Discurso Argumentativo y Auditorio

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    Co-herencia

    ISSN: 1794-5887

    [email protected]

    Universidad EAFIT

    Colombia

    Gmez Posada, Julder Alexander

    Discurso argumentativo y auditorio

    Co-herencia, vol. 3, nm. 4, enero-junio, 2006, pp. 9-33

    Universidad EAFIT

    Medelln, Colombia

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77430401

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    http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77430401http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=77430401http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=774&numero=6515http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77430401http://www.redalyc.org/revista.oa?id=774http://www.redalyc.org/http://www.redalyc.org/revista.oa?id=774http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77430401http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=774&numero=6515http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=77430401http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77430401http://www.redalyc.org/revista.oa?id=774
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    Resumen Suele decirse que la argumentacin depende del

    orador y su auditorio, pero tambin se acepta queun texto argumentativo es comprensible ms all delas circunstancias de su emisin. Estos postulados

    no son incompatibles pero exigen una determinacin del lugar que lecorresponde al conocimiento del orador y del auditorio, por un lado, yal conocimiento del discurso mismo, por el otro, en la constitucin delconocimiento de la argumentacin. Para ello, se disponen dos apartadosen este artculo: el primero presenta el concepto de la argumentacin yuna hiptesis relativa al modo en que, a partir del texto, el receptordetermina si un discurso es argumentativo; y el segundo expone unahiptesis acerca del modo en que, desde el texto mismo, el intrpretede una argumentacin llega a conocer al orador y su auditorio.

    Palabras clave

    Argumentacin, orador, auditorio, objetos de acuerdo, discurso

    argumentativo.

    Argumentative speech and audience

    Abstract Usually, it is acceptable to say that argumentationdepends on the speaker and the audience. But weknow that we can understand an argumentative textbeyond the circumstances of its emission. These

    postulates are compatibles. However, we need two conditions for theconstitution of the knowledge in argumentation: First, it demands aspecification about the role of the knowledge of, both, speaker and theaudience. Second, we must to establish the knowledge of the discourse,itself. In order to satisfy this demands, this article display two parts: a)the concept of argumentation, with a hypothesis about the way as the

    receptor define that an speech is argumentative. (b) A hypothesis aboutthe way as the interpreter can to know to the speaker and the audience.

    Key Words

    Argumentation, speaker, audience, matter of agreement, argumentativespeech.

    1Este texto hace parte de lainvestigacin Sobre laargumentacin lgica y lastcnicas de argumentacinno apremiante en El imperioretrico, de Cham Perel-man, y se inscribe en el grupode investigacin Estudiossobre Poltica y Lenguajedel Departamento de Huma-nidades de la UniversidadEafit.

    *Docente del Departamentode Humanidades de laUniversidad Eafit.

    Discurso argumentativo yauditorio1Recepcin: 28 de noviembre de 2005 I Aprobacin: 17 de febrero de 2006

    Julder Alexander Gmez Posada*

    [email protected]

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    Ofrecer y recibir argumentos, descartar y acoger argumentativamenteopiniones propias o ajenas, pedir o exigir razones para la aceptacin dealgo, todas estas actividades son usuales, en mayor o menor medida hacenparte de nuestra vida o, por lo menos, hacen parte de las actividades y lasafirmaciones que presentamos, ante nosotros mismos y ante los dems, comoactividades y afirmaciones racionales. Ya sea por una decisin moral, estti-ca o teleolgica, la capacidad para argumentar, y para hacer valer las conse-cuencias de la argumentacin en el mundo de la vida, parece constituir uncriterio de razn: si una actividad o una afirmacin es respaldada con argu-mentos podr ser objeto de desacuerdos, pero tiende a valer como racional;no parece ocurrir lo mismo cuando faltan los argumentos (Habermas, 2003,pp. 2427).

    Como argumentar es una actividad, usualmente se considera que es algoque alguien hace, y como de manera habitual se realiza con el propsito deconvencer a otro, se considera tambin que es una actividad que depende,por lo menos en parte, de aqul a quien se quiere convencer. En cualquiercaso queda la argumentacin como un asunto relativo a la accin, algo quealguien hace, o a la recepcin, algo que a alguien le parece, algo que aalguien convence.

    A estas consideraciones sobre la argumentacin como actividad, quisi-ramos aadir otra de la argumentacin como producto. Nos gustara mos-trar que la argumentacin se reconoce incluso all donde faltan la declaracinexplcita de la intencin de argumentar y la dedicatoria explcita al destina-tario de la argumentacin. Parece til mostrar que con frecuencia, sobretodo en el texto escrito, el conocimiento de la intencin del que argumen-

    ta, y de las convicciones de aqul a quien se dirige la argumentacin, sesubordina al conocimiento del discurso. Esto sera til, en cualquier caso,para una comprensin de los enunciados argumentativos, o racionales, queno dependa del conocimiento de las circunstancias de su emisin.

    Para cumplir este propsito hemos dispuesto dos partes. En la primerade ellas intentamos presentar el concepto de la argumentacin de tal modoque incluya la intencin del que argumenta, pero que no dependa de ella;asimismo, en la segunda parte intentamos presentar los supuestos de la ar-gumentacin, de tal manera que sea evidente que stos permiten conocerlas convicciones de aquel a quien convence, y no al contrario.

    Sin embargo, parece necesario aclarar que al aadir este tipo de consi-deraciones a las de la argumentacin como actividad tendiente a conven-cer no pretendemos establecer oposicin alguna. Es cierto que al hacer nfasisen el discurso argumentativo le restamos importancia a los propsitos de laargumentacin y, con ello, al lugar que le corresponde al emisor y al recep-tor de la argumentacin en un estudio retrico del fenmeno que nos ocu-pa; pero esto no se debe a ninguna incompatibilidad entre la consideracin

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    de la argumentacin como proceso comunicativo tendiente a la convicciny la consideracin de la misma como forma discursiva, sino que la razn deello reside en que el proceso y el producto de la argumentacin son dosaspectos distintos de una y la misma cosa, dos aspectos en los cuales sepresentan los mismos factores pero con desigual papel, o con desigual im-portancia. As, creemos nosotros, se explica el hecho consistente en quedesde el punto de vista de la retrica sea necesario determinar los supuestosde la argumentacin, y el desarrollo de la misma, segn el emisor y el recep-tor del discurso argumentativo (Perelman y OlbrechtsTyteca, 1989); mien-tras que desde el punto de vista del discurso argumentativo, al menos estoes lo que proponemos, sea necesario concebir al emisor y al receptor de laargumentacin a partir del discurso mismo.

    I. Argumentacin

    El propsito de este apartado es presentar el concepto de la argumenta-cin. Para tal efecto se intenta, primero, distinguir entre discursosargumentativos y discursos no argumentativos, despus, ofrecer un criterioque permita comprender el modo en que un auditorio llega a saber que untexto es argumentativo y, por ltimo, ofrecer una hiptesis explicativa delfuncionamiento de este criterio.

    1.El verbo argumentar se emplea frecuentemente como sinnimo de con-

    vencer; con l se indica algo que pertenece al conjunto de las actividades

    discursivas que comparten la pretensin de hacer que alguien tenga por ver-dadero lo que se le dice, o que obre en consecuencia con lo que tiene porverdadero. En virtud de ello, la argumentacin se inscribe entre las accionesconvincentes y la verdad, como entre dos extremos. La argumentacin noes, en efecto, ni un tipo de accin cualquiera que consigue convencer, ni uncierto tipo de procedimiento hipotticodeductivo que prueba la verdad deun enunciado, sino ms bien una cierta manera de hablar o escribir con laintencin de justificar el tener por verdadero un enunciado.

    1.1

    La argumentacin no se identifica con el conjunto de las acciones con-vincentes, porque no todas las acciones convincentes se realizan medianteel discurso, mientras que todas las argumentaciones son discursivas. En efec-to, siempre que decimos u omos decir que alguien argumenta, suponemosque se expresa mediante un discurso, pero esto no ocurre siempre que al-guien pretende ser convincente: es posible convencer mediante accionesque se desarrollan en silencio, como cuando la habilidad de un artesano nos

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    convence de su talento en tal caso tenemos por verdadero que el artesanoes talentoso y podemos decir que su actividad nos ha convencido de ello,aunque no diramos que l nos ha ofrecido una argumentacin.

