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Texto 12 – ALAMBRADO "El bonsái expresa la cultura propia del lugar donde es realizado. Su evolución es tarea de todos, debemos buscar el alma de los árboles y dejar de lado la perfección extrema" José Pons Ferrer El alambrado es una de las tareas más importantes para el modelado de tu bonsái. Casi todas las plantas bien trabajadas necesitaron alguna vez ser modeladas ya sea por alambres o por tensores mientras fueron “entrenadas” como bonsái. Esta técnica básica nos permite manipular el movimiento de cada rama y simular ese aspecto añoso que queremos lograr. Con la ayuda de alambres, tensores o tutores, podemos dar a un tronco o rama recta ese movimiento y posición de una rama vieja, haciendo más realista la miniaturización de un árbol que aparente muchos años. Por ejemplo, en el estilo vertical las ramas bajas deben ser posicionadas horizontalmente o incluso con el ápice algo por debajo de altura de nacimiento en el tronco para crear la ilusión de madurez, como si fueran ramas grandes que por su propio peso han ido inclinándose a través del tiempo. También se pueden mover pequeñas ramas con hojas para ubicar ese follaje en lugares que quedan vacíos y desordenan la silueta del diseño. Si no fuera por los alambres, habría que hacer las podas observando la posición de los nuevos brotes que cuando se transformen en ramas queden en la posición que nos interesa, lo que hace que el entrenamiento demore mucho más tiempo. Al igual que con la tijera, conviene estar seguro de cada movimiento, si bien con el alambre hay una posibilidad de arrepentirse mientras que con la tijera cada corte es definitivo, no vale andar cambiando a cada rato de posición una rama alambrada, ya que las fisuras y heridas que se producen al torcer una rama se van a sanar mientras que no sean muchas, de otra forma se corre el riesgo de perder la rama. Por esta misma razón, el alambrado será hecho en el momento en que la planta está moviendo savia permitiendo una buena y rápida recuperación de las lesiones por el trabajo realizado, idealmente es en la primavera del árbol, justo antes de brotar. Además, si la planta no tiene hojas podremos ver bien la estructura y el resultado de lo que estamos haciendo. Para estas tareas se usan alambres de cobre y de aluminio, en parte por su maleabilidad y en parte porque no se oxidan afectando la corteza de la planta. El cobre tiene además la ventaja que se disimula muy bien con la corteza de la planta. Un alambre de fardo no puede usarse porque el oxido escamoso del hierro común podría lastimar las ramas incluso hasta matarlas. Pero si el alambre de hierro estuviera forrado en plástico puede servir; que quede lindo es otra cosa, ni qué decir si la cobertura es de colores estridentes, pero perfectamente se puede usar para el anclaje y para posicionar ramas. Así como no hay semillas de bonsái, no hay alambre de bonsái. Sirve cualquier alambre de cobre que tenga aproximadamente 1/3 del diámetro de la rama que se quiere posicionar. Si es de aluminio, deberá ser un poco más grueso y nada más. El árbol no sabe si el alambre viene de una bobina de motor, de un transformador quemado o si es alambre

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Texto 12 – ALAMBRADO

"El bonsái expresa la cultura propia del lugar donde es realizado. Su evolución es tarea de todos, debemos buscar el alma de los árboles y dejar de lado la perfección extrema"     José Pons Ferrer

El alambrado es una de las tareas más importantes para el modelado de tu bonsái. Casi todas las plantas bien trabajadas necesitaron alguna vez ser modeladas ya sea por alambres o por tensores mientras fueron “entrenadas” como bonsái. Esta técnica básica nos permite manipular el movimiento de cada rama y simular ese aspecto añoso que queremos lograr.

Con la ayuda de alambres, tensores o tutores, podemos dar a un tronco o rama recta ese movimiento y posición de una rama vieja, haciendo más realista la miniaturización de un árbol que aparente muchos años. Por ejemplo, en el estilo vertical las ramas bajas deben ser posicionadas horizontalmente o incluso con el ápice algo por debajo de altura de nacimiento en el tronco para crear la ilusión de madurez, como si fueran ramas grandes que por su propio peso han ido inclinándose a través del tiempo. También se pueden mover pequeñas ramas con hojas para ubicar ese follaje en lugares que quedan vacíos y desordenan la silueta del diseño.

Si no fuera por los alambres, habría que hacer las podas observando la posición de los nuevos brotes que cuando se transformen en ramas queden en la posición que nos interesa, lo que hace que el entrenamiento demore mucho más tiempo. Al igual que con la tijera, conviene estar seguro de cada movimiento, si bien con el alambre hay una posibilidad de arrepentirse mientras que con la tijera cada corte es definitivo, no vale andar cambiando a cada rato de posición una rama alambrada, ya que las fisuras y heridas que se producen al torcer una rama se van a sanar mientras que no sean muchas, de otra forma se corre el riesgo de perder la rama. Por esta misma razón, el alambrado será hecho en el momento en que la planta está moviendo savia permitiendo una buena y rápida recuperación de las lesiones por el trabajo realizado, idealmente es en la primavera del árbol, justo antes de brotar. Además, si la planta no tiene hojas podremos ver bien la estructura y el resultado de lo que estamos haciendo.

