 1931, cuatrocientos setenta mil en el verano de 1932 y setecientos mil en el momento en que Hitler tom el poder. En 1933, Rhm supo hacer de las SA una extraordinaria orga-nizacin paramilitar con estandartes que correspondan a antiguos regmenes imperiales que realizaba maniobras de campo y posea escuelas, y en la que decenas y, posteriormente, centenas de miles de jvenes abocados al desempleo y a la de-sesperacin, encontraron trabajo y una razn de vivir. El gene-ral Schleicher, ministro de la Guerra, percibi tanto potencial

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    en este movimiento que pens convertir a las SA, educados por oficiales del ejrcito regular, en una reserva de la Reichswehr. De momento, Adolf Hitler, que necesitaba a las SA como tro-pa de choque en los mtines electorales, dejaba hacer a Rhm su voluntad, aunque las prcticas homosexuales de su entorno haban ofendido a algunos elementos burgueses del partido. La SA afirmaba Hitler era una formacin de hombres destinados a servir un objetivo poltico y no una institucin moral para las jovencitas del mundo. La vida privada solo puede tenerse en cuenta si contradice los principios esenciales de la ideologa nacionalsocialista.

    El inters de la obra de P. Merkl es informarnos sobre los fac-tores sociolgicos que determinaron la conducta de las SA1.

    Cul era su proveniencia poltica? Una investigacin reali-zada por el socilogo norteamericano Theodore Abel sobre el caso de 581 nazis, de los cuales 337 haban sido miembros de las Secciones de Asalto o de las SS, demuestra que la mitad haba pertenecido a cuerpos francos o a organizaciones nacionalistas tras la Primera Guerra Mundial y que se haban formado en un ambiente de violencia y de combate. Un gran nmero de ellos provena tambin de organizaciones conservadoras, como la Stahlhelm, de la que se haban alejado por la altanera de los jefes y la ausencia de camaradera. Finalmente, una dcima parte haba luchado en la Reischsbanner socialista y, sobre todo, en el Partido Comunista. Cambiar la camisa roja por la parda era frecuente y sorprenda tanto como el pasar de una banda a otra en una gran ciudad.

    Sostengo que entre los comunistas, especialmente entre los miembros de los antiguos combatientes rojos, hay muchos sol-dados excelentes, declarar ms tarde Rhm. Es ms, segn algunos historiadores, algunas secciones de asalto mereceran lla-marse Beefsteak-Strme, pardas por fuera, rojas por dentro.

    1 Peter H. Merkl, The Making or a Sormtrooper, Princeton University Press, 1980.

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    De qu medio provienen? Con frecuencia su conducta se explica como una revuelta de las clases medias, amenazadas por la proletarizacin. Segn el historiador norteamericano Lipset, el nazismo supo agrupar a la pequea y mediana burguesa de religin protestante, principalmente, en las pequeas ciudades, guiada por un sentimiento de animadversin hacia las grandes empresas. Tesis que W. S. Allen recoge en su libro Une petite vi-lle nazie, 1930-1935 (Laffont, 1967) (Northeim en Baja Sajonia) que describe cmo el nacionalsocialismo se desarrolla en una sociedad preindustrial, amenazada por la crisis econmica y cuyas preocupaciones se ven agravadas por el lenguaje marxista que siguen utilizando los socialdemcratas, que, sin embargo, se haban vuelto reformistas.

    Para matizar esta tesis, Merkl constata, por una parte, que nu-merosos hombres de izquierda como, por ejemplo, Thaelmann, pertenecan tambin a esta burguesa desplazada socialmente y, por otra, que las SA, lejos de representar una categora social definida, lograron atraer a todas las clases sociales y, princi-palmente, al mundo obrero, ya se tratara de obreros de cue-llo azul o de cuello blanco (que constituan entre el 38 y el 21 por 100 del total). Lo que permite afirmar que las SA sir-vieron de instrumento de introduccin en el proletariado, si bien es cierto que las categoras afectadas por la propaganda nazi no son las mismas que las que se mantienen fieles e in-quebrantables a los dos partidos de izquierda. Para Merkl, no hay una explicacin monocausal capaz de explicar el enorme desarrollo del cuerpo de las SA antes de 1933. Hay que destacar los factores psicolgicos que pudieron condicionar al conjunto de la sociedad alemana: el choque de la derrota, la humillacin del Tratado de Versalles, la lucha contra el separatismo renano en las primeras generaciones, la dinmica del movimiento, la ideologa antisemita y la impotencia de la Repblica para los ms jvenes.