    Tampoco se identifica la argumentacin con los modos hipotticodeductivos que sirven a la lgica para probar la verdad de los enunciados.En general, puede decirse que una prueba lgica de la verdad de un enun-ciado consiste en la demostracin de que el enunciado que se pretende ver-dadero hace parte de otro que se ha postulado previamente (Tugendhat yWolf, 1997, pp. 3247). Esto significa, entre otras cosas, que cuando unaconclusin lgica es vlida su contenido proposicional puede hallarse me-diante el anlisis del contenido de sus premisas y por ello se le llama a estetipo de verdad verdad analtica. As, por ejemplo, si se parte de una pre-

    misa segn la cual un enunciado Pes verdadero y tambin lo es un enuncia-do Q, y a partir de ello se concluye que Pes verdadero, o que lo es Q, o quelo son ambos, entonces se ofrece una conclusin lgica, precisamente por-que ninguna de estas conclusiones aade nada al contenido de sus premisas.

    Pero esta manera de proceder difcilmente puede ser aplicada a los dis-cursos argumentativos que se realizan en una lengua natural, porque suponeuna exactitud que las palabras del habla corriente no poseen (Cohen y Nagel,1934, pp. 133154). Adems, aun si fuera posible entender de manera exactael significado de todos los trminos de la lengua natural, no se equipararanlos razonamientos lgicos a la argumentacin, porque no todas las argumen-taciones consisten en que algo deba ser tenido por verdadero en razn deque est contenido en algo ms que se ha aceptado como verdadero As,por ejemplo, cuando escuchamos una expresin como debes llevar tu para-

    guas porque ha estado lloviendo todos estos das, estamos seguros de haberrecibido una recomendacin y un argumento a favor de ella, aunque nodiramos que el significado de debes llevar tu paraguas est contenido den-tro del significado de ha estado lloviendo todos estos das.

    Y, por ltimo, no se dira que un razonamiento lgico es argumentativo,sino a condicin de que el enunciado que se ha postulado previamente ex-prese una opinin que se tiene por verdadera. En efecto, decir que si todoslos libros son azules y lo que tengo en las manos es un libro, entonces lo quetengo en las manos es azul, es probar lgicamente la verdad de este ltimoenunciado; pero no se dir que es un proceder argumentativo hasta que nose haya constatado que aqul a quien se dirige el discurso tiene por verdade-ro que todos los libros son azules, y es esta una constatacin que cae porfuera del mbito estrictamente lgico.

    Con el propsito de distinguir entre argumentar y convencer, se insiste enel carcter discursivo de la argumentacin, as como se insiste en la inten-cin de convencer para distinguir entre argumentar y demostrar.

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    1.2

    La distincin entre convencery argumentar es tan clara como puede serlola distincin entre acciones o actos y actos de habla (Austin, 1998, pp. 4852): se dice, naturalmente, que una cosa se hace sin palabras cuando stasno son necesarias para la realizacin de la accin; as, por ejemplo, puededecirse que pescar es una accin que se realiza sin palabras porque stas nohacen parte esencial de la serie de eventos que constituyen la pesca. Deotras acciones, en cambio, se dice que se hacen con palabras porque nopodran realizarse sin ellas o porque realizarlas es hacer uso de ciertas pala-

    bras en ciertas ocasiones; as, por ejemplo, nadie dira que habla quien nohace un uso efectivo de expresiones lingsticas.

    Pero, en general, la mayora de las cosas que se hacen con palabras pue-

    den tambin hacerse sin ellas: es posible saludar, describir, llamar la aten-cin, convencer, etc., tanto mediante el uso de gestos como mediante el usode expresiones lingsticas.

    No obstante, tambin respecto de estas cosas es vlida la distincin en-tre acto y acto de habla, pues aunque un mismo propsito sea asequible alcomportamiento gestual y al comportamiento lingstico, no por ello se iden-tifican los comportamientos entre s, slo se identifican sus fines.

    As, no es lo mismo convencer mediante el uso del discurso que hacerlosin l, porque en el primer caso el agente se compromete con las pretensio-nes de verdad de sus enunciados, mientras que en el segundo caso no ad-quiere ningn compromiso con la informacin que se desprende de sus gestos;pues, a diferencia de lo que ocurre cuando alguien usa el discurso para con-vencer, cuando alguien convence mediante gestos casi toda la informacin

    es producto de la interpretacin de quien la recibe.Por lo dems, puesto que todos los usos del discurso son o comportanactos de habla (Searle, 2001, pp. 2528), para comprender la diferenciaentre el acto de argumentar y los dems actos de habla resulta indispensabledescribir detalladamente las condiciones que lo hacen posible (Naranjo, 1998,124133); pero basta con sealar que argumentar es un acto de habla paradistinguirlo de todos los modos posibles de convencer que no requieren eluso del discurso.

    De otro lado, la distincin entre argumentar y demostrar depende de unaserie de diferenciaciones que pueden elaborarse al interior del concepto deverdad. En primer lugar, siguiendo una antigua tradicin (Schopenhauer,1981, pp. 159161), es posible distinguir entre la verdad de un enunciadoque se justifica mediante la intuicin de aquello a lo cual se refiere verdademprica y la verdad de un enunciado que se justifica mediante otro enun-ciado verdad lgica, en sentido amplio. En segundo lugar, se puede distin-guir entre verdad lgica en el sentido formal, la verdad de los enunciados

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    que se justifican mediante otros enunciados que los contienen en sentidoanaltico, y verdad lgica en un sentido no formal, la verdad de los enuncia-dos que se justifican mediante otros enunciados que se conectan con ellosde manera no analtica.

    Una importante diferencia entre la verdad lgica analtica y la verdadlgica no analtica reside en que la primera se considera evidente y la segun-da discutible. Por tal motivo, es til reservar la expresin verdad formalpara designar la verdad lgica analtica y la expresin pretensiones de ver-dad para designar la verdad lgica no analtica.

    De este modo se obtienen tres sentidos en la nocin de verdad: verdademprica o material, verdad lgica formal y verdad lgica no formal o pre-tensin de verdad. Se observar que el ltimo de estos trminos se designa

    bien de manera negativa o bien mediante la anteposicin del trmino pre-tensin; ello se hace con el propsito de relevar tres aspectos de este tipode verdad: (1) se refiere a un tipo de enunciado que se justifica medianteotros enunciados, (2) se refiere a un tipo de enunciado carente de la eviden-cia propia de la verdad formal y, en razn de ello, (3) se refiere a un tipo deenunciado siempre discutible.

    Ahora bien, si a partir de estas distinciones se intenta clasificar la verdadque se obtiene mediante la actividad que de manera usual se llama argu-mentar, se encontrar que sta a diferencia de la obtenida por demostra-cin nunca es completamente analtica y siempre es discutible.

    Sin embargo, desde el punto de vista de la eleccin de los argumentos ode las premisas, la demostracin es arbitraria, mientras que la argumenta-cin es convincente. En efecto, como la demostracin es formal, la eleccin

    de los signos, y tambin el significado de los mismos, carece de importanciapara la evaluacin de su verdad; mientras que el carcter no formal de laargumentacin compromete, a quien argumenta, con los signos, los signifi-cados y los referentes de los significados del lenguaje natural (Perelman yOlbrechtsTyteca, 1989, pp. 4749). A diferencia de lo que le ocurre aquien demuestra, quien argumenta no slo se compromete con el vnculoentre sus argumentos y sus tesis, sino que adems se compromete con elvnculo entre su argumentacin toda y las cosas a las cuales se refiere.

    Pero no por ello debe pensarse que todo discurso convincente esargumentativo, pues hay muchos discursos convincentes que no se concen-tran en la justificacin de sus pretensiones de verdad, sino que, aun teniendola pretensin de ser convincentes, se concentran en la exposicin de lo queenuncian. As, por ejemplo, las noticias difundidas por un medio de comu-nicacin social tienen la pretensin de ser noticias verdaderas de aconteci-mientos efectivamente acaecidos, pero el texto de la noticia no girahabitualmente en torno a la justificacin de esta pretensin, sino en torno ala exposicin de la noticia misma. Algo semejante ocurre en el discursoexplicativo que ya ha sido aceptado: la mayora de sus partes consiste en

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    enunciados que dicen por qu las cosas son como son, y no por qu tenemospor verdaderos algunos de los enunciados que describen los modos de ser delas cosas.

