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[email protected] Dimensiones de lo cubano ¿excluyentes? Por Justo Planas Recorro la calle Obispo como el Cemí de Lezama sin encontrar en ella figuritas de porcelana china. Desde el 60 a este momento que atravieso, La Habana sigue ocupando el mismo espacio, pero somos otros los habaneros, es otra Cuba. ¿Cómo explicarle eso a las mulatísimas con tabaco y pañuelo que fotografían los extranjeros en ese trozo artificial de la Vieja Habana que se considera “casco” “histórico”? Debajo de su cáscara, de sus juglares de cuc y sus adivinadoras de cartas quizás encontremos muy poco de los tiempos pasados y sí mucho de un folclorismo oportunista que acoteja lo que somos al gusto del cliente. Muchos extranjeros llegan con sus preconcebidos para encontrarse una Cuba y, cuando no la ven, sienten que la realidad misma los estafa. En respuesta, algunos hemos preferido reconstruir el espejismo de la ciudad que ellos llevan en su cabeza para que no se sientan obligados a cambiar de opinión. Si continuamos raspando esa cáscara llegaremos a uno de los criterios más férreos sobre la manera en que debemos entendernos como nación. Según ese criterio, todo elemento, hecho, persona del pasado es más “verdadero”, más “cubano”, que los del presente. ¿Es la rumba más cubana que la timba? ¿O el guajiro más que el botero? Desde esta óptica, estaríamos observando la historia como una degradación de los valores originarios. Nos quedaríamos solo con lo que ha perdido el cubano en el vestir o en la cultura culinaria y con esa perspectiva en blanco y negro, terminaríamos obviando todo lo que ha ganado en ambas esferas. Creo que el filósofo latinoamericano Jesús Martín-Barbero fue quien dijo algo similar respecto a los indígenas que usan jeans, no puede ser de otra forma y no por eso son menos de su cultura. Cuba es un organismo vivo que ha ido 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36

Dimensiones Excluyentes Del Ser Cubano

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Sobre Cubanía y presente.

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[email protected] de lo cubano excluyentes?Por Justo PlanasRecorro la calle Obispo como el Cem de Lezama sin encontrar en ella figuritas de porcelana china. Desde el 60 a este momento que atravieso, La Habana sigue ocupando el mismo espacio, pero somos otros los habaneros, es otra Cuba. Cmo explicarle eso a las mulatsimas con tabaco y pauelo que fotografan los extranjeros en ese trozo artificial de la Vieja Habana que se considera casco histrico? Debajo de su cscara, de sus juglares de cuc y sus adivinadoras de cartas quizs encontremos muy poco de los tiempos pasados y s mucho de un folclorismo oportunista que acoteja lo que somos al gusto del cliente. Muchos extranjeros llegan con sus preconcebidos para encontrarse una Cuba y, cuando no la ven, sienten que la realidad misma los estafa. En respuesta, algunos hemos preferido reconstruir el espejismo de la ciudad que ellos llevan en su cabeza para que no se sientan obligados a cambiar de opinin.Si continuamos raspando esa cscara llegaremos a uno de los criterios ms frreos sobre la manera en que debemos entendernos como nacin. Segn ese criterio, todo elemento, hecho, persona del pasado es ms verdadero, ms cubano, que los del presente. Es la rumba ms cubana que la timba? O el guajiro ms que el botero? Desde esta ptica, estaramos observando la historia como una degradacin de los valores originarios. Nos quedaramos solo con lo que ha perdido el cubano en el vestir o en la cultura culinaria y con esa perspectiva en blanco y negro, terminaramos obviando todo lo que ha ganado en ambas esferas. Creo que el filsofo latinoamericano Jess Martn-Barbero fue quien dijo algo similar respecto a los indgenas que usan jeans, no puede ser de otra forma y no por eso son menos de su cultura. Cuba es un organismo vivo que ha ido reinventndose para sobrevivir y sacar ventaja de los tiempos que corren.No significa esto: ya lo pasado, pasado. La mejor forma de observar el presente es mirar hacia atrs. Y casi en las brumas de nuestro nacimiento cultural pueden encontrarse dos formas de entender la cubana que han vivido en pugna hasta nuestro hoy. Si viajamos dos siglos atrs leeremos la Vindicacin martiana de una Cuba estoica, mientras voces populares chotean a Titina por montar bicicleta y algunos alfabetizados recomiendan los trgicos amores de una mulata de saln llamada Cecilia, que con los aos se desprendera de la pluma de Cirilo Villaverde para alcanzar la categora de mito. Los Pilluelos de Juana Borrero no convergen con la lnguida Dama del lago de Jorge Peoli. Alejo Carpentier y otros chicos ven desde la otra acera pasar a Yarini, segn l mismo cuenta. Y la Macorina, en esa mirada que hacemos desde el presente, que ve superpuestos los hechos ella contempla cmo se enredan las comparsas de La Chambelona.Una ribera estoica, la otra hedonista, como agua y aceite han confluido en el ro de la historia nacional. Y los pocos que bebieron del lado contrario del hedonista durante la primera mitad del siglo XX conjugaron la filosofa del vino amargo, como ese Jorge Maach o ese Fernando Ortiz que asestan: el caldeado clima de nuestra tierra influye en nuestro carcter y por ende en nuestra vida pblica. A l se debe la anemia fsica y mental que sufrimos, que con otros cofactores nos impide a los cubanos la adopcin de criterios firmes. Hoy, por su parte, David Calzado define su pertenencia a la Isla con el gerundio: gozando gozando en La Habana. Cmo pueden vivir en el mismo plato, incluso en el mismo sujeto, sin rencillas ni cargos de conciencia, el cubano gozador y el viril revolucionario? Quizs este sea uno de los retos que como nacin deberamos resolver con el tiempo.Otro reto, o ms bien un verdadero dislate de las consideraciones sobre lo cubano, proviene de confundir circunstancias muy propias del habanero con la de toda la Isla. Ese mal, del que padece este texto mismo, ha derivado tambin en la idea de que la identidad del camageyano o la del holguinero son expresiones locales de lo nacional, mientras que la identidad del habanero es perfectamente sustituible con la del cubano todo. Lo escuchamos as en la msica, en los discursos, lo leemos en los peridicos y lo vemos en la novela. Es comprensible entonces que para alguna gente del interior (como si estuvieran sumergidos en alguna materia viscosa), vivir en La Vana signifique algo as como salir a la superficie, dejar de ser local para comenzar a existir propiamente como cubano. Por supuesto, nada de esto lo pens Perucho Figueredo cuando escribi esa Bayamesa devenida Nacional con toda justicia. Ha llovido tanto desde que aprendimos nuestra propia cancin de guerra (y luego afortunadamente de paz), que podramos decir, sin cargos de conciencia y con todo el derecho que nos otorga haber nacido y crecido en esta tierra, que somos otros cubanos, cubanos de hoy, productos no solo del pasado sino de las circunstancias del presente, hijos del punto guajiro y hermanos, entre otros muchos, del reggetn y la novsima trova. No hace falta escribir a caballo la letra de un nuevo himno, pero resulta imprescindible reinterpretar desde nuestro presente el concepto de unidad.