    Qu funciones se asignaban a las SA? Merkl diferencia tres: desfilar, luchar en las calles y hacer proselitismo. Bajo la Rep-

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    blica de Weimar, las SA cumplan la doble funcin de impre-sionar a la poblacin por la estricta regularidad de la columna durante la marcha, de los uniformes y de la disciplina, que contrastaba con los cortejos famlicos de los comunistas; y de hacer reinar en el pas una atmsfera de parlisis y de terror, que alentaba a su vez la demanda incesante de una dictadura capaz de restablecer el orden. No obstante, el cuerpo de las SA no constitua en absoluto, como se ha pretendido hacernos creer, un bloque homogneo. A un proletariado de militantes y de mandos inferiores, que realizaban incursiones y sufran prdidas sensibles, se contraponan las instancias de mando que llevaban, junto a Rhm, una vida fcil y de perversin, en la que se desarrollaron prcticas homosexuales y que no perciban el carisma de Adolf Hitler con la misma emocin que sus tropas.

    Por tanto, era evidente que, tras la toma de poder por Hit-ler, en enero de 1933, la situacin de las SA planteara proble-mas. Su nmero no haban cesado de aumentar, llegando a alcanzar cerca de tres millones de hombres, que participaran ms tarde en los boicots antisemitas. Los actos de violencia que confesaban las SA preocupaban hasta al Estado Mayor de Rhm, que era consciente de que sus tropas se le escapan de las manos, pero se senta obligado a satisfacer sus deseos con objeto de canalizar su ira y ponerla al servicio de las propias ambiciones personales. La revolucin que hemos hecho no es una revolucin nacional deca an en abril de 1934 sino una revolucin nacional socialista; incluso podemos subrayar la palabra socialista. Desde la toma del poder, las SA, que habla-ban de una segunda revolucin, se sentan profundamente decepcionadas por no ver al rgimen enfrentarse contra las fuerzas reaccionarias, ignorando que Hitler se haba vuelto, des-de haca ya varios aos, el servidor del mundo capitalista. No entendan que las grandes empresas judas que les haban sido presentadas como el origen de su miseria, fueran simplemente transferidas a los arios.

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    A esto se sumaba el deseo de Rhm de convertir las SA en el gran ejrcito alemn, en la que se integrara la Reichswehr. De ah que se produjeran constantes interferencias en las prerrogativas militares y que los milicianos tuvieran una actitud irrespetuosa hacia los oficiales. A raz de esto, el conflicto era inevitable y, aunque nunca se haba conspirado contra el Tercer Reich, Hitler, no sin antes tratar de llegar a un acuerdo, decidi deshacerse de Rhm y de los dirigentes de las SA. La Noche de los Cuchillos Largos, el 30 de junio de 1934, acab con el poder de esta organizacin, cuyas actividades se limitaron a partir de ese momento a funciones deportivas o cvicas. Y as se erigi el poder de las SS, que hasta entonces permaneca vinculada a las SA y cuyo lder, Himmler, haba sido uno de los inspiradores y ejecutores de la eliminacin de sus rivales. De esta forma, el Estado SS suceda al Estado SA.

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  • El gran capital apoy a Hitler?

    Henry Rousso

    Algunos hombres de negocios e industriales sentados en el banquillo del juicio de Nremberg bastaron para desacreditar a todas las lites econmicas alemanas. Acaso fueron todas culpables, tal como afirm durante mucho tiempo una histo-riografa de inspiracin marxista?

    Como suele suceder, con la distancia y los progresos de la investigacin, la historia se ha despojado de los esquemas sim-plistas y ha invalidado los tpicos de origen marxista que do-minaban los anlisis realizados sobre esta cuestin.

    El capitalismo alemn conoci un gran desarrollo desde el reinado de Guillermo II, a finales del siglo XIX. La gran patronal representaba una potencia considerable en la sociedad alemana, que perdur despus de 1933, pues el capital industrial y finan-ciero constitua uno de los principales poderes de la policracia nazi, junto al partido, el ejrcito y la burocracia.

    Por gran capital entendemos, generalmente, los principales accionistas y dirigentes de las empresas industriales, comercia-les y financieras ms importantes. Entre ellas, 158 sociedades posean un capital superior a 20 millones de Reichsmarks (RM) en 1927. Dichas empresas detentaban ms del 46 por 100 del capital total de las sociedades annimas, mientras que en n-mero solo representaban el 1,3 por 100.

    Las ms importantes y, por consiguiente, las ms influyen-tes eran el trust qumico de IG Farben; Siemens y Allgemeine Elektrizitts-Gesellschaft (AEG), en el sector de la construccin

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    elctrica; las Aceras Reunidas (Vereinigte Stahlwerke), as como Krupp y Hoesch, los grandes trusts siderrgicos; grandes bancos, como Deutsche Bank, Discontogesellschaft, Dresdner Bank, etc.

