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Esta obra está bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License. Borrelli, Marcelo, Cuadernos de H Ideas, vol. 6, nº 6, diciembre 2012. ISSN 2313-9048 http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/index Universidad Nacional de La Plata Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Laboratorio de Estudios en Comunicación, Política y Sociedad. Clarín frente a los años de Videla y Martínez de Hoz (1976-1981). Entre el apoyo político y la objeción económica (*) Clarin years against Videla and Martinez de Hoz (1976- 1981). Between the political and economic objection Marcelo Borrelli Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina [email protected] Resumen En este artículo proponemos una revisión de las principales posiciones editoriales del matutino Clarín frente al proyecto refundacional de la dictadura militar en la etapa 1976-1981, atravesada por los efectos del terrorismo de Estado, las medidas de apertura económica y de valorización financiera implementadas por la conducción económica y el intento desde las Fuerzas Armadas de plasmar un plan político que asegurara a largo plazo las transformaciones materiales e institucionales en curso. Para ello analizaremos particularmente los balances realizados por el matutino sobre la experiencia dictatorial al cumplirse los aniversarios del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 durante el periodo de estudio, momentos clave en los cuales el diario expresó su posición frente al derrotero del gobierno militar y sus expectativas ante el futuro político inmediato. Palabras Claves: Clarín; dictadura militar argentina; derechos humanos; prensa argentina; terrorismo de Estado Abstract In this paper we propose a review of the major editorial positions of the newspaper Clarín refoundational project against the military dictatorship in the 1976-1981 period, crossed by the effects of state terrorism, measures of economic openness and financial recovery implemented by the and economic leadership from the military attempt to capture a political plan that would ensure long-term material and institutional transformations underway. We will analyze the balance sheets especially made by the newspaper about the experience met anniversaries dictatorial coup of March 24, 1976 during the study period, key moments in which the newspaper expressed its position on the military government's road map and their expectations for the immediate political future. Keywords: Clarin; military dictatorship in Argentina; human rights; argentinian press; state terrorism Introducción En este artículo se presentan algunos de los principales hallazgos de la investigación doctoral del autor(1) que tuvo como objetivo analizar las posiciones editoriales del diario Clarín frente a la política económica del ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz (1976-1981) durante la presidencia de facto del general Jorge Rafael Videla (1976- 1981). El matutino Clarín, uno de los de mayor circulación nacional y que en ese momento estaba íntimamente vinculado con el ideario del desarrollismo, apoyó abiertamente los

Clarin y La Dictadura. Borrelli

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    Borrelli, Marcelo, Cuadernos de H Ideas, vol. 6, n 6, diciembre 2012. ISSN 2313-9048http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/index

    Universidad Nacional de La Plata Facultad de Periodismo y Comunicacin Social.Laboratorio de Estudios en Comunicacin, Poltica y Sociedad.

    Clarn frente a los aos de Videla y Martnez de Hoz (1976-1981).Entre el apoyo poltico y la objecin econmica (*)Clarin years against Videla and Martinez de Hoz (1976-1981). Between the political and economic objection

    Marcelo BorrelliConsejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Universidad de Buenos Aires,Buenos Aires, [email protected]

    ResumenEn este artculo proponemos una revisin de las principales posiciones editoriales del matutinoClarn frente al proyecto refundacional de la dictadura militar en la etapa 1976-1981, atravesada porlos efectos del terrorismo de Estado, las medidas de apertura econmica y de valorizacin financieraimplementadas por la conduccin econmica y el intento desde las Fuerzas Armadas de plasmar unplan poltico que asegurara a largo plazo las transformaciones materiales e institucionales en curso.Para ello analizaremos particularmente los balances realizados por el matutino sobre la experienciadictatorial al cumplirse los aniversarios del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 durante elperiodo de estudio, momentos clave en los cuales el diario expres su posicin frente al derroterodel gobierno militar y sus expectativas ante el futuro poltico inmediato.Palabras Claves: Clarn; dictadura militar argentina; derechos humanos; prensa argentina;terrorismo de EstadoAbstractIn this paper we propose a review of the major editorial positions of the newspaper Clarnrefoundational project against the military dictatorship in the 1976-1981 period, crossed by the effectsof state terrorism, measures of economic openness and financial recovery implemented by the andeconomic leadership from the military attempt to capture a political plan that would ensure long-termmaterial and institutional transformations underway. We will analyze the balance sheets especiallymade by the newspaper about the experience met anniversaries dictatorial coup of March 24, 1976during the study period, key moments in which the newspaper expressed its position on the militarygovernment's road map and their expectations for the immediate political future.Keywords: Clarin; military dictatorship in Argentina; human rights; argentinian press; state terrorism

    IntroduccinEn este artculo se presentan algunos de los principales hallazgos de la investigacin

    doctoral del autor(1) que tuvo como objetivo analizar las posiciones editoriales del diarioClarn frente a la poltica econmica del ministro de Economa Jos Alfredo Martnez deHoz (1976-1981) durante la presidencia de facto del general Jorge Rafael Videla (1976-1981). El matutino Clarn, uno de los de mayor circulacin nacional y que en ese momentoestaba ntimamente vinculado con el ideario del desarrollismo, apoy abiertamente los

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    objetivos refundacionales de la nueva intervencin militar de marzo de 1976 y ladenominada lucha antisubversiva, en relacin a la persecucin de guerrilleros y militantespolticos opositores que se puso en marcha desde el gobierno militar. Sin embargo, amedida que Martnez de Hoz fue avanzando en su poltica centrada en la aperturaeconmica, la valorizacin financiera y la desarticulacin del mercado interno, Clarn fuedestacndose como uno de sus ms firmes crticos, advirtiendo sobre las contradiccionesentre la prdica liberal del ministro y su prctica concreta, caracterizada por un recurrenteintervencionismo estatal en beneficio del sector financiero y de los capitales msconcentrados.

    En este artculo nos proponemos en particular, revisar la editorializacin del diariodurante el periodo 1976-1981 focalizando en su evaluacin en torno a la cuestin de lalucha antisubversiva, los planes polticos de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y la situacineconmica. Para ello, el anlisis se concentrar en los editoriales del matutino destinadosa realizar un balance del gobierno militar en los aniversarios del golpe durante el mes demarzo de los aos 1976-1981 (en 1976 el balance se realiz en septiembre de ese ao, alcumplirse seis meses del golpe de Estado).

    Esta investigacin ha estudiado el espacio del Editorial en tanto gnero discursivode opinin e interpretacin donde se condensa la opinin institucional de un medio deprensa, ya sea al expresar el punto de vista personal del director o de la empresaeditora.(2) Ese espacio ser analizado tomando el esquema de Ral Rivadeneira Pradasistematizado por Castelli(3) que identifica diversos tonos o estilos caractersticos de loseditoriales segn su contenido, la actitud adoptada en su tratamiento y las circunstanciaspolticas y sociales bajo las cuales se inscriben. Por ltimo, junto con Borrat,(4)entendemos al diario como un actor poltico que debe ser analizado teniendo en cuenta sucapacidad de influir en la toma de decisiones en el sistema poltico, y que el anlisis delperidico como actor es inseparable del anlisis del sistema poltico del que forma parte;en ese sentido, es que junto con el estudio editorial se revisarn los principales datos de larealidad socio-poltica y econmica del momento para recrear el contexto de accionar delmatutino.

    El diario ClarnClarn lanz su primer nmero al pblico el 28 de agosto de 1945. Su fundador fue

    Roberto J. Noble, quien dirigi el diario hasta el da de su fallecimiento, el 12 de enero de1969. Luego su esposa, Ernestina Herrera de Noble se hizo cargo de la direccin deldiario, la cual ha ejercido hasta la actualidad. Clarn tuvo una carrera ascendente desde suprimer nmero y hacia fines de los aos 60 ya se haba constituido en uno de los primerosdiarios en el ranking de ventas nacionales.(5) Tambin se haba posicionado como un

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    referente clave de la clase media de los principales centros urbanos de la Argentina, enparticular de Buenos Aires.

    Hacia el final de la dcada del 50, y hasta inicios de la dcada del 80, Clarn abrazel ideario poltico del desarrollismo vernculo encabezado por Rogelio Frigerio y ArturoFrondizi. Al despuntar la dcada del 70, esta vinculacin se concretar en una alianzaideolgica, poltica y financiera con el partido que aglutinaba al pensamiento desarrollistanacional, el Movimiento de Integracin y Desarrollo (MID).(6) El vnculo se expres en supensamiento editorial y en la participacin de hombres del desarrollismo en Clarn, quienestrabajaron en la redaccin del diario ejerciendo un verdadero control ideolgico de sulnea editorial.

    Para Clarn y el desarrollismo la economa era la base de la cual dependan todos losdems niveles de la vida social argentina. Sin dar el gran salto del subdesarrollo hacia eldesarrollo que refundara a la sociedad argentina -extraviada luego de la experienciafrondicista de 1958-1962- no podran resolverse los acuciantes problemas nacionales. Lademanda era planteada en trminos drsticos, en tanto el pas deba regenerarse a smismo a travs de la solucin desarrollista: afianzar la sustitucin de importaciones,avanzar en la tecnificacin del campo y en la integracin agroindustrial, integrarproductivamente el pas, modernizar la produccin energtica, consolidar el capital interno,estimular la llegada del capital externo, afianzar la alianza de clases entre capital y trabajo,y la complementacin entre todos los sectores de la vida nacional para el progreso y lagrandeza del pas,(7) entre sus propuestas ms destacables.(8)

    De todas maneras, para analizar de manera integral la posicin editorial del diario enel periodo 1976-1981, planteamos que su ntima cercana con la doctrina desarrollistadebe articularse con los propios intereses del matutino en tanto empresa periodstica. Eldesarrollismo nutri a Clarn de un perfil ideolgico definido y coherente durante los aosque dur la alianza -hasta los primeros meses de 1982, cuando la directora decidi echar alos hombres del desarrollismo y terminar la relacin-, aspectos que le fueron relevantespara reforzar su prestigio y legitimidad, en un escenario nacional altamente politizado. Sinembargo, tanto la consolidacin de Clarn como una importante empresa periodsticadurante el periodo dictatorial,(9) el desprestigio general que fue sufriendo en estos aos lapoltica partidaria y, en particular, el desplazamiento del desarrollismo a un segundo planoen la realidad poltica nacional, puso de relieve para quienes conducan el diario que esaestrecha cercana con un pensamiento poltico extremadamente dogmtico y excluyenteno favoreca sus crecientes intereses empresariales, orientados en todo caso a contar conla flexibilidad suficiente para definir los apoyos u objeciones polticas del diario segn cadacoyuntura, en virtud del beneficio empresarial y no del inters exclusivo de un partidopoltico.

