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El radicalismo argentino 1890-1930 David Rock Amorrortu editores C?4f _ 3 - 5 - 7 - I O // y 12

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El radicalismo argentino 1890-1930

David Rock

Amorrortu editores

C?4f _ 3 - 5 - 7 - I O

// y 12

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En 1916 -se celebraron por primera vez elecciones presiden­ciales regidas por la nueva ley. El resultado final fue la vic­toria de los radicales. Los viejos partidos conservadores que­daron con menos cargos nacionales y provinciales de los que ocupaban antes, viéndose obligados a ejercer a través, del Parlamento, y en particular del Senado --donde el penod? de duración en el cargo era de nueve años, lo cual les permi­tió conservar la mayoría que habían obtenido antes de 1912-, la autoridad directa que retuvieron. Pero si bien la élite se había visto forzada a ceder en su do­minio directo del Estado, la Ley Sáenz Peña no había. hecho nada por afectar la distribución del pod~r económico. Y esto era fundamentalmente el «conserv~dor1smo»: represen­taba al estanciero, al poder financiero y comercial de Bue­nos Aires al vínculo con los mercados europeos y con el · surriinistrd de bienes de capital británicos; significaba una actitud explotadora y represiva frente a la clase obrera. Aho­ra el hecho de que las ·reformas brindaran o no una solución permanente dependía del grad.o en que la élite se mostrara dispuesta a hacer otras conces10nes. Tanto p~a la clase me­dia como para la clase obrera, un mero cambio de la estruc­tura institucional no era suficiente: querían que estos cam­bios sirvieran de base a un sistema de distribución de la riqueza más equitativo.

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3. El ascenso del radicalismo, 1891-1916

La Unión Cívica Radical desempeñó un papel decisivo en la presión ejercida sobre la élite conservadora para que pro­mulgase las medidas de reforma. Cuatro años más tarde, mando obtuvo la presidencia, una nueva era se inició en la política argentina. El radicalismo fue la primera fuerza po­lítica nacional importante en la Argentina, y uno de los pri­meros movimientos populistas latinoamericanos.65 Su im­portancia derivaba esencialmente de su rol de agente de integración política, guiado por los amplios objetivos esta­blecidos por los reformadores de 1912. No obstante, tenien­do en cuenta su posterior vinculación con la clase media ur­bana, interesa recordar que el partido tuvo sus orígenes, en Ja década de 189,0, en una minoría escindida de la élite; sólo después de iniciado el nuevo siglo desarrolló sus rasgos po­pulistas, al convertirse en un movimiento de coalición entre "ese sector de la élite e importantes sectores de las clases me­;dias. En los 25 años trascurridos entre 1891 y 1916 pueden

·.· ,~eñalarse cuatro etapas fundamentf!Íes en la evolución dei ,partido;_ 1891-96, 1896-05, 1905-12 y 1912-16. Su trayec­'toria a lo largo de estos períodos puede contemplarse desde ,distintas perspectivas: la composición del partido y el grado

· pe apoyo popular que obtuvo, y, secundariamente, sus ca­}acterísticas organizativas y conexiones regionales.

;Los orígenes del radicalismo

;Hasta 1896 el partido fue conducido por Leandro N. Alem; . i~ste·período coincidió con una sucesión de tentativas de re­)bdión para derrocar al gobierno. Los orígenes del partido se )enct:Ientran en la depresión económica y la oposición política Í~iJuárez Celman del año 1890. En 1889 había surgido un {gtupo organizado de oposición a este último en Buenos Aires, iton el nombre de Unión Cívica de la Juventud; al año si-

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guiente, al ampliar su base de apoyo, este grupo pasó a Estos no perten~~ían a la clase media urbana sino que eran denominarse simplemente Unión Cívica ( UC). En julio de ~n su mayor.fa hi1os de familias patricias, cuya carrera políti-1890 la UC preparó una revuelta contra el presidente en la e~ Y de .gobie,rno había sido puesta en peligro por el súbito ciudad capital, que si bien no consiguió apoderarse del go- lto hacia. ~ordoba de Juárez Celman en la concesión de bierno, obligó a aquel a dimitir. En 1891, con motivo de favores oflClales. las relaciones que debían mantenerse con el nuevo gobierno Un segundo grupo integrante de la coalición estaba formado de Carlos Pellegrini, la UC se dividió y así surgió la Unión por varias facciones dirigidas por diferentes caudillos y que Cívica Radical (UCR) de Alem,. 9uien en los cinco años si- ontrolaban la v~da. política en la ~apita! Federal y en gran guientes, hasta su muerte, trato mfructuosamente de alean- .arte de la provJ.ncia de Buenos Aires. Algunas de estas fac­zar el poder por la vía revolucionaria. El fracaso tanto de la tones tamb~é-? se habían enfrentado a Roca, pero, nuevamen­UC como de los radicales estuvo determinado por el hecho e, su pres~ig10 derivaba de su oposición a Juárez Celman. de que al renunciar Juárez Celman, la facción del PAN ';lu; :. mo los ~ltuló. u.n. comenta~ista contemporáneo, eran «polí­respondía a Roca, y que contaba con el apoyo de Pellegnm, tcos en dispomb1hdad» umdos por el rasgo común de no amplió su base política y se ganó la simpatía de la mayoría ener cargos oficiales.67 ·Cabe distinguir entre ellos dos sub­de la élite. Los partidos opositores no estaban en condicio· tupas; uno, conducido por el general Bartolomé Mitre re­nes de contn1rrestar esto apelando al apoyo popull:lr. re~entaba a los principales exportadores y comerciante~ de Se ha dicho con frecuencia que la revuelta de la UC en ela ciudad de Buenos Aires; el otro era liderado por Leandro noventa fue la primera revolución popular de la historia ar · Alem,. Y contaba con el apoyo de cierto número de ha­gentina, pero pintar las cosas de este modo puede ser enga endados, aunque el propio Alem era un caudillo urbano cu­ñoso. Aunque los rebeldes estaban organizados en una mi a reputación políti~a provenía de su habilidad para organi­licia civil, su fuerza real derivaba del apoyo que tenían po ¡¡r ,ªlos votantes criollos en las elecciones.68 En tercer lugar, parte del ejército; el fracaso de la rebelión de julio de 189 .ab1a algunos grup.os ·clericales enfrentados con Juárez Cel­se debió a que a último momento el general Manuel Campos . a~ a causa de ciertas disposiciones anticlericales que se comandante de los rebeldes, se echó atrás. Asimismo, el ori abian adoptado recientemente, la principal de las cuales era gen de la UC, de la que saldría el radicalismo un año des Ley ,2393 de Matrimonio Civil. Finalmente, la UC conta­pués, no debe buscarse tanto en la movilización de sectote a con. algunos adherentes entre los «sectores populares» de populares cuanto en los aludidos sectores de la élite, cuy . Capital, sobre todo pequeños comerciantes y dueños de papel puede rastrearse en el resentimiento que alentaba )lere~ artesanales. ~ero la presencia de este último grupo no contra Juárez Celman distintas facciones de la provincia d. pedrn gue el movimiento estuviese firmemente controlado Buenos Aires debido a su exclusión de los car~os públicos,- orlos elemento~ patricios, a quienes los católicos y los gru­del acceso al patronazgo estatal. Este denommador comu os de das~ media les estaban subordinados: «Nuestro parti­de estar excluidos de los beneficios del poder y de canta·~ h_a surg1?0 por un movimiento espontáneo de la opinión con antecedentes patricios es evidente en muchos de los maniubhca,, temendo por vanguardia a la juventud y por cabeza fiestas de la UC: «La Unión Cívica es la condensación [ ... las mas altas y honorables personalidades del país».69 de todas las fuerzas vivas del país que no están absorbida sto se reflejó. también en la posición de la UC en materia por el oficialismo».66

, onómica. Aunque intentó capitalizar políticamente los efec­La UC era, pues, expresión de la imposibilidad de Juáre s de la depresión y la crisis financiera de los sectores urba­Celman de instituir una relación estable entre los sectore s, lo que más la inquietaba era la forma en que la depresión politizados de la élite. Algunos de estos grupos se había bía puesto de manifiesto las prácticas monopólicas de Juá­~puesto también a Roca en su primer gobierno, pero ~b z Celman en la distribución de los créditos agropecuarios.10 vieron la mayor parte del sostén con que contaban gracias n :sta ·postura no había traza alguna de nacionalismo eco­su enfrentamiento con Juárez Celman. El núcleo princip 'mico; su única propuesta concreta de recuperación finan­de la coalición estaba integrado por jóvenes universítario :r~ 7ra la ~egociación de una deuda salvadora, con la casa los creadores de la Unión Cívica de la Juventud de 188 1tamca Barmg Brothers. Analizando la distribución. de car-

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'g~~~.en :el ~dbie~~o prc:>Visl.onal que, según se planeaba, asu~ .niiría el poderJuego.delirebelión de julio, uno de los líderes dé'Ia UC,.Arist6büfo del Valle, declaró:

«Mi 'opinión era. que debíamos confiar el gobierno proviso­rio al Dr. Vicente F. López, porque [ ... ] confiaba en que -su competencia y sus buenas amistades con los señores Bar­ing Brothe:rs nos ayudarían a salvar al país de la bancarrota, mientras el gobierno se reorganizaba constítucfonalmente; se­gundo, porque pensaba que era conveniente ofrecer a los ele­mentos conservadores de la República la garantía de la edad, respetabilidad nacional y aun de la tradición histórica ... ».71

Sin embargo, lo novedoso de la UC radicaba en su tentativa de movilizar en su favor a la población urbana. Acusó al go; bierno de emitir papel moneda en forma clandestina y co­menzó a bregar por la adopción del gobierno representativo contra la «dictadura» de Juárez Celman. La campaña no tuvo un éxito muy descollante; el apoyo popular con que contaba la UC era -en extremo incierto y no logró establecer una base institucional. Aunque cuando la depresión estuvo .· en su ap0geo mucho público asistía a sus asambleas, y en el momento en que Juárez Celman dimitió hubo un estallido de júbilo, en el alzamie,nto de julio de 1890 la combatividad popular fue escasa. La decepción con respecto al gobierno parecía una· expresión efímera de la crisis' económica más que una demanda autónoma en pro de los cambios institucio­nales que la UC prometía. Como dijo Francisco Barroetave­ña, uno de los jóvenes dirigentes del movimiento, el pueblo le dio su apoyo «_menos para defender sus derechos que pa- _ ra conservar sus propiedades».72 El ímpetu con que los gru­pos patridos procuraron crear una coalición popular se es- · trelló contra la tibia respuesta de los habitantes de la urbe. Al~m · trató de conquistar apoyo para la coalición fuera de •. Buenos Aires, pero todo lo que pudieron organizar allí los ' revolucionarios de julio fueron pequeñas manifestaciones ca­llejeras, quedando limitados exclusivamente a la Capital y sus inmediaciones. Su plan era apoderarse del gobierno cen~. tral primero y luego de las provincias. · · · . Siendo tan· débil el desafío planteado por la UC, la revuelta de julio fracasó, y en vez de producirse grandes cambios que~ dó abierto el -camino ¡Jara qué la solución viniera por vía de un simple 'ajuste de la distribución del poder dentro de la: élite. Luego de lá caída de Juárez Celman, el nuevo presidenc

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·.· te,, ~ellegrini, se agenció la b:iena voluntad de los grupos m~s mfluyentes de la UC mediante el simple expediente de asignar de otra manera los cargos públicos. Mitre, por ejem­

. plo, qu.e~ó muy ,satisfe:?o c?~ una solución de esta especie. · )?ellegnru adopto tambien rap1das medidas en el' frente eco-1~ómico, que eliminaron en forma efectiva el descontento popular. Estos éxitos eran un reflejo de la permanencia del

. estilo elitista y negociador de la política tradicional. En 1891 el proceso de reorganización interna de la élite es­Jaba virtualmente concluido. Todas las facciones con real

. · pr~c;Ucamento habían sido atraídas por el gobierno, que solo ¡deio, fuera a ~os grupos carentes de poder. Fue en este mo-

. n:ento que ':710 la luz la UCR: Alero y sus .partidarios se ,vieron excluidos del plan de Pellegrini y por consiguiente Jorzados a continuar su búsqueda de sustento popular y de µna base de masas. Ale111 denunció los acuerdos entre Pelle­grini y Mitre, se retiró de la UC y se proclamó defensor de Ja democracia «radical>~.

. El i;iueyo partido se. ~allaba integrado básicamente por grupos ;escmdídos del patr1Clado y que por una u otra razón estaban

·'-~_esc~lifi~ados, a .c~usa de sus vínculos anteriores, para unirse ª. ~itre, J?ellegrm1 o ~oca. En términos regionales o de po­.,s1c1on social, poco hab1a en ellos que los diferenciase de sus rivales. A lo sumo, daban la impresión de ser <<nuevos ricos»

· ;Y de tener sus posesiones a mayor distancia del puerto de . iBuenos Aires.73 En 1895, refiriéndose a la rama del partido · que actuaba en la provincia de Buenos Aires, alguien dijo

,que estaba compuesta de « ... jóvenes animosos y hombres .de fortuna de nuestra aristocracia histórica».74

En. los cinco años siguientes Alero se afanó en vano por con­:qmstar apoyo popular y obtener los medíos de organizar una rebelión que pudiera triunfar; pero el descontento del pueblo continuó diluyéndose, y sus intentos de ganarse a los grupos ,c:le hacendados fuera de Buenos Aires terminaron en un vir-

').u~l fracaso. La oligarquía se las ingenió para permanecer rumda. En 1891 y 1893 los radicales organizaron revueltas en

. )as provincias, ~er? todas ellas sucumbieron prontamente; ;:~olo en la provmcia de Santa Fe obtuvieron, en 1893 un /,:?~º"º notorio de los grupos de clase media. En esta oportu­.ntdad, a un levantamiento de los adictos a Alero en la dudad _ge Santa Fe le siguió una marcha hacia dicha ciudad de los :ifOlonos de las zonas de Humboldt y Esperanza. Más ade­í;J.~pte esa misma zona sería la espina dorsal del poder radical . eh la provincia, y durante mucho tiempo fue la única región

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del país en· que los radicales lograron verdaderamente pe- . netrar más allá de los hacendados de clase alta.75

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De manera que pese a todos los esfuerzos de Alero, los re~ . manentes de adhesión popular que los radicales habían he­redado de la UC se diluyeron, y hacia 1896 no eran· nias que un grupo minúsculo en el extremo del espectro polític~; Resumamos sus falencias a lo largo de este período: · í ·

Primero, resulta claro que a la sazón los grupos de clase me~ día solo eran motivados políticamente durante épocas de crisis económica extrema como la de 1890. La recuperación de años posteriores disipó la inquietud popular

0y permitio,

que la oligarquía se restaurase sobre la base de acuerdos ~ri­tre las facciones «personalistas». El apoyo urbano obterudo por Alem provino fundamentalmente de los antiguos gru­pos criollos más que de la nueva clase media formada por los inmigrantes y sus descendientes. . Segundo, la imagen nacional y revolucionaria que los radica­les trataron de presentar se vio afectada por su participa~ ción en disputas menudas en torno a subsidios, concepciones y prebendas entre las distintas facciones terratenientes pró~ vinciales. Esto originó una división entre los grupos que de­seaban honestamente superar la tradición del «personalismo» y del favoritismo oficial, y aquellos que habían hecho de este sistema una cuestión de vida o muerte. En tal sentido, fa. ruptura más significativa tuvo lugar con la fundación del Partido Socialista por Juan B. Justo en 1894.76 Los radica~. les querían eludir el estigma de «personalismo», pero nunca lo lograron plenamente. A despecho de su pronunciamient9 en favor de la democracia representativa, el radicalismo si­guió siendo en muchos aspectos un partido tradicional que procuraba apoderarse del Estado para recompensar a sus adictos. Tercero, la pérdida de apoyo entre los grupos terratenientes no terminó con la división de la UC en 1891; algunos sec­tores del propio partido radical fueron también ganados par~. su causa oor los sucesivos gobiernos nacionales mediante li­mosnas estratégicamente planeadas dentro de su sistema de patronazgo. La lección que impartiera la caída de Juárez Cel­man había sido muy bien aprendida; la oligarquía gobernan­te incrementó su estabílídad eliminando a sus oponentes ra­dicales por medio del ofrecimiento de puestos públicos. La misma técnica de cooptación fue empleada con los grup0 universitarios.

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Finalmente, el partido perdió p~~erÍb a causa de las disputas intestinas entre Alem y otros dingentes. Esto ya se puso en

. evidencia en 1893, cuando el alzamiento nacional planead? por Alem no pudo ma.terializa~se debido a la fal~a ~e ~oord1-

. nación en~re algunos ¡efes radicales. de las provmc1~s' en l_a · de Bueno~\ Aires, Alem debió hacer frente a su prop10 sobn­. no, Hip6~to Yrigoyen, cuyas intrigas para imponer su v~­

'· luntad fueron en parte las responsables de que Alero se sm­cidara en, 1896.

Durante casi todo el período que se extendió entre la muerte de Alem y 1905, ef radicalismo perdió posici~mes.77 Hasta 1900, los sucesos más destacados fueron, en primer lugar, el surgimiento de Yrigoyen como sucesor de Aleo: y, en s~gun­do lugar, el hecho de que el eje central del partido volv:er~ ~ situarse en la provincia de Buenos Aires. Esto tuvo s1grnf1-cación porque cuando el partido .comenzó fi~almente a _ex­pándirse, el grupo de Buenos Ai~es, conducido por Yngo­yen, lo mantuvo bajo su control, mco;:po~~ndo i:oco a poco a ·1as filiales provinciales en una orgamzacion nac10nal.. En 1901, al abandonar Pellegrini la cartera del In tenor, la oligarquía sufrió una nuev~ escisió1~i;_ a ~~rtir de ese momei:­to hubo indicios de la creciente pohtizacion de la clase media urbana, y en tal coyuntura el radicalismo emergió otra vez á la superficie. Junto con la inquietud despertada en 1901 por el proyecto de Pellegrini de ofrecer las recaudaciones aduan~ras como ;garantía subsidiaria a l?s bancos ~urop.eos, aparecieron nue­vos signos de turbulencia en las un~ver?1dades, dond~ se efec­tuaron una serie de huelgas estudiantiles. En· la decada ?~I noventa los estudiantes rebeldes pertenecían a la clase dm­gen te, criolla; diez. a_ños m~s t~rde; buena parte de ellos pro­venían de las familias de mmigrantes urbanos. La luch_a no "iraba en este caso en torno a las relaciones entre el gobierno ; la élite terrateniente bonaerense, sino en torno al acceso a las profesiones urbanas. . . Las huelgas se· declararon después de qu.e l.o; conse¡os .duec­tivos universitarios, que estaban constitu10os por cnoll?s, resolvieron restringir el ingreso de lo? descend1en:es de m­migrantes. 78 El resultado fue una sene de campanas por la

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democratización de la estructura universitaria y de los pla­nes.-de estuQio. En los .. años· siguientes los estudiantes (en especiaLlos:de: Buenos Aires) pasaron a constituir un impor­tante .grupo de presión urbano en favor de la adopción del sistema de gobierno representativo, con el fin de provocar cambios en las. universidades. Con estas señales más propicias, Yrigoyen comenzó, alrede-

. dor de 1903, a planear otra revuelta. Revitalizó sus contac­tos con las provincias y retomó la fundación de clubes par­tidarios en la ciudad y la provincia de Buenos Aires y en Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Rfos. Sin embargo, el disconformismo se limitaba todavía a ciertos grupos restrin­gidos; amén de los estudiantes, el único ámbito importante de inquietudes antes de 1905 se hallaba entre los jóvenes oficiales del ejército, quienes también estaban empeñados en una lucha contra la élite criolla para acceder a posiciones de mayor rango. Yrigoyen se dio a la tarea de organizar un golpe militar. Logró considerable apoyo estudiantil, y, significati­vamente, planeó poner en la vanguardia del movimiento a un grupo de oficiales jóvenes. Sin embargo, el intento de coup d'état, que se concretó en febrero de 1905, representó un fiasco todavía mayor que los precedentes, poniendo de manifiesto que si bien los radi­cales habían conseguido cierto apoyo militar, los altos man­dos del ejército seguían adhiriendo al gobierno conservador. Tampoco consiguió la asonada encender una. chispa de reac­ción en la población capitalina. Desde el punto de vista tác­tico estuvo mal concebida, y el gobierno no encontró ·nin­guna dificultad para aniquilarla y capturar a la mayor parte de sus jefes.79

Pero si bien el golpe falló, tuvo vitales efectos a largo plazo. Sirvió para recordarle a la oligarquía que el rad~calismo no : estaba muerto ni mucho menos: de ahí en adelante todos los; gobiernos que se sucedieron se vieron as.altados constante­m~te por el temor de que los radicales entraran en intrigas dandestinas para derrocarlos. El otro efecto positivo es que '. permitió que el radicalismo se diera a conocer a una nueva · generación para la cual los acontecimientos de la década del • noventa se perdían en el borroso pasado. A partir de una ig­nominiosa y total derrota comenzó el proceso que culmina- ·• ría con la victoria de Y rigoyen en las elecciones presiden- ' ciales de 1916.

