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7/30/2019 El ethos en el encuentro con el cratos Luz y sombra en la razn de Estado
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Derrota del ethos en el encuentro con el cratos? Luz y sombra en la razn de Estado
por Asuncin Velilla
A propsito de FERNNDEZ GARCA, Eusebio, Entre la Razn de Estado y el Estado deDerecho: La racionalidad poltica, Madrid, Dykinson- 1997, pp. 5-23
Nota: Partimos de la lectura ms no nos atenemos exclusivamente a ella.Reducimos las citas a las imprescindibles que quedan anotadas al lado.
Eusebio Fernndez Garca cita en la pgina 10 de la obra referida a Meineke: El obrar segn la
razn de Estado oscila, constantemente entre la luz y la tiniebla (Maineke, La idea de la razn de
Estado en la Edad Moderna, CEC, Madrid-1983, p.8). Desde que Giovanni Botero (1543-1617) se
esfuerza en una alternativa a la propuesta de Maquiavelo, juzgada como mala razn de Estado,se inaugura una prolija literatura en torno al tema que abundar en la dualidad establecida: buena,
mala razn de Estado. Luz y sombra, condicin de la razn de Estado, fruto de su arranque en
contrapartida a Maquiavelo.
Podemos preguntarnos qu hubiera pasado de haberse interpretado a Maquiavelo de otro modo,
qu de no haberse aireado sus advertencias al prncipe, como tarjeta de presentacin de una
condicin religiosa que se afirmaba, o quiz exiga, denostar el autor. Parece que es de Botero el
primer ladrillo (mejor que piedra) de una suerte de comedia, no divina, sino hondamente humana.
Ladrillo moldeado como el mismo barro humano del que escribe Maquiavelo, o para seguir la
mencin de la obra de Dante, en el ro del olvido con que se abre la Divina Comedia. Ambas
comedias habrn de seguir su curso.
Afirma Eusebio Fernndez Garca La causa de tanta sangre e iniquidad no sera ajena a la
enunciacin de ciertas actividades ejecutadas en nombre de la razn de Estado (p.6) y matiza
porque la historia del Estado moderno tambin habla de esfuerzos de paz y justicia que han
llevado del Estado renacentista al contemporneo Estado social y democrtico de Derecho: el
concepto de razn de Estado tiene su razn de ser y su desarrollo junto al de Estado moderno,
como hermanos de sangre, aadimos. De modo tal que la evolucin del Estado moderno ha
invadido el rea de actuacin de la razn de Estado (ibd) y la ha caracterizado. Ambas ideas son
necesarias para atender los avatares de la Europa moderna y contempornea, entroncada en una
caracterstica voluntad de poder, que en su desarrollo encuentra el derecho y la moralidad: he
aqu el conflicto entre buena y mala razn de Estado y la pregunta sobre la derrota de la tica
(thos) en su encuentro con el gobierno (cratos).
Por qu tanto encarnizamiento con Maquiavelo y su subsecuente publicidad e inters
investigativo? En Maquiavelo se halla el quid de una cuestin que como las aguas que nacenprofundas benefician y favorecen el desarrollo de los pueblos a que abastecen. Esta cuestin,
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identificada tempranamente, propici una profusa discusin que desemboca en la pregunta sobre
si la razn de Estado se hallaba ya en Maquiavelo, en qu contexto y con qu caracterizacin.
Cabe inferir que era previa y que Maquiavelo se constituye en su detonante (al respecto el anlisis
de Elena Cantarino presentado en el resumen anterior), de modo que a partir de la detonacin se
hace imprescindible abastecerla filtrada: buena razn de Estado, o, volviendo a la Divina
Comedia, aconsejada por el ro del olvido.
Pero hablar de razn de Estado no se puede sujetar a la descripcin de lo expresado por otros,
pues estamos indisolublemente involucrados en nuestra condicin social. Somos sbditos de
alguna manera de una libertad que, como individuos e integrantes de un cuerpo social, todava no
hemos conquistado. Es posible que la cuestin sobre la razn de Estado nos sobrepase an, (con
Hegel: la filosofa despierta tarde), no reunimos el bagaje vital suficiente pues atendemos a lo
dado en nuestra visin humana: con Maquiavelo. Si bien el camino recorrido es vastsimo y nos
lleva desde el Estado renacentista al contemporneo Estado social y democrtico de Derecho,nuestra condicin de anlisis, humanamente visual, nuevamente Maquiavelo, nos obliga por un
estrecho camino, cuya dificultad no es la peculiaridad del mismo, sino la propia estrechez de miras
fuertemente arraigada, sino fagocitando, a la necesidad de xitos acordes al tiempo humano
individual, o de Estado en singular. Somos todava de la estirpe de la mala razn de Estado,
herederos de Maquiavelo? No, ya se advierte que los llamados herederos no lo son tan
claramente y a la inversa, he ah su riqueza todava en buena medida insondable.
La contrapropuesta se fundamenta en la condicin divina del hombre (recordemos la
contempornea y bella descripcin de James W. Heising Cuando el hombre obra divinamente,Dios existe), y las razones morales que se derivan exigindole, sin embargo, una vastedad
imposible, de ah que lo normal fuera, y sea, insistimos, que el antimaquiavlico explcitamente no
lo sea implcitamente. El mismo Maquiavelo quiz se habra detenido ante esto en un ms lento
madurar de su desazn poltico-moral, y quiz le habra impedido escribir El Prncipe.
Afortunadamente se atuvo al tiempo humano y lo escribi cuando se present la primera
oportunidad. Desde entonces y sobre el tema han corrido muchos ros de tinta y de sangre,
implcitos y explcitos unos y otros, pues parece que nuestra dinmica alardeando de
transparencia se sume en la simulacin (al respecto la lcida broma de Corinne Maier en Buenos
das, pereza donde nos describe la empresa actual, considerando que ella adems de economista
es psicoanalista: cuanto ms se necesita hablar de algo, menos existe ese algo). Maquiavelo
advertira sobre los riesgos en nuestro principado global? Como decamos en Maquiavelo o la
alabanza de la disensin, nos las habemos con una razn de tiempo sobrepasada por la
relatividad del mismo y por la condicin humana del mismo. Incorprese la razn de espacio
global.
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