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Es un libro muy bueno que desarticula la visión trastocada de la secta de los Testigos de Jehová con respecto al paraíso terrenal sobre el que enseñan en sus prédicas.
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Pbro. Jos Jil Portilla
S U P R I M I E N D O
E L P A R A S O T E R R E N A L
DE LOS TESTIGOS DE JEHOV
Y SU GOBIERNO DE LOS 144,000
Nihil Obstat
Pbro Dr. Rogelio Alcntara M.
Censor
I M P R I M A T U R
Mons. Guillermo Moreno Bravo
Vicario General
Arquidicesis de Mxico
10 de Diciembre de 2009
Derechos de autor reservados.
Se prohbe la reproduccin total o parcial
sin autorizacin del autor.
Mxico, D. F., 2010.
S U P R I M I E N D O
E L P A R A S O T E R R E N A L
DE LOS TESTIGOS DE JEHOV
Y SU GOBIERNO DE LOS 144,000
P. Jos Jil Portilla
MEXICO, D. F.
2010
- 2 -
INTRODUCCIN------------------------------------------------------------------------------ La finalidad de este trabajo es fortalecer la fe, para que todas las personas mantengan viva
su esperanza de entrar en el cielo.
La agrupacin religiosa denominada Testigos de Jehov que tuvo como fundador a Charles Tase Russel, nacido en Pensylvania, U.S.A. en el ao 1852, ha logrado reclutar
gran cantidad de seguidores, a los cuales se les ha hecho la siguiente promesa Usted
puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra.
De manera que muchos hermanos Testigos de Jehov no esperan tener vida celestial, pues se les ha enseado: que no todos los buenos irn al cielo, sino nicamente 144,000
muy elegidos, los cuales irn all para formar un gobierno celestial junto con Jesucristo;
que todos los dems justos recibirn vida eterna en un paraso en la Tierra.
As, pues, nuestros hermanos antes mencionados se presentan de casa en casa, difundiendo
las enseanzas que recibieron, y de esta manera, van incrementando el nmero de personas
que pierden la esperanza de heredar vida eterna en el cielo.
Hoy en da, mucha gente se encuentra repentinamente con la sorpresa de que, algn
conocido o algn familiar ya se hizo o se est haciendo Testigo de Jehov, y angustiada, no sabe cmo ayudarle.
Para usted que se hizo Testigo de Jehov y perdi la esperanza de ir al cielo; para usted que desea ayudar a algn conocido o familiar que se est haciendo Testigo de Jehov; para toda persona que desea mantener viva la esperanza de entrar al cielo, se ha escrito:
SUPRIMIENDO EL PARAISO TERRENAL DE LOS TESTIGOS DE JEHOVA. Utilizando las exposiciones contenidas en este libro, las cuales estn basadas en la Biblia,
y dialogando con serenidad, usted podr demostrar a cualquier persona: que no habr un
gobierno celestial formado por ciento cuarenta y cuatro mil justos muy elegidos, ni tampoco un paraso en la Tierra para la inmensa muchedumbre de justos que no forme parte del grupo anterior, sino que el cielo es el nico destino de todos los justos.
S, todos podemos heredar el cielo, nuestra patria eterna, y nadie debe conformarse con
menos.
- 3 -
REFERENCIAS
Los textos y abreviaturas de los libros bblicos se han tomado de la Biblia de Jerusaln.
Para facilitar ms la lectura y comprensin de este libro, los textos bblicos los
presentamos en color azul y encerrados entre comillas inglesas .
Cuando citamos textualmente alguna enseanza de Testigos de Jehov, la presentamos en color rojo oscuro y encerrada entre comillas francesas .
Cuando utilizamos: negritas (letra bold), subrayado, cursiva (letra itlica), lo
hacemos con la finalidad de resaltar parte de algn texto, que sirve de base, para
sealar detalles importantes, y apreciar mejor la solidez de las conclusiones.
Cuando escribimos palabras o frases completas con puras maysculas, lo hacemos
con la finalidad de comparar dos o ms textos, que contienen un mensaje similar o
igual, y que sirven de base para captar mejor la veracidad de las conclusiones.
Cuando nicamente citamos el nmero de pgina, se sobreentiende que se trata de
alguna pgina de nuestro trabajo.
*Es muy importante leer los pies de pgina (sealados con un asterisco), ya que
ayudan a comprender mejor las respuestas que damos a las enseanzas de nuestros
hermanos Testigos de Jehov.
- 4 -
PRINCIPALES
ENSEANZAS DE LOS TESTIGOS DE JEHOV ACERCA DEL PARASO TERRENAL
Entre otras cosas, nuestros hermanos Testigos de Jehov, ensean:
Que Dios proyect que el hombre viviera para siempre en el paraso en la Tierra.
Comentando Gn 1, 26 explican: que Dios le dio el mandato al hombre de cuidar de la tierra
y de los animales, y de no comer del rbol prohibido, pero que no dijo nada acerca de que
Adn ira al cielo (pg. 72 de su libro Razonamiento a partir de las Escrituras). Que desde un principio Dios proyect tener un paraso por toda la Tierra, poblado de gente
feliz y de completa salud; que despus que Adn y Eva pecaron, el propsito de Dios no
cambi para la Tierra ni para la humanidad (su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pag. 126).
Que habr un gobierno celestial constituido por Jesucristo y 144, 000 personas.
Dicen que, habiendo pecado Adn y Eva, Dios se propuso establecer un nuevo gobierno
sobre la humanidad (su libro Usted puede vivir para siempre el paraso en la Tierra, pg. 116), el cual estar constituido por Jesucristo y 144,000 personas (su libro Apocalipsis, pginas 11.12).
Que nicamente las 144,000 personas que gobernarn con Jesucristo, entrarn al
cielo.
En las paginas 123.124 de su libro Usted puede vivir para siempre el paraso en la Tierra, escriben: En la ltima noche que Jess pas con sus 11 apstoles fieles, l mostr que ellos seran
gobernantes con l en el reino de Dios (Lucas 22: 28, 29). As que los que van al cielo van all para servir como gobernantes junto con Cristo en el
gobierno celestial de Dios.
En Revelacin 14:1, 3 la Biblia Dice: Y vi, y miren! El Cordero de pie sobre el monte Sin, y con l ciento cuarenta y cuatro mil Note que solo se ve a 144.000 personas con el Cordero, Jesucristo, sobre el monte Sin celestial. (Hebreos 12:22) Por eso, en vez de
decir que todos los buenos van al cielo, la Biblia revela que solamente 144.000 personas
fieles y probadas sern llevadas all para gobernar con Cristo.
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Que todos los justos, que no formen parte de los 144,000, recibirn vida eterna en un paraso en la Tierra.
Afirman que de todos los justos del Antiguo Testamento, ninguno entrar al cielo.
Que el profeta David no fue al cielo (Hch 2, 29.34); que Job saba que no ira al cielo
despus de morir (Jb 14, 13-15); que Juan el Bautista, con todo y que fue bueno, no fue al
cielo, ya que el Seor Jess dijo: el que sea de los menores en el reino de los cielos, mayor es que l (Mt 11, 11) y que eso significa que no ira al cielo. Apoyndose en Jn 3, 13 que dice: Ningn hombre ha ascendido al cielo sino el que descendi del cielo, el Hijo del hombre, sostienen que, cuando el Seor Jess hizo esta declaracin, haban pasado unos 4000 aos a partir de la desobediencia de Adn y Eva;
que por lo tanto, el Seor estaba manifestando, que durante esos 4000 aos que haban
transcurrido hasta ese momento, ningn hombre haba ido al cielo. Y de ah concluyen:
David, Job y Juan el Bautizante recibirn una resurreccin a la vida en la Tierra. De
hecho, todos los hombres y mujeres fieles que murieron antes de la muerte de Jess tenan
la esperanza de vivir de nuevo en la Tierra, no en el cielo. Sern resucitados para que estn
entre los sbditos terrestres del reino de Dios. Salmo 72:7, 8; Hechos 17, 31 (ver su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pg. 120-122).
Afirman que, del Nuevo Testamento, nicamente un nmero literal de 144,000 justos
entrarn al cielo:
Respecto a los justos del N. T., nuestros hermanos Testigos de Jehov implcitamente los clasifican en dos grupos: el primero integrado por 144,000, y que segn ellos, sern los
nicos que irn al cielo; el segundo integrado por una gran muchedumbre, y que segn
ellos, vivir el paraso en la Tierra.
S, en su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra (pg. 163.164), ensean:
Por ms de 1900 aos hubo un recogimiento del rebao pequeo de 144,000 cristianos que gobernaran con Cristo. Slo unos cuantos de stos quedan en la Tierra; la mayora ya
est gobernando con Cristo en el cielo. (Lucas 12:32; Revelacin 20:6) Pero, refirindose a
otros cristianos, Jess dijo: Tengo otras ovejas, que no son de este redil (del rebao pequeo); a sas tambin tengo que traer, y escucharn mi voz, y llegarn a ser un solo rebao, un solo pastor. (Juan 10:16) Ahora se est recogiendo a una grande muchedumbre de estas otras ovejas. Estas personas sern las primeras de la nueva tierra. Jehov las proteger a travs de la grande tribulacin al fin de este sistema inicuo para que sigan viviendo y entren en el paraso terrestre.-Revelacin 7:9, 10, 13-15.
En la pgina 310 de su libro Apocalipsis escriben: slo los que estn escritos en el rollo de la vida del Cordero, los 144,000, entrarn finalmente en la Nueva Jerusaln.
- 6 -
En el pie de pgina, implcitamente declaran que todos los dems justos del Nuevo
Testamento, no entrarn al cielo; sino que resucitarn para vivir un paraso en la Tierra,
como los justos del A. T.
Que la muchedumbre inmensa de los que se salvan, no fue vista por Juan, en el cielo.
Refirindose a los 144,000, afirman: Slo los cristianos ungidos que de veras lavan sus ropas largas para estar limpios ante los ojos de Jehov tienen el privilegio de ir a los rboles de la vida. Es decir, reciben el derecho y ttulo a la vida inmortal en su puesto en los cielos.
Y refirindose a la incontable multitud de justos que San Juan vio en el cielo (Ap 7, 9-17),
afirman: Los de la gran muchedumbre en la Tierra tambin han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero, y tienen que mantenerse en su condicin limpia delante de Dios (su libro Apocalipsis, pg. 317). Explican con varios argumentos que, el hecho de que la muchedumbre est de pie delante del trono, no significa que est en el cielo (su libro Apocalipsis pg. 123). As, niegan que Juan haya visto a esos justos en el cielo; argumentan que el santo vidente
los vio, que estaban dando gloria a Dios desde la Tierra.
