Diversidad Social y Exclusión

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  • 8/18/2019 Diversidad Social y Exclusión

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    Diversidad social y procesos de exclusión einclusión: una perspectiva psicológica

    María Elena Sandoval*

    Ecuador 

    Si la relatividad resulta verdadera, los alemanes dirán que yo soy alemán, los suizos que soyciudadano suizo, y los franceses que yo soy un gran hombre de ciencia. Si la relatividad

    resulta falsa, los franceses dirán que yo soy suizo, los suizos que yo soy alemán y losalemanes, que yo soy judío.

     Albert Einstein 

     

    ¿Cómo vemos al otro?, ¿cómo percibimos su conducta?, ¿cómo explicamos las diferenciasentre los humanos? ¿Por qué desarrollamos sentimientos de atracción hacia algunas personasy grupos, y de rechazo hacia otros? Estas son algunas de las preguntas que desde los añosveinte del siglo pasado, se han formulado varios psicólogos en el ámbito de lo grupal y de losocial, tratando de describir y explicar las dinámicas subyacentes.

    En varios períodos, los hechos históricos y culturales han acelerado la necesidad deexplicaciones y respuestas al comportamiento humano. Por ejemplo, las guerras, los episodiosde racismo y de discriminación; la capacidad de causar daño intencionado a otro; la capacidadde exterminar a poblaciones enteras, portando la bandera de las causas justas, las buenasrazones y la buena conciencia.

    ¿Pero de qué conciencia hablamos? Entendemos por conciencia esa capacidad interna quetenemos los seres humanos para sentir a nivel intelectual e incluso corporal, bienestar omalestar por las decisiones y los actos personales y/o grupales. Entonces, hablamos de unabuena o mala conciencia individual y grupal.[1] Entendiendo que lo que llamamos conciencia

    individual está determinada por las interacciones sociales, las mismas que se inician ennuestro grupo más primario, que es el grupo familiar. En este núcleo, desarrollamos también elsentido básico de pertenencia e identidad.

    La originalidad individual y la identidad propia, parecen ser parte de un proceso a serconquistado durante toda una vida; puesto que, todo aquello que consideramos como un rasgoindividual y propio, en realidad tiene un origen social. Lorenzi-Cioldi y Doise, [2] mencionan porejemplo, los estudios de, Kuhn y Mc Partland realizados desde 1954, en los cuales losinvestigadores llegaron a la conclusión de que a la pregunta: ¿quién soy yo?, las personas deforma casi generalizada y de manera reiterada recurrimos a términos sociales para definirnos anosotros mismos. Es decir que, a partir de los grupos a los que pertenecemos, elaboramoscategorías sociales de las cuales nos sentimos parte. Entonces, nuestra identidad personal estará determinada por nuestra identidad social . Por ejemplo, yo soy mujer u hombre; soyestudiante o profesional; soy ecuatoriano o extranjero; o, soy soltero o casado. Aquí empieza

    la percepción de la diferencia entre yo y el otro. Y en el ámbito social, entrenosotroso endogrupo , y ellos o exogrupo .

    Así mismo, nuestras relaciones sociales, reflejan nuestras formas mentales de procesamientode la información social. Nuestra mente recurre a la categorización , que tiene como funciónbrindar un máximo de información sobre el mundo con un mínimo de esfuerzo. Por ello, unamisma realidad puede ser categorizada de distintas maneras. Este proceso está determinadopor las interacciones que mantiene el sujeto que percibe con el objeto que es percibido. Através del proceso de categorización, incluso llegamos a desarrollar taxonomías y hablamosde similitudes y diferencias.

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     Cuando este proceso se desarrolla en el campo de lo social, estamos hablando de lacategorización social  (Tajfel, 1972 en Lorenzi- Cioldi y Doise, 2004); o sea, de la construcciónde categorías sociales para definir a los grupos, como pueden ser: las categorías de hombresy mujeres; blancos y negros; ricos y pobres, dejando abierta la inmensa gama de posibilidadesde inventar nuevas categorías sociales.

    Ligado a este proceso de categorización social, se encuentran también los procesos decomparación social  como soporte de los procesos de construcción de la identidad social. Esdecir, de una sensación de similitud y comunidad, evaluando a su propio grupo de referenciacon relación o en comparación con los demás grupos. De manera global, pertenecemos a unacategoría amplia, sintiéndonos miembros del género humano. En un nivel más básico, nossentimos miembros de tal o cual grupo en función del contexto; y a un nivel más particular, nosvemos simplemente como individuos.