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    Clarn y el golpe militar de 1976En marzo de 1976, en el marco de la desafeccin general de la sociedad civil hacia

    el proceso poltico encabezado por el peronismo y hacia la institucionalidad republicana,Clarn juzg como inevitable el golpe de Estado. No solo por la ineficacia del gobiernode Isabel Pern, sino tambin por la de todos los actores tradicionales del sistemainstitucional para ofrecer una salida duradera a la crisis nacional.(10) Para el matutino,las soluciones emanadas de tales actores tradicionales, como el Parlamento, los partidospolticos tradicionales -definidos peyorativamente como la partidocracia-, la dirigenciasindical y un sector de la empresaria -principalmente la reunida en la ConfederacinGeneral Econmica-, y las de una sociedad civil a la que consideraba enferma y presa deun grave extravo moral, no parecan ser capaces de la refundacin que necesitaba elpas a travs de las soluciones desarrollistas. Por otra parte, en la evaluacin sobre lacausas del golpe de Estado en los das inmediatamente posteriores, el diario ubic a laviolencia subversiva como un factor ms de desestabilizacin dentro del conjunto msamplio de la crisis nacional, sin concebirlo como el elemento excluyente que explicaba laintervencin militar, que en todo caso apareca vinculada a la imperiosa necesidad deresolver el vaco de poder y la crisis general del pas y su dirigencia.

    Luego del golpe, la lnea editorial ofreci lo que hemos denominado como unconsenso expectante, apoyando la restauracin del orden, la lucha antisubversiva ydestacando la figura moderada de Videla, pero demandando que se implementaran losplanes desarrollistas en el campo econmico.(11)

    El primer balance, a seis meses de gobierno militar: entre los xitos de la luchaantisubversiva, la exaltacin de la cohesin militar y la objecin econmica(septiembre de 1976)

    El 24 de septiembre de 1976 se cumplieron seis meses del golpe de Estado, lo quese convirti en el primer balance que el propio gobierno hizo frente a la opinin pblicasobre su gestin. Clarn hizo lo propio, a travs de la pluma de su flamante columnistapoltico, Joaqun Morales Sol, quien firm la nota de opinin.(12) El semestre habaestado signado por la puesta en marcha desde el 24 de marzo del sistema represivo luegoconocido como terrorismo de Estado, de secuestro en centros clandestinos, tortura yposterior desaparicin forzada de millares de militantes polticos, integrantes de lasorganizaciones poltico-armadas, gremialistas combativos, trabajadores, estudiantes, eintegrantes de otros sectores combativos. Uno de los elementos claves de este sistemaclandestino fue su ocultamiento por parte de las autoridades del autodenominado Procesode Reorganizacin Nacional, para lo cual los diarios fueron funcionales al autocensurarsey no publicar informaciones al respecto que no provinieran de las fuentes oficiales, premisaque cumpli tambin Clarn.(13) Por su parte, Martnez de Hoz anunci las primeras

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    medidas econmicas el 2 de abril de 1976, donde privilegi un programa deestabilizacin que se inscriba dentro de la lnea de ajuste ortodoxo, con fuerte perjuiciopara los asalariados, cuyo objetivo a corto plazo era controlar la coyuntura crtica con laque se iniciaba la dictadura, en un contexto de alta presin inflacionaria, alto dficit fiscal ycon el sector externo en crisis.(14)

    En su primer balance, el diario justificaba el nacimiento del gobierno militar comorespuesta a la crisis desatada por el vaco de poder y la posibilidad de disolucin yanarqua (citando literalmente un prrafo de la primera proclama militar luego del golpe).Destacaba dos aspectos del gobierno: los xitos contra la subversin y que las FuerzasArmadas haban demostrado cohesin y no haban padecido crisis internas. Sinembargo, con respecto al primer punto, sealaba que: no sera objetivo si no se consigna,tambin, que en este lapso hubo violencia. El terrorismo de uno u otro lado produjosanguinarios episodios que conmovieron a la opinin general del pas. De todas formas,conceda que en los ltimos tiempos haban menguado esos signos de irracionalidad,aunque no haban desaparecido totalmente. En este aspecto, como lo mencionabaVidela en sus discursos, aseguraba que an restaba resolver la lucha contra lasubversin en los mbitos poltico, social y econmico que al fin y al cabo eran para eldiario las condiciones que posibilitaban el accionar subversivo.(15)

    Dentro del apartado Crticas, resaltaba las que el desarrollismo le haba destinado ala poltica econmica, que la constataba como la primera crtica severa.(16) Y en relacina la cohesin de la Fuerzas Armadas, apuntaba que existan diversas lneas depensamiento -un sutil eufemismo para referir a las disputas intra e inter armas-, pero queen esta oportunidad los militares le haban asignado prioridad fundamental a la cohesininterna.(17) Finalmente, pese a que en el periodo analizado podan avizorarse errores yequvocos, aseguraba que para las Fuerzas Armadas y para vastos sectores del pas lasolucin a la crisis argentina encontrar en este proceso la nica salida. De all quesentenciara, lacnico: Solo una cosa no es posible: regresar al pasado.

    El balance realizado por el matutino reafirmaba la absoluta legitimidad que desde suparecer haba tenido el golpe de Estado y se mostraba confiado en la esperanzarefundacional que conllevaba la revolucin del 24 de marzo, ms principalmente en suanhelo de trastocar el sistema poltico y de extirpar a los sectores radicalizados de lapoltica nacional. En este ltimo aspecto se resaltaron los avances en la luchaantisubversiva como logros vinculados a la causa nacional, con una mencin losuficientemente amplia a la persistencia de hechos de violencia de los extremismos comopara que las responsabilidades estatales en la cuestin quedaran ms que diluidas,aunque la mencin poda leerse muy implcitamente como una referencia a ellas.(18)

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    El primer aniversario del Proceso: no hay salida posible al problema nacionalsin un cambio de estructuras (marzo de 1977)

    Durante marzo de 1977 se instal un tiempo de balance a raz del primeraniversario del golpe de Estado. El gobierno, muy apegado al simbolismo de lasefemrides y las fechas representativas, pareci esbozar la inauguracin de una nuevaetapa que inclua el fin del tiempo del silencio y la proximidad de una propuesta polticaa la sociedad civil, como haba declarado Videla.(19) Este esbozo de apertura tena comofinalidad cubrir el vaco poltico que estaba dejando el rgimen ante su indefinicin enrelacin al futuro y a su descendencia poltica, como bien lo intuir Clarn. Sin embargo, loscoqueteos aperturistas colisionaban con su propia concepcin que descrea que elciudadano comn pudiera ser un sujeto poltico con capacidad para encarar una salidaresponsable del autodenominado Proceso. Pero, principalmente, ninguna propuestapoda avanzar ante dos cuestiones centrales: todava no se haba finalizado la accinrepresiva(20) y an no se haba echado a rodar el ncleo duro de las transformacioneseconmicas. En efecto, la aplicacin de las transformaciones del plan econmico era lacondicin previa a cualquier tiempo social y poltico.(21) Y haba que prolongar lacuestin de la salida poltica hasta que los cambios econmicos estuvieran losuficientemente consolidados para no ser obstaculizados por los polticos. Pero haba unacontradiccin irresoluble en este planteo: cuanto ms tiempo transcurriera menos pesarala legitimidad de origen que ostentaba la dictadura sobre el caos anterior y la luchaantisubversiva, y a medida que se profundizaran las reformas seran ms los sectoressociales afectados, lo cual le restara apoyos y soliviantara a la oposicin interna contraMartnez de Hoz.

    El terreno para demostrar cierta voluntad aperturista ya haba sido preparado porVidela en una entrevista que ofreci a Clarn el 30 de enero de 1977 -la primera a unmedio nacional- donde afirmaba: Los gobiernos de las Fuerzas Armadas que noefectuaron en tiempo y forma una clara propuesta al pas, terminaron condicionados por laalternativa surgida desde grupos opositores y debieron entregar el poder a susadversarios.(22) La advertencia de Videla expresaba que los condicionamientos a lafutura democracia -la exclusin de las masas de las decisiones polticas y la construccinde la nueva sociedad poltica- tenan que imponerse desde una posicin de fuerza.(23)

    El diario destac como inobjetable el diagnstico presidencial y plante que lo querealmente importaba era la propuesta que se realizara.(24) Frente a la intuicin de que en1977 se abra un tiempo poltico advirti que no haba salida posible al problemanacional sin el previo cambio de estructuras, y que no poda dilatarse esa solucinrecayendo nuevamente en la alternancia entre gobiernos civiles dbiles y gobiernosmilitares que se aislaban y que por ese motivo acudan a salidas formales (lase:elecciones).(25)

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    Al cumplirse un ao del golpe de Estado, Clarn confirmaba su adhesin al Procesoy su demanda de una mayor profundizacin de la revolucin iniciada en 1976.(26) Enprincipio, el golpe de Estado era presentado como un acto de responsabilidad de lasFF.AA. hacia el pas, en tanto eran garantes ltimas de la sobrevivencia del Estado-Nacin, que no se haban intimidado frente al vaco de poder que obligaba aactuar.(27) Un ao despus, la propuesta de las Fuerzas Armadas tena total vigencia yla clave continuaba siendo el avance en los objetivos del Proceso: Su tcitamenteaceptado desafo consiste en hacer la revolucin. No volver atrs. Por eso, el matutinoaprobaba las ideas que Videla haba enunciado a fines de enero sobre que, sedesarrollaba esa propuesta ms all de sus enunciados generales, o el pas volva a unasituacin que se repeta desde haca medio siglo cada vez ms agravada. La postergacinde la propuesta determinaba la recurrencia de las crisis nacionales, con su consecuentepeligro de desintegracin. Clarn apuntaba a lo que ya se intua como una de lasdebilidades estructurales del rgimen: su incapacidad para definir con precisin cul serael contenido de su propuesta poltica.

