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El Decreto de Jehova 2

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Bendiciones del Señor para todos los hermanos,amigos, pastores, pastoras, ministros y siervos deDios. Quiero ante todo darle gracias a Dios por permitirmeescribir este libro que, más que oraciones, contiene declaracionesy decretos que servirán como una guía para orarconforme a la voluntad del Padre. Entendiendo que, sobretodas las cosas, al orar debemos depender de la guía delEspíritu Santo.Yo declaro, en el nombre de Jesús de Nazaret, que la imparticiónque aquí está contenida tiene un efecto multiplicadorde bendición sobre su vida, su familia, su trabajo y su ministerio,y llena todo lugar donde estos decretos son leídosy pronunciados con fe. Declaro que estas oraciones correna la presencia de nuestro Padre celestial y, debido a su perseveranciaen la oración y a su declaración constante de laPalabra de Dios, traen rompimiento y aceleración espirituala sus vidas. A través de la oración, Dios también hará volverel corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacialos padres, trayendo así restauración familiar. Declaro, enIntroducción7el nombre de Jesús, que cada oración tocará su vida y la deuna nueva generación; tocará a sus hijos, a sus nietos, y auna los niños que se están gestando en el vientre de su madre.Declaro también que cada oración libertará, fortalecerá ybendecirá a las familias pastorales, y a las familias alrededordel mundo..Oro al Señor para que a cada lector le dé espíritu de revelacióny conocimiento sobrenatural. Así como Elías primerovio en el mundo espiritual, luego lo profetizó y después loparió en el espíritu, así queremos Padre Tu intervención sobrenatural.Gracias Señor porque la unción del Santo estásobre estas oraciones (1 Juan 2:20).Que Dios los bendiga rica y abundantemente amados lectores,y que bendiga la vida de los pastores y pastoras, losministros del evangelio, los mentores, líderes de Casa de Pazy todos quienes a diario oran conforme a la Palabra de Dios.

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El Decreto de Jehová

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Nuestra Misión«Llamados a traer el poder sobrenatural de Dios a esta generación»

El Decreto de Jehová 2Edición 2012

ISBN: 978-1-59272-432-1

Todos los derechos están reservados por el Ministerio Internacional El Rey Jesús.

Esta publicación no puede ser reproducida, alterada parcial o totalmente, archivada en un sistema electrónico ni transmitida bajo ninguna forma electrónica, mecánica, fotográfica, grabada o de alguna otra manera, sin el permiso previo, por escrito del au-tor. Todas la citas bíblicas han sido tomadas de Reina Valera versión 1960, salvo don-de se indica Nueva Versión Internacional (NVI) y La Biblia de las Américas (LBLA).

Directora del Proyecto: Addilena Torres

Edición: José M. Anhuaman

Contribución Editorial: Alejandro Mújica

Diseño Interior: José M. Anhuaman

Portada: Danielle Cruz

Categoría: Oración

Publicado por:El Rey Jesús (ERJ) Publicaciones

13651 SW 143 Ct., Suite 101, Miami, FL 33186Tel: (305) 233-3325 – Fax: (305) 675-5770

Impreso en Estados Unidos de América.

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El Decreto de Jehová

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Introducción ............................................................. 7

Bienvenido Espíritu de Adoración ..................... 9

Dios Protege a Nuestros Hijos ............................ 27

El Sacerdocio ante el Altar ................................. 43

El Señor me da Fuerza y Salud ............................. 59

Entronando a Dios en Nuestras Vidas .............. 77

Liberando Maldiciones con el poder de la

Sangre .........................................................................

107

Orando por Sanidad ............................................... 137

Pasión por un Evangelismo Sobrenatural ......... 151

Protegiendo y Levantando las Finanzas ........... 177

Reparando Brechas y Portillos ........................... 209

Índice

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B endiciones del Señor para todos los hermanos, amigos, pastores, pastoras, ministros y siervos de

Dios. Quiero ante todo darle gracias a Dios por permitirme escribir este libro que, más que oraciones, contiene decla-raciones y decretos que servirán como una guía para orar conforme a la voluntad del Padre. Entendiendo que, sobre todas las cosas, al orar debemos depender de la guía del Espíritu Santo.

Yo declaro, en el nombre de Jesús de Nazaret, que la impar-tición que aquí está contenida tiene un efecto multiplicador de bendición sobre su vida, su familia, su trabajo y su mi-nisterio, y llena todo lugar donde estos decretos son leídos y pronunciados con fe. Declaro que estas oraciones corren a la presencia de nuestro Padre celestial y, debido a su per-severancia en la oración y a su declaración constante de la Palabra de Dios, traen rompimiento y aceleración espiritual a sus vidas. A través de la oración, Dios también hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres, trayendo así restauración familiar. Declaro, en

Introducción

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el nombre de Jesús, que cada oración tocará su vida y la de una nueva generación; tocará a sus hijos, a sus nietos, y aun a los niños que se están gestando en el vientre de su madre. Declaro también que cada oración libertará, fortalecerá y bendecirá a las familias pastorales, y a las familias alrededor del mundo..

Oro al Señor para que a cada lector le dé espíritu de revela-ción y conocimiento sobrenatural. Así como Elías primero vio en el mundo espiritual, luego lo profetizó y después lo parió en el espíritu, así queremos Padre Tu intervención so-brenatural. Gracias Señor porque la unción del Santo está sobre estas oraciones (1 Juan 2:20).

Que Dios los bendiga rica y abundantemente amados lec-tores, y que bendiga la vida de los pastores y pastoras, los ministros del evangelio, los mentores, líderes de Casa de Paz y todos quienes a diario oran conforme a la Palabra de Dios.

Profeta Ana MaldonadoMinisterio InternacionalEl Rey Jesús

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...Bendito seas tú, oh Jehová... Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y

el dar poder a todos. —1 CróniCas 29:10-12

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E spíritu Santo de Dios, te damos la bienve-

nida en este día. Orar como conviene no

sabemos, pero Tú nos llevas a orar la perfecta vo-

luntad del Padre. Tal como el ciervo clama por las

corrientes de las aguas, así clama por Ti mi alma. Mi

sangre clama por Ti amado Jesús. Te necesitamos

Señor de los Ejércitos. Te necesitamos Príncipe de

Paz, porque vamos a entrar en batalla contra gober-

nadores, potestades y principados infernales. Sabe-

mos que nuestra lucha no es contra carne ni san-

gre, sino contra huestes espirituales de maldad que

se mueven en las regiones celestes. Te necesitamos

Espíritu de Dios, haznos como ciudad fortificada y

como muro de bronce, para ir contra el mundo, con-

tra el diablo, contra los deseos de la carne y contra

Satanás. Ayúdanos Padre, ayúdanos Jesús, ayúdanos

Espíritu de Dios para arremeter contra las fuerzas de

las tinieblas. Somos Tu ejército Señor, caminamos

bajo autoridad, sometidos a Ti, sujetos a Ti mi Dios.

¡Danos Tu fortaleza! ¡Tuya es la victoria Señor!

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Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en

Cristo Jesús Señor nuestro. —romanos 8:37-39

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D ice la Palabra de Dios que, “Mayor es el

que está en nosotros que el que está en el

mundo”. Cada vez que levantamos nuestros brazos

para alabar y adorar a Dios, Él nos llena de poder y

autoridad para derrotar todas las obras del enemigo.

Cuando adoramos no hay demonio, no hay hechice-

ro, no hay bruja, ni hay agorero que pueda resistirse.

Nuestra oración tiene tanto poder que mientras ado-

ramos las brujas se arrepienten y buscan de Dios. Los

satanistas pierden su poder maléfico y son penetra-

dos por el infinito poder del único Dios verdadero.

Dice la Palabra que “donde dos o más se reúnen en

el nombre de Jesús, ahí está Él”. El Señor sólo ne-

cesita que dos estemos de acuerdo, porque entonces

Su fuerza se multiplica en nosotros y somos mayoría

aplastante contra el mundo, contra el diablo y sus

demonios, contra las tinieblas y las huestes del in-

fierno. ¡Nada nos puede apartar del amor de Cristo!

¡Cumplamos Su perfecta voluntad!

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Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre.

—salmos 34:1-3

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Señor, en este día yo declaro que el sol no me

fatigará de día ni la luna de noche. Creo que

esta palabra hace “rhema” en mi espíritu, se convierte

en real para mi vida. Por tanto, mi cuerpo no se can-

sará ni se fatigará, porque en Ti he confiado. Señor

mío, Dios mío, esperanza mía, renueva mis fuerzas,

rejuvenéceme, hazme veloz y llena mi cuerpo de

energía divina para servirte cada día de mi vida. Dice

la Escritura: “Todo pasará, pero tu Palabra no pasa-

rá”. Tu Palabra no tiene fecha de expiración, porque

es amor, bondad y caridad, y esa caridad llega a mí

todos los días. ¡Gracias Señor! El salmista escribió:

“Bendice alma mía a Jehová”, lo cual quiere decir:

“bendice alma mía todo lo que corre por mis venas”.

El salmista demandaba a su alma que bendijera a

Jehová, nuestro creador, nuestro hacedor, nuestro Se-

ñor, nuestro Dios, Aquel que nos creó para adorarle.

¡Te alabo y te bendigo Señor!

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Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo

pensamiento a la obediencia a Cristo. —2 Corintios 10:5

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N adie puede callar nuestra boca, ¡nadie! Ni

demonio, ni principado, ni gobernador de

las tinieblas, ni potestad de los infiernos, ¡nadie! Pa-

dre, en el nombre de Jesús, castigamos todo espíritu

de desobediencia que se levante para detener que te

conozcamos en la intimidad. Castigamos el espíritu

de divorcio, reprendemos toda disputa matrimonial

y la echamos fuera. Todo espíritu de contienda que

trae división en los matrimonios y en la familia, ¡lo

echamos fuera en el nombre de Jesús! Lo atamos y lo

echamos fuera de nuestra familia, fuera de nuestros

niños, fuera de nuestras escuelas... ¡Dije fuera! ¡Fue-

ra! ¡Lo echamos fuera de las universidades, fuera de

la congregación, fuera de la iglesia de Cristo, fuera de

los trabajos, y fuera de nuestras finanzas! Lo sujeta-

mos, lo atamos de la cabeza a los pies; atamos demo-

nios, atamos hombres y mujeres que se prestan para

hacer el mal, ¡los atamos! Ahora mismo, por el poder

de la sangre de Cristo, los llevamos a la obediencia de

Jesucristo el Hijo de Dios.

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Bendecirá a los que temen a Jehová, a pequeños y a grandes. Aumentará Jehová bendición sobre vosotros;

sobre vosotros y sobre vuestros hijos. —salmos 115:13-14

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P adre, en este día proclamamos Tu grandeza

y majestad. Somos Tu creación, los peque-

ñitos de Tu Reino, pero te tenemos a Ti Señor, que

eres alto y sublime, portentoso y gigante, eres grande

y temible, eres el Dios Todopoderoso y eterno. En

esta hora, el cielo y la tierra nos unimos para adorar-

te, los ángeles y los hombres nos alineamos para ado-

rarte en espíritu y verdad. La adoración hace que se

unan el cielo con la tierra, lo físico con lo espiritual,

lo visible con lo invisible. Hoy queremos adorarte

Señor; queremos exaltarte y proclamar Tu poderío

y majestad. ¡Eres grande Señor! Tu pueblo reconoce

y alaba Tu grandeza. Nuestra carne se doblega ante

Tu grandeza, nuestro espíritu proclama Tu grande-

za, nuestra alma alaba Tu grandeza. Señor, Tú que

habitas la eternidad, te pedimos que Tu Reino inva-

da la tierra. Amado Jesús, Tú que estás sentado a la

derecha del Padre, gobierna con autoridad e imparte

sobre nuestras vidas el temor de Jehová.

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Él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y

te rejuvenece como a las águilas. —salmos 103:4-6 (nVi)

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Señor, en este día te pido que liberes mi en-

tendimiento de mentalidades erróneas, en-

gaño y mentira, porque el engaño y la mentira que

corren por el mundo, que está en la atmósfera, no

deben tocar mi mente ni apoderarse de mi familia.

Espíritu de engaño y mentira te ato y te echo fuera de

mi consciente, subconsciente e inconsciente; te saco

de mi mente y mis pensamientos. Espíritu de engaño

y mentira te echo fuera en el nombre de Jesús. Señor,

tu Palabra me guarda del principado de este siglo.

Tu Santo Espíritu inspiró al salmista para escribir:

“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser

su santo nombre. Él es quien perdona todas mis ini-

quidades, el que sana todas mis dolencias”. ¡Oh alma

mía bendice a Jehová y bendiga todo mi ser Su santo

nombre! Porque “Tú eres el que sacia de bien mi boca,

de modo que me rejuvenezca como el águila”. Por eso

el sol no me fatigará de día, ni la luna de noche, y aun

en mi madurez seré vigorizada.

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Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu

voluntad existen y fueron creadas. —apoCalipsis 4:11

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Señor en Tu nombre secamos todo espíritu

de prostitución que quiera venir contra Tu

iglesia. Todo espíritu de orgullo, arrogancia y sober-

bia, aun el espíritu de Leviatán se seca por el poder

de Tu sangre. Les quitamos todo derecho legal y los

echamos fuera, en el nombre de Jesús. Nuestros cuer-

pos sólo pueden ser llenos de Tu gloria, porque Tu

Palabra dice: “Y la gloria de Jehová ha nacido sobre

ti”. ¡La gloria es solamente Tuya! Que lo escuche el

infierno, que lo escuche el diablo, que lo escuchen

los principados, los gobernadores y las potestades que

habitan en las regiones celestes. Desde el niño hasta el

adulto te damos toda la gloria a Ti. Señor enmudece

toda boca que no te da gloria, toda mente que no

esté alineada a la mente de Cristo, toda lengua que

no confiese Tu nombre. Porque todo lo que respira te

tiene que alabar. ¡La gloria y la honra son Tuyas!

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Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se

volverán a mí de todo su corazón. —Jeremías 24:6-7

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H oy ponemos demanda sobre los niños, el

fruto de nuestro vientre; los que se están

gestando y los que amamantan, los adolescentes y los

jóvenes. ¡Declaramos que todos Te dan la gloria Se-

ñor! Aquí no idolatramos carne; aquí no hay idolatría

para nadie. En este día declaramos que todo espíritu

de idolatría ¡se seca! Espíritus de hechicería y brujería

¡se secan! ¡Sécate legalismo! ¡Séquense manipulación

y control! Vamos a las raíces de esos espíritus y por

el poder de la sangre de Jesús les ordenamos que ¡se

sequen! Todo árbol que no fue plantado por Jehová

¡se seca! Toda hierba mala ¡se seca de raíz! Toda ho-

jarasca acumulada en nuestras vidas ¡se seca! Todo

lo que no da fruto para el Reino de Dios ¡se seca,

en el nombre de Jesús! ¡Somos plantíos de Jehová!

¡Somos renuevo de Su gloria! Oh, dele gloria a Dios,

porque Él apresura Su Palabra en este día, y prepa-

ra el corazón de nuestros hijos para que le conoz-

can, y sean pueblo adquirido por Dios, lavado con

la sangre de Cristo.

