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Número 0 Enero 2011 Magazine Digital de Arte LUIS CARO De repente LITERATURA LIANA WENNER Nuestro Vinicius en Mar del Plata FOTOGRAFÍA CECILIA PEREIRA ALVAREZ Coloniense. El arte de poder ver mas allá. ARTES PLÁSTICAS MARÍA ALICIA BARREIRA Marialí Insurgente. Sensibilidad, talento y compromiso. MÚSICA ANA PRADA La paz que bajó de Paysandú IGNACIO SUBIROS Dedos mágicos. Un Hammond. Abbey Road. LA VENTANA Espacio destinado a la difusión de obras. TEATRO LA MISERIA ES ILEGAL Murga estilo uruguayo, muy marplatense PEDRO BENITEZ Jugar al Teatro CLAUDIA MOSSO Casualidad

Cirque Nº 0

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Magazine Digital de Arte Marplatense

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Número 0 Enero 2011

Magazine Digital de Arte

LUIS CARODe repente

LITERATURA

LIANA WENNERNuestro Vinicius en Mar del Plata

FOTOGRAFÍA

CECILIA PEREIRA ALVAREZColoniense. El arte de poder ver mas allá.

ARTES PLÁSTICAS

MARÍA ALICIA BARREIRAMarialí Insurgente.Sensibilidad, talento y compromiso.

MÚSICA

ANA PRADALa paz que bajó de Paysandú

IGNACIO SUBIROSDedos mágicos. Un Hammond. Abbey Road.

LA VENTANA

Espacio destinado a la difusión de obras.

TEATRO

LA MISERIA ES ILEGALMurga estilo uruguayo, muy marplatense

PEDRO BENITEZJugar al Teatro

CLAUDIA MOSSOCasualidad

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STAFFDIRECTORESRaúl Rodrigo AlonsoGuillermo Abel Bandi

EDITOR GENERALRaúl Rodrigo Alonso

COMITÉ EDITORIALRaúl Rodrigo AlonsoGuillermo Abel Bandi

ARTE Y DIAGRAMACIÓNGuillermo Abel Bandi

EDITORIALLa actividad artística se desarrolla allí donde exista una necesidad. Estas necesidades sociales, que van desde lo existencial hasta lo meramente económico, generan a su vez producción cultural, como testimonio, como vía de escape, como modo de seguir viviendo.

Mar del Plata no escapa a esta concepción. Hombres y mujeres que muchas veces restan tiempo a su escaso tiempo libre en pos de testimoniar su visión del mundo, de la historia, de su hábitat, de su presente, de su futuro. Hombres y mujeres que escriben, que pintan, que esculpen, que danzan, que fotografían, que elaboran música, que actúan, que hacen del arte una forma de vida, con el ánimo de que sea mejor la propia vida y la de sus vecinos. Cirque nace con el firme propósito de difundir, sin red, esa actividad social, que, a menudo, queda restringida a pe-queños círculos incomunicados entre sí, alejados unos de otros, expulsados o directamente ignorados por los medios de mayor difusión, en general, enamo-rados de los espectáculos u obras provenientes de la gran capital o del exterior.

Cirque se funda como la expresión genuina de variadas charlas de café o sobremesas de amigos, en las cuales siempre surgía la necesidad de que hubiese un espejo que reflejara pequeños o grandes aportes de artistas mar-platenses, que se pudiesen conocer con cierta facilidad las distintas opciones que presenta la ciudad y también que se conozcan las historias personales, en cierto sentido mínimas, de esos hombres y de esas mujeres.Ha transcurrido un tiempo bastante prolongado, discusiones de la más variada índole, sobre su estilo, sobre su filosofía, sobre sus objetivos. Hoy podemos observar con cierto orgullo el embrión digital de nuestro proyecto final. Con in-numerables falencias y carencias, con poco tiempo, con escasos medios. Pero con el gusto y el apoyo de gran cantidad de artistas e intelectuales que ven en Cirque una posibilidad, un punto de encuentro, una necesidad en vías de ser satisfecha.

Estamos seguros de que lo lograremos. Con la colaboración de los mismos artistas, con el ímpetu de un sueño a cumplir, con la ilusión de cambiar ciertas realidades aparentemente inexpugnables.

O tal vez ya lo estemos logrando y no nos demos cuenta.

Raúl Rodrigo Alonso - Guillermo Abel BandiDirectores

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SUMARIO

Año 1 - Nº 0 - Enero 2011

Música

Literatura

Fotografía

Artes Plásticas

Teatro

De repente - Luis CaroAna No Duerme - Ana PradaTalento marplatense en Abbey Road - Ignacio SubirosEl viejo Hammond y ese color tan especial

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Nuestro Vinicius en Mar del Plata - Liana WennerLa Ventana (poesía) - VariosLa Ventana - Punto de Retorno (cuento) - Raúl Alonso

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Coloniense - Cecilia Pereira Alvarez20 - 21

Marialí Insurgente - María Alicia Barreira22 - 23

Murga Estilo Uruguayo - La Miseria es Ilegal Jugar al Teatro - Pedro BenitezCasualidad - Claudia Mosso

24 - 2526 - 2728 - 29

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Luis Caro. Lucho. Un marplatense que ha trascendido las fronteras, no sólo geográficas. Ha elegido o le ha sido destinado sortear distin-tos límites a lo largo de su vida, transformándolo en una persona respetada. En un artista (o artesano, a secas, como a él le gusta autodeno-minarse) que recibe el afecto de la gente de esta ciudad, a cada paso, en cada café, producto de una historia que, juntos, intentamos reconstruir.

Un hotel de la calle 3 de Febrero lo vio corre-tear, de niño, rodeado de marginales, chorros, putas, pendencieros y también, músicos. Una madre de escasa adhesión a las prohibiciones y un colegio católico que lograba una cierta abstracta compensación entre lo que debe ser y lo que, en realidad, es. Boxeo en el Bristol y una guitarra de poco valor. A los ocho o nueve años ya tocaba precariamente el instrumento y cantaba. El secundario lo encontró en un nuevo colegio, el Colegio Nacional, donde pudo desa-rrollar nuevas sensaciones, nuevas vivencias, entre ellas, convivir a diario con el sexo opuesto. Su destreza musical y su voz le comenzaban a brindar los primeros frutos.

Comenzaba la década del ´70 y allí no hubo espacio para la duda. Luis pertenece a esa generación, que iba en busca del hombre nuevo. Que no luchaba por reformas, que iba por todo.

Una ge-neración que se entregó de lleno, hasta el hueso. A los 16 años comenzó a trabajar en la Comedia Marplaten-se, creada y dirigida por Gregorio Nachman. Fue Gregorio quien montó

una sala pequeña en Rivadavia y Santa Fe, donde los lunes y martes se hacían presentaciones de rock progresivo (como se le llamaba en esa época, a expensas del actual rótulo de rock nacional) Allí conoció a Pedro y Pablo, íconos de la época, y a quienes ellos apadrinaban, un cuarteto denominado Sui Generis. Estos cuatro muchachos contaban con gran talento pero poco dinero, por lo que vivían en un hotel de poca monta, Las Tres Damas, en la calle Santiago del Estero. Lucho fue testigo mudo de la transformación del grupo en un dúo, y de cómo se le daba forma a Vida, su primer LP. Corría el año 1971. En 1974 viajó a Venezuela, en oca-sión del II Festival Internacional de Teatro de Ve-nezuela, un evento muy importante, donde conoció

DE REPENTE

L U I S C A R O

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Por Raúl Alonso Serodino

gente de la talla de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros integrantes de la incipiente trova cubana.

Fueron años en los que no existía, práctica-mente, el límite entre lo artístico y lo militante. Luis Caro colaboraba con cualquier causa que encerrara justicia, un golpe certero contra la puta miseria, como él la califica. En junio de 1976 secuestran a Gregorio Nachman, por lo que Luis decide exiliarse en Perú. Allí comienza un periplo de más de cuatro años por todo Sudamérica, cantando en bares, en la calle, conociendo y asimilando las formas musi-cales de estos países, tan distintas a las nuestras, gobernadas por la diversidad. Compartiendo el na-cimiento de la Nueva Canción Latinoamericana se presentó junto a Alí Primera, Cecilia Todd, Chabuca Granda, Nicomedes Santa Cruz, Amparo Ochoa, Soledad Bravo, Pedro Luis Ferrer, Sara González, Los Jaivas, Los Trovadores, Facundo Cabral, Fito Páez, Joan Manuel Serrat y Mercedes Sosa, entre otros grandes artistas.

Regresa a Argentina en 1980. En esos años del pop reinante, la música latinoamericana que Luis enarbolaba era considerada de baja estofa, a nuestro decir, grasa. Luego llegó Malvinas y, con el conflicto, el redescubrimiento de todas estas for-mas musicales. Entre 1995 y 1999 realizó un espectáculo de música y títeres, con más de 2200 represen-taciones, en los más diversos ám-bitos, desde escuelas, institutos de salud mental, cárceles, villas, etc.

