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EL MITO DEL SALVAJE Keren Manuela García Figueroa Dennis Yanes

El mito del salvaje

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El antropólogo Roger Bartra, uno de los exponentes más interesantes de la intelectualidad mexicana, analiza esa misteriosa figura en El mito del salvaje. un volumen que recoge dos obras: El salvaje en el espejo y El salvaje artificial.

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EL MITO DEL SALVAJE

Keren Manuela García Figueroa

Dennis Yanes

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INTRODUCCIÓN

En la fronteras de la civilidad, oculto tras las sombras de los bosques más oscuros, abrigado solo por el pelaje que cubre su cuerpo, acecha el hombre salvaje, listo para atacar a los transeúntes que se ponen a su alcance. A lo largo de la historia, desde la polis griega hasta nuestros días, ese personaje a medio camino entre el humano y la bestia ha sobrevivido en las formas más diversas, siempre para proporcionarles a los civilizados la imagen del Otro, ese desconocido que los define, pero que muy bien podría estar en lo más profundo de su alma.

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Comienza con una anécdota del cronista Bernal Díaz del Castillo. En 1538, los conquistadores celebraron en la plaza mayor de México la firma de un tratado de paz entre Carlos V y Francisco I. Para ello instalaron allí un bosque postizo con árboles y hasta animales pequeños. Los protagonistas del espectáculo, sin embargo, fueron unos “seres extraños de identidad intrigante”.

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Se trataba de un escuadrón de salvajes, armados de garrotes, vestidos con pieles y hojas, que saltando y gesticulando hacían como que cazaban y combatían entre sí. Pero no representaban, a todas luces, a los americanos recién descubiertos. Como dice Bartra, “esos conquistadores habían traído su propio salvaje para evitar que su ego se disolviera en la extraordinaria otredad que estaban descubriendo”.

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• Bartra quiere demostrar que el mito del salvaje es una invención europea previa al contacto con grupos humanos exóticos. Corresponde en realidad a la creación del Otro intrínseco, necesaria para perfilar la idea de la civilización como antítesis de la barbarie. De ese modo, el europeo creó, mucho antes de la expansión colonialista, ese opuesto incontrolable que, en realidad, es su propia imagen en el espejo existencial.

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Comienza entonces una exploración fascinante de las formas que ha asumido ese mito popular en todos los ámbitos y las culturas, en un libro salpicado de su iconografía a través de las épocas. Y el viaje comienza en Grecia, donde pululaban seres de rasgos animales y existencia brutal dominada por los apetitos: eran los centauros, los silenos, los sátiros, los cíclopes.

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Luego de recorre la tradición bíblica, que más que salvajes, elaboró una noción abstracta de salvajismo sintetizada en el desierto, con Job y Nabucodonosor como ejemplos de una tradición que seguirían los eremitas y los anacoretas.

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• Más adelante el salvaje medieval, el homo sylvaticus, sintetiza las tradiciones griegas y judeocristianas. Se trata de un ser amenazante, agresivo, lujurioso y amoral, que vivía en una naturaleza caracterizada como un espacio ajeno a la sociedad, con Merlín y Juan Crisóstomo como paradigmas.

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LA CIENCIA DEL BUEN SALVAJE.

Una de estas vertientes las construye la deslumbrante visión del hombre salvaje que Jean-Jacques Rousseau nos ha legado. Conviene preguntarnos si para construir esta luminosa imagen, Rousseau orientó su mirada hacia la lejanía, para escrutar más allá de los limites de la civilización o bien dirigió los ojos hacia su interior, para examinar el fondo de su alma y de su corazón.

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LA BÚSQUEDA DEL SALVAJE MALIGNO.

Los viajeros han rastreado insistentemente el mal fuera de las fronteras de su patria. Los europeos, a lo largo del siglo XIX, todavía buscaban en todos los rincones del mundo los testimonios de seres malignos ubicados a medio camino entre el hombre y la bestia. Uno de los casos más fascinantes fue el de los niamniams, un tribu de caníbales negros que, según los informes, eran unos extraños hombres dotados de cola que habitaban más allá de las míticas fuentes del Nilo.

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• La imagen medieval del hombre salvaje ha sido usada también por salvajes americanos para referirse a otros grupos étnicos cercanos considerados peligrosos; los indios tzeltales de Bachajón en Chiapas.

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LA LARGA DURACIÓN DE LOS MITOS

• Otras expediciones han llevado a la imaginación occidental a buscar huellas del hombre salvaje en el lejano oriente, este espacio mítico que continúa siendo la tradicional fuente de muchos ensueños europeos.

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LA PERSPECTIVA EVOLUCIONISTA

• El enigma de la larga continuidad del mito del hombre salvaje no se disuelve tan fácilmente. El problema radica en que la estructura mitológicadel hombre salvaje es también para la cultura modes y frescas hojas de orquídea. El hecho de que se trate de un grupo de seres primitivos inventados es una prueba más de que las estructuras culturales de la imaginación occidental sigue requiriendo la presencia de hombres salvajes; y es otra prueba más de las enormes dificultades de todo intento por escapar del círculo hermenéutico.

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• Bartra, describe en el libro; que su esperanza es que en la medida que se comprenda la naturaleza mítica del salvaje europeo, puedan enfrentar la historia del tercer milenio, una historia cuyas desgracias previsibles e imprevisibles tal vez puedan se atenuadas o incluso evitadas si el Occidente aprende por fin que hubiera podido no existir, sin que por ello los hombres sufrieran más de lo que sufren hoy por haber perdido tantos caminos que quedaron abandonados tan sólo para que, si acaso, la voz melancólica de algunos poetas o la curiosidad de raros eruditos los evoque.

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• “La Europa salvaje nos enseña que hubiéramos podido ser otros”…

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CONCLUSIÓN.

El hombre salvaje, permanece en la imaginación colectiva europea para que el hombre occidental pueda vivir sabiendo que hubiera sido mejor no haber nacido o, más bien, para poner en duda a cada paso el sentido de su vida. En esta forma, paradójicamente, el salvaje es una de las claves de la cultura occidental