CUENTO

Había una vez, un Princesa que se llamaba Cenicienta. Vivía con su abuelita en el

bosque.

Un día que la abuelita no se sentía bien y se quedó en la cama, llamó a la

Princesa Cenicienta y le dijo:

- Cenicienta, al salir de la escuela tráeme una manzanita para hacerme un té. No

te quedes jugando y vuelve pronto.

-Si abuelita. Y en cuanto lo dijo, la nariz le creció un poquito.

Como a Pinocho, se fue rápido para que la abuela no lo viera.

Cuando iba a la escuela se encontró con uno de los enanitos que estaba

preparando una caña para ir a pescar.

-El enanito le dijo: - Hola Princesa, ¿quieres venir a pescar al lago cerca de mi

casa?

-Vamos, dijo Cenicienta, olvidándose de los consejos de la abuela.

Cuando llegaron, la Princesa se asomó a la orilla para ver a los peces y quiso

tocarlos, y en un descuido se cayó al agua. El enanito la quiso ayudar a salir pero

solo no pudo. La Princesa gritaba asustada. El enanito fue a buscar a los otros y

entre todos con una soga lograron sacarla. La llevaron a la casita, Cenicienta

lloraba y tenía mucho frío.

Uno de los enanitos le secó las ropas al fuego, entre dos la metieron en la cama;

otro le dio la sopa caliente, uno le contó un cuento, otro le planchó la ropa y el más

chiquito le dio un caramelo.

De pronto Cenicienta vio por la ventana que ya era de noche y pensó en su

abuelita que estaría preocupada esperándolo con la manzanita.

Los enanitos le dieron un frasco para llevarle pronto a su abuela y le dijeron que

con eso se le iban a curar todos los dolores.

La Princesa tomó el frasco, se despidió de los siete enanitos y se fue corriendo

hacia su casa.

Cuando llegó, su abuelita estaba preocupada y le preguntó a Cenicienta que le

había pasado que venía tan tarde. La Princesa Cenicienta se puso a llorar y entre

sollozos le contó a su abuela lo que le había pasado; y le prometió no distraerse

más por el camino y hacer lo que la abuela le pedía. La Princesa Cenicienta fue a

la cocina y le preparó el té con la hierba que le dieron los enanitos.

La abuelita lo tomo y se comenzó a sentir bien, salto de su cama y se puso a

bailar, pues estaba muy feliz de que ya no le dolía nada.

En eso, se dirigió a Cenicienta señalándole que irían a casa de Blanca Nieves

para compartir su felicidad. Y cantando hicieron una maleta y partieron.

Al llegar al castillo donde vivía Blanca Nieves les contaron que un día, aparecieron

unos rufianes y secuestraron a Blanca Nieves, dejando en la casa una nota que

decía: si quieren volver a ver a Blanca Nieves, nos deben dar a cambio 100

millones de dólares, atentamente Bruja Malvada.

En ese momento llegaron los tres cerditos, los cuales se veían preocupados, no

porque se llevaran a Blanca Nieves, sino porque nadie les haría la comida ni les

limpiaría su casa mientras trabajaban, así que presurosos llamaron a la policía, al

llegar le marcaron al grupo táctico de antisecuestros, el cual estaba formado por la

líder Caperucita Roja, que poseía poderes psíquicos, Rapunzel, la cual estaba

encargada de la organización y los sistemas de cómputo del equipo, Pinocho, el

cual era un ninja experto en combate y artes marciales.

Al realizar la investigación pertinente, Caperucita utilizó su poder psíquico y

localizó el lugar donde tenían privada de su libertad a Blanca Nieves.

Rapunzel inmediatamente buscó la dirección en internet y la localizaron, por medio

del sistema GPS. Mientras tanto en su castillo la Bruja Malvada seguía todos sus

movimientos a través de su espejito mágico, y al darse cuenta de que iban en su

busca, mandó a su fiel ayudante Peter Pan a que les tendiera una emboscada con

una bazuca y unas cuantas granadas.

Afortunadamente, Cenicienta por medio de su computadora le insertó un virus y un

nuevo vídeo en donde su coche explotaba en una emboscada, al verlo la Bruja

Malvada se alegró y se dispuso a descansar, metiéndose a bañar muy confiada.

Afortunadamente Peter Pan falló en la emboscada, puesto que el lobo-móvil, como

así llamaban a su vehículo, no tuvo problema alguno para atravesar la

emboscada. Al llegar al castillo el equipo tuvo una gran dificultad para entrar

dentro, puesto que estaba cerrado, así que decidieron mandar al ninja Pinocho a

escalar por una pared y ya del otro lado les abrió.

Dentro inició una gran batalla en donde poco a poco los malvados estaban

ganando, Peter Pan los alcanzó e inició una feroz batalla a espada con el valiente

Pinocho, pero le tenían una trampa especial para él, le arrojaron un enjambre de

termitas para que se lo comieran.

Afortunadamente, Caperucita las detuvo con su poder psíquico y cuando parecía

que serían vencidos, apareció un Ferrari de color rojo, derrapando a toda

velocidad y con música a todo volumen, pero todos sorprendidos veían que se

manejaba solo, hasta que de pronto se abrió la puerta y bajaron los tres cerditos

dándoles una golpiza a todos los que se topaban.

Afortunadamente, lograron retener a Peter Pan y sus secuaces, mientras tanto

Pinocho y Caperucita iban tras la Bruja Malvada que se encontraba en su castillo,

embelleciéndose frente a su espejo. Qué desagradable noticia para la Bruja

Malvada puesto que la arrestaron.

Blanca Nieves fue liberada y regreso a casa donde la esperaba la abuelita y su

nieta la Princesa Cenicienta, al llegar le dieron un fuerte abrazo y le dijeron que se

tendría que conseguir unos guardaespaldas para que no sucediera lo mismo, a lo

que Blanca Nieves comento que buscaría al príncipe para que le prestara a uno de

sus guapos guardia, y siguieron platicando muy felices hasta el amanecer.