En 2001 viaja a España. Con escasos medios comienza a realizar presentaciones callejeras en Ma-drid, donde puede generar nue-vamente “ese vínculo que pasa nada más que por lo que vos sos y de repente. No era nadie y, de repente, era todo para la persona que me estaba oyendo.”

Musicalizó la poesía de Juan Gelman, León Felipe y Raúl Gon-

zález Tuñón. “La poesía te va encapsulando, pero es maravilloso”. También ha escrito libros de cuentos, donde narra distintas experiencias vividas en estos años de lucha, arte y vida. “No quiero disfrutar de la moral del fracaso, a lo Quijote, ni tampoco me interesa ser el payaso de este circo.” Escéptico de la realidad musical y de un sistema poderoso y perverso que se fagocita todo. “La vida no es una imagen de TV, la vida son muchas tristezas, muchas alegrías, mucha angustia.”

Actualmente está trabajando en la Crónica de la Canción Latinoamericana, un proyecto de raíz folklórica, como un resumen de todo lo aprendido en todos estos años de destino sudamericano. Ter-minando también un proyecto que incluye un libro de cuentos (“Morales Moralitos”), algunas pre-sentaciones dispersas en el verano de la ciudad y un viaje a Europa en el mes de febrero, para volver a retomar las calles, para volver a ver esos rostros que se transforman ante sus acordes y su poesía, de forma tan única, tan de repente.

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Paysandú refleja la paz, la tranquilidad, la suavidad de su gente. Década del setenta, ciu-dad obrera, simple, sin ostentaciones. En junio de 1973 comenzó la noche, y en esa noche aprendieron a convivir el miedo, la desconfian-za y también la esperanza, en tanto individual. La noche del Uruguay urbano no era la misma noche de Paysandú. Ni sus tardes, cálidas, frente al río. Chiquita, Ana, mira. Observa. Y escucha.

“Repasa el equipaje como ausenteya sabe que no habrá ninguna meta

que el pasado termina en el presentey que el presente empieza en su maleta”

Papá trabaja. Mamá trabaja. Las gurisas la cuidan, la miman, la controlan. Humildad y música al cuidado de Anita. La radio es un vi-sillo al mundo, a un mundo un poco más lejano que ese mundo de la tarde. Radio uruguaya, velocidad dialéctica, publicidad impúdica, aquí está su disco. Camilo Sesto, Rafaela Carrá, Mocedades, Nino Bravo. Chiquita, Ana, escu-cha. Y absorve.

“Cuando fue que la vi, que la ví creciendoY de tanto mirar, se me va perdiendoY de solo mirar, se me va perdiendo”

Uruguay y Ana se completan. Comienza el tiempo de elegir. Ya las gurisas no imponen sus canciones. El río Uruguay la contempla. Es ella la que tiene crecientes, la que siembra atardeceres. Estudio y música. Viajes, estudio y música. Llegan los viernes impuestos por Carlos Casacuberta. Cada viernes una can-ción. Nace Soy Sola. Ana queda mano a mano con la música.

“Peleamos todo el tiempo por mostrarQuien se quiere másQuien extraña menos

Lo bueno de tenerte siempre ahíEs como sentir

Que te me estas yendo”

ANA NODUERMEA n A P R A d A

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Ana Prada visita Mar del Plata por primera vez. Nos recibe en un pequeño camarín del Teatro Guemes, se la nota cansada, pero tam-bién feliz. Y a su lado, la guitarra. Ha-blamos un rato, sin un plan deter-minado. Esta mujer, psicóloga (profesión que dejó paso a su verdadera vocación), aman-te de la naturaleza, de los “bichos”, que le gusta andar a caballo, contem-plar el río, o sumergirse en él en cualquier tipo de embarcación… Parte integrante de una familia en donde sus primos her-manos (los Drexler) marcan también un ca-mino

a seguir. Intima, sensible, simple, como sus canciones, en definitiva. Mujer de izquierdas, feliz de ver a su país en manos del Pepe, aquel

que luchaba en la oscuridad, mientras ella retornaba de la escuela. Amé-

rica Latina es su horizonte. Su música y sus letras hacia allí

se dirigen. Está en sus orí-genes un nuevo trabajo, de folklore uruguayo, despo-jado, desnudo, tajante.

Ana va y viene por el mundo. Pero su cordón está firme junto a ese

litoral que la veía corretear, entre bichos y poesía.

Por Raúl Alonso Serodino

Soy Sola - 2006

MÚSICOS: Gabriel Casacuberta, Luciano Supervielle, Nicolás y Martín Ibarburu, Fernando Cabrera y Jorge Drexler.

PRODUCCIÓN: Carlos Casacuberta

TEMAS: Amargo De Caña - Soy Sola - Tentempie - Lo Que Viene Des-pues - La Maleta - Tierra Adentro - Dulzura Distante - No Me Ves - Brillan-tina De Agua - La Red - Cada Mancha De Tu Cuero - Pero No - Un Cuarto - Yo No Tengo Soledad

Soy Pecadora - 2009

MÚSICOS: Diego López Arcaute - Fernando Mántaras - Matías Cella - Juan Buonome - Ariel Polenta - Ariel Hassan - Javier Tenembaun - Xavi Lozano - Campi Campon - Queyi.

PRODUCCIÓN: Matías Cella

TEMAS: Soy pecadora - Me quiere sonar - Mientras tanto - Adiós - Hojas de tilo - Camalotes sueltos - Tres llaves - Tu vestido - Violeta - El tero - Juveniles bríos - Salud por mí - Da buena suerte - Mandolín - Sal y Agua

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Ignacio Subiros es pianista. En su bunker (que retrotrae a In Treatment en algún aspecto) se respira música. Sus cuadros, sus equipos, su talento. En esa guarida lo entrevistamos, en referencia a su viaje a Londres, más preci-samente a colaborar en una grabación en los Estudios Abbey Road, templo sagrado de la música internacional, lugar para muy pocos.

Ignacio, ¿cómo se despierta tu amor por este instrumento?

Se despierta a los 14 o 15 años cuando estaba en la escuela y empecé a conocer a algunos compa-ñeros que ya venían tocan-do y que me empezaron a mostrar la “otra música”…la que ya no se pasaba en las radios por aquel entonces. No recuerdo muy bien cómo se me despertó el interés por el piano específicamen-te…pero sí, perfectamente, por el órgano. Fue cuan-

do escuché por primera vez a Deep Purple y su disco “Machi-ne Head”. ¡Nunca imaginé que un órgano pudiera sonar de esa manera!

¿Cómo se desarrolló tu formación, tu técnica?

Tengo un poco de todo….. no podría decir que se trata de una formación clásica, aunque he estudiado 6 años esa música entre conservatorios y profeso-res cercanos a la misma. Sólo quise aprender lo mejor posible esa técnica, dentro de mis posi-bilidades.

Creo que siempre estuve más cerca de la música de raíz “negra” (como lo es el jazz, el blues, el gospel o el soul) que de Mozart o Beethoven. Aun-

que está claro que disfruto de cada uno de ellos por igual.

¿De qué manera surgió la posibilidad de este viaje y la grabación en Abbey Road?

Surgió de forma inesperada. El año pasado había llegado hasta sus puertas para sacarme la foto en la calle como todos y para mí eso ya era un sueño cumplido. Para ese momento,

pensaba que esa visita sería lo más cerca que podría lle-gar a sentir a los Beatles.

Curiosamente, hace poco más de dos meses, un amigo que vive en Madrid desde hace 10 años y que toca con un grupo español “onda beatle” , me manda un mail comentándome acerca de la posibilidad que existía de que una persona les produjese su primer disco de estudio con temas propios y que él habia

TALENTO

MARPLATENsE EN AbbEy ROAD

IgnACIO SUbIRóS

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puesto sus votos para que yo fuera el organista de la grabación.

El grupo es madrileño y se llama “The Bran-dys”. Son conocidos en España pero aún no han llegado por estas tierras.

La experiencia fue íncreible ya que todo se dio muy rápidamente. Del mismo modo, resulta increíble que tres personas de Mar del Plata (Martin Muollo en bajo, Mariano Quintana en batería y yo) pudiéramos pisar por primera vez este mitico espacio junto al resto de The Brandys, que son madrileños.

¿Qué sensa-ciones te des-pertó una ex-periencia como ésta?

La primera sensación creo que aún no pue-do explicarla. Es realmente fas-cinante llegar a un lugar que uno ha visto miles de veces, en fotos y videos, y de gol-pe te encontrás con que estas ahí dentro y respi-rando el mismo aire que todos ellos. El lugar aún mantiene su esencia. Sus salas aún están intactas, y el estudio conserva cada uno de los intrumentos, equipos y micrófonos que han sido utilizados a lo largo de 60 años de historia y todo está listo para usarse.

