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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante, los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones científicas. DIRECCIÓN ANTONIO VALLEJO TRIANO Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra) Vocales: MANUEL ACIÉN ALMANSA Universidad de Málaga CARMEN BARCELÓ TORRES Universidad de Valencia EDUARDO MANZANO MORENO Profesor de investigación del CSIC RUBÍ SANZ GAMO Directora del Museo de Albacete JUAN SERRANO MUÑOZ Arquitecto CONSEJO ASESOR PATRICE CRESSIER CNRS, Lyon PIERRE GUICHARD Universidad de Lyon II ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Universidad de Córdoba Mª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ Universidad de Málaga ALASTAIR NORTHEDGE Universidad de Paris I VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO Universidad de Sevilla Edita JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura © de la edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura Diseño y maquetación: Carmen Jiménez Diseño de portada: Zum Creativos Imprime: Tecnographic ISSN: 1139-9996 Depósito Legal: SE-8516/2010 Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares Publicación bianual Número 07 // 2010

Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales Tolmo de Minateda,Hellín, Albacete

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Autores: Sonia Gutiérrez Lloret, Víctor Cañavate Castejón. Cuadernos de Madinat al-Zahra [año 2010, Número 7]. Dedicado a: Miscelánea de historia y cultura material de al-Andalus: Homenaje a Maryelle Bertrand (textos reunidos por C. Cressier, I. Montilla, J. R. Sánchez y A. Vallejo). Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA

Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual

editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su

andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden

temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo

mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante,

los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la

inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de

los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor

comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán

introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones

científicas.

DDIIRREECCCCIIÓÓNN

AANNTTOONNIIOO VVAALLLLEEJJOO TTRRIIAANNOO

Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra

CCOONNSSEEJJOO DDEE RREEDDAACCCCIIÓÓNN

(Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

VVooccaalleess:: MMAANNUUEELL AACCIIÉÉNN AALLMMAANNSSAA

Universidad de Málaga

CCAARRMMEENN BBAARRCCEELLÓÓ TTOORRRREESS

Universidad de Valencia

EEDDUUAARRDDOO MMAANNZZAANNOO MMOORREENNOO

Profesor de investigación del CSIC

RRUUBBÍÍ SSAANNZZ GGAAMMOO

Directora del Museo de Albacete

JJUUAANN SSEERRRRAANNOO MMUUÑÑOOZZ

Arquitecto

CCOONNSSEEJJOO AASSEESSOORR

PPAATTRRIICCEE CCRREESSSSIIEERR

CNRS, Lyon

PPIIEERRRREE GGUUIICCHHAARRDD

Universidad de Lyon II

EESSTTEEBBAANN HHEERRNNÁÁNNDDEEZZ BBEERRMMEEJJOO

Universidad de Córdoba

MMªª AANNTTOONNIIAA MMAARRTTÍÍNNEEZZ NNÚÚÑÑEEZZ

Universidad de Málaga

AALLAASSTTAAIIRR NNOORRTTHHEEDDGGEE

Universidad de Paris I

VVÍÍCCTTOORR PPÉÉRREEZZ EESSCCOOLLAANNOO

Universidad de Sevilla

Edita

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

© de la edición

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

Diseño y maquetación: Carmen Jiménez

Diseño de portada: Zum Creativos

Imprime: Tecnographic

ISSN: 1139-9996

Depósito Legal: SE-8516/2010

Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares

Publicación bianualNúmero 07 // 2010

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05 PRESENTACIÓNPatrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

06 MARYELLE BERTRAND06 Maryelle Bertrand (1948-2007)

Léon Pressouyre

08 Maryelle Bertrand. Bibliografía 1985-2008

10 LOS SEÑORES DE LA GUERRA13 Las primeras guerras internas de al-Andalus

Eduardo Manzano Moreno

27 Les seigneurs de la Marche (a bu al-ta ri) : les Ban cAmr s et les Ban ††††abri de HuescaPhilippe Sénac

43 Militares en iluminaciones y marfiles: una visión del ejercito califalJuan Zozaya Stabel-Hansen

64 LOS SOPORTES MATERIALES DEL DISCURSO IDEOLÓGICO67 Le chapiteau, acteur ou figurant du discours architectural califal ? Omeyyades d'al-Andalus

et Fatimides d’IfrààààqiyaPatrice Cressier

83 Estela funeraria de cronología califal aparecida en Mengíbar (Jaén)María Antonia Martínez Núñez

95 Nuevas evidencias de cecas africanas en época de al-ööööakam II: al-Man rah/al-Man riyya yal-Ba raAlberto Canto García

102 ESPACIOS DE VIDA105 Excavations in medieval settlements at Volubilis. 2000-2004

Elizabeth Fentress and Hassan Limane

123 Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda(Hellín, Albacete)Sonia Gutiérrez Lloret y Víctor Cañavate Castejón

149 La vivienda tradicional en la cuenca del Mediterráneo: del iw n al qb ’, pasando por el bahwSakina Missoum

175 Habitat e utensílios na Mértola almóadaSusana Gómez, Lígia Rafael e Santiago Macias

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MISCELÁNEA DE HISTORIA Y CULTURA MATERIAL DE AL-ANDALUS.HOMENAJE A MARYELLE BERTRAND

(Textos reunidos por P. CRESSIER, I. MONTILLA TORRES, J. R. SÁNCHEZ VICIANA y A. VALLEJO TRIANO)

ÍNDICE

Publicación bianualNúmero 07 // 2010

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196 CASTILLOS Y PALACIOS199 La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en Marruecos?

Manuel Acién Almansa

219 Los baños de la tropa de la Alcazaba de Almería: resultados preliminares de la intervenciónarqueológicaSophie Gilotte, Ángela Suárez Márquez, Francisca Alcalá Lirio y Francisco Arias de Haro

239 El asentamiento islámico de Giribaile (Jaén). De asentamiento de altura a castillo almohadeJuan Carlos Castillo Armenteros, Luis María Gutiérrez Soler y María Victoria Gutiérrez Calderón

263 Los palacios islámicos de Jaén. El palacio de Santo Domingo y los jardines de los UribeVicente Salvatierra Cuenca, Mercedes Navarro Pérez y Ángela Esteban Marfil

293 Notes sur les forteresses de la ca de Bentomíz (Vélez Málaga)Marie-Christine Delaigue

308 CUEVAS NATURALES, CUEVAS ARTIFICIALES Y OTROS SUBTERRÁNEOS311 La caverne, refuge de « l'ami de Dieu » : une forme particulière de l'érémitisme au temps

des Almoravides et des Almohades (Maghreb extrême, XIe-XIIIe siècles)Jean-Pierre Van Staëvel

327 Le vocabulaire des grottes et des cavernes dans le Maghreb médiéval à la lumière des sourcesarabesMohamed Meouak

343 Las cuevas de Benaxuay. Un grupo de cuevas-ventana andalusíes en el río Chelva (Valencia)Agustí Ribera

369 Antiguos depósitos de agua en la ciudad de Palma: un patrimonio ocultoMaria Antònia Carbonero Gamundí

382 INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA385 Contribución a la historia ambiental de la cuenca del Guadiana Menor (Sureste ibérico):

avances y propuestas de investigación desde la arqueologíaJosé Antonio Garrido García

405 Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madàààànat al-Zahr ’Antonio Vallejo Triano y Ramón Fernández Barba

421 Comercio mudo / Silent Trade en el IslamPedro Chalmeta Gendrón

429 1287: onomástica femenina en Menorca islámicaGuillem Rosselló Bordoy y Mª Magdalena Riera Frau

434 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO

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5// Nº 07. 2010. P. 5. ISSN: 1139-9996CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

En noviembre de 2007, la noticia del fallecimiento de Maryelle Bertrand nos dejó, a todos susamigos, golpeados y desamparados. Para la mayoría, además, la sorpresa era brutal: con su habitualpudor, Maryelle había callado, durante aquellos fatídicos meses, la gravedad de su enfermedad. Derepente, se hacía un inmenso vacío. Todos vivimos entonces un sentimiento de amistad irremedia-blemente truncada y nos enfrentamos a la añoranza de la complicidad que nos había unido.

El vacío no era solo personal, íntimo, sino que era también colectivo y científico. Maryelle había lle-vado una carrera en cierta forma atípica, parcialmente al margen de las instituciones, pero había par-ticipado de pleno en la reflexión que, por aquellos momentos, centraba la atención de loshistoriadores, en torno a la percepción y a la definición misma de al-Andalus. Estaba presente tam-bién en los debates de los primeros años ochenta, en los que se intentaba establecer las reglas de unanueva arqueología que fuera a la vez mejor articulada con el cuestionamiento histórico y más acordecon las necesidades de nuestra sociedad. El tiempo ha mostrado la parte de ilusión que conllevabantales proyectos, y como se erosionaron frente a la práctica cotidiana que se fue imponiendo.