    Por otra parte, destacaba que la subversin estaba derrotada y dispersa, y que eltriunfo del orden era amplio aunque se haba logrado a un muy alto costo social. Y en elmarco de balance impuesto por el primer aniversario del golpe el matutino ahond en suinterpretacin sobre lo que significaba la derrota de la subversin para el rgimen:

    La falta de actividad orgnica de la subversin obliga ms que nunca a dar a larepresin un contenido no conformista. No se lucha contra los enemigos del sernacional argentino para fijar a la sociedad en el pasado sino para impulsarla haciadelante. Los objetivos nacionales tienen que perfilarse tanto ms cuanto ms seguroes el triunfo final sobre el enemigo que pretende disolver la sociedad. Esta es la horade terminar con los restos de subversin, restndole toda posibilidad derecuperarse.(28)Como se observa, este aniquilamiento era la oportunidad histrica para impulsar el

    resurgimiento del ser nacional atacado, lo que le otorgaba una estela prometeica a latransformacin material de la sociedad a travs de la represin.

    De todas maneras, para Clarn la victoria definitiva solo se alcanzara al ofrecer lasrespuestas materiales que consolidaran la causa de la libertad y de la democracia.Justamente, para el diario, a un ao del golpe la economa continuaba soportando losdesafos ms riesgosos, como lo vena advirtiendo desde mediados de 1976.(29)Tempranamente, objecin econmica junto con apoyo poltico se transformarn en uno delos pilares de la poltica editorial del matutino.(30)

    El segundo aniversario: por la futura institucionalizacin de las Fuerzas Armadas enla democracia pluralista (marzo de 1978)

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    El segundo aniversario del golpe encontr al diario en una posicin claramente crticaen torno a los efectos econmicos de las medidas aplicadas por Martnez de Hoz. Enparticular, esta posicin se ampli luego de sancionarse la Reforma Financiera de junio de1977, que arbitraba la creacin de un mercado financiero de corto plazo libre deregulaciones, en el marco de la apertura total de la economa.(31) Su funcionamientosignificaba una ruptura completa con respecto al pasado, ya que hasta ese momento eranlas polticas estatales las principales orientadoras del mercado de capitales y el Estado erael ms importante reasignador de los recursos hacia la industria.(32)

    En este nuevo contexto econmico, el matutino dirigi severas impugnaciones alncleo central de los cambios que se estaban operando y a las falencias estructurales dela economa que no se resolvan. As, se advirti sobre el perjuicio que se estabaocasionando a la industria nacional por el achicamiento del mercado interno, por el pesodel costo financiero y la presin fiscal, las rebajas arancelarias a productos importados y laausencia de incentivos para exportar.(33) En funcin de la preocupacin por la reduccindel mercado interno, se mantuvo la inquietud sobre la poltica salarial y la situacin de losasalariados.(34) En simultneo, se continu insistiendo sobre los males del estatismo, lapersistencia del dficit de las cuentas pblicas, la expansin del gasto pblico y la inaccinpara adoptar la racionalizacin administrativa.(35) Tambin la recurrente inflacin fuetema excluyente de la editorializacin, ya no solo adjudicada al desborde del gastopblico, el dficit y la emisin monetaria, sino tambin al alto costo del dinero -en relacina las subas de tasas de inters- que era trasladado a los precios constituyendo una fuenteautnoma de inflacin.(36) A todo ello se sum la fuerte advertencia sobre el avance delendeudamiento pblico externo, sobre el que se manifest abiertamente en contra porqueesos recursos eran destinados a cubrir el dficit presupuestario y porque se estabagestando una pesada carga a futuro.(37)

    En definitiva, a partir de mediados de 1977, en una interpretacin que observa enperspectiva todo el periodo de anlisis, Clarn ir abandonando el consenso expectantecon que haba recibido al gobierno militar frente al evidente rumbo que estaba tomando lapoltica econmica, exhibir un estilo editorial ms combativo(38) -ceido exclusivamenteal mbito econmico- e ir posicionndose desde una expectativa crtica, desde la cual eldiario mantuvo el apoyo poltico a las FF.AA. pero a la espera de cambios en la polticaeconmica; esto ltimo al menos hasta inicios de 1979, cuando an pareca mantenerseuna esperanza de un eventual cambio de rumbo, lo cual se ver frustrado claramentedesde inicios de ese ao cuando la conduccin econmica adoptara el enfoque monetariode la balanza de pagos que ser analizado luego.

    En marzo de 1978, adems de la cuestin econmica, el foco de la acotadadiscusin poltica estuvo puesto en la futura institucionalidad y el plan poltico. Durante esemes se filtraron a la prensa algunos contenidos del plan poltico del Ejrcito y de la

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    Armada, que haba sido finalizado en octubre de 1977.(39) Y trascendi que Videla habaentregado a la Junta Militar el plan de su fuerza.(40) Ante la noticia de la entrega del plan,Clarn afirmaba que el Proceso estaba entrando en una nueva fase que, como lorepeta el rgimen, no tena plazos, pero s requera condiciones, ms an cuandorecordaba que anteriores experiencias haban sido frustrantes al observarse susresultados concretos.(41) En efecto, en el mismo editorial indicaba que la nueva etapadeba coincidir con las prioridades que Videla haba indicado al celebrarse el Da de laIndustria, el 2 de septiembre de 1977, cuando, entre referencias a Carlos Pellegrini y aSavio, sostena que era necesario encarar sin dilaciones la implementacin de grandesproyectos en el plano de la siderurgia, la qumica pesada, la petroqumica, la celulosa y elpapel.(42) En otras palabras, no habra legitimacin futura de la dictadura ni consolidacinde sus transformaciones si no se cambiaba la poltica econmica en curso. Como lo ponaen evidencia el editorial, en el matutino se ir afianzando la perspectiva sobre que ladictadura estaba entrando en una nueva etapa, signada ahora por la superacin de lalucha contra la subversin y en la cual tendra que forjar una institucionalidad queconsolidara los cambios que el rgimen pretenda dejar para la posteridad.

    Justamente, el discurso de Videla del 29 de marzo de 1978, en el que se recordabandos aos exactos de su jura presidencial, tena la intencin para la dictadura depretenderse como un punto de inflexin. En su mensaje a la ciudadana qued demanifiesto una divisin entre un primer periodo de lucha contra la subversin, ganadamilitarmente, y un segundo periodo, que inauguraba ese discurso, vinculado a laformulacin de una poltica para la unin nacional, basada en la formacin de nuevascorrientes de opinin extrapartidarias que tendran que avanzar hacia el objetivo de unaconvergencia cvico-militar. El mensaje pona el nfasis en la futura consolidacininstitucional del Proceso y la posterior democracia pluralista, que tena que tener unapresencia institucionalizada de las Fuerzas Armadas.(43)

    Clarn reflexionaba sobre las palabras presidenciales y sostena que constituan unapropuesta concreta, programtica, con metas formuladas y medios para alcanzarlas.(44)La formulacin encontraba un pas con la disposicin para entrar en la etapa derealizaciones ms concretas. En efecto, afirmaba: De eso se trata. De que la apreciacinpresidencial se corresponda con los hechos, dejando entender que la dictadura seencontraba en cierto inmovilismo poltico. Asimismo, destacaba y acordaba con el prrafodel discurso donde se mencionaba que para la instauracin de la democracia pluralistadeban conjugarse la presencia y las aspiraciones del pueblo y de sus Fuerzas Armadas,lo que implicaba la futura institucionalizacin del tutelaje militar el da que retornase lademocracia. Para Clarn, la imprescindibilidad de esta condicin surga de una largaprctica, ya que desde 1930 se alternaban gobiernos civiles y militares sin alcanzar unmnimo de estabilidad para definir un rumbo preciso para el pas.(45) No se trataba de

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    adjudicar reas especficas a los militares, sino de encontrar una frmula de integracintotal. Esta posicin no presentaba mayores objeciones con que los militares detentaran elmonopolio de la poltica y se arrogaran la organizacin autoritaria del espacio polticonacional. Ms an, se daba otro paso en ese sentido al aceptar como una solucin a lapendularidad cvico-militar iniciada en los aos 30 a que se instituyera a las FuerzasArmadas como tutoras de la democracia, objetivo que atravesaba todos los planespolticos de las tres armas.

    Por su parte, desde inicios de 1978, los dirigentes de los partidos reclamarn mayorespacio en la escena poltica, en un ao que ser de mayor contenido poltico y donde sevislumbrarn actitudes opositoras ms enrgicas.

    El tercer aniversario: escapar al inmovilismo a travs de la refundacin econmica(marzo de 1979)

    Hacia marzo de 1979, la dictadura encontraba considerablemente frustradas lasexpectativas de quienes la haban recibido con beneplcito en 1976. La acumulacin decapital poltico que haba ostentado la dictadura hasta mediados de 1978 se estabaagotando y comenzaba un periodo de deslegitimacin y prdida de su capacidad deaccin.(46) Como bien lo adverta el panorama poltico de Clarn, el tercer aniversario delgolpe militar contena un hecho poltico novedoso que catalogaba como crucial: losmilitares tienen detrs de s tres aos de gestin poltica y la responsabilidad global delpas es ahora insoslayable.(47) Es decir, ya no podan asignarle la responsabilidad delrumbo del pas a otro grupo o sector. En ese momento haba una mayor presin pblica delos partidos por la apertura y el dilogo (tambin de la Iglesia), aceptando la legitimidad delrgimen pero con visos de disputa sobre el monopolio de la poltica. Las Fuerzas Armadasdaban seales ambiguas sobre la compatibilizacin de la propuesta poltica y su posiblepresentacin en sociedad para mediados de 1979, as como sobre cul sera su contenidoy el grado de participacin que tendran los partidos (hasta la denominacin estaba endiscusin: propuesta, salida, solucin, documento).

    Por su parte, Martnez de Hoz anunci el 20 de diciembre de 1978 la nuevaestrategia antiinflacionaria que fue presentada como una etapa de profundizacin yajuste de la poltica econmica en curso.(48) El nuevo plan pona el eje en el manejo dedos variables: la paridad cambiaria y los aranceles, privilegiando desde ese momento elenfoque monetario de la balanza de pagos. Dentro de este enfoque se articulara una tasade cambio pautada a futuro sobre la base de una devaluacin decreciente en el tiempo -implementada a travs de lo que posteriormente se populariz como la tablita-, laapertura importadora con la profundizacin de la disminucin en la proteccin arancelaria yel libre flujo de capitales. En definitiva, la estrategia intensificaba la utilizacin a corto plazo

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    de dos instrumentos que conformaban la estrategia largoplacista de la poltica econmica:la apertura econmica y la liberalizacin del mercado de capitales.(49)

    El discurso de Videla por los tres aos del Proceso, si bien en sus trazos msgenerales ratificaba la voluntad de darle contenido poltico mediante una propuestaenriquecida por el dilogo, y aunque aseguraba que se continuara luchando en lasuperacin de la inflacin, en su integridad contena un respaldo a la gestin de Martnezde Hoz, y as fue ledo por aquellos sectores opositores al ministro.(50) Adems, lageneralidad del mensaje y la ausencia de una propuesta ms concreta sobre la posibleconvergencia cvico-militar dejaron cierta insatisfaccin en el mbito poltico por laexpectativa que se haba generado previamente. Lo cierto es que la creciente sensacinde inmovilismo poltico, junto con la profundizacin de la estrategia econmica, estabanerosionando seriamente la posibilidad de una convergencia. En ltima instancia, no hacams que dejar expuesta la incapacidad o indiferencia del rgimen para organizar elconsenso social a su alrededor y renovar sus bases de legitimacin.