    A través de estos tres conceptos: categorización social , comparación social  e identidad social ,podemos explicar otros fenómenos que se dan en las relaciones entre las personas y losgrupos, como por ejemplo, la percepción social, la formación de estereotipos y de prejuicios,los actos de discriminación y de exclusión social

    Percepción social 

    Nuestras relaciones interpersonales e intergrupales están profundamente atravesadas pornuestras percepciones sociales. Es decir, por las interpretaciones y significados que damos alo que llamamos la realidad, construidos a partir de un conjunto de saberes y creenciasprevios. Así, jugamos a la psicología de los aficionados, juzgando a los demás a través denuestras percepciones. No obstante, los textos y manuales de psicología social estáncargados de estudios que muestran la cantidad de sesgos o errores de percepción queutilizamos al juzgar la conducta propia y la de los demás. Por ejemplo, percibimoserróneamente relaciones de causalidad y de correlación. Atribuimos los errores de los demás acausas internas o rasgos de personalidad, mientras los propios errores son atribuidos a causasexternas o situacionales. Al juzgar a los demás, ignoramos una cantidad de información útil ynos centramos solamente en aquella información que confirma nuestra creencia. Tenemos latendencia a percibirnos a nosotros mismos y a nuestro grupo de manera más favorable que alos demás. Funcionamos socialmente con creencias inconscientes que dividen al mundo en

    buenos y malos. Entonces, los buenos hacen cosas buenas y los malos hacen cosas malas. Yestas creencias finalmente, construyen la realidad, en una suerte de profecía autocumplida.

    Estereotipo y juicio social 

    Un estereotipo se puede conceptualizar como un conjunto de creencias compartidas apropósito de las características personales, generalmente rasgos de personalidad ycomportamientos propios de un grupo de personas. “Se trata de creencias sobre lascaracterísticas de un conjunto social (musulmanes, negros, mujeres, indios, católicos, vascos,homosexuales, judíos, gallegos) que pueden ser verdaderas o falsas pero que, en todo caso,denotan cierta rigidez perceptiva, tendencia a generalizar o poca capacidad depormenorización”.[3] 

    En tanto creencias, los estereotipos funcionan como una suerte de imágenes interiores que secristalizan, filtrando la abundancia de informaciones que nos llegan del exterior con respecto alos otros. No vemos antes de definir, sino que definimos antes de ver. Por ello, los estereotiposson simplificaciones y generalizaciones abusivas. Funcionan como etiquetas sociales.

    Prejuicio y discriminación 

    “El prejuicio es previo al juicio; nos inclina en contra de una persona con base sólo en suidentificación con un grupo particular.”[4] El prejuicio es una actitud de rechazo al otro en tanto

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    miembro de un grupo hacia el cual tenemos sentimientos negativos. La discriminación encambio, se refiere a un comportamiento negativo hacia los individuos miembros de un grupoque no es el nuestro (un exogrupo), y en relación al cual tenemos prejuicios.En síntesis, el prejuicio es la actitud negativa; el estereotipo es la creencia; y, la discriminaciónes el paso al acto de la negación y exclusión del otro.

    Pertenencia y exclusión social 

    Una de las mayores necesidades humanas es la necesidad de afiliación o de pertenencia a losgrupos que sostienen nuestra vida. En un primer nivel está la necesidad de pertenencia algrupo familiar, y así se va ampliando el campo hasta considerar a los grupos escolares,religiosos, locales, nacionales, entre otros. Así pues, la identidad social se define por lascategorías de pertenencia y los procesos de comparación social entre grupos y categorías.Como hemos visto anteriormente, el grupo de pertenencia (endogrupo) tendrá la tendencia aser mejor evaluado que el otro grupo (exogrupo) con el cual nos comparamos. Esto es loque llamamos sesgo endogrupal.

    En un mundo de contactos multilingües y multiculturales, priman las distinciones entrecategorías como: nacionalidad, clase social, etnia, sexo y edad, entre otras. En estoscontextos, el otro, el diferente, podrá ser evaluado de manera positiva o negativa dependiendodel grado de amenaza percibida respecto al grupo al que pertenece. Utilizando losmecanismos de percepción social arriba mencionados, realizamos clasificaciones rápidas y porlo general, dicotómicas: bueno-malo; confiable-no confiable; inofensivo-peligroso, etc. Y apartir de allí, definimos las relaciones con los otros, que pueden ser migrantes, miembros delsexo opuesto, personas que profesan un credo diferente, personas con opciones sexualesdiferentes, personas que hablan otra lengua, etc. De cierta manera, el mundo queda divididoen nosotros y ellos ; en mayorías  y minorías .

    Cuando hablamos desde el  nosotros,  hablamos desde una conciencia común, grupal,compartida socialmente; donde las reglas y normas impuestas por el grupo determinannuestros comportamientos. Uno de los mayores miedos del ser humano es el miedo a perderel derecho de pertenencia a su grupo de referencia, como por ejemplo, a la familia, al gruporeligioso, o al grupo político entre otros.