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Desarrollo de la organización y la ideología partidarias

Entre el golpe abortado de 1905 y la Ley Sáenz Peña de 1~12 los radicales avanzaron a grandes pasos en el recluta­n:ie~to del favor popular. Esta .vez sus organizaciones pro­vmciales y locales no desaparecieron, como había sucedido en las revuelt~s anteri~res, si?o. que comenzaron a expandir­se. En e.stos ano~ quedo constltUJdo un conjunto de dirigentes locales mtermedios, en su mayoría hijos de inmigrantes· el gruesa: ddos lí~eres de clase media del part:do, que tend;ían tant~ importancia después de 1916, se afiliaron entre 1906 Y 1912. La mayor parte de ellos eran profesionales urbanos c~n título universitario. Asimismo, los actos oúblicos y ma­mfesta~iones d.el partido empezaron a contar ~on buena con­currencia. Hacia 1908 las organizaciones locales dejaron de llamar~e «clubes» y pasaron a ser conocidas como «comités». ~r~amzadas antes a la manera de células clandestinas, se con­virtieron luego en organismos de conducción en la tarea de la movilización popular. El crecimiento del ra~icalismo de comienzos del siglo xx _e?tuvo est~echam~nte ligado al p~oceso de estratificación so-~ cial que conce:-itro los grupos .dmgentes de alta jerarquía en ! l~s clases medias urbanas dedicadas a las actividades tercia- ¡ ·

n.ª~·ªº Ad~más de los universitarios, se contaban entre los dm?entes ~nter:n~dios algunos hombres de negocios que no habrnn temdo exlto en su actividad. Esto nos habla de la creci;nte tendenci~ de la clase media urbana a procurarse a traves de la ,Pºl!t;c~ la riqu~za y posición social que cada v~z le era mas ~ificil conseguJr por otros medios.81 Por aña-didura, ~n esta ~¡;ioca el problema educativo había alcanzado proporciones criticas, en tanto y en cuanto las limitaciones .al desarroll~ in?ustríal engen?:aban re~uerzos culturales para

·· ,que las aspirac10nes de movilidad social se centraran en la J?nci~~ p~blica y las profesiones liberales. Refiriéndose a la : s1tu~c10n imperante en las escuelas primarias en 1909, el presidente Figueroa Alcorta señaló:

. «.~s un. hec~o establecido por los especialistas que la instruc-c1on pnmana en nuestro país actúa fuera de sus cauces na-

1~.rales · .[ ... ] Se apodera como una fiebre maligna de los :b¡¡os de las clases trabajadorás, quienes salen de las escuelas _desdeñando el trabajo y aspirando a una vida de superior ni-

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vel, a la cual no están preparados por sus recursos ni por sm antecedentes. Esta desviación de las corrientes populares del trabaío de las artes y de los oficios, de la industria y del co, mercio para optar al magisterio v a los empleos oficiales, puede encaminarnos a una verdadera crisis social».82

Esta era la diferencia esencial entre la posición de Yrigoyen luego de 1905 y la de Alem unos quince años atrás: Alem había actuado antes de que esta tensa situación alcanzara un punto crítico, y su pedido de apoyo estuvo dirigido a los grupos criollos de Buenos Aires, mientras que Yrigoyen se dirigió a los argentinos hijos de inmigrantes, empleados _en su mayoría en el sector terciario. El gobierno representativo cobró atractivo para estos grupos, que acusaban a la élite criolla de sus dificultades para ascender en la escala social más allá de las ínfimas actividades comerciales e industriales propias de la primera generación de inmigrantes. Los radicales ignoraron virtualmente a los inmigrantes mis­mos, pero los hijos de estos desempeñaron en cambio un pa­pel fundamental en su repentina popularidad. El 46 % de los funcionarios que se presentaron a las elecciones internas . de la ciudad de Buenos Aires en 1918 (primer año para el cual se dispone de dicha lista) llevaban apellidos no hispá­nicos; si se incluyese a los descendientes de españoles (la segunda comunidad de inmigrantes en el país, por su tama- · ño), la proporción sería mucho mayor.83

A los observadores no les pasaba inadvertida esta creciente vinculación del radicalismo con los hijos de inmigrantes:

«Si en vez de observar a los dirigentes miramos a las masas, es fácil ver que las fuerzas de los partidos conservadores la constituyen los distritos de población rural ganadera, enfeu­dada a la burguesía adinerada, mientras que el Partido Ra­dical muestra su vitalidad en las ciudades y en los. distritos agrícolas, en donde el aporte de extranjeros ha per~iti9o la formación de una clase media de pequeños comerciantes y chacareros, cuyos hijos le ofrecen contingentes importantes · y entusiastas».8

·1

Luego de 1905 los radicales comenzaron también a incre" mentar el volumen de su propaganda. El contenido efectivo de la doctrina y la ideología radicales era muy limitado: no pasaba de ser un ataque ecléctico y moralista a la oligarquía, al cuál se le añadía la demanda de que se instaurase un go-

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b1crno representativo. El partido operaba sobre la base de cierto número de slogans: la «abstención» o negativa a par­ticipar en elecciones fraudulentas, y la «intransigencia revo­lucionaria» o determinación de repudiar el sistema político vigente y establecer una democracia represent~tiva p~; vía de una revolución. Se intentó dar a las doctrmas rarucales algún grado de dignidad filosófica relacionándolas con las en­señanzas de Peter Krause, el escritor alemán del siglo XIX. La ideología radical efectiva estaba fuertemente impregnada de un tono notoriamente ético y trascendentalista. Su énfasis en la función orgánica del Estado y en la solidaridad social presentaba un agudo contraste con el positivismo y el •spe_n­cerismo de la oligarquía, y a menudo tenía notables rerrums­cencias de Krause. La importancia de estas ideas, que ha­bitualmente se expresaban de una manera confusa e incohe­rente, era que armonizaban con la noción de la alianza de clases que el radicalismo terminó por representar, y que ha­bría sido mucho más difícil de alcanzar si hubiera adoptado doctrinas positivistas.85

, . ,

Sin embargo, más importante que lo que de,c1an los radicales era lo que no decían. Uno d~ los rasgos mas. de~~acados del radicalismo a· partir de esta epoca fue su ev1tac1on de tsdo programa político explícito. Había .sólidas r~zo;ies estrateg1-cas para proceder así. Como el partido const1tuia p~r enton­ces una coalición, sus Iíd~res no se mostraban mqy dispuestos a perder la oportunidad de granjearse adherentes a~ándose a determinados intereses sectoriales. En todas las circunstan­cias, el objetivo era evitar las diferencias .sectoriales y poner de relieve el carácter coaligante y agregativo del partido. En un manifiesto de 1909 Yrigoyen declaraba:

«La UCR no es propiamente un partido en el concepto .ID:i!i­tante. Es una conjunción de fuerzas emergentes .d~ la. op:n10n nacional nacidas v solidarizadas al calor de re1vmd1cac1ones públicas'. Servirla~ y realizarlas, -restableciendo l~ vida del país en la integridad de su prestigio y de sus func10.nes, es el programa que formuló al congre~arse, y q~e ,ha realizado con fidelidad hasta el presente. Ha sido y sera siempre el centro de los espíritus independientes».86

Y el mismo tema volvió a aparecer en años posteriores:

«La UCR no es refractaria a ningún interés legítimo, y por el contrario caben en su seno todos los elementos que quie-

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ran ponerse sinceramente al servicio deJ verdadero. bienestar del país. Si no exhibe seductoras plataíormas de ciicuns~an­cia, es porque al gran partido sólo le preocupa e.L estr~cto cumplimiento del sagrado voto generador de su existencia y que seguirá animándola perdurableme~te, a despecho de to­das las vicisitudes y de todos los obstaculos: salvar a la Na­ción de los males de todo orden que trae consigo la subver-sión de sus instituciones».87

Los «males de todo orden>> nunca se defini.eron cJaram~nte.: solo se afirmaba que la corrupción de la oligarqU1~ habia li­mitado el desarrollo del país. La libertad y expansión de las fuerzas productivas del país únicamente se al~anzarían. me­diante la «democracia» presentada por los radicales casi co­mo una panacea para ~esolver los problemas nacio:iales. Su interpretación del papel del Estado era e~ gran medida nega­tiva; veían en él a un mero agente destmado a ap~rtai: )os obstáculos que se oponían al destino de «autorteahzac1on» de la nación, como ellos decían:

«Si [el progreso material] no hubiera s~do .P.erturbado. po.r­desastrosas administraciones, y si en el e¡ercic10 de las mstt­tuciones hubieran concurrido armónicamente pueblos .Y go­biernos, la República tendría.~oy en el mundo u~a culmm~n~e representación por su autonctad moral, y su :iqueza haona alcanzado proporciones que no pueden concebirse, pero ante las cuales serían insuficientes las que hoy reviste».

88 .

Aquí se deja traslucir también que los radical~s no a~u~ta­ban a introducir cambios en la economía del pa1s; su ob¡etivo era más bien fortalecer la estructura primario-exportadora prdmoviendo ~n espíritu de cooperación entre la él~t7 y los sectores urbanos que estaban poniendo en tela de JUlClO su monopolio del poder político. Este pasó a ser 9uizás el factor que más alentó a los reformadores de 1912 .ª mterpretar que . la ·política radical no representaba un ~el1gro fund~n;ental para los intereses de la élite, y que el peligro podía disiparse haciendo concesibnes en lo referente al gobierno represen-

tativo. d' l di , ' Las metas de los reformadores y de los ra tea es vergian, en · cambio en este aspecto: los primeros confiaban en que sur-giera u~ partido conservador rejuvenecido, en tanto que los segundos estaban resueltos ~.remplazar a sus pr~decesores. Y a establecerse como nueva elite gobernante. Teman poco m-

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terés en el tipo de sistema multipartidario que introdujo la Ley Sáenz Peña; su propósito era crear un nuevo Estado uni­partidario, propósito que pasó a constituirse en uno de los rasgos centrales del populismo radical:

«La UCR es la Nación misma. [ ... ] La obra que habremos de culminar magnánimamente ha de ser para todos los ar­gentinos, coexistiendo dentro de la vida nacional destinada a imprimir rumbos fundamentales y grandiosos a' la marcha y al porvenir hasta hoy ensombrecido de la Patria».89

Hipólito Y rigoyen

La otra importante novedad que puso aún más de relieve e} carácter populista que el partido había adquirido hacia 1912 fue el surgimiento de Hipólito Yrigoyen como líder. La oposición de. y rigoyen a la oligarquía derivaba en buena me-

. dida de las frustraciones personales que había experimentado . a causa de Roca y sus acólitos. Nacido en 1852, era hijo

natural de un herrero vasco de la ciudad de Buenos Aires. Su carrera política se inició en 1873, cuando Alem, que era tfo suyo, consiguió para él el puesto de inspector de policía en el distrito de Balvanera, dentro de la capital. Sin embargo, fue despedido al poco tiempo, acusándoselo de participar en elecciones fraguadas. Reapareció en escena en 1879 como c~ndidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, y en l:s80 sus servicios políticos fueron premiados con un alto ~argo en el Consejo Nacional de Educación. Fue entonces gue Roca asumió la presidencia de la República, y tanto Alem c~mo Yr~goyen se vieron impedidos de obtener cargos oficia­

. les de mas alto rango. No obstante, cuando Yrigoyen conclu­·.·. y'ó' su mandato de diputado provincial en 1882 dejó la po­. · Jítica con suficiente capital cómo para 'instalarse' como inver-

nador de ganado. Más tarde adquirió considerables extensio­nes de tierra en Buenos Aires v San Luis.90

.·· Palt'a la época en que se sumó a la UC, en 1890, y que co­m,enzó a maniobrar con vistas a controlar la UCR, ya tenía ?nstante práctica en las técnicas usuales de manipulación de életciones. En sus posteriores bravuconadas moraliStas con­fta la oligarquía no faltaba, pues, cierto toque de hipocresía,

.. ~á 9ue él mismo había recurrido durante mucho tiempo a náb1les tretas para abrirse paso y capitalizar beneficios entre

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!as faccioneS' «personalistas», explotando sus conexiones con. el fin de hacerse de una notable· fortuna. Era un represen-! tante bastante típico de los primeros radicales, que aspi- ·. ruban a crear una coalición popular para restaurar su suerte po~. '. ~Q~ ganó prestigio a partir de 1900 de una mar:_e:a has-. tante extraña. En lugar de presentarse como un poht1co ca­llejeró que atrae constantemente la atención pública, como había hecho Alem, se hizo fama d_~_f!gyra misteriosa. En su carrera se destaca este rasgo singul.ar: salvo en una ocasión intrascendente, a comienzos de la década del ochenta, nunca· pronunció un discurso en público. Para realzar su reputación · de hombre de pueblo ocupó en diversas oportunidades otras · tantas casas modestas situadas en barrios pobres de Buenos.' Aires. Este hábito, y el apartamiento en que vivía, le valieron

1 el apodo de «El Peludo», una especie de armadillo de mu­\ cho pelo y que vive en cuevas cavadas en la tierr~. Pero, ~or

otro lado, hacía todo lo posible para autoconfenrse .un aire de superioridad; entre sus seguidores de Buenos Aires era llamado «el doctor Yrigoyen», aunque jamás había obtenido· ningún título universitario.91

,

Su estilo_p_~líti~':?p~onsistí~ e_J] __ <;:Lc~:>l;itac_!g persa~~e­gociación cara a cara, que Te permitieron exten er su do!iii­nfo-soEré Ta orgaiiTiación partidaria y crear una cadena muy eficaz de lealtades personales. Esto estaba mechado con oca­sionales y providenciales gestos de caridad, calculados para apelar a los valores de la clase media de religión católica ~a­mana; el mejor ejemplo fue el de las vísperas de las eleccio­nes de 1916, cuando Yrigoyen anunció que en caso de resu!­tar electo destinaría su sueldo de presidente a obras de can­dad. Aparentemente, aparte de esto su única contribución al partido fue una serie de tortuosos manifiestos, en los cuales los lemas partidarios aparecían revestidos de un manto de retórica moralista. Sirva de ilustración la siguiente cita, en que Y rigoyen ataca a las diversas facciones asociadas a la oligarquía:

«Todos son iguales, gobierno y grupos politiqueros compues­tos de elementos desechados de las camarillas predominantes y espiando el momento de volver a su se:io. Es :ina descom­posición de mercaderes donde nada se agita por ideal alguno de propósito saliJdable, sino por móviles siempre menguados [ ... ] . Son reos de los más grandes delitos que se hayan co­metido en las sociedades humanas [ ... ] . Esa es la Bastilla

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argentina, sobre la cual estallan hoy las fibras más sonoras del altna nacional. [ ... ] La opinión no le requiere más que comicios honorables y garantidos [ ... ] como condición in-4ispensable para volver decorosamente al ejercicio de sus de­techos electorales. Entonces, propios y extraños se asombra­

. '.f.~n .de la magnitud de ese solo acto, y así se verá la trascen-/'.qental diferencia que hay entre una nación ahogada por todas ', ~as presiones que la circundan y una nación respirando en to-. "9á la plenitud de su ser y difundiendo al bien común su in­tpenso poder vivificante».92

La constante reiteración de este tema dotó a Yrigoyen de • ;~norme fama personal entre los grupos de clase media, ·ha­. tiendo que se olvidaran en gran parte los detalles más des-

dorosos de su pasado. Se convirtió en el profeta del partido, .Y su aparente distanciamiento respecto de la lucha política

. ~cotidiana pasó a simbolizar la aplicación de la UCR al ideal :c,lemocrático y a la creación de una nueva república. Hacia 1'912, Yrigoyen, que por entonces. tenía ya sesenta años, se qabía trasformado en un magnífico estratega político. Poco a poco obligó a la oligarquía a conceder la reforma mediante Ja amenaza de la rebelión, al par que ampliaba su control del 'partido gracias a su gran capacidad de persuasión personal y :a sus condiciones para organizar a las masas. El peculiar estilo de Yrigoyen imprimió al radicalismo buena

. parte de sus connotaciones morales y éticas primitivas, que · lr permitieron ganar adherentes en una ola de euforia emo­

. Cíonal. Fue asimismo, un instrumento importante para la , ~bnciliación' de los diversos intereses que el radicalismo había

· Jh;gado a representar, un instrumento funcional en lo que : fespecta al objetivo partidario de reducir las fuentes poten-

tiáles de fricción entre sus sostenedores y obtener el máximo [poyo posible en distintas regiones y clases sociales. De <:ste in:odo, el radicalismo se desarrolló menos como un partido, ~~el sentido estricto de la palabra; que como un movimiento _cié masas que fundaba su fuerza en una serie de actitudes 'émocíonales. En la pomposa retórica que lo hizo célebre, ;Ytigoyen lo describía así:

' . . !.~:.~

«Es sublime la majestad de su misión [ ... ] Por eso per­cltira su obra y son poderosos sus esfuerzos: se robustece y ~ivifica constantemente en las puras éorrientes de la opinión;

.; ~~·la escuela y el punto de mira de .las sucesivas generaciones ·· y"hasta el ensueño de los niños».93

67

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Estrategia. deda1 movilización ·de Iiüsas; 1'912..:1916

.En , 1912, cuando los radicales abandonaron finalme~t!'! su política de abstención y c.ome~~aron a po~~ular, cand1ctat~s para las elecciones, la organizacion del partldo aun no habia terminado. Cierto es que en la mayoría de las zonas urb~nas v .rurales de la región pampeana, y aun fuera de el}a, hab1a a Ía sazón dirigentes de primera o segunda categ?na, pero e~ partido seguía falto de una coordinación ce~tra'l, .Y; pese ~1 creciente prestigio de Y rigoyen, tampoco tema sufmentes c}i­rigentes aue contaran con reconocimiento en tod? el pa1s. Algunas de las filiales provinciales estaban todav1a ba10 el control de los rivales de Yrigoy:n, de la ~poc.a de Alem. Aun­que se habían establecido comites partidanos permanen~es, fuera de las grandes ciudades no contaban con una or~an!zªi ción amplia a nivel local. De manera que ~l ras~': pr~~c1pa del período que va de 1912 a 1916 fue la mtensificac1on de la organización partidaria. . En este aspecto, la ventaja de los radicales era su vaguedad. El enfoque moral y heroico que tenían de los problemas po- . líticos les 'permitió a la postre pre~entarse ante. e~ el~ctorado como un partido nacional, por encima de las distmc~ones re­gionales y de clase. Todos y cada uno de sus opos~tores se estrellaron contra este obstáculo. Había otro~ parti~os fº­pu1ares como el Partido Socialista en la Capital Fe e~a Y el Dem6crata Progresista en Córdoba y Santa F_e, pero nmgu- _ no de ellos pudo trascender, las fror:teras reg10nales, en un .•·. rada significativo. Fue aqm que y n~oyen. ~emostro su s~- _ .

:kcidad política: luego de 1912 se ~as _mgemo para conve~tir · . una confederación de grupos provmc1ales en una org~mza­ción nacional coordinada. Aunque en el pasado los radicales . habían subrayado su disgusto por l_os ac~erdos que c7lebra­bardas distintas facciones de_ la oh7ar9ma, ahora Y ngoyen .· á¡:ilicó subrepticiamente esa misma tecmca en gran. es.cala pa­ra ganarse el apoyo de los terratenientes de provmcia Y sus seguidores. · ·, 1 La fuerza del radicalismo estribaba en su o.rgantza~1on er; de . plano local y los ampliq§ contactos con la ¡erarq~1a part1 ~; ria que le ofrecía el eletforado. ?,n las ~randes dc1udadedlljº) bre todo en Buenos Aires, surg10 un sistema . e. «cau 07. de. barrio» semejante al de Estados _Dnidos. S1 bien la Lel Sáenz Peña terminó con· la compra lisa y llana de los votos,

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los radicales no tardaron en establecer un sistema de patro­nazgo que no era menos útil a los fines de conquistar sufra­gios. A cambio del voto cada dos años, los caudillos de ba­rrio -núcleos originarios del Partido Radical- cumplían gran cantidad de pequeños servicios para sus respectivos ve­cindarios en la ciudad o la campaña. Ligándose a aquellos los hacendados pudieron poco a poco sortear los escollos deri­vados de su falta de contacto con el medio urbano: aunque ellos no controlaran las ocupaciones urbanas, muchos de los dirigentes de segunda plana pertenecientes a la clase media podían obviar esta dificultad gracias a la influencia y el pres­tigio que habían adquirido en su zona. Por ejemplo, a través de su vinculación con los dueños de los «conventillos» tenían cierto manejo 'de la distribución de las viviendas; su posición relativamente acomodada hacía que estuvieran en condicio­nes de ofrecer préstamos a negociantes en apuros; su carác­ter de abogados o médicos los ponía en estrecho contacto con distintos grupos pertenecientes al nuevo electorado. Ade­más, se sabía que tenían buenas relaciones con la policía 10-

cal, y esto los facultaba para dispensar mercedes a todo tipo de pequeñas infracciones a la ley. Junto con el cura de la parroquia, el caud]lo de barrio se convirtió (sobre todo en la ciudad de Buenos Aires) en la figura más poderosa del vecindario y el eje en torno del cual giraba la fuerza política v la popularidad del radicalismo. En esta tarea colaboraban los comités, organizados según líneas geográficas y jerárquicas en diferentes lugares del país. Así, había un comité nacional, comités provindales (o, en el caso de Buenos Aires, el comité de la Capital Federal), co­mités de distrito y comités de barrio; en períodos de eleccio­nes se añadían una serie de subcomités que atendían zonas menores dentro de cada distrito. Una de las cosas de las que más se jactaban los radicales era que sus representantes ofi-

: ciales habían sido elegidos mediante el libre sufragio de los afiliados al partido, con lo cual se evitaban las tradicionales Prácticas «personalistas» de reclutamiento por cooptación o

· por status adscrito. Sin embargo, al menos hasta 1916, la . Pauta más corriente era que el comité nacional y los provin­ciales estuviesen dominados por los terratenientes, y los co­mités locales, por la clase media; en los primeros, el recluta­

\miento se hacía casi siempre por cooptación, pero en los :comités locales se celebraban elecciones todos los años, de fas cuales surgían el presidente del comité -en la práctica, .'.dcaudillo de barrio- y gran núi:nero de funcionarios subor-

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dinados a él. ·En cada uno de los comités de la ciudad de Buenos Aires se elegían anualmente hasta 108 personas; con frecuencia estas permanecían en sus puestos varios años se~ guidos, salvo que hubiera más de un caudillo aspirando al control del aparato· partidario, en cuyo caso se producían a menudo violentas luchas de facciones. Los caudillos de barrio explotaban la gran popularidad de los comités para retribuir a sus adictos con cargos fundamentalc mente simbólicos, que podían ser utilizados para ampliar el número de adherentes. Asimismo, el sistema permitía a los radicales extender sus actividades y conexiones a una vasta gama de grupos de cada vecindad, dotando así al aparato partidario de gran penetración y flexibilidad, e incrementan~· do su capacidad operativa como mecanismo procesador de las exigencias particulares que presentaba el electorado. En 1916 la organización partidaria se había convertido en \In eficaz· sustituto de un inexistente programa políúco bien de­finido, y, una vez más, en un dispositivo conveniente para superar los conflictos objetivos de intereses entre los terra­tenientes y los grupos de clase media, y entre distintos sec­tores del electorado. En 1915, un gacetillero radical descri­bía así el papel de los comí tés:

«Esa organización [la de los comités] efectúa una constante propaganda oral que pone al partido en contacto con las ma­sas. Así, garantiza, no solo la formación oor selección de los leaders en las diferentes escalas, sino la· constante comu­nión de estos con las masas».94

La actividad de comité akanzaba su punto culminante en época de elecciones. Amén de las tradicionales reuniones ca­llejeras., la fijación de carteles en las paredes y la distribución. de panfletos, el comité se convertía en centro de distribución de dádivas para los electores. En 1915 y 1916, los comités de Buenos Aires crearon cinematógrafos para niños, organi­zaron conciertos musicales, repartieron regalos de Navidad y contribuyeron a las celebraciones de las fiestas de Carna­val. Muchos de ellos también fundaron sanatorios centros de asesoramiento legal y bibliotecas, cuyo costo era 'financia­do por los miembros activos. Asimismo, suministraban ali­mentos baratos -el «pan radical» y la «carne radical» co­m~ dio en llamárselos-.95 Uno de los comités de la p~rro­quia de Balvanera Sur resumió así sus actividades en el año 1915: durante 37 días se había distribuido pan en forma·

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tgratuita como paliativo frente a un súbito aumento del pre­~dp; la sección de asuntos legales se había ocupado de 172 ca-f~ps; se habían impreso 1.000 circulares y 6.000 panfletos de tgiversa índole, y los edificios de la zona habían sido cubier­.}tos con 7.400 carteles.96

;Estas actividades evidenciaban algunas de las características r~~¡ientes que había adquirido el partido lUego de 1912. En J:rn91, se había iniciado como un retoño, en buena medida, rde las facciones terratenientes; desde 1905 había penetrado Y~n los grupos de clase media urbanos; luego de 1912 se con­~yirtió en un vasto partido popular que abarcaba muchas re­

.. giones del país. Pero lo cierto es que estaba en gran parte · gominado por los propietarios de tierras, conservando así su

,· ,carácter inicial de la década del noventa: era un movimiento ¡~e masas manejado por grupos de alta posición social más ,·que un movimiento de origen popular que. operara impulsado por las presiones de las bases.

.Estos elementos notorios de manejo y manipulación desde ~ ·~rriba también eran evidentes en el carácter amorfo de la

: ipeología radical, la cual estaba modulada de modo de ins­. ·;pirar en los grupos urbanos la adhesión a una redistribu-

ción mínima de la riqueza, en vez de inspirarles el anhelo de un cambio novedoso y constructivo: exigía una diferente

: ·estructura institueional, la canalización de los favores oficia­. "les en dirección a las clases medias urbanas, mayor sensibili-

1dad por las inquietudes de los consumidores, pero preservan­c:do el sistema social que había surgido de la economía pri­

. maria-exportadora. Dada la relevancia de los terratenientes . ,dentro del partido, no es de sorprender que el radicalismo

no se trasformara jamás en un defensor de la reforma agraria b la industrialización. Su concepción de la sociedad era una

·.amalgama ecléctica de ideas liberales y pluralistas. Atacaba , a la oligarquía con argumentos liberales, porque, como dijo hl].pólito Yrigoyen, ella le había impedido a la nación «res­.pirar en la plenitud de su ser». Pero también veía en la co­.rµunidad un organismo casi biológico, conformado por par­;tes funcionales interactuantes y obligaciones recíprocas. Así,

· ;~nnque los radicales proclamaban el precepto liberal de la · competencia individual, había en sus posiciones algo de las tradicionales actitudes conservadoras de jerarquía y armonía social. ;~Sto se destaca mejor si se hace un examen más detenido , pe las técnicas de politización del partido. Como ilustran las

·.· ~~c;tividades de los comités, los radicales se apoyaban mucho

.71

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en medidas paternalistas, cuya principal ventaja era que po­día empleárselas para quebrar los lazos de los grupos de in­tereses, generadores de divisiones, atomizando al electorado e individualizando al votante. Reflejaban también el tenue vínculO existente entre los grupos más politizados -los ha­cendados y las clases medias dependientes- y las oportuni­dades de empleo productivo en las ciudades. En muchos as­pectos, el _paternalismo era simplemente el medio de hacer extensivas a las masas las· técnicas tradicionales de patronaz­go. Otra de sus ventajas era que permitía maximizar los contactos entre el partido y los electores, favoreciendo un reparto de los beneficios, a la vez que minimizaba el conte­nido real de las concesiones. que se hacían. La apeladón a estas técnicas ·muestra a las claras, una vez más, el carácter de coalición del radicalismo, así como también su intento de encontrar un denominador común entre distintos grupos de clase:

«El pan radical, la leche radical, la carne radical, la semilla radical (y luego el alojamiento radical y el "homestead" ra­dical) demuestran bien que el partido desea esa moderada intervención del Estado que corrige los rigores del "laissez /aire" económico para los pobres, los desarmados en la lu­cha, moderada intervención a la que los ingleses dan el acer" tado nombre de "paternalismo". Es tiempo que un partido político, organizado en todo el país, trabaje por esas cosas y las lleve a cabo con eficacia».97

-

Estos eran los principios rectores de la conducción ra:Jic~L •· Ellos permitieron el mantenimiento de. una estructura ¡e¡:ar­quica autoritaria en el partido, que constituía una réplica del< equilibrio preexistente de poder y de las estructuras de,status de la sociedad argentina, posibilitando la coexistencia de gru: . pos cuyos intereses eran ·a veces antagónicos. ~l par qué ofrecían ciertas oportunidades a las clases. medias urb:inas, preservaban la hegemonía de l~s terratenientes. Gracias ,ª ellos, los radicales ganaron predicamento en zonas del pa1s dominadas por relaciones cuasifeudales, catalizando al mismo tiempo las aspiraciones de los idealistas universitarios de cla' se media. _,, ! ,

Principalmente como consecuencia de su gran ubicuidad, l~, UCR ganó las elecciones presidenciales de 1916. Sobre un total de 747.471 votos emitidos, obtuvo 340.802 (el ·45,6 % ). Aunque no era mayoría absoluta, su más cercanó

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contrincante, el Partido Demócrata Progresista solo obtuvo 99 '.O~O v;itos (el 13 % ) . A los fines de la coi'uposición del coleg10 e1ec~oral que, como en Estados Unidos debía nom­bra~ al presidente de la República, los radicale~ fueron ma­yan~ en la Capital Federal, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Santiago del. Estero y Tucumán, y minoría en la provincia de Buenos Aires (donde existía un poderoso aparato político controlado por el g?bernador conservador Marcelino Ugar­re ),' Catamarca, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Salta y San Juan. As1 pues, los votos radicales se diseminaron ampliamente en todo el país.

