View
216
Download
1
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1985/06/16
Citation preview
El «Gap Palomo» cuando, el 23 de agosto de 1923 zarpaba rumbo a Lisboa. Por su proa, el velero de cinco palos «Cari Vienen»
Santa Cruz de ayer y de hoy
Cuando en el silencio crecía elviento de la mar
Con la limosna de la brisa en las vélaselas fragatas, goletas,bricbarcas y bergantines redondos llegaban a la buena ciudad mariñera. Con estos veleros, al ritmo cansino de sus alternativas lohacían los vapores que, empenachados de humo y con buena siem-bra de puntales daban fondo en la dársena para hacer consumo yrefrescar la aguada.
Todos eran barcos de casa,huéspedes fijos del Atlántico is-leño, la verdadera sal íntima dela vida marinera de Santa Cruzde Tenerife. Llegaban moliendoespumas, rompiendo mares ycon el negro y espeso penachode humo sobre la estela que,como un río blanco, quedabapor la popa. Daban fondo trasnoches de pesadilla y guardiascontinuadas y, al aire la obraviva de sus lastradas, traían elllanto rojo de las planchas yportillos chorreando herrum-bre sobre la obra muerta.
Ante la imagen que ilustraestas líneas, preguntarnos quése hizo de la gracia de las arbo-laduras, la altivez de los palosy las chimeneas y, también, delos cascos finos y elegantes,cascos escualos y cuchillos quecortaban todas las mares.
El tiempo ha pasado con díasy noches y ha ido borrando mu-cho de lo que bien sumó un nu-do más al hilo de nuestras vi-das. Hoy volvemos a la expe-riencia salobre y, con la injustamanía de los olvidos, a la justay buena de los recuerdos. Aho-ra, evocar el trasiego de los vie-jos carboneros fatigados —to-dos con palos y chimeneas demucha guinda y en candela— y,también, a los trasatlánticosapresurados, a los antiguos co-rreos de la Trasmediterráneaque, en el Muelle Sur, daban alaire su contraseña. Con ellos,fruteros empenachados con loscolores de Pinillos, Thoresen,Yeoward y Oldemburguesaque, con los de la Forwood y losen tránsito —Castles, MalasReales, «paquetes» de la Eider,«colorados» de la Bullard King,
«burras mansas» dt; la üenníe,«bufandas» de la Blue FunnelLine, etc.— tanto y^an bien tra-bajaron en pro de la exporta-ción de las frutas isleñas.
Ante la imagen volvemos acuando los barcos andaban avapor, devorando carbón porsus hornos, aquel Cardiff de. po-co humo y mucha fuerza queentonces daba vida a casi todoslos mercantes que eran en lamar. Venían a Santa Cruz deTenerife con la precisión de loscorreos de las navieras Trasa-tlántica y Trasmediterránea,con la de todos los que trillaroncon monótona constancia la lí-nea de estas aguas y las delPuerto de la Cruz.
Aquí, en la antigua fotogra-fía de Adalberto Benítez, la es-tampa gallarda del «Gap Polo-nio» cuando, el 23 de agosto de1923, siempre al mando del ca-pitán Ernesto Rolin —HijoAdoptivo de Santa Cruz de Te-nerife y comodoro de la Ham-burg-Sudamerikanische— recalópor nuestro puerto. Venía deBuenos Aires, Montevideo yRío de Janeiro y, con 405 pasa-jeros —aquí embarcaron otros-siguió viaje a Lisboa y Hambur-go, despachado por don JacaboAhlers.
Cuando el «Cap Polonio» diofondo a la sombra de Anaga yatracó en el Muelle Sur, acaba-ba de hacerse a la mar eluPer-sic», un «mamaria» de 4 palosque, al mando del capitán Da-vies, venía de puertos austra-lianos y Ciudad del Cabo con162 pasajeros para Southamp-ton. También -había zarpadootro trasatlántico, el belga«Thysville» que, desde Matadí y
i ATENCIÓN TENERIFE!DiGELSA, S.A.
PRECISA PARA SU DEPARTAMENTO COMERCIAL:3 Jefes de grupo con coche
10 Agentes de ventas2 Repartidores
OFRECEMOS:—Ingresos superiores a 70.000 ptas. mensuales co-
misionables, más pluses.—Cartera de clientes.—Formación a cargo de la Empresa.—Seguridad Social, pasado período de prueba.