    Desde un enfoque sistémico, esto se podría expresar así:

    Tenemos la conciencia tranquila si nos comportamos de manera que podamos estarseguros de tener aún el derecho de formar parte del grupo, y tenemos mala conciencia si noshemos desviado de las condiciones del grupo, hasta el punto de tener que temer la pérdidatotal o parcial del derecho a la pertenencia. Ambas partes de la conciencia, sin embargo,sirven a una misma meta […] La medida de la conciencia, por tanto, es aquello, que es válidoen el grupo al que pertenecemos. Así, personas que provienen de grupos diferentes tambiéntienen conciencias diferentes […] La conciencia nos mantiene con el grupo como un perromanteniendo las ovejas con el rebaño. Pero en cuanto cambiamos de grupo, la concienciapara protegernos, cambia de color como un camaleón. Así, tenemos otra conciencia con lamadre y otra con el padre. Otra con la familia y otra en el trabajo. Otra en la Iglesia, y otra en elbar con los amigos. No obstante, siempre se trata del vínculo y del amor de vinculación, y del

    temor ante la separación y la pérdida.[5] 

    Por un lado tenemos las necesidades de pertenencia y vinculación, y actuamos de acuerdo ala conciencia de nuestro grupo para no ponerlas en riesgo. Es decir, que luchamos porconservan nuestra inclusión , nuestro lugar en el grupo. Pero por otro lado, enfrentados a unaconciencia grupal diferente a la nuestra, cuando debemos convivir con personas, valores yvisiones del mundo diferentes, buscamos formas de protegernos frente a su amenaza oinfluencia. Entre las estrategias de protección de nuestra conciencia grupal están, ladiscriminación y la exclusión de aquellos que se manifiestan diferentes o contrarios a nuestrogrupo.

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     Pero, dado el espíritu de los tiempos (zeitgeist), que impulsa al cambio de conciencia y decomportamiento del ser humano, las formas explícitas de discriminación no son socialmenteaceptadas en muchas partes del mundo; aunque en otras, sean todavía prácticas cotidianas.No obstante, siguen siendo frecuentes, e incluso inconscientes las formas menos explícitas ysutiles de discriminación y exclusión, como por ejemplo, el olvido, la indiferencia, el hacercomo si no existiera, el negarle un lugar en el mundo al otro. No lo agredo directamente, pero

    lo excluyo. También sucede, que etiqueto al otro grupo como minoritario y desestimo susaportes y propuestas.

    Pongamos el caso del racismo, fenómeno bastante estudiado por la psicología social. En suartículo sobre la discriminación y las relaciones entre grupos, Bourghis, Gagnon y Mosïsedescriben las formas de intolerancia en los tiempos modernos, y en el caso del racismo,identifican algunas perspectivas que han desarrollado los investigadores norteamericanos:

    “Racismo moderno:   […] reconocen el hecho de que el racismo ya no es abiertamenteaceptado en la sociedad norteamericana y que la mayoría de la gente tiende a combatirlo deuna manera u otra. […] Racismo simbólico , aplicado a las relaciones étnicas en los EstadosUnidos, los blancos simplemente disimularían su racismo ante los ojos de otros,manifestándolo de maneras más sutiles[…] Esta forma de racismo se encontraríaparticularmente en las personas que defienden valores conservadores y que perciben que laminoría negra constituye una amenaza para la mayoría blanca.

    […] Racismo regresivo . Esta perspectiva afirma que en nuestros días en los Estados Unidos,los blancos compartirían una norma más igualitarista […] Sin embargo, en situaciones deestrés, los miembros de la mayoría tendrían la tendencia a regresar hacia las manerasantiguas de actuar, es decir, volver a comportamientos discriminatorios hacia los gruposminoritarios. […] Racismo aversivo , tal como se aplica al contexto americano, sostieneque ciertas personas blancas se esconden a sí mismas su racismo, particularmente laspersonas liberales y bien informadas […] De manera general su comportamiento plegaría a lanorma que prohíbe la discriminación. Sin embargo sus verdaderos sentimientos se expresancuando su comportamiento discriminatorio podría ser atribuido a motivos que no tengan nadaque ver con el racismo.”[6] 

    En numerosos trabajos, los psicólogos sociales han planteado estrategias para disminuir la

    discriminación. A continuación encontramos una síntesis de éstas (R. Bourghis, A. Gagnon y L.C. Moïse, 1994):

    a) Fomento del contacto entre grupos diferentes.

    b) Fomento de la cooperación en lugar de la competencia, estableciendo un fin común ometa supra ordenada (superior) para los grupos.

    c) Efecto de individuación de los miembros de los grupos para quitar peso a las categorías(ellos/ nosotros). Por ejemplo, tratar a cada uno por sus nombres.

    d) Decategorización (des-construir las categorías)

    e) Recategorización (construir categorías con nuevos criterios)

    f) Categorización cruzada (incluir a una persona por lo menos en dos categorías).

    g) Categorización múltiple (incluir a la persona en varias categorías. Por ejemplo,reconociendo e incluyendo a todos sus ancestros: blancos, negros, indios; o españoles, rusos,alemanes, etc.) Esto es particularmente importante en el caso de sociedades multiétnicas ymulticulturales.