Todavía bajo la emoción causada por su desaparición, y quizá tanto para ayudarnos en nuestroduelo como para recuperar parte de la ilusión pasada, a un grupo de sus amigos nos pareció queconvenía rendir un justo tributo a la aportación científica y a la calidez humana de Maryelle.

Vicente Salvatierra nos permitió reaccionar en el acto y acogió enseguida una breve semblanza dela vida de Maryelle y su bibliografía completa en la revista Arqueología y territorio medieval1. A máslargo plazo, concebimos el proyecto de un homenaje de carácter académico y científico que reu-niese contribuciones de los historiadores y arqueólogos de al-Andalus que habían sido los más pró-ximos a Maryelle. Desde el principio, Antonio Vallejo propuso a los Cuadernos de Madànat

al-ZahrÄ’ como soporte editorial de este segundo acto.

El lector tiene entre las manos el resultado de esta empresa colectiva, asumida por todos con tena-cidad y entusiasmo, y a la que –más allá de la diversidad cronológica y de los intereses de cada uno–se ha intentado dar la mayor coherencia temática posible.

D. Léon Pressouyre, catedrático emérito de historia del arte medieval de la universidad de Paris 1– Panthéon Sorbonne, quien dirigió la monumental tesis doctoral de Maryelle y le brindó unapoyo continuado a lo largo de los años, nos aportó, desinteresadamente, su visión personal de latrayectoria profesional y vital de nuestra amiga. Lamentablemente, L. Pressouyre falleció en agostode 2009, antes de que este homenaje a Maryelle Bertrand haya tomado su forma definitiva2. Ambos,profesor y discípula, quedarán asociados en nuestra memoria. A continuación, las distintas contri-buciones vienen agrupadas en apartados sucesivos y complementarios (Los señores de la guerra; Lossoportes materiales del discurso ideológico; Espacios de vida; Castillos y palacios; Cuevas naturales,cuevas artificiales y otros subterráneos; Intercambios, hombres y naturaleza).

Patrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

1 “In Memoriam. Maryelle Bertrand (1948-2007)”, Arqueología y territorio medieval, 15, 2008, pp. 9-12.2 Véase una breve nota necrológica en Bulletin monumental, 2010 (II), pp. 131-132.

PRESENTACIÓN

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Sonia Gutiérrez Lloret y Víctor Cañavate Castejón

Universidad de Alicante. [ [email protected] ], [ [email protected] ]

CASAS Y COSAS: ESPACIOS Y FUNCIONALIDADEN LAS VIVIENDAS EMIRALES DEL TOLMO DEMINATEDA (HELLÍN, ALBACETE)1

Maryelle Bertrand, in memoriam*

Resumen

El yacimiento altomedieval del Tolmo de Minateda permite abordar el fenómeno urbano de época emiraldesde diversas perspectivas de estudio y plantear algunas consideraciones sobre la especializaciónfuncional de la vivienda islámica temprana. Tomando como ejemplo la “casa 2” se intenta mostrar enqué forma el registro material influye en la interpretación de los espacios domésticos y facilita sureconstrucción funcional. Por fin, se analiza el proceso de configuración de una vivienda de plantacompleja, a partir de la agregación paulatina de varias unidades rectangulares sencillas en torno a unespacio abierto de grandes dimensiones, que constituye el elemento vertebrador de la casa, y se planteanlas posibles implicaciones sociales de dicho proceso.

Palabras clave: casa, vivienda, funcionalidad del espacio doméstico, urbanismo, emirato, al-Andalus.

Abstract

The Early Medieval site of the Tolmo de Minateda allows to approach the urban phenomenon of emiraltime from diverse perspective of study and to raise some considerations on the functional specialization ofthe early islamic house. Taking as example “house 2” is tried to show in what it forms the materialregistry it influences in the interpretation of the domestic spaces and facilitates his functionalreconstruction. Finally, the process of configuration of a house of complex plant is analyzed, from thegradual aggregation of several simple rectangular units around an opened space of great dimensions, thatconstitutes the vertebrador element of the house, and the possible social implications of this processconsider.

Keywords: house, dwelling, domestic space functionality, town planning, emirate, al-Andalus.

*A lo largo de su vida Maryelle Bertrand investigó diversas problemáticas de la arqueología de al-Andalus y se ocupó también, entre ellas, de lascasas y las cosas. Este pequeño homenaje trata precisamente de casas y cosas halladas en un yacimiento del sudeste de al-Andalus, en el quecomenzamos a excavar hace más de dos décadas, y ha sido escrito a dos voces por Víctor Cañavate y por mí, desde su descubrimiento y mirecuerdo; él, que no la conoció, la ha descubierto a través de sus escritos, y yo, que compartí con ella pareceres y reuniones, no puedo evitarevocarla siempre como la escuché por vez primera en un lejano coloquio sobre casas andalusíes, hablando de sus cuevas andaluzas con sucaracterístico acento franco-“granaino”. La arqueología que practicó Maryelle vestirá siempre en mi memoria una cazadora de cuero de sinceridad,en ocasiones ruda, forrada de una honradez y entrega no siempre reconocidas.

Sonia Gutiérrez Lloret

// 07. 2010. PP. 123-148. ISSN: 1139-9996 // ESPACIOS DE VIDACUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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El yacimiento altomedieval del Tolmo de Minateda2

permite abordar el fenómeno urbano de épocaemiral desde diversas perspectivas de estudio, deriva-das tanto de la morfología y disposición de lasestructuras cuanto de la distribución y funcionali-dad de los materiales arqueológicos que contienen.En este sentido, una de las problemáticas que nosplantea la recuperación y el estudio de dichos regis-tros es la de poder determinar, en mayor o menormedida, la funcionalidad de las estancias a partir dela presencia/ausencia de ciertas estructuras domésti-cas (hogares, vasares, bancos, tinajeras, etc.) y de ladisposición que muestran algunos materiales –enespecial los recipientes cerámicos– recuperados enlos niveles de uso y abandono de su interior. Parallevar a cabo este análisis es necesario contar con unametodología arqueológica que nos permita recono-cer todos aquellos procesos deposicionales y postde-posicionales sufridos durante el abandono y ladestrucción de las estancias, así como la interacciónentre los propios conjuntos documentados y elentorno espacial que los recoge. Esta atenta lecturaestratigráfica y contextual puede permitir establecercorrespondencias que ayuden a interpretar los espa-cios habitacionales en una doble escala, micro ymesoespacial, entendiendo la primera como el con-texto físico inmediato en el que se encuentran depo-sitados los materiales y sus relaciones espacialesintrínsecas, mientras la segunda afecta a las estructu-ras arquitectónicas que conforman las unidadesdomésticas y engloban diferentes funcionalidades,físicamente segregadas o no, así como a las relacio-nes entre ellas, que permiten comprender la lógicadel tejido urbano y los criterios urbanizadores (orga-nización de manzanas, relación entre los espaciospúblicos y privados, viabilidad y accesibilidad, etc.).

En nuestro caso, contamos con numerosos ejem-plos que nos permiten avanzar en esta dirección.La despoblación del asentamiento en los umbralesdel califato fosilizó un amplio complejo urbano deépoca emiral, que los trabajos arqueológicos hanpermitido documentar en la parte alta del cerro, yfacilitó la recuperación de los niveles de abandonoy sus materiales arqueológicos, ya que éstos nosufrieron, al menos no a gran escala, nuevas reocu-paciones ni remodelaciones que alterasen las depo-siciones originales3.

El punto de partida de nuestro análisis es el extensobarrio emiral que surgió entre los siglos VIII y IX,sobre los restos de un complejo religioso de épocavisigoda. Dicho complejo monumental –formadopor la basílica, el baptisterio y un palatiumanejo– fue construido ex nouo para albergarprobablemente el núcleo episcopal de la ciudaddurante el siglo VII4, pero en la siguiente centuriaesta emblemática zona pública de la ciudad visigodasufrió un significativo proceso de remodelaciónurbanística que terminó por secularizarla,dotándola de una nueva función eminentementeresidencial y privada (fig. 1). Este cambio sustancialde tejido urbano fue paulatino y conllevó unadoble transformación funcional: al tiempo que seexpoliaban los materiales constructivos de lasamplias estancias basilicales destinadas a larepresentación y al culto, tanto en el palatiumcomo en la iglesia, se comenzaron a utilizar comoviviendas las dependencias más reducidas de ambosedificios5, que pudieron convivir con las primerascasas construidas ex nouo en época islámica.