Tambin afirman: que la gran muchedumbre en el cielo y descrita en Ap 19, 1.6 se refiere
a una multitud de ngeles, y no a seres humanos; que no es la misma muchedumbre que se
describe en Ap 7, 9, la cual s se refiere a una multitud de seres humanos (pg. 78 de su
libro Razonamiento a partir de las Escrituras).
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N O H A B R
N I N G N
P A R A S O
T E R R E N A L
LA PATRIA ETERNA DE TODOS LOS JUSTOS SER EL CIELO.
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Captulo I
NO HABR DOS DESTINOS EN LA ETERNIDAD
EL CIELO ES EL NICO DESTINO PARA TODOS LOS JUSTOS
Nuestros hermanos Testigos de Jehov implcitamente declaran:
-Que entrar en el Reino de los cielos o en La Nueva Jerusaln equivale a entrar al cielo.
En su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pg. 121, escriben: Juan, quien bautiz a Jess, tambin fue un hombre bueno. No obstante, Jess dijo: El que sea de los menores en el reino de los cielos mayor es que l. (Mateo 11:11). Esto se debe a que Juan el Bautizante no ir al cielo.
En su libro Apocalipsis, pg. 310 afirman: Solo los que estn escritos en el rollo de la vida del Cordero, los 144.000, entrarn finalmente en la Nueva Jerusaln. (Revelacin 13:8; Daniel 12:3.).
En su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pag. 124 dicen: Por eso, en vez de decir que todos los buenos van al cielo, la Biblia revela que solamente
144.000 personas fieles y probadas sern llevadas all para gobernar con Cristo.
-Que habr dos destinos en la eternidad para los justos:
1 El cielo para los ciento cuarenta y cuatro mil (ver las dos ltimas declaraciones anteriores).
2 Un paraso en la tierra para todos los justos que murieron antes Jess, y para la gran muchedumbre de cristianos que no forman parte de los ciento cuarenta y cuatro mil. En su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pg. 122, escriben: David, Job y Juan el Bautizante recibirn una resurreccin a la vida en la Tierra. De
hecho, todos los hombres y mujeres fieles que murieron antes de la muerte de Jess tenan
la esperanza de vivir de nuevo en la Tierra, no en el cielo. Sern resucitados para que estn
entre los sbditos terrestres del reino de Dios. Salmo 72:7, 8; Hechos 17, 31. En su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra (pg. 163.164), ensean: Por ms de 1900 aos hubo un recogimiento del rebao pequeo de 144,000 cristianos que gobernaran con Cristo. Slo unos cuantos de stos quedan en la Tierra; la
mayora ya est gobernando con Cristo en el cielo. (Lucas 12:32; Revelacin 20:6) Pero,
refirindose a otros cristianos, Jess dijo: Tengo otras ovejas, que no son de este redil (del rebao pequeo); a sas tambin tengo que traer, y escucharn mi voz, y llegarn a ser un solo rebao, un solo pastor. (Juan 10:16) Ahora se est recogiendo a una grande muchedumbre de estas otras ovejas. Estas personas sern las primeras de la nueva tierra. Jehov las proteger a travs de la grande tribulacin al fin de este sistema inicuo para que sigan viviendo y entren en el paraso terrestre.-Revelacin 7:9, 10, 13-15.
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Para comprender nuestras respuestas a las afirmaciones anteriores, es necesario tener en
cuenta lo siguiente: El lenguaje simblico en la Biblia.
En todos los idiomas se utilizan un lenguaje simblico para expresar con mayor
profundidad un mensaje. Ejemplos: el nio estaba hecho un mar de lgrimas; nadie se atrevera a creer que en verdad exista un mar formado de lgrimas; se utiliza la imagen del
mar para decir que el nio llor muchsimo. Yo era una pulga en medio de aquellas grandes personalidades; a nadie se le ocurrira pensar que hay pulgas que hablan; se utiliza la imagen de la pulga para sealar que alguien se sinti muy pequeo; etc.
Ahora bien, en su lenguaje simblico, la Biblia utiliza varias imgenes que representan
grandeza, perfeccin y felicidad, para referirse al cielo.
En el plano humano, las imgenes utilizadas en el lenguaje simblico superan a la realidad.
En cambio, las imgenes utilizadas en la Biblia para referirse al cielo, son superadas por la
realidad, pues el cielo siempre ser superior a las imgenes con que se le describe.
El cielo no es un lugar:
Con lenguaje simblico decimos que el cielo, la gloriosa morada de Dios, est en lo alto.
Pero en realidad, el cielo no es ningn lugar fsico, que se pueda situar arriba o abajo.
En forma burlona uno de los cosmonautas dijo: me he paseado por el cielo y no he visto a
Dios por ningn lado. Su declaracin puso de manifiesto su gran soberbia e ignorancia
respecto a los misterios divinos. Porque llegar a la luna no es haber recorrido las
inimaginables alturas del espacio fsico. Pero aunque el hombre fuera capaz de situarse en
la mxima altura del universo, no por eso podra llegar a contemplar a Dios, o poseer el
cielo; pues, all mismo, en lo ms alto, podra estar privado de la gloria de Dios y sumido
en la ms terrible desgracia. El cielo no es un lugar, sino un estado de vida eterna, en el que no existe ningn vestigio
de tristeza ni de muerte. Porque ahora gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitacin celeste. S!, los que estamos en esta tienda gemimos
abrumados (Rm 5, 2-3). Ese nuevo estado de vida, el hombre no lo alcanzar por sus fuerzas, sino que es un regalo
del amor de Dios. Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano
humana, que est en los cielos (Rm 5, 1). El cielo es el estado glorioso de vida eterna que recibiremos. Pues somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Seor Jesucristo, el cual transfigurar nuestro
pobre cuerpo a imagen de su cuerpo glorioso (Flp 3, 20, 21).
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El cielo es el estado de vida eterna, de inefable gozo y plena felicidad. Pues, El Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espritu Santo (Rm 14, 17).
El cielo es la gloria de Dios.
La vida de Dios es la nica vida perfecta, eterna, y plenamente feliz.
Por eso, es necesario comprender, que entrar al cielo no consiste en irse a las alturas, sino
en la perfecta comunin de vida con Dios; en participar de su gloriosa vida divina.
Todas las cosas se benefician de la bondad de Dios, pero los hombres estn llamados a
convertirse en la familia de su Creador, a vivir totalmente unidos a l, y a disfrutar de la su
misma felicidad; para eso Dios mismo los va transformando en su Santuario vivo, en su
morada: Ya no sois extraos ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apstoles y profetas, siendo la piedra angular
Cristo mismo, en quien toda edificacin bien trabada se eleva hasta formar un templo santo
en el Seor, en quien tambin vosotros estis siendo juntamente edificados, hasta ser
morada de Dios en el Espritu (Ef 2, 19-22).
Se llama cielo a la vida perfecta con el Padre, el Hijo y el Espritu Santo; con la Santsima
Virgen Mara, los ngeles y todos los bienaventurados.
El cielo es el fin ltimo y la realizacin de las aspiraciones ms profundas del hombre, el
estado supremo y definitivo de dicha (CCE, 1024).
Por su muerte y Resurreccin Jesucristo nos ha abierto el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesin de los frutos de la redencin realizada por
Cristo, quien asocia a su glorificacin celestial a aquellos que han credo en l y que han
permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los
que estn perfectamente incorporados a l (CCE 1026).
Cmo es el cielo?
Este misterio de comunin bienaventurada con Dios y con todos los que estn en Cristo
sobrepasa toda comprensin y toda representacin. La Escritura nos habla de ella en
imgenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusaln
celeste, paraso: Lo que ni el ojo vio, ni el odo oy, ni al corazn del hombre lleg, lo que Dios prepar para los que le aman (1 Co 2, 9) (CCE 1027).
La Jerusaln celestial es imagen del cielo.
Pero no slo sern transformados los hombres, sino toda la creacin.
Los cielos y tierra actuales no son eternos:
En la Biblia, las palabras cielos y tierra forman una sola expresin, con la cual se hace referencia a toda la creacin; es decir, a la humanidad y al universo entero.
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En el principio cre Dios los cielos y la tierra (Gn 1, 1).
Existen textos de la Escritura que aparentemente afirman que los cielos y la tierra actuales
son eternos:
Construy como las alturas del cielo su santuario, como la tierra que fund para siempre (Sal 78, 69).
T despliegas los cielos lo mismo que una tienda, levantas sobre las aguas tus altas moradas Sobre sus bases asentaste la tierra, inconmovible para siempre jams (Sal 104, 2.5).
Tambin existen textos que nos indican claramente que los cielos y la tierra actuales no
son eternos:
Desde antiguo, fundaste t la tierra, y los cielos son la obra de tus manos; ellos perecen, ms t quedas, todos ellos como la ropa se desgastan, como un vestido
los mudas t, y se mudan. Pero t siempre el mismo, no tienen fin tus aos (Sal 102, 26-28).
Alzad a los cielos vuestros ojos y contemplad la tierra abajo, pues los cielos como humareda se disiparn, la tierra como un vestido se gastar y sus moradores
como el mosquito morirn. Pero mi salvacin por siempre ser, y mi justicia se
mantendr intacta. Prestadme odo, sabedores de lo justo, pueblo consciente de mi
ley. No temis las injurias de los hombres, y de sus ultrajes no os asustis; pues
como un vestido se los comer la polilla, y como la lana los comer la tia. Pero
mi justicia por siempre ser, y mi salvacin por generaciones de generaciones (Is 51, 6-8).
Y tambin: T al comienzo, oh Seor!, pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos. Ellos perecern, ms t permaneces; todos como un
vestido envejecern, como un manto los enrollars, como un vestido, y sern
cambiados. Pero t eres el mismo y tus aos no tendrn fin (Hb 1, 10-12).
Los cielos y tierra actuales estn destinados a desaparecer:
Sabed ante todo que en los ltimos das vendrn hombres llenos de sarcasmo, guiados por sus propias pasiones, que dirn en son de burla: Dnde queda la promesa de su Venida? Pues desde que murieron los Padres, todo sigue como al
principio de la creacin. Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y
tambin una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la Palabra
- 12 -
de Dios, y que, por esto, el mundo de entonces pereci inundado por las aguas del
diluvio, y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma Palabra, estn
reservados para el fuego y guardados hasta el da del Juicio y de la destruccin de
los impos (2 P 3, 3-7).