Relaciones entre los propietarios de tierras y 1a clase media

Sil.1. e~bargo, alg:inos importantes problemas asediaban al radic~h~mo, el f!rmcipal de los cuales era la rivalidad entre

' l~s distmtas facciones. qu;: procuraban alcanzar cargos gracias .ª él. Cuando se sanc10i;:io la Ley Sáenz Peña, el propio Y ri­'goyen s.e ~puso al comienzo a .que se abandonara la política

.. abste?,ciomsta, y. durante un t~empo siguió adhiriendo a la rebehon Y a la, li.bertad de acción que esta le conferiría en ~~so de lograr exito. ~o obstante, los miembros de su par­tido º? ,~ensaban lo mismo, y a la larga privó la opinión de estos ulttmos. 1a pres~ón para participar en las elecciones provino en bue­

.. na me~1da de. los grupos urbanos de clase media.98 Esto

.• planteo por primera vez la cuestión de si la autoridad den­, t~o del partido le correspondía a los «viejos» radicales o a )~s ~uev~s grupos de. clase media, y también el interrogante ~.e si Y ngoyen . se almeaba con los estancieros que habían ~poyado al partido en la década del ochenta o con los diri­gentes medios «advenedizos». Por el momento los miem­?tos. ~e clase media ~staban controlados por lo; grupos del patriciado que emergieron a través de la UC a comienzos de ,!~:década del noventa .. En vez ,d~ fundar un partido exclusi­~amente de clase media, esta ultuna había entrado en com­P,?h~ndas ;on sectores de la aristocracia terrateniente; ·pero ~.adie pod1a asegurar que este arreglo fuera permanente. ~panto m~s ~reda la clase media, más pr~visible era que qesarrollan~ . rntereses pro~ios y estaría menos dispuesta a ~,ceptar pos1Clones secundarias. Ya en 1912 algunos profeti-

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zaron que esto originaría a la larga la quiebra del radicalism como coalición: · ,.

«Es p~obable que_[. .. ] la clase media llegue progresivamen: te a afirmar su solidaridad; pero su insuficiencia aétual ha · asegurar aún por mucho tiempo el predominio de la das que hasta ahora ha dirigido el gobierno del país. El otro fa. tor, que también impone un verdadero obstáculo al triunf poht1co de. la ~lase media .es la falta de dirigentes que tengan c~ara conc1en~1a de sus mtereses. Nuestro partido populah siempre ~a a~:rmado s? credo de.mocr~tico; pero la vaguedad ~e ,la asptracion permite la coexistencia de intereses irreduc-. t1b1es, Y creo que la especificación de la manera de realizarla produciría una escisión dentro del partido. Y lo creo así por~ q.i:e mu~hos de sus dirigentes, por su origen, por su condii c~on social y por su temperamento, tienen intereses contra-' rtos al de la clase media. [ . . . ] »El .triunfo del Partido Radical no ha de dar, al menos irt~ mediatamente, representación legítima a nuestra clase media·' Y en. este sentido es previsible que andando el tiempo, y ~· rr;edida que la masa electoral del partido adquiera la concien-. cia de.s,u clase, o bien_irá eliminando a los diputados que por. su acc10n parlamentana no respondan a su interés o bien se producirá i:na división, dando lugar a la forma¿ión de un nuevo partido en el que se afirme su interés de clase».99 •

Este probl~~a co~ró relevancia en marzo de 1916, durante. l~ convenc1?n re.ahzada por el partido para designar su can, didato presidencial. A la candidatura de Yrigoyen se opusie- · ron m:ichos de los antiguos adeptos de Alem en el noventa pe~o finalmente aquel logró el triunfo explotando la popu~ . landad de que gozaba en la clase media. Para demostrar có­mo lo apoY_aba est~, rechazó primero la candidatura cuando le f~e otrec1da, y ~~lo la aceptó cuando los delegados de clase med1.a .~e los co~1tes organizaron manifestaciones frente a su , dom1c1ho. Es:e ¡uego estuvo destinado a reafirmar su Iideraz- • go e~ el partido y poner perentorio freno a los esfuerzos de sus r~va!e.s P?r asegurarse posiciones claves.100 Este episodio fue s1grnf1cat1vo: puso de relieve las fricciones existentes en­tre las, dos alas del partido, y dejó entrever que y rigoyen ya hab1a comenzado a apuntalar su posición apelando a los grupos de clase media.

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-i

'stían además signos de conflicto de tipo regional dentro partido~ En época de elecciones no eran infrecuentes epi­

.,, ·íos tan extravagantes como el que sigue: Jl:i'' kEn la madrugada del día de la elección, el coronel Pereira. .~osas [ ... ] invade la población de Villa Dolores ( Cór­doba) al frente de veinte hombres a caballo, procedentes de Jfa' provincia de Buenos Aires. Vienen de poncho colorado, vincha blanca lOl y armados de una larga lanza de caña de puntas afiladas. Despiertan al vecfudario con disparos de íí:evólver y vivas al Partido Radical e Hipólito Y rigoyen y . '!nueras a Cárcano y los salvajes tiranos del gobierno. Esta­blecen guardias en los caminos de acceso y proximidad de las

;mesas receptoras de votos. [ ... ] Al principio la población : · se retrae de transitar por calles y caminos. Los partidarios . de la Concentración consiguen instalar las mesas electorales, ·.logran que la policía arreste a tres o cuatro ponchos colora­·, dos .que producían mucho ruido, y desaloje al coronel de la

casa municipal,_ desde donde intenta ejercer el gobierno. Mu-~hos gritos, protestas y amenazas. Ninguna violencia mate­

.· j:ial. Las lanzas de .caña son un simple símbolo de las épocas ;menesterosas y sangrientas. Antes de mediodía el vecindario pierde los temores y concurre tranquilo a las urnas: [ ... ] :~>Pocos días después se verifica el escrutinio. La Concentra­

, 'ción triunfa en Villa Dolores por muchos menos votos de los : 'que tiene calculados. Las amenazas, las protestas, el espec­>;táculo circense ocasionan efectos en el pueblo».1º2

:La «invasión» del distrito electoral, al paso que suministra · un vívido ejemplo de los métodos que se empleaban para el . sufragio, refleja e1 permanente intento de y rigoyen y sus adictos porrenos por controlar las filiales provinciales. Esto planteaba pocas diticultades en el interior del país, donde las elecciones eran decididas en gran parte agenciándose el favor ,del hacendado del lugar, quien intimidaría a sus peones para

·· ·que votasen como él quisiera; pero no ocurría lo mismo en las provincias pampeanas, en las que las filiales contaban con fuertes núcleos propios e independientes. Allí, la tradicional .rivalidad con Buenos Aires tenía antiguas raíces históricas,

. de modo tal que el grupo de Y rigoyen era visto como una ·fuerza extraña, que procuraba minar la autonomía de los 'intereses locales.

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La importancia de este problema también se puso de mani­fiesto (aunque no por primera vez) en 1~16. Al queda.r constituido el colegio electoral, se comprobo que los parti­darios de Yrigoyen no alcanzaban, por escaso margen, la ma­yoría necesaria. Fue . preciso negociar los. votos de un g~po de disidentes radicales de la provincia de Santa Fe, quienes antes se habían negado a apoyar la fórmula presidencial ~el partido. La cuestión solc: que~~ zanjada despu~s de vana_s semanas de intrigas,103 ejemplificando hasta que punto pn­maban dentro del partido las tensiones re~ionales. La caus~ subvacente en la defección de ios santafesmos era que esti­maban que el partido favorecía a los ~ruJ?OS porte~os: De este modo en 1916 se comprobó que sl bien el rad1cahsmo era un pa;tido nacional, aún no había logrado superar por completo los antagonismos regionales del pasado. ;

El radicalismo en la sociedad. argentina: la inmigración y el capital extranjero

En 1916 el radicalismo era en muchos aspectos una especie de partido democrático conservador, 104 que combinaba la adhesión a los intereses económicos de la élite con un sentido de identificación con la comunidad en general. Esto hizo que en el plano ideológico estuviese im~r~gnado de i.d:a.s , paternalistas y comunitaristas, que le confineron la pos1b1li­dad de proyectarse como una alianza entre 'distintos sect?res. Asimismo, la posición personal de Yrigoyen le daba cierto • aire cesarista y plebiscitario. Tenía estrechos vínculos con·. las instituciones tradicionales del régimen conservador, como • la Iglesia. Su influencia solo era pequeña en e~ eiéi;cito, ins- : titución en la que los viejos conservadores segu1an firmemen-te establecidos. ·. Pese a los indicios de conflictos regionales en sus filas, y aunque sólo consiguió granjearse las simpatías de una mino: · ría de terratenientes, la UCR se aproximab:l' bastante a la alianza que los conservadores habían estado buscando en~re,,· los magnates de la élite y los profesi~~ales de clase rn.ed1~, . provenientes en gran medida ?e .fam1has urban~~ de mm1- . grantes. Estos dos sectores prmc1pales eran ~oaugados ~or ·' un tácito acuerdo quid pro qua: los terratementes quenan medidas conservadoras y estabilidad política, a cambio de

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lo cual se mostraban dispuestos a ampliar el acceso de la cla­se media a las profesiones liberales y a la burocracia. Esto prometía acelerar el proceso de cambio en las universidades y ofrecer una respuesta más flexible y liberal a los grupos de clase media en la distribución de los cargos públicos. Los radicales habían establecido vínculos con la clase media «dependiente», compuesta en su mayoría de hijos de inmi­grantes, pero no con los inmigrantes mismos, ya se tratase de los pequeños industriales y comerciantes o de los obreros. Esto era en parte un reflejo del hecho de que los viejos ra­dicales del noventa compartían los prejuicios culturales de la ~lite contra los inmigrantes y su agudo temor y desconfian­za hacia los obreros. Ilustraba también la forma en que los radicales habían conquistado adictos en el pueblo. Entre los grupos industriales y comerciales había escasos signos de la creciente presión económica y social que había politizado a los profesionales. La pauta general del período posterior a 1900 sugería que los grupos de clase media estaban relativa­mente contentos con el papel secundario que les había tocado

, en suerte en la vida empresarial. Los problemas se plantea­ban con los grupos de más alto status, y fue sobre estos que se lanzaron los radicales principalmente. Digamos, por últi­mo, que la posibilidad de establecer lazos efectivos con los

. inmigrantes también estaba desalentada por la Ley Sáenz. Peña, que había excluido a estos del derecho al sufragio, de­

' jándolos por consiguiente fuera del sistema político. En líneas generales, las relaciones entre los radicales y los inmigrantes fueron bastante buenas a causa de que gravita­ban, de algún modo, en la situación y en las lealtades polí­ticas de los hijos de aquellos; pero, en ocasiones, cuando pen­saban que ello podía beneficiarlos, los radicales no se abste­nían de explotar los sentimientos xenófobos latentes de Ja

, sociedad nativa. En una proclama previa a la elección final ·. de 1916, El Radical, principal órgano del partido en la ciu­

dad de Buenos Aires a la sazón, definía en parte al radicalis­mo como « ... la lucha del Pueblo Argentino contra el ex­tranjero ingrato, . desagradecido con esta tierra que lo aco-

.• gió».1º5 Poco despué~ un integrante del Centro de Alma­ceneros de Buenos Aires, formado predominantemente por inmigrantes, declaró:

« ... creernos que [para el Partido Radi<;al] será de "buen ·gobierno" no mostrarse [corno un] partido antiextranjero. · Nos llaman ingratos y adventicios, empleando un lenguaje

:77

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tal como si ellos fueran los de casa, los aborígenes, cuand son solamente hijos de otros que llegaron primero que n SOtrOS» .

1º6

Finalmente, el radicalismo surgió como el principal movi · miento político del país en un momento en que la economí primario-exportadora ya había alcanzado la madurez. Los la• zos institucionales y políticos entre el capital extranjero y l: élite se habían establecido mientras los radicales se hallaban) todavía en la oposición; carecían, por lo tanto, de un contac-' to organizado con los representantes del capital extranjero( pero no hay razones que permitan inferir automáticamente( que sus actitudes hacia este debían diferir de las de la oligar"'c quía. Los radicales no eran nacionalistas en lo económico;i· aceptaban y reconocían la dependencia del país de sus cone-~ ~ xiones en ultramar para contar con mercados y fuentes de inversión. En 1919 un radical prominente se refirió en estos .. términos, en el Congreso Nacional, a las relaciones comer­ciales de la Argentina con Europa:

«Si por alguna desgracia esas naciones sutrieran un pro- ' longado período de depresión [ ... ] ¿cuál sería el destino . de la Argentina? [ ... ] ¿Podríamos acaso aspirar a ser ricos mientras quienes compran nuestros productos permanecen en la pobreza?».1º7

Para los radicales, las cuestiones referentes al capital extran­jero eran las mismas que a veces habían provocado friccio­nes dentro de la oligarquía. Fuera de los beneficiarios direc­tos de las distintas prerrogativas que otorgaba el capital ex­tranjero (préstamos preferenciales y cargos en los consejos directivos locales) , varios otros grupos de la élite sostenían a veces que el precio que pagaban por sus servicios e inver" siones era mayor que el debido. Un ejemplo de este tipo de conflictos fue el surgido en 1915, cuando las empresas bri­tánicas de ferrocarriles elevaron unilateralmente los fletes para trasporte de animales y carga. Más o menos por la mis­ma época hubo otros conflictos secundarios semejantes, el principal de los cuales fue la cuestión de si las empresas fe­rroviarias debían abonar las tasas municipales de alumbra­do, barrido y limpieza, de acuerdo con lo establecido por la Ley Mitre de 1907, que regía la administración de los ferrocarriles.108

Los radicales tuvieron un papel destacado en la campaña sub-

7&

. · uiente contra las empresas ferroviaria~, y lo justificaro:r; co-0 una variante dentro de su ataque .mas general a la oligar­' ía. No es que el capital extranjerc;i fuera en sí ,mismo :n~lo .:argumentaban-, sino que la oligarquía. habia penrutido e se estableciera un sistema corrupto de mtereses creados, cual conspiraba contra los grupos nacionales. La cita que roducimos a continuación, aunque corresponde a una_ fe­

a algo posterior, ofrece un buen resumen de la actitud · redominante:

!':kos directivos [de las empresas ferroviarias británicas] (\iempre han tenido en /~u~ ~aja estima la moral de los ~o­;.füernos sudamericanos, mchnandose a ver en todos sus ~ctos 'hn mero despliegue de apariencias _que. ocultan la realidad. Recordemos que cuando se estaba. discutien~o la. pres~nte le-:gislación que regula los ferrocarriles, los. ;li~ectivos i?gleses :inanif estaron en las columnas de los penodicos londmenses 'que los políticos argentinos exigían. un _pre.do excesivo por ·.su apoyo [ ... ] . Es obv~o que la mfluen.cia preponderante ejercida por los ferrocarriles en la Argentma fue pagada en .suculent~s cheques, pero si tal cosa ocurrió, ello pertenece :al pasado» .109

Pese a esto, antes de 1916 los ingleses no consideraban que los radicales pudiesen constituir. una ~1?enaz~ ,fr?ntal a sus intereses. A fines de 1915 un diplomatico britamco, a todas

··. luces más intrigado y desconcertado por lo que era· el ra­dicalismo y por la personalidad enigmática de su líder. que por cualquier otra c~sa, describía. de esta manera la creciente influencia y popularidad del partido:

«Hipólito lrigoyen brilló como un c?m;pirador que exhibió indiscutible habilidad política combmada con una notable pertinacia. En los últimos veinte años, sus segu~dores lo, han considerado casi como un profeta. Su personalidad esta en­vuelta en un velo de misterio, pero casi todos concuerdan en que sobresale netamente respecto de todos los o~ros adeptos al credo radical. Su poder descansa en el fanatismo que. le profesa la juventud 'del partido. [ ... ] Aparece en púb~ico lo menos posible; jamás aceptó los muchos cargos de gobier-

. . 1 / f ºd 110 · ... no y otros puestos que e tueron o rec1 os».

· . Esto sugiere que los ingleses adoptabl1!1, en general, las mis­mas actitudes que tenían hacia los radicales los grupos de la

79

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élite nacional. ?1 radicalilis.mo ert v~~~ ~~~bl~~d:,~::c;~~ no poroue pusiera en pe gro. e ?r il lítico es­que sus características orgamzattvdas ly su est ~o~~cía hasta

b do contraste con to o o que se ta an en aEgul grado en que estas interpretaciones eran acber­entonces. d "f 1 0 de octu re tadas o erróneas solo se puso . e mam iest~ ueg esidencia de de 1916, momento en que Yngoyen ocupo la pr la Nación.

Sl•

4. Actividad política de los obreros en Buenos Aires, 1890-1916

Los inicios de la historia de la clase obrera en 1a Argentina ·· están bien documentados por lo que respecta a los principa­

les acontecimientos en que participaron los trabajadores, pe­ro hay muy poca información sistemática sobre el desarrollo

. de las condiciones de vida de esta clase. Hay datos parciales •· .. q superficiales en cuanto a salarios, situación en las fábricas , i\.vivienda,111 pero tales datos nunca se elaboraron lo sufí­. e/ente como para permitir algo más que simples generaliza­! Ciones acerca de las cuestiones básicas del nivel de vida de ,fo~ obreros o la forma en que este evolucionó en función de j~riables como el ciclo económico, la inmigración, las inver­·s¡ones extranjeras y el comercio de ultramar. El resumen ge­héral de este período es que las condiciones de vida de la ~/ase obrera en Buenos Afres, sobre todo en materia de vi-YJ,enda, dejaban mucho que .desear, si bien los salarios medios ~hm comparables a los que se percibían en muchos lugares ~~ Europa occidental y había en 1a Argentina oportunidades iélativamente mejores para la movilidad social. Pero hacia 'i:'.910, cuando desapareció la frontera contra el indio y la }t~rra comenzó a escasear' las oportunidades que se ofrecían f)os inmigrantes declinaron marcadamente. El o.tro factor !)Jtportante que debe tenerse presente es el alto .mvel de as­piraciones de los inmigrantes y la enorme importancia que ~oncedían a la movilidad social, que, aunque existía, muchas ""'" ales permiten inferir que no bastaba para satisfacer tales

iraciones de manera cabal. Por último, muchos inmigran­éran ex campesinos, y su comportamiento en Buenos Aires

ede atribuirse en parte a las dificultades que encontraron ra asimilarse a la cultura capitalista urbana. Sin embargo, 'énfasis en la movilidad y en la asimilación no significa ne­·. que para muchos inmigrantes las condiciones de vida eran qsas y en algunos casos miserables, existiendo ciertos gru.­

.. (en especial los provenientes de las regiones más atrasa-: de Europa oriental) que ganaban muy bajos salarios. : . es nuestro propósito analizar con detalle en este capítulo

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5. El primer gobierno radical, 1916-1922

El curso general seguido por los acontec1m1entos políticos posteriores a 1916 estuvo signado por la relación entre los ' sucesivos gobiernos radicales y los grupos conservadores de· la élite a los que aquellos remplazaron. En un principio, l~ victoria electoral de los radicales en 1916 pareció reflejar 1~· capacidad de repliegue y autoconservación de la clase gober~. nante tradicional. Aunque fracasó el objetivo primitivo de . crear un partido conservador mayoritario acorde con los li; · neamientos fijados por Pellegrini y Sáenz Peña, y el control directo del gobierno pasó a nuevas manos, no había motivos · para creer que el poder real de la élite hubiera desaparecid~ o disminuido en grado significativo. El ejército y la marina.· tenían los mismos comandantes que antes de 1916; los prin; • cipales grupos de presión, como la Sociedad Rural, seguían intactos, y miembros poderosos de la élite conservaban aúrl posiciones estrechamente vinculadas a las empresas foráneas,

El gobierno radical en 1916

En muchos aspectos, se diría que la oligarquía implemente · había cambiado de ropaje. En el primer gabinete de Yrigo­yen, cinco de los ocho ministros eran ganaderos de la provin¡ .. cía de Buenos Aires o estaban íntimamente conectados con el sector exportador. El ministro de Hacienda era Domingo ;E;, ·. Salaberry, quien se dedicaba a las exportaciones y a los asun1 .

tos bancarios e inmobiliarios.113 El ministro de Agricultura¡ ' designado posteriormente ministro de Relaciones Exteriores, Honorio Pueyrredón, era un gran terrateniente patricio de la provincia de Buenos Aires. El ministro de Marina, Fede­rico Alvarez de Toledo, poseía también grandes exteQsiones . en Buenos Aires y Mendoza. El de Obras Públicas, Pablo .. Torello, era un destacado hacendado, e iguales antecedentes• tenía Carlos Becú, el primer ministro de Relaciones Exterio-

108

. .res, quien, al igual que, Pueyrredó?-, había per~enecido ~asta ,:Poco tiempo atrás a p~tidos opositores al radical ~ ~ecu era :el «protegido» político de Estanislao Zeballos, mtru?tro ?e . Relaciones Exteriores de Roca en su segunda presidencia, ··en tanto que Pueyrredón había integrado el partido d,e Mi­. tre la Unión Cívica hasta después de 1912). De ongenes :má~ humildes eran l~s tres ministros restantes: Ra;nón G~-mez (Interior), Elpidio González (Guerra) y Jase P. Sah­

;·nas (Educación), todos los cuales debían .el ~argo a su con­,.trol del aparato part}dario radic~l en provm~ias claves 1~~an­

. : .tiago del Estero, Cordoba y Ju¡.uy, resl?~ctlvamente). .~l ¡_vicepresidente, Pelagio Luna, qmen muno en 1~19, tambien

U;f,ue nombrado gracias a las conexiones que tema en la pro-. :vincia . de Salta. . , .

:En tales circunstancias los grupos mfluyentes de la elite, .· , que finalmente se habí~n resignado al c,am~io de &obierno,

se vieron alentados a pensar que no habian necho smo dele­gar en la nueva adminiStración el po?er directo que antes tenían. Los radicales parecían estar gmados, en muchos sen­tidos, por los mismos objetivos generales '!ue , ello? .Y. ser merecedores de continuar el proceso que habia sido iruciado por Sáenz Peña. El radicalismo aún mantenía sus rasgos más conservadores.

•;Por ejemplo, gran parte de los nuevos gobernantes, y en ~ar­. ticular el propio Yrigoyen, eran más marcadamente clenca­·. ·.ies que la mayoría de sus predecesores, muchos de. los cual~s . :habían sido francmasones. En 1918, La Van guardia declaro:

«Nunca como en este momento ha sido mayor la influer:cia de la Iglesia. [ ... ] El propós~to . d~l gobierno [es] r.eahz.ar .una política inspirada en los prmc1pios de la dem~cracia cris­tiana: de paternal prot7cción pa~a los obr;;_~os, siempre que

. estos permanezcan sumisos y resignados».