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Bendecirá a los que temen a Jehová, a pequeños y a grandes. Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; sobre vosotros y sobre vuestros hijos. Benditos vosotros

de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. —salmos 115:13-15

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Dios Protege a Nuestros Hijos

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G racias mi Dios, porque donde quiera que

estén mis hijos, los declaro protegidos por el

brazo de Jehová de los Ejércitos. La muerte, la enfer-

medad ni la vida mundana pueden alcanzarlos. Hoy

levanto un muro de fuego alrededor de sus vidas,

alrededor de su camino y alrededor de su escuela;

es un muro de fuego que los protege Señor. Declaro

que el espíritu de sabiduría y entendimiento está so-

bre ellos cuando hacen sus tareas y cuando presentan

sus exámenes. Declaro que pasan victoriosos toda

prueba que pongan delante de ellos. Los hago invi-

sibles a las acechanzas del enemigo. Decreto que no

caen en las trampas del diablo, en la vanidad ni en la

vanagloria del mundo. Declaro Señor, que Tu gracia

está sobre ellos frente a sus maestros, y bendigo a las

personas que los cuidan mientras estudian. Padre,

te doy gracias porque Tú has puesto en la tierra án-

geles que caminan alrededor de ellos, con espadas

desenvainadas, para protegerlos.

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...Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi

nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré. —números 6:23-27

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S eñor, en esta hora cubro la mente de mis

hijos, cubro sus ojos y sus oídos, cubro

también sus áreas sexuales y todo su cuerpo. Declaro

que su mente retiene lo bueno y desecha lo malo.

Declaro que ninguna palabra corrompida, tampoco

una palabra sucia puede entrar por sus oídos. De-

claro que la malicia no puede penetrar por sus ojos.

Declaro mi Dios amado que hay pacto en los ojos

de mis hijos para no desear lo ajeno. Señor, te doy

gracias porque ninguna perversa ni ningún perver-

so puede acercarse a mis hijos; ellos están cubiertos

por la sangre de Cristo. Declaro Señor amado que

mis hijos tienen temor de Ti en sus corazones, y

que donde quiera que van, el temor de Jehová va

con ellos. Declaro Padre que ellos pueden lidiar con

las tentaciones y puede ordenar y decir: ¡Vete de mí

Satanás, porque no te quiero en mi vida, yo quie-

ro a Dios! ¡Te quiero primero a Ti Señor! Tú eres el

número uno en mi vida y en la vida de mis hijos.

¡Tú eres mi Señor y mi Dios!

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En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él

esperan. —2 samuel 22:31

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Espíritus de Dalila y Atalía, en esta hora los

echamos fuera de la vida nuestros hijos.

¡Fuera todo espíritu de Jezabel, fuera todo espíritu

del diablo, ahora mismo! Espíritu de prostitución,

te desarraigamos, te desentrañamos, te extirpamos,

te erradicamos de nuestra casa. ¡Fuera! Fuera todo

espíritu que quiera venir a corromper la mente de

nuestros hijos. ¡Los echamos fuera! Desatamos

el fuego de Dios en las escuelas donde van nues-

tros hijos. Todo lo que no proviene de Dios lo

echamos fuera. Les ordenamos a los maestros que

les dan clases, que no toquen la vida espiritual de

nuestros niños. ¡Se lo prohibimos en el nombre de

Jesús! Somos un pueblo lleno de la presencia del

Dios todopoderoso, y nuestros hijos están llenos de

Su presencia; nuestros hijos están llenos de Su au-

toridad. Los revestimos con escudos de santidad y

con el escudo del temor de Jehová. Los demonios

tienen que huir ante la presencia de nuestros hijos,

¡en el nombre de Jesús!

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Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba

que echase fuera de su hija al demonio. —marCos 7:25-26

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Dios Protege a Nuestros Hijos

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Mujeres, hombres, comiencen a orar por sus

hijos que están en la escuela. En este mis-

mo instante le hablo a todo espíritu del infierno, de

homosexualismo, lesbianismo, prostitución, alcohol,

drogas y otros vicios, y les ordeno que se alejen de

nuestros hijos. ¡No los pueden tocar! ¡Esos espíritus

inmundos se van fuera! ¡Fuera de las escuelas y fuera

de su casa! Espíritus de Grecia, de engaño, mentira,

hechicería, brujería y ocultismo, ¡los echamos fuera

en el nombre de Jesús! ¡Fuera! Ahora echa fuera esos

espíritus. ¡Échalos fuera de los maestros, de las maes-

tras, de los tutores, de los entrenadores deportivos,

de los directivos escolares! Dígales, ¡fuera espíritu de

perversión sexual, fuera espíritu del mundo! Ahora

mismo se van. No pueden tocar a nuestros hijos. En

el nombre poderoso de Jesús de Nazaret, ¡los echa-

mos fuera de la escuela! ¡Fuera de Miami y de cada

ciudad donde brille la luz del evangelio del Reino!

¡Fuera por el poder de la sangre de Jesús!

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Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te

daría. —Deuteronomio 7:12-13

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Dios Protege a Nuestros Hijos

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E mpiece a cubrir a sus hijos con la sangre de

Cristo. Cubra su mente, cubra su sexuali-

dad ahora mismo. En el nombre de Jesús los libera-

mos de toda maldición mundana. Los liberamos de

fornicación, prostitución, lesbianismo y homosexua-

lismo; atamos a los demonios de homosexualismo,

atamos a los demonios de lesbianismo, atamos a los

demonios de prostitución y pornografía, y los des-

truimos. Declaramos que a nuestros hijos se les quita

la venda y que no son persuadidos, seducidos ni en-

cantados por Satanás a través de los medios, como la

televisión, revistas o internet. Declaramos que ésta

es una generación diferente, una generación santa,

una generación consagrada a Jehová; que el fruto de

nuestro vientre es bendito en la entrada y bendito

en la salida, bendito donde quiera que vaya. Le ha-

blamos al fruto de nuestro vientre y lo declaramos

santo, porque escrito está en Tu Palabra Señor que si

te obedecemos, nuestro fruto es bendito.

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¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del

corazón habla la boca. —mateo 12:34

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Dios Protege a Nuestros Hijos

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S eñor Jesús, en esta hora venimos arran-

cando toda generación de víboras que se

levanta contra nuestros hijos. En el nombre de Jesús,

arranco y destruyo ahora mismo toda serpiente que

venga a tentarlos. Declaro Señor que toda simiente

del diablo que está deteniendo a nuestros niños y

jóvenes, que no les permite pasar para recibir lo que

por herencia les corresponde, ¡en esta hora se aparta!

Apártate culebra del infierno para que los jóvenes y

los niños se levanten. El fuego de la intercesión está

encendido, y ahora mismo le metemos más leña a ese

fuego, para que se quemen las víboras y todas sus ge-

neraciones. En el nombre de Jesús, son exterminadas

en el fuego consumidor del Espíritu de Dios. Toda

asignación del infierno es quemada, toda asignación

de control mental, toda asignación de brujería, ma-

gia blanca y magia negra, toda tentación del mundo

se pudre por el poder de la sangre de Cristo. Genera-

ción de víboras, ¿cómo escaparán de la condenación

eterna del infierno?

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Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los

juzgará Dios. —Hebreos 13:4

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Dios Protege a Nuestros Hijos

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S eñor, en el nombre de Jesús te pedimos

que guardes a nuestros hijos del sistema

corrupto que impera en el mundo. Pedimos hoy

por la inocencia de nuestros hijos e hijas, ellos no

tienen que perder la virginidad a los 13, 14 ni 15

años. Señor, ayúdales a guardarse vírgenes para el

matrimonio. Derrotamos hoy el paradigma que lleva

a nuestros jóvenes a creer que el hombre puede acos-

tarse con varias mujeres antes del matrimonio. El

hombre y la mujer deben mantenerse puros y santos

hasta el matrimonio. Tu Palabra dice que el lecho

matrimonial es santo, y también dice que nuestros

hijos no son inmundos. Señor, ayúdanos a buscar la

santidad, porque sin santidad nadie verá al Padre.

¡Cuánto anatema hay en los matrimonios! Por eso

consideran sucias las relaciones sexuales, y no las dis-

frutan, porque han metido la pornografía en su casa.

Padre, en el nombre de Jesús, ponemos el temor de

Jehová sobre los matrimonios, y decretamos ¡santi-

dad sobre el lecho conyugal!

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El Sacerdocio

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Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo,

así también en la tierra. —luCas 11:2

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El Sacerdocio Ante el Altar

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Tú eres un sacerdote del Dios Altísimo. Cuando oras por tus hijos, por tu esposa o tu esposo y

por tu casa, cuando adoras a Dios, cuando presentas ofrendas, estás ejerciendo el sacerdocio en tu hogar. Como sacerdote, tienes autoridad para destronar todo espíritu del diablo. Tienes autoridad para pararte y de-cirle: ¡A ti te hablo Satanás, te has metido con un hijo de Dios! Por cuanto dice la Palabra “mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio y nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Señor, ayúdanos a mantenernos firmes, a no doblar ro-dillas ante Baal. ¡No las doblaremos! Seremos leales a Ti Señor amado, como lo fue Daniel, como Sadrac, Mesac y Abednego, como Esther y Mardoqueo. ¡Nos manten-dremos firmes! No venderemos la primogenitura que Tú nos has dado, por un plato de lentejas; viviremos de acuerdo a los principios morales del Reino, que nos enseña Tu Palabra. Practicaremos esos principios todos los días de nuestra vida. Señor, que venga hoy Tu reino

y se haga Tu voluntad en la tierra.

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Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espí-ritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

—mateo 26:41

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S eñor, me declaro un vaso limpio para esta-

blecer Tu Palabra, para declarar, decretar y

profetizar cada madrugada. Soy libre para implantar

Tu Reino en la tierra. Hermano únase conmigo y

comience a pedirle al Señor que lo libere para que

se levante como rey y sacerdote de su casa. Pídale

que arranque de su mente y su corazón todo espíritu

de lentitud, queja y religiosidad. El Señor no quiere

lentos, religiosos ni quejones. El Señor quiere hom-

bres y mujeres valientes para la batalla. Dele gloria a

Dios y dígale: “Señor, perdóname por las oraciones

de manipulación y hechicería que he hecho”. Pídale

perdón a Dios. Dígale: “Te doy la gloria Señor, te

doy la honra mi Dios”. Obligue a su cuerpo; tal vez

su cuerpo no quiere adorar hoy, pero usted oblígue-

lo, tírelo a tierra ahora mismo y dígale: “Cuerpo, esto

es lo que tú eres, pura tierra, pero mi espíritu viene

de Dios; por eso se levanta a adorar a Jehová”. ¡Te

damos gracias Señor, muchas gracias!

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Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas

las palabras de esta ley. —Deuteronomio 29:29

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S eñor, oramos en este día para que nos des

revelación, como se la diste a Pedro cuan-

do le dijiste: “Bienaventurado eres Simón, porque

eso no te lo reveló  carne ni sangre, sino mi Padre

que está en los cielos”. El Padre es quien nos da re-

velación, y sobre esa revelación se edifica la iglesia;

sobre la roca firme, inconmovible e indestructible

que es Jesucristo. Sobre esa revelación necesitamos

edificar el llamado que tienes para nosotros. Padre,

hoy clamamos para que Tú Señor quites de nuestra

vida el orgullo, la arrogancia, la soberbia y la prepo-

tencia, y en su lugar pongas en nosotros los dones del

Espíritu. Delante de Ti no necesitamos rango ni tí-

tulo alguno; el rango se demuestra cuando peleamos

contra las tinieblas, pero aquí todos somos ejército.

Somos Tu ejército Señor, y vamos a la guerra con

espada de doble filo, que penetra hasta partir el alma

y el espíritu. Declaramos Señor que hoy la revelación

de Tu Palabra, ¡se activa en nuestro espíritu!

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Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el

pueblo de la tierra. —Jeremías 1:18

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El Sacerdocio Ante el Altar

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S eñor, Tú le dijiste a Jeremías que era como

ciudad fortificada, columna de hierro y

muro de bronce. Hoy nos apropiamos de esa prome-

sa y en esta hora nos ponemos la armadura de Dios,

para que ningún dardo del infierno penetre a nuestra

vida. No pueden tocarnos dardos de envidia, de celo,

de odio ni aun nuestro ego. No puede llegar a nues-

tra vida contaminación de carne y espíritu. Padre en

el nombre de Jesús, hablamos al entendimiento de

los hijos de Dios y declaramos que la Palabra penetra

y nos rodea. Hoy nos declaramos ciudad fortifica-

da contra toda acechanza que Satanás, el mundo y

nuestra propia carne, quiera lanzarnos. Oh mi Dios

poderoso y santo, nos metemos hoy en el arca de la

alianza, la cual no la destruye diluvio ni juicio, que

arremete contra la corriente del mundo, el sistema

religioso, el legalismo, los demonios, potestades y

gobernadores de las tinieblas. Haznos Señor ciudad

fortificada, donde no penetre tempestad, situación

financiera, malicia ni muerte.

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Él [Eliseo] le dijo [al criado]: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego

alrededor de Eliseo. —2 reyes 6:16-17

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El Sacerdocio Ante el Altar

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T e pedimos Señor que abras nuestros ojos

para ver como miran los atalayas. Abre

nuestros ojos como lo hiciste con el criado de Eliseo.

Abre nuestros ojos para ver al enemigo que intenta

venir contra mí; pero ábrelos también para ver lo

que Tú, “el grande, poderoso y temible en batalla”,

haces con los que se atreven a enfrentarte. Señor,

abre mis ojos y oídos espirituales para recibir la Pa-

labra de Dios por boca de mi pastor, pero también

haz que cuando él predique yo pueda ver más allá de

sus palabras. Cuando Eliseo dijo: “Jehová, abre los

ojos de mi criado”, el criado de inmediato oyó y vio.

El criado de Eliseo escuchó la voz en la tierra, pero

miró el poder de Dios en los cielos y en la tierra.

Señor yo quiero ese poder del atalaya para detec-

tar al enemigo cuando viene contra mi familia, mi

matrimonio y mi iglesia. Quiero ese poder para pa-

rarme con firmeza y gritarle al enemigo: ¡Mira bien

Satanás, porque más son los que están con nosotros

que los que están contigo!

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Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. —1 samuel 17:45

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El Sacerdocio Ante el Altar

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S eñor, en este día los ángeles del gran po-

der de Jehová se mueven al precepto de

Tu Palabra; son ángeles ministradores que vuelan a

ministrar pueblos, naciones y continentes. Tú y yo

hermano y hermana, formamos parte del temible

y poderoso ejército de Jehová. Somos la fuerza élite

que se mueve en la tierra, y en este momento nos

hacemos uno con los ángeles de poder que forman

el ejército élite en los cielos. De la misma forma, la

justicia divina se une a la justicia de la tierra para

atacar todo espíritu de divorcio y los espíritus malig-

nos que planean la destrucción familiar. Liberamos

a cada persona que es cabeza en su casa, liberamos

las mentes de los hombres y mujeres; los liberamos

de todo espíritu de machismo, adulterio, dictadura,

maltrato y abuso físico y mental. Arrancamos de sus

mentes todas esas fortalezas, y plantamos en la mente

de cada uno de ellos un sacerdocio santo.

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Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá

a causa de la unción. —isaías 10:27

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El Sacerdocio Ante el Altar

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C on el poder y la autoridad que Dios nos da,

en este día nos declaramos libres del espíritu

de Jezabel que trae manipulación y control; de los

espíritus de Atalía y Dalila que traen seducción y

prostitución, de Atenea la diosa de la falsa sabiduría

que trae un amor desenfrenado por el conocimiento

y engaña a la iglesia con falsas teorías, cortamos los

tentáculos de todo espíritu que trae adulterio, forni-

cación y pornografía. Decretamos en el nombre de

Jesús que ese pulpo infernal suelta las vidas de nues-

tras autoridades, suelta a los pastores y a los líderes

de la Iglesia de Cristo, suelta a los hombres y mujeres

del pueblo de Dios. El fuego profético se levanta con

palabra que liberta, porque el Espíritu de Jehová, el

Señor, está sobre nosotros para destruir todo yugo de

maldad. Tomamos a las multitudes y les ordenamos

que salgan del laberinto, salgan del escondite, salgan

de la cárcel a la libertad del Hijo de Dios. ¡Sé libre!