El Da del Seor llegar como un ladrn; en aquel da, los cielos, con ruido ensordecedor, se desharn; los elementos abrasados, se disolvern, y la tierra y
cuanto ella encierra se consumir.
Puesto que todas estas cosas han de disolverse as, cmo conviene que seis en
vuestra santa conducta y en la piedad, esperando y acelerando la venida del Da de
Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolvern, y los elementos, abrasados, se
fundirn? (2 P 3, 10-12).
Nuestro mundo actual est lleno de injusticias, de sufrimientos y de acontecimientos de
muerte, pero Dios ha prometido una patria eterna en la que ya no habr ningn
sufrimiento.
Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creacin
desea vivamente la revelacin de los hijos de Dios. La creacin, en efecto, fue
sometida a la vanidad, no espontneamente, sino por aquel que la someti, en la
esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupcin para participar de la
gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creacin entera
sufre hasta el presente y sufre dolores de parto (Rm 8, 18-22).
Pero esperamos, segn nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia (2 Pe 3, 13).
Desaparecern los cielos y tierra actuales, al llegar el juicio final:
Luego vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre l. El cielo y la tierra huyeron de su presencia sin dejar rastro. Y vi a los muertos, grandes y
pequeos, de pie delante del trono; fueron abiertos unos libros, y luego se abri
otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados segn lo escrito en
los libros, conforme a sus obras.
Y el mar devolvi los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades devolvieron los
muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado segn sus obras. La Muerte y el
Hades fueron arrojados al lago de fuego este lago de fuego es la muerte segunda- y el que no se hall inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego (Ap 20, 11-15).
- 13 -
Aparecern nuevos cielos y nueva tierra que permanecern eternamente, ellos son la Jerusaln celestial:
Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la
nueva Jerusaln, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una
novia ataviada para su esposo. Y o una fuerte voz, que deca desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondr su morada entre ellos y ellos sern
su pueblo y l Dios-con-ellos, ser su Dios Y enjugar toda lagrima de sus ojos, y
no habr ya muerte ni habr llanto, ni gritos ni fatiga, porque el mundo viejo ha
pasado. Entonces dijo el que est sentado en el trono: Mira que hago un mundo nuevo.... Me dijo tambin: Hecho est; yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le dar del manantial del agua de la vida gratis. Esta
ser la herencia el vencedor: Yo ser Dios para l, y l ser hijo para m (Ap 21, 1-7).
S, la Sagrada Escritura llama cielos nuevos y tierra nueva a la renovacin misteriosa que transformar la humanidad y el mundo (2 P e 13, 13; Ap 21, 1), dando paso al
universo nuevo (Ap 21, 5), a la Jerusaln celestial, donde Dios tendr su morada entre los hombres. Y enjugar toda lgrima de sus ojos, y no habr ya muerte ni habr llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado (CCE 1043.1044).
La Jerusaln celestial no sube ni baja literalmente del cielo:
En los captulos 21 y 22 del Apocalipsis, se describe la comunidad de los que en la
eternidad participan de la plena comunin con Dios, como una ciudad celestial, como la Nueva Jerusaln que baja del cielo, de junto a Dios (Ap 21, 2). Alguien se preguntar: si el cielo no es un lugar situado en las alturas, entonces, por qu
la Escritura dice que: la Nueva Jerusaln bajaba del cielo? Respuesta: es una forma de manifestar que la salvacin para todos los que forman la Jerusaln celestial, es un regalo,
una obra de Dios, y que no se debe a los mritos humanos. Por eso dice San Pablo que
somos edificacin de Dios (1 Co 3, 9; Rm 5, 1). En realidad, Dios no necesita subir o bajar, ni desplazarse a los lados, porque Dios lo llena
todo: Si hasta los cielos subo, all ests t, si en el sheol me acuesto, all te encuentras. Si tomo las alas de la aurora, si voy a parar a lo ltimo del mar, tambin all tu mano me
conduce, tu diestra me aprehende (Sal 139, 8-10). Por lo tanto, la Nueva Jerusaln tampoco necesita subir literalmente para estar en la presencia de Dios, ni bajar
literalmente, porque Dios no est lejos de nosotros, pues en l vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17, 27.28).
- 14 -
As que, cuando en la Escritura habla de los que entrarn en la Ciudad celestial o Nueva Jerusaln (Ap 21, 27) no se refiere a personas que literalmente subirn a un lugar glorioso, sino a personas que sern transformadas: revestidos de gloria, revestidos de su
condicin celeste, que se manifestarn como hijos de Dios (Rm 8, 19), con un cuerpo
glorioso como el cuerpo glorioso del Hijo de Dios. Y para manifestar que todo esto
proviene de Dios, como un regalo de su amor, la Escritura dice que la Nueva Jerusaln baja del cielo, de junto a Dios, pero nadie piense que la Ciudad celeste baja literalmente.
S, la Escritura nos describe el cielo en imgenes, pero ninguna descripcin debemos
considerarla en forma literal. Por ejemplo, dice el Seor Jess: En la casa de mi Padre hay muchas mansiones (Jn 14, 2). A nadie en su sano juicio se le ocurrira afirmar que el cielo es una casa gigante con muchas habitaciones bonitas.
As que, aunque la Biblia nos describa muchas veces el cielo como un lugar situado en las
alturas, no olvidemos que se trata de una forma alegrica de presentarlo.
Ahora bien, si ya hemos visto que el cielo no consiste en un lugar fsico, sino en la
transformacin gloriosa, que a semejanza del Hijo de Dios recibirn los hombres justos; en
la plenitud de felicidad que vivirn eternamente en comunin con Dios. Entonces, ya
podemos tener la certeza que en la eternidad no habr dos destinos: un cielo en las alturas para ciento cuarenta y cuatro mil justos muy elegidos y, un paraso abajo en la tierra para la muchedumbre inmensa de los justos que no formen parte del grupo anterior, sino que
ser un solo destino para todos los justos.
El cielo ser el destino de todos los justos, puesto que todos sern transformados a la vida
celestial.
Queda claro que no habr dos destinos en la eternidad, el cielo es el nico destino para
todos los justos.
Para muchas personas ser suficiente lo ya explicado en este captulo, acerca del destino de
los justos, sin embargo, abundaremos mucho ms sobre este tema en los captulos que
siguen.
En la pagina 8 hemos visto que, para nuestros hermanos Testigos de Jehov entrar al Reinos de los cielos o a la Nueva Jerusaln, equivale a entrar al cielo. Pues, aprovecharemos esta circunstancia, para probar, que en la eternidad no habr dos destinos
para los justos, como ensean nuestros hermanos antes mencionados, sino que el nico
destino de todos ser el cielo.
S, nuestra tarea ser demostrar que todos los justos entrarn al Reino de los cielos, a la Nueva Jerusaln, patria celestial de todos los que se salvan.
- 15 -
Captulo II
TODOS LOS JUSTOS ENTRARN AL CIELO SU PATRIA ETERNA ES LA JERUSALN CELESTIAL.
Nuestros hermanos Testigos de Jehov, entre otras cosas, ensean:
Que Dios determin, que Adn cuidara de la tierra y de los animales que la habitan (Gn 1,
26; 2, 16-17). Pero que no dijo nada acerca de que Adn ira al cielo; que le mand no
comer del rbol del bien y del mal, de lo contrario morira. Dicen que, la muerte habra de
ser el castigo por la desobediencia, no una puerta a una vida mejor en el cielo. La
obediencia sera recompensada con vida continua, vida eterna, en el Paraso que Dios
haba dado al hombre (su libro Razonamiento a partir de las Escrituras, pgs. 72.73).
Por eso, en vez de decir que todos los buenos van al cielo, la Biblia revela que solamente
144.000 personas fieles y probadas sern llevadas all para gobernar con Cristo (su libro
Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pag. 124).
El Dios Todopoderoso, prepar la Tierra con todo lo necesario para satisfacer nuestros
deseos. Hizo la Tierra a perfeccin para nosotros! Y cre al hombre y a la mujer del modo
que mejor les permitira disfrutar a plenitud de la vida en este hogar terrestre para siempre.-Salmo 115:16.
Aunque la primera pareja humana desobedeci a Dios, y as prob que no era digna de
vivir para siempre, el propsito original de Dios no cambi. Tiene que cumplirse! (Isaas
55:11) La Biblia promete: Los justos mismos poseern la tierra, y residirn para siempre sobre ella. (Salmo 37:29) (su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pgs.7 y 9).
Respuestas a las enseanzas anteriores:
Es cierto, que el libro del Gnesis nada dice acerca de que Adn ira al cielo, mas no por
eso se puede negar, que los hombres irn al cielo (Jn 14, 2-3).
Injusto es, querer encontrar en Gnesis, algo que est revelado en otros libros. Por
ejemplo, en Gnesis no se habla de que Adn resucitara, mas no por eso se puede
negar, que los muertos resucitarn (1 Co 15, 21-22).
Tienen razn nuestros hermanos Testigos de Jehov cuando dicen, que la muerte habra de ser el castigo de Adn por su desobediencia y no una puerta a una vida mejor en el
cielo. Claro, porque la muerte de cualquier hombre no es lo que le abre el camino al cielo.
As, la muerte del buen ladrn no fue lo que le abri el camino al Paraso (Lc 23, 42-43), sino la gran misericordia de Dios (Rm 11, 32), por su arrepentimiento y su fe (Lc 23, 39-
41); no es la muerte de los hombres, sino la sangre de Cristo la que abri el camino para ir
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al Santuario celestial (Rm 5, 12-21; Hb 9, 24-26; 10, 19-20). De manera que donde abund
el delito, sobreabund la gracia.
No tienen razn nuestros hermanos Testigos de Jehov, cuando ensean, que slo un grupito de 144, 000 personas recibirn vida eterna en el cielo.
Con respecto a la cifra 144,000 hablaremos ms especficamente a partir de la pg. 52; en este captulo slo nos abocaremos a demostrar, que todos los justos recibirn vida
eterna en el cielo.
Entre otras, en la Biblia encontramos cinco realidades que constatan, que el destino eterno
de todos los justos es el cielo:
1.- Es verdad que la Escritura dice, que los justos heredarn la tierra para siempre:
Un poco ms, y no hay impo, buscas su lugar y ya no est; mas poseern la tierra los humildes y gozarn de inmensa paz (Sal 37, 10-11).