En lo personal, marca un antes y un des-pués. Nada se entiende, se escucha ni se ve igual, luego de haber conocido un lugar como éste, en persona.

En el plano técnico, ¿qué cosas te llama-ron la atención, qué viste en ese templo que te haya sorprendido?

Creo que esto también tiene que ver un poco con lo que hablábamos antes. Me refiero a que, a pesar de que uno ve que ciertas cosas van evolucionando en materia de audio, ellos conservan todo lo que se ha usado desde los años 50´s hasta hoy. El 90% de los micrófonos que se usaron en esta grabación datan de los años 60 ó 70.

En lo unico que ví tecnología actual es en la computadora donde volcaban toda la informa-ción final. El resto es todo equipo, de los años

60 o 70 en su grabn mayo-ría, y que al día de hoy no sólo cuestan muchisimo dinero, sino que también casi no llegan a conseguir-se en ningún lado y mucho menos en el estado en que todo se con-serva allí.

Y claro está, nada funciona sin la mano de un ingeniero

de sonido acorde a esas latitudes. La persona que nos grabó a nosotros es un hombre que no llega a los 40 años de edad pero que ya tiene en sus espaldas dos premios Grammy y que es el operador de grupos como Oasis, Green Day, Eric Clapton, Paul McCartney y de todo lo que se grabe en el famoso estudio Número 2 de Abbey Road.

En el plano artístico, ¿cómo se ha desa-rrollado tu carrera?

La respuesta podría ser interminable (risas). Por suerte, y a lo largo de 17 años que ya llevo tocando, he tenido la gran fortuna de tocar con

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los mejores músicos de la ciudad y eso me permitió crecer mucho más rápidamente y de forma segura, dándome la confianza suficiente como para poder probar suerte fuera de Mar del Plata y de mi país en varias oportunidades y haber sentido que pude hacer bien las cosas gracias a tanto esfuerzo y trabajo diario.

Pasé por muchas músicas y por muchos estilos. De todos obtuve grandes aprendizajes. Del mismo modo tuve la suerte de tener gran-des maestros que me enseñaron por dónde pasa la música realmente y que no todo lo que suena o lo que se escucha por ahí, realmente es lo que se supone que deba ser o lo que nos quieren hacer creer.

Creo que la honestidad en lo que uno hace es una de las tres claves que tiene la musica. Las otras dos, como siempre les digo a mis alumnos, creo que pasa por tener “ritmo y acti-tud” en lo que uno interpreta. De ahí en mas….todo se hace mas fácil…..jaja.

¿Qué estás haciendo actualmente?Actualmente, llevo adelante mi propio pro-

yecto de jazz funk. “Subiros Organ Quartet” nació hace poco más de 3 años bajo la ne-cesidad de hacer sonar mucha de la música que tenía dentro de mí. Los músicos que me acompañan en este proyecto son realmente increíbles. Mi devolución y mi agradecimiento para cada uno de ellos es total por hacer sonar estos mismos temas como nadie.

Hace dos años editamos nuestro primer trabajo de forma independien-te: “Tiempos Raros” y para principios del

año siguiente, creo que se viene el segundo. Aún no consigo definir su nombre. Ya pensaré en algo….

También estoy con otros proyectos. Esta-mos reflotando poco a poco lo que fue conside-rado el mejor tributo a Deep Purple en Argen-tina (según Mario Pergolini) ”Purple nights”…que está formado por músicos de Mar del Plata y con el cual estuvimos tocando hasta hace un año atrás y ahora estamos empezando nue-vamente. Y desde hace un par de semanas, estoy tocando con Doctor Queen, uno de los mejores tributos a Queen que pueden verse actualmente. Esta gente es muy profesional en lo que hace y realizan giras mundiales con su proyecto.

Y también me dedico a dar clases en mi es-tudio. Es una actividad que disfruto mucho por que también significa un aprendizaje constante, para mí también…

La forma de contactarse por clases con Ignacio Subiros es a través del mail: [email protected] o por Facebook: Ignacio Subiros.

Por Raúl Alonso Serodino

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El órgano Hammond es un instrumento musical basado en los principios del electro-magnetismo y de la amplifi-cación a través de altavoces individuales, creado por el inventor estadounidense Lau-rens Hammond (1895-1973) y cuya producción va desde 1935 hasta 1978. Como ca-racterísticas principales, este órgano presenta un mueble de madera, cerrado o con cuatro patas (modelo B3), de aspec-to sobrio con un sistema de 25 (modelo B3) ó 32 (modelo RT3) pedales para los sonidos del bajo. En la cónsola, hay dos teclados de cinco octavas y encima de éstos, hay cuatro juegos de nueve drawbars o barras deslizantes que permiten añadir armónicos (generados mediante ruedas fónicas -Tone Wheels, por su nombre en inglés-) a los sonidos fundamentales del instrumento.

Cuenta con un altavoz giratorio acabado en dos trompetas (una de ellas muda) instalado sobre un motor que gira a dos diferentes velocidades: Slow - Fast (Lento-Rápido) / Tremolo-Chorale. Este sistema de amplificación, llamado Leslie, es en gran parte responsable de su característico timbre, pero no fue nunca vendido por Hammond, ya que Leslie y Hammond fueron (durante el período dora-do de la marca) empresas totalmente separadas, y rivales puesto que Laurens Hammond nunca fue partidario de la utilización de este tipo de altavoz.

En 1934 se concede la patente para el órga-no de ruedas de tono. El órgano fue presentado oficialmente al público en la primera (y única) Ex-posición de Artes Industriales en el edificio Radio City de RCA, el 15 de abril de 1935. Pietro A. Yon, organista de San La Catedral de Patrick, y Fritz Reiner, quien más tarde se convirtió en director de la Orquesta Sinfónica de Chicago, se turnaban

en el teclado. George Gers-hwin también se interesó en el nuevo instrumento. Quedó tan impresionado que inmediata-mente ordenó a uno.

En Junio de 1935 entra en producción el modelo A, desde el número de serie 2501 en adelante.

El órgano Hammond tuvo apogeo en los años 60 y 70, destacando en diversos géne-ros musicales, como el jazz, rock, soul, gospel, funk, y Ska, entre otros.

Los modelos considerados “clásicos” aparecen recién en 1955 (B3, C3 y RT3), que fueron adoptados por innume-

rables tecladistas en distintas partes del mundo, (ver recuadro).

En el año 2002, la empresa japonesa Suzuki adquirió el nombre y desde entonces se llama Hammond-Suzuki. Bajo esta marca, fabrica recrea-ciones del instrumento original usando sonidos muestreados del órgano modelo B3 original. En la actualidad aún es posible adquirir nuevas ver-siones digitales del modelo B3; incluso existe la versión de lujo, y la versión portátil.

El viejo órganoH a m m o n dy ese color tan especial.

JimmyMcGriff

SteveWinwood

RichardWright

Joey De Francesco

RickWakeman

JimmySmith

Recopilación de Guillermo BandiFuente: http://www.hammond-organ.com

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Mi encuentro con Liana no resultó fácil. El invierno hizo lo suyo y la medicina dió su ve-redicto. Estado gripal, fuerte, inaccesible. Y postergaciones infinitas. En su última noche en la ciudad pude observarla a través de la vidrie-ra del lugar donde habíamos consensuado el encuentro. Pocas personas estaban allí. Mien-tras Marcos observaba, obediente, un partido de fútbol diferido, añejo, ella se distendía. Y yo también.

La historia de NUESTRO VINICIUS (Vinicius de Moraes en el Río de la Plata) se genera en una causa que nos une. Ese mítico disco, grabado en La Fusa, giraba en su tocadiscos al igual que en el mío. Y sin comprender sus letras, sin entender de qué se trataba esa ar-monía alegre, nos obligaba a repetir la escena, levantar el brazo, acomodar la púa, y otra vez, Vinicius… Expresa Liana en su prólogo: “…allá afuera la belleza y el amor habían desapa-recido…” No lo entendíamos, sí lo intuíamos. Esos temas que escuchaba, una y otra vez, me protegían. Y Liana tuvo el buen gesto de volver a protegerme, sin saberlo.

Liana es tranquila, como sus ojos claros. Se expresa con suavidad. Hablamos de Mar del Plata, de la literatura de playa. Hablamos de Pauls y de Forn. De esta revista y de una novela que llegará con el tiempo, seguramente. Liana es periodista cultural y de espectáculos y actualmente se desempeña como empren-dedora cultural. Trabajó para diversos medios, como Graffiti (Montevideo), Línea, Así y Gabo. Es traductora de inglés y portugués.