Para estas tareas se usan alambres de cobre y de aluminio, en parte por su maleabilidad y en parte porque no se oxidan afectando la corteza de la planta. El cobre tiene además la ventaja que se disimula muy bien con la corteza de la planta. Un alambre de fardo no puede usarse porque el oxido escamoso del hierro común podría lastimar las ramas incluso hasta matarlas. Pero si el alambre de hierro estuviera forrado en plástico puede servir; que quede lindo es otra cosa, ni qué decir si la cobertura es de colores estridentes, pero perfectamente se puede usar para el anclaje y para posicionar ramas. Así como no hay semillas de bonsái, no hay alambre de bonsái. Sirve cualquier alambre de cobre que tenga aproximadamente 1/3 del diámetro de la rama que se quiere posicionar. Si es de aluminio, deberá ser un poco más grueso y nada más. El árbol no sabe si el alambre viene de una bobina de motor, de un transformador quemado o si es alambre de cobre especial para bonsái. A veces pasa que el alambre ha ganado cierta dureza que lo hace difícil de manejar, o se pone quebradizo en el caso del aluminio; dejándolo un rato sobre la llama de la cocina, sin que se funda y dejando que se enfríe solo al aire, recuperará toda la maleabilidad para poder trabajarlo cómodamente. La misma solución es por si el alambre viene con alguna pintura o barniz aislante, aunque no es necesario salvo por una cuestión estética.

Para facilitar el alambrado, muchas veces es recomendable dejar a la planta pasar un poco de sed, entonces como el tejido queda con poca agua, las ramas se ponen más flexibles. Otro truco es practicar antes con una rama de la misma especie conseguida en otro árbol o de una rama que vamos a podar, para ver qué tan flexible es esa madera. Para las ramas finitas nos podemos ayudar con una lapicera para no romper las ramitas más chicas. En el caso de especies de madera muy flexible y que cicatricen rápido es posible reposicionar ramas de mayor calibre, y para evitar astillados y el ingreso de enfermedades por la heridas se hace un “enrafiado” de la rama. Esta técnica permite trabajar sobre ramas gruesas, usando alambres, tensores e incluso palancas para aprovechar al máximo esa flexibilidad, cubriendo la rama con rafia natural o de plástico o incluso con cintas de goma de cámara de neumáticos para proteger y contener la corteza antes de poner el alambre o el tensor.

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El alambrado siempre va de abajo hacia arriba, trabajando con ambas manos para no forzar cada giro sobre la rama, desde el tronco hasta la punta de las ramas. A veces se puede hacer un pase doble de alambre que luego nos servirá en la bifurcación de una rama, pero lo importante es que el alambre quede anclado desde unas vueltas antes de la primera curva o reposicionamiento que vayamos a hacer, o enterrándolo un poco en el sustrato o anclándolo con un agujerito en el costado de la maceta para que no quede suelto, de otra manera no se podrá lograr un buen resultado. El alambre no debe quedar apretado sobre la corteza, o cuando el árbol empiece a crecer, se clavará dejando marcas a veces difíciles de disimular. Por esto también hay que prestar especial atención en las especies de crecimiento muy vigoroso. Siempre hay que estar atento a los mensajes de la planta, esos cricks que se escuchan advierten sobre una quebradura y no deberíamos llegar a ese punto, pero si sucede hay que detenerse.

Mientras se alambra hay que cuidar de no pasar por arriba de yemas o brotes nuevos, ni dejar atrapadas hojas o ramitas en el camino. El paso del alambre también tiene mucho que decir en el resultado del reposicionamiento; si cada vuelta de alambre sobre la rama pasa muy cerca o muy lejos de la vuelta anterior, la nueva posición no podrá ser fijada y se correrá el riesgo de estrangulamientos o quebraduras. En el paso ideal, el alambre debe tener un angulo de 45°sobre la rama alambrada. Tampoco es para usar un transportador, pero sirve de referencia de lo que funciona bien. Si el alambre se clava, lastima y deja marcas muy fuertes sobre la corteza; una manera de disimularlo es alambrar en el sentido contrario que la vez anterior y dejar que el alambre se clave nuevamente, así la suma de marcas disimulará el rastro helicoidal del alambre anterior.

El alambre permanecerá en la planta solo el tiempo necesario hasta que la rama fije esa posición, según la especie será algunos meses o algunos años, pero la idea de que un bonsái debe tener siempre alambres no es correcta. En otros casos, si el crecimiento es muy fuerte, es posible que haya que hacer un re-alambrado, retirando el alambre viejo para evitar marcas muy fuertes. Casi siempre el alambre se puede recuperar desenrollándolo con cuidado, pero alguna fisura interna que no se haya sanado del todo puede terminar de quebrarse, por eso se recomienda cortar el alambre para poder retirarlo.

Como siempre, cada una de estas tareas debe ser realizada sobre una planta sana, si no la recuperación puede ser o muy lenta, o terminar en un problema mayor, perdiendo ramas y arruinando lo que se haya avanzado hasta ese momento. Si durante el trabajo una rama se rompe, hay buenas posibilidades de no perderla haciendo un encintado sobre la herida a modo de injerto; pero si la rama rota quedó separada de la planta, es preferible hacer un corte sobre la yema anterior para que crezca de nuevo.

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