Yahveh conoce los das de los ntegros, su herencia ser eterna Los malvados sern por siempre exterminados, la estirpe de los impos cercenada; los justos
poseern la tierra, y habitarn en ella para siempre (Sal 37, 18.28.29).
Pero aquel que se ampare en mi poseer la tierra y heredar mi monte santo (Is 57, 13).
Todos los de tu pueblo sern justos, para siempre heredarn la tierra; retoo de mis plantaciones, obra de mis manos para manifestar mi gloria (Is 60, 21).
En los textos anteriores podemos ver claramente que: ser humildes, o ser justos,
equivale a lo mismo; y que se promete a todos los justos heredar la tierra para
siempre.
Ahora bien, todos los mandatos y promesas de Dios fueron recibidos por alguien.
Quin recibi la promesa de heredar la tierra para siempre?
2.- Abraham y su descendencia son los justos que recibieron la Promesa de
heredar la tierra para siempre.
S, Dios hizo a Abraham dos promesas casi simultneas:
a) Darle una gran descendencia.
b) Darle a l y a su descendencia la tierra de Canan en posesin perpetua.
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La gran descendencia de Abraham segn la Promesa:
Yahveh dijo a Abram: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostrar. De ti har una nacin grande (Gn 12, 1-2).
Y sacndole afuera, le dijo: Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas. Y le dijo: As ser tu descendencia (Gn 15, 5).
As se converta en padre de todos los creyentes incircuncisos, a fin de que la justicia les fuera igualmente imputada; y en padre tambin de los circuncisos que no se
conforman con la circuncisin, sino que siguen adems las huellas de la fe que tuvo
nuestro padre Abraham antes de la circuncisin (Rm 4, 11-12).
Pues no todos los descendientes de Israel son Israel. Ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos. Sino que por Isaac llevar tu nombre una descendencia; es
decir: no son hijos de Dios los hijos segn la carne, sino que LOS HIJOS DE LA
PROMESA se cuentan como descendencia. Porque stas son las palabras de la promesa:
Por este tiempo volver; y Sara tendr un hijo (Rm 9, 6-9).
As Abraham crey en Dios y le fue reputado como justicia. Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, sos son los hijos de Abraham. La Escritura, previendo que Dios
justificara a los gentiles por la fe, anunci con antelacin a Abraham esta buena nueva: En
ti sern bendecidas todas las naciones. As pues, los que viven de la fe son bendecidos
con Abraham el creyente Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en
maldicin... (Ga 3, 6-10).
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jess. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habis revestido de Cristo: ya no hay judo, ni griego, ni esclavo ni libre; ni
hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jess. Y si sois de Cristo, ya
sois descendencia de Abraham, herederos segn la Promesa (Ga 3, 26-29).
En efecto, no por la ley, sino por la justicia de la fe fue hecha a Abraham y su posteridad la promesa de ser heredero del mundo. Por eso depende de la fe, para ser favor gratuito, a
fin de que la Promesa quede asegurada para toda la posteridad, no tan slo para los de la
ley, sino tambin para los de la fe de Abraham, padre de todos nosotros, como dice la
Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones; padre nuestro delante de Aqul a
quien crey (Rm 4, 13. 16-17).
En los textos anteriores comprobamos, que Dios le prometi a Abraham una descendencia
inmensa, pero no una descendencia segn la carne, sino una descendencia en la fe,
constituida por muchas naciones; constituida por todos los que viven la fe en Cristo (judos
o gentiles).
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La promesa de poseer la tierra para siempre, fue hecha a Abraham y su descendencia:
Yahveh dijo a Abram: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostrar. Tom Abram a Saray, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano... y salieron para dirigirse a Canan. Y llegaron a
Canan (Gn 12, 1.5).
Yahveh se apareci a Abram y le dijo: A tu descendencia he de dar esta tierra (Gn 12, 7).
Pues bien, toda la tierra que ves te la dar a ti y a tu descendencia por siempre (Gn 13, 15).
Aquel da firm Yahveh una alianza con Abraham, diciendo: A tu descendencia he dado esta tierra desde el ro de Egipto hasta el Ro
Grande, el ro Efrates (Gn 15, 18).
Yo te dar a ti y a tu posteridad la tierra en que andas como peregrino, todo el pas de Canan, en posesin perpetua, y yo ser el Dios de los
tuyos (Gn 17, 8).
Reside en esta tierra, y yo te asistir y bendecir; porque a ti y a tu descendencia he de dar todas estas tierras, y mantendr el juramento que
hice a tu padre Abraham (Gn 26, 3).
Dijo Jacob a Jos: El Sadday se me apareci... y me dijo: Mira, yo har que seas fecundo... y dar esta tierra a tu posteridad en propiedad eterna (Gn 48, 3-4).
Mirad: Yo he puesto esa tierra ante vosotros; id a tomar posesin de la tierra que Yahveh jur dar a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, y
a su descendencia despus de ellos (Dt 1, 8).
Los textos anteriores, muestran claramente, que la promesa de poseer la tierra para
siempre, fue hecha a Abraham y su descendencia. As que, queda constatado que
Abraham y su descendencia son los justos que recibieron la promesa de heredar la
tierra para siempre.
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3.- Pero Abraham y su descendencia se declaran forasteros sobre la tierra, y con la
esperanza de heredar una patria celestial.
Escucha mi splica, Yahveh, presta odo a mi grito, no te hagas sordo a mis lgrimas. Pues soy un forastero junto a ti, un husped como todos mis padres (Sal 39, 13).
Un forastero soy sobre la tierra, tus mandamientos no me ocultes (Sal 119, 19).
Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeci y sali para el lugar que haba de recibir en herencia, y sali sin saber a dnde iba. Por la fe peregrin por la Tierra
Prometida como en tierra extraa, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob,
coherederos de las mismas promesas. Pues esperaba la ciudad asentada sobre
cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. En la fe murieron todos ellos, sin
haber conseguido el objeto de las promesas; vindolas y saludndolas desde lejos y
confesndose extraos y forasteros sobre la tierra. Los que tal dicen, claramente dan
a entender que van en busca de una patria; pues si hubieran pensado en la tierra de la
que haban salido, habran tenido ocasin de retornar a ella. Ms bien aspiran a una
mejor, a l a c e l e s t i a l (Hb 11, 8-10.13-16).
As pues, salgamos donde l fuera del campamento, cargando con su oprobio; que no tenemos aqu ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro (Hb 13, 13-14).
Hermanos, sed imitadores mos Porque muchos viven segn os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lagrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la
perdicin que no piensan ms que en las cosas de la tierra. Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Seor Jesucristo (Flp 3, 17-20).
As pues, si habis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde est Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra (Col 3, 1-2).
Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos am, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivific juntamente con Cristo por gracia habis sido salvados y con l nos resucit y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jess (Ef 2, 4-6).
S, en los textos anteriores vemos que, tanto Abraham como su descendencia, quienes
recibieron la promesa de heredar la tierra para siempre, confiesan que son extraos y forasteros sobre la tierra; pues, aspiran a una patria mejor, a la celestial.
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Hasta aqu hemos constatado tres realidades: que todos los justos heredarn la
tierra para siempre (pgina 16); que Abraham y su descendencia son los justos que
recibieron la promesa de heredar la tierra para siempre (pgina 18); pero, que ellos
aspiraban a una patria celestial (pgina 19).
Ahora veremos una cuarta realidad: que Dios colm las aspiraciones de los
patriarcas, pues:
4.- Dios prepar como herencia eterna para Abraham y su descendencia, una
ciudad celestial:
Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeci y sali para el lugar que haba de recibir en herencia, y sali sin saber a dnde iba. Por la fe
peregrin por la Tierra Prometida como en tierra extraa, habitando en
tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas.
Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. En la fe murieron todos ellos, sin haber conseguido el
objeto de las promesas; vindolas y saludndolas desde lejos y
confesndose extraos y forasteros sobre la tierra. Los que tal dicen,
claramente dan a entender que van en busca de una patria; pues si
hubieran pensado en la tierra de la que haban salido, habran tenido ocasin
de retornar a ella. Ms bien aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios
no se avergenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues
l e s t i e n e p r e p a r a d a u n a c i u d a d (Hb 11, 1.8-16).
S, el texto de esta pgina nos muestra, que Abraham y su descendencia recibieron
como herencia eterna, la ciudad deseada: Pues esperaba la ciudad asentada sobre
cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios; vivan como extraos y
forasteros sobre la tierra; y aspiraban a una patria mejor, a l a c e l e s t i a l.
De manera que, lo que Abraham y su descendencia realmente recibieron como
herencia eterna, no fue la tierra literal, sino una ciudad celestial.
Ahora bien, no existe ms que una ciudad celestial, la que describe Ap 21, 2: la
Jerusaln celestial.
Esto significa, que la tierra prometida a todos los justos en herencia para siempre, es smbolo de la Jerusaln celestial.
As que, ningn justo recibir como herencia la tierra literal, su patria eterna es la
Jerusaln del cielo.
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5.- Todos los justos heredarn para siempre la Jerusaln celestial:
En efecto, as como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, as tambin por la obediencia de uno solo todos sern
constituidos justos (Rm 5, 19).
Entonces despidi a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discpulos diciendo: Explcanos la parbola de la cizaa del campo l respondi: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena
semilla son los hijos del Reino; la cizaa son los hijos del Maligno.
El Hijo del hombre enviar a sus ngeles, que recogern de su Reino todos los
escndalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarn en el horno de fuego; all
ser el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarn como el sol en
el Reino de su Padre (Mt 13, 36-38.41- 43).
Entonces dir el Rey a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creacin del mundo Entonces los justos le respondern: Seor, cundo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? Entonces dir tambin a los de su izquierda: Apartaos de m, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ngeles. E irn stos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna (Mt 25, 34.37.41.46).
No os habis acercado a una realidad sensible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, huracn, sonido de trompeta y a un ruido de palabras tal, que suplicaron
los que lo oyeron no se les hablara ms. Vosotros, en cambio, os habis acercado
al Monte Sin, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusaln celestial, a miradas de
ngeles, reunin solemne y asamblea de los primognitos inscritos en los cielos, y
a Dios, juez universal, y a los espritus de los justos llegados ya a su
consumacin, y a Jess, mediador de una nueva Alianza y a la aspersin
purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel (Hb 12, 18-19.22-24).