    La mayora haba alcanzado un nivel de concentracin muy elevado, dando lugar a los Konzerne, grupos industriales de con-centracin vertical (IG Farben controlaba toda su cadena de pro-duccin qumica, desde la fuente de energa hasta el mostrador de venta), y los crteles, de concentracin horizontal (los acuerdos entre las diferentes sociedades del crtel del acero les permitan controlar cerca del 80 por 100 de la produccin interna).

    Adems de ser una potencia econmica, la gran patronal cons-titua tambin una potencia poltica debido al poder de sus orga-nizaciones profesionales. Tena una doble vocacin: por un lado, negociar con los sindicatos obreros (tambin muy influyentes, aunque divididos en varias tendencias) y, por otro, tratar cuestio-nes de poltica econmica con el gobierno y la administracin.

    Era, por tanto, lgico que todo partido que aspirara al poder intentara ganarse los favores de estos grupos de presin que tuvieron gran peso en el destino de la Repblica de Weimar; o, por lo menos, no contarlos entre sus enemigos acrrimos. Sin embargo, el Partido Nacional Socialista Obrero Alemn (NSDAP) pareca estar lejos de conseguirlo.

    Dada su vocacin obrera, en sus inicios, el Partido Nacional Socialista Obrero Alemn no suscitaba el entusiasmo de los grandes industriales. El programa nazi en 25 puntos de 1920 peda la supresin de los ingresos no conseguidos por medio del trabajo y del esfuerzo, as como la liberacin de la servidum-bre capitalista, es decir, la impuesta por el inters (punto 11), la confiscacin de los beneficios de guerra (punto 12), la naciona-lizacin de los Konzerne (punto 13), la participacin (sin ms precisin) en los beneficios de las grandes empresas (punto 14), la entrega de grandes almacenes a la administracin comunal y su alquiler a bajo precio a los pequeos comerciantes (punto 16), y una reforma agraria que contemplara expropiaciones a gran escala (punto 17).

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    Finalmente, el ltimo punto perfilaba un corporativismo b-sico, puesto que recoga la creacin de cmaras profesionales, correas de transmisin de un fuerte poder central1. Ni a la nacionalizacin de la economa ni a establecer un programa coherente, estas intenciones solo se dirigan a elementos tradi-cionales en el contexto de la crisis de principios de los aos 20: los monopolios, los capitales especulativos y aptridas, y los grandes propietarios agrcolas.

    A este programa anticapitalista del partido nazi se sumaban las ideas confusas de su jefe en materia econmica y social. Consideraba Adolf Hitler que la economa era algo de im-portancia secundaria, como proclam en un discurso en sep-tiembre de 1922? Lo cierto es que en Mein Kampf no se hace mencin a este tema, salvo para afirmar que un partido que estuviera dedicado por completo a la Weltanschauung y que se ocupara de problemas econmicos correra el riesgo de desviar su energa de los asuntos polticos fundamentales.

    Sin embargo, una vez en el poder, Hitler se mostr a menudo interesado por las cuestiones relativas a la economa del rearme o de las materias primas y desempe un papel directo en la elaboracin del Plan de Cuatro Aos.

    No obstante, nunca fue un ferviente partidario de la propie-dad privada y, por tanto, del sistema capitalista tradicional, y apoy sin cesar la primaca de la poltica sobre la economa. Pero, entonces, por qu el mundo de los negocios decidi apo-yar a Hitler y a los nazis?

    Es cierto que, en la Alemania de los aos 20, los capitalistas se desvincularon progresivamente de la Repblica de Weimar debido a las concesiones y a las ventajas que conceda a la clase obrera, y que les resultaban cada vez ms difciles de sopor-tar, sobre todo, en el contexto de la crisis poltica. Despus se acercaron a Hitler y al partido nazi, ya que los partidos con-

    1 Cf. el texto completo en Martin Broszat, Ltat hitlrien. Lorigine et lvolution des structures du Troisieme Reich, Fayard, 1985, pgs. 573-576.

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    servadores y nacionalistas tradicionales no respondan a sus aspiraciones.

    Este cambio de orientacin, que se sita entre 1923 y 1933, se explica no solo por el intenso conflicto existente entre la burguesa y la clase obrera, sino tambin por las profundas divergencias de las clases dirigentes: conflictos entre los pro-ductores agrcolas y los industriales, cuya alianza tradicional, que databa de la Alemania imperial (Sammlung) se haba roto tras la Primera Guerra Mundial; choque entre las industrias pesadas cartelizadas, de tendencia proteccionista, y las indus-trias de transformacin, partidarias de una mayor integracin en el mercado mundial; y por ltimo, conflictos de naturaleza poltica y social sobre la necesidad de establecer acuerdos con los sindicatos obreros.