Nuestro Vinicius nos lleva de la mano por el sendero del Poetinha. Nos habla de su pri-mer libro editado en Buenos Aires, a través de Daniel Divinsky, y, a partir de allí, de su llegada a un Buenos Aires espléndido, nocturno, abar-cativo. Corrían los primeros años de los ´70, época de nocturnidad, alcohol, genialidad. La noche de Buenos Aires unía a Troilo, a Piaz-zolla, el teatro, el Luna Park, el café concert, Borges. En ese contexto de efervescencia lle-ga un Vinicius golpeado por haber sido despe-dido del cuerpo diplomático de Brasil. Y es allí donde comienza a generar su leyenda en estas tierras. Cultiva la amistad de Horacio Ferrer, de Astor Piazzolla, de Horacio Molina, de Mono

N U E s T R O V I N I c I U s EN MAR DEL PLATA

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Por Raúl Alonso Serodino

Villegas, sus libros son best-sellers (palabra que aún no amenazaba a la buena literatura)

Lo que a mí me generó un verdadero pla-cer fue el viaje que Liana nos propone hacia el verano de 1971 cuando Vinicius desembarca junto a Toquinho y Maria Bethania en La Fusa, local que se ubicaba en Rodriguez Peña al 100, en Playa Grande. Allí compartían escenario con Horacio Molina, con Eladia Blasquez, con Antonio Gasalla, con Carlos Perciavalle. Tam-bién podemos revivir la presencia de Les Lu-thiers, de Nacha Guevara, de Chico Buarque. En fin, un pasaje del libro de Liana que refleja, con claridad y vasta documentación, una ciu-dad y una actividad cultural dentro de ella que nos obliga, cuanto menos, a ejercer una nostal-gia afectuosa y recurrente.

Vinicius despilfarró coherencia. Coherencia entre su espíritu, su talento poético y su propia vida. Amante de la amistad, del alcohol y de las mujeres. Y de la alegría. Este libro de Liana Wenner nos devuelve un poco de todo eso, y, en cierta forma, nos hace mejores.

Sei lá… a vida tem sempre razão

Tem dias que eu fico pensando na vidaE sinceramente não vejo saída.

Como é, por exemplo, que dá pra entender:A gente mal nasce, começa a morrer.

Depois da chegada vem sempre a partida,Porque não há nada sem separação.

Sei lá, sei lá, a vida é uma grande ilusão.Sei lá, sei lá, só sei que ela está com a razão.

A gente nem sabe que males se apronta.Fazendo de conta, fingindo esquecer

Que nada renasce antes que se acabe,E o sol que desponta tem que anoitecer.

De nada adianta ficar-se de fora.A hora do sim é o descuido do não.

Sei lá, sei lá, só sei que é preciso paixão.Sei lá, sei lá, a vida tem sempre razão.

Liana Wenner nació en Buenos Aires en 1969. Estudió Letras en la Univer-sidad de Buenos Aires. Es periodista cultural y de espectáculos. Trabajó para medios como Graffiti (Monte-video, Uruguay), Línea, Así y Gabo, entre otros.

En radio, dirigió la columna Feos, sucios y malos, destinada a difundir la obra y trayectoria de poetas jóvenes. Además, es traductora de inglés y portugués, y dicta clases de literatura en establecimientos del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Actualmente, se desempeña como emprendedora cultural.

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LA VENTANAEspacio para la difusión dE obras

En mi periferia

Antes de que el tiempo se acuñara en díasintenté andar por tus caminos

Antes de verte bajar imponente entre montañasintenté subir por tu sendero

Cuando tu pelo todavía no se trenzabaCuando tus ojos todavía no decían nada

yo vagaba por tus caminosahora ya no soy

ya no puedo másmientras caes a mi lado

no puedo ni pensarhasta del hablar me despojaste

Se agolpan solo a un ladopara dejarme pasar

antes de que el tiempo se acuñara en díasya no podía ni mirar…

por Ramiro Alfaya

Poema

Diáfanas gotas de rocío como frutospendían en la intemperie de la catedral de hojas,donde la noche era una boca oscuraabriéndose por las ventanas de la túnica verde.Y al desplomarse la hematita carnívora,sobre la húmeda dinastía de erizadas mandrágorasel cielo arrebol fue devorado por el sosiegode cien cuevas abiertas como fauces podridas.Al núcleo de las tinieblas ahora me dirijo,con versos que sólo serán más granos en el rojogranero de nuestro fatal destino,enervado por dioses lejanos del oprobio y la desidia.Desde la médula viscosa de la selva,nos contagia-mos de las palpitaciones sagradasy con lívidos pies prometemosembriagarnos de pasión de lanzas procelosas.Romperemos el prisma que encierra a la rosay con él las lóbregas cadenasque los demonios acerados entrelazan entresulfurosos silbidos de plomo que araña.Beberemos de la pócima de nuestro polen de tierray sentiremos las yemas de la esenciaapretar como caricia a la mano nuestros pechosy lianas enredando nuestras venas.Prometemos embeber en nuestra sangreeste futuro serpentario, nido de calcáreos pesarescon nuestro epitafio como sombra de plane-taeclipsando hasta el último día de la última estrella.

por Mauricio Hankovits

Ancianidad

A través de los tiemposgrises amarillentosdisimulados en la arruga cruelEsos días iguales simétricosAnularon tal vez los sentimientos primarios.El galardón al esfuerzo gris amarillentodisimulado por humildad o timidezEsos pasos estrechos silenciodudan de la vigencia del intento diario¿Quién podrá devolverte, quién ha de hacerloa través de los tiempos impostergables?Te encontrarás perdiendo la batalla.Mientras el sol se esconda por las tardes.

por Raúl Alonso

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LA VENTANAEspacio para la difusión dE obras

Sólo un sonámbulo

Largas túnicas azabaches,encerrando a erráticasalmas en pena.Oscura,profunda cuevaapenas clareada por los tímidos haces queen íntima comu-

nión con la sangre púrpura,atraviesan diáfanosprismas rojos.¿Quién es Dios aquí?

Las quebradizas yemas crujen.Los deliciosos granos de cereal,recuerdo de tiem-pos venturosos y ricosse deslizan suavemente por el enervado dedo.

Si se caen al suelo,ya se habrán olvidado de ser,si es que se puede olvidar,si es que se puede caersiendo nada.

La naturaleza se desploma y es engullidapor el mismo devorador del hombre,que araña el núcleo de su médulaque aprieta su fláccida nuca.

Se devora y prescinde de sí mismo,inmortalizando su semblante en áurea figura,sobreviviendo a su propia combustión fatua.

Sólo un sonámbulo sólo un soñador podrá despertar de este triste averno.

por Joaquín Galindo

País, de vuelta

Quisiera envolver mi asombro tras esta ausencia diabólica, que

carcome mi tiempo. Al retocar los canteros de vieja estirpe

sucumbiendo al placer de adoquinar mis dedos.

Vieja casona gris, latifundio inocente y firmamento.

Aquí estoy, otra vez, como aquella para entonar estrofas con voz muerta

sin deseo de vulnerarte, pero hiriéndote recorriendo calmo tus pasillos pocos

con los disparos de luz arañándome el rostro vislumbrando hormigas rebeladas

guardando para el invierno.

por Raúl Alonso

Sumisión

El teclado viudo en su color en su almame vierte y me sumerge en su reparo.Resuelto en filas desconsuelos calma.

Frágil me amparo.

Suprimo la antinomia de los seres racionalescalculando el paso en lasciva porfía.

Establezco pausas confusas, irreales.Gentil me guía.

Nuestro vínculo no entiende de remansosni de solapados olvidos, ni censuras.A través de signos mágicos alcanzo

la verdad más pura.

por Raúl Alonso

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PUNTO DE RETORNORAúL ALOnSO - 2004

C U e n t O

-¿Querés más vino?-me preguntó Juanito, con un movimiento de ojos hacia la botella de tinto casero que había traído Tía Isabel desde San Juan. Po-bre Tía. Qué alegría le causaba cada llegada de julio, cuando año tras año salía la excursión del Pami para la provincia que le había dado la vida y el primer y único amor. Tenía ganas de beber. La compañía de Juanito, desde la mañana muy tem-prano, en ese tramo en que el sol nos recuerda que somos inevitable y torpemente humanos, me hacía muy bien y mi rostro creo que lo reflejaba pues los gatos se ordenaban recostados como en un perfecto círculo mágico alrededor de mis zapatos, acción que emprendían sólo en esas circunstancias, tal vez uno o dos veces cada lustro. Aquella mañana era por donde se la mirase distinta al resto de las mañanas. Y no hablo solamente de no haber bajado por una vez a la Plaza San Martín hasta Florida y no haber discutido una vez más con Mario sobre la posibilidad de ver a Racing campeón. No. Esa mañana habían regresado a mi alma las ráfagas de desafío y de temor juveniles, aniquilando (palabra tan usada en este país, por gente que usa lo que tiene a mano, sean palabras, fusiles o picanas) las telarañas ya formadas y decididamente establecidas en ciertos rincones oscuros y tenebrosos del corazón que me ha tocado en suerte…