    Varias de estas estrategias quizás han resultado efectivas en ciertas circunstancias, pero enotras, el poder de la situación o del contexto ha sobrepasado la capacidad de auto-reflexión de

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    los individuos, y ha sacado a la luz el lado oscuro de la condición humana.

    De la intolerancia a la crueldad: un efecto de obediencia y conformidad social 

    La historia de la humanidad podría sintetizarse como una historia de las relaciones entrevíctimas y perpetradores; o entre vencedores y vencidos. No obstante, existen pocas

    categorías sociales que aparezcan tan irreconciliablemente opuestas y engañosamenteexcluyentes entre sí. Ante una mirada poco aguda, las víctimas son siempre víctimas y losperpetradores son siempre victimarios. Y, haciendo uso de nuestros mecanismos depercepción social, fácilmente podríamos caer en el sesgo de considerar que los buenossiempre hacen cosas buenas y los malos son los que hacen las cosas malas. Sin embargo, unanálisis más profundo de la condición humana muestra que estas categorías sonabsolutamente permeables, y que los seres humanos podemos jugar en ambos bandos y serambas cosas a la vez.

    Para fundamentar estas afirmaciones, haremos referencia a un par de estudios clásicos en elcampo de la psicología social. En primer lugar describiremos los experimentos que StanleyMilgram realizó entre 1965 y 1974 en la Universidad de Yale, y que trataban sobre los efectosde la obediencia a la autoridad. Posteriormente, haremos referencia al estudio del profesorPhilip Zimbardo,[7] realizado en la Universidad de Standford, en el que trataba de explicarcómo la gente buena puede involucrarse en actos terribles. Este experimento es conocidocomo el Efecto Lucifer .

    El efecto de obediencia a la autoridad 

    Stanley Milgram, reclutó voluntarios para participar en un estudio realizado en un laboratoriode Psicología de la Universidad de Yale, que aparentemente trataba sobre aprendizaje ymemoria. Este fue planteado como un estudio pionero que permitiría ver la relación entreaprendizaje y castigo. A cambio, los voluntarios recibirían un pago mínimo. Una vez en ellaboratorio, el investigador (un hombre severo con bata gris), sorteaba a una pareja devoluntarios los roles, y uno de ellos hacía de profesor, mientras el otro participaba comoaprendiz. El profesor leía una lista de pares de palabras, las mismas que debían sermemorizadas y repetidas por el aprendiz. Como parte de las consignas del experimento, secastigaría cada error cometido por el aprendiz con choques eléctricos que irían aumentando

    en una intensidad de 15 voltios.

    Por su parte, el investigador inducía al sujeto que fungía como profesor a aumentar el voltajede las descargas eléctricas cada vez que el aprendiz cometía un error. El generador dechoques eléctricos iba de 15 a 450 voltios. Sorprendentemente, un alto porcentaje (63%) desujetos en el papel de profesores, llegaron a aplicar el máximo voltaje a los aprendices, que enmedio de súplicas y gritos de dolor, pedían detener el experimento. En realidad, quieneshacían de aprendices eran cómplices del experimentador y nunca recibieron las descargaseléctricas. No obstante, para Milgram, los resultados del comportamiento de quienes hacían deprofesores fueron bastante perturbadores, puesto que sin objeciones, estaban dispuestos acastigar y torturar a sus aprendices, personas que no les habían hecho nada y que estabanindefensos frente al castigo (Myers, 1995).

    Este experimento fue diseñado por Milgram, como parte de sus preocupaciones no solamente

    científicas, sino también humanas. Siendo él mismo judío, trató de explicarse cómo personasnormales, comunes y corrientes (como muchos oficiales, profesionales y ciudadanosalemanes) pudieron participar en actos atroces como los ocurridos en el holocausto durante laSegunda Guerra Mundial. En concreto, le llamó la atención el juicio televisado de uno de losoficiales de confianza de Hitler, Adolf Eichmann, quien había participado en la denominadaSolución Final, y que fue capturado en 1960 en Argentina, donde vivía como un ciudadanocomún y corriente con su esposa y sus tres hijos.