    En el editorial dedicado al tercer aniversario, Clarn combinaba un estiloapologtico,(51) en tanto reivindicaba la tarea reordenadora del Proceso, con otromoderadamente admonitorio(52) para sealar que el nuevo tiempo que se abra deba serel de la propuesta de las Fuerzas Armadas y el del dilogo cvico-militar.(53) As,continuaba la lnea ya esbozada en las opiniones vertidas un ao antes al cumplirse elsegundo aniversario del golpe militar. En efecto, recordndole al rgimen la amenaza quependa sobre s mismo, el primer prrafo citaba textualmente las palabras que Videla solapronunciar desde principios de 1977 sobre el efecto pernicioso que haba tenido para losgobiernos de las Fuerzas Armadas el no haber realizado una propuesta al pas en tiempoy forma. Para el matutino esta idea conservaba entera validez, pero para la realizacinde tal propuesta no deban aparecer contradicciones entre la Argentina prometida y laque, con gran esfuerzo, se va realizando, circunloquio que poda referir tanto al caminoelegido en el mbito econmico como a la cerrazn poltica del rgimen. La apuesta por unnuevo tiempo donde deba prevalecer el entendimiento entre militares y civiles eracontundente: En tres aos se ha alcanzado el clima normal para el dilogo, y es tiempoque se hable de la propuesta que ha sido elaborada a travs de los aportes de las tresFF.AA. Como era habitual en la evaluacin del matutino, la tarea reorganizadora y lavictoria sobre la subversin eran aprobadas, pero:

    La victoria militar debe ser rubricada en el campo de lo econmico-social parafructificar en un triunfo verdadero y durable. Esta es la etapa ms difcil del Procesoy la que ms dudas suscita, hasta el punto de suponer un retroceso en los finesrevolucionarios. Si la victoria no alcanza a darse en ese plano, volveremos al fracasotan temido y reiterado por los ensayos que le precedieron. Felizmente an es tiempode dar nuevo impulso a las corrientes vivificadoras del crescendo revolucionario, ylas fuerzas militares estn dispuestas a dar cuantos pasos hagan falta.(54)

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    Clarn aceptaba implcitamente el inmovilismo de la revolucin y predeca sudestino errante de no impulsar un cambio de rumbo. Por eso propona un programarenovador que deba centrarse en la defensa de la economa, y para ello recordaba quesolo bastaba ajustarse a la propuesta reiteradamente expuesta por Videla sobre lanecesidad de crear el pas agro-industrial.(55) El an incipiente nuevo ensayo econmicode Martnez de Hoz dejaba un margen para este tipo de aseveraciones cargadas de ciertovoluntarismo. Como era esperable, la cuestin econmica era el punto basal para estenuevo programa, pero sin embargo el nfasis de este editorial estuvo puesto en lapropuesta y el dilogo. En ese mbito, no pona explcitamente el hincapi en lospeligros de la partidocracia, sino que explicitaba que la futura institucionalidad debatener componentes nuevos y no repetir viejas frmulas polticas. Lo que no quedabaexplicitado con claridad en esta concepcin es de qu manera el cambio en la orientacineconmica y el eventual xito del Proceso deba dotar de representatividad a lasdirigencias polticas y a sus prcticas perimidas. Es decir, cmo se vinculabaconcretamente el cambio de estructuras con la regeneracin poltica y la relegitimacin delos representantes partidarios? Cmo se reflejara la una sobre la otra? Constitua unapreocupacin central de este pensamiento, o era un aspecto secundario relegado a latransformacin econmica? La propia directora de Clarn avanzaba sobre el punto en uneditorial de abril de 1980, suscitado en ese momento por el inicio del dilogo poltico,donde afirmaba:

    Y ese modelo [el desarrollista] necesariamente traer nuevos dirigentes y prcticaspolticas; tendr ms eficiencia para la renovacin que el mejor de los estatutosjurdicos, porque habr dirigentes polticos y sociales que no estarn en condicionesde soportar los cambios: su carga de pasado se lo impedir, as como habr otrosque en buena hora se adaptarn, y as es como habr nuevos dirigentes surgidos dela nueva sociedad que tenemos que construir todos.(56)Amn del sesgo voluntarista, la propuesta en este punto se volva por dems

    abstracta y general, dejando en claro s el desprecio por la partidocracia y las viejasprcticas polticas, pero que no se complementaba con una mayor especificidad sobrecmo surgira concretamente esa nueva dirigencia que conducira al pas a su destino degrandeza, y cmo maduraran sus buenas prcticas por oposicin a las viciadas deantao, transformacin que en todo caso era concebida como una consecuencia mecnicae inevitable del cambio de estructuras. Esta vaguedad indicaba la desvalorizacin de lapoltica que haca el desarrollismo a partir de la cual no era necesario enunciar mayoreselementos programticos sobre la cuestin, ya que todo era confiado al xito de unatransformacin econmica que en forma virtuosa regenerara los distintos mbitos de lasociedad nacional. De all tambin la advertencia del matutino al rgimen sobre que podaquedarse sin un triunfo verdadero por no rubricar la victoria militar en el campoeconmico-social, lo cual tornaba posible que se repitieran los mismos conflictos del

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    pasado, idea que en su extremo agitaba implcitamente la amenaza del reverdecersubversivo. En cambio, si haba victoria en el campo virtuoso de la economa, no habraretorno subversivo ni del fracaso tan temido de los ensayos polticos precedentes. Eltriunfo econmico, como un elixir regenerador, hara olvidar las penurias pasadas,disolvera los viejos conflictos y marchitara las ideologas confrontativas. En definitiva, encierto punto, los postulados de Clarn y el desarrollismo sobre el futuro poltico conducan alos mismos problemas que tenan los militares: Cmo se consumara en los hechos esacreacin de la nueva sociedad poltica y de su nueva dirigencia madura yrepresentativa? Quines tenan que ser los interlocutores vlidos incontaminados, sien esta perspectiva la mayora de la sociedad civil y poltica haba sido parte de ladescomposicin moral de la repblica tanta veces denunciada? Por ltimo, por qu lamentada renovacin no deba incluir a las propias figuras del desarrollismo, que habanformado parte activa de la poltica nacional en los aos previos que ahora seestigmatizaban? Y, con ellos, no deberan renovarse las prcticas de los empresarios queestaban vinculados al desarrollismo -como lo planteaba Martnez de Hoz, quien acusaba alos industriales argentinos de su ineficiencia, su mentalidad indexatoria y de vivir a costadel subsidio estatal-, y con ellos tambin las de la plana mayor que conduca el diarioClarn? Tal vez la amplitud de esos interrogantes, vinculados con la dificultad de trazar loslmites de la renovacin, diera cuenta de la difusa claridad y la escasa nocininstrumental de la transformacin que se le demandaba a la dirigencia tradicional.

    El cuarto aniversario: la urgencia del dilogo y el cambio en la orientacineconmica (marzo de 1980)

    El cuarto aniversario de la dictadura estuvo signado por el inicio, el 26 de marzo, deldilogo poltico del gobierno con dirigentes polticos y civiles. Con este precedente,Videla anunciaba en su mensaje al pas al cumplirse cuatro aos de su gestinpresidencial que: hemos comenzado a vivir un tiempo poltico cuya manifestacin mscabal es el dilogo entre el gobierno y los diversos sectores del pas. En su balance,Videla le otorg un espacio de relevancia a la revisin minuciosa de los logros de lapoltica econmica, lo que fue entendido como un enftico apoyo a la asediada gestin deMartnez de Hoz.(57) El discurso presidencial no fue bien ponderado por la dirigenciapartidaria, lo que pona de relieve adems la prdida de credibilidad que paulatinamenteiba horadando a la palabra presidencial. De todas maneras, y pese a los evidentes signoscrticos, el cuarto ao de la dictadura pareca mostrar a un rgimen que gozaba de ciertaestabilidad,(58) y que no prevea correr mayores riesgos en el futuro ms cercano. Hastapoda, pese a las crecientes objeciones que iban cayendo sobre su gestin econmica,mostrar ciertos logros para la opinin pblica: el retorno de la paz luego de concluida lalucha antisubversiva, su eficacia para disolver rpidamente el reciente rebrote

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    subversivo de la contraofensiva montonera de mediados de 1979, algunas obraspblicas, un ltimo semestre de relativa estabilidad inflacionaria, la convocatoria al dilogopoltico que lo mostraba dispuesto a escuchar a la civilidad, cierta capacidad de imponerdecisiones polticas en virtud de una oposicin poltica y gremial, si bien ms dinmica,an muy atomizada; un Ejrcito abroquelado en su conduccin luego del alzamiento deLuciano Benjamn Menndez contra Viola en septiembre de 1979, la cuestin del Beagle,aunque presente, momentneamente desactivada, y la sancin de leyes importantes comola de Asociaciones Profesionales (ms all de su efectiva concrecin) y la difusin de lasBases Polticas (que no fijaban plazos ni cronogramas electorales, y pretendan asegurarlegal y legtimamente la intervencin institucionalizada y autoritaria de las FuerzasArmadas en la futura democracia).(59) Independientemente de los problemas que latanpor debajo de esta superficie, a inicios de marzo de 1980 la dictadura poda mostrar unadosis de vitalidad a la ciudadana.