    No obstante, los archivos de la patronal alemana y del parti-do nazi desmienten tajantemente la tesis segn la cual el gran capital aport una ayuda progresiva e intensiva a Hitler antes de las elecciones de marzo de 1933, luego a fortiori, antes de su nominacin al puesto de Canciller.

    Dichos archivos ponen en entredicho tres cuestiones funda-mentales: la adhesin de los industriales al nazismo, la finan-ciacin del NSDAP con dinero de la patronal y la creacin de un grupo de presin prohitleriano en los ltimos aos de la Repblica de Weimar2.

    A partir de 1926, el partido nazi se lanz a la conquista de una cierta respetabilidad. Por razones de estrategia poltica, Adolf Hitler puso entre parntesis los 25 puntos, pues se diriga cada vez ms a un pblico compuesto por dirigentes econmicos. As ocurri durante la primera reunin en Essen, el 18 de junio, seguida por tres ms en 1926 y en 1927, as como en sus viajes triunfales en el Ruhr en otoo de 1931, y an ms durante la reunin en el club industrial de Dusseldorf, el 27 de enero de

    2 Cf. la obra fundamental de Henry A. Turner, German Big Business and the Rise of Hitler, New York-Oxford, Oxford University Press, 1985.

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    1932. No obstante, el resultado de estas reuniones fue global-mente mediocre. Se produjeron acercamientos y adhesiones al NSDAP, pero pocas entre los grandes capitalistas y an menos entre las personalidades que podan influir de manera notable, en especial, en el seno de las poderosas federaciones profesio-nales. Dichas adhesiones se realizaban siempre a ttulo indivi-dual, pues las grandes organizaciones nunca tomaron posicin pblicamente a favor de Hitler antes del ao 1933.

    Fritz Thyssen, fundador y principal accionista de las Aceras Reunidas, fue el ms relevante de estos miembros. En enero de 1931 se uni al NSDAP por mediacin de Gring, consecuencia lgica de sus posiciones ultranacionalistas. Adems, haba apo-yado ya el golpe de Estado de Mnich3. Fue el nico industrial de gran envergadura que se comprometi sin reticencias con Hitler.

    Otros capitalistas de menor importancia apoyaron al partido nazi, como es el caso de Emil Kirdof, industrial militarizado y re-accionario, apodado el Bismarck del carbn, que se afili al par-tido nazi en 1927, con ochenta aos, y dimiti un ao ms tarde, escarmentado por las tesis anticapitalistas que seguan activas.

    Friedrich Flick, magnate del Rhur sin grandes escrpulos, que reparta subsidios a todos los partidos, incluido al Partido Social Demcrata (SPD), entabl amistad en 1932 con Hein-rich Himmler. Afiliado al NSDAP en 1937, form parte de esos grandes industriales que llegaron a ser cmplices activos del Tercer Reich.

    La presencia de los banqueros Emil Geog von Stauss y Kurt von Schroeder no evidenciaba una adhesin masiva por parte

    3 Habiendo roto su vnculo con los nazis en 1939, se refugia en Suiza y despus en Francia, donde ser entregado a los alemanes por el Gobierno de Vichy. En un artculo publicado en Estados Unidos realiza una confesin pblica (I paid Hitler, Nueva York, 1941) en la que afirma haber entregado a Hitler 100.000 marcos de oro durante el golpe de Estado del 9 de noviembre de 1923. H. A. Turner pone en duda esta afirmacin, alegando pruebas, al igual que pone en duda el apoyo que Hugo Stinnes, otro magnate del Rhur, aport al recin fundado NSDAP.

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    de los medios financieros, sin embargo, fue por iniciativa de este ltimo y en su mansin donde tuvo lugar el encuentro decisivo entre Adolf Hitler y Franz von Papen el 4 de enero de 1933, que tena por objetivo crear un ministerio de coalicin dirigido por Hitler. Este hecho explica el papel desmesurado que la historiografa clsica le atribuy.

    Se observaron, en cambio, numerosas adhesiones de ejecu-tivos y de jefes de pequeas y medianas empresas, que mostra-ban mucha ms antipata hacia la socialdemocracia y hacia los sindicatos obreros que los grandes hombres de negocios y, por consiguiente, eran ms receptivos a los discursos antimarxistas de los nazis.

    Entre ellos se encontraban importantes dirigentes del Tercer Reich. Por ejemplo, Wilhelm Keppler, director de una pequea empresa en Baden, afiliado en 1927, fundador del crculo que lleva su nombre y encargado de la propaganda en el mundo empresarial, lleg a ser en 1935 el asesor econmico de Adolf Hitler. Albert Pietzsch, un pequeo empresario de Mnich, ocu-p la presidencia de la Cmara econmica nacional del Reich. Otto Wagner, que abandon la direccin de una empresa de mquinas de coser para ser nombrado, en agosto de 1929, jefe del Estado Mayor de las SA, fue posteriormente ascendido a jefe de la seccin econmica del NSDAP.