La excavación en extensión de este amplio sectorurbano, localizado en el corte 60, ha puesto en evi-dencia una organización que trasciende del modelomonocelular de casa simple con una sola habita-ción rectangular y función múltiple, distribuida deforma anárquica en torno a espacios abiertos, carac-terística del oriente de al-Andalus en la Alta EdadMedia6. La asociación estratigráfica y funcional deestos compartimentos monocelulares denota unmodelo estructural mucho más complejo de lo quea primera vista podría suponerse, formado porvarias unidades de edificación de planta rectangu-lar, agrupadas en torno a un espacio abierto degrandes dimensiones o bien yuxtapuestas en unode sus lados, en el que residencia y ambientes pro-ductivos difuminan sus contornos7. Así mismo,una observación más amplia permite constatar quedichos complejos están “vertebrados por patiosprobablemente de ámbito semiprivado, y separa-dos por calles y explanadas de carácter público quepermiten el acceso a través de un sistema de acce-sos estrechos (pasillos acodados o azucates) defini-dos por las propias unidades de habitación”8,respondiendo a criterios urbanizadores de ordena-miento interno, que configuran manzanas cerradas

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al exterior, ejes de circulación y solares abiertosdestinados a actividades industriales.

En consecuencia creemos que estos complejosestructurales tomados en su conjunto, conformanunidades domésticas amplias, vinculadas segura-mente a un mismo grupo familiar o a una –“fami-lia ampliada” y son consecuencia de un proceso dedensificación paulatino, que hemos podido docu-mentar en casos concretos9.

En las siguientes líneas analizaremos en detalle unode los conjuntos estructurales de época emirallocalizados en el corte 60, el llamado espaciohabitacional 2, intentando mostrar en qué forma elregistro material influye en la interpretación de losespacios domésticos y facilita su reconstrucciónfuncional10. Dicho conjunto está formado porvarias estructuras domésticas de tendenciarectangular o trapezoidal distribuidas en torno aun espacio abierto, que conforman una manzanasituada entre otro complejo doméstico al norte (E. H. 1) y el solar de la antigua basílica al sur,ahora definido como un espacio abierto de usoalfarero, al que conduce la calle que flanquea lavivienda por su frente oriental (fig. 1).

1. EL ESPACIO HABITACIONAL 2

1.1. ELEMENTOS TÉCNICOS Y ANÁLISIS

FORMAL

El espacio habitacional 2 se caracteriza por unastécnicas constructivas sencillas que son comunes alresto de las edificaciones domésticas de épocaemiral: dominan los muros de anchura variable11,realizados en mampostería heterogénea trabadacon tierra, fragmentos de cerámica, teja y algunoscantos, que aprovechan ocasionalmente sillares ybloques escuadrados reempleados o grandes lajascomo refuerzo de paramentos, esquinales y jamba-je lateral de los vanos de acceso.

En rigor los preparados pavimentales no existen,ya que los suelos consisten en la propia superficiesuelta y arenosa del estrato sobre el que cimientanlos muros, salvo en los lugares donde aflora la roca

madre que se usa igualmente como piso, tanto delos espacios abiertos como de los cerrados12. En tér-minos generales los suelos de los ambientes techa-dos suelen estar rehundidos respecto al exterior,salvándose la diferencia de cota con el recurso fre-cuente a los umbrales realzados o escalonados;sobre las superficies de uso o circulación se ubicanlos hogares de arcilla y ladrillos o tejas ligeramenterealzados, en número variado, que pueden estardentro o fuera de las estancias13.

No existen claras evidencias de tejas en los niveles dedestrucción de las cubiertas, por lo que no podemosdescartar el recurso a otros sistemas de cubriciónalternativos con materiales perecederos. En este sen-tido es muy frecuente la aparición de pellas de barrode color naranja con fragmentos de troncos carboni-zados sobre la superficie de abandono de las vivien-das, que podrían indicar la existencia de cubiertas deramaje o cañizo impermeabilizadas con dichas arci-llas, de morfología plana o a un agua14.

Estas sencillas técnicas constructivas no denotanuna especialización alta en el tratamiento del mate-rial, ni una excesiva preocupación por la regulari-dad en la disposición del aparejo externo, pero esnecesario advertir que su complejidad arquitectóni-ca viene determinada no tanto por la técnica ymorfología de los materiales empleados cuanto porla solución formal y la adaptación al terreno. Laedificación de este extenso barrio, lejos de ser unacto espontáneo, parece consecuencia de una deci-sión planificada, que culmina el proceso previo deexpolio sistemático, e incluye los trabajos de acon-dicionamiento de las ruinas, entre los que se cuen-tan el aterrazamiento y la construcción demárgenes de contención, o la nivelación quepodría explicar el arrasamiento a una misma cotade los muros del edificio palatino15. Ambos proce-sos se constatan en el espacio habitacional estudia-do, donde aprecia la nivelación de los derrumbes ycolmataciones pertenecientes a la ruina de los dife-rentes edificios de época visigoda infrapuestos y suaterrazamiento constructivo. De hecho el barrioislámico, al igual que había ocurrido con el urba-nismo visigodo, se dispuso sobre varias terrazasconstructivas intencionalmente niveladas; en casoque nos ocupa, el espacio habitacional 2 fue erigi-

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do sobre la plaza situada entre la basílica y el pala-tium ocupando también el extremo meridional dedicho edificio, que quedó sellado en el interior dela terraza más alta por las estancias islámicas 36 y38, construidas encima reutilizando algunos de susmuros como cimiento. Por el contrario, el comple-jo doméstico frontero (E. H. 1) se construyó a cotamás baja sobre el sector septentrional del palatium,que fue explanado y vaciado hasta la propia rocatallada que constituía el suelo visigodo, para cons-truir las viviendas islámicas directamente sobre él(figs. 1 y 2). La diferencia de nivel viene marcada enla estratigrafía por el evidente recorte de la estrati-grafía visigoda entre las dos terrazas y por el desni-vel existente entre ambos complejos domésticos enépoca islámica, delimitado por un margen depiedra que actúa a la vez como contención de laterraza sobre la que se ubica el E. H. 2 y comocierre trasero del E. H. 1, delimitando físicamenteel linde entre ambas viviendas16.

Las características formales del espacio habitacio-nal 2 están determinadas por su estructura de ten-dencia rectangular, con orientación este-oeste,compuesta por cinco estancias dispuestas en tornoa un espacio abierto al que delimitan por sus ladosnorte, este y oeste (fig. 2). El frente meridional delcomplejo, incluidos los cerramientos de las estan-cias 33 y 32, apareció alterado por un probableexpolio; no obstante, los indicios estratigráficos yla morfología del resto de conjuntos documentadospermiten suponer que en el momento de su funcio-namiento dicha estructura estaría delimitada por elsur, al igual que ocurre en los espacios habitaciona-les situados al norte del estudiado. En el estadoactual de las investigaciones nos inclinamos a supo-ner que parte del cierre septentrional del aula basi-lical visigoda pudo servir de linde meridional deesté complejo en época islámica, antes de serrobado, como de hecho ocurre con la estancia 32,que es en realidad uno de los vestíbulos de acceso ala basílica visigoda17 y que fue igualmente integradoen el conjunto doméstico emiral. Creemos puesque el expolio de este lienzo y de parte del cierreoriental de la estancia 33 se debió producir conposterioridad al abandono del complejo domésticoislámico si bien las peculiaridades del depósitoestratigráfico en ese punto, sin potencia y con la

roca prácticamente en superficie, impiden precisarla fecha del robo.

En su desarrollo edilicio se observa una sincroníaconstructiva para la mayoría de las estancias,atestiguada a partir de la estratigrafía y losmateriales documentados (fig. 2). Así parece quetanto las dos habitaciones septentrionales (36 y 38)como las occidentales (33 y 37) se edificaroncontemporáneamente, configurando al mismotiempo un amplio espacio abierto y articulador quepermitía el acceso a cada una de las unidadesconstructivas. Como se ha señalado conanterioridad, el quinto espacio construido (32) era,en cambio, una habitación reempleada del edificiode culto visigodo, que en consecuencia mantuvo suacceso original orientado en este caso al norte.Finalmente, existe una segunda fase constructivaque tiende a cohesionar el conjunto, definiendo suslímites y enfatizando su privacidad. Al igual que seconstata en el E. H. 1, este último desarrolloarquitectónico afecta especialmente a ladelimitación de los patios y, en ocasiones, tambiénal tabicado interior de ciertas estancias. En el casodel E. H. 2, a esta fase corresponde la erección deuna tapia adosada a la estancia 32, que cierra yflanquea el patio por el este, separándolo de la calley definiendo de forma paralela un acceso acodadodesde la calle oriental; contemporáneamente seprolonga al norte el muro de contención de laterraza que hace las veces de trasera y linde con elespacio habitacional 1, definiendo igualmente unacceso occidental acodado, que discurre entre laspropias estancias. De esta forma, en la fase final delcomplejo, el patio se define como el espaciovertebrador de la vivienda y se delimitaespacialmente como un espacio privado yatribuido a la vivienda. Al norte de ésta, entre lastraseras de las estancias 36 y 38 y el margen de laterraza que separa esta vivienda de la colindante, sedefine un pequeño callejón que si bien permite lacirculación perpendicular, debe interpretarse másbien como un espacio de servicio de la propiavivienda que venimos describiendo18.