    Como se mencion, el 26 de marzo se haba iniciado el dilogo poltico. Si bienhaba sido anunciado por los militares como el despuntar de la etapa poltica, ste selimitara a una serie de reuniones con dirigentes de toda ndole y ciudadanosrepresentativos durante el ao 1980 donde el ministro del Interior Albano Harguindeguynotificaba lo que el rgimen esperaba de ellos sin ofrecer nada a cambio. A los dirigentespolticos se les recordaba las bases sobre la cual las Fuerzas Armadas podran llegar adiscutir en el futuro el destino del poder: no revisin de lo actuado en la luchaantisubversiva, aprobacin de la legitimidad del golpe de Estado y de lainstitucionalizacin del rol de las Fuerzas Armadas en el futuro sistema poltico.(60)

    Bajo estas pautas, el dilogo fue percibido por los convocados como un elementodilatorio para que el rgimen cumpliera los designios del plan econmico y para disminuirla presin poltica que lo asediaba por su negativa a plasmar algn tipo de convergencia yas asegurarse el margen poltico para designar dos presidentes militares ms antes dellegar a un acuerdo con los civiles.(61) En consecuencia, las expectativas de los dirigentespolticos se posarn ms que en esta instancia en las vicisitudes del recambio presidenciala dirimirse durante el ao y en la confianza de que Viola, jefe del Ejrcito e integrante de laJunta quien a inicios de 1980 ya apareca como el seguro sucesor de Videla, encarnaseuna etapa de apertura poltica y cambio en la orientacin econmica.(62)

    Pero, ms all de este anlisis general de la situacin sociopoltica, en el contexto deinicios de abril de 1980 el dilogo fue recibido con gran expectativa por Clarn, tanto es asque su directora imprimi su firma a una serie de tres editoriales (numerados del I al III apgina completa bajo la volanta A propsito del dilogo), donde dio a conocer la posicinde su diario frente a este acontecimiento con una indisimulada intencin de influir para queel rgimen cambiara el rumbo de la poltica econmica.

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    La directora se expres en un tono enftico pero moderado, y con un esfuerzo porbalancear su opinin ante el rgimen, en tanto a la vez que reconoca las aptitudesordenancistas del gobierno militar, y expresamente rechazaba una pronta salida electoral,indicaba la urgencia de saldar los problemas pendientes. El primer editorial defina comoun paso destacable la ampliacin e institucionalizacin del dilogo que iniciaba elgobierno.(63) Un paso espontneo que poda darlo por la serenidad de haber obtenidouna resonante victoria en la guerra que, encomiaba, no haba generado una actitud desoberbia o aislamiento. Luego de reflexionar sobre cmo deba estructurarse ese dilogo,Herrera de Noble confesaba que estaban posedos de una inocultable impaciencia, unaimpaciencia legtima, inspirada en el logro de los grandes fines: impaciencia quecorresponde distinguir netamente de la impaciencia por obtener promesas y plazoselectorales, esto es una impaciencia que no es apresuramiento. Segn la directora, Clarnhaba elaborado una doctrina nacional a lo largo de su vida en el periodismo y creaoportuno volver sobre ella en el contexto del dilogo. Como era previsible, era en laeconoma donde el matutino observaba la necesidad de desandar ciertos caminos que sehan tomado como nuevos y que son, en realidad, viejos. Sobre estas cuestiones habauna lnea de debate para que, sin apresuramientos electoralistas, se le sacaraprovecho en el dilogo: Provecho no para partidos, no para sectores, no para dirigentes,sino para la Nacin pensada en grande.

    Esta convocatoria a trascender los intereses sectoriales a favor de los del conjuntoera retomada al inicio del editorial del da siguiente,(64) donde bsicamente la directoradesplegaba la doctrina desarrollista como un aporte de ideas y soluciones. Al finalizar eleditorial conclua que los frutos del dilogo deberan ser el entendimiento, la unidad -quiz no la de todos, pero si la de los que importan-, y deber ser la accin. Las FuerzasArmadas, y tambin el pueblo, demostraron una enorme capacidad de accin para destruira un enemigo insidioso y brutal; ahora pueden demostrarla para la construccin de un granpas, sentenciaba.

    En el ltimo editorial de esta saga, Herrera de Noble retomaba la reflexin sobre lasustancia del dilogo, integrando las dos reflexiones anteriores.(65) Lo ms relevante erala clara advertencia que le diriga a la dictadura en relacin a cul sera su futuro de noimplementar los cambios enunciados por el desarrollismo, as como tambin sugera elacompaamiento del diario si decida hacerlo y su buena disposicin para no volver alpasado:

    [Las autoridades] Deben estar ciertas de que si se elabora una poltica de grandesmiras, que no sea expresin de los intereses de crculos sino de las aspiracionesnacionales, el pueblo estar dispuesto a realizar todos los sacrificios necesarios. ()Nosotros tenemos confianza () y tiene que tenerla el gobierno para hacer loscambios de rumbo que le indique el curso de los acontecimientos () Hablar decambios de rumbo no significa ni cambios de meta ni negar lo que se ha hecho,significa hablar de algo que est en la esencia de la vida. Lo que est muerto no

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    cambia, lo que est vivo es lo opuesto de lo que est inerte. Es lo que se mueve, loque cambia y lo que marcha. El dilogo, con su tiempo, su tono y su esprituadecuados, servir, entre otras cosas, para mostrar la vitalidad del pueblo argentino.Su aptitud para aprovechar su pasado, que tiene muchas glorias, pero aprovecharlosin volver a l, y su aptitud para marchar hacia lo futuro. Hacia la construccin deuna gran nacin y una gran democracia.(66)Como ya lo haba hecho en otras oportunidades, Clarn adverta sobre el inmovilismo

    del rgimen, sobre su potencial fracaso de no alterar el rumbo de su poltica econmica, yrecordaba la disposicin del diario para apoyarlo en la senda del cambio, sin volver alpasado y marchando hacia lo futuro.

    El quinto aniversario: salvar al pas y a las Fuerzas Armadas de una polticaeconmica antinacional (marzo de 1981)

    El domingo 29 de marzo de 1981 Videla concluy su perodo de cinco aos comopresidente y le traspas el mando a su antiguo compaero de promocin en el Ejrcito ycomplemento fundamental en el asentamiento de la dictadura, el general retirado Viola,quien deba cumplir su mandato hasta el 29 de marzo de 1984. El mismo da de laasuncin la directora del matutino imprimi por quinta vez desde iniciada la dictadura sufirma al editorial, que fue anunciado en un lugar prominente de la tapa con su titular:Asumir la realidad como fundamento de la esperanza. Era la primera vez desde el 24 demarzo de 1976 que el diario utilizaba la doble pgina -10 y 11, y a ocho columnas- parapublicitar su pensamiento editorial, lo que pona de relieve las graves circunstancias quepara el peridico estaba viviendo el pas. Ante el recambio de autoridades se proponarealizar un balance minucioso, y sin concesiones, de la realidad nacional. Pese a esamencin genrica, el objeto excluyente de la revisin era el futuro econmico del pas en elmarco de la crisis econmica que se haba desatado a partir de la crisis financierainiciada a fines de marzo de 1980 y que haba signado todo el ao 1980.

    A calor de las reformas financieras del gobierno haba ido creciendo un sistemafinanciero de corto plazo altamente especulativo que comenz a derrumbarse con laquiebra del Banco de Intercambio Regional (BIR) el 28 de marzo de 1980, uno de losbancos privados ms importantes del pas segn el volumen de sus depsitos, cada queinici una serie de corridas hacia el dlar -azuzadas por la conviccin de que el tipo decambio estaba retrasado y habra una devaluacin inminente-, fuga de capitales y unvertiginoso traspaso de depsitos de bancos privados nacionales hacia bancos oficiales oextranjeros. Frente a la crisis, el Estado destin ingentes reservas monetarias para laayuda de las entidades al borde de la bancarrota, lo cual logr mantener una precariaestabilidad del sistema durante el ao 1980. La crisis golpe duramente a los sectoresproductivos, muchos de ellos altamente endeudados, como as tambin puso de relieve elpeso de la deuda externa pblica y privada contrada durante los ltimos aos.

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    Para Herrera de Noble, la crisis era la ms grave que hemos tenido a lo largo denuestra historia como nacin.(67) El panorama era sombro al considerar las quiebrasempresariales, el desempleo, la destruccin del aparato productivo, el endeudamiento y eldficit del sector pblico. Todo ello era la herencia que reciba el nuevo gobierno por lasdecisiones econmicas del equipo saliente sobre cuyos efectos, la directora recordaba,Clarn haba advertido sin ser escuchado por el Palacio de Hacienda.(68) En el gravecontexto de la crisis econmica, y con el deseo del matutino sobre que la gestin de Violafuera exitosa, la directora sinceraba que su diario no poda guardar silencio y debamostrar la realidad tal como es. Este era el nudo de la argumentacin editorial: debaasumirse la gravedad de la crisis econmica para adoptar las medidas acertadas. Asumidoeste diagnstico, era imposible continuar por la senda trazada por el equipo econmicosaliente, ya que ello ira en contra del propio rgimen: La continuidad de la polticaeconmica, tan pregonada, es imposible. Intentarla, agravar dramticamente las cosas ypodr afectar la continuidad que s es imprescindible, la continuidad del actual proceso encuanto apunta a reorganizar la vida del pas y darnos, por fin, una democracia estable.(69)

    Sin ambigedades, y coherentemente con la lnea adoptada desde 1976, el diarioprofesaba su comunin con la continuidad poltica del Proceso, pero le adverta en clarostrminos al gobierno que se iniciaba cul era la condicin para contar con su apoyo. A lahora de las propuestas, repeta el pensamiento desarrollista: redimensionamiento estatal,promocin de inversiones, industrias bsicas, etc. Pero, para cambiar de rumbo y aslograr mayor apoyo popular, previamente desde la cspide del Estado deba exponersecul era la verdadera situacin. Y, agregaba en un ejemplo ms de su escisininterpretativa entre gestin econmica y poder militar: Por eso bien puede decirse que lapoltica econmica que ahora finaliza era impotente para realizar nada con el apoyovoluntario del pueblo, porque no se lo propona y porque su esencia era incompatible conese apoyo; era incompatible, podramos decir, con la democracia, con los objetivos mstrascendentes del actual proceso militar.(70) Reflexin que implcitamente daba porsentado que las fuerzas castrenses se haban distanciado del pueblo por la accin de lapoltica econmica. Como era previsible, eran los militares los que an tenan el margenpara recomponer la situacin, a quienes la directora segua apostando:

    Las Fuerzas Armadas, que tienen en su haber el triunfo contra la subversin alcosto de enormes sacrificios, estn en condiciones de realizar esa convocatoria [a laciudadana]. Se les presenta una alternativa en que la crisis econmica puede llegara minar los logros que han alcanzado en ese terreno y en que superar esa crisispuede dar la consolidacin definitiva de la victoria y la realizacin de todos losobjetivos que se trazaron al asumir el poder. En asumir la realidad y exponerla sinreservas al pueblo reside el secreto. () Por eso, mostrar la realidad en su exactamedida, tal como hemos intentado en esta columna, es un aporte al xito delproceso militar y al xito del flamante gobierno que preside el general Viola. Ver larealidad y callarla es trabajar para el pasado, decirla es comprometerse con elfuturo. Hoy, como nunca, la realidad es el fundamento de la esperanza.(71)

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    La directora y su diario mantenan la apuesta por el Proceso y las FuerzasArmadas; la apuesta porque el proceso poltico iniciado el 24 de marzo de 1976 setransformara en una dictadura desarrollista. Sin embargo, a diferencia de los editorialescuando el rgimen an tena su capital poltico intacto, no incurra en referenciasapologticas y su expectativa por el porvenir era por dems mesurada. Ms all de lainvariable celebracin del triunfo contra la subversin puesta en el haber de las FuerzasArmadas, no haba otra indicacin positiva en el balance del quinquenio; y, la otroraponderada figura de Videla, estaba ausente de todo comentario. Pero, en ltima instancia,la responsabilidad de la grave y tan terminante situacin econmica continuaba siendoasignada exclusivamente a Martnez de Hoz y su equipo; las Fuerzas Armadas,nuevamente, aparecan como las vctimas propiciatorias del voraz ministro.