¡Sé libre en el nombre de Jesús!

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Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra;

Jehová es su nombre. —ÉxoDo 15:2-3

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El Señor me da Fuerza y Salud

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S eñor, hoy te doy gracias porque sólo Tú

me das fuerzas para buscarte. No importa

por quién me tomen ni qué digan de mí. Te voy a

servir cada día con mis oraciones; te serviré cuando

amanezca y aun en la vigilia de la noche, lo haré de

madrugada y hasta que el sol se oculte, te serviré Se-

ñor mientras trabajo y cuando atienda a mi familia;

todo lo haré como un servicio a Ti Señor. Cuando

sirvo a mis hermanos, ese servicio también es para

Ti Señor. Ayúdame a que cada minuto de vida yo te

sirva, que siempre busque una oportunidad para ser-

virte. ¡Gracias Señor! Aun si no me recompensaras

Señor yo quiero servirte. Espíritu Santo, enséñame

a servir a mi Padre celestial. Que mientras camine

en la tierra viva llena de Tu Espíritu. Yo declaro que

la frescura de vida viene de Tu Espíritu a mi espíri-

tu. Padre, recibo hoy la fortaleza física que necesito,

y te doy gracias.

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Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis

al Dios vivo? —Hebreos 9:13-14

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Amado Padre, yo reconozco que necesito a

Jesús. Reconozco que soy carne, que soy

de tierra, que estoy en un cuerpo corruptible. Re-

conozco que necesito ser libre en mi mente, libre de

toda carga falsa, de toda mentira diabólica, de toda

palabra podrida; libre de toda envidia, celo, odio y

desprecio. ¡Señor necesitamos de ti! ¡Libéranos Jesús

por el poder de Tu sangre! Porque esa sangre que nos

redimió habla; Tu sangre habla Jesús. Habla recor-

dando que el acta de los decretos en nuestra contra

fue anulada en la cruz. Padre gracias porque anulaste

el acta que le daba derecho legal a Satanás para inter-

venir en nuestra vida. Gracias Señor porque el poder

de la sangre de Cristo, revoca, anula e invalida todo

mandato del infierno. Gracias Jesús porque el poder

de Tu sangre habla, y nos redime y nos perdona. El

poder de la sangre de Cristo limpia, libera, redi-

me, expía y perdona. La sangre de Jesús disuelve e

invalida toda obra de maldad generacional.

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Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros,

sino también por los de todo el mundo.—1 Juan 2:1-2

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El Señor me da Fuerza y Salud

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S i tiene problemas en el área sexual póngase

la mano en el vientre y diga conmigo: “Pa-

dre celestial, yo me declaro consagrado(a), me declaro

puro(a), me declaro santo(a), me declaro apartado(a)

para ti”. Diga: “No doy cabida en mi mente a pen-

samientos sexuales de fornicación o adulterio”. “¡No

permito pensamientos que van contra Tu voluntad

Padre del cielo!”. Diga en voz alta: “Señor, libera mis

pensamientos y hazme libre de recuerdos del pasa-

do”. Ahora mismo toda fortaleza mental, espiritual o

física está siendo derribada por el poder de la sangre

de Cristo. Diga: “Creo Señor que Tú me haces libre

y me fortaleces en la unidad del Padre, el Hijo y el

Espíritu Santo”. Creo que Jesús está a la diestra del

Padre gobernando con autoridad, y los principados,

potestades y gobernadores que habitan en las regio-

nes celestes se tienen que sujetar a Él. ¡El diablo no

puede acusarme más, Jesús es mi abogado!

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Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.

—apoCalipsis 12:10

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El Señor me da Fuerza y Salud

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S eñor libéranos de toda maldición. Si abri-

mos puertas al enemigo por cansancio, ne-

gligencia, falta de conocimiento o falta de sabiduría,

perdónanos Señor. Si en un momento permitimos

que algo inmundo penetrara nuestras vidas, te pe-

dimos perdón. Pedimos perdón por toda puerta que

abrimos voluntaria o involuntariamente. Hoy pro-

clamamos en la autoridad de Cristo que toda puerta

que abrimos al enemigo ¡se cierra ahora! ¡Satanás,

vete con tus demonios al infierno, donde perteneces!

¡Te echamos fuera de los niños! ¡Fuera de nuestra

casa y nuestras finanzas! Señor, mete Tu mano y

saca todo lo que no provenga de Ti. Mete Tu mano

en mis pulmones, en mis riñones, columna, huesos,

cadera, piernas, coyunturas, ojos, oídos, venas y en

mi corazón; mete Tu mano Señor por todos lados y

¡sana mi cuerpo! Mete Tus manos en mis finanzas.

Mete Tu mano en el gobierno de mi casa. Métete en

todo lo que no provenga del cielo y arranca lo malo

Señor. ¡Libéranos de toda maldición!

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¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios,

y que no sois vuestros? —1 Corintios 6:19

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S eñor, nuestra carne no puede acomodar-

se al sistema de pereza, de letargo y sue-

ño profundo que hay en la tierra, a ese espíritu de

ansiedad que hay en el ambiente. Danos Padre el

antídoto, mediante el poder de la sangre de Cristo,

para destruir la ansiedad por comer, la ansiedad por

dormir y la ansiedad por hacer lo que le da la gana

a nuestro cuerpo físico. Señor amado, hay algo que

no es normal, y es que los muchachos quieren co-

mer compulsivamente comida chatarra. Hoy te pe-

dimos Padre que Tu Espíritu Santo tome el control

de nuestro apetito y el de nuestros hijos. Hoy ren-

dimos nuestro deseo descontrolado de comer a Tu

presencia; sabemos que lo que comemos determina

la salud de nuestro cuerpo, que es templo y morada

del Espíritu Santo. Señor, enséñanos a alimentarnos

sanamente. Llénanos Señor de pureza por buscar

Tu santidad, por buscar comida buena y por cuidar

nuestro cuerpo, para vivir una vida saludable.

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Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no

dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.—marCos 1:34

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El Señor me da Fuerza y Salud

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S eñor te pedimos perdón por haberle dado

derecho legal a la mentira y haber alimen-

tado el espíritu de muerte. Hoy, en Tu nombre se-

camos las raíces de cáncer, SIDA, diabetes, quistes

o como quiera que se llame la enfermedad que ha

sido diagnosticada sobre Tu pueblo. Por el poder de

la sangre de Jesús echamos fuera todo espíritu de

enfermedad, muerte y luto. Hermano, cuando usted

tiene revelación del poder de la sangre de Jesús, su fe

vence toda enfermedad. ¡Comience ahora a pelear

por su vida! Diga conmigo: “Amado Jesús, quiero ser

un instrumento en tus manos para bendecir fami-

lias. Quiero ser un instrumento que manifieste Tu

gloria para traer multitudes. Quiero ser un instru-

mento que uses para liberar y transformar mentes”.

Ahora, en el nombre de Jesús, todo paradigma, toda

fortaleza mental y toda enfermedad arraigada en tu

vida comienza a salir. Señor, arrancamos la simiente

de Satanás y plantamos la simiente de Jehová sobre

cada ser humano.

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Pero respondiendo él [Jesús], dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.

—mateo 15:13

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El Señor me da Fuerza y Salud

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Señor, en este día sometemos la carne y la

llevamos en cautiverio para que obedezca a

Jesucristo, el Hijo de Dios. Toda mente y todo cuer-

po tienen que obedecerle. Señor, hoy comenzamos

a arrancar árboles de opresión, árboles de hechice-

ría, árboles que fueron regados con malas palabras.

Arrancamos árboles de enfermedad, árboles de en-

gaño, árboles de problemas mentales. Arrancamos

también todo árbol que creció alimentado por las

maldiciones provenientes de la televisión, la radio,

los libros de hechicería, las tradiciones y costumbres

idólatras, y por los mensajes perversos emitidos por

ciertos medios de comunicación. Todo árbol de le-

galismo, religiosidad y paganismo los arrancamos

de raíz. Arrancamos Señor, todo lo que ha planta-

do el diablo mentiroso. Arrancamos todo árbol de

injusticia y plantamos árboles de justicia.

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Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la

santificación, y como fin, la vida eterna.— romanos 6:22

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El Señor me da Fuerza y Salud

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P adre celestial, en este día arrancamos todo

árbol de racismo y plantamos árboles de

amor para la viuda, el huérfano y el extranjero.

Arrancamos árboles de enfermedad, de artritis, cán-

cer, SIDA, diabetes, tumores y muerte, y plantamos

en la mente de los hombres árboles de sanidad y sa-

lud divina, de bienestar, paz mental y gozo. Arranca-

mos toda semilla de maldad que fue sembrada en el

consciente, subconsciente e inconsciente de la gente.

Arrancamos toda fortaleza mental y toda convoca-

toria del infierno que une a los brujos, hechiceros

y agentes satánicos. Declaramos que toda práctica

satanista, de control mental y de proyección astral es

atada y echada fuera de nuestras vidas, ¡en el nom-

bre de Jesús! Declaramos que la salvación de Jehová

es para todos, antes que la muerte los sorprenda.

Oramos Señor amado para que salves a esa gente.

Ten misericordia de ellos.

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Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has

reinado. —apoCalipsis 11:16-17

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Entronando a Dios en Nuestras Vidas

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E spíritu Santo de Dios, guíanos a orar como

conviene. Usa nuestra boca para adorar y

alabar al Padre. ¡Alma mía bendice a Jehová! ¡Ben-

diga todo mi ser Su santo nombre! Bendice al Alto,

al Sublime, al Poderoso, al tres veces Santo, al Único

Dios Verdadero. Llévanos a adorar a Jesús el Rey de

Gloria, el Hijo del Dios vivo, al único mediador en-

tre Dios y los hombres, al que intercede ante el Padre

por Su pueblo y por Su iglesia. Señor amado, yo sé

que Tú buscas cada día verdaderos adoradores, gente

que te adore en espíritu y verdad; hombres y mujeres,

adultos, jóvenes y niños, de todas las razas y todas las

naciones dispuestos a adorarte y a servirte. Señor usa

nuestro cuerpo para que Te adoremos, porque en el

cielo los ángeles Te adoran, los querubines Te ado-

ran, los veinticuatro ancianos postrados Te adoran,

pero Tú quieres que también nosotros te adoremos.

Hoy nos conectamos al cielo y nos unimos al coro de

ángeles, querubines y ancianos, para alabar y adorar

Tu santo nombre.

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Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de

fortalezas. —2 Corintios 10:4

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P adre, te damos gracias porque hoy ensan-

chas el sitio de nuestras tiendas y nos llevas

a vivir en un nivel mayor de fe. —Tome un momen-

to para decirle al Señor qué es lo que necesita para

este día, confiésele al Señor cuál es el problema que

le ha mantenido desanimado, cuál es la montaña que

se interpuso en su camino, cuáles son los gigantes

que hoy tiene que derrotar—. Dígale, ¡Señor, en Tu

nombre hoy se cae toda fortaleza! ¡Hoy toda mon-

taña se tiene que mover! ¡Hoy esos gigantes se van

para el suelo! ¡Gracias Señor! Dele gracias a Dios,

dele honra, dígale: “¡Gracias Señor por los recursos

que me has dado! ¡Gracias por darme Tu Palabra,

gracias por la fe, gracias por el nombre y la sangre

de Jesús, gracias por los ángeles que acampan a mi

alrededor, gracias por los intercesores que se paran

en la brecha por mí. ¡Gracias Padre, en el nombre de

Jesús! Amén”.

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Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

—romanos 8:2

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S eñor, hoy nos ponemos la armadura de

Dios, de modo que cuando el enemigo nos

vea mirará en nosotros la coraza de justicia, el yelmo

de la salvación, el cinturón de la verdad, el apresto

del evangelio, el escudo de la fe y la espada de doble

filo que es Tu Palabra. Declaro Señor que mis pies

aplastan toda víbora que intenta atacarnos. Declaro

Señor que aunque estamos en el mundo, caminamos

armados, y nuestras armas son poderosas en Dios

para la destrucción de fortalezas. Declaramos que el

espíritu de muerte huirá de nuestra presencia. Dígalo

conmigo: Declaramos que la potestad de la muer-

te no puede tocarnos, que huye delante de nuestra

presencia, delante de nuestro camino, delante de

nuestro trabajo, delante de nuestro hogar. ¡Espíritu

de muerte, huye, por el poder que te derrotó en la

cruz del calvario! En el nombre de Jesús yo declaro

que, a cada cristiano que se congrega en esta casa,

Dios le ha dado autoridad sobre la muerte.

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Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos

prevalecerá delante de ti. —JosuÉ 10:8

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D eclaramos en el nombre de Jesús, que todo

enemigo que se levanta contra el pueblo de

Dios es destruido; que todos los demonios, potes-

tades, gobernadores y principados, quedan paraliza-

dos, los atamos y echamos fuera. Declaramos y de-

cretamos que donde quiera que camine un cristiano

lavado con la sangre de Cristo, lleno del poder de Tu

Palabra y lleno del poder del Espíritu de Dios, Sata-

nás tiene que huir. Declaro que todo espíritu de en-

fermedad huye de nosotros. Nos declaramos sanos,

nos declaramos bendecidos, en el nombre de Jesús.

Declaramos Señor amado que mientras nuestros hi-

jos van por las calles, los ángeles corren a su lado, que

cuando van en sus carros los ángeles están con ellos,

que en la escuela o con sus amigos, los ángeles de Tu

poder van con ellos. Decretamos en el nombre de

Jesús, que todo hombre y mujer, al mirar a nuestros

hijos o a nuestra familia, verán la autoridad de Dios

por encima de ellos, y temerán a Jehová.

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Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y su

misericordia es para siempre.—2 CróniCas 7:3

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Entronando a Dios en Nuestras Vidas

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H ermanos, digan conmigo: En este día yo

me descontamino de toda contaminación

de carne y espíritu. Descontamíname Señor aun de

los deseos de mi carne, de las cosas que no Te agra-

dan. Si no le gusta someterse a la autoridad, diga:

En este día, yo le ordeno a mi mente que se someta

a la autoridad; le ordeno a mi carne que se someta

a las leyes espirituales. Renuncio en este día a todo

espíritu de rebeldía a la autoridad. Aunque mis auto-

ridades digan cosas que no me agradan, yo le ordeno

a mi mente, a mi voluntad y a mis emociones que se

sometan. El salmista decía: ¡Oh alma mía bendice a

Jehová! De la misma forma, yo también le ordeno a

mi alma: ¡Tienes que bendecir a Jehová, tienes que

adorarlo! No es cuestión de sentimiento, es una deci-

sión. ¡Te sometes a la alabanza y adoración! Señor, te

presento sacrificios de alabanza, fruto de labios que

confiesan Tu nombre. Mi alma te alaba Señor, mi

alma te anhela, mi alma te adora. Díselo hermano:

¡Mi alma te adora, Señor!

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¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

salvación mía y Dios mío. —salmos 42:5

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Alma mía te doy una orden: ¡Adora al Dios

viviente! Adora al Padre, adora a Su Hijo Je-

sucristo y adora al Espíritu Santo. Adora Su poder y

Su grandeza. Que la tierra lo escuche: No me puede

contaminar el mundo, no me puede contaminar la

carne, no me puede contaminar el hombre perverso

porque mi alma adora al Dios vivo. ¡Mi alma alaba y

adora a Dios! Dígalo con fuerza: Mi alma es tuya, mi

sangre es tuya, mis pensamientos y mi imaginación

son tuyos. Espíritu Santo, entra y ensánchate en mi

alma, ocupa toda mi imaginación, ocupa todo mi ser.