    A esta lista hay que aadir a Walther Funk, editorialista eco-nmico en el peridico financiero Berliner Brser-Zeitung, que fue ministro de la Economa del Reich desde 1937 a 1945.

    No obstante, de todos esos nombres, incluido el de Fritz Thys-sen, ninguno tena influencia o credibilidad suficientes para atraer a los grandes empresarios a la rbita del partido nazi. La nica excepcin relevante es Hjalmar Schacht, que fue sin lugar a dudas el ms prestigioso de los compaeros de viaje. Este financiero mago de Weimar, responsable de la espec-tacular recuperacin monetaria de 1924 tras la hiperinflacin, se uni a Hitler en septiembre de 1930, tras haber dimitido como presidente de la Reichsbank.

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    A pesar de estas afiliaciones y de la propaganda activa de Gring, Schacht, Thyssen o del crculo Keppler, el partido nazi nunca recibi contribuciones considerables del mundo de los negocios.

    Finalmente, la creacin de un grupo de presin patronal pro nazi durante los ltimos aos de la Repblica de Weimar, tam-bin se debe a la interpretacin abusiva o a la simple y pura leyenda.

    En otoo de 1932, antes de las elecciones cruciales de no-viembre, los nazis llevaron a cabo una violenta campaa anti-capitalista, populista y proagraria que incit a un gran nmero de grandes industriales, tales como Krupp, Albert Vgler, el director de las Aceras Reunidas, Siemens y muchos otros, a in-tervenir directamente contra ellos. As, durante una reunin en Berln el 19 de octubre de 1932, acordaron la unin de todas las fuerzas nacionalistas y conservadoras, excluyendo al NSDAP, y el apoyo al canciller von Papen.

    Segn el historiador Henry A. Turner, esta poltica contri-buy a hacer retroceder a los nazis, lo que benefici relativa-mente a sus adversarios de derecha. Este autor desmonta un clich que siempre se ha propagado en la literatura sobre el nazismo: la carta que Schacht envi al presidente Hindenburg justo despus de las elecciones de noviembre de 1932, solicitan-do, en nombre de grandes dirigentes del mundo empresarial, el nombramiento de Hitler al puesto de Canciller. Henry A. Turner revela, por el contrario, que ningn nombre del gran capitalismo industrial y financiero concedi su firma, salvo el mismo Schacht, Thyssen y el banquero von Schroeder, los tres conocidos desde hace mucho tiempo por su inclinacin nazi4.

    4 Numerosos autores franceses y de otros pases siguen escribiendo que esta carta fue firmada por los grandes nombres de la industria alemana, entre los que se encontra-ban Krupp, Siemens, Reusch, Bosch, etc. El error proviene de una confusin entre la carta propiamente dicha, de la que H. A. Turner cita los diecinueve firmantes reales, y un borrador encontrado entre los documentos de von Schroeder, en el que figuran una

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    En total, los grandes empresarios y financieros mostraron una actitud pasiva ante el nombramiento de Hitler. Aunque haba divergencias, la mayora era partidaria de terminar con el sistema parlamentario y favorecer la llegada de un rgimen presidencial de carcter ms autoritario. Pero sus preferencias y su dinero se dirigan de buena gana a los partidos conserva-dores y nacionalistas.

    No debe menospreciarse su responsabilidad en el derrumba-miento de la Repblica de Weimar, aunque todos los anlisis recientes insisten en que los partidos polticos y los grupos sociales estaban debilitados ante el crecimiento del nazismo. En cambio, la percepcin tradicional de este se encuentra alterada. El partido nazi, partido de masas, que contaba con la energa y la movilizacin de sus militantes, no necesit el dinero del gran capital para acceder al poder. Luego, despus de 1933, no le debi nada al mundo de los negocios.

    Durante los primeros aos del rgimen, los industriales se conformaron bastante bien con la nueva situacin, hasta el pun-to de pactar una alianza tanto con el Estado y el partido como con el Ejrcito. Esta alianza se tradujo, en primer lugar, en el nombramiento de Schacht para el Ministerio de Economa, en el verano de 1934. A partir de 1933 haba vuelto a ocupar la presidencia de la Reichsbank, puesto que conserv hasta enero de 1939. Del 21 de mayo de 1935 hasta octubre de 1936 fue tam-bin Plenipotenciario General de la Economa de Guerra. Aun-que Schacht no consigui adhesiones masivas antes de 1933, constituy una garanta de seguridad para los empresarios que seguan desconfiando de los proyectos de los nazis.

    Esta alianza se tradujo posteriormente en apoyos importan-tes por parte de los grandes empresarios al partido nazi, que entonces eran minora en el ministerio de coalicin constituido el 30 de enero de 1933. El 20 de febrero Gring consigui, por

    serie de nombres prestigiosos que se tena previsto contactar, un documento utilizado en el Juicio de Nremberg.