    Por supuesto, la directora y su diario eran conscientes que, como lo repeta Martnezde Hoz en la mayora de sus alocuciones pblicas, la responsabilidad poltica de lasmedidas econmicas era de las Fuerzas Armadas, pero la salvedad que realizaba sobrelas fuerzas castrenses se explica al menos por dos motivos evidentes en el contexto delrecambio presidencial: se estaba ante un rgimen que preservaba una voluntad activa deapoltronarse en el poder por largo tiempo, hecho que a su vez estaba bastante aceptadopor todos los sectores de la sociedad argentina, an en un marco tan crtico como el finaldel mandato Videla; ante esta realidad el diario segua confiando en la chance que desdeel propio rin militar una fraccin ms afn a sus propuestas inclinara el rumbo delrgimen -aunque el estrecho margen de maniobra dejado por sus antecesores lo hacadificultoso, como lo reconoca la directora-. La deslegitimacin econmica de la dictadura,si bien estaba causando estragos a su capital poltico, todava no era lo suficientementeprofunda como para percibir una pronta finalizacin de su estada en la cpula del poderestatal -como tambin contribua a esa certeza la an en marcha reorganizacin partidariao la endeble, aunque creciente, manifestacin orgnica de las oposiciones sociales-.

    La otra motivacin continuaba siendo la ideolgica: se confiaba en la posibilidad derevivificar el movimiento nacional con unas Fuerzas Armadas que cumplieran su designiohistrico de defensa del ser nacional y pusieran en marcha los mecanismos deconsolidacin econmica que formaran la base de sustento para la posterior democracia.En este marco, entonces, y en funcin de las posiciones analizadas hasta aqu, la apuestadel diario por la continuidad del Proceso era bastante lgica. Por eso, como en marzo de1976, ofreca un consenso expectante ante la nueva etapa que se iniciaba, basado en lostenues signos de cambios que haba proporcionado el nuevo presidente militar, peroconsciente de las dificultades que afrontaba por la pesada herencia econmica quedejaba el gobierno saliente y que afectaban las posibilidades reales que las FuerzasArmadas tenan de torcer el rumbo de agotamiento que haba tomado la dictadura.

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    Reflexiones finalesEn forma de conclusin quisiramos profundizar la reflexin sobre lo que constituy

    una posicin editorial central de Clarn que atraves todo el periodo 1976-1981: que juntoal paulatino distanciamiento en el mbito de la poltica econmica el diario conserv suapoyo en trminos polticos. Consideramos que tal posicionamiento tuvo algunos rditossimblicos y otros materiales para el diario. En primer trmino, la subordinacin generalque sufri el discurso poltico a manos del econmico durante todos estos aos legitim lavisin que el matutino sostuvo desde un principio sobre la realidad nacional, en tanto laspreocupaciones centrales del pas parecan concentrarse finalmente en la economa. Ensegundo trmino, esta escisin le permita al diario un doble juego: no colisionar con elpoder poltico militar y a la vez exhibirse ante sus lectores como un diario con relativosmrgenes de independencia crtica. Al resguardar a las Fuerzas Armadas de lasobjeciones desarrollistas, concentradas en la conduccin econmica encabezada porMartnez de Hoz junto al apoyo poltico que se le brind a los militares-, la empresaperiodstica demostraba su buena voluntad hacia quienes manejaban discrecionalmente elEstado, lo cual tambin le permiti evidentemente acceder a negocios como el de PapelPrensa. Pero, simultneamente, al erigirse como juez y censor de una polticaeconmica que afectaba a la ciudadana en general, demostraba un margen de autonomacon respecto al poder militar, reafirmaba su coherencia doctrinaria al revalidar losprincipios desarrollistas, y compensaba la funcionalidad con el poder militar que sedesprenda de otras decisiones editoriales -como la autocensura en torno a la represinclandestina-.

    Clarn equilibraba as los trminos del apoyo y la objecin, aunque dejando abierta laprofundizacin de alguna de estas posiciones segn cmo avizorara el futuro de ladictadura. De modificarse la orientacin econmica y revitalizarse las expectativas de lapoblacin en torno a las promesas inaugurales de la dictadura, poda profundizar su apoyoy disponerse a dejar atrs el pasado de errores, principalmente en el rea econmica. Demantenerse la intransigencia del rgimen, o si a ste le fuera imposible lidiar con losproblemas generados por su propia poltica, y terminara finalmente en una nuevafrustracin enajenndose el favor de la ciudadana, ampliara su crtica desde el mbitoeconmico hacia otros de tinte poltico -como tenuemente ya lo estaba haciendo desde1980- y se posicionara como un defensor y representante de los sectores afectados y delas clases medias urbanas cansadas de la censura y el autoritarismo, o del ms generalinters nacional lesionado por la dictadura con su prctica econmica y, ahora s, poltica.Es decir, como un sagaz actor poltico, el diario hacia 1981 ir dejando un margen deaccin para acomodarse ante los eventuales cambios que surgieran de la revolucinnacida el 24 de marzo -con indicios cada vez ms slidos sobre un probable fracaso-, de

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    manera de reorientar su poltica editorial para preservar sus propios intereses como medioperiodstico y empresa comercial.

    Notas(*) Este artculo es parte de la tesis doctoral del autor, titulada El diario Clarn frente a la

    poltica econmica de Martnez de Hoz (1976-1981) y dirigida por Jorge Saborido.Asimismo, el autor desea agradecer el apoyo del Proyecto UBACyT 20020100100608Del juicio al indulto: derechos humanos y memoria de la dictadura en la gran prensanacional (1983-1990), dirigido por Jorge Saborido, y del CONICET.

    (1) Borrelli, Marcelo. El diario Clarn frente a la poltica econmica de Martnez de Hoz(1976-1981), Tesis de Doctorado, Bs. As., Facultad Ciencias Sociales (UBA), 2010,indito.

    (2) Castelli, Eugenio. Manual de periodismo, Bs. As., Plus Ultra, 1991, p. 193.(3) Ibid.(4) Borrat, Hctor. El peridico, actor poltico, Barcelona, Gili, 1989.(5) Con una tirada promedio de 360.000 ejemplares diarios; por su parte, La Razn y

    Crnica llegaban a 500.000 sumando todas sus ediciones.(6) Ass, Jorge. Diario de la Argentina, Bs. As., Oberdn Rocamora editor, 2000; Ramos,

    Julio. Los cerrojos a la prensa, Bs. As., Amfin, 1993; Ulanovsky, Carlos. Paren lasrotativas. Diarios, revistas y periodistas, Bs. As., Emec, 2005.

    (7) Dentro de esta comunin nacional polisectorial, las Fuerzas Armadas argentinas eranvaloradas especialmente por ser las representantes por antonomasia de la identidadnacional. En esta lnea, el desarrollismo supo cultivar vnculos con los sectoresnacionalistas e industrialistas de las Fuerzas Armadas, a la vez que subrayaba el rolforjador que haban tenido figuras del Ejrcito como el general Manuel Savio, impulsorde la industria del acero desde la direccin de Fabricaciones Militares y SOMISA; elgeneral Enrique Mosconi, promotor de la industria del petrleo y primer director de losYacimientos Petrolferos Fiscales (YPF), o el propio general y presidente de la NacinJulio Argentino Roca, como impulsor de la expansin de la frontera nacional durante laConquista del Desierto.

    (8) Acua, Marcelo. De Frondizi a Alfonsn: la tradicin poltica del radicalismo/1, BuenosAires, CEAL, 1984; Nosiglia, Julio. El desarrollismo, Bs. As., CEAL, 1983.

    (9) Eje de un futuro grupo econmico, que tom su primer impulso a partir de 1976-1977con la participacin del diario en la estratgica empresa productora de papel paradiarios Papel Prensa S.A. Como es conocido, la participacin accionaria de Clarn juntoa los diarios La Nacin y La Razn en la empresa fue facilitada por la dictadura militar,de manera tal que estos diarios pasaron a ser socios del Estado en el emprendimiento,ya que este ltimo era dueo de una parte de las acciones de la empresa. Desde 2010la venta de acciones de la familia Graiver -quienes en ese momento eran losaccionistas mayoritarios- a los diarios se encuentra bajo investigacin judicial ante lasospecha de que haya sido realizada bajo coaccin en el marco de un delito de lesahumanidad. Para ms detalles, ver: Borrelli, Marcelo. Una `batalla ganada: Clarn y lacompra de Papel Prensa (1976-1978), en Saborido, Jorge y Borrelli, Marcelo(Coords.). Voces y silencios. La prensa argentina y la dictadura militar (1976-1983), Bs.As., Eudeba, 2011.

    (10) Clarn. Un final inevitable, Bs. As., 25 de marzo de 1976, p. 6.(11) Para un anlisis, ver: Borrelli, Marcelo. Escribiendo el epitafio: el diario Clarn en la

    antesala del golpe de Estado de 1976, en Hologramtica, vol. 2, n 13, Lomas deZamora, Fac. de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Lomas de Zamora, 2010,pp. 3-23; Blaustein, Eduardo y Zubieta, Martn. Decamos ayer. La prensa argentinabajo el Proceso, Buenos Aires, Colihue, 1998; Daz, Csar Luis. La cuenta regresiva.La construccin periodstica del golpe de Estado de 1976, Bs. As., La Cruja, 2002.