Pongamos atencin a los textos anteriores:
-En Rm 5, 19 vemos que por la obediencia de Cristo, no slo 144,000, sino todos los
hombres salvados por Cristo, todos sern constituidos justos. -En Mt 13, 36-38.41- 43 vemos que los justos brillarn como el sol en el Reino de su Padre, eso significa que todos los justos son hijos de Dios y que entrarn al cielo. -En Mt 25, 34.37.41.46 Jess premia a los justos: recibid la herencia del Reino; les da el Reino del Padre, puesto que ese es el premio de los justos (ver texto anterior).
-En Hb 12, 18-19.22-24 vemos en la Jerusaln celestial a los espritus de los justos
llegados ya a su consumacin.
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S, los textos de la pgina anterior nos muestran con toda claridad: que todos los justos son
hijos del Padre; que recibirn como herencia el Reino del Padre; que su destino final es la
Jerusaln celestial, la vida eterna en el cielo.
As que, la tierra que realmente heredarn para siempre todos los justos es la Jerusaln celestial.
Por lo tanto, cuando nuestro Seor declara: Bienaventurados los mansos, porque ellos poseern en herencia la tierra (Mt 5, 4), no se refiere literalmente a la tierra, sino a la Jerusaln del cielo, puesto que esa ser la herencia de todos los mansos, de los cuales Jess
mismo es el modelo: Aprended de m, que soy manso y humilde de corazn (Mt 11, 29); de no ser as, tendramos que decir, que la herencia de Jess es la tierra literal, puesto que
l es el ms manso y humilde de corazn de todos los hombres, lo cual sera una completa
locura.
Con base a estas cinco realidades (ya expuestas en este captulo) que nos presenta la Santa
Escritura, acerca de los justos, podemos tener la plena certeza, que en la eternidad, no
habr: un gobierno celestial constituido por ciento cuarenta y cuatro mil justos, y un paraso en la tierra para la inmensa muchedumbre de justos que no forman parte del grupo anterior, sino que todos los justos entrarn al cielo; pues, se ser el nico destino
para todos ellos.
De manera que, no tienen razn nuestros hermanos Testigos de Jehov, cuando ensean que no todos los justos recibirn vida eterna en el cielo.
Nadie dude. Todos los justos entrarn al cielo, su patria eterna es la Jerusaln celestial.
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Captulo III
NI JUAN EL BAUTISTA, NI NINGN JUSTO SER EXCLUIDO DEL CIELO NI ANTERIOR NI POSTERIOR A LA MUERTE DE JESS
Respecto a los que murieron antes que Jess, nuestros hermanos Testigos de Jehov afirman:
David, Job y Juan el Bautizante recibirn una resurreccin a la vida en la Tierra. De
hecho, todos los hombres y mujeres fieles que murieron antes de la muerte de Jess tenan
la esperanza de vivir de nuevo en la Tierra, no en el cielo. Sern resucitados para que estn
entre los sbditos terrestres del reino de Dios. Salmo 72:7, 8; Hechos 17, 31 (su libro Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, pg. 122). Adems, refirindose a Juan el Bautista, dicen: Mateo 11:11 aclara que l no participara
de la gloria del Reino celestial ("Razonamiento a partir de las Escrituras", pg. 75).
Respuestas:
A continuacin veremos que Abraham y Juan el Bautista son dos gigantes de la fe, que
murieron antes de la muerte de Jess; dos justos que de ningn modo podran quedar
excluidos de entrar al cielo:
Abraham entrar al cielo, porque es el padre y modelo de la fe para los creyentes de
todos los tiempos, y porque Dios le prepar la ciudad celestial:
Decimos, en efecto, que la fe de Abraham le fue reputada como justicia... y recibi la seal de la circuncisin como sello de la justicia de la fe que posea
siendo incircunciso.
As se converta en padre de todos los creyentes incircuncisos, a fin de que la
justicia les fuera igualmente imputada; y en padre tambin de los circuncisos
que no se conforman con la circuncisin, sino que siguen adems las huellas de
la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de la circuncisin (Rm 4, 9-12).
As Abraham crey en Dios y le fue reputado como justicia. Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, sos son los hijos de Abraham. La Escritura,
previendo que Dios justificara a los gentiles por la fe, anunci con antelacin a
Abraham esta buena nueva: En ti sern bendecidas todas las naciones. As pues,
los que viven de la fe son bendecidos con Abraham el creyente (Ga 3, 6-9).
Por el contrario, ante la promesa divina, no cedi a la duda con la incredulidad; mas bien, fortalecido en su fe dio gloria a Dios, con el pleno convencimiento de
que poderoso es Dios para cumplir lo prometido. Por eso le fue reputado como
justicia. Y la Escritura no dice solamente por l que le fue reputado, sino
tambin por nosotros, a quienes ha de ser imputada la fe, a nosotros que
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creemos en Aquel que resucit de entre los muertos a Jess Seor nuestro, quien
fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificacin (Rm 4, 20-25).
Los textos anteriores nos muestran a Abraham, como padre y modelo de la fe, incluso de
los apstoles. Cmo podra descartarse de ir al cielo, al mismo modelo de la fe? Adems,
en el segundo y tercer textos, leemos: los que viven de la fe son bendecidos con
Abraham y la Escritura no dice solamente por l que le fue reputado, sino tambin por nosotros a quienes ha de ser imputada la fe; estas expresiones ponen de manifiesto que, los privilegios espirituales y celestiales que Dios derrama sobre los apstoles y
muchos otros justos, los derrama en primer lugar sobre Abraham.
Nadie se engae, las Escrituras claramente muestran que Abraham, heredar el cielo:
Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeci... Por la fe, peregrin por la Tierra Prometida como en tierra extraa,... lo mismo que Isaac y Jacob,
coherederos de las mismas promesas. Pues esperaba la ciudad asentada sobre
cimientos, CUYO ARQUITECTO Y CONSTRUCTOR ES DIOS. Por lo cual tambin de uno solo y ya gastado nacieron hijos, numerosos como las
estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar. En la fe
murieron todos ellos, sin haber conseguido el objeto de las promesas: vindolas y
saludndolas desde lejos y confesndose extraos y forasteros sobre la tierra. Los
que tal dicen, claramente dan a entender que van en busca de una patria; pues si
hubiesen pensando en la tierra de la que haban salido, habran tenido ocasin de
retornar a ella. Ms bien aspiran a una mejor, A LA CELESTIAL. Por eso Dios
no se avergenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada
una ciudad (Hb 11, 8-10.12-16).
Este ltimo texto, nos manifiesta claramente: que Abraham y su descendencia aspiraban a
vivir en la ciudad celestial, y que vivirn en ella.
As que, no es verdad la enseanza de nuestros hermanos Testigos de Jehov, segn la cual, todos los justos que murieron antes de Jess tenan la esperanza de vivir nuevamente
en la Tierra (ver pg. anterior).
Juan el Bautista entrar al cielo, as lo manifiesta implcitamente Jess, al exaltarlo
como el ms grande de los profetas:
Lo escrito en Mt 11, 11 no significa, que Juan el Bautista est descartado de ser hijo de
Dios y de ir al cielo, como interpretan nuestros Testigos de Jehov.
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Es cierto que el Seor Jess dijo:
En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el ms pequeo EN EL REINO DE LOS
CIELOS es mayor que l (Mt 11, 11).
Pero, con la declaracin anterior, Jess no quiso decir, que Juan el Bautista no ira al Cielo.
Lo que el Seor quiso decir es que, el que entre al Reino de los Cielos, ya es mucho ms
grande que cualquiera que todava no haya entrado; es una invitacin a esforzarse por
entrar al Reino de los cielos. Por eso tambin declar:
No pensis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. S, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarn antes que
pase una i o una tilde de la Ley, sin que todo suceda. Por lo tanto, el que traspase
uno de estos mandamientos ms pequeos y as los ensee a los hombres, ser el
ms pequeo EN EL REINO DE LOS CIELOS; en cambio, el que los observe
y los ensee, ese ser grande EN EL REINO DE LOS CIELOS (Mt 5, 17-19).
De acuerdo a lo declarado en Mt 5, 17-19:
- Juan el bautista no ser el ms pequeo en el reino de los cielos, porque l no traspas alguno de los mandamientos ms pequeos y as lo ense a los hombres.
- Juan el Bautista ser grande en el Reino de los Cielos, porque l observ y ense a observar todos los mandamientos de la Ley y los Profetas (ver Mt 14, 3-12); as que,
entrar al cielo. O no?
Adems, en los siguientes textos podemos ver, que el Seor Jess declara implcitamente
que Juan el Bautista entrar al Reino de los cielos:
Entonces a qu salisteis?, A ver a un profeta? S, os digo, y ms que un profeta (Mt 11, 9).
All ser el llanto y el rechinar de dientes, cuando veis a Abraham, Isaac y Jacob, y a todos los profetas EN EL REINO DE DIOS, mientras a vosotros os
echan fuera. Y vendrn de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrn a
la mesa en el Reino de Dios (Lc 13, 28-29; Mt 8, 11-12).
Si Jess declara, que entre todos los nacidos de mujer, no ha surgido ninguno mayor que
Juan (Mt 11, 11), entonces Juan es mayor que el mismo Abraham y que todos los profetas.
Y si Abraham, junto con todos los profetas, van a estar en el Reino de Dios, con mayor
razn estar ah Juan el Bautista, puesto que l es un profeta, y ms que un profeta. O no?
Queda claro que, lo escrito en Mt 11, 11 no significa que Jess haya descartado a Juan el
Bautista, de ser hijo de Dios y de ir al cielo, como interpretan nuestros hermanos Testigos de Jehov.
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As que, no es verdad que David, Job, Juan el Bautista, y todos los justos que murieron
antes que Jess tenan la esperanza de vivir de nuevo en la Tierra, y no en el cielo, como
afirman nuestros hermanos Testigos de Jehov.
Respecto a los justos posteriores a la muerte de Jess, nuestros hermanos Testigos de Jehov afirman:
Por ms de 1900 aos hubo un recogimiento del rebao pequeo de 144,000 cristianos que gobernaran con Cristo. Solo unos cuantos de stos quedan en la Tierra; la mayora ya
est gobernando con Cristo en el cielo. (Lucas 12:32; Revelacin 20:6) Pero, refirindose a
otros cristianos, Jess dijo: Tengo otras ovejas, que no son de este redil (del rebao pequeo); a sas tambin tengo que traer, y escucharn mi voz, y llegarn a ser un solo rebao, un solo pastor. (Juan 10:16) Ahora se est recogiendo a una grande muchedumbre de estas otras ovejas. Estas personas sern las primeras de la nueva tierra. Jehov las proteger a travs de la grande tribulacin al fin de este sistema inicuo para que sigan viviendo y entren en el paraso terrestre.-Revelacin 7:9, 10, 13-15.
(Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra pg. 163 y 164).
Segn lo anterior, Jess tiene un rebao pequeo de 144,000 cristianos justos, y aparte una
grande muchedumbre de cristianos justos, a los que llama otras ovejas, las cuales no entrarn al cielo, sino que vivirn un paraso en la Tierra.
A continuacin mostraremos, que las otras ovejas de Jess tambin sern llevadas al cielo.
Las otras ovejas de Jess tambin entrarn al cielo.
La interpretacin de nuestros hermanos Testigos de Jehov acerca de Jn 10, 16 es totalmente contraria al mensaje de Cristo, pues, nunca pas por su mente el deseo de tener
un rebao pequeo de 144,000 ovejas, y una grande muchedumbre de otras ovejas; al contrario, quiso que sus otras ovejas dejaran de ser otras ovejas; para que en unin con los Apstoles y dems cristianos judos, formaran un solo rebao con un solo pastor.
Escuchemos:
Tambin tengo otras ovejas, que no son de este redil; tambin a sas las tengo que conducir y escucharn mi voz; y habr un solo rebao y un solo pastor (Jn 10, 16).
Y vendrn de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrn a la mesa en el Reino de Dios (Lc 13, 29).
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En otro tiempo vosotros, los gentiles estabais lejos de Cristo, excluidos de la ciudadana de Israel y extraos a las alianzas de la Promesa... Mas ahora, en Cristo
Jess, habis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo. Porque l es nuestra paz:
el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la
enemistad. As pues, ya no sois extraos ni forasteros, sino conciudadanos de los
santos y familiares de Dios (Ef 2, 11- 14.19).
Al declarar: Tengo otras ovejas, que no son de este redil, Jess se refiere a las ovejas que no son del redil judo; a los discpulos que vendrn de la gentilidad, los cuales, junto
con los Apstoles y dems cristianos judos se pondrn a la mesa en el Reino de Dios, y habr un solo rebao y un solo pastor. En Ef 2, 11-14.19 constatamos, que Jess nunca se propuso tener un rebao pequeo de 144,000 ovejas, y una grande muchedumbre de otras ovejas; todo lo contrario, con su muerte, derrib las diferencias entre discpulos judos y gentiles, y form un solo pueblo;
es decir un solo rebao.
De manera que, ya no existen otras ovejas, ahora, todos los cristianos no judos, son conciudadanos de los santos y familiares de Dios, y al igual que los apstoles y dems cristianos judos, tambin sern llevados al cielo (Jn 14, 1-3).
Ampliamente hemos visto, que todos los justos anteriores y posteriores a la muerte de
Jess entrarn al cielo.
Est claro que, ni Juan el Bautista, ni ningn justo ser excluido del cielo.
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Captulo IV
TODOS LOS JUSTOS LLENAN EL REQUISITO PARA ENTRAR AL CIELO TANTO LOS DEL ANTIGUO, COMO LOS DEL NUEVO TESTAMENTO
El cielo es la morada de Dios.
Entre otras cosas, nuestros hermanos Testigos de Jehov, dicen que el cielo es la morada de Jehov y de sus criaturas espirituales (su libro Razonamiento a partir de las Escrituras, pg. 71).
Es verdad que el cielo es la morada de Dios.
Ahora bien, en la pg. 8 de este trabajo, hemos explicado que nuestros hermanos antes
mencionados aceptan, que entrar a la Nueva Jerusaln equivale a entrar al cielo. Y tienen
razn, porque la Ciudad Santa, la Nueva Jerusaln o Jerusaln celestial es la morada de
Dios (Ap 21, 2.3.10). Tambin vimos en la misma pg. 8, que nuestros hermanos Testigos de Jehov afirman, que solamente 144,000 personas tendrn el privilegio de entrar al cielo.
En este captulo ampliamente demostraremos que, no es verdad que nicamente 144,000
personas entrarn a la ciudad celestial, sino que todos los justos, tanto del Antiguo como
del Nuevo Testamento llenan el requisito para entrar al cielo.
Requisito para entrar al cielo.
Los textos siguientes sealan claramente que, para entrar al cielo, a la Jerusaln celestial,
es requisito: estar inscrito en el libro de la vida del Cordero o disponer del rbol de la
vida.
Me traslad en espritu a un monte grande y alto y me mostr la Ciudad santa de Jerusaln, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y tena la gloria de Dios.
Nada profano entrar en ella, ni los que cometen abominacin y mentira, sino
SOLAMENTE LOS INSCRITOS EN EL LIBRO DE LA VIDA DEL
CORDERO (Ap 21, 10-11.27).
Dichosos los que laven sus vestiduras, as podrn disponer DEL RBOL DE LA VIDA Y ENTRARN POR LAS PUERTAS EN LA CIUDAD (Ap 22, 14).
Libro de la vida del Cordero y rbol de la vida, es lo mismo.
Mirando los dos textos anteriores, cualquiera puede comprender que: estar inscrito en el
Libro de la vida del Cordero o disponer del rbol de la vida, es lo mismo, es el requisito
para entrar al cielo. Por lo que se deduce que: Libro de la vida del Cordero o rbol de la
vida, es lo mismo.
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Cuntos llenan el requisito para entrar al cielo?
En su libro Apocalipsis, pg. 310 y pie de pg., nuestros hermanos Testigos de Jehov, afirman: Solo los que estn escritos en el rollo de la vida del Cordero, los 144.000, entrarn finalmente en la Nueva Jerusaln. (Revelacin 13:8; Daniel 12:3.).
Ntese que el rollo de la vida del Cordero contiene solo los nombres de los 144.000 miembros del Israel espiritual. Por eso difiere del rollo de la vida, que incluye a los que reciben vida en la Tierra. (Revelacin 20:12.).
En la pag. 58 del mismo libro aseguran nuestros hermanos ya mencionados, que del libro de la vida se pueden borrar los nombres. Implcitamente afirman que del libro de la vida del Cordero no se pueden borrar los nombres.
Si las afirmaciones anteriores fueran correctas, entonces, nicamente 144,000 personas
llenaran el requisito para entrar al cielo.
Pero basados en las Escrituras, constataremos que, los justos de toda la humanidad llenan
el requisito para entrar a la Jerusaln del cielo. Para iniciar, mostraremos con claridad tres
cosas:
- Que en el Libro de la vida del Cordero estn inscritos todos los que van a recibir vida eterna.
- Que en el Libro de la vida del Cordero, los nombres pueden ser agregado o borrados. - Que Libro de la vida y Libro de la vida del Cordero, es un mismo libro.
En el Libro de la vida del Cordero estn inscritos todos los que van a recibir
vida eterna.
Escuchemos con atencin lo que dice la Escritura:
Y se postraron ante el Dragn, porque haba dado el podero a la Bestia diciendo: Quin como la Bestia? Y quin puede luchar contra ella?
Y LA ADORARN TODOS LOS HABITANTES DE LA TIERRA CUYO
NOMBRE NO EST INSCRITO, DESDE LA CREACIN DEL MUNDO,
EN EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO DEGOLLADO (Ap 13, 4. 8).
El texto anterior seala que, con respecto a la salvacin, no hay gente intermedia,
sino que, para toda la humanidad slo existen dos grupos de personas a los que se
puede pertenecer:
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1. Los que no estn inscritos en el libro de la vida del Cordero. Todos ellos adorarn a la
Bestia, y, por lo tanto, sufrirn la segunda muerte o condenacin eterna. Escuchemos:
Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y acepta la marca en su frente o en su mano, tendr que beber tambin del vino del furor de Dios, que est preparado,
puro en la copa de su clera. Ser atormentado CON FUEGO Y AZUFRE, delante
de los santos ngeles y delante del Cordero. Y la humareda de su tormento se
eleva por los siglos de los siglos; no hay reposo, ni de da, ni de noche, para los
que adoran a la Bestia y a su imagen, ni para el que acepta la marca de su nombre (Ap 14, 9-11).
Pero los cobardes, los incrdulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idlatras y todos los embusteros tendrn su parte en el lago que
arde con FUEGO Y AZUFRE: QUE ES LA MUERTE SEGUNDA (Ap 21, 8).
2. Los que estn inscritos en el libro de la vida del Cordero. Todos ellos recibirn vida
eterna, y llenan el requisito para entrar al cielo (ver Ap 21, 10-11.27, en pg. 28).
De manera que, en el Libro de la vida del Cordero forzosamente tienen que estar inscritos
los nombres de todos los justos que van a recibir vida eterna, y no slo los de un grupito de
144,000 personas, pues, de no ser as, slo ese grupito se salvara, ya que todos los que no
estn inscritos en ese libro, sufrirn la condenacin eterna.
En el Libro de la vida del Cordero se pueden inscribir o borrar los nombres.
En la pg. 28 hemos visto que: Libro de la vida del Cordero o, rbol de la vida, es lo
mismo.
Por lo tanto, advertir que se puede conceder o quitar a alguien, el privilegio de participar
en el rbol de la vida, equivale a advertir, que se puede inscribir o borrar el nombre de
alguien, del Libro de la vida del Cordero. Observemos los textos siguientes:
Tienes paciencia: y has sufrido por mi nombre sin desfallecer... El que tenga odos, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias: al vencedor LE DAR A
COMER DEL RBOL DE LA VIDA que est en el Paraso de Dios (Ap 2, 3-7).
Y si alguno quita algo a las palabras de este libro proftico, Dios le quitar SU PARTE EN EL RBOL DE LA VIDA y EN LA CIUDAD SANTA, que se
describen en este libro (Ap 22, 19).
S, en el Libro de la vida del Cordero se pueden inscribir los nombres de todos los que
salgan vencedores en las pruebas; y tambin se pueden borrar los nombres de los que
abandonen el bien y se dejen vencer por el mal.
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Libro de la vida del Cordero y Libro de la vida, es un mismo libro.
Su nombre comn es libro de la vida, pero tambin se le llama libro de la vida del Cordero; a continuacin vamos a explicar por qu recibe estos dos nombres: Todos sabemos que Jesucristo es la vida (Jn 1,4; 1Jn 1,2); que l es el autor de la vida (Hch
3, 15); y que dispone de la vida y la da a quien quiere (Jn 5, 21).
