EDUCACIÓN ÉTICA PARA EL SIGLO XXI

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    n medio de un mundo acelerado e injusto, en mediode una encrucijada de caminos contradictorios, enmedio de un torbellino de luces y sombras, es precisoque a travs de la educacin busquemos con urgencianuevas rutas de pensamiento y accin que nos llevenhacia un concepto renovado, responsable ycomprometido de ciudadana, basado en el respeto aaquellos valores ticos universales que dimanan de lams honda dignidad natural de todo ser humano y que

    se concretan en la formulacin y cumplimiento de losDerechos Humanos Universales. stos, y no otros, sonlos objetivos fundamentales que debe tener la nueva ypolmica asignatura que tantos enfrentamientos estocasionando: Educacin para la Ciudadana.

    Jos L. Rozaln Medina

    1. TIEMPOS DE ENCRUCIJADA

    Uno de los asuntos ms urgentes que los seres humanos tenemos plan-teados en los albores del siglo XXI es conocer el mundo en el que vivi-mos, cul es la perspectiva histrica en que nos movemos, qu socie-

    Jos L. Rozaln Medina es catedrtico y doctor en Filosofa y Ciencias de la Edu-cacin.

    RELIGIN Y CULTURA, LV (2008), 305-328

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    1 CAMPS, V., La identidad ciudadana, enLa Educacin que queremos, FundacinSantillana, Madrid 1999, p. 17.

    dad nos rodea y moldea, qu peligros nos acechan, qu actitudes nosdenigran o nos elevan, qu conquistas cientfico-tecnolgicas nosencumbran y cules nos rebajan, qu hemos de hacer para vivir condignidad como ciudadanos de la Tierra, qu valores debemos defendery transmitir a los dems para llegar a ser solidarios con todos los habi-tantes del planeta.

    En definitiva, son estas cuestiones, bsicas y apremiantes, la expre-sin ms actual y cercana de las eternas y metafsicas preguntas kan-tianas que el filsofo alemn se hiciera en la poca ilustrada: Qu

    puedo conocer?, Qu debo hacer?, Qu me cabe esperar?, Qu es elHombre?, interrogantes que siempre, en cualquier tiempo y lugar,seguirn apelando a la conciencia tica de toda persona responsable,racional y libre, a toda conciencia moral digna de este nombre.

    En medio de un mundo acelerado y distorsionado, agresivo e injus-to, etnocntrico e intolerante, con una masa amorfa y analfabeta queimpone en muchas ocasiones su ley de incultura y de superficialidadpor doquier, con un galopante relativismo moral incapaz de comprome-terse por ninguna causa noble, presa de su propio egosmo y frivolidad,con el indecente peso de la pobreza y de la xenofobia como injusto ypermanente teln de fondo, con el humillante desprecio hacia los msolvidados y pobres, hacia los parias de la Tierra, hacia los viejos y losnios, muchas veces menospreciados y maltratados en expresinsuprema de nuestra crisis de valores..., se nos impone la bsqueda espe-ranzada de un camino hacia un nuevo humanismo, hacia un nuevoestilo de vida que genere entre nosotros una ciudadana ms racional y

    solidaria, ms justa y feliz.

    Es preciso, pues, que nos preguntemos: Cmo deber ser la educa-cin del futuro, cul es el papel de la Escuela (en todos sus niveles ygrados) en esa apasionante y complicada aventura de formar personas,dispuestas todas ellas, en palabras de la catedrtica de tica, VictoriaCamps 1, a subsanar el dficit de ciudadana, de identidad cvica y decooperacin que necesita el nuevo modelo de democracia, dispuestastodas ellas a encontrar ese fondo comn de entendimiento e identidadque nos define como seres humanos.

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    La Escuela, contina diciendo Victoria Camps, tiene mucho quehacer en la formacin de hbitos de convivencia que acostumbren a veral otro como un igual, a respetarlo y a ayudarle si lo necesita... Y no espor la va de un patriotismo estrecho y cicatero como puede construir-se la identidad ciudadana, sino por la reflexin acerca de los obstcu-los que se dan en nuestra sociedad para fomentar los hbitos de parti-cipacin y de compromiso con los problemas ms graves y universalesde nuestro tiempo.

    En elInforme de la UNE 2, titulado:La educacin: El tesoro interior,se recogen perfectamente los cambios rapidsimos que se estn produ-ciendo en todos los pases en torno a la educacin. El fenmeno es glo-bal y nuestros contemporneos, se dice all, estn experimentando una

    sensacin de vrtigo al verse ante el dilema de la mundializacinporuna parte..., y la bsqueda de sus races, referencias y pertenenciasindividuales, por otra.

    La educacin debe afrontar y superar valientemente este problema,porque se sita ms que nunca en la perspectiva del nacimiento dolo-roso (y esperanzado, a la vez) de una sociedad mundial, escenario glo-bal en donde tenemos que desarrollar nuestra personalidad en contac-to con todas las comunidades y grupos de la Tierra, abiertos a todas lasposibilidades y planteamientos vitales, convertidos en ciudadanos delmundo, pero sin renunciar, por otro lado, a hacer crecer la propia iden-tidad, la propia e inviolable personalidad de cada uno de nosotros.

    Estamos de acuerdo con Ralf Dahrendorf 3 cuando afirma quetodos formamos parte de un mundo que necesita regulacin, y nodebemos olvidar nunca la perspectiva ms amplia a escala internacio-nal. En efecto, la educacin debe ayudar a todos, sin excepcin, ahacer fructificar nuestros mltiples talentos personales, nuestras capa-cidades de creacin, perosin olvidar nunca la comunidad a la que per-tenecemos y nos debemos.

    Esta idea de que el individuo virtuoso deba ser buen ciudadano,abierto a los dems, preocupado por la ciudad, por la comunidad, ya la

    2 INFORME DE LA UNESCO de 1999:La educacin: tesoro interior, Ed. Santillana-Unes-co, Madrid 1999.

    3 DAHRENDORF, R., Los ciudadanos de Europa, enLa educacin que queremos, Fun-dacin Santillana, Madrid 1999, p. 34.

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    4 CAMPS, V., o.c.5 INFORME DE LA UNESCO de 1996: La educacin para el siglo XXI, en DEZ HOCH-

    LEITNER,Aprender para el siglo XXI (Desafos y oportunidades), Ed. Santillana-Unesco,Madrid 1996, p. 62.

    vieron perfectamente los grandes filsofos griegos (Scrates, Platn,Aristteles, estoicos...), y lo dejaron reflejado en esa sabia identidadentre poltica y tica que luego, tristemente, a partir de Maquiavelo, sefue perdiendo en Occidente; lo seala certeramente Victoria Camps 4en el artculo citado ms arriba: El buen ciudadano era en Greciaaqul que haba ido adquiriendo una serie de hbitos que le disponana cooperar con lo pblico, a interesarse por el Bien Comn. As debeser, pensamos nosotros, viviendo como vivimos en un mundo cada vez

    ms pequeo e inter-relacionado, en esa aldea global, en esa tecnpo-lis en la que se ha convertido nuestro pequeo planeta.