    Precisamente, por ser un discurso que se concentra en la justificacin depretensiones de verdad, o mejor an, por ser un discurso en el que se presen-tan verdades lgicas en sentido amplio, la argumentacin comparte conla demostracin una caracterstica estructural: en ella hay siempre por lomenos dos enunciados no necesariamente explcitos en la argumentacinde los cuales uno, al que llamamos tesis, es justificado en sus pretensiones deverdad por otro, que llamamos argumento.

    1.3

    En suma, para distinguir el argumentar de las cosas que le son afines,puede ser til la siguiente caracterizacin: argumentar es desarrollar un dis-curso convincente, en una lengua natural, con la intencin de justificar laspretensiones de verdad de alguno de los enunciados contenidos en el discur-so (tesis), mediante otro enunciado que tambin hace parte del mismo dis-curso (argumento). A esta caracterizacin habra que aadir que, en muchasocasiones, la argumentacin no slo pretende convencer a su destinatariode la verdad de algn enunciado sino que, adems, pretende lograr que eldestinatario del discurso argumentativo se comporte de acuerdo con el enun-ciado que se le presenta como verdadero. A esta segunda pretensin, querebasa el mbito de la conviccin, se le llama usualmente persuasin(Perelman y OlbrechtsTyteca, 1989, pp. 6571).

    Esta caracterizacin puede ser til para distinguir la argumentacin de los

    comportamientos convincentes, en general, porque inscribe la argumenta-cin dentro del mbito del discurso; puede ser til para distinguirla de losdems discursos convincentes, en particular, porque seala la concentracindel discurso argumentativo en la justificacin de las pretensiones de verdad dealguna de sus partes; as como, finalmente, puede ser til para indicar la dife-rencia entre argumentar y demostrar, porque expresa que la argumentacin serefiere a las pretensiones de verdad y no a la verdad formal.

    2.

    Sin embargo, esta caracterizacin o, por lo menos, esta presentacin delos rasgos distintivos de la argumentacin, resulta insatisfactoria si de ella seespera un criterio que permita decidir en cada caso si un discurso es o noargumentativo. La razn de ello consiste en que la caracterizacin ofrecidase afinca en al menos dos mbitos heterogneos: la intencin del que profie-re el discurso argumentativo a quien en adelante podremos llamar ora-dor y el discurso.

    Tal vez pueda decirse que para cada quien es claro cundo est argu-mentando y cundo no lo est haciendo, y tal vez dicha claridad sea una

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    consecuencia del conocimiento inmediato que cada quien tiene de su inten-cin comunicativa. Pero si se considera la situacin del destinatario de laargumentacin a quien en adelante llamaremos auditorio, entonces re-sulta casi obvio que ste no tiene por qu conocer de manera inmediata laintencin de quien le habla y, por lo tanto, no puede saber inmediatamentecundo le estn ofreciendo argumentos a propsito de algo. Por ello parecenecesario decir que si bien es cierto que el argumentativo es un discursorealizado con la intencin de convencer, no es menos cierto que un discursovaldr para el auditorio como argumentativo a condicin de que la inten-cin de argumentar se haga manifiesta en el discurso mismo. Y decir esto estil porque, al subordinar la comprensin de la intencin del orador a lacomprensin del discurso, se erige el texto como lugar en el cual hay que

    buscar las marcas que hacen de una secuencia de enunciados una secuenciaargumentativa.A primera vista esto parece evidente: sabemos que un discurso es

    argumentativo porque en l encontramos marcadores de relacionesargumentativas entre oraciones. As, por ejemplo, sabemos que tienen for-ma argumentativa las secuencias de expresiones como pienso que A expre-sa una verdad porque pienso que B expresa una verdad, y ms simplemente,A porque B, puesto que A, entonces B, A, pues B, dado que A,entonces B, etc.; y sabemos eso porque sabemos que los marcadores conlos cuales se ligan las oraciones que hemos querido representar medianteletras maysculas cumplen la funcin de indicar relaciones argumentativas.Habitualmente, podra aadirse, expresiones como porque, pues, dadoque, como quiera que, en virtud de que, etc., indican que la oracin

    subsiguiente es ofrecida con la intencin de justificar otra oracin, o sea,indican que la oracin subsiguiente cumple la funcin de argumento respec-to de otra oracin que cumple la funcin de tesis; asimismo, habitualmentese indica la intencin de presentar un enunciado como tesis anteponindoleexpresiones como por ello, por lo tanto, de donde que de lo cual sesigue que, etc. (Portols, 2001, pp. 87103).

    Esta posibilidad de expresar la tesis antes o despus del argumento, me-diante el uso de diversas marcas argumentativas, puede ser ilustrada comosigue:

    Argumento Marca Tesis Marca Argumento

    A Por lo tanto B Porque A

    A Por ello B Dado que A

    A Se sigue B Puesto que A

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    Pero los sin duda muy tiles marcadores de argumentos no siempre sonsuficientes para determinar si un texto es o no argumentativo, pues no sonindispensables para la constitucin argumentativa de un texto ni se presen-tan slo en textos argumentativos. As, una expresin como (1) Juan esmuy educado. Saluda a todo el mundo, puede ser argumentativa en lamedida en que la segunda oracin expresa un comportamiento caractersti-co de lo que habitualmente se llama buena educacin; y, en cambio, unaexpresin como (2) Juan es muy educado porque cree que, sindolo, con-seguir dinero, ms parece una explicacin del comportamiento de Juanque una argumentacin relativa a que su comportamiento es efectivamenteel de una persona bien educada.

    Puede decirse que expresiones como (1) son argumentativas, aunque

    carezcan de marcas correspondientes, y que expresiones como (2) no lo son,aunque consten de tales marcas, simplemente en virtud de que el auditorioreconoce (1) como argumentacin y (2) como explicacin. Mas, si este es elcaso, el reconocimiento de la intencin argumentativa de un texto o de laintencin del orador en el texto no depende exclusivamente de los marca-dores lingsticos del tipo porque, puesto que, etc.

    As que si el auditorio, por lo menos en principio, no conoce las inten-ciones del orador ms que a condicin de que stas advengan al discurso,pero es capaz de reconocer una secuencia como argumentativa aunque nose le presente acompaada de una marca a tal fin destinada, entonces ha deser que el auditorio se sirve de las relaciones entre la significacin de lasexpresiones para decidir si un discurso, o un fragmento del mismo, es o noargumentativo. Pero si esto es as, entonces hay que reconocerle al auditorio

    un papel activo en la constitucin de la argumentacin y, por ende, hay quepreguntar de qu criterio se sirve para realizar su labor; lo que, por otraparte, es una manera de preguntar qu caracteriza la relacin entre un argu-mento y una tesis, puesto que parece aceptable el aserto segn el cual unauditorio tendr por argumentativa una secuencia de enunciados siempreque aunque no slo cuando pueda l percibir, entre sus enunciados com-ponentes, una relacin tpicamente argumentativa.

    Una manera muy bsica y algo redundante de contestar a estas pregun-tas consiste en decir que el auditorio tendr por argumentativa una secuen-cia de enunciados carente de marcas argumentativas cuando l mismo laspueda interpolar en el texto sin alterar su sentido, y esto, claro est, serrealizable siempre que el auditorio considere que la aceptacin de la verdadde una expresin justifica la presuncin de la verdad de otra expresin; loque, a su vez, ocurrir cuando entre las significaciones de las expresiones quehipotticamente cumplen la funcin de argumento y de tesis el auditorioreconozca como posible una vnculo del tipo si entonces.

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    3.Esta manera de contestar la cuestin que nos ocupa puede tornarse ms

    informativa, menos redundante, si tras distinguir entre el uso lgico y elnatural del si entonces, se asume dicho uso en toda la amplitud que ellenguaje ordinario le concede, es decir, como expresin de un vnculo entreobjetos en general, sean stos expresiones lingsticas o fenmenos referidospor expresiones lingsticas.