    El psicólogo David Myers en su explicación sobre el experimento de Milgram, reproduce alrespecto una reflexión de la judía Hannah Arendt: “Eichmann no odiaba a los judíos, y eso lo

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    hizo peor, no tener sentimientos. Presentar a Eichmann como un monstruo es hacerlo comomenos peligroso de lo que fue. Si matas a un monstruo puedes irte a la cama y dormir, porqueno hay muchos de ellos. Pero si Eichmann era normal, la situación es mucho más peligrosa”(Myers, 1995: 239).

    En el experimento de Milgram, los voluntarios eran personas normales, comunes y corrientes,que siendo sometidas a una situación de obediencia a la autoridad, eran capaces de

    convertirse en torturadores. Entre las explicaciones que atribuye Milgram a este fenómeno,toma en cuenta de manera principal, la cercanía y legitimidad de la autoridad. En este caso, elinvestigador de bata blanca, percibido como el que conoce y maneja todas las variables delexperimento. Por otro lado, la creación de una situación de distancia emocional con respecto ala víctima, lo que favorece la crueldad. Y finalmente, la fuerza de una autoridad institucional,como en este caso, la Universidad de Yale.

    El efecto Lucifer[8] 

    En esta misma línea de investigación, otro experimento famoso fue el de Philip Zimbardo(1971), profesor de psicología de la Universidad de Standford, quien igualmente, convocó avoluntarios que deseaban participar en un experimento donde se simularía la vida carcelaria.Se presentaron más de 70 postulantes, y se seleccionó a 24 sujetos, evaluados comonormales, quienes experimentarían durante dos semanas la vida de una prisión, a cambio deun pago de 15 dólares diarios por su participación. Al azar, tirando una moneda, se seleccionóa quienes harían el papel de guardias y quienes harían el papel de detenidos.

    Los resultados de este estudio fueron igual de sorprendentes que los de Milgram, al constatarque al cabo de un par de días, tanto guardias como detenidos interactuaban comoperpetradores y víctimas. Los casos de abusos, tratos degradantes y torturas, fueron enescalada; hasta que, Zimbardo tuvo que interrumpir el experimento cuando apenas habíatranscurrido una semana, reconociendo que él mismo, perdió la distancia experimental y seinvolucró en esta dinámica. A esta transformación de personas normales en perpetradores, élllamó, el Efecto Lucifer . En el año 2004, cuando a través de la televisión se veían escenasdegradantes en la cárcel de Abu Graib en Irak, Zimbardo, describió que las mismas escenaspor las que después fueron condenados estos oficiales, se reprodujeron en su experimento.Dice Zimbardo, que no se trata de un puñado de manzanas podridas dentro de un grupo de

    buenos soldados, como afirmaba el ex presidente Bush; sino, de personas normalesconvertidas en perpetradores. Lo que Zimbardo ha puesto en evidencia, es el poder de lassituaciones sociales para llevar a mucha gente corriente, incluso buena, por lo que él llama, elcamino del mal.

    Excluyendo a las minorías 

    En situaciones menos extremas como las descritas arriba, encontramos otras formas demaltratar, discriminar y excluir a quienes consideramos diferentes o indeseables. Uno de estosmecanismos consiste en categorizar a ciertos grupos como minoritarios. Entendiendo comominoría -en algunos casos- no necesariamente a un grupo numéricamente inferior, sino aaquel que se encuentra privado del ejercicio de ciertos poderes o impedido de acceder a éstos.De esta manera, una mayoría puede estar constituida por un grupo numéricamente pequeño

    que detenta un gran poder; y a su vez, una minoría puede estar constituida por un gruponuméricamente mayoritario, desprovisto de poder.

    En este sentido, la mayoría haciendo uso de su poder, buscará neutralizar a los gruposminoritarios a través de la presión social, la amenaza o la represión. Pero también activarámecanismos más sutiles como son: la psicologización, la denegación y la sociologización de laminoría.

    En el caso de la psicologización la propuesta o el discurso minoritario serán descalificados enfunción de supuestas características psicológicas de los miembros del grupo. Por ejemplo, se

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    dirá que proponen lo que proponen porque son amargados, resentidos, locos, emocionalmenteinestables, etc. La denegación en cambio, consiste en descalificar por completo la propuestade la minoría, quitándole toda verosimilitud o validez, sin atacar a sus miembros. En este caso,no se descalifica a las personas, sino lo que ellas dicen. Y por último, a través de lasociologización se descalifican las propuestas de la minoría por atribuirlas a características deorden social. Como por ejemplo, decir que proponen lo que proponen porque son ignorantes,pobres, religiosamente fundamentalistas. Es decir, que se puede recurrir a razones étnicas,

    religiosas o de clase para descalificar sus propuestas.[9]

     

    El aporte innovador de las minorías 

    Si analizamos la historia humana, los grandes cambios han sido impulsados por individuos ogrupos minoritarios, que se han esforzado por introducir o crear ideas nuevas. Estos esfuerzossuelen, por lo general, resultar perturbadores para las grandes mayorías, que a su vez, seesfuerzan por mantener el status quo. ¿Pero qué es lo que permite que un gruponuméricamente inferior y sin poder, pueda tener influencia y llevar a un cambio? En 1979,Serge Moscovici, psicólogo social francés de origen rumano, escribió su libro Psicologie desMinorités Actives , donde realiza un estudio sobre los factores que permiten a una minoría tenerinfluencia. La condición más importante es que la minoría sea activa; es decir, que tenga unapresencia con una posición definida.