    (12) Morales Sol, Joaqun. Seis meses de Gobierno, en Clarn, Bs. As., 24 deseptiembre de 1976, p. 4

    (13) Clarn acept explcitamente su poltica de autocensura en un editorial de agosto de1976: La prensa argentina ha aceptado la necesidad de la vigencia de ciertas

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    restricciones que resultan indispensables en los momentos difciles que vive la Nacin.Lo ha hecho porque es consciente de que ella debe tambin efectuar su aporte alcombate contra la subversin. En tal sentido, la prensa nacional no tiene dificultadescon un gobierno que persigue idnticos fines. Clarn. La prensa argentina, Bs. As., 2de agosto de 1976, p. 6.

    (14) En estos primeros seis meses el diario mantuvo una suerte de expectativa crtica antela poltica econmica de la dictadura militar, advirtiendo cada vez mspronunciadamente sobre sus desvos, pero sin elegir una confrontacin abierta.Entendemos que esta moderacin puede atribuirse al contexto de inicio del nuevogobierno y al crdito poltico que los actores de la vida nacional le haban otorgado, aque los objetivos de Martnez de Hoz an no estaban abiertamente en evidencia yporque ciertos sucesos emanados desde el propio poder militar, como la creacin delMinisterio de Planeamiento de inspiracin neodesarrollista que se dio a conocer a finesde agosto de 1976, permitan mantener cierta expectativa sobre que un sector de lasFuerzas Armadas lograra imponer en la interna castrense la tesis ms cara al credodesarrollista. Ver: Borrelli, Marcelo. El diario Clarn y el Proyecto Nacional de DazBessone (1976-1977): la anhelada refundacin nacional?, ponencia en IV Jornadasde Trabajo sobre Historia Reciente, Rosario, Facultad de Humanidades y Artes,Universidad Nacional de Rosario, 2008.

    (15) Para Clarn la existencia de la subversin tena su explicacin en ltima instancia enla persistencia de un orden econmico subdesarrollado que era el caldo de cultivopara la aparicin de estas reivindicaciones radicalizadas.

    (16) El 4 de septiembre de 1976 los desarrollistas expresaron una minuciosa crtica sobrela realidad econmica y algunas de las medidas aplicadas desde el Ministerio deEconoma; sin embargo concluan que: El cuadro econmico no sugiere un retorno alelectoralismo y las falsas opciones que presentaba el anterior esquema institucional.() Si apreciamos correctamente la realidad, nuestra accin no dejar de ser difcil ycompleja, pero estar presidida por el convencimiento de que el triunfo de las FuerzasArmadas ser el triunfo del pueblo argentino y nuestro propio triunfo, Movimiento deIntegracin y Desarrollo. Memorndum N 3. La poltica econmica y el procesonacional, en Movimiento de Integracin y Desarrollo. La crisis argentina (periodo 1976-1981). Planteos y proposiciones del Movimiento de Integracin y Desarrollo (MID)frente al postergado desafo de la reconstruccin nacional, Bs. As., S/E, 1981, pp. 22-3.A partir de la crtica del MID a inicios de septiembre, Clarn, con su propio estilo anms moderado, comenzar a secundar al desarrollismo en su distanciamiento en tornoal derrotero econmico del gobierno.

    (17) Desde el inicio de la dictadura se manifestaron disputas facciosas en el interior de lasFF.AA. que revelaron el grado de fragmentacin del poder militar. Por una parte, elgeneral Roberto Viola representaba para muchos analistas el sector politicista delEjrcito, dispuesto a discutir, a partir de 1977, el futuro poltico del pas conrepresentantes de los partidos tradicionales. Frente al sector dialoguista se alzabadentro del Ejrcito un sector mucho ms intransigente, catalogado como duro. Losduros, quienes estaban comprometidos directamente con las operaciones de larepresin ilegal, planteaban un largo perodo de gobierno militar destinado arestablecer la salud de la nacin enferma y, aunque no formaban una coalicinideolgica homognea, los una su ferviente anticomunismo y el rechazo a lasintenciones de dilogo poltico de los moderados (Canelo, Paula. La poltica contra laeconoma: los elencos militares frente al plan econmico de Martnez de Hoz durante elProceso de Reorganizacin Nacional, en Pucciarelli. Alfredo (coord.). Empresarios,tecncratas y militares. La trama corporativa de la ltima dictadura, Bs. As., Siglo XXI,p. 262). Videla -que profesaba un profesionalismo antipoltico y hasta era observadocomo un general republicano- intent trascender las disputas internas, debido a sufuncin presidencial y a su apoyo incondicional a Martnez de Hoz (Novaro, Marcos yPalermo, Vicente. La dictadura militar 1976/1983, Bs. As., Paids, 2003, p. 179).Tambin Massera, como jefe de la Marina, represent otros de los sectores quepugnaban por definir el futuro poltico de la dictadura.

    (18) Ese apoyo editorial a la lucha antisubversiva en los aos iniciales de la dictaduratambin tuvo su expresin en otras partes de la superficie redaccional del diario, porejemplo al publicar los comunicados oficiales sobre enfrentamientos fraguados u otros

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    episodios similares -que le otorgaban legitimidad a las versiones oficiales sobre loshechos represivos-, en la autocensura ejercida al no informar sobre las desaparicionesdiarias de militantes y opositores, en la exaltacin de los xitos de la luchaantisubversiva, al destacar positivamente a determinadas figuras militares (vanse loselogios de Clarn al general Antonio Domingo Bussi, gobernador de Tucumn y jefe delas fuerzas represivas en esa provincia: Clarn. Actitud positiva en Tucumn, Bs. As.,30 de julio de 1976, p. 8; Clarn. Qu pasa en Tucumn?, Bs. As., 7 de septiembrede 1976, p. 7), o en la difusin de informaciones que desacreditaban a personalidadesque haban sido vctimas de la represin o cuyo testimonio contradeca las versionesoficiales. De todas maneras, junto con este apoyo cabe destacar tambin que una delas invariantes editoriales del diario en el periodo 1976-1977 fue el pedido para que larepresin se realizara en forma ordenada, a travs de instrumentos legales ycentralizados desde el Estado, e hizo saber su preocupacin ante determinadoshechos criminales que fueron pblicos y pusieron bajo sospecha a la accin estatal(como el asesinato del general boliviano Juan Jos Torres. Clarn. El asesinato delgeneral Torres, Bs. As., 4 de junio de 1976, p. 6) Esta demanda convivi con lostrminos extremos, grandilocuentes y catastrofistas con los que el diario se refiri a laposible disolucin de la nacin o a la necesidad de erradicar a la subversin, y, entrminos generales, al uso de una fraseologa caracterstica de la poca que otorguna clara legitimidad para las soluciones represivas extremas y radicalizadas (Borrelli,Marcelo. El diario Clarn y la cuestin de la lucha antisubversiva en el golpe militar de1976 en la Argentina, en Anos 90, n 36, Rio Grande do Sul, Programa de Ps-Graduao em Histria da Universidade Federal do Rio Grande do Sul(PPGH/UFRGS), 2012, en prensa). De todas maneras, su tono apologtico en relacina la lucha antisubversiva no le impidi exponer en un editorial de agosto de 1978, yaen el contexto de inicio de la desaceleracin represiva, su preocupacin por lo quedefina como el recrudecimiento de la desaparicin de personas, as como laexistencia de casos no resueltos, en alusin a la desaparicin de Julin Delgado,director de la revista Mercado y del diario El Cronista Comercial, ocurrida el 4 de juniode 1978, a la del corresponsal de Clarn en Neuqun, Enrique Esteban -ms tardereaparecido-, y a la de tres miembros de la Asociacin de Psiclogos de Buenos Aires,entre los que estaba su presidenta, Beatriz Perosio, an desaparecida desde el 8 deagosto de 1978 (Clarn. Los derechos humanos, Buenos Aires, 18 de agosto de 1978,p. 10.)

    (19) Clarn. Videla anunci una amplia consulta a todos los sectores de la comunidad, Bs.As., 7 de marzo de 1977, pp. 2-3.

    (20) Durante el ao 1977 el rgimen iniciar una nueva fase de la represin ilegal: ladesaparicin y asesinato de los miles de detenidos-desaparecidos que an estabanvivos en los centros clandestinos de detencin. El motivo de esta decisin responda arazones vinculadas al plano poltico nacional e internacional. En el nacional, el podermilitar an tena pendiente discutir la cuestin del cuarto hombre, que haba quedadopostergada y que solo podra resolverse una vez finalizada la lucha antisubversiva (elesquema de poder organizado en las vsperas del golpe supona una Junta Militarintegrada por los tres jefes de las FF.AA. y un cuarto hombre que ejercera lapresidencia; para centralizar la lucha antisubversiva se decidi que Videla ocuparatransitoriamente tanto su lugar en la Junta Militar -como jefe del Ejrcito- y tambin lapresidencia de la Nacin; recin en agosto de 1978 Videla pasar a ejercer solamenteesa funcin, cuando fue reemplazado por Roberto Viola en la Junta). En el planointernacional, el nuevo presidente de Estados Unidos, James Carter, asumido el 20 deenero de 1977, impulsar una poltica de mayor hostigamiento hacia las dictaduras delCono Sur por la violacin de los derechos humanos. Adicionalmente, hacia mediadosde 1978 comenzara el Mundial de ftbol y el mundo posara su mirada sobre el pas, locual obligaba al rgimen a acelerar los tiempos represivos.

    (21) Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. Op. Cit., p. 169.(22) Clarn. REPORTAJE AL PRESIDENTE, Bs. As., 30 de enero de 1977, p. 2.(23) Yannuzzi, Mara de los Angeles. Poltica y dictadura, Rosario, Fundacin Ross, 1996.(24) Clarn. Marzo 1977, Bs. As., 2 de marzo de 1977, p. 6.(25) Clarn. El tiempo poltico, Bs. As., 19 de febrero de 1977, p. 6.(26) Clarn. El compromiso nacional, Bs. As., 24 de marzo de 1977, p. 8.