    El vnculo lgico que se lee como si entonces, la implicacin mate-rial (p q), representa la estructura (veritativo funcional) de una expresincompuesta por dos expresiones que se relacionan entre s de tal modo que, sise acepta la verdad de la primera expresin componente, tiene que ser acep-tada tambin la verdad de la segunda. En la medida en que la lgica se

    ocupa exclusivamente de relaciones formales, mediante la implicacin ma-terial se puede representar el vnculo entre cualesquiera enunciados del len-guaje natural. Una de sus caractersticas funcionales ms representativa resideen que la expresin compleja es falsa slo cuando la proposicin anteceden-te es verdadera y la consecuente falsa y, por tanto, la expresin compleja esverdadera siempre que la antecedente es falsa. De ello se sigue que al supo-ner la verdad de una implicacin se est autorizado para afirmar el conse-cuente a partir de la afirmacin del antecedente y para negar el antecedentea partir de la negacin del consecuente; pues de otro modo se contradira loque se ha supuesto, la verdad de la implicacin. Pero no se sigue, y se consi-dera falaz, la afirmacin del antecedente a partir de la afirmacin del conse-cuente, ni la negacin del consecuente a partir de la negacin del antecedente;pues al suponer que si el antecedente es verdadero tambin lo es el conse-

    cuente no se ha dicho nada respecto de lo que ocurre cuando el antecedentees falso, ni se ha dicho que la nica posibilidad de que el consecuente seaverdadero resida en que el antecedente tambin lo sea (Quine, 1993, pp.3844).

    Por lo menos dos caractersticas oponen este uso lgico de la implica-cin material al uso ordinario de la estructura si entonces: en primerlugar, la implicacin material no puede constatarse ms que entre enuncia-dos y, en segundo lugar, cuando el antecedente y el consecuente no son elmismo, la implicacin material es trivial, es decir, representa una pretensinde verdad carente de necesidad lgica (Tugendhat y Wolf, 1997, pp. 3245). En cambio, en el lenguaje ordinario se puede usar la estructura sientonces para expresar un vnculo entre los referentes de las expresionescomponentes y, en virtud de ello, el significado de la expresin compuesta aunque trivial desde el punto de vista de la lgica es convincente, cuandoel auditorio supone que las cosas referidas se relacionan como la expresinindica (Eco, 1995, pp. 1975).

    En efecto, podemos decir, no como premisa sino como secuenciaargumentativa completa, pienso que (a) es un marinero porque veo que (b)

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    sabe hacer ciertos nudos. En este caso no se ha partido de un supuestosegn el cual si es un marinero sabe hacer ciertos nudos, para inferir despusque alguien es marinero porque sabe hacer ciertos nudos, sino que se ha pre-tendido directamente que es lo uno porque sabe lo otro. Y esta argumenta-cin es convincente, aunque carente de necesidad lgica, precisamenteporque los trminos marinero y nudos refieren cosas que se vinculan entre sen el conocimiento que de ellas tiene el auditorio. En casos como ste, laincorporacin de los referentes en el discurso argumentativo permite transi-tar desde el argumento hasta la tesis a travs del referente del argumento o dela tesis. Cuando se ofrece como secuencia argumentativa completa la ex-presin pienso que (a) es un marineroporqueveo que (b) sabe hacer ciertosnudos, lo que proporciona el vnculo entre (a) y (b), entre la tesis y el

    argumento, reside en el conocimiento emprico, no necesariamentediscursivo, del referente de la tesis.Hasta cierto punto podra decirse que las relaciones entre los significa-

    dos simblicamente representados por las expresiones del lenguaje ordina-rio suelen ser insuficientes para la comprensin de los vnculos argumentativosno basta saber qu es un marinero y saber qu es hacer nudos para sabercmo y por qu se conectan estas dos cosas, y si a pesar de ello los vnculosson evidentes para el auditorio, eso se debe a que ste articula los significa-dos de las expresiones argumentativas teniendo en cuenta el modo en que searticulan en su conocimiento las cosas por ellos representadas.

    Por supuesto que esta esfera antepredicativa de las expresionesargumentativas, o mejor, esta esfera de conocimiento no contenido en larepresentacin simblica de los enunciados, sino en la experiencia de las

    cosas que ellos representan, puede advenir fcilmente al discurso y ofrecerseen l como garanta de la fiabilidad de la argumentacin (Toulmin, Rieke,Janik, 1984, pp. 4573). Pero lo que ahora importa es sealar que para lainterpretacin del carcter argumentativo de un texto el auditorio tiene queservirse en muchas ocasiones de un conocimiento adicional al del significa-do estricto de los enunciados; tiene que servirse del conocimiento antepredicativo unas veces, predicativo otras de las cosas mismas, o mejor, delas relaciones que l reconoce o construye entre los referentes de las expre-siones lingsticas.

    As, pues, sea cual fuere el criterio que sirve al auditorio para determinarsi un texto carente de marcas argumentativas es o no argumentativo, estecriterio ha de poder enlazar entre s, de manera pertinente desde el punto devista de la argumentacin, tanto las significaciones de las expresiones conte-nidas en las secuencias argumentativas como los referentes de las mismas.

    A lo que parece, tal criterio es el signo, entendido en sentido amplio.Hasta ahora hemos hablado de significacin para referirnos a la representa-cin simblica, discursiva, de las expresiones argumentativas, pero tambinpodemos hablar de significacin para referirnos a la unidad ideal que se cons-

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    tituye entre las cosas que se perciben como seales y lasque se perciben como sealadas. Nos remitimos, pues, auna concepcin (Husserl, 1995, pp. 233239) consis-tente en que por medio de la palabra signo puedencomprenderse dos conceptos: el signo como seal y elsigno como expresin. Podemos hablar del signo comoseal para aludir a aquellas ocasiones en las cuales elconocimiento actual de una cosa sirve a alguien comomotivo no basado en inteleccin para la presuncin deotra cosa, y podemos hablar del signo como expresinpara aludir a aquellas otras ocasiones en las que la per-cepcin de un complejo vocal articulado representa para

    alguien un pensamiento que puede ser ofrecido comojustificacin de la verdad de otro.En general, se habla de la percepcin de una cosa

    como seal cuando, merced a una previa asociacin en-tre la percepcin de una cosa y la percepcin de otra,alguien asume la existencia de algo que no ha intuido demanera actual, motivado por la percepcin de otro algo.As, por ejemplo, se dice que las nubes grises sirven comoseal de que habr de llover, o que las huellas sirvencomo seal del animal, etc. En estos casos, en efecto,una cosa es seal de otra o, dicho de otro modo, el co-nocimiento efectivo de algo la percepcin de las nubeso de la huella motiva la conviccin de algo ms con-

    viccin de que habr de llover, o de que ha pasado unanimal. En cambio, se habla de expresin cuando la per-cepcin de una serie vocal articulada, o de una serie demanchas de tinta, representa simblicamente una pro-posicin2.

    Ambas modalidades del signo, en efecto, tienen laestructura del si entonces (Eco, 1995, pp. 1975) yse pueden imbricar en la argumentacin: si hay una hue-lla, entonces (seal) hay un animal, si dice huella,entonces (expresin) piensa en la alteracin del terrenopor efecto del peso de un animal, si dice: s que hay unanimal porque percibo una huella, ofrece como argu-mento de la tesis una expresin que representa una sealde lo que la tesis expresa.

    As, puede decirse que un texto tiene el estatuto deargumentativo para un auditorio siempre que el signifi-cado de algunas de sus expresiones es signo del significa-do de algunas otras, en cuyo caso se le llama argumentos

    2Al interior del significadode las expresiones discur-sivas en funcin comuni-cativa, reconoce Husserl, enprimera instancia, uncontenido que se notifica demanera amplia y uno que senotifica de manera estricta;de manera amplia senotifican los juicios y lasvivencias psquicas asocia-das a los juicios del hablante,

    mientras que de maneraestricta se notifica elcontenido del pensamientoque se representa simbli-camente. A partir de ello, ensegunda instancia, Husserldistingue en lo notificado demanera estricta, entre loreferido y lo mencionado ode algn modo nominado; loprimero reside en el objetoal cual podra corresponderla representacin simblicaque se realiza por medio dela expresin o en laintuicin que eventual-mente le dara cumpli-miento a la intencinsignificativa, mientras que

    lo segundo reside en lamanera en que la expresinrepresenta al objeto de sureferencia. A este ltimocomponente del significadode la expresin aludimos eneste texto.