    Pensamos que la tarea es ingente y a la vez ilusionante, como pro-clama la UNESCO, enLa educacin para el siglo XXI5: Debemos con-tribuir, se dice all, al nacimiento de un mundo nuevo... La oportuni-dad est ah, al alcance de la mano... Ahora se trata de salvar y restau-rar nuestro maltrecho hbitat y de regenerar intelectual y moralmen-te nuestras respectivas sociedades para que sean ms solidarias yracionales.

    Hay que ponerse, pues, manos a la obra, sobre todo los que tenemosuna clara responsabilidad educadora, para poder as legar a nuestrosherederos un mundo ms justo y habitable en el que todos nos sinta-mos, por fin, ciudadanos portadores de derechos; sujetos, tambin, deobligaciones y deberes. Si la nueva asignaturaEducacin para la Ciu-dadana no abordase estos objetivos de carcter tico y social, no ser-vir para nada, si no es para indoctrinar torpemente.

    2. LUCES Y SOMBRAS DE NUESTRO MUNDO

    Pero antes de seguir adelante, es preciso que pensemos un poco sobreel mundo en el que vivimos, es necesario que reflexionemos sobre eltiempo que nos ha tocado vivir y en el que debemos ejercer esa condi-cin de CIUDADANOS SOLIDARIOS, para saber en qu debe educar esanueva y debatida asignatura: EDUCACIN PARA LA CIUDADANA, si no

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    6 BOBBIO, N., Entrevista,ELPAS (9-1-2000).

    queremos que se convierta en algo ridculo y partidista, en algo frvoloy peligroso. Hagamos un rpido repaso a la situacin, entre luces ysombras, de nuestra Sociedad.

    Ha sido el fenecido siglo XX poca de confrontaciones blicas arra-sadoras (la angustia nuclear de la bomba atmica fue la apoteosis delhorror), de cadenas interminables de injusticias, de conflictos perma-nentes, de masacres civiles y militares, de odios tribales desatados, denuevos racismos, de acumulacin de hambre, de miseria y dolor en los

    pueblos ms atrasados, de indignas bolsas de marginacin y olvido enlos propios pases desarrollados, aquellos que cuentan con un poderosopotencial econmico y que no deberan tener problemas de este tipo. Yhemos de decir que en los albores del siglo XXI no han desaparecido lamayora de los males citados.

    El filsofo italiano Norberto Bobbio 6, una de las mentes ms pre-claras del siglo XX, en unas declaraciones recientes, afirma con ciertoamargo pesimismo que el final de nuestro siglo, un siglo en cuya pri-mera mitad hemos vivido tanta violencia, guerra y destruccin, indicaun nuevo giro hacia la violencia desde el final de la guerra fra, y noslo en conflictos internacionales... Hoy da tenemos el apoyo de lasciencias para comprender el sistema solar y las galaxias; hemos asimi-lado miles, millones de hechos de los que los antiguos no tenan cono-cimiento, sin embargo, el mundo se nos revela cada vez ms incom-prensible, menos transparente. Cuanto ms sabemos, ms conscientessomos de nuestra ignorancia.

    El diagnstico, como vemos, no es nada halageo. Sin embargo,observando el siglo que se nos acaba de ir en su vertiente ms positiva,podemos decir que ha sido tambin el siglo de las comunicaciones, dela investigacin y el progreso, el que ha eliminado las distancias, losmuros, las barreras entre pases y ha hecho posible el impresionante y

    esperanzador avance cientfico-tecnolgico en campos tan diversoscomo la gentica, la fsica terica, la ecologa, la antropologa, lamicrobiologa...

    Estamos de acuerdo con el editorial del diarioEl Pas (26-l2-l999)cuando afirma que durante el siglo XX la Humanidad ha doblado de

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    7 BASTEINER, M. A., Qu ha sido del siglo XX?,ELPAS (26-12-1999).

    3.000 a 6.000 millones el nmero de sus pobladores, ha extendido lainformacin hacindola instantnea, la educacin, la sanidad, y hatransformado, sobre todo, las relaciones sociales. En el siglo XIX, sedice all, mientras se inventaba el avin, el automvil o la electricidad,las relaciones entre padres e hijos o entre hombres y mujeres eranprcticamente igual que en la Edad Media; los nios trabajaban toda-va, ms o menos, como en el siglo XII, y la educacin slo era accesi-ble slo a unos pocos.

    Pero ha sido el siglo XX el que ha transformado radicalmente las for-mas sociales de produccin y ha preparado la realidad para el cambioms crucial del gnero humano: su auto-aceptacin como la especie que

    slo logra su progreso y bienestar en la estrecha cooperacin con lanaturaleza y de los seres humanos entre s. Y esto s que ha sido unagran conquista, una gran intuicin: Hemos descubierto que o no salva-mos todos, o no se salva nadie.

    El siglo que se nos est yendo, apunta M. A. Basteiner 7, tras lasegunda guerra mundial, la propagacin de la televisin y de la propiaradio, como grandes medios de comunicacin instantnea de masas,

    ha hecho posible la idea de un solo mundo en dilogo constante con-sigo mismo, posibilidad que en los ltimos aos del siglo, con el vr-tigo que da la capacidad de multi-relacin que inaugura Internet, llegaa una madurez en la que, por primera vez en la historia, todos los sabentodo sobre todos y, encima, en tiempo real.

    Naturalmente, sabemos tambin que esta interconexin mundialpresenta otros peligros y carencias, a las que tambin habr que hacerfrente. Todo, como vemos, es dialctico, todo presenta siempre, comohemos dicho ms arriba, una doble cara jnica y contradictoria, toda larealidad se baa siempre entre dos mares: uno, claro y transparente, yotro, negro y proceloso. Importa al Hombre buscar la luz. se es su

    insoslayable destino: Luchar constantemente por mejorar su mundo.Observamos, avanzando un poco ms en este estudio fenomenolgi-

    co del mundo en que vivimos, en esta descripcin de oscuridades yclaridades que estamos llevando a cabo, que el siglo XX nos ha dejadola clara evidencia, la sensacin indudable de que una parte del mundo,

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    la ms privilegiada, la ms rica, se est comportando inicuamente, deforma injusta, con los desheredados de la Tierra, con los que menos tie-nen, al olvidar los gravsimos problemas que los atenazan: los humillanfsica y moralmente, bien a causa de la escasez y miseria de su pro-ducto nacional bruto, bien a causa de su bajsimo nivel de alfabetiza-cin y estudios, de su falta de atencin sanitaria, de su retraso atvico,a causa, en suma, de tantos y tantos problemas urgentsimos. Perohemos de decir que, en medio de esta lamentable situacin, al menos

    somos conscientes de que el mal est ah, existe, aunque, tristemente,an no seamos capaces de superarlo.