·•

1

Por lo demás, Yrigoyen no se h.abía apod~rado del gobierr:o . : por la fuerza: si ocupaba la primera magistratura, lo debia · >'a la cortesía de Sáenz Peña y de su sucesor, De la. Plaza, tanto '.:.0 más que a su propio empeño. En 1916 los .radicales apenas · • .i;i obtuvieron algo más que el c~rg? de pr~s1de~te de la fü;­/ :pública. En casi todas las pro;rmc~as segu1an siendo oposi-.'; ción, y también estaban en m~no~ia en el Cong;eso: en la '' ·\Cámara de Diputados no cons1gu1eron la mayona hast~ las '.·elecciones de 1918, mientras que en el Senado, cuyos miem­.'.J,ros duraban nueve años en el cargo y eran normalmente

· 109

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elegidos por las legislaturas provinciale.s, los conse:va?ores 1a retuvieron hasta 1922 y aun despues. Por cons1gu1ente, amén de las otras prerrogativas de que todavía gozaban, los conserv:;idores seguían manteniendo su predominio en ma-

teria legislativa. En 1916 la posición de Yrigoyen era, pues, bastante. ~ébil, y sus medidas de gobierno estaban fuertemente condiciona-das por su relación con la élite. Tenía como mandato lograr dos objetivos generales: en primer lugar, debía apuntalar los intereses económicos de los grupos terratenientes; en se­gundo lugar debía establecer una nueva relación con los sec­tores urban~s, que habían sido la mayor fuente de inestabi­lidad política desde comienzos de siglo. La razón p~incipal de que los conservadores hubieran fracasado en orgamzar un partido de masas era que habían sido incapaces de adaptar su posición como productores al imperativo de ofrecer algo con­creto a los grupos urbanos. En apariencia, solo los radicales eran capaces de superar esta dificultad: ellos se habían con­vertido en un partido «inorgánico», eludiendo trazar un pro­grama concreto, envolviendo sus objetivos con un velo de re­tórica moralista y cubriendo sus compromisos reales con eflu­vios de un· paternalismo· engañosamente generoso. A esto se : había añadido la insinuación continua de que los grupos de clase media tendrían en su gobierno un acceso más amplio a los cargos oficiales. · Este principio, que llevaba a los radicales a mediar entre lós; intereses de la élite v los de las capas medias urbanas, fue el· que confirió su carácter a la lucha política luego de 1916. No es que el nuevo gobierno se lanzara deliberadam:nte a : atacar los intereses económicos de la élite en forma directa:•, como sus predecesores, el gobierno radical evaluó sus pro'-'} píos éxitos en términos de su car~cidad para exp~ndir. y c~rt solidar más bien que para modificar, la econom1a pnmano; export~dora. Es difícil señalar algún cambio sustancia~ en lf trama profunda de la sociedad argentina cuando Y ngoyetl dej6 el gobierno en 1922: el sector exportador seguía dó.; minando la economía del país, los sistemas financiero, tribtf"

: tario, aduanero y el régimen de la tierra habían permanecid6 incólumes, y las conexiones con los ingleses continuaba. siendo tan sólidas como en el pasado. Las realizaciones neC del gobierno radical fueron en verdad muy. pocas, y si . ,,; hubo, o bien complementaron lo hecho anteriormente o bien. fueron meras maniobras que fácilmente podían revertirse. '-'' La ineptitud de los rad.Ícales para comprometerse en est~

110

·.· época Coi; .c~mbios más sustanciales derivaba de que por ser • una ~oalic10n de terratenientes y de grupos de da' d' . ~o vJ.culados a la industria, ellos mismos eran ben~fi:~i~~

mmie iatos de la e~onomía primario-exportadora como . ro-\ . du~tores y consumidores: Apuntaban a fines redistriburivos , : mas. que estru.cturales, siendo su objetivo primordial demo- , ' ?ratizar la s?ciedad de los estancieros racionalizando y ine-{f rando ·1 sistema de relaciones políticas y sociales que ha­. ta surg~ o de e~la. Lo máximo que se atrevieron a hacer fue

, ~nr~duc1r cambios .secundarios en la pauta de distribución ... · e mgreso y u~a i:ueva relación entre el Estado y los sec­. !tares. m,banos,. fmalidades que se desprenden claramente de .. as s1gu1entes declaraciones del año 1920:

«[La, ~onstitución social del país] no se alcanzará mientras )os gooiernos 1:.º se compenetren de su esencial deber de pro­.pulsd lls med10s para. que la justicia discierna sus beneficios . ~ to os os rangos social es. [ . . . ] La democracia no consiste ) rolo e~b.l~ garantía de la libertad política: entraña a la vez ~

&ª. posi ihd~d ?e todos para poder alcanzar un mínimum de ;;.1enestar s1qmera».11a

«En cont~c~o asiduo y directo con el pueblo, con las activi­ades ¡ostt1vas de la nación, el presidente Yrigoyen demó­rat~ d e verddad, logra lo que nunca pudieron obt~ner los res1 entes e clase; la confianza y el amor de los c; .. d

..anos».111 "" a~

stbl doble énfa~is ~1.1 el «bienestar» y el «contacto con el ¡·

e O» ~os esta. ~hc1endo que los radícales apuntaban a lo­una mteg:ac1on política y una situación de armonía de s, mant~ruendo la es.t~ucti:~a socioeconómica existente 1 1 '

o pdromov1endo la partic1pacion política institucionalizada j ~ra. e los marcos ?e la clase gobernante tradicional. Estos }et1vos cor;npromet1er~n al gobierno con dos grupos claves: ~dase media ~e profes1~nales «dependientes», que ya antes ,,1916 se .ha~ia convertido en un elemento importante den­

del rad1cahs~o, y la clase obrera urbana. Los contactos tu':º. el gobierno co.r; estos grupos modelaron su relación

n la elite 1'. con el capital extranjero. La cuádruple relación

.1íu7 esto dio .lugar en definitiva pasó a ocupar el proscenio tico argentmo hasta 1930.

.• )robl~ma central derivó de la tendencia del gobierno ra-·. a a almearse en demasía con los grupos urbanos; cuando

1,

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gunda pr·esidencia, a fines de la década del veinte, los mi­nistros se quejarían de que los hacía esperar días enteros para recibirlos, mientras se ocupaba· de una cohorte de jó­venes yiudas que venían a reclamar pensiones del gobierno. Era rarísimo encontrar una fotografía suya anterior a 1916. En ocasión de la muerte de su hermano en abril de ese año, la prensa pudo tomarle algunas fotos que revelaban incon­fundiblemente su gran estatura, aunque el rostro estaba de propósito casi totalmente cubierto por el sombrero; se dice que se oponía a que se le tomaran fotografías a causa de sus principios kraussianos, que vedaban reproducir su. «alma», pero lo más probable es que se tratara de una pequeña tra­ma urdida para explotar la curiosidad del pueblo. Cuando de~cubrió la importancia electoral de los medios masivos de .. comunicación, estas pequeñas peculiaridades prontamente : desaparecieron: en 1919 su retrato apareció en carteles pe~ gados de uno a otro extremo del país. Un militante sindical de esa época recordaba que durante un viaje que había reali­zado a las plantaciones de yerba mate, en el norte de las pro­vincias de Chaco y Misiones, con el fin de afiliar gente, sus esfuerzos tuvieron escaso éxito debido a que los trabajadores indígenas afirmaron que su corazón estaba únicamente con·· «el Padre de los Pobres», Hipólito Yrigoyen, cuya efigie conservaban como un tesoro en medallones de quincalla que les habían regalado los agentes radicales.182

Algunas anécdotas y habladurías populares servirán para ilustrar mejor el misterio y la adulación que rodeaban a Yri­goyen. El siguiente relato, proveniente de la provincia de Mendoza, fue puesto en circulación por un opositor en 1919; se refiere a la relación del Presidente con el líder radical de · esa provincia, José Néstor Lencinas. Parecería que solían propalarse versiones como esta, que fomentaban en zonas · de población semihispánica, como Mendoza, la visión de su líder nacional y de su caprichosa política en estos términos. anárquicamente apocalípticos:

«Hace más o menos tres años, cuando se iniciaba una disi~· dencia con el señor Irigoyen, el doctor José Néstpr Lencinasr actual gobernador de Mendoza, cuya amistad fraternal con el presidente de la República es bien conocida y apreciada po · todo el país, ante mis protestas contra el mal gobernante m hizo una revelación; me dijo ·textualmente: "Yo tambié .. protestaba contra,Irigoyen, pero hace cuatro noches, cuando me estaba quedando dormido, me habló al oído la voz de un

114

. alma muy que~ida: la de mi ~ermano Santiago, y esa voz, en. la forma eterea del magnetismo, me dijo: 'El presidente In~oyen no es Hipólito Irigoyen. Nuestro .naestro nuestro a.migo, nuestr~ ~pós~ol, se encuentra actualmente ;n el par­tido de Gualillm, cmdando una majada de ovejas. El 12 de octubre d~ 191~ terminó su misión partidaria y patriótica.

· En ese mismo dia llegó de la India para reencarnarse en su · ~nvoltura hum~na Joaquín Chrisnamurty, alias Alcione, un . JOV~n d~ 28 anos, un verdadero pozo de ciencia, que en la . U;iiversidad de Oxford, a los 14 años de edad escribió en 8 · dí~s un marav~lloso libro científico, en cuya ;edacción cual­quier otro hubie;a ,necesitado 3.000 años; este Chrisnamurty

·• es el_.segu~,do D10~. Puede usted creerme", agregó el doctor Lencma~;. cualquier cosa que haga desde la presidencia será para felicidad de todos nosotr?s; El podrá destruir al país, pero se~uramente lo reconstrmra meior. Es posible que las generacione~ actuales no .le comprendan, pero cuando dentro de, 2.00.~ anos la ,humamdad estudie historia argentina, ten­dra nocion verdadera de este milagroso mandatario"».183

; Estas ext~avagandas eran poco frecuentes, pero hasta en Buenos Alres aparecían con cierta asiduidad en las reunio-nes públicas, f.anáticos que gritaban frenéti~amente: <<'Yri­goyeµ es un d10s!». Esta apelación puramente simbólic~ tal vez. cumplió algún papel en la movilización de apoyo a los radicales en las zonas más atrasadas del país pero en las ciu­

. dades el proselitis!11o se basaba por lo gen;ral en cosas más concr.e,tas y materiales, como lo indica el siguiente ejemplo, tambien dado a conocer por una persona hostil a los radicales (aunque no debe tomárselo al pie de la letra) :

•. «E!a el señor Irigoyen un asiduo concurrente a la casa de banas de la calle Suipacha El Palacio Arabe. [ ... ] Todo · e~ personal sub~lterno de la casa tenía una especie de adora­:~1011 por ese cliente, que lo trataba con gran amabilidad fi­;nez~ y cortesía, no olvid~ndose nunca de interesarse por 'sus f.a~ihas, sus cosas y necesidades. Es unánime la opinión, entre q~1e~es alguna ;rez h~blaron con él, de que sabía usar de su ?on iz:~ato de simpatia en las conversaciones, así como de la ~ugestion a la que pocos escapaban. . }>Cuando fu.e presi~ente la primera vez, dejó de concurrir, ~ramente abs~rbido por la atención de sus tareas. [ ... ] arios de sus amigos continuaban concurriendo en su calidad e clientes del establecimiento. Entre ellos se contaba el se-

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@¡4JJLJ$.ii;;

líl est~ come~ó .ª poner en peligro la relación de la élite- con ir cap;tal extran1e~o y 'los mercados de ultramar, desencadeír

ommosas expresiones de conflicto político. Las dos crisis f e·

dam~ntales q?e sufrió el gobierno radical, en 1919 y 19f se;: vl?culan cU:ecta~ei:te ~ ,un proceso de esta índole. Al pr pio tiempo, dicha mclinacion de los radicales hacia los sedt res urb,:tnos motivó la supervivencia del conservadorismo' estos· anos Y fue la causa de que el intento de la élite d.elegar en aquellos la supervisión de sus intereses termina' finalmente en el fracaso. · ri.

Las técnicas del liderazgo popular ;A

Ha~, sin em~argo, un aspecto en el cual el advenimiento .,Ji gob,i~rno radic~l marcó un cambio revolucionario en el estilo polltl~o argentino. La atmósfera cerrada y formal de la oli; garqma fue muy pronto barrida por una oleada de eufori~ popular. Cuar:do Yri~oyen prestó su juramento, el carruaj~

r

que lo condu~ia fue tirado a lo largo de las calles por adictos suyos proveruentes de los comités de la capital.178 Por su

: empleo1 de métodos. no:redosos de conducción y su dominio

so~re una masa p~rttdana co:i ra1:1Jficaciones en todo el país¡: Yngoyen se hallo en una s1tuac10n muy diferente que sus·

• antecesores. Ya con Roca, Juárez Celman y Figueroa Alcort'a~ -y .en el pasado con Rosas- se había esbozado una ten-'

I!) denct~ a la personalización de las cuestiones políticas pe. ro .. el estilo de Y ri~o~~n confirió a este elemento una p~siciórÍ

. cen~ral. Se conv:1rt10 en convencionalismo aceptado que io~·.: radicales prelu~t~ran todas , sus declaraciones y acciones con extensos panegmcos ~.~u hder. Asimismo, los ataques más. mordaces de . la oposicion estaban reservados al . presidente\ En ~uenos Aires había un periódico, La Mañana (conocido·~: partir de 1919 como La Fronda) que se dedicaba exclusiva{ mente a comentar los errores y defectos de «El Peludo» ccV mo todo el mundo llamaba ya a Yrigoyen: ' ::

«El ~eñor Irigoyen ~79 es un simple boss, hábil y sagaz en la~· m~ruobras del comité. ¡Orador, escritor y pensador! [No es' n:,as que] ~.ma .leyenda de mistific~ción que después de 3Q ?nos de .misterio estalla en ~l gobierno como exponente dé ignorancia, de regresión y de caudillaje».180

112

· mismo tiempo, la personalidad de Y rigoyen siempre cau­gran fascinación. A pesar del desagrado que les producían métodos y de la envidia que tenían a su sagacidad polí­

_, muchos opositores dejaban traslucir una actitud que no \de mera incredulidad por la manera en que el nuevo pre-

_,t)nte se defendía y manejaba. Un líder de · 1a oposición . servadora, Rodolfo Moreno, declaró en 1918:

· .n hombre que no podía salir al debate público como con­cuencia de su incapacidad y que necesitaba, para acrecentar

~:u prestigio, rodearse de misterio y esconderse rehuyendo el ~pálisis. He ahí que la fantasía popular hizo un estadista de · ien jamás pronunciara un discurso, escribiera un libro, ,P:azara un programa, tuviera un título universitario, hiciera .Yida social [ ... ] poseyera, en fin, alguna de las cualidades qiie destacan en la vida democrática, que es de discusión y de Jfüre examen».181 ~};·:

Yrigoyen era, en verdad, un elemento extraño y novedoso en la política argentina. Aun después de ocupar la primera ma-

• gistratura se negó a pronunciar discursos públicos; durante fo mandato se abandonó la costumbre de que el presidenté He la República dirigiera personalmente su mensaje al Con­greso al iniciarse el período de sesiones legislativas, para gran

·•disgusto de los elementos formalistas de la oposición conser­Y.adora. En lugar de ello, Yrigoyen redactaba un preámbulo al mensaje, lleno de divagaciones en su mayoría ininteligibles para los políticos corrientes (esto era a menudo intencional), y que el vicepresidente o algún otro delegado suyo leería an­

. te el Congreso. Parecía dedicar la mayor parte de su tiempo a confabulaciones con sus colaboradores del partido, las cua­

'· les no tenían lugar en el palacio de gobierno (la «Casa Ro­:: 'sada») sino en su vieja y modesta casa cerca de Plaza Cons-• füución. Sus presentaciones en público seguían siendo muy limitadas; casi las únicas oportunidades en que se podía ver­lo era cuando concurría al funeral de algún personaje parti­dario en apariencia secundario. Los partidos opositores lla­maban a esto su necrofilia, aunque puede explicarselo por el

·alto valor que asignaba Yrigoyen a la lealtad para con sus , amistades políticas y· por el énfasis que ponía en las relacio­,_. nes personales en su conducción del partido. : También era muy conocida su intensa vida sexual. Aunque · nunca contrajo matrimonio, dejó por lo menos una 'docena . de hijos, que tuvo con sucesivas «señoras». Durante su se-

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ñor Crovetto, que fue gobernador de la provincia de Buen Aires y presidente del Banco Hipotecario Nacional. ; »Trabajaba como pedicuro en la casa un hombre joven ape llidado Guarino, quien no era el menos expresivo en sus roa;¡ nifestaciones de adhesión al personaje. En circunstancias eni que atendía al Sr. Crovetto, se lamentó de su inasisten1)

cia. . . "Y precisamente ahora que lo necesito", agregó, ·~yÍ con seguridad me hubiera atendido en el pedido que desea hacerle". "Si es algo que yo pueda trasmitirle ... ", se ofreciq[ cortésmente el cliente. Guarino, animado con eso, se atrevió\ a explayarse. Una hermana suya se había recibido de maes~1. tra normal, y hacía meses que ambulaba inútilmente en su~ gestiones para conseguir una suplencia que le diera títulos; para poder después aspirar a un cargo de estabilidad. . . l. »Dos días después de esto, llegó con apuro a la casa de baños¡ el influyente personaje y dirigiéndose a Guarino le dijo: "Sá'¡ quese inmediatamente el delantal, póngase el saco y el som-; brero y véngase conmigo" ... Un instante después, Guarinof que no sabía lo que pasaba, iba repantigado en el asiento del· lujoso automóvil ocupando la diestra .de su protector, rumbo· a la Casa de Gobierno. ' »Llegados a ella, se dirigieron a la presidencia, y entraron. por una puerta especial sin tener que pasar por la "amansa''; dora", bullente en ese momento, como siempre, de postulan1 tes, funcionarios y legisladores que a veces tenían que esperar meses para ser recibidos. El presidente los aguardaba y al verlos entrar se dirigió rápidamente hacia Guarino y estre" ·•• chándolo en un abrazo, le daba palmaditas al mismo tiempo que ]e decía, "Mi querido amigo, no sabe cuánto gusto me da verlo por acá .. Y sobre todo sabiendo por lo que me há dicho Crovetto que me necesita y que puedo atenderlo en, el pedido que viene a formularme". ,; »Mientras tanto el otro. embargado por la emoción que le.· causaba tal recibimiento nada menos que del excelentísimó; señor presidente de la República, lloraba como una Magda, · l1~na y no atinaba a pronunciar palabra alguna. Cuando logró.. calmarse algo y balbuciente aún, pudo dar detalles de lo qu{ quería. Al llamado del primer magistrado acudió un secreta';. río de Educación. Fue sacado este .de la "amansadora" en la. que había recibido la indicación de permanecer hasta que se ; le necesitara. Una vez en presencia de su jefe, este le presentó: a su "gran amigo Guarino" en términos encomiásticos, ala: bando su fidelidad y sus condiciones. En seguida le ordenó; "Vuelva a su despacho y acompáñese con este señm, a quien

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le, entregará el nombramiento de directora de la escuela N'!. . . para su señorita hermana, fulana de tal". >>.'La cabeza le daba vueltas al protagonista. Se creía soñando 'pn un cuento de Las mil y una noches. Y más cuando al despedirlo, su poderoso amigo agregó: "Mándem~ con Cro­;vetto una lista de parientes que necesitan empleo, y los datos 'gue les correspondan". »No fue lerdo el susodicho en el envío que se le había en­ggmendado, y desde entonces él y su beneficiada parentela, !pdividual y colectivamente, aumentaron el número de los f!Ue, como decía antes, gustosos se harían matar en defensa qe su ídolo».184

Í~te nuevo estilo de política popular ib~ acompañado de µna participación mucho mayor de los grupos urbanos, que a,ntes habían sido relegados a un papel indirecto o sólo oca-

. sional. Los radicales veían en ello el síntoma de un nuevo · 'espíritu democrático; la oposición, en cambio, incluidos los · socialistas, solían describirlo como «el gobierno de la plebe», .··.·y aludían a los adeptos de los comités radicales como «la .: chusma», afirmando que sus rasgos distintivos eran una ve­nalidad totalmente fuera de lo común y .un insaciable afán

··de corrupción. · Sea como fuere. ·la presencia de estos grupos contribuyó a

acelerar la lenta trasformación que venía produciéndose en ios partidos políticos desde la década del noventa. En todos

··· los planos de la política, introdujo nuevas pautas y estilos de eontacto entre los políticos y el electorado. Si se exceptúan algunas zonas remotas del interior del país, que vivían en una economía de subsistencia, en todo el resto la actividad dectoral dejó de ser cuestión de simple soborno y evolucio-ñó hasta cep.vertirse en un problema de organización. de roa- (

· sas; una revolución paralela tuvo lugar en el arte de la pro­.. J¡aganda política, y surgió un nuevo estilo de periodismo po­, ·puiat. Por último, como reflejo de la gama mucho más am-1plia de demandas articuladas dentro del sistema político, el

· <proceso de toma de decisiones y la amplitud de las activida­cdes oficiales comenzaron a adquirir nuevas y más complejas ·dimensiones. El radicalismo siguió siendo un conglomerado híbrido; las 'disparidades regionales y de clase que llevaba en su seno y

· 'que no había logrado eliminar le impidieron. cobrar la forma /R<ergáriica» a que habían aspirado los reformadores de .1912. •. En muchos aspectos continuó siendo el heredero de los par-

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' tidos «personalistas» del pasado y comp~rtiendo :n~cha~ de , 1 las características . autoritarias de los gobiernos oligarqwcos; 1 El medio heterogéneo en que le to.có ací?ar y las deman- , · das conflictivas a que estaba sometido de¡aban una perdu- .·

rabie impresión de improvisación y confusión. En 191~ ?!1º de los principales periódicos conservadores de oposic1on, La Nación, declaraba:

«El Partido Radical carece de representaciones concretas en ; materia de gobierno; no podría definir sus. o?jetivos en un •· plan de acción preciso e integrado en sus dist.mt~s aspectos; · sus ideales constituyen una nebulosa, sus aspiraciones se re~ , velan según la vaguedad de virtudes ilimitadas. Su fori;na- •. ción,. por fin, es un impulso torrentoso de recuerdos _oposito- ' res y empeños revolucionarios, esencialmente negauyos ~r su propio enunciado. La única cosa ~Xistente ~ue tl~ne di-.• mensianes [ ... ] es la persona de su Jefe, el senor Ir1goyen,

, d f . d t 185 . exclusivo punto e re erencta pasa o y presen e».

