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El amor no es ciego Un frio ocaso de otoño las ventanas gritaban por mi y las calles sordas no escuchaban. Me recosté en mi cama, sentí las sabanas cálidas sobre mi piel y comencé a leer ese ensayo de Sábato, como no tenia luz eléctrica por problemas económicos que no vienen al caso, una vela alumbraba mi diversión. A un costado de la mesa de luz había una caja con discos, casi todas de jazz, pero decidí no poner ninguno. El olor a quemado de mi fuente de luz me llenaba de placer y me hacia recordar momentos de la infancia que ya no volverían. Entonces entro al cuarto y de ahí a la ducha, estaba feliz de por fin verlo. En la puerta tocan el timbre, una carta que era para él. No quería abrirla así que espere. Pero la espera fue muy larga y la extrañes de esa carta me llamaba. Decidí abrirla ya que mi lugar de esposa me lo ameritaba. Comencé a leerla palabra por palabra y mis dudas y miedos se asomaron a mi mente asique corrí al baño en busca de explicaciones o de algún tipo de milagro que me salvara de lo que venía. Se asusto y ya veo por qué. Lo negó todo, me dijo que me amaba y un par de falsedades mas y me lo juro por nuestro amor que no era más que una mentira nuestro amor, ahora lo sé. Pero mi cuarto estaba ordenado como mi mente y mi corazón y yo nada de esto merecía asique agarre mis cosas pensando en irme como si fuera él a pararme y no lo hizo. ¡Ay corazón roto! ¡Ay corazón roto! Descubrí que tenia a otra mujer, su amante, que empedernidamente enamorada decidió mandar esa carta, como si hubiera predicho que iba a leerla, contándole que estaba embarazada, embarazada de una nena. Como un huracán que arrasa Chile ese mismo arrasó mi corazón, solo sentí que lo que viví era mentira y que el futuro ya no existía. Yo que fui fiel les puedo decir lo ingrato que es el amor y les voy

El amor no es ciego

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Cuento corto sobre la infidelidad.

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El amor no es ciego

Un frio ocaso de otoño las ventanas gritaban por mi y las calles sordas no escuchaban. Me recosté en mi cama, sentí las sabanas cálidas sobre mi piel y comencé a leer ese ensayo de Sábato, como no tenia luz eléctrica por problemas económicos que no vienen al caso, una vela alumbraba mi diversión. A un costado de la mesa de luz había una caja con discos, casi todas de jazz, pero decidí no poner ninguno. El olor a quemado de mi fuente de luz me llenaba de placer y me hacia recordar momentos de la infancia que ya no volverían. Entonces entro al cuarto y de ahí a la ducha, estaba feliz de por fin verlo.

En la puerta tocan el timbre, una carta que era para él. No quería abrirla así que espere. Pero la espera fue muy larga y la extrañes de esa carta me llamaba. Decidí abrirla ya que mi lugar de esposa me lo ameritaba. Comencé a leerla palabra por palabra y mis dudas y miedos se asomaron a mi mente asique corrí al baño en busca de explicaciones o de algún tipo de milagro que me salvara de lo que venía. Se asusto y ya veo por qué. Lo negó todo, me dijo que me amaba y un par de falsedades mas y me lo juro por nuestro amor que no era más que una mentira nuestro amor, ahora lo sé. Pero mi cuarto estaba ordenado como mi mente y mi corazón y yo nada de esto merecía asique agarre mis cosas pensando en irme como si fuera él a pararme y no lo hizo. ¡Ay corazón roto! ¡Ay corazón roto!

Descubrí que tenia a otra mujer, su amante, que empedernidamente enamorada decidió mandar esa carta, como si hubiera predicho que iba a leerla, contándole que estaba embarazada, embarazada de una nena. Como un huracán que arrasa Chile ese mismo arrasó mi corazón, solo sentí que lo que viví era mentira y que el futuro ya no existía. Yo que fui fiel les puedo decir lo ingrato que es el amor y les voy a decir algo, el amor no es ciego. Mi amor si era ciego, fui ciega. Si el amor fuera ciego estaríamos todos con el corazón roto entonces me fui.