    En definitiva, a pesar de tanta negrura, de tanta decadencia y mise-ria, no cabe duda de que en el atrio del nuevo siglo, al menos conoce-mos ms que nunca nuestra flagrante injusticia para con los dems,nuestra falta de sentido solidario y comunitario, aunque, luego, poregosmo, incapacidad u olvido, los problemas sigan ah, lacerantes, sinque seamos capaces de remediarlos; creemos, pues, que se estabriendo (algo es algo) una espita a la esperanza, que se est encen-diendo una dbil llama de confianza en la transformacin definitiva dela sociedad humana, en la humanizacin integral de todos los pueblos

    y naciones.En una sociedad en la que han muerto las ideologas, en la que los

    planteamientos filosficos esenciales son machaconamente menospre-ciados y olvidados, en la que los mensajes ticos y religiosos han sidomuchas veces frivolizados y ridiculizados, el Hombre del siglo XXIseencuentra dramticamente solo, agobiado, desorientado, en crisis per-manente de valores, a merced del inmenso poder de los Medios deComunicacin que crean a su antojo unafalsa, mediocre, plana, Reali-dad, a la que manipulan torpemente, desvirtan, frivolizan, hacindo-nos creer a todos que es nica y definitiva, al tiempo que adormecen ymatan nuestros ms nobles sentimientos y deseos de luchar por

    mejorarla.Sin embargo, y por contra, en ningn otro perodo histrico ha teni-do el ser humano ms posibilidades de emprender nuevos caminos , deoptar por ms alternativas originales, de conocer ms estilos de vida,de enriquecerse con ms culturas y talantes vitales, que en nuestrapoca. Fue realmente emocionante y esperanzador poder contemplar yescuchar por televisin en la entrada del ao 2000, sin solucin decontinuidad, simultneamente, los diferentes ritos, bailes, canciones,

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    paisajes y formas de existencia que componen la maravillosa paletacromtica de nuestra Tierra, la riqusima polifona de todos las civili-zaciones, los complejos ritmos y matices de todas las msicas que sue-nen por el orbe. Cada una con su timbre, con su cadencia, con su tem-

    po, pero todas con el mismo leit motiv, con igual objetivo: Construir, porfin, entre todos la gran obra de la humanidad hermanada, de la ciuda-dana compartida.

    A la pura globalizacin econmica, al dominio casi exhaustivo de unneo-capitalismo sin alma que est separando cada da ms y ms a losradicalmente pobres de los injustamente ricos, es necesario que loshombres y mujeres del siglo XXI busquemos como metas ineludibles: lacomprensin, la tolerancia, el mestizaje, la colaboracin solidaria detodos los pueblos del mundo, y que luchemos por ellas, exigindonos,eso s, el respeto absoluto, basado en el dilogo, a los Derechos Huma-nos Universales, el acatamiento a aquellas normas racionales que sonel fruto ms granado y perfecto de la historia de la Humanidad, el fun-damento inteligente y clido de nuestro hermanamiento planetario.

    En esta direccin ms luminosa y optimista podemos situar al prof.Ramn Tamames, quien en distintos artculos y conferencias ha repeti-

    do muchas veces que aunque no estamos an en la edad de la razn,sin embargo, s estamos en la frontera de una nueva poca, en la que,con un poco menos de egosmo, cualquier cosa es posible. Ojal lleverazn el profesor espaol y, efectivamente, estemos a las puertas de uncambio definitivo, que, a buen seguro, se producir cuando a las altascotas de progreso tecnolgico conquistadas en el siglo XX se equiparenlos niveles de conciencia moral, poltica y social que toda nacin debebuscar.

    De igual forma, en esta lnea de optimismo moderado y racional, elprof. Samuel Huntington, de la Universidad de Harvard, abri no hacemucho tiempo un interesante debate intelectual con motivo de la apa-

    ricin de su libroEl fin de la Historia, en el que apunta tambin latibia luz de esperanza. A lo largo de su obra, defiende Huntington latesis de que la fuente primordial de conflictos en el mundo del sigloXXI no sern los enfrentamientos ideolgicos ni econmicos, sino losculturales; el mundo se est haciendo cada vez ms pequeo y lasinteracciones entre diversas civilizaciones y culturas van aumentando.Occidente, en la cumbre de su poder, debe atender a los no-occidentes,que cada vez tienen ms deseos, voluntad y recursos para dar forma al

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    8 VIDAL, C.,Los textos que cambiaron la historia, Ed. Planeta, Barcelona 1999, p. 449.

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    mundo de manera no-occidental. A pesar de todo, concluye el antrop-logo americano, las diferencias no entraan necesariamente conflicto,ni los conflictos suponen fatalmente violencia. Debemos mantener laesperanza, si es que sabemos convivir y sumar, no destruir o disolver.

    Por todo lo cual, deberamos armonizar lo mejor de todas las cien-cias, de todas las filosofas, de todas las religiones, de todas las cultu-ras..., quedndonos con aquello que nos une y no con lo que nos sepa-ra y enfrenta. Es precisamente esa voluntad de responder a los inelu-dibles y permanentes interrogantes del ser humano, esas preguntaskantianas de las que hablbamos ms arriba, lo que ha permitido sus-tancialmente que escritos tan diversos en contexto, contenido, lugar deredaccin y encuadre cronolgico, como pueden ser los Evangelios, elCorn, el Talmud, la Suma Teolgica, la Enciclopedia, el Manifiestocomunista, el Origen de las especies, la Declaracin de los DerechosHumanos..., por citar algunos de los ms significativos, hayan cambia-do la historia, y en ellos, si sabemos armonizarlos generosamente,podamos encontrar el punto de unin de todas las culturas, aquelncleo de ideales universales vlidos para todos los pueblos y etnias.

    En las conclusiones del libro que acabamos de citar se ofrece una

    clara prospectiva de fe en el Humn, puesto que, como dice su autor,Csar Vidal 8, estas obras universales permiten concebir la esperanzade que el gnero humano no est formado slo por animales confinadosen un planeta que gira en torno a una estrella de segunda magnitud.Por el contrario, constituye una especie que pugna no slo por tenersino tambin por ser, no slo por hacer sino tambin por permanecer,no slo por comprenderse sino tambin por comprender, no slo porenfrentarse al presente, sino tambin por forjar su futuro, no slo porsobrevivir sino tambin por vivir y convivir, e incluso por lograr queesa vida no se limite a la que concluye en la muerte fsica.

    3. CRISIS RADICAL DE VALORES

    Si ahora seguimos observando en el frontispicio del siglo XXI, ques lo que, con preocupacin creciente, detectamos a nuestro alrededor?Qu hechos, qu actitudes nos inquietan?