La economía argentina durante la Primera Guerra Mundial

Antes de comenzar a analizar con más detalle la relación d~J gobierno con los grupo~ urbanos, e,s i:nportante ?asar hrev:~ revista a los acontec1m1entos econom1cos de la epoca de ll! guerra y de la posguerra inmedi~ta. . , ~" Cuando Yrigoyen subió a la pres1den~ia en 19~?' el pat~ e~tl!r ha viviendo las agonías de una sena depres1on econom1 iniciada en 1913 con la sq~ita inter_!!12tl<?.~ de las inversion extranjeras,~_~a!_~e..-~!?-I~fa_b_á',·a su vt;_z, a la s_.'i;1;1s ma cferaiue:~a!rav~-~.'.1.§~_;§~~-~E~1 dese,n~-~9~!-!~ªª-E9.~ }ª- ~rra ~

' los~Bakanes~156 Ese mismo -año la cosec!IBJ!.acaso sm1 'yo~volumen deICómetcio exterior. El !'!Stallido d_e la g1;1er;

\ eñ agosto-der9T4 profüñdíz6 la d~~resión; las mvers_1on_ ' extranjeras cesaron por completo, ba¡o el valor de las uerr

y se produjo una seria escasez de capacidad de embarque. balanza de pagos solo pudo mantenerse e9-uilibrada merce

··• una cuantiosa reducción de las importac10nes. Esta falta:· bienes importados persistió durante toda la conflagración el pi;:ríodo de posguerra, en tanto y en cuanto Gran Breta. y otros países europeos dedicaban sus recursos a la produ,

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ción bélica. Solo después de 12!Z..n1Lci.Q.Le.QJPetatla.Arg~r1_ti::

~n~~f*f1;~~1%a~i/Jf-l~?f!~~;~:=hraaT:ntªr· [email protected] .. ds; Demañera qüe;é'n'"d::Oplanci.ecoñómico, Ja época de Ja guerra y la posguerra se dividió en dos etapas principales: la prime­ra, qi;e se extiende de 112,13 a 1917, fue un eríodo .s!t..dt-:._ Pft,SlOll; I~~!:f5LI_nd~, __ <:DJte ... l~.1§ .. x_~L~52,WlC::-~~..!kpxe.­S10n de posguerra en 19~.!_,_i;in período de au~ori,gIDJ!.do fiiñdamentalmente en la crec1entectemanda externa de ex­portaciones argentinas. En -erprimer--p~dOhubo coñsid~ r'atíle desempleo, el cual afectó sobre todo a la clase obrera

. urbana en las esferas vinculadas al sector exportador. E.&19. · se ,re~leif 7~n0~~ aba~do~o_Atl.,]?_<:!Ís,_e.!,'.,t~_)Jl'.Ly 19J§_, __ 9.~~ . mas e . ex lf!.m.!grantes. -EI efecto princip;i'l'de l'.1. guerra~ más marcado en .~J _segyp­. ?º-~~~ocio, fo~aa JñfJª-fiQiCEí'áuiñeñiü de pre~ios mc1 10 tanto en los artículos importados como en los na­cionales. A medida que la guerra elevaba velozmente los cos­tos de producción en Europa y se producía un súbito incre­-~ento de I?s fletes .internacionales, se elevó también el pre-1c10 de las 1mportac10nes; en 1918 el volumen de importa­ciones había disminuido a la mitad del que se alcanzó en 1910, en tanto que los precios se incrementaron un 300 % en ese lapso.187 Los precios de los bienes internos se vieron Í

;afectados por los de las materias primas importadas; entre )os artículos primarios importados el que más sufrió este aumento fue el carbón. En 1913 se importaron más de 4 mi­llones de toneladas, cifra que se había reducido en 1916 a poco más de 700.000 toneladas. Luego de 1917 se ~era_- r

.. ron nuevas presiones inflacionarias a causa del aumento .de ' :1nem~-~ª::¡ __ extérña~ -Cie~J?i:oduci:os--á-grÓpecuarfos ;- c~~¿ -Ja oferta ]2ermaneda relativamente · iñe1ási:ka · clfrha · élemand~ JüVcíCr_ide~te.grav1tad6ñ"én .. 1Üs pr~d~;-~~i~s . c~nsumtdores ~1~: §1~0_e1~E<!2!8- l:{~§§ii subido un_?z_~-,~~~-r~-~P.~S!9 a

· el-~~-ádr~·-.z5·e sintetiza esta evolución empleando núme­índices y tomando como base el año 1914. Se puede

,eciar el aumento de las exportaciones luego de 1914 (sal-• en 1917, cuando fracasó la cosecha) y la paralela dismi­'dón de las importaciones, hasta el auge de posguerra en 20. También se pone de manifiesto la forma en que se

e'.varon los precios, sobre todo los de los bienes importados: :par que el volumen de importaciones se redujo, su valor

. tal aumentó considerablemente.

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-r·-<F ; La in~l~ción f~e uno. 9e los factores preponderantes entre 1 ;: , que rigieron la relac10n entre la élite terrateniente y los se

¡ tores u~ba~os. dura?te el primer gobierno radical. Su efec' , fue red1stribmr el mgreso de ios sectores urbanos hacia l ¡ grupos rurales Y exportadores. Mientras que los terratenie

/ tes y l?s exportadores s~ beneficiaban con la inflación a ca : sa de los mayores prec10s que percibían por sus pr;duct . entre 1914 y 1918 el costo de vida urbano aumentó alred , dor ?e un 65 % : el costo de los alimentos aumentó en pr'

med10 un 40 % ',e! de los alquileres' un 15 % ' y el de dél' tos rubro.s espec1ficos de consumo (como las confecciones qu.e eran importadas o cuya producción dependía de materi

, pnmas europeas) casi un 300 %.1s9

Cuadro 2. Indices del comercio exterior, 1914-1922.

Volumen Volumen de las de las

exportaciones importaciones Valor de las exportaciones

1914 100 1915 lOO 100 100 1916 127 84 116 114 1917 112 81 129 142 1918 79 70 171 176 1919 113 62 174 256 1920 135 86 190 244

133 111 200 276 1921 116 1922 l03 138 228

153 112 109 188

Fuente: Basado en Guido Di Tella M 1 z • .. del desarrollo económico argentino, B~eno~nAfres, y~6~~~ágs~J~t,t3~f

La estrategia política del gobierno

En 1916 los efectos de. la infla~f ón sobre los consumidores .. ·. df ~ª1ºss llevaror;. al gobierno radical a una posición bastante

1c1 . ·~. propos1to era poner fin a las tensiones políticas entrf lj elite Y los sectores urbanos y consolidar su posición. e?, e Í ec!orado, en un momento en que, a causa de la infla.:· c10n, os mtere~es de ambos, grupos eran agudamente diver~ gentes. El gobierno no podia evitar que los terratenientes

1 sacaran provecho del au~e g~nerado por la guerra en lo ta.. . . cante a los produ.c~os prlmar1os. Por otro lado, si no inten-·

taba al menos mitigar los efectos de la inflación, corría ef

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go de perder los vínculos que había establecido con los . os urbanos, lo cual dejaría la vía libre a competidores,

.. o el PS, más expresamente ligados a dichos grupos. Era nester, pues, encontrar algún modo de apaciguar a los gru· i,i.irbanos sin enajenarse a la vez las simpatías de la élite.

. ¡> '1 '

:'lo atinente a los grupos urbanos, se descubrió que la \ ca forma factible de lograrlo era aumentar la cantidad de :, gos burocráticos y profesionales. La readopción de los ' canismos tradicionales de patronazgo político y sus con­uencias de largo plazo sobre las pautas del gasto público saron a ser, a la postre, el rasgo primordial de las relacio- ,

entre la clase media urbana y la élite conservadora, así·\ mo la condición básica para que los radicales pudieran con­var el apoyo de la clase media. Por supuesto, el uso de ta-. expedientes no significa que todos los votantes nativos

e. clase media obtuvieran un cargo público; los cargos eran tilizados fundamentalmente para establecer o mantener el xo entre el gobierno y los comités del partido, y, a su vez,

ú~stos últimos operaban como principal dispositivo para la !:inovilización del electorado, recurriendo a menudo a técnicas .'más convencionales.190

· in embargo, este sistema de patronazgo no surgió de la no-'.the a la mañana. El principal problema inmediato en 1916 !era que cualquier aumento del gasto público para expandir .Ja burocracia hubiera exigido un aumento de los impuestos, ,y., como el sistema impositivo no había sido modificado en .Jo más mínimo, dicho aumento repercutiría en los propios sectores urbanos. El grueso de las recaudaciones del Estado

·:provenían de los aranceles aduaneros de los artículos impor­.tados, y por lo tanto se cargaban al consumidor. La única· :forma concebible de modificar esta situación habría sido un ¡impuesto a la tierra; pero fijar dicho impuesto no era fácil : !para el radicalismo: habría constituido un ataque directo a; .ta élite terrateniente, y, aparte de otras consideraciones, ha-1bría puesto en peligro su propia naturaleza de coalición. Aho­~~a bien: tampoco resultaba muy fácil incrementar los arance­t!es aduaneros siendo ya tan altos los precios de los bienes ·importados.191

)Antes de 1919, cuando las im'portaciones y las recaudaciones . ,:flsc::ales comenzaron a mejorar, el gobierno se mostró poco .dispuesto a incrementar el gasto público en un monto signifi­: ;cativo, y hasta cierto punto podía justificarlo invocando al­·. igunos de los principios que había defendido cuando estaba ··en la oposición. Con anterioridad a 1916 las radicales ha·

·•. 121

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bían .afirmado -aunque pocos les creyeron, y menos aún ' las clases medias urbanas- que una vez en el poder acabarían con el sistema de favoritismos oficiales, como parte del pro­grama de «regeneración moral» que habían emprendido. En consecuencia, el sistema de patronazgo tardó en desarrollar­se. La mayoría de las personas nombradas por administracio­nes anteriores, al menos en el plano nacional, fueron deja­das en sus puestos.192

En lugar de ello, en sus dos primeros años de gobierno los radicales trataron de promover en eL Congreso una serie de reformas moderadas tendientes sobre todo a favorecer a los·.· arrendatarios rurales. Se propuso la creación de un banco agrario para contribuir a los planes de colonizaciÓJ:?, y se in­tentó fijar un impuesto temporario a las exportaciones agro­pecuarias con el fin de llevar alivio a los granjeros que atra­vesaban momentos de penuria, así como desarrollar un plan de obras públicas que permitiera hacer frente al problema de la desornpación urbana. Otro proyecto legislativo tendía a la compra de barcos mercantes que pudieran reducir los cos- • tos de flete en las travesías trasatlánticas. Estas medidas deben interpretarse como una tentativa consolidar el control sobre los sectores rurales de la región pampeana y adquirirlo en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Este fue también, a todas luces, el motivo por el cual la oposición conservadora se negó a con-' siderar dichas medidas. Uno de los rivales más prominentes. de Y rigoyen en años venideros, Federico Pinedo, las ·des~ cribió en estos términos: . '

«Llegado Yrigoyen al gobierno como Mesías, cuando se es~< raban sus proyectos redentores se produjo, como fruto de; una gestación de veinte años, el más grotesco parto de 1 montes, concretado en la aparición de cuatro proyectos [ ... de un infantilismo risible. En uno de los mensajes se anu Ciaba el proyecto de modificar el régimen agrario del pa por medio de la colonización agrícola-ganadera, bajo el co Í:rol del Estado, que se declaraba necesaria para evitar 1 males que -según se decía- había producido la acción p vada; pero en realidad el proyecto de ley remitido consist en la simple autorización al Poder Ejecutivo para emplearé ridícula· suma ·de 30 millones de pesos en préstamos a a cultores para cosas tan distintas como comprar tierra públi o privada y la construcdón de casas-habitación o adquisici . de animales, todo como lo decidieran los funcionarios des·

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na~os por el P?der Ej~Sutivo, sin que la ley estableciera si­qu;era por me~10 de quien y en qué condiciones se harían los prestamcs, de1ando todo al arbitrio del gobierno».193

~os gn~pos ºP?sitores del Congreso rechazaron las modifica­ciones 1IDp?s1t1vas debido a su temor de que el dinero que le fuera qmtado se empleara con fines francamente partidis­tas. ~ensar. que podían estar en lo cierto no es ser injustos con. ~1, gob,ie~no. En 1916, los radicales se hallaban en una pos1c10n ~ebil en el Congres,o y en muchas de las provincias, Y procuraoan encontrar algun medio de fortalecerla. Otra de la? propuestas del gobierno consistió en pedir que se. lo ~utonzara a. negociar con ciertos bancos neoyorquinos un prest~mo tendiente a consolidar la deuda pública. Esto vuelve ~ ilu~t~~r su ort?doxia financiera en esa época, su fal­ta de ~s.r~s1c10n para mcrementar el gasto público y su bús­queda m1c1al de alguna alternativa frente a un sistema de

.. patrona~g~ basado simplemente en tal aumento del gasto. J..eyes similares a estas se habían intentado imponer en el

· pasado. La úni;a. auténtica no_y~~ad fue~_un.J1t9..Y~ctg de im~ · P,?esto a 1os red1!2_~_P.erl'ºPªl~-ill,tr~gcid0_ en 1918~Peio . wnguno de estc;s proyectos prosperó, ~~"'i~epci6~- <l~rk-• pues~o t~mpora,no a las exportaciones agrícolas, que tuvo vi­~~ncia anos 1:11ªs tarde, durante el auge exportador.194 Este r:~1buto fue fmalmente aprobado por el Congreso el 18 de ~nero de 1918, luego de negociar con los aliados un impor­tare acuerdo de compra de cereales a precios garantizados.

·.E hech~ ~"; que el Parlamento aceptase el impuesto fue fruto ~e Ja op11~ion preval~ciente en _cuanto a que el gravamen afee-

• pma, o bien a los aliados, ? bien a los exportadores, pero no ~.los productores. El menc10nado plan de impuesto a los ré­.11'tos fue_ sumamente moderado, y puede describírselo como .hlPª 1:1_.ed1da apenas. aparente para revertir los efectos de la 1nflac10n sobre la distribución del ingreso. Para los ingresos

··los obreros y de los integrantes de la clase media que se c~~traba'.1 entre los 2.500 y 10.000 pesos anuales se esta-

ec:o un impuesto del 0,75 % anual, tasa que subía pro­es1vamente hasta llegar a! 7, % para los ingresos superio­-a 15?.000 pes?s. Se estimo que mediante este tributo se audanan 30 millones de pesos, suma que no habría re­

elto el problei;ia de los recursos fiscales, aunque de todos dos esta medida superó todo lo intentado por los conser­

dores.195

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Desarrollo ·del sistema de patronazgo

Pese a los nada injustificados temores de los conservadores' en cuanto a que cualquier cambio en el sistema tributario' · sería empleado por los radicales para subsidiar sus campañas electorales, la imposibilidad de sancionar estas leyes ilustrá la ext.rema renuencia de la mayoría conservadora en el Con~ greso a respaldar con concesiones tangibles las reformas qué · habían hecho en 1912. En tales circunstancias de impase po~ lítico, en 1918 y 1919 se hizo notoria la apelación del gobier~ no a técnicas más burdas de patronazgo. En este último año; al retomar poco a poco las importaciones su ritmo anteriot a la guerra, mejoró también la recaudación fiscal; por otra : parte, como se verá después, había signos de que el apoyo dado por la clase media al gobierno en la ciudad capital ca~ menzaba a desmoronarse. · Entre 1919 y 1922 el uso de los cargos públicos con fines · políticos se convirtió en el nexo principal entre el gobiernó y la clase media. Y rigoyen puso los cargos oficiales a dispO:. sición de los caudillos de los comités locales del partid(); quienes los utilizaron como medio para establecer firmes ca~ .. bezas de puente con el electorado nativo. En ese lapso lá posición personal de Yrigoyen como jefe del gobierno y del; partido pasó a depender casi exclusivamente de su habilidad para manejar el patronazgo estatal. El siguiente comentario de La Vanguardia en 1922, que trasunta amargura pero es exacto _en lo esencial, muestra la importancia que había ad~ quirido dicho sistema: ·

«La inscripción en los registros del partido viene a ser [ ... ] una especie de pasaporte o salvoconducto para llegar a cua~~. quier puesto, sistema que, generalizado con el fin de dar ubi¡· cación en las oficinas públicas a las hordas famélicas de la' "causa", ha convertido a todas las reparticiones nacionales y municipales en otros tan tos asilos de - incapaces» .196

· ·

Los prinpipales beneficiarios eran los hijos de inmigranres pertenecientes a la clase media «dependiente» de Buenos Ai;, res y (en menor medida) de las demás ciudades importam<;:~ del litoral atlántico. Estos eran los núcleos primordiales d~: la organización en comités de la UCR, habiéndose,,sumado al partido en número creciente luego de 1900. El sistema n' beneficiaba, en cambio, a los inmigrantes -cuyos votos TI?"

124

debían ser ganados, puesto que carecían del derecho al su­. !fragio--, ni t~n:poco a· la clase obrera o a los empresarios, iYª que por distmtas causas ambos grupos estaban más allá

· .. de los posibles atractivos de un cargo público. No debe sor­prender, pues, que el PS se opusiera enérgicamente al siste­ma, el cual ofrecía muy poco a sus principales adeptos. La consecuencia más notoria del desarrollo del sistema ·de "

··. fpatronazgo fue qu~ extendió los vínculos entre el propio Yri-.. ,gayen y los caudillos de barrio de clase media. A medida

,que el sistema se fue afianzando, estos empezaron a figurar .en los puestos más altos de la burocracia y a competir para .los cargos electivos con los líderes tradicionales del partído.

. .Vemo~, pues, que otro de los rasgos peculiares del gobierno :ele Yngoyen fue la lucha por el control partidario entre los .grupos de clase media y los grupos de la élite que habían apo­yado al radicalismo desde la década del noventa. Esta divi­sión ya se había perfilado en las disputas en torno de la can­didatura de Yrigoyen en 1916, y más tarde, dado el carácter policlasista del partido, lo cargó de crecientes tensiones. La ,oposic;ión a Yrigoyen del ala aristocrática cristalizó en la for­ro.a· de un ataque a su «personalismo» y· la exigencia de que \

• !10 se ~on~undiera al ._gsEid~ _con el partid~ el propósito de ¡ . ~sta orens1va eri1renar el poder de Y rigoyen quebrando eJ , ,vínculo directo ·que lo unía con la clase media. A fines de ' )918, ese sector, que•aÚn era mayoría en órganos.partidarios· .como el Comité Nacional y el Comité de la Capital Federal ,(órganos que cada vez tenían menos influencia) emitió un importante manifiesto, que constituye una buen; síntesis de

.. ~9S objetivos que perseguían los disidentes y ejemplifica su .4.ecepción respecto de Y rigoyen:

¡ . "1~

~<La opinión pública no tiene ningún motivo para ver en imestro partido otra cosa que lo que resulta ser hoy, a saber: . ~na fuerza sin más programa que apoyar al gobierno. [ ... ]

.. }i>roclamamos, pues, la necesidad inmediata de provocar una .):~acción contra la falta dé' carácter, el incondicionalismo, el :.P.ersonalismo, la ausencia de ideas, el predominio de la me-, .qiocridad y la servil tolerancia que amenazan causar la dis­~t.egación de la más vigorosa y bien inspirada fuerza cívica @ge ha actuado en nuestra historia política contemporánea. J,. .. ] El radicalismo debe seguir siendo una corporación in-\ ~~pendiente de ciudadanos resueltos a dirigir su actuación ex- · .i.¡1,µsivamente por sus propias deliberaciones y deterrn'inacio- : t"~s. Toda intromisión o influencia extraña, visible u oculta, ;

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· espedalmente si es de carácter personalista, es contradictoria con la definición de la democracia. La separación entre el partido militante y el gobierno debe ser absciluta. [ ... ] El

. partid.o debe definirse muy claramente frente a los más ur­gentes e importantes problemas políticos, económicos y so- · dales. Al indicar la n~~c;:~id~c!_ de un prog_~ama,_.repudiamos la · tentativa de dotar aípartido Cle una frondosa y enciclopédica · colección de principios abstractos. [. .. ] El ideal radical, el que más interesa al electorado [ ... ] es asegurar una buena . administración pública. Este ideal depende, en su realización,· de la calidad individual, competencia conocida, capacidad in- , telectual y decoro de los funcionarios o gobernantes. El radi- · calismo cumplirá, pues, su misión al criticar o atacar a quie- : nes no llenan esas condiciones. [ ... ] Es menester una justa apreciación de los valores individuales, que ponga la direc­óón del partido en manos de los más calificados y autori­zados».197

En 1918 y 1919 el partido estuvo a punto de dividirse por esl '. ta cuestión; pero a pesar de las presiones del «Grupo Azul»', como se dio en llamarlo, las tentativas de controlar o inver~"' tir la tendencia de Yrigoyen a comprometerse cada vez más; con la clase media v los caudillos de barrio fueron infructuo\. sas. El grupo de la 'élite no consiguió dominar el partido por­que estaba fuera del acceso a las fuentes del patronazgo, y, en consecuencia, a los medios para hacerse de una masa par'. tidaria. La propia carrera política de sus miembros dependí* de Y rigoyen; en última instancia, estaban obligados a acep: tar su liderazgo o a aislarse irremediablemente. Cuando ed 1919 el movimk:nto opositor terminó en el fracaso, la rehi! ción entre Yrigoyen, como fuente de patronazgo, y los co:.: mités del partido, como fuente de apoyo electoral, pasó ·a ser el rasgo predominante. 1.

! Es preciso no subestimar, entoncesJ la importancia que tel. '- 1 nían los SQ_mités.. Eran el nexo entre el gobierno y el electo'.

· rado, y el más vital de los factores que permitieron a Yrigci~ yen consolidar su popularidad. No era menor la importanc¡· de los presidentes de comité o caudillos de barrio, que a mentó .notablemente luego de 1916, cuando fueron nomb dos representantes en el Concejo Municipal,198 lo cual pu en sus manos nuevas y decisivas fuentes de patronazgo. U

a~malc:;s del partido no era nada raro g1eran dos facciones bastante . que en cada barrio sur­los comités significaba tant par;:1as.' y, como el control de sición social, se libraban in~ en termmos de riqueza y de po­de escrúpulos No era . f ensas batallas con total ausencia

. · In recuente que 1 b d se pusieran bombas o se . os an os rivales · d tirotearan Asim · 1 . org~mza o Y la política local h. .1smo, e crimen

comitantes.199 eran asta cierto punto con-En ciertos casos el caudiIIo de b . pos de intereses urbanos 200 arr10 se conectaba con los gru-del sistema de los caudilI~s e~:rel la carac~er~stica más saliente lazos personales con un vec' d ~stablectmi~nto de estrechos en una de sus impugnad m an? en particular. En 1918 claró! refiriéndose a los ~~edid~t~lstdml, La V. anguardia de~ elecciones municipales: s e os radicales para las

· «Se propician candidaturas d . ladas a los barrios a 1 le personas estrechamente vincu-1 d d os cua es pertenecen d . -~s ver a eras necesidades de los . y conoce oras de

, pued~n ~er una garantía de ue d mismos, , de manera que ¡:;ontnbuirán con eficacia q esde su puesto en el concejo al concejo en un cam o d~u progr~so. [P~ro esto convierte]

. teres~s generales Y peimanenfe:qd~nlos p~eito~: donde los in­de vista por completo p d a poolacion se perderían rivalidades e intereses '1 ar1~ ar preferencia a una puja de

.· . oca Istas y estrechos».201

?n 1922 Ja UCR, con los com· , 1 1 sé convirtió en la mayor asoci:~f~ o~a .es que .1~ componían, en la Capital Federal sus afiliad on civt} .db1 pais; solamente

·.La cuestión del control de los cos ~0, ª1.ª ~~ de 50.000.202 men~a1 durante toda la década deº~~~es s1gmo siendo funda­

. dommar la relación entre la l O ~ a la po~tre pasó a ~~upos de la élite hasta 1930. case media profesional y los

)oblemas regionales

'.J' conflicto de y rigoyen con 1 1

· de los rasgos permanentes de la política porteña de esos añ 1' fue la enorme rivalidad entre los distintos aspirantes a ca ·· dillos por lograr el control de los comités. En las eleccio

?n, asimismo, en términos de t ª ~ier~cha. ~obró significa­.der dentro del partido y del e, a ~1St~{~uc10~ regional del _,.t~s grupos regionales. Luego d~n~~f 6 e gobi.erno con dis-

}ncias de Buenos Aires y Córd b E ' la ~ y las pro----- -- -· - - . ._()_~ ueron los baluartes de

27

Page 27: David rock-el-radicalismo-argentino

Y rigoyen. La provincia de Buenos Aires era la que ·t mayor e,Jectorado, y en ella se concentraban también los' tares mas _Poderosos de la élite. Las demás provincias ocu ban un triste segundo lugar en cuanto a las respuestas •· obtenían ?el gobierno y a su influencia en el partido en · plano nacional. · · · Consecuentemente, si ya antes de 1916 se habían hecho· . tentes las tensiones interregionales, en particular con ;5 ta ~e Y ,Entre Ríos, después de esa fecha se intensificáto Vanos lideres .de la facción ~sidente de la élite que surg coi:io a~ver~aria. del «personalismo» en 1918 y 1919 hab t~ru~:lo hgazon directa co.n esas dos provincias.2oa Con pd nondad ª. 1919 el 7onfhcto se profundizó, a medida que clase media dependiente porteña cerraba el cerco en tó

. del gasto público nacional, privilegio que generó antagb

.,, i:ios en algunos ~~ los g;upos de clase media de otras prov' 1 eras, ?onde tambien habia una cuantiosa población urbana · l pendiente. :

Una. situ~ción análoga priv? en la mayoría de las provine: med_It~rraneas no pert~neciente,s ~ la región pampeana: .,

~ tradic!<mal si::b~rdmacion economica y política no men • 1\ con ei, advenimiento al poder de los radicales. Sobre to

despues de 1919, se recurrió con creciente asiduidad a;; antigu_a práctica de la intervención federal mediante la cu el gobierno. central asumía el control direct~ de una provincia;' p_ara _corre&ir los abusos locales de poder, pero con el propó"·; slt~ ~nmediato de estab~ecer regímenes serviles, regidos pe):¡ p~hticastros, que 7stuvieran en condiciones de asegurar -:ek, trmnfo en las elecc10nes de senadores nacionales.2º4 El efecto¡ a largo plazo de este sistema de control unitario indiree:td · por parte del. go~~erno nacional fue la aceleración del proce~ so de centrahzacion del poder y la riqueza en la ciudad déi Buenos Aires, proceso que era consecuencia hasta cierto•' Pupto, de la ampliación del derecho al sufragio' en 1912. Lat

; rerormas al~ntaron al gobierno a orientar su política· hacia< las zo~as mas P?pulosas. Pero el problema tenía otras face.:, ' ~as mas complejas. Reflejaba la dificultad de conciliar los·• mtereses de lo~ consu~idores u;.-ba;.ios con los de los expoi tadore.s, Y P,o:iia de relieve la distribución regional de la in­fluencia palmea dentro de la élite terrateniente. 1, Para contemplar la situación de los consumidores urband~. durante ese período inflacionario sin afectar a los- ganadero? ~ 7erealeros b~nae:e;.ises, Y r~goy~n procuró que las zonas po1 hticamente mas debiles del mterior cargaran con el peso ·d~ .. •

128

rconcesiones hechas a los primeros. Entre muchos otros ' plos, pueden mencionarse las expropiaciones de azúcar

.20, flagrante tentativa de establecer una discriminación .a los productores del interior y en favor de los consu­. res urbanos, sin tomar medida .alguna contra los intere-de la región pampeana. Como respuesta a estos procedi­I'.ltos y a las intervenciones federales que imponían regí­.es clientelísticos corruptos, surgió antes de 1922, en nas provincias (San Juan, Mendoza, Tucumán), una te tradición «antiyrigoyenista». Otros conflictos regíona­

¡de esta índole cumplirían un papel decisivo en los acon­imientos posteriores. .. co fueron, pues, las expresiones principales del nexo cre­

<:l9te entre el gobierno radical y los grupos de clase media panos: 1) la creación de un sistema de patronazgo para el .ntrol del partido; 2) el aumento del gasto público después e 1919; 3) la tendencia a perjudicar a los sectores urbanos

· · e no estaban en condiciones de beneficiarse con el creci­iento de la burocracia; 4) los signos de tensión dentro del ~tor de la élite que pertenecía a la UCR, y 5) el incremento .·los tributos correspondientes a las provincias del interior .n respecto a. los de la provincia de Buenos Aires.