El límite septentrional del complejo doméstico yen consecuencia del patio que lo articula, vienemarcado por dos estancias yuxtapuestas (36 y 38),

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de planta rectangular y adosadas por su lado máscorto, con un tamaño similar19. Ambas presentanmuros de mampostería irregular que traban entresí, testimoniando su contemporaneidad, conumbrales abiertos en su fachada meridional. Laestancia oriental 38 (fig. 3) presenta un hogar asen-tado de forma irregular (aproximadamente 80 x 45cm), construido con barro anaranjado a la derechadel vano de acceso, junto al muro sur de la estan-cia, y adosado a una estructura auxiliar que ha sidointerpretada como un depósito de almacenaje ouna tinajera para ubicar un gran contenedor cerá-mico20. En el centro de la estancia apareció un capi-tel visigodo invertido de orden corintio conacantos esquematizados21, procedente seguramentedel expolio de la basílica (lám. I), en una prácticade reempleo doméstico que se ha constatado igual-mente en viviendas altomedievales de Mérida22.

De su interior proceden diversos hallazgos cerámi-cos relacionados con el uso de la vivienda, en con-creto cuatro recipientes cerámicos y un broche decinturón de tipo liriforme D, fechada en la segun-da mitad del siglo VII, en buen estado de conserva-

ción23. El ajuar cerámico está formado por unamarmita M4.1.2 y una orza, halladas en las proxi-midades del hogar, una jarra T11 o T15 y un jarrode forma indeterminada procedentes del otro extre-mo de la habitación (fig. 3)24. Los hallazgos materia-les, así como la presencia de estructuras de carácterdoméstico, definen una estancia destinada a diferen-tes labores privadas, entre las que la función culina-ria/calefacción está atestiguada por la presencia deuna estructura de combustión. De otra parte,aunque los fragmentos de madera carbonizada queaparecieron en los niveles de colmatación de laestructura pueden pertenecer al sistema de cubri-ción de la estancia, no se descarta que tambiénpudiesen ser restos de anaqueles o estructuras desustentación parietal. Es posible barajar ambashipótesis a partir de los diferentes materiales docu-mentados: así, en el primer caso el capitel invertidopodría interpretarse como el soporte de un puntalo pie derecho, en lugar de cómo asiento o bancoauxiliar, mientras que el uso de anaqueles o estruc-turas para colgar o suspender utillaje doméstico delas paredes podría verse reforzado por el hallazgo dealgunas piezas aplastadas in situ, quizá procedentes

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Lám. 1. Nivel de uso de la estancia 38.

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del derrumbe de un eventual sistema de almacena-je. Para ambos casos contamos con la presencia declavos de hierro, elementos que suelen aparecer enlos niveles de colmatación de las diferentes estanciasy que denotarían el trabajo de carpintería en cual-quiera de sus opciones.

Por el contrario, la estancia colindante 36 se carac-teriza por una notoria escasez de materiales. Laausencia de estructuras de combustión, así comode elementos vinculados a la producción de ali-mentos nos impide vincular esta estancia con labo-res culinarias, si bien no descarta su eventual usocomo alcoba o dormitorio. Sin embargo, cabe des-tacar la existencia de un banco-vasar realizado enmampostería en el extremo oeste de la habitación,de ambigua función; puede servir tanto de bancode enseres propios de una alcoba, despensa oambiente destinado al almacenaje, que no han sidodetectados, como constituir el basamento de unaestructura destinada a situar los comederos de algu-nos animales domésticos en un ambiente destinadoal refugio del ganado, si bien carecemos de otrosindicios estratigráficos (composición de los suelos,vestigios orgánicos y coprolitos, utillaje ganadero,etc.), que refuercen esta posibilidad.

El frente occidental del patio está flanqueado porotras dos edificaciones rectangulares y yuxtapues-tas, en este caso con una orientación norte-sur (33y 37), que se comunican con el patio a través de susfachadas orientales (fig. 4). La estancia 37, la másseptentrional, es una construcción rectangular deescasas dimensiones25 que aporta importante infor-mación a partir de los materiales y estructurasdocumentados durante el proceso de excavación. Elvano de acceso consiste en un umbral realzado queprobablemente impediría la acumulación de resi-duos. En su interior existen dos hogares circulares,asentados en placa, de 65 y 80 cm de diámetro res-pectivamente, ubicados uno en una inusual posi-ción centrada frente a la puerta y otro contra lapared, junto al vano de entrada (lám. II), repitiendoasí el esquema de disposición mayoritario de lasestructuras de combustión islámicas26. Su dotaciónse completa con un amplio vasar (100 x 76 cm)situado en la esquina noroccidental de la estancia,consistente en una placa de barro rojizo delimitadapor dos lajas de piedra. La abundancia de áreas decombustión y su asociación al vasar configuran unespacio que probablemente fue utilizado comococina, tal y como parecen demostrar los abundan-tes fragmentos óseos esparcidos por todo el espa-

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Lám. 2. Hogar de la estancia 37.

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cio, así como los hallazgos cerámicos documenta-dos sobre el nivel de uso. Estos últimos configuranun ajuar integrado por cuatro piezas dispuestas enel espacio comprendido entre ambos hogares y elacceso: una olla del tipo conocido como valencia-no, otra de borde moldurado típica de los contex-tos emirales del Tolmo, una orza similar a lahallada en la estancia 38 y un jarrito tipo T20.2(fig. 5, 1-4)27.

La estancia 33 constituye un espacio singular, tantopor su planta trapezoidal, como por sus peculiarescondiciones de conservación (fig. 4). De esteamplio espacio de tendencia trapezoidal28 adosadopor el sur al ambiente 37, únicamente se haconservado entero el muro septentrional, mientrasque los laterales han sido expoliados en mayor omenor medida, lo que obliga ha reconstruir suestructura a partir de diversos indicios. Comohemos señalado con anterioridad, parte de suesquina suroriental desapareció a consecuencia delos procesos postdeposicionales que afectaron alcerramiento sur de este complejo habitacional yque, en nuestra opinión, debió reaprovechar enparte el antiguo muro del aula basilical de la iglesia,cuyo trazado puede restituirse a partir de algunoselementos conservados29. Uno de los problemasque plantea esta estancia es el de su ingreso, quecreemos debió ubicarse en el muro oriental, deacuerdo a la lógica distributiva de los conjuntosdomésticos estudiados. Esta hipótesis se apoyaademás en un dato objetivo, que permiteinterpretar la limpia interrupción de su murooriental como una de las jambas del desaparecidoumbral. En posición afrontada se localizó unadiscontinuidad constructiva del muro occidentalque, en rigor, podría interpretarse igualmente comoun vano secundario. En este punto, el lienzoaparecía perdido en su cara interior, conservándosesólo parte del alineamiento exterior, formado conrestos de ajimeces visigodos reempleados en unaestructura estratigráficamente anterior a la viviendaislámica30; esta peculiar disposición podía debersetanto a una alteración posterior carente designificado constructivo, como a una accióndeliberada conducente a construir un umbralelevado que permitiera el acceso al exterior a travésdel muro occidental. En tal caso y dado que el

acceso oriental, desde el patio, parece lógico ynecesario, la eventual existencia de otro vanotrasero afrontado sugeriría una función de tránsitoentre diferentes conjuntos constructivos, que lascaracterísticas puramente domésticas de estaestancia están lejos de apoyar.

En este sentido la existencia de un gran hogarasentado –145 cm de diámetro– junto al cierreseptentrional de la estancia y los abundantescarbones documentados a su alrededor, indicanclaramente el continuado uso doméstico de lamisma; dato reforzado por la composición de suajuar doméstico, compuesto por una olla T6.1 típicaen los registros del yacimiento, un jarrito T20.2 yuna probable jarra procedentes del nivel de uso de laestancia, a más de un fragmento de tinaja de la serieM10 con refuerzo plástico y un candil vidriado enmelado con piquera corta, un molino de mano y uncuarto de dirham acuñado en una fecha imprecisacomprendida entre los años 844 y 853 d. C.procedentes del nivel de abandono de la estancia.(fig. 5, 5-9; lám. III)31.

Por último, la estancia 32, el antiguo vestíbulobasilical visigodo, se integra también en el comple-jo doméstico delimitando el patio por su extremo

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Lám. 3. Fragmento de dirham procedente de la estancia 33.

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oriental, sin que se aprecie ninguna estructura decombustión o material arqueológico en su interior,que permita precisar un uso concreto, más allá deuna función complementaria de almacén o guardade animales domésticos. El patio, como el resto delas estancias carece de cualquier tipo de pavimenta-ción, constituyendo en este caso los paquetes deacumulación de residuos materiales las verdaderassuperficies de paso. Por otra parte, la presencia demolinos de mano ubicados junto al cierre occiden-tal de 32, puede determinar un área de trabajodentro del propio patio destinado a tal fin.