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    Podemos ver por doquier antiguas civilizaciones y tradicionesdesintegradas y olvidadas, sin otros valores alternativos que las suplan,con la consiguiente e irreparable prdida de riqueza cultural; podemosobservar muchas veces una fra funcionalidad en las relaciones huma-nas, que se suelen mostrar sin hondura y sin compromiso; vidas anni-mas sin calor humano; anomia peligrosa y relativista en la que todovale y en donde triunfa el ms listo; incapacidad de mantener unaamistad duradera por egosmo y por falta de generosidad; bazofia tele-

    visiva que aniquila todo pensamiento noble, toda idea sugeridora y ele-vada; produccin, publicidad y compra de multitud de bienes y pro-ductos, casi siempre intiles, que despiertan la voracidad consumistade una sociedad cada vez ms igualada en gustos y en estilos de vida,y que dejan a la persona sin fundamentos morales, sin deseos de exce-lencia.

    Y en otro orden de cosas, qu contemplamos?, qu observamos?Pues, como indicbamos anteriormente, los tambores de la guerra, laviolencia, el fundamentalismo, la desigualdad y la miseria humanasiguen redoblando por la ancha y dolorida espalda de Europa y delmundo entero con sus desasosegantes ruidos de muerte. Y si esto es lo

    que vemos, necesitamos urgentemente reflexionar sobre lo que nos pasaa ver si, por fin, entre todos, atisbamos la luz en la negra boca del tnel.

    Porque, efectivamente, parece que la situacin es muy preocupante,que un estril relativismo moral nos atenaza, que hemos perdidotodas las inocencias..., y desgraciadamente la intangibilidad o santi-dad de la ley y de la tica es cosa de mucha risa en el mundo en quevivimos, y la transgresin por la transgresin es un valor que se celebradesde la literatura a los comportamientos; y habra que recordar, conmelancola por lo menos, nos sigue diciendo el Premio Cervantes JosJimnez Lozano 9, que ni el nazismo, ni el estalinismo, hubieran sidoposibles y triunfado tan ampliamente, si los juegos a la transgresin de

    la cultura de entreguerras, para aniquilar lo antiguo, no se hubieranconvertido en mrito y deporte, y no hubieran dejado a todo un mundosin defensas crticas frente a la barbarie vestida de resplandores.

    Lo que est claro es que la crisis que nos acucia en esta encrucija-da histrica es universal, global, y presenta mil caras y facetas. Por su

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    9 JIMNEZ LOZANO, J., Los esclavos encantados,ABC (4-4-1997).

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    amplio contenido es econmica, socio-poltica, filosfica, religiosa,esttica..., pudiendo por lo tanto denominarse con absoluta precisin:crisis antropolgica, crisis general del ser humano en todas sus dimen-

    siones y perspectivas.

    Victor Frank 10, el extraordinario mdico, psiquiatra y humanistaaustriaco que ha dejado reflejados en obras comoEl hombre en buscade sentido estremecedores y bellsimos testimonios de coraje moralante situaciones lmite, como las que l padeci en los campos de con-centracin nazis, cuando trata de describir el vaco existencial delhombre actual nos dice que se trata de la neurosis masiva de nuestrotiempo, que puede descubrirse como una forma privada y personal denihilismo, ya que ste puede ser definido como la aseveracin de queel ser carece de significacin.

    Porque, en efecto, si nos paramos a pensar, cul es el tipo de serhumano que, en muchsimas ocasiones, vemos a nuestro alrededor?No es verdad que lo que contemplamos suele ser un humn tecnol-

    gicus impulsado por las prisas y la competencia, que vive desmemoria-do y demediado, fragmentado y roto? No es verdad que el hombreactual, que admira desmesuradamente la belleza corporal, la rapidez,

    la novedad, el culto al dinero y a la fama, lo juvenil y agresivo, ha per-dido el rumbo de su vida y va dando bandazos a la deriva?

    Podemos observar con cierta tristeza que el hombre actual declarael derecho al ocio, pero slo sabe disfrutar en muchas ocasiones de unvulgar hedonismo sin sentimientos, de una industria cultural impuestay masificada. Nos damos cuenta de que es consumista, de que estmanipulado por el mercado y el mrketing, de que acaba siendo escla-vo de su afn de gastar y disfrutar sin control.El hombre actual, en unasociedad del espectculo, en donde el decorado oculta la realidad,muchas veces no valora la honestidad social y poltica, sino, nica-mente la capacidad para hacer creer a los dems su fatua mascarada,

    su vana representacin, su mentir permanente.Nos estamos dando cuenta de que el hombre actual, descafeinado,

    light, lleva por bandera, en certeras palabras del psiquiatra EnriqueRojas 11, una tetraloga nihilista: hedonismo, consumismo, permisivi-

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    10 FRANK, V.,El hombre en busca de sentido, Ed. Herder, Barcelona 1990, p. 105.11 ROJAS, E.,El hombre light, Ed. Temas de Hoy, Madrid 1996, p. 11.

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    dad, relativismo moral. Todo ello enhebrado al materialismo. El hom-bre carece de referentes, tiene un gran vaco moral y no es feliz, aunteniendo materialmente todo.

    Es decir, el hombre de nuestros tiempos ms que libre es permisivo,intranscendente, con carencia de ideales y de sueos elevados. Todo

    vale por igual, con tal que a su capricho le parezca bien. Ms que br-jula que marque un rumbo, es veleta a merced del capricho del aire.

    En sus acciones muestra una indiferencia escptica, una perfectainmadurez, una falta total de compromiso por nada y por nadie, unainsensibilidad desalentada y desapasionada, un cansancio permanen-te, una alegra sin fuste (ms que verdadera alegra, es aturdimientoplacentero) y camina directamente al nihilismo ms radical. En defini-tiva, se trata, por tanto, de una crisis profunda, de una ausencia de sen-tido vital, de una carencia absoluta de para qu luchar o vivir.

    En su interesante artculoEl hombre en crisis, ngel Madrid 12 nosacerca con precisin a la crtica situacin que atravesamos, pone eldedo en la llaga, pero tambin nos invita al optimismo cuando afirmaque la humanidad se enfrenta hoy a un salto cualitativo. Se enfrenta ala ms profunda conmocin social y reestructuracin creativa de todoslos tiempos. Pero, al mismo tiempo, estamos llamados a construir unacivilizacin extraordinariamente nueva y esperanzada... El que el hom-bre est hoy en una encrucijada no es un sntoma alarmante, porque elhombre ha estado muchas veces en encrucijadas y, sobre todo, porqueestar en una encrucijada quiere decir tener an posibilidades de elegir.Lo alarmante sera estar en un callejn sin salida.

    El mismo Concilio Vaticano II, en su Constitucin Gaudium et Spes 13,expresa con rotunda claridad este carcter universal de la crisis: Elgnero humano se halla hoy en un perodo nuevo de su historia, caracte-

    rizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente seextienden al universo entero. Tan es as esto, que se puede ya hablar deuna verdadera metamorfosis social y cultural.

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    12 MADRID SORIANO, A., El hombre en crisis, enHombre en crisis y relacin de ayu-da, Ed. Asetes, Madrid 1986, pp. 4-6.