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    a las primeras y tesis a las segundas. En otras palabras, la argumentacin esuna unidad significativa compuesta por expresiones significativas que se re-lacionan entre s en trminos de significante el argumento y significadola tesis.

    Sin embargo, desde el punto de vista del modo en que el auditorio llegaa comprender los alcances de la tesis un punto de vista que no es esencial ala constitucin del carcter argumentativo del texto, pero que debe ser no-tado para evitar confusiones, sta funge como significante del argumento;pues aunque hemos dicho que el argumento es signo de la tesis porque laseala o porque contiene su contenido proposicional, debemos reconocertambin que cuando el auditorio pretende saber con alguna precisin ququiere decir la tesis, cules son sus alcances, usa los argumentos como punto

    de partida para su interpretacin (Ricur, 2003, pp. 8691).Pero, volviendo a lo mnimo indispensable para la constitucin de untexto como texto argumentativo, podemos distinguir ahora, de acuerdo conlo anterior, tres instancias y dos tipos de argumentacin.

    En primera instancia, podemos decir que un texto es argumentativo cuan-do su comprensin supone una hiptesis segn la cual el orador lo realiza olo ha realizado con la intencin de justificar, mediante unos enunciados, laspretensiones de verdad de otros. En segunda instancia, con el propsito deexplicar el conocimiento que el auditorio tiene de esa intencin del orador,decimos que un texto es argumentativo cuando contiene marcas lingsticasque tienen por funcin enlazar argumentativamente algunos enunciados entres. Y, en tercera instancia, con la intencin de explicar el modo en que untexto carente de marcas argumentativas puede, no obstante, valer como

    argumentativo para un auditorio, decimos que un texto es argumentativocuando el auditorio puede interpolar entre algunos de sus enunciados mar-cas argumentativas; lo cual y esto es lo ltimo que hemos intentado preci-sar puede hacerse cuando la significacin de algunos enunciados incluye, oseala a travs de sus referentes, la significacin de otro u otros enunciados.

    Por ello parece lcito distinguir entre argumentaciones que son tales por-que la significacin de la expresin que se ofrece como argumento incluye lasignificacin de la expresin que se ofrece como tesis, y argumentacionesque son tales porque el objeto referido por la significacin del argumento seasocia con el objeto referido por la tesis. Las del primer tipo se aproximanconsiderablemente a las demostraciones lgicas, mientras que las del segun-do tipo se refieren a lo real.

    Precisamente stas, las argumentaciones referidas a lo real, pueden serconfundidas con las explicaciones (Plantin, 2001, pp. 6577). La razn deello reside en que muchas argumentaciones referidas a lo real consisten enque algo debe ser predicado de un sujeto porque es predicado de un antece-dente suyo, lo cual supone la posibilidad de explicar la existencia del sujetode la tesis a partir del sujeto del argumento. As, por ejemplo, quien ofrecie-

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    ra como argumento de los nios son racionales el enunciado sus progeni-tores son racionales estara empleando en su argumentacin una tcnicaconsistente en desplazar el predicado de un trmino a uno de sus consecuen-tes y, al tiempo, estara suponiendo una relacin antecedenteconsecuenteentre los trminos que fungen de sujeto en sus enunciados, una relacin,pues, que sirve perfectamente a los fines de la explicacin; en efecto losnios existen gracias a que los progenitores existen.

    El modo en que se articulan la argumentacin relativa a lo real y la expli-cacin en marcha, por oposicin a las explicaciones ya aceptadas, hace queen muchos casos sea difcil distinguir entre una y otra. No buscaremos aquun criterio que permita diferenciarlas, por ahora es suficiente con que sea-lemos que la interseccin, de haberla, no amenaza la distincin entre estos

    tipos de superestructuras discursivas; pues nadie que en verdad requiera unaexplicacin del crecimiento de una planta que tiene ante s aceptar comotal un enunciado del tipo esta planta crece porque todas las plantas cre-cen, mientras que en la segunda componente de tal enunciado puede en-contrar un buen argumento basado en la significacin de la expresin paraafirmar la primera componente.

    Quede pues dicho, por ahora, que la argumentacin no es igual a laexplicacin, que es un tipo de discurso que se distingue de los dems por suconcentracin en la justificacin de las pretensiones de verdad de algunosde sus enunciados mediante la postulacin de otros, y que el auditorio lareconoce gracias a las marcas lingsticas a tal fin destinadas o, en caso deque stas falten, a la relacin entre los significados de los enunciados.

    II. Auditorio y Objetos de Acuerdo

    En el pasaje anterior, con el propsito de caracterizar la argumentacin,hemos introducido la palabra auditorio para designar con ella al destina-tario del discurso argumentativo. En ese mismo pasaje se sugiri que undiscurso argumentativo requiere la cooperacin del auditorio, en la medidaen que muchas veces la argumentacin supone una serie de cosas que elauditorio debe conocer para comprender el carcter argumentativo de untexto. Ahora quisiramos introducir la expresin objetos de acuerdo(Perelman y OlbrechtsTyteca, 1989, pp. 119121) para designar los su-puestos de la argumentacin e indagar por sus relaciones con el auditorio.

    1.

    En primer lugar, parece necesario sealar que para comprender la argu-mentacin es necesario hablar de auditorio y objetos de acuerdo, por-que la argumentacin no es posible ms que a condicin del acuerdo entreel orador y su auditorio, o mejor, a condicin de que algunos enunciados se

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    presenten en el texto sin argumentos a ellos asociados; incluso es necesarioque algunos enunciados no tengan que aparecer en el texto.

    Para que una argumentacin sea posible es necesario suponer que algu-nas cosas existen, que algunos de los conocimientos a ellas referidos sonverdaderos, que hablar de ellas vale la pena y que algunos de los predicadosque de manera eventual se asocian a ellas son discutibles.

    De igual manera, es indispensable suponer la correccin de algunos me-dios conducentes al conocimiento de las cosas que se discuten. En efecto, sicomo hemos dicho toda argumentacin consta de al menos un argumen-to y una tesis que se asocian entre s para justificar las pretensiones de verdadde la tesis mediante el argumento, entonces toda argumentacin supone lacorreccin de algunos tipos de asociacin, ya que de lo contrario, de no

    haber asociaciones correctas e incorrectas, cualquier enunciado podra serun argumento de cualquier otro enunciado; pero es evidente que este no esel caso, sino que un mismo enunciado puede ser argumento de muchos otros,mas no de cualquiera.

    Por lo dems, lo anterior significa que con la expresin medio condu-cente al conocimiento de la cosa que se discute, en este contexto, quere-mos designar los principios de asociacin correcta entre un argumento en elque se expresa algo que se supone conocido y verdadero, y una tesis en laque se expresa algo que se considera discutible.

    Tpicamente suponemos, por ejemplo, que si algo ha sido de cierto modoseguir siendo as, o que si algo se puede predicar de todos los miembros deun conjunto tambin se puede predicar de alguno de sus miembros, o que sialgo es medio para un fin debe ser valorado tal y como es valorado el fin al

    cual tiende, etc.Pero hay algunas diferencias entre estos objetos de acuerdo. Un des-acuerdo entre el orador y su auditorio a propsito de qu existe, qu esverdad o interesante, puede redundar en la imposibilidad de convencer alauditorio de las tesis propuestas por el orador, sin que, a pesar de ello, elauditorio se vea privado de la posibilidad de comprender la argumentacinque se le ofrece. En cambio, un desacuerdo relativo a los medios de pruebaacarrea la incomprensin de la argumentacin.

    En efecto, es necesario saber qu existe y qu es verdad para comprenderqu puede ser cierto o verosmil, mas resulta indispensable saber cmo serelacionan las cosas entre s para comprender qu tiene que ver el enuncia-do que se ofrece como argumento con el que se ofrece como tesis a estaltima caracterstica le llamaremos atingencia.