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    primera vez, obtener fondos sustanciales para las elecciones legislativas de marzo de 1933. El 23 de marzo, da del discurso de habilitacin de Hitler en el Reichstag, tras una sesin acalo-rada, la poderosa Asociacin de la Industria alemana proclam su confianza en el nuevo gobierno, bajo la batuta de Gustav Krupp y las violentas presiones de Fritz Thyssen.

    En realidad, este cambio se deba ms a intereses que a opi-niones comunes. Hitler necesitaba a los grandes capitalistas para llevar a cabo su poltica de rearme e iniciar la lucha contra el desempleo, que expuso personalmente a los industriales el 29 de mayo de 1933. Estos contaban con el nuevo gobierno para garan-tizar la estabilidad econmica y, sobre todo, la estabilidad social, que adopt la forma de una reorganizacin de la clase obrera.

    As pues, las primeras leyes promulgadas por el Estado nazi en el mbito econmico y social consolidaron las estructuras capitalistas existentes. En julio de 1933, las leyes sobre la carte-lizacin y la concentracin obligatoria ratificaron la potencia ya asentada del capital monopolista. Entre 1931 y 1938, el nmero de sociedades annimas descendi de aproximadamente diez mil a un poco ms de cinco mil, mientras que su capital social aument de 2,25 a 3,39 millones de Reichsmarks.

    La ley sobre la preparacin orgnica de la economa alema-na, de febrero de 1934, reorganizaba la economa en torno a unas bases aparentemente nuevas. La ley reagrupaba, por una parte, los sectores y los ramos de actividad en siete Reichsgrup-pen y ms de seiscientos Fachgruppen y Unterfachgruppen. Por otra parte, creaba una nueva red de organizaciones territoriales la nica innovacin real y una Cmara econmica nacional del Reich. No obstante, contrariamente a las intenciones corpo-rativistas de la tendencia de izquierda del partido, esta organiza-cin fue esencialmente horizontal y no vertical. En lugar de integrar toda la cadena de produccin, del obrero al patrn, de un mismo sector o de un mismo ramo, estableca una separacin neta entre las esferas de direccin y el mundo del trabajo, lo que fortaleca an ms el poder de los monopolios.

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    En virtud del Fhrerprinzip (principio del jefe), los grandes jefes de empresa vean su autoridad reforzaba, mientras que los trabajadores estaban afiliados a una organizacin nica de tipo totalitario: el Frente de Trabajo (Deutsche Arbeit Front). Estas reformas se elaboraron con la voluntad explcita de mantener la estructura de las antiguas organizaciones patronales, y de des-mantelar la de las antiguas organizaciones sindicales obreras. Dichas reformas aumentaron considerablemente la autonoma del mbito econmico, mantenindola al mismo tiempo bajo el estricto control de los rganos del Estado nazi, y marcaban el abandono definitivo de las aspiraciones corporativistas, para inmenso alivio del mundo de los negocios5.

    Asimismo, durante este primer perodo, que va de 1933 a 1936, la alianza entre capitalistas y nazis se tradujo en contri-buciones de carcter econmico. La poltica de bloqueo de los sueldos acab con la presin que las reivindicaciones obreras ejercan sobre las grandes empresas alemanas. As, entre 1931 y 1938, la cuota de los sueldos en la renta nacional pas de un 58 a un 52 por 100, mientras que la cuota de los beneficios aumentaba. Al mismo tiempo, disminuyeron las retenciones fiscales sobre los beneficios industriales.

    Si bien el gran capital alemn, al igual que el resto de las lites dirigentes, se vio obligado a someterse a la frula del Estado y a la de la poltica hitleriana, tambin obtuvo de ello considerables ventajas, especialmente, en los sectores que se beneficiaron de los encargos pblicos en el marco del rearme. Sin embargo, fue esta misma poltica la que producira las mis-mas reticencias de los empresarios.

    En contra de las ideas preconcebidas, la movilizacin eco-nmica de Alemania, que se aceler en 1936 y 1937, fue relati-va. En 1938, los gastos relacionados con el rearme ascendan a

    5 Sobre esta cuestin, vase el anlisis realizado a partir de 1942 por Franz Neumaan, Bhmoth. Structure et pratique du nacional-socialisme, 1933-1934. Payot, 1987, pgs. 229 sq.

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    menos del 10 por 100 del producto nacional bruto. Esta cifra, teniendo en cuenta las ambiciones estratgicas del Reich, fue consecuencia de varios factores.

    En primer lugar, los dirigentes nazis no podan aumentar indefinidamente el volumen del gasto pblico, que ya se haba duplicado, entre 1936 y 1939, sin correr el riesgo de provocar una nueva inflacin y, por consiguiente, la desestabilizacin social.