Reforma Universitaria de 1918

·1ia Reforma Universitaria de 1918 es el hecho que más aso­.. ciado ha quedado a los logros del gobierno radical en favor :~:de la clase media.205 Más tarde dicha Reforma repercutiría •"J~.normemente en los movimientos universitarios de toda La­,Jinoamérica; sus orígenes, empero, fueron los prosaicos con­

::tlictos que tuvieron lugar a comienzos de siglo entre la élite _.criolla y los nuevos grupos de clase media en torno al acceso á las universidades, y, más allá de estas, a las profesiones liberales urbanas. De manera que la Reforma Universitaria , estuvo íntimamente vinculada al fenómeno general de la

1

1:ensión social· entre los grupos de clase media, producto de la restricción al crecimiento industrial en la economía .pri-mario-exportadora. ~ En 1918, primero en la Universidad de Córdoba y luego en

'.otras casas de altos estudios, hubo .una sucesión de huelgas : :,~studiantiles, algunas de las cuales ... alcanzaron violentas pro­~porciones. Su objeto era que se modificaran los planes de es-

129

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tudio y. se pusiera fin. a la· influencia escolástica y clerical en la educación superior. Los reformadores presentaron sus ideas en: términos de: una filosofía de la educación y la sociedad marcadamente distinta de la del pasado, popularizando por vez. primera la democracia educativa y la participación de los estudiantes en el gobierno de las universidades. Aunque el gobierno radical se encontró en un estado de irre­mediable confusión cuando intentó satisfacer los objetivos más metafísicos de los estudiantes, lo cierto es que tomó medidas positivas en respuesta a sus demandas más concretas. Tras prolongadas negociaciones entre los funcionarios y los líderes universitarios, se simplificaron los criterios de ingreso, y los planes de estudios sufrieron importantes modificaciones; pero

! el paso más trascendente que dio el gobierno fue la crea-1 ción de nuevas universidades, que ampliaron las posibili­i dades de los grupos de clase media de recibir educación isuperior. :Así pues, en 1922 estos grupos habían llegado a ocupar una posición política muy diferente de la que tenían en el período oligárquico: ahora estaban plena y directamente envueltos en . las actividades del Estado y se habían· trasformado en uno de sus principales beneficiarios. Si se exceptúan episodios espec- · taculares como el de la Reforma Universitaria, este cambio tuvo lugar en forma gradual, sin serios choques que pusieran en peligro la estabilidad· del nuevo sistema político. En gran .·: medida, lo que estaba ocurriendo era un efecto previsible de la ampliación del sufragio en 1912; al conceder esto, la élite se había declarado dispuesta a aceptar una extensión del papel político de la clase media, como artilugio para conquistarla. Los problemas que planteó el nuevo sistema sólo salieron a re" . lucir al término del período de Y rigoyen, en la depresión de posguerra iniciada en 1921; hasta entonces los terratenientes aprovecharon el auge de las exportaciones, y sus concesionés materiales a los grupos de clase media por fo general se hicie­ron a expensas de otros sectores sociales.

El radicalismo y la clase obrera

La principal fuente de fricciones entre la élite y el gobier~f' radical antes de 1922 tuvo su Origen en otro ámbito. La notoria innovación de los radicales fue su intento, no solo'ª incluir en su proyecto de integración política a los grupos 'él

130

clase media, sino de establecer una nueva relación entre el Estad~ Y la clase, obrera u~bana. Su experiencia en esta esfera nos brmda el mas cl~o e1e:nplo ~el carác~er y resultados ge­nerales de los ca1!1?1os ·políticos mtroducidos en 1912; a la vez, pone de ;111anifies~o algunas de las características cardina­les del-p?l?uhsmo radical y la índole precisa de los vínculos entre la elite y los sectores urbanos.

bAntes de 1916 los radicales prestaron escasa atención al pro­lema obrer?. Sus pocas referencias a él adoptaban un estilo

pro forma, ~implei,nente como medio de exacerbar sus quejas contra la ohgarq,Ula. Por lo demás, cuando aludían a la cla­se o?rera ~o hacian parafraseando en buena medida las con­cepc10nes liberales or_t~doxas; .no había en su posición muchos el~mentos que i:ermltleran hablar de una orientación refor­mista. Verb~gra~1a, uno de sus cargos contra la oligarquía era que el ~ut?ritarismo_de esta última había llevado a la aparición pe s~n~im1entos <:lasIStas ... con la implicación de que dichos sentim1entos debian evitarse a toda costa:

~~Sd ha~ ~rasplan.tado los vicios y complicaciones de las sacie­. a es ~I~Jas; la clase obrera, desatendida hasta en las más jus­.. tas pe!~c10nes, ~or_ma con sus reclamos un elemento de per­

' . t~rbac10n ecoi:om1ca y genera graves problemas, que el go­. b1erno ha debido prever y resolver oportunamente».205

'.!~a lntipatí~ por ~a idea ~e clase fue uno de los rasgos salientes , .e a doctrtna e 1deolog1a de la UCR, que perduró luego de

· 1916. En 1919, F:ancisco Beiró, uno de los más íntimos co­lab1ordado1re~ de Y rigoyen en la Cámara de Diputados nacio­na , ec aro:

. l«Tampoco admitimos nosotros diferencias de clases; no acep­;.tamos que las haya en la. República Argentina. [ ... ] No des­'{onocemos que hay conflictos entre el capital y el trabajo, pero

•'fo acep~a~os que haya una clase proletaria y una clase capita­c1sta. ¡S1 el 95 % de los argentinos descendemos de lo que en .~iEurop~ se llama clase pr?l.etaria! No conviene, tampoco, in­;tr??uc~r en la nueva Amenca, aquí donde se alzan ideales de '.'.s?11dandad huU?ª?,ª• estos sentimientos de odio por diferen­:crns de raza, rehg1on 0 clase».201

.i:

nálogamen,te, ant.e~ de 1916 los radicales condenaron las ey_es represivas utrhzadas por la oligarquía contra los anar­mstas, no porque fueran un instrumento de opresión, sino

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simplemente porque violaban las nociones liberales acerca debido prateso legal:

«La vida obrera ha dejado oír sus reclamaciones y las ha viif contestadas o con la violencia armada o con leyes de excep ción que invisten a la policía con la facultad extraordinaria ·d desterrar como peligroso, sin forma de proceso ni expresió' de causa, al extranjero que pr-0testa».2 os /

Otro de los rasgos prominentes del radicalismo en esta é~i; fue. su actitud reaccionaria,. casi paranoica, contra todo lo que;·, tuviera apariencia de «socialismo». Su antipatía por el PS dé Juan. B. Ju~to era en muchos aspectos más marcada que.la d~· la ohgarqma: · ·

«¿Cómo puede aceptarse ni el programa máximo ni el mínimo [del PS] y mantener incólume, al mismo tiempo, el principió . de la propiedad privada o pública? [ ... ] La doctrina socialista implica esencialmente el desconocimiento de una o muchas facultades inherentes en la propiedad [ ... ] ; desde que Proudhon, su generador, lanzó la célebre frase "La propiedad .. es un. robo", cada una de las reivindicaciones qu~- ese partido · suscribe en sus programas es una amenaza a los fundamentos mismos de la propiedad». 2o9 ·

Esto iba acompañado de una afirmación exagerada y dogmá­tica de las posibilidades de movilidad social que ofrecía . la so• ciedad argentina. La siguiente cita corresponde al año 1920:,

«Aquí sólo se requiere salud y fuerza de voluntad para vencer: para pasar de peón a patrón y de patrón a potentado [ ... ] . porque el aire que se respira aquí es el de la democracia; P?rq~e aquí nunc~ h~n exist~do .títulos de nobleza ni pri" .· vdegios de clase, ru aristocracia ninguna, ni resabios de reu" · dalismo. [ ... ] Lo único que ha existido es: nobleza de senti­mientos, generosidad, libertad de ideas sanas y confraternidad humanamente razonada. Esto es lo que significa la verdaderá democracia, superior a lo .que se ha dádo en llamar hoy "so­cialismo~·~ .210

~ juzgar por todo esto, y pese al carácter pluriclasista y coali- ' c:onal del Partido Radical, no había motivos para que el go- · bierno se preocupara por la clase obrera de la forma en que lo hizo. El móvil primordial fueron sus consideraciones elec,

132

alistas y la lucha que emprendió a partir de 1916 para rar la supremacía en el Congreso. Aun cuando los obreros

ativos representaban una pequeña proporción de la clase .brera en su totalidad, su voto, que les fuera concedido por

... :!•Ley Sáenz Peña, era una de las llaves maestras para el ~.Qntrol político de la ciudad de Buenos Aires. ;(iigoyen no fue el único ni el primero en procurarse este

:Q.pminio sobre la clase obrera. Hay en otros países una can­'ii'.dad de interesantes paralelos; un precedente importante .,fueron las medidas del presidente uruguayo Batlle y Ordó­·µS!z, que tal vez sirvieron como modelo a Yrigoyen. Sería Jrµctífero poder comparar con mayor detalle a Batlle y a i,Y.rigoyen y demostrar por qué en Uruguay el reformismo .~t11vo tanto más éxito que en la Argentina. Luego de ser de­·:rrotado por el Partido Nacional, conservador, en 1904, Bat­; lle estuvo siempre en una posición mucho más sólida que

l;i: de Yrigoyen. El fracaso de la rebelión dirigida por este . µItimo en 1905 hizo que cuando llegó al poder se encon­; fiase con la posición de los conservadores en gran parte in­\ Jacta. Tal vez las medidas adoptadas por BatUe en materia ·•i· .~~ leyes sociales (mucho más avanzadas que todo lo que los ; radicales llegaron alguna vez a proponer) fueran un reflej9 . "de la competencia de Uruguay con la Argentina respecto de

•· ios inmigrantes. A comienzos de siglo, los terratenientes de las cercanías de Montevideo, representados por el Partido

· Colorado de Batlle, estaban intentando diversificar la pro­. ducción agraria pasando de la actividad ganadera a la agri­cultura, pero tenían dificultades a causa de la escasez de mano

· de obra. Es posible que las reformas de Batlle estuvieran en parte inspiradas en la necesidad de atraer a los inmigrantes. .También en otros aspectos había estrechos paralelos entre

.• I3atlle e Y rigoyen. Ambos querían eliminar la amenaza del

.·•·.anarquismo y ambos procuraban estrechar lazos con la clase obrera a través de los sindicatos.

·•.·La política seguida por Yrigoyen tuv.o, asimismo, antecedentes en la provincia de Santa Fe. En las primeras elecciones allí

;, celebradas conforme a la Ley Sáenz Peña triunfó la lista radi­r cal .presidida por Manuel Mei;ichaca, iniciándose entonces un · .. resuelto intento de explotar el control del gobierno para ga­: narse el apoyo de los obreros. El ejemplo más notorio fue la huelga de tranviarios que se efectuó en Rosario en 1913, y en la cual las autoridades prO'.\Tinciales intervinieron en favor ~e los huelguistas, hecho que originó. más tarde acusaciones

··de. que los radicales habían sobornado a. los dirigentes sindi-

1.3J

Page 30: David rock-el-radicalismo-argentino

cales de la ciudad para que los apoyaran.211 En Santa ~e, como luego en Buenos Aires, las consideraciones electoralistas te­nían suprema preponderancia en todo intento por establecer

esta relación. . . En Buenos Aires, la búsqueda de apoyo obrero e!a asii:iismo un medio de poner coto al crecin;iento del PS e impedir que se expandiera, más allá de la Capital Federal, a la.s otras g~an­des ciudades de la región pampeana. En las elecc10nes legisla­tivas de 1912, 1913 y 1914 los socialista~ obtuvieron en la Capital una sucesión de victorias. Todo hacia pensar que cons­tituirían una grave amenaza; estaban unid.os y, ob~iamente, se ,. estaban ganando el ªPºY:º de la cl~se media portena. La purga .· .. de anarquistas emprendida P?r ~igueroa _:Alcorta en 1910 l~s . benefició, removiendo el prmcipal obstaculo que se opoma .

a su expansión. . . . ; : Sin embargo, en 1915 los socialistas perc;Ueron ~ uno de su~, líderes más influyentes, Alfredo L. Pala~ios, qu1~n se separo del PS y durante algunos años se presento a elecciones c;on un nuevo partido creado por él, el Partido Socialist~ Argent1~0.212 ·

En las elecciones presidenciales de 1916 los radica~es .se fi¡aron .. por primera vez como uno ·de sus objetivos ¡;irmcipales oh~ .· tener el apoyo de los obreros. Para ello orga111zar~:m su cam­paña siguiendo las líneas tradici?nale.s del paternah~m,o de lo~· caudillos de barrio y la beneficencia de los comites. Eso~ «servicios» prestados a la comunidad eran con:parad~s co~· las «falsas promesas» de sus oponentes. La si.guiente smtes1,s periodística de un discur~o callej~ro pro~u~ciado durante ,1~· campaña refleja en toda su gracia las tec111cas propagand1~·

"l' ticas a que apelaban: ,:~;,

« ... sólo en la sección 7~ [ ... ] se ve~dió a pr~cios reduc'~ dos, término medio, lo siguiente por dia: 855 kilos de p~n1 298 litros de leche y 3.200 kilos de carne, lo que ha s nifícado en volumen una economía diaria· de $ 900,40 q multiplicando las veinte secciones del municipio, ~an un I?r, medio de $ 18.000 por día o $ 6.588.000 por ano.' equi~ lente en quince años a $ 98.820 .. 0??· [. .. ] En 9umce an la acción socialista, en contrapo~ic1on con la radical, ~a .g tado, con relación también a las más rigurosas. e~tad1sti~ 117.992.000 palabras, de las que la clase traba¡aaora no: obtenido el más mínimo beneficio».

213 '

Los socialistas les pagaban con la misma man~?ª· Cuan.el justo antes de las elecciones de marzo, se anuncio que Yrig

134

·. sen tenía e1 propósito de donar su sueldo con fines de bene­.· ficencia en caso de resultar electo, La Vanguardia declaró:

«No crea el señor Irigoyen que va a conquistar la voluntad de los electores mostrándose alma cristiana y caritativa ofre­ciendo protección t> asilos y hospitales, para engañar d~spués cal pueblo, como engañaban los emperadores romanos al pue­Ho-rey dándole panem et circenses».214

,Estas acusaciones mutuas prefiguran la aguda rivalidad que · .. ;se crearía entre ambos partidos en años venideros. En 1916 . Jos radicales ganaron por primera vez las elecciones en la ;ciu~ád de ~uenos Aires pas~ndo del 33 % de los votos que rhabian terudo en 1914 a mas del 40 %. Pero seguían estan­_¡fo .en minorí~ y pes: ~ todos sus esfuerzos no consiguieron .abrir un camlllo declSlvo para captar los votos obreros. Si -bien aumentaron su caudal electoral en los distritos obreros ;aún estaban muy a la zaga de los socialistas. Lo que les di~

.·· 1,a victoria en 1916 fue la desaparición de sus rivales conser­vadores. ?e años ant~riores. En 1914 habían tomado parte en ~a elecc10n ~os partidos conservadores: la UC (los vestigios -i:le los seguidores del general Mitre en 1890) y el Partido cGonstitucional, de inclinaciones clericales· entre ambos ha­:bían sacado una tercera parte de los vot~s, otro tercio fue .'Para lo~ r~dicales, y el último tercio, levemente superior, para ilos socialistas. En 1916 la UC dejó sitio al Partido Demó­\<:rata Progresista ( PDP), que se había extendido a Buenos .:Aires a ,partir de ~a provincia de Santa Fe. El partido clerical e sumo a los radicales. Los demócratas progresistas obtuvie-~qn un 8 %. del total, en tanto que los dos partidos socialis­tas (conducidos por Justo y Palacios, respectivamente) su­maron un 50 % , porcentaje notablemente superior al de

14. De modo que había claros indicios de que los radicales · ~o habían coi;seguido el triunfo a expensas de los conser­

ifores, y gracias a la división de los socialistas.215

s elecciones de 1916 sugirieron que el electorado de clase ra era impermeable al estilo de la beneficencia de comité

ptado por los radicales, y que dicho estilo se amoldaba ejor a los grupos de clase media, entre los cuales. había un ~~do m~s alt? .de ~5omización social, un grado relativamente lº. ·d~ ~1?ent1ficac10n de clase y el predominio de aspiracio­.;md1v1du~l:s a la movilidad social.2 rn Si los radicales que­n.Jograr exito en sus esfuerzos por agenciarse el voto de

obreros, debían enfocar el problema de otro modo. En

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un período de aguda inflación, que afectaba a la clase obre más que ~ otras, era menester ofrecer ventajas más duradeds y sustanciales que las que otorgaba la beneficencia. · P?r todo ello, el gobierno se embarcó en un proyecto ten·. d!ente a establecer estrechos vínculos con el movimiento si,b:, dical. En 1916 los sindicatos constituyeron un blanco evi­dente de su acción. En primer lugar, eran el único baluarte que quedaba contra el influjo del PS entre los obreros. Eh segui:ido lugar, como institución de clase gozaban ante los propios obreros de cierta jerarquía y legitimidad, que hadír que los beneficios procedentes de él tuvieran muchas más pro~abilidades de ser aceptados que los procedentes de lds comités; eran, en principio, un nexo sustitutivo ideal pira. entablar ,co;itacto con los obre.ro~. En tercer término, y esto es lo mas importante, el mov1m1ento sindical estaba experi­mentando grandes camb!os; los radicales habrían tenido po-. cas espe.ranzas de conquistar el apoyo obrero si los anarquis- · tas hub1~sen con~ervado su antigua primacía. Poco después de asumrr el gobierno Yrigoyen, La Protesta se preguntaba':

«¿Puede un gobierno, un presidente, por más democráti~ó q:ie sea o pretenda ser, estar en un momento franca y ded-. didamente de parte de los obreros? [. .. ] El democratismb de los 1??dernos regidores de pueblos, ese democratismo que·· se mamfies.ta en el "altruismo", la "sencillez" y la "bondad'('. de un presidente, que se encarna en la patética figura de uh [ ... ] misántropo a lo Hipólito Y rigoyen, es sólo una forma de gobernar, de acuerdo con el actual momento histórieó. · [ ... ] La lucha, compañeros, debe ser franca y deddidame~- •. te revolucionaria, sin admitir la intromisión de nadie ni pe-.• dir favores a los gobernantes».217 ·

;¡ .'

Pero !º~ anarquistas estaban en decadencia y su ascendiente · era rap1damente remplazado por el de los «sindicalistas»:; con estos, poco a poco fue desapareciendo la postura anties'. tatal extrema de los sindicatos, que quedaron bajo el contrdl de una corriente moderada, interesada menos en enfrenta'.b al Estado· que en mejorar la situación económica de los tra-bajadores. ,, Ya .en la campaña electoral ~e 1916 hqpo signos de que lo:s radicales comenzaban a apreciar el valor de los sindicatos. Eh· agosto de 1.915 los comités organizaron un grupo de propa' ganda obrera al que denominaron Federación Obrera Radieali «Alberdi», con el objeto de que sus iniciales (FORA,) .

136

ddieran con las de la central obrera más destacada. El ob­jetivo era difundir la prop~ganda .r~dical 7nti;e el i;i1~yor i:;.ú-mero posible de desprevenidos afiliados sindicales. Se in-

ventaron otras pequeñas argucias como esta. , ero si bien los radicales contaban ahora con una estrategia

~ara enfrentar el pr?blema obrero, aú.n. debían reso~ver la cuestión de la magnitud de los benefrc10s que habrian de acordar. A los «sindicalistas» les interesaban los buenos sa­:iarios y no se iban a dejar e_ngañar por meros. g~s~os sim~ó­licos. Por lo demás, los radicales eran, en prmcip10, fuerLe­¡iiente partidarios de la economía d7l laisse~-f~íre. ~ sin. em-1:5árgo, también en est? h~bía una ~ierta c01i;cid~ncia; Ni .los radicales ni los «sindicalistas» teman especial mteres en la sanción de leves, y ambos estaban comprometidos con la pre­servación deÍ libre mercado de trabajo. Los «sindicalistas~> veían en las leyes un intento de institucior:_aliz.ar la subord:-

: nación de los trabajadores -como se habra pi.:esto en ev1-.dencia con la abortada Ley Nacional de Traba¡o propuesta .'.áños atrás por Joaquín V. González-, o bier;. pensa~ar: que '. aquellas solo les da~ían, al i~ual que las n:~dida~ ?ociahstas. beneficios secundarios eludiendo la cuest1on bas1ca de los . salarios. Casi podría d~cirse que en virtud de su. ad?es~ón al• laissez-faire los radicales presentabar: .p~ra los «sii;d1cahstas,» una postura más cómoda que los socialistas, a quienes cabia describir como individuos interesados en convencer a los tra­'bajadores para que aceptaran medidas en las que estos no estaban particularmente interesados. . . . . . El problema capital que planteaban los beneficios a distnbmr entre los sindicatos y los obreros derivaba de sus efectos po-.