    13 CONSTITUCIN Gaudium et Spes, Concilio Vaticano II, Ed. BAC, Madrid 1968, pp.200-203.

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    14 FERRATER MORA, J.,Las crisis humanas, Alianza Editorial, Madrid 1983, pp. 200-203.

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    Esa es la notable diferencia de nuestra crisis en relacin con otrasque ha habido antes: que es una crisis universal: Nuestra crisis, enpalabras de Ferrater Mora 14, es total y puede que no tenga camino deretorno. Se han dado tres momentos principales de crisis dentro de laEdad Moderna: La crisis de pocos, la de una minora; la crisis demuchos, la de una mayora: la crisis de todos, en la que no parecehaber ya ni minora ni mayora, porque cada uno de los Hombres de laSociedad siente a la vez la crisis real y la necesidad de superarla.

    Pero, a pesar de las dificultades y oscuridades que estamos estu-diando, no todo es as de negro: Hay muchos hombres y mujeres guia-dos por otros ideales que viven de otra forma, que luchan denodada-mente por cambiar esa clase de Sociedad, ese tipo de Ser Humano queno nos gusta; hay mucha gente que se afana por encontrar, cuantoantes, un sistema educativo adecuado que haga posible el cambio radi-cal del ser humano, que forje ciudadanos ticos, responsables de su vida

    personal y de las vidas de los dems. Ah debemos estar nosotros!

    A todos nos apremia (nos jugamos nuestro porvenir como especie)encontrar un modelo de educacin para la ciudadana fundamentadoen el desarrollo de los valores ticos, sociales y polticos, aquellos que

    podemos ver condensados y declarados de forma racional e incondicio-nal en la Declaracin Universal de los Derechos Humanos. Ah tenemosque llegar. Latica, parte fundamental de la Filosofa, por encima departidos polticos, ideologas, normas y normillas pactadas o impues-tas, reglamentos y decretos, leyes y contra-leyes, es la mxima expre-sin de la inteligencia creadora humana y ella debe ser el fundamentode la educacin integral de los ciudadanos del sigloXXI, la base insusti-tuible de la nueva asignatura que ahora se est discutiendo, en muchasocasiones sin demasiada profundidad ni conocimiento.

    4. EDUCAR PARA TRANSFORMAR EL MUNDO

    Todos sabemos que la simple instruccin, como mera recogida deinformacin, hace tiempo que no puede ser ya el objetivo principal denuestra enseanza: Los medios de comunicacin, estudio y difusinproporcionan a cualquier mente abierta multitud de informes y noti-

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    cias, pero todo ese inmenso caudal de datos hay que asimilarlo, inter-pretarlo, conexionarlo interdisciplinarmente por encima del estrilespecialismo mostrenco, y emplearlo definitivamente para la perfeccinintegral de uno mismo y para el servicio sin condiciones de los herma-nos hombres y mujeres.Es decir, la Escuela no slo debe instruir, sino,

    sobre todo, debe educar, debe forjar personas.

    Educar, en la aurora de un nuevo Milenio, es ensear a pensar, ense-ar a crecer intelectual, emocional y moralmente a nuestros hijos yalumnos, ensear a vivir y con-vivir, siempre en constante esfuerzo demejora y de tensin ascendente. La educacin, creemos nosotros, debetener normas, tcnicas, estrategias, didcticas y mtodos, pero, sobretodo, la educacin es espritu, alma, imaginacin, arte, entrega, di-logo permanente entre maestro y discpulo, entre padres e hijos, con lahumilde intencin de acercarnos entre todos a la objetividad de lascosas, a la siempre honda y misteriosa verdad de las personas.Educares contribuir a que todos los seres humanos seamos iguales en responsa-bilidad y dignidad.

    Modernas investigaciones (v.g. M. Lipmam, en la Universidad deColumbia) han demostrado que se puede ensear a pensar a los nios

    desde los primeros aos de su Educacin Primaria. A travs de textosadecuados a su edad, los futuros ciudadanos adultos de un pas puedenir asimilando las ideas de libertad, justicia, ciudadana, honradez, tra-bajo, conciencia, deber, derecho, ley moral natural..., que tan decisivosvan a resultar despus para la forja de esa NUEVA SOCIEDAD de la queestamos hablando. Luego, despus, a lo largo de la vida, se irn pro-fundizando esos conceptos, pero,ya desde los primeros aos se puede ir

    sembrando las primeras semillas. Slo as la Escuela ensear avivirbien en todas sus dimensiones, proyecto educativo que ya defendanlos griegos; slo as, en palabras de Th. Adorno, la Escuela ser asilode libertad, en la que la represin, el mal, la tirana no tendrn la lti-

    ma palabra.Ahora bien, en toda educacin debe darse unidad entre el ser y elhacer, entre el pensar y el actuar. Sabemos que el ser necesita la accinque le es propia para desarrollarse, y que la accin debe estar informa-da, animada, dirigida por quien la realiza, que es una Persona y no unamquina. Las obras son un referente prctico y ltimo de muchas denuestros pensamientos y decisiones.Nuestras obras expresan lo que

    somos en verdad. Mal podemos hablar de ciudadana y de solidaridad

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    entre todos, si no demostramos prcticamente con nuestras vidas quehacemos lo que predicamos.No hay mejor vocacin que el testimonio.Necesitamos soar utopas que alienten grandes pensamientos trans-formadores, pero tambin necesitamos respuestas concretas que hagancamino al andar. En esta senda no sirven las acciones aisladas demaquillaje esttico, de apariencia mentirosa, sino la sincera y perma-nente accin moral.

    Si logrsemos este estilo de educacin, de familia, de Escuela y deUniversidad, estaramos trabajando para que, como fruta madura, porfin, surjan y germinen plenamente realizados la concordia y el entendi-miento, la paz y el abrazo solidario y justo entre todos los seres huma-nos, entre Oriente y Occidente, entre todas las religiones y culturas,entre Norte y Sur (ya no habra SUR, en el sentido que hoy lo entende-mos), y podramos celebrar as, con jbilo y sin lgrimas de sangre ydolor, el definitivo y regocijado advenimiento de los DERECHOS HUMA-NOS UNIVERSALES, PILARES FUNDAMENTALES, como ya hemos dicho, decualquier verdaderaEducacin para la Ciudadana, del presente y delfuturo.

    5. INVENTAR NUESTRA VIDA

    Aunque los hombres y mujeres no seamos totalmente libres para elegirlo que nos pasa, atados como estamos a las circunstancias que pordoquier nos comprimen y presionan, S somos libres para responder alo que nos pasa de una manera u otra, para inventar nuestra vida, paraconstruirla responsablemente ante los dems y ante nuestra propiaconciencia, para dar cuenta y razn de nuestras decisiones y actitudes.sa es la grandeza del ser humano, y tambin su riesgo: El tener queresponder de nuestras acciones ante nosotros mismos y ante la Sociedaden la que vivimos.