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    (27) Clarn. Ganar la paz, Bs. As., 27 de marzo de 1977, p. 12.(28) Clarn. Los fines y los medios, Bs. As., 10 de abril de 1977, p. 6.(29) Clarn. El compromiso. Op. Cit.(30) Durante 1976 las preocupaciones econmicas del diario se haban focalizado en el

    alto dficit estatal y la demora del gobierno en redimensionar los gastos y privatizarempresas estatales ineficientes -una de las promesas liberales de Martnez de Hozque Clarn le exiga cumplir para fortalecer al Estado-, el alto costo social de lareduccin salarial concretada luego de los anuncios de Martnez de Hoz el 2 de abril, lafalta de incentivos para la inversin extranjera y la inversin productiva, la carencia deuna poltica que estimulara las industrias bsicas y las rebajas arancelarias. Enparticular, a partir de las reducciones arancelarias aplicadas a fines de 1976 haciarubros de la pequea y mediana industria nacional -con efectos an muy acotados enrelacin a la apertura de los aos posteriores-, el diario profundizar su distanciamientocon la poltica econmica.

    (31) Schvarzer, Jorge. La poltica econmica de Martnez de Hoz, Bs. As., Hyspamrica,1986, pp. 61-62.

    (32) Junto con la Reforma se puso en prctica una poltica antiinflacionaria que incluy unapoltica monetaria ortodoxa restrictiva que estimulara el alza de la tasa de intersdurante los ltimos meses de 1977 y devendra en un proceso recesivo que seextender hasta abril de 1978, cuando se le puso fin por la presin de sectores de laspropias FF.AA., alarmadas por el posible efecto negativo que pudiera ocasionar en elempleo (durante la vigencia de esta poltica el producto industrial haba cado un 25%.Canitrot, Adolfo. Orden social y monetarismo, Bs. As., Cedes, 1983, p. 38).

    (33) Clarn. Quejoso eficientismo, Bs. As., 13 de julio de 1977, p. 8; Clarn. Excesivasdivisas?, Bs. As., 26 de julio de 1977, p. 10; Clarn. La industria nacional, Bs. As., 2de agosto de 1977, p. 10; Clarn. Ingenio, eficiencia y competencia, Bs. As., 20 deagosto de 1977, p. 6; Clarn. Poltica arancelaria, Bs. As., 6 de septiembre de 1977, p.10.

    (34) Clarn. Ahorro e inversin, Bs. As., 2 de mayo de 1977, p. 10; Clarn. La cuestinsalarial, Bs. As., 10 de junio de 1977, p. 8; Clarn. Defensa nacional e industria, Bs.As., 2 de octubre de 1977, p. 14.

    (35) Clarn. Estatismo, esa invencible costumbre, Bs. As., 15 de julio de 1977, p. 10;Clarn. Racionalizacin administrativa, Bs. As., 16 de agosto de 1977, p. 8; Clarn. Elrgano y el tumor, Bs. As., 19 de octubre de 1977; Clarn. La reduccin del dficit,Bs. As., 8 de noviembre de 1977; Clarn. El dficit pblico, Bs. As., 29 de noviembrede 1977, p. 10.

    (36) Clarn. La recurrente inflacin, Bs. As., 12 de agosto de 1977, p. 10; Clarn. Salariose inflacin, 30 de septiembre de 1977, p. 10; Clarn. La nueva inflacin, 13 deoctubre de 1977. La inflacin durante el periodo 1976-1981 se mantuvo en porcentajesmuy altos: 444% en 1976; 176% en 1977; 175,5% en 1978; 159,5% en 1979; 100,8%en 1980; y 104,6 en 1981. Rapoport, Mario. Historia econmica, poltica y social de laArgentina (1880-2003), Bs. As., Emec, p. 651 (fuentes: CEPAL e INDEC).

    (37) Clarn. Dficit y endeudamiento externo, Bs. As., 1 de noviembre de 1977, p. 10;Clarn. Reservas y endeudamiento, 6 de diciembre de 1977, p. 12; Clarn. El costode las reservas, 30 de diciembre de 1977, p. 12.

    (38) Que enfatiza en la protesta y la condena, intenta capturar adeptos y concretarfinalidades sectarias. Castelli, Eugenio. Op. Cit., pp. 191-193.

    (39) Canelo, Paula. El proceso en su laberinto. La interna militar de Videla a Bignone, Bs.As., Prometeo, 2009, pp. 88-99.

    (40) Clarn. Videla entreg a Massera y Agosti la propuesta poltica del Ejrcito, Bs. As.,10 de marzo de 1978, p. 3.

    (41) Clarn. La institucionalizacin, Bs. As., 12 de marzo de 1978, p. 12.(42) Clarn. Videla asegur que un acelerado desarrollo industrial de la Nacin har

    superar las causas profundas de la crisis, Bs. As., 3 de septiembre de 1977, pp. 2-3.En ese momento Clarn haba elogiado las palabras presidenciales, que fueroninterpretadas como un hecho trascendental por su impronta industrialista. Segn eldiario esta indicacin de prioridades bsicas pareca contraponerse con quienes seobstinaban en un eficientismo que quera transformar al pas nicamente enproductor de materias primas, en clara alusin a la conduccin econmica.

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    Evidentemente, pese a que el rumbo econmico iba por carriles contrarios a los quemencionaba Videla en su discurso, el matutino pareca forzar una interpretacin por lacual la conduccin poltica de la dictadura en manos del Poder Ejecutivo secontrapona a los intereses de la conduccin econmica representada en Martnez deHoz. Clarn. El mensaje, Bs. As., 4 de septiembre de 1977, p. 12.

    (43) Clarn. Videla formul una convocatoria para la nueva etapa del proceso, Bs. As., 30de marzo de 1978, pp. 2-3.

    (44) Clarn. Programa institucional, Bs. As., 31 de marzo de 1978, p. 6.(45) Clarn. Unidad y cambio, Bs. As., 1 de abril de 1978, p. 8.(46) Quiroga, Hugo. El tiempo del Proceso. Conflictos y coincidencias entre polticos y

    militares: 1976-1983, Rosario, Homo Sapiens, 2004, p. 55.(47) Clarn. Por qu este 24 de marzo ser crucial para el Proceso, Bs. As., 11 de marzo

    de 1979, p. 8.(48) Clarn. Un plan antiinflacionario de 8 meses anunci Martnez de Hoz, Bs. As., 21 de

    diciembre de 1978, pp. 12-13.(49) Canitrot, Adolfo. Teora y prctica del liberalismo. Poltica antiinflacionaria y apertura

    econmica en la Argentina, 1976-1981, Bs. As., Cedes, vol. 3, n 10, 1980, p. 33. Entrminos ideales, el plan avizoraba que al favorecer la competencia externa a travs dela apertura comercial y al revaluar gradualmente la moneda nacional se obligara a lasempresas a reducir sus costos. En este esquema, a medida que el tipo de cambio sehiciera decreciente -en el marco de la competencia de productos locales con losimportados, cuyos precios deban ser disciplinadores- ste empezara a funcionarcomo un ancla para la inflacin, que se reducira en la misma medida hastaconverger con los precios internacionales y llegar a cero. En trminos polticos, desdeenero de 1979 el futuro de la dictadura en esta etapa se dirima a suerte o verdad a laespera de una convergencia de precios que dependera de la efectividad de estanueva fase de la poltica econmica. Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. Op. Cit., p.266.

    (50) Clarn. El pas de los contrastes, Bs. As., 1 de abril de 1979, pp. 10-11.(51) Que busca difundir los beneficios de determinado sistema de gobierno y suele tener un

    tono propagandstico. Castelli, Eugenio. Op. Cit., pp. 195-196.(52) Que exhorta al cumplimiento de reglas, advierte peligros, llama al orden y a la

    concordia. Castelli. Ibid.(53) Clarn. 24 de marzo, Bs. As., 24 de marzo de 1979, p. 8.(54) Ibid.(55) La primera vez que Videla hizo un anuncio con este contenido, fue al inaugurar el

    Congreso de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en San Luis, el 4 de julio de1977. All el presidente de facto abog por la integracin campo-industria y aludi aldeseo de lograr un pas plenamente industrializado sobre la base de las industriasbsicas. Clarn elogi con mpetu sus palabras, al afirmar: El 4 de julio de este aoentra con firme trazo en el calendario revolucionario. Clarn. Dilogo y programa, Bs.As., 6 de julio de 1977, p. 8.

    (56) Ernestina Herrera de Noble. Los frutos deben ser la unidad y la accin, en Clarn, Bs.As., 7 de abril de 1980, p. 8.

    (57) Clarn. Videla: comenzamos el tiempo poltico, Bs. As., 1 de abril de 1980, pp. 2-3,29, 55-56.

    (58) Desde 1952 ningn presidente haba traspasado los cuatro aos en el poder, yadems Videla mantena un elenco estable en los importantes ministerios de Economae Interior, y continuaban en sus cargos otros funcionarios relevantes como elgobernador de la provincia de Buenos Aires y el intendente metropolitano.

    (59) Jordn, Alberto R. El proceso 1976-1983, Bs. As., Emec, 1993, pp. 227-228.(60) Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. Op. Cit., p. 332; Quiroga, Hugo. Op. Cit., pp. 199-

    205.(61) Quiroga. Op. Cit., p. 202(62) Para un anlisis del dilogo poltico, vase tambin Morresi, Sergio. Los

    compaeros de ruta del Proceso. El dilogo poltico entre las Fuerzas Armadas y losintelectuales liberal-conservadores, ponencia en XII Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia, San Carlos de Bariloche, Universidad Nacional delComahue, 2009; Yannuzzi, Mara de los Angeles. Op. Cit., pp. 339-48.

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    (63) Ernestina Herrera de Noble. La impaciencia como aporte, en Clarn, Bs. As., 6 deabril de 1980, p. 6.

    (64) Ernestina Herrera de Noble. Los frutos deben ser. Op. Cit.(65) Ernestina Herrera de Noble. Signos de vitalidad del pueblo argentino, en Clarn, Bs.

    As., 8 de abril de 1980, p. 6.(66) Ibid.(67) Ernestina Herrera de Noble. Asumir la realidad como fundamento de la esperanza,

    en Clarn, Bs. As., 29 de marzo de 1981, pp. 10-1.(68) Borrelli, Marcelo. Combatiendo a Martnez de Hoz (para salvar a las Fuerzas

    Armadas). Clarn durante el ltimo ao de la poltica econmica de la dictadura militar(1980-1981), ponencia en XII Jornadas Interescuelas/ Departamentos de Historia, SanFernando del Valle de Catamarca, Universidad Nacional de Catamarca, 2011.

    (69) Ernestina Herrera de Noble. Asumir la realidad. Op. Cit.(70) Ibid.(71) Ibid.

    Recibido: 15 de octubre de 2012Aprobado: 13 de noviembre de 2012.