    Todo el mundo puede comprender, aunque no convenza a nadie, la si-guiente argumentacin: los colepteros son de acero porque todo lo que esnocivo para la madera es de acero y los colepteros son nocivos para la madera,o son de acero porque sus ancestros son de acero , etc. En cambio, resulta

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    incomprensible una argumentacin que, como la siguiente, no exhibe unmedio de prueba a propsito del cual haya acuerdo: los colepteros son in-sectos porque las nubes son azules. En el primer caso, en efecto, se reconoceuna argumentacin, carente de fuerza pero argumentacin al fin, porque sereconocen los medios que ligan el argumento con la tesis; mientras que en elsegundo no se reconoce ms que una marca argumentativa porque no sereconoce aquello en virtud de lo cual el color de las nubes justifica la aser-cin sobre los colepteros.

    Es necesario, entonces, un acuerdo relativo a los medios de prueba paraque una argumentacin se produzca, y es necesario, tambin, un acuerdo apropsito de lo que es o no el caso para que una argumentacin sea convin-cente.

    En cualquier caso, parece evidente que si hay una argumentacin enton-ces tambin hay una considerable serie de acuerdos. Pero, bien que desdeotro punto de vista, tambin lo contrario es cierto: si hay una argumenta-cin entonces hay por lo menos un desacuerdo, y cuando menos uno relati-vo a lo que se presenta como tesis. En efecto, el hecho mismo de que alguienofrezca un argumento a propsito de un enunciado sugiere que l no estcompletamente cierto de tal enunciado o que l supone que su auditorio nolo est, pues parafraseando a Aristteles (104 a 510) nadie argumenta apropsito de lo que para todos es evidente.

    2.

    En principio, existe la tendencia a considerar que es necesario ocuparsedel auditorio porque a l est destinada la argumentacin (Perelman y

    OlbrechtsTyteca, 1989, pp. 6164); en cambio, puede pensarse que esnecesario hablar de los supuestos de la argumentacin porque a partir deellos se constituye la argumentacin. Desde este punto de vista, con respec-to a la argumentacin, el auditorio tiene importancia prctica y los objetosde acuerdo tienen importancia terica.

    En virtud de ello, puede pensarse que una consideracin exclusivamenteterica o, lo que es igual, una consideracin de la argumentacin ms all delos fines a los que sta usualmente tiende, puede desarrollarse sin alusinalguna al auditorio. En efecto, la argumentacin no es necesariamente undiscurso comunicativo, aunque siempre sea un discurso comunicable. Estose hace evidente en la posibilidad que cada quien tiene de construir para s,en el mbito de su habla interior, una secuencia de enunciados tal que unosjustifiquen las pretensiones de verdad de otros.

    Por lo dems, no es forzoso figurarse una argumentacin de este tipocomo una argumentacin en la cual el orador se representa a s mismo comosi discutiera con otro, o como si se dirigiera a otro; es perfectamente posibleimaginarlo como alguien que pone en relacin unos enunciados con otrosen la pretensin de evaluar la fuerza de sus convicciones.

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    Una tal consideracin de la argumentacin, una consideracin carentedel concepto de auditorio, parece tener la ventaja de distinguir entre laargumentacin propiamente tal y los efectos de la misma en el auditorio.

    Mas, al parecer, esta posibilidad ideal tropieza pronto con otra de lamisma especie: cada quien, aun en su monlogo interno, elegir como argu-mentos de los enunciados que considera como tesis otros enunciados que asu entender sean atingentes y verdaderos (o cuando menos verosmiles), doscaractersticas necesarias de toda argumentacin: la primera para que unasecuencia de enunciados valga, aun para quien monologa en soledad, comosecuencia argumentativa, y la segunda para que la argumentacin sea con-vincente. Estas caractersticas de la argumentacin impiden la exclusin delconcepto de auditorio porque su presencia implica que, aun cuando la argu-

    mentacin no est actual e inmediatamente destinada a la conviccin deotro, de manera potencial y mediata podra ser convincente para otro: paratodo el que est de acuerdo en que los argumentos son atingentes y los tengapor verdaderos.

    No hay, sin embargo, incompatibilidad alguna en esta situacin terica.La posibilidad de una argumentacin que se desarrolla en el fuero internodel orador choca contra la idea de que toda argumentacin se dirige actuale inmediatamente a un auditorio que efectivamente existe; no choca, encambio, con la idea de que toda argumentacin que es tal para el orador espotencialmente convincente para quien pudiera estar de acuerdo con sussupuestos.

    Si distinguimos, pues, entre auditorio actual y potencial, entre el audito-rio como la persona o la comunidad a la cual se dirige una argumentacin y

    el auditorio como la comunidad ideal que acepta los objetos de acuerdo queconstituyen el punto de partida de una argumentacin determinada, enton-ces puede resultar evidente para nosotros que toda argumentacin est po-tencialmente dirigida a un auditorio y que ste se determina por laconstelacin de los objetos de acuerdo de la argumentacin.

    Pero incluso tratndose de un auditorio actual es necesario reconocer elpapel constituyente de los objetos de acuerdo. En efecto, aunque sea ciertoque un orador asistido por la intencin de convencer a una comunidad efec-tivamente puesta en frente de l adaptar su argumentacin a su auditoriocon el fin de lograr su objetivo, tal adaptacin no puede llegar a ser nunca propiamente hablando una adaptacin entre la argumentacin y el audito-rio, sino entre la argumentacin y las convicciones del auditorio, conviccionesque devienen supuestos de la argumentacin a fin de convencer a quieneslas agencian. E incluso, en sentido estricto, porque el orador nunca estarcompletamente cierto de conocer adecuadamente las convicciones de suauditorio, lo que en verdad constituye el punto de partida de una argumen-tacin tendiente a producir o mantener la conviccin de un auditorio actuales el modo en que el orador comprende las convicciones de aquellos a quie-

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    nes se dirige (Perelman y OlbrechtsTyteca, 1989, pp.5561).

    As, pues, ms ac de los efectos de la argumenta-cin, el concepto de auditorio es imprescindible a los fi-nes de la teora de la argumentacin, en la medida enque a travs de este concepto se piense en el posibleagente de las convicciones que conforman el punto departida de la argumentacin.

    3.El auditorio aparece en el texto argumentativo por

    la va de sus objetos de acuerdo. En consecuencia, clasi-

    ficar los auditorios ha de ser ms o menos equivalente aclasificar los tipos de objetos de acuerdo que podemosreconocer en una argumentacin. De stos hemos reco-nocido ya dos clases, una formal, relativa a los mediosde prueba, y otra material, relativa a lo que se tiene porexistente, verdadero, interesante o, debemos aadir,valioso3.

    3.1A propsito de los objetos de acuerdo de ndole

    material, Cham Perelman y OlbrechtsTyteca (1989,pp. 121168) han elaborado una clasificacin, segn lacual aqullos se distinguen, primero, segn se refieran a

    lo real o a lo preferible; dentro de los relativos a lo real,despus, se distinguen segn tengan el valor de hechos,verdades o presunciones; y, al mismo tiempo, se distin-guen los relativos a lo preferible, segn constituyan va-lores, jerarquas de valores o lugares desde los cuales seargumenta a propsito de si algo es o no preferible; taleslugares, por ltimo, se dividen en lugares de cantidad,cualidad, orden, existencia, esencia, persona, etc.

    Tal clasificacin podra ser esquematizada del siguien-te modo:

    3Para el desarrollo de unaparte importante de estapropuesta, haremos uso deconceptos y distincionesrealizadas por Cham Perel-man y Olbrechts-Tyteca;

    pero antes parece necesarioadvertir que ellos nosubordinan la nocin deauditorioa la nocin de objetosde acuerdo. Si, a pesar de eso,nos referimos aqu, como enotras partes, a algunas de suscontribuciones, eso se debea que segn se ha indicadoantes la diferencia en elorden que se le da a lasnociones tiles para lacomprensin de la argumen-tacin no implica un desa-cuerdo a propsito de suimportancia, sino un prop-sito temtico distinto. As,creemos nosotros, Perelmany Olbrechts-Tyteca nosubordinan la nocin deauditorio a la de objetos deacuerdoporque su propsitoes comprender la argumen-tacin como proceso desti-nado a la persuasin, mien-tras que en este texto esnecesario hacerlo porquenuestro propsito es com-prender el discurso argu-mentativo.