1.2. CRONOLOGÍA CONSTRUCTIVA Y AJUARES

La cronología del conjunto arquitectónico es,desde su génesis, claramente emiral a excepción dela estructura 32 de erección visigoda; su construc-ción selló, al igual que el resto del extenso barriodel que forma parte, los niveles de abandono/des-trucción de los últimos usos domésticos desarrolla-dos en los ambientes más reducidos del viejocomplejo episcopal visigodo, toda vez que éstehabía perdido su función prístina; dichos usoscorresponden estratigráficamente a la primeramitad del siglo VIII, como lo atestiguan además loshallazgos numismáticos asociados32, lo que permitefechar la construcción del barrio no antes de unmomento avanzado de dicha centuria. De otrolado, los materiales aparecidos en los niveles deuso/abandono de todas las estancias del barrio,tanto cerámicos como numismáticos, correspon-den a un contexto plenamente emiral propio de lasegunda mitad del siglo IX sin alcanzar el califato33.

Respecto a los hallazgos cerámicos, las piezas pro-cedentes de los contextos de uso/abandono de lasestancias de este complejo doméstico, al igual quelos ajuares documentados en la mayoría de lasviviendas excavadas, corresponden a un ambienteplenamente emiral, similar al documentado en elsudeste de al-Andalus en dicho periodo34 y defini-do en la secuencia material del yacimiento comoHorizonte III35. Centrándonos en el análisis de lasvajillas procedentes de las estancias 38, 37 y 33 (fig. 6), se observa un predominio de las formas decocina, servicio, contención y almacenaje demediano y pequeño tamaño, frente a los grandes

contenedores, únicamente representados por unatinaja fragmentada. Los repertorios culinarios estánrepresentados por las ollas a torno en diversas ver-siones, desde la típica valenciana de cuello acanala-do y cuerpo raspado hasta versiones locales deborde exvasado y moldurado y finas paredes, ytambién por las marmitas de la serie M4, típicas delsudeste de al-Andalus, modeladas a mano con basesplanas y bordes entrantes. Entre las formas destina-das a la contención, servicio y almacenaje demediano y pequeño tamaño, destacan las orzas sinvidriar con cuerpos a torno muy acanalados, mien-tras que el servicio de mesa está dominado por unade las piezas de servicio más emblemáticas de losrepertorios emirales, el jarrito de cuello cilíndricoT20 destinado posiblemente a beber, acompañadopor la jarra de cuello estrecho de las series T11 oT18, según tamaño, apta para el transporte y el ser-vicio de mesa; por fin, se documenta una únicapieza destinada a la iluminación, un candil de laserie V33, que por morfología (piquera corta) ytecnología (cubierta vítrea), corresponde claramen-te a los contextos emirales avanzados que venimosdescribiendo, acordes con la datación del 844 al853 d. C del cuarto de dirham de cAbd al-RaÜmÄnII/MuÜammad I hallado en el nivel de uso de laestancia 33 de este conjunto doméstico. Estehallazgo refuerza la datación propuesta para loscontextos de uso y abandono definitivo de éste yotros complejos domésticos en la segunda mitaddel siglo IX, acorde por otro lado con la incipientedifusión del vidriado monocromo.

1.3. INTERPRETACIÓN FUNCIONAL DE LA

VIVIENDA

El análisis estratigráfico del espacio habitacional 2,en relación con el resto de los espacios habitaciona-les que conforman el barrio emiral construidosobre el complejo episcopal del Tolmo deMinateda, pone en evidencia que las cinco unida-des de edificación que lo conforman, junto con elespacio abierto en torno al cual se disponen,forman, en rigor, un complejo agregado que debeser interpretado como una misma unidad domésti-ca en un sentido funcional, esto es, como una únicacasa36. Desde esta perspectiva, cada una de las cincounidades de edificación cubiertas (38, 36, 37, 33 y32) debe ser interpretada como una estancia o habi-

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tación de la propia vivienda, mientras que elamplio ambiente central (157) constituye –en tantoque espacio delimitado y descubierto– el patio de lacasa y verdadero eje articulador de la misma (fig. 7).Es indudable que los distintos ambientes documen-tados pueden tener múltiples funciones y de hechoes frecuente insistir en el carácter polivalente de lasestancias domésticas altomedievales, pero sin des-cartar tal eventualidad, creemos que las diferenciasentre unas y otras permiten explicar sus distintosrangos funcionales.

El primer rasgo discriminante lo constituye laausencia/presencia de un “hogar” como elementonuclear de la estancia; por hogar se entiende el lugardonde se hace la lumbre y, por extensión, laestructura –construida para tal fin– donde seproduce la combustión, aunque su sentido está tanvinculado al ámbito doméstico que la palabradesigna igualmente en castellano la casa y la familiaque la habita. En la vivienda estudiada sólo aparecenhogares en tres estancias: la 38 al norte y las 33 y 37al oeste (en este último caso en número doble),siempre realizados con placas de arcilla anaranjada,cuya costra superficial aparece a menudoennegrecida y agrietada por la acción del fuego. Sesitúan generalmente en la mitad derecha de laestancia, junto al muro longitudinal donde se abre lapuerta37 o en el muro corto de ese mismo lado,buscando siempre la privacidad implícita en el girolateral. En dos ocasiones –37 y 38– los hogares vanasociados a otras estructuras domésticas auxiliares,generalmente esquineras, que han sido identificadasrespectivamente como vasar –poyo o banco de barropara disponer objetos– y tinajera –estructura paraencajar una tinaja, si bien dicha forma no ha sidohallada en los repertorios de la estancia38. Ladisposición próxima a estas estructuras derecipientes empleados en la elaboración y cocciónde alimentos, tales como ollas, marmitas y orzas,sugieren que estas estancias pudieron ser empleadascomo cocinas, frente a otros espacios carentes dehogar, si bien conviene recordar que los hogares notienen porque estar exclusivamente vinculados alabores culinarias ya que también caldean eiluminan el espacio doméstico.

No obstante, creemos que puede y debeestablecerse una diferencia entre la más pequeña de

las tres estancias con estructuras de combustión (la37) y las más grandes (38 y 33). La primera es conmucho la pieza más reducida de la unidaddoméstica, con apenas una superficie útil de 6 m2,y contiene dos hogares –uno de ellos situado frentea la puerta– a más del vasar, mientras que las otrasdos son mucho más grandes –con superficies queoscilan entre 15 y 20 m2– y sólo disponen de unhogar en uno de sus extremos, dejando un amplioespacio susceptible de albergar funcionespolivalentes, que resulta difícil concebir en elreducido y saturado espacio de la estancia 37. Detal modo, la habitación 37 parece constituir unaverdadera cocina, en donde las estructuras halladasen su interior ocupan gran parte de la superficie yse destinan únicamente a la elaboración y cocciónde alimentos, sin otras eventuales funciones. Por elcontrario las estancias 38 y 33 parecen ser clarosespacios domésticos polivalentes, que definen portamaño y estructura dos ambientes internos nocompartimentados físicamente: el próximo alhogar, como estructura de combustión ycalefacción que puede acoger funciones culinarias,y el opuesto, destinado al reposo u otrasactividades domésticas y artesanales.

Un problema distinto plantean las dos estanciasque carecen de hogar y que a su vez presentan dife-rencias entre sí. La estancia 36 es morfológicamen-te similar a la 38, con la que linda, y apareció vacíacon la única presencia de un banco-vasar, queadmite variadas interpretaciones según el uso quese le dé al espacio. En principio podría servir comoárea de almacenamiento y despensa, lo que noimpide su eventual uso como alcoba o dormitorio,o incluso funcionar como establo o lugar cubiertodonde guarecer animales domésticos39. Por el con-trario, la estancia 32, de origen visigodo, parecedestinarse única y exclusivamente al almacenaje deenseres o la guarda de animales, como se desprendede la inusual amplitud y orientación de su ingreso,que mantiene, sin modificaciones, el vano abiertoal norte de la antigua entrada monumental a labasílica visigoda.

El análisis de las unidades domésticas emirales delbarrio permite constatar una marcada preferenciapor construir las estancias principales –cocinas, des-pensas y alcobas– en los flancos septentrional y

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occidental de los patios, situando las puertas en losmuros meridionales y orientales de las mismas, quese definen así como fachadas principales de la partede la casa destinada a ser habitada por las personas.De hecho, al igual que ocurría en las casas berébe-res tradicionales de la Kabylia40, se constata que enocasiones el patio de la vivienda así definida, secierra del lado opuesto a las fachadas principales–este o sur– por el dorso de las estancias igualmen-te principales de la casa vecina, orientadas ellasmismas hacia el este41 o hacia el sur42. En consecuen-cia, las escasas dependencias que abren hacia elnorte, como es el caso de la estancia 32 en la casaque venimos analizando, o hacia el oeste, comoocurre en la estancia 138 que reproduce la mismasituación en la vivienda colindante (fig. 2), carecende hogar y parecen destinarse a funciones distintasdel alojamiento humano43.