Donde hay adoración y alabanza no hay temor. David

caminaba por el desierto, donde habitan serpientes,

osos, leones y otras bestias, pero él decía: ¡Alma mía

bendice a Jehová! Donde está la presencia de Dios,

aun las bestias del campo se someten. En medio del

peligro desciende la presencia de Dios, en medio de la

crisis desciende la presencia de Dios, en medio de la

depresión desciende la presencia de Dios.

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No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,

agradable y perfecta. —romanos 12:2

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Señor, Tu presencia ensancha mi entendi-

miento, ensánchate dentro de mí, Espíritu

de Dios. Ensánchate en mi descernimiento para

entender Tu voluntad, oh Señor. Ensánchate dentro

de mi alma. Como el ciervo brama por el desierto

buscando agua viva, así mi alma te busca, así mi

alma te anhela. Aun en las noches y en las madruga-

das, mi alma te anhela Señor. Aun cuando duermo

mi alma te anhela; incluso cuando descanso en mi

habitación, mi alma te anhela. Mi alma tiene sed del

Dios vivo. ¡Entre hermano en la presencia de Dios!

Invite al Espíritu Santo a que entre en su casa. Dígale

que está dispuesto a renunciar a su voluntad para que

la voluntad de Dios sea hecha en su vida. Eso fue lo

que hizo nuestro amado Jesús de Nazaret; Él jamás

hizo su voluntad. Él hacía Tu voluntad Padre! Vamos

hermano, pídale en este día al Espíritu Santo que

manifieste la voluntad del Padre para su vida, y que

ensanche el misterio de Su voluntad dentro de ti.

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¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de

Dios, el cual sois vosotros, santo es. —1 Corintios 3:16-17

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N o clamo por dinero, no clamo por las ri-quezas de este mundo... Mi alma clama

por Ti Señor. Porque cuando clamo por Ti, las ri-quezas vienen y vamos a otro nivel. No son las ri-quezas mundanas las que nos interesan sino hacer Tu voluntad. Las riquezas las vamos a tomar de los impíos. Las arrancaremos del norte, del sur, del este y el oeste, y las usaremos para expandir Tu evangelio; para ayudar a la viuda, al huérfano y al extranjero. Las destinaremos a libertar a los cautivos y a arrancar las almas de las garras del pecado. Renueva nuestra mente Señor para creer por cosas mayores. Pasamos Señor del nivel de suficiencia a la abundancia y a la sobreabundancia del Reino de los cielos; sumérge-nos en un océano de muchas aguas, donde los ríos brotan, las cascadas brotan, la adoración brota y la alabanza brota. Oh Señor, ven y ocupa este edificio que llamamos cuerpo; que en él more el Espíritu de Dios, que no sea gobernado por las leyes de este si-glo, sino que se mueva por el poder sobrenatural de

Tu presencia.

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Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él

una fuente de agua que salte para vida eterna.—Juan 4:14

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O h Espíritu de Dios, yo te doy gracias. Gra-

cias Padre, gracias Jesucristo por darnos el

privilegio de tener la medida de Tu Espíritu dentro

de nosotros. Gracias porque donde vive el Espíritu

de Dios no puede vivir el diablo, y las obras de la

carne no pueden prevalecer. En este día Señor, yo

bebo de la fuente, jalo de ese río de agua viva que

trae frescura a mi alma, a mi entendimiento, a mis

pensamientos, a mi sangre, a mis tuétanos y a mis

huesos. Esa es la mejor vitamina, esa es la mejor me-

dicina. Necesitamos Señor que entres allí, porque Tú

eres mi hacedor, Tú eres el que fundaste la tierra, Tú

eres el que fundaste los océanos, el que fundaste los

reinos; Tú eres el que creaste cada hueso, cada tué-

tano, cada célula, cada glóbulo blanco y rojo, cada

cosa que está puesta en mi cuerpo. ¡Tú eres el que

me hiciste! ¡Tú eres el Dios que me creaste! ¡Sólo Tú

tienes derecho de entrar a vivir en mí!

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Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los

profetas. —mateo 22:37-40

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Entronando a Dios en Nuestras Vidas

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S eñor, en este día te doy lo mejor de mis

fuerzas, de mis finanzas, de mis pensa-

mientos, de mi mente, de mi alma, y lo mejor de

mi corazón. Quiero cumplir el gran mandamiento

que anunciaste cuando llegó a tentarte el fariseo, y

te dijo: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en

la ley?” Y Tú respondiste: “Amarás al Señor tu Dios

con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con to-

das tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo

como a ti mismo”. Espíritu Santo, que cada día es-

temos conscientes de cumplir el gran mandamiento

del que depende toda la ley y los profetas, y aunque

ahora vivimos bajo la gracia, conforme al Nuevo

Testamento, Tú confirmaste ese gran mandamiento

para los hijos de Dios. Espíritu Santo, enséñanos a

amar a Dios cada minuto, con todo nuestro corazón

y toda nuestra alma. Que en el día y en la noche ame

a Dios, que mi casa ame a Dios, y que todo lo haga

por amor a Tu nombre. Porque si yo te amo Señor,

nuestros hijos también te amarán.

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Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía,

sino del Padre que me envió. —Juan 14:23-24

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Amado Señor, pon en mi alma, en mi cuerpo,

en mis pensamientos, en mi entendimiento

y en mis oraciones, el mandamiento de amar a Dios

y a mi prójimo. Que en la abundancia y la necesidad

te ame Señor, que donde quiera que vaya ame Tus

preceptos y no los olvide. Que con mi conducta y mi

diario vivir te ame, que en el corto y largo plazo te

ame Señor. Amo obedecer Tus mandamientos, aun-

que reconozco que no siempre es fácil. En este día Se-

ñor, le ordeno a mi mente y a mi cuerpo que cuando

Tú digas: “ve al norte”, yo vaya al norte; cuando Tú

digas: “ve al sur”, yo vaya al sur; cuando Tú digas: “ve

al este”, yo vaya al este; y si me envías al oeste, que

hacia allá se dirijan mis pasos. Señor, cada mañana

quiero ser guiado por tu Espíritu Santo, por causa

del amor al Padre, por causa del amor al Hijo y por

causa del amor a Tu Palabra. Gracias Padre por lo que

has hecho en nuestras vidas, dándonos lo que Tú más

amas, Tu Hijo unigénito, Jesús de Nazaret.

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Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le

servían. —mateo 4:10-11

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P adre nuestro que estás en los cielos, santifi-

cado sea tu nombre... Guíanos Señor cada

mañana a adorarte, obedecerte y servirte. Entra Se-

ñor en nuestra casa y llena ese lugar; entra en nuestros

hijos y transforma sus vidas. Haz que en cada rincón

de nuestro hogar podamos sentir Tu presencia. En

este día levantamos un altar de adoración para Ti y

cercamos con nuestras oraciones un territorio santo,

un lugar secreto donde Tú puedas tener intimidad

con nosotros, nuestros hijos y aun los hijos de nues-

tros hijos. Enséñanos Señor a amarte con todo el co-

razón, a santificar cada minuto y cada hora de cada

día, porque Tú los creaste, y lo que Tú creas es santo.

Santificamos y bendecimos todos los años que aún

nos quedan por vivir, porque hemos decidido vivir

para adorarte y para servirte. Que nada nos aparte

de Tus mandamientos Señor amado, porque nuestra

simiente está llamada a seguir aplastando a Satanás,

sus obras y maquinaciones.

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Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras... Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus

días. —1 reyes 3:11-13

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Entronando a Dios en Nuestras Vidas

103

S eñor en este día venimos delante de Ti,

como lo hizo Salomón, para pedir sabi-

duría del cielo. Sabiduría para amar a Dios por so-

bre todas las cosas, sabiduría para amar y respetar

a nuestro prójimo, sabiduría para cumplir Tu ley,

sabiduría para vivir sin juzgar ni lastimar a nadie,

sabiduría para honrarte, sabiduría para buscarte cada

mañana y sabiduría para hacer riquezas que no pe-

rezcan. Cuando Jehová se le apareció a Salomón en

Gabaón, el Señor le dijo: “Pide lo que quieras que Yo

te dé”, a lo que el joven rey respondió: No te pido

oro ni plata, sólo te pido sabiduría para gobernar a

Tu pueblo. Y el Señor se lo concedió. Señor, danos

sabiduría y conocimiento, pero sobre todo danos el

amor que todo lo puede, el amor que todo lo sufre, el

amor que da soporte al cónyuge, el verdadero amor,

el amor ágape. Ese amor que nos lleva a luchar por

nuestra casa y nuestra familia, porque como está es-

crito: Todo pasará, pero Tu Palabra no pasará.

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La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto.

—salmos 25:14

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Entronando a Dios en Nuestras Vidas

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Señor amado, hoy honramos el pacto de la

sangre de Jesucristo. Te pedimos perdón por

aquellos que han deshonrado ese pacto y también por

quienes han deshonrado el pacto matrimonial y caen

en adulterio, fornicación y pornografía. Tu Palabra

dice en Malaquías que Tú mismo atestiguas contra

los adúlteros. ¡Tú mismo juzgas Señor! Cuántos hoy

en día se casan y caen en adulterio, aun gente que

pertenece a Tu iglesia. Cuántos hombres y mujeres

han deshonrado a sus cónyuges e hijos. Líbranos

Señor a los que estamos casados, y guarda nuestros

ojos. Líbranos Señor de toda deshonra, que la man-

cha del adulterio sea desarraigada en nuestra familia;

que Tu mano Señor arranque la inmundicia en cada

hogar, que arranque la deshonra de sus cuerpos. Es-

píritu Santo ven a morar en nuestro lecho matrimo-

nial, porque es santo y sin mancilla. Guarda Señor

la mente de nuestros jóvenes, guarda su sexualidad y

guárdalos de toda acechanza del enemigo.

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío;

de violencia me libraste.—2 samuel 22:3

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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Amado Señor, en este día nos liberamos de

toda influencia mundana y de toda in-

fluencia diabólica por el poder de la sangre de Je-

sucristo de Nazaret. Hoy, con la autoridad que nos

da usar el poderoso nombre de Jesús, nos liberamos

de todo lo que hay en el ambiente, de aquello que

nos contamina, de toda corrupción de carne y es-

píritu. Liberamos nuestra área mental, liberamos

el consciente, subconsciente e inconsciente. En el

nombre de Jesús liberamos nuestra intuición, nues-

tra comunión, nuestra conciencia y el asiento moral

de nuestro ser. Ahora mismo Señor, en Tu nombre,

liberamos nuestro cuerpo de toda influencia de en-

fermedad, influencia de hechicería e influencias satá-

nicas; nos liberamos de toda maldición y destrucción

que el enemigo quiera lanzarnos. ¡Jesús libéranos!

¡Tú eres nuestra roca firme! ¡Tú eres el Dios de

nuestra salvación!

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Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá

a causa de la unción. —isaías 10:27

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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D eclaramos amado Jesús, que por el poder

de Tu nombre, hay un cambio radical

en mi vida. Si aún quedan en mí pensamientos de

orgullo, soberbia, arrogancia y prepotencia, en este

mismo instante los arranco de mi vida. Libero la

médula ósea de mi cuerpo, que es la que produce la

sangre que riega todo mi cuerpo, y declaro que por

mis venas corre la sangre de Cristo. Ato al espíritu

de leviatán y al hombre fuerte de la egolatría que

operaban en mí. Les ordeno que se vayan de mi vida.

¡Soy libre! Decreto que la unción de liberación pe-

netra todos mis huesos y cada una de mis vértebras.

Ahora mismo, todo yugo se pudre por causa de la

unción de la sangre de Cristo. Se pudre la carga, se

pudre la depresión, se pudre la soledad, se pudre la

enfermedad y se pudre toda pobreza. El poder de la

sangre de Cristo limpia los tuétanos de nuestros hue-

sos, las coyunturas y cada parte de nuestro cuerpo.

¡La sangre de Jesús trae libertad!

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...Pero en el tiempo de su tribulación clamaron a ti, y tú desde los cielos los oíste; y según tu gran misericordia

les enviaste libertadores para que los salvasen demano de sus enemigos. —neHemías 9:27

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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En este día declaramos que nuestros ojos es-

pirituales son abiertos y nuestros oídos se

destapan para escuchar lo que Tú estás diciendo

Señor amado. Ahora mismo arrancamos todo yugo

de opresión, y por el poder de la sangre de Cristo se

activan ángeles liberadores, con espada desenvainada,

que van en contra de toda influencia diabólica, y atan

todo espíritu de enfermedad. Por el poder de Tu Pa-

labra declaramos que las situaciones malignas se van

y los conflictos en el hogar huyen y no vuelven más.

Ahora mismo esos ángeles ministran en el hogar a

nuestros hijos y a nuestro esposo o esposa; ministran

a nuestro jefe y compañeros de trabajo; los ministran

en todas las áreas, en lo físico y en lo espiritual, en

lo natural y en lo sobrenatural. Esos mismos ánge-

les abren prisiones y liberan de cautividad nuestras

casas, limpian los aires, limpian el primer y segundo

cielo; limpian la tierra y debajo de la tierra. Los dar-

dos de fuego del maligno no nos pueden tocar. La

protección de Dios está sobre nosotros.

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El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras

del diablo. —1 Juan 3:8 (lbla)

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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D eclaramos que en este instante toda fortale-

za satánica se va, toda fortaleza de tinieblas

es echada a la mar, toda fortaleza mental es aplastada

¡ahora, ahora, ahora! Fortalezas de tinieblas y oscu-

ridad se están deshaciendo en lo hondo de la mar,

¡ahora mismo! Están retrocediendo, se tienen que

ir porque el puño de Jehová las está reventando y

aplastando; reventando y aplastando. ¡Es el puño de

Jehová! Declaramos que el puño de Dios destruye las

obras del diablo ¡ahora mismo! ¡Derriba las obras del

diablo por el poder de la sangre de Cristo! Amado

Señor Jesús, declaramos que por el poder de Tu san-

gre preciosa nuestro pueblo hoy se está liberando. Se

liberan nuestra casa, nuestros hijos, nuestros matri-

monios y nuestras propiedades. ¡Se están liberando!

Ore hermano, ore hermano, ¡haga guerra! La sangre

de Cristo tiene poder libertador, y ante el nombre de

Jesús toda rodilla se doblará en los cielos, en la tierra

y debajo de la tierra.

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Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en

cuyo espíritu no hay engaño. —salmos 32:1-2

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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Señor, haz que el poder de Tu sangre penetre

en todo nuestro cuerpo; en el consciente,

subconsciente e inconsciente. Renunciamos hoy a la

falta de perdón y decidimos perdonar a los que nos

han ofendido. Lo hacemos no porque sentimos ha-

cerlo, sino porque es un mandamiento. Obedecemos

a nuestro Dios y perdonamos a todos los que nos

maldicen. Renunciamos a la ofensa, la amargura, el

resentimiento, los recuerdos de dolor y frustración.

Nos declaramos libres de falta de perdón. Además,

echamos fuera el espíritu de rechazo, renunciamos al

auto rechazo, temor al rechazo y raíz de rechazo. ¡Los

desarraigamos por el poder de la sangre de Cristo! Es-

píritu de rechazo, ¡te extirpamos! Temor al rechazo,

¡te arrancamos ahora mismo! Falta de perdón, resen-

timiento y odio, ¡se van fuera! Espíritu de orgullo, ¡te

desarraigamos! Leviatán, ¡te arrancamos! Espíritus de

autosuficiencia, prepotencia, independencia, mani-

pulación y ego, ¡arruinamos sus planes ahora mismo!

Lo creemos en el nombre de Jesús.

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Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y que tomar mi pacto en tu boca?