Intresados presentarse mañana Lunes de 10 a 1 y de 5 a7 en C/ Garcilaso de la Vega, n° 15, Edf, Tacande, oficina 2, oen Las Palmas C/ Lucas Fdez. Navarro, 5, 1°.
Dakar/ al mando del capitánLeemans, traía 191 pasajeros asu bordo. Buzo carbón y laaguada yf posteriormente, fuedespachado por sus consigna-tarios en esta capital para lospuertos de Casablánca, Lisboay Amberes.
Otro de los barcos que habíazarpado era el frutero linglés«Matína» —de la Eider FyrTes—que, en lastre, procedente deLiverpool había llegado paracargar huacales de plátanoscon destino a Garston. Este noera otro que el antiguo «Moe-we» que, como crucero-auxiliarde la Marina de Guerra alema1
na, durante la primera contien-da mundial llevó a cabo doscampañas contra el.tráfico co-mercial aliado. En el primerode ellos, con las tripulacionesde los barcos hundidos envió aSanta Cruz al «Westburn» que,tras desembarcar a los prisio-neros—venía con bandera ale-jníima y dotación de presa— fue
I lido por su tripulaciónírente a Las Teresitas, ya que elcrucero inglés «Sutlej» vigilabasu salida. Hoy, la campana del«Westburn» bien luce, cargadade años e historia, en la torrede la iglesia de San Andrés.
Aquel 23 de agosto de 1923fel «Gap Polonio» atracó pararealizar operaciones en el Mue-lle Sur, y cuando ya se hacía ala mar —en el «avante poca» delas salidas y el ancla a pie deroda— Adalberto Benítez, elbuen fotógrafo, con su maestríadesde el extremo del espigónlogró la imagen qiíe refleja unantaño casi reciente.
En primer término, la boyaroja que, con luz del mismo co-lor, a nuestros años niños llegóseñalando el límite del vertidode la escollera. A la izquierda,y en la costa, los almacenescarboneros de Hamñton, CaryHermanos y Depósitos de Car-bones de Tenerife. La canterade I»a Jurada apenas ponía suseñal de piedra rota en lasmontanas de Anaga y, haciaSan Andrés —el antiguo Vallede las Higueras o de Salazar4-se adivinan las playas de MaríaJiménez, Jagua, Los Pasitos yLos Trabucos.
Por la proa del trasatlánticode la Hamburg-Sudamerikanis-che —naviera ligada a SantaCruz de Tenerife desde 1872con sus «Brazilian», «Santos» v«Río»— La silueta elegante el«Cari ¥innen» que, de cinco pa-los, tres días antes había dadofondo en estas aguas. El «CariVinnen», también de banderaalemana, era velero difícil declasificar, dado que cruzaba lospalos trinquete y mayor centraly, en los restantes —mayoresproel y popel, y también en elniesana— llevaba cangrejas.
El «Cari Vinnen» venía deCardiff con carga de carbón y,previamente, en Funchal habíadescargado parte del «bestWelsh» que abarrotaba sus bo-degas. Estaba entonces al man-do del capitán Müller y, enaguas de Santa Cruz, por ban-da y banda descargó en las ga-barras que, en la estela del re-molcador «Elsie» —de la firmaDepósitos de Carbones de Tene-rife— llegaban a sus costados.
Poco después de que el «GapPolonio» se hiciese a la mar,zarpó el «Garl Vinnen» que, enlastre y con todo el trapo largo,puso proa al Sur, hacia el leja-no puerto de Buenos Aires, Yfrente a Santa Cruz de Tenerifedesfiló uno de los cinco velerosque, construidos por la Kruppdespués de 1920 —con él, susgemelos «Adolf Vinnen», «Su-sarme Vinnen», «Christel Vin-nen» y «Werner Vinnen»— consus 2.500 toneladas y motoresauxiliares entonces causaronsensación en el tráfico maríti-mo.
De ellos, el primeramente ci-tado naufragó en el viaje inau-gural. Los «Christel» y «Werner»fueron luego convertidos enmotonaves y, vendido en Italia,el «Susanne» tomó primero elnombre de «Patria» y, más tar-de, el de «Imperatore»; el 16 dejunio de 1939, recaló por SantaCruz de Tenerife —en viaje aRío de Janeiro y Buenos Aires—para, por una falúa, desembar-car las crónicas que, para suposterior envío a Roma, habíaescrito el periodista Cesco To-maselli, de «U Corriere de la Se-ra», que viajaba a su bordo.