    Objetos de acuerdo material

    Relativos a lo real Relativos a lo preferible

    Hechos Verdades Presunciones Valores Jerarquas Lugares

    Lugares Lugares Otros

    de de Lugarescant idad cua lidad

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    Relativas a lo real son todas aquellas premisas de una argumentacinque se refieren a una situacin objetiva con la pretensin de que valga comotal de manera universal. Perelman y OlbrechtsTyteca distinguen tres clasesde premisas relativas a lo real, segn se trate en ellas de objetos precisos ydelimitados hechos, sistemas complejos de relaciones entre hechos ver-dades o consideraciones relativas a lo que se tiene por normal y tpico presunciones.

    En cambio, son relativas a lo preferible las premisas que se refieren a ladiferencia de valor entre los objetos o entre las acciones, etc. Dentro de estetipo de premisas, se distingue entre aquellas que tratan de lo que debe deter-minar la accin y la disposicin los valores, las que tratan de la mayor omenor importancia de los valores jerarquas y las que tratan de los crite-

    rios generales a partir de los cuales se determinan los valores y se ordenan lasjerarquas lugares; algunos de estos criterios son, por ejemplo, la cantidad(es ms valioso lo que abarca una mayor cantidad), la cualidad (es msvalioso lo que es ms exclusivo), el orden (es ms valioso lo que ocupacierto lugar en un cierto orden, ms valiosa la causa que el efecto, el fin queel medio, etc.), lo existente (es ms valioso lo que existe que lo que esmeramente posible o virtual), etc.

    Esta clasificacin de los objetos de acuerdo es afn a la clasificacin delos auditorios realizada por Perelman y OlbrechtsTyteca (1989, pp. 7195). En efecto, dado que los objetos de acuerdo relativos a lo preferible nopueden, por definicin, reclamar para s necesidad alguna, las argumenta-ciones construidas a partir de premisas de este tipo no comportan una pre-tensin de verdad universal y, por tanto, apelan siempre a un auditorio particular.

    En cambio, precisamente porque a propsito de lo real cabe la posibilidadde una verdad necesaria, las argumentaciones que se refieren a esta esferapretenden, ms all de si lo consiguen o no, un acuerdo universal, y lescorresponde por tanto un auditorio universal.

    A su vez, la clasificacin de los auditorios correspondientes a los objetosde acuerdo relativos a lo preferible podra continuarse mediante el estable-cimiento de oposiciones entre las tablas de valores y jerarquas que cada unoagencia, as como tambin mediante la determinacin de los lugares de ar-gumentacin que a cada uno le resulta conveniente de acuerdo con los va-lores y las jerarquas que defiende. De manera semejante, los auditoriospretendidamente universales pueden ser clasificados segn la serie de he-chos, verdades y presunciones con los cuales se identifican en el textoargumentativo.

    Es necesario advertir, entonces, para evitar confusiones, primero, que losauditorios universales no existen actual sino potencialmente en la medidaen que, como dicen Perelman y OlbrechtsTyteca (1989, p. 72), el acuerdode un auditorio universal no es una cuestin de hecho sino de derecho , siendo as

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    que potencialmente son concebibles tantos auditorios universales cuantasconstelaciones de pretensiones de verdad tengan cabida en los discursosargumentativos posibles; y, segundo, es necesario advertir que, pese a todo,tambin en las argumentaciones que pretenden apelar a un auditorio uni-versal puede haber, aunque eventualmente tenidos por relativos a lo real,objetos de acuerdo relativos a lo preferible.

    Lo primero se comprende porque, segn se ha dicho, bajo el conceptode auditorio no se piensa aqu en la comunidad a la que efectivamente sedirige un discurso argumentativo, sino en la comunidad ideal, que tenien-do por evidentes los hechos y las verdades que fungen de punto de partidade una argumentacin dada es idnea por excelencia para juzgar la correc-cin con la cual se obtienen las tesis presentadas en la argumentacin. As,

    por depender el auditorio universal de los objetos de acuerdo que se preten-den universalmente ciertos, no slo es concebible la existencia de mltiplesauditorios universales, sino que incluso es algo que se arraiga en la naturale-za potencial del mismo.

    Lo segundo, la presencia de objetos de acuerdo relativos a lo preferibleen las argumentaciones que se pretenden vlidas universalmente, se debe aque las argumentaciones de este tipo suelen incorporar valoraciones necesa-rias para la toma de decisiones metodolgicas, valoraciones por medio delas cuales se privilegian unos modos de proceder sobre otros. A manera deejemplo, puede pensarse en mximas como aquellas segn las cuales la hi-ptesis ms simple tiene mayores posibilidades de ser verdadera, la hiptesisrefutable mayor conveniencia para el progreso de la ciencia, las expresionesalgebraicas mayor rigor cientfico, y, en fin, puede pensarse en todas aque-

    llas valoraciones en virtud de las cuales las argumentaciones que pretendeninvolucrar al auditorio universal no consiguen involucrar ms que a uno delos mltiples auditorios posibles (Bolaos, 2002, pp. 3247).

    3.2No parece ocurrir lo mismo cuando se trata de los objetos de acuerdo de

    ndole formal; parece como si ellos constituyeran los verdaderos parmetrosde un ideal auditorio universal y nico, parece como si todos los integrantesde cualquier auditorio posible tuvieran que estar de acuerdo en los mediosde prueba; siendo as que, entonces, se presentara como razonable una ex-plicacin del disentimiento segn la cual ste procede siempre de razonesmateriales.

    En efecto, se puede alegar, por ejemplo, que todo el mundo tiene queestar de acuerdo en que quien ha probado la falsedad de un enunciado haprobado al tiempo la verdad de su negacin y, consecuentemente, se puedealegar que todo el mundo tiene que aceptar como medio de prueba en laargumentacin la, as llamada, reduccin al absurdo. De tal manera se pos-

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    tulan, en primer lugar, todas las leyes de la lgica formal como objetos deacuerdo relativos a los medios de prueba.

    Este tipo de razonamiento alienta las esperanzas en el mtodo, permitesuponer que todos los hombres llegan a sus conclusiones por los mismoscaminos, que si existe el desacuerdo entre las opiniones se debe a que stasproceden desde presuntos hechos y verdades que no son las mismas paratodos; por tal razn, se ha llegado pensar que el establecimiento de un puntode partida evidente de manera universal garantizara un saber evidente yuniversal.

    Sin embargo, no slo es importante tener en cuenta que no todos losobjetos de acuerdo formal tienen el mismo grado de adhesin que las leyeslgicas, sino adems que las leyes lgicas no son objeto de una adhesin

    efectivamente universal. Que no todos los objetos de acuerdo formal cuen-tan con el mismo grado de aprecio que las leyes lgicas, se hace evidente enque, aun cuando la induccin es un medio de prueba tanto o ms socorridoque la deduccin, sta no se ha visto tan infatigablemente cuestionada comoaqulla (Pereda, 1994, pp. 3644); y que no hay algo as como un acuerdoefectivamente universal a propsito del valor normativo que la lgica tienepara los procesos de argumentacin, puede ser afirmado, al menos porqueno todas las personas aceptan el carcter normativo de las leyes lgicas (Vega,2003, 4554).

    As, pues, aun cuando los objetos de acuerdo formal, aquellos que per-miten percibir la atingencia de los argumentos con las tesis, gozan de unaestabilidad y aceptacin harto superior a la de los objetos de acuerdo mate-rial, es forzoso reconocer que tambin ellos son objetos de mayor o menor

    adhesin.Precisamente por ello es posible distinguir los tipos de auditorio a loscuales se dirige una argumentacin a partir de la importancia en sta conce-dida a unos objetos de acuerdo formal en detrimento de otros.