    Una minoría activa es una minoría coherente y consistente en su propuesta, que ademásbuscará aumentar su visibilidad social y lograr el reconocimiento por parte de la mayoría,gracias justamente a su comportamiento consistente. Está claro que la influencia innovadorade una minoría toma su tiempo y en muchos casos, comienza en el ámbito de lo privado.Quizás los miembros de la mayoría sigan públicamente manteniendo comportamientoscontrarios a la minoría, pero en su fuero interno, se genera un conflicto, una suerte deconfusión, que les lleva a preguntarse sobre la pertinencia y validez de las propuestas de laminoría. En lo privado se inicia un proceso de validación de las propuestas minoritarias, que esa su vez, es el inicio de un camino de conversión, de un movimiento hacia un cambio.

    Dice Moscovici[10]  que a menudo la vida social se desarrolla como en el famoso cuento deHans Christian Andersen, El traje nuevo del emperador , en el que se cuenta que en un paíslejano vivía un emperador que tenía el orgullo de ser el soberano mejor vestido de su época. Y

    un día, llegaron al palacio dos extranjeros que se decían ser sastres, pero que en realidad erandos bribones. Una vez delante del emperador, le ofrecieron confeccionar un traje, que segúnellos, solamente los más inteligentes podrían ver. El monarca accedió y los bribones fingieroncoser durante días un traje de tela invisible, mientras eran atendidos con todas lascomodidades del palacio. Al poco tiempo, mandó el soberano a sus ministros para revisarcómo iba el trabajo, y éstos queriendo parecer inteligentes, lanzaron gritos deadmiración. Llegado el momento, los bribones anunciaron que el traje estaba listo ypresentaron al monarca un cofre vacío. Pero al igual que sus ministros, el rey fingió estarmaravillado con el esplendor del vestido. Llegó el gran día en que el emperador estrenaría sutraje nuevo. Entonces, los supuestos sastres probaron el traje al emperador fingiendo darle losúltimos toques. Así, salió el monarca a saludar a su pueblo con entusiasmo y magnificencia,luciendo su traje nuevo. Todos miraban al emperador caminar desnudo, pero no se atrevían adecir nada. Hasta que una pequeña vocecita infantil, una vocecita minoritaria gritó, ¡elemperador está desnudo! Y todos los demás, se sintieron liberados en el momento en el que

    alguien se atrevió a expresar lo que todos estaban percibiendo. Esta vocecita liberó una nuevapercepción de la realidad y liberó a las personas de su sumisión. Primero comienza como unpequeño murmullo, hasta amplificarse y convertirse en un clamor general, burlándose de lasuperchería del emperador y su corte, y ridiculizando al poder.

    Muchas veces, las voces minoritarias son las más lúcidas y nos confrontan con lascontradicciones de la vida social. Nos permiten ver el abismo existente entre lo que decimos yhacemos; entre lo que pensamos y deseamos. ¿Qué hubiese sucedido si en el cuento delemperador, a la vocecita que gritó la verdad, se la descalificaba atribuyendo su impulso a unacto de locura o de infantilismo? ¿Qué hubiese sucedido si contra toda evidencia, se

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    imponía como verdad social que el emperador portaba un traje invisible que podía ser vistosolamente por los inteligentes? Sin duda, la vocecita hubiese sido aislada, castigada yprohibida de contacto. Quizás esa verdad forjada tendría que mantenerse a fuerza de mucharepresión. Pero, en el fuero interno de la mayoría, habría quedado ya sembrada la semilla dela duda y de la inconformidad. Y si esa vocecita, a pesar del castigo y del aislamiento, en laprimera oportunidad, en lugar de retractarse, se reafirmase, manteniendo valientemente suposición coherente y consistente; probablemente provocaría en la mayoría un gran conflicto

    cognitivo, un movimiento de influencia liberadora, un empujón hacia una percepción diferentede la realidad.