Lo que hemos considerado funcionalmente el patiode la vivienda es, en rigor, un amplio recinto, cuyoscontornos se definen por la propia disposición delas estancias que conforman la casa y por las tapiasañadidas en su última fase constructiva. La conti-nuación del alineamiento de la terraza septentrionaly el flanqueo de la calle oriental por medio de unacerca, contribuyeron a delimitar con mayor preci-sión el espacio abierto vinculado a la casa y a defi-nir sus accesos desde el exterior; de esta forma, elacceso principal se establece por un amplio vano–quizá delimitado por una cerca de madera– abier-to a la calle oriental, que permite acceder directa-mente a la estancia que pudo hacer las veces deestablo (32), y de forma acodada al propio patio yal resto de las dependencias, segregando así el espa-cio privado propiamente doméstico. Existe tam-bién un ingreso secundario desde un espacio abiertosituado a occidente, que permite acceder al patio deforma igualmente acodada por el estrecho callejónmedianero entre las estancias 37 y 33 (fig. 8).

El amplio espacio abierto constituye el verdaderoepicentro de la vivienda y albergaría con toda pro-babilidad diversas funciones y actividades produc-tivas y artesanales vinculadas con el entornodoméstico, como por ejemplo la molienda (moli-nos de mano), elaboración de alimentos, actividadtextil, o cría de animales, ya sea para el uso agríco-

la (mulas y asnos) o para la alimentación (aves, cor-deros y cabras).

2. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA ESPE-

CIALIZACIÓN FUNCIONAL DE LOS ESPACIOS

DOMÉSTICOS ISLÁMICOS TEMPRANOS

A la luz del análisis del espacio habitacional que nosocupa, creemos necesario abordar el problema de lamorfología y la interpretación funcional de lasviviendas islámicas tempranas. Alfonso Vigil-Escalera44 ha planteado la coexistencia de dos mode-los domésticos principales que se repiten de formaregular en diferentes yacimientos altomedievales: deun lado, la unidad de edificación de planta rectangu-lar (EPR), a veces con división interna y con fre-cuente recurso a la yuxtaposición, con la quepropone relacionar las unidades domésticas de lossiglos VII a IX del Tolmo entre otros muchos yaci-mientos altomedievales, y que en fondo y formacorresponde al modelo monocelular de casa simplecon una sola habitación rectangular y función múl-tiple, distribuida de forma anárquica en torno aespacios abiertos, definida por A. Bazzana45. Deotro, la unidad de edificación de planta compleja(EPC) con tres o cuatro ambientes diferenciados(uno alargado y estrecho cerrando generalmenteuno de los lados) y una posible especialización fun-cional de los mismos, que anunciaría, aunque elautor no lo trate, los modelos de casa islámica carac-terizada por la segregación funcional de los espaciosdomésticos (fig. 10.1). Esta interesante modelizaciónfue planteada a partir de ejemplos fundamentalmen-te rurales, que correspondían a las categorizacionesarqueológicas de “asentamiento disperso” y “agrega-do” formuladas por el mismo autor46.

No obstante, como advertimos en un trabajo recien-te47, la realidad puede ser aún más compleja en elcaso de las ocupaciones continuadas, que muestranunos patrones de residencia cohesionados y estables,propios de los asentamientos concentrados tantourbanos como rurales; en estos casos la foto fija desu trama urbana final puede difuminar las implica-ciones sociales y económicas de ciertos procesosespecíficos de agregación –entendiendo por tal lacohesión de las estructuras domésticas–, que sugie-ren la posible transformación diacrónica de unos

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modelos en otros. Así ocurre en el Tolmo, donde sereconoce estratigráficamente un paulatino procesode agregación espacial, con yuxtaposición y/o aso-ciación de varias unidades rectangulares sencillas,que culmina con la demarcación física de los espa-cios abiertos privados, concebidos ya como patios.

En el ejemplo de la casa 2, que hemos analizadopormenorizadamente, el proceso es sencillo y seresuelve únicamente en dos fases (fig. 2), pero enotros casos como el de la casa 1, el proceso se revelamucho más complejo e ilustra claramente laconfiguración de una vivienda de planta compleja,a partir de una estructura monocelular ypolivalente (102). Esta última vivienda ilustratambién el desenlace del proceso de segregaciónfuncional que se intuía en ciertas habitaciones decarácter polivalente (como las 38 y 33 de la casa 2),y que en el caso de la gran estancia nuclear de la casa1 (102), se materializa con la tabicación interna quesepara el área culinaria (135) del aposento o sala(134), en una anticipación de lo que será la alcoba odormitorio de la casa islámica (fig. 9).

En consecuencia, el análisis diacrónico y funcionalde ciertas estructuras domésticas emirales delTolmo de Minateda abre nuevas perspectivas deinvestigación y nos permite plantear algunas consi-deraciones sobre la especialización funcional de lavivienda islámica temprana, que expondremos amodo de conclusión:

1.El modelo de unidad doméstica constatado en elTolmo durante el emirato no se ajusta al esquemamonocelular clásico ni al modelo de unidad de edi-ficación de planta rectangular (EPR), propuestopor A. Vigil-Escalera. Más bien ilustra el procesode transición hacia un modelo estructural demayor complejidad, basado en la agregación devarias estancias rectangulares en torno a un espacioabierto de grandes dimensiones, que constituye elelemento vertebrador de la casa; al mismo tiempointroduce un patrón claro en cuanto a la distribu-ción interna de las diferentes dependencias y espa-cios que conforman cada vivienda: cocina y alcoba(en una única estancia, en una única estancia tabi-cada internamente o en dos estancias yuxtapues-tas), despensa, almacén, establo, etc.

2.Dicho proceso puede evidenciar no sólo la espe-cialización funcional de los diversos ambientes(residencia y reposo, transformación de alimen-tos, almacenaje, actividad ganadera y artesanal,etc.) sino también una relativa segmentaciónsocial, al reconocerse más de un “hogar” dentrode cada casa. Desde esta perspectiva, cada una delas estancias con área de combustión podríainterpretarse como la “vivienda” concreta deotras tantas unidades familiares reducidas –porejemplo abuelos, padres con hijos solteros ehijos casados a su vez con descendencia propia–dentro del grupo familiar extenso al que perte-nece la unidad doméstica compleja en su con-junto y que puede compartir ciertos espacioscomunes, como son el patio, las despensas yalmacenes familiares, el establo, y al menos en elcaso de la casa 2 una cocina común, más allá delpropio hogar de cada vivienda.

3.Aunque el esquema propuesto anticipa la separa-ción de ciertas funciones domésticas, sobre todola de cocina y la de aposento o sala, con tímidosindicios de la segregación de un espacio destina-do específicamente al reposo (alcoba), está lejostodavía del modelo de “viviendas plenamenteislámicas, con crujías en torno al patio”48, carac-terizado por la aparición de las funciones espe-cíficas de zaguán en recodo, alcobas y letrina,que caracteriza las sociedades islamizadas entodo el Mediterráneo. En el caso de al-Andalus,dicho modelo aparece a mediados del siglo IX enyacimientos urbanos como Pechina49 yCórdoba50, donde se consolida en época califalsin discriminar todavía un espacio propio yexclusivo para las actividades culinarias51.Nuestro esquema, tal y como ocurría con elurbanismo visigodo con el que guarda una estre-cha relación52, encuentra parangón en otros asen-tamientos islámicos de cronología variada, queproceden mayoritariamente del ámbito rural; esel caso de los poblados castellonenses de MonteMollet, El Salando o Miravet53, la alquería deAlcaria Longa, en las proximidades de Mértola54

y sobre todo el Castillo de Peñaflor en Jaén55,junto con algunos edificios de Vascos en Toledo,en especial la primera fase del edificio A56

(fig. 10).

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Fig. 1. Plano general del Corte 60 con las fases emirales. En la esquina superior izquierda plano del uso visigodo correspondiente al complejo episcopal.

Restituido

Primera fase

Segunda fase

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Restituido

Primera fase

Segunda fase

Fig. 2. Planta y fases de uso de los Espacios habitacionales 1 y 2.

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Fig. 3. Planta de uso de la estancia 38 con los materiales y estructuras asociados.

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Fig. 4. Planta de uso de la estancia 33 con los materiales y estructuras asociados.

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Fig. 5. Formas documentadas en los niveles de uso y abandono de las estancias 37 (1-4) y 33 (5-9).

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Fig. 6. Cuadro de síntesis de los tipos cerámicos documentados en el E. H. 2.