El «Cap Polonio» —que en fe-brero de 1922 fue el primergran trasatlántico que atracóen el Muelle Sur— también dejósu buena historia en el Puertode la Cruz donde, pilotado porel capitán Brunetto, en ciertaocasión dio fondo para desem-barcar pasajeros dado el tem-poral de Sur que azotaba lascostas de Santa Cruz. Por loque respecta al «Cari Vinnen»,cuando en 1939 comenzó la Se-gunda Guerra Mundial buscó elrefugio de la paz española enaguas de Cartagena. AHÍ per-maneció fondeado hasta que,en 1946, fue cedido a GranBretaña. Remolcado a Gibral-tar, allí estuvo hasta que, en1953, fue vendido para desguazar.
En las aguas entre SantaCruz y San Andrés, dos estam-pas marineras que, con el buenhacer de los hombres de la mar—con el sonar de la antiguacampana del «Westburn»— amuchos llega como el recuerdode un recuerdo, como cuandoen el silencio -crecía todo elviento de la mar.— Juan A. Pa-drón Alhomoz
Luces y sombras de El Hierro
El hombre de lamontaña
Habitaba en la Villa unhombre alto y fuerte, de ojosvivarachos y cabello negroy rizado. No tendría más desesenta años, pero su pesoera exagerado: no corres-pondía a su talla, y, cornosiempre andaba cansado ymuy despacio, parecía aúnmás viejo.
Cada día madrugaba pa-ra llegar pronto a una de suspropiedades. Guando Isidrollegó a su lugar de ensueño,sentóse en la pared junto alcamino. Para él no habíaotra tierra más bella que lamontaña erguida más alláde los llanos, cubierta dehierba verde y tierna. La la-dera mostraba siempre ri-cos pastos, y nunca se habíautilizado allí la hoz: una ca-bra firanca y otra moriscapastaban en ella algunosmeses del año, mostrándosemuy satisfechas y retozo-nas.
Había una higuera detronco robusto, de color gri-sáceo y tupido y verde ra-maje, que era una verdade-ra tentación para los anima-les herbívoros: en sus esca-padas solían comer ávida-mente sus hojas y púas; sinembargo, a cada primaverabrotaban nuevas ramas,muestras de su savia inago-table. Cada nisperero reve-laba su deseo de no parecer-se a los demás, y todos eran
altos, bien conformados.Isidro detúvose para as-
pirar las benditas esenciasdel amanecer; había obser-vado en huertas ajenas, a lolargo del camino que andu-vo para llegar a su terreno,que los manzanos ya esta-ban en flor. Uno de aquéllos,en la esquina de un huerte-cilio? era como un viejo ami-go, aunque sus frutos no ha-bían crecido mucho, y, másbien no eran apetecibles, sinembargo, sus abundantesflores semejaban blancosramilletes u oleadas niveasen aquellos amanecerespropios de algún paraíso,
Durante la noche el rocíolavó todo el polvillo de lashojas, y las dejó brillantes.En Ja montaña apuntaronlos primeros rayos de la au-rora. Y en su cúspide flotabaun velo frío, la bruma diá-fana.
El campesino Isidro con-templó largo rato la tierraque había cavado con suazada, arrancándole lasmalas hierbas y dejándolafina y ligera, sin terrones nimatacanes. Más abajo na-cían las habas, surgiendo dela tierra sus faojitas temblo-rosas. Con las primeras lu-ces también dibujábanse al-gunas sombras que lucíantan perfiladas como al clarode luna.— Flora Lilia Ba-rrera
5.000 pesetas por tenerel TeleDIA
Otro de los afortunados queobtuvo cinco mil pesetas cuan-do el equipo sorpresa de nues-tro periódico llamó a su puertay comprobó que tenía el Tele-DIA, suplemento dé TVE de ÉL
DÍA, en su casa. Se llama Do-mingo Morales González, y vi-ve en la barriada La Cepsa, blo-que tercero, número 68, deSanta Cruz.
LOCAL OFICINAO DESPACHO
C/. CARRERA LA LAGUNASuperficie 100 m2. Decorado. Con
garaje. Propio para cualquier tipo deoficina o despacho profesional.
Consulte precio y condiciones alteléfono:: 258910