—salmos 50:16

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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S eñor en este día nos paramos por nues-

tras casas y por nuestros hijos... Vamos,

empiece a guerrear hermano. Rompemos todo pac-

to que hicimos con el diablo y sus demonios, y te

pedimos Señor que metas Tu mano. ¡Mete mano

Señor! Te damos derecho legal, te abrimos la puerta

de nuestra vida, de par en par, para que arranques

todo espíritu del diablo que está en los aires, que está

en la tierra y debajo de la tierra. Te damos derecho

legal para que los ángeles desciendan a caballo; que

desciendan con espada desenvainada, con lanza y

fuego, y los saquen a todos ¡ahora! Usted mismo,

con el poder de la sangre de Jesús empiece a abrir

la puerta de su casa, de par en par, y declare: diablo

¡te vas fuera! Espíritus de falta de entendimiento, de

mal entendimiento y de confusión, ¡se van fuera!

¡Fuera, fuera! Si hay falta de comunicación en su ho-

gar, diga: Espíritu de falta de comunicación ¡te vas

fuera! ¡Fuera, en el nombre de Jesús!

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Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; Él es santo.

—salmos 99:5

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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S eñor oro para que mis oraciones liberten,

que despierten a aquellos que duermen,

que resuciten a aquellos que están muertos en delitos

y pecados. Mi oración llegará y les despertará. Señor,

que mi boca sea Tu boca, mi cuerpo sea Tu cuerpo,

mi mente sea Tu mente, mis pensamientos sean Tus

pensamientos. El Espíritu Santo está dentro de ti

liberando tu imaginación, liberando tus recuerdos,

liberando tu pasado. Limpia Espíritu Santo con esa

agua viviente toda acumulación de pensamientos

mundanos, de noticias del mundo. Todo lo sucio va

a la basura. Libéranos Señor para adorarte y exaltar-

te. Ahora mismo libera nuestro espíritu para entrar

al lugar Santísimo, libera nuestra comunión, nuestro

asiento moral, nuestra integridad; libéranos, para

entrar a adorarte, para adorar al Padre en espíritu y

verdad. En el espíritu, ahora entramos al lugar san-

tísimo, para adorarte y decirte Santo. Hoy nos uni-

mos a los querubines y a los serafines para decirte,

¡Santo, Santo, Santo!

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La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón;

por tanto, sus pies no resbalarán. —salmos 37:30-31

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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S eñor, en Tu nombre arranco y destruyo

toda palabra que salió de mi boca dándole

derecho legal al enemigo para afectar mi pasado, mi

presente y mi futuro. Tu Palabra dice que la lengua

“...contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la

creación, y ella misma es inflamada por el infierno”.

Esto quiere decir que los demonios son activados

contra nosotros a causa de nuestra lengua. Señor,

ayúdanos a atar toda lengua de fuego del infierno,

porque Tu Palabra también dice que “...todo lo que

atares en la tierra, será atado en el cielo...”. Por el

poder de Tu Palabra yo declaro que toda potestad

del infierno, todo gobernador de las tinieblas y todo

principado demoníaco son ahora atados, quedan

anulados y desarraigados de nuestra vida. ¡Señor, te

pedimos perdón! Cancelamos toda palabra ofensiva

que dijimos contra nuestros hermanos, aun contra

nuestros enemigos, porque Tu Palabra dice que

bendigamos a los que nos maldicen.

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Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado

de ellos para edificar y plantar, dice Jehová.—Jeremías 31:28

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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P adre, declaramos que si hemos lanzado mal-

diciones sobre alguna persona, ahora mis-

mo las cancelamos y anulamos. Ayúdanos Señor a

estar conscientes de lo que oímos y lo que hablamos.

Libera Señor nuestro asiento moral, el lugar donde

reposa nuestra integridad. Libera a nuestros hijos de

palabras que los atan a una maldición, aun cuando

solamente hayan dicho: “¡odio los estudios!”. Señor,

la carne siempre odia lo bueno, pero hoy la obliga-

mos y la llevamos a la obediencia del Hijo de Dios.

Señor, Tu Palabra dice que cuando una persona es

liberada “su casa queda limpia”, pero si ésta no es

ocupada por el Espíritu Santo, el demonio que salió

regresa a casa, y si la encuentra vacía, “va y busca

siete peores que él y la ocupan, y el postrer estado

de ese hombre es peor”. Sin embargo, nuestra casa

no está vacía; por el contrario, está llena de Tu Pala-

bra, de Tu presencia y de Tu Santo Espíritu. Ahora

comienzan a crecer árboles de justicia, el plantío de

Jehová en nuestra vida.

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Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la

redención de nuestro cuerpo. —romanos 8:21-23

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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S eñor, en Tu nombre hablo liberación a mi

espíritu y le ordeno que comience a adorar

en la presencia de Dios. Hermano diga conmigo: ¡Mi

alma clama por Ti, oh Dios! En este día libero mi

alma, libero mi cuerpo, libero mi espíritu; apago la

voz del mundo, apago la voz de Satanás, apago la voz

de mi carne, y le ordeno a mis oídos que se destapen,

que mi entendimiento se ensanche para oír a Dios.

Amado Espíritu de Dios, te entrono en mi vida, te

entrono en mis palabras, en mis actitudes, en cada

hora del día... Señor, te entrono el lunes, desde la

primera hora de la mañana; te entrono el martes, te

entrono el miércoles, te entrono el jueves, te entrono

el viernes, te entrono el sábado, y el domingo tam-

bién te entrono; te entrono el lunes de la siguiente

semana; desde el primero hasta el último minuto de

cada día te entrono. Te entrono Espíritu Santo en

mi cuerpo, en mi alma y en mi espíritu. Te entrono

en mi carne y la llevas cautiva a la obediencia del

Hijo de Dios.

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Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo

pensamiento a la obediencia a Cristo.—2 Corintios 10:5

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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D ice el libro de Corintios que debemos llevar

todo pensamiento cautivo a la obedien-

cia del Hijo de Dios. En este día, tomamos todo

pensamiento y argumento que se levantan en con-

tra de la voluntad de Dios y los llevamos cautivos

a la cruz. Todo razonamiento que proviene de una

mente carnal, egocentrista, arrogante y soberbia lo

llevamos cautivo a la cruz. Toda guarida de Sata-

nás en la tierra, en el primer cielo y en el segundo

cielo, es descubierta y desbaratada por el poder de

la sangre de Cristo. Toda artimaña del enemigo en

contra de los hijos de Dios es atada y cancelada en

el nombre de Jesús. Todo afán del mundo se sujeta

hoy a la perfecta voluntad de Dios. En este día nos

unimos a la alabanza y adoración de los ángeles del

poder de Dios y nos hacemos uno con el coro de

los veinticuatro ancianos que adoran al único Dios

verdadero. Adoramos la voluntad del Padre y estable-

cemos la voluntad del Hijo de Dios, con el poder del

Espíritu Santo.

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Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está

contigo... —Deuteronomio 20:1

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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E n este día ponemos en práctica la Palabra

de Dios, porque quien no la practica sólo

tiene un conocimiento mental. Señor ensancha mi

mente, ensancha mi entendimiento, ensancha mi

corazón, ensancha mi vida. ¡Soy libre para adorar-

te! ¡Alma mía alaba a Jehová! Hoy clamo como el

salmista: Como el  ciervo  brama por las corrientes

de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

¿Sabes una cosa? Tenemos que ser conocidos en el

cielo por orar así, Tenemos que ser conocidos en el

infierno por clamar así. Ahí es donde nuestra voz

tiene que ser conocida. Tenemos que ser conocidos

por aplastar el reino de las tinieblas. Hoy el cielo y la

tierra nos ponemos de acuerdo y las potestades son

aplastadas. Hemos ganado reputación en el infierno,

por eso cuando el diablo oye de nosotros tiembla

y huye junto con sus secuaces. El diablo nos teme,

no nosotros a él. Por eso el salmista decía: Guarda

mi vida del temor del enemigo. El único temor que

tenemos es el temor a Jehová.

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No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi

Padre que está en los cielos. —mateo 7:21

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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S eñor ayúdanos en este día a lidiar con el trono de la carne, con querer hacer nuestra

voluntad y cumplir lo que “yo quiero, yo siento y yo pienso”... Sabemos que lo que nos llevará a alcanzar el propósito que Tú tienes para nuestra vida, no son nuestros deseos individuales, sino Tu voluntad que es buena, agradable y perfecta. Me pongo de acuerdo con los hombres y mujeres de esta congregación para que toda agenda personal que nos aparte de Tu pre-sencia y de hacer Tu voluntad sea removida de nuestro camino; que todo plan que nos aleje de Ti sea anula-do, borrado, y sus páginas arrancadas de raíz. Señor, guía nuestros pensamientos, para que siempre estén alineados a la forma de pensar del Reino; que nuestra mente sea transformada de tal manera que deseche los patrones, valores y forma de pensar mundana, y por el contrario, adopte los patrones del cielo. En esta hora liberamos el asiento de nuestras emociones, para que dejemos de actuar movidos por lo que impresio-na nuestros sentidos, y podamos tomar decisiones

acertadas guiados por Tu sabiduría divina.

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Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud. Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás; por tu justicia

sacarás mi alma de angustia. —salmos 143:10-11

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Liberando Maldiciones con el Poder de la Sangre

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P adre, ayúdanos a obrar Tu perfecta volun-

tad, ayúdanos a oír lo que Tú tienes para

nosotros. Hermano en este día dile al Espíritu San-

to: “Espíritu de Dios, ensancha mi entendimiento,

multiplica mis fuerzas para aguantar, aumenta en

mí Tu misericordia, desarrolla en mí el don de la

paciencia. Préñame Espíritu de Dios de lo que ne-

cesito. Señor, préñame de Tu voluntad para mi vida.

Si el pecado no me permite cumplir Tu voluntad, y

continuamente me veo inducido a pecar, aumenta

mi dominio propio para saber decir ¡no al pecado!

¡Ayúdame Señor! Desarrolla mi vida de oración y

amplía mi entendimiento, guíame a orar como con-

viene. Hermano, necesitamos orar más. Orar es co-

municarse con Dios; es como si tomaras un teléfono

y marcaras el número del cielo y le dijeras al Señor:

“Padre, yo clamo a Ti. ¡Te necesito! Dame dirección,

muéstrame lo que Tú quieres hacer en mi vida. Te

doy gracias Señor, porque sé que siempre me oyes”.

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Orando por

Santidad

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Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales

peca contra su propio cuerpo.—1 Corintios 6:18 (nVi)

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Orando por Santidad

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Amado Dios, hoy quiero santificar mi vida para Ti. En mi vientre está depositada Tu

Palabra, Tu sabiduría y todo Tu consejo. Señor Je-sús, Tú nos enseñaste “que si un hombre desea a una mujer en su mente ya pecó en su corazón”. Por eso te pedimos que nos guardes, y nos ayudes a mantener nuestro cuerpo limpio y santo. Confesamos al Es-píritu Santo nuestras necesidades sexuales buscando fortaleza en medio de la debilidad. Si estás soltero(a) dile, “Señor, Tú eres suficiente en mi soltería”. Si eres casado(a) dile, “Señor, el (la) esposo(a) que me diste me satisface y me hace feliz”. Amado Señor, te ben-decimos, te adoramos y te exaltamos. Seamos agra-decidos con Jesús. Dígale, “Señor, gracias, porque aun mis áreas sexuales Tú las guardas, Tú guardas mis ojos y los deseos de la carne. Mi soltería Señor la guardas en santidad. Mi matrimonio, mi casa y aun mi lecho conyugal son santos”. ¡Gracias Señor! En este día yo declaro que Tu reino viene sobre mi vida y Tu voluntad es hecha en mi vida, así como es

hecha en el cielo.

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Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo

sea con vosotros. —romanos 16:20

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Orando por Santidad

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S eñor, Tú y yo somos una mayoría aplastan-

te. Declaramos Señor que viene Tu Reino;

el Reino que opera en el cielo, ese gran Reino, ese

poderoso Reino está invadiendo la tierra. Señor de-

claramos unidad entre el cielo y la tierra para hacer

Tu voluntad. Yo declaro, Dios Padre, Dios Hijo y

Dios Espíritu Santo, que somos mayoría aplastante.

Aplastamos el reino de las tinieblas, y donde quiera

que yo camine, donde quiera que yo vaya, donde

quiera que yo maneje mi carro, donde quiera que yo

trabaje, voy aplastando el reino de las tinieblas, voy

atando el reino de las tinieblas, porque Tú y yo mi

amado Padre celestial somos una mayoría aplastante

en la tierra. Los ángeles de Tu poder se mueven con-

migo, donde quiera que vaya. Vamos atando, some-

tiendo y aplastando al reino de las tinieblas, y toda

mente que está siendo influenciada por el infierno la

llevamos a la obediencia a Jesucristo. Nada pasará

Señor si Tú no lo has escrito.

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Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la

santificación, y como fin, la vida eterna.—romanos 6:22

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Orando por Santidad

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S eñor, en tu nombre arrancamos toda mal-

dición que haya llegado a nosotros, pasan-

do de generación en generación. Por cada árbol de

maldad que hemos arrancado, declaramos con la fe

de Cristo, que son plantados centenares de árboles

cuyos frutos llevan la Palabra de Dios. Creo Señor

amado que Tu Palabra es como espada de dos filos,

que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las co-

yunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos

y las intenciones del corazón de cada persona. ¡Pene-

tra la mente! Entra por el oído y empieza a arrancar

el sueño profundo, el letargo, la pasividad, el engaño,

el divorcio, la fornicación, el adulterio, la pornografía

y toda forma de brujería, que traen consigo los espíri-

tus de Acab y Jezabel. Declaramos Señor, que desde

hoy somos hechos siervos tuyos, y nuestro fruto es la

santidad que nos lleva a alcanzar la vida eterna.

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Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su

fornicación. —apoCalipsis 2:20-21

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Orando por Santidad

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Señor, guárdanos en Tu sabiduría, guárda-

nos en Tu pureza, guárdanos en Tu santi-

dad; aun en nuestro diario vivir, guárdanos de tener

pensamientos de lascivia, seducción, encantamiento

y coquetería. Líbranos Señor amado de fornicar. A

lo mejor decimos que no fornicamos porque no lo

hacemos físicamente, pero espiritualmente lo esta-

mos haciendo. Señor, ayúdanos a liberar la imagina-

ción de todo encantamiento sexual, de todo pecado

que es afín al espíritu de Jezabel. Dice Tu Palabra

Señor, que en los últimos tiempos ese espíritu va a ser

enjuiciado, desnudado y destruido. Guárdanos Señor

de caer bajo su influencia demoníaca que constan-

temente está expuesta en la televisión, por medio de

las novelas y películas que nos llevan a la idolatría, la

traición, la fornicación, el adulterio y el divorcio.

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Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, mi en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de

noche. —salmos 1:1-2

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Orando por Santidad

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S eñor amado, oro por santidad en el lecho

matrimonial. No permitas que el princi-

pado de Belial, que es un espíritu del diablo, venga

a traernos engaño; no permitas que venga a poner

huevos de áspid en nuestra mente. Dios ama al peca-

dor, pero odia el pecado. En el nombre de Jesucristo

de Nazaret pido en este día que el pueblo de Dios sea

santificado, y que tome la liberación como un estilo

de vida y la practique a diario. ¡Que haya santidad

en esta casa! Señor ten misericordia de nosotros por-

que cuando Tú vengas yo me quiero ir contigo, y

quiero que toda esta congregación se vaya también.

Ayúdanos a seguir evangelizando; no permitas que

deshonremos el evangelio, ayúdanos a mantener

un evangelismo con testimonio genuino. ¡Tú le vas

a demandar a esta congregación, Señor, porque les

hemos enseñado a cuidar su cuerpo y liberarse de

todo yugo de iniquidad!

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Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste

la maldad de mi pecado. —salmos 32:5

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Orando por Santidad

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S eñor, en este día te pido que rompas toda

raíz de iniquidad, y toda maldición gene-

racional que arrastramos desde el comienzo de la

humanidad. Cuando el primer hombre y la primera

mujer desobedecieron a Dios entró la iniquidad al

mundo. Al oír la tentación de Satanás, en vez de

dejarse seducir por el pecado, ellos pudieron haber

dicho: “¡No, no somos rebeldes, no queremos apar-

tarnos de Dios, no lo vamos a desobedecer!”. Muy

bien pudieron haberse negado diciendo: ¡Detente

serpiente! ¡No puedes tocarnos! ¡No puedes inyec-

tarnos tu veneno! Sin embargo, como prefirieron el

pecado, en ese mismo instante entró la iniquidad a

la raza humana. Señor, rompe hoy toda iniquidad en

los ojos, en el corazón y en la sangre de cada hombre

y mujer. Señor, que cada mañana nos lleves a buscar

Tu presencia. Que tengamos la necesidad de buscar

el pan nuestro de cada día, pero que ese pan sea la

santidad en mi vida, en la de mi esposo(a), en la vida

de mis hijos y en la vida de Tu iglesia.

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Pasión por un Evangelismo

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Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete

caminos huirán de delante de ti.—Deuteronomio 28:7

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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S eñor en Tu nombre declaramos que somos

una mayoría aplastante; que aplastamos el

reinado de Satanás y los principados, gobernadores

y potestades de las tinieblas que han venido sobre la

tierra. En este día Señor te presto mi cuerpo para que

aplastes al enemigo. Mi cuerpo es Tu templo; mis

pies son los tuyos y mis manos son las manos de Dios.

Vamos dígalo conmigo: “Señor, este cuerpo es Tuyo,

y con él aplasto el reino de las tinieblas”. El Señor le

dijo a Jeremías: “Si entresacares lo precioso de lo vil,

serás como mi boca”. Hermano, hoy aplastamos el

reino de las tinieblas, abatimos el reino de Jezabel,

los reinos del diablo y los reinos del anticristo. Señor

hoy declaramos que sobre nosotros está la gracia de

Dios para hacer lo que no podemos hacer en nues-

tras propias fuerzas. Atamos todo espíritu maligno

que ha destruido familias; lo atamos y lo echamos

fuera. El enemigo no podrá avanzar; lo detenemos y

lo echamos fuera, en el nombre de Jesús.

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Y daré a mis dos testigos que profeticen... Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la

misma manera. —apoCalipsis 11:3-5

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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S eñor amado, por tu misericordia extiende

tu cetro a favor de los evangelistas. Mani-

fiéstate, oh rey de los cielos, mira cómo el enemigo se

está levantando en el mundo, asesinando a quienes

proclaman Tu Palabra. Sabemos que nada pasará si

Tú no lo permites. Lo que está escrito se tiene que

cumplir. Se tienen que cumplir las promesas, se tie-

nen que cumplir las profecías, se tiene que cumplir

el libro de Apocalipsis, se tiene que cumplir Tu evan-

gelio, se tiene que cumplir toda Tu Palabra. Levanta

defensa a favor de Tus generales. Levanta defensa a

favor de los hombres, mujeres, niños y jóvenes que

salen a llevar el mensaje de salvación. Señor, extiende

Tu imperio, haz que se levante la poderosa iglesia de

Jesucristo. Desciende sobre Tu iglesia Señor y sopla

sobre ella el poder de resurrección. La muerte no

puede tocar Tu iglesia, la muerte tiene que huir, en el

nombre de Jesús. Amén.

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No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que

podáis soportar. —1 Corintios 10:13

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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S eñor amado, Tú y yo somos mayoría aplas-

tante en la tierra. Donde yo camino Tú

dominas, donde yo oro Tú gobiernas. Aplastamos

las tinieblas, aplastamos el reino de Satanás por don-

dequiera que vamos, y aunque el príncipe de este siglo

se mueve en los aires, declaro que no me puede tocar

porque Tú estás conmigo. No me pueden tocar la

enfermedad, la mentira, el engaño ni la pobreza. No

me puede tocar el príncipe de este mundo, porque

Tú y yo somos mayoría aplastante. En el nombre de

Jesús declaro que mi oración penetra el reino de las

tinieblas y destruye toda obra de maldad. Cuando

yo camino, Señor, el enemigo tiembla porque Tú vas

conmigo; le tiene terror a mis pisadas, huye cuando

abro la boca, y se sujeta al precepto de Tu Palabra.

¡Soy más que vencedor cuando establezco Tu Reino!

¡Todo lo bueno, lo puro, lo perfecto, lo que es de buen

nombre, y la misericordia de Dios me acompañan

todos los días de mi vida!

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Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche.

—salmos 121:5-6

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A mado Señor, en este día hemos decido

avanzar Tu Reino a todos los confines de

la tierra. Oramos mi Dios amado para que Tú for-

talezcas nuestro cuerpo, y nos permitas caminar con

la velocidad, rapidez y decisión con la que caminaba

el profeta Elías. Danos también un fuego como el de

Jeremías, ese fuego que es pasión para realizar todo

aquello que debemos realizar en la tierra. Desata en

nosotros Señor un corazón como el de David, ese

hombre de quien Tú dijiste que tenía un corazón

conforme al Tuyo. Levanta en nosotros Señor amado

un liderazgo como el de Nehemías, ese liderazgo que

no le permitió sentirse fatigado por el sol; el mismo

liderazgo que lo hizo tomar en una mano la espada y

con la otra reconstruir los muros de Jerusalén. Ayú-

danos Señor a levantar la espada contra el mundo y

contra el diablo, y en el nombre de Jesús, arrebatarle

las almas a las potestades, a los gobernadores y a los

principados demoníacos que hasta ahora han regido

sobre la tierra.

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Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones

del corazón. —Hebreos 4:12

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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S eñor, que el poder de Tu Palabra esté siem-

pre con nosotros, que sea como espada de

dos filos que siempre esté en nuestras manos. Que así

como Nehemías y sus guerreros dormían con espada

en mano, que asimismo durmamos nosotros, con la

seguridad de saber que tenemos a mano el poder de

Tu Palabra, que penetra el alma y el espíritu. Señor,

abre nuestros ojos espirituales para poder discernir

lo que tenemos que cambiar en nuestra vida. Clama-

mos revelación fresca para edificar Tu iglesia, quere-

mos la unción de Nehemías para edificar y pelear.

Que el carácter sostenga la unción, que el llamado

se alinee al don, y que el don y el carácter caminen

juntos. Padre, necesitamos que la revelación venga

y renueve el entendimiento de Tu pueblo. Pon en

nuestra boca palabras genuinas, que provengan de

Tu corazón para el corazón de los hombres y muje-

res de este siglo, y que esa Palabra sea sazonada con

Tu gracia.

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Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición

de Eliseo. —2 reyes 6:18

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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E n este día Señor pedimos una unción como

la de Eliseo, porque ciertamente cuando el

criado le dijo que estaban rodeados por el enemigo

Tú abriste los ojos del criado y él pudo ver que era

más numeroso el ejército de Jehová que los que es-

taban con las fuerzas del mal. Y cuando Eliseo dijo:

Señor, pido que hieras con ceguera a mis enemigos,

entonces se activó la unción y les mostraste que es-

taban persiguiendo al hombre de Dios. Padre, ne-

cesitamos la unción, la intercesión y el atrevimiento

que tuvo Eliseo para penetrar esta nación. En este

día Señor queremos oír como Eliseo, porque cuando

el rey de Siria planeaba exterminar a Israel, Eliseo

pudo oír en el espíritu lo que estaban tramando. Y

cuando el rey sirio preguntó, ¿quién está llevando

información a Israel? un soldado le respondió: es que

Eliseo oye lo que tú hablas en tu cámara secreta. Se-

ñor, afina nuestro oído profético. Queremos oír Tu

voz y conocer las estrategias de Satanás para cerrarle

todos los caminos.

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El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los

presos apertura de la cárcel. —isaías 61:1

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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S eñor, en este día te damos gracias por Tu

presencia y Tu respaldo. Sabemos que

nada es imposible para Ti. Te damos toda gloria y

te damos honra. Te pedimos Señor que nos ayudes a

llegar donde están los cautivos espirituales; tenemos

que entrar y rescatarlos. Hoy el Señor está sobre no-

sotros rompiendo todo espíritu de esclavitud, derri-

bando los barrotes de las cárceles y sacando a los que

están oprimidos por el diablo y sus secuaces. Hoy el

Señor nos guía a rescatar al satánico, a la bruja, al

hechicero, a la lesbiana, al homosexual y al droga-

dicto, y traerlos a Sus caminos. Hoy en el nombre de

Jesús, rompemos toda atadura de brujería, de adic-

ciones al alcohol, las drogas y la inmoralidad sexual.

Hoy Señor nos convertimos en instrumentos tuyos y

nos consagramos para Tu uso exclusivo. ¡Espíritu de

Dios, ayúdanos a recibir Tu Palabra y Tu impartición!

¡Gracias amado Padre celestial!

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Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y

levantándose, fue bautizado. —HeCHos 9:17-18

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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H oy en el nombre de Jesús de Nazaret reci-

bimos Tu Palabra y nos apropiamos de la

revelación que ella trae. Señor, te pido que quites de

nuestra vida toda escama, toda venda y toda fortale-

za mental que no nos permite ver lo que tienes para

nosotros. Ahora mismo renunciamos a toda fortale-

za de incredulidad, a toda fortaleza que se mueve por

los aires. Atamos y echamos fuera todo espíritu del

infierno que intenta detener las bendiciones que Tú

tienes para nosotros; todo aquello que no nos deja

avanzar. Pedimos perdón Señor por lo que hemos di-

cho y hemos hecho. Te pedimos Señor que los cielos

se abran, aquí y ahora. Todo espíritu de incredulidad

y religiosidad ha sido derrotado y se tiene que ir. Por

el poder de Tu nombre, por el poder de Tu sangre y

por el poder de Tu Palabra, lo atamos y lo echamos

fuera, en el nombre de Jesús.

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Todas tus fortalezas serán cual higueras con brevas, que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de

comer. —naHúm 3:12

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E nsancha Señor nuestra fe para creer por

multitudes para Ti. Llamamos en este día

a los creyentes del norte, sur, este y oeste. Creemos

que Tú añades miles de almas que permanecerán en

la iglesia de Cristo. Creemos por finanzas sobrena-

turales para Tu iglesia, y que Tú nos enseñas buena

mayordomía para manejar dichas finanzas. Creemos

por una nueva revelación de Tu Palabra a los siervos

de Dios. Diga conmigo: “Creemos Señor por pala-

bra fresca, creemos por mensajes efectivos, creemos

por mayor unción, creemos por un refrescar para el

cuerpo de Cristo. Creemos Señor que Tú aumentas

el número de servicios que tendremos cada semana.

¡Lo creo Padre en el nombre de Jesús de Nazaret!”.

Levanta tu mano y di conmigo: “¡Lo creo, lo creo!”.

En este día echamos fuera de nuestra vida todo es-

píritu de incredulidad, toda fortaleza de increduli-

dad que se había levantado. ¡Se cae ahora! Dígalo:

“¡Se cayó, se cayó, se cayó!”.

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Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;

contra tales cosas no hay ley. —Gálatas 5:22-23

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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Amado Padre celestial, oramos en este día

para que mientras caminamos en la tierra

que Tú nos has dado por heredad, nos guíes a reali-

zar también acciones portentosas como los que hicie-

ron los apóstoles en el libro de los Hechos. Pero por

sobre todas las cosas, llévanos a hacer Tu voluntad.

Ayúdanos a ganarle a las horas, a los minutos y a los

segundos, para hacer Tu obra. Empieza hoy Señor

amado a sacudir hombres y mujeres; sacúdelos Señor

para que den fruto conforme a su capacidad. Padre

celestial trae cambios radicales a nuestra vida, para

que viéndolos ellos, podamos ser de influencia y que

eso los mueva a dar fruto. En el nombre de Jesús,

declaramos que esa no será una tarea fastidiosa, sino

que Tú añades el gozo, de alabanza y de victoria a

cada hombre y mujer. Señor, llévanos a ver parejas

dando frutos en sus matrimonios; que los frutos del

Espíritu se manifiesten también en sus negocios,

y en sus familias.

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Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de

Eliseo. —2 reyes 6:16-17

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Pasión por un Evangelismo Sobrenatural

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S eñor, danos hoy una unción como la de

Elías, Eliseo y de David. Necesitamos

esa unción y ese poder. Necesitamos que abras los

ojos de tu pueblo para que cuando la ciudad pa-

rezca sitiada y el enemigo avance furioso contra

nosotros, podamos ser capaces de ver que son más

los que están de nuestro lado que los que vienen en

contra. Levanta atalayas como Eliseo, que escuchen

al enemigo cuando en secreto concibe estrategias

contra nosotros. Necesitamos Señor en este tiempo

gente como Elías, que no le espante acabar con los

sacerdotes de Baal. Necesitamos Señor gente como

David, que honda en mano no teman enfrentar a

cualquier gigante que se atreva a ponerse delante de

ellos. Señor aumenta nuestra fe para saber que donde

quiera que nos paremos somos embajadores Tuyos,

y que podamos decir como David: Tú vienes a mí

con espada,  lanza y  jabalina; más yo vengo a ti en

el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los

escuadrones de Israel.

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Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al

rebaño. —HeCHos 20:29

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Señor amado, que nuestra oración llegue

delante de Tu presencia y traiga al pueblo

para que te conozca. Ayúdanos Señor a cuidar a los

que ya te conocen, y trae las almas que hoy deben

conocerte como el Cristo vivo, el Salvador del mun-

do, el que gobierna con gloria y majestad. Enséñanos

Señor a cuidar las ovejas que nos has dado y a estar

preparados para cuando las multitudes vengan. En tu

nombre Señor, atamos al enemigo que se infiltra entre

las ovejas, y como lobo rapaz intenta que los nuevos

creyentes se alejen de la cobertura de Tu iglesia para

entonces devorarlos. Declaramos mi Dios amado que

nuestros vecinos, nuestras ciudades, esta nación, y to-

das las naciones de la tierra, vienen al conocimiento

de Tu Palabra. Declaramos que nuestros familiares

y amigos te conocen, que las escuelas donde están

nuestros hijos te adoran, y que nuestras autoridades

tienen el temor de Jehová, porque ése es el principio

de la sabiduría. ¡Gracias te damos Señor!

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Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que

Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.—1 reyes 17:13-14

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G racias Señor porque sé que aunque el mun-

do vive tiempos de crisis, para Tus hijos la

harina no escasea ni el aceite disminuye. Gracias

Señor que por Tu misericordia la escasez no llega a

nosotros. Clamamos Dios mío para que Tu pueblo

se levante. ¡Levanta a Tu iglesia Señor! Fortalece la

familia, sigue fortaleciendo el sacerdocio y sigue

fortaleciendo el matrimonio. Hoy tomo autoridad

en la intercesión, porque Tú me has dado poder y

autoridad para interceder, y para desatar liberación.

Espíritu Santo, dame sabiduría, conocimiento y en-

tendimiento para orar como conviene. Me pongo de

acuerdo con mis hermanos, con mi familia y con mis

hijos, por lo cual yo sé que Tú estás aquí, en medio

de nosotros. En el nombre de Jesús, oramos rompi-

miento y estabilidad en nuestras finanzas, sabiendo

que Tú nos escuchas. ¡Gracias Dios!

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Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará?