Ignoro por qué ese lunes opté por la bufanda es-cocesa, roja y verde, muy tradicional, tal vez dema-siado. Se anticipaba de una manera muy acabada la frialdad que nos envolvería durante toda la jorna-da, y para colmo el 33 no llega nunca. Hacía meses que había intentado cambiar de Banco por uno que estuviese más cerca, bien podría ser el Nación que está frente a la estación Lanús. Pero nunca suce-

día nada. Con este gobierno ya ni los acomodos funcionan y el cuñado de Elba, Ricardo, nada había logrado hacer con ese pedido hecho a sus amigotes del comité. Cercano a las diez, un cuarto de hora retrasado, subí al 33, aguardando como casi siem-pre que algún jovenzuelo tuviese esa antiquísima costumbre de ceder el asiento a un anciano. Que eso era, qué otra cosa, seamos sinceros Abelar-do. La ancianidad nos había asaltado, como nos sorprendió la juventud y como nos jodió la adultez. Puta adultez, que nos sorprendió con un jodido trabajo, que nos brindó esta puta y jodida jubilación. Lo de siempre. Por Rivadavia la colas de los núme-ros impares. Por Talcahuano los de números pares. Abelardo Acosta. Par. Talcahuano.

Algunos insistían con la lectura de los diarios, creyendo inocentemente matar el tiempo, sin tomar cuenta –mientras el gris del cemento parecía uni-ficarse arriba nuestro y poco a poco ajustaba una medida más sus manos sobre nuestros cuellos, qui-tándonos el oxígeno que tan ordinariamente había-mos desperdiciado en un competición sin sentido- que el tiempo, lentamente, era quien los mataba.

Y ella.

Nos separaban una treintena de personas, no obstante lo cual mi vista, tan castigada, tan subesti-mada por mí, volvía a contar con quince años, y me asistía. Primero sus zapatos (juraría que eran los mismos que usó esa noche, la noche en que nos sumergimos en una decisión conjunta, feliz, hu-mana en su real sentido –animal en el sentido que siempre me gustó describirla- que no cambió nada en el desarrollo externo de nuestras vidas, pero que

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nos cambió, qué duda cabe) Luego sus medias, siempre impecables, y su vestido preferido, blanco, increíblemente blanco, que resiste el paso de los años, tal vez porque su silueta ha sido generosa con el mundo y le permite saborearla aún hoy, luego de más de treinta años.

La imagen de Alicia apareció en mi mente casi al mismo tiempo. No han pasado más de doce horas desde que sucedió, pero ya he olvidado. Anhelaría recordar con precisión el orden en que se estable-cieron en mí las emociones, tal vez porque volví a sentirme vivo. Ese estado de alerta somnolencia, en el cual todas las palabras comenienzan a signi-ficar cada minuto algo menos, en el cual el mundo entero, sí, el mundo entero desaparece y no se escucha más que Mozart y no se siente más que un corazón latiendo como debería latir siempre, si uno fuese tan inteligente de elegir vivir y no se ve más que esa imagen, expresiva, enérgica, que se ajusta a la escenografía más acabada, más real y, a la vez, más me-tafórica que se nos puede ocurrir.

La observé detenidamente. Cualquiera hubiese pensado que cobraba por primera vez, dato extraí-do de su rostro, redondo de alegría, su sonreír, su peinado de sábado a la tarde con reminiscencias de spray. Caminó por Talcahuano muy despacio, como en puntas de pie, eludiendo baldosas en flojo estado, ancianos, yuppies de celulares incandes-centes y esperanzas torturadas, casi avergonzadas. Esperan-zas. Esperan. Esperamos.

Comenzaron a girar en torno a mí figuras muy arraigadas en mi memoria, en distintas tonalidades

que abarcaban múltiples gamas de azules pero que no eran figuran inmóviles, sino como actos teatra-les, sí, teatrales, con diálogos que se escuchaban tan nítidamente como desde la fila veinte, con ese efecto tan difícilmente explicable, voces huecas, roncamente masculinas, tan dulcemente femeninas, sí, era teatral, el espejo sobre el placard doble de la habitación, corbata gris, no, mejor la bordó, Abe-lardo, que te corta el azul, te queda linda. Vamos Alicia, llegamos tarde. Mi vida en círculos, como en un abrazador tío vivo, en manos de Bretch.

Sus ojos estaban enmarcados dentro de una gran esfera negra; no había nada fuera de ellos, sus contenidos celestes me impactaron, me des-

equilibraron. Des-de hacía bastantes años no contaba con esa sensación en todo mi cuer-po. Creo no mentir en esto: cuando conocí a Alicia (feliz noche invernal, de esas en las cuales los sueños y las realidades se apa-rean, se cogen sin estupor, sin recelo y permiten que uno sea íntegra y des-conocidamente uno

mismo, entero, orgulloso) tuve la impresión de quien acaricia por primera vez los senos de una mujer, sin haberlos tocado, diría más, sin siquiera tocar ni sus manos, sólo Ah ella es Alicia, próxima psicóloga, y no escuché más, ni quise. Ese calor desde mis en-trañas y mi corazón trabajando doblemente con la mitad de esfuerzo. El celeste en los ojos de Antonia permitió que renaciera en mí la sonrisa, tal vez no por imaginar ningún principio o final, sino por recon-quistar mis fantasías, volver a contar en mi mente con todo el proceso interno que lleva a imágenes deseadas, diálogos compartidos y sensaciones comunes y la inevitable, feliz, desafiante aventura

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de esperar con calma que esa realidad finalmente coincida.

El viento comenzaba a hacerse sentir, como acompañando al sol en su subida hasta lo más alto. Cada golpe fuertemente aplicado en mi rugosa y curtida piel era como la orden de un imaginario director que cambiaba automáticamente la esceno-grafía, las frases, y las consecuencias emocionales de mí, pobre espectador, antiguo protagonista, pobre y antiguo ser que lucha contra sí mismo para no dejar pasar esta última oportunidad de demostrar que los sueños son órdenes dadas al Universo para convertir la felicidad en asfalto y transitarla, y no dejar de hacerlo, gastar todas las suelas y los suelos. No alcanzo a sobrevivir sin vos, Antonia. Faltan pocos metros. Me observa. Toda de blanco, hermosamente de azul.

Sin duda, todo aquello había causado dentro de la familia cierto revuelo interior, más allá de lo poco que Alicia había de-cidido dar a conocer, casi siempre a través de gestos manifiestos o comprobaciones verbales que acercaban y diferían explicaciones que nunca lle-garían en el tiempo justo. Creo no mentir si aseguro que Estela –mientras devoraba como acostumbra-ba los exquisitos buñuelos de banana que Tía Isabel preparaba los días doce (nunca supimos bien por qué había elegido esas fechas para tan dispara-tada costumbre)- fue la primera en regar paciente-mente de dudas la mente de Alicia. Recuerdo que en ese anochecer, Alicia recorrió el gran jardín de la casa de Adrogué con su cabeza muy baja, como dialogando con su corazón, tal vez como única salida posible a la virtual imposibilidad de dialogar conmigo. En muchas ocasiones me pregunté cuál era el motivo por el cual mis diálogos con Alicia

culminaban de la manera más inesperada. Podían finalizar muy bien, o bien, o mal, pero nunca de una forma que uno pudiese prever y mucho menos planear. Esa noche, en la casa de Adrogué, ob-servé a Alicia caminar a tientas por el jardín y muy próxima a ella, casi adherida a su sombra la imagen de Antonia, que reproducía su lenguaje corporal magistralmente, como si fuese una sola persona, una sola unidad que creaba en mi emoción la más heterogénea mezcla de sensaciones, de pasos en falso, de caídas y rebeliones. Por un instante esti-mé prudente terminar mi costumbre de acompañar

los buñuelos con caña importada, pero bien sabía que la caña no producía

sombras ni figuras, sólo yo con mis discusiones. Sólo

Alicia y yo. Y Antonia.

Al volver a verla, en esta pobre fila de jubilados muertos, vivos pero muer-tos, comprobé la ligereza con que la vida había pasado a mi lado, invitándome muy de vez en cuando

a alguna tediosa reunión donde casi

nunca conocía a nadie. Al volver a verla en esta

pobre fila de personas tercas, que insisten en un país

que no desea que insistan, volví a preguntarme qué hubiese sucedido si

Antonia no hubiese entrado en mi vida, si hubiera sacrificado tan felices momentos a cambio de tener a Alicia viva, a mi lado, al lado de Juanito. Nunca nadie podrá responderme, excepto ella, si fue esa discusión en el viejo caserón de Don Octavio, aquel verano pegajoso, negro y asquerosamente fraudu-lento, el causante del ataque de Alicia. Sólo sé que en cinco días de veinticuatro horas, no más, sucum-bí ante Dios. Universal jugada de ajedrez. Perdí una dama. Perdí la partida.