. tendales sobre la situación de la élite conservadora. Las re­formas de 1912 habían sido realizadas en parte para incor-

. porar a los obreros al sistema político en grado suficient~ como para minar la posición de los sindicatos Y. d~ los «agi­tadores foráneos». Sin embargo, la huelga ferroviaria de 1912 había demostrado que la élite seguía siendo firmemente ad­versa a t0da tentativa de robustecer la participación política

.de la clase obrera mediante importantes concesiones. No po­día hacerlas a causa de su foterés .en mantener una oferta de

·. mano de obra barata y de sus vínculos con el capital extran­. jéro. Por consiguiente, en sus intentos de cambio los radi~a­>les enfrentaban la oposición de la élite; Más que cualqmer ''otro factor este complicado conflicto· de intereses y objetivos :entre el g~bierno y la élite fijó el'cá\:áder y el destino del ' ~rimer gobierno radical. · ·

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.síonalismo perturbador [ . . . J parece en ton ces indiscutibl~ [ . . . ] No es ya una expresión revolucionari~ contra ~~s org~, nizaciones industriales, sino una plaga de rmportac1on. L~s clases obreras argentinas [ . . . ] han producido sus reclamal cienes' de mejoras y han logrado éxito sin olvidar ~unca ~e! vínculo de solidaridad que reconocen con su propio pa1s. [ ... ] Nunca se han conducido como criminales ni ince~di~'­rios. [ ... ] Este solo aspecto bastaría para delatar el onge;~ extranjero que ha presidido la dirección de los últimos m9~ viinientos de huelguistas».289

J)

Y a se podía ver con claridad qué poco habían cambiádo ',la' cosas desde que se sancionara la Ley Sáenz Peña. Al año ···· guiente, 1919, la situación se tornaría aún más clara, cua;i: la lucha entablada por el poder entre el gobierno y la eli~ conservadora alcanzó proporciones más dramáticas. 1

166

La Semana Trágica

En la primera mitad de 1919 las tensiones generadas por las . uelgas entre el gobierno y la élite conservadora dieron lugar

flna serie de complicadas situaciones, en las cuales es dable vertir dos crisis políticas fundamentales, que pusieron en

de juicio el régimen de gobierno representativo instituí­.· por la Ley Sáenz Peña, .sacaron a relucir la cuestión de localización real del poder político y, con ello, expusieron

con mayor claridad aún los débiles soportes objetivos de Jos 1fambios que Yrigoyen había intentado instrumentar. Por primera vez, las Fuerzas Armadas se vieron envueltas de ma­#&a directa en la política, en calidad de árbitros de los des­., os del gobierno civil. Asimismo, en 1919 se asistió al sur­

gimiento de una nueva alianza popular, la Liga Patriótica Ar­gentina, que si bien no era directa o abiertamente hostil aJ :~dicalismo, estaba bajo el control de los grupos conservado­

... y en condiciones de ejercer una influencia decisiva sobre gobierno. ··el curso de 1919 este último debió luchar desesperada­ente para sobrevivir; finalmente lo logró, pero viéndose

1'gllgado a abandonar los aspectos auténticamente progresis­tkde su política. En un conjunto de frentes distintos -sobre ''i:~o en la relación con el capital extranjero- debió volver

vez más a los moldes preestablecidos del pasado. A s. de ese año su intento de mejorar la posición de los sin-

átos ya estaba casi por completo derrotado. Por último, '!ó efeétuar una serie de importantes reajustes en sus téc"' as de abordaje del electorado de masas; en vez de promo­'puevas medidas, se vio forzado a retornar a un sistema de rol regido por el patronazgo y que descansaba,. esencial­

.. te, en un aumento del gasto público y un estilo de con­'ción popular en gran medida simbólico. La aparidón de os dos rasgos fueron un síntoma de su debilidad más que su fortaleza. Si entre 1916 y 1919 las relaciones del go­no con la élite conservadora estuvieron en gran parte de­

:fminadas por el problema obrero, a partir de entonces la

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cuestión c~rdinal pasó a ser el vínculo de los radicales con clase media urbana. · Así pue~, este a~o de 1919 tuvo gran cantidad de ingredie tes .. ~men .de de¡arnos un cuadro vívido de las presiones qu deb10 sufrir el reformismo liberal, fue también un año i portante par.a la da.se ?J:ire~a argentina. En él quedó gráfi ment!! descrito el s1gmficativo papel político que asumiera l~~ obreros en esta etapa de la historia nacional, pero tam;~ bien s.us grandes fl~q.uezas frent

1e a ~tros grupos de poder. A

La pnmera gran .crisis en que estuvieron comprometidos lq~ o?reros se produ¡o en el m~s de enero, en la serie de episo,, ?i?~ posteriormente denommados «la Semana Trágica». ·~-1ms1aron c~n :ina ~uelga gen~ral, la primera de su tipo de.S'j pues de casi diez ~nos, y cul?1m~ron en un sangriento pogrotf' contra. las comumdades de mm1grantes. En este movimieniJ c?ntrams17rreccional tuvo su origen la extrema derecha arge~! ti~a. Temendo en cuenta su valor simbólico para el moví! miento obrero, este episodio complejo merece que lo anal~ cernos con algún detalle.2no 'l. .:n•

Los salarios y las tendencias .a la agremiación :}J

El papel de los obreros en la Semana Trágica tuvo otra vd como causa fundamental el incremento del costo de la vidl prov?cado por la guerra. Mientras que los precios de los bie! nes impo;tados seguían en ascenso, en 1918 la Argentind ap~ovec~o el. auge de la demanda externa de artículos alimeri? tici?s pnmanos. Esto trajo consigo una nueva época de prosl pendad para los productores y exportadores, pero aument6 las cargas qu~ ,soportaban los consumidores urbanos. La úna ca compensaci?n que tuvieron los obreros fue que luego ¿J 1917 comenzo a m:?gi:ar el i:ro~rema de la desocupación?·. E.n 1918 la producc1on mdustnal mterna había vuelto a sud n:~eles ª?tenores. a la guerra y, como resultado de la sustitil1 c10n de 1mportac1ones, había comenzado a diversificarse éif nuevas ramas de actividad. También la expansión del sector exportador estimuló c;!l alto nivel de empleo. Pero todo elld tuvo. ell.casos efectos sobre la tendencia descendente de lo's salarios re~les .. ~1 cuadro ? . re$ume los datos principales. ' , Esta combm~cton de cond1c1ones --caída de los salarios y au' mento del mvel de empleo- tuvo como efecto inicial alenl tar el desarrollo del movimiento «sindicalista». Hacia 19i8

168

·.,anarquismo estaba perdiendo importancia velozmente; en :~mayoría de las huelgas de 1917 y 1918 los anarquistas

plieron solo un papel secundario. En julio de 1918 in-taron declarar una huelga general en Buenos Aires utili­do como pretexto el despido de algunos trabajadores por

rte del Ferrocarril Gran Sur, pero fue un fracaso total: jcamente ios apoyaron los changadores del puerto.291

Guadro 5. Nivel de ocupación, ingresos personales y pro­"i/'ucci6n industrial, 1914-1922. ':.•·

Porcentaje de desocupa­dos sobre la fuerza de tra-

bajo total (meses de invierno)

13,4 14,5 17,7 19,4 12,0 7,9 7,2

Costo general de vida

(1910 = 100)

108 117 125 146 173 186 171 153 150

Volumen. de la producción

Salarios reales industrial (1929=100) (1950=100)

20,3 61 18,2 57 18,7 49 18,5 42 22,1 57 23,0 59 23,8 73 25,1 84 27,9

Fuente: Guido Di Tella y Manuel Zymelman, Las etapas del desarrollo económico argentino, Buenos Aires, 1967, págs. 309, 317, 339, 343.

;·f ,,,

J,'.os «sindicalistas», en cambio, se vieron beneficiados por las victorias obtenidas por la FOM en 1916 y 1917, y también P;or su actitud decidida en las etapas iniciales de las huelgas . ferroviarias. En general, todas las huelgas que lograron éxito . fueron dirigidas por ellos. En el cuadro 6 se sintetiza la evo­lución de la FORA desde 1915 hasta la depresión de pos­

. guerra en 1921; aunque solo se trata de una estimación del número de obreros que pagaban sus cuotas mensuales a la federación y no de una cifra exacta.de afiliados, muestra bien a las claras los rasgos principales del desarrollo de la entidad. En 1917 y 1918 tanto el número de gremios afiliados como el de los miembros que abonaban cuotas aumentó abrupta­mente. En 1919 fue más marcado el aumento de la cantidad

·de gremios afiliados, lo cual refleja .sobre todo el hecho de ·. que el proceso de agremiación. comenzó a llegar hasta )as pe­. queñas industrias y las actividaqes de servicios de Buenos

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Aires; Un gran nútnéfo depequeños gremios s.e sumara? a_lii. FORA, ·aunque parecería que los obreros tuvieron vacilacio­nes en cuanto a-afiliarse o.pagar sus cuotas hasta 1920. Es~ año el promedio mensual de los que abonaron sus cuot~~ cast duplic6 el del año anterior. Por último, con la deprest?n de posguerra, en 1921, la FORA sufrió una veloz decadencia. Cuadro 6. La FORA «Sindicalista», 1915-1921.

Cantidad de Total de afiliados Promedio mensual. gremios que pagaban sus de afiliados que ...

adheridos cuotas pagaban sus cuotas

1915 50 21.332 · (8 meses) 2.666 1916 70 41124 ( 12 meses) 3 4?7 1917 199 158 .796 ( 12 meses) 13.233 1918 232 428.713 ( 12 meses) 35.-IL6

1919 530 476.203 ( 12 meses) 39.683 . 1920 734 749.518 (11 meses) 68138

1921 240.101 (9 meses) 26.678

Fuentes: J. Rodríguez Tarditti, «Sindicatos y afiliado?», .1:-evista de .•· Ciencias Económicas, n? 29, 1927, pág. 973; La Orgamzaczon Obrera; 1~ de mayo de 1918 1? de mayo de 1920, 24 de enero de 1921; El Diario, 10 de dicie~bre de 1918; Boletín Oficial del Departa_mento, Nacional de Trabafo, n? 41, abril de 1919; Alfredo L. Palac10s, El . nuevo derecho, Buenos Aires, 1934, págs. 190-91. ·

La expansión que tuvo en_,1918 hi~o, ~mpero, que la FOR::{\ actuara con gran precaucion. Al termmo ?e las hue!gas. f~'1 rroviarias se habló de seguir a los anarquistas y declarar la .. huelga general, pero finalmente se ?ecidió concentrar los es¡. fuerzos en el credmiento de la entidad, con la esperanza 4~.' vencer a la nueva Asociación Nacional del Trabajo empleá~~ • do una mejor estrategia que ella. A fines de 1918, en el 1.qt· Congreso de la FORA, se aceptaron formalm~n~e estos obJt;¡ tivos, decidiendo apoyar solamente huelgashrrutadas Y ce~1 trada estrategia de 1919 en el puerto, donde la FOM habr~~i de presentar una lista de demandas a los armadores d~; buques.292

• • . _ .·.íÍ Mientras tanto, los anarquistas continuaban su campana e~. pro de la huelga general, aunque, debe qestacarse, co? n;t':Y¡ poco éxito. A fines de noviembre de 1918 ?e tuvo un 10dic1;~· adicional de su debilidad. Simón Radowttsky, uno de los grandes héroes anarquistas de 1a década anterior, quien habí~ asesinado en 1909 al jefe de policía y luego de salvarse ~el~ pena de muerte fue condenado a cadena perpetua,. huyo d~ la cárcel de Tierra del Fuego en que se hallaba recluido; pero

170

·• s:u fuga tuvo escasa duración: a poco de llegar al lado chileno • de la isla fue capturado y remitido de inmediato a la policía 'argentina. El episodio dio lugar a una manifestación anar-

. quista en Buenos Aires y a un plan de organizar una marcha masiva hasta la embajada de Chile. Dada la fama de Rado­witsky, este debería haber sido el grito de combate que los anarquistas estaban esperando para lanzarse a la revolución,

· pero la marcha tuvo poco eco, y aunque se produjeron en­frentamientos y disparos en las calles, la policía logró dis­

. persarla fácilmente.293

· Por lo tanto, a fines de 1918 había pocas señales de que el nuevo año traería acontecimientos traumáticos. Los sindica­

•· tos estaban control~dos por elementos moderados y los ex­, tremistas tradicionales perdían rápidamente apoyo. Una anti­. gua concepción sostiene que la huelga general que _inauguró

la Semana Trágica solo puede entenderse con referencia a los sucesos que estaban aconteciendo en Europa.294 Sin duda, la guerra, la Revolución Rusa y el armisticio ejercieron un efec­to sobre la intelectualidad izquierdista argentina;2

% pero hay . pocas pruebas de que los sucesos externos hubieran politiza­do y radicalizado también a las masas. Los «sindicalistas», que .eran los que estaban en mejores condiciones para discernir ,algún cambio de esta índole, solo veían, en el período previo _:¡\la huelga general, la lucha de facciones y la atomización: ', l~J~

,{<No se puede asegurar, a pesar del progreso muy notable y ,positivo de la FORA, que esté en las condiciones que la re-1Yolución requiere. La ignorancia ofrece su peso muerto con demasiada gravedad, y la inconciencia perturba aún su acción ;constructiva. Abundan los elementos descaminados por una iP.ea fija de una revolución mística que se efectuará por [ ... ] ·· espíritu santo [. .. ] ; otros, empleando como motor el JYJ~rbalismo, pretenden que solo la palabra llevará al proleta­~lado la decisión de crear un mundo nuevo».296

lrverdadero origen de la huelga general debe buscarse en la mbinación de dos circunstancias. Primero, la inflación y el

o de vida, y su fomento de un clima combativo; segundo, , e.si bien los sindicatos crecían a un ritmo veloz, a fines de f}18 solo una quinta parte o menos de los trabajadores es­ban agremiados. La FORA afirmaba tener entonces 80.000 filiados, y en la ciudad de Buenos Aires había más de

400.000 obreros de sexo masculino.297 La mayoría de los participantes en la huelga general fueron estos grupos no

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;¡¡¡;g;¡¡,;;;p;;:,ii~~mi.ados! y la huelga en sí misma estableció un mojóni i ruficat:vo e~ sus esfu.erzos por organizarse. )'l Esto tiene 11nportanc1a para comprender el tipo de accióA que condujo la huelga; explica en gran medida su falta d · tructura y organización. Además, la huelga demostrói; eran vanas las esperanzas· del gobierno radical de uf ·. a los «sindicalistas» como medio para extender su influeu dentro de la clase obrera: aquellos no tenían ni el apoyo;. la fuerza necesarios para ejercer ese rol. Aunque controlab la corriente principal del movimiento sindical, no gober. ban las fuerzas objetivas que espontáneamente llevaban a .fa'§ masas a la acción. La huelga general de 1919 ilustró el iJÜL pulso solidar~º. subyacente en la clase obrera porteña, péi~ puso de maruf1esto la falta de estructuras institucionales ca' paces de canalizarlo en forma constructiva. El resultado fui. apenas un estallido emocional caótico del pueblo. ,J

La huelga de los talleres V asena

En ~c!embre de 191.8 se declaró una huelga en el gran estác. blecimiento metalúrgico Pedro Vasena e Hijos Ltda., situado cerca de Nueva Pompeya, uno de los barrios proletarios de. Buenos Aires.298 La industria metalúrgica había sido grave' mente afectada por la guerra; dependía por entero del suri'íi~ nistro, no siempre seguro, de materias primas de alto preciq y de carbón. Con el objeto de reducir sus costos la empresih dio empleo a gran cantidad de inmigrantes (españoles, tu~' cos y hasta japoneses) ,299 los más menesterosos, completárt•: dolos con cuantiosos contingentes de mujeres y niños.300 Dui: rante la guerra ya se habían sucedido varias huelgas, algunas·· por el reconocimiento del sindicato luego de que se intentar~ c~ear una federación de todos los obreros metalúrgicos ddá cmdad. En una de esas ocasiones, en octubre de 1917, se': de~plegó considerable violencia cuando los piquetes de huel~ .• guistas se enfrentaron con los esquiroles.301 En diciembreid€:; 1918 la em~resa ya .e:a famosa por sus salarios de hambrd~ por las medidas policiales .que acostumbraba tomar a fin de prevenir posibles huelgas. Era una situación bastante simrnk a la existente en los frigoríficos. Según un informe oficiali los salarios nominales promedio J.iabían bajado de 104 peso~ a apenas 52 para la fecha mencionada.302 ·

También como ocurriera con los obreros de los frigoríficost,

172

!federaciones habían querido organizar ~indicatos entre ': etalúrgicos.303 En noviembre de 1918. se creó uno; en alleres Vasena, y prontamente, en la pr11D:era semana de tnbre se declaró una huelga.304 Las medidas adoptadas la poÚcía fueron al comienzo extremadamen~e violentas.

siguiente carta dirigida a La Vanguardia permite formarse · idea de ellas:

'ª nos es imposible vivir en los alrededores de la casa Va­a a los que tenemos la desgracia de habitar casas donde

y; algún huelguista, pues somos continuadamente moles­os, y no podemos estar en las puertas de 1;1-~estras casas que la policía nos atropelle. El día 5 [de diciembre] fue

tenido un hermano mío de 15 años, a las 5 de la tarde, or ir a curiosear en un grupo que se había formado en la squina; fue encerrado en un calabozo ha~ta _l;is 1~ ?e 3~~

noche estando enfermo y en casa por prescr1pc1on medica. El dí~ 13, encontrándose el mismo a las 4 y media en la ·puerta de la casa, un oficial de guardias de ~aballería, le o::­denó que se retirara; al contestarle que a donde debia retl­r~rse si estaba en su casa, el oficial lo atropelló con su caba­:llo, y bajo sus amenazas tuvo que obedecer y met~rse dentro. Estas barbaridades se cometen con todos los vecmos de los alrededores del establecimiento en huelga, especialmente con fos que no tienen carnet o chapa radical. Es bueno que qu~­de constancia de estas brutaEdades, pues en el tren que si­guen estos bárbaros cualquier día van a cometer algún hecho truento, del cual habrá que pedirles estrecha cuenta».

306

...

. De pronto, al terminar el mes, se retiraron todas las fuerzas policiales salvo una patrulla simbólica, aun cuand? la huelga

d:ontinuaba· esto alentó a los huelguistas a seguir adelante fon sus in¡entos de parar por completo la producción de la fábrica. El 4 de enero, el gerente Alfredo Vasena solicitó al .ministro del Interior que le enviara refuerzos; se quejó de que existía entre los huel~istas un e~t~do d~ «abierta. rebe­

. lión»: habían cortado las }meas telefomcas, interrumpido el aprovisionamiento de agua y lanzado ataqu~s diarios c,on~ra los carros en que la empresa traía los· matenales a la fabrica desde un depósito externo.307

En los días subsiguientes la violencia fue en aumento; el 5 de enero se produjo un enfrentamiento arm~~o en~re la p~­trulla policial y los obreros, en .el:cual murio un 1ov,en ofi­

. dal.3º8 Como venganza, la policía organizó una emboscada

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dds! días más :tarde, en .las· afueras de los talleres, disparandó contra los huelguistas cuando estos se lanzaron a detener a

1 b t 309 lbs carros; hu o cuatro muer os.

El proceso de movilización

La huelga general declarada el 9 de enero, que _marcó el co- •• mienzo de la Semana Trágica, fue en gran medida una reac" ciórr .ante este acontecimiento del 7 de enero en los ~alleres Vasena, pero importa destacar un proceso ?ecundar10 .q.ue tuvo lugar entre ambas fe~ha~. Una vez conocidas las notlClas del enfrentamiento, los smdicatos empezaron a mostrar de inmediato señales de una división decis~va. Unos paco~ anun~ ciaron movimientos de fuerza para el dia 9 en ~?mena¡~ a las víctimas de la policía, mientras que otr~s em1t1er<:m simple~ mente declaraciones de protesta y resolvieron envi,ar. delega~ ciones al cortejo fúnebre de ese día. Entre estos ultimas _se hallaban los más poderosos, la FORA y la F01:'1, lo cu.al s1g, , nifica que quienes abogab~n por la huelga se v1ero_n pnva~os · ·. de la conducción de los smd1catos, Tal como habia ocumdo ; anteriormente los anarquistas se mostraron incapaces de asuc ·· mir el rol que' los «sindicalistas}> habían desdeñado.310

; .

Pero aunque los sindicatos no apoyaban la huelga ge?-er.al, la ; masa obrera sí. La secuencia de los sucesos fue la siguiente. . El día 8 estuvo ocupado por los preparativos para el fune! ': ral. 311 El 9, según un informe 1of~cial, alrededor ?e las 7

1 de ·

la mañana, un centenar de traba¡adores convergieron sobre Nueva Pompeya; el funeral estaba program~do para las 2.; de la tarde; se dividieron entonces en pequenos. grup~~2 qu~ salieron a buscar apoyo en otros lugares de la cmdad. En los barrios cercanos a Nueva Pompeya hubo un ~~ro total • de actividades de los obreros industriales, ·y tambien paros importantes en las líneas de tranvías. En la propia Nueva. Pompeya la combatividad de los hombre~ :1º declmaba; a l~ . mañana lanzaron un asalt? contra las ofic~~as de l~ co~pa'.' ñía, donde se estaba realizando una reumon de directivos! esto terminó en un enfrentamiento armado qu~ ~e prolor;~?} hasta 1a tarde, cuando llegaron tropas de la polic1a Y el e¡e:; ~º~~ ·~ Durante el funeral hubo nuevos incidentes, producto en ~l1 mayoría del grupo que ·encabezaba la columna, que hab~a partido desde los locales del gremio de los obreros de Vasena~

Se tumbó y prendió fuego a automóviles, se tomó pasajera­mente por asalto una estación de tranvías, un asilo de huér­fanos perteneciente a la Iglesia fue saqueado y hubo intentos de robar armas.314 Cuando la caravana, que a esta altuta reu-nía a varios miles de individuos, llegó al cementerio munici­pal, la policía los estaba esperando; en la batalla subsiguiente murieron por lo menos una veintena de obreros.315

La huelga general fue, pues, un producto espontáneo de la refriega en las cercanías de Vasena. El proceso de moviliza­ción que tuvo lugar estuvo regido por tres parámetros gene­rales. Primero, la violencia de los huelguistas fue hasta cierto punto función de su grado de proximidad a los talleres Vase­na, siendo particularmente marcada entre los residentes de Nueva Pompeya, quienes durante las semanas anteriores ha-bían sido hostigados por la policía·; la huelga tuvo escaso eco, por ejemplo, en Avellaneda, del otro lado del Riachuelo. Se­gundo, el grueso de los huelguistas eran obreros industriales; la participación de grupos más concentrados, como los ferro­viarios o los portuarios, fue mucho menos notoria -los fe­rroviarios aún se hallaban desorganizados. luego de la derro­ta sufrida el año anterior, en tanto que los portuarios seguían su propia línea de acción, conducidos por la FOM-. Terce­ro, y como consecuencia de lo precedente, aparte del funeral el rasgo más notable fue que en la acción intervinieron fun­damentalmente pequeños grupos desconectados entre sí, mo­

. tivo por el cual la huelga fracasó rápidamente cuando llegaron · ias tropas. Gran parte de la violencia atribuida a los huelguis­-tas fue en verdád obra de pandillas de jóvenes con muy escasa percepción de los límites de clase.316

·. Esta pauta fue en cierto modo quebrada por un grupo, un sector de los tranviarios; en este caso es mucho menos fácil establecer un nexo entre la acción llevada a cabo y la proxi­midad a los talleres Vasena, y además se mostraron más or­ganizados y capaces de una acción .bien planeada que los res­

. tantes grupos.· Un testigo describió así uno de los incidentes que protagonizaron:

<e .. pude ver al grupo de alborotadores que había detenido : á un ómnibus y que obligaba a descender a su numeroso pa­saje. La evacuación se realizó atropelladamente y sin protes­tas. Inmediatamente hicieron descender también al conduc-tor· y al guarda, que salieron en silencio y de mala gana. Vi dómo el interior del vehículo era rociado con líquido de · botellas que seguramente no habían sido encontradas

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p;;;14MJl~l!ill-- . ·

en la calle, .y v~. cómo en un instante era envuelto por las mas. El espectaculo me resultaba indignante, no tanto por. atropello del incendio, como por la loca alegría de los bail­los saltos de danza salv.aie; y los gritos de los desenfrena autores del atropello».311

No deja de ser significativo que, según una autoridad en:'~ materia, la fundación del sindicato de los tranviarios se reI monta al 10 de enero de 1919.318 Los elementos de coor'd', nación Y de estrategia _q~e s?gieren. l~s acciones de sabotáj d_an a entender que ex1st1a cierta af1rudad entre los tranvi rtos y grupos como los obreros ferroviarios de Rosario e 1917, y los obreros de los frigoríficos de Berisso y Avellaf~ neda; en. ca_d~ uno de estos grupos se estaba produciendo ui{ proceso mc1p1en te. de sindi~alización, y la violencia reflejab( los esfuerzos tendientes a imponer la solidaridad. ;' Salvo casos excepcionales como el de los tranviarios que uti; r 1 , 1 11 ' " izaron e motm . en os ta eres Vasena como excusa par{ plan_t~ar sus prop10s reclamos, la acción de la mayoría de los · P?rtlc1pantes en la huelga general es explicable en buena me~ d1da por los efectos desencadenantes de los sucesos del 7 dé' enero! pero esto no significa que Ja huelga haya sido casuai' o a~~1dental:, e~tuvo estrec~amente condicionada por la prif vac10n econom1ca de traba¡adores como los de los tallerés Vasena: l?s tranvías y las fábricas. La refriega del 7 de enero' deter~mo que la huelga tuviera un carácter espontáne0'1' ' emocional y carente de objetivos precisos. '. . Pese a Ja intervención de los tranviarios, nada sugiere qu!l' · con esta huelga se haya pretendido atacar al Estado o al sis; · tema capitalista; sería ir demasiado lejos sostener que fue mi: . prototipo de revolución obrera o de «lucha armada». Por lo demás, tuvo una duración efímera. La acción de los tranvia­rios se limitó al 10 de enero y al fin de semana que abarcó e~ 11 y 12; luer;o solo se produjeron ataques aislados a ve" h1culos o carrua¡es, pero ya no hubo manifestaciones masivas; Una vez que las tropas ocuparon la ciudad v comenzaron'ª organ~zar patrullas en )os ?arrias obreros, la· resistencia que todav1a quedaba se esfumo. La segunda mitad de la Semana Trágica estuvo signada por tumultos secundarios en procura de alimentos, al agudizarse la escasez de estos últimos. En términos generales, la huelga de 1919 fue más bien una su­cesión de revueltas desarticuladas que una genuina rebelión obrera. El movimiento se limitó a ciertas zonas de la ciudad Y atrajo muchos más'adherentes en algunos grupos que e~·