    Estos objetos de acuerdo pueden dividirse en: (1) aquellos segn los cua-les es admisible afirmar acerca de una parte los predicados que se admiten apropsito del todo en el cual, bajo algn aspecto, se inscriben, y (2) aquellossegn los cuales es admisible afirmar de un todo los predicados que se admi-ten de las partes que de algn modo lo constituyen, o de una parte los predi-cados que se admiten a propsito de otra parte coordenada con ella. Los delprimer tipo son maneras de ofrecer una regla continente del caso sobre elcual se arguye, con el propsito de hacer valer para el caso lo que la reglaindica; los del segundo tipo son maneras de constituir una regla, bien conmiras a su implementacin en un caso o bien con miras a su estipulacingeneral, a partir de una serie de eventos que se presume homognea.

    Consecuentemente, los auditorios de una argumentacin se constituyensegn primen en ella las argumentaciones tendientes a concluir mediante la

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    constitucin de una regla, o los tendientes a concluir a partir de una reglapreviamente constituida.

    Los acuerdos relativos a los casos en los cuales es admisible concluir apartir de una regla previamente constituida, esto es, los que sealan las cir-cunstancias en las cuales lo que se afirma con pretensiones de verdad estefectivamente contenido en una pretensin de verdad aceptada con antela-cin, son acuerdos relativos a las condiciones bajo las cuales el significadode una expresin lingstica hace parte del significado de otra; su dominio,sin embargo, no se restringe a la lgica, entendida en sentido formal, porqueel significado de las expresiones lingsticas no es exacto ni calculable. Pesea ello, este tipo de acuerdos es cuasilgico, en el sentido de que son acuerdosrelativos al seguimiento de reglas simblicas.

    En cambio, los acuerdos a propsito de los casos en los cuales es admisi-ble la constitucin de una regla relativa a un todo a partir de sus presuntaspartes constituyentes son acuerdos relativos a las condiciones bajo las cualesun hecho o una serie de hechos constituye o no una seal fiable de unaregla expresable lingsticamente y, como tal, de una regla que puede fungirde punto de partida o argumento para la obtencin y presentacin de unatesis.

    En seguida se aprecia, pues, que entre los objetos de acuerdo formal unosse refieren al proceder ideal a partir de reglas expresadas lingsticamente yotros se refieren al proceder en la constitucin de estas reglas mediante lainterpretacin de lo real.

    Por lo dems, las reglas constituidas a partir de lo real son el producto degeneralizaciones, que se distinguen entre s segn se trate de generalizacio-

    nes que van desde una parte hacia un todo o desde una parte hacia otraparte coordenada con ella. Esto significa que es posible argir acerca dealgo, tomado como un todo, a partir de sus partes, o acerca de algo, tomadocomo parte, desde algo que se toma como parte coordenada con l. Cuandolos hechos interpretados se consideran partes subordinadas dentro de untodo, la generalizacin consiste en que se afirma del todo lo que se acepta apropsito de sus partes; en cambio, cuando los hechos se consideran partescoordenadas en un todo, la generalizacin consiste en afirmar de una partelo que se acepta de la otra.

    As, por ejemplo, cuando varios seres, hechos o acontecimientos se con-sideran ejemplares de una clase, y se constata en todos ellos la misma pro-piedad, se ofrecen como argumento para una tesis en la cual se le atribuyedicha propiedad a todos los ejemplares de esa clase, incluso a los que no sehan observado. Del mismo modo, cuando se considera que dos aconteci-mientos se coordinan regularmente entre s en trminos de antecedente yconsecuente, la existencia del antecedente, o la presencia de alguna propie-dad en l, se ofrece como argumento de una tesis en la cual se afirma la

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    existencia del consecuente, o de la propiedad ya observada en el anteceden-te. En efecto, tanto suele decirse que todos los hombres viven menos decierta cantidad de tiempo porque ninguno ha vivido ms all de ella, comoque los hijos de los hombres son mortales porque sus padres lo son.

    La operacin cuya aceptacin se supone en estos casos es, no obstante,una sola: la generalizacin. sta ha de ser aceptada como objeto de acuerdoformal, para que un argumento en el cual se atribuye un predicado a unaparte del sujeto de una tesis, o a una parte coordenada con el sujeto de latesis, sea un argumento atingente.

    Pero este objeto de acuerdo vara y permite as clasificar los auditorios,segn las restricciones o las condiciones bajo las cuales se acepta la genera-lizacin. Pues, aunque la generalizacin sea aceptada como operacin

    argumentativa, no lo son necesariamente todos los tipos de generalizacin:la generalizacin teleolgica regresiva, por ejemplo, el predicar del medio loque se predica del fin, es claramente aceptada por los pragmatistas pero nosuele serlo por los idealistas, etc.

    4.

    Digamos, pues, con el propsito de recapitular, que los objetos de acuer-do son constitutivos de los auditorios y permiten su divisin, tanto desde unpunto de vista material como desde un punto de vista formal, pues los obje-tos de acuerdo se dividen desde estos puntos de vista. Consecuentemente,hemos intentado esbozar una breve subdivisin de los auditorios desde elpunto de vista material y desde el punto de vista formal; desde el primerosegn se exija o no en el texto argumentativo un acuerdo relativo a lo real o

    a lo preferible, etc. y desde el segundo, segn se exija un acuerdo relativo alas condiciones bajo las cuales se puede aducir a propsito de la parte apartir del todo, o a la inversa, etc.

    III. Colofn

    El propsito de este texto ha sido, segn indicamos previamente, ofre-cer una caracterizacin de la argumentacin a partir del discursoargumentativo. Hemos querido desarrollar preguntas como qu hace queun discurso sea argumentativo? Cmo es posible saber que un texto esargumentativo cuando se desconocen las intenciones del orador? Cmo sepresenta el auditorio en el texto argumentativo? etc.

    A propsito de las primeras dos preguntas, hemos recordado que untexto es argumentativo cuando en l se justifican las pretensiones de verdadde unos enunciados mediante otros, que es posible reconocer el carcterargumentativo de un texto gracias a una serie de marcas lingsticas con-vencionalmente destinadas a indicar tal carcter y, para los casos en que

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    dichas marcas faltan, hemos ofrecido una hiptesis de trabajo segn la cualun texto se distingue como argumentativo gracias a la relacin entre lossignificados de los enunciados.

    A propsito de la ltima pregunta, hemos retomado fundamentalmen-te de Perelman y OlbrechtsTyteca (1989) la tesis consistente en que hayun vnculo entre los presupuestos de la argumentacin y el auditorio al cualest destinada; nos hemos servido de ese vnculo para decir que el auditoriose presenta en el discurso argumentativo a travs de los supuestos de laargumentacin.

    Ahora, para finalizar este texto, quisiramos llamar la atencin sobredos vacos seguramente hay muchos ms de la exposicin que hemosrealizado.

    En primer lugar, el modo en que desarrollamos la cuestin relativa a loscriterios que sirven al auditorio para identificar la impronta argumentativade un discurso no dice nada del papel que en ello juega la sintaxis; estopodra inducir a concluir, de manera precipitada, que la organizacin de lasoraciones en el texto no determina en sentido alguno las posibilidadesargumentativas del mismo. Hay aqu un aspecto del valor argumentativodel discurso que a nuestro juicio merece atencin y no debe ser prejuzgado.

    En segundo lugar, la manera en que desarrollamos la nocin de audito-rio y, con ella, una interpretacin del auditorio universal como auditoriopotencial, no permite dar cuenta del carcter polmico, contestatario, deldiscurso argumentativo. En efecto, al construir la representacin del audi-torio a partir de los presupuestos que una argumentacin necesita para jus-tificar sus pretensiones de verdad, hemos querido contribuir al desarrollo de

    una nocin de auditorio til para la comprensin de la argumentacin di-recta; pero hay muchas argumentaciones que no proceden directamente,no ofrecen argumentos a favor de sus tesis, sino que de manera indirecta lasjustifican al refutar los argumentos que podran aducirse en contra. Es claro,entonces, que hay tambin un potencial auditorio contradictor, que intro-duce en el texto implcitos objetos de desacuerdo y que de la comprensinde stos depende el conocimiento de la pertinencia de los argumentos indi-rectos. Tambin aqu, pues, creemos nosotros, hay un aspecto del discursoargumentativo que exige una detenida consideracin

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