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Al volver a verla, todos estos interrogantes cru-zaron vertiginosamente la barrera impune de mis silencios y pensé que era tarde, que había sido el involuntario creador de una novela ampliamente aceptada, pero careciente de final.

Temí acercarme. En realidad, toda mi vida conté con esa dificultad primaria. Ciertas perso-nas encierran una naturaleza de gran secreto que disfruto en develar, pero que me crea un gran muro de palabras entrecruzadas que me detienen, me inmovilizan. En muchas de aquellas ocasiones en las cuales decidí saltar ese muro, la dicha optó por acompañarme, no obstante lo cual, una y otra vez recaía en mi ineptitud original. Creo que An-tonia no me dio lugar a la consabida elección de abandonar mis sueños, sembrando frustraciones también conocidas, ya que comenzó a observarme bastantes metros antes de que llegara a su lado. El camino hacia ella no fue del todo cómodo. Bans-tantes ancianos fueron testigos de mi torpeza al caminar, producto de esde bastón medio peño que me guía y estas veredas Argentina de los noventa, tan proclives a dejarse violar por empresas privadas (de humanidad, de respeto). El hecho de sentirme observado me impulsó a no regresar a mi posición en la fila sin haber cumplido mi objetivo inicial. Creo que allí, frente a ella, todas las miradas de la fila, los empleados que comenzaban a llegar, los taxistas, colectiveros y particulares que esperaban frente al semáforo, todos los ojos del Universo, del cielo, de los Dioses, de las canchas, de los ringss, de los colegios y de los cuarteles, se centraban sobre mí, aguardando mi frase, disfrutando mi transpiración, regocigándose ante mi falta de pulso.

La distancia entre Antonia y yo era, en la más estricta realidad, no superior a diez metros, tre-ce o quince personas, treinta años. Los rostros de aquellas personas encontraban mansamente destino metamórfico, transformándose lentamente en Alicias, distintas, plásticas, deformes. Acusando algunas, con enormes dedos índices agitándose de arriba hacia abajo, mientras otras lloraban. Las menos sonreían con cierto placer instintivo tomando mi cuerpo por el cuello y alzando mis pies con sus

otros brazos, amamantando mis miedos, mis excu-sas y mis terribles deseos de huír. Cada paso dado con dificultad permitía que, mágicamente, Antonia se alejara dos pasos de mí. El grupo de Alicias la rodeaban, la protegían.

Es casi medianoche. Tendido en esta antigua cama de bronce, tan brilloso como el primer día, (mérito del trabajo diario de Marga), repienso lo sucedido este lunes y lo analizo como un acto de injusticia, de una atrocidad y desmesura, propio de las peores dictaduras del alma. Cuán injusto es saber fehacientemente que tanto el vivir como el morir nos deparan el mismo destino, los mismos padecimientos internos. La mayoría de la gente cuenta con la genuina esperanza de encontrar otra vida, que acontecerá la dicha y le esperarán nuevos y brillantes horizontes. Yo sé que en la otra vida me aguardan todas las Alicias que ví en este frío lunes de agosto, tal vez en algún tiempo, junto a todas las Antonias que observo vacilante en este momento, al cerrar mis párpados.

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Llegué a Colonia en las primeras horas de la tarde. Su costa me era familiar, recuerdos de algu-nos viajes muy cortos y placenteros en compañía de mi padre. Nada especial. Sólo la conjunción de realidades pobres, si se quiere, y una nostalgia que agrega valor a todo. O a casi todo. El viento era leve, aunque imprimía un especial ruido que se mezclaba furtivamente con el sonido del río. Me quedé sentado un largo rato, observando su cos-ta, y pensando si realmente podría dar con ella. No contaba con demasiados datos, casi diría que

ninguno. Sólo alguna idea leve de su aspecto, que incluía pelo negro y ojos, también negros, y vivaces. Sí contaba con la certeza de su inclaudicable manía de fotografiar todo aquello susceptible de ser fotografiado y, aún más, todo aquello que la mirada común, la mía, no alcan-zaba a observar. Claro que este detalle no me sería de gran ayuda. Gran parte de las personas que caminan por Colo-nia, en cualquier momento del día, llevan una máquina de fotos encima. Me paré, no sin esfuerzo. Comencé a caminar sin ningún rumbo definido, intentando demostrarme una seguridad de la que carecía casi totalmente. Pensaba que se trataba de una utopía en marcha, la cual me encargué de alimentar a diario y a la cual había penetrado de tal forma que ya formaba parte de mí mismo, de mis músculos y de mi alma. El sol de junio solía despedirse temprano.

El amarillento de las hojas y una tími-da bruma generaban un entorno favora-ble para la fotografía, pensé. Tenía en mi mente sólo el objetivo de encontrarla, de mirarla a los ojos, de ser sujeto de su arte. Ingresé a la Calle de los Suspiros, imaginando cómo serían las noches frías de aquellos inviernos, qué sentirían esos marineros que la transitaban en busca de un placer efímero, suspirando por las figuras de las prostitutas que se presen-taban a su paso. Aunque otras leyendas más románticas y menos carnales, ha-

blan de prisioneros que la caminaban rumbo al río, última etapa de una vida de sinsabores. Y también de la enamorada que fue acuchillada en su pecho y con su suspiro dijo adiós. Sea cual fuese el origen de esa calle, sentía a cada paso un leve frío en mi cuerpo, mientras el golpeteo de mis tacos contra la piedra se veía amplificado, por el silencio, por la soledad.

No encontraba un consuelo digno. Me pregun-té una y mil veces por qué había tenido la idea de

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buscarla allí. Tal vez porque había oído de su gusto por Colonia, tal vez porque lo imaginaba como el escenario ideal para un encuentro, tal vez porque pensé que ella con su máquina podría retratarme con mi padre, volviendo el tiempo atrás. Quizás de eso se tratara. De volver el tiempo atrás.

Observé el Faro y el Convento San Francisco. Me levanté el cuello de mi sobretodo y decidí espe-rarla en un lugar fijo. En un lugar emblemático. En algún momento del día ella pasaría por allí. Si la suerte estuviese de mi lado, no tendría que aguar-dar mucho. La noche presentaba ya sus credencia-les y no me quedaba demasiado tiempo.

Caminé muy lentamente hasta llegar a la Plaza de Toros Real de San Carlos. Un siglo atrás, los hermanos Bombita (Ricardo y Rafael Torres) re-unían a diez mil personas allí. Hoy se alza como un esqueleto de un cuerpo que brilló en otros años, que era adorado por su belleza mora, que arranca-ba júbilo y ansiedad en porteños y montevideanos, que se acercaban hasta allí. Pensé que era un buen lugar para aguardarla. Más tem-prano que tarde llegaría ella, me dije. Y esperé.

Cecilia Pereira Alvarez es montevideana. Es joven. Es madre. Es esposa y madre. Es Contadora Pública. Es Licenciada en Administración. Es fotógrafa. Fue autodidacta en fotografía. Es talentosa. Es amable.

Sus comienzos se establecen en el dibujo. Hasta que descubrió que un obturador podía hacer ma-ravillas y allí comenzó su romance y su aventura. A solas. Ella y su máquina. Luego llegaría su perfeccionamiento en edición de imágenes con Enrique Abal Oliú. Al principio la timidez, sus trabajos para sí y para amigos. Viaje por el

mundo, como egresada de la Facultad de Ciencias Económicas de Montevideo, retratos de realidades, disímiles, variadas. Un concurso por casualidad. Otros por decisión. Y premios. Uno y otro más. Cecilia tiene dos nenas. Y trabaja para el fisco uruguayo. Entonces queda la madrugada, para la ceremonia heroica, ella, sus fotos y su ordenador. Y la inspiración. Y el trabajo.

Cecilia presentó su muestra Coloniense en el Hotel República de nuestra ciudad el pasado mes de setiembre, con motivo de los festejos del Día del Patrimonio Uruguayo en el marco del Proyecto Bicentenario Argentina-Uruguay 2010-2011 cuya directora es Mónica González Gibbs . Alli, además, se hizo la entrega de premios del Concurso Bicente-nario y se pudo observar el cortometraje que reali-zó Cecilia con la colaboración de Stefano Rachel, compositor italiano.

Por Raúl Alonso Serodino

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Ví sus cuadros por primera vez en las paredes de Polo Norte. No quise preguntar. Atiné y decidí, finalmente, a tomar un pequeño folleto que esta-ba en el mostrador, dispuesto a investigar al día siguiente quién era la autora de ese arte especial, bello, transparente.

Mariali pinta. Si por pintar se entiende a aquel que plasma sinceramente un sentimiento profun-do de manera plástica, sin pensar en modas, sin pensar en vender, sin pensar en cómo combinarlo con un sofá o en qué buscan los coleccionistas… En este sentido se podría hablar de compromiso, único, personal, de un pacto genuino entre Mariali y el arte, su arte.