COCINA(MARMITA/OLLA)

CONTENCIÓNY ALMACENAJE

(TINAJA)

CONTENCIÓNY ALMACENAJE

(ORZA)

TRANSPORTE Y SERVICIO DE MESA

(JARRA)

SERVICIO DE MESA

(JARRO)

ILUMINACIÓN

(CANDIL)

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Fig. 7. Interpretación funcional de la casa 2.

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Fig. 8. Organización urbanística de las casas 1 y 2.

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Fig. 9. Evolución constructiva de la casa 1.

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Fig. 10. Comparación de diversas estructuras domésticas. 1. Gózquez (elaborado a partir de VIGIL-ESCALERA 2003, p. 288, fig, 1); 2. Peñaflor(SALVATIERRA CUENCA et alii 2000, p. 62, fig. 12); 3. Vascos (IZQUIERDO BENITO 1994, p. 12, fig. 3); 4. Alcaria Longa (BOONE, 1996); 5. BaííÄna-

Pechina (CASTILLO y MARTÍNEZ 1990, p. 121, fig. 5); 6. Arrabal occidental de Córdoba (CÁNOVAS et alii, 2008, p. 206, casa 1).

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Notas

1 Este artículo se ha realizado en el marco del proyecto deinvestigación HAR2009-11441, Lectura arqueológica del usosocial del espacio. Análisis transversal de la Protohistoria alMedievo en el Mediterráneo Occidental, del Ministerio deCiencia e Innovación.

2 El yacimiento altomedieval del Tolmo de Minateda ha sidoidentificado con la célebre Madànat Iyyuh mencionada en elPacto de Teodomiro del año 713, probable trasunto de la sedeepiscopal visigoda de Eio creada por la monarquía visigoda enlos umbrales del siglo VII, y se ha relacionado igualmente conla ciudad del mismo nombre destruida según las fuentes árabestras la fundación de Murcia (GUTIÉRREZ LLORET 2000 a; ID. 2007; GUTIÉRREZ LLORET, ABAD CASAL y GAMO PARRAS

2005).

3 Sí se han producido obviamente alteraciones postdeposicio-nales concretas posteriores al despoblamiento, a consecuenciadel expolio de material constructivo o de la búsqueda de vesti-gios arqueológicos en épocas más recientes.

4 Sobre la basílica y su baptisterio puede verse: ABAD CASAL,GUTIÉRREZ LLORET y GAMO PARRAS 2000; GUTIÉRREZ LLORET,ABAD CASAL y GAMO PARRAS 2004. Sobre la arquitectura delcomplejo y su interpretación funcional: GUTIÉRREZ LLORET yCÁNOVAS GUILLÉN 2009.

5 Una primera referencia a dichas transformaciones en la basí-lica puede verse en S. GUTIÉRREZ LLORET (2002), mientras queuna propuesta gráfica de la transformación de la zona monu-mental en su conjunto ha sido planteada por V. CAÑAVATE

(2008 b, p. 124, fig. 3). En concreto se han constatado usosdomésticos del siglo VIII en el sacrarium, la habitación aneja albaptisterio y el propio baptisterio en el caso de la basílica(GUTIÉRREZ LLORET, GAMO PARRAS y AMORÓS RUIZ 2003,pp. 140 ss), así como en diversas dependencias menores delpalatium (GUTIÉRREZ LLORET y CÁNOVAS GUILLÉN 2009, p. 102, fig. 5; SARABIA BAUTISTA 2008, p. 133, fig. 2), todosellos relacionados con niveles de pavimentación en tierrabatida y vinculados a materiales cerámicos e incluso hallazgosmonetales de mediados del siglo VIII (DOMÉNECH BELDA yGUTIÉRREZ LLORET 2006).

6 BAZZANA 1992, pp. 164 ss.

7 GUTIÉRREZ LLORET y CÁNOVAS GUILLÉN 2009, p. 99.

8 CAÑAVATE CASTEJÓN 2008, p. 125.

9 GUTIÉRREZ LLORET 2008, p. 215; ID. 2007, pp. 295 y 311:fig. 2.

10 La denominación “espacio habitacional” fue adoptada porel equipo de investigación como herramienta de trabajo paradesignar cada uno de los complejos conformados por diversasestructuras arquitectónicas -tanto aisladas como yuxtapuestas ocontiguas- que pueden identificarse como unidades domésticasamplias en un sentido funcional.

11 Los muros perimetrales pueden alcanzar los 50 ó 60 cm

mientras que los tabiques interiores pueden ser algo másestrechos.

12 Esta ausencia de suelos realizados ex profeso podría darlugar al uso de esteras de esparto en algunas zonas o ambientesde las viviendas, siendo el trabajo de esta fibra muy relevanteen la zona desde época prerromana. Se han hallado restos deesparto tejido (pleita) en algunas viviendas emirales de la partebaja de la ciudad.

13 CAÑAVATE CASTEJÓN 2008, pp. 107 ss.

14 A pesar de su escasez en los niveles emirales, no puede des-cartarse definitivamente el empleo de ímbrices cuya produccióny uso se atestigua en el complejo monumental visigodo, puestoque el reciclado de ese tipo de material es una práctica constata-da y frecuente en la antigüedad y toda la superficie del Tolmopresenta numerosas huellas de la actividades de expolio.

15 GUTIÉRREZ LLORET 2007, p. 292.

16 Este linde fue construido en dos fases ya que su tramooriental, que constituye en rigor el cierre de la estancia 138 delE. H. 1 fue levantado al mismo tiempo que ésta, mientras quelos dos tramos alineados hacia el oeste se erigieron en unmomento posterior y contemporáneo a la erección de losotros muros de delimitación de los patios en ambos complejosdomésticos.

17 En origen este espacio constituía una de las entradas privi-legiadas y monumentales de la iglesia visigoda desde el norte,dando acceso directo al sanctuarium. desde el exterior.

18 En rigor se trata de un espacio muerto de servicio situadoen las traseras de las estancias 36 y 38 que permite circular per-pendicularmente, pero la morfología del grupo domésticoenfatiza su privacidad y permite sugerir un uso múltiple(leñera, almacén de aperos o desperdicios, etc.) restringido algrupo familiar que habita la vivienda.

19 Ambas construcciones poseen unas medidas similares (6 x 4 m), con una superficie útil aproximada de 24 m2.

20 Se trata de un espacio cerrado y hueco adosado a la esquinade la habitación, delimitado por con dos lajas trabadas conbarro anaranjado y otra más dispuesta en la base (CAÑAVATE

CASTEJÓN 2008, p. 245).

21 SARABIA BAUTISTA 2003, pp. 37-39; GUTIÉRREZ LLORET ySARABIA BAUTISTA 2007, pp. 303-304.

22 En esta ciudad es frecuente la reutilización de tambores ycapiteles procedentes de los pórticos romanos para menesteresdomésticos como asientos, morteros, poyetes, etc. en ambientesvisigodos (ALBA CALZADO 2002, p. 388; ALBA CALZADO 2005,pp. 135 y 138, figs. 8 y 11).

23 GAMO PARRAS 2002, p. 304; GUTIÉRREZ LLORET 2007, p. 304.

24 Para la identificación de las formas emirales se remite a latipología de S. GUTIÉRREZ LLORET (1996, pp. 68-137) salvoque se haga explícita otra referencia morfológica. Sobre estosmateriales del Tolmo de Minateda en el contexto de su hori-zonte cronológico debe verse S. GUTIÉRREZ LLORET, B. GAMO

PARRAS y V. AMORÓS RUIZ (2003, p. 150, fig. 20, 1-3).

25 La estancia tiene 2 m x 3 m, con una superficie útil aproxi-mada de 6 m2.

26 Es el caso de los GGUU 38, 68, 71, 101 y 102 en el Corte60, y de los GGUU 4 y 5 en el Corte 70 (CAÑAVATE

CASTEJÓN 2008).

27 GUTIÉRREZ LLORET, GAMO PARRAS y AMORÓS RUIZ 2003,p. 150, fig. 20, 4-6.

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28 La estancia tiene una superficie útil estimada a partir de lareconstrucción de unos 20 m2.

29 Del trazado del muro visigodo se han conservado en concre-to tres grandes bloques correspondientes a la cimentación de lapuerta lateral norte de la basílica, con restos de sus mochetas,indicios de cimentaciones, improntas de arranque y recortes enla roca, a más de la jamba derecha de la puerta de comunicaciónentre el aula y el vestíbulo monumental visigodo, que fue reem-pleado en la vivienda islámica (estancia 32). Creemos que enépoca islámica se reaprovechó o recreció parte de este lienzocomo cierre meridional del conjunto doméstico islámico,tapiando seguramente las puertas del edificio visigodo ahoracarentes de sentido. Esta práctica de reaprovechamiento median-te recrecidos de los muros perimetrales de la iglesia visigoda seha documentado igualmente en su frente sur, en los espacioshabitacionales 5 y 6 (fig. 1), al igual que se constata en el casode los muros del palatium en las estancias 36 y 38 de estemismo complejo habitacional. En nuestra opinión, expoliosposteriores hicieron desaparecer no sólo el cerramiento meridio-nal de la estancia 33 sino también parte de su muro oriental.