    Mientras que los animales se adaptan al medio de forma instintiva yviven troquelados, atados de forma inevitable y repetitiva a sus estmu-los, nosotros tenemos capacidad para transformar el medio, para embe-llecerlo, para crear cultura, tcnica, arte, cdigos ticos... Aunque,como hemos dicho ms arriba, estemos sumergidos en las circunstan-cias (biolgicas, educacionales, sociales...) que nos oprimen y condi-cionan, sin embargo, el ser humano puede intentar superarlas, trans-

    formarlas desde nuestra creatividad personal, desde la energa de

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    nuestro espritu, desde el coraje diario de nuestros actos, que busca sinpausa nuestra realizacin personal y comunitaria.

    Las personas poseemos la inteligencia tica y armnica (desarrollointegral de razn, voluntad, sentimientos...) como palanca de de futuro,como esperanza de un maana ms justo y feliz. La especie humana sesepar de la selva hace ya muchsimos aos y tiene como meta los ide-ales, la utopa. De cada uno de nosotros depende que volvamos alberrido, al rugido, al bramido selvtico, o de que, flechas de luz en elhorizonte, caminemos en busca de una Nueva Aurora sin final, porquetenemos Esperanza.

    No hay que olvidar que la historia de la humanidad ha sido la crni-ca de nuestragrandeza creativa, pero tambin de nuestra estupidez yde nuestra crueldad. Ruso fue Tolstoi, pero tambin Stalin; alemn fueBeethoven, pero tambin Hitler; y en los horribles hornos crematoriosde Auschwitz, ejemplo de crueldad mxima, de vergenza horrible,podemos escuchar hoy da, sublime, maravillosa, la 9. Sinfona delgenio alemn, y cualquier visitante annimo puede elevar all mismouna sencilla oracin por los que fueron horriblemente masacrados.

    Miseria y fulgor casi de la mano. Tiniebla y claridad en la potenciacreadora del Ser Humano.

    En esa lucha por ir configurando nuestra vida, por ir conformando elmarco social y comunitario en el que nos movemos, ocurre a veces,como ha manifestado en diversas ocasiones el profesor F. Savater, quelos hombres queremos cosas contradictorias que entran en conflicto...,por lo que es importante que seamos capaces de establecer priorida-des, y de imponer una cierta jerarqua, un cierto orden, entre lo que, depronto, nos apetece y lo que, a la larga, queremos; es importante quedialoguemos constantemente para llegar a saber qu valores universa-les merece la pena mantener por encima de creencias, ideologas,

    razas, sexos, si no queremos destruirnos, si no queremos enzarzarnosen peleas interminables y cruentas, sin llegar jams a conquistar elmaravilloso concepto integrador de ciudadanos del mundo.

    La Antropologa Aplicada nos muestra que es posible y deseableintegrar armnicamente la enorme variedad de pautas de comporta-mientos con un sentido general de universalidad e identidad colectiva ymundial, y que esto no significa aniquilar lo genuino y peculiar decada pueblo, de cada individuo, sino tener conciencia de que todos

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    somos seres humanos, todos somos personas, todos tenemos los mismosderechos y deberes que dimanan de una similar dignidad, todos nosfundamentamos en una leyes naturales y racionales que debemos res-petar, si no queremos que el mundo se convierta en una jaura cruel einsoportable en la que los ms dbiles sern inexorablemente despeda-zados, aniquilados.

    Es preciso que los individuos se conviertan en ciudadanos, enper-

    sonas solidarias; que la sociedad civil, en todos sus estamentos y nive-les, se comprometa seriamente en la lucha por la mejora social; que lospartidos polticos no se preocupen tanto de mantener el poder, ni deacumular bienes individuales, sino que se esfuercen por elevar el bie-nestar material y espiritual de la Comunidad; que el Estado, sin intro-misiones peligrosas, vele sobre todos para impulsar el Bien Comn y laJusticia Social. Para ello, tendramos que generar ideales colectivosaltruistas, formar al hombre-mundo frente al hombre-cerrado en su

    pequeo corral, adiestrarnos en una educacin cvica, en la conquistade virtudes pblicas, en la insercin decidida en movimientos de com-promiso social y poltico: de todo eso debe tratar la Educacin para laCiudadana:si no es as, no sirve para nada!

    Es decir, frente a la cultura de simios cruel y empequeecedora,nos hace falta una cultura de hombres universalistas, preocupados porconstruir un planeta abierto, humano, habitable, en el que, armoniza-dos en abigarrada paleta pictrica todos los tonos y colores, todos losblancos y los negros, todos los amarillos, ocres y cobrizos, todos losverdes, rojos y azules, todas las claridades y oscuridades de la Tierra,podamos, por fin, pintar entre todos el ms bello cuadro posible: el pai-

    saje multicolor de la raza humana, en el que van a brillar con luz pro-pia todos los acentos, todas los matices y contraluces. Si no hacemosesto, ahondaremos cada da ms el pozo inevitable de la barbarie.

    Es preciso que nos abramos a un humanismo crtico, personalista,tico, respetuoso, abierto, que recoja y armonice lo mejor de cadapostura, de cada perspectiva y se abra racionalmente a un mundo mul-tiforme y diverso, pero en el que lata el mismo corazn, los mismos ide-ales: la conquista definitiva de los Derechos Humanos, mbito deentendimiento y solidaridad de todos los Hombres, pueblos y culturas,

    Derechos Humanos Universales que debern ser los pilares slidos yuniversales de cualquier enseanza que queramos impartir en nuestros

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    Sistemas de Estudios, en esa bsqueda constante de la forja de ciuda-danos para el futuro.

    6. LA SITUACIN ESPAOLA

    Hace ya ms de dos aos, medio centenar de expertos de la Universi-dad Carlos III y de la Fundacin Cives elaboraron una propuesta pre-

    via sobre la articulacin y los posibles contenidos de una materia esco-lar que se llamaraEducacin para la Ciudadana y cuyos objetivos,decan los expertos en sus comunicados, eran preparar a los alumnospara que tuviesen un conocimiento racional de los valores y de las nor-mas de comportamiento como ciudadanos, para que fuesen conscien-tes de que, a pesar de la pluralidad de cdigos morales diferentes quela Sociedad actual pueda presentar, debemos llegar, a travs del dilo-go respetuoso entre todos, a un mnimo comn tico, aceptado portodos, obligatorio para todos, que nos permita vivir con racionalidad,igualdad, y sentido de la justicia.

    El texto en cuestin define el concepto de ciudadana como la inte-

    gracin de las personas en la Sociedad con participacin real y efecti-va en las decisiones, creacin y disfrute de bienes de la misma, y serefiere a la Escuela como el mbito en el que debe ser posible esa for-macin integral del ciudadano para la convivencia pacfica en un con-texto plural.