    Explorando caminos de inclusión 

    Incluir significa mantener dentro de los propios límites, contener, tomar en cuenta, dar el lugarque corresponde. Acostumbrados por condicionamiento social y conciencia grupal a excluir lodiferente, lo molesto, lo doloroso, a quitarle valor y negarle el reconocimiento; sin duda, elaprender a incluir representa una ardua tarea en un camino poco recorrido. O quizás, seríamás aproximado decir que es un camino poco recorrido por las mayorías. Y que, felizmente,individuos y grupos minoritarios ya lo vislumbran y lo proclaman como una necesidad pararecomponer el desorden social.Para hablar de inclusión, ayuda mucho entender el funcionamiento de la sociedad como unsistema complejo, donde cada parte, o sea, cada individuo y cada grupo tienen un lugar ycumplen una función específica. Pero además, lo fundamental de ese sistema es la relaciónentre sus partes o miembros, y el impacto que cada uno tiene sobre los demás. En Sudáfricahay un concepto tradicional que resume bastante bien la mirada sistémica de la sociedad, y esel concepto de Ubuntu, que entre sus varias traducciones quiere decir: Soy porque nosotrossomos . Este concepto se sostiene en la creencia de un enlace universal de compartir queconecta a toda la humanidad. El sacerdote sudafricano Desmond Tutu lo explica así: “Unapersona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no sesiente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de símismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otraspersonas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos”.[11] Manteniendo esta mirada sistémica podemos hacer una analogía entre lo que sucede en ungrupo social extenso y un grupo familiar. En toda familia existen personas que por diversasrazones han sido excluidas. Generalmente, los excluidos de la familia son aquellos quecausaron dolor, vergüenza o que de manera consciente o inconsciente son asociados con los

    males o tragedias que vivió o vive la familia. Los efectos de la exclusión en un sistema familiarson bastante graves, puesto que, como lo han comprobado varios autores dedicados al campode la psicogenealogía, como la francesa, Anne AncelinSchützenberger, el alemán BertHellinger, o el chileno Alejandro Jodorowski, las consecuencias de la exclusión repercuten a lolargo de varias generaciones. Cuando hay un miembro excluido en la familia, el sistema seocupará de representarlo a través de otro de sus miembros; por lo general, alguien de unageneración posterior. O sea que, cuando uno de los miembros del sistema se excluye, larepercusión la sienten todos los demás, ya sea de manera consciente o inconsciente. Lasrelaciones entres los miembros del sistema entran en desorden, y obviamente el amor deja defluir. ¿Cuál es el remedio para evitar las consecuencias de la exclusión?: la inclusión. Estoquiere decir, permitir que cada miembro del sistema ocupe el lugar que le corresponde,reconociéndole su igual derecho a pertenecer.

    En el ámbito del grupo familiar, el remontarse en la historia de varias generaciones a través de

    la reconstrucción del árbol genealógico, deja al descubierto muchos secretos, descubriéndose-en más de un caso- que los buenos no eran tan buenos, y los malos no eran tan malos. Yque, a pesar de los esfuerzos por negarlos o borrarlos, la genética y el inconsciente nosdelatan y nos impiden deshacernos de nuestros orígenes. Estos descubrimientos suelen darpaso a nuevas comprensiones sobre las interrelaciones, paralelismo, y a veces, repeticionescasi idénticas de nuestras vidas presentes y las vidas de nuestros ancestros. Entonces, losprocesos de inclusión y de reconciliación se activan para poder liberar el presente de lascargas del pasado.

    En el campo de lo social, desde la mirada sistémica, estaríamos hablando de algo que va más

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    allá de la simple tolerancia ante la diferencia; de la aceptación políticamente correcta; o, de laspropuestas bien intencionadas del crisol o el famoso melting pot americano, entendido como lafusión de diferentes nacionalidades, etnias y culturas.

    En toda sociedad, como hemos visto, se experimenta la conciencia grupal como buenaconciencia; y desde allí, la exclusión está justificada. Se excluye a quienes son consideradosuna amenaza, puesto que, son vistos como causantes de los males sociales, y en particular de

    dos: la pobreza y la violencia. Esta visión predominante, adolece de dos grandes dificultades:por un lado, es de corto alcance en el tiempo. Y por el otro, plantea un mundo de categoríasduales donde sólo hay, buenos y malos; víctimas y perpetradores; nosotros y ellos.

    Así mismo, en el plano de lo social, el conocimiento de la historia de los pueblos, permitecomprender las interrelaciones entre los acontecimientos del pasado y del presente. Las líneasque dividen a las categorías duales se atenúan, y descubrimos que todos experimentarontodo: unas veces buenos, otras veces malos; unas veces ricos, otras veces pobres; unasveces víctimas, otras veces victimarios; unas veces vencedores, otras veces vencidos.