Es entrerriana. Y sin haber dejado, quizás, sus pañales, ya estaba en Mar del Plata. Y creció. Estudió en el Centro Polivalente de Arte. Y también comenzó Letras en la Universidad de Mar del Plata, carrera que abandonó acuciada por el humo de los cigarrillos negros y por una Alejandra Pizarnik omni-presente y embriagadora.

Ingresó en la Malharro, cansada de huír de lo que más amaba. Luego de casarse por cinco días, decidió partir. Ezeiza fue la plataforma para llegar al lugar más propicio para sufrir. Halló lo que bus-

caba muy lejos del país, sufrió todo lo que pudo y tomó todo lo malo que estuvo a su alcance.

1 9 7 3- Lanuse impide el retorno al país de Juan Domingo Perón.- EE UU se retira de Vietnam del Sur.- Pink Floyd lanza The Dark Side of the Moon.- Fallece Pablo Picasso, pintor español.- Asume la presidencia de Argentina Héctor Cámpora.

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Muy poco de todo lo que vio en las montañas za-patistas, -en el Chiapas que se pierde entre las nu-

bes, de todo lo que vivió siendo parte de un pueblo al que le cuesta construir un futuro, pues se cimenta sobre miles de cadáveres- intenta ahora mostrarlo, con sensibilidad, con talento, con compromiso.

“El verdadero artista es para mí lo contrario a la prostitución. Las verdaderas putas no son las que trabajan brindando sexo a cambio de dinero, sino aquellas mujeres que se casan por interés económi-co”.

Su abuela fue la que la llamó Mariali, transfor-mando mágica y agradablemente un María Alicia elegido por su madre, algo anticuado.

Mariali pinta. Cuando regresó a Mar del Plata fue a ver a Pupeto Mastropascua a la Villa Victoria. El le aseguró que le diría si ella era o no pintora. Mariali no pudo contener su risa.

Mariali es Maestra de Artes Visuales, pero nunca dictó clases. “Nunca pagaría una clase dictada por mí…”, asegura.

M A R I A L IINsURgENTE

MARíA ALICIA bARReyRA

- Golpe de estado en Uruguay- Fallece Otto Klemperer, director de orquesta alemán.- Sui Generis edita Confesiones de Invierno.- Muere Salvador Allende.- Fallecen Victor Jara y Pablo Neruda.- Juan Domingo Perón asume como presidente de Argentina.- Genesis edita Selling England by the Pound.- Debuta “Invisible” en el teatro “Astral”.

Por Raúl Alonso Serodino

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Murga uruguaya. Y es a partir de cada salida al escenario de este grupo de marplatenses cuando uno se transporta al otro lado del Río de la Plata. Son más de una veintena de personas que trabajan, cada cual en lo suyo, largas horas. Y al final del día se juntan, se amalgaman, se corporizan defini-tivamente en otra cosa. En arte. Son incontables las semanas en que estos artistas se han reunido durante estos cinco años, para que el producto final sea respetuoso de su público, para buscar la temática original, el tex-to adecuado, la música certera.

La palabra murga tiene su origen en España. Si bien se puede determinar su origen en el siglo IXX, fue en los primeros años del siglo XX cuando llega al Río de la Plata un grupo de zarzuela. Hasta ese entonces las agrupaciones del carnaval más pareci-das a lo que es la murga uruguaya de hoy en día se llamaban “troupes”, que eran conjuntos que inter-pretaban canciones con ritmos musicales clásicos.

Las murgas del Uru-guay tienen un formato similar a las murgas es-pañolas de Tenerife, Islas Canarias y de Las Palmas, siendo una especie de operas donde se combi-nan letras de humor y pro-testa, músicas, arreglos corales, puesta en escena, vestuario y maquillaje. Las murgas son el principal atractivo del carnaval uruguayo.

Como no podía ser de otra manera, Ernesto Iche (pieza fundamental del elenco de La miseria) nos recibe con mate. Y algún que otro cigarrillo tam-bién se enciende, mientras charlamos sobre este misterioso y apasionante mundo de la murga. Es visible, nítido, claro, el amor que Ernesto le brinda a esta actividad. Nos cuenta sobre la historia de este

grupo, sobre su composición, sobre sus proyectos.

La Miseria es Ilegal cumple cinco años. En este tiempo fueron tres espectá-culos los que se presentaron. El primero, “Circo de Mario-netas”, el cual preguntaba sobre el concepto de libertad -¿quién mueve los hilos de nuestras vidas, realmente?-. El segundo se llamó “Colo-res”, donde se mostraba un mundo gris, sin color, donde los hombres abandonaron sus sueños. El actual espec-táculo se denomina “Esqui-zofrenia” y su temática se cierne sobre la locura, la de aquellos que están dentro de los manicomios, y, fun-damentalmente, de los que estamos fuera de ellos.

Se está escribiendo, componiendo y pensando en vestuarios y puesta en esce-na de un cuarto espectáculo, que se llamará “Infierno”. Allí morirá la murga y buscará su destino final, un escena-rio donde bailar por toda la eternidad…

La Miseria cuenta con aproximadamente 25 personas que trabajan, 17 que salen a escena, con rotaciones, reemplazos, exilios, abandonos. Se apuntala esta estructura con un gestor cultural, dos

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maquilladoras, arregladores musicales y director teatral.

Este grupo de talentosos artistas marplatenses se presentarán en el próximo Festival de Salto, en Uruguay, al cual asisten por tercera vez. Hace po-cos días festejaron sus cinco años de vida y, como no podía ser de otra manera, lo hicieron sobre un escenario, en este caso, del Teatro Colón. Compar-tieron escenario en setiembre con Ana Prada.

Recomendamos fervientemente la apreciación de su arte. Notarán, como nosotros, que en ese grupo de hombres y mujeres comunes, el arte nace y se expande sin pausa, en sus voces, en sus gestos, en sus parches. Arte y mensaje. Murga uruguaya. Y marplatense.

LA MIsERIA Es ILEgAL

MURgA eStILO URUgUAyO

Por Raúl Alonso Serodino

CUERDA DE PRIMOS:Alejandro LoroniSantiago ArtoGabriel SilvaRodrigo ArgainCarolina NeccoMagdalena Buby IcheLeo BarreiroMaite Ariznabarreta

CUERDA DE SOBREPRIMOSFlavia MaldonadoNoelia PereyraMicaela LescanoYanina Paganelli

CUERDA DE SEGUNDOSLeón MasciarelliMaxi LiottaPaco DipierriJuan AlvarezErnesto Iché

BATERÍABombo: Matias RomaniRedoblante: Victor Hugo VegaPlatillos: Gustavo Sampietro

DIRECCIÓN ESCENICALeo Barreiro / Ernesto Iché

SELECCIÓN DE MELODÍASErnesto Iché, Paco Dipierri, Ale Loroni

ARREGLOS/DIRECCIÓN MUSICALRodrigo Percha Gonzalez

LETRAS Y TEXTOSErnesto Iché, Paco Dipierri, Ale Loroni (con aportes de Santiago Arto, Maxi Liotta y Lucas Perez)

ASESORAMIENTO TEATRALLucas Perez

MAQUILLAJEAna Soledad, Goncalves Jorge, Ayelén Bechouart

LIStA ILegAL

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En el momento exacto en que Antonio Mónaco le dijo “Sí, acepto”, Pedro no pudo evitar el tránsito por diversas imágenes de su vida, signada toda por el amor al teatro, por el “juego del teatro”, como a él le gusta llamarlo. A escasas semanas del preestreno de El Vestidor, la obra que soñó realizar y que de-finió como objetivo de trabajo en el 2007, junto con Lalo Alías, esta vez en su nuevo rol de director.

En 1978, en un país en sombras, Pedro tenía 16 años. “Mientras yo esté aquí, usted no egresará nunca”. Colegio Industrial. Frase que, en ese con-texto, no llamaba la atención. Pero él no la aceptó. Son esos momentos en que los pasillos de la vida se entremezclan y, simultáneamente, se bifurcan. En pocas horas ya estaba trabajando en una im-prenta, dejando la culminación de su educación formal para más adelante. En esa imprenta traba-jaba José. Y fue José el que lo instó a inscribirse en la Escuela de Arte Dramático, donde comenzó a cursar en 1980. Allí conoció a Antonio Mónaco.

La cínica y absurda guerra que devino en 1982 lo obliga a reingresar a un ser-vicio militar que había abandonado tres meses antes. Este hecho genera en su espíritu y en su mente un estado que lo obliga a replantear muchas cosas. Es en ese proceso que Antonio Mónaco lo aparta de sus estudios durante más de un año, decisión que Pedro hoy agrade-ce, asignándole una importancia central en su continuidad con la actividad. Se reencontró con este juego tiempo des-pués, aunque durante su suspensión siguió trabajando y creando personajes. Culminó sus estudios en 1985.