    En principio, estamos totalmente de acuerdo con estos planteamien-tos y objetivos para la Escuela del futuro: Se trata, en definitiva, deconseguir para nuestros hijos y alumnos con la enseanza de esta asig-natura una mayor libertad y autonoma en su desarrollo personal, ascomo unos valores y actitudes de tolerancia, dilogo, capacidad refle-xiva, respeto mutuo, generosidad, solidaridad y participacin en lavida ciudadana local, autonmica, nacional e internacional.

    Todo esto, pensamos nosotros, est muy bien, siempre que esta nue-va asignatura se imparta sin indoctrinar torpemente, sin forzar poltica-mente, sin deformar ideolgicamente las conciencias de los chicos ylas chicas, sino que, por el contrario, se fundamente en la necesidad deconocer, razonar, respetar, dialogar sobre ese cdigo de principios yvalores ticos, cvicos, constitucionales, que tiene su base y fundamen-

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    15 ARISTTELES:Poltica, Ed. Espasa Calpe, Madrid 1969, p. 24.

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    to en los Derechos Humanos Universales,y que dimanan de la ms pro-funda dignidad del ser humano, de su propia esencia de ser Persona.

    De nosotros depende llegar a ser plenamente ciudadanos solidarioso insolidarios. En el ncleo del Hombre anidan, como luz y sombra enperpetua guerra, la generosidad y el odio, la entrega y el miedo, laapertura a los dems y el temor, la palabra y el rugido, la mano tendidao el rencor. Aristteles defendi claramente entica a Nicmaco y ensuPoltica 15 la exigencia, que dimana de nuestra propia naturaleza, deconvivir en una comunidad poltica, la necesaria interrelacin socialque tiene que haber entre los seres humanos para llegar a ser verdade-ros ciudadanos: Amigo y familiar es el Hombre para el Hombre, ycomo el ser humano se construye, se forja, con los dems, es, por natu-raleza, un animal poltico... La naturaleza arrastra, pues, instintiva-mente a todos los hombres a la asociacin poltica. El primero que lainstituy hizo un inmenso servicio, porque el hombre, que cuando haalcanzado toda la perfeccin posible es el primero de los animales, esel ltimo cuando vive sin leyes y sin justicia.

    De nosotros depende, pues, que la visin social y comunitaria deAristteles triunfe sobre las ideas destructivas y sombras que hablan

    de miedo o temor, de desunin, de desconfianza hacia lo diferente,odio o guerra contra todo el que no es, o piensa, como nosotros, deinjusticia planetaria basada en el egosmo feroz de individuos y nacio-nes entre s.

    Es preciso que a travs de una educacin integral, basada en el res-peto a los valores ticos universales, hagamos posible y real un concep-to de ciudadana basado en la apertura y el dilogo, en la dignidadindividual y social de todos los hombres y mujeres de la Tierra, en lalibertad y no en el terror, en la racionalidad y no en la ignorancia, en latica y no en el partidismo sesgado de cualquier ideologa poltica.

    sas, y no otras, son las enseanzas que queremos ver reflejadas enla conflictiva asignaturaEducacin para la Ciudadana, asignatura yaprogramada, de la que han salido distintos y desiguales libros de texto,en algunas Comunidades impartida, por bastantes familias rechazada,en distintos foros televisivos y periodsticos superficialmente debatida,por unos ciudadanos, sin saber muy bien por qu, alabada, por otros,

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    16 CORTINA, A., Entrevista, enEL Cultural del diarioEl Mundo (19-4-07), p. 74.

    con excesivo apasionamiento y sin demasiados argumentos serios, casidemonizada, tachada de laicista radical, destructora de la familia,relativista, defensora del amor libre, sin admitir por lo ms remotoque esta asignatura pueda ser impartida por profesores competentes ybien preparados, como un saber serio, interesante, educador, necesario

    para la formacin integral de nuestros jvenes-adolescentes.

    7. UNA VERDADERA EDUCACIN PARA LA CIUDADANASe trata de que todos los alumnos conozcan y practiquen las reglas parauna convivencia pacfica y justa, nos recuerda el profesor Jos AntoniaMarina. Ahora bien, esas reglas de convivencia de que pueda trataresta asignatura tienen que apoyarse en un slido fundamento filosfico-tico, no en la moda, en el capricho de unos gobernantes de tal o cualpartido, en las explicaciones gratuitas de profesores sin la preparacinadecuada y al dictado del poder, en libros demagogos, desaforados,acordes con el pensamiento polticamente correcto que en cadamomento pueda estar ms o menos de moda.

    Esta asignatura, pienso yo, es necesaria, si queremos formar ciuda-danos en solidaridad con los dems y no vasallos o esclavos, si quere-mos ciudadanos protagonistas de sus vidas y no marionetas que semueven al son que les marcan los demagogos. Pero, eso s, debe ser unsaber seriamente impartido, filosficamente pensado, ticamente fun-damentado. Como hemos sealado varias veces al Ministerio desdembitos profesorales, esta asignatura debera llamarse:Etica social ycomunitaria, y, desde luego, tener ms peso especfico en la programa-cin de los Centros (una hora semanal apenas es nada), concentrarseen menos cursos (cuando los alumnos son ya ms maduros), y, porsupuesto, no quitar horas y contenido a la Filosofa, peligro latente (yreal) que se est cerniendo sobre nuestro sistema educativo y que seria

    un mal tremendo para la educacin en Espaa.Como apunta Adela Cortina 16, se trata de una asignatura necesaria,

    y los decretos de mnimos, tal como han quedado, son vlidos y acep-tables, aunque podamos discutir el enfoque de los libros de texto, losprofesores que la expliquen, la secuenciacin y preferencia de los temas

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    17 ARISTTELES,Poltica (1337, a), citado por J. A. Marina en su artculo: Quin tie-ne derecho a educar?,Revista Iglesia Viva 230 (abril-junio) 101.

    18 MARINA, J. A., Quin tiene derecho a educar?, en laRevista Iglesia Viva 230(abril-junio) 101.

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    en las distintas Autonomas. Porque qu padres pueden no estar deacuerdo con que a sus hijos se les eduque en la madurez y autonomamoral, en la solidaridad, en la participacin, en la justicia? Son valoresuniversales sin los cuales no podemos ser buenos ciudadanos Y notiene por qu haber choque entre religin y tica: son cosas diferentes,aunque no tienen por qu ser opuestas. La opcin de fe es personal, y,por eso, a ella se puede invitar, pero no se puede obligar: La fe no se exi-ge, ser buen ciudadano, s. Aunque al creyente le puedan venir los

    valores ticos en la propia entraa de su religin, no todos los ciudada-nos son creyentes: indudablemente, s puede haber vida tica al margende la religin, aunque, en muchsimas ocasiones, se complementan.