    Como dice la historiadora y experta en el tratamiento de trauma social, Annwgyn St. Just, paraevitar la exclusión, se requiere que a todos se les dé su lugar. [12] Por ejemplo, en el caso devíctimas y perpetradores, más allá del dolor, todos deben tener un lugar. Desde su punto devista, eso fue algo que sucedió en el proceso de la Comisión de la Verdad y Reconciliación enSudáfrica, con los esfuerzos del arzobispo Desmond Tutu.

    Para finalizar podríamos decir que una nueva conciencia despierta al ampliar nuestrascategorías de pertenencia, indagando a profundidad lo que sostiene nuestra identidadpersonal, familiar, cultural y social, y reconociendo que como los sujetos de los experimentosde Milgram y Zimbardo, en ciertas circunstancias sociales, también nosotros probablementeseríamos capaces de atravesar la línea. Entonces comprendemos que más allá de lasdiversidades individuales y sociales, en la esencia de la condición humana, somos todosiguales. Como dice Bert Hellinger, somos una suerte de jugadores de tablero, que a fuerza de jugar largamente en ambos lados, y de muchas veces ganar y muchas veces perder,adquirimos la maestría del juego.

    Los Jugadores[13] 

    Se presentan como enemigos.Luego se sientan, frente a frente,y jueganen el mismo tablerocon una gran variedad de figuras,siguiendo reglas complicadas, jugada por jugada.El mismo juego real.

    Ambos sacrifican diferentes figurasa su juego,y, atentamente, se mantienen en jaque,hasta que el movimiento termina.

    Cuando no va más,la partida está acabada.

    Después, cambian de ladoy de color,y del mismo juego comienzatan sólo otra partida.

    Pero el que largamente juega,y muchas veces gana,

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    y muchas veces pierde,en ambos lados se convierte en maestro.

    Bibliografìa 

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    Lorenzi-Cioldi, Fabio y Doise, Willem, “Identité sociale et identité personnelle” en Bourhis,Richard y Leyens, Jacques-Philippe, edit., Stéréotypes et Relations Intergroupes , Liége,Mardaga, 1994

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    Weber, Gunthard, Felicidad dual, Barcelona, Herder Editorial, 2006.

    Zimbardo, Philippe, El efecto Lucifer, 1971, en http://www.zimbardo.com.

    * María Elena Sandoval, ecuatoriana; Licenciada en Psicología Clínica, Pontificia Universidad

    Católica del Ecuador, Quito; Magíster en Psicología Social, Universidad de Ginebra- Suiza;Egresada de la Escuela Sudamericana de Psicología Transpersonal, Quito; Formacióncontinua en el Método de Constelaciones Familiares, Centro Bert Hellinger de Argentina y laHellinger Sciencia® con su creador, Bert Hellinger; Docente en la Escuela de Psicología,Universidad de las Américas; terapeuta Grupo AlmaSophia- Constelaciones Familiares ySoluciones Terapéuticas.e-mail: [email protected][1] Gunthard Weber, Felicidad dual, Barcelona ,Herder Editorial, 2006.[2]  Fabio Lorenzi-Cioldi y Willem Doise, “Identité sociale et identité personnelle” en Bourhis,Richard y Leyens, Jacques-Philippe, edit., Stéréotypes et Relations Intergroupes , Liége,

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    Mardaga, 1994[3] Gerardo Pastor Ramos, Ensayo de Psicología Social Sistemática,  Salamanca,Publicaciones Universidad Pontificia Salamanca, 2000, p. 271.[4] Myers, D., Psicología Social, México, McGraw –Hill, 1995, p. 346.[5] Hellinger, Bert, El Centro se Distingue por su Levedad , Barcelona, Editorial Herder, 2002,p. 59-60.

    [6]  Bourghis Richard, Gagnon André y Mosïse, Léna Céline, “Discrimination et Relations

    Intergroupes” en Bourhis, Richard y Leyens, Jacques-Philippe, edit., Stéréotypes et RelationsIntergroupes , Liége, Mardaga, 1994, p. 198-199. (La traducción es de la autora)[7] Philip Zimbardo, El Efecto Lucifer , 1971, en www.zimbardo.com[8] Philip Zimbardo, El Efecto Lucifer , 1971, en www.zimbardo.com[9]  Maritza Montero, Teoría y práctica de la psicología comunitaria , Buenos Aires, Paidós,2003.[10] Serge Moscovici, Psychologie sociale , Paris, Presses Universitaires de France, 1984.[11] Tutu, Desmond, concepto de Unbuntu , en http://es.wikipedia.org/wiki/Ubuntu[12]  Anngwyn, St. Just, A question of balance. A systemic approach to understanding andresolving trauma, s.l., 2008.[13] Bert Hellinger, El centro se distingue por su levedad , Barcelona, Herder, 2002, p.58.

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