Cualquiera puede comprender: que siendo Jess el dueo de la vida, sea tambin el dueo
del Libro de la vida; y que por eso, a ese libro tambin se le llama libro de la vida del Cordero degollado, ya que Jess es el Cordero degollado (Ap 5, 6). Adems, al hacer la promesa: El vencedor ser as revestido de blancas vestiduras Y NO BORRAR SU NOMBRE DEL LIBRO DE LA VIDA (Ap 3, 5), implcitamente Jess est declarando que, el libro de la vida est en sus manos, bajo su pleno dominio; por eso puede borrar, el nombre de quien no salga vencedor en las pruebas.
S, Jess es el que dispone del libro de la vida; por esta razn, a este mismo libro, en Ap 13, 8; 21, 27, se le menciona como libro de la vida del Cordero. As que, es fcil comprender que libro de la vida y libro de la vida del Cordero", es un mismo libro.
Pero vamos a constatar esta realidad, de una manera ms clara, al comparar los siguientes
textos:
Y vi surgir del mar una Bestia que tena diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas ttulos blasfemos. Una de sus cabezas
pareca herida de muerte, pero su llaga mortal se le cur; entonces la tierra entera
sigui maravillada A LA BESTIA... y se postraron ante la Bestia diciendo Quin
como la Bestia?
Y la adorarn TODOS LOS HABITANTES DE LA TIERRA, CUYO NOMBRE
NO EST INSCRITO, DESDE LA CREACIN DEL MUNDO, EN EL LIBRO
DE LA VIDA DEL CORDERO DEGOLLADO (Ap 13, 1.3-4.8).
La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir del Abismo, pero camina hacia su destruccin. LOS HABITANTES DE LA TIERRA, CUYO NOMBRE
NO FUE INSCRITO DESDE LA CREACIN DEL MUNDO EN EL LIBRO DE
LA VIDA, se maravillarn al ver QUE LA BESTIA era y ya no es, pero que
reaparecer (Ap 17, 8).
Pongamos atencin a lo resaltado en los dos textos anteriores: observemos que, lo que se
dice de Libro de la vida del Cordero y, lo que se dice de Libro de la vida, es exactamente lo mismo; constatemos que, con las mismsimas palabras en ambos textos, se
dicta la misma sentencia: todos los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue inscrito, desde la creacin del mundo, en el libro de la vida del Cordero o en el libro de la vida, todos ellos se maravillarn ante la Bestia y la adorarn.
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Lo anterior nos bastara para darnos cuenta que: Libro de la vida del Cordero y Libro de la vida es exactamente lo mismo. Pero vamos a abundar:
LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO. En Ap 13, 1.8 vemos:
Que todos los que estn inscritos en este libro, no adorarn a la Bestia.
Que todos los que no estn inscritos en este libro, adorarn a la Bestia y, por lo tanto,
sufrirn la muerte segunda o condenacin eterna.
As que, forzosamente todos los que van a recibir vida eterna deben estar registrados en
este libro.
LIBRO DE LA VIDA. En Ap 17, 8 vemos:
Que todos los que estn inscritos en este libro, no adorarn a la Bestia.
Que todos los que no estn inscritos en este libro, adorarn a la Bestia y, por lo tanto,
sufrirn la muerte segunda o condenacin eterna.
As que, forzosamente todos los que van a recibir vida eterna deben estar registrados en
este libro.
Los dos textos anteriores muestran: que todo el que no este inscrito en el Libro de la vida del Cordero, adorar a la Bestia y, por lo tanto, se condenar; que todo el que no est inscrito en el Libro de la vida, adorar a la Bestia y, por lo tanto, se condenar. Entonces, podemos comprender que, no es verdad que Libro de la vida y Libro de la vida del Cordero, sean dos libros diferentes. No pueden ser dos libros diferentes, puesto que, lo que se dice en el Libro de la vida del Cordero y lo que se dice en el Libro de la vida, es exactamente lo mismo. Pero, tampoco pueden ser dos libros idnticos, pues sera absurdo que existieran dos libros
repetidos, con la misma funcin, de registrar a todos los que no adoran a la Bestia, y que
van a recibir vida eterna.
No queda ms que con humildad confesar, que cuando las Escrituras mencionan Libro de la vida o Libro de la vida del Cordero, se refieren al mismo libro.
Todos los que estn inscritos en el Libro de la vida, llenan el requisito para entrar al
cielo.
Si en las pginas 28 y 31 ya hemos visto:
-Que, Libro de la vida del Cordero y rbol de la vida, es lo mismo.
-Que, Libro de la vida del Cordero y Libro de la vida, es lo mismo.
Entonces se concluye que: rbol de la vida, Libro de la vida del Cordero y Libro de la
vida, es lo mismo.
Por lo tanto, todos los que tengan acceso al rbol de la vida o estn inscritos en el Libro de la vida del Cordero o Libro de la vida, llenan el requisito para entrar al cielo.
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Todos los justos del Antiguo Testamento estn inscritos en el Libro de la vida:
Al da siguiente dijo Moiss al pueblo: Yo voy a subir ahora donde Yahveh; acaso pueda obtener la expiacin de vuestro pecado. Volvi Moiss donde Yahveh
y dijo: Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro.
Con todo, si te dignas perdonar su pecado... y si no, brrame del libro que has
escrito. Yahveh respondi a Moiss: Al que peque contra mi, LE BORRAR YO
DE MI LIBRO (Ex 32, 30-33).
Porque acosan al que t has herido, y aumentan la herida de tu vctima. Culpa aada a su culpa, no tengan ms acceso a tu justicia; DEL LIBRO DE LA VIDA
SEAN BORRADOS, no sean inscritos con los justos (Sal 69, 27-29).
En aquel tiempo se salvar tu pueblo: TODOS LOS QUE SE ENCUENTREN INSCRITOS EN EL LIBRO. Muchos que duermen en el polvo de la tierra se
despertarn, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno (Dn 12, 1-2).
Los pasajes bblicos anteriores hablan de los justos y de los pecadores del A. T.; los justos
estn inscritos en el Libro de la vida y, los malvados no.
En Ex 32, 30-33, miremos cmo Moiss intercede por el pueblo que ha pecado, pidiendo
ser borrado del Libro de la vida, en caso de no ser escuchado. Pero Dios le manifiesta que
slo sern borrados los malvados que pecan contra l; eso significa que no borr a Moiss,
por lo tanto, Moiss y todos los que no pecaron con el dolo de oro, estn inscritos en el
Libro de la vida.
En Sal 69, 27-29, se pone de manifiesto que todos los justos son inscritos en el Libro de la
vida, mientras que todos los malvados son borrados.
En Dn 12, 1-2 se declara, que todos los justos que murieron estn inscritos en el Libro de
la vida y se levantarn para vida eterna, mientras los malvados irn al horror eterno.
Queda claro que: todos los justos del Antiguo Testamento estn inscritos en el Libro de la
vida.
Todos los justos del Nuevo Testamento estn inscritos en el Libro de la vida:
Ruego a Evodia, lo mismo que a Sntique, tengan un mismo sentir en el Seor. Tambin te ruego a ti, Scigo, verdadero compaero, que las ayudes, ya que
lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y dems
colaboradores mos, cuyos nombres estn EN EL LIBRO DE LA VIDA (Flp. 4, 2-3).
Al ngel de la Iglesia de feso, escribe: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que camina entre los siete candeleros de oro. Conozco tu
conducta: tus fatigas y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malvados y que
pusiste a prueba a los que se llaman apstoles sin serlo y descubriste su
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engao. Tienes paciencia: y has sufrido por mi nombre sin desfallecer... El que
tenga odos, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias: al vencedor le dar a comer
DEL RBOL DE LA VIDA que est en el Paraso de Dios (Ap 2, 1-7).
Al ngel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los siete Espritus de Dios y las siete estrellas... El vencedor ser as revestido de blancas vestiduras
Y NO BORRAR SU NOMBRE DEL LIBRO DE LA VIDA... El que tenga
odos, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias (Ap 3, 1-6).
Que el injusto siga cometiendo injusticias y el manchado siga manchndose; que el justo siga practicando la justicia y el santo siga santificndose... Dichosos los
que laven sus vestiduras, as podrn disponer DEL RBOL DE LA VIDA Y
ENTRARN POR LAS PUERTAS EN LA CIUDAD (Ap 22, 11-14).
Yo advierto a todo el que escuche las palabras profticas de este libro: si alguno aade algo sobre esto, Dios echar sobre l las plagas que se describen en este
libro. Y si alguno quita algo a las palabras de este libro proftico, Dios le quitar
su parte EN EL RBOL DE LA VIDA y EN LA CIUDAD SANTA, que se
describen en este libro (Ap 22, 18-19).
Los pasajes bblicos anteriores implcita o explcitamente muestran, que todos los justos
del N. T. tienen acceso al rbol de la vida, que es lo mismo que estar inscritos en el Libro
de la vida.
Queda claro que todos los justos del N. T. estn inscritos en el Libro de la vida.
Ahora bien, si el requisito para entrar al cielo, es estar inscrito en el Libro de la vida,
entonces, todos los hombres buenos de toda la humanidad podrn entrar al cielo. Pues, ya
hemos visto que todos los justos, tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento, estn
inscritos en el Libro de la vida.
Jess abri el camino al cielo tanto a los justos del A. T., como a los del N. T.
Si todos los justos del Antiguo Testamento, por estar inscritos en el libro de la vida, llenan
el requisito para entrar al cielo, entonces, por qu el Seor Jess declar que ningn
hombre haba ascendido al cielo? (Jn 3, 13).
Respuesta: Aunque esos justos llenaban el requisito para ir al cielo, el camino para entrar
en se Santuario de Dios, no estaba abierto todava. Fue inaugurado para los justos de toda
la humanidad, con la muerte y resurreccin del Seor Jesucristo. As lo testifica la
Escritura:
Pero Jess, dando de nuevo un fuerte grito, exhal el espritu. En esto, el velo del Santuario se rasg en dos, de arriba abajo; tembl la tierra y las rocas se hendieron.
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Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y,
saliendo de los sepulcros despus de la resurreccin de l, entraron en la Ciudad
Santa y se aparecieron a muchos (Mt 27, 50-53).