Habló, ¿y no lo ejecutará?—números 23:19

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T e damos gracias Señor por las finanzas de

Tu pueblo. En este día Te pedimos que

quien no tiene empleo Tú le proveas. Tu Palabra

dice Señor que, el impío perece en su maldad, más

el justo vivirá confiado. Señor en este día te damos

gracias porque Tu sangre nos justifica, y como justos

vivimos confiados. No importa lo que diga el mundo

ni lo que diga el sistema, no importa la presión por la

que estemos pasando, ni los aprietos a que somos so-

metidos. ¡Hemos decidido confiar en Ti Señor! Cada

día debemos decirle a Dios: Padre, déjame entrar en

esa vida de fe y confiar solamente en Ti. No importa

mi situación ni mis circunstancias, ¡ayúdame a de-

pender de Ti! No es éste el momento para depender

de un hombre, de un jefe, de un empleo, del banco,

de las inversiones ni de un negocio. Hoy hemos deci-

dido caminar en fe y depender de Dios en todo. Él se

encarga de respaldarnos. Él honra Su Palabra porque

nosotros la respetamos.

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Dios hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad; mas los rebeldes habitan

en tierra seca. —salmos 68:6

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S eñor, prepáranos para la intercesión profé-

tica. Declaramos que el fuego de la interce-

sión consume asignaciones de miseria, pobreza, robo

y pérdida de propiedades. Decretamos en este día

Señor que aquellos que han perdido o les han robado

cosas, el diablo les tiene que devolver siete veces todo

lo que robó. La semilla que ellos sembraron no se

perderá, no se perderá. Tu semilla pueblo no se per-

derá. Declaro que toda mentira y todo engaño se pu-

dren. Declaro que hay buenas noticias, porque eso es

el evangelio, ¡buenas noticias! Noticias de salvación,

pero también noticias de prosperidad, de sanidad y

de bendición, noticias de abundancia y sobreabun-

dancia. Declaramos portentosas manifestaciones de

la gloria de Dios en tu vida. Declaramos cuentas de

banco prósperas, inversiones que fructifican, dinero

en las chequeras, propiedades pagadas, porque los

ángeles corren al precepto de Tu Palabra, Señor, para

ponerla por obra. ¡Yo lo creo en el nombre de Jesús!

Gracias Señor.

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¿Por qué ha sido derribada tu fortaleza? No pudo mantenerse firme, porque Jehová la empujó.

—Jeremías 46:15

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Padre celestial, gracias por darnos el poder de

la liberación a través de Tu Hijo Jesucristo.

En este día nos apropiamos de la unción que pudre

todo yugo para liberarnos de aprietos financieros;

desatamos trabajos nuevos, aumentos de sueldo, pro-

mociones y beneficios. Las puertas de los cielos están

abiertas para trabajos, aumentos y promociones para

los hijos de Dios. En este mismo instante derriba-

mos las fortalezas de miseria y escasez, de tinieblas y

desesperación; destruimos las fortalezas mentales que

arrastramos de nuestro país de origen, que nos hacen

sentir limitados por causa de nuestra raza, idioma o

nuestro sexo. En esta hora, empuñamos la espada de

doble filo que es la Palabra de Dios y vamos contra el

enemigo. ¡Toda maldición se va, se destruye, es arran-

cada de raíz! ¡Las acechanzas del enemigo no pasarán!

Cortamos toda maldición sobre nuestros hijos, y de-

claramos que ¡la sangre de Jesús los cubre, y el ángel

de la muerte no tocará sus vidas!

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Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su

casa, y su justicia permanece para siempre.—salmos 112:1-3

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S eñor, te bendecimos en este día y te damos

gracias, te damos gloria y honra, porque

Tú abres para Tu pueblo caminos en el desierto y ríos

en la soledad. Te pedimos Señor que guardes a Tu

pueblo del engaño y la mentira. Padre celestial, que

Tu pueblo tenga discernimiento espiritual, que es el

arma contra el engaño, el abuso y la mentira que se

mueven en los aires. Protege a Tu pueblo para que

la semilla que ellos siembren caiga en tierra fértil.

Señor, extiende Tu manto de poder sobre Tu iglesia,

para que cuando veamos la multitud tengamos com-

pasión por las almas, y el temor de Jehová para hacer

lo que Tú nos mandaste. ¡Oh Señor, ten misericor-

dia! En esta temporada necesitamos que traigas a los

“José”, aquellos que guardan para proveer al pueblo

necesitado; requerimos muchos “José” en medio de

Tu pueblo, gente que busque Tu presencia y que ten-

ga un corazón lindo para perdonar y proveer a sus

hermanos necesitados.

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Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú

no pedirás prestado. —Deuteronomio 28:12

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M i Dios amado, haz que Tu pueblo entien-

da que cuando diezma y ofrenda está

haciendo un depósito en el banco del cielo, el cual

nunca cerrará, nunca quebrará ni sufrirá recesión al-

guna. Mientras el mundo cierra puertas de fábricas,

de bancos, de empresas de valores, Tú Señor abres de

par en par las puertas y ventanas de los cielos. La llave

que destraba esas puertas y ventanas se llama diezmos

y ofrendas, y se activa por la obediencia de Tus hijos.

Esa cuenta tiene depósitos a favor de nuestros hijos,

nuestros nietos, nuestros bisnietos y todas sus gene-

raciones. La provisión para ellos está asegurada día a

día. Dice Tu Palabra que en Abraham pagó el diezmo

también Leví, su nieto. Esa ofrenda de Abraham ha-

bla, tal como habla la ofrenda de Abel, que le costó

la vida; esa ofrenda habla aún después de muchas

generaciones. El pueblo tiene que entender que Abel

dejó cuenta abierta. Eso se llama cuenta en fe, que es

la mejor primicia y que nunca se ha cerrado.

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Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará

los frutos de vuestra justicia. —2 Corintios 9:10

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Amado Padre celestial, enséñale a Tu pueblo

a proteger lo que siembra. Muéstrale que

Tu tierra no es seca y árida, sino que es tierra buena y

fértil. Oh mi Señor amado, es tierra roja, enrojecida

por la sangre de Cristo y preñada de toda bendición.

Dios mío enséñale a Tu pueblo, y revélale en su espí-

ritu y su entendimiento, que tiene que buscar tierra

fértil para sembrar; tierra donde las almas se salven

y vengan a Tu conocimiento, tierra de liderazgo y

discipulado, tierra de servicio y compromiso conti-

go. Enséñale Señor que no ponga su dinero donde

no hay fruto, donde su semilla se seque, se pudra

o traiga maldición. Dice tu Palabra que: “la semilla

que cae entre espinos, el mundo la ahoga”. No per-

mitas Señor que nuestra semilla muera ahogada por

la corriente del mundo. Ayúdanos a sembrar nuestra

semilla en tierra buena, donde pueda dar fruto al

ciento por uno. Mi amado Dios, enséñanos a tener

temor y temblor al usar el dinero del pueblo que se

recibe en esta casa.

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Bendeciré abundantemente su provisión; a sus pobres saciaré de pan. Asimismo vestiré de salvación a sus

sacerdotes, y sus santos darán voces de júbilo.—salmos 132:15-16

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Protegiendo y Levantando las Finanzas

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Señor, en este día bendecimos Tu nombre, y

presentamos nuestras finanzas delante de ti.

Hermano, haz un acto de fe; toma en tus manos tu

billetera o tu chequera y háblales. Ordénale al enemi-

go: “No puedes tocar mi dinero, no puedes tocar mis

finanzas, no puedes tocar mi provisión”. Dile: “Dia-

blo, no puedes tocar mi cosecha, lo que he sembrado

no lo puedes tocar. ¡No lo puedes tocar!” Padre, en el

nombre de Jesús presento mis diezmos y mis ofrendas.

(Comienza a preparar tus diezmos y tus ofrendas en

casa). ¡Esto es espiritual! Si tú piensas que las finanzas

no son espirituales estás equivocado. Quiero llevarte a

estirar tu fe para que creas por cosas grandes. Empieza

a comunicarte con Dios orando en lenguas. Si aún no

hablas en lenguas, pídele al Señor que te bautice con

el Espíritu Santo, porque dice la Palabra, en Hechos

1:8 que recibiremos poder cuando haya venido sobre

vosotros el Espíritu Santo. ¡Señor bendice mis finanzas

en el nombre de Jesús!

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Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la

tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. —Deuteronomio 30:16

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Anulo el idioma de este siglo, ese idioma

que habla de crisis y miseria, de escasez y

tacañería; de guardar para cuando nos enfermemos,

o para cuando algo malo suceda. ¡No empieces a lla-

mar las desgracias a tu vida! Guarda porque quieres

ahorrar, dar, invertir, prosperar y multiplicar. Ahora

mismo Señor vamos contra el enemigo de nuestras

finanzas, lo inhabilitamos, lo atamos y lo echamos

fuera de nuestras vidas. Declaramos que el diablo no

tiene derecho legal sobre nuestra economía. En este

instante, piensa en tu trabajo, piensa en la obra de

tus manos, piensa en esas ideas creativas que Dios

ha puesto en tu mente, piensa en tu cuenta bancaria,

en tu billetera, en tu cartera, y continúa orando en

lenguas del Espíritu. Dile a Dios: “Señor, yo diezmo,

y sé que mi diez por ciento santifica el noventa por

ciento restante. En Tu nombre bendigo mi diezmo y

mis ofrendas, y declaro multiplicación en mis finan-

zas en el poderoso nombre de Jesús”.

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...Y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis

oprobio de hambre entre las naciones.—ezequiel 36:29-30

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G racias Señor por las finanzas que nos provees.

¡Santificamos nuestros diezmos! Padre, yo

declaro que este diez por ciento santifica mi trabajo

y mi negocio. Te doy gracias Señor porque mi dinero

es santo, y lo que Tú santificas nadie lo puede mal-

decir. No hay maldición de hechicero, no hay mal-

dición de brujo, ni de satanista, ni de espiritista. No

hay fuerza demoníaca que pueda tocar mis finanzas

porque ellas son santas. Señor en este día oro por las

finanzas del pueblo de Dios y declaro que, sin im-

portar lo que opine el mundo acerca de la economía,

su harina no escaseará ni su aceite menguará. Como

lo hiciste ayer con la viuda por la mano de Elías, por

haber sembrado con fe el último sustento suyo y el

de su hijo en el profeta, nunca le faltó aceite ni la

harina escaseó en su casa. Todo fue multiplicado por

Dios. Lo creo Señor, lo declaro, y sé que hecho está

en el nombre poderoso de Jesús.

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Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te

multiplicaré grandemente. —Hebreos 6:13-14

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Señor, en este día oramos por milagros creati-vos en nuestras finanzas, oramos por deudas

pagadas sobrenaturalmente, oramos para que aparez-ca dinero en las cuentas bancarias y en las carteras de los hombres y mujeres de Tu pueblo, oramos para que las hipotecas de las casas y las deudas de carros sean pagadas de manera inusual. Así como cuando la viuda vino al profeta Eliseo, para decirle que los acreedores de su marido querían llevarse a sus hijos como escla-vos, y el profeta le mandó verter el poquito aceite que ella tenía en todas las ollas que sus vecinos le pudieron prestar, y el aceite comenzó a multiplicarse sobrenatu-ralmente... Así como esa madre no permitió que escla-vizaran a sus hijos y obedeció al profeta Eliseo, asimis-mo Señor, yo oro por la unción de multiplicación para Tu pueblo. Declaro que por nuestra obediencia, Tú multiplicas nuestras finanzas hasta que sobreabunde. Echamos fuera el espíritu de esclavitud que trae deu-das y carencia de dinero, echamos fuera el espíritu de pobreza y todo lo que produce maldición financiera.

¡Oramos en el nombre de Jesús!

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Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados.

—Deuteronomio 7:12-14

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P adre te damos gracias por el aceite, gracias

porque la unción de tu Espíritu Santo es la

que impide que algo malo pueda venir a robarnos lo

que Tú nos has dado. Padre, gracias porque podemos

creer en Tu Palabra. Cuando Jesucristo le dijo a sus

discípulos: “dadle vosotros de comer” a esta multi-

tud, Él puso demanda sobre la fe de ellos; por eso

les preguntó: “¿qué tenéis?” Ellos respondieron: “sólo

tenemos cinco panes y dos peces”. Entonces se acti-

vó el mismo principio de la multiplicación que ya el

Padre había mostrado con los profetas Elías y Eliseo.

Los panes y los peces se multiplicaron y alcanzó para

alimentar a 5 mil hombres, sin contar a las mujeres

y niños, y aun sobreabundó. Señor, en esta hora, cla-

mamos que el principio de la multiplicación venga

sobre nuestras finanzas. Y así como la mayordomía

funcionó en el Antiguo Testamento y la época de

Jesús, de la misma manera nosotros también tenga-

mos para cubrir todo lo que nos haga falta y aun nos

sobre para guardar.

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En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío. La boca de los sabios

esparce sabiduría; no así el corazón de los necios. —proVerbios 15:6-7

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Protegiendo y Levantando las Finanzas

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S eñor, pido la provisión para este pueblo, y

te pido que nos enseñes mayordomía para

que nuestro dinero sea multiplicado. Ponemos de-

manda sobre el diezmo, la ofrenda y los pactos, y te

pedimos que esos pactos empiecen a florecer. Decla-

ramos que el diablo no puede tocarlos. Oro Señor

por finanzas, por milagros creativos en las casas don-

de el dinero escasea y la cosecha se está perdiendo.

Señor, que esa semilla, que ese dinero pactado mes

a mes no se pierda ni sea robado por el enemigo.

Tú has dicho que “si obedecemos Tu Palabra, Tú

Jehová, mi Dios, nos bendecirás”. También nos has

enseñado que “por un camino vendrá el enemigo,

pero por siete tiene que salir huyendo”. Yo declaro

que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo destruyen al

enemigo que planea hurtar nuestras finanzas. En el

nombre de Jesús declaro que, ¡el dinero de la iglesia

nadie lo puede tocar!

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No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.

—leVítiCo 19:13

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Protegiendo y Levantando las Finanzas

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S atanás, a ti te hablo. ¡No me puedes ro-

bar nada! ¡No me puedes robar ovejas, no

me puedes robar propiedades, no me puedes robar

finanzas! Hoy establezco un cerco de fuego alrede-

dor de mi matrimonio y mis propiedades. Declaro

un tiempo de venganza santa, y tendrás que pagar

Satanás todo lo que me has robado. ¡No te vuelvo

a abrir la puerta! Pongo cerrojo a mis bendiciones.

No me puedes robar ni la más mínima cosa. ¡No

puedes tocar a este pueblo porque conoce la ley de

la apropiación! Aprópiese de lo que el diablo le robó:

el alquiler de su casa, el negocio que no prosperó, el

salario que no le pagaron... Recuérdele todo lo que

le ha robado; quíteselo ahora, aprópiese de lo que es

suyo. ¡No se dé por vencido! Declare: Al ciento por

uno me tiene que pagar. Mientras otros no venden yo

vendo; no me da la gana ceder mis derechos porque

son míos. El ladrón es agarrado con las manos en la

masa y tiene que pagar al ciento por uno, ¡porque yo

honro a mi Dios!

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Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy... yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu

campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás. —Deuteronomio 11:13-15

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Protegiendo y Levantando las Finanzas

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H oy comienzan a llover bendiciones sobre

nuestras finanzas, sobre la paz de nuestra

casa, sobre la unidad familiar, sobre nuestros hijos y

aun sobre los hijos de nuestros hijos. Es la provisión

que viene de la mano de Dios y comienza a llegar del

norte, del sur, del este y del oeste. Cuando oímos la

Palabra de Dios y la obedecemos, algo muy poderoso

comienza a explotar en el cielo, que trae lluvia sobre

la tierra, y la semilla crece. Es la lluvia temprana y

la tardía, el agua de la mano de Dios, del puño que

hizo los cielos y la tierra. Oh Señor, comienza a dar-

nos de Tu lluvia y comienza a regar Tu semilla, y esa

semilla empieza a crecer y dar fruto. Fruto para Tus

hijos y para Tus siervos, fruto para todos los que es-

peran en Ti. Vamos, toma de la lluvia de Dios y riega

la semilla que has sembrado, para que dé fruto en tu

marido, en tu esposa, en tus hijos, en tus finanzas,

en tu ministerio, y para que seas árbol de justicia,

y tu cosecha será grande sobre la tierra, todos los

días de tu vida.