176

·. s. La división entre los sindicatos y los obreros no a~re­dos fue, asimismo, una de sus·características·saliente5'. ·:.

proceso de contramovilización

]1:1.rápido colapso de la huelga no representó el fin de la Se­,ihana Trágica: su fase verdaderamente trágica se inició recién d1tonces. A partir del momento en que las tropas salieron a.la calle, apareció un movimiento paramilitar integrado por Oiviles de clase media y alta. Este fue el primero de una serie de acontecimientos significativos del año 1919. El 1 O de ene-

. ro se celebraron reuniones en la zona céntrica de Buenos Ai-res con gran asistencia de público, que exigía que se tomaran

. medidas. Un grupo de civiles armados organizó patrullas y comenzó a acompañar a la policía y a las tropas del ejército. De este modo hizo su aparición en la escena un movimiento

·contrarrevolucionario de derecha, cuyo rasgo m:ás peculiar ·era que no estaba particularmente dirigido contra los huel­

.• guiStas, ni se centró en el foco original de los disturbios en ·Nueva Pompeya, sino que apuntó fundamentalmente a la co­munidad ruso-judía que vivía en su mayoría en Vi1Ia Crespo, un barrio relativamente próximo al centro. Esto reflejaba la creencia de que la huelga formaba parte de una conspiración

· revolucionaria conducida por comunistas ruso-judíos. En los •días siguientes fueron habituales escenas como esta:

. «En el medio de la calle ardían pilas formadas con libros y trastos viejos. [ ... ] Pude ver que a pocos pasos de allí se

; luchaba dentro y fuera de los edificios. Se trataba de un co­. merciante iudío al que se culoaba de hacer propaganda co­. munista. Me pareció, sin embargo, que el cruel castigo se hada extensivo a otros hogares hebreos. El ruido de muebles y cajones violentamente arroiados a la calle se mezclaba con

: gritos de "mueran los judíos, mueran ios maximalistas"».319

Los incidentes de este tino aumentaron después del 12 de enero,. cuando la policía dio a conocer la sensacional noticia de que se había descubierto una célula bolchevique entre los

·. inmigrantes rusos. Los hombres de prensa entrevistaron a tres prisioneros que habían sido apaleados v estaban casi in­conscientes, pero pronto se puso de manifiesto su total ino­cencia. El «presidente de la República Socialista» resultó ser

177

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co.laborador de un. diario sionista, y su «ministro del Inte' rior», un judío dueño de una pequeña fábrica. Sin embargo¡· durante un tiempo la ciudad entera creyó ingenuamente en la exist~ncia de una conspiración revolucionaria:

«Todos estos síntomas acusan la obra de una organización vigorosa, que ha estado al acecho de las perturbaciones huel­guísticas para aprovecharlas en su favor. Y la investigación policial [ ... ] descubre uno de los centros agitadores, cons- · tituido por un soviet de súbditos extranjeros, que ha venido expresamente a la república para tomar posesión de su go­bierno y para proporcionarle fórmulas de anarquía disolvefü ·· te, según el modelo de su país originario».32º

Aclaremos que tales temores eran completamente infunda, dos. No había agentes rusos en la ciudad ni existía conspirar; ción revolucionaria alguna. Indagaciones posteriores revela~ · ron que entre el armisticio y la huelga general solo dos rusos< habían arribado a Buenos Aires con el fin de promover apo; · yo para el régimen moscovita, y debido a las dificultades .. que tuvieron para entablar contactos en la Argentina, al poco· .. · tiempo se fueron a Chile.321

·]

La Semana Trágica mostró significativamente la neurosis de clase que experimentaban las capas altas y medias, y su aSO:f ciación automática de las· huelgas con las conspiraciones f>Qj

líticas, hábito que se remontaba a la generadón anterior, y · que tras permanecer en un estado reiativamente latente lue-i go de 1910, revivió durante las huelgas ferroviarias. En 1918 ' ya es notoria la histeria de las clases altas y medias de Buce nos Aires; fue en ellas, más que en la clase obrera, que la Revolución Rusa y los acontecimientos europeos posteriores : a la firma del armisticio ejercieron su mayor impacto. Un · vespertino conservador de Buenos Aires, El Diario, comen, taba en estos términos la acción de los piquetes de huelga eri Rosario en octubre de 1918:

«¿En qué se dif eren cía lo acontecido [ ... ] de los escándalo·¿ terroristas en Rusia? Es un conato de soviet ejecutivo e imJ: pulsivo, que procede como proceden los soviets del maxima;~ lismo moscovita».322 ·

Tales temores se avivarnn después del armist1c10, mientra los cables internacionales informaban sobre los efectos inmé' diatos que este había tenido en Europa, y en las demostr~~

178

,dones populares para celebrarlo el PS sacó a relucir una ban­dera roja. Pocos días más tarde los socialistas se vieron for­zados a desmentir un rumor propalado por la policía acerca de 9ue estaban traman~o una revolución.323 A ello le ¡iguió, a fines de mes, la manifest~n anarquista, al día siguiente

· de l,a c:ial, ~n la Avenida de Mayo, donde la manifestación 1hab1a sido dispersada por la policía, la multitud se desbandó

• 0buscando refugio ante falsos rumores de que se habían colo­, cado b<;>~bas.324 El ~ de diciembre se produjo una huelga de los pohcias de Resano, y aunque su causa obvia era el atraso

, : de nueve meses en el cobro de sus sueldos de inmediato co­':rrió .la voz de qu~ había infiltrados comunÍstas. El periódico · Revrew of tbe River Plate, por ejemplo, creyó percibir en la :huelga «por lo menos el germen de un soviet».325 También

: : se afirmaba. que todos los días llegaban al país agentes rusos, .d~ cual motivó que el 10 de diciembre el representante britá'­: r;ic? presentara una queja formal ante el gobierno.32'6 Por

1 ulumo, cuando el año llegaba a su fin se tuvo noticia de la :'~uelga planeada por la FOM para el l'? de enero.

En algunos casos (p. ej., el de los «agentes rusos») estos . · .. temores eran totalmente irracionales, mientras que en otros 's~ establecían ,falsas. conexiones. entre hechos por completo

x. a¡eno~ entre s1 .. fi fm~s d~ noviembre, José Ingenieros, un prommente soc10logo izqmerdista, pronunció una conferen­. cia sobre el. t~ma del ~axir:ialismo, que junto con la polémi­

. ca que suscito se constituyo en otro factor que alentó el di­: m~ de rumores infundados. Refiriéndose a la reacción pú­

blica frente a su conferencia, Ingenieros trasmitía en estos términos el creciente estado de alarma de que daba muestras la población:

. «Al ?í~ siguiente [de ia conferencia] el obispo de Córdoba publico una pastoral contra el maximalismo. [ ... ] Dos días después los anarquistas realizaron un meeting que terminó

.. con muertos y heridos en la Avenida de Mayo. [ ... ] Ocho días después, la policía y los bomberos del Rosario se decla­

.í raron en huelga de acuerdo con los obreros· colisiones muer­; tos y heridos .. Aho~a, según m~ dicen, se

1

prepara u~a gran ,, huelga revoluc1onana, para la epoca de la cosecha con los ·ferroviarios.y los obreros del puerto. Mientras tanto'. circulan . manifiestos entre el ejército y la policía [. .. ] [y] eri todos , los lqgares públicos de la república se distribuyen volantes [ ... ] en los cuale.s mi nombre se halla siempre complicado , en la propaganda maximalista».327

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___ >1)¡,,...... ........ ---:-- - ----.. ¡¡;¡¡*\_,orí esto cobró impulso la decisión de tomar represalias,

mo se hace'patente en el siguiente fragmento de un discu pronunciado el 8 de enero por un diputado conservador:

«Hace poco tiempo, estando en uno de. los balcones de,: casa, vi pasar una manifestación que estaba terminanteme · prohibida por la ley 7 .029 [de Defensa Social ].328 [ . :i Esa iµultitud [ ... ] cada vez que se encontraba una bande argentina [ ... ] gritaba "Abajo la bandera argentina", y 1 vigilantes escuchaban impasibles esos gritos subversivos: odiosos para el patriotismo nacional. [. .. l Exi::ten en país, diseminados en todas partes, gran número de agitado de profesión que van mucho más lejos que los señores so. listas. [: .. ] Esos hombres ofrecen a la multitud un prog . ma máximo [en el cual] figuran todas las violencias. [ .. ;¡)¡; Estamos hoy sin defensa; levantémonos a la altura de Ial' sítuación y pidámosle al gobierno sin recriminaciones d2 ninguna clase, que ponga remedio 'al mal que socava hasfa\' en sus cimientos más sólidos a la sociedad argentina».329 r(

·t·:

Finalmente, cuando se produjo la huelga general, ese imouls&J hacia la contramovilización fue alimentado por rumore; que~ c.r~zaron de sur a norte ia ciudad. Comenzaron a circular noi\, t1cias confusas y deformadas sobre los sucesos del día: "{

«Las. noticias son graves: los huelguistas están armados hasta.,> los dientes; han levantado barricadas en todos los barrios de' la ciudad; incendiaron cuatro iglesias y dos asilos y se dispo:);< nen a atacar las estaciones de ferrocarril. [ ... ] Resuelvo en~/ ~aminarme a la plaza del Once. [ ... ] Silencio absoluto. So.(·.· lo, de vez en cuando, el repiqueteo precipitado de una cam-. panilla de ambulancia sanitaria rompe la tranquilidad de esta· noche de verano».3ao ·

Lo importante de este movimiento «patriótico» (como se, autodenominaba) era que, atravesando las fronteras partida" rias, u;iía a ~rupos extremadamente diversos de la burguesía;.¡ argentma, siendo apoyado por los legisladores radicales y · .· conservadores, quienes el 10 de enero, cuando se realizaron las reuniones multitudinarias en la Plaza Congreso contribu­yeron a convertirlas en acciones concretas. En di~tintos ba­rrios ~e la ciudad el movimiento recibió el apoyo de la aris-' tocracia rural, los políticos, los miembros de los comités ra. dicales, el clero, los militares y los4'rombres de negocios. Al;

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o. tiempo habían aparecido en varios de ellos «comités de nsa» que utilizaban las comisarías para organizar a las

trullas y distribuir las armas. Los hijos de los aristócratas " aban los automóviles de sus familias e incursionaban con os en los barrios de los inmigrantes. ::poco tiempo el movimiento tuvo un alto nivel de orga­. ación, conducción y estructura de mando. Sus jefes eran grupo de antiguos oficiales de las Fuerzas Armadas que se ían diariamente en el Club Naval, desde donde emitían

\órdenes pertinentes y tomaban las medidas para adiestrar s civiles en el uso de las armas. Todo esto se hallaba en do contraste con las características estructurales adquiri­

i!;s' por la huelga. Otro rasgo notorio del .movimiento «~a­lliótico» era el de mantener los roles preexistentes: las acc10-'~s, eran dirigidas por miembros de la «alta sociedad», en ~nto que los militantes rasos eran en su mayoría de las cla­' s ,medias urbanas. En sus manifestaciones externas, el mo­. 'ento reflejaba, asimismo, la difundida creencia de que,

como ocurriera con los ferroviarios en 1917, el gobierno dical no haría nada por contener la huelga, dejando así el mino abierto a una revolución de los obreros inmigrantes. ·.vivieron así los temores y prejuicios tan evidentes durante :período de inmigración masiva, una década atrás.

l,teacciones del gobierno

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turas'»~331 Después de la manifestación anarquista ª.fines de ese mes .hubo;: empero, algunas señales de aprehen~ion: «No caben en la República los maximalistas, que han vibrado ~o­rno relámpagos de reacciones y venganzas en el alma atrofi~­da del muiík».ª32 Al declararse la huelga policial en Rosario el gobierno ya estaba al borde delpánico: se cu}paba de la .· huelga a los anarquistas y se sostenla que se babia encentra-· do en la ciudad propaganda bolchevique,333 t~as lo cual se hacían apelaciones patéticas pero cada vez. i;nas ame:iazado­ras a los obreros con el propósito de urgirlos a evitar los tumultos.

«La hora no es de agitaciones airadas. [ ... ) Es de .trabaj~ silencioso y tenaz. Ha llegado el momento de combmar ~s., · fuerzos y aunar voluntad~s para aplicarJ~s a la tarea com~ · de reconstituir la prosperidad de la nacion. [._. .] J:?el presi- . dente Y rigoyen, de su patriotismo y de su simpa tia por fa . causa de las clases desposeídas, no pueden recelar los tra~a~ · jadores. Le han visto rectificar la direcciói; de la política.·. social argentina, haciéndola más human~ y .Justa, ~ep~rando · los intereses del Estado de las convem~nC1as capitalistas Y, mediando imparcialmente en todo conflicto suscitado .entre . obreros y ·patrones. Sería juicioso, entonces, que dep~s;taran su confianza en él, absteniéndose de perturbar la accion del'• Estado tloln difícil de suyo en los momentos actuales. De . otro m~do, caerían en una tentativa descabellada cuyas co~: ·

1 . 1 t 334 ·'. secuencias serían os primeros en amen ar». ·1

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lelos con la revuelta de 1890 en la que se había oblig!!do a dimitir a Juárez Celman.336

A la sazón el gobierno también tenía dificultades con el re­belde Grupo Azul de su propi~rtido; había envueltos en las intrigas algunos miembros del gabinete, y parecía que cada una de ellas hacía correr al partido cada vez mayor pe-ligro de desintegrarse.337 Por último, el gobierno recibía ad­vertencias sobre las actividades de los bolcheviques en Bue­nos Aires; el cónsul argentino en Río de Janeiro dio cuenta

.· del descubrimiento de un complot bolchevique en Brasil ... y de las intenciones de hacerlo extensivo a la zona del Río

de la Plata; 338 el embajador de Estados Unidos en Buenos · Aires pidió que se hiciera una investigación para evitar males mayores, luego de que se le informara desde Washington que se estaba urdiendo en la Argentina un plan para asesinar al presidente Woodrow Wilson. 339

Al comenzar la huelga en los talleres Vasena, en diciembre, La E oca con una risa co habitual denunció ue era 1a obra de «agitadores oráneos» y p,uso particular énfasis al

. destacar que se habían enviado agentes policiales.340 Aunque esto bien podría ser un refie}oCle los temores dcl_g@_i.e.mo !~o de las mamfestac1ones anarquistas, hay otra explica­

. e~ más convincente. Junto al informe sobre h .clg~-. reC1a en a poca un artícu o en el_gye se negaban de plan.Q c~rtos rumores sobre cambios i,g_minentes en el gabine.t~

' persona vinculad~_s:gn estos rumores era Leopoldo Mela, de ·quien se decía ue iba er designado ministro deLfo.t~ri.9L....

elo era uno de los más fer o sos efensores de aliados. y. líder del Grupo Azul disidente, 4 pero lo que es más im­

•· P,ortante, era también director y asesor legal de la fábrica Nasena. -·--~'fü2areñí:emente, el hecho de que el gobierno recurriera en · _t1 primer momento a la policía tenía corno resunto ob'etivo .cgnguistar a uena vo unta e Me o, interpretación que se ·:U.e fortalecida cuando e torn conocimiento de ue al anun­c~r Melo finalmente que segyfil_gponién ose a Y rigoyen,J.l! p. olicía fu~_..d~)11mediato retirada de la fábrica ~ dejQ__g~ .·la~s S1.fil!leran su curso hasta el 7 de ener __!_" ·· Ese díaef gobierno se puso oficialmente ~e_de_la...p.o­

Jicía y en contra de los huelguistas, pero, a la vez, re.tomó .9Q!1tac1J con la FÓRA y trató de imponer un arbitra·s;.3~ t$!sult do e acuer o con a FORA en el sentido de ue

»la policía no actuaría, a fin e evitar ulteriores incidentes .durante el funeral.944 Esta promesa fue fielmente cumplida,

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Y_:..~1l9EJ?liGa en.pa.t.k_J2or ~_la policía apareció tan t r l!!..ent~~l 9 de ~· Así pues, en términos generales, antes· de la huelga el gobierno todavía se resistía.a poner fin a sus: contactos con los sindicatos, aunque su posición era tensa~~; cada vez más débil. '.{ Ha subsistido un solo relato acerca de la acción oficial del. día 9 de enero, proveniente del representante diplomático: británico, Sir Reginald Tower. Cuando los directivos de los talleres Vasena se vieron rodeados por los huelguistas en las· oficinas de la compañía, de inmediato tomaron contacto te!.: lefónico con Tower, quien pasó varias horas tratando d~ reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Honorfo Pueyrredón. Una delegación de hombres de negocios enea,;: bezada por el presidente de la Sociedad Rural, Joaquín Am · chorena, concurrió a su despacho y juntos se encammaron a. la Casa de Gobierno con la esperanza de encontrar a Puey., . rredón; pero se les dijo que no se hallaba allí. Fue entonces. que su nombre quedó asociado a cambios inminentes en el gabinete. Tras larga demora, la delegación fue recibida por .· el ministro interino Diego Luis Molinari, y luego por el mi; nistro del Interior, Gómez, quien según Tower «prestó a nuestra representación mucho menos atención que la que hri: biéramos deseado». Finalmente el iefe de policía, Elpidio González, que acababa de ser designado esa misma mañana; saiió de la reunión de gabinete anunciando que era su pro~ pósito visitar el lugar de los hechos. Tardó bastante en vol­ver, porque los huelguistas prendieron fuego a su automóvil, Recién entonces se resolvió apelar a la policía.345 . : .

De manera que, 2ese a su evidente desorientación, el gobier.• .• no no tomó a la ligera la decisión de recurrir a su 12oder de policí~:..Jodavía le importaba no cargar con las culpas que.se·. Je P,uCiieran atribuir. Además, de los comentarios de La· Epoeq · ~E_uci:_,q~e también quería poner a resguardo su reTación ·· cgn los «smillCaTIStaS». En el periódico se negaba que en ·la; huelga intervinieran los obreros, y se culpaba de ella a los chivos expiatorios tradicionales, los anarquistas: ..

«Se trata de una tentativa absurda provocada y dirigida por elementos anarquistas, ajenos a toda disciplina social y extra­ños también a las verdaderas organizaciones de trabajadores•. . Porque no se trata de un movimiento obrero. Mienten quie• nes lo afirman. [ ... ] Adhieren [a la huelga] bajo la caer" ción que ejerce una minoría airada y por el temor que infud.:' den las represalias futuras. Y ¡¡n los trabajadores que apa" ·

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.~~cen complicados en los. actos. tumultu~~~s de ayer han re-.. sultado instrumentos de los agitadores».

· En definitiva el 11 de enero el gobierno llegó a un acuerdo EOñTci~-~~alis.taS}>-:-ll cambio de la li6ertad de los pris~Q: neros que había hegho la policía y de aumentos de salarios de un 20 a un 40 % para los trabajadores de Vase~­

. FORA anunciaría el levantamiento de la huclga.347 Pero p.a.: ra entonces el gobÍerno ya casi había perdido_por com.pkto el control de IOSacontecimientos. Q!:ro de los sucesos es2~ taculares de la mana....Itágica se produjo en la tarde del

.· 9 e enero. El g§J..S:K_al Luis F. Dellepiane, co1:1a?d~mte .de l¡¡, uarnición de Cam o de Mayo, en las proximidades de 1

• Capital Fe er · presentó inespera a~~.R~­sa a con un batallón equipado con piezas de .artJllena- li­viana y ametralladotas.Una leyenda n_Q verificad~ ¡i,s_<:~~a que en esas drcu~stancias Y rigoyen le ofreció a DellepJ.aue su renuncia, en la seguridad de que se trataba de.un gº1.Re. dt; Estado.348 Por cierto que si Dellepiane lo hubiera querido podrialíaberse hecho cargo del gobierno, y ha7 también bue­nos motivos para creer en los temores de Yngoyen. El~­pio Dellepiane rey:e.ló más tarde que antes d~ .entrar e~Ja Capital se le había acercado un grupo de «m1htares_retlra­c:lOS» con el objeto ·ae preparar una rebelión !?~9 Si e.si.a. ñO se materializó ello se debió ue Dellepiane era 1m anti­guo simpatizante' ra ica desde los ~ías del noveÍJ.tJ.~. Sin eJJJ­~go_,,1ªclarduración de si: apoyo, sm e~ cu.al el ~~b1ern.o...ha~ bría gue a o totalmente aislado y habria sido faql presa-de. losdefensores del cou d'Etat, uedó condicionadJ!_JLq11s:_s;s:_ a oQtaran firmes medí as para reprimir a ue ga. A causfl dé ello el 9 de enero el gobierno ex enmentó una volte a~~ fon amenta · en u ar e su rimitiva osici' c e iatoi;IB se vio orza 'o a sumarse a la caza de brujas. Desde ent~nces su voz se alzó tan alta como cualquier otra en la denuncia de la huelga como una conspiración revolucionaria, alentando a los miembros del partido a que se unieran a las bandas pa.ra­militares y explotando en su propio pr?v:e~ho la ~e~vahda situación de los inmigrantes y los pre1u1cios tradicionales contra ellos. En una oscura referencia a la comunidad rusa, La Epoca declaró, el 19 de enero: « ... los verdaderos auto­res de los sucesos ocurridos solo representan el 1,18 % de la población del país y el 1,79 Of:i ~e la Capital Fe~eral».3~º Una semana más tarde El Diario mformaba que cierto nu-

. mero de radicales de los comités de barrio habían renunciado

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8. 1919 I

En enero de 1919 el gobierno radical estuvo casi al borde de ser derrocado por un golpe de Estado militar; durante gran parte-de lo que restaba de ese año debió luchar para salvar del naufragio su política laboral y mantener a raya a la opo­sición respaldada por los militares. A corto plazo, el resultado más importante de la Semana Trágica fue el rápi®-.mJgU institucionalización de la or anizacroñataffiilitar dirigidª_p_QJ los conservadores gue a ía sur~e...la.Jm~

· El 19 de enero se celebró una reunión en el Club Naval pre­. sHida por el contralmirante Domecq García y a la que asis­

tieron representantes de todos los clubes aristocráticos impor­,t,antes de Buenos Aires y de algunas destacadas asociacio­~es militares; entre ellos cabe mencionar al Jockey Club, el .,prculo de Armas, el Círculo Militar, el Yacht Club, la Aso­~iación de Damas Patricias y miembros de la jerarquía ecle­

' ,~iástica: casi la totalidad de la élite conservadora. Se aprobó ;,una resolución que instaba a continuar la guerra contra las ·;«ideologías foráneas» y los «agitadores foráneos», así como a

i~ ... estimular sobre todo el sentimiento de la argentinidad, ,manteniendo vivo y animado en todo momento el espíritu ,de los conciudadanos, cualesquiera que sean sus creencias re-.ljgiosas, sus opiniones políticas, su edad o fortuna, y el recuer­'~º del heroísmo y sacrificio generoso de los antepasados que · 9s dieron patria. [ ... ] Inspirar al pueblo amor por el ejér· · . y la marina, y que formar parte de sus filas es un ,eber y un honor ... ».352

·¡¡.;

-~ allí surgió la Liga P~triótica Argentina, ~ habr~a de . en los tres años si Uientes la más poderosa asociación ítica el a1s. . •

iga tuvo SU$ orígenes en el período de inmigración roa- l v,a e fines del siglo pasado; fue en muchos aspectos con- ~ ñ~ación de los movimientos nativistas que aparecieron en '.stintos momentos en los grupos tradicionales como reac- ,