    En segundo lugar, la dificultad de conciliar los mltiples in-tereses que convergan dentro del complejo industrial-militar desemboc en la ineficacia y en la ausencia de una planificacin real de la economa de guerra, y esto hasta el momento crucial de la Segunda Guerra Mundial, en 1942.

    Por ltimo, el deseo de no amenazar la relativa prosperidad de la que gozaba de nuevo la poblacin alemana, a quien no solo se le exigieron realmente sacrificios a partir de la fase llamada de guerra total, es decir, a partir de 1942-1943, se reflej en un inters por producir tanta mantequilla como caones, en contra de una idea preconcebida muy extendida en esa poca, sobre todo, en Francia.

    Estos condicionamientos y estas elecciones explican en gran medida la adopcin de la estrategia denominada Blitzkrieg. Le-jos de ser una mera tctica militar, una guerra relmpago que combinaba la aviacin y los vehculos blindados, el Blitzkrieg constitua una autntica eleccin poltica. Permiti durante la fase de preparacin, entre 1936 y 1939, evitar la movilizacin econmica general, que habra puesto en peligro la estabilidad del rgimen. Solo algunos sectores industriales esenciales po-dan producir de manera intensiva: los sectores del acero, del carbn, de la aeronutica y de la qumica.

    Sin embargo, esta poltica ocasion grandes resistencias en el mundo industrial. Por una parte, reforz las diferencias entre la industria pesada y la de transformacin, ya que sufrieron una autntica escasez de mano de obra. Posteriormente, dicha poltica, aplicada en un marco autrquico, que responda ms

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    a imperativos ideolgicos que econmicos, dara lugar a nume-rosos contrasentidos.

    El crtel del acero rechaz en 1937 aumentar su capacidad de produccin y, por consiguiente, respaldar el rearme. La obliga-cin de utilizar hierro alemn, que contena solo un 26 por 100 del metal en lugar de hierro sueco, que contena un 46 por 100, aumentaba los costes de produccin; es ms, los precios de venta corran el riesgo de desmoronarse, una vez terminara el rearme, debido a la superproduccin.

    El sistema deriv, a veces, en aberraciones. Por ejemplo, Krupp venda al extranjero armas de una calidad superior, pues estaban fabricadas con un mejor mineral que las que proporcionaba a la Wehrmacht. El IG Farben se lanz, con reticencias, a la fabrica-cin del caucho sinttico (Buna), dados los elevados precios de coste, aprovechndose de la rivalidad entre Schacht, contrario a la poltica de autarqua y, por consiguiente, a los productos sintticos, y los nazis Gring, Keppler y Funk.

    Este perodo estuvo, pues, marcado a la vez por la ruptura de algunos industriales y financieros con la poltica hitleriana y por la consolidacin de las relaciones entre algunas grandes empresas privilegiadas y el nazismo, como lo ilustra el caso lmite de IG Farben. Schacht abandon sus responsabilidades en materia de economa de guerra en octubre de 1936 y en el ve-rano de 1937 dimiti del ministerio de Economa. Por su parte, Hermann Gring tom las riendas de la pletrica administra-cin del Plan de Cuatro Aos, cuyo papel no ces de aumentar en importancia, y Funk fue nombrado ministro de Economa. Por ltimo, Thyssen, muy resentido, acus a Hitler de conducir el pas al desastre, en 1939, antes de exiliarse.

    A estas deserciones voluntarias se sumaba la depuracin de los grandes dirigentes de origen judo, que fueron apartados de los puestos de responsabilidad durante la arianizacin de la econo-ma alemana en 1937. Al igual que Carl von Weinberg, vicepresi-dente del consejo de los antiguos de IG Farben, que sin embargo era un ferviente partidario del nacionalsocialismo, o el caso de

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    grandes personajes, como Paul Reusch, que se pasaron ms tarde a los crculos de la oposicin conservadora. Dicho esto, la ariani-zacin fue, bajo la apariencia de ideologa y a pesar de algunas absurdidades econmicas, un medio eficaz de concentracin y de eliminacin de la competencia que benefici a grandes empresas, como la Dresdner Bank o a la omnipresente IG Farben6.

    Dicha evolucin finaliz a lo largo de la guerra. Fue, princi-palmente, gracias a la explotacin de los pases ocupados, que algunos sectores y, sobre todo, algunas empresas, pudieron real-mente sacar provecho de su complicidad con el Tercer Reich. Krupp utiliz, por ejemplo, la mano de obra de unos sesenta campos de concentracin o de prisioneros de guerra. Por otro lado, en el conjunto de las fbricas de IG Farben, cerca de un 46 por 100 de la mano de obra era de origen extranjero, en 1944; en esa misma fecha, el porcentaje ascenda a 59 por 100 en las fbricas de Hermann Gring Werke.