Este defensor a ultranza del teatro independiente se declara dueño de una importante timidez. -“Suelo generar una imagen de antipático” –confiesa, a sabiendas de que esa imagen se desva-nece casi de inmediato, cuando surge su don de gente y hasta –sí, claro, también- su coherencia ideológica.

Muchas cosas han sucedido en estos 25 años. Decenas de obras, persona-

jes, premios, giras. Pedro ha obtenido el Premio Estrella de Mar en tres oportunidades, habiendo sido ternado catorce veces. Ha realizado giras por el exterior, incluída una llevada a cabo en Francia, cuando pudo representar obras a teatro lleno en diversas localidades de la campiña gala.

Esta etapa lo sorprende en una nueva función, en un nuevo desafío. El dirigir no encierra para él ninguna postura especial, sigue apostando al trabajo en equipo, al consenso y al mirar indefecti-blemente la puesta en escena desde su óptica de actor, en primera instancia. Para él el teatro es estudio. Es preparación. Pero, fundamentalmente, es un juego. Un escenario donde se pueda jugar, libremente, con ideología y con talento, y –siempre- diciendo algo.

J U g A R A L T E A T R O

P e d R O b e n I t e z

Por Raúl Alonso Serodino

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Jugando al ActorSacco y Vanzetti (2010). La Faena (2009). El Predilecto de los Lepidópteros (2008 y 2009). Maximiliano diez años después... (2006 a 2008). La Historia del Soldado (2006). Viento en Popa (2005). Gurka …frío como el agua seco (2004 a 2010). Inquietud de una Sombra (2003). Valhala (2003). Corto pero Intenso (2002). Nuestra De-cencia se Puso Idiota (2001). Trifolium (1999). Visita (1999 y 2000). Viento en Popa (1998). Ritos del Alma (1996 a1998 / 2000). Rinoceron-tes (1994 y 1995). Macbeth (1993 y 1994). 300 Millones (1992). Viaje (1991). El Fabuloso Robo de la Sombrerera (1990). La Granada (1990). Historia Tendenciosa... (1990). Sí Tocas Cal-cuta (1989). La Farsa del Lic. Pathelein (1988) . El Payaso, una noche de luces negras (1987). Fort Export (1987). Murga Teatral (1986 al 1989). Poniendo la casa en orden (1986). Y nos Dije-ron que Eramos Inmortales (1986). El Cuidador (1985). Juguemos a Soñar (1985). El Colon-Nauta (1981). El Vía Cursis (1981). El Retablo de D. Cureses (1980). Saverio el Cruel (1980)

Jugando al Director

El Vestidor. La Pasión Sucede Hoy. Gurka …frío como el agua seco. Saverio Minimo Caruso Detective Privado. Quien dijo que mañana no saldría el sol . Fiesta De la Catequesis. La Pa-sión Sucede Hoy. Inquietud de una Sombra. El Payaso, una noche de luces negras. La Farsa del Lic. Pathelein

■ Estados Unidos comienza un bloqueo económico a Cuba.■ Arturo Frondizi es depuesto por un golpe de estado. ■ Comienza la crisis de los misiles cubanos.■ Gabriel García Márquez publica La viuda de Montiel.■ Se estrena Vivre sa vie de Jean-Luc Godard.■ Aparece el documental Mondo Cane, que daría inicio al género Mondo.■ Ringo Starr se une al grupo de rock The Beatles■ Nace David Fincher, cineasta estadounidense.■ Nace Juana Molina, cantautora y actriz cómica argentina.■ Nace Jodie Foster, actriz y directora estadounidense■ Nace Antonio Salinero, novelista español.19

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¿Existe la casualidad? Depende. Tal vez podamos afirmar que la casualidad se presentó en determina-dos momentos en la historia y generó cambios que aún perduran. ¿Es la casualidad la que provocó que Arquímedes eligiera bañarse justo ese día, a esa hora? ¿O fue casual que la manzana diera de lleno en la cabeza de Newton?

Podemos decir que la casualidad también se hizo presente esa mañana en la cual Claudia Mosso buscó trabajo en el diario. No demasiado convenci-da estudiante de Ciencias Exactas, cursó el primer cuatrimestre del profesorado de Matemáticas. Bus-cando avisos laborales, encontró un llamamiento a participar de un ta-ller de teatro (Gru-po de Teatro de la década, dirigido por Mario Moya-no), al cual asistió e inauguró una acti-vidad que seguiría marcando su vida por las próximas tres décadas. Es-tudió en la Escuela Municipal de Arte Dramático, de la cual egresó en 1987. Son muchos los años y muchas las actividades que ha realizado. Tomó clases de entrenamiento acto-ral con Rubens Correa, Daniel Lambertini, Ernesto Suarez, Tony Lestingi y Eduardo Calvo, entre otros. Participó en diferentes seminarios de murga calle-jera, acrobacia, clown y match de improvisaciones. Integra la compañía El Rabdomante teatro y ha rea-lizado espectáculos como “Disparate” de Guillermo Yanícola, con el cual ha ganado numerosos premios a nivel nacional, participando, por ejemplo, en la Fiesta Nacional de Teatro, y ha recibido el Premio

Estrella de Mar a Mejor Actuación Femenina Mar-platense en el año 2008, entre otros galardones.

Claudia nos recibe en su hogar, en el cual se puede respirar armonía. Tomamos mate, no fumamos esta vez, y oímos su historia. Conocemos su proverbial timidez en su juventud, sobre su participación en un radioteatro durante su escuela primaria, sobre su gusto por cantar (aunque aún no se haya animado a hacerlo sistemáticamente y con público) y hacemos un paseo por todas las actividades que ha desarro-llado durante todos estos años.

En 1990 deci-de, junto a otras compañeras, ir en busca del público, llegar a la gen-te allí donde la gente estaba, en los bares. Fue un actividad pionera aquí en la ciudad, con un espectáculo humorístico que contaba con guión pero que invitaba muchas veces a la improvisación. El grupo se denominó Las Divinas con Medias y trabaja-ron en conjunto durante cuatro años, realizando tres espectáculos

diferentes, ganando el Primer Premio en la Bienal de Arte Joven en Rosario 1992 y siendo nominadas al Premio Estrella de Mar.

Es difícil detallar todas y cada una de las obras y actividades en las que participó. Podemos mencio-nar, entre otras, “Antígona”, “La felicidad del olvido” con dirección de José Luis Britos, “Entomología Forense”, “Nuestra decencia se puso idiota” con dirección de Adrian Canale, “Los Fines”, “Porque las

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Enero 2011

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casas se enfrían” con dirección de Guillermo Yanicola, “Ponerse en pie” con dirección de Adrian Canale y Paola Belfiore.

Integró el elenco de “Historia tendenciosa de la clase media argen-tina” y del espectáculo infantil “Y que tengan felices juegos”, ambos ganadores del Premio Estrella de Mar, entre otros. También participó en “Boogie, el aceitoso”, espectáculo seleccio-nado por la Comedia de la Provincia en el “Plan de Apoyo a elencos independientes 2002”. Es contratada en reiteradas ocasiones por Cultura de General Pueyrredón y por el teatro Auditórium para participar en los diferentes ciclos para niños como “A desaburrir el invierno”, “Aventuras con historias I y II”, “Cultura en zapatillas”, etc. Desde el año 1995 coordina talleres de teatro para niños, adolescentes y adultos en distintos centros culturales , institutos y colegios de la ciudad de Mar del Plata.

También participo del espectáculo “AMARDELPLA-TA” dándole marco a la FIESTA NACIONAL DEL

MAR edición 2009, bajo las órdenes del reconocido director Manuel González Gil.

Actualmente actúa en “Estrella de mar” de Guiller-mo Yanicola y dirige “Una Muñeca veneciana” de Olivia Diab.

Disparate, de Guillermo Yanícola - Estrella de Mar 2008

Por Raúl Alonso Serodino

• Arturi Illia, es Presidente de la Argentina• The Beatles comienzan el cambio con Rubber Soul • Bob Dylan estrena su famoso disco Highway 61 Revisi-

ted.• Se estrena Help! con The Beatles, del cineasta Richard

Lester.• En EE. UU. es liberado Martin Luther King.• Asesinan al activista negro Malcolm X.• Los Wild Cats llegan a Capital, rebautizados Los Gatos

Salvajes.• The Who edita My Generation.• The Byrds edita Mr. Tambourine Man.• Se estrena Doctor Zhivago de David Lean• Se estrena El Coleccionista de William Wyler.• Fallece Stan Laurel, actor y cómico de origen británico.• Fallece Alejandro Casona, dramaturgo español.• Fallece Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz 1952.

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Estrella de Mar, de Guillermo Yanícola - 2010

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