30 Esta singular estructura consiste en un alineamiento de másde seis ventanas monolíticas procedentes del expolio de los edifi-cios monumentales visigodos, que ha sido relacionado con lasrepavientaciones de ciertos ambientes del complejo episcopal enel siglo VIII y previos a la planificación en extenso del arrabalemiral (SARABIA BAUTISTA 2008, p. 134).

31 El fragmento conserva la parte de la fecha correspondientea las decenas y las centenas, careciendo de las unidades, lo quese traduce en una fecha de acuñación indeterminada en ladécada de los 30 del siglo III de la hégira, década en la que seprodujo el cambio de gobierno de cAbd al-RaÜmÄn II aMuÜammad I (DOMÉNECH BELDA y GUTIÉRREZ LLORET 2006,pp. 360-361). Sobre el ajuar cerámico en su conjunto y su data-ción puede verse S. GUTIÉRREZ LLORET, B. GAMO PARRAS yV. AMORÓS RUIZ (2003, p. 150, fig. 21, 1-5).

32 En uno de los suelos correspondientes a estas reutilizacio-nes domésticas del palatium visigodo apareció un fals arcaicode posible procedencia africana, al tiempo que en la construc-ción de otra vivienda islámica correspondiente al espacio habi-tacional 5, al sur de la basílica, se cortó un estrato quecontenía otro fals de leyendas religiosas morfológicamente atri-buido al siglo VIII o, a lo sumo, primera mitad del IX(GUTIÉRREZ LLORET 2007, p. 213; DOMÉNECH BELDA yGUTIÉRREZ LLORET 2006, pp. 352-353 y 356).

33 En los contextos de uso y abandono del barrio islámico seha encontrado abundante moneda islámica en bronce y plata.Así contamos con 9 feluses, 1 dírham cabbÄsà datado el 179-186 H/795-802 J.-C. (HÄrën al-Raåàd), y 8 fragmentos dedirham emiral, entre los que proporcionan fechas de acuña-ción uno del 197 H/812-813 J.-C. (al-öakam I) y el cuarto yamencionado de 23X H/844-853 J.-C (cAbd al-RaÜmÄn

II/MuÜammad I) (DOMÉNECH BELDA y GUTIÉRREZ LLORET

2006).

34 GUTIÉRREZ LLORET 1996.

35 GUTIÉRREZ LLORET, GAMO PARRAS y AMORÓS RUIZ 2003,pp. 148-156.

36 El concepto “espacio habitacional” es pues un instrumentodescriptivo que permite analizar conjuntamente un grupo deunidades de edificación agregadas, cuya lectura funcionaldefine una misma unidad doméstica o lo que es lo mismo, unamisma casa o vivienda, entendiendo por tal lo que el DRAEconsidera un edificio para habitar. Vid. supra nota 10.

37 Es decir la carta interna y oscura del muro de fachada; el“muro oscuro” por oposición al “muro de la luz”, enfrentadoa la puerta, donde en la casa de la Kabylia se situaba el telar y

la vajilla decorada colgada de la pared (BOURDIEU 1972, pp. 47y 57). Aunque existen otras disposiciones de los hogaresdomésticos internos, la posición lateral derecha sobre el murode la fachada o en los testeros cortos de la habitación es clara-mente dominante en el barrio islámico (vid. supra nota 26).Un análisis espacial de otra vivienda emiral con disposiciónsimilar puede verse en S. GUTIÉRREZ LLORET (1999, pp. 97 y105, figs. 5 y 13).

38 En términos generales llama la atención la escasa presenciade grandes contenedores cerámicos en los contextos de aban-dono del asentamiento, que en el caso de esta casa, se limitan aun borde de tinaja de la estancia 33. No obstante, en otrasviviendas han aparecido jarras de la serie T11 –estancia 115 delE. H. 1– y tinajas M10 –dos ejemplares in situ junto al hogar yfrente a la puerta, en una estancia del E. H 6 (GUTIÉRREZ

LLORET 1999, pp. 81-82, figs. 5, 7 y 13); la única que, además,dispone de un silo situado en el patio junto a su fachada.

39 Con anterioridad hemos aludido a estas distintas interpreta-ciones funcionales, si bien la carencia de indicios claros de acti-vidad ganadera en los depósitos, unida al hallazgo de un totalde 16 piezas de vajilla de mesa y almacenaje en una habitaciónsimilar de la vivienda colindante (estancia 115 del E. H. 1),refuerzan en nuestra opinión su carácter de despensa o alma-cén (fig. 2).

40 BOURDIEU 1972, p. 68, n. 75.

41 Caso del E. H. 6, al sur del solar de la basílica, cuyo patioestá flanqueado por dos estancias situadas al norte (9) y al oeste(29) y delimitado por el este por el dorso de la estancia 28, per-teneciente a otra vivienda contigua (E. H. 7). Cf. S. GUTIÉRREZ

LLORET (2008, pp. 214-216).

42 Caso del espacio habitacional que ha sido hallado al nortedel E. H. 1 –todavía en curso de excavación y en consecuenciasin designar–, cuyo patio está delimitado por el sur por las tra-seras de las estancias septentrionales del E. H. 1 (fig. 1).

43 En el caso de las casas bereberes de la Kabylia, el establoforma parte del ámbito doméstico estricto y ocupa el testeroopuesto al del hogar, a la izquierda de la entrada, definiendoun espacio simbólico interior invertido respecto al exterior,según P. BOURDIEU (1972, pp. 46 y 58). No obstante, en lasunidades de edificación estudiadas, incluso en aquellas que pre-sentan una segregación física interior, no hay ninguna eviden-cia de una convivencia tan directa entre personas y animales.

44 VIGIL-ESCALERA GUIRADO 2003, p. 288.

45 BAZZANA 1992, pp. 164 y ss.

46 VIGIL-ESCALERA GUIRADO 2006 a y b.

47 GUTIÉRREZ LLORET y CÁNOVAS GUILLÉN 2009, pp. 98-99.

48 ACIÉN ALMANSA 2001, p. 29.

49 CASTILLO GALDEANO y MARTÍNEZ MADRID 1990.

50 El arrabal cordobés de Saqunda, destruido a principios delsiglo IX, presenta un modelo organizativo temprano basado enel predominio de amplios recintos abiertos flanqueados porlargas crujías (CASAL 2008), distinto y menos uniforme que eltípicamente islámico que se generalizará en el califato.

51 CÁNOVAS UBERA, CASTRO DEL RÍO y MORENO ALMENARA

2008. Las casas islámicas de patio más tempranas, como ocurreen las de Pechina y Córdoba, presentan un evidente grado deespecialización funcional reconocible en la definición delzaguán, la alcoba y la letrina, pero carecen de un espacio con-creto destinado a ubicar la cocina, que adquiere de esta formauna dimensión móvil y muy ligada al patio como espacio poli-valente. Habitaciones definidas como cocinas aparecen entre lossiglos X y XI en Vascos –con el hogar de ladrillo empotrado en

CASAS Y COSAS: ESPACIOS Y FUNCIONALIDAD EN LAS VIVIENDAS EMIRALES DEL TOLMO DE MINATEDA (HELLÍN, ALBACETE)

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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148 // 07. 2010. PP. 123-148. ISSN: 1139-9996 // ESPACIOS DE VIDACUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

un banco de obra– (IZQUIERDO BENITO 1990, p. 151, lám. VI a)y en Sétif, donde se sitúa en una de las amplias crujías que flan-quean el patio y se reconoce por el gran hogar con piedras desoporte, que se diferencia netamente de los pequeños hogaresdel resto de las estancias, interpretados como braseros (AMAMRA

y FENTRESS 1990, p. 164). En viviendas de cronologías másavanzadas, la cocina se convierte en uno de los espacios máscaracterísticos de la casa, como ocurre en los yacimientos almo-hades de SiyÄsa y la Villa Vieja de Calasparra (NAVARRO

PALAZÓN 1990, p. 180; POZO 2000, p. 174).52 GUTIÉRREZ LLORET 2008, p. 205; GUTIÉRREZ LLORET yCÁNOVAS GUILLÉN 2009, pp. 99-100.53 BAZZANA 1992, pp. 273 ss.54 BOONE 1996.55 SALVATIERRA CUENCA, CASTILLO ARMENTEROS 2000, p. 62.56 IZQUIERDO BENITO 1994, p. 169.

SONIA GUTIÉRREZ LLORET Y VÍCTOR CAÑAVATE CASTEJÓN