    Bajo el rgimen nazi, una parte del mundo de los negocios, por hostilidad hacia la Repblica y porque algunos pensaban poder controlar a Hitler, a falta de otra solucin conservadora, sigui al movimiento.

    Sin embargo la mayora lo hicieron despus de 1933 y solo una minora lleg a ser cmplice activa del Tercer Reich despus de 1936-1937. Por lo tanto, ya no es posible hoy da pretender que fue el sistema capitalista el que condujo Alemania al nazismo. El nazismo no constituy El Dorado de los capitalistas, puesto que se basaba en el principio intangible de la primaca del poltico y que impona su lgica de destruccin, incluso a las lites que lo haban apoyado. Si bien es cierto que, entre las clases sociales que pudieron obtener ventajas del sistema hitleriano, los industriales y los financieros que eligieron aliarse con los nazis no fueron los que peor parados salieron, pero a quin le sorprende.

    6 Cf. Raup Hilberg, La Destruction des Juifs dEurope, Fayard, 1987, pgs. 84 sq.

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  • Y el monstruo empez a fascinar

    Entrevista con Ian Kershaw

    LHistoire. Cmo explicar el xito del partido nazi y de Hitler entre 1932 y 1933? Radicaba nicamente en la personali-dad del jefe?

    Ian Kershaw. Como en cualquier anlisis de una dinmica poltica, hay que tener en cuenta los dos extremos de la cadena. Hitler y su partido, por un lado, y los electores, por otro. En resumen, se produce un encuentro coyuntural entre las aspiraciones al poder de una secta nacionalista y las aspiraciones al cambio de una parte de la poblacin alemana.Desde principios de los aos 20, Hitler est en posesin de lo que ser su visin del mundo, que se organiza en torno a tres ejes: 1) una concepcin de la historia como lucha entre las razas, 2) un antisemitismo implacable y 3) la conviccin de que el futuro de Alemania depende de la conquista de un espacio vital a expensas de Rusia.Adolf Hitler, agitador demagogo de cervecera hasta media-dos de los aos 20, se ve a s mismo ms bien como el pro-feta que anuncia la llegada de un salvador de Alemania que como el propio redentor. Es en 1924, durante su arresto en la fortaleza de Landsberg, en la que se encuentra encerrado por haber organizado un golpe de Estado en Mnich, cuan-do comienza a pensar que es l, ese gran hombre cuya llegada anunciaba. Esto explica la estructuracin acelerada de su movimiento en torno al culto al jefe.

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    Segundo elemento clave del surgimiento del nacionalsocia-lismo en tanto que fenmeno de masas, el culto al jefe es conforme a una visin del mundo extendida en la opinin pblica del pas. Por decirlo a grandes rasgos, la historia nacional alemana aparece idealizada, puesto que su uni-ficacin ha sido tarda y parcial, lo que origin, sobre todo, en los entornos burgueses, una visin heroica de la poltica. As, junto a nombres tales como Goethe o Beethoven, apa-recen Federico el Grande o Bismarck.A partir de los aos 20, incluso antes de que Hitler se diera a conocer, la idea de que Alemania necesitaba de nuevo un gran hombre, una especie de guerrero, de predicador y de poltico, que librara al pas de sus males y de sus diver-gencias y devolviera la grandeza al Reich, se extiende en los ambientes derechistas.

    LH. Encarna Hitler repentinamente el ideal de los alemanes?I. K. Los nacionalsocialistas toman las riendas en un con-

    texto en el que el futuro de la democracia parlamentaria parece comprometido, pero en el que una dictadura nazi es con creces lo ms improbable. La opinin pblica se imagina ms bien una forma de rgimen autoritario que podra ser una dictadura militar. La llegada al poder de Hitler se debe ms a un cmulo de circunstancias fortuitas y a los errores de clculo de los conservadores que a su accin personal.Con frecuencia se comete un error de perspectiva: el de interpretar los pocos meses de surgimiento del nacional-socialismo, entre 1930 y 1932, basndose en lo que ser el rgimen nazi a partir de 1933-1934. En efecto, una vez Hitler en el poder, la propaganda del rgimen, junto con la extraordinaria movilizacin de los medios radiofnicos y cinematogrficos, y la difusin de millones de ejemplares de Mein Kampf, es decir, esta saturacin y esta confiscacin del espacio pblico para nico beneficio de un hombre, pueden todava hacer pensar que Hitler lleg al poder gracias a la

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  • Y el monstruo empez a fascinar 55

    magia de su oratoria y al poder de su prosa. La realidad, en cambio, es mucho ms compleja.En 1932, de los trece millones de ale