    Cuando a la profesora Cortina se le pide que haga un men tico dedegustacin para incluirlo en estaEducacin para la Ciudadana, nosda una suculenta receta que no nos resistimos a reproducir: Empeza-ramos degustando el buen sabor de la libertad propia y ajena, seguira-mos paladeando la solidaridad, el gozo de ser con otros desde el respetomutuo y la compasin, y para postre serviramos justicia, que en realidadestaba anunciada desde el principio. Una buena siesta nos pondra enbandeja la felicidad. Y no necesitaramos para nada el bicarbonato.

    Ya Aristteles 17 escriba en suPoltica: El sistema de educacinen un Estado debe ser uno y el mismo para todos y el suministro deeste servicio debe ser un asunto pblico La formacin para lograr unfin comn tambin debera ser comn en s misma. Esto no significa,pensamos nosotros, que los padres no sean, por supuesto, los principa-les protagonistas de la educacin de sus hijos, los pilares esencialesque sustentan el complejo edificio de la formacin integral de su prole,pero siempre en estrecha y profunda conexin con los maestros, con laEscuela. Educar es tarea de todos, tambin de la Sociedad, de losMedios de Comunicacin de ah nuestra tremenda responsabilidad.

    Es la tribu entera la que educa.

    Me parecen muy oportunas las palabras de Jos A. Marina 18 parafundamentar la oportunidad de esta asignatura cuando escribe: Eneste asunto me encuentro muy cerca del filsofo Jacques Maritain que

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    reconoci la posibilidad de fundar la tica en la experiencia moral dela Humanidad en una especial racionalidad que se ha ido configuran-do a lo largo de la prctica histrica. Este marco tico es lo ms con-vincente que se nos ha ocurrido, aprovechando la experiencia de laHumanidad, las propuestas religiosas, la reflexin de los maestrosespirituales y de los filsofos. No ha sido un proceso fcil, y an que-dan pendientes multitud de problemas por resolver, pero conviene quenuestros jvenes sean conscientes de este progreso, de estas conquis-

    tas y tambin de su fragilidad Qu esto supone formar una concienciaciudadana? Por supuesto que s, pero slo en aquellas cosas que poda-mos legitimar convenientemente. La existencia dezonas difciles lonico que nos indica es que perfeccionar nuestro sistema tico es tareacomn y prioritaria a la que todos estamos llamados.

    Ese es elgran proyecto tico de toda la Humanidad para el siglo XXI:lograr que, por fin, el concepto enriquecedor de Persona Humana serealice plenamente en todos los seres del Universo, y que los DerechosHumanos sean, por fin, una realidad real y no slo una exposicinterica de buenos deseos.

    8. DESDE MI POSICIN DE PROFESOR Y PADRE

    Desde mi larga perspectiva (toda una vida!) de catedrtico de Filoso-fa y tica, desde mi particular experiencia de padre cristiano que seha esforzado por educar lo mejor que he podido a mis tres hijos, perm-taseme sintetizar en unos breves conclusiones lo que en las lneas ante-riores he tratado de exponer, con el nico fin de aunar y no desparra-mar, de armonizar y no acrecentar el ruido y la confusin, de esclarecery no aumentar la oscuridad y la gresca.

    1. La Escuela no slo debe instruir, sino que debe educar, forjar per-sonas que sepan dirigir con sustantividad y sentido su propia vidapersonal y comunitaria, como han dicho los grandes maestros detodos los tiempos, de Scrates a Giner de los Ros Es grave y des-fasado error, como afirman algunos polticos despistados que laEscuela slo debe instruir, ensear, queya educan los padres, mos-trando de esta forma un total y peligroso desconocimiento de pordnde va la Educacin del futuro.

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    Familia y Escuela deben ser profundamente complementarias, ir alunsono, si queremos que haya una verdadera y slida educacin. LaEscuela ahonda, razona, reflexiona, explica las vivencias que elalumno ya ha asimilado en la Familia. Los padres transmiten valorescon la palabra y con el ejemplo, pero los profesores, en asignaturascomo sta de la que estamos tratando, y en otras, amplan, funda-mentan, critican, matizan esas experiencias familiares para quelos alumnos asimilen esos valores de forma reflexiva y madura, y

    puedan, de esa forma, crecer como personas libres y autnomas, eintegrarse sin dificultad en una sociedad plenamente democrtica.

    2. Hay unosvalores ticos universales (libertad, tolerancia, justicia,igualdad, responsabilidad) derivados de la propia y esencial dig-nidad del ser humano, que toda persona, creyente o no creyente,debe conocer y respetar. Estos valores y principios universales estnplasmados en losDerechos Humanos Universales, y la Escuela, enun sistema de democracia como el que vivimos, debe explicarlosrazonadamente para que nuestros alumnos y nuestros hijos puedanvivir en un clima de libertad y respeto al Bien Comn.

    3. No tienen por qu estar reidos los mandamientos y creencias de lasdistintas religiones con los principios ticos universales basados enla razn y la conciencia moral. De hecho, hay muchos padres cris-tianos que siguen tambin estas normas mximas de su conciencia.El cristianismo evanglico representa un altsimo ideal tico, perohay personas que no son cristianas y que deben regir su existencia,su vida personal y social, apoyndose en esas normas ticas racio-nales universales, sas que dimanan, que nacen de lo ms profundode la mente y del corazn humano.

    4. En alguna ocasin nos podramos encontrar con morales personales

    o familiares que chocasen con esaspautas universales ticas quedeben dirigir la conducta de todos los ciudadanos; nos podramosencontrar con padres fanticos, intolerantes, agresivos, insolidarios,injustos, incapaces de toda elevacin tica y son entonces laSociedad, el Estado, la Escuela los que deben suplir ese dficit,sembrando los valores que la familia no sabe, no quiere o no puedeofrecer.Lo ms frecuente es que se d una total y fructfera coopera-cin educadora.

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    5. Esta asignatura, al igual que ocurre en la mayora de las democra-cias europeas, debera ser obligatoria (como lo es la Filosofa),impartida de forma seria y profesional por profesores competentes yperfectamente preparados, y nopor el ltimo que llega, por profeso-res impresentables, que no creen en los verdaderos objetivos ticosde esta asignatura, que no dominan ni los contenidos ni los mtodosdidcticos, ideolgicamentesesgados, mentalmentepolitizados, queusan muchas veces libros de texto infumables, lejos de la mejor tra-

    dicin tica reflejada en el pensamiento de los ms grandes filsofosde la Historia: Scrates, Aristteles, San Agustn, Santo Toms,Kant, Mounier, Aranguren, Giner de los Ros (por citar slo algu-nos de los grandes maestros) son nuestras imprescindibles referen-cias.

    Ya acabamos. La tica es la ms alta creacin de la inteligencia cre-adora del ser humano. LaEducacin para la Ciudadana o es una ver-dadera educacin tica al servicio de la Humanidad, o es una peligro-sa y disolvente demagogia al servicio de un relativismo moral galopan-te que nos destruir definitivamente.

    En nuestras manos est luchar para que sea una realidad la primera

    opcin: Un verdadero saber al servicio de la persona y del bien comn.

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