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Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimien-tos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calza-

das para habitar. —isaías 58:12

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Reparando Brechas y Portillos

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Amado Padre celestial, en este día vengo de

Ti pidiendo Tu ayuda, dirección, fortaleza,

gracia y favor para levantarme como un reparador

de portillos. Que pueda pararme en la brecha e in-

terceder por la Iglesia. Que pueda ser un reparador

de portillos en mi casa, en mi familia, en mi ciudad,

en las naciones y donde quiera que vaya. Padre San-

to, ayúdame a ponerme en la brecha por Tu pueblo,

como lo hizo Moisés y como lo hizo Abraham. Pa-

dre, en el nombre de Jesús, y por el poder de Tu

Espíritu Santo, te pido que mi oración traspase el

primero, segundo y tercer cielo, y llegue ante el trono

de Tu gracia. Espíritu Santo, llévame a hacer esto

con entendimiento, con sabiduría, con revelación y

con todo mi corazón. Líbrame Señor de ser un reli-

gioso que te honra sólo de labios, pero que con el co-

razón ama hacer lo malo. Apago en este día toda voz

del mundo que me distrae de llegar a Tu presencia.

Arranco de mi vida todo árbol de injusticia y todo

árbol de deshonra, en el nombre de Jesús.

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Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por

nosotros con gemidos indecibles. —romanos 8:26

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Reparando Brechas y Portillos

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Señor amado, hoy toda desobediencia la lle-

vamos cautiva a la obediencia de Jesucristo,

el Hijo de Dios. Todo aquello que se levanta en mi

mente y que va contra Ti, lo echo fuera de mi vida.

Mi entendimiento y mi discernimiento están claros

para oírte, entenderte, obedecerte y seguirte. Her-

mano empieza a darle gracias al Espíritu Santo. No

necesitas una explicación, no necesitas hablar griego

ni hebreo, simplemente en tu idioma, ama a Dios con

todas tus fuerzas, con toda tu mente y con todo tu

corazón. Adora al Espíritu Santo de Dios y dile: Es-

píritu Santo, necesito que te entrones en mi vida, en

mis pensamientos, en mi voluntad, en lo que digo, en

lo que pienso, en lo que actúo. Espíritu Santo, tú eres

el maestro, tú eres quien me enseña todas las cosas,

tú eres quien me revelas lo que hay en mi Padre, tú

eres quien me dice cómo orar. Tú eres Espíritu de

Dios quien me dirige, quien me lleva a hacer lo que

mi Padre y Jesús de Nazaret ordenan que yo haga.

¡Gracias precioso Espíritu Santo!

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No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín

corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.—mateo 6:19-20

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S eñor, protege a Tu pueblo, protege a Tu

iglesia, protege nuestra congregación,

protege a nuestros niños, guarda su corazón y sus

hogares. En este día Señor, clamo protección. Te

pido Señor que nos protejas; protégenos como pre-

dicadores, como hombres y mujeres de Dios. Que

en este tiempo difícil te busquemos de manera dife-

rente. Como ministerio te pedimos que nos libres y

nos guardes, que cada dinero que entra a esta iglesia

sirva para predicar el evangelio, llevar el Reino a las

naciones y que el nombre de Jesús sea exaltado. Te

pido Señor que en esta casa nunca falte provisión,

porque aquí ha sembrado la viuda, el huérfano y

el extranjero. Sabemos que todos ellos tienen una

cuenta en el cielo, por eso cuando alguno de ellos

va delante de Tu presencia, esa cuenta está abierta.

Padre, en el nombre de Jesús de Nazaret, te pedimos

que abras las ventanas de los cielos sobre cada casa,

porque hemos guardado nuestros tesoros donde ni

la polilla ni el orín corrompen.

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Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza

de mi salvación, mi alto refugio. —salmos 18:2

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S eñor te damos gracias, te adoramos Padre

amado. Espíritu Santo de Dios revélanos

al Padre. Hoy necesitamos de Ti amado Padre celes-

tial. Nuestra familia necesita de Ti, nuestro pastor

necesita de Ti, los líderes de nuestra iglesia necesitan

de Ti, nuestros hijos necesitan de Ti, en mi trabajo

necesitan de Ti... Así como Moisés subía al monte y

buscaba Tu presencia, así todos necesitamos de Ti

Señor, cada día. Necesitamos estar cara a cara con-

tigo Señor amado. Es cierto que necesitamos a los

profetas, pero más que a los profetas te necesitamos

a Ti Jesús. Tú eres el camino, la verdad, la vida,

la sabiduría, el poder, la grandeza y la gloria... Tú

eres nuestro escudo, nuestra fortaleza, nuestra roca

firme... Tú eres la Palabra viva, el pan que sustenta

la vida del hombre, el pan de vida eterna... Tú eres

nuestro Dios, Tú eres salvación. Por eso necesitamos

Tu presencia Señor amado, cada día.

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Yo seré para ella [Jerusalén], dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de

ella. —zaCarías 2:5

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P adre desciende con poder sobre la vida de

nuestro pastor mientras duerme; revélale

Tu Palabra y Tus planes para hoy; aumenta su don

de administrador, pon en él más celo por Tu casa;

acrecienta su don de mayordomía. Como atalayas de

Tu Reino, ayúdanos a levantar los puentes y cerrar

los portones, para que cuando algún incircunciso

quiera venir a atacar este ministerio no pueda pasar

y se estrelle contra los portones de gloria. Cerramos

los portones para que ni la masonería ni el infierno

ni el ocultismo, ni hombre ni mujer puedan venir

a prostituir este ministerio. Construimos muros de

gloria alrededor de esta iglesia y declaramos que todo

hombre y mujer que se pare en este púlpito, tiene que

doblegarse ante Ti y cederte la gloria en público y

en privado; tiene que ir primero a Tu presencia para

conocer Tus diseños gloriosos, para entonces poder

darlos a Tu pueblo.

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Y los tuyos reedificarán las ruinas antiguas; levanta-rás los cimientos de generaciones pasadas, y te llama-rán reparador de brechas, restaurador de calles donde

habitar. —isaías 58:12

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S eñor en Tu nombre ato al espíritu de Le-

viatán, porque la raíz de todos los pecados

se llama orgullo, Leviatán, diablo, Satanás. Hoy nos

paramos en la brecha como reparadores. Usted sim-

plemente hermano vaya y métase en su cuarto, en un

rincón, en su lugar secreto, y ore, porque usted es un

reparador de brechas. Usted es un atalaya del Dios

altísimo, y nosotros los atalayas miramos y oímos en

el espíritu. Así que levántese y repare la brecha. Páre-

se delante del enemigo, y dígale: No puedes tocar a

mi hermano ni a mi hermana, no puedes tocar a mi

esposo ni a mi esposa, no puedes tocar a mis hijos

ni a mi familia, porque aquí hay uno que se para y

repara la brecha, hay uno que pide perdón, hay uno

que dice: ¡Espíritu de muerte, detente! ¡Espíritu del

diablo, no avances! Porque Jesús quien te venció en

la cruz me ha dado poder y autoridad. ¡Te ordeno

que te vayas fuera, en el nombre de Jesús! ¡Aquí no

pasarás! ¡Fuera en el nombre de Jesús!

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Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me

hace estar firme sobre mis alturas.— salmos 18:32-33

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Gracias te doy Padre, en el nombre de Jesús,

porque me has elegido como un reparador

de brechas. ¡Gracias Señor! Glorificamos Tu nombre

amado Dios. Despliega hoy Tu fuerza y Tu poder

sobre mi familia, sobre mi ciudad, sobre esta nación

y sobre todos los pueblos de la tierra. Vamos herma-

no, diga conmigo: Señor despliega Tu fuerza y poder

sobre mi cuerpo, Tu fuerza y poder sobre mi espíritu,

Tu fuerza y poder sobre mi alma. Dame hoy pies

ágiles, como de cierva, porque dice Tu Palabra que,

“El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies

como los de las ciervas, y por las alturas me hace ca-

minar”. Así necesitamos correr nosotros, con veloci-

dad y ligereza; con pies como de cierva. Necesitamos

estar listos para cuando Dios nos llame. Tenemos que

estar dispuestos a decirle, ¡Heme aquí Señor, yo voy!

¡Heme aquí, yo voy por la mañana! ¡Heme aquí, yo

voy por la noche! A cualquier hora del día, cuándo y

dónde me necesites Señor, ¡yo voy!

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Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová

he hablado, y lo haré. —ezequiel 36:35-36

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Reparando Brechas y Portillos

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E spíritu Santo, necesitamos reparar brechas

en nuestra familia, en nuestros cónyuges,

en nuestros hijos y en nuestra iglesia. Necesitamos

Espíritu de Dios que nos ayudes a levantar muros de

fuego contra el enemigo, contra Satanás y sus demo-

nios. ¡Te necesitamos Maestro! Necesitamos depen-

der de Ti, necesitamos Tu presencia Padre amado,

necesitamos la manifestación de Tu gloria. Señor, yo

quiero ser ciudad fortificada, como le dijiste al profe-

ta Jeremías: “Mira que te he puesto en este día sobre

naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir,

para arruinar  y para derribar, para edificar y para

plantar”. Espíritu Santo, necesitamos esa fortaleza y

protección, ese fuego y esa presencia la necesitamos

alrededor nuestro. Necesitamos los atalayas con es-

padas de fuego, necesitamos la asistencia de ángeles,

porque los ángeles de Tu poder se mueven al precep-

to de Tu Palabra. ¡Te necesitamos Señor!

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Y dijo a los mortales: Temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!

—Job 28:28 (nVi)

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S eñor en este día mis hermanos y yo nos po-

nemos de acuerdo, y te pedimos que abras

nuestros ojos, porque muchas veces por el afán no

miramos lo que realmente el pueblo necesita. Dios

mío, que cada hombre, cada mujer y cada joven

que está aquí sea en el espíritu un atalaya y pueda

decir: “Señor, yo me pongo aquí como un atalaya

para cuidar Tu pueblo”. Padre, que mi oración llegue

delante de Tu presencia, y que sirva para darle dis-

cernimiento a Tu iglesia. Cuando veo hacia dónde

está conduciendo la situación financiera a algunos

hombres de Dios, siento el temor de Jehová. Te pedi-

mos Señor que guardes esta casa. Dios mío protege

a Tu pueblo, protege a Tus hijos, danos sabiduría y

discernimiento. Protégenos de lo que oímos, de lo

que nos vienen a decir; protégenos de las palabras de

destrucción que anuncia el mundo. Ayúdanos Señor

a que cuando hablemos, exhortemos o demos con-

sejería, las palabras provengan de la ternura de Tu

corazón, que siempre edifica.

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Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para

con vosotros. —2 Corintios 10:1

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M i Dios amado, que haya en nosotros el

mismo espíritu que hubo en el apóstol

Pablo. Que tengamos un corazón para exhortar,

cuidar y abrir los ojos espirituales. Amado Padre ce-

lestial, danos el coraje que Tú le diste a Pablo, quien

pese a que fue apedreado, atacado y difamado, siguió

adelante. Danos el valor para hablar con mansedum-

bre y decir como él dijo: “ruego por la mansedum-

bre y la ternura de Jesucristo”. Pero danos también

el coraje para interceder por Tu iglesia Señor ama-

do. Mira a quién sigue el pueblo, si está buscando

hombres o buscando Tu presencia. Escudriña su

corazón. Añade gente que venga a apoyar, trabajar y

ayudar, pero que sus ojos estén puestos en Ti Señor

Jesús, en el Padre celestial y en el Espíritu Santo.

Trae Señor, hombres y mujeres que cuando alguien

caiga estén prestos a acudir a ayudar no a juzgar; a

levantarlos, ayudarlos y protegerlos; a aportar espiri-

tualmente, a enseñarles la sana doctrina y darles una

visión correcta.

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Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que

viven. —romanos 14:9

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S eñor declaramos en Tu nombre que las fi-

guras de la televisión, la radio, periódicos,

revistas, libros e internet vienen al conocimiento de

Tu Palabra. Declaramos que las redes sociales se lle-

nan con mensajes de sabiduría que vienen de lo alto.

Señor amado, activamos en el poder de Tu Palabra a

toda la gente que trabaja en los medios de comunica-

ción. Decretamos un evangelismo sobrenatural por

todos los medios de comunicación. Decretamos Se-

ñor un evangelismo explosivo, donde el poder tuyo

es desatado para atraer almas. Empezamos a jalar a

Tus hijos y a todo aquél que oye Tu voz, porque la

Palabra dice que, “las ovejas oyen la voz de su pastor

y le siguen”. Y el pastor nuestro se llama Jesucristo

de Nazaret. Él es nuestro Señor, nuestro ayudador,

nuestro proveedor, nuestro sanador, pero sobre todo

Él es nuestro Salvador.

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Escóndeme del consejo secreto de los malignos, de la conspiración de los que hacen iniquidad, que afilan como espada su lengua; lanzan cual saeta suya, palabra amarga, para asaetear a escondidas al íntegro; de

repente lo asaetean, y no temen. —salmos 64:2-4

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Reparando Brechas y Portillos

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V eo ángeles poderosos con espadas desenvai-

nadas vigilando los medios de comunica-

ción. Al precepto de la Palabra de Dios todo espíritu

y potestad de manipulación y control en los medios

¡se quema! ¡Satanás, has sido descubierto! Los ánge-

les comienzan a limpiar y destruir con sus poderosas

espadas todo lo que no provenga de Dios. Limpian

la atmósfera, limpian papeles y documentos, limpian

grabaciones, limpian las redes sociales. Atamos toda

agenda del diablo, de intimidación, chisme, murmu-

ración, control, falsedad y desprestigio. Toda forma

de entretenimiento ideada por el diablo para distraer

al pueblo y robarle la adoración al único Dios ver-

dadero ¡se quema por el fuego de Dios! Los ojos de

Dios están sobre los contenidos que difundirán hoy

los medios escritos, radiales, audiovisuales y el in-

ternet. ¡Sé libre iglesia! Ahora declaramos liberación

de toda intriga mediática. ¡Todo árbol de iniquidad

en los medios de comunicación se quema hoy en el

nombre de Jesús!

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La Profeta Ana Maldonado es una mujer de ora-ción, usada fuertemente por Dios en la inter-

cesión profética, sanidad interior, liberación, y guerra espiritual. Es co-fundadora del Ministerio Internacio-nal El Rey Jesús en Miami, FL, reconocida como una de las iglesias multiculturales de mayor crecimiento en los Estados Unidos, y con grandes manifestaciones del poder sobrenatural de Dios.

La Dra. Maldonado tiene un doctorado en estudios teológicos de Vision International University. Ella es dada al estudio de la Biblia y es autora de varios libros dedicados a motivar a los creyentes hacia la oración y la búsqueda de la presencia de Dios.

Actualmente reside en Miami, FL, junto a su esposo, el Apóstol Guillermo Maldonado y sus hijos, Bryan y Ronald.

Acerca de la Autora

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Déboras al Frente de la Batalla

De la Oración a la Guerra

De la Adoración a la Guerra

El Decreto de Jehová te Dice

El Poder de Atar y Desatar

Los Decretos de Jehová te Liberan

Manual de Vida para Intercesores

Otros Libros deAna Maldonado

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