Pues no penetr Cristo EN UN SANTUARIO hecho por mano del hombre, en una reproduccin del verdadero, SINO EN EL MISMO CIELO,... y no para
ofrecerse a s mismo repetidas veces al modo como el Sumo Sacerdote entra cada
ao en el santuario con sangre ajena. Para ello habra tenido que sufrir muchas
veces DESDE LA CREACION DEL MUNDO (Hb 9,24-26).
Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar EN EL SANTUARIO en virtud de la sangre de Jess, POR ESTE CAMINO NUEVO Y VIVO,
INAUGURADO POR L para nosotros,... acerqumonos con sincero corazn (Hb 10, 19-20.22).
Con respecto a la eternidad, slo existen dos sentencias para el hombre: entrar al
cielo, o condenacin eterna!
Hemos mostrado que Libro de la vida del Cordero y Libro de la vida, es un mismo libro; que estar inscrito en ese libro es el requisito para entrar al cielo. Y todo el que no
est inscrito en l sufrir la condenacin eterna. Recordemos los siguientes textos:
Entonces la tierra entera sigui maravillada A LA BESTIA... y se postraron ante la Bestia diciendo Quin como la Bestia? y la adorarn TODOS LOS
HABITANTES DE LA TIERRA CUYO NOMBRE NO EST INSCRITO,
DESDE LA CREACIN DEL MUNDO, EN EL LIBRO DE LA VIDA DEL
CORDERO DEGOLLADO (Ap 13, 3-4.8).
La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir del Abismo, pero camina hacia su destruccin. LOS HABITANTES DE LA TIERRA, CUYO NOMBRE
NO FUE INSCRITO DESDE LA CREACIN DEL MUNDO EN EL LIBRO DE
LA VIDA, se maravillarn al ver QUE LA BESTIA era y ya no es, pero que
reaparecer (Ap 17, 8).
Y el mar devolvi los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado segn sus obras. La Muerte y
el Hades fueron arrojados al lago de fuego ESTE LAGO DE FUEGO ES LA MUERTE SEGUNDA- Y EL QUE NO SE HALL INSCRITO EN EL LIBRO
DE LA VIDA fue arrojado al lago de fuego (Ap 20, 13-15).
As que, nadie se engae!
Porque con respecto a la eternidad, para todos los hombres, tanto para los que vivieron
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antes de la venida de Jesucristo al mundo, como para los que han vivido y vivirn despus,
slo existen dos sentencias:
-ENTRAR AL CIELO.- Todos los que estn inscritos en el Libro de la vida, que no adoran a la Bestia, que son vencedores del mal, tienen como destino entrar al cielo.
-CONDENACIN ETERNA.- Todos los que no estn inscritos en el Libro de la vida, que adoran a la Bestia, que son vencidos por el mal, tienen como destino la muerte segunda o
condenacin eterna.
No queda ningn tipo de gente intermedia, que tenga como destino habitar un paraso
terrenal.
Resumen:
Hemos visto que, el cielo es la morada de Dios.
Hemos visto que, para entrar al cielo es requisito estar inscrito en el Libro de la vida del Cordero o disponer del rbol de la vida. Hemos visto que, Libro de la vida del Cordero y rbol de la vida, es lo mismo. Hemos visto, cuntos llenan el requisito para entrar al cielo?
Hemos visto que, en el Libro de la vida del Cordero, estn registrados todos los hombres que recibirn vida eterna.
Hemos visto que, del Libro de la vida del Cordero se pueden agregar o borrar los nombres.
Hemos visto que, Libro de la vida del Cordero y Libro de la vida, es el mismo libro. Hemos visto que, todos los que estn inscritos en el Libro de la vida, llenan el requisito para entrar al cielo.
Hemos visto que, todos los justos del A. T., por estar inscritos en el Libro de la vida, entran al cielo.
Hemos visto que, todos los justos del N. T., por estar inscritos en el libro de la vida, entran al cielo.
Hemos visto que, Jess abri el camino al cielo para todos los justos, tanto del A. T. como
del N. T.
Hemos visto que, slo existen dos sentencias para el hombre: entrar al cielo, o ir a la
condenacin eterna.
Hemos concluido: que no queda gente intermedia que est destinada a vivir un paraso en
la Tierra.
Es suficiente lo expuesto hasta aqu, para afirmar que todas las enseanzas de nuestros
hermanos Testigos de Jehov, que hemos presentado al principiar este trabajo, son totalmente invalidas. Sin embargo, abundaremos con nuestras explicaciones un poco ms,
en los siguientes captulos.
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Captulo V
LA GRAN MUCHEDUMBRE ENTRAR AL CIELO PORQUE NADIE MEJOR QUE ELLA LLENA LOS REQUISITOS
Afirmaciones de nuestros hermanos Testigos de Jehov:
Refirindose a los 144,000, dicen: Slo los cristianos ungidos que de veras lavan sus ropas largas para estar limpios ante los ojos de Jehov tienen el privilegio de ir a los rboles de la vida. Es decir, reciben el derecho y ttulo a la vida inmortal en su puesto en los cielos (pg. 317 de su libro Apocalipsis).
Refirindose a la incontable multitud de justos descrita en Ap 7, 9-17, dicen: Los de la
gran muchedumbre en la Tierra tambin han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero, y tienen que mantenerse en su condicin limpia delante de Dios (pg. 317 de su libro Apocalipsis).
As que, afirman que los 144,000 irn al cielo porque de veras han lavado sus vestiduras. En cambio, los justos de la gran muchedumbre, aunque tambin hayan lavado sus vestiduras, no irn al cielo, sino que recibirn vida eterna en la Tierra.
Pongamos atencin a lo que San Juan vio en su revelacin:
Despus mir y haba una muchedumbre inmensa, que nadie podra contar, de toda nacin, razas, pueblos y lenguas, de pie delante de trono y del Cordero,
VESTIDOS CON VESTIDURAS BLANCAS y con palmas en sus manos. Y
gritan con fuerte voz: La salvacin es de nuestro Dios, que est sentado en el trono, y del Cordero. Y todos los ngeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en
tierra, y adoraron a Dios diciendo: Amn. Alabanza, gloria, sabidura, accin de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amn. Uno de los Ancianos tom la palabra y me dijo: Esos que estn VESTIDOS CON VESTIDURAS BLANCAS quines son y de dnde han venido? Yo le respond: Seor mo, t lo sabrs. Me respondi: Esos son los que vienen de la gran tribulacin; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del
Cordero. Por eso estn delante del trono de Dios, dndole culto da y noche en su
Santuario; y el que est sentado en el trono extender su tienda sobre ellos. Ya no
tendrn hambre ni sed; ya no les molestar el sol ni bochorno alguno. Porque el
Cordero que est en medio del trono los apacentar y los guiar a los manantiales
de las aguas de la vida. Y Dios enjugar toda lagrima de sus ojos (Ap 7, 9-17).
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En el texto de la pgina anterior podemos ver que, la gran muchedumbre llena dos de las
condiciones para entrar al cielo:
1. Ha pasado por la gran tribulacin. 2. Ha lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
S, la Escritura dice que para entrar al Reino de Dios, es necesario pasar por la tribulacin
y mantenerse fiel. Escuchemos:
Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el REINO DE DIOS (Hch 14, 22).
Yo, Juan, vuestro hermano y compaero de la tribulacin, DEL REINO y de la paciencia, en Jess (Ap 1, 9).
Conozco tu tribulacin... No temas por lo que vas a sufrir; el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la crcel para que seis tentados, y sufriris una
tribulacin de diez das. Mantente fiel hasta la muerte y TE DAR LA CORONA
DE LA VIDA. El que tenga odos, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias: EL
VENCEDOR NO SUFRIR DAO DE LA MUERTE SEGUNDA (Ap 2, 9-11).
El vencedor SER AS REVESTIDO DE BLANCAS VESTIDURAS y no borrar su nombre del libro de la vida... El que tenga odos, oiga lo que el Espritu
dice a las Iglesias (Ap 3, 5-6).
Observemos los textos anteriores, y comparmoslos con Ap 7, 9-17 (pg. anterior) que se
refiere a la gran muchedumbre: Quin no se da cuenta que la muchedumbre cumple las
condiciones para entrar en el cielo, por haberse mantenido fiel en la tribulacin?
Podemos estar seguros que: todos los de la gran muchedumbre son como San Pablo y San
Juan, gente muy fiel a Jess, probada en el sufrimiento, hasta sufrir la muerte; son
vencedores del mal; vienen de la gran tribulacin; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero; son merecedores de la Corona de la vida; no sufrirn dao de la Muerte segunda; andarn con Cristo, revestidos de blancas vestiduras y no sern borrados sus nombres del libro de la vida.
As que por haber pasado por la gran tribulacin, la gran muchedumbre puede entrar al
cielo.
La Escritura tambin dice, que los que laven sus vestiduras tendrn el derecho a entrar al
cielo, a la Ciudad santa, a la Jerusaln celestial. Escuchemos:
Dichosos los que laven sus vestiduras, as podrn disponer DEL RBOL DE LA VIDA Y ENTRARN POR LAS PUERTAS EN LA CIUDAD (Ap 22, 14).
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A nadie se le puede aplicar mejor, lo que dice el texto anterior, que a la muchedumbre de
Ap 7, 9-17 (ver pgina 37).
Ella, por haber lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero, puede
disponer del rbol de la vida y entrar por las puertas de la Ciudad. En qu Ciudad?
Naturalmente que en la Jerusaln celestial.
Sin embargo, nuestros hermanos ya mencionados dicen: slo los ungidos que de veras
laven sus vestiduras pueden entrar al cielo (su libro Apocalipsis, pg. 317). Pero con estas palabras no pueden contradecir nada, pues, acaso lavar y blanquear las vestiduras en
la sangre del Cordero no es lavarlas de verdad? O, de qu manera se tienen que lavar,
para que de veras estn lavadas? No existe otra forma de lavar las vestiduras, para entrar al
cielo, sino por la sangre de Jesucristo.
Objecin:
En la pag. 77 de su libro Razonamiento a partir de las Escrituras, nuestros hermanos Testigos de Jehov, refirindose a esa gran muchedumbre incontable que vio San Juan en Ap 7, 9-17, explican: De ellos Revelacin no dice como lo hace en el caso de los 144,000- que hayan sido comprados de la tierra para estar con Cristo en el monte Sin celestial. (Rev. 14:1-3).
Contestamos: Lavar o comprar con la sangre del Cordero, es lo mismo.
Observemos lo resaltado en los siguientes textos: con bold, con cursivas, o subrayado: